#Sé infiel y no mires con quién
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mijardinbipolar · 5 years ago
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Sé infiel y no mires con quién
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lesvenezuela · 5 years ago
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#lesvenezuela... ¿Qué piensas sobre la típica lesbiana infiel? Parece un chiste pero efectivamente aun existe ese tipo de chica lesbiana, la infiel. La que no se conforma con una si no que las quiere a todas. Causa risa por que ¿cómo lo hacen? Pero no me refiero para conseguir a la otra chica, a la amante, ¡No¡ si no para mantenerla tan siquiera a las dos, pues yo con una se me hace difícil, con dos es arrecha la vaina. ¿Creen qué este tipo de chica valga la pena? A mi criterio no, esas carajas no respetan los sentimientos ajenos, muchos menos valoran el tiempo invertido o lo maravillosa que eres como persona. Tampoco soy un pan de Dios, así como ellas yo pase por esa etapa de salir con cuanta falda se me atravesará, solo para llenar mi ego, pero no conseguí nada, al contrario perdí mucho y aunque muchas digan que es cuestión de hacer las cosas bien con certeza les digo al final todo cae por su propio peso. Lo que más causa impresión es que de ellas no es solo su culpa, también es culpa de esa chica que acepta ser el segundo plato o el postre de alguien. No se dan el tiempo de indagar, averiguar, conocer más a fondo a esa chica que tanto les gusta, aunque la confianza debe existir no por ella debemos volvernos ciegas y taparnos los ojos, no hay peor ciego que el que no quiere ver. No es por tirarmelas de que me las sé todas, pues así no es, pero difícilmente me puedan ver la cara de idiota. Este tipo de chicas las mantengo fuera de mi vida pues nada bueno aportan a ella y me amo demasiado como mujer como para permitir que jueguen con mi ser. Es verdad cada cuál es como quiera ser pero solo tres puntos para esa chica lesbiana infiel: 1 Cuando las tienes a todas ¿Qué ganas? Vivir en zozobra de que se enteré alguna tarde o temprano y acabar sola. 2 ¿Vale la pena perder a quién acepta cada mierda de ti? 3 ¿Cuánto dinero te sobra a fin de mes? A ti que eres la víctima, la novia engañada solo tres puntos: 1 ¿Vale la pena que pierdas tu dignidad como mujer por un culo? 2 Perdonarías una infidelidad por pequeña que sea ¿pero vivirías con el peso de que volvería a pasar?
3 ¿Qué vale más, tu amor propio, tu bienestar como mujer, tu ser o un culo que por más que lo ames sabrás que existen muchos más en el mundo?
Un consejo para todas, se como quieras ser, pero sin daños a terceros, la vida es hermosa y cuando estás con alguien que amas y ese alguien te valora es aún más hermosa. Vive, pero deja vivir en paz, y a esas metidas que les gusta interrumpir en relaciones ajenas quieranse un poquito, dense su puesto y pronto su chica ideal hasta la vida daría por ustedes, no alguien insegura que necesita de muchas para sentirse amada y respetada.
Con mucha humildad y respeto de mi hacia todas sin distinción de raza, credo u orientación sexual. Para aquella que quiera conocerme y verme la cara de imbécil pienselo bien, no vaya hacer que el tiro le salga por la culata (No lo digo yo, es un dicho popular. Buenas tardes chicas, y si nadie te lo ha dicho eres hermosa por donde quiera que se te mire).
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xenophon13 · 3 years ago
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Castillo de los sueños: juventud perdida.
Caminé por el castillo durante horas, desubicado, con mucha hambre y sed debido a que, según yo, no había comido absolutamente nada desde el momento en que llegué a aquel lugar extraño, tan grande y a la vez tan fantástico que no podía evitar que inundara mis sentidos. Cómo fue que eso pasó, es decir, que terminara andando por los recovecos, pasillos y salones de aquella mole, no lo entiendo ni lo entenderé nunca.
A primera vista la construcción parecía un complejo cualquiera; una decena de edificios antiguos en los que aguerridos soldados medievales solían guarnecerse para hacer frente a las amenazantes invasiones de un millar de infieles. Tanto el suelo como las paredes, enmohecidas por el tiempo, eran de piedra seca y húmeda, de aspecto viejo y lúgubre; mis zapatos hacían mucho ruido cada vez que pisaba sobre la roca, sonido liso y seco que era lo único que podía percibir. El espacio era oscuro, adornado apenas por unas cuantas antorchas colocadas una tras otra según un determinado espacio.
Al principio tenía miedo, porque no sabía en dónde estaba ni entendía la razón por la que me encontraba ahí. Insisto en que no recordaba cómo había llegado ni quién me había traído, si es que alguien lo había hecho. Estaba confundido, así que, para asegurarme que no alucinaba, me puse de pie y empecé a palmar las paredes rocosas de la fortaleza. Las sentí reales, tan reales como la armadura oxidada y apestosa de un soldado que encontré un par de metros más adelante. Camine durante un buen rato, recorriendo en línea recta el mismo pasillo que parecía no tener fin, hasta que llegué a una serie de habitaciones enmarcadas en puertas de madera podrida, despostilladas todas, con los goznes viejos y oxidados. Abrí la primera y me encontré ante una absorbente oscuridad, una negritud pesada, de cierta forma viva, en la que no podía distinguir absolutamente nada. No me atrevía a entrar.
