#Debajo del Roble
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manhwasedit · 3 months ago
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Manhwa: Debajo del roble/Under the oak tree
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topochka · 1 year ago
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lexibartholy · 1 year ago
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El caballero recoge los pedazos de su cuerpo y se eleva a los cielos su amado roble, solo en una colina, agita sus esbeltas ramas al viento. Oh, amada mía, cuando la nieve se derrita desgarraron mi cuerpo y con mis hojas nuevas cantare una cancion para ti oh, cómo quisiera que el viento te llevará mi voz.
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flan-tasma · 10 months ago
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(If you're uncomfortable with this ask I sorry, you don't need to write it!)
How about genshin men (your choice) who are "straight" ( ;3 ) reacting to accidentally getting hard while fighting m!reader
💖~ I couldn't wait to write this. I think you already know who it starts with ;3 omg when I was making the images I forgot that the fucking Nobile in english is Childe kdhkdhd /cry
Warning: suggestive, Male!Reader, Kaeya is a scoundrel | English is not my native language, so if I have made any mistakes in the translation, I am open to corrections | Content in spanish and english!
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Spanish:
Sobretodo, sabe que es bien parecido y usa eso a su favor, probablemente haya joteado contigo en broma en alguna ocasión, pero es porque ustedes son amigos y nada más. O eso dice él.
Este hombre ama batallar tanto como necesita respirar, es el primero en pedirte una pelea para medir sus habilidades en combate.
Entonces en una pelea amistosa que tuvieron, apostaron que el perdedor sería quien pague la cena. Y no estabas dispuesto a pagar esta vez.
A Nobile le agradó ver tu determinación para romperle la cara y se puso al tú por tú contigo. La adrenalina de golpear sus cuchillas contra tu espada, dar tres pasos atrás y tratar de tirarte fue tanta que su respiración pesada lo obligó a soltar un gruñido cuando por fin pudo atraparte contra el suelo.
Ahora tenía un problema nuevo: te veías glorioso debajo de él. El sudor que resbalaba por tu frente, tu ceño fruncido y tus ojos que lo miraban como si desearías matarlo en ese mismo instante. Sus pantalones se apretaron alrededor de su entrepierna.
Dudó de su sexualidad por primera vez en su vida, y eso lo golpeó duro como un roble. Más duro que él en ese momento. Bromeó un poco acerca de cómo tendrías que invitarlo a una buena comida por perder y una patada tuya en su pierna lo alertó para volver a ver tu majestuoso rostro.
“No debería ser justo si te abalanzas contra mi.” Te habías quejado y él casi quería gritar cuando tus ojos iban bajando. Te ayudó a levantarte para que no vieras su problemita y no dejó de actuar raro por el resto de la cena.
Mantenía tus ojos en cualquier parte menos en su cuerpo por debajo de su pecho, bromeando con que te lo estabas comiendo con la mirada.
Definitivamente tenía en mente comer algo más, pero ahora debía pensar bien acerca de sí mismo y sus gustos antes de cortejarte oficialmente.
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Itto y tu son amigos, compadres y camaradas en las peleas de bichos y casi que hermanos. Eres parte de la pandilla Arataki, tienes bien conocido al oni como a ti mismo.
La única razón por la que lo puse es porque sería una situación divertida.
Precisamente porque la amistad de ustedes dos es tan fuerte es que pueden darse el lujo de molestarse entre sí, hay veces en las que tiras de los cuernos de Itto para bajarlo a tu altura y él simplemente se queja para que lo sueltes y se vuelve como un toro mecánico.
Te sube sobre sus hombros y tú sostienes al toro por los cuernos para no salir volando, y entre más pelea da Itto, más puedes escuchar sus risas y sus quejas hasta que te hace caer por accidente.
Culpa suya, pero se disculpa.
Se apresura para sostenerte y ambos acaban cayendo, y el juego del toro mecánico pasa a ser unas pequeñas luchas en las que te retiene por los brazos para que no lo golpees, solo parejas el aire.
Algo dentro de la cabeza de Itto se enciende, algo extraño dentro de su estómago da un vuelco cuando su rostro burlón pasa a uno de sorpresa al verte realmente sonriendo mientras te quejas con que es un hombre gigante y no puedes aguantar su peso.
Se queda en blanco un rato cuando nota que su amigo se asoma para seguir viendo lo lindo que resultas ser, pero el gran Arataki Itto decide que es suficiente diversión por hoy y debe ir a hacer otras cosas por la pandilla. Lo que se traduce a que va a buscar a Kuki para decirle que cree que está enamorado y su pito es la prueba.
No te sorprendas si empieza a ser más gentil contigo, él espera con ansias pelear contigo otra vez, pero no puede evitar pensar en que solo quiere dejar marcas de sus manos en tu piel de una manera no agresiva.
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Él era un romántico, por lo que siempre hablaba y buscaba consejos para tratar de conseguir pareja, pero nunca se daba la ocasión con nadie. Eso lo hacía un poco triste, pero tenías formas de hacerlo olvidar las cosas por un rato.
Ya han habido veces en las que los confunden con una pareja, aunque lo suelen negar de inmediato porque obviamente a Lyney le gustan las chicas y se puede ver cuando te contaba cómo una chica que fue a uno de sus shows le pareció linda.
Encantador y dulce mago, realmente no le gustaba la idea de pelear contigo hasta que la propuesta fue para mejorar en el combate. Lyney se considera un luchador capacitado, pero pasar tiempo contigo jamás va a ser negado si se trata de ti.
Esquivas sus flechas y te acercas a él con una espada lista para tocarlo, él se aleja lo más rápido posible para hacer distancia y asegurar una flecha en su arco mientras calcula tu siguiente movimiento. Pero claro, no estaba muy al tanto de tu mejora en batalla estos últimos días para cuando te acercaste lo suficiente para tirarlo.
No querías que se lastime, por lo que sostuviste su cabeza antes de que chocara contra el suelo, manteniéndote sobre él y sin ninguna otra escapatoria. Tu respiración por encima de él, tu pecho que subía y bajaba de forma errática y la cercanía en general hicieron que su corazón casi se le salga por la garganta al ritmo de su sangre llegando a sus mejillas.
Casi sintió que temblaba debajo de tu toque, y por alguna razón eso le gustó.
Sus shorts simularon una carpa en sus pantalones y cuando lo notó casi quiso llorar. La imagen de tu pierna entre las suyas, tan cerca de sus muslos, casi lo mata. Sintió que moriría en ese mismo momento hasta que notaste su cansancio y lo ayudaste a levantarse.
Lynette tuvo que soportar el pánico de su hermano, que chillaba mientras trataba de explicarle de manera sana que no le gustaban las chicas y que lo había descubierto de una manera… distinta y no planeaba hablar más a fondo de ello.
Luego de que su pánico pasa, él empieza a avergonzarse más fácilmente cerca de ti. Y qué extraño, te empiezan a llegar flores Romaritimas a tu casa sin explicación.
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Carajo, me lo imagino quejándose contigo porque hay alguien más que te coquetea, todo como una maldita broma.
Con este sinvergüenza ya tenías tensión sexual disfrazado de jotería. Son amigos que salen a emborracharse cuando se juntan, hablan y te has sentado en su regazo más de una vez como una broma.
Pero pasando al asunto importante. Ustedes dos son amigos, por lo que cuando tuviste que irte a una expedición, Kaeya te deseó suerte con una botella en la mano y te dejó ir.
Luego se da cuenta de que le falta su compañero de copas favorito, al punto en que Rosaria lo empieza a llamar una esposa desesperada por su esposo. Y en cierto modo tiene razón.
Cuando llegas y eres recibido en mal estado, se preocupa como lo haría con cualquier amigo, y cuando te abres con él acerca de haber perdido el toque para la batalla, él se ofrece a descubrirlo y ayudarte, por lo que ahí lo tienes, enseñándote cómo lo hace un verdadero caballero. Palabras suyas.
Lo haces bien, pero Kaeya lo hace mejor, y es un recordatorio de su posición como tú superior. Sabe blandir su espada mejor, sabe esquivar más rápido y da estocadas más precisas. Por lo que te frustras y empiezas a luchar contra él como si fuera un enemigo real.
Le gusta verte así, tanto que siente su excitación crecer. Y Kaeya es un hombre que conoce sus placeres, por lo que no tiene reparo en por fin dejar todos los juegos y te acorrala con facilidad contra el muro más cercano. Su objetivo no es provocarte o amenazar, sino que sientas lo que está pasando en su cabeza y en sus pantalones.
De ti depende si aceptas o no. Pero si lo haces, no te va a soltar hasta desquitar todas las verdades que soltó como una broma. Cómo ya deseaba que fueras suyo, que lo tuvieras a él también.
Mira que suerte, tienes nuevo maestro y novio. Kaeya piensa que es lo mejor que te ha podido pasar en tu vida.
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English:
Above all, he knows that he is good looking and uses that to his advantage. He has probably joked around with you on occasion, but it's because you are friends and nothing more. Or so he says.
This man loves to battle as much as he needs to breathe, he is the first to ask you for a fight to measure his combat skills.
So in a friendly fight you had, you bet that the loser would be the one who paid for dinner. And you weren't willing to pay this time.
Childe was pleased to see your determination to break his face and he went toe-to-toe with you. The adrenaline of slamming his blades against your sword, taking three steps back, and trying to throw you off was so much that his heavy breathing forced him to let out a grunt when he was finally able to pin you to the ground.
Now he had a new problem: you looked glorious underneath him. The sweat that ran down your forehead, your frown and your eyes that looked at him as if you wanted to kill him right then and there. His pants tightened around his crotch.
He doubted his sexuality for the first time in his life, and it hit him hard as an oak. Harder than he was at that moment. He joked a little about how you'd have to give him a nice meal for losing and a kick from you on his leg alerted him to see your majestic face again.
“It shouldn't be fair if you lunge at me.” You had complained and he almost wanted to scream when your eyes were lowering. He helped you up so you wouldn't see his little problem and he didn't stop acting weird for the rest of the dinner.
He kept your eyes anywhere but on his body below his chest, teasing that you were ogling him.
He definitely had something else on his mind, but now he had to think hard about himself and his tastes before officially courting you.
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Itto and you are friends, compadres and comrades in bug fights and almost like brothers. You are part of the Arataki gang, you know the oni as well as yourself.
The only reason I put him in this was because it would be a fun situation.
