#ambos lados andaban mal
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C. María de Bustamante contra Guerrero
Carlos María de Bustamante insulto bastante a Guerrero cuando se cambiaron de bando político.
Bustamante se refería a el como "espantojo de chilar" "porqueriz@" "efigie prieta" "más gordo que un cuin@" incluso insulto a la familia de este.
Bastante despreciable
Para más contenido estoy en tiktok como: coyote1562
Gracias:3
#vicente guerrero#Carlos María de Bustamante#historia de méxico#history#México#Peleas#Meme#ambos lados andaban mal#historiadores#Odio#no se que hago con mi vida#no se que poner#fanart#shitpost
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07: Paciencia a Prueba
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Eran las 16:00. Habían pasado unos treinta minutos luego del incidente de Larry, el cual fue llevado a la enfermería. Mientras tanto, en el comedor estaban Ludwig, Lemmy y Wendy. Estos dos últimos estaban acompañando a su hermano mayor, quien estaba muy pensativo y suspiraba por momentos. Por su parte, Lemmy le daba palmadas a Ludwig en señal de compasión; Wendy miraba a Ludwig algo apenada.
Wendy: Lud, sé que te sientes mal, pero… ¿qué fue lo que pasó?
Ludwig: Larry se tropezó conmigo y se cayó
Lemmy: b-bueno… sí… pero, ¿cómo es que pasó todo eso? ¿Por qué Larry…?
Ludwig: (interrumpiendo) porque el muy bruto quiso golpearme y me hice a un lado
Lemmy: conociéndolo, capaz que hizo una especie de berrinche
Ludwig: algo así…
Wendy: ¿qué quieres decir?
Ludwig: estábamos conversando Bobby y yo, pero Larry comenzó a hacer burla de mí y pues discutimos
Wendy: nada nuevo
Lemmy: ¿y qué le dijiste ahora para que se alterara?
Ludwig: ¿qué?
Lemmy: bueno, a veces tu lengua es un tanto áspera con casi todos, incluso conmigo, que en más de una vez me dijiste “enano”.
Ludwig no parece negarlo, tan sólo se limita a mirar a Lemmy y cambiar el tema.
Ludwig: sólo le dije que actuaba como bebé, pero creo que ahora le afectó más, por alguna razón
Wendy: creo que fue por ese chico, Bobby
Lemmy: ahora que lo mencionas, Wendy, es verdad. Desde que está con él parece hacer más cosas y se le nota más alegre. El otro día vi cuando jugaban tenis y estaba más energético
Wendy: ¿de verdad? ¡Vaya! Entonces lo que le hacía falta era un amigo
Ludwig: pero parece que se le olvida que tiene siete hermanos, casi nunca quiere hacer nada con nosotros
-es verdad- dicen al unísono Wendy y Lemmy. En eso entran Jr. y Morton, comiendo dulces y chocolates, ambos con sus bocas llenas de chocolate.
Ludwig: ¿es que acaso las rarezas no terminan?
Morton: ¡¡HOLA, CHICOS!!
Lemmy: no grites, Morton! Y hola
Wendy: ya deberías saber, Ludwig, que nunca hay un día normal aquí
Jr. y Morton se acercan a la mesa y dejan los dulces que andaban comiendo. Wendy y Lemmy toman un dulce cada uno y lo comen
Jr.: oigan, ¿han visto a Bobby y Larry? no estaban en su habitación, se supone que tenían que practicar para el evento de mañana
Wendy: ¿evento?
Jr.: sí, ambos van a participar en un concurso de videojuegos mañana a las 12:00. Supongo que están descansando un poco (risas)
Hubo un silencio un tanto incómodo. Lemmy y Wendy se miraban con cierta preocupación. Bowsy nota eso y deja de sonreír, mirando a sus hermanos
Jr.: ¿qué pasa? ¿Chicos?
Mientras tanto eso ocurría en el comedor, Iggy y Bobby encuentran a Kamek en una de las mazmorras, quien estaba haciendo inventario de las pócimas y botellas de su estantería. En eso, Bobby, sin querer, alza un poco la voz de la desesperación
Bobby: ¡¡Señor Kamek!!
Esto provoca que Kamek se asuste un poco y suelte una de las botellas que tenía en la mano, haciendo que ésta se quiebre en el suelo.
Kamek: oh cielos…
Ante eso, Bobby se pone más nervioso de lo que ya estaba
Bobby: lo siento, lo siento, lo siento… (Agachando la mirada)
Kamek: (suspira suavemente y luego sonríe) no te preocupes, hijo. Nada más no vayas a tocar los vidrios rotos. ¿Qué es lo que pasa?
Iggy: Larry tuvo un accidente. Se cayó y… (Mira a Bobby)
Bobby: (completando) se fracturó la mano
Con esas palabras, Kamek pone cara de sorprendido
Kamek: ¿y dónde está?
Bobby: ahora está con mi hermano
Iggy: creo que se fueron a la enfermería mientras veníamos por ti
Kamek: entiendo. Vamos entonces. No hay tiempo que perder.
Luego de salir los tres, Kamek cierra con llave la puerta. Poco rato más tarde, llegan los tres a la enfermería, que quedaba en el primer piso por la izquierda de la entrada principal. Allí estaban Mykey y Larry, quien aún estaba gimiendo de la incomodidad; el Koopa peli-morado no se separaba de su lado tratando de consolarlo.
Kamek: ¡oh, mi niño! ¿Cómo te sientes? ¿Te duele mucho?
Larry asiente mirando su mano derecha. Kamek saca el botiquín de emergencia, sacando unas bandas de tela y trata de ponerlas por encima del hombro derecho de Larry y ajustarlas a su brazo para sostenerlo.
Kamek: tendremos que llamar al médico. Mykey, ¿puedes ayudarme con Larry un momento en lo que vengo?
Mykey: sí, adelante
Al salir Kamek de ahí, Iggy y Bobby se acercan un poco.
Bobby: ¿estará bien, hermano?
Mykey: yo creo que sí, pero habrá que esperar a ver qué dice el medico
Bobby observa sutilmente a Larry, quien estaba con los ojos cerrados respirando calmadamente, para luego acercarse a él y tomarle de su mano izquierda. Larry abre los ojos y mira al pequeño Koopa que estaba a su lado
Bobby: no te angusties, yo estaré acompañándote hasta que te recuperes
Ante esas palabras, Larry se seca sus lágrimas y le sonríe tiernamente
Larry: gra-gracias… amigo…
Iggy: Larry, espero que cuides a tu amigo tal como él a ti
Larry asiente y se ríe junto a Bobby.
Pocos minutos después, llega Kamek junto con el médico y su equipo de atención.
- buenas tardes -dice el medico al entrar- me presento, soy el doctor Mario, a su servicio.
Iggy: ¿Mario? No sabía que también eres médico
Dr. Mario: así es, Iggy. Soy plomero y médico, ambos de profesión, pero después habrá tiempo para charlar. Dígame, Kamek, ¿qué ocurre?
Kamek: qué bueno que llegó, doctor. Aquí, uno de mis niños, Larry, se cayó y se dobló la muñeca
Dr. Mario: entiendo. Pero antes de pasar a la revisión, quisiera pedirles a los jóvenes koopa que por favor esperen afuera
Mykey: entiendo (deposita con cuidado la mano de Larry) vamos, chicos
Iggy: ¡buena suerte, Larry!
Bobby: ¡que te mejores pronto!
Los chicos salen y cierran por fuera. El doctor se acerca a Larry y con cuidado quita las vendas. Nota una inflamación en la muñeca, por lo que procede a acostar suavemente al pequeño hasta dejarlo en una posición cómoda.
Dr. Mario: bien, tendremos que sacarle una radiografía para saber más. Cierra los ojos, pequeño Larry
El doctor acerca una máquina y la coloca a la altura del brazo de Larry. Al cabo de unos momentos, dicha máquina empieza a escanear al joven. Luego de eso en la pantalla se refleja la radiografía. Kamek ayuda a levantar a Larry lentamente.
Por otro lado, de vuelta al comedor, estaban el resto de los chicos estaban contándole a Jr. y Morton lo ocurrido, a quien se les suma Roy, que había llegado luego de que Jr. les preguntara lo ocurrido.
Ludwig: (…) y eso fue lo que pasó.
Jr.: ok, esto no es bueno. Se perderá el evento
Roy: creo que ese es el menor de sus problemas.
Lemmy: bueno, espero que esté bien.
Ludwig da un suspiro y se levanta de la silla y se dirige a su habitación
Ludwig: bueno, por ahora sólo queda esperar. Iré a mi habitación, necesito descansar un poco de todo este lío
Al retirarse, Ludwig olvida su libro que había dejado en la mesa, a lo que Morton nota y se lo va a dejar.
Morton: ¡TU LIBRO!
Ludwig se gira y recibe el libro
Ludwig: gracias, Morton
Al detallar el libro, Ludwig nota que hay chocolate en él, a lo que el Koopa azul da un grito y todos ahí se sorprenden.
Wendy: ¿y ahora qué te pasa?
Ludwig: ¡maldita sea, Morton! Ensuciaste mi libro con tus manos pegajosas
Morton mira sus manos llenas de chocolate pegajoso y luego las esconde, poniendo una cara de nerviosismo y mirando a otro lado. Ludwig, por su parte, toma unas servilletas y trata de limpiar su libro.
Morton: ¡¡L-LO SIENTO, LUDWIG!!
Ludwig refunfuña y se acerca a su hermano de negro, apuntándole con su índice
Ludwig: si dejaras de comer a cada rato, esto no pasaría. Eres un desastre comiendo, no me sorprende.
Morton mira con un poco de pena a su hermano mayor un instante y luego agacha su mirada cerrando los ojos. Ludwig se retira sin decir más nada, con una expresión irritada. Morton se gira y ve a sus hermanos, quienes tratan de no hacer contacto visual con él, quien se retira por el otro lado sin decir nada tampoco.
Quedando Lemmy, Wendy, Roy y Jr. solos, quedan conversando un poco
Roy: ¿no creen que Ludwig se pasa un poco de la raya?
Lemmy: sabes que él es complicado, se irrita con facilidad. Yo recuerdo que de niños era de lo más amoroso
Wendy: no sé qué le pasa, pero ojalá que no sea así conmigo
Roy: ni conmigo
Jr.: al menos Mykey se ve más amable, me ayudó a no sentirme mal conmigo mismo, hasta aprobé mi examen
Roy se cruza de brazos y asiente en señal de estar de acuerdo. Wendy y Lemmy se sorprenden.
Wendy: felicidades, Bowsy!
Lemmy: ¡sí! ¡Nosotros pensábamos que te costaría mucho!
Jr.: bueno, tuve gran ayuda, cosa que no hubiese conseguido si Ludwig hubiese sido más paciente conmigo (risas)
Roy: hasta ganó una apuesta
Mientras los chicos decían eso y seguían conversando aquella experiencia, Ludwig estaba en la puerta, escuchando lo que decía Jr., cosa que parece haberle llegado, ya que posteriormente al retirarse, aprieta fuertemente sus puños y pone una expresión enojada.
Ludwig: esto no se quedará así…
De regreso a la sala de espera, los demás chicos están esperando los resultados. Bobby está algo nervioso, por lo que se pone a caminar en círculos mientras que Mykey e Iggy están sentados viendo al pequeño moverse.
Mykey: ¡Bobby, calma!
Iggy: sí, no te preocupes
Bobby: es que no sé… esto no me deja tranquilo
Mykey: (acercándose) escucha, hermanito. Sé que te preocupa Larry, pero por ahora no podemos hacer nada más que esperar (pone su mano en el hombro de Bobby) Ten paciencia, ya verás que todo saldrá bien
Bobby le mira con preocupación y asiente lentamente.
Mykey: (le sonríe) ¡bien! Ahora toma asiento, ven conmigo
Bobby le hace caso, pero antes de que el pequeño vaya al lado de su hermano, de la enfermería salen tanto el doctor como Larry y Kamek. Al verlos, Bobby se dirige a Larry, pero éste se nota algo triste. El joven celeste tiene puesta una férula y su brazo está afirmado por un equipo ortopédico ajustado a su brazo.
Kamek: gracias por la atención, doctor. Pase a mi oficina para ver sus honorarios.
Dr. Mario: gracias, pero ahora tengo un compromiso. Le enviaré mis honorarios por correo.
Kamek: está bien. Lo acompaño a la puerta
El magikoopa y el doctor se dirigen a la puerta de salida y se despiden. En ese momento llega el rey Bowser, quien había salido a una reunión luego del almuerzo. Por su parte, Larry seguía mirando el suelo mientras Bobby le trataba de hablar, pero no parecía reaccionar, sólo suspirar. Bobby mira a su hermano en señal de duda y tanto Mykey como Iggy se encogen de hombros.
Unos minutos más tarde llegan Kamek y Bowser donde estaban los chicos.
Iggy: Kamek, ¿qué dijo el doctor?
Kamek: pues… hay buenas y malas noticias: las buenas es que no fue tan grave y su recuperación será más rápida de lo esperado…
Mykey: ¿y las malas?
Kamek: …que tendrá que usar una muñequera por una semana. No podrá hacer movimientos bruscos
Bobby: (gimiendo de sorpresa) oh no… (Mira a Larry) entonces…
Kamek: (interrumpiendo) no podrá jugar videojuegos por dos semanas. La primera debe estar en reposo y la segunda debe hacer ejercicios ergonométricos, no podrá hacer casi nada más que movimientos suaves
Larry da un largo suspiro de decepción, tratando de no mirar a Bobby, quien lo miraba con algo de tristeza
Bowser: bueno… estas cosas pasan… no te sientas mal, Larry
Larry seguía sin decir nada, tampoco quería mirar a nadie. Mykey lo observaba serenamente. En ese momento, Bowser lo carga y lo toma en sus brazos. Todos ahí se dirigen a la habitación de Larry.
Bowser, con delicadeza, acuesta a Larry en la cama. El pequeño seguía sin pronunciar palabra alguna. Se le notaba que respiraba calmadamente. Bowser lo mira con algo de pena y le acaricia la cabeza.
Bowser: Larry… hijo…
Larry levanta la vista sin mover su cabeza
Bowser: ¿estás bien?
Larry: sí… algo…
Bowser pone cara de incertidumbre pero trata de no darle más vueltas al asunto, por lo que luego le da un beso en la frente al pequeño Larry y le acaricia nuevamente su cabeza.
Bowser: en un momento será la hora de la cena, te traeremos la comida pronto
Kamek: vamos, chicos. Dejemos descansar a Larry
Justo cuando se estaban retirando todos, Larry pronuncia unas palabras, a lo que todos ahí se giran a verlo
Larry: ¿Bobby? ¿Puedes quedarte conmigo un momento?
Bobby mira con cierta duda a su hermano, el cual asiente sonriendo
Bobby: (mira a Larry) ¡claro! Por mí está bien
Bowser: ok, ya que todo está arreglado, nos retiramos. Te encargo a Larry, pequeño Bobby
Bobby: ¡sí! (cerrando sus ojos y sonriendo)
Todos allí salen y entrecierran la puerta, dejándole un pequeño espacio.
Estando a solas, Bobby se acerca al costado izquierdo de la cama de Larry y se arrodilla, apoyando sus brazos encima del cubrecama.
Bobby: aquí estoy, Lar
Larry miraba a su amigo y luego da un pequeño suspiro
Larry: lo lamento, me temo que mañana no podré participar
Bobby: bueno… al menos sólo será una semana, no parece ser tanto si lo piensas
Larry: sí, pero es injusto. Casi nunca me enfermo ni nada y tenía que ser en este momento donde me pasara algo
Bobby: los accidentes pasan, me gustaría que…
Larry: (interrumpiendo) esto no fue un accidente, Bobby
El pequeño peli-verde se queda en silencio unos momentos, observando a Larry
Bobby: ¿de qué hablas?
Larry: Ludwig me empujó e hizo que yo me “accidentara”. ¿No viste su actitud? Él ni siquiera se acercó para ayudarme, como sí lo hizo tu hermano. Él sólo disfruta de verme sufrir
Bobby continúa escuchando atentamente a su amigo mientras ponía una cara de seriedad.
Larry: sé que Ludwig me odia, pero yo también a él, así que estamos parejos…
Bobby: (susurrando en tono de lamento) Larry…
Bobby pone su mano encima de la de Larry y ambos se miran
Bobby: ¡no digas eso, por favor! los hermanos están para cuidarse unos a otros
Larry: dices eso porque no lo conoces. Toda mi vida él siempre ha sido así
Bobby le miraba con algo de confusión
Larry: ¿no me crees?
Bobby: b-bueno…
Larry: (alzando la voz un poco) ¿ahora tú también?
Bobby: ¡n-no! ¡No quise decir eso!
Larry comienza a tener un tono más irritante
Larry: lo que faltaba… que ahora mi mejor amigo dude de mí…
Bobby: no estoy dudando de ti, Larry. Es sólo que creo que esta vez estás exagerando. No vi que Ludwig te empujara, eso es todo. Más bien, creo que te tropezaste
Larry: no puedo creerlo…
Bobby: Larry, yo…
Larry: (interrumpiendo) si tanto vas a estar así, entonces déjame solo, ¿quieres? Quiero estar solo
Bobby da un pequeño gemido de sorpresa y luego se pone serio.
Bobby: ¿sabes qué? Tienes razón, necesitas descansar y yo sólo te estoy estorbando
Larry se sorprende por lo dicho por su amigo, quien va por su pequeño bolsito y se dirige a la puerta sin decir nada
Larry: ¡e-espera, Bobby! Yo… (Estirando su mano hacia él)
Bobby abre la puerta y sale, cerrándola por fuera, no dejando terminar lo que Larry tenía que decirle
Larry: (susurra) lo siento… (Baja su brazo)
Larry agacha la mirada y suspira algo triste, luego mira a su alrededor, contemplando sus cosas y en especial sus videojuegos, recordando lo que Bobby le había dicho antes:
- “es bueno que tus amigos te ayuden de vez en cuando…” -
- “Es que… al ver que compartes tus cosas conmigo… me alaga mucho y me gustaría también poder compartir mis cosas, pero no las tengo aquí… no tengo nada que ofrecerte…” -
- “está bien, hagámoslo juntos…” –
Larry se siente algo avergonzado, por lo que cubre su cara con su mano y suspira
Larry: soy un grandísimo tonto…
El pequeño Koopa celeste se quedó ahí lamentándose haber discutido con su mejor amigo, mirando su brazo lisiado y sin darse cuenta empieza a desbordar unas lagrimas mientras solloza. Al cabo de unos momentos, alguien toca la puerta, lo que hace que Larry se sorprenda y reaccione, usando su mano izquierda para secarse sus lágrimas. En eso, alguien abre la puerta y se asoma, se trata de Mykey, a lo cual Larry pone una cara de culpa
Larry: (pensando) estoy muerto… Mykey me va a odiar por lo que le dije a Bobby…
Mykey: ¿puedo pasar?
Larry: eh… s-sí… adelante
El joven entra a la habitación y la cierra, para luego acercándose a Larry, quien parecía que estaba preparado para recibir un regaño, pero sorpresivamente, el Koopa de cabello morado le sonríe y le trae una taza de chocolate caliente, dejándola en una mesita cercana. Larry parece confundido, pero trata de no decir nada, desviando un poco la mirada.
- FIN DEL CAPÍTULO -
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Parte 9
Llegó el lunes y a primera hora, antes de que se formaran las largas filas para dicha inscripción, Fausto rellenó una, rayando en plancha todas las actividades. Por otro lado, Miguel y Ricardo se andaban discutiendo de cual disciplina les haría mejor. -Después de todo lo que nos hizo pasar mamá, siento que puedo ganar dos concursos-. Expresó el de anteojos a su hermano. -¿Y tú? ¿Piensas meterte en algo?-.
-Yo creo que no, no necesito, tengo buenas notas-. Recalcó Ricardo.
-Yo tampoco pero igual no me vendrá mal-. Dijo Miguel mientras agarraba una inscripción, marcando una X en las competencias que creía poder ganar. Su hermano le manifestó que la carrera es la que para el sonaba más interesante. -Lo es, pero no tengo ese tipo de resistencia física, me canso apenas corro, no quiero hacer el ridículo tampoco, y a decir verdad suena peligroso-.
Ricardo por su lado se resistía a esto, pasó aquel día, y durante todo el transcurso del siguiente pensó en hacerlo, pero no sabía cuál era la necesidad de hacerlo, “La gloria eterna”, pensaba “¿Por ganar eso?”, sentía que no valía la pena, aunque su ego se lo pedía, porque aumentaría exponencialmente su popularidad.
Al día siguiente por la mañana tuvo una seria conversación con Mari Vi, quien le aconsejaba no llevar a cabo aquel deseo, solo por el ego personal, ya que según ella carecía de propósito y de sentido. Algo en Ricardo seguía llamándolo, quería sentirse como los futbolistas que tanto admiraba, que cientos de personas gritaran su nombre, que lo carguen en brazos celebrando con él, su victoria que en su cabeza sonaba inminente. Pero finalmente tenía razón aquella amiga, que solo velaba por su bienestar. Las palabras de aquella quien inconscientemente sentía ciertas cosas que aún no llegaba a comprender de manera indescriptible, lo golpearon, ya que sentía que lo dicho era cierto, su meta carecía de sentido o de propósito.
Se hallaba aun pensando sobre su decisión mientras que el tiempo corría en su contra, faltaba poco para que se cerraran dichas inscripciones, se hallaba sentado en las últimas horas de clase mientras que esperaba a que llegara la correspondiente maestra de Ingles. -Si eres el mejor, ganaras en todo, o al menos en alguna y así salvaras el año-. Escuchó venir de conocidas, pero antagónicas voces.
Se volteó sutilmente para escuchar a ese cruel trio dinámico, aun le tenía cierto rencor o resentimiento por todo el calvario que le habían causado a su hermano los primeros meses, estaba descifrando aquella conversación. -Ojalá sea así, porque si no me expulsaran del colegio, por mis notas y la conducta, solo ese milagro puede salvarme-. Escuchó a lo lejos la voz de Fausto pronunciar aquel veredicto.
Ricardo, decidió dejar de ser espectador y ser participé, de manera tajante en su mente decidió acabar con aquel problema de raíz, caminó fuera del salón, mientras veía a la Miss Dunia acercarse. -Miss se me acaba el tiempo para inscribirme, necesito ir-. La relajada maestra le concedió el permiso, mientras que este corrió a toda velocidad por el pasillo hasta la entrada principal de la escuela.
Agarró un bolígrafo y una papeleta, que descansaban sobre la mesa de inscripción, anotando su nombre y su respectivo grado, pensó en los distintos eventos, poniéndose a pensar en cual competir. Sabía que al igual que a su hermano, estaba preparado para todo, sus castigos habían servido como lecciones de ardua y dolorosa resistencia, sin pensar en ganar se anotó en todas, no sabía si ganaría o no, solo le interesara estar ahí, y lograr de alguna manera hacer que su némesis pierda, para acabar con el de una vez por todas. Ese era el tan buscado propósito que ya se había revelado ante sus ojos, siendo sus intenciones verdaderamente malas.
