#cada caricia
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𝘓𝘢 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘢𝘴𝘪𝘰𝘯 𝘮𝘢𝘥𝘶𝘳𝘢
La pasión después de los 40 es otro nivel: un viaje sagrado que no se comparte con cualquiera. Para despertar ese deseo, se necesita alguien que sea inteligente, seductor, tierno y perverso en la justa medida.
Es un renacer, un desafío al tiempo. No hay prisa, solo la búsqueda de vibrar intensamente. Se saborea cada instante, lento y profundo, como si fuera el último.
Es revivir la adolescencia con la sabiduría de los años. Cada beso, cada caricia, es un viaje sin destino, donde el placer no está en llegar, sino en recorrer el camino.
Después de los 40, la pasión no solo toca la piel, también despierta el alma y sacude el corazón. Es amar con libertad, entregarse sin miedo y disfrutar plenamente con quien sabe encender cada deseo.
#𝘓𝘢 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘢𝘴𝘪𝘰𝘯 𝘮𝘢𝘥𝘶𝘳𝘢#Después de los 40#tumblr#palabras#escritos#vida#frases#texto#citas#autoestima#texto español#foto#inteligente#seductor#tierno#un renacer#un desafío#No hay prisa#revivir la adolescencia#Cada beso#cada caricia
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Cada noche caigo adicta a tu recuerdo, a tus labios que no he besado; a las caricias que no me has dado, a ese abrazo tan necesitado. Cada noche recaigo adicta al recuerdo de tu cuerpo que no he amado. Cada noche suspiro por ese amanecer a tu lado y cada noche muero por fundir tu cuerpo al mío para llegar a la tibia droga que hay en tu piel.
Leregi Renga
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𝜗𝜚⊹ ‧₊˚ excuses
pairing: actor!enzo x actress!r
sinopsis: Enzo y vos estan teniendo dificultades para filmar una de las escenas en su nueva pelicula, por lo que una noche se aparece en tu puerta con la excusa de practicar.
contenido: SMUT !! insultos, thigh-riding, creampie, p en v, sexo sin condon, diferencia de edad (reader 22 y enzo 34), mirror sex, un poquito de breeding kink, reader es un poco innocente (kinda) smut con plot
word count: 5.3k me re inspire sepan disculpar
a/n: holis !! primero que nada PERDON por tardar tanto, soy bastante perfeccionista y cada vez que decia que iba a subir el fic no me convencia como quedaba, pero me parece que ahora esta bastante decente, espero que les guste, me inspire en tres reqs que me mandaron asi que muchas gracias, sigan mandando !!!
i.
"¡No, no, no, corten!" El director grito repetidamente, su creciente irritación coloreaba su voz por completo. "Chicos... Ya se los dije antes, pero..."
Te restregaste la cara con un suspiro, levantandote del regazo de Enzo, quien se masajeaba el puente de la nariz en una clara seña de agotamiento. "No veo chispa... no veo-"
"No veo pasión", terminaste la oracion de tu director, quien asintió con seriedad. Era la quinceava vez que estaban intentando repetir esta escena ese dia, el cansancio se hacia presente en el set, sin embargo todo el equipo seguia ahi, inalterable, esperando a que el director diera las ordenes para poder retirarse a descansar ya que, despues de todo, eran casi las doce de la noche.
"Les juro que esto es igual de agotador para mí como para ustedes.", continuó el con el guión entre las manos. "Necesito que quede bien. Simplemente imaginense que esta escena es la culminación de seis meses de espera entre los personajes. Seis meses de tabú, de tensión sexual implacable. Nada más que miradas en clase y breves caricias... se supone que estan al borde de la locura el uno por el otro, feroces el uno por el otro. Pero aca solo veo nervios e inexperiencia... Ustedes son profesionales, les pido por favor que se concentren... Cuanto antes se suelten mas rapido vamos a terminar."
Enzo y vos estaban rodando la primera escena de sexo de una película que relataba la enfermiza y prohibida relación amorosa entre una alumna de 18 años y su profesor quien era mucho mayor que ella. Bueno, no exactamente filmando —ya que no estaban llegando muy lejos con la escena.
Esto era dificil para los dos, simplemente no podían complacer a su director.
El papel ya de por si era increíblemente agotador, incluso sin contar el estrés extra de la escena de sexo: eran jornadas de rodaje de 15 horas, viviendo en el set en una ciudad lejos de tu casa, y la mitad de esas horas se dedicaban a filmar o practicar esta misma escena, tener a un director perfeccionista que se creia la reencarnacion de Kubrick no era facil.
El problema de la escena era su extensa duracion, y el director quería que se hiciera en una sola toma.
una. sola. toma.
Daniel era un director brillante, y tenía un amor incondicional por este proyecto y sus personajes que desearías que todos los directores tuvieran por el suyo, pero él era inflexible en que todo sea hecho a la perfección ya que en varias reuniones previas al rodaje hablo sobre como esta escena estaba destinada a ser la mas "icónica" de toda la película, porque era el quid de la cuestion, el punto de inflexion para los personajes, el punto de no retorno.
"Con todo respeto, Daniel..." empezaste "nunca me habia imaginado en un escenario así, y tampoco tengo experiencia en este tipo de situaciones. ¿A que te referis con que nos falta pasion?"
"Ese es tu trabajo: imaginar e interpretar". El director exigió. Obviamente frustrado con la situacion.
Justo antes de que pudieras retrucarlo, Enzo intervino con suavidad. "Creo que lo que ella quiere decir", dijo, viendo las venas de la frente del director casi por estallar "es que es difícil actuar porque no es una situacion que se viva cotidianamente. Es fácil actuar enamorado porque amor hay por todas partes, ¿no? Pero aca no tenemos mucho en lo que basarnos mas que en lo que podemos llegar a imaginarnos."
La mirada del director se turnaba rápidamente entre vos y enzo por un momento antes de suspirar cansado.
"Me vas a decir que nunca pensaste en alguien mas grande de esta manera?" te insistió, obviamente bromeando y tratando de aligerar el ambiente en el set.
Hiciste una pausa, y trataste de no mirar a Enzo, tu co-protagonista de unos treinta y tantos años.
Enzo habia sido casteado no solo por su impecable actuación sino que tambien por lo absolutamente precioso que era.
Su personaje era enfermizo y asqueroso, por eso sabias que el haberlo elegido a él era una decision calculada y previamente analizada. Querian que el publico bajara la guardia ante su belleza para poder darle un plot twist y que la inmoralidad del personaje los tomara por sorpresa mas tarde.
Estaba destinado a ser visto como un hombre encantador, guapo, totalmente fuera de los límites. El objeto de deseo completamente prohibido, la línea que tu personaje estaba desesperada por cruzar.
No era muy distinto en la vida real; la joven actriz inexperta que anhelaba pasar por alto las reglas sociales y expresar con total sinceridad su admiración por el actor de mediana edad con años de experiencia a sus espaldas.
No estabas enamorada ni nada, pero te deleitabas ante su presencia, despues de todo Enzo era todo lo contrario a su personaje; el mayor era paciente, amable y completamente comprensivo con tu falta de experiencia en el ambito cinematográfico, siempre te guiaba durante el rodaje y te daba tips para sobrevivir a un rodaje. Eran cosas basicas, tales como cuando podias quitarte el maquillaje y el vestuario o como pedir ciertas cosas en set y lenguaje especifico, todas las cosas que a él le hubiera gustado que alguien le diga cuando estaba empezando.
Siempre estaban esos tiempos libres en donde compartian risas sinceras y conversaciones tontas que nunca esperabas de un hombre tan imponente como Enzo, conversaciones en donde sus manos ásperas apenas rozaban tu cintura y su mirada recorria con atencion tu rostro y tu cuerpo, en donde su voz sonaba sensual y provocativa a pesar de que nada vulgar salia de su boca.
Enzo hacía que tus interiores palpitaran, con anticipacion especialmente cuando llegaba la hora de rodar las escenas más íntimas, y solo podías aferrarte a la fantasía de que él sintiera lo mismo.
Todavia te acordabas de la primera escena que hicieron juntos: en la película, sus personajes se encontraban después de clase para conversar sobre un examen desaprobado, el punto en donde comenzaria su atracción del uno por el otro. Enzo estaba presionado contra tu espalda, inclinándose sobre vos para mirar con insistencia el examen, con una de sus grandes manos agarrando tu hombro. El aire se sentía cargado, su cuerpo cálido, su voz baja haciéndote sentir mareada mientras recitaba sus líneas.
Te estremeciste al recordar el momento, y, volviendo a la realidad, respondiste a la pregunta del director con un enérgico asentimiento de cabeza.
El director soltó una risa ‐forzada- y golpeó suavemente el guion contra la palma de su mano. "Bien. Bueno, les parece si cortamos por hoy. Aprovechen este tiempo extra para imaginar, investigar, cualquier cosa, e intenten practicar la escena antes de mañana, ¿Si? La práctica hace al maestro."
Enzo y vos asintieron al unísono, intercambiándose una mirada que gritaba "que vamos a hacer?" antes de apartar la vista mutuamente y regresar a sus caravanas.
Más tarde esa noche, estabas preparándote para irte a dormir, quitándote el pelo recién lavado de la toalla mientras veias el guión reposando sobre tu cama, la luz tenue te invitaba a relajarte, sin embargo un golpe en la puerta del trailer te saco del trance.
"Ahí va!!," exclamaste, mientras te ponías tus shorts de seda. Te percataste rapidamente de lo incómodo que podría ser ser vista en esos pijamas si el director o alguno de tus compañeros actores estaba detras de esa puerta, pero estabas demasiado cansada como para preocuparte.
Te importó, si, pero sin embargo, en vez de cambiarte cruzaste tus brazos de manera que estos estuvieran cubriendo tu pecho, el cual se encontraba ligeramente descubierto. Fue entonces cuando abriste la puerta y ahi, en los escalones, estaba tu compañero de reparto, Enzo.
Antes de hablar, te examinó de arriba a abajo, con sus oscuros ojos brillando detrás de un par de lentes de descanso, los cuales eran desconocidos para vos, no pudiste evitar pensar en lo lindos que le quedaban. "Uh, disculpame chiquita, ¿Te estabas por ir a dormir?" preguntó por lo bajo, su voz se escuchaba mas grave de lo normal. Ese tipo de apodos eran normales viniendo de Enzo, sin embargo hizo que tu piel se erizara, ¿O habia sido el frio aire del exterior? Sí, probablemente era eso.
Su mirada se paseo por tu cuerpo y se detuvo en la piel desnuda de tus piernas por unos segundos más, te moviste incómodamente, cruzando los tobillos en un intento pobre de esconderte. "Si... son casi las tres de la mañana En... ¿Pasó algo?" preguntaste con un tono un poco agresivo, un poco mas de lo que pretendías ser.
"Si ya se, disculpame", se corrigió, sacudiendo la cabeza y finalmente mirándote a los ojos. "Quería pasar antes... me quede pensando porque sé que esta escena nos está desconcertando, así que..." se interrumpió, levantando el guion que sostenía detrás de su espalda. "¿Estas muy cansada como para practicar un poco? Sino mañana temprano, no hay problema." Parpadeaste rápidamente ante la simple e inocente solicitud. Enzo estaba parado en tu puerta a las tres de la mañana preguntandote si podian ensayar. Solo un ensayo, no alguna travesura lasciva de última hora de las que te estabas imaginando. "Ah... sí, obvio, pasá que está frio.", asentiste entumecida, apartándote para dejarlo entrar.
Enzo asintio en forma de agradecimiento y te regalo una sonrisa, una vez dentro de la caravana se instaló en el borde de tu tocador, mirandote mientras cerrabas la puerta y te volteabas en su direccion. Se veia casual, tenia puestos unos joggings grises holgados y una camiseta blanca ajustada y desgastada.
Ya estaba todo predefinido en el guión, cada palabra que tenias que decir y cada acción que tenias que hacer, pero aún así. Decir y hacer cosas de esa índole después de las horas de trabajo parecia formar parte de una de tus fsntasias con el mayor. Sin embargo, te obligaste a despavilarte internamente -por segunda vez en menos de dos minutos-. Enzo había venido a ensayar la escena con intenciones profesionales y probablemente solo lo había hecho porque estaba cansado de que arruinaras la escena, despues de todo el podía hacer su parte magistralmente, y sabías que si hubiera estado acompañado por una actriz más experimentada, la filmación habría avanzado hace ya mucho tiempo. Caminaste temblorosamente hacia tu cama, acomodándote sentada como indiecito en la misma mientras lo veías hojear el guion; enzo levantó la vista y frunció el ceño con una sonrisa. "¿Qué estás haciendo ahí? Vení para aca", te indicó que te acercaras, casi como una orden sin embargo salil de su boca con amabilidad. "No tenemos un escritorio, así que podemos usar tu tocador. ¿Te parece?" Asentiste, mordiéndote el labio y obedeciendo nerviosamente a sus palabras. "¿Entonces, arrancamos desde el principio?" preguntaste, sintiendo de repente como tu voz y tus piernas se sentian débiles.
Sus ojos seguían fijos en el papel mientras respondía. "No, no creo que haga falta. La parte del sexo es lo único con lo que estamos teniendo problemas, ¿No?" Tragaste saliva, tu garganta estaba repentinamente seca.
"Sí, supongo que sí."
Con eso, Enzo termino de darle un último vistazo al guion antes de sumergirse en la escena.
Sus acciones ya eran familiares para vos ya que habian estado intentando filmar esta escena todos los días durante al menos tres dias. Su cuerpo se volvió hacia el tuyo, sus manos subieron a tu mandíbula y presionaron tu espalda ligeramente sobre la mesa. Te abrazó fuertemente y te hizo mirarlo, mientras recitaba sus líneas. Torpemente, hiciste lo mismo, recordando mal lo que necesitabas decir. "La puta madre, perdón, me puse nerviosa." dijiste de repente, apartándote de su contacto y suspirando. Él te dio una pequeña y cuidadosa sonrisa, rompiendo inmediatamente el personaje y dando un paso atrás del tocador. "No hay necesidad de ponerse nerviosa. La práctica hace al maestro, ¿te acordas?" Te burlaste de su cita al director.
"Sí, ya se... Es que no entiendo a qué se refiere con apasionado. Estoy tratando de ser una profesional al respecto, pero - pero nunca fui parte en una historia de amor de este tipo, me cuesta imaginarmelo..."
"No es muy raro igual viniendo de vos, es normal. Sos muy joven todavia, nena. Demasiado buena para este tipo de cosas... ¿No?" dijo, su mano subiendo a tu hombro, donde el tirante de tu pijama de seda se había resbalado, acariciándolo suavemente. Prácticamente te derretiste ante el apodo y cómo las yemas de sus dedos rozaban tu piel. Estabas tan cautivada que casi gemiste cuando se detuvo y levantó tu tirante caído, pero en cambio, tomaste en silencio el guion que se había caído sobre la mesa y encontraste una de las líneas, inhalando profundamente y preparándote para entrar en personaje.
Tu mano subió para tirar de la manga de la camisa de Enzo, según lo dictaba el guion. "Por favor", susurraste con la voz aguda de tu personaje, "Quiero que me toques."
"No, esto está mal... Soy tu profesor y..." respondió Enzo, rápidamente volviendo al personaje, el dorso de su mano rozando tu mejilla. "No te quiero romper el corazon."
Miraste a Enzo, las lagrimas nublaban tu vista, tal como lo indicaba el guión. "Por favor. Te necesito." Despues, una de tus temblorosas manos bajó por el pecho de Enzo mientras hablabas, tal como lo hacías en el set. "Pienso en vos todas las noches... Me mojé tanto el día que me regañaste enfrente de todos."
Escuchaste cómo a Enzo se le entrecortaba la respiracion.
No, Enzo no, su personaje, te recordaste a vos misma.
"Ay nena... Yo pienso en vos todos los dias, en clase, en mi casa...", gruñó despues de decir sus lineas.
Hasta ahora, todo bien, pensaste. No era incómodo y ya estaba siendo mucho mejor que las actuaciones mediocres que habías dado anteriormente. Continuaste inclinándote hacia Enzo, haciéndo que se siente en el tocador, esta era la parte de la escena a la que habían llegado antes de que el director les dijera que cortaran.
Esta vez, sin embargo, las acciones de Enzo difirieron de las que se suponía que tenia que realizar: en lugar de acariciar tu rostro, sus dedos bajaron por tus caderas, enviando escalofríos por tu espina dorsal.
"Te prometo que me voy a portar bien... Nunca le voy a contar a nadie...", recitaste, sintiendo calor en la cara mientras su mano se acercaba más a la curva de tu trasero. "Podes hacer lo que quieras conmigo".
La mirada de Enzo se oscureció recorriendo tus rasgos. No dijo su línea, y pensaste que se había perdido, por lo que retiraste tus manos de su cuerpo preocupada. "¿Enzo estás bien?"
Antes de que pudieras terminar tu oración, Enzo te agarró por el culo, cambiando sus lugares y colocándote en el borde del tocador.
"¡Enzo!" chillaste, era lo único que podías decir mientras procesabas lo que acababa de suceder. Tu mente divagaba en confusión - y anticipación - mientras él estaba de pie enfrente tuyo, con las piernas presionando a ambos lados de tus rodillas, su gran cuerpo atrapándote contra el tocador.
"Shh... un poquito de improvisacion nunca mató a nadie." musito en voz baja con su característico acento antes de que un guiño pícaro se dibujara en sus rasgos afilados.
Su mano luego acarició tu cabello, mientras que su otra mano subió a tu barbilla y te hizo mirar hacia arriba. "¿Todo lo que yo quiera?" murmuró, volviendo al guion.
Batiste las pestañas coquetamente. "Todo. Soy tuya".
Aca es donde pensabas que Enzo se detendría, porque después de tu línea venían los besos, los toques y las caricias intensas: todas las cosas que hasta ahora no habías filmado en absoluto, porque ni siquiera podías pronunciar el diálogo correctamente.
Pero en cambio, se inclinó y comenzó a besar vorazmente tu cuello, haciéndote jadear.
"¿Qué haces?"
"Seguime", exigió suavemente, "es todo parte de la escena, ¿te acordas?"
Parpadeaste aturdida, abriendo y cerrando la boca, incapaz de registrar un pensamiento o palabra coherente. Dijo que era parte de la escena, pero habías leído el guion, y sus dientes mordiendo ligeramente tu sensible piel no estaba escrito en ninguna parte.
Pero, te tragaste tus pensamientos y recitaste varias líneas más junto con las suyas. Sentias como su otra mano sostenia tu muslo tan fuerte que pensaste que podría dejar moretones, pars este entonces ya empezabas a creer que tal vez esto era una de esos sueños que tenias sobre el mayor, solo producto de tu imaginación.
Estabas siguiendo el guion, tal como él había dicho que harian, pero incluso así, era evidente lo sencillo que podria ser rendirte ante sus besos, después de todo, apenas te estabas reprimiendo para no entregarte por completo. Pero ¿cómo resistirse, con su hermoso rostro a escasos centímetros del tuyo? esa era la verdadera pregunta.
Actuando o no, estabas decidida a disfrutar cada minuto de esto.
Cuando una de sus manos comenzo a jugar con la cintura de tus diminutos shorts y sus labios succionaron levemente a piel de tu cuello -justo en ese punto-, no pudiste evitar el gemido que salió de tu boca.
Sin embargo, el ruido pareció asustarlo; lo sacudió, lo devolvió a la realidad, y tus sospechas se confirmaron cuando se apartó bruscamente de vos.
"Dios, perdon nena..." una mueca cubrió sus rasgos, mirándote de arriba abajo como si acabara de darse cuenta de lo que estaba haciendo. "No sé qué me pasó, yo... no tendria que haber venido tan tarde, perdón."
Lo miraste, tu cuerpo decepcionado por la falta de contacto, observándolo presionar sus labios rosados en una mueca conflictiva. "¿Qué - qué queres decir?"
Su mirada recorrió cada rasgo tuyo, tan intensamente que pensaste que estaba admirando tu rostro. "No puedo, no podemos. Sos mi compañera, sos... sos mas chica que yo y..."
"Entonces podemos parar. Si eso es lo que queres", murmuraste coqueta, levantando la mano para quitar un pequeño hilo de su delgada camisa. "Pero solo si lo decis, decime que no queres que esto siga." dijiste, peligrosamente cerca de sus labios.
Gruñó, mordiéndose el labio. "No me hagas esto. Por favor sabes que no puedo"
"Hacerte qué?" Inclinaste la cabeza hacia un lado mirandolo con ojos grandes, fingiendo inocencia.
"Provocarme asi, nena. Porque sabes que no te voy a decir que pares. Y porque lo haces sabiendo que no voy a poder controlarme", gruñó antes de darte un beso profundo y desesperado, bajandote del tocador y bajando los besos por tu pecho.
"Entonces no me lo pidas En." gemiste enredando tus dedos en su cabello, siguiendo cada movimiento suyo, derritiendote bajo su toque dominante. "Y cogeme de una vez."
Enzo jadeaba entre besos. "Decis todas esas cosas con esa boquita tan bonita... No sabes como me calentas."
Tus manos recorrían todo su cuerpo, te detuviste en el borde de su camiseta, levantando esta para quitarsela, Enzo se separo y se deshizo de la prenda el mismo. Estabas desesperada por sentirlo. Y él tenía pensamientos similares, sus largos dedos se sumergieron en tus pantalones de seda y acariciaron tu intimidad por encima de la tela de tu ropa interior.
