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Paternidad Bullshit
La paternidad sería muy fácil sin todo el bullshit que la enloda. La clase media se ha encargado de imponer una serie de obligaciones en las actividades extracurriculares de los niños, que supongo nacieron con el espíritu de la convivencia y colaboración de padres e hijos en espacios más allá del colegio, pero que se han transformado en eventos con presupuestos desproporcionados donde madres y padres compiten para demostrar quién quiere más a sus hijos en afán insólito de "crear memorias", que una edad en que los niños lo olvidarán todo seis meses después.
Me imagino que algún terapeuta pudiera identificar fácilmente los diversos motivos para estos comportamientos. Personas que tuvieron una infancia restringida y quieren sobre compensar a sus hijos por lo que ellos no tuvieron, padres que utilizan las redes sociales como herramienta para posicionarse socialmente, personas que tratan de sustituir su poca presencia con elementos materiales, parejas que se están separadas y compiten por ser el "padre del año", parejas que están juntas y no se soportan pero quieren aparentar ser una familia perfecta ante los demás, padres que no tienen mucho dinero pero no quieren quedar como los pobres del curso, padres que solo compiten por quién la tiene más larga.
Todo esto resulta en micro eventos dentro del colegio que son sobre producidos, tales como: colaciones compartidas (una boludez que se puede resolver con galletas), día del padre/madre/niños/profesor, cumpleaños de las maestras, día de la tierra/patria/libro. En fin, estas actividades son convertidas en cátering elaborado por un emprendimiento personal para las colaciones compartidas, repostería profesional para los cumpleaños, vestimentas compradas para que se vean todos iguales o todos distintos, decoraciones extravagantes y regalos adicionales "para que los niños sean felices" y se salgan del colegio con más cosas que los otros cursos de k��nder, como un globo con un conejo de pascua de peluche adentro. Esto conlleva al pago de una cuota no contemplada en el presupuesto, que termina siendo una bolsa de gato tan oscura como la de una ONG que trabaja con el gobierno.
Se supone que no debería ser así. A inicios de año se establece una cuota principal por un valor razonable, que debe cubrir los gastos del paseo de fin de curso (una actividad pelotuda al final del año escolar, donde todos los padres e hijos van a una parcela a celebrar la nueva etapa de los niños), y los demás gastos de los micro eventos antes mencionados. El paseo de fin de curso es lo que más consume en el presupuesto, porque conlleva el arriendo de un lugar donde hacer el evento, comida para aproximadamente 90 personas, juegos inflables y limpieza. En general, la cuota principal cubre este evento y queda un 40% para otros micro eventos o para ahorrar para el año que viene.
En general.
El año pasado, el curso de uno de mis hijos gastó más de cinco millones de pesos (casi el ingreso anual de un sueldo mínimo) y este año seguro sobrepasan los seis. Un sinsentido que pasará a la historia, al menos en mis anécdotas personales para compartir en los paseos de curso y para atormentar a los demás padres, si sirve de algo.
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39 años
Le comentaba a mi hija mayor que todo en el universo está formado por átomos, que son unas cosas mínimas que no podemos ver sino con microscopios especiales. Y que no importaba cuán distintas fueran las cosas, un sofá, nuestra piel, nuestros ojos, la tele, un árbol, todo está hecho de átomos. Y que nuestros átomos son tan antiguos como el origen del universo, hace 13.500 millones de años. Así que, irónicamente, yo no estaba cumpliendo 39 años, sino que ella, mi papá y yo tenemos la misma edad en los átomos, desde que partió el Big Bang.
"Uhm..., ¿Me das más tiempo en Roblox?", no sé si fue lo que me dijo pero estoy seguro de que eso pensó.
Estar al borde de los cuarenta da algunas luces de por qué a la gente de clase media le dan cierto tipo de crisis espirituales. Y es que significa llegar a la mitad de tu vida, y sobre todo porque termina la mitad dónde estuviste más sano. Entiendo que con buena alimentación y ejercicio los siguientes 20 años pueden ser un paseo, pero de alguna forma tu vida ya está construida de una manera que, seamos sinceros, es díficil de cambiar. Para mí, los 40s serán un tiempo para garantizar la educación de mis hijos. Mi sueño paralelo es ir construyendo una casa en un terreno a las afueras de Santiago, donde pueda vivir después con Susana y sembrar lechugas y tomates y hasta quizás tener algún animalito. La vida de campo es la más real de todas y sueño con retirarme a vivir de la tierra.
Entiendo que la vida no es todo lo que uno escoge, aunque sí puedes elegir lo mejor de lo que hay. Es como si tuviera mil pesos para comprar tomate, puedo escoger 20 casi podridos o 3 grandes, jugosos y rojitos.
Mientras Venezuela es destruida por una tiranía, ser optimista es ser iluso. Mi pobre país pobre no tiene escapatoria, y una historia de Instagram no agrega valor ni que la vea el presidente de los Estados Unidos. Entiendo que el sentimiento de culpa de los exiliados sea grande, y el que desahogo del dolor y la melancolía se manifiesten en formas absurdas. La indignación también es grande porque nadie hace nada y eso genera furia. Pero tampoco nada dura para siempre. Algún día caerán, como terminan todas las cosas, malas o buenas, probablemente, sin justicia. Y sus hijos y los hijos de sus hijos formarán la nueva oligarquía venezolana que tendrá sus hilos en el nuevo congreso, en la nueva justicia y en las nuevas fuerzas armadas.
