#Entretelas de la casa blanca
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Riyo se quedó aturdida. Miró ausente a los dos hombres que recogían las cosas de Yoshio. En el estante vio las dos bolsas de té que éste le había comprado. Una estaba por la mitad, con el borde doblado.
—¿Lo conocía usted, señora?
—Sí, un poco.
—Era un buen hombre. No tenía por qué haber ido a Omiya. Alguien se lo pidió y salieron después de mediodía. Es para volverse loco: sobrevivió a la guerra y cuando vuelve, esto...
El otro, un muchacho fornido, quitó la postal de Yamada Isuzu de la pared de la alcoba y le sopló el polvo. Riyo tenía la mente en blanco. La pequeña estufa, el hervidor, las botas... todo seguía donde antes. La pizarra llamó su atención; había un mensaje burdamente escrito con tiza roja: «Riyo, esperé hasta las dos».
Riyo cogió a Tomekichi de la mano y cargando su pesado macuto a la espalda salió orillando la alta valla de madera. Súbitamente empezaron a correr ardientes lágrimas por sus mejillas y un abotargamiento, hormigueando desde dentro, le agarrotó la cara.
—¿Ha muerto el tío Yoshio?
—Ajá.
—¿Dónde?
—Dicen que se cayó al río.
Riyo lloraba al par que caminaba. Las lágrimas fluían. Lloró hasta que le dolieron los ojos.
Llegaron a Asakusa sobre las dos de la tarde. Cuando avistaron el puente de Komagata siguieron caminando junto al río hasta el de Shirahige. Riyo miraba el río mientras caminaban, era de un azul prusia casi negro, como el mar, y supuso que debía de ser el famoso Sumida.
La mañana que se separaron, Riyo le había dicho a Yoshio que sería una calamidad si salía embarazada, y Yoshio respondió que él asumía toda responsabilidad, que no se preocupara. Le dijo que le gustaría ocuparse de ella; le podía dar unos dos mil yenes al mes. Chupando la punta de su lápiz había anotado en su cuadernito la dirección de Riyo en Inari-chō. Antes de separarse Yoshio le había comprado a Tomekichi una gorra de béisbol bordada con el nombre de un equipo en una tienda de confección de Tawaramachi. Finalmente dieron con una lechería en la avenida —que estaba hecha un barrizal— y pidieron una botella cada uno.
Mientras paseaba de cara al viento que se levantaba del río, Riyo pensaba en lo ocurrido. Una banda de aves acuáticas levantaron el vuelo allá por Shirahige, apenas visibles. Chalanas y gabarras surcaban la corriente azul oscuro. En su mente la imagen de Yoshio era vívida, más nítida que la de su marido.
—Mamá, cómprame un tebeo.
—Luego.
—Pero acabamos de pasar por un puesto lleno.
—¿Ah, si?
—¿No lo viste?
Riyo dio la vuelta. No sabía adónde ir. Le parecía que jamás volvería a toparse con un hombre como Yoshio.
—Mamá, vamos a comer algo.
Riyó perdió de pronto la paciencia con Tomekichi, que no hacía más que pedirle esto y aquello. Estaba lindo con aquella gorra blanca con el nombre bordado en rojo. Caminaron sin rumbo. Mirando las chapuceras casuchas de la ribera sintió envidia de los que tenían siquiera un hogar. Una casa con ropa de cama oreándose en la ventana del primero le llamó la atención y corrió la puerta de celosía.
—Traigo té de Shizuoka, que huele a gloria —pregonó con un deje encantador—. ¿Quieren comprar?
Nadie respondió, así que volvió llamar. Del piso de arriba llegó una voz áspera de mujer joven: —¡No queremos!
Seguidamente Riyo abrió la puerta de cristales de la casa contigua: «Traigo té de Shizuoka». «Pues mira qué bien; pero no hace falta», respondió una voz masculina desde dentro. Riyo llamó porfiadamente en una casa tras otra, pero nadie la invitó a descansar su macuto. Tomekichi remoloneaba detrás, protestando. A Riyo le gustaba plantarse ante las puertas de las casas, aunque no le compraran nada, porque la quitaba de pensar en su desgracia. Mejor que mendigar, pensaba. El pesado macuto le agarrotaba los hombros, así que se puso una toalla baja cada correa, donde se le clavaban.
