#En un Pasado distante
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"Centro Comercial/Mall"
Isabella: ¡Brittany es una maldita perra!.../Brittany is a fucking bitch!...
Catasto: Has estado hablando de esa "Brittany" durante unas 6 horas... ¿Quién es Brittany de todos modos?/You've been talking about that "Brittany" for like 6 hours... Who is Brittany anyway?...
Isabella: {Sorprendida} ¡¿No sabes quién es Brittany?!... ¡Dios mío Catasto!... Conoces a todo Raven Brooks y a cada habitante y ellos te conocen a ti... ¡Pero tú, tú no sabes quién es Brittany!... Tienes suerte, espero que nunca la conozcas.../{Shocked} You don't know who Brittany is?!... My God Catasto!... You know all of Raven Brooks and every inhabitant and they know you... But you, you don't know who Brittany is!... You're lucky, I hope you never meet her...
Catasto: Eso sólo demuestra que no conozco a todos en Raven Brooks y no todos me conocen a mí... De todos modos, eso de "Brittany" suena... Desagradable... Aunque no me gusta juzgar o dar una opinión si no conozco a la persona.../That just goes to show that I don't know everyone in Raven Brooks and not everyone knows me... Anyway, that "Brittany" thing sounds... Unpleasant... Although I don't like to judge or give an opinion if I don't know the person...
Isabella: Mi buen amigo, es mejor que no la conozcas y no exagero... Al menos espero que nunca te conozca, no quieres ser un objetivo como yo.../My good friend, you are better off without knowing her and I am not exaggerating... At least I hope she never meets you, you don't want to be a target like me...
Catasto: Hmmm...
Isabella: De todos modos, tus ojeras se ven horribles.../Anyway, your dark circles look horrible...
Catasto: Lo sé... Dime algo que no sepa.../I know... Tell me something I don't know...
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G: Suena como un meme, pero Catasto nunca conoció a Brittany en ninguna de sus vacaciones a Raven Brooks... Podía ir a todas partes con Isabella, pero nunca conoció a Brittany, al igual que Brittany nunca lo conoció a él.../It sounds like a meme, but Catasto never met Brittany on any of his vacations to Raven Brooks... He could go all over the place with Isabella, but he never met Brittany, just like Brittany never met him...
Esto se basa en una antigua conversación de chat con Kassa, donde ella me dijo que Brittany nunca lo conoció durante ningún período de vacaciones... Y para mí, Catasto obviamente tampoco.../This is based on an old chat conversation with Kassa, where she told me that Brittany never met him during any vacation time... And for me, Catasto obviously hasn't either...
Imagínense a una Isabella actual alardeando de que era amiga de Catasto y que estaba en Raven Brooks frente a Brittany, mientras la pobre Brittany hace un berrinche solo por eso y por nunca saber esto... xD/Just imagine a Present Isabella bragging that she was Catasto's friend and that she was at Raven Brooks in front of Brittany, while poor Brittany throws a tantrum just because of that and for never knowing this... xD
La persona que ella ama y que pudo conocer hace mucho tiempo... Qué suerte para Brittany.../The person she loves and who she was able to meet a long time ago... What luck for Brittany...
{M: Sé que es mucho texto, pero... Las ojeras de Catasto empeoraron cuando llegó a la "adolescencia"... Periodo horrible para él.../I know it's a lot of text, but... Catasto's dark circles got worse when he reached "adolescence"... Horrible period for him...
Isabella influenció a Catasto para usar aretes, grandes amigos... 🤣/Isabella influenced Catasto to wear earrings, great friends... 🤣}
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Catasto: Es mío... {It's mine...}
Isabella es de {Isabella Is from}: @askkassandragf-v-2
#groriatrevi10#mio#hello neighbor#askkassandragf-v-2#Hello Killer#Isabella#Catasto#Abel#Abel Catasto Reyes#Abel Catasto#Pasado#Amigos#Brittany#Lol#Centro Comercial#En un Pasado distante#In a distant past#Mejores amigos#casi hermanos#Solo son Isabella y Catasto siendo buenos amigos#It's just Isabella and Catasto being good friends
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HOLAA para lo de las canciones con los chicos del cast: gold rush de taylor swift con enzo 😭😭 siento q es muy accurate.
gold rush | enzo vogrincic
summary: tu lucha contra sus sentimientos de celos y la creciente atención hacia su amigo, temiendo perderlo en medio de la fama y las chicas. friends to not yet lovers. 3k.
tw: inseguridad, angst, consumo de alcohol
cuando enzo se hizo famoso, no fue una gran sorpresa. siempre había sido talentoso, determinado y esforzado en todo lo que se proponía. además, cumplía todos los requisitos para convertirse en la nueva estrella de la pantalla: guapo, culto, carismático y gracioso.
así que cuando volvió al teatro, estrenando otra obra brillante, era de esperar que se abarrotasen todas las secciones. y se llenaron, con gente y más gente, todos tras otro pedacito de enzo. mujeres, hombres, jóvenes y mayores, todos estaban deseando por más.
para enzo no había cambiado gran cosa, aparte del leve acoso, seguía sintiéndose igual, actuando igual, teniendo los mismos mejores amigos y tomando el café en la misma cafetería sencilla, pero ahora era reconocido en la calle y tenía más seguidores de los que podía registrar en instagram. eso era diferente, sin duda, tener la atención de todo el mundo después de tanto tiempo rogándola. pero a pesar de eso, era reconfortante pensar que por fin lo había conseguido.
a ti te parecía asfixiante. era extraño ver cómo el chico con el que habías pasado los últimos años se convertía en una estrella de la noche a la mañana. para muchos era enzo vogrincic, un actor en una película nominada al oscar. para ti, sólo era enzo, tu mejor amigo. y tu antiguo amor. así que aunque admirabas la creciente fama de tu amigo, las cosas podían ser un poco confusas a veces. la fama atraía todo lo bueno que podías desearle como actor, pero también traía todo lo que te asustaba a muerte: chicas.
todas guapas, con magníficas sonrisas, actitud y presencia magnética, podían tener fácilmente una oportunidad con enzo. fácilmente cualquiera menos tú. eso era lo que pensabas.
era difícil reprimir tus celos, un sentimiento idiota que intentabas ignorar a toda costa. controlar tus propios sentimientos era una tarea ardua y agotadora. no te gustaba cómo se te calentaba la cara cuando él estaba cerca, ni cómo te sentías cuando alguna chica se acercaba demasiado. y te sentías fatal por eso. estabas siendo infantil y celosa, pero tú estabas allí primero, ¿no?
no era una carrera, pero pensabas que ya te habías asegurado el primer puesto. eras el confidente de enzo, su compañera en casi todo momento y la persona más cercana a él. aun así, era como correr por el oro. y no te gustaba nada tener que competir.
cuando enzo te invitó a la fiesta posterior al estreno de su nueva obra, pensaste en declinar la invitación. por supuesto, verías toda la sesión, te volverías a enamorar durante hora y media, felicitarías a tu mejor amigo y volverías a casa, acompañada de una botella de vino y penas que ahogar. pero el actor no aceptó un no por respuesta, de hecho, enzo estaba aún más confuso, ya que en las últimas semanas parecías muy distante. no respondías a sus mensajes, no contestabas a sus llamadas. por un momento se culpó a sí mismo, pensando que tal vez te estaba dejando de lado con su apretada agenda, pero en realidad, tú sólo estabas actuando como una cobarde.
sabías que era cobardía. contigo mismo, con enzo. estabas siendo una idiota. pero no tenías la valentía de abrirte y contarle tus sentimientos, especialmente con todos los focos girando ahora en su dirección. así que empezó a alejarse, pensando que no le afectaría con sus celos repentinos o sus sentimientos contradictorios. sus palabras sonarían superfluas al lado de toda la atención que él estaba recibiendo ahora. ni siquiera le importaría, otra razón más que se dijo a sí misma para sabotearse. probablemente arruinaría nuestra amistad. ¿y si piensa que intento aprovecharme? pensamientos que pasaban por tu cabeza por la noche.
"¡enzo, este es tu momento, tu obra acaba de estrenarse y tu película va estupendamente!", le dijiste a tu mejor amigo, con un tono de resignación poco convincente. "¡tendrás gente a tu lado toda la noche!".
estabas en el camerino después de la obra, mientras enzo se cambiaba la ropa de su personaje. la habitación olía a perfume fresco, a madera vieja y a una pizca del sudor del chico. con los brazos cruzados, mirabas fijamente el tabique donde enzo se cambiaba, sentada en el viejo sofá.
cuando salió de detrás de la barrera de madera, enzo te miró como si estuvieras bromeando, con los ojos muy abiertos, las cejas levantadas, y luego sacudió la cabeza, abrochándose los últimos botones de su camiseta negra.
"¿y qué tiene eso que ver con el hecho de que quiera a mi mejor amiga conmigo en una noche importante?", preguntó, como si lo que estabas diciendo fuera una tontería, y luego se detuvo frente al espejo, limpiándose el maquillaje.
te pusiste a su lado y cogiste uno de sus pañuelos, limpiándote suavemente el maquillaje blanco del cuello, incapaz de mirarle mientras enzo te observaba en el reflejo. mordiéndote el interior de la mejilla, te sorprendiste a ti misma con un torbellino creciendo en tu pecho.
"no quiero estorbarte" tu confesión salió en un susurro, a lo que enzo respondió con una risa suave y despectiva. "en serio, me quedaría ahí como una idiota, ¡ni siquiera me echarás de menos!".
enzo te sujetó la muñeca con calma, mientras tú te concentrabas demasiado en limpiarlo, pero hacía tiempo que el maquillaje había desaparecido. se giró para mirarte, con los ojos fijos en toda tu expresión ceñuda, que llevaba una insistente preocupación en el pliegue de las cejas, que le pareció adorable.
"deja de decir tonterías, sabes que te necesito siempre a mi lado. ¿o qué sería de mí?", declaró el moreno, con una voz tan firme y dulce como la sonrisa que se deslizaba por sus labios cuando le miraba.
y así era imposible rebatirlo, simplemente era demasiado difícil resistirse a él y al sentimiento que la consumía por dentro, que la traía a este momento, en el salón de un piso grande y desconocido, lleno de actores y gente importante, críticos de teatro y alguna que otra gente insignificante. reconoció algunas caras, amigos comunes, compañeros de trabajo y, por supuesto, fans y admiradores de enzo. el ambiente es un zumbido de carcajadas, conversaciones animadas y copas que se alzan en señal de celebración. la gente aplaudió cuando enzo entró en el piso, llevando su mano, que pronto soltaron para que pudiera saludar a los demás. me parece justo. pensó, aunque el hormigueo entre los dedos causado por la ausencia de enzo empezaba a molestarle.
él irradiaba confianza, saludando con la cabeza a quienes le saludaban y respondiendo a cada cumplido con una modesta sonrisa.
intentaste mantener una expresión neutra y comprensiva, apreciando el esfuerzo de enzo por incluirte en su nuevo mundo. sin embargo, la sensación en el fondo de tu mente persistía. todo el mundo quería saber cómo era tocarlo, cómo era amarlo, y usted no tenía ningún privilegio en ser experta en esto. poco a poco, cuando el actor entabló conversaciones, usted se dispersó en un minuto, fue a por una copa de vino y pronto se vio fuera de lugar, enzo cada vez más rodeado en un pequeño círculo alejado de usted, y una hermosa chica riendo a su lado, intentando llamar su atención.
a la cuarta copa, después de observarle desde lejos, estabas algo intoxicada por el alcohol y decidida. le daría espacio, tanta distancia como necesitara, para que pudiera disfrutar de su noche sin obstáculos. sobre todo, no quería ser su sombra ni sentir que le molestaba, aunque enzo no diera señales de aquello.
el enorme balcón del enorme piso, ocupado apenas por unos pocos fumadores, tenía una escalera de incendios en la esquina y a través de ella descubriste la terraza, vacía y tranquila, con una vista increíble de las luces de la ciudad. te pareció una buena forma de alejarte de todo, un escondite perfecto para ti y todas esas sensaciones.
mientras te alejabas por la terraza, enzo notó tu ausencia. alguien acababa de soltar un chiste estúpido y él se giró para intercambiar una mirada cómplice, dispuesto a ver tu sonrisa en su rostro, pero todo lo que obtuvo fueron rasgos desconocidos y sintió una inmediata incomodidad. enzo puso fin a la conversación bruscamente, disculpándose con los demás invitados, y empezó a buscarte entre el montón de gente en que se había convertido el salón. cruzó el piso, saludando rápidamente a quien se cruzaba en su camino, la preocupación en su rostro se hacía cada vez más visible al no haber rastro de ti.
¿te habías ido sin despedirte? ¿por qué estabas tan... diferente? enzo podía dejar que cambiaran muchas cosas, no todo lo que podía controlar, pero cambiar lo que existía entre ustedes no podía tolerarlo, y eso lo aterrorizaba. incluso después de todo, tú eras la persona que él quería a su lado. como amiga, como algo más. como cualquier cosa que te mantuviera cerca. a tus brazos corría cuando el mundo parecía tragárselo, cuando todo le abrumaba, cuando tenía noticias felices o tristes, cuando tenía planes o necesitaba un momento de paz escuchando tu voz. la vida de enzo, a pesar de todo, giraba en torno a tu órbita. podía sentir que te le escapabas de las manos, y no podía permitir que eso ocurriera.
sus ojos vislumbraron entonces la puerta abierta del balcón y la atravesó, encontrándose con la misma escalera por la que habíais subido minutos antes. se conocían lo suficiente como para que enzo estuviera seguro de que iba en la dirección correcta cuando subió a la terraza. la brisa helada le golpeó en cuanto subió el último escalón, y sintió que se le formaba un nudo en el estómago.
la vista panorámica de la ciudad se fue revelando a medida que avanzaba por la terraza, pero lo que captó su atención fue usted, de pie en el borde de la misma, mirando al horizonte con expresión pensativa, con un vaso vacío en las manos. al actor le dio un vuelco el corazón, respiró hondo y se rascó la garganta.
"¿estás bien?" la voz de enzo cortó el silencio como una suave melodía, sobreponiéndose a la música apagada del piso justo debajo de sus pies, sorprendiéndole mientras contemplaba la ciudad desde arriba, absorbida por sus pensamientos. era una voz profunda y cálida, con una nota de preocupación delicadamente entretejida.
no esperabas que llegara tan rápido. te giras hacia él e intentas sonreír, pero el gesto no llega a tus ojos.
"estoy bien, enzo. sólo necesitaba un poco de aire fresco". intentaste sonar despreocupada, pero había una notable tensión en el ambiente.
realmente te sentías sofocada, un poco acalorada, atascada por el vino y la ansiedad.
el actor asintió, sus ojos buscaban los suyos, en busca de respuestas que usted no estaba dispuesta a dar. se acercó a ti lentamente, metiendo las manos en los bolsillos, dando un paso cada vez, como si temiera que cualquier movimiento brusco pudiera alterar el delicado equilibrio entre vosotros.
enzo no sabía cómo empezar a desentrañar las preguntas de su cabeza, y tú no sabías cómo retener las palabras dentro de tu mente cargada y ebria.
"las cosas están un poco raras", dijisteis los dos a la vez, generando un ligero estado de shock con la revelación al unísono. estabais en la mente del otro todo el tiempo.
intercambiasteis miradas divertidas, repentinamente tímidas, y enzo se rió, balanceando el cuerpo, sin saber muy bien cómo acercarse.
"empiezo a pensar que tenemos que repasar nuestras habilidades telepáticas", bromea él, tratando de aliviar la tensión del ambiente.
su sonrisa era genuina, pero sus ojos seguían buscando algo más en los tuyos. la brisa nocturna jugaba con el pelo de enzo mientras se acercaba, creando una atmósfera de vulnerabilidad compartida.
dejas escapar una suave carcajada, disfrutando del ligero toque de humor. sin embargo, esa extraña electricidad entre vosotros no desapareció del todo. enzo parecía querer entender lo que estaba pasando, mientras que tú luchabas por expresar sentimientos confusos bajo la influencia de más vino del que deberías tener en tu organismo.
"sí, podría ser una buena idea invertir en un curso de comunicación mental", respondiste, tratando de mantener un tono ligero, pero esa expresión algo desesperada seguía delatando lo que ocurría en tu interior.
enzo asintió, de pie a tu lado en el borde de la terraza, ambos contemplando la ciudad iluminada ante vosotros. había algo mágico en la noche, pero también algo incierto en la forma en que os mirabais.
"entonces, ¿qué está pasando?" enzo finalmente rompió el silencio una vez más, sus ojos te miraban con una intensidad que hizo que tu corazón se acelerase. sus orbes marrones invitan a sumergirse en ellos. estabas atrapada, sin ningún lugar al que huir. su mirada te recorrió como si fueras transparente, incapaz de ocultar nada a su atención.
dudaste un momento, mordiéndote el labio inferior antes de encontrar el valor para hablar. "es que... me he sentido un poco perdida. con todo lo que ha estado pasando, los cambios, tú haciéndote famoso, y yo... no sé dónde encajo". apartaste la mirada, sintiendo un nudo en la garganta. "no sé si podré soportarlo, en".
una sensación punzante pareció atravesar el pecho del chico, que sinceramente se esperaba muchas cosas, pero no esto. no su mirada huyendo de él a cada momento y la forma en que su cuerpo parecía repudiar la manera en que se apartaba inconscientemente. enzo perdió el aliento ante el golpe, y tardó unos segundos en procesar tu honestidad directa.
"¿no puedes lidiar... conmigo?", preguntó, con la voz baja, dolida. tu había bebido demasiado, se notaba. enzo no sabía si se sentía ofendido o preocupado. sus manos se tensaron en los bolsillos del pantalón, ansiosas por encontrar las suyas. de tocarte, de romper esa barrera.
"i... no sé si podré soportar la idea de perderte" la afirmación le salió, cortándole la garganta. dios, qué tonta y ridícula se sentía. toda una fiesta para él allí abajo y él perdiendo el tiempo con su drama.
la mirada de enzo pasó gradualmente del perplejidad a la comprensión, y a algo más profundo, más vulnerable. la noche que había parecido tan prometedora se teñía ahora de una nube de incertidumbre.
"¿perder...?" enzo repitió la palabra, como si tratara de comprender plenamente el significado que encerraba. sus ojos oscuros se clavaron en los tuyos, una mezcla de confusión y de inquietud pintada en su expresión.
tragas saliva, incapaz de responder inmediatamente. las emociones bullían en tu interior, y era difícil discernir qué era miedo, celos o simplemente inseguridad.
"sí, perder". bajaste la cabeza, tus dedos rodeando el borde de la taza en una huida nerviosa. riéndote para ti misma, cerraste los ojos, sintiendo el ligero mareo y la falta de control en la forma en que tu mente maquinaba las siguientes palabras, transformada por el alcohol. "y tambien estan los celos, esta cosa amarga que me esta carcomiendo. de adentro hacia afuera, parece volverme loca cada maldita vez que una chica se acerca... y nunca he sido posesiva, pero es tan difícil cuando se trata de ti, enzo. es como competir por el oro".
durante un rato no pasa nada. enzo permanece en silencio, inmóvil, observándola con expresión seria y atónita. la oye resoplar y, de repente, sus ojos se enrojecen, ardiendo por contener las lágrimas.
" ¿tienes celos?" pregunta finalmente enzo tras una pausa que parece durar una eternidad, como si no pudiera creer lo que acaba de salir de su boca. su voz es baja y tranquila, como si intentara no asustar a una criatura frágil. su mirada permaneció fija en ti, tratando de comprender cada giro de la situación.
asentiste como una niña pequeña contrariada, sintiendo que se te quitaba un peso de encima al compartir algo que habías estado ocultando durante tanto tiempo. "sí, y lo odio. sé que es irracional e infantil, pero es más fuerte que yo".
una sonrisa crece en los labios de enzo, como si la situación le divirtiera. levantas la mirada, sintiéndote traicionada, cuando él empieza a reír. tu mano busca el pecho del actor, dándole un torpe puñetazo y el moreno asiente, sin importarle la repentina agresión.
te atrae en un espontáneo abrazo, colocando su barbilla sobre tu cabeza cuando no te resistes a aceptar su tacto, a pesar de sentirte insultada. toda la tensión se disipó de enzo cuando se dio cuenta de todo lo que estaba pasando. y de lo inconsciente que eras de sus sentimientos. pero eso no lo revelaría ahora, no cuando parpadeabas lentamente y visiblemente alterada por el vino. enzo quería que lo supieras, que lo recordaras.
enzo te abrazó un poco más fuerte, en un intento de transmitir consuelo. su pecho descendía y ascendía con calma, ayudando a que sus propios latidos se calmaran.