"Te necesito tanto, Enzo", jadeaste, y, despues de escuchar tus palabras, te quito desesperadamente los shorts y las bragas, haciéndote estremecer ante la repentina exposicion.
Acto seguido, se sentó en la silla de tu tocador y te agarró bruscamente por las caderas para colocarte sobre uno de sus muslos. La gruesa tela de sus pantalones de jogging, absorbiendo tu humedad como una esponja.
"Dale entonces", exigió sombríamente, "Mostrame cuánto me necesitas y movete".
Te mordiste el labio, la cara ardiendo de vergüenza ante la orden. Pero había una necesidad dolorosa en tu centro, y la forma en la que cruzó los brazos, mirando y esperando a que te frotaras en su pierna, hizo que te apretaras contra su muslo.
Tus manos se aferraron a sus hombros, y comenzaste a mover tus caderas de adelante hacia atras lentamente, la suave tela de sus pantalones haciendo mal trabajo para complacerte, apretaste tu cara contra su hombro, molesta por la falta de fricción.
"No puedo yo sola", te quejaste, "por favor".
Él sonrió socarrón. "Dijiste que me necesitabas y ahora no te podes ni mover? Mira que vende humo que sos, hermosa.". Entonces, de repente movio su pierna hacia arriba haciendo que un gritito saliera de tu boca.
No habia nada que necesitaras mas que enzo adentro tuyo, pero ahi estabas, frotandote pateticamente en su muslo hasta que el te permitiera hacer otra cosa. Obedeciste con resignacion, comenzando a establecer un ritmo constante en tus caderas aumentando el calor en tu interior clavando tus uñas en sus hombros, buscando algo que sea tu cable a tierra ante el placer que te estabas inflingiendo.
Tus caderas se movian vigorosamente contra el muslo del mayor cada vez más fuerte, cada vez de una forma más necesitada, sintiendo la presión en tu coño crecer cada vez mas y más haciendo que te muevas desenfrenada.
"Enzo por favor... por favor te lo pido" hiciste una pausa al sentir una de las manos del mayor posicionarse en tu mejilla, acariciandola lentamente. "No puedo mas... te necesito adentro."
¿Te estas escuchando chiquita?" Preguntó, uno de sus dedos tomo tu barbilla, inclinandola hacia arriba para que lo miraras, acto seguido metio dos dedos dentro de tu boca abruptamente.
"¿Te das cuenta de lo necesitada que te escuchas? ¿De lo duro que me pone saber que estas asi... solo por mi y que todavia no te haya tocado ni un pelo?"
Asentiste extasiada mientras pasabas tu lengua por al rededor de sus gruesos dedos, pero en realidad no estabas prestando atención: estabas cerca de tu orgasmo a tan solo unos segundos de liberarte de toda esa presion en tu estomago que te estaba volviendo loca, tus caderas desincronizadas, buscando el alivio... "Basta."
Escuchaste la voz de Enzo cargada de deseo mientras posicionaba su otra mano en tus caderas, deteniendo la fricción. Lloriqueaste ante la perdida de tu climax, era casi como si te lo hiciera a proposito. El pelinegro se levanto y te giró, manteniendote presionada a su cuerpo con una mano en tu cintura y la otra todavia empujando sus dedos dentro de tu boca, quedaron de tal manera que tu cuerpo estaba mirando hacia el espejo de tu tocador, la vista de ambos siendo reflejada ante tus ojos, sin embargo no pudiste prestar mucha atencion a eso. La mirada de enzo bajo hacia sus pantalones, viendo la mancha que habias dejado en la zona del muslo "Mira como me enchastraste los pantalones, ¿Mh?" Musitó contra tu oido.
No respondiste, o mas bien no pudiste responder, ahora tus muslos estaban siendo presionados entre si, buscando la mas minima fricción entre ellos mientras te mordias el labio en un intento de ocultar los quejidos necesitados que amenazaban con salir de tus labios hinchados.
Él se dio cuenta de esto, sin embargo, en vez de hacer algo solamente sonrió y rápidamente presiono tu estomago contra la mesa que yacia enfrente de ambos, sus dedos salieron de tu boca y sostuvieron tu cara, obligandote a mirarte al espejo por primera vez desde que habias salido de la ducha, tus ojos estaban entreabiertos pero tus pupilas se encontraban dilatadas, tus labios rosados y humedos por la saliva, tu ceño ligeramente fruncido.
Te veias absolutamente destrozada, fue entonces cuando sentiste cómo Enzo alineaba la gruesa punta de su polla contra tu entrada, el momento en el que se deshizo de sus pantalones habia sido algo que te habia pasado desapercibido al estar tan absorta en tu expresion siendo reflejada en el espejo. Cerraste los ojos con anticipacion.
Y de repente, tomaste plena conciencia de la situación: te habías entregado por completo a tu compañero de reparto, quien era 12 años mas grande. Y ahora él sabía que no eras solo una talentosa aspirante a actriz, sino simplemente una chica desesperada y rogando por ser follada.
"Ey, ey, ey, no" dijo rapidamente, "abri los ojos y acordate de tus expresiones. Te va a servir para la escena". Gemiste sin poder evitarlo, obedenciendo a sus ordenes y abriendo los ojos mientras él introducía lentamente su miembro entre tus pliegues.
"E-En, Dios!", exclamaste cuando finalmente se adentró por completo. Te sentías tan llena, tus paredes estirandose hasta el límite para poder tomar su polla tan profundo que sus testículos rozaban tu clítoris.
"Dios, chiquita... Mira lo mojadita que estas, me vas a matar", comentó casi sin aliento desde atras, su expresion mlstraba lo extasiado que se sentia. Tus jugos facilitaban su entrada rápida, aunque su miembro seguía siendo una intrusión ajena para tu inexperiencia íntima. Eras joven y nunca habías sido del tipo de estar cogiendo por ahi- o al menos no tan intensamente como ahora.
Te contrajiste alrededor suyo, un gemido escapando de su boca debido a la presión en su miembro. Enzo comenzo a empujarse adentro tuyo con un ritmo moderado, haciendo que tu cuerpo presionado contra la mesa se moviera de adelante hacia atras, el tocador rechinaba ante la abrupta sacudida y tus labios se separaron ligeramente para dejar salir un dulce gemido.
Habías estado enfocada en su rostro en el espejo, te encantaba ver su ceño fruncido, como su cabello se pegaba a su frente, producto de su traspiracion, su boca levemente abierta, y como sus cachetes se volvian cada vez mas colorados, sin embargo la mano de enzo se enredó en tu cabello tomandote de sorpresa, agarrando un puñado y levantando tu cabeza para hacer que tu atencion vuelva a tu cara. "Te dije que te mires, nena" dijo con seguridad mientras sus caderas chocaban contra tu culo haciendo que la caravana se inunde en ese sonido acompañado de tus gemidos. "Mirate y aprende como tenes que actuar ante la cámara."
Su otra mano se posicionó en tus caderas, apretandola con fuerza mientras sus embestidas se volvian cada vez mas erraticas.
En cualquier otra situacion ya hubieras objetado por el repentino cambio de velocidad ya que apenas habías tenido tiempo para acostumbrarte a su largo miembro. Sin embargo, tu calentura era aún más intensa que antes, si eso era posible.
Tu boca estaba entreabierta, tu lengua afuera y estabas jadeando y gimiendo como si fueras un perro; tus ojos se ponian en blanco con cada fuerte embestida, y habia saliva cayendo por tu barbilla, sentias como Enzo te sacudía contra el pobre tocador y como estimulaba cada parte dentro tuyo. Los sonidos que emitías no hacían nada más que aumentar tu vergüenza, eran gemidos ininteligibles y quejidos necesitados, jamas pensaste en mostrarte asi adelante de un hombre, pero el simple hecho de ver lo grande que era a comparación de tu cuerpo y como te podia manejar a su antojo te excitaba de sobremanera.
Y sin duda los doce años de diferencia formaban parte de esa excitacion.
"¿Hace cuanto que necesitabas que te cogiera asi? ¿Te pensas que no me daba cuenta de lo desesperada que estabas? cuando te presionabas contra mi mientras filmabamos y como tus manos tocaban de mas... No perdias el tiempo vos tampoco preciosa.", se burló.
"Desde siempre En..."susurraste, con entusiasmo, apenas capaz de comprender lo que estabas haciendo con el placer que te envolvía y nublaba tus sentidos. "Dios me cojes ta-tan bien... No pares por dios que rico" Tu espalda se arqueaba hacia él, tus paredes tomaban su miembro con desesperacion experimentando un extasis casi desgarrador con cada embestida. Tus gemidos eran cada vez mas incoherentes, cada vez mas fuertes.
"Dios, mirate como gritas por mi, chiquita... ¿Queres que te coja y que mañana todos se enteren de lo desesperada que estas por mi pija? Mirate, mirate lo patetica que te ves, te encanta que te coja fuerte ¿O no?", murmuró, inclinándose para dar un beso en tu mejilla; dulce y encantador, una clara contradicción con sus embestidas freneticas y las palabras degradantes.
Gimiste ante sus palabras, pero sabías que eran ciertas: nunca te habías visto siendo penetrada ya que estabas ocupada, bueno, siendo penetrada. Ver tu reflejo en el espejo de esta manera te tenía inesperadamente más excitada que antes. Había algo en ello, tu rostro contorsionándose del placer, las manos de Enzo serpenteando por tu cuerpo mientras seguía embistiendote desde atras.
Era como ver tu propia pelicula porno, pensaste de pasada, y te preguntaste como seria grabaras a vos misma. Y si tenias suerte, con enzo.
Su otra mano se deslizó hacia tu coño, separando tus pliegues para poder ver cómo su miembro desaparecia en tu interiores. "Por dios mira como me tomas... Viviría adentro tuyo", gruñó, inclinando la cabeza hacia atrás, entregándose al placer.
El orgasmo que sentias venir no era como el que tuviste al restregarte contra su muslo, no, venía más rápido, haciéndote temblar debajo de su gran cuerpo.
"Enzo... más rápido" exclamaste "m-más fuerte",
"Por favor", rogaste sin muchas esperanzas de una respuesta, "dale, Enzo, p-por favor". lloriqueaste ante su indiferencia.
Sin embargo y para tu sorpresa, ambas manos agarraron tus caderas para mantenerse firme. "Mira lo necesitada que estas, bebé", gruñó, empujándose más profundo y rápido, sintiendo cómo las paredes de tu cavidad se adaptaban a su nuevo ritmo. "Llorando por que te de mas fuerte, ¿Mh? ¿Asi te gusta? ¿Queres que te coja hasta dejarte sin poder caminar?"
Con esas palabras, tu climax llegó tan rápido como un tren de carga, golpeándote y sacudiendote, haciéndote gritar su nombre. Tu orgasmo te destrozó, tu visión se volvió blanca y tus pensamientos se pararon por completo. Apenas distinguiste el suave murmullo de Enzo, diciendo "Muy bien chiquita, aca estoy... tranquila" en tu oído, sosteniendote con sus fuertes brazos, evitando que te cayeras.
Cuando volviste en sí, tenías la cabeza baja, los ojos desorbitados y los labios hinchados. Enzo seguía moviéndose adentro tuyo, pero esta vez sus estocadas eran más entrecortadas, inestables y necesitadas.
"Acabame adentro", rogaste de repente, agarrándote de la superficie, tus piernas temblando, tu voz debil de tanto gritar.
"¿Si? ¿Queres que te llene to-toda?", titubeo entre gemidos, dando una última embestida antes de correrse en tu interior, podias sentir su miembro latiendo adentro tuyo. Estaba tan adentro que podías sentir cómo su semen entraba directamente en tu cuello uterino, no estabas preocupada, despues de todo estabas tomando anticonceptivas.
Pero tampoco te molestaria si no fuera asi.
Después de un momento, retiró su miembro, de tu coño y te alzó por la cintura para colocarte en el tocador y evitar que cayeras al suelo.
"Gracias", susurraste, mirándolo a través de tus pestañas. Luego mordiste tu labio al sentir como su semilla se deslizaba lentamente fuera de tu coño.
Él también se percató, y soltando un gemido satisfecho, abrio ligeramente tus piernas para recoger parte de su semen con el dedo, empujándolo nuevamente dentro de tu coño. "Te portaste tan bien, chiquita", dijo, volviendo a ser tierno, acariciando tu cabello, mimando tu frágil figura y mirandote profundamente.
Te derretiste ante sus delicadas acciones. "¿Es un buen momento para decir que me gustas?"
Enzo se rió con ternura. "Es un buen momento, si. Y vos también me gustas."
"Pero dijiste que era muy joven" le recordaste, pasando tu mano por su cabello ligeramente transpirado
Él suspiró, desviando la mirada nerviosamente por un momento antes de regresar a vos "Sí, porque es verdad, pero si a vos no te va a molestar verme con un baston en un par de años lo podemos hacer funcionar...", se encogió los hombros, reprimiendo una sonrisa.
No pudiste evitar la risa que broto desde lo mas profundo de tu pecho ante sus palabras tan fantasiosas y alejadas de la realidad "Ah, bueno no voy a tener mucho problema con eso, mientras que te sigan funcionando las caderas" dijiste con una sonrisa socarrona.
Antes de que pudiera terminar de abrir la boca para decir algun otro chiste malo, tus brazos se envolvieron al rededor de su cuello y lo empujaste hacia vos, uniendolos en un suave beso.
"Me gustas de gustar, en serio..." le dijiste en un susurro, mirandolo a los ojos con sinceridad, Enzo no podia creer lo brillantes que se veia tu mirada.
Sus manos se acercaron a tu rostro, sosteniéndote suavemente, su mirada demostrando todo su aprecio "Ya se, bebé, a mi tambien me gustas de gustar". Dijo con suavidad antes de presionar un pequeño beso en tu frente.
ii.
"¡Corten!" exclamó el director, y sentiste cómo tu corazón se detenia. Mierda, pensaste, con la mente acelerada, ¿qué salió mal esta vez? ¿Fue el beso o las manos en el pelo? Capaz no le gusto la forma en la que estaban encuadrados...
Sin embargo, el director se acercó a Enzo y a vos y soltó un grito de deleite para nada característico de su persona. "Perfecto", dijo simplemente, bordeando lo catatónico por lo satisfecho que estaba.
Tus hombros se relajaron con alivio, y te inclinaste hacia Enzo, quien sutilmente acariciaba tus muslos. "¿Ya terminamos?" preguntaste, sin aliento de la emoción.
El director asintió. "Fue increible, eléctrico, necesitado y apasionado, muy, muy apasionado", continuó con un suspiro, juntando las manos con fuerza. "Ustedes dos son de los actores más increíbles con los que he trabajado; tienen un talento asombroso, fueron tan convincentes que por un momento pense que realmente habian mantenido relaciones sexuales". dijo seguido de una carcajada
Sonreíste con satisfacción ante sus palabras, pero no sin echarle un vistazo a Enzo, compartiendo una mirada complice tratando de mantener tu expresión contenta y neutral, y no delatarte al recordar los eventos de la otra noche.
Mientras el director divagaba sobre la obra maestra que sería la película, Enzo te siguió fuera del set, murmurando bajito en tu oído, "Al final la práctica sí hace al maestro".
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amo como escribess, te puedo pedir un one shot también medio doméstico pero de enzo y su hijo? donde su esposa espera otro bebé 😭😭😭
por favorr y amo tu one shot lo leo cada cinco minutos 💘💘💘💘
💐 ˚. ࣪ ⊹ UN RECUERDO . . . enzo vogrincic
♫ play beautiful boy by john lennon
⠀⠀⠀𐙚 ˚. ࣪ ⊹ . . . pairing : enzo vogrincic x fem!reader.
⠀⠀⠀𐙚 ˚. ࣪ ⊹ . . . warning(s) : enzo siendo un poco ⠀⠀⠀sobreprotector, embarazo, mucho fluff.
⠀⠀⠀𐙚 ˚. ࣪ ⊹ . . . summary : dejar un recuerdo familiar es ⠀⠀⠀todo lo que necesitas para llenar el corazón de tu ⠀⠀⠀esposo.
⠀⠀⠀𐙚 ˚. ࣪ ⊹ . . . emi's note : muchas gracias mi niñaa, me ⠀⠀⠀alegro mucho que te haya gustado y espero este ⠀⠀⠀también. esta es la referencia que use para que se ⠀⠀⠀hagan una idea del cuadrito y dios mio enzo papá ⠀⠀⠀me mata. gracias por el apoyo <3.
sonreíste cuando escuchaste la puerta de entrada abrirse y los pasos apresurados de su hijo.
enzo había ido a comprar un pequeño lienzo junto a su hijo, y tú, que no podías hacer mucho esfuerzo, te quedaste en casa.
habían escogido los colores desde antes, buscando tres de ellos que combinaran perfectamente, los habías ordenado ya en la mesa a la espera de los dos hombres.
¿y para que lo querían? pues bien, habías visto una tonelada de vídeos donde los padres con sus hijos marcaban sus manos en un cuadro, dejándolo como un recuerdo.
y no pudiste evitar querer lo mismo.
así que se lo contaste a enzo, tu esposo, que ante tu emoción y ojos estrellados, claramente no iba a decir que no.
"llegamos, chiquita" escuchaste a enzo antes de ver su figura atravesar el pasillo hasta la sala.
"¡mami!" eloy, tu hijo, apareció detrás de su padre, saltando al sillón donde estabas. reíste levemente cuando viste los ojos de enzo abrirse por la preocupación.
"ten cuidado, hijo" le dijo, acercándose y arrodillandose frente a ti. su mano cálida acarició tu vientre abultado con una sonrisa.
"¿y vos?, ¿te portaste bien?" acercó sus labios hasta tu vientre; dejaste un beso en la cabeza de tu hijo cuando este la apoyo en tu hombro y acariciaste el pelo de enzo.
"siempre se porta bien" respondiste por tú bebé por obvias razones, enzo subió sus ojos hasta tu rostro, observandote con una sonrisa.
"me alegro mucho, mi gordita" sus dos manos viajaron a los costados de tu vientre, acariciandolo mientras seguía dejando besos.
por mucho que amabas las caricias de enzo, tenías muchas ganas de hacer el cuadro, así que te estiraste con la intención de ponerte de pie. enzo bufó, demasiado concentrado en darle besos a su bebé.
"dale, gordita. déjame ayudarte" se puso de pie rápidamente, tomando una de tus manos y poniendo la suya en tu espalda baja.
te reíste de lo preocupado que era enzo en tu embarazo. no te sorprendió, el era exactamente igual en tu primer embarazo.
siempre queriendo cuidarte de lo más insignificante para ti, pero para él, todo era un peligro. no podía arriesgarse a que algo les pasará.
después de todo, eran su familia.
su hogar.
entrelazaste tus dedos con los de enzo y con los de eloy, caminando hacía la mesa donde anteriormente ya habías ordenado todo.
enzo frunció levemente su ceño cuando vio las cosas ordenadas "gorda, no tenías que ordenarlo todo" te dijo al oído, dejando un beso en el costado de tu cabeza.
sonreíste "pero quería hacer algo también" enzo asintió resignado.
te entrego el lienzo que le habías pedido. uno pequeño pero lo suficientemente grande para que sus manos entraran.
"muchas gracias, amor" con tu mano unida, lo atrajiste hasta ti, besándolo suavemente.
sentiste como enzo sonreía en medio del beso, llevo su mano hacía tu cintura, donde acarició y apretó suavemente.
no podía evitar tener sus manos fuera de tu cuerpo cuando, sobretodo ahora, que estabas embarazada. la idea de que tenías a su hijo dentro, cuidándolo y protegiéndolo hacía que sus ojos se llenaran de lágrimas.
"¡wakala!" escuchaste a tu hijo gritar y no pudiste evitar reírte justo en la boca de enzo, que de igual manera se reía.
"boe, cuando vos tengas novia no vas a decir lo mismo" lo señaló con su dedo, mostrando sus blancos dientes cuando su hijo negó con la cabeza.
"mentira" respondió eloy cruzándose de brazos. mientras enzo discutía con un niño de 4 años, te encargaste de desenvolver el lienzo, tiraste el plástico a la basura y te giraste a los dos vogrincic.
"dejen de discutir, bobos" llamaste su atención "vengan" enzo tomo a su hijo entre sus brazos, dejándolo sentado con cuidado sobre la mesa.
su brazo se posó en tu cintura mientras él se deslizaba a tu lado. dejo descansar su cabeza en tu hombro, haciendo un camino de besos hasta tu mejilla.
río levemente cuando observó tus movimientos nerviosos por sus besos. llevaban más de 10 años juntos y aún lograba ponerte nerviosa.
era su simple presencia la que te hacía tener una respiración acelerada.
le pegaste un codazo leve en el estómago, logrando llenar el pincel con pintura "vení, elo" tu hijo se acercó lo suficiente a ti, dejando su pequeña mano sobre tu palma.
deslizaste el pincel sobre su manito y sonreíste cuando lo escuchaste reír.
"me da cosquillas, mami" dijo el niño, dejando que guiaras su mano hasta el centro del lienzo.
su pequeña mano quedo pintada, destacando sobre el blanco del fondo. sentiste a enzo ajustarse a tu alrededor, sonriendo ante la marca.
la manito era tan pequeña, que te entristeció pensar que algún día dejaría de ser así.
un beso reconfortante llego a tu mejilla, al igual que las caricias en tu cintura. enzo entendía que a veces las hormonas golpeaban tus sentimientos más sensibles.