Precisely because your two friendships are so strong that you can afford to annoy each other, there are times when you pull on Itto's horns to bring him down to your height and he just whines for you to let go and becomes like a mechanical bull.
He lifts you onto his shoulders and you hold the bull by the horns so you doesn't fly away, and the more Itto fights, the more you can hear his laughter and his complaints until he accidentally makes you fall.
It's his fault, but he apologizes.
He rushes to hold you and you both end up falling, and the game of the mechanical bull turns into a small fight in which he holds you by the arms so that you don't hit him, you just hit the air.
Something inside Itto's head lights up, something strange inside his stomach flips when his mocking face turns to one of surprise at seeing you actually smiling while you complain that he's a giant man and you can't stand the weight of him.
He goes blank for a while when he notices his friend peeking in to continue seeing how cute you turn out to be, but the great Arataki Itto decides that's enough fun for today and he should go do other things for the gang. Which translates to him going to find Shinobu to tell her that he thinks he is in love and his dick is the proof.
Don't be surprised if he starts to be gentler with you, he's looking forward to fighting you again, but he can't help but think that he just wants to leave his hand marks on your skin in a non-aggressive way.
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He was a romantic, so he always talked and looked for advice to try to find a partner, but he never took the chance with anyone. That made him a little sad, but you had ways of making him forget things for a while.
There have already been times when you are mistaken for a couple, although you usually deny it immediately because Lyney obviously likes girls and you can see it when he told you how a girl who went to one of his shows seemed cute to him.
Charming and sweet magician, he didn't really like the idea of fighting you until the proposal was to get better at combat. Lyney considers himself a trained fighter, but spending time with you will never be denied if it's about you.
You dodge his arrows and approach him with a sword ready to touch him, he moves away as quickly as possible to make distance and secure an arrow in his bow while calculating your next move. But then, he wasn't very aware of your improvement in battle these last few days by the time you got close enough to throw him.
You didn't want him to get hurt, so you held his head before he hit the ground, keeping you on top of him with no other escape. Your breathing above him, your chest rising and falling erratically, and your general closeness made his heart almost jump out of his throat at the rhythm of his blood reaching his cheeks.
He almost felt him tremble beneath your touch, and for some reason he liked that.
His shorts simulated a tent in his pants and when he noticed it he almost wanted to cry. The image of your leg between his, so close to his thighs, almost killed him. He felt like he would die right then and there until you noticed how tired he was and helped him up.
Lynette had to endure the panic of his brother, who screamed as he tried to explain to her in a healthy way that he didn't like girls and that he had discovered it in a... different way and he didn't plan to talk about it further.
After his panic wears off, he starts to get embarrassed more easily around you. And how strange, Romaritime flowers start arriving at your house without explanation.
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Hell, I can imagine him complaining to you because someone else is flirting with you, all as a fucking joke.
With this mf you already had sexual tension disguised as jokes. You are friends who go out to get drunk when you get together, talk and you have sat on his lap more than once as a joke.
But moving on to the important matter. You two are friends, so when you had to leave on an expedition, Kaeya wished you luck with a bottle in his hand and let you go.
Then he realizes that he is missing his favorite drinking buddy, to the point where Rosaria starts calling him a desperate wife for his husband. And in a way she is right.
When you arrive and are greeted in a bad state, he worries as he would any friend, and when you open up to him about having lost your touch for battle, he offers to find out and help you, so there you have it, teaching you how a true knight does it. His words.
You do it well, but Kaeya does it better, and it's a reminder of his position as your superior. He knows how to swing his sword better, he knows how to dodge faster and deliver more precise thrusts. So you get frustrated and start fighting him as if he were a real enemy.
He likes seeing you like this, so much that he feels his arousal growing. And Kaeya is a man who knows the pleasures of it, so he has no qualms about finally giving up all the games and corners you with ease against the nearest wall. His goal is not to provoke or threaten you, but to make you feel what is going on in his head and in his pants.
It's up to you whether you accept it or not. But if you do, he won't let you go until you get even with all the truths he let out as a joke. How he already wanted you to be his, to have him too.
Look how lucky you are, you have a new teacher and boyfriend. Kaeya thinks it's the best thing that could have happened to you in your life.
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deepinsideyourbeing · 7 months ago
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Tal vez Enzo siendo profesor y enamorado de una alumna? 😞
Si queres no lo hagas pq aja… pero yo ahí lo dejo 😸
Loveuuu
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+18! Cockwarming :)
La oficina del profesor Vogrincic, quien siempre permanece en la institución hasta altas horas de la noche, es un lugar más que seguro para los alumnos que necesitan desahogarse sobre las frustraciones relacionadas con sus proyectos. Él los escucha y aconseja, siempre encontrando las palabras necesarias para contenerlos, pero en ocasiones esas consultas consumen por completo su energía y buen humor.
Es así como la pequeña habitación, ubicada al final de un pasillo oscuro y usualmente desierto, se convierte en un lugar seguro para ahogarte con su semen. Enzo te tiene sobre tus rodillas debajo del escritorio de roble, tu boca llena con su liberación y también con su miembro, que permanece erecto luego de su orgasmo.
Tus manos están sobre sus muslos, quietas luego de otra advertencia, y mientras vos intentás no ahogarte corrige algunos trabajos de tus compañeros de clase y acaricia tu cabello. Siempre es estricto, serio, le gusta hacerte cumplir sus reglas para luego recompensarte cuando tu comportamiento es excelente, así que permanecer en la misma posición durante casi una hora no supone para vos una molestia.
-¿A qué hora estaba la película que querías ver?- pregunta de la nada, mirando el reloj en su muñeca-. Si termino de corregir esto rápido capaz llegamos.
Un intento de sonrisa quiere transformar tus labios pero es imposible gracias al tamaño de Enzo, el cual hace que tu mandíbula duela y que las comisuras de tus labios ardan. Unas gotas blanquecinas escapan de los confines de tu boca y se deslizan por tu piel hasta llegar al cuello de tu antes impecable blusa; esto molesta a tu profesor, que detesta el desorden, y borra el rastro con su pulgar.
-Mirá lo que hiciste- te reprende-. ¿Te parece que así te puedo llevar a algún lado?
Tus ojos se llenan de lágrimas y el gemido de angustia que nace en tu garganta muere instantáneamente, ahogado por su miembro. Querés creer que sólo bromea y que todavía se va a esforzar por terminar temprano con su trabajo, pero también sabés que no permitiría que estés desaliñada en público y eso incluye cualquier aspecto de tu persona.
-Tragate todo, dale- ordena, deslizando sus dedos por tu cabello para peinarte. Cuando tragás y tu garganta se contrae sobre su miembro arroja la cabeza hacia atrás, suspirando-. Te puedo prestar mi camisa, pero que no se te ocurra volver a usarla para venir a clase.
Te separás de él y le sonreís con tus labios brillantes: unos hilos de saliva los conectan y Enzo mentiría si dijera que no le parece una de las visiones más eróticas que vio en su vida, únicamente superada por tus expresiones cuando te acorrala debajo de su cuerpo y abusa de tu pequeña entrada sin consideración. Su pulgar vuelve a jugar con tu labio, tirando juguetonamente antes de colarse en el interior de tu boca.
-Es que me gusta cómo me queda tu ropa- contestás, tus palabras prácticamente indescifrables por el dígito que juega con tu lengua.
-A mí también me gusta cómo te queda, pero no quiero que se repita.
-Bueno.
-Andá a lavarte la cara rápido y volvé- ordena-. Que antes de irnos te voy a dar un premio.
Dejé un poco de lado lo romántico y el enamoramiento porque me pareció tentador escribir sobre esta escena y dejar un final abierto... sólo porque sí, no es porque planee una segunda parte que involucre el escritorio, por supuesto que no :) taglist: @madame-fear @creative-heart @llorented @recaltiente @chiquititamia @lastflowrr @delusionalgirlplace ♡
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la-semillera · 1 year ago
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CONCHA MARTÍNEZ BARRETO & ADA SALAS
Debajo de la piel
Debajo de la piel
corre la sangre. Debajo del color
el blanco del estuco.
La luz.
La transparencia.
Otro poco
de aceite
para
que lo vivo
aflore entre lo muerto.
El pulso de esa mano. La savia
de ese roble. Un pequeño gusano
que crece en esa herida
una abeja
que zumba
en ese corazón.
Quién se atreve a decir que todo está cumplido.
Cuando va a anochecer
los vencejos invaden esta sala
vacía.
Ada Salas Moreno, de "Descendimiento". Pre-textos
Concha Martínez Barreto, Serie estratos , El túnel 2020
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freakuotes · 1 year ago
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"La práctica repetida es la..." - Ruth (Debajo del Roble)
http://freakuot.es/TqG
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antaxzantax · 2 years ago
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Umbrella Pharmaceuticals - Prologue
Una solitaria efigie al óleo pendía de la pared. El trazo de sus pálidas facciones, otrora encomiables por la severidad de su gesto, se percibía difuminado por la reconfortante penumbra que en la estancia reinaba. Un opaco cortinaje cerúleo de finos arabescos dorados tapaba la mayor parte del único ventanal que permitía el acceso de luz natural. Con una adecuada luminosidad, se habría distinguido entre el límite facial del atramento pelo largo y alisado, hasta el cuello de la camisa blanca, y el inicio de la ónice y poblada barba, hasta los hombros, de Abraham Rupert Spencer. En su ausente presencia, los castaños ojos del padre de Oswell Ernest Spencer hacían sentir su terribilità[1] en la que fuera su oficina.
A espaldas del ventanal y frente a un amplio escritorio de roble ornamentado con relieves vegetales en sus montantes y escenas mitológicas en su trasera, Oswell fantaseaba con emular el modo en que Abraham Spencer se había sentado a dirigir su patrimonio. Como él habría hecho, descansaba sus brazos sobre los sendos reposabrazos de terciopelo. No obstante, su actitud era contemplativa; ojeando de refilón una serie de obras pictóricas y retratos. Su padre a la diestra, entre dos librerías con puertas de cristal, y un bucólico Patinir a la siniestra, a la izquierda de la cornamenta de un ciervo colgado sobre una chimenea de barroco acabado. Un retrato de sí mismo había sido colocado en el extremo opuesto al de su padre, a la derecha del Patinir.
