#S. Syeiduco

[s-syeiduco]

[...]

Creo que piensas mucho en mí,

aunque sigo sin entender

la peculiaridad de tus acciones.

Creo que pienso mucho en ti,

aunque sigo escondiéndolo

en las pausas de cada abrazo.

— S. Syeiduco

[s-syeiduco]

Mi línea a tierra...

Hay tantas cosas que podría decirte.

De esa noche que volvíamos a casa

y terminábamos en medio de tu canción favorita.

De esa tarde que entendíamos la fogata

para echar un poquito de lo malo que pasó,

o de lo bonito que queríamos recordar.

De esa mañana que no queríamos levantarnos

y decidimos pasar las horas contándonos secretos,

aunque eso resultara reescribir en los espacios vacíos.

O de esa velada donde no queríamos irnos

y juntamos todas las excusas posibles para alargar las horas,

con tal de no olvidar(te) otra vez.

Mi línea a tierra...

¿Es que no te has dado cuenta?

No podría esconderte nada,

me conoces tan bien

que eres capaz de descifrarme en medio de los latidos

y en la calidez de los abrazos.

Te prometo que estaremos bien.

— S. Syeiduco

[s-syeiduco]

Hola extraño:

Hemos vuelto a coincidir entre los residuos del «siempre» y de los latidos perdidos que se esparcieron como pólvora a través de un «nunca te voy a olvidar»… si tan sólo supieras que ahora nada de esto tiene sentido.

Una parte de ti se presentó como «nadie te hará daño, menos yo»; había alguien que repetía constantemente «atesoraré tu recuerdo» mientras se escuchaba la melodía que alguna vez manifestaba un «perdóname». Los «te quiero con mi vida» habían pasado a un segundo plano cuando se estableció el «no puedo vivir sin ti» que se asomaba ante cada «no quiero perderte»… ya no podía frecuentar a los fantasmas del pasado.

Había muchos «quizás se repita la misma historia», que me hacía retroceder a la idea de confiar otra vez en alguien que era diferente. Los «sueño contigo todas las noches» intentaban dar rienda suelta a lo que no quería sentir otra vez; cada vez que me negaba a algún latido distinto, era visitada por los «siempre estaré contigo» que soltabas antes de irte a dormir.

Solías decir que en cada pétalo arrancado también se marcaba un punto final, aunque eso implicaba (des)acelerar la frecuencia de los minutos del reloj. Vivías con los «nunca olvides que te amo», aunque yo nunca te lo decía de esa manera… me duele que no lo hayas comprendido del todo.

Cada vez que las distancias aumentaban, también lo hacían las excusas del porqué de las ausencias (no) planeadas. Ya no se reflejaba ningún ápice de verdad en cada encuentro; los latidos perdían sentido después de cada «hoy no» que rebotaba en los intentos de volver a empezar. Las sonrisas se convertían en desasosiego ante cada «no hay nadie más que tú en mi corazón»... el corazón ya no respondía de la misma manera.

Eres antídoto y veneno al mismo tiempo: no te conformas con reparar las heridas predecesoras del presente, también sabes de qué manera usarlo en contra para cortar la historia de raíz… siempre a tu favor.

¿Qué se supone que debo hacer cuando los latidos ya no son distintos y las mentiras retumban en cada paso hacia el olvido? Las gotas de lluvia se apegan al diluvio de mis pupilas, aún intentan calmar la tormenta de mis pensamientos cada vez que escucho tu nombre.

No puedo despedirme de algo que ya fue… o, al menos, eso intento.

— S. Syeiduco

[s-syeiduco]

Sé lo complicado que esto puede ser para ti...

Hace mucho que no te mostrabas vulnerable,

las pausas entre tus latidos y tus emociones

ponían en replay los intentos fallidos de tu pasado.

Pensamientos intrusivos,

o, más bien, autosabotaje.

