#Constructivismo
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«Resumiendo, los primeros filósofos son los que instauran un plano de inmanencia como un tamiz tendido sobre el caos. Se oponen en este sentido a los Sabios, que son personajes de la religión, sacerdotes, porque conciben la instauración de un orden siempre trascendente, impuesto desde fuera por un gran déspota o por un dios superior a los demás, a imagen de Eris, tras guerras que superan cualquier agón y odios que recusan de antemano los desafíos de la rivalidad. Hay religión cada vez que hay trascendencia, Ser vertical, Estado imperial en el cielo o en la tierra, y hay Filosofía cada vez que hay inmanencia, aun cuando sirva de ruedo al agón y a la rivalidad (los tiranos griegos no serían una objeción, porque están plenamente del lado de la sociedad de los amigos tal como ésta se presenta a través de sus rivalidades más insensatas, más violentas). Y tal vez estas dos determinaciones eventuales de la filosofía como griega estén profundamente vinculadas. Únicamente los amigos pueden tender un plano de inmanencia como un suelo que se hurta a los ídolos.»
Gilles Deleuze y Félix Guattari: ¿Qué es la filosofía? Editorial Anagrama, págs. 47-48. Barcelona, 1997.
TGO
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La Evolución del Modernismo en el Diseño: Movimientos y Representantes Clave
El modernismo en diseño es un fenómeno fascinante que se desarrolló entre finales del siglo XIX y principios del XX, dando lugar a una serie de movimientos artísticos que transformaron la manera en que concebimos el arte, la arquitectura y el diseño industrial. Cada uno de estos movimientos, aunque único en su esencia, compartía un deseo común de romper con las tradiciones del pasado y explorar…
#Art Nouveau#Bauhaus#Constructivismo#De Stijl#Futurismo#Jugendstil#Liberty o Floreale#Modernismo#Secesionismo
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Cuando significa algo, aprendo...
En el mundo de la educación, el aprendizaje significativo es un concepto fundamental que ha sido objeto de investigación y debate durante décadas. La idea detrás de este enfoque educativo es que los estudiantes no solo deben memorizar hechos y datos, sino que deben comprender y aplicar el conocimiento de manera significativa en sus vidas. En este artículo, exploraremos el aprendizaje…
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"Proletarios, prepárense para la batalla final."
Gustav Klutsis (1895-1938) - Ilustración para el poema "Vladimir Ilich Lenin" de Vladimir Mayakovsky
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Something that i was working out, but the final design was completly different!
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"Carmelo Arden Quin, en la trama del arte constructivo" expuesta en Centro Cultural Palacio la Moneda y organizada por el Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina (Buenos Aires)
Primavera 2023
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Lili Brik retratada por Rodchenko en un fotomontaje propagandístico de la Rusia soviética. El cartel es una de las obras más célebres del constructivismo.
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Marx, el comunismo y el decrecimiento
Por Daniel Tanuro, Jean-Marie Harribey
Fuentes: Viento sur
A propósito del nuevo libro de Kohei Saito ¡Menos! El decrecimiento es una filosofía
Daniel Tanuro
El libro es excelente y particularmente útil en cuatro cuestiones: la naturaleza de clase, fundamentalmente destructiva, de las fuerzas productivas capitalistas; la superioridad social y ecológica de las (llamadas) sociedades primitivas, sin clases; el debate sobre naturaleza y cultura con Bruno Latour y Jason Moore; en fin, el gran error de los aceleracionistas que se apoyan en Marx para negar la imperiosa necesidad de un decrecimiento. Estos cuatro aspectos tienen una gran importancia política hoy, no sólo para las y los marxistas preocupados por estar a la altura del desafío ecosocial planteado por la crisis sistémica del capitalismo, sino también para las y los activistas ecológicos. Este libro tiene las mismas cualidades que el precedente: erudito, bien construído y sutil y clarificador en la presentación de la evolución intelectual de Marx después de 1868. Por desgracia, tiene el mismo defecto: da por sentado lo que sólo es una hipótesis. Una vez más, Saito exagera al querer encontrar en Marx la perfecta anticipación teórica de los combates de hoy 1.
Al comienzo fue la “fractura metabólica”.
La primera parte de Marx en el Antropoceno profundiza en la exploración del concepto marxista de fractura metabólica 2. Saito sigue aquí la estela de John B. Foster y de Paul Burkett, que habían mostrado la inmensa importancia de esta noción 3 Saito enriquece el análisis al resaltar tres manifestaciones del fenómeno –perturbación de los procesos naturales, falla espacial, hiato entre las temporalidades de la naturaleza y del capital– a las que corresponden tres estrategias capitalistas de elusión –las pseudosoluciones tecnológicas, la deslocalización de las catástrofes a los países dominados y el aplazamiento de sus consecuencias a las futuras generaciones (p. 29 y ss.).
El capítulo 1 se ocupa en particular de la contribución al debate del marxista húngaro István Mészáros, que Saito considera decisivo en la reapropiación del concepto de metabolismo a finales del siglo XX. El capítulo 2 se centra en la responsabilidad de Engels al editar los Libros II y III del Capital, difundiendo una definición truncada de la fractura metabólica, sensiblemente distinta de la de Marx. Para Saito, este cambio, lejos de ser fortuito, traduciría una divergencia entre la visión ecológica de Engels –limitada al temor a las “revanchas de la naturaleza”– y la de Marx –centrada en la necesaria “gestión racional del metabolismo” por medio de la reducción del tiempo de trabajo. El capítulo 3, al tiempo que recuerda las ambigüedades de György Lukács, rinde homenaje a su visión del desarrollo histórico del metabolismo humano-naturaleza, como continuidad y a la vez como ruptura. Para Saito, esta dialéctica, inspirada en Hegel (“identidad entre la identidad y la no-identidad”) es indispensable para diferenciarse tanto del dualismo cartesiano –que exagera la discontinuidad entre naturaleza y sociedad– como del constructivismo social –que exagera la continuidad (la identidad) entre estos dos polos y por eso no puede “mostrar el carácter único de la forma capitalista de organizar el metabolismo humano con el entorno” (p. 91).
Dualismo, constructivismo y dialéctica
La segunda parte de la obra dirige una mirada muy (¿demasiado?) crítica sobre otras ecologías de inspiración marxista. Saito se desmarca de David Harvey, al que achaca una “sorprendente reacción negativa ante el giro ecológico en el marxismo”. De hecho, Marx en el Antropoceno incluye algunas citas sorprendentes del geógrafo estadounidense: Harvey parece convencido de “la capacidad del capital para transformar todo límite natural en barrera superable”; confiesa que “hablar de los límites y de la rareza ecológica (…) (le) pone tan nervioso políticamente como desconfiado teóricamente”; “las políticas socialistas basadas en la idea de una catástrofe ambiental inminente” serían para él “un signo de debilidad”. Neil Smith, geógrafo como Harvey, “mostraría la misma vacilación ante el ambientalismo”, que califica de “apocalipsismo”. Smith es conocido por su teoría de “la producción social de naturaleza”. Saito la rechaza ya que considera que incita a negar la existencia de la naturaleza como entidad autónoma, independiente de los humanos: lo deduce de la afirmación de Smith de que “la naturaleza no es nada si no es social” (p. 111). En general, Saito ataca las concepciones constructivistas planteando que “la naturaleza es una presunción objetiva de la producción”. No hay duda alguna de que esta visión era también la de Marx. El hecho incontestable de que la humanidad forma parte de la naturaleza no significa ni que todo lo que hace esté dictado por su naturaleza, ni que todo lo que la naturaleza hace esté construido por la sociedad.
Destrucción ecológica: ¿los “actores” o el beneficio?
