#aparcamientos cerca de mi
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¿Donde hay un aparcamiento cerca de mi ubicacion?
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CDEO 32
Hana miró a Jin Hwon que estaba entrenando y dejó el desinfectante para manos que le había pedido que trajera del auto. Ya había varios desinfectantes para manos. Estaba claro que no lo hizo porque realmente lo necesitara. Estaba completamente claro que la intención era sólo molestarla. Después de inclinarse y saludar a los otros jugadores y entrenadores a su lado, Hana regresó a la oficina. Mientras Hana entraba y salía, Jin Hwon no la miró ni una sola vez. Hana regresó a su asiento, sintiéndose de alguna manera vacía en su corazón. Después de terminar el trabajo apresuradamente, revisó su teléfono cerca del final del trabajo y había un mensaje de texto que había llegado hacía unas horas. “… … .” El remitente era, por supuesto, Jin Hwon. ¿Qué más intentas que haga? Hana suspiró, hizo las maletas y se dirigió al aparcamiento. “… … .” Jin Hwon la estaba esperando frente a un costoso automóvil extranjero que dejaba boquiabierto con solo mirarlo. Tan pronto como Jin Hwon la vio, arrojó las llaves del auto. “… … .” De ninguna manera ahora. "Por favor, conduce". “Bueno, no soy buena conduciendo… .” Jin Hwon ignoró la respuesta de Hana y se dirigió al asiento del pasajero. “… … .” Hana abrió la puerta del auto y se sentó torpemente en el asiento del conductor, reprimiendo su insatisfacción. “Estoy realmente ansiosa. ¿Qué haces después de un accidente? Ni siquiera tengo seguro de conducir". “… … .” Si ocurriera un accidente, sería un gran problema. Jin Hwon miró a Hana enojado y le dijo que se sentara en el asiento del pasajero. Hana parecía haber cambiado de opinión, así que salió y se dirigió al asiento del pasajero donde estaba sentado Jin Hwon. Y cuando Jin Hwon estaba a punto de arrancar el auto, surgió una pregunta. Si no quieres que conduzca, ¿no puedo simplemente irme a casa? Pero Jin Hwon se dirigía a alguna parte sin decir nada. Después de dudar por un momento, Hana se armó de valor y preguntó. “Bueno, ¿adónde vamos ahora…? .” “… … .” Jin Hwon miró a uno. Cuando la palabra "nosotros" salió de esa boca, mi dolor mejoró un poco. Durante los últimos tres días, Jin Hwon había estado planeando regañarla por ser grosera. Entonces la molestó y la obligó a hacer varias cosas... La persona involucrada no parecía tener muchos problemas. El que la pasó mal fue él. En primer lugar, lo más difícil fue el hecho de que no podía dormir incluso si tomaba pastillas para dormir. Tan pronto como me acosté en la cama para dormir, pensé en Hana, que se había revolcado allí conmigo. Al final no pude contenerme y me masturbé, pero mi pene no quería bajar y no podía dormir. Estaba muy molesto por el hecho de que yo era el único que estaba ansioso. Así que quería intimidarla aún más y ser malo con ella. Deliberadamente no la tocó durante tres días. Si tienes la capacidad mental de dejarte llevar por el sexo, deberías abandonarlo. Ese era su corazón. Pensó que mejoraría con el tiempo. Pero fue un pensamiento inútil. Ahora era el límite. Incluso su cabeza, que había estado tratando de no dejarse llevar, comenzó a racionalizar. '¿Por qué debería soportarlo?' Al contrario, el entrenamiento estuvo a punto de verse interrumpido. Ya ni siquiera estaba en su cabeza que estuviera entrenando. Al igual que una persona con adicción al sexo, sólo le viene a la mente un cuerpo desnudo... . Joder, de verdad. Jin-Hwon estaba tan molesto porque su cuerpo se había vuelto así debido a Hana que se volvió loco. Sí, ¿qué vas a hacer cuando tengas un contrato de esclavitud? Con ese sentimiento en mente, planeaba llevarse a Hana a casa hoy. Se le hizo la boca agua al pensar en cubrirla completamente de la cabeza a los pies. “… … .” De repente, los ojos de Hana se posaron en el baile de pantalones de Jin Hwon. El objeto erecto se afirmaba tanto que era imposible fingir que no lo notaba. "Yo… Estoy en casa... .” “Sobre el tema de los chantajistas, mantén la boca cerrada. Porque me siento como una mierda". “… … .” Hana quedó inmediatamente sorprendida por las palabras de Jin-Hwon y mantuvo la boca cerrada. Como había cometido tantos pecados, no tenía nada que decir. El auto se deslizó por el estacionamiento subterráneo de la villa donde vive Jin-Hwon. Después de estacionar sin problemas en el espacio de estacionamiento exclusivo, Jin-Hwon suspiró por un momento. No importa cuánto lo piense, es injusto y molesto... . “… … .” Jin Hwon miró a Hana. Estaba claro que esa estúpida mujer no tenía ninguna intención maliciosa. Entonces me enojé aún más. El hecho de que él es el único que está siendo influenciado así. Entonces quiso molestarla aún más y hacerla llorar. Sólo entonces me sentí aliviado. Jin-Hwon habló impulsivamente con Hana, quien dudó. "Ven encima de mí". "¿Sí?" "Ven aquí." Uno miró a su alrededor con una expresión en blanco. ¿Aquí? “Wow, esto es un estacionamiento… .” “¿No lo sabes?” “La casa está justo arriba, ¿por qué…? Por qué aquí… .” Las comisuras de la boca de Jin-Hwon se elevaron ante una palabra. "¿Qué? Sé lo que puedo hacer”. “… … .” "Supongo que estás pensando cosas sucias, descaradamente". "No es así… .” "Ven rápido, ven aquí". Ordenó Jin-Hwon, señalando sus muslos. No había forma de retirarse. Ese hombre testarudo hará lo que quiera. Después de tratar con Jin Hwon por un tiempo, Hana aprendió una cosa. Cuanto más se comportaba Jin-Hwon, más lo escuchaba incondicionalmente, que era la única manera de calmar su espíritu mezquino. Hana se tragó su frustración y se desabrochó el cinturón de seguridad. Y luego dudó y se dirigió hacia Jin Hwon. “Es demasiado estrecho… .” Jin-Hwon empujó un poco el asiento hacia atrás e ignoró ligeramente su queja. Cuando vió a Hana sentada obedientemente en su muslo, se sintió un poco enojado. Pero todavía no fue suficiente. No fue suficiente para liberar toda la frustración y la ira que se habían acumulado durante los últimos tres días. Atrás Novelas Menú Siguiente Read the full article
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"El Gran Premio de Las Vegas Podría Ser Increíble Después de Todo" ¡Buenos días, fanáticos de los automóviles! Hoy voy a hablarles sobre un tema que me tiene muy emocionado. #Motorhead ¿Has escuchado las últimas noticias? Parece que el Gran Premio de Fórmula 1 regresará a los Estados Unidos... ¡Y tendrá lugar en Las Vegas, el Strip! Imagina eso, autos de F1 zumbando por los casinos a velocidades increíbles, es simplemente emocionante. Ok, sé que te estás preguntando: ¿F1 en Las Vegas? ¿Realmente? ¡Sí! La Comisión del Condado de Clark ha aprobado una carrera de F1 en Las Vegas. No es solo una idea loca y audaz, sino que realmente está sucediendo. El último GP de Las Vegas se llevó a cabo en 1982, en el aparcamiento del hotel Caesars Palace. No fue precisamente el mejor escenario. Más bien todo lo contrario. Pero ahora, eso podría cambiar. Imagina los coches de alta tecnología de la F1, rugiendo por el Strip de Las Vegas. Con los casinos de luces de neón de fondo, las Fuentes del Bellagio chispeando en la orilla, la Torre Eiffel miniatura asomándose... sería una experiencia que quedaría grabada en la memoria de todos los aficionados al motor. La noticia aún está en etapa inicial, pero tengo muchas ganas de ver cómo se desarrolla esto, porque podríamos estar frente a algo grandioso. Creo que esta carrera tiene el potencial de ser un verdadero espectáculo, más allá de lo convencional. La Formula 1 se jacta siempre de ser el pináculo de la tecnología automotriz, y qué mejor lugar para demostrarlo que en la ciudad que nunca duerme. Por otro lado, algo que de seguro preocupa a los puristas, es cómo el Strip se convertiría en un circuito de F1. Se habla de usar el Boulevard Las Vegas para la recta principal, pero los detalles aún se están afinando. Sincera y realmente espero que se consiga combinar de forma armoniosa la esencia de Las Vegas sin perder la esencia de la F1. En cuanto a la fecha, todavía no se ha confirmado nada, pero hay rumores de que podría ser en noviembre. Al final del calendario de la F1. ¿No sería espectacular cerrar la temporada con una carrera así? Finalmente, en mi opinión, esta nueva carrera podría ser un soplo fresco para la F1. Aunque hay ciertos desafíos a enfrentar, la idea de ver a esos magníficos coches rodar por las calles de Las Vegas es simplemente increíble. Además, el factor espectáculo de Las Vegas podría atraer a una nueva generación de aficionados que nunca se han interesado en la F1. Y eso, amigos míos, es algo que nos emociona a todos. Como siempre, estén atentos para más actualizaciones. Definitivamente estaré siguiendo este desarrollo de cerca y compartiré cualquier novedad con usted. ¡Hasta el próximo post! Que tengan un gran día, y recuerden: ¡Nunca dejen de admirar los coches! #GrandPrixVegas
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Ese día salí de clase sobre las 12. Después de haber estado toda la mañana en el pabellón del IES controlando que los adolescentes no fueran un peligro para sí mismos durante la clase de Educación Física, decidí que era buen día para subir al punto más alto de la isla y luego bajar por el lado oeste. Tenía ganas de encontrar alguna playa en la que poder ver la puesta de sol.
Hice la mochila y me subí en mi coche. Un Citroën C1 bastante nuevo, al que me gusta llamar con cariño "el chiquitín", en contraposición al amor de mi vida, "la niña", una kawasaki del 2008 que lleva ya conmigo 4 años y que no pude traerme a la Palma porque estaba en el taller.
Intenté llegar a La Cascada Arcoíris, pero el GPS se reconfiguró por el camino y me llevo a una zona de la montaña, El Mirador de los Roques, desde la cual es complicado llegar. Por otro lado, la caminata hasta La Cascada Arcoíris me habría llevado más de una hora de día y no disponía de tanto tiempo. Por todo ello, decidí dar un corto paseo por allí y volver a subirme en "el chiquitín" rumbo al Roque de los Muchachos.
Tras otro rato en el coche, lo cual no me suponía ningún problema, pues el paisaje era siempre sobrecogedor y en la radio me acompañaba una tertulia sobre Física cuántica, llegué al techo de la isla. Desde allí se veían claramente un gran número de telescopios enormes de diferentes nacionalidades y financiaciones (públicas y privadas). El cielo desde allí era simplemente impresionante. A un lado se veía un cielo totalmente despejado bajo el que se habría una caldera de dimensiones gigantescas, al otro lado, un horizonte que se juntaba con el mar en una línea infinita que el ojo humano solo puede intuir. No pude sino quedarme un rato contemplando aquel paisaje sobrecogedor de 360º, pensando que más allá, al oeste, solo habría agua. Mientras pensaba en ello, decidí poner rumbo a la costa, pues el sol se acercaba al horizonte infatigablemente.
Comencé nuevamente mi viaje. Una vez terminada la tertulia, me descargué otra sobre astrofísica. Hacía demasiado tiempo que no reflexionaba sobre el origen y la naturaleza del mundo, aprendí algunas cosas nuevas durante el trayecto en coche, y recordé muchas.
Finalmente conseguí llegar a un aparcamiento que aseguraba llevar a la playa de El Callejoncito. Tras una escarpada bajada de 15 minutos, conseguí llegar a la playa.
En ella, solo había un chico joven con una tabla de bodyboard, y una mujer más mayor, que rondaría los 50 años. -Qué raro, pensé, yo buscaba una playa en la que poder estar desnudo, y esta gente lleva bañador.
Sin darle demasiadas vueltas, busqué un sitio algo distante de ambos y me desnudé. Me lié un cigarro y me dispuse a meterme en el agua. Pude entrar al agua por mi zona, pero la zona de arena por la que podía salir estaba en mitad de la playa, muy cerca de donde estaba el chico, y a unos pasos de donde estaba la mujer.
Apenas me importó, llevo muchos años bañándome desnudo y reconozco las playas nudistas fácilmente, además, últimamente estaba bastante satisfecho con mi cuerpo y me apetecía salir chorreando, completamente desnudo en el atardecer, después de todo el día de viaje y en una playa que sentía mágica.
Noté que me miraban. Cuando llegué a mi sitio me estaba esperando el cigarro que me había liado y al sol le quedaban unos 30 minutos para ponerse. Fue uno de esos esos cigarros que te trastocan como un porro. El cielo azul con el rojo fuego del sol, el azul de mar con el blanco de las olas, el humo del cigarro y mi cuerpo desnudo sobre la roca. Si muriera allí, no me importaría.
Cuando volví a mirar a la playa, el chico se había ido y la mujer hablaba por teléfono. Había grabado un poco la puesta de sol y había hecho algunas fotos. Pensé que me convenía subir el barranco aprovechando los últimos rallos de sol, así que me vestí y me levanté.
Cuando me estaba yendo, no pude sino pararme a mirar por última vez el sol, justo sobre el horizonte, mientras un poco más abajo sonaba el relajante murmullo de las olas dejándose llevar hasta las rocas de la playa. En ese momento, reparé en que la mujer hablaba por teléfono muy cerca de mí, tanto que podía oírla y, además, me estaba mirando...
Hace años que perdí la vergüenza. Así que le pregunté que, si le importaba sacarme alguna foto. Tenía que aprovechar la magia de aquel sitio. A ella pareció gustarle la idea, colgó su teléfono y cogió el mío.
La verdad es que tenía buen ojo. Me hizo muchas fotos. Trató de coger la puesta de sol, después el paisaje, después a mí con el mar... Me daba consejos sobre dónde ponerme, y yo le decía como las quería. En cierto momento, le pregunté si le importaba que me desnudase, y ella me dijo que no tenía ningún problema, que esta playa era para eso. En realidad, creo que la vi sonreír, aunque muy discretamente.
La sesión de fotos siguió más o menos como hasta ahora, aunque ahora ella empezó a ponerse de cuclillas. Se agachaba tratando de sacar una foto desde abajo, buscando mi silueta oscura frente a un sol que desaparecía poco a poco sobre un horizonte en llamas.
Desde mi posición la veía allí, sobre la arena, con las caderas abiertas de cuclillas, entre las que se veía un bañador de colores que delataban una entrepierna húmeda. Podía saberlo porque el color del bañador adquiría un tono más oscuro en esa zona, y saber qué estaba pasando en ese cuerpo y en esa mente activó, por instinto, un calor primitivo en mi entrepierna.
Comencé a verla de otra manera. La magia del día, el color del bañador, la sesión de fotos, su forma de mirarme cuando estaba completamente desnudo, comenzaron a despertar en mí ideas lascivas.
Empecé a sentir como la sangre bombeaba con fuerza dentro de mi pene. Noté que se movía lentamente hacia delante, muy despacio, llenándose con calma y gusto. Ella me miraba a los ojos mientras esto pasaba. Deslizó suavemente con su mano derecha el bañador hacia un lado y comenzó a acariciarse.
Primero, se mojó el índice y el anular con el flujo que salía de ella, y con ellos húmedos se subió al clítoris y empezó a hacer círculos muy despacio. Mientras tanto, su mano izquierda desató la parte de arriba del bañador y se la sacó por encima de la cabeza para poder tocarse bien las dos tetas.
Yo siempre me toco con la mano izquierda. La derecha la uso para agarrar la cabeza de la chica o, en su defecto, para tocarme las pelotas. Así lo hice, una mano empezó a acariciar una polla cada vez más dura de arriba a abajo, mientras con la derecha me acariciaba los cojones. Tocarse es todo un arte, y en esto tengo muchos años de experiencia y he faltado muy pocos días a clase.
Verla allí, sentada sobre la arena, oyéndola gemir sobre el murmullo de las olas, tan mojada por mi desnudez como el mar se moja por el sol, me la puso tan dura que sentía que me dolía.
En años de estudio he conseguido aprender algunas cosas. El sexo es química, y yo me conozco como nadie. Me encanta tocarme de arriba abajo, acariciándome el glande, mientras me masajeo con gusto lo huevos... Combinar la sabiduría de mis manos, con la humedad de su boca es el fin de la paja perfecta.
Mientras disfrutaba de mí mismo, me di cuenta de que se arrastraba lentamente hacía mí. Quería ponerse debajo. Estaba solo a medio metro de distancia cuando se paró e inclinó el cuerpo hacia detrás. Seguía tocándose el pecho con una mano y acariciándose cada vez más rápidamente el clítoris. Yo había llegado casi a correrme cuando se paró. La idea de tenerla tan cerca que podía lamerme los huevos mientras me tocaba me puso a mil. Aproveché ese subidón y me quedé allí arriba desde entonces. Cuando aprendes a surfear la ola del orgasmo la corrida es bestial.
Poco después, sus gemidos se hicieron más rápidos y altos, tal y como estaba esperando. Yo llevaba ya más de 5 minutos aguantando un orgasmo que gritaba por salir. Justo después de su primera convulsión, dejé salir un enorme y potente chorro. Con su segunda convulsión, chocó fuertemente contra su frente y dejó una enorme estela que le cruzaba toda la cara. Volví a correrme, con un placer animal, esta vez sobre su barbilla. El blanco fue su lengua, que estaba totalmente doblada hacia abajo, y salía de una boca completamente abierta. La estela de ese chorro cruzó todo su cuerpo desde el ombligo hasta el pecho. Convulsionó algunas veces más, mientras yo terminaba de vaciar todo el semen que había conseguido generar durante minutos de éxtasis. Ella se acariciaba ya lentamente, y yo terminaba de sacudirme la polla sobre ella. Las ultimas gotas caían tranquilamente sobre una boca húmeda que las esperaba paciente y jadeante algunos centímetros más abajo.
No hubo mucho más.
Tengo unas Fotos brutales de aquel día.
Un Orgasmo que recordar.
Una tarde Mágica.
Y un Relato.
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Andalucía
Sin duda, una de las comunidades mas bonitas de España y también las que mas historia representa. Tiene cientos de monumentos históricos increíbles como La Alhambra (Granada), El Teatro Romano (Málaga) y en mi opinión, una ciudad perfecta para veranear, Marbella, en la que se ubica la urb. Puerto José Banús. Donde vayas por donde vayas estarás rodeado de coches, barcos y muchos otros lujos. Además, la comunidad esta LLENA de un muy buen ambiente, lleno de música, bailes y buen royo entre la gente.
En mi opinión la mejor comunidad autónoma para visitar.
Teatro Romano, Málaga.
Cerca de él se encuentra el restaurante "El Pimpi" donde varios artistas han acudido y han dejado sus firmas por el restaurante.
Uno de los muchos coches que puedes encontrar en Puerto Banús. ¡Y esto solo en el aparcamiento!
Uno de los numerosos barcos atracados en el Puerto Marítimo.
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CARTA I
Para: [email protected]
Mi querida Rose:
El diagnóstico de esta enfermedad denominada evolutiva, imagino que por eufemismo, se me echó encima hace dos días. No creemos en las palabras que pronuncia el médico, ni en su impacto. Tu mensaje y tu amistad me hacen bien. Desde la ventana de mi habitación de hospital puedo ver los edificios de viviendas del barrio. Balcones repletos de flores, terrazas con mesitas. Por la noche, los apartamentos se iluminan. Se percibe el movimiento en su interior, hay siluetas que pasan. La vida está ahí. Bien cerca. Casi al alcance de la mano. He pensado mucho en las grandes etapas de mi existencia durante estos últimos días. Y sé que ha perseguido un objetivo sin alcanzarlo en realidad del todo, pero ¿acaso alguna vez se alcanza? Ser libre. Tú me dirás: pero ¿qué es ser libre? ¿Vivir sin ataduras ni obligaciones? No. Es poder responder a las necesidades interiores. Vivir según elecciones que le dan sentido a esta vida. Y como estamos hechos de contradicciones, no siempre es fácil discernir lo que es necesidad y lo que es sentido. Uno querrá cambiar el mundo, hacer de él tal vez un lugar mejor. Y para ello deberá hacer carrera, perderse, sacrificar su tiempo, su libertad, precisamente, olvidando quizá de paso los objetivos que se había marcado en la juventud. Otro querrá ser pintor. Pero no conseguirá vivir de su arte, y para subsistir deberá aceptar trabajar en ámbitos alejados de sus deseos profundos. Esto es, a contrario sensu, ser libre: tener la posibilidad material de llevar a cabo proyectos inmateriales (salvo para aquellos, desgraciadamente numerosos en estos tiempos de greed, para quienes el dinero es un objetivo vital, y cómo los compadecemos). Y que la posibilidad material esté en consonancia con los proyectos. Para decirlo de manera más sencilla, poder ganarse la vida con un trabajo que responda a un deseo personal y esencial. ¿Quién es libre? Algunos artistas, científicos, médicos, profesores o políticos que han tenido éxito piensan que todas esas hordas de almaceneros, basureros, representantes comerciales, telefonistas y empleados de call centers, ferroviarios, albañiles, cajeros, repartidores, fresadores, soldadores, revisores, encargados de manipulación, vigilantes de aparcamiento, personal de limpieza, todos ellos, se ganan la vida perdiéndola. ¿Pero cuántas veces llegamos a casa por la noche, extenuados, para ocuparnos además de las tareas domésticas preguntándonos por qué?
(Yun Sun Limet)
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CAPÍTULO IV: DESPUÉS (PARTE 5)
IBEN BIA, LA SEÑORITA DEL SOL DE MEDIANOCHE
Iben Bia, la Señorita del sol de medianoche, sostenía a su recién nacida junto a su pecho, sonriendo mientras veía a su hijo ayudar a Bruce el Custodio Invisible a recoger la basura.
Al igual que Bruce, Iben siempre había creído que Wonderworld había sido una ilusión. Algo que había alucinado para calmar la agonía de perder a sus seres queridos.
Le había llevado algún tiempo curarse, pero finalmente se permitió volver a querer. Incluso se había casado. Pero tenía tanto miedo de que le pasara algo a su marido o a su hijo, o de que le pasara algo a ella y los dejara sufriendo en su ausencia, que se encerraba en su casa, sin apenas atreverse a salir.
Pero mejoraba su forma de enfrentarse a esos miedos con cada día que pasaba.
El día que nació su hijo la cambió. Se preguntaba qué dirían sus padres si pudieran verla ahora, todavía tan sumida en el dolor. Miró al niño en sus brazos, al que ya quería tan ferozmente, y no pudo soportar la idea de que sufriera, tan profundamente y durante tanto tiempo, si a ella le pasaba algo.
Fue entonces cuando se prometió a sí misma que, aunque nunca dejaría de echar de menos a sus padres, no iba a dejar que su dolor la dominara ni un momento más.
Estaba agradecida por su tiempo en Wonderworld, aunque Balan y todos los demás no hubieran sido más que una ilusión.
Pero fue real.
Cuando ella y su marido volvieron a casa del hospital con el nuevo miembro de la familia, encontraron a su hijo charlando con el Custodio Invisible.
Su hijo le contó que los dos habían estado recogiendo basura por toda la ciudad.
Algunos de los otros niños se habían burlado de ellos mientras trabajaban, pero finalmente uno, y luego otro, y luego aún más se habían unido para ayudar.
Lo mejor de todo era que cuanto más veía la gente del municipio que limpiaban las calles, menos ensuciaban en primer lugar.
