#anecdotario
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10 días 10 canciones que me dedicaron.
Día 4. "Alice" — Avril Lavigne.
🎶 "Alucinando, dando vueltas alrededor, estoy bajo tierra he caído, si, he caído. Me estoy volviendo loca, ¿dónde estoy ahora?. Estoy al revés y no puedo detenerlo ahora.
No puedo detenerme ahora, yo voy a salir adelante, yo sobreviviré.
Cuando el mundo se derrumba, cuando me caigo y golpeo el suelo, me daré la vuelta, no trates de detenerme, yo, no voy a llorar.
Jugaré el juego, pero no puedo quedarme, tengo mi cabeza en orden y no voy a cambiar, ganaré la carrera, seguiré el ritmo, hoy es el día en el que empiezo a rezar, No puedes hacerlo a mi manera. NO, yo, voy a salir adelante. Yo, sobreviviré.
Me encontré a mi misma, en el país de las maravillas, regresaré al camino correcto. ¿Esto es correcto? ¿Esto es una farsa? Voy a tomar mi posición hasta el final."
Esta canción me la dedico Laura, ese día fuimos a ver la película de Alicia en el País de las Maravillas, la que dirigió Tim Burton, siempre fuimos fans de todo el trabajo del director y yo en lo personal soy fan de Johnny Deep. Así que no tuvimos que convencer a nadie. De echo ella pagó el boleto y las palomitas, dijo que quería hacerlo y yo simplemente la dejé.
Lau, siempre supo más inglés que yo y en cuanto se escucho la canción al final de la película dijo — esa canción es tuya. Y como me gusto, dije —sí, a huev*!! jajaja.
Fue nuestra canción favorita por semanas 😁
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Opiniones de verano
Guerreros y guerreras:
Esperamos que estén disfrutando el verano, o la estación del año que crucen desde donde nos leen. Aquí en España estamos a tope con el calor, y siempre ha sido de conocimiento público que en estos meses se suele disparar la actividad en el rol como tal.
¿Sigue siendo así? Personalmente, la sensación que tengo es que las cosas han cambiado. ¿Seré solo yo?
¿Qué piensan ustedes? Quizá simplemente la desconexión viene de mi parte.
Los leemos.
-Uranus
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Paternidad Bullshit
La paternidad sería muy fácil sin todo el bullshit que la enloda. La clase media se ha encargado de imponer una serie de obligaciones en las actividades extracurriculares de los niños, que supongo nacieron con el espíritu de la convivencia y colaboración de padres e hijos en espacios más allá del colegio, pero que se han transformado en eventos con presupuestos desproporcionados donde madres y padres compiten para demostrar quién quiere más a sus hijos en afán insólito de "crear memorias", que una edad en que los niños lo olvidarán todo seis meses después.
Me imagino que algún terapeuta pudiera identificar fácilmente los diversos motivos para estos comportamientos. Personas que tuvieron una infancia restringida y quieren sobre compensar a sus hijos por lo que ellos no tuvieron, padres que utilizan las redes sociales como herramienta para posicionarse socialmente, personas que tratan de sustituir su poca presencia con elementos materiales, parejas que se están separadas y compiten por ser el "padre del año", parejas que están juntas y no se soportan pero quieren aparentar ser una familia perfecta ante los demás, padres que no tienen mucho dinero pero no quieren quedar como los pobres del curso, padres que solo compiten por quién la tiene más larga.
Todo esto resulta en micro eventos dentro del colegio que son sobre producidos, tales como: colaciones compartidas (una boludez que se puede resolver con galletas), día del padre/madre/niños/profesor, cumpleaños de las maestras, día de la tierra/patria/libro. En fin, estas actividades son convertidas en cátering elaborado por un emprendimiento personal para las colaciones compartidas, repostería profesional para los cumpleaños, vestimentas compradas para que se vean todos iguales o todos distintos, decoraciones extravagantes y regalos adicionales "para que los niños sean felices" y se salgan del colegio con más cosas que los otros cursos de kínder, como un globo con un conejo de pascua de peluche adentro. Esto conlleva al pago de una cuota no contemplada en el presupuesto, que termina siendo una bolsa de gato tan oscura como la de una ONG que trabaja con el gobierno.
Se supone que no debería ser así. A inicios de año se establece una cuota principal por un valor razonable, que debe cubrir los gastos del paseo de fin de curso (una actividad pelotuda al final del año escolar, donde todos los padres e hijos van a una parcela a celebrar la nueva etapa de los niños), y los demás gastos de los micro eventos antes mencionados. El paseo de fin de curso es lo que más consume en el presupuesto, porque conlleva el arriendo de un lugar donde hacer el evento, comida para aproximadamente 90 personas, juegos inflables y limpieza. En general, la cuota principal cubre este evento y queda un 40% para otros micro eventos o para ahorrar para el año que viene.
