Tumgik
#Su nombre ya resulta evocador
contradanzagranada · 2 years
Text
Tumblr media
1 note · View note
Photo
Tumblr media
Fotografía de:  Deva Darshan
Jardínes botánicos Perdana, Kuala Lumpur, Malaysia 
JARDÍNES HISTÓRICOS (CARTA DE FLORENCIA 1981)
 Preámbulo
 Reunido en Florencia el 31 de mayo de 1981, el Comité Internacional de Jardines Históricos ICOMOS-IFLA, ha decidido elaborar una carta relativa a la salvaguardia de los jardines históricos que llevará el nombre de esa ciudad. Esta carta ha sido redactada por el Comité y registrada el 15 de diciembre de 1982 por el ICOMOS con vistas a completar la Carta de Venecia en esta materia específica:
 Definición y objetivos
 Artículo 1. Un jardín histórico es una composición arquitectónica y vegetal que, desde el punto de vista de la historia o del arte, tiene un interés público. Como tal está considerado como un monumento.
 Artículo 2. El jardín histórico es una composición de arquitectura cuyo material es esencialmente vegetal y, por tanto, vivo, perecedero y renovable. Su aspecto resulta así como un perpetuo equilibrio entre el movimiento cíclico de las estaciones, el desarrollo y el deterioro de la naturaleza, y la voluntad artística y de artificio que tiende a perpetuar su estado.
 Artículo 3. Dado que es un monumento, el jardín artístico debe estar protegido según el espíritu de la Carta de Venecia. No obstante, en tanto y cuanto se trata de un monumento vivo, su protección se atiene a reglas específicas que son el objeto de la presente Carta.
 Artículo 4. Determinan la composición arquitectónica de un jardín histórico:  
su trazado y los diferentes perfiles del terreno; 
sus masas vegetales: especies, volúmenes, juegos de colores, distancias, alturas respectivas; 
sus elementos constructivos o decorativos; 
las aguas en movimiento o en reposo, reflejo del cielo.
 Artículo 5. Expresión de lazos estrechos entre la civilización y la naturaleza, lugar de deleite, propicio a la meditación o el ensueño, el jardín adquiere el sentido cósmico de una imagen idealizada del mundo, un “paraíso” en el sentido etimológico del término, que da testimonio de una cultura, de un estilo, de una época y, eventualmente, de la originalidad de un creador.
 Artículo 6. La denominación de jardín histórico se aplica lo mismo a jardines modestos que a grandes parques ordenados paisajistas.
 Artículo 7. Esté o no unido a un edificio, del cual es complemento inseparable, el jardín histórico no puede estar desligado de su propio entorno urbano o rural, artificial o natural.
 Artículo 8. Un sitio histórico es un paisaje definido, evocador de un acontecimiento memorable: el emplazamiento de un suceso histórico importante, origen de un mito ilustre o de un combate épico, motivo de un cuadro célebre.
 Artículo 9. La protección de los jardines históricos exige que estén inventariados o identificados. Impone intervenciones diferenciadas de mantenimiento y restauración. La autenticidad de un jardín histórico afecta lo mismo al diseño y al volumen de sus partes como a su ornamentación o a la elección de los vegetales o materiales que lo componen.
 Mantenimiento, conservación, restauración, restitución
 Artículo 10. Toda operación de mantenimiento, conservación, restauración o restitución de un jardín histórico o de una de sus partes debe tener en cuenta simultáneamente todos sus elementos. Separar los tratamientos alteraría el vínculo que los une.
 Mantenimiento y conservación
 Artículo 11. El mantenimiento de los jardines histórico es una operación primordial necesariamente continua. Siendo vegetal su materia principal, la obra estará bien conservada a través de reemplazamientos puntuales y a largo término, por renovaciones cíclicas (eliminación total y replantación de ejemplares ya formados).
 Artículo 12. La elección de árboles, arbustos, plantas, flores que se reemplacen periódicamente debe efectuarse teniendo en cuenta los usos establecidos y reconocidos para las diferentes zonas botánicas y culturales, con una voluntad de mantenimiento y búsqueda de las especies originales.
 Artículo 13. Los elementos de arquitectura, escultura, decoración, fijos o móviles, que son parte integrante del jardín histórico no deben ser retirados o desplazados más que en la medida que lo exija su conservación o restauración. La sustitución o la restauración de elementos en peligro debe hacerse según los principios de la Carta de Venecia y debe indicarse la fecha de toda sustitución.
 Artículo 14. El jardín debe ser conservado en un entorno apropiado. Debe proscribirse toda modificación del medio físico que ponga en peligro el equilibrio ecológico. Estas medidas se refieren al conjunto de la infraestructura, tanto externa como interna (canalización, sistemas de riego, caminos, parking, tapias, diapositivas de ajardinamiento, explotación, etc.).
 Restauración y restitución
 Artículo 15. Toda restauración y, con mayor razón, toda restitución de un jardín histórico no debe abordarse más que después de un estudio profundo de búsqueda y recopilación de todos los documentos relativos al jardín en cuestión y a jardines análogos, capaz de asegurar el carácter científico de la intervención. Antes de cualquier ejecución, este estudio deberá plasmarse en un proyecto que estará sometido a un examen y a un acuerdo colegiado.
 Artículo 16. La intervención de restauración debe respetar la evolución del jardín en estudio. No deberá, en principio, privilegiar una época en detrimento de otra, salvo si la degradación o el deterioro de ciertas partes puedan excepcionalmente dar pie a una restitución fundamentada sobre restos o sobre una documentación irrefutable. Las zonas del jardín más próximas a un edificio podrán ser más particularmente objeto de una eventual restitución con objeto de hacer resaltar su coherencia.
 Artículo 17. Cuando un jardín haya desaparecido o no se posean más que elementos conjeturales de sus estados sucesivos, no se podrá emprender una restitución que responda al concepto de jardín histórico. En este caso, la obra que se inspirase en formas tradicionales sobre el emplazamiento de un antiguo jardín o allí donde no hubiese existido otro jardín con anterioridad, participaría de la idea de evocación o creación excluyendo la calificación de jardín histórico.
 Utilización
 Artículo 18. Si bien todo jardín histórico está destinado a ser visto y recorrido, su acceso debe ser controlado en función de su extensión y su fragilidad, de forma que se preserven su esencia y su mensaje cultural.
 Artículo 19. Por naturaleza y por vocación, el jardín histórico es un lugar apacible que favorece el contacto, el silencio y la escucha de la naturaleza. Este contacto cotidiano debe constrastar con el uso excepcional del jardín histórico como lugar de fiestas. Conviene definir las condiciones de visitas de los jardines históricos de tal manera que una fiesta, excepcionalmente permitida, pueda realzar el espectáculo del jardín y no desnaturalizarlo o degradarlo.
Artículo 20. Si en la vida cotidiana de los jardines puede acomodarse la práctica de juegos especiales, conviene crear, paralelamente a los jardines históricos, terrenos apropiados a los juegos vivos y violentos y a los deportes, de tal manera que se dé respuesta a esta demanda social sin que perjudique a la conservación de los jardines y los sitios históricos.
 Artículo 21. Las prácticas de mantenimiento o de conservación, cuya ejecución está impuesta por las estaciones, o las pequeñas operaciones que concurren para restituir la autenticidad, deben tener siempre prioridad sobre las servidumbres de utilización. La organización de toda visita de un jardín histórico debe estar sometida a reglas adecuadas y orientadas a mantener su espíritu.
 Artículo 22. Cuando un jardín esté cerrado por muros no deberán suprimirse sin considerar previamente todas las consecuencias perjudiciales que podrían producirse en cuanto a modificación de su ambiente y su protección.
 Proyección legal y administrativa
 Artículo 23. Corresponde a las autoridades responsables tomar, con el consejo de expertos competentes, las disposiciones legales y administrativas apropiadas para identificar, inventariar y proteger los jardines históricos. Su protección debe integrarse en los planes de ocupación del suelo y en los documentos de ordenación y planificación del territorio. Corresponde igualmente a las autoridades responsables adoptar, con el consejo de expertos competentes, las disposiciones económicas tendientes a favorecer el mantenimiento, la restauración y, eventualmente, la restitución de los jardines históricos.
 Artículo 24. El jardín histórico es uno de los elementos del patrimonio cuya supervivencia, en razón de su naturaleza, exige mayores y más continuos cuidados de personas calificadas. Conviene que una enseñanza apropiada asegure la formación de estas personas, ya se trate de historiadores, arquitectos, paisajistas, jardineros o botánicos. Debe velarse para asegurar también la producción regular de los vegetales que entran en la composición de los jardines históricos.
 Artículo 25. El interés por los jardines históricos, deberá ser estimulado por medio de las acciones tendientes a revalorizar este patrimonio y a hacerlo conocer y apreciar: promoción de búsqueda científica, intercambio internacional y difusión de la información, publicación y vulgarización, incitación a la apertura controlada de los jardines al público, sensibilización de las masas respecto a la naturaleza y el patrimonio histórico. Los más eminentes jardines históricos serán propuestos para figurar en la lista del Patrimonio Mundial.
 Nota. Tales son las recomendaciones apropiadas al conjunto de jardines históricos del mundo. Esta Carta será ulteriormente susceptible de complementos específicos relativos a los diversos tipos de jardines ligados a la descripción sucinta de su tipología.
5 notes · View notes
custommachines · 5 years
Link
Entre tanta extravagancia, y diseño psicotrópico, resulta casi refrescante encontrar un Bobber al estilo de la vieja escuela. En esta ocasión es obra de TooHARD Motor Company, realizada a partir de una Softail de 2006.
Texto: Patxi Mesa Fotos: Álvaro Cabezas Atienza
Tumblr media
Compacta, libre de elementos superfluos, guardabarros trasero minimalista y con dos rechonchas ruedas. Así nos gustan los Bobbers, y eso es lo que han hecho en TooHARD. El modelo de base es una Harley-Davidson softail del 2006 con motor Twin Cam 88 y, aunque ahora acapara toda la atención el potente Milwaukee Eight, lo cierto es que se trata de una muy buena planta motriz.
Tumblr media
Las modificaciones en este motor han sido las habituales, filtro de aire S&S y escapes artesanales para mejorar un poco su respiración. Y la bomba de embrague es ahora Kustom Tech. Por lo demás, y dado su excelente estado de salud, todo permanece de origen.
Tumblr media
En lo tocante a la parte ciclo, aquí empezamos a ver algo más de trabajo. De momento es evidente que el subchasis se fue al garete, dejando su zaga limpia y con ese aire retrodeportivo que todo Bobber ha de tener. El eje delantero proviene de una Harley de 2007 y la bomba de serie ha sido sustituida por una Kustom Tech, para mejorar la mordida de las pinzas. Una de las características de un Bobber son los enormes neumáticos y si es posible en mismas llantas y medidas, como en este caso: Un par de Firestone en 16×5″. Muy clásico.
Tumblr media
La elección de accesorios ha sido fundamental, pues ya sabemos que una pieza no adecuada, por buena que sea, es capaz de arruinar la estética de cualquier proyecto. No es el caso, pues se nota que han sido cuidadosamente escogidas para que el conjunto resulte coherente y evocador. 
Tumblr media
Velocímetro y testigos son de Motogadget y han sido ubicados en el lateral de la moto, un detalle también clásico y que siempre nos gusta. El manillar es un Biltwell Tracker con bomba de freno Kustom Tech. El depósito es de Cole Foster modificado con puños Biltwell y el asiento es del mismo fabricante. El guardabarros ha de ser corto puesto que en su momento, en los Bobber se desarmaba su última sección -que iba articulada mediante una bisagra para facilitar la extracción de la rueda trasera. Y el soporte de matrícula se ha manufacturado en TooHARD.