Dobló aquella papeleta y la depositó en el cubo azul que contenía una ranura en el medio, caminó pacíficamente y calmadamente a la clase, mientras veía como ambos cubos estaban siendo requisados, para hacer las respectivas tabulaciones.
Entró a la clase pidiendo permiso a la profesora, quien gustosamente se lo concedió, se sentó en su silla, detrás de su hermano, susurrándole su última decisión, competiría en todo, no por la gloria eterna si no por el bienestar futuro de él. Se dio la vuelta y le lanzó una competitiva mirada de ojos entrecerrados a Fausto. La guerra iniciaría pronto.
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LA PRINCESA QUE AMABA LAS SABANDIJAS
Junto a la dama que amaba las mariposas vivía otra, hija de un ministro interventor, que había sido criada con raro amor y mimo. A su decir, era necedad celebrar tanto las mariposas y las flores, antes convenía penetrar la esencia de las cosas. Y recogía sin distinción feos especímenes de toda clase de bichos. «Observaremos cómo crecen y mudan», decía, colocando sus ejemplares en cajas de rejilla, donde podía vigilarlos. «Mirad qué graves y determinadas parecen las orugas.» Con el largo pelo despejado y remetido tras las orejas pasaba todo el día examinándolas atenta y amorosamente entre sus manos.
Como sus mujeres de compañía les tenían miedo, reunió una chusma de galopines que no se asustaban de nada, y a los que mandaba buscar los bichos y decirle sus nombres, y en caso de no tenerlos los inventaba ella. Era del parecer que la gente ha de vivir conforme a la naturaleza. En contra del buen sentido, rehusaba depilarse las cejas, y decía que tiznarse los dientes era un fastidio, además de insalubre. Luciendo sin miramientos una blanca sonrisa, se ocupaba de sus insectos día y noche. Como sus mujeres salían espantadas a cada rato, sus aposentos eran una constante tremolina. Para ellas no era una vida fácil. Y la dama siempre estaba riñéndolas y fulminándolas bajo sus espesas cejas negras.
«¿Por qué no podrá ser como las demás muchachas? —decían sus padres—. Tendrá sus motivos, claro. Si razonas con ella responde sensatamente. No es que sea sandia tampoco.» Estaban desconcertados. «No digo que no. Pero hay que mirar lo que dice la gente. Una chica ha de cuidarse; no puede ser que anden diciendo que vive para unas asquerosas orugas.»
Y ella: «No me preocupa lo que digan. Nada tiene sentido hasta que lo observas desenvolverse de cerca. La gente es ignorante. Una oruga viene ser mariposa.» Y les mostró cómo ocurría: «La seda que vestimos la hacen los gusanos antes de tener alas. Una vez echan a volar, es el final.» Ellos no acertaban a responder.
Y con todo era una dama y no hablaba descomedidamente a sus padres. Pues no había que mirar de frente a los demonios ni a las mujeres, entornaba los postigos de su sala, disponía un paramento, y tras él los atendía.
Sus mujeres lo escucharon todo: «Por mucho que ella ame a esas orugas, a nosotras nos traen locas. Cuánto mejor sería servir a una señora amante de las mariposas».
[...] Cierta mujer de nombre Sakon dijo: «¡Qué lamentable! Sus cejas sí que son orugas de verdad y tiene los dientes mondos...
»Con tanto bicho cubierto de pelambre por todas partes... pasamos el invierno sin sacar los abrigos.
»Y ella suponemos que otro tanto».
Una vieja repelosa lo escuchó: «¿Qué andáis murmurando, niñas? Tampoco es tan estupendo que la señora de al lado se pirre por las mariposas; es más, me parece una estupidez. ¿Nadie cambiaría mariposas por orugas? Y aún las orugas tiran su piel y se convierten en mariposas. Observar tal cosa es algo elevado. Además cuando agarras una mariposa te llenas la mano de ese polvillo tan grimoso, que hasta te puede dar un parasismo, encima. ¿No basta con eso para detestarlas?». Pero tal opinión solo sirvió para exacerbar las críticas.
Los chicos entretanto andaban muy ocupados llevando a la dama toda especie de horribles criaturas, sabedores de que no quedarían sin recompensa. «La pelambre de las orugas es tan fascinante... no entiendo por qué los poetas y narradores no dicen nada al respecto...»
Los muchachos le trajeron rezadoras y caracoles, cantando sus alabanzas con coplillas, y ella no se quedaba atrás: «¿Por qué contienden entre sí los cuernos del caracol?».
Considerando que los nombres de sus pajecillos eran muy sosos los rebautizó según los especímenes de su colección: Grillo, Sapo, Cachipolla, Saltamontes, Ciempiés...
Cuando se supo, corrieron grotescos rumores. Un mozo, hijo de un alto cortesano, muy galán y hermoso por añadidura, fue contando que tenía algo para escarmentarla. Tomó un retal de una excelente faja y le dio la forma y el aspecto de una sierpe, logrando incluso que se moviera mediante artificio. La metió en una escarcela con motivo de escamas y cordón, y le prendió un billetito con un poema:
Rampa que rampa me alargaré a tu lado y no me iré... que mi fe será larga, tanto como mi cuerpo.
Una mujer se la llevó a la dama, como si nada: «Aquí le traigo una escarcela que pesa bastante». Cuando la dama la abrió, la sierpe sacó la cabeza. Las mujeres se pusieron frenéticas, pero ella no se inmutó: «¡Amida Buda sea alabado y siempre me guarde! Tampoco es para armar tanto jaleo. Será algún tataradeudo así renacido». Pero le temblaba la voz y apartaba la vista, conturbada. «Está mal admirar sólo lo que es bello», dijo y se arrimó la sierpe, pero por fin parecía que algo la disgustaba. Se levantó de un respingo y volvió sentarse, como una mariposa en una flor. Rechinó como la cigarra. Las mujeres salieron, regocijadas a más no poder. Dieron cuenta de lo ocurrido a su padre el ministro. «¡Esto es imperdonable! ¿La han dejado sola con ese animal?» Se precipitó donde ella, espada en mano. La serpiente estaba muy bien contrahecha. Tomándola en su mano, la examinó: «No se puede negar que es muy avisado. Dispuso la broma con mucho donaire, teniendo en cuenta que eres erudita y experta en animales... Tienes que redactar una respuesta enseguida». Y salió.
«¡Qué hombre tan desagradable! —dijeron las mujeres cuando supieron de la artimaña—. Pero desde luego que habéis de responder.» En un papel basto y con mano aún bisoña en la cursiva caligrafía femenina, escribió la respuesta con la angulosa propia de los hombres:
«Quizá en el cielo se unan nuestras almas... pues no me place ese terreno velo que se arrastró a mi lado.
Y hasta entonces...»
«¡Qué misiva tan singular! ¡He de conocerla!», pensó el hombre, que era oficial de caballería. Concertó con un amigo suyo, capitán de la guardia, y disfrazándose ambos de mujeres del común se presentaron en casa del interventor cuando él estaba ausente. Fisgaron por una rendija de la celosía al fondo de la sala de la dama. En los plantíos de poco viso había un zagal: «Este árbol esta lleno de bichos; nunca he visto nada igual. Venid a ver —y levantó la persiana de la dama—. No va a encontrar otro enjambre de orugas semejante». «¡Qué maravilla! Tráelas todas aquí», respondió la dama con voz recia y clara. «¡Son demasiadas! ¡Mirad! ¡Salid a verlas!» Ella salió con firmes zancadas hombrunas. Empujando la rejilla miró atónita la rama cubierta de orugas. Se había echado la capa sobre la cabeza y su buena mata de pelo lucía enredada y descuidada. Sus negras cejas resultaban llamativas y bellas, pero la blancura de sus dientes era chocante: «Si se cuidara más sería bonita, ¡qué lástima!». Aunque era obvio que se descuidaba, no era en absoluto fea y trascendía cierta fresca elegancia, pura como un cielo de verano. Cuánto más de lamentar su desaliño, siendo así. Su hopalanda era de un pálido amarillo, la capa con motivo de caballetas, y los zaragüelles blancos. Se arrimó para examinar las orugas: «¡Qué lindas! Pero no podemos dejarlas fuera al sol. Vamos, conducidlas dentro, sin dejaros ninguna». El muchacho sacudió la rama y las orugas cayeron por tierra. «Ponlas aquí», dijo tendiéndole un abanico blanco en el que habían estado practicando caracteres chinos. Él así lo hizo.
Los dos jóvenes lo observaron todo, pasmados. El señor de la casa era un caballero letrado y tenía una digna hija. Quizá más de lo que le convenía. Uno de los pajes detectó a la pareja: «Hay dos hermosos jóvenes escondidos detrás de aquel postigo ¡y bien raros que son!» «¡Qué horror! —dijo la camarera— ¡Allá va ella va tras los bichos otra vez, y que todo el mundo la vea! La tengo que reconvenir.» Afuera de la persiana la dama estaba muy exaltada, cogiendo orugas de las hojas. «¡Entre dentro! —la mujer no se atrevía a acercarse— ¡La va a ver alguien!» «¿Y qué más da?», contestó ella, pensando que no era más que un ardid para distraerla de lo que hacía. «¿Creéis que os miento? Me dicen que hay dos buenos mozos detrás del postigo. !Mirad allí atrás!» «Ve a ver, Grillo.» «Es verdad», dijo el rapaz tras correr a la trasera. Metiendo las orugas en su manga la dama se metió dentro a toda prisa.
No era alta ni baja. La abundante melena le caía hasta la orla del vestido. Como no se atusaba las puntas, las guedejas no le caían parejas. Y aún eran cautivadoras a su modo. El oficial de caballería pensó que las había menos agraciadas que pasaban por bellezas. «Puede que sea zahareña, pero es bonita y refinada hasta en sus humoradas. ¡Con tal que no tuviera esa dichosa afición! Sería una lástima salir corriendo sin que sepa que la he visto.» En una cuartilla escribió un poema con el jugo de una hierba y lo plegó:
«Una vez vi la linda pelambrera de esta oruga ¡conmigo la llevara guardada entre mis mangas!»
Golpeando su abanico llamó al paje para que lo llevara. El muchacho se lo dio a la camarera, diciendo que era de aquel caballero, para la señora. «¡Qué atrocidad! ¡Yo sé quién es ése! ¡El oficial! Os tuvo que ver por esa manía de los bichos.»
«Una vez averiguas la esencia de las cosas, no hay nada en el mundo de lo que avergonzarse. Nuestra vida es una ilusión. ¿Quién puede determinar qué es bueno o malo?» Las mujeres ya no sabían qué pensar. ¡Qué iba a decir la gente! Los mozos aguardaron una respuesta, pero muy luego llamaron a todos los pajes a la casa y quedaron chasqueados. Pero parece que una de las mujeres de compañía se creyó en la obligación de responder, no había que dejarlos irse de vacío.
Alma tan honda que a ninguna semeja... abrirla quiero, ¿mas por qué nombre llamo a la oruga escondida?
A lo que respondió el oficial:
No hay pelusa que valga lo que un pelo de aquellas cejas, ¡ni caballero tan fino que de una oruga se prende!
Y riendo, se fue de allí.
Mushi Mezuru Himegimi
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JONAS KAHNWALD X OC; relato corto.
(n/a): pueden encontrarme en wattpad como @v-vrintage y/o @-sugarshadow . ♡
Las clases de Romanova nunca habían sido tus favoritas, y esta vez no era la excepción. De por sí no se te daba muy bien la materia, y es que tu mal humor no ayudaba mucho cuando de una ocasión así se trataba.
Te encontrabas sentada justo en el medio del salón, inmersa en tus pensamientos, con la cabeza baja y tus mechones de cabello cayendo como cascadas por encima de tus orejas. Te dedicabas a divagar sobre cosas realmente sin sentido, tu mente permanecía en blanco, hasta que un "¡Pst!" te distrajo por completo.
Te volteaste y te percataste de que quien te había llamado no era nada más y nada menos que tu mejor amigo, Jonas Kahnwald. El chico rubio sonrió al ver que le habías mirado, y se te hizo imposible negar que habías visto un brillo peculiar en sus ojos. Como pudo, te entregó un pequeño papel recortado, al parecer la esquina de una hoja arrancada ferozmente del cuaderno. Ahí, con una caligrafía ondulada, rezaba:
"¿Quieres venir conmigo al bosque después de la escuela? Llevaré comida."
Una propuesta de picnic en plena clase de historia.
Sonreíste ante la idea y te giraste hacia tu amigo, el cual te miró atentamente en busca de una respuesta; recibió una afirmativa, acompañada de una radiante sonrisa por tu parte. Él asintió y ambos se dedicaron a continuar con la clase.
[...]
Pasados unos veinte minutos, el timbre sonó repentinamente y Romanova finalizó su discurso de manera casi forzada. Todos se levantaron de sus asientos y el parloteo entre los alumnos no tardó en aparecer, no solamente en el salón sino también en los extensos pasillos del instituto Winden High School. Al igual que todos los demás, recogiste tu libro y tu cartuchera, dispuesta a salir del aula, pero fue ahí cuando una mano se posó sobre tu hombro; ahí estaba Jonas.
—Hey. —te miró sonriente y achinando un poco los ojos, gesto el cual devolviste.
—¿Tienes la comida aquí? —preguntaste enarcando una ceja y los dos rieron.
—No, pero la dejé preparada en casa. —formaste una diminuta pero perfecta "O" con los labios y asentiste—; puedo ir a buscarla ahora mismo. —él sugirió y tú levantaste las cejas.
—Uh, te acompaño. —arrugaste la nariz.
—No, no. No me tardo, ¿de acuerdo? Espérame en el estacionamiento, total son pocos minutos. —él negó y tú cediste.
—De acuerdo, te esperaré allí.
Salieron del salón y se acompañaron a sus casilleros mutuamente, no tardaron muchos segundos pues se encontraban a una corta distancia. Luego, hicieron tal y como habían planeado, y con una mirada cómplice bastó para afirmar que el plan estaba en marcha. Observaste a Jonas mientras se calzaba su clásico impermeable amarillo y partía rumbo a su casa en bicicleta, por lo que decidiste ir a sentarte al borde de unos canteros que se encontraban a la salida de la institución.
El clima podría estar mejor, sí, pero algo era algo. No hacía ni frío ni calor, pero el cielo estaba sorprendentemente nublado; y eso que habían pronosticado un excelente clima para esa fecha. Aun así, era algo bastante típico en Winden, siendo un lugar tan húmedo que parece poseer un alma fantasma. Curioso.
Te apoyaste al borde de los canteros y te cruzaste de brazos con la mirada baja, en aquellos momentos no te apetecía revisar qué hay de nuevo en Instagram o ver si actualizaron algún hilo de Twitter. Quizás solamente estabas deseando que tu mejor amigo emprendiera el camino de regreso pronto, pero conociéndolo, él jamás te haría esperar demasiado.
Efectivamente, pasaron unos minutos y Kahnwald ya había estacionado su bicicleta enfrente tuya. Atada en la parte de adelante, una pequeña canasta se había hecho presente, supusiste que era la comida así que no te molestaste en preguntar su contenido. Rápidamente te las arreglaste para acomodarte junto a Jonas, intentando un espacio equilibrado para los dos, pues no querían ningún accidente en el camino.
—Abrázame. —soltó él de golpe.
—¿Qué? —te sonrojaste y te regañaste a ti misma por aquello. Ni siquiera sabía por qué lo habías hecho, Jonas era tu mejor amigo y lo fue durante toda tu vida.
—Que me abraces, así no te caes. —replicó él.
—Ah, ya. —sacudiste la cabeza y cediste, rodeando su torso con suma delicadeza y aferrándote a su cuerpo. No le estabas viendo en aquellos momentos, pero tenías toda la seguridad de que una ligera mueca había aparecido en su rostro.
Sin más rodeos, emprendieron camino hacia un sector agradable del bosque de Winden, escogieron un punto ni muy profundo ni muy cercano a la ciudad. Durante el trayecto, no hubo palabra alguna, aunque no está de más admitir que las miradas por el rabillo del ojo no habían faltado en ningún momento. Seguías abrazándote a Jonas, era un agarre ligero pues no querías incomodarlo de alguna u otra forma, dado que quizás los abrazos sumamente empalagosos aparecían una vez cada tanto tiempo.
No sabes muy bien por qué lo hiciste, ni el cómo ni el cuándo, pero aprovechaste el momento en el que se detuvieron en un semáforo para rodear la cintura de Kahnwald con tus brazos, apegándolo más a tu cuerpo y apoyando el mentón en su hombro, sin percatarte de que tu amigo se había sonrojado notablemente al notar el tacto. Para tu sorpresa, actuó; con un movimiento lento, lleno de ternura y gentileza, acarició tu mano con la yema de sus dedos, casi afirmando el agarre que tenían en aquellos momentos.
Una ligera brisa los visitó, pero a ustedes ni un pelo se les movió.
[...]
Jonas aparcó la bicicleta con suma delicadeza y se bajó de esta, acción que imitaste pasados unos segundos. Él se dispuso a recoger la canasta, pero en un ligero arrebato, sus ojos se encontraron con los tuyos y se fundieron por completo en los del otro. Por unos efímeros segundos, el mundo había dejado de existir, el tiempo se había parado, todos los demás se habían esfumado.
Eran Jonas y tú.
Pero nada dura para siempre, ¿verdad? Así que con las mejillas rojas cual tomates, apartaron la mirada y simularon que nada pasó. Aún seguían sin emitir sonido alguno. Vuelta a la realidad, Jonas y tú caminaron hasta el lugar escogido, parándose en seco al quedar bajo la sombra de todos esos esbeltos pinos que conformaban el bosque de Winden. El rubio abrió la canasta y extendió un extenso mantel sobre la tierra, posteriormente apoyando la canasta encima de este y observando el paisaje. Tú solamente te tumbaste en el mantel y decidiste no decir mucho por el momento.
—¿Todo bien? —abrió Jonas, sentándose a tu lado y mirándote a la vez que sellaba sus labios.
—Sí, ¿por? —respondiste con naturalidad.
—Pregunto.
—¿Tú lo estás? —le miraste y centraste tu atención en él.
—¿Por qué no lo estaría? —contestó con una sonrisa y elevó los hombros.
—No lo sé. —imitaste sus acciones y optaste por sentarte a su lado, él contemplaba cada una de tus acciones y tú las suyas. Desviaste la mirada y divisaste una familia de pájaros viviendo en lo alto, la madre parecía estar alimentando a los pichones.
—¿Qué hay para comer? —soltaste de golpe, mirando a tu amigo y dando golpecitos pequeños con el pie contra la tierra del lugar.
—Uh, bueno... hay varias cosas; manzanas, uvas, emparedados... ¿qué te apetece? —tomó la canasta entre sus manos y me la acercó, abriendo la tapa de esta para que yo mire su contenido: ¡vaya variedad!
—Por ahora un emparedado... ¿Has preparado todo esto tú solo? —tomaste el primero que viste y reíste enarcando una ceja, dándole un mordisco al sándwich de atún que habías agarrado.
—Surgió de una tarde cualunque de inspiración, así que sí. —él mostró sus dientes y no pudiste negar que estar alegre era indudablemente su mejor faceta.
—¡Está delicioso! —exclamaste haciendo un gesto de aprobación.
Jonas solamente se dispuso a reír.
[...]
Tu compañero y tú habían tocado varios temas de conversación a lo largo de la tarde, la canasta comenzaba a vaciarse más y más con el paso del tiempo. El emparedado, más una manzana y un par de uvas ya te habían dejado una satisfacción enorme. Nuevamente te habías acostado en el mantel, ahora poniendo tus brazos por detrás de tu cabeza y recostando esta en tus manos, a la vez que Jonas rondaba por ahí pateando piedritas que encontraba.
Silencio. Él lo rompió.
—Oye. —murmuró a lo lejos.
—¿Sí? —contestaste.
—Mírame. —se sentó a tu lado y tú enarcaste una ceja.
—¿Qué pasa?
—¿Puedo abrazarte? —te había tomado por sorpresa esa pregunta por parte del rubio, que seguía con la vista clavada en ti.
—C-claro... —no dijo nada más y poco a poco se fue acercando hasta quedar recostado a tu lado. Con el paso de los segundos, se encontraban cada vez más cerca, al punto de que tu respiración comenzaba a chocar con los cabellos de su nuca.
La dulzura comenzó a apoderarse de ambos y de un momento a otro Jonas ya había apoyado la cabeza en tu pecho. Nuevamente el mundo se había parado, ni siquiera las ardillas que andaban por allí se atrevían a hacer ni el más mínimo ruidito. Él rodeó tu cintura con su brazo y se acurrucó, pudiste sentir cómo su respiración se hacía más relajada que antes. Llevaste una de tus manos a su cabello y empezaste a acariciar aquellas hebras color dorado que tanto te gustaban.
—(T/N)... —dijo él en un susurro.
—Dime. —respondiste en el mismo tono bajo que él.
—Te quiero.
—¿Cuánto?
—Demasiado, quizás. —levantó la vista para mirarte y puso aquella expresión de cachorro, sus ojos destellaban delicadamente y unas sonrisas pequeñas comenzaban a surcar los rostros de ambos.
—Jonas, yo también te quiero.
