#No se está modificando el sistema ELECTORAL
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@c_dnielle LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD DEL #PAN NO TIENE FUNDAMENTO🤣🤣🤣 "No se está modificando el sistema ELECTORAL mexicano,se esta modificando el sistema de designación de los juzgadores,es una cosa totalmente DISTINTA..."#DiegoValades #PanistasPendejos #OdianAlPueblo
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A la izquierda de la izquierda de la izquierda
Alain de Benoist
Hundida durante los años ochenta del siglo XX, la extrema izquierda parece haber encontrado un nuevo vigor. El “recentramiento” de la izquierda clásica, su sumisión al liberalismo, sus concesiones a la sociedad de mercado, que han ido a la par de una formidable regresión social (expansión del desempleo, retroceso en el poder adquisitivo, desindicalización masiva, desaparición de numerosas conquistas sociales, aumento de la exclusión, etc.), constituyen las causas principales de este resurgimiento, marcado principalmente por la reunión en 1996, bajo la presidencia de Pierre Bourdieu, de los “estados generales del movimiento social”, y por la publicación en 1997 del manifiesto “Nosotros somos la izquierda”, así como también, posteriormente, por el famoso “movimiento de los desempleados” en 1998. Partiendo de un espacio electoral reducido (del 5 al 7% de los sufragios), esta nueva extrema izquierda busca hoy sacar beneficio en el modo en cómo los grandes partidos de izquierda aparentemente han traicionado a sus electores y renegado de sus ideales. Aprovechando una posible alianza con los partidos comunistas, intenta fidelizar a un electorado joven con una oposición sin concesiones al gobierno de turno, impulsando para ello numerosas acciones reivindicativas.
Una familia ideológica heterogénea
Ideológicamente hablando, no se trata de una familia homogénea. Algunos de sus miembros se dicen de la tradición libertaria. Otros continúan inscribiéndose en la movida trotskista, que Cornelius Castoriadis caracterizó como “la facción en el exilio de la burocracia soviética” , o se relacionan con el marxismo crítico (Karl Kursch, Max Horkheimer), desgranando una larga letanía nostálgica sobre la forma en cómo el mensaje de Marx (o de Lenin) ha sido “traicionado”. Otros todavía buscan en los análisis sociológicos de un Pierre Bourdieu los instrumentos para una crítica radical de la “dominación” y de las “herramientas de clase” en los diferentes campos de lo social. Pero la mayoría se refiere a un corpus ecléctico desprovisto de cualquier coherencia, de hecho una “sensibilidad” que se podría resumir bajo el nombre de “humanismo radical” (neokantismo, igualitarismo primario, ecologismo “rojiverde”, extremismo iushumanista, etc.).
«En la época del “socialismo real”, señala Philippe Raynaud, la extrema izquierda intentaba hurtar a los comunistas su legitimidad revolucionaria al criticar la “degenerescencia” de la revolución rusa, pero ella le debía, paradójicamente, al comunismo oficial una parte de su vitalidad: la existencia de un “campo socialista”, incluso desfigurado, daba un sentido a la crítica general del capitalismo». Pero el “campo socialista” hoy ha desaparecido, y la idea de revolución deja a las masas totalmente indiferentes. Incluso en la extrema izquierda ya no reina esa «certeza de estar al servicio de una causa justa y científicamente fundada al mismo tiempo, que tendría ineluctablemente que conducir al surgimiento de una sociedad radicalmente diferente» (Philippe Raynaud), que fue en otro tiempo la fuerza del comunismo Daniel Bensaïd, miembro del buró político de la “liga comunista revolucionaria” ya no osa hablar de revolución y se contenta con evocar una problemática “hipótesis de ruptura”.
Una crítica de la opresión habitualmente reservada a las minorías marginales
El neoizquierdismo se distingue, de hecho, del izquierdismo de Mayo del 68 por su débil contenido ideológico y la modestia de sus ambiciones. Mucho más que “hacer una revolución”, su objetivo esencial es construir diversos “movimientos sociales”, al mismo tiempo como realidades sociales y como apuestas políticas.
Más que por sus afiliaciones doctrinales, se caracteriza pues por sus formas de actuación, esencialmente asociativas, sectoriales o puntuales (manifestaciones, acampadas, ocupación de locales, requisas de alojamientos, huelgas de hambre, etc.), en ámbitos tales como la lucha contra la precariedad, el desempleo y los desahucios de viviendas, el movimiento feminista, la igualdad de género, la defensa de los sin-papeles, la lucha contra el sida, la denuncia del “derroche” y de la “corrupción”, etc. La cuestión es saber si se puede, sobre esta base, fundar con nuevos ímpetus una crítica global del sistema actual.
El hecho de que una cierta cantidad de representantes de la nueva extrema izquierda hayan pasado de un estricto determinismo económico a una crítica argumentada de los valores económicos (el “terror económico”), no dudando en cuestionar de paso a la ideología del progreso, puede ciertamente considerarse como un punto positivo. Jacques Julliard no ha vacilado, a este propósito, en hablar de “denuncia peguysta” (por referencia a Charles Péguy) del dinero, en plena expansión en la extrema izquierda. Ésta, no obstante, y todo lo que proclama, se queda muchas veces en reivindicaciones de orden puramente económico, sin tomar conciencia de que la difusión de un nuevo imaginario social, modificando radicalmente la autorrepresentación de los individuos y de los grupos, le concede a la alienación y a la frustración de las necesidades una coloración completamente diferente. El pensamiento monótono de Bourdieu continúa analizando las relaciones entre “dominantes” y “dominados” de manera totalmente arcaica, no sin caer reiteradamente en el utilitarismo puro y simple. El neoizquierdismo lucha contra la exclusión, pero dirigiéndola hacia situaciones marginales más o menos familiares, sin interrogarse acerca de las nuevas formas de expropiación del ser, que atañen hoy a todo el mundo, nuevas formas que no se sabrían ubicar en los antiguos esquemas de alienación de los “oprimidos”. Este autor intenta agrupar “luchas” heteróclitas, cuyos actores son los “damnificados del progreso” de los que hablaba Marcuse, pero olvidando que éstos no representan más que a minorías marginales poco representativas del pueblo en su conjunto (y en las que el pueblo no se reconoce) y absteniéndose de analizar seriamente las nuevas formas de relaciones sociales alienantes.
De hecho, pese a los esfuerzos de pequeños cenáculos como la Fundación Copernic (Jacques Kergoat), el Club Merleau-Ponty, la Sociedad por la Resistencia (Daniel Bensaïd), la Asociación por la crítica de los “medias” (Henri Maler), etc., la nueva extrema izquierda no sabe demasiado bien qué discurso global mantener frente a la ideología dominante. Su resurgimiento traduce la ascensión de un malestar, pero no se acompaña de una verdadera refundación ideológica. Frecuentemente, se limita a reciclar argumentaciones ya desgastadas, totalmente desfasadas con la actualidad. Otorgándole un lugar práctico a esa radicalidad, se condena por ello a pujar buscando tener un peso en las políticas oficiales sin ofrecer ninguna alternativa.
