#beatriz estuvo divina
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buddyhollyscurls · 1 year ago
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literally i love that they both call each other Divine
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marii1953 · 4 years ago
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Dante y Beatriź. Beatriz, la mujer que llevó al poeta Dante al paraíso. Así empieza la "Divina Comedia", en un bosque oscuro y sobrenatural justo antes del amanecer del Viernes Santo de 1300. Dante Alighieri, el gran poeta florentino del Medievo, no sólo es su autor sino ese personaje que nos cuenta que se siente solo y asustado en esa oscuridad. La legendaria historia de amor de Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir Roxelana y Solimán "el Magnífico", la extraordinaria historia de amor entre una esclava y un poderoso sultán. Pronto, a petición de una mujer llamada Beatriz, el fantasma del poeta romano Virgilio vendrá a mostrarle el infierno. Y esa mujer llamada Beatriz tampoco es sólo un personaje en la que muchos consideran como una de las obras más sublimes de la literatura occidental. Le dice Dante más tarde, cuando la ve por primera vez, y cuenta que volvió a sentir la conocida "señal de la antigua llama". " Nuestro amor no es terrenal, porque este sentimiento es tan inmenso que no lo supera el amor de Dios por la humanidad ". Esa llama El amor que sintió Dante por su Beatriz era inmenso. La describía como "una dama tan bendecida y tan hermosa", cuya voz era "tierna, dulce y discreta. Una voz de ángel, una música propia". Y fue su gran inspiración; su musa. Lo curioso es que nunca estuvo realmente con ella . El poeta la vio por primera vez a la edad de 9 años -cuando ella tenía 8- en una reunión en el palacio del padre de Beatriz en Florencia. Ella tenía puesto un vestido carmesí y él quedó prendado, para siempre: "Desde ese momento en adelante, el amor gobernó mi alma". Desde esa ocasión, sólo se vieron un puñado de veces más . Una de esas veces, nueve años después de la primera, quedó plasmada en sus escritos y luego inspiró obras de arte. Tuvo lugar en una calle florentina por la que Beatriz iba caminando con otras dos mujeres. Ella lo saludó. Él se emocionó de tal manera que no pudo siquiera contestarle. Fin En ella describe sus encuentros, elogia su belleza y bondad, habla de los acontecimientos en sus vidas y detalla la intensidad de sus sentimientos . No pareció importarle que Beatriz se casara con uno de los hombres más influyentes de la ciudad, Simone de Bardi. Pero sí lo devastó su fallecimiento, a los 24 años en 1290; una muerte que Dante presintió -según relata- en un sueño : " Me pareció ver que poco a poco se enturbiaba el Sol, aparecían las estrellas y lloraban, que los pájaros caían volando por el aire y que la tierra temblaba. Un hombre descolorido y macilento se me apareció y me dijo: ' ¿ Q ué haces? ¿No sabes la noticia? Ha muerto tu dama, que era tan hermosa ' " . En "La vida nueva", a la noticia del fallecimiento, le siguen varios poemas sobre su dolor y, en el capítulo final, Dante se comprometió a no escribir nada más sobre Beatriz hasta poder escribir "sobre ella lo que no se ha escrito antes de ninguna mujer.
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therapyofletters · 6 years ago
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📚RECOMENDACIÓN DE FIN DE AÑO 📖 #terapiadeletras #2018 _ Este año estuvo lleno de cambios en mi vida, de mudanzas, de trabajo y nuevas experiencias que me llenaron de crecimiento pero que también me privaron de leer tanto como hubiese querido, este año solo les traigo dos recomendaciones pero valen mucho la pena: 👌 Comienzo por el último y es que EL INFIERNO DE GABRIEL🔥 escrito por @sylvainreynard es digno de atravesar cual Dante en busca de su Beatriz... Y es que esta lleno de referencias de La Divina Comedia y si alguna vez te interesaste por Dante y Virgilio pero nunca lo has leído, esta es una buena obra para que le termines de hincar el diente a ese clásico de clásicos. 📑 _ El Infierno de Gabriel nos narra la historia de #ElProfesor 🕶 Gabriel Emerson y su alumna Julianne mientras atraviesan sus infiernos personales; llena de referencias a la historia, el arte y la literatura, es una sobria y perfecta manera de llenarte de conocimiento pero sin dejar de ser una novela para jóvenes. La recomiendo totalmente para esas mentes que no se atreven aún a leer #LaIliada o a #Shakespeare, o que le temen a #Austen, este libro es un buen inicio para acercarte a lo clásico, a lo que alimenta el alma. 💞 _ Cargada de sexualidad y todo eso que en la actualidad es lo que "vende", pero sin dejar de ser clásica y algunos quizá verán sus obsesiones por la historia y el conocimiento como algo aburrido pero, NO, en esta novela son tan eruditos como algún día quiero llegar a ser. (Muy a lo Robert Lagdon 💕) _ Es una saga de 3 libros, y aunque no he terminado de leer el primero (ya casi) no quería dejar de recomendarlo porque hasta ahora me ha parecido muy bueno. Si deseas una copia digital no dudes en comentar 💬 y si lo leíste ¿qué te ha parecido? 👀 los leo. __ #elinfiernodegabriel #sylvainreynard #gabrielemerson #books #reading #newyear #libros #bookstagram (en Coro, Falcon) https://www.instagram.com/p/BsDiwB2Bu9o/?utm_source=ig_tumblr_share&igshid=1g0on5yfn6ujc
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hedonismoaudiovisual · 8 years ago
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[2] EPA CINE (24 al 28 de Mayo de 2017)
Viaje a la luna con musicalización en vivo (Ceremonia de clausura)
Otra joya histórica que deslumbró en el festival
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Después de la proyección entrañable de Nanuk, el esquimal, la ceremonia de clausura del evento abrió con otro film legendario del cine, Viaje a la luna (1902), de George Méliès. Si Flaherty es reconocido por los historiadores como el primer documentalista oficial del séptimo arte, Méliès es, a su vez, el fundador del cine de ficción y los efectos especiales. En esta copia restaurada y coloreada puede apreciarse la maestría del innovador francés para la realización de trucos y escenografías, dirección de actores y estructuración de un relato ficticio, todos aspectos que no habían sido explorados hasta ese momento.
El sonido en directo y el coloreado artesanal de la pieza presentada dotaron aún de mayor expresividad a esta obra cumbre y emblemática del mundo cinematográfico.
