#al rato vengo con la loca
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Septiembre
Hola, mi amor hermosa, mi princesa, mi bella durmiente, mi sol, mi luz, mi todo.
Quiero que este mes de septiembre marque una diferencia en nuestro caminar, sinceramente vengo con esto hace un poquito bastante pero quería que fuera algo bonito, algo hermoso como te mereces, aunque sigue siendo pequeñito sale del fondo de mi corazón.
Bueno, déjame decirte que estos meses juntos están siendo de los más bonitos, la forma en la que me quieres, me escuchas, me demuestras cariño, nuestras charlas locas, nuestros momentos de chisme o momentos criticones, nuestras personalidades competitivas en el juego (más la mía y que me aguantas) y de mis cosas favoritas cuando pasamos el rato juntos mirando videos, películas, series o simplemente escuchando música. Cada día contigo marco mi corazón, dio lucesita a mi caminar.
Gracias, infinitamente gracias aunque me digas que no tengo que agradecer nada, pero siempre estás ahí dándome el aliento del mundo para que siga y no decaiga, sobre todo en estas semanas que no tenemos tiempo para nosotros como quisiera pasarlo contigo.
Y también quiero decir que no solo te quiero, palabras muy bonitas por cierto, pero ya siento que no me alcanza con decir te quiero o te adoro, lo que sea, déjame decirte hoy que te amo, me haces sentir como en casa, eres mi casa, esa paz y caricia al corazón que siento cuando me abrazas, me besas. Pero sobre todo me doy cuenta que así es cuando abro mis ojos por las mañanas y te tengo a mi lado, tan bonita y preciosa como un ángel.
Déjame seguir caminando de tu mano, juntos, cuidándote y amándote, me haces una persona muy feliz, no lo dudes nunca.
Dejo mi corazón en tu mano libre, pero no lo rompas, cuídalo así como yo cuidaré del tuyo, lo prometo con el dedo de la garrita.
Te amo, mi amor.
Yo, la oveja, el omega
Yo, tu Rami ♥️
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Ayuda en el probador 3
Me vestí deprisa, fui al cuarto a por el bolso para coger el dinero, cuando llegué al salón con el dinero en la mano, Nuria me estaba esperando con la mano levantada y el tanga puesto.
- Yo recibo al repartidor.
- ¿En tanga?
- Sí, será divertido, quédate en tanga tú también.
- Uuuuf, me da corte...
- ¿Y hacerle a Carlos una mamada en un probador y que la dependienta “os ayude” no te da corte?
Me quedé pensando un momento, tenía razón, después de lo del probador y que la dejáramos participar, esto no tenía por qué avergonzarme mucho. Me quité la camiseta y el pantalón, y a continuación el sujetador, quedándome igual que Nuria. En ese momento sonó el timbre, Nuria me hizo un gesto para que me sentara en el sofá, se dirigió a la puerta y la abrió.
- Buenas nooooches.
- Bububuenas noches.
- ¿Puedes pasar y dejar las pizzas en la mesa?
El repartidor pasó dentro, al verme se quedó paralizado, Nuria que venía detrás le empujó un poco y le ayudó a dejar las pizzas en la mesa. Seguidamente le dio el dinero.
- Perdona que te hayamos recibido así, has llegado más pronto de lo que pensábamos.
A mí se me escapó una sonrisa y me tapé la boca, Nuria le dio el dinero al repartidor, que ya estaba rojo como un tomate. Lo contó y se quedó pensativo, mientras Carlos llegó al salón y se quedó petrificado al ver la escena.
- El resto es para ti por el mal rato, buenas noches.
- Buenas noches, hasta otra.
Cuando cerró la puerta Carlos nos miró a las dos fijamente.
- ¿Estáis locas? Ese muchacho se tiene que haber quedado muerto.
- Pues yo me he vuelto a poner cachonda, tengo el coño mojado otra vez.
- Yo con la risa que me ha dado sólo me he excitado un poco.
Me levanté del sofá y me dirigí a la cocina a por las bebidas. Carlos y Nuria se sentaron a la mesa y abrieron las pizzas. Separaron los trozos mientras yo llegaba con los vasos y la Coca-Cola. Puse un vaso a cada uno y serví la bebida. Me senté mientras Nuria me daba un trozo de pizza.
Nos comimos las pizzas entre risas y comentarios de cómo iba la noche. Nuria nos contó que era la primera vez que hacía algo así, y aunque ya había hecho tríos anteriormente, siempre con personas conocidas, que le encantaba la doble penetración y comerle el coño a las mujeres. Terminamos de cenar y me fui a la cocina. Cogí tres vasos de chupitos y el vodka caramelo y me dirigí al salón.
- ¡¡¡Vamos a brindar con chupitos!!!
Serví los tres chupitos, cogimos uno cada uno, chocamos los vasitos y nos los bebimos de un trago. Volví a servir otra vez y repetimos. Nuria me paró antes de que fuera a servir la tercera ronda.
- No, que me emborracho, y quiero disfrutar enterándome de todo.
- Está bien, quitad las cosas de la mesa e id haciendo lo que queráis, yo voy al cuarto a prepararme y ahora vengo.
Me fui corriendo a la habitación, saqué la maleta de los juguetes de debajo de la cama, la puse encima y la abrí rápidamente. Preparé corriendo el arnés con el consolador mediano, encontré el plug y el lubricante y los dejé en la mesita. Guardé la maleta de nuevo y dejé la cama libre.
Abrí el lubricante y puse un poco en el plug, subí una pierna a la cama y me lo coloqué en la entrada de mi culo. Respiré hondo y me lo metí, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Cogí el arnés y me fui al salón. Carlos estaba sentado en el sofá chupando los pechos de Nuria, que se había sentado encima de él a horcajadas. Como no me habían visto me puse de espaldas a ellos, me separé los glúteos para que se viera el plug y levanté la mano en la que sujetaba el arnés.
- ¿Me acompañáis a la habitación?
Nuria se bajó de un salto y se dirigió hacia mí, llevó su mano a mi entrepierna, que estaba mojada.
- Uuum, estupenda la visión de tu culo con el plug. ¿Para qué es el arnés?
- Para ponérmelo y follarte.
- Uuuf, eso no lo he hecho nunca, ¡¡¡y lo estoy deseando!!!
Llegamos a la habitación, Nuria me empujó a la cama, haciéndome caer bocarriba, se subió gateando, me separó las piernas y llevó su boca directamente a mi entrepierna.
- Uuuuuuf, sigueeeee.
Carlos, que venía detrás, se colocó detrás de Nuria, que estaba a 4 patas, llevó la cabeza a su trasero y le metió la lengua en el ano, haciéndole soltar un fuerte gemido, ahogado por mi vagina, que le tapaba por completo la boca.
- Parad, que me voy a poner el arnés.
Me levanté de la cama y me lo puse, me volví a tumbar de la misma forma, y le hice gestos a Nuria con mis manos para que chupara “mi polla". Ella lo hizo sin pensar, tenerla delante chupándomela me hizo mojarme más. Llevó sus dedos a mi vagina, que estaba empapada, y me metió dos sin problema, haciéndome gemir más de placer.
Carlos se volvió a colocar detrás de Nuria, acercó su miembro a la entrada del coño y se la clavó de golpe hasta el fondo, haciendo que gritara sin poder evitarlo.
- ¡¡¡Jooooder!!! Ahora fóllame con la misma fuerza.
Carlos no se lo pensó, empezó a embestir a Nuria mientras ella seguía chupándomela y masturbándome con sus dedos. Tanto ella como yo gritábamos sin parar, y mi vagina chorreaba como nunca.
- Joder Nuria, me has empapado la polla, ¡¡¡te estás corriendo mucho!!!
- Es que lo estoy disfrutando muchísimo.
Nuria se incorporó, llevando su mano hacia atrás para que Carlos sacara su miembro de ella. Gateó un poco poniéndose encima de mí. Llevó su mano a la mesita, cogió el lubricante y se lo dio a Carlos.
- Ahora cuando monte a María quiero que me folles el culo.
Escucharla decir eso me hizo excitarme más. Levantó sus caderas y se colocó encima de “mi polla", y se la introdujo poco a poco. Cuando terminó de metérsela soltó un gemido de placer, se dejó caer encima de mí y nos besamos. Noté como empezaba a moverse, su pelvis subía y bajaba, metiéndose el consolador hasta el fondo, apretando hacia abajo para presionar contra mi monte de venus.
Carlos separó los glúteos de Nuria y volvió a meterle la lengua en el culo, haciendo que ahogara un fuerte gemido en mi boca. Tras muchos gemidos de Nuria, Carlos se incorporó, abrió el lubricante y le puso en poco en la entrada del ano. Utilizó su dedo para lubricarla bien, metiéndolo y sacándolo para dilatarla. Le echó más lubricante y le metió un segundo dedo, haciéndola soltar un grito de placer.
- Uuuuuf. ¡¡¡Ahora méteme la polla!!!
Carlos tenía su miembro completamente duro, se puso lubricante y lo colocó en la entrada del trasero de Nuria, que dejó de moverse para recibirla. Empezó a hundirla poco a poco, a la vez que ella respiraba profundamente. Cuando terminó de meterla se quedó quieto.
- Cuando tu digas Nuria.
- Empiezo moviéndome yo.
Nuria empezó a moverse despacio. Su cara mostraba satisfacción. Yo notaba cómo mi miembro se deslizaba dentro de ella, giré la cabeza y pude ver cómo Carlos estaba disfrutando también. Mi entrepierna chorreaba sin parar. El movimiento de Nuria empezaba a acelerarse, a la vez que aumentaba la frecuencia de sus gemidos.
- Uuuuf, qué ganas tenía. Fóllame fuerte el culo Carlos.
Nuria se movía con ganas, se hundía el consolador hasta el fondo de golpe, haciendo que yo gimiera con cada choque. La pelvis de Carlos sonaba con fuerza en el trasero de ella, ya que la estaba penetrando con mucha fuerza. Ambos gemían cada vez más fuerte y mi entrepierna no paraba de chorrear. Escucharlos a los dos me provocó un fuerte orgasmo, que hizo contraerse todo mi cuerpo
- ¡¡¡Me voy a correr!!! Carlos, ¡¡¡lléname el culo con tu leche!!!
Carlos agarró a Nuria con fuerza de las caderas, que dejó de mover su pelvis y me besó. Sus gemidos se ahogaban en mi boca, y los flujos que salían de su entrepierna chorreaban por el consolador y el arnés, mojando mi monte de venus y mis ingles. Las embestidas de Carlos eran cada vez más fuertes. Nuria dejó de besarme y gritó con fuerza.
- ¡¡¡Me corro!!! AAAAAH, UUUUUF, AAAAAAAAH......
- ¡¡¡Yo también!!! AAAAAH, AAAAAAH… UUUUUF
Carlos se quedó inmóvil agarrado con fuerza a Nuria. Su miembro bombeaba su semen con fuerza dentro del trasero de ella, que se sacó el consolador y se echó hacia adelante, dejándose caer encima de mí. Cuando Carlos terminó de correrse sacó su miembro, el semen que le había metido dentro empezó a chorrear del trasero de Nuria a mi abdomen. Tras unos segundos se levantó de la cama y yo hice lo mismo.
- Vamos todos a lavarnos para el siguiente asalto.
Nuria me cogió de la mano y tiró de mí.
- Tú y yo nos duchamos juntas.
Carlos nos siguió hasta el cuarto de baño y se sentó a contemplar cómo nos duchábamos.
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Sanity Mask | Joker 4: Pacto con el diablo.
Con el paso de las semanas dentro del psiquiátrico de Arkham me había dado cuenta de que por mucho de que lo pintaran como una cárcel normal. No lo era. En las cárceles había programas de reinserción. Había horarios.¡Incluso actividades en conjunto!
¿En Arkham? En Arkham solo había castigos, amenazas, terapias que rozaban la tortura... Nadie estaba destinado a curarse aquí. Lo que había en Arkham al igual que en otras cárceles era bandas. Sorprendentemente estos locos se las habían arreglado para formar pandillas. Como siempre el motivo era racial, religioso, o incluso mental. A la cabeza de estos grupos estaban criminales notorios. Estaba la banda del Pingüino... La banda de Dos Caras... Y la del Joker. Era increíble como a medida que pasaban los días, la incipiente curiosidad del payaso en mí se había convertido casi en una obsesión. No había que ser detective para notar que yo también me sentía intrigada por aquel hombre. Pero él lo llevaba a otro límite, seguía y seguía viniendo en busca de mi atención. Y aunque me costase, era una de las personas con las que más contacto tenía de la prisión. El otro era Marshall, el italiano con el que me habían juntado en la celda. Supongo que tenia algo que ver con que compartíamos la mayoría del tiempo encerrados en una habitación complemente claustrofóbica. La diferencia es que Marshall no era tan molesto como Joker, si bien era más aburrido me proporcionaba la tranquilidad que necesitaba. Y con el tiempo puedo decir que incluso me estaba ayudando con su presencia. Estar sola todo el rato me estaría volviendo loca, y a mi percepción por aquel entonces yo estaba totalmente cuerda. Marshall era callado, hablaba poco y parecía antipático el resto del tiempo. Pero cuando hablaba era agradable. Un chico honrado con las pintas de un chulo. Estaba allí porque lo habían pillado mientras trabajaba para Falcone , me contó como había acabado cometiendo esos crímenes. Empatizando con su historia yo le iba contando como había entrado allí y alguna opinión sobre el psiquiátrico. Compartíamos charlas hasta altas horas de la noche y como en la historia más cliché del romanticismo. El roce hizo el cariño. No tenía muy claro que era lo que me gustaba de él, pero iban a cumplir dos meses desde que había entrado en Arkham y me acompaño durante todo ese tiempo. No le consideraba mi novio. Quizás mi amigo, mi amigo con derechos. Podría ser. Era infantil a rabiar pero no podía arriesgarme nada en ese ambiente. Tan pronto como lo hice y la gente empezó a vernos juntos estalló la burbuja de jabón, y quien la estalló tenía nombre, pero no apellidos conocidos. -¿Otra vez tú?- Estaba caminando por el patio cuando sentí su presencia detrás de mí. -Awww, eso no es muy amable de tu parte niñita.- Contesto el payaso mientras me alcanzaba y caminaba junto a mí. -Una verdadera pena. Como he podido ser tan desconsiderada.- Mi tono dramático le seguía el juego mientras le miraba con una expresión teatral. Le encantaba, su sonrisa amenazaba con explotar si seguía extendiéndose. -Por esta vez voy a dejarlo pasar... Vengo a hacerte una propuesta que no podrás rechazar.- Le miré de reojo y me paré para escuchar su oferta. -No aquí muñequita, vamos a darle un poco de intriga al asunto. Soy un hombre que necesita privacidad. - Su tono de broma reflejaba un mensaje oculto. -¿Dónde y cuando?- Mi actitud cambio a una más seria. Por mucho que me llegase a agradar su compañía, sabía que Joker no era una persona con la que se debía jugar.
-Tú encárgate de estar en tu celda a esta noche.-
-Pero esta noche harán una actividad de grupo en el salón.- Rechisté alzando una ceja con confusión. Me incomodaba lo cerca de mí que estaba, supuse que era para que nadie nos escuchase. Pero aun así me estremecí ante el intenso contacto visual que estableció. Siempre que me miraba parecía que estaba mirando dentro de mi mente.
-Justo por eso, te veo después.- Antes de que pudiese decir nada. Antes de poder soltar algún comentario inteligente o gracioso, él se había ido. Hacía eso muy a menudo. Y me estaba empezando a molestar que me dejase con la palabra en la boca.
-¡Williams!- Sentí el grito del guardia que me exigía que volviera al edificio para la hora del almuerzo. No tenía hambre, la comida de ese lugar daba asco. Mi estómago se cerraba solo de pensar en ella.
En el comedor había hecho un pequeño grupo de gente. Se resumía en Poison Ivy, esa chica de las plantas, Mery y la chica que había conocido el primer día, Sharon.
Me senté con ellas como todos los días. Era uno de mis momentos favoritos del día. Tenía claro que en lo único en lo que me había ayudado Arkham era en volver a ser sociable. Esta gente no era como los interesados del mundo del espectáculo. Eran interesados, pero ellos lo admitían. No camuflaban su personalidad detrás de una sonrisa. Sabían lo que eran y no estaban avergonzados de ello. Ellos no tenían máscaras de personalidad.
-¡Natalia! ¿Me estás escuchando?- Era raro escuchar a Sharon alzar la voz. Siempre hablaba en un hilo extremadamente suave.
-No, la verdad es que no.- Respondí saliendo de mi cabeza para centrarme en mi alrededor.
- Estaba diciendo que es interesante el tiempo que pasas con el payaso.- Esta vez la que hablaba era Mery. Hice una mueca ante el tema.
-No paso tanto tiempo con él. - Mi ceño se frunció ante su exageración. El hecho de que no le odiase no me hacía su amiga. Aun así me enfadaba cuando hablaban mal de él. No era un mal tipo. Bueno si lo era, era una persona de mierda. Todo el mundo lo sabía. Pero dentro de la prisión era como todos. Conmigo siempre fue amable y creo que fue uno de los factores que me hizo pasar por alto las barbaridades que había escuchado y visto de él. Mi cerebro quería omitir las partes malas y quedarse con las risas. Siempre fue mi mala costumbre con los hombres.
-Os vieron hoy juntos en el patio, ayer en el comedor, y anteayer en el salón.- Desarrolló el argumento Sharon. No entendía la crispación.
-Si, efectos secundarios de estar en la misma prisión.- Quería tomarme con humor sus acusaciones. Pero la verdad era que me estaba empezando a molestar. La broma no era graciosa, no me estaba riendo. Y siempre me habían dicho que era una ofendida.
-Estoy en la misma prisión que tú y no pasamos ni la mitad de tiempo juntas.- Intervino Poison Ivy. Me quedé sin palabras. Tenía razón. Eso sí que no podía refutarlo. Simplemente miré para otro lado con cara de asco mientras suspiraba.
-Exacto, y además. ¿Tú no estabas con el italiano?- El tono en el que lo dijo Mery fue la gota que colmó el vaso. Estaban haciendo chisme de mi vida, recordándome a esas revistas de la prensa rosa. Y en ese momento pensé que igual me había equivocado diciendo que eran diferentes.
-Yo no estoy con nadie. Joker es un tío gracioso. Es agradable. Y vosotras sois unas entrometidas que deberían dejar de meterse en mi vida. - Me levanté de golpe del banco. Con los dientes apretados a juego con mis puños y las venas de mi cuello marcadas en mi piel. - ¡Qué bastante tenéis con la vuestra!- Era consciente de que todo el mundo me miraba, de que estaba haciendo el show. Pero tampoco podía frenar el arrebato. A los segundos me arrepentí, me dio vergüenza y me redimí de mis acciones.
...
-¡Toc Toc!- El sonido de los golpes en los barrotes me hacía doler la cabeza. Entró en la celda aunque estuviese cerrada. Tenía la llave, no quería saber el porqué, estaba claro que Joker tenía contactos más allá de lo adecuado en esta prisión. Tampoco me quería imaginar como, amenazas, extorsión, posiblemente asesinatos... Nada del otro mundo si lo piensas bien. Estamos en Gotham al fin y al cabo.
-No estoy de humor J, que sea rápido.- Murmuré con la cara enterrada en las almohadas. En posición fetal. Parecía débil e indefensa cuando él se sentó a la orilla de la cama. Me ponía nerviosa al ver como casi me rozaba. Se inclinó hacia mí para que nadie oyese lo que iba a decir.
-Te ves tan adorable hecha un desastre...- Su voz era un susurro, un cosquilleo subió por mi espalda, quizá era miedo.
-¿Has venido a burlarte de mí?-
-Ojalá. ¡Pero no! Vengo a hablarte sobre tu... Compañero de celda.- Humedeció sus labios con la lengua cuando dijo esto último.
-¿Sobre Marshall? - Cuestioné confusa. De los 1000 temas de los que me podía hablar era el que menos me esperaba.
-Tu italiano tiene pensado darse una excursión fuera de este agujero dentro de unos meses.- Explicó mientras su mano se elevaba por mi costado hasta mi pelo. Me puse en alerta cuando sus dedos rozaron mi cuello.
-¿Por qué debería de creerte?- Mi mano subió para cubrir la suya que acariciaba mi pelo, apartándola de mi sien.
-Es tu opción hacerlo o no.- Retiró su mano, pero seguía mirándome fijamente de arriba para abajo. Le hice un gesto para que siguiera hablando.
-El caso es que por un par de negocios. No me interesa que tu coleguita vea la luz en un tiempo. Y por lo que he oído por ahí, a ti tampoco.- Su tono era extremadamente grave, su voz solía ser cómica, teatral, más aguda. Daba miedo escucharle así.
-¿A qué te refieres?-
-Vamos muñequita, todo el mundo sabe que tú y Marshall sois... AHm, "más que amigos".- Su mano volvió a arrullar mi pelo. Era como un impulso contra el que no se dignaba a pelear.
-Pensé que eras más listo.- Suspiré y decidí rendirme en huir de su contacto. Él hizo una mueca en forma de interrogación.
-Pensé que no eras de los que hacían caso a los rumores.- Intenté incorporarme, pero el cansancio hacía que mi cuerpo pesase el doble y me dificultaba respirar. Mi tan recurrente somatización.
-No lo soy. Pero tengo una buena intuición, y aunque me duela creo que podríamos aprovechar tu relación con este chico.- Rio de mis intentos de levantarme mientras hablaba. -Supongo que tú no quieres que él quede libre tan pronto ¿no? Con todos los años que te quedan...-
-¿Por qué no? Es mi amigo, quiero lo mejor para él.- Giré mi cuerpo para estar cara a cara con él. Sentí sus dedos deslizarse por rostro hasta llegar a sujetarme la barbilla haciendo que le mirase a los ojos.
-Te debo confesar algo... Eres un verdadero encanto, me tienes completamente cautivado. Pero una cara bonita no te va a salvar de la realidad.- Hizo un puchero mientras decía esto. - ¿Qué te crees que pasará cuando salga? ¿Qué vendrá a traerte flores cada domingo? Quizá los primeros días si, pero después de unas semanas encontrará a otra chica y se le irá olvidando.-
Mi estómago se apretó y mi rostro se arrugó ante sus palabras. Si bien mi relación con Marshall era meramente casual y no lo había considerado amor. A nadie le gusta que le digan que es fácil de reemplazar. Me hacía sentir imprescindible y molesta.
-No tengo nada con el italiano. No voy a ayudarte a que se quede en este infierno para "no perderle".- Me senté en la cama alejándole de mí, ignorando las molestias de mi cuerpo. Mis comillas y mi tono molesto hizo que su ceño se frunciera levemente. Se notaba que no estaba acostumbrado a que le dijeran que no.
-Bueno, más a mi favor. Sabes que en este sitio las cosas son duras. Y siempre es más fácil pertenecer a algún bando. Es un buen trato, ya que según dices él no significa nada para ti.- La manipulación goteaba de su lengua mientras decía esto. Me estaba desafiando, poniéndome un reto. Y aunque me de vergüenza admitirlo, me planteé su propuesta. Las cosas eran jodidas aquí. Y no tan solo quería que Marshall estuviese conmigo, sino que quería tener algún tipo de protección si pasaba algo malo. Sabía lo que estaba haciendo, sabía que realmente esto solo le beneficiaba a él. Pero mi mente funcionó de acorde al sitio en el que estaba. Me comporté como una loca en un manicomio. Aun habiendo aceptado ya mentalmente me hice un poco de rogar, más por el juego con el hombre que por otro motivo.
-Yo no necesito un grupo de abusones.- Declaré firmemente volviendo a acostarme en la misma posición. Le gustaba verme así, se elevaba sobre mí disfrutando el poder de la altura.
-Esa es la oferta, impides que Marshall salga de la cárcel y te ganas un sitio en mi mesa. ¿Qué me dices?- Se levantó de la cama y caminó hacia la puerta. Observé en su figura, se me olvidaba lo muy alto que era. No estaba escuálido por mucho que lo pareciese. Su camiseta se ajustaba a sus hombros cuando flexionaba los brazos. No mucho, pero lo suficiente como para que lo notase. Pasaba igual en sus muslos y abdomen cuando se sentaba. Ese uniforme le quedaba bien, muy bien. Debo decir que había sido bastante observadora.
ES EL JOKER DE QUIEN ESTÁS HABLANDO NATALIA.
Me grité internamente antes de volver al mundo real y responderle, solo para que cediese de intentar convencerme. Secretamente ya lo había hecho.
-Largate de aquí. Me lo pensaré.- Debió captar algo en mi tono que le hizo sonreír mientras se iba de la celda y se despedía.
-Me lo tomo como un sí. Nos vemos niñita.-
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ahora sí: mi primera asamblea
volvimos una vez más al mismo lugar, necesito sacudirme antes de entrar a este momento, cuando es mejor no hablar, y no sentirse tan ansiosa por hablar. siendo buena con el sufrimiento de la otra. es tan raro saber lo que pasa, no disfrutarlo y aún así aceptarlo. no es que me ponga nihilista, es que lo soy. claro, ahora una nihilista segura que se siente empoderada sobre el mundo, o más bien es que siempre ha sido así, siempre lo ha sabido, pero sólo ahora vive con ello en paz.
punto final. y pareciera que no siguiera nada.
quiero releer mis novelas favoritas: los detectives salvajes, 2666, la trilogía de nueva york.
es asquerosa esa lucha por la paridad. no es la paridad la asquerosa, lo asqueroso es tener que pedirla, tener que pedir permiso para hablar, y de ahí viene el no lo entenderías. esto lo digo porque siento tremenda culpa por solo elegir novelas escritas por hombres!!!!!!
hombre hetero cis patriarcal, o hetero cis machista.
-cosas que ahora comprendo: que hay cosas que solo yo entendí, de una probabilidad matemática donde no era la favorita. aun así lo hice naturalmente, aunque no sin sesgo de clase.
....
decirle ele, no es lo mismo. el ele, los otros personajes de la historia, en el multiverso.
tengo que aprender a chatear con un bot, con una AI, para aprender a utilizarla como herramienta pedagógica. me parece bien divertido fijaté.
hoy vengo de la asamblea política apañadora de mi partido, convergencia social. ahí estaba el rico de diego ibáñez, la chica de rulos que no me sé su nombre, la valeska naranjo viéndose maravillosa en un enterito. luego, de la nada, recuerdo que la ministra de la mujer un día me contuvo sentadas en una banca de avenida la paz.
y que esto es real, y que no es un sueño, y que tampoco es un vértigo.
políticamente no me siento empoderada, pero está bien ser humilde. pienso mientras escucho la asamblea. sentada atrás, junto a un rincón. no es miedo realmente a destacar lo que me tiene en esa vereda, es las verdaderas ganas de estar piola, pese a sentirme maniaco depresiva.
me da risa, porque sé que soy capaz de vivirlo todo de nuevo, con las alegrías, los gozes y los daños. cuandoleo esto en los poemas disfruto que sea verdad y, a la vez, deseo que sea mentira.
y la humilde, la que quiero ser yo ahora, lleva esa carga, y ya no quiero no cargarla. pero es como si ya no supiera cómo estar triste, como si no hubiera pasado yo por todas las tristezas.
ahora, la humilde. la que viene a escuchar, la que no quiere robar protagonismo.
la que no quiere robar protagonismo llega con minifalda denim black, crocs flúor amarillo o verde, nunca sabes;
volvamos al hilo de lo que estoy contando. la que no quiere robar protagonismo termina de matar cuando, de la nada, usa su cortaviento kappa, que además es su marca favorita. ¿qué importa esto? mucho, pues kappa es la marca de la bichota, karol g. lo sé, ya lo siento, cuando otros ojos me miran y piensa "qué cool es ella". sí lo soy, sisoi, esta sí soy yo.
bueno, una pausa. estoy en una onda adolescente, medio caliente y me quiero comer a alguien. pero sí con un poquito de cariño, no me voy a dar por nada. no pido sexo, pido cariño.
y sí, luego frustrada por no culiar, creo que ahora me pasa lo mismo. ¿está mal no haber pensado sino solo hasta ahora en mi polola?
la polola, la institución chilena del pololear. yo polola, tu polola, el polole, nosotres pololiamos.
[pausa. a todo esto ando muy bunkerita, porque el domingo fuimos a ver a los bunkers con la nicol. y me podría tanto en un momento, y ahora importa tan poco. lo disfruté de verdad mucho. me hace recordar que muchas cosas de las que quise ser, ya lo fui, y por eso soy feliz, me siento completa, redonda, caminando sobre mi propia rueda]
[a ver, otra cosa. ya, se me fue la idea otra vez. ando loca loca o en verdad no, ando piola, solo que me anclé un rato al presente. "de todos los universos posibles hoy elijo estar aqui contigo"]
[siempre pienso que lo que olvido es súper importante]
[la onda teen, bueno, si de eso escribo ahora ¿o no?]
siento que debo ordenar un poco mi cabeza profesional. pero en este momento también siento que debo divertirme, que me gusta divertirme y que lo disfruto. tengo demasiadas ganas de bailar. y yo que decía que no podría estar con una persona que no supiera bailar bien.
Bueno, ya me acordé de lo que se supone es el hilo principal de este pequeño relato: el día de hoy. la asamblea de convergencia social. el recuerdo de mi primera asamblea.
siento que llego regia a la política, y que siempre he estado ahí, que es una carrera muy natural, donde todo se dá de manera muy fácil y natural. ahora voy a aprender ese lenguaje técnico y disputar mi cancha, la cancha de las lesbianas. ahora se las va a ver.
ah, eso es otra cosa que gustaríame sacarme de la mente [la sensación rara que siento por mi deseo de acostarme con un hombre, o de al menos incorporar esa actividad/pasividad a mi ejercicio de cama, o sea al sexo]
el día de hoy, la asamblea de convergencia en argomedo 40, casa roja, grande, de la embajada venezolana. bermellón venezonalo. una virgen venezolada.