Al día siguiente dejó a Tomekichi en casa y salió sola hacia Yotsugi. Sola, podía pensar libremente en Yoshio todo lo que quisiera. Rodeó la valla de la obra y vio con sorpresa que había fuego crepitando dentro de la caseta. Acomodándose la carga, se acercó a la puerta de cristal; el pensamiento se le iba con nostalgia a aquel primer día. Un viejo con un tabardo estaba echando leña en la estufilla. Por el respiradero de la ventanita salían vedijas de humo de la candela.
—¿Quién es? —preguntó el viejo entre toses, dándose la vuelta.
—Solía venir por aquí a vender té.
—Ah, no necesito, todavía me queda mucho de uno de primera.
Riyo soltó la puerta de cristal y se fue de allí toda prisa. Qué iba a ganar entrando. Aunque no le faltaban ganas de preguntarle al viejo dónde vivía la hermana mayor de Yoshio, para ir allá y por lo menos prender incienso por él; pero decidió dejarlo estar, eso también. Era para nada. Todo le daba ya igual. Sentía que si por azar estaba embarazada de Yoshio no podría seguir viviendo, aunque no sabía cómo había llegado a esa conclusión. En algún momento su marido volvería de Siberia; con todo y con eso había determinado que si algo se torcía no le quedaba otra salida que la muerte.
Sin embargo el sol brillaba inusitadamente claro, envolviéndola toda, y las verdes hierbas en ambas márgenes del cauce seco del río se le grababan a fuego en los ojos. Su conciencia estaba incólume, lo que no dejaba de sorprenderla. No sentía la menor culpa ni contrición por haber estado con Yoshio. Riyo había ido a Tokio con la intención de ver cómo se daba la venta y volver a Shimizu si le iba mal; pero Tokio le gustaba y ahora, para bien o para mal, pensaba quedarse, aunque acabara muerta en la calle.
Riyo se sentó en la hierba verde del terraplén. Abajo, junto a unos bloques de hormigón yacía abandonado el cuerpo de un gatito, dándole la espalda. Se levantó sin demora, cargó el macuto al hombro y echó a andar hacia la estación. Sin pensar, dobló por una calleja angosta y llamó ante la celosía y la puerta de cristales de una casa ruinosa reparada con tablones disparejos.
—¿Querrán té de Shizuoka?
—Vamos a ver ¿cómo sale? ¿está caro?
Cuando Riyo corrió la puerta varias mujeres se volvieron a mirarla. Estaban cosiendo la entretela a calcetines tabi, por lo visto trabajaban a destajo.
—Espérese usted un momento —dijo una mujer menudita desapareciendo en la habitación contigua—. Voy a por una lata.
Allí estaban aquellas mujeres atareadas cosiéndoles suelas a los tabi ¿acaso era ella distinta? De vez en cuando destellaba una aguja.
Hayashi Fumiko
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Juanito
Juanito se aventaja, levanta, toma delantera
Y dribla como un genio,
iniciativa,
el campo es algo largo
y la meta es una reta.
que de aquí hasta allá le queda largo
de aquí hasta el hijo del padre,
la escopeta.
Juanito arrebata los trescientos gritos de la grada,
sacados de los techos que se cuelan
3 de abril, la fiesta y la enchilada que se asienta con exceso de caguamas.
Lagrimea la paga y callos dactilares la revientan.
Pesos libres que se van impresos en papeles,
grandes obras en la sombra resueltas
en macizos billetones de un bueno calibre que le dejan.
Juanito se arrebata,
Toma, de sus gorras, la que el ánime al espejo
A su triste aspiración de ser modelo, favorece.
Entonces toma llaves,
toma suéter
y la bolsa algo abierta con tijera igual la toma
(por si llueve),
Juanito sale a la baranda,
la malla muy ciclónica se le atora de oxidada,
burla bandas,
cubetas,
rotoplás,
Interceramic que acaba de atorarse con sus piernas,
cabecea macetas con helechos suspendidas,
regador y carcajadas de las pérfidas vecinas
cuando se cae
y se levanta.
