#Pecas y fresas
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Estás pronta a terminar cada entrada de este pequeño blog, donde cereza puso su alma en las cartitas, algunas son mas cortas que otras, incluso peca de redundante pero ¡hey! son con amor, amor destinado y correspondido, que es lo mejor de todo.
Sooshu:
Amo cada momento en que me dices "Soo". Una parte de mi estalla en corazones, da volteretas y se vuelve chiquita de tanto amor que recibo de tu parte, porque es puro y te nace en ese mismo instante. Encuentro que es ideal, porque no es forzado, siento tu emoción, tu cariño y mas cuando es en momentos mas íntimos, porque sé lo estás disfrutando.
Shinez:
Si bien hace poquito estamos haciendo esta parejita. Quiero decir que me encanta porque ambas se ven muy unidas y nosotras sí, somos cual chiclito.
Como Yunjin me siento cómoda porque puedo ser mas extrovertida. Si bien la escogí por la parejita para tu fc con Kazu bebé (owo) pues me terminé encariñando, igual como pasó con Minhyukie.
Como conclusión (sí, hay conclusión) independientemente de nuestros fc, el amor se siente en el aire. Si tú te sientes cómoda hasta siendo un pastelito de fresa, yo seré tu mojito o el tecito que acompaña la tartita. ¿Así o mas cursi?
Quería dejarlo claro porque no quisiera que pienses que me molesta hacer o ser equis o ye carita. Yo encantada hago couple contigo, me apasiona y mas si somos gays juntas.
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Notas y headcanons de los chavos de Free! en mi AU mexicano (alias "Gratis!")
Haru (Javier Navarro) (Jaru)
Su nombre se vuelve de Javier a Javi y de Javi a "Haru"(jaru) y su apellido es Navarro
Le dicen "El Jarras"
Su familia tiene una marisquería llamada "La Gran Mojarra", Jaru sueña con el día en que sea suya y le cambie el nombre a "La Gran Caballa"
Llama mucho la atención por tener ojos azules y no estar güero. Resulta que el color de sus ojos es herencia de su abuela.
Se la pasa viendo documentales de vida marina y colecciona revistas del National Geographic
Por ser bueno en natación le decían "el Mojarra" por ser como un pez y por la marisquería de su familia
Siempre lo agarran de chambelán y lo detesta con el alma
Adora al Doctor Simi, siempre saludaba a las botargas cuando era pequeño y ahora tiene un peluche
Aceptó ser chambelán de Gou sólo porque quería ver a Rin en traje
Ha ganado concursos de artes y es bueno en deportes y sólo por esos méritos no lo han expulsado aunque se salta clases
Va a la iglesia los domingos por costumbre que su abuela le dejó
El nombre de la abuela de Haru aquí es Soledad
Le gusta hacer agua de sabores (su favorita es la jamaica)
Le gusta su elote todo cubierto en queso, entre más queso, mejor
A su abuela le gustaba escuchar boleros y ahora Haru disfruta mucho escucharlos mientras cocina
Le gustan mucho los chetos de queso
Tiene una colección de tazos
Makoto (Marco T) ("Maco")
Su apodo es "Maco" porque Jaru se la pasaba viendo "Animal Planet" y una vez vio algo sobre el tiburón Mako y empezó a decirle así a Marco [esto tiene importancia en la trama porque va a llegar un punto en el que Mako se de cuenta que hasta su apodo lo escogió el Jaru (y que para colmo tiene que ver con un tiburón, alias "Rin"]
Creció escuchando a Cri-Crí y ahora le canta la de los cochinitos a sus hermanos para la hora de dormir
Casi muere de los nervios el día que en el kinder les hicieron bailar el ratón vaquero para el día de las madres
Ama todos los tipos de moles
Rin (Rin M)
Rin sigue siendo Rin 👍 y sip, lo siguen molestando porque parece nombre de niña
Tiene pecas y sus orejas de ponen muy rojas cuando está nervioso o hace calor
Siempre creen que el chavo es medió whitexican porque es pelirrojo natural y tiene un nombre no tan común, eso y que además se fue a estudiar un tiempo a los United
Es bueno bailando cumbia
Adora ver telenovelas con su mamá (lloró al ver el beso aristemo)
Le gusta la música en inglés y escucha a "Fall out boy" (o "LOs FaLouVoyz" como dice Haru)
Llora con todas las canciones viejitas que pone su mamá cuando limpia la casa (nunca le pongan "La Gata Bajo la Lluvia" porque chilla feo)
Dice ser Team Horchata sólo para molestar a Haru (Haru es Team Jamaica)
Sus tacos favoritos son los tacos al pastor
Todo producto de Barcel le encanta en especial los Takis
Se ha visto "Betty la Fea" más veces de lo que le gustaría admitir
No puede comer mango sin echarle tajín y Valentina, a Haru eso le parece una atrocidad
Haru le dice de cariño (en realidad le coquetea pero Rin no nota eso) "Chapeado" y "Chapas" por la facilidad con la que Rin se chapea
Nagisa (Daniel Hernández) ("Dani")
De Daniel a Dani y de Dani a Nagi el como paso eso no tengo idea
Cosa importante es que es la familia de Nagisa es dueña de la alberca municipal (es gracias a él que Jaru puede entrar a la alberca en cualquier momento del día)
Su familia es medio política y es por eso que lo presionan tanto en los estudios
Tiene una página de memes
Era el "niño comerciante" del salón, vendía desde dulces a útiles escolares
Sus dulces favoritos son el nucita y el pelón pelo rico
De niño siempre ganaba en "Pares y Nones" por andar de pegajoso con quién se le acercara
Su pan de dulce favorito son las conchas de fresa
Rei (Reimundo Rodríguez) ("Rei")
De Reimundo a sólo Rei porque siempre le terminaban diciendo"Raimundo"
Sus lentes tienen cinta adhesiva porque están medio rotos de una de las patas
Es el típico "Maestra, ¿Y la tarea?"
Bulleado por ser el favorito de los maestros
Gano las olimpiadas de matemáticas los 3 años de secundaria pero sólo las estatales, en cuento llegaba a las nacionales todo de iba para abajo
Su dulce favorito son los mazapanes y siempre se las arregla para abrirlo sin romperlo
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25.08.2024
Yo sí lo voy a extrañar
Se sabe que me maman las series adolescentes. Pero la verdad es que Nadie nos va a extrañar es otro pedo. Me gustó de principio porque está llena de momentos feel good, lindos, emocionantes. La premisa es que un grupo de nerds que tienen un negocio de vender tareas y consideran si arropar al nuevo que es todo un ñoño acosado por los bullies. Ya nada más por el protagonismo de los nerds tuvo mi atención por el primer capítulo.
Todas mis certezas en el aire Ya no sé volver a lo que fui Todos los caminos se abren de repente Y olvidé como seguir
Lo que me atrapó fue la dinámica de los personajes. Cada uno definido, redondo, con sus chistes, luces y sombras. Aunque la serie peca de algunos lugares comunes de una serie de adolescentes al pintarnos dos bandos, de los nerds y los 'fresas', la forma en la que te enseñan el racismo y el clacismo no deja ver si está muy reflexionado o no.
Pero creo que lo que hace mejor, y que fue lo que más me gustó fue retratar el sentimientos adolescentes que se sintieron reales y con los que conecté quizá no desde la idealización sino desde el recuerdo. Atravesar las soledades, sentirse perdido, abandonar lo que fuiste y dar paso a la desconocido, la euforia de descubrir, el gozo de la compañía y el deseo. Para convencer a gente de ver esta serie les dije que va no tanto de ser teenager sino de cuando en la vida te sientes perdido y dices nomames ahora qué. Y que quizá la adolecencia es el primer momento pero vuelve una y otra vez.
