Tumgik
#alguien pidió un trío?
dafponcletra · 2 years
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Capítulo #2
Nuevos futuros
Para Shiva todo empezarían a retomar su curso, aun sentía dolor y culpa por lo sucedido con Melody, sin embargo ahora tenía una misión importante que lo distraía de las emociones negativas, y sobre todo, encontró algo lo cual siempre le faltó aunque nunca se esforzó en buscar o siquiera molestarse en pensar en eso, una razón para vivir, y esta era la que era su propia sangre, Zoey, su hija. Hacía lo que podía cuidando de ella por su cuenta, aunque muchas veces no podía hacer todo el sólo, por eso mismo a veces solía quedarse en casa de Mel y Evelyn para que el trío cuidara de la pequeña la cual apenas llevaba un par de meses en este mundo, así mismo, Mel y Evelyn esperaban ellas también una hija, la cual ya desde ahora sabían por obvias razones que sería niña, y su nombre pensado desde ese momento era Michelle. Para ellos tres, parecía que tendrían una época de paz y tranquilidad sólo enfocándose en sus familias las cuales eran mejor unidas.
Para Sati, no todo iba bien, ella luego del incidente de Fnk, despertó en un sofá de un apartamento pequeño, al oler el lugar, era notable un olor a cigarro y whisky, ella se levantó extrañada, nunca en su vida había visto un lugar así, por lo que sólo le quedó ponerse a investigar el lugar con la mirada, hasta que alguien salió de un cuarto sin puerta con una botella de whisky, era una chica mucho más pequeña que Sati, con una cola esponjosa y dos orejas llenas de pelaje gris que sobresalían de la parte superior de su cabeza, básicamente una mapacha. Sati al ver el aspecto de la chica, ni siquiera se le cruzó por la cabeza la idea de luchar contra ella por verse tan inofensiva y hasta adorable, así que solo le preguntó donde estaba, a lo cual la chica le respondió que en su casa, además de decirle que la encontró tirada en el callejón junto a su cabaret.
Sati quedó extrañada de eso, solo recuerda caer en ese callejón, pero antes de eso, nada, solamente que salio del Olimpo a cumplir una misión, matar a Shiva y recuperar el libro que él tenía, así que le agradeció a la chica llevarla ahí para luego abrir la puerta para irse, no sin antes preguntarle su nombre, a lo que la chica le respondió que su nombre era Mary y le ofreció un trago de Whisky. Sati no sabía que era eso, pero por el olor supo que era un licor, una de sus debilidades, así que en vez de seguir con su misión, se quedó bebiendo y hablando con Mary, quien le hablaba de su cabaret y planes que tenía con el mismo, mientras que Sati que a pesar de no entender nada de lo que Mary se refería, le ponía atención hasta ir olvidando su misión, fue hasta que Mary le preguntó a Sati por su nombre y que le había pasado, que Sati recordó a Shiva, por lo que ahí decidida, le agradeció por los tragos y se fue corriendo del apartamento el cual estaba adentro de su cabaret que era más un teatro fino con un bar en su interior.
Una vez afuera, noto su cola y sus orejas, se extraño bastante pero no le importaba mucho así que se dijo asi misma que pronto encontraría la causa de esas cosas,asi que extendió sus alas y empezó a sobrevolar por la ciudad de Simul en búsqueda de Shiva.
Una vez vio a lo que parecía Shiva con un carretillo cruzando la calle, se dejó caer como un halcón a toda velocidad hasta aterrizar a su lado y agarrarlo del cuello para estrellarlo contra el suelo lista para acabar rápidamente con el trabajo e irse de regreso al Olimpo. Shiva sólo trataba de quitársela sin poder decir nada por la falta de aire de la asfixia, Sati estaba lista para cortar con sus garras su cuello, hasta que del carretillo se oyó a Zoey balbucear, fue ahí que Sati se fijo y vio a la pequeña reír al ver a Sati, quien le preguntó a Shiva soltandolo que de quien era la niña, el cual luego de tomar aire, aparta a Zoey de Sati a la defensiva, diciendole que si se acercaba de más, tendría horribles consecuencias. Sati simplemente se río porque sabía que Shiva era inofensivo, así que solo le pidió el libro para irse y luego mentir que lo había matado, y ahí ambos salían ganando.
Shiva se quedó extrañado al respecto, no sabía de qué hablaba así que le preguntó, Sati le contó sobre qué Chak lo buscaba muerto y que era una larga historia que ella no entendío mucho, a lo que Shiva pudo suponer que tenía amnesia, le conto que Chak ya estaba muerto, y que ellos dos ahora eran fugitivos del Imperio, fue con esas palabras que Sati empezó a recordar el guerrero infinito y el exilio a ella, más sin embargo no a los mellizos, así que tras recordar lo suficiente, también vino a su cabeza la muerte de Adel y lo que pasaron juntos. Las lágrimas no evitaron salir de sus ojos y ella extendió sus alas para salir disparada al cielo casi llorando, recordando que ahora mismo casi lo había perdido todo.
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gugufics · 2 years
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¡Deja de mirarle!
Personajes: Fay y ¡muchos de la mansión Oletus!
Resumen: La atención de la aviadora es robada de los demás...
Rating: General
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— ¡Estoy seguro que debe estar cerca! Memory mencionó que por aquí fue donde había escuchado ruidos raros... — Desde la coronilla de la aviadora, sujetándose de sus gafas como si montara un carruaje, Kurt avisaba a su acompañante del estado de aquella peculiar investigación. Llevaba en una mano un "mapa" que le había entregado la pequeña para indicarle la raíz de aquello que le perturbó por la noche.
—Si giramos a la izquierda y vamos por ese pasillo estaríamos más cerca... — Agregó mientras doblaba el trozo de papel para guardarlo en el bolsillo de su camisa. —¡Venga!— Exclamó, listo para continuar....pero la de trenzas no se movió.
De hecho, si hacía memoria... la muchacha no se había movido de su lugar desde que pararon para revisar el "mapa". — ¿Fay? — Preguntó con cierta curiosidad primero, tanteando el agua, ¡quizá ella había llegado a otra conclusión con lo que habían encontrado hasta ahora! Pero nada, ni pío. Se sujetó bien de las gafas y se asomó desde arriba para intentar ver si algo estaba mal, pero aquello había sido una mala idea, por dos cuestiones:
    1. El flequillo de la chica no le dejaba ver nada.
    2. Pudo notar que la dirección en la que se dirigía la cabeza ajena era hacia un trio de personas y si eran quienes él pensaba…quizá su tiempo con ella estaba por terminar. 
Grata, o no tan grata, fue la sorpresa de que dicho trío no eran aquellos afines a la bebida, sino Vera, Edgar y el nuevo survivor: Frederick. 
El explorador sabe que Fay es bastante amiguera, pero no recordaba que se llevase tan bien con Vera o Edgar... ¿será el nuevo survivor quien le llama la atención? 
Kurt, inevitablemente, alzó la mirada hacia el sujeto....es guapo. Muy guapo. ¿Acaso le gustan ese tipo de chicos a Fay? Aún seguía con la idea de que la aviadora tenía cierta... ¿inclinación? hacia el prospector pero quizá ya había pasado de ello...
—¿Fay?...¡¡Venga, vamos a ello!! — Se impacientó un poco... definitivamente no porque quisiera evitar que la de trenzas se volcara sobre alguien más después de pasar de Norton, no, no, para naaada. ¡Pero Fay no le escuchaba! Inclusive, hasta se atrevió a tirar de los cabellos para llamarle la atención... nada. Tendría que caer algo bajo... 
— Ah, ¡Fay, mira! ¡¡DEMI HA PREPARADO UNA BEBIDA NUEVA!! — Entonces sí que la aviadora regresó con él. 
— ¡¿De verdad?! — Estaba tan animada por las palabras que él castaño había inventado... aunque no sabría definir si era por el alcohol o por el supuesto descubrimiento de Demi. — Tenemos que ir a probarla... ¡ya! — Y sin más, la aviadora se dio vuelta en dirección al bar... y Kurt solo podía esperar que la mesera de barra le siguiera el juego. 
Quizá otro día podrían ayudar a Memory... 
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Algunas noches después de salvarle el pellejo a Kurt, Demi decidió que no estaría mal hacerle honor y buscar una bebida nueva para entretener a sus “clientes”. Una verdadera lástima que no pudieran darle de aquellas preciosas monedas doradas a cambio de un trago... pero tranquilos ¡no pasa nada! pues con un buen chisme se da por bien servida. 
Pero, obviamente, ¡no se puede hacer bebidas nuevas sin alguien que las deguste! Así que claro, ¡pidió ayuda a los tres alcohólicos que mejor conoce! Kevin se notaba cansado desde que había llegado, pues cómo se encargó de hacérselo saber (varias veces), había tenido un match pesadisimo contra un Jack y le había kiteado casi todo el tiempo, ¡así que pa' dentro la bebida, que la necesitaba! Y ahora tras varios shots... bueno, pues estaba con la cabeza recostada sobre la barra, de vez en cuando murmurando respuestas a sus preguntas.
Algunos minutos después había llegado la aviadora a levantar los ánimos, agitando los hombros del vaquero repetidamente mientras exclamaba lo emocionada que estaba por haber ayudado a que Tracy terminara una máquina que ayudaría a extraer la miel de las abejas de Melly con más facilidad. Continuó agitándolo y apretando sus hombros mientras los quejidos del otro escapaban en vano y Demi le escuchaba sonriente, preparando ya una bebida sin que se la hubieran pedido. — ¡Fue geniaaaal! Ojalá hubiesen visto la manera en que fiuuuu, ¡salió miel como agua! — La de trenzas acompañó aquel sonido raro con un movimiento de brazo para ilustrar la idea, por fin soltando al pobre de Kevin y de paso aprovechando para tomar la bebida que Demi le acercaba, desapareciéndola con un trago.
 — Ojalá eso signifique más miel para mí… ¡imagina la cantidad de cócteles dulces que podría hacer! — La de trenzas asintió repetidamente mientras tomaba asiento a un lado de Kevin, justo frente a ella, entreteniéndose rápido con la manera en que recogía el vaso vacío para llenarlo de nuevo. — Ya está, ¡¡Me he inspirado!! Les haré una bebida dulce con un par de licores y frutilla, ¡a ver que tal!  — Demi hizo puños emocionamos mientras se daba vuelta para tomar lo necesario, la aviadora sonreía ilusionada por la idea de tomar algo dulce mientras el vaquero murmuraba algo incomprensible.
— ¿Qué tanto dices, Kevin?  — Preguntó eventualmente la de trenzas.
— …gudsta….marj..o.wie….  
— …
— wowi….le…gustaiwa….a maw…ie…
— ...Demi…
— ¿Hmm? — Contestó con interés a la vez que regresaba a la barra, con todo lo que necesitaba en mano, encontrándose con el rostro de la joven volteando hacia ella, pero un par de ojos que aún miraban confundidos a Kevin.
— Pensé que ya lo había dominado, siendo alcohólica y todo… pero creo que me falta estudiar un poco del idioma “idiota borracho”...— La morena pegó una carcajada, causando que el vaquero levantase la cara y volteara a verle con ojitos perdidos y medio cerrados. Un claro signo de interrogación se pintaba en su rostro.
— Claramente está diciendo que a Marjorie le gustaría esa bebida, duh. — Jose anunció su llegada con tono burlón, dando un empujón a la cabeza de la aviadora con el índice antes de sentarse en el asiento que estaba libre a su lado. Ella puso los ojos en blanco y se enderezó, regresando la mirada a Demi. 
— Ya lo sabía. 
 — ¿Ah, sí? Pero si acabas de decir que no le entendías…? 
— Cállate, pirata.
Antes de que la situación escalara y perdiera la atención de los tres por completo, la morena dio un par de aplausos suaves para despabilarlos. — ¡Venga, venga! Que han venido a probar mis bebidas, no a pelearse y soñar con Marjorie. — Con sonrisa amplia les puso frente los tres vasos que había logrado preparar mientras el par se miraba con recelo y el otro intentaba mantener la consciencia… ¡esperaba ansiosa escuchar la reseña de cada uno! Personalmente, creo que me he pasado. Le había dado una probadita; estaba exquisita, dulce y refrescante.
Las reseñas empezaron con el primer oficial, quien tras darle algunos sorbos y giros para mezclar todo bien, se apoyó en la barra con sus codos y dejó el vaso. — Está bien… quizá un poco dulce para mi, pero la bebería si no tuvieras otra cosa. — ¡Su respuesta le exasperó! Era una gran bebida, claramente Jose Baden no sabe de que habla. Y claro que se lo haría saber. 
 — A ti lo que te importa es ponerte borracho, entre más barato y rápido mejor, ¿no? — Le lanzó una mirada engreída y al ver que aquel tono rojo de evidente molestia estaba apareciendo en su rostro, se volteó rápidamente hacia el vaquero, cortando cualquier cometario, ¡no tenía permitido añadir nada más!
 — ¿Kevin? ¿Qué tal, cariño? — Le sonrió con cierta dulzura, porque no permitiría que un hombre le amargara la tarde, y mucho menos Jose. El moreno parecía haber recuperado el control, y aunque aún se tambaleaba un poco, pudo sentarse derecho.
 — Ah, Demi…sé que nos llevamos bien pero…sabes que sólo tengo ojos para una rubita…una linda, liiiiiinda, rubita… 
 — Aggh, no sé por qué los aguanto siquiera…  — La morena se presionó el puente de la nariz e hizo un ademan con la mano, pasando del comentario del vaquero. No era fácil que Demi perdiera la paciencia, ¡para nada! Pero cuando está buscando respuestas, pues…— La bebida Kevin, ¿te ha gustado?
— ¡Pwero cleawo! ¡¡Towdo thwe qweuda dealis soislo sweimpew!!
—  ¿Qué esperaba? Claro que solo haz recuperado consciencia para defender tu amor, obvio. Clásico Kevin Alonso. — Con ojos cerrados continuó apretando el mismo lugar, negando suavemente con la cabeza. Solamente quedaba una persona que podría ayudarle, una última esperanza, el milagro aviador.  — Fay, guapa… venga, ayúdame, dime algo.
Unos, dos, tres, cuatro, cinco segundos pasaron y no obtuvo respuesta de la joven. Inclusive la risa de Jose, quien se burlaba de los balbuceos del vaquero, había parado. Porque esto no pasaba, Fay nunca ignoraba a Demi. ¿Cómo podría? ¡Si son uña y mugre! La morena soltó su nariz, por fin, y abrió los ojos para intentar encontrarle sentido a la situación.
La peliazul estaba sentada donde mismo, con el cuerpo hacia ella pero la cabeza girada un poco hacia la derecha y sus ojos clavados en algo un poco más allá. Entre ambas manos sostenía el vaso con la bebida, de la cual se notaba que sí había tomado un poco, así que no importaba si estaban las tetas de Luchino en exhibición, Fay podía darle una reseña. — Fay, ¿Qué tal la bebida?
— Me gusta… — Asintió un par de veces, pero no era suficiente, para nada, usualmente le da más. Sugerencias, comentarios, un beso, un hombro donde llorar…
— ¿Y…?
— Hmm…
— Ugh, venga Fay, no es tan difícil decir que no te gustó. — Jose intervino a su modo, notando aquello un poco extraño.
— Pero sí está rica… 
No, nope, no. La morena, harta de la poca respuesta y de toda la situación en general, siguió la dirección de la mirada de la aviadora, pensando en que si verdaderamente estaba Luchino pavoneándose con las tetas de fuera, iría ella misma a tapárselas. Y siguió con ese hilo de pensamiento hasta que dio en el blanco… y se encontró con algo que francamente no esperaba.
— ¿El nuevo? ¿Qué le estás viendo? — Jose tuvo la misma idea que ella, y no titubeó en cuestionarle. Fay simplemente negó con la cabeza, pero… ¿Qué negaba?
— Ezzz guappow — Ah, Kevin había medio regresado de nuevo.
— No es taaaan guapo…
— Pff, sí que lo que lo es, que la envidia no te nuble la vista, Jose. — Añadió ella con un tono burlón y cantarín. Además, no era mentira, tenía ojos y, además, ya lo había hablado con las chicas cuando Frederick recién llegó. Era unánime: el hombre es guapo.
Jose volteó los ojos. — Fay, haznos un favor a todos y contéstale de una puta vez a Demi, ¿quieres? — Le dio un empujón con la palma en el hombro, en un intento por llamarle la atención. 
Ella simplemente asintió.
¿La verdad? A Demi ya se le había pasado la frustración. Ver a Jose molesto porque la aviadora estaba pasando de ellos, por cualquiera que fuese su razón, era muchísimo más divertido que preparar bebidas sin más. Así que claro, se rio bajito al ver como la chica no dio una respuesta verbal.
A Jose Baden no le gusta que lo ignoren, no le gusta nada.
— No te preocupes Fay, seguro el compositor no se da cuenta que se te cae la baba por lo bajita que eres... — Ah… ahí estaba, aquel tono molesto que se le salía al castaño cuando las cosas no salían a su manera. ¡Y se fue directo a la yugular! Pues los tres saben muy bien que el tema de la altura es algo de cuidado y si bien, es normal tomarle el pelo de vez en cuando, no suele ser tan directo. Al parecer Kevin también había pensado aquello, pues se incorporó un poquito más y abrió los ojitos, sorprendido, tanto como pudo.
Lo mejor de todo, sin duda, fue que la de trenzas ni siquiera le prestó atención. Y eso, cuando se trataba de su altura, nunca sucedía.
— Y menos con semejante cara de tonta.  — Añadió.
— Sí… hmm… — Demi comenzaba a preguntarse qué tanto le veía al compositor, no parece ser su tipo… Frederick no tenía la pinta de ser así, pero, ¿se metió con ella quizá? ¿Acaso la aviadora finalmente perdió un tornillo y estará planeando la caída del compositor? ¿Con alcohol? De ser así, a Demi no le quedará otra opción más que ayudarle, claro.
— ¡Seguro que lo espantas por ser alcohólica!
— Ajá…
La sonrisa burlona de la camarera de mesa seguía creciendo con cada comentario tonto, infantil y fuera de lugar que salía de la boca de Jose; su intento desesperado por despabilar a Fay resultando totalmente inútil. Kevin había mostrado algo de preocupación en su cara, porque la verdad es que no podía hablar, pero ahora, al lograr notar lo absurdo de toda la situación se le comenzó a formar una sonrisilla en el rostro. Ella, obvio, aprovecharía cada instante para dar carrilla al castaño. — Venga Jose, que no quiere hablar contigo, está ocupada echándole el ojo a otro…
El primer oficial negó rotundamente con la cabeza, su rostro mostraba lo mucho que no podía creérselo. — No Demi, es que no tiene sentido…no son tetas ni tampoco es Campbell, e inclusive si lo fuesen, ¡no les observaría con tan poca vergüenza!
— Bueno, es que el chico tiene su encanto…  
— ¡WEes sskcerto hm hm!
— No ayudas, Kevin. — Jose cortó con una mirada al castaño, quien en respuesta se encogió de hombros con un “bah” y siguió sonriendo. — ¡Fay!
— Dime…— Es que genuinamente la chica no se molestaba ni en voltear, ¿estaría parpadeando siquiera? 
— Eres… — No pasaba nada si lo decía, ¿cierto? No lo diría en serio, era solo para llamarle la atención… pero eso no le quitaba que le supiera un poco mal lo que estaba apunto de decir. Porque claro, a él le sabría fatal si se lo dijeran. — eres la peor aviadora que conozco.—  Y la única, a decir verdad. Al ver que ni siquiera eso le inmutó, que solo consiguió un estúpido “hmm”, pegó un golpe en la barra y soltó un suspiro frustrado, pasándose las manos por el rostro para calmarse.
Demi y Kevin soltaron carcajadas como el par de amigos de mierda (con cariño) que son, burlándose de él por intentarlo tanto y sin tener nada que mostrar por ello. Tanta risa les dio, que el vaquero tuvo que bajar del banco porque sentado ya no le daba espacio para desparramarse a reír. ¡Pero no era consciente de lo borracho que estaba! y, así, poco a poquito, se fue ladeando hacia la aviadora hasta que… ¡oop! encima de su regazo fue a dar.
La joven pegó un brinco y pronto giró el rostro hacia Kevin, parpadeando rápido. — ¡Gwah! ¡Cuidado vaquero, que pierdes el sombrero! — Con una mano le sostuvo el accesorio para evitar que cayera al suelo mientras la otra descansaba sobre la espalda del moreno, evitando que se fuera a resbalar.
En cuanto Fay dio respuesta y actuó rápidamente para ayudar a Kevin, Demi soltó una gran carcajada mientras miraba a Jose, quien con las manos hechas bola en el cabello pasaba una y otra vez su mirada incrédula de la escena a la morena. —  A la próxima tírate al suelo, quizá así te pone atención pfff —  Le comentó entre risas mientras limpiaba la lagrimita que se le había escapado.
— Kevin… ¿estás bien?— Mientras Demi se burlaba y Jose rechinaba los dientes, la aviadora seguía al pendiente del vaquero… y parecía que algo andaba mal. Serán amigos de mierda, sí, pero esos son de los mejores… y haciendo honor a ello, el par rápidamente se puso atento al estado del moreno cuando escucharon el tono de la joven.
La manera en que el sombrero se movía de lado a lado, negando, era suficiente para entender que algo andaba mal. Fay giró con cuidado el rostro de Kevin, para poder ver su cara e intentar entenderle… bastó con ver el tono verde del cual se pintaba su rostro para saber exactamente que le pasaba. — Oh, shit! — Exclamó en su idioma natal. 
Se incorporó como pudo y tras colocar uno de los brazos ajenos en su cuello estaba lista para arrastrar al mayor fuera del bar. Demi y José entendieron la situación tan rápido vieron cómo le ayudaba a andar. — No, ¡en mi bar no! — chilló la morena mientras que Jose corrió a tomar el otro brazo del vaquero y ayudar a la de trenzas a llevarlo al baño.
Digamos que aquella noche pocas respuestas se obtuvieron, y un vaquero sufrió en el baño comunal mientras un primer oficial y una aviadora le sobaban la espalda, asegurándole que todo estaría bien. 
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La biblioteca es el lugar perfecto para estudiar un rato sin interrupciones, ¡inclusive mejor que las habitaciones, pues ahí nunca sabes quien vaya a llegar! Fay disfrutaba del silencio del lugar y comprendía por qué aquellos que prefieren estar solos suelen encontrarse ahí. Y como toda buena maestra, ¡la biblioteca era el lugar indicado para encontrar a Tori! 
Aunque usualmente es la de trenzas quien va corriendo a buscarle, en aquella ocasión el par se encontró por casualidad mientras paseaban entre los libreros. Tras un poquito de charla silenciosa, la de ojos esmeralda aprovechó para pedirle auxilio a la de cabello de algodón con el decodificado…y ahora se encontraban en una de las mesas, azul y rosa volcados sobre un cuaderno mientras a su alrededor descansaban torres de los libros que llevaban consigo de antes. 
— E-entonces después de hacer esto por un t-tiempo toca calibrar…a-ah ¡pero n-no te apures! Tienes un ratito para conseguirlo, n-no hay prisa… — La de trenzas asintió varias veces, en teoría aquello ya lo sabía pero… se le complica de repente. Y Tori era una gran maestra, ¡claro! La de cabello rosado estaba algo nerviosa, ¿se estaba explicando bien? ¿No le estaría complicando de más las cosas a Fay? No era…¿aburrido? Pero, a la vez, entre toda esa montaña de pensamientos obsesivos, relucía más lo mucho que disfrutaba tener oportunidad de charlar y explicarle cosas a la joven.
— Ya veo… pero si quisiera lograr la calibración perfecta, tendría que entender muy bien el momento exacto en que, mmm, “picarle”, ¿no?  — Su acompañante asintió un par de veces con una ligera sonrisa, antes de alzar un dedito para continuar explicando otra cosa y regresar la mirada al cuaderno.
— E-el popeo creo que se te da bien, así que por eso n-no creo que debas preocuparte… — Tori dio una mirada rápida a ambas páginas del cuaderno para comprobar si había algo que se le pasara, pero por ahora parecía ser todo…¡Ah, claro! Podía advertirle sobre esa desventaja. — ¡Mmm! C-cuando uso mi habilidad ten cuidado de no… ¿hm? — Había alzado el rostro para mirarle y advertirle del debufo, pero se encontró con la chica aún encorvada sobre el cuaderno, pero su rostro en dirección a otra cosa. Ah…¿de verdad le habré aburrido…? Le resultaba natural llegar a esa conclusión, pero… Fay, ella no… no es así y, ¡seguro que algo le llamó la atención! 
La curiosidad mató al gato y pronto ojos verdes siguieron la dirección en que miraba la aviadora con…cierta intensidad. Ah…mhm… ¿Frederick? ¿Se habrá metido con ella? Es que esos ojos que la de trenzas le echaba…¿le interesa? ¿De ese modo? Hmmm… A la de cabello rosado le parecía que aquella mirada no era precisamente una de… uhm, ¿cariño? Era más como…
— ¡Buenos días! — Tori pegó un brinco y se volteó rápido hacia la dulce voz que les saludaba con alegría. ¡Marjorie! ¿Sería su cumpleaños o a qué se debe la oportunidad de estar sola con ambas chicas a la vez? — ¿Qué hacen por aquí, hmm? ¿Ya desayunaron? — La de cabello claro, siempre sonriente, miraba a ambas mientras les cuestionaba campante.
— ¡S-sí! B-bueno, Fay sí… y-yo no tenía mucho apetito… — Le contestó con una leve sonrisa y ademanes de manos nerviosas. La majorette asentía conforme a sus palabras. — ¿Y tú, Marjorie? 
— ¡Aún no! Jejeje, he hecho un poquito de ejercicio con Memory y la he traído con Orpheus antes de bajar a comer algo. — Tori asintió un par de veces, ¡tenia sentido! ¡Qué linda es!