"¡te toca, mami!" sonrió eloy. enzo tomo el pincel de entre tus dedos y lo sumergió en el agua, buscando quitarle el color anterior.
lo saco y secó, colocándole el color que tu habías elegido; con la mano que tenía en tu cintura, tomo tu mano delicadamente, llevándola hasta sus labios antes de pasar el pincel desde la punta de tus dedos hasta la palma.
trazó tu mano con agilidad como si fuera un pintor, pero con delicadeza como si te fueras a romper.
cuando terminó, dejaste caer tu mano sobre la marca que la mano de tu hijo había dejado, haciendo presión para que quedara completamente marcada.
la quitaste, apreciando como la marca había quedado justo con la mano de tu hijo en medio, completando tu mano.
"es precioso" enzo juro casi derretirse en tu hombro ante la imagen.
eran las manos de aquellos que más amaba. las manos que se deslizaban por su cabello en las noches o por su rostro cuando querías un beso.
las manos que se estiraban hacía él para ser tomado en brazos o para envolverse en su cuello en busca de un abrazo.
enzo había formado un sentimiento de amor tan profundo y desorbitante por ti, por tu hijo, que podía dar su vida por la de ustedes.
y por último, fue el turno de la suya.
repetiste el proceso de limpiarla y llenarla de pintura, lo pasaste por su mano y la acomodaste para que quedara perfectamente centrada.
dejo caer su mano en el lienzo, haciendo la misma presión para que no sea su mano la que arruinará el lienzo.
cuando la quito, el recuerdo estaba terminado.
su mano era mucho más grande que la tuya o que la de tu hijo, pero parecía que las tres encajaban como piezas de rompecabezas.
una mano sobre la otra, sellando un vínculo como lo es la familia.
"me encanta" susurraste, acercando a tu hijo en un abrazo. enzo no tardó en envolver sus brazos alrededor de los dos.
bueno, tres.
los mecio de lado a lado, sintiendo un sentimiento de protección en su pecho. es aquí donde él pertenece. en ningún otro lugar más que con ustedes en sus brazos.
"te amo, gordita, mucho" susurró en tu oído.
© CUARZOROSITA | do not copy, steal, adapt or translate my works.
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He's a gentle lover
💖~ It was just Diluc, but then everyone fell into the same hole. I'm not complaining about that btw.
I have just finished a homework assignment of almost forty pages and my hand is hurting, my very strong and beloved menthol has carried me through the whole week.
Warning: Smut, not very dirty, lovely I guess idk(?, Fem!Reader maybe | English is not my native language, so if I have made any mistakes in the translation, I am open to corrections | Content in spanish and english!
Spanish:
Él era tierno, gentil. Con sus manos que te brindan calor con cada caricia, cuando levanta tu mentón para que lo veas y le permitas besarte. Siempre es tan gentil, un amante cuidadoso que te desviste con lentitud y traza tu piel con sus dedos.
Le gusta cuando no lleva guantes, pues sus manos toscas y rasguñadas te sostienen con firmeza y confianza, sabiendo cuál es el curso adecuado para que suspires contra sus labios.
Adora besar tu cuello, chupando y lamiendo la carne hasta que llega a tu escote y muerde, siempre buscando tus ojos para saber que te gusta lo que hace.
Jadea cuando ve que arrugas las sábanas, hundiendo tu cabeza contra la almohada con los ojos cerrados y cristalinos. Él bebe la sal y el azúcar de tu imagen, de tu piel y se emborracha hasta que sólo puedes chillar cuando se hunde en tu interior, descansando después de haberte arruinado lo suficiente.
No necesitas pensar, no necesitas meditar, ni elegir. Él lo hará por ti, él te cuidará con la mayor dulzura posible que se le resbala de la garganta mientras te mira a los ojos, esperando que tú también lo veas y que lo ames de la misma forma que él te ama.
No necesita que lo montes o que lo dejes follarte la boca, eso puede quedar para otra ocasión. Solo míralo con la misma adoración, sostén su rostro mientras te hace el amor lentamente y acaricia tus tetas y tus hombros, déjale escuchar tus gemidos como susurros en sus oídos. Él quiere ser egoísta contigo, guardarte para que nadie más que él pueda verte de esta manera, sollozando y llamando su nombre, mientras que él te responde con ternura y te hace suspirar.
No quiere que nadie se robe tu figura, ni la luna ni las estrellas que se asoman por la ventana. Solo quiere retenerte para él, hoy y siempre, así que déjalo hacerte el amor en la oscuridad, solo compartiendo su unión por las pocas velas que los alumbran y les reflejan los ojos cuando llaman al otro.
Diluc, Zhongli, Xiao, Baizhu, Kazuha, Tighnari, Alhaitham, Neuvillette.
English:
He was tender, gentle. With his hands that give you warmth with each caress, when he lifts your chin so you can see it and allow him to kiss you. He is always so gentle, a careful lover who undresses you slowly, tracing your skin with his fingers.
He likes it when he doesn't wear gloves, because his rough, scratched hands hold you firmly and confidently, knowing the right way for you to sigh against his lips.
He loves kissing your neck, sucking and licking the flesh until he reaches your cleavage and bites, always searching your eyes to know you like what he is doing.
He gasps when he sees you crumpling the sheets, burying your head back in the pillow with your eyes closed and glassy. He drinks the salt and sugar from your image, from your skin, getting drunk until he can only scream as he sinks into you, resting when he has ruined you enough.
You don't have to think, you don't have to meditate, you don't have to choose. He will do it for you, he will take care of you with the greatest possible sweetness that slips from his throat as he looks into your eyes, hoping that you see it too and that you love him as much as he loves you.
He doesn't need you to ride him or let him fuck your mouth, that can be left for another time. Just look at him with the same adoration, hold his face while he slowly makes love to you, caressing your tits and shoulders, letting him hear your moans as whispers in his ears. He wants to be selfish with you, to hold you so that no one but him can see you like this, sobbing and calling out his name as he responds tenderly and makes you sigh.
He doesn't want anyone to steal your shape, or the moon, or the stars that look out the window. He just wants to keep you for himself, today and always, so let him make love to you in the dark, sharing your union only with the few candles that illuminate you and reflect your eyes when you call the other.
Diluc, Zhongli, Xiao, Baizhu, Kazuha, Tighnari, Alhaitham, Neuvillette.
#genshin impact#genshin x reader#x reader#genshin x y/n#genshin x you#genshin impact x reader#genshin impact x y/n#diluc ragnvindr#diluc x reader#diluc smut#diluc x you#zhongli x reader#zhongli#zhongli genshin impact#kaedehara kazuha x reader#kazuha x reader#kazuha#kaedehara kazuha#kazuha genshin impact#baizhu x reader#baizhu#xiao x reader#genshin impact tighnari#tighnari x reader#tighnari#genshin impact alhaitham#alhaitham x reader#alhacen#neuvillette x reader#neuvilette genshin impact
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Partes de ti🤍
Amo cuando nuestras manos se entrelazan,
amo poner mis manos en tu rostro,
ver esa sonrisa cuando te digo
que es lo más hermoso que eh visto.
Amo incluso la manera en que sonríes,
y como se te ven tus gafas,
amo cada centímetro de tu cuerpo,
y llenarme de tu esencia en cada instante.
Amo cada beso de ardiente pasión,
incluso tu aliento es un vicio grato,
amo tu energía, tus ansias de acción,
y cómo te esfuerzas por alcanzarlo todo.
Amo cada una de las cosas que eres,
Amo cada una de las cosas que te hacen ser tu.
Así, entre versos de amor y sentimiento,
se entrelazan nuestras vidas, cual redes.
En cada encuentro, en cada mirada,
amo la forma en que me envuelves,
el fuego que arde en tu mirada,
y el amor que en nuestras almas vive.
Amo la pasión que nos transforma,
en cada abrazo, en cada caricia,
amo el tiempo congelado cuando estamos juntos,
y en ese instante, siento que la eternidad existe.
Amor que crece y se renueva,
publicando en tu corazón un decreto,
amo cada palabra que me susurras al oído,
amo cada verso que en tus labios recito.
Y cuando la noche se adueña del día,
y la luna llena ilumina nuestro rincón,
amo el silencio compartido,
amo el abrazo que nos llena de emoción.
Amo cada latido que nos une,
cada promesa que llevamos en la piel,
amo la libertad que juntos encontramos,
y el amor que en cada gesto se revela.
Amo ese eco de pasión que nos guía,
que nos empuja a seguir adelante,
amo construir contigo un futuro brillante,
y en cada paso, hacer historia con poesía.
Amo cuando nuestros cuerpos se abrazan,
amo el cariño que en tu pecho habita,
amo cada instante que a tu lado paso,
porque en tu amor, la vida se nos cuela.
Amo el brillo en tus ojos,
Cuando hablas apasionadamente,
Amo escucharte hablar de tus sueños,
De tus deseos y anhelos.
Amo cuando ríes a carcajadas,
Y tu risa se convierte en música,
Amo la forma en que me abrazas,
Y me haces sentir protegida y amada.
Amo cada momento que compartimos juntos,
Cada conversación profunda y sincera,
Amo la forma en que tu presencia
Llena de alegría mi vida entera.
Eres mi inspiración y mi motivo,
El fuego que enciende mi ser,
Amo amarte con cada fibra de mi ser,
Y hacerte sentir amado también.
Así que hoy celebro y alabo
A ese ser maravilloso que eres,
Tu luz ilumina mi camino,
Y cada día renuevo mi amor por ti.
-Pararuby
Esto lo escribí esa vez en tu casa cuando se te dije que hora entendía la diferencia entre sexo y hacer el amor recuerdo que 5 segundos después me di cuenta de lo ridículo que sonó y tú querías que repitiera lo que dije por qué según no habías entendido bien pero se que si escuchaste nose si te estabas burlando o si era verdad que no entendiste pero si esa noche muchas cosas cambiaron en mi.
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(Countless) Good Occasions - Enzo Vogrincic
+18! SoftDom!Enzo. Age Gap (implícito), creampie, dirty talk, edging, fingering, hiperespermia, marking, masturbación, (breve) orgasm denial, (menciones de) sexo oral, sexo sin protección, virgin!reader, (breve) aftercare. Uso de español rioplatense.
El café de los viernes comenzaba a volverse una costumbre.
Sin importar dónde se encontraran o qué estuvieran haciendo, cada vez que pasaban juntos la tarde de un viernes tu novio sugería beber café. Compartiendo algún libro o disfrutando una película, caminando por el centro de la ciudad, en el parque, siempre surgía la propuesta.
-¿Por qué siempre café?- preguntaste mientras esperaban en la mesa más alejada de la cafetería que frecuentaban cada vez más.
El sol cayendo del otro lado de la ventana te cegaba y por ese motivo Enzo había ofrecido intercambiar asientos, pero te negaste porque te gustaba ver cómo se iluminaba su cabello.
-El café magnifica cualquier experiencia- explicó-. Así que cuando pienses en mí inconscientemente vas a querer verme porque ahora tu cerebro está convencido de que tenés unos recuerdos espectaculares conmigo.
Soltaste una carcajada y él sonrió ampliamente, complacido.
-Mis recuerdos con vos no necesitan de un café para ser hermosos.
-Mejor asegurarme, ¿no?- tomó tu mano por sobre la mesa-. ¿De qué querías hablar?
Tu nerviosismo era evidente y soltaste su mano para poder acomodar tu ropa. Los interrumpieron con la llegada de sus pedidos y aprovechaste los segundos extra para reunir todo el valor que encontraste en tu cuerpo, ordenando en tu mente las palabras que utilizarías para expresarle tus deseos. No podía salir mal, ¿no? Era algo simple.
Tomaste tu taza con dedos temblorosos y él te imitó.
-Quiero tener sexo.
Se ahogó con su bebida y rápidamente cubrió su rostro con la servilleta que le ofreciste.
-¿Estás segura?- preguntó aún tosiendo-. ¿Conmigo?
Llevaban dos meses juntos y en todo ese tiempo él jamás había intentado y mucho menos insinuado más que lo que permitiste. Alguna sesión de besos apasionada en la que terminaste sobre su regazo, roces sutiles mientras estaban recostados o en el sofá, pero siempre dejando en claro que los límites que no pronunciaste estaban más que presentes y que los respetaba.
Lógico. Era Enzo, después de todo.
-Y sí, ¿con quién más?
Deslizó sus dedos por su cabello y tomó una profunda respiración antes de volver a beber de su taza. Su comportamiento te resultó extraño y no comprendiste por qué no contestaba, por qué de pronto parecía incómodo, ¿era tu culpa? ¿Le molestó el lugar que escogiste para hablar del tema? ¿Y si no quería tener sexo con vos y ese era el motivo de su paciencia?
-Me vas a matar- dijo con una repentina y estúpida sonrisa.
-¿Por qué?
-Porque no voy a pensar en nada más hasta que...
Tu rostro comenzó a tomar temperatura y dejaste escapar una risa temblorosa.
-Bueno, nada, eso- intentaste restar importancia a tu confesión.
Entrelazó sus dedos con los tuyos y tiró de tu mano para besar tus nudillos de manera cariñosa.
-No tiene que ser ya mismo sólo porque me lo dijiste- comentó-. Vamos lento, ¿querés?
-Sí.
De verdad pretendían ir lento.
-¿Te quedás a dormir?- preguntó esa misma noche-. Ya es tarde.
Sus intenciones eran completamente inocentes y no tenías motivo alguno para rechazar la invitación. No era la primera vez que pasarías la noche en su casa y mentirías si dijeras que no era extremadamente relajante dormir con él, escuchando el latido de su corazón mientras reposabas tu mejilla en su pecho y disfrutando de sus caricias constantes sobre tu piel.
Pero…
Horás más tarde te encontraste nuevamente sobre su regazo, sus manos en tu cadera guiando tus movimientos y presionándote todavía más contra su notoria erección, haciéndote temblar por las nuevas y placenteras sensaciones. Tus gemidos, tímidos pero desesperados y constantes, no tardaron en llenar la habitación y provocar que Enzo repitiera sus acciones para oír más.
Sus besos comenzaron a descender por tu mentón, húmedos y sonoros, bañando tu piel. Te abrazaste a él y mientras atacaba tu sensible cuello con sus labios tus dedos se deslizaron por su cabello hasta prácticamente enredarse entre las hebras; sin ser consciente tiraste y sentiste sus dientes rozándote la piel, como si se tratara de una promesa de venganza.
Tus pezones estaban duros por la excitación y el roce con su pecho tonificado, más alla de las capas de tela que aún los separaban, comenzó a ser demasiado. Lo mismo ocurría en tu centro en constante fricción con su bulto, pero cuando te separaste para advertirle ya era tarde y él continuó moviéndote sobre su cuerpo para llevarte hacia la cima de tu orgasmo.
Sólo podías describir el placer como insufrible y en la desesperación del momento tu cerebro te obligó a luchar. Intentando huir de la sensación golpeaste el pecho de Enzo y sin mucha fuerza lo arañaste, pero él sólo sonrió y te sujetó para guiarte a través de las oleadas de placer que te arrastraban. Tus gemidos sonaban débiles y de tus ojos cayeron unas pocas lágrimas.
Besó tu mejilla y te ayudó a calmar tu respiración.
-¿Te gustó?
-¿No es obvio?- preguntaste con la voz quebrada. Todavía podías sentirlo, duro y muy caliente, suplicando por atención-. Vos no…
-No importa.
-Sí importa- insististe-. ¿Puedo?
-¿Estás segura?
-Me vas a tener que ayudar un poco- reíste nerviosa-. Quiero ver, por favor.
Abandonaste tu lugar para permitirle deshacerse de su pantalón y cuando regresó a la cama ver el contorno de su miembro te robó el aliento. Una mancha de su excitación oscurecía la tela gris de su ropa interior y cuando hizo un gesto afirmativo tus dedos se posaron sobre ella de inmediato: estaba caliente y tus yemas se mojaron en un parpadeo. Suspiraste.
Masajeaste su erección por sobre la tela, todavía nerviosa, mientras sus ojos seguían todos tus movimientos y las hermosas expresiones en tu rostro. Estabas segura de que de corresponder su mirada todo tu valor se esfumaría, pero resultó todo lo contrario: cuando tus ojos encontraron los suyos te sentiste más segura, más tranquila, más valiente.
-¿Puedo?
-Sí, mi amor.
Tiraste de la cintura elástica de la prenda y reprimiste un sonido de sorpresa cuando por fin viste lo que ocultaba. Tus dedos se deslizaron sobre su extensión caliente, desde su punta brillante y trazando la vena que lo recorría, hasta llegar a la base donde encontraste un poco de vello. Lo tomaste en tu palma y con la primer caricia experimental Enzo gimió, sensible.
-¿Así?
-Podés…- se aclaró la garganta-. Podés agarrar más fuerte si querés.
-¿No duele?
Arrojó la cabeza contra el respaldo de la cama y negó. Tu inocencia era tentadora y se sentía culpable cada vez que por su mente cruzaba el pensamiento de corromperte, de tocarte donde nadie más te había tocado, enseñarte un sinfín de posibilidades para que descubrieras con él todo lo que te gustaba. Intentó calmarse con respiraciones profundas.
Tu mano masturbándolo fue su fracaso.
-Mirá, así- envolvió tu mano con la suya, mucho más grande y cubierta de venas que te encantaban, y comenzó a guiar tus movimientos justo como lo había hecho cuando estabas sobre él. El ritmo que estableció era más rápido que el que llevabas y te desconcertó, pero más lo hicieron los giros de su muñeca y los gruñidos que arrancaron de su garganta.
Entre tus piernas otra vez quemaba la necesidad y rogaste porque él no lo notara.
Observaste hipnotizada las gotas de líquido traslúcido brotando en su punta y el sonido de su humedad llenó tus oídos rápidamente. Continuaste tocándolo de la misma manera cuando retiró su mano –sólo para sujetar tu muslo, su pulgar acariciándote sin saber cuánto te afectaba- y luego de unos minutos te sorprendió ver el movimiento rebelde de sus caderas alzándose.
Pronto sentiste su abundante excitación recorriendo su miembro, dificultando tu agarre allí donde humedecía tu palma, y unos minutos más tarde unas gotas se deslizaron sobre tus dedos. Buscaste la mirada de Enzo, entre sorprendida y excitada por la imagen ante tus ojos.
-Perdón- dijo en voz baja-. Es que se siente bien.
Él no tenía idea de cuánto te motivó con su confesión y vos no tenías idea de cómo la dulce expresión en tu rostro lo estaba orillando hacia un orgasmo vergonzosamente temprano. Llevó una mano a tu rostro y con el mismo pulgar que había estado peligrosamente cerca de tu centro, acarició y tiró de tu labio inferior.
Jamás supiste qué te llevó a abrir la boca para succionar el dígito entre tus labios. Sólo supiste que se sintió bien, sobre todo cuando pensaste en cómo se sentiría reemplazarlo con su pesado y duro miembro, y que eso fue todo lo que Enzo necesitaba para derramarse.
Con un gemido grave y ronco se dejó ir, salpicando con su liberación su cuerpo y también el tuyo. Manchó de blanco la mano con la que continuabas acariciándolo, prolongando su orgasmo con la más dulce tortura que jamás había experimentado, tus piernas desnudas y la camiseta que te había prestado para ir a la cama. Una vez que su respiración volvió a ser normal te sonrió.
Te llevaste los dedos a la boca, curiosa, para probar su esencia. Juraste ver su erección palpitar.
Con una mano en tu nuca rompió la distancia y te besó.
-Qué linda que sos- dijo contra tus labios.
El café de los viernes pronto estuvo acompañado por otras costumbres.
Ahora los dedos de Enzo torturan expertamente tu clítoris, dibujando círculos y aplicando la presión justa para hacerte delirar como sólo él logra hacerlo. Tus uñas están enterradas en su brazo musculoso, el ardor de las marcas que dejás sobre su piel haciéndolo suspirar constantemente y frotarse de manera descarada en tu muslo desnudo.
Antes de permitirte llegar a tu orgasmo y sin importarle tus protestas, sus dedos bajan más allá de tu clítoris, deslizándose entre tus pliegues húmedos, para luego tantear tu pequeña entrada con cuidado. Gemís mirándolo a los ojos y él te sonríe, mostrándose sereno para no ponerte todavía más nerviosa, pero su corazón está latiendo descontrolado en sintonía con el tuyo.
Besa tu frente y suspira contra tu piel.
-Estás muy mojada, ¿sabías?- negás avergonzada-. ¿Estás segura de que querés hacerlo?
-Segura.
Llevan semanas preparándose para este preciso momento y explorando el cuerpo del otro para conocerse aún mejor. Recordás el momento en que sus labios hambrientos besaron tus muslos y la forma de las marcas que sus dientes dejaron en tu piel, el tiempo indefinido que pasó con su rostro entre tus piernas y su lengua jugando con tu clítoris de mil maneras, robándote incontables orgasmos y haciéndote llorar.
También recordás vívidamente el gemido que cayó de sus labios la primera vez que lo tuviste en tu boca. Tu mandíbula comenzó a doler luego de unos minutos –con sólo un tercio de Enzo más allá de tus labios- y tus pulmones dolían por la deficiente oxigenación, detalles que ignoraste junto con todas sus sugerencias cargadas de preocupación por las lágrimas en tus ojos.
Todavía sentís sus manos en tu nuca y su semen escapando de tu boca.
-Si en algún momento querés parar…- te recuerda-. Rojo, ¿sí?
