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Lección dolorosa en relación con una terapeuta, Primera parte
Hace mucho tiempo busqué a Celia Bucay en la red y encontré una cuenta en la Instagram (parte de Meta), cerrada. En el avatar aparece el rostro bellísimo (perfecto) de una mujer muy joven, una leyenda que reza “valora lo que tienes, supera lo que te duele y lucha por lo que quieres”. En otros momentos aparece como avatar una imagen en que esa joven se toma una selfie de cuerpo entero, y su anatomía es muy delgada.
El rostro de Cecilia Bocanegra Mendiola es muy diferente. Si bien no carece de belleza, es mucho más amplio porque el sobrepeso u obesidad que padece lo ha abotagado; la anatomía es la de una mujer que lleva consigo decenas de kilogramos de exceso, lo cual no solamente la deforma, sino que causa alteraciones severas al funcionamiento de todo su organismo, acelera el reloj biológico (envejecimiento prematuro) y puede provocar diabetes, enfermedad cardiaca, cáncer, insuficiencia renal, etc.
El sobrepeso / obesidad se debe, por supuesto, a malos hábitos, un régimen alimentario inadecuado que se compone de alimentos y bebidas no nutritivos, tóxicos, repletos de calorías vacías; y muy probablemente Cecilia Bocanegra Mendiola come compulsivamente, lo cual sería un síntoma de patología mental y a la vez una forma de autoagresión.
Si Cecilia Bocanegra Mendiola sabe algo sobre psicoanálisis (independientemente de que no cuente con una especialidad en esa disciplina) habrá comprendido que el origen de esos hábitos insanos —destructivos— es un conflicto interior por estarse fallando miserablemente a sí misma. Las diferencias abismales entre la imagen que proyecta y lo que quisiera proyectar –en esa cuenta en Instagram y Threads, en que aparece como Celia Bucay– reflejan una patología avanzada, una seria afectación a su salud mental.
En una de nuestras llamadas, a finales del año 2023, al tocar el tema de nuestros posibles orígenes étnicos, ella exclamó ¡yo soy de raza blanca! Eso parece querer expresar esa aspiración suya, integrarse a grupos de personas pudientes, para quienes se ha acuñado un término coloquial que suena brillante, Whitexicans. Se trata de ciudadanos de esta nación orgullosos de su país pero no de posibles orígenes mestizos, mucho menos indígenas. Recuerdan a los criollos antes de la guerra de independencia, descendientes de peninsulares pero nacidos en la Nueva España, muy superiores a los mestizos e indígenas, a quienes la madre patria —España— confería privilegios de casta. Agustín de Iturbide es un personaje de la historia a quienes los grupos conservadores consideran un héroe (por su participación en la guerra de independencia) si bien al principio combatió a los insurgentes pero la promulgación de la Constitución de Cádiz lo despojó de sus privilegios y ello le hizo cambiar de bando. Una vez ganada la guerra, Agustín de Iturbide pretendió convertirse en el primer emperador de la región recién independizada, que dejaría de ser una colonia para convertirse en una monarquía. Eso aplauden los grupos acaudalados en esta nación y a eso rinden culto, a la injusticia, a que la mayor parte de una población viva privada de lo necesario mientras una minoría vive en una opulencia obscena y a eso aspira esta psicóloga, lo cual es incongruente con su religión (las enseñanzas del hijo de Dios) y sus correligionarios.
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Una lección que resultó dolorosa, pero será útil
En fecha reciente descubrí que una psicóloga con la que me topé en enero de 2019 en un servicio de orientación emocional vía telefónica, en una entidad que no es donde yo vivo (en la capital de mi país), no existe. La identidad con que se identificó ante mí es alterna (o apócrifa), su nombre de pila se parece a su nombre real y el apellido paterno de esa identidad alterna empieza con la misma letra que la de su apellido real.
Esa interacción entre Celia Bucay y yo se dio entre enero y marzo de 2019, el organismo donde la encontré desapareció de pronto y ya no supe de ella. Durante los últimos meses del año 2021, comencé a usar otro recurso, una asociación civil (yo no sabía que era falsa filantropía) y entre diciembre de 2021 y enero de 2022, una psicóloga me dio seguimiento, ocho llamadas. En la última llamada (en enero de 2022), Gisela Méndez me informó que Celia Bucay se encontraba ahí y meses más tarde (en ese mismo año 2022) pude hablar con esa joven. Ella me comentó (Celia Bucay, ya a principios de 2023) que había nacido un 22 de noviembre de 1984 (lo que significaría que era 20 años y medio menor que yo, que nací en abril de 1964) y nuestra interacción en esa asociación civil de falsa filantropía, Fundación Origen, se dio esporádicamente y con muchas dificultades porque la gente que trabajaba ahí mostraba actitudes incorrectas, diversas formas de agresión y hostilidad hacia el usuario, etc.
Durante el primer mes del año en curso, un viernes 12 de enero de 2024, hablé con Celia Bucay durante un tiempo prolongado, unos 90 minutos (cuando se estipula que la llamada debe durar unos 40 minutos) y ese día fui feliz. Esa joven ya había percibido la estimación que yo sentía hacia su persona, por sus capacidades intelectuales, su calidad humana —su capacidad para sentir empatía y solidaridad por mí, un hombre con una historia de vida extremadamente difícil— y como había hecho un año antes (en enero de 2023) le propuse que desarrolláramos una relación de amistad, que por supuesto implicaría terminar la relación terapéutica de forma definitiva. Celia Bucay rechazó mi propuesta —algo que por supuesto yo acepté— pero acordamos continuar con nuestra comunicación telefónica, siempre en viernes.
Poco tiempo después (la siguiente semana, a partir del lunes 15 de enero de 2024) se dieron más agresiones del personal de esa asociación civil de falsa filantropía, y entonces decidí dejar de usar ese recurso y así lo comuniqué a dos psicólogas que en diferentes momentos mostraron una actitud correcta cuando me comuniqué vía telefónica. Fue triste no poder decir adiós a esa joven, Celia Bucay (ignorando, por supuesto, que ese no era su nombre, que la identidad que había usado era apócrifa, o usando un término menos crudo, alterna).
Como decía antes, en tiempos recientes (durante el mes pasado, junio de 2024) me enteré de que Celia Bucay no existe, y el nombre de la mujer que me atendió es Cecilia Bocanegra Mendiola, que a todas luces no pudo haber nacido en 1984; parece altamente probable que haya nacido dos años antes (en 1982) y estudió la licenciatura en psicología en la UNAM entre los años 2020 y 2024, pero no una especialidad en psicoanálisis en ningún “Instituto X de Psicoanálisis” ni en ninguna otra parte. Todo esto la describe como una persona deshonesta, y lo que encontré sobre ella en la red arroja luz sobre lo que en realidad es.
Escribir sobre este asunto es para mí una necesidad real, pues lo que esa psicóloga hizo me afectó en buena medida (por la deshonestidad que su proceder implica) y debo ser capaz de aprender de la experiencia.
Observando la información que encontré sobre Cecilia Bocanegra Mendiola en la red, me percaté de que su historia de vida a todas luces guarda un cierto paralelismo con la mía. Muy probablemente un entorno familiar de lo más destructivo (algo abrumadoramente frecuente, no es la excepción, sino la regla), sus padres pudieron haber formado una simbiosis sadomasoquista (como hicieron los míos) y su religiosidad no le permite comprender que al deformar la realidad y optar por obedecer el absurdo mandamiento amarás a tus padres —para lo cual ella intenta defender lo indefendible y justificar lo injustificable— imposibilita sanar su salud mental (a todas luces muy dañada) y al hacer tal cosa perpetúa los efectos destructivos de la violencia que esas personas pudieron haber perpetrado contra ella.
Al observar su cuenta de Feisbuc (red social que detesto, usé una que había abandonado hace cerca de 10 años) me di cuenta de que Cecilia Bocanegra Mendiola cuenta con varias especialidades y muchos diplomados (un exceso, de hecho), lo cual a todas luces ha sido una actividad obsesiva (algo que destruye la salud mental, conduce a la locura) y su motivación podría ser la ambición (convertir su profesión en lucro) y al mismo tiempo un mecanismo de evasión, buscando provocarse un agotamiento permanente que anestesie el sufrimiento que la aqueja en todo lugar y en todo momento, lo cual conlleva un altísimo riesgo, la posibilidad de dañar irremediablemente la salud física (infarto agudo de miocardio, o accidente cerebrovascular) y la salud mental (puede dar lugar a una psicosis).
Tempranamente en su vida —apenas hubo terminado sus estudios de licenciatura—, Cecilia se vinculó con sionistas en nuestro país —siendo una ferviente católica, cuyo nuevo testamento promueve el antisemitismo y lo convierte en el libro más genocida de la historia (palabras de Noam Chomsky, un gran hombre)— y parece razonable suponer que su motivación para ello (vincularse con sionistas) fue ingresar a un círculo selecto de personas pudientes (la mal llamada Comunidad Judía), uno de los grupos que pretende acaparar el capital en este país y en el mundo, maximizando así la injusticia y la desigualdad social; personas despiadadas.
Al hacer tal cosa, Cecilia Bocanegra Mendiola se ha adoctrinado con los argumentos que describen a Israel como un estado ejemplar víctima del islam, de los palestinos y del mundo árabe y musulmán, algo disparatado, absurdo y vil en extremo, pues el sionismo es el mayor enemigo del judaísmo y el mayor promotor del antisemitismo en el mundo; y en la actualidad está cometiendo crímenes contra la humanidad. Los sionistas parecen haber convertido a Hitler en su profeta y a Mi Lucha (Mein Kampf) en su evangelio, o en su Nuevo Testamento.