"no necesitas ponerte celosa, y definitivamente no necesitas competir por nada, especialmente no por mí", susurró, sus ojos oscuros fijos en algún punto de la terraza mientras su mano acariciaba tu espalda. "siempre has sido la persona más importante para mí, desde el principio. nada de eso cambia por un poco de fama y atención. y menos por chicas que no eres tú".
las palabras de enzo eran suaves, y la sinceridad en ellas era innegable. quería que supieras que, a pesar de todos los cambios, seguías siendo la constante de su vida. y la única para la que tenía ojos. pero tú no lo asimilaste enseguida, sino que retrocediste un poco y lo miraste con ojos pesados y labios apretados, recelosa.
enzo notó, con una mezcla de ternura y diversión, una sombra roja que denunciaba el contacto con la copa de vino en la comisura de tus labios. un destello de encanto apareció en su mirada, y un suspiro involuntario escapó de los labios del actor.
"venga, vamos", te llamó, extendiendo la mano entre los dos. su mirada se detuvo en tus dedos abiertos y, tras evaluarlos unos segundos, los entrelazó con los suyos.
"¿adónde?", tartamudeaste, frunciendo el ceño. la sensación de su cálida mano contra la tuya era reconfortante y segura.
"fuera. necesito una noche a solas con mi chica, por los viejos tiempos" enzo se encogió de hombros, sin dudar en tirar de ti a través de la terraza para marcharse.
te detuviste bruscamente, confusa e incapaz de entender por qué estaba dispuesto a dejar todo aquello atrás tan fácilmente.
"pero... enzo, la fiesta y tus amigos..." insististe, y enzo asintió.
"tengo prioridades esta noche, asuntos más importantes que tratar hoy que perder el tiempo con aduladores. todos ellos sólo sobre ti"
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what must it be like to grow up that beautiful, mr. vogrincic?
hola!!! dios, como me quede obsesionada a esta ask. simplesmente, es la cancion que traduce los sentimientos de todas nosotras!!! muuuuy accurate muchas gracias!!!
espero haber conseguido transmitir la vibra de la canción 😭
#enzo vogrincic#enzo vogrincic x reader#enzo vogrincic fanfic#enzo vogrincic angst#sociedade de la nieve
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Supe tu nombre y el pasado comenzaba a quebrarse, escribí tu nombre y el pasado comenzó a desdibujarse, empecé a pensar en un nombre y el pasado se hizo distante; pero fue cuando abrace tu nombre que el pasado fue enterrado y el futuro comenzó a ser una realidad sin distorsionarse.
Efimera Lunar Intemporal
#efimera lunar intemporal#tsuki no himawari no majo#marede petricor#escritos tumblr#escritos originales#marzo 2024#mrd
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No ha pasado un año pero te siento más lejos, distante y desanimado. Sin duda se acerca el día en que me termines de romper el corazón.
JR
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CAPÍTULO 03: LARGA VIDA AL REY.
Ambientación: 19 de Octubre, 16:00 p.m. en adelante.
Clima: Cielo nublado.
Vestimenta: Ropa casual, abrigada. Colores neutros oscuros.
Ha pasado una semana desde el inquietante incidente con los animales. Tal como lo estipula la guía de iniciación del Proyecto, un citatorio semanal llegó puntualmente a los buzones de todos los residentes. Esta vez, la invitación era para una velada sorpresa en honor al cumpleaños del alcalde.
Al leer la nota, una sensación de desconcierto te invade. La falta de explicaciones sobre lo ocurrido y la propuesta de una celebración te parecen fuera de lugar, casi una burla al silencio que pesa sobre la comunidad desde el incidente.
Aunque la idea de celebrar en medio de tanto misterio te incomoda, decides que lo mejor será presentarte, al menos para evitar problemas mayores.
[...]
El sol se oculta tras las colinas, tiñendo el cielo de tonos cálidos, mientras los residentes de Safe Haven caminan por el sendero de árboles otoñales que lleva a la casona del alcalde Benjamin. La antigua casa rústica, con su fachada de piedra envejecida y enredaderas trepando por las paredes, se alza majestuosa al final del camino, rodeada de extensos jardines que resplandecen bajo la suave luz del atardecer.
Dentro, el ambiente es festivo y cálido. La sala principal, con vigas de madera en el techo y muebles de época, está llena de gente que se reúne en pequeños grupos, compartiendo anécdotas y risas a la espera del hombre. Una gran mesa, cubierta con un mantel de encaje, está repleta de bocadillos tradicionales y botellas de vino, mientras que en el centro de la sala se alza una tarta de cumpleaños decorada con esmero.
Benjamin, protagonista de la noche y recién llegado a la celebración, está de pie junto a la chimenea, saludando a cada nuevo invitado con una sonrisa intranquila. A su lado Georiga, su secretaria, golpea una copa para pedir por silencio.
—¡Qué sorpresa verlos a todos hoy! —exclama Benjamin, alzando su copa en un gesto que atrae la atención de todos—. Esta noche es especial para mí, no solo por celebrar otro año de vida, sino por poder compartirlo con cada uno de ustedes, quienes hacen de Safe Haven un lugar tan único.
Los presentes responden con aplausos y miradas silenciosas, y un cálido sentimiento de comunidad se extiende por la sala. Sin embargo hay algo en el semblante del alcalde que no termina de convencer a algunos. Se le nota preocupado y distante, muy distinto a lo común.
—Quiero agradecerles también por su ayuda limpiando las calles del pueblo. Me hubiera gustado recibirlos con actividades más entretenidas y no una ronda de limpieza de calles —dice con una sonrisa afable, recorriendo con la mirada a los presentes—. Espero sepan que algunos habitantes nos hemos reunido para llegar al fondo del problema.
Georgia, de pie a su lado, le da un suave apretón en el brazo, como recordándole su papel ante los demás. Cuando Benjamin vuelve a mirar a los residentes, su mirada refleja un agotamiento que no logra ocultar.
—¡Por favor, siéntanse como en casa! —añade, aunque su tono sugiere que él mismo no lo siente así.
—Sus nombres están escritos en las listas de pareja.
Busca a tu acompañante, elige tu bebida e intenta congeniar con los presentes. La casona del alcalde es famosa por contar con múltiples áreas recreativas que te ayudarán a distraerte del tu nueva vida.
Archivos anexos: Ubicaciones, actividades, grupos de organización y cuidados.
Tipo de desarrollo: Starters públicos.
Duración: 10 días, 23-1 de Noviembre.
Elecciones: Intervenciones secretas.
𝗔𝗖𝗟𝗔𝗥𝗔𝗖𝗜𝗢𝗡𝗘𝗦
TLDR; Georgia los citó a la casona del alcalde para celebrar su cumpleaños en una fiesta sorpresa. Todos los residentes fueron invitados también a participar en la recaudación de fondos anual en honor a Watts, teniendo que reunir propias de los residentes mayores en equipos. También se les asignó por parejas un adulto mayor al cual acompañar.
En esta actividad usaremos nuevamente la lanzada de dados para ver la cantidad de propinas que reúne cada equipo. Más información se sabrá en su momento.
El código de vestimenta es casual. Los invitamos a subir sus ediciones al blog y etiquetarlos con el nombre de sus personajes y al vecindario al que pertenecen.
¡Bienvenidos y gracias por adentrarse en el misterio de Safe Haven! Esperamos la actividad sea del agrado de todos. Cualquier duda pueden consultarla directamente en el main de forma anónima o con cuenta.
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estoy en una etapa de introspección, reflexion, siento que los días pasan y no logro salir del mismo bucle en el que caigo siempre. la culpa, sentirme una fracasada, no poder aceptar que las cosas terminaron. no entender y buscar respuestas donde no las hay. caigo en la victimizacion, en sobrepensaar, caigo en las profundidades de la autoflagelación. y me siento culpable, por no haber aguantado más. y juro que me leo escribiendo esto y pienso "¡qué enferma!". realmente mi unica culpa es sentirme muy sensible siempre, sentir que las cosas me importan mucho, no saber canalizar mis emociones de manera sana. me siento culpable porque si yo no fuera tan sensible, si yo cambiara de personalidad, esto no habria pasado. y es tan horrible sentirme asi, tan poco a gusto conmigo misma.
esta semana de eclipses, dicen que se va todo lo que no necesitamos más. el proceso de purificacion y liberacion durará hasta enero de 2025. el encontrar un nuevo camino, una nueva forma de vivir... anhelo perderme completamente en sensaciones placenteras, formas una nueva personalidad, nuevos gustos, nuevas pasiones. ser más fuerte emocionalmente, no dejar que me manipulen, no dejar que nadie invada el espacio sagrado que tengo que ser yo para mí misma.
quiero empezar a entender el amor no como algo que se merece, sino como algo que es y que se vive y que te encuentra. algo que te llega porque sos amor, y porque experimentarlo es una bendicion. y la verdad quiero pensar que nunca te amé, porque no puede ser que el amor sea esto. tiene que haber algo más que esta mediocridad y este dolor que siento. realmente si el amor es así no me interesa volver a vivirlo.
y me invaden las dudas: ¿realmente me quisiste o te gustaba simplemente cómo yo te trataba? ¿me mentiste todo este tiempo? ¿priorizaste a ella porque la amabas mas que a mí? ¿cual es la manera de evaluar la relacion, a través de lo que vos sentis unicamente? ¿existió algo más alla de vos? ¿estarás pensando en mí ahora? ¿me extrañas o me odias? ¿sentís que yo fui lo mejor que te pasó?
hay una escena muy recurrente que viene a mi mente en la que estas pensandome siempre. te pones a estudiar y te colgas pensando en mi, me buscas en instagram, querés verme todas las fotos, me buscas en twitter, queres verme todo lo que publico. y yo no subo nada y no podés enterarte de nada. y te dormis, y te pones a ver algo en netflix pero te acordas de mi entonces no podes ver nada. y vas andando en bici por toda capital con ganas de cruzarme. y cuando salís con otra chica la comparas continuamente conmigo. "uf, ella me habría dicho esto" o "ella me hubiera dado siempre la mitad mas grande" o "ella me hubiera...". y entras en un bucle de desesperacion, tristeza, pensas que nunca vas a encontrar a nadie mejor, que te equivocaste realmente al alejarte y que ya no podés volver porque me lastimaste muchísimo con lo que hiciste sistematicamente durante meses. y sos consciente de que no tiene sentido volver, por orgullo y por realidad. porque la realidad es que no tiene arreglo lo nuestro y nunca vamos a volver a estar juntos y solo queda aceptar ese vacío de no ser correspondido en el tiempo con la mayor dignidad que se pueda (si es que se puede aceptar esto sin humillarse y arrancarse el alma en el intento)
y yo, en mi realidad, me dejo llevar por los delirios. prometí no escribir nunca mas y acá estoy. prometí desaparecer de todos lados y estoy en más lugares de los que debería. y en cada cosa que hago pienso en vos. y toda mi motivacion viene por pulsión al imaginarte en mi mente. todo el tiempo se me vienen recuerdos con vos, caminando, paseando. te hiciste muy presente en mi vida, una presencia avasallante pero distante, una presencia volatil e invasiva. una presencia completamente fria pero que quema. y ahora hay un hueco en cada espacio de mi mente. en cada cosa que hago, falta algo más. es como si no pudiera completarme con el día a día. me duermo esperando al día siguiente despertarme y reconocerme. pero no me reconozco. no me gusta esta version mía que quedó desde que te fuiste. y tampoco me gustaba la versión que yo era cuando vos estabas. me olvidé quien soy. y no puedo acordarme de nadie que no seas vos. son imagenes que vienen y quedan detenidas por varias horas o minutos en mi mente. y me sube la angustia como olas de mar. y siento que la solucion es dejar de sentir. porque aceptar todo esto es un parto
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Hola
No te diré como te gusta que te diga porque me veo en la necesidad de disimular que nuestro vínculo está tan intacto como el principio. Es verdad que no te olvido, que siempre estas en mi mente, de hecho espero que se te alivie pronto el resfriado, ahora estas son las únicas palabras de amor que puedo decirte, porque todo se siente tan distante.
Deberíamos tomar la oportunidad de explorar un mundo donde no seamos solo tú y yo, aunque déjame decirte que ese mundo es muy hermoso, y que no me arrepiento de haber compartido mi juventud contigo, al contrario, aprendí muchas cosas y no olvidaré lo que alguna vez quisimos juntos.
No te detengas por mi, sal corriendo ahora. No te quedes en la jaula porque presiento que yo no soy capaz de escaparme, y entonces corre tan lejos como puedas y no dejes que el pasado te atrape, que no te dé pena que yo tenga que quedarme. Y no te preocupes tampoco por algún corazón roto, sabes que mi madre es costurera y hará cualquier cosa para arreglarme
REDFRUIT❥
#escritos#pensamientos#sentimientos#escrituras#caos emocional#español#personal#amor#desamor#tristeza#carta de despedida#olvido#RedFruit
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Tu nombre: las letras que escribiré en cada rincón
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Escribiré tu nombre en cada rincón mientras camino por la ciudad, dejando huellas de amor en cada paso que doy. Escribiré tu nombre tras cada suspiro y con cada latido de mi enloquecido y enamorado corazón.
Cada vez que anhele un beso tuyo, trazaré las letras de tu nombre en el viento, y cuando mi alma desee tus brazos, tu nombre estará grabado en cada latido que dé vida a mi ser. Las letras de tu nombre las exhibiré en lo alto de una montaña, cada vez que mi ser exija contemplar cada detalle de tu hermoso rostro angelical.
Escribiré tu nombre en el lienzo del tiempo: en el futuro distante que imagino, en el presente exacto que disfruto y en el fugaz pasado que atesoro. En cada necesidad que sienta de ti, en cada cercanía y lejanía, en ese sublime instante en el que tomas mi mano y tus ojos me dicen con una mirada que soy tu amor, allí escribiré tu nombre en cada estrella que el firmamento me permita ver.
Sí, escribiré tu nombre en cada lugar que pise y en cada lugar que desee mientras camino por este vasto mundo, porque deseo inundar el universo con esas letras que juntas conforman tu nombre y mostrar a todos que eres y serás el nombre que deseo pronunciar antes y después de decir: «TE AMO».
— Confesión Poética 42 || @jorgema (Cartas a una hermosa desconocida)
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Every time we say goodbye
Emparejamiento: Levi Ackerman x Reader
Advertencias: ligero smut, menciones de abandono, menciones de divorcio, ANGST, Escritura en español, revisión muy vaga..., podría publicarlo en inglés... quizás jeje.
contexto: Le propusiste un último adiós a Levi para poder aceptar el divorcio
Es difícil, demasiado difícil, quisieras romperte a llorar en medio de la pista pero hay cierta seguridad en el pecho de Levi que te hace creer que es sólo una noche especial, una celebración de aniversario aunque no es la fecha correcta y ya no hay más celebraciones ni mucho menos un matrimonio.
Hace un par de meses atrás las cosas solían ir bien o eso pensabas, claro que Levi siempre fue un poco distante debido a su pasado pero estabas al tanto de eso y no es como que Levi siempre te hubiera dejado de lado, claro que no, él era atento contigo, te consentía debes en cuando, te demostró cuanto te amaba y casi, casi bajaba la luna para ti, pero no lo hizo. Sobrepensar debido a su distanciamiento fue quizás una de las torturas más lentas y esperanzadoras, que de cierta manera, siempre te dijiste a ti misma que Levi no era esa clase de hombre.
Cada que Levi aprieta tu cintura sientes una parte desfallecer de ti, tu garganta duele intensamente pero estas segura que tus facciones las has entrenado para algo como esto, te duele el corazón porque bailas la última pieza con tu esposo, quien juró una vida a tu lado para amarte y protegerte, pero hace tiempo que ya no lo hacía.
La música es tan suave y lenta que podrías arrullar a tu hijo si tan solo Levi te hubiera dado uno, quizás eso lo hubiera obligado a quedarse contigo, pero que caso tiene obligarlo a quedarse y amarte cuando eso dejó de ser su prioridad. Quizás aún te ame, es lo que piensas al sentir como es él quien los guía por el lento vals.
Levi sostiene tu mano derecha con delicadeza y su otra mano se apoya en tu cintura para no dejarte ir, es que acaso se siente como tú? con esa sensación de perder lo más preciado en este mundo? No estás seguro y a decir verdad tu mente está tan contaminada por esas tardes y noches de sobrepensar en lo que Levi hacía o pensaba, que ya ni siquiera confiabas de cierta manera en él.
Pero lo amas.
Tu mejilla descansa en su pecho, su corazón está tranquilo y el suavemente recuesta su mejilla en tu cabeza. No hay nada en la mente de aquel hombre que no seas tú y lo que hará contigo. Le duele, por supuesto, pero desea esto y no tiene algún arrepentimiento.
Hace meses que Levi dejó de amarte, ya no lo hace y no sabe en que momento ocurrió, porque eras tú quien fue devota a él, fuiste la mejor esposa del mundo y él lo asegura porque aunque Levi sabía que tú ya sabías algo sobre sus asuntos y nunca te acercaste a él para discutir, simplemente decidiste amarlo más, él cree que lo hiciste para demostrarle tu incondicionalidad, que aunque él hiciera lo peor del mundo tú le perdonarías y era cierto, tan cierto como el amor que le tienes a Levi. Y de alguna forma se siente mal porque siempre te vio como lo inalcanzable, siempre pensó en ti antes de siquiera volverse amigos. Deseaba una mujer como tú, lo deseó tanto que los cielos te llevaron a él y fueron los mejores seis años de matrimonio hasta que levi dejó de amarte.
Esta vez lo miras para encontrar compasión en sus ojos y saber que se está arrepintiendo de dejarte, pero Levi te mira con seguridad en su mirada, no tiene miedo de mantener tus ojos en ti mientras te lleva por la melodía del piano.
–Luces muy hermosa esta noche–. Pronuncian sus labios tan cerca de ti.
Tus ojos se cristalizan al escucharlo y ese nudo en tu garganta se intensifica, no es posible que haya dicho algo como eso, por que ahora? que intenciones tienen sus palabras? y por qué estás apunto de llorar? Levi lo nota, se arrepiente un poco de haberlo dicho pero fue inevitable, luces hermosa, decidiste para la difícil ocasión comprar un vestido nuevo, de su color favorito, ese tono intenso que resalta tu piel, tu cabello y tus ojos. elegiste un maquillaje suave pero notable, mientras que tu cabello cae en suave ondas por tu espalda escotada.
Levi no te ama más pero aún cree que eres la mujer más hermosa que puede existir y eso te duele aún más.
Hay unas lagrimas que se escapan, te asustas por eso porque no deberías llorar ahora misma pero tu labio inferior cada vez más se curva hacía abajo, no puedes mantener un sonrisa, ya no funciona. La canción no ha terminado y a sus alrededores los amantes disfrutan de bailar la triste canción como si se tratara de una completamente de amor cuando es una despedida para ti.
–Podemos irnos?–, le dices cuando te alejaste de él, de pie, con el rostro abajo tratando de limpiar tus lagrimas.
–De acuerdo–. Levi acepta porque eres tú quien manda esta noche, quien ha pedido una ultima voluntad de él para ti y Levi no se negó porque hiciste mucho por tu esposo todos estos años de conocerse.
Ambos recogen sus cosas listos para marcharse, Levi paga la cuenta de la comida que casi no probaste debido al malestar y él no se quejó como hubiera echo antes.
Todo el camino a casa, a tu casa, fue demasiado difícil, aún estás a unas cuantas palabras de él para caer en pedazos pero sugeriste escuchar la radio en una sintonía conocida para ambos y todo el camino te mantuviste mirando por la ventana aunque claramente solo fue para evitar llorar delante de él, tu respiración incluso se volvió irregular pero trataste de manejarlo tú sola para que él no lo notara pero lo hizo, aunque no dijo nada, sabía que te sentías mal. Levi quería terminar lo antes posible con esta tortura que tú misma te habías puesto, probablemente solo quería que él se diera cuenta de lo que iba a perder, pero Levi te había perdido hace tiempo a propósito.
A llegar a casa la lluvia se desató como en las películas de amor o desamor, fue irónico y te hizo sonreír un poco, era increíble esta situación. Levi apagó el motor y la radio, bastaron unos segundos para poder mirar tu expresión triste.
–(Y/N)... lo siento–. dijo mirando al frente nuevamente. Ni siquiera lo miraste porque ahora era el dolor convirtiéndose en enojo.
No estás segura de preguntarle cuales son sus motivos, ni siquiera cuando se acercó a ti avergonzado para pedirte el divorcio. Después de ese momento apenas le hablabas pero seguías siendo atenta con él durante el tiempo en que se quedó en su casa, en la casa de ambos.