Las malas decisiones te han llevado a retractarte

de lo que en realidad buscabas aquella noche,

sigo pensando que no fue buena idea

dejarse llevar por los impulsos del momento.

Insistes y luego desapareces,

reactivas instantes olvidados

para después dejarlos donde comenzaron.

Claro que esto es complicado para ti,

porque no esperabas que alguien como yo

desacomode tu mundo de maneras peculiares...

tal como tú hiciste conmigo.

Esperar(te) en la próxima señal de partida,

o simplemente escapar de esa rutina que conozco de memoria...

todo con tal de no ponerle fin

ni destrozar lo que queda de nosotros.

Aunque yo insista en que todo sigue como antes,

aunque tú sigas huyendo a la primera señal

de perder el control sobre tus emociones.

— "Miedos y Manías | Parte 10", S. Syeiduco

[s-syeiduco]

[...]

«Te prometo que no me enamoraré de ti»...

lo repetía tanto

que me hizo pensar que era una manera

de esconder lo que sentía de verdad.

— S. Syeiduco

[s-syeiduco]

Agosto está lleno de matices.

Nos habíamos conocido en medio del caos,

era la segunda vez que lo intentaba...

con menos miedos,

con más ganas de colapsar emociones.

De vez en cuando procuraba indagar mis pensamientos,

a veces se escondía en medio de mis sueños,

en citas improvisadas

y a través de los destellos de sus pupilas.

Fue inevitable quererlo desde el principio.

Le daba por garabatear todas mis objeciones

con tal de quedar(me) un poquito más,

sabía la manera exacta de atravesar mi coraza

sin amenazas ni persuaciones.

Le gustaba desenredar mis pensamientos

y levitar los latidos,

se aseguraba de ser inolvidable...

a pesar de las consecuencias post emocionales.

Ni siquiera puedo sacarlo de mi mente.

Es uno de esos seres que se impregna en la piel

sin necesidad de acercarse demasiado,

casi siempre está solo

pero le gusta compartir sus secretos a escondidas.

Quedaron cosas pendientes por decir

y encuentros del siguiente nivel...

nunca es suficiente el tiempo entre nosotros.

Fue bonito vernos...

fue bonito verte.

— "Enigmas, S. Syeiduco

[s-syeiduco]

El chico más bonito del mundo no parece de este planeta, tiene una sonrisa radiante y los ojos llenos de nostalgia. El chico más bonito del mundo esconde sus recuerdos en la brisa veraniega y suele pasar el tiempo pensando en cosas metafóricas cuando el sonido del silencio se apodera del ambiente. El chico más bonito del mundo aún no sabe como soy, sólo se queda leyendo mis escritos antes de que llegue el amanecer. El chico más bonito del mundo dice que le gusta lo difícil y lo misterioso, tal vez eso fue lo que le gustó de mí y tal vez por ese motivo no quiso marcharse. El chico más bonito del mundo es ése que siempre estuvo conmigo aún sin saber cómo soy...

"Aquello que llaman Amor | Parte 4", S. Syeiduco

[s-syeiduco]

[...]

El cigarrillo aún sabe a ti,

ha estado almacenando el sonido de tu voz

y la frecuencia de tus latidos;

el viento sigue manteniendo a flote

los secretos que escondías en tus pupilas.

— "Miedos y Manías | Parte 9", S. Syeiduco

[s-syeiduco]

Un latido menos,

un sentimiento de más,

a escasos centímetros de lo prohibido

fingiendo ser lo inalcanzable.

Vistes de emociones plenas,

al menos eso admites;

de vez en cuando te aferras al pasado

porque no soportas el ritmo de tu presente.

Un salto a lo que no quieres postergar,

un instante de alborotos prolongados,

no hay mucho que decir

ante los intentos desesperados

de los impulsos que opacan a la razón.

Dices que te intriga mi manera de ser,

que ya no soy la que deambulaba en tus sueños.

