#comedores fijos
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ab-zur-da · 1 year ago
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Me acordé de tu pequeño hermano hoy en la cena,
de su risa cuando lo molestabas.
El domingo me acordé de tus abuelos,
de los almuerzos en su casa.
Las historias de tu abuelo, las quejas de tu abuela,
la tortuga caminando por el jardín
y de los perros.
Me acordé de las comidas de tu madre,
de los lugares fijos en la mesa.
Yo comía en la punta y vos a mi derecha.
Me acordé de las charlas que tuvimos en tu cocina,
a la luz del comedor mientras todos dormían.
Me acordé de los sábados y las pijamadas en tu casa,
dormir hasta tarde hasta que tus hermanos molestaran.
Me acordé de tu hermana mayor,
de cuando compartían la pieza
hasta que ella se fue y la dejo para vos sola.
Me acordé del verano
el calor era un infierno.
Y de las veces que miramos las estrellas en invierno.
Me acordé de todos los caminos
que hicimos y deshicimos
una y otra vez
hasta cansarnos.
Me acordé de las veces que faltamos juntas al colegio.
De cuando andábamos en bici.
Y me acordé de ese lunes que discutimos
del que después
ya nada volvió a ser lo mismo.
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dennavanhossen · 2 years ago
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Vida de retiro
Aro guardó la última manzana en el barril de roble, le gustaba verlo lleno y que el aroma de la fruta inundara la alacena de la taberna cada que lo abría. Le puso la tapa y tomó las cinco amarillas que había separado especialmente para hacer unos pays, la especialidad de la casa.
Hacía unos cinco años que había dejado las aventuras de lado, sus escamas ya no daban para más, su cuerpo estaba lleno de cicatrices y le faltaba una garra en la mano derecha. La gente a veces le miraba mal por ello, pero ya no le molestaba. Sabía que su apariencia resultaba intimidante, sus dos metros y cuarenta centímetros de altura, Raeyla hizo una medición precisa, eran la prueba.
Fue a la cocina, cortó las manzanas en rodajas, preparó caramelo, la hojaldra y armó los pays con excepcional eficiencia, no por nada la "El Dragón Honrado" era la taberna con más prestigio en el pueblo de Iknar, para meterlos en el horno. Una vez hecho esto, se limpió el sudor con las mangas y subió las escaleras hacia el comedor, Raeyla estaba detrás de la barra, platicaba animada con una adorable halfling, armada hasta los dientes, que bebía una cerveza. La piel púrpura de Raeyla brillaba a la media luz de las lámparas y sus cuernos afilados se asomaban intimidantes. Verlos le recordaba que se conocieron durante una pelea de taberna y ella le dio una cornada. Raeyla era fiera y por eso la amaba. Sus ojos amarillos destellaban fuego cósmico al reír y le abrasaban el corazón de ternura. La tiefling le atrapó mirándole tan fijo y le guiñó el ojo, coqueta, haciéndole sonrojar - por suerte no se notó, sus escamas eran rojas. 
Sirvió una ronda de cervezas a un grupo de aventureros, quienes le preguntaron por las misiones disponibles, respondió que podían revisarlas en el tablero cerca de la barra, Raeyla se encargaba de administrarlas. Especialmente, el entusiasmo del gnomo era contagioso.
Regresó con premura a la cocina para sacar los pays, un poco más y se le hubieran quemado. Los olfateó antes de dejarlos reposar junto a la ventana, satisfecho por un trabajo bien hecho. Escuchó los pasos de Raeyla descender por la escalera, después de tantos años cumpliendo misiones, se le habían grabado en la memoria, y se dejó abrazar por la espalda. Los cuernos de la tiefling apenas le llegaban al cuello, pero eso no la detuvo para ponerse de puntas y morderle la nuca, le hizo cosquillas. Se quedaron mirando hacia la calle, disfrutando la cotidianeidad que ahora marcaba la monotonía de su día a día. Aun así, Aro no extrañaba su antigua vida, porque el cariño de Raeyla le recordaba que no necesitaba pelear para sentir la vida. Le acarició las manos, prometiéndose en silencio no soltarla jamás.
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algunloco · 9 months ago
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Recuerdo el último viaje que hice con ella. Era una casa de campo convertida en lugar turístico y el comedor quedaba justo al margen del cauce del río Bogotá, bajando se vía la vegetación, el pasto y la tierra húmeda —había llovido esa noche y habíamos dormido cerca del otro, sin apenas tocarnos por el calor y la humedad, en una lejanía casi simbólica y profética—. Más abajo se escuchaba el río, no sé si más estrepitoso por lo que había llovido o por el silencio del momento. Y al fondo, en la colina que se levantaba en un verde impecable al otro lado, estaba un árbol de ese color violeta grisáceo, ahí solitario en medio de la colina. El paisaje y el silencio de ese lejano día de septiembre, sus ojos fijos en algún punto que yo no alcanzaba a descifrar y el árbol solitario: recuerdos teñidos violeta que llegan ahora de repente y desaparecen en la tarde como el último rayo del sol plateando la fachada de los edificios.
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zerovolstories · 3 months ago
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**Beul No High - Capítulo 9: Domino Pae (Caída de las Piezas)**
Después del intenso duelo de esgrima que terminó con la derrota de Nokchae, Seupik había cambiado. La victoria, lejos de brindarle satisfacción, lo había hecho más frío y apático. Su confianza se transformó en arrogancia, y su trato hacia los demás se volvió distante, casi indiferente.
**[Escena en el pasillo de la escuela]**
Seupik caminaba por los pasillos de Pokbal High School con una expresión de superioridad en su rostro. Los estudiantes a su alrededor lo miraban con respeto, pero también con cierta inquietud. Nadie se atrevía a desafiarlo, sabiendo que ahora era aún más intransigente que antes.
**Seupik:** (A sí mismo, con una sonrisa torcida) Todo está bajo control. No hay necesidad de preocuparme por nada ni por nadie.
A pesar de su exterior calmado, había algo oscuro creciendo dentro de él. La presión de ser siempre el mejor y su miedo a mostrarse débil lo habían hecho más rígido, y cualquier muestra de empatía parecía haberse desvanecido de su carácter.
**[Escena en la entrada de la escuela]**
Mientras tanto, Nokchae, a quien Seupik había obligado a abandonar la escuela, regresó en silencio. Aunque había perdido el duelo, la administración no lo había expulsado formalmente, y aún estaba inscrito como estudiante. Sin embargo, Nokchae ya no era el mismo. El orgullo herido y la humillación lo habían vuelto distante, incluso con sus amigos.
Al entrar al edificio, Nokchae evitó cualquier contacto visual con los demás. Sus ojos estaban fijos en el suelo, y su expresión era vacía. Ya no sentía la necesidad de defenderse ni de intentar demostrar su valía. Era como si una parte de él hubiera muerto en ese duelo.
**[Escena en el aula]**
Cuando Nokchae entró al aula, el murmullo de los estudiantes se apagó momentáneamente. Todos sabían lo que había pasado, y la tensión era palpable. Muji y Raep lo observaron con preocupación desde sus asientos, deseando acercarse pero temiendo que Nokchae los rechazara.
Nokchae se dirigió a su asiento habitual en silencio, sin dirigirle la palabra a nadie. Seupik, que estaba sentado al otro lado del aula, lo miró de reojo, pero no dijo nada. Sin embargo, la atmósfera entre ellos era tensa, como si una fina capa de hielo estuviera a punto de romperse.
**Raep:** (Susurrando a Muji) Esto no está bien. Nokchae ha cambiado, y Seupik... Se está convirtiendo en alguien que no reconozco.
**Muji:** (Asintiendo con tristeza) Tenemos que hacer algo, pero no sé qué. Ambos están sufriendo, pero no quieren admitirlo.
Las clases continuaron, pero tanto Nokchae como Seupik permanecieron en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos. La distancia entre ellos era evidente, y afectaba al resto de los estudiantes. La escuela, que solía estar llena de energía, ahora parecía un lugar sombrío.
**[Escena en el comedor]**
En el almuerzo, Nokchae se sentó solo en una esquina, lejos de los demás. Mientras comía en silencio, se percató de que la mayoría de los estudiantes lo miraban con curiosidad, pero nadie se atrevía a acercarse. A lo lejos, Seupik estaba rodeado de un grupo de estudiantes que lo admiraban, pero su mirada fría y distante dejaba claro que no disfrutaba de su compañía.
Nokchae, sintiendo la soledad, recordó los días en que él y Seupik eran amigos. Aunque siempre habían tenido sus diferencias, había algo en su relación que los unía. Ahora, esa conexión parecía haberse roto irreparablemente.
**Nokchae:** (Murmurando para sí mismo) ¿Cómo llegamos a esto? Todo se siente... tan vacío ahora.
Mientras tanto, Seupik observó a Nokchae desde su asiento, sintiendo una punzada de remordimiento. Aunque no lo admitiera, algo dentro de él sabía que su victoria había traído más dolor que satisfacción. Sin embargo, su orgullo no le permitía dar el primer paso para arreglar las cosas.
**[Escena final en los vestuarios]**
Después de las clases, Seupik se dirigió a los vestuarios para prepararse para su entrenamiento de esgrima. Mientras se cambiaba, se miró en el espejo y, por un momento, vio a un extraño reflejado. La persona que había ganado el duelo no era la misma que solía ser. Pero antes de que pudiera profundizar en esos pensamientos, el sonido de una puerta cerrándose lo sacó de su ensueño.
Nokchae había entrado a los vestuarios, su rostro inexpresivo, mientras se dirigía a su casillero. Ambos se miraron por un breve segundo, pero ninguno de los dos dijo una palabra. La tensión era palpable, como si ambos estuvieran esperando que el otro rompiera el silencio.
Pero el silencio continuó, y Nokchae se alejó sin decir nada, dejando a Seupik solo con sus pensamientos y su reflejo en el espejo.
**Seupik:** (Susurrando a su reflejo) ¿Qué estoy haciendo...?
La caída de las piezas de dominó había comenzado, y ninguno de los dos sabía cómo detenerla.
**Fin del Capítulo 9**
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encuentra-bienes-raices · 3 months ago
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Vendo Departamento
Ubicación: Corregidora, Col. Miguel Hidalgo. Alcaldía Tlalpan.
(Cuarto piso)
Superficie 72 m2.
Descripción:
Recibidor.
Sala.
Comedor.
Cocina con Barra desayunadora.
Área de Lavado.
Baño completo.
3 Recámaras.
Un lugar de Estacionamiento Fijo.
Áreas comunes:
Jardines.
Unidad con acceso controlado, circuito cerrado y caseta de vigilancia 24/7.
Documentos:
Escritura.
Boleta de predial.
Boleta de Agua.
Servicio de CFE.
Precio: $2,300,000.00
https://www.encuentrabienesraices.com/properties/depto-corregidora
Agenda tu Visita:
5576107915
Linda I. López Lugo
https://bit.ly/3JTFb4o
Encuentra Bienes Raíces
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cesar-millones · 3 months ago
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wingzemonx · 5 months ago
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Resplandor entre Tinieblas - Capítulo 155. Acción de Gracias (I)
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Resplandor entre Tinieblas
Por WingzemonX
Capítulo 155. Acción de Gracias (I)
Cuando Samara abrió los ojos, los rayos del sol entraban a raudales por la ventana de la habitación, bañando con su luz el suelo y las sábanas que la cubrían. Afuera se encontró con un cielo despejado, azul como nunca había visto. Se sentó en la cama y estiró sus brazos, soltando un pequeño quejido de satisfacción al hacerlo. Agachó la mirada, y miró con extrañeza su atuendo: un vestido casual color rojo vino, de manga larga, con tela blanca con holanes en sus puños y cuello. Se retiró los tendidos de encima, y vislumbró además que sus piernas estaban enfundadas en unas mallas blancas, e incluso usaba unos botines negros en los pies.
Samara arrugó el entrecejo, pensativa. ¿Se había acostado la noche anterior vestida de esa forma? ¿Incluso con los zapatos? No lo recordaba; y, en realidad, tampoco le dio mucha importancia.
En lugar de darle más vueltas al asunto, se paró de la cama, se colocó frente al espejo del tocador, y tomó un cebillo con la intención de peinarse. Sin embargo, al observar sus largos cabellos negros que caían libres a cada costado de su cabeza, y bajaban como cascada por su espalda, se dio cuenta de que todos estaban justo en su sitio; lacios y brillante, casi como si lo acabara de lavar recientemente.
De nuevo, aquello le pareció sólo un poco curioso; lo usual era que su cabello despertara siendo todo un desastre. Pero de nuevo, no le dio importancia; en especial cuando a su nariz llegó un delicioso aroma proveniente de la planta baja. Delicioso aroma a comida, para ser exactos.
De seguro la Srta. Honey ya había comenzado los preparativos para la cena.
Sin pensarlo mucho, salió de la habitación y se dirigió presurosa hacia las escaleras, bajando cada escalón con rapidez hasta llegar al piso de abajo. Giró rápidamente en dirección a la cocina, y entró en aquel pequeño espacio por la puerta que conectaba con el comedor. Los aromas de la comida se hicieron aún más presentes, bailando alegres en su nariz. Frente a la encimera de la cocina, vislumbró la figura alta y delgada de la mujer, que canturreaba alegre mientras, al parecer, pelaba unas papas.
—¿Quiere que le ayude? —preguntó Samara desde el marco de la puerta, con un inusual entusiasmo.
La mujer dejó lo que hacía y se giró en ese momento en su dirección. La miró con un llamativo brillo de alegría en sus ojos cafés, y una sonrisa grande y risueña.
—Todo está bien por aquí, cariño —le respondió con tono suave y calmado—. Mejor ve y juega con tus amigas.
El júbilo y la emoción que habían inundado a Samara se desvanecieron por un instante, dejando en su lugar sólo absoluto pasmo, que la dejó congelada en su sitio en cuanto su cabeza alcanzó a comprender y reconocer por completo lo que veían sus ojos. Y resultaba extraño que no se hubiera dado cuenta con anticipación que aquella mujer alta de largos cabellos oscuros y rostro de facciones fuertes, no era la Srta. Honey. Pero tampoco era, en lo absoluto, una desconocida…
—¿Mamá…? —pronunció Samara, desconcertada.
—¿Si? —murmuró Anna Morgan, inclinando su cabeza hacia un lado—. ¿Estás bien, cariño? Te ves un poco pálida.
Samara permaneció en silencio un largo rato, con sus ojos bien abiertos fijos en la imagen de su madre de pie ante ella. Su boca se abrió, deseosa de soltar una larga lista de preguntas. Pero, en lugar de eso, lo único que pronunció fue:
—No, nada. —Sonrió después con alegría, haciendo a un lado la sensación agobiante de hace un momento. Sus pies comenzaron a moverse con rapidez, aproximándose hasta la mujer delante de ella, y sin el menor miramiento la rodeó con sus brazos, aferrándose fuertemente a ella—. Todo está bien. Todo está muy bien…
Anna Morgan rio, y recorrió una mano por los cabellos de su hija.
—Pues me alegra escuchar eso —indicó con tono divertido—. Pero si quieres una rica cena de Acción de Gracias, será mejor que vuelva a mi labor.
Samara asintió rápidamente, y se apartó de ella un paso. Alzó su mirada, y le sonrió ampliamente; sus ojos estaban al borde de soltar una lágrima.
—Eso huele delicioso —escuchó Samara que pronunciaba en alto la voz de su padre. Al girarse sobre su hombro, vio al corpulento hombre de cabello cano entrando a la cocina, frotándose sus manos entre sí.
—Mami está cocinando —comentó Samara con entusiasmo.
—No creerías que los caballos era lo único en lo que era buena, ¿o sí? —comentó Richard Morgan con tono bromista. Colocó una mano sobre la cabeza de su hija, acariciándola con cuidado, y luego se inclinó hacia su esposa para darle un pequeño beso en los labios—. ¿Y cómo amaneció mi pequeña princesa? —preguntó a continuación girándose hacia Samara con una sonrisa afable.
—No sé, creo que está un poco rara —indicó Anna, inclinándose hacia su hija para inspeccionar atentamente su rostro—. ¿Segura que estás bien, cariño?
—Sí —pronunció Samara rápidamente—. Estoy bien, de verdad…
Su madre la observó fijamente en silencio, escrutándola de una forma que a Samara la hizo sentir que no le creía. Sin embargo, tras unos segundo volvió a sonreír de la misma forma que antes; despreocupada y feliz.
—Entonces —pronunció Anna con entusiasmo. Se irguió de nuevo y se giró hacia la encimera, tomando de ésta un plato—. Llévale estos pastelillos a tus amigas, para que calmen su hambre en lo que está listo todo. ¿Sí?
—Mis amigas —repitió Samara en voz baja, disimulando su confusión. Tomó el plato con sus manos, y contempló lo que había en él: pastelillos de forma rectangular, con sabores como chocolate, calabaza, zanahoria, fresa y crema, acomodados de tal forma como si fueran los ladrillos de una pirámide—. Sí, yo lo hago —respondió por reflejo, y sin espera se giró hacia la puerta que llevaba hacia afuera de la cocina.
Al poner un pie en el comedor, y echar un vistazo a su alrededor, se dio cuenta de que la mesa estaba ya servida, con un plato, cubiertos, copa y servilleta frente a cada uno de sus ocho puesto. Y tanto la mesa, como las paredes y el resto de los muebles, estaban decorados con colores otoñales, hojas de colores amarillos, naranjas y rojos, calabazas y girasoles. Se preguntó por un momento si acaso ya estaba así cuando pasó por ahí hace un momento. E igualmente, no pudo evitar notar que aquello no se parecía del todo al comedor de la casa de la madre de Matilda, aunque tampoco al de su casa en Moesko.