Con su logo de la vieja escuela y una pintura sobria, y muy adecuada al periodo histórico, esa es una moto que, además de ser bonita, evoca épocas en blanco y negro, cuando el motociclismo tenía una épica especial.
Tumblr media Tumblr media Tumblr media
GENERALIDADES 
Nombre de la moto: Gilda 
Tiempo de construcción: 4 meses 
MOTOR 
Año: 2006 
Modelo: Twin Cam 88 
Encendido: Origen 
Cilindrada: 1450 cc 
Alimentación: Carburación
Filtro: S&S 
Escapes: Artesanales – TooHARD Motor 
Potencia: Origen 
HORQUILLA 
Marca: HD softail 2006 
Tipo: Telescópica H-D 
ACCESSORIOS 
– Escapes artesanales con silenciador interior 
– Neumáticos Firestone 16×5.00 
– Filtro S&S 
– Velocímetro Motogadget en lateral 
– Indicador testigos Motogadget 
– Horquilla Showa H-D 2007 
– Bomba de freno y embrague Kustom Tech 
– Manillar Biltwell Tracker 
– Asiento Biltwell con muelles 
– Depósito Cole Foster modificado
– Emblemas H-D old school 
– Guardabarros trasero corto con piloto 
– Piloto e intermitentes led 
– Puños Biltwell 
– Espejos laterales 
– Soporte matricula artesanal 
TooHard Motor Co.
Tumblr media
El Madrid Bike Show, evento afiliado al AMD World Championship of Custom Bike Building, se realizará este año en el Salón de la Moto de Madrid –MotoramaMadrid– durante los días 6, 7 y 8 de Marzo del 2020.
Para más información visita  MADRID BIKE SHOW AMD
https://ift.tt/35szeqG
11 notes · View notes
010101sblog · 4 years
Text
1. INTRODUCCIÓNLos nombres que los historiadores han ido poniendo a las instituciones políticas de épocas pretéritas son al mismo tiempo una valiosa ayuda y un importante obstáculo para su correcta comprensión. Por un lado, al estu-diante que se está iniciando en el estudio de la historia le facilitan distinguir entre instituciones que han compartido nombre a lo largo de los siglos pero que en realidad no eran ya el mismo organismo político o social. Pero por el otro al arrebatar a esas instituciones el nombre que ellas mismas se dieron se nos priva de la conciencia que de sí mismas tenían, lo cual es dramático para el historiador de las ideas. En una frase célebre y cargada de ingenio, Voltaire ponía el dedo en la llaga sobre el problema que presentaban algunos nombres milenarios cuando habían perdido su sentido primigenio al señalar en 1756 que el Sacro Imperio Romano Germánico de  nales del siglo XVIII “de ninguna manera es santo, ni es un imperio ni tampoco romano”1. Fue obedeciendo a esta crítica corrosiva por lo que la historiografía nacionalista del siglo XIX terminó por catalogar de forma poco rigurosa al Sacro Imperio como el primero de los imperios alemanes, lo que explica que el Reich de Hitler fuera proclamado el Tercer Reich tras el paréntesis del Segundo Imperio fundado por Bismarck.Esta manipulación nacionalista del pasado que hacía tabula rasa del prístino sentido universalista de las monarquías cristianas tradicionales tenía no poco de burda propaganda y aún más de anacronismo. Sin duda, el ejemplo más palmario a lo largo de los siglos de la historia occidental es precisamente el del propio Imperio Romano del cual se burlaba el  lósofo 1 Essai sur l’histoire générale et sur les mœurs et l’esprit des nations, c. 70.Manuel Alejandro Rodríguez de la Peña50francés. Con este evocador nombre lleno de resonancias, además del Impe-rio Romano de los Césares del mundo antiguo se denominaron a sí mismas tres monarquías cristianas universalistas: el Imperio Bizantino, el Imperio Carolingio y el Sacro Imperio Romano Germánico. El primero y el último tuvieron con la denominación de Imperium Romanum una duración de mil años, aunque comenzaran ambos teniendo solo un nombre latino y termi-naran llamándose ‘romanos’ en griego (Βασιλεία τῶν Ῥωμαίων/basileia thon romaion) y alemán (Römisches Reich).Los nombres ‘ cticios’ con los que hoy denominamos estos tres imperios medievales, bizantino, carolingio y romano-germánico, no son en realidad más que arti cios historiográ cos concebidos en la edad moderna para evitar en el lector no iniciado la confusión con el Imperio Romano de época clási-ca. En concreto, Bizancio como concepto histórico es un término muy tardío, pues no fue acuñado hasta 1557 cuando el historiador alemán Hieronymus Wolf lo utilizara en su Corpus Historiae Byzantinae para distinguir su objeto de estudio de la Roma clásica2. Por supuesto, el mito político del continuum entre la Roma cesárea y sus tres epígonos medievales estaba profundamente ligado a la mística imperial universalista que el nomen romano llevaba aparejado desde los tiempos de la IV Égloga mesiánica de Virgilio. Imperio universal y Roma eran dos conceptos que en modo alguno se podían conjugar en la Edad Media por separado. No al menos si se quería contar con la tan necesaria legitimidad política y moral para el uso de las armas en guerras no defensivas3.En efecto, las credenciales de romanidad (cristiana) legitimaban ipso facto la pretensión de dominio universal de una monarquía y evitaban la inevitable acusación de tiranía que, desde los presupuestos del agustinismo político, recaían sobre cualquier conquistador que no fuera un cruzado. No en vano, Alejandro Magno había sido cali cado por San Agustín en su De Civitate Dei (IV, 4) como un imperator piratorum, condenando como cupiditas lo que en el mundo antiguo pagano había sido visto como virtus y estigmatizando como mero latrocinio a gran escala (magna latrocinia) los grandes imperios del pasado4.2  Vid. Diether REINSCH, “Hieronymus Wolf as Editor and Translator of Byzantine Texts”, The Reception of Byzantium in European Culture since 1500, ed. P. Marciniak y D.C. Smythe, Farnham, 2016, pp. 43-53.3  Para una conexión de las ideas medievales con las ideas modernas sobre la Monarquía universal resulta imprescindible la obra de Franz BOSBACH: Monarchia Universalis. Storia di un concetto cardine della politica europea (secoli XVI-XVII), Milán, 1998.4 Remota itaque iustitia quid sunt regna nisi magna latrocinia? quia et latrocinia quid sunt nisi parua regna? Manus et ipsa hominum est, imperio principis regitur, pacto societatis astringitur, placiti lege praeda diuiditur. Hoc malum si in tantum perditorum ho minum accessibus crescit, ut et loca teneat sedes constituat, ciuitates occupet populos subiuget, euidentius regni nomen adsumit, quod ei iam in manifesto confert non dempta cupiditas, sed addita inpunitas. Eleganter enim et ueraciter Alexandro illi Magno quidam comprehensus pirata respondit. Nam cum idem rex hominem interrogaret quid ei uideretur, ut 51La idea de Monarquía universal y los primeros HabsburgoSin duda, la cuestión más recurrente en el ámbito de la teología política medieval fue el de la unidad en el seno de una Cristiandad de vocación universalista, en lo que sería una pretensión de mimetizar en el ámbito de las estructuras temporales la unidad espiritual del género humano bajo la égida de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Ello no se podía hacer sin fundir dos conceptos de diferente origen: eclesial uno, el de res publica christiana, histórico-político el otro, el de Imperium Romanum.Este último concepto, el de Imperium, esencialmente de índole jurídico-práctica en los siglos de la Antigüedad Clásica, se convirtió en la Alta Edad Media en palabras del padre García Villoslada en “una palabra mágica, de fuerza subyugadora y cautivante que ha ejercido a través de los siglos una fascinación inexplicable”5. Nacía así, en los círculos palatinos de los reinos germánicos occidentales una suerte de mito político universalista, en reali-dad “el mito político medieval por excelencia”, algo que apelaba no tanto a la razón sino al imaginario colectivo6.Ello se debió en parte a la teología de la historia elaborada en la Anti-güedad Tardía y la Alta Edad Media a la luz del Antiguo Testamento en su versión latina de la Vulgata. Esta teología de la historia abordaba la Monar-quía universal desde el término cabalmente latino de Imperium, utilizado por San Jerónimo en la Vulgata no solo para referirse a los diferentes poderes universales de cada época (principatum super omnem terram) sino también para un cierto tipo de poder político preeminente y cuasi-sacerdotal7, lo que San Agustín cali caría en De Civitate Dei (V, 12) como un poder instituido por Dios sin fronteras geográ cas ni temporales (sine  ne), en lo que no era más que una exégesis cristiana de la Eneida de Virgilio (I, 276-279)8.2.  EL SACRO IMPERIO ROMANO GERMÁNICO COMO MONAR-QUÍA UNIVERSAL CRISTIANAPero centrémonos en el objeto prioritario de este trabajo, el Sacro Im-perio Romano Germánico. De los tres términos arriba mencionados este es, mare haberet infestum, ille libera contumacia: Quod tibi, inquit, ut orbem terrarum; sed quia <id> ego exiguo nauigio facio, latro uocor; quia tu magna classe, imperator (Vid. Brian HARDING, “The Use of Alexander the Great in Augustine’s City of God”, Augustinian Studies, 39/1, 2008, pp. 113-128).5  Ricardo GARCÍA VILLOSLADA, “La idea del Sacro Romano Imperio, según Suárez”, Razón y Fe, 138, 606-609, 1948, pp. 285-311. 6  José Manuel NIETO SORIA “El Imperio medieval como poder público: problemas de aproximación a un mito político”, Poderes públicos en la Europa Medieval. Principados, Reinos y Coronas, XXIII Semana de Estudios Medievales de Estella, Pamplona, 1997, p. 404. 7  Walter ULLMANN, “La Biblia y los principios de gobierno en la Edad Media”, Escritos sobre teoría política medieval, Buenos Aires, 2003, pp. 120-121.8  Vid. Sabine MACCORMACK, The Shadows of Poetry: Vergil in the Mind of Augustine, Berkeley, 1998 y Paul C. BURNS, “Augustine’s use of Sallust in the City of God: The Role of the Grammatical Tradition”, Augustin ian Studies 30/2, 1999, pp. 105–114.Manuel Alejandro Rodríguez de la Peña52sin duda, el más aquilatado ya que fue el único de ellos que sí fue utilizado durante un tiempo por sus súbditos. Ahora bien, el apelativo de ‘germánico’ acompañando y matizando la original romanidad imperial es bastante tardío. Durante cinco siglos el Imperio Romano medieval se llamó a secas Sacrum Romanum Imperium (término o cial desde 1157, pero utilizado frecuente-mente desde el año Mil)9.El apelativo romano-germánico no sería añadido o cialmente hasta que la Dieta de Colonia del año 1512 así lo decretara cambiando el nombre a ‘Sacro Imperio Romano de la Nación alemana’ (en latín Sacrum Imperium Romanum Nationis Germanicae; en alemán Heiliges Römisches Reich Deutscher Nation)10, término con el que se le conocería hasta su disolución en el año 1806. Con todo, es necesario subrayar que ni siquiera en los tres siglos pos-teriores a la Dieta de 1512 la intitulación romano-germánica tuvo especial predicamento. Hermann Weisert ha apuntado en este sentido que en la documentación cancilleresca alemana de los siglos XVI al XVIII la denomi-nación Imperio Romano (Römisches Reich) tiene una prevalencia treinta veces superior a la compuesta de Imperio Romano-Germánico11.El primer monarca alemán del que hay noticia de una conciencia ‘teuto-na’ es Otón III, quizá el menos alemán de los emperadores medievales junto a Federico II. En una arenga dirigida en Roma a los rebeldes romanos habló el emperador en el año 1001 en términos que presuponían la existencia de una conciencia colectiva de los teuthonici. Confrontado con la necesidad de hablar como imperator romanorum a sus súbditos romanos rebeldes, y ello a la cabeza de un ejército teutón, Otón recurrió por vez primera en la historia a agrupar a la población de los cinco ducados tribales alemanes del Sacro Imperio (Sajonia, Franconia, Baviera, Suabia y Turingia) con una denomina-ción étnica común, contraponiéndolos a los italianos y romanos cuyo nomen portaba su propia intitulación imperial12.Téngase en cuenta que ya habían pasado dos siglos desde la fundación de iure del Imperio cuando el Papa León III realizara la translatio imperii desde Bizancio a los Francos en la persona de Carlomagno (Navidad del año 800). Y es que en realidad la primera noción étnica vinculada a la titulación imperial 9  Peter MORAW, “Heiliges Reich”, Lexikon des Mittelalters, Munich, 1977–1999, vol. 4, col. 2025–2028.10  Peter H. WILSON, The Holy Roman Empire, 1495–1806, Londres, 1999, p. 2. En la documentación de la cancillería imperial de Federico III encontramos el término desde el año 1474 (Joachim WHALEY, Germany and the Holy Roman Empire, vol. I, Oxford, 2012, pp.19–20).11  Hermann WEISERT, “Der Reichstitel bis 1806”, Archiv für Diplomatik, 40, 1994, pp. 441-513; Peter H. WILSON, “Bolstering the Prestige of the Habsburgs: The End of the Holy Roman Empire in 1806”, The International History Review, 28/4, 2006, p. 719.12  Odilo ENGELS, “El Sacro Imperio Romano-Germánico”, Acta historica et archaeologica mediaevalia, 14-15, 1993-1994, p. 51.53La idea de Monarquía universal y los primeros Habsburgoromana no fue la teutónica o alemana sino la franca. De hecho, cuando la dinastía sajona de los Otónidas asumió la realeza sobre los cinco ducados alemanes primigenios la intitulación real era aún la del regnum francorum orientalis sin rastro de lo especí co teutón que se demoraría en aparecer otros cien años. En el marco de la Querella de las Investiduras, a  nales del siglo XI, el papa Gregorio VII propagó en sus cartas profusamente el concepto de regnum teuthonicum o Teuthonicorum para distinguir los reinos de Italia y Burgundia del de Alemania, ya que el Sacro Imperio estaba compuesto por estos tres reinos (tria regna) desde que Conrado II fuera coronado Rey de Burgundia en 1033. Pero no sería hasta principios del siglo XII el que arraigara este concepto también en la propia Alemania y los alemanes lo hicieran suyo13.Por consiguiente, la romanidad del Imperium universal precedió a lo teu-tónico en la con guración de la conciencia política colectiva de los alemanes hasta entonces marcada por el tribalismo de suabos, sajones o francones. Cabría decir que lo romano-cristiano, imperial y universalista por de nición, dio sentido y propósito a lo alemán antes de que la propia nación alemana existiera, haciéndola posible en cierto sentido.De la conciencia romanista del Sacro Imperio medieval hay multitud de ejemplos de los cuales nos limitaremos a mencionar algunos particularmente signi cativos. En primer lugar, resulta signi cativo el hecho de que cronistas medievales alemanes tales como Adán de Bremen, Otón de Freising o Frurolf de Michelsberg comenzaran sus historias a partir de la Roma de los Césares dando por hecho que el Imperium Romanum del que ellos eran súbditos era de iure el mismo sujeto político. De este modo, en el año 1075 un sajón como Adán de Bremen concluía en una crónica escrita en latín que Enrique III, un monarca oriundo de la germánica Franconia, había sido el nonagésimo emperador romano, a rmación que documentaba minuciosamente a partir de una exhaustiva lista de noventa emperadores desde Augusto14.Por su parte, al  nal de su cronicón universal, la Historia De Duabus Civita-tibus (c. 1156), el obispo cisterciense Otón de Freising, él mismo un miembro destacado de la familia imperial, adjuntaba dos columnas paralelas con la lista de todos los pontí ces y emperadores romanos hasta llegar a su sobrino, Federico Barbarroja, señalando en el margen las diferentes traslaciones del Imperio, primero a los francos y después a los teutones, traslaciones que justi carían las sucesivas interrupciones en lo que se pretendía un continuum desde la antigua Roma15. De este modo, a través de la translatio Imperii Dios mantendría Su vinculación con el Mundo en tanto que único Señor de la 13 O. ENGELS, El Sacro Imperio, art. cit., p. 51.14 O. ENGELS, El Sacro Imperio, art. cit., p. 52.15  Robert L. BENSON, “Political Renovatio: Two Models from Roman Antiquity”, Renaissance and Renewal in the Twelfth Century, ed. R. L. Benson, G. Constable y C. D. Lanham, Toronto, 1991, pp. 370-371.Manuel Alejandro Rodríguez de la Peña54historia interviniendo para dar el poder y la gloria imperiales a aquel pueblo cristiano que hiciera más merecimientos para ello16.Pocos años después Godofredo de Viterbo, un notario italiano de la cancillería de Federico Barbarroja, apuntaba que la continuidad esencial entre la Roma de los Césares y la Alemania de los Hohenstaufen no se apoyaba en la sangre sino en el imperium. Según su argumentación, había existido siempre en el mundo desde los días de Troya un sólo emperador, y éste representaba la cúspide del orden querido por Dios en la tierra. El modo en que este of cium era traspasado (translatio imperii) de una dinastía a otra o de un país a otro resultaba irrelevante, dado que lo excelso de la dignidad imperial vinculaba entre sí a todos sus titulares de tal forma que éstos formaban una única casa imperial (prosapia imperialis)17.Ciertamente, a los ojos de Godofredo de Viterbo y a los de todos los tra-tadistas medievales, esta única prosapia imperial universal no era otra que la romana. En efecto, más allá del contenido jurídico-político del concepto me-dieval de imperator, lo cierto es que el mito político del Imperium estuvo sobre todo asociado a la antigua Roma, la única Monarquía universal legítima de la historia a los ojos de los autores medievales. En consecuencia, reivindicar el dominium mundi imperial suponía al mismo tiempo reivindicar la herencia de Roma, la caput mundi a la cual iban adheridos los iura imperii, esto es, los privilegios imperiales que conllevaban auctoritas y potestas universales.Es por ello por lo que el nomen romanus asociado al Imperio medieval tuvo una signi cación más allá del simple nombre y, tal y como señala Manuel García Pelayo, en el Medievo latino resultaba decisivo determinar en cada momento qué signi caba exactamente ser romano, quiénes eran entonces en ese momento concreto los romanos y a quien correspondía el señorío sobre Roma, señorío que llevaba aparejado el Imperio18.Esto llevó a gobernantes medievales como Carlomagno, Otón el Grande y Otón III a utilizar de forma recurrente en sus monedas y documentos el concepto de renovatio imperii romanorum. En este sentido, el ya mencionado Conrado II adoptó en 1033 como lema un hexámetro en latín que proclama-ba la soberanía universal romana (Roma caput mundi tenet orbis frena rotundi), un lema que aparecería de forma recurrente a partir de entonces en la cabecera de todos los documentos imperiales hasta  nales del siglo XIII19.Esta aspiración universalista fue llevada al extremo en el marco de la Querella de las Investiduras por los propagandistas imperiales, entre ellos el obispo Benzo de Alba, quien se dirigía del siguiente modo al emperador Enrique IV en el año 1080: “Roma es la Cabeza del Mundo a la que le co-16  J. M. NIETO SORIA, El Imperio medieval, art. cit., p. 415.17 O. ENGELS, El Sacro Imperio, art. cit., p. 53.18  Manuel GARCÍA PELAYO, Los mitos políticos, Madrid, 1981, pp. 76-77.19  R. L. BENSON, Political Renovatio, art. cit., pp. 359 y 370.55La idea de Monarquía universal y los primeros Habsburgorresponde el gobierno del orbe, de modo que el emperador, sucesor de los Césares y César él mismo, gobierna los reinos y las naciones. Sólo el Imperio es originario y universal, sólo él constituye el auténtico cuerpo político unitario en el que se encuadra el pueblo cristiano (…) el Imperio es, pues, la forma especí ca de gobierno de Dios en la tierra, y, por consiguiente, el emperador es la cabeza del cuerpo cristiano”20. Pero sin duda la más evocadora y contundente de las formulaciones me-dievales del mito del Imperio Romano universal la encontramos en la pluma de Dante, quien en un carta del año 1311 a sus compatriotas  orentinos que le habían condenado al exilio proclamaba el origen divino de la jurisdicción imperial sobre el conjunto de la humanidad: “la piadosa providencia del eterno Rey, quien mientras perpetúa en su bondad las cosas celestes, no abandona desdeñoso nuestros asuntos, dispuso que las cosas humanas fueran gobernadas por el Sacrosanto Imperio de los Romanos, para que el género humano repose en la serenidad de tan alta presidencia, y para que, en todas partes, dentro de los requerimientos de la naturaleza, se viva civilizadamente. Lo cual, lo acredita la Divina Palabra, lo corrobora, si bien con la ayuda de la sola razón, su antigüedad, y no poco con rma su verdad el hecho de que, cuando queda vacante el trono augusto, el mundo entero se extravía”21.Ciertamente cuando Dante escribía estas líneas era muy consciente de que su siglo vivía la culminación de todo un proceso político comenzado en torno a 1200 por el cual los distintos regna de la Cristiandad fueron re-inventándose como reinos soberanos detentadores de la summa potestas, un proceso que iba a desembocar en la formación de las monarquías nacionales de la Edad Moderna. El Sacro Imperio se había convertido por entonces en un poder teutónico e italiano más que universal, ya que Inglaterra, Aragón, Hungría, Nápoles y otros muchos principados eran vasallos directos del Pa-pado, mientras que los dos principales reinos europeos (Francia y Castilla) se consideran “exentos” del Imperio, a partir de la fórmula rex est imperator in regno suo fraguada por los juristas de la corte de Alfonso X el Sabio y San Luis de Francia22.Sin duda, la emancipación de la tutela y control de los poderes univer-salistas medievales ya era un hecho notorio cuando Dante abogaba por la restauración del Imperio universal romano en las vibrantes páginas de sus tratados y epístolas. Con todo, Dante no estaba solo. No fueron pocos los in-telectuales (Engelberto de Admont, Cola di Rienzo, Petrarca…) y soberanos (Enrique VII de Luxemburgo y Carlos IV de Bohemia muy particularmente) 20  BENZO DE ALBA, Liber ad Henricum, IV, M.G.H., Scriptores Rerum Germanicarum, 11, Hannover, 1893, pp. 590-591.21 DANTE ALIGHIERI, Epístola VI, 31 de Marzo de 1311, ed. Claire E. Honess, Four Political Letters of Dante Alighieri, p. 59. Un pasaje similar lo encontramos en su Monarchia (II, 4, 5).22  Manuel GARCÍA PELAYO, Idea de política y otros escritos, Madrid, 1983, p. 109.Manuel Alejandro Rodríguez de la Peña56que intentaron reconstruir el proyecto imperial de sus cenizas. Pero eran los Habsburgo quienes estaban destinados a sacar el proyecto de Imperio universal del desván de las utopías políticas para volver a colocarlo en el centro del escenario de la gran política europea.2.  