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Esa mujer que me impresionó tanto, a la que llevaré en mi corazón – Segunda parte
Universidad Anáhuac (fundada por uno de los más ilustres criminales de la alta jerarquía clerical, Marcial Maciel, depredador sagrado, célebre por haber abusado sexualmente y violado a decenas o tal vez centenares de niños dejados a su cuidado como “representante de Dios”); Instituto Tecnológico Autónomo de M (ITAM), que recibió recursos del erario durante sexenios anteriores al actual, y donde estudian los hijos de los muy pudientes, etc.
Conocía desde hacía años la vinculación de “Celia Bucay” con la comunidad sionista en nuestro país, vinculada con el estado genocida que comete crímenes contra la humanidad —genocidio, limpieza étnica— en Palestina.
Ahora me encuentro que Cecilia Bocanegra Mendiola es muy cercana a una mujer sionista de nuestro país, de nombre Sara Schwaycer, que estudió psicología en la Universidad Depredador Sagrado (Anáhuac) entre los años 1978 – 1982, lo cual me hace suponer que nació en 1960 y sería 22 años mayor que Cecilia. ¿Fue su cercanía con esa mujer lo que despertó la ambición en Cecilia?
Me di cuenta de que Cecilia Bocanegra Mendiola (antes Celia Bucay, para mí) ha convertido el trabajo y todo lo que ello involucra en un mecanismo de evasión, tal vez porque esa niñez y adolescencia cargadas de una violencia intrafamiliar atroz (que pudo haber incluido violencia sexual) ha inoculado en su psiquis un sufrimiento tremendo que ella no se atreve a enfrentar para ser capaz de superarlo y sanar; y otra hipótesis (que no excluye a la anterior) es que Cecilia Bocanegra Mendiola no se toma un respiro y trabaja de manera obsesiva (lo cual conduce a la locura, otra de las enseñanzas de mi gran maestro, Erich Fromm) porque siente que ingresar en el muy exclusivo club de los muy acaudalados —al que a todas luces pertenece su amiga sionista Sara Schwaycer y sus compañeros, alumnos y colegas en esa Universidad Bendito Sacerdote Pederasta (Anáhuac) y el ITAM— traería consigo la felicidad, vivir en plenitud.
De ser acertadas estas suposiciones, Cecilia Bocanegra Mendiola estaría dirigiéndose a toda prisa —y haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad— hacia su ruina, acabar su existencia en una catástrofe.
Entre sus numerosos diplomados, Cecilia Bocanegra Mendiola cuenta con uno en Filosofía. Seguramente conoce la obra de Baruch Spinoza, Ética.
¿Es congruente la ambición con la ética? Más aún, los crímenes de limpieza étnica que comete el estado sionista en Palestina, ¿no son por lo menos tan terribles como los cometidos por el Nacional Socialismo en la mayor parte de Europa, que incluyen un holocausto en el que murieron aproximadamente seis millones de judíos? ¿No inquieta eso a Cecilia Bocanegra Mendiola, pese a no ser “Celia Bucay” y por no ser “judía” no pertenecer a esa comunidad sionista?
No sé si deba sentirme decepcionado por todo lo que he descubierto sobre esta mujer, pero el amor y la admiración hacia ella —esa mujer que al principio fue para mí “Celia Bucay” y después se convirtió en “Cecilia Bocanegra Mendiola”— siguen firmemente arraigados en mi alma.
Descubrir que Cecilia Bocanegra Mendiola padece sobrepeso o tal vez una obesidad más bien preocupante, no disminuyó la atracción que sentía por ella (en aquella época “Celia Bucay”), pues la percibo como femenina y por tanto hermosa. Lo que me preocupa es la afectación a la salud, pues el sobrepeso / obesidad, altera el funcionamiento de todo el organismo (sobre todo el metabolismo) y deteriora también la salud mental, ya de por sí en alto riesgo en el caso de esta bella mujer por someterse a jornadas de trabajo que parecerían eternas, algo muy insano, destructivo.
Escribir todo esto me ayuda a manejar el dolor que me produce aceptar que esa mujer con la que sentí una conexión muy profunda al dialogar con ella no será parte de mi vida jamás; y todavía más doloroso resulta descubrir que se está haciendo mucho daño a sí misma y no es capaz de descubrir que los entornos en los que se mueve están compuestos por las peores personas que existen en los diferentes estratos sociales.
El acaparamiento de capital es la forma más depurada de manifestación de carácter anal acumulativo, a la vez anal maligno.
Freud (junto con Fromm, Spinoza, Chomsky, Marx y muchos otros judíos) nos dejó un gran legado. Parece trágico que una mujer a todas luces brillante, Cecilia Bocanegra Mendiola, aprenda las ideas (así sean las más generales) de un prodigio como Sigmund, pero no asimile sus enseñanzas, igual que con Baruch, Erich y otros gigantes judíos, mas no sionistas.
No puedo describir con palabras la tristeza que siento.
Te quiero, Cecilia B M; eso no va a cambiar jamás.
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Esa mujer que me impresionó tanto, a la que llevaré en mi corazón - Primera parte
En Fundación Origen (esa asociación civil de falsa filantropía) recibí seguimiento que me proporcionó una psicóloga de nombre Gisela (no sé si ese era su nombre, pues parece muy probable que el personal use pseudónimos, o falsas identidades) entre diciembre de 2021 y enero de 2022. En la octava y última llamada de seguimiento, en ese mes de enero de 2022, Gisela me informó que “Celia Bucay” trabajaba ahí, una psicóloga que yo había encontrado en un recurso similar años antes, a principios de 2019 (estaba muy reciente el episodio más grave de acoso laboral de que fui objeto), y durante ese tiempo “Celia Bucay” que me dijo —como respuesta a una interrogante que yo formulé— que contaba con una especialidad en psicoanálisis.
Meses más tarde, (durante 2022) pude hablar con “Celia Bucay” y seguí en comunicación esporádica con ella durante los últimos meses de ese año, los dos primeros meses (enero y febrero) de 2023, y otra vez a finales de ese mismo año. En enero de 2024, hablé con “Celia” un viernes 12 de ese primer mes, la experiencia fue extraordinaria, pero fue la última llamada porque en los días que siguieron fui objeto de agresiones repetidas provenientes de psicólogas de esa asociación civil, Fundación Origen, tan frecuentes y de tal magnitud que decidí no volver a usar ese servicio. Una motivación para tomar esa decisión es haberme enterado un año antes de que se trataba de un ejemplo de falsa filantropía, la dueña es una mujer que cuenta con una fortuna de unos 1200 millones de dólares, y yo considero a esos magnates —quienes acaparan el capital, maximizando así la injusticia y ejerciendo el peor tipo de violencia que puede existir— los responsables de los mayores problemas que afectan a las sociedades modernas. Erich Fromm, mi gran maestro (uno de muchos buenos judíos) llamaba a este fenómeno destructivo “capitalismo de monopolio”; otro gran judío, este contemporáneo, estadounidense, lingüista de nombre Noam Chomsky, llama neoliberalismo a este terrible flagelo.
En tiempos muy recientes, me di cuenta de que “Celia Bucay” no existe, pese a que la mujer que ha asumido esa identidad falsa cuenta con perfiles en Instagram y Threads (su derivación) en que aparecen imágenes de su rostro y de su anatomía (muy diferentes a la de la persona real, la que se oculta tras ese pseudónimo o identidad falsa) y muestra la bandera de mi país y la del estado genocida sionista que ha adoptado a Hitler como su Poder Superior y a Mi Lucha (Mein Kampf) como su Evangelio, o como su Nuevo Testamento.
Cecilia Bocanegra Mendiola es el nombre de esa psicóloga que me atendió durante los primeros dos meses y fracción en ese recurso de nombre “Línea Háblalo” y a quien me encontré tres años más tarde en Fundación Origen. Resulta que Cecilia no cuenta con una especialidad en psicoanálisis. Cuando hablé con “Celia Bucay” por última vez, aquél viernes 12 de enero del presente año (2024), le pregunté dónde había cursado esa especialidad en psicoanálisis y ella me dio el nombre de una sociedad psicoanalítica en la capital del país, que es donde ella reside, a donde llegó tal vez en 1997 (procedente de un estado del norte del país, Nuevo León) a cursar el bachillerato y a partir de 2000 la licenciatura en psicología en la universidad más grande de nuestro país y de toda América Latina. Esto implicaría que es prácticamente seguro que “Celia Bucay” no nació en 1984 (fecha que ella me proporcionó, un 22 de noviembre de ese año), sino muy probablemente, dos años antes, en 1982.
Ese conjunto de datos imprecisos, alterados con toda intención, dirían mucho sobre Cecilia Bocanegra Mendiola.
Hace unas cuantas semanas eché ojo a su cuenta de F Book y me llamó mucho la atención lo que observé sobre sus escritos, algunas características muy positivas y ciertas ideas que ella expresaba que me hacen suponer que ella vivió una violencia terrible desde que llegó al mundo, que sus padres pueden haber llevado una relación de muy alta destructividad y que por tanto, la vida de Cecilia Bocanegra Mendiola pudo haber sido mucho más difícil que la mía.