Y ante la falta de más comentarios…pues…nadie dijo nada más y cayeron en un silencio… ¿incomodo? No necesariamente...¿Qué digo? ¡¿Qué digoooo?! Pensaba la maestra con aquella ansiedad de posiblemente haber matado la conversación…Después de algunos segundos, donde la rubia estaba sonriendo con dulzura mientras observaba a su alrededor, fue entonces que ambas se percataron de la falta de participación de Fay, pues de normal, la conversación habría continuado sin problema con su intervención. Marjorie y Tori voltearon hacia la de trenzas, sus cabezas ligeramente ladeadas, en busca de respuestas… y se encontraron a la aviadora justo como la había dejado la de cabello rosa cuando la majorette llegó. — ¿Fay?....¿todo bien?
La joven simplemente asintió.
— A-ah…no sé porqué p-pero lleva rato así…mirando a Frederick… — Aseguró rápidamente la maestra, procurando evitar que la rubia se sintiese mal o ignorada por la aviadora. Marjorie dejó escapar un ligero “Oohhh” y Tori asintió levemente, sí, así estaba la cosa…
— Hmm… ¿quizá es que quiere decirle algo y aún no sabe como? — ¡Marjorie siempre tan inteligente! La de cabello de algodón de azúcar asintió rápidamente, ¡era posible! Ah, pero…
— ¡Hm! A-ah, sí pudiera ser eso…p-pero creo que Fay s-solo lo diría sin más… ¿t-tal vez? — La rubia se lo pensó unos segundos…Tori tenía razón, la aviadora no suele huirle a ese tipo de confrontación. Y bueno, si se trataba de algo muy serio seguro ya les habría dicho algo…¡para eso son los amigos después de todo!
— Es cierto… ¿pero de verdad que no responde? — La maestra negó suavecito con la cabeza, pues ella lo había intentado y la aviadora no había dado señales de quitarle la vista de encima.  Marjorie pensó que volver a intentarlo no perjudicaría a nadie, entonces dio brincos y sacudió sus brazos en espera de que el movimiento le llamara la atención. — ¡Fay, buenos días! ….. ¿Faaaay?
La de cabello azules simplemente asintió y dejó salir un leve “díaaaas” sin cambiar de posición. 
A la rubia se le escapó una risita al ver lo metida que estaba la de trenzas en cualquiera que fuese su misión, Tori igualmente se pudo reír cuando notó que la otra se lo había tomado a la ligera. — ¡Pues es verdad! Parece que Fay no planea moverse de aquí en un rato…  
— ¡S-sí! Al menos pudimos r-repasar antes de perderla…
— Hmm, pues si no has desayunado aún, ¿te apetece ir a comer algo conmigo? — A la de cabello de algodón le brillaron los ojitos de la ilusión y asintió repetidamente, ¡le encantaría! Ah, pero Fay… pensó, sus ojos desviándose para mirarla un momento, considerando que hacer. 
— Podríamos escribirle una nota en el cuaderno… así cuando termine con…hmmm, “esto”, ¡puede acompañarnos! — Sugirió con ánimos la majorette. Sinceramente a ambas les sabia un poco mal simplemente dejarla ahí, pero a juzgar por lo poco responsiva que estaba la aviadora, seguro que estaba bastante concentrada en lo que sea que estuviese pasando dentro de esa cabecita suya. ¡Mejor no molestarle!
La maestra escribió una nota que firmaron ambas, y la pusieron en un lugar donde la joven seguro podría verla; se fueron a desayunar algo rico y sustancioso. Mientras caminaban por el pasillo, Marjorie se preguntó si Fay había parpadeado alguna vez… o si conocía al compositor de algo…pues sí que le estaba mirando mucho.
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Desde aquel estúpido error suyo, Aesop Carl se ha limitado a observar a la aviadora desde lejos. Ya no tenía el privilegio de acercarse y que ella le sonriera con la calidez y amabilidad que solía hacer… ahora solo le recibía miradas frías y sonrisas falsas que pretendían evitar levantar sospechas. 
Así que cuando se cruzaban por los pasillos, o le veía caminando por el patio, o daba la casualidad de que se había sentado no muy lejos suyo… pues el embalsamador tomaba la oportunidad para observarle con cautela. Siempre silencioso esperaba que llegase el día donde ella se acercara y simplemente le saludara con un ademan de mano… solo eso y se daría por bien servido.
No podía hacer más que apretar con fuerza su maletín y rechinar los dientes cuando veía la manera en que el rostro de la aviadora se iluminaba al hablar con otros. Desdichado el día en que decidió que observarle era buena idea. Le molestaba ver la manera en que sonreía con tanta facilidad cuando estaba con Kurt, lo cercana que era a Demi y el mucho contacto físico que compartían, cómo coqueteaba con Jose cuando se pasaba de copas, la infinidad de expresiones que muestra para esconder lo nerviosa que se pone cerca de Norton, el tiempo que pasa con Marjorie, Kaie y Tori… en realidad, le molestaba no poder ser parte de su vida. Aunque fuese sólo un momento. 
Y ahora, cuando creía que las cosas no podían ponerse peor, había llegado un nuevo survivor…uno con facciones finas, de esas que sacan suspiros. Pensó que no sería un problema, claro, que llegue alguien nuevo no significa que la atención de Fay vaya a ser suya… quizá solo en la bienvenida, pero después debería volver todo a la normalidad.
Pero no, no fue así.
Se percató que algunos días después de la llegada del dichoso compositor, la aviadora no podía evitar voltear la cabeza y observarle cada vez que coincidían. ¿Por qué? No es que siga a la aviadora todos los días, el también tiene cosas que hacer, pero al menos cuando la tenía cerca…no la había visto tener una conversación a solas con él… entonces…¿por qué? 
Además, no lo veía con ninguna expresión que le hubiese visto antes… no era como ese ugh, cariño con el que ve a ciertas personas, era más como que estaba pensando…mucho. Huh…no lograba entenderlo, pero igual le molestaba…justo como en aquel momento, que mientras se asomaba por la esquina donde los pasillos se conectaban, observaba la manera en que la aviadora le miraba “disimuladamente” desde detrás de un libro, desde una banca en el pasillo sus ojos viajaban hasta la otra punta de este para analizar al de cabello claro.
— KEKEKE…¿Qué tanto estas viendo, Aesop? — La risita de gremlin del pequeño moreno le sacó de su intenso monólogo interior, haciendo que pegara un brinco y volteara atrás para ver la cara burlona que esperaba en el niño. Detrás de su mano intentaba esconder aquella sonrisa pícara, lo cual no lograba hacer, para nada, y el joven de cabellos grises se preguntaba si era a propósito o no. Tenía que contestarle rápido o el niñato se asomaría a ver que pasaba. 
— Ahora te veo a tí… — En un instante la sonrisa de Kaie titubeó e inconsciente dio un brinquito hacia atrás.
— G-geh… pero Aesop… — La cejita le temblaba en un nerviosismo, un pie detrás de su cuerpo, listo para salir corriendo si tenía que. 
— ¿Necesitabas algo, Kaie? — Le daría una oportunidad para zafarse de aquello. Desde aquella vez que el pequeño se entrometió de más, notó la manera en que buscaba no encontrarle el lado malo… y obviamente lo usaría a su beneficio para evitar las confrontaciones y charlas innecesarias. 
Los ojitos de moreno brillaron.
— ¡Nada! Kekeke, solo…¡quería saber si quieres un donut! 
— No, gracias. 
— Aaaaahhh, ¡pero que maaaal! — Se pasó una mano por el pecho, el muy sufrido, con el tono más fingido de decepción que jamás haya escuchado el embalsamador. ¿Qué otra cosa puede esperar de alguien que se junta con Mike?  — Bueno… que lástima…. ¡pero más para mi! Kekeke — Y así, sin más, el niño tomó la oportunidad para salir corriendo hacia otro lado a comerse las dichosas donuts imaginarias.
Por fin. Ahora…¿en qué estaba? Ah, sí… volvió a asomarse para reanudar su observación… y encontrar nada. Una banca que anteriormente era agraciada con ser utilizada por la aviadora, bendecida de que las puntas de sus trenzas descansaran sobre sus tablones de madera, ahora se encontraba vacía y sin rastro de ella.
Agh. Aquello era culpa de Kaie, y continuaría pensándolo mientras se hacia camino a su habitación, con intención de tranquilizarse mezclando químicos y pensado en embalsamar a media mansión con mucho odio y poco cuidado.
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Si se pretende encontrar al Profesor Luchino Dirusse, la biblioteca es el lugar ideal. Cuando el estudio y los experimentos llegan a callejones sin salida, lo óptimo es buscar nueva información para solucionarlo; por eso, la biblioteca. 
Con la cabeza llena de cuestionamientos, y un ceño fruncido en profunda concentración, se abrió camino por los pasillos de esta, regresando con la mano los saludos cordiales de Anne y Victor que estaban entretenidos en sus propias lecturas. Quizá después de algunas horas de investigación pueda permitirme leer acerca de temas triviales. Claro, todo dependería de que tan fructífera resultase la investigación de ahora, que si no… bueno, tocaría trasnochar.
— Ah, Luchino, buen día. — El novelista le saludó, sacando al profesor de su debate mental y obligándole a alzar el rostro que con una mano sobaba en reflexión. Se sorprendió de haber llegado hasta allí sin pesarlo, percatándose de que ya conocía el lugar lo suficiente como para caminar sin prestar atención e igual llegar a los pasillos indicados, que oportuno. 
— Buen día, Orpheus.  — Le saludó tranquilamente, adentrándose en el pasillo para buscar libros que pudiesen ayudarle. — ¿Irás a escribir algo el día de hoy o volverás a romperte la cabeza sobre una hoja en blanco? — Comentó sin cuidado mientras pasaba el dedo por los lomos de los libros, inspeccionándolos con atención a pesar de estar conversando con el otro.
— La escritura es una forma de arte que no puede forzarse, debe fluir y no se debe esperar tener resultados siempre….no como la ciencia, que es meramente lineal. — El novelista se cruzó de brazos, el ceño fruncido en clara molestia y con el orgullo herido. Para alguien que tiende a ser algo soberbio, es sorprendente lo fácil que resulta meterse con él…y la ciencia es muy dinámica, ¿de que haba este siquiera? Quizá solo es porque se trata de él y no cualquier otro survivor que puede hablarle sin cuidado al novelista y salirse con la suya, son “amigos” después de todo. Descansó la mano ligeramente sobre el estante, y giró un poco el rostro para arrastrar la mirada hacia él por un momento.
— Ya veo, entonces mirar con odio la página en blanco y esperar que se te ocurra algo que escribir es  “dejarlo fluir”.... — Sonrió ligeramente antes de retomar la búsqueda por una buena fuente, regresando a trazar los lomos de los libros mientras inspeccionaba. — Ah, por cierto, si en tu novela piensas incluir algo de ciencia…mejor no lo hagas. Dudo que quieras humillarte a ti mismo… pero si insistes, quizá podría recomendarte algunas lectu-
— Suficiente. Me iré a ocupar mi tiempo en algo que valga la pena, espero no encuentres nada que te sirva. — El novelista, muy propio, se largó de aquel pasillo para ir a ocuparse en lo suyo, por fin dejando al profesor solo con sus pensamientos, quien ante tal arrebato rio por lo bajo. Bien, retomando… ah, este podría resultar interesante. Había sacado por fin un libro, que tras darle una leía rápida al índice parecía prometer algo de claridad para aquellos dilemas biológicos que entorpecían su trabajo. 
No se molestó en alzar la vista de las páginas mientras caminaba por el pasillo que se formaba por los libreros, buscando acercarse a alguna mesa y entrar de lleno a la lectura. Probablemente no se habría dado cuenta de no ser por que la anticuaria había dejado caer por accidente su flauta mecanica y el sonido le había sobresaltado, levantando el rostro por reflejo. 
Ah. No sabía si agradecer o maldecir a la joven de cabello negro por hacerle caer en cuenta de la presencia de aquella persona. Parte de él pensaba que ahora sí que la visita a la biblioteca resultaría interesante y entretenida, mientras la otra deseaba salir corriendo de ese lugar y darle otro puñetazo a Baden. Era su culpa que de repente la aviadora apareciera en su cabeza cuando estaba leyendo sobre modificación genética, cortando completamente su racha de concentración.  O que las manos le cosquillearan curiosas por saber que tan suave es su cabello en lugar de buscar provocarle con su cercanía, como solía hacer antes por diversión. 
Tch, ¿Quién dice que no puedo hacerlo? ¡Claro que puedo! Te mostrare, Jose Baden, lo mucho que tu estúpida broma de niño no me ha afectado en lo absoluto. Listo para provocar y obtener la ya clásica, y estudiada (por él), reacción por parte de la aviadora, el castaño se acercó a la mesa donde se encontraba. — Señorita West, buen día. — Con el pecho en alto, lleno de seguridad, confianza, y un corazón que por alguna extraña razón latía con nerviosismo, Luchino le saludó verbalmente; apoyando una de sus palmas sobre la mesa para descansar la cadera en la misma, a un costado de la joven de cabellos azules.
 ¿Hm? Estaba seguro de que su volumen era adecuado, tendría que haberle escuchado. Enfocó bien la mirada sobre ella, porque antes no había querido hacerlo, y encontró que la aviadora observaba algo más allá; además, tenía la mayoría de su rostro oculto tras un libro abierto, el cual, por cierto, estaba al revés. El castaño se aclaró la garganta un par de veces, ¿por qué no le estaba mirando a él? Usualmente así no va la cosa… y aún tras hacer aquello, la de trenzas seguía más interesada en otra cosa.
Le tomó unos segundos convencerse a sí mismo de seguirle la mirada… y al encontrar el causante de que su intento provocativo fuese un fracaso sintió necesidad de intentarlo con más ganas. Que Fay se interesase en alguien como Frederick iba en contra de todas las conclusiones que había sacado tras experimentación y observación de sus reacciones, ¡no tiene base ni fundamento! 
 — Señorita West, buen día. — Volvió a intentarlo, si en ambos casos el resultado era el mismo, entonces la razón era innegable. Y así fue… entonces fue pertinente para el profesor concluir que lo que fuera que estuviese llenando la cabeza de la aviadora resultaba mucho más interesante que su presencia. Eso le molestaba. Le fastidiaba lo suficiente como para no pensarlo dos veces antes de desabrochar otro botón de su ya bastante abierta camisa. 
Luchino estaba seguro que Fay tenía una vista periférica de primer nivel dado su ocupación, así que no le cabía duda de que la joven seguro captó el movimiento. El hecho de que siguiera sin siquiera mostrar un pequeño indicio de interés comenzó a frustrarle, ni siquiera había caído en el reflejo de voltear el rostro pero no la mirada. Tch.
Negaría rotundamente que esto alguna vez sucedió, e inclusive encontraría algún término científico para refutar cualquier acusación… no aceptaría que había pasado de tener solo la mano sobre la mesa a descansar todo el antebrazo para tener el pecho más cerca del mueble y, por tanto, del rostro ajeno. Tampoco aceptaría que al no obtener ninguna reacción apoyó su otro antebrazo y junto los codos para sacar las tetas.
La de trenzas sí que había notado la presencia del profesor, pero sentía que estaba tan cerca de obtener una respuesta a sus pensamientos que optó por no perder la concentración e imaginar que el castaño no estaba ahí. Siempre podía pedir disculpas después. Sin embargo, ella no contaba con que la paciencia del siempre tranquilo profesor tuviese un límite. — Su libro está al revés. — La voz sentida del profesor que le susurró las palabras al oído le sacó de inmediato de aquel trance en el que se encontraba, un escalofrío le recorrió el cuerpo en consecuencia mientras que el castaño se dispuso a sacarle el libro de las manos, voltearlo, y ponerlo de regreso en estas. 
— No va a aprender mucho si no puede leer el material… aunque dudo que haya venido aquí a estudiar. Buen día. — Comentó el castaño, quien se notó a sí mismo extrañamente sentido por ser ignorado, mientras se incorporaba y alejaba.
La aviadora parpadeó un par de veces al libro que sostenía en sus manos antes de hacer las mates tan rápido como pudo y al menos intentar regresarle el saludo. — Ah-¡Buen día profesor….! Nos vemos luego, perdone… — La aviadora suspiró un poquito aliviada al ver que Luchino hizo un saludo de mano flojito mientras se alejaba, al menos había alcanzado a escucharle antes de irse. 
Ughh, ya va más de una vez que le hago esto a alguien… se reprimió la de trenzas mientras volvía a sentarse y se disponía a regresar a su cuidadosa observación. Pero Frederick ya no estaba ahí… ¡Ack! ¡¿Dónde se ha metido?!
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Cuando tantas personas viven juntas en un solo lugar, es normal que a veces la hora de la comida sea distinta para cada quien. No resulta raro ver a pequeños grupos comer dos o tres horas más tarde que el resto, después de todo, no es como que haya reglas al respecto. No era común, pero aquella tarde el prospector se había entretenido evaluando algunos minerales que el Barón le había enviado. Después de recibir muchos paquetes de oro para tontos, finalmente el ricachón ese le había traído algo decente con lo que trabajar.
Una cosa llevó a otra y nada, llegó tarde a comer. La verdad, no estaba tan mal…sobre todo porque no tenía que compartir espacio con el imbécil de Orpheus. El pobre de Weeping estaba sentado frente suyo, entre Mike y Kaie quienes le atormentaban con algo de su sopa… la verdad no se había enterado y no le interesaba hacerlo. Mientras pudiera comer en calma, mejor. 
A su lado se encontraba Fay, y al lado de esta se encontraban Marjorie y Anne, quienes estaban metidas en su propia conversación; la rubia de dos trenzas estaba proponiendo hacer un bastón de majorette con madera y toques personalizados mientras que la de cabello melocotón le aseguraba que no tenía que hacerlo. Pero no logra ocultar bien el entusiasmo que le causa la idea… 
Contrario a lo esperado, la comida estaba resultando bastante amena. Había participado en algunas conversaciones pero ahora se limitaba a conversar pasivamente con la aviadora, internamente alegrado de poder tener un poco de aquella comodidad en la que puede relajarse mientras le escucha con atención… pues últimamente se siente como si rara vez se encontrase con ella, o como sí…nada, ese es otro tema. 
— Y con eso, ¡finalmente podré empezar a construir mi bebé! — Al parecer el moreno no había sido el único a quien el Barón le había hecho un presente, pues la aviadora le había narrado como poco a poco le estaban llegando partes y herramientas para construir una avioneta… aunque claro, por desgracia no podría volar. A la de trenzas azules le salían estrellas de los ojos al hablar, genuinamente se le notaba feliz y entusiasmada por algo aparte de las cosas que hace con el resto… Lindo. 
— No bebas mientras lo construyes… capaz y pierdes un tornillo, o dos. — Norton le sonrió con una de esas que no se ven a menos que sepas qué buscar y ella, desarmada, parpadeó múltiples veces con un nudo en la garganta antes de desviarle la mirada y acomodarse el cabello con una risa que intentaba disimularlo todo.
— No podría, no...se merece lo mejor…— La aviadora se dio un par de golpecitos en el pecho, como si se le hubiese atorado la comida, pero realmente solo era aquella bola de sentimientos que no podía dejar salir. Y mientras se los tragaba con una sonrisa, regresaba la mirada al otro para continuar con la conversación. — Si te portas bien, ¡quizá te deje entrar!
La conversación continuó y de vez en cuando las chicas que se encontraban junto a Fay se inclinaban para añadir algo o pedir su opinión sobre lo que hablaban, aunque claro, era la aviadora quien aportaba más que los monosílabos de él. 
¿Cómo sucedió? Ninguno de los cuatro podría responder esa pregunta, pero de alguna manera, la deliciosa y calientita sopa de Weeping de repente había partido en una misión por los aires. En lugar de irse en todas direcciones, la muy ingrata se había ido directito hacia Norton, cayendo justo encima de la suya y resultando en una explosión de caldo que se expandía justo sobre su pecho; algunas gotas habían terminado sobre el hombro y rostro de la aviadora. 
— ¡KEH! — Exclamó Kaie, quedándose estático.
— Uh-oh….¡Heh! — Se… ¿lamentó? Mike.
— ¡Oh n-no! P-perdona Norton no era m-mi intención lo siento muchísimo d-de verdad si quie — El sudor que viajaba por el rostro del payaso era suficiente para saber lo aterrorizado y apenado que se encontraba por aquel incidente. El moreno, por su parte, simplemente se miraba el pecho, procesando lo que acababa de suceder… estaba comiendo tranquilamente hace un segundo…
— ¡Tenemos que huir! ¡Kaie! Agarra la sopa y al payaso… ¡¡tenemos un viaje!! — Anunció Mike con una carcajada, listo con una porción de pan en una mano, un guiño, y la mano del pequeño en la otra. El pequeño decoder tomó a Weeping entre risas burlonas y lo arrastró tras él y Mike, quienes casi que habían chocado el coche y huído de la escena. 
El prospector, molesto, veía como la mancha anaranjada de aquella sopa de zanahoria estropeaba su camisa y dejaba un color tan feo… joder, limpiar esto será un dolor en el culo. Marjorie, siempre atenta, rápidamente se inclinó hacia enfrente para verificar el estado del joven. — ¿Estás bien? — Detrás suyo, Anne asentía un par de veces, apoyando la pregunta de la majorette. 
Norton asintió. — No estaba caliente, solo ha sido la sorpresa. — Porque sí, que te rocíen de sopa no es lo que uno espera cuando se está comiendo tranquilamente. 
— Que bueno… toma, servilletas extras para que puedas limpiarte. — La de cabello melocotón se estiró y las pasó por enfrente de la aviadora, quien no se había movido desde el incidente. 
— Hmm, gracias. — Mientras la majorette se regresaba a su lugar para resumir su plática con la juguetera, el moreno se percató de lo quietecita que estaba la de ojos esmeralda.
Ah, claro. La sopa le había caído en el pecho, ¿cierto? Me está viendo las tetas, ¿no?
— … 
¿Eh?
Al voltear hacía ella se dio cuenta de que, de hecho, Fay no le estaba viendo las tetas. Es más, ni siquiera estaba mirándolo a él. Norton sabía, porque ella misma le había dicho que las suyas eran sus preferidas, que no importaba si había entrado Luchino sin camiseta, en teoría, la aviadora le miraría a él…¿No? El moreno entrecerró los ojos y decidió seguir la mirada de la de trenzas azules, sintiendo enojo escalar por su garganta ante la idea de que le hubiesen mentido…
¿Huh? ¿Y este?
¿Qué le estaba viendo Fay al compositor ese? El nuevo survivor había entrado al comedor a la vez que Kaie, Mike y Weeping huían del enojo de Norton, y ella, en lugar de siquiera reírse de aquello, optó por mirar fijamente a Frederick. Era absurda, y francamente, molesta, la manera en que le observaba con atención. 
— ¿Te vas a terminar eso? — Tenía que disimular la manera en que pretendía recuperar su atención. Pero ante el silencio, era claro que no lo había logrado. Tch. Da igual, qué importa. Se regresó a su plato, ya estropeado, e intentó olvidar que le habían ignorado y enfocarse en recuperar algo de la sopa que le había quedado.
Pero entonces ella dejó escapar un suspiro que al moreno le había sonado muy ensimismado y se le tronó el hilo de la cordura. Antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo, Norton había colocado ambas manos en su propia cintura e inflado mucho el pecho. Los botones de su camisa rogaban por piedad… estaban a segundos de salir volando y darle a alguien en la cara. 
Si fuese un día normal, Fay ya estaría “disimuladamente” robando vistazos y excusándose entre risas al ser atrapada… pero maldito sea Frederick y su cara de muñeco de porcelana polaca que habían hechizado a la aviadora. ¿Le debe dinero? ¿Se habrá metido en bronca con el compositor? ¿Le habrá hecho algo Frederick a ella?
— Ah, ¡lo está haciendo de nuevo! — Intervino Marjorie entre risas. Norton inmediatamente desinfló el pecho, deseando que no le hubiesen visto en su inútil intento por…usar sus tetas a su favor. Anne, por otra parte, miraba con curiosidad a la majorette. 
— ¿A qué te refieres…? — Preguntó inocente.
— Hmm, bueno, es que la última vez que vi a Fay cerca de Frederick le veía de la misma manera… me pregunto por qué será… — La joven se llevó una mano a la barbilla, observando con interés a la aviadora. 
— ¿Esto ha pasado más de una vez…? — El tono de Norton quizá salió un poco más molesto de lo que pretendía. 
— Oh, sí, ya van varias personas que le han visto así. — Marjorie asintió con seguridad, recordando cuando Demi le contó de aquella vez en que la aviadora les ignoró hasta que Kevin se había caído.
— …Ya veo. — Regresó la mirada a Fay y con una ceja enarcada le observó con agravio…¿Qué tanto estará pasando dentro de aquella cabeza? Algo importante tendría que ser, seguro, pues no es usual que la aviadora ignore a sus amigos.
— ¿Tanto así? Hmm, a ver… ¡Fay! — Intentó llamarle Anne y la respuesta fue la misma que antes, ninguna.
— ¡Fay West! — Añadió entre risas la majorette. — ¿Ven? No responde… — Y tras algunas risitas más, ambas chicas regresaron a su propia charla dejando a Norton frustrado y confundido.
Era totalmente absurdo en realidad, la chica se había quedado congelada con las manos estáticas en la posición para cortar un trozo de carne y sus ojos iban volados persiguiendo al compositor que iba de un lado a otro en busca de algo que comer. El prospector comenzó a sentir la mandíbula tensa con cada pequeña sonrisa y expresión que se escapaba a la aviadora…así que actuó sin pensarlo.
Estiró el brazo para tomar la silla de Fay por debajo del asiento y la arrastró de un jalón hacia sí, de manera en que terminaron muy juntitos. Si la de ojos esmeralda le estuviera viendo a él, y no a Frederick, sus rostros estarían tan cerca que seguro podrían descubrir el secreto mejor oculto en sus miradas… pero no. Tan solo había girado un poco, milímetros, el rostro y había tensado un poco el cuerpo ante el movimiento. Joder.