—Mío —pronunció una voz juguetona a su diestra, un instante antes de alargar el brazo hacia el frente de ella, y hurtar rápidamente un panecillo de fresa del plato que Samara cargaba.
La niña respingó un poco, y se giró rápidamente, encontrándose de frente con el rostro sonriente de una niña de cabellos negros, sujetos en dos colas, en el momento justo en el que daba una mordida al pastelillo que había tomado, y sonreía complacida.
—Nada mal. ¿Los hizo tu mamá?
Samara parpadeó, perpleja.
—¿Esther? —susurró despacio, dubitativa.
—¿Samara? —masculló la niña (¿o mujer?) delante de ella, imitando su mismo tono confuso. Soltó entonces una risotada divertida, y se metió lo que le faltaba a su pastelillo—. ¿Estás bien? Parece como si hubieras visto un fantasma.
—Aún peor —masculló la voz burlona de otra niña, de cabellos castaños y ojos azules, que se aproximó por un costado, parándose a lado de Esther y apoyando en un brazo contra un hombro de ésta—. Vio tu cara —añadió con una voz sarcástica—. Suficiente para tener unas cuantas pesadillas.
—Lily —susurró Samara, sorprendida, al reconocerla igualmente de inmediato.
—Qué graciosa —le respondió Esther a la otra chica, sonriendo de forma forzada—. Dame ahora uno de calabaza —dijo justo después, extendiendo su mano para tomar otro pastelillo.
—A mí sólo dame de chocolate —comentó Lily, tomando también del plato con rapidez, como si temieran que alguien se los pudiera ganar.
—Tomen los que quieran —indicó Samara en voz baja, y pasó a colocar el plato sobre la mesa para que pudieran tomar con mayor facilidad. Se giró entonces hacia ellas, inspeccionándolas con la mirada—. ¿Ambas están… bien?
—Define bien —comentó Lily con tono burlón, señalando de forma disimulada con su pulgar hacia Esther—. Ésta de aquí sigue igual de loca que siempre, si a eso te refieres.
—Oh, qué gran boca tienes —rio Esther divertida, dándole un pequeño empujoncito en su brazo de forma juguetona—. Si sigues diciendo esas cosas, te voy a romper esa cabecita tuya en muchos pedacitos —añadió justo después, aunque por su tono parecía ser más una broma interna entre ellas que una amenaza real. Y Lily así pareció tomarlo.
—Primero tendrás que alcanzarme —canturreó Lily, y comenzó entonces a correr por el comedor, riendo divertida. Esther no tardó en unirse a dicha persecución, riendo también.
Mientras las otras dos se correteaban por la casa, Samara se tomó un momento para sentarse en unas de las sillas, pues se sintió de pronto un poco mareada. ¿Todo eso no era un poco… extraño? ¿O quizás estaba exagerando?
—¿Todo bien, Samara? —escuchó una voz nueva ingresando al comedor, y el sólo oírla la hizo sobresaltarse. Se giró hacia un lado, y vio como dos personas ingresaban desde la puerta que daba a la sala: una mujer y un hombre, ambos vestidos de manera formal para la ocasión, caminando lado a lado tomados de la mano.
—¡Matilda! —pronunció Samara en alto, emocionada. Se paró de la silla y se dirigió directo hacia ella, abrazándola tan fuerte como había abrazado a su madre hace un momento.
—Oh, a mí también me alegra verte —bromeó Matilda, rodeándola de forma cariñosa con su brazo libre—. Pero pareciera que no me hubieras visto en años.
—Sólo… temí que no estuvieras aquí —pronunció Samara, vacilante. Se separó entonces un poco de ella, y la volteó a ver con una sonrisita, misma que Matilda le regresó e inmediato.
—¿Olvidas que te lo prometí? —comentó Matilda con seriedad. Se agachó entonces hasta colocar su rostro a su misma altura, como acostumbraba hacer—. Siempre estaré aquí para ti. Ambos lo estaremos —añadió, girándose a ver a Cole que la acompañaba, y aun sujetaba su mano.
—En especial si hay deliciosa comida esperándonos en ese “aquí” —bromeó Cole, a lo que Matilda respondió con una pequeña risilla, y luego Samara le secundó—. ¿Nos sentamos? —propuso, extendiendo una mano hacia la mesa.
—Sí, adelante —indicó Samara, y de inmediato los guio hacia las sillas.
Escucharon en ese momento el timbre de la puerta sonar; con bastante fuerza, de hecho.
—Yo abro —se ofreció Cole, y de inmediato soltó la mano de Matilda y se dirigió hacia la puerta.
Samara se dispuso mientras tanto a sentarse en una de las sillas laterales, pero Matilda la detuvo antes de que lo hiciera.
—No, no, no —pronunció la psiquiatra—. A ti obviamente te corresponde el lugar de honor.
Samara no comprendió al inicio, pero Matilda entonces la guio hacia la silla a la cabecera de la mesa, y la jaló hacia atrás para ella.
—¿En la cabecera? —inquirió la niña, confundida.
—Claro que sí —indicó Matilda, sonando como si fuera lo más lógico del mundo—. Todo esto es gracias a ti, ¿no?
Samara arrugó el entrecejo y meditó un poco sobre aquella afirmación. Por algún motivo, que de momento no le resultaba claro, aquello pareció tener bastante sentido. Así que no lo cuestionó más, y aceptó el puesto que le ofrecía.
—Gracias —musitó en voz baja, esbozando una media sonrisa.
—Miren quién llegó —anunció Cole en alto con voz alegre en cuanto ingresó de nuevo al comedor.
Samara se giró a mirarlo sobre el respaldo de su silla, y notó al instante que alguien venía detrás de él. Se quedó sin aliento en cuanto contempló al muchacho de cabellos oscuros cortos y ojos azules, ataviado en un elegante traje negro, abrigo y bufanda azul.
—Damien —murmuró Samara atónita.
El muchacho sonrió ampliamente, y recorrió con cuidado su mirada por la habitación.
—Disculpen la tardanza —pronunció con elocuencia mientras se retiraba su bufanda y abrigo—. No comieron sin mí, ¿o sí?
—Nada de eso —comentó Matilda con tono jovial—. Llegas justo a tiempo.
Y en ese momento la psiquiatra se aproximó hacia el recién llegado, y le ofreció sin vacilación un abrazo de bienvenida, mismo que Damien aceptó sin más. Samara contempló aquella escena con una mezcla imprecisa de emociones. ¿Damien y Matilda siempre se habían llevado tan bien? Algo en su interior le decía que eso no era correcto.
—¿Y quién es este apuesto jovencito? —preguntó con voz cantarina la Sra. Morgan, ingresando en ese momento al comedor en compañía de su esposo, y mirando con atención a Damien. Antes de que Samara pudiera responderle algo a su madre, alguien se le adelantó dando su propia respuesta.
—Es el novio de Samara —indicó Esther con voz juguetona, tomando asiendo justo a su izquierda en la mesa.
Aquella repentina declaración hizo que Samara se sobresaltara del asombro, y se sonrojara al instante de los pies a la cabeza.
—¿Qué? —exclamó en alto, claramente alterada—. No, cállate. No es cierto.
—Mira su carita —señaló Lily, burlona, tomando el puesto justo al lado de Esther—. Se puso roja como un tomatito.
Samara llevó sus manos a su rostro por mero reflejo, ocultando éste entre ellas. Escuchó las risas de algunos de los presentes, pero ninguno parecía en realidad hiriente.
Para cuando tuvo valor de apartar las manos y echar un vistazo de nuevo, vio como Damien se aproximaba con paso seguro en dirección a sus padres.
—Damien Thorn —se presentó estrechado con firmeza la mano la Anna, y luego la de Richard—. Un placer, señores Morgan.
—El placer es nuestro, muchacho —le respondió su padre con una sonrisa jovial, tomando su mano con si ya fueran viejos amigos.
—Ven, Damien —mencionó Matilda, llamando la atención del muchacho. Estaba de pie detrás de la silla justo a la derecha de Samara, y la jaló hacia atrás para ofrecérsela—. Siéntate aquí, a lado de Samara.
—Gracias, doctora —respondió el muchacho con elocuencia, y sin vacilación tomó asiento en la silla que le ofrecía. Matilda se sentó a lado de él, y Cole después de ella.
Una vez acomodado en su asiento, Damien fijó su mirada en Samara, a la que le sonrió de forma casi galante. Eso, sumado un centellante brillo astuto que adornaba sus ojos azules, hicieron que Samara sintiera un calorcito en su todo su rostro, hasta las orejas, y que su corazón se acelerara un poco más de lo usual.
 —Hola, Samy —dijo Damien, con ligera picaría—. Estás preciosa hoy.
—Gracias —masculló Samara despacio, dándose cuenta de lo realmente nerviosa que se encontraba simplemente por cómo había salido su voz—. ¿Qué haces aquí, Damien?
—¿Qué dices? —exclamó él, risueño—. Tú me invitaste, ¿no?
Samara arrugó el entrecejo, pensativa (otra vez). ¿Ella lo había invitado? Eso no le parecía posible, pero… ¿de qué otra forma podría él estar ahí si no?
—¿No me quieres aquí? —preguntó Damien, sonando dolido.
—Sí, claro que sí —se apresuró Samara a responder—. Pero… ¿no estás molesto conmigo?
—¿Molesto? —musitó Damien, inclinando su cabeza hacia un lado, intrigado—. ¿Por qué lo estaría?
—Por haberme ido ese día con Matilda —masculló Samara, dubitativa—. Por no haberme quedado contigo como querías…
—Ya, no pienses en cosas que no tienen importancia —se apresuró Damien a señalar con tono risueño, agitando una mano en el aire con indiferencia—. Todos estamos ahora aquí, y es lo que cuenta, ¿verdad?
A Samara esa explicación no le resultaba del todo satisfactoria. Abrió la boca para debatirlo de alguna forma, pero nada surgió de ella. ¿Qué podía decir exactamente? Y, en realidad, ¿quería cuestionar más todo eso? Era cierto, estaban todos ahí reunidos al fin; ¿no era eso lo que importaba?
—Y aquí está el pavo —proclamó la Sra. Morgan en alto, en cuanto ingresó de regreso al comedor, cargando en sus manos la bandeja con el pavo recién salido del horno. Todos aplaudieron con entusiasmo en cuanto la vieron, y Samara se les sumó un poco después, aunque más moderada.
Ya todos se encontraban para ese punto acomodados en su asiento. Su madre se paró justo en la otra cabecera, en lado contrario al de Samara, y colocó el pavo con delicadeza en la mesa. El aroma que surgía de él era exquisito, e impregnó rápidamente toda la habitación. Su color rostizado también era hermoso, y estaba además cuidadosamente decorado. Samara se sorprendió; su madre en verdad se había esmerado con el platillo.
Como si hubiera escuchado sus pensamientos, su madre alzó la vista en ese momento desde el otro lado de la mesa en su dirección, y le sonrió con dulzura. Samara le sonrió de regreso.
—Si me permiten, yo haré el primero corte —indicó Anna Morgan con entusiasmo, tomando un largo cuchillo de hoja brillante que estaba colocado en la mesa a su lado. Miró entonces de regreso a Samara—. ¿Qué te gustaría, cariño? ¿Muslo? ¿Pierna? ¿Pechuga? ¿Ala? —Mientras listaba las partes del ave, Anna señalaba con la punta del cuchillo a cada una. Samara meditó un poco su respuesta, pero antes de darla, le extrañó un poco notar que su madre apartaba el cuchillo del pavo y lo alzaba… hacia sí misma—. ¿O cuello…? —añadió con el mismo tono alegre de antes, aunque en esos momentos la punta del cuchillo estuviera apuntando directo al costado de su propio cuello.
La sonrisa en los labios de Samara se esfumó al instante.
—¿Qué? —musitó en voz baja, totalmente confundida.
—¡Cuello!, por supuesto —exclamó Matilda en alto con tono festivo—. Es su favorito.
Samara se giró a mirarla, atónita ante lo que había dicho. Y fue aún peor cuando los demás en la mesa parecieron secundar su propuesta, e incluso algunos comenzaron a vitorear en coro:
—¡Cuello! ¡Cuello! ¡Cuello! ¡Cuello!
Samara los miró espantada, incapaz de decir cualquier cosa para hacerlos callar.
Su madre sonrió ampliamente, complacida al parecer por los ánimos que todos le lanzaban.
—Cuello será —pronunció con tono entusiasmado. Y sin más, presionó la punta del cuchillo contra el costado derecho de su cuello, y como en una morbosa repetición de lo ocurrido aquella noche en Eola, la hoja del cuchillo penetró por completo la piel, abriéndose paso más profundo, hasta que casi la mitad de la hoja quedó escondida en su interior.
Samara se quedó atónita, con sus ojos bien abiertos contemplando tan horrible escena. Sangre roja y brillante comenzó a escurrir de la herida en el cuello de Anna, bajando por éste hasta empapar la blusa y el delantal. Ella, sin embargo, se veía inquietantemente calmada. Seguía mirando fijamente a Samara, y sonreía; incluso cuando la sangre comenzó a también surgir por sus labios y a resbalarse por su mentón.
Tras sólo unos segundos, y con el cuchillo aún bien insertado en su cuello, el cuerpo de Anna se precipitó hacia el frente, quedando su torso recostado sobre la mesa, y su rostro en contra del pavo. La sangre siguió brotando de la herida, bañando al pavo en ésta, y luego escurriéndose por el mantel.
Samara se pegó a su asiento, horrorizada. Todos los demás, sin embargo, aplaudieron con entusiasmo. Lily incluso se estiró un poco desde su asiento hacia el pavo, pasando un dedo por la piel de éste, manchando la punta del dedo con una combinación de la salsa y jugos del pavo, y la sangre de Anna. Llevó el dedo a sus labios y lo chupó.
—Está delicioso —indicó con efusividad. Samara sintió que el estómago se le revolvía.
—Ahora, que cada quien corte su pedazo —propuso el Sr. Morgan con efusividad, y todos lo respaldaron. Y ante la mirada azorada e impotente de Samara, Matilda, Cole, Esther, Lily y su padre tomaron algunos un cuchillo, otros un tenedor, y sin menor vacilación los dirigieron a sus respectivos cuellos, apuñalándose en estos repetidas veces, al tiempo que reían divertidos y alegres.
—No… no lo hagan… —musitó Samara con apenas un pequeño hilo de voz.
Nadie la escuchó, y todos siguieron apuñalándose sus propios cuellos repetidas veces, justo como su madre lo había hecho en aquel pasillo. Y uno a uno comenzaron a caer a la mesa: primero Lily, luego Cole, seguido por Esther, Matilda, y por último su padre. Todos cayeron abatidos a la mesa, con sus rostros recostados contra sus platos. La sangre brotó a borbotones de sus heridas, bañando la porcelana y el mantel entero, y comenzando a escurrirse por éste hasta el suelo. Los ojos de todos estaban bien abiertos, y sus labios torcidos en una sonrisa perpetua.
Samara balbuceó, su voz y todo su cuerpo temblándole por la impresión.
—¿Qué está pasando…?
—¿De qué hablas, Samy? —escuchó pronunciar a su lado, y rápidamente se giró hacia Damien, sentado aún a su diestra. Éste la mirada con candidez, y una sonrisa divertida—. Si todo esto es gracias a ti… —pronunció a continuación, repitiendo las mismas palabras que Matilda había pronunciado antes.
Y antes de que Samara pudiera decirle o preguntarle algo más, Damien tomó con una mano su cuchillo para carne. Y, sin dejar de mirarla, acercó el filo del cuchillo a su propio cuello, y lo rebanó por completo de oreja a oreja, como si se dibujara una segunda sonrisa. La sangre brotó como cascada de la herida, bañándole sus ropas por completo; todo sin quitarle los ojos de encima, hasta el momento en el que, igual que los otros, se desplomó a la mesa, y comenzó a cubrir ésta también con su sangre.
Samara soltó un gritito ahogado, y sólo hasta entonces logró reaccionar, parándose de inmediato de su silla para apartarse de la mesa. Sin embargo, en cuantos sus pies se movieron, pudo sentir el movimiento del agua al hacerlo. Bajó rápidamente su mirada, y entonces lo notó: cinco centímetros de agua que cubrían el suelo debajo de ella, que se mezclaba poco a poco con la sangre que caía a gotas desde la mesa.
Ese inusual y repentino detalle, resultaba ser en verdad revelador.
—No —susurró despacio en el momento en el que la comprensión llegó a su cabeza.
“Agua. En mis pesadillas siempre hay agua.”
Recorrió rápidamente su mirada por el resto de la habitación, notando como el escenario se degradaba rápidamente ante ella. Las paredes se descarapelaban y carcomían, y manchas de humedad y moho surgían por todos lados. Ese escenario terminó por dejar más en evidencia al responsable de todo ello. Y en cuanto dirigió su mirada al frente, justo al otro extremo de la mesa, detrás del cuerpo de su madre, ahí la vio: la Otra Samara, con sus cabellos largos oscuros cayéndole sobre el rostro, y su vestido blanco gastado y manchado.
—Tú —exclamó Samara, alarmada, retrocediendo un paso, arrastrando el agua con sus pies.