Y no sé a dónde va el viento Ni porqué cambio No puedo volver a lo que era, desapareció Y ya no será lo mismo
La historia queer está bonita, bien tratada y tienen a mi personaje favorito: el modernito artístico con chingos de inteligencia emocional, temple y buenos dialogos. Ya con eso no necesitaba más. Pero si encima de eso me dan a mis viejas chingonas, la ñoña que va encontrando su poder y la rara que va encontrando su temple, no necesito más. Esta serie ya tenía mi nombre escrito.
Las palabras ya no dicen nada No puedo contar y describir No lo entiendo, ya no significan lo de antes No pueden hablar por mi
Encima de todo la verdad es que me identifiqué mucho con el personaje principal. El ñoño mayor. El sin talento aparente. El que no se sentía digno de nada. Y bastó que lo voltearan a ver, que lo acogieran para que empezara a florecer, a sentir y a dar. La verdad yo no soy casi nada de esas cosas. Si bien tengo unas creepling insecurities, llevo años sin ser una wallflower. Pero mis heridas de crecer se ven así. Mi sensación de invisibilidad se siente así. Me habló con palabras que a veces no me dicen nada ni hablan por mí pero aún siento. Aunque ya no sea yo nada de eso. O sí.
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Merci pour ça
Hola, quisiera presentarme de nuevo. Soy María Elisa he cambiado bastante, no soy quien fui, pero con las mismas manías.
Mi color favorito es el rosa, me gustan las fresas, cuento hasta 5 o a veces hasta 10 antes de tener un enojo, me di cuenta lo mucho que me gusta cocinar, lo mucho que me gusta dormir a las 10, lo mucho que me gusta acostarme en el pasto y continuar mi historia mental de aquel príncipe. (Aún no entiendo porque me gusta escuchar musica de desamor y escribir de ello, posiblemente en mi vida pasada no estuve con mi amor. Pero en esta sé que tendré a mi príncipe, porque los cuento bonitos si existen ) y puedo seguir con todo lo que me enamora, lo que disfruto y me gusta mucho que es nuevo; y lo más importante es que todo esto es junto a mi amada música.
Me miró y digo :¿Quién es la del espejo? Pues yo, poco a poco y sin darme cuenta fui cambiando los colores oscuros a colores más felices y me di cuenta lo mucho que me gusta el color rosa y no cubrir mis pecas.
Muchos años viví en la búsqueda del entender todo, aún no lo hago, pero algo que si entendí es que no soy de aquí. Y eso está bien; dentro de los años de los años he pensando mucho y aún lo sigo haciendo pero cuando esos pensamientos se tornar mágicos oscuros, lo abrazo y acepto.
Han pasado cosas muy bonitas en verdad, y es porque me lo MEREZCO. Lo que alguna vez fui no me define y no puedo irme castigando por la manera en la que accione en mi muy juventud.
El otro día platicaba con mi familia sobre los años y como se nos "acentan" las cosas conforme el tiempo y si eso es verdad posiblemente aún continúe defendiendo causas perdidas, enojandome por la impuntualidad, seguiré sin ser ordenada en algunas cosas pero igual se me va" acentar" mi amor, mi empatía y todas las palabras divertidas.
Me podría ver pretenciosa y hablar de logros, lugares vistos, amor y toda mi fortuna 'temporal', pero nhaaaa ahorita está , mañana quién sabe. Pero si estoy muy agradecida por todo lo que se me ha permitido y el amor que me regala la gente día a día.
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ARANCIA
Arancia era una niña, obediente y delicada. Su pelo lacio llegaba justo bajo sus hombros en una melena que le transparentaba la sonrisa.
Me gusta describirla así, le gustaba hacer pasteles y su pan era fenomenal, pecas y pimientas, campanillas de recesos para almorzar, sus tortillas de maíz eran deliciosas, y las rellenaba con fresas, o distintas ortalizas del lugar donde vivíamos.
Afuera el clima era siempre cálido ideal para cultivar cualquier cosa, y los atardeceres eran de un gris igual de delicado que Arancia. Curiosa cómo era le gustaba que todo lo que se oliera similar se quedara en un frasco con lo que también tuviera ese aroma, era una especie de granjera con dotes culinarios.
Yo crecí en su pueblo, ella era la maestra de mi escuelita, todos aprendimos a plantar zanahorias, y el domingo por la tarde, Arancia nos daba té con una hoja verde pequeña en la taza, que le daba un sabor ácido, agridulce; pone en la mesa clavos de olor y espanta las moscas con un matamoscas.
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Desde el primer momento me gustaste, me cautivaste, me encantó tu personalidad tan romántica y super divertida, tus hermosos ojos, tu risa escandalosa con tu voz tan característica, tu piel blanca, tus pecas, tu cabello rubio tanto liso como rizado y ondulado, en todas sus formas, en todas tus formas me has gustado, la desarreglada, la tierna, la fiestera, la pulcra... ese olor que luego supe que era de champagne y fresas, tu estilo, tus pasiones, incluso la forma particular de tus pies.
Todo de ti, eras perfecta para mí lo que siempre hubiera soñado de una mujer, una mujer con la que quisiera pasar el resto de mis días... y ahora supongo que los pasarás con alguien más, perdí la oportunidad, aunque nada se acaba realmente en este mundo hasta que morimos, si no pude quedarme contigo espero encontrar a alguien más que me trajo loco desde el primer momento.
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' cierto, cómo pude pensar lo contrario ' el sarcasmo se emite en cada sílaba que menciona, acompañándose de un afilar sutil de comisuras que busca esconder que algo de gracia le hace la percepción ajena; en especial, la apología a la inocencia por conveniencia. ivan también peca de ella. ' si no quisiera ayudarte te lo diría directamente ' buscaría la forma de escaquearse a cualquier costo, o al menos, es un rasgo de la personalidad que su hermano siempre le destaca. está pasando las páginas del cuaderno sin fijarse en nada concreto, tan sólo inhala el olor a tierra mojada que después suelta en una pequeña risa aireada. ' no es necesario que te alteres, ¿quieres? si tuviera que juzgarte por algo, más bien sería por esa terquedad extremista tuya ' cuando va a posar iris sobre él, encuentra foráneos observándole por encima del hombro y, en esas, le dedica un alzar de cejas que entona un silencioso ¿qué miras? de nuevo, cierra la libreta y aprieta los pétalos como quien finge introspección. se fuerza a buscar algo más que decir que lo que piensa, que sería la objetividad de elegir una liebre por encima de cualquier cosa. ' si fuese yo, preferiría las fresas ' dicta, se mueve para acompañarle de cuclillas, también busca con la mirada al zorro. ' prepárale un mix ' cree que tiene un poco de la fruta rojiza en su mochila, pero cuando gira con intención de buscar en el interior, se resbala con el suelo escurridizo. trata de agarrarse de la figura impropia, pero vaya, que capaz se lo lleva por delante. el surcoreano, presa de su carencia de suerte, cae sentado y, la ropa y cuaderno, repletos de lodo. ' no viste nada '
' ¡hey! ¡no lo acuses sin saber! quizá sólo está intentando llegar a su casa porque el clima se lo ha permitido... mira, por fin dejó de llover, ha salido el sol. ' ¿cuánto había llovido? ¿unas tres horas? ¡ah, en fin! sólo usa de excusa lo primero que se le cruza la mente porque el zorro alimentándose de la liebre no es una imagen que quiera tener en su mente. sí, era parte de la dinámica de la naturaleza, pero prefería ignorarla. ' sólo di que no quieres ayudarme... ' murmura dándole la espalda y acuclillándose sobre la tierra, buscando pistas del animal. aunque sutil, la pregunta alcanzó sus oídos en una caricia tenue. ' mi... nariz está bien. ' toma una hojita seca que empieza a triturar entre dedos. ' no pienses que siempre me pasan esas cosas, eh, ¡sólo tuve mala suerte! ' advierte mirándole por encima del hombro. allí se le ocurre otra manera de preguntar: ' oye, ivan, una pregunta hipotética... si fueras un zorro, ¿te gustaría la manzana? '
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"Ojalá pudiera preguntarte qué nombre quieres usar el resto de tu vida. Si te gusta ponerte medias en las noches. Cuál palabra prefieres aprender primero.