Desarrollándose sobre un rechazo radical del sistema actual que le acredite una pureza ideológica, el neoizquierdismo toma muchas veces la forma de un activismo con una muy débil estructuración ideológica, que no influye demasiado en el curso de los acontecimientos. La protesta se encamina hacia el sortilegio o el voluntarismo verbal. Manifestación de un “radicalismo suave” (Pierre Rosanvallon), constituye una cultura del rechazo donde la postura moral tiene una base programática, y que llama a la “resistencia” sin estar en condiciones de precisar sus formas.
De la subversión a la subvención… o de cómo las extravagancias se convierten en lobbies
Esta cultura del rechazo pregona paradójicamente una forma de acción impolítica, en la medida en que pone su esperanza en un “movimiento social” nunca falto de equívocos (un ejemplo simple: ¿se trata, en los movimientos de defensa de los desempleados, de militar por el retorno al empleo o de poner en duda el sistema salarial?). La mayoría de las veces, no hace más que radicalizar a la ideología dominante de la compasión-vicitimización, que tiende a sustituir cualquier verdadera crítica social. Entonces testimonia una nostalgia de la cultura revolucionaria en su versión protestataria más que una verdadera inteligencia de los fines que pretende perseguir. Además, su práctica depende mucho del sistema mediático y del eco que éste concede (o no) a sus iniciativas, lo que no deja de ser peligroso.
A fin de cuentas, la actuación del neoizquierdismo desemboca en la aclimatación de la tradición angloamericana de la “desobediencia civil”, sin ver que ésta sólo es una versión radical del liberalismo más clásico, al mismo nivel que la teoría de los “contrapoderes” en los que se inspira la ideología de los “derechos humanos”. Los militantes de extrema izquierda, observa a este respecto Philippe Raynaud, «no tienen otro proyecto más que el de defender las “conquistas” que, para los mejor y lo peor, son en sí mismas producto de la dinámica de la igualdad de las condiciones. Su debilidad procede, entre otras causas, de la presunción ingenuamente “materialista” que les es propia y que les conduce a no ver en las instituciones y en las representaciones democráticas más que el producto residual de las “luchas” pasadas, sin comprender que la novedad de la democracia moderna está precisamente en la tensión que ésta instituye entre la universalidad “formal” del derecho y los conflictos de intereses o de opinión que la atraviesan. Fieles a la parte más caduca de la herencia de Marx […] continúan por ello siendo incapaces de ver hasta qué punto son tributarios de las representaciones de origen liberal».
«La “revolución”, concluye Raynaud, ha llegado a ser el suplemento anímico del radicalismo democrático y el medio más seguro, para los militantes, de disimular los íntimos vínculos que unen sus propias reivindicaciones igualitarias con el desarrollo de la sociedad liberal».
Movilizaciones arcaicas, denuncias abstractas y espera apocalíptica de la “grave crisis” que, haciendo “tambalearse” todo el sistema, permitirá finalmente hacer sobrevenir una sociedad “radicalmente diferente” –condenada a no lograr más que victorias parciales sin poder poner nunca freno a los amplios retrocesos, la extrema izquierda sólo tiene, finalmente, perspectivas limitadas en la medida en que no parece «tener otro fin estratégico que constituir un polo de radicalidad reconocida como compañera de la izquierda gubernamental y capaz de apoyarse en (o contra) las decisiones públicas». Mal se ve, desde este momento, cómo podría esta izquierda radical evitar ser marginada sin servir de apoyo a la izquierda clásica, haciendo servir como moneda de cambio a su electorado, o instaurándose como una sociedad de lobbying próxima a los poderes constituidos.
Fuente: Éléments
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¿QUÉ IMPLICA UNIFICAR LOS PERIODOS DE ALCALDES, CONGRESISTAS Y PRESIDENTE?
Lunes 22 de octubre del 2018 - Recientemente fue aprobado por la Cámara de Representantes el Proyecto de Acto Legislativo con el que se pretende unificar el periodo de Concejales, Alcaldes y Gobernadores, con el de Congreso y Presidente. El proyecto fue objetado por diferentes sectores, porque incluye un 'mico', que extendería el periodo de los actuales gobernantes municipales y regionales hasta 2022.
Camilo Mancera, integrante de la Misión de Observación Electoral (MOE) sostuvo que la discusión que se está llevando a cabo en el Congreso tiene que ver con la unificación de los periodos y la extensión de los mismos; recordando que la Constitución de 1991 contempló la separación de los periodos para evitar que "la burocracia invadiera los procesos electorales", lo que ocurriría porque al unir los comicios electorales, una sola fuerza política podría llevarse la mayoría de los votos, causando un desbalance de las ramas del poder.
Adicionalmente, aquel que tenga en su poder la administración del estado podría poner en funcionamiento una maquinaria política que le permitiera ganar alcaldías, gobernaciones y congreso para su partido o movimiento; hecho que se traduciría en una falla para que opere el equilibrio de poderes.
Mancera reconoció que unificar las elecciones y extender el periodo de los cargos tendría como consecuencia una mejora en la gobernabilidad, porque indudablemente sería más fácil poner en marcha un plan de gobierno si se tiene tiempo y funcionarios públicos (alcaldes, gobernadores y senadores) favorables al mismo.
No obstante, hay hechos que para el integrante de la MOE escapan de la discusión como los efectos colaterales de una decisión como esta: por ejemplo, en el caso del Congreso que postula distintas cortes, y entes de control (procuraduría, contraloría, fiscalía, etc.) al unificarse los periodos con el presidente, podría elegir personas favorables a sus intereses, modificando el sistema de pesos y contra pesos que establece la Constitución colombiana.
Mancera afirmó que un desequilibrio tal de poderes ocurrió en 2006, con la reelección presidencial, y es un hecho que no debe repetirse. Por lo tanto, la discusión tendría que llevarse a la ciudadanía, entender sus posibles efectos y ventajas, y tomar las discusiones de forma seria, no solo aprobando el Proyecto como ocurrió en la Comisión Primera de la Cámara de Representantes.
Fuente: Contagio Radio
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Acción Humanista: Transformar para Humanizar
Somos un conjunto de personas inspiradas en los valores del Humanismo Universalista, que buscamos incidir positivamente en el difícil momento político y social que atraviesa nuestro país, aportando la mirada, el estilo y las propuestas del Humanismo. >>>
A partir de octubre del 2019, nuestro país fue escenario de masivas movilizaciones populares exigiendo profundas transformaciones políticas y sociales. Al año siguiente, al igual que más de mil millones de personas en todo el planeta, entramos en una forzada y necesaria cuarentena, producto de una pandemia que desnudó y exacerbó las ya obscenas diferencias en los accesos a la salud, educación y alimentación.