La Otra Samara alzó su rostro, y uno de sus ojos nublados la miró de regreso a través de la maraña de cabellos oscuros. Y al instante se subió como un animal a la mesa, y se dirigió hacia ella, pasando en sus cuatro patas por encima de su madre, y derribando todo a su paso.
Samara reaccionó al instante, y se giró rápidamente en dirección a la salida. El agua no la detuvo hasta llegar a la puerta, que abrió rápidamente de par en par, para luego prácticamente saltar al exterior. Sin embargo, en cuanto puso un pie afuera, se detuvo de golpe al notar lo que se alzaba justo delante de ella, a unos cuantos pasos de la puerta por la que, en teoría, había salido: un pozo, de forma circular, viejo y hecho de piedra. Un pozo que ella reconocía bien.
Antes de poder hacer cualquier otra cosa, sintió como la tomaban con fuerza por detrás, una mano tomándola firmemente de sus cabello, y otra de su hombro, y la empujaba con fuerza hacia al frente. Samara, sin embargo, logró apoyar sus manos firmemente en la orilla del pozo, oponiendo resistencia. La mitad de su cuerpo quedó suspendido sobre la abertura del pozo, y sobre la completa negrura que yacía en su interior.
—Así es como tiene que ser —le susurró la carrasposa voz de la Otra Samara a lado de su oído, mientras seguía intentando empujarla hacia adentro del pozo—. Si sigues sin hacerme caso, todos a los que amas terminarán muertos por tu culpa; igual que tu madre. Y si no es así, entonces lo serás tú en cuanto todos ellos te den la espalda.
—Tú lo harás —espetó Samara en alto con energía—. Tú eres quién les quiere hacer daño, ¡no yo!
—Sigues sin entender nada —sentenció la Otra Samara, exasperada—. Soy la única que se preocupa genuinamente por ti. Así que deja de resistirte de una maldita vez…
—No —pronunció Samara con firmeza—. Cole me dijo que tú ya no tienes poder sobre mí… ¡Y no dejaré que lo tengas de nuevo!
Subió en ese momento un pie hasta la orilla del pozo, y se empujó con fuerza con éste hacia atrás, provocando que tanto ella como la Otra Samara se precipitaran de espaldas al suelo…
O al menos eso es lo que ella esperaba, pues lo único que sintió su espalda al instante siguiente fue la suavidad del colchón de la cama, que se volvió aún más vivido cuando abrió los ojos y se encontró con el techo de la habitación de Matilda justo sobre ella.
Se sentó rápidamente, y recorrió el cuarto con la mirada para cerciorarse de que en esa ocasión sí se encontraba en efecto en dónde creía estar, y todo parecía indicar que así era. La cama, el tocador, los estantes… todo parecía concordar. El cobertor era también el mismo al igual que sus ropas.
Podía sentir su corazón palpitar en su pecho, e incluso sus pulmones ensanchándose y contrayéndose mientras respiraba agitada.
El sol entraba fragante por la ventana, marcando el inicio de una hermosa mañana.
Estaba despierta, o eso parecía.
Hacía un tiempo que no tenía una de sus pesadillas, en especial una en la que apareciera la Otra Samara. Y, quizás lo más alarmante de todo, no recordaba haber tenido una tan vivida y horrible. Había creído que ya se había librado enteramente de todo eso, pero era obvio que no era el caso. Pero Cole se lo había advertido; debía estar alerta y no bajar la guardia.
Alguien llamó a la puerta en ese instante, y eso la hizo sobresaltarse un poco, pero se forzó a mantener la calma.
—Adelante —pronunció en alto, y la puerta se abrió un instante después. Del otro lado surgió el rostro sonriente de Matilda, que se asomó hacia el interior del cuarto.
—Hey, ¿ya te despertaste? —preguntó con tono risueño. Samara fue incapaz de reaccionar lo suficientemente rápido y darle una respuesta, y eso al parecer preocupó un poco a Matilda—. ¿Todo bien, pequeña?
—Sí, muy bien —se apresuró Samara a responder en ese momento.
Matilda ingresó un par de pasos más al interior del cuarto y la observó fijamente. Samara supo de inmediato que no le creía; ella tampoco lo haría en su lugar. Pero la conocía bien, y sabía que no le insistiría en que le dijera algo si ella no quería. Y en ese momento, definitivamente no quería hablar de su pesadilla; lo que deseaba más que nada era olvidarla por completo.
—De acuerdo —masculló Matilda tras un rato, asintiendo—. Alístate que tenemos una cita. No lo olvidaste, ¿verdad?
—No, claro que no —exclamó Samara negando con la cabeza. Y, de hecho, ese horrible sueño no había más que afianzado su convicción con respecto a esa “cita” de la que Matilda hablaba—. Estaré lista en un momento.
Matilda asintió de nuevo, y se retiró del cuarto para permitirle vestirse en privado.
Samara se levantó de la cama y, similar a cómo había hecho en su sueño, se dirigió al tocador y tomó un cepillo. Volteó a ver su reflejo en el espejo, y se quedó un rato inmóvil, viendo la maraña desigual que formaban sus largos cabellos negros; muy diferente a como se había visto en su sueño al despertar. Pero, aun así, demasiado parecido al de aquel otro ser…
Respiró hondo por la nariz y agitó su cabeza, intentando disipar todos esos amargos recuerdos del sueño. Y comenzó entonces a cepillarse aquellos largos cabellos. Y con suerte, y si todo salía bien, sería la última vez que lo haría.
— — — —
Este año el Día de Acción de Gracias estaría bastante concurrido en la residencia Honey. Jennifer y Máxima no sólo contarían con la presencia de Matilda, sino además de algunos invitados adicionales como la pequeña Samara, el Det. Sear, la Sra. Wheeler y su hija Sarah, e Igualmente Abra había prometido ir al menos a saludarlos un rato. Así que todo parecía indicar que sería una cena grande, como quizás no se había tenido en aquella casa en mucho tiempo; desde los tiempos en los que los padres de la Srta. Honey seguían con vida.
Pero antes de poder sentarse a comer con su madre y amigos, esa mañana Matilda tenía algunos asuntos que atender primero. Y uno de ellos involucraba también a Samara; una petición repentina que la niña le había hecho el día anterior, y que Matilda estuvo más que dispuesta a cumplirle. Lo cierto es que la psiquiatra tenía ya un plan para temprano ese día, pero decidió aplazarlo para después de esa pequeña diligencia.
Así que a media mañana, y antes de que Eleven y Sarah arribaran, Matilda y Samara se montaron al vehículo de la Srta. Honey, y se dirigieron juntas hacia una pequeña plaza comercial al este de Arcadia. Al llegar, se estacionaron justo delante del local al que iban: Salón de Belleza Divinity. El local tenía en su vidrio frontal un vinil microperforado que, además del nombre del salón, tenía la imagen del rostro de una hermosa mujer, de largos y ondulados cabellos castaños que se extendían hacia atrás de ella como movidos por el aire. Sobre la puerta había un coqueto toldo rosado y blanco, y un par de sillas y una mesita en la parte exterior.
—Aquí es —indicó Matilda con entusiasmo una vez que apagó el motor del vehículo. Se giró hacia la niña sentada en el asiento a su lado, que contemplaba fijamente el local con cierta suspicacia—. ¿Estás segura de esto? —le preguntó Matilda una última vez, con tono calmado.
Samara se viró hacia ella, y asintió lentamente sin titubeo.
—Bien, vamos entonces —propuso Matilda de nuevo con actitud positiva.
Ambas se bajaron del vehículo, y se dirigieron juntas de la mano hacia el interior del local. Éste se encontraba totalmente vacío, salvo por una persona: una mujer robusta de piel morena y cabello oscuro rizado, que en el momento en el que entraron se encontraba barriendo. Al escuchar la campanita de la puerta, alzó su mirada del suelo hacia las recién llegadas.
—Buenos días, Carmen —la saludó Matilda con sonrisa afable.
—Hey, Matilda —exclamó la mujer llamada Carmen con marcada emoción—. Dichosos los ojos que te ven.
La mujer dejó de momento la escoba, y se aproximó hacia ella para darle un gentil abrazo, mismo que Matilda le devolvió.
—Perdón por hacerte trabajar en Acción de Gracias —se disculpó Matilda, algo apenada.
—No digas tonterías. Yo nunca le saco la vuelta al trabajo, ni siquiera en días festivos. En especial para una de mis niñas favoritas.
Matilda y Carmen se separaron tras un rato, y ésta última le echó un rápido, y un tanto sospechoso, vistazo de arriba a abajo a la psiquiatra. Aunque el motivo de aquello no tardó en ser revelado.
—Escuché que te dispararon. ¿Es verdad?
Matilda dejó escapar un pesado suspiro de resignación. Que le hicieran ese comentario se estaba volviendo ya bastante común.
—En verdad los rumores vuelan por aquí, ¿eh? —murmuró con cierto humor en su tono—. Ya estoy bien. Sólo un poco de ardor ocasional.
Carmen asintió como respuesta a sus palabras. Era claro que deseaba preguntar más al respecto, pero tampoco quería ser grosera o impertinente. En su lugar, centró su atención en la niña que estaba de pie a un lado de Matilda, aún bien sujeta a su mano.
—Y ésta debe ser la jovencita de la que me hablaste —comentó Carmen con entusiasmo, inclinándose ligeramente hacia ella.
La mano de Samara se aferró un poco más a la de Matilda, e inconscientemente buscó ocultarse un poco de la vista de aquella mujer.
—Adelante, no seas tímida —le instó Matilda con amabilidad.
Samara la miró, suspiró un poquito, y entonces miró al frente con mayor seguridad; o al menos con la mayor cantidad de seguridad que le era posible fingir.
—Mucho gusto —murmuró despacio—. Soy Samara Morgan.
—Encantada, Samara —le respondió la mujer con una sonrisa afable—. Yo soy Carmen. Me dijeron que quieres hacerte un corte, ¿correcto? —Samara asintió lentamente como respuesta—. Pues estás en el lugar correcto. Pasa y siéntate.
Carmen las guio hacia una de las sillas, e invitó a Samara a tomar asiento en ella. La niña tomó su sitio, mientras que Matilda se sentó en una silla de espera más atrás, para observar todo, pero desde una distancia prudente.
—Qué cabello tan hermoso —señaló Carmen, al tiempo que pasaba sus dedos por los largos cabellos oscuros y lacios de la niña—. Apuesto a que lo cepillas cada noche para mantenerlo así de liso, ¿verdad?
—Cien cepilladas cada noche —respondió Samara, con cierto dejo de orgullo al hacerlo—. Mi mamá me enseñó a hacerlo.
—Entiendo —respondió Carmen, asintiendo—. ¿Hace cuánto que lo tienes así de largo?
—Desde que recuerdo. Mi mamá siempre me quitaba sólo las puntas.
—¿Y eso es lo que te gustaría? ¿Sólo un despunte?
Samara vaciló un instante, antes de poder darle forma clara a una respuesta.
—No. Lo quiero corto —indicó con firmeza. Alzó entonces su mano derecha, y la colocó de forma horizontal un poco por encima de la altura de sus hombros—. Hasta aquí, más o menos.
Carmen no pudo evitar soltar un pequeño silbido de asombro.
—Es una decisión un poco radical, pequeña.
—Quizás un poco —intervino Matilda desde su asiento—. Pero Samara está segura de que es lo que quiere, ¿verdad?
La niña asintió lentamente como respuesta al cuestionamiento. Su mirada se fijó entonces en el espejo colocado en la pared, justo delante de su silla.
—Quiero un cambio —comentó con cierta seriedad en su voz—. Ya no quiero parecerme a la Samara del reflejo…
Aquello desconcertó un poco a Carmen. Se giró a mirar a Matilda, preguntándole con su sola expresión qué significaba aquello. Matilda se limitó a sólo sonreír y negar con la cabeza, sin más. Por supuesto, Matilda sí que tenía una idea de a qué se refería Samara con ello, pero no consideraba pertinente compartirlo. Aunque hubiera querido, igualmente la confidencialidad médico-paciente se lo hubiera impedido.
—Muy bien, así lo haremos —exclamó Carmen tras un rato—. Pero es una lástima cortar un cabello tan bonito. ¿No te interesaría donarlo?
Samara arrugó un poco el entrecejo, al parecer intrigada y confundida por la repentina sugerencia.
—¿Donarlo?
—Conozco una organización que acepta donaciones de cabello —explicó Carmen—. Y con él hacen pelucas para niños en tratamiento de cáncer. Creo que una niña estaría muy contenta de tener una peluca hecha con un cabello tan bonito como el tuyo.
Samara tomó entre sus dedos uno de sus mechones de cabello, y lo observó de reojo, pensativa. Luego se giró sobre su hombro a mirar a Matilda, muy seguramente para preguntar su opinión al respecto.
—Sería un acto muy noble de tu parte —le comentó Matilda—. Pero al final es tu decisión, pequeña.
Samara meditó el asunto un rato más, antes de compartir al fin su resolución final:
—Supongo que estaría bien.
—Perfecto —dijo Carmen con entusiasmo—. Déjame entonces hacerte una trenza para poder cortarla.
La estilista comenzó entonces a amarrar una trenza con los largos cabellos negros de Samara, demostrando además una notable maestría en sus dedos al hacerlo.
—¿Cómo has estado, Matilda? —le preguntó a su otra invitada, mientras continuaba con la trenza.
—¿Además del disparo? —bromeó Matilda, y tanto ella como Carmen rieron divertidas—. He estado bien. Ocupada con muchas cosas, pero ahora todo está más tranquilo.
—Escuché que tu hermano está en la ciudad —comentó Carmen súbitamente, y aquello tomó a Matilda bastante desprevenida. Y, principalmente, la puso un tanto incomoda.
—Sí, así es —respondió en voz baja.
—Recuerdo a ese muchacho, siempre holgazaneando y perdiendo el tiempo por ahí con sus amigos, igual de holgazanes que él. Lo siento, sé que es tu hermano, pero…
—Descuida —musitó Matilda con seriedad.
—¿Y le ha ido bien?
Matilda suspiró con pesadez.
—No tan bien como podría.
Si acaso Carmen deseaba preguntar o comentar algo más sobre ese tema, de momento no lo hizo pues la trenza de Samara ya estaba al fin terminada.
—Listo —comentó orgullosa. Y como el cabello de Samara era bastante largo, la trenza resultante lo fue también. Carmen tomó entonces la trenza de su extremo con una mano, y con las otras unas largas y filosas tijeras—. Ahí vamos entonces. ¿Lista? —Samara asintió rápidamente. Carmen acercó las tijeras al final de la trenza, y de un corte rápido y certero la separó del resto del cabello.
Samara respingó un poco, y contempló fijamente como el resto de sus cabellos oscuros, ahora bastante más cortos, caían libres sobre sus hombros. La apariencia entera de su reflejo se había transformado ante sus ojos.
—No dolió, ¿o sí? —comentó Carmen con humor en su tono. Samara negó lentamente. No había dolido como tal, pero sí había sido más impactante de lo que se esperaba—. Ahora vamos a darle forma.
Durante los siguientes minutos, Carmen le lavó el cabello, y pasó las tijeras por él para dejarlo más parejo, y acomodarle además su fleco. Al final de toda esa rápida jornada, Samara terminó justo con lo que había solicitado: un peinado corto por encima de sus hombros.
—Terminamos —declaró Carmen con entusiasmo—. ¿Qué te parece?
Samara se inspeccionó profundamente en el espejo, moviendo su cabeza hacia un lado y hacia el otro para intentar apreciar cada sección de su nuevo peinado.
—¿Cómo me veo? —preguntó con ligera aprensión, girándose a mirar a Matilda.
—Te ves bellísima —indicó la psiquiatra con optimismo.
—Resalta más la forma de tu cara —indicó Carmen con orgullo—. Si no me crees, intenta sonreír un poco y verás toda la diferencia.
Samara se giró de nuevo hacia el espejo, contemplando su reflejo unos momentos más. Luego, hizo justo lo que Carmen el sugirió, dibujando en sus labios una pequeña pero alegre sonrisa. Y en efecto, pudo ver ante ella justo la diferencia que ella tanto deseaba ver.
Terminado su asunto, y tras despedirse de Carmen, Matilda y Samara salieron de la estética de nuevo tomadas de la mano. El ánimo de la niña se percibía un tanto distinto, aunque en su caso siempre era difícil decir si para bien o para mal.
—¿Cómo estás? —le preguntó Matilda con cautela—. ¿Era cómo te lo imaginabas?
—Creo que sí —murmuró la niña, despacio. Y de nuevo, fue complicado vislumbrar el sentimiento real que la acompañaba.
—Muy bien. Te dejaré en la casa y volveré más tarde, ¿de acuerdo? Puedes ayudar a la Srta. Honey con la cena.
—¿Vas a salir? —preguntó Samara, notándose un tanto confundida.
—Sí, hay un asunto del que tengo que encargarme antes de esta noche. Pero no tardaré mucho.
Samara la contempló fijamente unos segundos al tiempo que avanzaban hacia el vehículo. Ya estando justo frente a la puerta del copiloto, la niña soltó abruptamente:
—Vas a ver a tu padre.
Matilda se detuvo en seco al escucharla. Aquello no era una pregunta, sino una certera afirmación. Siendo Samara, no debería sorprenderle mucho que la niña a veces supiera cosas que no debería saber; ya sea por escuchar por accidente, o por detectar pensamientos flotando en la superficie de la mente de las personas. No sabía en ese caso cuál de las dos había sido, pero al final de cuentas no era tampoco que se tratara de un secreto; sólo un tema del que no le apetecía hablar demasiado, al menos que fuera necesario.
