#Rey Faisán
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🔥🔥🔥🔥graphic design is my passion🔥🔥🔥🔥

Por si alguien quiere ponerle otro texto...
#dai bo#daibo#scissor seven dai bo#scissor seven fandom#Scissor seven#scissor seven king pheasant#king pheasant#king fighters#rey Faisán#king pheasant x dai bo#los gringos también tendrán memes de tipo “No toquen a mi potaxia” o serán muy triste sus vidas?#/jsk#ese día me agarró un ataque de locura y lo hice pido perdón#porque pudo haber quedado mejor#刺客伍六七
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El fin de una historia
Si tuviera una moneda por cada pareja que escribo, en donde uno de los involucrados intentó herir de gravedad/asesinar al otro (en algunos casos más de una vez), probablemente tendría más de dos monedas; lo que no es sorprendente considerando algunos fandoms de los que vengo (te hablo a ti Sing 2, algún día regresaré -quizás-).
Me da cierta ¿gracia? Que este se vuelva mi primer aporte al fandom de forma un poco más "oficial" (¡subiré después el otro escrito que hice como un detalle a un mutual de otra red!).
Gracias @sacachorch0vo por prácticamente leer cada cosa que hice aunque originalmente estaba hecho con las patas (?). También por el nombre que prácticamente pusimos a esta locura, me sigue pareciendo increíble.
ADVERTENCIA
Este one-shot tiene contenido "sensible" (alusión a una pareja problemática expuesta en los tags -explicado prácticamente con los comentarios anteriores-). Quizás un poco de OoC (sigo practicando) y un poco (demasiado) anatomía fantasiosa (tampoco es que ayude la animación).
Fuera de ello, no hay nada explicito, pero para gustos, colores. Si el contenido no es de tú agrado, eres formalmente invitado a no consumirlo, ¡realmente solo quiero escribir y exponer lo que hago!
⟦Capítulo único⟧
El viento cálido sacude sus plumas, esponjándolas de manera poco agraciada; pero a Dai Bo en ese momento no parece importarle, especialmente ahora que posee un instante de privacidad para pensar un poco más sobre esta vida que, si bien no fue elegida enteramente a voluntad, quizás era lo mejor que podría haberle pasado. Nunca se posicionó a merced de la fantasía del hubiera, demasiado ocupado sobreviviendo a la posibilidad del mañana, pero ahora que está en el presente, “atrapado” entre sus elecciones, se cuestiona si quizás, en la diminuta posibilidad, existe todavía la opción de cambiar las cosas. Quizás para mantener la vida común y ridículamente hogareña que tienen, lejos de los encargos de asesinatos, solo el negocio de la peluquería y la venta de la sopa de vísceras; sí, el adeudo seguiría siendo un dolor de cabeza y obligaría a Seven a buscar otras fuentes de ingreso, porque las deudas ni la vida se pagan solas, pero… podría pensar en algo. Es el cerebro entre ellos, después de todo.
Así el pasado quedaría enterrado: nadie sufriría por las mentiras como tampoco lo harían por las verdades.
Suspira; el aire salado le recuerda que no todo puede ser dulce y perfecto: el azabache nunca había seguido completamente sus planes. Eso era algo que lo obligaba a crecer, porque ni él ni Xiao Fei pueden hacerlo solos. Los necesitan tanto como su persona los ha necesitado.
La luz del sol de pronto deja de calentar su cuerpo, por lo que abre los ojos detrás de los lentes oscuros, deslizándolos abajo para enfrentar nuevamente una de las sombras que jamás se desprenderán de su vida, sin importar que sea el final de una historia.
El rey Faisán está de pie, mirándolo de una forma tan penetrante que es complicado discernir entre si ese es otro nuevo intento de confrontación o, al contrario, está buscando quién sea el primero en cuestionar su existencia; algo que no pasa, porque las palabras se quedan aferradas en su interior, necias a intentar siquiera razonar su motivo si ha quedado claro que no existe nada más entre ellos. Las cuentas se han pagado, y si quiere seguir negándose a ello, solo se encontrará con otra realidad aplastante.
Pero Dai Bo se queda congelado cuando, después de lo que se siente como una eternidad en silencio, el gallo le pide, de forma tosca y casi forzada, si pueden hablar un momento ahora que no hay nadie descansando en ese lado de la playa; en un principio, tan reacio como lo es, el pollo azul se niega, apenas limitándose a cuestionar por qué debería hacer aquello. Sin embargo, cuando la terquedad que comparten es un constante tira y afloja, no encuentra motivo para negarse (porque intuía que, en caso de hacerlo, el encuentro solo se repetiría hasta que dijera que sí. Entonces, ante esa idea, era mejor acabar con ello de raíz).
Así que, de pie, con las alas cruzadas, espera que cualquier cosa salga de su pico. Incluso otro intento fallido de secuestro a sus seres queridos.
Solo que no esperaba lo que pasó.
—Tómalo.
Ni siquiera fue una petición en sí mismo, y solo no cae súbitamente a la categoría de “orden” porque el contrario ni siquiera lo mira al momento de entregarle la enorme caja.
Duda por momentos, hasta que la retiene por sí mismo, percatándose del enorme peso, ya que, por poco, su cuerpo se desploma contra la arena; se obliga a retenerlo en el aire hasta por fin colocarlo sobre la toalla en la que permanecía anteriormente relajado. Considera, ya por rutina, la probabilidad de que esto sea una trampa (ha estado en muchas últimamente), pero su lógica le dice lo contrario, considerando sus únicos encuentros: el rey Faisán siempre fue directo tratándose de su ser; solo los “daños colaterales” eran considerados para ser víctimas de movimientos ruines.
Destapa la caja, encontrándose con varias piezas tecnológicas. En apariencia, parecen más avanzadas de lo que normalmente su persona trabajaría en tiempos libres; de hecho, se veían tan sofisticadas como a nivel de.
Alza su vista al más alto, percatándose ahora de que lo observa con mayor detenimiento: sus piezas ya no son las mismas a las de esa pelea; al contrario, si acaso existía realmente el término en un lugar poblado de tecnología, sus extremidades eran tan… rudimentarias. Como si se reemplazaran por un pedazo de metal que fuese botado por alguno de los genios tecnológicos.
Faisán sigue sin mirarlo, y Dai Bo se siente… desconcertado.
Vuelve a colocar la tapa de la caja y, sin advertirle de su movimiento, la deja caer en los brazos, todavía robóticos, del otro.
—No necesito basura —afirma, inclusive si en el fondo reconoce que podría crear nuevos artefactos mucho más funcionales de lo que consigue ahora; su acción consigue que por fin le vean, con un rostro de entre confusión y un malestar que no sabe posicionarse entre la humillación o el rechazo. —Y nadie en este lugar compraría algo tan malo como esto; es inservible y no soy ningún tipo de vertedero.
—Tú… —Dai Bo no le permitió continuar, simplemente sacudió sus alas entre sí para quitarse la sensación invasiva de cosquilleo mientras comenzaba a recoger sus cosas.
—No sé si esto es una especie de truco o disculpa, ni estoy interesado en descubrirlo. Tengo muchas cosas que hacer y no puedo perder el tiempo jugando a la persecución —las palabras se deslizan con sorprendente fluidez, pese a sentir una opresión por dentro. —Las cosas terminaron —planta firmemente, ya con todo lo que usó guardado en una bolsa de tela—, acepta que hemos llegado al fin de nuestra historia.
No espera otra objeción para cuando le da la espalda y comienza a marcharse, esperanzado de no volverlo a encontrar, aferrándose al deseo de permanecer como creyó que pasaría la última vez: se olvidarían, se superarían y nunca más tratarían de volver a enredar caminos, por el bien de cada uno.
Para su suerte, eso solo se mantuvo 2 semanas completas antes de que este apareciera, personalmente, en la peluquería con un gran fajo de billetes.
Sus ojos intercalan entre el efectivo y el rostro contrario, el cual ahora lo mira más seguro, desafiante. Casi como si estuviera cuestionando si eso era suficiente para su ser.
No entiende qué está pasando, ni sus intenciones.
A pesar de eso, por algún motivo (o tal vez la influencia de Seven haciendo efecto), arrebata el dinero, guardándolo velozmente en la caja registradora para cuestionar, sin tapujo alguno, qué es lo que quiere.
Faisán habla, y Dai Bo no sabe si es capaz de creer en sus palabras.
Antes de siquiera ser consciente, otra historia está iniciando.
#dai bo#King pheasant#scissor seven#fanfic#one shot#spanish#Esto es literalmente LO PRIMERO que escribí con ellos#También me ayudó de práctica en estos días#King fighters#King pheasant x Dai Bo
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"El faisán de los lagos prefiere caminar diez mil leguas para comer un solo grano y dar cien mil pasos para beber un trago del río a vivir como un rey en una jaula de oro, con el alma mustia."
Chuang Tse
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Llevo como un año con la inspiración de capa caída y aun así he logrado completar este oneshot. Lo más mágico es que lo empecé a finales de 2013, así que lleva nada menos que unos siete años criando flora y fauna entre mis múltiples WIPs. Tened en cuenta que lo empecé a escribir después de ver Thor: The Dark World, así que los acontecimientos toman el final como punto de partida.
La lección es, sin embargo, que a veces puedo llegar a terminar algo. No maravillosamente bien, pero finalizado queda. No como el resto de mis WIPs, pero me he creado un poco de esperanza a mí misma.
¡Creed en vosotros mismos!
Fandom: Marvel Cinematic Universe
Pareja: Loki y Darcy
Trigger Warning?: No
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39. Beyond the horizon
Todo había sucedido demasiado rápido. De hecho, Darcy no creía haber terminado de comprender cómo había pasado. Al volante de Hummer gris oscuro a través de la noche junto al duro e obstinado silencio de su copiloto, su mente se dedicó a recapitular los acontecimientos.
Casi medio año atrás, tras su segundo encuentro con Thor, este regresó a Asgard, sólo para volver y asegurar que su lugar estaba en Midgard, como seguía llamando a la Tierra. El dios del trueno había aparcado temporalmente la armadura, la capa y el martillo e intentaba adaptarse a la vida en aquel rincón del universo con todo el empeño del que era capaz. Jane y él parecían sacados de una peli de Hollywood, y pasadas unas semanas de ensueño en Londres decidieron que era hora de volver a casa. Los detalles acerca de lo complicado que fue meter a Thor en Estados Unidos sin la documentación en regla eran menores; el hecho fue que SHIELD acabó involucrada y el dios del trueno tuvo que responder muchas preguntas acerca de su hermano el psicópata. Su declaración jurada de que Loki había muerto en sus brazos en Straval… Svatarl… bueno, como se llamase ese planeta, acabó requiriendo que Jane corroborase aquella información. El tío del parche, Nick Fury o lo que fuera, no estaba dispuesto a parar hasta quedar plenamente convencido de que Loki estaba realmente muerto. No le importó lo más mínimo el sufrimiento de Thor cada vez que recordaba la pérdida de su hermano, asunto que todavía levantaba ampollas en el seno de su pintoresco grupo.