[y anoche: una especie de ritual de gente buena y bondadosa]
[este es otro tema que quiero desarrollar: soy cínica, no soy tan cínica]
la asamblea, me da tanto cringe decir la asamblea. mi amiga preciosa en la asamblea; y yo luchando internamente contra el cinismo, la alegría y contención no necesariamente hacen llorar. y acá se me enreda todo, yo misma, mi momento emocional, tan profundo. creo que tengo que hablar de otras cosas, me está poniendo latera también las ultimas sesiones, pero mañana tengo alberto, sé que me falta una pastilla y con eso me voy a afinar, como una guitarra.
ayer le pregunté al rodri mallea si había asamblea, y eso fue, ese fue el evento inesperado, inchoerente con todo lo demás que veo en mi vida: ahí, cinismo, poco respeto a mi formación política solo por simpatizar con el repudio a la educación elitizada, de donde por lo demás provengo.
soy la fuckin hija de la educación pública, la de pinochet, aylwin y eduardo frei. señoritas, del colegio a la casa.
[de los bunkers mi favorito es su baterista basualto]
la asamblea, rodrigo me dijo que no y me decepcioné, pero bueno, fue la naty la que finalmente se sacó la asamblea. ella es mi verdadera líder política, porque creo que en ella experimento aquello de la sororidad, la amistad política, el mutuo respeto y el cariño por la otra, todo aquello que, pienso, conduce al cuidado.
[te vas a acordar que lo quieres, esto es otra cosa, pero el diario plateado, el diario flúor que te hizo la morita, la morita persona, la morita prefigurada gatita. prrrr ]
yo de mi amiga enamorada. una y mil veces.
[ministra toti se ve muy profundamente heterosexual, ¿será?]
["nunca conocí a una mejor feminista, tan bondadosa" dijo la panchita]
[que zinaida portnova sea chistosa, que haya hecho un ritual de esperitismo donde se quemó una pantorrilla]
la asamblea, jejeje, esto me dice que es buena, que me abre y me abre los sentidos. fue bonita, se trató de contener la salida de la ministra y las dos subsecretarias que perdió nuestro partido en el último cambio de gabinete. algo que se sintió y se sigue sintiendo muy canalla. dijeron dos veces el perdimos una ministra pero ganamos una militante. eso es bonito igual. es ocupar los espacios con dignidad.
la panchita decía que yo dijera algo. en favor de la valeska. en verdad sentí que quería decir algo, pero elegí no decirlo. quise ser la ultrona? más bien diría que elegí no serlo. no sé por qué siempre me sentí tan mal por no hablar en clases ni en asambleas, no entrar en los "debates". ahora, de que lo hacía, lo hacían, pero en mis artículos y editoriales, y quizá es hasta más poderoso, porque elles leen y repiten. leer y repinten, y lo que yo hago es instruirlos bien.
soy, algo así como la madame del mundo de les artistas y les intelectuales.
me conocen. soy famosa en convergencia social. la famosa de convergencia social.
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Capítulo 3 ‘‘Sin ningún apuro’’ PARTE 1/2
Holiiii, recuerden que pueden leer el legacy completo desde la página de Capital Sims, hagan click aquí. Este capítulo lo dividiré en dos ya que llegué al límite de imágenes omg.
Continuamos con la historia de la guapísima Alma. Ya tenía dinero suficiente para construirle paredes a su hogar tan humilde, pero sin tener pintura porque Alma sigue siendo pobre. Alma: Gracias por el cumplido del principio n.n
Algunas de las fotos que se tomó y subió a Simstagram las dejé colgadas en la pared. Alma se preparó el almuerzo una vez que regresó del trabajo. No había sido un buen día en la oficina y unos macarrones no alegrarían su día.
Su rostro lo dice todo. El trabajo no es tan divertido, Alma comenzará a apestar pronto y vive en una casa pequeñita sin baño. No es muy afortunada la pobre Alma.
Alma decidió visitar a sus vecinos y ahorrarse la ida al gimnasio. Intentó apurarse a llegar al baño después de tocar la puerta, pues la presencia de Summer hace que su corazón se le parta. Es inapropiado bañarse en la casa de otro sim y obviamente Travis llegó a regañarla. Travis: ¡¡¡EHH!!! ¡¿Estás loca?! ¡Sal de esa ducha AHORA!
‘‘Trágame tierra, esto fue una mala idea. Necesito mi ropa’’ 😓. Alma salió de la ducha unos minutos después y se puso la ropa en cuanto pudo. No quería tener enemigos y mucho menos sus vecinos, por lo que decidió arreglar las cosas. Alma: Hey una disculpa, me apena bastante lo que pasó. No tengo baño en mi casa y me urgía una ducha. Travis: Ya, pero no por eso te vas a duchar en mi casa así porque sí, ni siquiera te conozco. Alma: Soy Alma Green, tu vecina de al frente. Travis: ¿Eres la que vive en esa casa tan diminuta? Pobrecita. Alma: Pero es un buen terreno jeje, eso no me lo vas a negar.
Alma charló un rato con Travis y se volvieron amigos. Después de eso regresó a casa a descansar, estaba agotada de tantas emociones en un mismo día. Salió el sol una vez más y Alma se fue a trabajar. Cuando regresó a casa apareció un nuevo miedo: Temor a un trabajo sin futuro. Alma: Yo sé que soy la mejor aquí… pero no sé si este trabajo es lo mío, llevo mucho tiempo sin un ascenso :C Algo dramática esta chica, la verdad. Lo bueno que llegó J a visitarla y ayudarla a cocinar. Alma: No sabes lo horrible que es trabajar sin tener resultado exitoso alguno. Me siento atrapada en una carrera sin chiste. Ugh. J: ¿Cuándo fue la última vez que conseguiste un ascenso? Relájate un poco.
Alma: No hace mucho honestamente, es solo que no puedo evitar presionarme a ser... a triunfar en mi empleo. J: Ya eres muy buena en muchos aspectos, solo necesitas tiempo para conseguir ese nuevo puesto. Alma: Oh, muchas gracias J. Sabes muy bien como alegrarme. Deberíamos ir al gimnasio a levantar los ánimos, ¿qué dices? J: Por supuesto, sabes que me encanta la actividad física.
El miedo seguía ahí, pero Alma se divirtió bastante con J en el gimnasio. Ya que se hizo noche regresó a su casa. Como ya tenía los simoleones suficientes, pintó las paredes por dentro y por fuera. Se ve algo bien, ¿no?
Las paredes las dejé de un azul clarito. No hay muchas opciones en los Sims 4, eso no me gusta honestamente. El piso ya es de madera blanca, por lo que no me convence mucho el color de las paredes. Necesito encontrar una pintura que contraste. Alma: Yo amo el color azul, así que no me vayas a cambiar las paredes eeeh. El piso te lo acepto.
Al día siguiente ya era fin de semana WUUU, así que Alma no tiene trabajo, como le surgió un deseo de interactuar con Liberty la mandé a saludar a sus vecinos. En la entrada estaba una pequeña infanta (me acabo de enterar que se dice INFANTA y que infante no es neutral), parece ser hija de Liberty. Travis: Buenos días Alma, ¿qué te trae por aquí? Alma: Hola, vengo a platicar un rato. Ya los extrañaba. Travis: Todavía no nos conocemos bien y ya nos extrañas. Muy adorable.
Alma: ¿Cómo no te iba a extrañar a ti en específico? Eres súper lindo y se ve que eres una persona muy agradable. Travis: Awww, si sigues así me harás sonrojar. Casi haces que se me olvide que utilizaste nuestra ducha sin permiso. Alma: Uy, eso no se te irá de la mente en un buen de tiempo jeje.
En lo que ellos charlaban miré una extraña figura deforme caminando por la banqueta. Es la primera vez que me ocurre un bug de este tipo o.o Un monstruo en Willow Creek ¡ALGUIEN SÁLVENOS A TODOS!
Aunque de cerca no se ve tan terrorífica.
De repente a Alma se le ocurrió ser grosera. Malditos bugs. Alma: Con ese suetercito que te llevas ni mi madre se te acercaría. Travis: ¡¿Mi suéter?! Supongo que Travis habrá dicho algo que la ofendió, al punto que se comportó así.
Después de esas palabras hirientes, Alma se dirigió al cuarto de Liberty para cumplir su deseo. Lo malo era que Summer también estaba en la misma habitación. Fue algo incómodo para Alma, pero ella estaba decidida a seguir su deseo. Aunque no salió como esperaba. Liberty estaba algo enojada por una razón que no podía contarle a Alma al ser una completa desconocida, además de que su hija estaba destrozando un mueble detrás de ellas. Alma se sintió un poco apenada por no ser capaz de ayudarla, aun así, no se rindió e intentó alegrarle el día a Liberty.
Liberty: Bueno Alma, si lo que me cuentas es verdad, podría conseguir una casa para mi niña y yo. Alma: No es tan difícil conseguir un terreno por estos rumbos, pero si deseas elegir una casa yo te ayudo. Miré algunas casas bonitas mientras buscaba mi terreno, te puedo recomendar algunas. A Liberty la tranquilizó conversar con Alma. El resto de la tarde fue muy agradable.
Luego de un rato, Alma se despidió de todos y salió a excavar al Jardín Comunitario, donde se encontró a una sim guapísima. Creo que podría ser una buena pretendiente, tiene un rostro muy lindo y la descendencia estaría igual de hermosa. Alma: Wowowow, estás emparejándome con alguien que ni siquiera conozco bien, además, todavía no estoy interesada en tener hijos. Gracias. -.- Hijos tal vez no, pero pareja se ve que estás un poquitín desesperada. Alma: ... >.<
Alma: Holi chica, ¿cuál es tu nombre? Yo soy Alma Green. Rosa: Mucho gusto, yo me llamó Rosa. Te vi excavando algo, ¿encontraste algo especial? Alma: Oh, solo una estatua de MySims, la vendí porque necesito los simoleones.
Alma se acerca un poco a Rosa para verla mejor, creo que sí consideró lo que le dije jiji. Alma: Me gusta mucho tu cabello, déjame seguirte en Simstagram, me encantaría ver tu rutina. Rosa: Claro, de paso te doy mi número. Me tengo que ir, luego platicamos con calma.
No parece que Alma haya podido conseguir la atención de Rosa. Le surgió un deseo de repente y decidió ir a cumplirlo. Ella quería volverse amiga de Katrina, por lo que se desplazó al hogar de la familia Caliente.
Alma: Hola hola Juan, no sabía que estabas por aquí. Juan: Hola preciosa, aquí vivo por si no sabías. Alma: ¿Con Katrina? ¿En serio? Juan: Sí, con Katrina y sus dos hijas.
Alma: Luego me cuentas esa historia. Se dirigieron a la sala para pasar el rato, Katrina se les unió en cuanto vio a Alma. Katrina: Bienvenida querida, sé que eres nueva en Willow Creek, así que Oasis Springs debe ser igual de desconocido para ti. Alma: Así es, aunque ya estoy algo acostumbrada a los lugares desérticos. Katrina: Oooh, vienes de un desierto entonces. Alma: Sí, por eso mejor me fui a vivir a un lugar más verde y lleno de vida.
La chica rubia al lado de Juan estaba molesta. Alma no pensó que fuera por su presencia, sino que tal vez algo más la había hecho enojar. Intentaría tranquilizarla como lo hizo con Liberty. Alma: Tu casa es hermosa, Katrina. Aspiro a tener un hogar así de hermoso, claro, siendo una reina como tú. Katrina: Gracias, gracias, gracias. Ya verás que se cumplirá tu sueño. Alma: Por cierto, no conozco tu nombre, ¿cómo te llamas, muchacha? Mina: Umm Mina, soy la hija de Katrina. Juan: Y su hermana que está allá afuera es Nina.
Mina: Que es la hermana fea de la casa, pero aun así la queremos mucho. Alma: Jeje, yo soy hija única, así que me gustaría haber tenido la oportunidad de tener una hermana con la que pelear. Katrina: La familia es muy importante, así que, si no tuviste hermanas, tal vez tus hijos sí que disfruten de esa oportunidad de convivir con sus hermanitos. Alma: Claro, solo espero que sean niños igual de chulos que Mina. Mina: Ay, gracias por el cumplido.
Alma se volvió amiga de Katrina, quien se fue a trabajar inmediatamente. Mina, Juan y Alma conversaron por un rato más. La relación de Alma y Juan se elevó bastante, además de que estaba gustosa de conocer a Mina. Ella no se dio cuenta, pero Mina le echaba unos ojitos coquetos a Juan.
Y Dina tampoco se daba cuenta de la mirada cariñosa de Alma hacia Juan. En definitiva, Juan lograba conquistar a todas las bellas mujeres con las que interactuaba.
Alma no se quedó para siempre en el hogar de la familia Caliente, sino que tenía unos asuntos por resolver en la biblioteca, es decir, informes por rellenar. Alma: Con lo bien que me la estaba pasando :C Llegó a la biblioteca y uso el ordenador de siempre. El bibliotecario se presentó e intentó conversar por un rato con Alma. Antonio, un nombre lindo para un chico lindo, ¿no? Alma: Sí, la verdad que es algo atractivo. Ya veremos sí está interesado… en mí. O.O
Pero el bibliotecario se marchó a ayudar a otros sims, por lo que Alma no tuvo oportunidad de intentar invitarlo a salir. Mientras algunos sims se acercaron a su mesa, de hecho, la señora bug se quedó platicando con ella. Esperemos que no le vaya a pasar los bugs a Alma D:
Se hizo un poco más tarde, por lo que la mayoría de los sims abandonó la biblioteca. Ahora solo eran Alma y Antonio. Alma: Bueno, ¿qué más me puedes contar de ti? Antonio: No sé si se nota que me gustan los libros, estoy enamorado de la literatura, sin importar el género. Cada autor tiene una historia por contar y es fascinante los distintos estilos que cada uno tiene a la hora de redactar. Alma: Oh, a mí no me llama tanto la atención leer, pero a como lo describes suena súper interesante. Se nota lo apasionado que eres. Antonio: ¿Y cómo no serlo? Tu imaginación vuela con tan solo leer la primera página.
Alma: Por cierto, espero no sonar mal con lo que voy a preguntar, ni es mi intención ofenderte, ¿podría saber tu interés para… el ñiqui ñiqui? Antonio: No me ofendo, pero no te imagines nada, que soy gay y solo me atraen de esa forma los hombres. ¿No se me nota? Alma: Oh no no no, solo preguntaba por curiosidad, no estoy interesada en ti. Y no me esperaba que fueras gay, no soy muy buena, uh, adivinando la orientación de otras personas. ‘‘Bueno, rechazada y mintiendo, pero sin haber perdido mi dignidad. No me le insinué’’. ¿Qué cosas piensa Alma? Quien no se arriesga no gana, eso no fue muy SEGURA DE SÍ MISMA de su parte. Además, ¿quién va por ahí preguntando la orientación de otros?
Y hasta aquí llega la parte 1! Maldito límite de imágenes u_u, pero ni modo. La continuación esta aquí.
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Don Tito
Soy Cristina; tengo 23 años y estoy casada hace dos años con un hombre maravilloso. Con Pablo nos conocimos hace tiempo el estaba en la Universidad donde él estudiaba Arquitectura y yo estudiaba en una escuela para modelo ,Recién casados, decidimos independizarnos y vivir donde nos lo permitiera nuestro bolsillo. Vengo de una familia de buen nivel económico, igual que Pablo. Pero cuando decidimos contraer matrimonio, él recién titulado y yo apunto de egresar, nos propusimos empezar de abajo y sin ninguna ayuda de nuestras familias. Es así como empezamos nuestras vivas en un barrio común y corriente de la ciudad, donde habían tanto casas bonitas como otras bastante feas, y la variedad de estas también corría para con la gente que las habitaba. Por nuestra parte no socializábamos mucho con nuestros vecinos, incluso a Pablo le caía bastante mal nuestro vecino de junto; decía que me miraba bastante y ni siquiera era disimulado como los demás; mas de un encontrón habían tenido por ese tipo de boberías.
A mi parecer Don Tito, que es nuestro vecino, con sus cincuenta y tantos años a cuestas; una barriga cervecera y un rostro de ogro malas pulgas, nunca había tenido la oportunidad de observar tan de cerca una «mujer tan atractiva», cuando le decía esto a mi marido lo relajaba y me devolvía una sonrisa. Además la esposa del viejo, Doña Raquel, era una señora muy amorosa y me entretenía conversando con ella cuando venia a pedirme algo de vez en cuando; así que le pedía a Pablo que no fuera tan antipático con los vecinos de junto.
Por otro lado, y a decir verdad, nuestra intimidad era bastante relajada; por mi lado nunca había estado en la cama con otro hombre que no fuera Pablo y él, aunque con bastante mas experiencia, me trataba con mucho respeto; ¿quién sabe? Quizá no quería hacerme sentir incomoda. En cierta forma, yo sabia que no me llenaba en la cama, pero me lo negaba a mí misma.
Bueno, creo que con esta pequeña introducción, se darán cuenta de cómo estaba mi vida; en general bastante normal y por lo mismo, si me hubieran dicho lo que iba a pasar nunca lo hubiera creído.
Todo empezó hace unos seis meses. Como ya les dije, la vida sexual con Pablo no era muy buena; lo que quiero decir es que me hacia sentir que no lo complacía como hombre y eso me apagaba como mujer. Cada vez me fui sintiendo mas necesitada.
Pablo trabajaba en una empresa constructora y le pagaban bien, mientras yo trabajaba en casa dedicada a mi examen, para obtener el titulo de abogada; teníamos fe que pronto me titularía y empezaría a aportar para obtener nuestra casa soñada.
Una tarde hacia tanto calor que me puse unos jeans ajustados, una blusa bastante ligera, y salí por unos refrescos. En la calle me percate que mas de alguna mirada iba dirigida descaradamente a mi trasero o a mis pechos. Lo mas sorprendente fue que me di cuenta que me excitaba, cuando veía a algún viejo verde o a algún chiquillo mirando mi cuerpo me mojaba y no podía evitar caminar de forma sensual para provocar mas miradas.
Cuando empezaron los dichos atrevidos como «mira que culazo»; «buenas tetas señorita»; «tienes cara de mamadora» o «te gusta parar vergas», mi excitación ya era demasiada. Llegue a casa solo a encerrarme en el baño a masturbarme estaba como loca en celo, y no les miento cuando les digo que estuve cerca de una hora orgasmo tras orgasmo, fue genial. Fue ese día que nunca olvidare, fueron los recuerdos de esas miradas y de esos atrevimientos de hombres ¡excitados y deseosos! los que me dejaron satisfecha, mi noche fue tranquila y relajada, si que me sentía bien, pero no duro mucho. A la mañana siguiente Pablo ya no estaba, se había ido a trabajar, y yo me quede sola con los recuerdos. No me tarde mucho en tomar los mismos jeans y una blusa aun mas ajustada y salir a caminar, solo a caminar, a observar y a escuchar. Los comentarios soeces no demoraron en aparecer y lo ocurrido el día anterior volvió a suceder.
Al día siguiente volví a salir, y el siguiente y el siguiente. Empecé a hacer mas ejercicio para verme mejor, me compre maquillajes mas coloridos e incluso practicaba las formas de caminar mas sensuales. Definitivamente era feliz con mi nuevo hobby, me daba cuenta que las miradas y sobre todo los dichos de aquellos extraños en la calle me llenaban de erotismo, me hacían sentir mujer, y en un barrio de esas características no era difícil encontrar algún sujeto que te mirara descaradamente y te dijera alguna grosería, incluso la diferencia de estatus social me provocaba locas ideas que resultaban en excitación, era como una BELLA PRINCESA entre plebeyos hambrientos y deseosos de CARNE FRESCA….sucios y mal olientes plebeyos deseosos de mi Carne. Un día que estaba muy excitada; fue un Miércoles, si, si que lo recuerdo. Esa mañana en especial estaba muy inquieta, y pensé que esa salida debía ser especial. Me puse una falda a medio muslo, bastante ligera para que destacara la forma de mis nalgas, desnudas pues mi pequeño tanga ya había sido absorbido por ellas; arriba solo una blusa apretaba mis pechos donde se notaban mis pezones parados y duros; deje mi cintura al aire libre y unas sandalias con taco completaban mi increíble atuendo.
Salí de casa dispuesta a llamar la atención de cualquier hombre que se me cruzara por delante. Camine mucho ese día y escuche muchos comentarios asquerosos. Al rato de haber salido de casa, cruce el Parque Central y un viejo malviviente estaba sentado en una banca. Desde que lo vi de lejos sabia que me iba a decir algo fuerte, incluso sentí cierta emoción cuando me acercaba con mi caminar coqueto mejor ensayado. Pase junto a él y lo escuche, es imborrable en mi memoria, él me dijo con una voz carraspera y hasta podría decir malévola «Déjame lamer tu coño, PUTA». Sentí una verdadera carga eléctrica recorrer mi cuerpo, me sentí empapada de un instante a otro, fue como un orgasmo instantáneo. Pare por un segundo y luego como pude seguí caminando, asustada, emocionada y sobre todo excitada. Nunca me habían llamado así, de pronto todo era tan claro, así me gustaba sentirme; sucia, provocativa, rastrera ¡toda una PUTA!. En esos momentos solo quería estar en casa, necesitaba masturbarme. Me di cuenta que había caminado mucho, estaba lejos y me sentía ansiosa. Decidí tomar el autobús, me dirigí a la parada mas próxima y me subí al primero que iba en dirección Sur.
Cuando llegue a casa me dirigí directamente al baño, di el agua para darme un baño de tina. Planeaba quedarme ay por un par de horas; tocándome, excitándome, autosatisfaciéndome. Estaba desesperada y ansiosa «déjame lamer tu coño ¡PUTA!» sonaba en mi cabeza y me producía escalofríos. La tina estaba casi llena y me disponía a cerrar la puerta del baño cuando sonó la campana de la puerta,«mierda, ¿quien puede ser?» pensé. No acababa de decidir si atender a la puerta o no cuando tocaron otra vez. Cerré la llave de la tina y fui a ver quien tocaba, no quería que nada me distrajera y un payaso tocando insistentemente a la puerta claro que me distraería.
Abrí la puerta y ay estaba, Don Tito, nuestro vecino. Apenas le abrí su mirada se fijo en mis Pechos, eso me excito, no lo puedo negar. Primero me pidió disculpas por la molestia y luego recorriéndome el cuerpo con la mirada me pidió un poco de azúcar, lo que no me extraño ya que siempre nos están pidiendo algo, pero la que generalmente pide el azúcar es Doña Raquel por lo que pregunte por ella. Me dijo en tono de broma que ella estaba enferma y que por eso era él quien me molestaba. Me di un momento observando como me devoraba con los ojos, me gusto como me miraba, me excitaba. Le pedí que pasara y que me acompañara mientras le llenaba el tazón que traía para llevarse el azúcar. Camine a la cocina sabiendo que el me seguía sin perder de vista mi intencionalmente meneado trasero; en el camino entendí porque me miraba así, me había salpicado agua de la tina a la blusa y esta estaba pegada a mis pechos, mis pezones casi estaban al desnudo para el deleite del viejo.
Me preocupo por un momento la impresión que podía darle, quizás podría comentarlo con Pablo, o pensaría que soy una provocadora, esto ultimo me excito y los problemas que podría tener con mi marido no me importaron, los vi muy lejanos; mi excitación me pedía que jugara con Don Tito, quería verlo deseándome, me estremecía al pensar que estaba sola en la casa con un viejo verde que solo quería probar mi cuerpo. Instintivamente mi cola se paro, mis hombros se fueron atrás y mi caminar se volvió exquisitamente sexy pero casual a la vez. Cuando llegamos a la cocina, me incline en ángulo recto para coger el azúcar del gabinete de abajo, me demore simulando que no la encontraba; cuando por fin la encontré me di vuelta y pude ver como el vejete se enderezaba.
Casi me volví loca al pensar que ese viejo me había visto el trasero. Mire su pantalón y me di cuenta de su erección, él se dio cuenta que le miraba el bulto pero no dijo nada así como yo no dije nada al sorprenderlo mirando bajo mi falda. Estaba como loca, estaba muy nerviosa, pero no nerviosa de forma común y corriente sino de esa forma que solo la excitación extrema puede provocar. Le pedí que acercara el recipiente que traía, se acerco y lo apoyo sobre los gabinetes; empecé a llenar el tazón, pero de a poco, quería que ese momento durara lo mas posible. Sus ojos llegaban a la altura de mi cuello, lo tenia a treinta centímetros de mí y me miraba descaradamente mis pechos casi desnudos, su excitación…no, no puedo llamar lo que vi excitación, era calentura; ese viejo me quería comer mis senos y yo lo sabia y me excitaba y más aun me excitaba que yo se los estaba mostrando, era una putita calentando a un vejete verde. Termine de llenar el tazón de azúcar y me volví dándole la espalda, cerré los ojos y suspire sin que él me viera; me quede ay contra los muebles de la cocina simulando que ordenaba algo. Era conciente que el me miraba de atrás y el no saber donde tenia plantada la mirada me generaba ideas demasiado provocativas.
─Sabes Cristina, tienes unas piernas preciosas─ dijo Don Tito, me quede helada. ─Espero no te moleste que te lo diga.
─ No─respondí, estaba inmóvil, supongo que parecí algo sumisa porque prosiguió.
─Y esa cintura, ¿estás yendo al gimnasio?.
Asentí con la cabeza, si le hubiera respondido con un «si» se hubiera escuchado mas como un gemido que como una palabra.
─Y esa cola, discúlpame que te lo diga, pero esta fantástica─ sentí como dio un paso hacia mí y luego poso suavemente sus manos en mi cintura ─Guauu…y tu piel es suave como la seda.
─Gracias Don Tito─dije nerviosa.
Sus manos empezaron a moverse suavemente sobre mis caderas. El hecho de estar en esas condiciones, con un viejo mirándome descaradamente y a la vez tocando y sintiendo mi piel, no hacia mas que acrecentar mi excitación; me limite a escucharlo y tratar de disimular mi estado lo mejor posible. ─Tienes un cuerpazo, y hace algún tiempo lo estas mostrando descaradamente….deberías cuidarte, podría pasarte algo…además te deben decir muchas groserías en la calle─ dijo cerca de mi oído.
Apoyo su bulto en mi trasero, pude sentir sobre mis nalgas su excitación, una palpitante excitación. El maldito me estaba apoyando y descaradamente. Yo era la mujer de su vecino, de ese vecino que no le agradaba mucho…Maldición, era un viejo que se aprovechaba de mi, un viejo que podía ser mi padre y además era el enemigo de mi esposo. Sentía un bulto que no era el de Pablo y cuando era lo suficientemente fuerte para murmurar un «no, ya basta» mi cuerpo no me apoyaba. Incluso empecé a rozar mi culo contra sus pantalones, con mis nalgas trataba lenta y suavemente de atrapar ese miembro palpitante; era un movimiento sutil pero estoy segura que lo sentía. Era obvio que lo sentía, porque empezó a puntearme con más fuerza, no mucha pero fue notorio. Estaba haciendo realidad los sucios deseos de aquel viejo y no tenia fuerzas para evitar que abusara de mi cuerpo. Sus manos me rodearon suavemente hasta atrapar mis pechos.
─Que buenas tetas─ susurro en mi oído.
¡Se refirió vulgarmente a mis senos!. Esas grosería que escuchaba en la calle, ahora me las decían al oído. Mis manos se apoyaron fuertemente en las de él sobre mis pechos.
─Ya basta, suélteme Don Tito─ pedí, pero mis manos se apretaron contra mí, mi cuerpo no tenia intención de resistirse y entendí que me excitaba pedir un alto y no obtenerlo; que aquel viejo no me hiciera caso; que su calentura fuera mas fuerte, me sentía deseada y abusada pero sobre todo muerta de excitación.
Me apretaba los pechos con pasión; los amasaba fuertemente murmurándome al oído que estaban grandes y firmes. Me empezó a puntear con más fuerza; tuve que apoyarme contra el mueble de la cocina para no perder el equilibrio, sus manos me apretaban los pechos y su cuerpo me apretaba la cintura contra los gabinetes, para conservar su bulto a la altura de mis nalgas tuve que flectar ligeramente las piernas. Estaba fuera de mí, no dejaba de pensar en lo morboso de la situación; ese viejo que todas las noches compartía la cama con esa mujer vieja que es Raquel, ahora tenia un cuerpo mucho más joven y bastante mejor formado para darse gusto, y ese cuerpo era mío, una mujer casada; la esposa de su intachable vecino, y se estaba dejando hacer solo por perra; POR PUTA.
Estuvo un rato masajeándome los pechos y apretando una y otra vez su paquete contra mi trasero. Yo estaba loca, parecía tener un orgasmo atorado en mi interior; cualquiera podría decir que la escasa sensatez que me quedaba me impedía entregarle el placer del triunfo a aquel viejo maldito; pero no, no era esa la razón, solo quería que eso explotará dentro de mí, la idea de sentirme dominada por Don Tito me estremecía. El viejo apoyo una de sus manos sobre la parte superior de mi muslo derecho, de a poco fue subiendo la falda hasta que pudo acariciar la piel de mi pierna, me acaricio con bravura; me voltee un momento y vi como observaba sus movimientos por debajo de mi falda. Su rostro era enfermizo, parecía un lunático, su arrugado rostro delataba un placer morboso. Cuando repentinamente tomo la falda y la dio vuelta sobre mi espalda, la sonrisa de deleite que mostró al ver mi pequeña prenda interior atrapada entre mis redondas nalgas, instintivamente me hizo parar aun más mi cola, mostrándola en su máximo esplendor.
─Eso, muéstrame el culo como debe ser─ comentó mientras me plantaba una fuerte palmada en mi trasero. Su comentario, mezclado con el fuerte sonido de su palmazo, me hicieron comprender que ya no había vuelta atrás, mi excitación era demasiado fuerte y no podía renegar de ella.; Don Tito me tenia en sus viejas y asquerosas manos.
Mientras seguía admirando mi trasero, tomo mis nalgas y las separó, para apoyar sobre la línea de mi tanga el grueso bulto que se le notaba en los pantalones. Cuando soltó mis nalgas sentí entre ellas las palpitaciones de su excitado miembro y enterré mi cola bajo su barriga. Me tomó de las caderas desnudas y me apoyó su paquete con fuerza, incluso pude oír un pequeño gemido de parte de él, a la vez que a mí se me salía uno mas evidente.