— Estás sucia. — ¿Qué más daba ya? Su dignidad se vio perjudicada desde que infló el pecho para llamar su atención, si no es que mucho antes, así que poco podría empeorarla ya. Con una mano le tomó del mentón y, quizá con un poco más de fuerza de la que pretendía, le giró hacia él.
Ah, ahora sí que le miraba.
Con las mejillas apretujadas y un puchero involuntario, la aviadora le miraba perpleja tras parpadear múltiples veces en sorpresa. W-w-what… era la palabra que se repetía en su cabeza usualmente llena de nubes, mientras que el moreno se volteaba un segundo, sin soltarle, para tomar algo antes de regresar la mirada a ella. — ¿Acaso tienes cinco o por qué no sabes comer? 
Fay quería decir que no, pero era eso o enfocarse en evitar convertirse en tomate, así que prefirió negar con la cabeza rápidamente; a lo que el respondió apretando un poco su mano para mantenerla en lugar. — Quieta, que así no puedo limpiarte. — Acto seguido, la de trenzas sintió la suave tela de servilleta frotarle la mejilla. El moreno por su parte trataba de enfocarse en su tarea, en la cual, por cierto, se metió él mismo, pero resultaba un poco complicado cuando semejante par de ojos no le quitaban la vista de encima.  
A Norton comenzaron a calentársele las yemas de los dedos cuando notó el ligero tinte rosado que comenzaba a aparecer en el rostro ajeno y decidió que era el momento adecuado para dejarlo e irse corriendo a otro lugar. — Ya está…bien, me voy, que tengo que cambiarme. — Soltó el rostro de la aviadora, se levantó y se marchó sin siquiera despedirse de Marjorie y Anne. 
Después de unos segundos de que la aviadora estuviese quieta en el mismo lugar, sin moverse, y por razones totalmente diferentes, la de cabello melocotón volvió a preocuparse. — Fay…¿todo bien? — La dulce voz de la majorette le regresó a la realidad y la de trenzas azules pegó un brinco antes de soltar una risa apenada. 
— ¡Si! P-perdona, no es nada…  — Regresó su mirada hacia la chica y le sonrió con dulzura antes de regresar a su plato para seguir comiendo. Sentía que algo se le olvidaba… hmmm. Escuchó al par regresar a su conversación sin más y ella se enfocó en terminar lo que le quedaba en el plato….y continuó así, sin más, hasta que de pronto le llegó sentido al cerebro y ¡AH! ¡QUE ESTABA ESPIANDO A FREDERICK! Pero claro, el compositor ya no estaba ahí.
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Varios días tras diversos accidentes vergonzosos con la aviadora y matches más cansados de lo habitual, los survivors decidieron tener tomar una tarde para desenvolverse y reunirse en el salón, donde Demi les atendería con bebidas y mucho, ¡mucho ambiente! Claro, no todos en la mansión asistirían. Aquellos que prefieren la paz antes que el alboroto seguramente se quedarían en sus habitaciones, pero la realidad era que el bar se encontraba más lleno de lo habitual. 
En un rinconcito se podía ver a Kaie y Luca enfrascados en una conversación intensa cuyo tema era sofocado por el bullicio del resto, del otro lado de la habitación, en los sofás, se encontraban Eli, Norton y Aesop, quienes bebían a su manera y, más que platicar, observaban al resto. Marjorie se encontraba charlando por el centro junto a Anne, Margaretha y Melly; Luchino y Orpheus se encontraban en el extremo de la barra discutiendo sobre mitos literarios y científicos mientras que Kurt observaba curioso las diversas botellas de alcohol en los estantes. Tori estaba en otro rinconcito junto a Naib, quien le había puesto un plato lleno de bocadillos en el regazo y le pedía se quedase ahí para que él pudiera comer en tranquilidad. En el centro de la barra, obviamente, se encontraban Jose, Kevin y Fay, quienes prácticamente tenían sus asientos asignados, y se encontraban proponiendo nuevos trucos y posibles marometas extravagantes a Mike, quien solo había ido por una bebida para la bailarina. 
Para fortuna de algunos y desgracia de otros, Vera, Victor y Frederick entraron al salón con suma tranquilidad, listos para tomar alguna copita e irse a terminar el día; sin más. En teoría, aquello no era nada que normalmente atrajera la atención de nadie, pues son adultos y pueden hacer lo que quieran…entonces, ¿por qué había tantas cabezas que giraron hacia el pobre compositor tan solo cruzó la entrada? 
Sudor frío recorrió la espalda del rubio… no hacía mucho que llegó…¿querían algo de él? Ah…¿estarían buscando que les tocara algo? Q-quizá…puede que sea eso, sí… Aunque no recordaba siquiera haber tenido una conversación completa con ninguno de los que le seguían con rostro y mirada mientras se hacía camino por el salón. Bueno, al menos no eran…oh no, está aquí.
El compositor se había visto atormentado por una mirada esmeralda durante días, le pesaba tanto, que inclusive había tenido pesadillas con tales orbes. ¿Pueden culparle? No importaba a donde fuera, si ella estaba ahí, le estaba mirando. Analizándolo. ¡Que horror! Y ahora, por alguna razón, la mitad de los presentes le observaba de la misma manera, como si esperaran que hiciera algo de repente y que entonces todo tuviera sentido. 
Momento en el que sintió la ya familiar mirada sobre sí, momento en que consideró darse la media vuelta y regresar a su habitación. Sin embargo, Vera no había captado la incómoda situación en la que se encontraba y seguía hablandole sobre cosas que francamente ya no estaba escuchando. No podía irse y dejarle ahí sin más, sería maleducado de su parte. 
Lo que definitivamente no esperaba era que la mismísima aviadora pegara un brinco luego de observarle por algunos segundos y que con una gran sonrisa echara a andar hacia él. Por instinto dio uno, dos, pasos hacia atrás, todo en esperanza de crear distancia entre sí y la joven que rápidamente invadió su espacio y le tomó de ambas manos. — ¡Lo tengo! Por fin, ¡lo tengo!  
Era su imaginación…o, ¿de repente la habitación se puso muy fría? Le estaban mirando muchísimo, ¡y de una manera muy terrorífica! Sin embargo, a la de trenzas azules no parecía importarle en lo más mínimo, ella tenía otra misión. — ¡¡Deberías ser un idol de K-pop!!
Disculpa, ¿un qué de qué…?
La habitación dejó de parecer un congelador y pronto se volvió en un montón de murmullo confundido… 
Lo primero que se escuchó fue la tremenda carcajada que soltó Kaie, quien de la risa se había tirado al suelo y sostenía su barriga en un intento por evitar que le doliese de tanto reír. Después, Mike, quien no tenía ni idea de qué rayos hablaba la aviadora, se empezó a burlar también. — ALAAAA, ¡FAY! HEHEHE, ¿es eso una propuesta indecente o algo? 
Y entonces la habitación se volvió a convertir en una mezcla entre frío intenso, confusión y la risa continua de ya no solo Kaie, sino también Marjorie y un poquito de Tori, quienes sí que entendían el contexto. — Tienes cara como si quisieras llorar todo el tiempo… pero, ¡pero! ¡¡Eres muy guapo y esa tristeza perpetua crea misterio que atrae fans!! ¡Mis fuentes me dicen que eres un candidato perfecto para formar parte de un grupo! — Fay ignoró a Mike, porque si había ignorado a todos los demás para dar con aquella epifanía, claro que iba a ignorar al acróbata. La joven observó rápidamente la habitación para encontrar al sujeto que le introdujo a ese mundo y, al dar en el blanco, sonrió aún más. — ¿A que sí, Kaie? 
— ¡KEH! E-eh, ah…— Atrapado a medias risas, el pequeño paró de golpe y tras echar un vistazo a todo el asunto tomó una decisión. — KEKEKE, ¡claro! ¡Frederick será el primer miembro del grupo de K-pop de la mansión, es un gran honor! — Porque seguir con aquello significaba diversión y travesuras a la vez…y además Fay le estaba incluyendo en algo…le gustaba eso. HEH, ¡y tooodo ha sido gracias a mi!
Después de explicar un poco todo el desastre, los individuos que acosaban a Frederick con la mirada perdieron interés, entendiendo que no había sido más que una casualidad que la aviadora pensando tanto en él, pero se quedaron haciendo introspección de por qué les había molestado tanto ser ignorados… vaya cosas de la vida.
Frederick se negó rotundamente a formar parte de cualquier grupo o cosa que aquellos demonios le ofrecieran y huyó a su habitación en busca de refugio. Kaie pensó que era desafortunado, pero meh, ¡hay otras travesuras por hacer en la mansión! Fay, por otra parte, se sentía aliviada de por fin haber encontrado a que le recordaba el compositor y se dio por bien servida, ahora podría ocupar su cabeza con otras cosas. 
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tastaturean · 2 years
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Lunáticas, sirenas y tríos de conveniencia
Para ser el último de clase, el viernes no es un gran  día que digamos. El sádico de Snape nos pone un examen de antídotos y  nuevos deberes se van acumulando a los que ya llevamos. Como buenos  Hufflepuff, seguimos dedicando todas las horas libres a adelantar tareas  para que las vacaciones hagan honor a su nombre.
En  los descansos, sin embargo, ya se empieza a notar el buen humor  navideño. Quizá haya sido un apaño chapucero y desesperado el juntarnos  por parejas (¡o tríos!) entre los amigos, pero salta a la vista que  todos estamos bastante contentos. Hannah no deja de sonreír y  (¡increíble!) ya no muestra ningún signo de agobio con la pila de  tareas.
Por su parte, Zacharías apenas ha hecho dos mohínes a la hora de  comer, y se ha reído con ganas cuando hemos visto a Ron Weasley pedirle   torpemente a Fleur Delacour que sea su pareja para el baile, antes de   salir escopetado escaleras arriba, probablemente aterrado por su propia osadía.
La engreída francesa andaba claramente ligando con nuestro  prefecto, y la súbita intrusión del Gryffindor la ha dejado sin  palabras, mirándolo con estupor incrédulo, mientras que a Cedric le ha  dado la excusa perfecta para librarse de ella educadamente. Sorprendido  al verme a lo lejos, ha girado la cabeza con brusquedad antes de  regresar a la sala común.
Pero estoy de buen humor y estas cosas ya no me afectan.
Tanto.
"¿Te vienes conmigo, Justin?"
"No, estoy cansado de la biblioteca por hoy, creo que prefiero-"
Súbitamente  me doy cuenta de que no es Zacharías el que ha hablado, sino Luna   Lovegood, quien me está mirando fijamente con esos ojos en los que cabe toda Escocia.
"Hace una noche tan buena que Hagrid  me ha propuesto sacar a pasear a los escregutos bajo la luna. Me ha  dicho que me traiga a alguien más, para controlarlos mejor. Y a ti te  veo cara de necesitar un paseo."
Zacharías me mira con los ojos bizcos, pero yo contengo la risa y niego con la cabeza.
"Tienes  razón. No me vendría mal," y a Smith: "Nos vemos luego, ¿vale? Por   favor, si ves alguna escena como la de antes, luego me la cuentas."
"No  lo dudes, estamos ya en los días desesperados. Te apuesto lo que   quieras a que por lo menos me tropiezo con cinco gilimemos como   Weasley," se ríe, se despide con la mano y se va. Imagino que ya se le   ha olvidado que anoche él llegó a suplicar para no quedarse desparejado.
De camino a la cabaña de Hagrid, Luna me sigue observando.
"Estos días se te veía un poco triste, pero hoy te vuelve a brillar la cara. ¿Es por el baile?"
"Puede. Pero también me gusta estar de vacaciones."
"A mí me habría gustado ir al baile."
"¿Y por qué no vas?"
"Porque soy menor y no tengo pareja."
"Oh."
En ese momento, lamento tenerla.
"¿Tú  vas con alguien?" me pregunta, soñadora. Aunque como ése es su estado natural tampoco noto un gran cambio. El brillo en sus ojos, sin embargo,  sí lo es.
No conozco mucho a Luna, pero no me pasa nunca desapercibida  por los pasillos y el comedor. Siempre, siempre nos saludamos. Eso,  claro está, cuando ella se da cuenta de que estoy allí.
Lo cierto es que nunca me ha  atraído ninguna chica. Hannah y Susan despiertan en mí mucho cariño, y  sobre todo, confianza. Luna, por otra parte, me produce curiosidad.
"Con  Susan Bones y Zacharías Smith," respondo, apurado. Por un instante   considero la opción de hacer un apaño y formar dos parejas, pero si   Susan me lo pidió a mí, y no a Zach, será por algo. No puedo dejarla   tirada. "Lo siento, Luna. Con gusto habría ido contigo."
"No te  preocupes. Qué suerte tiene Susan. Si ella no quiere bailar, podéis  bailar vosotros." La natural aceptación con la que responde me deja a cuadros, pero ella sigue a lo suyo: "A mí no me gusta bailar, pero sería  bonito estar allí. La verdad, no entiendo por qué esa Fleur se da esos  aires. Algún día la secuestrará un monstruo terrible y muchos hombres  morirán por rescatarla. Ella reirá desde lo alto de una montaña sagrada,  desde la cual los atraerá con sus artes. Y luego escupirá a los restos  de barcos que sus cánticos hayan hecho estrellarse contra el acantilado.  Pero estaba claro que con Cedric Diggory no tenía nada que hacer. Qué  pena que otro incauto andara cerca entonces. No deberíais haberos reído  así de Ronald Weasley. Él no tiene la culpa de que en Defensa contra las  Artes Oscuras no os hayan enseñado nada a los chicos para defenderos de  las sirenas."
"¿Que Fleur es una sirena?"
"Una  sirena de tierra, sí, pero lo es. Mi padre ha publicado muchos   artículos sobre ellas. Son muy peligrosas. A ti tampoco te afectan,   ¿verdad? Tienes suerte."
Voy a intentar responder  algo medianamente coherente, cuando llegamos a la parte trasera de la  cabaña de Hagrid y éste nos recibe con entusiasmo.
Hasta entonces no me he planteado seriamente qué venimos a hacer aquí,  pero la realidad me golpea brutalmente cuando Hagrid nos entrega un par  de correas a cada uno, al otro extremo de los cuales se mueven en la   oscuridad los terroríficos escregutos que tenemos que alimentar cada día  en clase, hasta el día en que descubran que lo más delicioso en este   mundo para un escreguto es la carne humana. Ese día podría ser hoy,   pienso, pero camino junto a ellos igualmente.
Hagrid nos va dando  instrucciones a la vez que nos cuenta cómo se le ocurrió criarlos, así  como las cucadas que han estado haciendo últimamente: ya sea quemar el  huerto trasero, reventar una parte de la pared de su casa o pincharle la  pierna repetidas veces cuando se acercó esa mañana a darles el desayuno  mucho antes de las horas de clase.
Puede que Hagrid sepa mucho sobre  monstruos, pero Luna consigue siempre dejarle sin palabras cuando le  describe algunos sobre los que ha leído o sobre los que su padre ha  escrito. En esos momentos Hagrid me mira y me guiña un ojo a escondidas  de Luna. Pero se nota que la pequeña Ravenclaw le cae bien.
Más tarde, tras despedirme de Luna, feliz por haber sobrevivido al paseo, regreso a mi casa y celebro la llegada de las vacaciones junto a mis amigos cantando un par de canciones con la guitarra, entre ellas una versión alegre del  Why Worry de los Dire Straits con coro voluntario improvisado en el estribillo:
Why worry, there should be laughter after the pain There should be sunshine after rain These things have always been the same So why worry now
Luego, los más pequeños nos dan las últimas instrucciones a los niñeros de sus plantas durante las vacaciones. Pocos estudiantes menores de cuarto van a permanecer en Hogwarts.
"¡Y no le des animales muertos!" me recuerda una de primero de cuya planta carnívora me voy a ocupar yo. "Los gusanos deben estar vivos para que no le siente mal la fotosíntesis."
Es en estos momentos cuando más echo de menos tener una nevera. Y, ¡qué diantres! ¡Toda mi casa! A excepción del año que pasé petrificado por el basilisco, es la primera vez que no vuelvo a casa por Navidad. Pero un acontecimiento como el de este curso es posible que no se repita en décadas.
Como el tren parte por la mañana temprano, se suceden las despedidas y las bromas antes de irnos todos a dormir. Cedric, quien regresa tarde del baño portando en brazos el dichoso huevo, tiene que hacer trabajo extra de prefecto para conseguir que se acuesten todos. Ernie tira de mí para que no me quede rezagado, y yo me dejo llevar. Al menos a él le noto contento, y eso me hace sentir bien.
                   A la hora del desayuno, con el número de estudiantes apenas menguado en las mesas, Zacharías me susurra al oído:
"Tío...no me interpretes mal, pero ¿Luna Lovegood? ¿Por qué andas tú con Luna Lovegood?"
"Sólo he hablado con ella un par de veces."
"Pero te gusta, ¿no?"
"Me cae bien."
"No pasa nada. No te cortes e invítala al baile. De Susan puedo ocuparme yo perfectamente."
El buen humor navideño de Smith es contagioso.
"No creo que a Susan le haga mucha gracia..."
"¡Claro que sí!" interviene ella, sentada a su lado, asomándose por encima de su hombro. "Si es por ti no me importa sacrificarme."
"¿Me estás llamando sacrificio?"
"Suplicio anda más cerca, pero al menos quedas bien para la foto."
Dejando a un lado el hecho de que Luna tiene previsto regresar a casa hoy, una calida sensación de gratitud me confirma que esto es lo que prefiero.
"Nah, quiero ir con vosotros."
Susan sonríe exultante y Zacharías asiente con alivio. A estas alturas de la película, nuestra conversación se ha extendido como la pólvora por la mesa de Hufflepuff, y comienzan a llegar a mis oídos oleadas de burla y chistes malos. La envidia les corroe, ¡eso es lo que pasa!
                   Colin y Dennis Creevey se pasan todo el sábado y parte del domingo corriendo de un lado a otro de Hogwarts, cámara en mano, para obtener exclusivas de las parejas recién formadas entre los estudiantes.
Por supuesto, no desaprovechan ninguna de las ocasiones en las que nos cruzamos para ponerme al día: Por ellos me entero de que Potter y Weasley acudirán al baile con las hermanas Patil. No es que me interese mucho, pero hay una parte en todos nosotros que se siente inclinada irremediablemente al cotilleo.
Al parecer Colin intentó engatusar a una compañera dos años mayor que él para poder ir al baile a sacar fotos, pero no coló, así que tendrá que conformarse con fotografiar a los Gryffindors de gala en su casa.
Bastante llamativo está siendo el hecho de que en la mesa de Ravenclaw ha quedado un solo alumno de primer año que acudirá al baile con una chica de sexto de su casa, lo que ha provocado comentarios y bulos para todos los gustos, como dicen que ocurrió aquella vez con la legendaria pareja de nuestra casa.
A mí me parece bonito, pero claro, yo soy un romanticón de tomo y lomo y, además, me gustan las relaciones imposibles. Tanto, que no termino de hacerlas posibles nunca para mí.
                   El lunes por la noche coincidimos Cedric y yo en el baño, y a pesar de todos los lavabos libres que hay, mi capitán tiene que elegir el contiguo. Llega un momento en el que nos quedamos solos lavándonos los dientes y el silencio constriñe tanto mi alma que estoy a punto de irme todavía con espuma en la boca. Pero él lo evita a tiempo:
"He oído que irás con Susan."
"Y con Zacharías. Seremos un trío," sonrío sin mirarle, terminando de enjuagarme y luego de secarme la cara y las manos.
"Me gustará veros bailar a los tres juntos. Espero que os cedan la pista, porque va a ser todo un número," ríe sin malicia.
Cedric no tiene malicia. Cedric sólo intenta ser amable. Iniciar nuestras bromas de siempre. Demostrar que nada ha cambiado entre nosotros. Sí, veo sus buenas intenciones. Y aún así...
"Estaría bien, ¿verdad?" río yo, y con la malicia que a él le falta, añado: "Si no fuera porque la pista ya está reservada a los campeones y sus parejas."
Y me voy sin más.
No me gustan las salidas dramáticas, pero era eso o desembotellar mi amargura y romper mi autopromesa. Y si hay alguien a quien nunca quiero traicionar en la vida es a mí mismo. Bajo corriendo al dormitorio y me siento junto a Ernie, que está leyendo en su cama, el único ocupante de la habitación.
"¿Qué lees?" pregunto fingiendo tranquilidad.
"Historias de sirenas y gente que habita en las profundidades."
"Sirenas, como Fleur."
"¿Qué dices? Fleur es medio Veela, no sirena."
"Anda, pues es verdad. Se lo diré a Luna cuando la vea. ¿Estás ayudando a Cedric con la segunda prueba?"
"Lo intento, pero aún no he sacado nada en claro."
Deja el libro a un lado de la almohada, se estira y me mira con curiosidad.
"Te veo algo alterado."
"¿Tú crees?"
Finjo fatal. Ernie me pone la mano en la frente, me palpa del derecho y del revés, y luego la deja caer suavemente por mi mejilla, antes de hacer un requiebro y darme una toba en la nariz. Pillado por sorpresa, no puedo evitar soltar una risita. Y de verdad que odio mi risita de colegiala.
"Acalorado como poco. Sofocado incluso. Y vuelves a tener ojos tristes, algo que no había echado en absoluto de menos estos días."
Como impulsado a esconderlo, hago acopio de pensamientos alegres hasta sonreír también con los ojos. Ernie me mira, inclina la cabeza hacia un lado y parece quedar conforme. Entonces, tras echar un vistazo alrededor de la habitación, como asegurándose de que nuestros compañeros aún no han venido a acostarse, me suelta a bocajarro sin que su cara lo traicione:
"No dejes que Zacharías te meta mano en la primera cita."
Toso, me bamboleo y luego ruedo dos veces por su cama hasta llegar al libro, cogerlo y arrearle con él en la cabeza. Ernie se cubre y contraataca haciéndome cosquillas. Empiezo a retorcerme mientras sigo arreándole, hasta que mi mente decide por su propia cuenta recordar efemérides.
Es en ese momento cuando ambos paramos en seco, en sincronía, y nos miramos cinco largos y cargados segundos antes de apartar la vista y sentarnos como niños buenos en la cama, carraspeando un par de veces mientras alisamos la colcha bajo y sobre nosotros respectivamente.
Mirando de reojo a Ernie, quien finge sonarse la nariz, me fijo de nuevo en lo grande y fuerte que es, capaz incluso de llevarme en brazos si se lo propone. Invadido por una sensación cálida y reconfortante, me deslizo hasta quedar tumbado junto a él, pegado a su costado y con los brazos bajo la cabeza sobre la almohada. Ernie vacila un segundo y luego baja una mano a mis cabellos, enterrándola a la vez que mueve los dedos suavemente en un masaje... en un masaje que... aaah...
"Espero que no sea la misma mano con la que te has estado sonando las narices."
¡Cachete en la frente!
"¡Au!" me froto y lo miro con fingido rencor.
Tengo las mejillas ardiendo y la libido confundida. Si no fuera porque sé que de un momento a otro aquí va a haber público, no dudaría en meterme bajo la colcha y hurgar en sus pantalones. Como aquella vez. Aquella inolvidable vez. Sexo adolescente sin complicaciones.
Pero Ernie es mi amigo. Ernie va a ir con Hannah al baile. Ernie probablemente habrá olvidado lo que pasó, o todavía intente olvidarlo. O le disguste, simple y llanamente. Nunca hemos hablado de ello y no voy a empezar ahora. Al final es él quien rompe el silencio: "Podría hechizar la puerta y no dejar que entrara nadie hasta mañana. O hasta el día de Navidad. Al fin y al cabo, los elfos domésticos pueden traernos comida a la habitación. Lo que me molestaría de verdad es tener que dar explicaciones a posteriori. Y puede que nuestros amigos nos echaran de menos."
"¿Ernie...?" gimo sin poder evitarlo.
"Como broma no estaría mal, ¿verdad? Me complacería ver cómo se las apañaban. ¿Infiltrándose en las camas de otros cursos? Porque en el dormitorio de sus parejas no podrían. Es la desventaja del sexo opuesto. Ya oigo sus quejidos por la incomodidad del sofá de la sala común," sonríe, pero con un trasfondo de amargura. "Sí, podría cerrar la puerta y dejarte dentro conmigo. Pero, ¿quién me asegura a mí que no saldrías por tu propio pie?"
Tengo mi cara apoyada contra su gran glúteo. Tengo el corazón bombeando en estómago, garganta y orejas. Tengo mucho calor y los pies helados. Quiero meterme bajo su colcha y no pensar. Hacer, sin pensar. De algún modo, creo que Ernie lo sabe. Lo sabe todo sobre mí, porque para él soy un libro abierto.
"Justin," me susurra en el oído, inclinándose mucho. "Vete a tu cama."
No es una orden, el tono es dulce. Es más bien una súplica.
Como si hubieran estado esperando el momento oportuno, no he hecho más que ponerme en pie cuando entran los otros.
Entran riendo, ajenos a nosotros. Están pletóricos por sus conquistas y ya hablan de cómo separarse y juntarse a intervalos regulares para aprovechar a tope el tiempo sin empachar a sus parejas. Ambas son un año menores y por lo menos de la de uno es sabido que sólo lo utiliza para poder asistir. Pero al alma Hufflepuff le da igual porque lo importante es pasar un buen rato con los amigos. Si la chica le deja plantado en mitad del baile, su amigo lo adoptará de carabina.
Así dicho suena bien. A la hora de la verdad, no creo que ningún amigo que se precie sea capaz de irrumpir en el mejor momento y aguarle la noche. Quizá nosotros seamos afortunados de saber con absoluta certeza que nada puede salir de nuestro pequeño grupo, pues las miras están puestas en otra parte.
