#Manchas de paños
Explore tagged Tumblr posts
Text
Capitulo II
“¡Missa!” Las tres figuras restantes apareciera sacando del estupor a las personas que ahí estaban.
“¿Dónde está Missa pelotudo de mierda?” Spreen sacó su espada y tomando por el cuello al hombre más cercano a él.
“Su líder ya no existe, así que es su decisión nos dicen o se mueren” Shaudone alzó la voz sin gritar mirando a todos.
“Yo digo que hay que torturarlos, si le hicieron dañó a Missa la muerte será una piedad” los ojos de Spreen pasaron a un color dorado con bordes rojos llenos de irá.
“Sí, vamos a colgarlos de las pelotas o de los pies”
“No-nosotros no sabemos pero que bueno que haya pasado se lo tienen merecido por egoístas” el hombre que Spreen sostenía por fin habló.
“Se supone que los Dioses están para ayudar a los humanos” una mujer apuntaba con miedo su arco y flecha tratando de apuntar a la cabeza de Quackity.
“Nosotros no les debemos nada y con esto, vuestra tierra no tendrá cosechas hasta que encontremos a la Deméter menor” Una figura delgada pero de constitución fuerte cabello castaño o rubio platinado hablo desmayando a la joven haciendo que todas las personas huyeran cuándo el hombre que Spreen sostenía murió por una espada atravesando su corazón.
“Rubius” Quackity por fin habló con voz temblorosa mientras veía una mancha de sangre en el piso y los lobos de Missa tratando de cavar un hoyo.
“Lo sé, Quackity” Rubius y Quackity se miraban con miedo y enojó por quien se atrevió a lastimar a Perséfone su pequeño bebé.
“Hagamos mierda a todos, quememos la tierra, que no llegue el agua a nadie, que llueva sangre sobre todos” Shaudone miraba con irá y asco a la mujer en el suelo tratando de controlar sus poderes para no hacer algo en contra de sus votos.
“Cálmate chaval yo soy el primero en pedir sangre pero necesitamos información” Rubius puso una mano sobré el hombro de Shaudone mientras lo jalaba hacia donde estaban los lobos y Spreen.
“Separémonos cubriremos más terreno cualquier pista vengan a la casa” Spreen por fin habló después de ponerles una correa a los lobos dándoles unas a Rubius y Shaudone.
“No quiero volver sino está Missa, ay mi Missa, mi Missa tal vez está frío en cualquier zanja, tal vez ya está tieso o tal vez tiene frío está corriendo de todos y yo no puedo acercarle una manta o”
“Ya cállate Quackity sino quieres que a ti te colguemos de las bolas”
“Pero es que aún puedo escucharlo decir ¡Quackity, Quackity sal de mi cocina pendejo!” Se seguía lamentando hasta que vio a las otras Demeteres desaparecer “¿A dónde van? Pendejos Hijos de su puta madre vengan a oír mis lamentos, al menos unos besos o una agarrada de nalgas para superar el dolor.” Con eso la tierra quedó sin vida, sin sangre sagrada y dos cuerpos uno sin vida otro desmayado.
En el Reino de Philza, se encontraba en un lugar que él llamaba “El Nido” que era el Palacio del Hades el lugar central dónde el inframundo era controlado , los cuervos estaban posados en los alfeizares del castillo intentando ver lo que había dentro.
Tubbo estaba siguiendo a Philza ya que lo vio volar a toda velocidad con algo en sus brazos así que lo intentó seguir siendo que por poco choca con la puerta del palacio al ser cerrada, cosa que no lograron uno que otro cuervo escuchando el golpeteo, así que ahora vio como recostó el bulto en la cama siendo tapado por las cortinas que rodeaban a la misma impidiendo qué pudiera ver quién o que era, Philza se movía de un lado a otro buscando vendas, agua, jarras, vasos, un aguamanil junto con un lavamanos portátil dónde puso un paño para después verter el agua, tomarlo y limpiar la herida en la cabeza del pelinegro suavemente que mas parecía una caricia cómo si la persona fuera de un material delicado temiendo destruirlo cuándo acabó lo vendo y lo dejo descansar acomodó las telas para que nada lo perturbara.
“¡Por Cronos! Tubbo me asustaste” dio un ligero brinco cuándo vio a Tubbo apoyado en la pared con los brazos cruzados.
“Sí lo noté, pero yo siempre he estado aquí eras tú quien se olvidó de mí” Tubbo lo miró con seriedad mientras trataba de ver sobre el hombro de Philza “¿Quién es?”
“No te importa ve arriba no hables de esto con nadie y si algo surge me avisas con prontitud” lo encaminó a la puerta mirándolo con seriedad.
“Pero Phil”
“Vete Hermés”
“Sí Señor Hades��
Al saberse sólo fue por una silla para ponerla al lado de la tela para vigilar que nada malo ocurriera hasta que el sueño lo venció quedándose dormido.
9 notes
·
View notes
Text
Entre muros y silencios (Parte 3)
by Aris
5.432 palabras
Ao3 Wattpad
—Hemos tenido un clima estupendo ¿No te parece? —le comentó Manuel al perro que lo acompañaba caminando distraído por el pasillo, una costumbre que había adquirido hace un tiempo.
Lo decía en serio. Las nubes y la niebla seguían mayormente presentes, claro, pero la prolongada falta de temporales capaces de abrir huecos en los muros era algo que no le pasaba desapercibido. Incluso el diluvio desatado tras la llegada de Francisco había durado apenas unas horas antes de menguar y estabilizarse. Eso tenía a la gente de buen humor, esperanzados en que los frutos alcanzaran a cuajar y los techos a cubrirse antes de que asomara el próximo aguacero.
Él también se encontraba de un humor particularmente bueno. No que acostumbrase a estar molesto, solo pensó que sería diferente con la imprevista adquisición de su nuevo esposo, pero lo cierto era que las cosas con el príncipe iban bien. Inesperadamente bien.
Francisco era fácil de tratar. El miedo que exudaba del joven tras su llegada fue decayendo rápido, o al menos lo suficiente para hacerlo espabilar. Todavía se le veía nervioso y melancólico a ratos, pero se esforzaba por adaptarse a la vida del castillo, mostrar buen humor y ser útil, por lo que Manuel se esforzaba también en hacerle las cosas más llevaderas y atender a sus inquietudes de mejor manera que esa primera mañana en el comedor, cuando estalló en carcajadas como no se había reído en mucho, mucho tiempo. O cuando al día siguiente se despertó con el muchacho instalado en su puerta.
“—¿Ropa nueva? —Repitió Manuel con acidez.”
Reconocía que no había reaccionado de la mejor forma ante la primera solicitud de Francisco. Pero en ese momento le había parecido una petición odiosamente estúpida, como si el otro no fuera capaz de entender que las mantas apolilladas y manchas de humedad no eran simples decoraciones para crear ambiente. O tal vez lo había notado y solo estaba siendo un bastardo malcriado. Como fuera, estaba más que dispuesto a pensar lo peor de él.
“—Sí, es que- bueno, verá… —balbuceaba el chico evitando su mirada y frotando nervioso sus manos. Al menos tenía la sensatez de mostrarse avergonzado—. La que traje no es apropiada para este ambiente.
—¿Demasiado elegante para sus tareas mundanas, alteza? —siseó Manuel, listo para asestarle unas cuantas bofetadas verbales al chiquillo si le daba la oportunidad, pero por suerte Francisco se apresuró en poner paños fríos.
—Le aseguro que no es nada de eso. —dijo con suavidad, alzando las palmas frente a él en son de paz—. Pero la señora Marta me advirtió que podría pensar eso en cuanto se lo mencionara. Me aconsejó que mejor debía enseñarle la magnitud del problema.
Eso apaciguó enseguida a Manuel. Si Marta había considerado el tema digno de su atención, entonces debía de ser así. Ya más calmado, acompañó a Francisco hasta su recámara y comprendió que tenía toda razón.
—¿Se supone que esto es… una camisa? —preguntó Manuel, alzando con la punta de los dedos la supuesta prenda. Era un trozo de tela semitransparente surcada por varios hilos dorados y piedras brillantes. Relucía al contacto de la tenue luz de la mañana como si un firmamento de estrellas estuviera cosido a ella, o como si le hubiesen arrancado las alas a un millar de libélulas para prenderlas a una lujosa red.
Francisco bufó, a la vez avergonzado y divertido por sus reacciones y creciente espanto ante el desventurado guardarropa que abarrotaba sus baúles.”
El muchacho le había explicado que se trataba de la última moda en la corte en cuanto a ajuar de novios: telas finas y delicadas repletas de encajes y suntuosas terminaciones; cortes ceñidos al cuerpo, pero de vaporosas mangas; amplios escotes en pecho, espalda y otro buen tanto de sugerentes transparencias. Se notaba que estaba pensado para un clima mucho más cálido, y para enmarcar bellamente su figura e incitar el deseo de su pareja.
Nada de eso le serviría allí. Así que Manuel enseguida le encargó a Marta hacerse cargo del asunto y asegurarse de que Francisco tuviera ropa adecuada, algo práctico y cómodo para el ambiente y vida en el castillo, no fuera a ser que los demás lo acusaran de traer a su esposo en harapos.
A partir de ese momento, y como consecuencia de esa situación, su predisposición hacia el príncipe cambió y una especie de relación cordial comenzó a florecer naturalmente entre ellos, aunque era Francisco quien buscaba constantemente su compañía, como un patito aferrándose a lo primero que había visto al aterrizar en ese nuevo mundo.
Por lo general Manuel se las arreglaba para despachar pronto a cualquiera que lo importunara por demasiado tiempo, pero resultó que no le molestaba la presencia tranquila de Francisco a su lado.
El príncipe solía instalarse todas las tardes en los futones a la esquina de su taller mientras Manuel trabajaba reparando artefactos dañados o preparando ungüentos en el mesón, y se dedicaba pacientemente a remendar calcetas, pantalones y sábanas, o pulir botas y cacerolas, actividades que jamás hubiera imaginado que realizaría de buena gana. Cuando se aburría de pincharse los dedos con la aguja daba algunas vueltas inspeccionando los estantes. Manuel lo observaba de reojo, notando como los ojos del chico se iluminaban o sus cejas se alzaban al dar con algo interesante. A veces cogía frascos, estatuillas, o uno que otro libro, y pasaba los dedos por las ajadas y amarillentas páginas, hojeándolos hasta que el polvo que se levantaba de ellas lo hacía estornudar.
Era un poco adorable, de una forma sencilla y desarmante, y Manuel no podía evitar sentir cierta ternura creciente hacia él.
