#Hilferding
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howieabel · 2 years ago
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finance capital has three objectives in its policy, he argues:
(1) to establish the largest possible economic territory (2) to close the territory to foreign competition by a wall of protective tariffs, and consequently (3) to reserve it as an area of exploitation for the national monopolistic combinations. - On Rudolf Hilferding
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alanshemper · 1 year ago
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Rudolf Hilferding (10 August 1877 – 11 February 1941) was an Austrian-born Marxist economist, socialist theorist,[1] politician and the chief theoretician[2] for the Social Democratic Party of Germany (SPD) during the Weimar Republic,[3] being almost universally recognized as the SPD's foremost theoretician of this century.[4] He was also a physician.[4]
He was born in Vienna, where he received a doctorate having studied medicine. After becoming a leading journalist for the SPD,[3] he participated in the November Revolution in Germany and was Finance Minister of Germany in 1923 and from 1928 to 1929. In 1933 he fled into exile, living in Zurich and then Paris, where he died in custody of the Gestapo in 1941.[1][5]
Hilferding was a proponent of the "economic" reading of Karl Marx, identifying with the "Austro-Marxian" group.[6] He was the first to put forward the theory of organized capitalism.[7] He was the main defender of Marxism from critiques by Austrian School economist and fellow Vienna resident Eugen Boehm von Bawerk. Hilferding also participated in the "Crises Debate" – disputing Marx's theory of the instability and eventual breakdown of capitalism on the basis that the concentration of capital is actually stabilizing. He edited leading publications such as Vorwärts, Die Freiheit, and Die Gesellschaft.[3] His most famous work was Das Finanzkapital (Finance capital), one of the most influential and original contributions to Marxist economics[4] with substantial influence on Marxist writers such as Vladimir Lenin[7] and Nikolai Bukharin influencing his writings on imperialism.[2][8]
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edwad · 9 months ago
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sorry, 2 questions. 1 what do you mean it’s possible for use value to be abolished? use value isn’t just one side of the dual character of commodities, it pre-exists the commodity form altogether, surely this is uncontroversial. objects have been useful since the dawn of anything remotely recognizable as humanity. 2 are you arguing in favor of marginalism? why all this fuss about marx if the marginalists basically got economcis right
1. the title of the first section of ch1 before the parentheses is "the two factors of the commodity: use-value and value", so this is in fact how he introduces use-value. after this, he moves on to "the dual character of the labor [represented] in commodities", taking a step away from the commodity's double-aspect to then focus on the same/determinate division of the commodity-producing labor. so, although he points to the mere usability of articles as being a transhistorical quality (although their specific uses are generally not transhistorical, as his opening paragraphs demonstrate, as well as the rest of capital really), the appareance and importance of "use-value" in the text is in its immanence to the commodity-form, as the economic cell-form of bourgeois society.
sure, he makes transhistorical claims about the use-values of things, but im also admitting to reading this against marx's own explicit comments. he similarly transhistoricizes abstract labor into mere physiological expenditure, so i feel that i am a bit justified in suggesting that marxs own employment of the categories isn't as tightly immanent as they perhaps ought to be. unless of course you simply interpret all of that differently, in which case this discussion would need to happen at a different level. regardless, abolishing the commodity-form would necessarily abolish this element of the commodity-form along with it, but not the actual usability of the articles themselves. you're right that your view is fairly uncontroversial, but i am trying to make the case for a different reading based on the historical specificity of marx's categorial critique, a la heinrich, postone, etc.
2. i am not arguing in favor of marginalism, im arguing against intellectually lazy defenses of marx/ism based on a total non-engagement with marginalism and what it signified as a shift in economic thinking, especially when the marginalists are consciously engaged in their own critique of political economy which, in some ways, catches marx in the net as well (often deliberately). my point here is that marxists aren't justified in their sense of superiority. reading some bukharin or hilferding and calling it a day doesn't really cut it, especially when many of the marginalists wading into the calculation debate arguably had better understandings of the price mechanism and what it meant for our social order than the marxists did who were stuck trying to emulate it in the name of socialism.
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rositarojadelsur · 2 months ago
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 Atrapado por la lógica del capital: Crítica a “Más allá de la «lógica del capital»”
“Hilferding piensa que el valor del papel moneda debe ser derivado del valor de las mercancías, sin conexión alguna con el oro. “Debe” es una nuez dura de romper, pero en ciencia no existe el “sic volo, sic jubeo” [esto deseo, esto ordeno].” K. Kautsky
Introducción.
En el artículo “Más allá del capital” se da una breve presentación a las posiciones que el autor contrasta, a las que denomina “Crítica antagónica” y “Crítica inmanente”. La primera se refiere a un conjunto diverso de autores que postulan que conciben al capital como un sistema abierto, con elementos que no están subsumidos a este. Un ejemplo de esto podemos ver en Dussel, en la discusión sobre las comunas rusas dónde menciona “Lo cierto es que Rusia siguió el camino previsto por Marx. Sin agotar el "pasaje" por el capitalismo, realizó su revolución permitiendo que la "comuna rural rusa" pasara, en gran medida, directamente de la propiedad comunal a la propiedad social del socialismo real, desde la revolución de 1917” (Dussel, 1990, p. 261). Dussel al ver la comuna, lo que encuentra es una relación social que no esta subsumida por el capital, y en ella ve una esperanza para Latinoamérica para la transición hacia al modo de producción de los individuos libremente asociados y conscientemente regulado -el socialismo-. La postura contraria sostenida por el CICP, y por autores como Chris Arthur, Robles Baez, entre otros defiende que el capital es el sujeto automático de la producción, y establece a toda relación social como un momento de su propia autovalorización.
Este texto no pretende resolver el debate entre la crítica inmanente y la forma corriente de pensar en las ciencias sociales. Solo busco aportar mi grano de arena mostrando algunas deficiencias de la llamada “Crítica antagónica” y aclarar las malinterpretaciones del método dialéctico descubierto por Marx, que la crítica inmanente reconoce como la forma más potente de conocimiento. Considero que el texto a criticar, Más allá del capital, hace un trabajo extremadamente vergonzoso al presentar las posiciones de la crítica inmanente, y al criticarlas.
La crítica inmanente, su malinterpretación y las deficiencias metodológicas del proceder de los científicos sociales
El autor, tras demostrar su ignorancia sobre los desarrollos de la crítica inmanente, formula una crítica a su propio hombre de paja, diciendo: “El sujeto nunca encaja con su posición en la estructura, por lo que la subjetividad proletaria tiene (en parte) autonomía ontológica respecto al trabajo alienado.” Me pregunto: ¿qué autonomía ontológica puede tener la subjetividad proletaria respecto al trabajo alienado, siendo que la subjetividad es la forma en que se organiza el trabajo, lo que define al ser humano como genérico? La enajenación es la forma histórica en la que se organiza dicho trabajo. Como todo organismo, los seres humanos deben (re)producir su propia existencia. Esta es la base del materialismo: el individuo social vivo actúa como sujeto. Este está hecho de materia social porque organiza su reproducción socialmente (Tran, 1984, p. 45); en el proceso de vida individual, también está en juego la reproducción de otros individuos, que median en el proceso de vida de cada uno (Steimberg, 2024, p. 10).
El carácter social de la organización del trabajo impone la necesidad de que la sociedad asigne a cada miembro una porción de trabajo concreto, junto con los medios de producción y consumo necesarios para reproducir su existencia individual. Estas formas históricamente determinadas de asignación constituyen los modos de producción. El consumo de medios de producción y de vida debe asegurar las condiciones para abrir un nuevo ciclo de producción. Por lo tanto, la forma en que se organiza la producción social es también la forma en que se organiza el consumo social, asignando a cada miembro su porción del trabajo social. Los distintos modos de producción en la historia expresan la unidad de la organización del metabolismo social. Todo movimiento de esta unidad toma forma concreta en las relaciones conscientes y voluntarias de los individuos que participan en ella; es decir, adopta la forma de relaciones sociales (Iñigo Carrera, 2019, pp. 150-151). En el capitalismo, el trabajo social está organizado de manera privada e independiente (Marx, 1975, p. 52), de modo que la unidad de estos trabajos recíprocamente independientes se realiza en el intercambio. Es allí donde se unifican producción y consumo social, y donde se asignan trabajos, valores de uso y medios de producción a los diferentes miembros de la sociedad. Los productores deben organizar su producción para el mercado, y si su producto no tiene valor, no pueden participar en el consumo social ni reproducir su existencia. Por lo tanto, la subjetividad no está separada del vínculo mercantil, sino determinada por este, ya que la conciencia organiza el trabajo.
El autor afirma que “las determinaciones objetivas que constituyen la subjetividad son irreductibles al capital o al valor. Dependen de un conjunto enmarañado de mecanismos y procesos (biológicos, psíquicos, sociales) complejos y múltiples que estructuran la sociedad... La subjetividad humana, al igual que la producción material, es transformada o moldeada, pero no constituida, por el capital y la forma valor.” La crítica inmanente no sostiene la reductibilidad de la subjetividad al valor, ya que eso convertiría al capital en un universal abstracto y vacío. Lo que se argumenta es que el contenido de la subjetividad está determinado por el capital, pero no se reduce a este, ya que tanto la forma como el contenido son esenciales. Lo que se busca, siguiendo a autores como Iñigo Carrera, es entender por qué las cosas toman esa forma (Hegel, 2010, pp. 74-76).
Solo alguien que concibe las relaciones sociales y el trabajo como externos a los individuos podría sostener tal afirmación. Este enfoque se detiene en el entendimiento, que postula que las cosas son lo que son y no pueden auto-transformarse. Este tipo de pensamiento representacional es necesariamente tautológico: “La representación se detiene en esta determinación, a saber, que el derecho es el derecho, que Dios es Dios, o bien recibe una determinación más desarrollada tal como: Dios es el creador del mundo, omnisciente, omnipotente. Pero, en ambos casos, no se hace sino enumerar una serie de determinaciones simples y aisladas que, pese al lazo que las une en el sujeto, permanecen distintas y separadas” (Hegel, 1817, p. 26). Este pensamiento solo puede enumerar características de los objetos de estudio, y cualquier cambio debe venir desde fuera, sin capacidad de mostrar el nexo entre sus distintas determinaciones. Por otro lado, el conocimiento dialéctico plantea al objeto en movimiento, captando cómo se afirma a través de su propia negación. Es decir esta postura concibe a las cosas cómo existencias finitas que existen de manera autónoma, sin vínculos inmanentes que sean constitutivas a estos.
El problema es que al concebir las cosas como finitas e independientes entre sí, es que la finitud es la cualidad de apuntar hacía más allá de lo que es, a su no ser, por lo que ya ella misma muestra su propia negación. Es la negación cualitativa empujada al extremo. Lo que algo es es solo por su fin, por su límite que se encuentra y define. Como la determinidad del algo es dada por su límite si lo removemos nos quedamos con un abstracto ser sin una determinación, no tiene nada que lo defina cómo tal, en cambio el límite demarca y define. Por lo que lo que su ser que está dentro de ese límite apunta hacia a este como lo que lo mantiene definido.  Lo que ser algo limitado implica es que es en tanto deja de ser. Por lo que el ser del algo pasa a su no ser por su cuenta. Algo pasa su límite y deja de ser ese algo. Es esto lo que hace que el ser algo  limitado se vuelva finito, porque lo finito no es más que su hora de partir por ser lo que es -ser limitado-. La finitud es la cualidad de tener un fin implícito en el hecho que algo está determinado por su negación. Esto nos señala que la posición de que las cosas son ontológicamente independientes se termina mostrando cómo lógicamente inadmisible porque toda cosa finita nos apunta hacía más allá de sí. Esto nos dice que todo ser tiene su ser fuera de sí. Este reconocimiento de que lo finito apunta hacía afuera es algo que Marx ya reconocía, y nos indica que todo objeto tiene potencias de ir más allá de sí, de transformarse así mismo. Por lo que la posición defendida por el autor niega que los objetos tengan la cualidad de trascender, de afirmarse a través de su negación (Hegel, 2010, pp. 101 ss). 
