#Sinfonías del Bosque
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Cazando a alguien (ESP. VER)
prompts por @raven-cincaide-words
Philza, Techno y Tommy habían estado caminando por días, solo descansando un par de horas hasta llegar a la siguiente ciudad, estaban viajando de ciudad en ciudad para encontrar contratos, hasta que llegaron a Karmaland.
Era un pueblo pequeño, cerca de un río y un bosque, con hermosos campos de girasoles y cultivos de maíz. Cocina peculiar y habitantes más peculiares, pero era un buen lugar para pasar el invierno, lejos de las frías murallas de L’Manburg.
“Ah” dijo Tommy corriendo al arroyo, “Agua fresca” grito el adolescente agachándose para beber.
“Si fuera tú no lo haría,” dijo una voz al otro lado del arroyo, “un poco más arriba, las lavanderas lavan la ropa.”
Philza levanto su mirada para ver al hombre más bello que haya visto, su cabello era negro como ébano, su piel era pálida como la nieve, y sus ojos tan morados como las amatistas.
Tommy se detuvo en seco a centímetros del agua, Techno, por costumbre y precaución tomo la empuñadura del mango de su espada.
“Gracias por la advertencia,” dijo Philza tomando a Tommy por el hombro, acercándolo a su lado, protegiéndolo del extraño, “Somos viajeros, desde L’Manburg ¿Sabes dónde puede haber una posada?”
El hombre les sonrió, “Por supuesto, conozco un lugar. Síganme, el puente está unos metros más allá.” Dijo señalando hacia el oeste, “Soy Missa, Missa Sinfonía, por cierto, un placer.”
“Soy Philza Minecraft, ellos son mis hijos, Technoblade y Tommy Innit.” Dijo Philza, tomando a Carl por las riendas y siguiendo al karmalience por la orilla del arroyo.
Missa se rio, “¿No eres un poco joven para ser padre?”, preguntó el chico.
Philza también se rio, “Bueno, yo digo que son mis hijos, pero más bien son unas pequeñas pestes que se me han pegado en el camino.”
Ambos chicos se quejaron, “Ni siquiera es tan joven,” se quejó Tommy.
“Es un viejo decrépito, ya hasta alucina, de hecho cree que tiene una esposa.” Dijo Techno, haciendo la seña de que Phil estaba loco.
Philza rodó sus ojos, “Tengo una esposa, es una diosa, sí, pero es completamente real.”
Missa los observaba con curiosidad y diversión, “Un etarian, un piglin, un cachorro y una diosa,” dijo para nadie en particular, “encajarán perfectamente en Karmaland.”
Cuando cruzaron el puente, Missa los guio rápidamente a una casa, tenía un establo fuera y un cartel que decía, ‘El chiringuito de Juan’, cuando Missa se detuvo, los tres se detuvieron en seco.
“¡Illo!” Gritó Missa con todas sus fuerzas, “¡Te traje huéspedes tú!”
Del interior salió un hombre, con una camisa rosa, un sombrero de paja, shorts blancos, sandalias y un puro entre los labios, “Missa, qué bueno hombre, pásenle, pásenle.”
La noche cayó sobre Karmaland, el aire denso y cargado con el susurro del bosque. Philza, Techno y Tommy se acomodaron en el chiringuito, disfrutando de una comida decente después de días en el camino. Sin embargo, Philza no podía quitarse de la cabeza la conversación que había tenido con Juan, el dueño de la posada, sobre la "bestia" que habitaba los bosques cercanos.
“Dicen que es un demonio, una criatura que nunca ha sido vista, pero todos han sentido su presencia. Los aldeanos ni siquiera se atreven a acercarse a su territorio. Es más, algunos no regresan,” había advertido Juan, sus ojos fijos en Philza.
Philza, siendo cazador de monstruos, sabía que esto significaba un contrato suculento. Si lograba cazar a la bestia, no solo obtendría una buena paga, sino también el respeto del pueblo.
“Ese lobo de las leyendas... ¿Es real?”, preguntó Tommy, excitado por la idea de una nueva aventura.
“Uy claro, niño,” dijo Illo soltando el humo de su cigarro, “¿Ustedes cazan monstruo’ verda’? Deberían hablar con Lolo, es el alcalde, ese bicho no’ ha estado molestando’ por meses.”
Eso era suficiente para que Philza decidiera ir tras la bestia.
(...)
El hombre había traído un cachorro a la entrada del territorio de Missa, ese cachorro ahora era de Missa.
Ingenuamente, el cachorro había decidió salir a por la ‘bestia’ él solo. Y Missa sonrío al ver al rubio caminando hacia la entrada de su territorio. ¿Era el hombre tan descuidado para no cuidar a la parte más preciada de su clan?
La luz de la luna alumbraba el bosque, haciéndolo parecer algo menos tenebroso, mientras Tommy se adentraba más y más dentro del bosque, armado con una espada de hierro y su valentía, avanzaba entre los árboles susurrantes. Missa tenía claro que el cachorro se había adentrado a su bosque solo para probarle al resto de su equipo de que era valiente.
Recordaba vagamente la conversación que el cachorro y su padre había tendió en la posada, como el rubio menor no estaba preparado para casar él solo.
Missa lo miraba curioso, sus ojos brillaban en un curioso color ámbar, sus patas tocaban la tierra de manera cuidadosa, siguiendo el olor del cachorro, un suave olor a manzana dulce, inocencia y menta, el último olor debía pertenecer a Philza, y lo marcaba como miembro de su manada. Los humanos eran sumamente descuidados con sus crías, dejándolos vagar por territorios desconocidos sin protección. Era una pena, pero si Philza no iba a cuidar del cachorro, Missa lo haría.
