#caer en tu sonrisa
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flan-tasma · 8 months ago
Note
Hello :3 can I request a Lyney x female reader who is a mechanic, and Lyney flirts with her while shes working in hopes to make her flustered, but she ends up flirting back and makes him flustered instead, which leads to Lyney finding out he likes being topped by a girl in bed so, a sub lyney x dom female reader :3 Thank you!
💖~ I had a lot of fun with this, I won't deny it. I have never felt like this in my life heeeelp
Warning: Smut, Fem!Reader | English is not my native language, so if I have made any mistakes in the translation, I am open to corrections | Content in spanish and english!
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Spanish:
Una sonrisa se dibujó en su rostro al escuchar el tintineo de la campana que dió el aviso de su llegada. El ruido del reloj constante entraba por uno de sus oídos y le salía por el otro mientras pasaba a través de los estantes de la tienda repleta de artefactos y cachivaches que, para el ojo de los desconocidos e incultos en tu tipo de arte, pensarían que era producto de un huracán que tiró todos los tubos y los engranajes alrededor de los estantes desorganizados.
Lyney había escuchado tu voz dándole la bienvenida a tu tienda, una frase que repetías casi de manera mecánica cuando la alerta en forma de campana sonaba. Tu entera concentración no estaba en el mago, cosa que lo molestó en algún lugar de su profundo corazón, sino que tu mirada estaba más interesada en el intercambio de los engranajes de lo que parecía un reloj en su más puro estado de metal y agujas desnudas sobre tu mesa empolvada, brochas, llaves y destornilladores te rodeaban como si solo hubieran sido tiradas sobre la mesa para esperar su turno de ser usadas por tus manos que jugaban con las partes del reloj, descubriendo poco a poco el rompecabezas que habías armado y cuyas piezas fallaban de alguna manera para caer en tus manos.
“Parece que ni siquiera tienes tiempo para saludarme correctamente, cher.” El mago, tan dramático como solía ser, se puso una mano en su corazón dolido por tu frialdad. Tus dedos se detuvieron al escuchar su voz, la sombra de una sonrisa en tus labios se formó mientras te quitabas los anteojos y los dejabas sobre la mesa.
La parte de atrás de la tienda es donde solías trabajar, era tu taller, no sé suponía que alguien entrara a tu rincón privado, pero Lyney siempre tuvo este pase de entrada, incluso si nunca se lo dijiste, él sabía que podía pasearse por dónde le diera la gana en tu tienda y tu taller. Ese era su privilegio. Solo suyo.
“Pensé que tenías una práctica para tu show de mañana.” Lyney no soportó un minuto más para tomar tu mano y quitarte tus guantes grasientos antes de entrelazar sus dedos con los tuyos y levantarte para fundirse a sí mismo en tu abrazo. Un sonido de satisfacción, como dejar salir sus preocupaciones desde sus pulmones, te calentó el pecho junto a su otra mano sobre tu cintura.
“Tengo un problema muy urgente y solo tú puedes ayudarme.” El mago sonrió, la misma sonrisa de un zorro astuto a punto de robar algo, la sonrisa que te hizo imitarlo con diversión. “Siento mis extremidades entumecidas cuando trató de subir al escenario, cher. Necesito que engrases mis articulaciones para que pueda volver a mi puesto como el gran mago que Fontaine conoce.”
El chico parecía obsesionado con soltar las peores frases para ligar referente a la mecánica, te habías enterado por Freminet que incluso llegó a pedirle explicaciones a él para planear sus avances al inicio de su cortejo, y parecía que no tenía planes de terminar con sus movimientos. Te sorprendió que no se le cruzara por la cabeza la idea de usar alambres y tuercas como serpentina un día de estos. Aunque no niegas que tal vez sí lo hizo y lo descartó para no hacerte daño.
La sonrisa victoriosa y orgullosa del mago te calentó el corazón, no importaba si querías meterle un trapo en la boca para que se calle mientras seguía soltando una gran cantidad de basura romántica mientras te hacía bailar con él en el pequeño taller. Su corazón bombeaba como el fuego de una maquinaria a vapor, estaba seguro de que necesitaría que le ayudes a transformar ese anticuado mecanismo en uno totalmente nuevo y moderno, así podría amarte mejor también. Tal vez podrías hacer algo como una fuente y jugar con la energía hidráulica para que sus circuitos te den pequeñas descargas eléctricas a distancia cuando pensara en ti.
Sus intentos de ponerte ese precioso color colorado en tus mejillas fue humilde, podrías clasificarlo en uno de los mejores solo porque su voz es preciosa mientras cerca de tus labios y acariciaba tu mejilla con la esperanza de que su magia haga aparecer tu sonrojo. Lyney era un buen hombre y merecía que lo reconocieran.
“Si es así, creo que debo abrirte y revisar qué está mal contigo.” Tu juego pudo haberse quedado en eso solamente, pero no te echarías para atrás, mucho menos cuando el propio Lyney casi se atraganta cuando le quitaste su capa y lo tomaste por los hombros para besarlo. Dio un grito interno junto a un reseteo de su propio cerebro mientras te sujetaba por la cadera y trataba de seguir tu ritmo, pero ya lo habías sentado en tu mesa de trabajo y los botones de su camisa se estaban desabotonando. Su sombrero y su camisa blanca quedaron en tu mesa, el lugar más limpio del taller en el que trabajaban normalmente arreglando guardias robots, ahora estabas aplastando el miembro de Lyney en tu mano mientras lo obligabas a no apartar la mirada.
Sus ojos casi se nublaron cuando tu mano lo agarró por el mentón y le abriste la boca con tus dedos, provocando que un nuevo jadeo se escuche dentro del pequeño taller.
“Tu caja de voz parece que funciona bien, por desgracia. Pero esperemos que una sobrecarga te arregle lo que tienes en la cabeza, amor.” Tu dedo pulgar acarició la punta del falo de Lyney, tus demás dedos parecían recordar las diferentes venas que eran parte de su carne, tu mano empezó a moverse más rápido gracias al líquido preseminal que brotaba desde la punta. “Parece que está parte de ti funciona excelentemente. Felicidades, parece que no estás lo suficientemente dañado como para tener que hacerte un análisis completo.”
Las manos de Lyney se aferraron a la mesa, tratando de arañar la madera debajo de sus dedos mientras sus piernas simplemente caían frente a él, sentía que su cuerpo caliente era arrasado por el espacio pequeño en el que estaba siendo jodido, pero poco le pudo haber importado en dónde iba a soltar su semen para cuando tus labios ya estaban dejando marcas en su cuello expuesto. Sus pezones eran muy sensibles, tanto que solo bastó que los lamiera para que manchara patéticamente tu ropa con su eyaculación.
“Ahí debería estar mejor.” Tu tono lo martirizó cuando tu mano no se detuvo, lo llevaste a través de su orgasmo hasta que prácticamente jadeó como una pasiva contra tu aliento. “Parece que aún no estás totalmente bien. Creo que necesitaré ser un poco más paciente contigo, ¿verdad?”
No pudo evitar gemir un patético “sí” contra tus labios, aceptando cualquier cosa que planearas hacerle en ese momento.
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English:
A smile appeared on his face as he heard the tinkling of the bell that announced his arrival. The constant noise of the clock entered one of his ears and left the other as he passed through the shelves of the store full of artifacts and bric-a-brac that, to the eye of the unknown and uneducated in your type of art, would think that It was the product of a hurricane that knocked all the tubes and gears around on the shelves in disarray.
Lyney had heard your voice welcoming him to your store, a phrase you repeated almost mechanically when the bell-shaped alert rang. Your entire concentration was not on the magician, which bothered him somewhere deep in his heart, but your gaze was more interested in the exchange of the gears of what looked like a clock in its purest state of metal and bare hands. On your dusty table, brushes, keys and screwdrivers surrounded you as if they had only been thrown on the table to wait their turn to be used by your hands that played with the parts of the clock, discovering little by little the puzzle that you had put together and whose pieces failed somehow to fall into your hands.
“Looks like you don't even have time to greet me properly, cher.” The magician, as dramatic as he usually was, placed a hand on his heart, hurt by your coldness. Your fingers stopped when you heard his voice, the shadow of a smile forming on your lips as you took off your glasses and left them on the table.
The back of the store is where you used to work, it was your workshop, I don't know that someone was supposed to come into your private corner, but Lyney always had this entrance pass, even if you never told him, he knew he could wander around where would like in your store and your workshop. That was his privilege. Only his.
“I thought you had practice for your show tomorrow.” Lyney couldn't stand another minute to take your hand and remove your greasy gloves before intertwining his fingers with yours and lifting you up to melt himself into your embrace. A sound of satisfaction, like letting his worries out of his lungs, warmed your chest along with his other hand on your waist.
“I have a very urgent problem and only you can help me.” The wizard smiled, the same smile of a cunning fox about to steal something, the smile that made you imitate him with amusement. “My limbs feel numb when he tried to go on stage, cher. I need you to grease my joints so he can return to my position as the great magician Fontaine knows.”
The man seemed obsessed with saying the worst pickup lines regarding mechanics, you had found out from Freminet that he even asked him for explanations to plan his advances at the beginning of their courtship, and it seemed that he had no plans to end his movements. He surprised you that the idea of using wires and nuts as a streamer didn't cross his mind one of these days. Although you don't deny that maybe he did do it and he ruled it out so as not to hurt you.
The magician's victorious and proud smile warmed your heart, it didn't matter if you wanted to shove a rag in his mouth to shut him up as he continued spouting a lot of romantic garbage while making you dance with him in the small workshop. His heart was pumping like the fire of a steam engine, he was sure that he would need you to help him transform that antiquated mechanism into a totally new and modern one, so he could love you better too. Maybe you could make something like a fountain and play with water power so that his circuits would give you little electric shocks from a distance when he thought of you.
His attempts to put that beautiful blush on your cheeks was humbling, you could classify him as one of the best just because his voice is beautiful as he nears your lips and caresses your cheek in the hope that his magic will bring out your blush. Lyney was a good man, and he deserved to be recognized.
“If so, I think I should open you up and check what's wrong with you.” Your game could have stopped at just that, but you wouldn't back down, much less when Lyney himself almost choked when you took his cloak off of him and took him by the shoulders to kiss him. He gave an internal scream along with a reset of his own brain as he held you by the hip and tried to keep up with your pace, but you had already sat him down at your work table and the buttons on his shirt were unbuttoning. His hat and his white shirt were left on your table, the cleanest place in the workshop where they normally worked fixing robot guards, now you were crushing Lyney's cock in your hand while forcing him not to look away.
His eyes almost blurred when your hand grabbed him by the chin and you opened his mouth with your fingers, causing a new gasp to be heard inside the small workshop.
“Your voice box seems to be working fine, unfortunately. But let's hope an overload fixes what's in your head, love.” Your thumb caressed the tip of Lyney's cock, your other fingers seemed to remember the different veins that were part of his flesh, your hand began to move faster thanks to the precum oozing from the tip. “It seems like this part of you is working excellently. Congratulations, it looks like you are not damaged enough to need a full analysis.”
Lyney's hands gripped the table, trying to claw at the wood beneath his fingers as his legs simply fell in front of him, he felt his hot body being ravaged by the small space he was being fucked up, but little could he do having cared where he was going to release his cum by the time your lips were already leaving marks on his exposed neck. His nipples were very sensitive, so much so that it was enough for him to lick them for him to pathetically stain your clothes with his ejaculate.
“It should be better there.” Your tone tormented him when your hand didn't stop, you carried him through his orgasm until he was practically panting passively against your breath. “It seems like you're not totally fine yet. I think I’ll need to be a little more patient with you, right?”
He couldn’t help but moan a pathetic “yes” against your lips, accepting whatever you planned to do to him at that moment.
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stuckwthem · 9 months ago
Note
literally in love with the idea of juani & reader just making out on set of lsdln before he’s about to get his hair & makeup done >3<
café y caramelo | juani caruso
summary: un pequeño vistazo a la rutina con juani en las mañanas de set, o mejor dicho, la razón por la que siempre llegan atrasados. 1.4k
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fue muy rápido, una hora estabas caminando tranquilamente por los camerinos en dirección al trabajo y a la siguiente te metían en una habitación, sin avisar, sin sospechar, y de repente te encontrabas contra la puerta y unos ojos azules profundos muy familiares se clavaban en los tuyos, con un brillo travieso en la mirada.
"¡ai juani!", exclamaste, llevándote la mano al pecho, sintiendo cómo el corazón se te aceleraba contra las costillas. la sensación del susto reverberaba en los latidos de tu corazón, que oías resonar en tus oídos. "¡no puedes seguir asustándome así!".
fingiendo una falsa frustración, una mueca permanecía en su rostro mientras la sonrisa de juani no hacía más que aumentar. el chico, tratando de esquivar su ceño fruncido, rodeó sus caderas con los brazos, abrazándola fuertemente contra la puerta y le dio un tierno beso, luego apartó la cara para poder mirarla. estaba prácticamente vestido con su disfraz, aún tenía que maquillarse y peluquearse, y sabía que ya había pasado la hora de que estuviera allí.
"estás preciosa con esa cara de enojada", juan tenía una amplia y tonta sonrisa en la cara, que se reflejaba en su expresión boba y apasionada mientras te miraba. era una visión a la que ya estabas acostumbrada y que siempre te llenaba el pecho de una sensación cálida y deliciosa.
"te odio" lo intentó, pero no pudo contener la risa, así que tuvo que morderse el labio. tus manos se dirigieron hacia el pecho del actor en un intento sin esfuerzo de alejarte de él. 
juani, aprovechando su guardia baja, no perdió el tiempo y llevó sus labios a su cuello, debilitando todo su cuerpo, como una maldita táctica, para luego dirigirse a su barbilla y finalmente, a sus labios. no satisfecho, continuó plantando tiernos besos por todo el resto de su cara, provocando auténticas risas en usted. para él, era como escuchar una melodía suave y agradable, que siempre hacía mucho más ligeras las agotadoras y largas jornadas de grabación.
tenerte cerca durante las grabaciones fue una bendición absoluta para juani. os conocisteis en el set, os hicisteis íntimos en la primera semana y desde entonces no os habéis separado. de hecho, le fue muy difícil mantenerse alejado contigo como asistente de maquillaje.
"¿todavía me odias?", preguntó el hombre de pelo ondulado con tono divertido y un brillo en los ojos, tomándose un respiro por un momento tras una sesión apreciando tu rostro.
"un poco menos, un muy poco menos", dejaste caer tu rostro a un lado y deslizaste tus manos por los hombros del chico, que tomó tus palabras como un desafío. 
los ojos de juani se abrieron de par en par, indignado, y te puso la mano en el pecho, haciéndose el ofendido. nunca deja de hacerte reír, y con tu forma de actuar con él es como si no tuvieras control sobre ninguno de los músculos de su cara que esbozan una sonrisa.
"yo sé cómo resolver esto", dice, con expresión decidida y las cejas levantadas. tú le imitas, alzándole las cejas y, naturalmente, vuestras caras se acercan cada vez más hasta que vuestras frentes se presionan.
"¿sabes?", le preguntas mientras tu nariz roza suavemente la suya, provocativamente. tu voz sale más como un susurro debido a la cercanía, soplada sobre los labios de juan, que ahora te sujeta la cintura un poco más fuerte, hundiendo sus dedos en el espacio de piel que hay entre tu camiseta y tus pantalones.
un pequeño escalofrío te recorre la espalda al contacto de sus dedos fríos sobre tu piel, y no te cuesta demasiado ablandarte entre los brazos de tu novio, sobre todo cuando sus labios, cálidos y suaves, chocan con los tuyos tan lenta y suavemente que jadeas. los besos eran siempre suaves y dulces, besarle era como saciar una sed infinita en tu interior que te hacía anhelar más cada vez. 
"vas a tardar" murmuras entre besos, un poco sin aliento y mareada "vamos a tardar".
sueltas una risita mientras intentas ser racional, pero el chico se limita a rodar los ojos, haciendo un gesto de que no le importa.
"sólo cinco minutos más", dice socarronamente, atrapando tus labios de nuevo, pero sin ninguna prisa. cinco minutos podrían haberse convertido fácilmente en diez, pero ambos eran demasiado ajenos al tiempo.
los dedos de juani se deslizaron dentro de tu camisa y acariciaron suavemente la base de tu espalda, añadiendo algo más al beso que te hizo querer derretirte contra su cuerpo. apenas te diste cuenta de que estabas de puntillas hasta que te tiró al brazo del sofá, sentándote entre sus piernas. sus manos encontraron tu cara, sujetándola suavemente, ayudando a intensificar el beso. las yemas de sus dedos ejercen poca presión sobre sus mejillas, pero mantienen su cara lo suficientemente cerca como para que él pueda ordenar hábilmente el movimiento de sus labios.
el desliza su lengua bajo la tuya y pequeñas centellas recorren tu cuerpo como chispas, suficientes para hacerte suspirar entre beso y beso. juani sabe a café y caramelo, y disfrutas explorando cada rincón de su boca mientras sus lenguas bailan en armonía. es fácil perderse en esa sensación, en la calidez de sus labios y la suavidad de su mano sujetando tu cara, y con los ojos cerrados, pareces bucear en busca de más.
tus manos recorren los brazos de juani hasta llegar a sus rizos, y el chico se estremece bajo tu tacto cuando siente tus dedos recorrer su cuero cabelludo. respira hondo por un momento, sintiéndose embriagado por su aroma y la sensación de sus labios suaves y adictivos. ese no sería el único beso del día, por supuesto, juani volvería a besarte a escondidas entre cortes de grabación, cuando vengas a retocarle el maquillaje, o después de comer, mientras los chicos se distraen viendo algún partido en la tele, y seguro que te besaría un millón de veces más en el hotel, pero aun así, teme perderte ni un segundo en esa rutina.
el ruido fuera, en el pasillo, empieza a acercarse cada vez más, reconoces la risa de pipe y la voz de enzo, y sabes que te estás quedando cada vez más atrás, ya que se dirigen a maquillarse. esto te ayuda a recuperar la cordura, y empujas ligeramente a juani, tan resistente como él a deshacerse el uno del otro. él también sabe lo mucho que te gustaría pasar el día así, pero el trabajo llama.
con besos lentos, te suelta la cara, como si le costara soltarte. es como intentar salir de la cama en una mañana fría cuando estás bajo las cubiertas calentitas. tortuoso.
luego, en un último besito, te atrapa el labio inferior con el diente y te lo muerde suavemente, sólo para burlarse de ti, anticipándose a la sonrisa coja que tendrás poco después. en respuesta, tu mano le da una palmada en el trasero al chico, que gruñe y se aparta completamente de ti.
"¿cómo tratas a tu novio? que te ha traído café". juani devuelve ese tono de falsa ofensa, retrocediendo hasta la estantería y cogiendo el vaso caliente para entregártela. 
todas las mañanas se empeña en recogerte el café de la cafetería que te gusta, porque juani sabe cuánto odias el café amargo y fuerte que tienen en el set. con una sonrisa de agradecimiento, coges el café y le das un sorbo, sintiendo cómo el sabor a canela se extiende por tu lengua y calienta todo tu cuerpo.
"sabes que no puedes usar eso como excusa, ¿no?", le dices, mirándole por debajo de las pestañas mientras bebes otro sorbo. 
"¿qué?", pregunta juani, como si no lo supiera. saltas del brazo del sofá al mismo tiempo que él abre la puerta del camerino y se asegura de que no hay nadie en el pasillo.
"que llegas tarde por qué fue buscar café, esa mentira se está quedando un poco vieja", bromeas de pie en el umbral de la puerta, entre él y el pasillo. 
el de los ojos azules sonríe, baja la cabeza y la sacude negativamente. "bueno, no soy un mentiroso total, ¿eh? al menos miento mejor que tú".
camináis por el pasillo, mientras juani se ajusta el cuello de su traje, tú intentas alisar la arruga de su ropa. se os escapa una risa cómplice mientras os miráis furtivamente, es difícil resistir el impulso de arrastrarle de nuevo a ese camerino, o de no cogerle de la mano mientras camináis, pero vuestras manos chocan entre sí dos o tres veces. podrías acostumbrarte, eso seguro. todas esas mañanas de momentos robados y besos con sabor a café.
"oye", te llama juani, justo cuando estás a punto de entrar en la sala de maquillaje. te roba otro besito rápido y luego desliza el pulgar por la comisura de tu labio, limpiando los restos de espuma del capuchino. " nos vemos luego, ¿eh?"
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espero que lo hayan gostado! feliz san valentin atrasado, mis amores <3
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deepinsideyourbeing · 5 months ago
Text
Fuera de Foco - Felipe Otaño
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Preludio ♡
+18! SoftDom!Pipe. Begging, (leve) choking, (posible) dacrifilia, dirty talk, (breve) edging, fingering, masturbación, sexo sin protección, sex toys, size diference/size kink, edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
Es de madrugada cuando Felipe se arroja sobre su cama luego de un relajante baño caliente. El aire del exterior es gélido y él se refugia bajo las mantas convencido de que el agotamiento de su cuerpo lo arrastrará hacia un sueño profundo; mientras tanto juega con su teléfono con la esperanza de no olvidar conectarlo antes de dormirse y también chequea sus redes sociales, eventualmente olvidando el paso del tiempo.
El sonido de una notificación lo sorprende y toca el ícono para ver de qué se trata, pero se lamenta inmediatamente cuando la imagen carga y lo primero que ve es tu cuerpo adornado con un delicado conjunto de lencería bajo tu pijama de seda. Se arroja con fuerza sobre la almohada e intenta reprimir todos esos pensamientos que normalmente le quitan el sueño… en vano, porque no puede evitarlos así como tampoco puede evitar su erección.
Normalmente no contestaría tus historias, limita sus interacciones a tu página azul porque allí es donde más probabilidades hay de obtener respuesta –sobre todo cuando acompaña sus mensajes con una generosa propina-, pero no está utilizando su cuenta pública de Instagram y eso le da el valor que necesita para arriesgarse.
Quería dormir y ahora no puedo, escribe y presiona enviar antes de poder arrepentirse. Bloquea la pantalla de su celular e intenta contener la sonrisa mordiéndose los labios, luego desbloquea el dispositivo y su pulso se incrementa cuando descubre que estás escribiendo una respuesta.
“perdón…?” es el mensaje que recibe. Contiene la respiración mientras espera que continúes escribiendo, pero con el correr de los segundos comprende que eso será todo y también que es lógico que no quieras conversar con alguien en plena madrugada. Acepta la derrota y está a punto de darle me gusta a tu mensaje para retirarse en silencio, pero lo interrumpís:
“qué lindos ojos! lo digo por tu foto de perfil :)”
Suelta una risa de puro éxtasis y dirige una mirada a su ventana, el espacio milimétrico entre las cortinas permitiéndole ver la tenue luz proveniente de tu habitación. Se pregunta por qué estás despierta tan tarde, por qué mantenés las luces encendidas y las cortinas abiertas, dudas que refleja en un mensaje antes de reparar en ello.
Vos también tenés lindos ojos :) Y creo que también andás con insomnio…
“tuve un día un poco agitado estaba tan cansada que cuando llegué a casa dormí siesta y ahora no puedo dormir vos qué hacés despierto a esta hora?”
Recién llego de un viaje de trabajo contesta, ignorando la voz en su cabeza que grita para advertirle que no debería mencionar ciertos detalles de su vida. Le gustaría saber qué te llevó a contestar su mensaje y chequear su perfil, lleno de fotografías que tomó con su cámara en algún que otro viaje, pero sin importar la respuesta pretende hacer lo posible para conservar tu atención.
“no me conviene preguntar de qué trabajas, no? ☠️”
Audiovisuales responde con simpleza. No es del todo una mentira, ¿no? El término resume perfectamente sus estudios y su profesión actual y cree que no habrá problema en tanto no se te ocurra pedirle que te enseñe alguno de sus trabajos (¿está soñando que la conversación llegará lo suficientemente lejos? Se reprende mentalmente por ser tan patético).