En el marco de esta polémica, el autor dedica algunas páginas muy duras a Jason Moore. Admite que la noción de Capitaloceno “supone un avance respecto al concepto de producción social de naturaleza”, porque pone el acento en las interacciones humanidad/entorno. Pero reprocha a Moore agrupar a humanos y no humanos como actores que trabajan en red para producir un conjunto intrincado, “híbrido” según Bruno Latour. Es un tema importante. En efecto, Moore considera que distinguir una fractura metabólica dentro del conjunto-red es un contrasentido, el producto de una visión dualista. Ahora bien, la noción de metabolismo designa la manera como órganos distintos de un mismo organismo contribuyen específicamente al funcionamiento del todo. Es lo contrario del dualismo (como también del monismo) y se vuelve a la fórmula de Hegel: hay “identidad de la identidad y de la no-identidad”. Marx en el Anthropoceno ataca también las tesis de Moore por otro ángulo: el del trabajo. Para Moore, el capitalismo se mueve por la obsesión de la “Cheap Nature” (naturaleza barata), que según él engloba la fuerza de trabajo, la energía, los bienes alimentarios y las materias primas. Moore se reclama de Marx, pero está claro que su Cheap naturez escamotea el papel exclusivo del trabajo abstracto en la creación de plusvalor, así como el papel clave de la carrera por el plusvalor en la destrucción ecológica. Pero el valor no es un actor híbrido entre otros. Como dice Saito,es “puramente social” y por medio de él el capitalismo “domina los procesos metabólicos de la naturaleza” (pp. 121-122).
Está claro que la carrera por el beneficio agudiza la fractura metabólica, al exigir cada vez más energía, fuerza de trabajo, productos agrícolas y materias primas baratas. Evidentemente, de todos los recursos naturales que el capital transforma en mercancías, la fuerza de trabajo antrópica es la única capaz de crear un indice tan puramente antrópico como el valor abstracto. Como dice Saito: “precisamente porque la naturaleza existe independiente y previa a todas las categorías sociales, y sigue manteniendo su no-identidad con la lógica del valor, la maximización del beneficio produce una serie de discordancias en el seno del metabolismo natural”. Por consiguiente, la fractura no es una metáfora, como pretende Moore. “Existe efectivamente una fractura entre el metabolismo social de las mercancías y de la moneda, y el metabolismo universal de la naturaleza” (ibid). “No por dualismo cartesiano, Marx describía de manera dualista la fractura entre el metabolismo social y el metabolismo natural –así como la fractura entre el trabajo productivo y el trabajo improductivo. Lo hizo de forma consciente, porque las relaciones únicamente sociales del capitalismo ejercen un poder extranatural (alien power) en la realidad; un análisis crítico de esta potencia social requiere inevitablemente separar lo social y lo natural en tanto que ámbitos de investigación independientes y analizar después su encaje.” (p. 123)
Incomparable. No hay ninguna duda, una vez más, de que ésta era para Marx la visión del encaje de lo social en lo ambiental.
Aceleracionismo vs. anti-productivismo
El capítulo 5 polemiza con otra variedad de marxistas: los “aceleracionistas de izquierda”. Según estos autores, los desafíos ecológicos sólo pueden ser resueltos multiplicando el desarrollo tecnológico, la automación, etc. Esta estrategia, en su opinión, es conforme al proyecto marxiano: hay que derribar los obstáculos capitalistas al crecimiento de las fuerzas productivas para posibilitar una sociedad de la abundancia. Esta parte del libro es muy interesante porque clarifica la ruptura con el productivismo y el prometeísmo de los años de juventud. La ruptura no es probablemente tan neta como lo pretende Saito 4, pero hubo sin duda un giro. En El Manifiesto comunista, Marx y Engels explicaban que el proletariado debía “tomar el poder para arrancar poco a poco todo el capital a la burguesía, centralizar todos los medios de producción en manos del Estado y aumentar lo más rápido posible la cantidad de fuerzas productivas” 5. Llama la atención que la perspectiva de este texto es muy estatalista y que considera las fuerzas productivas como socialmente neutras; forman un conjunto de cosas que debe cambiar de manos (debe ser “arrancado poco a poco a la burguesía”) para crecer de forma cuantitativa.
Por tanto ¿tienen razón por tanto los aceleracionistas al apoyarse en Marx? No, porque Marx abandonó la concepción expuesta en el Manifiesto. Kohei Saito llama la atención sobre el hecho de que El Capital, su gran obra, ya no trata de las “fuerzas productivas” en general (ahistóricas), sino de fuerzas productivas históricamente determinadas: las fuerzas productivas capitalistas. El largo capítulo XII del Tomo I, Vol. 2 (“Maquinismo y gran industria”) desglosa los efectos destructivos de dichas fuerzas, tanto en el plano social como en el ambiental. Se podría añadir: no es fortuito que este capítulo acabe precisamente con la siguiente frase, digna de un manifiesto ecosocialista moderno: “La producción capitalista sólo desarrolla la técnica y la combinación del proceso de producción social agotando al mismo tiempo las dos fuentes de las que nace toda riqueza: la tierray el trabajador”. Ya no se trata de neutralidad de las tecnologías. El capital ya no es entendido como una cosa, sino como una relación social de explotación y de destrucción, que debe ser destruido (“negación de la negación”). Señalemos que Marx, después de la Commune de Paris, precisará que romper con el productivismo requiere también romper con el estatalismo.
Es sorprendente que Kohei Saito no recuerde la frase citada del Manifiesto, donde se exhorta al proletariado a tomar el poder para “aumentar lo más rápido posible la cantidad de fuerzas productivas”. Eso habría dado más relieve aún a su demostración del cambio ulterior. Pero poco importa: el hecho es que el giro es real y desemboca en el Libro III de El Capital en una magnífica perspectiva de revolución en permanencia, resueltamente anti-productivista y anti-tecnocrática:
La libertad en este terreno sólo puede consistir en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente ese metabolismo suyo con la naturaleza poniéndolo bajo su control colectivo, en vez de ser dominados por él como por un poder ciego; que lo lleven a cabo con el mínimo empleo de fuerzas y bajo las condiciones más dignas y adecuadas a su naturaleza humana (El Capital, T. 3, Vol. 8, p. 1044).
La evolución es clara. El paradigma de la emancipación humana ha cambiado: ya no consiste en el crecimiento de las fuerzas productivas sino en la gestión racional de los intercambios con la naturaleza y entre los seres humanos.
Subsunción formal y subsunción real del trabajo.
Las páginas más ricas de Marx en el Antropoceno son, en mi opinión, aquellas en que Saito muestra que el nuevo paradigma marxiano de la emancipación es resultado de un amplio esfuerzo de crítica de las formas sucesivas que el capital ha impuesto al trabajo. Aunque formando parte de los trabajos preparatorios de El Capital, esta crítica no se publicará hasta más tarde (Manuscritos económicos de 1861-1863). Su punto clave es la importante noción de subsunción del trabajo por el capital. Insistimos de paso: la subsunción es más que la sumisión: subsumir implica integrar lo que está sometido a quien lo somete. El capital subsume al trabajo asalariado puesto que integra la fuerza de trabajo como capital variable. Pero, para Marx, hay subsunción y subsunción: el paso de la manufactura al maquinismo y a la gran industria implica el paso de la “subsunción formal” a la “subsunción real”. La primera significa simplemente que el capital toma el control del proceso de trabajo que existía antes, sin aportar cambio ni en su organización ni en su carácter tecnológico. La segunda se instala a partir del momento en que el capital revoluciona completamente y sin parar el proceso de producción –no sólo en el plano tecnológico sino también en el plano de la cooperación–, es decir, de las relaciones productivas entre trabajadores y entre trabajadores y capitalistas. Se crea así un modo de producción específico, sin precedente, por entero adaptado a los imperativos de la acumulación del capital. Un modo en el cual, al contrario que en el precedente, “el mando del capitalista se vuelve indispensable para la realización del propio proceso de trabajo”. (p. 148).
