#Invito a cena
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You are in love | Esteban Kukuriczka.
sumario: noches de pizza con tu amigo… claro, amigo.
advertencias: sexo explícito (+18) , penetración, sexo sin protección, consumo de alcohol.
créditos: las fotos del collage fueron extraídas de pinterest, más las edite yo. la canción cuya letra utilice es You Are In love (Taylor’s Version) de Taylor Swift.
notas: honestamente, no estoy muy contenta con el resultado final pero espero que puedan disfrutarlo de todas maneras xx.
No hay pruebas, no fue demasiado, pero yo vi suficiente.
Paciente, fuera de su recibidor, me encuentro parada, esperándolo con una botella de vino bajo la axila. Aliso los pliegues de mi falda varias veces con las manos, un hábito al que recurro para evitar sucumbir a la ansiedad que me atormenta. Con la cámara de mi celular, observo mi reflejo, comprobando que mi maquillaje permanezca en su lugar, que mi cabello siga viéndose inmaculado.
No recuerdo un tiempo en el que Kuku haya sido simplemente un amigo, siempre fue más; mi confidente, el protagonista de mis fantasías, quien roba mis suspiros y miradas, de quien terminé enamorándome.
Las pisadas sobre las baldosas delatan su presencia apropincuándose, luego el traqueteo de las llaves en la cerradura, las bisagras girando en su eje para revelarlo frente a mí.
La alegría tiñe su rostro al verme, redondeando sus angulosos pómulos y centrando mi atención en la mueca en sus labios. Condenadamente cerca de mí y a la vez tan inalcanzables.
Su voz dándome la bienvenida me sacude de mi subrepticia quimera, trayéndome de un zarpazo de vuelta a la realidad. Me estrecha contra su torso, con las muñecas serpenteándose por mi cintura para atraerme más cerca.
“Traje vino, Kuku”- pronuncio, a modo de saludo, mientras lo abrazo estrechamente.
“¡Gracias, ángel! Entrá que está por llegar la comida”- informa, de manera tan casual y ligera que siento mi corazón escurrirse hasta tocar el suelo.
“Ángel” me dijo, jodiéndome para siempre. ¿Cómo seré alguna vez capaz de recuperarme de tal agravio a mi integridad? Decido asentir y adentrarme a su hogar.
Me recibe una sala de estar cálidamente iluminada, las paredes blancas cubiertas de cuadros y fotos, un aterciopelado sofá rojo situado en medio de la habitación.
Me acerco a una repisa de madera, donde reposa un retrato recientemente seleccionado… todo el elenco de La Sociedad De La Nieve posando bajo el lente de su cámara, sonrisas reflejadas en nuestros rostros enmarcados.
“Esa la tomé el último día de rodaje”- me recuerda, apareciendo por detrás mío, con una mano en mi espalda baja.
No hay pruebas, un toque singular, pero yo sentí suficiente.
Mis vellos corporales se erizan ante el contacto, un escalofrío recorriéndome cargado de anticipación por lo que jamás sucederá. Asiento torpemente, deseosa de fundirme en el calor de su silueta.
Pienso en esos mismos dedos, acorralando mi piel a su paso, incendiando su sendero. Acariciando mis mejillas con ternura, colándose por mis labios, desvistiéndome con precisión.
El timbre retumbando en la sala me despierta, desarraigándome de mis maquinaciones pecaminosas. El hombre a mi lado da largas zancadas, con un caminar tímido y garbado, hasta alcanzar la puerta de madera y ojear la mirilla. Luego de cerciorarse de la identidad del intruso, le permite ingresar para que deposite el delivery entre sus brazos, marchándose luego de recibir su pago.
Sobre la mesa del comedor se halla mi bolso, el cual rebusco hasta toparme con la billetera y separar varios billetes para pagar una porción del importe de la cena.
“Dividamos los costos de la comida entre los dos, ¿te parece?”- debato, tendiéndole el dinero para así compensar la mitad de su perdida.
“Pero no, nena, ¡guarda eso! Te invito yo”- rechaza tajante al ignorar mi ofrenda, con juguetona indignación en sus facciones.