Nanuk, el esquimal + Música en vivo (Actividades especiales)
El encanto insustituible del cine
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Fue una noche conmovedora en el Cine-Teatro Helios de Ciudad Jardín. Por un lado, y pese al frío, cientos de personas confluyeron en una proyección de una película de 1922, demostrando que, en tiempos de torrents, Netflix o donde únicamente parecen tener éxito los grandes estrenos comerciales, todavía hay deseos de acercarse a una sala para disfrutar un clásico del cine mudo de hace casi un siglo. Por otra parte, el film exhibido, Nanuk, el esquimal, representa una obra maestra del séptimo arte, reconocido por muchos críticos como el primer largometraje documental en la historia del cine. Por si esto no alcanzara, la función estuvo acompañada por música en vivo con flautas, piano e instrumentos de percusión. Una celebración audiovisual que confirma la experiencia trascendental de contemplar las películas en pantalla grande y el encanto imperecedero de las obras clásicas.
Robert Flaherty estuvo dedicado más de una década a investigar sobre la vida de los esquimales del norte de Canadá. Atravesando diversas vicisitudes, logró estrenar Nanuk... después de un año de convivencia con una tribu del lugar, recopilando material valioso para su ópera prima. Tanto tiempo de trabajo se ve plasmado en un film glorioso, que no solamente da un testimonio antropológico de la supervivencia de estos individuos en un clima adverso sino que suma gracia, ternura y belleza a su narración. De esta forma, veremos a Nanuk, mujer e hijos, cazar animales, construir iglúes o dormir juntos dentro de un paisaje natural de un blanco imponente, flora y fauna autóctonas y situaciones cómicas que el protagonista potencia con su rostro expresivo en medio de la nieve.
Un registro exhaustivo y detallista (las escenas de construcción del iglú y de la caza de morsas son tan impactantes como extraordinarias) que se ve jerarquizado por el modo en que Flaherty ordena la historia, definiendo personajes y conflictos que vuelven la experiencia más dinámica tornando este documental excelso, por momentos, casi en una ficción. La música en vivo de la proyección reforzó con energía y sensibilidad las andanzas de estos esquimales que, perdidos en un extremo del planeta, entraron en la historia del arte y continúan emocionando a público de todo el mundo.
All the cities of the north (Competencia Internacional de largometrajes)
El reino de los iguales
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Los personajes de All the cities of the north (Dane Komljen, 2016) nunca hablan entre ellos. Se abrazan, caminan, duermen, comen y pasan largas horas juntos pero no conversan. Todo lo que se dice de manera manifiesta en este film es por medio de voces en off o palabras escritas en hojas de papel. Enunciados que potencian un discurso subyacente sobre el amor, la lealtad, el orden social y la política retratando a un grupo de individuos que vive en un complejo abandonado de la ex Yugoslavia.
Sin esclarecer si se trata de un documental o una ficción, el director bosnio presenta aquí una obra apaciguada, de una sensibilidad poderosa, colmada de escenas de gran belleza pictórica, sonidos melancólicos y una cámara íntima que por momentos da la impresión de acariciar los cuerpos de sus personajes. Pocas certezas argumentativas en una invitación a que el espectador realice sus propias elaboraciones de la trama a partir de estas imágenes preciosas escoltadas por exiguas palabras alegóricas.   
A este espacio desolado que habitan los protagonistas se suma además cierta incertidumbre sobre la situación de estos hombres que se alojan allí. ¿Son vagabundos? ¿Eligen estar ahí? ¿Están solos en el mundo? Una película que delibera sobre las diferencias de clases y la desigualdad entre gobernantes y gobernados, tomando siempre posición por los más débiles. Un largometraje, también, que a su clima de desamparo y orfandad le opone un tono esperanzador y refulgente al exhibir la humanidad de estos cuerpos que se acompañan, abrigan y comparten con serenidad sus días.  
Cae la noche en Bucarest (Foco retrospectiva Corneliu Porumboiu)
Romance y distancia en la cotidianidad de un rodaje
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Con el estreno de Graduación (Cristian Mungiu) hace un par de semanas, escribía en este espacio sobre el agraciado naturalismo que recubre al actual cine rumano. Y Cae la noche en Bucarest (Corneliu Porumboiu, 2013) se suma a esta serie de obras realistas, sobrias, sin hipérboles actorales ni argumentativas pero con una sensibilidad particular que las vuelve piezas únicas, singulares, verdaderas.
Con un puñado de encuadres fijos, planos medios y sin ningún tipo de música, Porumboiu construye un film tranquilo y reposado sobre un director cinematográfico que tiene un romance con una de las actrices secundarias de su película. Una puesta en abismo que mostrará a protagonistas que viven del cine, ensayan escenas, conversan en un auto y van a cenar a diversos restaurantes sin centralizar ningún conflicto específico. Esta cotidianidad presentada sin estridencias será acompañada por diálogos existencialistas, humor y un fuera de campo aludido con recurrencia en los sonidos de teléfonos que no se atienden. Estas tomas estáticas, la ausencia total de primeros planos y la frialdad de la paleta de colores refuerza a la vez esta idea de austeridad, de no potenciar artificialmente las vicisitudes de los personajes que vemos en escena.
"La sofisticación está en no fijarse primero en las formas, sino en el contenido", le dice Paul, el director, a su actriz/amante Alina mientras comparten comida china. La afirmación destinada a la gastronomía (los chinos serían más elevados porque primero se concentran en la comida y después en los instrumentos para comerla) parece ser también una metáfora del estilo de Porumboiu y sus contemporáneos rumanos. Un arte que jerarquiza las historias y las tramas por sobre cualquier mecanismo formal que pueda contaminarlas.  
Nadando en Mar del Plata; Una idea de la vida cotidiana; Trainspotter; Un bosque; La noche de San Juan y El infierno de Beatriz (Competencia nacional de cortometrajes 1)
Ciudades, bosques, diálogos y monólogos interiores
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Con seis obras heterogéneas que transitan el documental y la ficción, la primera selección de cortos de la competencia nacional del festival resultó una experiencia reveladora especialmente por producciones como Trainspotter, La noche de San Juan y El infierno de Beatriz.
