#Vías del Tren
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Gran Expreso Transiberiano
Las vías más largas del mundo son las que recorre El Gran Expreso Transiberiano.
Su construcción comenzó en 1896 y casi 25 años después fue terminada, pudiendo así, recorrer 9282 kilómetros desde Moscú, pasando por Mongolia, hasta llegar a China en 16 días.
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J.M.S
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Interludio Victoriano (Sesión 6ª)
Anteriormente...
24 de octubre del año de Nuestro Señor de 1889. 00:10 horas. Piso franco de los Giovanni en París.
Nos reencontramos con Hoid en el piso franco. Volvimos a poner en común todo lo que teníamos aún pendiente en la ciudad, incluyendo a Calamus y su posible estancia en el Palacio de Cristal durante el ataque del día 16. Quizás tuviéramos que regresar y que Hoid intentara hablar de nuevo con Thomas Rutherford acerca de ese asunto.
Saqué el tema de la puja para la subasta y lo que sabíamos hasta la fecha:
Los Nosferatu tenían "la lágrima de Perséfone";
Los Buscadores del Vacío tenían la "brújula de Verne";
Los Giovanni tenían la "Caja Órfica";
El señor Kalinovski tenía "el Grillete".
Sabíamos que eso era lo que cada una de las facciones iba a entregar como potencial pago en la subasta por el cuadro. Esa noche tendríamos que regresar al cementerio de Pere-Lachesse para darle una respuesta a Esculapio. Tras un rato hablando del asunto, llegamos a la conclusión que para no fastidiar las probabilidades de obtener el cuadro sería mejor que tanto los Nosferatu como nosotros nos mantuviéramos en la subasta, aunque con el acuerdo con Esculapio de que si él ganaba la subasta nosotros le cambiaríamos la caja órfica por el cuadro.
Durante la conversación, Angus comentó que quizás sería bueno intentar convencer a los Buscadores del Vacío de que abandonaran la puja, quizás a cambio de algo, aunque realmente no sabíamos qué les habían pedido a ellos para entrar en la subasta. Quizás deberíamos volver a visitar a Thomas.
Pero aún así, nosotros no podíamos entrar en la subasta sin realizar lo que se había asignado a los Giovanni y que Aube no había podido conseguir: capturar el fantasma del vagón en las vías muertas de la Estación Central de París.
Para conseguir tal proeza necesitaríamos un recipiente, un artefacto que pudiera contener ese fantasma y llevarlo más tarde a presencia de los Giovanni para que ellos usaran sus artes para conseguir averiguar cuál era el grillete de ese fantasma para conseguirlo o replicar uno similar, de tal forma poder controlarlo a voluntad.
Aube nos dijo que el "embajador" Cossimo tenía un artefacto para ese menester, pero lo había perdido cuando fue convocada la Caza de Sangre contra él tras lo ocurrido en la calle Watt. Recordé que el niño Wraith de allí me dijo que Cossimo había intentado capturarle, y que ése fue el motivo para que "la Señora de las Estrellas" hablara con él y lo volviera loco... Así que nos hacía falta un artefacto, una maravilla, que pudiera contener a aquel fantasma.
Caí en la cuenta de que Angus llevaba consigo un reloj de bolsillo con el emblema de los Dunsirn y que en su interior había un fantasma que podía dominar a voluntad para que realizara ciertas tareas. Probablemente podríamos usar ese reloj como contenedor para atraparlo (ya veríamos qué haríamos con el otro wraith, probablemente poseería algún cuerpo durante un tiempo, cosa a la que Angus se presentó voluntario. Era una suerte que no hubiéramos maltratado a la entidad fantasmal...)
Teniendo todo esto claro, nos fuimos en nuestro coche de caballos hacia la estación central de París. Llegamos hasta allí a eso de las 00:45 horas según nuestros relojes. Bajamos y dejamos al chófer con nuestro coche preparado por si hubiera que salir de allí a correprisa.
Aube había estado antes, así que ella se encargó de guiarnos hacia donde estaba el vagón encantado que debíamos "limpiar" de su presencia fantasmal. Nos movimos por vías durante unos 20 minutos hacia la zona más alejada de la estación, rodeados de viejos vagones destartalados y máquinas de vapor retiradas de uso. Finalmente llegamos a la vía muerta más alejada en la que encontramos un flamante vagón-comedor de un tren de lujo, en perfecto estado, reluciente y sin un solo arañazo en su exterior. Le preguntamos a la joven maga qué era lo que había pasado allí cuando ella estuvo y no logró su objetivo. Nos dijo con cierta cara de preocupación y algo de temor en su voz que cuando entró se encontró con que todo lo que había dentro cobraba vida y se lanzaba contra ella, incluso la estructura se retorció. Al no tener suficiente fuerza en la Esfera de Espíritu y carecer del contenedor adecuado, fue expulsada de allí por la fuerza del espíritu. Sin duda se trataría de un Poltergeist, por su descripción. No pudo hacer prácticamente nada contra él...
El vagón encantado.
Hoid comentó la posibilidad de averiguar algo sobre el origen de aquel fantasma, quizás rebobinando el tiempo para ver lo ocurrido en aquel vagón. Según Aube, estaría allí no más de año y medio.
Aitor también vio que podría intentar usar su habilidad de Psicometría, pero quizás sería mejor si ambos unieran fuerzas para esa tarea.
Prepararon un ritual juntando sus respectivos paradigmas, usando los elementos que ambos usaban y que podrían ser de alguna forma comunes: los dos usaban humo de tabaco como foco; Aitor se maquillaba como si fuera un cadáver fantasmal y Hoid usaba un pentaprisma para usar colores, pero podría usarlo para poner colores diferentes en sus respectivos rostros; Aitor usaría su péndulo y Hoid su caja de música, pero el primero siguiendo el ritmo y el compás de la melodía del artefacto del segundo.
Realizaron el hechizo y se escuchó una extraña voz, con una cadencia y un ritmo enigmático, aunque no se entendía lo que decía sí que quedó claro que había una repetición de un mensaje, ¿quizás una plegaria repetida por varias personas con un ceremoniante dirigiéndola? Aitor tocó las paredes externas del vagón. Estuvo en trance unos momentos, hasta que regresó a la consciencia de nuevo. Para él fue como si el vagón estuviera en movimiento, su pensamiento se ralentizaba, vio al hombre pelirrojo que se hizo pasar por el pintor-escultor Terence St. Trewes junto al real (el negro) bajándose del tren. Tras esto todo cambiaba, había alboroto, gritos de gente que huía espantada de miedo del vagón. El tren se paraba y los revisores sacaban tres cuerpos tapados con sábanas ensangrentadas. Tras esto todo volvía a cambiar y vio entrar a Aube, que quedó aterrorizada y fue expulsada por la fuerza del vagón.
Aquello era lo que Aitor había visto al tocar el exterior del vagón. Ahora haría falta saber qué había pasado en su interior con más detalle.
Sin mediar palabra, Baine se ocultó entre los vagones en ruinas cercanos y entró en la Umbra, cortando nuestro enlace mental con él.
Aitor decidió ahora entrar en el vagón pero usando su poder de Viaje Astral (que también le permitiría usar Psicometría una vez estuviera dentro), siendo ayudado de nuevo por el ritual que Hoid y él hicieron antes. Su cuero quedó fuera, relajado y como dormido.
Pasó el tiempo y no se supo nada ni de Baine ni de Aitor. A los 10 minutos decidimos entrar en el vagón-comedor. Subimos Hoid, Dreyfuss, Angus, Aube y yo misma.
Nos llevamos una sorpresa, era como si estuviéramos en un tren en movimiento, de día, por las ventanas veíamos el paisaje de la campiña francesa. Estábamos todos en la puerta de entrada al vagón-comedor y con nosotros también estaban tanto Baine como Aitor, éste último con materia corporal sólida...
Para ambos hacía un par de segundos que habían entrado, Baine incluso pensaba que aquello era tan extraño como la calle Watt ya que había acabado allí al entrar en la Umbra...
Observamos nuestro entorno. Varias mesas preparadas para el desayuno, ya que había un reloj en una pared que marcaba las 7 de la mañana. Dreyfuss comprobó su reloj de bolsillo y vio que estaba parado a la 1 y 15, justo cuando habíamos entrado en el vagón tras esperar diez minutos a nuestros compañeros. Había algunas de ellas marcadas con carteles de reservado y algunos nombres escritos en ellos.
De repente, Angus se sentó en uno de los sillones cercanos sosteniendo el reloj de bolsillo que íbamos a usar para contener al fantasma del vagón. Su rostro era de pánico y parecía no reaccionar a nada de lo que le decíamos.