En general.
El año pasado, el curso de uno de mis hijos gastó más de cinco millones de pesos (casi el ingreso anual de un sueldo mínimo) y este año seguro sobrepasan los seis. Un sinsentido que pasará a la historia, al menos en mis anécdotas personales para compartir en los paseos de curso y para atormentar a los demás padres, si sirve de algo.
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Anecdotario 230410
"¿Qué es un hogar sino el primer lugar del que aprendemos a huir?"
— Clementine von Radics.
El mapa quedó obsoleto una vez divisó la parada de bus. Aparcó del otro lado de la calle deliberadamente, pues quería recorrer el trayecto a casa de la doctora a pie, regodearse en el alivio de haber superado esa etapa y compadecerse del niño que se perdió por el camino. Se tomó su tiempo, los inicios de primavera siempre le habían sentado bien al barrio y no planeaba regresar pronto. Quería ver si la vecina había logrado que floreciesen las gardenias, si el pajarraco del demonio aún gritaba insultos cuando alguien pisaba su jardín y si los gatos siameses lo perseguirían hasta la puerta ahora que tenía edad para espantarlos. Al doblar la esquina se nubló el cielo. Las gardenias colgaban de la viga del porche, no solo marchitas, estaban secas, mas, atraído por los murmurllos procedentes de la casa contigua, avanzó hacia la siguiente parcela. La jaula donde antes veía al ave estaba aparentemente vacía y la maleza de su jardín empezaba a invadir la acera de modo que, al pisar accidentalmente una de las matas, un alarido se escuchó desde la jaula. Un pájaro famélico batía las alas en su dirección, sacudiendo con el escaso peso de su cuerpo y fuerza sacada de quién sabe dónde esa prisión de alambre que lo contenía, dándole a entender que aquellas finas varillas eran lo único que le impedían arrancarle los ojos. Algo en sus chillidos le puso los pelos de punta, así que apretó el paso para dejar atrás la casa. Los siameses no estaban en el cojín designado para ellos junto a la mecedora, por lo que no tuvo oportunidad de cobrar venganza y siguió de largo. Cruzados los setos sintió el filo de una mirada atenta pinchar su nuca, suficiente para hacer saltar a sus instintos y girarse. De golpe tenía siete años y corría de vuelta al único caos al que podía llamar casa con la ansiedad de la caza oprimiendo sus pulmones, con el eco de las risas redoblando en sus tímpanos para ser indicador de peligro. Sus ojos buscaban ansiosos una vía de escape y sus pies, que de tantas carreras habían memorizado el camino, se deslizaban por el terreno irregular como cuchillas sobre el hielo, e incluso así, no era suficientemente rápido. El miedo le hizo obviar el sonido del río hacia el que corría, y cuando el ruido del agua se hizo suficientemente fuerte como para hacerse lugar entre sus preocupaciones, caía. Se hundió en el agua, agitado, y mientras su pulmones, presos de su caja torácica, se ahogaban en el líquido que había tragado en su lucha por recuperar el aire. Las risas finalmente lo alcanzaron y vió como, distorsionados por el agua, se acercaban a verlo las siluetas de sus pesadillas.
Al abrir los ojos estaba de vuelta en su cuarto, en la cabaña de los Bennett, bruscamente sentado sobre la cama al hacer el gesto de intentar nadar a la superficie y dar una bocanada de aire tan repentina que empezó a toser violentamente. Sudaba frío, jadeaba, y todo era culpa de la condenada carta. En plena noche, la maleta le esperaba junto a la puerta, era un viaje largo pero, al empacar ligero, se aseguraba de hacer claro que no tenía intenciones de quedarse mucho. Tomó el sobre que reposaba sobre su nochero y su chaqueta, acelerando hacia la salida, si se daba prisa llegaría hacia el atardecer, por tanto tomó la moto de Sebastian temiendo que, si tomaba la de Rayan, este le cuestionaría a su regreso hasta sentirse satisfecho con sus respuestas. A veces odiaba su astuta nariz. En menos de diez minutos se dió a la fuga, no sin antes dejar en la mesa de la cocina un post-it en el que garabateó un mensaje para Silver.
«Estaré de vuelta en unos días, confía en mí.»