El sonido de hojas crujiendo y una rama rompiéndose alerto al lobo y al cachorro, quien nervioso levantó su espada aún más alto.
“Hey perra,” dijo el niño, “sal, no te tengo miedo.”
Eso era una mentira, Missa podía oler lo nervioso que estaba el niño. Y bueno si el niño iba a ser tan maleducado, Missa le iba a dar una lección.
Un gruñido bajo y gutural resonó entre los árboles, haciendo que las hojas temblaran. Tommy giró sobre sí mismo, intentando ubicar el origen del sonido, pero el eco del bosque lo hacía imposible. El sudor frío comenzaba a bajar por su espalda, y su mano temblaba ligeramente mientras sostenía la espada.
Missa se movió entre las sombras, sus patas apenas rozando el suelo cubierto de hojas. Era mucho más grande en su forma de lobo, su pelaje negro como la noche se confundía con la oscuridad del bosque, solo sus ojos ámbares brillaban como faros en la penumbra. Decidió jugar un poco con su presa, después de todo, los cachorros necesitaban aprender modales.
Otro gruñido, esta vez más cerca, justo detrás de Tommy. El chico se giró bruscamente, pero solo encontró oscuridad.
“¿H-hola?” La voz de Tommy ya no sonaba tan valiente, “Mira, bestia estúpida, si no sales ahora mismo, yo…”
Un aullido cortó el aire, tan cerca que Tommy pudo sentir el aliento caliente en su nuca. Se congeló en el lugar, su corazón latiendo tan fuerte que podía escucharlo en sus oídos. Lentamente, muy lentamente, se dio la vuelta.
Allí, a menos de un metro de distancia, estaba la bestia. Un lobo gigantesco, más grande que cualquier animal que Tommy hubiera visto jamás, lo miraba fijamente con ojos que brillaban como el oro fundido. Sus colmillos, blancos y afilados como dagas, brillaban bajo la luz de la luna.
La espada resbaló de las manos temblorosas de Tommy, cayendo con un ruido sordo sobre las hojas secas.
“Oh, mierda,” susurró.
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Fiesta de Disfraces.
La fiesta de disfraces se celebraba en una antigua mansión, rodeada de un denso bosque. Las luces titilaban a través de los árboles, creando un ambiente casi sobrenatural. Dentro, los invitados, con trajes elaborados, se movían al ritmo de la música, creando un espectáculo de colores y formas.
Ella entró a la fiesta con un vestido dorado que relucía a la luz de los candelabros, representando la luna llena en todo su esplendor. Su cabello, suelto, caía sobre sus hombros, y una máscara delicada cubría parte de su rostro, dejando ver unos ojos intensos y brillantes.
Él, en cambio, se movía entre la multitud con una presencia salvaje. Vestido como un hombre lobo, su traje detallado mostraba fuerza y misterio. Una máscara lupina cubría su rostro, pero sus ojos, marrones y penetrantes, observaban a todos los presentes con una intensidad depredadora.
Sus miradas se cruzaron a través del bullicio de la fiesta. Ella, la luna llena, y él, el hombre lobo. Un magnetismo instantáneo los atrajo, como si fueran destinados a encontrarse. Él se abrió paso entre los invitados, sus ojos nunca apartándose de ella. Cada paso suyo resonaba con la promesa de un encuentro que cambiaría la noche.
Ella sintió una mezcla de emoción y anticipación mientras él se acercaba. Al llegar junto a ella, su voz profunda rompió el silencio entre ellos.
—Pareces hecha para esta noche —dijo él, su aliento cálido y lleno de deseo.
Ella sonrió, una sonrisa misteriosa que invitaba a la tentación.
—Y tú pareces sacado de mis sueños más oscuros y salvajes —respondió ella, su voz un susurro cargado de sensualidad.
Sin más palabras, él tomó su mano y la guió fuera del bullicio, hacia un jardín privado iluminado por la luz de la luna. El aire fresco estaba cargado de expectativa. Allí, bajo el cielo nocturno, se detuvieron. Él levantó una mano para acariciar suavemente su mejilla, sus dedos rozando su piel con una suavidad inesperada.
��No necesitamos nombres esta noche —murmuró él, su voz vibrando con deseo.
—Solo la pasión —respondió ella, inclinándose hacia él, sus labios apenas rozando los de él.
El primer beso fue como un rayo en la oscuridad. Sus labios se encontraron con una mezcla de suavidad y fuego, explorándose mutuamente. El sabor de sus besos era adictivo, una mezcla de anhelo y promesas no dichas. Las manos de él bajaron por su espalda, atrayéndola más cerca, mientras sus cuerpos se amoldaban perfectamente uno al otro.
La noche avanzaba, pero el tiempo parecía detenerse para ellos. Bajo la luz de la luna, sus besos se volvieron más intensos, cada caricia una invitación a explorar más. Él deslizó una mano por el borde de su vestido, sintiendo la piel suave de su muslo. Ella arqueó su cuerpo hacia él, susurrando su deseo en su oído.
El jardín privado se convirtió en su santuario. Las manos de él recorrieron su cuerpo con un hambre contenida, deslizándose por cada curva, memorando cada rincón de su figura. Sus labios viajaron desde su cuello hasta sus hombros, mientras ella jadeaba suavemente, sus dedos enredados en su cabello.
La pasión entre ellos creció, convirtiéndose en un fuego indomable. Los susurros y los gemidos llenaban el aire, mezclándose con el suave susurro del viento y el canto lejano de los búhos. Él la levantó suavemente, apoyándola contra un árbol, sus cuerpos entrelazados en un baile sensual.