Eso lo conflictuaba sobremanera. Hubiese preferido que le diera motivos para rechazarlo, que se comportara con arrogancia y altanería hasta hacerse insufrible, para así poder seguir alimentando el desprecio instintivo que sintió al verse tan inesperadamente enlazado a él. Hubiera querido que le diera la excusa perfecta para poder volcar todo el resentimiento que sentía por esa despreciable familia sin culpas sobre él. En cambio, se veía obligado a lidiar con un frustrante conflicto de emociones, donde una parte de él quería mantenerlo lo más apartado posible, y la otra se hallaba incapaz de negarle el acceso a través de las barreras que inútilmente intentó levantar entre ellos.
También estaba el tema de la magia.
La dinastía de los Burgos había prosperado a costa de su linaje y de su gente, usando artimañas para mantener abierto el flujo de magia que era drenada de sus tierras temporada tras temporada. Sin embargo, hace semanas, desde que trajo al príncipe consigo, Manuel sentía su presencia intensificándose. El cambio era débil todavía, casi imperceptible, pero estaba retornando. Notaba que el aire a su alrededor se volvía un poco más denso cada vez que se concentraba; que la carga en la tierra, en las rocas y en las plantas estaba cambiando; que al despertar tenía un cosquilleo en la punta de los dedos, como si su antiguo poder hubiese vuelto durante sus sueños.
“El trato se ha cerrado y la vida puede seguir su curso…”
No había sopesado realmente las implicaciones cuando pronunció esas palabras, aturdido como estaba por lo reciente de la situación. Pero ya con la mente más clara comenzaba a entenderlo: el flujo se había cortado por fin. Después de siglos, el antiguo equilibrio volvería a sus tierras, y no sabía de qué formas extrañas les afectaría. Cómo le afectaría a él.
Se detuvo a medio pasillo al notar una silueta difusa caminando en el jardín trasero.
—¿Cómo fue que llegó allí? —No tuvo que pensar mucho para darse cuenta que se trataba justamente del joven que últimamente poblaba todos sus pensamientos y reflexiones. Nadie iba por ese sector ya que no había huertos ni nada útil que hacer, era simplemente un antiguo paseo abandonado y olvidado en el tiempo.
Lo observó por un rato en silencio a través de la ventana. Estaba a una distancia considerable, pero incluso desde allí podía notar el semblante triste y melancólico del chico mientras se envolvía a sí mismo con los brazos.
Eso bastó para ponerlo en marcha nuevamente.
-o-
—¡Pero por la miéchica! ¡Córrete bestia! —rezongó Muriel al tropezarse otra vez con uno de los perros que rondaban en la cocina, esperando por caricias o cualquier pedazo de comida que cayera de los mesones al suelo.
Francisco escondió una sonrisa escuchando a la anciana despotricando mientras el enorme perro negro y lanudo solo se estiraba perezosamente en el mismo lugar, haciéndole más difícil avanzar. Ya estaba acostumbrado a los reclamos de la irritable pero inofensiva anciana, así como a las risotadas burlonas y comentarios irónicos del resto. Aunque los había sufrido enormemente los primeros días, temiendo que sus amenazas de convertirlo en un sapo verrugoso o un insignificante ratón de campo cada vez que olvidaba tapar la cacerola del arroz o salar las papas se volvieran realidad, incluso luego de que Manuel le asegurara que ninguna de ellas tenía en realidad la capacidad de usar esa clase de magia.
Hasta los gigantescos perros que se acurrucaban frente a la chimenea en el comedor o allí junto a los fogones le habían parecido unas bestias imponentes y tenebrosas; pero con el tiempo entendió que solo eran cachorros como cualquier otro, ansiosos de que les rascaran la pancita, y que las palabras duras de esas personas casi nunca iban en serio. Solo era su forma habitual de relacionarse y mantenerlo en línea mientras se ganaba su lugar entre ellos.
—Están muy malcriados ustedes —continuaba Muriel, esta vez regañando a toda la camada amontonada frente al puchero hirviente de sopa. La miraban atentamente, sin inmutarse ni un poco por su tono severo—. En mis tiempos se las habrían visto feas, manada de haraganes. Entonces sí que había perros de verdad, cazadores astutos y bravos dignos de respeto. Si no hubiese sido por ellos todos nos habríamos muerto de hambre…
—Ay, no empiece… —protestó por lo bajo uno de los chiquitos sentados al lado de Francisco. El trío de niños había tenido la mala suerte de asomarse a la cocina en busca de golosinas justo durante la guardia de Muriel, quien los obligó a quedarse ayudando a Su Real Caracol -como le había apodado ese día- a limpiar lentejas para ganarse el derecho a un postre.
—¿Cómo así? —preguntó Francisco, genuinamente intrigado, al mismo tiempo que el chico. Los dos niños se llevaron las manos a la cabeza instantáneamente, y la pequeña que se había instalado sobre su regazo desde el momento en que entraron en la habitación se bajó de un salto en cuanto vio aproximarse a la enorme mujer.
Francisco se reprendió a sí mismo que ese breve momento de curiosidad le fuera a costar varios puntos de simpatía con los pequeños. Pero tal vez el brillo en los ojos de Muriel lo valiera. La anciana parecía entusiasmada ante la oportunidad de relatar, una vez más, la misma historia que había contado innumerables veces a lo largo de su vida, pero en esta ocasión a alguien que jamás había escuchado nada al respecto.
—Ah, esos sí que fueron tiempos difíciles, los de mi infancia. —comenzó Muriel, deteniéndose un momento para recordarlo bien—. Pasamos varios años con inundaciones y deslizamientos que sepultaban barrios enteros. Fue entonces que el señor decidió abandonar finalmente toda la zona Este y trasladarnos a los pocos que quedábamos dentro del castillo. Se imaginará que tanta lluvia también arrasó con los campos, ni el arroz aguantó mucho sin pudrirse, así que sobrevivíamos a puro grano y papas del silo, carne seca y las tórtolas que caían congeladas en los tejados. Y de la caza, claro. En ese tiempo había cuadrillas de batidores. Eran más grandes aún que estos, con unos ojos que brillaban como antorchas en la oscuridad y un olfato tan fino que podían encontrar un rastro de presas a kilómetros de distancia.
«Recuerdo una tormenta en particular. Yo era muy niña todavía, pero recuerdo que estuvimos casi un mes completo refugiados aquí dentro y las provisiones se acababan. El viento soplaba tan fuerte que parecía que las murallas se iban a derrumbar, y la nieve lo cubría todo, impidiendo salir a buscar alimento. Pero entonces el señor, terco como una mula, se montó el abrigo y con siete de sus mejores perros se aventuró en la tormenta, desafiando al frío y la oscuridad.
Estuvimos dos días esperando, temiendo lo peor. Al tercer día fue que escuchamos los ladridos a la distancia. Corrimos a las puertas y ahí estaba, con sus perros agotados pero triunfantes, arrastrando tras ellos un gran león de montaña y un buen atado de conejos. Aquella carne nos salvó, y a esos perros los teníamos por héroes. A los siete los enterramos en el Patio del Homenaje, junto a los antiguos nobles y señores, y otros grandes sabuesos y corceles. Algún día le mostraré las placas. —Entonces lanzó una mirada severa al grupo que seguía tumbado perezosamente—. Pero ahora, mírelos, con el clima tan bueno y ahí se los ve holgazaneando junto al fuego esperando sobras.
—Tranquila, Muriel, que todavía son cachorros. Ya espabilarán. —suspiró Carmen, que a medio relato había entrado a la cocina para relevarla de su guardia.
—No si dejan que los niños los sigan tratando como mascotitas… —protestó Muriel, viendo molesta como los chiquillos sacaban dos pancitos cada uno de la bandeja que la recién llegada les alcanzó, y huían raudos por el pasillo.
Francisco vio en ambas esa expresión poco frecuente de que estaban a punto de comenzar una discusión en serio, y se adelantó a Marta en su intento por distraer su atención.
—Manuel debió aprender de sus antecesores esa dedicación por su gente. Dígame ¿Se parece mucho a su abuelo? —comentó, buscando desviar la conversación de regreso al relato de Muriel. Intentó pensar en algo más cuando las mujeres solo se lo quedaron mirando—. ¿O a sus padres? Últimamente me he estado preguntado por su familia.
Todos en la cocina se quedaron en silencio por un largo instante. Las tres mujeres intercambiaron miradas significativas entre ellas, como si estuvieran deliberando sobre lo que debían decir y cuál de ellas debía hablar. Finalmente, fue Marta quien rompió el silencio.
—Se parece mucho a sus padres... —comenzó—. Y a su abuelo. Los señores han hecho siempre lo mejor que han podido. El amo Manuel, sobre todo, ha sacrificado mucho por la dedicación hacia su gente, y por eso todos le guardamos gran respeto y aprecio.
—Puede que a veces no lo muestre abiertamente, pero es un hombre muy atento y afectuoso. —complementó Muriel.
Francisco sintió una sensación reconfortante escuchando esas palabras sobre el que era su marido. Quería seguir preguntando, aprender más sobre la familia de Manuel, el pasado del lugar y sus historias. Pero antes de que pudiera formular otra pregunta, Carmen intervino con brusquedad.
—Tal parece que nos hemos quedado sin papas. —declaró, su tono firme retomando el control de las labores—. Altecita, sea bueno y vaya a buscar más al almacén, que todavía queda mucho por hacer antes de la cena.
Algo desorientado por el intempestivo corte de la conversación, Francisco se levantó dispuesto a cumplir lo que le había encomendado, pero en cuanto lo hizo notó los cuatro sacos de papas descansando junto a las alacenas, y entendió que solo quería sacarlo de la habitación y que dejara de interrogarlas.
-o-
Francisco dejó escapar un largo suspiro mientras se alejaba de la cocina, sus pasos resonando suavemente en los pasillos.
No era la primera vez que pasaba, de hecho, se volvía algo habitual que lo apartaran y le escondieran cosas. Era una sensación de desarraigo, como si siempre estuviera en los márgenes, sin pertenecer del todo a este nuevo mundo. Aunque se esforzaba por aprender y adaptarse, se daba cuenta de que aún lo trataban como a un forastero que no debía estar allí y, si bien sabía que era un proceso que le tomaría bastante tiempo, más que las pocas semanas que llevaba conviviendo con ellos, el recordatorio permanente de ser un intruso lo envolvía como la bruma fría que rodeaba permanentemente el castillo.
Con cada paso que daba, se sentía más pequeño, más aislado, más solo. Perdido en sus pensamientos, apenas notó cómo se desviaba de su camino hacia el almacén. Los pasillos parecían alargarse, las galerías se sucedían una tras otra, hasta que finalmente se detuvo, sin saber exactamente dónde estaba. Al levantar la vista, se encontró en un lugar diferente a todos los que había visto antes.