#jonas#jonas kahnwald#kahnwald#dark netflix#dark#netflix#au#spanishfandom#darkfandom#spanish#reader#jonas kahnwald x reader#short story#nielsen#tiedemann#oc
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reseña no reseña de tessa gray :v (solo desquito mi veneno)
Buenas tardes raza, no me he muerto aun v: la depresion de a mentis me ha mantenido weno en fin no hablemos de eso si no a lo que me truje chencha, hace dias vi una publicacion en face de que opinaban sobre tessa gray y la verdad leeer todoe so me puso a reflexionar, antes la tenia de que wow, alta diosa se quedo con los dos, que perra mi amiga
la cosa es que pense, y ahora me doy cuenta de lo mal que estuvo todo XD nomames, ¿como pude tenerla como queen? cuando reflexionando me doy cuenta de que todo este maldito sistema esta mal
estoy tratando de buscar si hice una reseña de ese libro porque sgeun yo si pero creo que es un E F E C T O M A N D E L A
( wey que pedo pense que si tenia reseña de eso pero capaz y solo me lo imagine O-O) (pincheeee cosa que no se guardo ahhhhhhhhh)
bueno lol
pienso en muchas pendejadas en el trabajo
no es sorpresa B: la neta del planeta es que ahora luego de 7 años (creo) de haber leido esa trilogia me di cuenta de que quiza esa morra no lo amaba, ahi les va
pa empezar me habia equivocado de libros proque yo queria la de ciudad de hueso y me equivoque y mi mami me compro angel mecanico sooo pos me aguante y comence a leerla y si todo chido todo bien, cassandra se lucio con ese libro porque estaba mas chido que el otro pero pos will era un jace y yo ya estaba hasta la madre de chicos literarios asi, indecisos y mecos y bad boys por una razon h de heroe
pero jem, ay dulce bebé jem, jem es el verdadero pedacito de cielo, que peeta ni que chigados JEM, JEM es el elegido
ahora no quiero hablar en si del libro si no de como me senti entonces y ahora porque no manches ya no me siento con la misma opinion de esta morra XD
yo si queria que se quedara con jem y mi yo meca de antes decia waaaa amor juvenil que bello es todo si se haman
PATRAÑAS
realmente se estaba quedando con el por lastima es decir su amor era will pero como el vato meco andaba de que su maldicion y la chingada que al final de cuentas ni era nada y se estaba ahogando en un puto vaso de agua, el dramatico nunca se le ocurrio preguntar que chingados pasaba toda una mala combinacion de hechos
ahora se me hace muy baboso de parte de todos como andaban de no decirse las cosas y que todo fuera un drama que si es un puto libro tiene que tener drama pero no mames, stop please
la verdad era que yo si le lloe un chingo a ese libro a ese jem sobre todo, ahora aqui viene la parte que queria llegar
la escena de sexo de este par
para este punto del libro yo estaba chillando, chillando es poco, estaba encerrada en el baño porque no queria que me vieran llorar como demente, llevaba dos dias DOS PUTOS DIAS leyendolo ya estaba por terminarlo ¿y que mierda? mi morrito se iba a morir? ¿ya aceptaba su muerte? B: nombre que fregados B: me metieron hasta la conciencia el hecho de que se murio, y osea will lo siente siente el vinculo y el sabe que posiblemente ya este muerto tons ¿que hace? se coge a la prometida de su parabatai probablemente muerto
la neta cuando llego con ella y que estaban en esa cueva o no se ya ni que chingados era se me hace como ahh no seas mamon, neta ¿aqui, ahora? osea el le dice que ya se petateo su prometido, sin saber si ella estaba bien o no y si era posible rescatarla porque jem queria ir por ella pero ya no lo dejaron ni podia y entonces ¿que hacen? cuando empezaron a besarse me shokee dije ¿porque la besa? es la prometida de su hermano de sangre , cuando empezaron a quitarse todo y hacer su desmadre me encabrone porque no mames ¡que pedo con esto! en otra situacion y si hubiera sido diferente a como se dieron las cosas si lo habria aceptado, pero no ahora, estaba dolida, jem estaba muerto y estos dos cogiendo valiendole madres lo demas
en que momento se decidio esto como buena idea
yo recuerdo que en su momento lei en alguna parte que cassandra clare lo justifico como la forma en que estos vatos reaccionaron a su muerte (posible) de que sabiendo que quizas se iban a morir ellos tambien pos aprovecharon no? pero no mames, de todo lo que se pudo hacer tenian que acabar asi? ¿era necesario? me parecio pendejismo y hasta el dia de hoy no he podido leer esa escena, me da mucho coraje porque no chinges wey esa no es la reaccion normal, no es algo que alguien que estuviera enamorada de ese wey haria en su duelo
no le hallo sentido a eso, digo los dos ahi pudieron intentar escapar, digo si yo hubiera estado en su lugar me pondria histerica, no mayor razon me querria escapar y con este pendejo que se supone es un cazador de sombras y que por algo llego hasta aca pues que sirva de algo no? deberia de ayudarme a salir de aqui e ir al lado de mi fallecido prometido a despedirlo como se debe no? claro que no esta pendeja fue como ahh no manches se murio... pos encuerate no?
como los odie, ambos me castraron sus actitudes pendejas, si tantas ganas tenian de eso porque hacerle eso a jem porque ilusionarlo ¿porque iba a morir? nombre que pinche favor le hacen, pendejos de mierda ME CAGAAAAAN
ok
y aparte ya sabian que no iban a dejar al pendejo de will hacer sus planes si ya sabian como era de meco claro que le tenian que ayudar a fuerzas
pero el hecho de que les valiera la madre no se me hace justificacion como cassandra lo puso de que fuera por eso su reaccion, osea moralmente que chingados tienen en el cerebro los dos, piensen un poco bros, pinche luto enfermo que le dieron a quien se supone era muy importante para ambos, sinceramente me cagaron y hasta la fecha esa parte del libro esta cancelada para mi
y pos resulto que estaba vivo el jem osea todavia peor, perra infiel, y el otro cabron tambien, tanto amor para que le paguen asi, neta se pinches merecen bastardos de mierda, no se y no recuerdo si le dicen o que pedo pero pues que cara han de traer no? pinches karlas paninis
y jem todavia tuvo que vivir asi un chingo de años mas siendo hermano silencioso por su enfermedad y asi al final cuando es humano pos tessa se queda igual con el porque uno no le basto tambien el otro men
que asco deberas ya ahorita me estoy emperrando de nuevo de solo recordarlo, tons no lo amaba tanto para eso
asi que no se haga todo el perro libro haciendose la victima y la chingada y pos no, ahora se me hace muy pendejo decir que los amaba por igual, y que se amaban entre los tres y que todo bien equivalente
ahora que ya creci pienso que que pendejada es eso, si para empezar se enamoro del segundo es que del primero no estaba tan segura pero fue mas porque era un fuck boy y a huevo tenia que saber su oscuro pasado :v y pos claro asi mero lo amaba valiendole madres los sentimientos de jem
asi que si, sorry not sorry pero esta vieja no lo amaba, solo no quiere quedrase sola de nuevo y el conocia a will asi que siento que es su conexion y el ver que pasaria si se hubiera quedado con jem
ya bye ya no quiero nada
#cazadores de sombras#jem carstairs#the shadow hunters#tessa gray#will herondale#jem y tessa#tessa y will#love#books#reseña no reseña#libros#amor#magic#cassandra clare
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Sybok x Bones: Contra todo pronóstico
He subido un fic nuevo de Star Trek, pero no es mi pareja usual, aunque en futuros capítulos se dará el Spirk en algún lugar. Con ustedes una pareja que he amado desde hace años: Sybok x Bones! Y el fic: Contra todo pronóstico https://archiveofourown.org/works/27081574
Título: Contra todo pronóstico
Autor: Lady chibineko
(Miembro de la Orden Sirusiana)
(Miembro de la Mazmorra del Snarry)
(Alumna de la casa de Hufflepuff en Media Noche en la Torre de Astronomía)
Disclaimer: La franquicia de Star Trek es propiedad intelectual de Gene Roddenberry y los respectivos productores de cada saga. Esta historia entra en Star Trek: el Universo Alterno ("Alternate Original Series" o "AOS") que nos trajo J.J. Abrams en la película del 2009.
Advertencia: Este es un fic slash, lo que quiere decir relación chico-chico; si no es de su agrado este tipo de lectura por favor no sigan.
~.~.~.~.~.~
Capítulo I
Año 2256 - Planeta Risa
Jim Kirk y Leonard McCoy entraron a la habitación del hotel al que hacía menos de 10 minutos ambos habían llegado, y nada más al entrar el rubio lanzó una exclamación de júbilo.
- ¡Wow! ¡Mira esto! El lugar es una belleza Bones ¡Lo vamos a pasar genial!
El doctor solo rodó los ojos y decidió, en primero lugar no decir nada, y en segundo que la cama al lado de la ventana era la suya con el simple hecho de poner su maletín allí.
Por último le dio un buen vistazo a la habitación y decidió que sí, su joven y atolondrado amigo tenía razón. La habitación tenía todos los lujos que de seguro harían su estadía de 15 días por completo memorable.
Aunque cuando Jim localizó en la mesita de estar la estatua de Horga'hn y casi comenzó a bailar con ella frente al doctor, Leonard no dudó un segundo en darle un golpe con la palma de la mano en esa cabeza dura que su amigo se manejaba, a ver si así se le quitaba lo fastidioso.
- ¡Ouch!... Amargado.- fue la respuesta del rubio, junto a una infantil sacada de lengua y un puchero.
Leonard rodó los ojos.
- Ya déjate de payasadas y vamos a ver si la comida del panfleto del premio es tan buena como pintaba.
- ¡Comida! ¡Sí, por favor! Muero de hambre.- fue la respuesta que el mayor obtuvo.
Y como para corroborar aquellas palabras, el estómago del rubio sonó en una queja bastante pronunciada, a lo cual Kirk volvió a sonreír sin pena alguna.
Leonard rodó los ojos, le pasó un brazo por los hombros al muchacho que en el último año había pasado a ser casi un hermano, y juntos se encaminaron al comedor del hotel.
¿Y que andaban esos dos haciendo en Risa? Preguntará usted.
Pues la historia va más o menor así:
Había pasado ya un año desde que ambos amigos se conocieron en aquella nave de la academia, y desde entonces se habían hecho inseparables, comenzando porque compartían el mismo cuarto de estudiantes y terminando por el hecho de compartir penas y alegrías.
Y a ambos aquello les había hecho mucho más que ahorrarles algo de soledad... los había convertido en familia sin lugar a dudas.
Leonard de pronto encontró que no estaba tan solo como creía que iba a estar luego de que su ex-mujer le quitase todo, lo cual incluía a su hija. Encontró un hombro en el cual llorar, un mocoso latoso por el cual preocuparse y un hermano pequeño que era capaz de las más grandes estupideces con tal de verlo reír.
Jim simplemente se encontró con alguien al lado a quien realmente le interesaba por ser él mismo por primera vez en la vida. No por ser el hijo de George Kirk o por ser una buena cogida, sino por ser Jim Kirk. Y eso era algo que nunca había tenido, ni en casa ni fuera de ella.
De manera tácita y silenciosa, ambos decidieron nunca dejar ir de su vida al otro de ser posible, porque un hermano así no se encuentra por allí botado todos los días, y siguieron apoyándose en las buenas y en las malas, día sí y día también. Y hasta allí todo bien... no exactamente tranquilo (eso era imposible con Jim al lado), pero bien.
Y un día, casi al finalizar el primer año, llegó a oídos de Kirk la noticia sobre un concurso en la academia cuyo premio eran dos semanas ¡Todo pagado! en el mejor hotel del planeta Risa.
A Jim se le iluminaron los ojos.
Y no solo porque, bien, era Risa. Es decir ¡RISA! Dos semanas allí serían memorables sin lugar a dudas. Pero no, lo que más lo emocionaba era que el premio era para dos, lo cual quería decir que tendría que llevar a alguien más.
Y allí venía lo mejor, porque por primera vez en toda su vida, tenía en mente a alguien más que la última conquista del momento... o una buena cogida.
¡Iba a ir con Bones!
Iría con su mejor amigo, su casi hermano, su Bones ¡Y sería casi, casi, alrededor de la fecha en que se conocieron esos dos! Bueno, un mes antes, un mes después... quien contaba. Valía como viaje de aniversario de la mejor amistad en el universo universal.
Aunque claro, eso significaría que además de seguir el régimen para acabar la carrera en solo tres años en lugar de cuatro, iba a tener que ponerle tiempo y esfuerzo a ganar el concurso durante las últimas 6 semanas de clases.
¡Pft! ¡Pan comido! ¡Claro que podía!
Así que lo hizo.
Además de las clases, y los grupos de trabajo, y de los exámenes y los clubes académicos en los que participaba; se metió de lleno a participar en el concurso, seguido de pasar todas y cada una de las fases, aunque eso significase dormir tan solo una hora al día. Tal vez dos.
¡Y Bones no sospechó nada de nada casi hasta la cuarta semana!
Para entonces Jim ya estaba entre los semifinalistas y no iba a parar hasta ganar.
Cierto que terminó necesitando un par de hypos vitamínicas y también varios energizantes para mantenerse lo suficientemente despierto para poder rendir al final con clases y el concurso, además de aguantar los gruñidos del doctor, y finalmente terminar durmiendo por 45 horas seguidas... Pero al final lo logró.
¡Ganó el concurso! (y dejó a Uhura, quien fue una de las competidoras, haciéndole al final el mal de ojo. Eso terminó como un bono extra)
Y bueno, cuando por fin recibió el mensaje en su PADD con la información del premio, con los pasajes y el alojamiento tanto a su nombre con al de Len, se iluminó como un niño descubriendo los regalos de Santa en la mañana de Navidad. Y con una sonrisa de 200 watts en el rostro, le presentó aquello a Len en uno de sus PADD's personales.
Bones lo miró alelado por un segundo antes de irse en lágrimas y recriminarle lo idiota y descuidado que había sido.
Y luego lo abrazó agradeciéndole todo entre palabras entrecortadas. Su ex-mujer no iba a dejarlo ver a Joanna durante las vacaciones, pues se la llevaba a ver a la familia de su nueva pareja y eso había destrozado a Bones. Con esto, de pronto parecía como si las piezas rotas comenzaran a juntarse de nuevo de a poquitos.
Por supuesto, aquello solo los unió más.
Y ahora, ambos terminaban un opíparo almuerzo mientras admiraban la vista alrededor, tanto en paisaje como en posibles ligues.
Jim sonrió travieso. Len rodó los ojos y también sonrió.
Definitivamente ira a ser un viaje memorable.
~.~.~.~.~.~
Tres días después, Jim volvía a la habitación tras un interesante almuerzo donde concertó planes para una aún mucho más interesante velada con un par de gemelas caitian.
Pero todo su buen humor se borró de un plumazo al terminar de entrar y ver a su merjor amigo viendo, de manera un tanto desinteresada, una vieja película de inicios del siglos XXI que tal vez estaba ya por la mitad. Un spin off de Rápidos y Furiosos: Hobbs & Shaw 3, si es que no se equivocaba.
- Ey, Bones.- saludó tratando de mostrar una de sus usuales sonrisas.
- ¡Jim! ¿Y esa cara? ¿No te salió bien la cita?
Jim parpadeó.
- De eso nada, me salió muy bien.
- ¿Entonces?- preguntó el sureño, genuinamente interesado.
Jim miró a su amigo por un momento largo, suspiró y fue a sentarse al lado de éste, finalmente recargando su rostro en el hombro del doctor.
- Bones.- dijo entonces Kirk entre serio y triste- ¿Me odias por haberte traído conmigo?
Aquello realmente descolocó a McCoy.
- ¿Qué? ¡Por todos los cielos, mocoso! ¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Qué es lo que está pasando por esa loca cabeza tuya?
El rubio lanzó un pequeño suspiro.
- En 3 días apenas y has salido del cuarto solo a comer conmigo. Es más, apenas se te acercó esa Risiana el primer día, te faltaron piernas para salir huyendo hasta aquí.
El doctor gruñó y rodó los ojos, al tiempo que liberaba el brazo que aplastaba Kirk con la cabeza, solo para usarlo al rodearle los hombros del rubio.
- Jim, eres un idiota.- declaró sin malicia el mayor, y el puchero del rubio solo se intensificó- ¡Me encanta estar aquí! ¿De acuerdo? Es solo que... Tal vez no estoy tan listo para esto de estar de citas de nuevo, después de todo. Hace tan solo poco más de un año que terminé lo del divorcio con Joselyn, y... y tal vez ya no me duele en el alma el no estar con ella, y eso es gracias a ti.
- ... Bones...
- Es la verdad. Puede que seas como un mosquito fastidioso zumbando a mi alrededor, pero eso no es para nada malo. Me has escuchado en mis momentos tristes y me has animado después. Sé que puedo contar contigo en las buenas y las malas... Eres ese hermanito latoso con el que no sé que hacer, pero al que igual quiero. Creo que por ahora es suficiente ¿Ok? Además, como bien sabes, Joselyn pasó de ser mi novia de secundaria a ser mi esposa, no es como si realmente estuviese a ir de una flor en otra como tú, y no creo necesitar una cita con cuatrillizos orion para demostrar que estoy disfrutando mi estancia aquí. Estoy bien, relajado y feliz, y eso es suficiente ¿De acuerdo?
Jim miró a Leonard con ojos brillantes por lágrimas que se negaba a dejar salir, y sonrió de manera trémula mientras asentía.
- S-si... Sí. De acuerdo... Pero por lo menos seguiremos yendo juntos al comedor y a pasear en algún momento por allí ¿Cierto?
Leonard volvió a rodar los ojos.
- ¡Pft! ¡Cómo si pudiese liberarme de ti tan fácilmente!
La sonrisa de Jim se hizo un poco más segura y menos temblorosa.
- ¡Y no lo olvides!
Después de eso, Jim se quedó al lado de Leonard para terminar de ver la película (¡Y vaya que Hobbs y Shaw eran candentes! le gustaba que se quedasen juntos al final). Minutos después, se aseguró de arrastrar a Len al comedor a cenar antes de volver a tener que alistarse para su salida de la noche.
Y a diferencia del día anterior, no se sintió intranquilo al dejar a su mejor amigo solo. Aunque igual se prometió no hacer citas tan seguido y guardarse para pasar una que otra noche junto a Bones, tal vez haciendo una pijamada o algo, aun cuando seguramente el doctor lo terminase enviando bien lejos por tales ideas, bajo el justificado argumento de que llevaban un año compartiendo habitación y seguramente sería así durante los siguientes dos años (porque Jim acababa en 3 años sí o sí).
Pero ya se enfrentaría a los gruñidos de Bones cuando fuese el momento, porque en ese instante, tenía otras cosas que hacer.
~.~.~.~.~.~
Llevaban ya una semana en Risa, y Jim había comenzado a quejarse de que los días se estaban yendo demasiado rápido. Y Bones, el muy malvado, se limitaba a reírse de sus lamentos.
Tal y como sucedía en aquellos momentos en los que ambos daban un paseo por los jardines del hotel, en cuyo recorrido ambos cadetes habían recibido más de una mirada apreciativa.
Jim había respondido con un guiño a todas esas miradas, Leonard se limitó a sonreír y luego ignorar cualquier avance de la otra persona.
Fue casi finalizando el recorrido que un peculiar grupo llamó la atención de ambos amigos.
- ¡Bones! ¡Mira! ¡Piratas!- exclamó el rubio con el júbilo de un niño de 3 años, ante lo cual el aludido trató de acallarlo, o por lo menos hacerlo hablar más bajo.
- ¡¿Estás loco?! ¡Jim! ¡No puedes andar diciendo esas cosas en voz alta! ¡¿Qué crees que podría suceder si lo que dices es cierto?!- lo regañó el doctor.
Pero Jim no lo escuchaba, estaba demasiado entretenido con lo que veía... o a quienes.
- ¡Wow! ¡Esos dos bolians son sexys!- replicó más bien el rubio, ofreciendo una sonrisa a dichos individuos a la distancia.
Leonard se limitó a darse con la palma de la mano en la cara, mientras un lastimero gruñido salía de su garganta.
- ¿Sabes qué? Mejor ya vámonos, casi es hora de almorzar.- y acto seguido procedió a jalar a Jim de un brazo con dirección al comedor, a pesar de las protestas del menor sobre querer ir a presentarse.
Lo que ninguno de los dos notó fue la sonrisa en los labios del sujeto que iba delante de aquél grupo, quien se notaba era el líder, y quien de pronto pausó su marcha, llamando así la atención de quienes iban detrás de él.
- ¿Sucede algo capitán?- preguntó el andoriano a su derecha de manera escueta.
El sujeto, cuya cabeza estaba parcialmente cubierta con un caco con visor, sonrió de medio lado.
- Nada importante, Sovars. Simplemente escuché algo interesante. Sigamos.
El humanoide, el andoriano, los dos bolians, una romulana y los dos caitians que conformaban aquél grupo continuaron su camino, aunque más de uno comenzó a buscar con la mirada de manera discreta por aquello que pudiese llamar la atención de su líder, sin lograr nada en concreto.
Minutos después ingresaban al hotel y el líder, quien hizo la reserva bajo el críptico nombre de Sy, recibía las tarjetas para las habitaciones.
- Bueno, tenemos los próximos 10 días para tomar un merecido descanso aquí en Risa. Háganme un favor y traten de no buscar más problemas de los usuales.- exclamó el capitán Sy con una burlona sonrisa.
Las tarjetas fueron colectadas quedando los dos bolianos juntos, al igual que los dos caitian dejando al andoriano y a la romulana en la tercera habitación, y finalmente al capitán solo a sus anchas en la última habitación, por lo cual decidió primero tomar una ducha sónica y luego ya ver que hacer.
Su cuerpo le pedía a gritos dormir un poco, pero siempre había sido un ser curioso por naturaleza, y el imaginar lo que el lugar le deparaba era algo que igual no lo iba a dejar descansar, así que luego de cambiarse se decidió a visitar el comedor, pues con suerte encontraría algo de comer, algo que ver, y hasta pueda que el incentivo adecuado para darse el permiso de por fin dormir un poco.
No le fue difícil ubicarse y encontrar el comedor del hotel, aunque de allí a encontrar un lugar libre... el comedor estaba al tope. Por suerte estaba solo y seguro podría acomodarse en cualquier lugar, porque de tener a su tripulación con él...
De pronto sus pensamientos fueron interrumpidos por una presencia que ya antes había sentido, y al voltear...
¡Ah! ¡Allí estaba ese par que hablaba sobre piratas espaciales!
Una media sonrisa traviesa adornó los labios del capitán Sy, justo antes de que el mencionado se dirigiese hacia el par de humanos.
- ¡Todo Jim! ¡Quiero ver todas esas verduras desaparecer antes de que dejemos esta mesa!- decía con decisión la voz de quien debía estar a cargo ¿Hermano? ¿Amante? ¿Amigo? No podía precisarlo... aún.
- ¡Pero Booooones!- escuchó al otro quejarse. Definitivamente más jóven- ¡Son vacaciones! ¡Con todo pagado! ¡Quiero filete, no verduras!
Pero tras un gruñido de inconformidad ¿Jim? comenzó a comer las mencionadas verduras, aunque masticando con lentitud y desidia en clara protesta.
- ¡Bien!- no que a su acompañante pareciera importarle.
Hora de entrar en escena.
- Disculpen caballeros ¿Les molestaría si me siento con ustedes? Me temo que el lugar está lleno y no hay sitio siquiera en la barra para alguien solo como yo.
Un corto silencio siguió a aquel pedido, antes de que un James Kirk de ojos brillantes y alelados comenzara con un...
- ¡El pir!- una patada por debajo de la mesa lo calló justo a tiempo.
Sy tuvo que sonreír ante aquello y el aire de completo ultraje que envolvía al sujeto llamado 'Bones'.
Y fue a éste último que sintió comenzando a decir algo, cuando un alegre.
- ¡Claro! ¡Toma asiento!- fue dicho por el más jóven.
- ¡Jim!- fue el susurro ansioso de 'Bones', pero Jim lo ignoró por completo.
Sy se sentó, antes de levantar la mano para llamar a algún camarero, siendo pronto atendido y pidiendo una ensalada y un jarro de jugo.
- Mi nombre es Sy. Un placer.- dijo el recién llegado con una sonrisa ganadora una vez que el camarero se retirase.
La emoción de Jim era palpable en el aire.
- Yo soy Jim, y este de aquí es mi mejor amigo en todo el universo, Leonard.
Aquellas palabras fueron recibidas por un gruñido del parte del mencionado, y sorpresa bien camuflada de parte de Sy ¿Leonard? Pero si había escuchado 'Bones'.
- ¿Y qué hacen ustedes dos aquí? Si no es mucha intromisión preguntar.