Al partir de concebir a los objetos cómo teniendo una existencia autónoma, cuyas relaciones son exteriores a estos mismos, la representación lógica concibe dichos concretos como si fueran meras afirmaciones inmediatas. Es decir concibe “Lo que es, es, y no puede encerrar ningún contenido distinto de su forma” (Iñigo Carrera, 2019, p. 175). La lucha de clases es concebida cómo igual así misma, cómo si no encerrara un contenido distinto, y menos aún cómo siendo la forma de su contrario, del capital. Para estas posturas es impensable que el capital lleve consigo la potencia de superarse así mismo. Por lo que lo único que nos queda es que o el modo de producción capitalista es eterno, o sólo puede ser abolido desde fuera. Lo único que nos encontramos fuera es la concepción voluntarista que naturaliza la libertad. 
Para esta concepción que es común no solo para los teóricos que él llama de la teoría “antagónica”, sino que es la forma de proceder común a la ciencia a la que cómo ya mencionamos sólo caben relaciones de carácter tautológico (idem), la cuál al ver a los objetos cómo exteriores entre sí, presupone una separación ontológica entre las categorías y el objeto en sí; Por lo que la teoría científica requiere de una metateoría que tiene la tarea de validar o criticar las categorías que se van a utilizar. Debe hacerlo, dado que se presupone una separación entre el objeto y las categorías que se utilizan, una separación entre sujeto-objeto, debido a esto la teoría no puede validar sus propias categorías, porque resultaría en una circularidad. Pero al hacerlo termina sustituyendo la circularidad por una regresión infinita: una teoría de segundo orden requiere una teoría de tercer orden para validarse, y así ad infinitum (Gunn, 2023). 
Él trata de reconciliar ambas posturas diciendo que para él es importante explicar la agencia a través de la estructura objetiva y que “ esto lleva a pensar la contradicción entre el capital y el trabajo en términos a la vez antagónicos e inmanentes.” . Para esto postulando que las contradicciones son exteriores al objeto, y son impuestas por el investigador, en vez de estas contradicciones ser mostradas cómo una necesidad del objeto mismo. Cómo Starosta afirma sobre este proceder: “Es una unidad entre dos afirmaciones inmediatas opuestas que, a lo sumo, ‘se interpenetran en una relación de lucha’. Pero cada uno de los polos de esa unidad no lleva en sí mismo la necesidad de su propia autotransformación.” (Starosta, 2015, p. 118).Termina robando al objeto de su auto-movimiento, imponiendo a este donde debe dirigirse a través de imponer condiciones para conocer todos los procesos en vez de dejar que cada uno se mueva por sus propias condiciones (Houlgate, 2022, pp. 80ss).
La posición de la crítica inmanente  de Marx no se basa en reducir el comportamiento individual a la "estructura". Primero porque no parte de ninguna estructura producto de una abstracción. Cuando vemos las determinaciones de la mercancía no estás viendo el concepto de este producto de la abstracción. Sino que estás viendo el concreto real más simple del modo de producción capitalista, es decir, la forma más simple de cómo se organiza el trabajo humano en esta sociedad, podes tomar cualquier mercancía -incluyéndote- y ver esas determinaciones que se realizan en la práctica. A medida que unx va moviéndose a determinaciones más concretas a partir de las formas más abstractas -pero no menos reales- lo que una ve es como va tomando nuevas formas, y va enriqueciéndose su contenido, pero las determinaciones del principio no desaparecen porque las categorías iniciales no son deficientes como por ej ocurre en Hegel. Sino que nunca te alejas del concreto real que está siendo observado, y por tanto nunca nos alejamos de la práctica misma, porque estamos dando cuenta de las formas más abstractas de la forma que organizamos nuestra actividad a las formas más concretas; Siendo la conciencia la forma de organizar el accionar, por tanto estamos rindiendo cuentas con nosotrxs mismxs.  
El capital cómo sujeto automático de la producción.
 Para recapitular un poco lo del principio: La determinación más simple del modo de producción capitalista es que los trabajos sociales se organizan de manera privada e independiente entre sí (Iñigo Carrera, 2019, p. 152) (Marx, 1975, p. 52).  Esto implica que los sujetos, son independientes entre sí, osea, no están sujetos a ninguna relación de dependencia personal, y que en la producción se excluye al otro de la posibilidad de regir sobre su trabajo. Al igual que toda forma de vida social este proceso tiene como contenido la necesidad de organizar el consumo y producción social de sus órganos individuales que la componen en su unidad al proceso de metabolismo social.  Las relaciones sociales constituyen el medio por cual la capacidad para trabajar de la sociedad, y para consumir, es asignada a sus modalidades concretas (Iñigo Carrera, 2021, pp. 41-42). Por el carácter de excluir al otro de la organización de la producción, y la autonomía con la que se realiza aparece  el trabajo como un trabajo como si fuera “asocial”. Pero en cuanto producto de un trabajo que tiene materializado los medios de producción, materias primas, y los medios de consumo para (re)producir la capacidad de trabajar del productor, vemos que el contenido el trabajo es social por contenido por más que tenga que realizarse por los distintos individuos, siendo la forma que se organiza este en la sociedad capitalista realizado de manera privada e independiente. Los productores privados e independientes se relacionan entre sí, en tanto los productos de sus trabajos portan la capacidad de intercambiarse entre sí, tomando la forma de mercancías, por tanto su acceso al producto de la riqueza social está determinada por si el producto de su trabajo tiene la capacidad de cambiarse; Por lo tanto su conciencia y voluntad se encuentra determinada por la necesidad de que los productos de su trabajo posean el atributo de la cambiabilidad, osea, que tengan valor, el cuál como los productos de su trabajo no tienen pies, deben ir al mercado a personificar al mercado. Al ser la producción de valor la forma general que se organiza el metabolismo social, toda forma social se realiza de enajenada en el movimiento general de la producción de mercancías, y en su forma ampliada, la producción de valor que produce más valor, o plusvalor, es decir, el capital. Pero hasta acá el proceso de trabajo tiene cómo finalidad la (re)producción de los productores mismos, por lo que el sujeto de la producción pareciese si nos detenemos en este punto que son los sujetos humanos, por más que su relación este enajenada, y deban reproducirse con la mediación del valor. El problema empieza a aparecer cuando vemos que el dinero cómo la forma objetivada del valor, por tanto, el poseedor de esta tiene en su bolsillo su relación social general, es decir, si el vendedor no puede vender su mercancía y obtener  dinero los productores no puede reproducir su existencia, por lo que la vida de los sujetos aparece mediada por su capacidad de vender mercancías y tener acceso al equivalente general.
Cuando vemos al capital, es decir pasamos de ver la forma simple dónde se intercambian valores de uso por dinero, es decir pasamos a ver al dinero funcionando cómo capital, vemos la relación invertida, ya no se compra para satisfacer las necesidades, y el dinero funciona cómo mediador entre los productores, sino que ahora vemos que se compra para vender más caro, es decir que la finalidad del proceso pasa de ser la reproducción ampliada de la relación social general. El proceso mismo de comprar para vender engendra cuando finaliza pone las bases para su inicio. El dinero surge como su propio inicio y es cualitativamente indistinto a como era antes. "La circulación del dinero como capital es, por el contrario, un fin en sí, pues la valorización del valor existe únicamente en el marco de este movimiento renovado sin cesar. El movimiento del capital, por ende, es carente de medida" . El capital por ende se engendra así mismo, poniendo sus propias condiciones para su propia valorización. Mientras que M-D-M el dinero aparece como mediador y desaparece al finalizar, aquí en cambio, en la circulación D - M - D funcionan tanto la mercancía y el dinero como diferentes modos de existencia del valor: El dinero como su modo general de existencia, la mercancía como su modo de existencia particular. El valor pasa de una forma a la otra, volviéndose el sujeto de la circulación. Se está poniendo a sí mismo, reproduciendo su existencia. Cambia de formas el valor cambiando su magnitud, aumentando su valor en este proceso, por lo que es un proceso de autovaloración (Marx, 1975, p. 188). Para hacerlo requiere de comprar la única mercancía que tiene la capacidad de poner una acción capaz de producir valor - y no solo transferirlo como lo es las materias primas, o los medios de producción-, esto es la fuerza de trabajo. La fuerza de trabajo es capaz de producir valor por encima de lo que necesita para (re)producir su capacidad para hacerlo, ósea, produce más valor del que necesita para comprar los valores de uso para (re)producirse, esto le permite al capital apropiarse del plusvalor que deviene de la diferencia entre su valor con el valor que produce, permitiéndole reproducirse al capital en escala ampliada. Lo cuál le permite coordinar la producción de manera indirecta, poniendo en marcha las distintas fuerzas de trabajo -producida de manera privada e independiente- como órganos de un proceso unitario.  El capital por ende, establece la unidad del metabolismo social como tal, y establece a toda relación social como momento suyo de su autovaloración.
Conclusión.
A lo largo del desarrollo mostramos las problemáticas que presenta el punto de vista “común” para las ciencias sociales, es decir, la mirada de la “crítica antagónica”. El intento de separar la subjetividad de las formas sociales de producción y reducir el análisis a una simple descripción de los fenómenos, ignora como estos contienen dentro de sí la potencia de afirmarse a través de su propia negación.
Si el capital como todo objeto no contuviera dentro de sí las potencias para su propia superación, cualquier intento de hacerla estallar seria una quijotada. Por lo que este debate no es un mero debate académico, sino que lo que esta en juego es la posibilidad de la superación la forma actual de coordinación de la vida social, y por tanto nuestra acción política.
Bibliografía:
Gunn, R. (2023, December 20). Against Historical Materialism: Marxism as a First-order Discourse - Richard Gunn. Libcom.org. Retrieved October 6, 2024, from https://libcom.org/article/against-historical-materialism-marxism-first-order-discourse-richard-gunn
Hegel, G. W. (1817). Lógica: Primera parte. Orbis.
Hegel, G. W. (2010). Fenomenología del espíritu. Abada.
Hegel, G. W. (2010). Science of Logic. Cambridge University Press.
Houlgate, S. (2022). Hegel on Being: Quality and the birth of quantity in Hegel's Science of Logic (1ra ed., Vol. 1). Bloomsbury Academic.
Iñigo Carrera, J. (2019). Del capital como sujeto de la vida social enajenada a la clase obrera como sujeto revolucionario. En Sujeto capital-Sujeto Revolucionario (pp. 147-180). Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco.
Iñigo Carrera, J. (2021). Conocer el capital. Usar El Capital críticamente (2da ed.). Imago Mundi.
Marx, K. (1975). El capital: Crítica de la economía política. Libro primero, el proceso de producción de capital (2008th ed.). Siglo XXI.
Starosta, G. (2015). Marx’s Capital, Method and Revolutionary Subjectivity. (1ra ed.). Brill.
Steimberg, R. (2024). Vida individual, vida social y conocimiento dialéctico. Transformacao, 47(3), 1-18.
Tran, D. T. (1984). Investigaciones sobre el origen del lenguaje y la consciencia. Critical & Transdisciplinary Editions.