Cuando ya puedas decirme todo eso, te voy a enseñar a que no construyas una casa grande para sentirte más pequeña. Que no seas una refugiada de guerra dentro de ti misma, con un miedo constante por no saber cuánto tamaño mereces ocupar. A que no pidas una taza de sopa fría, cuando tu novio se devora el lugar entero, incluyéndote a ti. A que nuestros cuerpos no son frutas, 'figura manzana', 'figura pera', 'media naranja'. Eres entera, completa, intacta, ininterrumpida, de carne y huesos que sobresalen o se esconden como el sol que no tiene que decidir en qué lugar del cielo quedarse. A que no resientas que tus fronteras no son suaves como chicle de fresa, como las niñas de las películas de amor. Son pedazos de caramelos rotos, que rompen dientes al masticar y cuestan más deshacer. A que no tienes que ser chupón rosado, lazo rosado, Barbie rosada, cuaderno rosado, vestido rosado, Power Ranger rosado, aparatos rosados, cabello rosado, chequera rosada, tacones rosados, muebles rosados, ataúd rosado. Pero que si lo eres, yo misma te teñiré el pelo. Quiero que sepas que cuando un niño llamado Carlitos te empuje en tu salón de preescolar no quiere decir que le gustas. Que cuando Juan te diga nombres en clases de literatura no quiere decir que trata de esconder su atracción por ti. Que cuando tu primer novio Gabriel te grite en frente de tus amigos no quiere decir que es apasionado y se preocupa por ti. Que cuando Andrés te presione tan fuerte contra el volante del carro, que puedes sentir tus costillas saliendo de tu pecho, no quiere decir que te quiere. Que cuando un adulto llamado Tomás te empuje en la sala de tu casa, no quiere decir que te ama. Cuando tu corazón sea lo más pesado que llevas encima, no lo dejes convertirse en piedras dentro de tus bolsillos mientras caminas al agua. Cuando comparen tus ojos con el cielo, recuerda que eres una tormenta. Cuando traten de llenar tus vacíos con una boca de ron y promesas, asegúrale que no necesitas las promesas. Cuando te hagan un cumplido, no lo dudes, no te pongas roja. Cuando te encierren en el cuarto, rompe la ventana. Cuando te toquen y no sientas nada, bésate las palmas y afirma que no eres tú el fantasma. Cuando el profesor se equivoque, corrígelo. Cuando te llamen en la calle, no sonrías, por nadie. Cuando te enamores de un artista, no lo dejes convertirte en su musa: tus pecas no son un cuadro de Jackson Pollock. Cuando tus amigas te digan 'los hombres son así', tranca la puerta. Y cuando estés sola en tu cama pensando en la curvatura de la espalda de aquel que pudo haber contado los lunares entre tus piernas pero no lo hizo, llora. Pero no por él. Llora por todas las veces que oíste 'No llores, eso es de niñas' a tus hermanos, primos, vecinos, amigos. Llora por todo lo que ellos no lloraron. Llora hasta que inundes tus sábanas. Haz un océano. Ahógalos. A pesar de todo, quiero que sepas que siempre vale la pena pasar noches despierta pensando en la memoria de un rostro hasta desgastarla. Que las semanas que pasaste con el olor de su piel como vestido no fueron un desperdicio. Que no te arrepientas de crear un idioma secreto con sus besos o de leer braille en su piel. Que dejar en órbita algunas lunas nombradas con partes de su cuerpo no es grave. Que no importa cuánto tiempo pasaste tratando de limpiar los espejos de tus adentros, empañados por su respiración; esconde el vodka, cierra las ventanas, porque te voy a enseñar que el romance más importante es el de tu sangre como ríos, constantemente buscando salidas en tu cuerpo, para tejer nueva piel sobre tus heridas y poder mantenerte toda, completa, adentro."
("A mi futura hija" por Amalia Isabel Rago)
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...Creathea, The Witch of Envy and Greed...
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Legendary Witch
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Ex-Queen
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Dead
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G: Explicación rápida o mejor dicho, no rápida... Creathea es una Reina Bruja anterior de hace mucho tiempo, exactamente si te has dado cuenta de que se parece a Brittany de Kassa... Literalmente es porque en realidad Brittany iba a ser dibujada de otra manera... Por flojera le di a Brittany el estilo de dibujo porque me dio flojera crear otro.../Quick explanation or rather, not quick... Creathea is a previous Witch Queen from a long time ago, exactly if you have noticed she looks like Brittany from Kassa... Literally it is because Brittany was actually going to be drawn in another way... For being lazy I gave Brittany the drawing style because I was lazy to create another one...
Sobre su relación con los colores, ella representa exactamente a una chica fresa en primer lugar... No usé exactamente los colores de Brittany de Kassa, usé otros incluyendo el rubor de mejillas de Arma que suelo usar en casi todas mis personajes, incluso con el personaje de Kassa.../About her relationship with the colors, she exactly represents a strawberry girl in the first place... I didn't exactly use the colors of Brittany de Kassa, I used others including the blush of Arma's cheeks that I usually use in almost all my characters, even with Kassa's character...
Esto parece una muy mala excusa y una muy mala copia... Pero no lo es, realmente Creathea era así... Con la diferencia de que tiene pecas y lunares... Exactamente Creathea es la versión de la señora Morette de la Au de Hello Neighbor... Solo que la señora Morette no tiene lunares ni pecas, más bien solo tiene lunares por todo el cuerpo.../This seems like a very bad excuse and a very bad copy... But it's not, really Creathea was like that... With the difference that she has freckles and moles... Exactly Creathea is the version of Mrs. Morette from the Au de Hello Neighbor... Only Mrs. Morette doesn't have moles or freckles, rather she only has moles all over her body...
De todas formas, si alguien se enfada tendré que cambiar el diseño... Joder.../Anyway, if someone gets upset I might have to change the design... Damn...