Juanito lleva solamente nueve pesos,
porque las ganas
De hacerse de eso que ya quiere que pasara,
Y si pasara
La pantallota 4d desde su cama,
suspendida con taquetes de 3/4 de una hamaca,
Sería más fácil de creer en la copa ,
en la olimpiada.
Una ruta blanca,
con letras de la nugget blanca se embadurna,
última por esta tarde en desagrado
se lleva la esperanza de llegar temprano,
antes de que llueva,
donde antes era un teatro ahora se le abona a la tienda en conveniencia
con naranja y blanco desescama la pobreza ante la duda:
- ¿En el Coppel o el Elektra?
- Juanito se percibe rebasado.
Y ahora que recuerda
Las ofertas en papeles de su reja de casa
que se deja ser portal abarrotado
de pendejas publicidades por tomar acaso
le aconsejan.
Las facilidades que festejan
desde este día del padre
hasta el viernes santo.
Fuera del área
dispara una acción de comprador bien pudiente
Este cabrón tan monetario ,
Cual conciencia de proletario solidario se ocurriera:
- Hay un Coppel más cercano
- Juanito recibe los aplausos:
- Felicidades, es usted uno de nuestros más amados compradores,
tome una bolsa,
o la canasta,
o el carrito de las ruedas más veloces.
- Sí, gracias ¿Cuánto cuesta la TV smart blu rei al momento y al contado?
- doscientos veinticinco mil quinientos trece desesperos,
diecinueve los centavos.
¿va a donar sus centavos?
- Juanito no tiene aquel varo,
Pero tiene el tiempo para colar un buen de techos.
Juanito se empodera, sus manos de trabajo le recuerdan:
Rompe fuentes, rompe carros, rompe sal de toda tierra.
Juanito amaga en el último momento:
- ¿En cuánto sale si en paguitos lo tuviera?
- Treinta mil paguitos solamente,
o aceptamos como pago sólo un ángel por cabello de su cráneo,
o ciento ochenta quincenas pagando las condenas de quitarle el tylenol a la fiebre de la nena.
o setenta y cuatro arrestos domiciliarios, con la lívida tristeza de perderse graduaciones, bodas y primeros pasos de la nieta,
o dos millones, trescientos veinticuatro descontones de la mesa del que paga, tragándose la pena,
volviéndose una rata,
porque el hambre siempre gana.
o quince horas extras en la macuarreada para darle a la caguama,
aunque sea una gallo de las baratas, de la verde Guatemala.
- Juanito remata abajo al lado:
- Sáqueme la cuenta que le voy a echar dos mil quincenas
y todas las letras de este pinche abecedario:
- ¿a nombre de quién será la garantía? para que la obsolescencia programada no le salga ya tan caro
- Juanito Pérez, Roque de los Reyes, hijo de los barrios, galantina todo el tiempo, una vez jamón serrano.
- Juanito sube una caja al cajón en donde maneja el compadre de la vuelta su camión y ansioso espeta:
- Épale carbón, traigo la de plasma trigarante de entretela,
la versión modo en espera,
la que anuncia Andrés Guardado.
- Juanito llega a su cantón,
las mil puertas penetra,
como un tiburón queriéndole ponerle a la Roqueta
el llavero de abulón.
Ya llegó, llama a la prole, que acude envuelta en gloria
Y hasta al padre desconoce.
Cinta de aislar en el cable del canal que ya conecta
y su victoria
como fuga que se escapa,
la gotera que decora las alfombras,
se cae la chela,
con ayuda de su compa de la ruta treinta y tres faros robados,
cargan la telera que ahora asientan
donde estaba el espejo que miraba hacia la ofrenda.
Juanito lo ha logrado:
Prendamos juntos el amor, de sentarnos cual familia
al candor
debajo de la repujada última cena,
las fotitos de la bendición,
la quinceañera con vestido de rollo
como centro de la mesa,
imaginando las novelas
los domingos y sus juegos
al calor
de un electrodoméstico tan nuevo,
semianalfabeta del control remoto,
mi pasión es irle al bueno.