Cada movimiento era una sinfonía de deseo. Él besaba su cuello, sus hombros, mientras ella se aferraba a él, sus uñas trazando caminos de placer en su espalda. Sus respiraciones se entremezclaban, sus corazones latiendo al unísono. La intensidad del momento los envolvía, haciendo que todo lo demás desapareciera.
Sus cuerpos se movían juntos en una danza rítmica, sincronizada, cada toque y cada beso llevando a ambos al borde de la locura. La luna llena brillaba intensamente sobre ellos, como una testigo silenciosa de su pasión desenfrenada.
Cuando finalmente se separaron, el aire estaba cargado de energía. Ambos se miraron a los ojos, sin necesidad de palabras. La conexión que habían compartido era profunda y real, aunque fugaz. La noche había sido suya, un momento fuera del tiempo y de la realidad.
Sin decir nada, él la llevó de regreso a la fiesta, sus manos todavía entrelazadas. Cuando finalmente se despidieron, un último beso selló su encuentro, una promesa silenciosa de que, aunque no volvieran a verse, esa noche viviría eternamente en sus recuerdos.
La fiesta continuó, pero para ellos, la verdadera magia ya había sucedido. Ella, la luna llena, y él, el hombre lobo, se habían encontrado y perdido en una noche de pasión inigualable, dejando una marca indeleble en sus almas.
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I
En un lugar lejano,
en un tiempo ya olvidado,
donde el viento susurraba secretos alado,
nació una historia que se tejió con encanto,
un poema único, en lírica y canto.
Era la historia de un amor intenso y puro,
que surgió en medio del caos y lo oscuro,
dos almas unidas, destinadas a brillar,
en un mundo lleno de sombras y pesar.
Eran dos seres errantes, en busca de su destino,
unidos por un lazo divino y genuino,
se encontraron en un bosque antiguo y mágico,
donde las estrellas brillaban en su éxtasis lírico.
Sus miradas se cruzaron, y en ese instante,
supieron que estaban predestinados a amarse,
sus corazones latían al compás de la poesía,
que brotaba de sus almas con tanta armonía.
Caminaron juntos por senderos desconocidos,
descubriendo secretos ocultos y perdidos,
se amaron con pasión, con fuego y ternura,
creando una sinfonía de amor que perdura.
Cada palabra dicha, cada gesto sincero,
eran versos escritos en un libro eterno,
su amor era un poema, una melodía eterna,
que resonaba en los confines de la eternidad interna.
Y así, en ese lugar lejano y olvidado,
nació una historia de amor, un poema sagrado,
único e inigualable, en su esplendor y grandeza,
una obra maestra, que perdurará por la eternidad en su belleza.
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«El susurro de los árboles al ser mecidos por la suave brisa de la media tarde, era para ella la más maravillosa sinfonía traída del cielo; una bendición sencilla, dulce y terriblemente exquisita.
Tendida bajo jóvenes arbustos enanos, mientras el sol se filtraba a través de las hojas, creando millares de impresionante y deliciosas figuras en la hierba, Ginger agradecía más que nunca el don de la vista, del oído y el olfato, que le obsequiaban con los fragantes olores del tardío verano.
Ginger agradecía estar viva para contemplar el espectáculo que eran los sonidos del viento, el nítido color amarillo de las rechonchas abejas, y el intenso rojo de las mariquitas, que zumbaban y pasaban alegremente por sus costados, ignorándole. Aquel era su pequeño rincón secreto, apartado de la vista del mundo, en el que se permitía fantasear con otras vidas, con otros lugares y escenarios. Aquel pequeño rincón era el lugar ideal para fantasear con otras épocas; con príncipes valientes, yendo a la batalla en sus extraordinarias armaduras, o palacios feudales, donde se ofrecían los más codiciados banquetes; soñaba con damas ataviadas en vestidos de seda, resplandeciendo bajo el brillo de collares de diamantes, y coronas hechas de esmeraldas, zafiros rubíes. Nunca había visto un rubí, a un caballero o a un castillo feudal en carne propia, pero podía imaginarlos con toda claridad. Podía imaginarse muy vívidamente a una docena de hadas del bosque, danzando de modo etéreo en un palacio abandonado, en cuyos magníficos salones todavía se escuchaban los ecos de las antiguas risas, y los fantasmales aplausos de las fiestas que hacía milenios ya no se ofrecían.
Tendida sobre la hierba, con diminutos rayos de sol derramándose sobre su rostro, fantaseaba con ser una ninfa o un hada en sí misma, viviendo en hongos gigantes, o bajo rocas de pálidos colores, ayudando a las estaciones a llegar a tiempo para los animales.
En su pequeño rincón apartado podía soñar con ser una princesa, una sirena, una reina o una bruja. Podía soñar con castillos, con perlas o pasteles de espeso chocolate amargo, acompañando a las hogazas de pan negro, y caricias en las mejillas que venían acompañadas de una cálida mirada por parte de su abuela».
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Desde la perspectiva de la poématica, vamos a explorar el fenómeno complejo de la bioluminiscencia, que ocurre en diversas especies de organismos vivos, como luciérnagas, medusas y bacterias. Aquí tienes un ejemplo poématico que describe este fenómeno:
En el oscuro abrazo de la noche, donde las sombras yacen en susurros, una danza misteriosa se despliega, un destello de vida en la oscuridad.
En lo profundo del océano insondable, donde el mar se pierde en su secreto, una medusa ilumina su cuerpo, como un faro de ensueño en el universo acuático.
Pequeñas luciérnagas en el bosque encantado, pintan el aire con luz dorada, un baile efímero de constelaciones terrestres, que parpadean en el lienzo de la noche.
Bacterias lumínicas en lo microscópico, tejen un tapiz de resplandor delicado, una sinfonía invisible de vida en lo diminuto, un destello que despierta la admiración.