Más allá de mi recurrente insistencia, rechaza contundentemente todos mis intentos de devolverle la plata, escudándose en excusas absurdas. Una cálida sensación se apodera de mí ante su caballeroso gesto, traduciéndose en atontados vistazos en su dirección, mientras sigo cada uno de sus movimientos al sacar el par de copas de una alacena.
“Pedí pizza de ese bar que te gusta”- comienza a explicar, aun movilizándose para descorchar el vino- “la de pepperoni sigue siendo tu favorita, ¿verdad?”
Un solo paso, no fue demasiado, pero dijo suficiente.
Silencio. Silencio desgarrador y sepulcral a mi alrededor, petrificando el aire a su paso.
“¿Te acordaste?”- asevero con un hilo de voz, aunque suena más a una pregunta, reflejando mi propia inseguridad.
Mis extremidades tramitan un cosquilleo colectivo, despertándome de la anestesia que se había apoderado de mí.
“Si, obvio”- le resta importancia, sirviendo la bebida y entregándome mi copa.
Y yo entiendo lo tonto que debe sonar, pero, por un momento, me permito sentirme importante e incluso un tanto sustancial en su existencia. “Me escuchó” medito, atónita por la revelación, revolucionando todas mis ternuras dirigidas hacia él.
Mis ojos se obsesionan con su él, simplemente él y su aura dorada coronándolo como si de un halo se tratara. ¿Cómo logré tener tanta suerte?
“No me mires así, nena”- pide al devolver mi mirada, su entrecejo fruncido en concentración- “Vas a hacerme creer que los chicos tenían razón…”
Mi mueca se tiñe de confusión, no sabiendo con exactitud si se refiere a lo que yo supongo. Intento decodificar sus palabras, pero, tal vez por el prospecto de ver mi entusiasmo destrozado, me limito a repreguntar.
“¿De qué hablas, Kuku?”- atrapo mi labio inferior entre mis dientes para así detener los temblores que lo acosan.
“Ya sabes…”- se encoge de hombros, pero, al ver mi perplejidad se resigna a continuar- “Fran y Juani siempre nos cargaban con que… em, con que debíamos salir.”
Siento un hondazo envestirme de lleno y un deseo irremediable de que el mismo continúe hasta hacerme perder la conciencia.
“Ah, eso”- murmuro en voz baja, de repente completamente drenada de seguridad. Trato de difuminar mis conflictuadas preocupaciones con una risotada punzante, delatando la rigidez de mis hombros estáticos y la incomodidad en mi gesto.
¡Qué estúpida! ¿Cómo me permití alguna vez pensar que el podría sentir lo mismo que yo? Deseo tirarme al suelo y revolcarme en el bochorno que me arrima, lo suficiente para olvidarlo a él con sus grandes ojos fijos y perder la cordura a manos de la vergüenza.
“Era un chiste nada más, no deseaba hacerte sentir mal”- aclara cálidamente, rodeando la mesa hasta rozar nuestros hombros.
Es absurda la cantidad irremediables de terminaciones nerviosas que logra incendiar con solo oprimir su marco con el mío. ¡Debo frenar esta locura antes de que se me vaya de las manos!
“Claro…”- suspiro, forzando una sonrisa al tomar asiento en la silla que abuso bajo mis pálidos nudillos.
Tomando la copa entre mis palmas, la balanceo hasta verter el liquido más allá de mis labios, rezando para que el espirituoso proveniente de uva disipe su comentario furtivo.
El mayor, aún parado a mi lado, hinca sus rodillas para arrodillarse y así quedar a la altura de mis ojos.
“Ángel, lo siento si te ofendí. No era mi intención”- se disculpa, escurriendo sus dígitos entre mi cabello para plegarme un mechón tras mi oreja.
“Ya sé, Kuku… y lo prometo, ¡estoy bien!”- miento descaradamente en su cara, con las comisuras adheridas a mis tensas mejillas.