Ya se están levantando mis hijos, así que no puedo avanzar más por hoy. Hay que hacer las arepas porque después me dicen que se están muriendo de hambre y que no pueden aguantar. El otro día mi hijo del medio lloraba desconsolado porque no le dimos más tiempo en Roblox. Lo puse a ver un documental sobre el terremoto del 27F en Chile para que sufriera por algo real. Yo vi ese documental hace un tiempo y había un padre que luchó durante 12 días para que retiraran los escombros y así encontrar a su hijo en el único edificio que se cayó en Concepción. Al final lo encontraron, no vivo como él esperaba, pero sí en el sitio donde él decía. Suelo ser poco empático con el sufrimiento por cosas que considero ligeras, o como dice Susana, minimizar el sufrimiento ajeno. Y eso que lloro con varias escenas de "13 going 30".
Ya se levantaron todos. Cambio y fuera.
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2024, primer semestre
Creo que empiezas a envejecer cuando ya no quieres comer McDonald's. Realmente, nunca pensé que sucedería. Sigue sorprendiéndome nuestra capacidad de cansarnos de cosas, de aburrirnos de lo que antes nos causaba sorpresa. Hace unos días, me regalaron unas galletas María, mi delirio de la infancia, pero no las he tocado desde entonces. Y eso que me considero una persona nostálgica. Mi generación ya está cumpliendo 40 años, un hito millennial para indicar que ya no somos jóvenes. En los primeros recuerdos de mi madre ella tenía 38 años, la edad que tengo ahora. Se veía como una persona mayor y yo aún utilizo Converse rojos. Desde el año pasado, he mejorado mi alimentación evitando las frituras, aunque de vez en cuando como sopaipillas. Hasta ahora no tengo ninguna crisis de mediana edad. En cierta forma, creo que tuve mis crisis temprano y lo que soy ahora es el resultado de esos eventos. Publicar mi libro de cuentos, viajar de mochilero por Europa, ver toneladas de películas independientes, leer libros de diferentes temas. Me aburren ahora las series de televisión sin personajes profundos. Siempre me ha aburrido la gente que no expone sus vulnerabilidades por temor a que las utilicen en su contra, que anda con cuidado, que teme más de lo que sueña. Sin embargo, también tolero poco a la gente que se queja de todo. Entiendo que hay cosas de qué quejarse pero considero que también hay muchas cosas de las que estar agradecido. No lo digo desde el punto de vista del optimismo tóxico, sino que si partimos de que el mundo es un lugar injusto y terrible, nuestra vida suele ser menos miserable.
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2023
Creo que fue en mayo cuando comencé con fuertes dolores de estómago que me preocuparon mucho. Fui a un gastroenterólogo y me mandó una serie de exámenes en los cuales no se encontró nada. Entonces, la sospecha de simple estrés fue más fuerte. La inminente salida en vivo con SAP en el trabajo, sumado a las disputas internas en la empresa, el trabajo no menor que significa la logística diaria de tres niños, perro, suegra y una esposa increíble que ayuda mucho pero a veces también jode, contribuyeron a que mi estómago somatizara estos sentimientos confusos.
Fueron dolores de estómago que nunca había sentido en mi vida. Porque una cosa es tener gases o hacer caca floja y otra es sentir que no puedes digerir ni una arepa con mantequilla y queso. Comer representaba un dolor, y comer se convirtió en un acto más del que debía preocuparme. Le agarré idea a las papas fritas y a los dulces, y solo verlos me repugnaban. La idea idea de llevarme algo a la boca representaba un riesgo a dolores intensos. Dejé de tomar alcohol y bajé drásticamente el consumo de café. Así, lograba pasar una o dos semanas bien. Sin embargo, apenas me salía ligeramente de la dieta volvían los dolores, como si me apretaran con una lanza en la boca y costados de mi estómago. Como si me hiciera un harakiri gastrointestinal. El esomeprazol y, en última instancia, el viadil fueron mis aliados, pero igual perdí muchas batallas.
Salir en vivo con SAP en octubre fue un remedio mágico. Así de improvisto como habían llegado los dolores en mayo, así se fueron. Pero igual pagué costos caros.
A fines de agosto vino a visitarme mi mejor amigo del mundo, Alejandro. Durante el casi mes que estuvo aquí solo pude tomarme un día de vacaciones para salir con él. Eso me lo reprocha Susana cada vez que puede. Yo sé que en parte tiene razón pero no lo comparto. Tengo también responsabilidades laborales que son importantes y el proyecto SAP era un evento trascendente. No está de moda en estos años ser comprometido con el trabajo pero me gusta lo que hago y me gusta involucrarme. Solo que el timing a veces es una mierda.
