#QUE LE DES TUS ZAPATOS A OTRA !!!!!!
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siente que garras estrujan su corazón con fuerza a cada palabra que sale de labios ajenos, los cuales acostumbra a mantener ocupados contra los propios, nunca pidiéndole explicaciones como ahora mismo. está tan acostumbrada a la paz que thea le da, dentro de todas las cosas que internamente la aturden, que le cuesta sentir qué es real cuando no tiene su soporte. internamente le responde: 'entonces, ¿por qué no se siente así?', pero no se atreve a pronunciarlo. no se atreve a decir aquello que sabe que va a doler, y por eso labios solo se entreabren para volver a cerrarse. a pesar de todo, la mira fijamente. no es que no la reconozca, pero parece que busca algo que siente que ya no está, y odia ese sentimiento. lo detesta, porque hasta hace unos días, sabía que podía dudar hasta de su propia sombra, pero nunca de theresa. "todas renunciamos a cosas que queríamos," responde con dureza, y no habla solo de lo material. que sí, joy amaba su auto, no porque fuera de lujo y tuviera todas las amenidades (podía comprar otro exactamente igual)— también tenía un valor sentimental: era un auto que como grupo las había llevado a viajes, que dentro había encerrado risas, música y cantos a los gritos. era un auto en el que alguna vez llevó a thea a casa tras una primera cita, en el que alguna vez cristales se empañaron en medio de sesiones de besos. no solo renunció a su auto, o thea a su corona parcialmente. renunciaron a la amistad que alguna vez tuvieron como grupo. "me preocupa que no me lo dijiste, thea," la voz le tiembla en ese momento, denotando algo de dolor en la misma. "pensé que nos contábamos todo," la mira con ceño fruncido, visiblemente herida. "está bien si querías conservarla— podríamos haber hecho algo," aunque ciertamente joy no hubiera estado de acuerdo. nunca lo estuvo, no lo está ahora. cualquier rastro de aquél día era imposible de guardar, todo apuntaría a ellas. "¿qué otra cosa no me has dicho?" ahora suena ofendida, decepcionada.
no podía lidiar con la espera, pero ahora tenerla frente a frente volvía a retorcer estómago. theresa se aferra a las palabras de sasha, asegurandole que todo iba a estar bien. solo debian ser sinceras. pero, ¿funcionaría con joy?. probablemente sasha no conocía a cobriza como thea, pero capaz thea tampoco la conocía del todo. piensa a veces como hubiera sido su vida si hubiera ido con sasha a reportar el accidente. seguramente no estaría alli preparandose para su graduación, ¿hubiera perdido a joy también?, ¿ahora lo hará?. el eco de primera cuestión ajena la hace pestañear un par de veces, marrones cayendo al suelo, meneando cabeza. carmines no pueden formular primera palabra, sus hombros se suben porque no lo sabe, cuerpo hablando por ella pero agarre cae al vacío & apoyo se desvanece, haciendole tomar una bocanada de aire & erguirse de golpe. queria volver a escuchar la voz de sasha. ´ aun lo estamos, ¿no? ´ marrones se alzan ante ultima cuestión, como la forma de hacerse reaccionar. aun siguen juntas, se repite. ´ no te mentí, joy. lo hice— lo intenté. ´ se enmienda, firmes ademanes de manos que ahora apenas se alzan, para evitar comenzar a temblar. ´ no se- no se quemó del todo &, enterré lo que quedó. pero no me lo quedé. ' explica, & añade ´ aunque me hubiera encantado hacerlo. ´ porque le gustó, porque era suyo, porque la habian elegido. lo admite con marrones sobre esmeraldas ajenos, porque era verdad. por fuera debía sonar tonto, pero galardón pomposo o no, de un pueblo recóndito o no, le había gustado & si bien antes no lo había siquiera pensado en voz alta, la posibilidad & peligros se habian desvanecido para entonces. exceptuando al acosador que estaba sobre las cinco. desvía mirada, buscando un poco de aire que habia estado conteniendo. ´ está en el jardín de mi casa, no hay forma que sepan que era antes. ´ dice entre dientes, cruzandose de brazos. ´ no te mentí, joy. ´ o eso también se repetía en su mente, quizá era mentira. tal como también se repetia que lo sucedido esa noche fue un accidente. ¿lo había sido?. ¿era todo eso por el trofeo, la posibilidad de existir la prueba de que estuvieron allí, o realmente fue por la mentira? en la mente de theresa eran temas diferentes. ´ ¿que es lo que realmente te preocupa de eso? ´ expresa, cejas habiendose unido, queriendo saber la verdad.
#* . ´ 𝑻𝑶𝑵𝑮𝑼𝑬 𝑻𝑹𝑰𝑪𝑲 ﹕ conversaciones.#* con thea.#yo sería thea tbh#tipo...... sí nos está acosando alguien y nos está haciendo daño pero sabes qué me hace más daño?#QUE LE DES TUS ZAPATOS A OTRA !!!!!!#bueno........... joy está al borde del colapso emocional#puede soportar un atropellamiento pero no pelear con su mujer
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Tiempo - Enzo Vogrincic
+18! SoftDom!Enzo. Age gap, creampie, (posible) dacrifilia, dirty talk, fingering, (breves descripciones de) girly!reader, innocence kink (implícito), sexo oral, sexo sin protección. Uso de español rioplatense (y mucho texto, sorry).
Enzo recuerda la primera vez que te vio.
Llevaba ya un tiempo preguntándose quién había ocupado el departamento que dejó cuando terminó su última relación e intentando a su vez sepultar el pensamiento para no recordar nada que tuviera que ver con aquellos momentos, pero luego comprendió que su curiosidad poco tenía que ver con los fantasmas que creía ver en el edificio al que regresó.
Era la tarde de un aburrido sábado y él deambulaba por el corredor con su cámara en las manos, intentando encontrar el ángulo perfecto para capturar la luz del sol iluminando su puerta. Entre tantos viajes decidió recostarse sobre las cerámicas de su hogar, perdiéndose en la oscuridad y conteniendo la respiración hasta que la imagen que vio a través del lente logró convencerlo.
Tus zapatos arruinaron la fotografía.
Se apartó de la cámara con una expresión de disgusto dibujándose en su rostro y un sonido mitad frustración-mitad enojo dejando sus labios, aunque dichas emociones se esfumaron cuando alzó la vista y encontró tus ojos observándolo desde la puerta. Se reincorporó y permaneció sobre sus rodillas, con una extraña sensación recorriéndolo al mirarte.
-Hola.
-Hola- le sonreíste-. Enzo, ¿no?
-Sí. ¿Vos sos…?
Te presentaste con cierta timidez, confesando que sólo te detuviste porque te asustó ver la puerta abierta y aclarando también que en el tiempo que llevabas allí jamás habías tenido oportunidad de presenciar tal fenómeno. Se declaró culpable con una sonrisa y abandonó su posición.
-Vos vivías ahí, ¿no?- señalaste tu puerta y él asintió-. ¿Y por qué volviste?
Cruzó sus brazos sobre su pecho e hizo un gesto de indiferencia.
-Me gusta este lugar. Y tengo muchos recuerdos con mis gatos.
-Menos la lámpara- arqueó una ceja-. Una lámpara con rasguños, ¿la querés…?
-Era mía- apretó los labios-. Pero no, no la quiero, gracias.
-Bueno…- dijiste, alejándote lentamente de su puerta-. Fue un gusto.
Pero él no podía permitir que te fueras.
-¿Te molesta si subo la foto…? Te puedo etiquetar.
Y de pronto no había lugar en el que no se encontraran… Ya fuera en el parque a medio kilómetro de distancia o la vieja tienda de libros en el centro de la ciudad, sus caminos se entrelazaban y siempre emprendían juntos el regreso a casa. En alguna que otra ocasión se detenían a comprar alguna bebida –un simple espresso para Enzo y para vos una bebida con nombre e ingredientes que él no podría pronunciar-, flores o sólo para acariciar gatos del barrio.
Los no-tan-breves intercambios durante las caminatas se convirtieron en charlas interminables que tenían lugar en su cocina o en tu sala de estar. Allí Enzo descubrió por fin el misterio de la playlist que reproducías todos los sábados por las noches, el nombre de las canciones que no lograba encontrar y por qué decidiste no colocar tu apellido en el timbre de la entrada, entre otros detalles con los que completó el puzzle que era para él tu persona.
Recuerda también el día en que pediste su ayuda para decidir cómo decorar la sala para tu cumpleaños, comentándole que organizarías una pequeña reunión con tus amigas e invitándolo a acompañarte luego de preguntar por su agenda. Observó por un largo rato los productos que le señalabas en la pantalla de tu laptop y luego recordó preguntar:
-¿Y cuántos años cumplís?
-Veintidós… ¿De qué te reís?
-Dale- insistió entre risas-. Decime.
-Veintidós, Enzo.
Su sonrisa se esfumó y se desplomó contra los cojines del sofá, notando en ese entonces que sus jeans rozaban tus muslos. No pareciste notar su reacción o decidiste ignorarla, pero poco podía importarle aquello cuando la voz en su cabeza gritaba que había cometido un error. Cuando se despidió besó tu mejilla con cierta reticencia e hizo un esfuerzo para no voltear antes de cerrar su puerta.
Aquella noche lo encontró en vela. Contó ovejas hasta aburrirse, el té caliente que debía ayudar quemó su lengua y ningún programa en la televisión llamaba su atención el tiempo suficiente; releyó conversaciones, fingió tener la intención de borrar todas tus fotos y tu contacto, juró romper las notitas que dejaste cuando regaste sus plantas durante su último viaje. Gritó y maldijo contra la almohada a sabiendas de que no sería capaz de hacer esas cosas.
Pensó en todas las señales que pasó por alto: algunas de tus prendas y los moños en el cabello, los cuales creyó parte de la reciente y creciente aceptación de la feminidad, las bromas y referencias que no comprendiste, parte del contenido que consumías en redes y que habías compartido con él. Sin ir más lejos, había visto la forma en que interactuabas con otros habitantes del edificio o cómo huías descaradamente (cosa que él envidiaba) para evitarlos.
Todas las mañanas al despertar juraba frente al espejo que era el último día, que pondría fin a lo-que-fuera que estaban haciendo con vos y que era la decisión más sensata para protegerte… Pero entonces recibía un mensaje tuyo deseándole un buen día o te veía regando tus plantas, todavía en pijama y un tanto despeinada, y decidía que podía permitirse unas últimas veinticuatro horas disfrutando de tu compañía.
Fue en una de esas tardes que acabaste sobre su regazo mientras él guiaba tus movimientos. Sólo unas capas de tela separaban tu piel de la suya y eso fue probablemente lo único que pudo lograr que se detuviera a tiempo… Bueno, eso y el hecho de que horas atrás le habías enseñado una página donde se apreciaban fotografías tomadas de tu cuenta de Instagram y el artículo que regalaba detalles sobre tu vida.
Con sus manos aún sobre tu cadera, tal vez un poco más por debajo de lo aceptable, Enzo te obligó a detenerte y fingió no notar el hilo de saliva que conectaba sus labios con los tuyos. Tu respiración era agitada, tus párpados parecían pesar con los vestigios del placer que te arrebató y podía ver tus pezones erectos a través del adorable top floreado que llevabas puesto, pero por muy tentadora que fuera la imagen no podía permitir que cometieran una equivocación.
Acomodaste tu cabello, nerviosa.
-¿Hice algo…?
-No- se apresuró a contestar y besó tu mejilla-. Pero no podemos.