Es la segunda vez que veo Trainspotter de Ignacio Masllorens tras su proyección en el reciente BAFICI y este documental acerca del compositor Antonín Dvořák y su fanatismo por los trenes cada vez me gusta más. La secuencia del recorrido del tren hasta Praga, los diferentes paisajes de la ciudad y la irrupción en el desenlace de la música del agasajado componen un cuento tan hermoso como sobrio. Otro documental sencillo y expresivo es Nadando en Mar del Plata (Flavia de la Fuente): sonidos de brazadas, agua, horizontes, edificios costeros y una ducha después de nadar construyen esta narración lúdica y personal sobre una de las pasiones manifiestas de la directora.
Continuando con los retratos de ciudades, resulta cautivante La noche de San Juan (Francisco Bouzas), testimonio de una festividad popular en Ciudad Oculta donde vemos el despliegue de distintos rituales de una celebración local que incluye religión, disfraces y fuego. La cámara en picado, casi cenital, de Bouzas presenta con naturalidad y dinamismo a sus homenajeados, acompañándolos en sus movimientos entrando y saliendo permanentemente de la pantalla. La música de Bach de fondo tiñe de un halo de santidad a los integrantes de una comunidad segregada, como transmitiendo un clima de piedad y comprensión por sus protagonistas.
Pasando a la ficción, la oscura Un bosque (Adriano Curci) reconstruye un trauma misterioso con la canción homónima de The Cure como leitmotiv mientas que Una idea de la vida cotidiana (Verónica Balduzzi) tiene en sus diálogos originales y absurdos sus atributos principales. 
Por último, El infierno de Beatriz (Marcos Migliavacca) entremezcla realidad y fábula en las vicisitudes y ansiedades de una directora de teatro para poner en escena un pasaje de La Divina Comedia al aire libre. Teatro dentro del cine y una actuación de la dramaturga Beatriz Catani que se vuelve hilarante gracias a su verosimilitud, monólogos internos y reflexiones en torno a su profesión y más allá de su actividad.          
By the time it gets dark (Competencia Internacional de largometrajes)
Fragmentos de historia y cine 
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La directora tailandesa Anocha Suwichakornpong manifestó que su segundo largometraje By the time it gets dark (2016) es su carta de amor al cine. En efecto, esta obra puede pensarse parcialmente como una reflexión singular sobre el arte cinematográfico tanto en su tema como en su representación, conformando una creación única, inclasificable, que seduce con ciertos tramos de climas íntimos muy bien logrados y pasajes visualmente placenteros que impactan en especial por su originalidad.
La filmación de un documental sobre el asesinato de cientos de estudiantes en una Universidad de Bangkok durante el golpe de Estado en 1976 funciona como punto de partida para este recorrido vagabundo que irá atravesando diversos surcos. El comienzo del film es quizás su aspecto más lineal desde lo narrativo presentando la relación de la directora del documental con una de las sobrevivientes de aquella dictadura, un vínculo retratado con respeto, sencillez y admiración en los flashbacks que recrean la juventud de la militante. Una casa en un bosque, árboles, confesiones, comida autóctona, canciones y luces de distinta intensidad cubrirán esta parte inicial de la película que es ya una gran puesta en abismo en tanto la propia Suwichakornpong filma a una realizadora de cine que entrevista con su cámara a una protagonista que dará vida a un largometraje.
Cine dentro del cine en un contenido que, súbitamente, transmutará hacia un relato menos comprensible, más metafórico y que roza lo experimental. Suwichakornpong, con destreza y evocando la modalidad de su colega Hong Sang-soo de repetir las mismas escenas con algunas diferencias, conducirá al espectador del bosque a la ciudad, exhibirá jóvenes y muertes actuales y dejará para el público la tarea de conectar los hechos ocurridos cuarenta años atrás con lo que muestra en el presente. Aquí, y desde la puesta en escena, su miramiento al cine se verá plasmado en el seguimiento de un joven actor de películas, la  presencia de un mini-film antiguo en blanco y negro, planos en Súper 8, glitches visuales multicolores y una variedad de estilos que logran un contraste poderoso y magnético.
Destacando esta emancipación artística y poética, queda la impresión que con menos secuencias confusas y hasta crípticas, By the time it gets dark podría haber tenido un resultado todavía más satisfactorio. Con todo, estamos ante una obra atrayente, diversa, que cruza espacios y tiempos valiéndose de la consabida potencialidad del cine para evocar hechos del pasado desde la actualidad pero sumándole una mirada bella, cálida y por sobre todo libre, personal.
Por Gabriel Yurdurukian.
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me-motherfuckers · 8 years ago
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La biblioteca del infinito
¿Mentir? ¿para qué les voy mentir? Sí, las drogas corrían una maratón por mis venas y la consciencia poco podía hacer para hacerle frente a la hemorragia idealista que tenia mi cerebro en aquel preciso instante. Sentado en la áspera esquina de una calle, esperando a que mis compañeros de aventura se reanimaran en la búsqueda insaciable de experiencias. Llamó —como un zumbido que irrumpe en una tarde callada— mi atención la espectacular valla publicitaria que estaba justo enfrente de mí, poniendo en tela de duda la existencia entera y dando una duda eterna de si habría alguna vez un motivo para existir. Deconstrucción, eso era lo que sucedía, deconstruía con avispada avidez todo lo que se ponía ante mis ojos. Los anuncios, los llamativos rótulos que llamaban con sus ostentosas luces de neon; aquellas marcas que incluso antes de mi fecundación ya habían estado allí, esas que no ocupaban luces pomposas para traer clientes, sino que se dedicaban a utilizar refinadas letras simplistas para transmitir un mensaje de elegancia y experiencia. En lugar de las luces cegadoras que prometían un mundo nuevo, una experiencia nueva. Los anuncios, aludían a nuestros miedos más profundos de maneras tan sutiles que en nuestro cotidiano vivir sería imposible avistar el truco a menos