LA CASA DE AUSTRIA Y LA IDEA DE MONARQUÍA UNIVER-SALEste y no otro fue el legado ideológico y simbólico recibido por los Habs-burgo cuando ascendieron al trono imperial. Como apuntara en su día Karl Brandi, el Weltreich (imperio mundial) fue el horizonte mental de la Casa de Austria desde los tiempos del emperador Federico III, quien legó a sus sucesores un universalismo construido en torno dos pilares: la dinastía y la fe católica23. Maximiliano de Austria y su nieto Carlos V llevarían este sueño imperial federiciano a su cumplimiento en solo tres generaciones.Se ha querido en ocasiones diferenciar en el seno de la corte de Carlos V el programa universalista borgoñón, con su humanismo áulico erasmista y “sus magnos programas propagandísticos en tomo al César ligados a la legitimación de la Monarquía Universal”, contraponiéndolo a un presunto programa caballeresco germánico “que se reducirá al ámbito privado caro-lino” heredado de Maximiliano de Austria24.Ciertamente esto supone desconocer el carácter humanista y universalis-ta de los planteamientos de Maximiliano, que no tenían nada de arcaizantes. No en vano, el mayor defensor del universalismo imperial en la corte caro-lina, el Canciller Gattinara, procedía del círculo de antiguos colaboradores de Maximiliano. De hecho, era el único superviviente en la corte de entre los antiguos servidores del abuelo del César Carlos25. Catalogar el estilo áulico de la Casa de Austria como ‘caballeresco’ frente al ‘humanismo’ borgoñón es presentar un contraste a todas luces inexistente, ya que ambas dinastías llevaron a cabo en sus cortes una perfecta síntesis entre lo caballeresco medieval y lo humanístico clasicista.En efecto, ya el iniciador del proyecto imperial de la Casa de Austria en los albores de la Edad Moderna, Federico III, era en sí mismo una mezcla singular de hombre medieval y hombre del renacimiento. Viajero incansable, biblió lo, mecenas de las ciencias y las artes, tenía indudables inquietudes 23  Karl Maria BRANDI, Kaiser Karl V: Werden und Schicksal einer Persönlichkeit und eines Weltreiches, Munich, 1937, vol 1, pp. 11 y 13.24  José Luis GONZALO SÁNCHEZ-MOLERO, “El humanismo áulico carolino: discursos y evolución”, Carlos V y la quiebra del humanismo político en Europa (1530-1558), ed. J. Martínez Millán, Madrid, 2001, p. 127.25  José MARTÍNEZ MILLÁN y Manuel RIVERO RODRÍGUEZ, “La coronación imperial de Bolonia y el  nal de la ‘vía  amenca’ (1526-1530)”, Carlos V y la quiebra del humanismo político en Europa (1530-1558), ed. J. Martínez Millán, Madrid, 2001, p. 138.57La idea de Monarquía universal y los primeros Habsburgointelectuales que quedaron reflejadas en un libro de notas (Notizbuch) autógrafo que comenzó a escribir muy joven en 1437, unos meses después de su regreso de una peregrinación a Jerusalén. En este libro secreto de notas, preservado en la Biblioteca Nacional de Viena (Cod. Vindob. Palat. 2674), además de una serie de re exiones personales de todo tipo, el futuro emperador bosquejaba sus ambiciosos sueños imperiales tres años antes de ser elegido Rey de Romanos, lo que sucedería el 2 de Febrero de 144026. Su temprana ambición imperial y dinástica ha quedado perfectamente reflejada en las arcanas elucubraciones que plasmó en el Notizbuch. Al comienzo de éste (fol. 1*r), de su propia mano, encontramos distintas variaciones del acróstico latino A.E.I.O.U que él mismo terminaría por establecer como divisa de la Casa de Austria. Las dos variaciones principales del acróstico, que Federico mantuvo en secreto y no serían desveladas hasta su muerte, eran Austriae Est Imperare Orbi Universo en latín y Als Erdreich Ist Osterreich Underthan en alemán. En lengua española signi ca “a Austria le corresponde imperar sobre el orbe universo”27. Cuando Federico III fue elegido Rex Romanorum en 1440 apenas contaba entre sus dominios con las posesiones hereditarias austriacas de su linaje, una tierra de escasa demografía y sin recursos naturales. Pero cuatro gene-raciones después, con la monarquía transoceánica de su bisnieto Carlos V, la altisonante divisa AEIOU ya no parecía tan disparatada y toda Europa empezó a hablar, unos con esperanza y otros con temor, de una monarchia universalis habsbúrgica28.Eneas Silvio Piccolomini (1405-1464), canciller del emperador Federico antes de acceder al solio ponti cio como Pío II, fue sin duda el más brillante e in uyente de los que reformularon el ideal imperial en el siglo XV euro-peo. Primero como humanista y canciller, como más tarde en su condición de Pontí ce romano, el problema de la unidad de la Europa cristiana se situó en el centro de su pensamiento y de su actividad política y eclesiástica29.Sin duda, su principal contribución al pensamiento político europeo fue el De Ortu et Auctoritate Imperii Romani, compuesto en 1446 cuando era secre-tario personal de Federico III. Cary Nederman ha subrayado que esta obra supuso “un ataque a la idea de soberanía de las naciones, las ciudades y las 26  Gerhart LADNER, “The Middle Ages in Austrian Tradition: Problems of an Imperial and Paternalistic Ideology”, Viator, 3, 1972, p. 445.27  Alphons LHOTSKY, “AEIOV: Die Devise Kaiser Friedrichs III. und sein Notizbuch”, Mitteilungen des Osterreichische Institut für Geschichtsforschung, 60, 1952, pp. 155 y ss. Además de estas dos variaciones principales, en el Notizbuch (fol 2r) entontramos diferentes combinaciones con las cinco vocales, tales como Amor Ellectis, Iniustis Ordinor Ultor (“Para los elegidos soy el amado, para los injustos soy ordenado vengador”).28  Helmut G. KOENIGSBERGER, “Marte y Venus: Guerra y Relaciones Internacionales de la Casa de Austria”, Revista Pedralbes, 19, 1999, p. 45.29  Arsenio GINZO FERNÁNDEZ, “Eneas Silvio Piccolomini (Pío II) y su concepción de Europa”, Anales del Seminario de Historia de la Filosofía, 28, 2011, p. 76.Manuel Alejandro Rodríguez de la Peña58instituciones, proponiendo en su lugar el ideal universalista de un Imperio mundial gobernado por un emperador con poder absoluto sobre las leyes, propiedades y derechos de sus súbditos”30.Se ha venido señalando que el De Ortu et et Auctoritate Imperii Romani no es más que una actualización renacentista de las viejas ideas medievales sobre la soberanía universal irrestricta del emperador, a su vez herederas del concepto imperator legibus solutus de los códigos legislativos romanos. Sin embargo, Nederman apunta que esta obra no se limita a hacerse eco de la tradición imperial romano-medieval, sino que también plantea una interesante mirada  losó ca al problema del universalismo político desde la perspectiva de un humanista italiano31.Esta perspectiva humanística se apoyaba en el rescate de algunas pre-misas del pensamiento político de Cicerón (sobre todo de su De Of ciis) en torno a la necesidad de un poder universal para garantizar la justicia para el conjunto del género humano. De este modo, “el Imperio universal sería una exigencia de la razón, la naturaleza y la justicia”, una consecuencia de la propia naturaleza humana y no solo una formulación de la teología política católica a partir de la universalidad del cuerpo místico de Cristo32.Ya ordenado obispo de Trieste, pero aún al servicio de Federico de Austria como embajador, Eneas Silvio Piccolomini, abordó el tema de la amenaza turca y la necesaria unidad de la Cristiandad en torno a los dos poderes universales, Imperio y Papado, en su discurso Moyses vir Dei pronun-ciado ante el Papa Nicolás V y el Emperador Federico III, con motivo de los esponsales y coronación de este último en San Pedro del Vaticano (19 de Marzo de 1452)33.Ante la summa infamia que suponía para la Cristiandad la caída de Constantinopla y la subsiguiente amenaza turca, siendo ya Papa Eneas Silvio Piccolomini constató que la fragmentación política de Europa, con la emergencia de las monarquías nacionales, era un serio obstáculo para su proyecto de Cruzada. Para remediarlo, Pío II se iba a erigir en el gran valedor de las instancias universalistas medievales, por supuesto del Ponti cado, pero también del Imperio34. De este modo, denunciaba en estos duros términos el ocaso de dos las autoridades universales cristianas: “La Cristiandad no posee una cabeza a la que todos estén dispuestos a obedecer. Ni al Sumo Pontí ce ni al emperador se les da lo que es suyo. No hay ninguna reveren-30  Cary J. NEDERMAN, “National Sovereignty and Ciceronian Political Thought: Aeneas Silvius Piccolomini and the Ideal of Universal Empire in Fifteenth- Century Europe”, History of EuropeanIdeas 16, 1993, p. 537.31 C. NEDERMAN, National Sovereignty, art. cit., p. 537.32 C. NEDERMAN, National Sovereignty, art. cit., p. 538.33  A. GINZO FERNÁNDEZ, Eneas Silvio Piccolomini, art. cit., p. 87.34  A. GINZO FERNÁNDEZ, Eneas Silvio Piccolomini, art. cit., p. 94.59La idea de Monarquía universal y los primeros Habsburgocia, ninguna obediencia: como nombres  cticios, como cabezas pintadas, así consideramos al Papa y al emperador: cada ciudad tiene su propio Rey. Hay tantos príncipes como casas. ¿Cómo va a ser posible persuadir a tantas cabezas como rigen el orbe cristiano a que tomen las armas?”353.  