Hay tantas cosas que no podré explicarte;

si el cielo insiste en que te diga la verdad

o la noche pide que cambie lo que tiene que suceder,

si aún conoces el ritmo de tus latidos

o te despeinas en distintas paredes

para sofocar las vibraciones de tu alma.

Supongo que es todo lo que puedo presentar

para justificar mi lejanía (tan) repentina,

en algún momento lo entenderás.

Mientras tanto (si tú aceptas)

te acompaño en el mismo lugar de siempre,

con un cigarrillo entre los dedos

y un secreto que impida despedirme de ti.

— "Miedos y Manías | Parte 9", S. Syeiduco

[s-syeiduco]

Hace mucho que no fluían las palabras,

al menos no de la manera correcta.

Una parte de mí se quebró en la última pesadilla

sin opción a devoluciones,

ya no me pertenecían ni los pequeños instantes

en que me olvidaba de la realidad.

Todavía me encuentro en ese vaivén

de caminos a medio construir

y vuelos a medio despegar,

ya no se escucha la misma canción

ni los mismos latidos.

«Se ofrece amparo a cambio de cariño»,

es el cartel que cuelgan varias almas

en la entrada de su corazón,

no importaban los antecedentes post melancólicos.

El cielo comienza a deshacerse poco a poco;

el camino desparece antes de terminar su dirección,

la brisa se enfriaba poco a poco.

El vacío se va inundando con rapidez,

no hay escapatoria ni ápice de recuerdos

que me ayuden a flotar entre tanto desorden,

no quiero volver a ese lugar.

Ya casi es hora de despertar,

o, al menos, eso espero...

— "Colisión nocturna", S. Syeiduco

[s-syeiduco]

Una noche cualquiera del final del invierno:

Retrocedí en los intentos de no inundarme con los recuerdos prohibidos, ni siquiera estaba segura de volver a los antiguos vicios para mitigar las ausencias no planeadas.

Una salida inesperada, (re)encuentros de después y un puñado de arrepentimientos acompañaban la velada. Solía decirte que dejaras las bocanadas de más, sólo repetías que era tu único vicio... esa noche dejé que me inundara cada ceniza que desechaban los latidos de más.

Ya no me alejo de esos lugares que proyectan un pedacito de ti, no quiero terminar en la profundidad de mis pesadillas por no poder deshacerme de las heridas de lo que ya no podrá ser.

Aún me quedan muchos inviernos por recorrer, con la coraza reforzada y los nudos en la garganta que se niegan a fluir cada vez que se escucha a lo lejos los vicios (no) deseados... te prometo que intentaré no enloquecer.

— "Ídem", S. Syeiduco

[s-syeiduco]

—¡No te duermas!

—No estoy dormido, sólo descanso los ojos.

—La media sonrisa te delata, no sabes mentir.

—Lo sé, niña. Aún no quiero dormir, quiero estar contigo.

—Estás conmigo, corazón, no te preocupes.

—Me preocupa el hecho de perderte... no quiero perderte.

—¿Por qué lo dices?

—No estoy listo para dejarte ir. Tengo miedo de que algún día te alejes de mí.

—Todo puede pasar, hasta podría pasar contigo.

—No, yo estoy seguro de lo que quiero... y no quiero separarme de ti.

—¿Hace cuántas lunas evades tus miedos?

—Desde que te conocí. Pero ya no quiero hablar sobre eso.

—¿Y de qué quieres hablar?

—De las cosas pendientes por hacer.

—¡Aún falta mucho para eso!

—Depende de cómo lo veas.

—Los insomnios acumulados te hacen decir cosas de más.

—No, cariño, es lo que siento.

—Tienes que descansar, ya no podrás con un desvelo extra.

—¿Te quedas conmigo?

—Me quedo contigo.

—¿Te veré en mis sueños?

—Igual que cada noche.

—Nunca olvides que te quiero.

—No lo olvido.

—Te amo, con el corazón.

—Ídem.