La gente de otro lado,
Los güeros que abarrotan el estadio
gritan gol,
Juanito está por dentro satisfecho,
está muy rico acostarse con el diablo,
descorchar sus vicios,
a créditos parciales vitalicios.
Aldo César Hidalgo
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Todo sobre Las mejores series de política en Netflix y otras plataformas
Información sobre Las mejores series de política en Netflix y otras plataformas / HBO|Netflix|Series / de|en|las|Mejores|Netflix|otras|plataformas|política|series
Series perfectas para una maratón, para percibir los nerviosismo de una campaña política o del día de las elecciones. Qué hay detrás, qué decisiones hay que tomar o cómo conducir un país cuando todo se pone feo. Estas son algunas de las mejores series de política que puedes ver.
House of cards
La recomendábamos ya en las mejores series de empresarios pero si por poco destaca House of Cards es por ser una de las mejores series de política de todos los tiempos, de relaciones de poder y grandes empresas, de corrupción y negocios. Frank Underwoord es el protagonista de una serie que narra el progreso al poder gracias a su control del entramado empresarial o de los grandes lobby de Estados Unidos. Una serie en extremo recomendada en los últimos tiempos, con seis temporadas y 73 episodios disponibles en total.
House of Cards es uno de los grandes clásicos de la política y el poder, de grandes empresas, de subvenciones, de donaciones y de acuerdos entre los que mandan y los que controlan el pasta. Una gran serie que ya no tendrá más temporadas tras la ruptura de Netflix con Kevin Spaey pero que sin duda merecerá la pena que veas si buscas una de las mejores series de política en la ahora y con más de 70 episodios disponibles para ti.
Plataforma: Netflix
Año: 2013
Capítulos: Seis temporadas, 73 episodios (solo 5 temporadas en Netflix)
Duración: Entre 50 y 60 minutos por capítulo
Temática: Thriller / Drama
Perduración recomendada: Para mayores de 16 abriles
Ver House of Cards en Netflix
Veep
Si lo que quieres es una de las mejores series de política pero sin renunciar al sentido del humor y al buen rollo, Veep es una de las mejores opciones. Una comedia arreglado en HBO que está protagonizada por Selina Meyer tras convertirse en vicepresidenta de los Estados Unidos. Meyer se da cuenta que su nuevo trabajo no es como esperaba, no se siente cómodo en el mismo y protagoniza una de las mejores comedias actuales que puedes ver en televisión en streaming. Una serie inteligente peo incluso una serie llena de humor político, de insultos constantes, de sátira y guiños continuos.
Puedes ver Veep si buscas una de las mejores series de política con capítulos cortos de solo media hora pero, sobre todo, una crítica al gobierno enfocada desde el punto de audiencia del humor y sin ningún tipo de partidismo en ella.
Plataforma: HBO
Año: 2012
Capítulos: Siete temporadas, 74 episodios
Duración: Una media hora por episodio
Temática: Comedia
Perduración recomendada: Para mayores de 12 abriles
Ver Veep en HBO
El ala oeste de la Casa Blanca
Si hay que destacar una sola entre las mejores series de política de todos los tiempos, El ala oeste de la Casa Blanca fue uno de los grandes clásicos de los abriles noventa con Aaron Sorkin como creador de la misma. Una de las series más populares y clásicas de hace ya casi vigésimo abriles y con más de 150 episodios, más de 25 premios Emmy conseguidos en su historia y un imprescindible si buscas las mejores series de política. Aunque, eso sí, El ala oeste de la Casa Blanca no está arreglado en ninguna plataforma de streaming pero podrás comprarla en DVD al completo si quieres retornar a verla.
La serie, como su propio nombre indica, nos cuenta qué ocurría en el despacho oval. Una historia sobre los entretelas de la Casa Blanca, la medio vivida o el estrés o la tensión sometida y con la política como causante. En ella no solo veremos las labores o la importancia del presidente sino incluso de la primera dama, de los principales miembros del equipo y un gran reparto coral que la convierten en una serie totalmente recomendable para todos.