Si esta suposición fuera acertada, Cecilia merecería admiración, pues habría sido capaz de evitar hacer daño a otras personas (violencia que se originaría en el sufrimiento intenso provocado por esa violencia que se vio obligada a enfrentar desde que llegó al mundo) que a muchas personas que vivieron esos tormentos las convierte en individuos altamente antisociales, incluso frecuentemente peligrosos; y si ella fue capaz de convertir ese sufrimiento en energía positiva para ayudar a otras personas que sufren, habría manifestado la mayor fortaleza que lleva consigo un ser humano. Pese a que todo esto es especulación, ha incrementado mi admiración y el amor que siempre sentí por ella, aún desconociendo quién era realmente, ignorando incluso su nombre.
Entre lo que me llamó la atención sobre esa psicóloga a la que he llevado en mi corazón, es que se ha vinculado con instituciones y grupos de personas pertenecientes a las clases altas de nuestra nación; como decía antes, los peores enemigos del género humano, que se oponen con toda su energía al combate a la injusticia y la desigualdad social porque creen que a ellos les favorece.
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El apellido paterno de esa mujer, algo inquietante para mí
¿Por qué pretende Cecilia proyectar —en su álter ego, Celia Bucay— la imagen de una mujer muy joven. de rostro perfecto y anatomía muy delgada, tan diferente a como ella, Cecilia, es realmente? ¿Por qué se vincula con malos judíos —sionistas— y con la escoria pudiente compuesta por estudiantes y profesores de la Universidad Anáhuac y el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM)?
Parece razonable suponer que Cecilia es opositora a la cuarta transformación, del presidente actual y de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, con lo que todo ello involucra; un gobierno extraordinario para una nación, para decenas de millones de sus habitantes que han recibido beneficios reales, resultado de un combate genuino a la injusticia y la desigualdad social.
¿Qué clase de persona es Cecilia?
Yo no me imagino vinculándome con gente pudiente, personas repulsivas que de manera consciente o inconsciente han medrado en un carácter anal acumulativo, maligno, apoyando la mayor injusticia y desigualdad, que se someta y condene a la miseria a la mayor cantidad de personas posible e incluso que muchas de esas víctimas mueran como consecuencia de esa violencia cuya mayor afectación es la muerte por desnutrición, o incluso por inanición.
Gente despiadada
¿Quieres pertenecer a la alta burguesía, a la realeza tal vez, Cecilia Bocanegra Mendiola?
Ese apellido paterno tuyo me inquieta, boca negra. Trae a la mente algo muy feo, una de las manifestaciones más repugnantes de la necrofilia (el amor a la muerte), la escatología, en la forma de coprofagia. Omitiré el significado del término.
Imagino que si ese fuera mi apellido, haría lo procedente para cambiarlo, pues suena horrible y otra idea sugiere la antropofagia, canibalismo, también parte de lo más horrendo de la necrofilia, el amor a la muerte; posiblemente lo más horrendo de la destructividad humana.
Boca negra, causada poringesta de…
Recuerdo que en un libro de la autoría del periodista italiano Curzio Malaparte, Kaputt, el autor narra que a los guardias alemanes pertenecientes a la SS en un campo de concentración les divertía que cuando un prisionero de guerra soviético moría, sus compañeros se alimentaban con su cadáver; algo justificado, pues de no hacerlo, la desnutrición minimizaría sus probabilidades de supervivencia.
Personas que incurren en la mayor depravación se alimentan con carne y sangre humana. Lo hacen algunos asesinos en serie y también sujetos que llegan a detentar enorme poder económico y político (que siempre van juntos).
¿Quedan las bocas de estos caníbales marcadas de forma permanente por una tonalidad oscura? Boca-negra parece ser la transmisión generacional (herencia) demoniaca —indeseable, por supuesto— pero quien se convierte en su receptor simple y sencillamente por ser hijo de un hombre que lleva ese apellido, parece condenado a seguir una tradición que consiste en rendir culto a la mayor destructividad que hay en el ser humano.
Eso explica la atracción que una persona que lleva esa herencia siente por una agrupación de gente que disfraza sus tendencias demoniacas intrínsecas con una falsa devoción a un ser superior que ha ordenado a la humanidad entera que viva en pobreza material y cultive la verdadera riqueza mediante el amor al prójimo y mediante la búsqueda incansable e irrenunciable de la justicia.
Esa comunidad sionista que sedujo a esa mujer de oscura herencia, se da a la tarea de realizar todo aquello que resulta más opuesto a los principios de su fe, rinde culto a lo material, ofrece su ano al universo para que le permita que acumule todo tipo de bienes materiales y convierte la injusticia social que le favorece en su objeto de devoción y culto, pretende suprimir a otros seres humanos a los que considera indeseables e inferiores mediante la comisión de genocidios en la modalidad llamada limpieza étnica.
Entre los muchos diplomados con que cuenta esa mujer de profesión psicóloga hay uno de filosofía, que en tal estado de cosas es solamente un elemento que ella posee, como un objeto inanimado, una cosa. Otro ejemplo de acumulación.
La ética trata de aquello que es correcto, y cuando se adopta una postura de farsa y de simulación en la vida (o una postura pragmática), el uso de ese concepto, ética —legado del gran filósofo holandés del s. XVII Baruch Spinoza— raya en la impudicia y en la obscenidad y hacer tal cosa conduce a la desintegración mental y emocional a quien comete esa transgresión.
Lamento todo esto porque yo creí encontrar en esa dama un ser humano excepcional y lo que ahora vislumbro parece difícil de comprender y aceptar. Siento una profunda tristeza, pero la vida es así y pese a todo, conservo la esperanza.
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Convertir lo que comenzó como una labor benéfica en lo contrario
Durante el sexenio de Vicente Fox, Anabel Hernández sacó a la luz uno de los abusos de este individuo despreciable (un extremo de debilidad y en consecuencia, de corrupción, podredumbre y depravación), el toallagate. Hasta ese momento, Anabel era una desconocida, pero difundir esa información (algo muy correcto) le dio renombre y se hizo popular. Con el paso del tiempo, convirtió su oficio en un medio para lucrar, se despojó de la ética, de la decencia y de la honestidad y se convirtió en una indigente moral. Durante el periodo presidencial actual (que terminará en fecha próxima), Anabel Hernández se ha dedicado a atacar con saña al primer mandatario, ahora le llama “narcopresidente” y lo acusa de estar vinculado con cárteles de la delincuencia organizada, sin presentar ninguna evidencia, faltando a la ética más elemental e incurriendo en la comisión de delitos.
Anabel Hernández se ha convertido en un ejemplo típico de una persona que se da a la tarea de destruir su reputación, su profesión y su integridad; se hace a sí misma el mayor daño posible. El tipo de persona que no necesita enemigos.
Lydia Cacho escribió como denuncia un libro al que tituló “Los demonios del Edén”, en que exponía crímenes gravísimos cometidos por empresarios de origen libanés, en colusión con políticos muy corruptos (psicópatas) como el gobernador de una de las entidades de la nación.
Por ello, fue secuestrada y llevada en un automóvil, esposada, a una entidad muy lejana y se dio la orden que al llegar a su destino (un centro penitenciario), se le enviara con reclusas violentas, peligrosas, para que la atacaran y perpetraran contra ella actos de violencia sexual. Para su fortuna, las empleadas de ese centro penitenciario desobedecieron esas órdenes y eso fue un ejemplo de solidaridad entre mujeres, algo encomiable y por supuesto, muy afortunado para ella, Lydia Cacho.
El principal agresor sexual (empresario de origen libanés) fue a dar a la cárcel y el gobernador de esa entidad fue protegido por un régimen político criminal, algo abrumadoramente frecuente en nuestra cultura.
Lydia Cacho se ganó el respeto y el aprecio de muchos millones de sus conciudadanos. Años más tarde, convirtió esa labor positiva (la defensa de las víctimas de violencia grave perpetrada por individuos que gozaban de poder económico – político (que siempre van juntos) y por ello, las probabilidades de que se hiciera justicia eran mínimas, prácticamente inexistentes) en un recurso para generar altos ingresos, es decir, en un negocio sin principios y sin ética, lucro.
Igual que en el caso de Anabel Hernández, la defensora de víctimas de violencia sexual perpetrada por delincuentes paidófilos o por misóginos, convirtió lo que fue una actividad muy valiosa en un negocio muy lucrativo. En un momento dado, nuestro primer mandatario actual mostró cariño y afecto hacia una niña pequeña en un evento público y Lidia Cacho se dirigió a él (en una red social) haciendo un llamado (exigencia) a que no hiciera daño a esa pequeña. Usó las palabras “con los niños no”. Ese acto fue una vileza incalificable, pues el señor presidente había mostrado afecto de una manera absolutamente correcta y lo que había hecho no tenía ninguna relación con abuso de ningún tipo.
Anabel Hernández intentó presentar de manera oficial en fecha reciente un libro de su autoría, en que difama a nuestro primer mandatario, presentando su prosa infame, intentando destruir el buen nombre de un hombre ejemplar. Nadie asistió al evento y Anabel culpó al hombre al que intentó perjudicar de haber organizado un sabotaje contra ella y su labor informativa, ejemplar, según ella.