Un sonido dejó tu garganta y tus labios fueron incapaces de contenerlo. Cuando te arrojaste sobre el sofá abrazaste tus piernas, ignorando que la posición había desacomodado tu ropa y dejaba al descubierto tu lencería humedecida. Enzo apartó la mirada y tomó un par de respiraciones profundas, su mano acariciando tu tobillo para ofrecerte consuelo.
-¿Por qué?
-Porque sos muy chica para mí.
-¿De verdad importa?- asintió-. Es que pensé… No pensé que podía gustarte.
-Y yo no pensé que eras diez años menor.
-Nueve- corregiste-. ¿Y entonces...? ¿Por qué estábamos…?
-Porque soy un imbécil.
-Y… sí.
-Creo que tendríamos que… no sé, evitar vernos por un tiempo- lo miraste confundida y él señaló tu celular-. Si te ven conmigo van a hacer y decir esas cosas, es así. Perdón.
-Pero acá no nos ven- intentaste razonar con él.
-Los vecinos sí.
Ambos comprendieron en ese momento lo que significaba evitar verse por un tiempo. Tu labio inferior temblaba mientras hacías un esfuerzo para contener el llanto y cuando Enzo se estiró para acariciar tu mejilla apartaste su mano, te pusiste de pie y te dirigiste hacia la entrada.
-Andate- te aclaraste la garganta-. Andate, Enzo.
Abandonó tu hogar sin atreverse a mirarte a los ojos y la mañana siguiente no se acercó para dejarte la copia de sus llaves ni para reclamar la manta que había caído en tu sofá durante su visita el día anterior. Dejó el edificio con prisas, temiendo que ante el mínimo retraso ambos pudieran encontrarse y él se viera obligado a pensar todavía más en todo lo que hizo mal.
Jamás se había sentido tan ansioso en un avión… Por lo menos no en uno real.
Se arrepintió en ese momento y durante una semana sus conocidos parecieron tratarlo como si fuera un frágil adorno de cristal, aunque no lograba comprender si se debía al evidente estado anímico que arrastraba junto con su maleta o al mal genio que dejaba entrever cuando todas las entrevistas y eventos diarios comenzaban a abrumarlo.
En algún momento comenzó a sentir que había cometido un crimen.
Empeoró cuando lo bloqueaste en todas tus redes. Y cuando los periodistas no dejaban de preguntar si estaba soltero, si tenía novia, si podían saber tu nombre; cuando alguien difundió fotografías que habías subido a tus historias luego de que configuraras tu cuenta como privada, cuando notaron que la lámpara en tu sala era la misma que se apreciaba en viejas publicaciones en su feed, cuando señalaron que tu sala era también la misma sala que él posteó en ocasiones.
Se arrepintió entonces, por supuesto que se arrepintió. Y también se arrepiente ahora, aunque no puede precisar si su arrepentimiento es producto de haberte arrastrado al circo mediático que lo rodea o si se debe a la distancia que los separa. Tampoco sabe qué duele más.
El taxi se detiene en la puerta del edificio y al bajarse lo sorprende el característico sonido del cristal haciéndose pedazos bajo sus pies. Se aparta rápidamente y observa la lámpara destrozada en la acera durante unos segundos, sus ojos ardiendo cuando finge que chequea las suelas de sus zapatillas en caso de que el dolor que siente provenga de una herida.
Arrastra su cuerpo hasta entrar en el elevador y presiona el botón. Odiaría quedarse atrapado o sentirse encerrado como sucedió en el avión, pero está demasiado cansado y prefiere evitar el tramo de escaleras. Toma una respiración profunda antes de abandonar las paredes metálicas y se apresura hacia su puerta, sus manos temblando mientras introduce la llave en la cerradura.
Suelta su maleta de inmediato cuando nota las hojas marchitas de las plantas en su sala, el único sobreviviente de su ausencia siendo el cactus que dejaste allí la última vez que lo visitaste. Pasa una mano por su rostro antes de abrir las puertas del balcón, las ventanas de su habitación y por último las de la cocina, las cuales permiten que a sus oídos llegue la música que suena en tu departamento.
Revisa el calendario. Recuerda la foto de tus zapatos. Respira.
El reloj da las nueve cuando alguien toca tu puerta. Estás sola con tus pensamientos hace horas y te parece un tanto extraño ya que tus amigas te habrían enviado un mensaje en caso de haberse olvidado alguna de sus pertenencias, pero de todas formas echás un rápido vistazo a la cocina y la sala en busca de cualquier objeto que reconozcas como ajeno.
Cuando abrís la puerta te encontrás con Enzo esperando del otro lado, un ramo de flores en una mano y un regalo mal envuelto bajo el brazo: permanecés inmóvil a la espera de una explicación lógica a su presencia y él, que no deja de mirarte a los ojos, contiene la respiración preparado para que lo eches. Te hacés a un lado para dejarlo pasar.
-Esos son regalos para mí, ¿no? Porque si no me trajiste un regalo te tenés que ir.
El tono pasivo-agresivo de tu broma lo obliga a tragarse su risa y se planta en medio de tu sala.
-Te tengo que pedir perdón.
-En eso estamos de acuerdo- cruzás tus brazos sobre tu pecho-. ¿Y por qué, exactamente?
-Por todo.
Tomás asiento en el sofá y Enzo ocupa el otro extremo, manteniendo cierta distancia que para ambos resulta abismal. Coloca el ramo de flores sobre la mesita de café y también la caja, luego pasa sus manos por su pantalón una y otra vez, nervioso e inquieto como jamás lo habías visto. Te gustaría poder consolarlo pero aún te sentís herida y tu corazón latiendo en tus oídos no te permite pensar con claridad.
-Sé más específico.
-Primero me gustaría pedirte perdón por lo de tus fotos.
-No es tu culpa- negás-. De verdad, no sos responsable.
-Entonces te quiero pedir perdón por haber sido un pelotudo…- acorta la distancia entre ambos-. Sé que lo que hice estuvo muy mal, tendría que haberme quedado para que pudiéramos hablar bien y no tendría que haberme ido sin despedirme o prometer que íbamos a aclararlo cuando volviera. Seguro estás enojada y tenés todo el derecho del mundo, pero te pido que me dejes explicarte.
Suspirás y hacés un gesto para que te dé un momento. Buscás refugio en la cocina para ocultar tus lágrimas y deshacerte de la horrible sensación de opresión en tu pecho, colocando un par de cupcakes en unos pequeños platos de porcelana pintada que recibiste por la tarde. Estás a punto de voltear para regresar a la sala, pero la presencia de Enzo a tus espaldas es evidente.
-Perdón- susurra, tomando ambos platos para dejarlos sobre el mármol y poder sostener tus manos-. Sé que dije que sos muy chica para mí, pero sólo lo dije porque no me gustaría que en algún momento…
-¿Qué?
-No me gustaría que dejes de ser como sos sólo para encajar conmigo, que te pierdas de esas experiencias que yo ya viví, no me gustaría que la gente nos mire y piense “Ah, sí, ahí van Enzo y la nena”, no…
-No sos como DiCaprio, Enzo- te liberás de su agarre-. ¿De verdad te importa tanto lo que piensen los demás? Porque yo juraría que normalmente no sos así.
-¿Vos leíste todo lo que dijeron sobre nosotros? Tenés que entender.
-¿Entender qué…? ¿Por qué creés que hacíamos algo incorrecto?
-Porque yo ya sé muchas cosas que a vos te faltan aprender.
-Podés enseñarme- apoyás las manos en su pecho y sentís que tiembla bajo tus dedos-. Me dijiste todo lo que no te gustaría, ¿por qué ahora no me decís lo que sí te gusta?
Toma tu mano y besa tus nudillos.
-Me gustás vos, pero no sé si te merezco- cubre de besos tu palma antes de llevarla a su mejilla-. Perdón, chiquita, te juro que voy a encontrar la manera de…
-Podemos seguir donde nos quedamos- sugerís. Tus mejillas arden.
Enzo rodea tu cintura con sus manos y sus pulgares trazan figuras sobre tu ropa.
-¿Estás segura?- asentís.
Ataca tus labios con una delicadeza brutal, su desesperación evidente en los gemidos que dejan su garganta y en la urgencia con la que comienza a frotarse contra tu abdomen; entre besos y roces toma tu muñeca y te arrastra en dirección a tu habitación, deteniéndose sólo al ver su manta en tu cama deshecha. Cuando evitás su mirada toma tu mentón entre sus dedos.
-No te voy a dejar sola nunca más- besa tu frente-. Nunca.
Te ayuda a recostarte en la cama y se posiciona sobre tu cuerpo con cuidado. Comienza a besarte, su mano acariciando tu cintura con movimientos suaves que le permiten estudiar tus reacciones y sus labios delineando tu mandíbula, tu cuello y tus clavículas hasta hacerte estremecer.
Se aleja por un segundo para observar tu expresión y se siente casi orgulloso del efecto que tienen en vos sus besos. Vuelve a acercarse a tu boca y tus brazos rodean su cuello para acortar toda distancia entre sus cuerpos, tus piernas abrazando su cintura para poder sentir la evidencia de su excitación contra tu centro. Comienza a rozarte por sobre la ropa y se deleita al oír tus gemidos, tímidos al principio y desesperados con el pasar de los minutos.
-¿Puedo?- pregunta al deslizar sus dedos entre la cintura de tu pantalón y tu piel. Asentís-. Necesito palabras.
-Sí, sí podés.
-Muy bien- te sonríe y tira de la prenda hasta lograr deshacerse de ella. Observa los tiernos detalles de tu ropa interior pero lo que más llama su atención es la mancha de humedad en el centro. Comienza a deslizar sus dedos sobre la tela y jadeás-. ¿Querés que te toque?
-Sí.
Es adictiva la manera en que reaccionás a sus caricias y se siente casi cruel al preguntar:
-¿Dónde?
Cerrás los ojos, avergonzada, y presiona sobre tu entrada aún cubierta.
-Ahí.
-¿Acá?- repite el movimiento y gemís. Se acerca a tu rostro y besa tus labios-. Perdón, bebé, es que sos muy linda…
El temblor que te recorre hace que se apiade y te despoja de la última prenda que lo separa de tu intimidad. Se arroja sobre el colchón y besa tus muslos con algo similar a la devoción mientras te observa desde su lugar tal como lo hizo la tarde en que se conocieron. Arrastra sus labios sobre tu piel hasta acercarse peligrosamente a tus pliegues y tu entrada brillante.
El primer beso te hace gritar y mientras sus labios te recorren de arriba abajo Enzo aparta la mano que cubre tu boca. Su lengua caliente y experta juega con tu entrada, se introduce en ella y realiza pequeños movimientos hasta sentir que tus dedos se enredan en su cabello para acercarlo aún más, alejarlo y también guiarlo en busca de más placer.
Las yemas de sus dedos recogen tu excitación y frota tus pliegues para lubricarlos. Cuando se detiene brevemente sobre tu clítoris para dibujar círculos estos arrancan un sinfín de sonidos incomprensibles de tus labios y Enzo sonríe complacido contra tu piel ardiente.
Introduce un dedo muy, muy lentamente en tu interior y suspira cuando siente tus paredes contrayéndose hasta prácticamente succionar el dígito en tu interior: gira su muñeca y curva su dedo hasta hallar tu punto dulce, obteniendo un gemido casi pornográfico como recompensa.
Comienza a abusar de tu sensibilidad y no decide si prefiere ver la forma en que te retorcés sobre las sábanas o tus fluidos haciendo brillar tu piel y deslizándose hasta manchar su manta. Intenta obtener algo de fricción, frotándose desesperado contra el colchón y capturando tu clítoris entre sus labios para acallar sus propios gemidos.