—Sí, así es —respondió Matilda, asintiendo.
—¿Por qué? —preguntó Samara con curiosidad—. Pensé que no te agradaba.
Matilda no pudo evitar soltar una pequeña risilla como respuesta a ese comentario, quizás algo fuera del lugar dado el tema en cuestión. Se preguntó si eso también lo había captado en su mente… o quizás simplemente fue que la discusión acalorada que había tenido con Michael la otra noche, no había sido en lo absoluto discreta.
—Es algo que tengo que hacer —explicó—. Algo que me sugirió Cole. Pero no te preocupes por eso, ¿sí? Iré hasta allá, hablaré con él unos minutos, y estaré en la casa a tiempo para cenar.
—¿Puedo acompañarte? —preguntó Samara de pronto, tomando a Matilda un tanto desprevenida.
—No cariño, no creo que sea buena idea. El sitio al que voy no es ideal para una niña. Además, de seguro no dejarán pasar a más de una persona.
—Tu padre está en prisión, ¿verdad? —masculló Samara, pensativa—. No creo que sea muy diferente al hospital en Eola…
Había cierto pesar en su voz, del cual Matilda se sintió un tanto contagiada. El psiquiátrico no era como tal una prisión, pero… concordaba en que ciertas circunstancias que la niña había vivido ahí podían hacer que se sintiera como tal.
—Te esperaré en la sala de espera —propuso Samara—. Vas a necesitar de alguien que te apoye cuando salgas de ahí. Yo… quisiera poder hacerlo por ti. Al menos una vez.
Matilda sonrió, aflorando en su pecho una mezcla de emociones. Deseaba decirle que no era su responsabilidad velar por los problemas de los adultos, en especial los suyos. Y que no le debía nada, que todo lo que había hecho por ella lo hizo porque era su trabajo, y porque así lo quiso por el cariño que le tenía. Y pensaba explicarle todo eso y más una vez que estuvieran en el vehículo.
Sin embargo, quizás Matilda no fuera telépata, pero no lo necesitaba para darse cuenta de que algo angustiaba a Samara desde que se despertó esa mañana, o quizás incluso desde antes. Y que aquel gesto, junto con ese repentino corte de cabello, eran acciones que significaban mucho en la mente de la pequeña. Quizás reflejos de su deseo de dejar atrás las cosas malas que había hecho, y enmendarse aunque sea un poco; en especial con ella. Era una situación complicada, que quizás siendo sólo su psiquiatra hubiera podido manejar de mejor forma. Pero era claro que hace tiempo ya no era sólo eso.
—Está bien —masculló Matilda con optimismo—. Entonces vamos, antes de que se haga más tarde.
Samara asintió, efusiva. Ambas ingresaron al vehículo, y emprendieron juntas el recorrido hacia la Prisión Estatal de California, en Lancaster.
— — — —
Jane y su hija Sarah fueron los primeros invitados en llegar a la residencia Honey ese día. Sarah se ofreció de inmediato a ayudar a la Srta. Honey en la cocina en preparación de la cena. Cocinar no era precisamente su fuerte, pero estaba segura que de algo podían ser de utilidad un par de manos extras.
Eleven, por su parte, tuvo que optar por tomar asiento en la sala de estar, en compañía de Máxima. Aunque quizás “compañía” era mucho decir, pues la pareja de la Srta. Honey estaba más que nada enfocada en la televisión, y en los preparativos para el juego de americano que estaba próximo a comenzar. El no era muy fan de dicho deporte (o de alguno en particular), pero tampoco le molestaba demasiado. Así que en lugar de ver la televisión, aprovechó ese tiempo de relativa tranquilidad para hacer una videollamada con su familia en Indiana.
Le marcó a su hijo Jim, y tanto el rostro de éste como el de su hija Terry no tardaron en aparecer en la pequeña pantalla de su teléfono. Mirarlos llenó el pecho de Eleven de una sensación cálida, y no pudo evitar sonreír. Los dos chicos la bombardearon con preguntas sobre lo ocurrido, la conferencia de prensa y todo lo que ocurría allá en Los Ángeles. Eleven les respondió lo que pudo, guardándose los detallas más escabrosos para no causar confusión o miedo en ellos.
Terminados los cuestionamientos, los dos chicos pasaron hacia la cocina para enseñarle como estaba quedando la cena.
—Y éste es el pavo, recién traído del restaurante donde lo mandamos a hacer —le informó Jim, enfocando con su teléfono el hermoso pavo rostizado sobre la encimera de la cocina.
—Dios nos libre de cocinarlo nosotros mismos —murmuró Terry con tono burlón.
—Oye, no escuché que te ofrecieras.
Los dos muchachos rieron, y su madre los acompañó. Siguieron enseñándole el resto de los complementos que acompañarían la cena, todos comprados a excepción del dulce de calabaza, que su tío Will había preparado él mismo.
—Todo se ve delicioso, chicos —indicó Eleven con entusiasmo—. Me encantaría estar ahí con ustedes.
—Podemos tener otra cena cuando Sarah y tú vuelvan —propuso Terry—. ¿Cuándo lo harán, por cierto?
—Si todo sale bien, a más tardar el domingo estaremos ahí.
Y no lo decía por decir. Lo único que faltaba por hacer era planear el viaje de Matilda y Samara de regreso al estado de Washington, para dar por concluido ese tema. Terminado eso, El podría volver a casa y descansar como había prometido.
Aunque claro, había una conversación importante más que deseaba tener antes de eso. Pero, si todo salía bien, podría también zanjar ese asunto ese mismo día.
Detrás de Jim y Terry, Eleven pudo ver cómo alguien más entraba a la cocina y miraba en su dirección por un instante. Ella lo reconoció rápidamente; difícil no reconocer a tu esposo de tantos años. Los chicos debieron notarlo en el pequeño recuadro que mostraba su propia pantalla, pues se giraron a mirarlo.
—¿Quieres hablar con papá? —comentó Terry, y antes de que Eleven pudiera responderle, se giró de nuevo hacia Mike—. Papá, es mamá —le informó con entusiasmo, pero Mike en ese momento siguió de largo, saliendo del alcance de la cámara—. ¿Papá?
—Ahora no —respondió con cierta brusquedad, y se pudo escuchar al momento siguiente como azotaba un poco la puerta de la cocina al salir al patio.
Ambos chicos se quedaron en silencio por un rato, y fue Jim el que al final tomó la iniciativa de recobrar el humor, aunque fuera un tanto a la fuerza.
—Está ocupado —le informó esbozando una pequeña sonrisa.
—Sí, claro —susurró Jane despacio, igualmente forzándose a sonreír.
La reacción de Mike le dolía, pero no le sorprendía. Su esposo fue el que estuvo en mayor desacuerdo en que hiciera ese viaje justo después de despertar de su coma. Y, por lo que podía ver, el enojo derivado de ello no se le había pasado ni un poco.
—Permíteme, Jim —se escuchó que la voz de alguien más pronunciaba fuera de cámara, y Jim no tardó en pasarle el teléfono a dicha persona. Un instante después, el rostro que ocupaba la pantalla era el de su viejo amigo, Will Byers—. Hey, El. ¿Cómo lo llevas?
—Hola —le saludó Jane, sonriendo con mayor autenticidad que antes—. Sigo en una pieza, y es lo que cuenta, supongo…
A pesar de la recuperación milagrosa que Eleven había tenido, Will no había vuelto aún a New York. Había decidido quedarse en Hawkins unos días más, por lo menos hasta que Eleven volviera. De seguro sabía que Mike iba a necesitar de alguien con quien hablar, y como el buen amigo que siempre había sido, estuvo más que dispuesto a ser ese alguien. La presencia de Will en su casa resultaba reconfortante para Eleven. Si alguien podía cuidar a Mike en su lugar, era él.
Will se tomó la libertad de caminar junto con el teléfono de Jim hacia algún sitio más apartado, en donde ninguno de los dos jóvenes pudiera oír por completo sus palabras.
—No te preocupes —le murmuró Will en voz baja, pero con tono reconfortante—. Sabes que Mike no puede durar mucho tiempo molesto contigo.
—Sí, lo sé —suspiró Eleven con pesar. Amaba a Mike, pero los años le habían demostrado lo terco y cabeza dura que podía ser en ocasiones; quizás eso era algo que tenían en común—. Gracias por estar ahí para él; y también para Jim y Terry.
—No te preocupes por nada —declaró Will con firmeza—. Aquí estamos todos cuidando el fuerte por ti. Sólo encárgate de lo que debas, y vuelve pronto. ¿De acuerdo?
—Gracias, Will —masculló El, esbozando otra sincera sonrisa—. Les vuelvo a hablar más tarde, ¿de acuerdo?
Luego de un par de despedidas adicionales, ambos colgaron, y Jane se permitió dejar salir todo ese cúmulo de emociones en la forma de un profundo y pesado suspiro. Recargó además su espalda entera contra el respaldo del sillón, dejando en evidencia todo lo agotada que se sentía; física y mentalmente.
—¿Todo bien, Jane? —le preguntó Máxima desde el sillón de enfrente, mirándola con ligera preocupación en su mirada.
—Sí, todo bien —se apresuró Eleven a responder, forzándose además a sentarse derecha—. Sólo unos cuántos problemas sin resolver en casa. Pero todo se solucionará pronto; yo lo sé.
—Qué así sea —indicó Max, alzando su botella vacía. Se paró en ese momento con clara intención de dirigirse a la cocina—. ¿Gustas una cerveza?
—No, te lo agradezco. Estoy tomando algunos medicamentos.
Max asintió con comprensión, y se retiró de la sala, dejando a Eleven sola; y sí que ella lo necesitaba.
Sin embargo, ese tiempo a solas no sería mucho, pues justo mientras Máxima pasaba por el vestíbulo de camino a la cocina, alguien llamó en ese momento a la puerta. Eso la hizo detenerse y girar sus talones hacia la puerta. Al abrirla, del otro lado se asomaron dos caras conocidas; un hombre alto y una jovencita delgada más pequeña a su lado.
—Hey, qué agradable sorpresa —exclamó Max con entusiasmo.
—Hola —saludó Abra Stone con un curioso dejo nervioso, inusual en ella.
—Esperamos no importunar —añadió su tío, Dan Torrance, justo después—. Abra en verdad quería venir a saludar.
—Y como buen tío, vino para acompañarla, ¿no es cierto? —masculló Max con tono burlón—. Pero pasen, están en su casa.
Max se hizo a un lado para dejarles el camino libre. Abra y Dan aceptaron la invitación sin chistar.
—Sólo será un rato —indicó Abra ya estando adentro—. Mi padre llega esta tarde, y mi madre quiere que cenemos todos juntos en el restaurante del hotel.
—Suena a un buen plan —comentó Max, cerrando la puerta—. Matilda y Samara no están, pero volverán en un rato. Y el Det. Sear aún no llega. Pero Jane está en la sala, así que pasen y pónganse cómodos; con confianza. ¿Una cerveza?
—Sí —respondió Abra casi por instinto, pero justo después logró sentir vívidamente sobre su nunca la mirada de desaprobación de su tío—. Digo, no —se corrigió rápidamente, apenada.
—Estamos bien, gracias —secundó Dan con tono afable.
Max se retiró en dirección a la cocina, por lo que los dos recién llegados siguieron su consejo y se dirigieron hacia la sala. Como les había dicho, Jane estaba ahí. Había escuchado sus voces en el vestíbulo, así que los aguardaba.
—Sra. Wheeler —pronunció Abra con notable emoción al verla, y al instante se dirigió hacia ella, aunque de seguro no tan rápido como le hubiera gustado debido a su herida.
—Abra —murmuró Eleven con alegría, abrazando a la jovencita con delicadeza una vez que estuvo lo suficientemente cerca—. Qué gusto volver a verte. Igual a usted, Sr. Torrance.
—Lo mismo digo —comentó Dan desde su posición, asintiendo.
La mirada del enfermero se fijó fugazmente en el televisor encendido, en el cual continuaban los preparativos para el juego.
—¿Es fan del americano, Sr. Torrance? —preguntó El con curiosidad.
—No particularmente de este juego —respondió Dan, negando con la cabeza.
—En ese caso, no les molestaría acompañarme afuera un rato los dos, ¿verdad? Hay un par de cosas que me gustaría que conversemos, y me parece que sería mejor hacerlo con un poco más de privacidad.
—Con gusto —respondió Dan, asintiendo.
Eleven hizo en ese momento el intento de levantarse del sillón apoyada en su bastón, pero fue claro desde el inicio que aquella tarea le resultaría más complicada de lo que pensó.
—¿La ayudo? —propuso Abra, disponiéndose de inmediato a tomarla de un brazo. Dan, sin embargo, se apresuró a detenerla antes de que lo hiciera.
—Mejor yo me encargo. Aún no puedes hacer esfuerzos bruscos por tu herida.
—Ni me lo recuerdes —masculló Abra con molestia.
Dan tomó entonces a Eleven y la ayudó a levantarse con sumo cuidado. Se permitió además ofrecerle su brazo para que se apoyara mientras los tres caminaban de nuevo hacia afuera. Era notable la experiencia que Danny tenía en ese tipo de tareas, gracias a su trabajo en la casa de asistencia.
Una vez en el pórtico de la casa, los tres tomaron asiento en la pequeña salita de jardín; la misma en la que días atrás Danny, Abra y Lucy discutían sobre lo que había ocurrido.
—Muchas gracias, Sr. Torrance —murmuró Eleven agradecida, una vez que le ayudara a sentarse en uno de los sillones—. ¿Cómo se ha sentido usted?
—Bien, pero estoy llevando la fiesta tranquila aun así.
—Quizás yo deba hacer lo mismo —bromeó Eleven, y fijó entonces su atención en Abra, que se acababa de sentar en el sillón de enfrente, al lado de su tío—. ¿Y tú, Abra?
—Mi herida sigue doliendo, pero dicen que ya casi estoy lista para viajar —respondió la jovencita de malagana, colocando sutilmente una mano sobre su costado herido.
—No pareces muy contenta con la idea de volver a casa —señaló Eleven.
Abra suspiró, casi pareciendo abatida al hacerlo.
—No sé si podré simplemente volver, enfocarme en la escuela y en los exámenes para la universidad… luego de todo lo que ha pasado, y siento que aún no ha terminado.
Su voz sonaba apagada y distante, casi como si pronunciarlas le resultara doloroso.
—Vimos la conferencia de prensa —comentó tras unos segundos—, y cómo le echaron toda la culpa a esa mujer.
—Y te molesta que Thorn salga librado sin culpa de esto, ¿verdad? —se aventuró a concluir Eleven.
—Por supuesto que sí —exclamó Abra, un poco exasperada, pero logró calmarse al instante siguiente—. Pero entiendo por qué ni siquiera podían mencionarlo. No existe nada que pueda demostrar legalmente que tuviera algo que ver con todo el asunto, ¿cierto? Además de que su familia es muy poderosa; terminarían sepultando cualquier acusación, e incluso perjudicando gravemente a los que se atrevieran a hacerla.
—Fueron algunos de los motivos, en efecto —asintió Eleven.
—Aun así, hay algo que no entiendo —añadió Abra, sonando casi como una acusación—. El otro día usted me dijo que Damien estaba en un sitio en donde no deberíamos preocuparnos por él, pero en las noticias siguen diciendo que está descansando tranquilamente en su casa.
—Claramente su “familia poderosa” intenta ocultar lo ocurrido lo mejor que puede. Pero con respecto al verdadero paradero del muchacho, me temo que no estoy en posición de darles más información de la que ya he compartido con ustedes. En parte porque, en realidad, no tengo forma de constatarla por completo. Y en parte, también, porque hacerlo podría ser más peligroso que no hacerlo.
—Una respuesta bastante evasiva —indicó Dan con recelo.
—Lo sé, y créanme que para mí esto no es tan fácil como puede parecer. Pero me considero una persona que prefiere decir una verdad a medias, que una mentira. “Los amigos no mienten”, es mi lema. Así que pueden estar seguros cuando les digo que no deben preocuparse de momento por Damien Thorn.
Para Eleven fue claro que sus palabras no bastaban para traerles calma, y si acaso quizás había logrado provocarles mayores dudas. Pero, al menos de momento, tendría que dejarlos así.
Eleven volvió a suspirar, apoyó ambas manos en su bastón, y agachó su mirada, como si se sintiera avergonzada. Y cuando volvió a hablar, lo hizo con un tono mucho más cauto y serio. Eso que quería hablar con ellos dos, era ese otro asunto que necesitaba repasar antes de volver a casa, y que esperaba poder zanjar justo ese día. Y las dos personas adecuadas para lograrlo, eran justo las que estaban sentadas delante de ella en ese momento.
—Y, pese a que no puedo ser tan comunicativa con ustedes, me veo en la penosa necesidad de pedirles que ustedes sí lo sean conmigo, pues hay algo importante que necesito preguntarles.
Alzó en ese momento su mirada, y observó a cada uno firmemente.
—Es sobre la mujer que trabajaba para Thorn; la que asesinó a Kali. Me han informado que es probable que ustedes la conozcan.
La pregunta tomó un poco desprevenidos a Dan y Abra, aunque no demasiado. Abra le había compartido a Dan, posterior a la charla con Lucy, los detalles de aquel incidente en la bodega y lo que había visto, así que sabía de lo que estaba hablando. Y aunque en efecto no eran ignorantes del tema, quizás no tenían a la mano la información que la Sra. Wheeler estaba esperando.