─Uyyy….mueve tu culo Cristina…menéalo como a los hombres nos gusta verlo─dijo.
Obedecí y pare lo mas que pude la cola, la empecé a mover suavemente de lado a lado mientras rozaba su pantalón. Me voltee un instante; me excitaba ver su rostro, el viejo estaba en la gloria y el morbo de la situación me tenia en la gloria a mí. Las palmadas en mi trasero empezaron a sonar y sentí cosquillas de dolor en mis nalgas cuando el vejete gozaba golpeándolas; este dolor me hacia sentir mas abusada; a merced del ogro hambriento de carne humana que me había atrapado ese ogro que ahora iba a saciar sus mas sucias y degeneradas perversiones con mi cuerpo Don Tito aparto su bulto de mi cola, se paro junto a mí y apoyo su mano sobre la parte baja de mi espalda. Empezó a acariciar suavemente mi trasero, se paseaba de nalga en nalga, seguía por mis muslos y de vez en cuando acariciaba fugazmente mi entre pierna por sobre mi tanga. Deje de mover mi trasero, lamente un momento el cesé de los golpes pero pronto volvieron a aparecer y no volvieron solos.
─¡¿Qué pasa?!, no he dicho que pares, ¡sigue meneando el culo PUTITA!─exclamo mientras me plantaba un fuerte palmada.
─¿Cómo me llamó?…uuuyyy…Don Tito…aaahhh….¿Cómo me llamó?.─balbucee como pude, mientras reanudaba descontroladamente el meneo de mi trasero.
─Puta…no eres más que una puta calentona…y además con un cuerpazo de miedo…no te preocupes que yo voy a clavártela puta….y en la cama de tu lindo marido.
El dolor, mezclado con la increíble excitación que me provoco el haberlo escuchado llamarme puta, desencadenaron un orgasmo que resulto en fuertes gemidos y la tensión de todo mi cuerpo. Mientras gozaba con aquel sentir, la idea de que aquel viejo hablara mal de Pablo, me excitaba aun más, mi primer orgasmo de ese día fue largo e intenso.
─AAAhhhhhh, déjeme Don Tito…uuuuyyyy….por favor─ gemía mientras recibía fuertes palmazos en mi culito.
Me quede quieta sobre el mueble de cocina; Don Tito se dio cuenta que acababa de tener un orgasmo y ya no me exigía que meneara el trasero, se limito a acariciarme o mejor dicho a manosearme mientras recobraba el aliento. Mi rostro estaba apoyado contra la pared, mis ojos cerrados y la fuerte respiración delataban mi pasividad. El viejo se acercó y metió su lengua por entre mis labios, jugo un momento dentro de mi boca y luego lamió mis labios y mejilla. De un solo tirón arranco mi falda y la tiro al suelo; yo reaccione y me aleje un metro de él.
Hay estaba yo, frente al vecino, con un diminuto tanga, una pequeña blusa mojada que se pegaba a mis pechos y parada sobre unas sandalias con taco. De seguro me veía increíble, porque la sonrisa del viejo era enfermizamente caliente. Se empezó a acariciar su bulto en frente de mí; la idea de que ese viejo se estuviera masturbando mirando mi cuerpo provoco el regreso de esos cosquilleos que creí extintos luego del orgasmo.
─Estas bien buena Cristina, si que tiene suerte el hijo de puta de tu marido.
─Por favor, no se refiera así de él─ Increpe sin mucha convicción.
─Ja Ja..¿Cómo quieres que le llame?… ah si, cornudo, esa es la palabra, es un hijo de puta cornudo─dijo mientras se apretaba el bulto y me miraba a los ojos─ Acabo de manosear como he querido a su linda esposa, incluso le di un lindo beso y ahora la estoy mirando semi desnuda frente a mí mientras me corro una buena paja…definitivamente estas muy buena, mira esas piernas, ¡están de lujo!….Ahora quiero que desfiles para mí, que me muestres ese cuerpazo…¡Anda, camina como una perra! ¡caliéntame!. Dude, no me gustaba lo que había dicho pero era verdad; era una perra, una perra que quería seguir jugando o que jugaran con ella. Perdóname Pablo, perdóname por no poder evitar entregarme como una puta.
Camine lentamente frente a él. Mis pasos mejor ensayados se los mostré mientras le miraba el bulto en sus pantalones; sabia que le gustaba que le mirase ay y a mí me gustaba excitarlo; calentar a ese viejo, un viejo que nunca podría soñar con una mujer como yo, me provocaba demasiado. Cuando pasaba cerca suyo, no perdía oportunidad en darme una nalgada o manosearme los pechos, a la vez que me llenaba de insultos llamándome puta o perra. Estaba en el cielo.
─Eso señorita Cristina, menéele el culo a este viejito caliente…muéstreme lo provocativa que puede ser la esposa del hijo de puta de mi vecino….que puta mas buena….¡y va a ser mía!…su cuerpo va a ser mío…¿no es cierto?….¿no es cierto
Cristina? ….¿no es cierto perra?….¡Vamos, responde!─El viejo se cruzo en mi camino, me tomo de las caderas, y me miro a los ojos con una mueca de satisfacción interrumpida en la cara.
─Si….si Don Tito…mi cuerpo será suyo…y lo será como a usted le plazca─respondí. Sumisa frente al avance de sus manos, que metió bajo mi blusa para apretarme los pechos.
─¿Te gusta que te manoseen las tetas?…a las putas como tú les gusta. ─Si Don Tito, me gusta que me aprieten las tetas─decir tetas, refiriéndome a mis propios senos me gustó. Sus manos levantaron mi blusa para poder ver como amasaba mis pech…tetas.
─¿Y te gusta que te las chupen?,¿quieres ser mi vaca lechera?….que lindas tetas Cristina, seguro a tu estúpido marido también le gustan─dijo mientras empezaba a lamer mis pezones.
─Si, a él le gustan mucho Don Tito─respondí sin perder de vista su lengua─se siente orgulloso de ser el único que las ha besado.
Al escuchar esto me las apretó con fuerza, mientras el lamer de mis tetas se trasformo en chupadas y mordiscos descontrolados, Pablo jamás me había besado así; me sentía muy deseada y sucia a la vez por permitirle a aquel viejo asqueroso manosearme de esa manera. Al cabo de unos minutos, soltó mis tetas para posar sus manos sobre mi trasero, me apretaba y acariciaba las nalgas violentamente.
─Y tu culo…mierda, que bueno esta, tienes un culo de ensueño puta…y quien te lo esta sobando soy yo….aaaaahhhh…y no ese marica de tu marido….que culazo puta….¿te gusta que te toquen el culo perra?.
─Adoro que me manoseen el culo Don Tito….¡uuuuyyyyy!…. adoro calentar a viejos como usted…..aaaaayyyyy…..adoro que abusen de mi culito…..aaaayyyyy no, no esta bien…ay ay, por favor suélteme Don Tito, por favor no abuse de mi─ dije como una bebita asustada, lo que encendió al viejo y volvió con sus fuertes y adorables palmadas sobre mis nalgas.
─Que puta eres Cristina…una puta preciosa, mira esa carita de ángel…que labios mas hermosos…¿te gustaría que te premie con un dulce?─El viejo empezó a desabrochar su cinturón y cuando se iba a desabrochar el pantalón se arrepintió─anda, búscalo putita…muéstrale a este viejo lo que te gusta.
Era el momento, hasta ese instante no me había dado cuenta de lo ansiosa que estaba por portarme como una verdadera puta; había llegado el momento de hacer en vez de dejarme hacer y mi excitación iba en franco aumento.
─Ande señorita Cristina, busque lo que le gusta a las perras como usted. Le aseguro que esta bien duro; bien duro en honor a usted. Anda putita, acaríciamelo─El viejo ya se habia dado cuenta del morbo que me provocaba que me dijera puta, y lo sabia aprovechar.
Estaba asustada, sabia que era muy diferente dejarme tocar a provocar placer en otro hombre, y mas si era ese viejo a quien mi marido detestaba, pero estaba decidida a seguir jugando y me tenia loca la idea de entregarme a Don Tito. Dejarme follar por aquel viejo verde me convertía en una puta, y eso me encantaba, quería ser una puta ansiosa de placer…de verga.
Acerque mis manos al bulto de sus pantalones; el viejo suspiro de placer cuando apreté su paquete sintiendo la dureza de su miembro. Me miraba con una mueca extraña, como un violador burlón mira a su victima indefensa. Pude sentir un pené largo y grueso bajo la tela, me encantaba, aquel viejo si que estaba caliente, y me hacia sentir toda una hembra. Desabroche su pantalón y lo acaricie bajo su ropa interior, cerré los ojos para disfrutar la sensación de tocar aquella vieja barra de carne, una de mis manos atrapo sus peludos testículos, los que acaricie suavemente; la otra apretó fuertemente su mástil y con un sutil sube y baja lo empecé a masturbar. Me vio descuidada y volvió a meter su lengua en mi boca, parecía que había juntado saliva para inundar mi cara, era asqueroso pero excitante; devolví su beso como una niña dejándose hacer, como si fuera mi primer beso y luego me deje lamer la cara.
La piel de su miembro era tersa por la rigidez de este; su glande estaba húmedo y manchaba mi mano cuando lo acariciaba. El tamaño de su miembro era mayor al de Pablo y eso me excitaba, me calentaba la idea de que aquel viejo me brindara mas placer que mi marido; con sus años de mas, su barriga y su fea cara me iba a tomar como nunca lo había hecho mi amado esposo.
Don Tito suavemente me oriento hacia la mesa de la cocina. Yo, sin soltar su miembro, lo seguí; ya estaba perdida, estaba hambrienta.
─Ahora me la vas a chupar perra…le vas a chupar la polla a tu vecino─dijo Don Tito cuando me obligaba a inclinarme sobre la mesa. Me dejo apoyada en un vértice de esta, dejando mi cabeza a la altura de su miembro y mi cola en pompas por el otro lado. Mientras me acariciaba el culo, me empezó a dar pequeños golpes en la cara con su verga.
─¿Qué te parece tu dulcecito? Eh perrita, ¿Te gusta?─ empezaron los increíbles palmazos en mis nalgas─¿Qué diría tu maridito si te viera con mi verga en la cara?….aaaaggghhh…¡anda! abre la boca puta.
─Mi marido nunca me ha pedido que se la chupe Don Tito─dije antes de desabrochar los ultimos botones de su camisa y pasar sensualmente mi lengua por su velluda barriga─ Su verga de viejo será la primera que saboree mi boca…. Usted Don Tito va a ser el primero que meta su verga en mi boca.
No podía creer lo que acababan de pronunciar mis labios; sabia que eso iba a calentar al viejo, y era consiente de que eso me calentaba, pero decirlo con esa mezcla de inocencia y sensualidad me asombraba.
─Entonces abre la boca putita─dijo con su voz carrasposa. Primero repase su miembro con la lengua, él se inclinaba para poder verlo bajo su barriga. Recorría de la base de su gruesa verga hasta su húmedo glande, tenia un sabor a sudor con una pequeña esencia a orines; me gustaba, el sabor a calentura de viejo me gustaba, bañe su mastil con saliva y sus testículos también, que me sumergiera entre su vello para alcanzar sus testículos con mi lengua le encantaba, podía sentirlo en los apretones o palmadas en mi cola. Cuando atrape su glande con mis labios cada una de sus manos apretó la respectiva nalga que tenia atrapada.
─Eso puta, chupamela…demuéstrame de lo que se ha perdido tu estúpido marido.
Empecé a chupar su verga de forma hambrienta, mientras mis labios la recorrían de arriba hasta donde alcanzara a entrar en mi boca, mi mano apretaba y masturbaba lo que quedaba fuera de está; mi lengua acariciaba su glande sin descanso y mi cola se meneaba sin cesar. Ya llevaba un rato así cuando empecé a bajar el ritmo. ─¡Vamos puta!, sigue chupando….síguele chupando la polla a este viejo caliente─ exclamo mientras me pegaba fuertes palmazos en mis nalgas.
Reanude mi ritmo, mi excitación había crecido. Al tratarme de puta y ordenarme que siguiera, me hacia mas deseable…mas puta…mas rastrera. Mientras chupaba no podía evitar emitir sonidos de gemidos atrapados en mi garganta, mi calentura se me notaba; y mas se notaba cuando disminuía el masaje en su verga, con la intención de que me volviera a gritar, a insultar y a darme palmazos como a una niña que no cumple con su tarea.
─Me gustaría ver al hijo de puta de tu marido viendo como me la chupas…aaarrgg….el cuerpazo de mujer que tiene chupandosela a su despreciable vecino…mientras este le manosea su delicioso culo…aaaahhhh….eso puta, comete tu dulce, reverenda puta─decía sabiendo que yo me calentaba mas con sus insultos.
Aparto su delicioso aparato de mí y se paro detrás mío. Agarro mis tangas y me los dejo a medio muslo. Lo mire, estaba mirándome el culo ya desnudo y mi entrepierna totalmente expuesta. Puso su mano sobre mi húmeda vagina y la acaricio impregnando mi escaso vello con mis propios flujos.
─Estas toda mojada puta…como perra en celo─dijo mientras ponia la punta de su verga sobre mis labios vaginales.
─No Don Tito, no me la meta….por favor…no me viole─implore sabiendo que no me haría caso; ya les dije, me encanta que no le importe si yo quiero o no.
─Estas loca porque te la metan…la muy puta…piensas que te voy a dejar así no mas…pues ahora me lo vas a pedir…me vas a pedir que te la meta…anda, pídeme que te atraviese….pídeme que te haga mía….pídeme que posea el cuerpo de la mujer de mi vecino…anda puta, no te la voy a meter hasta que me lo pidas─dijo el viejo mientras rozaba su glande en la entrada de mi vagina.
Estuvo un rato acariciándome el culo y la entrepierna con su falo, sus palmadas se mantenían sobre mis nalgas. Mi excitación me dominaba, estaba ese viejo manoseándome y mirando mi cuerpo desnudo a excepción de mi blusa mojada y ya no aguantaba las ganas de que me lo metiera. Me volví a mirarlo, nuestras miradas se encontraron, su sonrisa malévola me hacia sentir dominada y descontroladamente caliente.
─Por favor Don Tito….aaaaayyyyyy….poséame…desquítese de Pablo follando a su mujer…quiero sentir que abusa de mí…uuuuyyyyy….quiero sentir su gruesa verga dentro de mí….por favor Don Tito, complázcame y seré suya para siempre…..para que desahogue su placer en mi cuerpo….por favor Don Tito, calme mi calentura─ dije mirándolo a los ojos en forma suplicante, mientras yo misma acariciaba mi culo a la vez que lo meneaba como sabia que a él le gustaba.
El viejo aguanto hasta que termino mi desesperada petición; se agasajo mirando mi excitado rostro mientras le pedía que me clavara esa verga. Lo deje de mirar cuando me tomo de las caderas, ubico la punta de su miembro y de una sola embestida me lo clavo completo. Su gruesa verga se abrió paso en mi interior como un taladro. Me saco un grito desgarrador, el dolor y el placer se mezclaban de forma exquisita entre mis piernas. Se quedo ay un momento, con toda su carne dentro de mí; nunca había sentido nada tan adentro. Me calentaba pensar en como me había dejado joder por el viejo vecino; la idea era repetitiva pero no podía dejar de excitarme. De pronto empezó el violento mete y saca, me tenia agarrada de las caderas y me empujaba hacia él con la misma fuerza que me estaba clavando. Pude sentir su barriga sobre la parte baja de mi espalda cuando se inclino para agarrarse de mis tetas; estaba sobre mi follandome salvajemente. Yo tenia las piernas juntas, amarradas por mis tangas a medio muslo, y mis codos, apoyados sobre la mesa, daban el espacio para que manoseara a placer mis excitados pechos. Me tenia montada como a una perra.
─¡Aaaaaayyyyyyy!….¡me duele!…….¡uuuuuuyyyyyy!…….¡me parte!…….¡Don Titooooo!…….¡NO PAREEEE!………¡NO, DÉJEME, NO PUEDO HACERLE ESTO A PABLO!…….¡VIEJOASQUEROSO!..¡¡¡DEJA DE VIOLARME!!!. ─¡CALLATE MALDITA PUTA!…..¡APENAS ESTOY EMPEZANDO!……¡QUE RICO ES CULIARTE!……AAAAARRRRGGGGG…….¡DIJISTE QUE SERIAS MIA SI TE LA METIA!…..¡ERES MIA CRISTINA!¡MAÑANA CUANDO TU HIJO DE PUTA MARIDO ESTE TRABAJANDO!….¡¡¡¡YO VENDRE A CULIARTE OTRA VEZ!!!!!…….¡Y ME VAS A ESPERAR, ESCUCHASTE, ME ESPERARAS PORQUE ESTARAS HAMBRIENTA POR ESTE VIEJO ASQUEROSO!─gritaba mientras me cogía.
─Si Don tito…..aaaayyyyyy….lo voy a esperar sumisa y complaciente…..¡dispuesta a todo!…..voy a ser su perrita…..uuuuyyyyy…….La mujer de Pablo ¡VA A SER SU PERRAAAA!…..AAAAHHHHH…….AAAAAHHHHH─ Estallo mi segundo orgasmo, fue largo e intenso, pero no me dejo satisfecha; me dejo cansada y mas calmada pero no satisfecha, aun estaba hambrienta.
El viejo se detuvo, no me lo saco, pero se quedo quieto parado detrás mío. No demore mucho en empezar a moverme en suave vaivén, ahora era yo la que me estaba comiendo su falo. Podía sentir como mis nalgas se pegaban a su ingle cuando mi culo se clavaba bajo su barriga. Me movía hacia la mesa sintiendo el roce de su miembro dentro de mi, para luego volver a clavármelo y sentir su peluda piel en mis muslos y nalgas.
─Eso putita….comételo….muéstrame que te gusta…..muéstrame que te encanta─decía el vejete mientras acariciaba mi espalda.─Ahora mas rápido….¡mas rápido te dije¡─Volvió a azotar mis pompis con sus arrugadas manos.
Acelere el ritmo de mis movimientos. Él no se movía, era yo la que, bajo el yugo de sus palmazos, devoraba su herramienta por entre mis piernas en un mete y saca frenético, como una yegua complaciendo a su jinete. Sabia que le encantaba mirarme dándome placer con su verga, sabia que gozaba mientras me dejaba golpear con tal de mantener su falo dentro de mí. El sentirme como su puta; el escucharlo insultarme, e insultar a mi marido, me tenia descontrolada. Mi único control se basaba en dejar que abusara de mi cuerpo, con tal que siguiera gozándome, me mantenía sumisa ante él.
Luego de un rato de gozar de mis movimientos, sorpresivamente se aparto de mí, sacándomelo y dejándome un gran vació entre las piernas. Me volví a ver que hacia y me asuste al verlo subiéndose los pantalones.
─Siga Don Tito…por favor, siga abusando de mí─suplique jadeante.
─Quiero seguir gozándote en tu cama puta, donde duermes con tu lindo maridito─dijo el viejo maldito. ─No, por favor Don Tito, no nos humille así. Por favor se lo pido, haga la que quiera conmigo ¡pero no lo humille así!─ rogué levantándome de la mesa.
─Solo por el placer de humillarlo a él, me voy a follar a su esposa en su propia cama y tú me vas a seguir; porque eres una perra hambrienta de verga y mi verga va a tu dormitorio. Y no demores puta o la leche que tengo guardada para ti, la voy a regar en su almohada─dijo sacando su desgarbado cuerpo de la cocina.
Me subí el tanga; mi blusa, esta vez mojada por mi propio sudor, seguía pegada a mi cuerpo. No podía creer que aquel viejo me hubiera dejado botada en la cocina, asegurando que no podría aguantar el deseo de seguirlo. Quería humillar a Pablo follandome en nuestra cama matrimonial. Recogí mi pequeña falda y pensé en ponérmela, ir a buscar a ese maldito viejo y sacarlo de mi casa. Él podría molestarse y violarme crudamente ay mismo, quizá era más bajo y entrado en años pero seguía siendo mas fuerte que yo. La idea me calentó. Luego pensé en seguirlo, darle en el gusto a ese vejete de mierda; mostrarle que con tal de que siguiera abusando de mí, humillaría a mi amado esposo de la peor de las formas. Me di cuenta que me gustaba, me gustaba la idea de ser sumisa ante él y entregarle mi cuerpo en nuestra cama. Me excite, parecía una drogadicta afligida por falta de droga; necesitaba verga he iría por ella sin importar las consecuencias. Cuando entre en la habitación me sentía como una niña que asiste por primera vez a clases; estaba nerviosa, ansiosa y asustada, aun así camine con un andar sensual y orgulloso. Él estaba desnudo junto a la cama, solo conservaba unos viejos calcetines que al parecer no pensaba sacarse.
─Ven acá Cristina, ven donde mis manos te alcancen. Anda, complace a Don Tito, este viejito que te dará tu merecido─dijo el miserable vejete. Me acerque a él, como me lo ordeno. De un tirón desprendió todos los botones de mi blusa y dejo mis pechos libres frente a él. No demoró en atraparlos entre sus manos y chuparlos como un becerro hambriento; sus manos recorrieron mi trasero y disfrutaba tirando de mi tanga para que este se apretara contra mi intimidad, mientras su lengua subía hacia mi cuello y luego a mi cara donde inclusive se atrevió a besarme asquerosamente. Me excito. Le respondí como una vil zorra su asqueroso beso. P or primera vez sentía su piel peluda y arrugada abrazar mi cuerpo. Ya descontrolada, me entregue y le abrace por sobre los hombros dejando a su merced, y sin ninguna protección, todo mi cuerpo. Le Acaricie suavemente la nuca mientras me gozaba.
Me aparto bruscamente, y esta vez fueron mis diminutos tangas los que fueron apartados de mí de un fuerte tirón. Me tomo del brazo y me arrogó sobre la cama, caí de espaldas, dominada, entregada, excitada. Se masturbaba lentamente, mientras se deleitaba mirando mi cuerpo con esa mueca enfermiza que tanto me calentaba.
─Abre tus piernas puta, muéstrale a este viejo como te entregas en la cama donde duermes con tu marido…. y pídemelo, pídeme que te tome, que te folle como a una puta─dijo el viejo con malicia.
Lo mire, sabia que le gustaba verme a los ojos cuando lastimeramente le pedía que me tomara, cuando se lo pedía como una hembra desesperada.
─Don Titoooo….por favor…..poséame aquí…. en la cama que comparto con Pablo─Abrí mis piernas lentamente, doblando mis rodillas expuse por completo mi intimidad, ofreciéndome como una puta─Anda viejo….aaayyyy….abusa de mi cuerpo…abusa del cuerpo de la mujer de otro hombre….uuuuyyyyyy….úsala como una puta.─continué, a la vez que mis manos recorrían suavemente mi entrepierna y mis tetas, expuestas para él.─Don Tito, venga tómeme…métame esa rica verga….goseme….anda viejo…culeame….viola a la hembra de tu vecino…desquítate conmigo…ande Don Tito, desquítese usando mi cuerpo─cerré los ojos y voltee mi rostro, con eso me sumergí en la excitación que me acababa de provocar diciendo esas palabras, y le di a entender que el exuberante cuerpo desnudo sobre la cama: el cuerpo de la mujer del cabron de su vecino, era suyo.
Basto sentir que subía a la cama, para que yo empezara a gemir delicadamente. Sentí la punta de su verga en mi conchita. Mientras se hundía dentro de mí, sentí caer su barriga sobre mi esbelto vientre y su lengua empezar a recorrer mi cuello. Lo rodee con mis piernas, su fofa contextura me recordaban la diferencia de edad. Su velluda y arrugada piel se aplastaba ante la presión de mis muslos. Su respiración era pesada y ansiosa, parecía un perro desesperado. La idea de que me dejara gozar por un viejo que podría ser mi padre, un viejo regordete y feo; y que además era enemigo de mi marido, me calentaba de forma increíble. El mete y saca frenético, la follada que me estaba dando Don Tito, me arrancaban gritos de placer, mi tercer orgasmo no tardo en llegar.
Cansada pero aun entregada a las clavadas del viejo, abrí los ojos. La fotografía de mi boda sobre el velador, conmigo de novia y Pablo sonriente junto a mí, era testigo del abuso de mi cuerpo. Mis ojos se pegaron en la fotografía, sentí lagrimas brotar de mis ojos y recorrer mis mejillas. Las lagrimas eran por un sentimiento de culpa, de culpa por no poder decirle que no a aquel viejo que se saciaba conmigo. Le pedí perdón a Pablo, volví a apretar con mis piernas el cuerpo de mi violador; lo abrace; acaricie su peluda espalda; busque su jadeante boca y lo bese como la hembra hambrienta que era.
─Dame mas fuerte….aaaahhhh….dame mas fuerte viejo asqueroso….perforame mas duro─gemía suplicante, pegada a sus labios y aun con lagrimas recorriendo mis mejillas. Se dio cuenta de mi tristesa lo que le provoco una risa burlona.
─Ya es tarde Cristina…tu cuerpo ya es mío…siente mi verga….eres una perra asquerosa….sumida a los deseos de cualquiera que quiera darte verga…a cualquiera que quiera gozar de tu cuerpazo…..incluso este viejo que tienes montándote─me torturaba, provocándome oleadas de placer.
Se incorporo sobre sus rodillas, junto mis piernas y las apoyo sobre su hombro derecho y continuo con fuertes embestidas, llegando a sacar su gallarda verga para luego enterrármela hasta lo mas profundo de un solo golpe. En esa posición, con mi culo nuevamente a la vista, golpeando su ingle bajo su barriga, y al alcance de sus manos, las nalgadas volvieron a resonar como latigazos de placer al compás de su vaivén.
─Toma puta……¡¿así te gusta que te la claven?!…..aaaarrrrgggg….eres una niña mala que merece que le destrocen el culo a charchazos─balbuceaba aferrando mis piernas contra su pecho─¡Eso perra!….me encanta ver como te saltan las tetas….grita puta, sigue gritando….muéstrame como te gusta la verga; como te gusta que te metan la polla.
Sus insultos; sus golpes; su mirada de desprecio me tenían en éxtasis. Lo vi arremetiendo contra mi ardiente cuerpo con un ansia de deseo y odio. Cuando me escupió, logrando que su saliva cayera en mi rostro, lo incentive recogiendo los restos de su humillación, con hambrientos movimientos de mi lengua. Era su perra y con tal que me siguiera follando era capaz de eso y más.
De pronto sus embistes disminuyeron su intensidad hasta sacar su miembro de mi interior. Mi cuerpo seguía con el vaivén extinto con ansia de lujuria. ─Siga Don Tito…deme más verga─pedí entre jadeos. ─Si te voy a dar perra, no te preocupes─respondió a la vez que sus dedos se paseaban de mi inundada intimidad hasta mi virgen agujero posterior─¿Alguna vez tu marido te a pedido tu culito? ─Si Don Tito─respondí percatándome de que la respuesta no le gusto demasiado─pero no se lo entregue, él lo quería pero se lo negué─esa ligera mueca burlona volvió a aparecer en su rostro.
─Pues será mío, te voy a desflorar el culo perrita─dijo mientras restregaba su glande contra mi ano.
─¡No!….oh Dios mio no, por favor Don Tito no─rogue envuelta en deseo.
Sentí su miembro hundirse hasta la mitad, mis piernas frenaron sus leves intentos por liberarse de entre sus brazos, para quedar inmóviles ante el empalamiento que estaba sufriendo. Quede muda, y no fue sino hasta que me lo termino de enterrar de una sola vez y sentir sus peludas bolas entre mis nalgas; cuando emití un fuerte grito de dolor. El dolor me inundo; mis gritos parecieron incentivar sus embistes, que de suaves estocadas se convirtieron rápidamente en frenéticas puñaladas. ─¡ME DUELE!…AAAAAAAHHHHHH…¡SACAMELO VIEJO ASQUEROSO!.. AAYYYYYY….¡ME DUELE!….¡AAAAYYYYY!….¡ME PARTE!, ¡DON TITO!…AAYYY… ME ESTA PARTIENDO….¡ME DUELE!─ grite a la vez que mis gritos se mezclaban con gemidos de placer─ ¡AAAYYYYY!….QUE RICO…..¡PARTEME EL CULO VIEJO DE MIERDA!…¡AAAAAAAAHHHHHH!….¡PERFORAME HASTA EL FONDO!. ─que culito mas apretado putita…eso, comételo todo….aaaaagggghhhh….¿me gustaría que tu marido me viera follandote el culo?…aaaarrggg…supiera lo perra que es su mujer…lo mucho que le gusta la verga….tanto que viene cualquier malviviente y se la clava en el culo….¡TOMA PUTA!….¡SIENTELO HASTA ADENTRO!─gruño mientras me embistió de tal manera que me sentí partida, llego mas adentro que nunca y fue tal el dolor que me provoco convulsiones de placer; estaba sufriendo el mas increíble orgasmo de toda mi vida. Me agarro un pecho y me dio un fuerte apretón, a la vez que me sacaba su miembro del culo para así rosearme con sus chorros de semen. Mis tetas; mi cuello; mi cara, estaban siendo inundados de esperma de ese viejo asqueroso.
─¡ANDA PERRITA!…¡AQUI TIENES TU LECHITA!…¡PUTA! …¡PUTA! …¡PUTA! …¡PUTA! …¡PUTA! …¡PUTA! …¡PUTA!─gritaba.
Su orgasmo me pareció infinito. Mi cuerpo recibía sus descargas de semen con hambre; entre increíbles contorsiones de placer, trataba de recibir hasta la ultima gota de leche sobre mi piel. Mis manos esparcieron su esperma por mis tetas dándoles un brillo excitante, mientras mis labios capturaban los restos que estuviesen a su alcance, devorando el exquisito elixir de su humillación.