-Sí.
Besa tu mejilla y sus labios permanecen en contacto con tu piel. Sus largas pestañas rozándote te hacen cosquillas. Cuando presiona suavemente contra tu entrada tu humedad permite que la primera falange de su dedo se deslice en tu interior: no es la primera vez que se encuentran en esta posición, lejos de eso, pero la intrusión todavía resulta un poco extraña y sorpresiva.
-¿Bien?- pregunta.
-Bien- asegurás-. ¿Más?
Otro beso en tu mejilla y pequeños movimientos del dígito en tu interior para entretenerte mientras te prepara. Suspirás cuando lo introduce por completo, rozando inmediatamente y concentrándose en ese lugar que te hace temblar en cada ocasión, siempre atento a cualquier reacción en tu rostro o tu cuerpo.
Pronto son gemidos los únicos sonidos que emitís y él intenta contenerse besando tu mejilla, tus labios, tu cuello y cada centímetro de piel que encuentra en su camino. Continúa empujándose contra tu costado, desesperado por sentirte, encantando con los sonidos de tu cuerpo y tu voz que no deja de provocarlo más y más. La humedad en su ropa interior comienza a mojar tu pierna y él intenta no pensar en cómo eso es una manera de marcarte.
-Más, Enzo.
Acaricia tus pliegues con dos dedos extremadamente húmedos, tentándote antes de conducirlos a tu entrada pulsante y tu interior ansioso por más. Esta vez duele y te mordés la lengua para contener el quejido que lucha por hacerse oír, repitiéndote mentalmente que sólo durará un momento y que Enzo se va a asegurar de que el dolor sea mínimo, como siempre.
Con el correr de los segundos el escozor se desvanece y retoma el ritmo previo luego de ver tu cuerpo relajarse. Tu expresión de reposo se interrumpe cuando vuelve a curvar sus dedos en busca de tu punto dulce y tu mano vuela hacia su cabello, tus ojos vidriosos mirándolo con lágrimas de placer y rogándole por más. Obedece, obvio, ¿cómo podría no hacerlo?
-Ahí- repetís sin ser dueña de tu voz y tus acciones. Rasguñás su pecho y él muerde tu mejilla sin demasiada fuerza, perdiéndose en la adictiva sensación de tus paredes contrayéndose sobre sus dedos e imaginando no por primera vez cómo se sentirá estar dentro tuyo-. Voy a…
-No.
Retira sus dedos rápidamente y el sentirte vacía es angustiante.
Se deshace de su ropa interior y separa tus piernas con manos temblorosas que te hacen sonreír. Es extrañamente reconfortante saber que él también está nervioso por la situación y ese simple pensamiento te permite relajarte mientras se posiciona sobre tu cuerpo, sus brazos a ambos lados de tu cabeza antes de que tome su erección y la guíe hacia tu entrada.
-¿Querés que te la meta?
El consentimiento es importante y sorprendentemente excitante, pensás mientras se desliza por tus pliegues una y otra vez, pero en esta ocasión todo es diferente. Preguntó lo mismo hace unos días, mientras te rozabas con él sin ninguna prenda que los separara, pero entonces sólo intentaba provocarte así como lo hizo cuando utilizaba tus muslos para estimularse.
-Sí- contestás con voz entrecortada-. Toda.
Busca tus labios pero no te besa y sus ojos permanecen fijos en los tuyos cuando se introduce. Comparten un gemido, él suyo grave y el tuyo agudo, quebradizo y desesperado, cuando su punta desaparece en tu interior.
Los lentos movimientos milimétricos de su cadera te roban el aliento y permiten que tomes más y más de su miembro sin provocarte molestia alguna… hasta que un punzante dolor provoca que intentes cerrar tus piernas. Él se detiene para permitirte acostumbrarte, preguntándote silenciosamente si eso es suficiente o si preferís detenerte toda actividad.
-Estoy bien- asegurás-. Arde un poco.
-¿Paramos?
-No. Quiero seguir.
Se estira para tomar el lubricante olvidado sobre las almohadas y con tu ayuda coloca un poco sobre sus dedos. Intentás ignorar el rastro de sangre que los adorna como un anillo, imposible, y cuando bajás la mirada para contemplar cómo cubre su miembro y tu entrada con el producto frío, encontrás en su base el mismo rojo intenso. Temblás.
-¿Estás bien?
-Hay sangre.
-No pasa nada- besa tu mejilla y borra el rastro de lágrimas de tus mejillas-. Es normal, tranquila, no pasa nada.
-Pensé que no iba a sangrar.
-¿Te molesta la sangre? ¿Querés parar?
-No- insistís-. Perdón. Por las sábanas.
-No pasa nada, tonta- te sonríe-. Se lavan y listo.
Entrelazás tus dedos en su nuca, jugando con su cabello, y abrazás su cadera con tus piernas. Comprende cuáles son tus intenciones y continúa moviéndose delicadamente hasta que se hunde por completo en tu interior cálido, su punta besando tu cérvix deliciosamente y su tamaño haciéndote sentir plena, imposiblemente llena.
Te regala unos segundos e imitás el ritmo de su respiración.
-Más.
En pocos segundos un placer que no podés describir recorre tu cuerpo y te hace gemir con fuerza, nublando tu mirada y también tu juicio. Los sonidos que surgen cada vez que golpea tu cuerpo inundan tu audición y se entremezclan con los sonidos de placer que brotan de tus labios, tus palabras entrecortadas cuando suplicás por más, más, más y su respiración trabajada.
Enzo busca refugio en el espacio entre tu cuello y tu clavícula y sus dientes rozan tu piel una decena de veces antes de hundirse allí, marcándote. Gritás su nombre y eso sólo desata el deseo de hacerte suya en todos los sentidos: marcando tu piel, abusando de tu interior hasta que lo único que recuerdes sea su persona, llenándote en cuerpo y alma, entregándose a vos.
Su mano recorre tu cuerpo hasta llegar a tu centro y presionar sobre tu clítoris, sensible y aún desesperado por cualquier mínima atención. Jadeás. La combinación de la penetración y sus dedos es exquisita, te hace temblar bajo su cuerpo mientras él continúa arruinándote con embestidas profundas que se roban tu cordura.
-Se siente muy bien- confesás entre gemidos-. Me encanta.
Abandona su escondite luego de morderte una última vez y observa tu rostro.
-Vos me encantás- remarca sus palabras con una dura estocada-. Y esta conchita tan linda que tenés…
Lloriqueás por lo obsceno de sus palabras y arañás sus hombros cuando una particular sensación se instala en tu abdomen bajo. Los dedos sobre tu clítoris no te dejan respirar y mucho menos lo hace su miembro, deslizándose con mayor facilidad gracias a la excitación de ambos, la cual hace brillar tus pliegues y se extiende hasta tus muslos.
-Enzo, ¿puedo?
Besa la comisura de tus labios.
-Si, bebé, podés.
Te dejás ir bajo su atenta y arrolladora mirada.
Tus músculos se contraen sobre su miembro palpitante y pronunciás un hilo de incoherentes palabras entre las cuales sólo es entendible Enzo. Captura tus labios y silencia tus gritos cuando la velocidad de sus caderas aumenta, entre frenética y errática, para encontrar su propio orgasmo: la sobre estimulación se roba el último pensamiento lógico en tu mente.
Permitís que te utilice como él quiera.
Tu cuerpo se sacude por la fuerza que emplea y él se pierde en el movimiento de tus pechos cubiertos por tu camiseta, tus labios brillando con su saliva y la tuya, las lágrimas que hacen brillar tus pestañas y el ángulo que adoptan tus cejas. Entre gemidos te oye suplicándole, pidiéndole que te llene, y eso lo arroja hacia el precipicio.
Sentís los incontables hilos de semen salpicando tu interior, pintando tus paredes de blanco y llenándote justo como querías. Sus movimientos se apagan gradualmente y cuando se desliza fuera de tu cuerpo todavía está derramándose, de su punta brotan gotas y más gotas calientes que caen directamente sobre tu piel y se deslizan por tus pliegues hasta unirse con los restos escapando de tu interior.
Intentás regular tu respiración y todavía asombrada, comentás:
-Es mucho.
-Perdón, es que…
-No- lo interrumpís-. Me encanta.
Un beso es su única respuesta antes de recorrer con su boca tu mandíbula, tu mejilla, tus párpados pesados que amenazan con cerrarse, tu frente y tu nariz, donde deposita otro tierno y corto beso. Acaricia tu pómulo con sus nudillos y luego masajea tu cuello y tu clavícula, disimulando cuánto disfruta ver sus marcas allí.
-¿Querés ir al baño?
-Estoy bien.
-¿Querés agua?
-No.
-¿Qué querés entonces?- pregunta con una risa.
-A vos. Nada más.
-Me tenés- te sonríe-. Pensé que lo sabías.
Jugás con un mechón de su cabello que cae sobre tu rostro y te hace cosquillas.
-Te quiero, Enzo.
-Yo te quiero más, hermosa… Pero me están matando los brazos- agrega con una carcajada-. Vení que te quiero abrazar un ratito.
Un ratito, por vos, podría ser toda la eternidad.
Notas de Lu: No sean como yo, que estaba convencida de que dejé bien programada la publicación pero fue todo lo contrario y sólo lo descubrí cuando estaba preparando la publicación de un drabble. Sean inteligentes. Espero que hayan disfrutado la lectura ♡ taglist: @creative-heart @madame-fear @delusionalgirlplace @recaltiente @llorented @lastflowrr @chiquititamia ♡
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Cariño, tiene 6 letras y mi amor por ti tendría todo el abecedario pues cada que pienso en ti me haces sentir y pensar en millones de cosas que me gustaría decirte.
Me he dado cuenta que tenía mucho que no te escribía, así que hoy, mi amor, te escribo a ti porque además de ello me he dado cuenta que tu ausencia en las noches me hace sentir nostalgia, tristeza y soledad y si te soy sincera, no me gusta; por ello hago esto.
Porque lo has dicho, somos personas que sienten mucho y de cierto modo creo eso llega a ser romántico pero también trágico porque mi corazón desde un inicio ha sido tuyo porque sin tocarme ya me hacías sentir de todo; porque me has hecho sentir querida en un punto donde me he sentido tan incomprendida que un "solo quiero escucharte" tuyo, lo es todo en mi día.
Lo sabes pero me gusta decírtelo, te amo.
Y amaría que supieras que este amor será solo tuyo, que es un amor que llevo incrustado en el pecho con una nota que lleva tu nombre. Pues no hay parte de mi que no hayas tocado ya y que sea tuya ahora, pues me has tocado el alma y la piel también.
No te imaginas lo fascinante que ha sido tenerte, cuando nuestras manos se impacientan por llenarnos de caricias y mi entretenimiento es escuchar el cambio de tus respiraciones.
Quisiera que notarás que cada centímetro de mi piel lleva tu inicial y que recorrer tu pecho a besos será mi pasatiempo favorito ahora; pero más allá de desearte, te escojo, todos los días como tú lo haces conmigo.
No es difícil amarte, quererte, no es difícil escogerte y me haces enloquecer y alborotarme en tantos sentidos, que ahora pensar en otro futuro con alguien no es viable; porque ahora veo a cualquier lado buscándote y aunque me es difícil encontrarte, siempre estas a medias.
En los atardeceres que veo, las risas de los niños pequeños, el suave pelaje de un gato, el aroma a fresco, estas en mí, en las cosas que me rodean y en las cosas que he conocido de ti.
Así que si Dios me lo permite buscaré descifrarte por el resto de mis días.
l i v i s t u d
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Cada palabra que lanzas deja una marca; elige que sea una caricia, no una herida.
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Advertencia: Mención a Violación
Seguro publicaré está historia en español e inglés, Debo adaptarla y eso, es todo, disfruten
"Barely Legal" - Hong Eunchae
La joven maknae del exitoso grupo femenino LE SSERAFIM festejaba enérgicamente su cumpleaños número 18 junto a sus compañeras
Chaewon: Yeeeeih! Eunchae ya es mayooor!
Yunjin: Crecen tan rápido.. *llanto falso*
Sakura: Verte crecer me hace sentir vieja Manchae
Eunchae: Estás vieja Kura Unnie jajaja
Las demás chicas se rieron de Sakura ante el comentario de Eunchae, cuando el timbre de su casa sonó, fue Kazuha quien abrió la puerta dándole lugar a su manager, T/N
T/N se acercó a la maknae, dándole una leve caricia en su cabeza mientras la felicitaba por cumplir años
Eunchae: Oppa! ¿Y mi regalo?
T/N: Está en camino, me lo olvide en la empresa
Chaewon: ¡Que comience la fiesta!
El tiempo paso rápidamente y ya era bastante tarde, debido que Eunchae era mayor todos tomaron un poco pero aún no estaban borrachos
Eunchae: ¡Juguemos un juego!
Yunjin: ¿Que quieres jugar?
Eunchae: ¡Verdad o reto! Ahora que soy adulta puedo jugarlo con ustedes~
Yunjin: Y con la misma regla, podes saltar un reto tomando un trago de Soju, pero al siguiente turno tenés que hacerlo si o si
T/N: Me parece una buena idea, acomodense
Las chicas y su manager su pusieron en el suelo al rededor de la botella, Eunchae la giro y apunto directo a Kazuha
Eunchae: Zuha! ¿Verdad o reto?
Kazuha: Mmmh.. Verdad
Eunchae: ¿Es verdad que tuviste sexo con Oppa antes de nuestro último concierto?
Kazuha: S-si..
Sakura: Siguiente! Gira Zuha
Kazuha giro la botella y cayó en Eunchae, la niña pensó y animadamente eligió..
Eunchae: Reto!
Kazuha: Dinos tu fantasía más oscura
Eunchae: E-eso.. Desde que debutamos soñe con que T/N Oppa se metiera a mi cuarto y abusara de mi..
T/N: ¿¡Q-que!?
Yunjin: Por eso dormías con ropa suelta y sin ropa interior con la puerta abierta! Oh.. Chica astuta~
T/N: M-mierda.. Eunchae.. Eso..
Eunchae: O-olvidalo Oppa, solo es una fantasía
Eunchae giro la botella y le tocó a Yunjin quien eligió reto sin dudar
Eunchae: Besa a Oppa como lo hacen en privado
En ese momento Yunjin se tiró sobre T/N, sus labios se movían vivazmente contra los de su manager mientras sus lenguas tenían una intensa batalla de poder
T/N tenía sus manos sobre la cintura de Yunjin mientras ella sentada sobre el movía su cadera, frotando su coño mojado contra su bulto creciente
El beso era sucio e intenso, lleno de saliva, jadeos y manoseos hasta que ambos quedadon sin aire
Sakura: Que intenso..
Chaewon: Yah! Yunjin! No beses así a mí esposo!
Yunjin: *jadea* UPS.. A-amo.. *jadea* sus labios ~
Eunchae: Oppa.. Tu polla.. Está dura
T/N: Joder Jenniffer! *jadeo* Que mierda.. Luego lo pagarás zorra americana
Yunjin: Claro que sí Oppa ~ Sigamos! Mi turno
Yunjin giro la botella y cayó sobre T/N, que eligió verdad para descansar un rato pero Yunjin tenía otros planes..
Yunjin: *Sonrisa*
Chaewon: Oppa esta muerto, conozca esa sonrisa
Yunjin: Dinos T/N.. ¿Querias estirar el apretado coñito de la maknae cada vez que la veías durmiendo en su cuarto?
Un silencio se hizo en la sala mientras Sakura y Kazuha abrían los ojos sorprendidas por la pregunta
T/N: Y-yo.. Creo que mejor tomaré..
Eunchae: Vamos Oppa! Solo dilo.. *susurro*
T/N: B-bien.. Y-yo.. Luche mucho por no entrar ahí y meter mi polla en su apretado agujero..
Chaewon: Puto pervertido! Cariño eres un asqueroso ~
Yunjin: Demonios T/N, ¿Por eso querías conocer a New Jeans cuando debutaron?
T/N: No respondere eso.. Mi turno, sigamos jugando
Está vez fue el turno de Chaewon que eligió reto
T/N: Dale un beso a alguien de aquí
Yunjin: Puff.. Para ser un animal en la cama jugando eres taaaan aburrido
Sakura: ¿Un animal? Oppa me trata lindo..
Yunjin: Son gustos, me gusta que me trates como una zorra adicta a su polla, a ti te gusta ser una princesa
Sakura: Cierto
Mientras ellos hablaban Chaewon se acercó a Eunchae y le dió un dulce beso
Chaewon: Tu primer beso es de tu líder ~
La botella volvió a girar y cayó sobre T/N una vez más
T/N: Joder.. Esto está arreglado, reto
Chaewon: Desnúdate ~
Yunjin: Bien pensado Unnie! Muéstranos tu dura, larga, gruesa y venosa polla ~
T/N decidido hacerlo, al final.. casi todas allí tuvieron sexo con el y Eunchae ya era mayor, ¿Que podría pasar?
Mientras T/N se quitaba las prendas, las chicas lo miraban atento, con Eunchae mordiéndose el labio inferior inconscientemente
Cuando T/N bajo su boxer y lo tiró a un lado, las cuatro chicas sonrieron mientras Eunchae abría los ojos bien grandes
Eunchae: E-es.. enorme.. ¿C-como.. pudieron..?
Yunjin: No fue mi primera vez, pero fue difícil
Chaewon: No iba a dormir sin tener su polla en mi coño
Kazuha: S-solo.. Sucedió..
Sakura: Compruebalo, ya puedes hacerlo
Eunchae: U-unnie! Y-yo..
T/N: No esperaba eso de ti Kura
T/N giro la botella y le tocó a Sakura, luego de elegir reto y quedar desnuda, la botella giro cayendo en Eunchae que estaba distraída viendo la polla de su manager
Cómo antes eligió Reto, ahora le tocaba verdad...
Sakura: ¿Quieres probar su polla, verdad?
Eunchae: S-si..
Yunjin: Te ayudaré cuando quieras hacerlo, Oppa ama mi boca
Unos giros más y estaban todas desnudas, Eunchae tapaba tímidamente su cuerpo mientras la polla de T/N estaba muy dura, palpitando mientras el pre semen ya era visible..
Una vez más, Yunjin giro y cayó sobre T/N, quien eligió reto y no podía beber..
Yunjin: Ya estando en este punto.. Follate a la maknae
T/N: ¿¡QUE!? P-PERO! Ella.. N-no se..
Eunchae pensó un segundo, miro a T/N y se dirigío a el en cuatro patas como una leóna directo hacia su presa
Eunchae: O-oppa.. Hazme sentir bien, u-usame Oppa ~
Luego de eso Eunchae se acercó a T/N y lo beso descuidadamente con mucha torpeza, las manos de la joven recién legal buscaron rápidamente su enorme polla, acariciándolo por instinto
T/N: E-eunchae.. E-espera.. Y-y-
Eunchae no escucho a T/N, se alejo de sus labios y se acercó a su polla, cuando lamio su punta T/N no se pudo contener más, luego de estar tanto tiempo duro su semen explota en la cara de la joven mientras sus Unnies tomaban fotos y grababan a su maknae
Yunjin: Woah.. Oppa nunca se corrió tanto conmigo
Chaewon: Que envidia.. Eso podría dejarme embarazada..
Kazuha: Tan delicioso, espeso y caliente ~ Pruebalo Manchae ~
Eunchae escucho a su Unnie, lamio el semen de T/N en su manos, lo que recolectó de su cara y luego de su polla..
Eunchae: Mmmm~ O-oppa~ Zuha tiene razón, es delicioso ~
T/N: *Jadeo* Esperen.. *Jadeo* ¿Estan grabando?
Yunjin: Si Oppa, así tendrás la colección de nuestro grupo *guiño*
Sakura: Tenes un videos con todas cuando lo hicimos por primera vez contigo.. Y a Manche no parece molestarle
Chaewon: ¿Cómo podría molestarle? Está perdida en su mundo de lujuria
Eunchae: Oppa.. Follame Oppa, ponlo dentro ~
Eunchae se tiró en el suelo, abrió sus piernas y con una señal atrajo a T/N, que luego de verla a su dulce maknae así su mente se nublo
Eunchae le sonreía pícaramente, cuando sintió que T/N frotaba la punta de su polla contra su entrada gimió bajo, esperando el momento en el que el la reclame como suya
T/N empujó contra su entrada lentamente, sentía como la punta de su polla era apretada por las apretadas paredes vaginales de la joven que tenía los ojos cerrados mientras sujetaba las manos de Yunjin con fuerza
Yunjin: Relájate Manchae, Oppa es largo y grueso, te dolerá.. pero luego te harás adicta a su polla
Chaewon: Perras.. Es mi marido.. Me estoy cansando de verlas así con el.. *susurro*
Sakura: Acordamos que era de todas, es NUESTRO esposo, ahora haz silencio! Arruinas el vídeo
Centímetro a centímetro T/N entraba en ella, un pequeño momento de gran dolor paso por Eunchae cuando el definitivamente tomo su virginidad, a diferencia de las demás chicas.. Eunchae si sangro, pero sin querer detenerse respiro profundo mientras abría los ojos
Eunchae: S-sigue.. Oppa, no pares aunque llore..