Aunque no voy a negar que la actitud de Brittany y Creathea chocan... Bueno, la Ex-Reina era una desgraciada, sí lo era... Pero solo con personas que no pertenecían al Mundo Oscuro o solo se comportaba de mala manera si no le gustaba algo, o simplemente era una total desgraciada cuando ocurrían ocasiones especiales... Era Homofóbica, aunque trataba de superar esta fobia... Como apoyaba a su Reino y aceptaba sus gustos libres, era una pieza codiciosa de mierda... Pero nadie se quejaba de ella, pues a pesar de su actitud arrogante, rabieta y tonta... Siempre fue una excelente Reina que trataba de hacer lo mejor por su Reino.../Although I will not deny that the attitude of Brittany and Creathea collide... Well, the Ex-Queen was a wretch, yes she was... But only with people who did not belong to the Mundo Oscuro or she only behaved rudely if she did not like something, or she was just a total wretch when special occasions happened... She was Homophobic, although she tried to overcome this phobia... Since she supported her Kingdom and accepted her free tastes, she was a greedy piece of shit... But no one complained about her , because despite her arrogant, tantrum and foolish attitude... She was always an excellent Queen who tried to do her best for her Kingdom...
#groriatrevi10#mio#Mundo Oscuro#ExReina#Reina del Mundo Oscuro#Reina de las Brujas#Creathea#Creathea La Bruja de la Envidia y la Codicia#Reina#Reina Creathea#Muerta#Pasado#Bruja Legendaria#Bruja Reina#Re-Dibujado
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CARTA A MI FUTURA HIJA:
Ojala pudiera preguntarte qué nombre quieres usar el resto de tu vida. Si te gusta ponerte medias en las noches. Cuál palabra prefieres aprender primero. Cuando ya puedas decirme todo eso, te voy a enseñar a que no construyas una casa grande para sentirte más pequeña. Que no seas una refugiada de guerra dentro de ti misma, con un miedo constante por no saber cuánto tamaño mereces ocupar. A que no pidas una taza de sopa fría, cuando tu novio se devora el lugar entero, incluyéndote a ti. A que nuestros cuerpos no son frutas, “figura manzana”, “figura pera”, “media naranja”. Eres entera, completa, intacta, ininterrumpida, de carne y huesos que sobresalen o se esconden como el sol que no tiene que decidir en qué lugar del cielo quedarse. A que no resientas que tus fronteras no son suaves como chicle de fresa, como las niñas de las películas de amor. Son pedazos de caramelos rotos, que rompen dientes al masticar y cuestan más deshacer. A que no tienes que ser chupón rosado, lazo rosado, Barbie rosada, cuaderno rosado, vestido rosado, Power Ranger rosado, aparatos rosados, cabello rosado, chequera rosada, tacones rosados, muebles rosados, ataúd rosado. Pero que si lo eres, yo misma te teñiré el pelo. Quiero que sepas que cuando un niño llamado Carlitos te empuje en tu salón de preescolar no quiere decir que le gustas. Que cuando Juan te diga nombres en clases de literatura no quiere decir que trata de esconder su atracción por ti. Que cuando tu primer novio Gabriel te grite en frente de tus amigos no quiere decir que es apasionado y se preocupa por ti. Que cuando Andrés te presione tan fuerte contra el volante del carro, que puedes sentir tus costillas saliendo de tu pecho, no quiere decir que te quiere. Que cuando un adulto llamado Tomás te empuje en la sala de tu casa, no quiere decir que te ama. Cuando tu corazón sea lo más pesado que llevas encima, no lo dejes convertirse en piedras dentro de tus bolsillos mientras caminas al agua. Cuando comparen tus ojos con el cielo, recuerda que eres una tormenta. Cuando traten de llenar tus vacíos con una boca de ron y promesas, asegúrale que no necesitas las promesas. Cuando te hagan un cumplido, no lo dudes, no te pongas roja. Cuando te encierren en el cuarto, rompe la ventana. Cuando te toquen y no sientas nada, bésate las palmas y afirma que no eres tú el fantasma. Cuando el profesor se equivoque, corrígelo. Cuando te llamen en la calle, no sonrías, por nadie. Cuando te enamores de un artista, no lo dejes convertirte en su musa: tus pecas no son un cuadro de Jackson Pollock. Cuando tus amigas te digan “los hombres son así”, tranca la puerta. Y cuando estés sola en tu cama pensando en la curvatura de la espalda de aquel que pudo haber contado los lunares entre tus piernas pero no lo hizo, llora. Pero no por él. Llora por todas las veces que oíste “No llores, eso es de niñas” a tus hermanos, primos, vecinos, amigos. Llora por todo lo que ellos no lloraron. Llora hasta que inundes tus sabanas. Haz un océano. Ahógalos. A pesar de todo, quiero que sepas que siempre vale la pena pasar noches despierta pensando en la memoria de un rostro hasta desgastarla. Que las semanas que pasaste con el olor de su piel como vestido no fueron un desperdicio. Que no te arrepientas de crear un idioma secreto con sus besos o de leer braille en su piel. Que dejar en órbita algunas lunas nombradas con partes de su cuerpo no es grave. Que no importa cuánto tiempo pasaste tratando de limpiar los espejos de tus adentros, empañados por su respiración; esconde el vodka, cierra las ventanas, porque te voy a enseñar que el romance más importante es el de tu sangre como ríos, constantemente buscando salidas en tu cuerpo, para tejer nueva piel sobre tus heridas y poder mantenerte toda, completa, adentro.
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♡: 내가 당신을 사랑하는 이유.
♡: cien cosas que amo de ti.
amo tu eyesmile cada vez que me sonríes.
amo tu amor por las fresas, es adorable.
amo que seas tan empático con otros.
amo cuando me apoyas incluso en los malos días.
amo la manera en la que me das besitos chiquitos a manera de mimos.
amo que tu mano siempre busque la mía (y viceversa) por inercia.
amo que te preocupes por hacer tiempo para mí aún cuando yo podría esperarte toda una vida.
amo cuando dices que estás orgulloso de mí.
amo que tus brazos encajen a la perfección entre los míos.
amo la versatilidad que tienes para todo
amo tu infinita curiosidad por seguir descubriendo cosas de mi
amo nuestra diferencia de altura que no es demasiada pero aún así tiene su encanto
amo cuando eres decidido por lo que tú amas, por lo que quieres hacer.
amo cuando me escuchas hablar sobre lo que me gusta y te emocionas conmigo, así como me pasa contigo
amo que me hayas dado las mejores fechas especiales en mi vida
amo nuestras citas, cada momento que hemos compartido
amo nuestra mutua comunicación y el respeto que nos damos.
amo cómo jamás dejas de sorprenderme
amo que las noches sean mejores a tu lado porque las lunas contigo son las más bellas.
amo cuando hablamos de nuestro futuro y todo lo que queremos lograr juntos.
amo la manera en que tu nombre se acopla tan perfectamente con el mío.
amo poder refugiarme en tu pecho y escuchar los latidos de tu corazón
amo que seas mi más grande inspiración, mi musa
amo la manera en que somos fanáticos mutuos de los logros del otro
amo cómo alegamos quién ama más al otro
amo los pequeños gestos en tu rostro que tanto aprecio y guardo en mi memoria
amo la manera en la que nos decimos buenos días con un beso y lo mismo a la hora de dormir
amo cómo te despiertas para ser mi alarma cuando te menciono que debo despertar temprano.
amo que a veces (casi siempre) cuando me das besos también me muerdes, como un cachorrito
amo cuando compartimos recetas o me llamas chefcito
amo la manera en que compartimos anécdotas de nuestro pasado sin miedo
amo nuestros momentos de chisme
amo que estés 24/7 presente en mi vida, en mis pensamientos y todo lo que soy.
amo tu faceta competitiva cuando jugamos
amo cómo a veces nos es imposible despedirnos cuando debemos salir, solo porque no queremos estar sin el otro.