Esto son dos ejemplos de personas que empiezan bien, con una labor encomiable, cuyo origen podría tener relación con sus mismas historias de vida, es decir, es posible que su motivación para denunciar actos indebidos y delitos sea haber sido víctimas de ese tipo de violencia perpetrada por individuos que detentaban mucho poder, mientras que sus víctimas eran muy vulnerables porque carecían de recursos y se esperaría que se resignaran a vivir en la indefensión.
Así, lo que comenzó muy bien, como algo digno de admiración, se convierte en algo absolutamente incorrecto y esas personas que en principio parecían ejemplares, dan un giro de 180 grados a su postura y se convierten en agresores, de víctimas pasan a ser victimarios. ¿Qué las lleva a hacer algo así? La ambición, hacerse de recursos económicos muy cuantiosos.
Parecería innecesario decir que eso resulta muy dañino para un número de personas difícil de determinar, pero quienes perpetran esas malas acciones se destruyen a sí mismas.
¿Y a qué viene todo esto?
Pensé en la muy alta probabilidad de que esa psicóloga a la que encontré en un servicio de orientación emocional vía telefónica hace ya más de cinco años (al comenzar el año 2019) y reencontré en enero de 2022 en una asociación civil de falsa filantropía esté haciendo algo similar a eso. No sé mucho sobre ella, pero de nuestra interacción vía telefónica (que yo agradecí en todo lo que vale) creí percibir que ella mostraba una sensibilidad, empatía y solidaridad hacia personas que fueron objeto de violencia sistemática parental (es mi caso) y eso les afectó en gran medida (al grado que puede arruinar o destruir a la víctima) porque tal vez ella fue víctima de violencia intrafamiliar grave e incluso sexual perpetrada por alguien muy cercano a ella.
Si esas suposiciones fueran acertadas, la motivación de Cecilia habría sido una manifestación de la mayor riqueza de que un ser humano puede echar mano, convertir su sufrimiento en energía positiva para ayudar a otras personas que sufren, en lugar de ir por la vida llevando una furia de intensidad homicida, buscando a alguien a quien violentar, aunque ese objeto de su violencia no tenga ninguna responsabilidad en lo que alguien más le hizo.
Me llama mucho la atención que habiendo egresado de su licenciatura en psicología en el año 2004, haya estudiado varias especialidades (la primera en Terapia Cognitivo Conductual, específica para tratar una patología grave, el Trastorno Límite de la Personalidad) y otras, con muchos diplomados, tienen que ver con violencia grave, del tipo que causa devastación en las vidas de quienes han sido objeto de la misma.
Lo negativo de esto es que Cecilia haya buscado realizar esos posgrados y diplomados en instituciones privadas donde estudian los muy acaudalados, los hijos de las personas que acaparan el capital, que están a favor de la injusticia y la desigualdad social en su máxima expresión porque a ellos les favorece y no les importa que decenas de millones de personas vean convertidas sus vidas en una pesadilla de la que no es posible despertar, o en un infierno; la pérdida de la esperanza.
Parece tener mucho sentido suponer que al igual que Anabel Hernández y Lydia Cacho (dos casos muy representativos), la psicóloga Cecilia pudo haberse dejado seducir por el dinero convirtiendo así algo ejemplar, encomiable, en un generador de ingresos, haciendo del lucro el principio rector de su existencia.
No tengo la seguridad de que Cecilia haya hecho eso, pero todo apunta a que así fue. No quiero sentir furia contra ella, no sé bien qué es lo que siento, tal vez una profunda tristeza porque mis sentimientos hacia ella no cambian y contemplar su autodestrucción resulta doloroso.
Ojalá Cecilia sea capaz de vislumbrar su realidad y haga lo necesario para corregir el rumbo.
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Psicóloga Cecilia, para mí un enigma
Cecilia Bocanegra Mendiola es para mí un enigma. Parece haber creado un álter ego, una joven de origen israelí (sionista, mas no judía) de rostro perfecto y anatomía delgada, de raza caucásica, que viste prendas de ropa de muy alto precio, usa smartphones de alta gama (que frecuentemente usa para tomarse sus selfies) e incluso posa en el interior de una camioneta Town & Country, uno de los símbolos más representativos de la época actual que parece haber alcanzado la cúspide de la decadencia, en que el individuo exhibe su pobreza personal (su miseria) mostrándole al mundo sus adquisiciones.
Entre más tengo, mayor es mi carencia y debo exhibir eso al mayor número de personas posibles.
Yo encontré en Celia Bucay (álter ego de Cecilia Bocanegra Mendiola) a un ser humano excepcional y de pronto descubro que esa identidad es falsa, y ella desea integrarse a una comunidad de supremacistas blancos (que quebrantan las enseñanzas de su deidad, su poder superior en grado superlativo) usando una máscara y un disfraz.
Qué compleja puede ser la psiquis de un ser humano. ¿Qué motiva a Cecilia Bocanegra Mendiola, la ambición, deseo de poseer bienes materiales? De ser así, ¿cuál sería el origen de eso, una enorme pobreza interior?
Cecilia Bocanegra Mendiola debe haber convivido con integrantes de la comunidad sionista y maestros y alumnos de universidades donde quienes atesoran un carácter anal acumulativo (la mayor de las pobrezas que puede aquejar a un ser humano) mandan a estudiar a su descendencia.
El Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) recibió mucho dinero del erario (desvío de recursos, delito en extremo lesivo para gran parte de la población del país, en particular quienes han vivido en la mayor precariedad económica) durante el sexenio del gobierno federal entre los años 2012 – 2018, y ahí da clases una mujer que se ha dedicado a exhibir su descomposición y su depravación en medios masivos de comunicación, esto es, televisión, radio, y escribe en uno de los diarios que proyectan la mayor podredumbre a la que se puede llegar. Denise Dresser se destruye a sí misma y su desintegración mental y emocional es exhibida con la mayor impudicia, lo cual parece explicar por qué en otras épocas de la historia los enfermos psicóticos eran vistos como poseídos y se intentó abordar el asunto con exorcismos y otros medios bárbaros y salvajes al interior de una institución religiosa que ya había alcanzado su mayor decadencia.
Cecilia Bocanegra Mendiola se ha vinculado también con una universidad para millonarios fundada por uno de los más grandes criminales engendrados por la cultura a la que ella pertenece. Un sacerdote pederasta que violentó sexualmente a cientos de niños que jamás se recuperaron e incluso hubo quienes acabaron arruinados o poniendo fin a sus vidas.
Esta terapeuta ha trabajado durante años en una asociación civil de falsa filantropía que opera con recursos de una mujer que es hija de un magnate (ya fallecido) y pertenece a ese pequeño porcentaje de la población que acapara el capital y se opone con toda su energía a que se combata la injusticia y la desigualdad social.
La filantropía sirve para lavar las reputaciones de los archimillonarios y para deducir impuestos, cuando de por sí se reservan el derecho de evadir impuestos e incluso maniobran para recibir subsidios.
Quienes acaparan el capital son personas crueles, despiadadas, que pretenden elevar la injusticia a su máxima expresión y ahí se gestan los mayores problemas de violencia, la delincuencia común y la delincuencia organizada siendo lo más representativo de esto.
Esos magnates incurren en la mayor depravación humana y en sus orgías abusan sexualmente de niños de ambos sexos, los violan, pagan a trabajadoras sexuales para que orinen y defequen encima de ellos —incluso sobre sus rostros— (escatología), realizan actos sexuales con animales (zoofilia), con cadáveres (necrofilia) e incluso practican antropofagia (canibalismo).
¿Por qué aspira Cecilia Bocanegra Mendiola a integrarse a las personas más horrendas que pueden existir? Ella es inteligente, su preparación académica es de primer nivel y por ello su orientación destructiva parece incomprensible.
La comunidad sionista apoya al estado genocida que comete limpieza étnica en Palestina.
¿Por qué busca Cecilia Bocanegra Mendiola integrarse a personas que parecen ángeles caídos sacados de la obra de John Milton?
Supremacistas blancos, como los miembros del Ku Klux Klan en el sur de los Estados Unidos y el Nacional Socialismo —nazismo— compuesto por miembros de la clase media baja en Alemania hace menos de 100 años parecen inspirar al sionismo, y una mujer que aparentaba llevar consigo una enorme riqueza, pareciera haberse planteado como objetivo descender a la mayor de las miserias humanas.
Esto resulta para mí incomprensible
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Terapeuta Cecilia, un ser humano excepcional - Primera parte
Encontré a un ser humano excepcional hace más de cinco años (al comenzar el año 2019), que se identificó con el nombre Celia Bucay, perdí el contacto con ella en marzo de ese año, se reanudó tres años más tarde (a partir de 2022) y terminó en enero de 2024; esto dio lugar a un duelo, la tristeza me ha abrumado y buscando información sobre ella (esporádicamente, pues me he hecho el propósito de no dejarme dominar por la obsesión, el síntoma más problemático de mi neurosis) descubrí de pronto que ese nombre con que la conocí y la traté durante un largo periodo de tiempo, es un pseudónimo, su nombre es otro.
Descubrí el nombre de esta dama y encontré mucha información sobre ella en la red, no solamente su nombre real y su lugar de origen, sino que (esto es una suposición) el año de nacimiento que ella me dio no es tal, a menos que haya egresado de su licenciatura en psicología con 20 años de edad, incluso 19, pues dice haber nacido en el penúltimo mes (noviembre) del año 1984.
Parece muy probable (casi seguro) que en esa asociación civil —de falsa filantropía, Fundación Origen— las psicólogas que ahí laboran usen pseudónimos por razones de seguridad, la eventualidad de que alguien se interese en ellas de una manera insana y ponga en riesgo su seguridad.