La cosa acabó con Thor y Jane viviendo en la Torre Stark, ya que la astrofísica trabajaba ahora para Tony; Erik estaba asistido por una corte de psicoterapeutas y ella, Darcy Lewis, recién graduada en Ciencias Políticas y liberada de sus prácticas, trabajaba de camarera y como seguía en contacto con Jane podía decir que se codeaba con gente súper lista, súper importante y súper poderosa que la hacía sentirse aún más insignificante.
Fue entonces, cinco meses y pico después, cuando un tipo trajeado entró como si nada en el vestíbulo de la Torre Stark y pidió ver a Thor. La pobre recepcionista, creyendo a pies juntillas lo que ponía en su tarjeta de visita, le dio pleno acceso al salón del último piso de la Torre, donde Thor pasaba gran tiempo de su tiempo libre. De hecho, el hombre pasó allí varias horas, él solo, hasta que Thor se lo encontró al volver y le reconoció por quien era: Loki, su hermano, de vuelta de entre los muertos una vez más.
Huelga decir que a Tony Stark no le hizo ninguna gracia encontrarse campando a sus anchas en el salón al tipo que le había arrojado a través de una ventana años atrás, pero eso no explicó cómo SHIELD supo de la presencia de Loki en Nueva York. En menos de dos horas las cercanías del edificio se convirtieron en un hervidero de agentes, con tres de los Vengadores originales, sin contar a Thor y a Tony, preparados para atrapar al escurridizo dios de las mentiras. La cosa debía pintar muy fea, ya que Loki escapó utilizando sus ilusiones y acabó secuestrando a la persona que andaba más cerca de la Torre Stark para que condujese un coche que pasaba, y esa persona resultó ser ella, Darcy Lewis, de camino a la Torre Stark llevándole a Jane un café de Starbucks porque estaba demasiado ocupada con su investigación para tomarse un respiro y Darcy tenía el descaro suficiente para usar eso como excusa para ver a los Vengadores en persona. Cuando Loki tiró de Darcy hizo que se le derramasen los cafés recién comprados en la acera. Sólo por eso ya no le caía bien.
A decir verdad, Darcy no tenía una verdadera opinión de Loki. Al principio, cuando vio la Batalla de Nueva York en televisión, fue el malo; cuando Thor y Jane le explicaron el heroísmo con el que redimió sus pecados sacrificándose por ellos, dejó de ser tan malo. Ahora que, al parecer, estaba vivito y coleando y por tanto su muerte había sido con toda seguridad un ardid, volvía a ser bastante malo. Y lo peor fue que ella se había visto envuelta con él y no tenía su Taser, aunque después de todas las historias que le había contado Thor sobre su infancia, cómo Loki fue adquiriendo sus poderes y las cosas que era capaz de hacer, lo cierto era que dudaba que fuese de alguna utilidad.
Aun sin el báculo que le había visto enarbolar durante la Batalla de Nueva York el hermano de Thor atemorizaba bastante. En la penumbra del interior del coche sus rasgos resultaban afilados y duros, con los brazos cruzados sobre el pecho y la mirada fija en la carretera. A Darcy le había costado decidirse a poner la calefacción cuando el pálido sol de finales de otoño comenzó a declinar mientras se dirigían a los confines del Estado. No había perdido la esperanza de que SHIELD diese con ellos y la rescatasen de aquel maníaco, pero por otro lado había temido que abriesen fuego a discreción para librarse de él y la pillasen a ella en medio; era la clase de persona y estaba en la clase de situación que los manuales de SHIELD debían llamar “daño colateral”. La tensión era tan grande que tenía ganas de gritar, y ya no sabía si era sólo ella o si realmente estaban metidos en un lío muy gordo, aunque Loki no parecía en absoluto intranquilo. Pero claro, él era el rey de los líos.
Ya era noche cerrada y llevaba conduciendo en silencio cerca de cuatro horas. Tenía calambres en la espalda, las piernas entumecidas y le dolía la cabeza de mirar la carretera. Disminuyó la velocidad del vehículo casi sin darse cuenta, y sintió la mirada de Loki de manera casi física, aunque ninguno de los dos giró la cabeza, cuando le ordenó:
-Vuelve a acelerar.
Y aunque le daba demasiado miedo, Darcy protestó:
-No puedo, ¿vale? Estoy agotada. Necesito comer algo y estirar las piernas. Además, tenemos que repostar.
Eso era verdad. El simbolito naranja parpadeaba en el salpicadero, y se pusiese Loki como se pusiese, eso no eran buenas noticias si pretendía seguir huyendo.
El dios de las mentiras sopesó sus palabras durante un instante. Pasaron de largo junto a una señal que advertía de la cercanía de una estación de servicio en la próxima milla, y Darcy asumió que podía desviarse hacia ella. Dudó un instante al girar el volante, pero como él no dijo nada, siguió hacia allí. Quizá en la gasolinera lograra hacer una llamada de teléfono. Inmediatamente después de haberlo pensado, se arrepintió de haberlo hecho. Quizá Loki pudiese leer los pensamientos, no estaba segura. Loki podía hacer muchas cosas, según Thor.
No volvieron a intercambiar ni una sola palabra hasta que llegaron a la gasolinera. Las estridentes luces de la misma hirieron los ojos de Darcy, que tardaron unos segundos en adaptarse. Aparcó frente al surtidor de gasoil y le tendió las llaves al encargado. Al rodear el Hummer vio apearse a Loki: al parecer, había vuelto a hacer uso de sus poderes, pues la armadura asgardiana que lucía cuando la secuestró y la metió en el coche había desaparecido. En su lugar lucía un traje de chaqueta y un abrigo de paño demasiado elegante para la estación de servicio asentada en plena nada. Acortó el espacio entre ellos para caminar a su lado hasta la tienda de la gasolinera. Incómoda, Darcy enterró las manos en los bolsillos de su cazadora. Resultaba irónico que, después de todo aquel tiempo conduciendo a tan sólo unos centímetros de él, le resultase tan violento tenerle cerca fuera del Hummer.
Una vez entraron en el edificio, Darcy masculló una excusa para escabullirse al cuarto de baño. Cuatro horas son muchas horas, incluso aunque no hayas llegado a beberte ese café, y a pesar de la pérdida de sus cinco dólares, casi se alegraba. Si hubiese tenido que ir al baño antes, seguramente Loki habría dejado que se lo hiciera en los pantalones.
Una vez hubo terminado Darcy bajó la tapa del inodoro y se sentó. Llevaba bajo el brazo su inseparable mochila, y rebuscó su teléfono móvil casi con desesperación. Tras vaciar el contenido en su regazo sin dar con él, Darcy concluyó que en el fondo no le sorprendía no encontrarlo. Furiosa, se mordió el labio inferior y volvió a meter sus cosas en la mochila. Al salir del baño, Loki la esperaba fingiendo interés por la nevera de las bebidas. Furibunda, Darcy escogió una botella de agua, un par de sándwiches y una bolsa de patatas fritas y se dirigió al mostrador. Compró un cappuccino antes de pagar. Ningún dios nórdico impediría que ingiriese cafeína.
Todavía en silencio, Darcy y Loki regresaron al Hummer. La joven lo aparcó en uno de los laterales de la gasolinera, sin pedir permiso a Loki esta vez, y encendió la luz interior del coche para empezar a dar buena cuenta de su cena. Mientras devoraba uno de sus sándwiches de pollo al curry con queso captó por el rabillo del ojo dos cosas: que Loki volvía a lucir su armadura y que la comida no parecía ejercer el menor efecto sobre él. No pudo evitar una pregunta:
-¿Es que los asgardianos no coméis o qué?
Él se volvió hacia ella y contempló el sándwich con desdén antes de contestar:
-Comida como esa, no.
Darcy puso los ojos en blanco:
-Oh, vaya. No es un faisán relleno de foie, mis disculpas.
Loki suspiró a su derecha:
-Y yo quería someter este reino…
-Créeme, me alegra que te detuvieran –replicó Darcy con la boca llena.
Él se tensó, pero no llegó a responder a la provocación de la joven. Era ridícula, trivial, mortal, y él era un dios. Nada que Darcy pudiera decirle debía tener el poder de sacarle de sus casillas.
Pero lo cierto era que estaba hambriento. Había invertido gran parte de su magia en crear un doble de sí mismo que reinase en Asgard bajo la apariencia del Padre de Todos, como llevaba haciendo él mismo durante todo este tiempo, para poder salir del Reino Eterno por alguno de sus portales secretos y divertirse un poco en Midgard. Sólo que no se estaba divirtiendo tanto, después de todo. La persecución no había entrado en sus planes, y cuando había creído que podía escabullirse fácilmente, sus poderes le habían fallado. No había tenido más remedio que recurrir a los viejos trucos: rehén, vehículo y pies en polvorosa. Había invertido el resto de sus poderes en invocar un hechizo de camuflaje que les permitiese ganar ventaja respecto a sus perseguidores. Como consecuencia había encontrado serias dificultades para conjurar con éxito una ilusión tan sencilla como esconder sus ropajes asgardianos, y eso le hacía sentirse humillado. Loki no respondía bien a esa clase de sensación, pero sabía contenerse. Por eso se limitó a esperar a que Darcy devorase aquellos triángulos de comida que no alcanzaba a comprender y cuyo olor, frío pero de alguna manera suculento, alcanzó sus fosas nasales. Cuando creyó que la joven había terminado, abrió la bolsa de patatas fritas y empezó a comérselas también. El ruido que hacían era tan irritante que Loki tensó la mandíbula con impaciencia. Entonces Darcy preguntó:
-¿Me has quitado tú el móvil?
Lo dijo con un tono tan casual que sorprendió a Loki. Esperaba que estallase al darse cuenta de que había hurtado aquel pequeño dispositivo que empleaban en Midgard para comunicarse.
-Por supuesto que sí –respondió, altivo. Incluso alzó un poco la barbilla al responder.
Entonces sí, Darcy le taladró con la mirada. Había esperado tanto la reacción que casi se le escapó una sonrisa satisfecha al recibirla. Ella apuró el café.
-Eso es… iba a decir que es un delito, pero me parece que en realidad todo lo que has hecho hoy lo es.
-Sólo si los agentes de la ley de este reino me atrapan, y no estoy dispuesto a permitir que eso suceda –declaró Loki, ufano.
-Lo que tú digas –Darcy se encogió de hombros mientras lamía la sal que habían dejado las patatas fritas en las puntas de sus dedos-. Esos tipos de SHIELD son profesionales.
Una vez hubo calmado su hambre, se dejó caer sobre el respaldo del asiento. La tensión de las últimas horas se acumulaba sobre sus hombros y su cuello. Estaba francamente cansada. Suspiró mirando a través del cristal delantero. A su derecha, Loki contempló el perfil de la joven recortado sobre las luces de la gasolinera. Sabía, gracias a Heimdall, quién era ella, pues su disfraz de Odín, gracias al que había cumplido su sueño de reinar sobre Asgard, había engañado incluso al centinela del Bifröst, y cuando su curiosidad malsana le había empujado a visitar el Observatorio para curiosear sobre la nueva vida de su hermano en Midgard, Heimdall se lo había tomado como simple interés paternal. Eso no significaba, por supuesto, que hubiese tomado a Darcy como rehén a sabiendas. Había sido una coincidencia que la joven se hubiese cruzado en su camino cuando empleó su último hálito de magia para escapar fuera de la Torre Stark, y de hecho no fue plenamente consciente de las consecuencias de haber elegido a Darcy como su chófer personal hasta que estuvieron atravesando Nueva York en el Hummer a toda velocidad: Darcy era amiga de Thor, y su hermano era defensor de sus amigos hasta las últimas consecuencias. Sin tiempo para explicarle nada, Thor sacaría conclusiones precipitadas acerca de sus intenciones y no dudaría en lanzar a todos aquellos agentes de SHIELD tras él.
