#Espada de Piedra
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“Depende de tí lo lejos que llegarás. Si nunca lo intentas jamás lo sabrás".
—Merlín. (La Espada en la Piedra, 1963)
#merlin#la espada en la piedra#1963#ansiotextos#frases#citas#pensamientos de una ansiosa#notas#textos#fragmentos#escritos
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there's a fandom for king arthur and all that????
#yoooooo#count me in#next year my goal is to read more#i've always been interested in those kinds of books#well you can tell (<- fantasy enjoyer)#althought i lean more to dark fantasy but you know#well i'm silly of course there is a fandom those are fictional hehee#hm#mythological is the proper word isn't it#anyway#awesome discovery big win for jen nation#a mi me re encanta la peli de la espada en la piedra. si. tristemente la de d*sney. sad! pero es que es re buenaaa#si la he visto mil veces es poco. la daban cuando volvia del colegio :)
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Sean bienvenidos japonistasarqueologicos a una nueva entrega arqueológica recién salida del horno, se ha descubierto en la prefectura de Nara espejo de bronce en forma de escudo hallado en el túmulo funerario de Tomio Maruyama, dicho esto pónganse cómodos desde que comenzamos. - Características : Mide 64 cm de largo y 31 cm de ancho. Data de finales del siglo IV y tiene 109 m de diámetro. En un examen que se realizó mediante rayos X fluorescentes al espejo con forma de escudo y estaba compuesto de cobre detectó la presencia de estaño, cobre y plomo. La superficie del espejo tenía rastros de que había sido pulido de forma suave. Los patrones geométricos, como es el patrón 'dragón', es una representación simplificada de una bestia divina china posiblemente tuvieran influencia china y los patrones de, los dientes de sierra, que se asemejan a hojas de sierra, se le aplican en la parte posterior. - En el mismo yacimiento se han encontrado: -85 espadas serpentinas en Japón y 4 en Corea del Sur. -La espada serpentina tiene una longitud total de 237, es tres veces más grande que el túmulo funerario de Uda Kitahara que es de 84,6 centímetros localizados en la ciudad de Uda, prefectura de Nara.
Kosaku Okabayashi, subdirector del Instituto Arqueológico de Kashihara, dijo en una conferencia de prensa: "El espejo de cobre en forma de escudo muestra el pensamiento flexible y la creatividad de la gente de la época, así como el alto poder de diseño. Prueba que el nivel técnico de producción fue más alto de lo que había imaginado". - El Túmulo funerario de Tomio Maruyama fue construido en la segunda mitad del siglo IV, dicho túmulo funerario tiene forma circular y es el más grande de Japón. La medición tridimensional con un láser reveló una estructura de tres etapas con un diámetro de 109 metros. La parte principal de la parte superior del montículo fue robada durante el período Meiji, y la piedra kuwagata, que se cree que fue desenterrada en ese momento, ha sido designada como una importante propiedad cultural nacional. - Espero que os guste y pasen una buena semana y nos vemos en próximas publicaciones de Japón.
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日本の考古学者の皆さん、焼きたての新しい考古学的情報へようこそ。丸山富雄の古墳で見つかった盾の形をした青銅鏡が奈良県で発見されました。 - 特徴: サイズは長さ64cm、幅31cmです。 4 世紀末に造られた直径 109 m です。 銅製の盾型ミラーを蛍光X線で検査したところ、錫、銅、鉛の存在が検出されました。 鏡の表面には軽く磨いた跡があった。 「龍」文様などの幾何学模様は中国の影響を受けたと思われる中国の神獣を簡略化して表現したもので、背中にはノコギリの刃のような鋸歯文様が施されています。 - 同じサイトで次のものが見つかりました。 -蛇紋刀は日本に85本、韓国に4本。 蛇剣の全長は237で、奈良県宇陀市にある宇陀北原古墳の84.6センチメートルの3倍以上の大きさです。 橿原考古学研究所の岡林耕作副所長は記者会見で「盾形の銅鏡は、当時の人々の柔軟な思考と創造性、高いデザイン力を示している」と述べた。制作の技術レベルは想像以上でした。」 - 富雄丸山古墳は4世紀後半に築造された日本最大の円墳です。レーザーによる三次元計測により、直径109メートルの3段構造が判明した。明治時代に墳丘上部の主要部が盗まれ、その際に出土したとされる鍬形石は国の重要文化財に指���されている。 - 気に入っていただけて、良い一週間をお過ごしいただければ幸いです。今後の日本からの投稿でお会いしましょう。
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Welcome, japanesearchaeologists, to a new archaeological delivery fresh from the oven, a bronze mirror in the shape of a shield found in the burial mound of Tomio Maruyama has been discovered in the Nara prefecture. That said, make yourself comfortable as we begin.
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Characteristics : It measures 64 cm long and 31 cm wide. It dates from the end of the 4th century and is 109 m in diameter. In an examination that was carried out using fluorescent X-rays on the shield-shaped mirror and was composed of copper, the presence of tin, copper and lead was detected. The surface of the mirror had traces of being lightly polished. The geometric patterns, such as the 'dragon' pattern, is a simplified representation of a Chinese divine beast possibly having Chinese influence and the sawtooth patterns, which resemble saw blades, are applied to the back. . - In the same site they have been found:
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85 serpentine swords in Japan and 4 in South Korea. -The serpentine sword has a total length of 237, it is three times larger than the burial mound of Uda Kitahara which is 84.6 centimeters located in the city of Uda, Nara prefecture. Kosaku Okabayashi, deputy director of the Kashihara Archaeological Institute, said at a press conference: "The shield-shaped copper mirror shows the flexible thinking and creativity of the people of the time, as well as the high design power. It proves that "The technical level of production was higher than I had imagined."
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The Tomio Maruyama Burial Mound was built in the second half of the 4th century. This burial mound is circular in shape and is the largest in Japan. Three-dimensional measurement with a laser revealed a three-stage structure with a diameter of 109 meters. The main part of the upper part of the mound was stolen during the Meiji period, and the kuwagata stone, believed to have been unearthed at that time, has been designated as an important national cultural property.
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I hope you like it and have a good week and see you in future posts from Japan.
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Quítame el pan, si quieres,
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.
No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.
Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mi todas
las puertas de la vida.
Amor mío, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, porque tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.
Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.
Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca"
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1753- El guerrero Samurái Cerca de Tokio vivía un gran samurái ya anciano, que se dedicaba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario. Cierta tarde, un guerrero conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación. Esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante. El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Con la reputación del samurái, se fue hasta allí para derrotarlo y aumentar su fama. Todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío. Todos juntos se dirigieron a la plaza de la ciudad y el joven comenzaba a insultar al anciano maestro. Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus ancestros. Durante horas hizo todo por provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró. Desilusionados por el hecho de que el maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron: -¿Cómo pudiste, maestro, soportar tanta indignidad? ¿Por qué no usaste tu espada, aun sabiendo que podías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros? El maestro les preguntó:-Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no lo aceptan, ¿a quién pertenece el obsequio?-A quien intentó entregarlo, respondió uno de los alumnos. Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos.-Dijo el maestro, cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo.
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LÁGRIMAS DE MADRE (1/2)
Pairing: Sihtric Kjartansson x fem!reader
Sinopsis: el hijo de ambos se pone enfermo en el peor momento que podría ser para ellos.
Warning: abuso verbal, niño enfermo, relación complicada, angst, infidelidad.
La noche que Sihtric se marchó de casa se sintió como una de las peores tormentas que en sus años hubo vivido. Que en la pequeña aldea de Coochkam se hubiera pasado y arrasado... El agua caía del cielo como la Biblia narraba el Diluvio que Noe y sus seguidores sobrevivieron, encarchando los suelos desnudos en barro y obligando a los habitantes de la aldea a refugiarse en sus hogares. Ni siquiera recordaba lo que estaba haciendo con su esposo, que momento antes la había despedido teniendo que atender unos asuntos con sus amigos en la muralla de madera y sobre cómo repararla, apareció goteando agua y con el barro en las botas. Los dos estaban en la diminuta cocina haciendo la cena, con velas encendidas por toda la casa. Su hijo, de cinco años, jugaba con una de las espadas de juguete en la zona más alejada, simulando que se enfrentaba a un oponente, cuando Sihtric entró en la casa colando el frío en la casa.
Como siempre, Sigbjörn iba a saludar a su padre y le preguntaba si al día siguiente irían a pescar al río que guiaba el camino a la entrada de la aldea. Eso siempre le hacia levantar una sonrisa porque conocía las intenciones que llevaba con eso. Pasar tiempo juntos. Aunque fuera solo un niño. Pero ese día Sihtric simplemente le dio un golpecito en la cabeza a modo de saludo y le mandó que fuera a guardar sus juguetes.
-Tenemos que hablar -le dijo, en voz baja, con cierto cuidado antes que alterar la presencia de Sigbjörn.
-Dime entonces.
Incluso había dejado la cocina haciéndose para hablar. Lo demás... No recordaba más que reproches y gritos, maldiciones lanzadas al aire y algo rompiéndose que la había hecho apartarse. Pareciera que la tormenta había entrado por las ventanas aseguradas. Luego, él salió de nuevo a la tormenta sin perder el tiempo, gritando una última maldición. Sigbjörn salió del dormitorio corriendo y preguntando por qué habían gritado y su padre marchado. Los dedos de ella solo pudieron acariciarle la cabeza, la revuelta melena pelirroja que herederaba de ella sin ninguna duda, y besado su cabeza asegurándole que regresaría. No mencionó nada de lo ocurrido por su temprana edad y entendimiento. Un niño no tendría que soportar los actos de los adultos. Así comieron, los dos juntos, y a la hora de marcharse a la cama, el amor de una madre lo arropó.
Sihtric no regresó esa noche ni a la mañana siguiente.
Sigbjörn jugaba con los demás niños de la aldea en la plaza, o en lo que tendría que ser. Con el gobierno de Uthred como hombre de confianza del rey, aquella aldea había pasado de ser cristiana a una residencia para ambas religiones enemigas. Se había levantado una iglesia de piedra con la abadesa Hild de representante de la cristiandad. Mentiría si aun estando casada con un danés buscaba consuelo en los brazos de Dios. Al lado, la residencia del gobernador de la ciudad, ahora Uthred, se levantaba en madera y era el centro de la aldea. Los niños adoraban jugar ahí porque el terreno de delante era espacioso y nunca estaba lleno de obstáculos ni gente pasando con los animales de un lado a otro.
Ese día Hild estaba fuera aconsejado a unas monjas que entraban y salían a comprar. Ambas habían hablado sobre los adornos de la festividad que se acercaba y los problemas que podrían suponer en caso de que hubiese mucho alcohol y fuego de por medio.
-Cierto es que a Siggy le hace ilusión asistir. Me ha pedido que le haga una corona.
-Un buen muchacho, entonces -corroboró. Había sido ella la que atendió el parto cuando la comadrona poco podía hacer con la escasa ayuda-. No pide más de lo que un niño querría.
Milly asintió.
De repente, la pesadez se instauró en su pecho. Hild torció la cabeza, en señal de curiosidad por lo que le pasaba por la cabeza, y le puso la mano en el brazo con suavidad.
-¿Ocurre algo?
-Sihtric no ha dormido en casa.
-Ayer tuvieron que arreglar la muralla en medio de la tormenta. Se entretendrían para ponerla recta -dijo ella-. Podríais haber dormido en la iglesia con nosotros si lo pasasteis mal.
Milly cabeceó recordando la discusión. Los insultos y maldiciones. Lo que él le recriminaba haber hecho sin pruebas. Lo poco que había dormido había sido por culpa de esas palabras y al recordar su rostro furioso. Como no había dormido en casa, pensaba que habría regresado a la muralla o dormido en la casa de Osferth dado que era el único que no le molestaría. Pero cuando se lo había encontrado y dicho lo contrario acabó de darle otro sentido a lo que su mente maquinaba y, al mismo tiempo, amenazaba en crear escenarios.
-No ha vuelto esta mañana. Siggy me ha preguntado por él y piensa que se ha marchado de alguna aventura con los demás.
-Pero no lo ha hecho. Ingrith y Finan están aquí. Hoy han entrado a rezar unas horas.
-Explícale eso a un niño -respondió, acariciándose el estómago que comenzaba a revolverse-. Pienso... Qué tal vez la tormenta fuera a peor.
Hild respiró con fuerza, como si buscase inspiración en sus pensamientos. Ojalá ella pudiera hacer lo mismo.
-La iglesia siempre estará abierta para vosotros. Y estoy segura de que ese hombre tuyo puede ser...diferente a otros hombres.
Y tanto que lo era. Pagano, por mucho que intentase engañar a su mente. Pero ella también era diferente, siendo cristiana y todavía practicando mucho de sus ritos con algunas de las personas de su misma religión de la aldea. Ciertamente podría haber optado a otra persona llegado el momento, para establecer una alianza que beneficiase a su padre y consolidara el poder de la casa real a ka que pertenecía con un matrimonio beneficioso. Pero tras las consecuencias del asedio a Wessex por los daneses, su padre había declarado que su presencia bajo la protección de Lady Aethelflaed dentro de Mercia con los hombres de confianza de Uthred había sido más un lastre que una ventaja para los britanos de Gales. Su virtud puesta en duda, y un matrimonio arreglado con el hombre que había aceptado como su esposo y antes un amante. Lo cierto era que su historia se remontaba sin conocerse a cuando era una niña sin darse cuenta. Pero era un matrimonio mejor que vivir en un castillo encerrada pariendo y rodeada de infidelidades y criados.
Milly apretó suavemente la mano de Hild. Sus labios se elevaron en una sonrisa triste, pero no perdió la esperanza. Todavía podía ser que aquella discusión fuweaa producto de un estado de embriaguez, que tampoco sería extraño dada la facilidad para celebrar que los hombres tenían cuando conseguían una pequeña victoria.
-No quiero que Siggy piense que su padre desaparece siempre que puede. No es... No es como antes.