Sabemos que la trágica secuela de hambre y muerte, falsamente atribuidas al Covid-19, es consecuencia de un modelo económico y social injusto e inhumano, imposible de mejorar con simples retoques, por lo que buscamos su transformación estructural y revolucionaria a través de la no violencia activa.
Los gobiernos de todo el planeta han aprovechado mañosamente esta pandemia para dictar nuevas medidas de control y disciplinamiento social, haciendo retroceder las libertades cívicas que demandaron décadas de luchas sociales para ser conquistadas. Algo similar ocurre en nuestro país, donde los responsables de toda esta tragedia (las grandes corporaciones y sus políticos serviles), haciendo caso omiso del reclamo ciudadano, tratan de imponer una “nueva normalidad” que agudizará las contradicciones sociales y aumentará la represión y violencia. En todo caso, sabemos muy bien que mientras más pretendan ordenar el desorden creciente, mientras más policías saquen a la calle para reprimir, más se radicalizarán las posiciones y mayor será la agitación general, en un círculo vicioso que puede terminar en un espontaneísmo sin dirección alguna.
Por otro lado, en los últimos años han surgido distintas expresiones del movimiento social, demostrando que la historia en ningún caso había llegado a su fin. Estos movimientos sociales han puesto en discusión lo que para algunos era parte de lo natural e inamovible, así es como el feminismo se ha expresado en todo el planeta denunciando las bases de una sociedad patriarcal; la disidencia sexual, exigiendo nuevos entendimientos para el amor y modificando, incluso, nuestro lenguaje coloquial; las y los estudiantes, por su parte, no claudican en su lucha tenaz por una educación pública, gratuita y de calidad; los pueblos originarios buscan nuevas formas de lucha para su reconocimiento y sobrevivencia; el animalismo, veganismo y otras tendencias dejan de ser una mera moda, avanzando hacia un marco ideológico para un nuevo trato hacia los seres sintientes y, por último, la crisis económica se abre hacia otros modelos como el cooperativismo, la autogestión y la economía circular.
Estos antiguos y nuevos movimientos sociales cuestionan un modelo económico y social que explota indiscriminadamente los recursos naturales en aras de un consumismo desquiciado. Hablar de la crisis climática ya no solo es exclusivo del mundo ambientalista pues sus consecuencias se observan dramáticamente en el desplazamiento obligado de grandes conjuntos humanos producto de sequías que se arrastran por décadas, o por los miles de víctimas de inundaciones, aluviones, tornados o huracanes. A lo anterior se añade la creciente desconfianza en las instituciones y las dirigencias tradicionales lo que representa una oportunidad para el surgimiento de nuevas opciones. Pero es importante considerar que este vacío puede ser la oportunidad para construir un proyecto progresista y emancipador, aunque también podría ser el terreno fértil para la aparición de peligrosas tendencias neofascistas y personalismos demagógicos. Así, nos planteamos frente a la disyuntiva de ser arrastrados por una tendencia cada vez más absurda y destructiva o dar a los acontecimientos un sentido evolutivo.
En definitiva, nos debatimos entre avanzar hacia un caos destructivo o una revolución humanista como dirección superadora del sufrimiento social.
Lo expuesto hasta aquí, nos obliga a replantearnos el rol y la concepción de los partidos políticos, tal como los hemos conocido hasta ahora. Decimos que la acción política debe realizarse a través de instrumentos que integren las diversas expresiones sociales, culturales y territoriales que conforman el tejido social, pues de lo contrario se corre el riesgo de formar meras orgánicas desconectadas de la realidad, y capturadas por una suma de proyectos personalistas. Para nosotros es imprescindible la existencia complementaria y convergente, tanto de los movimientos sociales como de los instrumentos políticos, pues sabemos que lo social sin expresión política no puede avanzar más allá de la protesta y la catarsis social. Asimismo, la política desconectada de lo social termina en insípidas orgánicas burocráticas, carentes de toda capacidad de transformación. Es decir, planteamos “que un partido sin base humana solo se podrá acercar al poder formal, siendo incapaz de introducir la más mínima variación de fondo”.
Nos planteamos como un movimiento con vocación de transformación, más que con vocación de poder, pues queremos llegar al poder para realizar cambios profundos y no para convertirnos en simples administradores de un modelo injusto y violento. En este sentido, apuntamos a construir alianzas con otros movimientos y partidos progresistas pues la dificultad del momento actual exige de grandes esfuerzos de convergencias ya que lo que está en juego es crucial para nuestro futuro. También buscaremos tener representatividad electoral en los distintos niveles, pero entendiendo que esa representatividad tiene por objeto acercar el conflicto social a los centros de poder y toma de decisiones. No queremos cargos electos que se transformen en funcionarios, sino verdaderos referentes sociales capaces de denunciar lo que los demás callan y hacer aquello que los pueblos aspiran y requieren.
Este profundo cambio que vivimos a nivel global hace tambalear las estructuras sociales y cuestiona nuestros sistemas de creencias.
En Chile, el despertar social de octubre del 2019 nos mostró la fuerza de un pueblo movilizado, pero al mismo tiempo, nos mostró la barbarie de un gobierno indolente y represor. Y luego, en plena pandemia, la sorpresiva aprobación del retiro de los fondos previsionales fue el resultado de extensos y bulliciosos cacerolazos que obligaron a que la clase política, por primera vez en mucho tiempo, se atreviera a escuchar al pueblo y no cediera a las acostumbradas presiones de los grandes grupos empresariales.
En los próximos meses deberíamos avanzar hacia un plebiscito trascendental para el futuro de nuestro país. Creemos que más allá de su génesis (el amañado acuerdo del 15 de noviembre del 2019 que nosotros no suscribimos) hay que exigir que efectivamente se haga y lograr que la opción Apruebo obtenga una victoria abrumadora. Esta será la clara señal de que la movilización social es la única forma de producir cambios concretos y se experimentará la necesidad de continuar organizados y movilizados para materializar los cambios que todos queremos.
En síntesis, vivimos una gran paradoja. Por un lado, estamos frente a un modelo que los poderosos defienden obstinadamente a pesar de que acarrea muerte y sufrimiento social y, por otro, el despertar de un movimiento ciudadano que se rebela ante las presiones y chantajes, creciendo y fortaleciéndose cada vez más.
Hoy es nuestro tiempo, te invitamos a la acción, a construir juntos este nuevo momento de nuestra historia y aportar lo mejor de cada uno para que Chile sea un país más justo, solidario y noviolento.