Sin embargo, cuando por fin apagamos la luz, me pregunto una vez más dónde estarán puestas realmente las de Ernie.
¡Hufflepuff Existe! Capítulo 10: Además de sangre sucia, maricón
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madnessinthishouse · 3 years
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@interstellarflower @porzellanknochen​ 
No estaba teniendo el mejor de los presentimientos en ese momento. Sentía escalofríos recorrerle toda la columna vertebral, pero intentaba mantener la compostura, perder el control podía significar un riesgo en ese instante, los lupinos eran seres de mucho cuidado, especialmente cuando presentía que tenían algo entre manos.
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─¿Se les ofrece algo? Estoy... Ocupado.─ Y si era sincero, quien podía ponerlo más nervioso era Dante, con él definitivamente no podía predecir sus movimientos y eso que lo conocía de mucho más tiempo que a Ciril.
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clickxclicks · 3 years
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A petición de alguien especial me pidió que escribiera de 《yo mismo》 y eso haré. No es nada en específico, solo seré yo mismo y quiero mencionar que no ha sido tan fácil. A veces soy una montaña rusa de emociones, altos y bajos; bajos y altos. Con o sin pastillas pareciera que nada y se avanza en ciertos procesos, pero creo que aquí el papel fundamental es también poner 《yo mismo》 de mi parte para recuperarme de esta enfermedad. Si yo puedo detenerla cuando ya baje la ansiedad de preguntarme muchos porqués y no buscar el para qué. Quizá es una lección que la vida me tiene para qué pueda estar más preparado para la próxima vez o saber como enfrentarlo en otro momento. Siento también, que esto no se quita con un simple polvo, con un trío, con un simple tap! de grindr o ninguna de las aplicaciones para buscar chicos que te suban el ego diciendo que eres hermoso, que tienes un hermoso cuerpo o que eres maravilloso sin ni siquiera te preguntan de cómo realmente saben como te sientes en ese minuto que inicias la conversación o si se ven ni se preocupará de verte la cara de que si estuviste o no llorando la noche anterior o ni siquiera te dirá algo por tus brazos llenos de cortes, solo te querrá para quitarse sus ganas y tus ganas haciendo que realmente ni siquiera sabes si quieres eso para quitarte la pena que tienes en esos momentos. Lo que a ti te importa en esos momentos es que 《seas tú mismo》, con la gente que sí vale la pena, como son los amigos, los verdaderos amigos que si estarán para ti y que son los que se preocuparan que tu enfermedad vaya disminuyendo de a poco o que sabrán que hacer en caso que te de una crisis de angustia. Son los amigos que te ayudan en esos momentos que necesitarás un solo abrazo y te dirán lo importante que eres para que no vuelvas a cometer malas decisiones.
Admito que cuando tome la mala decisión de atentar contra mi cuerpo me centré en mismo y no pensé en lo que mis amigos alguna vez me dijeron alguna vez, que me querían, que me adoraban y que era importante para ellos pero solo pensé en lo peor y no me concentré en lo bueno que podía ser para un pequeño grupo tan reducido que tengo y llegar a cuestionar el verdadero cariño.
Por eso, ahora reflexionando entre estas cuatro paredes me doy cuenta de esto, que no me sirve entrar a una aplicación y esperar que un desconocido me diga que soy el mejor y que nos quitemos las penas haciendo algo que quizá me haga sentir peor. El mayor placer en estos momentos creo que recuperar mi Aquiles (Bicicleta) y recuperar ese modo de escape que para mi es el mayor placer que puedo tener en estos momentos como de ver a los pocos amigos que tengo y poder abrazarlos y decirles lo mucho que los quiero, los adoro y los amo. He estado aprendido a amarlos de a poco y que se ganen ese título como debió ser y no por usar por usar.
Hoy viernes 16 de abril cuando ya serán las 20.00 escribo esto para que alguna vez recuerde que si hubieron buenos momentos y buenos días que estuve en un momento de tranquilidad y pude ser un poquito más yo. Ese Diego bueno para el garabato, ese Diego que gastó en lo que fuese para recuperar su amada bici para volver a sentir la mayor excitación que ningún hombre podría llegar a alcanzar (o quizá sí, pero no es el momento ni el lugar ni las ganas de querer hacer eso y si alguien desea hacerlo, hágalo)
Ya son las 20.00 y solo me queda agradecer el día. Ver que mis heridas ya no se notan tanto, aunque me duele un poco. Agradecer que pude hablar con mi colega y amiga Vero y de hablar con mi mejor amigo @manu-prune acerca de este día aunque no con estos detalles.
Solo me queda pensar en una sola cosa ahora: dejar de ser tan loco en mis pensamientos. Reírme de lo que puedo llegar a escribir y decir:
Te quiero, y admitir que realmente que eso lo siento y lo siento de verdad.
(No hay foto, porque tú la escoges)
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multishipper-baby · 3 years
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bendecime con headcanons horny de shuichi en general(? qué crees que le guste al nene, ah
Sorry que no respondí antes, estaba haciendo... Cosas (?) Ahí van los headcanons:
Es un sumiso de mierda, aunque eso no cuenta como headcanon porqué es tan obvio que es prácticamente canon, ah. A veces le gusta hacerse el dominante, pero el segundo en qué alguien lo toca o le dice que es un chico malo le empieza a dar vergüenza y se hecha para atrás.
Prefiere tener sexo con la ropa puesta, pues le da mucho pudor estar totalmente desnudo, en especial la primera vez. Además, le parece algo sexy ver su ropa llena de sudor y de semen.
Siguiendo eso, le gusta restregarse contra alguien aún estando vestido. Sentir lo apretado que está su pantalón es un incentivo para él tbh. Le agrada la presión y la humillación de saber que se está comportando como un perro en celo.
Es bastante silencioso, tanto en el hecho de que no suena gemir mucho y que no le gusta hablar. La única forma de realmente hacer que se ponga ruidoso es el hacerlo tener orgasmos seguidos, e incluso ahí trataría de cerrar la boca tanto como pueda.
Me gusta imaginar que es bueno para el cockwarming: puede ser algo impaciente de a momentos, pero siempre trata de ser un buen chico, así que haría su mejor esfuerzo para quedarse quieto mientras lo están usando.
A pesar de que es muy vergonzoso, no siente un disgusto por los tríos, si no que todo lo contrario- cree que estar con más de una persona a la vez sería la mejor manera de deshacerse de su timidez. Una de sus fantasías más comunes con tres personas es que su pareja lo "comparta" con alguien más como si no fuera más que un juguete.
Aunque nunca lo diría en voz alta, tiene un breeding kink terrible. Sabe que no puede quedar embarazado, pero aún así le gusta dejar que se le corran adentro, así al menos puede fantasiar con la posibilidad.
No tiene mucha estamina, pero si tiene mucha determinación, y estaría dispuesto a seguir tanto como sea necesario para hacer feliz a su pareja. ¿Qué si eso significa correrse varias veces, estar sobreestimulado y casi desmayarse del esfuerzo? Vale la pena en su opinión.
Paso por toda una etapa de "entrenamiento" antes de poder ser un buen sumiso, pues antes le era difícil poder tener cualquier cosa adentro, y disfruto mucho todo el proceso de probar distintos juguetes sexuales hasta adecuarse bien al ritmo de otra persona. Todavía usa sus juguetes de ves en cuando.
Bonus: Headcanons relacionados con otros estudiantes porqué si 👌🏻
Miu definitivamente lo haría usar uno de esos anillos para el pene para asegurarse de que no se corra demasiado pronto, y se sentaría en su cara hasta que él use su lengua lo suficientemente bien como para que ella se corra.
A veces entrena con Kaito, pero los dos se ponen horny por ver al otro todo sudado, así que tienen sexo en las duchas una vez terminan con el ejercicio.
Concepto: K1-B0 con un pene vibrador. Shuichi no se lo veía venir la primera vez y casi se corre al instante por toda la estimulación al mismo tiempo.
Kaede es una mami- siempre le dice que es un buen chico y lo llena de besos mientras cogen, y después lo envuelve en frazadas y miran juntos sus películas favoritas. They're soft.
El momento en que Shuichi menciono que sentía vergüenza por su cuerpo, Rantaro le pidió que tuvieran sexo frente a un espejo y lo partió a la mitad mientras le decía todo lo linda que veía en él. Fue muy rudo con su cuerpo, pero si que lo hizo sentir amado.
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ardeportal · 4 years
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Falleció Gabriel Ruiz Díaz, bajista y fundador de Catupecu Machu.
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Ayer 23 de Enero, día del Músico argentino y cumpleaños de Luis Alberto Spinetta; falleció el bajista y fundador de Catupecu Machu Gabriel Ruiz Díaz.  La influencia de la banda en la historia de la música argentina, el rol de Gabriel en su trayectoria y el accidente que lo apartó de los escenarios en 2006. 
Por Ginny Lupin
El día de ayer el mundo de la música rioplatense se vio conmocionado ante la noticia del fallecimiento de Gabriel Ruiz Díaz, co-fundador de la mítica banda Catupecu Machu. La noticia fue anunciada por su hermano, Fernando (voz y guitarra en la banda) a través de Instagram; y llega como el temido desenlace a las secuelas que dejara el accidente automovilístico que el músico sufrió en 2006.
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“Amores, hoy se fue Gabi. Se fue tranquilo, en paz. Gabi el amigo, el hermano, el bajista, el artista, el científico, el músico, el hijo. Un animal de música . Un ser amoroso, generoso, bueno, brillante y, sobre todo, un guerrero. Un guerrero que siempre dio todo y un poco más. Gracias hermano mío por todo. Te fuiste hoy en el Día del Músico Argentino . Un día en una entrevista le preguntaron cuál era el disco que más le gustaba de la historia de nuestro amado rock argentino y Gabi dijo Artaud, de Luis Alberto Spinetta. Seguramente te debe estar esperando para que con tus cuatro cuerdas mágicas hagas lo que más amaste en tu maravillosa e increíble vida. El bajo y la música... Vuela alto como siempre lo hiciste, hermano mío, hermano de todos. Gracias por lo que diste y nos diste. Que estés bien donde quiera que estés, que de seguro será en ese lugar donde el tiempo no corre, donde nada se llama, donde simplemente sos. Buen viaje, hermanito”. 
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Catupecu
Gabriel nació el 19 de abril de 1975. Hermano menor de Fernando, la dupla fue siempre muy unida, compartiendo la pasión por la música desde temprana edad. En 1994, con base en el barrio porteño de Villa Luro, los Ruiz Díaz se embarcaron en la creación de una banda que marcaría la historia del rock argentino: Catupecu Machu. Con Fernando en guitarra y voz, y Gabriel en bajo y coros; la banda fue cambiando de baterista a lo largo de los años, funcionando mayormente en formato power trío con los hermanos como constante en la formación. Abajo del escenario, el rol de Gabriel trascendía las cuerdas, haciéndose cargo también de la producción y arreglos dentro del estudio. 
La banda cobró rápido reconocimiento en el circuito porteño, expandiendo su alcance al resto del país, la región e - inevitablemente - el resto del mundo; con giras que los llevaron a recorrer Latinoamérica y Estados Unidos. En años difíciles a nivel sociopolítico en la vecina orilla, Catupecu se convirtió en la catarsis necesaria y obligada para jóvenes de todas partes del país que agotaban las fechas multitudinarias de la banda. 
Musicalmente, Catupecu se caracterizó desde sus inicios por buscar la innovación, experimentando con distintos géneros y formatos. Desde la arriesgada decisión de lanzar un disco en vivo como segundo material (A morir!!!, grabado en Cemento en 1998), el uso de samples y secuenciadores en sus composiciones, y el invento del “arpa láser” (instrumento creado por Gabriel y utilizado en su primer show en el Estadio Obras Sanitarias, que conectaba por medio de sensores un arpa con un sampler, incorporando sonidos electrónicos al vivo), entre otros; la banda fue pionera en desafiar las estructuras pre-concebidas del rock argentino, pateando el tablero y sentando precedente para los grupos que vendrían después.
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El accidente
El 31 de marzo de 2006, en pleno auge de Catupecu Machu, Gabriel sufrió un accidente automovilístico cuando volvía de celebrar el cumpleaños del escenógrafo de la banda en un club porteño. Junto a él viajaba el cantante de Cabezones, César Andino. Catupecu tenía previsto presentarse los siguientes días en la ciudad de Bariloche, pero los recitales debieron ser suspendidos tras el accidente.  El pronóstico inicial era más que desalentador. Gabriel llegó al Hospital Fernández sin signos vitales, siendo reanimado por los médicos. En declaraciones a la prensa, el Ministro de Salud porteño en ese entonces expresaba que el músico tenía: "muy pocas chances de sobrevivir, hay que esperar lo peor". Pero lo peor no pasó, al menos no lo que el personal de la salud preveía en las primeras horas. Gabriel sobrevivió. A esa noche de marzo le siguieron seis meses en terapia intensiva, y el traslado a una institución privada en donde realizó la rehabilitación indicada para su cuadro. El músico había sufrido un traumatismo craneoencefálico grave y las consecuencias del mismo limitaron su movilidad e independencia. Fueron las propias secuelas del accidente las que le impidieron seguir haciendo lo que más disfrutaba: Gabriel no volvió a tocar el bajo.
A 25 días del accidente, Catupecu volvió a presentarse en Obras, con Diego Arnedo y Zeta Bosio en el bajo. Años después Fernando recordaría: 
“Mi vieja fue la que nos pidió que tocáramos. Y desde ahí no paramos. Pero no por alguna circunstancia en especial, sino porque somos así, somos medio imparables, es nuestra dinámica, nos vamos últimos de los lugares a los que vamos y porque nos prenden las luces; si no, seguiríamos ahí. Ese fue siempre el espíritu.”
En 2007 editaron su primer disco tras el accidente, Laberintos entre aristas y dialectos, un CD doble que incluye tracks de Gabriel en el bajo, extraídos de la presentación de la banda en una radio. A partir del nuevo material, la banda se reformuló con bajistas invitados hasta finalmente incorporar a Sebastián Cáceres de manera fija. 
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"Te resucito en el sueño, es lo que espero encontrar. Entro en el viaje del miedo, abro la puerta al cerrar" - Canta Fernando en “Viaje del miedo”, el tema dedicado a su hermano que abre el álbum. 
Catupecu Machu lanzó otros tres discos, y se preparaba a grabar su octavo material de estudio a fines de 2017 cuando Fernando Ruiz Díaz decidió poner un parate al proyecto. Después de dos décadas al frente de la banda, el vocalista vio necesario poner en pausa a Catupecu Machu para dar vida a un nuevo grupo: Vanthra. En ese entonces el músico declaraba: "Es la primera vez que me permito correrme de un montón de cosas que me pasaron después del accidente de mi hermano". 
En tanto, la madre de los hermanos se mudó a Santa Fé en 2019, llevándose con ella a Gabriel; quien a pesar de las circunstancias mantenía una actitud positiva, de acuerdo a las actualizaciones que Fernando daba a la prensa en diversas entrevistas. 
"Dado todo lo que pasó, Gaby está bien, su situación es estable. (...) El es un león: siempre pone la mejor. Pero nadie hubiera querido que pasara lo que pasó, no se lo merecía. Uno se pone a pensar muchas cosas... ¿Sabés todas las personas que piensan y rezan por Gaby? Muchísimas. Y no solo en la Argentina. Pero no hay cambios. Uno ve estas cosas y tantas otras, y no quedan muchas esperanzas de que exista alguien que nos escuche del otro lado "
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Fue en la casa familiar de Santa Fé que Gabriel falleció en la jornada de ayer, sábado 23 de Enero. Lo acompañaban su madre, Dominga, su hermana y su acompañante terapéutica.  El músico dejó este plano, nada más y nada menos que en el cumpleaños de Luis Alberto Spinetta, por quien había expresado admiración en reiteradas oportunidades. Ambos tienen en común el cariño incondicional de su público y la certeza de haber dejado una huella indeleble en la historia de la música argentina. En la música de Catupecu Machu, su legado, Gabriel vivirá para siempre. 
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deka231 · 4 years
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Hola hola khe tal? Yo soy Laito en un nuevo blog, en esta ocasión les mostraré un dibujo que hice para alguien en la comunidad de Spooky jumpscare mansión en español de Amino uwu, si, yo hago comisiones solo que casi nadie sabe pero bueno, la chica que me pidió este dibujo me pidió que dibujara a las 3 chicas un una pose tipo "trío Bad time" y en cuanto dijo eso se me vino a la mente las poses que suenen tener las portada de discos de rap y rock (aunque después de investigar un poco descubrí que el trío Bad time era de undertale xd) y con esa idea en la cabeza y empezé a dibujo jeje y pos eso... Dale like!!! >:3 PT: la ropa que usa tirsiak está basada en la usaba porta en su disco "en boca de tantos" uwu👌 #drawing #draw #arte #art #misdibujos #dibujodigital #instaartista #instaartist #anime #fanart #furry #speedpaint #speeddrawing #spooky #lagstudios #spookyshouseofjumpscares #artwork #artdigital #artedigital #digitalart #drawingdigital #ilustracion #illustration #digitalillustration #specimen4 #dibujoencuarentena2020 #dibujo #artecuador #drawdigital #skech https://www.instagram.com/p/CDwq-fHJJjr/?igshid=4j3t7g2xtqsn
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camicasze · 5 years
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Les voy a contar cómo fue mi relación con Santiago Lorences, más conocido como srvelcro o mrvelcro, velcrosoyyo acá en tumblr. Hago esto porque estoy agotada de ver cómo se proclama feminista, buen tipo, un «sad guy» incapaz de hacer daño.
Santiago me seguía en redes ya mucho antes de entablar una relación, y era bastante insistente con los mensajes. Me preguntaba mucho por mi —en ese momento—pareja, pero yo no era muy de responderle. Después de dos años de mensajes sin respuesta, accedí a salir con él. En octubre de 2017 nos vimos por primera vez, tuvimos una buena primera cita y quedamos en volver a salir. Salimos otra vez, después otra y otra más hasta que se hizo una especie de rutina. Mi primer inconveniente con él fue en una noche de verano. Eran las cinco de la mañana cuando yo llegaba de trabajar y él me esperaba en su departamento con chocolates y John Wick para ver, algo que yo asumí era un gesto cariñoso. Entré al baño y me encontré con un preservativo usado. Ya estábamos saliendo, por lo que, encontrarme con un profiláctico que usó con otra persona previo a verme, me pareció de muy mal gusto. Lo dejé pasar.
Nuestras citas siguieron, y me sorprendió su planteo ante una foto que quise subir a Instagram. No la subas, hay una chica que puede sentirse mal si la ve— dijo. Le respondí que ya somos todos grandes para esas cosas, y su respuesta fue «no, ella no lo es». No me sorprendió porque él es unos años mayor que yo, así que lo dejé pasar.
El tiempo pasó y él decidió que lo mejor era tener una relación abierta, pero abierta de su lado pues si yo tenía algún tipo de charla con otro hombre, su reacción siempre era «uf, estoy celoso». No me importó porque ya le tenía cierto cariño y disfrutaba mucho de su compañía. Con el tiempo empecé a notar que, desde que salía con él, una misma persona en particular se encargaba de insultarme todos los días a toda hora en todas mis redes sociales. Que soy una negra villera, que soy horrible, que sólo sirvo para que me cojan. Le pregunto si podría ser alguien de su entorno y me comentó que sí, dos personas particularmente que no me querían porque gustaban de él, o algo así. Le pedí por favor que les diga que paren, pero no hizo nada al respecto.
Una de ellas, Milagros, se hacía cuentas falsas haciéndose pasar por un hombre y me pedía incansablemente que me vea con él para tener sexo a cambio de dinero. Cuando descubro quién es, le vuelvo a pedir a Santiago que la calme y nuevamente: no hizo nada al respecto.
La otra no era más que una adolescente obsesionada conmigo y con él.
Le pregunto quién es esta tal Patricia, y me dice que la chica le habla desde sus catorce o quince años, que tuvieron algo. Le pregunto su edad, me responde que tiene dieciocho. No hice comentarios al respecto porque no quería decepcionarme.
Tiempo después, mientras teníamos sexo, le pareció buena idea intentar darme celos nombrando a esta chica. ¿Sabés cuántos años tenía cuando me la cogí? Diecisiete. Fui su primera vez. Estaba orgulloso. Me puse a llorar de la bronca. Me explicó que no habían sido nada, que sólo se vieron un par de veces.
Poco tiempo después ella me cuenta que estuvieron juntos un año y medio. A los dieciocho años. Haciendo cuentas, estuvieron juntos desde que ella tenía dieciséis y él treinta y cinco. Le pregunté qué carajos era eso, pero lo desmintió. Traté de creerle, tremendo error mío.
En un momento, ella le hizo una denuncia por abuso y no sé bien qué más; él me repetía que en realidad trataba de dañarlo porque estaba loca y celosa, y le rogó que por favor que «cancele» (o como se diga) la denuncia. Ella lo hizo y él siguió con su vida como si nada.
El tiempo pasó y seguimos saliendo, ahí ocurrió el primer engaño. Lo dejé, me lloró volver.
Volvimos y quiso cerrar del todo la relación, pero me insistía hasta el cansancio que hagamos un trío, porque total yo soy bisexual y eso implica que voy a acceder. Creó una cuenta de Tinder donde había fotos mías y suyas, y le hablaba a las chicas como si fuese yo. Una de ellas cayó al departamento justo para el día de festejo de mi cumpleaños, una piba tranquila y súper amigable, que noté me tenía cierto cariño. No sabía su edad. Dieciocho años. Lo miré casi enojada, dándole a entender que no iba a pasar absolutamente nada. Me quedé con un amigo que vivía con nosotros dos en el departamento, fumando y charlando. Cuando entro a la habitación para irme a dormir, los encuentro teniendo sexo. Me enfurecí, pero traté de no accionar de manera violenta. Me invitaron, la pasé mal y durmieron tranquilos mientras yo trataba de pegar un ojo en el piso, porque ni siquiera tuvieron la decencia de dejarme dormir en la cama que también era mía. Al día siguiente hubo caos. Lo perdoné, pero le pedí que nunca más me ponga en una situación similar.
No olvidé su accionar y se lo recordé todas las veces que pude a medida que pasaba el tiempo, y él siempre lo tomó a la ligera.
Una noche, ya acostados, tuvo la excelentísima idea de comentarme que la primera vez que tuvo sexo con Patricia, la adolescente, ella estaba usando el uniforme del colegio y que eso había sido lo mejor. Lo peor es que se había excitado contándomelo. Me di vuelta y me dormí.
En ese momento supe que no quería estar más con él, pero la mitad de mis pertenencias estaban en ese departamento de Villa Urquiza que tanto me gustaba.
Conseguí trabajo y ya no lo veía tanto, y cuando iba al departamento sus quejas eran incesantes. Porque usaba el celular o hablaba con amigos, porque no hablaba o me dormía muy rápido o temprano. Todo era para discusión.
Una noche, decidí no ir al departamento y salir con unos amigos. Al día siguiente me llamó para dejarme, porque era una irresponsable, inmadura hija de puta, una egoísta. Porque no había ido al departamento. Le contó a sus amigos que yo lo había dejado, que lo estaba engañando, que era una basura. Los tuve durante muchísimo tiempo chusmeando mis redes sociales para ver si realmente iba a trabajar, quiénes aparecían en mis fotos y toda esa estupidez que no tendría que tener lugar en gente de más de treinta años. Después de eso, intentamos volver.
Nos veíamos cada tanto, y él me reprochaba que esa noche preferí irme con amigos, y siempre era para discusión.
Una mañana de franco me despierto, me doy un baño y me vuelvo a acostar. Él me dice que quiere tocarme pero que no vamos a tener sexo, le respondí que no, que no quería. Se arrodilló apoyando sus rodillas en mis brazos, inmovilizándome, y empezó a tocarme. Le pedí que pare una, dos, tres veces y no paró. Me penetró con los dedos y paró cuando se percató de que me encontraba llorando. Yo le había comentado que ya había sufrido abusos sexuales en el pasado, y no le importó. Lloró, me pidió perdón y me dijo que jamás tuvo la intención de hacerme daño. Agarré mis cosas y me volví a casa. No hablamos durante un tiempo.
Me pidió de vernos para hablar, y todas las veces insistió con tener sexo pero tenía que repetirle que no quería, que todavía seguía un poco mal por lo que había sucedido.
No recuerdo cuánto tiempo pasó —era pleno febrero de este año—, pero lo que sí recuerdo es un evatest positivo. Seguro es de alguien más— dijo. Lloré. Un poco de bronca y otro de tristeza. Tuve un ataque de pánico, me metió un clonazepam sublingual en la boca. Al día siguiente fuimos a hacer un análisis de sangre y una ecografía. Lloré de nuevo hasta dormirme. Me dijo que podía hablar con algún médico, que tenía amigas que habían abortado. Yo lloraba débil y él golpeaba las puertas, las paredes, me decía que no le podía hacer eso. Otro clonazepam más.
Fuimos a la consulta con el ginecólogo, lo único que recuerdo es que no podía caminar por mi cuenta y sentía que me caía todo el tiempo. Al día siguiente estábamos ahí nuevamente, el único recuerdo que tengo de ese día es la sangre, otro ataque de pánico y otro clonazepam. La semana siguiente me acompañó a una consulta para chequear que mi cuerpo esté bien. Cuando llegamos al departamento me había armado un bolso con todas las cosas que no me había llevado y las cartas que le había hecho. Otro ataque de pánico, otro clonazepam en la boca y cogerme estando casi dormida.
Ahora siento que sí puedo usar el pañuelo verde— me dijo. Nunca sentí tanta ira.
El tiempo pasó y el trauma lo arrastré como pude. Mal. Pensé en matarme, me sentía culpable, vacía, me sentía una basura. Empecé a ir a terapia y, por suerte, me puse mejor. Me preguntaba cómo estaba, pero siempre llevaba la conversación a sextear. Yo le comentaba que estaba mejor y me pedía fotos, me pedía que le diga que me iba a dejar coger, me usaba para hacerse la paja.