Decidí usar mi magia con él para sacarle de aquel estado semi-catatónico. Utilicé mi cilicio en el muslo, las letanías de Lilith y el cuchillo en mi mano izquierda para activar las Esferas de Espíritu y Vida. Pero noté un tirón en mi cabeza. De nuevo escuché el mensaje distorsionado de antes, pero ahora más grave y algo más lento. Cuando éste terminó vi una cosa extraña, todo estaba en sombras, pero podía vislumbrar algunas figuras y llegué a distinguir una en particular: la mujer oriental del cuadro de Terence St. Trewes, la que sujetaba la caja órfica, miraba con absoluto terror como una mujer vestida con ropas oscuras muy similares a las que yo usaba estaba encima de una mujer de piel oscura y ropas bastante extrañas. Me acerqué para comprobar exactamente de quién se podía tratar y qué era lo que asustaba tanto a aquella mujer. La mujer del vestido oscuro estaba mordiendo en el cuello a la mujer de piel oscura que tenía debajo, de una forma que sabía perfectamente de qué se trataba: un vampiro alimentándose de su presa. Lo siguiente me sorprendió aún mas ya que la mujer de piel oscura de la que estaba bebiendo era la misma que había visto yo tanto en mi ensoñación en la mansión del Conde de Veccio cuando fui a recoger la caja órfica y después en el otro cuadro de Terence St. Trewes, cuya imagen desapareció misteriosamente dejando solo el marco y un lienzo en blanco. Y al levantar la mirada para ver quién estaba mordiéndola pude ver cabello pelirrojo y un rostro que me era muy familiar: yo misma. Estaba presenciando cómo yo, Abrazada, iba saciando mi sed imperecedera con la preciada sangre de aquella mujer que fue languideciendo poco a poco a medida que iba quedándose sin sangre en sus venas. Frente a ellas al otro lado, se encontraba mi Avatar, la niña pelirroja que llevaba dentro de mi cabeza, lloraba desconsolada y a medida que mi yo cainita iba acabando con la sangre y la vida de la mujer de piel oscura y ropa extraña, ella iba desvaneciéndose hasta que desapareció totalmente.
En la visión, bebía la sangre de la enigmática mujer de piel oscura...
¿Estaba viendo algo que iba a ocurrir o un delirio causado por aquel fantasma que queríamos atrapar? No sabía la respuesta, me agarré a la mesa. Mi hechizo no había funcionado, Angus seguía igual. Intenté quitarle por la fuerza el reloj de sus manos, pero ahí ya reaccionó y se apartó de mí llevándose el reloj hacia la altura de su corazón. Sus ojos recobraron al instante la vida y poco a poco empezó a reaccionar de manera normal.
Baine se acercó a mí con rapidez y me agarró de la cintura, ayudándome a incorporarme mientras me preguntaba galantemente qué era lo que yo necesitaba. No sé porqué se lo pregunté, pero le dije si estaba dispuesto a morir por mí. Y él se rio, asegurándome que no sabía si podría morir realmente, pero que estaba dispuesto a averiguarlo si hiciera falta. Quizás aquel fuera el primer paso hacia algo entre los dos...
Angus, recuperándose poco a poco, nos comentó que había sentido palpitar su propio corazón en el reloj de bolsillo, y que se iba deteniendo al mismo tiempo que sus propios latidos. Debía proteger el reloj y su corazón.
Sin duda, algo raro estaba sucediendo allí dentro. Baine nos dijo que no brillábamos al usar nuestro poder allí dentro. Miramos la mesa donde estaba apoyada yo y hasta ese momento había estado sentado Angus. Había un papelito escrito justo al lado del cartelito metálico de "Reservado" a nombre de dos personas: "Terence St. Trewes y criado". ¿Cómo podía estar allí el pintor y el criado? ¿Acaso estábamos en la visión que había tenido Aitor antes del exterior del vagón?
Baine intentó regresar a la Umbra. Lo logró, pero reapareció un par de segundos después bastante nervioso. Había visto un cuerpo, el suyo propio, traslúcido, le faltaba un brazo, tenía varias heridas, vestía con harapos y vendas, e iba descalzo sobre un terreno arenoso. Algo le había dado un tirón para devolverle a donde estábamos nosotros, él no había querido regresar voluntariamente de la Umbra. Se acercó a la puerta de salida lateral del vagón y la abrió, entrando aire fresco del exterior. El paisaje se movía ante nuestro ojos por la velocidad del tren.
Hoid preparó sus focos para intentar avanzar el tiempo a nuestro alrededor, pero no consiguió realizar nada. Baine también corroboró que al hacer su magia Hoid no brillaba. El prodigio miró en su bolsillo, tan solo sus cristales y el frasco con Vitae que le había dado en Londres brillaban aún.
Decidimos movernos de allí. Pasamos al vagón siguiente, en la dirección de la locomotora. Cruzamos con cuidado entre coches del tren, notando el aire y el paisaje moverse a gran velocidad. Estábamos ahora en un vagón con cabinas, sin duda la parte de primera clase del tren. No había nadie por el pasillo. No teníamos muy claro qué hacer, hasta que Dreyfuss nos avisó que llegaba alguien por el lado contrario del vagón. Era un camarero que llevaba una voluminosa bandeja y tocaba la puerta de una cabina. Escuchó que preguntaba por el señor Bernal y le traía su desayuno. Le abrieron la puerta, entró y de nuevo quedó el pasillo vacío.
El vagón de Primera Clase con sus cabinas.
Mientras veíamos todo esto, Baine aprovechó para entregarme uno de los cristales de Tass que llevaba consigo, por si me pudieran servir para realizar algún hechizo (estaban compuestos de Quintaesencia)
El camarero salió de nuevo de la cabina y le pregunté por el horario del desayuno en el vagón-comedor. Me dijo que a las 8 horas abría. El tren en el que íbamos llegaría a su destino por la tarde. En unas 3 horas llegaríamos a la primera parada, un pueblecito sin importancia (al menos para nosotros). Le di las gracias y se marchó por donde había venido inicialmente.
El camarero llevando el desayuno al señor Bernal.
Ya sabiendo que al menos había alguien más en el tren, Aitor se acercó a la misma puerta donde había servido el desayuno el camarero, entró sin tocar y vio al tal señor Bernal besando a una dama, y por el gesto que ambos pusieron seguramente no sería su esposa... Aitor se disculpó por el error, ¡sin duda se había confundido de cabina! Salió y cerraron la puerta con pestillo.
El señor Bernal y la dama con la que compartía algo más que el desayuno...
Elegimos al azar otra cabina. Aitor repite la operación, pero ahora hay una mujer mayor, una señora rusa llamada Ecaterine Sissu en compañía de su criada, Anne, que estaban esperando a que se abriera el vagón-comedor donde tenían una mesa reservada para desayunar. Aitor pidió disculpas de la misma manera que antes con el señor Bernal. Al salir escuchó a la perfección como la anciana decía a la criada que cerrara con el pestillo la puerta que "cualquier cosa se nos puede meter aquí". Por supuesto, este comentario no le cayó nada bien al señor Amezketa.
La señora Ecaterine Sissu.
Decidimos seguir adelante. Llegamos al siguiente vagón, un precioso cuarto de baño. Baine buscó unos trapos de los que se usaban para limpiarse en el excusado y los empapó con colonia, los prendió fuego con una cerilla y los dejó allí tirados en el suelo, pero con esta fechoría tan solo consiguió ahumar un poco la madera del suelo. Había algo de humo en el pasillo.
Aitor decidió vengarse de la anciana. Hizo de vientre sobre uno de los paños, lo cerró bien y lo llevó hasta colocarlo justo delante de la puerta de la cabina de la susodicha. Allí le prendió fuego con la esperanza de que al abrir la puerta y lo vieran arder lo intentaran apagar pisándolo y se llenara los zapatos y parte del vestido de sus deposiciones... Tocó a la puerta con los nudillos y se apartó, buscando un buen lugar desde donde verlo todo. Sin embargo, la puerta no se abrió y en su lugar se escuchó el sonido de una campanilla. Al cabo de unos instantes, apareció un revisor que al ver el paquete en llamas delante de la puerta hizo lo que se esperaba, pisarlo para apagar las llamas... Con mucho asco y pringado de mierda humeante hasta casi la rodilla, lo arrojó a patadas fuera del vagón por la puerta lateral a las vías.
Tras esto, avanzamos de regreso hacia el vagón-baño y de ahí al siguiente, que resultó ser el de segunda clase. Era más austero, con sillones dobles en hileras, pero espacioso y acogedor. No había ningún pasajero en ese momento por allí.