T/N asintió, luego de tortuosos minutos su pene estaba completamente dentro de Eunchae, ella gemia de dolor y un ligero placer al sentir su polla palpitar en su interior
Con la ayuda de Yunjin, la maknae le dió la orden a T/N para que se mueva, el dolor en su coño era gigante pero no quería detener esto
Las chicas miraban atentas la polla de T/N salir y entrar lentamente de la Maknae que gemia debilmente
Unos minutos pasaron antes que Eunchae pidiera más.. T/N empezó a acelerar el ritmo ligeramente, los gemidos de Eunchae iban en aumento, cada vez más largos y fuertes
Yunjin sostenía su cabeza, ayudando a que la recién legal maknae mirara en bulto en su vientre por la polla de T/N
T/N: E-eunchae! *Jadeo* Es-estoy cerca!
Eunchae: S-sigue.. Oppa! Y-yo.. igual!
T/N embistió más fuerte y rápido a Eunchae, sus pequeñas tetas rebotaban con cada golpe, Eunchae gritaba de placer y dolor tan fuerte que podrían escucharlos desde la calle
Yunjin jugo con los pezones de Eunchae, llevándola más rápido al orgasmo, el cuerpo de la Maknae se tenso, su espalda arqueada era una señal de su orgasmo.. Junto a lo apretado que estaba su coño
Un chorro de su orgasmo inundó la polla de T/N, el orgasmo fue tan fuerte que mientras el semen de su manager llenaba su interior sus apretadas paredes vaginales empujaron su polla hacia afuera en mitad del climax
Esparciendo el semen dentro de su coño, en su vientre, pecho y hasta las piernas de Yunjin ante la sorprendida mirada de las chicas
Chaewon: Amor! Nunca te habías corrido tanto!
Yunjin: Ni tan fuerte, Demonios, mis piernas están llenas de su semen caliente
Sakura: ¿Eunchae? ¿Cómo te sientes?
Eunchae: *Jadeo* M-mas.. - Decía la maknae debilmente
Yunjin: Oh mierda, T/N Oppa! La niña quiere más
Kazuha: Definitivamente Oppa puede seguir ~
Las chicas miraron su polla aún erecta, sonriendo mientras se miraban entre si
Sakura: Manchae.. Recupérate, Oppa tiene que encargarse de otros asuntos ~
Lentamente las demás chicas lo rodearon, listas para drenar a su manager durante toda la noche.. Y el estaba feliz de poder follar a estas hermosas chicas, agradecido con su trabajo
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Elegirnos cada día, echarle ganas y menos miedos, enamorarnos con risas, canciones y detalles, llenarnos de abrazos, besos y caricias, olvidarnos de si duraremos toda una vida, unos meses o unos años, que lo hagamos bonito.
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Shy Girl. Capítulo 29: I Can See You
¡Hola! voy a publicar el capítulo de mi fanfic sin censura. Tuve que censurarlo por las nuevas políticas de Wattpad. Espero que les guste <3
ミ★ '𝘊𝘢𝘶𝘴𝘦 𝘐 𝘤𝘢𝘯 𝘴𝘦𝘦 𝘺𝘰𝘶 𝘸𝘢𝘪𝘵𝘪𝘯' 𝘥𝘰𝘸𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘩𝘢𝘭𝘭 𝘧𝘳𝘰𝘮 𝘮𝘦
𝘈𝘯𝘥 𝘐 𝘤𝘰𝘶𝘭𝘥 𝘴𝘦𝘦 𝘺𝘰𝘶 𝘶𝘱 𝘢𝘨𝘢𝘪𝘯𝘴𝘵 𝘵𝘩𝘦 𝘸𝘢𝘭𝘭 𝘸𝘪𝘵𝘩 𝘮𝘦★彡
—Reg... —susurró Reese para comprobar si su novia seguía despierta.
Luego de fallida fiesta en casa de Carly, Hal los había enviado a dormir. Una hora más tarde, Reese se encontraba recostado en su cama con la cabeza de su novia en su pecho mientras Malcolm y Dewey dormían en la cama de dos plazas junto a ellos.
Al oírlo llamarla, Regina movió la cabeza del pecho de Reese para colocarla en la almohada, lo que le permitió conectar sus ojos con los suyos.
—¿Qué pasa? —susurró Regina con algo de cansancio.
—Estaba pensando en lo que dijiste... —dijo Reese misteriosamente.
—¿Qué dije? —murmuró Regina, cerrando los ojos con demasiado sueño como para recordar cualquier cosa.
—Que también quieres que lleguemos hasta el final —le recordó Reese con una sonrisa, llevando su mano a su mejilla para acariciarla.
—¿Qué hay con eso? —preguntó Regina sonriendo con los ojos cerrados al sentir la caricia de Reese.
—Bueno... estamos en una cama... —insinuó Reese. Sorprendida, Regina volvió a abrir los ojos para encontrarse con la sonrisa traviesa de su novio.
—No vamos a hacer eso ahora —susurró escandalizada. Al instante, Reese quitó la mano de su mejilla y la miró como si le hubiera mentido.
—Dijiste que no me detendrías si lo intentaba —respondió Reese en otro susurro.
—Pero en la situación adecuada, no en la habitación con tus hermanos en la cama de al lado —replicó Regina mirándolo como si estuviera loco. —Duérmete —susurró volviendo a cerrar los ojos.
—¿Cuándo es la situación adecuada? —preguntó Reese con impaciencia, ignorando su pedido.
—No lo sé... —murmuró Regina abriendo los ojos con un pequeño bostezo. —Mañana mis padres no estarán en casa...
—Tus padres nunca están en casa en la tarde —respondió Reese sin ver la novedad.
—Sí, pero siempre tengo que cuidar a Alec. Mañana tiene práctica de futbol, así que... —dijo Regina esperando que él complete la frase.
—Tendremos la casa solo para nosotros —comprendió Reese con una sonrisa de emoción. —Pero, ¿Tenemos que esperar hasta mañana? —preguntó Reese con tono de queja. —No voy a poder dormir pensando en eso —agregó mirándola con cara de perrito mojado. Luego de un momento en el analizó la expresión de su rostro, Regina suspiró.
—Ten —murmuró Regina finalmente, tomando una de sus manos y pasándola por debajo de la remera que Reese le había prestado para dormir para colocarla sobre uno de sus pechos. Al tocarlo, el rostro de Reese se iluminó. —Diviértete con eso —dijo volviendo a cerrar los ojos con la intención de continuar durmiendo.
Sonriendo como un niño con un nuevo juguete, Reese acomodó la palma de su mano de modo que cubriera el pecho izquierdo de Regina por completo. Al inicio se conformó con mantenerla allí, observándola tratar de dormir. Luego, comenzó a acariciarlo con el pulgar en círculos, sonriendo aún más al verla amagar una sonrisa sin dientes varias veces por la sensación que le provocaba. Eventualmente, decidió que era momento de estrujar suavemente su pecho. Fascinado por la sensación, Reese rio tontamente y repitió la acción riendo luego de cada pequeño apretón.
Sin poder dormir al oír su risa, Regina abrió los ojos y lo observó reír con una sonrisa de diversión. —¿Qué es tan gracioso? —preguntó.
—Es muy suave, es divertido tocarlo —explicó Reese en un susurro, riendo tontamente sin dejar de masajear su pecho, lo que la hizo reír también.
—Lo sé —respondió Regina susurrando entre risas. —A veces lo hago también—admitió.
—No te preocupes, yo lo haré por ti —susurró Reese guiñándole un ojo con una media sonrisa, por lo que Regina tuvo que taparse la boca para no despertar a Malcolm y Dewey con su risa. —¿Puedo? —preguntó posando su mano libre en el borde de su remera mientras continuaba masajeando su pecho con la otra.
—Sí —accedió Regina, permitiendo que Reese pase su mano por debajo de su camiseta. Sin quitar una mano de su pecho izquierdo, emprendió un camino lento con la otra deslizando sus dedos desde su muslo hacia su seno derecho. Regina se estremeció al sentir las caricias de Reese subiendo lentamente. —Reese... —murmuró. Tal vez no había sido tan buena idea dejar que Reese juegue con sus pechos si quería dormir.
—¿Si? —preguntó Reese con una sonrisa burlona al verla estremecerse al tacto, deteniendo su mano en su abdomen para dibujar círculos con su dedo índice a la vez que hacía lo mismo con su otra mano en su pecho.
—Deja eso para mañana —susurro Regina con una sonrisa de disculpa, colocando su mano sobre la de él para detener las caricias en su abdomen.
—Está bien, si es lo que quieres me detendré —respondió Reese riendo, dejando su mano reposar sobre su abdomen. —¿Pero puedo seguir haciendo esto? —preguntó apretando suavemente su pecho con la otra mano, volviendo a reír tontamente al hacerlo. Contagiada por su risa, Regina trató de responder que sí podía si la dejaba dormir, pero ambos se quedaron helados al oír una voz en medio de la penumbra.
—¿Quieren dejar de reírse? —escucharon a Malcolm quejarse en un susurro para no despertar a Dewey. Rápidamente Reese quitó ambas manos de debajo de su remera y se giró con cara de pánico hacia su hermano apoyándose sobre su codo, mientras Regina se escondía detrás de su espalda entre las sábanas sintiendo sus mejillas arder. —Son las... —continuó quejándose Malcolm, sentándose contra el respaldo de su cama y echándole un vistazo al reloj. —...dos de la madrugada, duerman y dejen dormir.
—¿Qué escuchaste? —preguntó Reese alarmado, ignorando todas las quejas de Malcolm.
—Solo me despertaron con sus risas, no oí más n... —explicó exasperado, pero se interrumpió abruptamente al percatarse de la expresión de preocupación de su hermano y la timidez repentina de Regina. —¿Por qué? —preguntó Malcolm con los ojos muy abiertos.
—Por nada —respondieron rápidamente Reese y Regina.
—Voy a dormir, estoy muy cansado... —agregó Reese, levantando un poco la espalda para volver a acomodarse junto a Regina bajo la mirada perpleja de Malcolm. —Buenas noches —concluyó la conversación dándole la espalda a su hermano y pasando sus manos por la cintura de Regina para dormir por fin.
Aún sorprendido, Malcolm volvió a recostarse mirando hacia el techo. Retorciendo las sábanas entre sus puños, no podía dejar de pensar en lo que acababa de ocurrir. —Ellos no estaban... —trató de hablar con el lector para eliminar la extraña presión que sentía en el pecho. —No creo que ellos... —murmuró, pero volvió a dejar la frase en el aire. —¿Saben qué? No me importa —dijo finalmente en un intento por quitarle importancia, volviendo a recostarse de lado para dormir.
•••
—No te limpies las manos en tu remera —reprendió Regina a Reese durante el desayuno, levantándose de su asiento para mojar una servilleta y limpiar la mancha de jarabe de su camiseta. Apenas se dio la vuelta, Reese volvió a hacerlo observando de reojo que no lo notara.
—Hazle caso a Regina, hijo —dijo Hal, mientras Regina se paraba junto a Malcolm, que buscaba jugo en la heladera, para mojar la servilleta en la pileta de la cocina. —Siempre tienes que usar una servilleta —dijo asintiendo con la cabeza mientras se limpiaba los dedos en la servilleta que llevaba colgada en el cuello de su camisa para no mancharse.
Girando nuevamente con la servilleta mojada, Regina observó asqueada como Malcolm bebía jugo del pico de la botella para luego pasárselo a Reese, que prácticamente eructó sobre la botella antes de pasársela a Dewey.
—¿Puedo usar un vaso? —preguntó Dewey igual de asqueado que Regina, sin aceptar el jugo.
—No, nada que requiera lavarse —respondió Hal con seriedad.
Entre tanto, Regina volvió a sentarse entre Reese y Dewey para poder frotar la servilleta humedecida sobre la mancha de jarabe en la remera de Reese. Al ver que había una mancha que no estaba antes de que se levantara, Regina lo miró con fastidio, pero él fingió no notarlo.
—¿Quieres jugo, linda? —preguntó Reese ofreciéndole la botella de jugo.
—Mmm... no, gracias —respondió Regina arrugando la nariz con asco mientras continuaba limpiando su camiseta.
—¿Por qué te da asco? Compartimos saliva todo el tiempo —la cuestionó Reese, insistiendo en entregarle la botella de jugo.
—Pero no comparte saliva conmigo —replicó Malcolm, sentado frente a ellos.
—Le eructaste al pico de la botella —replicó Regina a la vez, dejando la servilleta a un lado al ver que la mancha ya no estaba. Al levantar la vista se percató de que Reese se acercaba a ella peligrosamente con una sonrisa de picardía. —¡Que ni se te ocurra! —exclamó asqueada, posando una mano en su mejilla para alejarlo de su rostro. Estaba segura de que pretendía eructar cerca de ella.
—Basta, niños —los reprendió Hal, quitándose la servilleta del cuello de la camisa para limpiarse las manos. —Limpiemos la mesa —propuso tirando la servilleta sobre la mesa con todos los platos descartables.
Al instante, Dewey y Reese se levantaron para buscar una bolsa de basura de un cajón de la cocina, mientras que Hal y Malcolm comenzaron a juntar los platos descartables. Sin conocer la nueva dinámica, Regina se levantó de su asiento para facilitarles el paso, viendo como Reese y Dewey sostenían la bolsa abierta para que Malcolm y Hal pudieran tirar allí todo lo que usaron. Cuando terminaron, Regina se acercó a los chicos para quitar todas las migas de la mesa, limpiándola realmente.
—Ah, hablé con su madre anoche —comentó Hal abriendo la heladera mientras ellos terminaban de limpiar la mesa. — A todos los extraña mucho y volverá pronto —dijo con una sonrisa. Al oírlo, sus tres hijos voltearon a verlo con expresiones de pánico, por lo que Regina contuvo una carcajada.
—¿Cuándo? —preguntó Reese alarmado.
—Unas semanas —aclaró Hal, por lo que sus hijos suspiraron aliviados mientras Regina se reía de ellos. Sonriendo más relajado, Reese tomó la mano de Regina con la intensión de caminar juntos a la escuela. —¡Ah, Reese! —exclamó Hal, haciendo que se detengan para voltear a verlo con Malcolm junto a ellos. —Quiere que limpies las hojas del techo de la cochera cuando regreses de la escuela.
—¡¿Qué?! —exclamó Reese abriendo mucho los ojos, a la vez que Regina juntaba las cejas y tiraba la cabeza levemente hacia atrás. —¡Pero hoy es el único día que los padres de Reg no están en casa al mismo tiempo que Alec! —replicó Reese. Sintiendo que sus mejillas enrojecer por la vergüenza, Regina apretó su mano levemente para llamar su atención. Al conseguir conectar sus ojos con los suyos, le lanzó una mirada de pánico para que notara lo que acababa de decir. —N-no podremos hacer la tarea —agregó Reese girándose nuevamente hacia su padre en un intento por arreglarlo, pero hasta Dewey lo miraba con incredulidad.
—Reese, tu madre... —comenzó a sermonearlo Hal, haciendo la vista gorda ante lo evidente, pero fue interrumpido por las quejas de Reese.
—¡Esto no es justo! —gritó Reese. —¡Mamá no puede controlarnos si ni siquiera está aquí!
—Nadie está siendo "controlado" por tu madre —dijo Hal levantando las manos como si lo que acabara de oír fuera una ridiculez. —Por ejemplo, yo invité a un viejo amigo esta noche y aunque no le diremos nada a su madre, ¡No significa que nos controle! —aclaró Hal riendo nerviosamente. —Repito, su madre jamás debe saber esto y eso te incluye, Reg —dijo Hal con tono de advertencia. —Y a ustedes les caerá muy bien Larry, éramos inseparables en la preparatoria. Pero en serio, su madre no debe averiguar que estuvo en la casa —repitió con más enojo.
Sin responder, Reese abandonó la cocina con fastidio tirando de la mano de Regina a su paso. Aún desconcertada y avergonzada porque Reese prácticamente había gritado frente a la mitad de su familia que pretendían intimar esa tarde, ella dejó que la arrastre con él sin protestar con Malcolm a unos pasos por detrás.
Los tres salieron de la casa y caminaron en silencio por lo menos tres cuadras. Reese estaba demasiado irritado como para hablar. Había fantaseado con mantener relaciones sexuales con Regina desde antes de que iniciaran su noviazgo y su madre se las arreglaba para arruinarlo aún a la distancia. Caminando de la mano con él, Regina mantenía la vista fija en el piso mientras se carcomía internamente por la vergüenza que sentía. En cambio, Malcolm los observaba con diversión.
—Reg, pareces un tomate —se burló Malcolm, ganándose una mala mirada de la pareja.
—Cállate, Malcolm —dijeron ambos entre dientes.
•••
—Hola, tomatito —se burló Madison al ver a Regina entrar en la clase de Literatura junto a Reese con las mejillas coloradas.
—Cierra el pico, North —dijo Reese caminando hacia ella con enojo. Sabía que Regina empeoraría si seguían mencionándolo, solo quería que estuviera bien e iba a pelear con cualquiera que se lo impidiera. Pero Regina lo tomó de la muñeca para detenerlo.
—Está bien, amor, es un chiste —sonriendo levemente para que no le diera tanta importancia.
—Sí, Puercoespín, no saques las púas —se burló Madison para hacerlo enojar más, por lo que Regina le lanzó una mirada de fastidio.
—No ayudas, Maddie —se quejó Regina, empujando a Reese hacia el fondo del aula para que se siente en su lugar, muy alejado de Madison. —Volveré contigo en un momento —dijo besando su mejilla al llegar junto a sus asientos. —¿Si?
—Está bien... —respondió Reese a regañadientes, sentándose en su banco escolar. Seguía de muy mal humor luego del pedido de su madre, así que simplemente se quedó mirando hacia la ventana con el ceño fruncido mientras su novia se alejaba de él.
—¿Qué le pasa al Puercoespín? —preguntó Madison cuando Regina se sentó provisoriamente en el asiento detrás de ella. —No discutíamos desde esa vez que te tiró del cabello.
—Está enojado porque no podremos vernos en la tarde, su mamá le pidió que limpie el techo de la cochera —explicó Regina haciendo una mueca.
—¿Eso es todo? —preguntó Madison, inconforme con la respuesta. —Ayúdalo a limpiar, problema resuelto.
—Es que íbamos a ir a casa... —trató de que entendiera sin dar muchos detalles, pero Madison seguía mirándola como si ella y Reese hicieran un drama por nada.
—¿Y? Cambien el plan —respondió Madison como si fuera obvio.
—No estás entendiendo —dijo Regina negando con la cabeza suavemente antes de inclinarse hacia ella. Intrigada, Madison imitó la acción. —Mis padres y Alec no estarán en casa esta tarde, así que queríamos... —explicó bajando el tono de voz, pero dejó la frase en el aire asumiendo que su amiga entendería.
Al ver que el rubor volvía a aparecer en las mejillas de Regina, Madison la miró boquiabierta, acababa de comprender la situación. —¡Ah! ¡Hubieras empezado por ahí! —exclamó Maddie, riendo por lo mucho que le costaba a Regina hablar de eso. —O sea que les arruinaron el primer se...—comenzó a decir en un tono demasiado alto a criterio de Regina, por lo que la interrumpió rápidamente.
—¡Shhhh! —exclamó Regina moviendo sus manos delante de ella para que guardara silencio. Madison volvió a reír. —No quiero que todo el mundo se entere —susurró escandalizada, haciéndola reír aún más.
—¿De qué? —preguntó Carly, sentándose en su lugar habitual al entrar al aula, justo al lado del asiento que ocupaba Regina en ese momento.
—Luego te cuento —respondió Regina sin querer hacer tanto escándalo al respecto allí, pero ya era tarde.
—Reg y el Puercoespín quieren hacer ñiqui ñiqui —respondió Madison a la vez bajando el tono de voz para no se molestara, pero aún así recibió una mala mirada de Regina. —¿Qué?
—¿Tienes que decirlo así? —murmuró Regina jugando con el anillo de su mano sintiendo cada vez más calor en sus mejillas. Entre tanto, Carly soltó un suspiro de sorpresa y cubrió su boca para evitar gritar de emoción.
—¡Yo lo predije! —exclamó alegremente Carly, por lo que Regina y Madison la observaron confundidas. —Cuando Reese trataba de llamar tu atención tirando de tu cabello el año pasado. ¡Yo lo dije! ¡Sabía que cuando fueran novios no te quejarías cuando tirara de tu cabello!
—¿De qué estás hablando? Nadie dijo nada de eso —replicó Regina extrañada. —Ni siquiera lo hicimos aún, mucho menos tiró de mi cabello —agregó bajando el tono de voz nuevamente.
—Aún no, pero cuando lo haga, te gustará —respondió Carly guiñándole un ojo.
—Pero si tú no lo has hecho, no lo sabes —respondió Regina dejando salir una pequeña sonrisa.
—Pero yo sí y sí, te gustará —dijo Madison riendo al final.
—¿Anthony te...? No, espera, no quiero saberlo —dijo Regina arrugando la nariz y negando levemente con la cabeza, haciendo reír a sus amigas.
•••
—Pimpón es un muñeco muy ¡Au! —gritó Dewey cuando otra piedra cayó sobre su pie. Mientras era obligado a cantar y bailar vergonzosamente, Reese le lanzaba piedras a su hermanito con una resortera gracias a la falta de supervisión paterna. —... muy guapo y de cartón ¡Au! —continuó cantando, pero otra piedra impactó contra sus pies. —...se lava la ¡Au! ...la carita con ¡Au! ...con agua y con... —esta vez fue interrumpido por el sonido del teléfono sonando.
—Te toca —dijo Reese para que respondiera mientras él colocaba una piedra sobre la resortera.