que pudiésemos detenernos por unos cuantos minutos enfrente de ellos. Pero no hay tiempo, se acaba el tiempo, siempre corriendo, siempre tarde para todo lado al que que vayamos. ¿Somos realmente libres? ¿somos dueños de nuestro propio destino? ¿voy a ser feliz? ¿alguien me va amar?; prometían con desfachatez que su producto me iba a llevar hasta donde yo quería, a lo que yo deseaba. ¿Deseas volar?, no importa, puedes volar con internet rápido. ¿Quieres ser amado?, esta bebida, como una poción de cuentos de hada, te hará orbitar la estrella del amor cariño. Pero aquella valla, una simple valla que invitaba a conocer un lugar especifico, una playa tal vez, tal vez estábamos cerca de aquella playa o en ruta a esta, eso no era importante. Lo importante era esa pregunta, parecía una pregunta sencilla, pero no lo era, probablemente nadie en aquella calle tenia esa respuesta; quizá nadie en el mundo entero la tenia, pero no se podía pecar de pesimista, podría haber alguien por allí que la tuviera; como quien posee una hermosa flor, y no la divulga ni la empobrece con la exhibición extrema, sino que la guarda con su corazón y se deja la verdadera belleza para si, y aquellos que le siguen. ¿Hacia donde vas?, preguntaba la valla con la cara de un joven adulto con un poco de bello facial debajo del labio inferior y un frondoso bigote debajo de unos anteojos oscuros. Se podía observar el sudor corriendo por su piel, mientras con su mano hacia una señal positiva que contagiaba a todos aquellos que le acompañaban en aquella valla. Esa valla, estúpida valla, mal habida, no debía estar ahí, ¿por qué tardaban tanto mis compañeros? ¿qué tanto podrían estar haciendo?, ocupaba salir del trance. ¿Para donde vas?, el cerebro en marcha, acelerado, corriendo como un corcel en campo abierto, que atisba con su vista la libertad y la siente en los huesos cuando el delicioso viento acomete contra estos. La valla, tenia un bombillo blanco, resplandeciente, demasiado, me turbaba la vista y al mismo tiempo me atrapaba como una mosca. No podía resistirme, mi mirada una y otra vez se veía atraída hacia donde la luz se encontraba. Como el acercamiento de una cámara, mi cerebro se enfoco en aquella luz y inhibió todo lo que la rodeaba. Lentamente, lo único que podía ver era luz blanca. Luz blanca, sí, luz blanca, escandalosa y asoladora luz blanca. ¿Qué esta pasando, donde estoy?, luz blanca, es todo lo que a mí alrededor se encuentra, el brillo de la ausencia de algo que nunca estuvo allí y que al parecer lo había imaginado todo por completo. Camino, camino y lo sigo haciendo, no hay nada enfrente, no hay nada atrás; incluso se me imposibilita saber si en verdad me he movido, todo parece un sueño. El movimiento no puede ser registrado por la mente, si no existen puntos diferentes que me hagan saber que fui de uno al otro, la continuidad se suspende en la ausencia del espacio, el tiempo no es nada sin este, y este, sin aquel, sigue siendo espacio, estático pero espacio. Me siento, y pasa el tiempo, pero solo en mi anillo, este se añeja, se herrumbra, se corroe y se convierte en polvo, todo en ¿instantes?, ¿como podría llamar y diagnosticar el tiempo si no hay una referencia? ¿viví acaso un millón de años y no los vi pasar ante mis ojos? Un día son mil años y mil años son un día. Soy dios, me he convertido en dios, soy el dios de nada, puesto que la nada es exactamente lo que tengo y merezco. La ausencia de paisaje me pone en perspectiva, ¿qué esta pasando en el mundo real? ¿es acaso relevante en esta nada? ¿podría seguir existiendo con semejante revelación? Mi cabeza esta corriendo, no puede más, siento que me voy a dormir, pero no se qué pasara si me duermo; puedo amanecer con mis ojos puestos en una nueva civilización, en una nueva forma de vida concebida en la utópica mente de aquel que decidió que el mundo por el que accedí esta divina experiencia esta demasiado podrido y corroído. No hay salvación, la única respuesta es la nada y su impetuosa magnanimidad. Siento que me desplomó, que me desvanezco, siento que voy hacia aquella realidad, de la que he salido, pero ha pasado tanto tiempo, ¿como puedo volver allá?. Mis padres deben de haber muerto, mi perro, espero que que Beatriz juegue con él y su juguete preferido. Beatriz, mi amada, debe haber seguido su vida, debió de haber encontrado a alguien que la hiciera más feliz. Ella lo merecía, yo me fui, a esta gloriosa nada, aquí me vine y no volví. No quiero irme. —Él que sea que es trascendente a esto, si puede escucharme, no quiero irme, no dejen que me vaya. La quietud es hermosa, no quiero volver a la desgracia del mañana, aquí en esta isla del tiempo me quiero quedar, siendo completamente ajeno a la desgracia que azota a la humanidad—. No, ante mi, allá, hay algo, una sombra, ha pasado tanto tiempo desde que olvidé todo, desde que algo apareció en esta nada. Mi cuerpo se ha extinguido y todo me parece no familiar, ninguno de mis recuerdos es algo entero; impávidos, así son mis recuerdos, carecen de forma y de sustancia. Para este momento son simples retazos de la vida que en algún momento lleve. La sombra, se acerca, es real, la nada, la nada tiene algo afuera de mí; ¿me estaré volviendo loco? ¿la soledad habrá traído la inesperada visita de la histeria? —Vete de aquí desdichada sombra, no vengáis a interrumpir mi sagrada quietud, ¿no podéis ver que en ella estoy contento?; no quiero saber del mundo que deje atrás, de esa triste realidad con dioses ajenos a esta majestuosa nada, de ese mundo no me hagáis llegar nuevas, puesto que las desprecio—. La sombra no se inmuta ante mi estruendosa voz; hacia tanto tiempo que no hablaba, mi voz es como un trueno, ¿acaso seré yo dios?, voz de trueno, ajeno a todo lo que acomete la carne del hombre. Me convertí en dios, por hoy, que pueden ser millones de años; puede que hayan sucedido mil vidas humanas y mi cuerpo este allí, aparcado en el mismo sitio. Tengo que regresar, la sombra, esta desdichada sombra, me ha traído el despreciable regalo de la zozobra, poco puedo hacer para mitigar tal sensación. Y ahora, mi templo ha sido profanado, no puedo quedarme aquí por mucho tiempo. Renunciare a mi titulo de dios y volveré a mi cuerpo, allí me esperan mis padres, mi amada