Seguimos avanzando y llegamos al vagón de tercera clase, aquí sí que había pasajeros sentados, más apretujados y sin duda en asientos menos cómodos. Pasamos con cuidado entre ellos y llegamos a la puerta que comunicaba con el vagón del carbón y delante estaría la locomotora. Había una cerradura y fueron intentando abrirla Angus, Dreyfuss, Baine y Aitor, sin conseguirlo ninguno de ellos. Le pedí a Aube que usara su magia para ver si su dominio sobre la Entropía le permitía allí dentro hacer el truco de siempre de que el mecanismo de la puerta la hubiera dejado abierta o susceptible de ello. Usó su pañuelo al cuello, yo le ayudé tirando de él, para estrangularse un poco, sacó su cuchillo y se cortó un trozo de piel de la mano que se metió en la boca, pero su hechizo tampoco funcionó. Sin embargo, ella también tuvo una visión acerca de mí y de ella: estábamos con los Giovanni, le habían prometido el Abrazo, yo la mordía causándole un dolor tremendo (como hacen ellos) y se suponía que yo iba a ser la que le entregara mi Vitae para convertirla en una no-muerta, pero en el último momento yo no lo hacía y todos los presentes se reían de ella mientras agonizaba desangrada.
Como no pudimos avanzar, decidimos regresar de nuevo al vagón-comedor. Al entrar vimos delante nuestro al falso Terence St. Trewes que se sentaba él solo en la mesa que tenía reservada, sin que le acompañara su criado (que suponíamos que sería el verdadero Terence, tal y como Aitor nos dijo en su visión) Tomamos algo para desayunar en otra mesa cercana a la puerta mientras veíamos cómo el pelirrojo desayunaba a su vez. En cuanto terminó, se dispuso a salir y regresar sin duda a su cabina.
Tanto Aitor como Dreyfuss lo interceptaron prácticamente a la salida, preguntándole si era el afamado pintor y escultor Terence St. Trewes. El hombre se quedó muy sorprendido al ser reconocido. Asintió y le estuvieron diciendo que conocían su obra en Londres. Él se dio cuenta del acento de Dreyfuss, identificándolo como londinense. Estaba en Francia de viaje por asuntos de trabajo y aunque aún no era tan conocido como en la capital del Imperio Británico, esperaba que en breve su suerte cambiara y le empezaran a llegar encargos de la otra orilla del Canal de la Mancha. Parecía algo nervioso, como si quisiera llegar cuanto antes a su cabina. Les dijo que se bajaba en la siguiente parada, en menos de 2 horas, y debía hacer el equipaje y preparar unos documentos. En aquel lugar iba a adquirir una serie de pigmentos muy necesarios y valiosos para su trabajo y solo los podía encontrar allí. Baine intervino en la conversación, diciéndole al falso St. Trewes que había estado recientemente en su taller en Londres. Le había abierto la puerta un hombre negro haría cosa de unos 3 días. El pelirrojo le dijo que aquello era imposible, no había nadie en su taller en ese momento y además su criado, que era negro, viajaba con él. Baine añadió que aquel hombre negro que le recibió además estaba pintando usando sus herramientas de trabajo... Sin saber porqué, el falso pintor siguió la conversación diciendo que solía permitirle hacer esas cosas para apaciguar sus ansias, a fin de cuentas era una criatura subhumana... Dio por terminada ahí la conversación y salió a toda prisa del vagón hacia su cabina.
Como estábamos cerca de la puerta nos fue fácil seguirle a cierta distancia hasta que pudimos ver en qué puerta del vagón siguiente se metía. Decidimos entrar por las bravas, dejando fuera vigilando a Aube, Dreyfuss y Hoid.
Tocamos a la puerta y Angus se encargó de abrirla de una patada, haciendo que el falso pintor cayera hacia atrás y dejándonos el paso libre para entrar. La cerramos tras pasar. Baine apuntó con su revólver al pelirrojo a la cabeza y le pidió colaboración o habría plomo en su cerebro en un pispás. Su supuesto criado, el auténtico Terence, salió de la zona de las literas donde estaba y se enfrentó con nosotros verbalmente. Aunque intentaron seguir con el juego de que eran amo y criado, finalmente dejamos claro que sabíamos la verdad y aceptaron ser lo contrario para que el pintor negro pudiera trabajar, pese a que sabía perfectamente que el pelirrojo se estaba aprovechando de él y de su obra para lucrarse. Quisimos hacer que confiara en nosotros, pero nuestra entrada portando armas y amenazándoles pudo más que cualquier argumento que le diéramos acerca de que veníamos de dentro de un año y sabíamos lo que había pintado y creado pero no porqué o para qué. También le dijimos que iba a morir en ese periodo de tiempo y que podríamos evitarlo, pero no quiso hablar con nosotros.
Terence St. Trewes, pintor y escultor (y algo más) haciéndose pasar por el criado del tipo que se aprovechaba de su obra...
Llevaríamos unos 15 minutos y al no percibir ni ruidos de pelea ni gritos, Dreyfuss y Hoid entraron en la cabina dejando fuera a Aube vigilando. El pintor negro se volvió hacia Hoid diciéndole que NO debía estar allí. Estaba claro que lo conocía (Hoid para no variar no recordaba conocerle...) Le dijo que no le debía hablar de su futuro. Y más si la misión que tenía que realizar estaba aún sin hacer. Pensaba que nosotros estábamos con sus enemigos (de los que tampoco parecía dispuesto a hablarnos) Tras un buen rato hablando los dos sobre sus asuntos (cosas que Hoid no había hecho y debería hacer y otras que supuestamente debería haber hecho o no) nos dimos cuenta que no íbamos a lograr en modo alguno su colaboración. La cosa era si les permitíamos abandonar el tren en una hora en la siguiente parada o no lo hacíamos... Avisamos a Aube de que entrara y estuvimos esperando hasta que llegó el momento en que el tren se detenía para dejar bajar a los pasajeros que habían llegado a su destino. Finalmente, dejamos que se marcharan y ambos salieron del tren a toda prisa. Parecía que una de las imágenes de la visión de Aitor se había cumplido. Igual las demás iban a pasar también...
Volvimos a vagón-comedor. Estaban empezando a servir comidas. Algunas mesas con reserva estaban ya ocupadas como la de un tal Raoul Navarre, y la criada de Ecaterine Sissu, Anne (pero no su señora). Faltaban por ocupar las mesas reservadas Sophie Bernié y Ramón Bernal. Pedí un plato de asado, al igual que Angus, mientras los demás pedían algo de beber.
Anne, la criada de Ecaterine Sissu, comiendo sin su señora...
Al traernos la comida, el mero aroma nos encantó. Corté la carne y comprobé que estaba en su punto, rosada y un poquito sangrante. La probé y deleité con cada bocado. Sin duda era deliciosa, es más, era una de las mejores carnes que había probado. Angus me dio la razón. Nos quedamos de repente mirándonos. Sabíamos perfectamente qué tipo de carne era aquella... carne humana.
El tren entró en un túnel y todo se quedó a oscuras. Cuando regresó la luz estábamos de pie, en la entrada del vagón-comedor, no había nadie allí aparte de nosotros, volvían a estar los carteles de las mesas reservadas con los mismos nombres que vimos al llegar. El reloj de la pared seguía marcando los 7 de la mañana y parecía que en efecto era el mismo día y momento en el que habíamos llegado todos... Todos nos notamos doloridos, como si algo nos hubiera consumido un poco por dentro.
Miramos a Hoid, él nos corroboró lo que ya sospechábamos: estábamos en una especie de bucle temporal y se había reiniciado a las 7 de la mañana del día que habíamos llegado en mayo de 1888.
Sin mediar más palabra, Baine se dirigió hacia la puerta lateral del vagón, la abrió y saltó... No le volvimos a ver más. No sabíamos si el tiempo se reiniciaba de nuevo si volveríamos a verle. Sentí cierto pesar al perder a nuestro prodigio. Pero me di cuenta de algo, el cristal de Tass que me había dado seguía estando en mi poder.
Dreyfuss se puso en camino hacia la puerta que nos separaba de la locomotora. Una vez allí la examinó con detenimiento y estuvo fráncamente seguro de que estaba haciendo lo correcto para abrirla, pero era como si hubiera en marcha algún tipo de ilusión que le impedía ejecutarla con éxito. Observó su reloj de bolsillo, en esta ocasión marcaba la 1:16 (un minuto más que la otra ocasión).
Había 3 sospechosos que no se habían presentado durante la comida (quizás fueran los 3 cadáveres que Aitor había visto en su visión que eran sacados tapados del vagón) Teníamos localizadas las cabinas de Ramón Bernall, Ecaterine Suss y su criada Anne y de Terence St. Trewes y su criado. Tan solo nos faltaba una persona de las que habían reservado mesa por conocer: Sophie Bernié.
Habiendo investigado toda la parte frontal del tren, decidimos ver qué había en la parte trasera más allá del vagón-comedor. Si llegáramos a la cocina quizás pudiéramos comprobar si lo que Angus y yo sospechábamos era cierto y allí se estaba preparando y sirviendo carne humana a los viajeros.
Anduvimos en dirección contraria buscando el vagón-cocina, llegamos primero a un vagón-salón para fumar y seguimos hacia adelante. Pero nos detuvo un revisor, nos dijo que no se podía acceder al vagón-cocina mientras el cocinero estuviera allí trabajando, ni siquiera aunque quisiéramos felicitarle por sus platos...