Reencontrarme con Alejandro fue muy satisfactorio. Hablamos de muchos temas pero creo que faltaron más. Yo no le dije algunas cosas que quería decirle, como que cuidara su salud porque quiero verlo de nuevo en unos años. Alejandro es una de las personas que más quiero en el mundo. Compartimos sensibilidades muy parecidas a pesar de que nuestras personalidades no lo son tanto, y esa es la magia de la amistad. Más que alguien con quien puedes hablar sin filtro, se trata de conectar emocionalmente, como si las sinapsis se sincronizaran en un arcoíris pseudo gay y telepático. Alejandro ha pasado por cosas muy duras los últimos años y me duele. Amaría que viviera en Chile y pudiéramos vernos más seguido. Creo que sería un buen tío para mis hijos.
Este año ha sido bueno para mí laboralmente porque fui ascendido en el trabajo. Pero más allá de eso, desarrollé confianza en mí. Suelo tener buenas ideas pero me suele faltar confianza para implementarlas. Y, con el tiempo, me di cuenta de que mis ideas hubieran sido el mejor camino a tomar. No es que he vencido a mi síndrome del impostor, pero ya puedo identificar a los charlatanes y confrontarlos. Eso ha sido como una epifanía para mí.
Cada vez admiro más a mis hijos y me siento afortunado de tener tanto talento en mi casa.
Estefanía tiene habilidades sobresalientes en el dibujo y la pintura, y está muy apasionada con eso. Le dedica tiempo diario a dibujar, aprende técnicas en tutoriales de YouTube, hace bocetos y los rompe y los vuelve a diseñar. Sigue siendo muy vulnerable debido a su sensibilidad, lo que me preocupa, pero en el colegio tiene a un grupo sólido de compañeros, que ojalá se mantengan hasta la adolescencia. A veces duermo con ella y me sigue calentando las orejas son sus manos.
Gael sorprende con su inteligencia numérica y pragmatismo para pensar y tomar decisiones. Es prácticamente un ingeniero nato. Hace cálculos matemáticos sobresalientes para su edad: hace sumas y restas de centenares y hasta miles descomponiendo mentalmente en decenas y unidades, cuando nadie le explicó eso. Multiplica más rápido que su hermana mayor. Ve patrones en todos lados y lo puedes ver a veces distraído haciendo cuentas mientras se muerde la lengua. También le obsesiona hacer ejercicios y realiza unas 10 o 20 flexiones por día.
Helena casi nunca se sienta. Es la que ha dicho más palabras más rápido de los tres, y ya puede unir hasta 3 palabras en una oración. Es muy activa, fastidia a Oso y a lo abraza por la cabeza, le echa agua en su taza de comida, se le tira encima cuando está dormido en el sofá. Desde el año y medio avisa cuando está hecha caca pero cambiarle el pañal es una tarea imposible. Es un juego para ella y se corre, ríe y mueve las piernas con la intensidad de un viento huracanado. Siempre está riendo, a menos que tenga hambre, que es cuando se emputece. Tiene una cara de maldad risueña que me da risa. Y no es cuento, realmente hace maldades a sus hermanos.
Susana es un capítulo aparte. Últimamente, se emputece mucho conmigo. Estar con los niños en la casa le afecta pero el sentimiento de culpa del síndrome de la madre abnegada le afecta más. Para mí, es increíble cómo lleva tantas cosas mismo tiempo, pero siento que toda la ira que acumula la descarga conmigo. Hasta ahora, le he hecho varias propuestas, que van desde un escape sola un fin de semana hasta terapia del manejo de la ira, pero no hay avances al respecto. Yo también tengo cosas que mejorar, por supuesto. Yo solo quiero que sea feliz pero a veces no sé qué más hacer. Mi trabajo no es remoto y no es negociable para mí renunciar, porque me gusta lo que hago, siento que agrego valor y soy feliz laboralmente.
En febrero amé el viaje a Puerto Varas y el próximo febrero iremos a Lipimavida, en Vichunquén. En diciembre salió mi nacionalidad y pasaporte chileno, lo que fue un acontecimiento para mí y podré viajar en el 2024 a Frankurt para la Feria Médica por trabajo. En enero debería salir la compra de nuestra parcela en Colina, y mi sueño es construir una casa allí y tener nuestro huerto y animales. No sé aún si se hará realidad porque para eso, debemos vender la casa donde vivimos actualmente y arrendar durante un tiempo algo por acá cerca. Mi idea lógica me dice que la parcela sería la mejor opción, porque podemos tener espacio para mis papás y la mamá de Susana.
Debo solo tener confianza en mí mismo.
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Siempre tenso, nunca in-tenso
Helena ya tiene un año y sigue sin dormir toda la noche. En este momento, estamos durmiendo los cinco en la misma cama. El dedo índice de Helena no llega a 2,5 centímetros pero un puñetazo en la cara duele como si fuera de plomo. Camina como si fuera Neil Armstrong, no puede dar caminatas larga sin irse de bruces. Sigue siendo cándida pero teta-dependiente.
Esto lo escribí hace un par de semanas pero no pude publicar porque no me dio tiempo.
Ya Helena camina sin irse de bruces pero sigue siendo cándida y teta dependiente. Yo decidí mudarme de cuarto por honor a mi espalda, e intercambio noches durmiendo con Estefanía y con Gael.