“ah, como yo ;)”
Se desliza fuera de la cama riendo y camina hacia la ventana sin dejar de ver la pantalla. La nueva habitación todavía le resulta extraña y la falta de iluminación no le permite ver la maleta –la dejó tirada allí antes de bañarse- con la cual tropieza: deja caer el teléfono y cuando intenta tomar su pie adolorido cae sobre la alfombra, que sirve para amortiguar el golpe pero no la vergüenza que siente.
Se sujeta de las cortinas para reincorporarse y sólo repara en la gravedad de su error cuando los soportes en la pared ceden y la barra metálica golpea su frente. Se lleva ambas manos al rostro y masajea con sus dedos la zona adolorida, intentando recordar en qué momento activó el modo auto-destrucción y también preguntándose cómo puede ser tan idiota.
Evita moverse por temor a sufrir otro golpe y contempla a través de la ventana una pequeña franja del cielo nocturno. Es demasiado tarde, tal vez es también demasiado temprano, son escasas las luces que titilan en el firmamento y no encuentra explicación al resplandor que golpea los cristales e ilumina la pared de su habitación con movimientos frenéticos.
-No- escucha el pánico en su propia voz-. No, no, no.
Se estira para tomar su teléfono y desbloquea la pantalla, la cual para su alivio está aún intacta. Teclea lo primero que se le ocurre y  luego se arrastra sobre la alfombra para lograr alejarse de la ventana, reincorporándose una vez que está seguro de que la pared cubre por completo su cuerpo y que tu linterna no logrará localizarlo si permanece escondido allí.
Abraza sus rodillas, temblando de frío mientras espera tu respuesta y mordiendo sus uñas para calmarse. Desearía ser mejor vecino y mejor hombre, también ser más inteligente y muchísimo menos torpe, pero de poco sirve arrepentirse luego de prácticamente destrozar su habitación en su afán por ver cómo lucías mientras hablabas con él.
Tu respuesta no llega y Felipe, que sólo lleva puestos una camiseta y un bóxer, muere de frío.
Dirige su teléfono hacia la ventana y ayudándose con la cámara observa a través de la pantalla tus cortinas cerradas: las luces de tu habitación están apagadas, seguro, pero eso no le garantiza que no estés espiando tal como él suele hacer a diario. Lleva una mano a su rostro, frustrado, quejándose cuando su palma le recuerda el dolor del golpe.
Se lamenta profundamente porque por fin tenía un día libre, planeaba dormir hasta tarde y ordenar comida para no tener que molestarse cocinando… Y ahora nada de eso podrá ser, ya que en cuanto despierte tendrá que buscar la manera de arreglar las cortinas e ingeniárselas para no llamar tu atención en el proceso.
Son pasadas las diez de la mañana cuando Felipe despierta en el sofá, desorientado y con las extremidades adormecidas por la incómoda posición en la que durmió. Rescata su teléfono de entre los cojines y aunque juró no continuar con sus malos hábitos, lo primero que hace es entrar a Instagram para chequear tus historias: tu desayuno, tu outfit, flores (cree saber a qué edificio vecino pertenecen) y por último una historia con el link de tu página, acompañada por el texto “Buenos días a todos ♡”.
Hace click sobre el enlace y una vez que el video comienza se recuesta sobre su espalda para mayor comodidad. Sigue tus manos cuando desabotonás lentamente la camiseta de tu pijama y la seda que cae para revelar tus pechos desnudos y tus pezones erectos por el frío, sensibles en extremo a juzgar por los quejidos que se oyen cuando tirás de ellos.
El masaje en tus pechos es acompañado por tus suspiros y respiraciones temblorosas, además de algún que otro comentario sobre cuánto te gustaría tener con quién despertar durante los días más fríos. Felipe no tiene idea de si tus palabras son ciertas o no, pero suenan lo bastante genuinas como para darle ideas de todo tipo y empeorar su estado.
Tira de su ropa interior para liberar su miembro y comienza a masajear su erección con movimientos lentos, casi perezosos, siguiendo el ritmo de tus propias manos sobre tu cuerpo. Jadea cuando ve que tu respiración comienza a acelerarse y que rozás tus muslos, como si llevaras ya una eternidad esperando por una caricia.
Tu contenido tiene siempre pequeños detalles que lo hacen sentir menos como producciones y más como encuentros verdaderamente íntimos, así que no se sorprende cuando en busca de una mejor posición se te escapa una pequeña risa (sólo la mitad inferior de tu rostro es visible esta vez) y comenzás a hablar sobre lo difícil que fue acomodar el trípode sobre tu cama.
-Además tenía mucho sueño- y bostezás-. Ojalá tuviera alguien que me ayude, me vendría bien tener de acompañante a alguien que sepa más sobre ángulos y tomas.
No es posible que recuerdes la conversación que tuvieron en la madrugada, ¿o sí? Porque adoraría ayudarte con lo que sea, por vos solucionaría cualquier problema técnico y también los otros, esos que provocan que te muerdas el labio con fuerza cuando tus dedos trazan una línea desde tu pecho hasta tu ombligo para luego colarse debajo de tu pantalón.
Tus labios se separan en un gesto de aparente sorpresa y dejás salir un gemido casi inaudible. Felipe sabe mucho antes de que muestres tus dedos brillantes ante la cámara que tu sorpresa es debida a la humedad que encontrás entre tus piernas y también sabe que esta no es producto de los escasos minutos que llevás grabándote. Se pregunta si despertaste excitada luego de algún sueño húmedo o si te encontrabas así horas atrás, cuando hablaste con él.
Intenta contenerse y no acelerar sus movimientos cuando te deshacés de toda tu ropa, permitiendo ver tu piel humedecida con tu excitación. Separás tus piernas para regalar una mejor vista de tu centro, tan tentador como para que Felipe quiera perderse en vos cada vez que lo ve, y cuando comenzás a acariciar tus pliegues y tu clítoris te mordés los labios.
Su mano imita el ritmo de la tuya cuando vuelve a ascender hasta tus pechos, masajeándolos y tirando de tus pezones, los cuales parecen suplicar por todavía más atención gracias a las bajas temperaturas. Ahoga un gemido cuando se permite jugar con su punta goteante y sensible, pero sólo lo hace porque no quiere opacar tus sonidos angelicales.
Conducís tus dedos hacia tu entrada y muy lentamente deslizás uno en tu interior, utilizando los otros para separar tus pliegues manchados con tu esencia. Cuando comenzás a mover el dígito entre tus paredes y rozás tu punto sensible gemís; Felipe no puede evitar recordar todas las veces que tuviste que batallar con tus propias manos y las cantidades de lubricante que necesitaste en tantas ocasiones para poder utilizar un dildo, lamentándote por no lograr introducirlo por completo.
Rodea con sus dedos y presiona la base de su miembro cuando nota entre las sábanas el dildo que admitiste usar pensando en él (y todavía le cuesta creer que ese sea uno de los efectos de su fama). Perdió la cuenta de cuántos orgasmos tuvo rememorando la manera en que dijiste su apodo durante aquella transmisión y cómo relataste el escenario que imaginabas con él.
Pronto son dos los dedos que preparan tu entrada y arrancan gemidos de tus labios, un poco hinchados y enrojecidos por tanto morderlos, y no pasa mucho tiempo antes de que tomes el juguete junto a la almohada y lo cubras de lubricante con movimientos que simulan otra cosa.
Utilizás la punta -que muchas veces es lo único que lográs tomar dentro tuyo- para jugar con tu clítoris por unos minutos y luego dejás caer tus manos hasta que esta roza tu pequeña entrada. Estás desesperada y es aún más evidente cuando presionás el dildo con fuerza, en un inútil intento de complacer inmediatamente tu necesidad.
Sollozás, ya sea por el ardor de la penetración o por tu excitación, y tu voz causa estragos en el cuerpo de Felipe. Acelera los movimientos de su mano y se ayuda de su muñeca, oyendo cómo los obscenos sonidos de su miembro comienzan a mezclarse con los sonidos que provoca el dildo en contacto con tu humedad.
Intenta controlarse, hace un esfuerzo prácticamente inhumano para no dejarse ir, pero contenerse es difícil cuando en su mente es él quien está atacando tu cálido y estrecho interior. Imaginó miles de veces cómo se sentiría tenerte bajo su cuerpo, todas las cosas que haría para complacerte y para arruinarte, y el ángulo que escogiste para el video sólo alimenta esa fantasía.
El orgasmo lo golpea repentinamente, corta su respiración y parece detener su pulso por completo, pero continúa acariciándose hasta que su sensibilidad y la sobre estimulación lo superan. Cuando por fin se detiene, jadeando y apretando los párpados con fuerza, todavía siente sus latidos acelerados y es alarmante la rapidez con que sube y baja su pecho.
En la pantalla de su celular tu video está aún reproduciéndose y ve los espasmos de tu cuerpo, pero lo que más llama su atención es el movimiento de tus labios y cómo parecen dibujar dos sílabas en particular. Su miembro palpita y unas últimas gotas de semen caen sobre su abdomen, uniéndose al no tan pequeño desastre que mancha su piel.
Casi de manera cronometrada recibe un mensaje tuyo y sólo entonces recuerda que lo último que te preguntó durante la madrugada estaba relacionado a cámaras y micrófonos.
Cuando relee tu respuesta y comprende lo que significa puede sentir que toda la sangre de su cuerpo vuelve a alojarse entre sus piernas y también su corazón latiendo con fuerza, pero esta última sensación intenta ignorarla.
“si tenés alguna recomendación podemos charlarlo profesionalmente con un café ;)”
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Días más tarde entrás a una cafetería y lo primero que notás es que está casi desierta; lo segundo, consecuencia del silencio generado por la ausencia de personas, es la claridad con que se oye la música que resuena en el lugar. Aún en la entrada tirás de la bufanda que protegía tu cuello del frío exterior y te quitás el abrigo cuando la calefacción comienza a agobiarte.
Escaneás el lugar y encontrás un suéter azul –que enmarca de maravilla la espalda ancha de tu cita- en una de las mesas más alejadas de la entrada. Tus pasos suenan sobre la duela brillante cuando caminás con fingida seguridad, procurando esconder los nervios que te consumen y la forma en que tus piernas tiemblan hasta casi hacerte tropezar.
Te aclarás la garganta cuando llegás a la mesa y Felipe voltea rápidamente, pálido y con los labios entreabiertos. Sus ojos son más impresionantes en persona, iluminados por la luz solar filtrándose a través de los ventanales que dan al jardín del establecimiento, y no estás segura de cuál es el color que utilizarías para describirlos.
-Hola- le sonreís, acariciando delicadamente su hombro antes de inclinarte para besar su mejilla. Tomás asiento frente a él y ante su silencio agregás:- ¿Todo bien?
-Bien, ¿vos? ¿Tuviste problema para llegar?
Negás y en un intento de calmar los latidos de tu corazón acomodás el delicado centro de mesa, un pequeño frasco de vidrio con flores frescas. Es la primera vez que visitás el pintorezco lugar que Felipe escogió para que se encontraran y te encanta la decoración, la música reproduciéndose y, por sobre todo, la compañía.
-Vivo cerca- explicás-. Pero eso ya lo sabías, ¿no?
Percibís la agitación en su respiración y te parece tierna la forma en que evita el contacto visual. Toma una bocanada de aire, se relame los labios y cuando los separa para hablar lo interrumpe la mesera que viene a tomarles el pedido, quien parece ignorar que llegaste hace unos pocos minutos y los observa extrañada cuando ambos comparten una risa por la incomodidad.
Te alegra ver en la mejilla de Felipe la huella de tus labios.
-Y vos ya sabías que era yo cuando me respondiste, ¿no?- contesta cuando vuelven a estar solos.
-Y mucho antes de eso ya sabía que eras mi vecino- tus dedos juegan con las flores en la mesa-. Y que te gusta espiarme todos los días, ¿o por qué creés que no cerraba las cortinas?
En pocos segundos la vergüenza hace arder su rostro y sus pecas resaltan como estrellas en sus mejillas ruborizadas. Permanece en silencio y concentra su atención en las flores con las que entretenés tus manos, permitiendo que sus largos dedos rocen los tuyos cuando acaricia los pétalos.
-Entonces supongo que no te interesan mis consejos sobre cámaras y micrófonos.
Soltás una risa y él te imita, más relajado.
-En realidad sí, me gustaría que me aconseje alguien con más conocimiento que yo- confesás-. Además miré varios cortos que dirigiste y me encantaron.
-¿De verdad?
-De verdad- te mordés los labios y te cubrís el rostro con las manos-. Soy tremenda fangirl.
-¿Y yo…?
Cuando volvés a reír te sonríe y te cuesta horrores dejar de mirar sus labios y la forma que toman cada vez que esboza una sonrisa o habla. Parece sentirse más cómodo, se ve mucho menos tímido de lo que lucía durante los primeros instantes del encuentro, y para cuando la mesera regresa con sus pedidos sólo mantiene sus ojos en vos.
La conversación se desarrolla de manera fluida y cuando pregunta es fácil compartirle los detalles sobre tu trabajo: qué te llevó a decidir incursionar en la creación de contenido para adultos, cómo fueron los largos primeros meses cuando todavía no tenías mucho público, cómo te sentiste con la mirada de las personas que sabían a qué te dedicabas.
En todo momento es respetuoso, amable, comprensivo y parece no importarle en lo absoluto la naturaleza de tu profesión. Hablan sobre cámaras y micrófonos, justo como habían acordado, pero luego la conversación toma un rumbo alejado de los aspectos técnicos que pretendían tratar y es así como te enseña su galería repleta de fotos que tomó durante viajes y en otros momentos.
Escuchás con atención cuando habla sobre la película que lo arrojó al estrellato, ofreciendo anécdotas divertidas y otras que no lo son tanto, reflexiones sobre las consecuencias de una experiencia como la vivida durante el rodaje y sus pensamientos respecto a este. Sus manos moviéndose acompañan su voz en todo momento y cuando nota tus ojos siguiéndolas evita comentarlo.
La agradable compañía y la familiaridad nacida en cuestión de minutos provoca que ambos pierdan la noción del tiempo, ignorando el cielo oscureciéndose o el reloj en la pared y sus agujas que caen, caen y caen. Comparten algún que otro dulce, le hacés saber sobre las migas en su rostro y en un momento de atrevimiento borra una mancha de azúcar glass de la comisura de tus labios.
-¿Y esta semana qué tenés planeado?- preguntás mientras tomás tu abrigo de la silla. Luego de ordenar otra taza de café uno de los empleados se acercó para informarles que estaban próximos a cerrar y deslizó sobre la mesa la cuenta, por la cual Felipe y vos pelearon hasta que dejaste de insistir.
-Con suerte descansar un poco- abre la puerta para permitirte salir primero-. ¿Vos…?
-Renegar con mi cámara y el programa de edición que uso para los videos.
-¿Por qué?
-El formato de los archivos- contestás cuando se detienen en una luz roja-. Ya no sé si el problema es la cámara, la computadora, el programa…
Caminan lentamente, deshaciendo el camino que los llevará a ambos a sus respectivos hogares y fingiendo no notar que se encuentran un poco muy cerca el uno del otro, tanto que cuando el viento corre su perfume invade tus sentidos de la manera más placentera y es por eso que decidís no acomodar tu bufanda.
La tarde es casi noche y mientras cruzan el parque del vecindario, repleto de hojas secas e iluminado por los faroles, Felipe finge que no observa tu rostro y tu cabello, tus labios moviéndose mientras hablás de algo que apenas procesa, sin saber que vos estás haciendo lo mismo cuando se te presenta la oportunidad.
-Cuando quieras te puedo ayudar- susurra al detenerse frente a la puerta de tu edificio, jugando con sus llaves y haciéndolas tintinear dentro del bolsillo de su abrigo.
Frotás tus manos, cubiertas con unos delicados guantes pero aún así frías y temblorosas, y observás a Felipe con la intensidad suficiente para memorizar todos los detalles de su rostro. Podés apreciar cada respiración que escapa de sus labios gracias a la temperatura, la cual no deja de descender, y también cómo intenta mantenerse en calor moviéndose sutilmente de un lado a otro.
-¿Ahora estás ocupado?
-No.
-¿Subimos?
Felipe te sigue hacia el interior de hogar y luego a tu habitación sin poder creer lo que sucede: la cama que tantas veces deseó conocer esta deshecha y aún así se ve prolija, el escritorio donde muchas de tus transmisiones inician sólo lo ocupan tu set-up junto con algunos libros, y puede ver a través de tus cortinas su ventana.
Te sentás en la cama y, concentrada en el menú de la cámara entre tus manos, no percibís su figura acercándose hasta que sus piernas entran en tu rango de visión. Dejás de jugar con los botones del dispositivo, un tanto avergonzada, y cuando su mano toma tu mentón para obligarte a mirarlo te forzás a no cerrar los ojos.
-¿Por qué estamos acá?
-Para que me ayudes.
-¿Con qué…?- acaricia tu labio inferior con su pulgar-. Y no me mientas.
Tomás con una mano su muñeca, obligándolo a permanecer en su lugar, y capturás su dedo entre tus labios para luego succionar con fuerza. Mantenés el contacto visual y podés apreciar el efecto que tienen tus acciones cuando tu lengua acaricia su piel y cuando comenzás a mover tu cabeza de arriba abajo.
-Te das cuenta de lo peligroso que es lo que hiciste, ¿no?- asentís y cerrás los ojos-. ¿Y todo por qué? ¿Querías qué…?
Presiona tu lengua con su pulgar y tira de su mano para desocupar tu boca, pero en lugar de alejarse acaricia tu mejilla y suspira cuando recostás tu rostro en su palma cálida. Acaricia tu pómulo con su pulgar aún húmedo y ante la falta de respuesta alza una ceja.
-Te quería a vos.
-¿Por qué?
-Porque me gustás.
-No me conocés- razona.
-Nos conocemos mejor de lo que creés- parpadeás rápidamente, nerviosa-. Me acuerdo de todos tus mensajes y de todas las cosas lindas que siempre me dijiste.
-¿Hace cuánto sabías que era yo?
-Desde que cambiaste la foto de perfil- confesás-. Tu nombre de usuario me parecía obvio y con esa foto de tus ojos…
Antes de terminar la oración Felipe te empuja contra el colchón y te acorrala con su cuerpo, haciéndote sentir indefensa y atacando tus labios antes de que puedas reaccionar. El beso es hambriento pero sus manos sobre tu figura son gentiles y sólo te exploran luego de oírte gemir. Entre besos pregunta:
-¿De verdad soy tu favorito?
-Obvio- sonreís-. Hace mucho, mucho, mucho.
Te responde igualando tu sonrisa y luego comienza un camino de besos en tus labios que baja por tu mentón y se detiene en la piel sensible de tu cuello hasta que tus gemidos se asemejan más a sollozos. Se aparta unos centímetros para chequear tu rostro, asegurándose de no estar ignorando cualquier límite.
Aún bajo el foco de sus atentas pupilas dilatadas arqueás tu espalda para poder sacarte el suéter y también la camiseta, permitiéndole ver el sostén que adorna tus pechos y su color contrastando con tu piel. Su mano rodea tu cintura y su pulgar acariciando la zona de tus costillas amenaza con hacerte reír.
-Si en algún momento querés que pare…
-No quiero que pares- y para dar énfasis a tus palabras alzás la cadera y rozás tu pelvis con su erección, haciéndolo jadear contra tus labios-. Por favor.
Adorna tu piel con besos húmedos, muerde tus clavículas para hacerte temblar y besa tus pechos por sobre el encaje, su lengua jugando con tus pezones visiblemente erectos a través de la tela. Sujeta tu cadera con firmeza para evitar más de tus movimientos provocadores y ante esto tirás de su cabello para rogar por más.
-¿Estás segura?
Acariciás su mejilla y tu voz tiembla cuando -perdiéndote en la seguridad que te brinda su mirada honesta y cálida- en lugar de dar una respuesta decís:
-Tus ojos parecen acuarelas.
La profundidad de tu observación y tu elección de palabras resultan encantadoras y busca refugio en tu cuello para evitar decir algo que lo deje en ridículo e intentar recomponerse, tomando respiraciones profundas. Exhala y su aliento sobre tu piel te hace temblar.
-No me respondiste- te recuerda cuando se aleja-. ¿Estás segura?
-Yo sí, ¿y vos? ¿Estás seguro?- jugás con un mechón de su cabello que cae y roza tu mejilla, intentando ignorar la extraña culpa que sentís con tan sólo pensar en lo que dirán otros-. ¿No te da cosa que...?
Te interrumpe con un beso.
-No.
-Entonces...
-¿Qué querés?
-Que me toques.
El ardor en tu rostro resulta insignificante una vez que sus dedos se deslizan entre tus pechos y por sobre tu estómago, dejando un rastro de fuego que conduce hacia el calor entre tus piernas. Desabotona tu pantalón y cuando llega a tus pliegues te encuentra completamente húmeda, tanto como para humedecer también tu ropa interior.
Gemís cuando te acaricia con movimientos suaves y delicados, dibujando círculos sobre tu punto más sensible mientras estudia las expresiones que transforman tus rasgos. Su tacto quema en el mejor de los sentidos y que sea él quien te toca sólo maximiza tu placer, haciéndote gemir más fuerte y con más frecuencia.
En pocos minutos te permite saborear tu orgasmo y cuando lo mirás, entre sorprendida y atontada, murmura alguna que otra palabra de aliento sobre tus labios. Besa tus párpados, muerde tus pezones sensibles y te sonríe cuando arqueás tu espalda buscando más contacto... Pero entonces sus movimientos cesan y se aparta.
-Estaba por...
-Todavía no.
Te gustaría reclamarle pero la profundidad de sus ojos basta para desorientarte y también para que desees complacerlo. Tira de tu ropa hasta despojarte de ella, prácticamente escaneando cada centímetro de piel que le es revelado, y cuando vuelve a posicionarse sobre tu cuerpo sus manos separan tus piernas con delicadeza extrema, como si temiera herirte.
Felipe finge que el ver tu intimidad en persona no le roba la poca cordura que le queda y vos intentás ocultar que tu excitación sólo empeora bajo su escrutinio; ambos fracasan, por supuesto, porque él no logra apartar su mirada de tu entrada brillante y vos goteás.
Te estremecés cuando vuelve a tocarte y tu mano toma su brazo con fuerza por la intensidad de sus atenciones. Humedece tus pliegues y luego toda tu entrepierna con tu excitación, que no deja de bañar sus dedos cada vez que rozan tu entrada, juega con tu clítoris hasta que tus muslos amenazan con cerrarse y se detiene, retomando luego de segundos el ritmo que –a juzgar por tus reacciones- te enloquece.
Estás tan mojada que no puede evitar tantear tu entrada con su dedo medio e introducir sólo la punta del mismo, moviéndolo sin prisas e insistiendo hasta que tus paredes estrechas permiten que este se deslice por completo en tu interior húmedo y ardiente.
Curva el dígito en busca tu punto dulce y cuando lo encuentra gemís, aferrándote a su cuerpo. Intentás comprender cómo logra acertar con todas y cada una de sus acciones, pero cualquier rastro de claridad en tu mente está desdibujándose y te es difícil pensar.
Entre gemidos y balbuceos Felipe cree distinguir su nombre.
-¿Querés más?
-Sí, por favor- suplicás con voz entrecortada. Sus ojos parecen oscurecerse y de no ser por el contexto creerías que su ceño fruncido y sus labios apretados son un indicio de molestia-. Por favor, más…
Tu interior ahora vacío te hace gemir de angustia y la única solución que Felipe encuentra para silenciarte es atacar tus labios y el interior de tu boca con su lengua. Continúa besándote mientras acaricia tu entrada con dos dedos y cuando presiona con fuerza bebe de tus gritos, producto del ardor.