LA MONARQUÍA UNIVERSAL CAROLINA Y LA MONARQUÍA HISPÁNICAEn palabras de Helmut Koenigsberger, “la línea que diferenciaba un Imperio de una Monarquía compuesta pudo ser muy tenue a veces, pero los Austrias españoles la reconocían con su ciente claridad, si bien no todos sus o ciales supieron hacerlo igual”. Es por ello, concluye Koenigsberger, por lo que “los Austrias no utilizaron nunca el término ‘Imperio español’ para sus dominios europeos”36.En efecto, cuando Carlos V aporte la herencia universalista romanista de la Casa de Austria a la Monarquía Católica española de la Edad Moderna esta ya tenía por su parte una clara vocación imperial cristiana que era un precio-so legado de los reinos hispánicos de la Reconquista y que era parecida en algunos aspectos a la que acabamos de reseñar para el caso del Sacro Imperio Romano Germánico medieval, si bien de menor fuerza. Tampoco dejaba de tener una cierta vocación universalista la tradición imperial panhispánica transmitida por los Reyes Católicos que recogía las ambiciones imperiales de los reyes medievales de León, Castilla y Aragón.Por otro lado, hay evidencias del perfecto conocimiento en Castilla y Aragón de la grandiosidad del proyecto universalista de la Casa de Austria con anterioridad a los decisivos enlaces dinásticos entre ambas monarquías acordados por Fernando el Católico y el emperador Maximiliano. Por poner solo un ejemplo, si bien muy signi cativo, basta con repasar los discursos de uno de los intelectuales de referencia de la corte del Rey Enrique IV de Castilla, el obispo Rodrigo Sánchez de Arévalo (1404-1470), humanista autor de obras latinas de gran relevancia37, pero también diplomático muy bien conectado con las cancillerías europeas y con vínculos muy estrechos 35  ENEAS SILVIO PICCOLOMINI, Opera omnia, 656; apud A. GINZO FERNÁNDEZ, Eneas Silvio Piccolomini, art. cit., p. 94.36  H. G. KOENIGSBERGER, Marte y Venus, art. cit., p. 40.37  Entre ellas, cabe destacar el primer tratado de pedagogía escrito en España, el Speculum vitae humanae, el tratado De Pace et Bello, y un tratado de pensamiento político, la Suma de la Política. Sin duda, estamos ante uno de los grandes humanistas castellanos del siglo XV (Vid. José María MONSALVO ANTÓN, “Poder y cultura en la Castilla de Juan II: ambientes cortesanos, humanismo autóctono y discursos políticos”, Salamanca y su universidad en el Primer Renacimiento, ed. L. E. Rodríguez San Pedro y J. L. Polo, Salamanca, 2011, pp. 15-92).Manuel Alejandro Rodríguez de la Peña60con la Sede Apostólica, pues no en vano ocupó en Roma importantes cargos curiales38.En un importante discurso pronunciado como embajador del monarca castellano ante la Dieta imperial de Frankfurt en el año 1442 y dirigido al emperador Federico III de Austria39, Rodrigo Sánchez de Arévalo no solo demuestra un gran conocimiento del sueño imperial de los Habsburgo, in-cluso se hace eco de él con un fervor propio del mayor de sus propagandistas.En efecto, resulta extraño leer al embajador castellano proclamar ante la Dieta imperial que “nuestro Señor Omnipotente que, por decirlo en palabras del profeta, desplegando Sus alas hacia el Austro, ha tenido a bien establecer en nuestra época en el Imperio Romano a tal príncipe de la muy ilustrísima Casa de Austria para que sea baluarte y defensa de modo singular de la fe y de la Iglesia. Y es que está escrito: Dios vendrá del Austro. Del Austro, en efecto, viene Dios cuando vuestra excelencia, de la que se puede decir que es un dios por su participación sea en el imperio sea en la virtud, fue elegido emperador surgiendo de la gloriosa Casa de Austria, según dijo el profeta: Yo os dije sois dioses para tomar las riendas del poder”40.En una típica confusión del término latino austral que signi ca “el Sur” con el término alemán Osterreich que signi ca “reino del Este” y dio lugar al topónimo Austria, Rodrigo Sánchez de Arévalo cita dos conocidas profecías mesiánicas, del Libro de Job (39, 26: extendens alas suas ad Austrum) y del Libro de Habacuc (3, 3: Deus ab Austro veniet)41, para vincular el Sur bíblico con el ascenso de la Casa de Austria a la “sagrada cima del Imperio” (sacrum imperialem culmen)42. Además, en un giro muy propio de un humanista italia-nizante, Rodrigo Sánchez de Arévalo llega incluso a comparar a Federico III con un dios a partir del célebre pasaje davídico del Salmo 82: ego dixi dii estis.38  Vid. Antonio LÓPEZ FONSECA y José Manuel RUIZ VILA, “Rodrigo Sánchez de Arévalo, un humanista al servicio de la Corona y el Papado”, Anuario de Historia de la Iglesia, 23, 2014, pp. 323-332; Juan María LABOA GALLEGO, Rodrigo Sánchez de Arévalo, Alcaide de Sant’Angelo, Madrid, 1973 y R. H. TRAME, “La carrière d’un diplomat espagnol au XV siècle (1435-1470)”, Revue d’Histoire diplomatique, 72, 1962, pp. 227-254.39  J. M. LABOA GALLEGO, Rodrigo Sánchez de Arévalo, op. cit., p. 45.40  RODRIGO SÁNCHEZ DE ARÉVALO, Oratio facta coram serenissimo domino Federico Imperatore, eds. Antonio López Fonseca y José Manuel Ruiz Vila, en Discursos al servicio de la Corona de Castilla, Madrid, 2013, pp. 98-101; traducción castellana: p. 101, versión latina original p. 100. He modi  cado ligeramente la traducción de los editores en algunos puntos. El texto latino reza: Omnipotenti Deo nostro qui, ut cum propheta loquar, ‘extendes alas suas ad Austrum’, dignatus est temporibus nostris ex hac inclitissima Austrie domo talem Imperio Romano principem constituere, qui sit singulariter  dei ex ecclesie presidium atque tutamentum. Scriptum enim est ‘Deus ab Austro veniet’. Ab Austro siquidem venit Deus cum celsitudo vestra, que aut imperii aut virtutis participatione deus dici potestm dicente propheta: ‘Ego dixi dii estis’ ad imperii gubernaculum, ex hac gloriosa Austrie domo assumpta est.41  Según observan los editores (A. López Fonseca y J. M. Ruiz Vila Discursos al servicio de la Corona de Castilla, op. cit., p. 100, en nota).42  RODRIGO SÁNCHEZ DE ARÉVALO, Oratio, ed. cit., p. 98.61La idea de Monarquía universal y los primeros HabsburgoEn otro interesante pasaje de su discurso Rodrigo Sánchez de Arévalo se detiene a ponderar la misión universal del Sacro Imperio en el seno de la Cristiandad, subrayando su primacía sobre los demás monarcas: “Por otra parte, aunque ello conviene en concreto a todos los príncipes católicos, tanto más particularmente incumbe a la excelencia imperial cuanto obtiene el principado en la Tierra como primero de los mortales y contempla sobre sí una responsabilidad mucho mayor (…) Además, aunque todos los príncipes son hermanos en Cristo y muy devotos hijos de la Iglesia, sin embargo el Rey de Romanos ha sido elegido según una ley excepcional para, como dice la Escritura, ser el primogénito entre muchos hermanos (…) Él mismo, en efecto, recibe de la Sede Apostólica dones exclusivos e insignias de honor por lo que hay que considerarlo el más digno”43.El embajador del Rey de Castilla concluye su oratio a la Dieta de Frankfurt con un canto  nal a la grandeza del Sacro Imperio Romano Germánico, pero atención también ensalzando de forma encomiástica a la dinastía habsbúr-gica: “Finalmente, también después de que por un designio divino la misma Sede Apostólica trasladara el Imperio a los germanos, nadie podría superar, siquiera mínimamente, la devoción y sumisión de los muy gloriosos príncipes y emperadores de esta ínclita nación germana, y especialmente de vuestros muy cristianos progenitores, procedentes de vuestra muy excelsa Casa de Austria, de la que nacieron muchos emperadores muy devotos e ilustres, cuyas gestas todas son tan magní cas y tan inmensa su devoción y sumisión a la Iglesia de Dios que no sólo demuestran que son muy merecedores de recibir tan preclaro privilegio, sino que también hacen eterno y glorioso su recuerdo para sí mismos y para sus descendientes”44.Más allá de las consabidas reglas de la retórica latina que todo humanista ponía en práctica y dando por descontando que estamos ante una captatio benevolentiae de un discurso cuyo objeto principal era recordar al emperador su deber de auxiliar al Romano Pontí ce en la contienda provocada por el Concilio de Basilea (año 1431), no deja de llamar poderosamente la aten-ción la rotundidad con la que el embajador castellano asume como propios todos los temas que articulaban el discurso imperial de la Casa de Austria: universalismo, mesianismo, preeminencia imperial dentro de la Cristiandad, singularidad providencial de la misión de la dinastía…Quizá la acreditada amistad de Don Rodrigo con el humanista Eneas Silvio Piccolomini, quien recibió la corona laureada de poeta imperial de manos de Federico III en esa misma Dieta y enseguida se convertiría en su canciller, expliquen esta sorprendente adhesión al discurso mesiánico de la Casa de Austria por parte del obispo castellano. La retórica de la oratio de Rodrigo Sánchez de Arévalo recuerda poderosamente pasajes del De Ortu et Fine Romani Imperii de Piccolomini, si bien esta obra es posterior, ya que 43  RODRIGO SÁNCHEZ DE ARÉVALO, Oratio, ed. cit., pp. 102-105.44  RODRIGO SÁNCHEZ DE ARÉVALO, Oratio, ed. cit., pp. 104-107.Manuel Alejandro Rodríguez de la Peña62está datada en el año 1446. Sea como fuere, no deja de llamar la atención escuchar estos topoi imperiales habsbúrgicos en boca de un embajador del Rey de Castilla, unos topoi que no encontramos en discursos similares que dirigió Don Rodrigo en esos mismos años al Rey Carlos VII de Francia, al Duque Filipo Marí Visconti de Milán o al Duque Felipe el Bueno de Borgoña, por encomiásticos que estos fueran45.Resulta complejo y además supera el objeto del presente trabajo, el dilucidar si hubo una transmisión de esta conciencia que tenía Sánchez de Arévalo de la dimensión mesiánica habsbúrgica en el seno de la corte de los reyes Trastámara. De lo que no cabe duda es de la dócil recepción en la corte española de los temas y motivos de la propaganda imperial de la Casa de Austria.De este modo, el nuevo y bello emblema diseñado por el humanista ita-liano Luigi Marliano para Carlos V con las dos columnas de Hércules bajo la leyenda Plus Ultra re ejaba una aspiración al imperio universal heredera de la tradición borgoñona y de la que latía bajo el lema austriaco AEIOU, pero también de una tradición genuinamente española. Eran todas ellas re ejo de una aspiración a un imperio sin límites, un imperio en el cual nunca se pondría el sol. El nuevo emblema estaba dotado de un fuerte contenido mesiánico, ligando la moderna Conquista de América a la idea medieval de Cruzada y de recuperación de los Santos Lugares, propio de la orden borgoñona del Toisón de Oro, para la cual Luigi Marliano ideó la divisa en un principio a raíz del ascenso de Carlos V al trono español46.De la mano de tal aspiración universalista vendría el abandono paulatino de la guerra limitada y del dominium politium et regale propio de la monarquía compuesta de la época de los Reyes Católicos47, para dar paso a una nueva época marcada por un estilo cesáreo, que era primeramente de inspiración erasmista y que en su fase  nal adoptó un marcado tono clasicista romanista.Y es que a la divisa universalista del Plus Ultra le seguirá el discurso mesiánico de inspiración  amenca de unitarismo cristiano re ejado en el lema Fiet unum ovile et unus pastor, en “el que el César se reviste con ropajes teológicos”48. Un ejemplo temprano de este discurso lo encontramos en la Institutio principis christiani de Erasmo (año 1516), pero será la elección impe-rial del año 1519 la que producirá una verdadera cascada de tratados en esta línea, entre los que cabe destacar los compuestos por Cornelius Scribonius y Alfonso de Valdés49. Carlos V se erige así a ojos de estos tratadistas “en un 45  RODRIGO SÁNCHEZ DE ARÉVALO, Orationes, III, V, VI y VII (ed. cit., pp. 82-97, 118-132 y 132-171).46  J. L. GONZALO SÁNCHEZ-MOLERO, El humanismo áulico carolino, art. cit., p. 130.47  H. G. KOENIGSBERGER, Marte y Venus, art. cit., p. 45.48  J. L. GONZALO SÁNCHEZ-MOLERO, El humanismo áulico carolino, art. cit., p. 127.49  J. L. GONZALO SÁNCHEZ-MOLERO, El humanismo áulico carolino, art. cit., pp. 127-128 y 131-132. Resulta de gran interés el tratado compuesto por el humanista  amenco 63La idea de Monarquía universal y los primeros Habsburgomonarca universal, elegido por Dios para derrotar a los tiranos, reformar la Cristiandad en lo religioso como en lo político, y conducirla hasta los extremos de Oriente, recuperando