Últimamente, incluso los adultos habían empezado a ayudar a Bruce a recoger la basura.
Con la colaboración de todos, la ciudad no tardó en brillar y relucir y en no tener ni un solo trozo de basura.
Bruce no tenía familia propia, pero pronto llegó a cuidar del hijo de Iben como si fuera su propio nieto. También adoraba a su hija. ‘’Está destinada a ser hermosa por dentro y por fuera,’’ decía, ‘’contigo como madre.’’
Su hijo saldría de la escuela en cualquier momento, aunque probablemente se quedaría fuera hasta el atardecer con sus amigos, recogiendo basura por la ciudad.
‘’¿Sabes algo?’’ Iben miró a su hija, dormida en la cuna, y sonrió. ‘’Tienes el mejor hermano mayor del mundo.’’
CASS CACCINI, LA NIÑA DE LA TORRE RELOJERA
Al llegar a casa tras su luna de miel, Cass la Niña de la torre relojera y Attilio el Pensativo Pierrot dejaron sus maletas en el recibidor.
Habían visitado una ciudad llamada Eltrando. No había sido su plan utilizar su luna de miel como excusa para ir, aunque una vez que la descubrieron en el mapa, no pudieron no hacerlo. Desgraciadamente, aunque habían buscado por toda la ciudad, no habían podido encontrar a un chico que se pareciera a Ritmo Callejero ni a una chica llamada Luchadora.
Antes de ir al teatro, ninguno de los dos había oído hablar de la lluvia de meteoritos Eltrando.
‘’Tal vez sean del futuro,’’ sugirió Attilio con el ceño fruncido. ‘’Es posible que ni siquiera estemos vivos cuando ellos nazcan.’’
‘’No lo creo,’’ dijo Cass sacudiendo la cabeza. ‘’¿No te has dado cuenta de que los movimientos de baile de Leo y el reproductor de música que utilizaba se están poniendo de moda? O al menos, cosas lo suficientemente cercanas como para ser más que una coincidencia. Estamos cerca de encontrarlos, puedo sentirlo. Es sólo cuestión de tiempo.’’
Antes de que Attilio pudiera responder, el teléfono de Cass sonó. ‘’Oh, es Cal.’’ Contestó, acercando el teléfono a su oído.
‘’¡Poner las noticias!’’ balbuceó sin preámbulos. ‘’¡Tengo que llamar a los demás!’’
Y con eso, colgó.
Attilio, recostado en el sofá, giró la cabeza para mirarla. ‘’Eso fue rápido.’’
‘’Sólo dijo que pusiéramos las noticias…’’
Attilio pulsó el botón del mando a distancia.
En el televisor, innumerables estrellas fugaces surcaban el cielo, imágenes enviadas por uno de los telespectadores, según un pequeño texto en la esquina, mientras un reportero comentaba el espectáculo.
‘’Así es, las Eltrandos, ¡no Eltrando!’’ exclamó Cass. ‘’Ritmo Callejero no estaba hablando sobre un lugar, sino sobre esta lluvia de meteoritos, la que nombraron en honor al astrónomo que la predijo. Y, ¿recuerdas? ¡Ritmo Callejero entró al Teatro Balan el día después de que terminara!’’
‘’¡Dice que está pasando sobre un lugar llamado Highland Isle!’’
‘’Estoy segura de que los demás también recordarán lo que dijo sobre entrar en el teatro después de los Eltrandos. ¡Tenemos que ir!’’
Cass tenía razón. Cualquiera de sus amigos del Teatro Balan que viera esta noticia sabría que debía ir directamente a Highland Isle. La diferencia horaria entre aquí y allí era demasiado grande como para arriesgarse a llamar para asegurarse; podrían llegar demasiado tarde si salían más tarde.
Salieron a toda prisa por la puerta principal, recogiendo sus maletas mientras corrían.
En su vuelo de transbordo, lograron reunirse con Cal el Rey a cuadros, Haoyu el Miracielos y Fiona la Miramares. Lucy la Madam de la mansión los encontró en el muelle cuando se preparaban para embarcar en el transbordador hacia Highland Isle, agitando las manos en señal de saludo mientras corría para reunirse con ellos.
YURI BRAND, BICHITA
Yuri bajó del asiento del copiloto de la camioneta de José. Le ayudó a bajar su maleta del portaequipajes y se fue a buscar un hueco en el aparcamiento del aeropuerto.
El viento arrastraba el agudo aroma del mar. Yuri lo respiró y olió algo más mezclado con la sal. Le hizo sentir intensas punzadas de melancolía.
Se giró al oír los pasos y vio a José corriendo para unirse a ella. Sus ojos estaban fijos, no en ella, sino en algo en la distancia. Siguió su mirada, se quedó boquiabierta: allí estaban Rey a cuadros, Miracielos, Miramares y Madam de la mansión.
Dejó caer su bolsa y se precipitó hacia ellos, sin palabras, mientras los abrazaba a cada uno por turno, con las lágrimas fluyendo libremente por sus mejillas. Hacía tanto tiempo que no veía a sus amigos.
‘’¿Qué, no hay abrazo para mí?’’ La bella desconocida que había hablado también lloraba.
‘’Espera,’’ Yuri exclamó cuando el reconocimiento empezó a parpadear en su mente. ‘’Te conozco,’’
‘’Mi nombre es Cass,’’ dijo, sonriendo a través de las lágrimas. ‘’Pero Attilio, Pensativo, de vez en cuando, todavía le gusta llamarme Niña de la torre relojera.’’
Por un momento, Yuri sólo pudo mirarla. Niña de la torre relojera había sido más joven que ella en el teatro, pero ahora había crecido.
Yuri la rodeó con sus brazos con el abrazo más fuerte de todos.
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¿Te está gustando la lectura? Pues te pido que consideres en comprar por 10 dólares la novela original para Amazon Kindle/iTunes para apoyar a los creadores: (Debido a los problemas con el link, pido expresamente que te dirijas al la publicación fijada o al archivo que contiene todas las partes, ahí tendrás el enlace al Amazon del libro.)
#BWW#adaptación al español#literatura#por fans y para fans#Square Enix#Balan Wonderworld#Yuji Naka#novela
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capítulo 11
Muchas cosas habían pasado por la cabeza de Jisung cuando vio que Minho tenía intención de pegarle un puñetazo. ¿Por que? ¿Por que ahora y no antes? ¿Por que no después? ¿Que hizo que le molestara? ¿Que es a lo que se refería el chico antes?
Pero ahora su mente estaba en blanco, simplemente concentrándose en los labios del pelinaranja, quien había tirado de él con fuerza, besándole casi con rabia.
Minho suspiró en sus labios, tiró de la cabeza del rubio de un lado para profundizar más el beso, Jisung no se negó incluso cuando sus dientes chocaron por el brusco movimiento. Sus labios se movían rápidamente, como si tuviesen un tiempo limitado.
El rubio apoyó mejor su brazo izquierdo en el suelo para evitar caerse hacia atrás, y con el izquierdo se agarró con fuerza a la camiseta del pelinaranja, escuchando un pequeño crack al tirar de ella.
Jisung mordió con fuerza el labio de Minho, el pelinaranja se separó un poco con un gruñido haciendo que soltara el trozo esponjoso de entre sus dientes, el gruñido que había salido de la garganta de Minho fue catalogado como peligroso por Jisung, peligrosamente excitante. Sus ojos volvieron a chocar, pupilas completamente dilatadas y respiraciones agitadas.
Minho tiró del cuerpo de Jisung más cerca suya, el culo de pelinaranja apoyado ahora en el suelo entre las piernas del rubio, quien ahora estaba perfectamente sentado sin ayuda de su brazo izquierdo. Volvieron a juntar sus labios con necesidad, Jisung tiraba de la camiseta y de la nuca del chico como pidiendo más.
Joder, sin duda era adictivo. El rubio no tenía forma de quejarse, sus labios eran pura cocaína.
Esta vez había sido Minho quien le había mordido el labio de forma agresiva, Jisung suspiró, dolía, sus frentes sudorosas chocaban así como sus fuertes respiraciones. El pelinaranja soltó su labio lentamente.
Respiraban como si hubiesen corrido una maratón, intentando coger aire y calmar sus respiraciones.
—Debería de irme. — dice entrecortadamente Minho, Jisung aún estaba algo aturdido, asintiendo soltando su agarre del chico. El pelinaranja se pone de pie y empieza a recoger sus cosas.
Jisung también se levanta, tirando de su pelo hacia atrás intentando controlar todavía su agitada respiración. Mira al chico mientras coge su mochila, un agujero bastante notable en su camiseta, debajo de la axila, en la zona en la que el rubio había tirado. Miró hacia otro lado rascándose la cabeza con ambas manos, mierda, le había roto la camiseta a Minho.
Nota los pasos del pelinaranja acercarse a él. El chico coge la nuca de Jisung con ambas manos haciendo que sus labios se chocaran de nuevo, esta vez el beso era más lento. El rubio deja caer sus brazos, agarrándose esta vez a los antebrazos del chico, disfrutando del beso.
Minho se separa, y mueve una de sus manos para repasar el labio inferior de Jisung. — Tienes suerte de que no sea mi camiseta favorita, porque si fuera me pedirías clemencia. — dice con una pequeña sonrisa y su voz sonando ronca. El rubio agarra con fuerza los brazos del chico para no caerse, sus rodillas habían flaqueado al escuchar al pelinaranja con ese tono de voz.
El chico vuelve a verle los ojos una vez más antes de levantar la comisura de sus labios en forma de sonrisa y se va de la sala.
Jisung deja su culo caer al suelo, puta madre.
Se quedó unos minutos en la sala, en silencio, mirando a la nada, no estaba seguro de cuanto tiempo, podrían haber sido cinco minutos, igual media hora, había pedido la noción del tiempo. Con un suspiro, se levantó, deseando poder callar las voces de su cabeza que no hacían nada más que preguntar, ¿que ha pasado? ¿En serio, Lee Minho? ¿No le odias? ¿Le quieres? ¿Le odias?
No lo sabía, pero tampoco tenía tiempo a ponerse a descrifrar nada.
Cogió sus cosas y salió del aula, paseando por los vacíos pasillos hacia la salida al aparcamiento. De camino a su coche notó el olor de cigarrillos, se paró con cara de disgusto por el olor, se giró buscando al culpable, encontrando un grupo de chicos que fumaban entre risas.
Reconoció a algunos de los chicos, pero se sorprendió al ver a Minho entre ellos, frunció el ceño, mirando a esa persona por un rato, pensando que era su mente que le jugaba una mala pasada.
—Eh, ¡Han Jisung! — uno de los chicos que fumaban miró al rubio, llamándole, el rubio le miró, reconociéndole como Mark. Los demás también se giraron, mirando a Jisung con risas burlonas, los ojos de Minho se abrieron al verle. — ¡Vente! — Mark le hizo gestos con su mano libre, ya que en la otra agarraba su cigarrillo.
Jisung lo pensó, ¿debería de ir? No lo creo, ese grupo no era conocido como buenas personas, lo que le sorprendía era la presencia del pelinaranja entre ellos, no sabía que se llevasen bien. Suspiró, negando con su cabeza a dirección del grupo con una pequeña sonrisa. — ¡Otro día será! Tengo cosas que hacer.
—¡Oh vamos! No me seas marica. — gritó uno de ellos, Lucas, con una sonrisa burlona en la cara, los demás chicos se reían.
El rubio hizo una pequeña mueca por el insulto. — Lo siento. — se disculpó, sabiendo que no debería, mientras seguía su camino al coche, no sin antes mirar al pelinaranja, quien tenía la mirada en sus propios zapatos.
—Minho, tu novio no nos hace caso, solo nos queríamos divertir. — escuchó a unos de los chicos gritar entre risas, Jisung no se giró, no queriendo saber quien había dicho eso, simplemente se subió a su coche intentando ignorar lo que los chicos decían.
Por su espejo del retrovisor miró al pelinaranja, estaba siendo zalangeado ligeramente por el grupo de chicos, quienes seguían riendo. Negó con la cabeza, arrancando su coche y yéndose a su casa.
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Dormir siempre era una gran lucha para Jisung, y esta noche no era menos, quedaban horas para la actuación. No le costó trabajo despertarse así como solía pasarle normalmente, intentó relajarse y tomar su desayuno poco a poco para no vomitar por culpa de los nervios.
Se preparó poniéndose un pantalón gris de chándal acompañado con una de sus sudaderas favoritas, guardó cuidadosamente la ropa que usaría en el escenario y se dirigió a la universidad, pasando a recoger con su coche a Changbin, Chan y Jeongin. En el coche reinaba la música que sonaba en la radio por los pequeños altavoces del automóvil, todos parecían bastante nerviosos.
—¿Habéis dormido bien esta noche? — pregunta una vez Jisung a los otros tres chicos mientras cogían sus pertenencias en el maletero, revisando que sus trajes estaban bien doblados.
—Yo casi no he dormido nada. — se queja el más joven del grupo.
—Yo tampoco. — habla Changbin.
—A ti paso de preguntarte, nunca duermes por lo general. — dice Jisung mirando a su amigo Chan, quien se pone una mano en el pecho como si le hubiesen pegado un tiro, los chicos rieron.
—No te lo niego. — admite Chan mientras se frota su ojo somnoliento.
Se dirigieron a la sala común de ensayos, sus demás amigos ya estaban ahí, Jisung miró a Minho, se notaba que aún estaba algo dormido, llevaba un pantalón negro de chándal suelto y una sudadera azul que el rubio había visto incontables veces.
Chan había comprado cafés para los ocho chicos, quienes casi se tiran y comen al mayor a besos. Los ojos del pelinaranja se iluminaron cuando dio un trago de su café. El rubio sonrió mirando su propio café.
—Buenos días, ¿estamos listos y listas? — pregunta el profesor entrando en la sala y posicionándose en el centro, rodeado de todo el alumnado, quien recibió sus voces nerviosas. — Espero que hayáis vivido una buena experiencia preparando vuestra propia actuación, estoy seguro de que todos y todas daréis lo mejor de vosotros. Podéis dirigiros a vuestras salas para practicar una vez más, no os sobrepaséis, tenéis que dar el 100% en el escenario. Os iremos llamando los grupos individualmente para el ensayo real, tenéis tiempo para relajaros, pero vamos a preparar lo necesario con tiempo de sobra. ¡Adelante!
La clase se llenó de gritos de ánimos, y los ocho chicos levantaron sus bebidas ya casi vacías. Terminaron sus vasos rápidamente y se fueron cada uno a su sala.
Jisung y Minho estiraron sus músculos a la vez que hacían ejercicios vocales.
—¿Preparado? — pregunta el pelinaranja, mirándole a través del espejo de la sala. Jisung suspiró y asintió. El chico, quien estaba en el equipo de música puso la canción y se posicionó.
Nunca pensaba que diría esto, pero Jisung estaba realmente contento con el resultado, el ensayo había sido genial, se sentía eufórico, sin duda iban a dar una gran actuación si todo salía bien. Los dos chicos estaban más cómodos con el otro.
—Deberíamos de practicarlo otra vez, esta vez sin ver al espejo. — comenta el pelinaranja, el rubio coincide y antes de empezar coloca su móvil en el suelo con la cámara abierta grabando, así podrían revisar mejor cualquier detalle.
Jisung puede imaginar el calor que desprenden los focos y su inmensa luz que parece cegarle por completo, mirando por el rabillo del ojo los movimientos de Minho para comprobar posiciones y los siguientes pasos.
Hubo un par de veces que, debido a la coreografía, sus ojos chocaban con los del pelinaranja por apenas un segundo, antes de que ambos volvieran su mirada al frente.
Terminaron la canción y el rubio se apuró a coger su teléfono, sentándose en el suelo y desbloqueando su móvil para revisarlo. Minho paró la música para que no volviera a repetirse y se sentó al lado del chico, apoyando su barbilla en el hombro de éste para poder ver mejor. Comentaron varios detalles pero ambos parecían contentos con el resultado.
Escucharon unos golpes en la puerta antes de que esta se abriese, la cabeza de uno de los ayudantes del profesor apareció por el borde. — Han Jisung, Lee Minho, sois los siguientes. — habló el chico antes de retirarse.
—¿Nervioso? — pregunta Minho, Jisung suspira a medida que se pone en pie.
—Bastante, ¿tu no?
—No.
—Seguro que si... — ríe Jisung, Minho ahora estaba más despierto debido al café y el ejercicio, pero estaba seguro de que esta noche no había pegado casi ojo. Metió su móvil en el bolsillo del pantalón y se encaminó hacia la puerta, pero un cuerpo le hizo un bloqueo antes de que pudiera salir.
La espalda del rubio chocó de manera brusca la pared, y sus manos fueron aprisionadas a cada lado por el pelinaranja que no le permitía escapar. Minho atacó sus labios así como el día anterior, y Jisung podía notar la acelerada respiración del chico.
Los besos fueron bajando de intensidad a medida que el chico iba aflojando el agarre de las muñecas del rubio, hasta dejarlas completamente sueltas. Sus ojos se encontraron. — Podrás engañar a dos tontos pero a mi no, estás que te cagas de los nervios. — dice Jisung. Minho tiró su cabeza de lado sin dejar de mirarle a los ojos.
—¿Por que estás tan seguro?
—Tus ojos temblando te delatan. — sonríe el rubio, acercándose al pelinaranja dejando un suave beso en sus labios mientras le aparta levemente y sale del aula, encontrándose al chico esperándoles mientras revisaba su teléfono, sin haberse dado cuenta de lo que había pasado hacia unos segundos.
—Vamos. — le dijo al chico quien se encaminó aburrido, sintió un pinchazo en uno de sus costados, lo que hizo que el rubio saltara, giró su cuerpo, mirando los ojos de Minho entrecerrados. Parecía que al chico no le había hecho mucha gracia... Jisung tomó nota.
—Lee Minho y Han Jisung, con la canción Easy de Stray Kids, ¿no? — pregunta el profesor mientras sostenía un papel. Los dos chicos asintieron. — De acuerdo, empezamos la prueba.
El rubio y el pelinaranja hicieron su mejor esfuerzo en el ensayo para enseñarle a su profesor todo lo que habían practicado.
—Estoy bastante sorprendido, desde que anuncié los grupos no paraba de escuchar como vuestros compañeros hablaban de la mala relación que teníais, no sabía si habría hecho bien poniéndoos juntos, pero sin duda fue una buena idea. Felicidades, chicos. — el profesor les aplaude, Minho y Jisung sonríen aliviados, gotas de sudor cayendo de sus frentes. Ambos chicos se miran con una pequeña sonrisa.
Lo habían logrado. Y no se habían matado en el intento.
.
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Hola!! Que tal estáis? Espero que bien ♥
Vale, pequeña duda existencial, he estado pensando en añadir pequeños shippeos, así como Changbin y Felix, entonces Hyunjin...
Seungmin?
Jeongin?
He visto shippeos con ambos, entonces querría saber vuestra 'preferencia' por así decirlo. La historia va a seguir siendo minsung, no tengo pensado cambiar nada ni dar más importancia en otro shippeo, pero si meterlo por el medio :)
Y seguimos con las historias cliché, situación: persona A y persona B que se odian y tienen que quedarse en un hotel.
opción 1: cada uno consigue habitaciones separadas opción 2: tienen que compartir habitación pero hay camas separadas opción 3: tienen que compartir habitación y solo hay una cama
lo más típico y cliché es la opción 3, we all know that, pero como voy creando la historia a medida también de iros preguntando cosas os voy haciendo pequeñas preguntas y así puedo ver si sois más o menos clichés
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Chicos Universitarios
3/8
Armie pasó más tiempo en el baño de lo estrictamente necesario la mañana siguiente, se demoró más tiempo en afeitarse, lavándose a fondo en la ducha, pasando una cantidad innecesaria de tiempo en el retrete; no es como si alguien más necesitara de los servicios de higiene, el chico al otro lado del pasillo pasa todas las noches en la casa de su novia, y la única otra persona en su lado del pasillo es una chica.
Pero cuando Timmy llegó dando tumbos, con cara de sueño, al interior del baño, alrededor de las once, se encontraba solo.
– Buenos días – Murmuró mientras se inclina sobre el lavabo por un trago de agua, lleno sus palmas con alrededor de quince tragos antes de levantarse y deslizar el dorso de su mano por la boca húmeda – Sin resaca – Sus labios se curvaron en lo más cercano a una sonrisa que había visto a Tim reunir por la mañana – Buena suerte, supongo – La risa caída y fácil termino por tensarlo con fastidio.
— Sí… anoche te escuche – Sus palabras sonaron más molestas de lo que había previsto, no es que las actividades nocturnas del chico habían sido lo suficientemente intensas como para mantenerlo despierto toda la noche; negó con la cabeza – Timmy, lo siento – Cuidadosamente revisó la expresión del niño, preguntándose si ahora él cree que es un loco pervertido, pero para su sorpresa notó las suaves mejillas fuertemente sonrojadas.
– Oh, Dios mío – Los espesos risos chocolate cubrieron sus ojos, pero puede notar la mortificación en sus palabras, se siente jodidamente mal ahora que puede ver otra versión de Timmy, nervioso, delgado, parecía más pequeño y tal vez un par de años más joven – Yo no... No traje a nadie durante la noche, lo prometo.
Sus palabras sólo lograron confundirlo más, ¿Qué quiere decir Tim con eso? Él niño pudo haber estado masturbándose solo, pero en realidad había escuchado a más personas dentro de la habitación, su mente tardo un momento en reconocer de lo que Tim había estado haciendo anoche, golpeándolo como un destello cegador; sus propias mejillas se ruborizaron, trago duramente antes de susurrar – ¿Porno? - No sabe por qué se siente tan sorprendido, después de todo, sus amigos y ex compañeros de habitación, pasaron la mitad de sus horas de “estudio” viendo esos videos, nunca entendió realmente lo que encuentran de excitante en ver aquellas imágenes, nunca descubrió en que debería de enfocarse y por lo general siente más pena por las chicas de lo que logra excitarse.
— Sí, ummm… porno – Timmy rodó los ojos, sus esponjosos labios se torcieron en una pequeña sonrisa, incluso dejó escapar una risita curiosa – Lo siento, usare mis auriculares la próxima vez.
Puede decir que no se siente incómodo de ninguna manera, lo cual es agradable, no es como si no se hubiera encendido al escucharlo, en una reacción completamente natural de su cuerpo – No te preocupes por eso – Adoptó una actitud más relajada – Por lo menos no había ninguna de esas falsas chicas con pechos de plástico orgásmicas – Tomó su cepillo de dientes y pasta dental, preparándose para salir del baño; pero cuando asintió con la cabeza en un adiós al niño, él está de pie con la boca abierta, como si estuviera confundido.
— ¿Chicas orgásmicas? – Timmy ladeó la cabeza, como si estuviera analizando sus palabras.
— Sí – Respondió mientras encogía de hombros, nunca había hablado sobre el porno con sus amigos, pero por alguna razón sentía que con Timmy no tiene que preocuparse por sonar como un bicho raro – Tienes que admitir, que suena bastante falso cuando las chicas porno comienzan a hacer todos esos ruidos desagradables – Se estremeció, añadiendo un poco de drama para el efecto, a cambio el niño parpadeó, tiene la frente fruncida en un momento de pensamiento – S��, completamente asqueroso; no está seguro lo que significaba ese aspecto, pero Tim no parece molesto o enojado ni nada, así que se encaminó rumbo a la puerta.
— Estaba pensando… ¿Quieres ir a buscar algo para desayunar? Estoy pensando en aventurarse fuera del campus – Hay algo raro en la voz del niño, pero piensa que se debe a que Timmy está cansado.