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La misoginia, el machismo y la LGTBfobia avanza con el auge de la ultraderecha Internacional, Voces de mujeres, Transexualidad, Movimiento feminista, Aborto, Legislación y género, Mujeres del mundo, Xenofobia, Política y género, Comunicación y género, Violencia de género, Misoginia, Manifestaciones, Transfobia, Vientres de alquiler, Madrid, Jueves 8 de noviembre de 2018, por Mirari Ullibarri "Tú me llamaste violador hace unos días en el Salón Verde y yo te dije que nunca te iba a violar porque no te lo mereces"; "si el hijo empieza a estar así medio gay, se lleva una zurra (golpiza) y cambia su comportamiento"; “fueron cuatro hombres, con la quinta fallé y salió mujer". Estas son algunas de las frases más conocidas del actual presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro. Los resultados obtenidos durante la primera vuelta y la victoria en la segunda vuelta de las elecciones brasileñas el pasado 28 de octubre, ha encendido una vez más la alarma de la izquierda de todo el mundo.
El caso de Brasil no es único, puesto que en países como Alemania, Austria, Francia, Hungría, Italia, Polonia, República Checa, Reino Unido, Argentina, Estados Unidos o España la ultraderecha está tomando cada vez más espacio y en algunos estados incluso ha logrado tener representación parlamentaria. El nuevo gobierno italiano por ejemplo, está valorado como el más derechista desde que se venció al régimen fascista de Mussolini.
Por tanto, no hay duda: la ultra derecha está en auge. ¿Pero cuáles han podido ser los factores de ese florecimiento?
Según la filósofa política vasca Jule Goikoetxea Mentxaka el florecimiento de la ultraderecha siempre está ligado a una pérdida de poder económico y social por parte de la población, y en concreto, de la clase trabajadora.
“Cuando la precarización y la pobreza se convierten en el objetivo principal de las corporaciones y las élites, tanto económicas como políticas, con el objetivo de acumular capital y poder político, entonces, la consecuencia, siempre es un aumento de la ultra derecha, la cual implica no solo una misoginia extrema sino xenofobia, homofobia y toda una serie de fobias que son mucho más fáciles de gestionar echando la culpa a todos aquellos que no son hombres blancos/autóctonos” narra Goikoetxea.
No es casualidad que durante la campaña electoral brasileña grupos de mujeres y activistas LGBTI uniesen su fuerza en contra de Bolsonaro no solo para organizar protestas sino también para escribir manifiestos. La plataforma Mujeres contra Bolsonaro por su parte escribió un manifiesto en el que exponían las razones por las cuales no aceptaban a dicho candidato, recordando de esa manera que Jair Bolsonaro desprecia a las personas negras, indígenas, LGTBIQ, los derechos de las mujeres y que además, mantiene un discurso que legitima el feminicidio entre otras cosas. Ya anteriormente, que a principios del 2017, cuando el presidente Donald Trump llegó al poder, fueron las mujeres las que tomaron las calles de todo el país bajo la consigna “Women´s March”, y las que a día de hoy siguen siendo parte del movimiento opositor.
¿Cómo afecta este auge al movimiento feminista?
El discurso de la ultraderecha en torno al movimiento feminista se ha ido modificando. De esa forma, la extrema derecha mantiene dos tipos de relaciones con el movimiento de las mujeres, por un lado la cooptación de parte del discurso feminista y por otro, la demonización del movimiento feminista. La cooptación se establece cuando se interiorizan (en apariencia) algunos puntos de la lucha del movimiento feminista pero siempre y cuando estén modificados y se puedan influir por un sesgo ideológico xenófobo y racista. Esta por ejemplo, es una de las estrategias que ha utilizado el Frente Nacional en Francia para mantener un discurso xenófobo e islamófobo con la excusa de “proteger a las mujeres”.
La naturaleza subversiva del movimiento feminista ha provocado la demonización del mismo movimiento por integrantes de la ultraderecha, puesto que, la lucha de las mujeres desestabiliza todas las estructuras, tanto el poder como los privilegios que defiende la ideología conservadora. Este patrón pudimos observarlo cuando hace un par de años el alcalde de Alcorcón David Pérez del Partido Popular hizo unas declaraciones: "las feministas son mujeres frustradas, mujeres amargadas, mujeres rabiosas y mujeres fracasadas”.
Ante la demonización del movimiento feminista Jule Goikoetxea explica lo siguiente: “El auge de dicha ultraderecha, está relacionado, entre otras cosas, con el aumento del feminismo, el cual, al querer y en ciertos casos conseguir, el empoderamiento de las mujeres, hace que muchos hombres reaccionen en contra de dicho empoderamiento, ya que la igualación de capitales o de poder por parte de las mujeres, implica una disminución, en ciertos casos, del poder de los hombres. La ultraderecha, en tanto que quiere mantener a las mujeres como esclavas sumisas de los hombres, no puede soportar la lucha feminista y ahora que dicha lucha está fuerte, su oposición será igual de fuerte y violenta”.
Asimismo, la pensadora vasca añade que la ultraderecha siempre representa misoginia y su efecto siempre suele ser el aumento de la violencia patriarcal en contra de las mujeres, que dependiendo del estrato social, cultural y económico de dichas mujeres, variará el tipo de violencia, tanto directa, material como discursiva o simbólica.
Por su parte Irantzu Varela, periodista y activista feminista, recalca que el enemigo público de los “fachas” es el movimiento feminista, visto que este cuestiona el modelo conservador de mujer sumisa, subalterna, en segundo plano, que no abre la boca. Además, declara que el fascismo posee una obsesión con hacer las cosas como “dios manda” y que de esa forma la comunidad LGTBI también representa una amenaza para los valores conservadores, dado que, esta quiere romper con toda represión sexual, la heteronorma y los binarismos de género.
Los hombres de fundamento y las mujeres "como dios manda" cansándose entre sí y teniendo criaturas monísimas y llevándolas a colegios religiosos así se podría perpetuar un sistema de opresión eternamente. ¿Cuál es la situación en España?
La derogación de la Ley de Violencia de género, la supresión de organismos “feministas radicales” subvencionados, la persecución efectiva de las denuncias falsas, la creación de un Ministerio para la familia, la creación de un Ley Orgánica de la protección de la “familia natural”, la ilegalización del aborto y la ampliación del permiso de maternidad a 180 días el cual se prolongaría a un año en el caso de hijos e hijas con discapacidad, son algunas de las propuestas del partido de la ultraderecha dirigido por Santiago Abascal.
Vox fue registrado como partido el 12 de diciembre desde 2013 y a pesar de no haber conseguido ninguna representación, sus discursos son conocidos por legitimar consignas racistas, xenófobas, homófobas, transfobas y machistas. El pasado 7 de octubre Vox realizó un acto en el Palacio Vistalegre de Madrid en el cual se congregaron más de 9.000 personas, cosa que hace unos años podría parecer impensable.
La profesora e investigadora de universidad Jule Goikotxea, piensa que este auge se debe también a que el feminismo se ha expandido, “en cuanto las mujeres empiezan a movilizarse, a hablar y a empoderarse, toda sociedad patriarcal (hoy en día todas) pone en marcha sus mecanismos para hacer volver a las mujeres y al resto de cuerpos no hegemónicos, a su lugar, que en una sociedad patriarcal, es la subordinación y la subalternidad con respecto a los hombres. Por tanto, detrás de esta reacción misógina, esta también el éxito de la lucha feminista de los últimos años”.