- Si lo es.- fue el nuevo gruñido de Leonard.
La risa del menor vibró en el aire.
- Pues de vacaciones como la mayoría. Ganamos un concurso en la academia de la Flota por dos semanas aquí, y pienso aprovechar hasta el último segundo.
- ¿La Flota? ¡Oh, vaya! No los imaginé como cadetes.
- ¿Algún problema con eso?- gruñó el humano con acento sureño.
Pero la respuesta fue dejada en el aire debido a que el camarero volvió a aparecer para servir lo pedido, y apenas se retiró, el recién llegado llevó con gusto un primer bocado de ensalada a sus labios, gruñendo con satisfacción al comenzar a masticar.
- Con hambre ¿Eh?
- Famélico.- respondió Sy entre bocado y bocado, lo cual solo ocasionó que Jim volviese a reír y que Leonard gruñese por lo bajo.
- ¿Seguro que están de vacaciones?- preguntó entonces Sy con risa en la voz- Porque para alguien que se divierte, Leonard aquí presente parece no estar pasándola tan bien.
Y aún con el rostro medio cubierto, podría notarse la diversión del que hablaba.
Y ante eso y el indignado '¡Oye!' del aludido, el rubio no pudo evitar doblarse de risa sobre su comida.
Y eso fue todo lo que se necesitó para romper la tensión entre los tres, dejándole al recién llegado, de pronto, un interesante par de humanos como compañía, y la verdad no tenía ninguna intención de dejarlos ir.
Tanto así que algunas horas después, el andoriano y la romulana que Jim y Len habían visto dentro del grupo que acompañaba a Sy, encontraron justamente a los tres conversando de manera amena en uno de los salones del hotel, incluso si la charla incluía algunos gruñidos de parte de cierto humano procedente de Georgia.
- ¿Capitán?- preguntó más que saludó el andoriando al llegar al lado del aludido.
- ¡Ah! ¡Sovars! Vengan, vengan; los voy a presentar- dijo Sy sin dejar casi la conversación.
- ¿Capitán?- preguntó Jim con sorpresa.
- ¿Celoso?- retrucó con travesura entonces el 'Capitán', quien durante las horas de conversación había escuchado la pasión con la que el joven humano había declarado su deseo de convertirse en el capitán más joven de la historia de la Flota.
El rubio gruñó entonces de manera ligera, antes de estallar en risas.
- Te detesto.- declaró de buen humor.
- Sí, sí. Tú también me caes bien.- declaró Sy sin pena alguna.
El otro humano soltó un bufido.
- Lo mismo que tú, Leonard.- declaró de manera casi seria, lo cual produjo un nuevo caso de risas en Jim, lo que hizo que Sy sonriera aún más divertido- Y ahora, Jim, Leonard les presento a Sovars, ni número uno.- declaró señalando al andoriano, tras lo cual pasó a su acompañante- Y a Ceti, mi ingeniero en jefe. Muchachos, nuestros nuevos amigos Jim y Leonard.
- ¡Escuchaste Bones! ¡No seas gruñón y saluda! Mucho gusto.- saludó el joven y enérgico humano rubio.
Los dos recién llegados se miraron un segundo entre sí antes de corresponder a los saludos con un par de asentimientos de cabeza, lo cual solo provocó otro estallido de risas en Jim.
- Creo que son de tu club de parcos y gruñones, Bones.
Y aquella aseveración solo hizo que fuese esta vez Sy quien se largase a reír con ganas junto al rubio.
El andoriano y la romulana se miraron con asombro.
El resto no se lo iba a poder creer.
~.~.~.~.~.~
Un par de días después, la adición de Jim y Leonard a la recién llegada tripulación había resultado inevitable, por lo menos durante la estancia de los implicados en Risa.
Lo que era el rubio, ni bien conoció a los mellizos bolianos Qota y Nidra Kugrru, olvidó por completo sus charlas sobre mejoramiento de turbinas con Ceti, y se dedicó a tontear con éstos, siendo completamente correspondido.
No que ello fuese una gran sorpresa, y Len pensaba que el que Jim tuviese sesiones amorosas en trio durante las noches de sus últimos días en Risa (y durante las mañanas, y de paso algunas tardes también) con el mismo par de hermanos, era igual más sano que saberlo con individuos diferentes cada noche. Menos hypos que usar para prevenir ETS provenientes de no humanos, y menos sustos de paso.
El otro par de hermanos de la pequeña tripulación, un par de caitian machos, M'Reyer y Conrniss; resultaron ser bastante sociales y fáciles de tratar también. Aunque a diferencia de los dos bolianos, no andaban en búsqueda de acostones sino de realmente echarse bajo la sombra de un árbol y descansar.
Pero lo más destacado fue sin duda el hecho de que el alegre capitán estaba realmente interesado en el gruñón doctor, y no perdía oportunidades para demostrarlo o susurrarlo, para mortificación del humano receptor de dichas atenciones.
- ¡Pero Bones! ¡Es Risa! Y Sy no parece tan malo, pirata o no.- comentó Jim en algún momento cuando ambos se quedaron solos.
El aludido solo bufó.
Jim sonrió travieso.
- Además, luego de un año te conozco lo suficiente para saber que, aunque sea un poco, te gusta.
Leonard volvió a gruñir, aunque esta vez con un visible sonrojo en las mejillas.
Jim no perdió tiempo en continuar.
- Y por último, lo que sucede en Risa, se queda en Risa ¿Que tienes que perder?
Los ojos marrón hazel se posaron en el rostro del rubio, y Jim supo sin lugar a dudas que su casi hermano se las estaba pensando en serio.
Tal vez un empujoncito más.
- Y aún con el casco que lleva siempre encima, tan mal no se ve. Lindo cuerpo, bien tonificado...
- ¡Urgh! ¡Ya! De acuerdo ¡Sí! Es atractivo y me interesa ¿Bien? Lo admito ¿Vas a parar?
- Depende. Dale una oportunidad y ya no molesto más.
Leonard solo rodó los ojos.
- Ya qué. Seguro igual no lo vuelvo a ver más en mi vida después de que salgamos de aquí.
Jim sonrió satisfecho.
Fin del primer capítulo
Notas de la autora:
¡Hola a todos!
No me maten por iniciar un nuevo fic sin terminar el de 'Lazos de familia', porque sí lo voy a actualizar pronto, pero ¿Esto? He soñado con iniciar este fic por MUUUUUCHO tiempo, y estoy dándome el gusto.
Muchas gracias a quienes hayan entrado y leído hasta aquí. Prometo que el siguiente capítulo será más explicativo. Y que tendrá mucho fluff.
¡Y no se preocupen que el cap 8 de 'Lazos...' va a ser subido pronto.
Un beso felino para todos.
chibineko chan
(Miembro de la Orden Sirusiana)
(Alumna de la casa de Hufflepuff en Media Noche en la Torre de Astronomía)
(Miembro de la Mazmorra del Snarry)
~.~.~.~.~.~
Campaña de NO AL PLAGIO
Digamos NO al plagio, este mensaje va dirigido al público, para que el trabajo de cada uno como autor sea tratado con el respeto que se merece. Recuerden que cada obra es como el bebé de cada uno de los que creamos dichas obras; y como tales amaremos y protegeremos esas obras dándole lo mejor de nosotros para que el resto del mundo pueda disfrutar con el resultado final. Por eso, si sabes de algún caso de plagio, denúncialo al autor del respectivo trabajo, ten por seguro que dicho autor te lo agradecerá. Gracias
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1/3 de mis puros sentimientos.Capítulo 1
Anime: Rurouni Kenshin
Rating: M
Pareja: Sanosuke & Kaoru
Sinopsis: Songfic. Aunque te ame al punto de quiebra, no sería capaz de decirte un tercio de lo que siento. Puros sentimientos corren y no soy capaz de decirte que te amo.
Advertencia: Lemon (NSFW)
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Por: Maeda Ai.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
.:: Capítulo 1 ::.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
.
La luz del sol cae sobre el Dojo Kamiya; Kaoru-chan despierta después de una larga y agradable noche de sueños relajadores y de descanso.
Aun algo somnolienta, escucha las risas de Ayame y Susume, quienes juegan con Kenshin como cada mañana.
Por lo regular ella es la primera en levantarse pero esta vez tenia un peculiar cansancio que la había debilitado por completo.
Salió de su habitación y lo primero que escuchó fueron los "saludos" de Yahiko. "¡Qué eres floja?!, es casi medio día y apenas te estas levantando, irresponsable, no tienes nada que hacer?!". Entre otros comentarios.
Otra cosa rara es que Kamiya lo ignoró por completo y solo respondió con un...
* Buenos días Yahiko. *
Pasó de largo sin prestarle mayor atención al chiquillo y dirigiéndose al patio, encontrándose con Kenshin y las niñas.
"Buenos días, te sientes bien?". Palabras que se dejaron escuchar; respondidas con tanta tranquilidad que asustaba.
Otras personas que se encontraban en el Dojo eran Sanosuke y Fox-Lady. Maravilloso, hasta ellos se levantaron antes que ella.
* Vaya, la niña está cansada; no puede con el ritmo de vida de un adulto. No me sorprende. *
Sí, era un día medio normal, tomando en cuenta el agradable saludo de Megumi el día podría considerarse como normal.
Claro que los saludos no terminaron ahí, Takani siguió dando indirectas a Kamiya, hasta que alguien intervino...
* Ella es una chica ingenua y dulce, no como tu, que eres oportunista y experimentada... no dejaré que sigas molestándola. *
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Aunque te ame al punto de quiebra
no sería capaz de decirte un tercio de lo que siento;
puros sentimientos corren y no soy capaz de decirte
"te amo", mi corazón.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Las palabras de Sanosuke, no habían sido escuchadas por vez primera en ese lugar o por todos los presentes.
Ya había dicho algo semejante en ocasiones atrás, especialmente cuando Megumi molestaba sobremanera a Kaoru.
Kamiya le ofreció una ligera sonrisa al muchacho en agradecimiento, sonrisa que de hecho iba a ser correspondida, pero, el joven desvió la mirada, para después soltar una gran carcajada.
* Claro, a menos que no esté yo... puedes molestarla cuanto quieras en mi lugar. *
Justo entonces Kaoru recordó la razón de su cansancio de los últimos días, era cierto, de todos los adultos que vivían en el Dojo, era ella la única que trabajaba y mantenía a duras penas a todos; aunque no se quejaba, lo cierto es que las constantes bromas por parte de sus amigos solo lograban ponerla de mal humor, lo que daba como resultado que estuviera estresada y sin ánimos para hablar con ellos.
Bueno, tampoco podía quejarse, le habían traído tantas alegrías que nada más importaba, por eso mismo y para no explotar, salió un rato del lugar.
* Ja, muy gracioso Sanosuke, pero no lo suficiente. *
Dijo poco antes de salir sin saber siquiera a donde se dirigía. No era extraño, de vez en cuando salía y al poco rato regresaba, igual, sin decir nada.
La joven mujer caminó algún rato por las calles tratando de despejarse un poco; se fue al rio para sentarse en la orilla y pensar... pensar en nada y todo al mismo tiempo.
Las horas pasaron y el atardecer llego al lugar; los pigmentos semi-naranja cubrían el cielo con delgadas nubes cruzándolo, un sol agonizante se desvanecía en el horizonte... ya era momento de regresar a casa y... dormir un poco más, vaya que lo necesitaba, sin razones se encontraba con gran cansancio, quizá era el estrés.
Mientras cruzaba el puente se encontró a dos hombres que le impedían llegar al otro lado.
* A ti te conozco, eres la dueña del Dojo Kamiya. *
Alcanzo a decir uno de los sujetos, el otro se llevó la mano derecha a la cabeza y después de un par de risas, también habló...
* Sí, es cierto, dicen que no hay hombre capaz de domarte, mujer. *
Ambos individuos sonrieron maliciosamente; esa estúpida sonrisa que cruzaba sus desagradables rostros decía más de lo que mil palabras pudieran explicar. Esos depravados querían algo de Kaoru, algo no muy decente por la forma en que clavaban sus miradas en el cuerpo de la mujer.
Kaoru ni se inmutó, ni sorprendió con las insultantes miradas sobre su cuerpo, sencillamente quiso pasarlos de largo sin armar un escándalo y ya, pero no pudo; uno de esos hombres le sujetó el brazo izquierdo, impidiéndole dar un solo paso. Carcajadas por parte de ellos resonaron por todo el lugar; un brillo de lujuria se hizo característico en los ojos de los mismos... Kaoru-chan comenzaba a asustarse, en esos momentos vestía un kimono por lo que no había pensado en portar su espada de bambú, y para colmo esos dos traían con sigo espadas; de seguro ningún miembro de la policía los había visto hasta esos momentos.
Uno de ellos haló a la chica para que estuviera más cerca de él y poder comenzar con su "jueguito".
Las pupilas de la muchacha se contrajeron al imaginarse las negras intenciones de sus atacantes. Kamiya interpuso sus manos entre su cuerpo y aquel individuo.
Maldición !!, tenía que admitirlo, su fuerza física no era suficiente como para oponerse a esos pervertidos.
La chica estaba al borde de la desesperación, cuando...
* No quiero ver sus asquerosas manos sobre el cuerpo de ella, así que suéltenla. *
Aquella voz juvenil hizo que el corazón de Kaoru diera todo un vuelco.
Escuchar a Sagara la hizo sentirse aliviada; la aceleración que sufriera su corazón ante el temor de sufrir se detuvo repentinamente ante el alivio de sentirse segura.
Ahí estaba Sanza, con ambas manos en los bolsillos de los pantalones y mirando con desprecio a esos locos. Un aire frío se dejo sentir en el puente para dar paso a más y más nubes que comenzaban a cubrir el cielo para teñirlo de gris.
En poco tiempo el cielo indicaba que dejaría caer una fuerte lluvia; así pues al caer la primera gota, Sano se lanzó al ataque en contra de esos sujetos, quienes desenfundaron sus espadas, atacando a Sagara al unísono.
A pesar de que estaban armados, Sanosuke los evadió con facilidad para poco después propinarles varios golpes certeros que los dejaron inconscientes.
Para entonces la lluvia ya había comenzado; los atacantes yacían sin conocimiento en el suelo.
Mientras, el chico de cabello rebelde se giraba para ver a Kaoru; ella parecía tener la mirada perdida, permanecía estática en medio del puente, empapada y con el agua cayendo insistentemente sobre ella.
Sano se le acercó y al estar frente a frente la chica pareció salir de su trance para mirarlo a los ojos. El muchacho solo le sonrió ligeramente, ella... se lanzo llorando a sus brazos, no solo por lo ocurrido sino también por su estado de ánimo de los últimos días, el Dojo, Megumi... todo, ya no aguantó más y explotó en un inconsolable llanto que Sanosuke no supo como detener; solo pudo abrazarla y dejarla desahogarse.
* Anda, regresemos que ya es tarde y seguro nos enfermaremos con esta lluvia. *
Al decir esto, la soltó; Kaoru no supo explicarse porque pero cuando el se alejo sintió un gran frío recorrer todo su cuerpo, un fuerte y punzante frío; se abrazó a sí misma para tratar de contrarrestar esa sensación pero no sirvió de mucho.
Al darse cuenta, Sagara se quitó la camisa para dársela a ella; como Kaoru ni se inmutó y solo se le quedó mirando, el mismo se la puso al rededor de la espalda.
* Anda, que todos se han de preguntar donde estás. *
Kamiya afirmó con la cabeza y ambos se dirigieron al Dojo. Ella aun temblaba; el muchacho no sabía si se debía a lo ocurrido o a la copiosa lluvia que caía sobre Tokio y que por consiguiente provocaba que sus cuerpos tuviesen frío.
Sano quería hacerla sentir mejor, bien sabia que lo que tuvo que soportar con esos locos fue demasiado desagradable. Por eso puso su brazo derecho al rededor de la chica, tratando de decirle que ya estaba bien, no debía preocuparse más... él la protegería y no permitiría que le hiciesen daño.
La chica bajó la mirada para ver como se destrozaban las gotas de agua al estrellarse en el suelo, y también para ocultar el ardor de sus mejillas... sonrojada, solo por un "abrazo".
Durante el camino, no pronunciaron una sola palabra; la tensión era incomoda pero así se mantuvieron hasta llegar.
Al entrar al Dojo se encontraron con Kenshin, quien preguntó si se encontraban bien pues ya era algo tarde y además andaban quien sabe donde con esa lluvia. Lo más sospechoso era ver que Kaoru-dono trajera la camisa del guerrero cubriéndola del frío.
* Descuida Kenshin, estuve jugando a la guerra con unos tipos, luego me encontré a Jo-chan camino acá, la lluvia nos sorprendió y no pudimos llegar más temprano. *
* Si así fue... que bien que no les pasó nada, verdad Kaoru. *
Kamiya no respondió, estaba ocupada en sus propios pensamientos hasta había dejado de disimular el rojo de sus mejillas; dijo buenas noches y se retiró a su habitación sin decir más ante las miradas curiosas de Kenshin y Sanosuke.
* ¿Acaso le pasa algo malo?.*
Preguntó el samurai, rogando por una respuesta negativa.
* No, solo debe estar cansada, no te preocupes. *
Decía el chico alto mientras salía del lugar, acompañado de la mirada del pelirrojo, que se había percatado de su rara actitud.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
En las largas noches de insomnio
mis pensamientos hacia ti murmuran "eso es amor".
Los temblorosos latidos de mi corazón,
que hablan incesantemente,
cambian a suspiros mezclados
con un alta fiebre.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Sagara caminaba por las calles camino a su casa, con la lluvia a mediana fuerza cayendo sobre la ciudad; solo quería dormir, esta... ¿cómo decirlo?, aburrido, cansado.
Así pues, al llegar a su casa se recostó y trató de dormir... pero no pudo. Se pasó gran parte de la noche tratando de conciliar el sueño pero no podía.
La misma razón de siempre... ella, la niña que de una u otra forma se apoderaba por completo de sus pensamientos, pero desde esa tarde sin saber porque, cada vez que su rostro volvía a su mente un desesperante pero agradable cosquilleo surgía en su pecho y los latidos de su corazón aumentaban en velocidad... ¿qué demonios era?.
Esa noche no pudo dormir en lo absoluto. Se sentía acalorado, con grandes deseos de que la tortura de la noche terminara; y como una brisa que refrescaba su extraña fiebre, el rostro de Kaoru Kamiya regresaba fugazmente a sus pensamientos haciendo que sus pupilas se dilataran ante la extraña sensación de recordarla; luego la mujer volvió a aparecer en su mente con ese rubor delicado que cubría sus mejillas, la mirada clavada en el, su cuerpo empapado... su cabello rendido ante la lluvia que escurría por su rostro. Y por supuesto, el kimono pegado a su frágil cuerpo debido a la lluvia.
Esa imagen la había podido contemplar por la tarde y la verdad es que... le agradaba mucho.
Y entre tantas dudas que invadían la mente de Sanosuke, una que parecía ser la más importante y fuerte de todas logró salir del interior del chico, en forma de palabras, pregunta... quizás afirmación.
* ¿La amo?.*
La noche siguió sin dar cabida a una respuesta segura para aquella pregunta. Torturando así al muchacho, que no entendía bien lo que estaba pasando o lo que estaba sintiendo.
Los rayos del sol alumbraban las calles de Tokio.
Por primera vez en mucho tiempo Sanosuke Sagara se había levantado más o menos temprano, para él, permanecer un rato más en al cama hubiera sido tortura; se encontraba más cansado, era uno de esos días en que el cuerpo sin razón alguna, no tienen fuerzas ni para andar a pie unos minutos.
Se dirigió al Dojo, necesitaba comer y obviamente ahí podía conseguir comida gratis, también estaba la opción del Akabeko pero tenía la necesidad de ver a Jo-chan, aunque su comida no fuera igual de buena, se conformaría con verla.
~*~
~*~
~*~
Sano entró al Dojo, ya ni siquiera necesitaba tocar la puerta principal o ser invitado; de hecho nunca fue necesario, nunca pidió permiso el solo entraba y ya.
Se quedó parado en el pasillo que daba al jardín del lugar, saludó esperando que alguien le contestara; por unos momentos pareció que nadie se encontraba ahí, hasta que escuchó su voz...
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Dame sonrisas y días brillantes
con tu sonrisa.
Luego hasta el frío de la noche helada
sería bueno y yo lo aguantaría.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Kaoru lo saludó con más ánimos que el día anterior; la resplandeciente sonrisa que la caracterizaba estaba en su rostro, eso la hacía verse un millón de veces más linda que con los ojos distantes y la mirada triste... aunque aun así era muy linda.
* Vaya Sanosuke no esperaba verte hoy. Creo que últimamente vienes a visitarnos más seguido. *
Sagara no contestó, no articuló palabra o sonido alguno, solo la miraba atento; no estaba sonrojado, ni nervioso... tan solo sumergido en los profundos ojos de la mujer.
Kaoru no entendía nada; Sano no era tan callado, si había algo importante que decir, o algo estúpido daba igual, el lo decía sin mayor problema.
Creyendo que no era importante, tomó a Sanza por el brazo derecho y....
* Déjame adivinar... ¿Quieres desayunar?. *
Le decía la chica mientras lo invitaba al interior de la casa, sacándolo por completo de su trance y sumergiéndolo inmediatamente en otro más profundo aun.
* Vamos, a estas alturas me sorprende que esperes a ser invitado... nunca lo haces. *
Seguía diciendo mientras servía ramen. Sus movimientos eran seguidos con amplia precisión por los ojos del luchador; y a diferencia de la gran mayoría de las veces, siempre !, en que la comida es servida, Sagara no "atacó" al instante... tenía la mirada baja ahora esperando una reacción por parte de Kamiya.
Cuando la niña se dio cuenta de que el tazón del chico seguía intacto se atrevió a preguntar si algo le preocupaba ya que estaba realmente extraño esa mañana; a lo que Sanosuke contestó:
* Jo-chan... quiero hablar contigo es de algo que, que me inquieta y que en verdad es importante. *
Las palabras dejaron a la chica algo pensativa. ¿Qué podría ser tan importante para Sagara?; si el por lo regular no le da gran importancia a las cosas.
Kaoru aun sostenía el tazón; se encontraba entre confusa y tranquila, quizás no era nada, solo... deseos de hablar.
Sin finalizar.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Las canciones de Rurouni Kenshin son las únicas que pueden competir contra las de Escaflowne, según yo.
Por eso me decidí a hacer mi primer songfic, que por cierto este primer capítulo no tiene nada de hentai, a lo más "perverso" que llegué fue a dar insinuaciones de un intento de violación, pero no pasó a mayores.
Para los siguientes dos capítulos sí habrá hentai 7w7.
Solo puse los primeros tres versos de esta canción, los demás vienen en el siguiente capítulo.
~*~
Este fanfiction fue escrito por MAEDA Ai. Y es material de Fallen Angel.
Totalizado el 14 de Diciembre de 2001.