Oswell había admirado a su progenitor con profunda delectación, siendo para él un virtuoso referente que había administrado con mano de hierro tanto a su familia como a su fortuna. No fue especialmente agresivo ni afectuoso. Cuando su madre, Margaret, se suicidó, Abraham hizo saber al público su pesar con una breve semblanza. Oswell tenía diez años recién cumplidos. Al día siguiente de su funeral, el viudo volvió a sentarse en el sillón de su oficina sin derramar ni una sola lágrima.
Oswell se guardó sus emociones para aparentar una impostada dureza con la que granjearse su aprobación. Su actuación no surtió demasiado efecto porque aprendió que la validación de Abraham se ganaba con actos y no con palabras o gestos. Estos actos se debían a una regla muy sencilla: el fin justifica los medios. El fin era la prosperidad de su linaje, obsesión de Abraham, y los medios cualquier cosa a su alcance. A escondidas, comenzó a analizar a su padre en relación con sus subordinados. Memorizó su forma de hablar y, en ocasiones, llegó a imitar sus gestos. Sin embargo, por su corta edad, no pudo enseñarle los frutos de su aprendizaje. No le quedó más remedio que ponerse a prueba en el internado al que asistió durante la adolescencia.
En ese entonces se dio cuenta de que no era tan impositivo como Abraham. A diferencia de este, Oswell era un niño flacucho y destinado a ser más corto de estatura, muy por debajo de los ciento noventa centímetros. Carecía del tono cavernoso de su voz, de sus rígidas maneras, de la impredecibilidad de su carácter y de su fijación por descartar taxativamente lo superfluo. Por el contrario, Oswell destacó por lo diplomático y pacífico de su carácter. Se acordaba de los más nimios detalles y antepuso la comprensión a la inclemencia. Empero, si hay un solo rasgo que heredó de su padre y este de sus abuelos, fue la impiedad. Sin piedad ni perdón, rezaban en su linaje.
El primero en experimentar las cualidades cultivadas por el joven Spencer fue su compañero de habitación. Aquel individuo era un insoportable jovenzuelo que lo despreciaba porque, según decía, era debilucho y afeminado. El primogénito de Abraham apenas hacía más ejercicio que el obligatorio y se pasaba el día leyendo a solas o escapándose al pueblo, donde el internado se ubicaba, para mezclarse con los adultos de poca monta que trabajaban en los negocios de la localidad. Nadie sabía qué demonios hacía Oswell con esa chusma, salvo él mismo.
Un panadero le encendió su primer cigarrillo y una ama de llaves le contó la habladuría de que su compañero de habitación había sido visto lamiéndole las botas a otro alumno senior detrás de un cobertizo. Regresó a la escuela a primera hora de la mañana. Se acicaló como pudo y se personó en clase. Antes del mediodía, elaboró su plan. Con paciencia y astucia, se congració con el alumno senior que había obligado a su compañero de habitación a lamerle las botas por una superflua discusión. Oswell se inventó un rumor sobre cómo su compañero de habitación pretendía humillar la hombría del alumno senior.
El alumno senior le pegó una paliza a su compañero de habitación. Al día siguiente abandonó el dormitorio que compartía con Spencer y nunca más supo de él. Por sus buenas migas con el alumno senior, Oswell se convirtió en su protegido, pasando a formar parte de su círculo de lacayos. Envalentonado por la victoria, se abrogó la autoría intelectual de las fechorías cometidas por la selecta camarilla. Se implicó en el suicidio de un alumno y en el abuso de otros tantos. Robaron en la casa del alcalde y, con la parte que le tocó, se compró su primera caja de cigarrillos. Se dejó crecer una imperceptible barba y comenzó a vestir como le daba la gana, y no con la obligatoria levita, para disgusto del profesorado. Se graduó como el primero de su promoción.
En el treinta y nueve, estalló la Segunda Guerra Mundial. Abraham contactó con un general del ejército británico para que Oswell fuera tachado de la lista de reclutamiento y le compró su pasaje de huida a los Estados Unidos de América. Allí, en secreto, se matriculó en una licenciatura en Física, la disciplina que había descubierto fenómenos vanguardistas como la radiación. La ciencia era su vocación. La capacidad de transformar la materia a su antojo le fascinaba mucho más que una anodina carrera en Economía como Abraham le exigió.
Amaba a su padre, pero su individualidad venció. Aprovechando que Abraham no podía viajar por la guerra, desobedeció. Afincado en California, se enamoró de una joven a la que dejó embarazada por accidente. Pagó por su aborto y se separaron. Dos años antes de la segunda capitulación de Alemania, recibió un telegrama: Abraham había muerto. Compungido, regresó a Gran Bretaña para presidir su funeral.
Numerosos parientes y amigos acudieron a la luctuosa cita. Uno de estos amigos, Arthur Ashford, conde Ashford, era un individuo escuálido y pelirrojo que trabajaba para Downing Street. Arthur, oriundo del condado de Northumberland, encabezaba el único linaje inglés del clan Douglas-Campbell-Stuart, una rama superviviente de la dinastía Estuardo que echó raíces en las tierras bajas escocesas con la instauración de la Mancomunidad de Inglaterra. Abraham conoció a Arthur en una fiesta organizada por un magnate de Londres a mediados de los felices años veinte. El magnate buscaba donantes para una causa benéfica y los Ashford, según le contaron, ansiaban invertir lo que fuera para mejorar su imagen pública en Northumberland. Parece ser que el padre de Arthur, un empresario industrial llamado Stanley, figuraba como un hombre del saco en el imaginario northumbro.
Ambivalente fue la opinión de Abraham sobre los Ashford.
Por una parte, veía a Arthur como un jock[2] interesado al que le importaba una mierda Gran Bretaña, o Inglaterra, al margen de la sangre azul que le corriera por las venas. Una vez, ebrio y en la intimidad, le acusó de traidor a la Corona. Lo que realmente ocurría es que a Abraham le irritaba la desdeñosa mirada y el tibio discurso academicista del conde Ashford. Si Abraham demandaba acción y movimiento, Arthur aparentaba ser el típico ratón de biblioteca que sabía del mundo exterior gracias a las ilustraciones de la enciclopedia. Por otra parte, Abraham halló en aquel resabido pelirrojo su placer culpable. Primero, por el detalle de que Arthur nunca trató a los Spencer con condescendencia cuando supo que provenían de la gentry. Segundo, porque Arthur trabajaba en la sección de propaganda del Ministerio de Relaciones Exteriores. Sin decir su puesto, aseguraba que era responsable de ideologizar a la población, o de inculcar a la masa social la ideología oficial del estado. Abraham disfrutaba cada palabra dicha por Arthur sobre este asunto, incluso si no alcanzaba a entender del todo lo que decía.
En el treinta y ocho, Abraham invitó a Arthur a The Spencer Estate, su casa solariega. Arthur les presentó a su propio primogénito: Edward, un treintañero tan aficionado a las enciclopedias como su padre. Su segundo hijo, George, vivía en los Borders. Edward era un incipiente profesor de universidad casado y con un hijo, mientras que Oswell era un púber de quince años que no había terminado el colegio. Por suerte, Edward se desenvolvió como un tipo animado y de pensamiento juvenil, capaz de hacer reír a Abraham con su jocosidad.
No volvió a saber de los Ashford hasta el funeral de Abraham. Arthur, acompañado por su esposa Laurent, le dedicó un sentido pésame y disculpó la ausencia de Edward por la enfermedad de su hijo Alexander. La causa de la defunción había sido un accidental envenenamiento por plomo.
Oswell retornó a los Estados Unidos de América como tercer conde Spencer. Rompió con su amante y se graduó en Física. Arrepentido, cursó una segunda licenciatura en Economía. Su segundo discurso como valedictorian se lo dedicó a su padre. De nuevo en Inglaterra, reabrió la oficina legada de su antecesor. Como el segundo conde habría hecho, el tercero cubrió el vetusto escritorio con montañas de papeles mecanografiados. El ribete de algunos de estos papeles mostraba el logotipo de una empresa: Anzec Pharma.
Anzec Pharma era su estreno como cabeza de familia. Los Spencer ya dominaban en la industria automotriz, así que se interesó por la farmacéutica, en pleno auge por el surgimiento del estado de bienestar en Europa. Primero inauguró una fábrica de medicamentos genéricos en Londres. Luego una segunda en Nueva York. Al mismo tiempo, se mudó de Essex a Luxemburgo, donde fijó su residencia fiscal. Alternaba su habitación en The Spencer Estate con una prima de su madre.
Por el éxito de Anzec Pharma, Oswell había comenzado a rumiar la idea de un proyecto más serio, más grande, más interesante, pero necesitaba asesoría. Sobre el escritorio había dispuesto su agenda de contactos. En una página señaló su número de la suerte: Edward Ashford.
 [1] Terribilità es un vocablo italiano que los contemporáneos del artista Miguel Ángel Buonarroti, en el siglo XVI, utilizaron para definir el estilo grandioso y de fuerza potente que demostraba dicho artista sobre todo en sus esculturas, con un vigor y una mirada terrible llena de ira como se aprecia en la figura del David o en el Moisés.
[2] UK slang. A man who comes from Scotland. This word is considered offensive by some people.
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poetsolitary · 2 years ago
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¡Golpear! ¡Golpear! ¡Golpear! hacer las gotas de lluvia Cayendo a tierra con grandes ruidos. Rápidamente el suelo se llena de agua, Empapado se convierte en arroyos.
Los grandes robles que se elevan hacia el cielo, Los más pequeños hacen oídos sordos. Con todas sus ramas extendidas, Tremblants comienzan a sacudirlos.
¡Golpear! ¡Golpear! ¡Golpear! Bajo los grandes hongos, Un ratón de campo se une a sus compañeros, Para discutir sobre una sola bellota, La lástima de poner debajo de los dientes.
¿Cuál fue la alegría de los grandes patos? Para nadar en este gran estanque. Un viejo búho saliendo del olvido Los desafió con sus gritos.
Una bella abeja como escondite Había descubierto una campana, Aislado, perdido, en la maleza. Bajo el refugio ella no tendrá frío
Cui! Cui! Cui! Los ruidos provienen de los nidos. Las madres alimentarán a las crías. Pero mientras esperaba el buen tiempo, Cada uno de ellos compone su canción.