Creíste que si no le reclamabas estarías bien y Levi olvidaría todo y se arrepentiría, por supuesto no lo hizo. dos semanas después de haber aceptado firmar los papeles del divorcio, tu aún esposo se marchaba de casa. Fue demasiado duro verlo con sus maletas en la sala y a él despidiéndose diciendo que regresaría por el resto después y regresó! pero no para quedarse.
–Levi no–. Tu voz se escuchó tan rota que hiciste que levi te mirara tan rápido.
–No lo digas–. con el dorso de tu mano limpiaste tus lagrimas, tomaste tus cosas y saliste del auto con la lluvia bajando del cielo tan fuerte.
Levi suspiró debe entenderte, después de todo reconoce que fue él quien te falló.
Aunque quisieras romperte a llorar en ese instante, debajo del marco de la puerta, no lo hiciste porque Levi venía detrás.
–Haz olvidado tu abrigo–, fue lo que dijo. Tan malo era que él se quedara con una sola cosa tuya? La tomaste aún más triste.
–Bien... disfruté la cena y bailar contigo, supongo que es todo–.
Oh no, lo sentías de nuevo, esa pesadez, ese gran nudo en la garganta venía de nuevo. Levi se despide y no pudiste hacer que él se quedara contigo.
–Buenas noches–,Levi se inclinó para darte un beso en la mejilla o eso pensaste, pero cuando te preparaste para el final, Levi te besó en los labios, fue dulce, fue suave. Hubieras caído de rodillas si Levi no te hubiera sostenido de la cintura y te hubiera acercado a él con tanta necesidad y no lo negaste, lo amas, lo necesitas para vivir.
Levi continuó besándote y tú correspondiéndole como siempre lo habías echo. Enrollaste tus manos alrededor de su cuello hasta que se detuvieron por su necesidad de respirar.
Solo bastó una mirada para que ambos terminaran en su antiguo colchón haciendo el amor como si hubieran estado privado de sus cuerpos durante muchos tiempo.
Ahora sientes como te ama cuando encaja perfectamente en ti y no te suelta, al contrario, te abraza y te sostiene contra él con fuerza, está amándote ahora mismo. No sabía que te necesitaba desesperadamente, pero eres tú, únicamente tú otra vez en sus pensamientos.
Levi te carga para sentarse en la cama y a ti en su regazo, no quita la mirada de ti mientras jadea y toma de ti todo lo que siempre amó. Aun es un poco difícil porque tu mente ademas de estar agobiada por el dulce placer, aún hay pensamientos que consumen tu cabeza, cada despedida de Levi, cada momento de soledad, tu tristeza, tu matrimonio, no es de esperar que hayan lagrimas en tus mejillas, deseas a Levi con todo tu corazón.
Entonces abrazas a Levi por su cuello, lo tomas para ti mientras aún puede ser tuyo, comienzas con el meneo de tus caderas contra las de él y ambos jadean fuerte, el sonido de sus pieles provoca cosquilleos en todo sus cuerpos. Levi pronuncia tu nombre un par de veces, no sabes si te está llamando porque evitas mirarlo y se da cuenta, nota que empiezas a temblar pero no eres tú alcanzando tu orgasmo, no, estás asustada porque en poco tiempo Levi se irá y no sabrás que hacer.
sus caderas se detienen y el se apresura a tomar tu rostro y besarte nuevamente, intensamente y no lo entiendes, lloras, porque no sabes que está ocurriendo y Levi tampoco lo sabe. No sabe que te desea tanto hasta que reacciona ante la situación y es tu piel contra la de él, porque hay una parte de él que se aferra a ti y no sabe como luchar contra aquella que quiere alejarse de ti, Levi siente tus lagrimas en sus manos y esto lo asusta, se detiene y se aleja para mirarte, Dios eres tan hermosa y no sabe lidiar con ambos, te ama y tiene la necesidad de decírtelo pero no lo hace.
Besa tus mejillas con delicadeza y en su boca se quedan atrapadas todas las cosas que tiene que decirte.
–Mírame–, te pidió y esto hace que llores más, esta vez escucha tu sollozos, conmueven su corazón pero no te dice nada, mucho menos tu pronuncias alguna, tus lagrimas son todo lo que el necesita saber para entender que lo necesitas, que aún lo amas.
Levi te abraza fuerte y tú a él rompiendo en un llanto más desordenado, lo asustas, quiere convencerse de que probablemente te ha herido físicamente pero sabe perfectamente que ha dañado tu corazón con esto.
-Lo lamento-, Levi te aparta, te recuesta en la cama y aún sin saber como lidiar con toda la situación, no solo esta, sino en general, todo, van a divorciarse y el plan de "despedida" que pusiste frente a Levi y el aceptó se le ha salido de las manos.
-Que hago aquí?-, dice Levi en un murmuro, uno molesto que escuchas mientras lloras en la cama y lo vez vestirse rápidamente y desordenadamente.
-L-Levi...-, le llamas pateticamente, tu voz rota suena en su cabeza y en su pecho, no quiere mirarte, ha arruinado todo.
-Por favor-, dices en un lamento aún mas roto que el anterior y sabes lo mal que estás por lo que intentas cubrir tu rostro con las manos, no quieres ver su partida definitiva.
Levi apenas se ha puesto la camisa antes de mirarte una ultima vez y maldecirse así mismo y salir de la habitación con los zapatos en las manos. El portazo de la puerta principal te hace llorar aún más, tu corazón se agita y sientes como el mundo se te viene encima.
Lo has perdido para siempre, ahora, ¿qué harás sin él?
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Solo recordare que fuiste gentil conmigo, porque has sido, más que suficiente, en las noches te lo juro me quedaba por tu encanto, por si llegaras a venir, que me habia ilusionado tanto.
Cuando el azar desarmaba la rutina, miraba más de diez veces el reloj, se me pasaban los minutos a tu lado, y no quería encontrarme otra vez sin verte.
Llegaste un día, y te sentaste a mi lado, en el último lugar, donde nadie hubiese estado, yo solo podía, intentar querer ser distante, me sentía vulnerable teniendote alli adelante.
Con el tiempo acercarnos se nos hizo más asiduo, nunca estábamos solos y eso para mí era un martirio, sabía de tu otro amor, ese que me dijiste, y sabia que le robaba algo, porque cuando te ibas me costaba separarme de ti, nunca quise dejarte ir.
Verás, tenías razón en todo, fui un cobarde porque te deseaba a mi lado y no estaba preparado, para soltar el pasado. Escuchabas atenta, y ahora ya no estás, espero que con ella hayas encontrado paz. Después de todo no me gustan los juegos, te ví de su mano, y si bien se que en el fondo buscabas algo mas, ese algo reposa hoy en el fondo, de algún que otro jamás.
-Aun conservo tu retrato.
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Regresar.
¿Regresar a ti? ¿O tal vez regresar a mi? No lo sé, nunca lo he sabido. Lo que sí sé es que regresar a nuestros lugares es como regresar al seol después de volver a despertar. Minados de tristeza están y tal como los muertos que nada saben del pesar que causa su existir.
Su luz, brillante cual aurora perfecta, apagaría cualquier esperanza por si quedase alguna.
Sus sillas cual tronos vacíos aguardan a un rey sin nombre, llenas de una reina sin gloria. El bullicio, distante como ahora lo es nuestra felicidad, entra por mis oídos viaja a través del cerebro y se cuela hasta llegar a este triste corazón donde finalmente queda sin salida. Atrapado, sin escape, en donde nada hay, en donde nada queda, desde donde nada se sabe o se vive.
Me pregunto si alguna vez me piensas de la forma en que yo te pienso a ti, una mezcla de ciega locura y amor inagotable como si nunca hubiese conocido el dolor contigo. Y entonces me asalta la duda, esa traidora que camina por mi mente cual trapecista en la cuerda floja, levemente balanceada entre la idea de que tú ya no te acuerdes de mí y que me revivas en la memoria tanto como yo a ti.
Y tengo miedo. Miedo al tiempo dispuesto a devorar cualquier mortal como tú o como yo, al dolor acumulado a lo largo de las distancias, a los nuevos amores que han pasado por tu cama, a los suspiros triviales que pasan por mi pluma, a la vida que en alguna mala esquina me ponga frente a un fantasma disfrazado de ti que pretenda llenarme de tu reflejo, saciarme de tu rostro, borroso en él, convencerme que ya no te quiero.
¡Pero te quiero! ¡Pero te adoro! Pero te añoro y te sueño. Te sueño como se sueña lo que nunca se alcanza, con los ojos abiertos y durante las horas más largas del día. Tan lejano estás de mí como los cielos de la tierra, como un humano de la perfección. Pero te quiero, pero te adoro. Y regresar es la única forma de volver a tenerte, regresar para volver a vivirte y en ello regresar a mi, a lo que fui, a lo que soy es regresar.
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CAPITULO 6 - EL ECO DEL CAOS
Durante el resto de la tarde, exploramos varios stands y disfrutamos de las atracciones del festival. Sin embargo, un cambio repentino en Maxwell me llamó la atención. Tras recibir un mensaje, su actitud cambió drásticamente. Cada vez que había una oportunidad para que la prensa tomara una foto, Maxwell me insistía en posar, sin siquiera preguntarme si quería. Su entusiasmo por el festival se desvaneció, reemplazado por una preocupación palpable y una falta de sonrisa que no pasaba desapercibida.
Me preocupaba ver a Maxwell tan alterado. ¿Qué podría haberle dicho el mensaje para que actuara así? Me preguntaba si estaba siendo presionado por Bertrand, y su cambio en el comportamiento me desconcertaba. De repente, la alegría del festival parecía un poco más distante. Necesitaba hablar con Maxwell y entender qué estaba ocurriendo.
|| Max… ¿Podemos hablar un momento? || le pido. Maxwell asiente con la cabeza y nos apartamos un poco para conversar. || Primero, respira hondo y relájate || le digo, mientras él, aún visiblemente preocupado, hace un esfuerzo por calmarse. || Ahora dime, ¿qué te ocurre? ¿Por qué estás tan estresado? Sé que Bertrand quiere que luzcas impecable frente a los reporteros, y esperaba que, con el compromiso de Liam y mío, se relajara un poco. Pero parece que está empeñado en mantener el control, y estoy segura de que tú estás ayudándolo más de lo necesario. Me preocupa que ya no estés disfrutando del festival. ||
|| Es que, mi flor, Bertrand me recordó que debo apoyarte en todo y que debo olvidar la diversión. Quiero estar allí para él y ayudar en lo que pueda para dejarle tiempo suficiente con su familia, pero no sé cuánto más podré soportar este nivel de estrés. Ser responsable siempre ha sido su rol, y aunque lo hice durante la gira, no puedo seguir haciendo malabares con estas demandas constantemente. Me siento agotado. || Maxwell hace una pausa y luego sonríe con un brillo de travesura en sus ojos. || Pero, hey, siempre puedo ver el lado divertido de las cosas. ¿Sabes? Si mi cabello empieza a volverse gris por todo este estrés, al menos será un cambio interesante, ¿no? Tal vez me vean como el primer Lord con una “canicie estilizada”. Además, si necesito cambiar mi look, siempre puedo probar con algo nuevo. ¿Quién sabe? Quizás un peinado en forma de moño sea la última moda. ||
Su sonrisa es contagiosa, y me encuentro sonriendo también.
|| Max, aunque el estrés es real, me alegra verte encontrar el lado divertido. Recuerda, siempre estaremos aquí el uno para el otro, no importa cómo cambie la situación. ||
|| Tienes razón, mi flor. Y si todo se sale de control, al menos será una historia épica para contar. || Maxwell responde con un guiño, tratando de suavizar su preocupación con su humor característico. || Gracias por siempre ayudarme y estar para mí. Tú también ten presente que siempre me tendrás… Te quiero, mi flor. || Y me da un gran abrazo.
|| Lo sé… Sé que siempre nos tendremos el uno al otro, Max. Yo también te quiero. ||
**
Después de nuestra charla, Maxwell comenzó a relajarse y realmente disfrutar de los juegos. Mientras competíamos en el juego de "morder las manzanas", el bullicio del festival seguía su curso y yo estaba concentrada en el desafío. De repente, una voz familiar rompió la concentración del momento.
|| ¡Buen trabajo, chicos! || Liam dijo, su voz resonando con calidez y una chispa de entusiasmo. No había notado su llegada hasta que lo escuché. Giré la cabeza y lo vi allí, con una sonrisa genuina que iluminaba su rostro, a pesar de la seriedad de los asuntos que había tenido que atender. Mi corazón dio un pequeño salto al verlo, aliviada y emocionada.
|| ¡Liam! || exclamé, mi voz llena de alegría y sorpresa. || ¿Estás aquí para jugar también, amor? || La sorpresa en mi voz era evidente, mezclada con una sonrisa que no podía ocultar.
|| Hola, hermosa. Esta vez no me uniré al juego, aunque debo decir que he ganado algunos trofeos en el pasado por “morder las manzanas”. Por ahora, estoy aquí en mi papel oficial, ya que tenemos una importante rueda de prensa. || Dijo Liam con calma.
|| ¿Es hora ya? || Exclamé, sorprendida al darme cuenta de que el tiempo había pasado volando. || Casi olvido la rueda de prensa por toda la diversión. Muy bien, entonces, hagamos que este anuncio sea inolvidable. ||
Junto con el resto de nuestros amigos, nos dirigimos hacia un elegante podio situado cerca de la entrada del palacio. La transición del ambiente festivo al formal fue notable, pero Liam y yo, junto a él, nos manteníamos firmes y preparados. Al llegar al podio, Liam y yo tomamos nuestro lugar frente a la multitud. Con una presencia imponente, Liam aclaró su garganta para captar la atención de todos, mientras yo permanecía a su lado, lista para apoyar y escuchar.
|| Buenas tardes a todos. Es un verdadero honor verlos aquí reunidos para celebrar el Festival de los Cinco Reinos. Este evento no solo es una tradición, sino un testimonio vibrante de la unidad y la fortaleza de Cordonia. En estos tiempos desafiantes, su presencia hoy subraya la resiliencia y el espíritu indomable de nuestro pueblo. Este festival ha sido un pilar en nuestra historia, y es un privilegio compartir esta ocasión con cada uno de ustedes. Quier-- || Pero antes de que Liam pudiera continuar, un reportero interrumpió.
-Nos alegra ver que la duquesa Riley está mostrando su apoyo a nuestro país - exclamó el reportero.
De repente, una ovación surge con aplausos y vítores entusiastas. La calidez del apoyo del pueblo hacia su futura reina es palpable, y no puedo evitar sentirme emocionada al ver la satisfacción en el rostro de Liam. Él me mira y sonríe con orgullo.
|| Ella ciertamente está brindando su apoyo || afirma Liam con un tono de voz cálido. || Pero como les mencionaba, en vista de los recientes acontecimientos, quiero expresar mi sincero agradecimiento por su presencia hoy en esta celebración tan significativa. En estos tiempos, es crucial recordar los lazos que nos unen como comunidad. El apoyo y el espíritu ejemplar que demostramos en las festividades de diciembre han reforzado nuestra unidad como nación. Por ello, en el mismo espíritu de unión, me complace invitar a la duquesa Riley a compartir unas palabras importantes con ustedes. ||
Liam extiende su brazo hacia mí con una sonrisa de apoyo, y me dirijo al frente del podio, donde me coloco frente a la multitud con Liam a mi lado. Miro a los presentes con una sonrisa cálida y decidida.
|| Buenas tardes, estimado pueblo de Cordonia. Es un honor y un privilegio dirigirme a ustedes hoy || comienzo con una voz firme y sincera. || En este momento de celebración, me complace compartir una noticia que, espero, llene sus corazones de alegría. Liam y yo hemos decidido adelantar nuestra boda con el fin de fortalecer aún más la unidad de nuestra amada Cordonia. A lo largo de nuestro tour de compromiso, visitaremos cada una de las casas nobles del país con el propósito de consolidar nuestros lazos y unir a toda Cordonia en torno a un objetivo común. ||
Aplausos y vítores estallan en la multitud, llenando el aire con un sentimiento de entusiasmo y celebración.
-Esta es una excelente noticia. Pero, ¿cuándo está programada la boda real? - pregunta un reportero con interés.
|| Riley y yo hemos planeado celebrar nuestra unión dentro de aproximadamente un mes y medio || responde Liam con calma, aunque su emoción contenida es evidente. De repente, otro reportero levanta la mano y plantea una pregunta importante:
-Estoy seguro de que todos tenemos preguntas sobre la gira y boda, pero antes de eso, me gustaría abordar una preocupación que está en la mente de todo nuestro pueblo: ¿Qué tan segura está Cordonia tras el ataque al palacio? -
|| Gracias por tu pregunta || respondo con firmeza y comprensión. || Entiendo perfectamente la preocupación general, ya que todos compartimos esa inquietud. Sin embargo, es importante recordar que estas situaciones requieren tiempo para resolverse. Nuestro Rey y la Guardia Real están implementando todas las medidas necesarias para protegernos de futuros ataques. Pueden estar seguros de que estamos haciendo todo lo posible para garantizar nuestra seguridad. ||
-Gracias, Duquesa, por su respuesta. Honestamente, nos sentimos un poco más seguros sabiendo que ustedes se preocupan por nuestro bienestar - exclama uno de los reporteros, su voz reflejando un alivio palpable.
|| Ese es precisamente nuestro objetivo: que el pueblo se sienta seguro y apoyado || respondo, mi sonrisa intentando transmitir la calidez y la sinceridad de nuestras intenciones.
- ¿Tienen alguna idea de quién estuvo detrás del ataque en primer lugar? - pregunta otro reportero, su tono lleno de inquietud.
|| La Guardia Real sigue trabajando sin descanso para encontrar a los responsables || dice Liam con una seriedad profunda y preocupada. || Quienquiera que haya perpetrado este ataque se arrepentirá profundamente de lo que ha causado. ||
|| Querido pueblo de Cordonia || continúo con firmeza, sintiendo el peso de nuestras palabras || Aunque no nací aquí, he aprendido a valorar y comprender a cada uno de ustedes durante estos últimos meses. Ustedes, y todos nosotros, enfrentaremos estos desafíos con valentía. Estoy convencida de que, con determinación, encontraremos a los responsables y pondremos fin a este temor. ||
-Gracias, Su Excelencia y Su Majestad. Ahora, sobre la gira mencionada, tengo curiosidad por saber qué... ¿eh? - exclama un reportero, su voz cortada cuando su teléfono comienza a sonar.
De inmediato, el sonido de teléfonos que suenan se extiende por la multitud. Miro a Liam con creciente angustia; el sonido de esos teléfonos trae recuerdos dolorosos, recuerdos que me llenan de una inquietud profunda.
|| Liam... || exclamo con angustia, y él me mira con preocupación, comprendiendo de inmediato la gravedad de mis sentimientos.
|| Tranquila, amor. Revisemos nuestros teléfonos para ver si también hemos recibido algo || sugiere Liam, con un tono reconfortante. Ambos sacamos nuestros celulares rápidamente, y en ese momento, un escalofrío recorre mi cuerpo. En los medios de comunicación de Cordonia se ha publicado un video con un enlace destacado. El video muestra claramente a un hombre con equipo táctico y una máscara, caminando por un pasillo bien iluminado. Reconozco de inmediato el uniforme: es el mismo que llevaban los atacantes del palacio. Liam presiona el enlace y el video comienza a reproducirse.