Por unos prolongados segundos- que se sienten como una eternidad- nos miramos firmemente, tratando de descifrar los pensamientos cabalgando en la cabeza opuesta. Con un afectado suspiro, se levanta del suelo para luego posicionarse en la silla contigua a la mía.
Una vez asentado en su sitio, levanta el rostro para enfrentarme y toma mis temblorosas manos entre las suyas. Inmediatamente noto su calor corporal, las asperezas desperdigadas por sus palmas, sus anillos colisionando con los míos.
“Ahora entiendo cómo mi comentario pudo haber sonado y te pido perdón por ello”- alega mientras me observa, pausando en cada pequeño lunar e imperfección.
Inhibida y un tanto cohibida ante su escrutinio, desvío mis ojos hacia un costado y muerdo mi labio inferior, aprisionándolo entre mis paletas.
“No quería hacerte mal…”- confiesa, con sus orbes ahora clavados en mis labios mordisqueándose- “Sos mi mejor amiga.”
una mueca extraña en su rostro. Pausa, luego dice “sos mi mejor amiga.” Y yo supe a que se refería, está enamorado.
Una fuerza gravitacional me empuja aún más cerca suyo; envalentonada gracias a su fijación por mi boca, empiezo a disparar la ajena sin dudarlo. Deslizo una mano por su cachete, acariciando la incipiente barba creciendo allí mientras le robo un breve pico.
Al separarme, escaneo al hombre que acabo de besar, desesperada por hallar una reacción. La confusión tiñe su cara, tiene la mandíbula presionada con fuerza y un furioso sonrojo trepando hasta su nariz. Sin perder un solo minuto más. Vuelve a unir nuestras figuras en un beso, uno real esta vez.
Sus labios en contacto con los míos consienten un hambre que venía cultivando hace meses, acelerando mi deseo de conseguir más. Mi corazón late con una velocidad alarmante, saltando implacablemente contra mi caja torácica, y agravando los temblores en todo mi cuerpo.
Una danza desenfrenada se desenlaza, dando rápido paso a una intrépida batalla por apropiarse de la ventaja que implica dominarnos mutuamente. Una de sus manos se enreda en mi melena, tirándola hacia atrás mientras su lengua se apresura en inmiscuirse en mi cavidad bucal, cepillando la propia y paseándose por toda su extensión.
El aire comienza a escasear y el ardor en nuestros pulmones nos fuerzan a dividirnos, aprovecho el breve impase para deslizar mis extremidades por sus piernas y así, sentarme a horcajadas sobre su regazo.
“¿Sabes hace cuánto deseo hacer esto?”- cuestiona, entrelazando sus dígitos por mis curvas y asentándome sobre la junción de su torso y piernas.
Bajo mío, noto un bulto que comienza a alzarse, punzando mi centro deliciosamente. Sin siquiera razonarlo, muelo mis caderas contra él, percibiendo un curso de placer recorrerme entera ante la fricción contra sus pantalones.
En un arrojo de valentía, me deshago de la blusa que flamea en mis costados, arrojándola lejos nuestro. Como si de un arreglo tácito se tratara, el argentino adjunta sus labios con mi pecho y comienza a succionar mi piel con fiereza, yo me limito a atraerlo contra mí mediante su cabellera.
“Tantas veces fantasee con esto…”- admito, sin poder evitarlo, mientras él libera mi busto del corpiño.
Levito hacia su remera, forcejeando con ella hasta deshacerla hacia las baldosas y revelar su tórax al descubierto. Recubierto de pecas difuminándose en su blancura, dudo alguna vez haber visto una imagen más hermosa.
Sosteniéndose de mis muslos, se irgue y tropieza hasta toparse con el sillón, descargándome sobre el terciopelo con una impredecible agilidad. Allí, acostada en medio de su sala de estar, centro mi atención a sus dedos desenlazando mi falda con ternura, para luego despojarme por completo de mis confinamientos.
Imitando sus movimientos, aviento mis brazos hacia su entrepierna para desabrocharlo y librarlo de sus prendas. Aceleradamente, lo desvisto hasta que nuestras desnudeces son lo único que prevalece.