Seguí caminando hasta que arribé a otra habitación. Entré a ella y encontré paredes y suelos blancos. Unas imágenes peculiares se paseaban por las paredes de la recamara, como si fuesen reproducidas por un aparato cinematográfico que yo no alcanzaba a ver. No pude comprender nada, o tal vez no quería porque estaba demasiado confundido y asustado; no lo sé. Así que, como hice con el cuarto anterior, cerré la puerta y continué caminando
Sin que me diera cuenta, el paisaje se había tornado diferente. Las paredes y los pisos habían dejado de ser de piedra para convertirse en metal, un metal muy brillante y pulido que me hizo pensar en la plata. No podía saber qué clase de mineral era, pero cuando toqué las paredes sentí un frío muy fresco que, no sé por qué razón, también resultaba tranquilizador. Las antorchas habían desaparecido y habían sido sustituidas por pequeños espacios en las esquinas del techo, donde, suponía yo, había focos eléctricos. Las paredes habían sido recubiertas por cuadros de barcos, aviones, coches y un montón de figuras capturadas en encuentros deportivos. También había fotografías de parques, canchas, plazas y fiestas al aire libre. Aquella mudanza de medio me imbuía curiosidad, pero también me causaba escalofríos. ¿Qué estaba pasando ahí? Mire a mí alrededor. Todo era muy gris, opaco y brillante a la vez; vivo, pero sin fuerza.
Encontré más puertas, del mismo material que el suelo y los muros. Las perillas y los goznes relucían de nuevos y limpios. Me acerqué a uno de los cuartos pero no quise abrirlo; ruido de voces venían de los dormitorios, voces de niños y grandes, riendo y llorando. ¡Era tan extraño! Sentía que debía seguir el camino, pero  lo que más ansiaba en ese momento era encontrar una salida de aquel lugar que me parecía eterno.
Caminé hasta que llegué a un puente que unía un lado del pasillo con otro, separado por verdes arboles de gran tamaño y un hermoso sol surgiendo en un amanecer naranja y frío. Era como una imagen de fantasía; la luz del astro bañando las copas de los cipreses, el viento ondulando las hojas pálidas entre las ramas y el canto de los pájaros.
Estando ahí, de pie, inamovible, pude ver una parte del castillo por fuera; seguía el mismo modelo metálico plata que vi primero en el pasillo. Más decidido, o menos asustado, que es lo mismo, terminé el tramo del puente y me hallé de frente con otra puerta, pero ésta de un lujo que yo no había visto nunca; de madera fina y oscura como el palisandro, pero teñida de oro en las esquinas y en la parte media, por donde se encontraban encajadas en forma vertical un montón de piedras preciosas de colores que ni siquiera podía nombrar. No dejaba de preguntarme si estaba soñando o sí lo que veía era o no real, así que quise cerciorarme tocando las joyas para sentir su textura cristalina y sus costados estilizados, puntiagudos. Eran tan reales como la pluma que sostengo mientras escribo o, por lo menos, lo parecían.
Coloqué mi mano en la perilla de oro rematada por un primoroso rubí que destellaba en múltiples reflejos la luz del sol moribundo, abrí la puerta y di un paso al frente. Para mi sorpresa y sugestión me encontré con un corredor totalmente oscuro, tan negro y siniestro como la primera habitación que encontré en aquel cada vez más extraño palacio. Sudando, di la vuelta para volver al puente, pero la entrada se había cerrado y no podía encontrarla debido a la negrura que se había hecho con el lugar. Tenía la impresión de que las tinieblas me habían engullido y llevado a otra parte. El pánico se apoderó de mí; de momento no supe qué hacer ni qué pensar. Por puro instinto me replegué hacia la pared más cercana; sentí el muro y supuse que era de madera. Comencé a avanzar, casi acurrucado contra la esquina del pasillo y palmando el muro mientras temblaba. No escuchaba nada, y no parecía que hubiera nadie cerca. A pesar de ello, tenía la sensación de que a cada paso que daba era sujeto de la mirada de una especie de presencia amenazadora que no podía ubicar en el espacio y mucho menos entender.
Seguí adelante, hasta que mis manos toparon con un recuadro pegado a la pared. Lo toqué y noté que, enmarcado en el cuadro, se encontraba un trozo de tela. Tomé el cuadro entre mis manos y de pronto aquel pequeño espacio en el que me encontraba se iluminó, dejando a oscuras el resto del pasillo. El pedazo de tela enmarcado era una bandera, roja y negra, dividida por la mitad en una línea horizontal, pero nada más. Mi mente empezó a dar vueltas, confundida. ¿Qué era aquello? ¿Qué significaba? Dejé aquella cosa en el suelo y continué el camino sin dejar el muro. La luz que me había permitido ver qué era lo que había en el cuadro había desaparecido por completo.
Unos pasos más adelante mis rodillas se tropezaron con algo y tuve que detenerme de nuevo. Tanteé el suelo en busca de aquello con lo que había chocado. Era una caja, o un cofre. Una vez más, la luz se aproximó a mí cuando toqué aquel artefacto de madera y hierro pesado. Alguien, de eso estaba completamente seguro, me guiaba y estaba deseoso de que prestara atención a ciertas cosas que había por ahí. Lo que tenía entre manos era una caja de madera clara, ribetes oscuros y remates de acero en las esquinas y remaches. Me sorprendió lo que encontré dentro de ella. No sé por qué, pero esperaba que fuera otra cosa. Eran hojas, papeles orlados con extraños símbolos, cartas de un lenguaje que recordaba pero que ahora se me imponía como una nube de incertidumbre. De todas formas, supe que tiempo atrás había conocido lo que los símbolos, provenientes de una mano temblorosa e inexperta, significaban. Similares a jeroglíficos, pero más pequeños que estos y de poca relación el uno con otro, como si cada garabato fuera la letra de un alfabeto y fuera imperativo conocer su sonido específico para descifrar su significado. Debía haber como una cincuentena de hojas similares. Dejé aquel cofre en su lugar después de cerrarlo y volví a aferrarme a la pared, inquieto y desesperado por encontrar la ruta de escape, la clásica luz al final del pasillo.
Llegué a una parte en donde la madera se había puesto fría y húmeda, por lo que quedarme pegado a la pared se me antojaba bastante asqueroso. Como no veía nada, todo lo que podía hacer era suponer. Por desgracia, aquél que camina entre tinieblas es consciente de todas sus fobias. Me alejé de ella y empecé a guiarme por el suelo que, suponía yo, era de cemento mal puesto.