Tener tres hijos es un desafío extremo cuando tienes una suegra con Alzheimer y un perro lambucio. Sin embargo, el que se porta mejor es el perro.
Sinceramente, para mí es menos complicado que para Susana, porque ella se queda en casa con teletrabajo y toda la presión que eso implica: los niños que pelean porque uno le dijo tonto o no quiso jugar con él o ella, la abuela que pregunta cada cinco minutos qué se pone a cocinar cuando intencionalmente le cerramos el gas para que no cocine nada, los niños que se mueren de hambre y después no quieren comer porque no les gusta, la abuela que tampoco quiere comer porque dice que ya almorzó o cenó aunque tiene hambre, la bebé que cuando llega de la sala cuna no quiere despegarse de la teta, la abuela que pelea a cada instante con el perro aunque el perro no está haciendo nada, los niños que están aburridos aunque tienen juguetes, pinturas y tablets, la abuela que quiere darle chocolates y galletas a la bebé porque tiene hambre.
La vida de Susana es más caótica que la mía, y esa disparidad genera un ambiente tóxico de reproches a los que no hay solución y se transforman en un loop infinito de culpas, remordimientos y manipulaciones que trato de compensar con la rutina diaria de hacerle desayuno a los niños, vestirlos para ir al colegio, bañarlos cuando llego del trabajo, hacer las tareas y proyectos de la escuela, ver una película y prepararles cena.
Siempre trato de poner las cosas en perspectiva. A estas alturas de mi vida, soy repelente al drama y a la mediocridad. Me gusta ir al trabajo y soy un poco workaholic. El trabajo me absorbe y me concentro de una manera tan intensa que no me doy cuenta de los dramas corporativos ni los comentarios malintencionados. El trabajo para mí es una disciplina sana que ordena mi vida, de lo contrario sería un hippie mal bañado y resentido. Me gusta trabajar, soy bueno en lo que hago y tengo la suficiente madurez para admitir que aún me falta mejorar para ser un buen líder. Sin embargo, ya no busco aprobación de mentores, sino que trato de convertirme en un mentor. Creo que puedo hacerlo.
Me gusta mi vida, me gusta que no sea pretenciosa ni perfecta, me gusta que sea simple, financieramente correcta y absolutamente bajo perfil. Me gusta que estemos ocupados, que no intentemos impresionar a nadie sino asegurar nuestro futuro. Y aún así siempre estoy tenso. Estoy tenso en vacaciones, cuando cierro los ojos en la noche y hasta cuando hago asados en mi casa. Excepto en el trabajo estoy tenso. Porque en el trabajo tengo las cosas bajo control y sé que en el fondo no hay nada de qué morirse. Pero ir al parque con los niños puede desatar cientos de situaciones desde perderse hasta que estalle una crisis de hambre o sueño o extenuación por sobrejuego.
Siempre estoy tenso, probablemente por una mezcla de ansiedad e insatisfacción permanente por no tener todo lo que quiero, pero al mismo tiempo soy feliz por tener todo lo que quiero. Así de ilógico como suena. Siempre pienso en el futuro y quiero asegurarlo, lo que no me deja disfrutar el presente. Hasta que trato de calmarme, me concentro y agradezco por todo lo que tengo. Ha sido un camino duro, intenso pero hermoso. Soy un admirador de la belleza y debo reconocer que hasta ahora el recorrido ha sido bonito, a pesar de todo. Soy feliz, y soy optimista. Y sé que todo, por más trillado que parezca, al final resultará bien.
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37
Helena ya tiene 5 meses y come papilla. Se da vuelta en la cama hacia la izquierda y balbucea con gritos agudos o resoplando los labios y esparciendo burbujas de baba. Por eso, Estefanía le dice que es un súper héroe y su súper poder es la súper baba. Gael está en una etapa de fuerte timidez, no quiere jugar con otros niños en el parque ni ir al fútbol. No sabemos realmente como manejarlo, creemos que puede ser algo que se solucione con el tiempo. Es muy perspicaz, no necesita más de 2 explicaciones para entender todo. Pero tiene arranques de ira que debemos controlarle con castigos a su cuarto para que reflexione. Por lo demás, es muy dulce, generoso y desprendido, pero fácilmente puede convertirse en un adicto a las pantallas. Con Estefanía es todo más fácil. Ya lee en español y en inglés a la perfección, y entiende bastante en inglés de oído. La escasez de actividades extra curriculares estremece a su madre, pero yo tampoco le doy aún demasiada importancia. Es muy dulce con su hermana, la carga, le canta y juega con ella. También le dedica mucho tiempo a su prima, Xiara, para quien es como una hermana mayor. Le afectó muy fuerte la partida de su tía, Zeidy, al punto que lloraba en su cuarto cuando se enojaba con nosotros y la llamaba por teléfono pero ella no le contestaba porque la conexión en Venezuela es un porquería o simplemente porque no le daba la gana. Mi regreso a Hospitalia me tiene muy contento, he hecho todo lo que se y he podido mejorar poco a poco los procesos. Mi vida en esta etapa es muy satisfactoria pero el día a día es extenuante. Los niños son más que nosotros y uno de ellos siempre queda por fuera. Financieramente, estamos en una posición sólida y yo quiero invertir más y Sussy cambiar de casa, lo que implica más gastos y un crédito hipotecario mayor y en condiciones más desfavorables. Yo le explico que las expectativas basadas en Instagram llevan a malas decisiones financieras pero hasta ahora solo logro estirar la arruga. Ya el tiempo dictaminará el consenso, lo que en un matrimonio siempre es complicado, sobre todo cuando nadie quiere ceder.