— Claro, eso sería genial – Respondió con una pequeña sonrisa para después salir del cuarto de baño, al pasillo, parpadeando en un intento por acostumbrase a la luz solar, la cual se filtra por las ventanas; había permanecido demasiado tiempo en el oscuro cuarto de baño.
Sólo le tomó unos minutos tomar un par de vaqueros limpios, una de sus camisetas a cuadros y su par de deportivas blancas, para estar completamente vestido, Timmy estuvo listo unos minutos después, creía que al niño le podría tomar un poco más de tiempo estar listo, como si tuviera algunas cremas o tratamientos especiales para aplicarse en su lechosa piel, pero para el momento en que llamó a su puerta, encontró al niño tan desaliñado como lo había estado en el baño, con un suéter gris demasiado grande para ser de su talla, un par de pantalones negro y botas estilo militar; los rizos húmedos que se pegan a sobre su frente y mejillas, luciendo más adorable de lo que un hombre debería tener permitido.
— ¿Estás listo? – Timmy mantuvo su distancia, recargándose en el marco de la puerta, como si lo hiciera sentirse incómodo ver el interior de su habitación.
— Claro – Deslizó su billetera en el bolsillo trasero de sus pantalones al igual que su celular, pensó en invitar al niño y mostrarle el interior, pero, en realidad, no tiene nada, excepto por la pequeña cama y las estanterías, no tiene un televisor o algún reproductor de música.
– ¿Caminaremos? – El pasillo está vacío, pero un estremecimiento de nervios lo recorrió al darse cuenta que esta es la primera vez que Timmy y él salen juntos, bueno, fuera de sus habitaciones o el baño.
— Por ahora tengo un auto, supongo que tengo que usarlo antes que mi hermana reclame su derecho de hermana mayor – Bajaron por las escaleras, Tim dirigió el camino hasta la planta baja; parecía como si estuviera corriendo fuera del edificio, y no tiene idea del por qué lo hace.
— ¿Entonces ella tendrá el auto? – A pesar que es casi abril, el clima aún es frío por la mañana, cerro su chaqueta mientras seguía el ritmo, el niño desaceleró al cruzar la calle que separa el campus del sistema de carreteras; no hay ningún estacionamiento de estudiantes cerca a los dormitorios, excepto por el lote reservado para los profesores de la tercera edad, otros estudiantes con autos aparcan en las calles laterales del barrio.
— Sí – Timmy sonrió, hay algo más en su expresión, un poco de un guiño, si no lo supiera, podría pensar que Tim está coqueteando con él, por supuesto que no podría ser el caso, teniendo en cuenta que él no es gay — Es una tontería para mí mantener a la bestia aquí, con lo mucho que pago en gasolina y tickes de estacionamiento, pero sólo la tendré por unos meses más, así que no puedo soportar a renunciar a ella aun – Se detuvieron frente a un auto europeo envejecido, el acabado en cromo se resquebrajaba fuera de los detalles, pero tiene asientos de cuero que podrían haber sido de primera línea en sus mejores años.
Timmy abrió su puerta y luego se inclinó sobre el asiento delantero para girar la cerradura para que pudiera entrar; cuando se acomodó en el lado del pasajero, el chico bajo su mirada, como si estuviera avergonzado.
– Las cerraduras eléctricas no han funcionado por un tiempo, lo siento – Él le sonrió al ver los gestos nerviosos de Timmy, nunca pensó que se preocuparía por las características del auto
– No te preocupes, al menos tú tienes un auto – Tras la muerte de su madre, su padre tomo las llaves de su auto negándose a devolverlas, tenía la extraña idea de que saldría del campus a todo tipo de fiestas descontroladas y sería un inconsciente como para conducir borracho, realmente no le importa estar atrapado en el campus la mayor parte del tiempo, siempre tenía alguna actividad por hacer.
— Sí, finalmente – El niño dijo cuando el motor encendió, y condujo fuera de la plaza de aparcamiento, no podía adivinar cómo se las había arreglado para estacionar en paralelo en un espacio tan estrecho.
Cuando llegaron a la intersección donde el camino más pequeño conduce a uno más grande, pulsó las direccionales, aunque no hay nadie más a su alrededor; tomó la curva antes de dispararle una amplia sonrisa – Apesta no ser capaz de obtener una licencia hasta los dieciocho años en Nueva York – Con un movimiento astuto de su mandíbula, dijo – Tus muchachos en caimán probablemente conducen a los doce años – Tim imitó un mal acento de la isla.
Soltó una carcajada ante sus palabras – Idiota – Fue muy divertido como el niño hizo esas estúpidas imitaciones, algunas palabras fueron acertadas, pero otras son simplemente tontas – Y sí, conseguí mi permiso a los quince, pero mi padre apenas me otorgaba permiso para tomar la camioneta –
— Oh, lo siento, por supuesto que no – Tim rio, obviamente burlándose un poco más, sus labios tiemblan, como si tratara de detener a su inteligente boca de decir lo siguiente que se encuentra en su mente, sus ojos brillaron con risa antes – Los chicos finos tiene su propio chofer – Burbujeó hacia fuera.
— Cretino – Golpeó el brazo de Timmy en un golpe falso, no puede dejar de sonreír. Peter puso su otra mano en el volante por lo que podría frotar su brazo, fingiendo estar herido.
– Wow…. Bastante duro para un chico de golf.
Inclinó la cabeza hacia atrás, pretendiendo estar indignado a pesar de que apenas puede contener su risa – Jodidos neoyorquinos, pensando que lo único en el mundo es el béisbol.
Ellos se burlaron él uno del otro el resto del viaje en coche, con simulacros de tonterías terminando en cosquillas en el momento en que Timmy aparco frente la cafetería. Es uno de esos lugares que tienen toda clase de alimentos para el desayuno, junto y por alguna razón, también sirve comida italiana y tailandesa, ya había estado allí antes, cuando el entrenador los llevó a festejar después de ganar el pase para Playoff.
— ¿Este lugar está bien golf? – Al parecer, Timmy no dejaría en paz el apodo, aunque para su jodida suerte, es ridículamente adecuado, su padre le había enseñado a jugar golf desde los doce.
— Sí, siempre y cuando tenga panqueques lo suficientemente grandes – Siguió a Tim fuera del auto, por las escaleras y al interior del comedor; el lugar está organizado en una serie de cabinas con cojines de plástico color rojo y las mesas tienen acabado de metal envuelto alrededor de los bordes.
Una de las camareras les hizo un gesto hacia la parte delantera del lugar, donde puede ver que hay algunos otros clientes, a medida que se acercaban a las mesas y pasando por la sección de postres, su estómago se hundió.
Sobre el borde de las cabinas, puede ver las cabezas y los rostros de parte de su equipo de fútbol, sus viejos compañeros Zander y Guillian, estaban sentados con Josh y algunos de los otros chicos, no está seguro de si habían estado fuera toda la noche o se habían despertado temprano para el desayuno, pero lo primero le parece lo más probable; por desgracia, si habían estado de fiesta hasta la mañana, es muy probable que todavía estén ebrios; tomó el brazo de Timmy con más fuerza de la que quería.
– Hey Timmy, ¿quieres ir a otro lugar? – Sólo tuvo tiempo de ver al niño inclinar la cabeza con confusión antes de que viera una figura ascender de la cabina por encima del hombro de Tim, Guillian parpadeó frente a ellos, con los ojos inyectados en sangre.
– ¡Hey! – Levantó un dedo para señalarlos, deseó con todas sus fuerzas poder fundirse en un charco en el suelo y poder llevar a Timmy con él — ¡Hey, Hammer! ¿Quién es tu amigo allí?
Sintió al niño ponerse tenso de espaldas a Guillian, vio como el miedo, la ira, y entonces una fría resignación brilló en los ojos verdes, por un instante, se preguntó si Tim iría directo a la mesa de los chicos, y ser desagradable con ellos hasta avergonzarlos y dejarlos en el silencio, sin embargo, él niño se mantuvo firme, centrando su mirada en él.
– ¿Quieres salir de aquí Armie?
No lo sabe, su intestino se retuerce ante la idea de salir huyendo del lugar, nunca había estado en una jodida situación vergonzosa, ni siquiera en las prácticas de fútbol, pero tampoco pretende hacer una escena, respiro profundamente antes de ver a Timmy con simpatía – ¿Te importa quedarte?
El niño tiro de uno de sus rizos para después acomodarlo detrás de su oreja – Son tus amigos, no me importa realmente – La suave y cálida voz se había vuelto repentinamente fría, y la forma en que inclina la barbilla en un obvio acto de no me importa una mierda, pero no le importa cualquier cosa que Timmy haga para protegerse a sí mismo, cualquier cosa está bien para él, vio por encima del hombro del niño y saludó fríamente.
– Hey, chicos – No está seguro si debe tocar el brazo de Tim, o incitarlo a avanzar, pero el niño pareció captar la idea, sin tenerlo en cuenta continuo a su lado mientras avanzan — Tarde noche, ¿eh? – Asintió con la cabeza hacía la mesa – Nos vemos en la práctica más tarde chicos – Trató de no detenerse en la mesa mientras pasaban frente a ella, pero Josh se colocó de pie como pudo en la incómoda cabina, entendiendo la mano para golpear su hombro.
– Hey, hombre ¿Cómo estás?
No quiere mandar a la mierda a su amigo, por lo que se forzó a detenerse y estrechar su mano – Todo está bien…. Sólo ocupado – Se siente mal, por tener a Timmy al lado suyo, de pie y en silencio, por lo que agregó rápidamente – Él es Timmy Chalamet, vive al lado de mío… En DeJardin.
La mesa de jugadores estudio a Tim con suspicacia obvia, y por un momento sintió la necesidad de dar vuelta y mirar al niño igual que ellos ¿Timmy parece homosexual para un observador casual? se había acostumbrado al esponjoso cabello rizado y la ropa a la moda, colorida y brillante que suele usar, él se había acostumbrado a la presencia suave, pura y hermosa del niño, tomándola como algo plenamente normal.
— Uh, sí… Lo conocemos – Josh dijo con una mirada de disgusto en su rostro, la expresión de Zander es ilegible, pero un par de los otros chicos en la mesa están riéndose detrás de sus puños.
El calor subió a su rostro, dio un apresurado adiós antes de cruzar los pasos restantes para alejarse de la mesa, Tim se sentó en su frente suyo cuando llegaron a su mesa, el niño se deslizo lo suficiente en el asiento para que su cabeza quedara por debajo del stand.
– Bueno, eso pudo ser peor – Timmy dijo con sarcasmo.
Por su parte, aun no descubre cómo sentirse acerca de lo que acaba de suceder, descartando a Josh, la mayoría de los chicos en el equipo son bastante abiertos, o eso es lo que pensaba, después de todo, están en una Universidad liberal ¿Por qué alguien iría allí si no se siente cómodo con los estilos de vida alternativos?
– Lo siento por todo eso – Dio un largo suspiro, mientras intenta obtener la calma que no siente, en su mente, imaginó la sexi música de rap que a Tim le gusta escuchar mientras está estudiando, abrió su menú y decidió fingir que ambos se encuentran en la intimidad de sus dormitorios – Josh puede ser un idiota a veces – Lo dijo en una voz lo suficiente baja para que los chicos a unas pocas mesas de distancia no pudieran escuchar.
— Si, siempre hay uno en cada grupo – Tim retiró el cabello de sus ojos, analizando su propio menú.
La camarera llegó y vertió café en las tazas. Fortalecido por la cafeína, trató de entablar una conversación, pero parecía que cada vez que Timmy se relajaba lo suficiente como para conseguir hablar y continuar la conversación; una palabra o una frase llegaba de la mesa de su equipo de fútbol — …Jodido… Despreciable … Maricón … Desviado… — No sabe de lo que están hablando; puede ser cualquier cosa, pero es difícil de creer, después de la mirada que Josh le había dado a Timmy y a él, se pellizcó el puente de la nariz, deseando poder ignorarlos mejor.
– Normalmente no son tan imbéciles – Quiere extender su brazo a través de la mesa y tocar la mano de Timmy, echa de menos estar en la intimidad del auto, donde puede darle golpecitos juguetones al niño en el brazo o tal vez darle un poco más de lucha, cualquier cosa para conseguir sacar esa mirada fría del pequeño rostro – Es sólo que Josh es un estudiante de mayor grado y los chicos sólo lo siguen, tratando de conseguir su estúpida aprobación – Eso es lo mejor que puede explicar, los chicos no son homofóbicos, incluso Zander creció en San Francisco y fue a la Marcha del Orgullo una vez con su tío homosexual.
— No me molesta – Timmy habló apenas por encima de un susurro, los brillantes ojos verdes, ahora lucen completamente vacíos y apagados, una parte del niño se cerró, y su rostro es aún más pálido, como si estuviera muerto por dentro, quiere jodidamente matar a los chicos por comportarse como unos cretinos.
– ¿Seguro que no quieres irte?
Su comida llegó y Timmy se comenzó a comer con una tranquilidad calculada, entre bocado y bocado, respondió – Nop, estoy bien – Su mirada parpadeó, pudo distinguir un destello de dolor desgarrador – Seguro saldrán pronto, además, no quiero tener que pasar por delante de ellos de nuevo.
— Muy bien – Entendió todo lo que le había costado a Timmy decir eso en voz alta.
Mantuvo su rostro sereno y firme, no permitirá que su propia irritación se añadiera a las molestias del niño – Ummm… ¿Cómo están tus wafles?
Tim le dio una respuesta sin entusiasmo, pero no parecía ignorar su mal humor.
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Es tarde cuando escuchó a Armie volver a su habitación el jueves siguiente; reconoció el sonido del hombre pisando fuerte al lado, pero no está seguro de si Armie intenta sonar lo más ruidosos posible por alguna razón o si simplemente está borracho.
— Hey, Armie – Había estado dejando atrás su forma de ser extra amigable desde su desafortunada cita.
Aunque, por supuesto, realmente no había sido una cita, había estado completamente desilusionado pensando sobre eso, pero, independientemente, su primer intento de interactuar fuera de sus habitaciones había resultado en un completo desastre, y desde entonces había buscado sentirse de vuelta en equilibrio.
— ¡Hey, Timmy Tim! – El volumen y la cadencia de la voz del hombre le confirmo que se encuentra alcoholizado – ¿Buenas noches?
Observo su libro de filosofía abierto sobre su cama, maldijo al profesor que había establecido el examen para el viernes; los exámenes de la mayor parte de las clases iniciaron a principios de esa semana y parecía que todo el campus había comenzado con las celebraciones anticipadas post-examen – Sólo estoy preparándome para el examen de mañana.
— Oh, Timo lo siento, lo había olvidado, apesta que aún te quede uno.
— Sí – Cerró su libro marcando la página y lo dejó a un lado, su visión se volvió un poco borrosa por pasar varias horas repasando los diferentes autores.
— Deberías desahogarte – Le respondió el chico a través de la pared.
Su voz es diferente, más tranquila e incierta, no entiende completamente a qué se refiere, por lo que respondió lo primero que proceso su mente – Sí, tengo un par de fiestas en fila para mañana por la noche – Al lado, escucho algo moverse y después el sonido de la puerta de Armie abriéndose, aun así, los golpes en su puerta lo sorprendieron y él levantó la vista – ¿Sí? Entra.
Sabe que es Armie, pero eso no le impidió evitar tener la sensación de mareo cuando lo vio de pie en la puerta de su habitación, un rubor se instaló en las mejillas del hombre, pero no puede decir si se debe al frío exterior o si se siente avergonzado; su cabello rubio parece brillar bajo las luces del pasillo — ¿Puedo entrar?
Él parpadeó sorprendido – Sí, claro, adelante – Apiló sus libros y papeles en el suelo al lado de su cama; para después arrastrase hasta el otro extremo de la cama.
El único otro lugar para sentarse es una silla, su pulso se descontrolo cuando se preguntó que elegiría el hombre para sentarse; estuvo a punto de tragar su lengua y comenzar a balbucear cuando Armie eligió acomodarse a su lado, el hombre reboto como un perro labrador feliz sobre su cama, puede oler la cerveza y el sudor sobre él hombre, pero bajo eso puede sentir, la rica y masculina esencia de Armie que siempre deja atrás en las duchas.
— Entonces ¿Tienes planes para ver porno esta noche? – El hombre hizo un gesto hacia su computadora portátil sobre su estante; Armie se estiró, recostándose sobre sus almohadas con naturalidad, como si no hubiera sugerido algo loco.
— Ummm… – No está seguro de cómo responder, no quiere avergonzarse en caso de que de alguna manera estuviera interpretando mal la sugerencia de Armie – ¿En serio?
— Timmy Tim, deberías ver tu cara – Armie le golpeó el brazo, con su clásica manera de lucha falsa como la que tuvieron en el coche, el hombre lo observa sus grandes ojos azules, toda ingenuidad y tentación – Vamos, no es gran cosa.
Inútilmente trató de cubrir su pánico con una risita – No todos los días alguien me pide una cita para ver porno – Espera que el hombre este demasiado borracho cómo para escuchar su voz temblorosa; desde el cumpleaños de Armie, hace un par de semanas atrás, sus amigos y compañeros de fútbol habían estado presionándolo para que bebiera más allá de su límite, normalmente ese acto le enfurece, no cree que sea bueno para Armie consumir grandes cantidades de alcohol, pero sólo por esa noche está agradecido, ya que probablemente el hombre no lo recordaría – Debiste comprarme un ramillete y rentar un traje lindo.
— Idiota – El hombre le dio un puñetazo en el brazo de nuevo, aunque esta vez fue menos que una bofetada y más un golpe, sonrió ante ese buen carácter, de chico de isla – Solía verlo con mis antiguos compañeros de habitación todo el tiempo.
Sonrió burlonamente – ¡Qué heterosexuales!
Armie ignoró su comentario sarcástico y utilizó su pie cubierto con un calcetín gris para apuntar hacía su computadora portátil, como si fuera demasiado perezoso para levantarse de la cama – Enciéndela, Timmy Tim, quiero ser sorprendido y asombrado.
— Está bien – Está lo suficientemente lejos para llegar a su ordenador.
Trató de distanciarse emocionalmente de las acciones que Armie insinúa realizar, a pesar de que su miembro ha comenzado a endurecerse y su piel se siente tan hormigueante que le preocupa trepar por el regazo del hombre si no se controla lo suficiente.
— Entonces… ¿tienes un sitio favorito o algo así? – Armie respondió mientras se acurruca con las piernas cruzadas, sus ojos fijos en la pantalla, paso la lengua por los esponjosos labios, luciendo jodidamente sexy, su mirada azul es intensa, excitada y curiosa, maldición; creyó que su propio cuerpo estallaría en llamas al tener tan cerca el cuerpo del jodido Armie Hammer.
Deseó estar borracho también, entonces tendría una excusa para inclinarse y besar los labios húmedos y rosados del hombre, podría tocarlo, acariciarlo quizás, y sin dudas ofrecer una mamada y en caso de que Armie lo rechazara, entonces podría culpar al alcohol al día siguiente; pero para su desgracia, está sobrio y es demasiado cobarde como para intentar hacer algo más – Sí, hay algunos que me gustan – Trató de sonar indiferente, aunque su mano tiembla mientras se esfuerza por usar la pantalla táctil – Algunos pueden ser bastante… asquerosos – Abrió un sitio que piensa, no asustaría al hombre demasiado; la ambientación es limpia, los chicos son jóvenes y guapos, la iluminación es buena, todos usan codones. – Así que, eh… ¿Qué quieres ver?
No puede ver al hombre mientras espera la respuesta, mantuvo los ojos pegados a la pantalla como si las imágenes en miniatura fueran las cosas más fascinantes que jamás había visto, pero escuchó con cada fibra de su ser lo que Armie responde — Uh... ¿qué quieres decir?
Confundido, volvió rápidamente la cabeza para encontrar el rostro de Armie a escasos centímetros de su rostro, el chico está observando la computadora, con el enorme cuerpo alineado con el suyo, pero no se tocan en ningún punto; a diferencia suya, que estuvo fingido estar interesado en la pantalla, Armie ve las pequeñas imágenes con los ojos muy abiertos como si estuviera aterrorizado y fascinado a la vez, la expresión rompió algo dentro de él, hizo su interior líquido y caliente, tragó duramente en un intento para calmar sus nervios – Bueno, hay videos de chicos masturbándose, algunos en los que dos chicos están haciendo mamadas…
— ¿Quieres decir que no todo es sobre follar el trasero del otro? – Armie explora la página, y cuando encontró lo que parecía buscar, lo señaló con el índice – Esos chicos parece que van a hacerlo.
Está señalando una vista en miniatura, donde un hombre se encuentra acostado sobre la espalda, extendiendo sus piernas, tecleó para agrandarla y vio que el agujero del tipo se veía húmedo con lubricante y el hombre que se agachó entre sus piernas rodo un condón sobre su miembro.
Su propia polla comenzó a latir desesperadamente cobrando vida y su cuerpo pasó de sentirse caliente a tengo que venir o moriré, arrastró una manta sobre su erección, pero está seguro que Armie puede ver la cosa saludando desde su entrepierna; se había puesto una pequeña camisa blanca sin mangas para ir a la cama, pero la sensación del calor que desprende el cuerpo del hombre, es tan jodidamente cercana que parece envolverlo, hizo que sus músculos se sintieran como si fueran a saltar lejos de su piel.
– Escucha hombre, debo irme a dormir.
Armie lo vio como si le hubiera robado su cachorro – Pero... Quiero ver – Se quejó con una mirada insistente – No me importa si tienes una erección, es totalmente normal cuando estás viendo este tipo de mierda – Gesticuló a la pantalla con un movimiento descuidado.
— Oh, Dios mío Hammer – Luchó contra una ola de risa histérica – Bien, por lo tanto ¿Estás diciendo que quieres ver a dos tipos follar? – Alzó las cejas, esperando que Armie explicara con más detalle a que se refería, no tiene idea de lo que está esperando ¿Armie está admitiendo ser gay? ¿O se lo cuestiona? ¿Quizas curioso? Pero para su mala suerte, Armie no dio más detalles, en su lugar, se limitó a asentir en ese sentido relajado.
– Sí, suena bien – El hombre se sentó con las piernas cruzadas, lo que hizo que su camiseta suelta se instalara en un charco en su regazo, se preguntó si Armie también trata de esconder una erección, pero fue entonces cuando se dio cuenta que está observando directamente la entrepierna de Armie, obligó a sus ojos a volver a la pantalla.
– Bien, lo reproduciré – Hizo clic en la imagen y esperó a que el vídeo cargara, cuando los dos actores aparecieron en la pantalla, totalmente desnudos y asumiendo ese modo de estrellas porno, encontró que no es la acción en la pantalla lo que lo hizo temblar, es la manera en la que Armie se movió casi imperceptiblemente más cerca suyo — ¿No lo encuentras repugnante? – él susurró.
Los chicos en la pantalla se comenzaron a besarse, frotando los brazos y el pecho del otro — No, es igual a cualquier otro porno, supongo – Armie se apoyó aún más cerca, y su aliento cosquilleó en su oído.
Cerró los ojos, sintiendo la tensión desesperada volando por el aire, está hinchado con deseo y aturdido de aguantar la respiración, su piel se eriza con sudor nervioso, no creía que su imaginación fuera mutua, pero no puede decirlo; una vez que trató de controlar el latido de su corazón y relajarse de una puta vez y para ver el maldito video, pero los besos de los chicos en la pantalla son más profundos, sus pollas aplastadas juntas, y simplemente no puede soportarlo más; sacudió la cabeza para despejar la vorágine de emociones y se volvió hacia Armie – Hammer, realmente tengo que ir a dormir, mi examen es en cinco horas – El sonrojo llego al rostro recién afeitado de Armie, la sombra carmesí, baja hasta la muesca de la clavícula que se muestra por encima del cuello de su camiseta azul, las pupilas completamente dilatadas y los labios muy húmedos; necesita salir de su habitación antes de comenzar a besar al hombre y aplastarlo sobre el colchón – En serio Armie, tienes que salir. – Sabe que suena molesto, pero no tiene ni puta idea de cómo decirlo de otra manera, necesita que Armie se vaya, con su jodido aroma, sus ojos inocentes y su cuerpo demasiado enorme y bueno para ser cierto.