Porque ahora había paz. Una tregua entre daneses y cristianos. Una que se mantenía fuerte y resistía. Tampoco había amenaza alguna. Hild sonrió con cierta burla, pero tampoco fue mala.
-Parece que no conoces a esos muchachos, niña. Pero mantengo mi palabra. Si tienes duda alguna, preguntale a Uthred.
Ella asintió con razón. Lo cierta era que podía hacerlo, preguntarle si estaba ahí. O dónde podía estar. Quizás lo hiciese.
-Gracias, Hild.
-Que dios vaya contigo.
Sigbjörn regresó corriendo de su juego. Tenía barro en los pantalones y su cara estaba igual de roja que la de una hoja en otoño. Sus cortos brazos rodearon su cintura como pudo, sonriendo y con el pelo pegado en la frente. La suave llovizna lo hacía parecer un perro mojado, pero no oler como tal. Milly le dio la mano con efecto, mirándolo.
-¿Ya tienes hambre?
-Madre, tengo calor.
Hild se inclinó hacia él, el rostro blanco y sonrojado. Sus ojos claros lo miraron atentamente como si examinara uno de los tomos que llegaban a la iglesia todos los días.
-Parece acalorado.
-Qué voy a hacer yo con este niño. ¿Te encuentras mal?
El niño negó con la cabeza.
-¿Padre va a enseñarme a pescar?
-Preocupate más porque terminemos hoy de comprar lo necesario para la comida. Si te portas bien puede que te enseñe.
La promesa no fue en vano. Sihtric era un padre cariñoso, prometiendo al nacimiento de Siggy que sería mejor hombre que el hombre que lo había criado como su hijo bastardo -ni siquiera lo llamaba padre, algo que jamás se había considerado- y educarlo con el respeto y honor de un guerrero danés. Ella esperaba educarlo en valores cristianos sin presionarlo, algo que ambos habían prometido hacer para no forzarlo a elegir... Pero a él le hacia ilusión enseñarle el valor de los daneses, de su cultura y costumbres, para educarlo como un buen guerrero llegado el momento. Las noches en vela contando sus aventuras antes de conocerlos no faltaba, con los tres tirados en la cama de matrimonio y Sigbjörn quedándose dormido con ellas. Así desde que había sido un recién nacido, frágil y dependiente de su madre.
El resto del día hicieron la compra en el mercado de la plaza, comprando verduras y carne recién trabajada del exterior. Lo que sobrase serviría para la cena y tal vez para la comida del día siguiente. Sigbjörn se quejaba a cada puesto que caminaban, sujetando su mano y cargando la cesta de la verdura más ligera. Aún era un niño, pensaba viendo sus ojos claros, piel suave y regordeta en las mejillas, un bebé a sus ojos, pero dentro de unos años tendría que prepararse para la batalla en caso de que llegase. Cuando cumpliese la edad suficiente. Le habría instigado a aprender el estilo de combate de sus parientes en Gales, pero dada la lejanía de la aldea con el reino vecino del oeste... Era casi un milagro que casi se conocieran abuelo y nieto. El día llegaría, y ella tendría que separarse de su niño, su bebé, el niño enfermizo que había salido de ella y reclamado su atención los primeros meses.
Hicieron la comida y comieron, nuevamente solos. A la hora de recoger, Sigbjörn volvió a salir tras recoger sus cosas y se fue a la casa de la mujer de al lado reclamando que era hora de volver a jugar. Milly sonrió a través del cristal de la ventana al verlo hablar con uno de los niños, sonrojados ambos por el frío de fuera. Se le encogió el corazón de felicidad. Era un niño que adoraba estar con gente. Con el niño fuera, recogió lo que quedaba por ordenar de la cocina y se sentó en una silla al lado del dormitorio, sacando de una cesta de paja la tela blanca en la que llevaba trabajando meses. La costura no era una de sus pasiones, pero era cierto que sus bordados eran de los mejores y Siggy necesitaba ropa de invierno adecuada para lo que se avecinaba. Le había pedido a Ingrith lana a cambio de unas telas que sobraban de la última costura para forrar el chaleco interior. Lo que sobrase de la lana podía ir a parar al forro interior de alguno de sus vestidos.
Al poco de empezar, la puerta se abrió y entró una persona. Milly dejó de tararear y de trabajar alzando la cabeza. Sihtric estaba ahí parado, con el pelo rizado por los hombros y la barba incipiente de los últimos días. La aguja se detuvo a mitad del trayecto, cuando ella contuvo la respiración.
-Tienes la comida en la mesa, si no has comido fuera...
Sihtric pasó por su lado, haciendo un esfuerzo por no mirarla, rápidamente. De un momento a otro, ya estaba entrando y saliendo del dormitorio.
-¿Y Sigbjörn?
Casi nunca llamaba por su nombre completo a Siggy. Solo cuando se portaba mal o era algo serio. Vio la primera alarma.
-En la casa de la vecina. Iban a buscar piedras cerca del río... -no acabó la oración, puesto que él había regresado al dormitorio y ya se escuchaba la madera sonar.
Milly se levantó y lo siguió. Dentro, la escena era decadente. No venía a descansar como Hild habría aconsejado de una larga noche y día trabajando en la muralla... Estaba recogiendo algo de ropa y metiéndola en una bolsa de cuero. Todo muy rápido.
-¿Uthred os ha llamado para iros? Habría llevado las armas al herrero.
No hubo respuesta. Su corazón se apretó, y tiró de las mangas de su vestido. Milly dio un paso al frente.
-Aunque para eso tiene que ser de repente. Puede que el rey lo necesite, no sé -murmuró, tragándose el manojo de nervios que aumentaba en su pecho a medida que él sacaba más ropa del baúl. Sihtric no se atrevía a mirarla, concentrado en su trabajo-. ¿Para cuándo volverás? Siggy quiere que le enseñes a pescar.
Sihtric se levantó, entonces, echándose la bolsa de cuero al hombro una vez cerrada. Parecía pesada, pero conociendo su fuerza dudaba que eso lo echase para atrás. No llevaba ningún armas. Aquello solo significaba una cosa: no iba a marcharse de misión con Uthred, Finan y Osferth. Pero sí que se marchaba, y por toda la ropa que se llevaba... Iba para largo. Entonces, Sihtric se quedó en pie quieto.
-No voy a enseñarle a pescar -dijo, firme y seco, sin dar más explicaciones-. Iba enserio.
-No puedes decirlo enserio -habló, entonces, cerca de alzar la voz por tremenda ofensa. Se refería a la discusión de la noche de antes, de lo que había escuchado antes de regresar a casa y el motivo por el que no había dormido con ellos. Milly apretó los labios, al ver que los ojos de Sihtric no se atrevían a posarse sobre ella. Como si fuera la vergüenza lo que le negase esa fuerza de voluntad, no la timidez-. Que te creas esa...farsa de borrachos a medianoche.
-Sería traición si lo hubiese dicho estando borracho.
Milly apartó la cabeza.
-¿De verdad lo crees, que te he sido infiel y Siggy no es tu hijo? Míralo a los ojos, sois idénticos. No te he engañado, eres el único hombre con el que he estado.
Encima de verdad.
-Es muy pelirrojo.
Pelirrojo. Esa era su escusa.
-¿Te tengo que explicar que toda mi familia es pelirroja aunque solo uno de mis padres lo sea? Pareces un necio por creerte esa mentira.
Por un momento, vio la tensión que se acumulaba en la base de su cuello, en la fuerza de voluntad que estaba haciendo en mantener esa conversación con ella. A Milly fue lo que más le dolió, que no confiase en ella después de cinco años juntos y con un hijo al que había cuidado ahora con falsas promesas. Un mentiroso. Era un mentiroso que se apoyaba en sus propios miedos por lo que le había pasado con su anterior esposa. Aquella mujer con la que había estado varios años, antes de conocerse, y de la que había descubierto que le era infiel cada vez que se marchaba de casa. A Sihtric le había dolido, sobre todo el enterarse que los dos hijos a los que había visto crecer y criado en el poco tiempo que pasaba por cada no era realmente suyos, sino de sus antiguos clientes al haber sido prostituta.
Milly nunca había hablado de ella porque era un tema delicado que todavía le hacía daño, el haberse enterado de la peor manera y en un momento poco idóneo. Y ahora le estaba haciendo lo mismo a ella, culpándola de una posible infidelidad e intentando llamar al hijo de ambos como bastardo. El miedo que siempre le había rodeado a él por el tipo de infancia y adolescencia que tuvo. Se mordió el labio, sabiendo que era imposible demostrarle más allá de los hechos ocurridos hace cinco años si era realmente su hijo o el hijo de un hombre cualquiera. Así pensaba de ella. Una embustera con falsas promesas de fidelidad y lealtad hacia su matrimonio.
-No te he sido infiel.
No hubo respuesta. Como era de esperarse. Sihtric pasó por su lado, evitando tocar su hombro cubierto por la tela gruesa del vestido. Su olor lo acompañó hasta la puerta, el olor de la nieve, el cuero y el bosque. Los rizos a sus espaldas chorreaban como si acabara de bañarse.
-Al menos ten la decencia de decírselo tú a Siggy, ¿no?
Pero él ya se había marchado.
Y a ella dejado sola, en las sombras que la luz no llegaba a tocar en una casa pequeña de madera que necesitaba la presencia de un hombre.
Pasaron dos días en los que Sihtric no volvió a casa ni supo nada de él. Ni siquiera un susurro en la aldea. Esos días, había pasado el tiempo hablando con Hild en la iglesia, las veces que dejaba a Siggy al cargo de Ingrith que encantada lo dejaba entrar a ayudarla a trabajar la lana, y buscaba consuelo en la casa de Dios como se le había aconsejado. Puede que encontrase algo de paz en sentarse de rodillas y rezar oraciones en silencio, a la vieja usanza cuando era una princesa britana y muy religiosa. Hild la acompañaba, y la abrazaba cuando se le escapaba alguna lágrima recordando lo que le tocaba vivir ahora con un esposo que la repudiaba. Y que no estaba por la aldea.
También pasaba tiempo con las mujeres del pueblo, ayudándolas en los recados y en lo necesario para la festividad que se acercaba. Tantos días pasaron que estaban a las puertas de darle la bienvenida a esa festividad pagana. A Siggy le hacía más ilusión que a cualquiera, correteando de un lado a otro y preguntándole si estaba lista su ropa. Se refería a la ropa que necesitaba un arreglo, de la más formal para ese tipo de festividades.
-Mami -escuchó un día desde el dormitorio. Ella estaba trabajando lo que quedaba de carne para la comida de mañana, habiéndolo acostado hacía rato creyendo que ya se habría dormido.
Milly fue corriendo al dormitorio, extrañada de que estuviera despierto y la llamase. Normalmente se levantaba e iba él, a no ser que estuviera muy cansado de jugar. Cuando lo vio tumbado en la cama, arropado tal y y como lo había dejado, pero con la frente empapada de sudor, el estómago de Milly se revolvió recordando los días en los que había estado enfermo de más pequeño.
-Me duele la tripa -sollozaba, apretando los ojos, o incapaz de abrirlos. Milly se acercó con una vela a la cama, posando la mano sobre su frente empapada el sudor...caliente. Estaba ardiendo-. Mami, me duele mucho.
Hizo lo que pudo la primera hora. Mojó varios paños en el agua de la palangana que usaban para lavarse las manos, y se la ponía en la frente para bajarle la temperatura y limpiarle el sudor. Apartó la pieles de la cama, haciendo a un lado las más gruesas y dejando una de las más finas que lo protegiera contra el frío. Los deditos de Siggy buscaron los suyos en cierto momento, solo para descubrir que también ardían y toda su mano estaba roja. A Milly se le cayó el corazón al suelo, al ver que la temperatura no le bajaba y la luna estaba en lo más alto. Volvía a llover, pero no con la misma rabia que la última vez, ahora solo unas cuantas gotas de seguido. Había gente pasando por delante de la ventana de la cocina, por lo que no todos estaban en la cama. Seguro que algunos estarían en la la taberna disfrutando de la noche antes de acostarse.
Para Milly eso era otra realidad. En otra ocasión significaría tener que esperar a que Sihtric llegase o ir a buscarlo directamente para avisarlo de lo que sucedía. Pero esta vez estaba sola, con un hijo enfermo que iba empeorando. Solo le quedaban unas opciones. Milly maldijo, pero se apretó los lazos del vestido antes de asegurarse las botas y caminar nuevamente hacia la cama. Ahí, agarró algunas de las pieles más ligeras y cogió en brazos a Siggy, cubriéndolo antes de salir de la casa en busca de ayuda. Había una curandera además de Eadith, que ahora residía cerca de la casa del gobernador de la aldea por petición de Uthred. Pero quedaba más lejos que la mujer que había ayudado a su hijo a nacer hacía cinco años, cuando el parto se complicó y la fiebre del recién nacido subía en sus primeros días. Siggy sollozaba en su cuello, ocultando el rostro ahí, con una respiración entrecortada que solo hacía que le pesase más el corazón cada vez. El sudor no tardó en mojarle el hombro, o la lluvia sobre sus cabezas, o ambas cosas.
La cabaña de madera, con un pequeño patio donde habían plantadas unas flores medicinales, seguramente, estaba a unas pocas de la suya. La vieja madera estaba oscura, pero además de eso estaba bien cuidada. La curandera era una chica que había enviudado al poco de casarse, sin hijos, su esposo víctima de la enfermedad que asoló Mercia y se desplazó hacia el norte al mismo tiempo que el rey merciano fallecía. A Milly siempre se le ponían los pelos de punta cuando cruzaba la casi caída cerca, puesto que recordaba los aullidos de dolor que la mujer había dado
-Señora, es muy tarde -anunció. Tenía el pelo revuelto, y debajo de una vieja manta un camisón blanco que se esforzaba por ocultar-. ¿Qué ocurre?