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Nada como ser niño y asomarse por la ventana del auto
Sentir cómo la brisa entra en la boca y la abomba, los pómulos y la frente se estiran como un lifting, sentir cómo las lágrimas salen tímidamente desde el borde exterior hacia las orejas. Es emocionante fijar la vista en un poste de luz y ver que pasa tan rápido que te mareas, pero si miras al horizonte pasa tan lento que puedes detallar los árboles y las vacas. También puedes ver las nubes y sus formas de animales, saludar a desconocidos y que te devuelvan el saludo, contar los autos amarillos, blancos o rojos y adivinar de qué color será el siguiente. Sentir que es una competencia de autos y cada que que pasamos a uno estamos más cerca de ganar la medalla de oro y llegar a la meta.
Quizás me gusta tener niños porque soy como un Peter Pan que se resignó a crecer y mis hijos me transportan a esa etapa utópica e indestructible.
O quizás cuando somos niños nos parecemos a los perros.
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13 going 30
Estefanía es tan sensible que a veces llora solo por presunción de la culpa. Nos arropamos en el sofá viendo 13 going 30 y se me salen las lágrimas cuando Jeniffer Garner se mete al clóset a darse porrazos en la cabeza porque se convirtió en una mala persona. Yo le explico a Estefanía que la protagonista estaba tan obsesionada con ser exitosa (más que por ser grande) que finalmente lo logra sin importar el precio. Y no puedo identificarme más con esa premisa: por eso logré escapar de Huawei a los 3 meses, sin lo cual no hubiera podido arroparme en el sofá para ver 13 going 30 con Estefanía.
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Hele(onel)na
Los días cuando confirmamos el embarazo de Susana fueron los mismos del fallecimiento de mi tío, el Negro. Ya en ese momento estaba consciente de lo que en el Rey León llamaban "el ciclo de la vida": una persona deja de existir inexplicablemente y otra vida se crea de la nada, en eventos aparentemente independientes pero que, como todo en este universo, están correlacionados.
La vida y la muerte para mí son igual de insólitas y sin sentido. No entiendo cómo un puñado de enlaces de carbono y oxígeno crecen y generan tanta energía, átomos que son más antiguos que nuestro Sol, siendo el Sol una estrella que tiene miles de millones de años matándose con fusión nuclear. Sin duda, la vida es un milagro y es una fortuna presenciarla. Es ilógica, porque escapa de nuestra comprensión que algo sin cerebro se forme según un patrón establecido en su ADN. Pero al mismo tiempo es irresistiblemente hermoso que un proceso sea tan complejo, perfecto y estadísticamente probable.
Por otro lado, la muerte de Leonel fue extraña y por demás inesperada. Aun cuando mi tío tenía 79 años, contaba con una salud de hierro y una actitud tan esperanzadora ante la vida, que lo hacían lucir jovial y con bajo riesgo a entrar en la mortalidad media venezolana.
No sé si hay una muerte digna pero al menos pudo ser enterrado. Sus enlaces de carbono se mezclarán con la tierra y formarán parte de nuevos seres vivos y minerales esenciales para la vida.
¿De qué átomos estará formada Helena?
La muerte es ilógica y cruel para los que seguimos vivos. El otro día le explicaba a Estefanía que aunque ella tiene 7 años y yo 36, realmente nuestros átomos son más antiguos que el sistema solar. Me miró varios segundos y me preguntó cuándo iban a estar listas las panquecas.
La paternidad es tan dulce y deliciosa como los chocolates con leche baratos pero bien hechos.