El revisor, lo mismo limpia cacas en llamas que impide el paso a la cocina del tren...
Hoid tuvo una idea loca: tratar de engañar a Terence St. Trewes para ver si ahora conseguía que confiara en él y le revelara algo de lo que necesitaba saber. Se dirigió hacia allí él solo. Se cruzó con el falso Terence que iba a desayuna. Tocó la puerta y se identificó como Hoid, siendo abierto por el Terence auténtico que de nuevo le dijo que no debía estar allí. No teníamos nuestro enlace mental con Hoid por lo que tuvimos que esperar a que al salir nos contara lo que habían hablado. A grosso modo: Hoid debía encontrarse con el mendigo, era muy importante, en algún momento dará clases en un lugar llamado Escolomancia, St. Trewes se sintió muy aliviado cuando Hoid le mintió y le dijo que había cumplido la misión, y cuando le dijo que perdió Napoleón en Waterloo Terence le dijo que aún había esperanza. Le preguntó qué fue de los romanos, Hoid no respondió bien y Terence sospechó, le volvió a preguntar acerca de qué fue de los enviados a Roma, Hoid no contestó bien y sospechó más. Finalmente le preguntó en ese momento si ya le había dado clases. Hoid no respondió bien, y al final St. Trewes sospechó y puso punto final a la conversación, volviendo a hacer hincapié en que era muy importante que encontrara al viejo mendigo.
Decidimos repetir la distracción de la vez anterior para atraer a los revisores fuera de la entrada a la cocina. Mientras esperábamos en el vagón-salón, Aube y Angus repetían lo de quemar los paños empapados en colonia (con mierda dentro) delante de la puerta de la vieja Ecaterine Sissu. Con la humareda acudió tanto el revisor como algún camarero más al sonar varias campanillas avisándoles.
Con vía libre, entramos sigilosamente en la cocina Dreyfuss, Aitor, Hoid y yo misma. Vimos a un hombrecillo chino de aspecto entre simiesco y de un pequinés. Tenía un hombre desnudo colgado frente a un espejo con sus heces por debajo, al que le faltaban varios trozos de carne. El tipo era un buen carnicero, los cortes eran los adecuados para cocinar y además se las arreglaba para que la víctima siguiera con vida... No pareció darse cuenta de nuestra presencia mientras seguía ocupado con los fogones. De repente, en la espalda del hombre desnudo se formó una frase: "Somos lo que comemos. Pero, ¿qué come un espíritu?"
El extraño cocinero del tren...
Hoid y yo nos miramos y casi dijimos al unísono la misma palabra: "Quintaesencia".
Regresamos a la zona de la puerta de acceso a la locomotora, recogiendo a Aube y a Angus de camino. Acerqué el cristal de Tass a la cerradura y mientras Aube se cortaba un buen trozo de carne de su brazo y realizaba el hechizo de Entropía. En esta ocasión, mientras el cristal desaparecía, conseguimos que la puerta se abriera.
Al entrar en el vagón que debía haber sido el depósito de carbón para la locomotora, nos encontramos con Baine en el suelo, estaba aturdido pero sano y salvo. Nuestros relojes de bolsillo ahora marcaban la 1 y 17...
Estábamos en lo que parecía ser una especie de vagón de tren, pero muy extraño. Sus materiales eran desconocidos para nosotros, nada de maderas y metales, era otra cosa... Sobre una de las ventanas vimos un cartel con unos diagramas de colores y nombres. Aitor nos corroboró que se trataba de algunos nombres de calles o zonas de Madrid, en España. El propio cartel estaba escrito tanto en español como en inglés. ¿Qué era ese lugar?
Estábamos en el Metro de Madrid. No había más pasajeros por allí, ni revisores a quién preguntar. Por las ventanas parecía que estaba anocheciendo. Las luces del vagón eran extrañas y muy brillantes...
Nos adentramos más en el interior de aquel extraño tren. Seguimos sin encontrarnos con nadie más. Tras ver extrañas luces nos vimos de nuevo en un tren antiguo, un vagón de primera clase.
Anduvimos hacia el frente y volvimos a estar en el vagón-comedor de antes. Pero Aitor no estaba con nosotros, se había desvanecido. Por las ventanas vimos que era de noche, con luna llena que no llegaba a iluminar bien el interior. Quizás estaba aún en su forma astral y no podíamos percibirle...
De repente, la madera empezó a retorcerse ante nosotros. Las sombras empezaron a inundarlo todo y algo oscuro se formó ante nosotros. Estábamos de regreso a la estación de París, en la vía muerta, dentro del vagón-comedor encantado, enfrentándonos al fantasma que expulsó de allí violentamente a Aube noches atrás.
Continuará en la sesión 7ª...
#Interludio Victoriano#Sesión 6ª#Crónica: El Siglo de la Magia#Diario de Moira#MDT#MLA#M20#VAM#VAV#París#Vía muerta#Estación central#vagón-comedor encantado#viaje en el tiempo#Terence St. Trewes#Cristales de Tass#Sin magia#Tren encantado#Tren del futuro#Metro de Madrid#El fantasma a capturar#Muse: Moira Eritrea Dunsirn
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Piumino.
El extraño caso del Piumino de la Alameda de Osuna. Cada vez que le veíamos por la calle gritábamos con voz nasal: ¡Piumino! Él se giraba y miraba con cara de pocos amigos hacia el lugar del que provenía el grito. Nosotros nos escondíamos y nos costaba muchísimo aguantar la risa. Lo cierto es que era un chaval poco agraciado, con gafas de culo de botella, gordo y patizambo. Ángel, que es el que…
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se sonríe cuando lo escucha y niega con su cabeza, pero no dice nada más para no herir sus sentimientos. la calidez que percibe en su rostro es suficiente para dar señales de que no lo está juzgando de verdad. ‘ ¿no tomas nada para controlarlos? ’ su preocupación no va de la mano con su profesión, sino que de genuino interés por la salud de quien ya consideraba su amigo. cuando menciona escena y beltane, sólo una persona puede cruzar su cabeza, se inclina hacia un lado en el asiento para sacar su teléfono y busca entre sus fotografías. ‘ ¿era ella? ’ enseña imagen de leonie, de serlo, sus sospechas estarán cada vez más acertadas. ahora le quedaba elegir, ¿fingir para ayudarla o marcar distancia? también podría pretender que no pasaba absolutamente nada. ‘ ¿un exámen de 500 páginas? ’ casi está aliviado de haber diversificado sus esfuerzos, capacidad de análisis no suele tomarle tanto trabajo, en general, aún cuando sus músculos dolían después de las prácticas y su estómago —sobre todo— de tanto reír. ‘ ¿por qué no sabes si fue buena idea persuasión? ’ frunce el ceño un poco, bajando su mirada hasta él, se acomoda sobre el sofá para poder verlo mejor. su diestra se mueve hasta los anteojos que ya no necesita usar y se los quita, se inclina hacia la mesa de noche y los deja allí, aprovecha la proximidad para tomar su botella con coca cola zero. ‘ me metí a combate de cuerpo a cuerpo — no te rías ’ lo apunta con su dedo y sube una ceja, de forma acusatoria, gira la tapa de la bebida y se detiene cuando escucha la primera fuga de gas. ‘ mi compañero está igual de perdido que yo, así que me divierto ’ se encoge de hombros, saca la tapa y le da un corto sorbo a la bebida gaseosa. ‘ no te quiero incomodar, pero ¿qué haces cuando te dan crisis de pánico? ’ situación lo pone un poco nervioso, sobre todo con lo último que ha llegado hasta sus oídos, ahora el temor que siente se multiplica. acomoda su cabeza hacia el lado, apoyando su mejilla en el sofá y sube su mano hasta el revoltoso cabello masculino. ‘ no te estreses tanto por las clases, lo harás genial ’ le sonríe, en caso que no quisiera contestar pretérita interrogante.