Golpeás su pecho y sin dejar de jugar con tu sensibilidad rompe el beso para poder observarte, buscando cualquier pequeño indicio que le haga saber que debe parar y encontrando en los sonidos que emitís motivos para únicamente seguir satisfaciéndote.
Redobla el ritmo y cubrís tu boca para ahogar un grito. Tus párpados se cierran con fuerza y dejan caer las lágrimas que hacían arder tus ojos. Tus mejillas y las sábanas bajo tu cabeza se humedecen con rapidez pero Felipe, muy lejos de detenerse, continúa tocándote.
-¿Dónde está?
Estás completamente inmersa en el placer y no lográs descifrar sus palabras, así que optás por ignorar su pregunta y centrarte en llegar al orgasmo. Tirás de su suéter con fuerza, tanta como para rasgar el tejido, los dedos de tus pies se contraen y también los músculos de tu abdomen cuando oís los sonidos de tu humedad.
Tomás aire y estás a punto de dejarte llevar, pero tu clímax nunca llega porque Felipe se detiene nuevamente. Te abandona en la cama, ignorando tus quejidos justo como vos ignoraste la pregunta que él hizo, y rebusca entre los cajones de la mesita de luz hasta hallar el lubricante que siempre utilizás.
Comienza entonces a desvestirse y no logra ocultar su nerviosismo: sus manos tiemblan cuando tira de su cinturón y lo deja caer sobre la alfombra, también cuando desabotona sus jeans y baja la cremallera, dejando entrever su ropa interior manchada con sus fluidos y el contorno de su erección.
Desnuda también su torso y cuando ves  sus abdominales trabajados y su pecho tonificado te es imposible no suspirar. Cuando regresa a tu lado tu mano recorre todo lo que alcanza, desde su mejilla hasta su cuello -donde podés sentir su pulso- y también sus pectorales.
Tus dedos siguen el rastro de vello hasta perderse bajo su ropa interior, encontrando allí su miembro cálido y asombrosamente -aunque no sea sorpresa alguna- pesado. Tus movimientos lentos parecen gustarle y muerde su labio antes de tocar tu frente con la suya, permitiéndote apreciar sus largas pestañas rozar su piel.
-¿Te la puedo chupar?
-No voy a aguantar- lamenta-. Y no doy más, necesito cogerte.
Suspirás y la necesidad tira de tus músculos.
-Y yo necesito que me cojas.
Se deshace de su ropa interior y sólo entonces comprendés la gravedad de la situación: Felipe es alto, musculoso, y sus grandes manos tienen una razón de ser que no se reduce a adornar tu cuello. Soñaste e imaginaste mil veces con este momento, pero en todas tus fantasías su tamaño era... bueno, menos peligroso.
Intentás disimular la inquietud que ensombrece tus pensamientos, permitiéndole bañar tus pliegues y tu entrada con lubricante antes de aplicar el producto sobre sí mismo, pero cuando vuelve a buscar consentimiento en tu rostro sólo halla pánico y se detiene.
-No pasa nada- asegura-. Podemos parar o hacer otra cosa...
-No quiero hacer otra cosa, quiero que me la metas.
-Pero...
-Por favor- y masajeás su erección, palpitante y necesitada de atención-. Por favor, Pipe.
Felipe obedece, por supuesto, porque él también soñaba con vivir un momento así a tu lado. Observó mil veces cómo utilizabas tus dedos y tus batallas con dildos de menor tamaño, pensando en todos esos momentos cómo te arruinaría por completo y cómo tu única opción sería rendirte ante él.
Acaricia tu clítoris con su glande y luego lo guía hacia tu entrada, donde se detiene unos instantes mientras espera cualquier señal de arrepentimiento. Cuando tu mano se posa sobre su cadera sus dudas e inseguridades se desvanecen y comienza a penetrarte, siempre atento a las reacciones de tu cuerpo y en tu rostro.
Arrojás la cabeza hacia atrás y escoge ese momento para besar tu cuello en un intento de distraerte del dolor. Parece funcionar porque tus gemidos comienzan a caer de tus labios y te relajás tanto que él logra introducir otros cuantos centímetros entre tus paredes, las cuales se contraen sin cesar.
Lleva su pulgar a tu clítoris y comienza a jugar con el mismo con la esperanza de que te relajes aún más, pero también porque desea llevarte una vez más cerca de tu orgasmo para tal vez volver a privarte de él. Tu respiración es acelerada y tus pechos aún prisioneros de tu sostén llaman su atención.
Arranca la pieza de lencería de tu cuerpo y mientras continúa dibujando círculos en tu centro masajea con su otra mano tus pechos, dedicándole un par de minutos a cada uno y adorando escuchar todos los diferentes sonidos que te arrebata.
Mareada por las sensaciones y por su dedicación a tu placer te reincorporás, descansando tu peso sobre tus codos para poder admirar lo que sucede entre tus piernas. Tu respiración parece detenerse y mirás a Felipe con una mueca de incredulidad, preguntándole silenciosamente si ve lo mismo que vos.
-No va a entrar toda.
Toma el lubricante y arroja otro poco sobre su miembro.
-Vamos a hacer que entre.
Te dejás caer sobre el colchón y él cumple con su palabra. Mueve su cuerpo lentamente contra tu centro, desapareciendo la distancia que los separa y consolándote con las caricias de sus labios o limpiando tus lágrimas cuando el ardor de la penetración te hace temblar y protestar.
Tus ojos nublados no te permiten ver el movimiento de las agujas del reloj, el cual reposa junto a tu cámara sobre tu mesita de luz, por lo que no tenés manera de saber cuánto tiempo transcurre hasta que Felipe logra introducirse por completo en tu interior.
Descansa su peso sobre sus brazos y el movimiento de su cadera lo acompaña con besos en tus mejillas y en tu boca, las caricias de sus labios sobre los tuyos siguiendo el ritmo creciente de sus estocadas.
Abrazás su cuello y lo atraés aún más hacia tu cuerpo, desesperada por obtener más contacto y provocando con la nueva cercanía que su pelvis estimule tu clítoris. Tus gemidos aumentan sumándose al conjunto de sonidos obscenos que resuenan en tu cuarto y entre los cuales se escucha tu humedad.
Felipe jadea y también sisea, todavía más excitado, cuando tus uñas dejan marcas en su piel. Deja de preocuparse por la intensidad y la profundidad con que abusa de tu interior pero no se preocupa, porque tus gemidos son confirmación y guía suficiente.
Su mano se desliza entre tu cuerpo y el suyo pero en lugar de tocarte, como esperabas, la posiciona sobre tu abdomen bajo y ejerce presión para permitirte sentir la profundidad que alcanza en tu interior. Gritás por lo placentero de la sensación y él sonríe, una arrogancia impropia de su persona adornando su belleza.
Tomás su muñeca y tirás para que se detenga, creyéndote incapaz de tolerar el placer que el peso de su mano te otorga, pero él no cede y es así como finalmente te permite disfrutar de tu orgasmo. Rodeás su cadera con tus piernas y llorás bajo su cuerpo, padeciendo el placer que nubla tu mente, anuda tu lengua y te desorienta.
Recuperarte no es un lujo que te puedas dar porque mientras los espasmos aún te recorren Felipe manipula tu cuerpo para dejarte boca abajo, sentándose sobre tus muslos y acariciando tu centro todavía sensible con su punta. Cuando vuelve a penetrarte jurás sentirlo mucho más profundo que antes.
Con sus manos separa tus glúteos para poder apreciar mejor la forma en que su miembro, brillante por el lubricante y tus fluidos, luce contra tu diminuta entrada. Se muerde los labios y siente los músculos de su abdomen bajo tensándose, pero se contiene.
Finge no mirar la cámara que dejaste sobre la mesita de luz y se arroja sobre tu espalda, cada vez más desesperado. Sus largos dedos abrazan tu cuello para alejarte de las sábanas y encuentra tu rostro húmedo por tus lágrimas y tu saliva, que escapa de entre tus labios junto con su nombre.
Siembra besos en tu omóplato, en tu hombro y permite que sus dientes rocen tu oreja sólo para deleitarse con la contracción de tus paredes sobre su miembro, que golpea tu cérvix repetidamente y provoca que arrugues las sábanas bajo tus palmas sudorosas.
Volteás tanto como su mano te lo permite y separás los labios para hablar, frustrada cuando de tu boca sólo salen sonidos patéticos y palabras indescifrables. Felipe cree comprender que querés besarlo y es por eso que se acerca, pero antes de llegar a tu boca te oye decir:
-Adentro.
Felipe es débil y sólo lo comprende luego de procesar tus palabras, porque es entonces cuando sus movimientos se tornan brutales y sacuden tu cuerpo desconsideradamente. Tus gemidos mutan en gritos que se entremezclan con sus jadeos de placer y estos no se detienen en ningún momento, tampoco cuando sus bocas se fusionan.
Unos pocos segundos más tarde sentís la forma en que su miembro palpita, las venas recorriéndolo junto con el constante asalto a tus profundidades estimulándote todavía más que antes, y cuando salpica tus paredes con su semen otro orgasmo te golpea.
Temblás y el placer que contrae tus músculos también roba las últimas gotas de la liberación de Felipe, que llena con su calidez tu interior y amenaza con hacerte perder aún más la cabeza.
-¿Estás bien?- pregunta Felipe. Su voz está cargada de preocupación y ese usual deje de dulzura-. ¿Necesitás algo?
-¿Podemos quedarnos así?
Su confirmación es un abrazo y el calor de su pecho sobre tu espalda te hace sentir protegida. Besa tu cabello, ahora desastroso, tu piel brillante por el sudor y tus mejillas saladas por tus lágrimas.
-¿No necesitás nada, segura?
-A vos.
Sonríe contra tu piel.
-Me tenés- susurra-. Si de verdad me querés, me tenés.
El suspiro que deja tus labios es una mezcla de alivio y satisfacción pero se convierte en un quejido cuando Felipe abandona tu interior, haciéndote sentir vacía y luego molesta cuando los fluidos de ambos escapando de tu entrada, sensible e irritada.
-¿Te querés quedar...?
-¿De verdad?
-Sí.
-Bueno- sonríe y besa tu frente-. ¿Querés que cocine yo?
-Podría ser, pero no sé qué... ¿Qué hacés?- preguntás cuando lo ves tomar la cámara y arrodillarse sobre el colchón.
Separa tus piernas con cuidado y cuando oís el click gemís.
-Esta es sólo para mí.
Si están leyendo esto es porque vencí a Tumblr y... no, mentira, tuve que transcribir la historia no más. Quería publicarla más temprano pero en pleno delirio místico me pareció que era una muy buena idea sacrificar escenas, reescribir otras y editar todo lo que no me gustaba, pero no me arrepiento de nada porque el resultado me gustó :) Espero que hayan disfrutado la lectura y haberle hecho justicia a Pipe ♡
taglist: @madame-fear @creative-heart @delusionalgirlplace @chiquititamia @lastflowrr @recaltiente @llorented ♡
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jorgema · 6 days ago
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Mi dulce perdición: mi musa, mi reina y la dueña del bosque oscuro
~
Musa del bosque oscuro, quien llama y atrae mi alma con dulce seducción. Sin pronunciar palabra alguna, solo con su imponente presencia, me embruja cual sirena, y me atrae hacia ella para mi inevitable y perfecta perdición. Y yo, sin oponer resistencia, recorro el sendero que sus ojos me trazan, con el corazón enloquecido y la mente colmada de ilusiones. Sé que estoy perdido, pero también sé que avanzo hacia un paraíso colmado de fervor. Me entrego, pues, a esta sutil tentación, a este poderoso magnetismo que tu mirada, tus labios y tu sonrisa provocan en este caótico escritor, dispuesto a ser todo lo que desees, sin medida ni temor. Mi alma, mi mente y mi arte en letras, todo te pertenece, pues eres tú quien lo inspira y lo provoca, allí, en ese bosque que es tu reino de oscuridad. Musa del bosque oscuro, quien atrae mi ser hacia sí, quien llama incansablemente a mi alma y ofrece un camino a mi corazón. Aquí estoy, recorriendo tu sendero despacio, pues deseo observar, sin prisa, cada detalle en ti. Quiero que, al tomar tus manos y caer preso en tu eternidad, pueda relatar en prosa y elevar en oda cada fino lunar, cada peca de tu piel, cada ínfimo detalle tuyo, que te hace perfecta ante estos ojos que no pueden mirar en otra dirección. Así que mi supuesta perdición me espera, aunque sé que será más mi cielo y el hogar al que pertenezco, pues no puedo concebir que estar junto a ti sea una completa oscuridad. Más bien, es hallar la luz donde nadie la puede ver. Sí, soy consciente de que eres musa, reina del bosque y dueña de la penumbra, pero también eres un ser de luz oculto, solo visible para aquellos que comprenden la verdadera belleza, la nobleza y la dulce perdición de un corazón que sabe amar con complicidad y entrega total.
— Cuentos y relatos cortos || @jorgema
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karylvsjuanii · 8 months ago
Note
holaa, podrías hacer fluff con Juani? me encanta tus fics que tengas un buen día bebé 💖
Good Days | Juani Caruso
tw: súper fluff, algo de Juani y reader angst, inseguro y triste, cursilería.
Narración latina. Diálogos Juani argentinos.
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Salí de la ducha nocturna de siempre. Me encantaba el olor que elegí hoy, rosas.
Coloque mi pijama favorito de ositos rosas con cafés, me gustaba ponérmela y pensar que esos dos éramos Juani y yo.
Justamente salí del baño para ir por unos pañuelos ya que había manchado de jabón en la pared.
Yo podría jurar con todo lo que amo y aprecio en este mundo que ver a Juani acostado recién bañadito era lo mejor que le podía pasar a mi sentido de observación.
Estaba con los ojos cerrados y solo se podía apreciar la mitad de su rostro alumbrado por la lámpara a un lado de él. Podía ver desde aquí su posición cómoda, con las piernas dobladas y pegadas a su abdomen, haciéndose “conchita” debajo de las mantas y sus manos aferradas a esta.
Mi corazón empezó a latir fuerte al verlo así, estoy más que enamorada de él.
Quite la vista en cuanto abrió sus ojos y captó mi atención hacia él.
Caminé al baño para evitar la vergüenza que paso en estos momentos.
Dejé la puerta abierta y me senté en el tocador de mi baño, frente al espejo, tomé mi cepillo y mi cabello para fundirlos en un intento de desenredarlo. Debo ser sincera, siempre tardo demasiado haciendo esto, mi cabello es largo y me gusta ser cuidadosa con el en este paso.
“Puedo pasar?” Juani recuesta su peso en la puerta de mi baño, cruzándose de brazos y mirándome con una sonrisa brillante, haciéndome soltar una sonrisa cuando lo veo entrecerrando sus ojitos por la luz del baño.
“Todavía me falta, Juani.” Supuse que querría usar el baño ocupado por mi.
“No, puedo hacerlo yo?” Se acerca lentamente a mi sin dejar de verme para posicionarse detrás de mi. Seguido con mi mirada a través del espejo.
“Hacer qué?” Juani toma mi mano con el cepillo aún y lo despega de mis manos, acomoda mi cabello hacia atrás con una delicadeza hermosa y empieza a cepillarlo.
El baño quedó en completo silencio, eran solo nuestras respiraciones adueñandose de este.
Apostaría que de mis ojos están apunto de desprender corazones rojos enormes, causados por la imagen que veía en mi espejo iluminado.
Juani cepillaba mechón por mechón con paciencia y una sonrisa plasmada en su cara, aunque sus manos fueran realmente grandes, sus toques siempre fueron suaves y tiernos.
A medida de que avanzaba el cepillo bajaba con más fluidez y mi corazón con más rapidez.
Juani se giró y acercó sus manos a lo que parecía ser una crema, pero al regresar a mi fue rodeado con mis brazos y mi cabeza apoyándose en su pecho, evitando sus movimientos.
“Te ves tan hermosa, me encantas” Vuelve a acariciar mi cabello largo, pasando sus dedos para alejarlo de mi rostro.
“Te amo.” Dije, sintiendo a Juani detener sus movimientos.
Juani y yo llevábamos exactamente 1 año y dos meses conociéndonos, nos conocimos en argentina cuando yo pase vacaciones allí.
Me pidió que aceptara ser su novia hace dos meses, precisamente el día que cumplimos un año de conocernos, viajó a México para pedírmelo. Fue tan atento y tierno como siempre. Eso es lo que más me enamoró de él, seguro.
Y hoy día, era el primer “te amo” que le decía, ambos sabemos que nos amamos ya que nos lo habíamos dicho a través de canciones que nos dedicábamos, cartas, notitas, uno que otro mensaje, ya sabes, el típico “tamoo” o “lov u.”
Pero nunca había salido de la boca de alguno.
“Decimelo de nuevo.” No podría describir la expresión de Juani en este momento, parecía una mezcla de todas. Asustado, feliz, triste, enamorado, nervioso.
“Que te amo, Juan” Sus brazos me rodearon completa y con una facilidad logró cargarme y llevarme hasta la cama, apoyando mi espalda en el respaldo de nuestro colchón.
“Decime ya que esto es un sueño” Tomó mis manos cuando estaba ya encima de mis piernas, claramente sin dejar todo su peso caer en mi.
Sus rodillas estaban apoyadas de lado a lado, dejando a mis piernas en medio de las suyas.
“Que no lo es, Juani, te amo mucho”
Mi rostro fue aferrado por sus manos y bañado de besos suyos, cubriéndome por completo con la sensación de sus labios.
“Basta, amor, bésame” Rodeé mis brazos en su cuello con el intento de pegarlo más a mi.
Sus labios azotaron los míos, y se sentía todo diferente, no era como ese beso alterado y desesperado por sentir algo. Nuestro beso era buscando expresarnos todo ese amor que sentíamos por los dos, ese cariño y pasión que acumulaba en todo nuestro ser. Y estaba funcionando, no había otra manera de que alguien me pudiera hacer sentir así, tendrías que ser Juani para provocarme todos estos sentimientos que vienen desde el fondo de mi corazón.
Explosiones y terremotos de amor me venían cuando él me daba sus besos, pero la manera en la que me estaba besando ahora, me hacía sentir protegida y sin miedo a nada. Sus manos nunca propasaron mi cuerpo, tocaba suavemente mis mejillas y cabello, jugaba con este y sus dedos bajaban a mi cuello poniéndome nerviosa, agregándome los pelos de punta cuando lo sentía acercarse lo más que podía.
Mis labios se acostumbraron a Juani en tan poco tiempo, haciéndome dar cuenta que eso era lo que me faltaba, su amor, su toque, sus besos.
¿Alguna vez te has sentido reconfortado por el delicioso aroma del pan recién horneado?, pues, así se sentía estar en los brazos de Juani. Se sentía como ese sábado frío por la mañana en la casa de tu abuela, impregnada de un olor a pan y chocolate caliente. Se sentía como la brisa de la noche cuando te dirigías a la cena después de un día de playa. Como la sensación acogedora cuando te pones esa sudadera que solo tu entiendes cómo te hace sentir.
Juani me hace sentir como la niña más afortunada del planeta.
Mis emociones crecían más, hasta que sentí a sus labios abandonando los míos.
“Tengo miedo, amor.” Dice después de juntar su frente con la mía.
“Qué? qué pasa?” Intento despegar mi frente de la suya para verlo a los ojos, pero el me lo impide.
“De no ser suficiente para vos”
Sabía que Juani tenía problemas de autoestima y no le era fácil aceptarse a si mismo, todo por cosas del pasado y aún más por la fama que estaba recibiendo y los comentarios negativos de la gente, las cosas se juntaban causándole días abrumadores y desesperantes.
Siempre me tenía a mí y el lo sabe, pero nunca me dijo que se sentía de esa forma.
Sentí que había hecho algo mal, pues, creía siempre demostrar mi amor hacia él de todas maneras y que me dijera eso me hacía dudar si estaba haciendo algo mal con él.
“De qué hablas, Juan?” Hice una pausa alejando mi frente de él para tomarlo del mentón y atrapar su cara sosteniéndola con mis manos.
“Mira, amor, quiero que sepas que para mí, eres más que suficiente en todos los sentidos. Entiendo que a veces puedas sentirte inseguro, pero quiero que sepas que en mis ojos, eres perfecto tal como eres. Tu amor, tu atención, tu personalidad, son lo que me enamoraron de ti desde el principio, y nada ni nadie puede cambiar eso.”
Hago una pausa para tomarlo de las muñecas y hacer que su mirada se dirija a mi, quería decírselo mirándolo a los ojos.
“Juani, no necesitas ser nada más que tú mismo, porque en tus abrazos y besos encuentro todo lo que necesito.
Te amo más de lo que las palabras pueden expresar, y siempre estaré aquí para apoyarte, amarte y recordarte lo increíble que eres.”
Noté los ojos llorosos de Juani rogando por derramar una lágrima. Jale sus brazos hacia mí y lo abracé con todo mi amor. Mi corazón se partió al escuchar sollozos de su parte.
Juani se apartó de mi y me vio a los ojos con lo que parecía ser un intento de sonrisa.
“amor, gracias, de verdad, gracias por tus palabras y por ser vos, sos la niña más bonita y preciosa que mis ojos han visto. No puedo evitar querer llenarte de besos cada vez que me hacés sentir así.”
Sus dedos frotan mi cabello dejándolo caer sobre mis hombros y pecho, mostrando nerviosismo. Y no me sorprende, Juani nunca ha sido de expresarse mediante palabras, cosa que me gusta, para él son más importantes las acciones. Así que, scucharlo decirme esas palabras provocan un revoltijo en mi vientre, el mismo que sentí cuando nos dimos el primer beso, cuando me pidió ser su novia, cuando dormimos juntos por primera vez.
“Tu eres el niño más bonito que he visto” Recibo un beso tierno, sintiendo aún cómo no deja quieto mi cabello.
“Me haces sentir completo” Juani deja escapar esa frase entre besos.
Provocándome de nuevo, miles de mariposas en mi estomago.
Cansándose de la posición, se aleja de mi para acostarse a mi lado y jalarme hacia él. Con sus manos, cubre mi cuerpo con las cobijas blancas, enrollando sus piernas con las mías y pasando su mano por mi cintura sin dejar de verme.
Ojalá así se sintiera el cielo, estar en los brazos del niño más precioso, mirándome como si fuese su escena favorita, permitiendo que aprecie aún más sus azules ojos escaneando mi rostro.
Vuelve a acercar sus labios a los míos, uniéndolos en un beso largo lleno de amor, su mano recorriendo mi cintura y pasando de vez en cuando a una caricia en mi espalda, suave y sin prisa, devolviéndole la sensación en sus brazos, tocados por mi.
Juani manejaba mis labios con tranquilidad, a su gusto, convirtiéndolos en uno solo.
Recibiendo una sonrisa de mi parte por sentir a sus rulos caer por mi frente, levemente desplazándose junto al movimiento de su rostro para besarme más.
Juega con mi labio inferior, besándolo y rozándolo con sus labios.
Poco a poco despega los suyos de mi para regresar y dar tiernos besos pequeños.
Suelto una risa y abro los ojos para encontrarme con los suyos y a su bonita sonrisa transmitiéndome calidez y cariño.
Su mano aleja el fleco de mi cabello que intenta cubrir mis ojos, lo intenta sin parar de sonreír, sus dedos acarician mis hombros regalándome escalofríos nerviosos, bajando a mis manos por sentir a las suyas entrelazando sus dedos con los míos, añadiéndole más ternura y emoción al momento. El cual nunca olvidaré.
“Sos el sueño del que nunca quiero despertar.” Dice Juani con sus manos al rededor de mis mejillas, sus acciones hacen que pueda escuchar los latidos de mi corazón a mil por hora.
