attention roman ci-dessous
1) Julien: l’idée que des hordes de gamines trouvent ce maxi branleur à leur goût me désespère, où va le monde franchement
2) Anisha: je ne sais pas l’encadrer non plus mais elle est un cas d’étude intéressant
avec sa petite voix fragile et son ahurissement permanent, elle se comporte comme une enfant de 8 ans, ce qui me met viscéralement mal à l’aise
d’ailleurs elle a des mimiques et remarques de personnage de dessin animé, comme les enfants qui copient tout ce qu’ils voient à la télé
alors on pourrait croire qu’elle passe juste ses journées à regarder Naruto et qu’elle a oublié d’évoluer
mais le truc c’est que se comporter comme une fillette est un mécanisme de défense, qui incite les autres à ne pas la traiter comme une adulte, sachant que c’est dur-dur d’être adulte
à quel point ce mécanisme (manipulateur) est-il conscientisé et intentionnel dans son fonctionnement?
elle me donne l’impression d’être normale quand elle est sur scène, puis de remettre un masque d’enfant timbrée dès qu’elle en sort, donc où est son authenticité?
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3) Michael Goldman: ah intéressant que tu vois la similarité avec Jean-Jacques parce que je pense que sa vibe NJ est effectivement palpable
je demandais ton avis parce que moi je le vois INTJ depuis le début, et je me disais que ça ne doit pas être une opinion partagée, vu que son capital sympathie auprès du public et l’archétype du méchant INTJ sont incompatibles
quand je l’ai vu au dernier débrief du prime, alors qu’il faisait des remarques directes/“dures” mais pertinentes, contrairement à Laure qui ne sert à rien, je me suis dit que quelqu’un d’autre allait peut-être envisager TJ pour lui
ce qu’il a dit de la prestation de Léa sur Hot Stuff, comme quoi c’était parfait qu’elle rigole au lieu de jouer la femme fatale, vu que ça correspond à sa personnalité et sa “singularité”, c’était une remarque 1000% correcte, j’ai pensé exactement pareil
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4) autres saisons recommandées: la saison 1 c’était du grand n’importe quoi, tout le monde était médiocre à part Olivia Ruiz
la Star Ac a été lancée dans la foulée de Loft Story, c’était le début de la télé réalité, et le casting était clairement axé sur cette dimension, d’où la présence de l’inoubliable Jean-Pascal qui se ferait cancelled en une seconde aujourd’hui
je pense que la saison 2 reste la plus culte pour beaucoup de monde, même si le niveau des élèves restait catastrophique
la production tentait désespérément de monter Nolwenn contre Emma alors qu’elles s’entendaient bien et que ça les saoulait qu’on les manipule ainsi
Nolwenn était aussi en drama avec Houcine et le fameux George Alain pour des raisons jamais élucidées (j’ai toujours pensé qu’elle les avait ~friendzonés~ et que la pilule était mal passée chez ces messieurs)
et je ne sais pas si quelqu’un d’autre s’en rappelle, mais la presse people prétendait à l’époque que Nolwenn avait carrément une liaison avec le répétiteur Matthieu Gonet dans le chateau (il a toujours nié mais ma chère mère y croyait)
que de potins, que de souvenirs!
j’ai trouvé la saison 3 sympa aussi, même si je n’ai jamais compris la victoire d’Elodie, qui chantait faux et chialait h24
TF1 la vendait comme une écervelée dévergondée (de façon misogyne bien sûr), donc je pense qu’ils étaient aussi surpris qu’elle gagne au final
le grand moment cette année-là c’est quand Pierre a choisi de ~quitter l’aventure~ en plein prime, après avoir chanté Bohemian Rhapsody, “je m’en vais comme un prince”, entré dans la légende
la saison 4 était courue d’avance, tout le monde savait que Grégory gagnerait dès le premier prime, ce qui me gavait parce que n’aimais pas sa personnalité, mais rip quand même
saisons 5-6-7: je regardais moins, très peu de souvenirs (années où j’ai dû me mettre à bosser un minimum après l’école donc il fallait choisir entre regarder la quotidienne ou réussir le test de math)
saisons 8 etc: rien vu du tout
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Extractos de Buffo y Spalazanni de Rubem Fonseca
Como sabes, no consigo escribir a mano, como deberían escribir todos los escritores, según el idiota de Nabokov.
Sí, es verdad, apenas malgasto tiempo —lo de la esperma es otra cosa— con las mujeres, gasto también dinero, pues soy, como tú, generoso. Por otra parte, la necesidad de dinero es gran propiciadora de las artes.