Me llamaba y me contaba que había estado con otras chicas, chicas que recién entraban en los veinte años, casi haciéndome sentir mal por tener veinticinco, como si fuese vieja. Me preguntaba si estaba celosa, si había estado con alguien más. Yo no quería contarle, pero me pedía detalles para después enojarse y repetir que soy mala, que no pienso en él.
Le pedí que deje de hablarme, que me hacía más mal que bien.
Mayo y junio estuvieron llenos de pedidos de vernos, me decía que quería que intentemos volver, y accedí a verlo pero tuve una mala sensación y lo dejé plantado. Sabía que era para mal.
No volvimos a hablar hasta que me puse de novia. Me hizo llamados larguísimos contándome que nadie es tan hermosa y especial que yo, que siempre fui el ser humano con más luz donde sea que estemos, que tenía ojos sólo para mí, que mi novio no me va a querer como me quiere él. Y qué suerte, porque mi novio me quiere con respeto. Me pidió que nos veamos aunque sea para tomar algo, me negué. Volvió a llamarme varias veces más para decirme que era el amor de su vida y que lamentaba mucho saber que no vamos a tener un hijo juntos, porque le encantaría que sea la madre de sus posibles hijos. Imaginate ser tan cínico.
Le recordé que me obligó a abortar y que lo que sufrí fue indescriptible, me respondió que él lo había sufrido tanto o más que yo. Corté el teléfono y le pedí por mensaje que no me llame más.
Volví a hablarle hace unas semanas para que me devuelva cosas mías —ropa e incluso juguetes sexuales— que tenía guardados hace un año y se negaba a devolverme. Le puse fin, pero no era suficiente.
Soy consciente de que intenté justificar o ignoré todo el daño que me hizo directa o indirectamente, desde hacerme sentir mal con preservativos usados con otras personas hasta dejar que gente de su entorno me agreda constantemente hasta violentarme directamente. Creí que iba a mejorar, porque si me quería como decía iba a intentar ser mejor. No se pudo.
También soy consciente de que a veces es difícil estar conmigo porque las discusiones se tornan densas y me cuesta parar, y es lo que él me reprochaba todo el tiempo.
Disfrutaba de recordarme que era la mujer número cuarenta y algo con la que había tenido sexo e incluso me hablaba mal de sus anteriores parejas sexuales. Me repetía que sería más linda si tuviera tetas, o que mi culo era chiquito. Como si no tuviera suficientes problemas de autoestima.
Tiene en su computadora carpetas llenas de nudes que le han mandado a lo largo de los años, categorizadas con el nombre de cada chica. Si vos le mandaste algún desnudo hace tiempo él todavía los tiene y los «usa». Se niega a borrarlos, seguramente tenga míos a pesar de haberle pedido que se deshaga de ellos.
Hoy cuento esto —y probablemente haya mucho recuerdo bloqueado, la verdad— porque si no me lo saco de encima no voy a poder darle punto final para siempre.
No me considero víctima, pero sí una estúpida. Me comentaba que había engañado a cada una de sus novias con orgullo, y me decía que lamentablemente conmigo no había dado el tiempo, y yo creía que me quería.
Edit: me decía que para él yo era borderline, porque le decía que pasaba por el departamento y terminaba eligiendo irme a mi casa o salir con amigos (ya separados). Hasta hace poco estaba en pareja con una chica a la cual le decía que me odiaba y le parecía una loca de mierda, pero cuando ella se iba del departamento me decía que pensaba seguir soltero mucho tiempo más porque no hay nadie como yo, y a nadie amaría como a mí. Me lloraba horas seguidas para que volvamos mientras a la otra pobre chica le hacía creer que estaba enamorada de ella. Gustaba de hacerme llegar tarde a trabajar, me desactivaba las alarmas o me retenía en el departamento y obviamente las consecuencias las pagaba yo. Estando ya separados me pedía que le lleve a alguna «pibita», me pedía que esté con alguna y le cuente con detalles, me pedía por favor que saque fotos o filme (obviamente jamás sucedió).
Me ha llegado a pedir que compre ropa interior de «nena» porque le calienta (!) todo lo que de una sensación de niñez. Me gustaría creer que es un kink, pero teniendo en cuenta que ha estado con una adolescente, creo que es mucho más profundo que eso y me asusta, ya que está haciendo un profesorado para ejercer en colegios secundarios.
Luego de separarnos, cuando yo empecé a tener citas, me llamaba para reprocharme que no le podía hacer eso (¿hacer qué?) porque él me había apoyado y acompañado durante nuestra relación, como si le debiera algo.
Me ha llegado a preguntar cómo tenemos sexo con mi novio, lo cual me pareció desagradable y desubicado. También me llamaba para que le repita dónde había estado y qué había hecho ciertos días que no dormí con él, porque creía que lo engañaba (el tupé del infiel) siendo que trabajaba diez horas diarias y pasaba varias horas viajando. Me preguntaba por compañeros de trabajo, si había tenido sexo con ellos o querían tener sexo conmigo, a lo que respondía que no y que no sabía. Después de un tiempo me volvía a preguntar dónde había estado tales días y por esos mismos compañeros para ver si mis respuestas coincidían con las anteriores, totalmente obsesivo y controlador.
Hay muchas cosas que voy recordando de a poco y, honestamente, hacen que cada día le tenga más asco.
Al principio dije que no buscaba dañarlo y lamentaba hacer esto, pero la verdad es que no se merece nada bueno.
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Sax
Day 1 of @frukweek: Superpowers & Magic
Summary: Arthur, junto con sus hermanos menores, forma parte de un grupo encargado de atrapar a un trío de villanos que disfruta causar el caos. Si tan solo supiera que Francis, el mesero de quien está perdidamente enamorado, es parte de tal equipo.
Language: Español
Relationships: FrUK y (secundario) PruCan. 
Rating: T +13
Word Count: 4620 palabras
In FF.net
Arthur amaba a sus hermanos menores. Realmente significaban el mundo para él, y los adoraba con todo su corazón… la mayor parte del tiempo, al menos. En ese momento, si tenía que ser sincero, no mucho.
–¿Lo de siempre? –Preguntó el mesero, parpadeando un par de veces. Sus brillantes ojos azules enmarcados por largas y negras pestañas mostraban calma, algo de diversión y otra emoción que el inglés no podía identificar.
Evitó establecer contacto visual con los gemelos, quienes continuaban observando fijamente al atractivo hombre frente a ellos como si se tratara de una obra de arte en un museo.
–Erm, sí, por favor –murmuró, utilizando cada pizca de su fuerza de voluntad para no balbucear o tartamudear, y así mantener su dignidad parcialmente intacta (No es como que le quedara una gran parte de esta. Alfred había contribuido con su pérdida).
–Muy bien, una tarta de fresa y un té chai caliente, será. ¿Y ustedes?
–Hey, tú eres Francis, ¿verdad?
Cerrando los ojos, maldijo el momento en el que pensó que traer a los gemelos iba a ser una buena idea.
El mesero parpadeó de nuevo (aparentemente, era una hábito suyo), mas una sonrisa no tardó en aparecer en su rostro.
–Sí, ¿por qué?
–¡Con razón! Es que Art- ¡ay!
–¡Ya me decidí! –Exclamó Matthew, con una sonrisa un poco forzada en el rostro. Alfred ni siquiera intentó disimular al mirar a su hermano con los ojos entrecerrados y el ceño fruncido.
Corrección: maldijo el momento en el que pensó que traer a Alfred iba a ser una buena idea. Matthew era un muy buen chico.
–¿Me podría traer unos panqueques con miel de maple y un chocolate caliente, por favor?
–Por supuesto. ¿Algo más?
–Una rebanada de pastel de zanahoria, un par de donas de chocolate, un muffin de arándanos y un sándwich de pollo sin lechuga. También una botella grande de Coca Cola y… tu número.
Lo iba a matar. Sí, estaba decidido, iba a matar a ese mocoso.
La reacción fue inmediata. Francis quitó la mirada de la libreta en la cual estaba apuntando las órdenes y abrió los ojos y la boca como si le acabaran de decir el chisme del siglo. Luego se echó una risilla, arqueando una ceja.
–Eres muy joven para mí. Lo siento, dulzura –Y sin decir más, se fue hacia la cocina.
Un segundo. Cinco segundos. Diez segundos en lo que Alfred se mantuvo aferrado a su asiento, con la vista hacia el frente e ignorando la mirada asesina del británico.
–Alfred…
–¿Estoy en problemas?
–¿Tú qué crees, dulzura?
–De acuerdo, calmémonos –habló el más razonable de los hermanos, antes de que el mayor intentara estrangular al menor en pleno café–. Alfred, habíamos acordado que no íbamos a interferir con las decisiones de Arthur.
–¡¿Acaso no lo viste, Mattie?! ¡No puede siquiera hablarle sin tartamudear!
–Eso no importa. Acordamos en que dejaríamos que Arthur lo manejara a su manera –intervino Matthew, quien a pesar de que odiaba las confrontaciones, se había acostumbrado a reñir a su hermano por su imprudencia–. Arthur se merece una disculpa y lo sabes.
–Está bien, chico. De todas formas, dudo mucho que alguien como yo tuviera una oportunidad con él –suspiró Arthur, mirando de reojo al francés, quien se encontraba tomando las órdenes de otra mesa.
–Hey, no digas eso. Serás un anciano amargado y aburrido, pero no estás tan mal… sin contar tus cejas, claro –lo animó Alfred, con una brillante sonrisa en su rostro. La misma que utilizaba cuando creía haber ayudado a alguien, pero en realidad había fracasado miserablemente.
–Lo que queremos decir –se apresuró Matthew, antes de que Arthur efectivamente se lanzara al cuello de Alfred– es que sí tienes oportunidad con él. Tienes una gran personalidad y eres muy apuesto –el inglés arqueó una ceja.
–Ese hombre –señaló a Francis con la cabeza– podría hacer que cualquier persona cayera rendida a sus pies. ¿Ustedes en serio creen que…?
–Ya están las bebidas.
–¡Que tengo mucha sed! ¿Ustedes no? –Miró a los gemelos de reojo por ayuda, para notar que los malditos traidores estaban intentando no reírse de su desgracia.
Corrección: Matthew no era tan buen chico.
–Me alegra que ya estén listas las bebidas, entonces. Lo tuyo es el té de chai, ¿cierto? –Asintió tontamente ante la amable sonrisa del mesero– Muy bien, aquí tienen la Coca Cola y el chocolate caliente. Ya casi les traigo el resto –agregó, colocando las bebidas frente a los gemelos respectivamente.
–Erm, sí. Gracias –Esperó a que el francés estuviera lo suficientemente lejos como para dirigirse a los gemelos–. ¿Por qué me molesto con ustedes?
–¡Porque somos adorables!
–Porque ayudamos con la renta.
–Me van a volver loco algún día –murmuró, para entonces tomar un trago de su té, sin quitarle la mirada de encima a Francis.
Lo había visto por primera vez desde hacía un par de meses. Era una tarde lluviosa y fría, por lo que había optado por entrar al café para resguardarse de la lluvia y para tomar alguna bebida caliente. El francés lo había atendido ese día, y había sido sumamente comprensivo y amable, al punto de incluso invitarle una dona.
Cada vez que lo veía, le transmitía una sensación de familiaridad y felicidad, además de que provocaba que su corazón latiera fuertemente en su pecho. De tal manera, se había acostumbrado a frecuentar el lugar con la esperanza de reunir el valor necesario para invitarlo a salir. Cuando sus hermanos se enteraron de tal historia, aparentemente decidieron que eran los indicados para proporcionarle la determinación necesaria para cumplir con su cometido.
–Aquí tienen la comida. ¿El té sabe bien? –Cuestionó el mesero, mientras colocaba frente a él la pequeña tarta de fresas.
–Sí, gracias.
–¿Y el chocolate caliente? –Se volteó hacia el mayor de los gemelos, quien sonrió suavemente.
–Está delicioso. Gracias por preguntar.
–Muy bien. Que disfruten su comida. Si necesitan algo, solo llámenme.
–¡Gracias! –Exclamó Alfred, sin importarle que estaba comiéndose una de las donas en ese momento.
De nuevo, el británico esperó pacientemente que el francés estuviera lo suficientemente lejos para dirigirse a su hermano.
–¿Dónde están tus modales? ¿Cuántas veces tengo que decirte que no debes comer con la boca abierta?
–A nadie le importa mi forma de comer, mamá.
–¡Pues a mí sí!
Matthew se limitó a suspirar e ignorar las miradas que le dirigía la gente mientras sus hermanos peleaban a su lado.
_______
Levantándose de la silla, estaba sacando el dinero de su billetera cuando sintió una mano sobre su hombro. Tras extraer unos 40 dólares (ir a comer con Alfred nunca salía barato), no dudó en dárselos a su hermano menor, quien inmediatamente le devolvió el dinero. Levantó la cabeza, confundido ante su reacción, mas la sonrisilla traviesa de Alfred logró que todo cobrara sentido en un segundo.
–¿Qué? ¿En serio no vas a ir a pagar?
–Nop –respondió el rubio alegremente.
–¿Matthew? No me hagas esto, por favor.
–De hecho, estaba pensando que es la oportunidad perfecta para que le pidas su número a ya-sabes-quién.
–¿Disculpen? ¿En serio se están poniendo en mi contra aunque estoy pagando su comida? –No había terminado la frase cuando los gemelos estaban portando sonrisas idénticas.
–Oh, sí –respondieron al unísono.
Arthur nuevamente maldijo en voz baja. Claro que los gemelos solo actuaban en conjunto solo cuando les convenía.
–Bien, pero quiero dejar en claro que la próxima, no tendré pied…
–¿Ya se van? ¿Quieren que les cobre?
–¡Sí! Sí, sí. Ya nos vamos… a la casa.
¿Los malditos traidores se estaban riendo? Claro que se estaban riendo.
–Perfecto. Vengan por aquí –habló el francés, dándose la vuelta para ir a la caja. Arthur le dedicó una última mala mirada a los gemelos, quienes sonrieron inocentemente.
Arthur no tardó en seguirlo para pagar su orden, no sin antes comprar un par de dulces del mostrador. Al terminar la transacción, el francés le entregó su factura, Arthur insistió en que se quedara con el vuelto como propina y Francis se retiró no sin darle las gracias y dedicarle una brillante sonrisa.
Levemente idiotizado por la reacción del mesero, el inglés empezó a caminar directo hacia la salida. O lo intentó, al menos, antes de que los gemelos lo detuvieran en seco y le recordaran el motivo por el cual estaban ahí desde un principio.
–¡Espera! –Exclamó el británico, acercándose a Francis antes de que este atendiera la siguiente mesa y sujetó su brazo impulsivamente. El mencionado se volteó de inmediato, con una ceja arqueada– Yo, uh, erm… –miró de reojo a los gemelos, quienes estaban haciéndole señas para que continuara– Me preguntaba si, uh, si podría tener tu… tu número. Si no quieres, está bien, no me molestaré, no tienes que…
–Oh, ¿tu amigo pidió mi número para ti, entonces? –Preguntó Francis, ladeando la cabeza. Los gemelos se miraron de reojo. Arthur asintió torpemente– ¡Me lo hubiesen dicho antes! ¿Me permites tu celular?
Ignorando el chillido proveniente de Alfred y el grito ahogado de Matthew, sacó su celular del bolsillo de su pantalón para entregárselo al francés, quien no tardó en agregar su contacto (con un corazón al lado de su nombre, Arthur notó).
–Listo. Llámame, ¿sí? –Una sonrisa tonta se formó en los labios de Arthur al observar cómo el francés se mordía suavemente el labio inferior al hablar.
–Claro. Nos vemos luego.
Caminando de probablemente la forma menos casual y disimulada que haya existido, el británico salió de la tienda con sus hermanos menores tras él, mientras estos no paraban de echarse risillas. Unos segundos después, Francis no pudo evitar reírse ante el para nada discreto chillido de “¡Dijo que sí!”.
_______
Sin duda alguna, Francis estaba de muy buen humor, es lo que pensaba Gilbert mientras veía a su amigo contonearse en la cocina del restaurante. Eso sin mencionar que no había dejado de tararear una estúpida canción de amor en francés ni mucho menos había intentado disimular la expresión embobada en su rostro.
–Alguien tuvo un buen acostón anoche. ¿Quién tuvo la suerte? –Preguntó, recostándose contra la pared de cerámica. Francis, sin dejar de decorar el pastel frente a él, se echó una risilla.
–No seas tonto, Gilly. No me acosté con nadie.
Gilbert parpadeó una y luego dos veces más, para entonces dirigir su mirada hacia Antonio, quien se encogió de hombros. Francis nunca lo llamaba Gilly. Así, por un momento sospechó que Lars le había vendido algo al pobre idiota.
–¿Qué pasó, entonces? –Se adelantó Antonio, ladeando la cabeza. Lovino los estaba mirando de reojo.
–¿Recuerdan a mi cliente favorito? El chico tímido que siempre pedía un té y se quedaba leyendo…
–¿El cejón?
–No es tan-, bueno, sí. Sí, él. ¡Hoy mismo me pidió mi número! ¡¿Pueden creerlo?! Yo mismo estaba pensando en buscarlo después de mi turno y pedírselo porque realmente es tan lindo.
El ceño fruncido de Francis ante el comentario de Lovino de “Si estás medio ciego y sordo, tal vez” por poco y provoca que se le escapara una carcajada, si no fuera porque por un momento los ojos de Francis pasaron de ser azules a blancos. No, no pasaría de nuevo. Sin pensarlo. Nuh-uh. Si algo había aprendido Gilbert con el paso del tiempo, es que no era una buena idea irritar a tu mejor amigo si este posee control mental.
–Pero sí vamos a ir a la tienda de la que hablamos esta noche, ¿no? –Cuestionó Antonio, quien parecía no haber captado la tensión en el aire o al menos la estaba ignorando.
–Por supuesto. Estoy seguro de que me escribirá hoy cerca de la media noche para no parecer ni muy intenso ni muy desesperado. Ya lo calculé todo.
Rodando los ojos y con una sonrisa burlona, Gilbert se preparó para responderle a su mejor amigo, pero no tardó más de dos segundos creando contacto visual antes de que su alrededor se oscureciera. Una vez que se despertó un rato después, maldijo a Francis en voz alta cuando se encontró en el apartamento que compartían, sosteniendo una bolsa con un enorme y sumamente costoso lubricante de fresa.
Algún día haría a Francis pagar. Algún día.
_______
La habilidad de Francis era particularmente útil cuando necesitaban deshacerse de un guardia de seguridad. Con solo hacerle ojitos o cantarle un par de versos si el desgraciado era particularmente resistente, lograba que se fuera de su puesto y llegara a su casa con la idea de que ya había terminado su turno. Era brillante. Posteriormente, si necesitaban derribar alguna puerta de metal, Gil se encargaba de ello y si era de madera, Antonio utilizaba sus habilidades para abrirse paso.
Eran un muy buen equipo, sin duda alguna. Gracias a sus habilidades podrían ser excelentes superhéroes.
Era una lástima que les gustara más divertirse.
Una vez que Gilbert había logrado abrir la puerta (esta vez le había bastado con forzar la cerradura), los tres no tardaron en entrar rápidamente y encerrarse de nuevo. Mientras que los otros dos intentaban bloquear la puerta, Francis se fue en busca de una pizarra pequeña con marcadores de colores. No tardó mucho en encontrar una en la sección de materiales escolares. Así, cuando regresó, ya sus compañeros de equipo habían terminado con su parte.
–Muy bien, comienzan las apuestas para ver cuánto tardan en llegar a intentar detenernos –comenzó Francis, colocando los materiales en una silla cercana. Los otros dos se acercaron.
–¿Cuál es su récord? –Preguntó Antonio, ladeando la cabeza para ver a Francis escribir sus nombres claves en la pizarra.
–Creo que 5 minutos –respondió Gilbert, cruzado de brazos.
–Esa vez no cuenta, apenas venían saliendo del centro comercial –agregó Francis, terminando de escribir (y dibujar) en la pizarra–. Su récord es de 8 minutos y medio.
–Entonces apuesto que hoy rompen el récord. Hoy me siento seguro –dijo el alemán, con su clásica sonrisilla burlona. Francis arqueó una ceja, sonriendo.
–Tú siempre te sientes seguro, querido –Gilbert se encogió de hombros, su sonrisa anchándose–. Bien, entonces yo apuesto lo contrario. Digo que tardan 20 minutos o más –El otro soltó una carcajada.
–Te has vuelto loco, franchute. Te voy a aplastar.
–Por si no lo has notado, estamos muy lejos del centro, mi vida. Van a tardar un buen rato.
–Yo digo que van a tardar 11 minutos y dos tercios –intervino Antonio repentinamente, con la vista clavada en el suelo. Sus amigos se miraron de reojo y se encogieron de hombros.
–Bastante específico. Me gusta –comentó Gil, mientras se alejaba del grupo y se dirigía a la parte de aparatos electrónicos.
–Entonces digamos que entre 8 y 20 minutos, ¿está bien? –Agregó el francés, apuntando los números en la pizarra. El español asintió distraídamente–. ¿Deberíamos acomodar todo primero o empezamos ya?
–Mejor empezamos ya, yo voy a ir al vivero –Fue el último comentario de Antonio antes de levantarse e ir a buscar la sección de jardinería. Francis no perdió la oportunidad para apreciar su trasero.
–Muy bien. Gil, ¿ya todo está listo? –Alzó la voz y la cabeza para buscar al mencionado, quien respondió levantando sus pulgares.
Ante la respuesta afirmativa del otro, sacó un pequeño cronómetro de su ajustado pantalón y empezó la cuenta en el momento en que la música sonó en los amplificadores (lastimosamente, esa tienda no se especializaba en electrónica, así que no podían causar tanto escándalo como en otros lugares). Con una amplia sonrisa, se dirigió hacia la sección de espejos para retocar su maquillaje.
Antonio y Gilbert siempre utilizaban antifaces como en las películas y en los cómics, y el último constantemente se burlaba de él por usar maquillaje, pero Francis estaba convencido de que era una estrategia mucho mejor. Primero que todo, solo una vez había usado un antifaz, gracias al cual su suave y delicada piel terminó sudada y con picazón, por lo cual juró que nunca se volvería a dañar de la misma forma. Y segundo, a partir de entonces se dedicó a buscar tutoriales en internet para arreglarse como toda una sirena. O sireno. O tritón, mejor dicho. Fue así como descubrió que realmente tenía talento para el maquillaje.
(Si le preguntaban a Gilbert, sin problemas admitiría que tener a su mejor amigo mandándolo a la mierda con escamas azules dibujadas en el rostro fue uno de sus momentos más bajos).
Mientras tanto, Gilbert estaba disfrutando de los peluches en la enorme sección de juguetes para niños. Solo tuvo que toparse con el primer pollito de felpa para despedirse de su orgullo y la imagen que tanto se había esforzado por poner frente a sus mejores amigos  (como si estos no notaran la pared en su habitación cubierta de animales felpudos).
Antonio, por su parte, fue el único que realmente se dedicó a preparase para la llegada de sus enemigos. Primero se dirigió a la sección de plantas en busca de las enredaderas, para proseguir colocándolas alrededor del vivero y así conseguir un escudo protector. Prosiguió haciendo crecer a las ramas de los arbolitos para reforzarlo. Luego se encargó de que los árboles afuera de la tienda rompieran las ventanas traseras para obtener varias salidas. Adicionalmente, cultivó algunas de las semillas de tomates que había llevado para poder tener comida durante la pelea. Una vez que todo estaba listo, tomó asiento al final del laberinto que había formado. Apenas tomó el primer tomate para comerlo, la puerta se abrió violentamente de una sola patada.
–¡Los héroes hemos llegado a detenerlos!
–¡Once minutos con cuarenta segundos!
Sonriendo al saber que no iba a tener que lavar los platos por el resto de la semana, le dio el primer mordisco a su tomate.
_______
La habilidad de Gilbert era impresionante: tenía la capacidad de adquirir las características y propiedades de ciertos materiales (principalmente metales) que tocara con sus manos. Una de sus desventajas se reflejaba en tener que utilizar guantes de lana o cuero todo el tiempo, pero el alemán lo percibía de una forma más positiva, ya que creía firmemente en que le ayudaban a su imagen de chico malo/motociclista/metalero. Además, su superpoder se complementaba con su fuerza física o los reflejos de los que tanto se enorgullecía… la mayor parte del tiempo.
Mientras se entretenía con un diminuto peluche de gatito, no se percató del oso gigante volando en su dirección hasta que provocó que se estrellara contra las estanterías de acero. Recobrándose rápidamente, no tardó en quitarse los guantes y tocarlas. Antes de que su oponente mostrara su cara, su cuerpo se había adaptado al material.
–Aw, creí que no había metales en esta sección –agregó quien le había lanzado el peluche. Gilbert sonrió burlonamente.
El mocoso no podía tener más de 20 años y durante todas sus batallas, no se cansaba de referirse a sí mismo como el más grande héroe del siglo. La primera vez que se habían enfrentado, Gilbert no dudó en lanzarse contra él con su cuerpo normal. Solo era un chiquillo, ¿no? Bueno, tras ser lanzado hasta el otro lado de la tienda con un simple empujón, descubrió que tal vez no era muy buena idea subestimar a alguien con superfuerza.
–Muy lento, mocoso –masculló el alemán. Su contrincante rió estridentemente.
–Al menos lo compongo con mi fuerza, viejo decrépito.
Antes de lanzarse contra él, Gilbert pensó que a pesar de que siempre que se topaban, peleaban y que el otro no conociera su verdadera identidad, realmente le caía bien su cuñado.
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–Sé que probablemente no quieras cooperar conmigo, pero ¿podríamos no pelear, por favor? En serio no quiero lastimarte.