No era como los huertos, ordenados y bien protegidos de las inclemencias del tiempo. El lugar que se abría ante él se había dejado libre de resguardo para que la naturaleza reclamara lo suyo, así como el sendero por el que Manuel lo había traído al castillo. Los caminos de gravilla y piedras estaban desdibujados, apenas visibles entre las altas malezas y los arbustos que crecían sin contención alguna. Flores silvestres de colores apagados se asomaban tímidamente entre el follaje, mientras una fila de delgados árboles, antinaturalmente alineados, flanqueaban el espacio alzándose como colosos marchitos. Al seguir avanzando, sus ojos se posaron con los restos de una fila de asientos ocultos entre las enredaderas, junto a pilares y estatuas rotas cubiertas por gruesos mantos de tierra, musgo y líquenes. En el centro de todo se hallaba una enorme fuente, sus distintos niveles rellenos por múltiples capas de tierra acumulada, hojas secas y ramas caídas sobre las que generaciones de aves y otros animales habían construido nidos y madrigueras.
Francisco se detuvo frente a la fuente, sintiendo cómo el peso del lugar se apoderaba de su ánimo. Al parecer se había topado accidentalmente con los antiguos jardines de recreo, aunque en su estado actual más parecían un cementerio de lo que una vez fue un pasado brillante y glorioso. Otra vista trágica que hacía más evidente su decadencia actual y se transformaba en un reflejo de su propia melancolía. Era un asunto inquietante, y no podía negar que tenía gran atractivo para él y su curiosidad, pero aún no se sentía con la confianza necesaria para intentar abordarlo con sus nuevos vecinos o Manuel, por temor a ofenderlos y que se cerraran aún más con él.
Una ráfaga de viento frío le hizo estremecer y se envolvió instintivamente con sus brazos, deseando haber traído uno de sus nuevos abrigos. La superficie de su ropa ya estaba cubierta con una fina capa de rocío dejado por la niebla a su alrededor. No era tan espesa como el día en que llegó, desde el centro del patio podía ver la parte de los detalles en la fachada del castillo: los altos techos, las grandes ventanas y finas terminaciones bajo una cubierta de enredaderas que amenazaba con tragarlo y hacerlo parte del bosque circundante.
—No ha sido tan malo. —Se dijo, buscando salir del pozo emocional al que se estaba dejando arrastrar.
No había sido tan malo como se estuvo temiendo en un inicio. La vida que llevaba allí no le resultaba del todo desagradable tampoco. Aunque fuesen labores pequeñas, le gustaba ocupar sus días sintiéndose de utilidad, para variar. Dentro de todo, se sentía a gusto trabajando en la cocina y ayudando a servir la comida; estar con los animales en los corrales y en los huertos sin preocuparse por arruinar su ropa; interactuar con la gente sin tanto protocolo y jerarquías marcadas.
Tampoco le disgustaba el entorno, rodeado de bosques y verdor, respirar el aire fresco que se colaba por las mañanas. Pero seguía extrañando el sol, ese sol dorado de las tardes calentando con dulzura su piel, reconfortándolo. Todavía no se acostumbraba al frío permanente y a las múltiples capas de ropa en las que debía envolverse para soportarlo, aunque en algo se compensaba con la calidez de reunirse todos alrededor de la chimenea en el comedor, compartir con los demás, con los niños, los perros… Y Manuel.
Le agradaba Manuel. Era un hombre serio y terriblemente callado, pero era bueno con él y lo trataba con respeto y consideración. Francisco había empezado a notar los pequeños gestos que tenía con él, como el juego de dedales que apareció en su canasto de costura; las velas o la leña extra dejada para el bracero en su habitación los días que sacaba un libro del estante en el taller para leer de noche; o cómo siempre tenía a mano una manta para deslizar sobre sus hombros cada vez que lo veía temblar ligeramente. Eran detalles discretos, pero que apreciaba enormemente pues daban cuenta de su preocupación y atención.
Solo quisiera que le hablara más. No le molestaban las largas pausas en silencio, pero sí le gustaría poder conversar más seguido y libremente con él. Tenían temperamentos similares y estaba seguro de que se llevarían bien, tal vez incluso llegaran a volverse amigos, si tan solo pudieran conocerse mejor. Se le hacía evidente que a Manuel no le gustaba hablar mucho sobre sí mismo. Sus conversaciones, aunque cordiales, rara vez se desviaban de lo necesario y cuando lo hacían, Francisco notaba cómo el hombre rápidamente cambiaba de tema o encontraba alguna razón para excusarse.
Entendía que debía darle su espacio y acabaría soltándose con el tiempo, pero le estaba resultando demasiado difícil respetar sus ritmos cuando se sentía tan solo y desesperado por un contacto más íntimo. Anhelaba tener otra vez, aunque fuera una sola conexión autentica y profunda. Necesitaba con urgencia volver a sentir esa sensación familiar y de pertenencia que había perdido de golpe. Se sentía tan solo y perdido entre esa gente.
Francisco sintió el peso del grueso manto de piel extendiéndose sobre sus hombros, su tibieza abrasándolo de forma reconfortante, disipando parte de sus lamentaciones. Alzó la vista para encontrar a Manuel acuclillado frente a él, prendiéndole con cuidado el broche de madera para afirmar la capa en su lugar.
—Gracias. —murmuró Francisco, dedicándole una suave sonrisa—. Todavía no me acostumbro al clima de aquí. Pero hasta ahora no ha sido tan malo como me estuvieron advirtiendo.
Manuel soltó un leve suspiro.
—Eso es porque hemos tenido un clima particularmente bueno estas semanas. —comentó, sentándose a su lado. Francisco no se percató que estaba sentado al borde de la pileta destruida sino hasta que vio al otro haciéndose un espacio—. Aunque puede que a usted no le parezca, alteza. —dijo con cierto aire socarrón, sacudiéndose las gotas que se acumulaban en las puntas de su cabello.
Francisco volvió a sonreír. Eso era lo que llamarían mal clima en su casa, pero entendía que las cosas eran muy diferentes allí. Todo era mucho más duro: el clima impredecible; el frío que se colaba en los huesos; la comida, las personas, hasta las carcomidas paredes de ladrillo, que se sostenían en pie a pura determinación y puntales de madera. No había casi lujos, ni siquiera para ellos siendo los señores, cosa que se evidenciaba en los parchados bordes de la capa sobre sus hombros. Cada cosa tenía un fin práctico y no se desperdiciaba nada, hasta las cosas más extrañas tenían alguna utilidad.
Recordaba la primera vez que se había cortado picando pimientos. Manuel estaba con ellos en la cocina en ese momento, moliendo hierbas en una esquina. Luego de tranquilizarlo en su pánico inicial por la cantidad de sangre brotando de su dedo, el hombre detuvo momentáneamente a las mujeres en su intento por enrollarle la mano con un trapo y, en cambio, apretó la herida de tal forma que varias gotas del viscoso azul cayeron sobre el mejunje que había estado preparando. Rato después le explicó la razón de su perturbador comportamiento.
“—Siendo un príncipe, su cabello, uñas, lágrimas, o cualquier otro ingrediente que pueda obtener de usted tienen al menos diez veces más propiedades mágicas que la de cualquier otra persona de aquí. Más aún su sangre. —dijo Manuel, revolviendo el cuenco donde la preparación marrón comenzaba a volverse de un intenso violeta—. Lo había estado pasando por alto, pero a partir de ahora solicitaré más seguido de su cooperación, alteza.”
Entonces se había estremecido, pensando que lo haría sangrar y llorar sobre el caldero a diario, pero únicamente le había entregado varios frascos en donde debía meter cada pestaña perdida o hebra de cabello que quedara en su cepillo, cada lagaña, cada cerumen, y otras asquerosas menudencias de su aseo matutino; así como un pequeño tubito que transportaba a todas partes para cuando volviera a cortarse o se pinchara el dedo. Era algo vergonzoso y repugnante, pero inofensivo, así que no tuvo una verdadera excusa para negarse a hacerlo, y al cabo de un tiempo se volvió un asunto rutinario.
Había aprendido a apreciar esa mentalidad diligente y precavida con la que se manejaban, aunque le resultaba demasiado demandante en comparación con su hogar, donde no existía esa preocupación constante por el futuro y los tiempos de escasez, tan ajenas a la vida cotidiana de su gente.
Fue entonces cuando su mirada volvió a vagar por el lugar en el que se encontraban. Había algo desconcertante en ese rincón del castillo. Presentaba un marcado contraste con el resto de los espacios exteriores, donde cada centímetro de tierra estaba cuidadosamente cultivado o siendo preparado para ello.
—Es curioso. —dijo Francisco, rompiendo el silencio mientras sus ojos recorrían los viejos jardines—. Todo aquí es tan... utilitario, tan enfocado a lo esencial. Y sin embargo, este lugar... —hizo un gesto con la mano, abarcando la extensión de pilas de escombros y estatuas casi tragadas por la tierra y las enredaderas—. Este es uno de los antiguos patios de recreo ¿Verdad? De cuando las cosas iban mejor. —No pudo evitar deslizar una de las tantas preguntas que se agolpaban en su cabeza y en su lengua.
Manuel se puso tenso por un instante, observando el mismo paisaje con una expresión pensativa.
—Disculpe, no era mi intención incomodarlo… —comenzaba a disculparse Francisco.
—Sí. —Fue lo único que dijo Manuel al principio, haciéndole creer que de hecho estaba molesto—. Es otro vestigio de esos tiempos…
Había algo en su semblante que Francisco no logró descifrar, una mezcla de nostalgia y tristeza. A ese primer comentario le siguió una larga pausa, como si estuviera decidiendo qué y cuánto decirle, si es que debía decir algo más.
—Aunque más bien era un jardín privado, destinado para el uso de unos recién casados. —elaboró a continuación.
Francisco se giró enseguida en su dirección, intrigado por la pequeña pieza de información que acabara de soltarle voluntariamente. Ansiaba que no acabara allí, con esas dos escuetas frases. Quería saber más, que le contara más. Así que hizo lo mejor que pudo por inspirarle lástima y hacerlo sentir comprometido, mirándolo directamente con la súplica evidente en los ojos.
Manuel resopló al notarlo, arrepentido de haber abierto la boca, pero tuvo la gentileza de proseguir con el relato que hubiese preferido ahorrarse.