☠ Pueblo de Cordonia, es hora de que despierten y vean la verdad: su nuevo Rey es débil e incapaz de gobernar. Este hijo de la tiranía no puede proteger ni siquiera a los suyos. No podemos confiarle el futuro de nuestro reino. Durante demasiado tiempo hemos soportado el yugo de esta familia corrupta, y no merecen seguir en el poder. Nosotros, los ciudadanos, merecemos el derecho de controlar nuestro destino. Exigimos que el Rey William Alexander Nielsen abdique inmediatamente. De lo contrario, los pasillos del palacio se bañarán en la sangre de estos tiranos y la justicia se hará sentir con fuerza. ☠
El video se corta abruptamente, y a nuestro alrededor estalla el caos. La multitud comienza a gritar, mientras algunos se apiñan en susurros asustados.
|| ¡Por favor, mantengan la calma! || exclamo con esfuerzo, tratando de mantener la compostura, pero mi voz apenas se oye sobre el bullicio. El pánico se extiende entre la multitud como una onda de choque, y siento cómo mi corazón se llena de rabia e impotencia. Liam, visiblemente angustiado, toma rápidamente el micrófono y, con toda la fuerza que puede reunir, grita con determinación:
|| ¡SUFICIENTE! || La voz potente de Liam corta el ruido de la multitud y uno por uno, todos se quedan en silencio || Querido pueblo || comienza Liam, su tono grave y firme. || Sé que este video es profundamente preocupante. Les garantizo que reuniremos todas las pruebas posibles y encontraremos a los responsables detrás de este acto. ||
Un reportero levanta la mano y, con tono desafiante, pregunta:
- ¿Y qué pasa con las demandas su Majestad? Con todo lo que ha ocurrido recientemente, ¿está considerando abdicar? -
Liam hace una pausa para ordenar sus pensamientos, pero su mirada feroz se dirige hacia mí, llenándome de aliento. Con una determinación palpable, responde:
|| Quiero que escuchen esto claramente. Ningún verdadero Rey cede ante las demandas de sus enemigos. ¿Quieren llamarme débil? Están profundamente equivocados. Ser débil es escuchar a quienes temen mostrar su rostro. Los verdaderos débiles son aquellos que se esconden detrás de una máscara para ocultar su verdadera naturaleza. Las personas detrás de ese video han amenazado vidas inocentes, incluida la de la Duquesa Riley y la mía. No abandonaré a mi pueblo ni lo dejaré en manos de un grupo tan peligroso. Así que, no deben ni siquiera plantearse esa pregunta. ||
|| Liam tiene razón; él jamás cedería ante las demandas de personas como estas. Debemos unir nuestras fuerzas, llenarnos de valor y seguir adelante || digo con determinación, tratando de mantener la calma en medio del tumulto. A medida que las palabras se despliegan, los asistentes comienzan a aplaudir, y poco a poco, se puede ver cómo la calma comienza a devolver a sus rostros.
|| Bueno, eso es todo por hoy. Muchas gracias por su presencia. Ahora, intentemos disfrutar lo que queda del festival y no permitamos que estas personas falsas roben nuestra alegría || agrega Liam, con una firmeza que contagia. Los vítores y aplausos resuenan a nuestro alrededor, pero el eco del miedo persiste en mi mente. Mientras nos despedimos, agitando nuestras manos hacia la multitud, ambos descendemos del podio. Ver a la gente animada es una señal positiva, pero el peso de lo que acabamos de presenciar sigue sobre nosotros como una sombra implacable.
|| Eso fue realmente intenso || exclama Maxwell, intentando aligerar la tensión en el aire, pero su voz tiembla ligeramente.
|| Honestamente, fue estresante || responde Sara, sus ojos reflejando la preocupación que todos sentimos || Los atacantes aprovecharon esta festividad para mostrar su crueldad. Pensé que nos dejarían en paz, al menos hoy || añade con un suspiro que parece ahogar su esperanza.
|| Puede que hayan esperado este festival, pero a pesar de la gravedad de la situación, ustedes dos se manejaron con valentía allí arriba || nos dice Drake, con una mirada que mezcla admiración y preocupación.
|| Gracias, Drake || le respondo con una sonrisa que intenta enmascarar el temor que aún siento. || No puedo creer cómo logré encontrar valor en medio de todo esto. De repente, todo se volvió un caos y el miedo era palpable. ||
Liam me abraza suavemente por un costado, sus labios se posan en mi cabeza en un gesto tierno que me hace sentir segura, aunque mi suspiro revela algo más profundo.
|| Yo también-- || comienza a decir Liam, con una calidez en su voz que me reconforta, pero en ese instante, Jacob se aproxima con urgencia.
|| Mil disculpas, Su Majestad. ¿Me permite un momento? Ha surgido un asunto importante, || dice Jacob, su tono serio cortando la atmósfera íntima que habíamos compartido. Liam me mira, su expresión refleja tanto el deber que lo llama como el cariño que no quiere dejar atrás.
|| Por supuesto. Bueno, chicos, sigan disfrutando, || agrega, dirigiendo una mirada a los demás antes de volver a mí. Sus ojos me hablan, diciéndome lo que las palabras no pueden, y luego me besa con delicadeza, como si quisiera llevarse un pedacito de este instante con él. || Nos vemos más tarde, amor. ||
|| Nos vemos || le respondo, intentando sonreír, pero un nudo se forma en mi estómago. No sé por qué, pero una pequeña tristeza me invade, como si algo importante se estuviera alejando junto con él.
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Después de disfrutar de las últimas actividades, el sol ya se había ocultado, marcando el final del festival. Tras despedirme de mis amigos, me dirigí a mi habitación, sintiendo el cansancio en cada paso. Solo deseaba darme un buen baño y relajarme. Esperaba que Liam ya hubiera llegado a nuestros aposentos, pero sabía que había estado ocupado la mayor parte del tiempo, lo que nos impidió compartir más momentos juntos. Ese video realmente complicó las cosas, y, honestamente, no quería molestarlo ni añadirle más preocupaciones, consciente de que su mente debía estar en mil lugares a la vez.
Al entrar a nuestro departamento, me quité los tacones y colgué mi chaqueta. Cuando llegué a la sala, lo vi sentado, esperándome con una gran sonrisa en su rostro.
|| Buenas noches, amor, || exclamó alegremente.
|| ¡Liam!… || respondí, sonriéndole con la misma emoción. Se levantó, acercándose para darme un tierno beso en los labios antes de envolverme en un cálido abrazo.
|| Lamento tanto haberte dejado sola durante todo el festival. Las cosas se complicaron y todo se salió de control, || dijo con un tono de arrepentimiento.
|| Tranquilo, amor, no tienes que disculparte. Entiendo perfectamente tus deberes y obligaciones. Por eso no te busqué ni quise interrumpirte. Me alegra que finalmente estés aquí, || le respondí, sintiendo una profunda gratitud por su presencia.
|| Tú jamás me molestarías, amor, pero gracias por entenderme. De verdad lamento haber desaparecido toda la tarde. Estaba tan ocupado que ni siquiera pude preguntarte cómo te sentías después del video. Me preocupé mucho por ti, || me dice con una voz cargada de genuina preocupación. En sus hermosos ojos azules, puedo ver que realmente estaba acongojado por mí.
|| Estoy bien, || le respondo, aunque con sinceridad añado, || Pero para ser honesta, esperaba mucho menos estrés al despertar esta mañana. La conferencia de prensa ya fue bastante intensa sin ese video, y cuando salió, calmar a la gente se volvió aún más complicado. Así que… ||
|| Lo sé, amor, y parece que, después de todo, las cosas salieron bien. Pero ahora no quiero concentrarme en eso. Creo que ambos necesitamos algo para relajarnos, || dice, con una mirada que revela sus intenciones.
|| No me digas… ¿Y qué tienes en mente? || pregunto, sonriéndole ampliamente mientras él me mira con ojos coquetos y llenos de fuego.
|| Preparé un baño para los dos. Pensé que podría ayudarnos a aliviar el estrés del día, || responde con una sonrisa traviesa.
|| Me parece una idea perfecta, || digo, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello. || Un largo baño es justo lo que tenía en mente. ||
|| ¡Perfecto! Entonces no hay tiempo que perder, || exclama Liam, tomando mi mano con firmeza. || Vamos. ||
Liam toma mi mano y, con una sonrisa llena de complicidad, me conduce hacia nuestro lujoso baño. Al abrir la puerta, me sorprende la escena que se despliega ante mis ojos. El baño ha sido transformado en un oasis de calma y romance.
Las luces suaves de velas aromáticas bañan el espacio en una luz cálida y tenue, creando un ambiente acogedor y relajante. Las velas están dispuestas en elegantes candelabros y en pequeños soportes sobre el borde de la bañera, sus llamas parpadean suavemente, proyectando sombras danzantes en las paredes. El aroma de la esencia de lavanda y vainilla se mezcla en el aire, envolviéndonos en una fragancia que invita al descanso y a la serenidad.
Pétalos de rosas frescas están esparcidos delicadamente sobre el suelo y alrededor de la bañera, añadiendo un toque de elegancia y romance al ambiente. En la bañera, el agua está a la temperatura perfecta, con burbujas ligeras que prometen un baño indulgente. Junto a la bañera, una bandeja presenta una selección de aceites y sales para el baño, cuidadosamente elegidos para realzar la experiencia.
Liam me mira con una mezcla de orgullo y cariño, consciente de lo significativo que es este gesto para mí.
|| ¡Liam! ¿Hiciste todo esto para mí? || le pregunto, emocionada, mientras mis ojos recorren cada detalle con admiración.
|| Preparé todo esto pensando en ti, || responde él, su voz cargada de afecto. || Quiero que este baño sea una forma de aliviar todo el estrés y ofrecerte un momento de tranquilidad. || Sonriente y satisfecho, Liam me guía hacia la bañera. || Vamos a disfrutar de esto juntos, || dice con ternura. Antes de seguir, me inclino para besarlo con cariño, sintiendo la calidez de sus labios.
Mientras nos despojamos de nuestras prendas, el ambiente se vuelve más íntimo y cargado de tensión. Mis dedos se deslizan lentamente por el borde de mi vestido, dejándolo caer al suelo con suavidad. Liam hace lo mismo, su mirada fija en mí mientras cada prenda que quita revela más de su piel, creando una conexión más intensa entre nosotros.
Al final, nuestras ropas yacen desordenadamente sobre el suelo, una mezcla de telas y encajes que reflejan la pasión del momento. Nos adentramos en la bañera, y la suave temperatura del agua tibia nos envuelve, provocando un suspiro de satisfacción que ambos compartimos. Me sumerjo en el agua con un placer palpable, sintiendo la relajación que se extiende por todo mi cuerpo. Liam se acomoda al otro extremo de la bañera, su mirada llena de deseo y complicidad.
|| ¡Cielos! Esto es tan agradable, || exclamé con los ojos cerrados, entregándome por completo a la sensación del agua tibia que acaricia mi piel y a la cercanía de Liam. En este rincón privado, el resto del palacio parece estar a kilómetros de distancia, sumido en un silencio apacible. Cuando abro los ojos, me encuentro con Liam mirándome con una intensidad que me hace sonrojar. || ¿Qué? || pregunto, sintiendo un leve nerviosismo bajo su mirada penetrante.
|| Cada vez que te miro, me siento más enamorado. Tu belleza me deja sin aliento, y no puedo evitar desear que este momento dure para siempre. || dice Liam, con una voz cargada de ternura. Sus palabras provocan un rubor cálido en mis mejillas y una risa nerviosa que se mezcla con el suave murmullo del agua. || Verte relajada y feliz así, compartiendo este momento conmigo, me hace sentir increíblemente afortunado. Eres la mujer de mis sueños, y no puedo evitar desearte más. Cuando te miro, no solo veo a la mujer que amo, sino también a la que me inspira a ser mejor cada día. Eres mi musa, mi amor, y mi todo. || añade Liam, acercándose un poco más, con su mirada fija en la mía.
|| Liam, || exclamo, llena de emoción, sintiendo cada una de sus palabras. || Tú eres el único que me hace sentir así. ||
|| Me parece perfecto, || responde él, con una sonrisa aún más cálida. || Me gusta… ser el único. ||
|| Amor, siempre serás el único, || respondo, sintiendo que cada palabra lleva el peso de un profundo compromiso. Luego, levanto mis manos hacia mi cabello para soltar mi moño. Dejo que mi cabello caiga libremente y me sumerjo bajo el agua, permitiendo que se empape por completo. Tomo una botella de champú, pero Liam me sonríe.
|| Ven, te ayudo con ese champú. || Liam se acerca a mí, deslizándose con cuidado hasta colocarse detrás de mí. || Esto me trae recuerdos de la noche que estuvimos juntos en Nueva York. ||
|| ¿Cómo olvidar esa noche? || le respondo, mientras Liam me da un suave beso en el hombro. Luego vierte un poco de champú en sus manos y comienza a aplicarlo en mi cabello. Sus dedos trazan suaves líneas de presión a lo largo de mi cuero cabelludo || Liam, ¡esto se siente increíble! || exclamé con los ojos cerrados, dejando escapar un pequeño jadeo de placer. Liam se acerca a mi oído y susurra:
|| Me alegra escuchar que te guste. || Su toque es firme pero delicado mientras masajea el champú hasta formar espuma. Después de un minuto, enjuago el champú con un suspiro de satisfacción.
|| Gracias, cariño, me encantó. ||
|| Es un placer, amor, || responde Liam con una sonrisa que no puede ocultar una sombra de preocupación en sus ojos. Al mirarme, siento que hay algo en su mirada que no comprendo del todo. || ¿Puedo hacerte una pregunta?... He estado pensando en algo durante mucho tiempo. ||
|| Claro, pregúntame lo que sea, || le digo, tratando de ofrecerle toda mi atención. Liam, sin embargo, parece luchar con sus palabras, tragando saliva y mostrando una vulnerabilidad que rara vez veo en él.
|| Crees que… no sé, en el futuro podrías aburrirte de mí, o cansarte de mí constante ocupación, o incluso de ser reina y tal vez podrías querer intentar algo con… ¿con Drake? ||
|| ¿Con Drake? Que dices Liam, nunca || le respondo, con un tono lleno de sinceridad. || ¿Por qué piensas eso? || Exclamo, sorprendida y preocupada. La inseguridad en Liam es desconcertante, especialmente cuando él nunca ha sido una persona que muestre duda.
|| Porque… Drake es tan diferente a mí. Es descomplicado, carismático, amable y genuino. Tiene una forma de ser que es a la vez ruda y sincera, y no lleva el peso de una corona como yo. Él no está siempre ocupado como yo… Y tú, tú ya sabes lo que es estar con él, por lo que pasó en Nueva York… || Liam hace una pausa, exhalando un suspiro profundo que revela su temor. || Lo que me asusta es que, en algún momento, podrías preferir estar con alguien como él, alguien que no tenga todas estas responsabilidades. Me aterra la idea de que puedas dejarme por él. ||
Me acerco a él, moviéndome ligeramente a su regazo, y tomo su rostro entre mis manos, forzándolo a mirarme a los ojos. Es el momento de aclarar sus dudas.
|| Liam, || digo con ternura, sintiendo la necesidad de brindarle seguridad. || Eres el único para mí. Nada de lo que ocurrió en el pasado cambia eso. No importa lo que alguien más pueda ofrecer. Lo que tenemos es único y valioso, y tú eres el único que ocupa mi corazón y mi mente. Además, así no funciona el amor, o mejor dicho, nuestro amor. Creo que es momento de aclarar lo que sucedió con Drake y, más que nada, quiero que sepas lo que siento dentro de mí. Voy a ser completamente honesta contigo, y aunque algunas cosas puedan ser difíciles de escuchar, son necesarias. ||
Es momento de aclarar lo que siento. Es momento de que Liam comprenda, sin reservas, lo que realmente siento.
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A moment of pure innocence, where James, an 8-year-old boy, enjoys the love and care of his parents, without knowing the dark past that surrounds them. To him, they are simply a family full of warmth and protection.
Now 13 years old, James faces the truth about his parents' atrocious acts. His innocence is shattered, and he sees them as monsters, distant and disturbing, marking a profound change in their relationship.
Un momento de pura inocencia, donde James, de niño, disfruta del amor y cuidado de sus padres, sin conocer el oscuro pasado que los rodea. Para él, son simplemente una familia llena de calidez y protección.
Ahora con 13 años, James enfrenta la verdad sobre los actos atroces de sus padres. La inocencia se quiebra, y los ve como monstruos, distantes y perturbadores, marcando un cambio profundo en su relación.
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Carta de despedida
Hola de nuevo, estoy recordado todo lo que fuimos , es un lindo sentimiento es agradable saber que pudiste sacar todo lo mejor de mi , nunca había visto ese lado en el que yo podía amar incondicionalmente no conocía ese lado mío en el que tenía una prioridad más importante que yo mismo, y era verte feliz
Pero sabes es aquí donde pienso y analizo el porqué nunca pudimos ser los dos contra el mundo porque a pesar de que estuviésemos juntos éramos tan distantes. Por momentos creía en nuestro futuro en lo que tú y yo lograríamos juntos. esto sonará absurdo pero en muchos momentos tú me hacías sentir fuerte como si cada obstáculo que tuviese ese recorrido llamado vida fuese fácil de superar si estabas tu y ahí fue donde entendí que el amor que te tenia se estaba transformando en dependencia sentía que te necesitaba para ser feliz pero me equivoqué no te necesito para ser feliz tú y yo podemos ser feliz sin estar juntos y me alegra que así sea porque el destino no nos quiso juntos y fue gracias a eso que aprendí a valorarme más
A pesar de que en tu despedida no entendía porque cada lágrima mía cargada con temor y dolor no impedían tu partida
En porque mis palabras llenas de ilusiones no impedían que me dejases
Me culpaba de todo sentía que todo lo que yo hacía o decía solo te alejaba más creí en promesas qué tal ves fueron reales en un momento pero que no pudiste cumplir y me aferraba a la idea de que volverías por mi
Pero espere y espere por tanto tiempo alimentando una ilusión de algo que nunca pasó y aún así sabía que tú estabas mejor sin mi porque tú me lo dijiste yo no era tu lugar de paz y eso me hacía sentir un dolor inmenso el saber que no te podía hacer feliz pero sabes algo entendí que no es tu culpa ni la mía
Solo fuimos dos personas que no supieron ser debimos entendernos mejor y fallamos y de estos errores se sufre pero se aprende y ahora se que ya no eres el que conocí y yo no soy a quien conociste
Somos dos personas llenas de experiencia nueva en la cual aplicaremos como enseñanza en futuras decisiones .
Ya ha pasado un año desde que nuestra unión se rompió el no saber de ti era un castigo para mi me dolía demasiado el pensar que estarás con alguien nuevo y que lo amaras como me amabas a mi, pero ahora entiendo que está bien que puedas amar a quien sea y que está bien que tu corazón le pertenezca a alguien más.
Mientras te digo esto por mi mente pasan esos recuerdos que nos formaron las veces en que teníamos dudas de si ser o no ser o las veces que juntos hacíamos que el tiempo de detuviese , los tiempos juntos viendo películas en mi habitación o nuestras salidas en la ciudad en las cuales al ver tus ojos veía cómo se iluminaban por las luces de la ciudad amaba el tiempo con Tigo
Pero fallamos al no seguir con nuestro camino correcto fallamos al creer que el amor que sentíamos era el mejor nos fallamos y nos lastimamos y eso ocasionó que ese amor no fuese suficiente para ti y para mi, pero estoy contento tal Nunca leas esto pero te dire la verdad estoy feliz por lo que estarás haciendo de tu vida cumple todas tus metas viaja a el país en que querías ir a vivir y crea tu futuro con alguien que te ame igual o incluso más de lo que yo te ame yo haré lo mismo cumpliré mis sueños pero créeme que te recordaré siempre porque fuiste y serás el amor más grande que pude tener y por eso este es mi último adiós
Porque debo soltar lo que nunca volverá y es de este modo que deci decirte que te ame espero este mensaje te llegue a ti de alguna manera y cuando lo leas recuerdes que te ame y que me amaste y que ese amor nos formó y ahora somos dos grandes personas que no están juntas pero saben que es amar bonito
Te quiero y siempre lo haré.
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No, no creo que realmente entiendas lo que es odiar aquí cuando en vez de entender lo único que haces es señalar al lobo, pero no ves quien lo apuñaló, tampoco ves sus antiguas cicatrices y ni siquiera ves las más recientes. Solamente te fijas en que tiene un carácter malo y distante, porque no es lo que tú quieres, porque no te obedece.
Porque se cansó de que le tiren tantas piedras que de tanto sangrar todas las heridas. El lobo arrastrándose y pensando en su mente que pronto acabaría y de hecho acabó. Pero no acabaron con su alma los que lo odiaban y lo despreciaban ni los que dispararon sus flechas desde lo alto y tampoco los que por detrás clavaron el cuchillo profundamente y sin pudor.
El lobo siempre fue preso de aquel lugar y cayendo la nieve, el tirado y sangrando pensaba que odiaba aquí pero aún en su lecho de muerte y admirando los copos de nieve, sabía que el próximo invierno ya no iba a ser un lobo solitario e ingenuo como lo fue en sus épocas pasadas. Ya no le dará palabra a los judas ni a los impíos pues ya ha tenido suficiente, el lobo de las nieves los ignorará y resucitará al tercer día desde lo alto de las montañas. Aullando más fuerte que nunca y sin rastro de heridas del pasado.
Los protestantes intentarán derribarlo de nuevo pero el no mirará a los costados, el seguirá firme en su pie hacia una nueva aventura, sin mirar atrás.
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Bonten´s influence
-Sanzu Haruchiyo x fem!reader
/ If you want to read it, you can translate it into English or another language /
Words: 13,1 k
Synopsis: She is Mikey's girlfriend. It's not the best situation, but it's still better than being alone, right? In the end, the best option is to stay with the strongest and the one who loves you... Is that true?
First chapter, second chapter, three chapter, four chapter
Sanzu Haruchiyo era un demonio... Y lo odiaba de todas las formas posibles.