Antonio levantó la mirada de su tercer tomate, para entonces mirar a su alrededor y descubrir que todo lucía justo como lo había dejado en un principio. De igual manera, se decidió a no dejar su guardia baja.
–¿Lograste romper la barrera? –Preguntó, dándole otro mordisco a su tomate y esforzándose por agudizar su sentido del oído. No obstante, la voz era demasiado suave y sus pasos muy delicados como para notarlos fácilmente.
–Intenté no lastimar las plantas, pero tuve que romper algunas. Lo lamento.
Escuchó a su izquierda como si alguien estuviera moviendo las hojas para pasar entre ellas. Sutilmente se enderezó, aún sin terminarse su tomate.
–¿Solo tengo que entregarme y terminamos aquí? –Le indicó a las plantas que fueran creciendo lentamente en dirección a la fuente del sonido.
–Sí, por eso de invadir propiedades privadas y causar disturbios públicos.
–Sabes que no puedo entregarme. Mis amigos se enojarían conmigo. Siempre tenemos esta conversación.
–Lo sé, pero…
Una rama se quebró en el suelo.
En un parpadeo, provocó que las raíces y las ramas alrededor atacaran al culpable, quien las bloqueó con un campo de fuerza a su alrededor. Para su mala suerte, esto provocó que su figura se volviera visible.
Levantándose rápidamente, Antonio se echó el tomate a la boca y no tardó en salir corriendo en dirección opuesta. Las plantas continuaron formando una barrera sobre su oponente, a quien se le escapó una palabra que su hermano mayor definitivamente no aprobaría.
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Para tal punto en su vida, Francis había decidido que su estilo y su increíble apariencia debía ser una de sus prioridades. Por tal motivo, a pesar de que tenía claro de que en cualquier momento lo atacarían, continuó acomodándose su peluca púrpura.
Mientras se retocaba el labial, continuó tarareando la canción que no había dejado de reproducirse en un buen rato. La primera vez que le trío había escuchado Sax, tomaron la decisión de que la pieza reunía el mismo estilo y energía que los representaba como grupo, así que lo que parecía más lógico en el momento era reproducirla mientras invadían tiendas para crear el sentimiento de trabajo en equipo, ¿no? Bueno, pues aparentemente era una excelente forma de atraer a sus enemigos. ¿Quién lo diría?
Tomando su labial azul, se acercó al espejo para aplicarse una nueva capa. O al menos lo intentó, antes de ser groseramente interrumpido cuando su labial mágicamente salió volando y manchó su delicada cara en el momento. La risa del ser vil, despreciable y responsable de tal crimen a la belleza sonó a sus espaldas.
–¿De verdad crees que un labial va a corregir eso? –Preguntó burlonamente el brujo de la capa negra. Francis se despreció a sí mismo al pensar que el acento inglés del hombre era sumamente atractivo.
–Es una forma de expresión artística, grandísimo bruto –murmuró, mientras sutilmente se inclinaba para tomar uno de sus zapatos (Unos tacones altos. Gilbert pensaba que era ridículo luchar en tacones, pero esos en particular complementaban su imagen e irónicamente los manejaba tan bien como cualquier otro zapato plano. Antonio creía que eran bonitos. Antonio era un buen amigo).
–No se te da mucho el arte, ¿huh?
Y entonces Francis, como la gran diva dramática que era, le lanzó su zapato, con el cual logró que la varita del otro saliera volando. Antes de que su rival pudiera reaccionar, se lanzó sobre él.
Así, en un parpadeo tuvo a su oponente sujeto por los brazos, mientras este luchaba para que lo soltara. Con una sonrisilla diabólica, Francis empezó a cantar. Y cantar. Y cantar. Y seguir cantando. Entonces se hartó.
–¿¡Por qué no funciona!? ¡Antes funcionaba! –Chilló, inconscientemente soltando su agarre.
–¡Yo qué voy a saber! –Exclamó el brujo, cambiando de posiciones con Francis, quien en ese momento se dio cuenta de su grave error.
–Espera, no… 
–Bueno, parece que ahora tengo la ventaja –agregó su oponente, mirándolo directamente a los ojos. Fue en ese momento cuando Francis pensó que sus enormes ojos verdes le recordaban a alguien. Sin embargo, no tuvo suficiente tiempo para pensarlo, pues en un parpadeo dejó de tener el cuerpo el otro sobre el cuyo.
–No lo creo, debilucho –dijo Gilbert, sonriendo burlonamente y sosteniéndolo por la capa, para entonces lanzarlo lejos. El resto sucedió muy rápido.
Antes de que el brujo se golpeara contra el suelo, el mocoso de la superfuerza había corrido para atraparlo a tiempo, mientras que Gilbert ayudaba a Francis a levantarse del suelo. Sin pensarlo dos veces, el francés volvió a ver la escena y para desgracia de los héroes, no tardó en hacer contacto visual con el más joven.  
–Sujétalo. No lo sueltes hasta que hayamos podido escapar –ordenó el francés, sus ojos tornándose blancos. El chico no tardó en atrapar a su compañero de equipo entre sus brazos y en sujetarlo fuertemente, mientras este intentaba zafarse del agarre. Ya Francis lo había intentado y sabía muy bien que era imposible.
Así, los dos amigos echaron a correr hacia las ventanas traseras (después de que Gilbert obligó a Francis a quitarse su otro zapato) para escapar antes de que los héroes pudieran detenerlos, con la esperanza de que Antonio ya hubiese escapado también. El plan hubiese funcionado de no ser porque el alemán a medio camino se dio cuenta de que le faltaban sus amados guantes. Francis insistió en que si él perdió su otro tacón, lo justo es que él dejara también sus guantes botados y Gilbert le dijo que se fuera al infierno. A fin de cuentas, el francés continuó corriendo hacia la salida, mientras que el alemán se dirigió a la sección de peluches.
Una vez ahí, se agachó para no ser visto por el brujo y rebuscó por el suelo hasta encontrar sus guantes, los cuales irónicamente se encontraban cerca del zapato perdido de su amigo. Tomó los tres objetos y retomó su plan de escape. Todo iba en orden y estaba a punto de llegar a la ventana, cuando por el rabillo del ojo encontró al héroe restante, quien estaba mirándolo fijamente, como congelado en su lugar.
–Pajarito –murmuró Gilbert. El chico soltó un soplido ante tal palabra.
–¡Van a escapar por detrás! ¡Detenlos! –Escucharon el grito desde la sección de productos de belleza.
–Mattie, por favor –pidió Gilbert, gradualmente sintiéndose más y más nervioso. Matthew se mordió el labio, para entonces suspirar.
–Corre. Le voy a decir que no los vi escapar –susurró. El alemán sonrió, aliviado.
–Te amo tanto.
–¡Corre!
Soltando una estridente carcajada, Gilbert saltó por la ventana para reunirse con sus compañeros de equipo. Le debía una a Matthew, sin duda alguna.
_______
–¿Cómo que no los viste escapar? –Matthew se encogió de hombros, mientras la culpa se lo comía por dentro.
–Lo siento.
–¿Cómo se te escapó el Semillero, Mattie? –Preguntó Alfred, ladeando la cabeza. Matthew notó que Arthur aún lo estaba mirando de mala manera, a pesar de que el menor se había disculpado al menos unas quince veces para ese punto.
–No quisiste luchar con él de nuevo, ¿cierto? –El canadiense estaba seguro de que era más un regaño que una pregunta.
–Ustedes saben que no me gusta la violencia –susurró, evadiendo la mirada de sus hermanos. Arthur se cruzó de brazos.
–Entonces de nuevo no logramos nada. Excelente –masculló Arthur, rodando los ojos. Alfred soltó una risilla traviesa.
–Tal vez nosotros no, pero tú sí. ¿Ya le hablaste a Francis? –Interrumpió su hermano, subiendo y bajando las cejas. El otro se sonrojó visiblemente.
–¡Eso no es asunto tuyo! –No había terminado de replicar cuando una notificación apareció en su celular, a lo cual el menor de los gemelos estalló en carcajadas. Mientras intentaba disimular una sonrisa, Arthur tomó su celular para revisar el mensaje.
–¿Qué dice? –Cuestionó Matthew, sintiéndose más y más culpable cada segundo, principalmente al notar cómo los ojos de su hermano mayor brillaban con tan solo leer el mensaje y una sonrisa lentamente iba apareciendo en su rostro.
–Que tuvo un largo día, pero le alegra que le haya escrito –Arthur soltó una risilla ahogada, ahora sonriendo abiertamente.
Matthew se preguntó seriamente si para ese punto se había convertido en el mejor o el peor hermano del mundo.
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eldiariodelarry · 6 years
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El Huaso, parte 28: El Último Beso
Lista de capítulos
Nos quedamos regaloneando un rato, y luego yo me levanté para ir a ducharme. Cuando me levanté de la cama sentí inmediatamente esa rica debilidad en las piernas, típica después de una ardua sesión sexual.
—¿Nos bañamos juntos, amor? —me preguntó el Huaso.
—Ya po —le respondí a mi pololo, y el Sergio nos quedó mirando.
—¿Me puedo bañar con ustedes? —preguntó con timidez el Primo.
—Si po, obvio —respondió rápidamente el Huaso, mientras yo trataba de pensar como cabríamos los tres en la tina.
Nos metimos a la tina, y comenzamos con una ducha normal e incómoda. Al principio tomábamos turnos para mojarnos bajo el chorro de agua, pero luego el Huaso tomó la ducha teléfono y nos acercaba el chorro al Sergio y a mí.
Al rato el Sergio con el Huaso se pusieron a jugar entre ellos tirándose agua, todo muy homoerótico, y yo como estaba cansado, me senté en el borde de la tina, esperando que terminaran de juguetear. Mientras los miraba rozándose, tirándose agua y toqueteándose, pude observar que el Sergio se estaba empezando a excitar, provocando igual reacción en mí.
—¿Qué te pasa, amor? —me preguntó el Huaso, percatándose recién que yo me había sentado.
—Nada, es que quedé muy cansado —le respondí, mientras el Sergio se percató que su sangre fluía a cierta zona de su Cuerpo, así que nos dio la espalda.
—Si quiere nosotros lo ayudamos a bañarse —ofreció él. Con sus palabras inmediatamente me pasé todas las películas posibles en mi mente, cada una mas fogosa que la anterior, pero estaba muy cansado como para hacer algo, y me preocupaba un poco la cuenta del agua.
Finalmente le respondí que no era necesario, que se bañaran ellos mientras yo descansaba, y luego yo me bañaría tranquilo. Los obsersé mientras se duchaban y seguían jugando. El Sergio había controlado su erección en ciernes, pero no por mucho tiempo.
—Te gusta lucirte con tu weá —le dijo el Huaso a su primo al percatarse de su erección, y dándole un manotazo a su pene. El Sergio se enconvó por el golpe, y le dio un combo en el abdomen a mi pololo.
—Igual te la tragabai toda cuando pendejo —le respondió él, bien palabrúo.
—Nunca como tú —mi pololo le tomó la cabeza y se la empujó hacia abajo, como típica broma de pendejos de liceo.
Yo observaba la escena con mi pene completamente erecto. Miraba la erección del Primo y pensaba en sus palabras. “Igual te la tragabai toda”. Mi pololo ya me había dicho lo que habían hecho ambos en el pasado, pero nunca mencionó las dimensiones de su primo. Ahora entendía por qué le costaba tanto el sexo oral al principio, habiendo comenzado con esas dimensiones a cualquiera lo deja un poco descalibrado.
Mientras los miraba jugar y compartir, me preguntaba como habría sido mi vida si me hubiera criado con primos tan cercanos como ellos. ¿Habría descubierto mi sexualidad con alguno de ellos? Probablemente no, porque el único primo comible que tenía era homofóbico in extremis.
Al final los primos terminaron de bañarse y mi pololo se acercó a mi para darme un beso de “despedida” y me pasó la ducha teléfono. Me duché rápidamente y al rato ya estaba poniéndome el pijama en la pieza de mis viejos, con el Huaso mirándome mientras me ponía el pantalón.
—No te pongai eso —me dijo, ya acostado bajo las tapas—. Durmamos sin pijama, nos abrigamos uno al otro, como siempre.
—Ya, pero no me voy a acostar altiro, tengo hambre, así que voy a prepararme algo para comer —le respondí, terminando de ponerme mi tenida más mata pasiones de la vida.
Mientras estaba en la cocina preparando la comida, apareció el Huaso, solo con su bóxer azul a ayudarme, y luego el Sergio bajó con su pijama puesto y pidió sumarse. Al final acomodamos todo en una bandeja y nos fuimos a comer a la misma cama donde hacía poco más de una hora habíamos tenido una ardua noche de sexo.
Terminamos de comer, y como estábamos tan cómodos y relajados riéndonos y conversando, el Sergio con timidez preguntó:
—¿Puedo dormir con ustedes? —de alguna forma, me gustaba que pidiera permiso para todo.
—Si, dale, duerme acá nomas —le respondí rápidamente, y su sonrisa de alegría causó un mini sismo dentro mío, ya que me di cuenta que tenía un gran parecido al Huaso.
Nos acostamos a dormir, y como yo iba al centro, entre ambos primos, el Huaso no me insistió en que durmiera sin pijama. Quizás le daba un poco de celos, muy en el fondo, de que estuviera durmiendo semi desnudo al lado de su primo.
Cuando desperté el Huaso estaba dándome la espalda, profundamente dormido, mientras que el Sergio me estaba abrazando, con su mano apoyada en mi abdomen, por debajo de la camiseta del pijama. Nos levantamos como si nada, sin tomar la situación como algo raro o incómodo, si no como si fuera completamente normal.
—¿Y?¿cuando repetimos? —preguntó el Sergio mientras tomabamos desayuno.
Me incomodó un poco la pregunta, ya que no sabía cual sería la postura del Huaso, pero si por mi dependiera, repetiría ese trío las veces que pudiera.
—Cuando querai po primo —respondió después de un rato el Huaso.
—Ya po —aceptó el Primo— ¡Ahora! —dijo con entusiasmo, y simuló como si despejara la mesa tirando todo al piso, y luego se rió.
Aprovechando que teníamos el fin de semana libre, al Huaso se le ocurrió invitar a nuestros amigos a la casa, y así aprovechábamos de hacer que el Sergio los conociera (obviamente no mencionaríamos nada del trío frente a ellos). El Primo a la hora de almuerzo se alegró mucho porque el Bombero del día anterior le había hablado al WhatsApp, y lo había invitado a salir, así que nos preguntó si podía invitarlo acá a la casa.
—Y así quizás nos sale su buen cuarteto —nos dijo para persuadir nuestra decisión.
—Sí, invítalo nomas —le di permiso, mientras en mi mente pensaba que el Primo tenía muy buenas ideas.
Al Sergio claramente se le había pasado la timidez del día anterior, y había recuperado su personalidad entradora y confianzuda de siempre.
Como a las 9 de la noche comenzaron a llegar los que pudieron asistir. La Cata y la Claudia estaban fuera de la ciudad, cada una con sus familias por las vacaciones de invierno, así que obviamente no pudieron asistir.
El Bryan llegó con el Victor, y trajeron muchas cervezas, como buenos invitados.
—¡Oye son iguales! —gritaba el Victor al presentarle al Sergio, exagerando cualquier mínimo parecido entre ambos primos.
—Sí, tienen un parecido —coincidió el Bryan.
Yo, al contrario de lo que pasa siempre, que uno va diferenciando más a las personas a medida que las va conociendo, a los primos cada vez les encontraba mas similitudes. Si bien no eran parecidos físicos (más allá de los genes), tenían muchos gestos similares, como el cerrar los ojos cuando reían en silencio, o el fruncir el ceño cuando te sorprendían mirándolos.
—Cuéntame qué onda con la Cata po —le dije al Bryan, después de un rato, llevándolo hacia un costado. Últimamente me había contado que se sentía raro con la Cata.
—Es que cachay que creo vamos a terminar —me respondió.
—¿Por qué? —le pregunté sorprendido.
—Porque creo que no estamos muy conectados. Ambos somos muy nada que ver —me dijo, cabizbajo.
—¿Ya no te gusta? —le pregunté directo.
—¡Si!, o sea, no sé. ¿Te ha pasado que te gusta mucho alguien, pero cuando por fin tienes la oportunidad de estar con esa persona, no es lo que esperabas, o sea, como que no hay conexión?
—Si, creo que si —le respondí pensativo, entendiendo a qué se refería—. Pero igual te demoraste en darte cuenta que no había conexión —bromié.
—Si, si por eso no quería pedirle pololeo aún. Si no estamos pololiando, no somos nada oficial, y bueno, creo que ella también esta buscando por otros lados.
—¿Y como te sientes con eso? —le pregunté preocupado, nunca lo había visto bajoneado.
—Bien, supongo. No puedo forzarla a estar conmigo si ni yo mismo estoy seguro de querer estar con ella —dijo resignado.
—Bueno, ya llegará la indicada —le dije muy clichémente, y dándole una palmada en el hombro.
Nos volvimos a integrar al grupo justo cuando venía llegando Nicolás, el amigo Bombero del Sergio. Se presentó ante todos y cayó muy bien, incluso al Huaso, que era el mas reacio a conocer gente nueva.
El Sergio no se despegó del lado de su invitado, pero sorprendentemente, el Bombero se puso a conversar alegremente con el Bryan, subiéndole el ánimo, y no pescó mucho al Primo.
—Siempre quise ser bombero —le decía mi amigo al recién llegado, con una mirada de admiración que nunca le había visto.
—¿Y por qué no te has inscrito voluntario? —preguntó el Bombero.
—No sé —respondió él, buscando en su mente una justificación razonable para su flojera.
—Deberías inscribirte, es lo mejor que me ha pasado en la vida —lo estaba tratando de convencer.
Al rato el Nico fue al patio a fumar, y el Bryan lo acompañó para seguir conversando, así que no pude seguir la conversación, pero el Sergio se quedó sentado a mi lado, furioso con mi amigo y el Bombero.
—Me cayó mal tu amigo wn —me comentó en voz baja.
—¿Por qué? —le pregunté riéndome—, si es super simpático. No te vayai a poner como el Pato odiándolo por nada.
—Porque me está quitando a mi bombero —dijo exponiendo lo obvio—.No dijiste que era hetero el weon?
—Si po, es hetero —le respondí, y se quedó pensando en silencio.
—¿Y por qué el Pato lo odia? —me preguntó curioso.
—Por puras weas nomas, rollos de él —respondí sin darle importancia.
El Sergio cambió la cara y simuló agrado cuando volvieron del patio el Bombero con el Bryan. Afortunadamente para él, mi amigo había preguntado todo lo que quería saber sobre la dinámica bomberil, así que al volver se sumaron a las conversaciones que estábamos teniendo el resto del grupo.
Después de un rato, le perdí la pista al Sergio con el Bombero, así que supuse que el Primo estaba por fin obteniendo lo que buscaba. El Huaso, sin embargo, no estaba tan contento.
—¿No te molesta? —me preguntó ya con la cara larga.
—¿Qué cosa? —me sabía a que se refería.
—Que estén tirando en tu cama po —me dijo en voz baja.
—No sabemos si están tirando —le dije un poco molesto ante surepentino enojo.
—Weon desubicado —dijo entre dientes, pensando en el Sergio.
—¿Pero por qué te enojas? —le pregunté ya enojado, intentando bajar la voz, para que el Bryan y el Victor no se dieran cuenta de la discusión, pero claramente se dieron cuenta ya que no habían más personas con quienes evitar la discusion—, si él es tu primo nomas. Enójate cuando yo me encierre en una pieza con otro weon.
Se quedó en silencio mirando el suelo, como niño amurrado. El Bryan y el Victor habían comenzado a hablar de cualquier cosa, y yo para evitar el enojo del Huaso, me puse a conversar con ellos.
Al rato volvieron el Sergio con el Bombero. Por el tiempo que demoraron asumí que hicieron de todo. El Sergio volvió con una sonrisa de satisfacción (la misma que le había visto innumerables veces al Huaso después del sexo), lo que confirmó mis sospechas. Ambos se incorporaron a las conversas y el webeo con nosotros como si nada, y supongo que todos nos dimos cuenta lo que habían hecho, pero no dijimos nada, incluído el Víctor, que no dejaba pasar situaciones así para molestar a la gente. Probablemente se contuvo porque los venía recién conociendo.
Cuando se fueron todos, nos quedamos los tres solos y el Huaso enfrentó a su primo.
—¿Cómo se te ocurre ponerte a tirar con un weon acá? —le decía él.
—¿Qué tiene? Si al Larry le da lo mismo —argumentó el Sergio—. Aparte ¿Quién dijo que estábamos tirando?
No pude aguantar la risa ante su desfachatez.
—No seai cínico wn. Desubicado y cínico —le dijo el Huaso, aún molesto.
—Mira, mejor preguntémosle al Larry que opina —ideó el Sergio—. ¿Te molestó lo que hice?
Me pilló por sorpresa que me pidiera la opinión, y como no estoy acostumbrado a expresarla verbalmente, tuve que pensar primero como decirlo.
—Mira, a mi me da lo mismo a quien te comas —dije para comenzar, pero inmediatamente me di cuenta que no fue la manera correcta—; o sea, no me pongo celoso de ti, que te hayai comido al Nicolás, de hecho me da envidia… —el Huaso me miró aún mas enojado— me refiero a que al menos pudiste tener sexo hoy, porque claramente yo no podré —me expliqué, tirándole el palo a mi pololo—. Como sea, la wea es que a lo mejor pudiste haberme pedido permiso.
—Bueno, perdona Larry —se acercó a abrazarme—. Y te juro que no se robó nada de tu pieza. Lo sé porque no le quité los ojos de encima —me dijo haciendo un gesto de “if u know what I mean”.
—¿Todo arreglado? —pregunté yo, tratando de cerrar la discusión. El Huaso seguía enojado y con los brazos cruzados—. Ya po weon, corta tu webeo —me acerqué a mi pololo y lo empujé, haciéndome el rudo. Apenas lo moví, y ni siquiera cambió la expresión.
—Me voy a acostar. Buenas noches —me dijo, dándome un frío beso, y se encerró en la pieza.
Nos quedamos a solas con el Sergio y nos miramos en silencio por un rato.
—Mañana vas a tener que hablar con él —le dije en voz baja, antes de arreglarme para ir a acostarme también.
Al entrar a la habitación, el Huaso estaba acostado de lado, dando la espalda a la puerta. Me saqué la ropa y me acosté atrás de él, abrazándolo.
—¿Estás despierto? —le pregunté con un susurro al oído. Él solo asintió— ¿estás bien?
Se volteó y se sentó en la cama, mirándome.
—Creo que no debimos haber hecho lo de anoche —me confesó—. Ahora estoy muy confundido.
—¿Qué? —me sorprendió con sus palabras— ¿acaso te enamoraste de tu primo? —estaba a punto de llorar, y sentía que el corazón se me paraba.
—No, no, no —me dijo tomándome la mano, intentando calmarme—. Es que no sé, me dio como celos verlo con otro weon. Sentí que lo que estábamos teniendo acá los tres era bacan —se explicó.
—O sea, ¿querías que estuviéramos los tres en una relación? —le pregunté, aún mas sorprendido.
—No, tonto —me dijo con cariño y vergüenza—. Es una estupidez, lo sé. Pero creo que nos equivocamos con lo que hicimos. O al menos no debimos hacerlo con mi primo.
—Yo encontré que estuvo bueno —le dije, ya dejando un poco de lado el shock que me produjo con sus declaraciones.
—Si, yo también —coincidió—. Pero debimos haber elegido a alguien más. Un desconocido. Ahora tengo la mente pa la cagá por mi primo. No te asustes Larry, te amo, mas que la chucha, pero igual el Sergio es mi primo po, lo quiero caleta, y fue el primer weon con el que tuve “algo”. Y estar con los dos únicos weones que me he metido en mi vida, juntos, es pa confundirse po. Me pasé muchas películas.
—Ya, déjame aclarar esto. ¿Me estay pateando? —le pregunté confundido.
—No, no, tonto —se rió con vergüenza.
—Ah ya —me acosté a su lado y lo abracé—. Yo pensé en eso mismo. Que con el Sergio éramos los únicos con los que habiai tenido algo, pero no pensé que te afectaría tanto la mente. De hecho me calentaba la idea —admití, y me sonrojé un poco.
—Si yo también po —admitió él—. Pero no pensé que me afectaría así.
Nos quedamos abrazados, en silencio, hasta que él se levantó para ir al baño y me dio un beso.
—Estay pasado a cerveza —le dije, cuando iba saliendo de la pieza, aún saboreando su beso.
Volvió listo para dormir, se sacó la ropa y se acostó a mi lado. Me abrazó por la espalda, haciendo cucharita, como dormíamos casi siempre. Me besó el cuello en señal de buenas noches y nos quedamos dormidos.
Al día siguiente me desperté y el Huaso no estaba en la cama. Escuché voces en el living, y al despertarme vi que estaban los dos primos, conversando como si nada hubiera pasado.
—¿Todo bien acá? —pregunté con precaución, antes de comentar cualquier cosa.
—Si po, como siempre —respondió de inmediato el Sergio, y el Huaso simplemente asintió con una sonrisa—. Oye, ¿me van a ir a dejar al aeropuerto, o pido un taxi?
Había olvidado que ese día se iba el Sergio.
—Si, nosotros te vamos a dejar —le respondí—. ¿A qué hora es el vuelo?
—A las 13:30 —respondió él.
—Eso es como en dos horas —comenté sorprendido—. ¿Tienes todo listo?
—Si, todo listo. Bañado, vestido y perfumado. La maleta la tengo en tu pieza si.
Me fui a bañar mientras ellos tomaban desayuno, y cuando estuve listo me senté a la mesa para comer y compartir con ellos.
—El Pato me dijo que te podía dar un beso en la boca de despedida —me comentó el Sergio, aunque no sabía si lo decía en serio o en broma.