—Era un regalo de bodas, junto con todo este pabellón. —prosiguió, señalando el ala que tenía la fachada más finamente ornamentada de todo el edificio—. La construcción tardó varios años porque cada uno de los árboles, mármoles, flores y piedras que se usarían, así como las sedas, algodón y lana para vestirlo fueron seleccionados personalmente por el novio, que quería traer lo mejor de todos los reinos conocidos hasta entonces para deleitar a su futura pareja y no echara tanto en falta las bondades del mundo exterior luego de trasladarse a este pequeño y aislado confín. Decían que durante ese tiempo se podían ver grandes barcos que cubrían todo el horizonte hasta donde alcanzaba la vista, y la gente se amontonaba en las calles para admirarlos a su paso y las mercancías que traían. Fue el tiempo en que mayor prosperidad se vio en el señorío. La gente estaba contenta y expectante del gran acontecimiento… —Entonces se detuvo un momento, remeciéndose incómodo en su lugar—. Pero la boda no ocurrió, y el jardín nunca llegó a usarse para lo que fue creado. Con el tiempo y las desgracias que siguieron cayó en el olvido y los siglos de constante abandono lo transformaron en estas ruinas.
—Eso es… es bastante deprimente. —Francisco se sintió particularmente conmovido al escuchar ese pequeño trozo del pasado y el destino truncado que cubría con un nuevo halo de melancolía el lugar. Ahora los pilares caídos, troncos secos y curvados y las baldosas tragadas por la maleza y el tiempo le inspiraban más lástima que antes—. Como una flor marchita. El eterno fantasma de un corazón roto.
—No tanto así. No se puede decir que fuera un matrimonio motivado por amor, más que nada un intercambio conveniente. —quiso aclararle Manuel, todavía mirando el exterior del edificio, una nota de abatimiento colándose en su voz.
Francisco lo imitó, observando con nuevos ojos la gris y triste construcción. Intentó imaginar cómo habría sido durante sus días de gloría, con las molduras intactas y coloridos estandartes colgando de los balcones; las vidrieras completas y mármoles lustrosos reflejando la luz del sol y el oro y plata de las finas mercancías traídas para la boda; los caminos y senderos enmarcados por hileras de altos árboles y fragantes flores interrumpidas por hermosas esculturas.
—Tal vez se planteara así —dijo, apenas un murmullo—. Pero si el hombre se tomó tantas molestias para asegurar la comodidad de su pareja, es imposible pensar que no tenía esperanzas puestas en su unión. Grandes ilusiones de una vida que se vieron truncadas de un momento a otro.
Sintió los intensos ojos del otro hombre sobre él y al girarse para comprobarlo lo descubrió mirando en su dirección, pero no parecía mirarlo a él, sino más bien a través de él, a algo mucho más allá.
Manuel guardó silencio por varios instantes, perdido en sus pensamientos y Francisco se mantuvo muy quieto y callado para no importunarlo.
—Sí, ciertamente fue así. —admitió finalmente, volviendo al presente.
—¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué no ocurrió la boda? —se atrevió a preguntar Francisco.
—Solo él estaba dispuesto a cumplir con su parte del trato. Los reyes en realidad nunca tuvieron la intención de entregar al príncipe que habían prometido en matrimonio.
«Que esta unión de por concluida la deuda del reino.»
«Finalmente, los reyes han cumplido su palabra y la mano de un príncipe fue entregada en matrimonio.»
Francisco recordó las palabras del erudito, y las de Manuel en el comedor durante su primera mañana, y entonces tuvieron un poco más de sentido. Su esposo pareció notar la realización en sus ojos y asintió ligeramente antes de apartar otra vez la mirada.
—Supongo que finalmente cumplirá su propósito luego de tanto tiempo. No puedo hacer lo mismo con el pabellón porque lo necesito para las funciones del castillo, pero considere el jardín como suyo. Puede hacer cuánto le plazca aquí. Siento que se encuentre en tan pobre estado.
—Me gustaría restaurarlo. —dijo en un impulso. Pensó en arrepentirse de lo que acababa de decir, pero ciertamente no quería hacerlo—. Sé que es un capricho tonto, pero me gustaría intentarlo, saber cómo se veía y recuperar cuanto se pueda se esa antigua belleza. Si me lo permite y no es demasiado inconveniente, claro. Le prometo que no descuidaré mis deberes, ni tampoco le pediré que destine recursos a la empresa. Seguro se le puede dar uso a algunos de los materiales más duros, vaciar la fuente, quitar las malezas, podar los arbustos y volver a delimitar los caminos. Podría ser una buena zona de descanso, y de recreo para los niños cuando el clima sea más favorable…
—De acuerdo. —aceptó Manuel, más fácilmente de lo que habría pensado—. Puedo facilitarle un par de manos para que lo asistan con las tareas pesadas. Y buscaré entre los archivos los planos del diseño original si de algo le sirven.
—Gracias. —Una sonrisa tiró de los labios de Francisco, una verdadera y amplia sonrisa que le llegaba hasta los ojos y enviaba un cálido alivio por todo su cuerpo—. Y gracias por su regalo, en verdad lo aprecio.
—A usted. —Manuel le sonrió tímidamente de vuelta.
Se quedaron un buen rato más allí, lado a lado contemplando el patio en un cómodo silencio. Francisco realmente sentía que podría llevarse bien con ese hombre, desarrollar un mutuo afecto y confianza, y llegar a ser buenos amigos a pesar de todo.
A lo lejos, y varios metros por sobre sus cabezas, un amplio hueco se abrió entre el tupido cúmulo de nubes, dejando pasar un cálido rayo de sol.
#latin hetalia#ecuchi#lh: ecuador#lh: chile#entre muros y silencios#fanfic#arranged marriage#slow burn#hurt/comfort#our post#our posts
5 notes
·
View notes
Text
༊* 「 GRETA ONIEOGOU . 30, ELLA/SUYA 」 TAISHA SHWEZ forma parte de inusual paisaje de Real del Valle, el viento silba con su voz desde hace cuatro años. En esta dimensión puedes encontrarle en la ESCUELA REAL DEL VALLE, y su temperamento es tenaz & obstinado. Le gusta armonizar las noches tranquilas con girls on films de duran duran. Quienes le conocen cuenta que su presencia les recuerda a; café con leche, tinta roja y olor a gardenias.
☾✶ · 𝖘𝖔𝖑𝖎𝖈𝖎𝖙𝖚𝖉 𝖆𝖕𝖗𝖔𝖇𝖆𝖉𝖆 . ¡ PIXIE ! Gracias por seguir los pasos & ser parte de este proyecto. Se te conceden 48 hrs para el envío de la cuenta de TAISHA, si necesitas más tiempo no dudes en pedirlo. Y recuerda pasar por tu canasta de bienvenida al ayuntamiento. 🦋
[ pixie, 27 años, gmt +1, cualquier tipo de abuso ]
PARTE DOS: BIOGRAFÍA.
* fruto de un desliz de un funcionario de prisiones y una ingeniera de missouri, taisha es su propio estandarte. realmente, no piensa que pertenece a ninguna parte y que solo es una ‘mota’ más del mundo.
* apenas guarda recuerdos de su madre, sus padres jamás se casaron y lucharon férreamente por una custodia que acabó terminando siendo de su progenitor. desde los siete no sabe nada de ella.
* a pesar de todo, una cosa que jamás perdería era su sonrisa. terminó haciendo amigos fugaces en cada destino que le deparaba hasta que se plantaron definitivamente en phoenix. junto a un don natural para recopilar información y ser una ‘biblioteca andante’, taisha no tardó en interesarse en las lenguas románicas y así se unió al club de español entre muchos otros en su etapa estudiantil.
* en 2009 participó en el viaje de estudios a méxico ¿destino? en principio iba a ser baja california pero sorpresa, sorpresa; en última instancia algo les llevó a real del valle. taisha se enamoró de cada esquina, cada trazo de arquitectura y el ‘duende’ de sus gentes. si bien algunos compañeros mal hablaban del pueblo porque no era tan llamativo como la zona mexicali y querían volver a la metrópolis, taisha en cambió trató de aprovechar esas dos semanas como si le fuera la vida en ello. se adueñó de varias postales que guardaría como oro en paño, mostraba gesto confuso ante las narraciones de los nativos sobre ‘hechos’ que no se recogían en el periódico local… y no olvidaría jamás el emblemático paraje ni el curioso aire que se respiraba en él.
* la lucha por el bienestar de colectivos vulnerables le corría en la sangre, estudió trabajo social y fue voluntaria de cruz roja. su primer año se la pasó cerrada en un habitáculo únicamente mandando emails; decidió que no podía quedarse quieta y que el verdadero cambio se producía desde una edad temprana; por eso decidió cursar pedagogía y centrarse en educar a les futures justicieres del mañana.
* dado su nivel de español, taisha apostó por un concurso de traslado y no precisamente en las cercanías de los angeles o quizás al norte; sino más allá: real del valle había vuelto a sus pensamientos por obra del destino y cuando hizo unas llamadas insistentes a la escuela del municipio; la sorpresa llegó en forma de email confirmando su plaza que si bien al principio sería temporal, consiguió encandilar al equipo directivo por su franqueza y arduo empeño en que la dejasen participar en cada movimiento por mejorar las condiciones del alumnado.
* aunque los choques culturales al principio asustan, se iría adaptando con un acento que siempre provoca alguna sonrisa jocosa a su interlocutore. le encanta pasear después de las clases y quedarse mirando, embobada, el atardecer. la verás con manchas de bolígrafo porque no para de corregir exámenes o pruebas ni en la cama.
#* rdv : aceptados .#user : pixie#fc : greta onieogou#esto fue una montaña rusa de sucesos !#pero el hilo rojo no se puede romper ; taisha nunca nos dejes#wider; baby; smile and you've just made a million (8)
1 note
·
View note
Text
Cuidados y mantenimiento de los zapatos Hispanitas para prolongar su vida útil
Los zapatos Hispanitas destacan por su calidad, diseño y confort, pero como ocurre con cualquier calzado de primera, para mantenerlos en perfecto estado es fundamental seguir una serie de cuidados y rutinas de mantenimiento. Al tratarse de zapatos fabricados con materiales de alta gama, como el cuero y suelas con tecnología avanzada, asegurarse de que reciban el cuidado adecuado no solo prolongará su vida útil, sino que también mantendrá su aspecto impecable por más tiempo. A continuación, te ofrecemos algunos consejos prácticos para cuidar y mantener tus zapatos Hispanitas en las mejores condiciones.