— Oh, sí lo siento Timmy – El hombre salió de la cama, su tono pasó de ser jovial a algo torpe, los amplios hombros se hundieron– No quise interrumpirte.
— No te preocupes, sólo necesito dormir un poco – Le dijo a la espalda de Armie – Tal vez en otro momento podríamos... – Cerro la boca con fuerza, sin entender por qué había dicho eso, pero, al parecer, a Armie no le pareció raro, porque no se molestó en mirar hacia atrás.
– Buena suerte mañana Timmy Tim – Para después deslizarse por la puerta.
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Fuera amanecía. Como no era de extrañar, había campos de coles a ambos lados de la carretera. Las luces amarillas del bar Möbius relucían mortecinas entre los campos de coles. En el rubor de la aurora se parecían más a luciérnagas que en plena noche.
—Eso —dijo el profesor, volviendo la cabeza y señalando con la barbilla las luces— desaparecerá sin dejar rastro en un momento —sin más comenzó a alejarse apresuradamente por medio de la carretera.
—¿De verdad va a ir al templo Jindai?
—Pues claro, ¿no íbamos a ver las luciérnagas al alba?
Triángulo, Risueño y yo, que no teníamos ninguno la más remota idea de dónde estábamos, seguimos vacilantes al profesor Mizuyachi por medio de la carretera. Tras caminar un rato sentí que me ardía la piel. Me pasa siempre que me despejo bruscamente de la embriaguez. Todavía quedaba bastante para que saliera el sol. En la calzada no se veía a nadie, ni siquiera un perro. Sólo los semáforos seguían guiñando una y otra vez sus luces sin objeto. Brillaban asombrosamente vivas en la atmósfera, clara ya, pero sin alcanzar por los rayos del sol.
—¿Qué pasaría si tuviéramos aquí un fluido? —musitó Triángulo cuando pasamos junto a una máquina expendedora de bebidas—. Si la gravedad es solamente la curvatura del espacio...
—¡Corre, cafre! —gritó Risueño. Todos metimos una moneda de cien yenes y bebimos una coca-cola. De repente oímos un sonido sordo y prolongado. Nos volvimos y vimos que Risueño había recogido un amargón y estaba soplando una melodía con el tallo. La planta no tenía flor, claro está, sólo la cabezuela tiesa, de donde hacía mucho que habían volado las semillitas vellosas, seguía en la punta del vástago recrecido. El amargón que había recogido Risueño salía hacia la carretera por un hueco de la cerca de malla de un aparcamiento.
Enseguida hice lo mismo, y Triángulo también. Luego se unió Mizuyachi. Cuatro adultos caminando por la carretera, cada uno tocando con los cinco sentidos una cancioncilla en su tallo. Pero este recreo también se agotó pronto. No quedó de nuevo más que la absurdamente ancha carretera del templo Jindai. Cuando llevábamos casi una hora andando avistamos un soto. Quizá fuera el templo.
—¿Qué hora es? —preguntó el profesor. No entendí por qué, puesto que tenía su propio reloj.
—Las cinco menos cinco —respondió Triángulo.
El profesor Mizuyachi se detuvo: —Bien... si doblamos aquí estaremos en el templo —dijo mientras apuntaba la señal blanca de una parada de autobús que tenía escrito: «Escuela Primaria de Jindai-ji»—. Pero para cuando lleguemos las luciérnagas del amanecer ya se habrán escondido —dijo mirándonos las caras—. Así que ya estamos aquí, pero no vale la pena ir al templo —sus palabras eran como un musitado sortilegio.
Me quede atónita, pero como ni Triángulo ni Risueño protestaron, yo tampoco dije nada. El profesor gruñó y asintió con aparente satisfacción: —¿Les parece entonces venir por aquí? —sonrió ampliamente y giró airoso por una carretera lateral. Enfiló ágilmente el angosto ramal que apenas merecía el nombre de carretera. Al final había un campo de entre cuatro y cinco hectáreas plantado de tomates y berenjenas. En un claro habían levantado un bloque de apartamentos de dos pisos. Sin duda el dueño de los apartamentos y de la tierra era el mismo.
—Ya hemos llegado —el profesor subió las escaleras y abrió una puerta; la llave hizo clic en la cerradura—. Este es mi apartamento; pasen, por favor. Procuro no volver nunca antes de las cinco de la mañana —y lanzó una estridente carcajada.
—Ah, claro, vive usted solo —dijo Triángulo—, plantado desinhibidamente en pleno centro de la habitación y examinándola atento. Había un olor extraño en el ambiente. El profesor Mizuyachi abrió las ventanas de la galería, pero eso no bastó para disipar el olor. Era como el de un laboratorio de la facultad en una tarde calurosa.
Todas las puertas de los armarios estaban abiertas. La mitad contenían futones y trajes, pero la otra mitad estaba ocupada por pilas de libros. Libros y más libros sobresalían de las estanterías y los armarios, y se amontonaban en altos rimeros sobre el tatami. De hecho parecía que había más sobre el piso que en ninguna otra parte. El apartamento estaba compuesto de dos habitaciones, de las que una estaba ocupada totalmente por los libros.
—Por fin me decidí el otro día a hacer la colada. La verdad es que hacía ya tres meses.
Había cordeles tendidos a todo lo ancho de media habitación y de ellos colgaban prendas de todo tipo: calzoncillos, trajes, camisas, cazadoras. No se distinguían las lavadas recientemente de las demás. Resultaba estrambótico: toda aquella ropa balanceándose en perchas sobre las pilas de libros. Sentí un amago de nauseas entre aquellos libros abiertos con imágenes de vísceras y mangas de camisetas interiores colgando encima.
—¿Un poco de té?
Había sólo dos tazas en el apartamento, así que el profesor me sirvió en una taza de consomé con dos asitas. Para cuando me la bebí ya habíamos agotado los temas y nos sentíamos incómodos.
—¿Nos vamos? —preguntó Mizuyachi con patente consternación—. Detesto este lugar. Intento estar fuera todo lo posible. Cuando finalmente vuelvo al amanecer siempre pienso en lo feliz que me haría que ya no estuviera.
—Vámonos —dijo Triángulo, echándole el brazo por los hombros a Risueño mientras bajaban las escaleras; luego repitió aquello de—: ¡Esto está pudiendo conmigo! —Risueño no dijo nada, pero de pronto dejó de sonreír e hizo un puchero como si fuera a echarse a llorar.
—Volvamos a Ogikubo —dijo el profesor—. Volveremos a engranar una vez que estemos de vuelta allá.
Echamos a andar detrás del profesor. Yo apreté el paso en silencio. Por primera vez aquella noche me pregunté qué diablos estábamos haciendo. Pero en fin... tardamos cinco minutos en encontrar un taxi.
—Ogikubo —al escuchar el nombre de nuestro destino sentí de una vez todo mi cansancio.
—Profesor —preguntó Triángulo—, ¿hoy no hay clases?
De todo lo que habíamos dicho aquella noche, esto era lo primero a derechas. No fue de extrañar que todos nos percatáramos y sonriéramos agriamente.
—Hoy es domingo —contestó el profesor—; así que no tengo escapatoria —y sacudió la cabeza con desagrado.
Risueño, que había estado mirando por la ventanilla, profirió un grito ahogado y se levantó a medias del asiento. El profesor, sin quitar la vista del frente, intervino en un tono impertérrito: —Así es, el Möbius ya no está.
Me volví a mirar, girando lentamente mi cuerpo dentro en el taxi. Ninguno de los hombres, ni Mizuyachi, ni Triángulo ni Risueño miraron, pero yo sí me volví y oteé fijamente. Nadie dijo nada.
Yo esperaba ver el acogedor bar con los ventanales y el luminoso amarillo apagado, como correspondería a esa hora de la mañana. Pero, por la razón que fuera, el Möbius ya no estaba donde antes. Sin querer desencajé los ojos de sorpresa.
—¿Miró usted, no? —preguntó el profesor sin volverse—. Al final son las mujeres las valientes.
Disimulé riendo. No comenté nada de la supuesta desaparición del Möbius. Lo que dijo la dueña del bar se había cumplido al final: «Por la mañana se esfumará con todos sus bártulos. Sobre la paja quedarán unas pocas hojas nada más».
Después de aquello nadie en el coche dijo esta boca es mía. A las ocho menos diez llegamos frente a la estación de Ogikubo. El profesor se aturulló de repente:
—¡Un periódico! ¡Necesito un periódico ya! —y echó a correr a un quiosco.
—Bueno ¿qué hacemos? —preguntó Triángulo a Risueño— ¿Te parece si vamos a una sauna y luego volvemos a la habitación a dormir?
Risueño no contestó. El profesor Mizuyachi volvió con cuatro periódicos. No sé qué estaría pensando, pero nos dio uno a cada uno, y el que quedaba se lo puso hábilmente sobre la cabeza.
—Bueno, yo me voy ya.
Bajó las escaleras de la estación con el rostro en sombra por el periódico. Yo enrollé el mío y eché a andar.
—¡Buenas noches! —gritó Triángulo a mis espaldas. Camino de casa tiré el periódico sin abrirlo.
Saegusa Kazuko
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Capítulo 1: Parada en la carretera
Steven Cuarzo Terrón de Azúcar Demayo Universe estaba cansado de conducir.
Había estado quedándose en pueblos y ciudades de vez en cuando, por una semana como mucho. Ya había estado en una docena de estados hasta ahora en su viaje a través del país. Ciertamente no iba a apresurar las cosas, pero llevaba ya tanto tiempo en la carretera que empezaba a sentirse inquieto.
Connie le había sugerido que intentara quedarse en algún lugar por el verano y le sugirió Oregón. Después de todo, él no había pasado mucho tiempo en lugares montañosos, y la cultura sería muy diferente a la de Delmarva y Ciudad Playa.
Además, si él se quedaba en un sólo lugar haría que las visitas fueran más fáciles para Connie y a Steven le gustaba esa idea.
Se había detenido en una gasolinera de 8/12 para comprar algunos bocadillos para el camino y estuvo encantado al ver que vendían “Paaapitas” en ese lugar. Antes, no tenía idea de que algunas marcas podían estar bloqueadas regionalmente. Oregón ya lo estaba impresionando.
Steven encontró una gran estación de granizados con una mascota de plástico neón casi igual de grande. ¡Definitivamente no iba a perder la oportunidad de entrar!
Cuando recibió su bebida azucara de un color rojo neón (¿era una bebida? ¿Un postre? Connie lo sabría), un anciano con sombrero andrajoso, overol, con una gran nariz teñida de rojo, irrumpió en la tienda.
La cajera de inmediato perdió todo el sueño que tenía, espabilándose.
—¡MckGucket! ¡Tienes prohibido entrar! ¡Fuera, fuera, fuera! —gritó.
Ella se levantó, tomó una escoba que había cerca y la sostuvo amenazadora.
—¡¡Ah, imbéciles y tontos!! —dijo en un pesado acento sureño, el extraño anciano, MckGucket—. He anhelado tanto un buen dulce como ese granizado de melaza, ¿no dejarás que un pobre viejo se tome uno?
—Absolutamente no. ¡La última vez intentaste quitar la mascota de la máquina!
—¡No es mi culpa que el tubo fuera perfecto para uno de mis robots dinosaurios!
—¡Destruiste propiedad de la compañía y eso afecta a mi sueldo!
Si el extraño anciano no había captado la atención de Steven antes, la mención de los robots del tamaño de un dinosaurio sí la captó.
—¿Robots? ¿Del tamaño de dinosaurios? —preguntó Steven, estrellas en sus ojos, mientras se acercaba al anciano.
—Niño, no, no lo animes. Está delirando.
—¡No lo estoy! —discutió MckGucket, mostrando en la palma de su mano un montón de engranajes y un destornillador—. ¿Ves?
Steven lo miró.
—¿Ver… qué?
—… ¡Caca de dinosaurio robot! —Y soltó una carcajada.
Entonces, le arrebató el granizado a Steven y salió huyendo por la puerta.
—¡¡Oye!! —resopló la cajera mientras el extraño anciano seguía huyendo, bajando por la carretera y desapareciendo en el bosque—. Ugh, ya es la tercera vez este mes. Lamento eso señor, adelante, tome otro, la casa invita.
—Oh, uh, ¿segura? —preguntó Steven—. No quiero ser una molestia.
—Está bien —dijo, mientras sacudía la mano—, la verdad es que ganamos bastante con los granizados y sólo cuesta un par de centavos el hacerlos. Pero eso no significa que no me meta en problemas cuando Gravity Falls no es capaz de contener su rareza y la esparce por aquí —resopló de nuevo.
—¿Gravity Falls? —inquirió Steven, mientras tomaba otro granizado. Uno pequeño, esta vez. No quería aprovecharse de la generosidad de la cajera.
—Es un pequeño pueblo cercano. Es… agradable. Escénico. Tiene una sala de juegos a la que solía ir, un restaurante grasiento decente y una rara trampa turística llamada la Cabaña del Misterio —dijo—. Tengo un familiar que vive allí, y es… agradable… pero…
—¿Pero…? —presionó Steven, curioso.
—No lo sé, es estúpido, es sólo que hay algo sobre ese lugar que no me cuadra, ¿sabes? Tiene una vibra extraña. Además me da dolor de cabeza si pienso mucho sobre eso —dijo, encogiéndose de hombros.
—Eso… no parece normal, ¿verdad? —El ceño de Steven se frunció mientras ponía sus compras en el mostrador.
—Si no pienso sobre ello, lo es —dijo con una repentina tensión, y no tardó en cambiar de tema—. De todas formas, serían 10.75.
Steven le entregó un billete de veinte y tomó sus compras.
—¡Gracias, quédate con el cambio!
—Oh-vaya, ¡gracias! —dijo en voz alta la cajera mientras Steven se iba.
Steven subió de nuevo en su dondai que estaba en el pequeño aparcamiento. Hacía un poco de calor en el coche, ya que el sol de mediodía quemaba el pavimento. Bebió de su granizado, tomó su teléfono y buscó “Gravity Falls”.
Steven decidió dar un paseo rápido por Gravity Falls, al menos al principio, pero cuanto más tiempo pasaba dentro de los límites del pequeño pueblo, más seguro estaba que debía al menos pasar la noche allí.
No era un lugar extraordinario, había visto muchos pueblos como ese, pero algo en este pueblo en particular le hizo querer quedarse un poco más y ya había aprendido a confiar en su instinto.
Condujo hasta el primer motel, pero estaba cubierto con una enorme lona negra y deambulaban por allí varias personas en trajes de protección contra materiales peligrosos. Un policía bajito de piel oscura le dijo que no había tenido suerte.
—Oh, uh, ¿no hay otros hoteles en el área?
—Bueno, está Dino Dee-Lite, un poco fuera del pueblo. Tiene un gran monstruo de aspecto de godzilla como atracción de carretera si te gustan ese tipo de cosas… así que… adiós —dijo el policía, moviendo su mano para indicarle que siguiera avanzando.
Steven suspiró de nuevo y buscó la dirección para este extraño hotel. La primera imagen que apareció era de una estatua enorme y descolorida de un godzilla rosa que se elevaba sobre el hotel.
Steven tiró su teléfono al asiento trasero y gruñó; hasta ahí llegó. Tal vez debería seguir adelante después de haber visto algunas cosas, como le había sugerido la cajera.
Condujo hasta los límites del pueblo, cerca del bosque, para pensar un poco. Conducir por ahí le facilitó poner sus pensamientos en orden.
¿Qué era lo que había dicho la cajera que había por ahí? Una cafetería, una sala de juegos, un terremoto… ¿¡un terremoto!?
El mundo temblaba alrededor de Steven y vio una enorme sombra cruzar sobre el coche, justo antes de que un enorme tronco aterrizara justo delante del dondai. Steven frenó de golpe, pero no a tiempo. Hubo un crujido y luego negro.
Escuchó un zumbido y ¿voces apagadas?
—¿¡Está muerto!?
—No está muerto, Mabel, mira. Está despertando, ¡oye!
Steven parpadeó. La puerta del coche estaba abierta. La mitad delantera de su coche estaba casi destrozada. Delante de él había dos niños, que no podían tener más de doce años. Uno de ellos llevaba lo que Steven consideraba, era uno de los suéteres más fabulosos que había visto, el otro llevaba un chaleco y cargaba un enorme libro. Ambos se veían desaliñados, con algunos rasguños y moretones, hojas y ramas en su cabello.
—¿Están-están bien chicos? —Steven tosió, sentándose y poniendo una de sus manos en su cabeza.
—Uh, ¿sí? —respondió el niño.
—Nosotros deberíamos preguntarte eso a ti, tontito, ¡tu carro parece un acordeón de metal! —exclamó la niña—. Tomamos el carrito de golf para ver cómo estabas en cuanto Dipper y yo lidiamos con los gnomos.
—¡Mabel!
—Oh-uh, olvida eso, uh-
—¿Gn… gnomos…? —preguntó Steven, algo nublado por la probable concusión que apenas empezaba a desaparecer.
Antes de que alguno de los gemelos pudiera responder, Steven escuchó un ruido en el asiento trasero. Dipper abrió la puerta y tres pequeños hombres con barba y sombreros puntiagudos se detuvieron en medio del robo de una de las maletas de Steven.
—¡Fuera! ¡Fuera de ahí, fuera! —dijo Dipper con tono amenazante. Los hombrecitos silbaron y salieron corriendo del coche, llevándose unos calcetines.
Steven miró fijamente a los gnomos, luego a los niños, luego a su coche y de vuelta a los niños. ¿Era… así como se sentían los humanos normales cuando se enteraban de cosas de gemas? Porque lo que sea que estuviera sucediendo allí no era normal, ¿verdad? Estaba bastante seguro que su padre le habría dicho si los gnomos eran reales.
Steven se puso de pie dejando el coche, parpadeó un par de veces y luego miró el dondai. Buscó su teléfono en el asiento trasero y lo tomó.
Se estremeció al tomarlo y ver como caían algunos trozos de vidrio. Incluso sus bonitas pegatinas estaban arruinadas. No estaba seguro si el daño era a causa del accidente o de los gnomos, pero de cualquier manera tenía que conseguir un teléfono para llamar a una grúa. Agarró su maleta de la parte trasera del auto, cerrándola y miró a los niños.
—Así que… uh, soy Steven Universe —dijo, algo incómodo, volviéndose hacia los niños. Levantó su teléfono para que ellos lo vieran—. Y… ¿dijeron que tenían un carrito de golf? ¿Podríamos llevarlo a algún lugar donde pueda… hacer algunas llamadas?
—¿No vas a preguntar por los gnomos? Pareces muy tranquilo considerando que acabas de ver pruebas de criptología, ¡y acabas de chocar tu auto! —dijo Dipper, tomando con fuerza el diario—. No creo que nadie más lo sepa aparte de Mabel y yo…
—Me las he arreglado bastante bien sin hacer demasiadas preguntas —declaró Steven y vio como la expresión de Dipper se volvía más preocupada. ¿Por qué era tan importante guardar eso como un secreto? Supuso que era mejor que les siguiera la corriente por ahora—. Uh, no se preocupen, no le diré a nadie. No creo que me crean de todas formas.
Dipper asintió.
—Pero ya que sabes sobre ellos, ¿¡quieres escuchar cómo los derrotamos!? —habló Mabel, emocionada, sonriendo de oreja a oreja. Steven notó un pequeño corte en su mejilla y tuvo que fingir una sonrisa.
Estos dos estaban corriendo por ahí en aventuras donde podían resultar heridos por seres misteriosos y al parecer agresivos, y además lo mantenían en secreto. Steven no podía desaprobarlo más. Quién sabía qué más podía haber ahí fuera además de esos gnomos de apariencia maliciosa. ¡Niños como ellos deberían estar en casa jugando videojuegos, viendo televisión y comiendo comida chatarra!
—Seguro, por supuesto, eso suena como una aventura, ¿eh? —dijo Steven dirigiéndose hacia el carrito de golf con los dos niños—. Oh, lo siento, ¿cuáles son sus nombres?
—¡Soy Mabel! —anunció la niña con fuerza mientras saltaba hacia el carrito de golf. Luego señaló al niño—. Y él es mi hermano gemelo, ¡Dipper!
—Gusto en conocerlos —dijo Steven con una sonrisa.
Steven tomó el asiento de conductor antes de que Dipper tuviera la oportunidad de protestar. Dipper decidió no discutir sobre aquello y tomó asiento en la parte trasera mientras que Mabel se sentó al lado de Steven.
Hicieron falta unos cuantos intentos para que el carrito de golf ligeramente roto volviera a funcionar y entonces, Mabel empezó a contar su historia.
—Bueno, todo empezó cuando mamá y papá nos enviaron aquí para tomar aire fresco y visitar a nuestro tío abuelo Stan, o tío Stan, como le decimos…
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Finde en Zaorejas. Un fic Damira.
Amira se va de fin de semana a Zaorejas con Cris, Joana y Dani. Basado en el finde que pasaron los cuatro en Zaorejas antes de la temporada 3 y que vimos en chats y stories.
Podeis leerlo en ao3
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-Vale, Dani dice que mis padres no vienen hasta después de cenar así que podemos subir a mi casa si quieres, que en la azotea hace mazo de frío – Cris le dice a Joana guardándose el móvil en el bolsillo tras leer el mensaje de su hermano.
Joana y ella llevan saliendo ya unos cuantos meses pero Cris todavía no está lista para contárselo a sus padres y, aunque podría llevar a Joana a casa con la excusa de que es una amiga, prefiere evitar forzar un encuentro entre su novia y sus padres por si acaso. Por eso, no es hasta que Dani le asegura que sus padres no están en casa y que no tienen pensado volver pronto que las chicas deciden subir a casa de Cris.
-Deja el abrigo ahí si quieres – le indica Cris a su novia señalando el perchero al lado de la puerta.
-¡Hola! – saluda Joana a Dani una vez que entran en el sofá.
-Ey, ¿qué pasa? – le devuelve el saludo Dani a su cuñada con una sonrisa.
-Nos vamos a mi cuarto a ver una peli, ¿vale? – informa Cris a su hermano.
-Yo me voy a mi cuarto eh, me preparo un sándwich rápido y os dejo el salón si estáis más cómodas en el sofá. – dice Dani dirigiéndose a la cocina.
Cris mira a Joana y le pregunta con la mirada qué prefiere hacer. La verdad es que ver la película en el portátil de Cris es más incómodo que verla en la tele del salón, por lo que sin necesidad de decir nada ambas chicas coinciden en quedarse en el salón y se sientan en el sofá.
-Tía me siento fatal – le comenta Cris a Joana
-¿Por?
-Pues por lo de Ami, me da mucha pena.
-¿Qué le ha pasado a Amira? – escucha Cris tras ella.
Cris se gira y ve a su hermano parado en mitad del salón con el sándwich en la mano, claramente escuchando la conversación.
-Pero ¿tú no te ibas a tu cuarto, cotilla? – dice Cris poniendo los ojos en blanco.
-A ver sí, pero tengo que pasar por aquí. – Se explica Dani - ¿qué le pasa a Ami? ¿Por qué dices que te da pena? ¿Le ha pasado algo?
Joana se muerde el labio para tratar de contener la sonrisa, nunca lo ha hablado con Cris pero desde que conoce a Dani siempre ha pensado que el chico siente algo por Amira, y muy disimulado no es.