-Si me haces conducir un solo metro más, pienso estrellar el coche contra un árbol –interrumpió sus reflexiones Darcy con una especie de amenaza-. Me muero de cansancio.
Loki hizo una mueca. Siempre se le olvidaba lo frágiles que eran los midgardianos.
-Podemos detenernos hasta la mañana si hay algún lugar donde podamos pasar la noche –dijo.
-Eso es fácil –Darcy tendió la mano en su dirección-, si me das mi móvil.
Él enarcó una ceja.
-¿Te parezco estúpido?
Aunque formuló la pregunta con un tono levemente irónico, hubo una nota oscura en él que hizo que una parte de Darcy deseara aovillarse y llorar. Sin embargo no reculó:
-Hablo en serio. Podría mirarlo en Google Maps.
-Me temo que tendrás que recurrir a métodos más convencionales –replicó Loki, obviando el hecho de que no tenía la menor idea de a qué se refería con eso de Google Maps.
Darcy bufó, metió los envases de su comida en la bolsa de plástico que le habían dado en la gasolinera y la lanzó al asiento trasero. Se reincorporó a la autopista gruñendo para sus adentros y rogando que apareciese un helicóptero con el logotipo de SHIELD en el cielo.
No hubo tal helicóptero, pero sí hubo nubes, nubes que se arremolinaron sobre el cielo nocturno a lo largo de las horas siguientes y comenzaron a descargar una lluvia de gruesas gotas que golpeaban con estrépito los cristales del Hummer. Darcy discutía con Loki acerca de la velocidad a la que llevaba el vehículo bajo la lluvia cuando logró ver el cartel de un motel a un lado de la carretera. Dio un violento volantazo para entrar en la desviación e ignoró la mirada de desaprobación de Loki. Cuando estás tan cansada como lo estaba ella, lo último que necesitas es que alguien se ponga tiquismiquis contigo.
-Alojamiento –se limitó a mascullar.
Darcy estacionó el Hummer al final de una hilera de vehículos que resultaba sorprendente en un motel de mala muerte como aquél.
-Mira en la guantera a ver si hay un paraguas –ordenó a Loki.
Él tardó unos instantes en reaccionar, y cuando al fin abrió la guantera, su contenido le cayó sobre las rodillas. Había botes de aspirinas, chicles, mapas de carreteras, una larga ristra de preservativos y una botella de agua a la mitad, pero ningún paraguas. Darcy masculló un taco antes de salir del Hummer, y Loki la siguió. Ella correteó hasta la oficina del motel, iluminada por una tenue luz, y entró sola en el estrecho espacio. El mostrador estaba vacío, por lo que tocó la campanilla con la esperanza de que el dueño del motel no se retrasara, y no lo hizo: de la parte de atrás llegó un tipo de mediana edad, con un rostro de ésos que podrías confundir con cualquiera, vestido con unos vaqueros y una camisa de franela a cuadros.
-Buenas noches, señorita –saludó con tono aburrido
-Buenas noches –respondió ella-. Quisiera una habitación.
El hombre pareció echar un vistazo detrás de Darcy y preguntó:
-¿Para dos?
La joven dio un respingo y se giró. De algún modo, Loki volvía a lucir su traje y estaba allí mismo, detrás de ella. Fue él quien contestó:
-Sí.
A ella se le descolgó la mandíbula. Ni en sus peores pesadillas habría compartido dormitorio con aquel tipo, pero la mirada con que le correspondió Loki le indicó que sería mejor que no replicase. El dueño del motel les pidió que pusiesen su nombre en el libro de huéspedes y pagasen antes de conducirles a través de la galería que conectaba todos los bungalows al que iban a ocupar. Cuando el hombre abrió la puerta y encendió la luz, la bombilla desveló un dormitorio de paredes color arena, dos ventanas gemelas, un desvencijado escritorio con una televisión de tubo encima y una sola cama de matrimonio flanqueada por sendas mesillas de noche. La única decoración del cuarto, por llamarla de algún modo, eran el crucifijo sobre el cabecero de la cama y el detallado mapa de Estados Unidos colgado de la pared opuesta.
-Que pasen una buena noche –les deseó el dueño del motel.
-Gracias –contestó Loki en una pantomima perfecta.
Darcy fue incapaz de responder. Estaba tratando de asimilar que no sólo iba a tener que compartir habitación con Loki, también la cama. Aquello era una maldita pesadilla.
Una vez el dueño del motel se hubo ido cerrando la puerta de la habitación tras de sí, Loki deshizo la ilusión sobre sus ropas mientras se volvía hacia Darcy:
-Deja de poner esa cara de desesperación. Tampoco es que a mí me ilusione dormir contigo, ¿sabes?
La joven se envaró, encontrando aquel comentario innecesario y molesto, pero no dijo nada al respecto, sólo anunció:
-Voy a darme un baño.
Y sin darle tiempo a prohibírselo, se encerró en el cuarto de baño.
Como el dormitorio, el cuarto de baño se distinguía por ser viejo, pero estaba limpio. Tenía una bañera de obra y baldosines de color beige que cubrían hasta la mitad de la pared; desde el borde hasta el techo, la pared era normal. Dos juegos de toallas blancas descansaban sobre un taburete de plástico bajo el lavabo anclado a la pared, y por primera vez desde que empezó aquel viaje demencial, Darcy se sintió algo más animada cuando se quitó al fin la ropa, que quedó abandonada sobre el suelo, y llenó la bañera prácticamente hasta el borde.
Se sumergió dejando escapar un suspiro de placer cuando el agua un pelín demasiado caliente cubrió sus músculos doloridos. Se metió hasta la barbilla y su melena se extendió bajo el agua como los tentáculos de un pulpo. Apoyó la nuca en el borde de la bañera y trató de olvidarse de todo.
Estuvo sumergida en el agua hasta que se le arrugaron las yemas de los dedos y el agua de la bañera comenzó a enfriarse, momento en que quitó el tapón del sumidero e hizo uso de los artículos de aseo que había en la repisa del espejo para lavarse. Salió de la bañera y se secó vigorosamente con las toallas antes de decidirse a volver a enfundarse en la ropa que llevaba antes. Después de haber conseguido relajarse un poco tras un viaje tan largo, la ropa le resultó incómoda sobre la piel, pero la simple idea de estar sin ella en la misma habitación que Loki le provocaba escalofríos. No, gracias.
Al abrir la puerta del cuarto de baño una nube de vapor se disolvió en el aire más frío de la habitación. Loki estaba sentado en el borde de la cama, los codos apoyados en las rodillas, y dedicó a la joven una mirada de franco desinterés a la que ella correspondió de igual manera. En cuanto se hubo separado del umbral, fue el turno de Loki de cerrar la puerta del cuarto de baño tras de sí. Darcy se mantuvo inmóvil hasta que oyó el agua del grifo repiqueteando sobre la bañera, y entonces se lanzó hacia la puerta de la habitación. Sin embargo, apenas hubo tocado el picaporte, un fuerte calambre le hizo apartar la mano. Darcy ahogó un grito y volvió a acercar la mano, esta vez muy despacio. A apenas unos milímetros del metal podía notar las vibraciones de alguna clase de electricidad, producto sin duda alguna de la magia de Loki. Cuando se dio la vuelta, casi esperaba verle acodado en el marco de la puerta, mirándola con suficiencia, pero no fue así. Debía tener mucha confianza en sus propios poderes, y eso no hizo sino enfurecerla más.
Derrotada, Darcy se dejó caer en la cama, cuyos muelles chirriaron con esfuerzo. Estaba tan exhausta que le dio igual ser una prisionera: sólo quería dormir. Echó un vistazo a la puerta del cuarto de baño, aún cerrada. Ya no se oía el grifo, por lo que dedujo que Loki estaba en la bañera. Confió en que le quedase todavía un rato cuando se quitó los vaqueros y el jersey, los zapatos y los calcetines, y dejó sus gafas encima de una de las mesitas de noche. Vestida únicamente con su ropa interior se acercó al armario, ubicado justo detrás de la puerta de la habitación, y hurgó en él hasta dar con una manta. Pensaba envolverse en ella antes de meterse en la cama; de ninguna otra manera se tumbaría ahí mientras estuviera en la misma habitación que Loki.
Cerró los ojos en cuanto oyó el picaporte de la puerta del cuarto de baño, y se esforzó en fingir un ritmo regular de respiración para que él creyese que dormía. Lo cierto era que esperaba engañarse a sí misma lo bastante como para llegar a conciliar el sueño, pues era lo que su agotado cuerpo le pedía, pero su cerebro estaba demasiado agitado, demasiado aguijoneado por la adrenalina, como para permitirle dormir.
Loki se movió por la habitación con tan sólo una toalla blanca anudada a la cintura. Era perfectamente consciente de que Darcy tan sólo simulaba haberse rendido al sueño, pero le resultaba indiferente. Era inofensiva y le tenía miedo. Confiaba en que una combinación de aquellos dos factores bastarían para tenerla tranquilita durante unas horas, lo bastante como para llegar a descansar. Había sido un día largo, y aunque desatar todas las alarmas en el seno de los Vengadores fue divertido al principio, a aquellas alturas de la madrugada empezaba a resultarle irritante su propia afición a buscarse problemas.
Loki tomó asiento en el colchón tras terminar de secarse. La superficie ondeó cuando se sentó, y los párpados de Darcy aletearon cuando la certeza de que él iba, en efecto, a tumbarse en aquella misma cama la golpeó de lleno. No obstante, la joven se mantuvo en sus trece y siguió fingiendo estar dormida. No se dio cuenta siquiera de que el dios de las mentiras dejaba caer la toalla húmeda al suelo para refugiarse en las sábanas completamente desnudo.
De todos los rincones infectos de los Nueve Reinos a los que sus numerosos viajes le habían llevado aquel motel de carretera era sin duda uno de los peores. La estructura de la cama parecía a punto de desencajarse con cualquier movimiento medianamente brusco, las contraventanas dejaban pasar la luz de neón del cartel con demasiada facilidad, las sábanas estaban acartonadas y no faltaban las quemaduras de cigarrillo que daban un aspecto sencillamente deplorable al conjunto. Loki comenzaba a ponerse de mal humor, agobiado por un pulsante dolor de cabeza, y cerró los ojos con fuerza para tratar de dormirse.
Sus sueños estaban poblados, como siempre, por sombras y espectros. Había rencor e ira, y ante sus ojos desfilaban todos aquellos asgardianos que alguna vez le despreciaron por no ser sino el hermano menor de Thor, a cuya sombra había morado hasta hacerse uno con la oscuridad. Estos descubrían que tras el Padre de Todos que les había gobernado los meses anteriores se encontraba Loki, y una multitud furiosa le atacaba y maniataba antes de llevarle al observatorio del Bifröst, donde Heimdall le arrojaba al vacío.
