Clarice Lispector é engraçada! Ela parece uma árvore. Todas as vezes que ela atravessa a rua bate uma ventania, um automóvel vem, passa por cima dela, e ela morre.
-- Carta de Fernando Sabino para Clarice Lispector.
Depois eu fui a uma cartomante e imaginei... Ela disse várias coisas boas que iam acontecer e imaginei, quando tomei o táxi de volta, que seria muito engraçado se um táxi me pegasse, me atropelasse e eu morresse depois de ter ouvido todas aquelas coisas boas.
-- A última entrevista de Clarice Lispector.
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CREPÚSCULOS
Las grandes piedras del aljibe tras el establo
están embebidas de cal.
El rostro de mi abuela es una hojita de arce
prensada en un estuche secreto.
Langostas rampan al fondo de las grietas verde oscuro
de mi infancia. Tenues taques de pestillos en los árboles. Tu pelo es gris.
Las pérgolas de las ciudades se ajaron.
Lejos, los centros comerciales se vacían y oscurecen.
Una sombra roja de acererías.
*
TWILIGHTS
The big stones of the cistern behind the barn
Are soaked in whitewash.
My grandmother's face is a small maple leaf
Pressed in a secret box.
Locusts are climbing down into the dark green crevices
Of my childhood. Latches click softly in the trees. Your hair is gray.
The arbors of the cities are withered.
Far off, the shopping centers empty and darken.
A red shadow of steel mills.
James Wright
di-versión©ochoislas
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__________________________• • • • • • Clarice Lispector In "Onde Estivestes de Noite"🌹 . . . #centenarioclaricelispector #claricelispector #literaturabrasileira #frases #lispector #escritora #leitura #adescobertadomundo #frasesinspiradora #clarice #livros #trechosdelivros #correspondencias #lispectoriando #igliterario #ler #book #instabook #literatura #adescobertadomundo #reflexão #frasedodia #umsoprodevida #domingo #bomdia (em Fortaleza, Brazil) https://www.instagram.com/p/CmB5dUHuj3q/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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Alejandra Pizarnik, Nueva correspondencia.
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Lucian Freud to Caroline Blackwood, 1952
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Quisiera que me escribieras, que me hablaras de ti, de tu estar allí, de tu no estar y estar aquí, en suma, de la vida.
Alejandra Pizarnik. Nueva correspondencia.
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Siempre se espera
la novedad de un sentimiento
que te indique que te aclare
que me muestre,
que me acelere el pulso
pero lo cierto es que,
ya no tengo afecto
o sentimiento que me eleve
porque, qué escritor escribe
sin que le indique el corazón,
de que pulso escribo
si no me acelera ninguna pasión
ningún beso que no venga de sus labios
ninguna carta que me describa
ni me confiese su amor.
Sin embargo sigo aquí
a la espera de un sentimiento
que me muestre,
que me aclare que siente,
porque yo le amo,
le amo de manera excesiva
superando mi voluntad y mi razón
Royine
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"vi uma mulher linda e estranhíssima num canto, toda de preto, com um clima de tristeza e santidade ao mesmo tempo, absolutamente incrível. era ela. (...)"
caio fernando abreu [sobre clarice lispector] a hilda hilst, 29/12/1970
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correspondencia
17/06/24
¿En qué momento todo se volvió tan grisáceo? Veo el sol, pero no es el mismo, no soy la misma. ¿Cuánto tiempo llevo detestándome? Llevo tantos días odiándome, perdí la cuenta, perdí la fe, lo perdí todo. Ya no soy la misma, ya no.
¿Podrías reconocerme entre todas estás capaz? Mis ojos, mis manos, el sonido de mis palabras, ¿son las mismas para ti? Ven y dime que nada ha cambiado, que todo sigue igual para ti, que todavía piensas en mí, que sigo siendo la misma..., háblame, grítame, susúrrame.
¿En qué momento todo se volvió tan grisáceo?
¿Cuánto tiempo llevas detestándome?