Desliza en tu interior otro dedo y te oye quejarte segundo cuando tus paredes oponen resistencia, pero pronto tus gemidos cobran más y más intensidad y movés tu cadera para encontrar sus movimientos. Otro dedo le sigue y cuando sollozás Enzo se pregunta cuántas noches pasaste tocándote en soledad, tus manos incapaces de darte el placer que él logra brindarte en este momento.
Una serie de balbuceos -entre los cuales cree distinguir su nombre- son la única advertencia que ofrecés antes de alcanzar un orgasmo que arquea tu espalda y provoca que arañes las sábanas al intentar aferrarte de algo que te ayude a tolerar el placer. Enzo prolonga tu orgasmo hasta sentir que los espasmos dejan de sacudir tu cuerpo y ver que tu respiración agitada se regula.
Se recuesta a tu lado para poder apreciar tu rostro de cerca y besa tu mejilla.
-Feliz cumpleaños- dice contra tu piel-. ¿Querés más?
-Todo- asentís-. Quiero…
Se deja caer contra la almohada.
-Si lo hacés no voy a aguantar- lamenta-. Pero…
-Sí- te apresurás a decir-. ¿Y puedo intentar más tarde?
Besa la comisura de tus labios y emite un sonido de afirmación.
Se desnuda bajo tu atenta mirada y regresa a su lugar entre tus piernas. Descansa su peso sobre un brazo y acaricia su miembro, jugando con su punta brillante y suspirando sobre tu cuerpo sólo para tentarte más. Juega con tu clítoris, se desliza entre tus pliegues y te hace delirar posándose sobre tu entrada una y otra vez.
-¿Segura?
-Segura- acariciás su mejilla.
Aunque el ardor de la penetración te resulta placentero esto no evita que un par de lágrimas se deslicen por tus mejillas cuando agachás la mirada para ver la escena entre tus piernas. Enzo es grande y las venas que lo recorren parecen gritar pidiendo que tus dedos las acaricien, pero tus manos acaban sobre su pecho desnudo y tus uñas dejan marcas en su piel al sentir que alcanza los lugares más profundos en tu interior.
-Enzo…- temblás y su pulgar comienza a dibujar círculos en tu clítoris para calmarte.
-Ya sé, bebé, ya sé…
-Más, por favor.
Mueve sus caderas con suavidad para no herirte y arroja la cabeza hacia atrás, incapaz de contenerse ante el placer que siente y esforzándose por no perder el control. Abandona tu interior hasta que sólo la punta permanece dentro de tu cuerpo, que suplica contrayéndose deliciosamente, y cuando vuelve a introducirse lo hace de una sola estocada.
-Más, Enzo, más.
Acelera el ritmo y jura que podría morir en esa posición, con tu calidez abrazándolo y tus gritos opacando cualquier sonido que pudiera llegar a sus oídos. Se deja caer sobre sus codos y busca tus labios, embargado por la necesidad de besarte hasta olvidar cualquier pensamiento que no seas vos.
Su mano se desliza bajo tu camiseta hasta llegar a uno de tus pechos, masajeándolo y girando tu pezón entre sus dedos hasta que tus dientes muerden su labio inferior. Rompe el beso para poder observar las expresiones que transforman tu rostro cuando comienza a profundizar sus movimientos, el vaivén de sus caderas permitiendo que su pelvis estimule también tu clítoris.
-Ahí...
-¿Sí, acá te gusta?- la pregunta es casi retórica. Sin esperar confirmación comienza a atacarte con embestidas que te hacen delirar, su punta golpeando tu cérvix y sus movimientos provocando que tu cuerpo se mueva sobre las sábanas de manera casi violenta.
Tus pestañas brillan con las lágrimas que nublan tu visión y Enzo besa el rastro que estas dejan mientras se pregunta si alguna vez alguien logró hacerte llorar de placer, si te aferraste con tanta fuerza al cuerpo de otra persona para no perder la cabeza por la intensidad de las sensaciones… Sabe que no y los músculos de su abdomen se tensan peligrosamente al pensarlo.
Hace una breve pausa para recuperarse y acaricia tu rostro antes de manipular tu cuerpo con facilidad, recostándose contra las almohadas y posicionándote sobre su cuerpo. Puede apreciar en tu rostro tus dudas, por lo que te toma por el cuello para poder acercarte a él y besar tus labios de manera casi voraz.
Colocás tus manos sobre su pecho y comenzás a rozar tus pliegues sobre su miembro húmedo y brillante por los fluidos de ambos, un hilo de saliva cayendo de tus labios cuando bajás la vista para apreciar la imagen entre tus piernas.
Te cuesta creer que lo que sucede es real y que Enzo está con vos en todos los sentidos, más aún cuando humedece su pulgar -como si hacerlo fuera necesario- con la saliva que moja tus labios y lo lleva hacia tu clítoris.
-Enzo, no, me voy a…- intentás advertirle pero tus palabras sólo parecen motivarlo más. Gritás-. Es mucho…
-Hacelo.
Temblás y Enzo te empuja con su cadera hasta que el ángulo le permite volver a penetrarte. La intensidad de los estímulos sacude tu cuerpo y de tu garganta surge un sonido agudo cuando te golpea otro orgasmo que blanquea tu visión y te obliga a arañar su abdomen.
Tus movimientos se apagan gradualmente y las manos de Enzo acarician tu cintura, tu cadera, tus muslos y cualquier centímetro de piel que sus ojos ven. Su miembro palpita en tu interior mientras te recuperás de tu orgasmo, algún que otro espasmo atravesándote y una capa de tus fluidos haciendo brillar tus pliegues, tus muslos y también su abdomen.
La escena es terriblemente obscena y te sentís avergonzada al ver el desastre, pero Enzo no permite que te disculpes y te rodea con sus brazos para aprisionarte contra su pecho. Besa tu cuello y tus paredes se contraen sobre su miembro, tu cuerpo aún sensible rogando por más.
Llenás su hombro de besos y susurrás contra su piel.
-Adentro.
Un gemido resuena en su garganta al oírte y toma impulso con sus pies para volver a asaltar tu interior. Su miembro parece rozar cada fibra de tu ser y la habitación se llena con los sonidos de su piel colisionando con la tuya y tus sollozos cuando decide lamer y morder tu cuello. Mantiene en tu cadera un agarre lo suficientemente fuerte para dejar huellas.
Dejás caer tu frente sobre su hombro, rendida al sentir el cosquilleo entre tus piernas. Enzo tira de tu cabello para obligarte a mirarlo.
-¿Querés que te llene la conchita…?- asentís-. ¿Sí…?
-Sí, por favor.
Tu expresión es patética, pero Enzo cree que es tierna la forma en que tus cejas se curvan y tu boca entreabierta le permite ver tus dientes y tu lengua. Captura tus labios entre los suyos y jura que puede saborear su orgasmo en la forma en que permitís que invada el interior de tu boca.
Sus estocadas son frenéticas y erráticas y sus uñas marcan tu piel. Ahoga un gemido contra tus labios y en medio de la desesperación rompe el beso, mordiendo tu mejilla cuando su liberación mancha tus paredes hasta hacerte lloriquear.
Te abraza con más fuerza mientras las últimas gotas de su semen llenan tu interior y besa las marcas de sus dientes en tu rostro.
-Ahora sos mía.
Gemís en respuesta.
-Y vos sos mío- decís con voz temblorosa-. Para siempre.
-Para siempre, sí- jura, tomando tu mano para besar tus nudillos, tu palma y tus dedos, deteniéndose sobre estos cuando ve tu expresión de dolor-. ¿Qué te pasó acá?
-Estaba limpiando y se rompió tu lámpara. Perdón.
-No me pidas perdón. Nunca- vuelve a besar tu mejilla y te sonríe-. Creo que te va a gustar tu regalo.
-¿Cuál…?
-El que dejamos en la sala.
-Ah, sí- soltás una risa.
-¿Qué te parece si nos damos una ducha y terminamos de celebrar tu cumpleaños juntos?- propone-. Podemos pedir algo para comer y ver una película.
-Quiero quedarme así un ratito- descansás tu mejilla contra su piel caliente-. ¿Enzo…?
-¿Qué pasa, bebé?
-Te quiero.
La fuerza de su abrazo amenaza con dejarte sin respiración.
-Yo también te quiero. Mucho- toma tu mentón entre sus dedos para llamar tu atención-. ¿Puedo ser tu novio…?
Espero hayan disfrutado la lectura ♡
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Una noche más-Matías Recalt x Reader.
Pairing: Matías Recalt Advertencias: smut, sexo sin protección, rollo de una noche.
Era una de esas noches en las que Matías te llamaba, te decía que no podía soportar ni un minuto más a su novia y que se moría por verte. Ya no era la primera vez que ocurría, en esta semana. Sabías lo que eso quería decir: Quería otra noche contigo.
¿Qué era más duro si saber que nunca seria tuyo o saber que siempre le dirías que si? No lo sabías, pero esta noche no pareció afectarte. Llevabas unos días cansada, con ganas de desahogarte del trabajo y de los mundanos obstáculos de cada día. Además también ibas un poco cachonda debido a que Matías te tentaba cada día al enviarte un mensaje de lo bien que se lo pasaba contigo.
Sabías que Matías estaba en una relación abierta y que no había problema en ello, pero siempre te acababas compungiendo por ello. Pero, ¿y si esta noche te dejabas llevar y disfrutabas del sexo casual que te ofrecía ser la nueva enamorada del actor?
Decidiste ponerte un conjunto sexy, con seda y encaje que hacía que tu cuerpo pareciera más delicado de lo normal. Te aplicaste una crema que hacía que tu piel fuera terciopelo al tacto y, finalmente, te despeinaste un poco así como a él le gustaba. Pero para parecer menos interesada, como la diosa inalcanzable que eras, sobre la lencería te colocaste una camiseta que había dejado la noche anterior. Como si solo estuvieses de chill.
Oíste un coche, las luces del coche estaban apagadas aun siendo de noche. No vivías cerca, pero tenías ese código para reconoceros. Así pues, aparcaba y salía del coche a un paso calmado, sin preocupación. Había estado antes aquí. Ya te había visto desnuda y no era nada fuera de lo usual. O eso creía él.
Tenía una llave para emergencias, y si hubiera sabido que le esperaba lo hubiera considerado una emergencia. Lo esperaste en la cama, para aportarle misterio.
- ¿Nena, adonde estás? - preguntó una vez dentro de la casa.
- Sigue mi voz. - lo retaste.
Matías sonrió. ¿Qué estaba ocurriendo esa noche?
Se quitó la chaqueta y la dejo sobre el sofá. Por el camino cayeron sus zapatos, sus calcetines y una sudadera que llevaba encima de una camiseta ancha. Giró por el pasillo y te vio recostada sobre la cama con ese conjunto que nunca te había visto y te quedaba tan bien. Al verte, se lamio los labios como un lobo hambriento. Te iba a comer entera.
- ¿A que se debe tanto erotismo? - se sentó en la cama mientras te levantabas a masajearle la espalda de forma seductora.
- ¿Y porque no hacerlo? - le susurraste al oído. Un escalofrío recorrió la espalda del chico. Se le escapo un suspiro y se volvió a lamer los labios. De repente, tenía la boca seca. Se sentía como si fuera su primera vez de nuevo.
Te acercaste a su lado y tus pechos se movieron ligeramente, apretándose un poco debido a tu brazo. No eras tan inocente, sabias perfectamente que estabas haciendo. Tu cabello caía como una cascada sobre tu pecho y tu espalda. Matías se volvía loco con solo mirar tu cuello desnudo, tu clavícula marcada y tus pechos redondos y suaves.