Saito no es el primero en apuntar el carácter de clase de las tecnologías. Daniel Bensaïd destacaba la necesidad de que “las propias fuerzas productivas sean sometidas a un examen crítico” 6. Michaël Löwy defiende que no basta con destruir el aparato de Estado burgués –también el aparato productivo capitalista debe ser desmantelado 7. Pero hay que agradecer a Saito ceñirse lo más posible al texto de Marx para resumir las implicaciones en cascada de la subsunción real del trabajo: “aumenta considerablemente la dependencia de los trabajadores respecto del capital”; “las condiciones objetivas para que los trabajadores realicen sus capacidades les aparecen cada vez más como un poder extranjero, independiente”; “por el hecho de que el capital en tanto que trabajo objetivado –medios de producción– emplea trabajo vivo, la relación del sujeto y del objeto se invierte en el proceso de trabajo”; “al estar el trabajo encarnado en el capital, el papel del trabajador se reduce al de simple portador de la cosa reificada –los medios de preservar y valorizar el capital al lado de las máquinas– mientras que la cosa reificada adquiere la apariencia de la subjetividad, poder extranjero que controla el comportamiento y la voluntad de la persona”; “siendo el aumento de las fuerzas productivas posible sólo a iniciativa del capital y bajo su responsabilidad, las nuevas fuerzas productivas del trabajo social no aparecen como las fuerzas productivas de los mismos trabajadores,sino como las fuerzas productivas del capital”; “el trabajo vivo se convierte (así) en un poder del capital, cualquier desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo es un desarrollo de las fuerzas productivas del capital”. Se imponen dos conclusiones no productivistas y no tecnocráticas: 1°) “el desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo no hace sino aumentar el poder exterior del capital,despojando a los trabajadores de sus competencias subjetivas, de su saber y de su visión, no abre automáticamente la posibilidad de un futuro radiante”; 2°) el concepto marxiano de fuerzas productivas es más amplio que el de fuerzas productivas capitalistas –incluye capacidades humanas tales como las competencias, la autonomía, la libertad y la independencia y por tanto es a la vez cuantitativo y cualitativo” (p. 149-150).
¿Qué materialismo histórico? ¿Qué abundancia?
Estos desarrollos llevan a Kohei Saito a preguntarse por el materialismo histórico. Es sabido que el Prefacio a la Crítica de la Economía Política contiene el único resumen que hizo Marx de su teoría. Dice:
En un determinado estadio de su desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo seno se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas relaciones se convierten en obstáculos. Entonces se abre un período de revolución social 8.
Parece claro que Marx no podía adherirse literalmente a esta formulación –y aún menos a la del Manifiesto sobre el aumento cuantitativo de las fuerzas productivas– desde el momento en que su análisis le llevaba a concluir que el desarrollo de dichas fuerzas refuerza el dominio del capital y mutila la iniciativa de aquellos a quienes explota. Como dice Saito:
No se puede asumir que una revolución socialista pueda simplemente reemplazar las relaciones de producción por otras, una vez alcanzado un cierto nivel de fuerzas productivas. Puesto que las fuerzas productivas del capital engendradas por la subsunción real son materializadas y cristalizadas en el modo capitalista de producción, desaparecerían al mismo tiempo que el modo de producción.
Transferir la propiedad del capital al Estado no cambiaría el problema: al no cambiar las fuerzas productivas, 1°) las tareas de concepción deberían ser aseguradas por una “clase burocrática”, 2°) continuaría la destrucción ecológica. El autor concluye que “la subsunción real plantea un problema difícil de gestión socialista libre. La visión tradicional del materialismo histórico, sintetizada en el Prefacio, no da ninguna pista de solución” y “Marx no ha aportado una respuesta definitiva a estas cuestiones, ni siquiera en El Capital, de manera que debemos ir más allá.” (pp. 157-158).
“Ir más allá” es lo que se propone en la tercera parte de su obra, y lo que suscita más polémica. La cuestión de partida es sencilla: si la emancipación no pasa por el libre crecimiento de las fuerzas productivas, lo que Daniel Bensaid denominaba el “comodín de la abundancia” (op. cit.), ¿por dónde podría pasar? Por “la reducción de escala y la desaceleración de la producción”, responde Saito (p. 166). Para el autor, en resumen, la abundancia debe entenderse no como plétora de bienes materiales privados –según el modelo consumista y a la vez excluyente de la acumulación de mercancías accesibles únicamente para la demanda solvente– sino como profusion de riquezas sociales y naturales comunes. Sin ello, “la opción restante es el control burocrático de la producción social, que ocasionó el fracaso de la vía soviética” (p. 166).
Decrecimiento, economía estacionaria y transición
Marx en el Antropoceno aboga por tanto por un “comunismo decrecentista”, profundamente igualitario, centrado en la satisfacción de las necesidades reales. Según Saito, éste era el comunismo de las llamadas comunidades arcaicas, algunos de cuyos rasgos han subsistido mucho tiempo bajo formas más o menos degradadas en sistemas agrarios basados en la propiedad colectiva de la tierra, sobre todo en Rusia. Para el Marx de madurez, se trataba de mucho más que de supervivencias del pasado: estas comunidades muestran que después de haber “expropiado a los expropiadores”, la sociedad, para abolir toda dominación, deberá progresar hacia una forma más elevada de la comunidad arcaica. Me adhiero plenamente a esta perspectiva, pero con una precisión: Saito fuerza demasiado las cosas al pretender que “14 años de estudio serio de las ciencias naturales y de las sociedades precapitalistas” habrían llevado a Marx en 1881 a avanzar “su idea del comunismo decrecentista” (p. 242).Esta afirmación es excesiva. Tomada literalmente, no se basa en ningún documento conocido. Por ello, para, a pesar de todo, darle una pizca de plausibilidad (y aun en este caso:¡a condición de formularla como hipótesis, no como certidumbre!) Saito se ve obligado a recurrir a una sucesión de amalgamas: tiene que hacer como si la crítica radical de la acumulación capitalista por Marx fuese lo mismo que la economía estacionaria, como si las comunidades arcaicas fuesen estacionarias y como si la economía estacionaria fuese lo mismo que el decrecimiento. Hay mucho si, pasa por alto diferencias esenciales… y no nos hace avanzar en el debate sobre los retos del decrecimiento en el sentido en que se discute hoy entre anticapitalistas, es decir, en el sentido literal de la reducción de la producción impuesta objetivamente por el cambio climático. Veámoslo más de cerca.
Dejemos de lado el PIB y consideremos únicamente la producción material: una sociedad post-capitalista en un país muy pobre rompería con el crecimiento capitalista pero debería aumentar la producción durante un cierto período para poder responder a la enorme masa de necesidades reales insatisfechas; una economía estacionaria utilizaría cada año la misma cantidad de recursos naturales para producir la misma cantidad de valores de uso con las mismas fuerzas productivas; en cuanto a una economía decreciente, reduciría las extracciones y la producción. Poniendo un signo de igualdad entre estas dos formas, Kohei Saito mantiene una lamentable confusión. “Debería quedar claro ahora, escribe, que el socialismo promueve una transición social hacia una economía de decrecimiento” (p.242). Está muy mal formulado, porque el decrecimiento no es un proyecto de sociedad, sino justo una condición que pesa sobre la transición. Una “economía de decrecimiento”, como tal, no quiere decir nada. Algunas producciones deberían crecer y otras disminuir en el seno de una asignación global decreciente. Para ceñirse al diagnóstico científico sobre el cambio climático, hay que decir más o menos esto: planificar democráticamente un decrecimiento justo es el único medio de transitar racionalmente hacia el ecosocialismo. Dado que debe ser construído un nuevo sistema energético 100% renovable con la energía del sistema actual (que es en un 80% fósil, fuente por tanto de CO2), sólo caben en términos generales dos estrategias posibles para suprimir las emisiones: o reducir radicalmente el consumo final de energía (lo que implica producir y transportar globalmente menos) adoptando medidas anticapitalistas fuertes (contra el 10%, y sobre todo el 1% más rico); o apostar por la compensación carbono y el despliegue masivo en el futuro de hipotéticas tecnologías de captura-almacenamiento de carbono, de captura-utilización o de geoingeniería, esto es, por soluciones de aprendices de brujos que implican aún más desposesiones, desigualdades sociales y destrucciones ecológicas. Proponemos la expresión decrecimiento justocomo eje estratégico de los marxistas antiproductivistas de hoy. Hacer del decrecimiento un sinónimo de la economía estacionaria no es una opción porque equivale a reduci rel volumen de la alarma de incendio.