Plataforma: Netflix
Año: 1999
Capítulos: Siete temporadas, 155 episodios
Duración: Entre 40 y 50 minutos por capítulo
Temática: Drama poítico
Perduración recomendada: –
Sucesor designado
Una de las series canceladas por Netflix en 2019 pero una buena opción si quieres una serie corta, querida y una de las mejores series de política. Sucesor Designado comienza con una gran arrebato que acaba con la vida del presidente de Estados Unidos y todos los miembros del servicio fuera de uno. El Secretario de Vivienda y Incremento Urbano, Tom Kirkkman, es el único superviviente en todo el equipo de gobierno y será él, de un día para otro, el encargado de poner orden en todo el revuelo y un país en vilo. Será Kirkman el designado como presidente y tendrá que enfrentarse él solo al destino de Estados Unidos antiguamente de que el caos se apodere del país tras lo ocurrido.
Si no te importa absorber que no habrá más episodios a partir de la tercera temporada, Sucesor deignado es una de las mejores series de política y una buena opción cagada de decisiones, presiones y responsabilidad.
Plataforma: Netflix
Año: 2016
Capítulos: Tres temporadas, 53 episodios
Duración: Entre 40 y 50 minutos por episodio
Temática: Intriga
Perduración recomendada: Para mayores de 13 abriles
Ve Sucesor designado en Netflix
The Wire
The Wire es una de las mejores series de todos los tiempos y una de las más votadas por los lectores y seguidores de ADSLZone. The Wire no es como tal una de las mejores series de política que puedes encontrar online pero sí es una serie en la que se aborda el poder, la corrupción, los chantajes.
Esta serie, como todos sabemos ya, etá ambientada en los barrios bajos de Baltimore e investiga un homicidio relacionado con el mundo de las drogas. Para dar un decano realismo a la serie, The Wire está escrita en colaboración con la policía de Baltimore y refleja a la perfección lo ocurrido en cada calle y cada extrarradio, te introduce de repleto en la historia y gran parte de su éxito se debe a la imposibilidad de no percibir empatía por cada uno de sus protagonistas o no hacer tuyo el dolor de los mismos. Una serie imprescindible en cualquier recopilatorio o cualquier top que hagamos. Una de las mejores.
Plataforma: HBO
Año: 2002
Capítulos: Cinco temporadas, 60 episodios
Duración: Entre 55 y 60 minutos por capítulo
Temática: Thiller, narcotráfico
Perduración recomendada: Para mayores de 18 abriles
Ver The Wire en HBO España
Marseille
Una de las mejores series de política y no tan conocida como otras de esta relación. Con Gerard Depardieu como protagonista, Marseille es la primera serie diferente francesa de Netflix lanzazo en 2016 y que no consiguió el éxito esperado pero es una buena opción si buscas poco más desconocido en este ámbito. Una serie querida, con dos temporadas y muy amena y casquivana.
Marseille nos cuenta la historia de la ciudad con el mismo nombre. Una ciudad en la que Robert Taro (Gerard Depardieu) lleva vigésimo abriles siendo corregidor pero ahora entrará en una cruzada de sucesión con el que ha sido siempre su pupilo, su protegido, Lucas Barres. Barres se convierte en el principal rival de Taro y la cruzada entre uno y otro por mandar en la ciudad se compagina con un buen retrato de Marsella, de diferencias de clases, de barrios abandonados por la política y por las decisiones de aquellos que mandan.
Plataforma: Netflix
Año: 2016
Capítulos: Dos temporadas, 16 episodios
Duración: Entre 40 y 50 minutos por capítulo
Temática: Política
Perduración recomendada: Para mayores de 16 abriles
Ver Marseille en Netflix
The Newsroom
La relación entre la política y el periodismo es uno de los grandes clásicos y The Newsroom lo refleja a la perfección. Una de las mejores series de política, de medios de comunicación y poder. Una serie que supuso el regreso de Aaron Sorkin y que puedes ver al completo en HBO con 25 episodios en tres temporadas disponibles. Una serie controvertida pero muy recomendable.
En The Newsroom conocemos el trabajo previo a un informativo en una redacción de noticiero de una popular condena norteamericana. Entrevistas a líderes políticos, la influencia del periodismo, las decisiones periodísticas, las presiones y los conflictos. Los entretelas de una condena de televisión con un perito presentador al mando y un periodismo totalmente idealista.