La caída en su pesadilla le hizo despertarse con un jadeo. Se incorporó apoyándose en los codos, con el corazón desbocado. Darcy se revolvió a su lado y encendió la lámpara de su mesita de noche. La luz les hirió los ojos a ambos. Loki dirigió la vista al lado opuesto de la habitación
-Apaga eso –gruñó.
-¿Qué ha pasado? –Preguntó ella, sobresaltada, pero no obedeció.
-No ha sido nada. Una pesadilla –contestó Loki. La barbilla de Darcy descendió hasta casi tocar su pecho cuando venció el cuello, decepcionada. Loki no tuvo que esforzarse en imaginar que había esperado que su reacción se debiese a un rescate inminente-. Imagino que te preguntas qué está haciendo Thor para tardar tanto en venir a buscarte.
Darcy le dirigió una mirada furibunda.
-A buscarnos a los dos, en realidad –repuso-, aunque por motivos diferentes.
-Muy diferentes, desde luego –Loki rio entre dientes. Enlazó los dedos tras la cabeza y se apoyó en la almohada. Uno de sus codos estaba muy cerca de la cara de Darcy-. Tengo que reconocer que me sorprende su tardanza. Su estilo suele ser abalanzarse sobre el enemigo sin miramientos. Un retraso como este parece preludio de…
-Un plan –terminó Darcy por él.
Loki la miró de soslayo.
-Así es. Pero como decía, Thor nunca se ha distinguido por sus dotes estratégicas.
-Nunca las ha necesitado –le defendió Darcy.
-No necesita que salgas en su defensa, Milady. Ya tiene varios reinos que le rinden pleitesía.
Darcy frunció el ceño cuando Loki se dirigió a ella como Milady. Era la primera vez que mostraba cualquier clase de cortesía hacia ella. Decidida a no dejar que sus modales la impresionasen, se acurrucó en la manta en la que seguía envuelta y divagó:
-En ese caso me imagino que los agentes de SHIELD son los encargados de trazar el plan. O Capitán América.
Loki dejó escapar una risa nasal.
-Thor debe sentirse atormentado si debe esperar mientras otros piensan por él. No por el hecho de que lo hagan, por supuesto, sino porque preferiría venir a salvarte cuanto antes.
Darcy exhaló un suspiro.
-Se nota que sois hermanos. Hablas de él como cualquier hermano menor lo hace de los mayores.
En otras condiciones Loki la habría hecho sufrir por su atrevimiento, pero si la mantenía con vida estaría en condiciones de negociar cuando Thor y el resto de la caballería apareciesen por allí, y no dudaba que acabarían haciéndolo, con camuflaje mágico o sin él. Thor era un idiota pero la magia corría por sus venas y acabaría siendo capaz de desentrañar la madeja que era su conjuro. Desvelado, Loki se sentó en la cama y encendió la lamparita de su mesita de noche ante la mirada confundida de Darcy. Entonces se puso de pie y caminó hasta el mapa colgado de la pared. Darcy podría haber visto mucho más que su trasero, pero había apartado la mirada entre azorada y escandalizada de que Loki hubiese estado durmiendo desnudo a su lado.
Loki cruzó los brazos ante el mapa. Ladeó la cabeza tratando de comprender las divisiones entre Estados de colores chillones.
-¿Dónde estamos?
-Esto… acabamos de entrar en West Virginia –respondió Darcy.
Loki giró el cuello para dirigirse a ella.
-Sabes que eso no significa nada para mí, ¿verdad? –Volvió a dirigirse al mapa-. En realidad no estoy familiarizado con la geografía de la región. ¿Dónde comenzó nuestro viaje?
Darcy frunció el ceño. Loki usaba las palabras “nuestro viaje��� como si se tratase de una alegre excursión de fin de semana en vez de un secuestro.
-En Nueva York –dijo de todas formas-. Costa Este.
Loki dirigió la vista hasta el extremo derecho del mapa. Cada Estado tenía marcada su capital, así que no tardó en dar con Nueva York. Apoyó el índice en la estrella que denotaba el nombre. Entonces paseó la mirada hasta dar con West Virginia, tierra adentro. Había sido un trayecto largo en el Hummer, pero no conocía las distancias ni su valoración entre los midgardianos, así que le resultaba difícil comprobar si estaban cerca o lejos.
-¿En qué parte de West Virginia nos encontramos?
-Cerca de la frontera con Pennsylvania. La ciudad más cercana se llama Morgantown, pero no creo que aparezca en ese mapa.
Loki chasqueó la lengua.
-No, no aparece. ¿Estamos lejos de Nueva York? –Preguntó por fin.
-A unas trescientas ochenta millas. En distancias en Estados Unidos… no, la verdad.
Loki volvió a chasquear la lengua.
-En ese caso tenemos que seguir mañana al alba.
Darcy abrió mucho los ojos. No tenía encima su teléfono, así que no podía saber qué hora era, pero estaba claro que era de madrugada.
-¿Al amanecer? Ni de coña. Necesito dormir en condiciones, de lo contrario vamos a tener un accidente o algo.
-Duerme entonces –Loki había orientado levemente el cuerpo hacia Darcy. Ella fijó la mirada en su rostro para evitar verle lo que tenía entre las piernas. Él se dio cuenta y esbozó una sonrisa ladina-. No será la primera vez que ves un hombre desnudo, ¿verdad, Milady?
A Darcy se le escapó una risita incómoda.
-Pues claro que no. Pero eso no significa que quiera verte desnudo a ti.
Había algo muy perturbador en la idea de haber sido secuestrada, de que su secuestrador, que además resultaba ser una especie de alienígena, estuviese completamente desnudo en su presencia y que encima se metiese con ella por eso. Pero lo más perturbador de todo era que, a pesar de su rechazo, no podía decir que Loki le resultase desagradable a la vista. Todo lo contrario, en realidad. ¿Era eso a lo que llamaban Síndrome de Estocolmo?
Loki regresó a su lado de la cama mientras Darcy fingía estar interesadísima en el papel de la pared en el lado contrario. Loki y Darcy hablaron a la vez:
-Apaga la luz.
-¿Cuánto tiempo piensas retenerme?
Loki le sostuvo la mirada un instante antes de repetir:
-Apaga la luz. Estoy dispuesto a dejarte dormir unas horas después del amanecer.
Darcy rio sin humor ante el tono magnánimo de su voz, pero insistió:
-Contéstame.
-Mientras me resultes de utilidad. No temas, no he venido a Midgard a hacer turismo, pero sí necesito que sigas conduciendo.
-¿Hasta dónde?
-Todavía no lo he decidido. El desierto, quizá.
-¿Qué parte del desierto? Tenemos una cantidad considerable, vas a tener que ser más específico –replicó Darcy, aunque la idea estaba lejos de entusiasmarla. El Estado desértico más cercano era Nuevo México y aunque no sabía a cuánta distancia estaba exactamente sí que sabía que serían varios días en coche-. Maldita sea –susurró.
-Vamos, Milady –Loki se apoyó en el costado izquierdo, mirando a Darcy-. Puedo comprometerme a hacerte el viaje más llevadero si tú te comprometes a comportarte y dejar de buscar maneras de huir.
Ella le encaró.
-Qué oferta tan tentadora –dijo, sarcástica.
-Créeme, es la más benévola que voy a ofrecerte –repuso Loki-. Tómatelo como unas… vacaciones pagadas.
-Vacaciones al servicio de un supervillano. Mi plan perfecto –replicó Darcy al tiempo que maldecía su ligereza a la hora de responder.
Ambos apagaron las lamparitas a ambos lados de la cama. Darcy no lograba conciliar el sueño, así que se concentró en los ruidos de la habitación. La cama crujía, las tuberías del cuarto de baño gorgoteaban, la respiración de Loki era tan tenue que Darcy pensó que podría fantasear con que estaba muerto. Se quedó dormida poco después de formar ese pensamiento.
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-Arriba, Milady. Hora de ponerse en marcha.
Darcy se tapó la cabeza con el edredón. Tenía la sensación de haber dormido cinco minutos. Loki arrancó las sábanas sin miramientos. Ella se encogió encima del colchón.
-Nos vamos –anunció.
Darcy soltó un gruñido gutural mientras se incorporaba muy despacio. Agarró la manta en las que seguía envuelta, o eso esperaba, para entrar en el cuarto de baño. Después de hacer pis y lavarse la cara reparó en las prendas de ropa pulcramente dobladas encima de una esquina de la bañera: unos vaqueros pitillo de color negro, una camiseta de manga larga y escote generoso en bermellón y un pack de tres pares de braguitas de algodón. No se trataba, desde luego, de la ropa que había llevado puesta el día anterior. Se ajustó las toallas para abrir la puerta y asomarse a la habitación. Loki parecía vigilar el exterior desde la ventana.
-¿Loki? –Oírse nombrar hizo que se volviese hacia ella-. ¿De dónde ha salido esta ropa?
-La he creado yo. Con mi magia –puntualizó. Giró de nuevo la cabeza hacia la ventana-. Menos las prendas interiores, claro. Hay un establecimiento a una legua de camino. La he encontrado allí.
Darcy procesó que Loki la había dejado sola. Había perdido una oportunidad preciosa para escapar por haber estado dormida. De todas formas, ¿qué demonios era una legua?
-¿Qué clase de establecimiento? –Preguntó. No se le ocurría dónde demonios podían vender ropa interior en mitad de la autopista.
-Es difícil de definir –dijo Loki-, como suele pasar con Midgard. Un gran edificio con dos entradas, una conducía a una especie de taberna, la otra a un colmado. El edificio estaba rodeado por enormes vehículos de acero.
Darcy asintió con la cabeza.
-Una estación de servicio para camioneros –dedujo.
-Supongo. El colmado parecía vender objetos muy dispares, pero he identificado la ropa interior y me he figurado que apreciarías tener mudas.
-Qué amable por tu parte, preocuparte por tu secuestrada –dijo Darcy con sarcasmo. Volvió a entrar al cuarto de baño, pero antes de llegar a cerrar la puerta se asomó de nuevo-. Un momento, has pagado, ¿no?
Loki volvió a mirarla.
-Por supuesto –contestó.
-Pero, ¿tienes dinero?
Él compuso su mejor expresión inocente:
-Me temo que no de este reino, Milady. He tenido que tomar prestada vuestra bolsa.
Darcy dirigió la mirada a la silla en la que había dejado su mochila la noche anterior y allí estaba, efectivamente, su cartera abierta en canal. Volvió a gruñir.
-Tenemos que hablar de poner límites. Mis fondos no son ilimitados.
-Estoy abierto al diálogo, Milady, pero tendrá que ser en el coche. Si no te das prisa tendrás que pagar una noche extra.
Darcy masculló un taco, cerró la puerta y procedió a vestirse.
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Condujeron durante tan sólo unos minutos antes de decidir parar en un bar de carretera para desayunar. Loki no parecía dispuesto a permitir que la parada se prolongase pero Darcy exigió tomar asiento y pedir café, tostadas y huevos con bacon. La camarera tomó nota sin pestañear siquiera. Se giró entonces hacia Loki para preguntar:
-¿Y a ti qué te pongo, cariño?