La comuna rural rusa, la revolución y la ecología
La perspectiva de un decrecimiento justo debe mucho al enorme trabajo pionero de Marx, pero no tiene sentido afirmar que él fue su creador, porque Marx nunca abogó explícitamente por una disminución neta de la producción. Para convertirlo en padre del ”comunismo decreciente”, Saito se basa casi exclusivamente en un texto famoso y de una importancia excepcional: la carta a Vera Zasulich 9. En 1881, la populista rusa había pedido a Marx, por correo, su opinión sobre la posibilidad de apoyarse en Rusia en la comuna campesina para construir directamente el socialismo sin pasar por el capitalismo. La traducción rusa de El Capital había desencadenado un debate sobre esta cuestión entre los opositores al zarismo. Marx redactó tres borradores de respuesta. Éstos confirman su ruptura profunda con la visión lineal del desarrollo histórico y, por tanto, también con la idea de que los países capitalistas más avanzados serían los más cercanos al socialismo. Al respecto, la última frase es clara como agua cristalina:
Si la revolución se hace en tiempo oportuno, si concentra todas sus fuerzas para asegurar el libre desarrollo de la comuna rural, ésta evolucionará pronto como un elemento regenerador de la sociedad rusa y como elemento de superioridad sobre los países subyugados por el régimen capitalista.
Para Saito, este texto significa que la degradación capitalista del entorno había conducido a Marx, después de 1868, a “abandonar su esquema de materialismo histórico anterior. No fue una tarea cómoda para él”, dice. “Su visión del mundo estaba en crisis. En este sentido, (sus) investigaciones intensivas de sus últimos años (sobre las ciencias naturales y sobre las sociedades precapitalistas, D.T.) eran un intento desesperado de reconsiderar y de reformular su concepción materialista de la historia a partir de una perspectiva enteramente nueva, derivada de una concepción radicalmente nueva de la sociedad alternativa” (p. 173). “Catorce años de investigaciones” habían llevado a Marx “a concluir que la sostenibilidad y la igualdad basadas en una economía estacionaria son la fuente de la capacidad (power) de resistencia al capitalismo”. Habría comprendido por tanto “la oportunidad de formular una nueva forma de regulación racional del metabolismo humano con la naturaleza en Europa occidental y en EstadosUnidos”: “la economía estacionaria y circular sin crecimiento económico, que antes había rechazado como estabilidad regresiva de las sociedades primitivas sin historia” (pp. 206-207).
¿Qué pensar de esta reconstrucción del itinerario del pensamiento marxista con salsa ecologista? La narrativa puede gustar mucho en algunos medios, es evidente. Pero, ¿por qué esperó Marx hasta 1881 para expresarse sobre esta cuestión clave? ¿Por qué lo hizo solamente a través de una carta? ¿Por qué esta carta requirió tres borradores sucesivos? Si de verdad había comenzado Marx a “revisar su esquema teórico en 1860 como consecuencia de la degradación ecológica” (p.204), y si de verdad el concepto de fractura metabólica había servido de “mediación» en sus esfuerzos de ruptura con el eurocentrismo y el productivismo” (p. 200), ¿cómo explicar que la superioridad ecológica de la comuna rural sólo se cite una vez en la respuesta a Zasulich? Last but not least: aunque no se puede excluir que la última frase de esta respuesta proyecte la visión de una economía post-capitalista estacionaria para Europa occidental y EstadosUnidos, no era el caso de Rusia; Marx insistía mucho en el hecho de que sólo beneficiándose del nivel de desarrollo de los países capitalistas desarrollados podría el socialismo en Rusia “asegurar el libre desarrollo de la comuna rural”. Al final, la intervención de Marx en el debate ruso parece desprenderse mucho más de su admiración por la superioridad de las relaciones sociales en las sociedades “arcaicas” 10 y de su compromiso militante en la internacionalización de la revolución que de la centralidad de la crisis ecológica y de la idea del “comunismo decrecentista”.
“Ofrecer algo positivo”
La afirmación categórica de que Marx habría inventado ese “comunismo decrecentista” para reparar la “fractura metabólica” es tan excesiva que habría que preguntarse por qué Kohei Saito la formula como conclusión de una obra que tiene cosas tan excelentes. La respuesta se da en las primeras páginas del capítulo 6. Ante la urgencia ecológica, el autor plantea la necesidad de una respuesta anticapitalista, considera que las interpretaciones productivistas del marxismo son “insostenibles”, constata que el materialismo histórico es “impopular hoy día” entre los ambientalistas y piensa que es una lástima (a pity), porque éstos tienen “un interés común en criticar el insaciable deseo de acumulación del capital, aunque sea a partir de puntos de vista diferentes” (p. 172). Para Saito, los trabajos que muestran que Marx se apartó de las concepciones lineales del progreso histórico, o que se interesó por la ecología, “no bastan para demostrar a los no marxistas que deben prestar atención hoy al interés de Marx por la ecología. Hay que “tener en cuenta tanto los problemas del eurocentrismo como del productivismo para que se vuelva convincente una interpretación completamente nueva del Marx de la madurez” (p. 199). “Los investigadores deben ofrecer sobre esto algo positivo”, “elaborar sobre su visión positiva de la sociedad post-capitalista” (p. 173). ¿Se trata por tanto de ofrecer de manera convincente esta interpretación “completamente nueva”, describiendo a un Marx que funda sucesivamente, y con algunos años de distancia, el “ecosocialismo” y después el “comunismo del decrecimiento”? Me parece más cercano a la verdad, y por tanto más convincente, considerar que Marx no era ni ecosocialista ni decrecentista, en el sentido contemporáneo de estos términos. Esto no quita nada al hecho de que su penetrante crítica del productivismo capitalista y su concepto de “fractura metabólica” son decisivos para comprender la urgente necesidad actual de un “decrecimiento justo”.
Querer hacer entrar a la fuerza el decrecimiento en el pensamiento de Marx resulta anacrónico. Además, tampoco es necesario. Ciertamente, no se puede defender el decrecimiento justo y mantener en paralelo la versión productivista cuantitativista del materialismo histórico. Por contra, el decrecimiento justo se integra sin dificultad en un materialismo histórico que considera las fuerzas productivas en sus dimensiones cuantitativas y cualitativas. En cualquier caso, no necesitamos el aval de Marx ni para admitir la necesidad de un decrecimiento justo, ni más en general para ampliar y profundizar su “crítica inacabada de la economía política”.
El problema de la apología
Hay que preguntarse por la utilidad de una crítica de las exageraciones de Saito. Se puede decir: lo esencial es que “(este) libro proporciona un alimento útil a los socialistas y a las y los activistas ambientales, independientemente de las opiniones (o del interés mismo de tener una opinión) sobre la cuestión de si Marx era de verdad un comunista decreciente o no” 11. Esto es lo esencial, en efecto, y hay que repetirlo: Marx en el Antropoceno es una obra excelente, sobre todo porque sus desarrollos sobre los cuatro puntos mencionados en la introducción de este artículo son de gran actualidad e importancia. Sin embargo, no hay que subestimar el debate sobre lo que Marx dijo o no porque se refiere a la metodología a emplear en la elaboración de las herramientas intelectuales necesarias para la lucha ecosocialista. Pero esta cuestión concierne también a las y los activistas no marxistas.