—No la conocemos a ella, precisamente —aclaró Abra—. Pero hace unos años, tuvimos un encuentro desafortunado con unas criaturas similares. Y mi impresión es que ella pertenecía igualmente a ese grupo.
—¿Podrían contarme sobre ese encuentro desafortunado? —solicitó El, notablemente interesada.
Abra y Dan se miraron entre ellos, cuestionándose con la sola mirada si aquello sería buena idea.
—Es una larga historia —comentó Dan, dubitativo.
—Me gustan las historias, en especial las largas —indicó Eleven con humor—. Tengo un par en mi repertorio que podría intercambiarles; al menos las que sí pueda contarles.
De nuevo tío y sobrina se observaron, y al final Abra simplemente se encogió de hombros, indicándole con ese simple gesto que dejaba a decisión de su tío si quería o no hablar de aquello. Después de todo, gran parte del contexto inicial necesario para entender esa “larga historia”, lo involucraba más a él que a ella.
—Bueno, ¿por dónde empezamos? —exclamó Dan con tono casi teatral—. ¿Ha oído hablar alguna vez sobre un hotel llamado Overlook?
FIN DEL CAPÍTULO 155
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bookishnerdlove · 1 year ago
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RADLN 91
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Capítulo 91 "A partir de ahora, todos los cumpleaños serán pacíficos y felices". Cada año, cuando Yan Xie regresaba a casa en su cumpleaños, sus tíos, tías, primos de ambos lados y todos los parientes a quienes quizás no podría ver en todo el año venían a comer. Había un total de treinta o cuarenta parientes, por lo que había tres largas mesas de comedor dispuestas en el jardín de abajo, luciendo extremadamente extravagantes. Yan Xie entró en su coche, pero antes de que pudiera detenerse, la señora Zeng Cui, que vestía diez años menos que su edad real, lo saludó apresuradamente con un bolso Kelly de piel de cocodrilo verde esmeralda y su primera frase fue: "¿Dónde está?  ¿Xiao Lu?” Yan Xie salió del auto con la cara en blanco y dijo casualmente: "Oh, no se sentía bien, así que no vino". La madre Yan se sorprendió y preguntó con cautela: “¿Una pelea? "-¿Cómo es posible?" Yan Xie se rió y casualmente empujó el vino tinto que había traído de casa a los brazos de su madre: “Tu hijo es tan encantador, y no ha pasado tanto tiempo desde que tu nuera se enamoró de mí. Tiene que comerse el corazón del oso y la hiel del leopardo para atreverse a pelear conmigo”. La señora Zeng Cui puso los ojos en blanco con moderación, solo para ver a Yan Xie entrar por la puerta con un cigarrillo sin detenerse, gritando indiscriminadamente: "¡Hola, tío!". "¡Buena prima!" "¡La segunda tía parece joven otra vez!" Un torbellino arrasó entre la multitud hasta el almacén del segundo piso. Zeng Cui pensó que estaba buscando algo, pero después de un rato, lo vio bajar las escaleras nuevamente como un torbellino, sosteniendo una caja de caoba en la mano y saliendo sin detenerse. "¡Bastardo!" Zeng Cui lo persiguió y gritó: "Te vas a llevar la preciada colección de tu padre otra vez, ¿no?". Yan Xie no miró hacia atrás: "¡Mi papá dijo que al final todo lo que posee es mío!" La señora Zeng Cui se puso las manos en las caderas y estaba a punto de regañar a su hijo cuando escuchó a Yan Xie agregar otra frase desde la distancia: "¡Excepto por su esposa favorita!" "..." Madame Zeng Cui se sonrojó e inmediatamente se olvidó de todas las maldiciones que estaba a punto de escupir. Después de un largo rato, hizo un puchero enojada: "Uno viejo y otro joven, ambos no son buenos". Luego se alegró en secreto y regresó a la casa para buscar a su marido. Yan Xie puso la caja de caoba que contenía cuatro pasteles de té en la guantera debajo del asiento del pasajero, aplaudió y cerró la puerta, pensando que al menos esto mantendría satisfecho a Jiang Ting durante todo un año, pero conociendo el comportamiento de Jiang Ting, Definitivamente sería reacio a abrir el segundo paquete por un tiempo. Probablemente bebería otros tés baratos durante algunas semanas y luego, en una noche tranquila, abriría con cuidado el Lao Tongxing a sus espaldas y lo bebería con satisfacción, lamiéndose la boca con satisfacción y fingiendo que no pasó nada. Después de todo, Yan Xie todavía era joven y tan pronto como pensó en Jiang Ting, su corazón comenzó a calentarse ligeramente. Ni siquiera se dio cuenta de que las comisuras de su boca se habían levantado. "¡Hola, tercer tío y tía!" "¡Oye, gracias tía!" “Bueno, mi prima ha vuelto a crecer. ¿Cuánto obtuviste en el examen final? ***** Cada año era como un procedimiento fijo y Yan Xie ya lo dominaba. Las verdaderas personas a cargo de la familia Yan eran los padres de Yan Xie. Él mismo no participó en absoluto en el negocio. Estaba destinado a ser propietario de un negocio que no intervendría y que contrataría gerentes profesionales en el futuro. Todas las discusiones sobre intereses y negocios eran casi irrelevantes para él. El objetivo principal de su aparición en el banquete familiar de cada año era declarar que todavía estaba vivo y que no había muerto en el cumplimiento del deber, y que sus padres no lo habían sacado de la casa por el momento. No casarme todavía, lo cual fue suficiente. La tercera tía se inclinó desde el otro lado de la mesa del comedor y dijo en tono serio: “Yan Xie es un año mayor y ya no es muy joven. ¡Deberías empezar a pensar en casarte y sentar cabeza!” Yan Xie dijo que sí con una sonrisa. “Ve que tu primo segundo ya encontró novia y tu prima en el pasillo ya está embarazada. ¿Por qué sigues soltero? Tienes un trabajo peligroso, deberías casarte antes. Los hombres sólo pueden concentrarse en sus carreras si cuentan con un respaldo estable, ¿entiendes?” Yan Xie: "Sí, sí..." En años anteriores, Yan Xie fue condenado a muerte por muchos ancianos en este momento, pero este año, el padre Yan se peleó con su cuñado dos veces. De repente dejó el cuenco, fortaleció su cuello e insertó con arrogancia: “¿Quién dijo que mi hijo no puede casarse? ¡Mi hijo ya tiene pareja!” Una piedra levantó mil olas y la tercera tía casi se sobresaltó. “También son de la oficina de la ciudad. ¡Su trabajo es muy bueno, su edad es la misma y la persona también es muy guapa! ¡Ayer incluso nos prepararon una comida casera para comer! El padre Yan se mostró tranquilo ante los ojos de los familiares que lo rodeaban: “Si no me creen, pregúntenle a Cuicui. ¿No es así Cuicui?” Yan Xie: "..." La madre Yan nunca dejaría que el padre Yan se avergonzara delante de los demás, por lo que inmediatamente sacó su teléfono móvil en medio de los ojos sorprendidos que la rodeaban, abrió el álbum de fotos y buscó imágenes de langostinos fritos, estofado de ternera con patatas, huevos revueltos con tomates, sopa de costillas de cerdo, etc. que fueron tomados ayer en la casa de Yan Xie con 18 capas de filtros agregados. Fueron distribuidos por familiares por toda la mesa, y todos vitorearon y elogiaron, mostrando una admiración infinita. "Está bien, está bien, es sólo que puede haber un déficit en la fertilidad". La madre Yan dijo modestamente a todos los familiares: “¡Pero ya se acordó que irán a los Estados Unidos para criar a tres niños, y ambos niños están de acuerdo! También apruebo que tengan un hijo que pueda llamarse Zeng…”  Todo tipo de sentimientos complicados surgieron en el corazón de Yan Xie, y no podía decir si era divertido o emotivo. En ese momento, los primos pequeños que gritaban y corrían, la sobrina que lloraba en la mesa de al lado y el cuñado y la cuñada distantes que ni siquiera podía reconocer, todos lo hicieron siente un extraño anhelo y melancolía en su corazón, aunque él mismo no sabía de dónde venía este sentimiento. Yan Xie se levantó silenciosamente y salió del pasillo. De pie junto al porche del patio trasero, encendió un cigarrillo, sostuvo su teléfono móvil durante mucho tiempo y finalmente abrió WeChat. Innumerables mensajes no leídos estaban alineados con puntos rojos, que eran felicitaciones de cumpleaños enviadas por colegas de la Oficina Municipal: el subjefe Wei, Gou Li, Qin Chuan, el investigador técnico Huang Xing, Ma Xiang, Gao Panqing...     Yan Xie abrió el "Apellido Lu", dudó durante mucho tiempo, escribió y eliminó varias veces y finalmente presionó el botón enviar:   Jiang Ting no respondió de inmediato.      Las voces que persuadían a la gente a beber, gritaban, hablaban y reían a carcajadas y se burlaban entre sí venían desde la dirección del pasillo. Aunque había todo tipo de desacuerdos y disgustos en privado, todavía estaban animados y felices cuando se reunían, como una gran familia. Yan Xie sostuvo el teléfono y caminó por el porche sin rumbo fijo. Se estaba haciendo tarde a esa hora y las luces del porche estaban encendidas. Los nenúfares del jardín olían ligeramente y los insectos nocturnos en la hierba chirriaban. Yan Xie no supo cuando llegó a la puerta trasera de la cocina, solo para ver un pastel de tres capas cuidadosamente preparado en la mesa redonda a través de la ventana de vidrio. La hermosa decoración era como artesanía y la crema fresca era ligeramente amarilla anaranjada bajo la luz. El corazón de Yan Xie se conmovió. Cogió su teléfono, tomó una foto y se la envió a Jiang Ting. ¿Quién hubiera pensado que la respuesta de Jiang Ting llegaría en este momento? Después de que la foto del pastel de tres capas bajo la luz se envió con éxito, solo tres segundos después, el teléfono de Yan Xie volvió a temblar. Apellido Lu: El corazón de Yan Xie estaba cálido y todos sus órganos internos fueron reparados en ese momento, y un consuelo indescriptible salió de cada poro de su cuerpo. El entumecimiento eléctrico se elevó desde las plantas de sus pies hasta la parte superior de su cabeza, provocando innumerables y alegres fuegos artificiales en su mente. La idea de que no puedo esperar a ver a esa persona estalló de repente como un tsunami. En los más de 30 años de vida de Yan Xie, nunca había habido un impulso tan urgente que sacudiera todos los nervios, e incluso sus tímpanos zumbaban con fuerza.  Ni siquiera pudo esperar un momento. Rápidamente guardó el teléfono en sus manos, se dio la vuelta y corrió de regreso al animado salón. La madre Yan estaba buscando a su hijo para brindar, solo para ver a Yan Xie avanzando como un meteoro con una sonrisa en su hermoso rostro, reflejando las luces brillantes en toda la habitación. Ella quedó atónita por alguna razón e inmediatamente fue arrastrada por Yan Xie, quien gritó en el ruidoso fondo: "¡Mamá, come primero, yo vuelvo!".  La madre Yan quedó atónita y preguntó: “El pastel aún no se ha cortado, ¿adónde vas? ¡Córtame el pastel!”   Yan Xie pensó en una excusa al azar: "La oficina de la ciudad tiene algún asunto..."    “Otra vez, le cortarás el pastel a tu madre. ¡¿De verdad crees que este truco funcionará?!” La madre Yan hizo una seña a todos sus primos para que le ayudaran a sacar el pastel de la cocina. Agarró la mano de su hijo y la presionó para cortar el pastel pedazo a pedazo en medio del sonido de canciones de cumpleaños a su alrededor, y los puso en pequeños platos de plata. Tan pronto como los niños se alejaron sosteniendo el pastel, Yan Xie inmediatamente dejó el cuchillo y le dio el pastel decorado con cerezas a su madre: “¡Me voy! La madre Yan suspiró vacilante, solo para ver a Yan Xie corriendo para abrazar a su padre antes de salir. El padre Yan quedó atónito ante el repentino entusiasmo de su hijo. Antes de que pudiera hacer alguna pregunta, lo vio salir corriendo por la puerta sin mirar atrás. "¡Bastardo!" La madre Yan lo persiguió hasta la puerta, gritando molesta: "¿A dónde vas? Conduce con cuidado de noche". "¡Lo sé!" Yan Xie arrancó el auto, hizo un hermoso giro en U, asomó la cabeza por la ventana y dijo con una sonrisa: “¡Mamá, te amo! ¡Hasta luego!" El Mercedes-Benz rugió y se alejó. La Madre Yan estaba parada en los escalones inexplicablemente, mientras solo quedaba un rastro de humo en el patio delantero que se alejaba lentamente a través de las luces de la calle. A las diez de la noche el tráfico en el centro de la ciudad se había reducido ligeramente. El distrito de negocios estaba muy animado y las ventanillas entreabiertas de los automóviles flotaban en el viento fragante único de la metrópoli por la noche. El Mercedes-Bentz se detuvo lentamente en el semáforo en rojo, Yan Xie miró al espejo retrovisor al azar, sacó su teléfono móvil del costado de la puerta del auto y envió un mensaje de voz a "Apellido Lu": La parte superior de la pantalla mostraba que la entrada estaba en progreso y, después de que se detuvo por un momento, llegó el mensaje de voz de Jiang Ting: La sonrisa de Yan Xie se hizo más profunda. Pero antes de decir nada, de repente vislumbró una pastelería bien iluminada en la esquina opuesta de la intersección, y las palabras que acababan de llegar a sus labios cambiaron: “Sí, también te traje una tarta de cumpleaños”. Casi podía imaginar la expresión de asombro y preocupación de Jiang Ting allí, pero pronto escuchó al hombre responder como si sonriera: "Está bien, conduce despacio, no hay prisa".  La luz roja se puso verde y el coche de delante empezó a moverse. Yan Xie guardó su teléfono y rápidamente miró de izquierda a derecha. Aprovechando los pocos segundos en los que el carril de giro a la derecha todavía estaba vacío, rápidamente encendió el intermitente y cambió de carril. El Bentz hizo un hermoso giro, avanzó rugiendo por la calle horizontal y luego giró en U. En el cruce de la carretera, se detuvo firmemente frente a la pastelería. Unos minutos más tarde, salió de la tienda con un pastel rebanado envuelto especialmente en una bolsa de papel blanca. Dejó la bolsa de papel en el asiento del pasajero y estaba a punto de arrancar el auto cuando de repente vislumbró algo desde la ventana lateral y su movimiento se detuvo. ——Bajo el semáforo en rojo en la intersección donde cambió temporalmente de carril, un Hyundai plateado ordinario estaba estacionado al costado de la carretera, sin avanzar ni parpadear, como si estuviera esperando a alguien. Un sentimiento extraño apareció de repente en el corazón de Yan Xie: ¿ He visto este auto en el espejo retrovisor hace un momento? Esta idea era en realidad un poco ridícula. Estos vehículos eran extremadamente comunes en las calles de la ciudad de Jianning. Se ven casi iguales. Si uno no miraba la matrícula con atención, no podía decir quién era quién. Pero después de todo, Yan Xie había sido policía criminal durante tantos años y tenía una sensibilidad inexplicable hacia ciertas cosas. Era como si una sombra pasara rápidamente desde lo más profundo de su corazón. Bip- Una bocina sonó desde atrás, Yan Xie frunció el ceño, pisó el acelerador y giró a la derecha. Su pausa en este momento fue solo cuestión de unos segundos, y nadie podría haber visto nada inusual. Yan Xie tampoco mostró deliberadamente ninguna anomalía. Después de volver a salir a la carretera, siempre prestaba atención al espejo retrovisor y al espejo lateral. No mucho después de ver que el carril izquierdo estaba separado por una distancia de decenas de metros, la sombra de la carrocería plateada volvió a brillar. Las cejas de Yan Xie se arquearon levemente. Era ese Hyundai. ¿Tal coincidencia? Yan Xie había vivido más de 30 años y lo que más no creía era una coincidencia. Pisó ligeramente el acelerador y el S450 modificado emitió un rugido sordo y aceleró repentinamente para cambiar de carril. Pasando por alto el coche de delante y acelerando a través del semáforo, en la siguiente intersección donde debía continuar conduciendo, encendió el intermitente y giró a la derecha, y al mismo tiempo miró por el espejo lateral.  El auto plateado no muy lejos también encendió el intermitente derecho, ¡obviamente queriendo seguir el ritmo! —¡Alguien lo estaba siguiendo deliberadamente! ¿Quién se atrevió a seguir el coche del Vice Capitán de la División de Investigación Criminal? "Bastardo, cortejando su propia muerte..." Yan Xie lo regañó en voz baja, deliberadamente desaceleró el auto y sostuvo el volante con una mano. Al mismo tiempo, sacó su teléfono móvil e hizo una llamada sin mirarlo: “¿Hola Ma Xiang? ¿Hay alguien en la oficina?” "¡Feliz cumpleaños, hermano Yan——!" La voz fuerte y entusiasta de Ma Xiang llegó desde el otro lado: “Estoy en la oficina ahora mismo, voy a abrir un oscuro secreto con el hermano Gou y el hermano Qin. Aiya, después de no verte por unos días, te extrañamos mucho…” "Me están siguiendo". Yan Xie lo interrumpió, su rostro se hundió como agua: “Ahora estoy al este de la Avenida de los Trabajadores, cerca de la salida de Jindao Road. El acosador es un sedán Hyundai Elantra plateado. No puedo ver el número de matrícula por el momento. Te enviaré la ubicación ahora mismo, puedes ir al equipo de la policía de tránsito para bloquear el número del auto objetivo y rastrearlo. ¡Apresúrate!" Al otro lado del teléfono, la expresión alegre de Ma Xiang fue reemplazada gradualmente por una expresión solemne. Cuando Yan Xie terminó de decir la última palabra, ya se había levantado y salió corriendo por la puerta de la oficina, dejando solo un breve y poderoso: "¡Sí!" La Avenida de los Trabajadores terminó en un abrir y cerrar de ojos. Cuanto más se alejaba del distrito comercial del centro de la ciudad, menos vehículos circulaban por la carretera. A ambos lados de la ventana del S450, las luces de la calle y los árboles retrocedieron suave y rápidamente. Yan Xie levantó los ojos y miró fijamente el espejo retrovisor, solo para ver los faros parpadeando nuevamente y el Hyundai plateado siguiéndolo. ¿Quién fue? ¿Qué quieren hacer? Normalmente no conducía este S450, ¿quién sabía que éste era su coche? Las diversas dudas en la superficie rápidamente quedaron en silencio, y una terrible conjetura surgió vagamente en lo profundo de su corazón. Pero Yan Xie no se sorprendió en absoluto. Quizás ya había hecho preparativos psicológicos inconscientemente, y cuando las cosas realmente sucedieron, no sintió la más mínima sorpresa. Rápidamente condujo el sedán plateado a través de tres semáforos en verde seguidos, hasta que recibió una llamada de Ma Xiang nuevamente: "¿Hola?" “Hermano Yan, acabo de comunicarme con la brigada de la policía de tránsito, y la policía de tránsito y la patrulla cercanas fueron enviadas de inmediato para interceptar. Tenga cuidado de no abandonar el área actual de la suboficina y no cambie la velocidad de su automóvil. ¡Estaremos allí pronto! Yan Xie escupió una palabra: "Está bien". Luego colgó el teléfono, fue a WeChat, hizo clic en el cuadro de diálogo superior y dijo: “De repente recordé que quedaba algo de material en la oficina y que tengo que pasar por la oficina de la ciudad. Podría llegar tarde a casa”. Al mismo tiempo, en el sofá del apartamento, la pantalla del teléfono móvil reflejaba las cejas ligeramente arqueadas de Jiang Ting: "¿Qué diablos ..." Pero se tragó las palabras y envió un mensaje de voz. Esta vez, sólo hubo dos palabras simples y claras: "Conduce con cuidado." --Conduce con cuidado. El tono de Jiang Ting no varió en estas palabras, pero hizo temblar el corazón de Yan Xie por alguna razón. Cuando descubrió que lo estaban siguiendo, incluso en algunas de las situaciones más peligrosas y críticas anteriores, Yan Xie nunca había tenido palpitaciones tan ingrávidas en su corazón, como si Jiang Ting ya hubiera sentido algo. No dio más explicaciones, cerró WeChat y volvió a la libreta de direcciones. Mientras continuaba avanzando, volvió a llamar al teléfono de Ma Xiang. Al mismo tiempo, miró por el espejo retrovisor y, después de unos segundos, sus pupilas se encogieron repentinamente. El acosador desapareció. Estaba en medio de una carretera recta de dos carriles, plana y luminosa por delante y por detrás, con excelente visibilidad. El espejo retrovisor podía ver al menos 200 metros detrás de él sin obstáculos, pero aparte de algunos taxis y camionetas, no había sombra del auto plateado. "¡Hermano Yan!" Read the full article
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lyon-amore · 1 year ago
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Contrarreloj Capítulo 4 - ''Me necesitas''
Capítulo 3
    Mi primera impresión de Sally no había sido la que esperaba. Sus publicaciones, en la manera que ahí hablaba, no eran iguales al haber interactuado con ella. Se había estado riendo de mí y aun así he aceptado hacer las notas de aquella noche, añadiendo también a Bianca, para que entendiera un poco más lo ocurrido aquella noche.