Darcy trató de ahogar una risa nasal con poco éxito. Loki la fulminó con la mirada mientras contestaba:
-Café. Solo.
La camarera se alejó de la mesa. Loki ponderaba qué hacer con el cambio de actitud de Darcy. Ya sabía que era sarcástica y que tenía agallas, pero el control que había ejercido sobre ella a través del miedo y que tan bien le había servido durante el día anterior parecía estar desvaneciéndose. Sin embargo todavía no podía deshacerse de ella. Su magia había vuelto ya pero le constaba que volver a Asgard no sería tan sencillo. No le hacía falta estar allí para saber lo que se cocía, y lo que se cocía era que Odín había despertado de su Sueño y las noticias de que Loki le había hecho caer en el mismo para poder suplantarle desde el momento en que Thor optó por fijar su residencia en Midgard ya habían llegado no sólo al Padre de Todos sino a todos los cortesanos de confianza. Loki notaba la mirada de Heimdall a través de las dimensiones, buscándole sin tregua. Contaba con que el sofisticado conjuro de camuflaje en torno a Darcy y a sí mismo les protegería pero a decir verdad no conocía la tecnología de Midgard lo bastante como para saber si sería suficiente para ocultarles de la infinidad de medios que Stark usaría para dar con ellos. Loki apoyó la espalda en el plástico de su asiento.
-Te veo cómoda, Milady.
-Las apariencias engañan –Darcy hizo una mueca-. La cama de ese motel podría usarse como potro de tortura, pero en fin, al menos voy a desayunar en condiciones.
Loki la contempló durante un segundo.
-Me refería a que te veo cómoda conmigo. –Darcy ladeó la cabeza en una pregunta muda. Loki especificó-. A diferencia de ayer.
Darcy se encogió de hombros.
-Bueno, me has comprado bragas. Eso acerca a la gente.
Él enarcó una ceja con expresión cínica. Darcy no pudo evitar reírse. Había pasado muchísimo miedo el día anterior pero las cosas estaban cambiando. No se le escapaba que no estaba fuera de peligro del todo pero Loki parecía necesitarla, y mientras así fuese no la mataría. Contaba con que Thor daría con ellos tarde o temprano. Había decidido tomarse la situación como una aventura, tal y como él mismo había sugerido la noche anterior. Era mejor que vivir con miedo, y una vez dejaba de ver a Loki como la máquina de matar perfecta, el comandante de los alienígenas genocidas, se convertía en el hermano pequeño de Thor, el mago del tarot con un complejo de inferioridad colosal.
Loki miró a Darcy a los ojos. Si no podía someterla mediante el miedo, había otras maneras. De hecho sería más sencillo convertirla en su aliada. Le resultaría mucho más conveniente que una rehén y ante todo le daría menos trabajo. No iba a ser fácil, por supuesto, después de lo que había sucedido entre ellos desde que se conocieron menos de veinticuatro horas antes, pero si alguien podía darle la vuelta a la tortilla, ese era él.
-No puedo negar que me encuentro en una acuciante necesidad de buenos amigos, Milady.
Ella enarcó una ceja con expresión sarcástica.
-Eso salta a la vista. –La camarera se acercó a la mesa balanceando platos y tazas en las manos. Colocó el festín delante de Darcy para regresar con una jarra de café con la que llenó ambas tazas vacías. Durante ese instante Darcy y Loki intercambiaron una mirada silenciosa. El hilo musical, que había estado reproduciendo country, dio paso a Bang Bang de Nancy Sinatra. Darcy sacudió un azucarillo antes de abrirlo y verter el contenido en su café-. Me encanta esta canción.
Loki escuchó la letra. No logró reprimir una corta risa cargada de cinismo.
-¿Intentas decirme algo, Milady?
-Francamente, después de lo que hemos pasado me parece que no hace falta andarse con mensajes cifrados –replicó Darcy.
Él esbozó media sonrisa. Darcy no pudo sino volver a apreciar su atractivo. Su historial sentimental estaba plagado de chicos atléticos con sonrisas de anuncio y Loki no tenía ninguna de esas cualidades pero había en él un magnetismo que no habría sido capaz de explicar si le hubiesen preguntado al respecto.
-Como te decía –retomó el tema Loki-, necesito forjar una alianza.
-¿Te das cuenta de que me sacaste de la ciudad en la que se encuentra la gente con la que tendría sentido que te aliases? –Preguntó ella-. Hablo de los Vengadores.
Loki dio un sorbo a su café. Incluso sin ser un experto en café pudo apreciar que no era nada del otro jueves.
-Los Vengadores y yo tenemos una historia de… hostilidad en común. –Darcy hizo una mueca dando a entender que estaba al corriente. Loki prosiguió-. No estoy en condiciones de volver a Asgard en este momento. Sé que mi presencia en Midgard no es bienvenida, por así decirlo, así que tengo que buscar alternativas.
No entró en detalles. Darcy no se imaginaba a un villano como Loki sin un plan o un as en la manga, así que se figuró que sencillamente no confiaba en ella. Exhaló un suspiro mientras masticaba. Tragó para decir:
-Sabes que es difícil que considere ser tu aliada si no confías en mí, ¿no?
Loki frunció los labios considerando sus palabras. Había aprovechado su caminata matutina para empezar a madurar un plan. Sin embargo no pensaba compartirlo con Darcy hasta estar seguro de que le ayudaría. Decidió jugar la carta de fingir que estaban en igualdad de condiciones:
-Bueno, la falta de confianza es mutua por los motivos obvios, ¿no crees, Milady? Hablas como si fuera el único que se encuentra en una posición aventajada en esta situación. –A Darcy se le escaparon los cubiertos, que cayeron con estrépito sobre el plato mientras le contemplaba boquiabierta por la audacia de Loki al decir semejante cosa después de su secuestro. Él, no obstante, continuó-. Es cierto que tengo poderes y que me he servido de ellos, pero tú cuentas con un conocimiento del terreno y de las posibilidades y limitaciones de la tecnología de este reino que se me escapan. Si unimos nuestras habilidades seremos imparables.
-¿Imparables para qué? No entiendo qué moto intentas venderme –replicó Darcy. Loki alzó las cejas, perplejo por la expresión, pero no interrumpió-. No hay nada que yo pueda ganar en todo este asunto. Tengo una vida en Nueva York. Mis amigos están allí, mi trabajo, todo lo que tengo –recalcó. “Que no es mucho”, añadió una vocecita en su fuero interno, pero la hizo callar-. No me beneficia en lo más mínimo que me hayas sacado de allí para traerme a la mitad de la nada sin mi consentimiento y ahora me digas que podríamos ser aliados. No tengo nada que ganar en esta historia.
Su resolución de tomarse las cosas con filosofía se estaba derrumbando a menos de dos horas de haber llegado a ella. Volvió a agarrar sus cubiertos para ponerse a comer con rabia.
Loki se acomodó como pudo en el asiento plastificado. Sabía que podía lograr ponerla de su lado, sólo tenía que dar con la tecla adecuada. No tardaría en dar con ella. Las mujeres de Midgard no podían ser tan diferentes a las de los demás reinos.
-Es cierto, no tienes nada que ganar –dijo por fin-, pero te necesito. Necesito lo que puedes ofrecer. Preferiría que no fuese así, pero mi conocimiento de Midgard me pone en esta clase de situación. Para mí es un inconveniente que seas conocida de Thor, pero no te cambiaría por ninguna otra persona de este reino.
Darcy le miró con incredulidad.
-Esa es una afirmación bastante absoluta –observó-. Es decir, hay más de siete billones y medio de personas en el planeta.
-Pero es a ti a quien conozco –dijo Loki. Esbozó media sonrisa a la que insufló una calculada dosis de vulnerabilidad-. Estoy seguro de que hay muchas otras personas más dóciles que tú, Milady. Es un testamento a tu carácter que te prefiera a pesar de no habérmelo puesto fácil desde el principio.
Darcy entornó los párpados, tocada por sus palabras. Loki mantuvo la expresión mientras apreciaba el efecto de su estrategia en ella: hacerla sentir insustituible, elogiar su personalidad, perder parte de su dureza; si todo salía bien, la balanza se inclinaría a su favor.
Ella, por su parte, se preguntaba si Loki estaba manipulándola. Aunque Thor se había explayado con historias en las que ensalzaba las virtudes del hermano que creía muerto no habían faltado descripciones de la parte más artera de su carácter, que le había puesto en aprietos en no pocas ocasiones. Loki decía una serie de cosas que Darcy había querido oír en muchas ocasiones. No sabía si todo era demasiado bonito para ser cierto. En cualquier caso, por mucho que Loki le dorase la píldora, no veía la menor posibilidad de negarse y volver a Nueva York como si nada hubiese sucedido. Darcy dio un buen bocado a su tostada y masticó con gesto pensativo antes de acceder:
-De acuerdo. Te ayudaré.
Se figuraba que, ya que no había salida de esa situación sin la ayuda que Thor acabaría por prestarle, se hacía un favor fingiendo estar del lado de Loki, aunque fuese para dar cuenta de sus trasgresiones. Además no podía venirle mal que su supuesta alianza le proporcionase mejores condiciones a la hora de viajar con él. Le sonrió.
Loki le devolvió la sonrisa.
-Te lo agradezco, Milady.
Al final convencer a Darcy había sido pan comido. Si no dejaba que sufriese ningún daño podría usarlo en su beneficio cuando Thor y los demás Vengadores llegasen a rescatarla, lo cual sucedería, con suerte, cuando tuviese ya un pie fuera de Midgard.
-Pero deja de llamarme Milady. Llámame Darcy.
Loki asintió con la cabeza:
-Está bien. Darcy.
Ella cabeceó con un gesto de aprobación. Loki apuró su café con parsimonia mientras Darcy hacía lo propio con su desayuno. A fin de cuentas les esperaba un largo viaje más allá del horizonte, hacia el amplio desierto de Estados Unidos.
#thor#marvel cinematic universe#Loki Laufeyson#darcy lewis#tasertricks#fanfic#fanfiction#moonlight angel princess fanfic
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"El faisán de los lagos prefiere caminar diez mil leguas para comer un solo grano y dar cien mil pasos para beber un trago del río a vivir como un rey en una jaula de oro, con el alma mustia." «La libertad»
Chuang Tse
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República Dominicana hoy en duelo oficial por muerte de Johnny Pacheco
Este 17 de febrero fue declarado por el Poder Ejecutivo como duelo oficial por el fallecimiento de Juan Pacheco Kniping, conocido mundialmente como Johnny Pacheco.
El presidente Abinader emitió el decreto 94-21 en el que pondera la decisión para rendir homenaje a Pacheco, quien fue uno de los más prominentes promotores y exponentes de la salsa.
El decreto plantea que Juan Pacheco Kniping, conocido popularmente como Johnny Pacheco, fue un dominicano que se destacó como músico, compositor, arreglista, director y productor de música, considerado una de las figuras más influyentes de la música latina y caribeña.
Johnny Pacheco se caracterizó por su compromiso con el desarrollo de la comunidad latina alrededor del mundo.