-Es Siggy -le acarició la espalda debajo de la manta, atenuando sus llantos-. Tiene fiebre y se quejaba del estómago. Creo...creo que tiene algo.
-Siempre ha sido un niño enfermizo -apuntó sin maldad alguna, y asomó la cabeza para verlo...de lejos. Las mejillas de la mujer se pusieron rojas-. Me temo que no puedo atenderlo ahora. Tal vez Eadith pueda, estaba despierta cuando Lord Uthred ha regresado.
Milly apretó los brazos abrazando a Siggy. El niño se revolvió, temblando e intentando esconderse con más profundidad en su cuello delgado.
-Oh -balanceó a Siggy como si lo meciera, intentando dormirlo aunque el dolor y la fiebre se lo impidieran.
En la cama había una persona, un hombre. No le daba la cara, solo podía verse su espalda bien formada y ancha, probablemente un hombre de su edad o cercano a su edad. Iba sin camisa, y estaba tapado de cintura para abajo por unas pieles que lo protegían. Milly apartó la vista de esa imagen. Hasta que vio los rizos que dejaban al descubierto un tatuaje oscuro que recorría su cuello y ascendía por la curva del centro de los hombros hasta la nuca de nuevo a la cabeza. Intrincados patrones que reconocía a simple vista.
Milly lo reconocía. Lo reconocía por haber pasado los dedos por él, por haber trazado su forma siempre que podía. La sombra de un significado clavado en la piel blanca de un hombre. Cuando hacía sus trenzas, cuando le cortaba el pelo que acababa por molestarle en la cara y se hartaba de las trenzas o las coletas. Fue a tragar saliva, pero se encontró en que su cuerpo no respondía. Peor hubiese sido montar un escenario cuando su hijo estaba más que enfermo. La curandera tuvo que darse cuenta de lo que ella había alcanzado a ver, y acercó más la puerta en un intento de ocultarlo. Su rostro no mostraba emoción alguna más que con la que había abierto.
-Puedo intentar algo, pero no... -extendió la mano para retirarle el pelo de la frente, pero ella fue más rápida al esquivarla. La mano se quedó en el aire, la sombra de un buen acto intentando ocultar un pecado.
-No, eh, No. No lo toques.
A Milly no le importó que la falda se le manchase de barro y lluvia, ni que las botas se le apretaran en los dedos con la fuerza con la que los apretó. Lo que más le importaba era salir de ahí, olvidar esa imagen y poner a salvo a su hijo. Sin dejarla acabar, se dirigió al segundo lugar seguro que podía refugiarlos a ella y su pequeño niño, y caminó hacia él con el rostro empapado de lluvia y sal.
Cuando la puerta de madera oscura de la casa de Ingrith se abrió, el rostro de Milly estaba igual de rojo que el de Siggy temblando en sus brazos por la fiebre.
La fiebre de Siggy no disminuyó aunque se pasase las horas rezando mientras Ingrith y Eadith hacían todo lo posible para bajarle la fiebre . El dolor de vientre al menos disminuyó tomando unas hierbas purgatorio, que lo ayudarían si las continuaba tomando cada ciertas horas. Hild apareció al escuchar la noticia de labios de Finan, que obedecía a todo lo que Eadith le pedía de ayuda e incluso había ido a despertar a Osferth para que moviera el culo y ayudase, según dijo cuando apareció con el pelo pegado a la frente y ojeras bajo los ojos.
Ella solo podía rezar. Y mirar cómo el niño que había salido de ella sufría y lloraba cuando se despertaba alucinando por la gravedad de la fiebre. No... No estaba preparada para eso, para verlo sufrir. Si fuera por ella, tomaría todo su dolor y se lo pondría encima siempre y cuando su pequeño estuviera libre de todo mal. Si el padre Beocca siguiera vivo, le hubiese pedido unas oraciones y consejo. Pero estaba Hild, que había sido aconsejada tantas veces por él que se la podía considerar un segundo padre Beocca.
-¿Qué le ocurre, Eadith?
-Seguramente sea un resfriado. Si es un niño enfermizo es probable que siempre sea lo mismo.
-¿Enfermizo? El condenado tiene mejor salud que todos nosotros y muerde como un perro -ladrón Finan desde el otro lado, ganándose un golpe de su mujer.
Osferth dejó de cortar con una cuchilla los tallos de una raíz para pasar por su lado. Milly acarició suavemente los rizos por el sudor que se formaban tras las orejas de su hijo, con tanta delicadeza que temía que el hacerlo más fuerte lo rompería en pedacitos.
-Decía que le dolía la tripa.
-Y ya hemos solucionado eso, pero la fiebre... Eso es lo que me preocupa ahora.
Solo era un niño, se dijo en sus pensamientos conteniendo las lágrimas. Las que no había derramado ni en el peor momento de su familia y que contenía con tanta fuerza que le pesaba la cabeza. Un niño alegre y enérgico capaz de hacerse amigo hasta de su peor enemigo, y sólo con cinco años. Había dejado de ser el niño enfermizo cuando superó los dos años, como si Dios hubiese escuchado sus plegarias para volverlo un jovencito fuerte para el mundo en el que vivían.
Milly y Finan se quedaron solos. Los demas fueron a buscar cada uno por su cuenta; Ingrith al río a por agua, Osferth acompañado a Eadith a por mas hierbas de su casa. Sin embargo, ninguno dijo nada. Se quedaron en silencio, con la suave respiración de Siggy de fondo. Por la ventana entraban los primeros rayos de sol, del amanecer. Se pasó la lengua por los labios. Llevaban toda la noche despiertos cuidando de él y no mejoraba, solo habiendo conseguido solucionar uno de los pocos problemas
-¿Y el condenado de su padre?
-Por ahi -respondió secamente, acariciando la mejilla regordete de Siggy.
Ni lo sabía ni quería hacerlo. Aunque conociéndolo continuaría en la cama de aquella mujer mientras su hijo luchaba contra la muerte. Su falso hijo, ahora. Él lo llamaría así para olvidarse el compromiso que tenía con ellos, la promesa de protección que les había dado desde el primer momento que supieron que estaba en camino.
-Le traeré de los pelos como lo encuentre -lo escuchó bufar-. Su hijo aquí...
-Dijo que no lo consideraba su hijo por ser muy pelirrojo -escupió, tensando loa lavios por la brusquedad con las que salieron sus palabras-. Si él lo considera así, entonces no quiero volver qaverlo, Finan.
Vio la sorpresa cruzarle el rostro, que en algún momento habría sido joven y disfrutado de la buena vida por las arrugas que comenzaban a formarse en las comisuras de sus ojos y en la frente. La sorpresa se convirtió en enojo, y el enojo en rabia que apareció en la forma con la que agarraba la empuñadura de la daga y la fogata en sus ojos.
-Comadreja. Ahora como lo pille te prometo que le castraré. Hablarle así a su esposa, a su hijo pequeño, sabandija. Cuando lo vea...
-Gracias. Pero ahora prefiero asegurarme de que Siggy esté bien. Es lo más importante.
-Deberías descansar -aconsejó Eadith de buena gana-. Siggy está en buenas manos, señora.
Señora. Era un apelativo que no escuchaba en mucho tiempo y que se refería a su antiguo estatus. Descansaba esentada en frente de una mesa con comida que Ingrith amablemente le había dado. Ahora, casada con un pegano, lo habría perdido a ojos de cualquier cristiano. Y más en Wessex. Aunque continuaba teniendo la sangre de Hywel, del rey más querido de Gales. Y ahora que probablemente Sihtric la repudiaba como su esposa, buscando otra que realmente le compensara todo el daño recibido de las anteriores, podría regresar a... No, eso no podría ser.
-Siggy quería ir a la fiesta. Le dije que se lavara los días de antes, para tener buen aspecto... ¿Es mi culpa que esté enfermo? ¿Por qué ha cogido frío al salir del agua? Los niños son muy delicados.
-Él es fuerte. Nunca se habría resfriado por eso teniendo una salud tan fuerte... -Eadith sonrió como pudo, sin mucha fuerza pero tampoco como si le diera pena que una madre derramara penas y se echara la culpa del estado de su hijo-. A veces los niños se ponen enfermos. Eso que dijo Finan de que era duro es cierto, señora. Lucha como un guerrero.
Lo sabía. Lo sabía demasiado bien. En lo profundo de su corazón conocía los comportamientos de los enfermos, de los curanderos cuando sabían que se acercaba el final de la vida. Y que Dios los tuviera en su gloria después de eso.
-Él... Se puso enfermo al poco de nacer. Ingrith lo cuidaba mientras yo me recuperaba del parto, pero aun así sabía que podía morir. Era tan pequeño, tan delicado... -su voz perdió fuerza, con el recuerdo de las incontables noches sin dormir y su lento proceso de recuperación. Cuántas veces se había despertado con los llantos de su hijo recién nacido, de la ayuda que Ingrith le había brindado y de las recomendaciones del curandero cuando creían que iba a morir. El cómo ya desde pequeño habría tenido que trabajar en la manta de la sepultura... y cómo se había recuperado y recobrado las fuerzas-. Las madres lloramos la muerte de nuestros hijos antes de tiempo.
Recordó la tela blanca en la que llevaba semanas trabajando, en cómo decorarla y en qué podrían usarla más que en una manta para decorar la cama. Entonces se le vino a la cabeza que podría ser parte de un anticipo a lo que ocurriría, en lo que decoraría a Siggy y estaría con él en la otra vida. Ojalá lo hubiese bautizado, pues ahora se arriesgaba a dejar el alma de su pequeño hijo vagando por la eternidad. Nunca volverían a estar juntos, ni en la otra vida ni en ningún lado. Si Siggy moría...entonces ella moriría de pena. Estaba sola, estaría sola sin marido y sin hijo.
-Me hubiese dado cuenta antes. Siempre estoy con él, pero ahora... Los dos estamos solos en un mundo de crueldades, Eadith. Tu lo sabes más que nadie, me temo.
-Así es.
Y si le había molestado decirlo tan airadamente, no replicó con nada y solo se sentó con ella al lado de la cama donde el niño respiraba con dificultad. Como si su propio cuerpo estuviera en una lucha contra él mismo. Tenía las mejillas sonrojadas, casi rojas, y sabía con solo verlo que estaba sufriendo. Milly titubeó al principio, pero al final se inclinó sobre la cama y agarró la mano sudorosa de su pequeño hijo, sintiendo la suave presión de su carne y deditos cuando notó su presencia. Casi la hizo sonreír, el ver que su hijo era el doble de fuerte por ambos.
Entonces, retiró la mano a regañadientes, torciendo el gesto mientras se apartaba las lágrimas que amenazaban por derramarse. Eadith se levantó para dejarle espacio al salir del pequeño dormitorio.
Tenía que escribir una carta.
-Asegúrate de que llegue pronto, por favor.
El hombre cabeceó una respuesta, confirmando que se daría la mayor prisa posible desde el primer momento. A Milly no le quedó otra que confiar en él, y en el peso que llevaba en sus manos. Eadith se marchó para recoger unas cosas más que pudieran aplacar la fiebre en crecimiento de Siggy, así que la dejó marchar. Y fue en ese momento en el que se dio cuenta de que estaba sola con su hijo después de varios días
Entonces, en ese momento privada de compañía, Milly se permitió un lujo. Un pequeño lujo que solo una madre en ese momento, ese pequeño momento que tenía para ella, se permitió reconocer. Su corazón se oprimió con tanta fuerza al dejar las lágrimas salir
Vio el anillo. El dichoso y hermoso anillo que todavía significaba algo para ella y para la institución que ofició su boda. Un matrimonio. Una lealtad. Una promesa. Algo que en esos momentos ya no existía y a la que maldecía internamente como el responsable de todo lo que ambos estaban sufriendo. Porque en esos días había aprendido una cosa: los hombres solo se preocupaban por ellos mismo, y por confirmar sus sospechas. Sihtric había tomado su decisión, así que era el momento de que ella tomase la suya. Sin más preámbulos, Milly se sacó el anillo que decoraba su dedo anular, el dedo de las promesa ahora convertidas en cenizas, y lo aplastó de un golpe en la mesa. El anillo brilló, un objeto muy valioso ahora convertido en un tormento que le pesaba en el alma.
El de una atadura que la consumía. Que maldecia sus acciones.
-Sabía que estaríais solos -escuchó la puerta abrirse, el sonido de las bisagras crujiendo. Ahí estaba Ingrith, con una cesta seguramente con más comida. ¿Cuánto había pasado? No dormía ni comía, no desde que su hijo estaba enfermo. Él tampoco, y lo poco que comía era cuando despertaba-. He visto a Eadith salir al bosque a por plantas.
-Hola.
Ingrith dirigió su atención al anillo que ahora estaba al otro lado de la mesa, con una mirada intrigada, pero no dijo nada y se acercó a ella. Si también vio el rastro de lágrimas secas en su cara, tampoco lo comentó. Ella entró y cerró al puerta tras de sí. Dejó una cesta
-Te vendría bien comer algo.
-Ya he comido. Antes, pero a Siggy le ha vuelto a subir y...
-Por eso más que nunca deberías hacerlo.
Hubo un silencio entre ellas que podría cortarse con un cuchillo, pero no de tensión. Escuchó un suspiro escapar de los labios de la mujer rubia.
-Finan me ha dicho que Sihtric no ha estado con vosotros y...me he hecho una idea de lo que ocurría. De lo que podía pasar. Lo lamento mucho, que él resulte ser u desgraciado.
-Él se fue y no ha vuelto -quiso dejar clara su posición, y lo que ella consideraba adecuado-. Ha dejado claro que ya no le importamos, así que soy la única que se preocupa por Siggy.
Ingrith se alisó la falda sentándose a su lado. La silla crujió por el peso, pero más parecía por la pesadez de los recuerdos de aquella casa que en algún momento hubo sido un hogar feliz.
-Antes he visto que le dabas una carta a uno de los guardias.