Beatriz y mi querido perro; moverá su cola y Beatriz me dará un beso apenas entre por el umbral de nuestra bella casa. La recuerdo, la casa, como si estuviera en ella, los cuadros de Don Quijote, el esplendoroso desierto de Atacama capturado en el bello arte de un lienzo. Me encuentro sentado en la consciencia de aquel que prestó su talento para tan magnifica y subestimada obra de arte. Me levanto, me miro en un espejo y en él puedo ver el tiempo pasando, hasta que mi cuerpo decae, y vuelvo a ver mi cuadro y allí me transporto. Estoy en el desierto, el árido viento azota mi cara y el devastador sol da latigazos a mi desnuda espalda. Vuelvo mi mirada al cielo, la estrella conocida como “El Sol” me ciega la vista con su espectacular brillo. Y estoy de nuevo en la nada, luz blanca. Pero la terrible sombra, ella no se ha ido, inmutable sombra que la desgraciada ansia trae, no se va, no se mueve y peor aún, no expresa nada. Su mera existencia me hace querer arrancarme el cabello; ¿cabello?, si cabello. Tomo uno de mi cabeza y lo extraigo, lo veo y en él, puedo verme, corriendo una maratón; y en otra sección, me veo comiendo una tranquila cena, pero de alguna manera se que la carne es… la carne es humana, me estoy comiendo el hígado de alguien que estuvo vivo; él pudo tener una experiencia similar a esta, y ahora yo le como, en una sección de uno de mis cabellos. —¡Vuelve!—. Profunda voz, superando la mía por completo, me llama con esa sola palabra, “vuelve”. Ya no estoy en la hebra de cabello; estoy en la nada, otra vez, esta vez no hay una sombra. Hay una esfera, es gris, casi confundible con el glorioso blanco de la ausencia de algo que nunca estuvo y que ya no estará. La esfera, ella me habla y me dice que le siga, no se como, pero le sigo. Parece que nos movemos por una banda, no recuerdo la sensación de caminar, solo me muevo, en la nada he transcendido mi cuerpo físico y mi mente sigue la esfera. Ante mi se erigen enormes estantes, inconmensurables, incontables, en una torre que la vista no me deja encontrar fin. Le pregunto a la esfera qué es lo que se encuentra ante mí. Y esta responde con calma y tiempo perfecto. —Son vidas, miles de millones de vidas, todas escritas y puestas en libros. Esta es la biblioteca del infinito, aquí están todas las vidas habidas, que están ocurriendo y que ocurrirán. Pero eso seria caer en una vaguedad, puesto que como ya habéis descubierto, el tiempo no ha tenido relevancia en esta experiencia, ni la tendrá. Estas son las vidas, y simplemente son eso, vidas, no son creadas, no son exterminadas, simplemente el azar y la voluntad obran sobre ellas—. — ¿Y quién sois vos?— le pregunto con intriga. —Yo soy la verdad. Soy lo único que ninguna vida podrá encontrar nunca, soy la guardiana de la biblioteca del infinito—. No estoy interesado en conocer la verdad, para mi, la verdad ha estado en mi todo este tiempo, desde que entre en el dulce templo de la nada, esta se ha vuelto mi verdad y nada me importa afuera de esta. —¿Por qué me habéis sacado del glorioso sueño eterno en el que me hallaba?—. —Una elección—. —¿Una elección?— le pregunto atónito. —Sí, una elección necesaria. Se ha puesto ante ti, la muerte y la vida y no han decidido estas quien se quedara contigo—. —¿Y ahora, debo yo decidir mi destino?—. La esfera no contesto nada, lo que fue igual a asentir. —Es un honor, y no uno sencillo, seré yo tu guía en esta elección y seré completamente imparcial al respecto—. Tomo uno de los libros y me lo dio. Yo le abrí; allí como en una caricatura, soy sometido a la realidad que este me presenta. Entro, sigiloso a mi casa, vuelvo a ver el reloj, son las tres de la mañana, giro el picaporte y este emite un sonoro chirrido que es la causa de mi perdición. En un sillón, me espera mi esposa, pero esta no es Beatriz, de alguna forma se que se llama Paula, y ella me ama, siempre me amo y lo hará por siempre; pero yo no le amo a ella. Nunca lo hice, ni nunca lo haré, ella me grita, con lagrimas en los ojos, su dolor es evidente y hasta cierto punto me es placentero. Lo único que amo es la idea de que su amor por mi es tan fuerte que la esta matando. Ella me reclama el engaño que tuve y que aun sostengo acerca de mi aventura con mi jefe, ella piensa que es mi secretaria. Poco sabe de mi placer por los hombres, y probablemente nunca lo sabrá, es riesgoso, nunca nadie lo sabrá; me llevare a mi tumba mi homosexualidad. Entro en la alcoba de mi hija, ella es el amor de mi vida, por encima de cualquier hombre o ser, ella, mi pequeña, es mi sol. Ella crecerá para ser abogada y morirá a los 43 años. Víctima de un sicario que la matara por saber demasiado. La mujer que intenta evitar que la toque, ella morirá en 20 minutos, cuando un paro cardiaco fatal le reviente el corazón. Estoy en el hospital, no puedo llorar, sus padres están aquí, y ellos lo saben, saben que no estoy sufriendo, que estoy respirando hondo; como quien se quita un gran peso de encima y se recuesta bajo la sombra de una palma. Así respiro, mi hija me pregunta —¿qué le ha sucedido a mami?—. No puedo responder, no tengo una respuesta, no lo voy a hacer, no la voy a engañar. Mi jefe, después de un año de relación me esta diciendo que no puede seguir con la “farsa” —sí, así se atreve a llamarla—, dice que quiere arreglar su matrimonio. Yo no lloro, no imploro, al parecer estoy muerto por dentro. Veo a mi hija irse para la universidad, hay un hombre, este la golpea, ella se esta yendo. Esta en mi regazo, esta llorando, yo tengo algo; un doctor, me esta diciendo algo, algo que no soy capaz de descifrar, me estoy muriendo. Tengo cáncer de estomago, hizo metástasis y ahora me estoy muriendo. Estoy en una caja, estoy muerto, y me dejan caer, a un hueco en donde mi carne se desvanecerá y será comida por gusanos. Soy polvo, y ahora estoy flotando. Se cierra el libro. Estoy en una calle, mis pies, están demacrados por la cruel lastrada, en estos, se pueden ver resquebrajas de mi piel, como si alguien hubiera hundido un cuchillo en estas y hubieran dejado allí el arma para que mi cuerpo cicatrizara alrededor de la herida. Mis uñas, están largas, más de lo normal y están urgentemente sucias. Mi cuerpo esta pegajoso, más que pegajoso está en un estado de desaseo