—¿Ah si? —miré a mi pololo—. ¿Y no te dijo que deberías preguntarme a mí si me podías besar? —le pregunté con un poco de pasadez.
—Buen punto —razonó el Sergio—. Pato, ¿te puedo dar un beso de despedida? —le preguntó con descaro.
El Huaso me miró buscando mi aprobación. Yo lo miré serio, con una mezcla de celos, enojo y preocupación por su salud mental.
—Es el último, amor —me dijo el Pato, como tratando de convencerme.
Miré al Sergio, que se había esmerado en arreglarse para el viaje en avión. Se veía muy guapo, así que pensé que no podía desperdiciar la última oportunidad de verlo besar a mi pololo. La idea ya me estaba excitando y mi pene estaba completamente erecto, atrapado en mi pantalón.
—Bueno ya —accedí, fingiendo exasperación.
El Sergio se alegró, como un cabro chico cuando le dicen que le van a comprar un juguete nuevo. Se levantó, se acercó a mí, me tomó del mentón y me dio muchos besos en la mejilla, en señal de agradecimiento, y se fue a terminar de arreglarse.
—¿Conversaron? —le pregunté a mi pololo.
—Si. Le pedí perdón por la tontera de anoche. Estaba medio curado y por eso sobre reaccioné.
—Pero lo que me dijiste no lo dijiste curado —le conté.
—Ya, si. Pero siento que igual le puse color —se excusó—. ¿No te molesta que siga webeando con él?
—Me calienta que webeen. Pero solo hasta hoy. Después solo van a ser primos, mientras estés pololeando conmigo. Todo el webeo del trío termina acá, ¿entendido? —me puse serio.
—Si —acató él.
—Y lo que me molesta es que escondai tus sentimientos. Lo que me dijiste anoche no fue algo que hayas exagerado. Teni que pensar mejor esas cosas —le advertí.
Mi pololo asintió y luego me ayudó a levantar la mesa. Nos arreglamos para ir a dejar al Sergio al aeropuerto mientras él bajaba su maleta.
—Acá nos despedimos —dijo él—. Chao primito —se acercó al Huaso con una sonrisa, lo tomó de la nuca y lo besó en los labios. Un beso corto, pero fogoso, lo suficiente para producirme una erección.
—Chao Sergio —le respondió mi pololo, dándole un par de piquitos de despedida.
—Chao Larry —el Sergio se dirigió a mi—. Ojalá nos volvamos a ver —me miró a los ojos y me tomó de la caderas. Le mantuve la mirada hasta que estuvo tan cerca mio que ya no lo pude hacer más, y simplemente cerré los ojos. Me besó con delicadeza, como queriendo disfrutar cada segundo del beso, mientras yo solo me dejaba llevar. Al rato cruzó su brazo por mi espalda y me acercó a él con fuerza, aumentando la velocidad del beso.
—Ya, suficiente primo —dijo el Huaso, acercándose por detrás del Sergio y separándonos suavemente. Miré a mi pololo con vergüenza, pero pude observar en sus pantalones que él igual estaba disfrutando nuestro beso.
Al llegar al aeropuerto, dejamos el auto estacionado y nos bajamos a acompañar al Sergio. Antes de pasar a seguridad, nos agradeció la invitación y dijo que lo había pasado muy bien.
—Erí la raja Larry, gracias por darme la oportunidad de estar contigo estos días. No sabes cuanto me costó no tirarme encima de ti cuando te veía —me dijo al oído cuando me abrazó para despedirse—. Trata bien a mi primo —me pidió.
—Trata bien al Larry weon —le advirtió esta vez a mi pololo—. Larry, si este weon te hace sufrir, ya te dije que tení un lugar en mi casita —me dijo, medio broma, medio en serio, y luego se acercó por última vez para abrazarnos a los dos al mismo tiempo.
Cruzó la puerta de seguridad con una sonrisa en el rostro, dejándonos al Huaso y a mi en silencio. Un silencio un poco incómodo.
—Sergio culiao —comentó el Huaso por fin, rompiendo el silencio.
—Sergio culiao —repetí y me reí. Era lo que había pensado el 90% del tiempo desde que lo conocí.
—¿Nunca más tríos? —me preguntó él, mientras caminábamos hacia el auto.
—Nunca más —respondí. No estaba preparado para soportar otra vez los rollos mentales de la situación.
—Pero eso que dijiste del bam algo, igual podríamos conversarlo —postuló.
—Quizás en un futuro muy lejano —coincidí, sin siquiera darle muchas vueltas al asunto. Sabía que nunca lo haríamos.
Una vez en el auto, con el motor encendido, el Huaso me toma la mano que la tenía en la palanca de cambios.
—Amor, ¿tiremos? —me preguntó de improviso, con una sonrisa inocente, como si me estuviera ofreciendo agua.
—Ya po —le respondí con una sonrisa. Apliqué reversa y salimos del estacionamiento, pensando en un lugar donde dar rienda suelta a nuestra calentura.
Pasado el peaje me orille a un costado del camino, apagué el motor y me saqué el cinturón. En completo silencio le desabroché el pantalón al Huaso y le saqué el pene de debajo del boxer. Él inmediatamente levantó la cadera y yo aproveché de bajarle el pantalón y la ropa interior. Movió los pies con ferocidad, intentando quitarse los zapatos y luego liberarse del pantalón amontonado a sus pies.
Tomé su pene, ya erecto y me lo metí a la boca. Rápidamente comenzó a gemir, gozando lo que le estaba haciendo. Con mi lengua saboreaba las gotas de precum que iban saliendo de su pene, producto de la exitación.
Me enderecé para sacarme el pantalón, yo solo porque el Huaso no atinó a hacerlo por mí, pero sí tomó mi pene y me devolvió el servicio. Lo chupaba con una destreza ya desarrollada, mientras me imaginaba al Huaso haciéndole sexo oral a su primo. Espanté ese pensamiento de mi mente tomando al Huaso del mentón y haciendo que se incorporara y se acercara a besarme. Nos besamos mientras él me masturbaba con intensidad.
Trabajosamente me monté en sus piernas, quedando ambos cara a cara. Recliné su asiento para que quedara más cómodo, y lo besé. Él tomó su pene y lo puso en mi ano, y yo me enderecé para sentarme suavemente en él, y entró a la perfección. Comencé a mover mi cadera con toda la fuerza y libertad que me daba mi entorno. La idea de estar tirando en un auto la tenía de hace bastante tiempo, pero nunca habíamos tenido la oportunidad de hacerlo.
El Huaso gemía por mis movimientos veloces, y lo hacía tan fuerte que me provocaba una desinhibición sin igual. Comencé a gemir fuertemente junto a él, haciéndole saber lo mucho que me gustaba estar con él, sentirlo dentro mío y recibir todo su amor y afecto.
Él exhalaba trabajosamente unos “te amo” entre sus roncos gemidos, y yo le respondía su amor besándolo y moviendo mi pelvis sin detenerme. Él, me apretaba los glúteos con pasión, luego con sus manos subía por mi espalda, acariciándola, y luego me masajeaba los pectorales, pellizcando suavemente mis tetillas. Se estaba esmerando en satisfacerme completamente.
Yo seguía moviendo mi cadera, ya sintiéndola prácticamente acalambrada, pero no me detuve. El roce de mi pene con el abdomen de ambos, y la masturbación intermitente que me proporcionaba mi pololo me tenían bien estimulado. El Huaso tomaba con sus dedos las gotas de precum que caían por mi miembro y luego se los metía a la boca, sonriendo al sentir el sabor de mi lubricante natural.
Comenzó a gemir mas fuerte aún, y yo lo tomé como señal para sacar mi mejor movimiento. Comencé a mover mi cadera de adelante hacia atrás en intervalos cortos y rápidos, lo que al parecer le encantó, porque al poco rato sentí su leche derramándose en mi interior, seguido de sus gritos de placer orgásmicos. Me seguí moviendo, con él aún dentro mío, mientras él continuó masturbándome hasta hacerme acabar. Mi semen nuevamente le llegó en la cara, y lo limpié con mi lengua, sellando el momento con un largo beso.
Nos quedamos incómodamente ahí acostados, olvidándonos que estábamos aún en la carretera. Al rato nos enderezamos y nos vestimos. Me volví a pasar al asiento del conductor y encendí el motor.
Conduje hasta mi casa y en el camino conversábamos sobre todo lo que habíamos hecho, y nos reíamos incrédulos por nuestro atrevimiento. Al llegar a mi casa, seguimos disfrutando el último día que nos quedaba como dueños de casa, viviendo en pareja.
Siguiente Capítulo: Tesis
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17allbw-blog · 6 years
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Suite 212
En la puerta del hotel, el conserje recogió las bolsas, Bea atravesó el hall  y como era habitual, dejando tras de sí un reguero de miradas, 
Lo sabia y le gustaba jugar a ser el centro de atención, cuando llegamos a la habitación, dejó caer su vestido dejando sus piernas desnudas, enfundadas solo en aquellas medias con costura y un zapato de tacón, su trasero lucia redondo y duro, hoy se sentía triunfadora, había cubierto sus dos expectativas principales: hacer compras compulsivas e insinuarse a algún vendedor joven, era su juego, y el mío, no hay nada que le guste mas que eso, y a mi, verla, en algunas ocasiones como hoy, hemos estado de compras por separado, como si no nos conociéramos, yo observo como seduce a vendedores y en alguna ocasión, vendedoras.
– Querida, el chico de la boutique, esta noche no dejara de pensar en ti
– Creo que yo estaba mas excitada que el, con solo sentirlas tocándome los hombros, me hubiera gustado haber llegado a mas, me parece un chico tan atractivo, tiene unas manos preciosas, muy sensuales, las imaginaba acariciándome y entrando por lo mas recóndito de mi, y ver como me miraba ha hecho que me sienta húmeda, por un momento he pensado en meterlo en el cambiador o tocarme.
– Llámalo y dile que te traiga aquí al hotel el vestido negro y el conjunto de mini falda de cuero, nos podemos divertir
– Tú crees que se ofrecerá a hacerlo?, tengo su tarjeta, y tu donde estarás?, Debes desaparecer.
– Por mi no te preocupes, seré tan invisible como he sido mientras flirteabas con el.
No dudó en coger su celular y marcar, al momento lo tenía al otro lado de la línea.
– ¡Hola!, soy la chica que ha estado esta tarde probando el vestido negro, seria posible que me lo acercaran al hotel junto con los demás conjuntos?, me es imposible pasar y mañana tengo un vuelo, Si, gracias, eres muy amable, de acuerdo, después del cierre de la boutique te espero, me alojo en el Hotel Central, suite 212, OK, gracias, te estaré esperando.
Seguidamente, descolgó el teléfono de la habitación y comunico con recepción, e indico que un chico llegaría con unas bolsas para ella, que lo dejaran pasar.
Bea se sentía segura de sí, sabia que lo conseguiría, y así seria, en menos de una hora, el chico estaría aquí, en la habitación, siendo seducido por ella, y teniéndola a su disposición.
Veía a mi mujer en el baño, medio desnuda, sus piernas se mantenían firmes, su trasero esta espectacular, y su pecho, después de algún retoque, esta como el de una veinteañera, con el pelo mojado me parecía mas sensual aun, me coloque en el diván, me excitaba ver a mi mujer secar su pelo y maquillarse, puso carmín en sus labios, lo hacia con toda tranquilidad y perfección, el color algo mas bermellón de lo normal, salió y se sentó en la cama, se colocaba unas medias de rejilla, lo hacia con tranquilidad, se ajustaba el elástico en el muslo, disfrutando con solo pensar en el momento, se puso en pie y se miro al espejo, después miró su trasero con la braguita de encaje compañera al bra, yo me seguía excitando, baje mi mano y toque mi verga, se mantenía dura, podía masturbarme en cualquier momento, pero prefer��a esperar al gran momento, Bea me miraba y me sonreía mientras colocaba su bra, le pregunté si estaba nerviosa, mientras tomaba una copa, me dijo que nunca se había sentido mejor, algo inquieta por la situación, tampoco era la primera vez que habíamos montado un juego sexual, revisó que no hubiera nada mío que la delatara, debía parecer que estaba sola, el baño, el armario y mi maleta, todo lo concerniente a mi, había desapareció.
Ya era la hora del cierre de la boutique, el chico no tardaría demasiado en llegar, se sacó la bata de seda que mantenía abierta a la espera del momento y comenzó a vestirse para la ocasión, se colocó una falda estrecha de cuero negro, con una gran abertura por detrás, blusa negra de seda que le dejaba entre ver el bra de encaje negro, solo había repetido el zapato de tacón, me dijo que si yo tenia claro donde me colocaría, o si prefería salir de la habitación, por supuesto que me quedaría, como cualquier marido cornudo, estaré en el armario, los cristales de espejo permitirán que os vea, pero vosotros a mi, no.
Miré a través de la ventana, y abajo vi llegar alguien con varias bolsas, le dije a Bea: tu chico ya esta aquí, me acerque, besé suavemente sus labios y le di un pequeño azote en el trasero, mientras ella comprobaba que no hubiera borrado su carmín, me coloque en mi puesto, ya dentro del armario, escuche tímidamente llamar en la puerta, Bea se miro de nuevo en el espejo, se tomo unos segundo antes de contestar y abrir, lo hizo pasar mientras le pedía disculpas por haberlo hecho venir, le volvió a agradecer que se tomara esa molestia fuera de horas del trabajo, el le correspondió diciendo que no tenia nada que hacer esta noche, mientras la revisaba de arriba abajo con la mirada, prácticamente la radiografió, yo pensé: si tendrás que hacer.
Bea le preguntó:
– No te importa darme tu opinión, el viajar sola hace que me vea necesitada de ayuda,
Sonreía picarona, mientras le ofreció tomar una copa, el chico la rechazó educadamente, sacó de la bolsa el vestido y el resto de ropa que traía en las bolsas, colocó todo sobre la cama, Bea le pidió que bajara la cremallera de su falda, ella la dejo caer al suelo, y con un tono inocente, le preguntó: no te importa que me cambie aquí?, a lo que el chico no pudo responder nada mas que un: en absoluto, ella quedándose con medias y tacones ahora se abría la camisa y dejaba su cuerpo desnudo, solo con aquel bra de encaje que le hacia el pecho redondo y unido, ayúdame, mientras subía sus brazos para que el colara el vestido por su cabeza, mientras subía la cremallera de la espalda, ella pasó a la acción y restregó su trasero por la entrepierna de el, vi como se miraban en el espejo, ella le sonreía, el se contenía confirmando su sospecha,, aunque sabia que ya no había vuelta atrás, ella quería una sesión de sexo y él se la daría.
Bea siguió el juego, la escuche decir que se le marcaba el bra en esa gasa tan fina, metió la mano bajo su vestido y lo saco, ahora eran sus pezones los que pretendían atravesar el tejido, Que te parece?, pregunto ella, el dio por terminado el juego, su mano acaricio el pecho de ella, dibujando con los dedos las marcas del tejido, ahora su mano bajó y entró por los muslos, Bea le preguntó con tan poca convicción como en una película XXX, ¿no crees que vas demasiado rápido?, el chico levanto el vestido y la acercó violentamente contra si , le beso el cuello mientras su mano buceaba por la entrepierna de ella, Bea dejo caer su cabeza hacia atrás mientras comenzaba a jadear, el saco el vestido y comenzó a chupar los pezones erectos, chupaba y mordía tan rico manjar, la mano de mi mujer estaba en igualdad de condiciones que la mía, los dos sujetábamos una verga dura, ella la de un hombre joven que concentra toda su fuerza en ella, yo dándome placer, comencé a masturbarme, Bea se puso de rodillas ante el , e hizo desaparecer el enorme falo entre sus labios, lamía desde abajo hasta la punta, es especialista en tragar, siempre me ha sorprendido ver como engulle hacia adentro, sus ojos se ponen lagrimosos, su pintura de ojos es arrastrada por las lagrimas, me excita verla faltándole la respiración y aun así, queriendo mas, continuó la chupada, ahora con mucha saliva, el la cogía de la cabeza y la atraía hacia si, mientras sus caderas se movían acompasadas con aquel mete saca, la levantó y la volteo, de nuevo me sorprendió con la facilidad con que la penetró desde atrás, a mi me costaba encontrar esa posición, ella levantó una pierna y él introdujo su verga con violencia, de poco sirvieron los reproches de Bea, se quejaba que le dolía, le pidió mas despacio, pero el seguía embistiendo hasta que de nuevo la sacó y llevó a Bea de rodillas al suelo y su boca fue de nuevo penetrada, un cuerpo joven no aguanta tan desproporcionada actividad, no tardo en descargar, el primer lefaso se lo trago, reacciono como sorprendida, pero no tuvo tiempo de mas, ya que ahora aquel falo lanzaba chorros de semen por la cara, el pelo, cayendo por el pecho de Bea, la contraportada del armario recibió el mío, me quedé recostado entre el perchero y la cajonera.
Bea acabó de limpiar la verga del chico, aun de rodillas y sonriendo, le dijo
-No hemos terminado,  tienes que darme la opinión del resto de ropa que has traído, el chico sonrió, cogió su celular e hizo una llamada.
La muy puta de mi mujer no esperaría que yo estuviera toda la noche dentro del armario viendo como aquel chico la follaba.
-Que te parece si subimos al bar de la terraza y tomamos un aperitivo, pasaron por el baño, perdí el ángulo de visión, aunque los oía juguetear, el quería mas, ella se resistía, esta claro que se reservaba para el siguiente asalto, al fin salieron de la habitación
Por fin vi la posibilidad de liberarme, al instante me vestí y abandone la habitación, me dirigí también a la terraza, Bea estaba esperándome, con la mirada, mantenía su posición, aunque algo mas relajada de lo habitual, el chico no se mostraba abstraído, de nuevo volvió a hablar por el celular, Bea se levanto como para ir al baño, me indico con una mirada que la siguiera, ya fuera de escena y con una sonrisa que casi hizo que me sintiera celoso, me contó lo que estaba pasando, la historia había dado un giro de 180º, habían hablado de sexo y fantasías, le había propuesto hacer un trío y ahora el chico estaba llamando a una amiga para que se uniera a la fiesta, ¡Bien!, dije yo, así me podré unir yo también,
-Ni se te ocurra, tu estas en otra ciudad, esta será mi noche especial, y aunque me ha pedido una tarifa algo elevada por la chica, le he dicho que no tengo problema, estoy impaciente, por lo cual, pídete otra habitación y cambia rápido tus cosas, la chica llegara aquí antes de 30 minutos.
Cambie de habitación, en otra planta, justo en el ático, desde mi pequeña terraza, podía ver las mesas de la terraza del bar, decorado con guirnaldas de luces y grandes plantas, ahora se había hecho la noche, podía ver los edificios mas altos de la ciudad recortándose en la luz naranja que quedaba en el horizonte.
No quería quitar el ojo de lo que se acontecía, pensé en ir al hall y ver llegar a la chica, al fin y al cabo, yo no existía, y así lo hice, bajé, me senté frente a la puerta de entrada, cerca del ascensor, mientras ojeaba una revista, vi la llegada de dos chicas, podían ser, pero se sentaron en la barra del bar ingles, al momento llego un taxi, otra chica, vestía un short blanco con una blusa “print animal” bastante mona, sandalias negras con tacón alto anudadas al tobillo y un bolso tipo saco, miró a su alrededor, y saco un celular, eso me confirmo que era lo que estaba esperando, me levante y me acerque al ascensor para coincidir con ella, le sonreí, y ella me correspondió, le cedí el paso, le pregunte que a que planta, me indico que al restaurante, le pregunté si se alojaba allí, me contestó, no me lo puedo permitir, solo vengo a ver a unos amigos, me fije en su pelo, una melena larga color castaño, el olor era el de una joven que acaba de salir del baño recién perfumada, su olor era dulce, le hacia parecer mas joven de lo que realmente era, el color de su piel era dorado, pensé que en poco tiempo estaría desnuda al antojo de Bea, aquel pecho mas bien pequeño seria acariciado y chupado, imaginé su sexo depilado y algún pequeño tatuaje, recuerdo de no se sabe que, pensé,
-Le preguntare a Bea para saber si he acertado. Salimos del ascensor, ella se quedo un poco desorientada, yo le indique: Tu cita es por aquel pasillo, me sonrió y nos separamos, entré rápidamente a mi habitación y desde la terraza, la vi reunirse con ellos, saludos y sonrisas, camarero, agua mineral, insinuaciones y mas cruces de miradas, le envié un mensaje a Bea “902, la terraza frente a ti”, la vi mirar su celular y su mirada se dirigió a mi, después lo metió en su bolso, le sonreí aunque no se si me vio, pronto yo estaría fuera de escena, ahora solo me quedaba imaginar y esperar que Bea llamara a mi puerta. Observé como se levantaban y salían entre risas de la terraza, Bea me guiño un ojo y desaparecieron. El horizonte había oscurecido, el skyline recortaba la ciudad, vi pasar un avión a gran altura sobre mi cabeza, me pregunté: ¿donde ira?
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thisisjmnp · 3 years
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aventuras amarillas
Hoy, después de varios años, finalmente alguien me cogió.
Soy del tipo de versátil que solo busca pasivos.
Hoy, durante la jornada laboral, una notificación de grindr me llamó la atención. Era un chat que había dejado pendiente desde hace un par de días. Decidí responderle, él tenía lugar. Después de debatir en mi mente si era bueno o no ir a su sitio, decidí ir.
Se trataba de un edificio de apartamentos bastante modestos. Ya conozco el lugar, dije. Sí, lo conozco.
Me encontré con el chico, un trabajador de McDonald's. ¿Por qué es eso relevante? Porque él lo trajo a colación inconexamente.
Ya había recorrido el pasillo antes. No dije nada. Nos detuvimos frente a la puerta que ya conocía pero entramos a la que estaba justo frente a esa.
¿estás solo? -pregunté.
Algo así... -respondió él- "mi compañero está en el cuarto de enfrente, ¿por qué, quieres que lo llame?"
Sí, por mi estaría genial, -dije.
"no. Él no se metería a esto". -Puntualizó, cerrando el tema.
No le dije nada pero hace dos semanas hice un trío con su amigo.
Después de todo él estaba muy apurado por tener una verga dentro. Pidió que lo desvistiera de una vez, no por partes.
Me sugirió quitarme toda la ropa. Se prendió de mi pene, no lo soltaba, sin embargo tampoco la chupaba bien.
Finalmente, él estando sobre mí, me pregunta:
- ¿Puedo hacerte lo mismo allá atrás?
A lo que yo le respondo:
- ¿El qué?
Él, incapaz de dar una respuesta concreta dice:
- Lo que acabas de hacerme.
Yo le dijo:
- ¿Querés comerme el culo?
Él:
-Sí. ¿Puedo?
Yo:
-¿Querés cogerme?
Él:
-Si tú quieres sí.
Yo:
-Entonces cogeme por favor.
Finalmente siento una verga penetrando mi ser. Ya me hacía falta. Extrañaba sentirme fuera de control. Esto es lo que estuve buscando durante bastante tiempo.
No me sueltes, no dejes de entrar en mí.
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Hoy no me siento especialmente bien. Haré un paréntesis en mi retrospección emocional para centrarme en el presente, porque creo que necesito expresarlo. Los celos no sirven para nada, hay una palabra en inglés que lo definiría a la perfección: "Burden", que significa carga, peso, agobio, algo innecesario que te hace sufrir sin ninguna necesidad, y sin que realmente sirva para nada. Eso son los celos, y como siempre, los celos van acompañados por lo único que hacen que existan: la inseguridad.
Intento estar bien y "pasar" de todos mis sentimientos tóxicos como ese, porque sé que sólo son piedras en el camino. Sé que le cansa a SG, le cansa que yo sea así y que sienta estas cosas y es normal, imagino que yo también me cansaría, es agotador tener a alguien celoso al lado, sólo espero que no se canse de mi. Pero es que SG lo tiene todo, y eso me pone super feliz, es lo que merece, tiene a EG siempre que quiere, cuando le escribe le responde, y si no lo hace al instante simplemente dale unas horas. EG antes interactuaba más conmigo, pero ahora me siento una carga. Sé que muere de ganas por estar con SG, normal, pero conmigo no tiene ganas ni de responder mis mensajes, es algo tedioso, porque no quiero ser pesada, sé que lo soy sobretodo con estas cosas, e intento no atosigar, pero dentro de poco hará una semana que no me responde a nada y bueno... Como he dicho más de una vez, admiro su capacidad de vivir su vida como lo hace, disfrutando de todo como quiere y prestándose tiempo a si misma. Solamente me entristece el hecho de pensar que sea tan poco interesante para la gente, y en especial para ella, porque para mi es lo suficientemente interesante como para querer entablar conversación todos los días con ella. De qué clase de cosas quiere hablar? A veces pienso que elijo mal los temas de conversación, porque yo hablaría de cualquier tema. Una vez le envié un mensaje diciéndole que me tenía para lo que necesitase, me apoyó mucho cuando un par de personajes me insultaron por la calle por ser trans y quería que supiese que yo estaba ahí para lo que necesitase. Pero sé que eso no basta para que me tenga ahí cuando lo necesite, para eso haría falta que pensase en mi y me tuviese en cuenta para esas cosas.
SG liga con ella todo lo que quiere de manera tan natural, me dice que EG es suya (cosa que "es verdad") y sin darse cuenta me recuerda lo poco que valgo. Bueno, eso me lo recuerdo yo con mis inseguridades y mis celos. No quiero sentir nada de esto, no quiero perder a SG, no quiero que se pierdan la una a la otra, pero siento que sobro tanto en esa relación... No sé dónde meterme. Si EG accedió a acostarse conmigo en un trío es sólo porque SG así lo quiso y se lo pidió, y EG complació. Realmente jamás hubiese hecho nada conmigo ni lo hará si no es porque SG quiere, y es un poco triste a nivel individual, porque eso significa que yo no existo. Ni mi yo, ni mi ser, ni mi opinión, ni...