-A ver, relájate que no le pasa nada. Solo que me dijo de quedar el finde y yo le dije que sí pero luego me acordé de que nos íbamos a Zaorejas y la pobre se ha quedado tirada. Solo está libre Ev que se irá de botellón y bueno…como que no le hace especial ilusión a Ami.
-Que se venga a Zaorejas – dice Dani antes de que su cerebro pueda siquiera procesar las palabras que está diciendo. Ve como su hermana lo mira con cara rara y enseguida pone en marcha un discurso para convencerla – A ver, que lo digo por Ami, para que no se quede en casa sola. Y en la casa de Zaorejas hay sitio de sobre. Papá y mamá no vienen seguro y a Toni y Óscar ni se les espera.
-¿Toni y Óscar? – pregunta Joana confusa, es la primera vez que oye esos nombres.
-Son mis hermanos mayores – explica Cris a su novia, después se vuelve hacia su hermano - ¿tú crees que Amira querrá venirse a Zaorejas con nosotros?
-Claro, ¿por qué no? Como cuando éramos enanos y se venía con nosotros siempre. Va, díselo verás cómo le mola la idea – insiste Dani.
Cris mira a Joana para ver qué opina. Su novia asiente, no podría estar más de acuerdo con que venga Amira. Tiene muy buena relación con todas las chicas pero al igual que lo es para Cris, Amira es especial para Joana.
-Bueno, vale, le voy a preguntar.
Cris saca el móvil y escribe a Amira contándole el plan pero, cuando su amiga no parece muy convencida, Cris no puede evitar fruncir el ceño.
-¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Qué te ha dicho? – pregunta Dani insistentemente, el sándwich aún intacto en su plato.
-Pues que dice que no sabe porque yo voy a estar con Joana y tú con tus colegas y como que no pega mucho.
Dani siente como las ilusiones que se había hecho en los últimos cinco minutos se le rompen de repente. La idea de pasar el finde en Zaorejas con Amira…y con su hermana y Joana, le gustaba mucho. Rápidamente trata de buscar una solución.
-Dile que sí que pega, que podemos hacer cosas juntos…yo qué sé mira una ruta por ejemplo, la del río, que ella no la ha hecho nunca ¿no? Va que seguro que le encanta.
-¿Tu idea para convencer a Ami de que venga es ofrecerle hacer senderismo? – pregunta Cris incrédula.
-Cris, no todos son tan flojos como tú.
-A que no le digo nada y te vienes de sujetavelas, listo – le reta Cris.
-A que me quedo en casa y te vas a patita a Zaorejas, lista – rebate Dani
-A ver, a ver, cálmense – interviene Joana – Cris yo creo que a Amira sí que le podría gustar la idea de el senderismo.
-Bueeeno, vale, se lo digo a ver.
-Va Cris, date prisa – dice Dani desesperado mientras mira el reloj. Ha revisado la mochila una veinte veces para comprobar que lo lleva todo y está deseando salir por la puerta, pero su hermana sigue desayunando con toda la tranquilidad del mundo.
-Dani tío relájate, no me estreses desde tan temprano. –le contesta Cris poniéndose mermelada en la tostada.
-Cris, son las 11:25 de la mañana, ¿tan temprano de qué? Y hemos quedado con Amira y Joana abajo a y media.
-Lo que quiere decir que tengo cinco minutos más para desayunar – dice Cris dándole un mordisco a la tostada – Además, ¿tú desde cuando te has vuelto tan puntual? Si mamá siempre tenía que sacarte de la cama a empujones para ir a clase.
Dani abre la boca para defenderse pero se da cuenta de que no sabe cómo contestarle a su hermana. Es cierto que hay una razón por la que quiere estar a su hora pero no se va a poner a discutirlo con ella.
-Mira, paso. Voy tirando. No tardes.
-Que sí pesado.
Una vez abajo Dani mira alrededor pero no ve ni a Joana ni a Amira, tal vez sí que se ha pasado un poco con la puntualidad.
-Pero, ¿qué ven mis ojos? ¿Un Soto siendo puntual?
Dani no tiene ni que girarse para saber de quién procede esa voz, la sonrisa que se le dibuja enseguida en los labios lo dice todo. Amira se acerca a él y se para en frente de él. Dani la saluda chocando el puño con el de Amira, tal y como llevan haciendo desde que son pequeños.
-Oye, que la que ha creado la mala fama de los Soto es mi hermana, yo soy muy puntual.
-Claro que sí, por eso siempre llegas el último a todas las fiestas.
-A ver es que uno necesita su tiempo para acicalarse – bromea Dani ajustándose la cremallera de la sudadera azul.
Amira se ríe y pone los ojos en blanco, Dani tiene la habilidad de siempre hacerla reír en apenas minutos. Dani sonríe al ver a Amira reírse, le gusta ser el motivo de su risa.
-Anda dame la mochila que la voy metiendo en el coche – dice Dani al notar como Amira va cargando con el equipaje.
Se acerca a ella y tras un poco de protesta por parte de Amira que insiste que no necesita ayuda, Dani coge la mochila y la coloca en el coche que tiene aparcado a unos metros de su portal. Junto a ella coloca la suya. Va a cerrar el maletero cuando ve llegar a Joana al final de la calle.
-Chicos lo siento que llegué tarde, el metro se paró – se excusa Joana soltando la mochila en el suelo al llegar a donde están Dani y Amira. Dani la recoge y la coloca en el maletero junto a las demás.
-Tranquila, si estamos esperando a Cris de todas formas – le dice Dani.
-Que ya estoy, pesado – escuchan a Cris decir. Cuando se vuelven hacia el portal la ven corriendo mientras se recoge el pelo en una coleta alta. – De verdad que prisas, que Zaorejas no se va a mover del sitio.
Acercándose al coche Cris deja su mochila en el maletero y lo cierra. Saluda a Amira con un abrazo y a Joana con beso rápido en los labios.
-Venga vámonos ya, anda. – dice Cris dirigiéndose a la puerta del copiloto.
-Oye Cris, deja a Amira delante mejor y te sentás conmigo detrás ¿no?
Cris la mira con el ceño fruncido, cada vez que Dani las ha llevado a algún sitio Cris siempre se ha sentado delante, pero no será ella la que se queje por pasar dos horas y media compartiendo asiento trasero con su novia. Encogiéndose de hombros Cris abre la puerta trasera y se sienta con Joana a su lado. Amira duda un poco ante la puerta del copiloto, por alguna razón le pone nerviosa pensar en pasar todo el viaje tan cerca de Dani.
-Ami – la llama Dani desde el otro lado del coche antes de entrar.
-¿Hmm? – murmura Amira distraída.
-¿Todo bien?
-Sí, todo bien – dice Amira sonriéndole a Dani. Él le devuelve la sonrisa y durante unos segundos solo se miran el uno al otro.
-Bueno, nos vamos ¿o qué? – grita Cris desde dentro del coche ganándose un codazo de parte de Joana, aunque no entiende muy bien por qué.
Una vez están todos dentro del coche, Dani sale del aparcamiento y pone rumbo a la carretera.
-Ami, pon música – le dice Cris desde el asiento de atrás a su amiga.
-Ni se te ocurra tocar la radio. Mi coche, mi música – advierte Dani a Amira.
-Venga ya tío, que tú música es una mierda – protesta su hermana.
-Todavía estoy a tiempo de dar la vuelta – bromea Dani mirando por el espejo retrovisor – que no que ya veréis que he preparado una lista de reproducción que flipas. Ami coge mi móvil y conéctalo a la radio, hay una playlist que se llama Zaorejas.
Amira coge el móvil que Dani lo ofrece y lo desbloquea. Por un momento lo único que puede hacer es mirar el fondo de pantalla. Es una foto de hace un año aproximadamente. Una foto de Amira, Cris y Dani. Amira recuerda a la perfección el día que se hicieron esa foto. Fue el primer fin de semana después de que Amira decidiera ponerse el hijab. Amira había ido a casa de Cris a enseñárselo y las dos habían subido a la azotea. Al poco tiempo Dani subió para decirle a Cris que era hora de almorzar. Amira recuerda cómo Dani se quedó un poco impresionado cuando vio a Amira pero no hizo ningún tipo de comentario, solo le preguntó que si se iba a quedar a comer. Antes de que Amira pudiera responder Cris le dijo a su hermano que sí y que ya iban a bajar pero que necesitaba primero un selfie con su amiga para inmortalizar el momento. Tras hacerse la foto con Cris, Dani dijo que él también quería salir en la foto, con el correspondiente cachondeo por parte de Cris llamándolo metomentodo. Su hermano pasó de ella y se colocó al otro lado de Amira de forma que ella quedara en el centro para la foto.
-Ami, vas a poner la música ¿o qué? – pregunta Cris sacando a Amira de sus pensamientos.
-Sí, sí perdona – dice Ami sintiendo cómo se le ruborizan las mejillas. Se atreve a aventurar una rápida mirada a Dani y por un momento le parece ver que él también se ha ruborizado, pero probablemente solo sea fruto de la calefacción. Tratando de volver en sí, Amira conecta el móvil de Dani a la radio, reproduciendo la lista mencionada antes. En cuanto empiezan a sonar los primeros acordes de la canción Amira mira a Dani con incredulidad – Pero, ¿y esto?
-Os lo he dicho, he preparado una playlist que es la hostia – le dice Dani mirándola brevemente para sonreír.
Amira ríe y mira por la ventana, tarareando la canción que está sonando, Hijabi de Mona Haydar.
-Madre mía por fin, que viaje más largo – Cris casi ni espera a que el coche esté aparcado para salir de él.
-Cris por dios que han sido dos horas y poco – refunfuña Dani abriendo el maletero para sacar las mochilas.
-Pero sin comer, estoy que muerdo
-La verdad que yo podría comer algo ya también. Deben ser casi las 2 ¿no? - apoya Joana a su novia.
-Mi madre me ha preparado un par de tuppers con comida para que no tengamos que cocinar nada más llegar – dice Amira
-Ay si es que sabía que era buena idea que vinieras – Cris se abalanza sobre su amiga y le da varios besos en la cara.
-Pero tendrás cara, si la idea de que Ami viniera fue mía – suelta Dani casi sin pensar.
-¿Ah, sí? – pregunta Amira alzando las cejas
-A ver sí pero…-Dani trata de buscar una excusa que le salve de la humillación pero no encuentra ninguna.
-Estaba muy entusiasmado – añade Joana, enfatizando el “muy”
-Anda, vamos a entrar ya y a comer – Dani cierra el coche con la llave y se dirige a la casa antes de que ninguna de las chicas pueda decir algo más.
Una vez dentro los cuatro sueltan sus cosas cada uno en la habitación que se han asignado y se sientan a comer la comida que les ha preparado la madre de Amira.
-Uf, cómo me va a sentar la siesta después de esta comida – comenta Cris acariciándose la tripa
-Tía ¿en serio te vas a echar la siesta? – pregunta Amira incrédula – que vamos a estar aquí dos días
-Hombre a ver, es que si me hacéis madrugar no podéis ahora pedirme que no duerma siesta – trata de defenderse Cris, lo que provoca la risa de Joana que conoce a la perfección a su novia
-Pero si te has levantado a las 11 payasa – la acusa Dani
-Pues ya es una hora antes de lo normal, necesito mi hora de sueño. – girándose hacia Joana, Cris añade : ¿tú qué dices, amor? ¿Te renta siestecita?
-Me parece bien – dice Joana dándole un beso en la mano a Cris
-Pues yo creo que voy a acercarme a la jabonería, que mi madre me ha encargado un par de jabones de aquí que dice que son muy buenos – comenta Amira recordando lo que le dijo su madre.
-Yo voy contigo, que prefiero no estar aquí mientras estas dos “duermen la siesta” – dice Dani haciendo el gesto de las comillas con los dedos.
- Pero ¿cómo osas insinuar que nuestra intención es hacer algo más que dormir? – Cris se lleva una mano al pecho para hacerse la ofendida y todos ríen ante su performance.
-Un poco más y te llevas toda la tienda, tía – Dani le abre la puerta de la jabonería a Amira y ambos salen a la calle, ajustándose sus abrigos por el frío.
-Ya, es que huelen todos tan bien que no sabía cuál coger – admite Amira mientras revisa en la bolsa de papel que estén todos los que ha comprado.
-Buah mira toda la nieve que hay ahí.
Amira levanta la cabeza y sigue la dirección que le indica Dani. Al final de la calle se ve un tramo de campo en el que aún quedan bastantes resquicios de la última nevada. Amira sonríe cuando un recuerdo se le viene a la mente.
-¿Te acuerdas cuando de pequeños jugábamos a hacer muñecos de nieve?
-Pues claro tía – afirma Dani – que ganaba el que terminara antes.
-Y tú siempre hacías trampas – añade Amira.
-Y tú te enfadabas y acababas destrozando el mío.
-Es lo que merecías.
Amira y Dani se ríen al recordar las veces que jugaban de pequeños en Zaorejas. En un momento sus miradas se encuentran y los juegos quedan olvidados, en este momento solo existen ellos dos. Hasta que…
-¡El primero en acabar gana! – grita Amira echando a correr hacia la zona donde se encuentra la nieve mientras escucha como Dani le grita “tramposa” indignado.
-Daniiiiii – se queja Amira por quinta vez en los últimos tres minutos. – Para.
-No sé de qué me hablas – dice Dani haciéndose el loco.
-Que dejes de echarme nieve en el muñeco, eres un tramposo – protesta Amira. Desde que han empezado a hacer los muñecos de nieve Dani no para de tirarle nieve al suyo actuando como si no se diera cuenta.
-Pero ¿qué dices tía? Que yo no te estoy echando nieve. A lo mejor se me ha escapado un poquito. Mira como ahora, ¿ves? – Dani vuelve a repetir el movimiento que lleva haciendo desde que empezó, coge un poco de nieve y la tira en dirección a Amira, pero esta vez en vez de apuntar al muñeco de nieve apunta directamente a Amira que suelta un gritito de sorpresa. Dani enseguida se da cuenta de su error.
-Eres hombre muerto – dice Amira
Acto seguido Dani se levanta para intentar poner distancia entre los dos pero es tarde, la guerra de bolas de nieve ha comenzado. Y continua durante varios minutos en los que tanto Dani como Amira tratan de tirar al otro toda la nieve que pueden mientras esquivan la que reciben. Amira comete un error y queda totalmente expuesta a Dani, que tiene una bola de nieve preparada para lanzar. Tratando de poner distancia entre ellos comienza a andar hacia atrás sin darse cuenta de que tiene los muñecos de nieve a medio hacer detrás. Tropieza con ellos y cae de espaldas sobre las figuras, destruyéndolas por completo.
-Amiiii, siempre acabas destrozándome el muñeco – protesta Dani con voz de niño pequeño.
-Porque tú siempre haces trampas – contesta Amira sentándose y estirando la mano hacia Dani – Anda ayúdame a levantarme.
Dani suspira y se acerca a Amira. Cuando le da la mano Amira aprovecha el impulso para tirar a Dani al suelo y quedar ella de pie.
-Serás…
Dani hace el intento de levantarse pero se resbala y vuelve a caer, provocando la risa de Amira que al final acaba contagiándosela a Dani.
-Vale, vale, estamos en paz – dice Amira aún riéndose. Se sienta al lado de Dani y juntos observan lo que queda de sus muñecos que no es más que dos montoncitos de nieve – Jo, con lo bonitos que nos estaban quedando.
-¿Y si hacemos uno juntos? Sería el muñeco de nieve superior.
Amira se ríe ante las palabras elegidas por Dani para referirse al muñeco de nieve, pero la verdad es que la idea no le disgusta.
-Ay por fin los encontramos, que los hemos buscado por todo el pueblo.
Amira y Dani se giran ante las palabras de Joana y ven como se acerca con Cris.
-Pero, ¿qué estáis haciendo? ¿Jugar con la nieve? – se ríe Cris.
-Mirad nuestro bebé – dice Amira entusiasmada señalando al muñeco de nieve que han hecho entre Dani y ella.
-Hostia Dani, cuando digo que quiero ser tía joven me refería al Toni dándome un sobrinito, no a ti y a mi mejor amiga.
-Mira que eres tonta de verdad – le dice Dani a su hermana negando con la cabeza.
Cris se ríe y se sienta junto a Amira y Dani para inspeccionar el muñeco.
-Vaya mierda de muñeco, si está todo deforme, seguro que nosotras podemos hacer uno mejor, ¿a que sí, amor?
-Eh, bueno, podemos intentarlo – se ríe Joana.
-Que no, que no, que el nuestro era mucho mejor. – discute Amira mientras entran en la casa.
-Pero ¿qué dices? Si el nuestro era super cuqui – protesta Cris
-Super cuqui y super enano, que medía 10 centímetros – comenta Dani cerrando la puerta y quitándose el abrigo.
-Daniel, el tamaño no importa, los chicos tenéis que meteros eso en la cabeza – dice Joana provocando la risa de Cris y Amira.
-Anda, me voy a dar una ducha caliente y a acostarme pronto, que mañana tenemos ruta – dice Dani evitando el tema.
-Tenéis, querrás decir. – aclara Cris – porque yo no pienso ir.
-Cris tía…-protesta Amira
-Ami ni lo intentes, es una batalla perdida lo de esta chica. Joana, ¿tú qué haces? – pregunta Dani antes de entrar en el baño.
-Yo…- Joana mira de Dani a Amira y vuelta a Dani – yo me quedo con Cris.
-Pues parece que haremos la ruta solos.
La alarma del móvil de Amira la despierta de un salto. Con los ojos medio cerrados comprueba la hora, las 6 y media. Al principio se encuentra un poco desubicada, pero enseguida recuerda que están en Zaorejas y que Dani y ella quedaron ayer en salir a las 7:30 y Amira quería levantarse con tiempo para que le diera tiempo a desayunar. De repente escucha un ruido que proviene de la cocina y se da cuenta de que hay un olor raro en el ambiente, como a quemado. Exaltada se coloca el hijab con rapidez y sale de la habitación para ver qué está pasando. Casi que se sorprendería menos si se hubiera encontrado en la cocina con un loco pirómano. En su lugar se encuentra a Dani, concentrado en cocinar, o tratar de cocinar algo.
-¿Qué haces? – pregunta Amira en voz baja para no despertar a Cris y Joana que se acostaron más tarde.
-El imbécil por lo visto – dice Dani resignado – Joder tía es que quería hacerte el desayuno así en plan sorpresa, para que tuviéramos energía para la ruta, pero es que no sé qué hostias le pasa a la sartén que no le puedo dar la vuelta a las tortitas, se quedan pegadas.
Amira sonríe, Dani se ha levantado antes de tiempo para hacerle el desayuno y, aunque claramente la cosa no ha ido demasiado bien, lo que importa es el detalle. Amira mira al plato que hay al lado del fuego y ve los restos de tortitas deformes y quemadas.
-¿Le has puesto mantequilla o aceite a la sartén? – pregunta Amira. La cara de confusión y sorpresa de Dani le dice que ni siquiera se le había pasado por la cabeza, lo que hace reír a Amira – Anda, déjame a mí.
-Joder Ami, yo quería darte la sorpresa – dice Dani derrotado, haciéndose a un lado para que Amira pueda solucionar el desastre.
-No, si sorprendida estoy – ríe Amira que, al ver a Dani haciendo pucheritos se enternece – Ey, lo que cuenta es la intención. Además seguro que la masa está buenísima, solo necesitas un poquito de ayuda haciéndolas en la sartén.
-¿Cómo vas? – pregunta Dani girándose para mirar a Amira. Llevan andando más de dos horas sin parar.
-Bien – contesta Amira aunque con dificultad para respirar - ¿Queda mucho para el río?
-Unos 15 minutos más o menos. ¿Vas bien o quieres que paremos ya?
-No no, paramos cuando lleguemos al río.
-Perfecto – Dani le sonríe y vuelve a emprender camino, esta vez yendo un poco más despacio para que Amira le pueda seguir el ritmo.
Una vez que pasan esos 15 minutos prometidos por Dani, Amira da un gritito de emoción al divisar el río.
-Es precioso, madre mía – dice Amira admirando las vistas
-Te dije que te iba a gustar – contesta Dani, admirando también las vistas, aunque en su caso, no está mirando al río, sino a Amira sonreír. -¿Tienes hambre?
-Mucho – afirma Amira sentándose en una roca cercana al río.
-Pues aquí sí que no la he liado porque he traído…-Dani se sienta en frente de Amira y busca en su mochila hasta dar con la bolsa de la comida – sándwiches de atún
-¡Qué rico por favor! – Amira alarga la mano para coger el sándwich que le ofrece Dani y le da un mordisco.
-Y aún no te he enseñado lo mejor…- Dani hace una pausa dramática antes de sacar el paquete.
-¡Magdalenas! – dice Amira entusiasmada
-Y de las que te gustan.
-Jolín, gracias. Has pensado en todo
-A ver, es que soy el mejor, ¿para qué engañarnos? – bromea Dani
-Bueno, bueno tampoco te vengas arriba que aún tengo metido el olor a tortita quemada en la nariz.
Dani se ríe y mira a Amira, iluminada por el sol de media mañana, con el río y el bosque detrás está aún más espectacular que de costumbre. Dani no puede evitar sacar el móvil para retratar este momento.
-¿Qué haces? – le pregunta ella cuando lo ve apuntando con el móvil hacia su dirección.
-No te muevas, estás perfecta para una foto.
-Dani, por favor – dice Amira avergonzada, nunca le ha gustado mucho que le hagan fotos, y menos si para quien tiene que posar es para Dani.
-Va, venga, sonríe, que sales preciosa…o sea la foto, sale preciosa – trata de enmendar Dani
Amira sonríe y se muerde el labio inferior sin querer hacerse demasiadas historias por lo que ha dicho, o casi dicho, Dani. Dani le echa un par de fotos a Amira desde distintos ángulos hasta que esta se cansa y le dice de cambiar de posición. Ahora es Dani el que se agacha junto al río y Amira se coloca en frente para hacerle la foto. Algo detrás de Dani capta su atención.
-Dani, no te muevas – dice Amira casi en un susurro – que no quiero que lo asustes para que salga en la foto.
-¿Asustar a quién?
Dani se gira hacia su derecha y pega un salto al ver a un pato a solo un metro de él en el río. Amira capta el momento con el móvil y se echa a reír, lágrimas llenando sus ojos.
-¡No tiene gracia tía! ¿No sabes que los patos pueden comerte un dedo? – dice Dani alejándose todo lo posible del río
-Pero ¿qué dices? ¿Cómo te va a comer un pato el dedo? Anda, flipao.
-He visto pasar mi vida por delante de mis ojos – exagera Dani llevándose una mano al pecho como si fuera a darle un infarto, cosa que solo hace que Amira se ría aún más.
-¡A cenar! – grita Cris desde el salón de la casa a Amira y Dani que están cada uno en su cuarto descansando tras la ruta.
Amira es la primera en salir, vestida con su sudadera amarilla y unos leggins negros. Dani sale al minuto, con su camisa gris, sudadera azul y pantalones grises.
-Chico a ver cuándo jubilas esa sudadera que mamá está harta de lavártela ya – comenta Cris mientras Dani se sienta en el sofá junto a Joana y Amira.
-Es mi sudadera favorita. ¿Te digo yo a ti algo de que vayas siempre en trenzas? – se defiende Dani
-Pero es que a mí las trenzas me quedan bien.
-A ver, haya paz – interviene Joana –dejá al pibe que se ponga lo que quiera. Y vos estás guapísima con tus trenzas.
-Lo sé – dice Cris dándole un beso a Joana.
-Bueno, y ¿qué habéis hecho de cenar? – pregunta Amira – que tengo un hambre.
-A ver, hacer, lo que se dice hacer…Hemos comprado unas pizzas en la panadería. – explica Cris abriendo las cajas que hay sobre la mesa del salón.