Ya así, encorvado y concentrado en los pasos que daba, salté directo al pánico cuando comencé a escuchar gritos, lúcidos lloriqueos de gente adulta y de niños. Eran gritos furiosos, impregnados de rabia y sufrimiento que sacudían el ambiente al mismo tiempo que sacudían mis sentidos. No podía ver nada, no podía saber de dónde provenían aquellos sonidos aterradores. Tuve miedo, mucho, un terror parecido al que siente un niño a la incertidumbre y la adversidad, y ese sentimiento me hizo casi desfallecer; mi cuerpo buscó instintivamente la protección de los muros, viscosos y fríos de aquel extraño lugar. Sentado contra la pared cerré los ojos envueltos en lágrimas y me tapé los oídos con fuerza, hasta que después de un par de minutos desapareció el eco de aquellas voces. Me había quedado dormido entre llantos.
Cuando desperté, pasó un buen rato para que me decidiera a continuar. Tenía los ojos lagañosos y pesados por las lágrimas, sudaba, sentía la presión a tope y mi corazón arremetiendo contra mi pecho en busca de una salida. Buscaba aire, lo jalaba con fuerza y me era difícil no volver a sollozar.
No estaba preparado para lo que seguía.
Metros más a través de aquel lugar surgió un llanto, uno solo. Alguien gimoteaba con violencia, de manera frenética, desbocada; era un timbre acompañado de un dolor que parecía provenir del más bajo de los infiernos personales. Volví a amedrentarme, pero la sensación de miedo y desasosiego no duró mucho. Pronto fue sustituida por un sentimiento de pena empática, de dolor y amargura que estrujaban mi pecho. Hice lo posible por controlarme pero no lo conseguí. Solté a berrear de nuevo, esta vez acompañando la melodía penosa de aquel otro llanto que venía de quien sabe dónde, pero que me desgarraba las entrañas. Eran lamentos de pena, de afección por una pérdida de algo valioso y muy querido. Lo que no podía entender era por qué yo también lloraba. Minutos (¿u horas?) había durado el miedo el que me había provocado el vendaval, pero ahora gimoteaba porque podía sentir el dolor de la pérdida justo en los recovecos de mi psique. Tal vez el sentimiento se me había pegado, tal vez sí había algo del miedo y del montón de emociones confusas que surgieron en mí tan pronto como me vi sumergido en el interior de esa mazmorra.
Lloré mucho rato.
Cuando hube terminado, la oscuridad se había esfumado y una serie de focos viejos y sucios cobraron vida en el techo del recinto. Ahora podía ver que aquel lugar estaba construido de lo que se me figuraba como madera fina, parecida a la del cofre que había tenido en mis manos tan poco tiempo antes, o a la de la última puerta por la que había cruzado. Pude ver el final a pocos metros de donde me hallaba. Era un portón de metal al fondo del pasillo; al medio tenía una enorme perilla. Tan pronto como la sujeté pensé que sería imposible para mí mover ese bloque yo solo. Pero no fue así. La enorme rueda se movió como si estuviera completamente engrasada o yo poseyera una fuerza desconocida, aunque a decir verdad estaba hecho un trapo y andaba como si estuviera muerto en vida. Inmediatamente, una irradiación de luz solar segó mi vista. Cuando mis ojos empezaron a acostumbrarse a la fuerza del sol, pude empezar a distinguir las figuras que se abrían paso frente a mi vista.
Ante mí se encontraba otro puente. Sin embargo, éste era sobremanera diferente del otro por el que había caminado anteriormente. Era más ancho, largo y de una belleza arquitectónica que me parecía perfecta. Los suelos eran de mármol rosa, lustrados y claramente iluminados por el astro. A los costados, en los barandales, se alzaban adornos, estatuas de cuerpo entero y bustos de personajes y símbolos que sugerían la existencia de una era de prestigio y poder. El cielo era naranja y las nubes escasas. El viento soplaba tranquilo desde el horizonte y una extrañísima sensación de alegría y tranquilidad se adentró en mi cuerpo.
Emprendí el camino mientras observaba los adornos de oro y plata que cruzaban el puente como ríos, líneas bien definidas de metal precioso empotradas en la superficie. Me acerqué al barandal y pude apreciar el vacío, por donde no se veía otra cosa más que eso, un vacío escudado por nubes; era como si me encontrara en la cima del mundo.
Levanté de nuevo la mirada. A mi costado derecho se alzaba una ciudad enorme, la urbe más bella y perfecta que jamás pensé que podría ver en mi vida. Gigantescos edificios de mármol perfilaban el cuadro de mi vista. Tenía la estúpida sensación de que todo había sido recién construido, moldeado y remodelado para mí. Las calles, las casas, las estatuas, los parques y las áreas de recreo. Al fondo, dominando el lugar, se levantaba una construcción imposible. Debía ser el centro de la ciudad, el lugar donde residían los poderosos y los líderes. Del más puro blanco, aquella mole de columnatas era culminada en una grandiosa cúpula que debía tener el diámetro de un estadio de fútbol.
La gente caminaba por todos lados de manera tranquila. Vestían ropas holgadas y cómodas, pero a la vez elegantes; había seda y muselina. Se antojaba como el lugar perfecto para vivir. El sitio irradiaba felicidad, confort, y una extraña melancolía de viejos tiempos que se había transformado en verdadera alegría, como si me encontrara en el paraíso, como si yo perteneciera a ese lugar. Caminé por el puente durante largo rato, observando el sol calentar con dulzura a la ciudad, creando un clima perfecto y cálido.
Yo sonreía, porque me parecía que después de tanto caminar por un recinto que se me hacía confuso y que por momentos me había matado de miedo, sin tomar en cuenta que había despertado mis más insalubres sentimientos, por fin había encontrado un lugar en el que podía respirar en paz. Sentía amor, verdadero amor por ese momento tan confortable.