La dama del Hentai: Maeda Ai.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
|| Capítulo 2 ||
#rurouni kenshin#otros#samurai x#sanosuke x kaoru#kaoru#kaoru kamiya#sanosuke#sanosuke sagara#fights#lemon#lemon fic#songfic
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RusMexWeek (Disney tales) Pt.1
- You will protect my son. (Ustedes protegerán a mi hijo.) - EEUU le dió la orden a sus soldados de liberar a los recién llegados, quienes fueron empujados con fuerza contra el suelo, ninguno sabía lo que decía el impotente rey frente a ellos.
- ¿Alguno de ustedes habla inglés? - Argentina y Brasil negaron con la cabeza, ninguno de los tres sabía ni un poco de inglés, pues siempre habían vivido en los barrios pobres, donde los idiomas considerados asquerosos y repugnantes como el español y el portugués eran los únicos que se hablaban.
- Che boludo, we no English. - Argentina se levantó del suelo y se sacudió el polvo de su vestimenta, para luego negarle con la cabeza y los brazos al rey. Un fuerte golpe en sus piernas lo hizo volver al suelo.
- On your knees in front of the king! (¡De rodillas ante el rey!) - EEUU calló a su soldado con un movimiento de mano, no era necesario que los chicos frente a él fuesen formales, puesto que serían parte de su familia una vez se encargaran de su hijo.
- Bring the translator. (Traigan al traductor.) - Los soldados a cada lado lado de EEUU chocaron sus puños cerrados contra su pecho para confirmar que seguirían la orden, y luego corrieron por la gran puerta principal del salón.
- Nós entramos em apuros? (¿Nos metimos en problemas?) -
- Ni idea weon, pero mientras tenga mi cabeza no hay lío. - Argentina volteó horrorizado a Chile, ¿les iban a cortar la cabeza?
- ¿N-nos van a de-decapitar? - Chile se encogió de hombros con una mueca graciosa en la cara, él era el más despreocupado de los tres.
- Argentina, não comece a chorar. (Argentina, no empieces a llorar.) - Muy tarde, el argentino ya tenía los ojos llenos de lágrimas, no quería morir, aún no había hecho nada con su vida, jamás había conocido el amor, jamás tuvo sexo, ¡ni siquiera ha llegado a probar una manzana!
- Cállate, 'tan al frente. - Los soldados que anteriormente habían salido se encontraban entrando en aquel enorme cuarto, con un país esposado de sus brazos y piernas, era España, quien había sido preso con cargos de secuestro y abuso en su contra.
- Translate. (Traduce.) - España asintió con la cabeza, dirigió su vista a quienes alguna vez abusó y les saludó incómodo con un leve levantamiento de su mano.
- Esto no podría ser peor... -
- I need you to take care of my son Mexico. -
- Su rey necesita que cuiden de su hijo México. - Los tres países abrieron sus ojos sorprendidos, ¿iban a encargarle a tres idiotas cuidar de algo tan frágil como un bebé?
- Te apuesto a que el cabrio no aguanta ni un día. - Brasil le dió un codazo a Chile, el pendejo no podía decir sus tonterías en un momento así.
- ¿Un pibe, eso es todo? - Argentina miró confundido a España, quien se encogió de hombros, él no sabía nada, sólo traducía.
- He was cursed by the creature of the other side of the wall of thorns. -
- Su hijo fue maldecido por la criatura que ya hace del otro lado de la muralla de espinas. -
- Espere, vamos proteger um bebê de um ser mágico que matou milhares de homens? (Espera, ¿vamos a proteger a un bebé de un ser mágico que ha matado a miles de hombres?) - España sonrió y le afirmó con la cabeza.
- You can't refuse, you will be sent tomorrow to the limits of my kingdom to a cabin where you will take care of my son for the next 18 years. -
- No se pueden negar, mañana serán enviados a una cabaña en los límites del reino para cuidar del príncipe por los próximos dieciocho años. -
- Nica weon, nica. - El rey vió mal a los tres países frente a él, los chicos no sabían lo fuertes y poderosos que eran a comparación de otros ciudadanos.
- I will make sure that money will no longer be a problem for you or for your next 5 generations. -
- El rey promete asegurarles que el dinero ya no será un problema para ustedes, ni tampoco para sus siguientes cinco generaciones. -
- O faremos! (¡Lo haremos!) - El rey sonrió satisfecho, su hijo estaría fuertemente protegido de cualquier peligro, ya no tenía de que preocuparse.
- I hope you do a good job, otherwise you'll loose your heads. (Espero que hagan un buen trabajo, de lo contrario perderán la cabeza.) - EEUU los miró a todos con su mirada más sanguinaria, su hijo era una de sus más presionados logros. Los latinos tragaron saliva nerviosos, habían entendido perfectamente lo que dijo el rey, pues uno de los soldados que sostenía a España había pasado su dedo por su cuello imitando un cuchillo, para luego apuntar hacia ellos.
El cuervo pasado en una de las tantas ventanas asintió para si mismo, para luego volar de vuelta con quien le había salvado la vida, Rusia le había ordenado que espiara las acciones del rey hasta averiguar donde resguardaría a su recién nacido México.
El gran ave de color negro intenso cruzó la muralla de espinas sin problema alguno, moviéndose con agilidad entre las ramas de grandes y afiladas espinas. Una vez del otro lado, el ave pudo divisar a un ser de grandes cuernos sentado en un trono, se acercó volando bajo hasta estar frente a él; una vez tocó el suelo, sus alas y pico cambiaron a una forma humana, manteniendo su cabeza baja mientras se inclinaba frente a su amo.
- Sie bringen ihn an den Rand des Königreichs, unter dem Schutz von Chile, Brasilien und Argentinien. (Lo llevan a las afueras del reino, bajo la protección de Chile, Brasil y Argentina.) - Rusia se levantó de su trono, con las manos detrás de su espalda, y se paró a pocos centímetros del chico agachado frente a él.
- США так предсказуемы... (EEUU es tan predecible...) - Rusia continuó caminando hasta las orillas del río, levantando con su magia una de las frutas caídas al agua.
- Завтра мы будем следовать за ними, я хочу видеть некомпетентность этих стран. (Mañana los seguiremos, quiero ver la incompetencia de estos países.) - El ruso de grandes cuerno le dió una gran mordida a la dulce fruta entre sus dedos, no podía esperar por ver nuevamente aquel pequeño cuerpo maldecido.
• ~ • ~ •
- Rey culiao, nos mandó a la punta del cerro con cabro chico y ma' encima solos weon, no vamo' a durar ni tre' día', ¡esta wea 'ta ma' vaciaaaaaaaaaa! - Chile jaló con fuerza las riendas del caballo, el animal se estaba desviando del camino.
- Você poderia parar de insultar? Há crianças presentes. (¿Podrías dejar de insultar? Hay niños presentes.) - Brasil señaló enojado al bebé que ya hacía en los brazos de Argentina, que le daba un biberón con leche.
- Si el cabro chico me lo paseo weon, ¡me lo paseo! -
- Shh, te va a oír. -
- ¿Y creí' que me importa? ¡Si el cabro chico no entiende ni Z de lo que digo weon! - Argentina rodó los ojos, su amigo era un pesado cuando andaba de malas.
- ¿Y si aprovechamos para bendecirlo? - El argentino ignoró a Chile para dirigirse a Brasil.
- Essa é uma boa ideia. (Esa es una buena idea.) -
- ¡Hasta que por fin usas tu cerebro! - Argentina le pasó el bebé a Brasil, para luego meterse dentro de la carroza, necesitarían un objeto cada quien para darle la bendición al recién nacido.
- ¡Tucán, rápido que ya llegamo weon! -
- ¡No me llames así! -
- ¡Vente rápido, mierda noma! - Argentina brincó con dificultad hasta los asientos designados para el conductor, traía toda clase de artilugios en sus brazos.
- ¿Qué mierda trajiste weon? - Brasil tomó un pequeño frasco con loción de los brazos de Argentina. - ¡No ocupamos tanta pendejada! - El argentino tomó una pequeña flor azul del ramo que traía en los brazos.
- Cale a boca e pegue alguma coisa. (Cállate y toma algo.) - Brasil no tenía tiempo para sus tonterías, ya estaba harto de estar sentado en aquel carruaje bajo el sol con las incesantes quejas del chileno sonando contra si oído.
- Perro. - Chile le dió un pellizco a Argentina, para luego tomar un pequeño crucifijo de entre la basura que traía.
- No esa clase de bendición, baboso. -
- Ya lo se, le voy a dar el más chido. - Argentina tiró el resto de las cosas de vuelta en el interior de la carroza, se acercó al bebé en brazos de Brasil y comenzó con su bendición.
- Yo te bendigo con una hermosa apariencia. - El argentino pasó la delicada flor por la frente de México, haciendo que esta se marchitara y se convirtiera en polvo.
- Conchatumadre, ¿tan traumado estái' con tu cara weon? - Argentina le gruñó a Chile, este le pasó las riendas y se acercó al bebé.
- Cabrito, yo te voy a dar la mensa coz pa' que andi enamorando a toa' la' mina. - El chileno le pasó la cruz de metal al bebé desde la frente hasta el pecho, para que después esta se hiciera polvo y se la llevara el viento.
- El traumado con el sexo no vino. - Chile se estiró por encima de Brasil para darle un zape a Argentina, esos dos siempre andaban peleando.
- Você não se lembra de que o rei nos contou sobre uma maldição? Por que você não dá ao bebê algo útil? (¿No recuerdan que el rey nos habló sobre una maldición? ¿Porque no le dan algo útil al bebé?) - Argentina y Chile se golpearon la frente con la mano, ambos habían olvidado por completo que el niño moriría debido a la maldición que le habían puesto.
- Puta la wea, ma' encima solo e' una vez weon. -
- Felizmente, aqui está alguém com um cérebro. (Por suerte aquí hay alguien con cerebro.) - Brasil sacudió el pequeño frasco de loción en sus manos, él salvaría la vida del niño.
- Pero la maldición no puede ser removida, ya lo intentamos en el castillo. - Argentina disminuyó el trote de los caballos, ya estaban a pocos metros de la cabaña.
- A morte nada mais é do que dormir para sempre... (Morir no es más que dormir por siempre...) - Brasil tomó con fuerza el pequeño frasco en su mano, había encontrado la manera de salvar la vida de México.
- Eu já sei como salvá-lo. (Ya se cómo salvarlo.) - Chile y Argentina lo vieron con mala cara, la maldición no podía ser rota ni por el mismo ser que la puso.
- Si, claro, y yo soy europeo. -
- Yo si lo soy. -
- Puta la wea que saltó lejo' el maní, tucán. - Brasil ignoró a ambos países, salvaría la vida del pequeño en sus brazos. Colocó el pequeño frasco entre los ojos del recién nacido, para luego moverlo hasta su boca. - Eu concedo-lhe o sonho eterno em vez de uma morte trágica, da qual você só vai acordar com um beijo de amor verdadeiro. (Te concedo el sueño eterno en lugar de una muerte trágica, del cual solo te despertarás con un beso de amor verdadero.) - Brasil sostuvo el frasco por la tapadera mientras este desaparecía, dejando caer el aceitoso líquido sobre la cara del bebé, México ya no moriría.
- Sapo culiao con lo del beso de amor verdadero. - Argentina paró la carroza, ya habían llegado a la pequeña cabaña.
- É o melhor que pude fazer. (Es lo mejor que pude hacer.) - Brasil se encogió de hombros, metió a México en una pequeña canasta y se lo dió a Argentina, para luego bajarse y tomar sus pocas pertenencias al interior de la cabaña.
- Deja de ser tan grosero, no ganas nada siendo así. - Chile rodó los ojos, estaba fastidiado de que su amigo le dijera eso.
- Lo que digái' weon, yo me voy pa' dentro. - Chile brincó a la parte trasera de la carroza, sacó las cosas del argentino y las suyas, para luego dejarlas recargadas en lo que quedaba de un árbol. - ¿No pensái' bajar, saco wea? -
- Voy. - Argentina bajó con cuidado del carruaje, con México durmiendo plácidamente en su pequeña canasta. Colocó al bebé en el tronco cortado del árbol y se acomodó sus cosas, para luego meterse en la casa; Chile lo siguió de cercas.
- Wow, die sind echt doof, sie haben das Baby vergessen. (Wow, son realmente unos idiotas, olvidaron al bebé.) - Rusia rió divertido, poco le importo que cambiaran su hechizo, aquel bebé jamás encontraría el amor verdadero en ese rincón abandonado del reino.
- Мексика не переживет ни дня с этими тремя. (México no sobrevivirá ni un día con esos tres.) - Rusia sonrió victorioso, Alemania lo miraba mal.
- Wenn Sie etwas nicht tun werden, werde ich. (Si tu no vas a hacer nada, yo si.) - Alemania volvió a su forma de cuervo, no dejaría que aquel inocente bebé muriera por la incompetencia de sus tutores.
- Это не обязательно. (No es necesario.) - El de grandes cuernos apuntó en dirección en México, quien era recogido de su lugar por un preocupado Argentina.
- Dios, me diste el susto de mi vida... -
- Ich traue ihnen immer noch nicht, ich werde ein Auge auf sie haben. (Sigo sin confiar en ellos, les mantendré un ojo encima.) -
- Делай что хочешь. (Has lo que quieras.) - Rusia se dejó caer de espaldas de la rama en la que estaban, convirtiéndose en un humo verde antes de golpear el suelo; levantó la botella de vidrio apoyada en el árbol y se fue de regreso a su reino mientras daba un gran trago a la bebida alcohólica.
- Verdammter Alkoholiker. (Maldito alcohólico.) - Alemania voló hasta una de las ventanas de la pequeña cabaña para ver a través de ella como los latinos discutían acerca de dividirse las tareas de su nuevo hogar.
• ~ • ~ •
Alemania hizo bien en vigilar diariamente a los 3 países que "cuidaban" de México, pues ninguno de los chicos sabía como cuidar de un bebé debidamente; Chile hacía peores berrinches y lloriqueos que el propio México, Argentina le daba todo su amor y cariño, pero dejaba que el pequeño hiciera todo lo que quisiera, dejándolo expuesto a más de un peligro; y Brasil... él era demasiado frío, cubría las necesidades de México como la alimentación y el aseo, pero en cuanto terminaba de alimentarlo o cambiarlo se lo daba a alguno de sus amigos.
- Опять заботишься о Мексике? (¿Nuevamente cuidando de México?) - Rusia se acercó a Alemania por entre los arbustos, el chico acababa de salvar a México de una caída del segundo piso.
- Ich kann ihn nicht sterben lassen. (No lo puedo dejar morir.) - Alemania se acercó a Rusia con el pequeño niño de un año en sus brazos, quien veía curioso al más alto.
- Не боится ли он меня? (¿No me tiene miedo?) - México estiró sus pequeñas manos a la cara de Rusia, empujando sus labios para poder observar mejor sus afilados colmillos.
- Ich glaube er mag dich. (Creo que le agradas.) - Alemania sonrió enternecido ante las caricias que el pequeño le daba a Rusia, le acariciaba y empujaba los cachetes con una enorme sonrisa en su cara, era obvio que estaba fascinado con el ruso.
- Он не так плох, как... другие... (No es tan malo como... otros...) - Rusia iba a sostener a México en sus brazos, pero los gritos de terror de Chile llamando a México lo hicieron alejar sus manos con velocidad. - Верните его, они ищут его. (Regrésalo, lo están buscando.) - Alemania asintió, para luego perderse entre las sombras con el pequeño país en sus brazos.
Rusia reía por lo bajo mientras veía aL resto de los países salir de cabaña, Chile había corrido hasta Argentina para sacudirlo de manera brusca mientras que Brasil caminaba tranquilamente por el patio delantero en la búsqueda de México. Esos tres siempre lo hacían reír con sus tonterías.
- Это так весело. (Esto es tan divertido.) - El ruso movió su mano derecha en un movimiento circular, haciendo que grandes nubes grises se crearan en el cielo, una gran lluvia comenzó a caer sobre los preocupados países frente a él.
Los tres chicos corrieron al interior de la cabaña para resguardarse, la preocupación por México había desaparecido. - ¡Cabro chico me vai' a dar el paro de mi vida si segui econdiéndote así, saco wea! - Rusia sonrió satisfecho por el grito de enojo de Chile, quien encontró a México debajo de la mesa.
• ~ • ~ •
Los años pasaron volando, México ahora tenía cinco años, se encontraba en un pícnic a las orillas de unas cascadas junto con sus tres tutores, quienes nuevamente se encontraban discutiendo, dejando a México desatendido.
El pequeño país amaba a las criaturas de aquel bosque, podía pasar toda la tarde observando a los distintos animales e insectos andar libremente por ahí, en especial a las mariposas, que siempre revoloteaban por las flores.
México divisó una gran mariposa de dorados colores volar con suavidad a pocos metros de él, parecía un delgado pedazo de oro flotando en el aire; el de cinco años no lo pensó ni dos veces antes de ir detrás de aquel insecto, dejando a sus tutores y seguridad detrás.
Alemania se convirtió aterrado en cuervo, el pequeño país estaba corriendo ciegamente hasta la orilla de la montaña, iba a caer al vacío. El ave de un espeso color negro abrió sus alas listo para volar, pero Rusia lo trasformó nuevamente a su forma humana, haciendo que cayera de boca en el suelo.
- Давай посмотрим что происходит... (Veamos que pasará...) - Alemania intentó levantarse del suelo, pero Rusia lo empujó con fuerza contra este con sus poderes, el más alto tenía una siniestra sonrisa en su rostro. México cayó, con la mariposa entre sus manos.
Alemania intentó gritar, pero su voz fue silenciada por Rusia, no podían ser descubiertos. El más alto se bajó del árbol de un brinco, tomó al alemán por el cuello de su camisa y le señaló el lugar por donde había caído México, quien estaba siendo levantado por unas ramas hasta la orilla, dejándolo sin ningún rasguño en el fresco pasto.
- Вы бы видели свое лицо ужаса. (Debiste haber visto tu cara de terror.) - Rusia soltó una fuerte carcajada, el alemán quería arrancarle la cabeza.
México corrió devuelta con sus tutores para enseñarles la hermosa mariposa que había atrapado, en ningún momento mencionó el como había sido salvado por un árbol.
• ~ • ~ •
- Si viniste... - México se limpió las pequeñas lágrimas que salían de sus ojos, nuevamente había tenido una pesadilla y ninguno de sus tutores había venido a responder por su llanto.
- ¿Ahora porque lloras? - Rusia se sentó en la orilla de la cama, con los brazos cruzados y una seria mirada sobre el más bajo.
- Pesadillas... -
- Son sólo tu imaginación, no tienes porque temer, ya te lo he dicho varias veces. - México acercó sus piernas a su pecho, las abrazó y bajó su mirada triste al suelo.
- No solo le temo a mis pesadillas... - Rusia lo vió confundido, México solía llorar por su presencia después de una pesadilla, pues nadie más acudía a él.
- ¿A qué más le temes? - El mexicano miró triste al ser de cuernos y grandes colmillos.
- Temo que tu solo eres otro sueño más. - Rusia iba a cada llamado de México, pero siempre alteraba su presencia, haciendo su recuerdo un merl sueño.
- Después de cada pesadilla viene un buen sueño. - Rusia durmió a México con un ligero movimiento de su mano, nuevamente sería recordado como un extraño sueño.
El ruso miró con ternura el pequeño cuerpo frente a él, estaba encantado con ese mocoso; aún con las groserías y palabrotas de Chile, México se mantenía respetuoso y amable; aún con todos sus caprichos siendo cumplidos por Argentina, el latino sabía compartir y aceptar cuando algo no era posible; aún con la seriedad y desinterés de Brasil, el de emblema de águila lo trataba tan amorosamente como a los demás; ¿cómo no iba a amar a alguien así?
Rusia se paró de su lugar, el chico no debía sufrir por la idiotez que hizo su padre, no lo merecía, era el alma más pura y bella que este mundo haya podido presenciar.
- Мексика, ты больше не будешь погружаться в глубокий сон, когда тыкаешь пальцем в прялку, ваша жизнь не будет зависеть от поцелуя настоящей любви... Я, Россия, убери мое проклятие. (México, ya no caerás en un sueño profundo cuando te pinches el dedo con una rueda giratoria, tu vida no dependerá de un beso de amor verdadero... Yo, Rusia, remuevo mi maleficio.) - Un gran humo espeso comenzó a salir del cuerpo de México, se trataba del maleficio, pero este entró nuevamente en el cuerpo de México a una gran velocidad.
- H-нет... (N-no...) - Rusia intentó nuevamente retirar aquel cruel encantamiento, pero fue inútil, el humo negro ni siquiera se dignaba a aparecer al rededor de México; el pequeño país moriría por su culpa.
- Всего четыре года жизни... (Solo cuatro años más de vida...) - El ruso sintió su corazón destrozarse, México ya no tenía salvación, el amor era una mentira, el pequeño jamás encontraría a un ser que realmente le amara. - Я убил привет... (Yo lo maté...) -
Alemania vió entristecido desde la ventana la escena frente a él, si alguien le hubiese dicho antes que Rusia podía llorar, hubiese reído a carcajadas por tal incoherencia; sin embargo, ahí mismo podía ver como el alto ser de mirada seria y corazón frío se encontraba llorando por un chico de tan solo catorce años.
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El hombre, la ira y los detalles.
–20 años, dos décadas tuvieron que pasar para terminar viéndolo acá. ¿Es posible que la suerte me sonría, o solo es un gran error?.
No creo que se acuerde de mi rostro, ambos envejecimos pero, al final, sus ojos son los mismos: exactamente iguales a aquel día de odio.
El mozo trae el café.
–disculpá ¿me traes la cuenta?
Cuanto más rápido pueda hacerlo, mejor. Espero que aquél sin vergüenza no se mueva de ahí.
Todavía me acuerdo de su voz, con una cierta molestia debo decir, desgraciado y canalla como pocos. No tardó en procesar el movimiento de sus dedos aquel día, ni tampoco le asustó la represalia. ¡Bah! ¿¡De qué represalia estoy hablando!? Si al final tenía a todo el juzgado en su bolsillo: amigo de todos y amigo de nadie.
El mozo trae la cuenta, el protagonista de la escena se acomoda un bulto rectangular en la cintura.
–Toma, para vos.
–Gracias jefe.
El protagonista levanta la taza, sin mover la vista del hombre odiado.
–Aparte ¿Quién se cree que es? ¿Acaso puede pasearse por donde quiera y espera a que un loco como yo no aparezca? Descuidado como pocos también, pero bueno, mejor para mí.
Entra una señora por la puerta, suena una campana colgada en la entrada, el protagonista se estremece por un segundo.
–Tampoco era tanto, se fue todo al diablo cuando este y el otro gordo que.. ¿cómo se llamaba? ¡Ah José! El gordo José, ya me acuerdo. Si ¡Al diablo se fue! Yo sabía que no tenía que ir aquél día. Ya cuando me habían dicho que 2 autos los siguieron la noche pasada... me dio mala espina. Pero bueno, tampoco se percataron de eso.
Gritan un gol desde una esquina del bar, el protagonista se estremece por un segundo.