¡Aplaudir! ¡Aplaudir! ¡Aplaudir! Es el sonido de la lluvia. Cui! Cui! Cui! Los pequeños cantan. Ya aparece un claro, El sol calentará sus vidas. ۩۞۩ 1 Autor © Lect Ivore1 ۩۞۩ 1 ©
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joseandrestabarnia · 2 years ago
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Título: Debajo del roble (Capítulo 46), de la serie Naipes de Genji de Murasaki Shikibu
1857
Artista: Utagawa Kunisada II (Japón, 1823 – 1880)
Detalles
Lugar donde se realizó la obra: Japón
Período: Período Edo (Tokugawa) 1615 - 1868 → Japón
Fecha: 1857
Categoría de medios: Imprimir
Materiales usados: grabado en madera; tinta y color sobre papel
Dimensiones: imagen de 32,6 x 23,2 cm; hoja de 32,9 x 23,6 cm
Fecha de firma: Firmado lr, en japonés, tinta negra "[Baichôrô Kunisada ga]". Sin fecha.
Crédito: Donación de GF Williams 1995
Información e imagen de la web de la Art Gallery NSW.
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camposmarisma · 4 months ago
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Somos Manuel Robles, de Moguer, provincia de Huelva y Lucas Reyes, de Mairena del Alcor, provincia de Sevilla; dos pueblos dedicados principalmente a la agricultura y dos provincias muy ligadas a la naturaleza ya que, en ellas se encuentra el Espacio Natural de Doñana, considerado como una de las zonas naturales protegidas más importantes de Europa. Todo esto hace que tengamos una gran sensibilidad por la preservación de la naturaleza y el cuidado de la tierra.
Consideramos que los arquitectos son también responsables del equilibrio del ámbito natural y que se debe proyectar con la naturaleza y no en contra de ella. Por ello, nos hemos decantado por la Casa en Lége, ubicada en Cap Ferret, proyecto de Anna Lacaton y Jean-Philippe Vassal del estudio arquitectónico Lacaton & Vassal.
La casa en Lége Cap Ferret se encuentra elevada respecto del suelo lo suficiente como para poder circular por debajo de ella, sin estropear la colina sobre la que se asienta, además dejando pasar los árboles a través de sus cuatro muros, sin encontrar razón a por qué habría que talarlos, lo que convierte a esta vivienda en un ejemplo de respeto por el entorno.
El terreno donde se asienta la casa tiene orientación sureste y contiene dunas cubiertas con madroños, mimosas y 46 pinos, éste se eleva para descender rápidamente hacia la bahía. Para levantar la casa por encima del suelo para sacar provecho de la vista y excluir los movimientos de tierra particularmente degradantes para una superficie de suelo de arena, doce micropilotes perforan de ocho a diez metros de profundidad el terreno. La estructura de metal cruza a través de los árboles hasta llegar a su cubierta. La fachada en el lado de la bahía es abiertas y acristaladas; Al igual que las fachadas laterales, la parte inferior se compone de paneles de aluminio, creando un cielo artificial que debido a las ondulaciones perpendiculares a la bahía queda reflejando su luminosidad.
La técnica de los pilotes, que hemos visto en este proyecto, para elevar las estructuras, pensamos que se puede adaptar a nuestro objeto de estudio, los terrenos de marismas y campos de sal. Una de las ventajas de esta técnica es su adecuación a cualquier tipo de suelo o roca, empleando diferentes sistemas de perforación en función del terreno existente. No obstante, no debemos olvidar que cumple otro de los objetivos planteados, la conservación de los espacios naturales donde se enmarcan las marismas y campos de sal.
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manhwasedit · 3 months ago
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Manhwa: Debajo del roble/Under the oak tree
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cleoenfaserum · 4 months ago
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Continuidad de los parques de
Julio Cortázar
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El relato audiovisual que presentó mas abajo es más bien un video-cuento cuyo historia trascurre a medida que se muestran las imágenes que componen el cuento. Está historia esta basado en un cuento del libro de Julio Cortázar “Final del juego”(1956). Es un relato breve muy particular que establece dos mundos de ficción, es decir, dos historias que convergen entre sí: el de la realidad de un hombre que lee una novela y su conexión con un mundo fantástico o imaginario. (Los amantes de la novela que ejecutan un plan con el objetivo de asesinar al marido de la mujer). Este cuento es muy útil para abordar la metaficción en la literatura.
"Continuidad de los parques" (1964)
En la voz del escritor, JULIO CORTAZAR
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1077-1 https://youtu.be/MJSheaZNvgs
Dice bien el refrán sabiamente, "Lo breve y bueno, dos veces bueno". En resumen, toda auto/biografía es una novela convertida en una auto/biografía.
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1077-2 https://youtu.be/cdOP0daA_HI
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1077-3 https://youtu.be/0zL9tb0y16g
Continuidad de los parques
[Cuento - Texto completo.]Julio Cortázar
Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restañaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez, parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación, nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano, la luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela.
FIN
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1077-4 https://youtu.be/TMMj6pSx2g0
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mitosenespanol · 6 months ago
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La maldición de Enone y el origen de los mirmidones
El dios fluvial Asopo y su esposa Metope sufrían profundamente por el secuestro y violación de varias de sus doce hijas. En todas las ocasiones anteriores, los responsables habían sido Zeus, Poseidón y Apolo, y se preguntaban quién habría sido el responsable de la desaparición de la menor de sus hijas, Egina.
Estando en Corinto, Asopo supo que el culpable había sido de nueva cuenta Zeus. Encolerizado, emprendió la desesperada búsqueda de su hija; finalmente, encontró al Crónida abrazando a Egina en un bosque. Como estaba desarmado y no esperaba ser atrapado en ese momento, Zeus huyó y se metamorfoseó en una roca. Después, volvió furtivamente al Monte Olimpo, en donde pudo tomar sus poderosos rayos y lanzarlos violentamente contra Asopo, en represalia por haber tratado de atacarlo. Dada la gravedad de sus heridas, el dios fluvial se vio obligado a retirarse y no pudo llevar a su hija consigo. 
Zeus buscó a Egina en el bosque donde pretendía yacer con ella antes de la llegada del afligido padre. Para evitar que los encontraran de nuevo, se la llevó a la isla de Enone y durmió con ella metamorfoseado en águila, según otros lo hizo como una llamarada. Con el tiempo, Egina supo que estaba embarazada, y al hijo que tendría lo llamaría Éaco.
A pesar de ser el rey de los dioses, Zeus no podía escapar de la acusante vigilancia de su esposa Hera; difícilmente podía ocultar sus fechorías. Pronto, la diosa de níveos brazos se enteró del embarazo de Eginia, así que decidió maldecir la isla de Enone, que ya estaba bajo el reinado de Éaco: introdujo serpientes en todos sus arroyos, ordenó a la oscuridad que cubriera todo el firmamento, extendió un terrible calor, un pestilente viento sopló durante cuatro meses y envenenó el agua. 
Al poco tiempo, la población de Enone murió paulatinamente. El ganado también pereció por el calor o envenenado por el agua contaminada. Los últimos animales que quedaron murieron por la mano de Éaco, quien ofreció sacrificio tras sacrificio a Zeus en un roble consagrado para salvar a su reino de la muerte. 
Un día, las súplicas de Éaco llegaron a oídos de su padre, quien se lo hizo saber lanzando rayos y relámpagos al cielo de Enone. Animado por la señal, Éaco le pidió que le diera nuevos pobladores a la isla, que fueran tan numerosos y fuertes como las mismas hormigas. Tras haber hecho su petición, la tierra debajo del roble de Zeus se cimbró, y de sus ramas se escuchó un extraño siseo. A sabiendas de que todo era obra de su padre, Éaco abrazó y besó el árbol expectante de lo que estaba por venir.
Esa noche, soñó que de las ramas del roble llovían hormigas que, al tocar la tierra, se convertían en seres humanos. Como gritaba por el temor que le causaba la escena, fue despertado por su hijo Telamón, quien también le avisó que un gran grupo de hombres extraños lo esperaban en la puerta de su casa. Cuando salió, reconoció inmediatamente los rostros de aquellos hombres: se trataba de los hombres - hormiga de sus sueños. Tras abrazarlos agradecido por aquel favor divino, la lluvia comenzó a caer y las serpientes de los ríos desaparecieron. La maldición de Enone había cesado. 
Éaco llamó a los nuevos habitantes de su reino “mirmidones”, es decir, “hormigas”, quienes serían destacados soldados que acompañarían a los héroes griegos en míticas batallas.
www.mitosenespanol.tumblr.com
Créditos de las imágenes aquí y aquí.