Sus brazos me rodean nuevamente como todas las noches, pegándome a él y escondiendo mi rostro en su pecho abrazándolo por la cintura, inhalando su cálido olor con el dulce toque de aroma masculino.
Pero ahora es distinto, siento su agarre como si fuera esa cobija con la que minutos antes estaba aferrado, impidiendo separarse, como si no quisiera alejarse de ella nunca más.
“Ah, y..” Hace una breve pausa buscando conectar su mirada con la mía.
“Yo te amo mucho más, mi amor.” Finalmente sus ojos se cierran, soltando un suspiro con una sonrisa apoderándose de él por la noche inolvidable que acabamos de pasar, convirtiéndose en la primera de muchas más.
….
HOLAA, oigan coméntenme porque m gustaría interactuar con ustedes.
este fluff lo tenía guardado hace ya varios días solo q me faltaba modificar palabras y así, tmb tengo pendiente un smut d pipe buenísimo jeje ojalá les haya gustado este fluff m encanta escribir d estos😭
PD: HÁGANME MAS ASK PORFA DENME IDEAS D TODO HAJJAAJJSJS
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choccocake · 6 months ago
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Sesión de Fotos (Felipe Otaño)
—˚ ˖ ୧ CREO que es obvio de dónde saque la idea para hacer este fic, ya que juro que amé haciéndolo. Además de que me sentí como niña chiquita chillando mientras lo hacía y veía la fuente de inspiración JAJAJA
Espero que les guste, especialmente a las piperas, mwak <3
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Te sentías más que afortunada de tener al novio que toda niña chiquita (o adolescente) querría en su infancia.
Uno de ojos azules, con pecas, pelo sedoso, labios carnosos y con una sonrisa que podría conquistar a más de una con tan solo una mirada.
Ah, y no olvidemos su pecho, con el que te podrías quedar todo un día completo embobada mirándolo y especialmente con esos abdominales que se traía..
Estabas informada completamente de la fama que se había ganado tu novio a los meses de que se estrenara la película en la que participaba (LSDLN) y estabas también agradecida de que le fuera así de bien.
Además de que, una vez más, estabas informada de su participación de la próxima película en la que participaría que era Meteorito.
Inclusive, en una de las entrevistas que hizo para promoción de la película, la entrevistadora le había preguntado a los dos protagonistas de la película que si habían tenido a su "meteorito" en la vida. En lo que Pipe no respondió abiertamente, simplemente un sonrojo apareció en sus mejillas junto una sonrisa bastante cariñosa.
Después de esa entrevista las piperas (fans de Pipe) habían estado como locas haciendo suposiciones de que Pipe tenía o tuvo pareja en algún momento y por eso la reacción que tuvo ante la pregunta.
Por supuesto que tú estabas al tanto de aquellas suposiciones de las fans, especialmente porque abundaban más en Twitter que en alguna otra red social.
Al momento en que Pipe llegó a casa luego de esa entrevista, ahí te encontrabas tú, con una sonrisa engatusada en tus labios viéndolo desde la cocina.
El peli castaño te miraba de manera confusa pero con una sonrisa en su rostro, acercándose a ti mientras rodeaba sus brazos en tu cintura y escondía su rostro en la curvatura de tu cuello.
—¿Qué te pasa a vos ahora? Andás con esa mirada toda extraña. — Te preguntó, su respiración chocando contra tu piel, cosa que te provocaba cosquillas.
Te reíste un poco antes de soltar un corto y divertido "nada".
—Estuviste increíble en la entrevista de hoy, ¿tienes alguna otra para mañana? — Le preguntaste, girándote un poco para dejar un casto beso en su sien.
—Tengo una sesión de fotos con el otro protagonista de la película, pero me dijeron que podés venir vos también a la sesión como acompañante. — Te respondió, levantando la cabeza para dejarte un beso en la mejilla de manera algo adormilada.
Tus ojos brillaron por un momento ante la idea de acompañarlo a su sesión de fotos que haría promoción a su película. Además de que querías ver en persona como serían las fotos que le tomarían a tu novio.
Le tomaste de las manos, las cuales al fijarte que encajaban perfectamente como dos piezas de rompecabezas provocó un ligero sonrojo en tus mejillas. Lo guíaste hacía la habitación de ambos, ayudándolo a desvestirse y vestirse para colocarse el pijama.
Normalmente dormiría con unos bóxers y una camisa cualquiera, pero habían quedado en hacer un match en pijamas esa vez.
Cuando ya ambos se acostaron, Felipe rodeó sus brazos alrededor de tu figura, cayendo en los brazos de Morfeo de inmediato. Mientras tú lo veías caer rendido, le seguiste acariciando sus mejillas en dónde se encontraban las pecas que tanto amabas.
Ya te preocuparías por lo que pasaría mañana y de las increíbles fotos que serían tomadas para la película.
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De acuerdo, cuando pensaste que sería una sesión de fotos completamente normal y que no pasaría nada raro, estabas completamente equivocada.
Sentías que podrías morir de un derrame nasal en ese mismo momento. DIOS, ¿por qué tenías que tener un novio tan perfecto como pareja? Te estaba haciendo sentir demasiadas emociones encontradas en una sola con solo verlo.
Tomaste entre sorbos rápidos y cortos de tu café, intentando aligerar un poco ese torrente de emociones que te provocaba tu novio.
Las miradas fugaces que te sabe Felipe cuando tenía que mirar directamente hacía la cámara te provocaba un sentimiento de ardor en el estómago.
Además de que en la sesión le habían pedido tomarse las fotos sin camisa y con una parte de los bóxers a la vista.
No hiciste ninguna queja ante eso ya que sabías que era parte de su trabajo y demás. Pero te estaba matando el simple hecho de que pareciera que te estaba comiendo con esos ojos marinos suyos con tan solo verte un milisegundo.
¿Cómo que hacía algo de calor acá, no?
—¡Listo! Pueden darse un descanso hasta que verifiquemos que ninguna haya salido mal y no tengamos que repetir ninguna. — Les había dicho la fotógrafa, agradeciéndole a Felipe y al otro chico por la colaboración.
Fingiste demencia cuando Felipe se acercó a ti, tratando de disimular las mejillas sonrojadas y la punta de tus oídos rojas como una manzana.
—¿Qué te pareció, amor? — Te preguntó Felipe.
—Estuviste fantástico Pipe, de seguro las fotos salieron excelentes. — Le contestaste.
Estabas intentando con todas tus fuerzas que tus ojos no se desviaran hacía la parte de sus abdominales y la parte que de sus bóxers que se encontraba a la vista. No querías morir más de vergüenza frente a Pipe, ya sentías que parecías un tomate con tan solo estar frente a él.
Felipe en cambio, miró un momento hacía el estudio que ya se encontraba vacío -a excepción de ustedes dos- y sonrió al ver que no había nadie más.
—Ah, andás segura de eso? — Se acercó más a ti, inclinándose hasta que sus rostros solo estuvieran a pocos centímetros de distancia, los dos sintiendo las respiraciones del otro.
No respondiste al segundo, te tomaste tu tiempo para procesar todo y que con tan solo acercar tus manos un poco hacía su pecho podrías tocar esos abdominales que tanto te traían embobada.
Además de que esos ojos azules que te parecían también tener enganchada por cada segundo los veías. Podrías ahogarte en ellos si pudieras.
—Felipe.. — Con tan solo decir su nombre fue suficiente para que se cerrara la brecha entre ustedes dos.
Agradecidas profundamente la sesión de fotos.
—˚ ˖ ୧ Creo que es obvio de dónde viene la idea de este mini fic, pero para las que no sepan pues..
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¡Espero que les haya gustado! Ya saben que las solicitudes se encuentran abiertas y pueden pedir a cualquiera del cast de lsdln y como les gustaría que fuera
¡Bye!
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analisword · 9 months ago
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high infidelity (Enzo Vogrincic x Fem! reader)
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Capítulo 1: https://www.tumblr.com/analisword/742694471701037056/high-infidelity-enzo-vogrinc-x-fem-reader?source=share
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Capítulo 2:
Para cuando Alana llegó a casa, alrededor de las dos de la mañana, el alcohol ya había desaparecido por completo de su sistema, sin embargo, aún se sentía intoxicada, no pudo hablar mucho con Enzo después de la ronda de fotografías y toda la farándula que el actor invocó con su mera presencia, sin embargo, el chico se encargó de hacerle saber que seguirían en contacto.
—Tenemos que terminar esta conversación eventualmente por teléfono—había bromeado en su oído mientras algunas personas grababan la interacción—. Tenés que avisarme cuando escribas algo nuevo, muero por leer cualquier cosa que salga de tu mente. 
Así que ahora se encontraba parada en medio de su departamento, con el corazón latiendo  a mil por hora y con  el número telefónico de su actor favorito en su lista de contactos, Alana miró la pantalla de su celular y lo dejó en la mesa, no había manera en la que ella fuera  a mandarle un mensaje a Enzo, ¿qué se supone que le diría?
Pero sabía que si por cosas del destino él llegara a llamarle o mandarle un mensaje, ella no pensaría dos veces en responder. 
Alana se quitó los pendientes y corrió emocionada hacia el estudio para platicarle a su novio sobre  cómo había conocido a Enzo (claro, evitando ciertos detalles, como todos los que delataban la manera en la que  el chico había despertado cosas en ella que no sabía que existían) Sebastián era consciente de lo mucho que Alana admiraba a Enzo como actor, irónicamente, la primera película que habían visto juntos había sido protagonizada por el mismo uruguayo.
Cuando abrió la puerta del estudio no se encontró con más que el monitor encendido, un escritorio repleto de tazas de café a medio terminar y un olor a cigarrillo, ¿desde cuándo Sebastián había vuelto a fumar? Alana se recordó a sí misma que a la mañana siguiente, después de su entrevista, limpiaría el lugar. 
Se encaminó hacia la habitación que compartía con su novio, la puerta del baño se encontraba abierta y ahí encontró a Sebastián de espaldas lavándose la cara. 
El chico levantó la mirada para verla tras el espejo, el regaló una sonrisa y una vista cansada, Alana olvidó por un instante los acontecimientos de las horas anteriores, no podía evitar sentir una calidez en su pecho cada que veía a Sebastián, siempre se encontraría eternamente agradecida con él, pues Sebastián había aceptado editar su obra cuando nadie había confiado en ella, en ese entonces ella apenas había escrito un par de relatos cortos para concursos de la universidad y sitios web, Alana era consciente que sin Sebastián, no estaría parada en esta preciosa ciudad. 
—¿Cómo te fue?—preguntó él secándose la cara y dándose vuelta para verla frente a frente. 
Alana arqueó las cejas, la sonrisa de Enzo volviendo a sus pensamientos. 
—Conocí a Enzo—hasta su propia declaración le sorprendió. 
—¿Enzo?
—Enzo Vogrincic, charlamos un poco y todo—dijo emocionada. 
—Genial—dijo él protruyendo el labio inferior, Alana parpadeó varias veces, acababa de decirle a su novio que había conocido a su jodido ídolo y él sólo decía genial. 
Actuaba como si Alana se hubiera topado con el vecino de la puerta de alado. 
—Me dijo que le gustó bastante la saga  de arco de sangre—mencionó. 
—Todo mundo que hable español y sepa leer dice eso, cariño—dijo él con tono de obviedad y hasta rodó los ojos—. Seguramente te lo dijo para caer bien, ¿le mencionaste que la primera película que vimos de él fue aquella…la de las montañas?
Alana parpadeó varias veces incrédula, años atrás, cuando había visto La sociedad de la nieve con Sebastián, sintió que su vida había cambiado por completo, ella no había vuelto a ser la misma.
Había sido un error creer que Sebastián se había sentido de la misma manera. 
—¿Podrías estar aunque sea un poco emocionado por mí?—preguntó dolida, le pesaban los ojos del sueño y la idea de aún tener que desmaquillarse le agobiaba, lo único que pedía era un poco de tacto por parte de su pareja. 
—Estoy emocionado por ti—replicó él con la voz más plana de todas—. ¿Quieres que te haga una fiesta y te compre globos?
—Jódete—dijo ella dándose vuelta. 
—Ya, Alana, perdón—se disculpó caminando detrás de ella—. Claro que me entusiasma, te mereces más que nadie conocerlo, lo digo en serio—dijo tomándola del rostro, Alana lo miró fijamente intentando conectar con los ojos azules de su novio,  claro que sentía esa calidez en su pecho, pero desde tiempo atrás no sentía esos fuegos artificiales que le habían hecho mudarse a otro continente por él, tragó saliva bruscamente, su padre le había dicho cientos de veces que no se mudara de su hogar por un hombre, y ahora estaba acá, a miles de kilómetros lejos de casa casi rogándole al que creía ser el amor de su vida por un poco de atención. 
Qué patética situación. 
Se encontraba cansada y con sueño, ni siquiera tenía ganas de que Sebastián la tocara, meses atrás que no lo hacía, Alana podría decir que había olvidado cómo se sentía el tacto del chico, aún así, por la mera razón de querer pasar aunque sea un poco de tiempo con él, se desabrochó el botón del vestido de seda, este se resbaló por su cuerpo e hizo un charco en sus pies, Sebastián bajó su mirada por un instante. 
—Está carísimo ese vestido, si lo estropeas lo vamos a tener que pagar—dijo él apartando el vestido de sus pies y yendo a colgarlo al closet, Alana quedó petrificada en su lugar. 
—Iré a escribir—dijo él sonriendo débilmente, depositó un seco beso en su mejilla y le palmeó el hombro. 
Alana sintió la humillación llenarla por completo, se había desnudado enfrente de su jodido novio y de cambio había obtenido un par de palmadas en el hombro. 
No estaba sorprendida, pero sí decepcionada, no permitió que la vergüenza la atormentara, por lo que se desmaquilló rápidamente, se puso la pijama y comenzó a buscar la reseña que Enzo le había dejado al segundo libro de la saga en su perfil de GoodReads. 
Cuarenta minutos después, con el dedo adormecido de tanto dar hacia abajo en en la pantalla y con los ojos secos de sueño, se topó con la reseña de un perfil llamado en_vgc al principio no estaba segura si se trataba de él, pero vio que de foto de perfil tenía un gato exactamente igual al que había posteado en su Instagram días atrás. 
Se sentía tan sola y patética. 
Como cada que estaba apunto de leer una reseña, sentía que su corazón quería salirse de su caja torácica, se incorporó mejor en la cama, se talló los ojos y comenzó a leer la dichosa reseña.
                                                             ˖⁺‧₊˚♡˚₊‧⁺˖ 
Habían pasado días desde que Alana conoció a Enzo la premier y que corrió a casa a leer lo que él había dicho de su libro, se sentía avergonzada, pero más de una vez cada tantos días se sorprendía a sí misma releyendo una y otra vez lo que el chico había dicho sobre el segundo libro de arco de sangre. 
Alana lo había embellecido y hechizado por completo, había tomado su alma, la había golpeado, besado y la había regresado a su pecho (palabras de Enzo) o bueno, Alana no, más bien el libro. 
Ahora se encontraba en el escritorio de su oficina, comprobando su aspecto por última vez antes de encender la cámara web, desde que se le había visto con Enzo, Alana había captado la atención en redes, algunas personas ya la conocían, otros estaban sorprendidos de que la chica fuera la creadora del mundo de fantasía de la saga, mientras que otros se reían de ella por como se había comportado con Enzo (se le notaba claramente extraña en cada vídeo y estúpidamente nerviosa) en este instante estaba por hacer una entrevista vía Zoom para un programa de espectáculos. 
—Alana, ¿cómo estáis?—preguntó la entrevistadora desde el otro lado de la pantalla, Alana se acomodó sus audífonos y carraspeó. 
—Bien, bien, gracias. 
La entrevista siguió tranquila, con las típicas preguntas de siempre: qué le había inspirado para escribir la saga (su depresión y cierto actor)  si había presentado choques culturales entre Sevilla y México  (un montón, pero nada grave) si actualmente se encontraba escribiendo algo más (por el momento no, pero no podía esperar por retomar la escritura) con el paso de minutos comenzó a desenvolverse más y a contestar las preguntas elocuentemente. 
—Hace un par de días te vimos en un evento con Enzo Vogrincic, ¿cuál fue tu experiencia con el actor uruguayo?
—Fascinante—respondió rápidamente—. Enzo es una persona totalmente comprometida a su trabajo, lo vengo admirando desde años atrás y me considero completamente afortunada de poder haberlo encontrado en un evento así, se nota que es un apasionado por la actuación y que se siente en casa en ese tipo de lugares—comenzó a decir—. Y no sólo eso, como persona es bastante amable, humilde y con los pies en la tierra. 
La entrevistadora sonrió al escucharla, claramente encantada por la respuesta tan elaborada que ella había dado, tal vez un ‘’muy buena’’ hubiera sido más que suficiente, pero llevaba días pensando en lo amigable que Enzo se había comportado con ella y las cosas tan hermosas que había escrito sobre el libro. 
—Habláis de él como si lo conocieras de mucho, ¿ya se habían encontrado en un evento como ese?
—No, no realmente—rió avergonzada—. Como dije, llevo tiempo siguiendo su trayectoria pero no había tenido oportunidad de conocerlo hasta la premier, simplemente digo lo que todos ya saben sobre él. 
—Vale, vale—rió—. Supongamos que hicieran una película de tus libros, ¿te gustaría ver a Enzo en la pantalla grande?
—Ah no bueno—respondió Alana bastante emocionada—. Primeramente es un sueño muy grande y loco pensar que lleven a carne y hueso uno de mis libros, yo creo que estaría en la cima del mundo si hicieran eso, cuanto más tener a Enzo como el protagonista, sería un verdadero sueño hecho realidad. Entonces si alguna vez se presenta la oportunidad, probablemente me verán persuadiendo al encargado del casting para que considere a Enzo—bromeó. 
La entrevistadora le hizo un par de preguntas más ya no referentes al actor, aún así, Alana estuvo el resto de la hora pensando en él y fantaseando con un Enzo caracterizado como Luther. 
Después de la entrevista, Alana se cambió por una ropa más cómoda y procedió a limpiar el estudio de Sebastián aprovechando que el chico había salido a comprar unas cosas, el escritorio estaba repleto de colillas de cigarros y manuscritos corregidos a mano por la misma Alana, tomó el bonche de hojas y las observó rápidamente, cada una de ellas con anotaciones, correcciones y sugerencias para el libro que Sebastián llevaba tiempo escribiendo, no pudo evitar acordarse en Enzo diciéndole que le avisara si volvía a escribir algo, Alana se mordió el interior de la mejilla, ¿no estaba escribiendo porque estaba de vacaciones o no lo hacía por el desgaste que tomaba corregir el libro de Sebastián?
Se sentía hasta inútil, estaba en una ciudad hermosa que le inspiraba en cada esquina y calle y ella dedicaba todo su tiempo a llenar los vacíos de trama de la historia de Sebastián, no le agradaron sus pensamientos, así que se dedicó a terminar de limpiar, estaba por sacar la última bolsa de basura cuando sintió su celular vibrar en el bolsillo de la pijama, Alana  y leyó el mensaje que mostró la pantalla. 
''Vi tu entrevista, gracias por tus palabras, estaré aquí hasta que termine de rodar la peli, si algún día quieres ir por un café, llámame, Enzo x''
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black-beauty-poetry · 11 months ago
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Me gustaría que reposes tu mano sobre mis hombros, mi cuerpo, mi corazón, mi alma; sabrás que te pertenezco y, sin dudar, me entregaría a ti porque a través de tu amor existe la suficiente confianza - la que por mucho tiempo he estado buscando -, para caer y saber que estaré a salvo por la certeza de ser atrapado.
Me volvería adicto a tu esencia, como si fueras una droga que me haría vivir un sueño mágico, sempiterno y paradisiaco, del cual nunca anhelaría despertar.
Y que tu comprensión, tu mirada, el destello en tus ojos, la suavidad con la que cargas mis piezas fragmentadas, sean quienes le devuelvan la vida a mis sonrisas, los astros a mi universo, las estrellas a mis noches.
Ahuyenta los miedos que me persiguen con tus caricias. Se mi refugio con la calidez del tiempo que me dedicas.
Seré sincero, eres la única que puede sacudir mis pisos, mis paredes, sin llegar a romper nada.
Hazme sentir que este amor es único, correspondido, etéreo más que placentero.
Dame razones que confirmen que tomé la mejor decisión al convertirte en mis sentimientos y pensamientos.
Y también prométeme que aceptarás mi cuerpo independientemente de las inseguridades, imperfecciones, y cicatrices bélicas que puedas encontrar en él.
Con tu amor, haz que me enamore de mí mismo. Ayúdame a recuperar mis propias fortalezas.
Quiero que seas la única habitante en la tierra de mi corazón, pero recuerda que no es suficiente con tan sólo vivir allí.
Construye ciudades en mí. Cuida mi naturaleza. Aviva mis jardines muertos.
Con tu presencia, conviérteme en un país en el que ames vivir.
-Dark prince
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caostalgia · 2 years ago
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Me tienes allí, me miras y sonríes, caigo de nuevo en la trampa, es que esa maldita sonrisa, es todo lo que puedo decir, caer en tu trampa, parece ser lo único que puedo hacer.
Abril 4 | Babi PM
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coolpizzazonkplaid · 10 months ago
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Lin Kuei (MK1) y Hanzo Hasashi y Kuai Liang (MK11) x lectora que sufre una posesión demoniaca (Evil Dead Rise).
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Es la primera vez que escribo headcanons ténganme compasión.😅😊 Contexto: Sos guardiana de muchos objetos de valor peligroso y por accidente (ósea mera estupidez) lees el Libro de los Muertos y caes bajo una posesión sumamente fuerte. Tu pareja intenta ayudarte a que recuperes la conciencia, pero en el trayecto vas sufriendo físicamente, también esta pareja descubre el porqué de tu situación.
Bi Han:
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Este ninja se da cuenta al toque que ese libro no trae nada bueno ni tampoco ninguno de los artefactos que estas protegiendo, pero el libro que te encomienda Liu Kang lo ve cien veces peor.
No solamente por la parte de que Liu Kang te pide que lo cuides sino porque ese libro ve que tiene maldad pura. Intentas convencerlo para que se quede tranquilo y no se esté estresando innecesariamente.
Por eso prefiere acompañarte y vigilar qué artimañas tendrá ese libro.
Al dar inicio tu investigación con el objeto, te pinchas por accidente con uno de tus instrumentos de investigación y al caer las gotas de sangre, el libro se abre. Tanto a ti como a Bi han no le gusta la sensación que da ese objeto maldito y aun así sigues estudiándolo. Pasando hoja tras hoja, llegas a una escrita y lees en voz alta. Grave error.
El fuego de la chimenea se apaga sin más, las ventanas se cierran abruptamente y una ventisca te arroja al techo. Bi han es expulsado fuera de la habitación y gritas su nombre. Una mano invisible agarra tu cuello y lo aprieta, ya no puedes emitir un sonido. Otro par de manos agarra un brazo, una pierna y te la tuercen.
Caes al suelo como una bolsa de papas, cuando cobras la consciencia intentas arrastrarte hacia la salida, pero una vez más la mano invisible te agarra la pierna rota y antes de que puedas gritar el nombre de Bi Han la otra mano te cubre la boca nuevamente. El demonio hace que tus huesos ardan como si las llamas del Infierno estuvieran en tu cuerpo, tus gritos son silenciados y las lágrimas salen de tus ojos como cascadas. El demonio provoca tus convulsiones. Suplicabas que tu agonía acabara pronto, pero esas suplicas quedaron vacías.