Yo acababa de publicar Muerte y deporte (Agonía como esencia), atacando la glorificación del deporte competitivo, esa forma de preservación institucionalizada de los impulsos destructivos del hombre, ritual obsceno y belicista, abominable metáfora de la carrera armamentista y de la violencia entre pueblos e individuos.
Su matrimonio, como he dicho, había llegado a aquel punto en que la rutina había llevado al tedio y el tedio a la apatía y la apatía a la ansiedad, y luego a la incomprensión, a la aversión y todo lo demás.
Un suicidio no es un crimen; las discusiones filosóficas sobre el derecho a morir —a favor y en contra— eran, para Guedes, sólo un ejercicio académico. Era inútil amenazar con cualquier pena al suicida. Antiguamente, a los suicidas les cortaban la mano derecha, eran empalados, los arrastraban por la calle con el rostro contra el suelo, les privaban de honras fúnebres; si eran nobles, los declaraban plebeyos, eran degradados, les rompían el escudo, derrocaban sus castillos.
querer vivir es tan extraño como querer morir.
uando un tipo tiene mucho dinero, aún quiere tener más, pero no por lo que pueda comprar con él, pues el consumismo es manía de clase media para abajo. No estoy hablando del nuevo rico. El rico tiene un miedo horrible: empobrecerse súbitamente. Por eso quiere el dinero, no para comprar cosas, sino para atesorar, acumular. La tendencia de todo rico es volverse avaro. Ésa era mi tesis.
El valor de la poesía está en su paradoja; lo que la poesía dice es lo que no se dice.
Nosotros, los escritores, trabajamos con estereotipos verbales; la realidad sólo existe si hay una palabra que la defina.
es que, cuando alguien moría víctima de violencia, se tomaban las providencias oportunas, un muerto siempre es un lío, y algo hay que hacer con él.
Tampoco se denunciaban los hurtos, con excepción de los cometidos en tiendas y despachos, cuando las víctimas tenían interés en el seguro. Realmente, nadie confiaba en la acción de la policía, lo mínimo que se decía de ella es que era ineficaz, violenta y corrupta.
Había cometido el peor de todos los errores: subordinar (y circunscribir) la investigación a una conjetura cuajada de prejuicios.
Nosotros, los escritores, solemos usar seudónimos. Stendhal se llamaba Henry Beyle; el nombre verdadero de Mark Twain era Samuel Langhorne Clemens; Molière era el criptónimo de Jean-Baptiste Poquelin. George Eliot no era ni George ni Eliot ni hombre, era una mujer llamada Evans. ¿Sabe cuál era el nombre de Voltaire? François-Marie Arouet. William Sidney Porter se ocultaba bajo el nombre falso de O. Henry.
»Defoe, Swift, Balzac; puedo pasarme un tiempo inmenso hablando de escritores que fracasaron invirtiendo su dinero o especulando de una manera u otra, equivocadamente.
“Lisiados, tarados, contrahechos, no dan bien en una historia de amor”, dijo mi agente literario. “El último que funcionó fue el jorobado de Notre-Dame”.
las grandes historias de amor vividas por nosotros, los escritores, raramente se escriben. Las historias de amor que pueden ser contadas, son las mediocres
«No me gustó la voz que le pusieron a Burt Reynolds en la película del viernes. ¿Qué pasó con la voz de antes?
Debía de haber pasado una mala noche. Quien ve el rostro no ve las pesadillas.
A veces me gusta decir cosas que decía mi abuela, otras las invento, otras meto una frase del ministro de Hacienda. Mi especialidad es la polisemia.
como Flaubert, odiaba a las mujeres.
Como he dicho ya, había sufrido mucho en las garras de los guardianes de la ley y el orden, fueran guardias, jueces, procuradores, médicos o enfermeros, durante mi internamiento en el Manicomio Judicial. ¿Puede alguien subestimar el tétanos, por ejemplo? Pero me estoy anticipando y sacando las cosas de lugar, y los escritores detestamos la confusión y el desorden. Eso forma parte de nuestra incoherencia esquizoide intrínseca (véase W. Whitman). Rechazamos el caos, pero repudiamos aún más el orden. El escritor debe ser esencialmente un subversivo, y su lenguaje no puede ser ni el lenguaje mistificador del político (y del educador), ni el represivo del gobernante. Nuestro lenguaje debe ser el del no-conformismo, el de la no-falsedad, el de la no-opresión. No queremos poner orden en el caos, como suponen algunos teóricos. Ni siquiera hacer el caos comprensible. Dudamos de todo siempre, incluso de la lógica. El escritor tiene que ser escéptico. Tiene que estar contra la moral y las buenas costumbres. Propercio puede haber tenido el pudor de contar ciertas cosas que sus ojos vieron, pero sabía que la poesía busca su mejor materia en las «malas costumbres» (véase Veyne). La poesía, el arte en fin, trasciende los criterios de utilidad y nocividad, incluso los de comprensibilidad. Todo lenguaje muy inteligible es mentiroso.
