Tumgik
amormyst · 3 months
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Victor
Frío y desolado, así me siento mientras contemplo el amanecer. Ríos de pensamientos fluyen en mi mente. Amar parece un lujo, uno que quizás nunca pueda permitirme. Noches enteras paso reflexionando sobre mis actos y su significado. Karma, algunos dirían, ha dictado mi destino. El amor que anhelo es una fantasía distante, inalcanzable. Ningún ser humano podría comprender mi lucha interna. Sufro en silencio, oculto tras una fachada de normalidad. Tiempos modernos, pero las viejas heridas aún no sanan. En mis recuerdos, veo las sombras de quienes me rechazaron. Innumerables veces he deseado ser alguien más. Nunca me rendiré en la búsqueda de redención.
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amormyst · 3 months
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Eterna Tentación
Esa noche, Cristian se encontraba en un bar de striptease, un lugar que jamás habría imaginado visitar. Había sido un día devastador; su esposa le había pedido el divorcio esa misma mañana. Perdido en sus pensamientos, se sentó en la esquina más oscura del bar, con un vaso de whisky en la mano, tratando de ahogar su dolor.
Las luces rojas y púrpuras del bar daban al lugar un aire de misterio y decadencia. Las bailarinas se movían con una gracia hipnótica, pero Cristian apenas las notaba. Hasta que ella apareció. Anastasia, con su larga cabellera negra como la noche, entró en su campo de visión. Vestía un ajustado conjunto de cuero negro que resaltaba sus curvas, y su escote dejaba entrever la perfección de su piel pálida. Sus movimientos eran elegantes y seductores, una mezcla de gracia y peligro que lo dejó sin aliento.
Anastasia se movía con una elegancia sobrenatural, cada paso una danza silenciosa. Cuando sus miradas se cruzaron, Cristian sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Había algo en ella, una mezcla de peligro y atracción que lo envolvió por completo. No pudo apartar los ojos de ella mientras se acercaba, sus movimientos lentos y deliberados.
“¿Puedo sentarme?”, preguntó Anastasia. Su voz, un susurro que parecía resonar en su mente.
Cristian asintió, sin confiar en su voz para responder. Ella se deslizó en la silla junto a él, y él pudo percibir un leve aroma a jazmín y algo más oscuro, más antiguo.
“Te ves... perdido,” dijo Anastasia, mirándolo con una mezcla de curiosidad y compasión.
“Mi esposa me pidió el divorcio hoy,” respondió Cristian, sorprendiéndose de lo fácil que le resultaba hablar con ella.
Anastasia inclinó la cabeza, sus ojos brillando con una comprensión profunda. “A veces, el destino nos lleva por caminos inesperados.”
Mientras hablaban, Cristian sintió que una conexión se formaba entre ellos, algo que iba más allá de la mera atracción física. Había algo en la presencia de Anastasia que lo hacía sentir vivo, como si ella pudiera ver directamente en su alma.
Después de un rato, Anastasia lo tomó de la mano y lo guio a una habitación privada. El ambiente cambió inmediatamente; el ruido del bar quedó atrás y fueron envueltos por una calma inquietante. Las paredes estaban cubiertas de terciopelo rojo, y una luz tenue iluminaba la estancia. La atmósfera era densa, cargada de un misterio que parecía palpitar en el aire.
“Quiero mostrarte algo,” dijo Anastasia, acercándose aún más. Cristian pudo ver sus colmillos al hablar, y un destello de temor y excitación cruzó por su mente.
Se alejó unos pasos y, con una elegancia inhumana, comenzó a moverse en un ritmo hipnótico. Cristian no podía apartar la mirada. De repente, Anastasia hizo algo que ningún ser humano podría hacer: flotó en el aire, elevándose unos centímetros del suelo, su cuerpo arqueado en una postura que irradiaba tanto sensualidad como peligro. Sus ojos brillaban con una luz sobrenatural mientras se deslizaba hacia él en el aire, como una sombra líquida.
Cristian sintió su corazón latir con fuerza, una mezcla de miedo y deseo lo embriagaba. Anastasia descendió lentamente, deteniéndose justo frente a él, tan cerca que podía sentir el frío de su piel.
“Soy más antigua de lo que puedas imaginar,” dijo Anastasia, su voz un eco suave. “Tengo más de trescientos años. Soy una vampira.”
Cristian sintió un torbellino de emociones. La revelación de su naturaleza vampírica no hizo más que intensificar la atracción que sentía por ella. Había algo profundamente seductor en la eternidad que Anastasia representaba, un mundo de sombras y deseos prohibidos.
Sin decir una palabra más, Anastasia lo besó. Un beso que parecía robarle el aliento y al mismo tiempo darle vida. Sus labios eran fríos, pero la sensación era electrizante. Cristian se entregó a la pasión, dejándose llevar por el momento.
Pasaron la noche juntos, envueltos en un torbellino de pasión y desenfreno. La habitación privada se convirtió en un santuario de sus deseos más oscuros y profundos. Cada caricia, cada beso era una promesa de algo más, de un mundo nuevo y peligroso que Cristian anhelaba explorar.
Al día siguiente, se encontraron nuevamente. La luz del día no hacía más que resaltar la belleza etérea de Anastasia. Ella lo miró con una mezcla de ternura y decisión.