-Ah, sí -dijo ella-. Le he pedido que lleve la carta a la capital, directamente a Aldelmo, que él sabría qué hacer con ella. Confío en Eadith y en sus remedios, pero mi hijo... Si sobrevive no quiero seguir viviendo aquí, arriesgándome a que se pueda volver a poner enfermo y estemos solos. No, no podría.
El peso en su pecho no se aligeró ni cuando lo dijo, lo que había escrito en la carta que llegaría directamente a Aldelmo, y a partir de ahí directamente a la fortaleza de su hermano cerca de la frontera con los mercianos. Él sabría que hacer, al ser el primero que quería sacar a su hermana de ese territorio impío gobernado por paganos y que el rey se lo permitía. Él ayudaría. Confiaba en ello.
-Y de todas formas, quiero que Siggy sea bautizado. Me niego a verlo morir sabiendo que su alma vagará sin rumbo sin poder ir al Cielo, a no verlo nunca más -tras decirlo, sus dedos pasaron por la ropa que todavía quedaba por arreglar de Siggy. La que hubiese llevado... Su amiga cabeceó un asentimiento, sabiendo a que lo que se refería con ello. También era cristiana, aunque dejase de lado muchas veces su religión y se lo tomase a la ligera.
-Sihtric se enfadará -respondió Ingrith, suavemente, pero dándole la mano en un gesto de apoyo.
Le dieron ganas de burlarse, pero el decoro se lo impidió.
-Para cuando nos marchemos ya no importará. Me dijo tantas cosas esa noche, y al día siguiente no pudo ni mirarme a los ojos para preguntarme si Siggy era realmente su hijo. ¿Y sabes cuál fue su excusa? Que se parecía demasiado a mí. Es la primera vez que lo he odiado. Pero ahora me temo que lo desprecio y lamento.
Ingrith se mordió el labio inferior, como si intentase no preguntar lo obvio. El resultado de la discusión. Le dio una mirada más al anillo. Juró que de poder hacerlo, lo hubiese fundido en ese momento.
-Estaba en la cama con otra persona antes de que llamase a vuestra puerta -agachó la cabeza avergonzada, de los actos de él y de lo que estaba siendo soportar tantas cosas al mismo tiempo. No sé atrevió a mirarla, aunque supiera que el corazón de Ingrith era amable y abogaba por la paz y el bienestar. Los ojos volvieron a picarle-. Pero yo soy la infiel, la que ha parido a un bastardo.
Los ojos de Ingrith volvieron a posarse en el anillo, y luego en ella. En ellos vio la duda, la confusión, el misterio que todavía quedaba en el aire y los motivos por los que Sihtric había tenido la lengua suelta de insultarle de aquella manera.
-Tal vez hablarlo sea bueno. Él también ha sido parte de la vida de Siggy.
-Siggy no sabe lo que ha pasado. No ha tenido el valor de hablar con él -su voz flanqueada. En algún momento su corazón tuvo que romperse y su resistencia con ella, porque se había echado a llorar-. Y ahora mi niño se muere y no soy capaz de hacer nada mas que pedirle ayuda a mis hermanos.
Ingrith se marchó tras asegurarse de que comiera y estuviera bien. Le prometió que estaría la noche en vela cuidando de Siggy mientras ella intentaba descansar, pero una vez se fue Milly hizo otra cosa. No podía estar con su hijo, así que lo único que podía hacer por él era trabajar por su cuenta en algo para él. Recogió sus juguetes del suelo, intentando no echarse a llorar cada vez que encontraba uno que todavía guardase su olor. Su ropita, pequeña, aún tenía su olor. Rebuscando en el armario encontró la manta que lo había tapado cuando era solo un bebé recién nacido, en la que había trabajado durante los meses de embarazo para envolverlo nada más naciera. La miró unos minutos, inspirando cerca de ella el olor que todavía guardaba de cuando solo era un bebé, su olor natural y la leche.
Encontró alguno de sus antiguos juguetes también. Los animales de madera tallados por su padre antes de nacer, un regalo que quería que tuviera al estilo de los niños daneses. Algunos llevaban talladas runas, que en su momento le habían disgustado pero con el tiempo acostumbrado como simples decoraciones a su parecer. Tocó una, maldición el momento en el que había dejado que se hijo se mezclara con la otra parte de su herencia. Sin un bautizo, estaba perdido. Pero ya no se le podía sumergir, era demasiado grande y estaba demasiado enfermo como para ponerlo en el seno de Dios. Peor aunque quisiera culpar a su padre... no podía hacerlo, en parte porque ella se lo había permitido. Miró a los caballos de madera, a los animales de caza, y al que se suponía que era un hombrecillo cazando con una espada en la mano diestra. Luego, a la mantita de recién nacido y su pequeña ropa doblada en el baúl. Todavía quedaban algunas prendas de Sihtric, pero a esas no les hizo caso. Si eso ya las quemaría para hacer el fuego.
Al final, se levantó recogiendose las faldas y cogió su kit de costura. Todavía le quedaban hilo y lana, las agujas estaban afiladas y sobraba tela de sus trabajos anteriores. Se sentó en la silla al lado del dormitorio, bajo la luz de una vela encendida, y comenzó a trabajar en la tela de la mantita descosiendo algunos puntos mal dados y corrigiendolos con otros más correctos.
Entonces, en el momento de mayor concentración, la puerta de la casa se abrió y entró una persona. No la había cerrado, tal vez tendría que haberlo hecho, pero incluso en eso había fallado. De haber estado Siggy y ella solos...
-Pensaba que no habría nadie -fue lo primero que dijo, lo primero que escuchó en días en los que añoraba su voz aunque fuera a gritos. Estaba como la última vez, con el pelo trenzado había atrás, los mechones de en medio liberados, y la barba incipiente ahí. Se la habría cuidado donde estuvo... O lo que fuera que hubiese hecho con esa mujer. Ya no importaba.
-Pensaste mal -respondió, y tras unos segundos volvió a trabajar en la tela. Falló en una de las puntadas y tuvo que volver al punto donde había errado.
No era como la noche de la tormenta pero podría haber sido igual de haber estado la casa caliente y hubiese ruido de fondo, la voz de su hijo y el sonido de los cuchillos de la cocina. Ahora solo estaban los dos, tan diferentes entre ellos, y una manta.
-Quería ver si estabais bien.
-Ni siquiera tendrías que estar aquí -respondió ella conteniéndose a discutir. La mala mirada hacia la manta no faltó, por supuesto-. Estamos...bien.
-Eres mi mujer -le dijo-. Y él mi hijo.
-Ahora es tu hijo -se burló, apartandose. Cogió otra vez la tela blanca poniéndola en su regazo, volviendo a trabajar en ella. No quería verle.
Lo escuchó caminar. No hacía ella, sino hacia el dormitorio. Como la última vez, entró y salió en cuestión de segundos. Le había dado tiempo a pasar la aguja con el hilo rojo a través de la suave tela.
-¿Y Siggy?
Sus dedos acariciaron la tela de la superficie, apretando en la zona que correspondía con lo que quería crear. Una flor, como las que crecían en las murallas del castillo de su padre, donde le hubiese gustado llevar a Siggy algún día para que conociera la historia de sus antepasados. Al menos en la otra vida podría tenerlas cerca, arropado por el cariño incondicional de su madre. Pasó la aguja, dos veces más, siguiendo las puntadas con cuidado por la parte de debajo.
Más pasos. Esta vez hacia donde estaba ella sentada.
-¿Dónde está el niño?
-No debería ni decírtelo.
-Eres cruel, mujer.
-Y tu patético. Al menos espero que tengas la decencia de llevarte el resto de tus cosas.
Tranquilamente, Milly se levantó con la tela que trabajaba y se acercó a la mesa donde la extendió. Los pétalos comenzaban a tomar forma, el rojo inundando la tela y el marrón siguiendo lo que en algún momento será el emblema de la familia a la que Siggy pertenecía por su lado, la monarquía britana de Gales. Su herencia. Un miembro activo que merecía ser enterrado con sus símbolos. Dado que nunca había podido conocer a ninguno de ellos. Acarició una de las florituras del borde, la primera que había hecho para la mantita y que significaba cariño incondicional.
-¿Y tu anillo?
-Debería venderlo para pagar a Eadith. Tal vez lo haga.
Acarició los pétalos, bajando los dedos hacia la mayúscula inicial del nombre de su hijo. Tendría que bordar todo su nombre, el completo, en vez del apodo para que se reconociera en la otra vida. Pensaba hacerlo en medio del emblema y de las flores.
-¿El crío está con Eadith?
Milly torció la cabeza hacia él, solo para encontrarse con la confusión en unos ojos que en algún otro momento la habrían atraído a su juego. Solo que aquello no era un juego, nunca lo había sido. Y cuando vio la confusión, sorpresa y rabia que pasaba por sus ojos verdes oscuros... Supo que Sihtric no se estaba quedando con ella ni estaba siendo cruel. Estaba preguntando de verdad dónde estaba Siggy, preocupándose por él y sorprendido de que estuviera con la curandera con la que no había pasado la noche. Milly vio todo eso, e instantáneamente la tristeza y el miedo que la habían inundado todos esos días salió a flote a modo de la rabia pura de una madre.
-¿Tanto tiempo has pasado en casa de otra persona que no sabes lo que ha pasado? Y te haces llamar padre.
-Yo no...
Intentó acercarse a ella, pero la rabia corría por sus venas en el momento que le empujó el brazo lejos de ella y golpeó el pecho. No fue suficiente para moverlo, pero tuvo su impacto.
-¡Basta ya, mujer! Dime por qué Eadith está con Sigbjörn.
-¡Eres un puto bastardo, nuestro hijo muriéndose y tu tirándote a la primera que ves por el pueblo!
Algo en su mirada bailó, aunque mantuviera el gesto duro e intentase detener los golpes que ella le daba en el pecho. Milly sintió que iba a echarse a llorar de nuevo en ese mismo momento, a medida que aumentaba la fuerza de sus golpes.
-¡Se muere! Mi niño se muere y tu mientras tanto fuera perdiendo el tiempo en tus propias interpretaciones. ¿Dónde estabas? ¿Dónde se supone que estabas, eh? Te vi, maldito bastardo. Te vi tumbado en esa cama el mismo día que Siggy se puso enfermo.
Sihtric apretó los labios, lo vio, pero no se atrevió a decir nada cuando ella le recriminaba lo ocurrido. Porque efectivamente era su culpa el no saberlo. Su culpa el no interesarse. Su culpa el haberlos dejado en esa situación y que ella sufriera el doble que una familia normal. El rey Alfredo había abogado y defendido la paz entre ambos pueblos, aunque fueran enemigos, y ella en su momento había confiado en esa promesa del futuro. De una tierra unida. Su padre, incluso, tan devoto como era, pensaba que la unidad era lo más importante. Ella, sin embargo, empezaba a detestar esa visión, ese concepto, ese futuro.
Y todo porque su marido era incapaz de mantener la polla dentro de los pantalones. De confiar en las palabras de un desconocido sobre la herencia del hijo de ambos, a quien llevaba criando con el mismo cariño que un lobo a su cachorro. Cachorro. Así lo había llamado varias veces cuando estaba en su vientre creciendo. ¿Y para qué? Para abandonarlos en el momento más importante. Y ahora hacerse el inocente, la víctima... Lo odiaba. A sus ojos ya no era el valiente guerrero danés que los había salvado a Aelfwynn, Aethelstan y ella de los hombres cuando el rey de Mercia falleció.
-¿Dónde has estado mientras él preguntaba por ti y esperaba a que llegases? En casa de otra pasando el rato. Escuchándote a ti mismo con que estaba bien, que era lo justo, porque yo habría hecho lo mismo.
Milly le dio un último empujón, que lo hizo golpear la pared en un ruido seco. No hizo gesto alguno de que le hubiese dolido, pero tampoco se contentó con aquello. Ella solo pensaba en una cosa, por otro lado, lo más cruel que se le podía ocurrir y escapar tan a la ligera.
-No eres tan distinto haciendo esto que tu padre, Sihtric.
-Yo no soy ese hombre -dijo él, claramente dolido-. No hables de él tan a la ligera.
Pensó en Siggy, y en las miles de conversaciones que habían tenido sobre el hombre que había sido el padre de Sihtric cuando estaba vivo. El tipo que en teoría era el abuelo de su hijo y el peso que tendría que llevar. Sintió que su estómago iba a darle un vuelco, que iba a vomitar todo lo poco que había comido. Sihtric había hablado de él lo justo para dejarle claro que todavía era un tema delicado, algo con lo que tendría que lidiar incluso en un próximo futuro. Aunque hubiesen pasado varios años. Los rumores sobre Kjartan el Cruel eran abundantes y la presencia de su hijo legítimo también, con el daño que habían dejado en la vida de los hombres más recientes, tanto sajones como ingleses. No era como si Sihtric fuera gritando su parentesco, pero Siggy... Él decía que había algo en su mirada que le recordaba a él, que incluso lo asustaba.
-No lo digo por hacerte daño. Sabes lo que es ser un bastardo, y aún así piensas que Siggy lo es y yo te he sido infiel. ¿Cuándo? Sigue pensando en ello. Estoy...cansada de pensar en ti mientras nuestro hijo se muere -dijo, y suspiró con pesadez al final. El pecho se le apretó, pero de alguna manera se sintió más ligero que antes.
Le dio una última mirada. Una con cuidado. Y otra a la mantita que arreglaba. Sus dedos pasaron una última vez por el patrón de las flores, antes de recoger el trozo de tela y abrazarlo contra su pecho.
-No puedo pensar en lo nuestro mientras pasa esto. No puedo. Si quieres el divorcio o lo que sea hazlo, romperemos nuestros votos. Pero Siggy y yo nos iremos de aquí de rosas maneras.
Caminó hacia la puerta ignorando los pares de ojos que la taladraban desde detrás. Hacia frío a través de la madera. El corazón le dolió, de verdad, frente a la impotencia que su cuerpo sentía. Rompía algo para arreglar lo otro, aunque me costase todo.