—¿Hola? —dijo Dewey al responder el teléfono, pero su expresión se tornó preocupada al levantar la vista. Frente a él, Reese apuntaba con la resortera directo en su cara.
—¡Hola, Dewey! —dijo alegremente Regina del otro lado del teléfono. —Podrías decirle a Re...
—¡Mamá! —gritó Dewey, interrumpiendo a Regina. Al instante, Reese escondió la resortera detrás de su espalda, asustado como si su madre pudiera percibir a distancia lo que le hacía a su hermano.
—¿Me acabas de llamar "mamá"? —preguntó Regina confundida en el teléfono.
—Estamos bien. —dijo Dewey, fingiendo hablar con su madre ante la mirada preocupada de Reese.
—¿Qué? —preguntó Regina cada vez más confundida.
—Sí, le preguntaré —continuó fingiendo Dewey —Mamá quiere saber si ya barriste la cochera —preguntó a Reese.
—¡¿Me canceló por eso y no lo está haciendo?! —exclamó Regina indignada.
—¡Ya voy! —escuchó gritar a Reese del otro lado del teléfono mientras Dewey sonreía complacido, acababa de encontrar la forma de defenderse de su hermano mayor.
—¿Quieres decirme qué ocurre? —preguntó Regina a Dewey asumiendo que su novio había corrido a limpiar las hojas del techo de la cochera.
—Mamá no está y papá trabaja. La casa es una anarquía y soy el eslabón más débil, tengo que defenderme —respondió Dewey, observando a Reese salir corriendo de la casa para ir a la cochera.
—Entiendo... —dijo Regina con un pequeño suspiro. —¿Qué te hizo Reese?
—Me lanzó piedras con una resortera —explicó Dewey entre dientes.
—¡¿Qué?! —exclamó Regina entre sorprendida y enojada. —Lo voy a matar —murmuró para sí misma. Al oírla, Dewey abrió mucho los ojos asustado.
—¡No le digas nada! —dijo Dewey desesperado.
—¿No quieres que le diga que no te haga daño? —preguntó Regina sorprendida, eso no se lo esperaba.
—Si le dices sabrá que tú llamaste y perderé la única forma que tengo de defenderme. Por favor no le digas —insistió Dewey con tono de súplica. Regina lo pensó por un momento, pero finalmente cedió.
—Está bien, no te mencionaré. Dile que llamé luego de tu mamá y que iré en dos horas —pidió Regina
—¡Gracias, Reg! —dijo Dewey alegremente antes de colgar.
•••
—No olvides limpiar las hojas de mi techo sin importar los planes que tengas con tu novia porque soy una vieja mala —se quejaba Reese dos horas más tarde sentado en su cama, imitando a su madre con enojo mientras Regina limpiaba la herida de su codo conteniendo una pequeña risa. Acostado en su propia cama, Dewey observaba a Reese con una sonrisa regodeándose de su sufrimiento discretamente. —¿Qué importa si está mojado y resbaloso? El techo tiene que estar limpio porque soy mala...
—Reese, te resbalaste por pelear con un gato —dijo Regina sin poder evitar reír, ganándose una muy mala mirada de su novio.
—¿Te burlas de mí? —preguntó Reese alzando una ceja con una media sonrisa.
—¿Yo? ¡Jamás! —exclamó Regina fingiendo inocencia justo en el momento en el que oyeron el sonido del teléfono proveniente de la cocina. —Solo te estoy cuidando... —agregó levantando el codo de Reese y dejando un besito suave sobre la curita que le acababa de poner, para luego dedicarle una sonrisa de inocencia.
—¡Yo contesto! —gritó Dewey antes de salir corriendo hacia la cocina, entrecerrando la puerta a su paso. Apenas cruzó la puerta, Reese inclinó levemente su cuello para comprobar que Dewey no estuviera cerca. Luego de comprobarlo, tomó una de las piernas de Regina para atraerla más hacia él y la colocó sobre su regazo mientras que la otra se mantenía detrás de su espalda, por lo que sus piernas rodeaban la cadera de Reese.
—No... yo sí creo que te burlas de mí —dijo Reese con tono divertido, deslizando su mano derecha por la pierna de Regina que mantenía en su regazo desde la rodilla hasta el muslo.
—Mmm... no sé qué te hace pensar eso... —respondió Regina juguetonamente, pasando sus brazos alrededor de su cuello y cruzando sus piernas alrededor de su cadera. —Simplemente mencioné que el gatito parecía el chico malo entre los dos —agregó manteniendo su tono inocente, pero con una sonrisa burlona en su rostro.
—Ah, ¿Eso crees? —preguntó Reese con una sonrisa traviesa, lo había tomado como un desafío. —Veremos si sigues pensando que el gato es más malo que yo luego de que haga esto —en un instante, Reese hundió su rostro en el cuello de Regina para comenzar un camino de besos hasta su clavícula mientras continuaba acariciando el muslo de su pierna derecha. Sabía que sentía muchas cosquillas en esa zona y había conseguido el efecto deseado. Sin poder evitarlo, ella rio a carcajadas al sentir los labios de Reese recorrer su cuello.
En un intento por evitar que continúe torturándola, Regina posó las manos sobre sus hombros y trató de alejarse de él tirando la espalda hacia atrás, pero no fue suficiente. Debido a la fuerza que Reese aplicó para mantener los labios en su cuello, Regina cayó de espaldas en la cama riendo cada vez más fuerte con su novio sobre ella dejando suaves besitos en su cuello y dibujando círculos en su muslo izquierdo.
Lentamente, Reese comenzó a llevar sus besos desde su cuello a su mandíbula, luego de su mandíbula a su mejilla y, finalmente, unió sus labios en un beso desesperado. Sin dudarlo, Regina correspondió el beso acercándolo más a ella por el cuello. En medio del beso, Reese deslizó su mano por su pierna hacia el borde de su blusa. Aún sobre la tela, Reese acarició su abdomen como pidiendo permiso en silencio para meter una mano debajo de su blusa, lo que la hizo volver a la realidad. Rápidamente, separó sus labios y colocó una mano sobre la de Reese, evitando que continuara su camino hacia sus senos.
—¡Espera, espera! —dijo Regina bajando el tono de voz a pesar de que no había nadie en la habitación. Sin comprender por qué lo detenía, Reese alejó un poco su rostro del de Regina esperando su explicación. —Dewey volverá en cualquier momento...
—¿Quieres que vayamos al armario? —preguntó Reese en broma, sonriendo burlonamente. Riendo, Regina le dio una pequeña palmadita en el hombro, lo que también lo hizo reír. Justo cuando Dewey entraba en la habitación, Reese se levantaba de encima de Regina para sentarse y le ofrecía una mano para que hiciera lo mismo.
—Sí, mamá, aquí está Reese —dijo Dewey parándose en la puerta de la habitación con el teléfono en la oreja. Al oírlo mencionar a su madre, Reese volteó a verlo preocupado y se levantó de la cama apenas Regina estuvo sentada. —Sí, se lo diré. ¿De verdad tiene que desvelarse toda la noche? ¿No puede reparar mi bici mañana? —preguntó Dewey al teléfono. Comprendiendo lo que hacía, Regina miró al niño con el ceño fruncido. —Bueno, tienes razón. El sábado en la mañana es el mejor día para salir —respondió al teléfono. Derrotado, Reese suspiró con fastidio antes de volver a girarse hacia Regina.
—Lo siento, amor, tengo que reparar la bici de Dewey —murmuró Reese, haciendo una mueca de fastidio.
—No es nada, entiendo —respondió Regina apretando los labios en una sonrisa sin dientes. —Voy a volver a casa, mis padres ya deben haber llegado —agregó, levantándose de la cama de su novio.
—Te acompaño —dijo Reese rápidamente. — Y prometo que iré a verte mañana por la tarde —agregó antes de colocar las manos en sus mejillas para volver a besar sus labios.
—Te estaré esperando entonces —respondió Regina con una sonrisa, dejando un último beso rápido en sus labios antes de separarse definitivamente.
Luego de mirarla embobado por unos segundos, Reese entrelazó sus manos para guiarla hacia la puerta con él. Antes de cruzar la puerta, Regina soltó su mano para darle a Dewey un abrazo de despedida mientras él la esperaba en el pasillo.
—Adiós, Dewey —dijo Regina, inclinándose para abrazar al niño que pasó sus brazos por detrás de su espalda en respuesta. —No dije nada porque lo merece por la resortera, pero no te pases con él —le advirtió en un susurro antes de soltarlo.
•••
—Gracias por acompañarme —dijo Regina con una sonrisa cuando estuvieron en la puerta de su casa, jugando con la mano de Reese.
—No iba a dejar que volvieras sola de noche —respondió Reese levantando sus manos unidas para dejar un besito en sus nudillos. Regina rió por el gesto y dejó un beso en su mejilla antes de soltar su mano para introducir la llave en la puerta. —Y mañana... —agregó Reese, posando una mano sobre la suya para evitar que girara la llave. —...podríamos terminar lo que empezamos —concluyó con picardía, por lo que Regina giró nuevamente hacia él sin soltar la llave.
—Claro, será muy divertido que mi mamá entre de golpe —respondió Regina irónicamente, sacándole una carcajada. —Creo que tendrá que ser el próximo viernes, cuando Alec vuelva a tener práctica de fútbol —dijo con una sonrisa de disculpa.
—¿El viernes? —dijo Reese como un quejido, quitando la mano para que pudiera hacer girar la llave. —¿No podemos encerrar a Alec en su cuarto el lunes hasta que lleguen tus padres? —preguntó tirando la cabeza hacia atrás. Regina rió creyendo que estaba bromeando, pero Reese hablaba muy en serio.
—No creo que se deje encerrar —respondió Regina riendo mientras giraba la llave por fin. —Aunque tal vez si tú lo convences... —dijo pensándolo mejor, sin llegar a abrir la puerta. Al oírla, a Reese se le iluminó el rostro.
—Cierto, soy su héroe. Me hará caso —dijo Reese con orgullo, haciéndola reír.
—Sí, lo eres —respondió Regina entre risas. —Y justamente por eso dudo que te haga caso —agregó abriendo la puerta por fin.
—No sé qué estás insinuando —respondió Reese, fingiendo no comprender con diversión mientras se acercaba a ella para recibir un beso de despedida. Regina volvió a reír y se acercó a él para rodear su cuello con las manos, de espaldas la puerta abierta de su casa, mientras Reese pasaba sus manos por su cintura. Poniéndose de puntitas de pie, Regina estaba a punto de cumplir su deseo cuando la voz de su madre detrás de ella la detuvo.
—¿Necesitas otra cosa para tu operación? —escucharon preguntar a Caroline. Confundida, Regina volvió a estabilizar sus pies en el suelo y soltó el cuello de su novio para dar unos pasos dentro de la casa, ignorando el quejido de Reese al darle la espalda. Justo frente a la puerta, Caroline y Phineas bajaban las escaleras lentamente conversando con la vista fija en los escalones, por lo que no notaron a su hija y su novio en la entrada.
—Mmm... creo que debo comer helado —respondió Phineas pisando el segundo escalón, lo que hizo su esposa se detuviera un escalón por debajo de él para observarlo confundida. Entre tanto, Regina escuchaba desde la puerta sin entender de qué operación hablaban con Reese tratando de llamar su atención.
—En realidad no creo que se coma helado para... —comenzó a decir Caroline arrugando la nariz, pero Phineas la interrumpió.
—Perdón, ¿Es una vasecto-tuya o una vasecto-mía? —preguntó Phineas posando una mano en su hombro e inclinando la cabeza. Desde la puerta, tanto Reese como Regina abrieron los ojos sorprendidos.
—...iré a pedir helado —respondió Caroline luego de un pequeño momento de silencio, a lo que Phineas sonrió complacido.
—¿Papá va a hacerse una vasectomía? —preguntó Regina sorprendida, logrando que sus padres levanten la vista hacia ellos.
—¿Le van a cortar su...? —preguntó Reese con expresión de horror, dejando la frase a la mitad.
—Ay por dios, mira la cara de horror del chico —susurró Phineas a su esposa, el terror que le generaba la operación comenzaba a reaparecer. A su lado, Caroline trataba de calmarlo haciéndole señas para que respire profundo. —Me arrepentí. No puedo hacerlo, no puedo hacerlo, ¡No puedo hacerlo! —murmuró entrando en pánico antes de salir corriendo por las escaleras hacia su cuarto.
—¡Cariño...! —exclamó Caroline tratando de detenerlo, pero Phineas ya estaba en mitad del pasillo que daba a la habitación matrimonial. Al ver que tendría que calmar sus nervios otra vez, Caroline suspiró con cansancio antes de voltear nuevamente hacia los adolescentes. —No se asusten, solo es una pequeña intervención quirúrgica que tu padre se hará mañana... —dijo Caroline con tono tranquilizador, dando pequeños vistazos en la dirección en la que se había ido su esposo. —Tendrás que cuidar a Alec mañana por la tarde, me quedaré con él hasta que le den el alta —agregó sin prestarles mucha atención. Si lo hubiera hecho, probablemente habría notado las miradas cómplices compartieron Reese y Regina, pero estaba demasiado ocupada pensando en su esposo. —Reese, ¿Te quedas a cenar? —preguntó volviendo su atención hacia ellos justo cuando despegaban la mirada uno del otro.
—Gracias, señora Langdon, pero tengo que volver a arreglar la bicicleta de Dewey —respondió Reese, usando el tono educado que solo sacaba a relucir con la madre de su novia.
—Oh, será la próxima vez. ¡Envíale saludos a Hal! —exclamó Caroline mientras subía las escaleras para consolar a su esposo.
—Bueno... —dijo Reese con una sonrisa apenas Caroline desapareció por las escaleras, acercándose nuevamente hacia Regina para pasar sus manos por su cintura. — Tendremos que adelantar nuestros planes para el lunes...
—Sí, se te ve muy triste por eso —respondió Regina con una pequeña risa antes de dejar un beso rápido en sus labios como despedida. —Hasta mañana.
•••
—¡Hecho! Alec no saldrá del patio hasta que lleguen tus padres —dijo Reese muy orgulloso de sí mismo entrando por la puerta que conectaba el jardín a la sala de la casa de los Langdon el sábado en la tarde.
—¿En serio? ¿Cómo lo hiciste? —preguntó Regina sorprendida, observándolo caminar hacia ella desde el sofá.
—Le prometí un par de secretos de Dewey si se quedaba en el patio —respondió Reese mientras se sentaba a su lado.
—El mejor hermano del mundo —dijo Regina irónicamente, haciéndolo reír.
—No te vi muy en contra de la idea de encerrar a tu hermano con llave en una habitación—replicó Reese entre risas.
—Shhh —dijo Regina riendo a la vez que se deslizaba más cerca de él, pasando las piernas por encima de su regazo y abrazándolo por el cuello para acercar sus rostros. Con una gran sonrisa, Reese se dejó atraer pasando la vista embobado entre sus ojos y sus labios hasta Regina rompió por fin la distancia entre ellos.
El beso era lento y dulce en un inicio, incluso podían sentir la sonrisa del otro sobre sus labios. Mientras Regina acariciaba la parte baja de su nuca, Reese deslizó sus manos por su cintura y, a medida que los besos se hacían más intensos, comenzó a acercarla más hacia él al punto de sentir su pecho pegado a su torso.
Totalmente perdida entre sus besos, Regina ni siquiera notó que Reese colocaba una mano por debajo de sus rodillas y otra sobre su cintura para levantarla suavemente hasta que se vio a sí misma sentada por completo en su regazo. Lentamente, Regina acomodó sus piernas a cada lado de las de Reese tratando de separar sus labios la menor cantidad de tiempo posible.
Entre tanto, él deslizó una de las manos por debajo de su remera. Regina se estremeció ante el tacto frío recorrer su abdomen hasta llegar a su pecho derecho. Al sentir que comenzaba a masajear su seno, ella movió las manos de sus hombros a sus mejillas para profundizar los besos, volviéndolos más desesperados. Para Reese esto fue una súplica de atención al pecho izquierdo, por lo que repitió la acción con la otra mano.
Casi sin quererlo, Reese descubrió algo nuevo sobre los senos. Mientras jugaba con ellos, rozó por accidente el pezón derecho de su novia. Fascinado, rompió el beso para observarla con un brillo en los ojos. La había oído jadear sobre sobre sus labios.
Sin notar el motivo de la expresión de Reese, Regina aprovechó la oportunidad para recorrer el camino desde la comisura de sus labios hasta su cuello con pequeños besitos. A la vez, Reese continuó jugando con sus pechos, pero esta vez no solo los masajeaba. Con delicadeza, comenzó a apretarlos desde la base hasta los pezones, sorprendiéndose al sentir que se endurecían debajo de sus dedos. Pero lo que más le gustaba era oír a Regina soltar pequeños jadeos cada vez que los tocaba.
—¿Subimos... a mi cuarto? —murmuró Regina haciendo una pequeña pausa al estremecerse por la atención de Reese en sus pezones.
—Por supuesto —respondió Reese con una sonrisa de picardía, volviendo a conectar sus labios sin dejar de jugar con sus pechos. Entre besos y pequeños jadeos, Regina comenzó a incorporarse con la intención de caminar hacia las escaleras, pero Reese se lo impidió. Rápidamente, alejó las manos de sus senos para volver a colocarlas en su cintura, sentándola en su regazo a horcajadas de un tirón. Confundida, Regina detuvo los besos para esperar una explicación. —Así no —respondió simplemente.
—¿Entonces cómo...? ¡Ay! —exclamó Regina riendo. En un segundo, Reese deslizó sus manos por debajo de sus piernas y se levantó del sofá con Regina aferrada a él. Para no caer, rodeo su cuello con los brazos y su cadera con las piernas mientras él subía las escaleras casi trotando.
En menos de un minuto llegaron a la habitación. Cerrando la puerta con el pie, Reese se arrojó sobre la cama con Regina riendo debajo de él. —¿Te parece divertido? —dijo Reese con una sonrisa burlona, quitando las manos de sus muslos para sostenerse sobre ella con los antebrazos apoyados a sus lados.
—Muy divertido —respondió Regina riendo antes de volver a dejar besitos cortos en sus labios. Colocando las manos detrás de su nuca para profundizar el beso, hizo caer su peso por completo sobre ella.
—A mí me parece divertido que no te hayas puesto sujetador —dijo Reese entre besos, aprovechando que ya no necesitaba sostenerse con sus brazos para volver a deslizar sus manos por debajo de su remera. —Aunque no puedo quitártelo si no lo llevas puesto...
—Oh, lo siento. ¿Quieres que me ponga uno? —preguntó Regina con diversión. —Porque están en ese cajón, podría... —dijo señalando hacia el armario, pero Reese la interrumpió.
—¡No! —exclamó Reese rápidamente antes de volver a unir sus labios, haciéndola reír en medio del beso. —Así estás perfecta... —agregó con una sonrisa traviesa mientras se alejaba unos centímetros para empezar a levantar su remera lentamente. Con una pequeña sonrisa, Regina permitió que quite la camiseta por completo mientras jugaba con el cinturón del pantalón de Reese.
Una vez que arrojó la remera de Regina en alguna parte de la habitación, Reese observó fascinado sus propias manos caer con delicadeza sobre los pechos desnudos de su novia. Riendo por su expresión de embobado, Regina bajó los besos hacia su cuello, viendo de reojo la sonrisa de disfrute de Reese. Pero no pudo hacerlo por mucho tiempo ya que él puso el rostro a la altura de su pecho izquierdo para poder dejar pequeños besitos sobre él a la vez que continuaba masajeando el otro con la mano. Luego de unos minutos, lo introdujo por completo en su boca. Regina contuvo la respiración por unos segundos sorprendida antes de las manos al cabello de Reese.
—Reese... —murmuró Regina, aunque sonó más bien como un jadeo al sentir la lengua de Reese hacer círculos sobre su pezón. Con una media sonrisa, Reese levantó la vista hacia ella mientras continuaba con su tarea, disfrutando hacerla retorcerse debajo de él. —Reese... —repitió tratando de calmar su respiración y deslizando sus manos a sus mejillas para apartar su boca de su pecho. A pesar de que lo estaba disfrutando, quería que le prestara atención antes de seguir. Suponiendo que tenía otra idea en mente, él se dejó guiar hasta que volvió a enfrentar sus rostros. —Trajiste protección, ¿Verdad? —preguntó Regina entre pequeños besos, mucho más cuerda al no tener la lengua de su novio sobre su pecho.
—¿De qué hablas? —preguntó Reese sin dejar de besarla, manteniendo sus ojos cerrados con una sonrisa placentera sin dientes.
—Ya sabes... un condón —respondió Regina rompiendo los besos y alejándose unos centímetros para verlo mejor. Como respuesta, Reese juntó sus cejas confundido. —¿Esa cosa que tienes que ponerte para no dejarme embarazada? —explicó, aunque sonó como una pregunta al ver que ni siquiera sabía qué era.
—Ah, sí, claro. Sé lo que es —respondió Reese asintiendo con la cabeza, cosa que era claramente una mentira.
—¿Entonces tienes uno? —preguntó Regina. Sabía que estaba mintiendo, pero a la vez se aferraba a la posibilidad de que en verdad tuviera uno para continuar. Al ver que Reese le dedicaba una sonrisa de disculpa, Regina suspiró frustrada.
—Relájate —dijo Reese sin darle importancia, volviendo a unir sus labios en pequeños besos para poder seguir hablando. —Podemos arriesgarnos —agregó, comenzando a bajar sus besos para volver a poner su atención en sus pechos.