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atthecenterofeverything · 10 months ago
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From free competition, the fundamental characteristic of its early stages, capitalism at its highest stage, has polarised into monopoly, expressed in syndicates, trusts and cartels, with which the capital of a small number of banks has merged. The trusts and cartels have assumed an international character and divided up the world among themselves. Monopoly extends to the control of raw materials and markets, for the possession of which, highly developed capitalism engages in an even more intense struggle. At its imperialist stage, finance capital’s primary need is to find spheres of overseas investment which will return profits at a greater rate than can be obtained at home. The export of capital, therefore, becomes the dynamo of imperialism which turns the export of commodities and leads to the capture of colonies as the means of assuring monopolist control. Upon this economic process is built the political ideology, the non-economic superstructure, that infuses the battle for colonial conquest. Hilferding expressed this ideology in a single concise sentence: ‘Finance capital does not want liberty, it wants domination’. Possession of colonies gives a guarantee to the financial oligarchy of the owning country of the monopoly of actual and potential sources of raw materials and outlets for manufactured goods.
Neo-colonialism: the Highest Stage of Imperialism, Kwame Nkrumah
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andersonspecteroficial · 2 years ago
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16 ECONOMISTAS ILUSTRES DERRUBAM O MITO “ESQUERDA NÃO SABE ECONOMIA”
Será mesmo que apenas a direita entende de economia? Uma seleção de economistas de esquerda celebrados na academia por sua inestimável contribuição ao debate econômico prova que não.
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Quando ouvem alguém falar “economistas de esquerda”, algumas pessoas têm o impulso de dar uma risadinha. Muitos conservadores consideram que um economista precisa ser de direita para poder ser considerado sério, tendendo a dar preferência aos liberais neoclássicos.
Na esquerda, por sua vez, existe um certo desprezo por análises puramente econômicas, principalmente vindo das ciências sociais.
Contudo, a verdade é que sim, a esquerda também está presente no debate econômico. Ao contrário do que o senso comum pensa, que é fortalecido pelos grupos políticos acima mencionados, a economia possui seus representantes à esquerda e que produziram contribuições acadêmicas importantes, o que invalida completamente o mito de que “a esquerda entende nada de economia”.
Para demonstrar que esse mito não se sustenta, abordaremos neste texto a vida e a obra de destacados economistas de esquerda do passado e do presente, cuja obra e análises econômicas continuam, infelizmente, muito restritos aos que estudam economia e que acompanham suas colunas (os do presente, no caso). Evidentemente existem economistas de esquerda mais próximos do público leigo e que contribuem com partidos, sindicatos e movimentos sociais, mas não têm grande produção para a academia. Estes escrevem muitos artigos e colunas para a imprensa, mas escrevem poucos papers para journals. Eles são importantes, pois a academia, para ter importância política, deve se comunicar com o público leigo. Mas não é deste tipo de economista que este texto trata. Qualquer pessoa que simplesmente acompanha as notícias no dia a dia sabe que existe este tipo de economista de esquerda. O tema deste texto serão economistas que têm contribuição importante para a economia, e não apenas para a esquerda.
Não há espaço aqui para apresentar detalhes sobre a obra de cada economista listado. Aqui está presente apenas um breve resumo sobre o que cada economista pesquisou. Quem tiver maior interesse, sugerimos conferir as referências que se encontram no fim do texto. Como toda lista, esta também é limitada e alguns poderão perguntar: “Por que não incluiu esse? Por que não incluiu aquele?”. Então, sim, alguns nomes importantes ficaram de fora, mas, para uma lista cuja finalidade é invalidar a crença de que a esquerda sabe nada de economia, contar um pouco sobre a vida e a obra de dezesseis economistas renomados de esquerda é mais do que suficiente.
Antes de prosseguir, também lembramos que o mito da esquerda que apenas faz ciências sociais foi derrubado no texto 10 Célebres Cientistas que Invalidam o Estereótipo “Esquerdista de Humanas”. Sobre as diferentes escolas de economia, inclusive à direita, também vale conferir o Pequeno Guia de 9 Tribos do Pensamento Econômico.
1 - Rudolf Hilferding (1877–1941)
Rudolf Hilferding nasceu na Áustria. Estudou medicina, filosofia e economia. Pouco depois de concluir os estudos, se mudou para a Alemanha. Tornou-se intelectual importante do Partido Social Democrata Alemão (SPD). Durante a Primeira Guerra Mundial, se opôs ao apoio deste partido à participação da Alemanha na guerra e entrou no Partido Social Democrata Independente (USPD), uma dissidência de esquerda. Muitos integrantes desta acabaram  aderindo ao recém criado Partido Comunista Alemão (KPD).
Hilferding retornou para o SPD por discordar dos rumos da Revolução Bolchevique na Rússia. Foi Ministro das Finanças de governos do SPD em 1923 e em 1928-1929. Na segunda passagem pelo ministério, se demitiu depois de se desentender com Schacht, o poderoso diretor do Banco Central. Quando Hitler assumiu o poder em 1933, Hilferding se exilou na Suíça, mudando-se mais tarde para a França, em 1938. Quando a Alemanha invadiu a França, em 1940, a polícia francesa entregou Hilferding para a Gestapo, que o executou.
Hilferding foi um defensor da Escola Marxista de economia e um oponente da Escola Austríaca. Um de seus primeiros trabalhos foi uma refutação da crítica de Böhm-Bawerk a Karl Marx. A obra mais importante de Hilferding foi O Capital Financeiro, publicada em 1910. Nesta obra, Hilferding descreve as mudanças ocorridas no capitalismo no final do século XIX e no início do século XX. De acordo com o autor, o surgimento de novos setores industriais, que exigem grandes somas de capital, fez substituir os capitalistas individuais pelas sociedades por ações. Como os bancos se tornaram grandes acionistas, passou a haver uma grande ligação entre o capital bancário e o capital industrial, com predominância do capital bancário. A livre concorrência do início do capitalismo foi substituída pelos monopólios, cartéis e trustes. O liberalismo econômico foi substituído por intervencionismo estatal, pois os grandes capitais precisavam do Estado para conquistar novos mercados (Dottschalch, 2010).
Hilferding defendia a transição para o socialismo e, ao contrário dos primeiros marxistas, não acreditava que o capitalismo entraria sozinho em colapso, mas que a transição dependeria da ação política da classe trabalhadora. Para o autor, o socialismo poderia ser alcançado pela via eleitoral, e a nova fase do capitalismo facilitava esta transição, pois os capitais já haviam sido coletivizados com a formação dos grandes grupos econômicos.
A contribuição de Hilferding para o pensamento econômico não é de interesse apenas daqueles que desejam fazer a transição para o socialismo, mas também daqueles que desejam simplesmente estudar as crises do capitalismo. Hilferding teve contribuição importante para tratar de crises de superprodução e ausência de demanda. E fez isso bem antes de Keynes.
2 - Nikolai Dimitrievich Kondratiev (1892–1938)
Nikolai Kondratiev foi um economista russo. Estudou na Universidade de São Petersburgo antes da revolução. Sua área de interesse inicial era a economia agrícola. Foi membro do Partido Social Revolucionário, chegando a participar do governo provisório de Alexander Kerensky. Apoiava uma forma de socialismo que aceitava a convivência com empresas privadas. Por isso, participou da Nova Política Econômica (NEP), implementada por Lenin nos anos iniciais da União Soviética. Em 1928, quando Stalin decidiu coletivizar toda a economia e introduzir a industrialização pesada, Kondratiev passou a ser visto como um inimigo do regime. Acabou preso em 1930 e executado em 1938.
A obra mais conhecida de Kondratiev foi publicada em 1926, tratando das “ondas longas da economia capitalista”. De acordo com esta obra, o capitalismo teria ondas de expansão e contração que duravam aproximadamente 50 anos. A expansão seria causada pela introdução de novas tecnologias, que induziria novos investimentos. Depois de realizados os investimentos e aumentado o estoque de capital, haveria um declínio dos investimentos, e, portanto, desaceleração. Esta teoria de Kondratiev não foi formulada de forma abstrata. O economista russo utilizou dados empíricos sobre o desempenho da economia dos países mais ricos do mundo entre 1790 e 1925. Percebeu uma primeira onda durando de 1790 a 1844, fomentada pela máquina de tecer algodão; uma segunda onda durando de 1845 a 1890, fomentada pela máquina a vapor, ferrovia e aço; e uma terceira onda que estava acontecendo durante a publicação a obra, fomentada pela eletricidade, pela indústria química e pelos motores.
As análises de Kondratiev sobre os ciclos econômicos no capitalismo influenciou diretamente as obras do liberal Joseph Schumpeter (Bresser Pereira, 1986).
3 - Paul Howard Douglas (1892–1976)
Um dos critérios para estar nesta lista é ter tido contribuição para a academia, e não apenas para políticos, partidos, sindicatos, movimentos sociais e proximidade com o público leigo. Ainda assim, a contribuição acadêmica de muitos desta lista atrai muito mais professores e pesquisadores de esquerda. Não é o caso de Paul Douglas. Este economista norte americano foi um dos inventores da famosa função de Cobb-Douglas, presente em qualquer livro-texto básico de Microeconomia. A função básica de Cobb-Douglas é Y = ALαKβ com α + β = 1. Nesta função, Y é o produto, L é a quantidade de trabalho necessária para produzir o produto e K é a quantidade de capital necessária para produzir o produto. A ideia básica desta função é representar de forma simples que uma quantidade maior de insumos produz uma quantidade maior de produtos e que uma quantidade média de dois insumos produz mais do que uma quantidade muito alta de um insumo e uma quantidade muito baixa de outro insumo. Os insumos utilizados na função podem ser outros, a função serve para qualquer par de insumos. E também pode ser utilizada para medir a satisfação de um consumidor com dois bens.
Os outros economistas presentes nesta lista são famosos por suas posições políticas, mas pode ter causado surpresa a alguns leitores a informação de que um dos elaboradores da famosa função de Cobb-Douglas tinha posições de esquerda. Paul Douglas foi senador pelo estado de Illinois entre 1949 e 1967, pertencendo à ala esquerda do Partido Democrata (como é o caso de Bernie Sanders hoje). Ele foi um grande defensor dos direitos civis, da proteção ao meio ambiente e da construção de moradias populares. Martin Luther King descreveu Douglas como o maior de todos os senadores (Merriner, 2003). Antes de ser senador, Douglas lecionou na Universidade de Chicago, o que é inusitado para um economista com posições de esquerda.
4 - Michal Kalecki (1898–1970)
O economista polonês Michal Kalecki foi uma ponte entre a obra de Marx e a obra de Keynes. Assim como Keynes, Kalecki escreveu sobre a demanda efetiva, considerando que é o gasto dos agentes econômicos que gera a renda, e não o sentido oposto. Mas na forma de descrever o sistema econômico, Keynes e Kalecki eram diferentes. Assim como os neoclássicos que o influenciaram, Keynes — que era liberal, apesar de ter tanta gente, inclusive na esquerda, que o define como economista social-democrata — enxergava a economia como um conjunto de indivíduos. Já Kalecki trabalhava com conceitos marxistas como classes sociais, capital constante, capital variável e mais-valia. Kalecki, na verdade, publicou sobre a demanda efetiva antes da principal obra de Keynes, mas não teve a mesma repercussão porque publicou em polonês. Ao elaborar a teoria sobre a demanda efetiva, Kalecki teve influência de outros autores marxistas, como Rosa Luxemburgo e Tugan Baranovski (Jobim, 1981).
Kalecki estudou engenharia e tinha muito interesse em matemática. Viveu na Polônia até a década de 1930, quando se mudou para a Inglaterra. Lá, ele participou do círculo dos economistas de Cambridge. Durante a Segunda Guerra Mundial, colaborou com o governo britânico para o planejamento da economia. Depois da guerra, trabalhou na ONU, em Nova York, até 1955. Aí sofreu pressões do macarthismo. Retornou para a Polônia, onde trabalhou como conselheiro do governo comunista e depois como professor universitário.