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Hoy, en un capítulo más de Mirein x Dario:
Tengo miedo del alcance de su relación: es una amistad (heh) tan hermosa que no se me ocurren dramas suficientemente válidos como para ponerlos en la cuerda floja. Y ESO ES MUY RARO. El modo en que Dario le escribe a Mirein 17 HORAS EXACTAS después de que se despidan tras verse, y se enrolle hablando del tiempo solo por escribirle.
Bendito seas, Dario, eres un jodido regalo del cielo (@entropiasgift se empeña en hacerme llorar con cada carta).
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"Ojalá que podamos decir todo lo que tenemos que decir y lo más bellamente posible."
Alejandra Pizarnik. Nueva correspondencia (1955-1972).
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En este mundo falso encaramado en la balanza
el hombre era un digno y callado cabeza de familia
trabajando más envejeciendo más rápido que nadie
pero ésa no era su realidad personal
su auténtico ser está oculto bajo el disfraz de viejo
repantigado en su silla como un cadáver
aspira los mares verdiazules de su propia realidad
mira las nubes a la zaga de los aviones sobre el mar
y aguza el oído para espiar el diálogo diurno de las estrellas
*
De repente este hombre se levanta de su silla
y desciende lento entre la hojarasca
bajo tierra halla su mundo-caja privado
con los objetos netamente ordenados en estantes y gavetas
cajas de caramelos cajas de grageas cajas de velas
recortes de viejas estampas partituras piezas de madera descabaladas
caracoles anillos de latón canicas celestes
cristales quebrados juegos de pompas de jabón…
éstos también son fragmentos de la realidad
derivados aquí a través de las fisuras del sueño
este hombre se toma todo el tiempo del mundo
¿cuánto? ¿una semana o treinta años?
escoge los fragmentos los va encajando
en su posición correcta en sus correspondientes cajas
mientras el leve reflejo de la dorada dicha
proveniente de aquella realidad tan remota
se torna sol pálido de mediodía y cae
sobre sus dedos que se mueven diestros
*
Luego ¿qué hay de estas cajas?
los objetos cautivos dentro las princesas
las bailarinas los príncipes conejito
los loros las abejas melíferas las mariposas
¿mora este hombre en su interior
adoptando las formas de esas criaturas efímeras?
estas cajas como el sótano y el jardín
son cuartos de hotel habitados brevemente por su sombra
ésta se balancea en su percha vierte arena
abre ágiles resquebrajaduras en los vidrios
y luego desaparece
el destino de su sombra es el mundo real
estas cavilosas cajas nostálgicas ante nosotros
son los brocales de pozo por los que
espiamos aquel mundo que tira de nosotros
Takahashi Mutsuo
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«¿Cuál es la “esencia” de la verdad? Conocemos verdades particulares: por ejemplo, 2 + 1 = 3, la tierra gira en torno al sol, al otoño le sigue el invierno, a comienzos de agosto de 1914 comenzó la guerra mundial, Kant es un filósofo, fuera en la calle hay ruido, esta aula está caldeada, aquí en la sala está encendida la luz, etcétera. Eso son “verdades particulares”. Las llamamos así porque contienen algo “verdadero”. ¿Y en qué está contenido esto “verdadero”? Son los enunciados que acabamos de pronunciar. Cada enunciado particular es verdadero, “algo verdadero”, “una verdad”. Preguntamos ahora: ¿qué es la verdad en general, de modo universal? Según lo que hemos dicho: ¿qué constituye a cada uno de estos enunciados en verdadero? Esto: que en aquello que dice, coincide con las cosas y situaciones sobre las que dice algo. ¿Qué es entonces la verdad? La verdad es coincidencia. Tal coincidencia se da porque el enunciado se rige conforme a aquello sobre lo cual dice. Verdad es rectitud. De este modo, la verdad es la coincidencia, fundada en la rectitud, del enunciado con la cosa.»
Martin Heidegger: De la esencia de la verdad. Editorial Herder, págs. 13-14. Barcelona, 2007.