—¿Arriesgarnos? —repitió Regina pestañeando varias veces mientras él continuaba con su camino de besos hacia sus senos.
—Ajá... —murmuró Reese llegando por fin a su pecho derecho para dejar pequeño besitos en él, repitiendo su accionar previo con el izquierdo. Antes de que pudiera meterlo en su boca, Regina salió de su estupefacción y lo alejó de un tirón, empujándolo a un lado de la cama para dejara de estar sobre ella. —¡Oye! ¿Cuál es el problema? Te gustó cuando lo hice en el otro—se quejó mirándola con el ceño fruncido.
—¿Arriesgarnos? ¡¿Arriesgarnos?! —repitió Regina indignada levantándose de su cama. Una vez de pie, comenzó a buscar su remera por el suelo mientras cubría sus senos con un brazo. —¡Ni loca me arriesgo a tener un bebé! ¡¿Estás demente?! —exclamó encontrando por fin la remera y volviendo a ponérsela.
—Pero nos estábamos divirtiendo —replicó Reese con tono de queja.
—Y nos seguiremos divirtiendo cuando consigas protección —respondió Regina tomando su mano y tirando de él para obligarlo a levantarse, ignorando sus quejas.
—Estás enojada, no vas a querer cuando vuelva —protestó Reese mientras era arrastrado por su novia fuera de la habitación.
—No estoy enojada, solo... ¡¿Arriesgarnos?! —repitió, aún sin poder creer que haya dicho eso.
—Eso solo prueba mi punto —dijo Reese bajando las escaleras detrás de ella.
—No porque mientras tú vas a una farmacia yo... —comenzó a hablar una vez que llegaron al final de las escaleras, pero se detuvo por unos segundos a pensar cómo seguiría la frase. —...voy a darme una ducha para relajarme —concluyó finalmente.
—Está bien... —respondió Reese haciendo una mueca. —Compraré condones —concluyó.
—Genial —dijo Regina dejando un beso en su mejilla antes de abrir la puerta, pero Reese no tuvo tiempo de salir de la casa.
—¡Ah! ¡Hola! Estábamos por tocar el timbre —exclamó Mitchell, el tío de Regina, terminando de cerrar la puerta de su auto mientras su esposo sacaba a Lily del asiento trasero.
Olvidando lo que acababa de ocurrir, Reese y Regina compartieron miradas de preocupación. Una de las cosas que dejó bien en claro Caroline cuando abandonó la casa esa mañana era que Reese no podía entrar. Aunque no era su madre, los habían descubierto.
—Hola... —dijo Regina volviendo su vista hacia sus tíos, tratando de mantener la calma con una sonrisa forzada. Entre tanto, Mitch y Cam se acercaron a ellos con Lily en brazos.
—Phineas nos dijo que Alec y tú estarían solos durante su operación. Así que pensamos que necesitarían compañía, pero veo que ya la consiguieron —comentó Cameron lanzándole una mirada cómplice a los adolescentes, por lo que Regina se ruborizó y Reese sonrió con incomodidad.
—¿Entonces van a quedarse? —preguntó Regina para cambiar casualmente el tema, aunque le interesaba mucho que se fueran.
—¡Ay, no! Lily es la compañía —respondió Mitch antes de volver al auto para sacar un bolso con algunas pertenencias de la bebé. Desde la entrada, Reese y Regina lo miraron con impotencia.
—No tenemos mucho tiempo, pero estará con ustedes por un par de horas —dijo Cam entregándole a la bebé a Regina.
—P-pero no podemos cuidar a Lily —respondió Regina con nerviosismo, aunque sostenía a su prima en brazos, observando a su tío Mitch dejar un bolso de bebé junto a ella.
—Sí, estamos haciendo tarea —concordó Reese tratando de sonar convincente, utilizando la misma excusa que le había dado a su padre.
—Sí, claro. Díselo a tu cabello despeinado y a sus pezones erectos —respondió Cam con una sonrisa que indicaba que no iban a engañarlo, haciendo que el rostro de Regina enrojeciera aún más y que Reese hiciera una mueca de fastidio.
—Cam, deja de molestarlos y vámonos, se hace tarde —dijo Mitchell haciéndole señas para que volviera al auto con él.
—Tienes razón vámonos. Recuerda que debe tomar una siesta en una hora, pero no más de media hora o no dormirá en la noche —advirtió Cam a Regina antes de seguir a su esposo hacia el auto.
—¡Y no le diremos a Caro que Reese estaba aquí! —agregó Mitchell abriendo la puerta del auto.
Resignados, Reese y Regina se despidieron de ellos desde la entrada, observando el auto alejarse. Cuando ya no pudieron ver el auto, Regina entró en la casa con la bebé en sus brazos mientras Reese cerraba la puerta detrás de ella.
—Genial, tenemos el bebé sin la diversión —dijo Reese con fastidio, observando a Lily jugar con el cabello de Regina.
—¿Ves por qué no hay que arriesgarse? —respondió Regina igual de fastidiada que él, entregándole a la bebé mientras él hacía una mueca. —Voy a ponerme un sostén, dile a Alec que ya puede entrar.
•••
—Creo que Reese y yo tenemos una maldición de celibato o algo así —dijo Regina con hartazgo, tapándose el rostro con las manos.
El lunes durante el almuerzo, se encontraba sentada en la mesa que siempre ocupaba con sus amigas quejándose de su mala suerte. Habían pasado días desde que había comenzado a tratar de tener más intimidad con Reese, pero aún no habían conseguido avanzar más allá de segunda base.
—No seas exagerada, no puede ser tan malo —dijo Danny riendo, logrando que Regina quite las manos de su rostro para mirarla.
—La última vez que lo intentamos terminamos cuidando un bebé. ¡Un bebé! —repitió como si hubiera un mensaje encriptado en ese suceso.
—Uy, sí. El universo te está diciendo que no lo hagas o quedarás embarazada —se burló Maddie en broma, pero Regina pareció tomarlo en serio.
—¿Tú crees? —preguntó con tono de preocupación.
—Reg, si tienes miedo no es necesario que lo hagas —dijo Lorelai riendo.
—No, no, no. Sí que quiero hacerlo —dijo Regina muy segura de lo que decía. —Tengo muchas ganas de hacerlo, en realidad —admitió jugando con sus manos algo avergonzada. —El sábado Reese estuvo tan bien que... me dejó... —dejó la frase a medias demasiado avergonzada como para continuar.
—¿Mojada y con ganas de más? —supuso Danny con diversión.
—Sí —confirmó Regina volviendo a cubrirse el rostro con las manos mientras sus amigas se reían de ella.
—Ya encontrarán un lugar en donde hacerlo —dijo Talía para tranquilizarla, pero no surtió efecto.
—Es imposible... —murmuró Regina quitando sus manos de su rostro, acababa de sonar el timbre que indicaba el inicio de la siguiente clase. —Mi papá estará en casa toda la semana por la operación y su casa siempre está llena de gente. Perdimos nuestra oportunidad el sábado —explicó mientras las siete se levantaban y comenzaban a caminar hacia el aula.
—Entonces háganlo en la escuela —sugirió Carly.
—¿En la escuela? —repitió Regina arrugando la nariz. A unos metros de ellas pudo ver a Reese caminar de frente directamente hacia ellas.
—¡Sí! Bueno, no en un lugar en qué puedan verlos. Tal vez el armario de limpieza... —se explicó mejor Carly.
—¡Uh! Pueden escabullirse de una clase, es excitante —agregó Melody con emoción mientras se acercaban más a la puerta del aula.
Regina no respondió durante unos segundos, estaba demasiado distraída observando a Reese acercarse a ella. Se veía tan lindo y lo necesitaba tanto que sentía su estómago estrujarse. Cuando llegaron por fin frente al aula, la cantidad de gente que se acumuló provocó que Reese y Regina cruzaran por la puerta uno al lado del otro. Al rozar su brazo con el suyo Regina sintió que se le erizaba la piel.
—No lo sé... —respondió finalmente a sus amigas.
•••
Reese y Regina no llegaron al final de la clase. Luego de una hora de pequeños coqueteos desde sus asientos, él le había susurrado que buscara una excusa para salir del salón antes de levantarse y, luego de pedir permiso a la profesora, salir él mismo del aula. Diez minutos más tarde, Regina siguió sus pasos.
No tardó mucho en encontrar a Reese. Aún desde la puerta del aula pudo verlo esperándola al final del pasillo, recostado en la pared sonriéndole desde la distancia. Comprobando que no había nadie que pudiera verlos, Regina caminó hacia él a paso rápido. Al llegar, descubrió que no era casualidad que la esperara al final del pasillo. Reese estaba recostado justo junto a la puerta del cuarto de limpieza.
Sin perder el tiempo, Reese se abalanzó sobre sus labios apenas la tuvo enfrente, haciéndola chocar contra la pared. Mientras él sostenía sus mejillas con las manos para inclinar su rostro unos centímetros hacia arriba y así profundizar el beso, Regina tanteó la pared detrás de su espalda en busca de la manija de la puerta. Cuando la encontró, la abrió rápidamente y caminó de espaldas con Reese aún sobre sus labios. Dejando un último beso, Reese se separó para girarse a cerrar la puerta.
—Mira... —dijo Reese luego de cerrar la puerta con una sonrisa triunfante, sacando del bolsillo de su pantalón una tira de preservativos para enseñársela. Regina observó la tira de preservativos conteniendo una pequeña risa, había al menos cinco allí.
—Creo que solo necesitaremos uno —dijo Regina con diversión, tomando la tira de su mano para desprender uno.
—Eso ya lo veremos, nunca se sabe —respondió Reese encogiéndose de hombros con picardía, haciéndola reír, a la vez que dejaba la tira sobre la estantería que se encontraba detrás de su novia.
Siguiendo sus movimientos con los ojos, Regina no pudo contenerse más. Dando un pequeño saltito, volvió a unir sus labios en un beso desesperado mientras se sostenía de sus hombros para mantenerse a su altura. Rápidamente Reese llevó las manos a sus muslos, levantándolos levemente para que rodeara su cadera con sus piernas, cosa que Regina hizo al instante. Entre besos, Reese dio un par de pasos hacia delante, haciéndola chocar contra la estantería llena de artículos de limpieza para sentarla en el borde de uno de los estantes. Al hacerlo, la estantería de metal se movió tanto que hizo un gran estruendo. Rompieron el beso del susto, pero al instante comenzaron a reír.
—Tenemos que ser silenciosos —susurró Regina tratando de mantener su risa en un tono bajo.
—Lo sé, lo siento —respondió Reese entre risas en otro susurro.
Cuando ambos se calmaron, Reese volvió a besarla suavemente, pero de a poco comenzó a volverse más intenso. Abandonando sus muslos al ver que podía sostenerse por su cuenta, deslizó las manos por debajo de su blusa para jugar con las tiras de su sujetador, moviendo nuevamente la estantería por accidente, pero esta vez no le dio importancia. Entre tanto, Regina rompió el beso para mirar hacia arriba, se había percatado de que una caja se balanceaba peligrosamente sobre sus cabezas con el movimiento de la estantería metálica. Por su parte, Reese ni siquiera lo notó, estaba demasiado ocupado llevando los besos a su cuello y buscando el broche de su sujetador. Normalmente eso le hubiera causado cosquillas, pero estaba tan distraída con el ruido de la estantería y el movimiento de la caja sobre ellos que apenas sintió un cosquilleo.
—¿Me ayudas? No encuentro el broche —susurró Reese, despegando los labios de su cuello para volver a dejar pequeños besitos sobre sus labios.
—¿Ah? —preguntó Regina confundida, bajando la vista para prestarle atención. Había estado demasiado inmersa en los ruidos que podrían hacer que los descubrieran.
—El broche del sujetador —repitió Reese entre besos.
—Ah, sí —respondió ladeando un poco la cabeza. Al oír su tono de voz, Reese detuvo sus besos. La conocía lo suficientemente bien como para saber que algo no iba bien. —Es que este es distinto, no está ahí —explicó colocando sus manos encima de las de él detrás de su espalda para guiarlas hacia el espacio entre sus senos, dejándolas justo encima del broche.
—¿Qué pasa? —preguntó Reese un poco preocupado, quitan las manos de debajo de su blusa para colocarlas en su cintura. Imitando el gesto, Regina volvió a dejar las suyas sobre sus hombros.
—Nada, solo me distrae un poco el ruido. Siento que nos van a encontrar aquí y... —explicó apenada, pero dejó la frase en el aire.
—...y no quieres hacerlo aquí —concluyó Reese.
—No... lo siento —respondió Regina abrazándolo por el cuello apenada.
—No tienes que disculparte —respondió Reese dando unos pasos hacia atrás dentro de lo que podía en ese pequeño cuarto, permitiendo que Regina vuelva a colocar los pies en el piso. —Quiero que te sientas cómoda y que ambos lo disfrutemos —agregó, haciéndola sonreír enternecida y abrazarlo con más fuerza. En respuesta, Reese la abrazó por la cintura y dejó un beso en su frente antes de que Regina apoyara su cabeza en su hombro. Se mantuvieron en esa posición por varios minutos hasta que Regina rompió el silencio.
—Aunque admito que hubiera sido un poco romántico que nuestra primera vez fuera aquí —dijo Regina con una pequeña risa. Sin comprender a qué se refería, Reese la miró extrañado.
—¿Romántico? —repitió alzando las cejas.
—Sí... bueno... aquí fue donde nos escondimos del prefecto el año pasado, ¿Recuerdas? El día que me prestaste tu remera —explicó Regina, separándose de su hombro para mirarlo a los ojos.
—Es verdad —confirmó Reese dejando ver una sonrisa al recordarlo. —Estabas llorando —agregó deslizando un mechón de su cabello por detrás de su oreja.
—Sí, estaba llorando —recordó Regina con leve sonrisa. —Y tú fuiste muy dulce conmigo ese día...
—Ah, por eso sería romántico —comprendió Reese, acercándola más hacia él.
—Bueno, mas bien porque... creo que ese fue el momento en el que empecé a enamorarme de ti —explicó Regina sintiendo una timidez repentina, por lo que bajó la vista mordiéndose el labio inferior al terminar de hablar. Al volver a mirarlo a los ojos, se encontró con la gran sonrisa de alegría de Reese justo antes de que volviera a inclinarse para besarla con ternura, quitándole la timidez por completo.
•••
—Sí, mamá. Mi cama ya está donde da el sol y la cama de Reese está en el armario como querías —dijo Dewey entrando en su habitación con el teléfono en su oreja, mirando con una sonrisa sin dientes a Reese empujando su cama en el armario.
—¡Esto es ridículo! —exclamó Regina con hartazgo, parada detrás de Reese con los brazos cruzados. —Los padres de Talía llegarán en una hora y ya no podrá prestarnos su casa para... —comenzó a quejarse, pero se detuvo con nerviosismo al recordar que Dewey seguía ahí. —...hacer la tarea —agregó, maldiciéndose mentalmente por usar la misma excusa tonta de Reese.
—¡Voy tan rápido como puedo! —respondió Reese terminando de poner la cama en el armario y pasando junto a ella para agacharse a mover la cama grande.
—Lo está haciendo muy bien mamá, deberías dejarlo descansar —dijo Dewey al teléfono, sentándose en la cama grande mientras Reese la movía hacia la ventana.
—Gracias, Dewey. Eres un buen hermano —dijo Reese con una sonrisa. A su lado, Regina miró al niño con el ceño fruncido.
—Dijo que no —respondió Dewey.
—Amor, ¿No te parece un poco extraño que tu mamá solo llama para que arregles la bici de Dewey, que cambies los muebles de lugar de Dewey...? —trató de hacerlo razonar por cuarta vez en el día para que se diera cuenta por sí mismo de lo que ocurría, pero Reese solo la miró confundido desde el suelo.
—¿Qué insinúas? —preguntó Reese pasando la vista entre Dewey y ella.
—No lo sé, ¿Tú qué crees? —replicó Regina mirándolo como si fuera obvio.
—Oye, si quieres habla tú con ella —intervino Dewey al ver que estaba a punto de lograr hacer que Reese lo descubra, tendiéndole el teléfono.
—¡Ah! ¿Vas a desafiarme, duende maligno? —exclamó Regina indignada, colocando sus manos en su cintura. —Por supuesto que hablaré con ella —dijo con una sonrisa desafiante, por lo que Dewey abrió mucho los ojos. Sabía que estaba tirando demasiado de la paciencia de Regina para mantener su defensa contra Reese. De mala gana, dejó que Regina le quitara el teléfono de las manos. —Hola, señora Wilkerson —dijo Regina mirando fijamente a Dewey, mientras Reese escuchaba con preocupado detrás de ella. Por supuesto, no era Lois, solo era la contestadora. —Reese prometió que saldría conmigo esta tarde... Sí, ¡Gracias! —exclamó fingiendo que Lois le permitía llevarse a Reese, quien alzó los puños a modo de festejo a la vez que Dewey apretaba los labios. —Ah, ¿Quiere que Dewey regrese la cama de Reese a su lugar? Sí, le diré. Adiós —agregó Regina antes de colgar el teléfono y devolvérselo, por lo que el niño la miró con los ojos entrecerrados.
—¡Genial! —exclamó Reese, caminando hacia ella para tomar su mano. —No olvides poner las sábanas —advirtió a Dewey con tono amenazante antes de tirar de la mano de su novia para salir de la casa.
•••
Zafarse del engaño de Dewey no sirvió de mucho. Ni siquiera llegaron a entrar en casa de Talía, desde la ventana pudieron ver a sus padres mirando la televisión en el sofá.
Cinco horas más tarde, Regina leía en su habitación cuando oyó el sonido ya familiar de unos pequeños golpes en su ventana. Rápidamente dejó el libro a un lado de su cama y corrió a abrir la ventana, permitiendo que Reese entre en su habitación.
—Pudiste habérmelo dicho —dijo Reese apenas entró, parándose detrás de ella con el ceño fruncido mientras Regina cerraba la ventana.
—Ya sabes que Dewey mentía sobre las llamadas de tu mamá —supuso Regina volteando a verlo. A modo de respuesta, Reese emitió un pequeño gruñido. —Lo siento, pero le lanzaste piedras con una resortera y era la única forma de la que podía defenderse. Aunque se haya aprovechado de eso —dijo un poco apenada, pero a la vez convencida de lo que decía.
Sin poder pasar mucho tiempo enojado con ella, Reese asintió haciendo una mueca mientras pasaba sus manos por su cintura. Al instante, Regina correspondió el abrazo pasando sus brazos por detrás de su cuello, pegándose a su cuerpo.
—Lo siento —repitió Regina, abrazándolo con fuerza y apoyando la mejilla en su hombro.
—Está bien, me lo merecía —admitió Reese reforzando el agarre en su cintura y ladeando la cabeza para apoyarla sobre la suya. —Y ya me encargué de él —agregó con una media sonrisa.
—No quiero saber que hiciste, pero también se lo merecía —dijo Regina apretando los labios.
—¡Por supuesto! Intentó cortarme el cabello —comenzó Reese volviendo a fruncir el ceño. Al oírlo, Regina levantó la cabeza para verlo con los ojos muy abiertos.
—Nooo —dijo juntando las cejas y ladeando la cabeza mientras llevaba las manos al cabello de Reese para acariciarlo. Entre tanto, él cerró los ojos con una sonrisa sin dientes, disfrutando las caricias. —Me encanta tu cabello de puercoespín —agregó jugando con su cabello, haciendo que Reese abriera los ojos para lanzarle una mirada de fastidio.
—Vas a pagar por eso —dijo Reese con una sonrisa traviesa, empujándola suavemente hacia la cama hasta hacerla caer debajo de él. Tomándola desprevenida, comenzó a besar su cuello a sabiendas de que la haría reír a carcajadas por las cosquillas que le daba.
—Lo siento, pero no puedo hacerlo por ahora—dijo Regina entre risas, tratando de alejarlo de su cuello.
—¿Cómo que no puedes? —preguntó Reese con tono de queja, permitiéndole apartarlo de su cuello para poder mirarla a los ojos. —Son las dos de la madrugada, nadie nos molestará y estamos en un lugar cómodo...
—No es eso... —lo interrumpió Regina, mirándolo apenada con una sonrisa de disculpa. —Estoy menstruando, no podremos intentarlo por una semana —explicó haciendo una mueca con los labios. Apenas la oyó, Reese dejó caer la cabeza sobre su pecho casi como si se hubiera desmayado. Al instante, Regina colocó una mano en su cabello para acariciarlo, tampoco estaba muy feliz con eso.
—Voy a matar a Dewey... —murmuró Reese entre dientes.
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Rapidinha com meu "irmão" na casa de praia (14-12-2024)
By; Jade
Oi, me chamo Jade, tenho 21 anos, acompanho o te contos a pouco mais de 1 ano, eu sou de Brasilia, mas moro em Fortaleza- Ce.
Assim, minha mãe se casou a 3 anos, e o meu padrasto tem um filho do seu primeiro casamento, ele tem 20 anos, e é bem gostoso. o fato de não sermos irmãos e estarmos sempre juntos, nos aproximou bastante e estamos sempre nos pegando e fodemos bem gostoso quando estamos sozinhos em casa.
Desde quarta feira passada estávamos na praia com a família (duas tias minhas que vinheram nos visitar, cerca de umas 8 pessoas contanto com os primos), então foi pouco espaço pra muito tesão. Passávamos o dia juntos com caricias rápidas, comportados mas se desejando.