–Lleva un saco largo acá adentro, siempre fue un tipo raro, no hablaba mucho y aparte siempre, en cada lugar donde nos metíamos, llevaba un arma distinta. Un loco de la guerra.
–Mozo, disculpa ¿Me traes un whisky? Y la cuenta si es posible.
El hombre odiado se pone a charlar con otro de forma casual.
–Mirá que yo tenía mis razones, pero nunca se me cruzó la idea. Tampoco es que podía, el tipo tenía más recursos que cualquiera del grupo. Pensándolo bien, no sé que hacía con nosotros, capaz por diversión, andá a saber.
El mozo trae el whisky.
–Gracias... Pará, la cuenta te pedí también.
–Disculpe, ahora se la traigo.
–10 años tuve que estar de un lado al otro por culpa del bastardo aquél. ¡Qué años! Un delirio fue, no sabía dónde meterme para que no me agarren.
Peor la pasaron Nicolás y Pablo, a esos dos sí que los agarraron, y en esa época no se andaban con chiquitas.
El mozo trae la cuenta.
–Toma, para vos.
–Gracias nuevamente jefe. ¿Va a querer algo más?
–No, ya estamos.
–Perfecto, gracias por venir entonces.
–20 años esperé, es mucho tiempo para dedicarle rencor a un solo tipo.
El protagonista se levanta de la silla.
–Bueno, a lo que vinimos.
El protagonista se acerca al hombre odiado, saca una pistola de la cintura, mantiene el dedo en el gatillo, levanta el brazo para disparar pero...
–¡Ah!
Las personas en el bar corren hacia la salida o se agachan debajo de las mesas. Hay gritos.
–Mirá quien vino, el cordero asustado ¿De verdad pensaste que no te esperaba? Al final seguís igual de imprudente que siempre.
Escuchá, no me caes ni bien ni mal, pero viste como es esto, no puedo dejar pasar que vos hayas venido con un arma a insultarme ¿Te imaginas que van a decir de mí? Perdón eh, pero bueno, vos vemos Carlos.
El hombre que hablaba con el hombre odiado le dispara en la cabeza al protagonista tirado en el suelo.
Los detalles, pequeños o grandes, siempre olvidados, pueden hacer una diferencia, una filosofía distinta. Quizás es difícil verlos, pero nunca se deben obviar, porque en los detalles, muchas veces, se encuentra la verdad de las cosas, de las personas y de sus intenciones.
Definen, eso es lo que hacen los detalles, siempre olvidados vuelvo a decir, y en este caso define nada más ni nada menos que la vida o la muerte: el mozo que no ve el arma del hombre en la cintura; el protagonista que se olvida que su adversario siempre tiene un arma encima o que no habla con nadie pero que, sin embargo, en ese preciso momento, tenía una charla muy casual y amigable con otro hombre.
Detalles insignificantes, pero verdades al fin.
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Hetaween day 2, mystic creatures.
Las botas de Ludwig chocaron contra la proa del barco. Cualquiera de los tripulantes en la embarcación diría que su capitán estaba volando sobre la madera, y que su cerebro estaba en automático. Típica ocurrencia en esos días. Sus compañeros se habían acostumbrado ya.
Todo había empezado con esa encantadora joven que todos habían jurado escuchar alguna madrugada, que cantaba tan bellamente, pero tan tristemente al mismo tiempo. Había resonado por todo él barco, hipnotizando a toda persona presente, y él mago con él que andaban, Arthur, les había gritado que no escuchen, que no presten atención, que era una sirena traicionera, tratando de engañarlos. Todos habían se habían volteado, habían cubierto sus oídos, menos él. Pese a que lo intentó, sintió esa voz resonar contra él, sintiendo como si ella no estuviese ahí para engañarlos, si no llamando en pena a alguien que la ayude. En segundos, se encontró con que lo había hecho llorar, incluso. Obviamente, al segundo en él que declaró que se dirigirían a la sirena, entre diez lo agarraron y lo arrastraron hacia Arthur, para que le quitasen él hechizo o lo que sea que tuviese encima. Él ingles pensó que era una broma al principio, cuando no encontró una traza de magia en él. Nada. Cero. Negativo. Y si era tan así, ¿entonces por que él seguía insistiendo en ir?
—Esta pidiendo ayuda. —Le había dicho Beilschmidt en ese momento. —Esta sufriendo y esta pidiendo ayuda. —Y en sus ojos, él de verdad parecía sincero, cuando lo había sostenido y le había pedido que le creyera. Que por favor le creyera. Que necesitaba ayudar a la mujer que lloraba por ayuda. En ese momento no era tan obvio como al final, pero luego acabaría cayendo, en que él capitán se habia enamorado. ¿Loco no?
Así que, un poco desconfiados, todos habían cambiado él rumbo hacia él lugar de donde venían los llantos. Y mientras mas se acercaban, más se preocupaba toda la tripulación por él capitán, que se hacia cada vez más taciturno. Había comenzado a perder él sueño, por las pesadillas que abordaban a la noche, pero por alguna razón, alejarse le causaba jaqueca, y acababa con la cabeza timbrando de dolor. Así que solo tuvieron que conformarse con llegar en algún momento, y rogar que eso calmase los síntomas, por que no importaba cuanto buscaba Arthur, nunca encontraba nada.
Una noche, luego de una pesadilla que acabó olvidando a los segundos, Ludwig se levantó de la cama, decidiendo ir a tomar aire. Él barco estaba desierto, todos los tripulantes durmiendo profundamente.
En ese momento, la sintió cantar otra vez.
Fue una sensación rejuvenecedora, casi. Sintió que él dolor de cabeza se iba, sintió que podía volver a dormir sin preocupación por los terrores nocturnos, sintió que todo estaría bien. La canción paró, y él la repitió para ella. Las letras, siendo desconocidas para él, estaban ausentes, pero la melodía la tenia grabada, así que la entonó para calmar los dolores de ella, y sintió en su interior, que ella sufría tanto como él, y que de esa forma, podrían, ambos, dormir toda la noche sin pesadillas.
A la mañana siguiente, todos se sorprendieron al ver al capitán como si hubiera comido un festín, y hubiera dormido una noche entera en la cama de la reina. Estaba mas fresco que una lechuga, había dicho Feliciano. Todos habían preguntado que había pasado, pero Ludwig había sonreído y había dicho que solo había tenido una buena noche. Y esa buena noche se hizo una buena semana, cuando comenzó a quedarse despierto hasta que ella le cantase, y para poder cantarle la canción, a la cual había aprendido la letra.
Todo parecía ser felicidad, hasta que una noche, ella no apareció, lo cual acabó provocándole pesadillas. Por primera vez en mucho, pudo recordar lo que ocurría en estas, y se sintió atrapado cuando vio en estas, a una silueta femenina, llorando desconsolada, siendo acechada por un monstruo. Una horrorosa alimaña que le hacia guardia y que no la dejaba escapar. Todos lo notaron. Él estaba cada vez mas determinado en llegar, y liberar a la doncella.
Entonces, una madrugada, tierra fue divisada. Todos pusieron sus esfuerzos en llegar tan rápido como sea posible, y en una media hora, dieron contra arena. Bajaron decenas de hombres, guiados a buscar provisiones, y Ludwig fue él único que se adentró a la maleza, advirtiendo a todos que no se acercaran. Que había algo que era peligroso.
De a machetazos, abrió un camino en la vegetación, esperando por algún canto de la mujer. Incluso intentó cantarle, para que ella lo reconociera. Eso funcionó, cuando la escuchó devolverle la melodía, con voz llorosa. Se dirigió a ella corriendo desesperado, hasta que llegó a una cueva. Se metió, él agua dándole hasta el pecho, pero aun continuó, hasta llegar a un punto en él que tuvo que sumergirse en él agua, llegando hasta una cueva que estaba sumergida. Y ahí estaba ella.
Una preciosa mujer, cuyos pechos estaban descubiertos, y cuya cintura se curvaba en una cola de pez azul. Los ojos de ella se pusieron brillantes, y los de él también.
—Estas aquí... —Susurró, llevándose una mano a la boca, justo para que Ludwig la tomase, llevándola hacia la suya. Dejó un beso sobre él dorso, envolviendo su cuerpo en un abrazo y acariciando su espalda, sintiendola llorar en su hombro.
—Aqui estoy. —Le dijo, sosteniéndola casi desesperadamente. —Estoy aquí. Todo va a estar bien. —Y se separó un momento de ella, tomandola de las manos. —Vámonos, no voy a dejarte aquí. Ven conmigo. —Y ella negó, sollozando.
—No me dejará irme. No me dejará abandonarlo.
Y ahí, en ese mismo instante, ambos sintieron algo raro.
—¿Viniste con mas gente? —Le preguntó ella, él terror llenando su expresión, y la cara de Ludwig hizo lo mismo.
Estaba yendo detras de su tripulación.
Se levantó casi como un resorte, retrocediendo hasta él punto desde donde había entrado.
—¡Espera! —Le gritó ella, haciéndolo voltearse. —¿Vas a volver? —Y él le sonrió, asintiendo.
—Lo juro.
Así, Ludwig retrocedió, un mal augurio siendo él disparo que escuchó. Se dirigió hacia él lugar sosteniendo en una mano el machete y en la otra una carabina, y saltó sobre él monstruo, segundos antes de que este aplastase a su hermano. Sin vacilación, forzó el machete contra su espalda, atravesándolo sin miedo. Lo arrancó, salpicando toda su chaqueta y su rostro de sangre. Este dio un grito de dolor, haciéndolo sentir un escalofrío.
«Esta bien, no te asustes.» Pensó, sintiendo una preocupación que no era suya. Apuntó la carabina al pecho del monstruo, un ser que parecía animal, o que tenia rasgos de animal. Entonces, jaló del gatillo, la bala dando justo en la espalda.
Lo dio por acabado, volteandose para regresar con ella.
Y la sintió decirle algo.
—¿West? —Escuchó a Gilbert decirle, e hizo una mueca. Oh, scheiße.
Y él brazo del animal impactó contra él, tirándolo a un lado. Él grandísimo cabrón se regeneraba. Hermoso. Entonces, apuntó a la cabeza con el machete, y todos dieron un grito de guerra, dirigiéndose a él.
Todo se volvió una carnicería cuando las balas iban y volvían. Ludwig era él primero en estar en la linea de fuego, constantemente esquivando la munición, haciendo al monstruo retroceder. Cada corte que le hacia desaparecía en cuestión de segundos. Continuó haciéndolo retroceder, así, hasta que un pequeño desliz asomó. Una piedra. Una mínima piedra, que los hizo caer a ambos. Beilschmidt cayó justo sobre él pecho del enemigo, y casi instintivamente, le clavó él machete en la garganta. La adrenalina corriendo no lo dejaba sentir nada, y con una fuerza que no sabía que tenía, sacó él machete, y lo presionó como guillotina contra él monstruo, abriendo su garganta.
De ahí, todo se fue enfriando. La adrenalina, aun fresca en su ser, no lo dejaba sentir nada. Pero eso no significaba que no había nada.
—Oh Dios. West, Ludwig, oh mein gott. —Sintió Ludwig a su hermano, pestañeando lentamente. —Oh dios, hay que traer él equipo médico. —Y Ludwig, al ver hacia abajo, se encontró con un zarpazo que atravesaba todo su costado. Sus manos temblaron, sintiendo sus sentidos atontados. Se revolvió, tratando de alejarse de las manos de Gilbert.
—No, espera, necesito... —Murmuró, tratando de llegar hacia ella. Arthur puso una mano en él hombro de Gilbert.
—Tiene razón, él equipamiento humano no puede curar heridas de seres místicos. Tenemos que llevarlo con la sirena.
Entre todos usaron sus prendas para cubrir la herida del capitán, y entre todos lo alzaron, dirigiéndose hacia donde él apuntaba.
—Hacia... Allá... —Murmuró Ludwig, señalando un punto incierto, antes de desmayarse. Un griterío se desató, de gente que no sabia hacia donde ir, y de gente que temía por la vida del capitán.
—¡Todo él mundo haga silencio! —Gritó Gilbert, su voz sobre la de todos los otros. Ahí, todos escucharon él canto de la sirena, y prontamente comenzaron a correr hasta ese punto, llegando al mismo lugar donde ella estaba.
—Oh dios. —La cara de todos fue de impresión, al ver a una dama medio pez. —Oh dios. Oh dios no. —Sollozó, cuando entre todos bajaron al rubio frente a ella. Se secó las lágrimas, perdiéndose un momento en él agua, dejando a todos en silencio, hasta que volvió a resurgir, sosteniendo una botella azulada. —Por favor, por favor reacciona. Oh dios. —Dijo ella, abriendo la tapa y alzando la cabeza del hombre, pero era mas que obvio que él no estaba respirando.
—¿Esta...? —Susurró Gilbert, mientras sus ojos se ponian brillantes también. Sin embargo, la mujer, negó con la cabeza.
—No mientras yo este aquí.— Dijo, abriendo la botella, y tomando él contenido. Lo mantuvo en su boca, alzando él rostro de Ludwig, para poder besarlo.
La cara de todos los otros tripulantes quedó blanca. Algunos rieron, otros apartaron la mirada, y la mujer se separó de él, habiendo depositando todo él líquido en su boca. Todos se acercaron aun mas, esperando por una reacción. Y ahí, oyeron un leve "fzzz...". La herida se estaba cerrando, y Ludwig tosió, sacudiendose.
—Estas vivo... —Susurró ella, sólo antes de que él la mirara, como quien ve a un ángel que ha caído del cielo. Le había salvado la vida. Le había devuelto él aliento. Los vítores llovieron de todas direcciones, cuando al fin se decidió por besarla. —Lo lograste... —Susurró ella, y él asintió con la cabeza, tomándola de las manos.
—Ven conmigo. —Dijo Ludwig, sonriendo. —Deja que te saque de aquí. No soporto escucharte llorar. —Y ella asintió.
—Amelia. —Murmuró. —Soy Amelia. —Y Ludwig sonrió, tomándola del rostro, para besarla una vez mas.
—Ven conmigo, Amelia.
Ya estaban saliendo de la cueva, y él sol se estaba poniendo. Ludwig cargaba entre sus brazos a Amelía, que llevaba puesta su chaqueta, para cubrir su desnudez.
—Entonces, Lud. ¿Que harás ahora? —Preguntó Arthur, mirando a la dama que . Él rubio sonrió, estirándose para besarla.
—Y, lo mismo de siempre. Sólo que... Acompañado. —Murmuró.
—¿Y usted, señorita Amelía? ¿Desea que hagamos algo para que este cómoda? —Ambos sabían que se refería a su peculiar cuerpo de la cintura para abajo. La mujer hizo un pequeño sonido.
—Lud, ¿Puedes ponerme al sol? —Y él arqueó una ceja, pero igual se encogió de hombros, bajándola en un lugar donde él sol aún llegaba a tocar. Ella suspiró, profundamente, sintiendo esa tibieza tan familiar, y ahí frente a todos, las escamas perdieron brillo, se resquebrajaron, y se cayeron, dejando ver un par de piernas. Todos quedaron con la cara pintada, los ojos como platos. Ludwig la tomó de la mano, delicadamente ayudándola a pararse.
—Interesante situación, debo decir. —Murmuró Gilbert, acercándose y poniendo una de sus manos en le hombro de su hermano. —Mira tu, querido, que te sacaste la lotería. —Y entonces cambió su atención de él a ella. Justo cuando estaba por hablarle, los brazos de Ludwig la cubrieron firmemente. Gilbert dio un salto, retrocediendo ante la mirada de Ludwig, por que sus ojos brillaban. Y no era una expresión, literalmente sus ojos brillaban en un azul intenso y consumidor, y todos supieron que no tenían que meterse entre Ludwig y Amelia.
—Whoops. Efectos colaterales. —Murmuró ella, sonriendo.
—Whoops. Efectos colaterales. —Murmuró ella, sonriendo.
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This is 2000 words, and I literally wrote it entirely in one sitting. I'm proud tho.
So, Germany is the Capitan of a ship, one day, they hear a mermaid singing, but Lud believes she's in pain and sadness. They end in the island where she is, and Lud finds her suffering because there is a monster who is keeping her trapped. Lud kills him, but is severely damaged in the process, and dies after being taken to her. She doesn't approve it, and revives him. Then, they go out, and when the sunlight reaches her, the tail disappears. Gilbert tries to talk to her, and Lud doesn't let him, scaring the s out of him, because his eyes are now glowing blue.
And the mermaid is Nyo America, so. Yeah.
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«El perro», 安部 公房.