“Sos hermosa”- me halaga, recorriendo cada centímetro de mi piel con delicadeza, intentando memorizarlo para siempre.
Respondo con mi agarre volando hasta su palpitante erección y acariciándola juguetonamente, con constancia hasta donde me lo permite.
“Necesito sentirte adentro mío, Kuku…”- pido, sin sentir un ápice de vergüenza ante mi explicitación.
Un gru��ido escapa su garganta ante mi directiva, deshaciéndose de mi toque para posicionar su polla entre los pliegues de mi coño y comenzar a adentrarse. Sollozos son lanzados en su dirección, animándolo a ir más allá, a continuar.
“Dios, estás tan apretada”- pronuncia cuando la cabeza de su pene logra tocar mi fondo, disfrutando los espasmos que mi canal le proporcionan.
En un frenesí ocasionado por la sensibilidad que su miembro me genera, embisto mis caderas para acercar nuestros centros aún más y luego retirarme, provocando un extasiante vaivén. Los gemidos retumban en el silencio del salón, con la danza que nuestros sexos lideran al fusionarse.
“Estoy enamorado de vos, ángel, desde la primera vez que te vi”- dice al observarme con atención, aun penetrándome hacia la culminación.
Sorprendida por lo inaudito de la situación, una lagrima se cuela por mis ojos y rueda en su sendero por mi mejilla ante su confesión, una que aguardo hace meses.
Esteban la recoge, interrumpiendo su trayecto hacia mi cuello para besarme nuevamente, con renovada emoción.
Y ahora comprendes por qué perdieron la cabeza y pelearon sus batallas, y por qué yo he pasado toda mi vida tratando de ponerlo en palabras.
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"COCCOLARE"
trattare con TENEREZZA.
È quasi più complicato che fare l’amore.
Perché prevede intimità d’animo e affetto e attenzione per l’altro.
Richiama le nostre parti fragili e bambine di cui spesso ci vergogniamo, ma che tutti - a qualsiasi età - conserviamo in qualche angolo di noi.
Una coccola è una bella parola, un abbraccio, un pensiero, un regalo inatteso, un messaggio di buonanotte, un cioccolatino sul tavolo, un fiore nel vaso, un invito a cena, un "sono qui" o "puoi contare su di me", un "arrivo subito" o...
Non vergogniamoci di desiderare coccole o di dispensare coccole: il vero patrimonio dell’umanità è dentro di Noi.
༺ ❤️ ༻
- Letizia Cherubino, Se non t’incontro nei sogni, ti vengo a cercare
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"invito a cena" (2024)
acrilici e acquerelli con tratto a matita e segni di gessi colorati su tela cm28x35
#acrylics#art#colours#contemporaryart#galleryart#painting#style#canvas#watercolors#artworks#flowers#tucuman#collections#garden
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Ho visto uomini che facevano di tutto per la donna di cui erano interessati. Ho visto uomini prendere pullman, treni, aerei, dormire in stazioni o in un sedile scomodo di un qualsiasi mezzo di trasporto, pur di passare anche solo 2 ore con la donna di cui erano innamorati.
Ho visto uomini non lasciarsi spaventare da un no di un invito a cena, davanti alla diffidenza, davanti ad un litigio, perché avevano ben chiaro che la paura va rassicurata.
Ho visto uomini posticipare impegni, macinare chilometri, impegnarsi per organizzare sorprese, cambiare le priorità, fare l'impossibile per una donna.
Ho visto uomini dimenticare la ex in 5 minuti per una donna appena conosciuta, ho visto uomini che improvvisamente non avevo più terrore dei legami, ho visto uomini impegnarsi per un rapporto stabile.