El método de Kohei Saito tiene un defecto: es apologético. Este rasgo ya era perceptible en El ecosocialismo de Marx: aunque el subtítulo de la obra señalaba la “crítica inacabada de la economía política”, el autor dedicaba paradójicamente todo un capítulo a hacer como si Marx, después de El Capital, hubiera desarrollado un proyecto ecosocialista completo. Marx en el Antropoceno sigue el mismo camino, pero de manera aún más clara. Tomadas en conjunto, las dos obras dan la impresión de que Marx, en los años 1870, habría acabado por considerar la perturbación del metabolismo humanidad-naturaleza como la contradicción central del capitalismo, que primero habría deducido un proyecto de crecimiento ecosocialista de las fuerzas productivas, que después habría abandonado, hacia 1880-81, para trazar una nueva vía: el “comunismo decrecentista”. He intentado mostrar que esta narración es muy cuestionable.
Uno de los problemas de la apología es sobreestimar mucho la importancia de los textos. Por ejemplo, Saito da una importancia desproporcionada a la modificación por Engels del pasaje de El Capital, Libro III, donde Marx habla de la “fractura metabólica”. La dominación de las interpretaciones productivistas del materialismo histórica durante el siglo XX no se explica sobre todo por esta modificación: deriva principalmente del reformismo de las grandes organizaciones y de la subsunción de proletariado por el capital. Luchar contra esta situación, articular las resistencias sociales para poner en crisis la ideología del progreso en el seno mismo del mundo del trabajo es hoy día la principal tarea estratégica de los ecosocialistas. Las respuestas hay que buscarlas en las luchas y en el análisis de las luchas, más que en los blocs de notas de Marx.
Y lo que es más fundamental, la apología tiende a flirtear con el dogmatismo. “Marx lo dijo” se convierte fácilmente en el mantra que impide ver y pensar como marxista sobre lo que Marx no dijo. Porque, evidentemente, no dijo todo. Si hay alguna lección metodológica a sacar de su monumental obra es que la crítica es fértil y el dogma es estéril. La capacidad del ecosocialismo para responder a los formidables desafíos de la catástrofe ecológica capitalista dependerá no sólo de su fidelidad sino también de su creatividad y su capacidad de romper, incluso con sus propias ideas anteriores, como hizo Marx cuando era necesario. No se trata sólo de pulir cuidadosamente la ecología de Marx, sino también y sobre todo de desarrollarla y radicalizarla.
Publicado en Actuel Marx, 2024 número 76. Reproducido con autorización del autor.. Traducción: viento sur
De la ecología a las luchas sociales y a la revolución: sobre el nuevo libro de Daniel Tanuro
El ingeniero agrónomo Daniel Tanuro, militante ecosocialista y miembro de la IVe Internacional, ha publicado este año Ecologie, luttes sociales et révolution (París, La Dispute, 2024). Es un libro de entrevistas realizadas por Alexis Cukier y Marine Garrisi, y prologado por Timothée Parrique. Autor ya de otros libros 12, Daniel Tanuro propone en éste una bien recibida síntesis sobre el estado de los conocimientos en materia de degradación ecológica, sobre todo en relación con el calentamiento climático, y también sobre la acción a llevar a cabo para superar el modelo de crecimiento capitalista que está en el origen de las múltiples crisis, o como indica el autor: lo que se sabe, lo que se puede hacer.
Lo que se sabe y explica Daniel Tanuro
Tanto los informes del IPCC sobre el clima como los del IPBES sobre la biodiversidad y los daños ecosistémicos no dejan lugar a dudas: vamos hacia la catástrofe, o según Daniel Tanuro al “cataclismo” (p. 25). El diagnóstico es indiscutible si “se considera simultáneamente nueve elementos interdependientes: la biodiversidad, la acidez de los océanos, la concentración atmosférica en partículas, la aparición de nuevas entidades químicas, los cambios de ocupación de los suelos, el estado de la capa de ozono estratosférico, los ciclos del carbono, nitrógenoy fósforo así como del agua” (p. 26) 13. De esta forma pueden definirse “zonas fronterizas” (p. 27) que no se deben traspasar.
En la discusión que opone a algunos expertos, ecomarxistas o no, sobre los orígenes del cambio de era provocado por las actividades humanas, Daniel Tanuro es tajante: para designar un cambio de era geológica, “hay que aplicar los criterios de los geólogos (…) que proporcionan una base sólida para situar el comienzo del Antropoceno después de la Segunda Guerra Mundial” (p. 30): nivel de los océanos, declive brutal de la biodiversidad, nuevas entidades químicas en las rocas. Aunque haya premisas antes de 1950, para el autor se trata de designar la “gran aceleración” producida después de esa fecha (p. 31). En esta cuestión Daniel Tanuro se aleja de otros teóricos marxistas con tendencia a preferir el concepto de capitaloceno al de antropoceno. Pero la distancia no es muy grande porque como Daniel Tanuro precisa: “el cambio ocurre en los años 1950 como resultado de un siglo y medio de acumulación capitalista” (p. 32, énfasis mío): “Hay que oponerse a los intentos de utilizar el Antropoceno contra la historia, como dice con toda razón Andreas Malm. Estos intentos escamotean los determinantes sociales, los disuelven en las leyes de la natualeza. Se borra así la historia, en particular el capitalismo, el colonialismoy el patriarcado.” (p. 33)
En cambio, Daniel Tanuro se separa claramente de Jason Moore, que se inserta en la corriente de Bruno Latour, recusando toda especificidad a la humanidad con respecto a la naturaleza y quitando toda significación al capitalismo (p. 34) 14.
Siguen varias páginas muy interesantes sobre la metodología utilizada para elaborar los informes en el seno del IPCC, cuyo contenido está mediatizado por la síntesis de intenciones de los responsables. Esto es siempre el fruto de un compromiso: por ejemplo, en el VIº informe de 2023, se pusieron en el mismo plano las energías renovables, las fósiles con captura-almacenamiento de carbono y las tecnologías para retirar carbono de la atmósfera (p. 40). ¿Dónde está el problema? Daniel Tanuro explica que el “cero emisiones netas” para responder a los objetivos del Acuerdo de París sería compatible, en el espíritu de los defensores de las energías fósiles, con continuar su utilización gracias a los progresos técnicos (p. 41).
Así se perfila el proyecto del autor: “El consenso pro-crecimiento y pro-capitalismo verde ya no es lo que era.” (p. 44). El crecimiento capitalista ya no es posible porque “esta producción requiere más energías fósiles, y por tanto más emisiones, que hay que reducir satisfaciendo las necesidades básicas, en la justicia social.” (p. 45) El autor da forma a la convergencia entre marxistas et decrecentistas, en favor de la cual argumenta también su prologuista Timothée Parrique 15.
Esta primera parte dedicada a los conocimientos sobre la situación ecológica permite a Daniel Tanuro mostrar la importancia de los saberes populares, porque los saberes científicos pueden estar impregnados de ideología. Por ejemplo, el destino de la Isla de Pascua está siendo hoy reconsiderado. La tesis de Diamond del ecocidio, que sería “el resultado combinado de la sobrepoblación y de la locura de grandeza de jefes tiránicos y crueles” (p. 48), resulta ser falsa: la desaparición del bosque se debió a las ratas llegadas con los polinesios. Daniel Tanuro deduce de ello que el modo de producción capitalista impide que “el trabajo social constituya una mediación simple, transparente entre la colectividad humana y el resto de la naturaleza. (…) Al apropiarse del trabajo, desmenuzándolo y sometiéndolo a su lógica absurda, el capitalismo desconecta esta inteligencia de su objeto principal” (p. 54).