Limpieza regular y adecuada
El primer paso para alargar la vida de cualquier zapato, y más aún en el caso de los Hispanitas, es una limpieza adecuada. El material más utilizado por la marca es el cuero, un material que requiere cuidados específicos. Para limpiarlos, lo ideal es usar un paño suave y húmedo para eliminar el polvo y la suciedad acumulada después de cada uso. En caso de manchas más difíciles, se recomienda aplicar un limpiador específico para cuero, disponible en zapaterías y tiendas especializadas.
Es importante evitar el uso de productos abrasivos o detergentes agresivos, ya que estos podrían dañar el material y hacer que pierda su brillo y flexibilidad. En caso de que los zapatos tengan partes de ante o nobuk, utiliza un cepillo suave especial para esos materiales, que ayuda a mantener la textura y eliminar manchas sin dañar la superficie.
Hidratación del cuero
Para que el cuero mantenga su flexibilidad y resistencia, es esencial hidratarlo periódicamente. El cuero natural tiende a resecarse con el tiempo, lo que puede provocar grietas y pérdida de su aspecto original. Para evitarlo, utiliza cremas hidratantes específicas para cuero. Estas cremas, que puedes encontrar fácilmente en tiendas de calzado, se aplican con un paño limpio en pequeñas cantidades y se dejan absorber por el material.
Hidratar los zapatos Hispanitas cada dos o tres meses, dependiendo de su uso, garantizará que el cuero conserve su suavidad y aspecto brillante, lo que prolongará su vida útil.
Protección contra el agua y el mal tiempo
El agua y la humedad son enemigos naturales del cuero y otros materiales delicados. Si bien muchos modelos de Hispanitas están diseñados para soportar el uso diario, es aconsejable aplicar un spray protector impermeabilizante antes del primer uso y de forma periódica. Este producto actúa como una barrera que repele el agua y la suciedad, evitando que el calzado se deteriore prematuramente.
Evita mojar los zapatos en exceso, y si se mojan, déjalos secar de forma natural a temperatura ambiente, evitando siempre el uso de fuentes de calor directas como radiadores o secadores, que podrían resecar y deformar el material.
Almacenamiento adecuado
El modo en que almacenas tus zapatos Hispanitas también influye en su durabilidad. Lo ideal es guardarlos en un lugar fresco y seco, lejos de la luz solar directa y de fuentes de calor. Utiliza hormas de madera para mantener la forma del zapato, especialmente en los modelos de cuero. Estas hormas ayudan a evitar que el zapato se deforme, además de absorber la humedad que pueda haber quedado en el interior tras el uso.
Si no tienes hormas, también puedes rellenar los zapatos con papel de seda o algún material suave que mantenga la estructura sin dañarla.
Rotación del calzado
Otro consejo clave para prolongar la vida de tus zapatos Hispanitas es no utilizarlos todos los días. Aunque sean cómodos y atractivos, es importante darles un descanso entre usos para que el material recupere su forma original y se ventile correctamente. Alternar entre varios pares de zapatos ayuda a reducir el desgaste y permite que tus Hispanitas se mantengan en mejor estado durante más tiempo.
Conclusión: el cuidado marca la diferencia
Los zapatos Hispanitas son una inversión en calidad, confort y estilo. Si vas a comprar zapatos hispanitas de rebajas asegúrate de darle los cuidados adecuados para que te acompañen durante muchos años. Recuerda que la limpieza regular, hidratación del cuero, protección contra el agua, almacenamiento adecuado y rotación son los pasos clave para mantener tu calzado en perfecto estado. Siguiendo estos consejos preservarás su apariencia y disfrutarás de su comodidad durante más tiempo.
0 notes
Text
No subestimes a un didjeridoo
Sobre el fondo negro que vibra bajo los párpados,
materia estable esperando un intento.
El golpe sonoro sacudió el paño y
la mancha solar emerge abruptamente
en rojo ocre, se sostiene entre destellos,
como una foto kirlyan.
La mente también puede hacer esto al parecer
El cuerpo comprendió, hasta las celulas comprendió.
Un oleaje escaneó toda la epidermis,
atravesando capas de material biológico
movilizó información hasta lo profundo del sistema
Que ganas de charlar que hay acá,
pero eso no es lo que vinimos a hacer
"No me quería relajar tanto" comentó
Estemos medianamente relajados
Francamente, a este vértigo nadie se acostumbra señora
siempre es poco visitado, incomprensible.
1 note
·
View note
Text
El Sabor del Poder.
Es de madrugada y todas se están levantando. Yo estoy hecha trizas, no creo haber dormido más de tres horas. Recuerdo haber llegado ya muy avanzada la noche, después de un viaje de días caminando desde mi pueblo hasta Tenochtitlan. Me hicieron entrar en un recinto amplio, bien encalado y de techo alto, iluminado débilmente por unas antorchas. Ahí dormían muchas mujeres sobre petates. Yaotl, el hombre que me trajo, me explicó que eran las cocineras reales. Una vez que me indicó un lugar, me derrumbé ahí. Mi cansancio me hizo ignorar el dolor de mis pies ampollados y doloridos y caí en un sueño profundo.
Esta mañana, todo me es extraño: la prisa, la sofisticación de los aposentos, amplios y bien equipados, las personas tan solemnes.
—¿Así que tú eres la nueva?—. Aquella mujer mayor, de vientre abultado, que sonríe burlona y con un aire malintencionado mientras me pregunta, es Citlalli, la jefa de las cocineras y la amabilidad no parece ser su fuerte. —Yaotl me dijo que sabes cocinar. Debe ser verdad, si no, no te hubieran traído de tu pueblo apestoso para cocinar en la casa del gran Tlatoani Moctezuma. Veremos qué tan buena eres.
El envoltorio frente a mí se siente ominoso. Es un paño blanco de algodón con manchas de sangre fresca proveniente de lo que sea que se encuentra en el interior. Lo desenvuelvo con cuidado, consciente de que las miradas del personal de cocina están puestas en mis movimientos. Al deshacer el último nudo no puedo evitar dar un salto hacia atrás, lo que tengo frente a mí es un muslo humano ensangrentado, todavía con piel y vellos.
Escucho las risas y cuchicheos de los que apostaban por mi reacción. Citlalli se acerca y me dice de mal modo:
—¡Prepara un tlacatlaolli para el Tlatoani! ¡Ni se te ocurra probar nada o lo pagarás con tu vida!
Asiento atolondrada. A decir verdad, nunca he preparado el tlacatlaolli, pero sí sé lo que lleva: agua, maíz y carne. Tampoco he cocinado, ni he visto cocinar nunca carne humana, ¿qué tan difícil puede ser? Desde niña aprendí de mi madre el arte de la cocina y con el tiempo demostré que tenía una habilidad especial para ello. Cada vez que los militares mexicas pasaban por mi pueblo, mi madre y yo fuimos las encargadas de alimentarlos. Así me conoció Yaotl, un jefe militar quien sugirió que yo los acompañara para servir como cocinera del rey en la capital. Mi madre sabía que aquella «sugerencia» era en realidad una orden, y con los ojos arrasados de lágrimas me pidió que no me negara.
Con asco levanto el muslo para llevarlo a lavar y me sorprendo observando unos tatuajes que llaman mi atención. Mi mente retrocede a un día aciago, cuando trajeron los cuerpos de mi padre y de mi hermano mayor, asesinados mientras trabajaban la milpa.
—¿Quién los mató?—. Preguntaba mi madre entre lamentos.
—El «guerrero de los mil tatuajes» —dijo mi tío—. A ellos y a otros más. Ya se dio aviso a la guarnición mexica para que vengan a poner orden.
Mi madre y yo quedamos devastadas. Yo no podía imaginar la vida sin mi querido padre y sin mi hermano. El dolor de la horfandad mordió mi corazón y ya nunca lo soltó. Respecto al asesino, se sabía que era un guerrero de la etnia tarasca, fiero y hábil con las armas y que todo su cuerpo estaba decorado con tatuajes geométricos, los mismos que estaba yo viendo ahora en aquel pesado muslo, al que debía quitarle la piel y luego ponerlo a cocer en agua.
Una vez desollado, aviento la pieza a la olla, con ganas, todo resquemor me abandona, siento placer de ver la carne del asesino de mi familia cocerse furiosamente en la olla de barro. Mientras se cuece, en otro cazo pongo maíz cacahuacintle a cocerse por dos horas con agua y cal viva para que se ablande, poder retirarle la piel y las «cabecitas» de cada grano, lo cual es un proceso laborioso. Luego, se seguirá cociendo y cuando esté listo, el maíz «reventará», ese es el momento en el que ya se puede agregar a la carne, que para entonces debe estar muy blanda y desprendiéndose del hueso.
Uno de los mayordomos, de cara bondadosa, se me acerca. Sabe que soy nueva y quiere hacer plática:
—¿Sabes por qué han traído esta carne para que la prepares? —sin esperar respuesta continúa—. Este muslo es del guerrero Zuanga, capitán de un regimiento enemigo, responsable de muchas incursiones en territorio conquistado por nosotros. Lo capturaron vivo y anoche lo sacrificaron en el templo de Huitzilopochtli, su energía vital alimentará al Sol. El resto del cuerpo será cocinado y comido en casa del guerrero que lo capturó. Han mandado este muslo a nuestro gran Tlatoani como muestra de respeto, y ya que el sacrificado, una vez muerto, pertenece a la divinidad, a la fuente de toda vida, su ingestión es una fuente de la energía originaria, aquella que mantiene con vida al universo. Siéntete muy honrada de estar cocinando esta ofrenda para nuestro rey.
Lo veo alejarse mientras agrego sal y especias. No puedo dejar de pensar en la muerte de Zuanga y lo que eso significaba para mí. Una idea se clava en mi mente: comer su carne. Sus acciones trastornaron mi vida y, sería justo que yo, al igual que Moctezuma, pudiera beneficiarme de su energía. Hay un problema, está prohibido comer o probar la comida que viene como ofrenda ritual para el soberano. Miro la carne que baila al ritmo del agua en la olla, hay pedazos que se han separado ya del hueso, ¿quién echará en falta un pedacito? Observo a mi alrededor, las otras cocineras se encuentran cada una trabajando en sus repectivos guisos, pero los ojos de Citlalli están fijos en mí y en mis movimientos. No será fácil.
El mayordomo que anteriormente me explicó sobre la muerte de Zuanga ha regresado. Le gusta conversar y parece que le agrado. Noto que mientras él platica conmigo, la jefa de cocineras se relaja y atiende otras cosas. El mayordomo se llama Tepiltzin y me platica que al gran Tlatoani se le ofrecen a diario unos trescientos platillos que se acomodarán en braseros para que estén calientes y listos para comer. Gallinas, faisanes, palomas, liebres, conejos, patos, venado, codornices, guajolote, perdices y otras aves, guisadas de diferentes maneras, componen el menú. Lo escucho con interes y le hago preguntas, lo distraigo, y de forma muy casual muevo con una cuchara la olla y sin que nadie se dé cuenta, aparto un buen pedazo de carne que oculto tras unas jícaras. Noto mi corazón acelerado, casi no puedo creer lo que acabo de hacer.