─ay estas bañada de leche puta, saboréala, disfrútala como sé que te gusta. Así quedo la puta de mi vecino; la puta mujer de mi vecino….que culazo que tienes…y te lo acabo de culiar─termino dándome un fuerte palmazo en el culo y dejando caer mis piernas hacia un costado se levanto. Quede exhausta sobre la cama, su ultima nalgada se notaba sobre mi trasero. Jadeante vi como se vestía, Junto a él la foto de mi matrimonio me recordaba que había sido humillada y abusada sobre la cama que compartía con Pablo. Ese asqueroso viejo me había hecho suya; a mí, la mujer de su odiado vecino. Y ahora se vestía para dejarme ay, abusada, usada, vejada y violada pero sobre todo dominada, me hizo lo que quiso y ahora se iba; satisfecho.
Recogió mis llaves de la casa, que estaban sobre el velador, vio la foto, la levanto para verla mejor, se volteo a verme y esa maldita mueca de placer volvió a aparcera en su cara. Tiro la foto junto a mí.
─Nada me gustaría mas que quedarme y ver la cara de tu marido al verte bañada en mi leche, como una perra asquerosa─dijo el viejo guardándose las llaves─ pero prefiero que por ahora no se entere; ahora eres mía y pienso disfrutarte Cristina. Ya llegará el día que goce humillándolo.
Me senté sobre la cama y me cubrí con las sabanas. Se acerco y apoyándome un dedo en la barbilla levanto mi rostro para que lo mirara.
─me llevo las llaves porque de ahora en adelante pienso entrar a esta casa cuando quiera─dijo con su vos carrasposa─Volveré después de comer, quiero que te des un baño y me esperes en la cama…con tu ajuar de novia puesto ¿escuchaste?─se me quedo mirando, esperando una respuesta─¿escuchaste?─volvió a preguntar.
─Si Don Tito.
Se fue, salió del dormitorio y luego sentí la puerta de la calle cerrarse. Me lleve las manos a la cara y llore; de vergüenza; de rabia; de alegría, no lo sé, solo sé que llore desnuda sobre la cama, sentía secarse el semen sobre mi piel, y mi ano me ardía. Las lagrimas escapaban por entre mis dedos para mojas las sabanas que me cubrían. Me di una ducha, me dispuse a hacer mis maletas; eran las doce del día. Por acá se suele comer como a las dos. Eso me daba dos horas para empacar he irme de ay. Llamaría a Pablo de la casa de mis padres para que me fuera a buscar allá, y nos iríamos lejos, sin explicación de por medio. Él lo haría por mí, él me amaba y se iría conmigo sin preguntar nada, en un gesto romántico propio de él.
Mientras empacaba encontré mi ajuar de novia, recordé las palabras de aquel viejo. Me calme, mi apuro se había desvanecido; mi total atención se fijo en las diminutas prendas blancas que cubrieron mi cuerpo en mi noche de bodas. Mis portaligas; mi brasier de encaje y el pequeño corales se deslizaron por entre mis dedos, estaban suaves y recordé lo mucho que le gustaban a Pablo; decía que me veía hermosa, que podía estar muy cansado, pero apenas lo sorprendía con esas prendas adornando mi cuerpo, no aguantaba las ganas de hacerme el amor. Cuando me di cuenta ya las tenia puestas, estaba frente al espejo y me admiraba lo sensual que me veía; mi pequeña cintura, abriéndose en unas preciosas caderas, daba el soporte a mis pequeños corales. Me di media vuelta; el conjunto de ese hilo perdiéndose entre mis nalgas, con ese fino portaligas que rozando mi trasero se unían a mis ligas a medio muslo, me hacían ver increíble. Me extrañaba el nunca haberme detenido a verme, aquel brasier de media copa juntaba mis gloriosos pechos generando una increíble vista del escote. Camine mirando al espejo, me sentía sensual, me sentía como una hembra excitante…y me gustó.
Me acerque lentamente a la cama. Mientras cambiaba las sabanas, a mi mente llegaron las imágenes de aquel viejo abusando de mí; ese viejo que compartía noche tras noche la cama con una vieja, había gozado de mi cuerpo, un cuerpazo como él mismo lo llamo, un cuerpo joven y hermoso de los que seguramente ni en su juventud pudo gozar; y yo….y yo lo había dejado, lo había dejado manosearme y luego penetrarme; era una perra…había sido su perra; su puta, solo porque me tomará, ese era mi precio, no pedía m��s, solo que me gozarán.
Me metí entre las sabanas limpias, sentía mi ajuar apretando mi cuerpo; me recosté de lado dándole la espalda a la entrada del dormitorio, y espere.
Recordé a Pablo, sabia que él no llegaría hasta las siete, él estaba trabajando y nunca sospecharía lo que su mujer estaba haciendo en su ausencia. De pronto sonó la cerradura de la puerta de entrada; los pasos se dirigieron directamente a la habitación y luego junto a la cama; de un tirón la sabana que me cubría quedo a mis pies y un sonoro y burlón»guauuu». Sentí el peso de otra persona en la cama y luego una áspera mano me tiro de la cintura. ─Ven acá perrita.
No voy a entrar en detalles con respecto a lo que Don Tito me hizo esa tarde. Me penetro; me insulto; me dio de nalgadas; incluso empezó penetrándome por atrás para luego terminar en mi vagina «te voy a dar un hijo puta» gimió cuando me llenaba con su semen. Después me obligo a chupárselo durante cerca de una hora, mientras me manoseaba, insultaba y me palmeaba el trasero, hasta que acabo en mi boca y me obligo a tragar toda su leche….volví a portarme como una puta.
Los días pasaron y me convertí en una sumisa y obediente perra para el viejo, me hizo hacer muchas cosas que ni en mis peores sueños pensé que algún día me iba a ver obligada a hacer. Quizá otro día les cuente esas cosas, ahora debo arreglarme para cumplir con lo que me ordeno para hoy; ayer le conté del vejete malviviente del parque y de lo que despertó en mí «Debemos premiar a ese iluminado» fueron sus palabras
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Sombras
Ray pensaba que su vida era aburrida. No se puede hacer mucho cuando eres parte de las sombras. Así es, Ray vivía en las sombras, en las sombras que se forman cuando la gente camina bajo el sol, las sombras de un camión pasando por la calle. Él podía pasar de sombra en sombra si estaban lo suficientemente cerca. Esto le daba acceso a viajar por la mayor parte del mundo de sombra en sombra, pero nada de eso le parecía interesante ahora. Verás Ray nunca había conocido a alguien como él, en todos sus años en la tierra y todos sus viajes alrededor del mundo nunca había encontrado a otro ser en las sombras parecido a él. Y ni hablar de los humanos, Ray tenía una relación complicada con los humanos. Hace años, cuando todavía no aceptaba su soledad, Ray trató de hablar con un humano, un niño jugando con las sombras en su patio, pero este gritó y corrió hacía su casa. Esto le hizo entender a Ray que tal vez entablar conversación con un humano no sería la mejor decisión. ¿Quién podría entender que es un ser de las sombras y no salir corriendo? Con esto Ray se conformó a solo observar a los humanos de lejos y ahogarse en su propia soledad.
Hasta que conoció a Valeria. A Ray le gustaba pasar su tiempo en una tienda de lámparas ya que estas formaban sombras por las que podía caminar tranquilamente. Un día Valeria llegó a la tienda, se paseó por ella hasta encontrarse con una lámpara que formaba estrellas con la luz cuando se prendía, la probó en la tienda y las divertidas formas llamó la atención de Ray. Normalmente Ray no seguía a las personas a su casas pero algo en la emoción en la cara de Valeria al ver la lámpara lo intrigó lo suficiente como para hacerlo en esta ocasión.
En el camino notó dos cosas, la primera ,Valeria no vivía muy lejos de la tienda de lámparas. Y segundo Valeria parecía saber que él estaba ahí. Todo el camino Valeria volteaba a ver si la seguían, al principio Ray no pensó nada de esto pero se dio cuenta que en realidad nadie más parecía seguirle, sólo él.
Esto puso nervioso a Ray, ¿la estaba asustando?, no era su intención nunca pensó que se daría cuenta. Pero era muy tarde habían llegado al departamento de Valeria. Ella seguía sintiendo esta extraña sensación de que no estaba sola, pero no sabía porque. Trató de ignorarlo y fue a poner en su habitación su nueva adquisición.
Esta era su primera semana en su nuevo departamento y se notaba, no habían llegado todos su muebles todavía, solo una mesa, un estero, una cama y buro. Pero la cosa era que Valeria tenía un miedo profundo por la oscuridad y no podía dormir sin una luz en su cuarto, por esta misma razón había visitado la tienda de lámparas.
“Gracias a dios que encontré esa tienda tan cerca de aquí no creo que hubiera podido dormir sin ella” Pensó Valeria en voz alta.
“Con qué miedo a la oscuridad” pensó Ray mientras solo la observaba acomodar su lámpara en su buro. Valeria intentando dejar de sentir ese incómodo sentimiento prendió su lámpara y su estéreo y comenzó a bailar sola. Ray había visto este comportamiento antes incontables veces, en sus tempranos años como sombra le había encantado escabullirse a fiestas y bailar entre la sombras de la gente para olvidarse un rato de su tremenda soledad. Pero con el tiempo esa actividad fue perdiendo su efecto. Pero ver a Valeria bailar lo hizo querer hacerlo de nuevo. Valeria lo estaba haciendo hacer cosas muy extrañas inconscientemente, pero de pronto Ray se encontraba saltando entre las formas de estrella de la lámpara de Valeria. Valeria sintió la presencia de alguien tan intensamente que pensó que alguien había irrumpido en su hogar y gritó
“¿¡Quién está ahí!?”
Ray paró al instante ¿debería decir algo? ¿ella se espantaría más? Lo más razonable que Ray podía hacer es regresar a la tienda y dejar a esta pobre chica en paz. Pero la voz de Ray pareció no prestar atención al razonamiento y de la oscuridad se escuchó.
“Hola… ”
Valeria sintió un escalofrío pasar por su espalda “Si lo que buscas es dinero no encontrarás nada la casa está vacía” logró decir Valeria mientras buscaba la fuente de la voz.
“Um, en realidad no estoy buscando nada de eso, no se porque estoy aquí, no debería estar hablando contigo, nunca hablo con humanos “
“¿Dónde estás?” Valeria dijo con un nudo en la garganta.”
Ray se deslizó desde las formas en la pared hasta la sombra a los pies de Valeria
“Si miras a tus pies aquí estoy.”
“¿Qué? ¿Cómo es posible? Me estoy volviendo loca” Valeria sentía la cabeza nublada.
“Pues nunca lo había explicado antes, pero soy las sombras.”
“¡¿Mi sombra puede hablar?! ¿Por qué suena como hombre?”Dijo Valeria confundida
“Mmm en realidad no soy tu sombra, puedo ser cualquier sombra” Ray no entendía porque seguía hablando con ella y porque ella no corría.
“Aaa ya entiendo, y ¿qué haces aquí? ¿Vienes a hacerme daño?Después de todos estos años con miedo a la oscuridad ¿así es como muero?”
“No no no vengo a hacerte daño, solo que te ví en la tienda de lámparas y me intrigaste y te seguí”
“¡Esa tienda de lámparas me embrujo! ¡Ahora tendré que lidiar con un espectro por el resto de mi vida.”
“No, fui yo el que decidió venir, normalmente nadie se da cuenta cuando estoy alrededor de ellos pero al parecer tú sí.”
Valeria notó el tono triste en la voz de Ray y por un momento dejó de sentir miedo.
“¿Cómo sé que no me harás daño? Por todo lo que podrías ser un demonio.”
Ray sintió tristeza de nuevo, claro que nadie querría hablar con él, ¿qué estaba pensando siguiendo a esta chica a su casa?
“Pues en realidad no puedo hacer ningún tipo de efecto en el mundo material, incluso por muchos años pensé que los humanos no podían oírme, pero aquí estamos.”
Se escucha dócil, pensó Valeria. “Pero sé que le tienes miedo a la oscuridad y hablar con una sombra ha de ser aterrador, entonces me iré”
Ahora parecía que Valeria estaba actuando sin pensar
“¡No¡, espera, ¿no es solitario ser una sombra? ¿por lo menos hay más como tú?”
“No en realidad, nunca me encontrado a otro como yo , no por todo el mundo”
“Wow, ¿has viajado por todo el mundo?”
Valeria y Ray se quedaron hablando por la mayor parte de la tarde hasta la noche. Ray se sentía bien por poder hablar con alguien sin espantarlo y Valeria se sentía extrañamente cómoda hablando con la oscuridad. Al principio Valeria se sintió mal por Ray y por eso se quedó hablando con él aunque seguía sintiendo miedo. Pero después de escuchar sus historias algo en ella le dijo que era inofensivo. Terminaron con una rutina, Valeria pasaba su día en el trabajo y Ray se la pasaba merodeando por la ciudad y al final del día se encontraban en un parque donde Ray se escondía en la sombra de un árbol bajo el que se sentaba Valeria. Se contaban sus días y preocupaciones. Los encontraban confort el uno en el otro y se ayudaron mutuamente. Ray dejó de pensar de sí mismo como un monstruo que nadie querría y Valeria encontró que hay cosas buenas en las cosas que menos esperamos, como la oscuridad.
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Un Ataque al Corazón 19
Notas del cap:
Y… decíamos que solo eran Canadá y Rusia los maquiavélicos aquí? ¬u¬ mira nada más que cosas se puede encontrar uno por aquí XD
¡A leer!
19 - ¡A trabajar!
Suspiro aburrido al tiempo que hacia su cabeza hacia atrás del respaldo de la silla donde no hacía mucho había tenido un informe a mitad de quincena; al parecer, habían estado sucediendo mas peleas entre pandillas enemigas que los habían terminado juntando, Rusia prefería tener que pelear lo menos posible y esto le estaba causando algunos dolores de cabeza y frustraciones, eso, sumado a que no había podido estar cercas de ese nerd tricolor lo tenía bastante más estresado; se pregunto en qué momento se le había hecho tan imperativo el que su mirada colindara con la del nerd, en qué momento, las ganas de tocarlo se habían vuelto tan fuertes como para desconcentrarlo de su deber… ¿Qué era ese pequeño nerd? ¿Un brujo?
Toc toc toc
Sus ojos se abrieron y observo la aula completamente vacía, apenas usada por Alemania y él; Japón no hacia más de 10 minutos que se había marchado y supondría no solo que no tardaría tan poco en volver, sino que, no había razón para que tocara una puerta si se supone que era su clase
-¿Qué sucede?- pregunta Rusia, suponiendo que se trata de alguna de las cabecillas de su organización, sin embargo, la puerta entrecerrada se abre lentamente y de ella aparece un country que solo había visto a la distancia y que si, mal no recordaba, había escuchado de el por parte de Alemania
-Buen día mis panas- sonríe Venezuela entrando al salón de clases mostrando sus manos desnudas obviando por una tabla de madera, de esas que sujetan las hojas; ambos countrys miran aquello intrigados mas no dicen nada al respecto, solo observan como hay una única banca de distancia entre Venezuela, el recién llegado y ellos
-Me presento, mi nombre es Venezuela y, junto a mi grupo de amigos y compañeros, estamos creando una red de correspondencia por toda la escuela, la llamamos “De Anónimo”; verán, es una red de correspondencia, como ya habíamos dichos, donde, bajo el seudónimo del anonimato, podrán enviar o recibir correspondencia a quienes ustedes gusten; en caso de recibir nuestra correspondencia, a menos que el remitente así lo desee, todo será entregado bajo el seudónimo de anónimo, si ustedes son los que envían la correspondencia, diremos a su destinatario lo mismo- sonríe divertido Venezuela entregando un par de folletos fotocopiados donde vienen la información que les estaba haciendo entrega, incluso uno extra para Japón que deja en manos de Rusia
-Bajo nuestras políticas de privacidad, firmaran un contrato mostrado donde previamente se le explicara cada uno de nuestras clausulas, lo permitido y lo indebido; también podrán adquirir paquetes promocionales (ya que estamos abriendo nuestro negocio) así como descuentos- sonríe divertido. Rusia enarca una ceja interesado, ahora, Venezuela muestra delante de ambos la misma pancarta y comienza a señalar las banderas que yacen encerradas en un círculo
-Por ahora, nuestros únicos empleados son los aquí presentes, como podrán ver, es un conjunto de countrys trabajando; puede seleccionar en cada uno de nuestros contratos al empleado que más le guste como trabaja, que se acomode a sus necesidades o simplemente, puede experimentar la experiencia con cada uno de ellos, todo ello, también incluido en el contrato- sonríe divertido, Alemania comienza a rascar su barbilla, igual que como hacia cuando algo le interesaba
-Me parece bastante bien pero ¿Cuáles son sus precios?- pregunta Rusia divertido, Venezuela asiente tranquilamente aunque en su interior grita que ya han picado sus primeras presas; gira la pancarta dejando ver detrás una serie de precios y explicaciones a los paquetes promocionales
-Como podrán ver, tenemos una explicación global de cada acuerdo y contrato así como paquete promocional, si tiene dudas, no dude en marcar a nuestros números de atención al cliente, si desea contratar alguno de nuestros paquetes promocionales nos encontramos fuera de la entrada a la biblioteca, ahí podremos firmar y explicarle con lujo de detalle lo que aun tenga en duda; por favor, no duden en contactar con nosotros si gustan nuestros servicios; ¡Que tengan buen día caballeros!- finaliza, despidiendo con la mano y marchado antes de que algún otro pueda preguntar o hacer algo al respecto para detenerlo (*)
-…Pero que tipo tan raro es ese- menciona Alemania confundido de su actitud, Rusia también parpadea en igualdad de estado, pero volviendo su mirada a la pancarta, comienza a revisar parte por parte todo lo que estaba demostrando; una media sonrisa aparece en sus facciones
-No estaría mal, poner a prueba ese supuesto negocio de correspondencia- anuncia divertido, viendo más tarde como va entrando Japón con comida para todos
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-Muy bien… el siguiente- sonríe Venezuela avanzando por entre los edificios hasta poder dar con sus siguientes presas, USA y Canadá; solo que en esta ocasión, viendo que esta todo el salón reunido, sonríe de medio lado maquiavélico, afila su mirada cual cazador a punto de cazar su presa y entra con holgura al aula llamando la atención de todos; sonríe radiante y saluda alegremente
-¡Hey panas! Me presento, mi nombre es Venezuela y vengo promocionando junto a un grupo de amigos, un negocio de correspondencia…- asegura, comenzando con el mismo discurso que le había entregado a Rusia y el otro country del que no sabe su nombre
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-¿De verdad creen que vaya a funcionar a estas alturas?- pregunta México viendo por enésima vez la pancarta entre sus manos, Brasil sonríe determinado, Jamaica también arrebatándole el papel y viéndolo interesado; ahora que habían acabado la última clase, acordaron entre todos meterse al negocio e, incluso alguien como México también participaría; después de todo, dinero a todo el mundo le venía bien y, en cualquier caso, habían acordado que cada fin de mes se repartirían a partes iguales el dinero entre todos los que entraran a trabajar (que era todo el grupo en realidad)
-Claro que si, iremos por ratos, así que, en lo que tú vas a comprar la comida para los demás, nosotros nos prepararemos para poner en marcha el trabajo y esperar a que los clientes comiencen a llegar- asegura, empujando desde las caderas al latino que, entre pucheros, marcha en dirección del comedor para comprar comida para todos; suspiro cansado pero accedió, después de todo, aunque a él lo habían metido sin consultarlo, la verdad es que tampoco le molestaba tener un trabajo que también le ayudase a mantener su mente alejada de la idea de tener que tratar con Canadá y con el loco de Rusia
-Bienvenidos sean damas y caballeros- anuncia alegre Venezuela de pie aun extendiendo pancartas a los que se ven interesados pero que están lejos tratando de no mezclarse, Venezuela comienza a darles una rápida explicación de sus “servicios”, algunos lucen interesados, otros simplemente pasan de la idea; mientras tanto, Guatemala y Jamaica atienden a todos explicando a lujo de detalle y con tranquilidad cada clausula del contrario, el precio y finalmente, firmando con la gran mayoría de los que ahí se encuentran
Las horas pasan volando y después de dos horas y media atendiendo a tanto alumno y maestro pasa interesado, por fin, los integrantes tienen la posibilidad de descansar aliviados, sabiendo de antemano que alguien como Canadá ha firmado el contrario mucho antes de que iniciaran los preparativos (este fue trato directo con Venezuela) así como Rusia quien también ha hecho un trato directo con Venezuela, firmando en la oscuridad de la noche en la ultima hora de la escuela, permitiendo ambos tener el tipo de privacidad mas celosa que pudiera encontrarse en esta situación. Venezuela sonríe malicioso terminando de leer todos los que han contratado sus servicios, todos cantan victoria pese a ser viernes
El lunes, indiscutiblemente comenzarían arduas horas de trabajo que serian repartidas entre todos los countrys, hasta con México
Notas finales:
*”el negocios” le dicen al señor Venezuela XD hahahahaha me dio risa su manera de emprender pero me dio risa también XD haha lo siento, estaba viendo anime cuando estaba escribiendo esto… tal vez se me ha salido un poco la cuica con este concepto pero me gusta la mente de Venezuela… aunque a primera instancia todo me lo estoy inventando y no haya investigado ni un poco nada de esto muajajajajajajajja XD
… Como cuando me doy una idea de que repentinamente estoy metiendo demasiadas ideas para una sola historia… a ver si esto no me dura el millar de capítulos y acabo con otro fic de más de 50 capítulos n///nU
Datos extras:
*…¿Qué les puedo decir? México no sabe que Canadá, USA y Rusia están metidos en este desmadre del anónimo… estos son tratos directos con Venezuela que solo él conoce
*Se podría decir que Venezuela es el líder dentro de la “corporación” y el es la mente maquiavélica aquí ¬u¬
*Aquí, los culo sexy sirvieron como propaganda para atraer gente… y con culo sexy, me estoy refiriendo a los cabrones de Brasil y Jamaica… no sé, me los imagino de esos que los ves y te los quieres violar ¬u¬… ok ok, me calmo o me pongo de loca también XD
*Los lindos son Venezuela, Ecuador, Bolivia y México
*Los intelectuales son Guatemala, Colombia y Argentina
*Chile sirve bien como vocero… si, como no ¬¬
Muy bien, por ahora, aquí comienza el desmadre y es bueno… así que
¿Les ha gustado?
Que tengan lindo día
¡Comenten!
¿¿Les gustaría apoyarme con alguno de estos???
Ko-fi
Patreon (No se muy bien como funciona)
#countryhumans#countryhumans chile#countryhumans México#countryhumans Rusia#countryhumans china#Mis Fanfics Yaoi#Un Ataque al Corazón#RusMex#CanMex
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Memorias
Memorias de la gatita
II. Cachorrita juega
Pasada la pena de perder mi osito me apreste a disfrutar de otros objetos que tenía a mano, cada día con menos culpa pero si con mucho miedo de ser sorprendida. Mis lápices, pinceles, peines se hicieron mis nuevos amiguitos. A medida de que mis inquietudes crecían mi cuerpo también lo hacía, tomando formas más definidas. Entre mi compañeras de básica era la más alta y en la calle ya me hacía notar aunque el uniforme en el colegio monjas no era muy optimo.
Pasó el año y ya terminaba mi educación básica o primaria, se venía mi paso a media o secundaria, por temas de trabajo de mis padres nos cambiamos de ciudad. Me matricularon en un liceo de la ciudad, el uniforme era horrible, mis compañeras menos compuestas y algunas mayores, el orden no era tan estricto como en mi anterior colegio. Pero tenía sus ventajas, al poco andar aprendí que podía cortar mi falda, desabotonar un poco mi blusa e incluso salir por ahí.
En una de esas tantas salidas me sorprendió un compañero de trabajo de mi papá. Me hizo pasar una gran vergüenza al llevarme de vuelta al liceo. Me dijo que si me volvía a pillar le diría a mis papas y que dejara de usar la falda tan corta porque habían personas que lo podían malinterpretar o aprovecharse, mientras lo decía lo vi recorrerme entera con sus ojos de una manera que me resulto intimidante. Pero en mi aun inocente pensamiento no preste mayor atención.
En mi intimidad seguí con mis juegos, deje un poco los objetos por entrenar más habilidad con mis dedos, descubriendo que no solo mi cosita era un lugar placentero de tocar, también mi cuello, mis pechos y muslos me daban sensaciones placenteras. En el liceo mis compañeras se hacían circular algunas hojas sueltas de una que otra revista donde se lucían hombres con sus miembros duros y aceitosos, mujeres sensuales como había visto antes en casa. Algunas más atrevidas contaban como era hacer el amor con sus pololos, como era chupar un pene y un largo etc de banalidades. Sin duda no era una escuela del sexo pero les relato desde esta perspectiva en relación a toda esta historia.
Llego la primavera, el invierno había sido duro ese año, así que se agradecían ya los rayitos de sol. Un día mis compañeras acordaron arrancar de clases a media jornada para ir a la playa de una ciudad muy cercana, yo no tenía ánimos de ir temiendo ser nuevamente sorprendida pero la presión me hizo decidir. Nos fuimos y fue una tarde genial hasta que camino a casa el amigo de mi papa me alcanza en su auto. “Javi, hola así que de playa?” me sonroje y le dije “vengo de clases” , “no me mientas te vi con tus compañeras”. Demonios como justo toparme con él, me invito a subir a su auto a lo que accedí sin poner trabas. Me sermoneo un rato hasta que una de sus manos se poso en mi rodilla apenas acariciándome. El aroma maderoso de su ropa me hacia recordar a mi padre y sentirme extrañamente reconfortada. Roberto habrá tenido unos 30 años, hasta donde se vivía con su madre y era de entera confianza de mi papá. “Eres tan linda Javi tienes que cuidarte y no ser como las locas de tus amigas, no te metas con cualquier muchacho que estos solo quieren una cosa” “que cosa? Besarme?” “Javi, javi ya sabrás pero no es solo un beso” y su mano corrió un poco más arriba de mi rodilla, un escalofrió me recorrió estallando en mi cosita, apreté mis muslos y me aleje un poco. Ya estábamos fuera de casa, “no le digas a mi papá porfa” “tranquila tu tampoco le digas nada”. Paso ese día y comencé a poner atención a las palabras, realmente soy linda? Sus palabras retumbaban en mis oídos y no podía evitar recordar la sensación de sus manos en mis piernas. Semanas más tarde nos volvimos a encontrar y me llevo nuevamente a casa, conversamos mas animadamente, me pregunto si tenía novio, yo nerviosa le dije que no, que incluso tampoco había besado a alguien, menos algo más. Antes de bajar me dijo cuídate estas cada día más mujer es un agrado verte y me hizo abrir la guantera en ella había un gran chocolate, tómalo es para ti y no le cuentes a tu papa no quiero que piense mal. Nos empezamos a ver frecuentemente con la misma excusa de encontrarnos de camino. Ya teníamos más confianza y solía recogerme en el asiento quitándome el calzado. Me sentía grande estando con él y comencé también a tentarlo inocentemente. Un dia al despedirnos deliberadamente le deje la trompa y nos dimos un fugaz beso. Al día siguiente pudimos besarnos con mayor pasión y sus manos recorrieron mis piernas con afán, sin decirlo estábamos saliendo. Yo en casa comencé a preocuparme más de mi, si bien nunca he sido muy velluda, las revistas me enseñaron que las chicas siempre llevaban bien cuidadas sus partes, robe de las cosas de mi madre una rasuradora, crema de mi padre y me apreste a depilar con miedo mi conchita, recuerdo haberla dejado bastante despejada solo con unos mechones que la hacían lucir muy coqueta. Algo pudorosa me mire al espejo y tanto trajin me hizo terminar masturbándome deliciosamente. Me quede dormida ansiando que fuera mañana pues Roberto dijo que pasaría temprano por mi para hacer algo diferente.
Como supuestamente iba a clases me calce el uniforme; blusa blanca, corbata, falda gris de tablas y medias del mismo tono, debajo sostén blanco y un calzón de algodón de esos con monitos. Sali de casa a prisa y a la vuelta de mi casa estaba Roberto, avanzamos unas cuadras el lucia extrañamente nervioso, apenas nos besamos y me dijo ponte eso encima, era un poleron deportivo con capuchón. Salimos un poco de la ciudad y entramos a un motel, evidentemente era mi primera vez ahí y el poleron era para no levantar mayor sospecha. Ya en la habitación seguía nervioso y yo sin saber que hacer le di un beso. Poco a poco entramos en calor y sus manos temblorosas primero desabrocharon mi falda que cayó sin problemas continuo con mi corbata y blusa dejándome de pie en ropa interior, calcetas y zapatos. Llevaba una moña con un listón pude verme en el espejo de la habitación y si bien el pudor me llenaba pues nadie me había visto asi antes, el morbo de sentirme deseada comenzaba a crecer en mi panza bajando entre mis piernas. El me miraba con cierta satisfacción e incredulidad, como sonriendo. No me mires! le dije, poniéndome colorada y llevándome las manos a la cara. Quieres verme, me pregunto a lo que di el si con un movimiento de cabeza. Se quito toda la ropa y pude ver por primera vez las formas de un hombre en deseo. Me acerque a el y mi cuerpo temblabla, nos besamos. Sus manos guiaron las mias hasta su pene, estaba caliente y suave. De pronto me voltea puedo sentir su verga en mi espalda, acomoda mi largo pelo alrededor de mi cuello y suelta mi sostén. Se deja caer en la cama yo aun de pie sin saber que hacer sigo su instrucción. Voltéate, quítate eso y eso refiriéndose a mi sostén que solo prende de los breteles, y mi inocente calzón. No vacilo y lo hago quedado solo en calcetas, mis manos intentan cubrir mi cosita, ey! quita tus manos, las quito y exclama hermosa!. Me tira de una mano arrojándome a la cama. Mis pequeños pechos se pierden en su boca mis pezones se han endurecido como no había sentido antes y para que decir mi vagina que era totalmente atacada por sus dedos. No era gentil como mi osito pero me hacia jadear de dolor y deseo. Prontamente estaba sobre mi cuerpo y su pene ejercía presión intentando escabullirse entre los labios de mi ya húmeda vulva. Roberto nunca he estado con alguien, le comente al oído. Y yo nunca con una virgen me respondió. Nos besamos intensamente unos minutos, su pene seguía infructuosamente entrar en mi, y yo lo deseaba tanto que decidí separar mis piernas lo que más pude y con ambas manos separe los labios de mi conchita dejándole el camino totalmente despejado. Se acomodo y lentamente fue introduciendo su miembro en mi delicado cuerpo adolescente. Su cuerpo era fornido y su herramienta correspondía totalmente a sus formas, pude ver como su glande desaparecía dentro de mi concha y luego todo hasta que su pelvis quedo unida a la mia. Esta muy apretado aquí uff …aghh!! Exclamo y se desvaneció sobre mi. Al instante un calor me inundo las entrañas. Lo hicimos unas cinco veces ese día sin que yo haya disfrutado más que con mi osito. Por suerte o magia del destino no termine embarazada ese dia. Luego acordamos que a futuro se cuidara o no podía acabar dentro de mi aunque no perdimos oportunidad de hacerlo en los días finales de mi periodo.