-Siggy es más importante ahora mismo. Y eso lo entiendes si has venido a buscarlo.
Incluso su matrimonio.
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El sabor del rojo
Capítulo 1
Advertencia: el contenido de este capítulo es algo violento al desarrollarse en un ambiente de guerra. Trato de no tomar un rumbo demasiado explícito con respecto a la violencia, pero de todas formas se mencionan muertes, armas y contenido violento.
Una brutal batalla se libraba a las puertas de la capital de Adnis y que, bajo la centenaria promesa grabada en piedra acerca de que los dragones algún día retornarían a su hogar, tu nación llevaba mucho tiempo enfrentando cada intento de los Ignicianos por recuperar sus tierras. Décadas de guerra y disputas entre ambas razas los llevó a un perpetuo y sangriento enfrentamiento desde antes que te fuera otorgado tan alto grado militar como comandante del ejército. Te criaste con el propósito de ser la más letal guerrera y meticulosa estratega, por lo tanto conocías las historias de cada enfrentamiento, desde tu bisabuelo hasta tu padre que combatieron con honor, y ahora te tocaba a ti ser el escudo de tu pueblo y la espada de tu ejército, ser el arma que concluyera tan trágico conflicto si los dioses te permitían tal oportunidad.
La prevista invasión del sangriento Ejército Rojo llevaba kilómetros de avance en dirección a la ciudad amurallada de Kaliz, en donde -en un futuro cercano- el soberano de Adnis se hallaría de rodillas ante el emperador dragón y conquistador de las ardientes tierras del sur. Tal cómo en el pasado los dragones habían jurado inundados por el rencor hacia los humanos, así miles de soldados de un aspecto similar al humano -exceptuando por el par de cuernos que brotaban de sus cabezas, colmillos afilados, garras en sus manos y largas colas- marchaban sobre la tierra lodosa en dirección a la capital, guiados por el mismo emperador. Sus armaduras parecían arder como una capa de burbujeante magma que lucía gruesa y pesada, un material que ellos llevaban siglos explotando de la continua corriente de lava de uno de los tantos volcanes que se elevaban a lo largo de las costas en las tierras a las que fueron exiliados.
Pueblos habían sido arrasados por el miedo, mas no consumidos por la violencia y ni la sangre a pesar de que los invasores eran etiquetados por crueles y sanguinarios, en realidad el emperador, quién iba a la cabeza de las tropas, dejaba muy en claro a sus soldados que no toleraría la matanza de civiles, aunque sus métodos en el campo de batalla contra los soldados adnianos fueran más que capaces de implantar pesadillas en los más fríos combatientes. Siendo piadoso con los pobres inocentes que se veían afectados por las consecuencias de la guerra no lo hacía parecer un hombre tan despiadado, pero cuando entraba en acción su cuerpo parecía conocer cada aspecto de la guerra al punto de ser él mismo la personificación de la violencia.
Los Rojos ya habían acabado con la primera línea de soldados Adnianos que trataron de enfrentarlos sobre la frontera hasta no dejar más que sus cadáveres ahogados en su propia sangre, chamuscados o con los cuervos devorándoles las entrañas. Ahora ellos se encontraban frente a frente con el ejército real, azotando sus lanzas contra el suelo en un grito de guerra que pretendía helar cada hueso en los soldados humanos, y estos que mantenían sus escudos plateados y finamente forjados levantados contra sus invasores. Allí estabas tú, apretando tu mano derecha alrededor de la empuñadura de tú espada y sosteniendo en la izquierda tu escudo mientras lo observabas a él, Miguel O´Hara, consciente de que alguno de los dos iba a morir ese día.
Había cierta belleza en el movimiento sinuoso de su cuerpo al blandir la espada con tal naturalidad, resultando sencillo asumir que el arma sólo era una extensión más de su cuerpo. Su espada serpentea en el aire con una increíble velocidad para devastar carne y hueso con fuertes tajos, con una calculada frialdad en la batalla como si cada enemigo hubiera sido planeado al igual que su manera para acabar con ellos. Es enfermizamente hermoso verlo y te odiabas por eso, pues él estaba matando a tus soldados. No puedes evitar admirarlo a lo lejos a pesar de que también te sumes en la ferocidad del combate, te cubres con tu escudo ante cada ataque y azotas con tu espada a las armaduras rojas con negro en las zonas precisas para que cedan y así puedas atravesarlas hasta arrancarles un último respiro a sus portadores. Gruñes con cada golpe que te empuja queriendo tumbarte al suelo. Tus pies resbalan en la tierra mojada hecha barro, pero no permites que los impactos te derriben o que te hagan caer, simplemente continuas de forma implacable hasta que tus pulmones arden ante la asfixia del campo de batalla y tu cuerpo clama una pronta victoria para conseguir algo de descanso. Y, aunque eres letal, ya has sido herida en tu hombro izquierdo de modo que duele al alzar tu escudo, también te sientes sangrando levemente en tu cuello y en tus mejillas. Todo eso te genera una idea en la cabeza: ellos apuntan a matar. No a hacerte sufrir, sino a acabar completamente con todo lo que se les atraviese.
La lluvía empapa tu cuerpo durante violentos minutos que se sienten como horas, el olor de la sangre se mezcla con el sudor, la tierra y el acero, el sabor metálico de la sangre llena tu paladar, el sonido de las armaduras al chocar parece aturdir tus oídos a momentos pero sigues escuchando cada grito de dolor y suplica de los muertos, tu cálido aliento se congela en el aire con cada respiración agitada que se te escapa de la boca y el agua que pende de tus pestañas empaña tu vista. Ambos luchan hasta que, como si estuvieran en un gran salón en donde los ostentosos atuendos de gala oscilan con cada vuelta mientras danzan con otros tantos para que sus manos se encuentren en el frenético vals de su predestinado encuentro, sus espadas finalmente se encuentran, retumban al chocar, se empujan y tratan de dominar. La piel canela del emperador de los dragones parece brillar con cada gota de agua que resbala por su rostro hasta perderse por su cuello y entre su ropa, algunos mechones rebeldes de su cabello se le pegan a la frente, sus labios algo agrietados por los maltratos del clima y del combate permanecen levemente abiertos para tomar aire aunque él no parezca agitado en lo más mínimo, las cejas ligeramente fruncidas y, dios, esa intensa mirada de iris rojos como la sangre salpicada en su mejilla logran por unos instantes atraparte hasta hacerte titubear. Te estarías mintiendo al no admitir lo atractivo que es, pero te niegas rotundamente a fijarte en esos detalles cuando tu propia vida depende de tu concentración en batalla.
Fue solo un segundo de distracción y aún así él lo notó para usarlo a su favor. De un movimiento ágil, la larga y poderosa cola de dragón que sobresale de su espalda baja te azota las piernas y te hace caer en seco contra el suelo. Pierdes el aire, pero tus reflejos te permiten cubrirte con tu escudo antes de que la espada del hombre te atraviese la garganta. “Demonios”, jadeas exhausta y adolorida por el punzante dolor de la herida en tu hombro al tener que resistir las violentas embestidas del dragón contra tu escudo. Todo tu cuerpo arde de cansancio. Esa intensa mirada te escudriña con frialdad antes de que su poderoso cuerpo, casi dos veces más grande que tú, te mantenga contra el suelo. Te ve a los ojos de manera en que su cabeza permanece erguida hacia arriba pero su mirada hacia abajo, quizás tomándote por inferior. No puedes permitirte eso ¿No es así? Es una ofensa para tu ego y para tu propio esfuerzo. Para tu padre y para todo lo que llevas protegiendo desde hace años.
Sueltas un grito exasperado antes de aprovechar lo resbaloso de la tierra y deslizarte debajo de él, perdiendo tu escudo en el proceso, pero a fin de cuentas libre de su peso. Tratas de herirlo en los tendones de sus tobillos con tu espada y una pequeña daga que desenvainas de tu cinturón para desestabilizarlo y logras sentir tus armas atravesando su carne. Con las pocas fuerzas que conseguiste te levantas y luego te lanzas encima de Miguel para atacarlo con tu espada directamente en su nuca. Él se dió rápidamente la vuelta y atrapó la espada con la palma de su mano, acción que logró hacerlo sangrar un poco. “Nada mal, humana”. Escuchaste por primera vez su voz y algo tembló en ti. Esa sensación no duró mucho hasta que el metal de tu arma simplemente comenzó a pintarse de rojo ante un sorprendente calor hasta derretirse. Él la había derretido. No solo eso, se había levantado como si las heridas en sus tendones no representaran el más pequeño problema.
¿Qué más podías hacer contra el hombre que apenas ha recibido daño alguno durante toda su contienda? Permaneces estática unos segundos antes de dar un rápido vistazo a tu alrededor; tus soldados masacrados contra los números del Ejército Rojo. Tu derrota es inevitable, pero de alguna forma permaneces en pie, dando tu vida para proteger un reino destinado a perecer. Persistes dolorosamente, aferrándote con uñas y dientes a la esperanza de acabar con aquel hombre que ahora parece estar más dispuesto a jugar contigo que a matarte rápidamente. Y él que ahora sonríe ampliamente al esquivar cada ataque que le lanzas, cada puño y cada golpe, quien no dudaría en volver a tenerte contra el suelo bajo todo su peso sólo para escuchar una vez más tu voz exclamando con cansancio que no vas a rendirte. Sin duda eso le divierte, sobre todo viniendo de una mujer en pleno combate cuando estuvo siempre acostumbrado a plantear a las mujeres ajenas a ese ambiente.
Tu mirada arde como una llama inextinguible a pesar de sentirte humillada por tu contrincante. Rasguñas su rostro casi para arrancarle la piel mientras él mantiene su enorme mano contra tu cuello, asfixiándote lentamente. Te quedas sin aire poco a poco hasta caer inconsciente y es su sonrisa, esos colmillos largos y afilados, lo último que ves.
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Viejos hermanos
Francia se encontraba sentado en el borde de la fuente de piedra caliza, con uno de sus brazos cruzado sobre el pecho. Llevaba desabrochada su librea azul, con remates rojizos, lo que le permitía atisbar su camisa especialmente arrugada en torno al cuello, carente de pañuelo.
El color blanco de sus pantalones del día anterior había quedado corrompido por las múltiples manchas de barro, en contraste con sus calcetines y zapatos prístinos.
Los cabellos pálidos que cubrían la mayor parte de su rostro mostraban vetas doradas con el impacto del sol naciente, junto a los detalles de las fachadas, y se sacudían ante la ligera brisa mañanera, que se filtraba a través de la ventana entreabierta.
A España no le había sorprendido aquella visión cuando, nada más levantarse del colchón, se había acercado al alféizar para cerrarla.
Sin embargo, al apoyar su mano sobre el marco, su atención se había visto capturada por la espada apoyada a un costado de Francia. La empuñadura se encontraba prácticamente escondida tras una lámina de metal doblada en torno a ella.
Había arqueado la ceja sin siquiera darse cuenta.
Y, justo en ese entonces, Francia había alzado su rostro en su dirección.
Había sido algo tan fugaz que, si España no hubiese tenido sus ojos fijos en él y no lo conociese tan bien, probablemente hubiese creído que se lo había imaginado.
—¿Puedes cerrar la maldita ventana de una vez? —siseó Irlanda, sobresaltándolo ligeramente.
Él apenas se giró en su dirección antes de asentir con la cabeza y juntar los dos marcos, interrumpiendo el flujo de frío.
Le pareció escuchar un murmullo de agradecimiento de parte de Irlanda, aunque apenas le dio importancia.
Sus ojos seguían fijos en la figura de Francia que, si era lo que sospechaba, continuaría junto la fuente toda la mañana.
España inspiró hondo mientras se forzaba a girarse hacia el interior de la estancia. Sus pies recorrieron la habitación con lentitud, acompañados por pequeños crujidos de las tablas bajo ellos, hasta llegar junto a la cajonera, a un costado de la puerta.
Recogió el cinturón de cuero y, una vez lo hubo colocado en torno a su cintura, lo cubrió con la casaca azul oscuro sobre sus hombros, junto a su camisa y pantalón. También aprovechó para enfundarse las botas. A continuación, sus ojos se desviaron hacia la espada con empuñadura de latón, escondida en una funda de terciopelo rojo que no tardó en calentar sus dedos en cuanto la recogió.
—¿A dónde vas?
España se giró rápidamente sobre sus talones hacia la cama. Desde ella, Irlanda lo miraba con el ceño fruncido, incorporada con ligereza sobre uno de sus costados. Sus cabellos anaranjados caían a modo de cascada sobre uno de sus hombros pecosos, que se había zafado de la tela blanquecina de su camisón.
Él tragó saliva. Al contrario de lo que había pretendido, el sonido pareció rebotar por las cuatro paredes.
—Voy a... hacer una cosa.
Irlanda apenas se inmutó.
—¿No se supone que nos vamos hoy?
España asintió ligeramente con la cabeza.
—Y nos vamos. Pero antes necesito hacer algo.
Sus ojos verdes se posaron sobre la espada, que España encontró necesario enganchar en el cinto y cubrir con la casaca. Después de varios minutos de silencio, ella terminó por resoplar y apoyar de nuevo su cabeza en la almohada.
España salió de la habitación y aprovechó una de las ventanas del pasillo para apreciar sus cabellos, cuyos rizos hacía tiempo que habían alcanzado su mentón. Se detuvo un instante para peinárselos con los dedos, mientras que con la otra mano extraía una gruesa cinta carmesí del bolsillo de la librea.
Una vez logró retener el máximo de mechones bajo un nudo firme, él suspiró y se permitió sacudirse las solapas a la vez que retomaba la marcha.
Apenas fue consciente de cuántos pasillos, de grandes ventanales, paredes blancas y con aquellos horribles crujidos de la madera cada vez que avanzaba, tuvo que cruzar antes de alcanzar las escaleras hacia el patio.