Dichas sus despedidas, partió. El desagradable sentimiento que lo había acompañado cada vez que había huido de su pasado volvía a presentarse con descarada burla, y cada vez que aceleraba, voces familiares lo acusaban de cobarde, algo con lo que había aprendido a vivir hacía mucho pero que, estando débil de mente, lo taladraban hasta su quiebre. El suspense le impidió dormirse durante el trayecto, y esta vez cuando dobló la esquina no miró ni las gardenias ni al loro, aún así su mirada no se salvó de buscar en el porche a los gatos cuando pasó por delante, tenso al no verlos. La dirección era la misma, la casa parecía haber sufrido las inclemencias de los años pero seguía en pie, que era suficiente teniendo en cuenta los huracanes que acechaban a todas horas en su interior. Sabía dónde estaba la llave y sabía que seguiría allí para él, pero eligió picar el botón junto a la puerta para anunciar su llegada, y el sonido del timbre le hizo sentirse un extraño, su único consuelo al verse obligado a revivir esa pesadilla.
— Naín — saludó una voz femenina, más machacada de lo que la recordaba, más compasiva de lo que la conocía. — La llave sigue estando donde siempre, podrías haber abierto — rió, incomoda ante su silencio, luego invitándolo a pasar. Había lista sobre la mesa del salón una bandeja con tazas y galletas, la cafetera sonaba en la cocina. El pelinegro no pudo evitar mirar a su alrededor, buscando en las esquinas, entre los cojines de los muebles y tras los pliegues de los tapices despegados, alguna memoria feliz bajo ese techo. Sus manos siguieron vacías y su mirada buscó entonces el exterior tras las ventanas una vez estuvo sentado.
— ¿Cómo me encontraste? — preguntó el chico, directo al grano.
— No lo hice, pensé que aún vivías con Gian así que busqué un poco y envié la carta a su casa, pero me la devolvieron, pensé que fuiste tú. Estuve intentando un par de meses hasta que me enviaron una nota con ella diciendo que ya no vivías allí, así que busqué en diferentes lugares hasta que me dijeron algo de una universidad a casi ocho horas de aquí... es un largo viaje — dijo, como si viese en sus ojeras la falta de sueño que escondía una expresión seria, una impropia del sarcástico chico de ojos oscuros.
— Creí dejar claro que no quería que me buscases — respondió con sequedad, ella se removió en su asiento y le sirvió el café, ignorando deliberadamente su remarque.
— ¿Has estado bien? Estás pálido, no te estarás encerrando en tu cuarto de nuevo, ¿verdad? — preguntó. Aquellas preguntas que pretendían forzar cercanía, ablandarlo al presionar los puntos que bien sabía eran debilidades del chico, no hicieron otra cosa que desatar una ira contenida.
— Eres una puta arpía — respondió, frío. La mujer se quedó estática bajo la mirada de profundo odio y su sonrisa se volvió una mueca torcida al darse cuenta de que era lo único que conseguiría de él. Dejó la cafetera a un lado y guardó silencio hasta tener la fuerza y palabras con las que romperlo.
— No seas malagradecido... — murmuró. Naín bufó una irónica y desdeñosa risa.
— ¿Lo soy? — Antes de que pudiese continuar, la mujer lo interrumpió.
— ¡Lo eres! ¡Por eso tus padres se rindieron contigo! ¡Yo estuve para ti! ¡Soy tu madre! ¡Eres mi hijo! — chilló, Naín, irritado, rió con malicia.
— Ahí estás, bruja. El papel de figura materna no te sienta... ¿Qué sabes tú de mis padres? Ni siquiera los conoces, ¿crees que no me iba a dar cuenta si cada vez cambiabas su historia y apariencia? Soy otro de tus proyectos de caridad, uno más de tus experimentos. Yo no tengo madre y tú... pff, tú no tienes ni un triste gato. Es lo que tienen los psicópatas, ¿lo sabías? No pueden tener animales cerca porque los matarían, uno diría que son mentes curiosas, como la tuya, ¿no es verdad?
— ¡Cállate! ¡Eres un mocoso! ¡No tienes ni idea de nada! — gritó nuevamente. El consabido sentimiento traía consigo la sensación de calidez que había abandonado al mudarse a los dieciséis, esa inestabilidad a la que estaba atado su concepto de hogar, de seguridad, de confort. Verla rabiar era volver a casa. — Yo te salvé, ¡me debes tu vida!
— Saldé mi deuda cuando estuviste a punto de quitármela, no te esponjes.
— Siempre me has odiado.
— Te lo ganaste a pulso.