Ese dolor siguió y siguió, el demonio tomó posesión de tu cuerpo y te levantas con tranquilidad. Abres la puerta y pasas al lado de Bi Han sin inmutarte en que estaba ahí. De a poco, Bi Han cobra el conocimiento y ve la puerta de la habitación abierta. Cuando se levanta, te ve a espaldas de él, intenta levantarse y quiere corroborar si te encuentras bien. Solamente sueltas incoherencias.
“Eres el peor Gran Maestro que he conocido, Bi Han, y pensar que hay otras personas que pueden llegar a liderar un clan mejor que tú.” “No puedes amarte a ti mismo y pretendes amar a esta zorra, eres un crédulo.” “Nunca harás que los Lin Kuei lleguen a la grandeza siendo un cobarde.”
Te das la vuelta y una sonrisa espeluznante adorna tu rostro, al mismo tiempo tus manos comienzan a rasguñarte y la sangre cae al piso, pero no se ve tu reflejo sino del demonio. En ese instante tiemblas, cobras la conciencia, Bi Han ve en tu rostro el horror y solamente puedes decir: “Ayúdame, Bi Han”.
Después de tu arrebato de conocimiento, te desmayas y Bi Han se aproxima a ti inmediatamente. Te revisa para ver tu estado, todo tu cuerpo está ardiendo en fiebre y comienzas a convulsionar. Sin pensar, Bi Han usa su poder para que tu fiebre baje, pero eso fue un error, porque repentinamente tu cuerpo se vuelve un tempano de hielo y tus convulsiones siguen sin parar. Hasta que en un momento te detienes.
Bi Han revisa tus signos vitales y al no hallar pulso, la impotencia lo invade y la furia hacia Liu Kang se acrecienta. No esperó que repentinamente abras los ojos y sueltes un grito tan abrumador que deja confundido al Gran Maestro. Los hermanos de Bi Han llegan al pasillo en el que se encontraban, confundidos por el grito que habían escuchado y cuando los ves ruges y los atacas.
Intentan sacarte de encima y al hacerlo, Bi Han te contiene con sus poderes y a pesar de eso sigues insultándolo sin parar, pero eran oídos sordos para él. Lo único que tenía en la cabeza era confrontar a Liu Kang por su ineptitud, la furia lo estaba consumiendo y a la vez la angustia, estabas sufriendo y no sabía que te pasaría si esto llegara más lejos.
Termina de encerrarte y sin inmutarse llama a Liu Kang de una manera colérica. Sus hermanos tienen que hacer la tarea de dios de evitar que Bi Han se abalance al dios del fuego y lo mate a golpes, pero no quita que le grite por su error y quiera instantáneamente respuestas de por qué te encomendó examinar el objeto maldito. Sus hermanos tratan que mantenga la cordura antes de que haga algo tonto y mas o menos logra calmarse.
Liu Kang intenta aclarar las dudas sobre el Libro de los Muertos, que era un objeto perdido y leyenda del Infierno, que si llegaba a manos equivocadas desataría muchos males al ser leído y que seguramente debía existir su contraparte. Eso llegó a los oídos de Bi Han e inmediatamente quiere salir a buscarlo, pero antes de eso Liu Kang lo detiene para poder decirle que puede que sea una posibilidad, ya que no se sabe bien qué le había ocurrido a ese libro.
Bi Han ya está enojado, porque fue este dios quien te dejó en el estado en el que te encuentras, pero a regañadientes acepta que Liu Kang le muestre las posibles ubicaciones. Antes de marcharse le pide a Kuai Liang y Tomas que te protejan y vigilen. Además, les pide que a toda costa te contengan y eviten matarte, ya que todavía estabas entre los vivos.
Se va al culo del mundo y no le importa dónde está ese maldito libro, lo bueno es que lo encuentra. Fue un viaje exhaustivo, pero tuvo su recompensa y vuelve Artika lo más rápido que puede. Lo que no esperaba era que te hayas liberado y estuvieras haciendo caos en todo el templo. Te abalanzaste sobre Kuai Liang, Tomas y Liu Kang intentaban a toda costa de sacarte encima de él.
Bi Han recita el hechizo indicado por Liu Kang, el demonio con un grito estruendoso abandona tu cuerpo y es desterrado hacia las profundidades del Infierno. Vuelves a tu estado normal y te desmayas por todo lo que te había pasado. Bi Han te carga y te lleva rápidamente con los médicos del Lin Kuei, no quiere que Liu Kang se meta contigo otra vez.
“Bi Han lo lamento… no debí leer el libro. Tuve que ser más lista”
“No es tu culpa. Liu Kang es el responsable de esto”
“No le heches la culpa al señor Liu Kang, Bi Han. No tenía que leer ese libro”
No quiere discutir contigo y deja que descanses en paz, te acompaña en todo lo que puede de sus horas, porque tiene que arreglar el caos que existe. Te observa dormir y se siente en paz, ya que nada pasó a peor y no deja que Liu Kang te visite.
De ahora en adelante, no quiere que examines las cosas que te de Liu Kang ya que no toleraría repetir este incidente, no puede perderte. Eres su felicidad y necesita que lo acompañes. Intentas convencer a Bi Han de que fue solo un accidente, pero se niega a que sigas estudiando estos artefactos a toda costa, pero después de mucha charla accederá a regañadientes.
Desde ese instante, él es el primero en examinar lo que vas a estudiar y después te deja hacer tu trabajo. Cuando Liu Kang te entrega un artefacto lo mira mal y quieres tratar de apaciguar esos momentos, pero es algo inutil. No quiere que te pase algo horrible y haría lo que este en su poder e incluso cosas peores para que estuvieras a salvo.
Kuai Liang:
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Kuai Liang conoce tu rama de trabajo y se preocupa bastante que te haga daño. No quiere que los artefactos oscuros te consuman por completo y pierdas tu humanidad, desde que vio cómo Shang Tsung y a Quan Chi con su magia oscura y sus extractores de almas lo asusta la idea de perderte por lo que trabajas.
Por esas razones, a veces le cuentas lo que estas estudiando, ya que se muestra poco receptivo e intenta siempre que puede estar a los alrededores para procurarte, por si las dudas. Pero esta vez no le comentas que habías encontrado el Libro de los Muertos, porque ya tenías otros libros oscuros que no te habían lastimado ni maldecido. Estabas muy confiada con ese libro y eso sería un gran problema.
Al examinarlo parte por parte notas que la cubierta está hecha de piel humana y que tiene una cerradura de dientes de una criatura desconocida. Intentas buscar en ese objeto si hay una especie de cerradura para poder usar tus instrumentos y forzar a abrirse. Acaba en decepción y no sabes cómo entrar al contenido del libro, así que comienzas a usar la fuerza con el libro.
Al principio usaste tus instrumentos para intentar cortar los dientes, pero fue en vano y entonces usaste tus manos. En tu forcejeo te cortas y las gotas de sangre caen sobre la tapa del libro. Sentiste un escalofrío cuendo las hojas se movían por si solas y llegaban a la indicada.
El aura de la habitación cambió abruptamente, las ventanas se cerraron y lo que quedaba de luz se esfumó… solamente quedó una. Soltaste respiraciones agitadas y mirabas asustada a cualquier parte. La puerta se abrió de repente, sentiste que algo se acercaba y te rasguñó la espalda, pero no pudiste gritar.
Una mano invisible te cubría la boca, otras te tocaban, no parabas de soltar lágrimas y forcejear. Una de tus herramientas se elevó y te dañó una parte del brazo, mientras intentabas emitir un ruido. Las otras manos invisibles dejaron de tocarte, pero te rasguñaban sin cesar hasta que pararon. Luego te revolearon hacia una pared y después hacia el otro extremo. No podías gritar, la mano invisible seguía contra tu boca, solo gemías y llorabas.
Cuando pensaste que el demonio paró de divertirse contigo, intentas huir y gritando el nombre de Kuai Liang, pero fue inutil. Las puertas estaban cerradas y al parecer el demonio hechizó la habitación. Sientes golpes, más rasguños, tus huesos duelen y caes al suelo. Empiezas a contorsionarte, notas que algunos de tus huesos se rompen y sigues pidiendo ayuda en vano. El demonio ya tomó tu cuerpo.
Sales caminando cómo si nada, pero tu mirada estaba desconectada…ida. Rengueabas y dejabas un rastro de sangre por donde caminabas hasta llegar a la sala de armas. Kuai Liang se asusta al ver todo el rastro del líquido carmesí, verte de espaldas a él y mirando las armas lo preocupa más. Las gotas de sangre estaban haciendo charcos y solamente agarraste un pequeño cuchillo y dijiste cosas hirientes a tu amante.
“Sabes, Kuai Liang, me imagino constantemente qué habría pasado si tu hermano te hubiera arrancado el ojo y apuñalado sin parar”. “Sinceramente quise saber lo que sientes al ver que te sacan la cabeza con mis propias manos” Te estabas cortando la mano con ese cuchillo. “Deberias morir como tu hipócrita e inútil padre… y le haré el favor a tu patético hermano”.
Las palabras le dolieron bastante a Kuai Liang y creía que lo estabas traicionando hasta que te diste la vuelta y sonreías de forma macabra.
De repente temblaste, el cuchillo cayó con un estrepitoso ruido y esa sonrisa se fue. Kuai Liang vio que estabas asustada lo vio por tus acciones, tus ojos y gestos, pero solamente pudiste soltar unas palabras: “Esta aquí… quiere mi cuerpo”.
Gritaste de forma repentina y caíste al suelo, arrastrándote hacia tu amante. Este se alejó al ver que avanzabas y tus huesos crujían, hasta que te detienes y solo dices: “El libro…”. Sueltas un grito atronador que hace Kuai Liang se quede desorientado.
Atacas sin dudar, ruges y rasguñas a Kuai Liang. Tu amante logra sacarte de encima suyo y con el kunai te ata. Forcejeas y no paras de herirlo con tus palabras. Kuai Liang no entiende muy bien a lo que te refieres con “el libro”, pero aun así busca en todos lados ese libro mientras estás atada y encerrada.
Después de llamar a Liu Kang, tu amante sigue buscando el libro que dijiste. Esta vez entra a la habitación donde resguardas todos los artefactos macabros y ve con horror el desorden.
Camina por todo el caos y en tu mesa está el libro que le mencionaste. Al pasar las hojas entiende lo que te ocurrió, pero no sabe cómo el libro llegó a tu poder y ya inmediatamente le echa la culpa a Bi Han.
Al llegar Liu Kang, Kuai Liang lo recibe mostrándole tu estado de posesión demoniaca y el libro que estabas examinando. El dios llega a la conclusión de que es el Libro de los Muertos y que según la leyenda del Infierno debe existir su contraparte.
Sin dudar ni esperar, Kuai Liang se marcha de los territorios del clan Shirai Ryu para buscar ese libro. Después de ir al culo del mundo logra encontrarlo y regresa inmediatamente al clan.
Lo que no esperaba era que te hayas liberado e intentas atacar a Liu Kang y Tomas, pero ambos logran contenerte y rápidamente recita el hechizo. Cuando termina de conjurar el hechizo caes al piso, abatida por la fuerza que tomó tu cuerpo. Kuai Liang te carga al estilo princesa, escucha tus lloriqueos y disculpas.
“Kuai… nunca te traicionaría…yo…debí avisarte”. “Perdóname… lo que dije no era cierto”
“Está bien amor, no fue tu culpa. Vas a estar bien”
Le comentas lo que viste al estar poseída, que el libro lo llamó y que era una criatura sumamente caótica. Se alimentaba del miedo y el caos que generaba, que había que correr cuando era invocado. Viste los horrores que ese demonio había hecho y lo que planeaba hacer con el resto del clan y los que querias. Kuai Liang solamente puede consolarte y dejar que llores por lo sucedido.
Te lleva con los médicos del clan y te acompaña hasta que te mejores. No se va a ir de tu lado y él mismo quema el Libro de los Muertos para evitar otro incidente. Además, va a estar a tu lado de ahora en adelante cada vez que estudies un artefacto oscuro.
Tomas Vrbada:
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Este libro lo encuentras a los alrededores de la fortaleza. Recuerdas que perteneció a Shang Tsung y Quan Chi, por eso, lo guardas para estudiarlo y mantenerlo seguro.
Por otra parte, Tomas está al tanto de tu línea de trabajo y sinceramente aprecia bastante que tengas valor para analizar los objetos malditos. Para él, muchas de esas cosas le dan escalofríos y no deberían ser usadas para un fin tanto noble como malicioso. Por esas razones deja que sigas con tu trabajo y prefiere no saber mucho, solamente lo que vas a estudiarlo y ya está. No necesita saber su contenido.
Volviendo al tema estas acostumbrada a tratar con cosas peligrosas, pero este te causó mucha curiosidad por como estaba diseñado (cubierta de piel humana tostada y cerradura de dientes).
Lograste abrirlo cuando por accidente te cortaste con los dientes que tenia por cerradura, sentiste una sensación extraña al ver como las páginas se movían por si solas hasta llegar a la indicada.
Empezaste a leer en voz alta una invocación a un demonio y ese fue un terrible error. Todo el lugar en el que estabas se volvió aterrador y sentiste como una presencia extraña se abalanzó hacia ti. Para tomar tu cuerpo, fue horrible, te poseyó una mano y te hizo que te lastimaras (golpeándote contra la mesa, usando los instrumentos que tenías para dañarte físicamente). Como final a la toma de tu cuerpo, empieza a hacer que te retuerzas de dolor hasta que tus huesos duelan y sientas que se te tuercen.
Por todo este alboroto y los gritos del nombre de tu amado para que te ayudara. Tomas, asustado, va más rápido que la luz a la habitación (se pone en posición de combate) en la que te encontras y al ver tu estado inconsciente, llama a su hermano inmediatamente. Te revisa y se espanta al ver tus heridas autoinfligidas y moretones, pero lo que más le aterra era tu nivel de fiebre.
Cuando Kuai Liang llega, ve a su hermano menor en estado de pánico y el desastre de la habitación se queda confundido. Se pone en posición de combate creyendo que fue un ataque enemigo.
Tomas le pide a grito desesperado que llame a los médicos y le bajen la fiebre a su amada, porque de enserio estas ardiendo en fiebre, pero cuando estos apenas ponen un paño helado en tu frente… los resultados no son muy alentadores. Tu temperatura empieza a bajar a niveles muy aterradores. Ahí entra Kuai liang para ayudarte, pero es en vano.
Tomas está mas que nervioso y apunto de tener tres ataques al corazón. No sabe qué es lo que te esta ocurriendo, ni por qué tienes las heridas que tienes. En su mente cree que alguien te embrujó para dañar al clan o que los Lin Kuei te envenenaron con una enfermedad extraña.
De repente, abriste los ojos, comienzas a contorsionarte los huesos y a soltar quejidos. Tomas y su hermano se alejan rápidamente de ti. Intentas acercarte mientras sigues contorsionándote y los crujidos de los huesos lo escuchan los propios hermanos.
En todo tu dolor cobras la conciencia y dices lo siguiente: “Tomas, perdóname… ayúdame… el libro…Liu Kang”. Tu estado consciente vuelve a irse de vacaciones, porque el demonio vuelve a tomar posesión de tu cuerpo, hace que te subas al techo y emitas un grito sumamente aterrador (cualquier semejanza con la película Evil Dead Rise es mera coincidencia). Los hermanos están aturdidos ante ese poder.
Tomas, queda confundido con lo que le dijiste, pero no puede pensar porque comienzas a atacarlo, pero su hermano intenta alejarte y sigues arremetiendo contra ellos con los instrumentos de la mesa. De milagro logran contenerte y Tomas permanece a tu lado todo el tiempo en el que estas encadenada. A pesar de decir cosas sumamente crueles:” Tu debiste morir con tu familia”. “Eres un maldito parásito”. ”Kuai Liang miente al considerarte tu hermano, lo hace por lástima”.
Tomas se queda tu lado. Te cuenta el por qué le gustas tanto, los momentos compartidos que le gustaron (tu primer beso con él, su primera cita y narrarte las historias que te gustan). Está chiquito hay que cuidarlo.
Llaman a Liu Kang para pedirle ayuda sobre tu estado y este viendo cómo te encuentras intenta buscar el libro con el que el quilombo inició. Descubre que posiblemente tengas una manera de volver a ser tu y es buscando el libro contrario. Tomas no pierde tiempo y va a buscarlo por cielo, mar y tierra hasta encontrarlo… para no hacer cuento largo lo encuentra.
Al regresar, él no sabe cómo lograste librarte, pero estas arrasando a diestra y siniestra con quien encuentras y Liu Kang intenta con todo su poder contenerte de tu posesión satánica. Tomas recita el hechizo para exorcizar al demonio que llevas dentro, termina el conjuro e instantáneamente ve cómo tu estado de locura desaparece y te desmayas por todo lo sucedido.
Tomas corre hacia donde te hayas y te carga estilo princesa para ver si sigues entre los vivos. Hasta este punto el pobre chico suelta todas sus lágrimas porque tiene miedo de que la luz de su vida se haya ido al otro lado, pero recobras un poco la conciencia y cuando lo ves lloras.
“Tomas… lo recuerdo todo, lo lamento mucho…te herí y casi mato a todos, perdóname. No tuve control sobre mí”.
Este ninja dulce dice con lágrimas: ”Vas a estar bien mi amor. Te vas a recuperar, quédate tranquila”.
Para dar final feliz, el libro satánico queda a manos de Liu Kang y de la Tierra para contenerlo. Por otro lado, te llevan con los médicos para que te curen y a partir de ahí Tomas siempre va a estar a tu lado cuando examines artilugios macabros. No quiere que vuelvas a sufrir una posesión donde casi te pierde, realmente te ama y enloquecería como nunca si algo malo te sucede. Perdió a su familia y no quiere que la historia se repita.
Hanzo Hasashi:
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Viste que este libro antes estuvo en posesión de Quan Chi y por eso lo tienes en tu poder antes de que alguien más lo haga. La idea de dejarlo a tu merced fue idea del brujo, así podía herir una vez más al guerrero Shirai Ryu y ver que podía matarte el propio Hanzo para liberarte de tu dolor.
Hanzo ve que en ese libro hay maldad pura y quiere estar a tu lado cuando lo examines. Obviamente aceptas su compañía porque bueno es un pan de dios.
Comienzas a estudiarlo y Hanzo percibe que esa cosa tiene algún truco sucio. Se preocupa cuando te pinchas el dedo con los dientes que protegen el libro y aún más al abrirse de forma repentina. Una fuerza invisible te empuja hacia la pared, Hanzo es revoleado y cae más lejos de ti.
Las velas comienzan a apagarse, Hanzo cobra la concienca, pero ya no te ve donde te arrojó el demonio. Sino elevada, peleando al aire, sacudiéndote para bajar y chillando el nombre de tu amante para que te ayude.  Sientes que tus extremidades son atadas con unas cuerdas que no ves, comienzan a tirar de ti, gritas y pides ayuda: “Hanzo…duele mucho…ayúdame…perdón “. Tu agonía termina cuando sientes que llegan a su fin los retorcijones como una marioneta enredada y el demonio toma posesión de tu cuerpo.
El pobre Hanzo mira con horror cuando caes al suelo como una muñeca rota, corre rápidamente cuando tus convulsiones se detienes sin más. Te revisa los signos vitales y se da cuenta que no los tienes la pena y el pánico lo invade, pero esta estupefacto al ver que abres los ojos repentinamente y sueltas un rugido.
Empiezas a atacarlo sin parar y lo insultas por todo su pasado: “Mata a tu amante y rebánala en pedazos como lo hiciste con el primer Sub Zero, solo así dejara de sufrir”. ”Debes estar muerto y acompañar a tu esposa e hijo, no estar tras las faldas de esta ramera”. Cobras la conciencia y te alejas de tu amante de forma repentina, arrodillada y llorando: “Hanzo aléjate de mí… el clan está en peligro… va a matarlos a todos…”
El demonio vuelve a tomar el control y sueltas un grito desgarrador, en ese instante, el kunai y la cadena de Hanzo te atan y sigues queriendo atacarlo inconscientemente. Se promete curarte de la posesión y torturar al demonio en las profundidades del Infierno.
Él mismo lleva tu cuerpo al Infierno y no ve tu figura. Te ve inconsciente, magullada y atada detrás del demonio. Este está frente a Hanzo y poseyendo sus mejores armas para contraatacar con el ninja.
Hanzo se prepara y lucha contra al demonio, obviamente al salir vencedor tortura a la criatura. Le pregunta quien fue el que dejó el hechizo activado. Tras varias negaciones confiesa que fue Quan Chi quien lo liberó, que hizo todo para hacer que Hanzo sufriera y que la pena lo matara para poder controlarlo.
Tras matar al demonio de una forma muy cruel, ve que tu estado se va recuperando y te lleva devuelta a la Tierra. Se alegra al ver que vuelves a despertar completamente y solamente lloras.
“Perdóname Hanzo… debí ser más fuerte y evitar que me poseyera…yo…”
“Está bien sakura, vas a estar bien. Todo terminó” Te besa en la frente, las mejillas y los labios (cosita linda).
Hanzo te envía con los doctores para que te curen y mientras de paso, él va hacerle una visita a Quan Chi. Esa visita acaba en que el brujo muere a manos de Hanzo y una paz interior invade al guerrero. De ahora en adelante siempre va a estar ayudando a examinar los artefactos que encuentres. Te considera su mundo y la pena lo mataría al ver que perdió algo valioso por segunda vez.
Kuai Liang:
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Encuentras el libro cerca de los territorios Lin Kuei y te lo llevas para examinarlo. Debido a que por su aspecto parece algo para ser resguardado y que nadie debe toquetear.
Cuando estudias el libro, sentiste la punzada de los dientes y te espanta cuando el libro se abre. Más te aterra al ver las páginas moverse por sí solas hasta llegar a la indicada. Sientes como el lugar se vuelve más lúgubre.
Mientras tanto Kuai Liang te busca para discutir unos asuntos del Lin Kuei y demás problemas. Algunos discípulos le dicen que te encuentras en la habitación donde resguardas los artefactos oscuros y él se va dirigiendo allí para darte también compañía.
Empiezas a leer la hoja del libro en voz alta, el aura del lugar se vuelve más aterradora y al mismo tiempo ves que Kuai Liang entra al cuarto. Tras el error que cometiste, el aura del lugar cambia rotundamente, ves como Kuai Liang es arrojado hacia la pared y una fuerza desconocida se cierne sobre ti de manera brusca.
El demonio toma tu cuerpo y comienzan las cosas espantosas. Te tortura, hace que te lastimes con tus propias manos y sientes como el demonio casi te ahorca hasta morir. El demonio hace que te levantes y este de espaldas a tu amado.
Mientras tanto, Kuai Liang intenta volver a cobrar el conocimiento y te ve. Al aproximarse, te pregunta si te encuentras bien, pero solamente dices incoherencias: “Sabes anciano, siempre me he preguntado cómo serían sacarte las entrañas y comerte los ojos en plena noche”. “Siempre imaginé que me seguirías por querer tratar de tener una pizca de amor en tu patética vida de guerrero deplorable”. “Un anciano que sigue perdido en los recuerdos de su hermano y amigo muertos y no hizo nada para tratar de ayudarlos”. Kuai Liang se siente herido por lo que dices, pero al escuchar tu voz sabe que algo no anda bien.
Te das la vuelta y muestras una sonrisa macabra, comienzas a temblar y tu sonrisa dubita hasta convertirse en una cara de espanto y dices en tono asustado: “Quiere mi cuerpo”. Se acerca rápidamente a ti para ayudarte, pero retrocede cuando comienzas a retorcerte, convulsionar y contorsionarte de forma espantosa. Intentas acercarte a él, emitiendo exhalaciones abruptas y dices: “Kuai… lo lamento… ayúdame”.