—"(Des)encuentros", S. Syeiduco

[s-syeiduco]

Uno de mis poemas favoritos 😊 de mi libro "[...] hasta que el corazón deje de latir" 💙

📷 @s-syeiduco

[s-syeiduco]

Tómame, hazme saber que aún no me has olvidado y que los versos que un día te escribí aún rebotan en tu mente. Déjame sentirte; desliza mis manos por tu pecho, recorre mi cuello con tus labios y deja que se alborote tu respiración. Y si quieres que suceda algo más, ¿por qué no lo intentamos? Porque no importa si nos conocemos poco, de alguna manera nos unen los mismos sucesos que nos hicieron perder la fe en el amor y nos volvieron un poquito más vulnerables. No tenemos nada que perder, porque un suspiro demás no hará que involucremos los sentimientos. Así que hagamos un trato: usemos esa mala experiencia como excusa para liberarnos de la culpa y de los malos ratos que por un instante nos hicieron sentir en otra dimensión. No hay que darle más vueltas al asunto, disparemos esos temores por la ventana y huyamos a ese lugar que llaman hogar cuando nadie te está observando.

“Miedos y Manías | Parte 5″, S. Syeiduco

[s-syeiduco]

Se ha sabido mucho de conclusiones, de amores fallidos y de la intensa necesidad de cambiar la rutina por una emoción del momento.

No te voy a mentir, igual no me sale hacerlo. A pesar de haber intentado quitarme tu recuerdo en otra piel y de mezclar distintos perfumes en medio de los encuentros, sigues presente entre cada latido alborotado que me ocasionan las copas de más y los orgasmos post locura.

Las tormentas de emociones son constantes. Es increíble la capacidad que tienen mis recuerdos de borrarse momentáneamente cuando estoy fuera de mis cabales, incluso cuando hay muchas lágrimas alrededor de las voces que entonan esa canción que no se pudo olvidar.

Cariño, has sido, eres y serás ese final inesperado que tuve que forzar en medio de mis sentimientos. No te culpo por nada, sólo es mi manera de hablarle a lo que quedó de ti en esas cartas que aún no me atrevo a desechar.

Quizás lo vuelva a intentar. O quizás no me atreva a deshacerme del todo de aquello que me hacía vibrar el alma.

Hago mías las palabras de Malaci: «Conclusión. Aún hay amor aquí, donde ya no estás».

— "Basado en hechos reales", S. Syeiduco

[s-syeiduco]

Un día pesado,

un montón de pensamientos

sobre lo que pudo haber sucedido.

De fondo suenan las canciones

que borré del reproductor de música,

hace mucho que las había escondido

para evitar que se inunden mis pupilas.

Un baño de agua tibia,

una taza de té caliente

y un montón de sentimientos sin expresar.

La luna se ve preciosa;

me refugio en su regazo

como la primera vez que le hablé de él

sin necesidad de preguntar nada.

Me pregunta sobre nuestro último beso,

las cartas que aún no te envié

y las películas que faltaban proyectarse.

Ya no me apetece hablarle del pasado,

no me hace bien contar la misma historia

porque es una manera de abrir la herida

que tanto me costó sanar.

El humo del primer cigarrillo de la noche,

aún no me apetece vestirme

ni dejar que el insomnio se vaya.

Todavía pienso que no es real,

le da por invadir mis sueños

y acompañarme en mis momentos de soledad

cuando su mano encaja perfectamente con la mía.

Ya no sé cómo continuar,

tampoco quiero quererle demás

ni echarle tanto de menos.

Y qué le voy a hacer,

si cada vez que me resisto

es una manera de hacerle saber

que de alguna manera me hace mucha falta.

A veces me hace enloquecer

y me invita a salir de mi zona de confort

cuando no tengo opción de negarle una salida.

No pregunta nada más,

sólo me rodea con sus brazos tibios,

acaricia mi piel con besos tiernos

y me invita a perderme entre sus latidos y los míos.

— "Aquello que llaman Amor | Parte 5", S. Syeiduco