Plataforma: HBO
Año: 2012
Capítulos: Tres temporadas, 25 episodios
Duración por episodio: Entre 50 y 70 minutos
Índole: Drama / Periodismo
Perduración recomendada:
Ver The Newsroom en HBO España
Homeland
Uno de los grandes clásicos en la política con casi cien episodios disponibles y un extravío desde su dispersión hace casi diez abriles. La serie cuenta con Carrie Mathison y Nicholas Brody como protagonistas. La primera, una agente de la CIA infiltrada en una operación no autorizada. El segundo, un marine de los Estados Unidos secuestrado por Al-Qaeda durante algunos abriles. Ellos son los protagonistas de una serie donde el terrorismo es el eje. Un thriller que girará en torno a estos dos personajes tras el chivatazo de que un prisionero de cruzada norteamericano ha sido convertido como terrorista y podría ser Brody.
Una serie querida, recomendable. UN gran clásico que lleva casi diez abriles en televisión y cuyas primeras temporadas te engancharán y te mantendrán pegado a la pantalla para desvelar qué pasa con Brody a la vez que Estados Unidos lucha contra el terrorismo y la amenaza que este supone.
Plataforma: Netflix
Año: 2011
Capítulos: Siete temporadas, 84 episodios
Duración: Entre 50 y 60 minutos por capítulo
Temática: Thriller
Perduración recomendada: Para mayores de 16 abriles
Ver Homeland en Netflix
Bodyguard
Bodyguard es una de las mejores series que puedes ver en una sola tarde e ideal si buscas acto y seis episodios rápidos y que te engancharán. Una miniserie con seis capítulos de 55 minutos en las que hay thriller, acto, intriga, suspense pero incluso una gran dosis de discurso político e intereses.
Esta es una de las mejores series de política si buscas poco corto que te mantenga aferrado y perfectamente apta para una maratón. Bodyguard nos cuenta la historia del perito de cruzada David Budd que es renombrado protector de la minista Julia Montague. Esta, es objetivo principal del periodismo. Y Budd será su pasaporte. Una relación compleja entre protector y protegida y una serie en la que veremos todo tipo de medidas de seguridad utilizadas para hacer frente al terrorismo pero incluso sobre intereses políticos o el discurso del mismo. Una serie adictiva.
Plataforma: Netflix
Año: 2018
Episodios: Una temporada, seis episodios
Duración: Unos 55 minutos por capítulos
Tiempo de maratón: Seis horas
Índole: Terrorismo, policiaca
Perduración recomendada: Para mayores de 16 abriles
Terminada: Sí
Ver Bogyduard en Netflix
The Good Wife
The Good Wife es una de las mejores series de abogados disponibles en Netflix y cualquier otra plataforma pero incluso es una de las mejores series de política más allá del escritorio Lockhart & Gardner. Una serie en la que la que su protagonista principal, Alicia Florrick, tendrá que altercar con la carrera política de su marido, Peter Florrick, gobernador de Illinois y ex fiscal del Estado de Cook. Una serie llena de política, campaña, estructura y poder.
Encima, The Good Wife cuenta con personajes muy potentes en el ámbito de la política como un carismático Eli Gold (Alan Cumming) pero incluso en el derecho como Diane Lockhart o Kalindha Sharma, entre otros muchos. Una serie muy interesante en la que el personaje de Aliia Florrick nos cautiva. Ella ha vuelto a los despachos tras dejar de cultivar para convertirse en mamá. Ahora ha vuelto a Lockhart & Gardner y veremos su carrera como abogada o todo cuanto es capaz de hacer para defender a sus clientes mientras compagina su vida con la carrera política de su marido o sus ideas para ayudarlo.