O principal modelo de Kalecki foi feito a partir de uma matriz que considerava que a economia tinha três departamentos: o de bens de produção, o de bens de consumo para os capitalistas e o de bens de consumo para os trabalhadores. Era considerado que os três departamentos pagavam salários e lucros. Como o modelo considerava que os trabalhadores consumiam toda a renda, a decorrência matemática era a de que o lucro total da economia correspondia à soma do investimento com o consumo dos capitalistas. Kalecki não considerava ajustes nos preços porque considerava que a economia tinha estrutura oligopólica. Maior poder de mercado das empresas implicava em maior participação dos lucros e menor participação dos salários na renda nacional. O modelo considerava um multiplicador (o quanto um aumento de investimento se converte em aumento do produto), que dependia da propensão a consumir dos capitalistas e da participação dos salários na renda nacional. Kalecki ainda formulou teorias sobre decisões de investimento por parte dos capitalistas e sobre ciclos econômicos (Jobim, 1981).
A obra de Kalecki não se limitou à pura teoria macroeconômica. O economista polonês também discutiu as implicações políticas. Em um artigo, escreveu que as políticas de fomento à demanda agregada para gerar pleno emprego, embora teoricamente corretas, poderiam falhar se conduzidas por governos de esquerda, pois os empresários tenderiam a ver o desemprego baixo como uma ameaça e reagir negativamente à política. Isto é uma lição que dura até os dias atuais (Kalecki, 1943). Alô alô, Dilma!
5 - Piero Sraffa (1898–1983)
Piero Sraffa nasceu na Itália, filho de uma família de judeus. Estudou economia na Itália e na London School of Economics. Lecionou economia na Itália até 1927, quando teve que se mudar para o Reino Unido por causa de divergências políticas com o regime de Benito Mussolini. A partir de então, lecionou em Cambridge. Embora fosse amigo pessoal de Gramsci, nunca foi marxista. Teve influência de Marx, mas foi um neo-ricardiano e conviveu em círculos de economistas keynesianos na Inglaterra.
A primeira contribuição importante de Sraffa para o pensamento econômico foi a teoria da concorrência imperfeita, exposta em um artigo publicado em 1926. Até então, a economia neoclássica, dominante naquele tempo (e também nos dias atuais), considerava apenas dois extremos opostos de mercado: a concorrência perfeita e o monopólio (Miranda, 1987). Na situação de concorrência perfeita, várias empresas produzem um bem homogêneo, e o preço de oferta tem que ser idêntico para todas as empresas, pois se uma empresa cobrar um centavo a mais, ela não conseguirá vender seu bem. Na situação de monopólio, uma única empresa produz determinado bem. Para determinar o custo, esta empresa precisa considerar apenas seu custo e a demanda, não precisando se preocupar com preços de empresas concorrentes. Na concorrência imperfeita, descrita por Sraffa, existe uma situação intermediária: há várias empresas que produzem determinado bem, que não é exatamente idêntico se comparado o de uma empresa com o de outra. Cada empresa tem alguma liberdade para fixar seu preço, pois seu produto tem alguma diferenciação, mas ainda assim precisa se preocupar com os preços praticados por concorrentes (imaginem, por exemplo, uma rua com várias pizzarias, um consumidor pode preferir uma delas e aceitar a pagar um pouco mais caro pela pizza, mas não muito mais caro). A concorrência imperfeita é encontrada no mundo real com muito mais frequência do que a concorrência perfeita e o monopólio. Posteriormente à obra de Sraffa, a teoria da concorrência perfeita foi incorporada por modelos matemáticos neoclássicos, e está presente em qualquer livro-texto de Microeconomia para iniciantes.
A segunda contribuição importante de Sraffa foi a retomada da teoria do valor, exposta por David Ricardo no início do século XIX. Ricardo considerava que a origem do preço da mercadoria estava no valor, que dependia da quantidade de trabalho existente na mercadoria. Marx continuou a teoria do valor, mas já no terceiro livro de O Capital percebeu a dificuldade de mensuração do valor individual de cada mercadoria, pois mercadorias diferentes tinham composições orgânicas diferente do capital (umas tinham maior peso de salários no custo, outras tinham maior peso de máquinas e matérias-primas). A teoria do valor foi abandonada pelos neoclássicos, que surgiram por volta de 1870. Para os neoclássicos, mercadorias tinham preços que dependiam de oferta e demanda, que a demanda era determinada pela utilidade, e que o conceito de valor era irrelevante. Sraffa reconsiderou a teoria do valor, mostrando em um sistema de equações que o preço de uma mercadoria individual não é equivalente a quantidade de trabalho presente nela, mas que o preço de um conjunto de mercadorias diferentes é equivalente à quantidade de trabalho presente neste conjunto (Nicolau, 1989).
6 - Gunnar Myrdal (1898–1987)
O sueco Gunnar Myrdal escreveu sobre papel das expectativas na formação de preços, e sobre a moeda endógena, ou seja, aquela que o próprio sistema econômico cria. Foi entusiasta da econometria ainda nos anos 1920, quando esta técnica ainda não estava muito bem estabelecida. Ganhou o Prêmio de Economia em Memória de Alfred Nobel (o qual não é um Prêmio Nobel; não existe Nobel de economia) em 1974. Inusitadamente, o vencedor no mesmo ano, que dividiu o prêmio, foi o austríaco Friedrich Hayek.
O sueco Gunnar Myrdal escreveu sobre papel das expectativas na formação de preços, e sobre a moeda endógena, ou seja, aquela que o próprio sistema econômico cria. Foi um dos fundadores da Sociedade de Econometria, em Londres, na década de 1920, quando a Econometria ainda não era muito difundida. Deixou esta sociedade quando percebeu a falta de preocupação com questões como distribuição de renda. Foi forte crítico da teoria econômica ortodoxa, a qual, pare ele, provocava distorções para defender o status quo (Miterhof, 2014).
Gunnar Myrdal foi deputado pelo Partido Social Democrata da Suécia a partir da década de 1930. Ajudou a desenhar o Estado de Bem-Estar Social, algo do qual a Suécia é um grande modelo. O economista participou do governo de Tage Erlander entre 1945 e 1947. Depois, foi Secretário Executivo da Comissão Econômica das Nações Unidas para a Europa.
Sua área de atuação acadêmica e política não se restringiu à Europa. Escreveu “Um dilema americano: problema racial e democracia moderna” (1944), que foi um estudo sobre as relações raciais no Estados Unidos financiado pela Carnegie Corporation. Este estudo foi citado pela Suprema Corte dos Estados Unidos ao decidir pela inconstitucionalidade da segregação racial nas escolas.
A partir do final dos anos 1950, voltou sua atenção para o Terceiro Mundo, com maior ênfase para a miséria no Sudeste Asiático. Escreveu O Drama Asiático: Uma Investigação sobre a Pobreza das Nações e Desafio à Pobreza Mundial: Esboço de um Programa Mundial Contra a Pobreza. Defendeu a reforma agrária e melhoria da distribuição de renda.
Ganhou o Prêmio de Economia em Memória de Alfred Nobel (o qual não é um Prêmio Nobel; não existe Nobel de economia) em 1974. Inusitadamente, o vencedor no mesmo ano, que dividiu o prêmio, foi o austríaco Friedrich Hayek.
7 - Raúl Prebisch (1901–1986)
O pensamento do argentino Raúl Prebisch é visto como um sinônimo do pensamento da Comissão Econômica para a América Latina e o Caribe (Cepal), organização que ele dirigiu entre 1949 e 1963. Prebisch teorizou sobre a divisão internacional do trabalho e a presença do sistema centro-periferia observando a experiência da Argentina, que inicialmente enriqueceu exportando carne para o Reino Unido, mas estagnou depois do fim da hegemonia de seu principal mercado (Furtado, 1986).
De acordo com Prebisch, os preços de commodities primárias tinham tendência de declínio a longo prazo porque a demanda por esses produtos aumentava menos do que a renda. Por causa disso, os ganhos de progresso técnico do capitalismo mundial eram retidos pelo centro industrializado, e não pela periferia agrícola. Dessa forma, os países periféricos deveriam se industrializar para escapar do subdesenvolvimento.
No início, Prebisch era defensor da industrialização por substituição de importações. Posteriormente, passou a defender que isto não era suficiente, e que os países em desenvolvimento também deveriam exportar manufaturados (Couto, 2017).
Além de teórico, Prebisch teve uma longa carreira como homem público. Foi presidente do Banco Central Argentino de 1935 a 1943. Nunca teve bom relacionamento com o presidente Perón (1945–1955) e por isso não exerceu cargos públicos na Argentina durante seu governo. Mas depois da Segunda Guerra Mundial, sua principal carreira pública foi internacional. Participou da Cepal e da Unctad.
8 - Joan Robinson (1903–1983)
A economista britânica Joan Robinson fez parte do círculo de Cambridge assim como Michal Kalecki e Piero Sraffa, também presentes nesta lista. Joan Robinson foi a primeira mulher a receber honraria do King’s College. O primeiro trabalho importante da economista, publicado em 1933, foi sobre a concorrência imperfeita, dando continuidade ao que foi desenvolvido por Piero Sraffa. Robinson ainda introduziu o conceito de monopsônio, que é um mercado com vários vendedores e um único comprador. O monopsônio é muito importante para descrever o mercado de trabalho (Heller, 1997).
Pouco tempo depois, quando Keynes lançou a Teoria Geral do Emprego, dos Juros e da Moeda, Robinson se tornou uma forte defensora das ideias daquela obra. Mas havia uma diferença ideológica entre Keynes e Robinson: ele fez uma crítica à teoria econômica neoclássica e ao capitalismo laissez-faire com a intenção de salvar o capitalismo. Apesar de algumas semelhanças com Marx, Keynes rejeitava sua orientação política. Ela, por sua vez, não estava muito preocupada em salvar o capitalismo, e se tornou interessada na obra de Marx, embora nunca tivesse sido estritamente marxista (Singer, 1996).
Depois da Segunda Guerra Mundial, Robinson passou a se preocupar com problemas das economias dos países em desenvolvimento. Viajou para a Coreia do Norte e para a China para conhecer as experiências socialistas.
9 - Oskar Lange (1904–1965)
O polonês Oskar Lange tentou combinar a teoria econômica marxista com a teoria econômica neoclássica. Foi defensor de uma economia centralmente planificada, mas com mecanismos de mercado para a determinação de preços.
Nasceu, cresceu e se formou na Polônia, morou na Inglaterra e nos Estados Unidos nos anos 1930 e 1940, e depois da Segunda Guerra Mundial retornou para a Polônia, onde participou do governo comunista.
10 -  Paul Malor Sweezy (1910–2004)
O norte americano Paul Sweezy foi um economista marxiano. Durante sua longa vida, lecionou em Harvard, trabalhou para a administração de Franklin Roosevelt no New Deal e, durante a Segunda Guerra Mundial, foi enviado pelo governo dos Estados Unidos para observar a política econômica do governo britânico. Depois da guerra, escreveu regularmente artigos em revistas de esquerda, como The Nation e The New Republic. Foi fundador da revista Monthly Review, em que Albert Einstein publicou o seu artigo Por Que Socialismo?. Foi amigo de Schumpeter e elogiado por Samuelson apesar da diferença ideológica com ambos. Sweezy ainda teve grande interesse pela política latino americana, apoiando Fidel Castro, Che Guevara e Salvador Allende (Cotrim, 2009).
Na sua primeira grande obra, Teoria do Desenvolvimento Capitalista, publicada em 1942, tratou do problema da transformação do valor em preço. Em Capitalismo Monopolista, obra publicada em 1966, substituiu o conceito marxista de “mais-valia” por “excedente”, e mostrou como o capitalismo monopolista permite gerar elevado excedente, e como este excedente é utilizado: expansão da produção, consumo capitalista e militarismo.