De pronto sentí la necesidad de darle nombre y de pronunciarlo; vino a mí en un santiamén. De un momento a otro sabía que me encontraba en El Imperio de los Sueños. No sé cómo llegué a esa conclusión, pues jamás había pensado en nada parecido, pero aquel nombre, ese epíteto encajaba perfecto con ese laberinto de construcciones y gente caritativa, bondadosa y soñadora, en donde no existía ni miedo, ni tristeza, ni dolor y mucho menos sufrimiento; donde todo era amor, paz, tranquilidad y extrema felicidad.
Me quedé pasmado ahí, inmóvil, sin ganas de irme, sintiendo, de repente, que aquello podía terminar, lo cual, finalmente ocurrió. Lentamente, como en un cronograma, aquello fue perdiéndose. Llegó la noche, tranquila, apacible, conciliadora, como lo había sido la tarde. Simplemente algo no estaba bien. Pude sentir que la nostalgia empezaba a hacer merma en mis sentidos. Y de pronto todo fue muy rápido.
Observé de nuevo a la gente y noté que algo había cambiado en ellos. Caminaban cansados, sus rostros se habían demacrado y donde antes existieron expresiones de dicha y bienestar, ahora había muecas de turbación, y pena. Sendas ojeras se postraron debajo de sus antes lustrosos ojos. Parecían enfermos, agotados, como si se hubieran cansado de vivir. Luego la ciudad comenzó a ponerse vieja, la vegetación empezó a ganar terreno entre los edificios y una clase de moho se aglomeraba contra el mármol. El oro, la plata y el bronce se fueron oxidando y tomaron un color verde. Entonces inició el fuego. Un incendio aquí, otro haya, uno más lejos que los otros. Llamas, calor. El ígneo torbellino comenzó a consumir la ciudad justo cuando empezaron a suscitarse los disparos, el retumbar de los cañones y las armas de fuego. La gente gritaba y corría de un lado a otro, entre calles y avenidas para protegerse o tomar parte en la batalla.
No sabía qué hacer. El temor me paralizó de pronto y en lugar de escapar sólo atiné a quedarme postrado. No pasó mucho tiempo hasta que me di cuenta de que yo ahí no era más que una sombra, un simple espectador. Para esa gente yo no existía, y comenzaba a sospechar que en realidad ellos tampoco estaban ahí.
Como fuera, instintivamente quise saber quién había comenzado la agresión contra gente tan bondadosa, cuando me di cuenta de que eran ellos contra ellos mismos. Era una guerra civil a toda regla. La noche se cubría de humo mientras las estrellas danzaban con el ardor de los incendios.
No lo noté de inmediato, pero de pronto sentí lo salado de mis lágrimas en el paladar; llevaban un buen rato recorriendo mis mejillas. Supe que mi corazón estaba negro, sangrando a chorros en el interior de mi pecho, como si un millar de agujas hubiesen sido remachadas en lo más profundo de mí ser.
En cuestión de horas, aquella maravilla de la imaginación, ese producto de lo más perfecto que existe en el alma humana, murió, como debe perecer todo lo que existe en el mundo.
 Domingo 15 de noviembre de 2015.
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hala2021 · 3 years ago
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Dedicado al plomero
Me ponía a pensar en qué locura esto de Internet y de las redes sociales, de exponer tu vida a los demás. Claro, suena irónico que yo lo diga, precisamente en una de mis redes sociales. Yo tengo cinco en total.
Pero me llama la atención muchas cosas. A veces me pongo a mirar quiénes miran mis estados en Guasap, una mensajería conocida en Argentina. Y me sorprende ver siempre a una vecina que no me da ni la hora. Si me lee en Facebook, le mando un saludito desde acá. Pero también mira mis estados hasta un plomero, que jamás lo contraté. Fue así la historia: le pedí a una amiga que me recomendara un plomero y ella me pasó los datos de dos hombres. Le pregunté a uno y al otro el tema del precio y como uno cobraba más económico, lo contraté a ese. El otro, que jamás lo contraté, mira mis estados siempre. ¡Una locura! Tengo en mi teléfono alguien que no sé ni quién es, que mira cuando voy a la mezquita o me pinto los labios.
Yo veo un mundo en donde estamos más conectados, pero más solos. Pido perdón a las familias por decir esto, pero muchas veces no creo en el amor de ciertas familias que exponen sus hermosas vidas en las redes sociales. Me parece una puesta en escena, como una actuación. Es realmente difícil encontrar personas felices y, por lo general, la felicidad es un estado de ánimo que no se expresa de manera elocuente.
A veces, en esa vorágine de soledad mundial, nos encontramos con personas que nos acompañan en nuestro trayecto por la vida, pero que más que acompañarnos, pareciera que nos vigilan. Parejas que revisan hasta tu agenda, con la excusa de que le eres infiel, hasta amigas que te preguntan en qué banco tenés tus ahorros o si comprás dólares para guardarlos.
Pero tener a la vecina mirando mis estados, y hasta al plomero que jamás contraté, es de un mundo surrealista.
Debo ir a dormir. Seguiré escribiendo mañana.
Bueno. Me desperté y me detuve a leer lo que escribí al alba. Realmente estamos rodeados de personas con malas intenciones. Y lo peor de todo es que esas malas intenciones muchas veces se camuflan de amistad y de amor. No somos animales y no me parece casual que haya tanta gente que busque relaciones pasajeras, solo para tener sexo una noche, una semana o, aún peor, años. Eso hacen los animales, que no razonan. Pero las personas buscamos un compromiso.
Siempre sostengo la teoría muy firme de la conspiración mundial. Pero yo no creo que sea de una minoría, sino de una mayoría. Y resulta ser la mayoría que te traiciona en la amistad o que te usa como un objeto sexual, para después descartarte. Tampoco me parece casual que mire mis estados una vecina que le importo un rábano. Pero mucho menos creíble es que mire mis estados un plomero que ni lo tomé para el trabajo ni lo conozco.