En cada destello bioluminiscente, una poesía silenciosa se desvela, una señal mágica de la vida que palpita, un recordatorio de la belleza oculta en lo profundo.
Así, la bioluminiscencia emerge como un poema, donde los organismos se vuelven versos brillantes, una metáfora encendida de la maravilla de existir, un canto silencioso a la magia que la naturaleza susurra.
Este ejemplo poématico utiliza el lenguaje poético para describir la bioluminiscencia como una danza misteriosa, una sinfonía invisible y una metáfora encendida. A través de las palabras y las imágenes evocativas, se resalta la belleza y la maravilla de este fenómeno biológico complejo, invitando a una conexión emocional y una apreciación poética de la vida en su manifestación más brillante.
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El bosque se extendía como un tapiz de sombras y luz difusa a su alrededor mientras Fre4k caminaba con paso tranquilo, sintiendo el crujir suave de las hojas bajo sus botas. Las copas de los árboles se entrelazaban en lo alto, formando un techo natural que dejaba pasar apenas algunos haces de luz, que se deslizaban entre las ramas como reflejos de una realidad distante. El ambiente era casi etéreo; el viento susurraba en sus oídos, y el murmullo de las criaturas del bosque creaba una sinfonía serena, tan viva como invisible.
Fre4k avanzaba en silencio, completamente relajado, como si no existiera en él ninguna preocupación. Sus manos, colgando a los costados, se movían ligeramente al compás de su andar. A diferencia de otras veces, su semblante era calmado, libre de la intensidad de una batalla o de la expectativa de enfrentar enemigos. En ese momento, era solo él y el bosque, un espacio donde su poder, por una vez, no era necesario, y donde la paz reinaba con un equilibrio que él mismo no había tocado.
Mientras continuaba, sus pensamientos comenzaron a derivar, atrapados en una corriente de reflexiones que iban y venían como el agua en un arroyo. Su mente, normalmente aguda y enfocada, ahora vagaba libremente. Pensaba en la reciente discusión con sus compañeros y en la extraña aceptación que había surgido al final. Aunque no solía detenerse en el significado de sus palabras o en los conceptos que encarnaba, había algo en la naturaleza de ese intercambio que le hacía cuestionarse algo más allá de su mera existencia.
De repente, un leve susurro, apenas perceptible, resonó en el viento. Fre4k detuvo su andar y levantó ligeramente la cabeza, concentrando sus sentidos en esa frecuencia. Aunque el bosque estaba en calma, sintió un cambio, un pulso sutil que no correspondía a ningún sonido natural. La brisa traía consigo una vibración antigua, como si las mismas raíces de los árboles estuvieran transmitiéndole un mensaje.
—¿Quién está ahí? —preguntó en voz baja, sin mover un solo músculo. Su tono era firme, aunque en el fondo había una curiosidad sutil. No esperaba ninguna respuesta, pero había aprendido que, en lugares como estos, la realidad podía ser tan maleable como el agua.
El silencio se extendió unos segundos, y luego, como un eco lejano, una voz surgió, tenue y vaporosa.
—¿Fre4k…? —La voz sonaba distante, como si viniera de otra dimensión, como el eco de alguien que le recordaba.
Fre4k entrecerró los ojos, intentando localizar el origen. La voz no era humana ni reconocible en su totalidad, pero tenía algo familiar, una cualidad que resonaba en alguna parte de sus memorias.
—¿Quién eres? —replicó él, con una calma calculada, sin mostrar señal de sorpresa.
El aire se tornó más denso, y de entre las sombras, una figura etérea emergió, apenas visible entre los árboles. La forma no era del todo corpórea, fluctuaba entre lo tangible y lo incorpóreo, como si existiera en ese bosque pero también en un plano distante. La figura, de contornos oscuros y fluctuantes, parecía estar compuesta de energía pura, y aunque no tenía un rostro reconocible, sus ojos brillaban con un resplandor intenso y antiguo.
—Soy… una de las muchas sombras de tu pasado —dijo la voz, en un tono que parecía cruzar más que un simple plano de existencia—. Uno de los tantos que has dejado atrás en tu camino.
Fre4k arqueó una ceja, una leve expresión de curiosidad cruzando su rostro. No era frecuente que alguien del pasado se le apareciera de esta manera, especialmente en un lugar donde él buscaba paz y soledad.
—¿Una sombra de mi pasado? —dijo, en un tono que denotaba cierta incredulidad—. He dejado muchas sombras, pero pocas han tenido la audacia de volver.
La figura se movió, acercándose lentamente, y su energía fluctuaba al ritmo de sus palabras.
—Quizá… porque nunca antes te habías detenido a escucharlas —respondió con un eco melancólico—. Todos hemos sido testigos de tu poder y de la destrucción que dejas a tu paso. Pero… ¿alguna vez te has preguntado quién eres realmente, más allá de tu poder? ¿Más allá de la batalla, de la inmutabilidad?
Fre4k soltó una risa suave y cortante, como si la pregunta hubiera tocado una fibra que él mismo había enterrado en lo más profundo de su ser.
—¿Quién soy? —repitió, con un tono irónico—. Soy el que sobrevive, el que persiste. Soy el Destructor, el que no puede ser alterado, el inmutable. ¿Acaso eso no es suficiente?
La figura pareció dudar por un instante, y luego, como si encontrara fuerza en el silencio del bosque, continuó:
—Ser inmutable no significa ser invulnerable al vacío interno, Fre4k. Has caminado por esta eternidad creyendo que nada puede tocarte, que eres una entidad aparte de las leyes, un ser fuera del tiempo. Pero… ¿realmente comprendes el peso de esa eternidad? ¿El precio que pagas por ser inalterable?