— Apuesto a que, tú que todo lo sabes, sabías que el estrés propicia la aparición y reproducción de células cancerígenas — dijo la mujer. El pelinegro se calló un par de segundos, había tardado en notar el pañuelo en su cabeza y que las cejas no eran más que un dibujo cuidadosamente hecho. — Osteosarcoma con metástasis en la médula, la quimioterapia no hace nada por mí así que estoy prácticamente muerta. Esto te encantaría.
— ... ¿Me estás culpando? — tardó en reír. — ¿Dices que soy yo el causante de todo esto y no tus experimentos suicidas pobremente investigados? Vives con radiación en el sótano, eres una científica de mierda pero no puedes pagar un laboratorio apropiado porque tus proyectos son basura.
— ¡Tú los arruinaste todos!
— Te quitaron la financiación porque vieron lo que yo veía cada día. Una desquiciada que sudaba de los protocolos de seguridad, que robaba materiales de empresas pequeñas para montar puñeteras armas biológicas en un sótano mal trecho sin conciencia alguna sobre lo que mezclaba, como si hicieses putas sopas. No necesitaste mi ayuda para cargarte tu credibilidad, ese sí que fue un proyecto exitoso — se mofó. La mujer estaba histérica, pero eso no le detuvo. — Me llamaste para culparme.
— ¡Eso no es cierto! ¡Yo-! — su expresión cambió, volvió a esa desesperada súplica por compasión y algo en las entrañas del joven se movió cuando se arrodilló a su lado y tomo su mano con ambas suyas como lo hacía cada vez que necesitaba algo de él pero hablaba demasiado. No había cambiado en nada. — Eres... eres mi creación, todo lo que sabes te lo he enseñado yo, tú puedes seguir donde yo lo dejé, eres brillante, ¡tú eres capaz de demostrarlo! ¡a ti te creerán! — Exclamó. Rápidamente buscó bajo la bandeja una carpeta de cartón delgada y en mal estado que dejó sobre su regazo, mirándolo a los ojos con nerviosismo. — Tú puedes ver el potencial del proyecto, ¿verdad? Siempre has tenido una mente prodigio, sabes que funcionará — insistió mientras el pelinegro ojeaba lo que parecían los desvaríos de un loco plasmados en papel, una enorme bola de incongruencias. Estaba acostumbrado a los cumplidos con segundas intenciones, ya no hacían nada por él.
— Todo lo que le importa a un investigador es su legado — dijo por fin, cerrando la carpeta. — Haríais lo que sea para que una enfermedad lleve vuestro nombre — la dejó sobre la mesa de un golpe, poniéndose en pie mientras buscaba las llaves en un bolsillo. La paciencia se borró de la expresión de la mujer y fue rápidamente reemplazada por la desesperada histeria que había intentado contener, y Naín supo que tenía que salir de ahí cuanto antes. Tal y como era en los viejos tiempos. Mientras la anfitriona temblaba de ira pensando en a qué otra medida desesperada recurrir para retenerlo, Naín escapó.
Condujo sin rumbo unos cuantos kilómetros, estaba oscureciendo y tenía hambre, frío y un sueño que le impedirían regresar al territorio de los Bennett de una pieza, pero tampoco podía quedarse cerca sabiendo que esa mujer estaba conducida por la desesperanza. Incluso con su fama de loca y poca credibilidad, y quizás precisamente por eso, la ciudad ya no era un lugar seguro para él. Así que condujo una hora hasta cruzarse un motel, tenía dinero suficiente como para pasar la noche y comer algo decente, por lo que rentó una habitación y se encerró en ella. No importaba cuántas vueltas diese, el sentimiento de intranquilidad no lo soltaba, más aún, lo había seguido todo el trayecto desde aquella casa del diablo, como la primera vez que escapó, con la única diferencia de que en esta ocasión no había brazos que lo recibiesen para consolarlo más que los suyos propios, y ya que la ansiedad le impedía pegar ojo sin importar cuanto sueño tuviese, pensó en Gian, su equivalente a pisar descalzo los aún afilados restos de un corazón roto, y se encogió en la cama. Se preguntó qué haría ahora, si viviría en el mismo lugar. Según le había escuchado decir a la mujer, era posible. La tentación de rescatar lo irrescatable se instaló en su pecho, pues con el tiempo había perdido la perspectiva que lo había hecho huir de allí también y el cansancio propiciaba la concepción de malas ideas que lo acompañaron a dormir.