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La vez que me despidieron de este trabajo llamado vida
Me desperté a las 4:00 a. m., una voz extraña me estaba hablando pero seguía medio adormilada hasta que empezó a insistir más. Por unos instantes llegué a pensar que lo que sonaba era mi despertador o que la radio se había encendido... pero no fue el caso. Volví a escuchar mi nombre y fue ahí cuando le di toda mi atención, y me empezó a decir lo siguiente: "Necesito que escuches esto, no lo volveré a repetir y de esto depende tu muerte"... para mis adentros dije "Ah bueno para qué me preocupo si todavía falta mucho", pero la voz pudo escuchar mis pensamientos y me respondió "Digo que tu muerte depende de esto porque lo que hagas con la noticia que te voy a dar va a depender de si tu muerte será en vano o no. Vengo a informarte que tu muerte está registrada para el día de hoy y te quedan veintitrés horas con cincuenta minutos. Cuando el tiempo se haya cumplido volveré a buscarte para ver si te llevo al lugar de almas completas o al lugar de almas que no lograron completar su vida y no aprovecharon su tiempo antes de morir". Después de eso la voz se desvaneció y me quedé estupefacta, pensé que me estaba volviendo loca y me quería volver a dormir, pero los pensamientos hacían que mi mente no dejara de darle vueltas.
Traté de asimilar lo que había pasado y llegué a la conclusión de que no era mi mente jugándome una broma... o tal vez sí, pero no perdía nada con hacerle caso y decidí tomarlo en serio... Esto era un asunto de muerte o muerte, sí literalmente, iba a morir de todas formas en algún momento, esto independientemente de si era por inventos de mi mente o no... De todos modos si no era cierto ya habría ganado muchos aprendizajes y si sí habría aprovechado.
Me paré de mi cama a las 4:15 a. m. y empecé a planear todo lo que quería hacer en una lista. Comencé por bañarme y hacerme el mejor maquillaje que pudiera hacer (para que no me tuvieran que maquillar para mi funeral), también me puse mi ropa favorita y mi mejor perfume. Me bañé en dos minutos y me arreglé con los tres restantes, cinco minutos era un nuevo récord. Después encendí mi cámara.. quería grabar un video de despedida para las personas que más amo, quería que mis palabras quedaran grabadas por un largo tiempo, porque si me llegaban a extrañar mi video podría consolarles y recordarles que siempre estaré a su lado; el cuerpo es efímero pero el alma es para toda la eternidad... Lo subí a Youtube en modo privado (no se pierde a comparación de un video en USB o un disco) y después copié el link para ponerlo en mi carta de despedida.
Ya eran las 5:00 y aproveché para escribir todas mis reflexiones y pensamientos en mi diario. Al terminar pensé en esconderlo en un lugar en donde sólo yo pudiera encontrarlo, me dije: "No sabes qué va a pasar después de morir, pero si por alguna razón volvieras a vivir con otro cuerpo podrías encontrar tu diario de nuevo y recordar parte de lo que alguna vez fuiste... Evidentemente no vas a ser la misma persona físicamente pero eso no importa porque nada de eso fuiste tú, tú eres tu alma y con eso basta, si sabes eso podrás reconocer que quien escribió eso fuiste tú". Lo escondí en un lugar muy especial, y no les diré dónde porque no quiero que al rato vayan a leerlo, sí ya sé que les encanta el chisme pero para eso ya les contaré otros jajaj. Después de esconderlo hice mi última pintura y escuché música. Le mandé los últimos mensajes a mis amigos y parientes lejanos, pues no podía irme sin despedirme de ellos también.
Mi familia seguía dormida y no quería despertarlos. No quería contarles de lo que me había enterado porque no quería que su mente estuviera predispuesta a estar triste antes de que sucediera. Quería que aprovecháramos el tiempo y que la pasáramos bien. En ocasiones no tuve claridad de las cosas, pero en esta situación específica tenía muy claro de que lo único que quería era estar con ellos.
Se despertaron y les propuse que saliéramos de paseo, hicimos un picnic y estuvimos contando anécdotas sobre la vida, jugamos juegos de mesa, corrimos con mi perro Yoko y reímos por un buen rato. Fue ahí donde sentí el tiempo en cámara lenta, y pude agradecer el estar presente, el tenerlos a mi lado y, el poder tener sensaciones tan simples como el simple hecho de sentir el viento en la cara. Sé que pude haber hecho algo más exótico como rentar un Ferrari y conducirlo por toda la ciudad o gastar todo mi dinero en lujos innecesarios, pero creo que la belleza de la vida se encuentra en lo que está ante nuestros ojos todos los días y, que en varias ocasiones damos por sentado. También pude haber dicho que en mi último día haría locuras pero esas no fueron mencionadas porque no me voy a esperar hasta el final para cometerlas, trataré de hacerlo antes para que no se me acumulen las "tareas no hechas" antes de morir.
Como pueden ver esto fue un sueño o algo así, todo bien ¡sigo viva! Pero antes de terminar quiero contarles esto... Alguien una vez dijo esta frase: “En tu último día en la Tierra, la persona en la que te pudiste haber convertido conocerá a la persona en la que te convertiste”. Y les tengo una pregunta que quiero que piensen bien... ¿Crees que te verías como la persona que pudiste haber sido o como en la persona que te convertiste?
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Los excesos siempre vuelven
Recibí un mensaje del Tito en medio de un terreno en Independencia, siguiendo al alcalde junto a Vale Luna por el Plan de Vacunación.
Supe una semana antes que estaba funado en Valdivia, ciudad de la que salió “arrancando” según una buena amiga. Y ese mismo día, enviando un audio en el paradero a la Camila, solo por ir repasando temas históricos, le dije que no había pasado nada más en esa historia.
Al ver su mensaje pensé que la brujería nunca me había funcionado tan rápido.
En el mensaje, Tito me decía que, si me parecía bien aún, podíamos juntarnos a tomar. Yo ya estaba esperando la receta de mi psiquiatra, una chica de mi edad con un mechón de pelo morado, pero con capacidad de recetar ansiolíticos.
Había decidido también abandonar los excesos de alcohol y marihuana. Y cualquier copa o pito de esa semana sería solo una despedida.
Porque quiero estar sana, menos loca, más tranquila.
Entonces iba subiendo y bajando del auto del alcalde, y en una de todas esas vueltas decidí decirle que sí, pese a todo lo anterior. Porque, siendo honesta, no sé si es posible ver al Tito sin emborracharse con él.
Estamos en época de campaña política y pese a que un año atrás mi discurso era anarquista hoy soy una funcionaria municipal.
La cita con la psiquiatra
Tuvo su efecto raro hablar de seis o siete meses de terapia en una hora, peor escuchar la misma conclusión que la psicóloga tiene de mis traumas: que a mí lo que me angustia es la necesidad de hablar.
De todas formas, esa tarde, luego de echarme a llorar sobre la cama, pude dormir siesta. Algo que, según yo misma he afirmado hace tiempo, ya no tengo la capacidad de hacer.
Esa noche, luego de probarme cinco looks, logré salir de la casa. Fue el primer fin de semana de lluvias y de este clima húmedo. Bajo la lluvia me tomé una cerveza como si fuera agua, y escuché las oscuridades de la Pancha, provocadas por el suicidio de su psicóloga, y de cómo su vida está marcada por el suicidio.
Y en un momento la abracé y le dije que ya basta de pensar esas cosas.
Angustias
El primer fin de semana que me tocó trabajar, porque yo lo decidí y porque yo lo quise, terminé volviendo a mi casa en medio de un llanto.
Pero llorar en la micro no es algo nuevo.
Fueron días en los que me di cuenta que tengo una dificultad para estar conmigo misma. Que cada día que llego de la pega busco y encuentro la forma de estar en otro lugar.
Que viví todo enero entre caña y ebriedad.
Al otro fin de semana vino la Camila. Fue el último sábado que intenté escribir algo de la tesis. Ella llegó y yo, al decirle eso, me puse a llorar. Entonces encendimos un pito y abrimos un vino, y yo le dije que iba a dejar ambas cosas, aunque pareciera cínico decirlo en ese contexto. Ella me dijo que no era así. También me dijo que mejor era abandonar la tesis momentáneamente, que con ese estado de ánimo yo no iba a poder pensar. Que le escribiera a Laura y le pidiera que me pasara lecturas. Dije que sí y, como tantas otras cosas lo he dejado de lado de lado y de lado.
Luego la fui a dejar a su otra cita. Y me vine totalmente mareada a la casa, a tratar de recuperarme antes de que fuera lunes nuevamente.
Dormir mal
Cuando la psiquiatra me preguntó le dije que dormía mal cada diez días cuando en verdad era una vez por semana. Me parecía mal, pero no realmente grave. Y entre medio he estado con mis ficciones, que ahora son devociones.
Una de las primera noches de dormir mal, tomé mi diario astral, para impregnarme de esas devociones. Y de la conciencia de ser mujer en aquella emoción.
Fue eso lo que no me dejó dormir. Mis propios pensamientos.
Y esos sueños que tuve.
Entre medio hablaba con un hombre que me gusta hace años, en una de mis tantas narrativas amorosas. Le hablé de eso, porque el papel de la pobrecita sirve, según yo.
Días después cuando me metí en su casa y en su cama, tampoco pude dormir.
El trabajo
Despertar de lunes a viernes a las 7, a las 8 o a las 9. Estar sábado y domingo atenta al celular. Comprarme ropa “para ir a trabajar”, porque quiero ser una mujer piola, incluso fome.
Volverme amiga de la Pancha, de la Vale Luna, de la Valeska.
Enamorarme del chico guapo que se pasea por ese edificio recuperado de Avenida La Paz, y que me recuerda tanto a uno de mis primeros amores.
Tomar las mismas dos micros todos los días, de ida y de vuelta.
No tener verduras en el refri porque ya no tengo tiempo ni ganas de ir a la feria.
Gastarme de 4 a 7 lucas en almuerzos que a veces no son tan buenos.
Pero estar menos sola.
Los excesos
Luego de recibir el mensaje del Tito comencé a imaginar ese fin de semana previo al antidepresivo. La manifestación final del eclipse de diciembre.
Le diría que fuéramos a un bar, probablemente a Las Tejas, sabiendo que el otro hombre que me interesa vive arriba. Sería liviana y divertida, y tendría la precaución de estar solo un rato, de quizá dejarlo atado para otra cita en el futuro, donde finalmente, podríamos tener esa conversación soñada sobre nuestro pasado.
Lo fui dudando con los días. Empecé a dormir mal, y a sentir un gran deseo por los hombres.
Un día envié un mensaje a Camila diciéndole que quería alejarme de todo lo que me provocaba tristeza. ¿Entonces por qué quieres ver al Tito?, me preguntó. No lo sé, le dije honestamente.
Comencé a buscar excusas. Porque él me lo pidió. Porque era lo que yo quería. Porque tengo fantasías sobre él.
¿Crees en el amor? Le pregunté ese viernes al Pablo, mientras almorzábamos. Me dijo que no, que entendía que el amor era pensar mucho en alguien, y que a él sí le había pasado, pero en verdad ahora no estaba buscándolo. Yo le dije que para mí es algo horrible. Y quise ligar al Tito a ese sentimiento y simplemente ya no pude.
Cómete a otro hueón, me dijo el Pablo.
La luz
Él estaba meado de gato. Con dos asaltos encima, probablemente consecuencia de su drogadicción. Yo nerviosa pero determinada.
Cuando abrió la puerta, sus dos perros se me tiraron encima y me arañaron la pierna.
Dos líneas largas en diagonal atravesándome la pierna se hinchaban, mientras yo pensaba en las consecuencias de mis arrojos. Abrirse, vulnerarse, quedar marcada. Como si fuera yo misma un personaje de mis ficciones.
Entonces levanté la vista y lo vi mirándome.
Me sirvió una cerveza y armó un blunt que decidí fumar pese a mi determinación de alejarme de ese vicio. Siempre con la intención de besarlo me moví hacia él.
Mi cuerpo, mi cabeza, mi corazón.
No puedo tener sexo con un hombre sin pensar en agresiones, aunque sea por el contraste. No puedo estar solo en el presente.
Tuvimos sexo tórrido y escenas de los años anteriores pasaban por mi cabeza. Citas, peleas, odios eternos.
Porque nos conocemos hace años, y vengo preguntándome esto hace años.
Entonces apareció el insomnio, y las ganas de no irse de ahí. Quedarse indeterminadamente en ese cuerpo, en esa casa ajena, habitar esa otra vida.
Cuando volví a mi casa me tiritaban las piernas, y el moretón ya me manchaba el muslo. Le conté todo a Pablo, y él me felicita. Me dice que mejor me olvide del otro, y que ahora tengo un sex buddy. Le digo que en más de una ocasión sentí ganas de declararme. Me dijo que lo hiciera sólo si primero lo hacía él.
Voy a mear y veo el moretón: antes de que desaparezca nos volveremos a ver.
Sin miedo
Toda la semana durmiendo mal, con insomnio o desvelos.
Mi mamá cuidándome, conociendo lo profundo de mi depresión.
El viernes, tras una nueva noche en vela, colapsé frente a mi psicóloga que opina que estoy sugestionada. Ese día llegué al trabajo tiritando, y terminé llorando frente a la Pancha, contándole todo lo que me pasa.
Volví a mi casa en taxi, tomé una siesta junto a mi mamá, luego las dos salimos a caminar. Le reconocí que no me gusta la idea de estar deprimida, ni de tomar antidepresivos.
Y el sábado, tras seis días juntas, le hablo de los hombres.
Me dice que no vaya tras uno si ya empecé algo con otro.
Despierto histérica y ella tranquila. En el almuerzo me cuenta que soñó que le presentaba a un pololo. Baja mi menstruación.
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Are you feeling sad?
Uno no termina de darse cuenta lo deprimido que está hasta que alguien que no ves hace varios días, viene y te pregunta “¿Cómo estás?” Y empiezas a llorar sin poder articular muy bien las razones de por qué lloras o por qué estás tan triste. Así fue hoy con Ana, con quien se suponía íbamos a hablar de mis exámenes, de la lista que estoy armando para ella y sobre Oración de María Moreno; y terminó ella abrazándome por un buen rato mientras yo no podía dejar de llorar. “Lau, cuando quieras venite a casa y trabajamos juntas”. Luego hablamos de lo fácil que es dejarse morir cuando vives sola. Esa es una idea que vengo pensando hace unos días, pero que se hizo más aguda en la última semana; una semana en la que de milagro comí, no me lavé el pelo y tuve varios días sin salir de la cama. Yo le decía a Ana: hay días en que no puedo ni abrir las cortinas, y entonces me dejo ir. En esos días solo pienso en Ramona y en lo egoísta que soy por no permitir que el sol entre para darle vida. Ana además sabe de mi relación con Toñitas. Para su clase del semestre pasado escribí mucho sobre lo que significaba para mí ese lugar y lo que fue durante cada fin de semana de los últimos dos años, territorio sagrado para salir del caos y olvidarme que estoy haciendo un doctorado. Le conté sobre la fiesta que iba a hacerse el domingo pasado para celebrar sus 40 años de existencia y lo bien que me venía para olvidar por un rato tanta angustia, y que luego, cuando la cancelaron, fue algo realmente catastrófico y cómo muchxs amigues vinieron a preguntar cómo estaba con la noticia. Al menos Fátima me invitó a un brunch familiar y luego me encontré con Luke para tomar una cerveza y no pensar. El fin de semana Mafe me preguntó cuándo había sido la última vez que había estado tan deprimida. Solo se me ocurrió pensar en esa vez en Bogotá, cuando lloraba todo el tiempo y tampoco tenía ganas de levantarme, salir, hacer cosas. Recuerdo mucho un fin de semana que era Estéreo Picnic y tenía entradas para los tres días, pero estaba tan deprimida que solo pude ir al primero. No supe cómo explicarle a Mafe que, aunque sus intenciones eran buenas, y que darme la idea de hacer un itinerario diferente para cada día como “almorzar en un sitio cool los lunes, ver a alguna amiga los martes, o ver una película nueva los miércoles”, hacer eso para alguien que está deprimido es básicamente una misión imposible. Quería explicarle que no se trata de armar un plan, se trata de que el cuerpo no te de, de que estés tan mal y tan triste que no te dan ganas de moverte, de salir, en que sencillamente no te da la vida para hacerlo. Y en que lo mejor que te puede pasar en esos momentos es quedarte dormida por horas para no sufrirlo. Luego me preguntó si recordaba que había hecho esa vez en Bogotá para salir de ese estado, y mi respuesta fue: “Probablemente viajar”; algo que ahora es prácticamente imposible. Aún así, ayer hablando con Guille me dijo que me fuera con ellos a un viaje corto de Thanksgiving, así fuera para cambiar de aire. Le conté de mi depresión, la sumatoria de cosas, los días que son todos iguales. Con mucha claridad me dijo: “Ya estás en el programa que te da dinero y educación. En medio de una pandemia y sin posibilidades laborales no sería lógico dejarlo”. Y no. No sería lógico. “Yo nunca he vivido solo así como vos. Y estando lejos de casa y en un lugar extranjero. Pero imagino que es difícil. Sobre todo en una pandemia. Yo recuerdo noches que terminaba de estudiar o ver tele y me sentaba a pensar que estaba muy lejos de mi familia y de mi casa. Y uno pregunta por qué. Esa pregunta se vuelve pesada con algo como una pandemia que trae incertidumbre” ¿Por qué? ... “Yo creo que podes pensar en el futuro post phd como algo que será un camino que vos misma vas a trazar. Onda hecho a tu medida” ¿Existe eso?, me pregunto. No sin terminar recordándome la importancia de los afectos: “Pero podes apoyarte en la gente que te quiere. Nosotros. Amigues. Tu madre. Diego está lejos pero la Loca seguro está ahí 100%”. Ana me dice que está bien reconocer que estoy deprimida. En terapia, tanto el jueves pasado como el lunes lloré prácticamente la sesión entera. Candela también me dijo que entendía las razones de mi depresión y que era lógico que solo quisiera dormir y que los días se fueran rápido. Diego me contó que era una suerte que esa fuera su reacción, que él conocía otras psicólogas que obligaban a la gente a salir y juzgaban a quienes estaban en mi situación de no querer hacer absolutamente nada. Diego está lejos y el no estar juntas me hace mal. Diego pasa horas jugando Animal Crossing, tratando también de entretener su propia depresión y me dice que trate de encontrar algo para intentar hacer lo mismo. Lo único que hice fue ver por 58393 vez Before Sunrise, Before Sunset y Before Midnight, que amo, pero que reafirman más de lo mismo: la vida no funciona de la misma manera. Presiento que Candela odia cuando le leo cosas en terapia, pero me aferro tanto a la palabra escrita que me resulta inevitable no leerle cosas en la sesión. Sobre el intercambio entre A y yo, me dijo algo así como que antes, cuando le había leído cosas de M o C, jamás había podido encontrar una conexión tan definida y clara entre nosotros, algo que evidentemente compartíamos A y yo, algo distinto que no tenían los otros; que era muy real el hilo de eso que nos unía que aún no habíamos soltado. Yo solo pensaba: Candela no me estás ayudando. Entre lágrimas igual le lancé el chiste de mi deseo por que en lugar de decirme algo como que si en algún momento tenía ganas de hablar, tomarme un café o contarle algo, que le gustará saber de mí; que mejor me hubiera dicho que si en algún momento tenía ganas de emborracharme, salir a un bar y terminar tirando, le gustará saber de mí. Como si esa imagen, hoy imposible, me devolviera a un recuerdo feliz, uno en el que todavía tenía una oportunidad de mejorar las cosas, de que todo fuera distinto. Al menos nos reímos las dos con mi fantasía de otra vida y otro tiempo con él, en el medio de tanta tristeza.
Mamá se fue una semana a Villa de Leyva y aproveché que ella estaba feliz viajando y desconectada para no tener que explicarle que no estaba bien o que no tenía ganas de hablar por teléfono. Ahora que ya volvió de su viaje, solo le digo que estoy ocupada con los exámenes del doctorado o calificando cosas de mis estudiantes. La idea de no saber si voy o no a verla en diciembre me abre un hueco en el estómago que solo hace que se agudice más mi tristeza por este estado, por la incertidumbre, por el no saber, por seguir sin poder irme, como siempre me he ido en el pasado. No entiendo bien cómo explicarle eso. Qué bueno que el año pasado me compré un árbol de Navidad. Hay tantas cosas que me preocupan. Hay tan poco ahí afuera para levantarse. Me acuerdo mucho cuando respondimos el cuestionario de Sophie Calle con M en 2014. Hoy lo repaso y me doy cuenta de que aunque siempre he sido una persona pesimista, todavía me quedaba algo de esperanza en ese momento, pues ante la pregunta “¿Qué es lo que le hace levantarse por las mañanas?” Yo respondí: “Que a pesar de que hay días en que uno despierta con esa sensación de 'para qué hacerlo', de esos días en que solo tienes ganas de que las cobijas se vuelvan mímesis con el cuerpo, creo que la noción de que todavía hay algo por lo que creer o construir es lo que hace que no me termine abandonando por completo a la tristeza. Los viajes que no he hecho, el amor que no ha llegado, el trabajo que sueño, las historias que todavía no he escrito.” Mientras que él respondió: “A mi nada me hace levantarme por la mañana. Lo hago solo por no hay otra opción. Ojalá pudiera no levantarme por la mañana.” Lo más triste de eso es que hoy 13 de octubre, la respuesta de M sería exactamente mi respuesta.
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Hola~ vengo del grupo de discord y me preguntó si te harás una idea de quién soy con lo que pediré. Para llevar un “I’m gonna be honest with you. I’m really horny, and you’re really hot. Can we fuck? Like, now?” con Levi y F!MC por favor 💖
Uy, uy, me pregunto quien serás~ ( ͡° ͜ʖ ͡°) Me demoré un poquillo por que tenía unas ideas extra para este chiquillo, así que espero esto le haga justicia ❤
Plato principal: Leviathan x F!MC
Cantidad: 1.316 palabras
Tipo de aderezos: Sugestivo, Sueños húmedos, tirado a NSFW.
Ingredientes extra: -
Notas y comentarios antes de la degustación: Se adaptó ligeramente la frase al traducirla, por lo que no es literal, pero se trató de mantener la esencia ❤
Otros links: AO3
Los benditos exámenes de fin de semestre, a pesar de haber intentado mantener tus notas lo más elevadas posible, estos exámenes tenían demasiado peso sobre la nota a fin del programa, por lo que te encontrabas un poco sobrecargada con los estudios. Finalmente decidiste rendirte ante el cansancio, simplemente dejando el libro abierto sobre tu escritorio, dejando caer tu cabeza sobre el mismo.
Luego de unos segundos, levantas tu cabeza del escritorio, sintiéndote nuevamente abrumada por la cantidad de cosas que debías aprenderte, viendo cada vez con más pesimismo los libros que aún te faltaba leer y repasar. Dejando todo como estaba decides tirarte a tu cama, recordando que ni la habías dejado hecha debido a que querías provechar al máximo tu día de estudios, aprovechaste y sacándote las pantuflas te cubres hasta la cintura, respondiendo algunos mensajes que te habían llegado durante el día.
Tras haber terminado de revisar todo lo pertinente a tu D.D.D observas con desdén tu escritorio con la gran montaña de trabajo que te quedaba “Que frustrante” pensaste con ganas de quemar los libros. Decidiste que por tu bienestar mental ibas a ignorar aquellos libros, dándote la vuelta y tomar una pequeña siesta para descansar tu mente.
Apenas sentiste cuando caíste en los brazos de Morfeo, no estabas soñando nada en específico, solo teniendo un descanso para ti. La noción del tiempo al dormir se distorsiona de forma brutal, no sabes cómo o por qué, pero tú subconsciente te traslado a una habitación que sentías que conocías pero a la vez no, no pasó mucho tiempo hasta que sentiste como te rodeaban unos brazos abrazándote con evidente fuerza, mientras que por tus muslos notaste como una especie de cola se iba abriendo paso por tus muslos. Las manos de aquel ser que te atrapó comenzaron a jugar con tus pechos y a apretarlos haciendo que te calentaras. Finalmente la punta de aquella larga que te recordó a la de una serpiente comenzó a rozarse con tu parte intima de forma un poco brusca, pero sin hacerte daño. Lo único que podías hacer desde tu desfavorable posición era intentar despertar, lo cual parecía difícil. Mirando hacia abajo, viendo como tus pechos eran prácticamente amasados y aquella cola jugaba con tu parte inferior, pudiste notar un particular color cian en las uñas del individuo. No te costó demasiado asimilar que aquel ser que estaba haciendo de las suyas en tus sueños no era otro más que Leviathan. Ante aquella revelación tu excitación no hizo más que aumentar, provocando que tu subconsciente siguiera con aquella “tortura”, las manos ajenas se colan debajo de la polera, jugueteando con tus pezones sin compasión, mientras que la cola del demonio hizo lo propio, al tener un pantalón sencillo y sin botones, no le fue problema meterse debajo de las capas de ropa y “atacarte” directamente.
Luego de aquello sentiste como volvías al plano de la realidad, sintiendo como sudor frio bajaba por tu cuerpo, las luces de tu habitación se encontraban apagadas y todo en tu habitación seguía como siempre, excepto tú y tu ropa. Haciendo una inspección a tu cuerpo notaste que la ropa que traías puesta estaba mojada con sudor, y que decir tu ropa interior, los pantalones que traías puestos en algún momento de tu sueño cayeron de la cama. Te cubriste hasta la cabeza, intentando no recordar lo que estabas soñando hacía nada más pocos minutos, terminando en fracaso, ya que de inmediato sentiste como el calor se apoderó de tus mejillas, y sentías como tu entrepierna comenzaba a pedir “un poco de atención”.
Intentaste de todo, tus manos, recreación visual con ayuda de tu laptop, pero nada te ayuda a bajar el calor, inclusive sentías que tus esfuerzos solo empeoraban tu propia situación, llegando al punto de que simplemente no podías ignorar tus impulsos e irte a dormir, te avergonzaba aceptarlo, pero necesitabas ayuda.
Muchas veces los hermanos te habían recalcado que podías contar con ellos para lo sea, pero ¿De dónde ibas a sacar coraje para explicarles lo que te pasó? Tu mente divagó por los rostros de todos, pero ninguno te daba la suficiente confianza para hablar de ello, hasta que recordaste al demonio con quién habías tenido aquel sueño, los latidos de tu corazón se hicieron más fuertes, sentías como golpeaban con violencia tu pecho, y que decir tu rostro, sentías como ardía. Luego de dudarlo por demasiado tiempo para tu gusto confirmaste la hora en el pequeño dispositivo que estaba en tu mesa de noche, 5:33 de la madrugada, aún faltaba un rato para que el día de todos comenzara, por lo que con rapidez coges tu uniforme y te lo pones a la rápida, después de todo si todo funcionaba, no querías atrasarte demasiado.
Con el corazón en la mano y los nervios junto a tu calentura a más no poder, te diriges rápidamente a la habitación del Avatar de la Envidia. Inhalas y exhalas afuera de su puerta, colocando atención al poco ruido que lograbas escuchar proveniente desde adentro “Bien, aún está despierto” pensaste con positividad. Tres toques suaves cayeron sobre la puerta de madera, pocos segundos pasaron y escuchaste como el pomo de la puerta giraba hasta que al otro lado ves a un Leviathan bastante confundido apenas vió que eras tú.
En aquellos segundos el nerviosismo que había acompañado todo el camino se fue a la basura, apenas lo viste te abalanzaste hacia él atacando sus labios sin dejarle la posibilidad de que reaccionase. No negabas que te encantaba Leviathan, no era la primera vez que tus “fantasías” estaban relacionadas con el tercer hermano, pero nunca habían sido tan vividas hasta aquella noche, donde tus ganas de besarlo, acariciarlo, abrazarlo y junto a muchas otras cosas se habían apoderado de tu cordura.
Manteniendo tus brazos rodeando su cuello y tus labios sobre los suyos, no sentiste ningún intento de separación de parte de él, por lo que creíste que no estaba rechazando tus avances. Sentiste la puerta cerrarse detrás de ti, y finalmente decidiste separarte, tu cuerpo se sentía débil y necesitado, por lo que descansaste algo de tu peso sobre él mientras le mirabas directamente a aquellos ojos anaranjados que te volvían loca.
- ¡E-ey! ¿A… a que viene… to-todo esto? – Apenas pudo articular el demonio, comenzando a caer presa de aquel nerviosismo que le caracterizaba, junto a un evidente color rojizo en sus mejillas.
- Lo siento Levi… - Apegaste más tu cuerpo al de él, presionando tus pechos contra el pecho de él. – Pero… debo ser honesta contigo. – Un pequeño suspiro salió de tus labios, manteniendo tu mirada conectada a la de él. – Estoy demasiado caliente y tú… eres demasiado atractivo para mí. – Sentenciaste, rozando levemente tu pelvis con la pierna de Leviathan, provocándote un pequeño gemido que te costó suprimir. - ¿Podemos follar? ¿Así… ahora? - Otro roce contra su pierna sacó otro gemido de ti, un poco más fuerte que el anterior. – Ya no… aguanto más.