    Le envío un mensaje diciéndola que lo he terminado, que cómo se lo envío, pero no obtengo respuesta. Me fijo en la hora, las once ya es de noche, así que debe de estar durmiendo para ir a clase mañana.     Me levanto de la silla y salgo al comedor, sentándome en el sofá para relajarme un poco. Al haber escrito esas notas, Katherine ha pasado por mi mente, acordándome de lo incómoda que estaba cuando vio a ese tío. Debí haber hecho algo, pero pensé que entrar en pelea haría que me odiase.     Escucho la puerta abrirse, pensaba que Al ya estaba en su cuarto.    —Ey —dice a modo de saludo, cansado— ¿Me esperabas?    —Claro, no tengo otra cosa que hacer que esperarte a ti —respondo en tono de sarcasmo—. Pensé que ya estabas en casa.    —Después de trabajar me he ido al parque a montar en skate para relajarme un poco —le veo ir a su cuarto a dejar la mochila, después regresa y se sienta en el sofá conmigo— ¿Al final has hablado con nuestra misteriosa mujer ‘Miss Skellington’?    —La “misteriosa mujer” ha resultado ser una estudiante de instituto —contesto casi con mal humor.     Veo a Al cómo agacha la cabeza y levantándose del sofá, caminando pesadamente.    — ¿A dónde vas? —le pregunto confuso.    —A preparar tu maleta para la cárcel.    —Muy gracioso.     Suelta una risa y segundos después regresa con dos bebidas en la mano, ofreciéndome una.    —Mira el lado positivo, no vas a engañar a Katherine, pero puede que el FBI te persiga por hablar con una menor.    —Dudo que el FBI se preocupe de alguien como yo —abro la Coca-Cola y comienzo beber. Tendría que cenar, pero se me ha quitado el apetito por culpa de recordar todos esos mensajes de chat.    — ¿Y cómo es? Su actitud, quiero decir ¿Es como hemos leído? ¿Se lo toma en serio?    —No, es peor —respondo con una mueca—, me ha puesto “deberes” y creo que se cree demasiado lista-    —Como alguien que conozco perfectamente —le oigo decir en murmullo.     Le miro mal y se ríe.    —Venga, no es malo encontrar a alguien que sea igual de creído que tú, aunque sea una seguramente una Bieber.    —Oye, vamos a mejor no meternos con ella —le digo con incomodidad—, se supone que somos adultos responsables, no debemos meternos con los que son más jóvenes que nosotros.    —Te ha llamado viejo.    —Me ha llamado viejo…    — ¿Y qué deberes te ha puesto? ¿Hacer sus ejercicios de matemáticas?     Albert se lo está pasando genial riéndose de mí. Sabe perfectamente cómo soy con las personas que no me caen bien, pero al fin y al cabo, es una adolescente, aún tiene que madurar. Ya le tocará a ella tratar con gente más joven que le molesta y me reiré ese día de ella.     Estás cosas con Hannah no pasaban, ella al menos era una adolescente educada y amable. O puede que lo esté mirando desde el punto de vista de ser su hermano mayor.     En fin, espero que me diga algo útil que pueda conseguir para llegar a esa página web de un modo no aleatorio.    —Sabes que estoy de broma, Jake, es que también estoy igual de sorprendido que tú —se encoge de hombros, con una media sonrisa—, quizás no es tan malo en tener una compañera de investigación, es lo más común en este tipo de cosas, ¿No?    —Voy a buscarme otro compañero de piso —lo contesto monótono.    —Te aburrirías sin mí, soy el mejor compañero de piso que existe.     Pongo los ojos en blanco, cogiendo un cojín y lanzándoselo a la cara. Me lo devuelve y me río.     Al menos una noche normal después de tantas estresantes.
    Escucho un sonido de notificación en mitad de la noche. Había dejado el ordenador encendido dejando cargar unos archivos para el trabajo, no pensé que nadie me iba a molestar.     Miro el despertador y veo que son las tres de la madrugada ¿Quién envía un mensaje a estás horas?     Me levanto de la cama frotándome los ojos, cansado. Enciendo la pantalla y entrecierro más todavía los ojos, su luz me molesta. No había quitado la pestaña de Facebook, y puedo ver cómo el nombre de ‘Miss Skellington’ aparece parpadeando en la pestaña. Pensaba que estaría durmiendo.     Le doy a la página y leo su mensaje. ----------------------------------------------------------------------------------------
Miss Skellington Ey! Perdona por no contestar! He estado ocupada buscando información Envíame el archivo a [email protected] ----------------------------------------------------------------------------------------
   &lt;<¿En serio usa el mismo nombre para el correo?>> ----------------------------------------------------------------------------------------
Miss Skellington Y antes de que me digas nada, sí, uso el mismo nombre para el correo porque es el correo oficial de Miss Skellington, acaso pensabas que te daría mi correo personal? ----------------------------------------------------------------------------------------
    Miro extrañado la pantalla ¿Cómo ha sabido que estaba pensando en eso? ----------------------------------------------------------------------------------------
Miss Skellington En fin, mañana leeré lo que me has enviado, buenas noches Jareth ----------------------------------------------------------------------------------------
    Vuelvo a mirar el reloj para comprobar si de verdad eran las tres de la mañana ¿Había hecho que una adolescente estuviera hasta tarde buscando por internet? Me froto de nuevo los ojos, cansado. No quiero echarme la culpa de que no haya dormido, le había dicho que era urgente, pero tampoco es que quiera que por mi culpa se distraiga de sus responsabilidades como estudiante.    — ¿Y no podía haberme enviado el mensaje por la mañana? —me pregunto mientras bostezo, entrando en el correo.     Me siento en la silla y me creo un correo lo más rápido posible, usando el mismo nombre y apellido que en la cuenta de Facebook —pero tengo que añadir números al azar porque ya tiene un usuario con ese nombre, lo que hace que mi mal humor aumente— y le envío el archivo adjunto. Regreso a la cama. Vuelvo a escuchar una notificación y me levanto soltando un resoplido, leyendo el mensaje. ----------------------------------------------------------------------------------------
Asunto: Acaso no duermes?
Qué haces enviándome un correo a las tres de la madrugada? Sé un adulto responsable dándole ejemplo a esta adolescente trabajadora y vete a dormir. ----------------------------------------------------------------------------------------
   —Era justo lo que iba a hacer —pronuncio entre dientes, apagando los altavoces está vez—. Y eso debería decírtelo yo, no tú.     Me tiro en la cama, llevándome las manos a la cara, cansado. ¿Qué les pasa a los adolescentes de hoy en día? ¿no duermen o qué?    —Estoy hablando como un viejo… —murmuro comenzando a sentir el sueño que tenía antes.     Las series, películas y juegos mienten, tener un compañero de investigación es molesto ¿Por qué no puede ser una adolescente normal como Hannah?
    Como Jeremy y yo entrábamos hoy más tarde a clase, decidí quedar con él a desayunar cerca de la cafetería de la universidad y contarle lo que había pasado. Y así me recargaba de energía después de esos mensajes de anoche.    — ¿Y cómo es ella? —me pregunta como un fan apasionado— ¿Es como en los post? ¿Es igual de sería? —abro la boca, pero me interrumpe— No, espera, es fría como el hielo.    —Siento desilusionarte, pero es la adolescente más pesada con la que me he encontrado —no la compararía con Alice cuando era adolescente, por supuesto, tan solo me molestaba cómo me había tratado.    — ¿De verdad? Pues cuando yo hablé con ella- —para de hablar en cuanto le lanzo una mirada de sorpresa. Me dijo que no había hablado con ella en privado— Vale, hablé con ella, pero solo para preguntarle una cosa sobre un post, y luego no volví a hablar con ella.    — ¿Estás seguro o me vuelves a mentir? —pregunto evitando alzar la voz.    —Te lo juro, no hablé más con ella de otra cosa que no fuera sobre un post —me mira como si se sintiera culpable. Solo espero que no me haya ocultado nada más— ¿Crees que vas a tener problemas por mi culpa?    —No, porque en cuanto me diga lo que quiso comprobar, dejaré de hablarla, aunque le haya dado información sobre lo que sucedió la noche en que desapareció —contesto de manera seca, dándole después un sorbo al café. Lo he estado pensando y es mejor no meterla en esto— ¿Para qué querría saber lo que pasó? Eso no me ayuda en nada, necesito la información de cómo llegar a la web.     Jeremy hace un gesto con los hombros, como si tampoco él lo supiera.     Sé que he leído todas esas teorías suyas, pero en este caso, no me sirven para nada.     Escucho la voz de la profesora Begum y nos giramos automáticamente para verla. Está con su exmarido y un hombre que no conozco canoso y con gafas. Tiene una mirada cansada, igual que los padres de Bianca.     La señora Begum me mira y le susurra algo, señalándome. Al menos sé que es a mí y no a Jeremy, por la mirada de odio que me lanza.    —Menudo primer encuentro con el señor Beinh —en cuanto Jeremy pronuncia ese apellido, me pongo nervioso.    — ¿Es el padre de Katherine? —por poco tiro el café al preguntarlo.    —Una noche en familia, nos lo encontramos en un restaurante —empieza a explicarme, mirando con disimulo—, no es un mal hombre, pero no sé cómo se va a tomar encontrarse al sospechoso de la desaparición de su hija.    — ¿Siguen mirando? —pregunto encogiéndome un poco en la silla.    —Un poco.    —Fantástico —inspiro profundamente, con miedo de que se acerque a mí y me acuse también— ¿Y si nos vamos? No quiero tener problemas.    —Sí, vámonos.     Cojo mi mochila y veo que han dejado pegado una hoja en la que pone ‘asesino’. Lo quito arrugándolo y lo guardo en mi sudadera para tirarlo en alguna papelera de fuera de la cafetería.    —¿Quién ha podido hacerlo? —me pregunta Jeremy mirando a todos los lados.    —Da igual, olvídalo —susurro, comenzando a caminar deprisa.     En realidad sí me molesta. Pero es mejor no dejarles que me vean que me afecte porque es lo que buscan, una reacción negativa de mí, que les ataque o les insulte. Que quizás me meta en una pelea contra ellos. Pero solo conseguiría empeorar la situación en mi contra.
    Llegamos a la universidad y nos encontramos en el pasillo a Albert. Nos sonríe al vernos, saludándonos con un choque en las manos.    — ¿Qué tal vuestra mañana? La mía estupendamente —dice con un tono sarcástico—, nada más entrar en clase todos los ordenadores ponían “Albert asesino”.    —Lo siento mucho, Al —Jeremy se disculpa, agachando la cabeza—, no deberías pasar por esto.    —No te preocupes, ya me he acostumbrado —le da un golpe en el brazo de manera amistosa—, no me afecta, sé que soy inocente.     Creo que ya he visto a este Al antes. Hace tiempo.     Se queda mirándome extrañado.    — ¿Qué sucede Jake? —me pregunta con una mirada fija en mí.    —No nada —contesto, evitando preocuparle yo con lo que me ha sucedido.    —Es que a Jake-    —He visto al padre de Katherine —detengo a Jeremy, no quiero que le diga lo de la nota, ya tiene suficiente con lo que le ha sucedido como para que quiera buscar pelea—, me he sentido incómodo.    —Espero que haya sido mejor que cuando me encontré a la madre de Bianca en el pasillo —Al suelta una risa mientras se revuelve el pelo, su voz ha sonado demasiado cansado.     Comenzamos a caminar hacia nuestras aulas continuando la conversación.     Me suena una notificación del móvil y lo saco para mirarlo ¿Esta chica no va a estudiar? ----------------------------------------------------------------------------------------
Asunto: Sobre tu información
Pensé que solo se trataba de Katherine Beinh, no de Bianca Fetcher. Ya hablaremos cuando pueda. ----------------------------------------------------------------------------------------
   —La profesora Begum y su exmarido también estaban allí —escucho decir a Jeremy.    —Oh, cagada entonces, le deben de haberle dicho que eres un peligroso criminal, ¿No Jake?     Los miro y suelto un suspiro. Al arquea una ceja, curioso.    —Es Sally —contesto y me miran desconcertados—, la chica que a la que le he pedido ayuda, me ha dicho que hablaremos sobre lo que le he enviado.    —A ver —Al se acerca y mira mi móvil—. Parece que la has cabreado.    — ¿En serio? —vuelvo a leer sus palabras ¿De verdad se ha enfadado?    — ¿Por qué le has hablado de Bianca? —Jeremy me pregunta confuso— ¿No era que solo debías de contarle sobre Katherine?    —Pensé que todo era importante —me encojo de hombros apoyándome en la pared cerca de mi aula—, pero le diré que se acabó en cuanto me diga sobre esa página, es demasiado joven para meterse en esto.    —Menos mal —suspira aliviado Jeremy—, te meterías en problemas.    —Espera ¿Pero no era tu idea de que Jake hablase con ella porque acierta en sus teorías? —Al le mira confuso por su repentino cambio.    —No siempre lo hace, ya lo expliqué, por eso se llama hacer teorías —ahora paso a mirar a Jeremy, que frunce el ceño molesto—, además, es meter a Jake en más problemas, si solo necesitamos información de la página, es mejor no involucrar más a una cría.    —Una cría que tú mismo nos dijiste que le ayudaría —vuelve Al al ataque y Jeremy maldice entre dientes. Mi mejor amigo me mira fijamente, casi decidido—. Por favor, Jake, no tienes que verla en persona, solo hablar con ella sobre esto, te lo suplico, intenta convencerla a que nos ayude en esto si se le ocurre algo.    —¿Acaso soy yo el cuerdo de los tres o qué? —pregunta Jeremy al aire.     Aprieto con fuerza la mochila, no sabiendo qué contestar. Ambos tienen razón: Por un lado, no tengo por qué verla o mantenerme tanto en contacto con ella, solo que me diga qué es lo que sospecha y quizás ayudar a la policía a darle una pista, como si me hubiera acordado de algo. Por otro, puede que la meta en un problema porque solo es una adolescente y sé lo que conlleva a estar rodeado de policías a esa edad. Es mucho estrés y todos te tratan como si fueras un ignorante cuando ya sabes perfectamente lo que ha sucedido.     No, espera, he vuelto a…     Me llevo la mano a la cabeza, con dolor. Demasiadas emociones ahora.    —Lo pensaré ¿Vale? —me incorporo en la pared y me separo de ella, respirando profundamente— Nos vemos luego.    —Jake, tío, yo-     No dejo terminar la frase a Al, directamente entro a clase. No estoy molesto con él, tan solo necesito calmarme. Lo que está pasando me está haciendo recordar tantas cosas, que…     Ojalá poder hablar con Hannah sobre esto.