La tarde siguiente despertó con frío. Se dió una ducha y cambió de ropa, tardando lo justo para despertar al negligido estómago que rugía demandando un desayuno, mas el apetito de Naín se había quedado en algún lado a siete horas de donde se encontraba, así que optó por bajar al siguiente pueblo a buscar algo que le apeteciese en lo más mínimo, así comer algo antes de regresar. Su primera y esperaba que única parada fue un macromercado en el que pasillos y pasillos de comida y una estación de autoservicio le ofrecían prácticamente infinitas posibilidades de encontrar algo de su agrado, empero el destino, si es que había semejante cosa, no había terminado con sus jugarretas. Una voz delicada con notas de sorpresa lo llamó a sus espaldas y el de ojos oscuros se volvió a verlo. Esataba más alto, se había teñido el pelo y, pese a su voz suave, sus facciones se veían más maduras.
— ¿Gian? — preguntó con el ceño arrugado, confundido, el otro alzó las cejas y sonrió.
— ¡Eres tú! Estás mucho más pálido y tienes unas ojeras espantosas, debes estar a punto de graduarte, ¿qué tal? — preguntó, acercando el monumental carrito cargado de comida suficiente como para alimentar a una legión. Naín seguía incómodo al pensar que al recordar a Gian lo habría invocado, y si esa fantasiosa posibilidad era verdad, el bajo temía por el poder de su memoria.
— Uh... bien, todo bien, ¿qué haces aquí? Pensé que vivías en...
— Oh, sí, he salido a hacer la compra para el restaurante, mañana es la inauguración y... ¿estás de visita? ¿Te apetece ir a tomar un café? — La invitación del cocinero lo puso nervioso, pero tampoco tuvo opción de negarse. El rubio tiró de él a la salida sin hacer más preguntas y Naín estaba muy aturdido como para reaccionar apropiadamente, así que antes de poder darle un sentido al orden de acontecimientos, estaban en el local contiguo con una taza delante. — Estás muy callado, uno pensaría que te alegrarías de verme — dijo. Naín se encogió de hombros y miró su taza, cuyo amargo aroma bastaba para marearle.
— No es que no me alegre, es que es... algo inesperado, es todo — respondió, de nuevo reinando el silencio. El de ojos claros estiró la mano sobre la mesa y la puso sobre la ajena, pero el bajo la retiró en el instante que sintió el roce.
— No te pongas a la defensiva, nunca te he puesto un dedo encima — reprochó Gian. — ¿Sigues resentido? Eso explicaría por qué te ves tan mal, tienes que aprender a perdonar y tal, te tomas las cosas muy a pecho.
Naín siguió callado, así que el otro, tras suspirar, continuó hablando.
— Mira, entiendo eso de que te supiese mal y lo que quieras, pero éramos unos mocosos, y tienes que admitir que tú eres de todo menos fácil de tratar, solo yo te tenía paciencia y por eso te pasabas el día pegado a mí con tu piel de corderito, en algún momento ibas a enterarte.
— No empieces — amenazó el bajo.
— ¿O qué? — sonrió el otro. — Solo digo la verdad, no soy el malo, tú te montas unas películas taquilleras que flipas, pero la realidad es otra muy diferente.
Los instintos olvidados con el tiempo volvieron a él. La confianza que había tardado años en construir se reducía a cenizas a los pocos minutos de hablar con el chico y, en su silencio, recordó una astuta nariz cuyo café extrañaba. Deseó que, si su memoria era realmente tan poderosa, apareciese por la puerta que miraba, mas esa suerte se desvanecía cuando era requerida a su favor y fue el otro inclinándose quien se interpuso en su campo de visión hacia la puerta.
— ¿Esperas a alguien? — preguntó. Temiendo ser visto presa fácil, asintió. — No pensé que fueses a buscar más después de-
— Agradecería si te callas y lo dejas ahí — interrumpió el chico. Había tenido suficiente. Casi era hora de comer, aún estaba a tiempo de llegar a casa y tomar restos de la cena que Rayan probablemente habría preparado, y quizás se podía lanzar a su cama y molestarlo hasta que le diese una reprimenda sobre espacio personal y límites o, con suerte y solo gracias a la astuta nariz, terminasen durmiendo abrazados, una de dos, cualquiera útil, así que se puso en pie. Gian lo tomó de la muñeca y el tacto cálido le revolvió el estómago, zafándose de un manotazo.
— Odio cuando actúas como si te hubiese hecho algo imperdonable, eres un imbécil — bufó. — Allá tú y tus nuevos polvos, de todas formas, ambos sabemos cómo terminan.
— Estás siendo cruel — se quejó el bajo. Un hilo de debilidad se escurrió entre sus letras y Gian, que era para encontrar esas flaquezas cual sabueso, tiró de él.