La vida se establece por relaciones humanas. Si una persona es controlada por esas relaciones, el control es más directo y cruel que si se hiciera con cámaras.
Tampoco me parece casual la moda de lo siniestro, como Halloween o los cuernos con los dedos que se hacen en los recitales. Toda esa simbología no me parece obra del destino.
En este mar de conspiraciones, yo le escribo a las personas como yo, que no somos parte de esas conspiraciones. Yo creo que estamos rodeados por el enemigo, pero que este se esconde, no se muestra. Por eso no encontramos amigos verdaderos o tenemos personas en nuestras redes sociales a quienes les importamos un pepino, pero que nos saludan con ternura; o tenemos personas que miran nuestros estados en Guasap, cuando solo fueron el plomero que te arregló tu caño en tu casa; en mi caso, ni siquiera lo contraté.
Si esta teoría conspirativa fuera cierta, es muy difícil que nosotros nos encontremos, porque estamos rodeados de personas mal intencionadas, conspiradas para el mal, que no las reconocemos como tal ni sabemos lo que hacen ni traman.
Mi frutilla, tal cual apodo a un cantante del grupo de BTS, ya llegó a los 34 millones de seguidores. Un total de 34.2 de seguidores. A él lo obligan a realizar coreografías que a veces contienen símbolos satánicos. En uno de los videos de BTS, titulado «Blood Sweat & Tears», versión japonesa, que lo puedes buscar en Internet, uno de los integrantes de la banda musical besa una estatua con alas negras. Las alas negras son un símbolo de Satanás. Y a mi frutilla lo maquillaron con heridas, como si le hubieran arrancado las alas.
Claro, todo lo que te cuento parece una broma, pero no fue una broma la muerte de mi hija. Aquella noche, ninguno de los vecinos de mi edificio escuchó los disparos. Cuando salí de mi departamento, para buscar ayuda, un vecino del edificio de al lado, me preguntó qué pasaba. ¿Cómo sabía el vecino que había pasado algo si yo ni grité? ¿Qué hacía mirando? Después de la muerte de mi hija, desalojaron a unas treinta personas que vivían al lado de mi casa, pero lo raro fue que yo jamás las vi salir o entrar del departamento. Y no creo que sea una broma la muerte de mi hija.
A mi frutilla lo obligaron también a vestirse de Halloween, como si hiciera sesiones de espiritismo. Hay una empresa detrás de ese grupo. Hay personas que arman esas coreografías. En realidad, en este mundo parecemos todos sospechosos, pero no todos somos parte de esa conspiración mundial.
Quiero enviarles un cariño a todos los que no somos partes de conspiraciones. Y yo sé que estarán rodeados del enemigo y ellos haciéndose pasar como si fueran sus amigos, que los quieren, pero no es así. Tal cual mi frutilla, rodeado de millones de seguidores, que en realidad muchos tienen malas intenciones. O como yo, que mira mis estados un plomero que no conozco. Menos mal que no lo tomé. Es más, creo que le voy a dedicar el título de esta redacción a él.
No, yo no tengo miedo del enemigo, porque el enemigo es un tonto.
Saludos al plomero. Hoy tal vez cuelgue otro estado en Guasap. ¡Sí! En español ya fue aceptado «Guasap»; y no «WhatsApp», porque eso se considera un extranjerismo.
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art-nymeria · 6 years ago
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BLOQUE 11. CINE.
--- GARCI ---
En el 83 gana el primer Óscar para una producción española a la mejor película de habla no inglesa por “Volver a empezar”. Ha sido nominado para esta misma distinción otras tres veces. Es miembro de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood.
En su estilo se da una evolución en sus primeras películas había un deseo de trasmitir la realidad social que acontecía en la España de la transición.
--- TRUEBA ---
Se dio a conocer con su primera película llamada “Ópera prima”, iniciadora de la comedia madrileña de los 80. En el 85 alcanza la fama con la comedia “Sé infiel y no mires con quién”. Al año siguiente rueda “El año de las luces”, que ganaría un Oso de Plata en el festival de Berlín.
En el 94 dirigió “Two much” con Antonio Banderas, Melanie Griffith y Daryl Hannah. En el 98 dirige “La niña de tus ojos” con Penélope Cruz, película por la que consigue 7 Goyas a mejor película.
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--- ALMODÓVAR ---
En el 1980 estrenó en 16mm “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón”, un film definidor del ambiente underground que le rodeaba y una película que muestra su tendencia al protagonismo femenino.
Formó parte de la Movida Madrileña de los 80. Provocador y estiloso, influenciado por Buñuel y Hitchcock. Pivotando en singulares personajes, historias camp y apariencia kitsch que confluyen en torno a sus habituales obsesiones sexuales, socioculturales y religiosas; mostrando también otra perspectiva de las costumbres españolas. Aborda la comedia negra, el melodrama, el thriller o el drama social.
Con la película de 1999 “Todo sobre mi madre” se consagró como autor, logrando el Óscar y el Globo de Oro a la mejor película.  
--- AMENÁBAR ---
Comienza en la década de los 90 con cortometrajes por los cuales recibió sus primeros galardones. En estas películas se apreciaba su inclinación al thriller y las influencias de Hitchcock, Kubrick o Spielberg.  Sus títulos generalmente persiguen el suspense (”Abre los ojos”, “Tesis”)
Por “Abre los ojos” recibió una nominación a mejor director y guionista. Cameron Crowe se ofreció para producir su siguiente trabajo: “Los otros” (2001) protagonizado por Nicole Kidman.