El segundo dia volvio a pensar en él. Y a pensar en todas las maneras que había de matar a alguien. No sólo la había abofeteado por decirle la verdad, cruelmente, pero era la realidad de su vida, que era la menor de sus preocupaciones. Sino que la había abandonado en la carretera como si nada. La puerta del apartamento se había cerrado en seco tras ella, con el cuerpo adolorido en un espacio tenuemente iluminando en una esquina. Se había apoyado en la madera, pensando en Sanzu y lo que había pasado.
El odio la guiaba y la mantuvo despierta las dos horas que tardó en volver a su casa. Una persona la había acercado a la ciudad, donde pudo tomar el tren y luego el autobús a casa con una pierna cojeando y las lágrimas ya secas en un rostro hinchado. Lo último que recordaba fue haberse dejado caer al suelo y llorado con la cara enterrada en las piernas.
No lo odio con todo su ser hasta ese día. Lo odiaba por haberla humillado, haberla hecho pensar cosas que no tendría que habérselo pasado por la cabeza y menos en el momento en el que estuvo después de una ruptura de ese nivel, pero sobre todo lo odiaba por ser un insensible. Porque la había arrastrado con él al abismo de volverse loca y luego dejado caer.
El silencio se hacia más espeso a casa día que pasaba. Las sombras se arremolinaban esa noche sobre ella tomando la forma de sus mayores temores. Se había cambiado la ropa empapada por una muda limpia, pero había vuelto a mancharla con un nuevo terror que la aprisionaba contra el colchón y fundía con ella. Se despertó una vez más con la almohada y la mitad de la cama empapada en sudores y lágrimas. De vez en cuando, algún ruido distante de ciudad llegaba hasta ella, pero es como si todo estuviera en otro mundo. Fuera, llovía, golpeando las gotas contra los cristales que sonaban en la casa. La mente le jugaba una mala pasada tumbada en esa cama sin memoria.
Las pesadillas volvieron el resto de la semana, pero ninguna fue tan fuerte como aquella. Que la perseguía presionando su garganta hasta quitarle el aire y arrancarle el pecho.
Se puso en pie, caminando vacilante hacia la ventana del dormitorio. El agujero para respirar de la pared que conectaba con el exterior estaba abierto. Miró el reflejo de la luna en el cristal, con vaho en la superficie por el contraste térmico. Quería dormir, lo necesitaba para estar bien, pero en el fondo sabía que si volvía a cerrar los ojos las pesadillas y la sensación de ahogarse regresaría.
La mañana llegó lenta, con un cielo gris que presionaba el horizonte. No durmió en toda la noche, de nuevo, pero sintiendo el cansancio del cuerpo apenas se notó los días siguientes en los que fue a trabajar de forma mecánica.
Así hasta que pasó la primera semana.
Y luego, la segunda.
Sanzu Haruchiyo no tenía amigos. Tenía aliados y enemigos. Pero ninguno se consideraba más allá de esos dos títulos. Manjiro era el único con un título superior, de respeto, aunque no fuera mutuo.
Probablemente eso explicase el por qué siempre estaba solo. O las veces que lo conocía de haber estado con Mikey en el apartamento, siempre andaba solo o mirando por encima del hombro a los demás. Mikey no podría considerarse amigo si solo una de las partes mostraba interés. Una vez le había bromeado con la idea de que salieran juntos. Dudaba que el interior de Bonten las cosas fueran diferentes, a excepción de la cercanía entre los Haitani y el carácter tranquilo de Kakucho para con todos.
Ver que la persona con la que uno de los Haitani pasaba el tiempo sabe Dios cómo estaba delante de su puerta le puso los pelos de punta. Estaba sola en el apartamento, limpiando lo que su mala gestión del espacio había generado en el salón, cuando llamaron al timbre. Se sorprendió, ya que no esperaba visita y conocía a tan poca gente que no tuviera que ganarse la vida. Lo primero que vio al asomarse por la mirilla fue un rostro blanco envuelto en pecas y una melena naranja peinada hacia delante, alardeando de una buena genética sin enseñar sus análisis de sangre. Se lamentó al darse cuenta de quién era y lo que significaba aquello...
La habían encontrado. Sabían dónde estaba y ahora podían sorprenderla a cualquier hora con uno de los regalos envueltos en veneno de Bonten. Él sabía dónde estaba. ¿Qué debía hacer? ¿Debía llamar a la policía por algo que ni sería considerado un asalto a su propiedad? No, se recordó. La policía investigaba a veces por su cuenta. Aunque Bonten pudiera comprar a muchos de los policías, siempre había eslabones perdidos que acababan dónde nadie quería... Y acababan dando con miembros indirectos de Bonten a los que culpaba de colaboración. Hope apretó la mano sobre el pomo.
Podría ir a la cárcel.
Y a nadie le importaría que acabase en una celda porque ya no era nadie. Se encontró pensando en Sanzu, en la chaqueta que guardaba en una cesta de la ropa sucia aunque no fuera a lavarla y menos a entregársela. Podría sacar algo bueno por ella si lo hacía. Venderla por alguna página y sacar beneficio de una tela tan cara y de marca. Al menos sabía que no se andaba con pelos en la lengua ni iba flojo de dinero con todo aquello.
Decidió abrir la puerta con el corazón en la garganta y la otra mano sujetando algo por detrás. Los ojos de la pelirroja se levantaron del suelo para mirarla, y fue como si la luz del sol entrase directamente en su apartamento cuando sonrió.
-Sabía que estaríais en casa.
Eso solo consiguió que apretase con más fuerza el bate de béisbol al otro lado de la puerta. La conocía, pero a ella también de haberla visto con Ran Haitani. La examinó muy bien con la mirada.
-¿Quién eres?
-Oh, claro, no me conoces. Perdona -se disculpó, y extendió la mano. En ese momento se dio cuenta de que era una mujer más despreocupada que la persona con la que andaba por la calle-. Hope Haitani.
Haitani.
En primer lugar pensó en una posible hermana, pero no tenía sentido. Parecía tener la misma edad que ella, por lo que sería de la edad del hermano menor de los Haitani y ninguno de los dos se parecía. Ni en la forma de la cara, los rasgos, el color de ojos ni mucho menos el color de pelo. Parecía un pelirrojo natural, además, no como el tinte morado y negro que esos dos usaban... Solo se le pasó por ka cabeza que pudiera ser algo más formal y legal cuando vio en la mano un anillo plateado, más delgado pero similar al que había visto a Ran Haitani llevar en la mano izquierda muchas veces.
-Perdón por presentarme así, pero quería conocer por fin a la persona de la que Rindou me hablaba. Dijo que te habías mudado... Así que te he investigado a través del bolso que vendías.
No podía decir que era una mentirosa si iba con la verdad por delante. Al menos Bonten sabía que ya no vivía en ese antiguo lugar.
-¿Cómo sabes lo de...?
-¡Fui yo! -confesó, con las mejillas sonrojadas por el viento frío y la vergüenza de decirlo en voz alta. Se había puesto igual que su pelo-. Lo he mandado reparar Estaba un poco...destrozado.
Destrozado era quedarse corto de palabras. Lo hubiese quemado de no haber salido una persona a comprarlo. Al menos eso explicaba cómo una persona pudo haber comprado un objeto en tal estado.
-¿Cómo...?
-Tengo mis medios. Ran no sabe nada, lo juro.
No supo si confiar en ella. Le estaba diciendo tantas cosas a la vez que la estaban confundiendo cada vez más, sumado al dolor en su parte baja y las medicinas que tardaban en hacer efecto. Fue el turno de la mujer de ponerse sería, extendiendo a la vez una bolsa de plástico que llevaba en la mano.
-Frutas y compresas para los dolores.
-¿Cómo...?
Se preguntó si Sanzu se sintió así cuando la vio aparecer por sorpresa en su edificio, sin dar explicaciones y además diciéndole que estaba horrible por algo en lo que ella había colaborado indirectamente. Supuso que no podía compararse.
-Uno de mis guardaespaldas te vio entrar en casa con muchas medicinas -dijo, encogiendose de hombros. Una parte de ella se preguntó si realmente sabía lo que le pasó-. Solo venía a darte esto. No conozco a todos los integrantes de Bonten para no estar metida en sus asuntos... Pero creo que entre nosotras podríamos llevarnos bien. Mi número está dentro.
Iba vestida con una larga gabardina ceñida a la cintura con suavidad y por debajo unas medias oscuras y botas que asomaban. Además de eso, lucia como si hubiera salido de un barrio pijo y poderoso. Los Haitani controlaban Roppongi. Debía de vivir allí con su marido.
El pitido de una alarma las sorprendió a ambas.
-Tengo que irme ya. Rindou se ha quedado con su sobrino y ya va siendo hora de que el vaya a recoger. El muy tonto se queja, pero le gusta pasar tiempo con Kei antes que estar solo en su casa.
Ella lo contaba riéndose, pero sonaba demasiado extraño para ella que los Haitani fueran buenos con más personas aparte de ellos. Sabía por Mikey que trabajaban solos en el control de Roppongi y las ordenes que les daban, pero colaboraban por el bien general de Bonten. Aún así, sabía muy poco de ellos. Como la mujer que tenía delante y estaba casada con el hermano mayor
Ya no sabía qué esperar.
Manjiro recién casado. Ran Haitani casado y con un hijo. ¿Quién iba a ser el siguiente?
Estuvo tres semanas sin ver a nadie de Bonten, mucho menos Sanzu Haruchiyo era muchas cosas. Ninguna buena.
Decidió ir a ver a Hope Haitani a mitad de semana, después de haber mirado su tarjeta y su número durante veinte minutos en silencio y con la radio puesta por si escuchaba algo interesante. Cuando la llamo, lo primero que le dio aparte de la dirección al apartamento fue un recordatorio con la ropa de frío. Aquella mujer era una madre sin saberlo.
Resultaba que los Haitani vivían en un buen lugar dentro de Roppongi. Imaginaba que Rindou no andaría lejos en cuanto a vivienda, pero nunca lo llegó a preguntar cuando vio que las puertas del ascensor se abrían y el guardaespaldas de Hope la llevaba al apartamento. Hope Haitani la esperaba dentro con un vestido de flores y un niño rubio de unos dos años en su cadera con una cara sucia de comer pastel. Pronto se fueron al salón a hablar.
La forma en la que Hope miraba a su hijo era el reflejo del amor maternal, supuso. La forma en la que una madre tendría que mirar a sus hijos. Kei, el primer hijo del mayor de los Haitani, jugaba felizmente en el suelo del salón abierto, con los juguetes rodeándole. Otra casa sin paredes, abierta a todos lados. Parecía una obsesión que todo Bonten compartía.
-Ran no se fía de las guarderías. He intentado convencerle, pero supongo que es algo en lo que no puedo influir -explicó, con la sombra de una sonrisa asomando. La taza con té caliente humeaba en sus manos. Hasta la postura que tenía era elegante, aunque eso era común en cada cosa que hiciera-. De todas formas, me alegra estar cerca de él.
Ella no dijo nada. Al final, ¿qué iba a decir ella? Había abandonado a sus padres siguiendo sus sueños. Y la única posibilidad que tuvo de tener un hijo ya era inexistente a no ser que revertiera el proceso y se buscase un donante. Lo cual, no iba a hacer. Si había decidido abortar al primero, el segundo solo sería un recordatorio de lo más reciente. Independientemente de eso, a Hope no parecía molestarle nada de lo que sabía de ella; lo que esa rata de Ran le habría contado de ella.
Cuando le preguntó si podía beber ese té, la respuesta fue que era una receta transmitida en la familia Haitani para las embarazadas. Lo que no le preguntó fue si iba a heredar la personalidad de su padre y su tío con ello. La casa estaba tan bien decorada que parecía que un decorador personal había pasado por allí, metiendo mano en los aspectos más personales de la familia. En la mesilla a su lado, se fijó al sentarse, estaba una foto familiar; era la primera vez que veía la sonrisa sincera de Ran Haitani, aunque no fuera en persona. La risa del niño inundaba el apartamento entero, sentado en el suelo de la sala de estar rodeado de juguetes y con una mujer -la niñera, supuso- arrodillada frente a él.
Al sentarse las dos a charlas en la sala de estar Hope le pidió a la mujer que se fuera, con amabilidad, y que cogiera el trozo de pastel que sobraba de la cocina. Se le hacía difícil imaginarse el cómo una mujer tan buena y sincera como ella podía haber acabado con alguien como un Haitani, el mayor en concreto. El hermano pequeño al menos tenía su gracia.
-Tenía muchas ganas de conocer a la persona que le ha plantado cara a Mikey -le dijo, rellenando la taza de nuevo sin apartar la mirada de ella Se sentía estudiaba como una especie en el zoológico.
-¿Cómo sabes eso? -quiso saber, en un tono relajado pero que ocultaba el nerviosismo. Si ella sabía eso, entonces todos los de Bonten sabían lo que hizo. Lo que se traducía en la humillación pública de Mikey-. Además de que tampoco ha sido eso.
-Ran me lo contó hace ya unas semanas, se estuvo riendo toda la noche desde que Rindou le llamó para contárselo -le explicó, pero le dio la sensación de que no era a Ran solamente quien le hacía gracia. Hope sonrió cuando Kei se levantó, con cierta dificultad, y se acercó a ellas tambaleante-. Al menos tuvo una buena excusa para no bañar a Kei.
Fue el turno de ella de abrir los ojos. Lo último que se imaginaba en una persona tan aparentemente remilgada como Ran era quien se encargaba de un niño tan pequeño. Uno al que Hope le había tenido que limpiar la boca dos veces en una tarde porque le encantaba comer pastel.
-Quería que vinieras no solo para hablar. Esta casa es tan grande que me siento sola y no todo el mundo se atreve a venir hasta aquí -suspiró, dejando la taza en la mesa auxiliar, decorada con algunas revistas y una pieza de porcelana azul-. Rindou se ha ido de viaje a Manila y Ran se ha quedado solo hasta que vuelva.
-¿Qué hace en Manila?
-Negocios, como siempre. Ya sabes.
Lo sabía. Demasiado. Y también le recordaba a Izana. Era como una sombra que se cernía sobre todos ellos, invisible, tanto los involucrados como los apartados. Los viajes eran una excusa para controlar a las bandas de otros países que podían extenderse a Japón y comenzar un negocio; ante eso, Bonten se apresuraba a echar sus raíces.
-Ran se ha quedado, pero no cree que sea suficiente -una de sus manos se posó sobre el pequeño vientre-. Creo que piensa que está demasiado distraído con el embarazo como para concentrarse en Bonten. Apenas duerme y tengo que insistirle en la que coma cuando se queda en casa. En el primero perdimos a uno de los gemelos -murmuró, su voz convirtiéndose un susurro, aunque con un tono firme. Su mirada se pasó de la cara de esa chica hasta el vientre hinchado. Debía de tener unos meses por delante-. Eran gemelos.
Si a ella se le había hecho difícil tomar la mejor decisión para ella y su futuro, no quería imaginarse la pérdida involuntaria de uno de sus hijos. Su mirada se volvió a posar en el alegre niño que balbuceaba para sí mismo, en los rasgos infantiles pero que empezaban a parecerse a los de sus padres en una mezcla aún por desarrollar. No era pelirrojo, sino rubio, lo que delataba el verdadero color de su parte Haitani. Pero se parecía sobre todo a Hope en la forma de sonreír y en la forma de sus ojos.
-Me sorprende que Rindou no viva con vosotros.
Aunque sonaba más como apunte, Hope se lo tomó como una broma y se rio.
-Ya tengo a dos Haitani en casa y son suficientes. Pronto serán tres... Su tío no va a dar a basto.
Hope sonrió con cierta malicia, ocultándose detrás de la taza de porcelana.
-Así que... ¿La conociste en persona? Vaya coraje.
-Los Haitani me enviaron la invitación a la boda. Tampoco tenía nada que hacer en mi casa.
Hope dejó de beber para mirarla con cierta sorpresa; luego, su expresión cambió a un ceño fruncido. El grito divertido de Kei rompió el silencio extraño entre ellas, pero ninguna le prestó atención; por el rabillo del ojo le vio agitar los brazos en el aire.
-Sí, ellos son así. Los dos.
-Lo sé.
-Si lo hubiera sabido, les habría detenido. Lo juro. Parece que solo quieren causar problemas allá a donde van -bebió, pero tensó el rostro y apartó la taza-. Volviendo al tema de antes... ¿Qué opinas de ella? Sinceramente.
Lo decía con la mirada clavada en el niño que se había levantado y caminaba con su juguete a otro lado de la alfombra, soltando frases incoherentes. El recuerdo de la esposa de Mikey surgió tan pronto como la mencionaron. ¿Qué podía decir de ella? Tantas cosas. Extrañamente se vio hablando de ella con la mano en el pecho, sin embargo. A pesar de todas las desgracias que había generado indirectamente su presencia en su vida.
-Parecía buena persona -se vio diciendo en coz alta, y no en el lío de pensamientos y emociones que pasaban por su interior-. Y es muy guapa. Parece el tipo de chica que ha tenido muchos pretendientes. ¿Tú la has visto?
-Si, una vez. En un evento benéfico... Por entonces eran todavía prometidos. Sabe hablar italiano, y pensó que yo lo hablaba -el recuerdo le provocó una risita, pero no una mala o despectiva-. No la odio, pero tampoco me cae muy bien. Es extraño. Supongo que me pasa con todos... Pero entiendo que tu sí lo hagas, y puede que sea lo mejor no pensar en ella, pero... Sé por experiencia que te vuelve loca.
No dio más detalles acerca de esa experiencia suya, sino que quedó en el silencio.
-Siempre somos nosotras las que pagamos las consecuencias de ellos. Incluso si no es nuestra culpa -explicó, llevándose una mano al vientre, como si lo estuviera protegiendo-. Me aterraba la idea de que fuera niña porque significaba que había una oportunidad de que ella sufriera lo mismo, independientemente de si salía a su padre o a mi. No soportaría verla sufrir de esa manera. Cada vez, el peso es más pesado, no solo la barriga y los dolores: el pensar que cualquiera puede hacerle daño. Ya tenía una lista de cosas que decirle por si acaso.
Con eso dejaba claro indirectamente que no iban a tener más hijos... Decidió ignorarlo. Pero pensó en sus palabras. Mientras Hope bebía té y el pequeño Kei le enseñaba su recién cogido coche de madera de una pila de bloques, ella tuvo el tiempo suficiente para pensar en todo lo ocurrido hacía semanas... Y años atrás. Cómo ha ia conocido a Mikey, cómo habían vivido los dos juntos la vida teniendo personalidades distintas y chocante... Se había preguntado tantas veces cómo Mikey podía dormir por las noches a pierna suelta que nunca pudo preguntarse lo más importante.
Cómo podía ella hacerlo teniendo las manos sucias de sangre con todo lo que conocía.
De repente, las puertas del ascensor se abrieron, revelando las presencias de dos hombres. Ran y un hombre con gafas vestido de negro, un guardaespaldas con probabilidad. El hombre se marchó a cualquier lado de la casa, pero Ran se quedó con una de sus sonrisas perezosas siempre en la cara. No pareció percatarse de la presencia de ella, y si lo hizo, la ignoró con una habilidad asombrosa habiendo pasado por su lado. Hacia el niño que ahora se reía en sus brazos y se revolvía. Se quedó muy quieta, viendo esa escena.
¿Mikey hubiese sido buen padre? Estaba claro que Sanzu le había mentido para hacerle daño donde más le dolía. Pero todavía estaba esa pregunta. ¿Qué pasaría con ese niño si llegaba al mundo? A esas alturas, temía la respuesta como los peces a quedarse sin aire. Porque la conocía demasiado bien, en el fondo de ella. Siempre lo había sabido, y aún así, pensaba que el problema era ella. Manjiro Sano no podía cuidarse a sí mismo. Nunca sería un buen padre. El haberse casado solo era una excusa para poder seguir liderando Bonten sin problemas... La luna de miel en el extranjero, empezando por la casa. Cómo ella se había ocupado de absolutamente todo porque se veía absurda esperando que algo saliese mal en silencio, que quería ayudar de alguna manera en vez de hacer una escena ridícula... Y se dio cuenta de eso en ese mismo instante, con ese pequeño momento.
Esa mujer nunca serie feliz al lado de un hombre que le quitaría toda esa luz que tenía cuando la vio esas veces en la boda y en el gimnasio. Era incapaz de cuidar de sí mismo. Era incapaz de cuidar de otros sin depender de otro. Manjiro Sano solo era el reflejo de lo que él mismo había gestado con sus decisiones. Si hasta Ran Haitani podía hacer reír a un niño solo con que lo viera, hacer reír a una mujer que todavía brillaba por sí misma solo con preguntarle cómo se estaba portando el embarazo, significaba que no todo estaba perdido para algunas persona... Pero Mikey se había buscado la ruina él solo hacía mucho tiempo.