En 2011 con la llegada del Partido Popular al Gobierno, por aquel entonces el ministro de Justicia Alberto Ruiz Gallardón, llevó a cabo una propuesta de ley sobre el aborto. Esta ni siquiera cubría el supuesto de malformación fetal, el cual en muchos casos ponía en riesgo la vida de la madre. La propuesta llenó las calles de manifestantes que pedían no sólo la derogación de la propuesta sino también la dimisión del ministro de Justicia.
En 2014, después de que el presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, comunicase que el Ejecutivo había decidido retirar la reforma de la ley del aborto, Alberto Ruiz-Gallardón se vio forzado a dimitir. A pesar de la muestra de fuerza del colectivo feminista, el pasado 28 de octubre, Pablo Casado, actual presidente del Partido Popular, durante una entrevista en el programa El Objetivo declaró que su compromiso era regresar a la ley del aborto de 1985. Según Casado, el aborto no es un derecho, visto que este se contrapone al “derecho a la vida”.
Por otra parte, Ciudadanos es uno de los partidos que más fuerza está tomando durante estos últimos años. Antes de la huelga internacional del 8 de marzo, el partido se manifestaba en contra de esta, porque, la movilización de mujeres se declaraba “anticapitalista”. Tras la asistencia multitudinaria de las manifestaciones y de la huelga laboral, estudiantil, de cuidados y de consumo, pudimos escuchar como Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, comunicaba que se encontraba dispuesto a encaminar la “lucha feminista transversal”.
¿Cómo puede alguien considerarse feminista cuando apoya la maternidad subrogada?, ¿cómo puede alguien considerarse feminista siendo capitalista?, ¿cómo puede alguien considerarse feminista cuando no apoya el aborto gratuito?
“Ellos, Ciudadanos, quieren incrustar a las mujeres en un sistema patriarcal capitalista, meritocrático, sexista y discriminatorio que no nos interesa. Las feministas, señores - y también señoras- de Ciudadanos, no queremos parches, no queremos remiendos. Queremos igualdad real y efectiva. Queremos dejar de seguir siendo asesinadas por el hecho de ser mujeres, queremos dejar de ser violadas y acosadas. Queremos trabajar sin sufrir brecha salarial. Queremos decidir sobre nuestros cuerpos, sobre nuestra maternidad de manera libre, sin que se les ponga precio o condiciones machistas. Queremos igualdad ante la ley cuando se juzgue a nuestros violadores, queremos justicia cuando se les condene. Queremos que se privilegie el bienestar y seguridad de los menores y no el de sus padres maltratadores se garantice” escribe Lara Alcazar, líder y fundadora de FEMEN España, en su artículo “Por qué Ciudadanos nunca apostará por el feminismo real”.
¿Por qué una mujer como Marine Le pen no representa al feminismo?
“El feminismo hace mucho que se está convirtiendo no sólo en una lucha contra todas las formas de opresión, sino que es la alternativa a todas las formas de opresión.” Desde un primer momento, el feminismo negro ha demostrado que el feminismo debe de ser antirracista y anticapitalista, dado que, la lucha de las mujeres combate todo tipo de formas de opresión. Por esa razón, parece contradictorio que la líder de partido xenófobo, racista y misógino Frente Nacional francés se autoproclamase en las elecciones presidenciales del 2017 “la candidata de las mujeres”.
Irantzu Varela, en entrevista a AmecoPress, declaró que un gobierno sólo podría ser feminista cuando estableciera una lucha contra todas las formas de violencia que viven las mujeres como prioridad máxima. Un gobierno que instaurase medidas económicas, políticas, culturales y sociales con perspectiva de género. Por esa razón, parece impensable que Marine Le Pen sea la “candidata de las mujeres” cuando esta no tiene un proyecto claro que trabaje por la igualdad de género ni por los derechos del sexo femenino. El programa electoral presentado por el Frente Nacional en las elecciones de 2017 incluía la derogación del matrimonio homosexual, una reproducción asistida sólo en caso de esterilidad (lo cual excluía a las mujeres homosexuales o bisexuales), y la lucha contra la discriminación exclusivamente por razones de salud o discapacidad suprimiendo de esa forma la homofobia o la transfobia.
Ante todo esto, ¿cómo puede alguien autoproclamarse la candidata de las mujeres, cuando sus políticas excluyen a gran parte del colectivo femenino?
Margaret Thatcher, también denominada “Dama de Hierro”, ha pasado a la historia por ser la mujer que gobernaba un marco político liderado por hombres. Thatcher ganó las elecciones de 1979 y fue primera ministra británica hasta 1990. Sus políticas fueron conocidas por reducir el poder de los sindicatos de las personas trabajadoras y por desarrollar un plan de privatizaciones que afectarían directamente tanto al sector minero como al sector de las viviendas sociales.
La exalcaldesa de Madrid Ana Botella a través de su artículo “Margaret Thatcher, una mujer pionera” declaró que la política británica supuso una inspiración para muchas mujeres. ¿Pero qué inspiración puede haber cuando sus gobiernos hicieron poco o nada para erradicar la desigualdad de género?, ¿qué inspiración puede haber cuando sus políticas castigaron al proletariado británico?, ¿acaso dentro del proletariado no había mujeres?
Cómo bien explicó Lauren Mayberry, vocalista de CHRCHES, tener vagina no te hace feminista y por tanto, el hecho de que Margaret Thatcher o Marine Le Pen sean mujeres cis no indica que sus políticas sean feministas.
Dolores Ibarruri, La Pasionaria, dijo una vez “un día la vida me golpeó tan fuerte que me enseñó a resistir” y eso es lo que hemos hecho las mujeres durante la historia resistir y luchar. Puede que la ultraderecha esté en auge y que cada vez las políticas retrogradas, machistas, misóginas, homófobas y transfobas tengan más adeptos, pero el movimiento feminista se encontrará en frente para combatirlas.
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La transición
La transición de poderes da señales del rumbo político, económico y social que el próximo gobierno seguirá apoyado en las instituciones públicas del Estado. Instituciones que cumplieron bien el reciente ejercicio democrático de la nación.
En efecto, el proceso de transición que se lleva a cabo confirma el resultado del periodo electoral que ha conducido al país a un proceso de cambio de poderes tranquilo y pacífico, diferente al que presagiaban los agoreros del desastre.
Reconocer, aceptar y rechazar, permite el proceso de transición democrático y seguro que se vive, debido a que el sistema político pudo sostener y proteger la diversidad ideológica de los miembros que son actores en el proceso democrático de transición. Y es que ante los cambios que se operan en el mundo, nuestro país continua activo y participante en los procesos políticos, económicos y sociales que se necesitan.
Proceso democrático que se ha ido construyendo, poco a poco, hasta formar el modo de vida que hoy nos parece común, normal, nada sorprendente, porque así debe ser la democracia.