11 - Celso Furtado (1920–2004)
Assim como o argentino Raul Prebisch, o brasileiro Celso Furtado é bastante identificado com as ideias da Cepal. Furtado nasceu na Paraíba, participou da Força Expedicionária Brasileira (FEB) durante a Segunda Guerra Mundial e fez doutorado em Paris, logo depois, escrevendo a tese sobre a economia colonial brasileira. Trabalhou na Cepal desde sua fundação. Dirigiu o CEPAL-BNDE, que fez um estudo sobre a economia brasileira e forneceu as sugestões que seriam implementadas pelo presidente Juscelino Kubitschek durante o Plano de Metas. Em 1957, viajou para Cambridge, na Inglaterra, onde teve contato com muitos economistas presentes nesta lista, e escreveu sua obra prima, Formação Econômica do Brasil (Mantega, 1989). De volta ao Brasil, criou a Superintendência para o Desenvolvimento do Nordeste (Sudene), ainda durante o governo Kubitschek. Foi Ministro do Planejamento durante o governo João Goulart. Depois do Golpe de 1964, perdeu os direitos políticos e foi exilado. Durante o governo Sarney, foi o primeiro Ministro da Cultura no Brasil.
Celso Furtado foi grande estudioso de temas como relação centro-periferia, origens do subdesenvolvimento e políticas para superá-lo. Este pensador foi um dos introdutores do “estruturalismo”, que é a ideia de que economias subdesenvolvidas não podem ser estudadas através de modelos matemáticos abstratos. Isto porque as “estruturas”, produzidas por relações não econômicas, são fatores determinantes para o desenvolvimento ou subdesenvolvimento e por isso não podem ser desconsideradas (Furtado, 1989).
Assim como Prebisch, Celso Furtado considerava que a industrialização era necessária para superar o subdesenvolvimento. Como considerava o estudo da História fundamental para o entendimento da economia, a obra mais importante de Furtado discutiu como a economia cafeeira, as políticas de defesa desta economia e o choque externo em 1929 induziram a industrialização no Brasil. Mas este economista não apoiava qualquer industrialização: considerava que a introdução de indústrias feitas exclusivamente para que minorias privilegiadas copiassem os padrões de consumo dos países desenvolvidos agravava a concentração de renda. Furtado considerou o planejamento econômico realizado pelo Estado fundamental para a industrialização dos países subdesenvolvidos. A partir da década de 1970, passou a tratar também de problemas ambientais. Em O Mito do Desenvolvimento Econômico (1974), mostrou que seria impossível todos os países subdesenvolvidos alcançarem o nível de renda dos países desenvolvidos, porque haveria o limite dos recursos naturais.
Apesar de ter sido um grande crítico do liberalismo, Celso Furtado nunca foi o espantalho que liberais fazem de seus críticos. Defendeu o planejamento estatal e as ideias keynesianas, mas nunca foi partidário da ideia de que gastar mais é sempre melhor ou que inflação nunca é ruim (Bresser Pereira, 2004). Quando foi ministro de João Goulart, tentou reduzir o déficit público e a inflação. No final dos anos 1980, escreveu que o Estado brasileiro exagerou no seu papel de empresário, e que isto teria sido resultado de falta de planejamento adequado. E diferente de alguns keynesianos, Celso Furtado considerava o acúmulo de poupança interna muito importante para o desenvolvimento.
Celso Furtado pode ser visto como um grande medidor de como o debate econômico brasileiro se deslocou para a direita se comparar os anos 1950 com o início do século XXI. Ele não deu guinadas ideológicas ao longo de sua vida. Quando jovem, era criticado pela esquerda radical por ser reformista (o que era um xingamento), por ser muito conivente com o capitalismo. Faleceu no início do governo Lula, quando a equipe econômica daquele governo estava nitidamente à sua direita.
12 - Amartya Sen (1933–)
O economista indiano Amartya Sen foi muito importante para a criação de indicadores de desenvolvimento que vão além do PIB per capita. Em sua famosa obra Desenvolvimento como Liberdade (1999), argumentou que os seres humanos precisam de diferentes tipos de liberdade, e não apenas as negativas, aquelas que o Estado deve simplesmente não subtrair, mas também as positivas, aquelas que o Estado deve prover. Estas liberdades abrangem a participação política, o poder de comprar bens necessários à sobrevivência, a disponibilidade de serviços de educação e saúde e as relações de confiança dentro da sociedade. Anos antes, Sen ajudou a desenvolver o Índice de Desenvolvimento Humano (IDH), muito utilizado pela ONU. Amartya Sen também foi muito interessado no estudo sobre a fome, defendendo, a partir da observação da experiência da Índia, que a fome não é necessariamente causada por falta de alimentos, e sim pela impossibilidade de muitas pessoas de comprar alimentos (Dana, 2017).
Amartya Sen lecionou em Cambridge, no MIT, na Delhi School of Economics, na London School of Economics, em Oxford e em Harvard. Ganhou o Prêmio de Economia em Memória de Alfred Nobel em 1998.
13 - Joseph Stiglitz (1943–)
O estadunidense Joseph Stiglitz se destacou pelo seu trabalho sobre os efeitos da informação assimétrica na economia. De acordo com este economista, a existência de informação assimétrica faz com que o livre mercado não seja necessariamente a maneira mais eficiente de alocar recursos. Stiglitz observou a assimetria da informação no desemprego, nos contratos de seguro, no racionamento de crédito, nas crises financeiras e no regime de parceria na agricultura. No caso do crédito, por causa da assimetria de informação entre credor e devedor, os bancos simplesmente não concederiam crédito para alguns tomadores, e isto poderia gerar declínio do investimento, e, dessa forma, uma crise macroeconômica (Aldrighi, 2004). Em 1979, esses trabalhos renderam a Stiglitz a Medalha John Bates Clark, e o Prêmio de Economia em Memória de Alfred Nobel em 2001.
Sua carreira acadêmica inclui formação no MIT, em Cambridge, na Inglaterra, e passagem como professor nas universidades de Yale, Stanford, Princeton e Columbia.
Stiglitz não pode ser considerado de esquerda somente por causa de seu trabalho acadêmico, uma vez que não é necessário ser de direita para perceber que existem falhas de mercado. Qualquer livro-texto básico de Microeconomia fala sobre falhas de mercado. O que coloca Stiglitz à esquerda é a sua atividade como homem público que passou a exercer depois de já consagrado como acadêmico. Foi economista chefe do Banco Mundial entre 1997 e 2000, mas pediu demissão por discordar do conservadorismo desta organização. Em 2000, criou a Initiative for Policy Dialogue, que tinha como objetivo reunir acadêmicos e ativistas de diferentes áreas para discutir propostas de desenvolvimento para países pobres. Ao longo das décadas de 2000 e 2010, foi forte crítico da desregulamentação bancária, das agências de classificação de risco, do crescimento da desigualdade, e das políticas de austeridade adotadas por países europeus depois da crise de 2008. Escreveu livros voltados para o grande público como A Globalização e Seus Malefícios (2002) e O Preço da Desigualdade (2012).
14 - Paul Krugman (1953–)
O também estadunidense Paul Krugman teve uma trajetória intelectual e política muito parecida com a de Joseph Stiglitz. Se consagrou na academia com pesquisas sobre temas “ideologicamente neutros”, ganhou a Medalha John Bates Clark em 1991, e somente com idade razoavelmente avançada tornou-se conhecido pela atuação política voltada para a esquerda. Ainda ganhou o Prêmio de Economia em Memória de Alfred Nobel em 2008. Este tipo de carreira é necessário para quem deseja ser reconhecido pelo meio acadêmico de ciências econômicas nos Estados Unidos. Lá, são muito mais valorizados os temas abstratos, a especialização e a publicação de papers em journals especializados (Earp, 1996). Um jovem que deseja ser multidisciplinar, generalista e ativista político dificilmente obteria reconhecimento na academia dos EUA. Por isso, é recomendável seguir este caminho só depois de já ter tido consideráveis anos de carreira acadêmica e consagração como especialista. Foi isso que fizeram Joseph Stiglitz e Paul Krugman.
O trabalho que consagrou Krugman foi sobre comércio internacional. As teorias tradicionais de comércio consideravam as vantagens comparativas como causa do intercâmbio de mercadorias. Países exportariam produtos agrícolas mais compatíveis com seu clima, e demais produtos de acordo com sua dotação de fatores: países com muito capital exportariam bens intensivos em capital, países com muito trabalho não qualificado exportariam bens intensivos em trabalho não qualificado e países com muito trabalho qualificado exportariam bens intensivos em trabalho qualificado. A teoria de comércio de Krugman conseguiu explicar o que as teorias tradicionais não conseguiam: por que havia comércio também entre países muito semelhantes? A resposta estaria nas economias de escala (Krugman, 2015). Consumidores gostam de diversificar sua cesta de bens, mas é economicamente mais eficiente não que todos os países produzam todos os bens, e sim que se especializem em alguns bens para produzir em grande quantidade. Por ter reconhecida competência neste tema, Paul Krugman foi autor de um livro-texto de Economia Internacional muito utilizado em cursos de graduação. É um grande defensor do livre comércio e crítico dos protecionistas. Apesar de neste ponto Krugman concordar com economistas de orientação liberal, o debate protecionismo versus livre comércio não é de fato um debate esquerda versus direita.
Foi quando entrou nos debates de Macroeconomia que Paul Krugman demonstrou um posicionamento à esquerda. Ao observar as crises da Ásia em 1997, da Argentina e dos Estados Unidos em 2001, e do mundo em 2008 e enxergar semelhanças com a crise de 1929, este economista passou a defender que a economia mundial foi mais estável durante a era keynesiana, no imediato pós-Segunda Guerra Mundial. Todas essas ideias foram apresentadas no famoso livro The Return of Depression Economics and the Crisis of 2008 (2008) [lançado no Brasil como A Crise de 2008 e a Economia da Depressão]. Em seu blog no New York Times, Krugman é grande defensor de políticas fiscal e monetária ativistas para tirar economias da recessão, e grande crítico das políticas de austeridade praticadas por países europeus depois de 2008. Krugman também é um grande crítico da guinada à direita que os Estados Unidos deram a partir da eleição de Ronald Reagan em 1980. Estas mudanças incluem a redução do imposto de renda para os ricos, a redução do valor real do salário mínimo, o aumento explosivo dos salários dos CEOs, o enfraquecimento dos sindicatos, a desregulamentação do sistema financeiro. A obra The Conscience of a Liberal (2007) [lançado no Brasil como A Consciência de um Liberal] mostra as causas desta guinada à direita, e as consequências, que incluem brutal elevação da concentração de renda.
15 - Yánis Varoufákis (1961–)
O economista grego Yánis Varoufákis foi Ministro das Finanças do governo de seu país durante o governo Syriza, de esquerda, no primeiro semestre de 2015. Se demitiu, quando, discordando do primeiro-ministro Tsipras, não aceitou as condições impostas pela União Europeia para a renegociação da dívida.
Antes desta atuação na política, teve uma longa carreira acadêmica. Lecionou em Essex, em Cambridge, em Sydney, em Atenas e em Austin (Varoufakis, 2018). Seus primeiros trabalhos acadêmicos foram sobre a Teoria dos Jogos. A partir de 2010, passou a escrever sobre a crise econômica mundial e a crise econômica europeia. A obras que se destacam são O Minotauro Global (2011) e A Modest Proposal for Resolving the Eurozone Crisis (2013). Na primeira, é discutida a origem da crise de 2008, que começa com mudanças na economia norte-americana e na economia mundial a partir da década de 1970. Na segunda, são propostas alternativas para resolver a crise do Euro, sem passar pelos cruéis programas de austeridade impostos para os países da periferia da União Europeia.