Desde el día en el que murió su hermano, que la oscuridad empezó a consumirlo por no saber manejar sus emociones, hasta alejar a las personas que más le amaban y habían estado con él en lo peor... Incluida ella.
Y ahora estaba arrastrando a otra persona inocente con él.
Los sudores fríos que le corrían por la espalda no se debían a eso, sin embargo. La realidad era impactante... Pero lo que había delante de ella era mejor aún. Ese futuro. Esa esperanza.
Hope volvió a posar la mirada en ella, apartandola de la escena padre e hijo; Ran discutía con su hijo sobre cómo construir una casa decente con bloques de madera más grandes que su mano. El niño, resoplando y en su propia idioma, ya apuntaba maneras a ser peor que su padre pero con la valentía de su madre.
-¿Qué hubieras dicho?
La mirada de Hope fue como la de un depredador acechando a su presa, debajo de esas pestañas pelirrojas que brillaban con la luz y esas pecas.
-Muerde.
Manjiro Sano era un idiota.
Había tardado diez años en darse cuenta y con ayuda de la esposa de Ran Haitani. Definitivamente tenían que darle el precio a la persona más ciega del mundo.
Estuvo unos días con las palabras de Hope en la cabeza. El trabajo la tenía agobiada en el sentido de que pasaba demasiadas horas en la oficina más que pensando en sí misma, pero por ese lado al menos no tenía que tiempo. Consiguió el tiempo suficiente, por otro lado, para asistir a la revisión del médico programada después de la intervención. Era algo común, al parecer, que pudieran haber problemas después de la intervención. Infecciones, una mala práxis, cualquier cosa. Afortunadamente ella no sufría de nada de eso; más allá de los malestares que la larga caminata le produjeron los primeros días y el cansancio que sentía por tantas medicinas. Victoria le dijo que era lo más normal, pero que se lo tomara con calma y no pasara tantas horas en el trabajo.
Tal vez tuviera sentido. Pero ella necesitaba estar distraída. Si se quedaba en casa, el silencio la volvería loca; y si encendía cualquier dispositivo, acababa en el programa de las noticias escuchando los accidentes que le eran tan familiares. Quedarse trabajando o haciendo alguna hora extra la salvaba de aquello. La volvía loca e el sentido de estar sentada todo el rato, pero el esfuerzo valía la pena.
El sonido de sus pasos resonaba en el silencio de la calle recta e iluminaba con farolas, un eco que parecía más pesado que el de cualquier otra persona que pasara por allí. Acababa de salir del trabajo y regresaba a casa, pero pensaba pasarse antes por una tienda de conveniencia a recoger algo rápido que comer. No tenía la cabeza para ponerse a cocinar esa hora, no una decente. El aire de la calle era fresco, aunque la sensación de estar atrapada, de estar aún dentro de ese mismo ciclo, la envolvía a cada paso.
La noche estaba tranquila, pero el murmullo de la ciudad seguía vibrando en sus oídos, recordándole que no había escapatoria a todo lo que veía en las noticias. Bonten era bueno organizando asociaciones bajo su mando, pero siempre quedaban lagunas. Esas lagunas iban a por los más débiles primero y luego a por el poder. Salir a la calle sabiendo que eran una presa era el recordatorio de una mujer; pero si eras la antigua mujer del antiguo líder... No. No podía pensar en eso. Tenía que pensar en otra cosa que no fuera eso; no podía pensar cada vez que salía a la calle que irían a por ella.
Siguió caminando, sus pensamientos mezclándose con la sensación de la fría brisa sobre su rostro, como si eso pudiera borrarlo todo: Manjiro, su pasado, la cara de la mujer que ahora podía considerarse su "amiga"... Para distraerse había investigado dónde podría estar su familia. La de sangre. Tenía muchas dudas de si continuar o rendirse. ¿Qué iba a decir si los encontraba? ¿Qué iba a hacer si descubría que algo podría haberles pasado...?
Ya estaba cerca de su casa. Le quedaban dos cruces, y meterse en la tienda de conveniencia. Entonces podría cenar algo y acostarse. Pero una sombra la alcanzó antes de que pudiera llegar al final de la calle.
-No es tan fácil, ¿verdad? -una voz en frente de ella la hizo detenerse en seco. La misma voz que había escuchado en su cabeza durante días, la misma que la había acompañado en cada momento de incertidumbre desde que tomó la decisión de dejar a Manjiro y con la que había tenido pesadillas varias noches seguidas.
Ella no giró la cabeza, no quiso enfrentarse a él de nuevo, pero la energía de su presencia la obligaba a escuchar. Era como si el aire a su alrededor se hubiera espesado, y ahora no pudiera moverse con libertad.
—¿Qué quieres, Sanzu? —su voz sonó más cansada de lo que había imaginado. Como si en verdad ya no le quedara fuerza para seguir jugando a sus juegos. Porque no le quedaban; no después de la última vez.
Él avanzó hasta quedar justo a unos centímetros de ella, tan cerca que podía sentir la calidez de su cuerpo a poca distancia. Sobre el hombro colgaba una bolsa grande de tela negra. «La katana -se dijo para sí-. La llevaba consigo cuando iba a casa de Mikey». A pesar de que sus palabras siempre iban cargadas de sarcasmo y desprecio, en ese momento, había algo diferente en él. Una calma inquietante dentro de un cuerpo que necesitaba emociones constantes.
-¿Tú crees que puedes simplemente alejarte y que todo se olvide? -preguntó, casi en un susurro, como si no estuviera buscando una respuesta, sino provocando una reacción en ella. De alguna manera lo consiguió, porque ella se quedó sin palabras-. Te crees que eres fuerte, pero no eres más que una niña asustada.
Lo último flotó en el aire como una amenaza tácita, como si de alguna manera él también estuviera presente, observando cada uno de sus movimientos desde la distancia. Le dieron ganas de burlarse. Él podría observar desde la distancia, pero nunca acercarse más de lo debido porque, en el fondo, sabía que a Mikey podía seguir importándole todo lo que le pasase. O eso es lo que pensaba ella hasta hacía poco. Hasta que habló con Hope.
Que pasase lo que pasara. Si Sanzu estaba ahí para matarla, con ese arma, que lo hiciera ya.
Unos segundos de silencio se alargaron entre ellos. Ella apretó los dientes, mordiendo su labio inferior con fuerza, luchando por no ceder a la urgencia de volverse a enfrentar a él. ¿De qué iba a valer? Pero, por algún motivo, lo que más le dolía no era el desprecio de Sanzu ni la mirada fría de Manjiro. Era saber que, de alguna manera, todavía quedaba algo de ella atrapado en esa historia.
-Te fuiste porque no pudiste soportarlo, ¿verdad? -Sanzu no esperaba respuesta, pero le dio un paso más cerca, como si quisiera deshacer los últimos hilos de su resistencia-. Del lado de Mikey. Porque lo conoces mejor que todos, ¿no?
Ella levantó la cabeza finalmente, los ojos fijos en él, aunque vacíos de todo lo que alguna vez había sido amor o rabia. Sanzu la observaba con intensidad, esa mirada envenenada que tanto la perturbaba.
-No lo entenderías. Yo no me fui porque Mi... -se corrigió-... Manjiro me destruyera -dijo, las palabras escapando de su boca con una frialdad que la sorprendió a ella misma. Era como si el dolor ya no tuviera poder sobre ella. Como si, de alguna manera, todo lo que había hecho y vivido la había convertido en alguien diferente. Alguien que ya no temía enfrentar ni a él, ni a la sombra de su pasado-. Me fui porque lo que teníamos ya no tenía sentido. Puedes intentar conocerlo, como pensaba que yo lo hacía, pero en el fondo sabes que está podrido. Porque lo que hacía Manjiro… ya no me pertenecía. Nada de lo que hiciera le haría más feliz de lo que fue en el pasado.
Sanzu la observó por un momento, como si estuviera calibrando su respuesta. Parecía divertido, pero también había algo oscuro detrás de su sonrisa, algo que la hacía sentir vulnerable, expuesta, como si en cada palabra suya estuviera desnudando algo dentro de ella que ella no quería ver.
-Te crees tan fuerte… -dijo Sanzu, casi burlándose, pero la mirada que le lanzó lo decía todo-. Tienes miedo de ser débil. Eres demasiado transparente. Tu miedo es lo que le habría vuelto loco, y lo sabes. Pero en realidad… ¿quién te engaña más? ¿Nosotros o tú misma?
La pregunta flotó en el aire, densa y punzante. La mujer no sabía qué responder. No sabía cómo volver a luchar contra un espectro de su propia creación. Todo lo que le quedaba eran recuerdos rotos y las piezas dispersas de algo que alguna vez había sido más que una simple historia.
-Sigue corriendo, si quieres -dijo Sanzu, dando un paso atrás. Pero su sonrisa no desapareció, y su mirada seguía tan afilada como siempre-. Pero al final…siempre regresas. Nadie puede dejar a Mikey como tú lo has hecho. Y no vas a ser la primera, y lo sabes. Tienes pesadillas con eso, lo entiendo, pero es tu realidad. ¿De verdad pensabas que ibas a conseguir algo?
Y por un instante, cuando la sombra de Sanzu se movió entre la luz de las farolas, se quedó allí, en pie, mirando lo silenciosa que se había quedado la calle por ellos, preguntándose si, tal vez, Sanzu tenía razón. ¿Realmente podría escapar de todo lo que había sido? ¿O estaba condenada a regresar una y otra vez?
Por su parte era una tontería decir que no estaba asustada. Sabía que nadie dejaba a Manjiro Sano como si nada y sobrevivía para contarlo. Así era Bonten. Pero una parte de ella quería pensar que ella pudiera ser una excepción a la norma, por el amor que se habían tenido una vez y su empeño por continuar siendo conocidos pese a eso. hora veía que eso era imposible. Y que Sanzu no estaba solo ahí para explicárselo como a una niña, sino para ejecutar la orden.
Por alguna razón, ella no intentó huir.
Porque así trabajaba el Perro Loco de Bonten.
Ella apretó los puños. Ya no había huida posible. Ya no quedaba nada de lo que ella pensaba que era. Solo quedaba la mujer que estaba frente a un hombre que la había advertido todo este tiempo, con la verdad sobre su espalda. Literalmente. La katana que debía de llevar años esperando usar sobre ella.
-¿Vas a mirarme, o vas a seguir con esa actitud de siempre? —la voz de Sanzu cortó el aire, arrogante, con ese tono tan suyo que siempre la hacía sentir como si estuviera siendo medida, analizada.
Ella suspiró, lentamente girando en su asiento para enfrentarle. No había sonrisas, ni siquiera la distancia amigable de otros tiempos. Solo un vacío entre ellos, tan denso como la niebla.
-¿Serviría de algo? -su voz, casi un susurro, estaba cargada de una mezcla de cansancio y algo más, algo que ella preferiría no reconocer.
Se limpió la nariz con la manga de la chaqueta, que empezaba a gotear por el frio. Quería cerrar los ojos y que sucediera rápido, indoloro, que no se diera cuenta de que ya estaba en el frío suelo y sola.
El silencio le respondió.
La mujer lo miró fijamente, y por un momento, pensó en dejarlo ir, en cerrar los ojos y olvidar que él estaba ahí, que todo lo que había pasado no era más que un mal sueño. Pero la verdad era otra: las piezas de su vida nunca encajaron de nuevo después de ese día, después de la ruptura con Manjiro, después de todas las decisiones equivocadas. Desde el momento en el que le dijo que ya no tenía sentido verse más si iba a formar parte de una mentira a su futura esposa hasta el día que se olvidó de despedirse de su familia como mandaba. Se preguntó que estarían haciendo, tal vez por desesperación.
-¿Ha sido idea suya o actúas a su espalda?
Conocía la respuesta. Pero quería escucharla de él, de sus labios. Escuchar la cruda realidad a la que siempre estuvo sometida. «Mikey nunca me ha amado. Mikey siempre me ha temido».
Sanzu no movió un solo músculo. Ningún gesto que indicara que estaba listo para actuar, ninguna amenaza implícita en su postura. La bolsa todavía colgaba de su hombro, y su rostro carecía de expresión. Solo la observaba, con esos ojos azules oscuros y profundos como una laguna, como si estuviera leyendo cada uno de los pensamientos que se deslizaban por su mente, cada una de las grietas que ella intentaba ocultar.
Ella, por su parte, mantenía la distancia. Pero la tensión en su pecho, el dolor que no podía disimular, la estaba quemando por dentro. Estaba perdiendo el control, y lo sabía. Cada palabra que Sanzu decía parecía ser una aguja clavada en su herida abierta, cada silencio suyo un recordatorio de todo lo que había dejado atrás. Por mucho que intentase fingir, ya no quedaba nada de resistencia sobre ella.
Él no hacía un solo movimiento hacia ella. No sacaba la katana ni siquiera cuando sus ojos se encontraron en la oscuridad. No había esa amenaza inmediata que tanto había esperado. En lugar de eso, su mirada se suavizó ligeramente, pero no dejó de observarla con esa intensidad abrumadora. Como si estuviera esperando que fuera ella quien rompiera el silencio.
-Lo sabes, ¿verdad? -dijo Sanzu finalmente. La dureza había desaparecido, pero ahora había algo en ella que la ponía aún más nerviosa. Como si supiera que lo peor no era la amenaza, sino lo que él veía en su interior-. Llorar no va a hacer que lo recuperes.
Ella apretó los dientes, la rabia comenzando a subir a su garganta. No podía permitir que él la viera tan vulnerable. No podía dejar que él desnudara sus inseguridades, sus dudas más profundas, porque eso sería lo mismo que ceder. Sería admitir que todo lo que había hecho, todo lo que había decidido, no había sido más que un intento fallido de salir de una prisión de la que no podía escapar.
-¡Cállate! -le gritó, casi sin pensar. La voz cortó el aire como la hoja de ese arma enfundada haría con ella ante el mínimo movimiento. Las palabras que había estado guardando en el fondo de su ser durante semanas salieron de golpe, como una avalancha que podía detener-. ¡No sabes nada, absolutamente nada, de mí! ¡Ya no puedes salvar a Mikey, Sanzu! -en ese momento, poco le importó darse cuenta de que lo llamaba así en vez de "perro". Sonaba desesperada, al borde del precipicio-. Y cuando no aguanté más... No iba a quedarme a verlo destruirse. A ver lo que dejaba atrás como si nada.
Muerte. Destrucción. Caos. Eso era lo que realmente Manjiro Sano dejaba a su paso. Nadie podía salvarlo a esas alturas. Ni siquiera las figuras más cercanas a él. Porque Mikey era un problema que afectaba a la vida de todos, como el aleteo de una mariposa al alterar el destino.
Un brillo extraño pasó por los ojos, en ese momento oscurecidos, de él. Sus puños estaban tensos, a pesar de la compostura que intentaba mantener.
-¡Tu única tarea -murmuró entre dientes, comenzando a reprimir el veneno - era mantenerlo contento!
-¡Mikey, Mikey, Mikey! ¡Siempre es él, pero nunca los demás! ¡Siempre tiene que ser él por encima de todos, como si los demás no fuéramos nadie! -chilló finalmente, con las lágrimas mojando sus ojos y el frío congelando su garganta al bajarse ligeramente la bufanda- . ¿No tengo derecho a elegir? ¿Tenía que continuar una vida humillante al lado de la persona que amaba mientras él ocultaba la verdad a una mujer que no se merece nada de eso? ¡Quiérete a ti mismo de una vez, joder! ¿O es que solo puedes pensar en él y que sus pies te pisoteen!
Él se quedó allí, observándola con una mezcla de indiferencia y compasión cruel. Ella sintió el peso de sus palabras, la frialdad de su juicio. Lo que había dicho. No podía mover un solo músculo. Algo dentro de ella se quebró de nuevo, como si una parte de su alma hubiera dado un paso hacia el abismo.
-¿Sabes qué es lo que no entiendes? -dijo después de un rato, con el pecho subiendo y bajando en pocos segundos-. Que todo lo que haces, cada vez que tomas una decisión, cada vez que crees que te alejas de nosotros… en realidad, solo te estás acercando más a la verdad. Tú misma te lo estás buscando.
Ella no supo qué responder. Las palabras de Sanzu le golpeaban el pecho con una fuerza inesperada. Él tenía razón, lo sabía. La verdad, esa que había estado negando todo este tiempo, estaba frente a ella. La sensación de que no podía huir de lo que había sido, de lo que había hecho… y lo peor, de lo que aún quedaba dentro de ella.
Sanzu dio un paso atrás, pero su presencia seguía siendo insoportablemente cercana, como una sombra que no la dejaba en paz.
-No te voy a matar. No hoy. -su voz, a pesar de lo que acababa de decir, sonaba casi condescendiente, como si no fuera necesario sacar su katana para acabar con ella-. Cada vez que intentas huir de ti misma, cada vez que crees que el pasado no te persigue. Pero la diferencia entre tú y yo, es que yo sé cómo manejar la desesperación.
La rabia le subió de nuevo, pero de otra manera. La desesperación iba de su mano. Le tembló la voz al volver a hablar:
-¿Drogándote hasta que te tienen que lavar el estómago por una sobredosis? -preguntó, atrevida-. ¿Crees que no escuchaba las llamadas de los demás? Tienes que pensar que soy muy estúpida para no saberlo. Al final no eres mejor que yo si necesitas eso para aguantar que sigas vivo.
Apretó los labios, pero no se quedó solamente en decir eso. En ese momento, le daba igual lo que le pasara. ¡Completamente! Era absurdo seguir jugando a algo que siempre la había mantenido atada y sujeta a un hombre que jamás quiso aquello. Y ahora que lo tenia, no había nada que solucionara el problema que tenía sobre los hombros.
-¿No te da miedo morir? Claro que no -escupió en su cara, a metros de él-. Porque tampoco es como tuvieras a nadie que llorase en tu funeral, ¿no?
Se limpió la nariz de nuevo, con más fuerza de lo que pensaba. Sintió una punzada de dolor y un leve crujido, pero no había nada roto, más que su mente enferma y desesperada por hundir todo aquello que la continuaba uniendo a esa vida criminal.
-No eres mejor que yo -le repitió, haciendo un gran esfuerzo en contener las lágrimas y no humillarse más frente a esa persona-. Si quieres matarme, hazlo. Ya no tengo nada que perder, ¿no? Ni al bastardo a Mikey.
El silencio entre ellos fue estremecedor para lo poco que duro.
-Cada uno consigue lo que genera -dijo sin más, y sin importarle en mantener las apariencias, se dio la vuelta.
Sanzu Haruchiyo le daba pánico, pero nunca lo demostró hasta ese momento.
-Tienes muy mala cara -le señaló Hope, desde su asiento en el banco a la sombra. Estaba sentada junto a ella, con una chaqueta sobre los hombros.
Kei jugaba en el suelo del parque. La niñera estaba sentada a su lado, ayudándole a construir. De vez en cuando, en un gesto frustrado, el niño recogía la pala con la arena él mismo y golpeaba la tapa del cubo boca abajo y se reía. Llevaba un rato observándolo sin disimulo. Era increíble lo mucho que se parecía ese niño a su padre y lo diferentes que eran; Kei reía con alegría y solloza a cuando su madre se alejaba, como si pensase que lo iba a dejar ahí, y se comportaba igual que Ran las pocas veces que lo había observado, por otro lado. Como cuando se las arreglaba para conseguir algo sin mucho esfuerzo y sonreía con esa sonrisita malvada.
-No he dormido mucho estos días.
Cualquiera podía dormirse con una amenaza de muerte encima. En el momento en el que cerraba los ojos, las pesadillas volvían y se despertaba con el corazón a mil pensando que habían pasado horas y cualquiera podría haber entrado. La realidad era la contraria. Seguía sola, en esa casa vacía de recuerdos y a oscuras.
-¿Algo en concreto? Imagino que el trabajo.
-Sí -mintió, pero mejor eso que explicarle la verdadera razón.
Hope asintió, acariciandose el vientre con una mueca.
-¿Ocurre algo?
-Lleva días nervioso -le respondió, englobando al vientre redondeado pero no del todo por desarrollar por debajo del vestido de lana gris que resaltaba el color de su pelo y sus mejillas sonrosadas.
Iba a juego con su hijo. A pesar de no ser pelirrojo el rubio también destacaba con ese color oscuro. El niño jugaba feliz ahora en brazos de la niñera, ayudándole a subirse al columpio infantil.
-Puedes quedarte a dormir en nuestra casa si es por los vecinos -le dijo de repente Hope, pillándola por sorpresa. ¿Era posible que supiera algo? Ran hablaba con ella, así que suponía que sabía algo de la caza que Sanzu tenía contra ella.