El proceso de transición de hoy es el resultado de un ciclo difícil que fue modelando la cultura política que hoy nos arropa.
No hace mucho, la transición de poderes entre el gobierno saliente de Vicente Fox y el que iniciaba de Felipe Calderón fue difícil debido a la lucha entre partidos que no aceptaban los resultados electorales y que, en un acto bochornoso y ridículo, le obstaculizaron al Presidente electo tomar protesta como Presidente Constitucional en la Cámara de Diputados.
Hoy el proceso de transición que se opera es un ejercicio responsable de los individuos que sufragaron y de los que lucharon por sus candidaturas; de aquellos que perdieron la elección y de los que alcanzaron las anheladas victorias. Es un proceso en el que se está informando a la nación cuales y como serán los cambios que el nuevo gobierno llevará a cabo los próximos seis años como, vender el avión presidencial (aunque no se pueda), cambiar oficinas presidenciales a Palacio Nacional y convertir Los Pinos en Parque público; convocar a consultas populares para que opinen los que ignoran cual es el lugar adecuado para el Nuevo Aeropuerto; derogar la Reforma Laboral llamada Educativa aunque se hayan gastado cientos de millones de pesos; derogar la Reforma Energética y construir refinerías, a pesar de que el futuro, que ya nos alcanzó, nos indique que la industria automovilística esta modificando el uso de gasolinas por el de hidrógeno y eléctrico; disolver el Estado Mayor Presidencial y enviarlo a los cuarteles como Policía Militar; otorgar becas al estudiantado y a los ninis (of course) que también votan; despenalizar el uso de las drogas para uso médico y lúdico (mariguana y amapola); así como todas las modificaciones que se le ocurran al nuevo gobierno, pero a través de iniciativas de ley.
Y, a pesar de que no avanzamos al ritmo que deseamos, el país se mueve, aun con dificultades que obstruyen el avance de la nación, como la violencia, los cárteles criminales, el narcotráfico, el tráfico ilegal de armas desde Estados Unidos hacia México; lo cual robustece el poder de los grupos criminales en Guerrero, en Tamaulipas, en Michoacán, en Oaxaca, en Puebla y Chihuahua. Pero, está claro, que los avances, en varios rubros, se han logrado, por ejemplo: en el proceso democrático que se vive; el rescate de la rectoría de la educación que, hasta hace poco tiempo, estaba bajo el control de la CNTE y la S22 en los estados de Oaxaca, Michoacan, Baja California y otros; el de la vivienda que a pesar de los sismos y la irresponsabilidad de algunas autoridades delegaciones y estatales se le hizo frente; lo mismo ha ocurrido con los servicios de salud en la medida que los recursos lo permiten.
Por lo que se refiere a la clase gobernante, a pesar de todas sus fallas y aciertos, propició el marco de referencia que requieren los partidos y organizaciones políticas sin que hayan estallado conflagraciones sociales, como muchos vaticinaron, incluyendo un supuesto atentado contra el Presidente Electo.
Por otro lado y a punto de que se instalen las cámaras legislativas, toca a los legisladores recuperar la confianza de los electores; limpiar el desprestigio en que han caído realizando tareas que fortalezcan su trabajo, como sería el orientar, informar y fortalecer la participación ciudadana porque, ante un nuevo gobierno reformista a ultranza, no caben ya las descalificaciones sin sentido alguno, pero si las críticas positivas y objetivas. Los fatalistas y los que promueven las desobediencias para justificar sus incapacidades tampoco tienen destino, porque los cambios se instauran al ritmo que demanda la nación. En tanto, continuemos el proceso de transición como hasta ahora, en paz y en la democracia.
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Reflexiones sobre la elección presidencial (primera parte)
-Qué bueno que perdió Meade. Qué bueno que reconoció rápidamente su derrota inevitable -más fácil por su lejano tercer lugar...
-El error de Anaya: no liberalizarse más. Como la competencia era contra el Peje, lo que debió hacer era concentrarse en un intento: rebasarlo por la izquierda. No intentar provocar miedo, como hizo bajamente Meade. El problema no fue el Frente -el hecho de la alianza, “contranatura” según los dizque politólogos-, fue no izquierdizarse más.
-La mayor contribución del vomitivo marca “Bronco” es el daño extra a las candidaturas independientes como proyecto.
-López Obrador es (será) un presidente legal y legítimo -ahora sí legítimo.
-Cuando AMLO tuvo la mayoría social, ganó. Si verdaderamente la hubiera tenido antes, habría ganado antes. En 2018 no hubo fraude porque no pudo haberlo, no podía haberlo. Como no hay prueba de que lo haya habido en 2006 y 2012. Esta vez sí votaron más (muchos más) por él y el triunfador es él. Aunque las instituciones y sobre todo las organizaciones electorales y sus agentes se han mediocrizado, conservaron su esencia democrática. Con todas sus imperfecciones, el sistema electoral post 1996 era y es democrático. Ahí está el máximo resultado como prueba máxima: López Obrador será presidente por medio de ese sistema electoral que él mismo golpeó y deslegitimó (y que obligó a ir modificando sin cambiar la esencia, esencia por la que atravesó su triunfo y con la que formalmente se procesó). Las acusaciones previas de fraude fueron estratégicas, como consta que lo dije múltiplemente desde 2006, exactamente lo que acaba de decir en televisión el talentoso y respetable Ignacio Marván: si pueden, “los perdedores hacen eso para salvarse como candidatos para la siguiente elección” -parafraseo sin traicionar lo que dijo el 1 de julio por la noche durante la cobertura de Televisa.
-En el primer sentido técnico y estricto de transición, “la Transición mexicana” no fracasó, fracasaron los gobiernos postransicionales... Cuestión de matices y precisión conceptuales que ya he tratado y que trataré aquí después. Desde mi perspectiva, la elección de 2018 es una gran arma contra los manipuladores e imprecisos.
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Tras la reunión entre Podemos y Ciudadanos de la semana pasada, el tema recurrente de la reforma del sistema que convierte nuestros votos en Cámaras ha vuelto a copar la actualidad informativa. Como en otras ocasiones, todo el país se ha lanzado a opinar al respecto de señores como Victor d’Hondt o André Sainte-Laguë sin realmente tener mucha idea de lo que aquél jurista belga y este matemático francés inventaron en su momento.
En realidad, al belga le caen palos hasta del cielo por su método de distribución de escaños, utilizado en España y otro medio centenar de países, y a menudo apuntado como el principal culpable de que lo que votamos los ciudadanos se convierta en otra cosa a la hora de constituir el Congreso, los Parlamentos autonómicos o los Ayuntamientos.