Fre4k guardó silencio por un momento, sus ojos reflejando la mínima duda, una duda tan breve que apenas fue perceptible. Pero al instante, su semblante volvió a ser la máscara impenetrable de siempre.
—No necesito comprenderlo —respondió, con una seguridad gélida—. Mi propósito es claro. Todo lo que soy está destinado a existir como la excepción, como el punto final que no puede ser destruido ni desafiado. ¿Por qué debería preocuparme por lo que no puedo cambiar?
La sombra pareció desvanecerse ligeramente, como si sus palabras hubieran comenzado a disipar su presencia. Pero antes de desaparecer, la figura dejó escapar una última frase, tan suave que casi se la llevó el viento.
—Tal vez, algún día, Fre4k… te darás cuenta de que incluso la eternidad puede sentirse vacía cuando estás solo. Quizá entonces comprenderás que el verdadero peso no es el poder… sino la soledad que él acarrea.
Y con esas palabras, la sombra se desvaneció por completo, dejándolo en silencio. Fre4k permaneció inmóvil, su expresión seria y pensativa, y por un instante, sus ojos reflejaron algo distinto: una chispa de introspección que había estado ausente durante mucho tiempo. Luego, cerró los ojos, inhaló profundamente, y al exhalar, dejó que el silencio del bosque le envolviera de nuevo, disipando cualquier rastro de inquietud.
Finalmente, volvió a caminar, sus pasos resonando con una firmeza renovada.
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FUEGO
Fuego arrasador, de la naturaleza verdugo implacable,del humano su causa demencial,destruyes bosques y ciudades,acompañando diluvianas lluvias,tifones y tormentas destructoras,cual sincronizadas sinfonías de destrucción y muerte.El planeta entero sufre tu azote,desde las américas hasta el oriente lejano,recorres Europa, cual turista de verano.Poderosos personajes, del mundo controladores,en cuyas…
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TE ESCRIBÍ ESTO PARA CUANDO SIENTAS QUE YA NO DEBEMOS ESTAR JUNTOS
¿Cómo encontramos lo que no conocemos?
Al final, solo la ternura nos hará libres. Podremos volver a la naturaleza salvaje del espíritu, todo lo demás, lo humano, se oculta en la oscuridad, en lo perverso del amanecer, en la silueta de un robot asesino que viene por nosotros, o que vino, depende de tus intenciones.
El miedo a la extinción nos mantiene conscientes, o es el amor. Es tan fácil confundirse cuando ya no se ve nada, cuando ya no duele nada, y lo poco que se percibe está distorsionado también por el amor.
Hablo de nosotros como un único ser, capaz de transmutar del espíritu a la carne. Hablo de ti y de mí, como el ecosistema artificial donde fuimos concebidos, de la devoción a los santos que envuelven con flores. Hablo de todo lo que es realmente inalcanzable, las galaxias, tu piel...
No somos responsables de nuestros pensamientos, solo debemos sobrevivir, refugiarnos en los recuerdos, en lo romántico de desayunar desnudos, en la histeria de las neuronas por el exilio, no recuerdo dónde dejé mi corazón.
Nos desmayamos, poseídos por espíritus de gatos, por la arritmia, mi respiración líquida, para salvarnos tuvimos que sacrificar aves.
Te dejo la alquimia de mis ojos, las auroras de Júpiter, el dibujo de una planta carnívora. Hemos entregado demasiado, a cambio de nada o de tan poco, que solo queda tratar de encontrarnos en la madrugada, despertar bañados en oro, me declaro incapaz de amar a alguien más.
Nos despedimos mientras arrojamos el auto a un volcán, para que no haya evidencia de que volvimos a escapar. Deambulas cerca del abismo, las piernas repletas de mordidas, juro que nunca pensé en lastimarte.
Pon tus manos en mí, como si quisieras invocar un animal antiguo.
Te lo digo ahora, no significa nada soñar con revólveres, no significa nada soñar que caminas descalza por una ciudad abandonada, tus sueños no son tuyos, solo queda abrazar la almohada, rechinar los dientes, esperar el estallido, bailar en la ambición de las tormentas eléctricas.
Después de tres noches tu cuerpo dejará de arder, tu muerte pondrá fin a las abducciones, me extraviaré en tu sangre, para asustar a los espíritus que habitan bajo tu cama.
Le tengo fe a autodestruirme, al incendio que ilumina tus movimientos. Las heridas tardan en sanar, como los meteoritos ancestrales en impactar, y el corazón ecualizado con los graves altos, para que retumbe el suelo que nos mantiene en órbita.
El sol llegará a su fin, por su ciclo natural o por intervención humana, y pensaré en ti, en nosotros.
No intentes mentirme, no somos inocentes, no me arrepiento de imitar a las aves, de cruzar desnudo la frontera, los decibeles aumentan con el pulso cardiaco.
Siempre se trata del fin del mundo, del caos antes del fin del mundo, de la imposibilidad de Dios para intervenir, del posthumanismo y el amor digital, de los amigos que extraviamos en el éxodo, de la magia y la evolución como un mismo acto divino, porque la naturaleza es anticlimática, y si decides irte, no podré detenerte.
Existes porque pienso en ti, y existo porque piensas en mí, como un sueño dentro del sueño eterno de los fósiles, como una paradoja que nos acerca a la incertidumbre, a los desiertos donde enloquecimos, a la probabilidad de que hayamos muerto en la primera escena.
Estás a nada de florecer, en la paranoia de los ángeles, en la sinfonía de ballenas asesinas.
Huiré de ti, de mí, no afrontaré la responsabilidad de mis actos, o de nuestros actos, todo depende si el cielo está despejado, y que quede claro, somos víctimas, repletos de melancolía, somos la representación del paraíso en llamas.