Yo odio los perros. A mi modo de ver, ellos reflejan la vulgaridad humana con fidelidad y verlos me produce un asco irrefrenable. Los dueños de los perros me repugnan aún más. Comprendo a la gente que cuida los perros con algún objetivo específico, tal como sucede con los pequeños productores, que los mantienen por necesidad laboral, sea para vigilar las ovejas o para transportar los trineos, pero no soporto a esos seres pretenciosos que los tienen solo para amarrarlos al porche de sus casas miserables; esto, para mí, no es sino un síntoma de la degeneración humana. Lo que le sucedió a S también fue un caso ilustrativo. Claro, me refiero al joven pintor S… ¿No lo conoces? ¿Nunca te han contado del hombre devorado por su propia mascota? Me atrevo a decir que él mismo se lo buscó; al menos, no lo compadezco de ninguna manera. Conozco todas las peripecias desde el inicio. De hecho me opuse a su matrimonio. Creo que fue a principios de febrero, hace como tres años, un día en que hizo mucho frío después de una tremenda nevada. Casi al mediodía, llegó S, emblanquecido por completo. Entró a mi casa con el periódico, que por mi pereza no había ido a recoger del buzón. Al recibirlo, sentí un aire glaciar que se colaba entre los pliegues del diario. Se me ocurrió pensar de manera inmediata que algo raro le había pasado. A decir verdad, S nunca me cayó bien, pero eso ya no me importa a mi edad. Le ofrecí un té, y luego nos sentamos en silencio con una estufa de por medio. Se le ondularon los vellos sobre las mejillas como las alas de un insecto. Pensé que me iba a decir algo, pero en cambio sacó del bolsillo una foto envuelta en un papel semitransparente; vi una mujer bella, pero de expresión rencorosa, tendría alrededor de veintitrés años de edad, sentada de lado con las rodillas descubiertas que se salían por debajo de la falda. Cuando lo miré a los ojos a modo de interrogación, S sacudió afanado las manos delante de la cara y me dijo con voz de espanto: —Me voy a casar con ella. —Y continuó—: Ya sé, por favor, no me digas nada. Luego empezó a dar explicaciones detalladas: —Ya sé lo que me quieres decir: esta mujer, que trabaja como modelo en el Centro de Investigaciones, donde dicto un par de clases a la semana, carece por completo de inteligencia y estética. Yo sé muy bien que no tiene ningún mérito como mujer. Sabes, yo estoy en contra de las modelos nudistas; a ella tampoco le dirigía la palabra. Sin embargo, era imposible evitarla del todo, pues era la modelo predilecta del joven F, de la famosa Asociación de Artes Realistas, y frecuentaba el Centro. La mujer solía vagar por ahí sin hacer nada en particular, escogiendo siempre sitios poco concurridos, tales como baños alejados o rincones ocultos, y parecía estar al acecho de algún estudiante que la abrazara al cruzarse. Cuando la tomaban entre los brazos, ella alzaba las dos manos sobre su cabeza como para proteger algún adorno frágil y se entregaba sin resistencia, emitiendo risitas cosquillosas. Quizá te parezca estúpido, pero los muchachos del Centro se acostumbraron a abrazarla así. Desde luego, fue F quien estableció este hábito, con el argumento de que se trataba de un entrenamiento diario, necesario para cosificar el cuerpo humano, es decir, para convertir a la mujer en una verdadera modelo. Yo no estaba de acuerdo. A mi modo de ver, su método no era más que una forma de corporeizar el objeto. Creo que el fauvismo no prosperó por esta misma razón. Los estudiantes se enloquecieron al tratar de entrenar a la mujer y se descuidaron de su propio entrenamiento artístico. »Al principio yo propuse la destitución de la modelo. Sin embargo, los muchachos quisieron conservar el mismo hábito con las nuevas modelos, que desde luego huyeron espantadas una tras otra. Por eso fue que ella volvió. Con las caras fruncidas por la ansiedad, los estudiantes permanecieron al acecho para toparse a solas con ella; todo el tiempo andaban sin rumbo, con los nervios de punta para no perder la menor oportunidad de abrazarla. Cuando se encontraron tres compañeros por casualidad, empezaron a discutir con alboroto sobre la belleza de la modelo desde varios puntos de vista. Para colmo, todos perdieron el recato ante las miradas ajenas, fuera en un espacio público o a mitad de mi lección. Qué horror. Me empezó a angustiar el Centro; una vez adentro, me sentía como si el cerebro se me transformara en una masa de plomo, luego sentí la lengua adormecida, como si se tratara de un veneno. En varias ocasiones me petrifiqué delante de la pizarra, frente a los estudiantes que se mostraron indiferentes con todo; cuando no les tocaba el turno de abrazarla, se abstraían a su antojo frente a los lienzos, que permanecían interrumpidos durante más de tres meses con la tediosa rutina de pintar y borrar. »Un día le pegué a un estudiante atrevido que trató de abrazar a la modelo en el mismo taller. El muchacho se envalentonó sin parpadear; al recibir otra bofetada, me acometió a puñetazos y resultó muy superior a mí en fuerza. »Qué lío. ¿Qué significaba el arte para los muchachos? No se comportaban así en broma; al contrario, lo hacían todo en serio. Pensé que la culpa era de la mujer. Discutí una noche entera con F, enumerando los defectos de la modelo; primero le critiqué el mal gusto de vendarse siempre alguna parte del cuerpo, fuera el cuello, el brazo, la pierna o el muslo. Pero F me replicó: »—Ella quiere pasar como enferma… aspira a ser un objeto abstracto, carente de vida productiva… ¿No te parece un caso ideal para tu estética? »Entonces le respondí que en lugar de convertirse en un objeto abstracto, ella se vuelve un parásito con su sentimentalismo asqueroso; ¡cómo no se dan cuenta de que la están estropeando entre todos ustedes! »—Cómo no —me respondió F sin retroceder—. Eso no importa de ninguna manera; yo no me fijo en la venda sino en su verdadera personalidad; en cambio, a ti te llama la atención la venda porque solo te interesa lo carnal… »Luego sostuvimos un debate intenso sobre lo que sucedería si pusiéramos aretes a la estatua de Venus, pero ambos nos agotamos antes de llegar a una conclusión. El siguiente tema fue el perro que cuidaba la mujer. Bueno, por ahora no te hablaré más de esto, pues de ahora en adelante tendré que explicarte los detalles. F me dijo al final: »—Te has puesto demasiado sensible, quizá por neurastenia; ¿estás resentido conmigo en relación con ella?; en tal caso, dímelo con toda franqueza. »Cuando quise marcharme del taller, tropecé con una silla. Al salir al corredor, algo se me enroscó en los pies: era el perro de la modelo. Alcé la vista y me di cuenta de que ahí estaba ella, que había escuchado toda nuestra conversación. La interrogué por instinto: ¿qué haces aquí? Ya es muy tarde. La mujer emitió una risilla sofocada, ladeando su cuerpo con los brazos levantados, como si me hubiera detectado la intención de abrazarla. Avancé un paso para repetirle: »—¿Qué haces aquí tan de noche?… »Entonces me dijo con el pecho erguido: »—Es que los estudiantes están al acecho a la salida. »—Te acompaño —le dije, dando otro paso hacia adelante. Y terminé abrazándola. »… No, por favor, no me digas nada. No me entenderás. Con ningún razonamiento lograrás que cambie de opinión. Ya es inevitable que me case con ella. Tengo plena conciencia de lo ilógico de este matrimonio, ya que, a diferencia de ti, siempre he sido célibe por principios. No he venido aquí para solicitarte una consulta psicológica. Sólo quería hablar contigo acerca del perro. Sé que odias los perros. Yo también, como tú bien sabes. Ahora, el problema es que la mujer dice que no se casará conmigo si no acepto al perro. Te imaginarás el dilema en que me encuentro, y me gustaría saber qué opinas tú… Al escuchar todo esto, intervino mi esposa, que hacía rato había venido a cuidar el fuego de la estufa: —Estarás muy inseguro al tener que escoger entre el amor y el perro. —Efectivamente —dijo S con brío—. Desde luego, yo no confío en su cariño. Es una mujer tan egoísta que ni siquiera asume su personalidad frente a los demás. Es por eso que estoy atormentado; si no, hace rato me hubiera librado de ella. Para colmo, no se trata de un perro común, que se pueda soportar sin mayor dificultad, sino de uno que parece un gusano; tiene la cabeza gigantesca sobre el cuerpo estirado, siempre anda retorcido con un gesto de rencor. Intenta juguetear con cualquiera que se le acerque, sacudiendo con fuerza la cadera entera sin cola, como si deseara partirla en dos. Con las patas traseras, que le saltan por el peso de la cabezota, hace piruetas en el aire. Realmente es un perro miserable, casi una basura. ”Y jamás ladra, fíjense; se limita a lanzar unos gruñidos, won-won o vau-vau, como los balbuceos de un sordomudo, y apenas chilla como un perro cuando siente la cercanía de las hembras. Claro, es macho. Me da tanta vergüenza que no soy capaz de mirarlo de frente. Tiene el rostro como el de una viuda vanidosa, con mechones caídos sobre la frente y siempre me encara resentido. No deja de vigilarme cuando estoy con ella, hagamos lo que hagamos. Le suplico que eche al perro, pero insiste en que se divierte más cuando ese animal la está viendo. Cuando le sostengo la mirada, el perro se deja caer sobre el piso con un chillido lastimero como si lo hubieran maltratado. Y no deja de lanzar esos gruñidos de espanto hasta que la mujer acude a su lado para acariciarle la cabeza. Puro simulacro. Qué odioso. Si hubiera sido un perro más común… —Cómo no. Ha de ser un perro corriente, según lo que dices —le grité sin querer, subiendo el tono, golpeando la estufa con el atizador. Ya estaba harto—. No entiendo qué buscas al venir a verme. ¿Acaso renunciarás al matrimonio si te digo que no te cases? Qué raro eres. De seguro le hablé en un tono demasiado fuerte. Mi esposa se levantó apresurada. Con la mirada clavada en el cielo raso, S me dijo, con voz afligida: —He venido a ofrecerte disculpas, por haber consentido al perro… —y continuó en un tono apaciguado—. Bueno, me han contado que ese perro es de buen linaje, que es un pastor alemán. La mujer me cuenta con orgullo que al padre del perro lo trajeron los soldados norteamericanos, pero la realidad es que él mismo nació de un incesto entre la madre y el hijo. Así que prefiero callarme con la idea de que ese perro no es normal. —Y eso, ¿qué tiene que ver conmigo? Tanto tú como yo odiamos los perros, pero yo los detesto y los desprecio mientras tú les tienes miedo. La diferencia es muy grande. —¿Sí? Bueno, qué alivio. Ya puedo estar tranquilo —dijo con un leve murmullo antes de prender un cigarro. La columna de humo subió por encima de la estufa hasta alcanzar el cielo raso. Me irritaba. Ya no pensaba en él. Solo sabía que odiaba a ese perro. El hombre, al fin, se casó con la mujer. Recién casado, recibió una carta de F que le reclamaba su mujer para el trabajo; decía que los muchachos querían tenerla de modelo como antes, aunque ya era una señora. Por primera vez, S cayó en la cuenta: el matrimonio, en última instancia, consistía en el deseo de despojar a la mujer de la posibilidad de ser otra. Desde luego, rechazó la petición. Y allí comenzó la tragedia de su vida. Con un ingreso aún más escaso desde que le habían quitado el sueldo del Centro, tuvo que mantener a los dos animales, carentes de la menor noción de lo que es la paciencia; para colmo, ambos eran capaces de fugarse sin escrúpulos a cualquier hora. De hecho, parece que la mujer añoraba la rutina del Centro, y se mostraba absolutamente aburrida de su vida doméstica. Además, los jóvenes estudiantes rondaban de tres en tres todo el tiempo alrededor de la casa, y se subían los unos sobre los hombros de los otros en espera de la oportunidad para asomarse a las ventanas. Al verse imposibilitado de salir de casa, S empezó a pedir trabajo por correspondencia a todos los conocidos. A mí también me preguntó unas tres veces si le podía facilitar algún encargo para hacer ilustraciones, y creo que sí se lo conseguí en una ocasión. Lo peor de todo fue su pintura. Desde antes S pintaba solamente cuadros abstractos, que yo jamás aprecié, y gozaba de cierto renombre en algunos círculos de artistas, lo cual le permitía trabajar con vitalidad intelectual y confianza en sí mismo. Sin embargo, en la exposición primaveral de ese año presentó un cuadro con garabatos como los de un neurótico. Pensé que era el esbozo del perro; se veía con claridad una cara perruna, dibujada de frente con color gris sobre un fondo amarillo. A pesar de que había detalles que resaltaban con una vivacidad excesiva, el cuadro en sí carecía de unidad, como si fuera un animal disecado con torpeza. Aun así lo supe. Era el perro. Deduje que S también comenzaba a conocer a fondo lo que era un perro… Un niño que llegó justo detrás de mí, tomado de la mano por la madre, soltó a llorar al ver el cuadro. Hubo un estudiante de secundaria que se detuvo a escudriñarlo, abstraído, con el cuello encogido. ¡Qué inmundo!, dijo una dama. Una reseña publicada en la prensa lo despachó con frases cortantes: es un fraude, le falta modestia. Si mal no recuerdo, fue en el camino de regreso de la misma exposición que se me ocurrió visitarlo, después de mucho tiempo sin verlo. O quizá fue al día siguiente, después de la clase. Bueno, no importa, de lo que sí estoy seguro es que fue un día lluvioso. Su departamento se encontraba en penumbra, mientras el resto del edificio resplandecía con las ventanas iluminadas. Llamé a la puerta, pero no obtuve respuesta. Me marchaba un tanto aliviado, pensando que había salido a algún lado, cuando se escuchó el chillido del perro y se encendió la luz. La cara de S se asomó detrás de la puerta entornada. Aunque no lo vi bien a contraluz, estaba pálido y desgarbado, con el rostro enmugrecido, cubierto con una barba de varios meses, despidiendo un tufo agrio como de verduras podridas. S se quedó mirándome durante un largo rato. Mientras cerraba la puerta lentamente, murmuró en voz baja: «No, vete, déjame en paz, por favor». Me miró con ojos tan afligidos que no me pude marchar sin sentir pena por él. Me enteré del desenlace unos diez días después, cuando me llegó una carta en que S relató toda la historia. Yo no me arrepiento. Él mismo sabía de antemano lo que le iba a suceder. Reitero lo único que sé: S se lo buscó. Por fortuna aquí tengo la carta. Prefiero que la leas tú mismo, antes de brindarte mis explicaciones aclaratorias. Comienza de una manera brusca sin ningún preámbulo, pero yo no he tachado nada, y aquí la transcribo tal cual está: Tú sí que eres malvado. Si me hubieras dicho al principio que me perdonabas… Pero seguí luchando con el perro hasta el último momento. Tú nunca sabrás lo terribles que son los perros. Mi esposa me abandonó aquella mañana en la víspera de tu visita. Quería contarte muchas cosas, pero tuve que rechazarte, pues todavía me aferraba a la idea de que mi esposa podía regresar en cualquier momento. No tenía ánimo para salir, y tampoco te dejé entrar porque el perro había empezado a hablar como cinco días antes. Después de escuchar nuestra conversación, ese perro maldito sería capaz de contarle todo a mi esposa. Sé más o menos el paradero de mi esposa, pero prefiero mantenerme a la espera. Aunque pueda salir a buscarla, no me será posible recuperarla a la fuerza. Además, ¿qué tal si se le ocurre pasar por aquí para llevarse el perro cuando yo esté en la calle? Sería mi total perdición. Estoy seguro de que ella volverá conmigo mientras yo tenga el perro a mi lado. Bueno, déjame contarte lo que sucedió con el perro. Sin olvidar jamás tus palabras, yo luché hasta el último momento contra el perro, que a su vez no dejó de luchar contra mí. Al comienzo lo menospreciaba; creía que el perro, carente de memoria y conciencia, no dejaría de ser una sombra animada, con tal de que ignorara su comportamiento lisonjero para llamar la atención. De hecho, el animal permanecía melancólico todo el tiempo, acostado de bruces en un rincón, sin molestarme casi nunca. Hasta llegué a burlarme secretamente de ti y de tus semejantes. Pero pronto me di cuenta de mi error; el perro era capaz de fastidiarlo a uno sólo con su presencia. ¿Qué crees tú? Nadie sabe con qué objetivo permanece ahí; para peor, no solo está allí sino que su presencia es tal porque uno mismo se la otorga. Nunca he llegado a entender por qué tenemos que hacer que exista un ser tan banal. Nos pasaría inadvertido si tuviera algún significado, pero nos molesta porque no tiene ningún significado. Cuando lo observo con una mirada feroz, rumiando la posibilidad de dispararle un tiro, el perro se aferra al piso con un chillido estridente. Qué insignificancia tan vulgar. Me pareció abominable su afición por cierta comida. Siendo perro, no comía huesos; en lugar de comida fría, probaba exclusivamente platos calientes. Y su comida favorita eran las frutas y los dulces. También bebía licor, pero solo si era de buena calidad. Lo más grotesco de ese animal era que, pese a su incorregible pereza, reaccionaba de vez en cuando como si estuviera entendiendo la lengua humana. Un día en que dejé colgado su bacín al lado de la ventana después de lavarlo, tuvo necesidades naturales y empezó a husmear el sitio de siempre, acto que nos pareció tan gracioso, tan característico del perro, que nos hizo reír a mí y a mi esposa; pero el animal sacó, vaya a saber de dónde, una hoja de un periódico viejo, defecó encima, y luego lo enrolló correctamente con el hocico. Como si fuera poco, tomó el envoltorio entre los dientes para depositar lo sobre mis rodillas y empezó a juguetear eufórico con las piernas de mi esposa. De ahí en adelante, evité hablar con demasiada soltura cuando el perro parecía estar atento a lo que yo conversaba con ella. Jamás logré eliminar la sospecha, pese a la insistencia con que traté de convencerme de que yo solo exageraba, al igual que «el error del sabio Hans», y que era imposible que el perro me entendiera. Uno de esos días me decidí a educarlo, porque el animal andaba tan indiferente que solicitaba más cariño a la gente ajena que a nosotros mismos. Me pareció insoportable la ingenuidad con que expresaba su alegría desbordante delante de los desconocidos, haciendo las piruetas de siempre. La cosa empeoró cuando los morbosos del Centro empezaron a rondar alrededor del edificio donde vivíamos. El alboroto repentino del perro al lado de la ventana era el indicio de que afuera había uno que otro muchacho, atisbando el interior. En esos momentos el animal me parecía tan fútil que me daban ganas de golpearlo, pero siempre me frené por estar frente a mi esposa, que me espetaba con frases tan corrientes como: «Es que tú no me quieres». Abriendo sus ojos penetrantes el perro me miraba de soslayo con arrogancia. Decidí aplicarle el entrenamiento espartano a ver si lograba fortalecerlo como un pastor alemán, pues pensé que dejaría de ser una vergüenza cuando se convirtiera en un perro hecho y derecho, con una apariencia más decente. Y todo fue en vano; apenas iniciado el entrenamiento, el animal se acostó de espaldas para manifestar su rendición incondicional, como si fuera una araña o un escarabajo noqueado por un golpe inespera do. Nada que hacer; con cualquier trato brusco, por mínimo que fuera, el perro lanzaba un chillido tres veces más escandaloso que lo normal. A lo mejor los vecinos creyeron que aquí vivía un sádico irremediable. Tuve que cambiar de plan. El perro era cabezón, y pensé que quizá fuera inteligente en realidad; podía ser un perro futurista, producto de alguna mutación… Al inculcarle una educación elitista, ¿no llegaría a ser un perro sabio?… Cuando algún grupo de circo ofreciera comprarlo con una suma estimable, mi esposa, tan aficionada siempre al dinero, accedería sin titubear… Podría matar dos pájaros de un tiro al vender el perro… Renuncié por completo al método anterior para emprender con paciencia la labor de integrarlo a la vida humana. Fue una experiencia angustiosa, pero nunca perdí el control de mí mismo. Además, conté con la colaboración activa de mi esposa, que se interesó en el proyecto. Engreído por nuestro amoroso trato, el animal se puso mil veces más abusivo que antes, pero a la vez cultivó el intelecto con rapidez, a tal grado que se parecía de una manera cada vez más grotesca al ser humano. Pronto aprendió a sonarse la nariz utilizando un papel, a fumar cigarrillos y a escupir entre refunfuños; hasta llegó a asentir o negar con el movimiento de la cabeza. Bueno, pero también es cierto que tardó mucho en aprender a reír; pareció costarle entender la psicología de la risa. El cuadro presentado en la exposición fue una obra inspirada por el gesto tan cómico del perro, que se esforzaba en reír con desmesura. Sería como la versión canina de La Gioconda. Dicho sea de paso, yo perdí todo el interés en la pintura abstracta desde que me casé con mi esposa. Ahora estoy de acuerdo contigo; me he vuelto un pintor realista. Pero lo más sobrecogedor tuvo lugar justo en el momento en que terminé de pintar ese cuadro. Mi esposa lavaba ropa en el balcón. En la cama el animal se relajaba, comiendo pan untado con mermelada, sin preocuparse por la pobreza, que nos forzaba a vivir sin tener ni qué cenar. Al dejar el pincel sentí alivio, y se me ocurrió comparar el lienzo con el modelo y le ordené que se riera. Y el perro se rio de verdad con malicia. «Carajo, se rio al fin, qué vida tan cómoda», murmuré sin querer, un tanto melancólico, y el perro me respondió en un gemido utilizando palabras perfectamente inteligibles: «Oye, qué buena vida la tuya». Mi asombro no podía ser mayor. No me soportaron mis piernas fláccidas y me desplomé ahí mismo. Intenté replicarle algo, pero un bulto palpitante en el estómago me cerró la garganta. Oí los pasos de mi esposa, que volvía a mi lado. Concentré todas las fuerzas restantes de mi cuerpo para suplicarle al perro: —Por favor, por lo que más quieras, no le dirijas la palabra a mi esposa, que puede morirse de un infarto fulminante al escucharte hablar; por favor, guarda silencio, hasta que le diga sí… El animal asintió con la punta de la nariz, como si aceptara la complicidad. Es espantoso que un perro hable. Aquí te voy a redactar al pie de la letra las palabras que me susurró al notar que ya mi esposa se había acostado. Me dijo: —¿Ves que los perros no somos tan tontos como para ignorar lo que piensan los humanos? Tú te burlabas de mí, pero acuérdate que yo, con mis colmillos afilados, soy capaz de destrozar la piel humana sin dificultad. Sé comportarme para llevar una buena vida; todos mis actos, incluyendo zalamerías y sustos, son fríamente calculados para infundirles confianza. Deja de desdeñarme, que yo te puedo asestar un golpe mortal. Date cuenta de que tú no tienes ningún derecho a amarrarme… (¿Te imaginas que un perro sea capaz de hablar así?) Ahora bien, esto fue dos días antes de tu visita. Me llegó por correo el programa de la exposición. Al echarle una ojeada, mi esposa alzó de repente la mirada para acusarme: «¡Fue mi cara, entonces! Ni un estudiante del primer año sería tan torpe en el dibujo». Me dejó aterrado la cadena de insultos inauditos y poco frecuentes que salían de la boca de mi esposa, de quien no esperaba más que frases comunes, casi siempre empalagosas. Claro, no había excusa. Por alguna razón desconocida, el título estaba impreso en el programa con letras imborrables: El rostro de mi esposa, del pintor S. A la mañana siguiente, mi esposa ya había desaparecido. Amarré el perro a una de las patas de la cama y lo amordacé. Despojado de su disfraz, el animal se puso más violento que nunca, mordiéndome la canilla y el brazo, pero todavía un humano podía superarlo en fuerza. Además de ser incapaz de sostener el peso de la cabeza al andar sobre sus patas, el perro lleva una desventaja fatal en los dedos, que le resultan inservibles por completo. Pero alcanzó a gritar justo antes de ser amordazado: «¡No te confíes! ¡Vas a ver que un súbdito nunca llega a dominar!». ��� Luché contra el perro y seguiré luchando desde ahora en adelante. Sin embargo, te advierto que no me arrepiento de ninguna manera de mi matrimonio. Conozco más que tú lo tonta que es mi esposa. Nuestra vida conyugal, tan efímera, fue tan solo una sucesión de angustias desesperantes. Mi esposa siempre escudriñaba la comida antes de probarla; era incapaz de saborear sin atiborrarse la boca hasta empezar a babear y masticaba grotescamente. No soltaba ni un minuto un palo que utilizaba para rascarse una que otra parte del cuerpo. Su manía por los anillos llegaba a tal grado que vivía añorando a la americana que llevaba tres en cada mano. Desde luego, le fascinaban todos los hombres que la abrazaban… Aun así, yo la espero. La esperaré, luchando contra el perro. Sé que tú eres malvado, pero por favor, te lo suplico una vez más: mándame algún trabajo de ilustración. Al recibir esta carta, acudí a su llamado, y rápidamente estuve a su lado. Vi dos policías que rondaban distraídos delante del edificio donde estaba su departamento. Les dije que era amigo de S, y me dejaron pasar sin problema. Me crucé al pie de la escalera con un fotógrafo que venía bajando con una sonrisa despreocupada. Había otro policía en el departamento. Encima de la cama se acomodaba el cadáver de S, envuelto en una sábana. Me llegó a la nariz un penetrante olor a creosol. El policía que me creyó un periodista empezó a darme explicaciones minuciosas, casi museísticas, con el rostro fruncido: —Una muerte extraña. Lleva muerto más de dos días. Seguramente, tanto el hombre como el perro se encontraban hambrientos. Hay indicios de que el perro estaba amarrado, pero parece que despedazó la soga con los colmillos para acometer al hombre; se pelearon fuertemente durante más de dos horas hasta que el perro lo venció al fin. Le comió primero el labio inferior y las orejas; luego, devoró los brazos y lamió la sangre. El hombre le había arrancado puñados de pelos con sus manos. El perro dormía satisfecho cuando entramos. Mire, ahí está. ¿Ve que le faltan pelos en muchas partes y que tiene manchas de sangre coagulada en todo el cuerpo? Es increíble que el hambre haya alterado tanto a ese perro, que parece tan bien domesticado… Cuando el policía le tocó la espalda con la punta del zapato, como lo haría con su sirviente en espera de más propina, el perro alzó los ojos y jugueteó alrededor de sus pies con una alegría tan desoladora que daba pena. En efecto, era un perro cabezón que parecía una larva de saltamontes. Irritado, el policía le dio un manotazo para espantarlo, y el perro huyó hacia un rincón de la habitación, renqueaba a causa de su cadera torcida; después de mirarnos alternativamente al policía y a mí, vino corriendo a mis pies con la misma alegría miserable. «¡Maldito perro!», grité, y de inmediato le di una patada en el pecho. El policía se encogió de hombros, pero no me dijo nada. Salí expresando palabras de agradecimiento. Desde afuera siguieron escuchándose durante un largo rato los terribles chillidos del animal.
Autor: Abe Kōbō
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-Yuto...Yuto...¡¡Yuto!!-
El gritó enojado de su madre sacó del trance al adolescente pelinegro. Dejó de jugar con su comida y sus fríos ojos grisáceos miraron directamente a su progenitora sentada al otro lado de la mesa, quien le devolvió el gesto con la misma frialdad.
-¿Me estas escuchando?-
-Si-respondió seco, reanudando su juego con los últimos guisantes que le quedaban en su plato.
-Entonces repitelo jovencito-
El pelinegro suprimió un gruñido, mientras que con su tenedor pinchaba la pobre legumbre.
-Quieres que participe en el siguiente torneo de natación del club-
-¡No solo que participes!¡Tienes que ganar!¡Hemos invertido mucho dinero en tus clases, es momento de recuperar algo!-
-Pues nadie se los pidió-
-Cuida como le hablas a tu madre, jovencito, ella sabe lo que es mejor para ti- Se metió su padre por primera vez en la conversación.
-¿Ves Yuto? esa actitud es la que te tira atrás, si no te deshaces de ella nunca serás campeón-
-Pues yo no quiero ser campeón, quiero otras-
-Que lastima, porque en la vida no todo lo que queremos se puede ¡¡Ahora vas a hacerlo que tu madre te dice como niño bueno!!-
De pronto todo se quedó en silencio, ambos padres fijamente a su hijo esperando una respuesta, en cambio Yuto miraba su plato con el ceño fruncido y los puños de sus manos fuertemente apretados. Parecía que iba a explotar en cualquier momento.
Pero se compuso, relajó su ceño fruncido y largo un largo suspiro. Empujo su plato a medio terminar y se levantó de la mesa sin decir más que un gracias por la comida.
Ignoró los gritos de sus padres, que le exigían que se quedara en la mesa o que le decían que era un mal educado. Subió rápidamente las escaleras para encerrarse en su habitación. Una vez dentro, se tiró en la cama y se tapó la cara con almohada para soltar un grito ahogado.
De nuevo, de nuevo con lo mismo. siempre la misma historia con ellos. ¿Qué no podían ver que era una perdida del tiempo? Que no era evidente su falta de interés?¿Acaso no podían ver que lo lastimaban? No, no y no. Sus padres podían ser unos grandes tontos cuando de su hijo se trataba. Ellos solo querían al perfecto hijo deportista y creían que el debía rendirse y cumplir con su voluntad. Pero así no eran las cosas. El era una persona,no un muñeco. No importaba cuanto dinero gastasen en eso, nunca podrían cambiarlo.
El tenía otras virtudes, pero sus padres no podían verlas, mucho menos valorarlas.