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bookishnerdlove · 9 months ago
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Capítulo 191 – EBNET (Epílogo)
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Las gemelas lograron completar la corona de hierba cubierta con frambuesas Grosh antes de que llegara Kalia.  Por supuesto, el topo no escupió las frambuesas que se había comido. Fue gracias a Drea, quien apareció como una salvadora en el momento adecuado y recogió frambuesas Grosh de la Tierra Santa del Dragón.  Aunque era un dragón blanco, era bastante agotador ir y venir varias veces al lugar sagrado con su cuerpo aún inmaduro. Por eso, tan pronto como Drea regresó, se acostó y se estiró debajo del árbol. Para poder llegar al principado a tiempo para el Día de la Familia, también hubo una razón por la que no durmió durante más de 7 días y se esforzó demasiado. Era inevitable porque Shaikh llegó tarde, pero si hubiera llegado primero, Drea probablemente no habría sufrido así. Shaikh suspiró suavemente mientras miraba a Drea, quien dormía indefensa bajo el roble al que las gemelas habían trepado hacía un momento. "¿Qué pasa con las frambuesas? No te esfuerces por traerlas … …” Shaikh se sentó en silencio junto a Drea y colocó la cabeza de Drea en su regazo. Drea sonrió y se frotó la mejilla, como si le gustara la sensación firme de su muslo contra su mejilla. Shaikh encontró esa mirada linda y acarició la mejilla de Drea con el dorso de su mano.  Las comisuras de la boca de Drea suben y bajan ligeramente, como si el suave tacto se sintiera bien. Cuando veo la sombra de las pestañas de Drea agitarse amorosamente, su viejo corazón, que ha resistido mucho más tiempo de lo que parece, late como uno nuevo. EI amplio pecho que se agitaba con fuerza y firmeza mientras miraba a su mujer dormida era claramente el de un hombre. Un profundo deseo posesivo parpadeó en los ojos verde claro de Shaikh, que eran tan verdes como el verdor y tan hermosos como las joyas. “Ahora ni siquiera juegan conmigo porque están ocupados. Si hubiera sabido que esto sucedería, me habría casado de inmediato en lugar de comprometerme… …” Drea, que había estado persiguiendo a Shaykh incluso antes de que ella naciera, ha cambiado. Ahora que era la representante de los dragones, no tuvo más remedio que dejar de perseguir a Shaikh por un tiempo. Esto se debe a que hay mucho trabajo por hacer al ser llamada aquí y allá. Shaikh estaba profundamente entristecido por la frecuente ausencia de Drea, pero no hizo la tontería de mantenerla a su lado. Había tanto tiempo que los dos pasarían juntos que se podría decir que no tendría fin en el futuro. Para ser fieles el uno al otro durante tanto tiempo, la obsesión o la moderación extremas sólo serían veneno. 'No puedes hacer eso. ¿Cómo pude aprovechar este momento…? ‘ No había forma de que los demás supieran cuánto significaba para Shaikh su felicidad actual con Drea. Este momento, esta felicidad, que es más preciosa y preciosa que cualquier tesoro que haya logrado obtener después de pasar por varias vidas y por varios dolores, apenas... Esta calidez total. Un viento suave soplaba entre los robles. El olor de Drea se mezclaba levemente con el viento. Era un aroma cálido, encantador y muy cautivador. Shaikh apoyó la espalda contra el pilar de madera y cerró los ojos en silencio. A través del silencio justo antes del anochecer, las risas continuaron fluyendo desde el castillo. Todas aquellas voces eran familiares para Shaikh. Los hombros anchos y angulosos, que habían sido estirados con fuerza por los músculos tensos, se relajaron gradualmente. ¿Cuántos minutos habían pasado así? Shaikh, que yacía boca arriba tan quieto como una estatua de piedra, de repente levantó una mano. Y al mismo tiempo, Shuri y Maeve flotaron hacia el cielo con un fuerte grito desde el árbol. EI Shaikh dejó escapar un pequeño suspiro y miró a sus encantadoras hermanas que habían sido suspendidas mágicamente en el cielo. "Shuri, May. No es posible que te hayas acercado sigilosamente a Drea, quien corrió hasta el santuario, para gastarle una broma, ¿verdad?" Cuando miró a sus hermanas menores con los ojos entrecerrados y llenos de sospecha, Shuri y Maeve sacudieron la cabeza como si fueran un solo cuerpo. "¡No! Sólo les pedimos a mamá y papá que trajeran a dos personas…!” "¡Si! ¡Así es! ¡Le dije que trajeran a Shaikh y Drea rápidamente!” Shaikh levantó un dedo hacia las dos niñas que alzaban la voz como si estuvieran siendo tratadas injustamente. "Shh, está bien, así que habla en voz baja. Drea se despertará” "EI abuelo y la abuela están aquí! ¡Tenemos que irnos rápido! ¡Dijeron que la comida estaba lista!" "Está bien, entonces te dije que te callaras". "Shaikh debe publicar esto primero… …¡Ah!” “¡Kyaaaaa~!” No importa cuánto les dijo que se callaran, las voces de las gemelas no se calmaron. Shaikh agitó las manos como si no tuviera más remedio que enviar a las niñas volando en dirección al castillo. Las niñas gritaron y se fueron volando, pero en lugar de lastimarse, saltaron de donde habían caído, riendo y corrieron de regreso con Shaikh. "De todos modos, esas sanguijuelas… …” Shaikh sacudió la cabeza como si no pudiera detenerlo y levantó un escudo para bloquear a sus hermanas menores. Un círculo mágico transparente se formó alrededor del roble, bloqueando el acercamiento de las gemelas que corrían como cachorros persiguiendo un bocadillo. ¡Plaf, plaf! ¡Plaf! -Shaikh Ugh, abre esto. ¡Puaj! -¡Tíralo una vez más! ¡Muy divertido! -¡Shaik! De todos modos, estas eran niñas a las que no se podía detener. Shaikh se rió entre dientes y aumentó aún más la densidad del escudo, bloqueando las voces de las niñas. Tenía que salir pronto e ir a cenar de todos modos, pero no quería despertar a Drea, que dormía tranquilamente. "¿Qué pasa, Shasha, estás aquí?" … … Creo que ya está mal. Dijo Shaikh, limpiando la boca de Drea con una mano suave. "¿Estás despierta?" “Eh. iHaaaam! ¿Cuando viniste? ¿Por qué no me despertaste de inmediato?" Drea, recostada en el regazo de Shaikh y estirando las manos y los pies, lo miró con una brillante sonrisa y murmuró alegremente. "Supongo que todavía estoy medio dormida. Esto parece un sueño . EI rostro sonriente de Shaikh era tan hermoso que sonrió junto con Drea sin siquiera darse cuenta. Drea miró a Shaikh sin comprender por un momento. La vista de Shaikh sonriendo dulcemente contra el fondo del cielo que se enrojecía gradualmente era realmente hermosa. Aunque la vió todos los días durante décadas, no podía acostumbrarse a su belleza. Incluso después de verlo por primera vez en mucho tiempo, se sintió mareada y le dolían los ojos, tal vez porque había perdido su inmunidad ante la belleza de Shaikh. "¿Por qué me miras así?" "Estoy extasiada. Vaya, ¿cómo se ven así las personas reales? Oh, no. Porque tiene sangre de hada mezclada… … De todos modos, ¿cómo puede existir una belleza tan deslumbrante? Es asombroso cada vez que te veo, de verdad" “¿Te gusta tanto mi cara?" "Oh. Te amo tanto. Me gusta incluso un solo mechón de tu cabello. Incluso me gusta la saliva que derramas cuando estornudas. Está todo bien, solo". Shaikh se echó a reír como si no pudiera detener las ridículas palabras de Drea, y de repente levantó la mejilla de Drea con ambas manos y la besó. “¡... …!” Los fluidos corporales se mezclaron, lenguas cálidas y secretamente enredadas se movieron suavemente entre los dos. Drea, que había estado estremeciéndose ante el repentino beso, respondió positivamente con ambas manos alrededor del cuello de Shaikh. Un beso con su amado prometido siempre fue dulce. Esto es especialmente cierto cuando se encuentran por primera vez en mucho tiempo debido a sus respectivas circunstancias. A medida que el beso se hizo más profundo, la espalda de Drea tocó el suelo. A pesar de que el cuerpo de un dragón era el más fuerte entre todas las razas existentes, Shaikh envolvió su mano alrededor de la parte posterior de su cabeza para protegerla, como si temiera que Drea pudiera lastimarse mientras rodaba por el suelo y la besaba. La amabilidad de Shaikh, que se había vuelto tan familiar para ella que ahora parecía tan natural, envolvió a Drea. Inmediatamente, su respiración se volvió difícil y una voz dolorosa salió, rascándose el cuello. Shaikh empujó a Drea hasta que agarró su hombro con la cara roja brillante y lo empujó, luego se retiró muy lentamente. "¿Necesitas siquiera estornudar? como esto… …” Shaikh, con una sonrisa traviesa, mordió suavemente el labio inferior de Drea, que estaba ligeramente abierto debido al jadeo, y susurró. "Puedes hacerlo de inmediato… …” “... …Loco.” Drea, cuyas duras palabras salieron sin darse cuenta, rápidamente rodeó el cuello de Shaikh con sus brazos y rápidamente cambió de postura. Antes de darse cuenta, Drea había acostado a Shaikh y estaba encima de él, sus ojos brillaban mientras rugía. "Me gustan mucho los perros". “... … Drea, bonita frase.” "iOh, no lo sé! ¡Esto es lo que dice el tío Agnes cuando está realmente feliz!" Drea gritó con orgullo, pero cuando las cejas de Shaikh se arquearon ligeramente hacia un lado, rápidamente se corrigió con una sonrisa. Luego, chocó sus labios con los de Shaikh, quien sonreía alegremente como si no pudiera soportarlo más. Fue un beso despiadado, como un cabezazo, pero Shaikh sonrió y lo aceptó como si le gustara. El beso se hizo más profundo una vez más. EI cielo, que poco a poco había ido cambiando de color, se estaba volviendo completamente rojo. En ese momento, el roble, que proyectaba sombra con sus gruesas hojas verdes, intentaba ocultar a las dos personas sacudiendo sus hojas aquí y allá. El beso de amantes apasionados el uno por el otro mientras compartían su final feliz se detuvo de repente. Y al mismo tiempo, rápidamente giró y se alejó del lugar donde estaba rodando. Al mismo tiempo, algo explotó y gritó en el lugar exacto donde yacían Drea y Shaikh. "¡Mamá me dijo que viniera rápido!" "¡Todos te están esperando!" Eran las gemelas marimachos lideradas por el topo terrestre Tierra. "Ahhh… …” Shaikh se llevó la mano a la frente con desconcierto mientras miraba a sus hermanas menores cubiertas de tierra flotando triunfalmente en el cielo. Drea, que rodó en sus brazos, se sujetó el ombligo y se rió mientras miraba a las gemelas, que sonreían orgullosas con sus rostros desaliñados. "Tenemos que irnos rápido, Shaikh. Supongo que llegamos tarde". Su familia los estaba esperando. Menú Read the full article
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lileuph-milkybanana · 9 months ago
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Parte IV (Otoño)
Parte IV                                                                                                                                                                                
​Otoño
Yoongi cerró sus ojos fuertemente y maldijo cuando la luz brillante del sol alumbró su cara y lo despertó. Con sus ojos aún cerrados, estiró su mano distraídamente al otro lado de la cama, solo para sentir las sábanas frías bajo sus dedos.
Abrió sus ojos.
Vacío.
Gata lo esperaba al final de las escaleras y maulló felizmente cuando la tomó y la llevó consigo a la cocina. A excepción de un plato extra secándose al lado del fregadero no había otra señal de Jungkook.
Vacío.
En el salón, Yoongi se sentó en el sofá, no muy seguro de con qué mantenerse ocupado. Chasqueó sus dedos y una pequeña llama bailó en la palma de su mano. La aplastó, prendió otra y sopló para apagarla. Lo repitió una y otra vez, mirando la llama morir en su mano.
A través del fuego, notó la camisa de Jungkook encima de una silla. Yoongi peleó con el impulso de tomarla y sentir la tela en sus dedos.
Jungkook era todo menos estabilidad. Era algo que Yoongi siempre supo y algo que nunca le pediría ser.