En “Mar Adentro” (2004) narra las vivenvias del parapléjico Ramón Sampedro protagonizada por Javier Bardem. También dirige “Ágora” (2009) y “Regresión” (2015)
-- DE LA IGLESIA ---
Aficionado a los cómics, comenzó a escribir historietas en su adolescencia. El mismo año que trabajó como diseñador de producción para Enrique Urbizu, estrenó el corto “Mirindas Asesinas” (1991), con este film captó la atención de los hermanos Almodóvar, quienes le produjeron su primer largometraje “Acción Mutante” (1993) protagonizado por Antonio Resines.
La comedia negra es habitual en su carrera. Los rasgos de terror resultan apreciables en “El día de la bestia” (1995), película sobre el Anticristo protagonizada por Santiago Segura.
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mariposasenlosojos · 8 years ago
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Torre, pedestal y ojo. Alma.
Una tarántula ha intervenido en mi espacio múltiples veces ya. Creo que quiere que la mire.
¿Qué quieres? ¿Por qué estás aquí esperando?
La fragilidad en su mirada, la tomo. Un bicho asqueroso y curioso me está paseando.
¿Qué quieres? ¿Por qué recorres mi cabeza?
Esta sensación, esta. Única.
¿Adónde irás cuando no esté, arácnido dorado?
No lo sé. Lo entiendo, te gusta vivir conmigo, pero no te conviene porque la ceniza recién caída te puede quemar.
Yo no te pedí nada, pero de verdad que me estás enredando en tus cuerdas rojas, me estás forrando con tu sal de vida.
Oh, la proteína de tu amor.
Bajo está tierra está tu raíz, querido, y te voy a convertir en la entrada de mi hogar.
Porque afuera me muero de frío.
Eres cálido. Y someteré a todo aquel extraño que ose acercarse a tu piel.
Pero… ¿Y tus patas? ¿No sufrirán tejiendo esta maraña de sentimientos?
Conviértete en el pasivo, déjame mudar y mudar hasta ser enorme en tus pies.
Aléjate.
Te traigo un corazón, y te lo dejo aquí.
Yo también soy un animal nocturno.
Pero en realidad estoy cómodo contigo, Anémona.
¿Me deseas?
No. Pero oye, lo que tú quieras te lo doy. Protección, riquezas, ambición.
Hola, soy tú otra vez, llegando desde el otro lado del océano. ¿Qué piensas? ¿Eres feliz?
Cállate, infiel. No puedes jurarme tu destino si estás a punto de morir. ¿Cómo, si aún eres joven? ¿A manos de quién? De las mías, por supuesto.
Este pilar es mío, eterno. No lo mojes con su sangre. ¿Qué anhelas?
Toma, tus entrañas, guárdalas para más tarde. Nos harán falta para salir de aquí.
Se está abriendo la primavera, Céfiro, vámonos de aquí. No queremos que su amor nos contagie.
Tu iris es el que contagia. ¿Por qué te envenenas de él y de su luna oscura?
Me place… Además, míralo, el pobre ya no puede marchar.
Luciérnaga, ¿estás ahí? Arráncame los ojos, rápido, para que no me vean. ¿Luciérnaga?
Lo siento, solo paseaba por aquí, no quería interrumpir. Qué ocaso más apetecible, ¿verdad? Quiero intentar llegar y devorarlo. Se desvanece.
Por eso, rápido, no pierdas el tiempo con trivialidades. Arráncamelo, devóralo, o haz lo que quieras con él, pero llévatelo lejos.
¿Algo más, don abusador?
Sí, por favor, desenrédame. ¡Apúrate!
Ordeno y mando, capitán.
¿Nos están viendo? ¿Nos podemos ir? Estoy ciego pero sé que tú iluminarás nuestro camino.
Adelante, vámonos. Sin embargo, has de saber que caerás si no sacas tus alas.
Pero yo no tengo.
No importa, sin tus ojos todo es posible, incluso caminar sobre los cristales rotos del cielo.
Oye… Creo que me he perdido.
Pues claro, ahora eres ciego.
No… No lo entiendes… Me he perdido.
Que sí, que te entiendo, que eres ciego.
¿Quieres hacerme el favor de volar de una vez?
Oye… Que no.
Vámonos.
De acuerdo…
Pero, ¿qué hay de los demás?
Murieron hace tiempo, desde que te quité la vista.
¿Qué?
Estás pisando sus cuerpos o, mejor dicho, tu cuerpo son parte de sus sentimientos.
¿Quieres decir que yo soy ellos? Todo esto tiempo…
Claro, porque eres ciego.
Deja de repetirlo. Me entumeces el cerebro.
Oye, ¿cuánto tiempo llevamos volando?
No lo sé, no se supone que soy yo el ciego, ¿eh?
Claro, pero eso no quiere decir que no puedas recorrer el camino de tu corazón.
Hablando de corazones, ¿sabes lo que me sucedió una vez? Una tarántula me trajo un corazón, y la depositó sobre mis extremidades inferiores. Creo recordar, sí.
¿Entiendes ahora?
¿Era dorado?
Puede ser, sí.
Pues entonces era tu corazón.
¿¡Qué!? Espera, claro, claro, claro.
Claro, claro.
ClaroClaroClaroClaroClaro.
¿Pero qué me dices? Para ti ya no hay claro u oscuro. Solo el camino de vuelta.
¿Adónde?
¿De dónde vienes?
No lo sé, creo que primero estaba allá, luego en el otro allá, y luego allá otra vez, y ahora aquí.
¿Sigues sin recordar?
Lo único que recuerdo es…
Vaya, ¿qué tienes ahí? Podría ser que…
Ah, ¿esto? Lo encontré de camino.
Lo sabía, eres tú.
Claro que soy yo, ¿quién más si no?
¿La tarántula, Anémona, Céfiro o un río de sal?
No, no, jajaja.
Era broma, era broma.