Cuando conocí a Cecilia en otro recurso de ese tipo, orientación emocional vía telefónica (que tenía el mismo origen, la vinculación entre la dueña de la asociación civil de falsa filantropía con políticos muy corruptos en una delegación de la capital de mi país), durante la primera llamada, al iniciar nuestra comunicación identifiqué el tipo de preguntas que “Celia Bucay” me hacía y entonces le pregunté –¿Cuentas con una formación en psicoanálisis?
Su respuesta fue afirmativa.
En la información que encontré en la red aparecen varias especialidades, pero no una en psicoanálisis. Me llamó la atención que cuenta con una especialidad en Terapia Cognitivo Conductual, específica para la neurosis que me ha aquejado, el Trastorno Límite de la Personalidad, de lo cual ella jamás me informó. Pero, como decía, Cecilia Bocanegra Mendiola (ese es su nombre) cuenta con varias especialidades y muchos diplomados, lo que indica que durante 20 años ha pasado mucho tiempo estudiando y esa actividad ha resultado a todas luces excesiva.
Lo mismo sucede con su trabajo. En la última llamada con “Celia Bucay”, en enero de este año 2024, ella me dijo “(yo) trabajo en varias asociaciones civiles”. Eso me preocupó, pues me había enterado que trabajaba turnos muy largos en esa asociación civil donde me había reencontrado con ella durante el año 2022, y puesto que no es su único empleo, eso indica que su actividad es excesiva; parece tener sentido suponer que Cecilia Bocanegra Mendiola no descansa jamás, pues incluso si se toma un día de asueto, dedica tiempo a asuntos relacionados con sus actividades en el ejercicio de su profesión.
Habiendo leído sobre psicología e incluso sobre psicoanálisis, he aprendido sobre la naturaleza humana y puedo identificar ciertas conductas y posturas ante la vida que asumen personas aquejadas por problemas difíciles de abordar y resolver. Parece evidente que Cecilia Bocanegra Mendiola ha convertido su trabajo en un mecanismo de evasión, pues hay algo en su historia de vida que le ha dañado mucho y el sufrimiento resultante ha sido muy severo, lo sigue siendo y es de tal magnitud que ella se provoca agotamiento para anestesiar ese sufrimiento psíquico.
Soy capaz de identificar eso porque (como decía antes), he leído sobre psicología y psicoanálisis, y porque siendo hijo de padres muy destructivos, habiendo vivido en mi infancia, adolescencia y juventud en un infierno de violencia (por ello desarrollé una neurosis muy grave), convertí la actividad física —la práctica de un deporte, sin tener conciencia de ello, por supuesto— en un mecanismo de evasión y siendo un hombre muy joven (en la década de mis años 20s) comencé a provocarme agotamiento físico para anestesiar un sufrimiento psíquico tremendo, algo que hasta el momento (con 60 años de edad) no he resuelto, pero la consecuencias nunca han sido graves.
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Algo de esa psicóloga que consideré excepcional, me inquietó
¿Por qué Cecilia se ha vinculado con el genocida estado de Israel?
Ella es inteligente, cuenta con muchos estudios, una licenciatura en psicología, al menos una maestría y muchos diplomados. Observando su cuenta de F Book, me di cuenta de que sabe escribir correctamente (algo poco común en nuestra cultura, una de las más analfabetas de todo el mundo) y no entiendo cómo podría ignorar que el sionismo es lo más representativo de la destructividad humana en la época actual. Me he referido a los sionistas como “modernos nazis de Sion”; lo cual no es ninguna exageración, pareciera que convirtieron a Hitler en su Poder Superior.
En su cuenta en la red social Instagram, y en Threads, Cecilia Bocanegra Mendiola usa el pseudónimo Celia Bucay y coloca como avatar imágenes de un rostro y una anatomía que no corresponden con su rostro y su anatomía. ¿Qué pretende?
Los sionistas en mi país son parte del pequeño porcentaje que acapara el capital (muchos de ellos). El judaísmo no les interesa en lo más absoluto y su dedicación a actividades religiosas es solamente una farsa, que llevan a cabo para conseguir objetivos de índole económica.
Si Cecilia Bocanegra Mendiola se ha dejado seducir por el dinero, parece razonable suponer que su motivación es de índole económica; otra cosa parecería incomprensible.
Una vez más, no siento furia contra ella, contra Cecilia Bocanegra Mendiola, encontré en ella a una mujer con capacidades intelectuales formidables, a la par con su capacidad para sentir empatía y solidaridad con alguien que sufre. Ojalá corrija el camino y encuentre la senda de la virtud, la única que conduce a un ser humano hacia una vida en plenitud.
Le deseo lo mejor
#cecilia bocanegra mendiola#celia bucay#fundación origen#falsa filantropía#asociación civil#sionismo
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La psicóloga que consideré excepcional, fin del asunto - Primera parte
La ausencia de mi madre octogenaria ha sido benéfica para mí, regresará pronto, pasado mañana, martes. Hoy realicé a temprana hora, actividades importantes que implicaban ciertos riesgos, por tener que subir a techos de poca altura, pero sin una escalera. Debía retirar materia vegetal que cae de un árbol y obstruye los desagües, y cortar unas ramas de ese árbol para que no siga sucediendo eso.
Hacer eso resultó satisfactorio porque sentí mi aptitud física, a una edad avanzada, al inicio de la séptima década de mi vida. Había despertado una hora antes sintiendo una profunda tristeza por la ausencia en mi vida de esa psicóloga a la que encontré en un recurso de atención telefónica hace cinco años (al comenzar el 2019, en Línea Háblalo), mismo que desapareció poco tiempo después, pero al hacer uso de otro recurso de ese tipo (orientación emocional vía telefónica) me enteré de que ella se encontraba ahí.
Usaba un pseudónimo (algo que tal vez hace todo el personal que ahí labora, en Fundación Origen), un nombre parecido al suyo y un apellido judío. Tuve la oportunidad de hablar con ella a mediados de 2022, ella sabía quién era yo, le expresé lo afortunado que era para mí volver a encontrarla, la comunicación fue escasa y continuó a principios de 2023, se interrumpió durante muchos meses y… el resto es historia.
En esa asociación civil de falsa filantropía bloquearon mis números telefónicos (celular y fijo) porque yo no acepté agresiones de afeminaditos que me agredieron negándome la atención, argumentando “en este turno no hay psicólogas” o “habrá que esperar al siguiente turno, no hay psicólogas disponibles”, y agresiones de psicólogas (sexo femenino) que no están aptas para ejercer, etc.
Pronto me enteré de lo que son esas asociaciones civiles cuyos dueños son magnates y similares, parte de quienes acaparan el capital y amasan fortunas obscenas, mientras muchos millones de habitantes caen en la miseria y esos acaudalados lavan su reputación con su falsa filantropía y al mismo tiempo deducen de impuestos lo que les cuestan sus asociaciones civiles para pagar casi nada al fisco; algo verdaderamente perverso.
En fecha muy reciente, algo hizo posible que me percatara que el nombre de esa psicóloga que me cautivó no es Celia Bucay, sino Cecilia Bocanegra Mendiola y la información que ella me había proporcionado sobre su persona (además de su falsa identidad) no coincide con lo que es ella. Incluso tiene una cuenta en Instagram y otra en Threads (vinculadas entre sí) en los que los avatars presentan un rostro o una figura (anatomía) muy diferente al de la persona real; es decir, las imágenes de Celia Bucay (pseudónimo) son muy diferentes a las de la persona real, Cecilia Bocanegra Mendiola, coordinadora de la Calidad en Fundación Origen.
¿Qué dice eso de ella, de esa psicóloga, que presenta al mundo la identidad de alguien muy diferente a ella?
De las imágenes que encontré en la red, solamente puede verse su rostro y muy poco de su anatomía, pero es fácil percibir que presenta sobrepeso o tal vez obesidad en una medida no despreciable, algo que haría falta tomar en cuenta pues las afectaciones a la salud suelen ser severas y pueden provocar un deterioro a la salud que lleve al individuo a una tumba prematura, afectando gravemente la calidad de vida mientras llega a su fin.
Al despedirme de ella (en enero pasado), enviándole una misiva a una dirección de correo electrónico que “Celia Bucay” me había proporcionado (de la asociación civil), “calidad @ origenac.org” le expresé (ignorando que en realidad me estaba dirigiendo a Cecilia Bocanegra Mendiola) mi preocupación por su actividad laboral excesiva, diciéndole que trabajar demasiado destruye la salud física y mental, mencionando como muy probables eventos catastróficos un infarto agudo de miocardio o un accidente cerebrovascular. De su sobrepeso/obesidad, parece altamente probable que esa mujer viva consumiendo azúcar (sacarosa), bebidas azucaradas, refresco, tal vez refresco negro (Coca Cola y similares) y alimentos ultraprocesados, comida rápida, etc., mismos que destruyen la salud, lo cual equivale a destruir la vida, un acto de suicidio.