Le apuntas a Dios con un revólver, Dios también es una víctima, esta podría ser la escena final, pero no quiero cerrar los ojos.
El dilema de tus pupilas, de un bosque oscuro del cual no podemos escapar, la inalterable locura en la que navegamos, una fuerza natural que nos aleja, no me arrepiento de un final inconcluso, entonces la salvación es un vaso con leche, las palabras consumidas por tu ausencia.
Estamos a nada de diluirnos, el destino es el mar donde nos ahogamos, el último en despertar apaga la luz...
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Espero que hayas tenido suerte.
Estoy sentada , mirando el bosque. Ya no hace el calor del pleno verano. Es más, la Tramuntana ya se está haciendo notar y creo que necesito ir a buscar un jersey. Y entonces la oigo. Cric,cric,cric,cric,cric,cric… Del silencio hemos pasado a la sinfonía crujiente que me ha acompañado el verano y que me ha irritado alguna de sus noches. Debe ser ya, la última cigarra, porque solo oigo una,…
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Una dulce pausa
En una tarde soleada en el Café del Parque, Mariana y Carlos, una pareja de mediana edad, disfrutan de un merecido descanso después de un día largo de trabajo. Sentados en una mesa junto a la ventana, el suave resplandor del sol los envuelve mientras se deleitan con unos deliciosos pays de frutas y tazas de té verde. A través del cristal, las hojas de los árboles brillan con los rayos del sol, creando un ambiente tranquilo que refleja el estado de ánimo relajado de la pareja.
Mariana, una abogada meticulosa y organizada. Carlos, un contador detallista y racional
Ambos se sienten emocionados, pero lo que realmente ilumina sus rostros, es la anticipación de su próxima escapada de fin de semana.
—No puedo dejar de pensar en Tapalpa —dijo Mariana, con una sonrisa—. Salir de la ciudad, respirar aire fresco y disfrutar del paisaje... No puedo imaginar un plan mejor.
Carlos asintió, sus ojos brillando con entusiasmo.
—Exactamente lo que necesitamos —respondió—. Ya me imagino el olor a pino y el sonido de los pájaros al amanecer. Este viaje será perfecto para desconectar de todo.
Tapalpa, es su destino soñado. Un lugar donde el tiempo parece detenerse, rodeado de montañas verdes y cabañas acogedoras. Con su clima fresco y sus paisajes pintorescos, Tapalpa es el escape perfecto de la agitación de la ciudad. Mariana y Carlos ya se ven caminando por sus calles empedradas, admirando las casas blancas con techos de teja y balcones llenos de flores que parecen sacados de un cuento.
—Imagínate —continuó Mariana, con entusiasmo—. Podríamos llegar temprano, justo a tiempo para dar un paseo por el mercado. He leído que venden pan recién horneado, frutas frescas y quesos artesanales. Y luego podríamos visitar alguna galería de arte. Sería una forma perfecta de empezar el fin de semana.
Carlos sonrió, disfrutando del entusiasmo de su amada.
—Me encanta la idea —dijo—. Además, estaba pensando que si tomamos la carretera 54D en lugar de la libre, llegaríamos antes y podríamos aprovechar más el día. Y no te preocupes, ya me aseguré de que la cabaña tenga una chimenea. Nada como una noche junto al fuego, con una copa de vino y sin ninguna preocupación en el mundo.
La visión de una cabaña en medio del bosque, con una chimenea crepitante y el viento susurrando entre los pinos, es justo lo que necesitan para recargar energías. Después de una semana llena de casos legales y números interminables, Tapalpa será su refugio, un lugar donde el tiempo se detendrá y podrán simplemente disfrutar de estar juntos.
—Estoy muy emocionada —confesó Mariana, apretando suavemente la mano de Carlos—. Necesitábamos esto. Un descanso, tiempo para nosotros, para disfrutar sin prisas.
—Lo sé —dijo Carlos, con una sonrisa cálida—. Será un fin de semana perfecto, solo tú y yo, lejos de todo. No hay nada que me haga más feliz que saber que tenemos tiempo para nosotros, para relajarnos y simplemente disfrutar de la compañía mutua.
Con cada sorbo de té y cada bocado de pay, el estrés de la semana se desvanece lentamente, reemplazado por una calma anticipatoria. Ambos están listos para dejar atrás la rutina y sumergirse en la serenidad de Tapalpa, un lugar donde las montañas los abrazarán y donde, por un fin de semana, el mundo exterior dejará de existir.
Detrás de la barra, Luis, el barista, prepara cada bebida con la destreza que ha adquirido con los años, manejando la antigua máquina de café italiana con un amor casi reverente. El vapor humeante, el aroma del café recién molido y el murmullo de las conversaciones forman una sinfonía cotidiana que acompaña sus movimientos. Su atención, aunque enfocada en las tazas y los nombres que pregona, se desvía ocasionalmente hacia la mesa 2, donde Mariana y Carlos disfrutan de una pausa en su día.
Mariana y Carlos, ambos en sus cuarentas, se ven elegantes, vestidos con la formalidad típica de quienes acaban de salir de sus oficinas. Luis observa cómo Mariana, con su traje sastre gris y blusa de seda blanca, se acomoda en su silla, su cabello recogido en un chongo que revela su rostro calmado. A su lado, Carlos, en su traje azul marino y corbata a rayas discretas, deja su maletín a un lado, listo para sumergirse en la conversación que tanto anticipa.