En cuanto llegó al último escalón, pudo atisbar que Francia seguía en la misma posición que antes, aunque de sus labios colgaba una pipa humeante que sostenía con la mano libre. España ni siquiera tuvo que salir de debajo del soportal para que él alzase su rostro y sus ojos azules se fijasen en los suyos.
Sus comisuras se alzaron ligeramente mientras se quitaba la pipa de la boca y dejaba escapar una pequeña columna de humo.
—Ah, España. —Alzó una mano en su dirección—. Pensaba que te habías quedado dormido después de cerrar la ventana.
España apretó sus labios.
—La habitación seguía estando demasiado fría como para hacerlo.
Francia recogió su espada por la funda y se arrastró hacia un lado de la fuente, para después dejar el arma en el lado contrario y tamborilear con sus dedos la superficie que había dejado libre.
—Podríais haber encendido la leña —respondió, a la vez que los golpecitos se hacían cada vez más insistentes. Entre tanto, aprovechó para volver a aproximar su pipa a sus labios y darle otra calada—. Venga, España, te puedo asegurar que el borde está perfectamente seco. Siéntate conmigo.
Él prefirió mantener la distancia y cruzarse de brazos.
—¿Qué quieres, Francia?
Este parpadeó antes de arrugar ligeramente el ceño y ladear su rostro. Sus mechones rubios cayeron hacia el costado por puro efecto de la gravedad.
—¿Por qué dices eso, España? ¿Acaso no podemos compartir un pequeño momento como en los viejos tiempos, sin segundas intenciones?
Aquello fue suficiente para que España hiciese una mueca y señalase la espada que descansaba a su lado.
—Hace mucho que tú no haces nada sin segundas intenciones.
Él simplemente se encogió de hombros, con aquella sonrisa de media luna sobre su rostro. Una de sus manos se apresuró a sostener el puño de su espada y extraerla de su funda.
Dirigió la punta del filo en su dirección.
España dirigió su mano hacia su cinto, cercano a la empuñadura de latón.
—Vamos, España.
Él inspiró hondo, sintiendo cómo su mandíbula se tensaba. Apenas se dio cuenta del momento en el que su mano libre quedó cerrada en un puño.
Tuvo que esforzarse mucho para que sus dedos se relajasen y pudiese alzar la mano para apartar la hoja que apuntaba en su dirección. Ignoró el escozor que surgió en la zona.
Francia aprovechó ese movimiento para levantarse de la fuente y quitarse la librea. La tela cayó sobre las losetas de piedra, y el filo de la espada volvió a estar frente a él.
España chasqueó la lengua.
—Estoy aquí por una reunión con motivos políticos, Francia, no para...
Francia lo interrumpió con un bufido y un espasmo de su mano libre alzada.
—¿Por qué has bajado, entonces? ¿Y por qué con la espada? —Francia sacudió el arma antes de que España pudiese responderle—. Sabes que quieres hacerlo, España. Desenfunda la espada. Un pequeño duelo para liberar tensiones. Como en los viejos tiempos.
Él cerró sus ojos y soltó un suspiro mientras se quitaba la casaca de los hombros. El silbido de la espada deslizándose por la funda fue suficiente para que sus hombros se relajasen.
Despegó sus párpados justo para apreciar cómo ambas hojas chocaban y Francia se veía obligado a retroceder para afirmar su agarre y recolocar sus pies. Era muy consciente de que las comisuras de sus labios se veían tentadas a imitar la sonrisa que su homólogo tenía en su rostro.
De hecho, era incapaz de negar que lo hubiesen hecho ya.
Se vio obligado a suspirar a la vez que se preparaba para bloquear la hoja que se dirigía en su dirección.
—Esto no es como en los viejos tiempos —murmulló, a pesar de la chispa que el tintineo del impacto entre ambas espadas envió a través de su columna.
Francia ya no era como en los viejos tiempos.
Habían pasado demasiadas cosas.
.
Y, dado que esta pieza está inspirada en el siglo XVIII, permíteme decirte que todavía faltan muchas por pasar, España. En fin...
Debido a que ya he representado el 2 de mayo de 1808 en Punto de fricción, me he permitido tomarme este día para representar la relación entre Francia y España (un placer culpable, la verdad). Además, tengo el headcanon de que, ya que se pasaron la mayor parte de la época romana pegados —y en la Edad Media también tuvieron sus momentos—, ambos aprendieron a luchar con una espada a modo de juego entre ellos. Por supuesto, luego pasaron a ser algo más que juegos.
Pero eso ya es otra historia.
#soldado inmortal#aph spain#hws spain#aph france#hws france#aph ireland#hws ireland#historical hetalia#2 de mayo#y ya está añadido a piezas cortas
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Nakaba desperdicio una OPORTUNIDAD DE ORO para tener como villana de 4kota a Morgana(incluso si es cliché)(TRADUCCION)
y pudo haberlo implementado desde mucho antes!! después de todo en las leyendas Arthuricas, Morgana es la medio hermana de Arthur, pudo haber tenido participación en NNT como una aliada que poco a poco se iba al lado oscuro(como Cassandra de Enredados pero sin final feliz).
imaginate esto, Morgana justamente naciendo de Uter Pendragon teniendo una gran habilidad para la magia, pero el decidio que no podria heredar su trono por x o y motivo(ser mujer, alguna profesia, ser hija fuera del matrimonio) y la envia lejos a Avalon, donde vive toda su vida lejos de la influencia de su padre, pero con un gran resentimiento hacia el por haberla apartado(¿talvez incluso matar a su madre también?) asi que afina su magia con las hadas y magos de Avalon.
asi el tiempo pasa y Morgana se vuelve una maga muy fuerte, pero se entera por medio de otros que su medio hermano menor, Arthur, acaba de sacar la espada de la piedra, y que sera coronado rey de Camelot.
AHORA, Morgana querria creer que su odio esta solo reserbado para Uter, asi que va a Camelot lo antes posible y todo el camino no deja de pensar en todo esto ¿cuanto tiempo ha pasado desde que fue a Camelot?¿cómo es su hermanl menor?¿es como su padre? aunque en general creo que Morgana no queria que Arthur estuviera solo manejando el reino, fuera como fuera, el era su hermano después de todo.
creo que Arthur nisiquiera sabria que tenia una hermana hasta poco antes de la llegada de Morgana, como de " ah por cierto, tu hermana viene de visita, tu media hermana por parte del rey" y Arthur obviamente estaria nervioso porque Morgana lo rechaze pero MUY EMOCIONADO una vez que escucha que es una maga poderosa.
¿y cuando se conocen? es como poner un gato negro con un gato naranja, pero sorprendentemente se llevarian bien, al principio.
Arthur tomaria a Morgana como una figura de consejera al estar ella mas en contacto con el ambiente político y le ayudo a adaptarse a el ambiente de la realeza, comparten trucos para las peleas, etc. todo parece ir sobre ruedas, ambos se llevan bien.
Arthur tiene una figura ESTABLE y amorosa que esta dispuesta a esneñarle y ser una figura familiar al mismo tiempo. y Morgana tiene a alguien que la escuche y que le haga sentir importante.
pero durante la serie empiezan los problemas.
Mientras la serie avanza y Arthur se hace mas fuerte y maduro, Morgana siente que el odio que ella tenia hacia Uther ya no es suficiente, pues empieza a dudar de si deberia querer o no a Arthur al ser EL su reemplazo, si, sabe que esta jodido pensar asi, pero por otra parte ¿está realmente mal si es su derecho de nacimiento?
y justamente Morgana pudo haber tenido estos momentos de debilidad donde cuestionaba su recientemente encontrado amor platonico por Arthur y su antigua amargura con los Pendragon, teniendo sus altos y bajos.
ella ama a Arthur, pero tambien reciente mucho lo que hizo su padre, y esta intentanto TANTO el no dejar que eso lo afecte.
pero no es solo eso lo que la lleva al limite.
digamos cuando empieza la guerra santa, Morgana con mil y un dudas sobre su lugar en el mundo y entonces Arthur MUERE.
y lo que es peor! cuando revive, se da cuenta de lo que Merlin quiere hacer con el.
(seria especialmente horrible si Morgana y Merlin llegan a tener una relación de amigas o de pupila y maestra ellas mismas).
Morgana le ruega, LE SUPLICA a Arthur que no confie en lo que le dice Merlin, que lo que ella quiere que haga no sera por el bien mayor, sino para su propio beneficio y Arthur está confundido.
por una parte quiere creer que después de todo lo que ha pasado con Morgana ella no le mentiría, pero Merlin es lo mas cercano a una madre que tiene...y el bby esta muy confuso sobre que hacer.
y aqui dos posibles finales y como Morgana reaperecia en 4Kota:
1- APEGADO AL CANON:
Arthur termina portando el caos, dandose cuenta de que Morgana decia la verdad, Camelot es destruido(¿talvez incluso Avalon tambien?) y eso hace que Morgana pierda la fe de querer ayudar a Arthur y los pecados capitales, ya que ELLOS fueron quienes trajeron esa destrucción a SU HOGAR, y decide que haga lo que se tenga que hacer.
lo que significa que comienza un complot en contra de las Monarquías, especialmente contra Liones y el reino Demoniaco al verlos como principales causas de la destrucción de Camelot(Meliodas y Zeldris), a la par que intentaria por todos los medios usurpar el trono de Arthur. Aun si el trata de hacerla recapacitar.
(buena alternativa, Sunshine Arthur con esposa Guinevere pero que tiene cierta congruencia en la historia canonica, pero tengo una mejor:)
2: QUE SE JODA EL CANON
Morgana aplica una Cassandra de Enredados y obtiene el caos en vez de Arthur, convirtiendose en una antagonista que si bien ayuda a derrotar al rey demonio y demas, al acabar el conflicto se vuelve una villana en toda regla.
habiendo sido desvalorizada y hecha a un lado toda su vida AHORA incluso por su hermano, y finalmente tener el poder de tener lo que por derecho le pertenece vuelve a Morgana alguien muy sedienta de poder. a la par que Arthur estaria teniendo mucho arrepentimiento por no haberle creido a su hermana en su momento y desea redimirla, pero es difícil cuando justamente Morgana inicia su vendenta hacia todos los aue no la sigan a su "nuevo Camelot".
Arthur aqui no tendría el Caos pero si tendria Escalibur, lo que seria su ventaua contra Morgana en cierta forma. aunque ella esta trabajando en una "espada bastarda" para poder cambiar eso.
Arthur sigue siendo un rollo de canela, solo que con trauma y sobretodo SIN EL CAOS, por lo que piensa mejor las cosas y no se corrompe.
Morgana por otra parte llega a tener un gran declive mental por culpa del Caos, pero lo disfraza bajo la cara de Reina risueña.
¿se imaginan si ella creara un Mordred a partir del Caos?☠️ ella dice que es su hijo pero lo entrena para que el se enfrente a Arthur y gane la corona para ella(porque Morgana sabe que no podria con todos los aliados que tiene Arthur en esta realidad).
o simplemente quiere hacer que Mordred haga el trabajo sucio porque muy en el fondo aun ama a su hermano menor...
(seria especialmente creepy si dicho Mordred es similar en apariencia tanto a ella como a Arthur ☠️ como si ella quiere un hijo, pero tambien una version de Arthur que si la hubiera escuchado y si se le hubiera unido...)
en fin...¿ustedes que piensan?
aunaue indiferentemente de eso ¡¡QUE TE JODAN NAKABAAAAAA!!
#headcanons#4kota#four knights of the apocalypse#arthur 4kota#nnt arthur#nanatsu no taizai#nanatsu no taizai arthur#nnt merlin#español#spanish
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Deathduo/Death family x Resident Evil Village (adaptación del cuento Village of shadows) versión español.
Había una vez dos niños, el niño rubio con ojos morados junto con una máscara de calavera, la niña pelinegra con ligeros rizos en su cabello juntó a su sombrero morado ambos que combinaba con sus ojos azules, vestían para tener comodidad ya que iban a buscar frutos para hacer pasteles y agua fresca, acompañándolos había un hombre con una máscara de calavera sólo dejando ver sus ojos amatistas al igual que los niños vestía cómodo para recoger frutos y de vez en cuándo flores, los dos niños corrían de un lado a otro escogiendo lo mejor ya que querían darle una sorpresa a su otro padre cuando regresará de su trabajó. Cuándo de repente se alejaron demasiado su papá les gritaba casi desgarrando su garganta pero aún así los niños no lo escuchaban se perdían en la profundidad del bosque y él no podía pasar por una fuerza superior.
Los niños corrían al voltear se dieron cuenta que su papá ya no estaba tras ellos, así que tomados de las manos caminaron sin rumbó fijó cuándo la niña dice "tengo sed hermano" él niño no sabía dónde conseguir agua así que caminaron hasta que encontraron una estructura que se veía lujosa y ahí había un conejito con un traje y corbata roja les dijo "pobres niños, se ven sedimentos tomen sacien su sed" entregándoles un gran vaso de agua, ellos agradecieron bebiendolo después se marcharon, llegaron aún páramo abandonado el niño dijo " tengo hambre" después llegaron a una panadería dónde atendía un osito blanco con una sonrisa, al acercarse vieron a otro osito blanco que los miró diciendo "buenos días" les acercó la bandeja con galletas en forma de osos blancos, ellos con duda las tomaron de repente el oso les dijo "disfruten el bosque" sin más se marchó, los niños se fueron llegando a otro lugar del bosque más oscuro ya qué una tormenta se acercaba , los niños temblando por el frío se abrazaron para tratar de compartir el calor de repente apareció un pato con un moño negro que les escribió en una pizarra "veo que tienen frío tomen abrigense" entregándoles una manta morada como la capa de su papá, así se acurrucaron en una cueva que encontraron mientras buscaban refugio. Al día siguiente caminaron hasta que encontraron un ser llenó de números y una masa oscura traía con sigo una espada cómo no se movía el niño lo tomó para jugar y al mismo tiempo proteger a su hermana menor, el ser tomando vida se agitó oscureciendo el cielo, llamó a los demás seres haciendo un círculo encerrando a los niños sin escapatoria con irá los miraban, de repente el cielo se oscureciendo más profundo un ser parecido a un esqueleto con una corona y alas rotas los miró y les dijo "son parecidos a su padre, codiciosos, tomando más que se les ofrecen" con un movimiento de su mano desapareció a las demás criaturas el niño con espada en mano se puso en frente de su hermana el ser se rió con una voz parecida a la de su padre sólo que más tenebrosa dijo " niños inútiles, su estupidez los hará morir antes" de la nada la niña gritó "¡Chayanne!" Cuándo el niño volteó su hermana estaba encerrada en una gran piedra morada su mirada mostraba terror un escalofrío recorrió su espalda en sus pies se formaba una piedra morada igual a la que tenía cautiva a su hermana, antes que terminará de encerrarlo una mano huesuda se posó en su hombro , y el ser habló "éste será su castigo mirarse consumidos por el poder oscuro sin escapatoria hasta que no quedé ni sus huesos, el pobre hombre pájaro y el inútil representante de la muerte morirán en locura" con una risa se desvaneció.