Depois de ter deixado o Ministério das Finanças da Grécia, Varoufákis foi um dos criadores do Democracy in Europe Movement 2025, um movimento pan-europeu, apoiado por proeminentes intelectuais, que tem como objetivo reformar a União Europeia.
16 - Thomas Piketty (1971–)
O economista francês Thomas Piketty foi grande responsável por colocar novamente a desigualdade de renda e riqueza como uma questão política importante, levando este debate até mesmo para fora de círculos intelectuais de esquerda. Piketty é bem recebido por muitos periódicos de economia e negócios, mesmo tendo posições políticas mais voltadas para a esquerda.
Diferente de outros estudiosos de desigualdade, que utilizam dados do censo, Piketty utiliza dados do imposto de renda dos países que ele estuda. Países como França, Estados Unidos e Reino Unido, que armazenam dados muito antigos do imposto de renda, têm longas séries históricas sobre desigualdade. Mesmo quem não concorda com todas as ideias do economista francês pode considerá-lo útil por causa dos dados que ele disponibiliza em seus trabalhos.
Na sua mais conhecida obra, O Capital no Século XXI (2013), Piketty demonstrou que a desigualdade nos países desenvolvidos, mais notadamente nos países de língua inglesa, fez uma curva com formato de U ao longo do século XX. Caiu depois das duas guerras mundiais e da Grande Depressão e voltou a subir a partir de 1980. O economista francês considera que a desigualdade de renda e riqueza tende a elevar quando a taxa de retorno do capital é superior à taxa de crescimento do produto. Propõe um imposto global sobre grandes fortunas e o retorno das alíquotas elevadas de imposto de renda para os muito ricos. Piketty aceita que empreendedores bem sucedidos sejam mais ricos que o conjunto da população, mas não que seus trinetos também sejam. Ele concorda que a desigualdade em patamar moderado é útil para a sociedade por premiar o esforço, mas considera que acima de determinado patamar a desigualdade já não tem qualquer efeito benéfico para a sociedade, e que a desigualdade que vemos atualmente é superior ao patamar aceitável.
Piketty já lecionou na Paris School of Economics e atualmente leciona na London School of Economics. É conselheiro de vários partidos de esquerda na Europa.
Observações finais
Em vários economistas presentes nesta lista, verifica-se a influência das ideias de John Maynard Keynes. Portanto, alguns leitores poderiam perguntar: e o Keynes? Por que ele não se encontra nesta lista? Porque, por autodeclaração, ele não pode ser considerado um pensador de esquerda. Seu posicionamento no espectro político está no centro. Keynes dizia abertamente que não gostava do Partido Trabalhista, nem do Partido Conservador. Preferia o Partido Liberal, que era um meio termo entre os dois maiores partidos britânicos (Fonseca, 2010).
Outros leitores poderiam perguntar: e o Ha-Joon Chang? De acordo com sua própria declaração, o economista coreano seria considerado de esquerda no Reino Unido, mas de direita na Coreia do Sul, pois suas ideias sobre desenvolvimento com intervenção do Estado estão muito associadas com o regime militar. Seu clássico Chutando a Escada (2002) diz que os países desenvolvidos só adotaram o livre comércio, o livre fluxo de investimento estrangeiro e o respeito à propriedade intelectual depois que se tornaram desenvolvidos, mas também diz que esses mesmos países só adotaram a democracia e o Estado de Bem-Estar Social depois que se tornaram desenvolvidos.
Os pais da Microeconomia Neoclássica, Leon Walras e Alfred Marshall, embora não tenham sido de esquerda, também não podem ser considerados de direita. Leon Walras defendia a coletivização da propriedade da terra. Alfred Marshall era bastante preocupado com a elevada desigualdade de renda de sua época.
Se verificar a história do pensamento econômico, é possível perceber que existiram grandes economistas de direita, mas também existiram grandes economistas de esquerda, assim como também existiram grandes economistas de centro e grandes economistas sem posicionamento político.
Alguns defensores da ideia de que um economista precisa ser conservador para poder ser considerado sério, ao lerem esta lista, diriam que os únicos respeitáveis da lista foram Joseph Stiglitz e Paul Krugman, que eram “economistas sérios” antes de entrarem no “esquerdismo” com idade já avançada. A ideia de que economista precisa ser conservador para ser sério poderia ser válida se houvesse alguns critérios objetivos para definir o que é sério e que não é, e por que apenas os conservadores preencheriam esse critério. Mas não é isto que ocorre. Quem diz que economista precisa ser conservador para ser sério pensa assim porque já estabeleceu como critério que o que define seriedade é o conservadorismo. É uma lógica muito parecida com “minha noiva nunca se atrasa, porque caso ela se atrase, não será mais minha noiva”, ou seja, não tem sentido algum.
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Referências
ALDRIGHI, D. M. Algumas das contribuições de Stiglitz à teoria dos mercados financeiros. Anpec. 2004. BRESSER PEREIRA, L. C. Lucro, acumulação e crise. Capítulo XII. 1986. BRESSER PEREIRA, L. C. Sempre na Luta, Exigindo Reflexão. Valor Econômico. 26 de novembro de 2004. COTRIM, I. Paul Sweezy: Anatomia de um Intelectual Revolucionário. Revista de Economia Mackenzie. Vol. 7. n.2. 2009. MITERHOF, M. O Nobel Gunnar Myrdal é um herói da esquerda que anda esquecido; recordá-lo é um bálsamo. CGN. 2014 COUTO, J. M. Raúl Prebisch e a concepção e evolução do sistema centro-periferia. Revista de Economia Política Vol. 37 n.1. 2017. DANA, S. Pai do IDH, Amartya Sem defendeu o desenvolvimento além do PIB. G1. 3 de setembro de 2017. DOTTSCHALCH, W. Desenvolvimento e crise no capitalismo no pensamento de Rudolf Hilferding. Solidariedade Socialista. 18 de dezembro de 2010. EARP, F. S. Estados Unidos versus Europa: mercados distintos, maneiras diferentes de fazer ciência econômica. Revista de Economia Política. Vol. 16 n. 4. 1996. FONSECA, P. C. D. Keynes: O Liberalismo Econômico como Mito. Economia e Sociedade. Campinas, v. 19 n. 3. 2010. FURTADO, C. Prebisch. Revista de Economia Política Vol. 6 n.3. 1986. FURTADO, C. Entre o inconformismo e reformismo. Revista de Economia Política Vol. 9 n. 4. 1989. HELLER, C. A Economia da Concorrência Imperfeita de Joan Robinson: uma interpretação. Research Gate. 1997. JOBIM, A. J. Michal Kalecki e a economia contemporânea. Revista de Economia Política Vol. 1 n.2. 1981. KALECKI, M. Political aspects of full employment. Political Quarterly. 1943. KRUGMAN, P. Trade, geography, and Microfoundations (Wonkish). The Conscience of a Liberal. New York Times. 5 de abril de 2015. MANTEGA, G. Celso Furtado e o pensamento econômico brasileiro. Revista de Economia Política Vol. 9 n. 4. 1989. MERRINER, J. Illinois liberal giant, Paul Douglas. Chicago Tribune. 9 de março de 2003. MIRANDA, L. A. A concorrência imperfeita reexaminada: um comentário à autocrítica da Sra. Robinson. Ensaios FEE. Porto Alegre 8(2). 1987. NICOLAU, J. A. A contribuição de Sraffa para a teoria ricardiana do valor. UFSC. 1989. SINGER, P. Apresentação. Sraffa e Robinson. Coleção “Os Economistas”. 1996. VAROUFAKIS, Y. Early academic path: from England to Australia to Greece.
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tumblerismkultra · 2 years ago
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Well, look at it this way. There are even non-communist academics that agree with us that "Imperialism: The Highest Stage of Capitalism" is an empirically accurate analysis. That text would not exist had Lenin not obsessively studied the writings of Hobson, a bourgeois English liberal empiricist, and Hilferding, an Austromarxist revisionist. If Lenin himself was as dogmatic as the doctrine of "Marxism-Leninism", he would have never read Hobson and Hilferding, and only asserted Marx and Engels, and certainly would not have claimed himself their equal unless he had been an egomaniac. Ironically, "Marxist-Leninists" typically cite Lenin's theory of imperialism as an example of this sort of "theoretical advance" over Marx and Engels, yet it is actually an example of the heterodox nature of Lenin's thinking. Conversely, you also cite Lenin's theory of the post-revolutionary state, which if you read it closely is just a reassertion of Engels' theory of the state. He was just applying that principal to real conditions as they developed under his revolutionary leadership.
"Marxism-Leninism" as a doctrine or a dogma was developed by Stalin, shortly after Lenin's death, during a power struggle within the emergent bureaucratic caste of the USSR. (See pic) It's not a project Lenin himself put forward, he merely (correctly) saw himself as a revolutionary Marxist communist.
My cute reference to Christian theology is deliberate. Stalin was a seminary student before becoming a Marxist. The concept of "Leninism" as a new gospel is borrowed from Christian theology.
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why marxist-leninism specifically? like why not marxism or communism or socialism?
i do consider myself a marxist and a communist--marxism-leninism isn't in opposition to either of those labels--and i consider other marxists and communists my political allies. i consider myself a marxist-leninist specifically because i consider lenin's theories on imperialism and the role of the state in a post-revolutionary context to be crucial to my politics.
i've read lenin's writing and i think it is crystal-clear and compelling. i think he outlines with stunning prescient clarity the situation of the working class and the communist movement in a way that still holds perfectly true today. i believe that a proletarian class state needs to be established in the aftermath of revolution, that revolution is best achieved through agitation and direct action of an organized party, and that understanding and fighting imperialism is crucial to any serious anticapitalist--for these reasons i am a marxist-leninist.
that's the intellectual level--on the personal level, i'm venezuelan. i have family members who have directly experienced the human catastrophe of imperialism, and who have seen with their own two eyes attempted coups against a people's government for daring to try and govern my homeland as a sovereign nation. i'm from the continent of allende, arbenz, and operation condor. studying that history has convinced me that peaceful and spontaneous social movements will be destroyed mercilessly, and that debates on the ethics of a proletarian class state are secondary to the existential threat faced by every socialist movement that even approaches success
and that's not to say that i don't think anyone since lenin has had valuable contributions--there's a lot of value in reading mao, or the criticisms and theory of anarcho-communists, even in some non-communist socialist theorists. but everything i've learned from them, and from my own material conditions, i have been able to seamlessly incorporate into the framework of marxism-leninism.
tldr: i am a marxist-leninist because i believe the analysis and strategies outlined in the writings of lenin--founded in the analysis of marx and engels-- form the best and greatest hope for humankind.
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howieabel · 2 years ago
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“But whether, for example, a coat can be exchanged for twenty yards of linen cloth or for forty yards is not a matter of chance, but depends upon objective conditions, upon the amount of socially necessary labor time contained in the coat and in the linen respectively.”― Rudolf Hilferding
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yngwrthr · 4 years ago
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The history of scientific socialism’s development is much more the development of science than the development of socialism. German philosophy, French historiography, English political economy — consolidated in their aggregate results and united in the irresistible drive to find a scientific solution to the great problems posed by the revolutionary era — tantae molis erat [so great was the effort] to establish the foundations of scientific socialism.
Rudolf Hilferding, The Prehistory of Marxian Economics, 1911-1912, in Responses to Marx’s Capital: From Rudolf Hilferding to Isaak Illich Rubin, ed. by Richard Day and Daniel Gaido, Chicago: Haymarket Books, 2017, p. 325.