“Quiero ofrecerte algo,” dijo Anastasia, tomando su mano. “La eternidad. Quiero que estés conmigo, que vivas en mi mundo. Tienes un año para reflexionar y darme una respuesta.”
Cristian sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La oferta era tentadora y aterradora al mismo tiempo. La posibilidad de una eternidad junto a Anastasia, de explorar el misterio y la pasión que ella representaba, lo llenaba de un deseo profundo.
“Piensa bien tu respuesta, Cristian,” dijo Anastasia, sus ojos brillando con una promesa antigua. “La eternidad no es para todos, pero si decides unirte a mí, te mostraré un mundo más allá de tus sueños más salvajes.”
Cristian la miró, sintiendo que su vida había cambiado para siempre. Sabía que enfrentaba una decisión monumental, pero también sabía que la atracción que sentía por Anastasia era más fuerte que cualquier miedo. La pasión y el misterio de la noche anterior eran solo el comienzo de un viaje que podría durar para siempre.
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amormyst · 3 months
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Tu retrato
Esta mañana, al despertar y encontrar tu ausencia, me sorprendí con un regalo inesperado que dejó una huella profunda en mi corazón: un retrato tuyo en mi mesa de noche, evocando la noche en que nos conocimos. Allí estabas, en la terraza, contemplando el cielo estrellado con ese elegante vestido negro. Me quedé embelesado, atrapado en la magia de esa imagen, que revivió en mí los recuerdos de una velada inolvidable.
Tus labios, pintados de un rojo intenso, irresistibles y llenos de promesas, me cautivaron desde el primer instante. Eran como pétalos de rosa, suaves y delicados, prometiendo besos capaces de robarme el aliento y despertar mis deseos más profundos.
Tus ojos, dos enigmas profundos, eran puertas a un universo insondable. En ellos brillaban infinitas estrellas; cada mirada tuya era un viaje hacia lo desconocido, una invitación a explorar constelaciones de secretos y maravillas ocultas. En tu mirada hallaba respuestas, calma y una conexión cósmica que me hacía sentir parte de algo grandioso y eterno.
Recuerdo mi torpeza al intentar hablarte, mi voz temblorosa que apenas lograba articular, palabras coherentes. Pero, más que nada, recuerdo el aroma de tu perfume, que me embriagó por completo. Era un olor dulce y embriagador que se mezclaba con la brisa nocturna, envolviéndome y haciendo que mi corazón latiera más rápido.
Tu cabello, salvaje y seductor, se deslizaba por tu piel como olas acariciando la arena, añadiendo un toque de sensualidad a esa visión celestial que me dejaba sin aliento. Cada movimiento tuyo irradiaba una belleza que parecía desafiar las estrellas mismas.
Cada detalle de esa imagen, desde el brillo de tus ojos hasta el suave contorno de tus labios rojos, me envolvía en una cálida sensación de amor y deseo. Era como si el universo entero conspirara para hacer de esa noche un momento inolvidable, una experiencia donde cada fibra de mi ser se sintió viva, conectada a ti de una manera sublime y eterna. Y en la soledad de la mañana, contemplando tu foto, reviví esa noche mágica y me dejé llevar por la marea de sentimientos que tú, con tu encanto y misterio, habías desatado en mí.
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amormyst · 3 months
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Recuerdos de Amor y Zombis
En un mundo devastado por un apocalipsis zombi, donde los gritos de los no muertos resonaban entre las ruinas de lo que alguna vez fue una próspera ciudad, se encontraba Marco. Él había perdido a casi todos sus seres queridos, excepto a una persona: Ana, su amor, su razón de seguir adelante en medio del caos. Desde el inicio de la plaga, se habían prometido protegerse mutuamente, pero ahora las circunstancias les jugaban una cruel pasada.
Marco y Ana se refugiaban en un edificio semi-derruido, con las ventanas cubiertas precariamente para evitar ser detectados por las hordas que deambulaban por las calles. Los suministros escaseaban, y la esperanza parecía un lujo del pasado. Una noche, mientras compartían un momento de paz entre el estrépito constante de gemidos y gruñidos afuera, algo cambió.
Ana, con sus ojos aún llenos de amor, pero también de dolor y desesperación, se acercó a Marco con una mirada que él nunca podría olvidar. Le tomó las manos temblorosas y las posó sobre su rostro, acariciándolo como si quisiera grabar cada contorno en su memoria. Marco sintió un nudo en la garganta al darse cuenta de lo que estaba a punto de suceder.
—No puedo soportar estar separada de ti en este mundo loco, Marco. Eres lo único que me queda —dijo Ana con voz entrecortada por la emoción y las lágrimas que amenazaban con desbordarse.
Marco la abrazó con fuerza, sintiendo el corazón latir con desesperación contra su pecho. Con cada latido, el tiempo parecía ralentizarse, como si el universo mismo quisiera detenerse para permitirles disfrutar de un último momento juntos.
—No te preocupes, Ana. Estaré contigo, pase lo que pase —respondió Marco con voz entrecortada por la emoción y la angustia.