Pero incluso si Yoongi odiaba admitirlo, en alguna parte del camino, comenzó a ser desagradable despertar solo. Sin notar cuando, el silencio de los días solitarios comenzó a molestarle.
—¡Mierda!
Yoongi cerró su mano rápidamente cuando la llama, de la cual se olvidó, quemó su mano. Una pequeña marca roja apareció al medio de su palma.
En alguna parte del camino comenzó a odiar sentirse vacío.
***
El otoño llegó gentilmente, con frescas ráfagas de viento y mañanas brumosas. Convirtió el bosque en color dorado y ámbar, y trajo lluvia también, pero no demasiado por el momento, casi como si el verano no supiera cómo decir su último adiós.
Yoongi descansaba al lado de un roble viejo, lo suficientemente grande para sentir que podía desaparecer bajo sus ramas. Palpó los bolsillos de su chaqueta en busca de los cigarrillos que sabía estaban en alguna parte. Finalmente encontró uno, que probablemente estuvo escondido por meses y ahora no sabía bien.
Lo fumó de todas formas, incluso si no le daba el placer que esperaba. Miró el humo por un momento antes de cerrar sus ojos y concentrarse en los sonidos a su alrededor. El canto de las aves de la primavera y el verano fueron lentamente reemplazadas con el croar de las ranas y los cuervos. Era solo cosa de tiempo antes de que el bosque se quedara en silencio otra vez.
Yoongi sintió la presencia de Jungkook cerca de él incluso antes de escuchar las hojas crujir bajo sus botas. Llegó como una ola cálida de algo familiar, como una ola de un olor agradable que conoces bien, pero que no tienes la oportunidad de oler por un tiempo. Dejó que lo envolviera y lo llenara hasta que no pudo pelear más con la anticipación cosquilleando en la punta de sus dedos.
Unos cuantos pasos en algún lugar detrás de él y la sensación del cigarro tocando su boca fue reemplazado por la suavidad de los labios de Jungkook. Yoongi se inclinó, tratando de perseguir la calidez antes de que se fuera. Y aún así, demasiado pronto, el sentimiento desapareció.
Jungkook miró el cigarro que sostenía entre sus dedos como si estuviera considerando algo. Al final, lo tiró al piso y lo aplastó con su pie.
—Ew— murmuró— aún no sé por qué te gusta.
Yoongi se alzó de hombros — Me mantiene ocupado.
—Hay cosas mucho mejores para hacer en vez de eso.
—¿Cómo qué?
Jungkook estiró su mano para ayudar a Yoongi a ponerse de pie. Lo acercó más y envolvió sus brazos alrededor de él para abrazarlo y descansó su barbilla en la cima de la cabeza de Yoongi.
—¿Esto funciona?
Yoongi escondió su cara en el cuello de Jungkook y dejó un beso ahí para sentir lo caliente que estaba su piel. El pulso debajo latía al ritmo de las palabras que la mente de Yoongi no paraba de repetir.
Estaba bien. Estaba bien. Estaba bien.
Jungkook estaba bien.
—Supongo.
Se quedaron así por un momento antes de que Yoongi escuchara la voz de Jungkook otra vez. Sonaba un poco tímida, con una disculpa escondida en cada sílaba de sus palabras.
—Perdón por haber estado tanto tiempo lejos.
Yoongi envolvió sus brazos fuertemente en la cintura de Jungkook.
—Pero estás aquí ahora.
Yoongi comenzó desde el ombligo de Jungkook, y besó cada parte mientra subía, siguiendo la línea de la cicatriz que atravesaba su estómago, hasta terminar con sus labios presionados arriba de su corazón. Dejó su cabeza descansar allí e incluso si la respiración de Jungkook ya se había calmado, Yoongi aún podía escuchar los rápidos latidos de su corazón y se concentró en el rítmico sonido.
Un sentimiento cálido y satisfactorio de cansancio se instaló en los músculos de Yoongi y sus pestañas se sintieron más pesadas por el sueño. Justo cuando se estaba durmiendo escuchó la voz de Jungkook.
—¿Qué pasa si debía morir esa noche?
Yoongi giró su cabeza para que su mentón descasara en el pecho de Jungkook y pudiera mirarlo.
—Eso no es algo muy romántico para decir. Considerando la situación.
En la tenue luz de la habitación de Yoongi, la piel del cuello y sienes de Jungkook aún brillaban con sudor. Su cabello creció, notó Yoongi, y cayó en sus ojos cuando tiró su cabeza hacía atrás mientras reía. Yoongi sintió tanto cariño que no supo cómo su cuerpo podía almacenarlo todo.
Lo extrañaba.
Jungkook estiró su mano para apartar el cabello de Yoongi gentilmente y lo miró con ojos somnolientos. —A veces me pregunto… quizás estropeaste mi destino cuando me salvaste.
—Si tu destino era morir entonces te habías desangrado en algún lugar del bosque. O habrías terminado en la casa de otra persona. No la mía.
Jungkook le sonrió dulcemente. —¿Estás diciendo que eres mi destino?
Yoongi se alzó para poder besar los labios de Jungkook.
—Como si alguna vez fuera a decir algo tan cliché.
***
Yoongi siguió el sonido de un suave tarareo que provenía de la cocina. Era una melodía simple, sin palabras, perturbado de vez en cuando por el sonido del agua o el sonido de los platos. La calidez de la voz de Jungkook se mostraba aún más cuando cantaba. A veces Yoongi se lamentaba que solo lo hiciera cuando pensaba que nadie lo oía.
Escuchando todos los pequeños sonidos que Jungkook hacía, desde el sonido de las tablas del piso crujiendo bajo sus pies o el sonido del agua cuando se duchaba, hacía sentir más seguro a Yoongi. Incluso si nunca le tuvo miedo al silencio, el sonido de la presencia de Jungkook a su lado le traía algo de consuelo. Con cada sonido de un vaso y con cada rechinar de una silla venía el alivio de saber que Jungkook estaba a salvo.
Yoongi se detuvo en la entrada de la cocina, apoyándose silenciosamente en el marco de la puerta para poder observar por un rato. Se complació con el sonido de la melodía todo lo que pudo sin ser notado. En algún momento, una nota alta hizo que la voz de Jungkook se quebrara y Yoongi no pudo evitar sonreír.
—¿Qué canción es?
Jungkook se giró, aún sosteniendo un plato mojado y lleno de espuma en su mano. Se vió solo un poco sorprendido al ser atrapado cantando y luego sonrió tímidamente mientras se alzaba de hombros. —La estaba inventando.
Yoongi se sentó en el mostrador, a un lado del fregadero para ayudar a Jungkook a secar los platos. Podía usar un simple truco si quisiera, pero en ese momento no le importaba gastar un poco de tiempo. Cuando Jungkook le entregó el último plato, Yoongi recordó la tirita en el dedo de Jungkook.
—¿Te duele?— preguntó Yoongi, apuntando con su mentón.
—¿Uh?— Jungkook miró su mano, como si se hubiera olvidado de que lo tenía— oh, eso. No realmente.
Una sonrisa engreída apareció en sus labios y sus ojos brillaron con una idea. Limpió sus manos y tomó el plato que Yoongi sostenía y lo dejó a un lado antes de acercarse, de manera que pudiera posicionarse entre las piernas de Yoongi.
—Pero puedes besarme para que sane—murmuró, con voz baja y tentadora.
Yoongi bufó para esconder la vergüenza que hizo que sus mejillas se sintieran más calientes. —No es mi culpa que no sepas cortar cosas con cuchillos.
Jungkook se inclinó más cerca. —Y no es mi culpa que tus cuchillos sean tan filosos. —inclinó su cabeza, formando un puchero con sus labios y Yoongi ya sabía que había perdido esta vez— Vamos, merezco eso al menos, ¿no crees?
El beso fue solo un roce de sus labios, nada más que eso. Después de todo, Yoongi no quería malcriarlo demasiado. Al menos no aún.
—¿Mejor?
Parecía que Jungkook intentaba demasiado parecer dudoso cuando mordió sus labios y posó su mano en el muslo de Yoongi. —Digamos que no estoy muy convencido.
La cosa es, Yoongi nunca podría decirle que no a un desafío y este definitivamente se sentía como uno. Así que tomó la camisa de Jungkook para dejarlo tan cerca que casi no quedaba espacio entre ellos, y lo besó de nuevo, esta vez sin contenerse.
Enredó sus dedos en el cabello de Jungkook, tirando suavemente de este. Sintió un poco de satisfacción cuando Jungkook gimió despacio, torciendo la tela de la parte trasera de la camisa de Yoongi. Antes de que Yoongi retrocediera, se permitió morder el labio inferior de Jungkook y no se perdió la forma en la que la respiración de Jungkook se volvió irregular.
Eso debería bastar por el momento.
Yoongi estaba seguro de que nunca se cansaría en la manera en la que Jungkook lo miraba, con sus mejillas sonrojadas, el cabello revuelto y los labios entreabiertos. Con esos ojos negros que se quedaron desenfocados antes de que se recuperara lo suficiente para hablar.
—Eso estuvo, —Jungkook se aclaró la garganta pero aún sonaba sin aliento— bien.
Yoongi le sonrió con una de sus sonrisas más maliciosa y preguntó, —¿Cuántas veces usaste esa excusa para que te besara?
—Muchas— Jungkook junto sus labios nuevamente, pero en ese momento fue demasiado rápido y gentil como para satisfacer a Yoongi. —Y funciona cada vez.
***
Era una tarde lluviosa, con gotas golpeando suavemente las ventanas, volviendo todo gris y borroso afuera. Se sintió por un momento que todo el mundo se limitaba a esta habitación, a la suavidad de la manta bajo la piel de Yoongi y la calidez de la chimenea.
Yoongi se sobresaltó cuando Jungkook se sentó atrás de él y envolvió sus brazos alrededor de su cintura. Presionó sus labios en el cuello de Yoongi y lo besó como disculpa.
—No quería asustarte—murmuró contra la piel de Yoongi.
—Está bien—Yoongi sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando las manos de Jungkook se metieron bajo su camisa— es solo que no te escuché.
—¿Estás ocupado?
Yoongi cerró el libro que había estado leyendo.
—No—había algo malo en la voz de Jungkook. Se escuchaba demasiado serio, casi en el borde de la tristeza— ¿Está todo bien?
No hubo respuesta, solo asintió.