Desde1960 influenció en la carrera de bandas de música y solistas que sobresalieron en las expresiones artísticas de la época y fue cofundador de la legendaria casa discográfica de música latina Fania Records.
Pacheco compuso más de 150 canciones, muchas de las cuales se convirtieron en clásicos, como «La Dicha Mía», «Quítate Tú Pa’Ponerme Yo», «Acuyuye», «El Faisán» y «El Rey De La Puntualidad», y junto a la también cantante cubana Celia Cruz formó uno de los grandes binomios de la salsa.
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034 – BITÁCORA JAC – JEAN ANTHELME BRILLAT SAVARIN -
Magistrado y gastrónomo francés, nacido en Belley en 1755 y muerto en Saint Denis en 1826, fue el mayor de 8 niños, Jean-Anthelme Brillat-Savarin pasó toda su juventud en Bugey, donde comenzó su interés en la cocina gracias a su madre, Claudine Aurore Récamier, quien fue una distinguida cocinera, una tía apellidada Savarin le dejó a Jean Anthelme su fortuna, con la condición de que él tomara su apellido.
Después de estudiar leyes en Dijon, siguió con estudios elementales de química y medicina y luego ingresó para practicar en el bar de Belley.
En 1789 el joven abogado, elegido diputado para la Asamblea Nacional, llegó a ser noticia en el Fórum, gracias a su discurso contra la abolición de la pena de muerte.
Volviendo a su región natal Belley, fue electo presidente de la Corte Civil de Ain, luego alcalde y comandante de la Guardia Nacional.
La caída de los Girondinos lo obligo al exilio porque el Tribunal Revolucionario lo acusó de muy pasivo y le enviaron varias citaciones de advertencia.
Recordaría luego – haciendo una nota en su diario – que la noche antes de partir a Suiza, tuvo una cena memorable en la Jura, donde disfrutó de un “fricasé de pollo generosamente decorado con trufas” servido con un “dulce y magnánimo” vino blanco.
Brillat-Savarin fue a Suiza, luego a Holanda, desde donde se embarcó para los Estados Unidos de América, permaneció allí por 3 años.
En Estados Unidos trabajo dando lecciones de francés y como violinista, con la orquesta del John Street Theater de Nueva York.
Allí el descubrió el pavo asado y el Welsh rarebit (una tostada de queso derretido con cerveza), enseñó el arte de revolver huevos a un chef francés en Boston, quien luego le envió como agradecimiento perniles de venados del Canadá, también probó potroast ganso, corned beef (cecina), y punch.
En 1797 decidió retornar a Francia, pero había perdido todas sus posesiones, la que sintió más fue su viñedo. Luego de un trabajo temporal fue nombrado consejero de la Corte Suprema de Apelaciones, donde permaneció hasta su muerte.
Brillat-Savarin permaneció soltero toda su vida y en su tiempo libre escribía sobre economía e historia y un ensayo sobre el duelo. Estuvo interesado en la arqueología, astronomía, química y, por supuesto, en la gastronomía, apreciando los buenos restaurantes, especialmente el Gran Véfour, el Véry, elBeauvilliers y el Tortoni. Se hospedaba con frecuencia en el hotel Rue de Richelieu en París, donde cocinó algunas especialidades él mismo, sus preferidas la omelette de atún, faisán relleno decorado con naranjas y filete de res con trufas. Esta información la ha dejado escrita en sus libretas.
Habiendo sobrevivido a todos los regímenes franceses desde el Imperio hasta la Restauración, Brillat-Savarin murió por una gripe adquirida en una misa celebrada en memoria del rey Luis XVI en la Basílica de Saint-Denis.
Dos meses antes, apareció en los anaqueles de las librerías el libro que lo haría famoso: La Fisiología del Gusto (1825) y que todo Chef y gourmet debería leer y tenerlo a mano en su biblioteca.
Este trabajo alcanzó éxito inmediato y despertó el entusiasmo de Balzac pero también la envidia de otros, tales como Carême y el Marqués de Cussy, y al mismo nivel el desprecio de Baudelaire.
Grimod de La Reynière había llevado la batuta en la literatura gastronómica, pero fue la ambición de Brillat-Savarin de convertir a la culinaria en una verdadera ciencia, apelando a la química, física, medicina y anatomía, lo que hizo el texto algo pedante.
Su espíritu didáctico lo llevó a tratar el tema como una ciencia exacta, trazando causas y efectos. Pero Brillat-Savarin fue también un narrador con numerosas anécdotas, defensor de la gula, y tuvo además un elegante estilo de humor. Su libro mantiene un grata lectura, y es instructivo a pesar de ciertas omisiones (tales como la ausencia de un capítulo para los vinos).
A pesar de sus algunas veces excesivos teoremas y algunos dudosos aforismos, el trabajo de Brillat-Savarin ha sido continuamente reeditado.
Este trabajo llegó en el momento correcto para la educación de una bien informada y floreciente clase media, quienes respetaban el pasado y admiraban el progreso y quienes a su vez deseaban vivir mejor
Las mejores páginas de la Fisiología del Gusto contienen observaciones de Brillat-Savarin sobre ciertas comidas y preparaciones: el pot-au-feu y caldos, aves de corral y caza, trufas, azúcar, café y chocolate. Su teoría de cómo se debe freír combina anécdotas con la exactitud culinaria. Su libro es erudito y ocurrente, cubre el período desde el descubrimiento del fuego hasta la era de Luis XVI, terminando con una descripción de los restaurantes de París en los años de 1810 a 1820. Fue mi primer libro de gastronomía y lo he leído muchas veces. Revista Bitácora - [email protected]
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Como se menciono en el titulo estamos otra vez ante un anime que fue creado como una novela visual en el año 2012, esta vez Momo Kyun Sword fue de lejos la mejor creación de estudios Kibidango Project por lo que 2 años después se llega a un acuerdo para realizar la versión animada de la historia. Para contar de la trama sin estropear esta buena serie, podemos decir que igual que su novela, nos encontramos ante un Harem Ecchi, con muchísima comedia y escenas subidas de tono, la historia esta inspirada en inspirada en Momotarô, personaje clásico del folclore japonés. Sin embargo, es una joven y guapa espadachina que nació dentro de un melocotón, ademas cuenta con otros personajes de la mitología japonesa como el dios perro Inugami, el dios mono Sarugami o el dios faisán Kijigami, con quienes Momotarô vive en una especie de paraíso. Sin embargo, un ejército de demonios liderado por el rey demonio invade el paraíso y roba el preciado tesoro que protege la tierra de Momoko, para recuperar el tesoro y salvar a las personas que allí viven, Momoko se lanzará a la aventura con sus tres compañeros.
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TODAS ÍBAMOS A SER REINAS - Gabriela Mistral
Todas íbamos a ser reinas, de cuatro reinos sobre el mar: Rosalía con Efigenia y Lucila con Soledad.
En el valle de Elqui, ceñido de cien montañas o de más, que como ofrendas o tributos arden en rojo y azafrán.
Lo decíamos embriagadas, y lo tuvimos por verdad, que seríamos todas reinas y llegaríamos al mar.
Con las trenzas de los siete años, y batas claras de percal, persiguiendo tordos huidos en la sombra del higueral.
De los cuatro reinos, decíamos, indudables como el Korán, que por grandes y por cabales alcanzarían hasta el mar.
Cuatro esposos desposarían, por el tiempo de desposar, y eran reyes y cantadores como David, rey de Judá.
Y de ser grandes nuestros reinos, ellos tendrían, sin faltar, mares verdes, mares de algas, y el ave loca del faisán.
Y de tener todos los frutos, árbol de leche, árbol del pan, el guayacán no cortaríamos ni morderíamos metal.
Todas íbamos a ser reinas, y de verídico reinar; pero ninguna ha sido reina ni en Arauco ni en Copán...
Rosalía besó marino ya desposado con el mar, y al besador, en las Guaitecas, se lo comió la tempestad.
Soledad crió siete hermanos y su sangre dejó en su pan, y sus ojos quedaron negros de no haber visto nunca el mar.
En las viñas de Montegrande, con su puro seno candeal, mece los hijos de otras reinas y los suyos nunca-jamás.
Efigenia cruzó extranjero en las rutas, y sin hablar, le siguió, sin saberle nombre, porque el hombre parece el mar.
Y Lucila, que hablaba a río, a montaña y cañaveral, en las lunas de la locura recibió reino de verdad.
En las nubes contó diez hijos y en los salares su reinar, en los ríos ha visto esposos y su manto en la tempestad.
Pero en el valle de Elqui, donde son cien montañas o son más, cantan las otras que vinieron y las que vienen cantarán:
-"En la tierra seremos reinas, y de verídico reinar, y siendo grandes nuestros reinos, llegaremos todas al mar."
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La carne de caza es un producto que solemos asociar a los restaurantes de alta cocina, pero que muy poca gente prepara en sus casas. Fuera de los pueblos, y los círculos de cazadores, apenas se conoce como aprovechar una carne que, en realidad, es mucho más accesible de lo que creemos.
España es uno de los mayores productores de carne de caza de Europa, y también uno de los que menos la consume. Casi el 90 % de la carne que sale de nuestros cotos se exporta (más de la mitad a Alemania) sin que aquí sepamos darle el valor que tiene.
En Directo al Paladar
La guía definitiva de la casquería, según el rey de las vísceras: cómo escogerla, cómo cocinarla
Por suerte, cada vez hay más cocineros que reclaman el buen uso de estas carnes, y no solo como parte de caros menús degustación. Es el caso de Saúl Sanz, chef del madrileño restaurante Treze, que con una trayectoria de ocho años (y tres cambios de local, el último hace unos meses a un espacio más grande en el portal de al lado) se ha hecho un nombre en la escena gastronómica, sobre todo por su buen hacer con la caza.
Como explica el cocinero a Directo al Paladar, su contacto con estas carnes no llegó hasta que empezó a trabajar como cocinero, primero con Iñaki Camba (en Arce) y luego junto a Cesar Martín, con el que coincidió en Balzac antes de que este abriera Lakasa (otro de los templos de la caza en Madrid). Sanz nunca ha sido cazador, pero como apunta: “Lo que trabajas es lo que haces tuyo”.
Y Sanz siempre ha trabajado la caza desde una perspectiva que a muchos puede sorprender: tratándola como una carne normal y corriente.
El nuevo y remodelado Treze está situado en la calle del General Pardiñas, 34.
Una carne para todos los públicos
“En Madrid están los típicos sitios del Pardo que utilizaban y utilizan piezas muy grandes, con un sabor a montuno exagerado. Se maceran mucho en vino y especias y salen estofados superfuertes”, explica el cocinero. “La caza no tiene por qué ser así, puedes usar piezas más pequeñas, gastar los lomos en vez de las piernas… Que no sea una carne con un sabor que eche para atrás”.
Como muchas carnes, las piezas de caza necesitan una cierta maduración, pero Sanz prefiere que esta no sea excesiva. “En muchos sitios las aves las dejan 15 o 20 días, yo las dejo 7, no más. Si te pongo una paloma de 15 días de maduración, más agua pierde y más intenso es el sabor. Te pega tal viaje que no vuelves a pedirla en tu vida”.