Pero sacudió la cabeza. No quería involucrarla a ella y a su familia en sus problemas. Además, dudaba de que Ran Haitani la quisiera cerca. Nunca habían hablado, pero sí mirado un par de veces de lejos. Una vez criticaron en silencio a una persona, pero por lo demás, eran completos desconocidos. Hope la miró unos segundos en silencio antes de asentir.
-Ran me ha dicho lo que ocurre. Lo que le han ordenado a Sanzu -comentó, dejando la chaqueta tamaño infantil a un lado de su regazo-. No sé si es verdad o eso le temerá un problema ahora que te lo cuento.
-No debería -respondió ella-. Sanzu me lo dijo a la cara.
-Pero lo hace -recalcó, sin apartar la mirada de ella.
Se sentía juzgaba incluso sin tener razones.
-No le tengo miedo.
-Yo tampoco hasta que una vez me apuntó con un arma a la cabeza. Fue hace mucho, sí, pero se siente como ese día -comenzó diciendo-. Yo tuve a Rindou de mi lado y a otra persona cuando lo hizo. No creo que a estas alturas tengas a nadie.
Odiaba tener que escuchar la verdad y vivir en la que ella quería. No tener a nadie significaba estar sola. Significaba estar muerta. En ese mundo, o tenías una alianza o estabas muerto.
-Son órdenes de Mikey -fue lo único que dijo.
-¡A la mierda sus órdenes! -exclamó de repente, y varias cabezas en el parque se volvieron a ella con curiosidad. Vio de reojo cómo uno de los guardaespaldas de movía incómodo en el sitio. Hope le ignoró-. Incluso si no es dentro, entiendo que hay más gente que pueden hacerle frente a alguien como él. Le llaman Perro Loco, ¿no? -asintió-. Un perro no se detiene hasta que hablas con su dueño o lo vence e su territorio.
Tambien se decía que si matabas al perro acababas con la rabia. La única persona que podría detener a Mikey a esas alturas era... Nadie. Pensaba en sus amigos de la infancia, pero sí había conseguido derrotar a tres de ellos él solo y sin sus impulsos completamente activos, poca esperanza le quedaba.
Cuando el tiempo empezó a oscurecerse y el viento a levantarse, decidieron que era hora de marcharse de allí. Los hombres que protegían Hope las siguieron de cerda hacia el aparcamiento. Le resultaba extraño vivir de esa manera, con gente siempre a su alrededor y sin apartar la vista de ella ante cualquier amenaza que surgiera. Recordaba que cuando salía con Mikey los hombres a su servicio mantenían una distancia hasta que entraban en un local. La niñera, joven para el trabajoj que desempeñaba pero con una profesionalidad que asustaba, se acercó a otro coche que las esperaba con la puerta abierta. Kei balbuceó algo cuando su madre le dio un beso de despedida en la cabeza y le susurró alguna palabra bonita que le hizo reír.
-¿No viene con nosotras?
Hope negó, recogiendo la falda del vestido y metiendo la primera pierna en el coche. No podía imaginarse la sensación de cargar un barriga de tres meses y además moverse.
-Su guardería está aquí al lado. Uno de mis guardaespaldas la acompañara y se quedará con ella hasta que vuelvan a casa.
-Pensaba que a Ran no le gustaban las guarderías para su hijo.
Hope se rio.
-Las odia de un día para otro. Si fuera por él, la educación de su hijo dependería de un lobo antes que de una persona -comentó, dejando el bolso a sus pies-. Las cosas cambian, supongo.
Tenía sentido.
También pensaba que Ran nunca tendría esposa ni hijos por cómo era y allí estaban Hope y Kei. Supuso que las cosas cambiaban. Volvió a mirar a Hope, que se colocaba el cinturón alrededor de la cintura al otro lado del coche.
-¿Seguro que no prefieres que te lleve?
Vaciló.
Un miedo instalado a ella, en lo profundo, le instaba a aprovechar eso en vez de caminar de vuelta a su casa. Sola. Donde cualquiera podría haber estado esperándola... Su pesadilla más recurrente esos últimos días empezaba así, volviendo a casa y encontrándose a su asesino sentando en una esquina del apartamento esperando por ella. Recordaba el frío de la habitación, el miedo que recorría su cuerpo como una segunda capa mucho más interna. El asesino le sonreía directamente, y le decía: «Te dije que estaría aquí cuando menos te lo esperases», con la voz y el timbre de Sanzu.
Desde ese momento dormía abrazada a un cuchillo debajo de la almohada, con las ventanas cerradas, todo bloqueado, y cascabeles en los picaportes de las puertas. Cualquiera que entrase en su casa debería pensar que estaba loca, que se estaba volviendo loca.
-No quiero molestar -se sinceró, en parte mentira en parte verdad. Si Hope tenía cosas que hacer no iba a interferir en su casa solo para que la llevaran a casa.
-Tonterías. No tengo que entregar la obra hasta dentro de una semana. Un paseo un poco más largo no me hará mal
Ella vaciló, otra vez, pero la mirada insistente de Hope y el golpeteo tímido de los dedos del guardaespaldas en la puerta del coche la forzaron a entrar. El cuero del asiento era suave y se hundía con su peso. El interior olía a coche recién comprado, pero las tímidas manchas de tierra en el respaldo de un asiento le indicaron que Kei ya habría probado ese coche varias veces antes que ella.
El coche se puso en marcha. El suave ronroneo apenas era perceptible. Debía de ser de esos coches eléctricos de lujo que veía anunciarse por la televisión. El móvil de Hope empezó a sonar, una melodía suave rebotando en las paredes de ese espacio.
-Es Ran. ¿Puedo...?
-Por supuesto -le asintió, apartando mirada al exterior del vehículo en marcha como si así pudiera darle un margen de privacidad.
La voz de Hope cambió nada más descolgó. Seguía siendo amable, pero con un cambio en el timbre de la voz que no pudo vitara hacerla sonreír. Ella también solía cambiar el tono cuando hablaba con alguien que me gustaba. De hecho, estaba fundamentado que todos lo hacían como una llamada de apareamiento a la otra especie.
El tráfico estaba despejado, más allá de un par de coches que daban guerra delante de ellas, con un cielo oscuro sobre todos amenazando con la caída de algunas gotas que cayeron sobre el parabrisas. La calefacción estaba encendida, y ella se acurrucaba en el asiento como una niña la noche antes de Navidad al lado de la chimenea esperando a Papa Noel.
La voz de su amiga sonaba de fondo, acompañada de una rápida respuesta al otro lado de la línea que la hacía sonreír y brillar el rostro. Victoria tenía razón, se dijo. Si estuviera embarazada de una niña, le habría quitado toda la belleza poco a poco. Esperaban un niño; segun Hope, uno que ya sabia luchar. No tenian nombre elegido, pero podia imaginarse que cualquier nombre le quedaria bien a un niño cuyo apellido fuera Haitani. Algo le decía que incluso estando de una niña, la belleza de Hope solo deslumbraria más mientras hablase de esa forma tan íntima con su esposo sin tenerlo presente. Hope le estaba hablando de las nauseas de aquella mañana cuando una mueca le cruzó el rostro.
-¿Qué...? Qué raro. No escucho nada -comentó, lo que le llamó la atención y se volvió a mirarla. El guardaespaldas en el asiento de delante se giró en dirección a ellas antes de que Hope pudiera decir algo más-. ¿En esta calle hay obras? La llamada se ha colgado.
El guardaespaldas abrió la boca, pero no le salió ninguna respuesta por el ruido externo.
-Debe de ser la tormenta, señora
Un trueno distante, que iluminó el horizonte durante unos segundos. Hope se estremeció, llevándose una mano protectora al vientre. La alianza brilló. Si hubiese sabido que haberse quedado con ese detalle sería su perdición... Se hubiera quedado en casa encerrada.
Todo pasó en cuestión de segundos.
Un golpe seco y un crujido ensordecedor atravesaron el aire cuando el costado del coche chocó contra guardarrail de la carretera. Todo a su alrededor parecía moverse a cámara lenta. Un gritó sonó, pero no supo si de ella o de los otros tres integrantes del coche. Después, nada. Las ventanas explotaron en una lluvia de cristales, el coche giró sobre sí mismo antes de detenerse con un segundo impacto, más sordo, que sacudió todo su cuerpo. Mentiría si su vida no pasó por delante. Desde sus preocupaciones infantiles hasta el dichoso día que decidió dejar de formar parte de la banda criminal que la perseguía hasta el final.
El mundo se quedó en silencio.
Salvo por un leve tamborilero de la lluvia sobre los restos del coche y el exterior. No sabría decir si fuera también sonaba algo más. Un pitido sonaba en su oído izquierdo cuando volvió a recobrar la consciencia. Lo primero que notó fue el olor a gasolina y a metal. Adoraba ese olor. En algún momento de su vida, se volvió un compañero.
El hermano de Mikey era mecánico.
Delante de ella, uno de los asientos estaba vacío. No se veía al conductor. El otro guardaespaldas luchaba por arrancarse el cinturón que lo mantenían aún con esas protegido. Desde donde estaba podía ver el goteo de una herida sangrante en su oído, interna con muchas probabilidades. El intento de girar el cuello fue doloroso en las dos ocasiones que quiso comprobar el estado de Hope. Lo único que sabía de ella era los pequeños gemidos que soltaba y la sombra vista de reojo de una melena naranja moviéndose lentamente.
Al segundo intento lo consiguió. Y también quitarse el cinturón y arrastrarse hacia donde estaba Hope. «El bebé», se repetía. Si algo le pasaba a Hope, estaría en su consciencia, pero si además algo le pasaba al niño... Hope tenia la cara manchada, estaba despeinada y una parte de su vestido estaba roto.
De lo demás apenas fue consciente cuando el dolor le inundó el cuerpo, empezando por su cabeza hasta su brazo. Hope la miró con la mirada perdida en algún punto, pero ni ella pudo decir nada. Tenía toda la cara cubierta de sangre, pero ningún arañazo que pudiera delatar alguna herida.
Hasta que la escuchó gritar.
Los ojos de Sanzu Haruchiyo eran más azules que verdes.
Nunca se había dado cuenta de ese detalle, si lo pensaba bien. Fue el primer color que se le vino a la mente al recobrar la consciencia. Más azules, de ese azul tropical de las playas veraniegas de las islas vacacionales que el verde de sus praderas. En su cultura, el tener mucha agua en la mirada significaba un carácter apropiado para el tipo de vida que llevaba.
Era la unica parte de su cuerpo que veia cuando se ponia la mascara esa que utilizaba para cubrirse las cicatrices.
Había tenido pesadillas con ese azul días y días y días... Hasta que veía ese color en todos lados. Pero nunca le dio más importancia que el darse cuenta de que muchos colores en cuadros jamás encontrarían esa gama. Pareciera como si Sanzu Haruchiyo fuera único en su especie.
Fue lo primero en lo que pensó al despertarse en esa sala blanca que apestaba a antiséptico y desinfectante. Recordaba poco más que haber perdido la consciencia, ver mucha sangre y cristales rotos clavándose en ella. También haberse sentido volando, desorientada, fuera de lugar. Hope. Su bebé. Ellos necesitaban auxilio, dónde estaban... Pero no tenía fuerzas para decir nada. Solo para ser una inútil. No podía levantarse, tampoco, sintiéndose en una nube, mullida que la envolvía por completo.
Volvió a perder la conciencia.
Y la siguiente vez que se despertó, en vez de despertarse en la sala blanca y borrosa de la primera vez, estaba en otro lado. Que no reconocía a primeras ni lucia como un hospital. Ni olia a hospital; ni nada parecido.
La habitación es extrañamente silenciosa. Las paredes, de un blanco casi clínico, contrastan con los rayos tenues de luz que se cuelan a través de las cortinas. Su cuerpo seguía adolorido, y la última memoria clara que tiene es el accidente de coche. El sonido de las ruedas en el pavimento, sabía, le perseguiría en otras pesadillas. Aún no estando en el hospital, se sentía en una nube. Con los ojos entrecerrados, sin acostumbrarse a la luz, vio que además de estar tapada con una sábana apenas perceptible un tubo de goma serpenteaba fuera de la cama. Estaba conectada a una bolsa de líquido transparente.
Miró a su alrededor, buscando pistas, pero la habitación no le resulta familiar. Ni siquiera lo que apenas asomaba por la ventana, con las cortinas verticales apenas recogidas. En la mesita de noche, la más cercana, aparte de estar la bolsa a la que el tubo la conectaba había algo más. Un bote pequeño, con pastillas blancas, a la mitad. Su respiración se aceleró. ¿Qué sería? Pero su mente no estaba clara, se sentía confundida y aún ligera. Intentó mover las piernas, per lo único que consiguió fue el cosquilleo de sus pies al doblarlos. Se le escapó un quejido, cuando su cuerpo reaccionó a al darle la orden de mover los brazos. Estaba en manga larga, con una camiseta del doble de su tamaño, cuyas mangas se doblaban al mover las extremidades, y podía ver los arañazos tratados con una crema que olía extraño. No había rastro de ella en la mesita.
Apretó los puños, con la vaga sensación de que no estaba haciendo fuerza. Era extraño sentirse viva pero a la vez un fantasma. Sentirse en una nube y tan viva. ¿Por qué seguía viva? ¿No tendría que estar muerta después de aquello? La sangre, los gritos, la lluvia,... Tuvo que recopilar todas sus fuerzas para enderezarse, pese al chillido de sus músculos al hacerlo y las lagrimas que amenazaban con derramarse. Una vez incorporada, la vista era más diferente. En una esquina había una chaqueta tirada en el suelo, y no muy lejos una bolsa de plástico tirada con algunas cosas dentro. No muy lejos de ella había un trapo con sangre.
La cabeza le dio vueltas. Su atención volvió a centrarse en la mesita. En ese bote que no podía desencajar tanto. Mientras sus dedos se extienden hacia el frasco, pero justo cuando va a alcanzarlo, ya envuelto en su mano, escuchó un sonido cercano. Un golpe.
-Deja de husmear donde no te llaman -le dijo una voz, que reconocía, tan pronto como la puerta se abrió.
Flexionó los dedos, dejando caer la mano y el brazo en completo. De hecho, su cuerpo se lo agradeció. Las fuerzas le iban y venían de tanto en tanto. El silencio entre ellos regresó, como siempre había sido costumbre, mientras ella clavaba los ojos en él, envuelto en un albornoz blanco y con nubes de vapor a sus espaldas arremolinados. Volvió a dejar caer el brazo.
Un escalofrío helado recorrió su espalda, y el vaso de agua que estaba al lado y del que no había tenido constancia hasta ahora se deslizó de su mano temblorosa, estrellándose contra el suelo. El ruido del vidrio rompiéndose resonó en la habitación, pero Sanzu no apartó los ojos de ella, su mirada fija y devoradora.
-¿Qué es?
- X -le respondió sin mucha importancia, dándole la espalda para husmear en el armario. La luz del armario se encendió cuando las puertas correderas se arrastraron. No vio el interior, pero se hacia una idea de todo lo que habría dentro-. Una nueva mezcla.
Inspiró, sintiendo la presión en el pecho que no se marchaba. Se miró la vía intravenosa, todavía conectada a ella por una aguja en su mano diestra.
Apartó la mirada, desesperada por encontrar alguna salida, alguna señal de que esto no era real. Pero todo lo que vio a su alrededor solo incrementó su angustia. Las sombras que antes parecían moverse en las paredes ahora tomaban formas más definidas. Supuso que era una habitación en su casa. O en un piso franco. Los asesinos actuaban de aquella manera.
El miedo era tan intenso que casi le nublaba la razón, pero el dolor en su cuerpo y la realidad de su situación la mantenían despierta, forzándola a enfrentarse al horror de donde estaba. «Suero - se dijo, mirando a la bolsa a la que estaba conectada-. Es suero».
Sanzu no reaccionó al sonido del cristal roto, simplemente se inclinó lentamente hacia ella, como una sombra que se arrastra sin hacer ruido. Su presencia llenaba el espacio, invadiendo el aire alrededor de ella, tan cerca que podía ver el rastro de gotas que aún caían de su cabello sobre el suelo. La especie de mullet le favorecía los rasgos de la cara, con las gotas resbalando del pelo rosa y acabando en el albornoz que mostraba una parte de su pecho. Era alto, pero no muy ancho; no significaba que fuera menos fuerte.
-¿Me has arrastrado aquí para matarme?
-No eres tan especial. Órdenes.
No necesito saber más pese a lo desconcertante que era. Un día iba a matarla y al otro la llevaba a su casa por órdenes de su jefe. Él. Quería gritarle el sin sentido que era aquello y los mareos que le daban esos dos. Pero de repente pensó en Hope, en su hijo, en el grito que había escuchado y que le recorrió hasta los huesos al recordarlo.
-Hope. Ella... ¿Sabes si ella y su hijo están bien?
-Oh, el bastardo de Haitani, sí, sigue vivo -respondió todavía dándole la espalda, pero con un tono sorprendentemente suave para lo que decía-. Seguirán en el hospital haciéndoles pruebas, yo qué sé.
Sus pensamientos estaban fragmentados, saltando de una idea a otra sin poder asentarse. Sanzu hablaba como si todo esto fuera un detalle insignificante, como si ella no fuera más que una pieza en un juego que él ya había ganado.
«Están bien -se respondió-. Es lo que importa».
-¿Por qué...? - su voz salió quebrada, como si el mero acto de hablar le costara una eternidad-. ¿Por qué estoy aquí?
Sanzu soltó una pequeña risa, un sonido seco y vacío. Se dio la vuelta, la luz del armario apagándose. Solo vio el destello de los piercing reflejando con la luz que entraba por la ventana.
-Porque dije que te mataría -respondió simplemente, su sonrisa reapareciendo, pero esta vez más oscura, más retorcida-. En el hospital hubiese sido difícil. Con tantos cables y tantas cosas. Mikey me dijo que trajese así.
Intentó moverse nuevamente, pero el dolor le recorrió las costillas, recordándole que su cuerpo no estaba en condiciones de luchar. Y menos de levantarse. El suero la mantenía erguida y con fueras. Sin embargo, la adrenalina que comenzaba a correr por sus venas le dio una chispa de claridad.
Los ojos de Sanzu se entrecerraron ligeramente cuando notó su lucha interna.
-No hay necesidad de que sufras por nada. Luchar es inútil. Por eso no te he atado - sus dedos se movieron hacia el borde de la cama, rozando la tela de las sábanas con un gesto lento y casi afectuoso. Siguió todos los movimientos en silencio-. No puedo matarte. Aún.
Estaba atrapada bajo su mirada, sintiendo el peso de sus ojos como si la perforaran, pero había algo más en ellos ahora. Algo que ardía debajo de esa frialdad habitual. Odio, sí, pero también un rastro de algo más profundo, algo que iba más allá del simple deseo de matarla.
-Si no vas a matarme... - se atrevió a preguntar, aunque su voz temblorosa-, entonces, ¿qué quieres de mí?
Sanzu no respondió de inmediato. Caminó de un lado a otro, sus pasos resonando suavemente sobre las tablas de madera. Se detuvo frente a la ventana, aunque las cortinas bloqueaban cualquier vista exterior por su altura, y miró hacia abajo, como si estuviera reuniendo sus pensamientos.
Hubo un largo rato de silencio. Ninguno de los dos lo rompió. La respiración de ella estaba acelerada, con el corazón a mi por cualquier cosa que pudiera pasar en ese lugar que nadie, nadie, iría en su ayuda. Podía gritar, pero nadie la escucharía. Sanzu no la miraba a ella. Miraba al otro lado de la pared, al exterior, a la tormenta que caía fuera mientras ellos estaban en ese sitio.
Volvió a mirar a la bolsa de suero; se preguntó si era la primera que le ponía. No podía llevar mucho tiempo ahí... ¿No? ¿Cuánto tiempo llevaba dormida?
-Mikey debería matarte él mismo. Por todo lo que has hecho -rompió el silencio él, hablando más consigo mismo que con ella, con un tono calmado y reflexivo-. Tu único trabajo era continuar con él.
Si, ya había escuchado eso. De él, de hecho, la vez que la amenazó en la calle hace relativamente poco. Él y su obsesión por aparecer de la nada. Tiró del tubo hacia ella, recogiendo la bolsa. Cuando tiró de aguja, sintió la pesadez de toda su masa muscular acabar con ella. Lo dejó todo sobre la cama.
-No va a hacerlo... Te dejará libre como siempre cuando vea esos ojos de cordero inocentes, y me mandará comprobar que sigues viva.
Le costó estirarse en la cama. Las piernas golpearon el suelo con un golpe sordo, pero que no llamó su atención. El suelo estaba frío, y de lo único que sirvió fue para espabilarla. La camiseta se estiró, tensandose en la zona de la cadera y la cintura. Con seguridad le quedaba grande, no más que una camiseta de dormir ancha. Algunos botones estaban aflojados en la parte del escote.