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zwischenstadt · 5 years ago
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Significantly, meanwhile, Hilferding's discussion of creeping monopolization was not merely a conceptual one.  Where Marx elided the theoretical question of generalized monopoly because he saw it as practically unrealistic, Hilferding confronted it precisely because he disagreed.  And not only did he think it possible- he believed it was actually happening, all around him. That Hilferding saw actually existing capitalism as becoming more and more monopolistic in nature around the turn of the century is, of course, highly pertinent in the context of this book.  It is not coincidental that the period about which, and in which, he was writing was also the period in which competition law- with its ambition to curb monopolization- originally rose to prominence.  Moreover, various later commentators, not least Paul Baran and Paul Sweezy in Monopoly Capital (1966), agreed with him: What Hilferding had essentially predicted, a supplanting of "competitive" capitalism by a generically centralized, monopolized form, they claimed had indeed come to pass. Yet this is simply not true.  Monopolistic tendencies have never developed- or never been allowed to develop- as far and as wide as Hilferding imagined they would and Baran and Sweezy maintained that they had.  Notwithstanding multiple periods of shakiness during which the essential dialectical balance between monopoly capitalism has come under pressure (including from the side of insufficient competition), such balance has ultimately been sustained and reproduced.  In other words, we must side with Marx against those who depict a monopoly-induced rewriting of capital and value; his sense about the strength of those "counteracting tendencies" has, effectively, been proven right.  And one of those counteracting tendencies- almost certainly unforeseen by Marx- has been antitrust law.  Below, we consider how exact, in theory, such law provides a counteracting force; first, however, we need to address the question of the problems that arise for capitalism's reproducibility if it starts to veer in the other direction- that is to say, in the direction of too much competition as oppose to too little.
Brett Christophers, The Great Leveler: Capitalism and Competition in the Court of Law
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fhtess · 3 years ago
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Sunday Afternoon Genealogy Fun...Baby or small child photo(s)...
Sunday Afternoon Genealogy Fun...Baby or small child photo(s)... #familyphotos #familyhistory #Ferdinando #Spong #Hilferding #Basinski #SaturdayNightGenealogyFun
I was away visiting my mum and sister last week, and this week we’re experiencing a historic windstorm – the worst ever recorded to hit the Coast, though I imagine the indigenous people here have oral history that might contradict this assertion from the weather office. Either way, I am going to make this post short and sweet given that I don’t know for how long we’ll have power. Randy’s…
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gattungs-wesen · 4 years ago
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Modern graduate school AU
If you want to escape from the graduate school, shake a carrot!
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unreal-time · 5 years ago
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人間の生産共同体は、原則として、二様の仕方で構成されてありうる。第一には、それは意識的に規制されていることがありうる。この社会——その範囲に包括されるものが、自己経済的家長制家族であるにせよ、共産的部族であるにせよ、社会主義社会であるにせよ——は、社会的意識の代表者として生産の規模と仕方を確定し、且つ得られた社会的生産物を成員間に分配する諸機関をつくる。どうして、どこで、どれだ��、どんな手段で、現存の自然的および人工的諸生産条件から新たな生産物がつくられるか、これを決定するものは、家長か、または社会主義社会の地方委員会または全国委員会であって、彼らは、或いは自身の経験によって家族の欲望と資源とを知るなり、或いは組織的な生産統計および消費統計の手段を尽くして社会的諸欲求を把握するなりして、全経済生活を、彼らにおいて意識的に代表され且つ彼らによって意識的に指導される彼らの共同体の諸欲望にしたがって、意識的予見をもって形成するのである。かように組織された一共同体の人間は、彼らの生産において一生産共同体の諸部分と意識的に相互に関係し合っている。彼らの労働秩序と、彼らの生産物の分配とは、中央的統制のもとに立つ。諸生産関係は直接的に社会的な諸関係として現われ、個人間の諸関係は、それらが経済生活に関する限りでは、社会的秩序によって規定され彼らの私的意欲からひき離された社会的諸関係として、現れる。生産関係そのものが、直接的に、全員によって意識的に定められ欲せられたものとして、理解されるのである。
この意識的組織を欠く社会は、趣きを異にする。それは、相互に独立な諸個人に分解されていて、彼らの生産は、もはや社会の仕事としてではなく、彼らの私事として現われる。かくて、彼らは、分業の発展に強いられて相互に関係を結ぶ私的所有者である。彼らがこの関係を結ぶ行為は、彼らの生産物の交換である。この行為によって初めて、ここでは、すなわち私有と分業とによってその原子まで打ち砕かれた社会にあっては、関連がつくり出される。そして、ただ社会的関連の媒介者としてのみ、交換は、理論的・経済学的分析の対象をなす。確かに社会主義社会でも交換は行われるかもしれない。しかしそれは、社会によってなんらかの仕方で、意志と意識とをもって規制された割当てがすでに行われた後の、交換である。かくてこの交換は、いわば、社会的割当ての私的修正であり、主観的な気分や考量に従う私的行為ではあるが、経済学的分析の対象ではない。理論経済学にとってこの交換が演ずる役割は、子供部屋でロッテとフリッツとのあいだで行われる玩具の交換が演ずる役割と同じであって、これは彼らの父が玩具屋で行った買入れとは根本的に異なる交換である。なぜならば、この父のなした交換は、すべての交換行為の総和のうちの一要素にほかならず、この総和によって初めて社会は、それが現にそうであるような生産共同体として、実現されるのだからである。それゆえ、各個のかような交換行為において、生産共同体が実現されていなければならない。なぜならば、かような交換行為によって初めて、分業と私有とによって分解された社会の一全体への結合が行われるのだからである。
ヒルファディング 岡崎次郎訳 『金融資本論』 岩波文庫 p.17-19
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edwad · 2 years ago
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i feel like those "capitalism is different now trust me" narratives on the left all originate with lenin, i'm pretty sure pmc theory actually cites his distinction between monopoly and competitive capitalism. i think it's libshit honestly, not surprising that lenin got it from a liberal
lenin partly got it from hobson, true, but he also got it from hilferding and his claim about finance capital being the latest phase of capitalist development. besides, lenin's "own" theory of imperialism is largely just a workshopped version of bukharin's anyway. hard to pin this on lenin tbh. especially since "capitalism is different now, trust me" is basically at the heart of the turn of the century "revisionism" debate where capitalism had allegedly changed in such a way that violent revolution was made unnecessary etc
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reidio-silence · 3 years ago
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But the uncertainty which characterizes speculation has still another consequence; it creates the possibility of influencing the direction of speculative activity, through the large speculators drawing in the small ones. Since the speculator is not 'in the know' (frequently even with regard to general conditions, and invariably when it is a matter of particular cases) he tends to be influenced by superficial indications, by the mood and the general trend of the market. This mood, however, can be manufactured, and is actually manufactured, by the big speculators, who can be regarded more or less correctly as 'insiders'. The petty speculators follow their lead. The big speculators stiffen the market by making large purchases, thus driving up the price of shares, and once the trend is under way demand increases further as a result of the purchases by all those people who think they are following the example of the big speculators, so that prices continue to rise although the latter have already withdrawn. They can now either take their profit, or maintain the higher price level for a longer or shorter time, depending upon their aims. In this case, disposal over a larger sum of capital gives rise directly to a superior position on the market because market trends themselves are determined by the way in which this capital is used. In the sphere of production, a large capital enjoys an advantage because it can produce more cheaply and so reduce prices, but in the stock market, capital acts upon prices directly. The large dealers in securities, the banks, can take advantage of this situation to push speculation in a particular direction. They need only drop a hint to their numerous customers to buy or sell certain securities, in order to bring about, in most cases, a change in the relation between supply and demand, which is thus known to them in advance, and like all foreknowledge in the field of speculation produces a profit for them. We can now also appreciate the importance of the hangers-on, the outsiders, and the public at large. Gains and losses among professional speculators may balance out, but the great public which simply follows the lead of the big speculators, and continues in the same course after the latter have already pulled out with the gains they have made - these naive people who believe the moment has now come for them to share in the fruits of prosperity - are the ones who have to bear the losses, and to pay the balances arising with every turn in the business cycle or in the mood of the stock exchange, which are pocketed by the speculators as the reward for their 'productive activity'.
— Rudolf Hilferding, Finance Capital (1910)
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cyberneticpeoplespolis · 4 years ago
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Understanding Unequal Exchange: How does trade imperialism affect the global working class?
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This article originally appeared on Anticonquista, an Anti-Imperialist Media outlet for the Latin American and Caribbean Diaspora. This is my attempt to write an accessible explainer on the issue of Unequal Exchange, using some examples from the Pacific and New Zealand to illustrate the sometimes equation-heavy theory.
I was initially inspired to write this explainer by Abdul Nasir’s reexamination of Dependency Theory. It is wonderful to see the fruitful and diverse theories of Imperialism of the late 20th century being revived and discussed on Anticonquista. We must do all we can to resume the important debates that were muted by the collapse of global workers’ institutions at the close of the last century, and overcome the grey orthodoxy that has reasserted itself in radical critiques of imperialism.
Unequal exchange was once considered one of the most important new developments in imperialism studies of the 20th century. The theory, first proposed by French-Greek theorist and resistance fighter Arghiri Emmanuel in the 1960s, was quickly taken up by many of the underdevelopment and imperialism theorists of the day, from Walter Rodney to Samir Amin. Dependency theorists like Andre Gunder Frank had proven that the imperialism had developed to a point where empire was best understood not in terms of capital exports from the core (as in Hobson, Bukharin, Hilferding and Lenin’s models), but in terms of the wealth extracted from the periphery. However, they were not always clear on how this wealth was generated. Emmanuel was the first to propose an original theory of where exactly that extracted wealth came from. This was the theory of unequal exchange, the idea that the bulk of imperialist superprofits stemmed not from monopolies, noncompetition or securing captive markets, but rather from the difference in wages between nations.
To Emmanuel, Marx’s factors of production were not only fixed quantities of labour and material inputs, they also represented the stake each class holds in the total surplus value produced by a society (whether this stake is recognised is another matter). A given quantity of labour hours invested in production represents a stake workers hold over an end product, while a given quantity of raw materials or fixed capital represents the stake a capitalist holds.
In pre-capitalist artisanal production, the labourer is the only one who holds a stake over the end product of their labour. The labourer controls both the tools and the resources required for production, and can work whenever they choose. The labourer can move freely between industries, and will move to whichever one yields the best prices. Many artisans will move into an industry if the prices are very high, and begin producing greater quantities of that commodity, forcing prices down. In pre-capitalist production, the market will reward labourers for fulfilling particular needs, and that reward falls in relation to the degree that need is met, and so wages and profitability both equalise freely.
All that changes in a society with two classes involved in production. Under capitalist production, both the labourer and capitalist have stakes in the final product, and thus the degree to which wages and prices equalise depends on different factors. When capital moves freely between industries, this tends to equalise the rate of profit. When labour moves freely between industries, this tends to equalise wages. Both wages and profitability must be considered when setting prices.
This is all well and good in the context of individual countries. In most countries, labour and capital moves freely between industries, and so wages, profitability, and prices are all relatively consistent between towns and cities in one country.
On an international level however, wages, profitability and prices are often completely inconsistent, especially between richer and poorer countries. This is because capital often moves freely between the core and the periphery, shifting to wherever has the highest rate of profit, while labour is constrained. Workers cannot move between countries due to militarised borders, repressive governments, and migration quotas. In the end, the rate of profit slowly equalises between countries, while wages only become more and more dissimilar between countries due to different levels of unionisation, and other “historical and moral determinants” like the degree of reactionary violence, market suppression and underdevelopment.