' ¿qué? es mejor que otras cosas ' al menos botella en mano era de sus bebidas favoritas, especialmente cuando estaba fría como la que tiene en sus manos. ' me gusta esta, mira, es de limón amarillo ' le señala marca específica con etiqueta amarilla, era de sus favoritas y le recordaba a casa que era lo más importante. ' mhm, cuando tomo cafeína y estoy nervioso. ya no son tan recurrentes, el último fue en santorini cuando le rompí sin querer el teléfono a una niña de beltane y me lloró porque tuvo un mal día... no sabía donde meterme ' le cuenta de la nada, que relativamente, santorini no había sido tan lejano pero antes de eso no había tenido ninguno en meses lo cual era un logro para él. ahora sí toma invitación, sentándose a su lado en lo que abre tapa de té para darle un sorbo. ' hm, tengo un examen en sigilo. tengo que leer... 500 páginas ' le dice sonriente, solo buscaba tomar un descanso de la lectura. ' pensé en tomarla también, solo que quería fortalecer una en la que no era tan bueno así que sigilo, por la que no tenía elegí persuasión pero- no sé que tan buena idea fue ' relame sus labios, admitiendo semi-derrota por el momento. ' ¿y tú? ya me dijiste que capacidad de análisis, ¿qué más? '
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“ este es el primer descanso del día, ” le cuenta a nadie en particular, su atención puesta en la grabadora que llevaba en mano. tuvo suficiente suerte para encontrar baterías en el supermercado, y no pensaba desperdiciar la oportunidad. “ me encuentro caminando sobre unas vías de tren abandonadas. el ambiente está tenso, pero esperanzador... ” sigue narrando, hasta que sonido logra captar su atención. “ ¡aquí uno de los otros residentes! dime, ¿qué opinas de la decisión de ir a greenville? ”
#bueno un poquito de contexto él tiene un podcast sobre cosas paranormales pero los zombies le arruinaron el plan ajsdhfghdsj#así que ahora está documentando lo q les pasa#perdón 0 seriedad#cuento todo <3
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(Des)Horas - Matías Recalt
+18! MeanDom!Mati. Un poco de Brat!Reader, biting, CM/NF, (posible) dacrifilia, marking, sexo sin protección (kind of/mención de anticonceptivos orales), spanking, spitting, spit kink, breve aftercare, edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
Y cuento las horas Que no pasé a tu lado Son como hojas de un papel En blanco
El tren avanzaba con un suave balanceo sobre los rieles mientras observabas la forma en que el mundo exterior comenzaba a despertar.
El cielo todavía era de unos pálidos tonos grises y azules cuando en el horizonte vislumbraste los primeros rayos de sol, los cuales comenzaron a cegarte una vez que el vidrio empañado por el frío de la madrugada se despejó.
Los árboles bordeando las vías y las siluetas lejanas de algún pueblo eran una constante promesa de serenidad que hacía que tus músculos se relajaran, por no mencionar el ruido mental ahora nulo.
Contabas en voz baja cada camino de tierra serpenteante, los destellos de agua aquí y allá, las suaves colinas cada vez más pronunciadas.
-Veo, veo.
Parpadeaste rápidamente.
-¿Qué ves? - preguntaste sin dejar de admirar el paisaje.
-Alguien con cara de culo.
Volteaste para centrar tu atención en Matías, sentado frente a vos, sosteniendo su teléfono en una mano y el termo en la otra. Estaba concentrado en la pantalla, en lo que fuera que estuviera viendo allí, pero de todas formas se tomó el tan arduo trabajo de apreciar tu semblante para molestarte.
-Tengo sueño- explicaste, pasándole el mate que sostenías hacía siglos-. Y me colgué.
-Me di cuenta- dijo y arrojó el teléfono sobre su regazo-. Falta poco.
-Mentiroso.
Una advertencia cruzó su mirada, pero su postura permaneció igual de desenfadada y mientras jugaba con la bombilla del mate (curioso, pensaste, porque siempre te decía que no hicieras eso) examinó el resto del vagón vacío.
Llevaban horas sentados en la misma posición y el cielo, estrellado e iluminándose cada vez más con el correr del tiempo, era la única compañía.
-¿Querés dormir? Te despierto antes de llegar- ofreció mientras hacía lugar en el asiento disponible con lo que él creyó era el mayor disimulo.
Te divirtió recordar su audible protesta cuando ocupaste el asiento frente a él y la sutil sugerencia que te hizo sobre tomar su lugar: esto le habría permitido estar a tu lado sin delatar sus deseos, pero sabés que también le gusta estar junto a la ventana y por eso la rechazaste. Te pareció tentador dormir sobre su regazo o en su hombro, pero también molestarlo.
-Bueno.
Mientras recogía sus cosas para hacerlas a un lado, con una sonrisa de satisfacción que intentaba ocultar, buscaste una posición más cómoda en tu lugar y cerraste los ojos. Luego de unos instantes de tenso silencio volviste a abrirlos para encontrarte con su cara de molestia y sus ojos fijos en la pantalla del dispositivo nuevamente.
Una risa escapó de tu boca.
-Sos una boluda.
-No te enojes, tonto- estiraste una pierna y tocaste con tu pie descalzo su rodilla-. Vos siempre me hacés lo mismo y yo no me enojo.
-Es diferente.
Capturó tu pie y comenzó a masajearlo distraídamente.
-¿Qué vamos a hacer cuando lleguemos?
-Vos, dormir.
-¿Y vos?
-No sé.
Ignoraste su intento de despertar tu curiosidad y obligarte a preguntar. Él continuó con el masaje en silencio, procurando ayudarte a relajarte porque sabía que necesitabas dormir –consciente de los días que llevabas sin pegar ojo–, fingiendo abstraerse en el paisaje del otro lado de la ventana y en los asientos sin dueño.
El silencio del ambiente y sus manos sobre tu piel eran como un somnífero y tus ojos se cerraban en contra de tu voluntad una y otra vez, tu cabeza caía repentinamente en más de una ocasión y él reía en silencio cuando te veía despertar sobresaltada. No recordaba cuándo fue la última vez que te vio batallar tanto para mantenerte despierta.
-Vení acá, dale.
El tono de su voz era firme y notaste un deje de preocupación que rara vez te permitía oír. Dejaste en tu asiento tu mochila y tu teléfono, como si existiera la mínima posibilidad de que alguien fuera a ocuparlo por accidente en caso de estar vacío, y cuando te sentaste a su lado tu cuerpo se mantuvo tan cerca del suyo como era posible.
-Despertame antes de llegar- le recordaste-, no quiero olvidarme nada.
Besaste su mejilla y cuando te recostaste sobre su hombro él besó tu cabello. Los minutos pasaron y Matías podía sentir la manera en que te relajabas, oír tu respiración ralentizándose y sentir la tensión abandonando tus dedos, cerrados débilmente sobre su brazo, pero sabía que aún estabas muy despierta y que probablemente no fueras a dormir en lo absoluto.
-¿Escuchamos música?- propusiste cuando ya llevabas varios kilómetros recostada en su hombro. El cielo vestía ahora con tonos rosados y los girasoles cobraban vida nuevamente-. ¿Mati...?
Estaba dormido.
Cuando te reincorporaste, lentamente y cuidando no despertarlo, permaneciste en tu lugar para contemplar su perfil. Mientras dormía juraste que podía ser un ángel, alguien diferente, sereno y desprovisto de sarcasmo, pero no estabas segura de querer que fuera así... Porque también era un ángel cuando te ordenó ponerte de pie cada dos horas -molestándose porque intentaste negarte y amenazando con castigarte- para recorrer el vagón.
La primera vez que preguntaste, cuando te hizo dejar tu asiento durante un vuelo, la única explicación que recibiste fue algo entre las líneas de “las pastillas”. No comprendiste qué intentaba decir y cuando te inclinaste hacia él para preguntar, argumentando que te sentías perfectamente bien, su respuesta fue:
-Porque yo lo digo. Punto.
Más tarde ese mismo día, en uno de esos escasos momentos en los que expresa verbalmente los motivos que lo preocupan, explicó que intentaba asegurarse de que no sufrieras una trombosis. Intentaste no reír por su expresión de horror y besaste su mejilla, conmovida por un detalle tan pequeño pero valioso, mientras él –avergonzado– intentaba apartarte.
Volviste a recostarte sobre su hombro, todavía recordando ese momento. No dormiste.
Horas más tarde llegaron a destino y se registraron en el hotel que Matías escogió sin comentarte los detalles. Mientras él se encargaba del papeleo vos te perdiste observando los cuadros expuestos en el salón principal, leyendo las inscripciones que los acompañaban, memorizando a través de las ventanas los detalles en el interminable y vacío jardín.
Durante el desayuno, con sus teléfonos apagados y olvidados intencionalmente en la habitación, te prohibió tomar café. Intentaste confiar en él y no protestar porque, después de todo y sin importar sus métodos, Matías sabe qué es lo mejor para vos... pero tu rostro te traicionó.
-¿Qué te pasa?- preguntó mientras sorbía de su taza.
-¿Por qué no puedo?
-Quiero que duermas bien esta noche.
-Son las diez de la mañana, Matías.
-¿Y…? Te conozco.
Escogiste morderte la lengua en lugar de argumentar en su contra y en tu mente se sucedieron las imágenes de los últimos días: café o una bebida energizante por la mañana, cerca de media tarde y también cuando el reloj marcaba las siete. Matías se aseguró de vigilarte, pero cualquier mínima oportunidad que tenías, la tomabas. Literalmente.
Tu novio dejó pasar tus contestaciones malhumoradas y tus expresiones de molestia, consciente del efecto de la falta de descanso, esforzándose por distraerte con las actividades del lugar y arrastrándote con él para una larga caminata. Si conseguía agotarte lo suficiente para que tomaras una siesta, su plan podría considerarse un éxito.