-Le dejaste delante de todos, le humillaste... Y no te matará...
Se tocó la zona. Estaba húmeda, ligeramente. ¿Sudor? ¿Agua? No podía beber si ya estaba conectada al suero. Hasta él lo sabría. Pensó en la opción más lógica: el sudor de la fiebre o el mal olor del cuerpo. «Me ha lavado», pensó, subiendo la mano al cuello. Algunos mechones estaban pegados.
-Seguirás siendo el número dos incluso si yo no muero. No puedes pensar que Mikey te apartará solo por...
-¡Cállate!
Se calló. Más por sorpresa que por miedo.
El aire se llenó de un pesado silencio tras él, como si las mismas paredes de la habitación estuvieran procesando lo ocurrido. Ella se quedó allí parada, con los ojos fijos en él, sin saber cómo responder.
Sanzu permaneció en pie, un par de pasos alejados de ella, pero su cuerpo tenso como una cuerda a punto de romperse. La intensidad de su mirada era tal que no podía apartar los ojos de él, como si esperara que le diera una explicación o, quizás, una respuesta que ni él mismo tenía.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Sanzu dio un paso hacia ella. Su rostro estaba marcado por una mezcla de ira y frustración, como si estuviera peleando con un monstruo interno al que nunca había enfrentado. La vulnerabilidad que había evitado demostrar comenzaba a emerger como un tronco en el agua.
-No tienes ni idea de cómo me siento. ¿Me escuchas? Solo eres el juguete de Mikey. Nada más -le recordó, pero sabía que por mucho que la insultase de la misma forma, menos fuerza iba teniendo su discurso.
Y ella también lo sabia. Porque llevaba semanas enteras preguntándose por qué Sanzu la odiaría si nunca hizo nada contra él.
El dolor físico de las heridas que aún le martillaban el cuerpo parecía menor comparado con el dolor emocional que la amarraba a ese mundo. No sabía si podía calmar la tormenta en los ojos de Sanzu, si siquiera podría hacerlo sin destruirlo aún más.
-Yo también quiero sentir -le confesó, en voz baja, casi en un murmullo imperceptible.
La tensión entre ellos, siempre latente, se convirtió en algo tangible, casi eléctrico, en el momento que ella estiró la mano y las puntas de sus dedos se acercaron a su casa. No supo por qué lo hizo ni por qué quería morir de una forma tan ridícula a esa... Pero ella ya estaba tocando una de las cicatrices de sus comisuras, ásperas bajo ella, con la rugosidad hasta la parte baja de su boca. Sanzu la miraba con los ojos entrecerrados, su pecho subiendo y bajando con una respiración irregular. El odio seguía ahí, ardiendo en su mirada, pero debajo de esa furia abrasadora, había algo más. Algo más profundo, más oscuro, una conexión que ni ella misma podía negar.
Ambos sabían que lo que los unía no era solo el rencor, sino también una historia compartida, una relación que, por mucho que intentaran negar, ardía en las sombras de otra que les afectaba personalmente. Un vínculo que se había formado en medio de la violencia y el caos, y que ahora amenazaba con consumirlos a ambos.
Sanzu dio un paso adelante, inclinándose sobre ella, su rostro demasiado cerca, tanto que podía sentir el calor de su cuerpo. Ella no se movió, atrapada entre el miedo y una extraña sensación de inevitabilidad. Sus ojos se encontraron, y en ese momento, las palabras se hicieron innecesarias. Lo que sucedió después fue instintivo, como si hubiera sido predestinado por todo lo que habían vivido juntos.
De repente, Sanzu la había tomado por la nuca con una mano, y sus labios se estrellaron contra los de ella en un beso feroz, cargado de rabia y deseo. Fue un choque violento al principio, sus bocas encontrándose con una mezcla de furia contenida y pasión descontrolada. Elena sintió su cuerpo reaccionar de inmediato, primero queriendo alejarse, abandonar esa locura... Pero acabó haciendo todo lo contrario, respondiendo a la intensidad del momento, a pesar de todo el dolor, el miedo y la confusión.
El beso fue largo, y de alguna manera agresivo. Muy diferente a los que ella había recibido con anterioridad. Le recordaba a sus antiguas parejas que no sabían besar, y practicaban con su mano hasta que pensaban que lo hacía bien y llegaba el momento. ¿Sanzu Haruchiyo había besado a alguien en su vida? La vida en Bonten le había dado privilegios en su vida, pero no fortuna con nadie que se conociera. Tal vez tuviera a alguien... Lo apartó enseguida. Ese hombre no podía amar.
Un pero que no sabía besar y la estaba besando a la ex de su amo. Todo eran ironías.
Era un beso que dolía, que quemaba, y que, sin embargo, estaba impregnado de algo que ambos sabían que no podían ignorar. El calor de sus labios contrataba con los del otro, ligeramente ásperos, y cada segundo parecía extenderse en una eternidad. Las manos de Sanzu, fuertes pero temblorosas, se enredaron en su cabello, tirando de ella, atrayéndola hacia él como si no pudiera soportar la distancia que los separaba. Y ella, incapaz de resistir, se rindió a ese torbellino de emociones.
No había ternura en ese contacto, solo una necesidad desesperada, casi salvaje. Era una batalla en sí misma, como si cada beso fuera una forma de luchar por el control, por el poder que ambos querían mantener. Pero detrás de cada toque había más que odio.
«Mikey le mataría. Si me viese así... Nos mataría a los dos: a mi por serle infiel, y a él por tocarme», se recordó, en el momento que se dio cuenta de que todo aquello era real. Pero ya no estaban juntos... Daba igual. Se corrigió. «Nos mataría a los dos. A él por desobedecer y a mi por atreverme a jugar con su segundo al mando».
Una de las manos de él se aventuró por el cuello de ella. Desde su costado hasta su cintura, cubierta todavía por la camisa, su camisa, deteniendose al final de esta por la mitad del muslo. Las mejillas de ella ya se sentían ardiendo por el calor de aquella habitación, la calefacción encendida, pero la intensidad de ese momento se sentía irreal. Él la odiaba. Ella le detestaba. Y, aún con esas, se estaban besando y tocando como amantes prohibidos. Las manos de ellas se aventuraron poco, subiendo al cuello de su albornoz y tocándole la parte de piel expuesta.
Por un instante, ambos olvidaron dónde estaban, olvidaron la oscuridad de la habitación, las sombras que acechaban en las esquinas, y el peligro que siempre había estado presente. En ese beso, se encontraron de nuevo, en otra versión de ellos y otra vida, aunque solo fuera por unos segundos.
Pero entonces, como si ambos se dieran cuenta al mismo tiempo de la imposibilidad de lo que estaban haciendo, se separaron bruscamente. El sonido de su respiración pesada llenaba la habitación, y durante un momento, solo se quedaron mirándose, jadeando, los labios aún ardiendo por el contacto. Sanzu tenía los ojos muy abierto, más que nunca le vio, igual que los labios separados viéndola como si fuera una extraña.
Era una mezcla de algo retorcido y la realidad a la que se enfrentaba. Al choque psicológico que suponía para él hacer eso, hacerle eso a él.
-Esto es un error.
El silencio que siguió a las palabras de Sanzu era sofocante. Ambos permanecieron quietos, como si el peso de lo que acababa de suceder los mantuviera anclados en ese lugar. Por su parte, intentó apartar la mirada, pero los ojos de Sanzu, oscuros y llenos de una mezcla de emociones que no podía descifrar del todo, la mantenían prisionera. Era como si ese beso, lleno de pasión y odio, hubiera abierto una nueva herida que nunca podría cerrarse del todo.
Respiraba con dificultad, tratando de calmarse, pero las emociones que palpitaban en su pecho eran incontrolables. Todo en ella gritaba que debía alejarse, que debía mantener la distancia, pero había una parte más profunda, una que siempre había estado ahí, que la mantenía conectada a Sanzu. Esa parte sabía que, por mucho que intentara negar lo que había entre ellos, algo los unía de manera irrompible, incluso si eso los estaba destruyendo lentamente.
Sanzu no se movió, sus manos aún aferrándose a ella, como si no quisiera dejarla ir. Era un tipo de vulnerabilidad que no le había visto nunca; en general, nunca lo había visto débil. La alejaba pero la mantenía cerca.
-¿De verdad me odias tanto...? ¿Por qué fui y soy una distracción para Mikey...? -preguntó finalmente, en un tono roto y confuso.
La pregunta quedó flotando en el aire, pesada y llena de verdades incómodas. Sanzu apretó la mandíbula, como si luchara contra las palabras que quería decir. Sus manos se aflojaron un poco, pero no la soltaron del todo. Sintió un nudo en el estómago.
Sabía a qué se refería, pero escuchar esas palabras era como un golpe directo al corazón. Ella lo había dejado, sí. Había decidido apartarse de esa vida, de la violencia y del caos que rodeaba a Mikey y su pandilla, y en el proceso, había dejado atrás a Sanzu también. Ahora se daba cuenta de eso. De la forma indirecta en la que él la habka buscado todo el rato, pese al veneno que se soltaban el uno al otro para culparla de lo que hacía. De lo que le hacia. Pero nunca había imaginado que su ausencia podría haberle dolido tanto.
Porque él la necesitaba a ella tanto como ella había necesitado a Manjiro.
-Amé a Mikey -dejó escapar un suspiro entrecortado, con el miedo inundando una parte de su cuerpo que no sabía que existía-. Pero no puedo volver con él.
Los ojos de Sanzu, normalmente fríos, se entrecerraron ante sus palabras, pero no la apartó. Había algo roto en él, algo que ya no podía esconder bajo la capa de odio que había construido alrededor de sí mismo.
-¿De verdad Mikey quiere matarme?
Podía imaginar que sí. La conversación con Hope le dejaba claro que había algo de verdad en esa declaración. Pero necesitaba escucharlo de Sanzu. Esta vez, otra vez. Después de lo que habían hecho, de ese pecado que se los llevaría a los dos de saberse.
Los labios de Sanzu aún ardían tras el beso, un beso lleno de pasión e ira. Con el corazón latiendo violentamente, trataba de mantener la calma, pero sentía que cada respiración se hacía más difícil, más profunda. Sus costillas aún dolían por el accidente, pero ahora el dolor físico parecía desvanecerse frente a la tormenta emocional que la envolvía. Necesita escucharlo, necesitaba que él...
La respuesta nunca llegó.
De repente, el sonido de un golpe fuerte resonó en la casa, interrumpiendo el silencio opresivo. Dio un respingo, sus ojos se abrieron de golpe y su cuerpo, aún debilitado por las heridas, se tensó. Sanzu también se giró bruscamente hacia la puerta, su expresión cambiando de inmediato, de vulnerable a alerta.
-Quieta aquí.
No una solicitud o petición. Una orden.
Elena trató avanzar, pero una punzada aguda en el costado la obligó a detenerse, doblandola por la mitad. Todavía estaba demasiado débil, sus heridas recientes eran una carga que no podía ignorar. Aun así, su instinto le gritaba que no se quedara quieta. Algo no estaba bien. Había una sensación en el aire, una energía que le erizaba la piel.
Escuchó los pasos de Sanzu hacia la puerta, lentos pero firmes. Se podía imaginar su postura rígida. Apretó los dientes y se aferró al borde de la puerta del dormitorio, tratando de calmar su respiración y el miedo que comenzaba a instalarse en su pecho. La casa estaba dispuesta de forma práctica y apenas devorada. Ni un cuadro ni una decoración básica.
Eso sí, la katana estaba sobre un expositor hecho para el arma sobre una mesa. El reflejo le devolvía una imagen burlona de lo que era ella
Cuando Sanzu abrió la puerta, no lo vio directamente. A la persona que llamaba a esas horas y con tanta prisa. Se quedó en el sitio, apoyada en el marco de la puerta, con un brazo rodeandose intento no caer al suelo por la debilidad de su cuerpo. Tal vez el suero no hubiese sido una mala idea.
-¿Dónde está...? -preguntó la persona. La voz, el timbre, el tono, lo que fuera...
De pie bajo el marco de la puerta, el jefe de todos, el mismo hombre que consumía la lealtad de Sanzu hasta lo más profundo, permanecía inmóvil, su expresión indescifrable. Mikey no dijo nada al principio, pero sus ojos, oscuros y penetrantes, lo observaban todo. Era imposible saber lo que pensaba, pero su presencia llenaba el umbral como una sombra omnipresente.
Ella dio un paso hacia la entrada, apoyándose en las paredes mientras avanzaba, su cuerpo resentido por cada movimiento. El dolor en sus costillas y la cabeza la mareaba, pero no iba a quedarse atrás. Cuando llegó al pasillo, cojeando en la pierna herida, vio las espaldas de Sanzu y la silueta de Mikey en la puerta, ambos demasiado cerca, la tensión palpable.
-Sé que está aquí.
Sanzu no respondió de inmediato, y ella sintió que el aire se volvía cada vez más denso. Cada palabra que Mikey pronunciaba era una amenaza velada, como si supiera exactamente qué cuerdas tocar para desgarrar la frágil lealtad de Sanzu.
«No lo sabe».
En ese preciso instante, se inclinó hacia la pared para apoyarse, pero sus movimientos eran más torpes de lo que pensaba, y accidentalmente empujó una lámpara, que cayó con un estruendo. El ruido resonó por toda la habitación. Mikey se puso alerta de inmediato, sus ojos fríos se fijaron en ella. La tensión en el aire se volvió más intensa, como un cable a punto de romperse.
«Mierda».
-No es lo que piensas… - comenzó Sanzu, pero antes de que pudiera terminar, Mikey dio un paso más hacia dentro.
La ropa de Mikey, que continuaba siendo holgada pese a la posición social que tenía, encajaba con la escasa decoración y muebles de esa casa. De hecho, era probable que encajara en todas las casas de ricos que estuvo. A diferencia de otras veces, esa vez se veía completamente al margen de lo que ella conocía. Sus ojos se posaron en ella, más fijamente, y abierto como no recordaba haberlos visto desde hacía mucho tiempo; esa oscuridad que solo reconocía de hace unos años. Unos ojos como esos jamás la habrían mirado. Siempre se había esforzado en evitarlo.
Pero eso era fácil de responder. Porque no estaban delante de Mikey. Su Mikey. El hombre que la había hecho feliz durante diez años hasta cumplir su deber.
Estaban con Mikey.
La casa de repente se convirtió en un espacio angustioso. Y terrorífico. Estaban encerrados con el Mikey que se movía por sus impulsos oscuros, el que más miedo daba, el que no vacilaba y alejaba sus emociones. El verdadero líder. El silencio que lo acompañaba era doblemente peor a descubrir quién realmente estaba ocupando ese cuerpo. Porque nadie sabía cómo iba a reaccionar.
Supo, en parte, lo que estaba pasando por su cabeza en el momento que vio cómo esa mirada gélida y terrible se movía desde ella hacia Sanzu, que miraba todo con indiferencia como si nada fuera con él. Apenas pudo respirar al percatarse del pequeño detalle de lo que ella estaba llevando; una camisa que no era suya, en una casa que no le pertenecía y con heridas en el cuerpo que no eran de una situación normal.
-Estás malinterpretando todo -se apresuró a decir, dando un paso hacia delante que la hizo soltar un aullido. La pierna se le debilitó y tuvo que apoyarse en la pared.
Ella lo conocía demasiado bien. Vio cómo la furia en sus ojos crecía, alimentada por la traición imaginaria que su mente ideaba distorsionada. Porque los impulsos oscuros de Mikey solo conseguían lo contrario. El pecho oprimido se sentía demasiado en ese espacio.
-Mikey, no es...
Todo sucedió demasiado rápido. Antes de que pudiera reaccionar, Mikey ya se había lanzado hacia delante...hacia donde estaba Sanzu. Lo siguiente que escuchó fue el sonido y el eco en el apartamento de los golpes reverberando en la habitación como truenos. No sopo cómo reaccionar, qué hacer... No era ella quien solía ver esa reacción en él, menos saber cómo pararla.
-¡Mikey, para! -gritó con todas sus fuerzas, temblorosa mientras intentaba ponerse erguida y caminar hacia ellos. Sus heridas protestaron, su cuerpo se resintió, pero el pánico en su pecho era mayor que el dolor. Intentó avanzar, pero su cuerpo la traicionaba. A cada paso, el dolor la retenía en el sitio como una cadena aprisionándola contra la pared.
Pero tenía que hacerlo. Intentarlo. Detener aquello... Detener a Mikey en ese estado. Mikey estaba completamente perdido, en esa oscuridad que siempre lo consumía pero en ese momento todavía más. Dudaba que pudiera ver lo que realmente estaba haciendo. Sanzu, por su parte, boca arriba en el suelo intenta esquivar algunos golpes, pero no lograba contener la fuerza destructiva que su jefe le echaba sentado encima de él. A pesar de eso, se estaba riendo, aunque herido y con sangre disparada sobre el suelo, pero sabía que eso no iba a empeorar las cosas.
-¡Mikey, basta, por favor! -su grito fue desesperado, y finalmente logró acercarse lo suficiente. Se acercó a ambos, cojeando de una pierna, como una inútil y la responsable de aquello.
De ese malentendido. De lo que ella era responsable.
En medio de ese forcejeo en el suelo, Mikey lanzó un golpe que desvió el aire a su alrededor. Ella no pudo reaccionar a tiempo, y lo siguiente que vio fue la madera del suelo de cerca. El puño de Mikey, fuerte como el acero, la golpeó en la cabeza al intentar detenerlos, con tanta fuerza que vio las estrellas por un segundo. Su cuerpo se dobló por el dolor y agotamiento, y cayó al suelo, apenas consciente del dolor agudo que atravesaba. Fue solo un instante, un golpe que Mikey jamás había pretendido darle. Pero el daño ya estaba hecho.
Al principio no escuchaba nada, con un oído pitándole; la sensación extraña de que ese momento lo vivió con anterioridad pero no de esa manera. Las manos le temblaban moviéndose instintivamente hacia donde le dolía, tirada en el suelo como un trapo. Vio algo moverse por el rabillo del ojo. Aún con los puños en alto y agitado, se quedó congelado con los ojos clavados en ella. La rabia pareció desvanecerse momentáneamente.
Los segundos se sintieron eternos. Ella, aún en el suelo, levantó la mirada hacia Mikey, que la observaba con los ojos todavía muy abiertos como un gato curioso. Quería decir algo, hacer algo, se le veía... Pero todos ahí sabían que la oscuridad en la que estaba atrapado lo había empujado a aquello. La katana, con una empuñadura de cuero y decorada exquisitamente, a su lado. Se habría caído en medio de la pelea, del forcejeo. La mesa donde la había visto expuesta estaba destrozada, no muy lejos de donde era su lugar original. El acero deslumbraba, brillando y atrayendo miradas, y la tentación de usarla, de romper con todo, era abrumadora.
-No hagas nada estúpido -dijo Sanzu en voz baja y seria, aunque su típica arrogancia continuaba así, de otra manera. Más explícita-. No la toques.
Tuvo que notar su mirada sobre el arma, la duda en su interior, porque consiguió apartar a Mikey de encima de él para incorporarse. Un aullido salió de él, pero lo ignoró. Todo lo que había ocurrido en los últimos minutos pasó frente a sus ojos como un borrón: el caos, la tristeza, la furia de Mikey, su dolor... Y el golpe.
En el suelo, con su respiración irregular, ella sintió una mezcla de emociones devastadoras. El golpe había sido accidental, pero la herida emocional era mucho más profunda que la física. Ver a Mikey en ese estado, la violencia que lo había transformado en alguien irreconocible… ¿cómo podía seguir adelante después de esto?
Sus dedos temblorosos rozaron la empuñadura del arma, mientras su mente luchaba entre el dolor, la confusión y la ira. No había sido solo el golpe, sino todo lo que él había destruido en el proceso; los muebles, la casa, a Sanzu, a ella desde el inicio... Sanzu, viendo el panorama desde el suelo, trató de hacerla entrar en razón.
Pero en lugar de eso, ella dejó caer la mano al suelo, a su lado, dejando que sus dedos envolvieran la empuñadura de aquel arma tan poderosa. El dolor en su cabeza aún era punzante, pero la decisión ya estaba tomada.
-Mikey -murmuró finalmente, su voz en susurró que sonó extrañamente amenazador-. Aléjate.
Las palabras lo golpearon con más fuerza que cualquier golpe. Mikey, sin embargo, retrocedió, herido de una manera que ni siquiera las heridas físicas podrían describir. Tenía la camiseta manchada de sangre que salpicaba. Ella no lo estaba expulsando solo del cuarto; lo estaba alejando de ella. De todo. Esta vez, de verdad. Y en ese instante, comprendió que había perdido algo mucho más importante que la pelea: la confianza que una vez habían compartido.
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