las antiguas fronteras del mundo antiguo de los Apóstoles”50.Por supuesto, la ultima ratio de este ideario imperial de cuño erasmista era la obtención de la paz universal, auténtica obsesión de Erasmo de Rot-terdam y sus discípulos. Por así decirlo, el imperialismo universalista era, para ellos, una forma de “paci smo armado”, en una clara continuidad del ideario político defendido por San Agustín de Hipona. No en vano, el propio Erasmo era canónigo regular agustino. El De Civitate Dei agustiniano y el De Philosophia Christi de Erasmo coincidían en la defensa de un gobierno universal cristiano como antídoto contra la violencia y la depredación fruto del pecado original51.Este recurso retórico a la llegada de una nueva Edad de Oro de paz uni-versal se sostenía no solo en un mito político convenientemente utilizado en una campaña de propaganda, sino también en un proyecto de reforma, de renacimiento social, religioso y político, cuya ejecución estaba destinada al entorno áulico de Carlos V, en concreto a un grupo de humanistas  amen-cos, italianos, alemanes y españoles constituido en una suerte de república de las letras imperial de claro cuño erasmista. Tal y como a rma Gonzalo Sánchez-Molero, “ellos –siguiendo la cita platónica– eran los sabios  lósofos en los que todo gobernante debía apoyarse”52.El Gran Canciller Mercurino Arborio di Gattinara, quien asumió con ideas nuevas y una gran visión imperial las riendas de la cancillería caro-lina en el año 1518, aprovechó hábilmente la necesidad de protección de Erasmo, víctima de feroces invectivas por parte tanto de luteranos como de católicos, y le ofreció su protección para utilizar su ideario y ponerlo al ser-vicio de la causa de Carlos V, construyendo sobre su  gura “un gibelinismo de nuevo cuño”53.En efecto, el 1 de octubre de 1526, Gattinara escribió una larga carta a Erasmo en la que le refería cómo a su juicio la Cristiandad se hallaba dividida en tres partidos, los papistas, los luteranos, y un tercero, se sobrentendía que el imperial, equidistante entre ambos, que buscaba sólo la gloria de Dios, la salvación y la condena del mal. En este grupo incluía a todos los hombres Cornelius Schrijver de Aalst (Cornelius Scribonius), titulado Caroli Imperatore ex Hispania in Germaniam reditus (Amberes, 1520), como primer ejemplo de esta imagen carolina tras la elección imperial.50  J. L. GONZALO SÁNCHEZ-MOLERO, El humanismo áulico carolino, art. cit., p. 132.51  Vid. Arnoud VISSER, “Reading Augustine Through Erasmus’ Eyes: Humanist Scholarship and Paratextual Guidance in the Wake of the Reformation”, Erasmus of Rotterdam Society Yearbook, 28, 2008, pp. 67-90.52  J. L. GONZALO SÁNCHEZ-MOLERO, El humanismo áulico carolino, art. cit., p. 132.53  J. MARTÍNEZ MILLÁN y M. RIVERO RODRÍGUEZ, La coronación imperial de Bolonia, art. cit., p. 139.Manuel Alejandro Rodríguez de la Peña64de buena voluntad, en el que ambos estaban. Todo apunta a que Erasmo tácitamente transigió con esta «interpretación» de sus ideas54.Diversos autores han planteado incluso que Gattinara pretendía llevar a cabo una especie de fusión entre gibelinismo y erasmismo, encargando a Erasmo que editase el De Monarchia de Dante, lo cual no deja de ser sor-prendente, pues el humanista holandés había vinculado la idea gibelina de Monarchia universalis con una “tiranía universal”55.Con todo, José Martínez Millán y Manuel Rivero han subrayado que el humanista holandés nunca llegó a admitir una “manipulación extrema de su pensamiento” por parte de una facción imperial cada vez más neo-gibelina y que enseguida se desprenderá del fuerte acento paci sta del erasmismo56.Con todo, la posición personal de Erasmo cada vez pesó menos, ya que no se tardaría en la corte carolina en abandonar esta ‘vía  amenca’ para evolucionar, de la mano del Gran Canciller Gattinara y luego de Alfonso de Valdés, hacia la adopción de rotundos modelos políticos clásicos del huma-nismo italiano, en particular desde la coronación imperial de Bolonia de 153057, “lo que signi có la adopción de un discurso clasicista que exaltaba la  gura imperial a través de la referencia a la Roma antigua”58, un discurso que signi caba optar por un camino “cesaropapista y mesiánico” para obte-ner el imperio universal, ya sin las cortapisas éticas del erasmismo59.De hecho, a juicio de Manuel Rivero, la idea de Imperio universal del Gran Canciller “no procedía de un ideal humanístico elaborado a partir de la contribución de los erasmistas de la corte imperial. El entorno mediato e inmediato de Gattinara se hallaba impregnado de un ambiente profetista y mesiánico. Nos consta que participó de él por sus lecturas, meditaciones e inquietudes intelectuales. Nos consta también que las proyectó en derredor suyo y que el profetismo marcó su trabajo y muchas de las decisiones que tomó”60. 54  J. MARTÍNEZ MILLÁN y M. RIVERO RODRÍGUEZ, La coronación imperial de Bolonia, art. cit., pp. 138-139.55  Manuel RIVERO, “Alfonso de Valdés y el Gran Canciller Mercurino Arborio di Gattinara: el erasmismo en la Cancillería imperial”, E-Spania, 13, 2012, p. 41; Mario CAPELLINO, “Mercurino Arborio di Gattinara tra gioachinismo ed erasmismo”, Mercurino Arborio di Gattinara gran cancelliere di Carlo V. Atti del convegno di studi storici, Vercelli, 1982, pp. 27-43, p. 35-36.56  J. MARTÍNEZ MILLÁN y M. RIVERO RODRÍGUEZ, La coronación imperial de Bolonia, art. cit., pp. 138-139.57  J. MARTÍNEZ MILLÁN y M. RIVERO RODRÍGUEZ, La coronación imperial de Bolonia, art. cit., pp. 138-139. En este nuevo discurso la in uencia de Erasmo siguió estando muy presente, pero reformulada para insertarla dentro del nuevo marco ideológico.58  J. L. GONZALO SÁNCHEZ-MOLERO, El humanismo áulico carolino, art. cit., p. 127.59  J. L. GONZALO SÁNCHEZ-MOLERO, El humanismo áulico carolino, art. cit., p. 133.60  Manuel RIVERO, “          Memoria, escritura y Estado: la autobiografía de Mercurino Arborio di Gattinara”, Carlos V y la quiebra del humanismo político en Europa (1530-1558), ed. J. Martínez Millán, Madrid, 2001, p. 213.65La idea de Monarquía universal y los primeros HabsburgoY es que el complejo universo mental de Gattinara no era el propio del erasmismo, sino que hundía sus raíces en la mística del gibelinismo italiano de Dante, que se resistía a morir. En efecto, el Gran Canciller “tenía la  rme creencia de que Carlos V encarnaba al monarca de la profecía joaquinista, el Emperador de los últimos tiempos. Saliendo del relato de la autobiografía, veri camos cómo las ideas que de forma constante aparecen en sus escritos de 1519 a 1526 se resumen en que Dios ha concedido a Carlos V la gracia de elevarlo por encima de todos los reyes, destinarlo a restaurar el Imperio de Carlomagno (y no el de Federico II como marcaba la tradición alemana) y dotarle de la responsabilidad de reducir al mundo bajo un solo pastor, exaltar la fe y reformar la Cristiandad conduciéndola hacia la Tercera Edad de la felicidad y la armonía”61.Las interesantísimas Memorias políticas del Gran Canciller Gattinara escritas en vísperas de la coronación imperial de Bolonia apenas unos meses antes de su muerte nos permiten entrever el gran diseño imperial de corte mesiánico-profético que la eminencia gris de la corte carolina tenía en mente. El eje de estas Memorias lo constituye una pugna épica por la consecución de la Monarchia universalis, junto con su devoción por la persona de Carlos V, del cual Gattinara “se presenta como guía y mentor, no tanto por propia voluntad como por designio divino. Este mismo designio canaliza y vehicula el itinerario vital del Gran Canciller para situarlo en el proceso que había de hacer de él un instrumento para la instauración de la Monarchia universalis”62.Al comienzo de estas Memorias nos encontramos con un episodio muy ilustrativo de la dimensión mesiánica que la idea imperial tenía para el Gran Canciller. En efecto, Gattinara re ere un sueño que tuvo en el año 1517 en la Cartuja de Bruselas, antes de entrar al servicio de Carlos V. En el sueño vio al entonces joven príncipe Carlos de Gante como un nuevo Carlomagno, maximum et omnium monarcham, mostrándosele un futuro triunfal para la Cristiandad (futuro christianorum triumpho) en el que construirían juntos la Monarchia orbis63. Como apunta Manuel Rivero, “dicha revelación consagra en el texto la naturaleza casi sobrenatural” del proyecto imperial que había de vincular al Gran Canciller con Carlos V64.Más allá de las inquietudes personales de Gattinara, resultaba muy difícil que el proyecto imperial carolino se aislara del ambiente general europeo de esperanza profética y exaltación mesiánica que lo circundaba, pues desde el Sacco de Roma de 1527 se creía en la inminencia de una nueva era para la 61 M. RIVERO, Memoria, escritura y Estado, art. cit., pp. 213-214.62 M. RIVERO, Memoria, escritura y Estado, art. cit., p. 210.63  MERCURIO DI GATTINARA, Vita, fol. 38: Somnium interesens de futura orbis Monarchia ac futuro christianorum triumpho in personam ipsius divi Caroli, quem et Cesarem et maximum et omnium monarcham variis rationibus futurum predixit, ipsumque libellum eidem divo Carolo, prius quam ex gallia bélgica solveret in hyspaniamque navigaret, presentan fecit velut apertum futuri sui successus presagium (apud M. RIVERO, Memoria, escritura y Estado, art. cit., p. 212).64 M. RIVERO, Memoria, escritura y Estado, art. cit., p. 211.Manuel Alejandro Rodríguez de la Peña66Cristiandad. De hecho, “el simple anuncio del viaje del Emperador a Italia para ser coronado por el Papa exacerbó este clima y cobró nueva actualidad la profecía joaquinita del Emperador de la Quinta monarquía”, quien forja-ría “un nuevo orden libre de la codicia, la tiranía y los turcos, dando  n al reinado del Anticristo”65.Ciertamente, el primer viaje del César Carlos a Italia fue de nitivo para que en su corte se impusieran de manera de nitiva los discursos humanísti-cos de sabor clásico romanista. Tras ser coronado en Bolonia por Clemente VII, y ya con la idea de establecer un imperio universal asumida casi como una obsesión personal, no es de extrañar que el entorno áulico carolino acudiera a las fuentes originales, esto es, a la legitimación romanista de esa idea imperial surgida en la Antigüedad Clásica, y nadie como los humanistas italianos para proporcionar las armas propagandísticas para tal labor66.En 1531 el obispo de Nocera, el humanista italiano Paolo Giovio, publicaba un opúsculo dedicado al César Carlos titulado Commentario de le cose de’ Turchi en el que, además de hacer un llamamiento a que el emperador encabezara una Cruzada contra el Sultán Otomano, postulaba que el éxito de esta Cruzada haría inevitable la monarquía universal, que no era otra cosa que la recons-trucción de la antica monarchia romana de Octavio César Augusto67. Un humanista bastante más célebre que Paulo Giovio, Ludovico Ariosto (1474-1533), también decidió sumarse a esta corriente de exaltación de la  gura de Carlos V. De este modo, en la tercera redacción de su gran obra, el Orlando Furioso (año 1532, publicado originalmente en 1516), decidió añadir estos versos que anunciaban la llegada de una monarquía universal y de nuevo comparaban la justicia y la sabiduría del César Carlos con la de Octavio Augusto: che vorrà porre il mondo a monarchia,sotto il più saggio imperatore e giusto,che sia stato o sarà mai dopo Augusto 68.65 M. RIVERO, Memoria, escritura y Estado, art. cit., p. 218.66  Dan buena cuenta de ello la admisión de Baccio Bandinelli en la Orden de Santiago, el encargo al tallista Giovanni Bernardi da Castel Bolognese para que realizase una medalla conmemorativa de la coronación imperial de 1530, así como los contratos establecidos con el escultor Alfonso Lombardi y con los pintores Tiziano, Silvio Cosini, Giovanni Mortosoli, Girolamo Santacroce y Tommaso Da Lugano (J. L. GONZALO SÁNCHEZ-MOLERO, El humanismo áulico carolino, art. cit., p. 137; vid. Juan Carlos D’AMICO, “Écrivains et pouvoir à la Renaissance. Les écrivains italiens, le pouvoir de Charles Quint et l’idéologie impériale”, Cahiers d’Études Romanes, 30, 2015, pp. 15-42).67 Par che Dio voglia condurre le cose de l’universo alla antica Monarchia per far Vostra Maestà con una sola vittoria, così in effetto come in Cesar Augusto (Juan Carlos D’AMICO, “Le mythe d’un Empire chrétien universel dans les Lettres italiennes à la Renaissance”, Mélanges à la mémoire de Françoise Glénisson-Delannée, eds. D. Fachard y B. Toppan, Nancy, 2000, p. 40). 