amo que a tu lado a veces no puedo callarme, porque siempre tengo algo para decir
amo recordar cuando nos conocimos
amo la primera vez que nos besamos
amo que tus ojos siempre reflejan tu amor por mí
amo tus stickers, siempre tan únicos y divertidos como tú
amo cuando compartes tus gustos musicales conmigo
amo tu buen corazón, puro y precioso como tú
amo que cada día crezcamos juntos un poco más
amo que seas mi mood maker, porque sin importar mi estado de ánimo siempre se vuelve felicidad a tu lado
amo cuando te pones modo tomate porque te dije algo lindo pero al mismo tiempo tienes ese lado coqueto sin pena
amo justamente cómo dices no saber coquetear pero lo haces desde que nos conocemos
amo que muchas de tus primeras veces hayan sido conmigo
amo cuando me dejas decirte un montón de cosas lindas
amo cuando dices mi nombre, aunque también amo tus apodos para mí
amo cuando vemos algo juntos (aunque aún tenemos pendiente cosas que ver)
amo tus lunares, todo
amo cómo me incitas a animarme cuando deseo probar algo nuevo
amo que me ames aún en mi versión de ebrio, un ebrio tonto
amo que a veces eres distraído, como cuando me preguntaste quién era ese virgo que me tenía enamorado.
amo lo lindo que escribes aunque no lo hagas tan seguido
amo que aunque siempre decimos que las palabras son cortas para expresar nuestro amor siempre terminemos diciéndonos discursos que al final concluyen en agradecimientos.
amo decir que eres mi hilo rojo y que digas lo mismo
amo que nos queden muchas vidas para encontrarnos, como siempre decimos
amo cuando me llamas tu prometido y/o futuro esposo.
amo que seas mi luna pero al mismo tiempo también mi sol y todas las estrellas de mi constelación
amo que cada caricia tuya se siente como tener el universo a mi favor, y así es si estás conmigo
amo que seas romántico a más no poder pero también cuando te pones modo horny
amo cada una de las canciones que me dedicas
amo que a tu lado he podido sanar heridas del pasado
amo sentirme seguro cada vez que dices que me protegerás
amo cómo recuerdas que me gustan los videos de cocina tiny y siempre me los envías cuando puedes
amo cuando a veces bromeas con lo de que soy "infiel" pero luego terminas soft porque te digo que esa palabra no existe en mi diccionario, algo real en todo sentido
amo que contigo no tengo vergüenza de ser yo mismo
amo que el tiempo a tu lado se siente eterno y a la vez tan corto
amo que la playlist que me diste tenga un nombre tan significativo y bonito
amo cuando mi perfil está lleno de ti por todos lados
amo tu paciencia infinita conmigo
amo besar tu naricita de botoncito
amo que tengamos una pequeña familia con nuestros chiquitos
amo coleccionar tus fotos y cuando tu coleccionas las mías
amo que estés en todos lados, hasta en mi fondo de pantalla
amo cuando eres mañoso y me haces guardar los escritos que deseo borrar porque a ti te gustan
amo que me leas
amo tu creatividad
amo cuando me dices tonto weon
amo que a mis amigos les caigas tan bien porque son testigos de nuestro lindo amor
amo pensar en un pequeño kian con tus ojitos y esas pecas de estrellas
amo la manera en que solo tú puedes ponerme nervioso
amo que hayas aceptado casarte conmigo aún cuando yo moría de nervios porque creí que te asustaría
amo cuando validas mis emociones y me dices que apoyas mis decisiones pero también me aconsejas
amo que mi futuro esposo seas tú.
amo que cualquier lugar a tu lado sea especial
amo cuando dices que soñarás con nuestra boda
amo cómo he copiado pequeñas frases de ti como ese "wajaa" tan característico en nosotros
amo cuando me cuentas cosas de ti
amo cuando me das tus secretos médicos cuando estoy enfermo
amo cuando dices que tomarás una siesta para quedarte conmigo pero igual te duermes luego, eso es adorable porque sé que estás cansado por lo mucho que te esfuerzas
amo decirte que estoy orgulloso de ti aunque tal vez no lo diga tan seguido como tú conmigo
amo todas nuestras promesas
amo que mi número favorito es el once y nuestra fecha sea el diez.
amo que aunque siempre estoy cambiando todo tú siempre me apoyas
amo que aunque tengo un pequeño tic por el orden eso no te moleste y al contrario te guste
amo cuando me dejas hacerte pequeños berrinches
amo que existan mil maneras de decirnos te amo sin decirlo, como cuándo te preocupas por cómo dormí.
amo que seas tú a quien amo porque yo amo cada pequeño detalle sobre ti.
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Querida mamá,te diré que las noches de diciembre se siente como las recordaba. ¿Sientes celos? Espero que no,no hay nada de que tenerlos,la vida acá ha sido rutinaria y un poco caótica. Si caótica sería la palabra para describir estos meses que son exacesivamente precipitados. Empezaré contando que los primeros meses después de tu partida andaba desaparada,pérdida,ahogada en la profundidad de un océano lleno de culpa y tristeza. No estaba lista para aceptar que la realidad me tocaba los talones,que el mundo es cruel,que la muerte es sarcástica,que el Cáncer es basura, y que tu sonrisa no sale de mi mente. Oh querida madre,como no estás aquí para decirte que tenías razón en un millón de cosas,estarías con una sonrisa diciéndome “ah ya ves,yo te lo dije”o tu clásico “tu no vas a saber más que yo”, como repudia esta última frase,pero como cuando cae la noche sin darte cuenta,esa frase que tanto repudiaba, la añoro,que no daría para escucharla una vez más salir de ti. Déjame recordarte que extraño tus abrazos que tenian un cierto olor peculiar al bloqueador Hawái,extraño tu piel lampiña,tus pecas marrones,tu cabello negro y tu sonrisa con tres dientes falsos ( te reirías de esto). Los meses pasaron,pasan y pasaran , te comentare que mi padre está haciendo un gran trabajo. Estarías orgullosa de que la persona con la cual tuviste dos hermosos hijos,si madre,este si era el bueno. Mi padre es maravilloso,mamá,se ha vuelto un confidente y amigo para mi;nunca me juzga,ahora hasta me atrevo a decir que confía en mi. Solo con darte un ejemplo,ahora habla conmigo hasta de cómo este mundo puede ser tan cruel. Me hace el desayuno con jugo como tu lo solías hacer,no le echa arándanos como tu,ni mucho menos fresas ; tampoco hace la tortilla con aquel sabor que solo tu le dabas,pero lo intenta y eso llena mi alma. Aprendí a quererme un poco más. Soy quien soy,me gusta la persona que criaste,me enseñaste todo lo que estaba en tus manos,odio que me quitaran la oportunidad de poder seguir aprendiendo de ti,conocerte,reírme,amarte hasta que la tierra deje de girar y por último conocer a la verdadera yo (aunque me atrevo apostar por ti que lo hacías,tu si me conocías) mamá,ya no me pesa el alma y con el pasar de lo días extrañarte es lo que más me cuesta,pero te recuerdo en cada momento,con cualquier pequeña cosa estás en mi,en mi alma,en todo mi ser,no dejas de estar y no te dejare ir jamás. A veces tengo celos,yo si los tengo,tengo celos de ver como hay personas que aun reciben los besos de una madre,las peleas,las risas,decepciones,victorias y siento celos de que no puedas ver ni siquiera mis derrotas. Siento celos de las personas que pasarán navidad,que podrán abrazar a las doce a su mamá,siento celos de las personas que recibirán el grito de sus vidas por llegar ebrios de aquellas celebración en épocas de covid. Es triste para mi contarte que me pinte el cabello,lo cual me dijiste que no haga y lo hice,ahora es negro,te encantaría, me parezco cada vez un poco más a ti. ¿Qué palabras se usan para describir a una persona tan única? No las hay. Nadie ha inventado aún un diccionario que contenga los adjetivos de valor suficiente para definir el tuyo mamá,aun me como la cabeza pensando que algún día podré besarte de nuevo. Siento una vacío al darme cuenta de que te estes perdiendo parte de mi vida y no me imagino lo que habrás sentido tu al enterarte que no me verías...te debo una disculpas por no ponerme en tu lugar,¿Como eras tan valiente? Como no gritabas,escupías al mundo,mandabas todo a la mierda;aun así sonrías,agarrabas mi mano y me amabas. ¿Como no admirar a una mujer así? pues mamá tú mereces un universo entero por lograr lo imaginable. Que era ser fuerte y nunca rendirte,ahora eres más estrella que recuerdo. Mamá estoy contigo a través del tiempo y a pesar de la muerte, brillas en mi mente cuando te pienso. Aunque el mundo se derrumbe,no cederé, como te lo prometí,hasta destrabar el tiempo,hasta volver a encontrarnos. Siempre tuya,Katrina.