Eu tinha passado o dia de biquini preto na praia, daqueles que marcam a minha bunda com excelência. Ele a todo momento demonstrava que me comeria sem dó. Sabe como provocar, em alguns momentos mostrava aquela rola dura de forma discreta.
Uns três dias só no beijo e aperto na bunda, quando ele tava dormindo no quarto eu saia de madrugada do que eu estava (dividia com 3 primas) e corria para o quarto dele e ia dormir de conchinha para sentir na medida certa, e corria de volta pro quarto por volta das 5;30 da manha). Já estávamos loucos.
No dia seguinte apareceu a oportunidade de ir para o banheiro juntos sem ninguém perceber. Fomos, com cuidado para não ver entrando juntos. Ligamos o chuveiro para fazer barulho e não se preocupamos com o tempo. Famintos por concluir o que corpo já estava pedindo.
Ele começou puxando meu cabelo, beijando minha boca, mordendo os lábios daquele jeito que só ele sabe fazer. Forçando meu pescoço contra a parede, perguntando se era isso que a puta dele queria. Eu não conseguia responder, estava sem ar. Já que não soltava o meu pescoço por nada.
Eu conseguia sentir o volume no short dele, fazia questão de esfregar para me ver ficando doida. Descia e beijava cada cantinho da minha buceta que já estava ficando encharcada pronta para receber o carinho que estava disposto a proporcionar.
Ele não resiste e começou a passar a mão no meu corpo, acariciando cada curva com muita atenção. Eu conseguia sentir pingar mas não podia colocar a mão, não era possível. Beijando como se estivesse com tempo de sobra e sem receios de alguém perceber (o que não era o caso). Ele tem o hábito de lamber por fora sem encostar na entrada molhada. Encostando a língua e sendo possível ver o líquido escorrendo.
Colocou uma perna minha apoiada no vaso e foi beijando mais forte para conseguir pegar o que era dele.
Chupou os dois primeiros dedos e introduziu, passando ao redor para sentir o quanto já estava inchada. Enquanto isso, era uma luta constante para ficar quieta e suspirar baixinho, pedindo para não parar.
Sabendo que fico alucinada em vê-lo se masturbando não hesitou, e tirou para fora massageando quase como um louco insaciável doido para meter.
Era possível ouvir as pessoas vez ou outra passando. Parece que isso aumentava a vontade de dar quietinha.
Já quase gozando, se levantou e me prensou na parede e fechou minha boca com a mão. Começou pincelando, sentindo o seu pau encharcando e por um deslize escorregando mais rápido para dentro, falando baixo no meu ouvido o quanto eu estava gostosa com aquele bikine e o quanto ele estava desejando me comer. Apertava meus seios e me fazia sentir todo o tesão que nele já estava acumulado. Começou a meter devagarzinho, enquanto me masturbava sem parar, a medida que minha velocidade aumentava, ele seguia o ritmo. Era uma sincronia perfeita.
Tenho o hábito que abrir a bunda literalmente para sentir o pau encaixando totalmente, enquanto ele passa a meter forte. Era difícil não anunciar que naquele banheiro estávamos tendo a rapidinha mais deliciosa.
Como eu disse, precisava ser uma rapidinha. Implorei para jogar a porra dentro enquanto eu gozava junto.
E foi um espetáculo. Eu podia sentir a porra escorrendo devagar, e quentinha! Com movimentos curtos dizíamos um para o outro o quanto estávamos sensíveis.
Ele me vira, me beija lentamente e me fala o quanto ama me comer. Arrepiada escrevendo esse conto!
Nos afastamos, eu rapidamente abaixei e abocanhei seu pau melado, mamei pra deixa-lo limpinho, dei um beijinho na cabeça bem gostoso como sempre faço na rola dele. Nos vestimos e saímos, ele foi pro quarto e eu corri pra fora.
Enviado ao Te Contos por Jade
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La película que pasa por mi mente cada que me voy a dormir es la experiencia misma de tus besos y las caricias en mi piel.
Joder, cada maldita noche que no estás.
~Nayeli AR
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Rum on a Fire - Enzo Vogrincic
+18! Dom!Enzo, biting, choking, creampie, dacrifilia, daddy kink, dirty talk, face sitting, fingering, sexo oral, sexo sin protección, size kink/size difference, spanking (sólo una vez), edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
El aroma del café persiste en la habitación, pero Enzo sólo percibe la fragancia de tu perfume y la sensación de tus dedos en su cabello. No tiene idea de cuánto tiempo lleva recostado en tu regazo, sólo sabe que está agotado y disfruta demasiado de tus caricias como para abandonar su lugar.
-¿De dónde sacaste las flores?
-De una maceta- contestás, como si no fuera más que obvio.
Emite un sonido de desaprobación y recordás la charla sobre no cortar flores ajenas, pero no dice nada más. Cuando cierra los ojos te deleitás con la imagen de sus pestañas oscuras y largas rozando su piel, la curva de su nariz y sus labios, que probablemente conservan el sabor del café y de su alfajor favorito.
Tus dedos comienzan a descender, delinean el puente de su nariz y la definida línea de su mandíbula para luego capturar su mentón con tu mano y acariciar su labio inferior con tu pulgar. Hace amague de morderte y el sonido que acompaña el gesto es enternecedor, pero sus movimientos letárgicos te permiten reaccionar a tiempo y escapar del juego que tanto adora.
Planta un beso en tu muslo, su mejilla reposando sobre este, y sentís la forma en que su mano acaricia tu piel con un toque casi imperceptible. Las yemas de sus dedos te provocan escalofríos y Enzo disfruta sentir que te estremecés, incluso si su intención sólo era mimarte para retribuir un poco de la atención que le brindás.
-Te extrañé- otro beso-. Mucho.
-Yo también te extrañé mucho.
Te dirige una mirada un tanto ambigua, en sus ojos una mezcla de timidez y algo más... Es algo oscuro, para nada inocente y con implicaciones que conocés a la perfección. Sus dedos se acercan más y más al interior sensible de tu muslo mientras deposita besos húmedos sobre tu pierna, sus dientes te rozan como una sutil amenaza y sus párpados se cierran por cuenta propia cuando comienza a sentirse embriagado de tu ser.
-¿Mucho…?- arquea una ceja. Contestás con un suspiro y sonríe contra tu piel.
Cada vez más desesperado, Enzo deja que sus dulces mimos se conviertan en un enérgico masaje y te provoca frotando tu ropa interior de manera superficial. Siente tu respiración acelerándose y la creciente inquietud que te generan sus acciones le fascina, pero no tanto como los gemidos que escapan de tu boca una vez que captura tu piel entre sus dientes y muerde con fuerza suficiente para dejar una huella.
Vuelve a besarte con suavidad, como si eso aliviara de alguna forma el incendio que provocó, y esta vez sus dedos presionan contra la tela ya humedecida que cubre tu intimidad. Suspira y alza la vista para encontrarse con que estás mordiéndote el labio y tus ojos están cerrados en un vano intento de contenerte, el control sobre tu cuerpo desvaneciéndose cada vez que su respiración cálida te golpea.
Enzo adora verte en tal estado, pero adora más saber que él es el único responsable.
Se reincorpora y te deja sobre su regazo sin esfuerzo alguno, la sorpresa robándote un pequeño grito y una risa. Sus manos encuentran su lugar debajo de la camiseta que tenés puesta para masajear tu cadera, tu cintura y tus costillas, donde dejan una sensación de cosquilleo. Te retorcés por el nerviosismo, al igual que cada vez que Enzo decide hacerte cosquillas, pero el movimiento sólo hace que tu centro entre en contacto con el bulto que deja ver su ropa interior.
Suspira y sus dedos se cierran sobre tu muñeca.
-Mirá cómo me ponés- coloca tu mano sobre su miembro cubierto, haciéndote gemir-. ¿Te gusta…?
-Mucho- confesás, tus dedos tirando de la cintura elástica de la prenda con anhelo.
-Mostrame entonces.
No perdés tiempo y liberás su miembro ardiente, tus dedos rozándolo con delicadeza antes de cerrarse sobre su extensión y comenzar a masturbarlo; Enzo inspira profundamente y cuando echa la cabeza hacia atrás un sonido gutural llega a tus oídos, acompañado por la imagen de una gota de líquido preseminal brillando en su punta y sus uñas casi enterrándose en tu cadera.
Continuás con los mismos movimientos, acariciás la punta con tu pulgar y te deleitás con las expresiones que se apoderan de su rostro y los sonidos involuntarios que emite ante tus caricias. Sentís sus manos sobre todo tu cuerpo, ansioso por más, por lo que decidís recostarte entre sus piernas y besar sus muslos y su cadera mientras trabajás para llevarlo hacia el borde del orgasmo.
Tu lengua recorre su miembro desde la base hasta su punta goteante y roja, tus labios cerrándose sobre esta mientras mantenés contacto visual con Enzo para poder ver la forma en que su rostro se transforma. Se muerde el labio y frunce el ceño, casi como si estuviera enojado, pero sus pupilas dilatadas y el brillo en sus ojos hacen que sus emociones sean más que evidentes para vos.
Una vez que comenzás a moverte, sus caderas reaccionan de manera automática y Enzo toma el control inconscientemente. Tus ojos se llenan de lágrimas debido a los reiterados golpes en el interior de tu boca y sus dedos tirando de tu cabello, uno que otro gemido dejándolo al ver la dificultad con que tomás sólo la mitad de su miembro en tu boca y cuán pequeña te ves entre sus piernas. Sólo cuando sus músculos se tensan decide liberarte, el hilo de saliva manchando tu mentón haciendo que se replantee su decisión.
Se deshace de su ropa y palmea su pecho tonificado con la clara intención de hacerte saber lo que quiere, pero te negás a causa de la vergüenza. Acorta la distancia entre ambos, una expresión preocupada en su rostro, y limpia con sus dedos el rastro de una lágrima.
-¿No querés...?
-Sí, quiero, pero…- tu voz se desvanece, pero Enzo ya sabe lo que ibas a decir.
Es consciente de lo mucho que te avergüenza tal posición, pero sabe que se debe más a la vulnerabilidad en la que te pondría dicha situación y no a la forma en que puedas verte ante sus ojos... También sabe que te encanta estar completamente a su merced, sometida a sus deseos y cediendo el control hasta ser un mar de lágrimas y súplicas.
-¿Color?- sus nudillos acarician tu mandíbula.
-Verde.
Te dedica una sonrisa antes de quitarte la ropa interior y moverte con facilidad para posicionarte sobre su rostro, sus manos acariciando tu cadera y sus labios depositando pequeños besos que alternan con mordidas inofensivas en tus piernas. Tomás aire y dejás caer un poco de tu peso, la calidez de su boca envolviéndote de inmediato y haciéndote gemir.
Estás completamente mojada y Enzo adora sentir tu esencia manchando sus labios y su lengua, que acaricia tus pliegues de manera experta hasta hacerte lloriquear. Disfruta la forma en que tus muslos suaves lo arropan y siente que podría morir al ver que tus dedos se cierran sobre tus pezones, notorios debido al color y la tela de tu camiseta. Sus labios se cierran sobre tu clítoris y succiona con fuerza, ganándose un grito ahogado de tu parte y confirmando que adoraría morir de esta forma.
Sus manos encuentran tu cadera y te fuerza a dejar caer todo tu peso sobre él, sus dientes rozando peligrosamente tu centro mientras continúa asaltándote con su lengua. Tus gemidos aumentan en volúmen, cada vez más constantes, y un hilo de palabras sin sentido surge de tus labios; logra distinguir su nombre y varias súplicas, pero el resto es un confuso producto de lo que el placer provoca en tu mente.
Te lleva al orgasmo sólo con su lengua y los sonidos obscenos que esta produce en contacto con tus pliegues y la humedad provocada por tu excitación. Recobrás un poco de fuerzas y te separás de su boca -un tanto sobre estimulada por sus labios que continúan besándote en todos los lugares posibles-, el brillo de tu liberación adornando su piel y una mueca de satisfacción u orgullo apoderándose de su rostro.
-Me encantás- da un beso a tu muslo-. ¿Puedo seguir...?
Te ayuda a recostarte y te sentís en trance al ver cómo pasa una mano por su cabello despeinado, tus ojos vidriosos siguiendo cada uno de sus movimientos hasta que se posiciona a tu lado y captura tus labios. El beso se torna intenso y su mano cerrándose sobre tu cuello no ayuda a calmar la sensación ardiente entre tus piernas, que sólo empeora cuando su lengua se cola en tu boca y sus dedos comienzan a ejercer presión.
No estás segura de qué provoca el leve aturdimiento que nubla tu mente, si es la restricción de oxígeno o la fuerza con la que Enzo te está besando, pero sus acciones se detienen antes de que pienses en advertirle. No tenés mucho tiempo para recuperarte antes de sentir sus dedos haciendo un glissando en dirección a tu centro, sus yemas deslizándose por tus pliegues y rodeando tu entrada, deleitándose al sentir que estás goteando.
Tu interior no opone resistencia alguna cuando introduce uno de sus dedos, la lentitud y profundidad de sus movimientos haciendo que tu respiración se entrecorte en un segundo. Cometés el error de mirar justo cuando su pulgar encuentra tu clítoris y comienza a masajearlo con círculos, el placer arrancando de tu garganta un gemido que borda lo pornográfico… Pero para Enzo no es suficiente, así que introduce otro dedo y acelera el ritmo.
El placer te desborda y los sonidos húmedos que llegan a tus oídos son tan indecentes como tus gemidos, que sólo actúan como fuel para las acciones de Enzo. Le encanta llevarte al borde, dejar que te pierdas por completo en las sensaciones mientras él se encarga del placer de ambos, saber que tu mente es una especie de boceto que él desdibuja hasta dejar en blanco.
-Papi…
Tu voz es poco más que un susurro, pero es suficiente para que te escuche. Sus dedos siguen asaltando tu interior mientras besa tu mejilla y repite palabras de aliento en tu oído, haciendo un esfuerzo inhumano por no frotar su miembro contra tu pierna cuando ve en tus ojos el reflejo de la desesperación y necesidad que sentís. Se lamenta cuando ve tus párpados caer, indicio de tu orgasmo desatándose, pero la imagen de tus pestañas brillantes por las lágrimas y tus dientes torturando tu labio le resulta celestial.
La tensión en tus músculos se disipa y tu cuerpo frágil reposa contra el suyo. Rodea tu cintura con su brazo y te atrae hacia su cuerpo aún más; tu espalda contra su pecho te permite sentir su respiración todavía acelerada y el calor que irradia su piel, pero este no se compara con el calor de su miembro aprisionado contra tu muslo, donde deja un rastro húmedo.
El particular sonido del lubricante llama tu atención y te preguntás en qué momento y de dónde lo sacó, pero sus dedos con producto frío en tu entrada hacen que te sobresaltes y te distraigas. Se disculpa y su voz ronca provoca un cosquilleo entre tus piernas, besa tu hombro mientras su punta acaricia tus pliegues y tu entrada antes de comenzar a introducirse en tu calidez.
-Papi- llorás, sensible ante el inevitable ardor de la penetración inicial.
-Ya sé, bebé, ya sé- dice en un intento de calmarte, regalándote un beso-. Estás muy apretada.
Sus movimientos son lentos y muerde tu hombro una vez que se adentra por completo, conteniendo sus deseos de forzarte a tomar sin protestar todo lo que él te ofrezca. Te da unos segundos para acostumbrarte a la intrusión, su mano acariciando tu cadera y luego dirigiéndose hacia tu clítoris, el contacto provocando que te contraigas alrededor de su miembro.
Comienza a acelerar su ritmo y no hay forma de que reprimas tus gemidos, tu cuerpo reaccionando por cuenta propia cuando sentís cada vena y surco de su miembro rozando tu interior mientras su punta abusa de tu cérvix reiteradamente. Su ataque sobre tu clítoris no se detiene, su lengua se desliza sobre la piel sensible de tu cuello y posteriormente sus dientes apresan el lóbulo de tu oreja. Llegás al clímax ahogando un grito en la almohada.
Te arrastra hacia el borde de la cama y te deja sobre tus rodillas, las sábanas revueltas en tu rostro amortiguando tus jadeos cuando su palma impacta contra tu piel al volver a penetrarte. El sonido de su piel colisionando con la tuya inunda la habitación y las palabras que te dirige se pierden en algún punto en el aire antes de llegar a tus oídos, que parecen estar cubiertos con algodón.
Sus estocadas son profundas y frenéticas, pero cuando siente su orgasmo aproximándose se detiene. Retira su miembro hasta dejar sólo la punta dentro y acaricia con su pulgar el borde de tu entrada, embelesado por la forma en que la fricción enrojece tu piel. Escucha tus súplicas por más, lo llamás papi una y otra vez en un intento de convencerlo por continuar, pero no cede.
-Estás desesperada, ¿no?- pregunta. Ya sea que negás o asentís, se inclina sobre tu cuerpo para poder tirar de tu cabello y continúa:- ¿Querés más, princesa?
Te aleja del colchón y encuentra una respuesta en el hilo de saliva que cae de tus labios, acompañado por las lágrimas que recorren tus mejillas antes de humedecer las sábanas. Abandona tu interior y te oye protestar, pero te calmás cuando te deja sobre tu espalda y posiciona su cuerpo sobre el tuyo.
Te obliga a ver la forma en que su miembro acaricia tus pliegues, enrojecidos y más que húmedos, pero apartás la vista para ver su rostro cuando vuelve a hundirse en tu interior: sus ojos están cerrados y sus labios entreabiertos dejan salir un sonido casi animal, su cabello despeinado enmarcando sus rasgos a la perfección.
Lleva tus piernas a sus hombros y utiliza un brazo para aprisionar tus muslos contra su abdomen, su otra mano ubicándose en tu abdomen bajo y ejerciendo presión para sentir cómo tu interior se amolda a él, la forma en que tu cuerpo lo recibe cada vez. La sensación es abrumadora y tus manos se mueven en todos los sentidos buscando aferrarse a algo -lo que sea- para poder sobrellevar el placer que te invade, pero sólo encontrás las margaritas desperdigadas en el espacio entre la almohada de Enzo y la tuya.
-Papi, por favor, ¿puedo…?
Asiente mientras besa tu tobillo, sus ojos abriéndose de inmediato para poder presenciar el espectáculo que le ofrecés cada vez que acabás. Masajeás tus pechos y pellizcás tus pezones, justo como él suele hacerlo, y cuando el orgasmo te golpea repetís su nombre entre balbuceos. El movimiento de sus caderas no cesa ni por un segundo y tu rostro se contrae en una mueca de algo similar al dolor, pero que Enzo reconoce como la prolongación tortuosa de tu orgasmo.
Estás a punto de rogarle, pero sus jadeos te interrumpen y la repentina brutalidad en sus embestidas hace imposible formular palabra alguna. Su cabello brilla bajo la luz y cubre parte de su rostro cuando sus dientes se cierran sobre tu pierna. Sentís el palpitar de su miembro en tu interior y recuperás la voz.
-Adentro, por favor.
-¿Sí? ¿Querés que te llene la conchita…?- cerrás los ojos, casi avergonzada por lo mucho que disfrutás oírlo expresarse de esa forma-. Dios…
Sentís el calor de su liberación salpicando tu interior y suspirás satisfecha, tus brazos separándose instintivamente para abrazarlo cuando se desmorona sobre tu cuerpo y su rostro busca refugio en el espacio de tu clavícula. Masajeás su espalda mientras su respiración vuelve a la normalidad y estás casi segura de que percibís los latidos de su corazón.
-Extrañaba tanto esto- comenta, alejándose para mirarte a los ojos-. No te das una idea.
-Yo también lo extrañaba- sonreís-. Pero…, ¿no tenías sueño vos?
Suelta una carcajada pero no responde, en su lugar se estira para tomar una margarita y colocarla sobre tu oreja. Besa tus ojos, tu nariz, y por último envuelve tus labios en un apasionado beso que te deja sin aire.
-Gracias por el café- apoya su frente sobre la tuya-. Me ayudó bastante.
Sabés que no se refiere al café.
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Be my Valentine
I've been anticipating this day for months, counting down each day, marking an X on the calendar every morning, as if I were a kid eagerly awaiting Christmas. I've planned it meticulously, wanting to ensure it's perfect, creating a memory that will last not just for you, but for myself as well. Just follow the trail of rose petals, and you'll discover your gift. “Of everything I know and love and treasure,It’s you, my love, who gives me perfect pleasure.I love your way with me, your touch, your kiss;To be with you is happiness and bliss.” -Joanna F. Will you be my Valentine?
***Complete 20 picture shoot available for free on my Patreon: https://www.patreon.com/posts/98486644 -------------------------------------------------------------------- Se mi san valentin Llevo meses anticipando este día, contando cada día, marcando una X en el calendario cada mañana, como si fuera una niña esperando ansiosamente la Navidad. Lo he planeado meticulosamente, queriendo asegurarme de que sea perfecto, creando un recuerdo que perdure no sólo para ti, sino también para mí. Simplemente sigue el rastro de los pétalos de rosa y descubrirás tu regalo. “De todo lo que sé, amo y eres un tesoro,
Eres tú, mi amor, quien me da el placer perfecto.
Amo tu forma de ser conmigo, tu caricia, tu beso;
Estar contigo es felicidad y dicha”. -Joanna F. ¿Quieres ser mi San Valentín? ***Sesión fotográfica completa de 20 fotos, disponible gratis en mi Patreon:
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