— ¿Te lo parece? Tú has sido muy descortés conmigo, yo solo quería ponerme al día con un querido viejo amigo y mira cómo hemos terminado, no me parece muy justo por tu parte — respondió repentinamente afable. — No pretendas atacarme y que no te muerda de vuelta — dijo, y Naín, crédulo, manipulable, se sentó nuevamente. —Eso es, paso a paso, dame la mano — dijo tendiéndole la suya. Dubitativo, la tomó. — Siento que te haya sentado mal que reaccionase... ahora tú.
— Siento... haberme puesto a la defensiva — murmuró.
— Muy bien, estás perdonado — celebró — ¿Ves qué fácil?
— Tengo que irme, seguro me están buscando — se excusó el visitante.
— No me irás a dejar plantado, ¿no? Escríbeles o algo y ya está. Así que, dime, ¿qué novedades cuentas? ¿Has venido con tu pareja? — indagó, Naín lo pensó un poco y asintió, quizás de esa forma, sabiendo que Gian no se tomaba bien que le dijesen que no, haría más clara la línea que no debía cruzar. — ¡Qué romántico, viaje de novios! Pero es bastante descuidado por su parte dejarte solo por ahí, menudo idiota. ¿Cómo se llama?
— Ray — respondió sin pensar, entonces intentó imaginar la cara que haría Rayan si se enterase de que él era la primera excusa que se la había ocurrido y se puso rojo de vergüenza.
— ¿Ray de Raymond? ¿De Rayan? ¿Rayco?
A partir de ahí la conversación fue relativamente tranquila. Aunque evitó contarle la mayoría de las cosas para mantenerlo al margen de su nueva vida, no había oportunidad de humillación sutil que Gian no obviase ni hilo del que no tirase, y el pelinegro había olvidado lo extenuante que era mantener una conversación con él sin saltar a la defensiva, calaba la autoestima, y es que esa era la forma del rubio teñido de amansar a sus objetivos. Pasaron las horas y Gian tenía que volver a dejar las cosas en el restaurante, Naín mintió de nuevo y dijo que se quedaría cerca, a lo que el cocinero no desaprovechó su oportunidad de resaltar lo incompetente que debía ser su novio al no llamar siquiera para ver si estaba bien, empero aún invitándolos a la inauguración. Allí se despidieron y cada uno marchó en una dirección opuesta tras darle Naín un número falso. Aún falto de sueño y con hambre, condujo de regreso y sin paradas hasta el terreno de los Bennett, no quería arriesgarse a encontrarse con otra pesadilla, pues no tendría energía para lidiar con ellas.
— ¿Qué clase de nombre es Rayco?
— Me gusta más que Raymond — río.
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La mujer loba
Leonora Montejano Al igual que el mito de los hombres lobo está relacionado con la luna llena, también, está ligado el mito de las fases lunares y la menstruación. En esta columna no me detendré a desmentir mitos y tabúes sobre” esos días del mes”, ya que hay tantos y tan absurdos como “que el vino se agria” que prácticamente se tendría que hacer una tesis sobre dicho tema. Uno de los…
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El Día en Que Casi Me Rebané el Dedo
Ah, el glorioso 21 de junio de 2024. Un viernes cualquiera, o al menos eso pensé. Estaba sentado en mi escritorio, en mi zona de confort, cuando de repente sentí unas gotitas de agua cayendo sobre mí. No, no era una escena de una película de terror, era solo mi vida cotidiana con un minisplit que decidía que los viernes son para llover en interiores.
Ahora, imagínense esto: soy un detective de fugas de agua amateur. Ahí estoy, palpando con los dedos, buscando la fuente de la acumulación. Todo va bien, hasta que mi dedo, el protagonista de esta historia, decide aventurarse un poco más allá.
Lentamente, deslizo mi dedo, como si estuviera acariciando un tesoro oculto. ¡BOOM! Un estruendo, y antes de que pueda reaccionar, siento el golpe. No, no fue un ataque alienígena, ni una intervención divina. Fue simplemente mi minisplit mostrando su lado más oscuro.
Resultado: una pequeña porción de la parte superior de mi uña y piel, cortados con precisión quirúrgica. Un poco de sangre, pero nada que merezca una visita a urgencias. Aunque, admito, me sentí un poco héroe herido, listo para narrar mi epopeya.
Y aquí estamos, con la gran pregunta que ha perturbado mi paz mental desde entonces: ¿Se me caerá la uña? Tal vez. Tal vez no. Quizás sea el misterio del 2024 que nunca se resuelva. O tal vez es solo una excusa más para no hacer nada el resto del día.