Menuda travesía, ¿no? Llena de preguntas. ¿Cuántas podríamos ser capaces de responder, al menos por nosotros mismo? De eso se trata. Busca las respuestas compañero, porque yo ya no soy Luciérnaga. Llevas un buen rato hablando con tu propia alma. Sé que dudas, sé que ansias, sé que quieres encontrar tu significado, sé que quieres llegar al final. Pero, lo siento, no va a poder ser así. Tu destino, querido amigo, va mucho más allá que eso. Estás abocado al bucle. Reencarnarás abundantes veces, crearás un cúmulo de historias. Con viejos conocidos que no podrás recordar, con desconocidos que tendrán que luchar. Codicia, soberbia, lujuria… Todo ello algún día te aplacará. Si dudas, nunca llegará el final. Este pilar de sal es tu última trompeta. Tócala, y decide tu camino.
Pero oye, qué bonito amanecer, ¿no? Su sonido.
Claro, es bonito. Te entiendo, tú puedes ver.
Sí, tienes razón. Nos vemos otro día si llegamos a coincidir.
Aquí estoy, y estaré. Siempre.
Cuídate. Pero vaya, sí que es bonito cuando los colores del cielo cambian tanto.
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munove · 7 years ago
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Muere el actor Pedro Osinaga
Pedro Osinaga, aunque llevaba muchos años alejado del mundo del teatro, ha sido uno de los actores españoles más populares. El navarro recorrió con su compañía numerosos teatros y protagonizó comedias de mucho éxito como “Sé infiel y no mires con quién”, del dramaturgo inglés Ray Cooney, durante catorce años (1971 y 1985), un periodo en el que fue vista por más de ocho millones de espectadores en más de diez mil representaciones.
etiquetas: osinaga, teatro
» noticia original (noticierouniversal.com)
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basalocastillo · 5 years ago
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#pedroosinaga #actoresespañoles nace el 15 de diciembre de 1936. Estudió canto en Madrid. En sus inicios trabajó la zarzuela y más tarde la comedia musical, la revista —la popular Ven y ven... Al Eslava (1958), con #tonyleblanc — y la comedia dramática, logrando uno de los mayores éxitos de su carrera con Sé infiel y no mires con quién (1972-1984), obra teatral que superó las 10 000 representaciones. Debutó en el cine con Amor bajo cero (1960) y participó en filmes junto a estrellas como #saramontiel  (La reina del Chantecler, 1962) y Rocío Dúrcal (Tengo 17 años, 1964). Gozó de gran popularidad gracias a los espacios dramáticos de TVE, si bien su carrera cinematográfica concluyó casi completamente a finales de la década de 1970. Recibió en 2011 el XV premio nacional de teatro Pepe Isbert, que la Asociación Nacional de los amigos de los teatros (AMITE) concede por votación popular. Es el galardón más importante que en España concede una entidad privada. La entrega fue en el Teatro Circo de Albacete el 11 de noviembre de 2011. La Filmoteca de Navarra, le rindió un homenaje el 15 de febrero de 2018. En el acto intervino Santiago Arriazu, un amigo de Osinaga. #pedroosinaga (en Getafe, Madrid) https://www.instagram.com/p/B6EgT7oiwyP/?igshid=18ubpzy9qkr
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12endigital · 5 years ago
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Llega al principal la comedia «Sé infiel y no mires con quién» con Josema Yuste y Teté Delgado
Llega al principal la comedia «Sé infiel y no mires con quién» con Josema Yuste y Teté Delgado
“Sé infiel y no mires con Quién”, la comedia que hizo reír a toda una generación y que se sigue representando en los teatros de todo el mundo, llega a los escenarios de toda España una nueva versión protagonizada y dirigida por Josema Yuste y con la coordinación de Jaime Azpilicueta , uno de los artífices que hizo posible el éxito de 1972 manteniendo la esencia de este clásico del humor.…
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valladolidnoticias · 7 years ago
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Fallece el actor Pedro Osinaga a los 81 años
El actor navarro Pedro Osinaga ha fallecido esta tarde a los 81 años en Madrid, ha informado a Efe el empresario teatral Jesús Cimarro, amigo personal del artista. La capilla ardiente con los restos mortales del actor se instalará en el tanatorio de la M-30 de Madrid, según la misma fuente.
Pedro Osinaga, que nació el 15 de diciembre de 1936 en Pamplona, ha sido uno de los actores españoles más populares al haber recorrido con su compañía de comedias numerosos teatros, tal y como señaló el jurado del XV Premio de Teatro Pepe Isbert que le fue concedido en junio de 2011.
Prueba de ello es que el actor protagonizó la comedia ‘Sé infiel y no mires con quién’, del dramaturgo inglés Ray Cooney, durante catorce años (1971 y 1985), un periodo en el que fue vista por más de ocho millones de espectadores en más de diez mil representaciones. Osinaga también trabajó a las órdenes de Gustavo Pérez Puig en Estudio 1 de TVE en la mítica ‘Doce hombres sin piedad’ (1973), y era el único de esos doce intérpretes que seguía vivo. Intervino en películas como ‘Don Juan’ (1974), ‘Cuentos de las sábanas blancas’ (1977) o ‘Réquiem por un empleado’ (1978).
Siempre estuvo muy ligado a su ciudad natal, en la que estudió música y desde donde, tras obtener una beca, se trasladó a Madrid para comenzar su trayectoria artística en el mundo de la zarzuela, principalmente como barítono. Entre sus últimos trabajos figura ‘La extraña pareja’, de Neil Simon, que protagonizó junto a Joaquín Kremel. Osinaga, que procuraba no faltar en los sanfermines, recibió la Medalla de oro al Mérito de las bellas Artes en 1999, y fue galardonado por la Asociación de Periodistas de Navarra en 2010, entre otros reconocimientos profesionales.
Fuente: El Norte de Castilla
Fallece el actor Pedro Osinaga a los 81 años was originally published on Noticias
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reflectsmotion · 10 years ago
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mariposasenlosojos · 8 years ago
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Torre, pedestal y ojo. Alma.