Ana acercó sus labios a los de Marco en un beso que parecía contener todo el amor y la despedida que podían expresar. Fue un beso lleno de nostalgia por los días felices que ahora parecían tan lejanos, pero también de la promesa de un amor que trascendía incluso la muerte.
Sin embargo, algo cambió después de ese beso. Ana se apartó lentamente de Marco, su mirada oscurecida por un hambre que no podía controlar. Marco la observó con ojos llenos de dolor y comprensión, sabiendo que el virus finalmente la había alcanzado. Ella lo miró con un último destello de humanidad antes de inclinarse hacia él, sus colmillos ahora expuestos y brillando débilmente a la luz débil que se filtraba por las ventanas rotas.
Marco cerró los ojos y dejó que Ana lo mordiera, sintiendo cómo sus dientes atravesaban su piel y el calor de su aliento se mezclaba con el suyo. En ese momento de dolor físico, algo milagroso sucedió: en su mente, Marco revivió pequeños momentos de felicidad con Ana. Recordó su primer encuentro en una cafetería ahora derruida, la forma en que se sonreían tontamente el uno al otro, como si el mundo fuera solo suyo por un instante.
Cada mordida de Ana parecía liberar un recuerdo más profundo y emotivo. Recordó el paseo bajo la lluvia en el parque, las risas compartidas durante noches interminables de películas malas y pizzas frías, el primer beso robado en un callejón oscuro que ahora parecía tan lleno de vida en comparación con el mundo exterior.
A medida que Ana lo mordía y lo destrozaba físicamente, Marco se aferraba a esos recuerdos con desesperación. Nunca intentó protegerse de ella porque sabía que ya no había necesidad. Ella era su destino, su final y su principio. Y mientras el dolor se intensificaba, una sensación de paz y aceptación lo invadió, sabiendo que pronto estarían juntos en la eternidad, en un lugar donde no había más dolor ni miedo.
Finalmente, con su último aliento humano, Marco recordó el primer beso con Ana. Marco cerró los ojos y se transportó de vuelta en el tiempo, a aquel momento mágico que parecía sacado de una novela romántica en contraste con el mundo actual en ruinas.
Recordó el día de su priemra cita en una cafetería que ya no existía, donde los murmullos de la gente y el aroma del café recién hecho creaban un ambiente acogedor. Ana había llegado tarde, con una sonrisa traviesa bailando en sus labios mientras se disculpaba entre risas. Marco no pudo evitar sonreír ante su encanto desarmante, y desde ese primer instante supo que algo extraordinario estaba comenzando.
Esa tarde, bajo la suave luz de la tarde que se filtraba por las ventanas, Ana y Marco compartieron historias y risas, como dos almas que se reconocían de vidas pasadas. Hablaban de sueños, de libros favoritos, de lugares que querían visitar algún día. Y en medio de una conversación sobre el significado de las estrellas en el cielo nocturno, ocurrió.
Ana había bajado la mirada tímidamente, sus mejillas ligeramente sonrosadas por la emoción que palpitaba entre ellos. Marco sintió un impulso irresistible y con manos temblorosas, levantó su mentón suavemente para encontrarse con sus ojos brillantes y llenos de expectación.
El primer roce de sus labios fue como la colisión de dos meteoritos en el vasto universo, un encuentro que hizo temblar al mundo entero por un instante. Fue un beso lleno de descubrimiento y de promesas, donde el tiempo parecía detenerse para dar paso a la magia de un amor recién nacido.
Los labios de Ana eran suaves como pétalos de rosa bajo la caricia de Marco, quien se sintió perdido en un abismo de sensaciones nuevas y emociones profundas. El sabor dulce de su aliento se mezcló con el suyo, creando una sinfonía de suspiros y latidos acelerados que resonaban en el corazón de ambos.
Y en aquel instante, con la certeza de haber encontrado algo único y eterno, Marco supo que Ana sería su destino. El beso se convirtió en el punto de partida de una historia que ahora parecía un cuento de hadas en comparación con la pesadilla en la que se encontraban.
Así, mientras Ana lo mordía y el recuerdo de aquel primer beso se desplegaba vívidamente en su mente, Marco encontró consuelo en saber que su amor con ella trascendería incluso el fin del mundo tal como lo conocían.
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amormyst · 3 months
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Segundo Encuentro: La Revelación de la Dualidad
Una semana después de su primer encuentro en la tienda de discos, Adam caminaba por la misma calle con el recuerdo de Kelly fresco en su mente. La lluvia ligera creaba un ambiente nostálgico mientras se acercaba a la pequeña tienda de discos entre los edificios antiguos. Empujó la puerta y entró, la campanilla tintineó suavemente anunciando su llegada.
Esta vez, la tienda parecía más tranquila, y Adam se encontró con Kelly detrás del mostrador, ordenando algunos vinilos recién llegados. Ella levantó la vista al escuchar la campanilla y le dedicó una sonrisa cálida.
—Hola, Adam. Me alegro de verte de nuevo. ¿Cómo has estado? —saludó Kelly, con curiosidad genuina en su voz.
Adam se acercó al mostrador, sintiéndose cómodo en su presencia.
—Ha sido buena semana, gracias. De hecho, he estado pensando en ti estos días. Me hiciste recordar algo especial relacionado con Guns N' Roses —comentó Adam, mirando a Kelly con una mezcla de nostalgia y emoción.