Tu arrebato de conocimiento fue interrumpido cuando el demonio hace que tu cuerpo sufra sin cesar y tome el control nuevamente. Te subes al techo y emites un grito sumamente aturdidor, que Kuai Liang no puede esquivar. Te abalanzas hacia tu amado y empiezas a atacarlo con rasguños, de forma inmediata, los guerreros Lin Kuei entran a la habitación en la que se encuentran ustedes dos. Sueltas un rugido animal, te lanzas sobre ellos, solo dejas sangre y heridos a tu paso. Kuai Liang te contiene con sus poderes.
Pero es en vano porque empiezas a decir cosas crueles sobre él: “La muerte de este cuerpo te consumirá hasta el final”. “Sufrirás el mismo destino que tu hermano”. “Nunca seras un Gran Maestro formidable”. Kuai Liang está confuso y un poco herido al escuchar lo que dices, pero al mirarte a los ojos, se da cuenta que no eres tú. Te promete en silencio que buscará la forma de curar tu estado y quiere encontrar respuestas a lo sucedido.
Mientras te ve forcejeando con los témpanos de hielo, visualiza el libro y hojea apenas las páginas de este. Viéndolas comprende inmediatamente qué fue lo que te ocurrió. Se pone en contacto con Hanzo y Raiden para ver qué hacer para salvarte de tu posesión satánica.
Tanto Raiden como Hanzo saben de donde proviene ese libro, pero creyeron que era una simple leyenda del Infierno y que nunca fueron reales, asi que seguramente la otra parte de la leyenda de que existe un libro para combatir este demonio es real. No hay discusión, Kuai Liang va con Hanzo hasta el culo del mundo para encontrarlo, enfrentándose a todo tipo de peligros y trampas mortales y lo encuentran.
Cuando llega al templo Lin Kuei, ve caos en su hogar, ve pocos cuerpos y la mayoría de sus aprendices construyendo un fuerte para evitar que los ataques.
Empieza a recitar el conjuro para exorcizar el demonio hasta que este deja de luchar en tu cuerpo y logra salir. Al caer seminconsciente al suelo, Kuai Liang te sostiene y te mece como una niña. Sueltas lágrimas y pides disculpas.
“Lo lamento mucho Kuai Liang… tendría que haberte llamado antes…debí ser más inteligente. Lo que dije no era enserio, nunca…”. No paras de pedir perdón por tu error y sollozar y tu amado solamente intenta consolarte como puede de estos horribles acontecimientos. Hasta te da besitos (denle una medalla de oro).
A partir de ahora, Kuai Liang siempre va a ser tu segunda conciencia para que evites leer boludeces satánicas. Te procura muchísimo mientras examinas un nuevo artilugio oscuro con cautela. Sos una bella luz y no quiere ver aquello que lo hace cálido desaparezca por algo peligroso.
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flan-tasma · 9 months ago
Note
fem reader cuddling w freminet maybe? pls and thank you 🤲💙
💖~ Your wish is my command! Loving Freminet here!
Warning: Nope now💖, Fem!Reader | Google Translate sponsors me (it's a lie) If I made any mistakes in the english translation, I would be happy to read your comments! | Content in spanish and english
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Spanish:
A Freminet le costó bastante aprender a aceptar el afecto físico de tu parte. Al inicio de la relación le parecía aún muy extraño tomar tu mano y no avergonzarse por ello, o recibir besos en su mejilla como muestra de cariño. Siempre se volvía más tímido de lo normal, no se movía y te dejaba bañarlo con todo el amor que quisieras darle. Fue cuestión de tiempo que descubriera los placeres de tenerte para él.
Un día entero en la playa era divertido, jugaban en la arena y buceaban, bailaban en el mar y saltaban hasta la superficie haciendo carreras, era de las pocas ocasiones en las que podrías ver a Freminet sonriendo sin timidez. Pero la mejor parte, su favorita incluso, era cuando recogían sus cosas de la arena, limpiaban sus zapatos y se tomaban de la mano para regresar a casa. El trayecto era emocionante, con un silencio acogedor o una plática tranquila, cualquier cosa le ayudaba, pero siempre recordaba lo que le esperaba en casa.
Se bañarían y comerían algo, habrían más risas mientras ambos ya vestían sus ropas para dormir, y finalmente el corazón de Freminet se calentaría entre las sábanas, ambos escondidos de la luna que entraba por la ventana, leyendo un cuento con la ayuda de una linterna como un par de niños que se quedan hasta tarde despiertos. Sus brazos sobre ti, los tuyos abrazándolo, él estaría bien con eso y las piernas que se enredan hasta caer dormidos, el libro se queda en algún lado junto a ustedes y Freminet intenta tenerte lo más cerca posible. Siente la calidez de tu cuerpo junto al suyo, el aroma de tu shampoo lo arrulla y la suavidad de la cama lo ínsita a dormir, pero ambos se mantienen despiertos, de vez en cuando acercándose más y rozando sus extremidades con cariño. Nunca falta algún beso robado que da fruto a una sonrisa cansada. Nunca falta que Freminet se sienta tan a gusto contigo que su respiración se relentiza y sus latidos te llaman para que duermas con él, y sientes un último apretón en tu espalda antes de que ambos caigan dormidos entre los brazos del otro.
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English:
It took a lot for Freminet to learn to accept physical affection from you. At the beginning of the relationship it still seemed very strange to him to hold your hand and not be embarrassed by it, or to receive kisses on his cheek as a sign of affection. He always became shyer than normal, he wouldn't move and let you shower him with all the love you wanted to give him. It was a matter of time before he discovered the places to have you to himself.
A whole day at the beach was fun, you played in the sand and dived, danced in the sea and jumped to the surface doing races, it was one of the few occasions when you could see Freminet smiling without shyness. But the best part, his favorite even, was when you picked your things from the sand, cleaned your shoes and held hands to return home. The journey was exciting, with a cozy silence or a calm conversation, anything helped him, but he always remembered what awaited him at home.
You would bathe and eat something, would be more laughter while both were already dressed in your sleeping clothes, and finally Freminet's heart would warm between the sheets, both hiding from the moon that came through the window, reading a story with the help of a flashlight, like a couple of kids who stay up late. His arms on you, yours hugging him, he would be fine with that and your legs tangled until you fall asleep, the book stays somewhere next to you and Freminet tries to keep you as close as possible. He feels the warmth of your body next to his, the aroma of your shampoo lulls him and the softness of the bed urges him to sleep, but you both stay awake, from time to time getting closer and touching his limbs affectionately. There is never missing a stolen kiss that gives fruit to a tired smile. Is never missing that Freminet feels so comfortable with you that his breathing slows and his heartbeat calls you to sleep with him, and you feel one last press on your back before you both fall asleep in each other's arms.
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erizumon · 3 months ago
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Divorcio
Miraste los papeles en la mesa y una ligera mueca de desagrado salió de tus labios, levantaste la mirada hacia el que alguna vez (aún) consideraste el amor de tu vida. Su mirada era impasible, fría y distante.  
Era la clase de miradas que le viste hacer cuando se trataba de su trabajo, no le gustaba que lo interrumpieran, así que solías quedarte en silencio mirando con detenimiento cada uno de sus gestos.  
Antes amabas esa mirada.  
Ahora te lastima.  
Sientes el hueco en tu estómago mientras tu garganta se cierra, cortándote la respiración, así que buscas el vaso de agua que estaba a tu costado, dejándolo caer torpemente sobre la superficie, arruinando los documentos que ansiabas desaparecieran en ese mismo instante.  
Cómo si el agua pudiera borrar y desaparecer la pesadilla que estaba pasando en este momento.  
Él dejándote.  
Él abandonándote.  
Perry el Ornitorrinco, tu Perry, decidiendo finalmente que ya había sido suficiente de tu presencia en su vida.  
Miras el fantasma del hombre que amaste levantarse de su asiento, para sólo acercarse y comenzar a limpiarte con su pañuelo mientras te daba esa sonrisa suave y gentil que en algún punto te negaste a creer que fuera real.  
Te arrepientes de eso ahora.  
Pero nada eso está pasando, porque su fantasma es eso, un fantasma de un recuerdo que ya no está. De un hombre que antes te amaba y nunca dudó ningún momento en demostrártelo.  
Él no se movió, ni siquiera parecía interesado en tus pantalones manchados de agua, más suspiró resignadamente al ver los papeles arruinados. Entonces levantó el maletín que tercamente ignoraste que existía y volvió a sacar otra carpeta, no necesitabas ver lo que había adentro para saber lo que habría.  
El agua no se llevó sus problemas.  
Y Perry no era la clase de persona que permitiría que eso lo detuviera.
—No tenemos que hacer esto —rogaste, patéticamente rogaste... Cómo si no lo hubieras hecho antes.  
Él te da una mirada poco impresionada, limpiando el agua con un pañuelo que llevaba consigo, dejando descansar la carpeta en otra orilla seca de la mesa, una vez todo limpio, volvió a deslizar la carpeta delante tuyo, la clara respuesta de que no estaba dispuesto a retroceder en su decisión.  
Otro clavo a tu maltrecho corazón.  
—Arreglaré lo que quieras.  
Silencio.  
—Te daré lo que quieras.  
Silencio.  
—Haré lo que sea para que no me dejes.  
Te quebraste ahí, tu voz se va y tu respiración se hace más pesada, sintiendo el zumbido en tus oídos y los latidos en tu corazón pidiendo clemencia a este dolor, rogaste porque este no fuera el fin de tu vida, porque sabías que no podrías soportarlo una vez más.  
Apenas sobreviviste cuando Charlene lo hizo, sabes que no podrás resistirlo, que, si se va, tu corazón se irá con él.  
—Déjame darte un motivo para quedarte.  
Finalmente, después de que te dejara hablar y ser todo lo patético que podrías llegar a ser en esta situación decide que es hora de abrir la boca y lo único que vez es la exasperación en su rostro, está harto.
Está harto de ti.  
—Ya no te amo Heinz.  
Y una parte de tu alma se muere en ese momento.  
—Ya no hay nada que arreglar, así que, por favor, no lo hagas más difícil para mí... O para ti.  
—No puedes pedirme esto, no puedes esperar que simplemente acepte esto, ¿qué fue lo que hice mal? ¿hablar demasiado? ¿ser demasiado afectuoso cuando me pedías espacio? ¿Ser infantil? ¿¡Que fue lo que hizo que te alejaras de mí...!? —gritaste, levantándote de un golpe, apenas manteniéndote de pie, usando tus manos para no caerte mientras se apoyaban en la mesa.  
Miras su rostro que decide no verte a los ojos, eso es raro, él nunca desviaría la mirada de ti, porque a falta de voz, siempre usaría la mirada para expresar todo lo que las señas no podrían hacer.  
Espera... ¿Voz?  
—No hiciste nada...  
Un segundo, él está hablando, él no habla. No puede... Sus cuerdas--... 
—Sólo ser tú.  
Despiertas.  
Miras el techo purpura de tu habitación, sientes tu cuerpo en una parálisis que te impide moverte, el dolor en tu corazón se hace más grande y apenas salen unos sonidos irregulares de tus labios.  
Entonces comienzas a respirar, lento, despacio, hasta que tu cuello y torso parecen relajarse un poco, miras a tu derecha, en el reloj marcaban las 4:00 A.M. 
Ahora tu izquierda.  
Y ahí estaba él.  
Heinz.  
Tu Heinz, plácidamente dormido, aferrado a ti como pulpo, entonces entiendes que tu parálisis no es una parálisis, sino tu cuerpo siendo apresado por el cuerpo de tu marido, el que dormía pacíficamente.  
Heinz.  
Heinz.  
Heinz...  
Abriste la boca, trataste de decir algo, pero no pudiste, no había nada que soltar.  
Te llevaste una mano a la garganta y al parecer, ese fue suficiente movimiento para despertar a tu bello durmiente, el cual pese a no abrir los ojos y estar más alejado de la conciencia, comienza a darte besos en tu cabeza, mejillas, parpados.  
Te aprieta más contra sí.  
Y tú sonríes.  
Estas donde quieres estar. Donde debes estar, con él, a su lado, en esta cama e incómoda posición que te quita el aire y el espacio propio, ahora llevando tu mano a su mejilla, la cual provoca que él haga unos pequeños gruñidos y murmure un par de cosas en alemán.
Si estuviera más consciente, sabes que podrías entenderlo, pero en vez de eso, sólo es apenas unos cuantos balbuceos imposibles de identificar, pero al menos sabes que es alemán.  
—Schatz...  
Ah... Esa palabra.  
Abrazas más ese cuerpo que amas, aquel del que nunca querrías separarte, cuando cierras los ojos la mirada fría de ese Perry llega hasta el fondo de tus entrañas y frunces el ceño.  
Porque si de tu vida dependiera... Nunca mirarías a Heinz así.  
Pero sobre todo... Nunca le harías sentir que él es el problema y mucho menos lo dejarías ir.  
Amas todo de él, es la razón por la que estas aquí.  
Él es tu motivo para seguir.  
Y no vas a permitir que nadie te lo quite... Nunca.
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deepinsideyourbeing · 5 months ago
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Delirio de Condenados
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Cap I. Cap II. Cap III. +18! MeanDom!Mati, SoftDom!Enzo, Sub!Santi & Sub! Reader. Age gap, begging, biting, choking, degradation, face slapping, fingering, penetración doble, (hints of) Possessive!Mati, sexo anal, sexo oral, sexo con/sin protección, (alusión a) subspace. Uso de español rioplatense.
Matías coloca el plato de medialunas frente al rostro de Santiago y juega con sus rulos dorados para molestarlo. No podés precisar si el movimiento que percibís es producto de los dedos de tu novio tirando del cabello del rubio o si este último persigue el contacto físico.
-Dale, agarrá que no estás comiendo nada.
-Matías- decís entre dientes-. Santi, ¿querés otra cosa? Te puedo preparar…
-No- dice rápidamente-. No, está bien, gracias.
Matías hace una mueca a sus espaldas y deja el plato sobre la mesa. Toma asiento junto a Santiago –en su rostro una sonrisa para nada inocente que no se molesta en ocultar- y cuando enciende la televisión comienza a cambiar de canal con rapidez, bebiendo de su taza y fingiendo no notar el nerviosismo de su amigo.
Intentás concentrarte en tu propio desayuno e ignorás las miradas furtivas que te dirige Santiago o la forma en que Matías se aclara la garganta cada cinco minutos, consciente de que el sonido sólo empeora la tensión en el aire. Ignorás también los pasos de Enzo y el ritmo dubitativo de estos cuando llega a la habitación y contempla el panorama que le espera.
-Buen día- dice con voz ronca, sentándose en la silla ubicada junto a la tuya.
Los secretos son un peligro, ¿no? Enzo escondiéndose detrás del árbol, el semen de tu novio escapando de tu interior cuando ambos regresaron al jardín, el intento de ambos hombres por calmarte cuando llorabas desconsolada en las cerámicas frías del baño, con la mente alterada por las endorfinas y la adrenalina y angustiada luego de saber que Santiago los había visto.
Una sucesión de imágenes de la noche previa cruza tu mente y un escalofrío sacude tu cuerpo con fuerza; tus dedos se vuelven débiles y la pequeña taza de porcelana que sostenías cae sobre la mesa, rompiéndose y permitiendo que el líquido caliente en su interior se escape. Tu cerebro tarda en procesar la situación y tu reacción parece desarrollarse casi en cámara lenta.
-La concha de la lora.
-La boca- advierte tu novio cuando se pone de pie, molesto por tu lenguaje-. No lo agarres con la mano, boluda, ¿te querés volver a cortar…?
-Matías- interrumpe Enzo-. Traeme algo para limpiar la mesa, por favor… ¿Vos estás bien?
Intentás ignorar la mirada en los ojos de Matías cuando abandona la habitación y observás los labios del mayor cuando repite esa pregunta que no estás segura de comprender. ¿Habla de la taza, de la noche que compartieron, de Santiago, de Matías corrigiéndote frente a ellos? ¿No preguntó lo mismo hace menos de ocho horas, cuando se quedaron solos unos minutos?
-Estoy bien.
Tus palabras no son convincentes y aunque Enzo sabe que hay algo molestándote, también sabe que no sería correcto cuestionarte o dirigirse a Matías –porque él debería saber cómo y cuándo actuar si sus sospechas son ciertas, ¿no?- para tratar el asunto. Decide centrarse en Santiago, quien jamás le devolvió el saludo y no se atreve a mirarlo, sólo para encontrarlo inmóvil.
-Maleducado- bromea para sacarlo de su trance-. No me dijiste ni hola y ahora no ayudás.
Santiago ríe  y ese simple gesto basta para cortar la tensión. Coloca el resto de tazas y la comida en el extremo opuesto de la mesa, ayudándose de unas servilletas de papel para tomar los trozos de porcelana rota y ofreciéndote –todavía sin hacer contacto visual- un par de las mismas para que puedas contener el líquido que amenaza con caer de la mesa.
Matías regresa y te aleja del desastre.
-Buscate otra taza- señala la puerta como si desconocieras el camino y, para mayor humillación, agrega:- Y no la rompas.
Tu rostro se transforma en cuanto volteás -sólo porque sabés que no puede verte- y te dirigís hacia la cocina en silencio para encontrar allí la cafetera de nuevo encendida y esperándote. Tu taza, esa que Matías te regaló cuando te mudaste con él, está aún sepultada bajo tantas otras en el fregadero: permanecen allí desde la tarde del día anterior y creés recordar cuál utilizó Rafael y cuál peligró en manos de Felipe, así como tantos otros detalles de la velada.
Tomás otra taza que jamás habías visto, completamente negra por fuera y blanca por dentro, y esperás que el café esté listo para servirte más. Mientras oís la conversación que llega desde el comedor y la carcajada estrepitosa de Enzo, provocada por algún chiste que no captaste, el líquido caliente ayuda a revelar la imagen oculta en la taza. ¿Es una foto? ¿Es lo que creés?
Te mordés el labio, molesta por pensar que Matías todavía conserva un objeto relacionado con su ex y también molesta por sentirte celosa por algo tan insignificante. Es sólo una taza, ¿no? Beber de ella no debería generarte tanto conflicto, repetís una y otra vez para convencerte, aunque de todas formas tomás otra del fregadero para llenarla con tu bebida.
Unas gotas queman tu mano y en un movimiento más que calculado dejás caer la taza con la foto al suelo, deshaciéndote de la imagen en ella. No debería tener importancia, ¿no? Quién sabe cuántos años tenía y nadie la habría encontrado de no ser porque no había más opciones secas.
Los pasos de tu novio y de los invitados no tardan en llegar a tus oídos y por un momento planeás fingir que fue otro accidente, pero en cuanto los ojos de Matías encuentran los tuyos tomás un sorbo de café y alzás ambas cejas. Sus ojos van de tu rostro hacia el desastre en las cerámicas y su mandíbula se tensa tanto o más que sus labios apretados.
-Arriba. Ya.
-Todavía no desayuné.
-No te lo voy a decir dos veces.
Cuando pasás a su lado no esquivás su cuerpo y lo golpeás, molesta y sin importarte las miradas que los otros presentes en la habitación te dirigen. Te gustaría fingir que tu enojo es más grande que el temor que sentís y que tu cuerpo no se sacude cuando cerrás la puerta de la habitación.
Ignorás qué explicaciones estarán oyendo los invitados y no estás segura de querer saber, solamente pensás en cómo vas a disfrazar tus gritos cuando tu castigo tenga lugar.
Esperás a Matías de pie junto a la cama con tus manos entrelazas en tu espalda y cuando abre la puerta te sobresaltás más que cuando la cierra de un golpe. Tu mirada permanece fija en el suelo mientras se acerca a tu figura inquieta y tus ojos arden cuando comienza a estudiarte; una única lágrima cae por tu mejilla cuando se agacha para quedar a la altura de tu rostro.
-¿Me vas a decir qué pasó?
-Fue un accidente.
-Ayer, seguro- toma tu mandíbula entre sus dedos-. Y en la mesa fue un descuido, ¿pero esto último…?
-No sé por qué lo hice.
-No sabés…- repite y te suelta de manera brusca, haciéndote retroceder un par de pasos-. ¿Estás segura?
-Sí.
-Cuidadito con mentirme.
-No te…
Te interrumpen sus dedos cerrándose sobre tu garganta y presionando para privarte del oxígeno. Tomás su muñeca y tirás de su brazo para que te libere pero no cede, como era de esperarse, porque espera sacarte la verdad y es así como lo logra cuando es necesario. Mirás la puerta, todavía cerrada y sin rastros de oyentes del otro lado, y sabés que no tenés salida.
-Tenías una foto con…- tosés-. ¿Por qué la tenías?
-No sabía que estaba ahí.
-¿Te pensás que soy boluda?
-¿Y vos te pensás que porque hay gente no voy a hacer nada?- su rostro está a milímetros del tuyo y sus ojos son más oscuros de lo usual-. ¿Te pensás que podés romper todo y que no te voy a hacer nada?
-Ah, entonces te importaba…
-No, pelotuda- con su otra mano golpea tu mejilla-. ¿Qué te pasa?
Sólo cuando lo empujás te deja ir y permite que te recuperes un poco. Espera oír cualquier explicación que tengas para ofrecerle y ruega porque la palabra que le permita comprender tu comportamiento no sea celos, porque eso significaría que es él quien merece un castigo por hacerte sentir insegura.
-Te fuiste a la mierda- reclamás- Me trataste como una pelotuda en frente de…
-Si necesitás usar una palabra de seguridad lo vas a hacer ahora- cruza sus brazos-. Porque ya sabés lo que va a pasar si esto es un berrinche, ¿no?
Tus labios permanecen sellados y cuando Matías deshace la distancia entre ambos el pánico se apodera de tu cuerpo e intentás retroceder, aterrada, pero él es mucho más rápido que vos y te atrapa sujetando tu cabello.
Tira de tu ropa y te esforzás por permanecer quieta, respirando lenta y profundamente mientras sus dedos se adentran en tu ropa interior para acariciarte. Sentís las yemas de sus dedos deslizándose entre tus pliegues húmedos y evitás sus ojos cuando escanean tu rostro.
-Matías, no…
-Yo sabía- te empuja contra la cama-. ¿Cómo era eso que dijiste anoche? ¿Qué no querías que Santiago piense que hiciste algo malo?
Rebusca en los cajones de la cómoda y te preguntás cuál será el objeto que escogerá para tu castigo: pueden ser las cuerdas, con suerte alguna mordaza, tal vez utilice el vibrador que detestás por la intensidad y los patrones que siguen las vibraciones o el pesado cepillo de madera.
Cuando por fin voltea, revelando nada más que el lubricante en su mano, arrugás las sábanas entre tus palmas.
Ocupa el espacio libre en la cama y con un gesto señala su regazo para indicarte que te recuestes. Obedecés inmediatamente, ya que lo último que querés es empeorar las consecuencias de tu mal comportamiento, pero cuando acomodarte sobre sus piernas se te dificulta sus dedos se enredan en tu cabello para facilitarte el trabajo.
-Ya sé que hablamos muy poco de esto- se deshace de tu ropa y acaricia la parte posterior de tus muslos-, así que si tenés miedo podemos hacer otra cosa.
-¿Va a doler?
-Es un castigo.
-No me digas.
Te sacude por el cabello.
-No va a doler más de lo necesario- promete-. ¿Confiás en mí?
-Sí, pero…- volteás a verlo-. Van a escuchar.
Presiona tu rostro contra el colchón y escuchás el sonido del lubricante cuando lo abre.
-Sí- deja caer el producto frío sobre tu piel y temblás cuando cae hasta tus pliegues-. Ese va a ser tu castigo.
Te llevás una mano a la boca cuando sentís sus caricias sobre tu intimidad, mezclando tu excitación con el lubricante y manchando también tus muslos. Convencida de que Matías va a ser compasivo suspirás, entre aliviada y agradecida, cuando traza círculos sobre tu clítoris y posiciona su pulgar sobre tu entrada, pero el alivio y placer duran sólo unos segundos.