Estaba convencido de que lo había logrado hasta que salió de la ducha cerca de las cinco. Encontró la habitación vacía, la cama fría como evidencia de que te habías marchado hacía tiempo –y en absoluto silencio, tenía que reconocer tu habilidad-; depositó sobre la pequeña mesa de noche el vaso donde colocaron las flores que recogiste mientras caminaban, ahora colmado con agua, y abandonó la habitación.
Te sorprendió en el jardín, ocupando una de las mesas más lejanas y tecleando rápidamente sobre la pantalla de tu celular, en trance. Sobre el cristal descansaba una taza y Matías supo de inmediato que contenía restos de café. Tomó aire antes de recorrer la distancia que los separaba y carraspear para llamar tu atención.
-¿Qué?- preguntaste con fingida inocencia.
-¿Qué hacés?
-Nada.
Fue su turno de morderse la lengua.
-¿Estaba rico el café?
-Re.
Volteó para corroborar que nadie estuviera cerca.
-Escuchame una cosa- dijo mientras tiraba de tu cabello para obligarte a mirarlo-. ¿Yo no te dije que…?
-Tenía sueño.
Tiró más fuerte y evitaste quejarte. No querías darle la satisfacción.
-¿Y por qué no te quedaste durmiendo?
-No podía.
Te soltó bruscamente y tomó tu teléfono. Permaneciste en silencio sólo por la amenaza que dejaron entrever sus ojos, en el brillo de sus pupilas la promesa de una noche interminable, pero aún así resultaba tentadora la idea de seguir provocándolo, exigirle que te entregara tu teléfono, enloquecerlo en frente de otras personas, hacer que centrara toda su atención en vos.
Qué bueno que no lo hiciste, pensás ahora, porque no creés soportar más que esto.
En algún momento dejaste de contar las nalgadas, perdida en un mar de lágrimas y súplicas, pero Matías encontró una solución rápida y eficiente para no tener que escuchar tus lamentos: te despojó de tu ropa interior, que ya relucía con las gotas de tu excitación, para luego introducirla en tu boca.
De vez en cuando finge sentir compasión y sus manos se deslizan, con cariño y cuidado, sobre tu piel ya sensible; luego de unos segundos recuerda el café, la manera en que le faltaste el respeto desafiando su autoridad, ignorando y arruinando sus intentos de cuidarte, y reemplaza las suaves yemas de sus dedos con sus uñas no tan cortas para hacerte llorar.
Ignora tu cuerpo tiritando sobre su regazo y continúa sosteniendo tus muñecas contra tu espalda, empleando más fuerza de la necesaria. No le preocupa que te resulte doloroso, obvio, porque no le importa provocarte dolor y la prueba de ello son también los golpes en la parte posterior de tus muslos. Es una zona que procura evitar, consciente de cuánto cuidado necesitará posteriormente, pero…
-Cómo te gusta romperme las pelotas- reclama-. Siempre lo mismo con vos.
Por fin suelta tus muñecas, regocijándose con un último golpe que impacta entre tus muslos, para luego manipular tu cuerpo de manera brusca y arrojarte sobre el colchón. El impacto te hace quejarte y retirás la prenda de tu boca, sin ser consciente de lo excitante que es para tu novio ver que esta está empapada con tu saliva.
Las lágrimas se deslizan por tus mejillas como un río y caen directamente sobre las sábanas cuando las mordés, esforzándote inútilmente por soportar el ardor que recorre todas las zonas que Matías marcó sin consideración. Escuchás el lejano sonido de su ropa y suspirás, pero el alivio es fugaz porque pronto lo sentís sentándose sobre tus muslos.
Aún lleva puesto el pantalón y el material reaviva el fuego en tu piel.
-Calladita- ordena.
Tomás aire y reprimís un gemido cuando desliza su punta entre tus pliegues húmedos, presionando sobre tu entrada por unos pocos segundos, como una advertencia, para luego enterrarse en tu cuerpo con una estocada que te corta la respiración. Golpeás el colchón con tu puño y sentís su respiración golpear tu oreja cuando ríe, encantando con tu reacción.
La piel sensible de tus muslos arde tanto o más que tu entrada y tu interior estrecho –no importa, tu cuerpo siempre hace lugar para él- o tus ojos.
Matías te concede un momento, probablemente para cerciorarse de que podés con esto, pero pronto se deja caer sobre tu espalda y te sorprende con movimientos profundos y un ritmo que pretende torturarte más que otorgarle placer.
Es un castigo, lo sabés en cuerpo y alma, pero junto con tus lágrimas se escapan también un sinfín de gemidos. Su miembro llenándote por completo hace desaparecer el recuerdo de todas las noches que pasaste intentando satisfacer tu necesidad con tus dedos o con los diferentes e inútiles juguetes que sólo lograron frustrarte más.
Gemís su nombre una y otra vez y él muerde tu cuello. Tus paredes se contraen en torno a su miembro y su ritmo se vuelve irregular, jadea contra tu piel antes de liberarte y besar tu cabello entre suspiros; es algo que normalmente evitaría, siempre reacio a demostrarte cuánto poder tenés sobre él, pero todo el tiempo que pasaron lejos del otro también pesa sobre sus hombros.
Jurás que podés sentir las venas que recorren su extensión y la casi inexistente curva que provoca que roce tu punto dulce de manera constante. Intentás contenerte, fingir que todavía no delataste cuánto lo estás disfrutando, porque sabés que en cualquier momento podría retomar la sesión de spanking sin importarle cuánto necesita utilizar tu cuerpo. O peor.
Sus movimientos son lentos pero profundos, su punta besando tu cérvix y estimulándote sin más esfuerzo. Y aún así no es suficiente. Matías percibe la histeria, el hartazgo y tu impaciencia, todo con sólo observar la forma en que mantenés los ojos fijos sobre la pared frente a ambos.
Sabe que intentás sacar ventaja de la situación en lugar de empeorarla. También sabe que no podés. Sos más débil que él.
-Mati…
-No, callate.
-Pero…
-¿Qué?- pregunta casi en un grito-. ¿Qué querés?
Escondés tu rostro entre las sábanas y gemís.
-Más- suplicás moviendo tus caderas. Cuando rodea tu cuello con su brazo agregás:- Ya sé que estás enojado, pero…
Su mano impacta contra tu mejilla y te obliga a mirarlo. Ejerce presión hasta que tus labios se separan en contra de tu voluntad y sin pensarlo dos veces escupe en tu boca, sin permitirte tragar y disfrutando ver cómo parte de su saliva cae por la comisura de tus labios hasta tu mentón. Cerrás los ojos y sacude tu rostro con fuerza. Su miembro palpita en tu calidez.
-Sólo por esta vez.
Abrís los ojos, desconcertada, pero comprendés el porqué de su generosidad en cuanto abandona tu interior y se arroja de espaldas contra las almohadas.
Señala su regazo, invitándote, tentándote con su erección que brilla y gotea con la excitación de los dos –manchando su ropa de una forma que te hace morderte el labio-, pero no podés evitar mirarlo con recelo porque sabés cuánto va a doler.
-Elegí- dice sin dejar de mirarte a los ojos-. Esto o…
Dirige la mirada hacia las cuerdas que dejó junto a tus flores. No, negás rápidamente.
Toma tu cintura cuando te posicionás sobre él y sonríe (arrogante, hermoso, insoportable) mientras sigue tus manos temblorosas guiándolo hacia tu entrada. Te dejás caer hasta que su miembro desaparece casi por completo en tu interior y buscás apoyo en su pecho desnudo, el ritmo de tus caderas creciendo gradualmente.
Arroja la cabeza hacia atrás y sus uñas se clavan en tu piel.
El orgullo que llena tu pecho no es suficiente para olvidar el maltrato sufrido bajo sus manos y tus sollozos resuenan en la habitación junto con los obscenos sonidos de humedad provocados por sus cuerpos allí donde se unen. En otro momento un castigo sensorial sería la peor de las condenadas pero, después de semanas sin verse, te parece la mejor recompensa.
El placer nublando tu juicio no te permite saber que estás llorando y tampoco te deja ser consciente de la fuerza con la que te movés sobre Matías. Sólo sabés que se siente muy bien y lo repetís un centenar de veces, rogando porque él comprenda lo que intentás comunicar cuando tus palabras se cortan por tu respiración desesperada y errática.
El vaivén de tus pechos llama su atención y se felicita mentalmente por haberte despojado de toda tu ropa, -tu cuerpo desnudo resaltando todavía más tu vulnerabilidad y entrega- complacido por la facilidad con la que le permitís tomar el control. Ojalá eso bastara para perdonarte por desobedecerlo, ¿no?
-¡No!- te quejás cuando su palma golpea uno de tus pechos, dirigiéndose hacia el otro rápidamente-. Me duele, Mati, no…
-¿Y?- tira de tus pezones con fuerza y tus lágrimas caen sobre su abdomen. Puede sentir tus uñas rozando su piel-. Jodete por no hacer caso.