—Componer música es más difícil que hacer literatura —dijo el maestro—. Hay
criadas que escriben libros, militares jubilados que escriben libros, mendigos, políticos, atletas, adolescentes perturbados, comerciantes...
—Ladrones y funcionarios del Cuerpo de Aduanas —dije, pensando en Gonet y en Kafka.
—Eso mismo. Biggs —dijo el maestro— publicó un libro.
Recordé una frase de Maugham: it requires intelligence to write a good novel, but not of a very high order. Realmente, bastantes de mis colegas de profesión tienen un nivel intelectual muy bajo, pero no iba a proporcionarle esa munición al maestro. También debe de haber maestros cretinos.
—Y Lo que el viento se llevó lo escribió un ama de casa, bastante vieja, y que en su vida hizo otra cosa —dijo Orion sin disfrazar su agresividad.
Hay gente que no puede oír un teléfono sin sentirse obligado a cogerlo inmediatamente, aunque no sea el suyo. Otra gente corre a abrir la puerta en cuanto oye el timbre. Yo era inmune a este tipo de urgencias. Sabía que la prisa de los otros nunca es la mía.
La cosa más fácil para el escritor es darle al lector lo que el lector quiere, por la simplicísima razón de que el lector no sabe lo que quiere: sabe lo que no quiere, como todo el mundo; y lo que no quiere son cosas muy nuevas, diferentes de lo que está acostumbrado a consumir. Se podría decir que, si el lector sabe que no quiere lo nuevo, sabe, contrario sensu, que quiere, sí, lo viejo, lo conocido, que le permite gozar, menos ansiosamente, del texto.
En Francia, pues el libro será editado en otros países, como ha ocurrido siempre con mis obras, dirán que el libro es una metáfora sobre la violencia del saber; en Alemania, que es una denuncia de los abusos perpetrados por el Homo sapiens contra la naturaleza, y no se olvidarán de decir que es en Brasil, entre todos los países del mundo, donde esos abusos se cometen en escala mayor y más estúpida (véase Selva Amazónica, Pantanal, etc.). En los Estados Unidos definirán el libro como una cruel reflexión sobre la utopía del progreso. La palabra hybris será usada como anatema. Seduciremos al comprador prospectivo agarrándolo por las orejas.
Por un motivo que no quise revelar a los otros huéspedes, acabé cambiando los personajes de la historia y, con ellos, la misma historia. Siempre, desde mis tiempos de colegial, me había interesado Spallanzani. Él fue quien hizo la primera inseminación artificial, en una perra.
Puede que me influyera el violín sonando en medio de la noche. ¿Se imagina qué bonito, pero al mismo tiempo qué siniestro, un violín sonando en la oscuridad? Tuve miedo, ¿sabe?
Escribir es una experiencia penosa, desgastadora, por eso existen entre nosotros, los escritores, tantos alcohólicos, drogadictos, suicidas, misántropos, fugitivos, locos, desgraciados, muertos-jóvenes y viejos gagá.
Las imaginé devorándome. Empezarían primero por la nariz, luego los labios, los labios son carne tierna; luego, una araña más astuta y menor, entraría por la pernera de los pantalones hasta llegarme a las ingles y me devoraría, por este orden, los cojones, los cojones son también carnes tiernas, al menos para las arañas, y el pene... ¡Basta!, pensé, con el pene y los colgajos no se juega.
Mi editor quería un libro gordo, el librero quería un libro gordo, el lector quería un libro gordo (un buen pretexto para comprarlo y no leerlo), las cosas grandes impresionan, la torre Eiffel es horrorosa, pero es grande, y las pirámides no pasan de ser un montón de piedras apiladas por la estupidez faraónica, pero son grandes.
Creo que había decidido que la vida del autor y lo que escribe tienen una relación tan superficial y falsa
TODA novela sufre de una maldición, una principal, entre otras: la de terminar siempre de mala manera. Si esto fuera una novela no podría escapar de la regla y tendría también un remate fallido. (Toda novela termina mal —véase Forster— «porque la trama exige una conclusión: debería existir una convención para la novela que permitiera al novelista dejar de escribir cuando se sintiera confuso o aburrido, terminar el libro antes de que los personajes pierdan vigor, mientras el escritor intenta dar un final satisfactorio a la trama».