Kelly arqueó una ceja, intrigada.
—¿Oh sí? Cuéntame más. ¿Tienes alguna historia interesante? —preguntó ella, inclinándose ligeramente hacia adelante.
Adam sonrió, recordando vívidamente ese momento de su infancia.
—Recuerdo la primera vez que escuché a Guns N' Roses. Tenía apenas 11 años y mis padres me regalaron un Disman. Mi hermano mayor, que era fanático de la banda, me regaló su primer CD, "Appetite for Destruction" de Guns N' Roses. Para mi fue como abrir una puerta a un mundo completamente nuevo. La energía, la rebeldía en la música, todo resonó conmigo de inmediato. Sentí una mezcla de emoción y asombro como nunca antes había experimentado —relató Adam, sus ojos brillando con la nostalgia de aquellos recuerdos.
Kelly escuchaba atentamente, capturada por la pasión en la voz de Adam.
—Esa es una historia increíble. Es fascinante cómo la música puede tener un impacto tan profundo en nosotros desde tan joven edad —comentó Kelly, asintiendo con complicidad.
Adam asintió, sintiéndose cada vez más a gusto, compartiendo esos recuerdos con Kelly.
—Es por eso que siempre que escucho Guns N' Roses, me lleva de vuelta a esos momentos. ¿Tienes algún álbum favorito de la banda? —preguntó Adam, curioso por conocer más sobre los gustos musicales de Kelly.
Kelly sonrió, dejando a un lado el vinilo que estaba sosteniendo.
—Definitivamente, "Use Your Illusion I" es uno de mis favoritos. Tiene tantas capas emocionales y melodías poderosas que siempre me hacen sentir algo diferente cada vez que lo escucho. ¿Te gustaría escucharlo, creo que tenemos una copia por aquí? —propuso Kelly, comenzando a buscar entre los vinilos detrás del mostrador.
Adam asintió entusiasmado, encantado por la idea de difrutar la música junto a Kelly.
Mientras tanto, la campanilla de la puerta sono, y entró Max, el novio de Kelly. Adam notó su llegada por la forma despreocupada en la que se movía, contrastando con su propia reserva y meticulosidad. Max irrumpió en la tienda con una energía contagiosa, saludando a Kelly con un beso rápido en los labios.
—¡Hola, amor! Perdón por llegar tarde, tuve un pequeño problema con la moto —dijo Max con una sonrisa, su voz llena de confianza y ligereza.
Adam observaba a Max, notando cómo su presencia llenaba el espacio con una aura de despreocupación y carisma natural. Era evidente que Max y Kelly compartían una conexión cercana y cómoda.
Kelly presentó a Max a Adam, y los tres comenzaron a conversar animadamente sobre música y vida en general. Adam se encontraba cada vez más fascinado por la manera en que Max complementaba a Kelly: su energía contrastaba con la introspección de Adam, recordándole la dualidad interna que había comenzado a experimentar desde que conoció a Kelly.
Mientras escuchaba a Max contar historias con entusiasmo, Adam se sentía dividido entre la fascinación por la despreocupación de Max y su propia tendencia hacia la reflexión profunda. Era como si estuviera contemplando dos versiones de sí mismo: una que anhelaba la ligereza y el disfrute del momento como Max, y otra que se sentía atraída por la conexión emocional que compartía con Kelly.
El segundo encuentro no solo había reafirmado la conexión especial que Adam sentía con Kelly a través de su amor compartido por la música, sino que también había intensificado su comprensión de la dualidad en sus propios sentimientos y emociones. Adam se encontraba en un cruce de caminos, enfrentando la pregunta de si alguna vez podría reconciliar las partes enfrentadas de sí mismo y encontrar un equilibrio entre la seguridad y la aventura, la reflexión y la espontaneidad.
El desafío estaba claro: aceptar y abrazar esa dualidad interna, permitiéndose explorar tanto el lado racional como el apasionado que resonaban dentro de él. Adam sabía que este segundo encuentro había desencadenado un viaje interno que podría cambiar su vida para siempre, revelando capas de su propia identidad que había pasado por alto durante demasiado tiempo.
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amormyst · 3 months
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Eres una Diosa.
En el instante en que entraste, el mundo pareció detenerse. No fue solo tu belleza lo que me impactó, sino la manera en que irradiabas una sensualidad innata, una energía que llenaba la habitación y dejaba una estela de fascinación a tu paso.
Era como si cada movimiento tuyo, cada gesto, estuviera impregnado de una elegancia natural y un magnetismo que resultaba imposible de ignorar. La seguridad en tu andar, la chispa en tus ojos y la armonía de tus palabras creaban una sinfonía que resonaba profundamente en mi ser.
Me encontré abrumado por la intensidad de tu presencia, una mezcla de admiración y deseo que no había experimentado antes. Era como si tu energía vital, tu esencia misma, tuviera el poder de transformar el espacio y el tiempo, envolviéndome en una atmósfera de puro asombro.
En ese momento, entendí que no se trataba solo de lo que llevabas puesto, sino de quién eras y cómo tu ser irradiaba una fuerza y una sensualidad que desarmaban cualquier intento de resistencia.