TGO
@bocadosdefilosofia
@dias-de-la-ira-1
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Alejandra Pizarnik, Nueva correspondencia.
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Carta de Victoria Ocampo a Eduardo Mallea
Los árboles de Supervielle me gustan sin entusiasmarme. Podrían decirse tantas otras cosas. Esa música de los troncos, de las ramas, de las hojas ha acompañado mi vida de tal modo, la ha iluminado con tanta constancia, que me fastidian los poetas que no saben decirla lo mejor posible.
Cuando yo tenía siete años (o seis) fui por primera vez a un bosque en Francia. Debe de haber sido otoño, a juzgar por el olor que recuerdo, y sé que iba caminando. Mi encantamiento y felicidad, mi sorpresa y mi avidez ante esta cosa inimaginable que me entraba por los ojos, la nariz, los pies, duran todavía. Yo no conocía esta forma de la naturaleza. Sólo sabía de llanuras de agua y de tierra. Pero esto era como si la naturaleza me hubiera encerrado con llave en su propia habitación. Se volvía palpable y concentrada en torno de mi pequeñez. Se estrechaba contra mí y no me dejaba más ese espacio, ese vacío alrededor que me había habituado a considerarla un poco como otro cielo.
Una vez te hablé de esos momentos tan raros en que uno ve, oye y comprende a un nivel por encima del nuestro. Permanecemos entonces inmóviles, casi sin respiración, aunque no nos falte el aire. En una especie de gran silencio interior que semeja la página en blanco, preparada para recibir cualquier palabra imprevisible. Es de ese modo como he sentido el bosque. Como yo si naciera al entrar en él. Como si el uso de mis sentidos me viniera de él. Nunca más lo volví a ver así. Pero ese día se prolonga en mí. Siempre estoy cayendo desde ese día, desde esos instantes, sin encontrar jamás tierra o agua que detenga mi caída. Caigo con una columna de humo (estas palabras, estas explicaciones opacas) que se inscribe y desaparece detrás de mí; testimonio perecedero de un imperecedero incendio.
Mi encuentro con el bosque tuvo lugar, creo, la primera vez que penetré en él.
Pero mi encuentro con el Río de la Plata se ha producido de otro modo, acaso más extraño, porque yo lo veía todos los días sin saber que él me espiaba, que estaba allí, que tenía tantas cosas para decirme y que iba a esperarme todo el tiempo que fuera necesario. ¡Pero el bosque!
Puede ser que sea por eso que la primera frase pronunciada -cantada- en Pelléas y Mélisande por Golaud, cuando el telón se levanta: "¡Nunca podré salir de este bosque!" siempre me ha producido (aparte de la música que la exalta) un efecto hechizante. Yo tampoco saldré jamás de este bosque, porque un día se me apareció de tal manera que tuve que quedarme. Y me quedé porque había desaparecido: desapareció desde el momento en que me fue revelado. Está en mí, pero lo he perdido fuera de mí: no puedo distinguirlo dentro. Es como si no tuviera espejo para mi propio rostro. No es el rostro lo que he perdido, sino la visión del rostro.
El bosque estaba mucho más cerca de mis sentidos, los afectaba mucho más que el Río de la Plata. Era una felicidad más que una alegría. Pero todo eso (los árboles, las flores, las semillitas), todo eso estalla a veces ante nosotros como una palabra que buscábamos para no dejar escapar lo que queríamos decir. Porque la palabra fija y su función -según mi experiencia- es puramente fijadora. Los árboles, las flores, las semillitas son palabras sin Petit Larousse que las explique. A veces uno imagina que las ha comprendido, que ha descubierto el sentido de esos gritos que son el agua que corre, el bosque donde los brotes verdean milagrosamente. A veces no se oye más nada y casi ni siquiera el eco de aquello que se había escuchado.
Victoria Ocampo - Villa Victoria (Mar del Plata).
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Haceme un lugarcito en vos, no te molestaré.
Alejandra Pizarnik. Nueva correspondencia (1955-1972).
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