Interrumpís tus movimientos en un intento de detenerlo, esforzándote inútilmente en concentrar todas tus fuerzas para impedir que continúe con sus acciones, pero es más rápido, más ágil, más fuerte, así que capturar tus muñecas para él no es más que un juego. Tira hasta que terminás recostada sobre su pecho y planta firmemente sus pies sobre el colchón.
Gritás contra su clavícula cuando comienza a abusar de tu interior, aún sujetando tus muñecas entre su pecho y el tuyo mientras recorre con su otra mano la zona de tus costillas, tu cintura, tu cadera, finalmente encontrando su lugar en la parte posterior de tu pierna para dejar allí su huella.
Mordés su hombro para contenerte cuando el roce constante de su pelvis contra tu clítoris amenaza con llevarte hacia el orgasmo. Tus paredes se contraen aún más, succionando su miembro con desesperación, prácticamente imposibilitando sus movimientos, pero Matías continúa con su ataque sin importarle nada más.
Intentás preguntar, un hilo de palabras indescifrables dejando tus labios junto con su nombre y unos suspiros delirantes, pero no estás segura de su respuesta hasta que sentís sus labios besando delicadamente tu mejilla. Un acto de misericordia que termina por desdibujar la línea que separa el dolor del placer. Te desborda.
Los nervios de tu cuerpo son fuego puro y su miembro todavía deslizándose entre tus paredes –imposiblemente apretadas, calientes, más húmedas que nunca- es combustible. El ruido de piel contra piel es nulo cuando tus gritos eufóricos llenan la habitación, seguidos de unos patéticos sollozos acompañando su nombre y ese par de palabras que tanto disfruta oír.
Te amo jura contra tu cuello. No está seguro de que en tu estado lo comprendas.
El violento palpitar de su miembro es la única advertencia que recibís antes de sentir los hilos de semen que brotan, caen y te marcan como suya una y otra vez. Gemís y buscás sus labios, desesperada por un poco más de contacto, besándolo con voracidad.
Te obliga a romper la distancia para ayudarte a regular tu respiración. Tus ojos aún están repletos de esa bruma, tu razonamiento luchando por retomar el lugar que le corresponde.
-Perdón- decís contra sus labios-. Perdón, perdón, perdón.
-Ya está, ya pasó.
Sus nudillos acarician tu pómulo con suavidad, un roce casi inexistente, antes de que su palma acune tu rostro y sus dedos desaparezcan en tu cabello.
-Te extrañaba mucho.
-Yo también- seca una lágrima de tu mejilla y suelta una risa-. Sabés que podías decirme, ¿no? En vez de portarte como el…
-Sí- lo interrumpís-, pero llegaste del viaje re cansado y no quería hacer que te canses más.
Finge indignación.
-Dejame que te cuide, ¿sí?- besa tus labios ante tu protesta cuando se desliza fuera de tu interior-. Vos no tenés que preocuparte por nada.
Ignora su liberación goteando por tus muslos mientras te conduce lentamente hacia la ducha, también tu saliva secándose en su hombro y tus lágrimas aún frescas corriendo por su torso, porque no cree ser capaz de controlarse en caso de prestar atención a esos detalles.
Odia recordar que pasaron tanto tiempo separados, sí, pero el consuelo es poder recuperarlo de esta manera.
Masajea tus hombros, tu espalda y tus piernas mientras el agua caliente corre por tu cuerpo, llevándose los vestigios de la noche y actuando como somnífero; besa tu piel con una dulzura exagerada, deteniéndose en las marcas que dejó, capturando juguetonamente entre sus dientes la carne de tu cadera, tus brazos, tu mejilla y tus labios.
Matías percibe el agotamiento en tu rostro y en tus respuestas letárgicas mientras sus dedos recorren tu piel para deshacer el bálsamo. La impronta de rojos y violetas que su mano dejó en tu cuerpo tardará en desaparecer, un no-tan-sutil y firme recordatorio de porqué siempre tenés que confiar en sus órdenes y ser paciente. Finge que no considera otro castigo para los días venideros.
-Tengo sueño- susurrás cuando se desliza bajo las mantas.
-Me di cuenta.
-¿Mañana podemos dormir hasta tarde?
-No.
-¿Por qué?
-Tenemos un taller de cerámica a las nueve.
-¿Tenemos?- soltás una risa de escepticismo-. ¿Vos haciendo cerámica?
-¿De qué te reís? Vos nunca hiciste.
-No, pero…
-Callate porque te hago cosquillas- amenaza.
Besás su mejilla.
El alivio lo recorre cuando minutos más tarde nota que estás, por primera vez en muchos días, profundamente dormida.
Dejo por acá esta historia que quedaba pendiente porque es de mi agrado informarles que... ✨por fin se me cayó una idea✨, así que ya voy a dejar de robar con publicaciones atrasadas. Espero que les guste y sí, ya sé, tengo que dejar de relacionar a Matías con Babasónicos 😔
taglist: @recaltiente @chiquititamia @delusionalgirlplace @llorented @madame-fear @creative-heart ♡
#deep inside - love letters#matias recalt#matias recalt smut#matias recalt x reader#lsdln cast#lsdln smut#lsdln x reader
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Imagen de un tren en la salida del túnel de Cañón de Metlac. Veracruz, México.
Ca.1900
La vía de Metlac formaba parte del tramo del primer ferrocarril que conectaba el puerto de Veracruz con la Ciudad de México, uniendo el Golfo de México con el centro del país. Fue inaugurado en 1873, bajo el gobierno de Benito Juárez y más tarde continuado por Porfirio Díaz.
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⚲ ― vías del tren.
camina sobre los rieles, balanceándose con su brazo sano extendido como si estuviera en una cuerda floja con una tranquilidad que sólo podría tener alguien apremiado por el tiempo. le gustaba mentirse a sí misma a veces. ' ¿te imaginas si un tren aparece ahora mismo? ' no mira a la persona que nota cerca más que de reojo, concentrada en que sus pasos no se caigan por el cansancio de su cuerpo. ' probablemente sea más seguro que la mierda de caminar entre los árboles ' un suspiro teatral escapa sus labios al mirar hacia la estación abandonada, volteando por completo hacia contrarie sólo entonces. ' ¿crees que quede algo útil ahí? '.
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Capitulo 18: Avances.
¡Los mellis han crecido!
Daphne y Daniel han crecido, y madre mía, son la viva imagen de su padre, Thomas.
Así como Agnes (por razones obvias) y Charlotte son mas parecidas a Bella, los mellizos han salido a su papá.
En estas semanas, los vecinos, sabiendo que no podían aportar mucho económicamente, decidieron ofrecer su mano de obra para ayudar con el desvío de las vías del tren. Juntos, se dividieron en grupos para trabajar en la desviación de las vías, recolectar fondos y planificar el arreglo del viñedo.
Con la ayuda de la comunidad, los Anderson pudieron reunir los recursos necesarios para comenzar las obras. El pueblo trabajaba incansablemente, removiendo tierra y construyendo desvíos para las vías del tren. La unión y la determinación del pueblo demostraron que, juntos, podían superar cualquier obstáculo.
Parece que por fin llega la calma después de tantísima tormenta...
¡¡Ha llegado una carta!!
La abren rápidamente:
[Flashback]
- Benjamin: Me encanta salir a caminar contigo. Siempre encuentro paz en estos paseos.
+Emily: Y a mí me encanta que siempre encuentres una excusa para salir de la oficina y disfrutar del aire libre.
Benjamin se detiene repentinamente, sintiendo una oleada de nerviosismo y emoción. No puede esperar más.
Benjamín: Emily, espera un momento.
Nuestra Mary también se nos ha hecho ya viejita, celebraron su cumpleaños en familia. Se negó a que cocinaran por ella y ella misma se hizo su famoso pastel de chocolate.
Feliz cumpleaños y feliz vejez nuestra amada Mary.
En el hipódromo, Agnes entrenaba activamente con Prince.
Día tras día, Agnes mejoraba, sus saltos eran más precisos y su control sobre Prince más firme. Entre entrenamientos, compartían sueños y miedos, fortaleciendo su amistad.
Alexander la observaba, impresionado por su dedicación y habilidad. Alexander y ella eran inseparables, habían forjado una amistad increíble. Jugaban fuera del hipódromo..
Y por supuesto dentro de él.
De repente, el Duque, padre de Alexander, aparece cerca de la pista, observándolos con una expresión severa.
To be continued...
#mysims#sims 4#ts4 decades challenge#nysimsdecades#sims 4 legacy#sims 4 historical#sims 4 decades challenge#1900s
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この長野県考古学シリーズの第 3 章へようこそ、日本の考古学者の皆さん、古墳は秋葉原と呼ばれています。それから始めましょう。
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写真のように線路沿いに再開されましたが、駅は上高地線の新島と呼ばれています。
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直径 12 メートルで、8 世紀前半のものです。 誰が埋葬されましたか?