- ¿A-ahora ya? – Preguntó aún confundido, quería mirar a otro lado, en el fondo tenía la impresión de que cortar ese contacto visual contigo era casi como “traicionarte” en aquel momento de necesidad. A su modo de ver parecía que estabas sufriendo, y no podía dejarte así – Ok, si es lo que nece-necesitas… - Respondió en un susurro de la pura vergüenza, esperando serte de ayuda.
- Levi… - Tu rostro se iluminó, y sin pensarlo volviste a besarlo, pero esta vez con más suavidad, a modo de agradecerle por no haberte rechazado. –
Desde ese momento decidiste perder la noción de todo lo que pasaba alrededor tuyo, solo centrándote entre lo que estaba pasando entre ustedes dos, tus manos comenzaron su trabajo de desvestir al demonio, tenías presente la inexperiencia del susodicho, pero no te molestaba en absoluto tomar la batuta de la situación y guiarle por el proceso con cariño y paciencia.
#obey me! spanish#obey me! español#obey me!#obey me shall we date#obey me! leviathan#leviathan x f!mc#Drabble de Sami#Suggestive
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Con un pie en el vacío el otro en el suelo.
La verdad que hoy no estoy en esos días en donde tengo ganas de inspirar al mundo a tener toda la positivdad que se requiere para pasar por esta vida, sigo teniendo una parte de mi que todavía quiere darle pelea a las batallas, pero otra parte de mi está cansada...
Este año fue realmente duro para mi y les juro que no podría contar con los dedos de la mano la cantidad de veces que tuve ganas de tirar la toalla y dejar de sentir, pero aún así le puse y le sigo poniendo onda, pero en parte siento que ya no puedo más..Porque si, te dicen que las cosas malas pasan por algo, que hay que seguir luchando pero necesito una tregua, necesito un espacio en donde me pueda sentir llena y bien de nuevo porque no puedo más con todo lo que me está pasando y me siento colapsar. Les juró que estoy haciendo todo lo que dice mi librito inventado sobre la superación. Estoy haciendo meditación, voy a terapia, leo, escribo, lloro cuando siento que no doy más, escribo y pienso frases positivas, trató de vivir el momento y le pongo todo mi empeño a entender que todo esto es mas grande que yo y que va a llegar el día en el cual entienda el por qué de que me haya pasado todo lo que me pasó, pero hoy estoy un poco rendida y, como dije antes, muy muy cansada.
Me siento como una bolsa de boxeo en donde la vida se está sacando todas las ganas, me está dando para que tenga y guarde. Entiendo que es para que sea más fuerte y por un lado lo estoy siendo, pero por el otro necesito tener alguna señal de que está sirviendo de algo porque tengo el corazón tan roto que cuando junté dos pedazos, se me parten veinte más, y los vuelvo a juntar, y cuando se termina de secar la parte que estoy pegando, se rompe en veinte más y así sucesivamente y no puedo más, les juro que no puedo.
Realmente espero que el próximo año sea mucho mejor que este, porque si sé que todos los años tiene cosas buenas y malas, pero este se sintió realmente como un volcán de tristezas sin fin y me siento sola y vacía, es como si nadie pudiese entender realmente como me está costando vivir y como está doliendo, y no tengo con quien hablar más que conmigo misma, y no sé si decirme “dale, vos podes como siempre pudiste” o “bueno, lo que toca, toca y bancatela”.
Seguramente les ha pasado de ver como la gente que los lastimó sigue adelante como si nada hubiese pasado, se siente como si alguien te pisara con un coche y retrocediera cien veces para asegurarse de que estás bien muerto y no te vas a poder levantar, y realmente no quiero decir que lo hacen con intención, porque alguna parte de mi me dice que a veces actuamos de la forma que mejor nos sale, pero ¿tan mal les sale a algunos? Estoy intentando proteger mi corazón de todas las tormentas que puedo, y si lo protejo tanto estoy fallandole a esa idea de fluir con la vida, pero cuando lo descuido un poco viene alguien y me lo rompe como para demostrarme que nunca hay nadie en quien se pueda confiar y quisiera no pensar en eso, porque supongo que todavía queda gente en la cual confiar, pero no la estaría encontrando.
Hoy pensaba y pensaba, y le di mil vueltas a mi cabeza con el tema de ya no entender donde esta el problema, donde está la gran falla que tengo que cambiar. Si el problema está en todo lo que soy, hay un grave problema y es que ¿Cómo dejo de ser quién soy?
Si el problema está en otros, no puedo manejar a los otros ni lo que dicen sentir ni lo que dejan de sentir, pero eso es porque siempre digo que no hay que creer en palabras, y ahí va la otra parte de mi que me dice “che sol, vivís desconfiando de todos, así nunca vas a sentirte segura”, y por alguna razón le hago caso y viene otra sol, más racional y menos creyente de las razones del corazón, y me dice “viste? no hay que confiar en nada” y ya no sé a quien estará bien darle razón.
En fin, hoy me sentí de nuevo en la cornisa de mis propios pensamientos, en donde no sabes donde disparar porque se puede escapar de todos menos de uno mismo. No esta en mi esencia ser alguien mala, y no es por dármela de buena, yo también habré fallado, habré defraudado y hecho llorar a gente que no se lo merecía, pero les juro que jamás en la vida disfruté de eso y, de hecho, soy muy cautelosa a la hora de relacionarme porque sé que uno tiene que darse tiempo de sentir y no generar en otro cosas que no existen o que no estás seguro de sentir.
Quiero dejar una salvedad, lo que idealizamos de los otros tampoco es su problema, pero en algún punto si les doy algo de culpa, porque nadie idealiza nada que no haya tenido una pizca de realidad. Por ejemplo, si vos te cruzas con alguien en el banco y te lo chocas, no idealizas que te vas a casar (ejemplo básico, pero creo que me hago entender). Es decir, el otro pone su grano de arena para que uno cree cierta imagen, o tal vez yo estoy equivocada, no sé.
La cuestión es que quería abrirme el alma a mi misma, como siempre, y decir todo esto que me estaba pasando por dentro porque después de llorar por horas y preguntarme ¿qué hice mal? o pedir gritando como una loca maricona al universo que me de una señal, me di cuenta de que solamente yo me estaba escuchando y que tenia que sacarme todo el dolor de adentro, para que no se me pudra ni se acomode para quedarse ahí para siempre.
Otra de las cosas que sentí este año es lo fácil que uno se vuelve reemplazable, y eso es lo que me carcome la cabeza todo el tiempo. El no entender si yo soy una persona que no valgo para que alguien se ponga los pantalones y la reme un poco, o yo parezco un mar tormentoso del que se arrepienten antes de emprender el viaje, o si tal vez yo soy mucho para gente que vale poco. No sé cual de todas las razones sea la correcta, sólo entiendo que estoy dando tanto al aire, porque no veo retribuciones, y no me vengan con esa loca idea de que uno da y no le importa recibir nada a cambio, porque nadie puede discutirme que uno da porque lo siente, pero tampoco está bueno que nadie te devuelva nunca ni migajas, se siente horrible que nadie tenga ni ganas ni tiempo para darte un poco de lo que le das. Además me cuesta entender la idea de los reemplazos, porque a pesar de que tengo claro que nadie es indispensable, jamás en la vida me la pasé remplazando personas como si fuese que te encontras gente buena a la vuelta de la esquina, es decir, puedo sentirme bien con mil personas, pero cada una tiene su propia esencia y no podes pretender encontrar eso en cualquiera que conozcas.
Tengo claras mis metas, y soy una persona muy transparante, nunca tengo dobles intenciones en lo que digo o siento y supongo que por eso también me cuesta ser comprendida, porque es como si la gente no estuviera acostumbrada a lidiar con gente que te habla a corazón abierto, sin esconder ni un poco como se siente, ya sea en el peor momento o lo más feliz de la tierra. Claro que no me voy a dar el lujo de llorar toda mi vida y pensar que todo lo malo me pasa a mi, porque es cierto que a todos nos pasan cosas malas y todos nos sentimos miserables, al menos alguna vez. Pero si me encantaría una señal de que estoy haciendo lo correcto, de que vale la pena tantas lagrimas que este año me sacó, de que vale la pena haber dado tanto y no recibir la mitad, de que van a llegar las buenas porque sino estaría perdiendo la razón por la cual luchar, y no se puede vivir la vida sin tener razones para seguir.
Acá no vengo a dármela de mártir, de “pobrecita yo, ¿que quiere el universo de mi?” porque ya pasé esa etapa, pero si estaría bueno verle el resultado a los esfuerzos, porque quizás no se note, PERO LES JURO QUE LO ESTOY INTENTANDO CON TODO MI CORAZÓN, MI CUERPO Y MI ALMA, les juro que estoy tratando de decirme todos los días cuando me levanto y antes de irme a dormir que ya van a venir las buenas, que no le de tantas vueltas al destino, que siempre me demostró que todo tenia una razón de ser, pero se está demorando muchísimo en darme un poco de paz... Soy un volcán en ebullición constante, y me siento como baldosa de avenida, siento que todos me pisan constantemente, y siguen caminando su rumbo sin mirar atrás, sin fijarse en los restos de mi, y que yo sigo acá, lista para cuando quieran volverme a caminar. Y no, ya no quiero ser ese “tiempo libre” de los demás, ni esa que te hace reír y que no importa cuántas veces la rompas, si vos te sentís un poco desahuciado, te va a dar aliento.
Yo no soy, ni quiero volver a ser temporal para nada ni nadie más en la vida, debe ser que no estoy dando el mensaje indicado a las personas, porque parece que todos me ven cara de “la boluda”, pero les juro que me doy cuenta de todo y siempre analizo a las personas, no se me escapa nada.. De ahí a que vos consideres que no me doy cuenta de nada y que no entiendo ni un poco lo que pasa a mi alrededor, es otra cosa.
En fin, quería solamente sacarme toda la ira y la tristeza del corazón, y seguiré confiando, me daré los lujos de llorar todo los mares que hagan falta, pero voy a seguir acá, al pie del cañón, porque uno siembra lo que da, y sé que mi jardín va a brillar en toda la maldita tierra, y todos lo van a ver. Nadie se fue de está vida sin pagar sus deudas, y si alguien tuvo la suerte de hacerlo, les juro que en la próxima vida les tocará...
Siembren amor y jamás se sientan mal si alguien no supo ver todo el oro que eran, nunca sientan que seguir a sus ideales está mal, yo entendí que perdes mucha gente en el camino cuando te elegís, pero siempre elegirse es el camino correcto. Imagínate traicionarte por gente que no vale ni un minuto de tu tiempo, eso si sería devastador.
Los quiero y ténganse fe siempre, y no importa si nos caemos un rato y nos lloramos la vida entera, siempre y cuando sigamos luchando al pie del cañón, porque yo confio en vos y en mi. Porque ya vendrán las buenas...
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Entre vecinas somos todos amigas y nadie se entera de nada
Lo que voy a contaros me sucedió hace ya bastantes años, al poco de separarme de mi primera mujer. Mi nombre es Carlos y en aquel entonces Antonia y yo no éramos todavía pareja, sino buenos amigos con derecho a roce. Como decía, a los treinta y cinco años me separé de mi primera mujer y tuve que irme a vivir a un edificio de pequeños apartamentos, habitados la mayoría de ellos por separados, pero también por personas que venían a trabajar a la ciudad durante una temporada y en menor número por algunas parejas jóvenes, que debían quererse tanto como para poder convivir de forma permanente en un espacio realmente reducido.
En otros relatos os he descrito a Antonia ya como una atractiva mujer madura, pero en esa época tenía unos veintiocho años y era realmente un cañón de mujer, alta, morena, guapa, tetas grandes duras como piedras, un buen culo, aunque no sea su fuerte, y unas largas y bonitas piernas. Su carácter siempre ha sido muy agradable y tanto entonces como ahora muy juguetona en la cama. Pero Antonia no es la protagonista de este relato, sino una vecina del apartamento que tenía alquilado, llamada Mónica.
Durante varias semanas desde que me mude al pequeño apartamento no tuve vecinos, yo era el único inquilino de la planta. Antonia, que entonces vivía en otra ciudad, venía algunos viernes a trabajar a Sevilla y cuando terminaba quedábamos para comer, luego prolongábamos la tarde y normalmente terminábamos follando hasta que ella se marchaba al día siguiente. Como ambos decíamos, teníamos una relación abierta y sin compromisos. Ella hacía lo que le apetecía y yo lo que me daba la gana.
Uno de los fines de semana que estaba solo, el sábado por la mañana escuché ruidos en el apartamento de al lado, supuse que alguien se estaría mudando y por fin tendría algún vecino que terminara con el aislamiento en el que me encontraba en la planta. Cuando terminó el ruido de la mudanza sería sobre la una y media, pensé que era una hora estupenda para darme a conocer al vecino e invitarle a un vino o una cerveza. Llamé a su puerta y una voz de mujer me contestó desde dentro que esperase un momento. Así que no era vecino, sino vecina, mejor, menos fiestas y menos ruidos tendría. Al minuto más o menos me abrió una mujer de unos treinta y muchos o cuarenta años, después supe que tenía más de cuarenta y cinco, más o menos de mi estatura, teñida rubia con mechas, una cara preciosa con grandes ojos negros, unas tetas espectaculares apretadas por un sujetador blanco y una camiseta entallada que le formaban un canalillo sin fin, un poco de barriguita, un culo más bien grande que pequeño embutido en un short negro y unas piernas largas calzadas por unas sandalias de tacón.
– Hola, mi nombre es Carlos y soy tu vecino del apartamento de al lado, sólo venía a presentarme, ofrecerme por si necesitabas algo e invitarte a una cerveza si te apetece.
– Encantada, yo soy Mónica. Eres muy amable, por supuesto que me apetece esa cerveza después de la mudanza. Pasa, está todo desordenado, pero podemos tomarla en la terraza.
La ventaja de los apartamentos de esa planta es que tenían una terraza de buen tamaño, que permitía un desahogo en una superficie tan pequeña. Efectivamente, el salón estaba lleno de cajas a medio deshacer, lo cruzamos y salimos a la terraza. Como ella iba delante de mí, el corto trayecto me permitió admirar su imponente culo y sus bonitas piernas.
Cuando abrimos las cervezas nos pusimos a charlar.
– Cuéntame, ¿qué tal se vive aquí? –Me preguntó Mónica-.
– Bien, un poco estrecho todo, pero bastante tranquilo y la terraza en Sevilla es un lujo para las noches de calor.
– Y para tomar el sol, me imagino.
– Si te gusta tomar el sol, pues también.
Seguimos charlando de tonterías un rato. Cuando nos terminamos las cervezas le propuse tomar algo para comer, pero ella rechazó la invitación diciendo que quería terminar de ordenar las cosas. Volví a ofrecerme para lo que necesitara y regresé a casa.
Mientras terminaba de prepararme la comida pensé en lo buena que estaba la vecina y lo simpática que parecía. En esa época yo estaba caliente todo el santo día, así que la vecina no tardaría mucho en pasar a formar parte de las mujeres que me mantenían excitado. Desde su apartamento seguían oyéndose ruidos de abrir cajas y colocar cosas. Después de comer me eché una siesta en el sofá, viendo cualquier programa de televisión, lo mismo daba, todos eran igual de aburridos.
Como solía ocurrirme en esa época desperté de la siesta empalmado. Ya no se escuchaban ruidos en el apartamento de Mónica. Recordé que había dejado ropa tendida en la terraza y ya debía estar seca. Al salir miré hacía la terraza de Mónica y lo que vi me empalmó bastante más todavía. Estaba tumbada boca arriba sobre una toalla en el suelo tomando el sol en tanga y sin sujetador. Las tetas le desbordaban el pecho cayéndole sobre los brazos que tenía pegados al cuerpo. Eran todavía más grandes de lo que me parecieron un rato antes con la camiseta. Tenía las areolas grandes y rosadas y los pezones también grandes y duros en ese momento. No tenía ninguna marca del sujetador del biquini, pese a estar bastante morena. Después de mirar unos segundos volví a entrar al apartamento, me daba vergüenza que me pillara mirándola. Pasé el resto de la tarde caliente como un mono, hasta que terminé haciéndome una paja pensando en Mónica y sus tetas.
Desperté tarde el domingo y estuve ganduleando buena parte de la mañana, hasta que sonó el timbre de la puerta. Me puse unos pantalones cortos y un niqui y fui a abrir. Era Mónica, que por cierto estaba deslumbrante. Debía haber estado haciendo gimnasia o trabajando porque venía sudando, llevaba un top mojado del sudor y el vientre, que llevaba descubierto, también perlado de gotas.
– Buenos días Carlos, perdona que te moleste…
– No es ninguna molestia Mónica, sino todo lo contrario. –Me había levantado galante-.
– Gracias. Como te ofreciste ayer a ayudarme, pues vengo a abusar de tu ofrecimiento. –Ya me gustaría a mí que vinieses a abusar de otra cosa, pensé-. Necesitaría que me echaras una mano… –hizo una pausa que me obligó a pensar dónde le echaría yo no una mano, sino las dos,- …con el montaje de uno de esos malditos muebles de IKEA.
– Bueno esa es una de mis especialidades después de haber montado este apartamento. Tú me dices cuando te venga bien, yo no tengo nada que hacer hoy, que no pueda esperar a otro día.
– ¿Te parece sobre la una? Así me da tiempo a ducharme y luego te devuelvo la cerveza de ayer.
– Por mí perfecto.
La observé por detrás mientras se marchaba a su apartamento, ¡joder como estaba la vecina, no se podía estar más buena!
A la una en punto estaba tocando al timbre. Me abrió Mónica vestida con un albornoz de verano muy corto y el pelo envuelto en una toalla.
– Al final me he liado y se me ha echado el tiempo encima. –Me dijo dándome paso-.
– Si quieres vuelvo más tarde cuando hayas terminado de arreglarte. –Llevaba el albornoz un poco abierto, lo que me permitía ver parte importante de sus imponentes tetas-.
– No, pasa, no tardo ni cinco minutos. Así vas viendo el mueble que hay que montar.
Me dejó en el salón con la caja del mueble y se marchó hacia el dormitorio. El mueble era una mesita de las que no se tardan más de cinco minutos en montar y sin herramientas. Desde luego las mujeres le tienen fobia a determinadas cosas, cualquiera era capaz de montar aquello sin tener la más mínima noción, pensé. Mientras desembalaba el mueble observé que Mónica había dejado la puerta del dormitorio entreabierta, no pude ni quise evitar mirar. Estaba desnuda de espaldas a la puerta, poniéndose crema por todo el cuerpo ¡y qué cuerpo! Se ponía la crema no como un tratamiento, sino de una forma muy sensual, como si se estuviera acariciando cada centímetro de su piel. El culo, que parecía duro como una piedra, y las piernas eran de lo más apetecible y con el sobe sensual que se estaba dando, no pude evitar comenzar a empalmarme. Al rato empezó a moverse por el dormitorio y yo dejé de mirar no fuera a verme embobado y empalmado. Cuando saqué las piezas del mueble de la caja, me fijé que en el salón había otra mesa igual ya montada y entre las cajas de la mudanza la caja de la otra mesita. Si ya había montado una mesita, ¿para qué me había pedido ayuda? Encima me había recibido con el mini albornoz entreabierto, sin nada debajo, y se había dejado la puerta del dormitorio entreabierta, mientras se ponía la crema desnuda. Mi cabeza se volvió loca, ¿es que quería un lío conmigo y me estaba vacilando?
Al cabo de unos minutos entró en el salón, llevaba una minifalda escandalosa y una camiseta ceñida, evidentemente sin sujetador, porque se le marcaban los pezones descaradamente.
– Qué bien te quedas después de una buena ducha –me dijo al llegar-. ¿Es muy difícil el montaje de la mesita?
– No, es muy sencillo, cualquiera podría hacerlo. –Dije poniendo algunas piezas encima de la otra mesita, para que viera que me había dado cuenta-.
– Pues debe ser cualquiera menos yo. Yo soy incapaz de entender las instrucciones del montaje.
– Pues ya está –le dije al terminar el montaje en menos de cinco minutos-.
– No me lo puedo creer, desde luego que eres un especialista. ¿Entonces tomamos ya esa cerveza?
– Por mí encantado –le contesté-.
Sacó dos latas del frigorífico, cogió dos vasos y salimos a la terraza. Nos sentamos alrededor de una banqueta que hacía las veces de mesa y con la minifalda que llevaba, al cruzar las piernas sus muslos aparecieron en su integridad, casi podían verse sus bragas, si es que las llevaba.
– Desde luego la terraza es fantástica, ayer tarde estuve tomando el sol tumbada en el suelo y me sentó de maravilla. Además, excepto tú nadie más puede verme y me imagino que tú no tendrás mucho interés en ver a una mujer que te saca unos cuantos años.
Me estaba citando descaradamente y decidí entrar al trapo.
– A mí me pareces una mujer muy atractiva, así que no puedo garantizarte que no te mire cuando pueda.
– Gracias por el cumplido. Tú también eres un hombre muy atractivo. ¿Te apetece quedarte a comer? No es gran cosa lo que tengo para preparar, pero así no comemos solos.
– Por supuesto que me apetece, pero no te preocupes en preparar nada, me lo traigo de casa que ya tenía preparada la comida.
Descruzó las piernas y me hizo un Sharon Stone, también sin bragas, como la copa de un pino. La vecina iba a por todas y yo ya tenía un calentón de mil demonios.
– Pues mientras traes la comida, abro una botella de vino –dijo levantándose-.
Cuando me levanté se notaba a legua que iba empalmado. Procuré no lucirme mucho y salí disparado hacia mi apartamento. Calenté la comida, me tranquilicé como pude, fundamentalmente no pensando en la vecina, y a los diez minutos estaba otra vez llamando a la puerta de Mónica con la polla morcillona.
Cuando empezamos a comer, Mónica disparó más artillería:
– ¿Así que te gustan las mujeres maduras? –Hacía algo de calor, pero no tanto para como me puse a sudar con la pregunta-.
– A mí me gustan las mujeres en general y si son tan guapas como tú, entonces me gustan mucho en particular.
– Cualquiera diría que estamos tonteando –contestó y yo decidí lanzar más artillería-.
– Por lo menos por mi parte no se estaría equivocando mucho.
– ¡Cómo sois los jóvenes! –Dijo riéndose de buena gana-.
La comida siguió más o menos en el mismo tono, sin que ninguno se lanzara abiertamente. Nos bebimos la primera botella de vino y Mónica abrió otra.
– ¿Y tú a qué te dedicas? –Me preguntó al volver a sentarse-.
– Trabajo en una empresa consultora.
– Estás separado, imagino.
– Imaginas bien. ¿Y tú? –Le pregunté. No quería entrar en muchas profundidades. Hubiera preferido seguir con el tonteo, pero me parecía grosero no interesarme por ella-.
– Soy masajista y divorciada hace una eternidad.
– Qué bien tener una vecina masajista, porque yo tengo la espalda hecha polvo.
– He dicho masajista no fisioterapeuta –me corrigió-.
– Perdona Mónica, pero no tengo muy clara la diferencia.
– Bueno un fisioterapeuta te corrige tensiones que puedas tener en algunos músculos, mientras que yo te relajo y te quito todas las tensiones.
– Mejor todavía, porque entre la separación y el trabajo estoy bastante estresado.
– Si quieres, cuando terminemos de comer, para agradecerte el montaje del mueble y la comida, te doy un masaje que te vas a quedar como nuevo.
– No tienes que agradecerme nada, pero por mí encantado.
Mónica me miró con cierta cara de extrañeza, pero no dijo nada más sobre el tema.
Terminamos la comida y la segunda botella de vino, con lo que los dos estábamos un poco puestos, por no decir bastante puestos. Recordé dónde habíamos dejado el tonteo y decidí retomarlo.
– Antes has dicho eso de cómo somos los jóvenes, como si tu ya no pertenecieras a ese grupo y la verdad es que eres mucho más atractiva que muchas mujeres de mi edad, así que no te pongas en plan madura conmigo.
– ¿Cuántos años tienes? –Me preguntó-.
– Treinta y cinco.
– Cuando tú todavía no habías nacido yo ya había hecho la primera comunión. Invítame a una copa en tu apartamento y te doy el masaje prometido.
– De acuerdo, ¿cómo no?
Recogimos las cosas de la comida, ella cogió un bote de aceite corporal y nos fuimos a mí apartamento. Me pidió un gin-tonic, se lo serví y me puse un whisky para mí.
– Cuando quieras me puedes dar el masaje –dije poniéndome de espaldas a ella en el sofá-.
– Así no se puede dar el tipo de masaje que yo hago. Ve al dormitorio, desnúdate, túmbate en la cama boca abajo y avísame.
Vaya no me esperaba que la cosa fuese así, pero me terminé el whisky de un trago y salí hacia el dormitorio. Me quité la ropa excepto los boxes, me daba cierta vergüenza estar medio empalmado con la vecina y la situación, me tumbé en la cama, me tapé de cintura para abajo con la sábana y llamé a Mónica.
Escuché a Mónica entrar en el dormitorio, pero como la puerta estaba del lado de los pies de la cama no pude verla al estar boca abajo. Echó la sábana a los pies de la cama y cuando vio los boxes dijo:
– ¿Qué pasa, te da vergüenza que te vea el culito? –La verdad era que algo de vergüenza si me daba, nos habíamos conocido el día anterior y no lograba saber que rollo llevábamos-.
– No, pero no creía que el masaje fuese de cuerpo entero ni si te ibas a molestar si me quedaba totalmente desnudo.
– No te preocupes por mí –dijo a la misma vez que me bajaba los boxes y finalmente me los quitaba-.
Noté que se sentó sobre mis piernas, vertió el aceite sobre mi culo, piernas y espalda y comenzó a darme el masaje. El roce de sus manos y la situación de estar desnudo frente a Mónica me fue superando y me empalmé del todo. El masaje era muy placentero, cuando había tenido que ir al “fisio”, normalmente me habían tratado como a un saco de boxeo y me habían dado una paliza de salir dolorido, nada que ver con el masaje que me estaba dando Mónica. Con la bebida y el masaje me estaba quedando traspuesto, hasta que me dijo:
– Carlos, date la vuelta.
Yo no podía darme la vuelta con el pollón que tenía, traté de hacerme el loco, pero Mónica me insistió. Sin volverme le dije:
– Verás Mónica, es que con el masaje me he puesto un poco burro y no creo que quieras seguir en el plan que estoy.
– ¿Qué pasa, que te has empalmado?
– Pues sí, bastante.
– No seas tan pudoroso que, salvo que tengas ahí un pepino extra grande, no me voy a asustar. –Dijo riéndose-.
Debo confesar que estaba completamente perdido, todas las señales eran que quería lío, pero entonces para que utilizaba el tema del masaje, si con cualquier otra señal más sencilla nos habríamos animado. Le eché valor y me di la vuelta. La visión fue maravillosa, Mónica estaba desnuda sus tetas de cerca eran todavía más preciosas, la miré de arriba abajo, llevaba el chocho completamente depilado y los labios internos le sobresalían de los externos, la suave barriguita la hacía todavía más atractiva. Si está desnuda es que quiere lío, pensé, como hubiera pensado cualquier ser humano, fui a llevar las manos a sus tetas, pero ella me las retiró con amabilidad, diciendo:
– Te he dicho que yo te iba a dar un masaje, no que tú me lo fueras a dar a mí.
– Perdona, he debido confundir las señales.
Diciendo esto me echo mano al nabo y comenzó a bajarme y subirme el prepucio.
– Mónica creo que vuelvo a confundir las señales.
– No te confundas, yo doy masajes eróticos a hombres y mujeres o a los dos juntos, pero soy yo la que da los masajes, salvo que con alguna mujer me apetezca otra cosa.
¡Joder, era lesbiana y masajista erótica, vaya ojo que había tenido yo! No lo pude evitar y le dije:
– ¿No te has equivocado un poquito de profesión? Estar todo el día sobando pollas siendo lesbiana, es cuando menos un poco contradictorio.
Sin dejar de sobarme el nabo, debo decir que de manera magistral, me contestó:
– No te creas, cada vez tengo más clientas y me gusta manejar a los hombres cuando están como tú ahora. Compruebas que efectivamente los hombres piensan con la polla y en cuanto se corren se les va la fuerza y dejan de pensar. Además, como no me gustan, no me entran tentaciones. Con las mujeres es otra cosa, nosotras somos mucho más listas y sabemos darnos placer de maneras más sutiles que tocando la zambomba.
Tenía razón Mónica, con la paja que me estaba haciendo yo ya era incapaz de pensar ni de contestarle a lo que me había dicho, lo único que quería era correrme. Sin embargo, no quería que pensase que era igual que sus clientes, así que le cogí la mano y se la paré. Ella me miró extrañada, no debía ser muy habitual que la parasen así. Me di un minuto antes de preguntarle:
– ¿Por qué me estás dando el masaje y haciéndome una paja?
– Desde ayer he notado que despertaba en ti cierta tensión sexual. Vamos a ser vecinos y no quiero que tengamos malos rollos. Me caes simpático, eres servicial y cocinas bien, lo necesario para ser un buen vecino, además de no hacer mucho ruido, creo que es mejor eliminar la tensión sexual, que sepas a lo que me dedico y que soy lesbiana. ¿Satisfecho?
– Mucho, pero para eso no me tienes que hacer una paja.
– Tienes razón, posiblemente haya actuado de una manera demasiado simple. ¿Sigo o lo dejamos?
– Pues no sé qué decirte, desde luego eres una maestra en tu profesión, pero creo que es mejor que nos tomemos otra copa y lo dejemos aquí, ya luego, si eso, termino yo, que tampoco soy malo del todo.
Nos reímos los dos y me dio un piquito en los labios.
– Me gustas como persona, lástima que no me gustes como hombre. –Dijo levantándose-.
– Lo mismo te digo, me gustas como persona, lástima que a mi si me gustas como mujer y mucho.
De lo sucedido no le dije nada a Antonia, no tanto porque tuviese algún reparo, como por mantener en secreto la profesión de Mónica, pues pensé que no le gustaría que la fuera difundiendo.