- Puedes tocar si quieres. - le ofreciste un vista aún más tentadora de tus pechos, inclinándote hacia él. Definitivamente su novia no lo recibía así para tener relaciones.
Alzó la mano hacia tu pecho, pero antes de colisionar piel con piel, unió vuestros labios en un beso suave y lento que iba siendo cada vez más explicito. Masajeaba tus pechos sobre el sostén, no obstante, gruño frustrado y metió la mano por debajo. Te derretías con su tacto pero no podía ser, hoy te tocaba seducirlo, no al revés.
Lo tumbaste y te quistaste el sostén para colocarte sobre él. El contacto de piel con piel hizo que tus pezones se volvieran duros y Matías lo notara. Apuró los besos como si fuera un hombre hambriento, de ti, y cada vez eran más húmedos, más apasionados y más sucios. Tu boca no era lo único húmedo en el momento, lo que hacía él te encantaba, pero no era el momento de que te sedujera, sino que tu lo hicieras por él.
No dudaste al quitarle los boxers, y empezar a darle un ritmo continuo a su verga. Matías abrió los ojos sorprendido por tu iniciativa. Pero se sorprendió aun más cuando incorporaste tu boca al trabajo.
Bajo de ti, él temblaba, se escurría, se contorsionaba. No podía aguantar tanta fuente de placer, y más cuando no lo había conocido de ti. Rápidamente, sus dedos se colaron por dentro tus bragas y con solo rozarte, suspiraste entrecortadamente. Mojó sus puntas en tu agujero y cubrió la zona con tus jugos. Masajeaba la zona al mismo ritmo que tu le dabas. Él no podia aguantar el ritmo y tú tampoco.
Pronto la ropa sobrante se fue, por lo que solo os queréis tocar y frotar el uno con el otro.
- Nena, dejame entrar o me voy a correr como un gil. - jadeó viendote demasiado profundo en la pasión del momento.
Se acomodó dentro de ti y embistió suavemente para que te adaptaras. Pero tu ya estabas con los ojos en blanco, agarrandote a su espalda con tus uñas. Tus gemidos eran intensos y Matías no podía resistir los suyos al oírte. Era más vocal que otras veces.
- Más, Matías, más. - estabas fuera de si, su pene rozaba el punto mas sensible dentro de ti.
Matías empujó más, casi sin poder controlar su lujuria o la situación. Dejó escapar un gruñido fuerte y le temblaron los brazos que lo apoyaban sobre ti. No podía aguantar más. Tu lo apretaste, llegaste a tu climax con un gemido obsceno y temblor en las piernas. Él no se contuvo más. Gritó tu nombre y se vino.
Se cayó sobre ti y lo abrazaste con brazos y piernas. Jadeaba como si hubiera hecho un triatlón.
- Matías - lo llamaste.
- Decime, linda. - suspiró sonriendo.
- Te amo.
- Yo también te amo. - te acarició el pelo hasta que te dormiste.
Por primera vez, Matías consideró quedarse a dormir y así lo hizo.
#lsdln#lsdln cast#matias recalt#matias recalt x reader#la sociedad de la nieve#society of the snow#matias recalt x you
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Saliendo de prisión
Historia pedida por @malevessel
Saben crecer teniendo una vida muy dura fue algo que le toco a mi familia, hace 24 años cuando yo tenia una año mis padres fallecieron y quedé al cuidado de Leo, el es mi tío segundo, era mi único familiar, lo malo que el no estaba muy bien económicamente y nos tocó vivir siempre limitados, cuando entré a la escuela el se aumentaba por días y luego regresaba con dinero para pagar mis estudios, mi ropa, y en general todo lo que ocupábamos, todo lo que tengo se lo debo a el, pero cuando cumplí 18 el no regreso, me quedé a vivir solo, conseguí un empleo y apoyos para poder estudiar, me gradué de abogado.
Hace unos meses un preso me solicitó para llevar su caso ya que aparentemente su anterior abogado había renunciado, yo llegué a mi reunión con el pero cuando me estaban llevando a una sala para poder hablar con el pasamos por un área en la que vi a un hombre que me resultó familiar, creí a haber visto al tío Leo, cuando finalmente salí de mi reunión con mi cliente pedí a uno de los guardias si podía ver al señor que creía era mi tío, el guardia me dijo que estaba equivocado ya que ese prisionero dijo que no tenia familiares, pero como la información que le di al guardia coincidía con la del preso excepto el echo de la familia logré conseguir una reunión con el, cuando lo vi me reconoció, comencé a llorar de la felicidad y del enojo ya que no sabía porque me dejó solo, pero a la vez estaba alegre de volverlo a ver, luego me enteré que el fue a prisión por robar, resulta que para obtener el dinero para mantenernos a flote el robaba y vendía lo que robaba, eso me hizo sentir culpable, busque algún medio legal para sacarlo, pero resulta que en su estancia en prisión no había tenido buena conducta ya que se metía en varios problemas y casi mata a la última persona que todo ya que le causó un infarto durante el atraco.
Yo buscaba un vacío legal pero no encontré nada, no me quedo más opción que rendirme, le visitaba varias veces a la semana, hace una semana decidí buscar por última vez fui a la biblioteca local a buscar más libro y vi un libro raro que me llamó la atención, se llamaba la magia del cuerpo y alma, el libro explicaba como hacer 3 cosas, viajes astrales, posesiones y regresiones, también habían varias advertencias pero no había problema la mayoría eran casos poco probables, yo soy escéptico pero por pura curiosidad lo llevé a casa, probé el hechizo de viaje astral, seguí los pasos y de pronto estaba flotando sobre mi cuerpo,era asombroso, no lo podía creer, entonces fui a explorar el vecindario y después regrese.
Al día siguiente tenia un plan le enseñaría a mi tío y dejaría que tomara mi cuerpo, luego saldría y le buscaríamos un nuevo cuerpo temporal, ya que ni por su edad lo dejarían salir de prisión debido a su "ola de crímenes".
Así llegamos al día de hoy, fui temprano en mi moto a la prisión, ya le había explicado todo a mi tío, le dije el plan desde antes me pararía cerca de la prisión y entonces el me poseía, ser iría a mi casa y me dejaría para salir y buscar el cuerpo de algún vecino, y la primera parte paso como planeamos.
Me pare afuera de la prisión, un guardia me vio y preguntó si iba a pasar, le dije que no, que estaba pensando algunas cosas pero no era seguro, solo se dio la vuelta, entonces sentí un frío inundar mi espalda, era una sensación sorprendentemente incomoda, mi espalda se contrata, entonces escuché la voz del tío Leo.
Leo: hey muchacho ya estoy aquí vámonos.
Erick: no puedo tío tu estas tomando el control, ya no siento mis piernas.
Leo: es cierto esto se siente bien sabes poder sentir zapatos cómodos otra vez.
Eric: me alegra eso, tío antes de nada debo decirte que leyendo las advertencias ayer me di cuenta que la posesión tiene un efecto que...
Leo POV:
Leo: cual efecto, que pasa?
Genial ya se fue, sabíamos que el proceso era rápido pero no tanto, bueno creo que lo mejor será ir a casa, tome la moto de Erick y conduje hasta la casa, el sentimiento de libertad me hizo tan feliz que pensé que no haría daño si me paseaba un rato por el camino.
Luego me di cuenta que había pasado mas de una hora y en eso recibí un llamado de la prisión informando mi aparente muerte, pero solo dije que iría después, sabía que Erick probablemente no tendría mucho tiempo ya que no me pudo dar la advertencia completa.
Al entrara la casa , me vi en un espejo, era tan raro ver a Erick en el reflejo y no a mi, comencé a buscar el libro que no encontraba por ningún lado, estuve buscando por mas de media hora, entonces comencé a sentir una extraña ola de excitación, pero sabía que no debía hacer nada por respeto a mi sobrino, seguía buscando pero la sensación cada vez era mayor, el cuerpo que habitaba estaba caliente y duro, entonces encontré el libro, buscaba el apartado de posesión y por algún motivo sentía como cada vez mi cuerpo estaba a punto de correrse, encontré la página y las advertencias decían cosas como que no hay seguridad de mantener personalidad y un montón de cosas específicas pero no de gran importancia, entonces llegué a un párrafo que de no se por mi estado en el cual ya sentía como gotas de semen escapaban de mi pene prestado me habría dado un paro de lo grave que era.
Debido a que el cuerpo humano está echo para que un alma habite en su interior suele haber una relación que a la hora de la posesión se corta, ya que el alma del dueño original se desconecta para dar paso al del nuevo anfitrión, por lo que debes estar seguro de que escogiste al cuerpo correcto o de lo contrario déjalo usando el mismo hechizo para regresar a tu cuerpo o saltar al cuerpo de alguien más, ya que al desconectar el alma original esta solo cuenta con 2 horas antes de ser expulsada de su cuerpo, este se daría a través de un estado de éxtasis en el cual el cuerpo se auto estimulará para correrse y sacar el alma original, una vez fuera el alma ahora líquida deberá ser almacenada en algún recipiente, vaciado en algún objeto o persona para no perderse, ya que de quedar expuesta reaccionara como cualquier fluido y al secarse se desvanecerá de manera permanente.
No podía creer lo que leía ya que sentía como me estaba corriendo en contra de mi voluntad, entonces me di cuenta de lo que pasaba, acababa de pasar, Erick acaba de salir de su cuerpo, me deje llevar por sentirme libre y desperdicie el tiempo de mi nieto antes de ser separado de su cuerpo, de manera rápida me quite el traje y lo coloque sobre mi entrepierna con la esperanza que mi sobrino aun estuviera en parte dentro de el pero ya era tarde, toda su esencia aparentemente quedó impregnada en el traje de motociclista que llevaba.
Busque en el libro pero no había nada que dijera como revertir esto, solamente descubrí que ahora Erick estaría en ese traje, tome el traje pero al tocarlo escuche su voz.
Erick: tío, me puedes escuchar?
Leo: si, pero como es esto posible.
Erick: no lo se exactamente pero creo que es como si pudiera sentirte cuando tomaste el traje porque antes de eso todo era silencio.
Fue entonces que una idea paso por mi mente, me volví a colocar el traje y sentía como si alguien estuviera conmigo.
Leo: si, eso es cierto, que bueno que esta esta opción.
Erick.: que pasa?, puedo ver otra vez, y sentir, eso es buen... porque no puedo mover nada?
Leo: creo que al usar el traje puedes ver y sentir como si fuera tu cuerpo pero siendo un espectador desde donde no puedes mover nada pero si comunicarte, como en las películas.
Erick: bueno eso es mejor a nada.
Leo: concuerdo es algo positivo.
Eric: si para remediar a medias tu desastre.
Leo: lo se debí venir antes de que esto pasara, pero ya no puedo hacer nada créeme yo quisiera que esto no hubiera pasado.
Las lágrimas brotaban de los ojos de Erick mientras me sentía impotente y sin control de nada, el trato de consolarme a pesar que se llevó la peor parte del asunto, fue muy cruel de mi parte ya que yo conseguí un cuerpo más joven, una vida intachable y un nuevo inicio, mientras que el solo se podía imaginar el resto de su vida como un traje de motociclista.
Dos meses después..
Erick pov:
Ya han pasado dos meses desde que mi vida se vio terminada para ser un simple traje, pero no es tan malo, el tío Leo, me usa seguido y me consulta sobre como llevar mi carrera, mi vida y todo en general, hace lo que yo quiero para compensar lo que pasó, además de que consiguió un romee, Aron, que en secreto aveces me usa porque le gusta como se ve conmigo puesto, yo disfruto de sentir y ver lo que el hace, en especial cuando me usa y se calienta, es como volver a sentir los placeres carnales que el tío nunca haría ya que soy su sobrino, pero Aron satisface muy bien ese lado.