Los padres buscaron día y noche usando pociones, grandes cantidades de comida en sus mochilas, también usando hechizos y objetos encantados por fin lograron pasar hasta encontrar a los niños, no durmieron, pelearon contra seres monstruosos, su esperanza a veces caía pero el otro lo animaba, el padre un híbrido cuervo cuyas alas se lastimaron en su pelea contra el ser de números. Llegaron por fin al lugar dónde sus hijos estaban encerrados los dos corrieron rápido pero antes de llegar el ser en forma de calavera se presentó , el hombre cuervo lo miró y gritó con rabia "!Ender King¡" El otro hombre temblando de miedo pero sosteniendo su espada con firmeza se puso enfrente de sus hijos y dijo "no les harás más dañó" él ser se rió de los dos empezando a atacar con una lluvia de rocas de poder oscuro, los dos esquivandolas tratando de acercarse para defender y liberar a sus hijos, de repente el hombre cuervo miró al otro y el dijo " Missa, salva a los niños yo haré tiempo después los alcanzaré" Missa jadeó bajo "no, no me iré sin ti y los niños Philza" sus ojos llorosos lo miraron, Philza sonrió un poco y sin más se acercó corriendo al Ender King blandiendo su escudo y su espada haciendo que por fin se enfocará en él, Missa sin más corrío hasta los niños recitando un hechizo, lágrimas en sus ojos y de vez en cuando temblando cuándo sentía mucho peligro, rompió la prisión de sus hijos tomándolos en brazos ya que cayeron desmayados, volteó a ver a su compañero, haciendo un último esfuerzo el hombre cuervo voló hasta la altura la cabeza del Ender King asestando golpes fuertes, gritó"¡MISSA ¿QUE CARAJOS ESTÁS ESPERANDO SAL DE AQUÍ?!".
El otro hombre saltó en su lugar por el susto pero volteó hacia el caminó por dónde llegó corriendo y sin mirar atrás con los niños en brazos , corrió, corrió tanto que llegando al lugar dónde empezó todo sólo tropezó con sus propios pies protegiendo a sus niños cayó al suelo, por fin viendo el cielo azúl gritó , la lágrimas eran tantas que su máscara se sentía incómoda, quitándosela con una mano temblorosa después abrazo fuerte los niños que no habían despertado pero aún sentía su respiración, con las pocas fuerzas que le quedaban se levantó llevando los niños a casa, los días pasaron no se notaba ningún movimiento en la casa ni por el bosque los demás vecinos de la familia decían que se oían gritos, los niños decían que habían olores a pasteles y ricas bebidas. Por fin un día el hombre cuervo salió del bosque dirigiéndose a su casa dónde lo recibo su compañero y sus hijos por fin después de varios días todos podían estar tranquilos y por fin juntos felices esperando que nunca más vuelva a pasar ésto.
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722 Covadonga - Ferrer Dalmau
Según las crónicas de Alfonso III, Crónica de Albelda, datada en el año 881:
Alkama entró en Asturias con 187 00 hombres . Pelayo estaba con sus compañeros en el monte Auseva y que el ejército de Alkama llegó hasta él y alzó innumerables tiendas frente a la entrada de una cueva. El obispo Oppas subió a un montículo situado frente a la cueva y habló así a Pelayo: «Pelayo, Pelayo, ¿dónde estás?». El interpelado se asomó a una ventana y respondió: «Aquí estoy». El obispo dijo entonces: «Juzgo, hermano e hijo, que no se te oculta cómo hace poco se hallaba toda España unida bajo el gobierno de los godos y brillaba más que los otros países por su doctrina y ciencia, y que, sin embargo, reunido todo el ejército de los godos, no pudo sostener el ímpetu de los ismaelitas, ¿podrás tú defenderte en la cima de este monte? Me parece difícil. Escucha mi consejo: vuelve a tu acuerdo, gozarás de muchos bienes y disfrutarás de la amistad de los caldeos». Pelayo respondió entonces: «¿No leíste en las Sagradas Escrituras que la iglesia del Señor llegará a ser como el grano de la mostaza y de nuevo crecerá por la misericordia de Dios?». El obispo contestó: «Verdaderamente, así está escrito». [...] Tenemos por abogado cerca del Padre a Nuestro Señor Jesucristo, que puede librarnos de estos paganos [...]. Alqama mandó entonces comenzar el combate, y los soldados tomaron las armas. Se levantaron los fundíbulos, se prepararon las hondas, brillaron las espadas, se encresparon las lanzas e incesantemente se lanzaron saetas. Pero al punto se mostraron las magnificencias del Señor: las piedras que salían de los fundíbulos y llegaban a la casa de la Virgen Santa María, que estaba dentro de la cueva, se volvían contra los que las disparaban y mataban a los caldeos. Y como a Dios no le hacen falta lanzas, sino que da la palma de la victoria a quien quiere, los caldeos emprendieron la fuga...
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Sean bienvenidos japonistasarqueológicos, ha una noticia arqueológica nipona en esta ocasión nos trasladamos a la protohistoria nipona y para ser más precisos al periodo Kofun(こふんじだい) 250 al 592 d.c finales de siglo VI para ser más exactos, dicho esto pónganse cómodos que empezamos. - Se ha descubierto un grupo de tumbas con túneles subterráneos que datan de la primera mitad del Medio Kofun Miyakonojo Aihara, localizados en la ciudad de Miyakonojo, prefectura de Miyazaki. Muchos de ellos tienen las cámaras funerarias en donde se consagran los cadáveres, pero uno de los 22 que se encontraron tenía una forma inusual, ya que una piedra bloqueaba el medio del hoyo horizontal. - Las paredes están pintadas con tinte rojo y otra con dos fosas que conducían a la misma cámara funeraria. Las tumbas subterráneas de entrada horizontal, que se descubrieron en la ciudad de Ebino alrededor del siglo IV ya que era lo que se creía anteriormente, pero ahora es posible que muchas de ellas las estuvieran construyendo al mismo tiempo. - El segundo sondeo que se realizó en mayo del año pasado 2022, se habían excavado aproximadamente unos 4.200 metros cuadrados. También se encontraron unos artículos funerarios como: espadas de hierro y puntas de flecha en la cámara funeraria y en las fosas. El suelo se rellenará a partir de enero del próximo año y se completará un informe a finales del año fiscal 2023. - 日本の考古学者の皆さん、今回は日本の原始時代、正確には6世紀末の古墳時代(西暦250年〜592年)に話を移します。 - 宮崎県都城市にある古墳時代中期前半の地下トンネルを持つ古墳群「都城相原」が発見された。その多くは死体を安置する埋葬室を備えているが、発見された22基のうち1基は、横穴の真ん中を石が塞いでいるという珍しい形をしていた。 - 壁には赤い染料が塗られ、もうひとつには同じ埋葬室につながる2つの穴がある。えびの市で発見された横穴式地下古墳は、従来考えられていたように4世紀頃に発見されたが、現在では多くの古墳が同時期に造られていた可能性がある。 - 昨年5月に行われた第2回目の調査では、約4,200平方メートルを発掘していました。また、鉄剣や矢じりなどの墓誌類も埋葬室や穴から発見された。来年1月から土壌の埋め戻しを行い、2023年度中に報告書を完成させる予定です。 - Welcome Japanese archaeologists, this time we move to the Japanese protohistory and to be more precise to the Kofun period(こふんじだい) 250 to 592 AD at the end of the 6th century to be more exact, that said make yourselves comfortable and let's start. - A group of tombs with underground tunnels dating back to the first half of the Middle Kofun Miyakonojo Aihara, located in Miyakonojo City, Miyazaki Prefecture, have been discovered. Many of them have the burial chambers where corpses are enshrined, but one of the 22 that were found had an unusual shape, with a stone blocking the middle of the horizontal hole. - The walls are painted with red dye and another with two pits leading to the same burial chamber. Underground tombs with a horizontal entrance, which were discovered in the city of Ebino around the 4th century as it was previously believed, but it is now possible that many of them were being built at the same time. - The second survey, which was carried out in May last year 2022, had excavated approximately 4,200 square metres. Some grave goods such as iron swords and arrowheads were also found in the burial chamber and in the pits. The soil will be backfilled from January next year and a report will be completed by the end of fiscal year 2023.
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LOS OCHO GENERALES
Se le conoce como los ocho generales, a las ocho familias pertenecientes a la “realeza” impuesta durante generaciones. Sus herencias se remontan a la Era de la Decadencia, cuando estas mismas familias tenían un solo objetivo noble, liberar a los clanes de la destrucción creada por Honggi, un poderoso hechicero de vida que se desvió de su camino y creó siete homúnculos capaces de barrer con el planeta entero. Estas familias se encargaron de asesinar y aniquilar a los seis homúnculos, al igual que de sellar a Honggi e Ilseok en el abismo, pero también de crear las leyes que discriminaban a los usuarios de magia negra por temor a repetir la misma escena maquiavélica producida por un derroche de poder de un solo individuo. Sus enseñanzas producidas por la democracia de su elección con el tiempo se volvieron un gobierno dictador y totalitario, oprimiendo no solo a los usuarios de magia negra, sino también sumiendo a los clanes y pueblos en pobreza extrema, en prostitución, muerte y completa desolación.
Su poder fue tan grande, que nadie se atrevió nunca a buscar derrocarlos, simplemente temiendo por sus vidas o en caer en El Purgatorio para nunca más volver a ver a sus familias. Al menos hasta que la pequeña y diminuta chispa de la revolución, cuando dos jóvenes de clase baja, marginados y manejadores de magia oscura, derrotaron a uno de los Generales, demostrándole a su pueblo y a todas las regiones que un arcángel podía sangrar.
JERARQUIA
Miguel: Arcángel líder de los ejércitos celestiales, defensor de la fe y patrón de los soldados, primero a la derecha del gobernador y más poderoso de los ocho generales, haciéndolo el líder de estos. Controla todas las tropas y milicias dentro de la Gran Ciudad, también es quien liderea y maneja las tropas de sus demás generales, obligándolos a trabajar bajo su comando y defendiendo lo que ellos creían, era el deber ser. De temple serio y taciturno, apagado y sin vida en los ojos, desinteresado, pero sumamente sanguinario y voraz, un conquistador nato.
Estatus: Muerto
Perpetrador: Namsook
Heredero: Jun Sakmin (FC: Choi Yeonjun) y Jun Wonyoung (Jang Wonyoung)
Arma y poder: Lanza divina (poder del hielo - Sakmin) y espada divina (poder del fuego rojo - Wonyoung)
Gabriel: Arcángel del mensaje del gobernador, la voz del más alto, el segundo en el trono y el más allegado a Miguel. Controla absolutamente todos los medios de comunicación, desde los hologramas televisivos, cartas mágicas y físicas, hasta los panfletos donde declaraban que la actual forma de gobernar era lo que la gran mayoría deseaba. Conocido por ser uno de los más “serios” pero iba muy de la mano con Raguel a la hora de presentarse públicamente, comúnmente este controlaba las masas con una voz melodiosa.
Estatus: Muerto
Perpetrador: Hyunho y Taeim
Heredero: FC: Ningning
Arma y poder: Ninguna y control por medio de la voz (fuertemente asociados con el clan Kwon)
Rafael: Arcángel de la salud y la sanación, el tercero más cercano a la cabeza. Dueño de un prestigioso hospital donde trataban las enfermedades de los ricos, de aquellos con poder. Pero a puerta cerrada y en el edificio trasero, donde los locos caían, es donde se manipulaba los cuerpos y se experimentaba en aquellos que nadie iba a extrañar en el mundo, tirándolos a la basura cuando dejaban de servirle.
Estatus: Muerto
Perpetrador: Sanhye y Namsook
Heredero: FC: An Yujin
Arma y poder: Lanza y control de la vida y la naturaleza.
Uriel: Arcángel de la abundancia, el cuarto más cercano a la cabeza. Tenía grandes minas de piedras preciosas y metales, en las cuales manejaba una gran red de esclavos comúnmente de alfas pobres o salidos Del Purgatorio que no podían reivindicarse a la sociedad. Aquí eran echados a laborar muchos de los experimentos “fallidos” de sus demás amigos, aquellos que quedaban sin alma en la prisión, los omegas y alfas violentados por Raguel o Jofiel.
Estatus: Muerto
Perpetradores: Namsook y Taehwa
Heredero: FC: Hwang Yunjin
Arma y poder: Látigo y control del metal/tierra
Raguel: Arcangel de la justicia, la equidad y la venganza. El vínculo entre "humanos y ángeles" es el rostro público que presenta una sonrisa y paz a los civiles. Aclama la justicia, pero solo para los privilegiados. Su personalidad se tuerce y la locura brilla a puerta cerrada. Desprecia a los omegas y en su privacidad los tortura y violenta física, sexual y psicológicamente.