Luis escucha fragmentos de su charla mientras prepara un espresso para otro cliente. “Tapalpa…” menciona Mariana, su voz teñida de ilusión. Al oír esto, Luis, que también es amante de las escapadas, esboza una sonrisa. Las palabras "respirar aire fresco", "desconectar de todo" llegan hasta él, pintando en su mente una imagen de montañas verdes y cabañas acogedoras. Tapalpa, piensa, es el lugar perfecto para quienes necesitan escapar del bullicio, un rincón donde la vida se desacelera.
Mientras prepara un capuchino, capta otra parte de la conversación: Carlos sugiere tomar la carretera 54D para llegar más rápido. Luis aprecia la practicidad en su voz, la misma que imagina aplica a su trabajo de contador. Sin embargo, nota también la calidez con la que describe una noche junto a la chimenea, con una copa de vino en mano. Es un hombre que sabe equilibrar la lógica con el placer de los pequeños detalles, piensa Luis.
De reojo, observa cómo Mariana sonríe mientras Carlos describe el olor a pino y el sonido de los pájaros al amanecer. Hay un brillo en sus ojos, una chispa de emoción por la promesa de un fin de semana perfecto, lejos de la rutina. Luis, desde su rincón, se da cuenta de que lo que esta pareja busca no es solo un destino, sino un momento de conexión, de simplicidad, en un mundo que a menudo corre demasiado rápido.
Cuando la cafetera libera el último suspiro de vapor, Luis deja la taza en la barra y pronuncia el nombre de un cliente. Su mirada vuelve brevemente a Mariana y Carlos, quienes ahora se ríen suavemente mientras comparten un bocado de su pay de frutas. Luis siente que la vibra en esa mesa es de anticipación, de cariño, de esa clase de tranquilidad que solo se encuentra cuando uno está en buena compañía.
Finalmente, mientras vuelve a concentrarse en su trabajo, Luis reflexiona sobre la escena. Los detalles de la conversación, la alegría sutil en sus gestos, todo le recuerda que su oficio no es solo preparar bebidas. También es un testigo silencioso de esos momentos breves pero significativos, donde el tiempo parece detenerse, y la vida se saborea, igual que un buen café.
El café, como la vida, es mejor cuando se comparte en los instantes más simples, en la dulce pausa de una tarde cualquiera.
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El picaflor y la sinfonía del bosque de Elvis Pezo Hidalgo
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Adéntrate en la Tranquilidad del Bosque: Sonidos de la Naturaleza para Relajación y MeditaciónSumérgete en un oasis de paz y armonía con esta experiencia sensorial inigualable. Acompáñanos en un viaje auditivo a través de un frondoso bosque en verano, donde el canto melodioso de las aves y el suave murmullo de las hojas te transportarán a un estado de profunda relajación.Deja atrás el estrés y las preocupaciones del día a día mientras te envuelves en la sinfonía natural del bosque. El susurro del viento entre las ramas, el canto de los grillos y el sonido del agua fluyendo en un arroyo cercano crearán una atmósfera de serenidad perfecta para la meditación o simplemente para descansar tu mente y cuerpo.Este video es ideal para:Combatir el estrés y la ansiedadMejorar la calidad del sueñoAumentar la concentración y la atenciónCrear un ambiente relajante para estudiar o trabajarConectar con la naturaleza y apreciar su bellezaCierra tus ojos, respira profundamente y deja que los sonidos de la naturaleza te guíen hacia un estado de paz interior. Disfruta de este regalo de la naturaleza y permite que la tranquilidad del bosque te renueve y revitalice.¡No te pierdas esta experiencia sensorial única!-------------------¡ Bienvenid@ a Live Your Dreams (LYD)!¡ Vive tus Sueños con nosotros !Muchas gracias por ver este video del canal de Live your Dreams. Espero que te haya gustado y no olvides compartirlo con tu familia y amigos :)🌐 Puedes encontrarnos también en las redes sociales:- Dale un Me Gusta a nuestra página de Facebook :) https://www.facebook.com/liveyourdrea...- Síguenos en Twitter: https://twitter.com/livedreamsidea- Y en Instagram: https://www.instagram.com/liveyourdre...- Nuestro Blog: https://liveyourdreamsidea.blogspot.com-------------------
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FRANCISCO ARAYA PIZARRO PUBLICADO EN ESPAÑA: En una noche abrumado por mis problemas (Trabajo, Casa, etc.), decidi ponerme a escribir y escuchar una comedia, en ese instante decidi terminar un relato para una revista literaria (espero que la elijan para publicar), y cuando termine el relato que estaba escribiendo, lo corregi y lo envie, revisaba mi correo y gracias a Dios recibi una noticia que dejo atras todos mis problemas, un relato que envie para un concurso hace 1 dia, ya estaba publicado en el sitio web del certamen, es el Relato Nº30: "Sinfonía de los bosques"…Aqui les dejo el link para que ustedes disfruten de esta historia: https://www.losrucheles.es/relatos-presentados/
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Refugio del Bosque
En lo más profundo del bosque, donde los rayos del sol apenas se atrevían a penetrar entre las densas ramas, se alzaba una cabaña solitaria. Sus paredes de madera vieja y su techo cubierto de musgo la convertían en un refugio perfecto para aquellos que buscaban alejarse del bullicio del mundo exterior.
Dentro de la cabaña, una chimenea crepitaba con el calor reconfortante del fuego, iluminando apenas la estancia con su luz titilante. En una esquina, una mesa de madera gastada sostenía un viejo libro, cuyas páginas amarillentas narraban historias olvidadas por el tiempo.
El aroma a tierra mojada y a hierbas silvestres impregnaba el aire, mientras el susurro del viento entre los árboles parecía contar secretos ancestrales. Afuera, el murmullo del arroyo cercano se unía al concierto natural, creando una sinfonía única que solo aquellos que se aventuraban hasta allí tenían el privilegio de escuchar.