Aquí sería buena idea hacer una observación: la azúcar (sacarosa), por ser pegajosa, causa todo tipo de alteraciones en el organismo, principalmente en la digestión, son calorías vacías (no aportan ningún nutriente) y es necesario evitar su consumo, incluso si se tiene un gasto calórico muy alto (como sería el caso de quienes practican deportes de fondo, dedican muchas horas diarias al entrenamiento). Por ser pegajosa, se forma una capa en el colon y al pasar la materia fecal, parte se queda y parte es excretada por el organismo (mediante la defecación, por supuesto). Esa materia fecal que queda en el interior puede provocar cáncer en el colon, pero aunque no sucediera eso, resulta indeseable que quede porquería adentro en lugar de ser eliminada en su totalidad.
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Concluir el asunto de esa dama que cautivó mi corazón - Segunda parte
Parece tener sentido suponer que personal de esa institución de podredumbre donde trabajó esa psicóloga delincuente que se involucró conmigo en un romance telefónico y se le obsequió toda la impunidad del mundo, ha enviado información sobre mí a Fundación Origen —asociación civil de falsa filantropía— y esa psicóloga de nombre Cecilia Bocanegra Mendiola (usando un pseudónimo, Celia Bucay), participó en el intento de tenderme una trampa para que yo enviara (vía correo electrónico) evidencia de ilícitos cometidos para poder proceder jurídicamente en mi contra y así perjudicarme, no conformes con el sufrimiento que me provocó lo que sucedió a partir de que esa psicóloga faltó a la normatividad, delinquió contra mí y puso en peligro mi integridad y mi vida. .
Había mencionado antes que durante el año 2022, en una de las pocas ocasiones en que hablé con “Celia Bucay” y le pregunté si podía buscarla una vez por semana (vía telefónica, por supuesto) ella me respondió afirmativamente, pero procedió a explicarme que el asunto podía complicarse en cierta medida. La persona que contestara la llamada podría decirme algo así como Cecilia está dando una plática…, cosas así. Me llamó la atención que cada vez que mencionó su nombre, sonó como “Cecilia” y no como “Celia”.
En enero de 2023, Celia me dijo su fecha de nacimiento, 22 de noviembre… Tiempo después me topé con que ese día se celebra a Santa Cecilia y este tipo de detalles quedaron en mi mente.
Hace dos o tres días, me topé de pronto con que una personalidad de los medios de comunicación mencionó a una psicóloga de nombre Cecilia Bocanegra Mendiola, coordinadora de la calidad en Fundación Origen y vinculé este dato con que Celia me había proporcionado como dirección de correo electrónico [email protected]
Revisé la información de esta psicóloga, Cecilia Bocanegra Mendiola y encontré que había trabajado para una instancia sionista en nuestro país, había estudiado en la universidad pública más grande de nuestro país y de toda América Latina (eso sí coincidió con lo que ella me había dicho) y y había estudiado diversos diplomados en una de las instituciones de gente pudiente, de los que acaparan el capital en este país, Universidad Anáhuac (creación de un sacerdote católico criminal, Marcial Maciel con sus Legionarios de Cristo, a quienes Bernardo Barranco ha dado por llamar depredadores sagrados), y esa psicóloga ha participado en actividades de el INSTITUTO TECNOLÓGICO AUTÓNOMO DE M (ITAM), cosas así.
Me impresionó lo que pude ver en esa red social F Book sobre ella, lo que publica, su postura ante la vida, y mis sentimientos hacia ella (admiración y afecto) no disminuyeron, sino lo contrario.
De nuestras llamadas telefónicas pude enterarme de asuntos muy importantes. Uno, se maneja el abuso sexual como perpetrado casi exclusivamente por hombres, y “Celia” me comentó que ella sabía de varios casos de pacientes del sexo femenino que padecían trastorno bipolar o esquizofrenia y habían sido víctimas de abuso sexual perpetrado por personal médico femenino, enfermeras y médicos psiquiatras.
Por principio de cuentas, esos diagnósticos como trastorno bipolar y esquizofrenia, frecuentemente se hacen mal con toda intención, es decir, no son errores, sino actos deliberados de mala práctica médica y mucho tiempo después (en enero de 2024, la última vez que hablé con Celia Bucay) me enteré que muchas mujeres abusan sexualmente de sus hijos varones. Eso me sorprendió y me trajo a la memoria dos incidentes de mujeres que conocí en diferentes épocas de mi vida, que se bañaban con sus hijos varones cuando estos ya no eran bebés, disfrutaban contemplando la desnudez de sus hijos y exhibiendo ante ellos la desnudez propia. Puse eso por escrito y se lo envié a Celia Bucay a esa dirección de origen.org que ella me había proporcionado.
Ahora me pregunto, ¿qué habrá movido a esa mujer, sea cual sea su nombre, a estudiar psicología y múltiples diplomados y postgrados enfocándose en ayudar a víctimas de violencia?
Parece razonable suponer que muy probablemente ella fue víctima de ese tipo de violencia, abuso sexual, incluso violación perpetrada por alguien muy cercano a ella.
Si esa suposición fuera acertada, esa mujer habría echado mano de la mayor fortaleza que hay en un ser humano, siendo capaz de evitar lastimar a otras personas (algo que muchas víctimas de violencia no pueden evitar, la inmensa mayoría se convierten en personas violentas y frecuentemente peligrosas siendo el origen de ello el enorme sufrimiento resultante de esa violencia de que fueron objeto).
Estos últimos días han sido difíciles, nada nuevo para mí, pues mi vida ha sido difícil prácticamente desde que llegué al mundo. Sé bien que no voy a volver a entablar ningún tipo de comunicación con esa dama, esa psicóloga que apareció en mi vida hace más de cinco años y me impresionó por su formidable nivel intelectual y por su capacidad para escuchar y ayudar, sentir empatía y solidaridad. Eso me hace sentir tristeza, pero como dice el adagio, mientras haya vida habrá esperanza.
Adiós, Celia, Cecilia, o como quiera que te llames.
Tú sabes lo que siento por ti
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Resignación, movimiento que rige al Cosmos y una rosa blanca
No tengo la seguridad de que esa joven psicoanalista a la que me he referido en varias entradas en este y otros blogs sea la persona con la que me topé en la red, cuyo nombre no sería Celia, sino Cecilia, su apellido paterno empezaría con la misma letra consonante (B), etc., pero la probabilidad parece muy alta.
Le eché un vistazo a su cuenta de Facebook (de Cecilia Bocanegra Mendiola) y me llamó la atención que cuenta con muchísimos estudios, y me sorprendió su nivel intelectual, en particular su capacidad para plasmar ideas mediante la palabra escrita, su vocabulario e incluso su ortografía; que incluso parecen formidables, mejor que mis talentos, poco comunes (me disculpo si esto suena a pedantería).
La tristeza que deriva de la imposibilidad de establecer algún tipo de relación con esa dama —a la que yo considero excepcional— quien quiera que ella sea, sigue presente, pero ahora identifiqué algo más; mi inseguridad porque habiendo terminado mi juventud e incluso mi edad madura, habiendo comenzado la séptima década de mi vida, parezco no haber logrado nada, si bien esto no es muy exacto y en cambio es un hecho que en ciertos aspectos, haber sobrevivido es por sí mismo una victoria contundente.
Como resultado de ese sentimiento de inadecuación (si bien debo admitir que no genera un sufrimiento tan intenso como en épocas pasadas, no muy lejanas) pensé en mi patología, en la grave neurosis que me afecta, mi trastorno de personalidad y un síntoma siempre presente (y por lo tanto muy problemático), mi pensamiento obsesivo. Eso me trajo a la mente una de las ideas de Erich Fromm, la personalidad improductiva. Creí que se trataba del título de uno de sus libros, pero no encontré la información y en cambio me llamó la atención un archivo pdf de un capítulo de un libro de la autoría de Duane P. Schultz y Sidney Ellen Schultz, titulado Theories of Personality, que dedica uno de sus capítulos a las teorías de Erich Fromm.
Lo imprimiré mañana mismo y lo leeré a fondo. La intención es identificar la causa de la improductividad que me aqueja, qué hay en mi psiquis, qué me impide continuar, seguir adelante, si he superado obstáculos formidables y haber vencido a ese psicópata que me acosó laboralmente durante cuatro años representa una victoria definitiva no solamente sobre él, sino también sobre otros narcisistas malignos que intentaron arruinarme o incluso aniquilarme y ello ha dado lugar a que cobre conciencia de que enfrenté la abrumadora adversidad que la vida me deparó con un valor y una determinación poco comunes y en la actualidad, cuando he iniciado la séptima década de mi vida, esos elementos se combinan con otros y hacen de mí un hombre excepcional en ciertos aspectos. Esta vez no me preocupa si esa afirmación suena a pedantería o incluso a narcisismo patológico, pues sé bien que no es tal cosa y no debe importarme la posible interpretación errónea de quienes lean mi prosa.
Al comenzar este año (del que ha transcurrido casi la mitad), intensifiqué aún más mis esfuerzos físicos (actividad deportiva), el cansancio se incrementó acordemente —con el dolor muscular y óseo asociados — elevé mi de por sí alta ingesta calórica y en apariencia, el descanso, el sueño.
Todo esto ha dado lugar a cambios favorables en mi apariencia. Mi peso corporal parecería bajo (65 kg con 1.78 m de estatura), pero el índice de masa corporal es 20.5 se encuentra dentro del intervalo que se considera saludable (de hecho óptimo) y mi organismo parece funcionar como si hubiera rejuvenecido un par de décadas.
Tal vez se deba a ello esa extraña tranquilidad, sentir que he superado condiciones de precariedad que pusieron en peligro mi existencia porque provocaron un sufrimiento psíquico terrible, dieron lugar a que perdiera (en dos ocasiones) la voluntad para seguir adelante y me convirtieron en un autómata cuya única motivación en la vida sería vengarme de quienes me hicieron daño.