Lo que se puede hacer y propone Daniel Tanuro
Progresivamente, Daniel Tanuro se coloca en el campo de la epistemología que le llevará a una estrategia anticapitalista:
La critica marxiana de la economía política es absolutamente indispensable para la comprensión de la catástrofe. Todas las corrientes de la ecología política coinciden en decir que esta catástrofe es el resultado del crecimiento, de la acumulación. Es exacto. ¿Pero de dónde viene el crecimiento? That’s the question. Para Bruno Latour y sus partidarios, el crecimiento deriva de que los modernos, a partir de la Ilustración, han creado un dualismo entre naturaleza y cultura. Sobre esta base, dicen, la sociedad ha creído poder crecer sin límites y reemplazar a este mundo por otro, como si fuera posible el paraíso en la tierra. Para Latour, debemos abandonar esta ilusión, renunciar a que haya un capitalismo que combatir, comprender que todos somos Terrestres. El eje del conflicto político, en su opinión, separa a los NoTerrestres de los Terrestres (…). Al contrario de esta visión idealista –tanto en el sentido filosófico como en el sentido común del término–, Marx, desde la primera sección de El Capital, ofrece una explicación materialista de la naturaleza crecentista”del sistema. El capital no es una cosa sino una relación social de explotación del trabajo asalariado (p. 63-64).
Daniel Tanuro es prudente: “Marx no era un ecosocialista avant la lettre […], pero su análisis del capital permite comprender la destrucción del entorno como un problema social, de origen social y que exige una respuesta social” (p. 65). Es más comedido que Kohei Saito[16], aunque al igual que este último afirma que
la lógica doblemente destructiva sólo puede ser rota sustituyendo la producción de valor abstracto por la producción de valores de uso para satisfacer las necesidades reales y democráticamente determinadas (…). La crítica científica que hizo Marx del modo de producción capitalista evita algunos patinazos reaccionarios, al articular dos niveles encajados entre sí: de una parte, Homo sapiens participa del metabolismo de la naturaleza; de otra, este metabolismo toma formas históricas quo no son naturales sino sociales (p. 65-67).
Un poco más adelante, Daniel Tanuro precisa:
Marx no era decrecentista, como tampoco era ecosocialista. Denunció la acumulación capitalista, evidentemente, pero no defendió la necesidad de producir menos para gestionar racionalmente el metabolismo humanidad/naturaleza. Pero éste es, hoy día, el sentido del decrecimiento: hay que reducir imperativamente la producción material global para detener la catástrofe. Es una obligación ecológica relativamente reciente. El concepto marxiano de fractura metabólica ayuda a comprenderlo, pero es anacrónico querer hacer entrar a la fuerza el decrecimiento en el pensamiento de Marx” (p. 73).
Daniel Tanuro explica por qué el capitalismo verde, el crecimiento verde, el “greenwashing sistémico” (p. 86), la geoingeniería son vías sin salida. Causan como efecto rebote el saqueo neocolonial de los recursos y las rivalidades interimperialistas, en un contexto en el que no se puede excluir un escenario ecofascista, aunque sea improbable a corto plazo.
El autor concede un lugar determinante a las luchas sociales ancladas en la ecología para construir alternativas. De nuevo condena la pretensión latouriana de superar la división izquierda-derecha, que lleva a negar la lucha de clases. Pero tiene cuidado en decir que el mundo del trabajo debe “romper con la estrategia sindical tradicional del reparto de los frutos del crecimiento que encierra las reivindicaciones de los trabajadores y trabajadoras en un marco productivista y tapona toda perspectiva política” (p. 109).
Para armar una buena estrategia con el fin de “apartar al movimiento obrero del productivismo” (p. 115), Daniel Tanuro observa “tres puntos débiles de la dominación capitalista”. “El primero es la incapacidad del capital para resolver, o incluso atenuar, la crisis que él mismo ha creado. Para decirlo sencillamente, el capital va bien, pero el capitalismo va mal.” (p. 113). La segunda es la amplitud de la regresión causada por las políticas neoliberales” (p. 113), cuyo signo es la debilidad de las ganancias de productividad del trabajo a pesar de la revolución técnica. El tercer punto débil es “una crisis de legitimidad extremadamente profunda de los regímenes políticos y del sistema socio-económico” (p. 114). De ello extrae lo que llama un “hilo rojo de una ruptura obrera con el productivismo”: aplicar a todos los sectores de la reproducción social los “cuidados” (p. 117) de las feministas.
Desde el punto de vista antropológico, transhistórico, ¿qué es el trabajo sino una manera de cuidar la vida? En última instancia, el capitalismo es contrario a la naturaleza humana porque sólo cuida el beneficio, desarticula el trabajo para alcanzar sus fines, y desquicia nuestro metabolismo con el resto de la naturaleza (p. 130).
En concreto,
¿cuál es la clave de la situación objetiva? La imposibilidad de detener la catástrofe climática sin disminuir radicalmente el consumo final de energía a nivel global, y por tanto la transformación y el transporte de las materias. Las condiciones de existencia de más de tres mil millones de seres humanos dependen de un decrecimiento justo, es decir, de un decrecimiento capitalista que ataque esencialmente al 1% más rico a nivel planetario (p. 140-141).
Aunque estoy de acuerdo con la consigna de “ralentizar” (p. 141) –que durante mucho tiempo he opuesto a algunos teóricos del decrecimiento para pensar la fase de transición– y también que “la cuestión no es ¿sí o no al decrecimiento?” sino más bien: “El decrecimiento de qué, dónde, por qué, para quién, cómo… y quién decide?”» (p. 141), lo que he resumido con la noción de decrecimiento selectivo, dudo mucho de que limitarlo sólo al 1% más rico sea suficiente. El modo de vida ostentoso, derrochador y depredador afecta a una capa más extensa que ese solo 1%. Sin duda, habrá que cuestionar el modo de vida de al menos la fracción del 10% más rico 16.
El libro de Daniel Tanuro ofrece un panorama completo de los principales temas para pensar más allá del capitalismo y de su corolario, el crecimiento económico. Escrito en un lenguaje sencillo pero preciso, permite clarificar los conceptos que se debaten en el seno de la ecología política y en el seno del ecomarxismo, cuando se piensa en una convergencia entre una y otro. Como escribe al final de su libro: “Ante la amenaza de una nueva inmersión en la barbarie, no tenemos otra opción que la esperanza. No tenemos otra opción que luchar por un programa rojo y verde, un programa que responda a las necesidades fundamentales de las clases populares tendiendo un puente hacia la transformación revolucionaria de la sociedad. La dificultad es enorme, pero no hay otra vía. No hay fatalidad en ver a la catástrofe convertirse en cataclismo.” (p. 154) El mensaje no tiene pues nada de pesimista; es realista.
Artículo publicado originalmente en el blog de Jean-Marie Harribey, “L’économie par terre ou sur terre?”, con fecha del 13/10/2024.
Texto original: Al’Encontre. Traducción: viento sur
Notas:
1. Ver mi artículo en viento sur “¿Era Marx ecosocialista?”
2. “Con la preponderancia incesantemente creciente de la población urbana, acumulada en grandes centros por la producción capitalista, ésta por una parte acumula la fuerza motriz histórica de la sociedad, y por otra perturba el metabolismo entre el hombre y la tierra, esto es, el retorno al suelo de aquellos elementos constitutivos del mismo que han sido consumidos por el hombre bajo la forma de alimentos y vestimenta, retorno que es condición natural eterna de la fertilidad permanente del suelo” (El Capital, T 1, Vol. 2, p. 611)
3. Leer en particular Paul Burkett, Marx and Nature. A Red and Green Perspective. Palgrave Macmillan, 1999. John Bellamy Foster, Marx’s Ecology. Materialism and Nature, Monthly Review Press, 2000 [La ecología de Marx, El viejo topo, 2000.