Ha llegado el momento de integrar todo. Tepiltzin sonríe al constatar el grato olor que se desprende de la preparación. Tengo que confiar en mi habilidad para sazonar, pues ni siquiera el caldo pude probar.
A estas alturas la cocina se ha vuelto un hormiguero. Tepiltzin se pone a dar órdenes a diestra y siniestra, todo ha de salir perfecto. Un grupo de jóvenes muy agraciadas, sale para disponer los petates y esteras donde se ha de sentar el Tlatoani y sus invitados. Citlalli se asegura que a las mujeres que se pondrán a hacer tortillas en una esquina del comedor real, no les falte nada. Hay un problema con la cantidad de masa de maíz y sale a arreglarlo. Tepiltzin se disculpa conmigo, debe llevar las servilletas de manta nuevas y sin usar para la ceremonia del lavado de manos y también para que el rey se limpie los labios. Una vez usadas se desecharán y nadie las podrá volver a usar. Otras personas llevan la vajilla, de dos diferentes tipos de barro, así como copas de oro. Es el momento que aprovecho para tomar entre mis dedos a Zuanga y metérmelo en la boca. «¡Te capturé!», pienso. Lo mastico disimuladamente, pero con deleite. En verdad quedó muy bien. Sé de primera mano que no acabaré en desgracia por haber guisado mal el Tlacatlaolli.
Imagino que la fuerza de Zuanga ahora corre por mi cuerpo, me siento capaz de enfrentar todo y también me parece que he vengado a los míos. No puedo dejar de pensar que hoy probé lo mismo que comerá el gran Tlatoani Moctezuma, y eso no es poca cosa. Citlalli ha regresado a la cocina y me reprende por sonreír como una boba.
Autor: Ana Laura Piera.
Te invito a pasarte por mi blog Píldoras para Soñar en Wordpress.
#antropofagia#canibalismoritual#maíz#mexicas#pozole#prehispánico#recetasdecocina#rituales#tlacatlaolli#vadereto
0 notes
Text
Claves para prolongar la vida de un sofá de piel
Mantener un sofá en perfectas condiciones muchos años puede parecer difícil ya que es un mueble que usamos mucho diariamente, pero si sabes cómo, puedes lograrlo. Te hemos preparado diversas formas para conservar mejor la vida útil de un sofá de piel. Con estos consejos, tu sofá de piel se mantendrá en excelentes condiciones durante muchos años.
Es fundamental limpiar el sofá regularmente. Utiliza un paño suave y seco para eliminar el polvo y la suciedad superficial cada semana. Esto evita que la suciedad se incruste en el cuero y lo desgaste. Para una limpieza más profunda, usa un limpiador de cuero específico una vez al mes. Aplica el producto con movimientos circulares suaves y luego retira el exceso con otro paño limpio.
Mantén el sofá alejado de la luz solar directa. La exposición prolongada al sol puede hacer que el cuero se decolore y se agriete. Si tu sofá está cerca de una ventana, considera usar cortinas o persianas para bloquear la luz solar durante las horas más intensas del día. También puedes mover el sofá ocasionalmente para equilibrar la exposición al sol en diferentes áreas.
Evita colocar el sofá cerca de fuentes de calor, como radiadores o chimeneas. El calor excesivo puede secar el cuero y hacerlo quebradizo. Mantén una distancia de al menos 50 centímetros entre el sofá y cualquier fuente de calor. Esto ayudará a mantener la humedad natural del cuero y evitará daños.
Hidrata el cuero regularmente. Utiliza un acondicionador de cuero cada seis meses para mantener la flexibilidad y el brillo del material. Aplica una pequeña cantidad en un paño y frota suavemente el sofá, permitiendo que el acondicionador penetre en el cuero. Esto evitará que el cuero se seque y se agriete con el tiempo.
Limpia los derrames inmediatamente. Si se derrama algún líquido sobre el sofá, sécalo de inmediato con un paño absorbente sin frotar. Frotar puede hacer que el líquido se extienda y penetre más en el cuero. Luego, utiliza un limpiador de cuero específico para eliminar cualquier residuo y evitar manchas permanentes. Fuente de la información: DiarioBalear.
Evita el uso de productos químicos agresivos. No utilices limpiadores a base de alcohol, amoníaco u otros productos químicos fuertes en tu sofá de piel. Estos pueden dañar el acabado del cuero y hacer que se vuelva opaco o se agriete. Opta siempre por productos diseñados específicamente para cuero.
Mantén las uñas de tus mascotas recortadas. Si tienes mascotas, asegúrate de que sus uñas estén bien cortadas para evitar que rasguen o perforen el cuero. Además, proporciona a tus mascotas alternativas cómodas para descansar, como camas o mantas, para que no se sientan tentadas a subirse al sofá.
Gira y cambia de posición los cojines. Para evitar el desgaste desigual, cambia de posición y gira los cojines regularmente. Esto ayuda a distribuir el peso de manera uniforme y previene que ciertas áreas del sofá se desgasten más rápido que otras.
Airear el sofá periódicamente. Si es posible, ventila el sofá en un área bien ventilada para evitar la acumulación de olores. Esto es especialmente útil si tienes mascotas o si alguien fuma en casa. Los olores pueden impregnarse en el cuero, y una buena ventilación ayudará a mantener el sofá fresco.
Usa protectores de brazo y respaldo. Estos accesorios ayudan a proteger las áreas que más se usan y pueden ser fácilmente removidos y lavados. De esta manera, las zonas más expuestas al desgaste y la suciedad tienen una capa adicional de protección.
Realiza un mantenimiento profesional. Al menos una vez al año, considera contratar un servicio profesional de limpieza y mantenimiento de cuero. Los profesionales pueden aplicar tratamientos específicos que rejuvenecen y protegen el cuero, prolongando así la vida útil de tu sofá. Además, pueden detectar y reparar pequeños daños antes de que se conviertan en problemas mayores.
0 notes
Text
5 TIPS PARA MANTENER LIMPIA TU COCINA
1. haz de la limpieza un habito
Lo primero es entender que el cuidado de nuestra cocina requiere una rutina. Por eso, no hay que esperar a que aparezcan manchas o restos de suciedad para emprender la labor de retirarlas. Aunque claro, hay que diferenciar entre las zonas de mayor uso y aquellos espacios ocultos o grandes en los que puede postergarse su limpieza. A estos, vale la pena dedicarles tiempo unas dos veces al año, pero en el resto de nuestra cocina, sobre todo en las áreas de acción diaria, hay que hacerlo con regularidad, de preferencia antes de comenzar a preparar los alimentos, y retirar residuos al terminar.
2. dedica tiempo a los espacio de mayor cuidado
Hay zonas de la cocina que requieren una atención y desinfección diaria: hablamos del fregadero, las esponjas para lavar y los trapos de cocina. Para el primero puedes usar una pasta hecha con bicarbonato de sodio y agua; tallar con una esponja no abrasiva y enguajar. Además, al terminar puedes agregar un poco de vinagre blanco, un antiséptico muy eficaz, y retirar los residuos con agua.
En cuanto a esponjas y trapos, hay que desinfectarlas con regularidad porque la humedad propicia la proliferación de bacterias. Una manera puede ser sumergiéndolos por 5 minutos en una solución hecha a base de agua y un 10% de cloro, enjuagarlos y dejarlos secar. Otra posibilidad, si el modelo lo permite, es meterlos al microondas por dos minutos en un bowl con agua; repetir la operación de enjuagar y dejar secar. Pero eso sí, hay que renovarlos cada dos semanas, aproximadamente, para evitar proliferación de gérmenes.
3. consigue unas superficies desinfectadas
Entre las tablas para cortar y las superficies donde colocamos todos los productos dentro de la cocina debe haber un proceso exhaustivo de limpieza. Nuestra recomendación es que las primeras sean de plástico, pues son menos propensas a almacenar bacterias. En cuanto a las segundas, hay que hacer la desinfección diaria por medio de agua tibia y una solución jabonosa que elimine los gérmenes. Además, habrá que pasar un paño diseñado exclusivamente para la limpieza de estas áreas, que sea de textura suave y no raye ninguna cubierta. Las encimeras de cocina de la marca Cosentino no implican cuidados extra, así que son ideales para tener una cocina impecable sin sacrificar el diseño.
4. logra un piso reluciente
En términos generales, bastaría barrer y limpiar con agua jabonosa tres o cuatro veces a la semana, pero ante la situación especial que vivimos, se recomienda hacer este proceso todos los días, una vez que se ha terminado de cocinar. Para un mejor resultado, puedes trapear con una mezcla de agua y vinagre, y antes de que se seque, volver a trapear ahora con agua tibia y el jabón de piso de uso cotidiano. Esto garantizará que el piso quede desinfectado.
5. dale nueva vida a tu estufa
Por obvias razones, es una de las áreas que mayor probabilidad tiene de ensuciarse. Para limpiarla, primero asegúrate de que esté fría y con todas las perillas cerradas. Utiliza agua jabonosa, una esponja suave y un trapo húmedo para limpiar los restos de jabón. Lo importante es no usar sosa caustica, porque deteriora los materiales, o desengrasantes que la incluyan. En cuanto a parrillas, lo mejor es lavarlas con frecuencia con agua tibia y jabón, y en caso de tener residuos de comida, dejarlas remojando o incluso usar una pasta de bicarbonato de sodio y agua, y tallar con un cepillo de dientes previo a enjuagar. SI crees que necesitas una fibra, busca aquellas de malla plástica para evitar rayaduras.
0 notes
Link
Check out this listing I just added to my Poshmark closet: COPY - Crema desmanchadora /whitening skin cream.
0 notes
Text
Sobre el canvas liso de la vida, el artista Paul Kenton, Dios, nosotros, salpica color.
Gran alarma. Rojo sangre que chorrea por doquier, negro, azul. Caos, sin formas aparentes.
Sólo a los ojos más sagaces algo empieza a tomar forma.
El mes de Adár despierta. Los movimientos parecen erráticos, pero siguen un plan perfecto.
La pala del artista se mueve con rapidez por la escena. No se ve qué quiere obtener, a dónde va el mundo que dibuja.
Pronto hay un cielo, emocionado y furioso, y mar azul, y al momento en que advertimos la ciudad, cada movimiento que vimos adquiere sentido y revela el pensamiento creador que lo acompaña.