Si para cuando me muera no me he borrado de politólogo, dejaré por escrito que mi epitafio rece «No era D’Hondt, eran las provincias». Esta frase, que repito de forma mecánica y cansina cada vez que toca noche electoral, tertulia del tema o simplemente conversación al respecto, es el resumen de por qué en España tenemos cuarenta y siete millones de ministros de Economía, otros tantos seleccionadores nacionales y, visto lo visto, el mismo número de expertos en sistemas electorales. Para hablar del sistema electoral, y para entender los cambios que se pueden realizar y sus efectos, hay que hacer números. De lo contrario, hablamos de teorías, de conjeturas, de intuiciones; pero no vemos la realidad. Los números de la reformas electoral se hacen cogiendo una hoja de Excel y dejándose los cuernos en ella durante varios días. No he visto que nadie se haya molestado en hacerlo, y por eso, para quien esté interesado, aquí está la mía. Para los repartos de escaños, he usado esta otra. Quien quiera perdonarse el galimatías de números, puede simplemente seguir leyendo.
Empecemos por el principio. Como magistralmente explican los autores de Politikon en La urna rota (Editorial Debate, 2015; páginas 59 a 61), el sistema electoral español se diseñó en 1977 para garantizar la victoria electoral de UCD. Fuera o no loable este propósito, el propio diputado de UCD Óscar Alzaga, que tuvo mucho que ver, lo reconoció. ¿Cómo se hizo? En primer lugar, estableciendo que los Diputados se repartieran por provincias, con un mínimo de dos por cada una, y el resto repartidos por población. Esto genera que en las provincias menos pobladas (es decir, más rurales; es decir, en aquel momento, más conservadoras), a las que les corresponderían menos escaños, exista este ‘suelo’ de escaños que les asegura más representación de la que proporcionalmente les correspondería. Y en segundo lugar, jugando con el número de Diputados de cada provincia. Así, en provincias de dos o tres escaños donde ganaba UCD, se repartía los votos sólo con el PSOE; mientras que en las grandes circunscripciones en las que ganaba el PSOE, había más escaños a repartir y por tanto más partidos que obtenían representación.
En 2017, el primer sesgo ya no es real. Como luego veremos, si modificamos el mínimo de dos a un diputado por provincia (y habría que dejar de considerar a Ceuta y a Melilla como excepciones, ya que ambas tienen prácticamente la misma población que la provincia peninsular menos poblada, Soria) la regla de reparto que establece la Ley Electoral apenas cambiaría media docena de escaños de unas provincias a otras. Pero el segundo sesgo sí continúa siendo importante. Y aquí sí entra en juego el efecto de la ley D’Hondt. En una circunscripción de tres Diputados, con este método el tercer partido debe tener más de la mitad de votos que el primero para obtener el escaño. Es decir, con D’Hondt, en Teruel (por ejemplo) la tercera fuerza necesita superar los 15.000 votos para conseguir un escaño, o de lo contrario la primera, con 30.000, obtendrá dos. Ocurre lo mismo en Cuenca: con los 53.000 votos del primer partido se obtienen dos escaños, mientras que el tercero no obtiene representación si no llega a los 26.501.
Es en las provincias de cinco escaños o menos donde el sesgo se hace más patente; y eso son 26 provincias, de las 50 que hay. A partir de los seis escaños, la proporcionalidad de la ley D’Hondt no cambia respecto de la de Sainte-Laguë. Luego veremos el mejor ejemplo de ésto.
La solución preferida por opinadores es limitarnos a cambiar a D’Hondt por Sainte-Laguë. Es otra fórmula proporcional, ligeramente menos inclinada a favorecer a los primeros partidos. Bien, estos son los resultados electorales de las últimas generales, cambiando sólo la regla D’Hondt por la Sainte-Lagüe:
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El principal damnificado es, lógicamete, el PP, que se deja una veintena de Diputados. Si el sesgo que favorece al partido mayoritario en las áreas conservadoras se modifica, ya que el reparto en provincias de tres y cuatro escaños es más equitativo, el resultado es claro. En el Excel se puede observar por provincias: en las mayores, de más de seis escaños, prácticamente no hay cambios, mientras que en las pequeñas, la representación de la tercera y la cuarta fuerza crecen a costa de la primera, que en el sistema D’Hondt resultaba beneficiada. La proporcionalidad, que se ve en los porcentajes de voto y de escaños, crece. Y, de paso, se desmiente un tópico: en el Congreso (no así en el Parlament de Cataluña, luego veremos por qué), los nacionalistas no están sobrerrepresentados. De hecho, son los que más se acercan a la proporcionalidad de escaños respecto de sus votos. La aplicación de uno u otro cálculo prácticamente no les afecta. El partido más proporcionalmente representado, de hecho, es en todas mis simulaciones la antigua Convergencia, ahora PDCAT: con un 2,01 de los votos, siempre está entre un 2,0 y un 2,25% de los escaños.
¿Quiere esto decir que, en realidad, con cambiar D’Hondt por Sainte-Laguë basta? Bueno, se avanza mucho. Pero seamos inquietos. Veamos qué pasa si se tocan un par de parámetros más.
En primer lugar, como ya he avanzado, si se modifica la distribución de escaños. Ya que para cambiar la provincia por otra circunscripción habría que cambiar la Constitución, se plantea dejarla como está. Se puede, no obstante, modificar ese ‘suelo’ de dos escaños, y dejarlo en uno. De esta forma, en lugar de tener 102 escaños fijos y 248 variables, tendríamos sólo 52 asignados, y podríamos repartir proporcionalmente 298. El cambio, sin embargo, es escaso. Como se ve en el Excel, apenas ocho escaños cambian de provincia. No son representativos.
Sin embargo, modificando la Ley Electoral también se puede alterar este reparto de otra manera: ampliando los escaños del Congreso. Si se pasa de 350 a 400 escaños (lo que sería un Parlamento de un tamaño muy en la media de Europa en proporción a nuestra población), la distribución de éstos cobra mayor importancia. Aquí se puede ver cómo quedaría el Congreso con 400 Diputados, manteniendo el mínimo de dos por provincia: la proporcionalidad, que se puede ver tanto en las diferencias entre porcentajes de cada partido como, simplemente, en la línea de la mayoría, quedaría muy similar a lo que ocurría con 350.
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La mejora sustancial de la proporcionalidad se produciría si se combina el ampliar la Cámara a 400 miembros con la eliminación del mínimo de dos escaños por provincia. Así, los escaños a repartir proporcionalmente a la población serían 321, y aquí los resultados sí son sensiblemente diferentes. Merece la pena echar un ojo a la distribución de escaños por provincias en el Excel, antes de aplicarle los resultados electorales. El ejemplo más palmario, Madrid: de tener, con el sistema vigente, el 13,97% de la población y sólo el 10,5% de los escaños, pasa a tener un 12,5% de éstos (de 36 escaños pasa a 50). Soria, por su parte, en el otro extremo de la tabla, mantendría sus dos escaños, solo que éstos ahora representan un 0,5% de la Cámara, cuando antes su representación era, teniendo el 0,1% de población, el 0,57%. La sobrerrepresentación de Soria (y otras provincias pequeñas) es, en términos porcentuales, pequeña; lo que es brutal es la infrarrepresetación de las dos mayores.