#body swap#body switch#bodyswap#possession#male body swap#male body switch#body possession#male possession#posesion#male body possession#bodysuit
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✨MÍRATE BIEN MUJER...👀
Mírate caminar mujer, estás para que te Amen.
Que se rompan las ventanas cada vez que pasas cerca y se hagan grietas en el piso con los zapatos que tocas, para que piensen en ti cuando se apagan las luces y seas el primer deseo que alguien pida al despertar.
Mírate bien mujer, no estás para que te quieran a medias.
No estás para que te quieran cuando te necesiten, cuando seas opción, cuando se acuerden, cuando nostalgien, o para ser la otra, o para ser la perpetua compañera de dudas.
Estás para depurar y escoger.
Mírate bien mujer y no dejes que en tu mesa se sirva el agua sucia del conformismo.
No reclames a nadie el desescombro.
Mírate bien mujer, no te quedes colgada de un mañana ya veremos.
A nadie le hace feliz el escaño de la incertidumbre.
Mírate bien mujer, resérvate.
Mírate bien y repite: no cuentes conmigo cuando se te pase por la cabeza la idea de que Amar a medias y a destiempo es una opción, diluye en tu mente la idea de estar dispuesta, porque no hay tiempo mas perdido que esperar por decisiones ajenas.
Porque tienes que saber bien que al dejar de lamentarte aprendes a mirar de otro modo, aprendes que el portazo en la cara también es una puerta, que una buena caída también ayuda a medir distancias, que uno aprende a leer las cicatrices y los tatuajes.
Que cuando te decides a la fuerza olvidas y vuelves a comenzar.
Que la intensidad por intensidad no asegura nada, que uno no necesita andar queriendo alcanzar lo inaccesible para sentirse colmado, que no hay corazón en el que quepa un veremos, ni espalda que lo pueda soportar.
Mírate bien mujer, tu eres de esas guerreras que ya se ganaron la felicidad.
Mírate bien, y sonríe porque te tienes bien, completa, hermosa y cada día mas valiente. Y tienes contigo la inmensa libertad de tener una brújula en tu bolsillo y la enorme seguridad de decidir usarla o no cuando tu quieras.
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"Déjame cuidar de ti, amor"
Hello amixes! Este es mi pequeño aporte (de 600 palabras más o menos) para el reto que de mi amada Cali @the-californicationist. Hace mucho tiempo que no escribo ficción, o algo que no sea de trabajo, así que puedo estar un poco oxidada.
Aproveché que me he sentido muy estresada y solo quiero que uno de los chicos de COD me cuide. ¡Espero que les guste! Va con mucho amor.
_________________
Era un viernes por la noche cuando llegaste del trabajo, tu cabello húmedo y la ropa goteando porque ¡sorpresa! Comenzó a llover, no habías llevado un paraguas y tuviste que correr por todo el estacionamiento, usando unos lindos pero incómodos zapatos de tacón. Tu semblante era tan feroz como el clima, un ceño fruncido que provocaría un dolor de cabeza más tarde y los labios torcidos en una mueca que no aflojó al oler esa rica loción después del afeitado que tu hombre usaba, las notas de un perfume ahumado embriagaron tus sentidos y condujeron tus pasos hacia el pequeño balcón, donde podías atisbar la poderosa fisionomía del susodicho.
Cuando escuchó el golpeteo de los pies en el suelo de madera pulida se volteó, dejando caer el vaso sobre la mesa de cristal y atrayendo toda su atención. Sus ojos, tan profundos e intensos, bebían el contorno de tu figura mientras te quitabas la ropa mojada, dejándola en el suelo sin importarte que parecieras desesperada.
— ¿Algo que te esté molestando, amor? —preguntó, alisando su regazo y tendiéndote la mano para que pudieras sentarse a horcajadas sobre él.
Suspiraste, dejándote caer sobre su cuerpo robusto y cálido, presionando tu rostro en la deliciosa curva de su cuello. Llevaste las manos a su pecho descubierto por la camisa blanca desabrochada, acariciando los pectorales cubierto de vellos que escondían tiernas pecas y cicatrices tenebrosas por toda su piel tostada luego de haber combatido en numerosas guerras.
—Es esa perra en el trabajo de nuevo, no deja de molestar y mis jefes no hacen nada para detenerla —murmuraste, subiendo los delicados dedos para acariciar el contorno de su mandíbula fuerte.
—Amor, solo tienes que decir la palabra y está hecho. No tienes que seguir trabajando cuando soy más que capaz de cuidar de ti y darte todo lo que necesitas —contestó el mayor, su mano izquierda amasando la carne desnuda de sus muslos, mientras que la otra sujetaba tu cuello y te instaba a mantener el contacto visual.
Como un depredador que acecha a su presa, se inclinó y a su vez te acercó por el agarre en tu cuello, para delinear tus labios con su traviesa lengua antes de devorarte en un beso que inició un incendio forestal desde tu pecho hasta tu vientre. La boca del hombre te bebía como el líquido que yacía olvidado a su lado, mordiendo los labios, chupando sensualmente la lengua y comiéndote con abandono, consumido por la pasión reprimida entre tu estresante trabajo y la pila de informes que le esperaba después de cada despliegue.
—No quiero ser una carga para ti… —afirmaste entre besos, enterrando las uñas en su pecho y acariciando la piel lastimada por la fuerza con la que te sujetabas.
Para ese momento, sus manos callosas y experimentadas dirigían los movimientos de tu cuerpo en su regazo, permitiéndote sentir la fuerza de su virilidad que se presionaba deliciosamente contra tu clítoris vestido. La ropa interior húmeda se pegaba a ese lugar que ardía de deseo por tu hombre, que estaba muy ocupado en convencerte para que fueras una buena ama de casa para él y dejarás de sufrir tanto a manos de un trabajo donde no te valoraban.
—Dame la oportunidad y te daré el mundo eterno, amor.
Sus palabras se escucharon como un ronroneo seductor para tus oídos, acompañado de sus manos tirando de las pocas prendas que tenías para desnudarte a sus ojos y hacerte suya nuevamente, esta vez para siempre, mientras planeaba un futuro donde estuvieras llena con sus bebés regordetes y lo esperaras con los brazos abiertos al retirarse.
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Absorta mi alma en el aire. Veía hacia la calle una madre con sus hijos pidiendo limosna, arrastrándose sin tener noción de la vida, de la música, del arte o del sol. para ellos todo se reduce; en si comes o mueres, en si hay un lugar para dormir o no lo hay, esos sentimientos estéticos y delicados que algunos hombres atormentan y ocupan, a personas en esas condiciones no son un pensamiento. Mientras que al grupo de amigos míos les preocupa cual será la exposición de arte que ha de llevar a sus almas en rebosantes y bendecidos viajes, que se pondrán, que les estará esperando la velada, mientras se mira que la mantequilla se acabó y el pan no es fuera de gluten o integral, que dañara mi dieta, mi cuerpo, mi imagen.. está mujer va de lugar a lugar pidiendo comida o algo de ropa, está mujer quizás solo piensa que ha de alimentarse a ella y a sus hijos y nada más, no parece que ella les dio vida. y sostenerla es parte suya y luego de sus hijos, y su esposo quizás piensa en lo mismo. Cuando llegue la noche solo buscarán darse calor y opacar la tristeza entre un coito que solo ellos saben si tiene amor, pero ha de traer más vida, vida a la deriva, vida vacía de su voz y pensamientos, vida solo para existir. Pero no está tan lejos a mi vida, lo único que reprochó es su indigencia, su sufrir vivo en carne y piel, mientras que yo sufro en casos existenciales y propiedades del pensamiento. Pero tengo un plato de comida, un techo, ropa limpia, no están mis manos atadas ni mi porvenir esclavizado por el consumimos, yo puedo reír con los pájaros, yo puedo soñar, no tengo hambre o frio, pues mi hambre es diferente, es hambre de vida y sueños, de la hierba que se ondea al viento. Mi corazón llora porque sabe que eso no debería ser, no debería haber niños con hambre tirados en las calles desnudos, mientras otras personas están comprando zapatos en miles de pesos oro. mientras en los estados y congreso de todo el mundo solo les importa ellos mismos y su imagen. no debería haber mentes tan pobres que solo piensen en sobrevivir a costa de lo que sea; a muerte o dolor, no debería existir corazones que no hayan sentido al menos una vez la ternura de la brisa o la risa de un niño como lema. aquí sigo llorando con ese sabor a tierra seca y unos deseos de hacer alguna revolución, de cambiar las cosas, las mentes. Me detuve, cuando sentí un suspiro detrás de mí. Me sobresalte y gire rápidamente tomando un libro como escupo y lanza.
- ¡es hermoso lo que dices.. si muchos pensaron como tú!-
Se acercaba a mi en cada pausa y palabra.
-¿Hace cuánto estás ahí..? ¿Cómo entraste?-
note que con algo de temor retrocedía ante mis preguntas.
- hace unos minutos, le rogué en repetidas ocasiones al vigilante. le dije que soy tu amiga, que me sentía tan apenada contigo que decidí visitarte con esta canasta llena de detallitos para darte las gracias. Estaba tan contento de verme que no hizo más preguntas, su contento era tanto, y creo que es el único feliz de verme-
Esto último lo digo con tristeza, encorvo sus hombros, fijo su mirada en el piso. Vacilaba en si irse o decir algo más.
- lo siento. Me alegra que las heridas sanen bien. Y sobre que es hermoso lo que decía.. no es lo que espero que digan. quiero actos, quiero cambio. Eso que está en el centro del pecho se encienda. No quise atacarte, solo es que este es mi espacio, soy un ser ermitaño, no sé me da entablar charlas de la forma en la que lo hacen los demás, no esperes que te hable de como me siento, que nos tememos el te y te platique de lo último de la moda o la tecnología. Bien puedo decir que ya no hay caso para mí. estoy tan lejos de ello, de todo. me da hartazgo, me causa bilis ver lo superficial, me da comezón y me desvanece las mentiras y la pretensiones. Si te lo digo es porque me cansé que dejo entrar personas a mi vida y luego es mi causa su decepción; al ver que no hago y no puedo hacer lo que la mayoría hacen, y yo ya les he tomado cariño y me duele sus actitudes, sus recomendaciones, me duele aún más comprenderlo tan bien que sé que con el tiempo yo no seré ni un pensamiento en sus vidas. Así que te ahorro y me ahorro todo esa serie de acontecimientos-
Me acerque sin darme cuenta, le sonría, le abrace la mejilla, y notarlo me di la vuelta sobre la ventana otra vez. Escuché pasos ligeros salir de la habitación, bajar las escaleras.
-«bien hecho, ¿de verdad eso quieres, estas paredes solas de tu cuarto, a caso la vida no es eso sentir con todo y nada?» Pensaba sin ver la lluvia, pensaba en esto sin recordar a la mujer que estaba afuera con sus hijos de uno y tres años. Y al darme cuenta me avergoncé de mi, y reí al ver que mis manos son tan humanas, que mi piel también duele. Sonríe sintiendo las ganas de vivir de nuevo. ¡El corazón es algo muy curioso! me dije, mientras tomaba unas cobijas, algo de ropa, una sombrilla y el pan de mi lacena. baje las escaleras corriendo con el corazón apretado a mi boca, mientras pensaba en que decirle a la mujer que no fuera ofensivo, que no sonara a limosna.. pues pensar que se podría sentir así me torturaba el alma. Al llegar a la calle la vida me dio una grata sorpresa, allí estaba Lauren con la canasta que llevaba para mí, se la dio a la señora y compartía los frutos del tarro de durazno. el cielo se veía particularmente suave y bello. Me acerque y haciendo una reverencia y me incorporé lentamente a su plática.