E l'ho visto accadere in tempi record, perché quando ci piace una persona le scuse vengono dimenticate e si vive davvero. ♠️🔥
M. G. Baccaglini
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nessuno:
assolutamente nessuno:
ma vi giuro raga uno stracazzo di nessuno:
la mia amica elena quando la invito a cena: "MI RACCOMANDO UNA CENA FIT CHE SONO UNA VACCA"
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E comunque. L’uomo veramente libero è colui che rifiuta un invito a cena senza sentire il bisogno di inventare una scusa…. Ecco.🍷
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Vi spiego la situazione per cui mi sono imbestialita perché altrimenti passo per una persona ingenua, invece purtroppo sono prometeo. Praticamente amica non viene invitata al compleanno di altra amica, composto da prima parte cena e seconda parte discoteca o simili, con la scusa "non ci sono persone che conosci/andiamo a ballare la techno e se non ci sei mai andata il primo approccio potrebbe essere leggermente traumatizzante". Amica, che soffre di sindrome dell'esclusione e rimane molto male per il fatto che una persona a lei cara abbia preferito stare con altre persone con scuse, a detta mia, poco valide (è troppo sensibile per la techno ma non per rimanerci male?), mi chiede, per non stare da sola, di vederci io e lei. Ovviamente acconsento subito, perché quante volte mi sono trovata nella sua posizione soffrendo da cani? Oggi la sua amica le scrive "guarda alla fine alcune persone non vengono quindi se ti va di venire a cena a me farebbe molto piacere, tanto verso le dieci e mezza dovremmo finire". Premesso il fatto che crolla la sua scusa di prima, perché non è che magicamente ora amica conosce chi c'è alla cena, il problema è che prima l'avevo sentita dire ad una testuali parole "no ma un sacco di persone stasera devono andare da x e non possono venire da me, chi invito allora?". Il mio disgusto raggiunge livelli plateali, ma proseguiamo. Amica, che fa i salti di gioia perché pensa che improvvisamente la sua amica abbia realizzato quanto la sua assenza si sarebbe sentita ecc ecc, non sa in realtà di essere un rimpiazzo, ma ben contenta accetta di andare alla cena. E io? Si scusa molto con me, mi chiede se ci possiamo vedere comunque, o prima o più tardi, dice di sentirsi in colpa e le solite cose. E a me questo comportamento non va. Dopo averle fatto da psicologa e supporto morale, averle dato la mia totale disponibilità su qualunque cosa volesse fare, mi ritrovo tutto ciò rigettato indietro per buttarsi tra le braccia dell'amica che l'ha invitata come rimpiazzo, e inoltre dovrei anche rifarle da supporto perché ora si sente straordinariamente in colpa nei miei confronti, teme che io pensi che sia una persona orribile ecc ecc. Sono solo stanca.
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io ci provo nella vita a essere una persona calma e paziente e gentile ma la gente che mi circonda evidentemente non mi vuole aiutare !!
sfogo sulla vicenda sotto perché non voglio rompere le balle sulla dash con i miei post chilometrici rip
giovedì propongo a delle mie amiche (3) di venire a cena a casa mia. ricevo come risposta da tutte un "ti faccio sapere", nello specifico una mi dice che dovrebbe vedersi con un'altra persona e mi aggiornerà. ieri una di loro mi dice che non ci sarà, mentre da parte delle altre due silenzio stampa. paziento fino alle 16.30 di oggi (per la cena avevo proposto di vederci verso le 19.30 (a gran premio finito perché ci sono pur sempre delle priorità eheh)) e poi, con un po di rodimento, scrivo dicendo che mi avrebbero potuta avvisare se la risposta all'invito era no invece di farmici arrivare per deduzione vista l'ora. tempo un minuto e ricevo subito la prima accusa di voler fare polemica (!!) dall'amica che doveva forse vedersi con un'altra perché lei cito testualmente aveva saputo proprio alle 16.31 che non si sarebbe vista e a breve mi avrebbe avvisata che per la cena ci stava. ora, con tutta la calma del mondo, trovo poco carino avvisare una persona che si deve anche organizzare appunto per la cena , con così poco preavviso come trovo poco carino lasciarmi appesa per parte del pomeriggio non dandomi