desesperante; pero poca relevancia tiene. El hambre es el instinto predominante, antes que el frío y la suciedad, el hambre le gana a todas. Nunca antes había podido experimentar semejante sensación, mi estomago es un ente separado de mi. Él esta en procura de alimento y controla mis acciones, incluso mis pensamientos. Estoy al borde de un abismo, estoy consciente de que matar a alguien es una opción, y que es valedera. Mi cuerpo ni siquiera se inmuta en pasar por las aduanas de la moral, porque el hambre ha llegado a ser el comandante en jefe. Como una revolución, así se siente; el hambre es el pueblo y la razón y la moral son el gobierno. Me levanto en procura de comida, busco en los basureros, la desesperación crece. Él, se encontró con un pedazo de pan, es bastante grande. Tal vez si le muestro debilidad se compadezca de mi, cualquier cosa, aunque sea una borona, seria un manjar soñado en este momento. Pero él se niega, es vil ser, que no se compadece de las cosas que le pasan a sus semejantes. Yo en su lugar, compartiría, o al menos eso me gusta pensar. La rabia, me invade el cerebro; el hambre es un comandante en jefe brutal. No tiene escrúpulos para ceder ante la violencia. Ya todo estaba planeado, un golpe en la cara y uno en la entrepierna, me llevare tan solo la mitad de este pan. Dolor, punzante agonía se dispara por mis centrales nerviosas. Una navaja, esta en mi pulmón, él la saca y corre con el miserable pedazo de pan, causa de tantos males. Caigo al suelo, no puedo respirar, el aire entra pero parece no llegar; es como morir con la cura dentro del sistema. Mientras me desangro, recuerdo mis desgracias y mis victorias. Me gradué de la universidad a los 23; mi primer trabajo a los 24. A los 25 lo perdí y mi desgracia fue una espiral hasta el fondo en el que hoy me encuentro. La desesperación me llevo a la botella y esta me llevo a cuestiones fuertes. Mis amigos desaparecieron, los he visto un par de veces, pasan al otro lado de la calle; no se si están conscientes de mi existencia. Mientras entro a la santa muerte me pregunto quien es el responsable de mi desgracia. Yo hice todo lo que se me pidió; una escuela, una universidad, un trabajo. Quería una familia, pero no llegue allí. Siento que el sistema es culpable tanto como yo de mi muerte, yo hice todo lo que me pidió, y este me dio la espalda. No escapo de mi culpa, no la entierro, pero los demás si lo hacen, entierran su indiferencia. El aire se acabó, mi cerebro esta muriendo y mi vista empieza a fallar. Tomo un ultimo respiro y me voy, soy polvo y floto; el libro se cierra. —Un banquete para deleitarse—, me dice La Verdad; yo tomo otro libro y le abro. Estoy en mi casa, mi verdadera casa, entro a mi alcoba y allí esta mi hermano, él esta masturbándose y yo le sorprendo. Su cara se ruboriza y yo me río a carcajadas. Es navidad, Leo ha traído a su novia y su novia es Beatriz, mi corazón late de manera salvaje; como las pesuñas retumban en el suelo que recorren los potros salvajes, así late mi corazón. Estoy entrando a mi alcoba, ellos están teniendo coito, yo estoy cansado y drogado, entro a mi cama. Beatriz se pone su blusa café y su pantalón y sale de la habitación. Mi hermano me esta gritando, yo le hago caso omiso. Mi hermano esta en cama, su cuerpo esta débil y su tez es blanca como la porcelana; el doctor dice que no le queda mucho tiempo. El tiene SIDA, lo contrajo en su viaje a Amsterdam, y se lo contagio a Beatriz, ella esta menos avanzada, aun tiene esperanza. Mi hermano esta muerto, y yo amo a Beatriz, ella me ama de vuelta; y yo le cuido el resto de sus días. Ella muere, 10 años después que mi hermano. Estoy en la mitad de mi vida y me encuentro perdido, estoy vagando, borracho por las calles de Buenos Aires, soy un escritor famoso y nadie me ama ni yo amo nada de vuelta. No olvidare a Beatriz nunca y ella se ha ido. Tengo 58 años, la bebida ha sido mi compañera durante tanto tiempo. Divago por las calles, hasta que un funesto conductor me atropella y muero. Soy polvo y floto; se cierra el libro. Tomo otro más, estoy en una casa, oscura y tenebrosa, es mi casa. Abro una puerta, y hay unas escaleras, tropiezo y muero. Soy polvo y floto; se cierra el libro. Uno más; estoy en mi casa, enfrente mío se encuentra el magnánimo océano, las olas se oyen por encima de cualquier murmullo. Estoy en la playa, allí, una niña de tan solo nueve años esta tomando el sol, tengo una erección. Me repudio, se que estoy enfermo, ¿pero como decirle a mi madre?, ¿como le digo a mi padre?. Me odio, me detesto, me miro al espejo y tengo ganas de golpearme. Pero no se como parar la sensación. ¿Tal vez, si satisfago el impulso una única vez?. No, desquiciado, que seria de mi vida si se dieran cuenta. Estoy en un parque, veo niños correr a lo lejos. Una niña, patea un balón hacia mi dirección; ella esta jugando con su padre y el viene hacia mi corriendo. Es tarde, él lo va a observar; entro en pánico e intento irme, pero es tarde él esta enterado. Me persigue, y me empuja, yo le digo, —por favor, no es mi intención, se que soy un monstruo—. Él esta airado, la cólera le surca las venas. Tiene un arma, Dios, tiene un arma. Él la saca y la descarga en mi cabeza. Soy polvo y floto; se cierra el libro. —¿Qué es esto?—, le pregunto atónito a La Verdad, esta me responde. — Son vidas, todas las vidas están aquí, y todas son una sola. Hasta ahora, has visto cuatro vidas ajenas, en puntos cruciales de sus vidas y una vida tuya en la que tu hermano Leo si nació y Beatriz murió por su causa. Si leyeras todos estos libros, podrías ver el porvenir y el pasado, y habitar en este. Porque aquí yacen todas las vidas, y todas las posibilidades de esas vidas. Jamás terminarías de leer, si a eso te dedicaras. El conjunto de todas estas vidas soy yo, La Verdad; esta es mi manifestación física. Toma, mira este libro. Estoy sentado en la áspera esquina de la calle, Miguel, me toca el hombro y me da los dulces que le pedí, yo le doy las gracias y le digo que tuve el viaje más extraño jamás acontecido; le cuento de mis aventuras en la nada y este se ríe conmigo de lo tonto que suena eso. Emprendemos hacia el porvenir, esperando lo que traiga la noche. Son las cuatro de la mañana, estoy enfrente de la puerta de mi