4. Ya en La Ideología alemana (1845-46) se puede leer: “llega un estadio en el desarrollo en que nacen fuerzas productivas y medios de circulación (…) que ya no son fuerzas productivas sino fuerzas destructivas (el maquinismoy el dinero)”. Karl Marx y Friedrich Engels, La Ideología alemana, Grijalbo, 1970.
5. Karl Marx y Friedrich Engels, Manifiesto del Partido comunista.
6. Daniel Bensaïd, «Introducción crítica a Introducción al marxismo» de Ernest Mandel, 2e edición, ed. Formación Lesoil, en línea en contretemps.eu
7. Michael Löwy, Ecosocialisme. L’alternative radicale à la catastrophe écologique capitaliste, Mille et une nuits, 2011, p. 39.
8. Marx-Engels, Œuvres choisies, Tomo 1, p. 525
9. Marx y Engels, Œuvres choisies, op. cit. tomo 3, p. 156
10. Una opinión compartida por Engels: cf. en particular su admiración por los zulús frente a los ingleses, en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.
11. Diana O’Dwyer, “Was Marx a Degrowth Communist”, https://rupture.ie
12. En particular L’impossible capitalisme vert (El imposible capitalismo verde, viento sur y La oveja roja, 2011), Les empêcheurs de penser en rond, La Découverte, 2012; Trop tard pour être pessimistes, Écosocialisme ou effondrement, (¡Demasiado tarde para ser pesimistas!, Sylone y viento sur, 2020).
13. Estos nueve ámbitos han sido definidos por Johan Rockström and Mathias Klum, Big World, Small Planet, Abundance within Planetary Boundaries, Yale University Press, 2015. Retomados por Kate Raworth, La théorie du donut, L’économie de demain en 7 principes, 2017, Paris, J’ai lu, 2021; y “La théorie du donut: une nouvelle économie est possibl”, Oxfam, 7 de diciembre ee 2020. El esquema del dónut define el espacio de sostenibilidad entre el “techo ecológico” y el “suelo social”.
14. Ver mi artículo «La ecología-mundo de Jason Moore desde el punto de vista del valor«
15. Lo mismo en el libro que publicó Timothée Parrique, Ralentir ou périr, L’économie de la décroissance, Paris, Seuil, 2022. Aquí, en su prólogo a Daniel Tanuro “La décroissance comme transition, l’écosocialisme comme destination”, cita en notas la respuesta a la reseña que había hecho de su libro. Aunque el lector no conozca el contenido de estas observaciones, tanto positivas (comenzaba por decir que era un libro que había que leer) como críticas, en particular sobre lo que es el capitalismo y la búsqueda del beneficio, sustituidos por el pretendido “barómetro” del PIB, en lugar de la tasa de ganancia. Al final de mi texto, se puede encontrar el link con la respuesta de T. Parrique. Referenciar convenientemente las fases de une discusión forma parte de su autenticidad y también de su elegancia…
16. Ver un ensayo de formalización de una reducción drástica de las desigualdades de ingreso sen una perspectiva social y ecológica: «Réduction des inégalités pour que les retraites soient soutenables socialement et écologiquement», 28 de enero de 2023.
Fuente: https://vientosur.info/marx-el-comunismo-y-el-decrecimiento/
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CONCLUSIONES
La intervención psicoeducativa es una herramienta fundamental para mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje y el desarrollo integral de los estudiantes. Al integrar conocimientos de diversas disciplinas, como la psicología, la pedagogía y las neurociencias, se logra un enfoque más completo y efectivo para abordar las necesidades individuales de los alumnos.
La riqueza de la intervención psicoeducativa radica en su enfoque multidisciplinario. Incorporar teorías y estrategias de constructivismo, socioconstructivismo, pedagogía, psicopedagogía, neurociencias y neuropsicopedagogía permite crear programas de intervención que se adaptan a las características y necesidades específicas de cada estudiante. Esta personalización es clave para el éxito educativo, ya que reconoce la diversidad de formas de aprender y la importancia de considerar el contexto individual y social del alumno.
Mirando hacia el futuro, es crucial seguir investigando y desarrollando nuevas estrategias que integren los avances en psicología, pedagogía y neurociencias. La colaboración entre educadores, psicólogos y neurocientíficos será vital para crear enfoques aún más innovadores y efectivos. Además, la formación continua de los profesionales de la educación en estas áreas garantizará que puedan aplicar los últimos conocimientos y técnicas en su práctica diaria.
En resumen, la intervención psicoeducativa representa una oportunidad invaluable para transformar la educación y hacerla más inclusiva, efectiva y centrada en el estudiante. Al continuar integrando y aplicando conocimientos de diversas disciplinas, podemos asegurar que todos los estudiantes tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial.
Dewey, J. (1938). Experiencia y Educación.
Freire, P. (1970). Pedagogía del oprimido.
Piaget, J. (1970). Ciencia de la Educación y Psicología del Niño. Prensa Orión.
Vygotsky, LS (1978). La mente en la sociedad: el desarrollo de procesos psicológicos superiores. Prensa de la Universidad de Harvard.
Vygotsky, LS (1986). Pensamiento y Lenguaje. Prensa del MIT. Wertsch, JV (1985). Vygotsky y la formación social de la mente. Prensa de la Universidad de Harvard.
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«La filosofía es un constructivismo, y el constructivismo tiene dos aspectos complementarios que difieren en sus características: crear conceptos y establecer un plano. Los conceptos son como las olas múltiples que suben y bajan, pero el plano de inmanencia es la ola única que los enrolla y desenrolla. El plano recubre los movimientos infinitos que los recorren y regresan, pero los conceptos son las velocidades infinitas de movimientos finitos que recorren cada vez únicamente sus propios componentes.»
Gilles Deleuze y Félix Guattari: ¿Qué es la filosofía? Editorial Anagrama, pág. 39. Barcelona, 1997.
TGO
@bocadosdefilosofia
@dias-de-la-ira-1
#deleuze y guattari#deleuze#guattari#gilles deleuze#félix guatari#filosofía#qué es filosofía#constructivismo#creación de conceptos#conceptos#concepto#plano de inmanencia#inmanencia#componentes#movimientos finitos#velocidades infinitas#analogía de las olas#teo gómez otero#nietzsche#materialismo#posestructuralismo#filosofía contemporánea#julio acerete
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Crees que la vida es de uno mismo al estar tan pendiente de lo que dicen otros?
Hola. Creo que darle importancia desmesurada a las opiniones ajenas refleja baja autoestima. Pasa de página. Quiérete, valórate porque solo te tendrás a ti en lo que te resta de vida. Ghoestar es dañino.
Por otra parte, desde la psicología, pues, el constructivismo habla de que el mundo es un estímulo constante, y ese estímulo provoca en nosotros una reacción, y esa reacción cimenta y refleja nuestro carácter. Es decir, según este teoría, solo nos podemos conocer mediante conocemos el mundo. (esto último por la cara xdxd)
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Influencias del Constructivismo Ruso en el Diseño Gráfico Contemporáneo
Aaron Gallardo A.
Escuela de Arte Corriente Alterna
En este ensayo explicaré el impacto que el Constructivismo Ruso ha tenido en los principios y del diseño gráfico producido en el siglo XXI. Comenzaré explorando el contexto histórico y los elementos clave para interpretar obras Constructivistas, lo cual nos permitirá entender cómo este movimiento ha moldeado y actualmente inspira el campo del diseño gráfico de este tiempo. Finalmente, analizaré paralelismos conceptuales y gráficos para ilustrar la relevancia y permanencia del Constructivismo Ruso, enfocándome en la obra de Aleksandr Rodchenko, en el lenguaje visual del Diseño Gráfico actual.
Contexto Histórico
Las agitaciones políticas en Rusia de los años anteriores estallaron en la Revolución de Octubre de 1917, donde Lenin y los Bolcheviques consiguieron tomar el poder político del país. Como en toda Revolución, se construyeron nuevas ideologías y se inauguró un nuevo gobierno con Comisariatos de soviets con planes específicos para el Arte y sus funciones para el Partido Comunista.