En Directo al Paladar
No diga caza, diga carne silvestre: Europa promueve las bondades de un alimento ignorado en España
Sanz insiste en que la de caza es una carne para todos los públicos, a la que no es necesario darle un tratamiento previo, que muchas veces la estropea. Es cierto que el sabor es de entrada más fuerte, pero muchas veces, explica, se potencia de más, con largas maduraciones que, a su juicio, no siempre son necesarias. “Se puede tratar igual que cualquier otro tipo de carne, y así lo hacemos”, explica.
En Treze se sirve incluso un cocido de caza, por encargo y en días puntuales, en el que se sustituye las carnes habituales como pollo o jamón por jarrete de jabalí, ciervo, perdiz y faisán.
Sanz junto a su querido cocido.
Dónde comprar carne de caza
En la actualidad, es fácil encontrar buenos proveedores de caza en casi todos los mercados (e, incluso, en internet). Sanz, como casi todos los cocineros madrileños, recurre a las aves del pollero mayor del reino, Higinio Gómez, pero asegura que hoy hay muchos lugares donde se puede comprar todo tipo de piezas de caza, bien limpias y listas para cocinar. “Y el sabor, no tiene nada que ver”, asegura. “Es una carne rica, y con muy poca grasa”.
Ni siquiera es una carne tan cara como se piensa la gente. Treze es uno de esos restaurantes que escasean en Madrid, en los que se puede comer fenomenal por 30 o 40 euros. De hecho nació con ese objetivo, asegura Sanz: “Acercar un restaurante bueno al público general”.
Repasamos con el cocinero las principales piezas de caza que se pueden cocinar en casa, y nos explica cuáles son, a su juicio, las preparaciones con las que se le saca el mejor partido.
Pato
No todos los pastos son de caza, pero en España podemos encontrar la cerceta o el pato azulón (en la foto), que es el que se trabaja en Treze. El pato Barberie o Criollo, el típico francés, es de granja, pero Sanz explica que la forma en que se cría hace que resulte también excelente.
¿Cómo cocinarlo? “A mí en todas las aves me gusta cocinar mucho más los muslos y las piernas, que es más jugosa, y dejar para las pechugas una cocción más corta”, explica. “Me gusta curarlas en sal o marcarlas en la plancha y que queden semicrudas, atemperadas”. Es una carne prieta, explica, y si te pasas queda correosa.
En el restaurante confitan las patas, a baja temperatura, 12 o 15 horas; con las carcasas realizan un fondo, bien reducido luego; y la pechuga la atemperan y la cocinan poco, a la plancha. “Si me lo piden que lo haga más, paso”, apunta. “Si lo quieren muy hecho va a quedar duro y así no lo sirvo”.
Paloma torcaz
La paloma torcaz es la mayor de las palomas presentes en Europa. Aunque también se encuentra en ciudades, en estas es más común la Paloma bravía (Columba livia), que no se suele comer. El hábitat de la paloma torcaz es el bosque, donde es cazada.
Las aves, explica Sanz, se tratan de forma muy similar. En el restaurante la sirven de forma similar a la royal, cocinada al horno seis horas a 150º, por otro lado, un fondo con los interiores, y la pechuga curada 12 horas en sal.
Codornices
Las codornices, como todo el mundo sabe, son ideales para hacer un clásico escabeche. Y es así como se preparan también en Treze: un estofado tradicional con vinagre de jerez y vino blanco. Aquí las codornices van enteras, enharinadas con maizena (para que la puedan tomar también los celiacos), fritas y escabechadas. “Es un plato en el que no busco tanto el punto de la carne, si no más la textura y la acidez del vinagre”, explica Sanz.
Perdices
La perdiz, al ser un ave más grande, permite muchas más elaboraciones. “La hacemos de muchas formas”, asegura Sanz. Hoy en la carta de Treze encontramos un paté de perdiz, elaborado con estofado de perdiz con cebolla y oloroso, mezclado con hígado de pato. “Está buenísimo”, asegura.
Sanz insiste en que con la caza se pueden hacer las mismas preparaciones que con un pollo. La única diferencia, explica, es que no están estandarizados: a veces es más o menos dura. Es lo que tiene la naturaleza (y lo gracioso que tiene cocinarlas).
Grouse
La grouse, o perdiz roja escocesa, es una de las de las piezas de caza más codiciadas en Gran Bretaña. Su sabor es el más intenso de todas las aves de caza, más propio casi de la caza mayor. Y su manipulación no es muy agradable.
“Yo le cogí una manía tremenda, de cuando trabajaba en Balzac con César”, explica Sanz. “Lo que hacíamos era asar el muslo y picar la pechuga tipo tartar, en crudo. Al picarlo… Tiene un olor a cuero que flipas. Dejé de trabajarla”.
Ahora, no obstante, la ha recuperado. Hacen un fondo con las carcasas, con el que preparan un arroz, que se acompaña de la pechuga semiasada y seta de temporada.
Tiene buenísima pinta, pero Sanz advierte. “Es un bicho con un sabor y un aroma muy peculiar, muy intenso”, apunta el cocinero. “Si no has comido antes aves de caza no te comas esto”.
Faisán
Para terminar el capítulo de las aves, Sanz explica que este año no se ha podido cazar becada ni zorzal, dos de las aves más apreciadas y que mejor funcionan. Si ha habido, por el contrario, faisán. “Al final como no hay tanta variedad de aves tienes que jugar con lo que tienes”, explica.
“Estamos haciendo una royal de faisán, estofado muchas horas a baja temperatura en el horno, deshuesado, ligado con los interiores en un fondo muy concentrado, y acompañada de una rayadura de trufa, unos escalopillos finos de foie, hígado de pato crudo, sal y pimienta”, explica. “Está funcionando de cojones”.
Conejo
Aunque vemos conejos de granja en todos los supermercados, hay también conejos montunos, con un sabor más intenso que, según Sanz, merece mucho la pena probar. Son conejos más pequeños que venden todos los proveedores de caza.
En Treze elaboran una terrina, en la que mete también buey y panceta. Pero el cocinero advierte que cualquier plato de conejo, mejora infinito si la pieza es montuna: ya sea un conejo al ajillo o una paella.
Liebre
Lasaña crujiente de liebre con trompetillas de los muertos.
Este año, explica Sanz, no hay casi liebre porque la especie está sufriendo una plaga de mixomatosis, una enfermedad infecciosa que en su día diezmo la población de conejos. Estos generaron una respuesta a inmune tras años de contacto con el virus, que por primera vez ha aparecido en la liebre ibérica.
En Directo al Paladar
Liebre en salsa de vino: receta de cazador
Aún así, están llegando algunas piezas. El plato más conocido de liebre es la famosísima liebre a la royal. En Treze hacen una especie de versión de esta, que no llaman así: un estofado similar, con los interiores, que colocan con pasta fila, lasaña o canelones. “Queda fuerte, pero sin pasarte de frenada”, explica.
Ciervo (venado)
Albóndigas de ciervo.
España es hoy el principal exportador de ciervo de toda Europa, una carne más accesible de lo que se cree. Aunque es más tersa que la del gamo, tiene muchas posibilidades.
En su restaurante Sanz lo prepara asado al horno, como si fuera un roast beef, con el que prepara una coca, con su fondo y cebolla. “Volvemos a lo mismo, de lo que se trata es de acercar la caza a todo el mundo”, explica.
Gamo
El gamo (Dama dama) es un tipo de cérvido, que se diferencia del ciervo común por su menor tamaño y sus astas palmeadas. En la antigüedad, se convirtió en una presa codiciada por los cazadores de clase alta. Esto, paradójicamente, contribuyó a su conservación e introducción en varios lugares donde antes no estaba presente o se había extinguido durante la última era glacial.
Curiosidades aparte, su carne eses parecida a la de su primo mayor, pero es más delicada. En Treze, Sanz suele usar el chuletero entero, del que separa cinta, lomo y solomillo. Con las carcasas hace un fondo, para acompañar las piezas de carne marcadas en plancha y terminadas al horno. “Es una carne supertierna”, explica el cocinero. “La gente tiene el recuerdo más del ciervo, y el gamo es superfino”.
Corzo
El corzo es la única pieza que se caza en verano, entre abril y agosto. Aunque la caza mayor viene toda congelada, por norma, Sanz prefiere no trabajarla en verano para respetar la temporada, y en estas fechas se centra solo en el corzo.
Este animal es otro tipo de cérvido, parecido por tanto al ciervo como al gamo, pero aún más pequeño que este último. El pasado verano en Treze han trabajado la paletilla, cocinada a baja temperatura, con su fondo y un toque de whisky ahumado (Ardberg), pasado luego al horno. “Es un animal más pequeño que da juego para jugar con otro tipo de cortes”, explica.
Jabalí
Jabalí con confitura de manzana y setas.
El jabalí no deja de ser un cerdo silvestre y, al igual que su primo doméstico, se puede preparar de múltiples formas. Como consejo a la hora de cocinarlo Sanz vuelve a su máxima: tratarlo como una carne normal. “No hay que pasarlo de punto, porque se pone muy duro”, puntualiza. “Si te gusta la carne muy hecha haz un estofado, donde el punto de cocción va de largo”.
En Treze este año están haciendo el lomo escabechado, con vinagre y oloroso. Lo sirven templado con una ensalada de remolacha y níscalos. Otros años han hecho albóndigas, con la carne de la pierna, o acompañado de una confitura de manzana y setas, como en la foto.
Imágenes | Treze/Pixabay/Massimo Catarinella
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La guía definitiva de la carne de caza, de manos del chef Saúl Sanz: cómo escogerla, cómo cocinarla
fue publicada originalmente en
Directo al Paladar
por Miguel Ayuso
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Revivan el fandom

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Todas íbamos a ser reinas
#GabrielaMistral
TODAS ÍBAMOS A SER REINAS*
Todas íbamos a ser reinas, de cuatro reinos sobre el mar: Rosalía con Efigenia y Lucila con Soledad.
En el valle de Elqui, ceñido de cien montañas o de más, que como ofrendas o tributos arden en rojo y azafrán.
Lo decíamos embriagadas, y lo tuvimos por verdad, que seríamos todas reinas y llegaríamos al mar.
Con las trenzas de los siete años, y batas claras de percal, persiguiendo tordos huidos en la sombra del higueral.
De los cuatro reinos, decíamos, indudables como el Korán, que por grandes y por cabales alcanzarían hasta el mar.
Cuatro esposos desposarían, por el tiempo de desposar, y eran reyes y cantadores como David, rey de Judá.
Y de ser grandes nuestros reinos, ellos tendrían, sin faltar, mares verdes, mares de algas, y el ave loca del faisán.
Y de tener todos los frutos, árbol de leche, árbol del pan, el guayacán no cortaríamos ni morderíamos metal.
Todas íbamos a ser reinas, y de verídico reinar; pero ninguna ha sido reina ni en Arauco ni en Copán...
Rosalía besó marino ya desposado con el mar, y al besador, en las Guaitecas, se lo comió la tempestad.
Soledad crió siete hermanos y su sangre dejó en su pan, y sus ojos quedaron negros de no haber visto nunca el mar.
En las viñas de Montegrande, con su puro seno candeal, mece los hijos de otras reinas y los suyos nunca-jamás.