Una tarántula ha intervenido en mi espacio múltiples veces ya. Creo que quiere que la mire. ¿Qué quieres? ¿Por qué estás aquí esperando? La fragilidad en su mirada, la tomo. Un bicho asqueroso y curioso me está paseando. ¿Qué quieres? ¿Por qué recorres mi cabeza? Esta sensación, esta. Única. ¿Adónde irás cuando no esté, arácnido dorado? No lo sé. Lo entiendo, te gusta vivir conmigo, pero no te conviene porque la ceniza recién caída te puede quemar. Yo no te pedí nada, pero de verdad que me estás enredando en tus cuerdas rojas, me estás forrando con tu sal de vida. Oh, la proteína de tu amor. Bajo está tierra está tu raíz, querido, y te voy a convertir en la entrada de mi hogar. Porque afuera me muero de frío. Eres cálido. Y someteré a todo aquel extraño que ose acercarse a tu piel. Pero... ¿Y tus patas? ¿No sufrirán tejiendo esta maraña de sentimientos? Conviértete en el pasivo, déjame mudar y mudar hasta ser enorme en tus pies. Aléjate. Te traigo un corazón, y te lo dejo aquí. Yo también soy un animal nocturno. Pero en realidad estoy cómodo contigo, Anémona. ¿Me deseas? No. Pero oye, lo que tú quieras te lo doy. Protección, riquezas, ambición. Hola, soy tú otra vez, llegando desde el otro lado del océano. ¿Qué piensas? ¿Eres feliz? Cállate, infiel. No puedes jurarme tu destino si estás a punto de morir. ¿Cómo, si aún eres joven? ¿A manos de quién? De las mías, por supuesto. Este pilar es mío, eterno. No lo mojes con su sangre. ¿Qué anhelas? Toma, tus entrañas, guárdalas para más tarde. Nos harán falta para salir de aquí. Se está abriendo la primavera, Céfiro, vámonos de aquí. No queremos que su amor nos contagie. Tu iris es el que contagia. ¿Por qué te envenenas de él y de su luna oscura? Me place... Además, míralo, el pobre ya no puede marchar. Luciérnaga, ¿estás ahí? Arráncame los ojos, rápido, para que no me vean. ¿Luciérnaga? Lo siento, solo paseaba por aquí, no quería interrumpir. Qué ocaso más apetecible, ¿verdad? Quiero intentar llegar y devorarlo. Se desvanece. Por eso, rápido, no pierdas el tiempo con trivialidades. Arráncamelo, devóralo, o haz lo que quieras con él, pero llévatelo lejos. ¿Algo más, don abusador? Sí, por favor, desenrédame. ¡Apúrate! Ordeno y mando, capitán. ¿Nos están viendo? ¿Nos podemos ir? Estoy ciego pero sé que tú iluminarás nuestro. Adelante, vámonos. Sin embargo, has de saber que caerás si no sacas tus alas. Pero yo no tengo. No importa, sin tus ojos todo es posible, incluso caminar sobre los cristales rotos del cielo. Oye... Creo que me he perdido. Pues claro, ahora eres ciego. No... No lo entiendes... Me he perdido. Que sí, que te entiendo, que eres ciego. ¿Quieres hacerme el favor de volar de una vez? Oye... Que no. Vámonos. De acuerdo... Pero, ¿qué hay de los demás? Murieron hace tiempo, desde que te quité la vista. ¿Qué? Estás pisando sus cuerpos o, mejor dicho, tu cuerpo son parte de sus sentimientos. ¿Quieres decir que yo soy ellos? Todo esto tiempo... Claro, porque eres ciego. Deja de repetirlo. Me entumeces el cerebro. Oye, ¿cuánto tiempo llevamos volando? No lo sé, no se supone que soy yo el ciego, ¿eh? Claro, pero eso no quiere decir que no puedas recorrer el camino de tu corazón. Hablando de corazones, ¿sabes lo que me sucedió una vez? Una tarántula me trajo un corazón, y la depositó sobre mis extremidades inferiores. Creo recordar, sí. ¿Entiendes ahora? ¿Era dorado? Puede ser, sí. Pues entonces era tu corazón. ¿¡Qué!? Espera, claro, claro, claro. Claro, claro. ClaroClaroClaroClaroClaro. ¿Pero qué me dices? Para ti ya no hay claro u oscuro. Solo el camino de vuelta. ¿Adónde? ¿De dónde vienes? No lo sé, creo que primero estaba allá, luego en el otro allá, y luego allá otra vez, y ahora aquí. ¿Sigues sin recordar? Lo único que recuerdo es... Vaya, ¿qué tienes ahí? Podría ser que... Ah, ¿esto? Lo encontré de camino. Lo sabía, eres tú. Claro que soy yo, ¿quién más si no? ¿La tarántula, Anémona, Céfiro o un río de sal? No, no, jajaja. Era broma, era broma. Menuda travesía, ¿no? Llena de preguntas. ¿Cuántas podríamos ser capaces de responder, al menos por nosotros mismo? De eso se trata. Busca las respuestas compañero, porque yo ya no soy Luciérnaga. Llevas un buen rato hablando con tu propia alma. Sé que dudas, sé que ansias, sé que quieres encontrar tu significado, sé que quieres llegar al final. Pero, lo siento, no va a poder ser así. Tu destino, querido amigo, va mucho más allá que eso. Estás abocado al bucle. Reencarnarás abundantes veces, crearás un cúmulo de historias. Con viejos conocidos que no podrás recordar, con desconocidos que tendrán que luchar. Codicia, soberbia, lujuria... Todo ello algún día te aplacará. Si dudas, nunca llegará el final. Este pilar de sal es tu última trompeta. Tócala, y decide tu camino. Pero oye, qué bonito amanecer, ¿no? Su sonido. Claro, es bonito. Te entiendo, tú puedes ver. Sí, tienes razón. Nos vemos otro día si llegamos a coincidir. Aquí estoy, y estaré. Siempre. Cuídate. Pero vaya, sí que es bonito cuando los colores del cielo cambian tanto.
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