eventualmente la possibilità di organizzare altro per il sabato (non avrei comunque fatto niente e me ne sarei stata a casa ma è principio !!). a questo punto io rispondo che giovedì mi avrebbe potuta avvisare che sarebbe rimasta in dubbio sulla sua presenza fino all'ultimo perché non ho la palla di vetro e se non ricevo notizie penso che si sia scordata di avvisarmi (tralascio il fatto che con tutto il bene non è che posso stare ad aspettare che finisci di organizzarti con gli altri e poi siccome altri ti danno buca allora vieni a cena ma vabbè). a ciò mi viene detto "vabbè io potevo anche dirtelo però anche tu potevi richiedere conferma" SCUSA ?!?!?!!!??? cioè ti invito giovedì per sabato e pretendi che ne so che venerdì stia di nuovo li a dire "ma quindi ci sei? 👉🏻🥺👈🏻" quando tu mi hai detto che mi avresti aggiornata?? l'impegno lo hai tu, sei tu che non sai se ci sarai, ma sono io che ogni giorno devo chiederti se hai una risposta. ma poi posso capire se tipo faccio l'invito il lunedì per il sabato e allora a metà settimana posso chiedere di nuova una conferma ma da giovedì a sabato c'è bisogno che ti ricordo di averti invitato a cena ma tutto bene ??????!! e poi mi viene detto "la prossima volta se sono in dubbio dirò subito di no" si esatto perché se non si è in grado di gestire gli impegni e si rischia di lasciare appesi gli altri è meglio dire di no o quantomeno non fare le vittime ma vabbè
io davvero ci provo a non fare la puntigliosa però a volte mi sembra proprio che siano cose base cioè essere in dubbio o avere altri impegni è super lecito però ecco venire a sentenziare sul fatto che avvisare alle 16.30 mi deve andare bene perché è il giusto preavviso o pretendere che dopo aver fatto un invito due giorni prima io stia tutti i giorni a chiedere conferma di una presenza mi sembra un po' assurdo poi ovviamente mi viene detto che sono pesante cerco la lite bla bla bla e alla fine i sensi di colpa li fanno venire a me
#cioè lo so che sono pure esagerata#però boh davvero mi sembra certe volte di fare tipo mille passi per organizzare qualcosa#e continuare a vedere le mie amiche#e dall'altra parte ci sia un po' il nulla cosmico
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Estoy tan loco como para un día hacer una gran cena e invitar a todos los indigentes del pueblo, y ni a un hombre prestigiado, famoso o adinerado, los indigentes tienen grandes historias para contar caer tan bajo los ha llenado de humanismo y no sienten apego ni a esta vida ni a lo material se conforman con migajas porque el estómago es lo único que les molesta, sé que si invito a 100 indigentes a mi mesa todos serán agradecidos estarán contentos con lo que se les dé y al irse hablarán por las calles y exaltaran mi nombre, en cambio un hombre de prestigio, que se yo algún abogado, algún arquitecto o un empresario esta deshumanizado apegado a su propia vida creyéndose inmortal y soldado a sus propios bienes como si nunca los fuera a soltar este tipo de hombres quizás ni acepten la invitación a cenar y yo no soy rico, pero soy un pobre orgulloso y no estoy para soportar rechazos y mucho menos de gente vacía"
-~El escritor renacido.
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Miren...lo que prepare para la cena unos ricos tallarines ñam ñam ñam jajaja me quedo muy delicioso 😋 mmm ya me los devoré 😁 para la próxima los invito, si quieren 💜 jajaja
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Sentirse agradecido.
La navidad estaba aquí, las decoraciones estaban en su lugar gracias a una muy dedicada y también reciente embarazada Penny. Ethel se había planteado presentar a su esposo su familia, por lo que rápidamente pacto una reunión de navidad, a la cual invito a su mellizo, su hermano pequeño, su padre y la esposa del mismo. No tenia relacion alguna con aquella mujer, pues era muy pequeña cuando su tía Agnes la arranco de su hogar, pero nunca era tarde para crear vínculos.
Los abrazos no fueron suficientes para expresar lo que se habían extrañado. A decir verdad, Augustus resentía que su hija viviera ahora tan lejos de su casa. Todos estaban contentos por volver a verse, por sobre todos, el pequeño Robert. Quien ansiaba conocer a su hermana.