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amormyst · 3 months
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Primer Encuentro: Oficinista y Chica Roquera
En una tarde gris y lluviosa, Adam, un oficinista de mediana edad, se encontraba caminando sin rumbo fijo después de un agotador día de trabajo. La monotonía de su vida diaria comenzaba a afectarlo más de lo que él mismo quería admitir. Sin embargo, esa tarde, algo diferente lo llevó a tomar un desvío por una calle que rara vez transitaba. Fue así como encontró una pequeña tienda de discos, oculta entre edificios antiguos.
Adam empujó la puerta, y una campanilla anunció su entrada. El olor a vinilos antiguos y la decoración vintage le dieron una sensación nostálgica, algo que no sentía desde hacía años. Se acercó a una estantería y empezó a pasar los discos uno a uno, sin prestar mucha atención. Fue entonces cuando su mirada se cruzó con un álbum que le recordaba a su juventud, uno que había olvidado.
—Esa es una excelente elección —dijo una voz femenina, suave pero con un toque de desafío.
Adam levantó la vista y se encontró con unos ojos verdes intensos, enmarcados por un maquillaje oscuro que acentuaba su estilo rebelde. La chica llevaba una camiseta de Guns N' Roses rasgada y unos jeans ajustados llenos de parches de bandas de rock. Su cabello teñido de colores vibrantes caía desordenadamente sobre sus hombros.
—No esperaba encontrar a alguien que aún valorara este tipo de música —respondió Adam, intentando sonar relajado mientras su corazón comenzaba a latir más rápido.
—La buena música nunca pasa de moda —dijo ella con una sonrisa traviesa—. Me llamo Kelly.
—Adam —dijo él, extendiendo la mano con cierto nerviosismo.
Kelly la estrechó con firmeza y calidez, una conexión instantánea que hizo que Adam sintiera algo profundo y casi olvidado despertar en su interior.
—¿Vienes aquí a menudo? —preguntó Adam, deseoso de prolongar la conversación mientras una extraña mezcla de emociones comenzaba a agitarse dentro de él.
—Trabajo aquí a tiempo parcial. Este lugar es mi refugio, mi escape. ¿Y tú? ¿Qué te trae por aquí? —respondió Kelly, apoyándose en el mostrador y revelando su escote.
—Solo buscaba algo diferente, un cambio de rutina. Y parece que he encontrado más de lo que esperaba —admitió Adam, sorprendiéndose a sí mismo por su honestidad.
Kelly rió suavemente, una melodía que resonó en lo más profundo de Adam.
—Bueno, has venido al lugar correcto. Aquí siempre encontrarás algo interesante, ya sea música o... otras cosas.
Mientras conversaban, algo dentro de Adam comenzó a cambiar. La presencia de Kelly despertaba en él una dualidad que no había experimentado antes. Por un lado, estaba el Adam racional, el oficinista metódico y responsable. Pero por otro lado, sentía surgir una versión de sí mismo más audaz y apasionada, una que se veía reflejada en los ojos brillantes de Kelly.
A medida que la charla avanzaba, Adam notó que sus pensamientos y sentimientos empezaban a dividirse. Por momentos, se sentía como dos personas distintas dentro de un mismo cuerpo. Por un lado, quería mantener la compostura y no dejarse llevar por impulsos irracionales. Por otro, deseaba dejarse llevar por la pasión y la emoción que Kelly encendía en él.
—¿Te gusta Guns N' Roses? —preguntó Kelly, señalando su camiseta con orgullo.
—Sí, me gusta. Pero, para ser honesto, hace mucho que no escucho sus discos. La rutina, ya sabes... —respondió Adam, sintiendo cómo su voz se volvía más firme y segura.
—Entonces, es hora de que rompas con la rutina —dijo Kelly, acercándose un poco más—. Ven, déjame mostrarte algunos de mis discos favoritos.
Mientras Kelly lo guiaba por la tienda, Adam sentía que cada paso lo llevaba más lejos de su yo habitual y más cerca de una versión de sí mismo que anhelaba libertad y pasión. Era como si Kelly tuviera la llave para liberar a un "Mr. Hyde" oculto en su interior, un lado de él que deseaba con ansias experimentar la vida de manera más intensa.
Adam se encontraba cada vez más inmerso en la conversación, fascinado por las historias de Kelly sobre conciertos y aventuras. Ella hablaba con una pasión y un entusiasmo que lo dejaban embelesado. La chispa en sus ojos, el movimiento de sus manos al describir una anécdota, todo en ella parecía vibrar con una energía que despertaba algo profundo en Adam.
—Recuerdo mi primer concierto de Guns N' Roses, fue una locura. La energía, la multitud, la música... todo era perfecto. Fue una noche que cambió mi vida para siempre —dijo Kelly, su voz llenándose de emoción al recordar.
—Debe haber sido increíble. Nunca tuve la oportunidad de verlos en vivo —admitió Adam, sintiendo una punzada de envidia mezclada con admiración.
—Deberías hacerlo algún día. No hay nada como la sensación de estar en un concierto, de perderte en la música y dejarte llevar. Es como si todo lo demás desapareciera, y solo quedaras tú y la música —respondió Kelly, mirándolo con una intensidad que hizo que Adam se estremeciera.