At the end of the day, a situation is produced wherein, as Charles Bettleheim explains, “on the world market the poor nations are obliged to sell the product of a relatively large number of hours in order to obtain in exchange from the rich nations the product of a small number of hours of labour.”
This inequality in trade can be further explored in a number of ways. In the past, unequal exchange has been explained through equations and figures, but this topic is too important to be bound up in academic language and convention. What follows is my attempt to explore the consequences of unequal exchange through the eyes of two fictional workers in countries separated by a small stretch of South Pacific ocean.
An example: Natia and Tim
Unequal Exchange can be hard to understand in human terms. By its nature it deals with abstract transfers of wealth in the spaces between nations, never really connecting with our human experience of work and life. But it does have a human dimension, and it extends outwards from a web of interconnected human experiences and struggles. Compare Natia and Tim. Natia works at a copra plantation in Savai’i, in Samoa. She spends her day collecting coconuts, halving them, and leaving them out to dry in the sun in large batches. Sometimes she helps at the kilns, where the sun-dried coconuts are fully dried, and the desiccated meat is crushed into oil and meal. It is a hard process, and sometimes whole batches develop mold and have to be thrown out. The market for the meal is shrinking, as the New Zealand farmers who used to buy it as animal feed have now shifted to Palm Kernel Expeller, much of it grown by debt slaves in Malaysia.
In the end, Natia gets about $350 USD per month for her full-time labour. It’s considered a decent wage in Samoa. Her employer has few ongoing costs aside from her low wages. However, considering the need to compete with PKE and other copra producers, the employer can only sell the copra meal for a very low price: just above the amount needed to pay for Natia and the other workers’ labour.
3,000 kilometres away from Natia, Tim is just starting his shift. He works at a plastics factory in Auckland, New Zealand. The factory is designed to turn mineral oil into a range of commodity plastics and tupperware, and while Tim works hard, his productivity is mostly due to the wide variety of factory machines at his disposal. Tim is able to produce a large amount of plastic products in just one hour, and the market for the products is always high, since the factory is generally able to out-produce and out-compete its smaller competitors.
Tim has been working at the company for a while, and has always participated in his union. The most recent strike was 2 years ago, when the union representatives were able to secure a new collective bargaining agreement that raised Tim’s wages to $3,150 USD per month. It’s nowhere near as much as his many managers get, but Tim is pretty thankful, since it’s considered a living wage by New Zealand standards. The company fought tooth and nail against the pay increase, but in the end it didn’t hurt business too much, and they were able to compensate by raising prices, thanks to their healthy market share.
The products of Natia and Tim’s labour are often exported around the Pacific. A handful of New Zealand farmers still import Pacific copra meal, while stores in Savai’i often stock the tupperware containers and commercial plastics Tim produces. The problem is that the products of their equivalent labour hours are sold at wildly different prices. The amount of tupperware that Time produces in one labour hour gets sold for enough to pay for nine hours of Natia’s work.
Is Tim’s labour itself worth nine times more than Natia’s? Not really; if Natia went to New Zealand and performed similar agricultural work, she would be paid at a rate much more comparable to Tim, if only due to labour laws and the higher cost of living in New Zealand. The product of her labour would also be exchanged at a vastly higher rate, even without additional machinery to help her. The real problem is that Natia could only access those wages if she won a visa through the ballot system, and only a few were given out each year, even before it was shut down entirely due to Covid.
The disparity between the two only becomes more extreme as time goes on. Thousands of other workers produce commodities that are traded between New Zealand and Samoa, and all of them have very similar wages to Natia and Tim. Samoa is limited in how many New Zealand imports it can buy, since its products are worth nine times less than New Zealand’s by default. Meanwhile, New Zealand exporters are making a killing: their products could buy nine times their own value in Samoan commodities! Over time, Samoan industry becomes more and more specialised and export-oriented, and less able to supply domestic consumers with cheaper local goods, processes covered by Samir Amin in Unequal Development. Instead, imported western goods become the norm, and Natia is forced to spend much more on necessities. Competition in the animal feed market threatens to force Natia’s wages down further, or even put the plantation out of business entirely.
Meanwhile, Tim’s wages are enough to buy plenty of consumer goods. He can’t always afford the boutique local brands, but he can afford as much imported produce as he could ever need. Over time, his wages are supplemented by these cheaper goods, and he can afford to save. In addition, the state mandates access to a superannuation fund for workers, and Tim’s contributions are invested in all sorts of foreign industry and international trade futures. Tim doesn’t ever have enough to stop working for a living, but he has enough to perhaps retire comfortably, or even to ensure that his kids don’t have to work as hard as he did. He is secure in the knowledge that in the long run, things seem to be getting better.
Workers like Natia represent the bulk of the global working class, labouring in low-paid labour producing much of the world’s most basic commodities. Their conditions are deteriorating due to the increased dependency, specialisation, and export-orientation of industry in the global periphery, as this means there is less local industry devoted to local needs. They are unable to save, or move to countries with better conditions. Their main hope is an increase in the total global mobility of labour, which might equalise wages and prices between countries. For them, freedom of migration is liberation, as even if they don’t migrate themselves, the resulting wage equalisation benefits everyone.
Workers like Tim represent a minority in the global working class: he is at the bottom end of a labour aristocracy. As we have seen, Tim’s conditions aren’t wonderful, or somehow post-scarcity, but he has the ability to save, to move between industries freely, to invest his surplus wages, and to send his kids to be educated. These are all rights Tim ought to enjoy, ones which he fought hard to keep, but the institutions which enable those rights are also unwittingly contributing to global inequality.
In rich countries, prices and wages are caught in an upward death spiral. Since prices are determined by the interrelationship between wages and profitability, and wages tend to gravitate around the ability to purchase a fixed number of commodities, we can see how wages might push prices higher and vice versa. Other factors push wages and prices higher, including the efforts by unions to stay ahead of the cost of living, and increases in the overall standard of living enabled by external debt.
To break out of that spiral means acting internationally, securing better wages for all workers up and down the supply chain. An alternative approach would involve pressuring western governments to impose price ceilings: a hard limit on the cost of living set in a fixed number of commodities. Theorists like Emmanuel singled out western unions as a major cause of unequal exchange, and it is certainly true that many cannot be relied upon, but it is not necessarily unions themselves so much as the underlying upward spiral of prices and wages. A world with fewer unions, even the most compromised ones, is nonetheless one in which workers wield less power, and have less potential energy to turn towards international organisation.
The global consequences of Unequal Exchange
The relationship between Natia and Tim is just one tiny part of the global problem of unequal exchange. The true scale of unequal exchange has only been explored relatively recently thanks to the work of Zak Cope, in his book The Wealth of (Some) Nations, as well as recent studies that have built upon his findings.
Much of Cope’s recent work is devoted to quantifying and exploring various forms of imperialist superprofits (or the Imperial Transfer of Value). In Cope’s analysis, unequal exchange is not the sole form of imperialist superprofits, but it does constitute a majority. By measuring wage differentials between core and peripheral countries, and comparing those wages to a midpoint (the global median wage), Cope was able to find the total value gained each year through unequal exchange: roughly 2.8 trillion dollars per year.
To put this in perspective, the value gained through unequal exchange is 53.8% of all superprofits flowing from the periphery to the core. It is also 31.5% of the core’s profits available for reinvestment (calculated as the core’s GDP multiplied by rate of savings), in other words, nearly a third of all profits in the core are purely the result of being able to sustain higher wages.
Decades ago, Samir Amin predicted that as the rate of profit fell in core industries, unequal exchange would slowly come to be the dominant source of profits for western capitalists, locking the periphery into a permanent state of dependency in order to prop-up the decayed husk of domestic industry in the core. In many of the world’s richest nations, that prediction is being borne out today.
Shifting the locus of value creation from the core to the periphery means that the core relies less and less on the unprofitable exploitation of its own workers. Instead, many core workers are increasingly being placed in menial office and managerial jobs which produce little to no real value. Such workers are ostensibly there to increase the value of other labourers’ work – so-called “reflexive” labourers – but in practice this is economically impossible, and many of these managers, administrators, and functionaries are simply paid consumers, shifting and manipulating various forms of debt, sitting at the heights of increasingly top-heavy finance and tech juggernauts.
As the core systematically underdevelops itself, taking away its own ability to autogenously produce value, the periphery stands at a crossroads. Many nations are now choosing to promote trade between peripheral partners, effectively disengaging from the predatory trade imperialism of the core. This too has dangers, in that it risks imperialist intervention, and some peripheral nations still side with the core out of fear of repercussions, out of a bribed ruling class, or out of a lack of alternatives.
Workers in the core are still able to organise against trade imperialism directy, even if such activism will always be opposed by sections of the labour aristocracy. Pushing for increased migrant quotas and rights is one proven way to mitigate global wage inequality, as remittances and competition tend to raise peripheral average wages. To return to our Pacific example, compare Samoa with the Cook Islands: both nations were colonised and dominated by New Zealand imperialism, but the Cooks have at least gained an average wage more comparable to the core, entirely thanks to the ability to migrate to a core nation.
Another step would be to encourage labour organisation across national boundaries. As we have seen, a narrow-minded focus on only improving the wages of core workers can actively harm peripheral workers by encouraging greater differences in wages. If the entire supply chain of an industry can be organised, not only would workers exercise greater control over their workplaces by influencing the factors of production, they would also be able to raise the lowest-paid workers up to a greater standard.
One of the greatest lessons we can draw from recent advances in unequal exchange theory is that business-as-usual activism can have unintended consequences. Do we fight to perpetuate labour aristocracy, wealth extraction, and the further stratification of our class? Or do we fight to bring about unity between workers of all nationalities, no matter their position in the hierarchies of industry and empire?
Further Reading
Arghiri Emmanuel, Unequal Exchange: A Study of the Imperialism of Trade, 1972 Emmanuel’s most rigorous examination of Unequal Exchange is still highly relevant reading today, even if sections on Organic Composition of Capital have been questioned by later writers. It also includes an interesting debate between Emmanuel and his mentor Charles Bettleheim.
Zak Cope, The Wealth of (Some) Nations: Imperialism and the Mechanics of Value Transfer, 2019 Cope’s most recent book builds on his ideas from 2013’s Divided World, Divided Class into one of the most rigorous analyses of imperialist value transfer yet attempted. Cope’s analysis of Unequal Exchange is limited to two small chapters, but the rest of the book is well worth a read and covers an enormous swathe of leftist and colonial history.
Anthony Brewer, Marxist Theories of Imperialism: A Critical Survey, 1980 Brewer’s book is a great overview of theories of imperialism, from Marx to Emmanuel and Amin. He takes particular interest in charting the development of Unequal Exchange discourse, and makes a few of his own additions to the theory.
Walter Rodney, How Europe Underdeveloped Africa, 1974 Rodney was one of the first writers in the colonised world to pick up the idea of Unequal Exchange, and wove it into his masterful history of European colonisation in Africa, which also serves to discredit the “whiggish history” of perpetual progress in the colonised world.
Samir Amin, Unequal Development: An Essay on the Social Formations of Peripheral Capitalism, 1976 Amin was one of the first writers able to explore the various international implications of Unequal Exchange rather than having to develop his own economic framework from scratch. As such his work is often more holistic than the narrow economic focus of Emmanuel. His theory of development is excellent, even if his autarkic conclusions are sometimes flawed.
Esteban Ezequiel Maito, The historical transience of capital: the downward trend in the rate of profit since the 19th century, 2014 Maito’s study represents a rigorous effort to analyse the declining rate of profit. Crucially, Maito accounts for the rate of turnover, something similar studies sometimes fail to do. Maito identifies three separate rates of profit, the core, peripheral, and China, and demonstrates that these are all equalising as they decline. This confirms many of the assumptions of the Unequal Exchange theorists.
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