Deja atrás tu centro y se dirige hacia tu otra entrada sin vacilación, rodeándola delicadamente y ejerciendo una presión casi inexistente con su pulgar. Suspirás, recordando aquella conversación que tuvieron hace tiempo y en la cual recalcó la importancia de estar relajada en este preciso momento, pero resulta más sencillo decirlo que hacerlo.
Confiás en tu novio, por supuesto que sí, porque sabés que ya conoce tu cuerpo mejor que vos. Sabe cuando detenerse en caso de que seas incapaz de comunicarlo, sabe cuánto dolor podés soportar y jamás toma el riesgo de cruzar esa línea, es consciente de hasta qué punto puede humillarte, con qué hacerlo, y también sabe cómo cuidarte para evitar que esas hirientes palabras no permanezcan en tu cerebro más de lo necesario.
Su pulgar juega sobre tu pequeño agujero mientras sus dedos medio y anular se deslizan entre tus pliegues, sin otorgarte alivio y mucho menos placer. Intentás mover tu cadera en busca de más contacto y sólo comprendés que es un error cuando su otra mano golpea tu piel con fuerza, haciéndote ahogar un grito en la palma de tu mano.
Continúa con su juego durante largo rato y aumenta la presión sobre tu entrada de manera progresiva, entreteniéndose con tus suspiros y tu cuerpo tembloroso, deleitándose también cuando baja un poco más la mirada y ve tus pliegues brillando más y más. Tus músculos comienzan a relajarse luego de muchos minutos y es entonces que susurra:
-Respirá.
Tomás aire hasta que continuar haciéndolo te es imposible y cuando exhalás la punta de su pulgar logra penetrar en tu interior sin mucha dificultad. La ausencia de dolor te sorprende y volteás a verlo con una pequeña sonrisa de satisfacción, contenta por estar recibiendo tu castigo con tanta facilidad. Cuando Matías imita tu expresión no parece compartir del todo tu entusiasmo y creés que le molesta tu falta de lágrimas.
-No duele- decís sólo para restregar tu victoria en su rostro.
No habla pero aún así su voz resuena en tu cabeza (“Vos no aprendés nunca, ¿no?”) cuando en un arrebato introduce el resto del dígito entre tus músculos, tensos por la incertidumbre que provocó su súbita acción. La sensación es extraña, ligeramente incómoda, pero aún no hay indicio de dolor y de tus labios escapa un gran suspiro de alivio.
Mueve su pulgar con lentitud mientras ambos fingen que su erección no golpea tu costado y cuando un particular sonido resuena en tu garganta en su rostro se dibuja una sonrisa. No es exactamente un gemido y vos no estás segura de sentir placer, pero… ¿Por qué de repente necesitás descansar tu frente en tus brazos y cerrar los ojos? ¿Y qué es eso que está deslizándose más allá de tus pliegues y mojando tu piel? Seguro es sólo el lubricante.
-Así, ¿no?
Tu respuesta es un sí debilitado por las reacciones involuntarias de tu cuerpo, las cuales empeoran cuando Matías decide ocupar tu otra entrada –que resplandece con tu excitación- con sus largos dedos. Tu gemido es escandaloso y sentís tu rostro en llamas por la vergüenza que te genera pensar que Enzo o Santiago, sobre todo Santiago, pudieron haberlo oído.
Mordés tu brazo para evitar que los sonidos de tu boca sean todavía más evidentes que los sonidos de tu cuerpo y a tu novio parece no agradarle del todo: tira de tu cabello hasta que tu espalda se arquea en un ángulo doloroso y se inclina sobre vos lo suficiente para poder ver todas las expresiones que transforman tu rostro. El placer y la vergüenza que encuentra en tus facciones, combinados con el pánico, no hacen más que empeorar su erección.
Sus dedos comienzan a atacarte con mucha menos suavidad que antes, en movimientos rápidos y cortos que te roban la respiración y amenazan con hacerte gritar. Matías te suelta y caés sobre el colchón de manera brusca, quejándote y luego jadeando con fuerza. Te aferrás a las sábanas en un intento de contenerte pero, Dios, ¿cómo podrías cuando todo tu interior quema?
-Es mucho.
-¿Color?- pregunta sin dejar de abusar de tu cuerpo.
-Verde, pero…
-Callate entonces.
Tu lamento se mezcla con un gemido y cuando este último se prolonga como resultado de las acciones de Matías, morder tu brazo vuelve a ser tu única opción para apagar tus gritos… pero es inútil, porque no hay nada que pueda amortiguar todos esos sonidos indecentes que surgen en tu boca y tampoco detener la saliva que corre por tu piel.
Tu respiración agitada es ruidosa y tu cuerpo se mueve en busca de más, ignorando que tu cerebro parece rehusarse a tolerar tanto placer y que tu mente quiere obligarte a batallar con el autor del mismo: en algún lugar de tu ser todavía hay algún pequeño remanente de coherencia y te permite saber que estás hecha un desastre, completamente a merced de Matías, pero tu orgullo aún no te permite admitirlo.
Cuando su pulgar se libera de tu interior la sensación de vacío te hace suspirar y te esforzás por recuperarte mientras podés. Sólo un par de pulsaciones más tarde tu novio decide conducir sus otros dedos, que hasta entonces habían permanecido enterrados en tus paredes imposiblemente húmedas, hacia tu entrada.
Esta vez sí duele y aunque intentás disimular para no darle la satisfacción, tu cuerpo tensándose te delata.
El sonido de la puerta los distrae a ambos.
-¿Quién es?- pregunta Matías.
Es innecesario oír la voz del otro lado para saber de quién se trata y pronto te encontrás sacudiendo la cabeza en negación, volteando para ver a Matías y hacerle saber que estás en contra de que alguien te observe en este catastrófico estado. Su sonrisa de satisfacción, ya sea por tu vulnerabilidad o por la imagen que le regalás, te hace temblar más que la confirmación de tus miedos cuando oís:
-Enzo.
Matías está dándole la espalda a la ventana y es por eso que no encontrás explicación a la luz que ilumina sus ojos, resaltando el color miel en ellos y también la malicia que oculta su mirada cuando mueve los labios –junto con sus dedos- para contestar.
-Pasá.
Evita que abandones tu posición y cuando Enzo abre la puerta ocultás tu rostro entre tus brazos, avergonzada por los sollozos y los espasmos que recorren tu cuerpo cuando tu novio logra que tu entrada ceda para dar más lugar a sus dedos. Pateás el colchón cuando continúa presionando, deteniéndose sólo cuando sus segundas falanges están por desaparecer dentro tuyo.
-¿Qué querés?
-Santiago…- es lo único que contesta el otro.
Ante la mención del rubio dejás tu escondite y centrás tu visión nublada en Enzo. No parece sorprendido en lo absoluto por la escena que lo recibió cuando abrió la puerta, aunque sí se ve afectado, pero es un detalle que ignorás para concentrarte en su palma, la cual mantiene extendida hacia Matías para permitirle apreciar lo-que-sea que brilla en ella.
-Qué pibe- reniega tu novio- Andá, decile.
Está a punto de marcharse para comunicar quién-sabe-qué al cordobés, pero se detiene antes de cerrar la puerta.
-¿Y acá cómo estamos?- pregunta, deslizándose dentro de la habitación y acercándose a la cama. Se arrodilla para quedar cerca de tu rostro y toma tu brazo cuando nota las marcas de tus dientes, acariciándolas con su pulgar para calmar la irritación-. Mirá cómo te marcaste.
-No fue mi culpa, no…- te interrumpen tus propios gemidos-. Enzo, no fue…
-¿Por qué rompiste la taza? ¿Y si te lastimabas otra vez?
-Tenía una foto…- otro gemido y la brutalidad de los dedos de Matías entorpecen tus palabras-. Por favor, Enzo.
-¿Qué querés? ¿Qué necesitás?
-¿Me besás?
Antes de que tenga oportunidad de tocarte Matías te aleja de él, arrojándote sobre tu espalda contra las almohadas y posicionándose entre tus piernas: sus labios se adhieren a tu piel y sus dedos regresan a su lugar para continuar preparando tu entrada. Se deslizan en tu interior, ignorando la resistencia de tus músculos y haciéndote gritar.
Tus lágrimas caen libremente mientras Matías curva sus dígitos y muerde tus muslos sin piedad. Ante tu desesperación Enzo decide recostarse a tu lado y te entretiene rozando tu labio inferior con su pulgar, tirando suavemente hasta que permitís que lo introduzca en tu boca y lo deslice sobre tu lengua. Notás un sabor particular y lo mirás, entre confundida y curiosa.
-De Santi- explica.
Tu gemido oscila entre la excitación y la sorpresa. Succionás con entusiasmo y tu lengua acaricia descaradamente su yema poder probar mejor la esencia del otro, pero esto molesta a Matías y vuelve a morderte con más fuerza que antes, sin limitarse a un solo lugar para hundir sus dientes: tus muslos tiemblan por el dolor y cuando se contraen son tus pliegues los que se transforman en el blanco de sus mordidas.
-Duele.
-No pasa nada- intenta convencerte Enzo. Te ofrece su palma aún manchada por la excitación de Santiago y no hace comentarios cuando tus manos aprisionan su muñeca o cuando tu lengua humedece aún más su piel-. ¿Qué decís? ¿Querés que él también suba?
-Sí, sí, sí.
Otra mordida, otra falange y otro grito.
Los contornos de tu mente se desdibujan más y más y tu sensibilidad en aumento, combinación de todas tus terminaciones nerviosas encendiéndose gracias a tu novio, te lleva a buscar consuelo en el mayor: sostiene tu mano con firmeza y besa tu frente para contrarrestar el agresivo ataque de Matías.
Tu piel sufre con otra mordida y cuando te quejás notás en el rostro de Enzo una mueca de hartazgo, breve pero lo suficiente obvia para que aún en tu alterado estado te preguntes: “¿Es por vos?” y “¿Le molesta que grites?”. Tus ojos se llenan de lágrimas y no estás muy segura de cuál es el motivo que hace que acompañes tu renaciente llanto con un puchero en tus labios.
Cerrás los ojos con fuerza cuando Enzo toma tu rostro y te sorprenden sus labios rozando los tuyos con algo muy similar al cariño antes de besarte, las palabras que susurra para calmarte y el calor de su piel cuando descansa su frente sobre la tuya. Acomoda tu cabello despeinado y acaricia tus mejillas ardientes con sus nudillos una y otra vez para distraerte del dolor.
-Tranquila- dice sin dejar de mirarte a los ojos-. Ya va a terminar, ¿sí?
La risa del otro presente en la habitación llama la atención de ambos y voltean a verlo. Como si no fueran suficientes la burla y la mirada en sus ojos para dejar en claro lo que Matías quiere comunicarles, se asegura de acentuar sus intenciones mordiendo peligrosamente cerca de tu clítoris.
Negás y el miedo en tus ojos es la única motivación que le hace falta para arrojarse sobre tu punto más sensible, sin dejar de mover sus dedos con rapidez. El sonido que deja tu garganta es indescriptible.
Entrás en pánico cuando las manos que te ofrecían contención abandonan tu cuerpo y llorás con fuerza cuando Enzo se aleja de vos, pero tu inquietud no tarda en disiparse una vez que entendés el motivo por el cual se dirige hacia Matias. Lo aleja de tu centro tirando de su cabello, acerca su rostro al suyo y tu novio, sin palabras, lo mira a los ojos con una actitud desafiante.
-¿No te cansás de ser tan forro, pendejo?- pregunta Enzo.
-¿No te dije que traigas a Santiago?
La insolencia de Matías es retribuida con un golpe en la mejilla que resuena por toda la habitación y hace arder tu piel por pura simpatía. Te llevás una mano a la boca y mordés tus uñas, confundida y también ansiosa por la escena desarrollándose frente a vos.
-¿Y yo no te dije que seas más delicado, pelotudito? Mirá como la tenés.
-Para que aprenda.
Otro golpe, esta vez más fuerte. Matías masajea su mejilla adolorida.
-Vos tenés que aprender- asegura Enzo-. Voy a ir a buscar a Santiago y cuando vuelva no te quiero ver haciéndola llorar, ¿está?
-Seh, andá.
-Contestame bien- ordena tomándolo del cuello-. ¿Estamos?
-Sí, Enzo.
La puerta se cierra a espaldas del mayor y soltás una risa nerviosa que se desvanece en el aire cuando Matías fija sus ojos en tu rostro, sus cejas arqueadas mientras espera otra reacción de tu parte y sus dientes capturando el interior de sus mejillas como señal de ira reprimida. Temblás y estás a punto de disculparte, ofrecer alguna explicación, pero sus movimientos no lo permiten.
Intentás escapar pero es más rápido que vos y sus dedos capturan tus tobillos: te arrastra sobre el colchón y aprisiona tu cuerpo con el propio, dirigiendo sus dedos nuevamente hacia tu entrada para continuar con su trabajo. Tus gritos no son producto del dolor pero sí del sorpresivo y abrumador placer que logra cegar el resto de tus sentidos por unos instantes.
Matías muerde con fuerza tu hombro y esta vez tu grito es agudo, propio de una presa.
-Duele.
-Callate- ordena-. Esto no es nada comparado con lo que te voy a hacer cuando estemos solos otra vez.
-No es mi culpa que...
-¿No? ¿Y de quién es?- pregunta mientras deja caer más y más lubricante. Contenés la respiración cuando sentís tres dedos entrar en tu cuerpo y tus párpados se cierran con fuerza por el ardor-. Ya vas a ver cuando se vayan.
Lo mirás por un segundo y sabés muy en lo profundo de tu ser que tu siguiente acción sólo va a empeorar la situación. Los invitados se marcharán y tendrás que enfrentarte a uno, dos o tres mil castigos para compensar la humillación que vivió tu novio a manos del uruguayo, pero hasta entonces tenés un protector y no hay motivo para desaprovecharlo.
-¡Enzo!
Es una tormenta de emociones la que cruza los ojos de Matías.
-Qué puta que sos- se posiciona sobre tu cuerpo y escupe entre tus glúteos sólo para humillarte. La lubricación extra le permite alcanzar más profundidad en tu interior y ahogás un grito contra las sábanas arrugadas-. Dale, llamalo ahora.
Todo lo que lográs es balbucear un hilo de palabras rotas e inconexas que sólo interrumpís cuando la puerta vuelve a abrirse. Enzo arrastra a Santiago dentro de la habitación y el rubio, con las mejillas rojas y una mancha de humedad en los pantalones, no suelta su mano en ningún momento. Gemís por todo y por nada a la vez y ocultás tu rostro, pero Matías tira de tu cabello para evitar que te escondas.
-Andá- ordena Enzo antes de conducir a Santiago hacia la cama y hacer un gesto en tu dirección. Luego toma a Matías por la ropa y sin dar importancia a sus protestas agrega:- Vení vos, serví para algo.
Contemplás, en extremo aturdida, la nula dificultad con que maneja su cuerpo y lo deja sobre sus rodillas mientras se deshace de su cinturón para arrojarlo no muy lejos. Matías permanece en el suelo, para sorpresa de todos, y cuando Enzo toma su mentón entre sus dedos lo mira fijamente y sin hacer ningún comentario.
Buscás apoyo en Santiago y sujetás con fuerza su mano mientras tu novio acepta que el otro guíe su erección a sus labios, golpeándolos y delinéandolos con su punta goteante y desesperada por atención hasta hacerlos brillar bajo las luces de la habitación. Matías no parece sorprenderse por las acciones de Enzo y tampoco muestra duda alguna cuando lo recibe en su boca, ambos aún sosteniéndose la mirada.
Santiago tira de tu brazo para llamar tu atención y, cuando por fin apartás la mirada del espectáculo protagonizado por los otros dos hombres, te encontrás con su sonrisa casi pícara y sus ojos resplandecientes. Acariciás su mejilla y él imita tu acción, explorándote de manera tímida y temerosa.
Te ayuda a recostarte sobre las almohadas y aún sin mediar palabra se arroja sobre el colchón para situarse entre tus piernas, separándolas de manera delicada y tomando una muy profunda respiración cuando divisa  tu intimidad brillante. Te mira provocativamente y cuando su lengua entra en contacto con tu clítoris gemís, permitiéndole ver una de las muchas expresiones que también presenció desde su escondite durante la madrugada.
Tus dedos se pierden entre sus rulos dorados y sin ser consciente de ello comenzás a tirar de su cabello para obtener más contacto con su boca, que pronto cubre por completo tu centro: sus gemidos desesperados, que son una mezcla entre placer y el dolor provocado por tus manos, estimulan aún más tus nervios y en pocos minutos ya estás jadeando.
Santiago se ve y también es un ángel, estás segura desde que lo conociste, pero lo confirmás luego de sentir que uno de sus dedos recorriéndote suavemente para luego deslizarse por tu entrada húmeda. Estudia tus reacciones y cuando tus labios se separan para dar paso a un suspiro sonríe contra tus pliegues, feliz de poder complacerte con tanta facilidad.
En algún lugar de la habitación la boca de tu novio está aún ocupada y sólo lo recordás cuando  una voz grave resuena entre las cuatro paredes. Matías parece perdido en su tarea, con su saliva corriendo por su mentón y sus pestañas brillando con lágrimas que sólo pueden ser resultado de la humillación que siente o del ardor que los dedos del mayor generan en su cuero cabelludo.
-¿Por qué vos no te portás así con tu novia?- pregunta Enzo-. ¿Por qué siempre la hacés llorar?
Mueve sus caderas sin consideración, golpeando repetidamente con la punta de su miembro la garganta de Matías, ignorando cuando este araña sus muslos para rogarle que se detenga y su piel enrojeciéndose por la falta de oxigeno. Jamás habías visto a tu novio tan indefenso y vulnerable, pero mentirías si dijeras que no te excita verlo doblegarse ante Enzo.
Regresás tu atención al cordobés entre tus piernas y él te premia con otro de sus dedos. Su lengua dibuja figuras rápidas en tu clítoris y sus yemas acarician tu interior con movimientos circulares, rozando una y otra vez el punto que te hace arquear la espalda y sacudir la cabeza por lo intolerable del placer, magnificado por la espera y la tortura previa.
-¿Mati…?
-Sí- contesta Enzo en su lugar-, podés.
Esperar otro segundo o buscar en el rostro de tu novio más confirmación te resulta imposible. No estás segura de cuál es la última imagen que te empuja hacia tu orgasmo: los ojos azules de Santiago y su devoción hacia tu cuerpo evidente en sus embestidas contra el colchón o Enzo apartando los cabellos del rostro de Matías y las lágrimas de sus ojos mientras aún está utilizando su boca despiadadamente.
Tu visión se nubla por el placer y Santiago, en un intento de prolongar tu orgasmo, te inmoviliza rodeando tu pierna con un brazo: sus movimientos no fallan ni por un segundo y sólo se da el lujo de bajar el ritmo una vez que tus uñas arañan sus hombros en señal de advertencia. Está tentado a continuar y Dios, adoraría hacerlo sólo para verte luchar contra el placer, pero conoce a la perfección lo desesperante que es la sobre estimulación y no quiere someterte a algo así.
Cuando las últimas lágrimas que inundaban tus ojos caen, humedeciendo tus mejillas y todo lo que encuentran en su camino, te permitís respirar lentamente para calmar tus pulsaciones. Te llevás una mano al pecho y por unos instantes jurás que en lugar de sentir tus latidos los oís, pero se trata del sonido rítmico producido por otro cuerpo.
Otros, mejor dicho.
Matías golpea las piernas de su amigo hasta que este se detiene para permitirle respirar y cuando lo libera ambos permanecen conectado por varios hilos de saliva. En un gesto casi dramático, ante el cual el otro pone los ojos en blanco, tu novio se deja caer y se lleva ambas manos al cuello mientras tose y respira de manera agitada.
Preocupada y también menos coherente de lo que te gustaría admitir saltás de la cama para auxiliar a Matías. Tus piernas carecen de la fuerza necesaria y cuando caes a su lado él te atrapa entre sus brazos, permitiendo (y disfrutando, aunque no va a decirlo en voz alta) que tus manos recorran su rostro para asegurarte de que se encuentra bien.
-No pasa nada- intenta calmarte e ignorar el sonido de las prendas ajenas cayendo sobre el suelo-. Andá a la cama, dale.
-Pero…
-Estoy bien, de verdad.
Creerle es difícil porque su respiración todavía suena rápida y superficial, pero cuando Enzo te toma por los brazos y te lleva de nuevo hacia la cama no tenés más opción que permanecer allí. Regresa por Matías y su trato más es delicado cuando lo ayuda a ponerse de pie, sosteniéndolo por la cintura e ignorando todos los fluidos en su ropa cuando la retira para descubrir su cuerpo.
Una extraña sensación de celos te ataca cuando observás que se toma el atrevimiento de tocar a tu novio, llenando su cuello de besos húmedos y masajeando su miembro con una lentitud que hace temblar sus rodillas. Matías se muerde los labios para contener algún que otro suspiro, aferrándose a los hombros del más alto para no desmoronarse y permitiéndole continuar su recorrido hasta que este último decide que es suficiente.
El hormigueo entre tus piernas se reaviva con la escena y también tu excitación manchando tus muslos. Las manos de Santiago se aventuran nuevamente sobre tu figura, acariciando tus pechos sobre tu camiseta mientras frota su bulto contra tu espalda baja y sus dientes rozan tu oreja, sacándote un gemido que llama la atención de tu novio.
Cuando se separan Matías sonríe, estúpido por la situación, y se dirige hacia la mesita de luz para buscar algo. Es un momento que Enzo decide aprovechar mimándote, besando tus labios hasta que ambos se quedan sin oxígeno, acariciando tus mejillas y peinando tu cabello como si intentara así recomponer tu apariencia desaliñada. Luego juega con los rulos de Santiago y le regala, sumados  a unos besos en la mejilla, varios cumplidos sobre su buen comportamiento.
Te acomoda sobre su regazo y su erección más que húmeda roza tu centro, sensible por tu interminable necesidad y por la estimulación que recibió hasta hace algunos minutos: gemís y él sonríe, luciendo calmado e inamovible como siempre, mientras una de sus manos acaricia tu cadera y la otra el bulto de Santiago, que comienza a gemir con la primera caricia.
El colchón se hunde con el peso de Matías, que se posiciona a tus espaldas y besa tu hombro mientras le arroja –entre divertido y un poco molesto por tener que compartirte otra vez- los preservativos a los otros dos.
-Acordate- dice contra tu piel:- si tenés que parar, paramos.
-Y vos acordate también- tocás el envoltorio sobre su palma-. Soy tuya y de nadie más.
Su erección palpitante te golpea y es la única orden que necesitás para dejarte caer sobre Enzo. Buscás apoyo en su pecho mientras él sostiene tu cintura y guía su miembro hacia tu centro, su punta jugando con tu clitorís y deslizándose repetidamente entre tus pliegues antes de hallar su lugar definitivo en tu entrada. Su tamaño te hace gemir y arañar su piel.
Santiago se acerca a tu rostro, tocando la comisura de tus labios y dejando un rastro tráslucido de líquido preseminal en tu mejilla, y estás a punto de recibirlo en tu boca cuando la mano del mayor los detiene a ambos.
-No querés que te muerda, ¿no? Aguantá un poco.
Santiago suelta una risa tan encantadora como su expresión y pronto Enzo también comienza a reírse. Por su parte Matías, que está aislado de los otros dos pero siempre en contacto con vos, intenta contenerse al ver la forma en que tu entrada trasera se contrae sobre la nada misma con cada nuevo centímetro de Enzo que tu interior acepta. No comprende cómo puede encantarle tanto verte de esta manera con su amigo, pero…
-Respirá.