De modo que, con un Congreso de 400 Diputados y sin el mínimo de 2 escaños por provincia, tendríamos este nuevo mapa, de nuevo con D’Hondt y Sainte-Laguë. Las diferencias son importantes, y ya que hemos alterado el tamaño de la Camára, de nuevo es mejor apreciarlas en los porcentajes o en la línea de la mayoría. Mientras que con D’Hondt vuelven a alcanzar la mitad exacta de la Cámara los mismos partidos, vemos que con Saint-Lagüe los bloques y los porcentajes se equilibran.
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De modo que la mejor forma de acercarse a la proporcionalidad sería combinar las tres medidas que se pueden aprobar vía LOREG, sin tocar la Constitución: ampliar el Congreso a 400 Diputados, rebajar a uno el mínimo de escaños por provincia, y aplicar la regla Sainte-Laguë en lugar de D’Hondt.
Y para terminar, el último experimento. Ya que, como queda demostrado, el factor esencial del sistema electoral no es tanto la distribución D’Hondt o Sainte-Laguë como la provincia como circunscripción, veamos, en un ejercicio de imaginación, lo que ocurriría eliminando ésta y estableciendo una única circunscripción nacional. Es decir, que los escaños, se repartan con una u otra regla, se repartieran entre el total de votos nacionales.
Dos puntualizaciones hay que hacer. En primer lugar, el mínimo exigible. Actualmente es del 3% por provincia, aunque es irrelevante en las provincias pequeñas dado el sistema de reparto, y en las grandes dado que no hay partidos pequeños, en el entorno del 3-5%, que puedan pugnar. Si dejamos el total nacional sin umbral de ningún tipo, tenemos un problema, que es la entrada (vía Sainte-Laguë, no vía D’Hondt) de partidos muy minoritarios como UPyD, VOX, o el PCPE, y aquí entra en juego la gobernabilidad y un número excesivo de partidos representados. No sería recomendable. Si aceptamos el 3% provincial, sin embargo, dejamos fuera a un único partido, que alcanza el 4% nacional pero no llega a ese 3% en ninguna provincia: PACMA. Y, finalmente, si establecemos el 3% a nivel estatal, sólo PP, PSOE, Unidos Podemos, Ciudadanos, En Comú Podem y PACMA alcanzarían representación, dejando fuera a siete partidos que hoy están en el Congreso y perdiéndose más de dos millones y medio de votos, más de un 11%. Entendiendo que esta última situación no sería aceptable, he hecho las simulaciones de circunscripción única con un umbral del 3% de los votos en alguna provincia. Eso ha implicado prescindir de PACMA, e incorporar al reparto al BNG y a Geroa Bai., el primero de ellos afortunado sólo con Sainte-Laguë, el segundo sin representación en cualquier caso.
La segunda puntualización es sobre Podemos. Se han sumado al Grupo los Diputados de ECP, Compromís y EM, al igual que antes, pero indicándolo ahora ya que las tres formaciones superan el 3% en su circunscripción respectiva. No obstante, su porcentaje de voto obtenido es un 0,86% menor. No he logrado detectar por qué, aunque supongo que la marca electoral habrá sido diferente en alguna provincia y a la hora de volcar los datos de la web del Ministerio del Interior, se ha quedado fuera.
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Y finalmente, y por puro rizar el rizo, una simulación de circunscripción única, pero con 400 Diputados sentados en el Hemiciclo.
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En resumen:
La proporcionalidad mejora cambiando D’Hondt por Sainte-Laguë, sí.
Reducir el mínimo de un escaño por provincia no tendría un efecto relevante si la Cámara se mantiene en 350 Diputados.
Ampliar el Congreso a 400, combinado con la reducción del mínimo por provincia y la aplicación de Saint-Laguë en lugar de D’Hondt, es la mayor reforma posible dentro de los límites de la LOREG, sin reformar la Constitución.
Entender las modificaciones del sistema electoral es mucho más sencillo si se puede hacer con datos y gráficos, que es en lo que espero haber aportado algo nuevo.
No obstante, y por dar la nota pesimista, no creo que la sola voluntad de Podemos y Ciudadanos vaya a ser suficiente para sumar al carro al PSOE. Sólo la perspectiva de privar al PP de la ventaja estructural que le da el sistema ya debería ser suficiente. Pero llena de sorpresas está la vida.
Gracias por seguir ahí.
Los números de la reforma electoral Tras la reunión entre Podemos y Ciudadanos de la semana pasada, el tema recurrente de la reforma del sistema que convierte nuestros votos en Cámaras ha vuelto a copar la actualidad informativa.
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FERNANDO ORTIZ, U 117. EN FORMULA CON JUAN FELIPE LEMOS (U9) PARA EL SENADO Y ALGUNAS DE SUS PROPUESTAS (imagen en Carolina del Príncipe, Antioquia)
ww.alfanoticias.com --- Medellín, Febrero 8 de 2018.-
“Tengo dos pedidos básicos para los electores: primero que no se abstengan de votar, porque lo dijo Platón hace muchos años: “el precio que pagan los que se desentienden de la política es el ser gobernados por los peores hombres”.
Y segundo: revisar exhaustivamente las hojas de vida de todos nosotros, los candidatos, porque se han infiltrado personajes con prontuarios de delincuentes, con investigaciones por corrupción, por homicidios y otros delitos que deben ser conocidos por los sufragantes para evitar sorpresas desagradables.
Respecto a la campaña al lado del candidato al Senado Juan Felipe Lemos, comentó el candidato a la Cámara que es una experiencia agradable y constructiva y relativamente fácil porque es una persona con una trayectoria y transparencia ampliamente conocida y de señaladas ejecutorias en el Congreso.
Los ciudadanos recuerdan por ejemplo que cuando le tocó pararse en la raya para decir no voto la reforma tributaria, lo hizo con toda tranquilidad y firmeza.
Para mí es muy positivo que tener objetivos muy similares porque siempre pensamos en la inversión social y las iniciativas de mayor incidencia para el mejoramiento de la gente.
En mi campaña siempre me ha animado la búsqueda de la mejora en la calidad de vida de los antioqueños. Tengo una fundación en Girardota hace 8 años solo de servicio a la comunidad, que esperamos incentivar aún más desde el Congreso, modificando entre otras cosas el sistema de salud que está en estado de agonía e inadecuadamente manejado.
También para impedir la privatización del sistema pensional como se pretende y que no se aumenten las semanas de cotización ni la edad porque nunca vamos a llegar a pensionarnos si ocurre tan desatino.
Temas como la pretensión animal que nos preocupa mucho; la implementación de la jornada única en los colegios para que los padres de familia que trabajan puedan tener la tranquilidad de que sus hijos están bien atendidos. Entre otras estas son algunas de las ideas que pensamos impulsar en la Cámara para los antioqueños y los colombianos en general.
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