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Posibilidad
Como es posible que con las palabras mas hirientes y adecuadas puedas desmoronar y romper a una persona en un abrir y cerrar de ojos.
-La chica con pecas de fresa
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Vida pico
De L. puedo decir poco.
Mi memoria no funciona bien cuando se trata de L.
Pero, en compensación, parece que de todo lo otro puede recuperar en detalle hasta el hecho más irrelevante.
Por ejemplo, puedo describir cada aspecto relacionado con las puertas del tren. La alarma de cierre: un silbido opaco, rojo, circular.
¿Ven?
Los pasos de la gente moviéndose un poco al interior, siempre un poco, siempre al interior. Las quejas ligeramente ahogadas de alguien en alguna parte de la masa. El grito franco de alguna mujer demasiado gorda o demasiado vieja para estos atropellos. El sonido antiguo y perturbador de las válvulas de aire, un aliento tibio desde las ranuras de las puertas, desde la maquinaria oculta tras láminas de acero. El clac mecánico de las puertas cuando se cierran definitivamente, como una guillotina, pero en horizontal, pero con dos hojas, pero sin filo. Es decir, para nada como una guillotina. Más bien, se parece a la pala del camión de basuras, siempre hacia adentro, siempre un poco, a un ritmo sutil pero constante, como el de los continentes.
Sí. De L no puedo decir mucho.
De lo otro, en cambio…
Está, por ejemplo, la sensación de urgencia que no acaba si no hasta que el tren lleva un buen rato en marcha… No es cierto. La sensación de urgencia nunca acaba del todo cuando se toma el metro. Primero, por supuesto, está la urgencia de entrar, de no verse obligado a esperar el próximo tren, y luego, la urgencia natural de llegar pronto, de ojalá, por amor a Dios, no pasarse de estación, de no perder ese lugar privilegiado en el vagón, no muy distante de las puertas, no muy adentro.
Solo que, como dije, la multitud empuja y empuja y empuja de forma tan sutil pero tan contundente que, al menor descuido, uno ya está atrapado en un hoyo negro de brazos y pelos húmedos y champú anticaspa y codos y desodorantes y culos y perfumes de frutita (de manzana verde, de fresa de sandía, un olor que es un diminutivo en todo caso)... Entonces, a uno no le quede más remedio que tratar de salir como bien se le vaya dando la cosa —Disculpe, Permiso, Qué pena—, pero no es que se pueda hacer mucho al fin y al cabo. Es una pelea perdida.
La de esa vez, por ejemplo, cuando conocí a L. fue una derrota total.
Cuatro estaciones después de haber tomado el metro, terminé casi dándome un beso con un hombre calvo y gordo y sudoroso que no parecía estarla pasando mal del todo. Y mi cuerpo flaco amoldado a sus formas como un pedazo de masilla para arepas. Y atrás y a los lados, ocho o nueve personas que no terminaban de acomodarse nunca. Y mi cuerpo presionado una y otra vez, sistemáticamente, contra la mole húmeda, irregular, que era el gordo aquel.
—Disculpe —dije.
Pero el gordo no respondió nada. No hizo el más ligero esfuerzo para permitirme algo de movimiento.
Aquello era problemático. Para que pueda entenderse la dimensión de mi problema, tengo que decir que ese era mi primer día de trabajo y la única oportunidad real que había tenido en dos años, desde que me gradué de la universidad. En términos generales, se trataba de un trabajo de mierda, pero con contrato y prestaciones sociales. Es decir, el mejor trabajo de mierda que pudiera conseguir un hombre como yo. Me gradué de periodista, y mi nuevo empleo —según el amigo que hizo el esfuerzo para conseguírmelo— incluía funciones rutinarias y aburridas relacionadas con las comunicaciones de una oficina pública: manejar las redes sociales, escribir artículos irrelevantes que destacaran la calidad de los servicios prestados y lamerle el culo al jefe las veces que fuera necesario. Sin embargo, era un trabajo fácil relativamente bien pagado. Eso era más de lo que podía pedir un tipo tna propenso a la pasividad, tan escaso de pasiones útiles.
De manera que no podía darme el lujo de llegar tarde. En el transcurso de la semana, desde que firmé el contrato, llamé a mamá y a papá, que aún viven en el pueblo, y a mis amigos de la universidad y a Ana, que me dejó pero dice ser amiga mía, y les hice saber en algún momento de la conversación que al fin estaba triunfando, que después de tanto tiempo el destino ponía mi vida en la ruta correcta, directo hacia la cima. Un trabajo fijoy bien pagado era la forma incuestionable de éxito. O por lo menos una forma que mamá y papá y Ana y mis amigos de la universidad aceptaban sin miramientos.
Y ahora el gordo aquel bloqueaba mi camino hacia la salida del tren.
Debía bajarme en Alpujarra y faltaban solo dos estaciones, pero en cada estación el volumen de personas que abordaban era ridículamente superior al volumen de personas que salían. Además, como la penúltima, San Antonio, era una estación de transferencia, si no lograba ubicarme a un paso de la puerta antes de que el tren llegara a ella, salir después sería casi imposible.
Me puse un poco más agresivo entonces. Metí los brazos por entre el gordo y una de las tantas oficinistas con pelo húmedo del vagón, adelanté una pierna —Disculpe, Permiso, Qué pena—, y empujé y abrí los brazos con más de la fuerza que pueda imaginarse en este cuerpo enclenque.
No fue fácil, por supuesto, se lo conté a L. El gordo presionó con buena parte de su peso para cortarme el paso y la oficinista de pelo húmedo, chiquita pero anclada al piso del tren en unos tacones imposiblemente altos, atacó a mis costillas con un par de codazos filosos y efectivos. Pese a todo, logré mi propósito: ubicarme en un sitio algo más cercano a la salida. Y cuando se abrieron las puertas en Parque Berrío, aproveché el movimiento de la gente que salía y entraba —en serio, era ridícula la cantidad de gente que entraba— y, como una lagartija entre las rocas —Permiso, Disculpe, Qué pena—, me escurrí hasta una posición mucho más favorable.
Las conté: diez personas bloqueaban mi camino.