-Tía que se supone que hoy cocinabais vosotras, que nosotros hicimos la cena ayer – se queja Dani.
-Bueno, yo hice la cena ayer, tú cortaste la verdura – aclara Amira.
-Y sin mí nos hubiéramos comido la verdura sin cortar, es una labor vital en la cocina.
-Claro, claro – dice Amira asintiendo y riendo.
-Bueno a ver, que es una pizza. ¿De verdad le vais a decir que no a una pizza?
-Nunca – dice Dani dándole la razón a su hermana y cogiendo un trozo de pizza.
Una vez han terminado de cenar, Cris mira la hora del reloj y se levanta de la mesa.
-Bueno ¿qué? Hoy se sale ¿no? – pregunta.
-Uf, tía yo paso, que estoy muerta después de la ruta.
-Amira tíaaaaaaaaaa, no puedes hacerme esto. Venga, un ratito solo – Cris hace pucheritos pero no parece que estén funcionando.
-Es que contigo nunca es un ratito solo, Cris. Y estoy super cansada. Lo siento – se disculpa Amira.
-Bueeeeno, vaaale. Y ¿tú qué? Que no has visto aún a tus colegas.
-Yo…-Dani mira de su hermana a Amira y vuelta a su hermana – yo paso también, estoy reventado.
-¡Venga ya! Si tú la ruta esa te la haces con los ojos cerrados. ¿Qué me estás contando?
-Pero Cris, dejalos, si los chicos dicen que están cansados, pues están cansados. Salimos nosotras y que ellos se queden aquí, juntos. – Joana adivinando las intenciones de Dani y echándole una mano.
-Pues vosotros os lo perdeis, waterparties. Me voy a cambiar. Amor, ¿salimos en media hora? – le pregunta Cris a Joana dirigiéndose a su cuarto con ella detrás.
Una vez que están solos en el salón Dani y Amira comienzan a recoger las cosas de la cena.
-Oye que si quieres salir no hace falta que te quedes conmigo eh, que no me importa quedarme sola. – comenta Amira.
-Qué va tía, si estoy reventadísimo. No se me apetece salir la verdad.
Amira asiente y sonríe, la verdad es que no le importa pasar la noche en compañía de Dani.
-¿Te apetece que veamos una peli cuando estas se vayan?
-Me parece bien – contesta Amira.
-Bueno pórtense bien, no hagan nada que yo no haría – se despide Joana de Dani y Amira media hora después. Cris ya está fuera esperando a su novia impaciente.
-¿Hacemos palomitas? – pregunta Dani a Amira una vez se han quedado solos.
-Hmm, vale venga sí.
Dani se levanta del sofá y se dirige a la cocina. Amira se da cuenta de que se ha dejado el móvil encima de la mesa.
-¡Oye Dani! ¿Puedo ver las fotos de hoy en tu móvil? – le dice Amira en voz alta para que se entere de la cocina.
-¡Claro! Están en la galería, pásatelas a tu móvil si quieres – Dani se soma por la puerta de la cocina y señala a Amira – pero no las borres.
-Prometido.
Amira abre la galería del teléfono de Dani y se pone a ver las fotos de esta mañana. Hay un poco de todo, fotos de paisajes, fotos de Amira con el río detrás, de Dani posando y luego asustándose del pato, selfies de los dos juntos etc.
-Esta me encanta, es que es buenísima, fantasía pura – le dice Amira a Dani cuando este regresa al saló con el bol de palomitas y se sienta a su lado.
Dani mira a su móvil en la mano de Amira y ve que se está refiriendo a la foto en la que sale saltando tras el susto que el dio el pato.
-Me la voy a poner de fondo de pantalla para alegrarme cuando esté triste – bromea Amira haciendo reír a Dani. –Hablando de fondo de pantalla…
Dani ve como Amira va a la página de inicio de su móvil y le muestra el fondo de pantalla que tiene puesto Dani en su móvil, la foto de él, Cris y Amira en la azotea.
-Me gusta mucho esta foto – comenta Amira, sin atreverse a mirar a Dani.
-A mí también, por eso me la puse – Dani mira a Amira y cuando esta levanta la mirada y sus ojos se conectan sonríe – Hemos pasado muy buenos momentos juntos, ¿verdad?
-Sí…- dice Amira casi en un susurro.
-Y este fin de semana está siendo genial, Ami. Hacía tiempo que no pasábamos tiempo juntos, los dos. Lo echaba de menos. Casi ni quiero volver mañana a casa.
Amira sonríe y Dani le corresponde. Durante unos segundos ambos se miran a los ojos, sin saber qué decir, en realidad no hacen falta palabras entre ellos. Cuando Amira siente que la tensión entre los dos es demasiada decide apartar la mirada.
-¿Ponemos la peli?
Dani abre los ojos y se despereza. Le duele un poco el cuello de tenerlo tanto tiempo en la misma posición. Lo primero que nota es que la tele está encendida con la película parada en la página de inicio. Lo segundo es a Amira. Está durmiendo plácidamente a su lado, acurrucada bajo la manta, la cabeza ligeramente girada hacia él. Dani no puede evitar mirarla, está tan guapa, tan serena, tan en paz. Algo se revuelve dentro de Dani, un sentimiento que siempre aflora cada vez que mira a Amira, pero que ahora más que nunca late dentro de él. No es tonto, sabe perfectamente lo que le pasa. Lleva meses, tal vez incluso años, sabiéndolo. Está enamorado de Amira. Lástima que ella nunca se fijaría en él.
El sonido de la puerta lo saca de sus pensamientos. Se gira y ve a Cris entrar a trompicones, seguida de Joana que trata de sostenerla. Dani se levanta del tirón del sofá, como si acabaran de pillarle haciendo algo malo. Enseguida manda a callar a su hermana y señala con la cabeza a Amira, para indicarle que está dormida.
-Perdón, perdón – dice una Cris muy borracha – Pero habrá que despertarla ¿no?
-Si sigues chillando así seguro que lo haces – protesta Dani en voz baja.
-Venga, Ami, a levantarse – dice Cris dirigiéndose a su amiga pero Joana la para.
-Va Cris, vamos a dormir, Dani despierta a Amira, ¿verdad Dani? – dice una Joana cómplice
Dani asiente y le sonríe a Joana agradecido. Una vez que las chicas se han ido Dani se sienta en el sofá junto a Amira y dice su nombre varias veces. A la tercera vez Amira abre los ojos lentamente.
Amira tarda unos segundos en ajustar la visión a la oscura habitación, solo iluminada por la tele. Cuando sus ojos conectan con los de Dani algo se revuelve dentro de ella, un sentimiento que siempre aflora cada vez que mira a Dani, pero que ahora más que nunca late dentro de ella. No es tonta, sabe perfectamente lo que le pasa. Lleva meses, tal vez incluso años, sabiéndolo. Está enamorada de Dani. Lástima que él nunca se fijaría en ella.
-Hola – susurra Dani, sacando a Amira de sus pensamientos.
-Hola- dice ella sonriéndole.
-No quería despertarte pero vas a coger frío y…
-Gracias. Será mejor que me vaya a la cama – dice Amira levantándose lentamente del sofá.
-Sí, yo también, que mañana nos queda un viaje largo.
Dani apaga la televisión y enciende la luz del pasillo. Tanto él como Amira se dirigen a sus habitaciones pero se quedan parados en la puerta.
-Buenas noches, Ami – dice Dani.
-Buenas noches, Dani – contesta Amira y, antes de que Dani pueda desaparecer tras la puerta de su habitación añade – Yo también echaba de menos pasar tiempo juntos.
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Hush, Hush - Capítulo 13
— ¿Estás seguro de eso? —pregunté, apretando los puños.
Rixon asintió.
—Completamente. Yo lo vi. Llevaba el rostro cubierto, pero era un hombre.
— ¿Lo seguiste?
—Lo intenté. Primero quise asegurarme primero de que Nora estuviese bien. Cuando volví mi atención al hombre, había desaparecido.
Fruncí el ceño, enojado. No podía reclamarle nada, había hecho realmente bien en asegurarse de que Nora estuviese bien. Supongo que él ya tenía claro algo que yo todavía luchaba por descubrir.
—Maldición. ¿Pudiste entrar en su mente? —pregunté.
Rixon se desplazó por la habitación, reposando en la esquina de mi cama recubierta de seda negra.
—Lo hice. No había nada. Estaba bloqueado. Es como si supiese que podía mirar dentro de su cabeza y estuviese preparado para ello—respondió.
—Lo cual quiere decir que…
—Sabe que lo estamos acechando—terminó él por mí.
Maldita sea.
Media hora después de mi charla con Rixon ya estaba en el instituto. Hoy tenía Biología, y no podía faltar. Necesitaba ver a Nora.
Estacioné la moto en el aparcamiento y me dirige al salón, siendo consciente de la mirada de multitudes de chicas sobre mi espalda. Una de ellas, rubia y superficial, me miró directamente a los ojos, sonriéndome, como queriendo hacerme una invitación. Me acerqué a una máquina para sacar una coca-cola, y ella se aproximó, tambaleándose sobre unos tacones de aguja demasiados altos.
—Hola, tú debes ser Patch—dijo.
Asentí, regalándole una última sonrisa y queriendo pasar de ella. Iba a llegar tarde.
—Soy Marcie. Millar. Seguramente has escuchado hablar sobre mí…
—Lo siento, no.
Intenté, nuevamente, seguir mi camino, pero me detuvo del brazo.
— ¿Me invitas una coca-cola? —preguntó.
Contuve un suspiro. Me giré, encarándola, y volví a sonreír. Esta vez mostrando libremente toda mi frustración.
—Claro. Ten. —Le entregué la que llevaba en la mano y, finalmente, me dejó seguir caminando.
Como suponía, llegué un poco tarde. Toda la clase estaba dividida en parejas, y Nora ya estaba con Vee, así que no me quedó de otra que hacer equipo con un niño lleno de acné llamado Errowl. Hice que reposara sobre la mesa mientras él me explicaba qué era lo que tenía que hacer.
Mientras esperaba que pasaran los cinco minutos de reposo, un sobresalto de Nora llamó mi atención, mis sentidos se agudizaron y escuché lo que tenía que decir…
—Oh, Dios mío. —Dijo—Elliot irrumpió en mi casa anoche, fue él. Robó el artículo. Posiblemente como castigo por encontrar el artículo en primer lugar.
¿Artículo? ¿Qué artículo?
—Whoa, ¿qué? —Dijo Vee.
Maldita sea. No estaba entendiendo nada. Necesitaba saber todo con detalles, ¿qué era lo que pensaba Nora? ¿Ella se imaginaba quien podría ser? Precisaba estar un poco más cerca de Nora para entrar a fondo en su mente, así que miré al entrenador y le ordené mentalmente "Busca la manera de separar a Nora y a Vee"
Obedeciéndome, el entrenador de acercó a ellas.
— ¿Qué pasa? —preguntó.
Vee rió a las espaldas del entrenador, mientras Nora se ponía nerviosa.
—Um… El sujeto no parece tener pulso. —Dijo.
Mientras el Entrenador probó el pulso de Vee, ella fingió un desmayo y se avivó a sí misma. El Entrenador miró a Nora, frunciendo el ceño.
—Justo aquí, Nora. Golpeando alto y fuerte. ¿Estás segura de que el sujeto se abstuvo de actividades, incluyendo hablar por los enteros cinco minutos? Su pulso no es tan lento como se esperaría que fuese.
—El sujeto luchó con la parte de no hablar. —Vee intervino— Y el sujeto tuvo un duro tiempo relajándose en la mesa de Biología, dura como una roca. Al sujeto le gustaría proponer cambiar lugares para que Nora pueda ser el nuevo sujeto - Vee usó su mano derecha para agarrar a Nora y empujarse a sí misma verticalmente.
—No me hagas lamentarme de haber permitido que eligierais vuestro propio compañero. —dijo el Entrenador.
—No me haga lamentarme de haber venido a la escuela hoy. —Dijo Vee dulcemente y el
Entrenador le disparó una mirada de alerta, después levantó sus hojas de laboratorio.
—El sujeto iguala el trabajo de Biología con una sobredosis de prescripción fuerte de sedantes. —Dijo Vee.
Ya basta. Ponme con Nora, ordené.
El Entrenador hizo sonar su silbato, y todos los ojos de la clase se posicionaron en dirección a su mesa.
— ¿Patch? —Dijo él— ¿Te importaría venir aquí? Parece que tenemos un problema de compañeros.
Me acerqué rápidamente a ellos.
—Estaba bromeando. —Dijo Vee rápido— Aquí... Haré el trabajo.
—Tendrías que haber pensado eso hace quince minutos. —Dijo el Entrenador.
—Por favor, ¿perdóname? —Preguntó moviendo sus pestañas angelicalmente.
El Entrenador escondió su libro de notas bajo su brazo bueno. No.
—No.
Un momento más tarde, tomé un lugar en la mesa al lado de Nora. Mis manos vagamente entre mis rodillas y manteniendo mi constante mirada en ella. Esta vez no tenía falda, ni zapatos altos, y los echaba de menos.
— ¿Qué? —Preguntó.
Sonreí.
—Estaba recordando los zapatos de tiburón. La otra noche.
Ella se ruborizó, y se me escapó una media sonrisa.
— ¿Cómo estuvo tu noche? —Preguntó, tratando de mantener una voz neutral, como si pudiese romper el hielo. Supuse que aún sus aventuras de espionaje la hacían sentir incómoda.
—Interesante, ¿y la tuya?
—No mucho.
—La tarea fue brutal, ¿huh?
Me estaba burlando de ella.
—No hice la tarea.
Vaya novedad. Sonreí.
— ¿Con quién lo hiciste?
Sin palabras por un momento. Se quedó ahí con la boca levemente abierta. Lo cual no ayudó en nada a concentrarme en lo que se suponía que debería estar investigando.
— ¿Fue eso un sarcasmo?
—Solo curiosidad de lo que mi competencia es.
—Madura.
Sonreí con ganas.
—Afloja.
—Ya estoy caminando en delgado hielo con el Entrenador. Entonces, hazme un favor y concéntrate en el trabajo. No estoy de humor para jugar a probar al sujeto. Entonces, si no te importa… —Miró convergentemente a la mesa.
No sabía cómo reaccionaría con el hecho de estar tumbado en una mesa con las manos de Nora recorriéndome el cuerpo. Así que no, definitivamente no.
—No puedo. No tengo corazón.
Antes de que pudiera protestar, la bajé a la mesa, y ella cruzó sus manos sobre el estómago.
—Avísame cuando hayan pasado los cinco minutos.
Cerró sus ojos. Por un largo rato me quedé de pie allí, observándola. Era como si estuviese durmiendo. Era como si, de alguna manera, ella demostrara confiar en mí, estando allí, expuesta, indefensa, sin ver nada. Unos minutos más tarde abrió sus ojos un poco.
—El tiempo pasó. —Dije.
Levantó una muñeca hacia arriba para que pudiera tomar su pulso. Tomé su mano y, una vez más, mi alma se calentó a un nivel altamente imposible. Me hubiese gustado sentir el calor de su mano realmente. Me hubiese gustado sentir la suavidad de su piel.
—El pulso del sujeto se incrementa al contacto. —dije.
No hablaba de ella, no realmente.
—No escribas eso.
Sonó como si estuviera reprimiendo una sonrisa.
—El Entrenador quiere que vayamos a fondo.
— ¿Qué quieres decir? —Preguntó.
Mis ojos se conectaron con los de ella. En el interior, estaba sonriendo.
—Ya sabes... —Insinué.
Nora volvió a ruborizarse, y aproveché ese momento para indagar en su mente.
Recuerdos.
Pensamientos.
Y un nombre.
Elliot Saunders.
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Y a ti, ¿qué te da miedo?⠀ ⠀ Cenar hoy con tu madre, ⠀ que ponga su puchero,⠀ oír lo que tú vales,⠀ ¿y a ti qué te da miedo?⠀ ⠀ La regla que no baja,⠀ tú sabes que te quiero,⠀ me sobran to´ los tampax⠀ ¿y a ti qué te da miedo?⠀ ⠀ Pillarte un chupetón ⠀ luciendo en pleno cuello, ⠀ o incluso, si es peor…⠀ ¿y a ti qué te da miedo?⠀ ⠀ Viajar contigo en coche,⠀ buscar aparcamiento⠀ y tú dando instrucciones⠀ ¿y a ti qué te da miedo?⠀ ⠀ Notar que por la nuca⠀ hay más carne que pelo,⠀ ¿Yo, calvo? Nunca, ¡nunca…!⠀ ¿y a ti qué te da miedo?⠀ ⠀ Perder mi cinturita,⠀ las tetas: dos pimientos,⠀ la piel: papel de lija…⠀ ¿y a ti qué te da miedo?⠀ ⠀ Comprar un vídeo Beta,⠀ quedarme sin mechero,⠀ dejarme la tarjeta,⠀ ¿has visto un cenicero?⠀ el güisqui de garrafa,⠀ follar contigo muerto,⠀ y luego la resaca⠀ a ver si ya podemos…⠀ Que vayas a la cárcel,⠀ lo juro, no lo he hecho,⠀ iré a visitarte,⠀ ¿y a ti qué te da miedo?⠀⠀ ⠀ No ser el que era antes,⠀ sentirte cerca y lejos⠀ que llegues a odiarme,⠀ que rompas mis espejos.⠀ Que cojas algo grave,⠀ que mueras tú primero,⠀ que un día no haya nadie,⠀ que no llegues a viejo,⠀ Un hijo con problemas,⠀ problemas pa’ tenerlo,⠀ perder lo que nos queda…⠀ ¿Y ti qué te da miedo?⠀ ⠀ ¿A mí qué me da miedo?⠀ ⠀ Sentirte indiferente, ⠀ ¿y a ti qué te da miedo?⠀ ⠀⠀ Saber que nunca mientes,⠀⠀ ¿y a ti qué te da miedo?⠀⠀ ⠀ Querer lo que no tienes,⠀ ¿y a ti qué te da miedo?⠀ ⠀ Que un día me la juegues,⠀ ¿y a ti qué te da miedo?⠀ ⠀ Que me hagas daño adrede⠀ ¿y a ti qué te da miedo?⠀ ⠀ Las cosas que te hieren,⠀ ¿y a ti qué te da miedo?⠀ ⠀ Que nunca vuelva a verte,⠀ ¿y a ti qué te da miedo?⠀ ⠀ Pensar que no me quieres,⠀ ¿y a ti qué te da miedo?⠀ ⠀ ¿y a ti qué te da miedo?⠀ ¿y a ti qué te da miedo?⠀ ⠀ Luis Felipe Blasco Vílches⠀ & Lou Ros @lou_ros_ (artist)⠀ ⠀ ⠀ #portraitpainting #mixedmedia #contemporaryart #contemporaryartist #contemporarypainting #contemporarypainter #contemporarypaintings #contemporary_art #contemporarypainters #contemporaryfigurativeart #modernart #modernpainting #artgallery #contemporaryartgallery #figurativeart #figurativepainting #figurativeportrait #vagabondwho #marcopolorules #louros https://www.instagram.com/p/CGEtJ5InW_N/?igshid=pzxupux3jnv3
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Los usuarios de Internet contaron lo que vieron en las cámaras de vigilancia y ya no pueden olvidar
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Cada día, en repetidas ocasiones, acabamos bajo la atenta examen de las cámaras de vigilancia: en tiendas, en las calles, en el transporte notorio y otros. ¿Te gustaría conocer cómo te ven las personas al otro costado del objetivo que te enfoca?
Genial.guru recopiló historias de personas cuyo trabajo está directamente relacionado con la seguridad y la vigilancia. Y incluso las de aquellas que instalaron un sistema similar en casa. Estas sí saben lo que puede hacer la gentío cuando piensa que nadie la ve. En verdad, resultó que, a veces, la observación a través de las cámaras es una actividad cuanto menos nerviosa.
Mi puesto de trabajo inicial era un concurrido carrera detrás del cual se encontraba una calle con árboles. Teníamos un cochera con paso a esta calle. Observamos en ella muchas cosas extrañas, pero otorgaría la medalla de oro a un tipo que, de alboreo, paseaba por esta calle, se detuvo de repente, entró en nuestro cochera, prendió una vela, la dejó al costado de la tabique y salió. Fue extraño encontrar una vela encendida en el cochera, pero ver las grabaciones de las cámaras de vigilancia dio puesto a más preguntas que respuestas. © S_The_Ghost / Reddit
En las cámaras de vigilancia de mi casa, una vez vi cómo un verde caminaba por la calle a las tres y media de la mañana, iba recogiendo colillas de cigarrillos, lamiéndolas y metiéndolas en su saquillo. Es lo más extraño que he trillado alguna vez. © unknown author / Reddit
Hace un par de días, vi a un gracioso atacar a un hombre en un aparcamiento. Y debo añadir que el gracioso ganó aquella batalla. © Rummy9 / Reddit
“Querían ver quién rompió el espejo lateral, por lo que revisaron el sistema de videovigilancia”.
Mi amigo vio a través de las cámaras de vigilancia en un centro comercial cómo dos hombres, en plena incertidumbre, jugaban con los aros de hula hoop en su cintura. © Kodiachrome / Reddit
Llevé mucho tiempo buscando una empleada doméstica interna: tengo a dos adolescentes en casa, mi pareja y yo trabajamos durante todo el día y luego solo quiero relajarme y descansar en vez de duchar la ropa, estafar y cocinar. Pero ninguna de las solicitantes pasaba la prueba de la cámara oculta: una nos robaba, otra usaba mi ropa interior. Me impactó una “abuelita”, de unos 60 primaveras, que trajo a mi casa a dos chicos de apariencia uruguayo que limpiaban mientras que ella tomaba el whisky de mi novio. Y luego, sinceramente, no entendió por qué fue despedida: la casa estaba impecable y ella no había bebido tanto whisky. © “Escuchado por casualidad” / VKontakte
Trabajo en un centro comercial y de ocio como operadora en el puesto de videovigilancia. Mi empleo requiere de atención, concentración y buena memoria. Tras principiar mi turno, me gusta revisar en las cámaras cómo bajo del coche en el aparcamiento y voy a la entrada de servicio. Una vez, me alegró el día un transeúnte: un hombre de mediana existencia. De algún modo, conseguí apearse del transporte y acontecer la parte del camino con mi falda plisada levantada detrás hasta la cintura. ¡Y todo eso sin medias y con el frío otoñal! Al acontecer media hora, lo observé en todo su esplendor desde tres ángulos diferentes de cámara. Resultó que aquel hombre que me sobrepasó durante el camino, sobre la marcha, me arregló y bajó el dobladillo sin mostrar al mismo tiempo emoción alguna, y al adelantarme, ni siquiera se giró en dirección a mí. ¡Aquí estoy, atenta y concentrada! © “Escuchado por casualidad” / VKontakte
Un extraño huella de la cámara: una iluminación inusual de la farola y de la cocaína debajo de ella.