- esto si es bello. Le susurré a Lauren al oído.
-Mucho gusto. vi hace poco que pasaban por aquí y que comenzaba a llover y pues no le vi sombrilla. así que te traje esto para usted y sus hijos-
La mujer me miró con ojos de alegría. Me latía fuerte el corazón, solo esperaba que mis palabras fueran las correctas, pues tengo claro que todo corazón tiene su orgullo. y sería un horror herir a quien la vida ya herido lo suficiente.
- llamo a sus hijos le puso algo de la ropa que llevaba, y le digo que se acurrucaran bajo ella que así ya no tendrían frío. Luego me miró y soltó una enorme risa-
-es curioso. nadie me había dicho algo así para regalarme algo. Claro que no llevo sombrilla, (¡no tengo zapatos para mis hijos menos voy a llevar una sombrilla!)-
Me sonroje apenada y culpable por mi estupidez.
-perdóneme tiene razón, voy a decirle lo que pasa. No quería que se sintiera ofendida al darle estás cosas, no es por lastima del todo, es porque yo también soy un ser humano y he sentido frío, he sentido hambre y también sé que las palabras y las miradas puedes ser más crueles que el hombre o el frío-
Se puso tan seria que vi que vacilo en devolverme todo. en mandarme lejos y decir todo el enojo y odio que sintió a lo largo de su vida, Pero al ver como dormían sus hijos, y como mis ojos no se atrevían a mirarla, solo suspiro y luego de unos minutos. Me tomo las manos abrazándolas.
-se me había olvidado que merezco el mismo respeto que un diputado, que un príncipe. Pues también soy hija de Dios, de la tierra. Olvide que el orgullo a veces es la integridad de un ser. Pero sabe a veces uno olvida esto para sobrevivir, para no acabarse. No me ofende, ,e siento mal porque no sabe cuándo he odiado a la gente como usted en secreto. aunque me dan un pedazo de pan siento como me miran por debajo y he pedido que caigan más bajo que yo, pero claro es algo que ni a mí me lo permitió decir en voz alta. A lo que escampe me iré a un resguardo e intentaré darle a estos dos eso que a usted le sobra en su ser, es el valor de su humanidad y su orgullo de alma, porque sus ojos me dicen que su alma preferirían ser aniquilada a doblarse para ser humillada, o ser apresada. Se lo digo porque usted sería muy capas de invítanos a su casa, y créeme que uno a un ángel si lo es usted nadie podría tenerle tan Cerca porque dolería verle desde la miseria-
-me hace feliz. Y créame que me falta, me falta compresión y humildad, y solo estoy desde un espacio soñando, desde mi propia conciencia. Si me lo permite estaré un rato más, es tan agradable la sinceridad de una compañía, hace mucho no tenia alguna-
Sentía los ojos de Lauren mirarme sin perder un minuto. Cuando dejo de llover la mujer se colocó de pie, su mirada era otra.. nos Dios las gracias y se despidió sonriéndonos. Luego de estar solas bajo la lluvia le susurre.
-quizás mañana pueda invitarme un café.. y a su amistad. por hoy le doy las gracias han sido muchas emociones por hoy-
me rio, mientras nos despedimos. vi como las nubes parecían un tren a vapor.
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HUGE ME, PLEASE || SUKUNA ; ONE-SHOT
🖇ᘎ warning(s): f!reader, smut, apodos (bebé, cariño, muñeca, princesa...). 🖇ᘎ summary: vas a la casa de tu novio para que te consuele, pero él parece tener otra idea distinta sobre cómo consolar a una persona. 🖇ᘎ words: 1170
➥ english ver. here
꒷‧₊˚💿‧₊˚꒷
Estabas fuera frente a la puerta principal de la casa de tu novio. Tenías dudas sobre si llamar o no, pero el frío calando en tus huesos comenzaba a molestarte, lo que te hizo decidir por fin optar por llamar.
Esperaste varios segundos que se te hicieron eternos, y al ver que nadie venía para abrirte, suspiraste y te diste la vuelta, pero te detuviste de inmediato cuando escuchaste un chirrido.
— ¿Cariño? —preguntó una grave voz detrás tuya.
En cuanto te encontraste con los ojos de Sukuna, no pudiste retener por mucho tiempo más las lágrimas. Este gesto le preocupó, pero su orgullo era demasiado grande para simplemente ir y abrazarte.
— ¿Qué ha pasado?
— ¿Puedo estar contigo? —preguntaste sollozando—. No puedo estar sola ahora mismo en casa.
Sukuna hizo un gesto con su cabeza, permitiéndote entrar. Le agradeciste en voz baja y pasaste. Lo primero que hiciste fue sentarte, no sin antes quitarte los zapatos, y luego soltaste un largo suspiro.
Las lágrimas ya no salían, pero seguías moqueando y sentías que en cualquier momento ibas a parecer un grifo abierto otra vez.
Tu novio se había sentado a tu lado, en silencio. Supuso que querías tu espacio y eso era lo que estaba tratando de hacer.
— Gracias por dejarme entrar —rompiste el silencio tras varios minutos.
— ____, sabes que siempre puedes venir aquí. Tus bragas siguen en mi armario, por cierto.
— Eres un puto idiota —reíste.
Algunos podrían decir que tu novio era un insensible de mierda, pero él sabía perfectamente que lo único que querías ahora era olvidarte de todo y simplemente reírte hasta que te doliera la barriga.
— Pero eres mi idiota, así que supongo que eso está bien.
Sukuna no pudo evitar esbozar una leve sonrisa, cosa que te puso nerviosa.
— ¿Quieres tomar alg-?
No pudo terminar la frase cuando sintió un fuerte agarre en su brazo. Te habías aferrado a él como si fuese lo único que te atase a este mundo, apretando fuertemente tus ojos para que no volviera a salir ninguna lágrima.
— ¿____?
— Solo, estemos así, por favor.
— Está bien —resopló.
No le gustaba el contacto físico pero cuando se trataba de ti, siempre intentaba hacer un esfuerzo sabiendo lo mucho que te gustaba expresar tu cariño a base de eso mismo.
Estuvisteis así por varios minutos. Tú seguías con los ojos cerrados y no pretendías abrirlos hasta que Sukuna volvió a hablar.
— Oye ____...
Alzaste tu cabeza solo para notar que por sus mejillas se asomaban un tímido color rojizo, cosa que te extrañó.
Te separaste de inmediato, pensando que habías hecho algo mal.
— Lo siento, ¿me he pasado?
— No idiota, es solo que has estado demasiado tiempo frotando tus pechos en mi brazo —soltó Sukuna sin pelos en la lengua, haciendo que ahora tú también estuvieras avergonzada y entendieras qué estaba pasando.
— Dios mío, lo siento mucho —volviste a disculparte sin poder verle a la cara.
Te levantaste, dispuesta a irte y dejar de sentirte una molestia, pero Sukuna te agarró del brazo y preguntó:
— ¿A dónde vas? No pretendes que me encargue yo de esto, ¿no?
Tenías la cabeza cabizbaja. No podías entender cómo tu novio con una simple frase podía ponerte de extremadamente triste, a extremadamente nerviosa.
Frotabas tus muslos de tan solo pensar en la situación; tal vez una cogida era lo que necesitabas para alejar todos esos pensamientos.
Sukuna pudo notar lo inquieta que te habías puesto, cosa que le dio luz verde para continuar.
A él se le daba fatal hacer de psicólogo, pero cuando se trataba de tu cuerpo, él era todo un experto.
Se levantó y se puso detrás tuya. Podías sentir su lenta respiración chocar contra tu cuello, calentándolo. Con una mano jugueteaba con alguno de tus mechones mal peinados mientras que con la otra, acariciaba suavemente tu cadera.
— ____... —volvió a susurrar.
Se podía notar lo desesperado que estaba por arrancarte la ropa ahí mismo, pero no quería ser tan brusco.
Te diste la vuelta y lo miraste a los ojos. No supiste por qué, pero eso fue suficiente para hacer que volvieras a llorar. Sukuna estaba por preguntarte, pero no le dejaste siquiera abrir la boca cuando posaste tus labios contra los suyos.
Sorprendido pero no disgustado, correspondió tu beso, olvidando por completo de la pregunta. Tú seguías llorando, era todo muy extraño, pero necesitabas que te animase de la mejor forma que sabía.
Dejaste caer a Sukuna en el sofá, rompiendo el beso, mientras tú te quedaste ahí parada, observando el notable bulto que se marcaba en sus pantalones.
— ¿Qué pasa? —preguntó extrañado—. ¿Por qué paras? —inquirió, sujetándote de la muñeca.
— ¿Te parezco atractiva? Es decir, ¿sientes que mi cuerpo está bien?
Tu novio te miró incrédulo ante tal pregunta.
— ____, si te soy honesto, lo único que quiero ahora mismo es que te sientes encima mío y que me dejes follarte por horas. Y todo por ese cuerpo tuyo. ¿De verdad piensas que me das asco?
Te quedaste sin palabras ante esa respuesta. No pensaste que él iba a ser, bueno, así de honesto, pero ahora estabas más nerviosa. Querías creerle, pero algo te decía que no, y necesitabas que ese algo se callara la boca lo más pronto posible.
Sukuna te guió suavemente hasta sus piernas. Apoyaste tu cabeza sobre su pecho porque te era imposible verle a los ojos.
— Muévete —te pidió.
Pero no le hiciste caso.
— ____ por favor, siento que voy a explotar si no te mueves ahora.
— ¿Y no te vas a quitar la ropa?
No contestó, se limitó a agarrarte de tus caderas y a hacer el trabajo por ti. Soltaste un leve quejido en cuanto sentiste sus frías manos tocando tu piel, un quejido que Sukuna disfrutó. Él necesitaba escuchar muchos más.
Siguió moviendo tus caderas mientras que lo único que podías hacer tú era seguir con la cabeza apoyada, sintiendo cómo tu coño palpitaba. No creías que podías aguantar así mucho más tiempo, pero parecía ser que Sukuna disfrutaba ver cómo te retorcías y pedías en silencio que hiciera mucho más.
Él quería escucharte decirlo, decir que lo necesitabas. Normalmente a este punto ya te hubiera obligado discretamente, pero estaba teniendo paciencia puesto que tú seguías mal. Si no fuera por eso, ahora mismo él ya habría hecho que tuvieras por lo menos un orgasmo.
— Sukuna... —susurraste entre jadeos.
— ¿Hmm? —fue lo único que respondió mientras jugueteaba con tus pezones.
— ¿Puedes?
— ¿Él qué?
— Abrazarme. ¿Puedes hacerlo? —pediste soltando un débil gemido.
Tu coño estaba lo suficientemente mojado como para no prescindir de un lubricante. Necesitabas que Sukuna te hiciese gemir y venirte hasta que no pudieras pensar en otra cosa que no sea su pene entrando y saliendo de ti bruscamente.
— ¿Seguro que solo quieres que te abrace? —preguntó esta vez acariciándote la espalda y jugueteando con el cierre de tu sujetador.
— Sí...
— Eres toda una mentirosa, pero de acuerdo princesa. Pero luego te tendrás que hacer cargo del desastre que has hecho aquí abajo —sonrió envolviéndote en sus cálidos brazos.
꒷‧₊˚💿‧₊˚꒷
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Un día cualquiera.