Estatus: Muerto
Perpetradores: Taeim, Sanhye y Ryeohee
Heredero: FC: Seo Changbin y Lee Chaeryeong (hermanos)
Arma y poder: Espadas y control del espacio/tiempo
Sariel: Arcángel de los espíritus de los hombres que pecan. Apodado el Ángel de la Muerte, es quien vigila y se ocupa de la prisión llamada El Purgatorio, lugar temido por todos los civiles y por aquellos que manejan una magia negra. Con una actitud absoluta y certera, desprende el alma del cuerpo y los convierte en sus marionetas. Pretende acabar con todos los shadow walkers luego de que estos fueran perpetradores del asesinato de su padre en el pasado.
Muerto: Muerto
Perpetradores: Taehwa y Ryeohee
Heredero: Moon Hyuk (FC: Choi Yeonjun)
Arma y poder: Espada y control de sangre
Remiel: Arcángel de la esperanza y misericordia. Usaba el rayo y un gran martillo para invocar electricidad y matar a sus presas en prácticamente rejas conductoras del elemento. De personalidad soberbia, inestable e iracunda; se sentía inalcanzable y que nadie podría derrotarlo por lo que era un poco terco en batalla y solía dejarse llevar por sus emociones.
Estatus: Muerto
Perpetradores: Ryeohee y Taehwa
Heredero: Hwang Bosung (FC: Jung Wooyoung), hermano menor.
Arma y poder: Martillo y electricidad.
Jofiel: Arcángel de la claridad mental, sabiduría y éxito. Usualmente silencioso y tranquilo, es uno de los generales más peligrosos debido a su poder mental que puede abrir las puertas a palacios mentales construidos desde su propia imaginación, haciendo creer a otros que habitan en una realidad inventada. Tiene capacidad de romper la mente de las personas y manipularlos a su antojo. Se hace cargo de la red de inteligencia y espías del gobierno.
Estatus: Muerto
Perpetrador: Hyunho
Heredero: FC: Hwang Yeji
Arma y poder: Ninguna y control mental por ilusiones
#* ⠀ 🧁 ⠀ ╱ ⠀ plot ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ sing me a tale so beautiful that the stars will strain to hear ⠀ ❫#vengo tiro lore y me voy(?#veré si luego agrego algo como separador entre los generales#maybe los simbolos de sus casas n stuff#anygay <3
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Pasivas
Las marcadas con un * son personales.
Poder de Tres: (Próximamente)
*Arco de Cupido: Reliquia mágica en actual posesión de Persephone Halliwell, regalo de su padre, Coop, cuando esta cumplió los dieciséis. Efecto: contra NPCs a los que superes en AGI (Agilidad), tus dos primeros ataques de combate se consideran a distancia y no recibes contra-ataque. Contra PJs, salvas tantas Pifias de Ataque en combate como puntos de AGI le superes, convirtiéndolas en 3.
*Anillo de Cupido: Reliquia mágica en actual posesión de Penelope Halliwell, regalo de su padre, Coop, poco antes de que desapareciese. Narrativamente permite su uso para teletransportarse. Efecto: Permite realizar intentos de Huida en combate ilimitados, para el portador y un acompañante.
Entre Fantasmas: Conexión especial con el mundo espiritual, que hace que los espíritus y almas perdidas acudan al receptor buscando su guía de forma frecuente, pero también le otorgan ayuda. Efecto: multiplica el daño de sus acciones de Mediumship x2. Sus acciones de Mediumship sometidas al dado de Probabilidad siempre arrojan acierto.
*Excalibur: "Se dice que quien posea la Espada en la Piedra, será invencible". Reliquia mágica en actual posesión de Wyatt Halliwell. La espada es un símbolo de poder, pero también de gran responsabilidad. Es de suponer que su legítimo poseedor la utilizará para la protección de la magia, y a cambio la espada tiene propiedades mágicas que dotan de una mayor resistencia a su poseedor, mientras tenga contacto físico con la misma. Efecto: la espada te salva de hasta 3 pifias de defensa por tema, convirtiéndolas en 3.
Heredero de Excalibur: "Solo un legítimo Heredero puede invocar a Excalibur." Aquellas personas que tengan relación directa con el poseedor de Excalibur, pueden invocarla en situaciones críticas. Efecto: cuando tus PV se reduzcan a menos de veinte, la Espada aparece para ayudarte, convirtiendo hasta 3 veces tus dados de defensa menores de 3 en 3, incluido pifias en defensa.
Caballero de la Mesa Redonda: "La Espada en la Piedra se presenta a sí misma a todo Defensor que lo necesita". Para miembros del Aquelarre, o defensores de la magia que luchen del lado del Bien. La Espada acude de forma independiente en tu ayuda en momentos críticos. Efecto: cuando tus PV se reduzcan a menos de quince, la Espada aparece para salvarte de hasta 3 pifias en defensa por tema, convirtiéndolas en 3.
*Reina Vudú: Tu pacto con Papa Legba ha condenado tu alma a cambio de vida y poder. Efecto: Hasta en tres ocasiones por tema, tus dados críticos en defensa o ataque te aportan +2 pv o +2 MAG, a elección.
*Suprema: El pacto de fidelidad del Aquelarre hace que mantengas una radiante salud y un aumento de poder. Efecto: Hasta en tres ocasiones por tema, tus pifias en defensa o ataque te otorgan un bonus de +2pv o +2MAG, a elección.
*Orishas de la Familia Salazar: Las Orishas tutelares de la Familia Salazar les otorgan a sus miembros bendiciones especiales. [A elegir una Orisha Tutelar] Ogun: Orisha de la Guerra. Te aporta un bonus de +1DEF constante, en cuanto tus PV bajen a menos de 10pv. No convierte dado natural en crítico, ni salva pifia. / Yemayá: Orisha Madre del Mar. Te aporta +2PV por cada 10pv que pierdas. / Shango: Orisha del Fuego. Te aporta un bonus de +1FUE constante, cuando tus pv bajen a menos de 10pv. No convierte dado natural en crítico, ni salva pifia.
Ecos del Pasado: Tienes alguna conexión especial con un espíritu de un antepasado perteneciente al linaje familiar, que te visita de vez en cuando. Efecto: comienzas con +1SAB extra a repartir en Mediumship (+10%).
Familiar: Espíritu o criatura mágica que asiste a una bruja o brujo, actuando como guía espiritual, protector o ayudante en sus prácticas mágicas. Suelen ser animales. Efecto: Cuando tus pvs bajen a menos de 5pv, tu familiar aparece para protegerte. Tu enemigo tiene que abatirlo antes de volver a atacarte, por lo que durante 1 turno, no recibes Ataque del oponente.
Cocinitas: Tienes mucho talento en el ámbito de las pociones. Se puede confiar en tus manos para que todas las elaboraciones salgan bien. Efecto: 20% de descuento en todas las pociones de la tienda.
Amigo de Campanilla: ¿Eres tú, Campanilla? Te has hecho amigo de las Hadas, que acuden en tu ayuda para rociarte de polvos mágicos cada vez que necesites ese empujoncito extra. Efecto: Cuando tus pvs bajen a menos de 10pv, las Hadas restauran 5 puntos de tu Magia. En temas ubicados en Avalon, te restauran hasta 10 puntos de Magia.
Sherlock: Eres un fantástico rastreador, o tienes una intuición super avanzada. Efecto: Multiplicas x2 los efectos de tus acciones de Scrying.
Karmic Fix: Solución al Karmic Backlash*, que hace que los efectos de un hechizo realizado por una bruja o brujo oscuro sean caóticos, y puedan contra el propio usuario. Efecto: revierte el Karmic Backlash.
*Karmic Backlash: los hechizos utilizados para realizar tareas mundanas o para beneficio personal, pueden crear un efecto caótico para enseñarle una lección al usuario. En Spell Casting en solitario, para usuarios cuya magia se haya tornado oscura, si ambos dados de Probabilidad arrojan Fallo, los efectos del hechizo se vuelven contra el usuario, salvo que posea Karmic Fix.
NOTA: Melinda y Henry, les hemos quitado las pasivas, las dejamos a su elección. Solo aquellos PJs poseedores de reliquias mágicas o títulos especiales tendrán Pasiva personal.
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Érase una vez, en las lejanías de una vieja y hermosa ciudad, montañas se alzaban como grandes monstruos a su alrededor, con la cobija de su esplendor y la frialdad de las caricias de un viento revoloteando, ocultando el olor metálico que desprendía de cada poro de aquella criatura que caminaba pisando las viejas raíces; flores pegadas a una espada y rotas alas se habían marchitado tiempo atrás, sin poder ocultar las heridas profundas.
Pasos lentos pero firmes, una mirada fija pero perdida en el basto universo frente a la criatura. Las heridas una vez más se encontraban abiertas (o, mejor dicho, nunca antes sanadas), dejando un camino carmesí imaginario bajo sus pies; había estado sufriendo en el aterrador silencio, oculto bajo el brillo de sus alas que, aún mallugadas solían brillar bajo los rayos de sol. ¿Algún día alguien se daría cuenta de todo el dolor bajo sus hombros? Uno que parecía arrancar su piel y desterrar con el tiempo su corazón para dejar un lugar frío y vacío. El cansancio en cada paso hacía tomarse largas pausas, exhausto de su propio aliento y del escozor en su pecho. Pensaba que si podía seguir colocando una máscara en su rostro mientras el vendaje se incrustaba en su piel, algún día, ese olor y dolor dejarían de ser parte de su propia piel.
El deseo ardiente de su pecho era tan doloroso como cada intento de avanzar con aquellos pies cansados, y mientras pensaba en ello con sus alas ancladas al suelo, a la lejanía los brillantes colores de una flor reclamaron su atención. Incluso en la distancia, podía notar la seda de los hermosos pétalos que, aún manchados de lluvias pasadas, su belleza yacía con firmeza. Los últimos alientos de fuerza fueron dados, caminando hasta encontrarse con aquella flor que, en su soledad, brillaba como ninguna otra. La admiración fue palpable e inerte, así como sus dedos que se reprimieron a deslizarse por la tersa piel de la flor, con el miedo de apagar el brillo con su propia sangre.
«Temo que pueda mancharte. No quiero que quedes con el olor que llevo conmigo al tocarte.»
Detenido bajo la misma fuerza con la que sus pies lo mantenían en píe, la pequeña hada decidió sentarse a su lado. Una mirada cómplice y llena de curiosidad deseaba poder recorrerla para limpiar aquella suciedad; por un momento pensó que, incluso si fuera necesario, la limpiaría con sus propias lágrimas para poder apreciar los colores ocultos bajo el barro y el tiempo.
Los días pasaban, pero el hada había aprendido el camino que llegaba hacia esa hermosa flor; la certeza de que, después de un día agotador, incluso aún con el olor a sangre inundando sus fosas nasales, estaría ahí, con la belleza inmaculada y la tranquilidad regalada en cada espacio de su cuerpo. No importaba que tan encarnada estuviera la venda, por primera vez en su vida podía sentir que valía la pena si al final del día podía ser admirador de una belleza que, incluso entre sus sueños, era difícil de proyectar.
La luna como testigo de esos ojos negros admirando la flor que danzaba bajo el beso suave del mar de estrellas, y todo aquel que pudiera ver tal escena podría asegurar que dentro de esas piedras negras con las que admiraba la delicadeza de aquella flor se extendía un firmamento, en el que solo la hada y la flor eran abrazados. Días y noches pasando, y la profundidad de ello era más evidente; incluso la propia hada podía olvidar el sabor de la sangre fresca en su boca y sumergirse en la fragancia que desprendía su pequeña compañera, descansando por fin.
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«Palabras para el desencuentro», de Ernesto de la Peña
Este libro reúne la mayor parte de la obra poética que escribió Ernesto de la Peña. Es un tipo de poesía culta y compleja que requiere leerse lentamente si se quiere entender por completo. Utiliza un lenguaje más ampuloso de lo que me suele gustar a mí, aunque el tono y los temas que toca son ciertamente interesantes. Al igual que en sus ensayos y en sus programas de radio, su poesía refleja bien la amplísima cultura que tenía.
Un largo fragmento de “De la ausencia”.
Si con poner así, a tientas, con zozobra un vértigo arterial en las alturas un desandar lo que otros caminaron y desvivir lo ya vivido adentro con la más fina piel de las entrañas con la más tierna flora del amor la más fecunda yema que se abre al alborozo descometer los gestos y la historia y volver a ese tallo, a esta raíz, esta promesa apenas para estar de verdad un solo instante incandescente una sola sonrisa que torne primavera las montañas o funda en sal y lumbre los delgados adioses de la muerte para estar y tocar y decirse: —Esto es así. Mas aquí estamos, de pie y a oscuras, en la piedra; nada nos corresponde de este rápido abismo las estrellas que amamos se apagaron afuera de nosotros y cuando dimos voces de socorro se quedaron allí colgadas de la noche. Pero si esta volátil permanencia esta tela de agua que se vuelca hacia nunca esta sombra que hizo, un segundo, gala en un espejo y trocó su solidez de humo por solidez de inútiles recuerdos, si en este desquiciado corazón que dice el mundo y se solloza a solas si en esta luz de nómada en derrota hubo alguna vez una mañana dúctil de alegría en que se oyeron sílabas hermanas de un ayer inconvocable si aquí tu cuerpo redundó por un momento en goce porque hay rostros de savia y olas en el mar, porque hay niños que atrapan la verdadera ofrenda de la vida y la arrojan en globos al espacio y el hombre se tropieza, y sigue, y reamanece; si hay levantadas brisas transoceánicas con su música escueta de sal vivificante y su inundada herrumbre de tesoros y peces trashumantes, es que estuvimos en esta torva desnudez de gracia en esta confusión de ágiles espadas y caminamos, tarde, y regresamos y en todas partes nuestros gritos eran como el peso cabal de la libélula o la danza de amor de los insectos o el romperse del mar en una playa pronto desertada…
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