Plataforma: Netflix
Año: 2009
Capítulos: Siete temporadas, 156 episodios
Duración: Unos 45 minutos aproximadamente
Índole: Drama político / Abogados
Perduración recomendada: Para mayores de 13 abriles
Ver The Good Wife en Netflix
Mejores series de política en Vodafone TV
Si quieres absorber cómo acaban cualquiera de estas historias que te adelantamos aquí, puedes verlas casi todas en Netflix y HBO. . Y si no sabes dónde verlas, en Vodafone puedes obtener a todas las series y películas de la plataforma pero incluso las de Amazon Prime para que nunca te quedes sin desidia por ver y con porrazo a los mejores contenidos incluidos en la propuesta de televisión. Y si quieres iniciar con las maratones de series de todo tipo, ahora ofrece un año injusto en el paquete de cine y series para que puedas aspirar a convertirte en Frank Underwood o en Alicia Florrick. Puedes ampliar información en este enlace.
Esperamos que te haya gustado el articulo sobre, HBO|Netflix|Series / Las mejores series de política en Netflix y otras plataformas y si te capricho el artículo que escribimos para ti compartirlo con tus amigos así cada vez somos más
La entrada Todo sobre Las mejores series de política en Netflix y otras plataformas se publicó primero en El rincon de diego.
Por El rincon de diego
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LA FERIA DE LOS TRASGOS
[...] Rieron los trasgos al verla fisgar: y van renqueando, vuelan, corren, brincan, resoplan y acezan, chirlan, chascan, clocan, graznando y zampando, fregando y segando, con garbo, rumbosos, el gesto torcido, con mueca y remilgo, tal gatos, tal ratas, wómbat o ratel, caracol con prisas, parlero papagayo, con bulla, a revoltillo, charlando como urracas, con vuelos de paloma, fluyendo como peces... la besan y la abrazan aprietan y acarician; tendiendo sus platos, sus seras y fuentes: «¡Mira qué manzanas taheñas y rucias, asómate a las guindas, muerde los duraznos, toronjas y dátiles, de balde las uvas, peras coloradas de estirarse al sol, ciruelas en rama: suéltalas y chupa; granadas e higos!»...
Dice Lisa: «Buena gente —y piensa en Juana—, ¡dadme a manos llenas!», levanta su enfaldo, y les tira el penique. «Ea, ven a sentarte —contestan sardónicos—: principia el banquete, noche es temprana, tibia, aljofarada, veladora, estrellada; frutas como éstas no cargan humanos; su lustre volara, su frescor secara, mermara su sabor. Siéntate y regala, entre nos bienvenida, huelga con nosotros.» «Gracias —dijo Lisa—, mas tengo alguien en casa; ya sin más coloquios si no me venden fruta, aunque tanta tienen, tornen penique de plata que por su precio les di.» Dan en rascarse la morra, ya sin meneos ni ronrón, remolonean a las claras, refunfuñan y gruñen. Estirada uno le dice, repelosa, desatenta. Ya le hablan más recio, ya la miran malignos. Restallando las colas, la pisan y empujan, con sus uñas la arpan, ladran, mayan, chiflan, burlan, le rasgan la falda y manchan las medias, le mesan de raíz el pelo, patullan sus tiernos pies, teniendo sus manos le estrujan la fruta en la boca, que coma.
Blanca y oro, Lisa se tiene como nardo en la riada; como peña de azul vena que azota marea en tumulto; como baliza abandonada en mareta que ruge y riza, envía relumbre de oro; como naranjo cuajado de blancas flores melosas que abeja y avispa hostigan; como real ciudad virgen, airosa de domos y agujas, que asedia una escuadra rabiosa por arriar su pendón.
Uno puede llevar la jaca al río, veinte no la hacen beber. Por más que los trasgos la ligan y asen, cantusan y combaten, hostigan e intiman, la rascan, la pizcan morada, patean y aporrean, laceran y burlan, Lisa no dice palabra; labio de labio no parte si no le embuten bocado; mas por dentro ríe sintiendo escurrir el jugo que la faz le almibara y se ensena en su mentón, y le chorrea el cuello temblón como cuajo. Al fin la mala ralea, agotada por su temple, le arrojó su penique, la fruta a puntapiés echó a rodar, sin dejar raíz, hueso o punta. Unos se retuercen por tierra, otros en arroyo somorgujan haciendo cercos y surcos, otros lleva mudos el viento, otros se pierden a lo lejos.