68 LUDOVICO ARIOSTO, Orlando Furioso, I, 329 (XV, 24); apud J. C. D’AMICO, Le mythe d’un Empire chrétien universel, art. cit., p. 41. Otros humanistas italianos tales como Baltasar de Castiglione y Danese Cattaneo escribieron líneas de este tenor.67La idea de Monarquía universal y los primeros HabsburgoAhora bien, no solo en los círculos italianos y  amencos se ensalzó la llegada de la monarquía universal carolina. Con anterioridad a la coronación imperial de Bolonia, humanistas españoles como Fray Antonio de Guevara, inquisidor y obispo de Guadix, los juristas vasco-navarros Miguel de Ulzurrun y Fortún García de Ercilla, este último regente del Consejo de Navarra, o el propio Alfonso de Valdés ya habían marcado previamente al emperador el camino de un romanismo clasicista universalista69.Dentro de este humanismo romanista carolino de factura española cabe destacar una obra anterior al viaje imperial a Italia: el Relox de príncipes (año 1528) de Fray Antonio de Guevara. Este importante espejo de príncipes, de claro sabor italianizante y que circuló dentro de la corte antes de ser publica-do en Sevilla, proponía a Carlos V “la  gura áurea” del gran Marco Aurelio como modelo de optimus princeps y gobernante universal70. Esta obra será utilizada por el Emperador en la instrucción a su hijo de 1543 y parece ser que se convirtió en su libro de cabecera. En cierto modo, apunta Sánchez-Molero, Guevara venía a suceder a Erasmo de Rotterdam en el magisterio político dentro de la corte carolina, por lo que no sorprende que su obra suscitara una gran oposición entre los erasmistas71.Con todo, la línea argumental universalista que más posibilidades de futuro tenía no era precisamente la apelación al pasado imperial romano, por brillante y evocador que este fuese. Antes bien, era en la vinculación de la idea de Imperio con la nueva Era de los Descubrimientos donde se abrían inmensas posibilidades para el discurso universalista cristiano. Un ejemplo temprano de esta percepción de una nueva realidad lo hallamos en un lugar inesperado. En su Catholicum opus imperiale regiminis mundi, publicado el mismo año de la gran victoria de las armas imperiales en la batalla de Pavía (año 1525), el jurista navarro Miguel de Ulzurrun defendía con vehemencia que el sacro emperador romano germánico era “el señor natural de todos los seres humanos”, incluidos los paganos de las Indias y los musulmanes, en lo que era una adaptación del viejo tema romano y medieval a la época de los Descubrimientos72.69  José Antonio FERNÁNDEZ SANTAMARÍA, El estado, la guerra y la paz. El pensamiento político español en el renacimiento, Madrid, 1988, p. 26. Sobre este particular, vid. la excelente aportación de Consuelo MARTÍNEZ-SICLUNA, El pensamiento político del emperador, Madrid, 2017, que aborda también el pensamiento de los continuadores de esta línea como Pedro Mexía y una pléyade de autores.70  J. L. GONZALO SÁNCHEZ-MOLERO, El humanismo áulico carolino, art. cit., p. 134.71  J. L. GONZALO SÁNCHEZ-MOLERO, El humanismo áulico carolino, art. cit., p. 135.72  Gabriele PEDULLÀ, “Aristóteles contra Maquiavelo. El De regnandi peritia de Agostino Nifo y la primera recepción de Il principe en el Reino de Nápoles”, Problematizing Il príncipe, ed. M. Barbuto, Barcelona, 2017, p. 146. Sobre esta obra, vid. Diana PERRY, “Catholicum opus imperiale regiminis mundi. An Early Sixteenth-Century Restatement of Empire”, History of Political Thought, 2, 1981, pp. 227-252.Manuel Alejandro Rodríguez de la Peña68Apenas once meses antes de fallecer en Innsbruck (5 de junio de 1530), Gattinara emprendió la redacción de sus arriba mencionadas memorias políti-cas y también de sus últimas voluntades. A partir del análisis de los efectos per-sonales del Gran Canciller en el momento de su fallecimiento, Manuel Rivero ha planteado esta sugerente re exión: “Podemos imaginar que, poco antes de morir, estaba tomando conciencia de la dimensión mundial del Imperio de Carlos V, una dimensión que era extraeuropea y que obligaba a pensar en términos globales: la expansión americana, la disputa con los portugueses por las Molucas (…), cabe pensar, y creo que esto lo re eja el creciente interés que manifestó por los descubrimientos geográ cos, que se hallaba cada vez más convencido del papel mesiánico de su señor y de la naturaleza de su servicio en la consecución de la Monarchia Universalis. Por supuesto, la existencia de un mapamundi entre sus pertenencias no explica nada y no pasa de ser una anécdota, pero no deja de ser interesante la necesidad de poseer una imagen del mundo en un momento en el que el Gran Canciller, a la vez que ordenaba su Casa y Estado, se hallaba ocupado en la organización del gobierno para articular con e cacia la administración de un conjunto ingente de dominios, con vocación de universalidad. Un manuscrito que obraba entre sus efectos personales indicaba que el descubrimiento y conquista de las Indias probaban que la voluntad divina deseaba el Imperio mundial para Carlos V”73.Por supuesto, en esas mismas décadas en que Fray Antonio de Guevara, Miguel de Ulzurrun, Alfonso de Valdés y Pedro Mexía defendían con entu-siasmo el imperialismo cesáreo carolino, en la brillante Escuela de Salamanca se estaba gestando ya un sistema internacional alternativo al universalista heredado tanto de la Roma clásica como de la Edad Media. Escolásticos y humanistas por igual habían venido soñando un Imperio universal que la Escuela de Salamanca volvió repentinamente caduco.En los dominios de la Corona de Castilla del César Carlos nacía así un ius gentium organizado en torno a estados-nación esencialmente iguales que iba a  niquitar la jerarquía medieval de poderes nacionales subordinados a los universales que estaba en la base del grandioso sueño imperial de los Habsburgo. Del nuevo esquema se infería como “necesariamente tiránica” toda aspiración al dominium mundi74 y se convertía, de hecho, al gran Carlos V en una reliquia viviente de un pasado caballeresco ya superado
0 notes
mickwynn · 5 years
Photo
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
(vía LA SAGRADA LITURGIA: ELEMENTOS LITÚRGICOS)
“La ignorancia de la Liturgia es una de las causas de la ignorancia de la Religión”
EL OFICIO DIVINO
OFICIOS NOCTURNOS Y DIURNOS
Sabemos que el Oficio Divino ha sido repartido entre las principales horas del día, para santificarlas todas y dedicárselas al Señor.
El Oficio nocturno está distribuido en dos: Maitines y Laudes; y en seis el diurno: Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas; todos los cuales convergen hacia la Misa.
1. Maitines
Es el oficio de la noche, propiamente dicho. Se abre con una introducción o preparación, cuyas piezas principales son el Invitatorio (salmo 94) y el Himno. Siguen los Nocturnos, que son tres en los domingos y días festivos, y uno (en el rito monástico, dos) en las ferias y días simples. Se cierra el Oficio con el himno “Te Deum”.
La noche, con su cielo estrellado, la oscuridad y el silencio imponente, invita a la oración y al recogimiento. Es la hora más propicia para orar, pero también es la más apta para las obras tenebrosas. Para Jesucristo, entregado en manos de la soldadesca, fue la noche el preludio de los terribles tormentos de su Pasión. Por lo mismo es éste un espacio de tiempo que la Iglesia debía santificar con un rezo especial.
¡Qué impresionante y evocador es el toque de la campana que en las ciudades y en la soledad anuncia el principio de los Maitines! ¡A cuántos sorprende en el crimen, cayendo sobre ellos como una divina amenaza! En cambio, ¡qué alentadora y acariciadora voz es para los enfermos y tristes que padecen insomnio!
Cada uno de los Nocturnos se compone de salmos, entrelazados con antífonas, versos, lecturas de la Biblia, sermones y homilías de los Santos Padres, Actas y Leyendas de los Santos, y responsorios. Así resulta éste el oficio más largo y también el más variado e instructivo de todas las Horas Canónicas.
En los días de gran solemnidad constituyen, sobre todo en las catedrales y monasterios, un espectáculo verdaderamente deslumbrador. ¡No es extraño que muchos reyes y altos personajes de la antigüedad asistiesen a ellos como a un delicioso banquete!
2. Laudes
Es el oficio de la aurora, a la cual saludan con frecuencia los himnos y salmos que se usan.
Es la oración por excelencia de la mañana, así para el sacerdote como para los fieles. Consta de salmos y cánticos, con sus correspondientes antífonas, un himno siempre precioso, versículos y oración colecta.
El amanecer de cada día es para el hombre y para todas las’ criaturas como un nuevo nacimiento y una nueva creación. Espontáneamente brota en ese momento de toda la naturaleza un himno de júbilo, el himno de la vida loando a su Autor.
Tal es el oficio de Laudes, el oficio de la alabanza por antonomasia, en el que por lo mismo dominan los salmos “Laudate”.
3. Prima
Hasta el siglo V, al oficio de Laudes seguía, a las nueve de la mañana, el de Tercia, y para llenar este tan largo espacio con algún rezo, inventaron los monjes la hora de Prima, que, siendo a las seis, coincidía con la distribución y comienzo del trabajo diario.
A los salmos, himno y antífona propios de la hora, añadieron más tarde los monjes una serie de preces expresamente compuestas para ofrecer a Dios las obras y trabajos de la nueva jornada, a continuación de cuyo rezo se leía la lista de los Santos del día (Martirologio) y de los difuntos recomendados (Necrologio).