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36
Dos años de pandemia y una guerra incipiente no pueden conmigo. Se que lo tengo todo y no me siento una persona conformista. Puedo lograr más cosas, por supuesto, pero no me lo enseñará un taller de Liderazgo. Estefanía ya va a segundo grado y Gael al Jardín. Pagar el Pumahue es casi tan costoso como los gastos de comida mensual en el presupuesto. Quiero aprender de ETF pero me sigue dando miedo la inversión pasiva, procrastino para no pensar en el interés compuesto. A Estefanía le gusta la gimnasia y a Gael el fútbol. También lo consideramos en el presupuesto. Debemos cambiar el auto porque ya los amortiguadores y sus cuatro años pasan factura. He visto varios modelos chinos pero no me decido entre Changan, JAC y Jetour. No es buen momento para comprar autos pero si Rusia no da alto al fuego el riesgo de que se vuelvan más caros será mayor. Trabajé en Huawei por tres meses y parecieron tres años. Salir ha sido una de las decisiones más inteligentes y racionales que he tomado en mi vida. Volví a Hospitalia y fue como salir de una cámara de hibernación tino 2001: Una odisea en el espacio. Estefanía es muy sensible y no dice todo lo que piensa, como yo. Gael es comunicativo y empático. Ambos son muy perspicaces. La casa se nos hizo pequeña pero me cuesta dejarla. Además, es mal momento para el negocio inmobiliario. Las tasas de los créditos hipotecarios se duplicaron y hay que dar más porcentaje de inicial. Marina cada día olvida más cosas, desde fechas de cumpleaños y la receta de las Papas a la Huancaína hasta el día de la semana que es hoy. Susana está embarazada de nuestro tercer hijo: Helena. Habíamos acordado que el segundo nombre sería Margarita pero ahora hago lobby para que lo cambiemos a Clementina. En realidad, yo siempre he querido que se llame Clementina. Oso me mordió en diciembre pero extrañamente está más calmado. Después de los dos años los perros maduran, ya no comen juguetes ni hacen hoyos en el pasto. El pasto está mejor, pero el orine de Oso lo malogra, tengo que echar abundante agua para que no lo seque. La cabaña del patio ya no la usan los niños pero espero que la utilice Helena. Estefanía juega mucho con su casa de muñecas y Gael prefiere el parchís o Escaleras y Toboganes. A mí me gusta la calma de los domingos en la tarde de verano, el toque que he desarrollado para obtener una perfecta carne para hamburguesas y que mis padres vivan frente de mi casa. Me gusta compartir con ellos y tratar de devolverles algo de que nos dieron. Me gusta esta edad porque siento que tengo más control de las cosas, porque no improviso y tengo algo de sabiduría para tomar decisiones rápidas y trascendentes (dentro de lo que cabe).
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Coronavirus
Tengo un mes haciendo home office y no ha sido para nada como está foto, que es de un feriado por viernes santo.
Hoy los casos de coronavirus en el mundo superan los 1,7 millones y en Chile los 6.500, hay cuarentena parciales en el país y escasez de mascarillas. Como trabajo en una empresa que importa insumos médicos, no hemos tenido descanso. Hay distintos tipos de héroes en estas crisis, pero el personal que despacha a los hospitales es sin duda uno de ellos.
Todo mi equipo de trabajo nos fuimos a laborar desde casa para reducir el riesgo de contagio y ha sido una hermosa oportunidad para probar una idea que siempre he considerado que será inevitable, que es el tele trabajo. Aunque ciertamente éste no lo sea en el sentido ideal del concepto, ya que los niños están en casa y hay más susceptibilidades para la interrupción.
En mi caso, no ha sido muy catastrófico, porque mi esposa está cesante y mi suegra también está ayudando en la casa. Por lo tanto, suelo tener mi espacio reservado, aunque eso no quita que mi hija entre a entregarme dibujos o mi hijo entre a saludarme o tomar uno de sus juguetes.
Para tener privacidad, tomé la habitación de mi hijo y allí armé mi oficina. Las puertas de las habitaciones en mi casa no tienen seguro, por lo que ellos pueden entrar cuando les antoja.
Los niños se aburren un montón en la casa. Ven Netflix en el televisor, ven YouTube en el celular o la tablet, pintan en hojas, juegan con el perro, juegan en el patio, saltan en la cama. No se cansan de jugar ni de comer. Cuatro kilos de uvas verdes se acabaron en dos días, el plátano (cambur) dura dos días. Arrasan con galletas y yogurt aún después del almuerzo.
Yo recibo llamadas todo el día. Lo malo del tele trabajo es que la gente no sabe cuándo estás almorzando. Esto irrita a mi esposa, porque se esmera en las comidas y yo tardo en bajar a la cocina porque estoy resolviendo cosas de último minuto. Y cuando me siento a comer, recibo llamadas que a veces me obligan a ir al computador.
Me preocupa aún más el impacto económico del coronavirus que la enfermedad. El desempleo y la recesión son los atributos de este año 2020, lo que nos obliga a ser muy cautos con cada centavo usado. Afortunadamente, en mi grupo familiar hemos tomado hasta ahora buenas decisiones que nos permiten seguir adelante, pero solo espero que la recuperación sea rápida y podamos regresar a la normalidad, porque ahora todo es incertidumbre.