El cielo ya pintado se esconde tras un paño de manchas de horror que pronto se desprenderán de nuestros ojos, mientras pinceladas rápidas llenan la tierra de civilización y de vida de gente que ama e hinca su esperanza en el cielo.
Últimos detalles de un cuadro para saltar dentro. Está listo.
No era un mundo. Era una Torah, un manual de instrucciones para que el arte deje al mal afuera del mundo nuevo.
#Shalom.
Estamos creando el mundo que somos. En sincronía perfecta, tiempo de ser Adár, de revelarnos en el Libro de Ester. De ver por fin, tras tanta ocultación, dolor, tragedia, implausibilidad y desesperación, la majestad de lo Divino desplegarse con Belleza benevolente en nuestras manos. Y por fin, todo cobrará sentido. "Se acabarán los pecados en la tierra, y he aquí que malvados ya no hay", como dice el Salmista (104,35).
El que Hace Shalóm en sus Alturas, ��l Hará Shalóm sobre nosotros, y sobre todo Israel, y sobre todos los pueblos del mundo; y decid: Amén.
[La técnica artística de Paul Kenton. Video de @Xudong1966 en X]
Estamos caminándolo juntos: https://links.page/abracaadabra
0 notes
Text
Guía de Cuidado y Mantenimiento para tus Zapatos de Mujer
El cuidado de los zapatos es un aspecto esencial para mantener su aspecto y prolongar su vida útil. Ya sea que se trate de un par de tacones elegantes, cómodas zapatillas deportivas o sandalias básicas, seguir una rutina de mantenimiento adecuada es fundamental. Aquí te ofrecemos una guía práctica sobre cómo cuidar tus zapatos de mujer para que siempre luzcan como nuevos.
Limpieza General
Primero, identifica el material: Cada tipo de zapato requiere un método de limpieza específico dependiendo del material. Los zapatos de cuero, por ejemplo, necesitan productos especializados que ayuden a mantener el material flexible y evitar grietas, mientras que los de tela pueden necesitar simplemente una solución de agua y jabón suave.
Limpieza regular: Para los zapatos de uso diario, es importante eliminar cualquier suciedad o polvo con un paño suave o un cepillo adecuado después de cada uso. Esto previene que la suciedad se acumule y cause daños permanentes.
Mantenimiento específico por material
Cuero
El cuero es un material noble pero requiere atención para mantener su belleza y resistencia. Después de limpiarlos suavemente con un paño húmedo, aplica un acondicionador de cuero para nutrir y proteger. Además, es recomendable usar crema para cuero de color adecuado para disimular rayones y desgastes.
Ante
Los zapatos de ante son especialmente delicados y susceptibles a la acumulación de polvo y manchas. Utiliza un cepillo de cerdas suaves específico para ante y cepilla en la dirección del pelo para evitar dañarlo. Para manchas difíciles, considera productos específicos para ante o una goma de borrar suave.
Tela
Los zapatos de tela pueden ser los más fáciles de limpiar. A menudo, se pueden lavar a mano con agua fría y un detergente suave o incluso en la lavadora, colocándolos dentro de una bolsa para lavar, que ayuda a protegerlos. Deja que se sequen al aire libre, evitando la exposición directa al sol.
Protección y almacenamiento
Proteger del agua y otros elementos
Para proteger tus zapatos del agua y manchas, puedes usar sprays impermeabilizantes que forman una barrera protectora. Esto es especialmente útil para climas lluviosos o nevados.
Almacenamiento correcto
Guarda tus zapatos en un lugar fresco y seco. Evita almacenarlos en bolsas de plástico que impiden la ventilación y pueden causar moho. Usar hormas de zapatos o rellenarlos con papel de seda ayuda a mantener la forma del calzado.
Consejos adicionales
Rotación de zapatos: No uses el mismo par de zapatos dos días seguidos. Darles tiempo para airearse ayuda a prolongar su vida útil.
Reparaciones a tiempo: No esperes a que tus zapatos estén demasiado deteriorados para repararlos. Pequeñas intervenciones como cambiar tapas de tacones o reparar suelas pueden hacer una gran diferencia.
Conclusión
Cuidar tus calzados hispanitas de mujer no solo es una cuestión de estética sino también de practicidad. Al seguir estos consejos que te ofrecemos, tus zapatos podrán acompañarte en muchas más aventuras, siempre luciendo tan impecables como el primer día. Recuerda, invertir tiempo en el mantenimiento de tus zapatos es también una forma de cuidar de tu inversión en moda.
0 notes
Text
No es necesario ningún trabajo previo
Si ha pintado aunque sólo sea una habitación de su casa, sabrá todo el trabajo que hay que hacer antes de dar la primera pincelada de Pintores Barcelona Calidad y Precio. Tiene que limpiar las paredes, tapar agujeros y arreglar esa mancha del techo por la que se filtró agua la primavera pasada.
¿De verdad quiere pasarse varias horas preparando las paredes? Y no se olvide de levantar las alfombras y mover los muebles.
Los pintores profesionales saben lo importante que es preparar la superficie a pintar. Se tomarán el tiempo necesario para limpiar y preparar la superficie para que su hermoso tono de azul vintage no sólo se adhiera bien, sino que también resista el desgaste de la vida cotidiana.
Los pintores no sólo preparan el trabajo. También limpian después. Así que usted sale ganando.
Los pintores son los especialistas en color Cuando se ha fijado en el color del año de su fabricante de pintura favorito, corre el riesgo de seleccionar el tono equivocado para su hogar. Tal vez no se dio cuenta de que el color que le enamoró hace que la habitación parezca claustrofóbica.
¿No preferiría contar con la opinión de un profesional antes de desembolsar el dinero por el color equivocado?
Las personas que eligen la pintura como profesión sienten fascinación por el color. A los pintores no les importa ofrecerte consejos sobre los mejores colores en función de tus preferencias y estilo de vida. Si quieres cambiar por completo la paleta de colores, saben cómo ayudar a sus clientes a elegir colores complementarios en lugar de colores que desentonen.
Conocen sus productos de pintura ¿Cuándo fue la última vez que estuvo en el pasillo de pinturas de la ferretería sintiéndose abrumado por los diferentes tipos de pintura? Etiquetas que no explican nada sobre el producto que contienen. Terminología confusa, como "bajo en COV" o "sin COV".
Si no sabe que debe utilizar determinados tipos de pintura en el baño y la cocina, podría llevarse a casa una pintura que atrae el moho en lugar de resistirlo. ¿Y si usted o alguien de su familia es alérgico? ¿Y si tiene un perro?
Su equipo profesional de pintura le ayudará a seleccionar la mejor pintura para cada habitación de su casa. Terminará con los mejores acabados, lo que significa que limpiar después de cierto perro (o gato) no será una tarea tan pesada.
Los profesionales traen las herramientas adecuadas El propietario medio puede tener unas cuantas brochas en el garaje, e incluso un rodillo y una bandeja de pintura decentes. Lo que la mayoría de la gente no tiene son las mejores brochas y rodillos.
¿Sabía que los distintos tipos de pintura requieren tipos específicos de brochas (y rodillos)? Tu pintor lo sabe.
No te olvides de los paños de alta calidad. Son esenciales para proteger el suelo y los muebles demasiado pesados para moverlos.
1 note
·
View note
Text
¿Qué características debe tener un buen sofá?
Para considerar que un sofá es bueno y vale la pena comprarlo, hay varias características clave que se deben tener en cuenta. Estas características aseguran que el sofá no solo sea estéticamente atractivo, sino también cómodo, duradero y funcional.
¿Cuáles son? Descúbrelas en el siguiente listado. Varios de los consejos que os daremos los hemos leído en este artículo de PortalDeActualidad.com, que te recomendamos leer para que tengas una información aún más completa.
En primer lugar, la estructura del sofá es crucial. Un buen sofá debe tener una estructura robusta, preferentemente de madera dura como el roble o el haya. La madera blanda, como el pino, es más barata pero tiende a deformarse o romperse con el tiempo. Una estructura bien construida asegura que el sofá mantendrá su forma y estabilidad a lo largo de los años.
La calidad de las uniones también es esencial. Las uniones deben estar hechas con técnicas de alta calidad, como las uniones con espigas o esquinas reforzadas, en lugar de pegadas y grapadas. Esto proporciona una mayor durabilidad y resistencia a la estructura.
El tipo de suspensión es otro aspecto importante. Los mejores sofás tienen suspensiones con muelles ensacados o de serpentina bien ajustados. Estas suspensiones proporcionan un soporte uniforme y evitan que el sofá se hunda en áreas específicas, manteniendo la comodidad a lo largo del tiempo.
Hablando de comodidad, el relleno de los cojines es fundamental. Espumas de alta densidad o una combinación de espuma y plumas de alta calidad son ideales. Las espumas de baja densidad pueden perder su forma rápidamente y no ofrecer el soporte necesario, mientras que las plumas añaden una capa adicional de confort.
La tela o el cuero de la tapicería debe ser de alta calidad y resistente al desgaste. Las telas resistentes a las manchas y fáciles de limpiar, como las mezclas de poliéster o los microfibras, son opciones excelentes para hogares con niños o mascotas. El cuero, aunque más caro, es extremadamente duradero y se ve mejor con el tiempo si se cuida adecuadamente.
La ergonomía del diseño del sofá es vital para el confort a largo plazo. Esto incluye la altura y profundidad del asiento, la inclinación del respaldo y el soporte lumbar. Un diseño ergonómico asegura que el sofá no solo sea cómodo para sentarse por períodos prolongados, sino que también ofrezca un buen soporte para la espalda.
El estilo y estética del sofá también juegan un papel importante. Un sofá debe complementar el estilo de la habitación y el gusto personal del comprador. Además, debe ser versátil y capaz de adaptarse a posibles cambios de decoración en el futuro.
La facilidad de mantenimiento es otro factor a considerar. Fundas removibles y lavables, o materiales que se pueden limpiar fácilmente con un paño húmedo, hacen que el cuidado del sofá sea mucho más sencillo y práctico.
El tamaño y proporciones del sofá deben ser adecuados para el espacio donde se ubicará. Un sofá demasiado grande puede hacer que la habitación se sienta abarrotada, mientras que uno demasiado pequeño puede parecer perdido en un espacio grande. Las dimensiones deben ser medidas con precisión para asegurarse de que el sofá se ajuste bien en su lugar designado.
Finalmente, el precio y la relación calidad-precio son aspectos esenciales. Un buen sofá es una inversión y, aunque puede ser más caro, su durabilidad y comodidad compensan la inversión inicial. Es importante equilibrar la calidad con el presupuesto disponible, optando por el mejor sofá que se pueda permitir dentro de ese rango.