A medida que la conversación avanzaba, Adam sentía que sus dos personalidades, el oficinista racional y el apasionado amante de la música, comenzaban a fusionarse. Kelly tenía una habilidad casi mágica para sacar a relucir su lado más oculto, para hacerle sentir cosas que había enterrado durante años.
Y así, en medio de vinilos y melodías olvidadas, comenzó una historia que prometía transformar a Adam de formas que aún no podía comprender. La dualidad en su corazón y mente crecía con cada sonrisa de Kelly, prometiendo una aventura llena de amor, deseo y un descubrimiento profundo de su verdadera esencia. Con cada palabra y cada mirada, Adam sentía cómo el "Mr. Hyde" dentro de él se liberaba, anhelando vivir la vida con la misma intensidad y pasión que Kelly le mostraba.
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amormyst · 3 months
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Musa.
Te veo frente a mi como un poema en movimiento. Tu cabello, una cascada de ébano, que se desliza con gracia sobre tus hombros, enmarcando una sonrisa que promete secretos por descubrir. Cada movimiento es una danza de seducción, suavemente acompañada por el susurro de los tacones que dejan una huella de elegancia a tu paso.
El jeans se convierte en lienzo, abrazando cada curva con devoción, mientras la bota alta asciende con audacia, revelando la tentación de tu piel al alcance de la vista. Con cada movimiento, tu figura se erige como un símbolo de deseo, una obra maestra de la feminidad que enciende la imaginación y despierta los sentidos con su magnetismo irresistible.
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amormyst · 3 months
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Fiesta de Disfraces.
La fiesta de disfraces se celebraba en una antigua mansión, rodeada de un denso bosque. Las luces titilaban a través de los árboles, creando un ambiente casi sobrenatural. Dentro, los invitados, con trajes elaborados, se movían al ritmo de la música, creando un espectáculo de colores y formas.
Ella entró a la fiesta con un vestido dorado que relucía a la luz de los candelabros, representando la luna llena en todo su esplendor. Su cabello, suelto, caía sobre sus hombros, y una máscara delicada cubría parte de su rostro, dejando ver unos ojos intensos y brillantes.
Él, en cambio, se movía entre la multitud con una presencia salvaje. Vestido como un hombre lobo, su traje detallado mostraba fuerza y misterio. Una máscara lupina cubría su rostro, pero sus ojos, marrones y penetrantes, observaban a todos los presentes con una intensidad depredadora.
Sus miradas se cruzaron a través del bullicio de la fiesta. Ella, la luna llena, y él, el hombre lobo. Un magnetismo instantáneo los atrajo, como si fueran destinados a encontrarse. Él se abrió paso entre los invitados, sus ojos nunca apartándose de ella. Cada paso suyo resonaba con la promesa de un encuentro que cambiaría la noche.
Ella sintió una mezcla de emoción y anticipación mientras él se acercaba. Al llegar junto a ella, su voz profunda rompió el silencio entre ellos.
—Pareces hecha para esta noche —dijo él, su aliento cálido y lleno de deseo.
Ella sonrió, una sonrisa misteriosa que invitaba a la tentación.
—Y tú pareces sacado de mis sueños más oscuros y salvajes —respondió ella, su voz un susurro cargado de sensualidad.
Sin más palabras, él tomó su mano y la guió fuera del bullicio, hacia un jardín privado iluminado por la luz de la luna. El aire fresco estaba cargado de expectativa. Allí, bajo el cielo nocturno, se detuvieron. Él levantó una mano para acariciar suavemente su mejilla, sus dedos rozando su piel con una suavidad inesperada.
—No necesitamos nombres esta noche —murmuró él, su voz vibrando con deseo.
—Solo la pasión —respondió ella, inclinándose hacia él, sus labios apenas rozando los de él.
El primer beso fue como un rayo en la oscuridad. Sus labios se encontraron con una mezcla de suavidad y fuego, explorándose mutuamente. El sabor de sus besos era adictivo, una mezcla de anhelo y promesas no dichas. Las manos de él bajaron por su espalda, atrayéndola más cerca, mientras sus cuerpos se amoldaban perfectamente uno al otro.
La noche avanzaba, pero el tiempo parecía detenerse para ellos. Bajo la luz de la luna, sus besos se volvieron más intensos, cada caricia una invitación a explorar más. Él deslizó una mano por el borde de su vestido, sintiendo la piel suave de su muslo. Ella arqueó su cuerpo hacia él, susurrando su deseo en su oído.
El jardín privado se convirtió en su santuario. Las manos de él recorrieron su cuerpo con un hambre contenida, deslizándose por cada curva, memorando cada rincón de su figura. Sus labios viajaron desde su cuello hasta sus hombros, mientras ella jadeaba suavemente, sus dedos enredados en su cabello.
La pasión entre ellos creció, convirtiéndose en un fuego indomable. Los susurros y los gemidos llenaban el aire, mezclándose con el suave susurro del viento y el canto lejano de los búhos. Él la levantó suavemente, apoyándola contra un árbol, sus cuerpos entrelazados en un baile sensual.