    No me encontraba bien después de clase, así que decidí despejarme moviéndome por las calles de Colville.     Poco a poco comienzo a sentirme más ligero, como que el peso en mis hombros comienza a relajarse. Quizás para la próxima vez me dé una vuelta en la moto, pero no podía esperar a llegar al apartamento, necesitaba correr ya, desahogarme.     Me visto nada más salir de la ducha y recibo un mensaje de Sally. Pongo los ojos en blanco. Ya es el tercer mensaje que me envía hoy. ----------------------------------------------------------------------------------------
Asunto: Mensajes
Sabías que Facebook ha lanzado una versión para móviles? Deberías probarlo, porque llevo enviándote mensajes como UNA HORA! Dónde estás Jareth? Espero que no me hayas estado tomando el pelo todo este tiempo o jamás te lo perdonaré ----------------------------------------------------------------------------------------
   —Creo que prefiero a la Sally graciosa que a la enfadada —digo soltando un suspiro, dejando el móvil en el escritorio.     Termino de secarme el cabello con la toalla y me siento en la silla, dejando a un lado la tela. Entro a Facebook y veo que tengo como catorce mensajes de ella ¿Acaso no tiene nada que hacer después de clase?     También veo que se ha cambiado el nombre de Miss Skellington a Sally, casi como si el decirle que era un nombre largo la hubiera molestado. ----------------------------------------------------------------------------------------
Jareth Ya estoy aquí. ¿Era necesario los catorce mensajes?
Sally
Qué si era necesario? No me contestabas! Y sabiendo que viste a tu amiga en esa web, estaba preocupada! Pensaba que a lo mejor a ti también te habían atrapado O que quizás todo esto era una broma de alguien, sabes? Me lo tomo en serio! 😠 ----------------------------------------------------------------------------------------
    Si pudiera ponerla una voz en este momento, sería una chillona, de esas que te destrozan el tímpano por solo oírla una vez.     Aunque en cierto modo, su preocupación me hace al menos ver que no es del todo una graciosilla y que puede ser sería. Porque es increíble que siendo yo el adulto, me tenga que decir si soy yo el que está bromeando. No la culpo, seguro que ya tenido que lidiar con muchas clases de personas. ----------------------------------------------------------------------------------------
Jareth Mis disculpas. Prometo descargarme la aplicación para contestar rápidamente a tus mensajes. ----------------------------------------------------------------------------------------
    Por supuesto he usado el sarcasmo, no lo haré. No necesito que me machaque también cuando esté en clase si ella está en el recreo. ----------------------------------------------------------------------------------------
Sally Muy gracioso Jareth, pero sé perfectamente que no tienes intención de hacerlo por mí ----------------------------------------------------------------------------------------
Miro mi cámara y mi programa de protección para evitar que alguien lo active desde lejos ¿Cómo lo hace? ¿Me espía de alguna forma?
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Jareth ¿Cómo lo haces?
Sally El qué hago?
Jareth Da igual. ¿Qué has averiguado sobre esa página?
Sally Hacía bastante que no entraba en ese post, así que había muchas actualizaciones y he tenido que leerlo todo Me pasé leyendo las anécdotas de todos que habían visto esa página Por supuesto, también estaban algunas de mis preguntas hacia ellos Y bien, prepárate para toda la información que tengo
Jareth ¿Es malo?
Sally Bueno… Por lo que he llegado a leer, todo es lo mismo “La página web que llega por correo” “que no deja copiar el enlace o sacar captura” “gente pagando por… eso…”
Jareth ¿Eso?
Sally No lo voy a decir, se me revuelve el estómago de pensarlo
Jareth Está bien, lo entiendo. No tienes que repetir lo que has leído.
Sally Gracias Pero hay cosas muy diferentes a tu testimonio y al de la gente del foro Empecemos con las palabras de las víctimas Dijiste que Katherine dijo “No diré nada”, correcto?
Jareth Sí. Se me ha quedado su voz suplicándolo.
Sally Katherine es diferente a las víctimas seleccionadas por el ‘Maestro de ceremonias’ Porque todos dicen que las palabras más comunes que todos dicen son “Yo no he hecho nada” “por favor, déjeme marcharme”, no hay nadie diciendo que no diría nada
Jareth Pero sería algo común decir esas palabras, ¿No? Si quieres que te dejen libre, suplicas esas palabras.
Sally Si es que… La persona que Katherine le está hablando es alguien a quien conoce.
Jareth ¿Cómo dices?
Sally Déjame continuar, por favor
Jareth Por supuesto. ----------------------------------------------------------------------------------------
    Intento calmarme tras haber leído sus palabras ¿entonces quien había secuestrado a Katherine es alguien que ella conoce? ¿Es eso posible? Solo se me ocurre una persona, pero será mejor seguir leyendo sus mensajes antes de sacar una conclusión precipitada. ----------------------------------------------------------------------------------------
Sally Dejé un mensaje anoche en el foro y me han contestado algo interesante… Todo el mundo se le queda grabado en su mente todo lo que les llama la atención sobre lo que leyeron, y sabiendo que ‘El maestro de ceremonias’ es el nombre de quién envía el correo, pensé que habría algún comentario hablando de él, dado que sería común que un nombre así llamase la atención entre tanto nombre de usuario y número solo
Jareth Sí y que dijo que tardaba días en escoger a un ganador en la subasta.
Sally Eso sería algo normal decirlo si invitas a alguien a tu página web como si le enseñases las reglas a alguien 
Jareth Déjame adivinar. No hay nadie en el foro que haya visto al maestro por el chat.
Sally No hay ningún testimonio diciendo que hiciera acto de presencia cuando se lo he preguntado, si les llegó a recibir de alguna manera indirecta a ellos
Jareth Lo que significa que me lo estaba diciendo a mí…
Sally Creo que sí… Te estaba avisando que Katherine en unos días podría morir ----------------------------------------------------------------------------------------
    Contengo la respiración, intentando no ponerme nervioso. Si era a mí que me lo decía ¿Cuál es el motivo de hacerlo? ¿Torturarme?     Trato de mantener la calma, pero me es imposible. Si tengo unos días ¡Entonces la policía jamás la encontrará! ----------------------------------------------------------------------------------------
Jareth ¿Y nadie sacó fotos de sus pantallas? ¿No hay vídeos sobre eso?
Sally Les pasó lo mismo que a ti, Jareth Se quedaron en shock, intentaron sacar capturas desde el ordenador y luego, simplemente desapareció todo Simplemente, el maestro de ceremonias desapareció de su correo
Jareth Entonces no hay nada que hacer. No podemos ayudar a Katherine. La he perdido para siempre.
Sally No, no lo creo Aún podemos salvarla
Jareth Agradezco tus palabras de alivio, pero tú misma dijiste que no se podía hacer nada por ella. Y tras toda esta información, no creo que vayamos a conseguir salvarla.
Sally Sé lo que dije, pero todo esto es extraño Presiento que alguien del entorno de Katherine es quien le ha llevado hasta el maestro de ceremonias Porque vio algo que no debía
Jareth ¿Qué quieres decir?
Sally Qué ahora entramos en tu información, Jareth “rey de los duendes” Hanh ----------------------------------------------------------------------------------------
Pienso cambiarme de foto después de hablar con ella. ----------------------------------------------------------------------------------------
Jareth Estaba pensando, que quizás es mejor que no te metas en esto. Ya has hecho suficiente, Sally.
Sally No puedo dejarlo ahora Sin mí estás perdido Jareth Lo quieras o no, me necesitas para encontrar a Katherine
Jareth Pero solo eres una adolescente. ¿Qué vas a poder hacer?
Sally Y tú solo tienes veinte años, piensas que eres mejor que yo solo por ser mayor por cuatro años? Déjame ayudarte Te prometo que no voy a ser un estorbo, que soy capaz de hacerlo Por favor, Jareth… Solo quiero hacer esto una última vez… ----------------------------------------------------------------------------------------
    Me rasco la nuca nervioso.     No entiendo qué es eso de “una última vez “, quizás es porque está enferma o puede que quiera ayudarme antes de dejar por completo el mundo de las teorías y sus leyendas. Pero recuerdo a Albert y su súplica de que Sally nos ayude. A ambos. Que con su ayuda podamos quitarnos las etiquetas de ‘asesinos’.    —Espero no arrepentirme de esto… ----------------------------------------------------------------------------------------
Jareth De acuerdo, Sally. Ayúdame.
Sally 🙂 Bien, por lo que he leído, deduzco que quieres que ayude a tus amigos, Albert y Jake, no? Por eso me has enviado también la información de Bianca
Jareth Les conozco bien y sé que no harían daño a nadie. Puede que Albert sea intenso, pero jamás mataría a alguien.
Sally Y qué hay de Jake?
Jareth ¿Qué pasa con él?
Sally Antes has dicho que habías perdido a Katherine para siempre Pero lo has dicho como si estuvieras enamorado de ella, pero es Jake si novio Dime Jareth, debo sospechar de que todo esto es para acusarlo como culpable?
Jareth No, claro que no. Soy amigo de Katherine, Jake es su novio. No estoy enamorado de ella.
Sally Te creo entonces ----------------------------------------------------------------------------------------
    Suelto un suspiro aliviado. Pensé que ya me había pillado y sabía que era Jake. Si esto se llega a saber, quizás ambos tendríamos problemas, podría ser señalada por ayudar al sospechoso de secuestrar a Katherine. ----------------------------------------------------------------------------------------
Jareth :)
Sally Esto… Um… veamos… Déjame repasar las notas que he hecho de lo que he leído… Solo dame un minuto…
Jareth Claro. ----------------------------------------------------------------------------------------
    Tarda en escribir. Me pregunto cuánto habrá escrito de lo poco que le he enviado. ----------------------------------------------------------------------------------------
Sally Dices que Albert dejó a Bianca en su casa temprano Es eso cierto?
Jareth Sí, ¿Qué pasa?
Sally Y Katherine no estaba en ese momento para confirmarlo? No acuso a tu amigo, pero eso significa que Bianca no pasó de la puerta de su casa
Jareth Pues ahora que lo dices… Tan solo dijo lo que lees en lo que te envié.
Sally O sea que no hay testigos de que se demostrase que entró en casa Quizás alguien los siguió…
Jareth ¿Se llevó a Bianca y devolvió el cadáver? ¿Para qué?
Sally Alguien sabía que Bianca se escapaba de adolescente Así que aprovechó eso Pero si es algo que Katherine o la misma Bianca ha ido contando por ahí, quién sabe cuánta gente se aprovechó de eso?
Jareth Entonces tiene que ser alguien que Katherine conozca ¿No? Si pensamos en lo que dijo en el directo, que no le diría nada a nadie, es lo único que puede significar.
Sally Sí!! Oye, formamos bien equipo! 😄
Jareth Jaja. Si es lo que piensas. Pero ahora me siento más seguro que antes. Gracias Sally, ahora tengo un poco más de esperanza :)
Sally Seguro que serías un gran asistente de detective Quieres trabajar para mí cuando crezca? Te pagaré bien 😋
Jareth No, pero gracias por la oferta. ¿Podemos continuar?
Sally Hpm, aburrido… Vale, continuemos ----------------------------------------------------------------------------------------
    Leo que escribe pero se detiene, entonces me espero.     Me quedo esperando un buen rato, hasta que por fin son las nueve de la noche.     Sally regresa y escribe por fin. ----------------------------------------------------------------------------------------
Sally Lo siento Jareth, ha pasado algo, tengo que marcharme
Jareth Por supuesto.
Sally De verdad que lo siento…
Jareth ¿Va todo bien? ----------------------------------------------------------------------------------------
    Se desconecta rápidamente. No sé porque pero me preocupo un poco, pero solo espero que esté bien.     Recuerdo antes de ir a una casa de acogida, conocer a niños que habían tenido terribles experiencias con sus padres o con otras familias y eso pasa por mi mente en estos momentos al verla escribir esas palabras. Y luego estaba lo que Jeremy dijo, que decidió alejarse de las redes sociales.    —Espero que no estés pasando por una experiencia terrible —murmuro mientras cierro Facebook y decido trabajar un poco en la seguridad.
    Escucho la puerta a las doce de la noche, junto con una maldición entre dientes.     Me asomo por la puerta y veo a Albert dejar su mochila en el suelo, a los pies del sofá. Se tumba y suelta otra maldición, pero esta vez junto con un sollozo.     Cierro la puerta despacio y la vuelvo a abrir, esta vez haciendo más ruido.     Albert se incorpora en el sofá y veo cómo disimula poniendo una sonrisa en su cara.    —Hola —dice estirándose— ¿Noticias de tu ahijada? —dice en tono broma.    —He decidido que al final nos ayude —digo tranquilo, observando cómo sigue fingiendo— ¿Recuerdas si Bianca llegó a entrar en los apartamentos?    —Pues… —se pone a pensar y luego me mira confuso— La verdad es que no, la dejé en la puerta, no quiso que subiera a acompañarla ¿Por qué?     Entonces es como sospecha Sally, que muy posiblemente alguien los hubiera seguido.    —Porque es muy posible que quizás Katherine supiera quién era y que por ello haya sido secuestrada.     Los ojos de Albert se abren tanto que parecen que se vayan a salir.     Después se pone totalmente serio, apoyando sus codos en sus muslos. Mantiene la mirada fija en la televisión apagada, como si estuviera viendo algo en ella. No sé qué es, pero me da una sensación muy extraña.    —Cuéntame todo de lo que habéis hablado, Jake.
Capítulo 5
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Dudas
Soy ansiosa, no puedo evitarlo, y tengo las hormonas trabajando a mil, entonces siempre quiero tirar, pero quiero con él.
A su vez me da miedo aburrirlo y que no me lo diga, y sólo me deje hacer el ridículo insistiéndole, no tengo problema en ser siempre la de la iniciativa porque estoy clara que soy yo la que salió de caza, pero si no me contesta mis mensajes e insinuaciones, a veces me canso. Estaba pensando en retirarme por eso, no tener respuesta es una respuesta.
Hace dos días en horario de colación, quedamos solos en la zona de fumadores, que está al ñado del ventanal del comedor, donde sí habían trabajadores, él se acerca, me toma la mejilla, me la apreta, me hace cariño y me toma la oreja para finalizar tomando mi arito y finalmente dejándome sola. Yo nerviosa, pensando que alguien podía ver.
Al rato, un compañero me invitó a museo, que el área donde trabaja él, y estábamos nosotros dos más dos personas en la misma sala y él estaba sentado, y me dice "siéntese señorita" mientras le daba golpecitos a la silla contigua a la de él, yo le digo "no gracias" , vuelve decirme que me siente y nuevamente rechazo, ya a la tercera vez, me mira fijamente mientras en vez de darle golpecitos a la silla, los da en su pierna, yo me pongo nerviosa, verifico que ni uno de mis dos colegas se haya dado cuenta, y me río, él me sigue mirando fijo, yo opto por salir de ahí a fumarme un cigarro.
Al cierre del museo, estaba hablando con una compañera, ella me dice que tiene que ir cambiarse ropa y me deja con 3 compañeros restantes, pero aparece él, se sienta a mi lado, intrusea qué estoy haciendo en el teléfono, ve que juego ajedrez y me pide jugar uno él.
Se para, busca una llave y comienza a recorrer el museo que es amplio y tiene muchas salas, veo como se va oscureciendo, puesto que él va apagando luces y en esas vuelve al hall principal qye es donde estamos junto a los demás compañeros y me dice "oye chicoca, ven a ver algo" y yo voy, me cuentea sobre algo paranormal y yo voy a ver, no veo nada, el museo está muy oscuro, voy saliendo de una sala para dirigirme por el pasillo al hall principal y él, que venía tras mí me toma de la casaca, por la espalda y me tira hacia él, y me da un beso apasionado, baja su mano y presiona mi sexo sobre mis pantalones, yo le respondo al beso con la misma pasión y con la adrenalina que en cualquier momento aparece alguien. Al separarnos de ese beso yo estaba excitada, quería más, pero a su vez estaba preocupada de si se me había corrido el labial y si se lo transferí, seguí caminando por el museo mientras intentaba limpiarme, sin posibilidades de verme dado la oscuridad del lugar.
Me confunde, no sé si quiere o no quiere o qué pretende.