Cuando todos te dejan de hablar, cuando tu existencia deja de ser mínimamente relevante para aquellos que aseguraban era necesaria, cuando el espacio entre tú y tus amigos, conocidos, cualquier otra persona se hace abismal... te das cuenta de que quizá tener un teléfono celular no es tan importante en verdad. Una o 40 redes sociales salen sobrando en realidad.
Podría quedarme todo el día tirada en la cama, envuelta entre sabanas sucias y pesados cobertores. Podría solo permanecer en la penumbra de mi habitación sin hacer nada, ahí, hecha un ovillo abrazada a mi peluche favorito.
Podría simplemente olvidar que hay un mundo ahí afuera, que hay oxigeno que respirar, vida que presenciar.
Podría simplemente encerrarme en la bastedad de mi universo, de ese frío y solitario universo.
Mamá no está en casa, no recuerdo cuando fue la última vez que estuvo una semana completa cerca, deseando buenas noches y dulces sueños.
Mamá no está en casa, pero sé lo mucho que llora a causa de la enfermedad que me consume, me abraza y se aferra a mi cintura.
Mamá suele hablarme a diario por teléfono, su voz preocupada y cansada, asustada. Dice que pronto todo estará bien, que yo estaré bien. Me implora que le mande un texto o devuelva la llamada si de repente siento que no puedo más con mi vida.
Mamá no está en casa, sin embargo sufre a distancia a causa mía. Me promete un mundo brillante al final del túnel, y yo finjo creer que pasará.
Nadie está en casa.
Lo más cercano a una persona habitando aquí, soy yo.
Los minutos pasan, las horas, lo efímero de la mundana existencia, pero yo permanezco a puerta cerrada. Intento no pensar, intento no romperme aún más, mas nunca puedo evitarlo.
Mi cabello es un desastre, mi piel es un desastre, mis labios resecos, las ojeras bajo mis ojos. Mi habitación es un completo desastre. Zapatos cubiertos de polvo, maquillaje y diamantina crean un caos sobre esa mesita. La ropa en mi armario es una gran montaña a punto de desbordarse.
Por las noches acudo a los fármacos para poder conciliar el sueño, mi teléfono entra en modo avión, eso ya ni siquiera tiene sentido, de cualquier forma siempre permace inerte, a excepción de mamá, no hay nadie más del otro lado de la línea.
Tengo pesadillas casi a diario, sueños lúcidos y recuerdos convertidos en sueños, o quizá son sueños que confundo con recuerdos, ya no lo sé.
Se ha terminado... un día menos.
Coldissweet
#coldissweet#citas#frases#notas#escritos#caostalgia#textos#pensamientos#enero2023#escritos de una mente en insomnio
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CÓMO COMPORTARSE EN UN NEGOCIO Cuando entras a un negocio, a cualquier negocio, dos de cada tres veces y puede ser todavía más, el vendedor no te quiere atender. Es algo patológico, aunque yo solía tomarlo como personal, pero no es personal. Se trata simplemente que el vendedor quería ser otra cosa, cualquier otra cosa. Pero está ahí, en ese negocio, que a veces está adentro de un shopping, unas doce horitas por día. Y el vendedor, que quería ser otra cosa, te odia por eso. Entonces, la forma que tiene el vendedor de expresar su odio a la humanidad toda es ignorarte. Vos entras, y el vendedor sigue hablando con el otro vendedor, o habla por teléfono como si estuviera arreglando para cenar con Daniela Urzi, o mira la computadora, la pantalla de una computadora que atrasa treinta y siete años y tiene un monitor de fósforo naranja. Mira la computadora, el vendedor, y no a vos, no te saluda ni sonríe, no te dice ‘hola’, mira la computadora, como si estuviera jugando al póker con el gordo Ronaldo, como si estuviera twitteándose con Lady Gaga, como si su vida no pudiera parar de ser interesante. Y antes me ofendía, me ponía mal. Tosía o decía algo. Pero no hace falta eso, no. El antídoto, la forma, es bien sencilla. Lo único que tenes que hacer es ponerte a tocar algo. Algo de la mercadería que hay en el local. Olvídate del vendedor, olvídate si entra más gente. Si estás en una casa de ropa descolgó un saco que te quede, a vos, tres talles más chicos, y empieza a meter un brazo, quizás incluso sin sacarte tu propio saco. O sacas un pantalón de un perchero y empiezas a meter un pie con zapato y todo. Si es una fiambrería, podes levantar un pedazo de queso fontina que fue prolijamente ubicado sobre el mostrador, lo levantas con ambas manos y apoyas la nariz encima o le metes un dedo para ver la consistencia, o agarras una mortadela de cinco kilos cortada al medio, te la pasas por la frente y suspiras. Si es una librería agarra un libro, cualquier libro, lo abrís al máximo, como si quisieras partirlo en dos, y te pones a leer, así de pie. Das vuelta una página, lees un par de líneas, pensáis, das vuelta otra página con descuido, la doblas, la arrugas. En cualquier caso, el vendedor se va a fastidiar mucho. ‘¿Sí?’, te va a decir, o ‘Señor’, o ‘¿Qué desea?’. –Nada –respondes–. Quería saber si existo. Y te vas.
(J. Hundred)
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*Rhaenyra caminando por los pasillos del castillo tratando de encontrar la mascota de Helaena hasta que se consigue a sus hermanos Aemon ll y Jocelyn ll en el camino.*
Aemon ll: ¿Que estás haciendo Rhae? *Le pregunta cuando la ven de espaldas a ellos.*
Rhaenyra: Intentando encontrar una nueva mascota de Helaena.
Jocelyn ll: No me digas que consiguió otra serpiente. *Se ríe.*
Rhaenyra: No, está vez es otra mascota pero no se que es solo me dijo que era como un perro.
*Los gemelos se miran entre si encogiendose de hombros para luego ayudar a su hermana, recorren toda la fortaleza roja hasta que se encuentran a Visenya y a Helaena juntas en el campo de entrenamiento.*
Helaena: ¿Lo encontraste? *Le pregunta cuando la ve acercarse.*
Rhaenyra: *Niega con la cabeza.* No, no la pude encontrar.
Visenya: ¿Que están buscando?
Helaena: Mi nueva mascota es un pequeño lobo.
*Al decir lo último todos se asustan cuando escuchan gritos.*
X: ¡UN LOBO!
X: ¡AYUDA UN LOBO NOS QUIERE COMER!
*Se abre una ventana desde arriba dejando ver a sus madres preocupadas y enojadas.*
Rhaenys: ¡HELAENA QUE TE HEMOS DICHO SOBRE TENER MASCOTAS EN LA FORTALEZA!
Aemma: ¡ESTAS CASTIGADA, VE Y BUSCA A ESE LOBO ANTES DE QUE LASTIME A ALGUIEN!
Rhaenys: ¡AHORA!
X: ¡No es necesario!
*Todos miran en la dirección de la voz para encontrar a Daemon de brazos cruzados con el lobo mordiendo su zapato izquierdo.*
Helaena: Mi lobo, lo encontraste tío.
Daemon: Agarra tu bola de pelos. *Le tira su zapato mordido.* Me daré un baño, solo espero no encontrar nada extrañó.
Helaena: Por cierto, ¿Has encontrado mi serpiente?
Aemma: ¡HELAENA TU SERPIENTE ESTA AQUI!
Helaena: Oh, ya no es necesario.
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Tres fragmentos de Cuando las mujeres fueron pájaros, de Terry Tempest Williams:
1
Ver la escritura Nushu es ver huellas de pájaros, cuervos que caminan decididamente por un estrecho sendero cubierto de nieve. Es una caligrafía linear y elegante, muy distinta a los caracteres cuadrados del chino tradicional. Ésta es la escritura secreta de las mujeres, que fue usada durante cientos de años en las aldeas rurales de Jiang-yong, en la provincia china de Hunan.
El Nushu echó raíces en el lenguaje de las mujeres iletradas, mujeres a las que no se les permitía asistir al colegio incluso hasta el siglo veinte. Esas escrituras susurrantes eran transmitidas de madre a hija y entre amigas cercanas, “hermanas por juramento”, y cuidadosamente resguardadas entre los dobleces de abanicos de papel,bordadas en pañuelos o escritas discretamente dentro de los zapatos que sujetaban sus pies.
Una de las últimas practicantes de Nushu, Yang Huanyi, nació en 1909. Explicó cómo el Nushu era una manera en que las mujeres podían hablar entre ellas fuera del lenguaje de los hombres. En los pueblos, las mujeres hacían libros encuadernados a mano, escritos en Nushu, que se pasaban unas a otras como regalos.
Los temas eran principalmente autobiográficos. A veces, simples; otras veces, profundos. Cuando moría quien los había escrito, la mujer más cercana a ella los quemaba como una ofrenda para acompañarla en el más allá, una conjunción de palabra y espíritu.
2
Aquel que sabe que su cuerpo es la espuma de una ola sigue el camino que ésta marca.
— El Dhammapada
3
¿Cómo está tu sombra, tu honorable sombra? Éste era un saludo común entre amigos en Japón, un reconocimiento de que lo que rechazamos es tan importante como lo que aceptamos. Camino con mi sombra detrás de mí, a veces delante de mí y a menudo a mi lado. Es mi compañera caprichosa: visible, luego oculta, amorfa. Una sombra no se crea en la oscuridad. Nace de la luz. Podemos ser ciegos ante ella o cegarnos por ella. Nuestra sombra nos pide ver lo que no queremos ver. Si nos negamos a enfrentarla, se proyectará en alguien más. De modo que no tenemos otra opción que involucrarnos.
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A aquellos que no deben olvidar regalarse flores.
Si mi esencia fuera regalar flores, te daría un ramo para animar ese mes, pero esa no soy yo. ¿Sabes cual es mi esencia? Regalar letras organizadas de la manera aquella en la que a mi cabeza le gusta divagar.
A veces, cuando uno camina por una acera un poco más rápido que los que van al frente, tiene la oportunidad de sincronizarse por un segundo con seres maravillosos que nunca llega a conocer del todo.
A veces, se da vuelta a una esquina y tas! Alguien que hace rato no veías viene caminando hacia ti (si estás de malas, es alguen que no te querías encontrar) y luego sigues caminando, y ellos tambien... Y así hasta que coinciden... ¿Y luego? Pues siguen caminando y cuando ya no lo notas, se están dando la espalda y van hacia direcciónes opuestas.
A veces, cuando se camina de afán, de repente nos vemos atrapados detrás de alguien que vá con el ritmo de aquellos que buscan piedritas que patear para fingir que conocen realmente el sendero que recorren... Y entonces caminas... Y caminas... Y caminas detrás sin encontrar una forma de decirles que están atravesados y si no se hacen a un lado, en algún momento tus ganas de hacer camino a la fuerza te pueden superar; pero inevitablemente de una manera u otra, pasas por un costado, o la mitad de la calle, o toman diferentes curvas... O solo, lo inevitable se hace tácito y los empujas porque "se hace camino al andar."
A veces, caminas durante horas, cambias de rumbo, das vuelta a todas las esquinas posibles en un trayecto, y jamás encuentras otra alma cuyo divagar coincida con el tuyo. En ocasiones es alarmante la calma del alba y hasta se cortan los pensamientos y se hacen añicos las tripas con un único sonido de una "moto de ñero" que viene hacia ti... Y surge ese pensamiento inevitable de persona nacida en el platanal "marica ¿Dónde putas me guardo el celular para que no me lo pillen si me atracan?, que gonorrea, y yo que justo me vine con los zapatos y el reloj chimba..." Y ¿sabés qué? La mayoría de las veces no pasa nada, nadie para, la moto pasa, era un Rapp... Entonces ¿Por qué solo recordamos el susto, las veces que sí pasa y ese frío en cada hueso de las manos?