Pensé que, en las lógicas del metro y las horas pico, diez era una buena cifra y que ya no debía preocuparme. Cuando llegara a San Antonio, me dije, me aferraría a las barras del tren y defendería, si era necesario, aquel sitio con mi vida.
Pero pronto comprendí que las lógicas del metro no eran algo para lo que estuviera preparado. SI me lo preguntan ahora, podría decir que el metro carece de lógicas aprehensible para un pobre y débil ser humano como yo.
Los altavoces del tren anunciaron la cercanía de la estación. Así que me aferré con las dos manos a una de las barras superiores. Estudié los caminos a la salida, determiné cuáles eran los obstáculos más débiles: la anciana con las bolsas de legumbres y la niña delicada con el uniforme del colegio. Si seguían en ese lugar cuando el tren partiera de San Antonio, bajarme después en Alpujarra sería tarea fácil. La salida, más o menos, estaría a dos empujones de distancia. Pero sabía también que, justo por ser las más débiles, lo natural era que terminaran en lo más profundo del vagón. Con lo único que contaba, entonces, era con esa barra de la que me sostenía. Cuando el tren se detuviera, en la confusión de la entrada y salida de pasajeros, aprovecharía cualquier oportunidad para ubicarme al pie de la puerta.
Miré alrededor. No era el único con esa idea en la cabeza. Una manda de oficinistas de pelos húmedos observaban con recelos las puertas del tren. No eran oficinistas, eran hienas drogadas con perfumes de manzanitas verdes, de fresitas licuadas en alcohol. Justo detrás de mí, un hombre sucio y andrajoso miraba la salida como algo vital. no tenía que preocuparme: estaba visiblemente enfermo y débil. Pero me sorprendió que lo hubieran dejado pasar por los torniquetes de cualquier estación. Y ahí estaba, compitiendo conmigo y las oficinistas por salir o por un puesto más cercano a la salida.
Entonces pasó eso que no alcanzo a describir del todo. Creo que la imagen más apropiada es la de una inundación repentina, violenta, devastadora… El tren se detuvo, desde luego. Las puertas se abrieron, no hay duda. Pero justo en ese momento el hombre enfermo y andrajoso a mis espaldas sacó no sé de dónde una feroz vitalidad y me derribó de un solo golpe. Intenté ponerme en pie, varias veces, asomaba la cabeza por encima de la corriente de pasajeros nuevos, pero solo el tiempo suficiente para tomar un poco de aire, porque era enviado de inmediato, a las profundidades del agua. Y hubo un remolino. Y mil golpes de escombros sumergidos. Y mi cuerpo se movía a voluntad de la corriente, de un extremo al otro, río abajo, y mi cabeza bajo el agua y la angustia de la muerte. Lo supe entonces: yo había sido el obstáculo más débil de alguien más, la colegiala de otro, la anciana con bolsas de verduras de un indigente enfermo y cuando pudiera alcanzar la orilla, si es que la alcanzaba, sería demasiado tarde, habría perdido la oportunidad de bajarme en mi estación.
Cuando todo estuvo en calma y el tren andaba nuevamente y pude ponerme de pie, me encontré con la cara de L., me miraba con sus ojos como dos pecas grandes en medio de esa cara de pecas diminutas.
De L. puedo decir poco.
Puedo decir que la conocí en esa ocasión.
Tengo la imagen clara de su rostro contra el mío.
Este olor a sudor de multitudes que, desde luego, era el olor de todo el mundo y no de ella, o acaso el olor de ella disuelto en el de todo el mundo. Tengo su aliento de hambre intensa. Tengo el color de su pelo. Negro. Negro húmedo. Tengo el timbre de su voz grabado en mis tímpanos, imborrable, constante, pero me cuesta describirlo: quizá, un algo suave, un copito que se introduce por la oreja, que hurga con tacto de algodón en los huequitos de acá adentro.
—Jueputa —dije.
Y L. solo me miraba con sus pupilas de pecas. Y yo trataba de moverme un poco, de mover siquiera mi cuerpo en dirección a cualquier puerta de salida.
—Disculpa —dije.
—Tranquilo —dijo ella. Sus copitos de algodón en mis orejas. Su aliento de estómago vacío.
Pensé en el trabajo. En la mala impresión que daría el primer día. Pensé en mamá y en papá y en los compañeros de la universidad. Pensé que Ana no volvería a contestar mis llamadas, que aprovecharía y cortaría de una vez la diplomacia. “No me llamés”, diría. “¿No entendés? Terminamos”. “Pero es que”, diría yo. “Que no me llamés”, diría ella. “Pero dijiste que fuéramos amigos”, diría yo. “Era un formalismo”, diría ella. También pensé en la vergüenza que debería sentir después pero que, por algún motivo era incapaz de sentir en ese momento. Solo creí que, más tarde, lo correcto sería esta avergonzado. Pero debía llegar de todas formas. Era indispensable. Me abriría camino otra vez hasta la salida, me bajaría en la próxima estación y cogería un taxi en las afueras del metro. Ya me inventaría cualquier excusa válida. Era mejor llegar media hora tarde que no llegar nunca. De manera que empujé (Disculpe, Permiso, Qué pena). Empujé otra vez (Disculpe, Permiso, Qué pena). Empujé en todas direcciones (Disculpe, Permiso, Qué pena), pero la masa a mi alrededor era una masa sólida.
—No se puede —dijo ella.
—Ya me di cuenta —dije yo.
Nuestros cuerpos enfrentados, obligados a la intimidad, a la quietud.
—Voy tarde —le dije.
—Yo también —me dijo.
Susurrábamos. Tratábamos de no abrir la boca demasiado, de contener el aire escaso dentro de nuestros cuerpos flacos.
—Es mi primer día. O el último, mejor.
Y L. soltó una risita ahogada, demasiado pequeña para ser considerada una risa en cualquier otra circunstancia.
—Debo salir —dije.
—No se puede.
—Tratemos de salir.
—Ya lo hice. Iba a bajarme en Parque Berrío y no pude.
—Podemos bajarnos en cualquier estación y coger un taxi luego.
—También lo intenté.
—¿Y?
—No se puede.
—¡Cómo no se va a poder! —saqué mis brazos pero no tenía espacio para moverlos, así que los dejé reposando sobre los hombros de dos extraños.
—No se puede. Lo he probado. Siete veces. El tren ha ido y vuelto, ido y vuelto, ido y vuelto… conmigo adentro —otra vez esa risita ambigua—. Las puertas del tren se abrieron siete veces en Parque Berrío, pero no he podido salir.
—¿Entonces?
—Espero.
Extrañé al gordo sudoroso. Me di cuenta de que la fuerza de la multitud me había arrastrado a la cara pecosa de una loca. Me molestaba su locura, pero sobre todo me molestaba su seguridad. La seguridad y la locura son dos cosas que se parecen mucho. A pesar de que son dos mujere físicamente muy distintas, la seguridad con la que L. decía que no se podía salir del metro era idéntica a la seguridad con la que Ana me decía que ya no podía tener nada conmigo. “Estás loca”, le decía a Ana. “¿Cómo me vas a dejar de querer de un momento a otro?”. “No es de un momento a otro”, decía ella. “Viene de atrás, solo que a penas ahora me doy cuenta: vos no vas para ninguna parte y yo estoy anclada a vos”. De manera que, cuando no pude demostrarle a Ana que estaba equivocada, quise demostrárselo a L. Me puse en puntas de pie y torcí el cuello para para mirar la puerta más cercana. Cuando el tren volvió a detenerse, noté que llegamos a La Estrella, la última estación, y empecé a gritar: “¡Tengo que salir, por favor! ¡Es mi primer día de trabajo!”. Pero mis gritos fueron tragados por la algarabía de la gente que entraba y salía, por las muchas voces hablando al tiempo, por los otros gritos de rostros invisibles, borrados por la masa, esa sola cosa hecha de cabezas oscuras que bullía en el interior del vagón como una olla de brea. El codo de alguien fue a clavarse en mi espalda y mi cuerpo apretó aun más el cuerpo de L. Ella dijo algo. Dijo:
—Tranquilo —algo así dijo.