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Coronabreak
Gael cada día dice varias palabras nuevas. Parque, aquí, allí y bajar hacen pasar de moda las que descubrió hace un par de semanas atrás como abuela, mano y torta. Está muy estimulado por Estefanía, con quien no para de jugar, molestarse y pelear. Gael le desordena la casa de muñecas a su hermana y ella responde dándole un empujón. Gael toma el coche con la bebé para jugar y Estefanía se lo quita y él llora y le da manotazos. Y eso cuando están ellos solos, porque hay una tercera variable que es Oso. Nuestra mascota es un perro cachondo al que le falta un tornillo. Es el mejor amigo de Gael y mi hijo le hala la cola y le da manotazos, o le bota el agua y le mete mano hasta la garganta. Oso lo muerde pero despacio, realmente no lo lastima a menos de que se haya de sobre excitado, como puede ocurrir cuando Gael le hala las orejas y sale corriendo por el la sala para que lo persiga. Estefanía no juega tanto con Oso, a menos que sea con una cuerda que nuestro perro muerde y ella hala fuerte hasta ver quién cede y la suelta. A Estefanía le gusta jugar en su casa de muñecas en el patio, le pone unas flores de plástico que Susana le regaló y misteriosamente han sobrevivido a los dientes de Oso. Decora al detalle su casa, poniendo un libro junto a la ventana, cojines y un teléfono junto a la cocina. Le encanta inventar juegos y tiene mucha imaginación: los juegos tienen un guión muy estricto incluso en los parlamentos que ella pide expresamente que repitas: "Papá, ahora tú dices que estaba muy delicioso el pollo y quieres comer un postre de banana". Y menciono la comida porque a Estefy le gusta mucho cocinar. Viene como mesonera, toma el menú y se va a preparar el plato. Es muy rigurosa en los detalles de los pedidos, aunque no lógica ni haga una presentación impecable. Es más fiel al protocolo y a disciplina del chef que a la estética del evento. Ama el proceso y también el resultado. Gael ya está a un mes de cumplir 2 años y está fuerte. Estefanía cada vez razona con más profundidad. Ambos son muy cariñosos. Con frecuencia los veo y no puedo creer lo lindos que son. Y no por la belleza sino por la nobleza que tienen, esas cualidades que sé los convertirán en adultos generadores de riqueza humana. Gente que hará de este planeta un lugar más agradable. Y así espero que sean sus hijos.
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Dormir abrazados
Dormir abrazado con tus hijos es probablemente lo más hermoso que existe. No toda la noche, por supuesto. Pero sí esos minutos cuando sientes que todo el esfuerzo vale la pena y la calma se apodera de ti y te hace sentir fuerte y seguro, casi invencible. Hasta que suena el celular y quieres tomarlo, pero al mismo tiempo no quieres soltar la mano de tu hijo aferrada a tus dedos, y piensas que hace tan solo un momento estabas conectado en algo profundo y no vas a poder otra vez a concentrarte. ¿O sí? Cierras los ojos y vuelves, no has soltado la mano y los dedos de tu hijo son suaves pétalos comestibles, cómodos, tan sólidos que no quieres que nunca se desvanezcan. Pero el teléfono vuelve a sonar y decides soltar la mano, total ya no hay momento, igual van a dormir abrazados y eso es lo que importa, aunque no sepas si le estás atrofiando su personalidad y su futuro desarollo social, o si los estás haciendo inseguros y afectivamente dependientes como tú. O lo sabrás demasiado tarde.
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2020
Todas las noches acuesto a los niños en la cama. Ellos duermen aún con nosotros. Primero le doy un tete a Gael, me pongo la pijama y apago las luces. Me arrimo junto a él en la cama y lo abrazo hasta que se trague su bebida. Entonces, él me da el tete vacío, lo pongo en la mesita de noche o velador y comienzo a cantarle El Círculo de Kevin Johansen, probablemente una de las grandes joyas de canciones de cuna contemporáneas. Luego, sigo con un set de Ricardo Arjona: Te acuerdas de mí, Amarte a ti, Duerme y Tu reputación, más o menos en ese orden, y si el sueño no le gana antes. A Gael le gusta estar en casa y jugar con Oso pero también le gusta salir a pasear, y busca la cadena de Oso para que nos acompañe. Las mañanas de los fines de semana salimos a buscar el periódico y aprovechamos para salir del perímetro del condominio y explorar las calles cercanas. Llevamos siempre una bolsita por si Oso defeca. Cuando estamos mucho tiempo de visita en una casa, Gael se pone mañoso a pedir teta o pedir cosas sin quererlas, como un vaso de jugo o plátano, y entonces sabemos que es hora de partir a casa. Decimos: Gael, nos vamos, despídase, y el niño comienza como loco a mover la mano, decir Chao y repartir besos.
Estefanía, por su parte, siempre se duerme tipo 9:30. Es su hora promedio. Se queda viendo Paw Patrol o la Pantera Rosa en el televisor hasta quedarse dormida. A veces, cuando está a punto de caer, pide que alguien la acompañe y le agarra las orejas, como hace desde que tenía 2 meses. Una vez que Gael esté dormido, subo a su hermana mayor a la cama. Estefanía duerme a mi lado derecho y Gael al lado izquierdo de Susana. Gael despierta a las 6 y media pero Estefy ya duerme un poco más y se levanta a las 7 y media en las vacaciones. Ella se aburre bastante en la casa y extraña el colegio: me ha preguntado ya un par de veces cuándo comienzan las clases de nuevo. Sus primos están pasando las vacaciones a dos cuadras de nuestra casa, pero no todos los días va a visitarlos. A Estefanía le gusta compartir con sus primos pero también a veces lo que hacen es ver solo el celular. Gael ya está interactuando con Xiara, que le lleva diez meses más. Ambos se ven hermosos juntos. Gael realmente está pasando por una etapa de cuchitura extrema, a todo el mundo le fascina su sonrisa tímida y pícara. Estefanía por su parte está más obsesionada con el orden de su cuarto. Se enoja cuando la gente cambia de posición sus cosas. Comparte bastante con Gael, lo que es una delicia, y como buena hermana mayor a veces lo protege y otras veces lo golpea. Les encanta bañarse juntos, lo que parece un alivio pero también un desastre: salpican agua por todos lados, se gastan el champú para hacer burbujas y abren la llave del agua como accionando el calefont como si fuera una ampolleta sin obsolescencia programada. Son niños dulces pero también hincha pelotas: a veces pueden llorar los dos al mismo tiempo y controlar la situación se pone cuesta arriba. Pero al final, todo sale bien. Gael le hace cariño a Estefy cuando ella llora, así sea de mentira. Ella lo carga a él y él se caga de la risa. Ambos son adictos al yogurt de fresa, al plátano y al jugo de sandía. Ni hablar del espagueti.