La vecindad con Mónica era muy agradable. Algunas veces salía a tomar el sol desnuda. Si me daba cuenta, salía a mirarla y le decía que estaba como un queso, ella me lo agradecía y yo me empalmaba de ver a semejante mujer.
A las pocas semanas me dijo que iba a dar una pequeña fiesta para inaugurar el apartamento. Me invitó, según ella para que no me quejase del ruido, pero yo sabía que me invitaba porque habíamos trabado una cierta amistad.
La fiesta fue muy concurrida. Yo me retiré cuando la gente empezó a marcharse y me senté en la terraza de mi apartamento a tomar el fresco. Al rato salieron Mónica y una amiga suya llamada Laura que me había presentado en la fiesta.
– Hola vecino –me saludó Mónica-. ¿Te apetece tomarte la penúltima con nosotras?
Era tarde ya, pero al día siguiente era sábado y podría dormir hasta bien entrada la mañana. Me animé y me fui a su apartamento. Además Laura era una mujer muy guapa y eso siempre gusta, aunque igual era lesbiana como Mónica. Estuvimos charlando con la música muy baja, hasta acabarnos la botella de champán que nos estábamos bebiendo. Mónica se había quedado dormida en el sofá, sin duda por el efecto del alcohol que nos habíamos zampado.
– Invítame a una copa en tu apartamento y dejamos que Mónica duerma la mona. –Me dijo Laura. Yo estaba muy cansado de toda la semana, pero no era plan de decirle que no-.
– Como no, vamos –le contesté levantándome para marcharnos-.
– ¿Qué quieres tomar? –Le pregunté a Laura después de cerrar la puerta de mi apartamento-.
– ¿Qué vas a tomar tú? –Preguntó ella-.
– Whisky para rematar la noche.
– Pues ponme otro a mí.
Serví las copas y nos sentamos en el salón.
– ¿De qué conoces a Mónica? –Le pregunté a Laura por situarla-.
– Somos amigas desde el colegio y desde que las dos nos divorciamos retomamos el contacto que perdimos durante algunos años. Mónica me ha hablado muy bien de ti, dice que ha tenido mucha suerte con el vecino que le ha tocado.
– Mónica es demasiado amable.
– ¿Te importa que me de una ducha? Estoy sudada de la fiesta y no quiero molestar a Mónica cuando me acueste.
– Por supuesto que no –le contesté-. Hay que dejar a Mónica que la duerma y mañana será otro día, aunque con resaca.
Laura se levantó y se fue hacia el baño, que estaba junto al único dormitorio del apartamento. Me eché otro whisky esperando que Laura se duchara. Laura era una mujer guapa, de la edad de Mónica e igualmente bien conservada. Rubia más o menos natural, más baja que Mónica y con un tipo estupendo de echar muchas horas en el gimnasio. Escuché que me llamaba:
– Carlos, ¿puedes venir?
¡Coño, con la medio papa no le había ofrecido ni una toalla para secarse después de la ducha! Me levanté y fui a buscar una toalla al armario del dormitorio. Me acerqué a la puerta del baño, que estaba entreabierta y le dije desde fuera:
– Perdona, pero no estoy muy lúcido y se me había olvidado darte una toalla.
– No quiero una toalla, quiero que me seques con la lengua –contestó-.
¡Vaya, las señales de Laura dejaban poco a la imaginación o al error! Abrí la puerta del baño, Laura estaba de espaldas bajo la ducha, era una mujer hermosa, una preciosa espalda que terminaba en un potente culo respingón en forma de pera, del que salían unas piernas largas y torneadas, con unos muslos fuertes y tentadores. Se dio la vuelta cuando percibió que había abierto la puerta. Tenía unas tetas de buen tamaño, con unas areolas medianas en las que no se percibían los pezones. En ese momento se las estaba enjabonando, se las amasaba y luego las dejaba caer, para pasar las manos por su vientre y bajarlas hasta su chocho. El vello púbico, muy corto, le formaba un hermoso felpudo que le llegaba hasta el comienzo de su barriga. Me miró descaradamente mientras seguía frotándose desde las tetas hasta el coño.
– ¿Te vas a quedar ahí toda la noche? –Me dijo provocativamente-.
– Podría quedarme admirándote toda la noche, pero también me encuentro sudoroso y me apetece una ducha.
Aunque mis parejas y mis líos habían sido siempre con mujeres más jóvenes que yo, el objeto del deseo de mis ensoñaciones más lúbricas eran las mujeres maduras mayores que yo, como Laura o como Mónica. Adoraba sus formas plenas, hechas, incluso un poco abundantes, por eso, la sola visión de Laura me había causado una erección enorme.
Entré al baño y me desnudé. En el plato de ducha me puse frente a ella pegándole el nabo a su barriga y la besé en la boca mientras mis manos se deslizaban de su espalda a su culo duro y hermoso. No tardó ni un minuto en ponerse en cuclillas y meterse mi polla en la boca, para luego sacarla y chuparme los huevos. Bajé mis manos a sus tetas, era un auténtico placer sobárselas y pellizcarle donde debían estar sus pezones, que comenzaron a reaccionar poniéndose duros y salidos de las areolas.
– ¿No querías que te secase con la lengua? –Le dije-.
– Primero te voy a dejar seco yo a ti. –Me contestó sin sacarse mi polla de la boca-.
– Si me dejas seco lo vas a lamentar después.
– ¿Te crees que me voy a contentar con un polvo con la edad que tienes? Ve fabricando mucha leche que te va a hacer falta.
Siguió chupándome la polla, sobándose el clítoris y metiéndose los dedos en el coño. No iba a poder aguantar mucho más y se lo dije:
– Ahí llevas la primera ración de leche. –Ella siguió mamándomela y me corrí en su boca, mientras ella se corría también a gritos-.
Después de recuperarnos un poco salimos de la ducha y la tumbé en la cama boca arriba con las piernas fuera. Me arrodillé entre sus piernas y empecé a comerle el coño que ella abrió para mí con sus manos. Tenía el coño empapado y le olía a los flujos de la corrida que acababa de tener. Cambió sus manos a mi cabeza para apretarla con fuerza contra su entrepierna. Me apetecía comerles los muslos y las ingles, así que me solté del cepo de sus manos y le levanté las piernas para tener acceso a la parte trasera de sus muslos y a sus ingles. Le estuve dando suaves bocados y besos desde las corvas hasta la cara interior de la parte alta de los muslos, mientras ella gemía quedamente. Le levanté más las piernas para tener acceso a su ojete y entonces le lamí desde ahí hasta el clítoris, subiendo y bajando la cabeza lentamente. Cuando me detenía en su ojete Laura subía el volumen de los gemidos, poniéndome más cachondo de lo que ya estaba.
Tenía otra vez una erección de caballo y me apetecía chuparle las tetas y golpeárselas con la polla. Dejé caer sus piernas y me subí a la cama poniendo una rodilla a cada lado de ella a la altura de su culo, apretando la polla contra su vientre. Le cogí las tetas y me las llevé a la boca para chuparlas y morderlas suavemente. Tenían una textura especial, la piel muy suave y una consistencia ni dura ni blanda que permitía amasarlas de maravilla. Luego coloqué las rodillas justo debajo de sus tetas y cogiéndome el nabo fui golpeándole alternativamente las tetas y los pezones.
– Carlos me vas a matar del gusto, hace tiempo que no me daban tanto placer. –Me dijo mientras se cogía las tetas para juntarlas y que las golpease casi a la misma vez-.
– Tu sí que me vas a matar a mí con el cuerpo que tienes y lo bien que lo manejas.
– Fóllame ya –me ordenó, aunque yo no le hice caso y seguí golpeando sus tetas, hasta que luego poniendo las rodillas a la altura de su cabeza le di los huevos para que me los comiera. Ella subió los brazos, me cogió los huevos con una mano y se los metió los dos en la boca, mientras con la otra mano me sobaba la polla. Luego me apretó los huevos con los labios y me dijo:- Fóllame ya cabrón o te dejo sin huevos.
Me eché a un lado y le dije que se pusiera a cuatro patas. Cuando estaba en posición le volví a chupar el coño para saber si estaba preparada y vaya si lo estaba. Le puse la polla en la entrada del coño y fui metiéndosela lentamente.
– ¡Más, hasta el fondo! –Decía ella mientras iba entrando-.
– Déjame a mí a mi manera, que te va a gustar.
Volví a sacarla para pasársela desde el clítoris al ojete. Ella agradecía el roce con gemidos cada vez más altos. Cuando la noté ensimismada en el roce, se la metí de golpe hasta el fondo de su chocho, lo que provocó que gritase:
– Agggggg, eres un cabrón, pero que sabe follar muy bien.
Con una mano le cogí el pelo y tiré de su cabeza hacia atrás, mientras que con la otra alternaba darle azotes en su fantástico culo, con sobarle suavemente el clítoris. Después de un buen rato de bombeo le di la vuelta, la puse boca arriba en la cama, le subí las piernas a mis hombros y se la volví a meter, mientras le amasaba las tetas con una mano y con la otra le sobaba el clítoris. Ella colocó sus manos encima de la mía sobre sus tetas y se pellizcaba los pezones hasta ponerlos morados.
– Me voy a correr, no pares. –Me dijo gritando-.
– ¿Crees que voy a parar ahora? Ya me pedirás que pares.
– ¡Agggg, que bueno, que fuerte, que largo, Agggggg! –Gritaba moviendo la cabeza y las piernas como si fuera la niña del exorcista. Sentía sobre mi polla como se cerraba y se abría su coño-.
Cuando quedó como muerta, seguí follándola a un ritmo frenético, hasta que me dijo:
– ¡Córrete ya, no puedo más!
Se la saqué y se la metí en la boca mientras le pellizcaba sus adorables tetas, cuando me iba a correr se la saqué de la boca y me corrí sobre sus tetas, diciéndole:
– ¡Toma tu segunda ración leche!
La corrida le llegó desde la cara hasta el vientre. Cuando terminé de soltar leche, ella se la restregó por todo el cuerpo, diciendo que era la mejor crema rejuvenecedora.
– ¡Cómo me has follado, cabrón! ¡Qué verdad es que no es tanto el tamaño como el manejo!
– ¿Me estás diciendo que la tengo pequeña? –Le pregunté-.
– Te estoy diciendo que follas como los ángeles, como si tuvieras dos pollas.
Me tumbé a su lado la besé y nos quedamos dormidos al minuto. Mientras dormía me pareció que alguien entraba en la habitación, nos miraba y luego salía.
Cuando me desperté Laura ya no estaba en la cama, fui al salón y tampoco estaba. Volví al dormitorio y vi que sobre su almohada me había dejado el tanga que debía llevar la noche pasada y un papel con su número de teléfono y una nota que decía: “Llámame cuando quieras fiesta, Laura”.
Tenía un dolor de cabeza y de polla que no era normal, así que me pasé el resto de la mañana como un alma en pena dando tumbos por la casa. Empecé a reponerme cuando me duché y me tomé dos Dry Martini. A la una y media llamaron al timbre de la puerta, era Mónica, la invité a pasar.
– Bueno chico, mi amiga Laura te ha puesto por las nubes. Me ha dicho que la disculpara contigo, pero que había quedado con su familia y no te iba a poder follar esta mañana, pero que cuando quieras la llames. Me ha dado envidia lo que me ha contado, incluso he pensado suspender temporalmente el lesbianismo para probar si eres tan bueno como dice ella. –Terminó Mónica riéndose-.
– Muy guapa, muy amable y muy lenguaraz tu amiga, tendré que llamarla.
– ¿Comemos juntos?
– Claro, pero hoy haz tú la comida, yo no tengo el cuerpo más que para Dry Martini.
– Por cierto, para otra vez acuérdate de quitar las llaves de la puerta. Anoche estabais guapísimos los dos desnudos en la cama.
El viernes siguiente vino Antonia para quedarse todo el fin de semana. Con ella me lo pasaba francamente bien, me encontraba muy a gusto en su compañía, tanto que, tras follar toda la tarde, le empecé a decir con muchos subterfugios que podíamos pensar en estabilizar nuestra relación, a lo que me contestó que ni pensarlo, que lo que funcionaba no había que cambiarlo.
El sábado me propuso Antonia que invitáramos a comer a Mónica, ya que le había hablado mucho de ella y tenía curiosidad por conocerla. Fui a decírselo a Mónica.
– Encantada, estoy deseando conocer a esa chica tan joven que te tiene pillado y que no se deja pillar.
Antonia se pasó casi toda la mañana poniéndose más guapa todavía de lo que ya era. Lavarse el muy abundante pelo, peinarse, maquillarse, elegir la ropa,…etc.: la competitividad de las mujeres entre ellas. Sobre las dos llamaron a la puerta debía ser Mónica. Yo estaba liado con la comida y le dije a Antonia que abriera.
– Hola yo soy Antonia y tú debes ser Mónica. –Desde la cocina saludé a Mónica, para lo cual no hacía falta gritar dado el tamaño del apartamento-.
– En efecto, Mónica. Carlos no me habías dicho que Antonia era una mujer tan guapa. Lo que no sé es que hace contigo.
– Bueno, una obra de caridad con un pobre separado. –Contestó Antonia-.
Antonia sirvió unas copas de vino y las dos salieron a la terraza para aprovechar el fantástico día que hacía. Cuando terminé el arroz negro que había preparado las llamé y nos sentamos a comer.
Desde el principio de la comida Mónica le estaba zorreando a Antonia lo más grande, alabando su juventud, su belleza, su tipo, su buen carácter,…etc. Por su parte Antonia alababa la belleza de Mónica, lo estupenda que estaba, lo simpática que era,…etc. Me sentí un tanto desplazado, estaba claro que ellas estaban jugando sus cartas. Mónica trataba de seducir a Antonia para llevársela a la cama y Antonia de ganar a Mónica y defender su posición conmigo. Por otra parte, no sé qué posición, porque la tarde antes se había negado a asumir un mayor compromiso en nuestra relación y por ahí derivó la conversación entre ellas.
– ¿Vosotros dos tenéis una relación muy particular, no? –Preguntó Mónica a Antonia-.
– Una relación abierta. Verás, yo tengo veintiocho años, soy muy joven todavía para comprometerme y dejar de vivir la vida a mi aire y no poder hacer lo que me de la gana. Carlos, que cometió el error de casarse a los veinticinco, ahora que está separado necesita sus correrías y vivir la vida que no vivió más joven. Nos lo pasamos muy bien en todos los sentidos cuando estamos juntos, ¿para qué cambiar eso?
– Visto así está bien pensado. –Dijo Mónica-. Lo que pasa es que para tener una relación tan abierta como tú planteas, hay que ser muy maduro, si no los celos te pueden comer en algún momento.
– Los celos te pueden comer en cualquier momento, pero más si hay un compromiso de exclusividad que se quiebra. –Le contestó Antonia-.
Yo trataba de meter baza en la conversación, pero no había manera.
– ¿Y tú a que te dedicas Antonia? –Preguntó Mónica que ya se había enterado de lo que quería saber sobre nuestra relación-.
– Trabajo en la misma consultora que Carlos, pero en otra ciudad. ¿Y tú?
Mónica me miró con sorpresa al enterarse de que no le había contado nada a Antonia de su trabajo.
– Soy masajista.
– Qué bien, ¿y qué tipo de masaje haces? –Volvió a preguntar Antonia-
– Masaje erótico –contestó Mónica mirando a los ojos a Antonia-.
– Pues me tienes que enseñar, porque tiene que dar mucho juego.
– Con los hombres es muy sencillo, ya sabes –e hizo el gesto de hacer una paja con la mano-. Con las mujeres es bastante más complicado, nuestro cuerpo es mucho más delicado para llevarlo al orgasmo, no vale con tocar la zambomba.
La conversación estaba tomando una temperatura muy elevada. Mónica no se había cortado un pelo con Antonia para acabar de conocerla.
– Mónica me gusta que seas tan franca hablando de tu profesión, eso significa que tienes la mente muy abierta. Seguro que Carlos lo sabía y no me había dicho nada, creyendo que te iba a juzgar por ello.
– Un momento –dije yo-, yo no tengo ningún problema con la profesión de Mónica, pero tampoco tengo que ir pregonándola por ahí.
– ¿A qué seguro tampoco te ha contado que soy lesbiana?
– Pues no –contestó Antonia mirándome con cara de extrañeza y después volviendo a mirar a Mónica-.
– Yo no le pregunto a nadie con quién se acuesta o quién se levanta y menos lo voy diciendo a unos u otros. –Dije ya con cierto enfado-.
– Me encanta como eres Mónica, seguro que vamos a hacer muy buenas migas. –Dijo Antonia cogiéndole una mano a Mónica-.
– Y tú también me gustas, me encanta que una chica tan joven tenga tan bien amueblada la cabeza. –Contestó Mónica apretando la mano de Antonia-.
Ya habían conseguido entre las dos que yo pareciera un carca y ellas unas modernas del carajo. Estaba deseando que terminara la comida y que cada mochuelo volviera a su olivo. Mónica debió notar que estaba un tanto ofuscado, porque me cogió la barbilla con la mano y me dijo:
– No te enfades Carlos, que no te pega. Ninguna está pensando que seas un antiguo y nosotras unas modernas. Simplemente, que tratas de digerir algunas cosas a las que no estás acostumbrado. Tú piensas que yo tengo que mantener en secreto mi profesión, como si fuera algo malo, y también mi tendencia sexual, como si fuera una enfermedad. Y yo ya he salido del armario hace mucho tiempo y me encuentro muy satisfecha conmigo misma, por lo que no tengo nada que ocultar y menos a una buena amiga tuya.
– De acuerdo Mónica, parece que me ha cogido en una edad tonta, ni tan maduro como tú, ni tan abierto de mente como Antonia.
– Venga, vamos a tomarnos una copa para celebrar que Carlos está saliendo del pleistoceno. –Dijo Antonia con mucha guasa-.
– Estás tú muy moderna y muy ingeniosa. –Le contesté y nos echamos todos a reír-.
Cuando terminamos la copa Mónica dijo que tenía que irse, que tenía trabajo y riéndose volvió a hacer el gesto de la paja y le dio dos besos a Antonia. Aquella mujer, efectivamente no tenía ningún problema con su profesión.
Fue cerrar la puerta y Antonia se abalanzó sobre mí para comerme la boca, empujándome contra la pared y diciendo:
– Tu vecina me ha puesto como una moto, quiero que me comas el coño.
Mira que el apartamento era pequeño, pues no nos dio tiempo a llegar al dormitorio. Antonia se quitó el vestido que llevaba y se recostó en el sofá con las piernas abiertas. Le bajé las bragas, pegué la boca a su chocho, siempre depilado, y lo tenía empapado.
– ¡Joder nena como estás! Mónica te ha puesto mala.
– Quieres dejar de hablar y comerme el chocho.
Me puse con entusiasmo a una de las tareas que más me gustan en la vida. Le pasaba la lengua por toda la raja, mientras que con los dedos le sobaba el clítoris. Antonia se quitó el sujetador y se amasaba las tetas mientras me decía:
– ¡Dale, dale que necesito correrme!
Comerme un chocho me produce una erección inmediata, el profundo olor a mujer que desprende saca mis instintos más primarios. En medio de las lamidas le dije:
– ¿Quieres que te folle?
– ¡Qué te calles coño y sigas comiendo!
Mientras le seguía comiendo el chocho me baje los pantalones y los boxes, con la erección que tenía me producían dolor. Antonia tenía el clítoris hinchado y extraordinariamente sensible así que cambié los dedos por la lengua para que no le molestara. Poco tiempo después gritó:
– ¡Me corro, me corro, sigue, sigue!
Me extrañó porque Antonia no suele avisar que se corre, simplemente lo hace y yo se lo noto porque se pone roja y tensa. Me puso la boca encharcada y no me retiré hasta que no me tiró del pelo hacia atrás. Me puse de rodillas en el sillón con ella en medio, metí la polla entre sus tetas y las apreté mientras me movía arriba y abajo, estaba tan caliente que me corrí de inmediato lanzando chorros que le llegaron a la cara.
Nos quedamos los dos tumbados en el sofá más muertos que vivos, entonces Antonia me sorprendió diciendo:
– Quiero que hagamos un trío con Mónica.
Después hemos hecho tríos, intercambios y lo que se ha terciado, pero esa fue la primera vez que me dijo que quería compartir nuestra sexualidad con otras personas. Me puse tan caliente con la propuesta que me volví a empalmar.
– Antonia hazme un pajote como los que debe hacer Mónica.
Antonia se incorporó se ensalivó la mano y me hizo el pajote más rico que me habían hecho nunca, diciéndome todo el rato guarrerías al oído, que me volvieron loco, hasta que me volví a correr.
Días después Mónica vino a verme a mi apartamento.
– Carlos quiero pedirte un favor.
– Si está en mi mano sabes que sin problemas.
– Es un poco delicado y no te lo pediría si no supiera la relación que tienes con Antonia.
– No te entiendo, ¿qué tiene que ver Antonia con el favor?
– Ella nada, pero tu polla sí. Verás, he conocido a una mujer que me pone muchísimo, he tratado de acostarme con ella, pero dice que, aunque le gustan las mujeres, no es lesbiana y me ha puesto como condición que sea un trío con un hombre. Como tú tienes una relación sin compromisos con Antonia y Laura me contó que eras un buen follador, he pensado en ti para hacerlo. Ella es más o menos de mi edad, guapa y está buenísima.
Me quedé petrificado, Mónica me proponía un trío y me utilizaba de gigoló, ¡joder no se podía tener más suerte! ¿O sí? Decidí sacar partido.
– No sé Mónica, nunca he hecho de gigoló y me da miedo que pueda haber luego malos rollos entre nosotros. Además, yo te pediría otro favor a cambio.
– No tiene porque haber malos rollos, tú te la follas, ella me hace mis cosas y tan amigos. ¿Qué favor quieres a cambio?
– El otro día, después de que estuviéramos comiendo, Antonia se había puesto a revienta calderas, después de desfogar me dijo que quería que hiciéramos un trío contigo.
– ¡Eso no es un favor, eso es una bendición del cielo! Yo también me calenté más de la cuenta, Antonia me gusta mucho en todos los sentidos.
– ¿Entonces de acuerdo?
– Por supuesto, yo preparo el trío con Paula y tú con Antonia.
Cuando se fue Mónica me puse a dar saltos por el salón. Un trío la ilusión de todo hombre, pero yo no iba a tener un trío, ¡sino dos tríos! Me empalme sólo de pensarlo y me tuve que hacer una paja pensando en Antonia y Mónica juntas.
Mónica me invitó a cenar el sábado siguiente en su apartamento, estaríamos Pula, ella y yo.
El sábado por la noche me presenté en casa de Mónica a las nueve con dos botellas de champán muy frías. Me abrió la que debía ser Paula.
– Hola yo soy Carlos y tú serás Paula.
Me miró de arriba abajo sin decir palabra, como si estuviera comprando un caballo, no le faltó más que mirarme la dentadura. Yo, por supuesto, también la miré de arriba abajo. Estaba buenísima, rubia con el pelo largo lacio, unos ojos azules transparentes, unos labios carnosos, unas tetas abultadas, una cintura estrecha, un culo de buen tamaño y unas piernas largas y torneadas. Llevaba un vestido azul oscuro entallado, unas medias negras de rejilla y unos tacones de aguja como para matarse. La única pega que podía ponerle es que tenía los labios finos y las mujeres con los labios finos son frías y calculadoras.
La situación estaba durando más de la cuenta, hasta que ella se acercó a darme dos besos muy cerca de la boca y dijo muy sensualmente:
– Encantada Carlos, Mónica me ha hablado muy bien de ti, pero creo que se ha quedado corta.
– Lo mismo digo Paula. –Le dije pasándole la mano por la cintura-.
– Veo que ya os habéis presentado. –Dijo Mónica saliendo de la cocina-.
Mónica iba deslumbrante con un vestido blanco muy ajustado, que ponía en valor todo su cuerpo y un maquillaje que resaltaba su belleza. El único que iba más normalito era yo, pero aun así había pasado el examen que me había hecho Paula.
– He preparado una cena a base de marisco, ostras, almejas, angulas y champán. –Dijo Mónica, que, además de tirar la casa por la ventana, no había dejado nada a la improvisación-. Carlos, por favor abre la botella y sírvenos una copa.
Como no vi la botella por el salón fui a buscarla al frigorífico. Al poco tiempo volvió Mónica del salón y me dijo al oído:
– Entre notable alto y sobresaliente ¿y ella?
– Un nueve porque el diez sólo lo tiene Antonia y además Paula tiene los labios finos. Mónica cuidado con ella.
– ¡Anda ya! No digas más tonterías.
Regresé al salón para llenar la copa de Paula y darle conversación.
– Paula, estás guapísima con ese vestido, su color azul oscuro contrasta con el azul claro de tus ojos.
Pero Paula no estaba por la poesía y me echó mano al paquete, diciendo:
– Gracias Carlos por el cumplido. A ver cómo cumples después.
Pensé que tenía que comerme todo el marisco de que fuera capaz y no abusar del champán. Afortunadamente Mónica volvió al salón con una bandeja con por lo menos docena y media de ostras.
Después de dar cuenta de unas pocas de ostras y algunas almejas, fui al baño a lavarme las manos, mientras que Mónica terminaba de preparar las angulas. Estando en el baño entró Paula que, sin cortarse un pelo, se levantó el vestido, se bajó el tanga que llevaba y se puso a orinar. Cuando ya estaba orinando, me preguntó:
– No te importa, ¿verdad?
En mi opinión no teníamos confianza como para eso, pero Paula debía ser bastante exhibicionista y no perdía ocasión. Decidí que a mí no me iba a cortar, así que cuando terminó de orinar, le dije:
– ¿Quieres que te limpie la gotita?
– Bueno, si te apetece.
Cogí un poco de papel, lo doblé y se lo pasé varias veces por el chocho, que tenía depilado, y ella comenzó a gemir. Mientras la limpiaba me sobaba el paquete, que estaba comenzando a empalmarse. Cuando terminé tiré el papel al inodoro y volví a lavarme las manos. Paula se quitó el tanga, se bajó el vestido y pulsó la cisterna. Luego se puso detrás de mí y metió el tanga en mi bolsillo, tocando todo lo que pudo.
– Toma un recuerdo mío de esta noche.
Parece que iba a hacer colección con los tangas de las amigas de Mónica. Salimos del baño y volvimos al salón. Ayudé a Mónica con las cazuelas de angulas y volvimos a sentarnos.
– Mónica está todo buenísimo –dije-. Y la compañía es casi insuperable.
– ¿Os está gustando todo? –Preguntó Mónica con mucha intención-.
– Por ahora sí. Esperemos que los postres no desmerezcan. –Dijo Paula-.
– No te preocupes por eso, que van a ser muy dulces. –Contestó Mónica-.
Cuando nos comimos las angulas, Mónica y yo retiramos los platos. En la cocina me dijo:
– Ahora va a empezar la fiesta, abre otra botella de champán.
Mientras yo abría la botella, Mónica cogió una bandeja de pastelitos y un bote de nata montada y volvimos al salón. Antes de sentarnos Mónica le dijo a Paula:
– Bueno Paula, para que los postres no desmerezcan, tú vas a formar parte de ellos. Desnúdate y tiéndete en la mesa –le ordenó-.
Paula nos miró a los dos y no tardó ni medio minuto en quitarse el vestido, bragas ya sabía que no llevaba, pero sujetador tampoco llevaba, se quedó sólo con las medias, el liguero y los tacones y se tumbó boca arriba en la mesa, dejando las piernas colgando desde las rodillas. Tenía un cuerpo impresionante, solo estropeado por las marcas del biquini. Las tetas grandes muy blancas, con unas areolas pequeñas y unos pezones grandes y erectos, el vientre muy moreno con una ligera barriguita y un ombligo grande y profundo, el chocho también muy blanco, sin un pelo y los labios todavía cerrados y unas preciosas piernas enfundadas en las medias de rejilla. Se le notaba que estaba encantada de ser el centro de atención.
Yo no sabía por donde quería seguir Mónica, pero a lo que fuera no parecía que Paula fuera a poner problemas. Mónica fue cogiendo pastelitos y poniéndolos encima del vientre de Paula. Luego cogió la nata y le cubrió las tetas y el chocho.
– ¿Carlos, te gusta el postre? –Me preguntó Mónica-.
– A mí mucho, ¿y a ti? –Le contesté-.
– A mí más todavía. –Respondió Mónica-. Yo creo que lo mejor es ir cogiendo pastelitos y mojándolos en nata para comérselos.
– Yo primero voy a comerlos sin nata, que los empalaga demasiado.
Diciendo esto acerque la boca al vientre de Paula y sin manos cogí uno, rozando los labios a su alrededor todo lo que pude. A esas alturas estaba completamente empalmado. Me abrí la bragueta y me saqué la polla y los huevos, operación que Paula contempló mordiéndose los labios y sin perder detalle. Mónica con la mano cogió otro pastelito que estaba muy cerca del chocho de Paula y se lo pasó por los labios mayores.
– Nunca había tomado así el postre, pero creo que me voy a aficionar. –Dije cogiendo otro pastelito con la boca-.
– ¿No hay un poco de nata para mí? –Pidió Paula-.
– Claro que sí –contesté-.
Me cogí la polla y se la pasé por las tetas, hasta que quedó llena de nata, después la acerque a la cara de Paula y se la metí en la boca, que ella mantenía abierta sabiendo donde iba a terminar mi polla después de embadurnarla.
Sin sacar la polla de la boca de Paula cogí otro pastelito con la mano y se lo di a Mónica diciéndole:
– Pásalo por su chochito, a ver como lo tiene ya de empapado.
Mónica no se hizo de rogar, cogió el pastelito y se lo pasó a Paula reiteradamente por el chocho, mientras ésta seguía comiéndome el nabo.
– Pruébalo, yo creo que le vas a coger poco el sabor al dulce y mucho a otros jugos. –Me dijo Mónica, pasándome el pastelito. Efectivamente, el único sabor detectable era a coño, tenía que estar chorreando-.
– Ponle más nata a tu palo. –Pidió Paula con voz ronca de deseo. Me volví a embadurnar el nabo en sus tetas y se lo volvía a meter en la boca-.