Y yo dije:
—Qué.
Y mi voz era un gritito agónico, porque creí, auténticamente, que el codo del hijo de puta aquel,que no alcanzaba a ver debido a mi posición, terminaría por matarme. Entonces vi el rostro de L., sus pecas más oscuras de lo normal en aquella piel enrojecida, y entendí que su sufrimiento era mayor que el mío y que era mi culpa y sentí vergüenza.
—También intenté eso —dijo, imperturbable, sin una mueca evidente de dolor—. No funcionó.
Volví para ponerme en puntas de pie. Miré hacia la puerta: estaba a punto de cerrarse. Dije:
—Qué pena… mi brazo… por favor…
Y mientras el tren iniciaba el camino de regreso, mientras avanzaba hacia las estaciones que ya había recorrido, mi brazo era masticado por los engranajes de una monstruosa maquinaria. Y cualquier movimiento en el interior de la multitud era una fuente de sufrimiento inagotable. A nadie, salvo a L. tal vez, parecía importarle un carajo. Solo hasta que las puertas se abrieron tuve la oportunidad de liberarlo. Respiré aliviado, como quien se salva por un pelo de ser devorado por un animal salvaje. Lo bueno: el codo en mi espalda había desaparecido, y yo pude dejar de maltratar a L., aunque fuera un poco.
—Hay que tener paciencia —dijo.
Y yo me eché a llorar.
—Pero es mi primer día de trabajo —dije.
Debí contarle en qué consistía mi trabajo —la oficina pública, las redes sociales, las prestaciones, el culo de mi jefe—, pero le hablé de Ana. Le conté mi historia con Ana. Le conté que planeaba vivir con ella el año siguiente, pero ella me dejó unas semanas antes de que yo consiguiera ese puesto de oficina. me dejó por fracasado, le dije. Me dejó porque le conté que iba a ser escritor, pero antes ya le había dicho que quería ser actor de teatro, pero antes ya le había dicho que quería ser rapero y entonces Ana pensó que, en definitiva, tendría que mantenerme el resto de la vida y ella, eso dijo, necesitaba, más que un novio, un compañero. Así que el trabajo nuevo era un prueba de que Ana la había cagado por completo, de que yo también podía ser un tipo exitoso porque tendría un sueldo y prima en junio y en diciembre y podría endeudarme para comprar un carro y casa y un perro labrador golden y ella tendría que pedirme disculpas y me rogaría que volviéramos a estar juntos y yo le diría que no, por tres meses seguidos le diría que no, que mi vida ya era distinta, que no era posible devolverme sobre mis pasos, como si yo fuera un puto tren del metro; pero luego, claro, le daría una oportunidad aunque en términos muy favorables para mí.
—Ahora todo se fue a la mierda —dije—. Ana siempre tuvo razón.
Y seguía llorando. Y lloraba más fuerte incluso.
Porque contarle a L. lo de Ana fue como quitar una obstrucción de una tubería. Fluyó todo. Le conté todo. Le conté todas las historias tristes de mi vida. O sea, le conté mi vida entera. Comprobé que mi vida entera podía ser contada en nueve paradas del metro. Salté de un recuerdo a otro, sin lógica interna, sin nada que los uniera más que el burdo zurcido de la desesperación. Un regaño lejano de mamá, devorado por el zaguán oscuro de la casa. El humo de un cigarrillo mal fumado todavía en mis pulmones. Un mendigo más fuerte que yo. ¡Por Dios!, ¿quién deja entrar un mendigo al metro? Un complejo de colegiala o señora con bolsas de verduras. El color rojo.La fascinación por mi primera visita al mar. El olor salado del viento marino y el viento frío de algún otro sitio refundido entre montañas. Un coño húmedo, o dos quizá, no más de tres en todo caso. El coño de Ana se transforma. El aloe vera. Los perfumes de frutita. El ladrido de un perro que probablemente era mío o del vecino de la abuela de Urabá. Urabá. Un gordo sudoroso. La aventura fallida hacia la salida del metro. ¿De qué se alimentaran las oficinistas de esta ciudad? Jueputa. Un derrumbe a la carretera a Medellín. Hambre. El túnel de Occidente. Monótono. Infinito. El redescubrimiento de la finitud del túnel: esa desoladora sensación de estafa. Una panorámica nocturna de la ciudad. La ciudad. Un miedo antiguo a lo desconocido. Nada más desconocido que Medellín, esa boca gigantesca eternamente abierta,sus millones de dientes luminosos en la noche más oscura. Las multitudes. Las voces todas. El sistema metro: una extensa red de venas grises que no para nunca de crecer, nunca, nunca, como la gangrena.
L. me dió un beso repentino. Nada pasional. Un pico. Mis labios y sus labios juntos por un instante. Sus ojos de pecas. Su cara roja. Su cara de loca.
Intenté hablar de nuevo. Llorar de nuevo. Pero L. volvió a cerrarme la boca con un beso, un pico algo más largo que el anterior.
El tren se había detenido. Volvíamos a la estación San Antonio, la estación de transferencia. La gente que entraba era mucho más que la gente que salía y era suficiente para reacomodar las posiciones dentro del vagón. Sentí la fuerza de la multitud en cada músculo, cada hueso de mi cuerpo: constante, abrumadora, como la de los continentes. Mi cuerpo y el de L. dieron vueltas sobre sí mismos, giramos uno contra el otro como un par de rodillos en una máquina aplanadora y, casi de forma natural, el cuerpo de L. fue absorbido por la masa, fue desapareciendo ante mis ojos, fue consumido irremediablemente por la brea.
—Tené paciencia —dijo.
Pero ya no veía más que los dedos de sus manos. Y los dedos de sus manos también fueron tragados poco después.
Ya no dije nada. No fui capaz. Es probable que L. siguiera ahí, a dos cuerpos de distancia, o que las lógicas del metro, si es que el metro tiene lógicas, la hubieran lanzado a la puerta de salida, la hubiera escupido a la plataforma de la estación San Antonio. Lo seguro es que yo seguí aquí adentro. Que me abandoné a la espera, al silencio, a la derrota. Y el paisaje cambiante en la ventana, en los fragmentos de ventana que podía ver entre los cuellos, las cabezas, los pelos húmedos. El paisaje gris de los edificios del centro. Las fachadas con hollín. El jardín botánico. Cada tonalidad de verde. Las casa sobre las colinas de la ciudad: naranjas, tan naranjas como un sol de plena tarde… Tan brillantes. Tan intrincadas unas con otras. Como piedras en la depresión de una cantera. Como cuevas en las montañas desérticas de un lejano, imaginado, país de mil y una noches.
Tomado de ‘Libro del Tedio’, del escritor José Ardila.
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Eres como una fresa roja con pecas de color miel y unos ojos verdes que me llenan de placer.
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