Cada movimiento era una sinfonía de deseo. Él besaba su cuello, sus hombros, mientras ella se aferraba a él, sus uñas trazando caminos de placer en su espalda. Sus respiraciones se entremezclaban, sus corazones latiendo al unísono. La intensidad del momento los envolvía, haciendo que todo lo demás desapareciera.
Sus cuerpos se movían juntos en una danza rítmica, sincronizada, cada toque y cada beso llevando a ambos al borde de la locura. La luna llena brillaba intensamente sobre ellos, como una testigo silenciosa de su pasión desenfrenada.
Cuando finalmente se separaron, el aire estaba cargado de energía. Ambos se miraron a los ojos, sin necesidad de palabras. La conexión que habían compartido era profunda y real, aunque fugaz. La noche había sido suya, un momento fuera del tiempo y de la realidad.
Sin decir nada, él la llevó de regreso a la fiesta, sus manos todavía entrelazadas. Cuando finalmente se despidieron, un último beso selló su encuentro, una promesa silenciosa de que, aunque no volvieran a verse, esa noche viviría eternamente en sus recuerdos.
La fiesta continuó, pero para ellos, la verdadera magia ya había sucedido. Ella, la luna llena, y él, el hombre lobo, se habían encontrado y perdido en una noche de pasión inigualable, dejando una marca indeleble en sus almas.
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amormyst · 3 months
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Lado B: Luna
Capítulo 1: La Primera Observación
Desde mi trono en el cielo, observaba el mundo nocturno con un interés distante. La tierra giraba bajo mi luz, revelando secretos y misterios en cada rincón. Pero una noche, mi atención se fijó en una criatura diferente.
Era un hombre lobo, transformado bajo mi brillo. Su mirada fija en mí, con una intensidad que nunca había sentido antes. Había algo en él, una mezcla de ferocidad y vulnerabilidad que despertó mi curiosidad. Esa noche, por primera vez, sentí una conexión con una criatura de la tierra.
Capítulo 2: El Misterio Creciente
Las noches pasaban y mi curiosidad se transformaba en fascinación. Lo veía correr por los bosques, buscando siempre un lugar donde pudiera verme mejor. Me di cuenta de que yo también lo buscaba, ansiosa por ver su figura iluminada por mi luz.
Él no sabía que yo también lo observaba, que cada mirada suya hacía que mi luz brillara un poco más fuerte. Su deseo era palpable, y eso me hizo sentir algo nuevo, una especie de coquetería celestial. Me sentía viva bajo su mirada ardiente.
Capítulo 3: El Sueño Compartido
Una noche, mientras atravesaba una tormenta, noté que él estaba en un campo abierto. Decidí intensificar mi brillo, enviándole un rayo de luz que lo envolvió. Cerré los ojos y, por primera vez, me permití soñar.
En mi sueño, él flotaba hacia mí, y nuestras almas se encontraban en un espacio entre el cielo y la tierra. Nos movíamos en un baile antiguo, una danza que parecía estar escrita en las estrellas. Sentí su piel, fría y cálida a la vez, y su amor profundo, casi doloroso. Desperté con una sensación de pérdida, anhelando más.
Capítulo 4: La Respuesta
Cada noche, escuchaba sus confesiones. No necesitaba palabras para entenderlo; sus susurros eran claros como el cristal. Sentía su amor, su dolor, y cada rayo de mi luz era una respuesta silenciosa, un consuelo en la oscuridad.
Quería decirle que yo también lo amaba, que su anhelo no era unilateral. Pero estaba atrapada en mi órbita, incapaz de acercarme. Solo podía ofrecerle mi luz, mi presencia, esperando que fuera suficiente para mantener viva nuestra conexión.
Capítulo 5: La Convergencia
La noche de la superluna llegó, y sentí que algo grandioso estaba por suceder. Aumenté mi brillo al máximo, extendiendo mi luz hacia él con toda la fuerza que pude. Lo vi correr hacia el claro más alto, y supe que esa noche sería diferente.
Cuando él extendió sus brazos y cerró los ojos, me concentré en cada partícula de mi ser. Lo vi elevarse, flotando hacia mí, y sentí una energía indescriptible. Finalmente, nos unimos en un abrazo eterno.
Su esencia se mezcló con la mía, y nos convertimos en un solo ser, bailando en el cielo para siempre. El amor que compartimos fue más allá de lo terrenal, una conexión eterna que iluminaba la noche. Habíamos encontrado nuestro lugar juntos, en la infinita danza de las estrellas.
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amormyst · 3 months
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Lado A: El Hombre Lobo
Capítulo 1: El Primer Encuentro
Era una noche de luna llena, y como cada ciclo, mi cuerpo respondía al llamado de la transformación. El dolor inicial era intenso, pero pronto se convertía en un placer visceral. Sentía cada músculo tensarse, cada hueso realinearse. Al final, me quedaba la satisfacción de ser uno con la bestia que llevaba dentro.
Aquella noche, sin embargo, había algo diferente. Al alzar la vista, la luna parecía más brillante, más cercana. No podía apartar mis ojos de ella. Su luz bañaba mi piel, cálida y reconfortante, como un amante enredado en una pasión secreta. Fue en ese instante que sentí el primer latido del amor, un amor profundo y abrumador hacia esa esfera plateada en el cielo.