En medio de ese escenario de tranquilidad y misterio, una figura solitaria se encontraba sentada frente a la ventana, perdida en sus pensamientos. Sus ojos reflejaban la sabiduría de quien ha vivido mucho y ha visto aún más, pero también la tristeza de quien carga con el peso de los recuerdos.
Así transcurrían los días en la cabaña del bosque, donde el tiempo parecía detenerse y los corazones encontraban paz en la simplicidad de la naturaleza. Y aunque el mundo exterior continuaba su frenético ritmo, aquel refugio permanecía inmutable, esperando a aquellos que anhelaban encontrar un instante de serenidad en medio del caos.
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ELLA. Ella no es como todas, es demasiado diferente al resto de las demás mujeres, es impredecible, imparable, es fuego, y al mismo tiempo, es un iceberg de fuerza voraz, y veraz. Ella puede tomar tu reflejo y guardarlo en su mirada, quedarse con él, o simplemente, dejarlo escapar en base a lágrimas. Ella toma tu alma y la viste de ella misma, toma tus miedos y te cubre, -te protege- no te deja solo o a solas, todo lo contrario, se une a ti. Ella te hace volar muy alto, tan alto, que tocas el fin del universo, sin miedo de caerte. Ella me hace reír siempre con su sonrisa, incluso cuando ciento que mis días son más grises. Ella pinta de arcoíris mis días y me hace ser feliz, a carcajadas. Ella es esa chica que encontré, -sin yo buscarla- Ella es ese exit con luces de neón, que me muestra la salida. Ella es una llama que comienza poco a poco a iluminar mis días, primero fogata, después incendio. Ella es esa oruga que se arrastró sobre mi piel, para convertirse en mariposa dentro de mi corazón. Ella es feliz corriendo por la lluvia, sobre la tierra mojada, se detiene por un momento, abre sus brazos al cielo, y después me pide que yo baile a ella. Ella es feliz, ¡así! sé que a veces, llora dentro, pero no lo demuestra, <<para que ser infeliz, cuando te queda solo una vida>> ¡Dice ella! Amar a ella es melodía, y aun cuando hacemos el amor, desnudos en la cama y en el silencio creamos sinfonías al respirarnos. Ella no sabe que me doy cuenta, que, a pesar de creerse muy libre, es tan frágil dentro, pero me hago el tonto, me quedo mirándola. Solo mirándola, y guardo silencio. Ella es mi océano, mis olas, mi bosque, sus hojas. Ella es desierto y oasis, es pájaro y nido Es mi navidad, mi fin de año, mi segundo, mi eternidad. Ella es todo de mí, y yo, nada… ¡Sin ella!
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"ADÉNTRATE EN LA MAGIA DE LA OBSERVACIÓN DE AVES EN EL CORAZÓN DE LOS ANDES"
Adéntrate en la magia de la observación de aves en el corazón de los Andes y descubre un mundo de maravillas aladas que te dejará sin aliento. En el Centro de Conservación Pachacutec Bosque Andino, podrás sumergirte en la exuberante belleza de la naturaleza y disfrutar de una experiencia única que te conectará con la vida silvestre de una manera que nunca imaginaste.
Desde el momento en que pongas un pie en este paraíso natural, serás recibido por una sinfonía de cantos de aves que llenará el aire. El centro es el hogar de más de 500 especies de aves, desde las más comunes hasta las más exóticas y raras. Tendrás la oportunidad de observar aves endémicas que solo se encuentran en esta región y que son verdaderas joyas de la naturaleza.
El principal atractivo del centro es su diversidad de hábitats, que tiene la cuenca del Wanakauri. Esto significa que cada rincón brinda una oportunidad única para avistar diferentes especies de aves. Caminar por los senderos bien mantenidos te llevará a través de bosques frondosos, donde podrás observar colibríes revoloteando y aves tropicales de vivos colores alimentándose de néctar. A medida que te adentres en los páramos de montaña, podrás observar los paisajes y las hermosas cataratas del Wanakauri.
Una de las experiencias más emocionantes que podrás vivir en el centro es la observación de aves migratorias. Cada año, las aves migran desde lejanos territorios del hemisferio norte hasta los Andes en busca de climas más cálidos y recursos alimenticios.
Pero la experiencia en el Centro de Conservación Pachacutec Bosque Andino va mucho más allá de la simple observación de aves. Aquí, podrás aprender sobre los esfuerzos de conservación que se llevan a cabo para proteger a estas aves y su hábitat. Los guías expertos te proporcionarán información valiosa sobre las especies y sus comportamientos, y te guiarán en el respeto y cuidado de la vida silvestre.
Para los más aventureros, el centro ofrece la oportunidad de participar en programas de voluntariado. Podrás ser parte activa en el cuidado de las aves, desde la alimentación hasta el seguimiento de su comportamiento. No solo estarás contribuyendo a la conservación de las aves, sino que también aprenderás sobre su papel vital en el ecosistema y cómo podemos protegerlos.
Después de un día emocionante de observación de aves y exploración de la naturaleza, podrás relajarte en las instalaciones del centro. Disfruta de la comodidad de las cabañas rústicas y deléitate con la deliciosa comida local que se ofrece.
En resumen, el Centro de Conservación Pachacutec Bosque Andino es el destino perfecto para aquellos que aman la observación de aves y quieren conectarse con la naturaleza de una manera profunda y emocionante. Camina por senderos repletos de cantos de aves, admira la belleza de aves exóticas y aprende sobre la conservación de estas criaturas aladas. No importa si eres un experto en aves o simplemente alguien que busca una experiencia única en la naturaleza, este lugar te dejará maravillado y con ganas de volver una y otra vez. ¡Ven y descubre la magia de las aves en los Andes!
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