El fin horrible del mundo estaba próximo, pero ni los científicos ni los poetas ni los santos hacían nada para evitarlo. La especie tenía sus días contados.
Gustav Janzen nació en Rusia, pero de niño vino al Brasil y se estableció en Santa Catarina. A los trece años construyó su primer violín, probablemente una cosa tosca. No lo sabemos. Trabajaba en ebanistería y, siendo aún muy joven, inició estudios de acústica. Conoció la historia del Stradivarius y decidió construir un violín, una audaz locura de muchacho, que fuese tan bueno como los del gran maestro de Cremona. Durante cincuenta años, Janzen estudió la construcción de los Stradivarius. Vivió durante un tiempo en Canadá, pero no se adaptó al clima frío, y volvió al Brasil y se estableció en Mato Grosso. Dicenque fue al Mato Grosso porque el clima le resultaba bueno para los pulmones, pero hay otra versión que dice que Janzen había descubierto que el suelo del Mato Grosso era el mejor del mundo para secar el barniz del violín; mejor incluso que el de Cremona. La cuestión es que fue en Mato Grosso donde al fin consiguió realizar esa hazaña que famosos constructores de instrumentos habían venido intentando a través de los siglos, sin lograrlo: construir un violín igual al Stradivarius.
Los maridos cornudos tienen un lado patético interesante; la ilusión y la confianza perdidas, la traición sufrida, debían merecer más atención, pero hasta los aficionados como usted los dejan a medio camino.
Uno sólo puede ser considerado un buen escritor cuando consigue: primero, escribir sin inspiración, y, segundo, escribir sólo con la imaginación.
—Tiene cara de rica —dice Minolta.
—¿Cómo es la cara de rica? —pregunté.
—Una mezcla de arrogancia y aburrimiento.
Como los médicos del Brasil confirman que es un esquizofrénico incurable, Roma no tiene más remedio que buscar ayuda en el mundo de la magia, de la macumba, de lo sobrenatural, en el que hay aún más estafadores que en el de los médicos.
Para volverse loco, basta estar sano. Cuanto más sano, mayor tendencia a la locura.
La muerte es siempre sucia, me dijo el médico cuando fui a hablar con él; puede no ser dolorosa, puede incluso no ser humillante, pero siempre es sucia...».
Tal vez sea ése el destino final de todos los papeles escritos: cartas, libros, testamentos, diarios, contratos, escrituras, testimonios... la basura...
Placer no es tal vez la palabra correcta. No era exacto que su muerte me proporcionara placer. Alivio, sí; era eso lo que ansiaba con su muerte. Alivio del miedo.
Súbitamente tuve la revelación melancólica de que aquélla había sido la única época feliz de mi vida. Con gran tristeza percibí toda la dimensión de mi infelicidad desde que me había convertido en adulto. No había hecho más que engañarme, evadirme, a través del sexo y la comida.
El inglés es el latín de los tiempos modernos.
No hablaba con rabia, pero era un tono seco e intimidatorio.
—La peor forma de autoridad —dijo Estrucho—, la más arrogante y disimulada, es la del artista: él juzga, de manera implacable, a quien piensa de manera distinta a él, siempre presentándose como justo e imparcial.
—¿De qué me sirve seguir viviendo si la pilila no me funciona?
—Hay otras cosas importantes —dijo Minolta.
—¿Lo ves? —dije desalentado—. También tú encuentras que me he convertido
en un eunuco.
—Deja de decir tonterías.
—Lo único que nosotros, los hombres, podemos ofrecerle al mundo, es un carajo
tieso. Vosotras en cambio, las mujeres, lo creasteis todo: el fuego, la rueda, la cerámica, la agricultura, la ciudad, el museo, la astronomía, la moda, la cocina, el placer, el arte (véase Mumford). La única cosa que los hombres tenemos, es este mango de escoba. Y yo, ni eso.
los ríos son más bonitos que las montañas porque se mueven, y los caballos más bonitos que los ríos porque se mueven hacia donde quieren, y los hombres, es decir las mujeres, más bonitas que los caballos porque inventan movimientos.
La Muerte eligió para mí una manera sucia, dolorosa y humillante de decir adiós”, dijo Delfina con una sonrisa triste. Pero quería despedirse a su modo y no como la Muerte había decidido.
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