Así que, amigos, la moraleja de la historia es: si alguna vez sienten que la vida los está golpeando, recuerden, podría ser peor. Podrían estar intentando arreglar un minisplit en un caluroso viernes de junio, y terminar casi rebanándose el dedo.
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¡Gracias por leer mi pequeña tragedia! Recuerden, si algo puede salir mal, probablemente lo hará, y cuando lo haga, asegúrense de tener un buen seguro médico... o al menos un minisplit de calidad.
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¿Les gusta la Cotorrisa? 🤭
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La Bohemia de la Muerte: Biografías y anecdotario pintoresco de cien mexicanos célebres en el arte, muertos en la pobreza y el abandono, y estudio crítico de sus obras, 1929.
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Anecdotario 家で薬を探してみたら何もなくて寝てしまった mi viaje más desastrozo en el metro, re-visitando mi amor por la antigus línea dorada me dí cuenta que gracias a Zapata puedo llegar mas deprisa a CU, pero algo en ese porro me hizo cierto mal; vi mi primera película drogado que hermosa experiencia también. Pero me pregunto que habrá pasado cuando me desmayé y si alguien me habrá grabado (ojalá no)
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ANECDOTARIO MILITAR: HUMOR E INGENIO (General de División Rafael Dávila Álvarez)
En la milicia el humor ha sido en numerosas ocasiones una forma de expresar con aguda crítica situaciones que no podían tener otra forma de expresión que la fina burla de la ironía. Lo dejó plasmado el General Bermúdez de Castro en su antológico libro «MILICIA Y HUMOR». El humor, la anécdota como arte, historias convertidas en historia. La vida militar está llena de anécdotas, unas veces…
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Tal día como hoy, en 1572, el astrónomo danés Tycho Brahe observa la supernova SN1572, desmontando la inmutabilidad del universo.
https://buff.ly/4fFkpVs
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10 días 10 canciones que me dedicaron.
Día 5. "Whatsername" — Green Day.
🎶 "Creo que me crucé contigo en la calle, pero resultó ser solo un sueño, me propuse a quemar todas las fotos, ella se fue y yo tomé un camino diferente, recuerdo la cara, pero no puedo recordar el nombre. Ahora me pregunto ¿cómo estará COMOSELLAME?
Parece que desapareció sin dejar rastro, ¿llegaría a casarse? ¿Cómo es su cara?, me propuse a quemar todas las fotos, ella se fue y yo tomé un camino diferente. Recuerdo la cara, pero no puedo recordar el nombre. Ahora me pregunto ¿cómo estará COMOSELLAME?
Recuerda, lo que sea, parece que fue hace mucho, lo remordimientos son inútiles en mi mente, ella está aún en mi cabeza, debo confesarlo. Los remordimientos son inútiles en mi mente, ella está aún en mi cabeza, debo confesarlo desde hace mucho tiempo.
Y en la más oscura noche, si mi memoria sirve bien, nunca volvería el tiempo atrás, olvidándote a ti, pero no los momentos."
Lo que pasó con nosotros, es que casi no peleábamos, tal vez por eso no supimos salvarnos, no estábamos acostumbrados a estar en desacuerdo, siempre fuimos muy parecidos, él hizo el examen a la preparatoria y yo entre a una escuela privada, hablábamos diario pero ya casi no nos veíamos, 😔 teníamos horarios distintos, él estaba en la tarde y yo en la mañana, cuando nos veíamos, yo lo notaba raro, tímido otra vez, como cuando empezamos a ser novios y Comenzaron los celos de ambos. Entonces me dijo, que ya no quería pelear, que mejor terminaramos todo y que si era nuestro destino estar juntos, íbamos a estarlo.
Nunca había escrito sobre esto...
Terminamos 2 meses después de salir de la secundaria, estuvimos juntos 2 años.
Un mes después yo empecé una relación con un compañero de mi preparatoria, se que estuvo mal. A veces me sentía culpable porque sentí que no me di el tiempo suficiente para olvidar a Chucho. Pero aunque suene feo, siempre lo recordé con cariño y la verdad es que cuando estaba con Uriel, no pensaba para nada en Chucho.
Esta canción me llegó por Facebook un 14 de Febrero, 5 meses después de no saber nada de él y el mensaje terminó con un ".i."
Ya ni respondí nada, y solo dije, auch !!
No puedo hablar mal de él, me divertí, lo quise mucho, lo admiré y si tengo bonitos recuerdos.