Efigenia cruzó extranjero en las rutas, y sin hablar, le siguió, sin saberle nombre, porque el hombre parece el mar.
Y Lucila, que hablaba a río, a montaña y cañaveral, en las lunas de la locura recibió reino de verdad.
En las nubes contó diez hijos y en los salares su reinar, en los ríos ha visto esposos y su manto en la tempestad.
Pero en el valle de Elqui, donde son cien montañas o son más, cantan las otras que vinieron y las que vienen cantarán:
-"En la tierra seremos reinas, y de verídico reinar, y siendo grandes nuestros reinos, llegaremos todas al mar."
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063 – BITÁCORA JAC – EL AJÍ DE GALLINA
Comenzamos estudiando el “Libre del Coch” o “Libro de Guisados, manjares y potajes” de Robert de Nola.
No se conoce bien al Mestre Robert o Ruperto de Nola. El libro dice poco de su autor - sólo que era el cocinero mayor del rey Hernando (o Fernando) de Nápoles. - Se piensa que se trata de Fernando I, “el Viejo”, hijo de Alfonso I (antes V de Aragón) que reinó en Nápoles entre 1423 y 1494.
Este rey hablaba una mezcla de castellano y napolitano y mantenía una corte cosmopolita. Nola, por tanto, incluye en su recetario recetas aragonesas, catalanas, francesas, moriscas, etc. Se desconoce la nacionalidad y orígenes de Nola, aunque todo apunta a que fuera catalán o hijo de catalanes afincados en Nola, Nápoles.
Debido a la falta de información al hablar del rey, se piensa que el libro fue compuesto a mediados del siglo XV. De él se conocen tres ediciones:
- catalana - "Lybre de doctrina Pera ben Servir: de Tallar: y del Art de Coch" (Lo Llibre de Coch)
- edición castellana - "Libro de Guisados, manjares y potajes intitulado Libro de cocina" - impresa en Toledo en 1525 tras ser “corregida y enmendada”
- edición castellana, impresa en Logroño en 1529 por el mismo editor
Otras ediciones, al menos 5 en catalán y unas 8 en castellano, fueron impresas durante el siglo XVI pero han sido perdidas. También fue plagiado, apareciendo gran parte del texto de 1525 en el libro de Diego Granado “Arte de Cocina”, impreso en 1599.
La «comida blanca», que consiste, según la receta de Francisco Martínez, cocinero de Felipe II, en un picadillo basándose en lonchas de aves cocidas a fuego lento en una salsa de leche, azúcar y harina de arroz.
Y que sin duda es derivación del «manjar blanco», extendido por toda Europa durante la Edad Media y recogido entre nosotros en el recetario de Ruperto de Nola, y al que se refiere Lorenzo Díaz. Los ingredientes del «manjar blanco» son pechuga de gallina deshilachada, harina de arroz, leche de almendras y azúcar, y según Ruperto de Nola, tanto este «manjar blanco» como la salsa de pavo y el mirrauste «deben ser coronados de una corona real cada uno por sí».
¿Pero, quién es Ruperto de Nola? Las mismas preguntas se hacen muchos al leer con deleite la dinámica y perspicaz prosa de este caballero cocinero. Nuestro personaje es verdadero, llamado Ruperto de Nola o Mestre Robert, autor en el siglo XV del “Libre del Coch”, o libro de guisados para el Rey Fernando de Nápoles.
Debido a lo cosmopolita de corte del monarca, Nola, de supuesto origen catalán, recoge la mediterraneidad del “coch” desde lo sarraceno a lo francés, pasando obviamente por la comida catalana.
‘El Libre del Coch’ o ‘Libro de guisados’, de Ruperto de Nola, es, sin duda, el documento más importante que existe en la Península Ibérica, y también sobre cocina mediterránea bajomedieval, llena todavía de arte y sabor. Desde su privilegiada posición en Palacio, pudo recoger recetas aragonesas, catalanas, valencianas, provenzales e italianas: ‘alberguinies a la morisca’ (berenjenas a la morisca), ‘pastís a la genovesa’ (torta a la genovesa)... entre otras. En Nola se encuentra la cocina mediterránea española. Utiliza los alimentos más frecuentes al alcance (carnes, pescados) y los condimentos que ya estaban en época de los romanos y que, por otro lado, habían aportado los árabes.
Los productos hortofrutícolas del área oriental ibérica (almendras, arroz, avellanas, naranjas...) tienen, también una gran presencia.
Y, a destacar, por el gusto que entrecruza las culturas gastronómicas de moros, judíos y cristianos. «Es oficio de grandísima confianza; y debe ser muy bien tratado», una frase que resume la pericia necesaria.
Durante el reinado de Felipe III se produce el cambio de la economía española. Se cierra la fase expansiva del Quinientos y se inaugura la fase depresiva del Seiscientos caracterizada por la pérdida de seguridad en el Atlántico, la gran epidemia de 1598 a 1600 que se llevó un 15 % de la población, las guerras con Portugal, la mediocridad de reyes y la expulsión total de los moriscos que eran los que cultivaban la tierra.
Una de las consecuencias es la aparición de los “pícaros de cocina” que, acuciados por el hambre, se acomodaban en las cocinas de los grandes señores. Los conocemos gracias a Cervantes, en "El Quijote" y en su novela ejemplar "La ilustre fregona"; la cocina de la goyesca Duquesa de Alba todavía estaba llena de estos seres.
Mientras tanto, los franceses ya tomaban el chocolate que fuera introducido por Ana de Austria, hija de Felipe II, y esta afición lo continuaría más adelante Maria Teresa. Francia, bajo el reinado de Luis XIV, sustituye a España en su papel político hegemónico e impone para siempre sus gustos en la gastronomía de Occidente.
Dicho rey era chillón y de una escandalosa gula que, según cuenta su cuñada, se saciaba en la comida, con 4 platos de distintas sopas, un faisán entero, una fuente de ensalada, una perdiz, una pierna de cordero y varios platos de dulces y confituras.
De 1733 es el primer libro moderno de cocina francesa, redactado por Vincent de la Chapelle y titulado "La cocina moderna"; en él aparece escrita por primera vez la forma de elaboración de la salsa bechamel. Revista Historia de la Gastronomía Peruana - [email protected]
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034 – BITÁCORA JAC – JEAN ANTHELME BRILLAT SAVARIN -
Magistrado y gastrónomo francés, nacido en Belley en 1755 y muerto en Saint Denis en 1826, fue el mayor de 8 niños, Jean-Anthelme Brillat-Savarin pasó toda su juventud en Bugey, donde comenzó su interés en la cocina gracias a su madre, Claudine Aurore Récamier, quien fue una distinguida cocinera, una tía apellidada Savarin le dejó a Jean Anthelme su fortuna, con la condición de que él tomara su apellido.
Después de estudiar leyes en Dijon, siguió con estudios elementales de química y medicina y luego ingresó para practicar en el bar de Belley.
En 1789 el joven abogado, elegido diputado para la Asamblea Nacional, llegó a ser noticia en el Fórum, gracias a su discurso contra la abolición de la pena de muerte.
Volviendo a su región natal Belley, fue electo presidente de la Corte Civil de Ain, luego alcalde y comandante de la Guardia Nacional.
La caída de los Girondinos lo obligo al exilio porque el Tribunal Revolucionario lo acusó de muy pasivo y le enviaron varias citaciones de advertencia.
Recordaría luego – haciendo una nota en su diario – que la noche antes de partir a Suiza, tuvo una cena memorable en la Jura, donde disfrutó de un “fricasé de pollo generosamente decorado con trufas” servido con un “dulce y magnánimo” vino blanco.
Brillat-Savarin fue a Suiza, luego a Holanda, desde donde se embarcó para los Estados Unidos de América, permaneció allí por 3 años.
En Estados Unidos trabajo dando lecciones de francés y como violinista, con la orquesta del John Street Theater de Nueva York.
Allí el descubrió el pavo asado y el Welsh rarebit (una tostada de queso derretido con cerveza), enseñó el arte de revolver huevos a un chef francés en Boston, quien luego le envió como agradecimiento perniles de venados del Canadá, también probó potroast ganso, corned beef (cecina), y punch.
En 1797 decidió retornar a Francia, pero había perdido todas sus posesiones, la que sintió más fue su viñedo. Luego de un trabajo temporal fue nombrado consejero de la Corte Suprema de Apelaciones, donde permaneció hasta su muerte.
Brillat-Savarin permaneció soltero toda su vida y en su tiempo libre escribía sobre economía e historia y un ensayo sobre el duelo. Estuvo interesado en la arqueología, astronomía, química y, por supuesto, en la gastronomía, apreciando los buenos restaurantes, especialmente el Gran Véfour, el Véry, el Beauvilliers y el Tortoni. Se hospedaba con frecuencia en el hotel Rue de Richelieu en París, donde cocinó algunas especialidades él mismo, sus preferidas la omelette de atún, faisán relleno decorado con naranjas y filete de res con trufas. Esta información la ha dejado escrita en sus libretas.
Habiendo sobrevivido a todos los regímenes franceses desde el Imperio hasta la Restauración, Brillat-Savarin murió por una gripe adquirida en una misa celebrada en memoria del rey Luis XVI en la Basílica de Saint-Denis.
Dos meses antes, apareció en los anaqueles de las librerías el libro que lo haría famoso: La Fisiología del Gusto (1825) y que todo Chef y gourmet debería leer y tenerlo a mano en su biblioteca.
Este trabajo alcanzó éxito inmediato y despertó el entusiasmo de Balzac pero también la envidia de otros, tales como Carême y el Marqués de Cussy, y al mismo nivel el desprecio de Baudelaire.
Grimod de La Reynière había llevado la batuta en la literatura gastronómica, pero fue la ambición de Brillat-Savarin de convertir a la culinaria en una verdadera ciencia, apelando a la química, física, medicina y anatomía, lo que hizo el texto algo pedante.
Su espíritu didáctico lo llevó a tratar el tema como una ciencia exacta, trazando causas y efectos. Pero Brillat-Savarin fue también un narrador con numerosas anécdotas, defensor de la gula, y tuvo además un elegante estilo de humor. Su libro mantiene un grata lectura, y es instructivo a pesar de ciertas omisiones (tales como la ausencia de un capítulo para los vinos).
A pesar de sus algunas veces excesivos teoremas y algunos dudosos aforismos, el trabajo de Brillat-Savarin ha sido continuamente reeditado. Este trabajo llegó en el momento correcto para la educación de una bien informada y floreciente clase media, quienes respetaban el pasado y admiraban el progreso y quienes a su vez deseaban vivir mejor
Las mejores páginas de la Fisiología del Gusto contienen observaciones de Brillat-Savarin sobre ciertas comidas y preparaciones: el pot-au-feu y caldos, aves de corral y caza, trufas, azúcar, café y chocolate. Su teoría de cómo se debe freír combina anécdotas con la exactitud culinaria. Su libro es erudito y ocurrente, cubre el período desde el descubrimiento del fuego hasta la era de Luis XVI, terminando con una descripción de los restaurantes de París en los años de 1810 a 1820. Fue mi primer libro de gastronomía y lo he leído muchas veces. Revista Bitácora - [email protected]
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