1 note
·
View note
Text
Camilla de Estética: Consejos para su Desinfección
Camilla de Estética: Una Guía Completa para su Desinfección y Mantenimiento
La camilla de estética es una pieza de mobiliario esencial en cualquier centro o clínica de estética. Se utiliza a diario para realizar distintos tratamientos y masajes, por lo que es fundamental mantenerla siempre limpia y desinfectada.
En este artículo veremos los aspectos más importantes a tener en cuenta para la correcta desinfección de la camilla de estética. Te daremos consejos prácticos para que realices una limpieza profunda periódica, así como pautas para desinfectarla antes y después de cada cliente.
Materiales de la camilla de estética
Lo primero que debemos conocer para desinfectar correctamente la camilla son los materiales de los que está compuesta. La mayoría suelen tener una estructura de metal, mientras que la superficie suele ser de vinilo o cuero sintético.
El metal es un material fuerte y resistente, pero hay que tener cuidado con su oxidación. Lo ideal es limpiar la estructura metálica con un paño húmedo y secarla bien para evitar la corrosión.
El vinilo y el cuero sintético son materiales porosos que atrapan suciedad y gérmenes con facilidad. Requieren una limpieza y desinfección minuciosa y frecuente. Además, hay que utilizar productos adecuados para no dañarlos.
Limpieza profunda periódica de la camilla
Es recomendable realizar una limpieza profunda de la camilla de estética al menos una vez por semana. Esto mantendrá la superficie libre de suciedad acumulada y restos de productos como cremas o aceites.
Para ello necesitarás:
Jabón neutro: disuelve la suciedad sin dañar los materiales. Usa uno especial para vinilo/cuero.
Esponja suave: frota con cuidado evitando rayar la superficie.
Paños limpios: para enjuagar y secar la camilla. Cambia los paños con frecuencia.
Limpiador desinfectante: con amonios cuaternarios o alcohol isopropílico al 70%.
Guantes desechables: para proteger tus manos.
Sigue estos pasos:
Retira sábanas o toallas sucias de la camilla.
Rocía jabón neutro diluido en agua y frota toda la superficie con una esponja húmeda. Insiste en zonas más sucias.
Aclara bien con paños limpios y agua para eliminar restos de jabón.
Rocía el limpiador desinfectante por todas las superficies y déjalo actuar 10 minutos.
Aclara de nuevo con paños limpios y agua.
Seca la camilla con toallas de papel para absorber la humedad.
Deja que se seque al aire por completo antes de volver a utilizarla.
Desinfección de la camilla antes y después de cada cliente
Además de la limpieza profunda periódica, es imprescindible desinfectar la camilla de estética antes y después de usarla con cada cliente.
Esto previene el contagio de enfermedades entre clientes y la propagación de gérmenes durante los tratamientos. Sigue estos consejos:
Antes del cliente:
Rocía un limpiador desinfectante en aerosol sobre la superficie y déjalo actuar el tiempo indicado.
Lava tus manos y colócate guantes nuevos.
Cubre la camilla con sábanas o toallas limpias para cada cliente.
Después del cliente:
Retira las sábanas y toallas sucias y deséchalas o ponlas para lavar.
Rocía de nuevo el desinfectante sobre toda la superficie.
Limpia la camilla con paños desechables para eliminar restos de productos.
Seca bien con toallas de papel absorbente.
Utiliza siempre productos desinfectantes de calidad, siguiendo las indicaciones del fabricante. Renueva los paños, toallas y sábanas después de cada cliente.
Productos desinfectantes recomendados
Existen distintos productos químicos que puedes utilizar para desinfectar la camilla de estética:
Alcohol isopropílico al 70%: elimina el 99% de gérmenes. Evita usar alcohol puro, es muy agresivo.
Amonios cuaternarios: tienen propiedades desinfectantes y son seguros para superficies porosas. Busca los recomendados para mobiliario de estética.
Peróxido de hidrógeno al 0,5%: desinfecta y blanquea, eliminando manchas.
Cloro: muy efectivo pero puede dañar algunos materiales por su alto contenido en lejía. Úsalo diluido.
Compuestos fenólicos: desinfectantes potentes pero tóxicos. Mejor evitar su uso prolongado.
Consulta al fabricante qué productos son seguros para el material de tu camilla. Y recuerda usarlos siguiendo las indicaciones, para garantizar una correcta desinfección.
Precauciones en la desinfección de camillas
Cuando desinfectes la camilla de estética debes tomar ciertas precauciones:
Lee las etiquetas y no mezcles productos que no sean compatibles, podrían provocar reacciones químicas peligrosas.
Ventila bien la sala mientras limpias la camilla, para no respirar los vapores de los desinfectantes.
Protege tu piel y ojos al manipular los productos. Usa guantes y gafas.
No comas ni bebas mientras desinfectas la camilla. Lávate las manos muy bien después.
Sigue las diluciones y tiempos de contacto recomendados. No abuses de la cantidad, la desinfección excesiva puede dañar los materiales.
Almacena los productos de limpieza lejos del calor y fuera del alcance de los niños.
Tomando estas medidas mejorarás la desinfección y alargarás la vida útil de tu camilla de estética.
Recomendaciones para el mantenimiento diario
Aparte de la limpieza periódica a fondo, puedes realizar pequeñas acciones diarias para tener la camilla siempre impecable:
Coloca un protector impermeable sobre el relleno. Así sólo tendrás que desinfectar la funda.
Usa sábanas o toallas limpias para cada cliente. Ideal si son de papel desechable.
Limpia derrames de aceites o cremas de inmediato para que no se impregnen.
Seca la camilla con toallas de papel tras limpiarla para que no quede humedad.
Revisa el estado de tapizados y costuras. Arregla desgastes en cuanto los notes.
Aplica cera o productos para cuero cada cierto tiempo, para proteger y hidratar la superficie de vinilo.
Guarda la camilla limpia y seca cuando no la uses, lejos del polvo y la suciedad.
Con una rutina sencilla de limpieza diaria mantendrás la camilla impecable y lista para recibir a tus clientes.
Resumen de consejos para desinfectar la camilla de estética
Realiza una limpieza profunda semanal con jabón neutro, esponja y paños limpios.
Desinfecta la camilla antes y después de cada cliente. Usa productos como alcohol o amonios cuaternarios.
Sigue las indicaciones de cada desinfectante y no mezcles productos que no sean compatibles.
Toma precauciones: guantes, ventilación, no comer ni beber durante la limpieza.
Complementa con un mantenimiento diario: protector, limpieza de derrames, revisión de daños.
Guarda la camilla limpia, seca y protegida cuando no se use.
Siguiendo estos consejos conseguirás tener tu camilla de estética siempre limpia e higienizada. Esto te ayudará a ofrecer un servicio de calidad y cuidar la salud de tus clientes.
Preguntas frecuentes sobre desinfección de camillas de estética
¿Con qué frecuencia debo desinfectar a fondo la camilla?
Lo recomendable es realizar una limpieza profunda con desinfección al menos una vez por semana.
¿Puedo usar lejía para desinfectar la camilla?
La lejía es muy efectiva pero bastante agresiva. Mejor usarla muy diluida o sustituirla por desinfectantes más específicos y seguros para los materiales.
¿Sirve el alcohol de farmacia para desinfectar?
Sí, el alcohol isopropílico al 70% es excelente para desinfectar superficies. Pero debes evitar el alcohol puro o etílico, es demasiado fuerte.
¿Hay que desinfectar también la estructura metálica?
Sí, aunque no es imprescindible hacerlo cada vez. Basta con limpiarla bien de vez en cuando con un paño húmedo.
¿Se pueden usar toallas desinfectantes desechables?
Sí, son muy prácticas. Asegúrate de usar una toalla nueva para cada cliente y deséchalas tras un solo uso.
Este artículo proporciona una guía completa sobre cómo desinfectar correctamente una camilla de estética, desde la limpieza profunda periódica hasta los consejos para el mantenimiento diario. Incluye información detallada sobre los materiales, productos a utilizar y precauciones a tener en cuenta. Los consejos están pensados para optimizar la higiene, prevenir contagios y alargar la vida útil de la camilla. Con estos conocimientos cualquier profesional podrá mantener su equipamiento impecable y garantizar la máxima seguridad para sus clientes.
0 notes
Text
🟧🦓CATHERINE TE ENSEÑA LA FORMA CORRECTA DE ELEGIR GAFAS DEPORTIVAS
Mantenimiento de gafas deportivas
1. Evite el contacto con perfumes, pesticidas y otros artículos que contengan ingredientes químicos para evitar la corrosión química en lentes y monturas, y proteger mejor sus gafas;
2. Después de su uso, limpie sus gafas deportivas y colóquelas en la bolsa de gafas para un almacenamiento adecuado, no las guarde con objetos duros u objetos afilados para evitar rayar las lentes o la capa superior;
3. Limpie con un paño profesional para gafas antes de usar y enjuague con detergente profesional si es necesario; atención especial: las gafas con lentes polarizadas no se pueden limpiar con ultrasonidos y agua, de lo contrario se dañará el efecto polarizador;
4. Insista en quitarse las gafas con ambas manos, si la fuerza es demasiado fuerte al quitarse y usarse con una mano, el marco puede deformarse y romperse;
5. No coloque las gafas deportivas en un ambiente de alta temperatura durante mucho tiempo y no las sumerja en agua durante mucho tiempo;
6. Cuando no esté en uso durante mucho tiempo, coloque sus gafas deportivas en una bolsa especial para gafas para que las lentes puedan ser cuidadas;
7. Las gafas deportivas inevitablemente tendrán abrasiones y manchas oscuras después de un uso prolongado, si ocurre la situación anterior, se recomienda que reemplace sus anteojos o lentes a tiempo para proteger sus ojos;
8. Las gafas con lentes espaciales tienen la función de no romperse ni agrietarse, lo que puede garantizar su seguridad en los deportes profesionales, pero es más fácil de rayar que otros materiales.
Por su seguridad, no se recomienda el uso de gafas tintadas en las siguientes situaciones: conducir de noche, para protección industrial. 👇👇
🌈🐋Sports sunglasses for ride top quality in stock
💸 💵 Wholesale only
MOQ : 20pcs/per color( 51 models)
wa.me/8613858844563
E-mail: [email protected]
#Stock_sports_sunglasses_top_quality T5644050
#Gafas_de_sol_de_ciclismo_de_alta_gama
#Tendencia_de_gafas_2024
#Gafas_de_sol_de_tendencia_de_ciclismo_al_aire_libre
0 notes