A veces Yoongi tenía la sensación de que había algo que Jungkook quería decir pero no lo hacía, porque no estaba listo del todo. Había ocasiones donde se quedaba en silencio, perdido en su pensamientos. Yoongi siempre respetaba sus límites y nunca intentaba presionarlo. Sabía que fuese lo que fuese, Jungkook le diría, cuando estuviera listo. A Yoongi no le importaba esperar.
—La habitación huele extraña—dijo Jungkook después de un rato.
Yoongi recordó el incienso que había prendido temprano. El humo de este subía hasta el techo, llenando la habitación con el fuerte olor de lavanda. Yoongi lo tomó, listo para apagarlo ya que sabía que los aromas fuertes molestaban a Jungkook más que a él, pero antes de que pudiera tomarlo, el agarre de Jungkook se volvió más fuerte.
—Déjalo, me gusta este—murmuró Jungkook, frotando su cara en el cuello de Yoongi— Huele un poco a ti.
Los viejos resortes del sofá rechinaron cuando Jungkook se acercó para que su pecho se apretara contra la espalda de Yoongi. Comenzó a cubrir la piel de Yoongi con besos, desde su hombro, hasta su oreja. Yoongi cerró sus ojos, tratando de no retorcerse cuando el aliento cálido de Jungkook le hizo cosquillas en su cuello. Esperaba que Jungkook no sintiera lo rápido que su corazón estaba latiendo, solo por algo tan pequeño como eso.
—Yoongi.
No importaba cuántas veces Yoongi escuchara su nombre salir de la boca de Jungkook, su corazón siempre perdía un latido. Había algo en la manera en que lo decía, con una pizca de necesidad, que hacía que Yoongi quisiera escucharlo una y otra y otra vez.
Tragó saliva—¿Sí?
—Yo…
Una frase apareció en la mente de Yoongi y dejó de respirar. Algo, una mezcla rara de miedo y esperanza, se posó en su pecho.
Yoongi pensaba escucharlo tan seguido como pensaba en decírselo. Cada vez que veía la sonrisa de Jungkook y cada vez que escuchaba su risa, sentía las palabras en la punta de su lengua. Cuando las manos de Jungkook tocaban su piel y cuando sus labios rozaban los suyos, Yoongi temía que las palabras escaparan de sus labios sin permiso.
Pero al final, Yoongi nunca iba más allá de repetirlas en su mente, una y otra vez, hasta que no había espacio para nada más.
Los brazos de Jungkook se apretaron incluso más fuerte alrededor de él, tan apretado que casi era difícil respirar.
Yoongi no supo qué era lo que Jungkook quería decir. Se quedó en silencio hasta que los dos se acostaron y se durmieron en los brazos del otro.
Yoongi despertó solo la mañana siguiente.
***
—Alguien está enojado—dijo Hoseok.
Estaba tarareando y moviendo las patas de Gata para que su cuerpo se moviera en un pequeño baile. Yoongi estaba seguro de que la única razón por la cual ella toleraba las estupideces de Hoseok era por los grados de calor extra en la temperatura de su cuerpo. De otra manera, habría perdido la paciencia hace mucho tiempo.
—No sé de qué estás hablando.
—Alguien está enojado porque su novio lobo no está.
Ya se cumplía casi un día desde que Hoseok había aparecido y no había mencionado a Jungkook ni siquiera una vez. Yoongi lentamente comenzó a sospechar por la falta de intromisión.
—Su nombre es Jungkook.
—Sí, sí— Hoseok volvió su voz más gruesa para sonar más como Yoongi, pero resultó sonar completamente distinto— Y no es mi novio.
Al menos tres respuestas aparecieron en la cabeza de Yoongi pero decidió quedarse quieto y en silencio, sin molestarse en ocultar su sonrisa arrogante. La mirada de Hoseok al darse cuenta, la forma en que sus ojos se volvieron más grandes y la manera que cubrió su boca lo valieron.
—No puede ser— se rió tan fuerte que asustó a Gata. Escapó de su regazo, pareciendo ofendida, o al menos eso parecía. —¡Lo sabía!
Hoseok movió un poco su dedo y el collar de la camisa de Yoongi se movió, revelando su piel. La habitación se llenó los gritos eufóricos de Hoseok cuando notó los chupones que ya estaban desapareciendo en el cuello de Yoongi. —¡Sabía que había visto algo ahí!
—Vete a la mierda—murmuró Yoongi, cubriéndose. Chistó su lengua y trató de sonar enojado, pero falló, no pudo evitar sonreír— Eres el peor.
—No, tú eres el peor por no decirme nada—Hoseok hizo un puchero por unos segundos antes de que su expresión emocionada volviera. —¿Cuándo va a volver? No tuve la oportunidad de conocerlo mejor.
El corazón de Yoongi se sintió pesado. Habían pasado solo unos cuantos días. Jungkook había desaparecido por mucha más. —No lo sé con exactitud.
La expresión de Hoseok se oscureció— Pero va a volver, ¿cierto?
—Sí—sonrió Yoongi—lo hará.
Siempre lo hacía.
***
Una hoja grande y naranja revoloteó en el aire antes de que cayera en el camino negro y lleno de barro, junto a todas las otras hojas que ya habían perdido su color y se volvieron una pasta sin forma gris hecha de suciedad y lluvia. Yoongi caminó entre la espesa niebla que hacía que su piel se sintiera mojada y fría. El aire frío se abrió camino a través de su ropa hasta que lo sintió en su piel, sacudiendo sus músculos y haciendo que sus huesos dolieran. Sus manos escondidas en sus bolsillos se cerraron tan fuerte que sus uñas se clavaban en la palma de su mano.
La línea que separaba el agua de la orilla parecía casi perdida ahora. Era borroso, como todo lo que rodeaba el arroyo. Los troncos de los árboles, las ramas desnudas de los arbustos se fundieron hasta que los límites entre ellos desaparecieron.
Yoongi no dijo ninguna palabra. Solo esperó hasta que escuchó un murmullo del agua en la distancia. Cuando Jimin nadó lo suficientemente cerca para que Yoongi pudiera ver sus ojos, no vio mucho en ellos más que tristeza y decepción. Sacudió su cabeza antes de abrir su boca, su voz baja sonaba demasiado fuerte en el silencio que los rodeaba.
—No lo he visto. Lo siento, Yoongi.
Yoongi dejó salir un suspiro. Asintió. Intentó pelear la sensación de miedo que le cerraba su garganta.
Volvió a casa.
***
En la mitad de la noche, Yoongi estaba despierto. Ni siquiera intentó dormir convencido de que un sentimiento de inquietud no lo dejaría de todas maneras. Miró el fuego, esperando que pudiera mostrarle algo más que llamas y cenizas. Pero no importaba cuánto mirara, nunca lo hacía.
Jungkook siempre volvía, no importaba cuántos días o semanas tomara. Volvía oliendo a pinos y humo de la ciudad. Con una sonrisa tímida y ojos llenos de disculpas cuando sentía que había estado fuera por mucho tiempo. Incluso cuando su piel estaba llena de moretones que intentaba ocultar, siempre volvía.
Esta noche no era una excepción.
Yoongi notó que Gata estaba sentada en la entrada, rozando el piso con su cola, Sus orejas estaban paradas y atentas y sus ojos estaban enfocados en la puerta principal. No reaccionaba, incluso cuando Yoongi la llamaba.
Yoongi no necesitaba más que eso y el incómodo sentimiento en su corazón para saber.
Cuando vio a Jungkook parado en su puerta, primero notó sus labios, pálidos y fruncidos con dolor. Y después, miró su camisa empapada con sangre y su mano presionada en la herida en su brazo.
Un sentimiento abrumador de alivio intentó volverse en pánico pero Yoongi no se permitió a sí mismo perder el control. Tiró de Jungkook hacia adentro para luego sentarse en el piso de la entrada.
—Está bien—murmuró, temiendo que si hablaba más fuerte su voz temblaría— estoy aquí, así que está bien ahora.
—Lo sé—respondió Jungkook. Incluso con sus dientes apretados, se las arregló para sonreirle y Yoongi sintió que algo dentro de él podría romperse.
Subió la manga de la camisa de Jungkook y pudo ver un corte que iba desde su codo hasta su hombro. Quería preguntar qué sucedió y quién le hizo eso pero aquel no era el momento para hacerlo.
—Va a doler—dijo Yoongi, ya presionando sus manos en la piel de Jungkook— lo siento.
Tomó un respiro profundo y tembloroso, sintiendo comos sus dedos temblaban antes de moverlos. Cerró sus ojos, se forzó a calmarse antes de comenzar a susurrar un hechizo. Escuchó como Jungkook siseó de dolor. Yoongi sabía que estaba intentando no gritar cuando sus músculos se contrajeron bajo los dedos de Yoongi. Pero cuando Yoongi dijo las últimas palabras del hechizo sintió el cuerpo de Jungkook relajarse y su respiración se calmó.
Yoongi abrió sus ojos y pestañeó unas cuantas veces para que su vista no estuviera tan borrosa. No ayudó pero logró ver la cara pálida de Jungkook y sus labios curvados en una sonrisa tierna y cansada.
—Aún me asusta— Yoongi escuchó a Jungkook decir pero sonaba muy, muy lejos de él.
El pánico desapareció del corazón de Yoongi lentamente pero sus manos no dejaban de temblar. Su estómago se sentía apretado y su boca se secó tanto que su garganta dolía y no fue capaz de responder. Trató de respirar porque respirar es fácil, el respirar solo sucedía. Adentro y afuera, ¿cierto? Solo adentro y afuera, una y otra vez, Pero ahora mismo era demasiado difícil, casi como si hubiera olvidado cómo se hacía.
Yoongi escuchó unas palabras, algo que le recordaba a “¿Qué pasa?” pero no podía responder. Sentía que las manos de Jungkook tocaban su mejilla pero no estaba del todo seguro si era su imaginación o si era real. Pequeños puntos negros comenzaron a bailar frente a sus ojos y todo se volvió tan confuso que no podía reconocer nada a su alrededor-
En algún lugar muy muy lejos escuchó a Jungkook llamándolo pero entonces se encontr'p cayendo profundamente en un lugar donde todo era oscuridad.
Yoongi sintió los dedos de Jungkook acariciar su cabello. Por un momento, estuvo reacio a moverse, demasiado aterrado de que si lo miraba, la sensación de su mano cálida desaparecería. Cuando abrió sus ojos lo suficiente para ver a Jungkook sentado en el piso a un lado del sofá donde Yoongi estaba, lo primero que notó fue la mirada de alivio en la cara de Jungkook.