Vi a una pita que a las dos de la alboreo trepaba a un árbol. © mathiasheath91 / Reddit
Vivo en una casa conveniente rica a las ensanche de la ciudad. Ostenta cámaras de vigilancia por todas partes, incluso en mi habitación. Anoche me robaron. Acudí a la policía y decidieron revisar las grabaciones. Por cierto, duermo muy profundamente y la edredón siempre se desliza al suelo al obtener la mañana. ¡Cuál fue mi sorpresa cuando los ladrones (eran tres) decidieron establecer mi edredón del suelo y arroparme con ella! ¿Entiendes? ¡Las personas que me robaron se preocuparon de que durmiera acertadamente! Bueno… al menos les agradezco el detalle. © “No todos lo entenderán” / VKontakte
Mi hermana trabajaba en un crucero: revisaba grabaciones de cámaras de videovigilancia y las guardaba en diferentes carpetas. Y una vez vio poco por lo que todavía tiene pesadillas. Una incertidumbre, un hombre salió de su camarote y estuvo pacífico durante varios minutos, sin moverse. Luego se acercó al mayor a la cámara y durante unos cinco minutos estuvo sonriendo a esta. Mi hermana, que lo estaba observando, luego dijo que tenía la sensación de que el verde estuvo mirando la cámara durante horas. Dijo que no conseguía dejar de pensar en eso. © Kn9ne9 / Reddit
Trabajaba en la universidad, revisando las cámaras de videovigilancia. Una incertidumbre, estaba con mi amigo, incluso vigilante, y durante el control rutinario de cada hora de las cámaras, vi en la entrada a una persona entrar. Rápidamente, cambié a otra cámara… Y el vigilante y yo nos quedamos callados, mirándonos el uno al otro: aquel hombre ya se había ido. Cambié a la cámara exógeno, pero siquiera estaba fuera. Le pregunté al vigilante de seguridad si quería personarse a comprobar lo que estaba pasando allí y este me respondió: “¡Ni hablar!”. Revisamos las grabaciones de las cámaras para asegurarnos de que lo habíamos trillado todo acertadamente. No había dudas de que esta persona en realidad estuvo en el edificio, pero no fue captado por ninguna otra cámara. Sobre la universidad donde trabajaba, a menudo se decía que era una casa con fantasmas. Pero no creo en los fantasmas y hasta hoy día no sé lo que ocurrió aquella incertidumbre. Todavía me da escalofríos. © majones117 / Reddit
Mis padres viven en un pueblo en una casa particular y ellos en realidad adoran la naturaleza y los animales. Tienen un pequeño galería y todas las gallinas tienen sus propios nombres. Mis padres pueden departir durante mucho tiempo sobre las peculiaridades o problemas de una u otra ave en particular, e incluso ya me he acostumbrado a eso. Hace poco, fui a visitarlos y me sorprendí mucho: en puesto de una antena parabólica, al televisor se transmitía la señal de la cámara de videovigilancia ubicada en el galería. Mi padre lo llamó “Gran Gallina 2”. De esta guisa, averiguan quién rompe los huevos. © “Escuchado por casualidad” / VKontakte
¡Nunca revises las grabaciones de las cámaras de vigilancia! En mi empleo inicial, controlaba las grabaciones de la cámara instalada en un almacén: ¡qué cosas vi allí! Círculos blancos y brillantes volando, cajas que se caían solas. Después de poco así, quedarme sola en este puesto era espeluznante. © “Escuchado por casualidad / VKontakte
“Instalé una cámara con un sensor de movimiento. Por la noche, cuando no hay nadie en casa, la cámara se activa y se ve cómo algo pasa por allí volando”.
Trabajaba en un estudio donde acudían a ensayar grupos de música. En la admisión, teníamos una cámara a través de la cual se veía el pasillo y las puertas a todas las salas. Entonces, una vez, estaba allí haciendo mis cosas, y de repente veo en las cámaras a una verde, sentada al costado de la puerta de una de las habitaciones de preparación. Ella solía venir con su agrupación y pensé que, en este momento, no quería estar en la sala porque allí había demasiado ruido. Entonces, fui a proponerle que saliera al vestíbulo, donde teníamos un sofá y un televisor. Doblé la arista y la chica ya no estaba al costado de la puerta. Regresé a los monitores: en la cámara ella todavía estaba sentada y esperando fuera de la habitación. Volví de nuevo a aquella sala: en el pasillo no había ninguna chica. Entonces me di cuenta de que podía, simplemente, ya estar internamente. Entré en la habitación y los chicos me dijeron que aquella verde ya se había ido. Volví a mi mostrador de admisión, observé el profesor, estaba ahí, todavía podía verla por la cámara. Y entonces me di cuenta de que, accidentalmente, había puesto la cámara en pausa. © tylergoldenberg / Reddit
Hace un año, trabajaba en un hostal y contábamos con cámaras de vigilancia por todo el edificio. Una vez, revisaba la compacto de la cámara ubicada en la cocina. Sobre las dos de la alboreo, allí entró un cliente muy borracho, sacó poco para yantar y, por casualidad, dejó caer una botella vacía al suelo. Entonces, la lanzó al gracia, le dio una patada y la botella, atravesando toda la habitación, acabó directamente en la papelera. Y este pequeño borracho levantó los brazos y comenzó a dar vueltas por la cocina: por lo trillado, quedó impactado por su triunfo. Y luego miró a su cerca de y se dio cuenta de que estaba allí solo y nadie había trillado su tirada. Notoriamente triste, se fue con pena de la cocina. © xXxwiskersxXx / Reddit
¿Tú o tus amigos han vivido casos en los que una cámara de videovigilancia captaba poco muy extraño o, por el contrario, divertido? ¿O tal vez incluso te has topado con poco ascético en las grabaciones de estas? ¿Hubo alguna explicación racional para estos casos?
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Capítulo 1 / Del revés
Este es el primer capítulo del fanfic que estamos escribiendo gracias al rol en nuestra cuenta de instagram. Aquí os dejamos nuestras redes antes de comenzar.
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Artemisa: ¿Qué demonios?
Tras su viaje por las sombras durante 5 años por América latina, finalmente Aike había llegado a un bosque en Long Island. Caminó hacia la colina más alta, buscando un lugar para identificar donde demonios se encontraba. Sus pies se sentían pesados, como si llevase unas rocas atadas a los tobillos.
De repente, unos arbustos se movieron cerca de ella, poniéndola automáticamente en alerta. Desenfundó la espada. Tal vez sería el viento, pero siendo una de Hades nunca se sabe.
Se acercó lentamente al arbusto, que volvió a moverse. Levantó la espada por encima de su cabeza, lista para descuartizar a lo que sea que se esconda detrás de ella. Pero un ciervo marrón claro con manchas blancas salpicadas por su lomo, se alzó sobre sus cuatro finas y temblorosas patas, mirando detrás de ella y huyendo rápidamente.
La desconcertó. ¿A qué demonios miraba? ¿Es que ella no era lo suficientemente aterradora, con una espada casi igual de alta que ella, brillante en su oscuridad, y con sus ojos negros vacíos en las cuencas?
Se giró sobre sí misma, ya curiosa de saber cuál era la criatura que le había robado a ese animal su atención. No vio más que a una mujer. Llevaba una diadema de media luna sobre su cabeza, que supuso que se encontraba atada en un nudo. Llevaba un carcaj con flechas y un arco, como si hubiese estado a punto de cazar a ese ciervo. Tal vez por eso estaba asustado. ¿Pero por una flecha insignificante y no por una espada que estuvo a nada de partirlo en dos?
La mujer, vestida con una túnica blanca absurda, como si se le hubiesen pegado las sábanas al cuerpo, dio unos pasos hacia ella, pareciendo completamente inofensiva. Pero Aike no guardó la espada ni por un segundo, ¿y si fuese un monstruo? Entonces habría perdido unos valiosos segundos de ataque.
-Buenas, Aike, hija de Hades. Te he seguido de cerca, llevo un rato esperándote.
Aike la miró pensativa, su rostro no le parecía nada conocido.
-¿Y usted quién es? ¿Qué quiere conmigo?
Estaba cansada, le dolía todo el cuerpo. Solo quería llegar ya al maldito campamento y dormir por días. Pero esa mujer la estaba incordiando demasiado.
-Soy Artemisa, diosa de la luna, la maternidad y señora de las fieras –Se presentó. Aike automáticamente se sintió mal por haberle hablado de mala manera a la diosa. Temió por su vida-. Estoy sorprendida por tus logros y tu valentía a tan corta edad, así que vengo a pedirte que te unas a mí y a mis cazadoras. Serás inmortal, vivirás siempre con tus hermanas y me serás fiel. El único inconveniente que es no podrás salir con hombres y deberás mantenerte virgen. ¿Qué me dices?
Aike estaba congelada. No sabía qué decirle. Necesitaba tomar una decisión tan importante tranquila. Eso cambiaría el curso de su vida para siempre.
-Necesito pensarlo, mi señora.
Artemisa asintió.
-Bien, Aike. Tienes dos días para darme una respuesta. Ahora deja que te acompañe al campamento.
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Poseidon: De buena soy tonta
Helena salió de la cafetería con el estómago lleno. Estaba harta de comer pescado y las tortitas que acababa de comprar estaban exquisitas. Ahora que estaba saciada, podía continuar su camino hasta el campamento mestizo. Estaba en Queens, eso lo sabía por el acento tan marcado de los habitantes. El campamento estaba en Long Island, por lo que aún le quedaba un largo camino que no sabía cómo recorrería.
En el aparcamiento frente a la cafetería había un granjero con un camión verde lleno de heno que parecía marcharse. Helena supuso que iría a algún establo fuera de la ciudad, por lo que la idea de subirse detrás quedó descartada. Por otro lado, una bonita moto estaba con las llaves en el contacto. Aunque podría servirle, Helena era demasiado bonachona para robar cualquier cosa.
La única opción que le quedaba era ir andando, pero no lo haría por el centro de la ciudad. ¿Y si un monstruo le atacaba? No podía sacar su arma así como si nada. Pero unas olas violentas podrían salvarla, como ya lo habrían hecho alguna vez. Así que su mejor opción era caminar por la costa hasta Long Island.
Era otoño, por lo que las hojas de los árboles habían tomado una tonalidad amarillenta y rojiza. Las calles estaban cubiertas por un manto de ellas y la brisa marina agitaba las copas de los árboles, haciendo que cayesen rápidamente. Helena estaba disfrutando como una niña pequeña de la superficie, después de tantos años en el campamento submarino de Poseidón. Por supuesto que fue divertido, pero no había podido disfrutar de estos pequeños placeres tan banales que le sacaban una sonrisa involuntaria.
Helena era hija de Poseidón, uno de los dioses más poderosos. Sabía que sus sueños siempre eran pesadillas bien envueltas, por lo que su felicidad fue, tal vez, demasiado efímera. Caminando por una de las calles, giró la cabeza para mirar si venía alguien por la otra acera, completamente alerta. Allí vio a una chica morena, hablando con dos policías y señalándola.
No conocía a la chica y no quería meterse en problemas. Estaba muy cerca de un puente que conectaba con Manhattan, no podía mandarlo todo a tomar viento ahora. Decidió seguir caminando con cautela, acelerando algo sus pasos.
Eso no sirvió para nada, pues se chocó de golpe contra alguien. Al levantar la mirada, pidiendo perdón, Helena vio que era una de las policías con la que la chica esa estuvo hablando. ¿Cómo la había alcanzado tan rápido?
-¿Y tú huyes? –Bramó la mujer-. Tu amiga y tú sois lo peor. ¡De cabeza al calabozo!
Helena elevó las manos para alejarla, empezando a decirle que no la conocía de nada, pero solo facilitó la labor de arrestarla. Con esposas en las muñecas, la metió en el coche policial junto a la otra chica. La miró indignada y claramente sorprendida. ¿Qué acababa de pasar? Fue a preguntarle quién era pero la chica habló, adelantándose.
-Lo siento.
Después de eso, Helena supo que estaba en peligro.
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Afrodita: Una moto me llevó a la cárcel
Paris casi agarró a la chica parada del aparcamiento por los pelos y la sacaba a rastras de allí. Necesitaba salir de esa cafetería y hacer algo ilegal para llegar al campamento sin ser vista e ir cómodamente, pero no podía dejar ningún testigo. Finalmente, cuando empezó a andar, ella fue prácticamente corriendo hacia la puerta.
Vio una moto con las llaves puestas y casi quiso reírse. Menudo idiota, le estaba incentivando a robar esa moto seguro. Se subió como si nada, con total tranquilidad. Agarró su cabello para que no se despeinase y se fue.
Claramente, Paris no sobresalía por ser demasiado suertuda, por lo que su viaje no duró demasiado. Tras tomar una curva cerrada clavando rodilla y acabando sobre la acera, se empezaron a escuchar sirenas de policías cerca de ella. Se llevó una mano a la frente, viendo que la había cagado, pues ahora la seguían. Decidió entonces parar en una calle vacía cerca del río que separaba Queens de Manhattan.
Desmontó de la moto con cuidado, apagando el motor y mirando al coche parar detrás de ella. Había un hombre corpulento, cuya camisa estaba manchada de alguna salsa. La otra agente era alta e imponente, con cara de pocos amigos. Una gruñona. Paris podría con ellos.
-Buenas tardes, agentes –Los saludó con calma, no tenía permitido perderla si quería camelárselos-. ¿Qué sucede?
La mujer fue la primera en hablar.
-Superaste el límite de velocidad, vas sin casco y te subiste a la acera en una curva. ¡Estás detenida!
Paris contrajo el rostro, llevándose una mano al pecho y alternando la mirad entre ambos oficiales.
-¿Sólo por eso? No creo yo, oficiales. Los veo con muchas ganas de dejarme libre y seguir trabajando. No me van a detener.
El hombre asintió.
-No, claro que no. Yo quiero dejarte libre.
-Claro –Continuó Paris, sonando cada vez más convincente-, si no he hecho nada malo. Ni siquiera recuerdan de qué me acusan.
-Sí, sí. Mejor te dejamos libre…
La mujer la miraba embobada unos segundos, hasta que agitó la cabeza y volvió a arrugar todo su gesto.
-¡No! Owen, te está comiendo la cabeza. ¡Detenla!
-¿Solo por probar la moto de mi amiga? –Creó una nueva mentira-. Miren, está en la otra acera. –Señaló a una chica cualquiera que pasaba por ahí.
-En ese caso las detendremos a ambas. –Declaró la mujer, yendo a por ella.
Paris se giró hacia Owen, mirándolo con pena. Cuando iba a empezar a hablar, le esposó ambas manos y la metió rápidamente en el coche.
Vio a la chica que estaba junto a ella y habló, pasando a su plan B.
-Lo siento.
Miró por la ventana a una persona que pasaba junto al coche, manipuló su propio aspecto para parecerse a esa persona. Pensaba que así les haría pensar que se equivocaron, pero los dos únicamente rieron.
-Hija de Afrodita –Rió la mujer, dejándola completamente paralizada-, tú y la hija de Poseidón no iréis a ningún lado. ¡Hoy vais a ser nuestra cena!
Las chicas se miraron simultáneamente, viendo como la mujer se refirió a ellas.
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Hefesto: “Los metros no me agradan”
La noche era fría en Brooklyn y un joven caminaba solo en las calles de esta, en su mirada se notaba confusión. Unas horas antes su tío, al cual había querido como un padre, le había entregado un martillo de forja y dicho que era un semidiós, su mundo entero había colapsado en unos instantes. Unos momentos después su tío le dijo que debía huir por su propio bien, que ya no podía protegerlo.
¿Abandonar todo lo que conocía y tenía por un martillo estúpido? Su tío le dijo que saldría al banco a sacar dinero para el viaje y que saldrían a la mañana, se veía muy nervioso, miraba a todos lados, como si alguien los estuviera vigilando, le dijo a Koa repetidas veces que no saliera de la casa hasta que él volviera. Ya había tomado su cartera y estaba a punto de abrir la puerta, cuando se detuvo y sacó una carta de su bolsillo. No muy convencido de ello, se la entregó a Koa.
-Koa, si no regreso en dos horas, abrela -Se veía triste-. Si-sino regreso, haz lo que dice la carta ¿entiendes? No intentes ir por mí, solo... Sigue lo que dice la carta - Le dio un abrazo y salió rumbo al banco.
El pobre chico solo había atinado a asentir con la cabeza. Le habían dando tanta información, que no pudo hacer otra cosa más que sentarse y pensar. ¿Acaso su tío se había vuelto loco? ¿De dónde sacó que era un semidios? ¿Por que le había dado un martillo viejo, diciendo que eso lo protegería?
Estaba tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta del tiempo que pasaba, cuando recordó la carta que tenía en las manos se dio cuenta que su tío no había regresado y ya era de noche. Koa abrió el sobre, creyendo que tal vez resolvería sus dudas o tal vez, solo talvez que todo era una broma, pero lo único que estaba escrito allí era una dirección y la indicación que de fuera allí. ¿El lugar? Campamento mestizo, en Long Island. Koa no entendía nada, ¿Allí era donde iban a ir él su tío? ¿Por qué le dijo que si no regresaba tenía que ir el solo? Pensó por un momento ir a buscar a su tío al banco, pero recordó lo que le dijo, así que tomó algunas de sus pertenencias, un poco de dinero, el martillo viejo y salió de su hogar, creyendo que tal vez lo vería en el camino...
Así fue como Koa terminó en Brooklyn, solo, en dirección a Long Island. Llevaba toda la noche caminando tenía frío, hambre y no sabia ni que creer. Suspiro cansado.
-Todo esto por un condenado martillo. -El muchacho sacó el martillo de forja que llevaba en la espalda, este brillaba con un fulgor sin igual, no sabía qué metal era pero era muy ligero y fuerte.
-Es una noche fría para que un jovencito se pasee solo no crees?- Koa saltó sorprendido, ahí en un callejón una sombra lo miraba, algo le daba mala espina.
-¿Disculpe?- Koa empezó a retroceder, todo su cuerpo gritaba peligro, podía ver la señal de metro a unas cuadras, si corría hacia allí la policía o alguien lo ayudaría ¿Verdad?
-Decía que es una noche muy fría para que un joven esté solo. -Sus ojos centelleaban en la oscuridad-. Que interesante artefacto llevas allí. Debe ser muy pesado -La sombra comenzó a avanzar y cada vez se hacía más grande-. ¿Porque no me dejas ayudarte? Ten-
Antes de que la sombra terminara de hablar, Koa corrió con todas sus fuerzas a la estación, no sabía quién era la sombra pero tenía claro que no era su amigo, sus músculos gritaban de dolor por el esfuerzo repentino, pero su cerebro le decía que si paraba estaba muerto. Al llegar a la esquina giró, allí estaba la entrada al metro, entre tropezones bajó las escaleras, sabía que venía detrás de él, podía escucharlo arrastrar sus pies. Espera, ¿arrastrar sus pie?, pensó. Una persona normal no andaría tan rápido si arrastrara sus pies.
Se le puso la piel de gallina, eso no era normal, pero no tuvo el coraje de voltear, debía seguir corriendo o lo alcanzaría. Al llegar a la casilla de pago no se detuvo y simplemente la salto, podía oírlo atrás de él, su corazón se desgarraba por bombear sangre a su cuerpo, nunca había sentido tanto miedo ¿Lo peor? No sabia porque.
Al llegar al andén, lo vio vacío, Koa maldijo en silencio, ¿Ahora quien lo ayudaría?. Un chico de cabello rubio y chaqueta de cuero apareció de repente a su lado y empezó a hablarle, la sangre en sus oídos le impedía oír. Justo en ese momento lo que lo seguía salto y se puso frente a él, y por fin pudo verlo. Koa se congeló, lo que veía no podía ser real, no era humano, vió la parte baja de su cuerpo y entendió por qué no escuchaban sus pasos, era mitad serpiente. El monstruo estaba apunto de atacar cuando una espada lo atravesó y explotó en humo amarillo. El chico, el que estaba en el andén, estaba en medio del polvo, con el arma en las manos.
Justo cuando estaba a punto de decirle algo, escucharon más ruidos bajando por las escaleras. En un acuerdo silencioso, ambos corrieron a la salida del metro. Más mitad serpientes los perseguían, el chico de la espada se giró a mitad de las escaleras y les dio un mandoble y Koa, en un golpe de adrenalina, también logró darle a uno un martillazo en la cabeza.
Sin verificar si habían muerto o no, siguieron corriendo al llegar a la calle, hasta que una voz femenina les gritó desde un callejón.
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Atenea: Vorágine
Nathan estaba esperando el metro, su abuela le había pedido ciertas cosas para ayudarlo a ocultar su "aroma". Sabía que ahora al saber su identidad no puede confiar en nadie, cualquier persona podría ser un monstruo y no necesitaba terminar herido antes de llegar al campamento.
Aunque podía haber tomado un autobús que lo dejaba más cerca de casa, pareciese que el metro de alguna forma lo llamaba, como si le dijera que algo importante estaba por suceder y el debiera estar allí...Era demasiado como para dejarlo pasar así que ahí se encontraba, un chico de 15 años con bolsas de compra y cimitarras en el interior de la chaqueta.
Nathan se sentó en una de las bancas y sacó sus armas, pensó que era mejor llevarlas fuera. De todas formas las personas no las verían por lo que son, como su abuela le había dicho, la niebla las hacía pasar por raquetas de tenis, estando en Brooklyn ¿Que tan raro podría ser ver a un chico pasear con bolsas del mandado y raquetas de tenis? Nathan miró alrededor al hacerse esta pregunta y, sorprendido, se dio cuenta que el andén estaba vacío.
Una mala sensación llegó a el. Las estaciones de metro nunca están vacías. Nathan se paró de un salto del banco y blandió las cimitarras cuando escuchó fuertes pisadas de la entrada. Parecía que algo venía a toda máquina. Un chico de su edad, de cabello rizado y alborotado entró dando traspiés e intentando recuperar el aliento. Nathan bajó la guardia. Lo acaban de asaltar, pensó, pero noto que algo le colgaba de su espalda. Al acercarse un poco más, se dio cuenta que era un martillo, pero no uno común, sino gigante y que irradiaba cierto...poder.
Sin guardar las cimitarras, Nathan se acercó a él, indeciso en hablarle o no.
-¿Acaso tu eres...?- Pero antes de que la pregunta terminara de salir de sus labios vio como un bulto con escamas cayó entre los dos.
¿Eso es.. una Dracaenae? Si sus ojos no mentían y su investigación de los monstruos griegos era cierta, un monstruo mitad serpiente, mitad mujer acaba de aparecer frente a él.
Sin pensarlo dos veces, se fue contra el monstruo y de una sola tajada lo redujo a polvo. El chico del martillo aún estaba en shock, pareciera que todo esto era nuevo para el. Apenas estaba tratando de articular una palabra, cuando escucharon a más Dracaenae bajar por las escaleras y ambos corrieron a la salida. Nathan escuchó con cuidado, parecía que al menos tres Dracaenae los perseguían. Tanto él como el chico martillo les dieron unos golpes a mitad de la salida, pero no podía asegurar que las habían matado. No podían enfrentarse a ellas, les ganaban en cantidad, su única escapatoria era huir.
Cuando llegaron a las calles de Brooklyn, no habían avanzado ni media cuadra cuando una voz humana les llamó desde un callejón. Una chica morena, de cabello corto y oscuro estaba escondida detrás de unas cajas, volvía la vista nerviosa a la salida del metro y les seguía haciendo señas. También puede ver a las Dracaenae, pensó Nathan.
Tomando al chico martillo de la sudadera, corrió donde la chica, rezando que los monstruos no los hubieran visto.
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Ares: Correr siempre es la mejor opción
Edith se encontraba caminando por las calles de Brooklyn, sola y perdida. ¿Como había acabado así? Ni ella lo sabía. Se encontraba intentando recordar el lugar donde el hombre de sus sueños le hablaba. Sí, un hombre en sueños le hablaba.
Bueno la verdad es que Edith no era de Brooklyn, sino de Washington. Y te preguntarás “¿Qué hace ella tan lejos de Washington?“ Bueno, pues ella había escapado del orfanato donde vivía desde los 10 años ya que su madre, una abogada de prestigio, no la quería. No es exageración ni nada, su madre literal no la quería, la aborrecía. Al cumplir los 12 años empezó a tener esos sueños que de normales no tienen nada.
En sus sueños un hombre de unos veintitantos años le hablaba y le decía que tenía que ir a Long Island, a un lugar llamado Campamento Mestizo. Edith estaría mintiendo si creía que no era de locos, pero sus sueños eran tan frecuentes y con tanta urgencia que comenzó a ahorrar con el poco dinero que su madre le daba, hasta que unos años más tarde tenía losuficiente para sobrevivir a su pequeña excursión hasta Long Island.