Mi actividad deportiva implica un esfuerzo que pocos hombres pueden realizar (muchos caerían desfallecidos o muertos al cabo de unos minutos si fueran sometidos a una prueba de ese tipo) y representa una potente manifestación de mi libido, mi energía vital. La locomoción específica de esa actividad implica dos tipos de movimiento que rigen la dinámica del Cosmos: rotación alrededor de un eje fijo (que describe una trayectoria circular) y traslación, cuya combinación da lugar a un movimiento extremadamente complejo que para poder comprender hace falta analizar cada movimiento por separado, sumando las observaciones mediante el “principio de superposición”.
La interrogante obvia sería, ¿qué tiene que ver eso con la actividad deportiva citada? No resulta fácil responder a esa pregunta, pero debo decir que los efectos de esa manifestación de mi energía vital (favorables, evidentes en mi apariencia física), en combinación con otras características consideradas deseables (un nivel intelectual – cultural adecuado) lastimó en gran medida la psiquis de narcisistas malignos, derivó en furia homicida y dio lugar a violencia perpetrada por esos canallas, cobarde, a mansalva, contra mi persona, hallándome en una situación de vulnerabilidad extrema y de indefensión.
Pese a los estragos resultantes de esos actos de vileza, fui capaz de seguir con mi vida y esa actividad en solitario, el uso frecuente (casi cotidiano) de mi velocípedo durante periodos de tiempo muy prolongados (meses y años) generó esas dinámicas de movimiento que rigen el del Universo y de alguna manera (que no puedo definir, explicar), al fortalecerme en lo físico, en lo mental y en lo emocional, fui capaz de evitar la catástrofe que habría puesto fin a mi vida, o como mínimo la habría arruinado.
Cuando esos antagonistas canallas —narcisistas malignos— me atacaron con furia homicida, iniciaron una pelea a muerte. He vencido, ellos han sido derrotados y (lo sepan o no), han iniciado su destrucción, cuya aproximación percibieron sin ser capaces de identificarla y el horror a que eso dio lugar convirtió su realidad en un infierno, todavía en vida.
El que no ha muerto todavía, implora piedad a quien considera su verdugo, incapaz de darse cuenta de que ese hombre al que atacó con saña, cobardemente y a mansalva, no es su verdugo y fue él quien se dio a la tarea de auto inmolarse.
Nadie puede escapar de sí mismo.
Adiós, antagonistas infames. No sé si me daré permiso de celebrar sus decesos, y tal vez al cabo de un tiempo cultive una rosa blanca para cada uno de ustedes si eso fortalece ese corazón mío que ustedes no pudieron arrancarme.
Este último párrafo está inspirado en ese bello poema de José Martí, Cultivo una Rosa Blanca
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Descubrir algo sobre una mujer que cautivó mi corazón - Segunda parte
Ahora que han pasado cinco meses y medio desde aquella última llamada con Celia Bucay, he seguido pensando en ella y la tristeza no ha disminuido.
Al escribirle para despedirme de ella (a esa dirección de correo electrónico que ella me proporcionó) le expresé mi inquietud sobre su vinculación con el estado sionista que ha cometido crímenes de lesa humanidad desde 1948, cuando comenzó a arrebatarle su territorio a los palestinos, refiriéndome a los israelíes como “modernos nazis de Sion”.
Hoy lunes 26 de junio del año en curso, hice una búsqueda en internet (en Chrome, pese a que se ha convertido en una porquería, la “inteligencia artificial” ha arruinado este buscador en mayor medida que a otros) y encontré a una psicóloga de nombre Cecilia Bocanegra Mendiola, y en su información, que ocupa un puesto que tiene que ver con “calidad” en Fundación Origen, y entre sus antecedentes laborales, que trabajó en un organismo que ofrece atención en salud mental a miembros de la mal llamada “comunidad judía” en este país, que en realidad es una comunidad sionista, vinculada con el criminal estado de Israel.
Entonces casi tuve la seguridad de que Celia Bucay es un pseudónimo, y el verdadero nombre de esa psicóloga que me cautivó es Cecilia Bocanegra Mendiola, originaria de Guadalupe, Nuevo León. No tengo la seguridad (como decía antes) de que se trate de la misma persona, pero el nombre Cecilia, vinculado con la supuesta fecha de nacimiento de Celia Bucay (22 de febrero de 1984) y el hecho de que coordine la “calidad” en esa asociación civil de falsa filantropía, me indica que es casi una certidumbre que Celia Bucay no existe (pese a contar con un perfil en Instagram) y el nombre real de esa dama que cautivó mi corazón es Cecilia Bocanegra Mendiola.
Había señalado en entradas anteriores en este blog que en una institución pública de atención en salud mental en la entidad donde vivo, han intentado hacerme daño porque hace 16 años, una empleada faltó a la ética, hizo algo incorrecto conmigo, incurrió en conductas delictivas (poniendo en peligro mi integridad e incluso mi vida), se le obsequió toda la impunidad del mundo, y yo me encargué de que enfrentara consecuencias por lo que hizo.
En esa institución pública de salud mental (que nunca cumplió su función y está por desaparecer o fusionarse con otro organismo prestador de servicios de salud) se ha violado la ley de datos personales y han enviado información sobre mí a diversos lugares; a la empresa donde trabajé y fui despedido en agosto de 2021, a otras secretarías de salud de otros estados de la república, y a asociaciones civiles como Fundación Origen.
Creo que en esa asociación civil de falsa filantropía, Fundación Origen, pretendieron ponerme una trampa para que enviara (vía correo electrónico o tal vez incluso mediante las llamadas telefónicas con la psicoanalista “Celia Bucay”) evidencia de ilícitos cometidos.
Esto podría sonar a paranoia, pero no es tal cosa. Muy a mi pesar, me he convertido en un hombre importante de una forma negativa, porque personas que me hicieron daño pensando que podían salirse con la suya (que no tenían nada que temer de mí), despertaron en mí la firme determinación de hacer lo necesario para que lo que hicieron no quedara impune y por ello esos malos individuos enfrentaron consecuencias graves.
No soy un hombre peligroso, lo que sucede es que no soy inofensivo.
¿Es Celia Bucay el pseudónimo de Cecilia Bocanegra Mendiola, originaria de Guadalupe, Nuevo León? Eso parece altamente probable.
Espero superar este trance difícil y ser capaz de seguir con mi vida.
Adiós, Celia Bucay, Cecilia Bocanegra Mendiola, o como te llames. Mis sentimientos hacia ti (quien quiera que seas) no cambian y te deseo que encuentres la senda correcta que te lleve a vivir en plenitud; mereces ser feliz.
Tú sabes lo que siento por ti.
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Descubrir algo sobre una mujer que cautivó mi corazón - Primera parte
Ha sido triste haberme visto obligado a decir adiós a una persona especial, una psicóloga que creí contaba con una especialidad en psicoanálisis, a quien encontré al comenzar el año 2019 en un recurso de orientación emocional vía telefónica, Línea Háblalo. Su nombre era (supuestamente) Celia Bucay. Hablé con ella durante los primeros tres meses de ese año, dos días por semana, jueves y domingo.
En agosto de 2021 perdí mi empleo (se consumó una enorme injusticia en la inmunda empresa farmacéutica donde trabajé durante seis años, pues fui objeto de acoso laboral y negarme a aceptar la impunidad que se obsequió a mi agresor provocó que se me despidiera sin justificación), busqué recursos de ese tipo, orientación emocional vía telefónica y encontré Fundación Origen.
En enero de 2022, cuando terminaba un seguimiento de ocho llamadas que me brindó una linda psicóloga de nombre Gisela, yo le mencioné aquel recurso que había desaparecido de repente a principios de 2019, Línea Háblalo, y a una psicóloga a la que yo consideré excepcional. Mencioné su nombre, Celia… (se me escapó su apellido) y Gisela preguntó: “¿Bucay?”
Sorprendido yo respondí afirmativamente y me enteré que esa psicoanalista, Celia Bucay se encontraba en ese lugar. Meses más tarde tuve la posibilidad de ser atendido por ella, pero la atención se limitó a tres llamadas y tal vez hablamos en otras dos o tres ocasiones antes de que terminara ese año, 2022.
A principios de 2023, Celia y yo reanudamos nuestra comunicación esporádica y ella me ofreció atenderme en jueves. Cuando me explicó la complejidad de sus funciones, se valió de un discurso en el que simulaba que otra persona (alguna compañera) me comunicaba que “Cecilia” estaba ocupada dando una plática, algo así; intentaba decirme, por supuesto, que podría no estar disponible en el momento en que yo la buscara. Me llamó la atención que al mencionar su nombre, en varias ocasiones, no sonó como “Celia”, sino como “Cecilia”.
Ella me compartió información como su fecha de nacimiento, y ya en el año 2024, encontré con que el 22 de noviembre se celebra a Santa Cecilia. Eso me trajo a la mente lo que menciono en el párrafo anterior, y me llamó mucho la atención. Pensé en la posibilidad de que ella y otras compañeras de Línea Háblalo, usen pseudónimos, ante la posibilidad de ser víctimas de algún tipo de acoso perpetrado por usuarios problemáticos, lo cual las pondría en riesgo, por supuesto.