Se quitó la almohada de la cara y soltó un largo suspiro. Era irónico, a la vez que sus padres no lo podían cambiar a él, él no podría cambiarlos a ellos.
Suspiró nuevamente antes de levantarse dela cama y recoger su mochila que había tirado en el piso. De uno de los bolsillos sacó un papel un poco arrugado que decía en letras coloridas "Concurso de escritura de Miami High". La ironía seguía, pues gracias a sus padres, ahora podía volcar toda esta frustración y enojo en el papel y tal vez... crear algo hermoso.
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Habían pasado dos días desde la "pelea" que tuvo con sus padres y hoy era plazo final para entregar su manuscrito. Después de varias horas frente a la computadora, releyendo, revisando y corrigiendo pudo terminar con un cuento que lo terminó satisfecho.
Era una historia corta sobre un chico de campo, con una familia trabajadora y una granja en medio de la nada que había pasado de generación en generación y que se esperaba él mantuviera llegado el tiempo. Al principio el joven seguía con los deseos de sus padres sin presentar objeción alguna, sin embargo todo cambia cuando va a la escuela y se da cuenta de que hay un mundo más allá de los cercos que delimitaban su hogar. Un mundo maravilloso y misterioso que lo estaba llamando, aún cuando fuera en contra de todo en lo que él alguna vez creyó y en lo que aún creía fervientemente su familia.
Era su historia, con otra forma, con un nuevo nombre, nuevos padres y en un lugar en el que lo había estado en sueños. Pero su historia en fin, los mismo perjuicios, la misma añoranza y, en si, el mismo conflicto.
El no era de las personas que andaban gritando sus problemas a gritos, pero al mismo tiempo en el momento que empezó a escribirlo no pudo parar y en su opinión, sin ánimos de agrandarse, le había quedado bastante bien. Además había cambiado casi todo para que nadie se diera que cuenta que era él de quien se trataba.
"Ni que alguien en esta escuela me conociera tan bien" pensó fugazmente mientras apresuraba el paso para llegar a donde estaba el profesor de literatura. No perdería su oportunidad por andar divagando con sus pensamientos deprimentes.
Las clases habían terminado hace poco y los pasillos estaban desiertos, salvo uno que otro alumno. Eso le agradaba a Yuto, el silencio lo llenaban de una inmensa paz. Aunque debía admitir que la soledad era una sentimiento un tanto angustiante, pero él ya se había acostumbrado a eso.
Sacudió la cabeza, había vuelto a sumergirse en sus pensamientos y casi pasa de largo el salón donde estaría esperándolo el profesor. Pero cuando iba a abrir la puerta, alguien se le adelante. Y de repente tenía a un chico con el mismo rostro que él. Tuvo poco tiempo para sorprenderse, ya que el chico agachó la mirada y se fue del lugar rápidamente.
En ese momento Yuto no le dio demasiada importancia, entregó su manuscrito al profesor y se fue a su casa.
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Una semana después se encontraba en el auditorio de la escuela, junto a miles de alumnos mientras escuchaba al director recitando de memoria un discurso rebuscado de motivación, esfuerzo y otras cosas que en su opinión no reflejaban sus palabras.
Una vez terminado el discurso se llamó a los destacados en el concurso de escritura, entre ellos él. Rápidamente se hizo paso hacia el escenario y se paró al lado de los otros cinco alumnos, escuchando al profesor recitar los cuentos elegidos. No pudo evitar sentir esa chispa de orgullo que le invadía el pecho al escuchar al profesor leer algo que había escrito.
Y esa chispa se avivó al escuchar los aplausos de sus compañeros. Había escrito un cuento realista, la historia de su vida resumida en una pagina, pero le había dado un giro a la historia, entregándole las armas para poder sobreponerse a la situación y por fin poder cumplir con sus sueños.
Coraje, valentía y determinación.
Tres valores importantes, tres palabras que vende, tres cosas que le faltaban a él.
Y esa parte de determinación y superación era lo que separaba a su cuento de la realidad. Siendo sincero dudó varias veces entre escribir un final feliz o triste. Pero al final se decidió por vender más su cuento y así ganar el concurso que en otra cosa. Las historias de superación conmueven a la gente, le dan esperanza, una luz brillante al final del túnel. Sin mencionar que este final le daba a su protagonista un boleto directo a la facultad de filosofía, en vez de una vida aburrida escuchando los sermones de sus padres por quien sabe cuanto tiempo.
Ahora solo esperaba que haya conmovido a la mayoría del jurado, porque en este momento sentía unas ansias de ganar como jamas había experimentado en su vida.
Un par de lecturas más y fue el momento se anunciar al ganador.
Nunca había sentido tal alegría en su vida, su corazón estaba lleno de alegría, por un momento todos sus problemas se habían olvidado.
Por un momento...
Fue cuando bajó del escenario que Yuto perdió la satisfacción y alegría de hace rato. Esas sonrisas plásticas, palabras rebuscadas, apretones de mano por mera educación, gritos de felicitación que cubrían la ironía con sus fuertes decibeles. Le daban asco. Por eso no tenía amigos, desde que entró a esta escuela tuvo la mala suerte de encontrarse con ese tipo de gente. Trató de poner buena cara, o aunque sea una cara neutra y de responder con educación a los "alagos", llevando hasta el fondo de su ser todo su enojo ante tal hipocresía.
-Fe...felicitaciones por tu triunfo
Sintió como si el tiempo se detuviera alrededor suyo, ahí estaba de nuevo ese chico del otro día. Solo que ahora era diferente, ahora SI lo estaba viendo, y escuchando; tenía la voz de un ángel, un cabello un tanto extraño que se semejaba a un tomate pero parecía tan suave que le daban ganas de acariciarlo y sus ojos, sus ojos color sangre le hipnotizaron el momento en el que se fijó en ellos.
Pero como todo lo bueno en su vida, este momento se tenía que acabar.
El pelirrojo le regalo una pequeña sonrisa antes de irse como si, dejándolo entre un mar de hipócritas aduladores.
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Desde ese día comenzó a creer en el amor a primera vista
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Los siguientes días toda su concentración se vio centrada a ese chico de los ojos rojos, que luego
descubrió se llamaba Yuya. Se sintió como un tonto al no haberse dado cuenta que tan bella criatura iba a su mismo salón y nunca lo había notado. Empezó a mirarlo disimuladamente durante las clases, notando pequeños detalles: como cuando ponía una cara de concentración mientras realizaba alguna tarea, el como luchaba con todas sus fuerzas para no dormirse durante la clase de matemáticas o como de momento a otro su vista se perdía en la nada y su mente iba a quién sabe dónde.
Pero a la vez como notaba esas cosa, que a su parecer eran adorables, también notó un aura deprimente que lo rodeaba. Yuya era callado, solitario, serio y siempre con la cabeza hacia el piso. Pasaba desapercibido por lo general, como si se escondiera a plena vista. Se notaba que algo lo molestaba pero él no podía acercarse a preguntarle "¿estas bien?", eran compañeros de curso pero más haya de eso eran completos desconocidos. Por eso necesitaba conocerlo un poco más antes de pensar en una forma de acercarse a él.
Por el momento lo observaba durante las clases y trataba de frecuentar los lugares a donde iba el pelirrojo durante el receso, sin que este lo notara. Fue hací como descubrió que Yuya era víctima de bullying.
Vio como un grupo de 5 rodeaba a Yuya y como este comenzaba a temblar mientras el más alto de todos le hablaba. Sintió rabia cuando ese idiota le quitaba el almuerzo y lo empujaba del banco en el que estaba sentado hacia el pasto mojado. Quería gritarles, golpearlos, hacerles frente para evitar que le siguieran haciendo más daño. Quería ir a levantar a Yuya y ver que se encontrara bien. Pero nada de eso pasó, el solo se quedó ahí, escondido detrás del pilar. Los abusivos se fueron, Yuya se levantó después de un rato y se fue también . Y él solo se quedó ahí congelado hasta que la campana del receso lo devolvió a tierra y lo hizo dirigirse hacia su salón. Esa fue la primera vez que vio el maltrato, más no seria la última.
Mantuvo esa rutina por una semana. Observarlo durante clases, frecuentar los lugares a donde iba en el colegio y ser observador del abuso, sin poder hacer nada. No porque no quisiera sino porque era un cobarde. Ni siquiera podía agarrar valor para ir a invitarle de su almuerzo, después de atestiguar como le habían quitado el suyo vilmente.
Pero todo cambió cuando un día que Yuya llegó a clases con un ojo morado.
Se sorprendió, todas las veces que fue testigo del abuso no fueron mas que empujones o bromas pesadas. Pero agredirlo físicamente esto era un nuevo nivel. Por un momento pensó en que pudo ser un accidente, pero lo descartó rápido, sabía que el pelirrojo había sido atacado. Yuya no era torpe al extremo de causarse a si mismo al golpe. Entonces tenían que ser esos chicos. Pero cuándo?. Yuya había llegado un poco tarde a clases pero los supuestos culpables había llegado a la misma hora que él, un rato antes del inicio de clases. Y el día anterior en la escuela tampoco pudo haber sido, él lo había esperado disimuladamente en la puerta del colegio para ver cuando llegaba y también lo observó cuando se iba a finalizar las clases. Entonces el ataque pudo producirse en el trayecto hacia su casa...
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Sabía que lo que iba a hacer cruzaba la línea de solo observar a tu platónico en la escuela, pero quería asegurarse que el pelirrojo llegara bien a su casa, así que hoy se decidió por seguirlo después del horario de clases.
Sin importarle que fuera tachado de acosador.
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Se había quedado a un costado del colegio, pasando desapercibido mientras esperaba que Yuya saliera del edificio. Cuando por fin lo avistó, decidió esperar a que se adelantara un poco así no ser descubierto.
No pudo evitar notar el aura sombría que le rodeaba. Le dolía verlo así de desdichado. Qué le habían hecho hoy? Debió de ser bastante malo para tirarlo tan abajo.
Extrañaba su sonrisa. Aún cuando solo la pudo ver tan pocas veces, la extrañaba tanto. La sonrisa de Yuya era radiante, natural, preciosa. Aún sabiendo casi nada de él, estaba seguro que esa expresión desdichada no le queda.
Quería verlo sonreír, quería ser la causa de esa sonrisa. Había desperdiciado tantas oportunidades para acercarse al pelirrojo, pero ahora capaz si podía armarse de coraje para ayudarlo esta sería la plataforma que lo acercara al corazón de su platónico.
Sacudió la cabeza volviendo a tierra y se dispuso seguir a Yuya quien ya se estaba perdiendo a lo lejos de las vías del tren.
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BROKEN PROMISE
you said you’d never h u r t m e.
24012020.
New York, United States of America. Greenwich Village, Manhattan. 40°44′01″N 74°00′06″O.
—Prometiste que jamás ibas a lastimarme —cada palabra que pronunciaba le desgarraba la garganta mientras apretaba los dientes, haciendo un esfuerzo descomunal por no echarse a llorar de nuevo. —Prometiste que ibas a estar a mi lado, que no ibas a soltar mi mano…
—Sí, bueno, prometí demasiadas cosas.
Ahí estaba de nuevo, esa indiferencia. Siempre había sido su peor enemigo a lo largo de los años, el único del que jamás habían logrado liberarse. Bajó la mirada al suelo, como si de esa forma él no fuese a notar que las lágrimas le inundaban los ojos y más de una había comenzado a rodar todo el camino hacia el suelo por sus mejillas. No obstante, su pobre intento de ocultarlo resultó inútil y de inmediato lo escuchó chasquear la lengua con marcada desaprobación.
—¿Ahora te vas a poner a llorar? —se quejó el contrario, quien puso los ojos en blanco. —Exactamente por esto es que no podemos estar juntos. Eres demasiado dramática, siempre te victimizas. Haces y dices cosas, me presionas, ¿cómo esperas de esa forma que yo quiera cumplir algo de todo lo que te prometí?
—No es verdad…
—¿Que no es verdad? ¡Sólo mírate! Llorando de nuevo. Echándome la culpa. Siempre me dejas como el malo, siempre piensas mal de mí que ya ni siquiera me cala.
—Tú no eres muy diferente entonces, también piensas mal de mí todo el tiempo.
—Mira, si yo no busco volver contigo es exactamente por esto. Porque estoy cansado de tus dramas, de que siempre quieras presionarme. ¡Déjame respirar una puta vez! —espetó, estrellando ahora los puños contra la mesa, lo que provocó que la azabache se estremeciera en su sitio como si la recorriera un escalofrío. Cuando por fin se tranquilizó, suspiró con pesadez. —Lo mejor será que me vaya.
—¿A dónde vas a ir?
—A Londres. Me ofrecieron un empleo allá y me parece que lo mejor será que lo acepte.
—Entonces… ¿Esa es tu solución? ¿Irte al otro lado del mundo? ¿Qué hay de Aaron?
—Aaron necesita de alguien que lo cuide bien. Necesita a su madre. Le haré un favor al salir de su vida, no necesita un padre mentiroso y cobarde.
—No es verdad… Sabes perfectamente que nos necesita a ambos. Myles, yo no puedo hacer esto sola.
—Claro que puedes, tú no me necesitas —se encogió de hombros y volvió a enderezarse, retomando la postura de superioridad que lo caracterizaba. —Antes de que digas nada, piénsalo. Sabes que es cierto, que estarán mejor los dos así.
Sin poder evitarlo, Cassia sollozó. Se cubrió los ojos con ambas manos para evitar que la mirara, y todo lo que escuchó de su parte fue un pesado suspiro que denotaba lo agotador que le resultaba verla así de nuevo.
—Prometiste que esta vez íbamos a esforzarnos… Que iba a resultar, que íbamos a ser felices los tres.
El ojiazul suspiró una vez más, aunque ahora parecía más un gruñido de disgusto que otra cosa.
—Ya basta, ¿quieres? Las promesas pueden romperse.
—No, no deberían romperse…
—Pues no sé en qué clase de fantasía vives, porque en el mundo real las promesas no existen.
El silencio se apoderó de la estancia, siendo interrumpido únicamente por los motores y cláxones de los vehículos que andaban por la transitada calle del oeste Manhattan. La sueca tomó aire para intentar tranquilizarse y secó sus lágrimas con el dorso de sus manos. Ninguno habló ni se movió. Entonces, el aligerado llanto del bebé irrumpió desde la habitación contigua, llamando la atención de ambos.
—Será mejor que lo atiendas, yo ya me voy. No discutas ¿vale? Pasaré a dejarte sus cosas cuando venga a despedirme antes de marcharme a Inglaterra.
Antes de poder mencionar algo al respecto, el castaño se acercó hasta ella y depositó un beso en su frente. No hizo falta decir nada, ni siquiera una despedida. Tampoco se dio la vuelta cuando escuchó la puerta abrirse a sus espaldas para dar salida al hombre con quien hasta hacía unas semanas pensaba que viviría el cuento de hadas que siempre habían soñado tener. La realidad era más cruel, eso se lo había recordado él los últimos meses. No era un príncipe y ella no era una princesa. Las promesas de amor eterno y un final feliz jamás iban a cumplirse al menos en el mundo en que vivían. A pesar de haberlo prometido, de haberlo jurado, se había marchado nuevamente. La había dejado, quizás ahora para siempre, con el corazón hecho pedazos y la odiosa incertidumbre de lo que ocurriría a largo plazo.
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a universe of heroes ( au!hero ; #phngrl11 ) En un universo donde el bien y el mal conviven día a día, un pequeño grupo de seis justicieros patrullan sin descanso las calles de una metrópolis de nombre incierto, los informes de la base central apuntan a que aquel extravagante grupo de genuinos villanos han vuelto ha hacer de las suyas en zona bancaria, tal parece que uno de ellos estallo explosivos sin el consentimiento del líder lo que delato sus intenciones del día. Actos que agradecieron los justicieros defensores auto-proclamados de la tierra. —¡¡AHAHAHAHAHAHA!! ¡Nosotros, la generación del milagro maligno, estamos tomando esta ciudad!— proclamaba el causante de aquel alboroto, Kise Ryota. —Realmente no teníamos ese propósito, pero, lo hecho, hecho esta...— musito un verdoso de gafas extremadamente longevas que daban cuestionidad a la lógica de como su cabeza podía soportar tal objeto sin que cayeran al suelo. Estaba claro que la inteligencia no era algo que poseyesen los malévolos del día, ¿era suerte o desgracia? nadie sabía pero los ciudadanos presentes se cuestionaban como era que siempre terminaban destrozando sus propios planes a poco de intentar iniciarlos. Algo que sin duda alguna beneficiaba a la liga de héroes de la ciudad, quienes demoraron segundos en entrar en escena con una llamativa y aun mas explosiva aparición que los ya presentes. —¡Quietos, villanos!. —Esa voz, ¿¡quien es-nanodayo!?. —Yo protejo la paz y la armonia en la tierra....Saber Sun— allí estaban de nuevo, si, los defensores de la tierra, mas bien, los raros defensores de la tierra. —¡El siguiente es, el callado Saber Mercury!....y yo la brillante luz, ¡Saber Venus!— continuo un hiperactivo castaño con fisonomía un tanto gatuna. —¡Nunca pasaré por alto el mal, Saber Moon!— prosiguió el azabache, dando apertura al enérgico pelirrojo. —¡Llameante rojo! ¡Saber Marrrrs! —¡Somos los defensores del baloncesto y somos "The Planets"! —Whoa, sus líneas fueron fabulosamente desiguales.— Acató un incredulo blondo, quien se cuestionaba en adentros si de verdad aquellos sujetos eran verdaderamente justicieros como tanto aclamaban. Ambos bandos claramente eran los que en pocas palabras se describía como «idiotas globales» en potencia, pues aun con dos años de actividad los héroes empezaron una discusión logística frente al enemigo de por que dos de los planets andaban en el equipo si no eran para nada planetas, uno un satélite y el otro una gran estrella. En resumidas palabras, lo que había iniciado como un acto malvado estaba tomando riendas de un encuentro de idiotas que no daban lucha alguna. —De acuerdo, Saber Saturn, aquí es donde unimos todos nuestros poderes y los derrotamos.— era un claro modo de cambiar el rumbo de los acontecimientos, debían derrotar a la generación milagrosa maligna como fuese. Y claro estaba que ese plan era el mejor, nadie lo esperaría y nadie lograría ganar si ella tomaba aparición. —¡Llamemos a Kuroko!— Koganei finalmente dio el primer paso a la victoria, eso pensaba, mas las dudas entre sus compañeros empezaron. —¡Si, llamemos a Kuro!...ko, esperen jamas, no podemos.... —Que crueles son...¿por que me hacen a un lado?— dijo la titanica robotica de aspecto cuestionablemente humano ante las amplias negaciones de que esta saliese a escena. —Ya, ya, ya....dejando eso de lado...¡Ve a por ellos, robot gigante, acaba con ellos!— ordenó Venus con entusiasmo—....Mnh, entendido...— sus brazos automáticamente pasaron a apuntar al objetivo que claramente llevaba tiempo irritándola. —¡Detente! ¡Eso no es lo que hacer alguien que defiende la justi....!— intento aclarar la estrella líder Sun, quien no tardo en ser interrumpido por la evidente amenaza general llameante de aquella genuina robot. —...Fire On. —¡¡¡WUAAAAAAAAAA!!!
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Sumergidos entre cenizas causadas por las llamas de la lujuria y la efímera pureza de los actos de quien dice amar, se disponen a emprender una aventura incierta a la que hacen llamar ''futuro''. Navegantes en un caudaloso mar fundado por infinidad de lágrimas, continuan, juntos, respirando. Por muy abstracta que sea la franja de oxígeno entre el bien y el mal según donde pertenecen.
Nunca empeora lo que nunca estuvo bien. Entonces pude comprobar el arcoíris que nos clasifica, en el que cada color es un salto y el vacío constituye la infinidad, la totalidad de la fusión. Aterrizando sacudiéndose los restos, todavía era capaz de predisponerse ante la posible batalla a la que estaba a punto de enfrentarse. ''Lo difícil no es conseguirlo, es manterlo'', y tras varias pruebas, sin entender el motivo de la inmensa felicidad que la invadía, lo lograron. El futuro empezaba justo detrás de esas puertas. Nervios, ilusión, miedo, ira, nostalgia, felicidad, salvación, libertad, AMOR... Ese mundo chiquitito que observaban con los ojos brillantes. Unos radiantes de gozo y satisfacción y otros envenenados por cuentos procedentes de sueños que se destruyen al despertar. La mente de Claudia no podía dejar de organizarlo todo meticulosamente para que saliera a la perfección con la escasa información que tenían respecto al nuevo mundo al que querían hacerse un hueco para disfrutar de la libertad de lo que llaman amor. La primera aventura tras haber cruzado fronteras inició poco después de aterrizar. Por el momento parecía divertido regatear los precios con los taxistas sedientos de turistas distraídos, hasta que los km que debían recorrer se iniciaron a pie por un camino de piedras terroso que conocían como acera pero nada que ver con lo que a lo largo de sus más de veinte años de vida habían pisadado. Tras un kilómetro encontraron dos taxis y decidieron, con orgullo y cifra máxima calculada, volver al regateo. El primero se negó y quizás fue suerte o que la practica hace al maestro, cualsea el motivo, consiguieron llegar al destino con el siguiente taxi por menos del presupuesto decidido. Todo parecía marchar bien. Tras unos pequeños incidentes en el primer alojamiento reservado, fueron derivados al más cercano respetando las condiciones de su reserva. Por fin, David subió las maletas y tras una ducha de agua caliente, durmieron juntos hasta que el sol apareció por segunda vez mientras sus ojos permanecian cerrados. El tiempo corría a pasos agigantados y la desesperación por el futuro incierto que les esperaba, mantenía a Claudia en el mismo bucle de meticulosidad, organización y pautas. Por otro lado, David, no muy entusiasmado con la búsqueda de nuevos proyectos, se dejaba llevar por la corriente de ideas de Claudia sin rechistar. Los primeros días fueron difíciles, pero un destello de luz les abrió un camino lleno de oportunidades que, sin duda, decidieron emprender una vez más, juntos. Un puesto de trabajo como profesores en una escuela prestigiosa, decidió darles una oportunidad abriéndoles las puertas de su colegio para, inmediatamente, incorporarse a un puesto de trabajo fijo con todas las comodidades proporcionadas por el mismo. Increíble, fascinante, como caído del cielo. La escasa persistencia de quien dice amar, fue fudiendo bombilla a bombilla ese camino que deletreaba el inicio de un camino que los dirigía, sin desvíos, a todo lo que andaban buscando. Las ilusiones a veces son más fuertes que la realidad y un corazón exento de amor, jamás podrá ser iluminado con la misma intensidad de quien es capaz de sentirlo en toda su esencia. Tal vez fuera este el motivo por el cual Claudia amanecía presentando un arcoíris en su piel. David no facilitaba soluciones y a pesar del intenso sabor amargo de la traición, Claudia, se dispuso con los enseres de ambos a saltar la barrera de donde, siendo bien recibidos, posteriormente fueron desterrados. Se abrieron las puertas.
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