Años después lo vi, estaba trabajando en un banco y aunque le sonreí, él me ignoro.
supongo que haber terminado fue lo mejor y en verdad espero que sea muy feliz.
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¿Qué foros son los que viven en sus recuerdos como algo agradable? Se vale decir nombres. //
Aster
Oniric City
K Project
Blue Caos (los extraño ;A;)
Verdammnis (mi experiencia fue agradable)
One Piece Storm
Paradise in Hell
Ethereal Cosmos
En todos estos tuve grandes experiencias y encontré una comunidad sumamente acogedora y agradable, toda mi estadía fue grata, y solo tengo cosas buenas para decir de las personas que conocí allí.
Aun tengo alguna captura de pantalla que me hace de foto y me recuerda esos días.
¡Pero mira que tenemos por aquí! Muchos recuerdos agradables.
Cabeza de bombón, eres el vivo ejemplo de que aún hay lugares que valen la pena en esta comunidad.
Soy consciente de que todos los foros que mencionas posiblemente ya no estén activos, pero sé que como ellos, deben existir otros actualmente.
Es cuestión de no perder la fe.
— Uranus
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39 años
Le comentaba a mi hija mayor que todo en el universo está formado por átomos, que son unas cosas mínimas que no podemos ver sino con microscopios especiales. Y que no importaba cuán distintas fueran las cosas, un sofá, nuestra piel, nuestros ojos, la tele, un árbol, todo está hecho de átomos. Y que nuestros átomos son tan antiguos como el origen del universo, hace 13.500 millones de años. Así que, irónicamente, yo no estaba cumpliendo 39 años, sino que ella, mi papá y yo tenemos la misma edad en los átomos, desde que partió el Big Bang.
"Uhm..., ¿Me das más tiempo en Roblox?", no sé si fue lo que me dijo pero estoy seguro de que eso pensó.
Estar al borde de los cuarenta da algunas luces de por qué a la gente de clase media le dan cierto tipo de crisis espirituales. Y es que significa llegar a la mitad de tu vida, y sobre todo porque termina la mitad dónde estuviste más sano. Entiendo que con buena alimentación y ejercicio los siguientes 20 años pueden ser un paseo, pero de alguna forma tu vida ya está construida de una manera que, seamos sinceros, es díficil de cambiar. Para mí, los 40s serán un tiempo para garantizar la educación de mis hijos. Mi sueño paralelo es ir construyendo una casa en un terreno a las afueras de Santiago, donde pueda vivir después con Susana y sembrar lechugas y tomates y hasta quizás tener algún animalito. La vida de campo es la más real de todas y sueño con retirarme a vivir de la tierra.
Entiendo que la vida no es todo lo que uno escoge, aunque sí puedes elegir lo mejor de lo que hay. Es como si tuviera mil pesos para comprar tomate, puedo escoger 20 casi podridos o 3 grandes, jugosos y rojitos.
Mientras Venezuela es destruida por una tiranía, ser optimista es ser iluso. Mi pobre país pobre no tiene escapatoria, y una historia de Instagram no agrega valor ni que la vea el presidente de los Estados Unidos. Entiendo que el sentimiento de culpa de los exiliados sea grande, y el que desahogo del dolor y la melancolía se manifiesten en formas absurdas. La indignación también es grande porque nadie hace nada y eso genera furia. Pero tampoco nada dura para siempre. Algún día caerán, como terminan todas las cosas, malas o buenas, probablemente, sin justicia. Y sus hijos y los hijos de sus hijos formarán la nueva oligarquía venezolana que tendrá sus hilos en el nuevo congreso, en la nueva justicia y en las nuevas fuerzas armadas.
Ya se están levantando mis hijos, así que no puedo avanzar más por hoy. Hay que hacer las arepas porque después me dicen que se están muriendo de hambre y que no pueden aguantar. El otro día mi hijo del medio lloraba desconsolado porque no le dimos más tiempo en Roblox. Lo puse a ver un documental sobre el terremoto del 27F en Chile para que sufriera por algo real. Yo vi ese documental hace un tiempo y había un padre que luchó durante 12 días para que retiraran los escombros y así encontrar a su hijo en el único edificio que se cayó en Concepción. Al final lo encontraron, no vivo como él esperaba, pero sí en el sitio donde él decía. Suelo ser poco empático con el sufrimiento por cosas que considero ligeras, o como dice Susana, minimizar el sufrimiento ajeno. Y eso que lloro con varias escenas de "13 going 30".
Ya se levantaron todos. Cambio y fuera.
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