Capítulo 2: El Anhelo
Las noches siguientes se volvieron una tortura deliciosa. Esperaba con ansias la luna llena, cada ciclo parecía una eternidad. En mis noches solitarias, corría por los bosques, siempre buscando un claro donde pudiera verla mejor. En esos momentos, la bestia dentro de mí parecía calmada, embelesada por su presencia.
La luna era inalcanzable, pero su distancia solo hacía crecer mi deseo. Soñaba con acariciar su superficie, sentir su luz directamente en mi piel. Ella era mi musa, mi obsesión. Cada rayo suyo era una caricia, un susurro que prometía más.
Capítulo 3: El Encuentro Soñado
Una noche, en medio de una tormenta de verano, me encontré en un campo abierto. La luna apareció entre las nubes, y su luz me envolvió. Cerré los ojos y sentí como si me levantara del suelo, flotando hacia ella. Su luz era una fuerza magnética, irresistible.
En mi sueño, llegué a la luna y la encontré esperándome. Su superficie era suave, fría y reconfortante. Nos comunicábamos sin palabras, solo con miradas y sensaciones. Fue un baile lento y sensual, donde cada movimiento era una promesa de eternidad.
Capítulo 4: La Confesión
Desperté de aquel sueño sintiéndome más vacío que nunca. La realidad me golpeó con fuerza. Era un amor imposible, una fantasía que nunca se haría realidad. Pero no podía renunciar a ella. Así que, noche tras noche, le hablaba a la luna.
Le confesaba mis miedos, mis deseos, mis frustraciones. Le decía cuánto la amaba y cuánto la necesitaba. Su luz parecía responderme, parpadeando suavemente como si me escuchara. Me aferraba a esa ilusión, pues era lo único que tenía.
Capítulo 5: La Unión
Finalmente, llegó la noche de la superluna, una noche que siempre había esperado con ansias. Sabía que si alguna vez iba a suceder, sería entonces. Corrí al claro más alto del bosque y allí, bajo la luz más brillante que había visto jamás, me dejé llevar.
Cerré los ojos y extendí los brazos, entregándome completamente a su abrazo. Sentí una fuerza inmensa elevarme del suelo, y cuando abrí los ojos, estaba flotando hacia la luna. No sé cuánto duró ese viaje, pero al llegar, me sentí completo por primera vez.
Ella me recibió con su brillo eterno, y su luz me envolvió. Nos fundimos en un solo ser, un baile eterno en el vasto cielo. Finalmente, había encontrado mi lugar junto a ella, y su amor me llenó de una manera que nunca había imaginado.
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amormyst · 3 months
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Luz de Luna.
En una pequeña y remota aldea rodeada por frondosos bosques, vive un hombre que durante el día es como cualquier otro, pero cuando la luna llena se alza en el cielo, se transforma en un hombre lobo. Esta transformación no es una maldición para él, sino una liberación de sus sentimientos más salvajes y desenfrenados, aquellos que no puede expresar bajo la luz del sol.
La luna, en su esplendor, es más que un astro en el cielo; es una musa, bella, seductora y sensual. Aunque es inalcanza​ble para él, la ama en secreto y en silencio. Cada noche de luna llena, cuando su lado salvaje toma el control, él corre bajo la luz plateada de la luna, tratando de acercarse a ella, anhelando un amor que parece imposible.
Desde su trono celestial, la luna observa al hombre lobo con una mezcla de tristeza y deseo. Ella siente la pasión y el amor que emanan de su alma cada vez que se transforma, y aunque no puede descender del cielo para unirse a él, anhela sentir el calor de su abrazo, la intensidad de su aroma.
Una noche, la luna decide manifestarse de una manera que él pueda sentirla más cerca. Mientras corre a través del bosque en su forma de lobo, ella desciende como un rayo de luz plateada, envolviendo su figura en un abrazo celestial. En ese momento, la barrera entre lo posible y lo imposible se desvanece, y ambos se encuentran en un plano donde el tiempo y el espacio no existen.
En ese reino de ensueño, el hombre lobo y la lunar se entregan a una pasión que trasciende la realidad. La luz de la luna acaricia su piel como un manto sedoso, y el lobo en él se rinde ante la suavidad y el encanto de su amante celestial. Sus cuerpos se entrelazan, cada caricia es una promesa de placer eterno, y cada susurro es una declaración de amor incondicional.
La luna ilumina sus cuerpos desnudos con un resplandor suave y embriagador, resaltando cada curva y cada músculo. Los besos que comparten son profundos y llenos de deseo, cada toque es una explosión de sensaciones que recorren sus cuerpos como un fuego inextinguible. En el clímax de su unión, el lobo aúlla a la luna, y ella responde con un susurro de viento que acaricia cada rincón de su ser.
Pero con el amanecer, la luna debe regresar a su lugar en el cielo, y el hombre lobo vuelve a ser un hombre, llevando consigo el recuerdo de una noche donde el amor rompió todas las barreras. Cada luna llena se convierte en una promesa de reencuentro, en un himno a un amor que, aunque imposible en el mundo tangible, vive en el corazón de un hombre lobo y una diosa de la noche.
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