apartamento. Entro y allí esta mi perro Agamenón, este me saluda con ávida cola y patas, lanza un ladrido que reprimo de inmediato con mi mano. Pero es tarde, Beatriz se ha despertado; ella se asoma por la puerta, esta en su suéter de dormir y es bella, como la nieve que cae en invierno, así de bella. Sus medias altas de lana están por encima de la rodilla y solo dejan ver parte de sus escandalosamente blancos muslos. Tiene un moño desdeñado en la cabeza y aun así, es mi peinado favorito de ella. Estamos en Buenos Aires, tomando café en una esquina olvidada. Estamos en Paris, tenemos 34 y 33 respectivamente. Entramos a nuestra casa en Paris y allí estaba Orestes, heredero de el querido Agamenón Atrida, que había perecido ya hacia cuatro años. Me senté a escribir una carta para mi madre, y en ella puse una foto de los tres; Orestes, Beatriz y yo. Salí a ponerla en el correo, allí me encontré a Miguel, que estaba en su luna de miel, con Sabana, su amor eterno, los felicite y les invite a visitarme. Era navidad, estaba en casa, en mi casa de infancia. Mi padre estaba enfermo, y mi madre estaba deprimida. Era la cena, nadie sonreía y todos tenían la inconfundible cara de la agonía en su rostros. Papá había muerto, estaba en su funeral, a los 65 años se había ido. Más tarde, 5 años para ser exactos, se había ido mi madre. Era mi cumpleaños 50, solo estaba Beatriz conmigo y mi vida estaba en perspectiva. Se cerró el libro. Se abrió otro libro enfrente de mí. En esta ocasión, me encontraba yo dentro del recipiente que ahora comprendía era mi cuerpo. Atrás de mí, comenzó —de la forma más estruendosa y apabullante— a sonar un órgano. Mi cuerpo, comenzó a levitar, y mi cabeza comenzó a vibrar. Cada vez que el órgano tocaba una nota nueva, era yo capaz de sentir mi alma siendo arrancada del envase que era mi cuerpo. La única sensación que podía yo comparar con esta, era la de encontrarse en un estado perpetuo de caída, donde la gravedad juega un papel esencial en el vacío que se produce en el estomago. Esto, se sentía de la misma manera, pero la sensación era en el pecho, allí se formaba el vacío que producía mi alma y su abandono. Enfrente de mi se encontraba Beatriz; de alguna manera sabia yo, que su amor por mi se había desaparecido y que poco interés tenia por la vida que pretendía yo, construir a su lado. Ella, estaba despierta en su cama, volvía a ver el reloj y la foto que se encontraba justo al lado, y daba un gran suspiro. Era navidad, podía ver su teléfono, estaba hablando con Alvaro; no sabia y si sabia, quien era Alvaro. Ella estaba en un viaje de negocios, y estaba en un hotel; él se la estaba cogiendo y ella estaba maravillada. Ella le decía que era cuestión de tiempo para que me dejara, ella le decía que lo amaba. En marzo, se casó; se fueron de luna de miel para Estocolmo. En febrero, nació su primer hijo, se llamaba Daniel. En Julio nació su hija Emilia. Yo estaba en mi casa, solo. Salía y conocía gente; pero cuando llegaba a mi casa, me sentía pavorosamente solo. Probé la heroína y en cuestión de meses estaba sobre el cohete de la adicción. Había vendido la tele, mis libros, había perdido el trabajo y la casa estaba hecha una mugre. Mi cara estaba deteriorada y mis ojos eran opacos, como si la vida que en ellos residía, hubiera decidido jubilarse a temprana edad. En Agosto me informaron de la cirrosis, estaba en paso de muerte y no tenia ni donde caer muerto. Decidí irme por la puerta grande, tomé una soga y la guinde en una viga; no deje nota, eso es para aquellos que se arrepienten de su muerte en el ultimo segundo. Soy polvo y floto; se cierra el libro. La esfera, esta enfrente mío, esta vez esta brillando y mientras el órgano suena a mis espaldas declama. —Si persiguiereis la vida, estaréis atada a su incertidumbre y a su zozobra, hasta el día en que volváis a morir. De tu vida nada podéis saber que no sepáis ya y de esta experiencia, solo la resplandeciente luz habréis de recordar. Si persiguiereis la muerte, ya sabréis que es lo que se acometerá sobre tu consciencia. Habéis estado en la dulce muerte por tan solo dos minutos, y allí habéis olvidado casi todo lo que erais y lo que era vuestra vida. Porque eso es la muerte, volver a perder la realidad de uno mismo. La vida no es más que una gran manifestación de la muerte; esta es tan solo un instrumento para llegar a ella. Porque todos son parte de lo mismo, toda la biblioteca esta conformada de vidas que al final del camino se unirán en la bella muerte. Yo soy la verdad y la única verdad es la muerte. Y en la dulce muerte, como un niño que aun no conoce la individualidad y es ignorante al dolor y la desgracia de estar solo en la subjetividad. Así, viviremos para siempre, sumergidos en la única objetividad que es posible concebir; la subjetividad de uno mismo, sujeta a la experiencia subjetiva de infinitos individuos. Rendido, con lagrimas en los ojos; caigo sobre mis rodillas y me humillo ante el único dios que conozco ahora. —Bella y lustrosa muerte, me habéis mostrado la dualidad de la vida, la incertidumbre de esta y el infortunio de los incomprendidos. Y en esta hermosa experiencia he decido quedarme. Poco importan los que vivos están, puesto que al final del camino en la dulce muerte les volveré a encontrar. La magnánima certidumbre de morir me ha llenado el corazón y me ha despojado de las tormentosas dudas del porvenir. ¡Pobres aquellas almas que están privadas de tales revelaciones, puesto que no saben la dulce fuente que es la inevitable muerte! Déjeseme aquí si así es la voluntad. Puesto que aquí he encontrado la verdadera felicidad. Que se olviden de mi, que no me recuerden, que me lloren o que no lo hagan; poco me interesa si el consuelo de la verdad esta conmigo. Revelación resplandeciente he encontrado en mi muerte—. El órgano se detuvo y grite con todas mis fuerzas. —¡Es clara mi elección, aquí, con la verdad de testigo, he elegido a la muerte como mi destino!—. Luz blanca. *Para algún seguidor de habla hispana. Si leyeron esto, se los agradezco... puede que lo odien, puede que lo amen. Y ambas opciones son válidas. Este cuento lo pongo aquí, solo para no tenerlo más atrapado en mi biblioteca de cuentos. Pero no espero nada de él, más que su libertad*.