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jkiara · 1 year ago
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♡ㅤㅤㅤ🍲 para que nuestros personajes almuercen en el comedor comunal. con @daqim
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" ¡no seas egoísta! dame un poco de tu comida. " regaña con la vista en el plato ajeno, su comida se le hacía apetecible. enseguida fijo la atención en su propia comida que aún no se terminaba, tomó el cheesecake y lo alzó para ofrecerle. " y yo te doy un poco de mi cheesecake de nutella. "
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onewestrealtyhn · 1 year ago
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Venta de Propiedad frente a la Playa en Omoa Cortes Honduras
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Propiedad de playa en Honduras -Hotel de buen prestigio en venta. Hotel y restaurante sirviendo al público por mas de 23 años. Se vende con todo el mobiliario.  Omoa es una de las  ciudades ubicadas al oeste de Puerto Cortes. Famosa por sus relucientes playas que se extienden a lo largo del mar Caribe.  Es uno de los municipios mas antiguos de Honduras Venta de propiedad frente a la playa en Omoa Cortes Honduras. Se vende Hotel y Restaurante a orilla de la playa municipal en Omoa. Con Excelente vista y acceso a la playa. Esta hermosa propiedad consta de Hotel y Restaurante de alto prestigio más de 23 años sirviendo al público. Con una preciosa vista al oceano. Ubicado en zona residencial y comercial de la ciudad de Omoa. Zona altamente turística , con muy buenos clientes fijos, con paquetes especiales para misioneros, grupos artisticos, grupos religiosos etc.  Es una gran oportunidad de inversion !! Total de terreno es de 3,162.17 varas cuadradas Datos de construcción: - Hotel 667.00 m² - Terraza 73.00 m² - bodega y baño de empleados 81.00 m² - baño externo 38.00 m² - lobby 90.00 m² - area de comedor de dos niveles 223.00 m² En su entorno encuentras gasolineras, restaurantes, discotecas, tiendas, también a solo una cuadra encuentra la Fortaleza de San Fernando. Que es la Fortaleza de San Fernando? Es uno de los destinos mas visitados  por los turistas , ya que su sitio encierra historia y mitos que atrapan a los visitantes. Fue una defensa colonial más importante en toda centroamerica. Propiedad de playa en venta en Omoa Cortes Honduras. Oportunidad de inversión zona Norte de Honduras Descripción de la propiedad Construído de bloques de cemento, paredes del segundo nivel  con enchape de madera . Piso de ceramica, losa de concreto, puertas de madera de color,  ventanas de aluminio y vidrio. Area de comedor  de dos niveles; columnas de concreto, entrepiso de madera, techo de madera y aluzinc, piso de madera y barandales de madera. Los baños externos son de piso de concreto, columnas de madera, techo de madera y lamina de aluzinc. El restaurante consta de dos niveles con un toque único y especial, con espacios amplios. El menú es  variado ,  especialmente basado en mariscos.  Negocio rentable con excelentes ventas anualmente. Primer nivel cuenta con; - garaje - área de cocina completamente equipada - recepción - 1 apartamento completo con su baño - bodega de cocina - área de comedor - lavandería - lobby - baños externos - area de comedor - baño de empleados - jardín con acceso a la playa - parqueo amplio para  clientes Segundo nivel: - cuenta con 10 habitaciones con su propio baño,  (hay 3 habitaciones triple, 2 sencillas y 5 dobles)  - cada habitación tiene aire acondicionado, tv por cable y ventilador de techo. - Terraza en tercer nivel, con hermosa vista La propiedad tiene sisterna, tanque de agua y  agua caliente. Incluye todo el mobiliario. Si desea agendar para conocer la propiedad o más detalles nos puede contactar  a los siguientes números Honduras +504 3376-5800 y desde US +1(984) 246-2100 Le ayudamos en el proceso bancario, hacemos la pre-calificación. Si usted es hondureño viviendo en US también puede aplicar a préstamo hipotecario. Tenemos otras propiedades d playa en venta: terreno en venta en La Ceiba, villa en venta en Palma Real, venta de terreno en Roatan.   Read the full article
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El boom de las casas container
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Si bien puede resultar algo difícil imaginarse viviendo dentro de uno de los clásicos contenedores con los que se envían productos en barco al exterior, cada vez son más los que utilizan este elemento para anexarlo a una vivienda, o incluso como una vivienda completa, realizada íntegramente por contenedores.
Principales ventajas
Las casas hechas con contenedores cuentan con un gran atractivo y es el corto tiempo que demanda su construcción. Se traten de contenedores fijos o transportables, es decir, ya sea si funcionaran como casas de construcción en seco, o si llegaran ya armados al terreno donde se ubicarán, de una manera u otra el tiempo de obra es mínimo al tratarse de elementos de fácil ensamblaje.
Esto tiene como consecuencia que los costos de construcción son más bajos, por lo que resulta una oportunidad accesible para quienes no podrían enfrentar el gasto económico que implica una obra tradicional. Siempre resultará más barato aprovechar una estructura ya existente que construir una completamente de cero.
La posibilidad de que se construya en un lugar para que luego se transporte a su destino final es también un gran estimulante, cuando se precisa construir en zonas rurales alejadas o de difícil acceso, donde se dificulta conseguir la mano de obra para un trabajo diario de tantos meses, como precisaría la construcción convencional.
Además, es más amigable con el medio ambiente, ya que es menos contaminante al extender la vida útil de los contenedores, así como también logran la disminución de los residuos generados durante la construcción.
Modelos de casas a partir de contenedores
El primer modelo más sencillo es ajustar simplemente el interior del mismo para que sea habitable, colocando un revestimiento de madera o de cemento y, por supuesto, sumando únicamente en el exterior las ventanas correspondientes para una correcta ventilación y la puerta de acceso necesaria. El plano de una vivienda como ésta debe ser simple ya que el espacio con el que se cuenta es sumamente angosto para ubicar cocina, living, comedor, habitación y también baño.
Pero en el caso de utilizar más de un contenedor, los metros se amplían al contar con varios módulos anexados. Así se logra que se pueda resolver una distribución más generosa y cómoda para la creación de cada ambiente. 
El contar con varios contenedores para realizar la vivienda permite separar las áreas sociales de las privadas, ya sea realizando una distribución en dos plantas, es decir, colocando contenedores uno arriba de otro para generar distintos niveles o en una sola planta, pero destinando un ala específica para los dormitorios y la otra para la actividad social.
Contenedores aislados
Pero si no fuera posible anexar los contenedores a una casa principal, estas estructuras presentan además versiones de menor tamaño que se pueden utilizar para otros fines como armar un taller de arte, o una casa de huéspedes, o un quincho en el jardín de nuestro hogar.
La estética que presentan con las paredes y techo de chapa metálica le otorgan un aspecto industrial que genera un contraste muy interesante con la naturaleza que se encuentra dentro de los límites del jardín.  
Su diseño interior
El diseño dentro de un contenedor debe pensarse rigurosamente, ya que las medidas con las que se cuenta son bastante escasas, por lo que se debe usar el ingenio para aprovechar al máximo el espacio disponible.
Para ello juegan un papel muy importante los muebles hechos a medida y los que cumplen con una doble función, como podría ser, por ejemplo, un banco que funcione al mismo tiempo como lugar de guardado al tener una tapa en el asiento, que permite guardar elementos dentro de él. 
Lo esencial es contar con mobiliario que sea funcional y práctico para cubrir todas las necesidades básicas de quien vive allí, sin abarrotar de muebles, casi minimalista, para que haya una correcta circulación, sin obstaculizar el paso.
Paleta de colores para su interior
El color establecido por excelencia en el interior de un contenedor para vivienda es el color blanco o similar, ya que el tono suave y neutro, además de dar luminosidad, genera la sensación de mayor amplitud, siendo un gran detalle cuando se cuenta con un espacio reducido.
El revestimiento en madera clara es otro gran recurso para extender la percepción de mayor luz y otorgar calidez al ambiente por tratarse de un material extraído de la naturaleza. Así los ambientes lucirán más acogedores y serán una invitación a quedarse y pasar un rato agradable.
Relación con el exterior
Para integrar el exterior con una casa realizada con contenedores una buena propuesta es realizar un deck de madera alrededor de la casa que funcione como una terraza. De esta manera se logra ampliar las posibilidades espaciales, teniendo la posibilidad de colocar un par de sillas y una mesa de apoyo donde relajarse y disfrutar del aire libre.
Y si a esta terraza se le colocara un techo esto nos aseguraría su uso aun cuando el tiempo no acompañe, además de servir como escudo protector de la fachada de la casa frente al sol intenso o a la lluvia incesante.
Originally published at on https://interiorismotrends.com/ May 03, 2023.
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thedecolifepickycova · 1 year ago
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Amueblar para disfrutar del exterior
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Continúan los calores invitando a que los días se pasen en el exterior de nuestros hogares, ya sea en nuestra terraza, patio o jardín. 
Para disfrutar del buen tiempo y del aire libre es importante contar con un mobiliario que nos permita pasar un momento agradable y que inviten a relajarnos. 
DISEÑO DE MUEBLES
Como primera medida, se deben tener en cuenta las dimensiones del espacio para decantarnos por un mueble u otro.
En espacios muy reducidos una buena opción es elegir muebles plegables o sillas apilables para optimizar el espacio cuando no se encuentren en uso. O si estos fueran fijos, ir por opciones en metal, que tienen una línea que los hace visualmente más ligeros. 
Otra alternativa es realizar bancos a medida, con materiales de obra o de madera, para pegarlos a la pared y aprovechar al máximo el espacio. Colocando colchonetas y almohadones por encima de ellos pueden resultar muy cómodos, e incluso pueden funcionar como lugar de almacenaje, si así se los construyera, para poder guardar los elementos de asiento cuando no se precisen o para protegerlos del clima.
Si por el contrario contáramos con medidas generosas del espacio, unos modelos de gran volumen y de líneas cuadradas serían una buena elección.
Los muebles modulares tienen como ventaja que permiten componer y distribuir el espacio según las necesidades de cada ocasión.
Para elegir el mueble correcto es importante dejar un espacio de circulación para desplazarnos fácilmente, para ello se debe dejar una superficie despejada de 60 x 60 cms. delante de la puerta de acceso y dejar el espacio suficiente entre muebles y también con las paredes.
USO DEL ESPACIO
Otra de las cuestiones a definir será el uso que le daremos al espacio exterior. Es posible que no tengas lugar suficiente para tener una zona de living y de comedor y entonces debas decidir entre uno y otro.
Si optaras por tener una zona de relax, se puede armar un living con una mesa de centro más alta para poder disfrutar de ese ambiente también durante las comidas. O colocar una zona de barra con banquetas cerca del sector de la parrilla, que ocupan poco espacio y cumplen la función de comedor utilizando un pequeño rincón.
MATERIALES RESISTENTES
Los muebles de exterior están fabricados con materiales aptos para su uso al aire libre, con gran resistencia a la humedad, a la lluvia y a la incidencia directa de los rayos de sol. Es importante entonces tener en cuenta antes de elegir si los muebles estarán protegidos del sol y la lluvia dentro de una galería o terraza techada, o se encontrarán totalmente a la intemperie.
. La madera es un material muy utilizado para los muebles de exterior, debido a la calidez con sus colores y texturas y por brindar un toque natural al espacio. No todas las maderas resisten las condiciones climatológicas de igual manera ya que existe una gran variedad. Las más recomendadas son las maderas duras, como el lapacho, teca, cedro o eucalipto. Aunque cabe aclarar que todas ellas necesitan de cierto mantenimiento cada tanto, como una mano de lija o aplicar barniz o pintura al agua, para que se mantengan en perfecto estado de conservación, y no aparezcan grietas o pierdan su color.
. El metal, como el aluminio anodizado, es un material muy resistente que no se oxida. No requiere de cuidados, más que una limpieza con agua y jabón de vez en cuando.
. Con los muebles de hierro se deben tomar medidas para que no se deterioren ya que con el tiempo comienzan a oxidarse.
. El plástico es una opción económica y hay una gran variedad de diseños y colores, aunque son menos decorativos. Son ligeros y de gran resistencia.
. El ratán sintético está en alza en estos días, siendo de las opciones más elegidas gracias a su fácil mantenimiento. Imita el trenzado de las fibras naturales y es un material ligero y altamente resistente. 
. Hoy en día existen también asientos realizados con cuerdas, de materiales sintéticos, que se entrelazan generando un efecto muy atractivo visualmente. Y al ser de un material novedoso son muy resistentes a las inclemencias del tiempo. 
TELAS ESPECIALES
En la búsqueda de esa comodidad en el uso del espacio exterior, hay muebles a los que deberemos sumarle algunos almohadones, según nuestro gusto personal. Es fundamental recordar que las telas deben resistir los rayos UV para que no se decoloren y que sean impermeables.
Y también el relleno debe contar con placas o espumas especiales que rechacen la humedad para evitar que se generen hongos en ellos. Misma contemplación se debe tener con las fundas para reposeras para asegurarnos la continuidad del color elegido y su conservación.
ALFOMBRAS DE EXTERIOR
El uso de alfombras en el exterior de a poco se va incorporando al diseño de espacios al aire libre, para tapar pisos que no gustan demasiado o para ayudar a cubrir aquellos que son muy resbaladizos con el agua y que pueden provocar accidentes. Además, delimitan los espacios aportando con sus diseños y colores un toque distintivo al lugar. 
Entre las opciones de alfombras para exterior se puede encontrar de PVC, que al ser plásticas son altamente resistentes y aptas intemperie, o las de fibras naturales, como el yute o coco, que son también aptas para uso exterior, pero para espacios bajo techo.
MAS COMPLEMENTOS
Para completar un espacio al aire libre donde se puedan generar distintas situaciones de descanso y relax se deben tener en cuenta el sector del fogonero y las reposeras en la pileta. Estas últimas, además de los diseños tradicionales, cuentan con el modelo de sillón bold, que se caracteriza por tener líneas curvas, perdiendo la rigidez y dando como resultado un espacio confortable.
Es importante crear también espacios en sombra, bajo un árbol, por ejemplo, por lo que se pueden colocar unos sillones colgantes o hamacas paraguayas, que con su balanceo provocan calma y disminuyen el estrés.
Con la nueva tendencia de generar espacios exteriores que continúan con el diseño y la decoración del interior, se les ha dado a los muebles de exterior una importancia mayor. Funcionan casi como una extensión de lo que ocurre dentro por lo que se debe elegir a conciencia para que estos dos ambientes encuentren una armonía y equilibrio entre ellos.
Originally published at on https://thedecolife.com/ February 28, 2023.
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equinocces · 2 years ago
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Toc toc, ¿alguién en casa? Le traigo una correspondencia sumamente especial, únicamente para usted, se la dejaré por aquí esperando sea de su agrado:
Ha pasado un tiempo largo desde la primera vez que nos dirigimos unas palabras casuales, no éramos mucho más que un par de compañeros de rol que compartían un saludo obligatorio (me dabas miedo perdón). Sin afán de herir o sonar odioso, yo no tenía la noción de lo importante que serías en mi vida pues en aquel entonces tú solo eras la persona que me molestaba con temas de astrología, sin mencionar que te reías de mi aparente "seriedad" y mi incapacidad de entender tus bromas de niño latoso, en mi defensa.
El inicio de nuestra amistad fue peculiar, ambos estábamos pasando por momentos muy difíciles y encontramos consuelo en el otro, me gustó mucho esa calidad que desprendía (desprende) tu compañía como amigo, yo no soy una persona que pueda abrirse emocionalmente ante cualquier persona sin embargo, contigo sentía que estaba bien ser vulnerable y poner sobre tus manos aquellas historias que estaban lastimandome, no me pediste nada a cambio, nada más allá de ser un espacio seguro para ti también, ser el amigo del otro.
En otras fechas suelo agradecer y presumir mucho lo que me das y lo que eres tú como pareja y persona, en esta ocasión deseo agradecerte por lo que eres como amigo, mi mejor amigo. Pues hoy hace un año me permití el dejarte pasar a mi morada y que tomases un asiento fijo en mi comedor, que vinieses a comer cada tarde y me hablases de tus gustos y disgustos, para después salir a jugar por ahí hasta sentirnos cansados de tanto reír por las boberías del otro, me brindaste una de las amistades más sinceras que he tenido el placer de experimentar y hasta la fecha no tengo palabras para agradecerte por eso.
Porque ajeno a como terceras personas han intentado hacer ver, tú fuiste siempre tan respetuoso y amable conmigo, dándome el espacio y apoyo que yo no llegué siquiera a pedir pero que me ofreciste sin titubear, me ayudaste a entender cosas que yo en ese instante no podía comprender, sujetaste mi mano durante los sucesos que me atormentaban, en ningún instante te alejaste de mí por más horrible que fuese la situación, siendo tú el primero que siempre me defendió de absolutamente todo; te mostrabas recio ante ellos y conmigo eras el ser más suave que alguna vez pudo tocarme.
De la forma más sincera y honesta que tengo para hablar te lo agradezco, desde lo más profundo de mi corazón, muchísimas gracias por ser tú en todos y cada uno de esos días, por ser siempre tú en esta y todas las vidas que nos quedan por vivir juntos. Gracias por ser mi confidente, mi luz, mi alegría y mi mejor amigo.
Hoy hace un año el pequeño oso jardinero cayó dentro de una madriguera en la cual se encontró con un conejo astronauta que le ofreció un té de anís acompañado de un cariño sincero. Te amo montones, eres mi adoración, mi alma. 🦋🖤
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lissettehernandez · 2 years ago
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La Dirección de los Comedores Económicos del Estado Dominicano (CEED), informó que durante el mes de julio, distribuyó un total de 2 millones 140 mil 397 raciones de alimentos cocidos, entre los residentes de las distintas comunidades en todo el territorio nacional a través de los comedores fijos y la División de Cocinas Móviles. El director general, Edgar Augusto Féliz Méndez aseguró que la…
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