La cena fue amena. Los centros de mesa eran pequeños tronquitos secos que Penny había reformado como hermosas velas, y habían preparado juntas, un pollo al horno.
Comieron todo lo que pudieron, todo tipo de ensaladas y pays de postre, y pasaron a la sala de estar, para beber vino y disfrutar de un poco de música desde el gramófono. Hablaban sobre temas triviales, sobre el futuro casamiento de su hermano, que debería ser pronto, puesto que ya eran adultos, tema del cual su hermano parecía prescindir, lo que causaba mucha risa en ella.
De repente, un dolor punzante en el vientre bajo hizo que Ethel se doblara sobre si misma. Tomándose la gran panza como si así, lograra sostenerla.
Rápidamente, Byron tomo a su esposa, pegando un grito de auxilio hacia Penny, quien inmediatamente comenzó a preparar todo para el parto. Pues el pequeño había decidido llegar con algunos días de anticipación. Las contracciones se hacían cada vez mas presentes, y Ethel solo podía desear que saliera todo bien. La familia decidió marcharse para que ambos pudieran estar cómodos en este momento intimo, prometiendo regresar en un momento mas oportuno y conocer al nuevo integrante.
El parto fue rápido, prácticamente los niños salieron escupidos. SI, Ethel dio a luz a dos niños para su esposo, Raymond Lowell, el primogénito y Milton Anton Fenton, gemelos, al igual que ella y su hermano.
La joven Ethel, ahora madre de dos pequeños, se pasaba las tardes con sus hijos, leyendo tanto para ella como para ellos, mientras los pequeños crecían y Byron se encargaba del negocio familiar. Había, recientemente, cerrado algunos tratos de inversiones.
El tiempo pasaba demasiado rápido en los momentos felices, todos cumplieron años posteriormente, dotándose de mas sabiduría.
Los pequeños crecían rápidamente, Ethel los creía los niños mas lindos e ingeniosos, le sacaban sonrisas en cada momento, un calor comenzó a rebozar su corazón, logrando que por primera vez, se sintiera en casa, en un hogar. La relacion que aquellos niños tenían, lograba recordarle a la que tenia con su hermano cuando eras niños, antes de que lograran separarlos. Relacion que ahora se encontraba un poco perdida. Se prometió a si misma, dentro de sus capacidades, que evitaría que estos niños fueran separados, de cualquier manera.
En casa de la familia Hartley todo iba viento en popa, Augustus había reformado el antiguo granero en un pequeño invernadero para sus plantas de uva, con las que realizaba el vino. Así la producción no debia parar con los cambios de estación.
Y, como si fueran pocos los cumpleaños, el pequeño Robert también soplo varias velas, convirtiéndose en un jovencito apuesto y malhumorado, demasiado contestón, para la opinión de su madre, pero un joven bueno, a final de cuentas.
Y así como todo llego, todo se fue. Con solo el leer de los periódicos.
Esa mañana, tras recoger el correo, Augustus se propuso enterarse de las noticias, pero estas, esta vez, eran demasiado sombrías.
"Noticias nuevas, se confirma cualquier ataque contra tropas enemigas y se recurre al reclutamiento forzoso de hombres entre 18 y 41 años de edad, primero de los solteros y luego de los casados."
La tristeza fue evidente, en el rostro de su esposa, cuando finalmente callo en cuenta de que su hijo adoptivo, el hijo mayor de su marido, tenia un destino siniestro por delante. Por suerte, su pequeño se salvaba, pues tan solo tenia 14 años.
Las despedidas fueron rápidas, no tenían demasiado tiempo para prepararse, Diana preparo para Thimothy lo que creyó apropiado para su supervivencia en una pequeña mochila, y algunas fotos para que recuerde a su familia. Para luego acompañarlo hacia la puerta y desear para el, lo mejor.
Poco tiempo después, la pareja, ya con un año de casados, pero de igualmente reciente, también tuvo que despedirse. De todos modos, negarse era una condena de muerte de igual manera, asique Byron decidió no tentarla, y hacer lo que debia hacer. Prometiendo que regresaría pronto.