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audiolibrocom · 8 years ago
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Sonata de primavera
Sonatas Ramón María del Valle-Inclán Sonata de Primavera Voz: Carlos Alberto Lara Carranza Duración: 2 Horas 24 Minutos Selección Musical: Gelosoft FX: Audio-libro.com
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Ramón María del Valle-Inclán
Nacido en Vilanova de Arousa, Pontevedra, en octubre de 1866, Ramón Valle Peña más conocido como Ramón del Valle-Inclán, es uno de los autores más importantes, influyentes y carismáticos de la Literatura Española.
La vida de Ramón estuvo orientada desde sus inicios por una clara vocación literaria y aventurera. Abandonó las rías gallegas para estudiar Derecho en Santiago pero poco después se embarcó rumbo a México para hacer periodismo. Intensos años, no exentos de peligros y an��cdotas, marcarían y enriquecerían el talento artístico y literario del joven autor.
Valle-Inclán vuelve a España transformado, con barba larga y un poncho, que años más tarde sería reemplazado por una capa. En Madrid vive una vida “bohemia” carente de lujos y acude a las tertulias como las del Nuevo Café de la Montaña, también conocido como el Café Imperial. Coincide con muchos autores como Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Azorín, Jacinto Benavente o Manuel Bueno Bengoechea con el que tuvo una discusión muy acalorada que tuvo como consecuencia la pérdida de su brazo izquierdo.
La obra literaria de Valle-Inclán es extensa e incluso compleja. Ha cultivado la narrativa, la poesía, el ensayo, el periodismo, la política, ha escrito crónicas de guerra e incluso ha traducido textos en francés, italiano y portugués. Con respecto al teatro podemos citar obras como su primer drama de 1899: Cenizas, El marqués de Bradomín, las Comedias Bárbaras, la tragedia de El embrujado, el indispensable esperpento Luces de Bohemia o la trilogía teatral Martes de Carnaval de 1930. En cuanto a las novelas podemos mencionar Zacarías el cruzado, Tirano Banderas: novela de tierra caliente, Ecos de Asmodeo, Estampas isabelinas, Fin de un revolucionario o sus series Sonatas, La guerra carlista o El ruedo ibérico. Tampoco hay que pasar por alto sus numerosos relatos como Babel (1888), El mendigo, Femeninas: seis historias amorosas, Epitalamio y colecciones de cuentos como Corte de amor, Jardín Umbrío o Jardín novelesco.
La literatura de Valle-Inclán, además de reconocimiento y prestigio mundial, ha servido y servirá de inspiración a otras obras literarias y artísticas como la ópera, el cine y la televisión. Entre las películas podemos mencionar Beatriz (Gonzalo Suárez, 1976), Divinas palabras (Juan Ibáñez, 1977), Luces de Bohemia (Miguel Ángel Díez, 1985), Tirano Banderas (José Luis García Sánchez, 1993) o Sonatas: Las aventuras del Marqués de Bradomín, una espléndida coproducción hispano-mexicana del año 1959 dirigida por Juan Antonio Bardem y protagonizada por Francisco Rabal, María Félix, Aurora Bautista y Fernando Rey.
  Varias obras de Valle-Inclán han inspirado óperas como la cómica La cabeza del dragón (estrenada en Barcelona, 1960), Ligazón (estrenada en Cuenca, 1982) o Sonata de primavera (estrenada en Argentina, 2004). Y por último, recordaremos que también la Televisión ha producido series, adaptaciones, documentales y películas. Sirva de ejemplo el documental Las comedias bárbaras (1968) o adaptaciones televisivas como La Marquesa Rosalinda (Francisco Montolio, 1981), Sonata de estío (Fernando Méndez-Leite, 1982) y Sonata de primavera (Miguel Picazo, 1982).
Ramón María del Valle-Inclán muere un 5 de enero de 1936 en Santiago de Compostela.
Sonatas
Las Sonatas: Memorias del Marqués de Bradomín definen y ejemplifican lo que se denomina prosa modernista de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Se trata de unas “memorias amables autobiográficas de su noble tío”, el Marqués de Bradomín, personaje inspirado en el general carlista Carlos Calderón, un “don Juan feo, católico y sentimental” que nos contará cuatro historias de amor que suceden en cuatro lugares diferentes a lo largo de las “cuatro estaciones” de su vida. La primera, Sonata de otoño, fue escrita en 1902 y está ambientada en Galicia, la segunda, Sonata de estío (1903) se sitúa en México, la tercera, Sonata de primavera (1904) transcurre en Italia y la cuarta, Sonata de invierno (1905), en Navarra. Son cuatro narraciones independientes entre sí, sin embargo, juntas narran el ciclo vital y amoroso del marqués desde su inicio, la primavera, pasando por el amor pleno, el verano o estío, luego la madurez, el otoño, y por último, la vejez, el retiro y la “jocosa” decadencia del invierno. Las Sonatas de Valle-Inclán confluyen en una deliciosa y magistral “sinfonía” gracias a una prosa ágil, brillante, divertida y “sonora”.
La Sonata de primavera, como hemos dicho antes, transcurre en Italia y muestra a un marqués joven, elegante y orgulloso que tras aceptar una misión encomendada por su Santidad, pretende seducir a una de las cinco hijas de la princesa Gaetani, María Rosario. Pero ella tiene la intención de ingresar en un convento y además le toma por el mismísimo demonio. Una deliciosa novela sentimental que rebosa originalidad, buen gusto y que nos hace reflexionar sobre el amor, la fe, el mal y la muerte.
Deseamos fervientemente que esta primera adaptación en formato audiolibro interpretada por Carlos Alberto Lara Carranza con una hermosa ambientación musical inspirada en las sonatas clásicas sea del gusto, agrado y entretenimiento de todos.
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