– Creo que ya es momento de quitarnos la ropa. –Dijo Mónica y se puso de espaldas para que le bajara la cremallera-.
No llevaba ropa interior y aunque la había visto muchas veces desnuda tomando el sol, su cuerpo volvió a maravillarme y a subirme el calentón que ya tenía. Después se puso detrás de mí y fue desabotonándome la camisa, los pantalones y los boxes para luego quitármelos y dejarme en pelotas. Porque sabía que Mónica era lesbiana, si no hubiera dejado a Paula y me habría liado con ella.
Mónica se puso en cuclillas entre las piernas de Paula y empezó a darle una ruidosa chupada en el coño. Yo llevé las manos a sus tetas que estaban ya prácticamente sin nata. Luego saqué la polla de su boca, me subí a la mesa de rodillas y mirando hacia Mónica empecé a golpearle los pezones a Paula con el capullo, que me lo agradeció sobándome y comiéndome los huevos cuando podía.
Mónica le seguía chupando el coño a la misma vez que le metía tres dedos de una mano, mientras que con la otra mano se sobaba ella el clítoris. Estaba fuera de sí, tenía que ser una mujer muy caliente y ahora que estaba en su salsa lo demostraba. Lástima para mí que fuera lesbiana porque a un hombre podría hacerle maravillas. Metí el nabo entre las tetas de Paula y se las apreté sin parar de moverme arriba y abajo. Paula me abrió el culo con sus manos y cuando lo tenía cerca de su boca, me chupaba el ojete.
El trabajo de Mónica en el chocho de Paula dio finalmente sus frutos y en medio de auténticos berridos se corrió.
– Bueno, nos hemos quedado sin Paula para seguir jugando. –Dije yo-.
– No Carlos, yo conozco a las mujeres como Paula y dentro de un rato está otra vez pidiendo guerra. –Diciendo esto se incorporó y me cogió la polla comenzando a masturbarla-. No te engañes que es sólo para que no se te baje.
– No creo yo que se me baje tan pronto con el calentón que tengo. ¿Cambiamos de posición?
– Por mí de acuerdo.
Me bajé de la mesa y me coloqué entre las piernas de Paula, mientras Mónica se sentaba sobre su cara, mirándome. Le abrí el chocho a Paula con una mano para poder llegar mejor con la lengua, mientras con la otra mano me masturbaba. Mónica estaba impresionante sobre la cara de Paula, que ya había comenzado a reaccionar lamiéndole el chocho y subiendo las manos hasta sus tetas para amasárselas con fuerza.
– Te gusta que te lo coma, ¿te estás poniendo caliente? –Le preguntó Paula a Mónica-.
– Llevo caliente todo el día, ahora lo que estoy es abrasada.
– Carlos, fóllame ya. –Me dijo Paula-.
– Vamos fóllatela, que quiero ver como se pone cuando la tenga dentro. –Dijo Mónica, que estaba cada vez más fuera de sí-.
Me incorporé, puse sus piernas sobre mis hombros y sin más preámbulos se la metí hasta los huevos, soltando Paula un profundo gemido.
– Te gusta que te follen mientras te comes un coño, ¿verdad guarra? –Preguntó Mónica-.
– Me encanta que me follen haciendo lo que sea.
– Pues sigue comiendo que me voy a correr.
Bombeé cada vez más rápido, no iba a poder aguantar mucho viendo cómo se lo montaban aquellos dos bombones.
– ¡Me corro, me corro, me corro! –Gritó Mónica-.
– ¡Yo también, agrrrhhh. Carlos para, que no puedo más!
Yo tampoco podía más, le saqué la polla del chocho y me corrí desde su vientre hasta sus tetas. Mónica se quedó tumbada sobre Paula.
Cuando logré reponerme fui a llenar las copas de champán para ofrecérselas a los dos, creyendo que la noche de sexo había concluido. Aceptaron las copas de buen grado y brindamos porque volviéramos a vernos y disfrutar nuevamente unos de otros, pero para Paula no había sido suficiente y eso que se había corrido dos veces.
– Voy a tener que ducharme antes de irme. –Dijo Paula y continuó:- ¿Os apetece enjabonarme?
– Por supuesto que sí –contestó Mónica, dándole un beso en la boca-. ¿Te animas Carlos?
– Porque no. También me hace falta una ducha.
Nos fuimos los tres hacia el baño, dejé que pasaran primero ellas dos y yo me quedé contemplando sus preciosos cuerpos. Mónica abrió el agua y cuando estuvo bien de temperatura comenzó a duchar a Paula, pasando sus manos y el rociador por todo su cuerpo.
– Me apetece que os meéis los dos encima de mí. –Dijo Paula con cara de vicio-. Es una costumbre que tengo cuando follo con alguien por primera vez, es como sellar un pacto.
La verdad es que yo compartía en parte el vicio de Paula, pero sólo lo había hecho alguna vez con Antonia, nunca me había meado encima de nadie y el poder hacerlo me ponía bastante. Entré en la ducha, Paula no perdió tiempo para echarme mano a la polla, dejando que Mónica siguiera sobándola.
– Paula si sigues sobándome la polla me voy a empalmar y no voy a poder mearme.
Las deje que se acariciaran por todas partes bajo el agua, era una visión de lo más erótica ver a las dos mujeres en faena. Lógicamente había visto alguna escena así en películas guarras, pero nunca la había disfrutado en directo. Al rato Paula se tumbó boca arriba en el plato de ducha, ofreciéndose para que la meáramos. Mónica se puso a la altura de su chocho y yo a la altura de sus tetas. La primera en empezar a mear fue Mónica dirigiendo el chorro con sus manos. A mí me costó empezar, pero finamente lo conseguí. Eché el prepucio hacia atrás para que el chorro saliera con más potencia y le fui regando las tetas, el chocho y el vientre. Paula no paró de masturbarse todo el tiempo que duraron las meadas y tras terminar nosotros se meó ella. Con la guarrería me había vuelto a empalmar del todo.
– Paula cómeme la polla, que estoy otra vez que reviento de caliente. –Le dije-.
Ella se incorporó, se puso de rodillas y empezó una mamada profunda y acelerada. Mónica se tumbó en el plato y con una mano masturbaba a Paula y con la otra se masturbaba a sí misma. Paula comenzó a mover el cuerpo sin control y se volvió a correr. Mónica le siguió y yo me corrí en la boca de Paula, que no paró de mamármela durante todo el tiempo.
Terminamos de ducharnos, esta vez sin mayores incidentes, nos secamos y nos fuimos desnudos a terminar la botella de champán al salón. Al poco rato Paula se volvió a poner el vestido y se marchó, dejándonos a Mónica y a mí relajados en el sofá. Por curiosidad le pregunté a Mónica:
– ¿Paula es colega tuya en el manubrio?
– ¡Qué va, no te vas a poder creer a lo que se dedica! –Me contestó Mónica muerta de la risa-.
– No lo sé, ¿qué te hace tanta gracia?
– Es profesora de religión en un colegio de monjas.
¡Joder con Paula, como engañaba!
– ¿Te lo has pasado bien? –Le pregunté a Mónica-.
– De maravilla, pero espero pasármelo todavía mejor con Antonia. De todas formas, la que se lo ha pasado mejor ha sido Paula, que le estará haciendo dos muescas más al consolador.
A la mañana siguiente me llamó Antonia para preguntarme por la cena de la noche anterior, le dije que muy bien y que ya se la contaría cuando nos viéramos. Me dijo que vendría el viernes siguiente y me preguntó si se podía quedar en el apartamento. Le contesté que sí era tonta y le dije que tenía pensado invitar a cenar a Mónica. No sabía la que se le venía encima.
El viernes cuando terminamos de trabajar Antonia y yo nos fuimos a comer fuera y luego tomamos una copa en la calle. Mi idea era que no tuviéramos tiempo de follar antes de la cena, para que nos cogiera a los dos calentitos.
Cuando volvimos a casa eran pasadas las siete y aunque Antonia comenzó algún escarceo, me excusé diciendo que tenía que preparar la cena.
Como siempre Antonia se puso guapísima para la cena con un ajustado y corto vestido rojo bastante descotado. A las nueve menos cuarto Mónica llamó a la puerta. Abrí yo mientras Antonia terminaba de arreglarse. Mónica venía impresionante con un vestido negro que le dejaba la espalda descubierta y una raja lateral que sugería que no llevaba bragas.
– ¿Preparado? –Me preguntó al abrirle-.
– Si a estar más caliente que un mono le llamas preparado, entonces sí. –Me dio un piquito en la boca y entró-. Pasa a la cocina que estoy con la cena y Antonia está terminando de arreglarse.
Había preparado un cena fría y crudívora, cebiche de corvina y carpaccio de buey, para no tener que estar pendiente de la cocina. Abrí una botella de Albariño para tomar con el cebiche y le serví a Mónica.
– ¿Y tú preparada también? –Le pregunté al servirle el vino-.
– Podría decir lo mismo que tú, pero realmente creo que no he estado más preparada en mi vida para una buena noche de sexo.
– Te va a sorprender lo activa que es Antonia en el sexo. Aunque bueno, pensando en tu amiga Paula, no creo que te sorprenda nada.
Antonia entró al salón imponente. ¡No se podía tener más suerte en la vida, qué noche iba a pasar!
– Antonia estás preciosa –le dijo Mónica-. Claro que con veintiocho años ya podrás.
– No empieces con la edad, que tú sí que estás espléndida, ¿verdad Carlos?
– A mí no me metáis en vuestros líos. –Dije pasándole una copa a Antonia-. Sentaos un poco en la terraza, mientras termino de preparar el cebiche.
Las escuchaba hablar desde la terraza por la ventana de la cocina.
– Esta tarde he estado tomando el sol en la terraza. –Le dijo Mónica a Antonia-. Vosotros habéis estado fuera, si no ya habría salido Carlos a mirar y lo he echado de menos.
– ¿Tú tomas el sol desnuda?
– Claro.
– Yo también, me encanta sentir el sol en toda la piel. Mañana por la mañana, si no tienes otra que hacer, podríamos tomarlo juntas y que Carlos rabie un ratito. –Propuso Antonia-.
– Por mí de maravilla.
Yo rabiaré mañana, pensé, pero esta noche no voy a rabiar nada. Las llamé cuando estuvo la comida en la mesa y entraron al momento.
– Carlos estábamos hablando de tomar mañana el sol desnudas, ¿te apuntas? –Dijo Antonia sentándose-.
– No, que me animo y después os reis de mí.
– Que no, que prometemos ser buenas –contestó Mónica-.
La cena fue transcurriendo muy agradablemente entre bromas de unos y otros. Después de tomar el cebiche me levanté para llevar los platos a la cocina y traer el carpaccio. Cuando regresé al salón, Mónica y Antonia se estaban besando en la boca apasionadamente.
– ¿Qué pasa aquí? –Pregunté al verlas-.
– Ni más ni menos que lo que tú ya sabías que iba a pasar. –Contestó Antonia, retomando la compostura y preparándose para seguir comiendo-.
– ¿Has tenido experiencias con otras mujeres? –Preguntó Mónica a Antonia, mientras yo servía-.
– No. Muy raramente me he sentido tentada por alguna mujer, pero no ha pasado de ahí, de tentación. ¿Y tú con hombres? Bueno aparte de tu trabajo. –Terminó Antonia riéndose-.
– El trabajo es el trabajo, pero sí algunas he tenido. Me casé joven con el único novio que había tenido. Los hombres no me atraían mucho. Las mujeres algo más, pero entonces ser lesbiana declarada era impensable, mis padres me habrían matado. Mi marido y yo lo hicimos algunas veces con poco éxito para ambos. Al poco más de un año de casarnos, mi marido me dijo que creía que era homosexual, yo para entonces ya estaba convencida de que era lesbiana, así que al poco tiempo nos divorciamos y tan a gusto hasta ahora.
– ¿Y cómo te metiste a masajista erótica? –Preguntó Antonia-.
– Pues como suelen suceder las cosas sin pensarlo mucho. Cerraron la boutique en la que trabajaba y necesitaba dinero para vivir. Una compañera de la boutique me comentó que había empezado a trabajar de masajista erótica, que se ganaba dinero y que estaban buscando chicas. Hice de tripas corazón. No tenía gran experiencia haciendo pajas, pero eso se aprende rápido. Con el tiempo la clientela ha cambiado, cada vez hay más mujeres y yo me lo paso mejor.
– ¿Has tenido alguna relación estable con alguna otra mujer? –Volvió a preguntar Antonia-.
– Estás tú muy preguntona. Si, alguna he tenido, pero prefiero ir por libre, hacer lo que me da la gana y no tener que dar explicaciones. ¿Y tú has tenido alguna relación estable con algún hombre?
– Lo clásico, te echas un noviete muy jovencita, por aquello de que todas tus amigas lo tienen, hasta que un día te das cuenta que estás perdiendo tu juventud con un solo hombre, con la cantidad de ellos que hay en el mundo y además con lo que me gustan a mí, así que lo dejé y decidí vivir mi vida sin compromisos.
– Carlos esto está buenísimo –me dijo Mónica terminándose el plato-.
Le agradecí el cumplido a Mónica, pero me había disgustado un poco la contestación de Antonia, al fin y al cabo yo tenía pretensiones de llegar a algo más serio con ella. Nos levantamos Antonia y yo para quitar le mesa.
– Antonia me encanta el vestido que llevas, te sienta de maravilla. –Dijo Mónica-.
– Pues todavía es más bonito lo que llevo debajo –contestó Antonia-.
– Entonces me lo tienes que enseñar.
– En cuanto Carlos nos sirva una copa de champán, sin problemas.
Salí disparado al frigorífico por una botella de champán. Cuando regresé al salón, Mónica y Antonia estaban besándose de nuevo. Serví las copas y me quedé mirándolas. Estaba comenzando a empalmarme de ver a aquellas dos preciosidades entrando en faena.
– Carlos sabe que me encanta la ropa interior provocativa y si no la enseñas no cumple del todo su función. –Dijo Antonia al dejar de besar a Mónica y luego continuó:- Sentaos en el sofá.
Mónica y yo nos sentamos. Antonia puso una música suave y se quedó de pié frente a nosotros. Estaba arrebatadora con el vestido rojo y unos tacones de aguja también rojos. Estaba claro que se había vestido para la ocasión, quería gustar y lo había conseguido. Se acercó a Mónica y le dijo:
– Haz los honores.
Mónica le bajó un poco la cremallera del vestido que estaba en la espalda, luego Antonia se separó de nosotros y mirando a Mónica terminó de bajársela ella, dejando caer el vestido. Llevaba un corsé rojo lleno de gafetes por delante, un tanga mínimo también rojo y las medias, como no, rojas sujetas al corsé. Lo estaba pasando en grande con la exhibición que estaba haciendo. Miré a Mónica, se mordía el labio inferior con una enorme expresión de deseo. Antonia no le quitaba ojo a Mónica y también se mordía el labio inferior. Yo había terminado de empalmarme con la escena de Antonia, pero me di cuenta que, al menos por ahora, la cosa no iba conmigo, que el juego era entre ellas dos.
– ¿Te gusta lo que ves? –Le preguntó Antonia a Mónica-.
– Me encanta, pocas veces he visto algo más bello y más excitante.
– ¿Tú no llevas también una ropa interior atractiva?
– Yo soy de poca ropa interior. –Le contestó Mónica poniéndose de pié y bajándose los tirantes, dejó caer el vestido quedándose completamente desnuda. Mira que me gustaba y me sigue gustando el cuerpo de Antonia, pero el cuerpo de esa mujer era de pecado-.
– Vas a coger frío, ven que te de calor. –Dijo Antonia con una voz que hasta a mí me puso los pelos de punta-.
Mónica pegó su cuerpo al de Antonia y volvió a besarla en la boca. Ambas habían llevado sus manos al culo de la otra y se sobaban mutuamente. Pensé si unirme a ellas, pero lo deseché, no haría más que estorbar. Antonia cambió una mano al chocho de Mónica, que respondió con un largo suspiro, luego le dio la vuelta y la puso de cara hacia mí. Seguía con una mano en su chocho y con la otra le sobaba las tetas. Estuvieron así un buen rato hasta que Mónica empujó a Antonia al sofá, dejándola boca arriba. Le bajo el tanga y metió la cabeza entre sus piernas. Decidí quitarme el pantalón y los boxes y liberar la polla, que me estaba matando de dolor.
– ¡Qué bien lo haces! ¡Ningún hombre me lo ha comido así! –Exclamó Antonia llevando sus manos a la cabeza de Mónica para atraparla entre sus piernas-.
– Gracias por el cumplido, pero el otro día bien que te gustó. –Dije yo un tanto molesto, pero no me hicieron ni caso-.
Antonia se estaba sofocando, Mónica lo notó y le preguntó:
– ¿Cuántas veces puedes correrte?
– Normalmente una, pero creo que hoy va a ser distinto.
Yo me sobaba el nabo mirándolas. Cada vez me costaba más trabajo no unirme a ellas y poder besar sus cuerpos. Traté de besar a Antonia en la boca, pero ella me rechazó diciendo:
– Carlos estate quieto y limítate a mirar si te apetece.
Mónica se apiadó de mí y me dijo:
– Si quieres hacer algo, chúpame el culo.
De un salto me coloqué detrás de ella, le abrí los cachetes con las manos y puse mi lengua en su ojete. Tenía el culo duro como una piedra. La mano de Mónica llegaba casi hasta mi lengua, cuando la movía masturbándose. La proximidad de mi nariz a su chocho me permitía saborear el perfume a mujer caliente que emanaba.
– ¡Mónica si sigues me corro! –Gritó Antonia-.
– Pues córrete que yo también voy a correrme. –Le contestó Mónica-.
No tardaron ni treinta segundos en empezar a gritar y a gemir a voces. Antonia empezó a moverse sin control y Mónica cayó derrumbada con la cabeza sobre el vientre de Antonia. Yo dudé que hacer, si jalármela y correrme o si esperar a que se repusieran, porque estaba convencido que ahí no iba a quedar la cosa. Decidí esperar y me volví a sentar en el sofá mirándolas.
– ¡Qué bueno Mónica, pero has hecho tú todo el trabajo! –Dijo Antonia-
– No te preocupes que me lo voy a cobrar. –Le contestó Mónica-. Carlos, ¿necesitas ayuda?
– Por ahora no, no te preocupes que no se me va a bajar.
Mónica se movió hasta poder besar a Antonia, que recibió encantada su boca.
– No me podía imaginar que fuera tan bueno con otra mujer. –Le dijo Antonia a Mónica entre beso y beso-. Lo que me he estado perdiendo, aunque también me guste tu polla. –Me dijo mirándome por consolarme-. ¿Mónica a qué es bonita?
– Verás Antonia, yo llevo centenares de pollas vistas y manoseadas y no está mal, pero tampoco es de lo mejor que he visto.
– ¡Hombre muchas gracias! –Contesté un tanto cabreado-.
– Carlos con la polla lo que hay que hacer es saber manejarla, no ponerla en un cuadro.
– Túmbate aquí –le dijo Antonia a Mónica señalándole el sofá-.
– No, antes voy a terminar de desnudarte.
Mónica le soltó las medias del corsé y lentamente se las quitó, luego fue soltando uno a uno los gafetes hasta que el corsé quedó abierto y también se lo quitó. Una vez que Antonia estuvo totalmente desnuda, le sobó y le comió las tetas, con una atención muy especial a los pezones que debía tenerlos duros como piedras. Tras la comida de tetas se tumbó poniendo la cabeza sobre mis piernas, Antonia se puso entre las suyas y comenzó a comerle el coño. Mónica cerró los ojos y se dejó hacer. Pasé mi mano por su pelo y le acaricié la cara, le había cogido cariño en el tiempo que nos conocíamos. Baje la mano hacía sus grandes tetas para sobárselas, pero al poco tiempo dijo:
– Los hombres no sabéis sobar las tetas o las amasáis como si fueran masa para el pan o las rozáis sin hacer sentir nada. Antonia hazlo tú, a ver si aprende.
– ¡Coño, estáis desagradables! –Exclamé ya cabreado-. Os vais a quedar aquí y yo me voy a ir a tomar una copa.
– No te enfades y ven a comerme el culo a mí también. –Me dijo Antonia-.
Al parecer esa noche iba de chupaculos, menos mal que eran dos preciosos culos que me ponían como una moto. Me puse detrás de Antonia, tenía el culo en pompa y empecé a comerle el ojete y chuparte la raja. Enseguida destensó el ojete y tuve la idea de metérsela por el culo, pero sabía que se iba a enfadar y lo dejé.
– Déjame que te lo coma yo a ti también. –Dijo Mónica. Antonia cambió de posición para hacer un “69” y me dejó nuevamente sin actividad-.
Se iba a enterar Antonia cuando me pidiera guerra. Bueno, realmente no se iba a enterar porque yo era incapaz de resistirme a ella. Después de unas buenas y ruidosas chupadas de coño, Antonia se dio la vuelta y cogiéndose las tetas empezó a pasarle los pezones, ya del tamaño de la falange de un dedo índice, por el coño a Mónica. Yo aproveché la posición para volver a comerle el ojete a Antonia. Las dos suspiraban y gemían ruidosamente.
– Túmbate boca arriba –le dijo Mónica a Antonia-.
Antonia obedeció y Mónica deslizó sus piernas entre las de ella, hasta que se unieron sus dos chochos. Antonia gimió más fuerte y fue subiendo el tono conforme Mónica iba moviéndose para masturbarse mutuamente. Antonia a la misma vez se sobaba las tetas con fuerza. Yo las miraba sin intervenir, pero con la polla como un leño. Al cabo del rato Antonia susurró:
– Mónica no pares que me corro otra vez.
Volvieron a correrse juntas de nuevo y quedaron exhaustas en el sofá. Llené las copas de champán y se las pasé, esa noche había quedado para camarero lameculos, pero nunca he podido olvidarla. Después de tomarse la copa Antonia se quedó dormida en la posición que había quedado tras correrse. Mónica estaba muy guapa, aunque tuviese el pelo enredado tras la batalla.
– ¿Mónica, te puedo pedir un favor? –Le dije-.
– Que te haga una paja, ¿no?
– Si, por favor.
– Súbete aquí –me dijo indicándome que me pusiera de rodillas a la altura de sus tetas-. Antonia es una mujer estupenda, no la pierdas. –Dijo mientras me cogía el nabo-.
No tardé nada en correrme sobre sus espléndidas tetas.
Semanas después la empresa me destinó temporalmente a la sucursal en la que trabajaba Antonia y tuve que dejar el apartamento. Por un lado estaba feliz de poder ver y convivir con Antonia todos los días, pero por otro me dio pena dejar de ver a la vecina.
Cuando Antonia tenía que ir algunos viernes a Sevilla, se quedaba ahora a dormir en el apartamento de Mónica, prefería no pensar lo que harían esas noches, pero recordando la que había estado presente, me hacía unas pajas que me mataban de gusto.
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moon: his love is my favorite.
푸른 달, 내 영원히 있니? - 🐰
¿pensabas que la torpe de sunnie se olvidaría de el quinto eclipse purpura juntas? espero que no, porque si es una afirmación, debo empezar a preocuparme y tomar cursos intensivos de como no ser taaaaaan torpe.
hoy es 24 y (literalmente) desde la mañana, llevo acelerando todo para poder al menos pasar un ratito a tu lado y dejarte un “te amo” por algún ladito pero a) soy un completo y gigantesco fracaso y b) nuestro aniversario cayo en semana de exámenes, creo que conspiran en nuestra contra ¿lo piensas tú también? pero omitiendo las desagradables cosas, vengo a mandarte el más enorme, meloso, rosado y cursi de mis “feliz aniversario, moonie” porque estoy muy feliz de cumplir cinco meses a tu lado.
bien, quiero comenzar con algo muy importante. ¿recuerdas mis locas casualidades cuando no estábamos juntas? me paso de nuevo, fueron tres días en los que no pase ningún segundo a tu lado y realmente empezaba a odiar a los exámenes porque muy aparte de ser estresantes y generarme demasiada ansiedad, me alejaban de ti. puse todo mi esfuerzo y en si, todo de mi para rendirlos bien porque si estaba sacrificando el estar a tu lado, debía valer la pena ¿verdad? pero bien, estos días la luna se quedaba hasta muy tarde en el cielo, tal vez es el cambio de clima o alguna variación en algo pero para mi fue una señal y más, mi amuleto de suerte porque precisamente siempre que salia de dar un examen, veía de ella y recordaba de que si estudiaba y terminaba todo, podría estar a tu lado y ya sabes, mejor motivación que esa no puede existir.
cosas muy locas para la vista de alguien, y algo tan nuestro a mis ojos. en estos días sin ti, pude pensar ciertas cosas y reflexionar (intensa la cosa) porque se viene junio, el mesecito en donde moonnie y sunnie se conocieron. posiblemente la yo de ese entonces se hubiese reído porque ¿quién diría que yo estaría escuchando canciones tan cursis y teniendo a alguien en mente? existen tantas cositas que me dejan pensando, por ejemplo ¿te das cuenta de que podemos pasar un minuto juntas pero ya existen como cien mensajes? es algo loco, podemos hablar y hablar de mil cosas y nunca parar. ¿recuerdas aquel día en el que te dije que sentía que eramos como un “matrimonio” pero sin casarnos aún? lo repito de nuevo, porque siento que es de esa forma. siento que ya viví una vida entera a tu lado y que tal vez esta sea una de las tantas vidas que decimos recorrer juntas, porque sé que tú eres mi alma gemela, mi idónea. también se que en la realidad que sea, estaré buscando o esperando por ti.
usualmente suelo hablar de como yo siento que debo darte gracias por todo lo que haces por mi, y recuerdo tu última cartita de aniversario, sé que dices que la parte más grande del trabajo lo hago y tú solo eres la “motivación” me niego rotundamente, moonnie, lo niego por completo. ¿viste que todo necesita tener una buena base o un tipo de apoyo que lo ayude a no caer? eso eres tú, aquello que me tiene de pie muchas veces y si, acá viene la típica parte de una carta mía pero no me importa, necesito que siempre tengas en mente de que para la torpe de sunnie eres todo su mundo y que toda la felicidad que conoce, es por ti, que también dejo de conocer debilidad alguna por ti y que ahora, ponerse triste es como una en un millón de oportunidades, eres ese tipo de persona especial para ella, porque ella ama mucho el presumirte con todos.
hace días, estaba estudiando para filosofía y en una parte tenía que explicar cosas como “la felicidad” y eso, pero por un buen rato terminé por desviarme de aquello y me puse a buscar cosas sobre almas gemelas (casual la cosa ¿verdad?) pero terminé encontrando algo que sencillamente termino por hacerme llorar y no de llorar en una expresión, si no en llorar con lagrimas incluidas porque pude decir un “yo sé que se siente” mientras leía.
“Cuando conoces a tu alma gemela, hay una sensación instantánea de conexión y reconocimiento. La gente empieza a comentar que te pareces a…, eres igual a… o que se ven “bien juntos”. A menudo, los dos tendrán personalidades muy similares y reflejarán los lados de luz y de sombra el uno del otro. Uno de los primeros signos de que hemos conocido a nuestra alma gemela es el alto nivel de comprensión que sentimos entre ambos. También hay una familiaridad entre las almas gemelas que nos hace sentir como si nos conociéramos desde y para siempre. Es esta cualidad que hace que nuestra conexión sea intemporal. Es la sensación de mirar a los ojos de esa persona y vernos reflejados a nosotros mismos. Otro de los signos más seguros de la conexión de una alma gemela es la resolución hacia nuestro par, la energía que nos impulsa a su encuentro. Este tipo de lazo puede llegar a ser abrumador a veces.”
¿sentiste lo mismo que yo? porque cada pequeña cosa de ese párrafo a sido algo que nos a pasado, o yo sentí y sé que tú también. ¿recuerdas nuestros primeros días? los días en los que ambas aprendimos a luchar por nuestro pequeño eclipse, ¿recuerdas lo emocionada que podía ponerme cuando alguien decía un “se bien juntas, pensé que eras novias, deberían serlo”? ahora pasa a nuestro presente, ¿recuerdas cada vez que te dije que sentía que eramos uno ya?¿recuerdas a nuestros amigos decir “se parece demasiado, siento que estoy hablando con ella y no contigo”?¿recuerdas cada vez que pensamos, escribimos o dijimos la misma cosa? están todas esas cosas que me hacen llorar porque sé que encontré al más puro de los amores y que sencillamente la oración “estar enamorada” es tan pequeña a lo que mi corazón siente, es más grande que puede llegar a ahogarme, a hacerme perder la cabeza, a hacerme algo tan tuyo. nos hemos definido un millón de veces como algo “dependiente” y sé que si alguien nos llega a ver o escuchar diciendo algo como eso va a pensar que perdimos la cabeza y que probablemente lo nuestro sea tan intenso pero ¿no es así ya? porque te amo con la intensidad de mil soles y eso de perder la cabeza, ya lo hice, me tienes tan mal que siento que esta bien tener este tipo de locura, esta bien si aquello es contigo y con nadie más.
quiero durar tanto tiempo contigo, meses, años, siglos y eternidades. sé que cada sueño, anhelo y deseo que hemos tenido sobre esta relación se van a hacer reales y pasaremos cada cumpleaños, navidad y año nuevo juntas porque nada es mejor que pasar de ellas con la familia y tu eres eso, mi familia, mi hogar, mi todo. me siento tan a salvo contigo y lo más hermoso es sentir esa tranquilidad que tu me das; haces que cada mal día, preocupación, miedo desaparezca ¿eres acaso real? porque luego de casi un año ya de conocerte y cinco meses de relación, sigo sin creer que un ser tan perfecto como tú pueda ser algo real.
bien moonie, te amo mucho ¿si? te amo cada día más y ten por seguro que mejoraré cada día más, seré alguien de la que te sientas muy orgullosa y sobre todo, alguien que sepa darte el mejor de los amores porque te mereces eso y más, pero vayamos lento y disfrutemos cada pequeño segmento de nuestro eclipse; felices cinco meses juntas, amor. por este y los que están por venir, te amo tanto bebé.
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