Este año que comienza puede ser complicado económicamente, lo que es algo nuevo para nosotros en nuestra estadía en Chile.
Pero al final todo sale bien, ya verás.
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Navidad 2019
Gael cada día está más despierto. No sé si los segundos hijos crecen más estimulados por sus hermanos mayores pero sin duda mi bebé menor se expresa más que Estefanía cuando tenía su edad. Puede que también se perciba así porque es más sociable. Gael saluda, habla y le sonríe a extraños, lo que Estefanía ni hace aún en muchas ocasiones con los abuelos. Pero sí me llama la atención que no le toma muchas veces lograr un objetivo complicado. Por ejemplo, hace unos días lo llevé al parque y había un puente (túnel) de cuerdas, de ésos que son solo sogas y nudos en forma casi cilíndrica. Los nudos forman las intersecciones de muchos hexágono de cuerda, que son las aristas. Para pasar el túnel, debes afirmarte con las manos en las cuerdas de arriba y pisar preferiblemente sobre los nudos, para tener más estabilidad. La primera vez que pasó Gael por el túnel, hundió tres veces los pies en los orificios y terminé ayudándolo a cruzar a la otra torre. La segunda vez ya lo había entendido y lo cruzó solo. De igual manera, ocurrió con las escaleras del parque del condominio. Me fascina cómo los niños pueden superar los obstáculos con tanta facilidad y sin complejos. Estefanía también cacha todo pero por supuesto a otro nivel. Sabe cuándo un tema es sensible y suele evitarlo de manera muy evidente. No me cuenta que le gusta un niño del colegio pero a su mamá sí, y a mí me pregunta si Dios nos cuida, porque sabe que nunca lo he mencionado y quiere tener un panorama más claro y que le dé mi visto bueno. Sí creo que siente algún desplazamiento de Gael, porque toda la familia se ríe más con el baby menor, pero creo que lo ha aceptado un poco porque ha asumido su personalidad. Eso sí, cambió radicalmente sus intereses y ahora quiere solo quiere maquillaje de regalo y ve videos de bromas de quinceañeros. Juega más sola, tanto en el baño como con sus barbies, pero también pide interacción en juegos que inventa como una dramatización con guión establecido. No se la lleva tan bien con Oso, el mejor amigo de Gael. Gael le da juguetes o bolas del árbol de navidad a Oso para que se los coma. Oso come plástico, lo digiere y lo defeca. Gael le mete la mano en la garganta, le jala las orejas y la cola, lo fastidia como Elvira, pero también le da galletas, parte de su almuerzo o simplemente le comparte de su plátano. Oso sigue haciendo agujeros en el pasto y su orine más que amoniaco debe tener veneno, porque seca la grama.
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Solo dejar un registro. Olvido muy fácil
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Ansiedad
Es difícil disfrutar el momento si la ansiedad del día a día me hace sentir siempre insatisfecho. No porque me sienta infeliz (me siento dichoso y afortunado) sino por el temor a la vida finita, la impresión de que lo voy a olvidar todo y la nostalgia de esto va a pasar y puede ser mi mejor momento. Me gusta mi trabajo y soy bueno en lo que hago, pero siempre añoro un empleo cool que no creo que exista. El trabajo no solo me da disciplina (de lo contrario sería un hippie mal bañado) sino que también me da la oportunidad de conocer mundos que me enseñan manejarme en mi vida personal. Pero llego a casa y a veces no quiero lidiar con los niños, sino estar solo o ir con Cosis a algún lado. Eso me da un sentimiento de culpa pero también un orgullo estúpido de querer estar con mis hijos para ser la primera referencia en ellos. O para llevarle la contraria a mi suegra. O porque crecerán y me arrepentiré de no haberlos disfrutado como lo merecían. Mi hija es dulce y hermosa, con una bondad que raya en la inseguridad y sumisión. Mi hijo es más fuerte pero de risa fácil y bonachona. Siempre toma una galleta adicional para dársela a su hermana mayor. Dice muchas palabras, apenas a su año y medio, como auto, hola y gracias. Su hermana a los dos años apenas decía papá y mamá. Es muy lindo cuando juegan. Se persiguen por la sala y son instantes idílicos como en las películas familiares que transmitían los domingos en la mañana. Estefanía se ha vuelto muy perspicaz, se guarda comentarios según ve la situación. Está más coqueta: elige su vestimenta del día, se maquilla y pidió ponerse aretes. Y mientras escribo sobre ellos no quiero ir a estar solo ni a salir por allí con Cosis, sino aprovecharlos cada tarde que llegue del trabajo.
Es muy difícil ser adulto, dice Estefy por un video de Youtube que ve con frecuencia. Y yo le digo que sí.
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