Y allí estaba ella, a mitad de la calle en un día normal en Brooklyn, excepto que no era un día normal. Desde hacía unos días unos seres extraños la perseguían y era todavía más extraño que la gente no hiciera nada o se inmutara en la apariencia de esos seres. Ahora mismo se encontraba escapando de uno de ellos y eso la había llevado directamente a un callejón .Cerró los ojos con fuerza y se preparó para recibir una estocada o algo, pero el golpe nunca llegó. Dudosa, se giró a la calle y vio que sus persecutores ya no estaban. Había estado tan concentrada en huir y perderlos entre las calles que no se dio cuenta en qué momento dejaron de seguirla.
Edith vió la salida del metro en la otra esquina de la calle. Si pudiera llegar ahí, sería su boleto a la salvación. Ya no tendría que estar dando vueltas en Brooklyn y perdiendo el tiempo en huir de los monstruos. Estaba a punto de dejar el callejón, cuando dos peculiares chicos salieron de la estación. Uno de cabello rubio traía unas especies de espadas curvas y el otro... ¿Eso era un martillo de forja? Edith suspiró, el día no podía ser más raro.Los monstruos que la habían estado persiguiendo salieron de la estación tambien. Ahora entendía por que ya no la siguieron a ella, al parecer tenían una mayor presa.
Sin saber por qué lo hizo, Edith llamó a los chicos.
- Ah, idiota! - Se dijo a sí misma. Ahora conducía a los monstruos otra vez a ella.
Bueno, no puede ser tan malo, al menos uno de ellos tiene un arma, pensó.
Edith volvió a hacerles señas. Los chicos la miraron extrañados pero afortunadamente le hicieron caso. Al llegar a donde estaba, el chico de las espadas curvas la miró de arriba a abajo.
-Supongo que traes armas, cierto? Por que si no te has dado cuenta, estamos en un callejón, sin salida. Solo es cuestión de tiempo que las dracaenae nos encuentren.
-¿Armas? ¿Dracaenae?¿De qué estás hablando? - le dijo Edith. Sip, definitivamente esto iba de mal en peor. El chico del martillo aún estaba recuperando el aliento cuando señaló a la estación.
- Ya- ya vienen. - Edith y el rubio se voltearon. Tres mujeres serpientes o “Dracaenae”, como había nombrado el chico, venían furiosas hacia ellos. Una de ellas tenía la mitad de la cabeza abollada. Eso debió ser el martillo, pensó, intentando no reírse.
-Genial, ahora somos tres contra tres, pero uno apenas puede respirar y la otra no tiene armas. Estamos perdidos - Suspiró el rubio.
-Siempre hay un segundo plan en estas circunstancias - Dijo Edith.
-¿A si? ¿Y cual es? - Preguntó el rubio.
- Correr. - Edith salió echando polvo del callejón y con cierto alivio, escuchó como los otros dos la seguían. Era verdad que había vuelto al problema principal, pero al menos ya no estaba sola.
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Zeus, Hades & Dionisio: Minotauro inteligente
Un día como cualquiera otro Emma y Gabriela se dirigían al bosque, ya que les tocaba guardia para evitar que los monstruos se acercasen demasiado al campamento. Gabriela ya llevaba 8 meses en el campamento, vivía en el todo el año mientras que Emma llegó hace apenas un mes, era su primera guardia en el bosque.
-Emma. -Dijo Gabriela a pocos metros de entrar en el bosque- ¿Estás lista?
-Siempre, llevo este mes entrenando duro y esto es lo más parecido a una misión real que tenemos en el campamento -Respondió sin dudar.
-Perfecto entonces.
Dan un último paso y entran en el bosque, una zona donde la luz del sol no toca el suelo por la gran cantidad de hojas. Ellas recorrieron la parte más cercana al campamento, cerciorándose de que no había ningún monstruo cerca. Tras una hora Gabriela decide adentrarse un poco más.
-Emma, conozco un sitio muy bonito y tranquilo dentro del bosque, es a donde suelo ir a pensar, ¿te gustaría acompañarme? -Preguntó amablemente, girándose hacia ella y caminando hacia atrás.
-Sí, claro. ¿Por qué no? Parece que está todo tranquilo por aquí así que no perdemos nada. -Respondió sonrojándose un poco.
Gabriela cambió el rumbo y se dirigió hacia un claro, en el había unas rocas perfectas para sentarse y descansar. Se pararon allí y comenzaron a hablar de diferentes temas: como llegaron al campamento, como consiguieron sus armas, etc. Se llevaban bien a pesar de conocerse poco, tenían muchas cosas en común.
-Bueno, pues de esta forma llegué yo al campamento hace ocho meses, a partir de ese momento me dediqué a entrenar y a cuidar el campamento.
-Fuiste muy valiente por…
Se escucha un rugido y unos pasos a su izquierda. De repente, del bosque sale una chica de pelo negro corriendo hacia ellas.
-¡Ayuda! ¡Ayuda por favor! Me está persiguiendo…
Detrás de ella apareció la sombra de unos cuernos, justo después se pudo ver, era un minotauro. Pero no el típico, era mucho más grande y no de color oscuro si no de un perfecto blanco. Cuando lo vieron Gabriela sacó su Alabarda y se preparó para la batalla. La chica llegó a su lado y se puso detrás de ellas pero el minotauro cargó contra el grupo. Gabriela trató de invocar unas vides, estas salieron del suelo e intentaron atrapar al monstruo pero iba demasiado deprisa..
-¡Rodad! -Ordenó Gabriela.
Emma y la chica desconocida no lo dudaron y justo cuando el minotauro llegó todas rodaron, ninguna sufrió ningún rasguño. El minotauro se chocó contra las rocas y se quedó aturdido.
-¡Gabriela, las vides, vuelve a usarlas! -Gritó Emma
Gabriela a pesar de estar algo cansada por haberlas utilizado apenas unos segundos antes lo volvió a intentar, esta vez funcionaron, las vides le obedecían, les ordenó inmovilizar las piernas, brazos y también la cabeza, para que no las pudiera romper con el cuerno. A su vez chispas salieron de Emma, el cielo se empezó a nublar, parecía una tormenta, pero algo falló, nada cayó de la nube. Emma paró, se sentía avergonzada, no había sido capaz de invocar un rayo.
-¡Corred!-Ordenó Gabriela dándose cuenta de la situación.- No resistirá mucho.
Las tres echaron a correr, Gabriela en primera posición guiándolas, de vez en cuando echaba un vistazo hacía Emma para ver que tal estaba y otro hacia el camino para comprobar de que no las seguía. Al cabo de unos minutos se escuchó un rugido pero no pasos. Fueron reduciendo la marcha hasta que se pararon.
-¿Quién eres? -Preguntó Gabriela, acercándose a la desconocida.
-Pues… Soy… Regina… Lucifer… -Respondió tratando de recuperar su respiración normal.
-¿Qué hacías en el bosque? ¿No sabes que es peligroso?
-Pues no… Perdón, me estaba dirigiendo hacia un campamento de por aquí, mi padre me dijo que debía venir aquí, pero no lo encontraba y decidí adentrarme en el bosque, me dijo que es un sitio para personas como yo…
-¿Personas como tú?-Preguntó, intrigada.
-Sí, mi padre… Pues es especial… Se llama Hades…
-¿Qué? -Se sorprendió Emma- ¿Otra hija de uno de los tres grandes?
-Parece ser, deberíamos llevarla al campamento. Yo soy Gabriela, hija de Dionisio y ella es Emma, hija de Zeus. Es un placer conocerte pero deberíamos darnos prisa, ese minotauro aún puede volver.
-Era extraño, parecía inteligente, antes de iniciar la carga se paró un momento, como si estuviese reflexionando que hacer…
-Sí, tienes toda la razón -Dijo sonriendo hacia Emma-. Debemos informar en el campamento, desde que Quirón desapareció han pasado cosas extrañas.
-No entiendo que decís pero bueno, yo os sigo. ¿Sabréis donde estamos, no? -Preguntó Regina.
Emma y Gabriela cruzaron miradas, intentaron localizarse. Gabriela tomó la iniciativa.
-Creo que es por aquí, seguidme.
Estuvieron un buen rato dando vueltas, todo el bosque parecía igual.
-¿Segura que sabes dónde estamos? Creo que en este árbol descansamos antes. -Dijo Regina.
-No, estoy totalmente segura de que estamos cerca...
-Oh, mira, el pendiente que se me cayó antes
-¿De verdad?
-Que va, era para hacer una broma, sigamos.
Las tres se rieron y prosiguieron la marcha, ¿Donde estaban? Solo Zeus lo sabía. Poco a poco el día se estaba convirtiendo en noche, seguían dando vueltas, pero finalmente consiguieron ubicarse.
-Esperad, esto... Esto me suena. Vamos por aquí.
Siguieron a Gabriela. Emma empezó a reconocer partes del entorno, ya sabía también donde estaban, más o menos el campamento estaba a diez minutos. Nada más pasó, las tres estaban tan cansadas que hasta dejaron de charlar.
Finalmente consiguieron llegar al campamento, se dirigieron a la casa grande, esta parecía más solitaria desde que Quirón no estaba, buscaron y rebuscaron pero el señor D no estaba tampoco.
-Padre... Necesitamos tu ayuda. Por favor ven al campamento.
No pasó nada, el señor D no aparecía.
-Bueno, ya que hoy no está y ya es tarde es mejor que te enseñe cuál es tu cabaña, la cabaña 13, la cabaña de Hades. Emma, si quieres puedes irte a cenar ya...
-No, no me voy a ir, ahora me quedo con vosotras.
-Vale, como quieras, vamos entonces a la cabaña.
Emma y Gabriela le enseñaron el campamento a Regina, ella parecía fascinada, un campamento completo de gente como ella. No tendría que ocultarse más, nada mas de cristianismo y de la imposición de su abuela, nada de gente obligándola a hacer lo que ellos querían.
El último lugar de su recorrido era su cabaña.
-Esta es tu cabaña, será tu casa mientras estés en campamento. Aquí tienes unas mantas para la cama, vas a necesitar ropa nueva, mientras nosotras te podemos dejar algo. Además, debes conocer las normas, no salgas de noche, si no serás descuartizada, hay desayuno, comida y cena gratuito, hay entrenamiento y muchas más cosas que iras descubriendo. Ahora que ya sabes todo esto deberíamos ir a cenar.
-Muchas gracias por todo, de verdad, estoy muy cansada, no creo que vaya a cenar. Voy a dormirme directamente.
Al acabar esta frase se metió rápidamente en la cabaña y desapareció.
-¿Qué extraño, no?-Preguntó Gabriela
-Que va, es normal, a saber las cosas que tuvo que vivir. Recuerda que es una semidiosa y, además, hija de uno de los grandes.
-Ser perseguida por un minotauro tampoco le tuvo que sentar bien...
Las dos se rieron.
-Bueno, vamos a cenar anda, le voy a hacer alguna ofrenda a mi padre a ver si aparece...
-No te preocupes, mañana aparecerá, no suele estar mucho fuera del campamento. ¿No?
-No, no es lo normal... Pero lo que pasó hoy no me deja tranquila... Un minotauro albino que se paró a pensar su jugada...
-No te preocupes, seguro que fue impresión nuestra tan solo.-Acabó Emma y a la vez agarró del brazo a Gabriela y se la llevó al comedor.
Minotauro
Tranquilamente, en el bosque se encuentra el minotauro, es raro para su especie ser blanco pero gracias a su gran tamaño consiguió una buena reputación, era diferente a los de su raza, parecía que era capaz de pensar. El resto solo se medían por comer, dormir… lo que hagan, el en cambio trataba de comprender el mundo ¿Por qué trataban de matar a semidioses?
De repente del bosque apareció una chica, olía a semidiós, a semidiós de los importantes, se planteó si debía atacar ¿Para qué? Acabar con su vida no le aportaría nada, como mucho se ganaría una mejor reputación pero se jugaría ser descubierto por los semidioses, un minotauro de su tamaño les haría pensar que es un problema y lo atacarían. Decidió no atacar, comenzó a darse la vuelta y algo crugió, una rama.
-¿Hay alguien ahí? -Dijo la semidiosa.
-Mierda -Masculló.
-¡Ah!- Gritó la semidiosa.
Ahora ya no me queda otra opción, pensó.
La comenzó a perseguir, ella echó a correr. Él no cargó, el minotauro le daba ventaja. Finalmente ella se dirigió a un claro, a él le vino mas olor a semidiós, otro de los grandes y otra normal, se lo pensó dos veces pero se acercó lentamente al claro, las escuchó hablar, vio como una desenfundó un arma y apuntaba hacia él. No quería pero algo lo obligó a cargar, no era capaz de ordenar a su cuerpo a detenerse. Notaba como una vides trataban de hacerlo parar, él quería dejarse pero su cuerpo no paraba. Ellas rodaron, en chocó y quedó aturdido, otra vez las vides, esta vez lo atraparon, daba gracias por eso pero, de repente sintió que su pelo se erizaba, electricidad, no, no podía ser, si caía un rayo iba a morir y volver al Tártaro, el no quería.
Se resistió a las vides, pero el rayo nunca cayó. Se calmó, dejó que las vides se fueran soltando ellas solas. El podría haber perseguido a los semidioses pero, ¿para qué? Decidió quedarse en el claro, observando el bosque y el cielo, meditando porque no controlaba su cuerpo y el porqué de su existencia.
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Deméter, Apolo & Hermes: “Vengo a mataros, espero que no os moleste”.
Era una noche tranquila en Manhattan. Claro, tranquila si eras un mortal, para estos tres semidioses, la noche en una calle fría y desierta era más una pesadilla. Caminaban cautelosos, mirando cada dos pasos hacia atrás. Su olor podría atraer a cualquier tipo de monstruos. Ellos era hijos de Deméter, Apolo y Hermes. Tal vez no los mejores dioses, o los más heroicos, pero al menos no habían mantenido relaciones con media población, si sabéis de quién hablo.
Como siempre, la multitud se arremolinaba en cualquier lugar de la calle. La gente paseaba en ambas direcciones, pasaban algunos coches o ciclistas… Todos ellos eran posibles monstruos enmascarados. Su olor les llegaría seguro, incluso aunque hubiese un puesto de perritos caliente, donde un grupo de adolescentes pedían alimentos con total tranquilidad. Oh, si ellos pudieran ser como ellos. Era lo que más deseaban.
Todavía no se habían presentado entre ellas, pero sabían que eran semidiosas, por lo que, sin decir una palabra, habían comenzado a andar juntas. Se habían cruzado las tres en la misma calle y habían conectado miradas cuando vieron a unas mujeres vestidas de oficina cuyos pies eran inexistentes, eran colas de serpiente. Claramente asustadas, Joy tomó las riendas de la situación y, con señas, les dijo que la siguieran. Cuando vio que ambas estaban a su lado, comenzaron a caminar hasta donde se encontraban ahora.
Joy, aun con el liderazgo, caminó hacia un edificio que parecía estar abandonado, entrando tranquilamente y caminando hasta una gran sala bañada por la poca luz del anochecer. Se pusieron en un círculo, mirándose entre las tres, estudiándose. Ninguna sabía si podía confiar en la otra. ¿Debían? Solo ellas habían visto a los monstruos, solo ellas veían a través de la niebla. Lo que quería decir que, o eran monstruos o eran semidiosas.
Casiopea fue la primera en hablar.
-Si sois monstruos, por favor comedme ya. Me duelen los pies.
-Me llamo Joy, Joy Sunchild –Respondió la no nombrada líder. Las demás asintieron, instándole a que continuase hablando-. Soy hija de Apolo, o al menos eso pareció cuando me reclamó.
-Aileen. Soy hija de Deméter. Mi padre me mandó viajar hasta esta ciudad para encontrar mis orígenes, ¿Cuáles son vuestras intenciones?
- Yo soy Casiopea, aunque podéis llamarme Cassie. Soy hija de Hermes. Mi madre me habló de un lugar donde la gente como yo podía ser aceptada y vivir en paz. –Explicó Casiopea.
-El campamento mestizo –Les explicó Joy-. Soñé con él, por eso vengo. Está en Long Island. Es un sitio para semidioses, está protegido de los monstruos y hay pistas de entrenamiento. Al menos eso me dijo el sátiro de mi sueño. Tenemos que llegar ahí, sea como sea.
-No me digas, Sherlock –Rió Cassie-. ¿Sabes qué tendríamos que hacer? Ir a por unos perritos calientes. Me muero de hambre y lo único que traigo son chocolatinas.
-¿Gastaste tu dinero solo en eso? –Gruñó Aileen.
-¡No! –Se defendió rápidamente Cassie-. Me las regaló el hombre de la tienda.
-Eso es extraño. –Comentó Joy.
-Bueno, el no sabía que me las estaba regalando.
-No te sigo. –Aileen se acercó a Cassie y se sentó junto a ella, usando otro bloque de construcción para relajarse.
-Los ha robado, E.
La chica se llevó las manos a la boca, sorprendida por la maldad de Cassie.
-Cómo se nota que eres hija de Hermes.
-¿No que ese dios era un gracioso? ¿Te sabes chistes también?
La chica bufó y asintió, sacando chocolate de su mochila y ofreciéndoselo a las chicas.
-Sí, me sé un par. Tal vez algún día pueda compartir mi sabiduría cómica con vosotras. Por ahora, os comparto mi comida.
-Gracias. –Dijeron ambas a la vez, tomando las barritas de chocolate que les eran ofrecidas y relajándose algo, después de la tensión de ver esos monstruos cerca.
Mientras se encontraban relajadas descansando y creyéndose a salvo, un misterioso hombre de negocios trajeado las observaba desde detrás de un muro a medio construir.
-Deberíamos dormir, la próxima vez no tendremos tal vez tanta suerte. Este sitio es cómodo. –Comentó Cassie.
-Sí, y se ve el cielo. Eso es raro en Manhattan.
Joy asintió, agarrando su arco y sacando una flecha mientras miraba el entorno. Al estar oscuro, nunca vio los ojos con furia animal que la miraban desde el otro lado.
-Vale, dormid vosotras. Yo haré una guardia.
-Necesitas dormir, Joy. –Le recordó Aileen.
-Despiértame en dos horas –Se ofreció Cassie-. Tú duermes y yo hago guardia. Luego haré lo mismo con Aileen. Y ya, cuando amanezca, nos vamos. Los primeros rayos de sol son geniales para viajar.
Las tres asintieron. Cassie sacó de su mochila una manta y se tumbó, apoyando la cabeza en su chaqueta. Aileen la imitó, metiéndose bajo la manta para calentarse un poco. Joy sacó una flecha y la colocó en su arco, lista para disparar si algo se acercaba a ella o a sus nuevas amigas.
Al cabo de un tiempo, cuando los ojos de Joy comenzaban a dar pestañeos largos y pesados, una figura se materializó en los escombros, poniéndola automáticamente alerta. Tensó la cuerda de su arco y apuntó directamente a su pecho. No podía disparar aun, pues parecía un humano. Pero eran las malditas tres de la mañana, ¿qué demonios hacía un humano allí? Debía ser un monstruo. Aun así, no se arriesgó a disparar.
-¿Quién eres? -Preguntó en tono amenazador.
-Soy el que os trae vuestro trágico final -Dijo el misterioso hombre, riéndose.
Joy dio pasos rápidos hacia donde las chicas dormidas, ahora completamente despierta por la adrenalina. Su pulso no tembló en ningún momento. Si en algo era buena era en lanzar flechas. Comenzó a patear levemente el costado de Aileen. Ella la miró con ojos dormidos pero, cuando vio al hombre, comenzó a mover a Cassie con una mano, mientras que con la otra recogía una hoz que había contra la mochila de esta.
Cassie abrió los ojos de manera cansada, estudió la situación unos segundos antes de hablar.
-Tienes que estar de broma, hombre. Ni una hora para dormir me dejas.
El hombre entonces comenzó a transformarse, como si la imagen se borrase y ahora se mostrase al verdadero de él. Era un minotauro de color oscuro, adulto y con unos cuernos casi tan largos como el resto de su cuerpo. Estaban curvados y sus puntas afiladas apuntaban hacían ellas. Como si dijeran “vengo a mataros, espero que no os moleste”.
Las chicas se levantaron de un golpe, colocándose a ambos lados de Joy. El minotauro inclinó la cabeza y comenzó a mover la pierna izquierda, como si estuviese cogiendo carrerilla. Era su único punto para pensar.
-¿Alguien podría inmovilizarlo o algo? -Pregunta Joy
-Puedo usar las semillas que guardo en mi collar para hacerlas crecer a su alrededor y que le aten pero necesitaria tiempo -Responde Aileen
-Agh, podría tratar de cegarle con luz pero es de noche. ¿Cómo lo distraemos?
-Es medio toro, ¿no? –Ellas hablaron solamente para afirmar lo que Cassie decía-. Pues toreemos.
Arrancó la lanza del suelo junto a la manta y la puso frente a las chicas justo cuando el toro comenzaba a correr.
-¡Apartaos! –Bramó la chica, justo a tiempo para apartar la manta y que el toro pasase, quedando completamente desorientado al no ver a nadie allí detrás-. ¡Ole!
Joy guardó su flecha y sacó las dagas de su cinturón, protegiendo a Aileen mientras ella sacaba unas cuantas semillas y las ponía alrededor de Cassie y el monstruo. Ella se movía poco, dejando un claro perímetro para que pudiera colocarlas. Cada vez que iba hacia ellas, Cassie las tapaba con la manta, avisándolas al instante de que debían apartarse, y apartándose ella al segundo, dejándolo atontado.
Aileen empezó a cantar entonces, haciendo que el suelo temblase un poco mientras el toro iba detrás de Cassie, quién parecía algo cansada ya.
-¡ E, cántame algo de flamenco! No me estás animando.
Al momento en el que las enredaderas se agarraron a las extremidades del toro, las chicas supieron que era demasiado tarde. Cassie se había relajado al soltar la broma y el toro la había golpeado, atravesando su hombro con un cuerno.
Joy, ante semejante imagen, agarró una daga y se la clavó en la espalda, haciéndolo desaparecer como polvo. Aun así, Cassie cayó de espaldas en el suelo, con su sudadera cubriéndose rápidamente de sangre.
Las otras dos chicas corrieron hacia ella, Aileen no sabía muy bien qué hacer pero Joy sí. Tumbó a Cassie en la manta y comenzó a quitarle la chaqueta y después la camiseta. A pesar del notable dolor que debía sentir, la chica soltó una media sonrisa.
-Si querías que me desnudase solamente tenías que decirlo, Sunchild.
Ailen bufó, sacando de la mochila de la chica ropa al parecer sucia para tapar la hemorragia.
-¿Es que ni siquiera herida dejas de ser una imbécil? –Bramó Aileen. Pensaba que la enfadaría, pero Cassie únicamente rió.
-Nunca.
Joy la inclinó, haciendo que Cassie soltase un grito ante la acción. Pero tras comprobar que el monstruo no le había atravesado el hombro y que únicamente se lo había agujereado, estaba más tranquila. Tomó la ropa que le tendía Aileen y comenzó a presionar, viendo como todo se teñía rápidamente de rojo y Cassie gruñía de dolor.
Su herida ya estaba casi terminada de curar cuando un hombrecillo entraba en la sala de nuevo. También era medio humano medio animal con pezuñas.
-¿Un minotauro bebé? –Habló en voz alta Aileen, blandiendo sus hoces, lista para atacar.
-Primero, soy un sátiro. Vengo a llevaros al campamento mestizo.
Al fin una maldita buena noticia, pensó Joy.
Capítulo 2→
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