Con susto y dolor, entumida, Lisa cogió el camino; sin ver el día o la noche; trepó la riba, partió las tojos, holló el soto y la algaba, y el tintinar del penique saltando en su bolsa, le sonaba como un salmo. Corrió y corrió, como temiendo un trasgo macho que la acosara con pulla o reniego, o cosa aún más infame: pero ningún trasgo se apuraba, ni la punzó ningún miedo; su compasión la llevaba en volandas y a casa la urgió desalada, riendo en sus entretelas. [...]
*
GOBLIN MARKET
[...] Laughed every goblin When they spied her peeping: Came towards her hobbling, Flying, running, leaping, Puffing and blowing, Chuckling, clapping, crowing, Clucking and gobbling, Mopping and mowing, Full of airs and graces, Pulling wry faces, Demure grimaces, Cat-like and rat-like, Ratel- and wombat-like, Snail-paced in a hurry, Parrot-voiced and whistler, Helter skelter, hurry skurry, Chattering like magpies, Fluttering like pigeons, Gliding like fishes,— Hugged her and kissed her: Squeezed and caressed her: Stretched up their dishes, Panniers, and plates: "Look at our apples Russet and dun, Bob at our cherries, Bite at our peaches, Citrons and dates, Grapes for the asking, Pears red with basking Out in the sun, Plums on their twigs; Pluck them and suck them, Pomegranates, figs."—
"Good folk," said Lizzie, Mindful of Jeanie: "Give me much and many:"— Held out her apron, Tossed them her penny. "Nay, take a seat with us," They answered grinning: "Our feast is but beginning, Night yet is early, Warm and dew-pearly, Wakeful and starry: Such fruits as these No man can carry; Half their bloom would fly, Half their dew would dry, Half their flavour would pass by. Sit down and feast with us, Be welcome guest with us, Cheer you and rest with us."— "Thank you," said Lizzie: "but one waits At home alone for me: So without further parleying, If you will not sell me any Of your fruits though much and many, Give me back my silver penny I tossed you for a fee."— They began to scratch their pates, No longer wagging, purring, But visibly demurring, Grunting and snarling. One called her proud, Cross-grained, uncivil; Their tones waxed loud, Their looks were evil. Lashing their tails They trod and hustled her, Elbowed and jostled her, Clawed with their nails, Barking, mewing, hissing, mocking, Tore her gown and soiled her stocking, Twitched her hair out by the roots, Stamped upon her tender feet, Held her hands and squeezed their fruits Against her mouth to make her eat.
White and golden Lizzie stood, Like a lily in a flood,— Like a rock of blue-veined stone Lashed by tides obstreperously,— Like a beacon left alone In a hoary roaring sea, Sending up a golden fire,— Like a fruit-crowned orange-tree White with blossoms honey-sweet Sore beset by wasp and bee,— Like a royal virgin town Topped with gilded dome and spire Close beleagured by a fleet Mad to tug her standard down.
One may lead a horse to water, Twenty cannot make him drink. Though the goblins cuffed and caught her, Coaxed and fought her, Bullied and besought her, Scratched her, pinched her black as ink, Kicked and knocked her, Mauled and mocked her, Lizzie uttered not a word; Would not open lip from lip Lest they should cram a mouthful in: But laughed in heart to feel the drip Of juice that syrupped all her face, And lodged in dimples of her chin, And streaked her neck which quaked like curd. At last the evil people, Worn out by her resistance, Flung back her penny, kicked their fruit Along whichever road they took, Not leaving root or stone or shoot; Some writhed into the ground, Some dived into the brook With ring and ripple, Some scudded on the gale without a sound, Some vanished in the distance.
In a smart, ache, tingle, Lizzie went her way; Knew not was it night or day; sprang up the bank, tore thro' the furze, Threaded copse and dingle, And heard her penny jingle Bouncing in her purse,— Its bounce was music to her ear. She ran and ran As if she feared some goblin man Dogged her with gibe or curse Or something worse: But not one goblin skurried after, Nor was she pricked by fear; The kind heart made her windy-paced That urged her home quite out of breath with haste And inward laughter. [...]
Christina Rossetti
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