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In Russia per lavoro. La sera si girava per locali abbastanza tranquilli. Uno di quelli era un ristorante “sud americano” con una piccola pista da ballo. Una sera ballando conosco una ragazza, molto ma molto più giovane di me, studentessa. Parliamo, scambiamo quattro chiacchiere e si offre per farmi da cicerone il weekend successivo. Non ne ero molto attratto, non aveva nulla della donna russa classica, era mora, minuta, non che non mi piacesse ma non aveva, almeno ai miei occhi, alcuna carica erotica. Però era molto simpatica e gentile. Da quel weekend usciamo molto spesso, a bere qualcosa, a cena. Niente di più perché la giudicavo troppo giovane e non aveva mai fatto intendere attrazione nei miei riguardi. Una sera mi dice che da circa una settimana a casa sua non funzionava l’acqua calda e così la invito nel mio hotel, per farsi una doccia calda, il tutto senza secondi fini. Accetta volentieri, sale, fa la doccia, esce con solo il telo da bagno e mi bacia. Ok, facciamo quello che si fa solitamente m, si rivela un’amante molto focosa e fantasiosa, con alcuni lati che si incastravano perfettamente con i miei. Si ferma anche a dormire e durante la notte non resisto e la scopo senza preavviso o particolari dolcezze. Da quella volta, ogni volta che uscivamo a cena seguiva il sesso da me, con sempre maggiore soddisfazione. Una sera, dopo cena, le chiedo come al solito se vuole salire. Lei mi dice: “Non credo che tu mi voglia stasera, ho “woman troubles” (mestruazioni). Le dico che per me non è un problema, non è obbligatorio fare sesso sempre, e lo dicevo in perfetta buonafede. Ci mettiamo a letto e dopo pochi minuti lei comincia a darsi da fare. La fermo.
“This is not necessary” le dico.
“Don’t be shy” mi risponde, e continua e porta a termine un pompino da urlo. Ho compreso dopo, che per la donna Russa soddisfare l’uomo è la cosa più importante, quasi un dovere (spero non lo sia stato nel mio caso ma temo di sì). È la normalità.
“Don’t be shy”.
Non lo dimenticherò, me lo disse con molta dolcezza e delicatezza.
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Vorrei avere te, per cena.
– È una minaccia?
– No. È che da un po’ ci pensavo.
– Pensavi a me sulla tua tavola?
– Diciamo che m’increspi il desiderio.
– Dillo meglio.
– Quando ti penso mi salgon le Madonne. E dalla voglia di vederti a quella di mangiarti. A quel punto. È un attimo.
– Capisico. Ma per essere un invito irrinunciabile, converrai, dev’esserci qualcosa di poetico.
– Fammi essere il Baudelaire delle tue tenebre.
– Di più.
– Il Bukowski dei tuoi orgasmi.
– Ancora.
– Il Dostoevskij delle tue notti bianche.
– Tutte?
– Tutte.
– Dormo poco. Sono molte.
– Lo sarò a tempo pieno.
– Sono indigesta.
– Ho uno stomaco sensibile.
– Del tipo?
– Digerisco solo meraviglie... ♠️🔥
Andrew Faber
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Invito persone per cena a casa e mi pento di questa scelta tipo dopo un secondo, già sto pensando al letto
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Zerinol e Rosè
Chi ama il Natale non è per forza una brutta persona egoista, che non pensa al prossimo, agli sfollati, alla violenza domestica ,alla pedofilia, alla merda nel mondo, alla guerra, alla povertà.
Certe robe mi fanno girare le mie grandi palle metaforiche.
Chi ama il Natale non è che magari se la passa sempre bene, ma non per questo ha bisogno di odiarlo.
Chi ama il Natale magari non lo ama sempre.
Dai su che Natale Christmas time è finito.
Adesso chi vi sta sul cazzo, la gente che a capodanno va a fare i veglioni?
Oggi ho avuto un invito inaspettato a cena.
Come non accettare, finalmente qualcuno ha cucinato per me.
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