En enero de 2023, Celia me dio una dirección de correo electrónico para que le escribiera sobre cualquier tema que pudiéramos tratar cuando la buscara vía telefónica. Le escribí un par de correos, despidiéndome de ella en el segundo correo y un domingo, el último de febrero de ese año, pedí que se me comunicara con una supervisora porque uno de los afeminados que ahí laboran me había negado la atención, como había sucedido antes, diciendo “en este turno no hay psicólogas”.
Para mi sorpresa, Celia Bucay se encontraba haciendo labor de supervisión ese día (último domingo de febrero de 2023) y hablamos durante un tiempo aproximado a una hora. Eso fue afortunado para mí y me cautivó otra vez esa joven tan inteligente, tan competente y tan empática y humana.
El domingo siguiente, primer fin de semana de marzo de 2023, otro afeminado volvió a agredirme negándome la atención. Pedí otra vez que se me comunicara con alguien de supervisión y la tipa que me atendió se comportó como una mujer indecente en extremo, saboteando mi discurso para provocar frustración, enojo y acusarme de estarle levantando la voz, faltándole al respeto. Me dijo que se me retiraba el servicio, el resto es historia.
El viernes 12 de enero del año en curso, 2024, hablé con Celia Bucay y la llamada se prolongó durante unos 90 minutos, más del doble de lo asignado a la atención, 40 minutos. Fue una experiencia extraordinaria y ese día fui feliz. Sin embargo, en los días que siguieron, al intentar comunicarme fui agredido por una tipa de nombre Renata Millán (que ya había hecho eso en varias ocasiones) y entonces decidí dejar de usar ese recurso de orientación emocional de Fundación Origen y así se los hice saber.
Eso dio lugar a un duelo, pues había encontrado en Celia Bucay a una persona excepcional, le había propuesto que hiciéramos amistad (lo cual rompería la relación terapéutica para siempre), algo que ella rechazó, pero contar con su atención sería para mí muy afortunado.
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Lección dolorosa en relación con una terapeuta - Segunda parte
Cecilia aspira también a adquirir un automóvil de precio elevado, rinde culto a las máquinas y al automotor —una de las manifestaciones más representativas de la necrofilia, el amor a la muerte, y al mismo tiempo del neoliberalismo que no produce ciudadanos, sino consumidores— intentando tal vez superar sus sentimientos de inadecuación por hacerse tanto daño a sí misma, cuya señal más evidente es el daño a su salud física, muy visible en su deformidad anatómica, la obesidad que la aqueja y daña su salud lenta e inexorablemente conduciéndola a una pérdida muy severa en su calidad de vida y a una tumba prematura.
Cuando esa asociación civil (de falsa filantropía) me fue útil, sentí gratitud y afecto (algo natural, correcto) por las psicólogas que me atendieron. Ahora que he descubierto que esa y otras muchas asociaciones civiles son una farsa, simulación, que no pretenden ayudar a nadie y en cambio su objetivo es lavar la reputación de sus dueños (magnates que se opone con toda su energía a que se combata la injusticia y la desigualdad social por creer que a ellos les favorece) y muchas de las mujeres que integran esas asociaciones civiles son Whitexicans, el afecto y la gratitud que una vez sentí se han convertido en profundo desprecio.
En las imágenes que publican en diferentes espacios en la red (como en la red social Instagram), aparecen mujeres de fisonomía Whitexican, todas de piel muy blanca (no aparecen personas de piel oscura, morena en sus diferentes tonalidades), todas llevan el pelo teñido (a menos que de manera natural su color sea castaño o incluso rubio) y visten prendas de moda, como pantalones muy ceñidos al cuerpo (tipo malla) y zapatos deportivos, algo aberrante e idiota, pues el trabajo en oficina no implica actividad deportiva y es simplemente una de esas modas que siguen las personas de mentalidad cordero descerebrado.
Cecilia se ha vinculado además con instituciones educativas (universidades privadas) donde los muy acaudalados mandan a estudiar a sus hijos. Una de ellas es creación de uno de los canallas más grandes en la historia de la iglesia católica, un psicópata pederasta de nombre Marcial Maciel (al que Bernardo Barranco se ha referido a lo largo de muchos años, lo menciona en su libro “Depredadores Sagrados”) que abusó sexualmente y violó a decenas de niños y fue protegido por el Vaticano —institución delincuencial por derecho propio desde el s. XI, es decir, hace prácticamente mil años—.
La otra institución de ese tipo es el Instituto Tecnológico Autónomo de México, ITAM, que en gobiernos federales pasados recibió mucho dinero del erario y donde da cátedra una mujer atroz de nombre Denise Dresser, que se ha dedicado a exhibirse con la mayor impudicia y depravación de que ha sido capaz, destruyéndose a sí misma. En este momento esa mujer tiene un pie y medio en la locura y un final trágico podría estar muy cerca ante el buen desempeño del mejor gobierno que ha tenido este país en toda su historia, al que ella se dedicó a atacar con toda su energía y al fracasar (como sería de esperar) se arruinó a sí misma, algo que resulta natural e inevitable.
Sentí mucho afecto y gratitud por Celia Bucay, si bien me llamó la atención y me preocupó su vinculación con el genocida estado de Israel —a quienes he dado por llamar modernos nazis de Sion— y ahora que he descubierto que esa persona no existe, y a quién está detrás de esa identidad apócrifa, siento una profunda decepción y tristeza, pues pese a todo, percibo en Cecilia Bocanegra Mendiola a un ser humano con un gran potencial, que ha equivocado el camino, pero no parece llevar consigo ruindad ni el deseo consciente de lastimar a nadie, ni siquiera a sí misma.
Deseo de todo corazón que sea capaz de identificar todo lo que no es congruente con su filosofía de vida y modificarlo, pues solamente así será posible que evite acabar de destruirse a sí misma, dañando a otras personas en el proceso.
Ojalá lo haga
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Observaciones sobre esa terapeuta a la que llevo en mi corazón – Primera parte
Encontré en esa psicóloga de nombre Cecilia (a quien me he referido en las últimas entradas de este blog) a una persona excepcional, si bien no conocía su verdadera identidad, porque ella usaba una identidad alterna e incluso su fecha de nacimiento podría no ser la correcta (me la compartió así con toda intención) ni tampoco cuenta con una especialidad en psicoanálisis (como me informó en la primera llamada, hace tiempo ya, en enero de 2019), aunque sí cuenta con una especialidad en Terapia Cognitivo Conductual, específica para un trastorno de personalidad que yo he padecido y casi arruinó mi vida, el límite (TLP).
Esa bella dama me prestaba mucha atención cuando hablaba conmigo —durante el inicio de aquel año ya lejano, 2019— dos noches por semana, jueves y domingo, alrededor de las 22 horas. De pronto, ese recurso desapareció y no tuve siquiera la oportunidad de despedirme de “Celia Bucay”, y como he comentado en entradas anteriores, en enero de 2022 me enteré de que ella se encontraba en una asociación civil de la que yo había hecho uso de un servicio de orientación emocional durante los últimos meses de 2021 y hasta ese momento, el primer mes de 2022. Meses más tarde pude hablar con ella (algo muy afortunado para mí) y volví a sentir una conexión de una profundidad que no he experimentado jamás con ninguna otra psicóloga (aunque algunas fueron muy competentes) ni con ningún otro ser humano.
El nivel intelectual de “Celia Bucay” era a todas luces muy alto, y en combinación con su capacidad para sentir empatía y solidaridad con alguien que sufre, hacía de ella un ángel. Sin embargo, en esa asociación civil (falsa filantropía, algo de lo más perverso) se daban dificultades serias (que nadie atendía) por agresiones de su personal hacia mí (no puedo generalizar afirmando que se dan “agresiones hacia el usuario” por razones obvias, aunque eso parece prácticamente seguro) y un día (en enero de 2024) decidí dejar de usar ese recurso, algo muy desafortunado porque pese al indudable progreso que he conseguido, mi realidad sigue siendo difícil y en ocasiones hablar con alguien es lo único que puede mitigar el sufrimiento psíquico intenso que me aqueja.
No pude despedirme de “Celia Bucay” (aunque sí le escribí a la dirección de correo electrónico que ella me había proporcionado un año antes, en enero de 2023) y durante los meses que siguieron, sentí mucha tristeza por perder la oportunidad de seguir interactuando con una persona tan extraordinaria, y por las circunstancias que me obligaron a tomar esa decisión.
En fecha reciente (tal vez un mes), descubrí que Celia Bucay no existe. De momento no diré más, pude deducir quien era la mujer que me cautivó (muy diferente a la que yo tenía en mente), pero eso no cambió mis sentimientos hacia ella.
He buscado información en la red sobre Cecilia Bocanegra Mendiola, he descubierto mucho sobre ella, me he sentido muy confundido (en ocasiones estupefacto) pero me doy cuenta de que en la parte más importante no me equivoque. Esta dama (todavía joven) es un bellísimo ser humano. Pese a ello, Cecilia ha optado por vivir en incongruencia, vinculándose con grupos de personas muy destructivas y sospecho que su historia de vida ha sido terriblemente difícil, dominada por una violencia aún mayor a la que a mí me aquejó y me llevó en dos ocasiones a perder la voluntad de vivir.
La intención de escribir hoy sobre Cecilia es plasmar unas últimas observaciones, antes de alejarme definitivamente de ella, si bien, el amor que siento por ella permanecerá conmigo mientras viva.
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