Masajea tu cadera con una mano mientras con la otra conduce su erección desnuda hacia tu entrada. Sentís su glande ardiendo contra tu piel y te esforzás por dejar de lado el terror y los nervios que desestabilizan tu cuerpo y tu respiración, pero el arduo trabajo deja de ser necesario cuando los primeros centímetros son muy bien recibidos y te relajás.
Luego de unos segundos la figura temblando bajo la tuya llama tu atención y abrís los ojos: Enzo se muerde el labio con fuerza, tiene los párpados cerrados y su expresión cuando arroja la cabeza hacia atrás parece ser ocasionada por un dolor inexplicable. Estás a punto de gritarle a Matías para que se detenga pero te interrumpe un gemido gutural y grave, claramente de placer.
Un par de centímetros más y en tu cuerpo también se desata un tremor incontrolable. Matías es cuidadoso y los movimientos de su cadera son lentos, prácticamente imperceptibles, pero eso no evita que te estremezcas violentamente cuando la mezcla de placer y dolor comienza a superarte. Tus dedos comienzan a jugar con tu clítoris para aliviar tu desesperación.
Matías jadea a tus espaldas y arranca el mismo sonido de tu boca cuando arroja más lubricante sobre su miembro, permitiendo con sus embestidas que el producto se deslice por tu entrada y hacia las profundidades de tu cuerpo. Tus labios se separan para dar paso a una infinidad de sonidos y también al hilo de saliva que cae por tu mentón hasta llegar al pecho de Enzo.
Santiago, que hasta entonces esperaba pacientemente y recibía las ocasionales caricias del Enzo como una bendición, emite un sonido de protesta para llamar la atención de quien sea que esté dispuesto a escucharlo. Lo mirás sin dejar de gemir y resulta ser un error, ya que toma tu mentón y penetra tu última entrada disponible.
Un río de lágrimas corre por tu piel y la esencia de Santiago por tu boca, sus ojos se mantienen firmes sobre los tuyos y no comprendes el origen de la sonrisa que adorna sus labios. ¿Disfruta verte en esta posición, con tu cuerpo a merced de todos ellos y tu consciencia resquebrajándose? ¿Es un tierno intento de calmarte, pretende transmitirte un poco de su usual serenidad? No podés saberlo.
Es una locura. Todo esto es una completa locura, todos están locos, pero eso no detiene a ninguno de tus acompañantes. Tampoco a vos.
Santiago utiliza tu boca, deleitándose cuando tus gemidos vibran en torno a su extensión y sosteniéndote por la mejilla para mantenerte firme en tu lugar; Matías continúa empujándose hacia tus profundidades, llenándote hasta que jurás no poder tomar más, y volviendo loco a Enzo en el proceso, cuyas uñas dibujan formas en tu cadera.
Para cuando tu novio se detiene, regalándote un momento para permitirte acostumbrarte a la sensación, ya es tarde: no podés controlar los gemidos que mueren en tu boca y estos provocan que te ahogues con el miembro de Santiago, tu garganta contrayéndose sobre él hasta que lo llevás imposiblemente cerca de su orgasmo.
Tus músculos se contraen con tu clímax, arrancando maldiciones de todo tipo de los labios ajenos y especialmente de los de Matías, para quien tu entrada hasta ahora desconocida e imposiblemente apretada resultaba ya demasiado. Intenta darte el tiempo y la quietud que necesitás para disfrutar de tu inesperado orgasmo, de verdad lo intenta, pero su cuerpo lo traiciona.
El primero en ordenarle detenerse es Enzo, abrumado por el placer que siente cada vez que Matías se desliza en tu interior, y cuando te separás de Santiago también se suman tus gritos, mezclados con gemidos rotos y sollozos desesperados. Matías los ignora se y ríe, disfrutando utilizar tu cuerpo y también de poder vengarse de ambos.
Tus brazos pierden la fuerza y te derrumbás: el nuevo ángulo, muy lejos de traer alivio para tu cuerpo o para tu mente cada vez más nublada, provoca que ambos te penetren con mayor profundidad y rocen todos los puntos necesarios para hacerte delirar.
Gritás con los movimientos de Enzo, que siguen un ritmo opuesto a los de Matías, y llorás sobre su pecho mientras él besa tu frente. Sus palabras pueden ser tranquilizadoras o alentadoras, no lo sabés ya que jamás llegan a tus oídos y todo lo que percibís es tu llanto descontrolado junto con los quejidos de Santiago.
Cuando estirás tu brazo para consolarlo cierra la boca, satisfecho, pero es un silencio efímero. Lo masturbás con movimientos rítmicos y girás tu muñeca de vez en cuando, no tenés dudas de que le brindás el placer que merece, pero lo que en realidad logra hacerlo suspirar y gemir es la mano de Enzo ubicada entre sus piernas, más específicamente su dedo medio deslizándose dentro y fuera de su entrada.
Te girás para poder observar a Matías y la visión que encontrás te deslumbra: está luchando para no dejar caer sus párpados, pesados por el placer que lo ahoga, porque no quiere perderse ni un segundo del show que estás protagonizando. No sos consciente de cómo se ven tus pequeños agujeros, brillantes y en extremo dilatados, tampoco de cómo se ven en esta posición los ángulos y las curvas de tu cuerpo, así que sólo te dedicás a tomar lo que te ofrecen.
No cree que haya una palabra para describir cuánto ama poder verte de esta manera, completamente ida y presa del placer, la coherencia abandonando tu mirada y tu cuerpo entregándose más y más a la condena que te fue impuesta.
Sin dejar de mirarte lleva su pulgar a sus labios y lo humedece con su lengua para luego acercarlo a tu entrada en un gesto amenazante.
-Sos una putita, ¿no?
Tu respuesta es un gemido, patético y desesperado, propio del porno.
-Decilo.
-No…
Ejerce presión con su pulgar y gritás, aterrada; sabés que da igual si tu cuerpo no resiste más, Matías va a encontrar la forma de hacer que eso que él desea suceda de todas formas.
-Decilo- te sorprende la voz de Enzo y su respiración golpeando tu piel-. Decí que sos una putita.
Escondés tu rostro en su pecho, empapado con tu saliva y tus lágrimas, y cumplís con lo que te piden. Tu voz es apenas audible y estás segura de que Matías -tan sádico como siempre- te ordenará que lo repitas, pero en su lugar hace otra pregunta que acentúa con una fuerte embestida:
-¿De quién sos?
-Tuya.
-¿Sí?- y golpea tus entrañas.
-Sí, tuya y de nadie más- asentís-. Por favor, amor, por favor.
-¿Qué querés?
-Llename toda.
No se molesta en ocultar el efecto que tienen en él tus palabras y tampoco oculta el sonido animal que brota de su pecho cuando se derrama en tu interior. Su miembro palpita con fuerza y su semen caliente que te marca, reclamando el último lugar intacto de tu cuerpo, te arroja hacia otro desgarrador orgasmo que llena tus ojos de cristales. Cubrís tu boca con tus manos, creyendo que servirá de algo, pero todos te oyen caer de ese precipicio.
Los espasmos de tu cuerpo son incontrolables, crueles e intensos, tan agresivos que provocan también el orgasmo de Enzo. Busca tus labios desesperado, los movimientos de sus caderas empujándote dificultándole el besarte, y cuando logra llegar a tu boca te muerde hasta que ambos saborean en sus lenguas tu sangre.
No se detiene hasta que tus paredes reclaman la última gota de su liberación ardiente… y luego se da el lujo de continuar abusando de tu entrada con movimientos lentos que sólo se extinguen cuando sus respiraciones se estabilizan.
-Nos olvidamos de un detallito, ¿no?- dice Matías, ya recuperado de su orgasmo, con un tono despiadado. Se posiciona detrás de Santiago, que no deja de tocarse con movimientos frenéticos y desacertados, y aparta su mano de un golpe para encargarse del rubio-. Te gustó ver a mi novia, ¿no? Te gustó que te la chupe y que te toque.
Santiago arroja la cabeza contra el hombro de Matías. Sus mejillas están rojas y muerde sus labios con fuerza, pero lo que más te impresiona es ver cómo entierra sus dedos en la carne de sus muslos para no desfallecer por el súbito placer que los movimientos expertos de tu novio le hacen sentir.
Estás rodeada por el cálido y reconfortante abrazo del uruguayo, tus músculos protestan y tu mente todavía le pertenece a alguien más, pero eso no impide que estires un brazo y dirijas tus dedos cuidadosamente hacia la entrada del rubio. Su gemido de sorpresa y sus ojos azules mirándote con una intensidad sofocante son tu recompensa.
Su entrada cálida no opone resistencia alguna y sospechás que la lubricación que encontrás allí son tus propios fluidos. Deslizás un único dígito en su interior para no abrumarlo o herirlo, sin saber hasta dónde llegó Enzo, y su reacción es inmediata. Tiembla entre los brazos de Matías antes de llevar sus dedos hacia su cabello.
Una mano bronceada toma tu muñeca y gira tu brazo.
-Así- explica Enzo-. Ahora con la punta del dedo hacé…
Santiago grita, incapaz de tolerar el placer que vos y tu novio provocan con sus manos, y en un parpadeo los hilos de semen que brotan de su punta caen sobre tu rostro y tu cabello. Continuás moviendo tu dedo contra su próstata hasta que se queja por la sobre estimulación y tus dedos lo abandonan junto con las manos de Matías.
-La próxima lo tenemos que tratar mejor, ¿no?- sugiere tu novio, plantando besos húmedos en el hombro del rubio y deslizando sus dedos por sus rulos despeinados. La carcajada de Enzo resuena entre las cuatro paredes y se lleva una mano al rostro-. No te rías, boludo, es verdad…
Abandonás tu lugar sobre el mayor y te sentás en el colchón, desorientada, con una expresión que hace sonar las alarmas en el cerebro de Matías. Toma asiento a tu lado y acaricia tus muslos con fuerza, estudiando tus reacciones.
-¿Qué pasa?- sigue tus movimientos cuando bajás la mirada, observando los fluidos que caen desde tus entradas y oscurecen las sábanas-. No pasa nada, ¿sí? Ahora nos bañamos y después limpiamos todo.
-Sí.
Matías le dirige una mirada a sus amigos, haciéndoles saber que necesita unos minutos sólo con vos, por lo que ambos abandonan la cama rápidamente y toman la ropa que arrojaron por ahí muchos minutos atrás. Santiago besa tu mejilla cariñosamente antes de dirigirse hacia la puerta.
Enzo intenta no entrometerse, sabe que no le corresponde, pero aún así no puede evitar tomar tu mentón y buscar tu mirada. Te sonríe y cuando le devolvés el gesto besa tu frente, susurrando:
-Lo hiciste bien.
Ambos abandonan la habitación y una vez en el pasillo el mayor arrastra a Santiago en dirección al baño, ignorando sus protestas y explicándole que tiene que asegurarse de que también se encuentra bien.
-Estás bien, ¿no?- pregunta Matías.
-Sí, tonto.
-Y Enzo tiene razón, ¿sabés?- besa tus labios-. Lo hiciste bien, muy bien.
-¿De verdad?
-De verdad.
Jugás con sus dedos y sonreís.
-No fue un castigo.
-No- te sonríe con dulzura-. Para castigarte voy a esperar a que no haya nadie que pueda ayudarte.
Me hace inmensamente feliz haber concluido la historia de esta forma y... nada, no sé qué decirles, vayan todas a la iglesia el domingo porque seguramente después de leer esta película porno lo necesitan más que nunca. Muchísimas gracias por leer este capítulo y también los otros si es que vienen siguiendo toda la historia, soy extremadamente feliz sabiendo que pude entretenerlas un ratito 🫶🏻❤️
Mención honorífica a @recaltiente porque sin ella no habría encontrado la hermosa foto de los chicos para la portada y además soportó leerme con mis millones de ideas para la historia y todos mis desvaríos. Te adoro infinitamente nena.
taglist: @madame-fear @creative-heart @chiquititamia @delusionalgirlplace @llorented @lastflowrr. Si alguien quiere que la agregue a la lista me avisa ♡
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shugar-mama · 3 months ago
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Yandere merman (triton) x Reader [parte dos]
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Advertencias: Leve obsesion, un poco de angustia, mencion de asesinato (no al personaje principal) y derramamiento de sangre, no apto para un publico menor a 16 años, leer bajo su responsabilidad
Parte uno
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Estabas buscando algas con tranquilidad cuando sentiste como algo nadaba por encima de ti, entraste en estado de alerta y te preparaste para pelear cuando algo o mejor dicho alguien apareció delante de ti, era kai, te calmaste e ibas a irte cuando Kai te sujeto del brazo y rápidamente te extendió algo, bajaste la mirada y viste como tenía una concha rosa en su mano, te quedaste en shock ante eso, no esperabas que te entregase una concha rosa ya que según lo que habías visto él estaba cortejando a Cora, al recordar a Cora volvieron a tu mente las palabras que había dicho de ti y los motivos por los que se te había acercado a ti, sin saber qué hacer y con sentimientos confusos preferiste huir de ahí, asi que mientras huías con la mente confusa y con un leve sonrojo surgiendo en tu rostro no notaste la expresión que tenía Kai en su rostro, si tan solo hubieses notado la escalofriante mirada y sonrisa que este tenía, el ya no estaba dispuesto a soportar más rechazos por parte tuya, serás de él, tendrás a sus crías, serán una pareja y serán una linda familia, oh ya verás.
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Había llegado la temporada de apareamiento y aunque la mayoría de sirenas se encontraba afuera buscando pareja para reproducirse o formalizar una unión ahora te encontrabas en tu nido de algas, estabas hecha un ovillo mientras te sumergías en tus pensamientos con respecto a Kai y su intento de darte una concha rosa, admitías que aun tenías sentimientos  románticos hacia el realmente lo sentías como una experiencia maravillosa, el estar con él fue realmente lindo y aunque fue con otros motivos te había hecho feliz pero  también tenías dudas sobre el seguías con ese dolor en tu corazón por lo que había dicho sobre ti.
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Mientras te encontrabas en tus pensamientos no te habías dado cuenta de cómo alguien  había entrado en tu cueva y ese alguien era Kai estaba dispuesto a que por cualquier medio pasaras esa temporada de apareamiento con él para que asi una vez que resultases embarazada permanecieras a su lado ya que en ese estado serias muy vulnerable para los demás depredadores y se te sería muy difícil el moverte para conseguir comida, pero descuida él te protegería y te brindaría comida deliciosa.
Ingreso con mucho cuidado para no alertarte y cuando estuvo cerca de ti se abalanzo encima tuyo haciendo que te sobresaltaras, trataste de3 librarte pero no podías su fuerza de tiburón blanco era admirable y superior.
Él te hizo callar y trato de tranquilizarte con los suaves chillidos que emitía, lo cual funciono, una vez ya calmada te voltea para que estuvieras cara a cara y hablaran con tranquilidad.
Antes de que pudieras decir algo Kai comenzó hablando de lo mucho que te amaba u admitió que aunque en un principio se había acercado a ti con otras intenciones y el hecho de que te había usado para mejorar en sus tácticas de cortejo, cada palabra que te decía te hizo revivir ese dolor que sentiste el día  que te enteraste de todo, mientras te consolaba con mimos no dejo de hablar, siguió contando el cómo comenzó a sentirse vacío después de que te alejaste de él y como comenzó a extrañarte, para por fin darse cuenta que te amaba, mientras él hablaba soltaba sus feromonas para que te rindieras ante él, comenzaste a sentirte mareada hasta que en un momento dado sentiste como tu visión se volvía negra para asi caer inconsciente.
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Había pasado un tiempo y te encontrabas con una gran y redonda barriga, estabas próxima a dar a luz, al final kai había ganado logro dejarte embarazada y establecer un lazo contigo, ahora se encontraba cazando para ti, él se aseguraba de tu bienestar, se encontraba muy orgulloso por ser padre y a pesar de tu rechazo inicial hacia él no te dejo de otra que quedarte con él y amarlo.
Kai vuelto te trajo peces deliciosos, mientras el te rodeaba con sus brazos y te llevaba al nido donde ambos dormían, ambos se encontraban en la que era tu cueva como era grande la habían modificado para que pueda albergar a su futura y gran familia, ya en el nido Kai comenzó a darte de comer una actividad que disfrutaba hacer con gran deleite.
Kai se sentía muy feliz con su vida actual y aunque a veces pensaba en que no querías esto no estaba dispuesto a dejarte ir; algo que Kai no sabía es que lejos de detestar tu vida actual no estabas más que satisfecha con como resultaron las cosas porque estas muy segura de su amor por ti después de todo ese cuerpo destrozado de sirena pez ángel que encontraste en estado de descomposición hace algunas semanas te demostró hasta donde es capaz de llegar por ti.
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Hasta aqui llegamos con esta nueva historia, muchas gracias por leer y cuidense mis niños
Todos los derechos reservados, prohibida su redistribucion o venta con fines comerciales, prohibida cualquier forma de plagio.
By: Shugar_Mama
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alquimistaliteraria · 7 months ago
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Destinadas a encontrarse pero no a estar juntas.
[¿Por el momento?]
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-Carta abierta-
Siento que llegaste a mi vida para recordarme que existen personas maravillosas como tú ahí afuera. Eres como una ventana desde la cual aprecio un lindo paisaje, un bello mundo que se despliega ante mí, recordándome que todo eso también podría estar disponible para mí. Me brindaste el trato amable, cuidadoso, cariñoso y pasional que merezco, y por eso, te estoy profundamente agradecida.
En lo personal, me ayudaste a dar ese cierre que me faltaba con mi ex, algo que necesitaba para seguir adelante. Practiqué contigo el arte de escucharme y mantener mis límites, a pesar de los sentimientos que surgen inevitablemente. Aunque había una semilla de afecto creciendo hacia ti que podría llevarme a enamorarme, entendí que debía ser inteligente y firme respecto a lo que quiero en este momento: no deseo una relación a distancia. Busco la cercanía, el calor de conocer a alguien en persona y enamorarme en ese espacio tangible.
No podría soportar el extrañar a alguien con quien he conectado tanto y estoy sintiendo de nuevo amor. No puedo permitirme caer en eso nuevamente; debía detenerme antes de que fuera demasiado tarde. Además, en este momento tú estás viviendo un proceso y enfoque particular, mientras que yo tengo varias metas personales que quiero alcanzar y vivir profundamente. Las circunstancias y nuestros intereses son motivos que me restringen.
Si en el futuro decidimos reunirnos y conocernos en persona, créeme que estaría muy dispuesta. Pero en este momento, mi intuición me dice que lo correcto para mí es hacerlo así. Debo cuidarme; la cicatriz de mi pasado está aún sensible. Por experiencia, sé que entre poetas, el enamoramiento puede ser una experiencia muy intensa. Me conozco: podría ser impulsiva y arriesgarme, pero necesito ser prudente, tanto para cuidarme como para cuidarte. Prometí ocuparme de ciertas cosas en mí antes de compartir mi ser con seguridad, y esos son algunos de los motivos detrás de esta decisión. Hay otro aspecto que me pone vulnerable y prefiero reservarlo para mí en este momento.
No tienes idea de cuánto me costó tomar esta decisión. Una parte de mí se aferra y solo quiere ir hacia ti, pero al final, esa parte cedió. Han pasado días y extraño nuestro chat diario, tus audios de buenos días, esos momentos en los que me cuentas de tu día. Echo de menos tu voz, tan energética y dulce, las videollamadas y sentir tu compañía, aunque sea a través de una pantalla. Realmente extraño esa sonrisa mágica y esos ojos esmeralda que hipnotizan.
Sabía que ser firme con mi decisión significaría decir adiós a ciertas cosas que me brindabas. Intenté ser tu amiga, pero tengo otro interés contigo, y los sentimientos surgen al convivir, por lo que debía detenerlo. Días como estos, te pienso y te recuerdo con cariño, bonita🌻.
Con afecto y gratitud, by Yls.
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choccocake · 5 months ago
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Serindipia (Enzo Vogrincic)
Serindipia: es descubrir algo bueno sin buscarlo.
Estoy escribiendo esto sin ningún tipo de corrección final ni nada, solo surgió. So, espero que les guste girls ‹3
Ojo, esto no tiene nada que ver con la encuesta que hice. Lo que tengo planeado aún sigue en borradores
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No tenías la costumbre de viajar y muy pocas veces podías darte aquel lujo.
Aunque se podría decir que gracias a tu trabajo -y personas que pedían de tus servicios- podías salir del país alguna que otra vez debido a la buena paga que te daban por tan solo fotografiar zonas turísticas para que así sean publicadas en folletos o en páginas web.
De todas formas.
Habías planeado viajar a Uruguay para darte unas pequeñas vacaciones después del arduo trabajo que habías hecho alrededor de los últimos meses, te sentías agotada mental y físicamente.
¡Y las calles de Uruguay eran realmente hermosas! Una de las cosas que te habían cautivado de ese hermoso país. Claro que hubieras podido fotografiar con total calma los lugares.
Si no fuera porque una bicicleta casi te mata.
Quizás no sean las mejores palabras para haber descrito el momento; pero en el momento casi pensaste que se te había formando un moretón por el choque que habías recibido (un poco dramático).
El repentino choque que habías recibido por parte de la bicicleta -y su dueño- te había dejado perpleja durante un par de segundos, sobándote la espalda por el repentino choque.
Los primeros segundos hiciste oídos sordos a la persona que había chocado contra ti, sus disculpas siendo ignoradas por tratar de volver a la realidad.
Cuando ya estuviste en sí, lo primero que escuchaste fue la voz grave del muchacho disculpándose una y otra vez sin parar, con el ceño fruncido y su mirada en busca de que no hubieras sufrido de alguna herida grave aunque lo único que surgió fue el dolor en la espalda y ya.
—Ay, ¿te encontrás bien? De verdad una disculpa, no fue a propósito, te lo puedo compensar si querés-
—Tranqui, son cosas que pasan ¿no? Aunque me harías un gran favor si me dices dónde hay una farmacia cerca. —Le interrumpiste, dándole una sonrisa para que no pensase que le tenías algún tipo de rencor u algo parecido.
Pudiste notar como la figura del muchacho ya no era tan tensa y la manera en la que soltó una risa nerviosa provocó una extraña calidez en tu estómago. Que raro.
La única cosa que rondaba por tu cabeza ahora era el cómo sería fotografiarlo. ¿No será modelo de casualidad? Su figura y rostro podrían estar con facilidad en alguna revista de una marca de ropa lujosa.
—¿Querés que te lleve en mi bici? No te dejaré caer. —Habló el uruguayo, sonriéndote una vez más.
Tu pequeña nube de pensamientos explotó al oír la voz del muchacho, dejándote procesar sus palabras durante unos segundos.
Pudiste sentir como la sangre calentaba tus mejillas, provocando un pequeño rubor de vergüenza al captar que habías tardado en responderle. Que pena.
—Ah, ¡claro! —Respondiste, dirigiéndote a la bicicleta, pudiéndote apoyar en dicho objeto.
Te fijaste en como el uruguayo se subía a la bici una vez más y se giraba para verte.
—Que maleducado de mi parte, ¿cómo te llamas?
Una vez más su pregunta se quedó siendo procesada en tu cabeza durante segundos, intentando entender su pregunta o cómo su acento te logró enganchar tan rápido.
Le dijiste a la final tu nombre, preguntándole el suyo luego.
—Enzo Vogrincic, un gusto chiquita.
No sabías con certeza si era que la temperatura estaba empezando a subir o solamente eran tus mejillas que estaban ardiendo a mil por cada minuto que pasaba. Que vergüenza.
Esto fue demasiado corto, pero ya no sabía con que más rellenarlo jnkdsabhk
La próxima semana termino clases y escribir sobre los chicos del cast me está enganchando poco a poco, quizás y el próximo finde publique el shot de juani que lleva guardado en borradores desde hace tres semanas
Espero que les haya gustado, ¡bye!
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