Muero de ganas porque EG venga dentro de dos semanas, y siendo sinceras, de pasar un día a solas con ella como me dijo SG. Una vuelta de todo el día por la ciudad viendo monumentos y sitios interesantes hasta que caiga el sol para ver el atardecer desde el mirador. Es el sueño de cualquier persona con su crush, no? Es el típico día en el que le invitarías a comer, le comprarías un helado, hablaríais de temas interesantes y al final le mirarías a los ojos, le apartarías el pelo detrás de la oreja, y le dirías algo bonito, o le confesarías tu amor, o simplemente te quedarías a su lado mirando el atardecer sabiendo que hubiese preferido estar ahí con otra persona pero está contigo porque eres la que conoce todos esos lugares. Joder, no sé por qué se me caen las lágrimas escribiendo esto. Me paso el día fuera de casa constantemente, estando sola en el tren o en el trabajo, no tengo mucha intimidad para llorar, pero lo hago igualmente tapándome un poco la cara con el pelo. No espero nada de ese día con EG, sólo pasarlo con ella, por supuesto que jamás intentaría nada. Se aman mutuamente, y mi corazón ama de una manera particular en la que no se llena nunca de amor, siempre hay sitio para amar, sea a SG, a EG o a quien sea... Pero sé que sus corazones funcionan diferente y aman infinitamente sólo en una dirección. Ni hay nada correcto o incorrecto, sólo son formas de amar. Y eso lo respeto y lo aprecio, y respeto la relación que tienen y me encanta. Por eso simplemente intentaré darle el mejor día que pueda, ver su sonrisa, hacer lo posible para que disfrute, y ya está, no necesito nada más. Mi corazón necesitaría mucho más, pero volvemos a lo mismo de siempre, estas cosas no van sólo en una dirección. Y son tóxicas si no les pones remedio. Tiendo a romantizar cosas que no debería, porque al fin y al cabo estoy dando un paseo con alguien que no me conoce. La vida real es complicada, te pasas la vida viendo series y películas en las que estas situaciones siempre tienen sus momentos bonitos y románticos y todo eso que vende porque es lo que todo el mundo anhela. Cuando te enfrentas al mundo real te das cuenta que esas situaciones existen de manera escasa, y que ser una buena persona premia más que dejarse llevar por los pájaros en tu cabeza o las mariposas en tu estómago.
Escribí un texto a SG no hace mucho sobre cómo me sentía, y quiero ponerlo aquí porque sé que no lo leyó, al menos lo leerás tú.
"La chica de la tierra (Earth Girl - EG) y la chica del espacio (Space Girl, SG) están siempre juntas aunque no lo estén. La chica del espacio es especial, única e infinita en todo su esplendor, llena de misterios sin resolver, con mil inquietudes por explorar en su infinidad y todo el tiempo que el universo ofrece para demostrar lo que vale. La chica de la tierra es maravillosa, imperturbable e inquieta como una llama curiosa, tiene mil mares profundos que nadie conoce y montañas llenas de vida que deslumbran a los más aventureros.
La chica del espacio conocerá galaxias, se enamorará de planetas, creará supernovas y su luz se verá por todo el cosmos como una gran explosión intensa.
La chica de la tierra maravillará a todo ser vivo, podrá crear amaneceres y atardeceres a su antojo, tendrá catedrales de orgullo y pasión por todo su ser, y podrá ver como todo cuanto es crea esperanza y felicidad a su alrededor.
La chica de la luna (Moon Girl, MG, Yo) sin embargo, vive entre la Tierra y el Espacio, observándolas etérnamente sin poder acercarse a ninguna y alumbrando a ambas con su ténue luz, que no es más que el reflejo del sol que el espacio creó para la Tierra.
La Tierra se pregunta el por qué de sus cráteres y se fascina, pero sus menesteres están en la Tierra, y la Luna tan sólo luce cada 28 días, sólo cuando es de noche, y cuando el cielo está despejado, para mirarla durante un breve tiempo.
El Espacio se pregunta el por qué de su órbita constante entre la Tierra y el Espacio, por qué no elige un sol, y por qué pudiendo ser planeta, se conformó con ser Luna, sin luz ni calor propios que arrojar.
La chica de la Luna, siempre estará en el Espacio, y siempre estará en la Tierra, pero nunca pertenecerá a ninguno, pues también es la única Luna solitaria de todo el sistema solar, y sola quedará, pues así se creó, para intentar absorber la luz que el espacio le ofrece, y arrojarla sobre la Tierra, para que las dos chicas, de la Tierra y del Espacio, sepan que en silencio, la chica de la Luna, solitaria y callada, estará velando por las dos."
Es otra de mis maneras de expresar mis sentimientos y de decir que siento que sobro de tantas partes...
Cuando esté mejor seguiré con la retrospección, pero hoy no me siento muy bien. Supongo que ahogaré mis pulmones hasta escucharlos gritar para poder sentir algo que sienta que merezca y luego lloraré en el trabajo cuando esté sola, como siempre. Es tan difícil dejar de sentir. Creo que en el fondo sería algo fácil, pero me gusta estar enamorada, duele, pero duele bien. Y ese es el problema, es como un caramelo que no puedes dejar de saborear pese a sabiendas que ese caramelo no es tuyo, que no te lo vas a terminar nunca, que comértelo tiene consecuencias, y que además te lo comes sin quitarle el papel porque no tienes la capacidad de quitárselo.
Supongo que me he quedado un poco mejor después de expresarme, aunque me toque volver a la realidad y estar 12 horas fuera de mi hogar lamentándome. Al menos parece que tendré coche y podré llevar a sitios a EG y SG para que estén contentas.
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stillkiddin-blog · 7 years
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Mitología y origen del Zodiaco Chino
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¿Cuál es tu signo? En la astrología occidental es una constelación determinada por cuando cae tu cumpleaños en el calendario. Sin embargo, según el zodiaco chino o Shengxiao, es tu shuxiàng, lo que significa el animal asignado a tu año de nacimiento.
Y de los muchos mitos que explican los signos de los animales y su disposición, el más prevalente es el de la Gran Carrera. Según la historia, Yù Dì, el Emperador de Jade, Rey de los cielos, quería encontrar una manera de medir el tiempo, y por eso organizó una carrera. Los primeros doce animales en cruzar el río ganarían un lugar en el calendario del zodiaco en el orden de llegada.
La rata se levantó al amanecer para comenzar temprano, pero de camino al río, se encontró con el caballo, el tigre y el buey. Como la rata era pequeña y no podía nadar muy bien, pidió ayuda a los animales más grandes. El tigre y el caballo se negaron, el buey, de buen corazón, aceptó llevar a la rata. Sin embargo, justo antes de llegar al otro lado, la rata saltó de la cabeza del buey y se aseguró el primer puesto. El buey quedó en segundo lugar, con el poderoso tigre justo detrás de él. El conejo, demasiado pequeño para combatir la corriente, ágilmente saltó por piedras y troncos y llegó de cuarto. Luego llegó el dragón, que podría haber volado directamente al otro lado, pero se detuvo para ayudar a algunas criaturas que había encontrado en el camino. Después llegó el caballo, a galope a través del río. Pero en el momento de llegar, la serpiente reptó hasta allí. El caballo asustado retrocedió, dejando que la serpiente se colara en sexta posición. El Emperador de Jade, mirando el río vio la oveja, el mono y el gallo encima de una balsa, cooperando juntos para abrirse paso a través de las malas hierbas. Cuando llegaron, el trío acordó dar el octavo lugar a la oveja, por haber sido la más reconfortante y armoniosa de ellos, seguida por el mono y el gallo. Después llegó el perro, luchando hasta la orilla. Era un gran nadador, pero retozó en el agua tanto tiempo, que solo logró llegar undécimo. El último puesto lo reivindicó el cerdo, que tuvo hambre y se detuvo a comer y a echar la siesta antes de atravesar la línea de meta.
Y así, cada año se asocia con uno de los animales en este orden, cuyo ciclo empieza de nuevo cada 60 años. ¿Por qué 60 y no 12? Bueno, el calendario chino tradicional se compone de dos sistemas superpuestos. Los animales del zodiaco están asociados con lo que se llama las Doce Ramas terrestres o shí'èrzhi. Otro sistema, los Diez Tallos Celestiales o tiangan, está vinculado a los cinco elementos clásicos metal, Xin, madera, mu, agua, shui, fuego, huo, y tierra, tu. A cada elemento se le asigna Yin o Yang, que crea un ciclo de diez años. Cuando los 12 animales de las ramas terrestres se corresponden con los cinco elementos más el Yin o Yang de las ramas celestiales, crea 60 años de combinaciones diferentes, conocido como ciclo sexagenario o Ganzhi. Así, alguien nacido en 1980 tendrá el signo yang metal mono, mientras que alguien nacido en 2007 será yin fuego cerdo.
También puedes tener un animal interno basado en el mes de tu nacimiento, un verdadero animal, basado en su fecha de nacimiento y un animal secreto basado en la hora del nacimiento. Fue la gran carrera la que supuestamente determinó qué animales se consagraron en el zodiaco chino, pero a medida que el sistema se propagaba por Asia, otras culturas hicieron cambios para reflejar sus comunidades.
Así que si consultas el zodiaco vietnamita, puedes descubrir que eres un gato, no un conejo. Y si estás en Tailandia, una serpiente mítica llamada Naga sustituye al dragón. Así que si coincide o no lo que dice el zodiaco sobre ti como individuo, lo que es cierto, es que revela mucho de la cultura de donde provienes.
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elmartillosinmetre · 4 years
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“La clave ahora es ser muy flexible”
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[Tabea Zimmermann y Javier Perianes han grabado en Harmonia Mundi su primer disco juntos. La foto es de Léa Crespi]
Javier Perianes ha pasado el obligado encierro de la pandemia en su casa de Sevilla: "Me pilló en Sevilla por un día. Me marchaba para hacer con Tabea una gira de tres semanas por Estados Unidos y Canadá. El día 13 por la tarde, algunos promotores americanos nos advirtieron de que si viajábamos existía una probabilidad muy alta de que los conciertos se cancelaran. Yo acababa de llegar de Barcelona. Tabea estaba en Londres. Pospusimos el viaje para la semana siguiente y dos días después tuvimos que cancelarlo todo, porque España se cerró y se prohibieron los viajes con Norteamérica".
–¿Y en qué ha empleado todo este tiempo? –Ha sido tiempo para estar tranquilo tocando repertorio nuevo y profundizando en el antiguo. He estado preparando conciertos de Mozart, alguno nuevo, y mirando programas del año próximo para profundizar en ellos. Tengo un programa muy bonito en torno al amor y la muerte que incluirá la Sonata nº2 de Chopin y la Op.26 de Beethoven, ambas con sus marchas fúnebres, y luego en la segunda parte, una selección de Goyescas y los Funerailles de Liszt y la muerte de Isolda en el arreglo también de Liszt. Será una gira larga que pasará por Estados Unidos y Montréal, el Wigmore Hall de Londres, el ciclo de Scherzo en Madrid, el Palau de Barcelona, Abu Dhabi, Alemania, Italia (Milán, Florencia)... Y estas semanas me han dado una oportunidad estupenda para profundizar en obras que ya estaba trabajando. Y hacerlo con mucha tranquilidad y mimo y a la vez ampliar el repertorio de conciertos con orquesta.
–En la situación presente, Mozart se ha convertido en recurso inevitable, ¿no? –Mucho Mozart, y Beethoven también, porque se puede hacer con plantilla pequeña. Algunos conciertos los haré desde el piano, sin director, lo que venía haciendo en los últimos años con determinadas orquestas. Afortunadamente, yo he tenido un vínculo constante con Mozart: los conciertos número 21, 20, 23, 27, 24, 9, 12 los he tocado mucho. Así que cuando algunas orquestas han pedido cambiar los repertorios, no me ha cogido de sorpresa. El repertorio estaba ahí. He aprovechado estos días para recuperarlo, trabajarlo y profundizar en él. Y luego ampliarlo con algún concierto más, como el 17, que tenía muchas ganas de hacerlo. La situación actual nos obliga a reconfigurarlo todo. Un porcentaje elevadísimo de las cosas que se han cancelado han sido para trasladarlas a una temporada futura. Lo que hay que hacer ahora es comprimirlas un poco más. Y ahí el compromiso ha sido doble: del promotor a la hora de respetar y recolocar lo ya programado y mío, intentando encontrar un hueco donde no lo había para poder sacar esos conciertos. Por ejemplo, hace unos días tendría que haber hecho mi debut en la Boulez Saal de Berlín, y he recibido una carta preciosa en la que se me asegura que el concierto será reprogramado en la temporada 21-22, porque lógicamente la 20-21 ya está cerrada. En general todo el mundo está poniendo lo mejor de su parte para reconducir las cosas.
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–¿Cómo empezó su colaboración con Tabea Zimmermann? –Estaba grabando en Berlín el disco que dediqué a Chopin y Debussy [...les sons et les parfums], hará cuatro o cinco años [en realidad hace siete, fue en 2013], cuando un amigo común, Luis Gago, me dijo que le había dicho a Tabea que yo estaba en Berlín. Ella colaboraba también con Harmonia Mundi, grababa con el Cuarteto Arcanto, cuando ese grupo todavía existía. Y al parecer tenía mucho interés en conocerme. Cuando terminé la grabación me acerqué a su casa, allí con sus hijos. Y estuvimos leyendo música, como en una especie de soirée vienesa: Schubert, Brahms, Schumann. Lo pasamos bien haciendo música. Ella es una leyenda, una de las grandes de su instrumento. Al poco tiempo, con cierta sorpresa, y alegría también, me escribió para decirme que le gustaría que hiciéramos algunos conciertos juntos. Yo, encantado. Y desde entonces hemos hecho conciertos con regularidad. Y la relación ha ido evolucionando. Entonces yo le propuse hacer un disco para Harmonia Mundi. Ella tiene otro sello discográfico, pero me dijo que estaba absolutamente encantada de hacer esta colaboración especial. Y en el sello, encantados también. Había que buscar el programa. Ella había hecho hacía poco para su sello Brahms, Schumann, Schubert, y no lo iba a grabar otra vez. Dándole vueltas, llegamos a un proyecto en el que aunábamos dos ambientes tan cercanos musicalmente como los de la música latinoamericana y española, que se configura como un camino de ida y vuelta. Pensamos que articular un programa en torno a ese repertorio sería original, poco trillado. El único inconveniente era que la música no era para viola, había que hacer arreglos. Para las canciones que no estaban arregladas ya, como las de Casals, la propia Tabea hizo la adaptación.
–En realidad es un disco de canciones. –Totalmente. Quitando los dos tangos (Piazzolla y Albéniz), el resto son canciones: Montsalvatge, Falla, Granados, Casals, Villa-Lobos. Hace unos días me preguntaba alguien si podía la viola asemejarse a la voz humana y cantar. Pues si hay un disco en el que se reivindica la viola como un instrumento cercano a la voz es este.
–No suele trabajar con cantantes. ¿Le interesa el lied? –Muchísimo. Lo que no quiero es hacer cosas por hacer. Este proyecto con Tabea es el resultado de cinco o seis años de relación musical, de experimentar repertorios, ideas... Y esto es como una primera culminación, porque tenemos proyectos para 2022 y 2023. A mí me gusta encontrar el compañero adecuado. Y en ese sentido pues espero algún día hallar la voz que me guste y poder trabajar con ese cantante. Cuando encuentras a la persona adecuada, trabajas con ella y desarrollas una relación es cuando puedo plantearme una gira de conciertos, una grabación. Y en el caso de los cantantes no es sólo que no lo haya encontrado, es que el calendario de los últimos años tampoco me ha dado respiro. No me gustaría que me dedicaran el refrán de que quien mucho abarca poco aprieta. Hago todo con el máximo cuidado, preparándolo al detalle. ¿Que si en mis planes de futuro entra la colaboración con un cantante para hacer Schumann, Liszt, Schubert...? Absolutísimamente. Pero tengo que encontrar a la persona, el espacio y el tiempo adecuados para desarrollar un proyecto que sea interesante. También me llegan propuestas de cuartetos alemanes, americanos para hacer giras, pero es que las semanas son las que son, y no me gusta tener un calendario sobrecargado, porque quiero que todo esté preparado con el máximo mimo, para que lo que reciba el público y lo que disfrutemos en el escenario sea resultado de un trabajo bien hecho, y no de un bolo de trabajar dos horas por la mañana y hacer un concierto por la noche. Eso a mí no me ha gustado nunca, y ahora menos.
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[Tabea Zimmermann y Javier Perianes en concierto. La foto es de Julien Hanck]
–¿Y cómo se plantea un gran solista como usted su papel como acompañante? –Con la misma naturalidad que me planteo tocar el 2º de Brahms. La música para mí tiene el mismo valor. Cuando uno está acompañando a una melodía principal lo que hay que poner en valor es la escucha. Yo he hecho tanta música de cámara, cuartetos, tríos e incluso dúos, que para mí es un placer cuando escucho la melodía a otro. Y me centro en disfrutar de esa riqueza del acompañamiento, el bajo, los armónicos y prestar esa alfombra de terciopelo para que el cantante o el instrumentista tenga toda la flexibilidad necesaria para expresarse; se trata de ser más flexible con el tempo, escuchar cómo respira el compañero, dónde va a caer, adivinarlo por cómo va dibujando la música... Para mí ha sido un proyecto fascinante. Lo hemos disfrutado como si fuéramos principiantes, porque estábamos descubriendo un montón de colores en una música tan maravillosa. La única obra en la que había un diálogo más de tú a tú y muchas más aristas era en El gran tango de Piazzolla, ahí había más intercambio. Y el resto para mí ha sido un verdadero regalo. Pero tampoco ha sido una novedad. Por ejemplo, cuando tocas el Quinteto de Schumann, pues hay momentos en lo que a lo mejor el primer violín lleva la voz cantante y tú estás acompañando con acordes o con un arabesco en arpegios del piano. Para mí es un placer. También en algunos conciertos de Beethoven. Recuerdo ahora el final del segundo movimiento del Emperador, en el que piano está acompañando a los vientos. En esos momentos la sensación camerística, pese a tocar con una orquesta grande y aunque el sonido que tengas que sacar sea por ello más grande, es la misma. Lo vivo de una forma natural. Acompañar es maravilloso.
–Y también se pueden aportar muchas cosas nuevas desde el acompañamiento. –Por supuesto. Tenemos todos esos pianistas legendarios que destacaron por ser solamente acompañantes. Y yo digo, cómo que solamente: son artistas de primerísimo nivel, que han puesto su arte al servicio de acompañar a cantantes o a otros instrumentistas. Vengo de grabar muchos conciertos: en los últimos años he grabado el de Grieg, el de Ravel… Este disco ha sido para mí refrescante, estimulante y emocionante al 100%.
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–Va a tocar en Granada sin público. ¿Ha hecho algo así antes? –Es la primera vez. Tenía otros planes en Granada para el futuro, aunque sobre eso, como diría Mayra Gómez Kemp en el 1, 2, 3, hasta aquí puedo leer. Pero Antonio Moral me llamó para plantearme algo totalmente distinto: una serie de conciertos en lugares emblemáticos, sin público, que serían retransmitidos en streaming. Creo que es un momento histórico, en un año tan especial como este. Y compartir proyecto con gente como Cañizares, Fabio Biondi, Savall, Pepe Romero o Rocío Márquez, me pareció muy original e interesante. Antonio me pidió un programa acorde con el sitio. Y por eso lo diseñé en torno a la ciudad, con Falla, Debussy y Albéniz. Tocar El Albaicín en el Palacio del Partal teniendo el Albaicín en la otra acera de enfrente del Darro me parecía muy especial y desde el punto de vista visual muy potente. O la referencia de Debussy a Falla y que Falla le devuelve en su Homenaje con esa pequeña llamada a la Soirée dans Grenade del propio Debussy. Montar un programa con todos estas relaciones de unos 45-50 minutos me parece apasionante. Espero poder disfrutarlos y aunque la situación sin público será extraña, consideraré que habrá gente al otro lado de la cámara que lo vivirá con la misma intensidad.
–Una producción así, con ese entorno y esa música, tiene un enorme potencial audiovisual. –Claro. Y de hecho, todos los conciertos de la serie los va filmar una productora que trabaja con el canal Mezzo. Nada más conocerlos, Mezzo lo pidió inmediatamente. Quieren hacer un pack especial y editarlo. Antonio me lo decía así: en cuanto lo planteé, me lo quitaron de las manos. Pero, bueno, por lo que a mí respecta, eso vendrá después. Primero hay que tocar.
–¿Cómo se presenta el verano? –Todo se circunscribe a España, básicamente por el problema de fronteras. Y es curioso, porque este verano no tenía un solo concierto en España, iba a ser todo fuera. Iba a Los Ángeles, al Hollywood Bowl, hacía conciertos en Italia y Francia. Pero al final, creo que además de en Granada tocaré en algunos otros festivales españoles y alguna cosa más: el próximo día 9 haré Mozart con la ROSS en el Maestranza en un concierto benéfico. Parece que ya en septiembre los festivales de Italia y Suiza se mantienen, pero a ver si en lugar de hacer Grieg o el 2º de Brahms, como estaba previsto, hacemos Mozart o Beethoven. No sé. El ritmo es diferente según los continentes. Hay orquestas que han echado el cierre hasta enero, otras que están arrancando ya. Es algo absolutamente insólito. Y la clave ahora es ser muy flexible. Cosas que no estaban previstas van a suceder y al revés: habrá cosas que no se puedan hacer por cuestiones operativas. Hay que mirar con optimismo y esperanza. Y no tomarse nada a la tremenda. Tenía previsto hacer con la Tonhalle de Zúrich el Concierto de Grieg durante su temporada, en octubre y noviembre. Probablemente me pidan cambiarlo, porque Grieg lleva trombones y mucho viento atrás. Uno tiene que tener reflejos, flexibilidad y preparación. Yo lo tuve claro. Las plantillas van a ser más reducidas. Así que vamos a tener listo el mayor número de posibilidades abiertas en Beethoven y Mozart para que las orquestas lo tengan fácil. No les hagamos la vida difícil.
–Habla de Mozart como si fuera fácil. –Figúrese. Cuando te pones a tocar un concierto de Mozart, estás absolutamente expuesto, es la pura transparencia y la desnudez absoluta. Ahí está todo. Recuerdo que un gran maestro me dijo una vez: "Aquí, en Mozart, no te puedes esconder". Y yo estoy encantado con los Mozart que estoy trabajando, algunos los he tocado más, otros hacía tiempo que no los tocaba y me han planteado desafíos extraordinarios. La semana que viene, el día 20, por el Día Europeo de la Música, hago un Mozart en streaming con la ONE en el Auditorio Nacional, sin público: hacemos el 12 de Mozart sólo con catorce cuerdas. Es la versión que tiene Mozart con cuarteto, que la han ampliado para que intervengan más músicos, pero sin meter vientos. Toco sin director.
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[Javier Perianes (Nerva, 1978). La foto es de Daniel García Bruno]
–¿Qué puede contarme de sus proyectos más inmediatos? –Pues estoy muy ilusionado con un par de encargos de conciertos para piano. Son de esas cosas que uno siente en un momento concreto, y las hace cuando conoce a compositores que le llaman la atención y tiene relación personal con esos compositores. Hablas, te escuchan, ven cómo haces música y quieren escribir para ti. Y uno de ellos fue el peruano Jimmy López, un compositor del que la ONE ha hecho mucha música. Esa-Pekka Salonen acaba de estrenar una cantata suya. Goza de enorme predicamento y prestigio. Nos conocimos en mis habituales visitas a San Francisco; nos hemos encontrado allí con regularidad. Y un día le planteé que si le apetecía escribir un concierto. Se mostró encantado, y me dijo que lo había estado ya pensando, por mi forma de tocar, los colores, la parte virtuosa... Es un encargo muy bonito, porque se han comprometido orquestas muy importantes: la London Philharmonic, Filadelfia, Sao Paulo, Oslo y alguna otra. Será un encargo conjunto de todas ellas, y lo van a programar. Y algo después, para la temporada 23-24 hay otro proyecto con un compositor español que me parece fascinante, que hace una música fresca, nueva, diferente, que es Francisco Coll, un músico que está teniendo igualmente mucho predicamento en todo el mundo, y estamos trabajando en un proyecto también con la Filarmónica de Londres y, en este caso, además con la Orquesta de Toronto, proyecto que liderará desde el podio un director que está muy cercano a él y con el que tengo también una gran relación personal, Gustavo Gimeno. Uno evoluciona como artista en diferentes perfiles y esto me hace ahora mucha ilusión. ¿Y por qué no lo he hecho antes? Pues porque antes no había sentido esa pulsión de estrenar un concierto. Pero he conocido compositores cuya música me dice cosas, me transmite. Y estoy muy contento por desarrollar proyectos así con el respaldo de orquestas de ese nivel.
–¿Y en cuestión de discos? ¿Hay algo ya grabado? –No está terminado, pero su salida coincidirá con la gira de marzo-abril en torno al amor y la muerte. Incluye las Sonatas 2 y 3 de Chopin. La 1ª no la he grabado. Me parece un Chopin aún experimentando con la forma. 2ª y 3ª son obras que compone además en su retiro de Nohant, donde iba en verano. Y por eso les añado un grupo de mazurcas que compone también allí. Eso saldrá en torno a marzo. Este es el proyecto más inmediato. Es una vuelta a Chopin, aunque nunca me he alejado del todo de él, pero quería hacer un disco con su acercamiento a la gran forma. A Chopin se lo vincula mucho más con piezas breves, preludios, nocturnos, mazurcas, valses o, si queremos algo de mayor formato, baladas, impromptus, scherzos, polonesas, pero las obras de gran enjundia y gran formato son sus sonatas. Me apetecía mucho grabarlas.
[Diario de Sevilla. 22-06-2020]
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