Aún era un poco difícil hablar y Yoongi carraspeó antes de murmurar: —¿Por cuánto tiempo estuve inconsciente?
Estuvo contento cuando Jungkook respondió sin dejar de acariciar su cabello. —Lo suficiente para que comenzara a entrar en pánico.
Solo entonces Yoongi se dio cuenta de que había una manta cubriendo sus piernas y una almohada bajo su cabeza.
—¿Me trajiste hasta aquí?— Yoongi sonrió cuando Jungkook asintió como respuesta. Un sentimiento cálido se mezcló con culpa en su pecho. —Qué romántico.
Miró el brazo de Jungkook. Su piel aún estaba sucia con sangre seca pero la herida no se veía tan terrible como antes.
—¿Cómo te sientes?— dijo Jungkook antes de que Yoongi pudiera preguntar la misma pregunta.
—Debería ser yo quien pregunte, tú eras quien estaba desangrándose en mi piso.
Una ligera sonrisa rompió la expresión de preocupación que tenía Jungkook.
—Estoy bien—dijo Yoongi y se encogió de hombros, mirando el techo, Sus músculos dolían y aún se sentía un poco mareado pero era solamente cansancio. —¿Cómo está tu brazo?
—Ya no duele tanto.
Jungkook parecía querer decir algo más pero antes de que pudiera abrir su boca, Yoongi se sentó. Jungkook tocó el hombro de Yoongi y lo empujó gentilmente.
—Deberías descansar.
—Te dije, estoy bien—dijo Yoongi, dándole una sonrisa confortante a Jungkook. No parecía convencido pero sacó su mano, dejándolo ponerse de pie.
En el baño, Yoongi vio como el agua coloreada con la sangre de Jungkook se arremolinaba en el desagüe mientras se lavaba las manos. Le recordó a la noche en la que salvó a Jungkook por primera vez. Incluso entonces, mientras curaba sus heridas, no pudo evitar sentir una especie de conexión con el. Como si ya hubiera sabido que era más que un animal moribundo en su piso.
Pero aún así, nunca hubiera sospechado que algún día sentiría lo que siente por el.
Mientras volvía, Yoongi tomó un trozo de gaza, una botella llena con una poción y su suéter que encontró por ahí. Cuando volvió al comedor, vio a Jungkook sentado de la misma forma en que lo dejó. Yoongi se sentó a un lado de él con un pequeño quejido.
—Quítate tu camisa—dijo, abriendo la botella y vertiendo el líquido verde en la gaza. —Limpiaré eso.
Jungkook hizo lo que le pidieron sin decir una palabra. Una mueca de dolor apareció en su cara cuando Yoongi tocó su piel.
—Perdón—murmuró Yoongi—dolerá menos después de que termine.
Algún lugar en la distancia, Yoongi escuchó la lluvia golpear gentilmente las ventanas y el viento soplando entre los árboles. Se tomó su tiempo para quitar la sangre de la piel de Jungkook y entonces comenzó a limpiar la herida hasta que estuvo feliz con el resultado. Estaba por ponerse de pie para ir a buscar algo que calmara el dolor cuando la voz temblorosa de Jungkook rompió el silencio.
—¿Por qué estás actuando así?
Yoongi no lo miró. —¿Así cómo?
—Como si nada hubiese pasado.
Yoongi tragó saliva. Todo ese tiempo esperó que de alguna manera evadir esa conversación. Pero ahora mismo, no estaba seguro de poder seguir haciéndolo.
—Bueno, me atrapaste—dijo, forzandose a sonreír— me desmayo cuando veo sangre.
—Yoongi.
Jungkook tomó su muñeca. Su agarre era gentil pero fue suficiente para que Yoongi posara su atención en la cara de Jungkook. Su expresión estaba llena de preocupación y dolor y Yoongi sintió como su pecho se apretó.
Yoongi suspiró. Sacó la mano de Jungkook de la suya y le entregó el suéter que había tomado antes. —Toma, hace frío.
Jungkook se lo puso y esperó con sus ojos enfocados en Yoongi. No dijo ninguna palabra pero Yoongi sabía que no lo dejaría pasar esta vez. No estaba seguro de dónde empezar.
—No puedo sanar sin dar algo a cambio—dijo Yoongi. Ni siquiera sabía si tenía sentido, pero ya había comenzado a hablar, sabía que no había forma de volver. —Todo tiene su precio. Esto también.
Jungkook frunció el ceño, intentando entender. —Pero no era así. Nunca te habías desmayado antes.
—Empeora cuando la herida es más grande. Y contigo siempre ha sido…no lo sé—Yoongi se encogió de hombros—diferente.
—¿Diferente?
Yoongi miró sus manos. Comenzó a tirar del final de su manga, intentando encontrar las palabras correctas. ¿Cómo podía explicar, qué frases habían para describir todos los sentimientos que tenía?
—No lo entiendo tan bien, tampoco. Nunca había pasado antes. —Yoongi hizo una pausa, intentando organizar sus pensamientos pero de alguna forma habían demasiados ahora. Todos lo abrumaban hasta que no pudo hacer más que sonreír tristemente. —Supongo que comenzó a afectarme más cuando comencé a preocuparme por ti.
Se sentía como que Jungkook había dejado de respirar. Parecía que estaba intentando aceptar todas las cosas que había escuchado.
—Tienes tantas cosas diferentes aquí, quizás hay algo que puede ayudart-
—Mi magia no funciona en mí, nunca lo hizo—lo interrumpió Yoongi. Se rió espacio, sintiendo los ojos sorprendidos de Jungkook en sí mismo. —Irónico, ¿no? Un brujo sanador que no puede curar su propio resfrío.
—¿Y no hay nada que puedas hacer?
Yoongi sacudió su cabeza. Miró a Jungkook, intentando leer su expresión. Juzgando por la mirada en sus ojos, Yoongi supo lo que iba a decir.
—Entonces no quiero que me sanas más—antes de que Yoongi pudiera protestar Jungkook comenzó a hablar de nuevo, con más fuerza en su voz. —No sé si algo como esto pasará otra vez. Y no quiero que sufras por mí. Desearía poder prometerte que no me haré daño nunca más. Pero no puedo.
Yoongi sonrió. Sabía que terminaría así. Todo lo que temía que pasara pasó exactamente de la manera en que imaginó.
—Es por eso que no quería que supieras. No podría soportar el hecho de que te estuvieras desangrando en algún lugar porque ya no quieres acudir a mí.
Yoongi se acercó más a él, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de Jungkook y enterrando su cara ahí. Olió hierbas de la poción y el familiar olor de su suéter. Pero ahora estaba mezclado con el aroma de Jungkook, algo que había extrañado demasiado. De repente, supo que daría todo, si eso significaba mantener a Jungkook así. Vivo y respirando.
—Solo…prometeme que me dejaras ayudarte. Estaré bien así que prométeme que volverás si me necesitas.
Todo el cuerpo de Yoongi se tensó esperando algún tipo de respuesta. Sintió las manos de Jungkook, tan cálidas,bajo la camisa de Yoongi y entonces escuchó su voz.
Era solo una palabra pero era suficiente.
—Lo prometo.
Yoongi siguió acariciando el cabello de Jungkook cuando se acostaron en el sofá. Su aliento cálido hacía cosquillas en algún lugar bajo su clavícula pero no le importaba.
—Aún no me dices qué te pasó hoy en la noche.
—Te dije hace mucho tiempo—respondió Jungkook, levantando su cabeza para mirar a Yoongi— A la gente no le agradamos mucho.
Se quedó en silencio por un largo rato, jugando con el collar de la camisa de Yoongi, como si tuviera que mantener sus dedos ocupados con algo. Era difícil imaginar que es lo que estaba pensando. Qué era lo que realmente escondía bajo la expresión que intentaba tanto mantener neutral.
—Comenzaron a darse cuenta, sospechando algo. Esa es la razón por la cual no nos quedamos en el mismo lugar por mucho tiempo.
Se volvió difícil respirar de la nada, casi como si alguien hubiera golpeado a Yoongi en el estómago. Aún así, intentó sonar normal y esconder la pizca de miedo cuando preguntó —¿Vas a irte lejos de mí?
—Aún no lo sé. Pero no importa— Jungkook notó la mirada inquisidora en la cara de Yoongi, tomó su mano, entrelazo sus dedos y añadió— Volveré a ti de todas formas. Así que no importa dónde esté.
Lo dijo simplemente así, como si fuera la cosa más obvia del mundo. El sentimiento de ansiedad se desvaneció poco a poco cuando Yoongi vió los ojos de Jungkook arrugarse con una sonrisa.
Mientras Jungkook volviera, no importaba cuánto tuviera que esperar Yoongi.
Yoongi se acercó más al cuerpo de Jungkook. Llevó su mano tomada con la de Jungkook a su boca y rozó los dedos de Jungkook con sus labios.
Quería sentirlo de esa manera, quería que estuviera tan cerca que si se concentraba lo suficiente podría escuchar el corazón de Jungkook latiendo en su pecho. Yoongi quería repetir esa frase una y otra y otra vez.
Te amo, te amo, te a-
—Te amo.
El corazón de Yoongi se detuvo cuando se dio cuenta de que fue su propia voz la que acababa de escuchar. No se arrepentía pero cuando miró los ojos de Jungkook estaba preparado para el rechazo.
Excepto que no encontró nada parecido a eso. Había mucho escondido en la expresión de Jungkook: sorpresa, alivio, felicidad. Pero había algo que combinaba todas aquellas cosas, algo que Yoongi no se atrevió a nombrar hasta Jungkook lo hiciera primero.
Y lo hizo.
—Te amo, también—murmuró. Fue tan dulce que Yoongi no supo qué hacer con eso. —Hace un tiempo que lo hago. Por si no lo habías notado.
Una pequeña risa que no pudo evitar escapó de la boca de Yoongi sin permiso. Acarició la mejilla de Jungkook, antes de besarlo, lentamente y dulcemente.
Si solo pudiera verter todos sus sentimientos en algo. Si solo pudiera hacerle saber a Jungkook lo mucho que significaba para él con tocar sus labios y con sus manos temblorosas presionadas en la cara de Jungkook.
Cuando Yoongi se alejó y miró los ojos de Jungkook, tuvo la sensación de que lo entendió.
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