El oficio de Prima tiene bastante de común con el de laudes, en cuanto a saludar la llegada del sol, evocar la resurrección y dedicar a Dios el nuevo día.
Para el ofrecimiento de las obras y obtener la protección divina en el transcurso del día, difícilmente se podrá encontrar en devocionario alguno plegarias más apropiadas.
Muchos cristianos, la mayor parte quizá, ni éstas ni otras preces recitan al despertar, y se lanzan atolondrados al azar de la vida diaria, tan llena de peligros para el alma como para el cuerpo. ¿Qué sería de ellos sin los Coros que todas las mañanas, en la hora de Prima, tienden sobre el universo la red protectora de la plegaria litúrgica? Gracias a ella se sustraen a los infinitos peligros que se ciernen continuamente sobre sus cabezas.
4. Horas Menores
Tercia, Sexta y Nona son designadas generalmente con el nombre de Horas Menores, a causa de su brevedad con relación a las demás. Constan, en efecto, de un himno muy corto, tres salmos o divisiones de salmos, antífona, capítulo breve, responso y oración colecta.
Corresponden, respectivamente, a las nueve y doce de la mañana y a las tres de la tarde.
En la hora de Tercia se efectuó la bajada del Espíritu Santo el día de Pentecostés, y por eso este oficio renueva diariamente en la Iglesia este acontecimiento memorable. El himno es una fervorosa evocación al Espíritu Santo, para que se digne venir a habitar en las almas, a fin de renovar en ellas los admirables efectos del día de Pentecostés. De las tres, es Tercia la hora más solemne, y por lo general precede inmediatamente a la Misa conventual.
A la hora de Sexta, o sea, al mediodía, tuvo lugar la Crucifixión del Señor en el monte Calvario, y, probablemente, su gloriosa Ascensión a los cielos. Tales son los recuerdos que evoca este oficio, si bien no se hace a ellos especial alusión. En cambio, se alude en el himno al sol abrasador del mediodía y al cansancio natural que se siente después de largas horas de trabajo, y se pide a Dios la robustez del cuerpo y el sosiego de las pasiones, y especialmente de la discordia.
A las tres de la tarde, es decir, a la hora de Nona, murió Jesucristo en el madero de la Cruz; y a esa hora empieza ya a declinar el día y a mitigar el sol sus ardores. Por eso el himno de este oficio alude al fin de nuestra existencia, y pide a Dios que, en cambio del sol muriente, haga brillar a nuestros ojos la luz siempre resplandeciente de la gloria eterna.
5. La Misa conventual
Ordinariamente después de Tercia, y algunos días, según los ritos, después de Sexta o de Nona, los cabildos y comunidades adictas al coro celebran, con mayor o menor solemnidad, la Misa conventual.
En las catedrales que cuentan con los elementos necesarios, y en muchos monasterios benedictinos, la Misa conventual se celebra diariamente con canto, y donde no, por lo menos con asistencia obligatoria de la Comunidad.
Los ministros de la Oración oficial, rodeando en este momento el altar del Santo Sacrificio, forman como la escolta de la tierra ante el trono del Rey Universal. A Él los cantos, a Él las miradas, a Él las ansias de todos los corazones. “¡Digno es el Cordero de recibir la gloria y la bendición; a Él sólo el imperio, la gloria y el honor!”.
La Misa conventual, colocada precisamente en este punto central del día litúrgico, concentra todos los homenajes y adoraciones de la tierra, y distribuye entre los mortales el inmenso caudal de los méritos acumulados por Jesucristo en su Pasión. ¡Si los fieles asistiesen con preferencia a esta Misa conventual, participarían más abundantemente de este reparto general de bendiciones y carismas celestiales!
6. Vísperas
Los piadosos israelitas, a ejemplo del rey David, se reunían por la tarde en el templo de Jerusalén para asistir al Sacrificio vespertino, que consistía en la inmolación de un cordero. Igual que los israelitas, se congregaban al atardecer los primitivos cristianos para ofrecer al Señor el sacrificio de sus alabanzas, y, de tiempo en tiempo, para celebrar el rito llamado Lucernario, consistente en la bendición del fuego, del incienso y de un gran cirio, hecho todo a la luz de numerosas lámparas y antorchas. De aquel “sacrificio” tomaron origen, muy probablemente, nuestras actuales Vísperas.
Las Vísperas corresponden, en el Oficio diurno, a los Laudes del nocturno, y por eso guardan con éstos gran analogía.
En muchas catedrales y monasterios, las Vísperas suelen celebrarse todos los días con solemnidad, y muy a menudo con ministros e incienso. Así dan mejor la impresión de ser ellas realmente el Sacrificio vespertino. En algunos países es costumbre muy arraigada asistir infaliblemente a las Vísperas dominicales, y muchas iglesias, sobre todo las benedictinas de las ciudades, reúnen escogido número de fieles aún en las Vísperas diarias.
7. Completas
Este último oficio diurno es, lo mismo que el de Prima, de origen monástico, y posterior a todos los demás. En Occidente fue, indudablemente, el Patriarca San Benito su primer autor. Lo instituyó para completar (de ahí su nombre, que también es de San Benito) ese sagrado septenario número de oficios diurnos, de que habla David. Él le dio también la forma primitiva, que es la que siempre usan los benedictinos, y la que sirvió después de base para componer el maravilloso oficio actual del Breviario romano.
Hay en las Completas un remedo de la lectura espiritual de los monjes (la Capitula), una confesión pública de las faltas del día (el Confíteor y sus anexos), una salmodia muy oportuno, un himno para ahuyentar los malos sueños y fantasmas nocturnos, una Capitula, el cántico de Simeón “Nunc dimittis” con una antífona alusiva a la Muerte y Resurrección de Jesucristo y una serie muy expresiva de versículos, a modo de jaculatorias, que terminan con una Oración pidiendo a los Santos Ángeles acudan a velar el sueño, y la bendición del Presidente o Superior.
Sigue una Antífona a la Santísima Virgen (la “Salve”, el “Ave Regina”, el “Alma Redemptoris”, o el “Regina cœli”) con su oración correspondiente y empieza el sagrado silencio nocturno. Ya pueden dormir tranquilos los cristianos bajo la guardia de sus Ángeles tutelares.
Cuando en una parte del mundo termina, con el Oficio de Completas, el día litúrgico, empieza en otra un nuevo día de oraciones y de cánticos en alabanza de Dios y para bendición de los hombres, y así, todos los días, y todas las semanas, y todos los años de la vida son un ininterrumpido concierto de loores y de plegarias.
8. El saludo final a la Santísima Virgen
Desde el siglo XIII los Oficios Divinos se terminan con un saludo e invocación a la Santísima Virgen, Madre de Dios y nuestra y auxilio de todos los cristianos. Aunque tardía esta práctica mariana, se ha hecho tan connatural a las Horas canónicas, que ya hoy nos parecen incompletas cuando, por razón de las rúbricas, las debemos omitir.
Fue una idea genial, y de ello debemos felicitarnos los cristianos, la de terminar las alabanzas a la Santísima Trinidad con una loa a María, la Hija de predilección de Dios Padre, la Madre augusta de Dios Hijo, y la Esposa queridísima de Dios Espíritu Santo, y, por lo que hace a nosotros, nuestra poderosa Mediadora entre la tierra y el cielo.
Saludarla e invocarla a Ella, al final de los Oficios, es como poner en sus manos maternales el ramillete de nuestras súplicas y alabanzas cotidianas, para que Ella, la “Omnipotencia suplicante”, lo ofrende a Dios en el altar del cielo.
Este saludo mariano al final de los Oficios es de origen dominicano. Parece ser que el Beato Jordano, segundo Maestro general de la Orden, compadecido de un hermano poseído del demonio, mandó que se cantara por él todos los días, al final de Completas, una Salve a la Santísima Virgen. Del convento de Bolonia la práctica se extendió pronto a los demás de la Orden, y el Papa Gregorio IX lo introdujo en 1239 en la Iglesia de Roma.
A la Salve añadieron más tarde los franciscanos las otras tres antífonas hoy en uso, a saber: el Regina cœli, el Ave Regina cœorum y el Alma Redemptoris.
En el Breviario Romano no entraron estas antífonas antes del año 1520.
La Salve parece estar ya demostrado haber sido compuesta en el siglo X por el monje gallego San Pedro Mezonzo, si bien la tradición le atribuye las exclamaciones: “O clemens, o pia, o dulcis Virgo Maria”, a San Bernardo, en una de sus efusiones de amor a María, en la catedral de Spira.
El Regina cœli enseñan algunos autores que lo cantaron los Ángeles, en una rogativa que se celebraba en Roma, en tiempo de San Gregorio Magno, con ocasión de una terrible peste, y que el Papa añadió la invocación final: “Ora pro nobis Deum”.
El Ave Regina cœlorum es de autor desconocido, pero el Versículo “Dignare me, etc.”, se lo atribuye San Jerónimo a San Efrén.
El Alma Redemptoris probabilísimamente es composición del abad benedictino de Reichenau, Hermann Contracto (10131054), quien supo aprovechar con mucho tino expresiones felices de San Fulgencio, San Epifanio, San Ireneo y Sedulio.
La doble melodía gregoriana que acompaña cada una de estas cuatro antífonas, melodía la una sencilla y aérea, y adornada y majestuosa la otra, es de un encanto y de una gracia y frescura incomparables.
Están compuestas como para dar la nota final al concierto litúrgico diario con que la Iglesia celebra en toda la redondez de la tierra a la Divinidad.
Podrían servir aptísimamente para canto final de las oraciones de la noche en los asilos, patronatos y orfelinatos, donde se educan tantos hijos sin madre, y a quienes, por lo mismo, conviene inspirarles una tierna devoción a la soberana Madre de Dios y Madre nuestra.
En los monasterios benedictinos, antes de retirarse la Comunidad del Coro, después de Completas, el abad rocía a todos los monjes, uno por uno, con agua bendita, como para poner a sus hijos al abrigo de los peligros nocturnos. También los fieles, al acostarse, deben rociar su cama y su persona con agua bendita.
9. La asistencia de los fieles al Oficio Divino
En los tiempos antiguos, la asistencia de los fieles a las Horas del Oficio era mayor; pero fue disminuyendo gradualmente, y, como hemos dicho, su rezo está en la actualidad reservado al clero y a las Órdenes religiosas.
En rigor de derecho, pues, nada se les manda a los seglares en esta materia; pero es sumamente de desear que también ellos tomen parte activa en el canto o en el rezo del Oficio de Vísperas, que en los días festivos se celebren en su propia parroquia”.
Pío XII pide a los Obispos que no permitan se pierda esta costumbre de cantar las Vísperas dominicales y festivas donde todavía existe, y que se instaure donde no existe. Y añade: “Si bien la Iglesia prescribe solamente que los fieles deben abstenerse del trabajo servil y asistir al Sacrificio eucarístico, en los domingos y días de fiesta, y no da ningún precepto para el culto vespertino; también es cierto que existen, además de los preceptos, sus insistentes recomendaciones y deseos, sin contar que esto es todavía más imperiosamente exigido por la necesidad que todos tienen de que el Señor les sea propicio para impetrarle sus beneficios”, y para santificar la tarde de los domingos, tan profanada hoy por diversiones inmoderadas.
Con ello se devolvería, al menos en parte, a esas tardes, tan profanadas, en pueblos y ciudades, el carácter religioso del que el afán desmedido de diversiones y excursiones peligrosas las ha despojado.
1 note · View note