Hay tantos escenarios posibles como árboles en la tierra... Y dato curioso, (que te soy sincera, la verdad no he comprobado. Porque si es falso, es algo que quiero seguir creyendo) hasta dónde sabemos, hay más árboles en la tierra que estrellas en la Vía Láctea.
No siempre aquellos a quienes encontramos en el camino son personas. Algunos son insectos, árboles, atardeceres, un cielo estrellado, una luna, la lluvia y más de una que otra vez, ese alguien, es una canción, un recuerdo, un sentimiento que habiamos enterrado en un lugar lejano al que nunca quisimos volver.
Pero... ¿Sabes qué siempre es constante en este multiverso de aceras caminadas? Qué, quién marca el ritmo, sufre los pasos, agota las suelas de los zapatos y gasta cuantos segundos le plazca en solo detenerse a respirar... No puede ser otro que tu.
Es dificil hacerlo y reconozco que es incluso un descaro de mi parte creer que me encuentro en condición para decirlo sabiendo lo ignorante que soy. Pero mereces que alguien lo diga de una manera que no suene burda.
Al final, cuando la suela de los zapatos no dé más, cuando la rodilla mala te demuestre qué tanto puede doler, cuando el bastón no sea suficiente para ayudarte a transitar más que unos metros. Cuando la memoria esté copada, la pasta térmica del procesador esté gastada de años de uso, cuando el ventilador funcione a medias cada que respiras y tu cabeza saque errores por estar al borde de fritarse, cuando el cable de poder esté gastado y lance latidos irregulares y entonces tengas que elegir cuáles carpetas conservar y a cuales darles "delete" ¿Que quieres recortar? Las manos frías y el nudo en la garganta cuando un ñero muy ñero del centro te dijo "oe, ¿Me va a dar la hora?"... La moneda de divisa extranjera que te encontraste en medio de la nada... Esa flor silvestre que nunca habías visto y que posee una belleza que no creerías posible si no la hubieses apreciado tu mismo... Esa gonorrea de día en la que un carro pasó a toda por un charco al lado tuyo... El amanecer en un jacuzzi luego de una noche estrellada... El día en que se despegó la zuela del zapato a medio camino... Cuando fuiste el afortunado elegido para que una mariposa se posara en ti... Cuando cruzaste una serie de miradas sinceras que la verdad no esperabas que terminaran por ocultar una historia... O quizá cuando no volviste a ver esa mirada específica...
¿Sabes? A veces hay que cruzar la calle y solo, seguir por la acera de enfrente.
Feliz octubre 🎃🖤
01)10/24 13:54
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𝗲𝘀𝗰𝗲𝗻𝗮𝗿𝗶𝗼: un momento con su padre. 𝗵𝗮𝗯𝗶𝗹𝗶𝗱𝗮𝗱: combate cuerpo a cuerpo (1/2).
Tic, tac.
Las agujas del reloj eran el único sonido que invadía la habitación. Rikuya se mantenía de pie frente al escritorio, espalda recta, vista al frente, esa posición entrenada y practicada durante horas en el regimiento desde los dieciocho años. Era tanto asunto de costumbre como puro, innato pavor a la decepción que solía teñir la mirada de su padre tan pronto se posaba sobre su hijo menor.
A veces se preguntaba si los largos minutos de espera eran una táctica de subyugación o la simple preparación de un hombre cansado ante una visita inesperada. Sus pensamientos siempre labraban la misma batalla — dura, fea, cruel, preparado para apuntar el arma hacia sí mismo antes de que otro tuviera la oportunidad de hacerle daño. Al entrenamiento militar ingresó después de la escuela; en privado, siempre ha estado peleando.
Tic, tac.
Las puertas a sus espaldas se abrieron y él permaneció inmovil. Podía escuchar los zapatos prístinos chocar contra el suelo en su lento avance por el estudio, pero el silencio permaneció desde ambos lados. El pecho de Rikuya se alzó, bajó, una, dos veces. Un suspiro, justo detrás de su hombro.
Silencio.
—Aún no es tiempo.
Nada en su semblante varió. El mundo en su cabeza implosionaba y, sin embargo, su expresión se mantuvo apacible.
—Padre… —la silueta del hombre mayor interrumpió lo que pudo haber dicho. Solo era su espalda, cubierta por un elegante traje oscuro, el cabello encanecido de su nuca una imagen cotidiana. El concejal dio la vuelta al escritorio con la misma postura perfecta del hijo, pero no le dio la cara. Su mirada, en cambio, se enfocó en los papeles distribuidos de manera organizada sobre el tope de roble.
—No estás listo. Eiji y Kenjiro tienen una mejor idea para ti. Ve con tu madre, ya te contarán con el té.
Los segundos pasaron lentos. Su boca se abrió, titubeante, hasta volver a cerrarse sin haber emitido otra palabra. La postura de sus hombros se relajó, solo lo suficiente para impulsar el cuerpo a dar la vuelta y regresar por donde había entrado media hora antes, un asentimiento la confirmación final de una orden acatada.
—Rikuya —llamó su padre, logrando que detuviera su avance de golpe. Aspiró una respiración. No se atrevió siquiera a mirarle de reojo—. Es tu mejor opción por el momento. Lo apruebo.
Las manecillas del reloj volvieron a repicar mientras salía.
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Libro y zapato
Título: Vacaciones.
Pareja: Steve Rogers X Lectora.
Palabras: 302 palabras.
Cuadro: D1 “Cenicienta.”
Clasificación: B.
Sinopsis: Steve encontró un libro y un zapato.
Advertencias: Fluff.
N/A: Esta es mi entrada para Captain Bottom Bingo round 2. CABB2024.
Links: Wattpad, Ao3, versión en inglés.
Si te gusto por favor vota, comenta y rebloguea.
No doy ningún permiso para que mis fics sean publicados en otra plataforma o idioma (yo traduzco mi propio trabajo) o el uso de mis gráficos (mis separadores de texto también están incluidos), los cuales hice exclusivamente para mis fics, por favor respeta mi trabajo y no lo robes. Aquí en la plataforma hay personas que hacen separadores de texto para que cualquiera los pueda usar, los míos no son públicos, por favor busca los de dichas personas. La única excepción serían los regalos que he hecho ya que ahora pertenecen a alguien más. Si encuentras alguno de mis trabajos en una plataforma diferente y no es alguna de mis cuentas, por favor avísame. Los reblogs y comentarios están bien.
DISCLAIMER: Los personajes de Marvel no me pertenecen (desafortunadamente), exceptuando por los personajes originales y la historia.
Anótate en mi taglist aquí.
Otros lugares donde publico: Ao3, Wattpad, ffnet, TikTok, Instagram, Twitter.
Tags: @sinceimetyou @black23 @unnuevosoltransformalarealidad @azulatodoryuga
Todo había cambiado desde que tu padre se había vuelto a casar, no lo culpabas, aún era joven y ya tenía muchos años que tu madre había fallecido, el único problema era que tu padre viajaba mucho debido a su trabajo. Siempre te sentía un poco fuera de lugar en su propia casa.
Por otra parte, Steve anhelaba una conexión más profunda y no exactamente con sus compañeros de equipo, algo más allá de las misiones y los deberes como superhéroe.
Un día, la ciudad se vio amenazada, estabas saliendo de la librería cuando sin saber cómo estabas en medio de la batalla, comenzaste a evacuar a la gente, no obstante eso llamó la atención de Steve.
Al finalizar la batalla, Steve comenzó a buscarte, pero lo único que encontró fue tu zapato y un libro, él no había podido verte bien, aunque eso no importaba, estaba decidido a encontrarte, no importaba cuanto tiempo le tomara.
Habían pasado varias semanas y Steve aún no tenía suerte, así que Tony sugirió una idea, por lo que Steve decidió organizar un evento benéfico en la ciudad, invitando a todos a asistir.
En cuanto viste el anuncio del evento no dudaste en ir, tal vez podrías donar algunos libros.
La noche parecía avanzar rápido, Steve se desesperaba de no poderte encontrar, pronto sería la medianoche y tú tenías que regresar para tomar el último tren, te dirías a la salida cuando te tropezaste con Steve.
—¡Ese es mi zapato! —exclamaste sorprendida, luego viste su otra mano. — Y ese es mi libro.
—¿Cómo sé que realmente son tuyos? —preguntó Steve extrañado, no sabía si creer.
—La suela tiene un corazón dibujado y el libro tiene subrayada el quinto párrafo de la página doscientos.
Steve lo comprobó, después de varios minutos hablando, él te invitó al cine.
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Deje caer mis manos por sus cabellos. Eran sus ojos los míos. Suspiro y rebuscando en su boca las palabras; dió saltos en sus dedos y labios, mordió las yemas de sus manos y como fuego los clavo en mí.
-te diré, más aun debes saber que hay tormentos que me pesan y estos solo salen una vez de mí y aunque yo quisiera darles paso otra vez.. estos se entierran en mi silencio como lo hace el mar en la playa. Recientemente como casi todo lo que me inquieta, mire el mundo y surgió en mi las mismas preguntas sobre el querer. Hablaban un grupo de jóvenes sobre las relaciones y sus perspectivas, parecía como si hablaran de comercio que al escucharles me hele por completo.. me viene caminando pensando en todo aquello que ahora no tengo ánimos de mencionar. Mas una única pregunta, ¿A caso como un par de zapatos es el querer a una persona, tan volátil y faltó de raíz..?, luego vi jugar a unos niños, no tan lehos de allí sonrían una pareja.. y contesté a mis preguntas; no lo es cuando es desde el alma. Al llegar aquí, estás tú. tan tú, que mis latidos sonríen y mi boca comienza a saber a miel.
Hizo una corta pausa.
- Así como lo es dar mil vueltas al mirar hacia la lejanía una idea cruzó por mi mente. Habiéndo tan maravillosas personas, tantas con hermosas luces. y yo tan palida, tan caótica, deshaucida de la realidad, con tanta simpleza.. podrías aburrirte de mi. volvieron miedos, esos que me hablaron de niña, y es que si encontré en aquel tiempo quien me señalara con el dedo; de simple y pálida, y yo como fiera salte a reír de todo, a prenderle fuego hasta el último rincón, más aun solo fue un acto a la defensiva. ya que como un pájaro que se ve herido por quienes sentía como amigos, al verse herido lazo su pico y plumas hasta romper la brisa y algunas alas-
Sentí como su corazón se contraía en su pecho. Iba a decir, ¿qué como se le ocurrían esas cosas, tan siquiera como lo podía pensar?, pero luego recordé que en muchas ocasiones yo también me había planteado todo aquello. Me saco de mis pensamientos cuando dejo su cabeza en mi hombro y abrazo mi mano a la suya. Y recordé lo supe desde el primer momento que le vi, que entre nosotros está ese hechizo de hablar con silencios y estrecharnos en un mirada. Ella solo quería expresar su inquietudes, sus miedos asi como su dulzura, asi como todo corazón lo anhela y quiere ser oido, ser un corazón. Así que tome sus cabellos. Le dije en ese tono de complicidad que tiene dos niños...
-.. ¡Jamás..! ni aun cuando se caiga el mundo en pedazos podría tan siquiera querer estar un respiro sin ti. no ves que aquí lates en mi ser-
Solto su risa como un trueno de media noche, mas que eso era su corazón danzado en sus labios y piel.
-.. (Jamás..), pues tus ojos hablan los míos y mis ojos hablan a tu latir.. es en ti el tedio dulce y la alegría suave, la oscuridad amable y la luz como un mar en calma.
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