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日本考古学の今後の刊行物が素晴らしい一週間でありますように。
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Welcome Japanese archaeologists to chapter three of this Nagano Prefectural Archaeological series the burial mound is called Akihabara, with that said let's begin.
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It was restarted along the train tracks as we can see in the picture, the station is called shinshima on the kamikochi line.
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It is 12 meters in diameter and dates from the first half of the 8th century. Who was buried?
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I hope you have a great week in future publications of Japanese Archaeology.
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Bienvenidos arqueólogos japoneses al tercer capítulo de esta serie Arqueológica de la Prefectura de Nagano el túmulo funerario se llama Akihabara, dicho esto comencemos.
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Se reinició a lo largo de las vías del tren como podemos ver en la imagen, la estación se llama shinshima en la línea kamikochi.
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Tiene 12 metros de diámetro y data de la primera mitad del siglo VIII. ¿Quién fue enterrado?
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Espero que tengan una gran semana en futuras publicaciones de Arqueología Japonesa.
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la sugerencia capta su atención, es por eso que cerúleos se dirigen en su dirección un par de segundos antes de volver al camino. palabras van instalándose en canal auditivo, y a alanis le toma un momento procesarlas. en todo el tiempo que llevan viéndose ( acostándose, según ellas ), azabache había escuchado poco y nada sobre el mencionado, todo muy banal. se suponía que estaba implícito que no hablaban de esas cosas. si alfonsina sabía un poco más que el resto— que su madre se la vivía desmayada en su cama, es porque le tocó ver cosas vergonzosas y lamentables. de repente, cuando la escucha volver a hablar, siente la necesidad de estirar el brazo para tomarla de la mano y decirle que está todo bien. sin embargo, no lo consigue, y continúa sobre la palanca de cambios. “¿lo dices en serio?” junta las cejas, claramente la tomó por sorpresa. está acostumbrada a que sea al revés. aún así no se siente incomoda ni presionada, y por eso comisuras se elevan ligeramente, como siempre. “me encantaría,” suelta tras unos segundos, nuevamente dedicándole mirándola de soslayo. “dime hacia donde”
ya en camioneta que se ha convertido en vehículo de confianza, hace propuesta antes de emprender habitual camino. también antes de arrepentirse. 'podríamos hacer algo distinto hoy' empieza, observando a azabache con tímida sonrisa en el rostro. 'mi... papá salió de la ciudad, y no me gusta estar con la casa sola. ¿quieres venir?' casi dice mi familia, pero aún no los considera como tal. luego se le ocurre que quizás es demasiado, pese a siempre acabar en casa de alanis, por lo que añade: 'si no quieres o tienes cosas que hacer luego podemos hacer otra cosa, eh — sin presiones' @al666nis
#* . ´ 𝑺𝑼𝑷𝑬𝑹𝑪𝑼𝑻 ﹕ diálogo.#alfnsinas#JSBFKFJSJSJS BASTA DÉJALA#estas serían las morras de grey’s anatomy que tw se lanzan a las vías del tren
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[Transcripción:
Roier: Es el tren. Okay? Tengo un amigo llamado Vegetta, ese hombre es muy sabio y estas vías del tren es para llegar a su casa con mejor facilidad. ¿Qué estoy haciendo? Allí está. Bobby. Allí está. Eh, oye, ¿Booby? ¿Booby? A ver, ¿Bobby es con doble "o" o con doble "b"? ¿Qué pasó? Bobby. Allí está. Perdón, le puso "Booby"! Perdón, Bobby, perdón. Bobby, lo siento Bobby.
/Termina transcripción.]
[Translation:
Roier: This is the train. Okay? I have a friend named Vegetta, that man is very wise and these train tracks are for getting to his house easier. What am I doing? There it is. Bobby. There it is. Booby? Booby? Let's see, is Bobby with two O's or two B's? What happened? Bobby. There it is. Sorry, I put "Booby"! Sorry, Bobby, sorry. Bobby, sorry Bobby.
/End translation.]
Pobre Bobby
(Por favor dime si algo en la transcripción/traducción está incorrecta, estoy aprendiendo español así podría haber errores. / Please tell me if something in the transcription/translation is wrong, I'm learning Spanish so there may be errors.)
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La vida se asemeja a un viaje en tren. Con sus estaciones y cambios de vía, algunos accidentes, sorpresas agradables en algunos casos, y profundas tristezas en otros… Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con nuestros padres, creemos que siempre viajarán a nuestro lado… Pero en alguna estación ellos se bajarán dejándonos seguir el viaje, de pronto nos encontraremos sin su compañía y su amor irreemplazable... No obstante, muchas otras personas que nos serán muy especiales y significativas, se irán subiendo al tren de nuestra vida... Nuestros hermanos, amigos y en algún momento, el amor de nuestra vida... Algunos tomarán el tren, para realizar un simple paseo… Otros durante su viaje pasarán por momentos de oscuridad y tristeza… Y siempre encontraremos quienes estén dispuestos ayudar a los más necesitados… Muchos al bajar, dejan un vacío permanente… otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta que desocuparon sus asientos... Es curioso ver como algunos pasajeros, aún los seres queridos, se acomodan en coches distintos al nuestro… Durante todo el trayecto están separados, sin que exista ninguna comunicación… Pero en realidad, nada nos impide que nos acerquemos a ellos si existe buena voluntad de nuestra parte… De lo contrario, puede ser tarde y encontraremos a otra persona en su lugar… El viaje continúa, lleno de desafíos, sueños, fantasías, alegrías, tristezas, esperas y despedidas... Tratemos de tener una buena relación con todos los pasajeros, buscando en cada uno, lo mejor que tengan para ofrecer. En algún momento del trayecto, ellos podrán titubear y probablemente precisaremos entenderlos… pero recordemos que nosotros también, muchas veces, titubeamos y necesitamos a alguien que nos comprenda. El gran misterio para todos, es que no sabremos jamás en qué estación nos toca bajar. Como tampoco dónde bajarán nuestros compañeros de viaje, ni siquiera el que está sentado a nuestro lado. A veces pienso en el momento en el que me toque bajar del tren. ¿Sentiré nostalgia, temor, alegría, angustia...? Separarme de los amigos que hice en el viaje, será doloroso y dejar que mis hijos sigan solos, será muy triste. Pero me aferro a la esperanza de que en algún momento, tendré la gran emoción de verlos llegar a la estación principal con un equipaje que no tenían cuando iniciaron su viaje. Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré para que ellos crecieran y permanecieran en este tren hasta la estación final. Amigos…hagamos que nuestro viaje en este tren tenga significado, que haya valido la pena. “Vivamos de manera que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío, deje lindos recuerdos a los que continúan viajando en el Tren de la Vida” FELIZ VIAJE!!!
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Sonrisas.
Tras una sesión de espiritismo unos jóvenes de la Alameda de Osuna corren la aventura de sus vidas. Los cuatro chicos habían quedado a las nueve y cuarto en la calle Rioja de la Alameda de Osuna. En el puente del bar Cheka. Cuando se juntaron los cuatro marcharon al son de los potentes latidos de sus corazones a correr la aventura de sus vidas. Federico llevaba escondido un pequeño cráneo en la…
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¿Has notado las piedras que se encuentran en las vías del tren? Esas piedras no están ahí solo por relleno; tienen un propósito crucial. Se llaman balasto ferroviario y están compuestas por pequeños fragmentos de cuarcitas, basaltos y granitos de entre 3 y 7 centímetros.
Estas piedras distribuyen la carga de los rieles y trenes, evitando la deformación del suelo y reduciendo el riesgo de descarrilamientos. Además, el balasto absorbe y disipa las vibraciones generadas por el movimiento de los trenes, evitando que se propaguen a largas distancias. También facilita el drenaje del agua, previniendo inundaciones en las vías. Su función es fundamental para la seguridad y estabilidad del sistema ferroviario.
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anoche soñé que viajaba en el Tren Maya que era un tren bala y llegaba de Cancún a Palenque en menos de dos horas pero a los pocos días comenzaron a migrar personas de muchas partes sobre todo gringos y europeos y compraban todos los terrenos los precios estaban en dólares y un café de Chiapas costaba más que uno de Starbucks luego venían personas de lugares violentos corrompidos por el narco y se instalaban en las brechas junto a las estaciones y asaltaban turistas y después vendían dr0gas y el gobierno no hacía nada y al poco tiempo se instalaban las cerveceras y se robaban en agua de Yucatán de Chiapas y Campeche después cerraban el tren porque un par de vagones cayeron en una caverna donde los pilotes que sostenían las vías no lograron asentarse y descubrían una antigua ciudad maya entre ríos subterráneos y grutas de estatalitas y Disney y Xcaret se la peleaban para volverla un parque temático.
Del libro: volverse meme te da publicidad
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