Particularmente, el decreto Sobre los Monumentos de la República de 1918 enumera las intenciones de Lenin de servirse de las artes plásticas para realizar propaganda política a gran escala que organice las masas y reeduce las juventudes. Este Decreto contemplaba, entre otras cosas, la restitución de obras zaristas por nuevos monumentos dedicados a la propaganda del Partido (Bark 1995) y la expansión cultural del nuevo arte ruso a toda la URSS.
En este contexto, el nuevo arte no podía seguir obedeciendo a las estéticas burguesas del pasado herederas del naturalismo impresionista y romanticista, sino tenía que extender su visión hacia el presente, teniendo como pilar la propaganda para la organización y movilización de los trabajadores, y también hacia el futuro, creando nuevas estéticas para una identidad comunista mundial.
Con ese fin, las ideas del artista ruso Malévich y los suprematistas tuvieron una influencia importante en el desarrollo del nuevo arte ruso. Malévich planteaba una teoría no-objetiva del arte a partir de la abstracción total de las formas con el fin de elevar la conciencia espiritual a través del arte.
Imagen 1. Kazimir Malévich, Composición Suprematista (1916).
Las pinturas suprematistas se caracterizan por el uso de formas geométricas de colores sólidos flotando sobre un fondo blanco. La pintura ya no es una mímesis que representa objetos del mundo, sean estos naturales o creados por el hombre. Las pinturas ya no representna personas y no exigen una interpretación narrativa sino sensorial a través del innovador uso del color y la composición.
En palabras de Malévich (1927/2003) [traducción propia], “el suprematismo es el redescubrimiento del arte puro que, a través el tiempo, se ha oscurecido por la acumulación de ‘cosas’. Me parece que, tanto para los críticos como para el público, las pinturas de Rafael, Rubens, Rembrandt, etc., se han vuelto nada más que un conglomerado de ‘cosas’ que ocultan su valor real: el sentimiento que causan.”
A partir de las ideas suprematistas, así como el arte naciente Futurista y Cubista y las teorías sobre la forma y el color de Kandinsky, el Constructivismo Ruso se impone como el principal movimiento artístico y educativo que lleva los ideales comunistas al plano de la vida material de las personas, con el fin de reeducar y organizar al proletariado en función a las necesidades de su reorganización social.
2. Principios Clave para el Constructivismo
Una institución clave para el posicionamiento del Constructivismo como el principal movimiento artístico del Partido fue el Instituto para la Cultura Artística (INKhUK, por sus iniciales cirílicas), dirigido por Kandinsky, a partir del cual se creó el Grupo de Constructivistas integrado por Aleksandr Rodchenko, Varvara Stepanova y los hermanos Gabo y Pevsner, quienes en su Manifiesto realista (1920) proponen:
“1. En la pintura renunciamos al color como elemento pictórico: el color es la superficie óptica idealizada de los objetos; es una impresión exterior y superficial; es un accidente que nada tiene en común con la esencia más íntima del objeto. Afirmamos que la tonalidad de la sustancia, es decir, su cuerpo material que absorbe la luz, es la única realidad pictórica.
2. Renunciamos a la línea como valor descriptivo: en la vida no existen líneas descriptivas; la descripción es un signo humano accidental en las cosas, no forma una unidad con la vida esencial ni con la estructura constante del cuerpo. Lo descriptivo es un elemento de ilustración gráfica, es decoración. Afirmamos que la línea solo tiene valor como dirección de las fuerzas estáticas y de sus ritmos en los objetos.
3. Renunciamos al volumen como forma espacial pictórica y plástica: no se puede medir el espacio con el volumen, como no se puede medir un líquido con un metro. Miremos el espacio: ¿Qué es sino una profundidad continuada? Afirmamos el valor de la profundidad como única forma espacial pictórica y plástica.
4. Renunciamos a la escultura en cuanto masa entendida como elemento escultural. Todo ingeniero sabe que las fuerzas estáticas de un cuerpo sólido y su fuerza material no dependen de la cantidad de masas, por ejemplo: una vía de tren, una voluta en forma de T, etc. Pero vosotros, escultores de cada sombra y relieve, todavía os aferráis al viejo prejuicio según el cual no es posible liberar el volumen de la masa. Aquí, en esta exposición, tomamos cuatro planos y obtenemos el mismo volumen que si se tratase de cuatro toneladas de masa. Por ello, reintroducimos en la escultura la línea como dirección y en esta afirmamos que la profundidad es una forma espacial.
5. Renunciamos al desencanto artístico enraizado desde hace siglos, según el cual los ritmos estáticos son los únicos elementos de las artes plásticas. Afirmamos que en estas artes está el nuevo elemento de los ritmos cinéticos en cuanto formas basilares de nuestra percepción del tiempo real.”
En el Primer Programa del Grupo Constructivista, producido en 1921, los tres pilares centrales de la producción constructivista son: la tectónica, la fakturay la construcción, es decir, la estructuración, el manejo y la organización del material. La meta era lograr la expresión comunista en el plano de las estructuras materiales y también lograr una síntesis entre lo ideológico y lo formal (Fer 1989).
Los Constructivistas se consideraban más creadores industriales que artistas, y no se limitaban a las experimentaciones estéticas en las artes plásticas como la pintura y escultura, sino también exploraron a fondo el diseño industrial y fueron pioneros en el diseño gráfico a través de propagandas de agitación (agitprop), pósters de películas y anuncios publicitarios.
3. Constructivismo y Diseño Gráfico Contemporáneo
Cuando hablamos del diseño gráfico constructivista, uno de los creadores más versátiles y prolíficos fue Aleksandr Rodchenko, artista plástico, fotógrafo, publicista, diseñador industrial y diseñador gráfico.
En 1925, Rodchenko presentó en la exposición 5x5=25 el tríptico Puro Color Rojo, Puro Color Azul y Puro Color Amarillo, con la que inauguró una nueva era en la historia del arte. En sus propias palabras: “Reduje la pintura a su conclusión lógica y exhibí tres canvas: rojo, amarillo y azul. Y afirmé: ‘Este es el final de la pintura’.
Imagen 2. Rodchenko, Aleksandr. Puro Color Rojo, Puro Color Azul y Puro Color Amarillo (1921)
En esta pintura, Rodchenko parte de las obras no figurativas de Malévich, como su Cuadrado Negro (1915), para explorar las propiedades físicas y conceptuales de los colores en la pintura. Al reducirla a sus recursos más básicos —los tres colores primarios—, Rodchenko acorrala a la pintura y no le deja otra salida más que mutar en otro tipo de arte en el que las artes plásticas dialoguen con el pueblo y con otras tecnologías como la tipografía, la fotografía y el cine. En este nuevo arte prepondera la innovación en la composición visual de las obras.
Así, Rodchenko empieza a experimentar con el fotomontaje y el diseño editorial. Ilustra varias portadas del famoso poeta soviético Vladimir Maiakovsky, su cercano amigo, en las que mezcla tipografía experimental y fotomontaje con los retratos que él tomaba de Maiakovsky.
Imagen 3. Rodchenko, Aleksandr. Portada para el libro A Sergei Esenin, de Vladimir Maiakovsky (1926).
En esta composición, Rodchenko utiliza como fondo tres rectángulos negro, blanco y cian, que por sí mismos podrían ser pinturas abstractas suprematistas, que sirven para contrastar la cabeza recortada de Mayakovsky y su mirada severa. Alrededor de su cabeza está la Tierra, a la que le dan vueltas tres avionetas soviéticas. La metáfora es simple y directa: Mayakovsky es un poeta mundial en un mundo industrial. Es un mensaje llamativo, claro y entendible para personas no instruidas en historia del arte. Claramente, Rodchenko no está haciendo arte para ser expuesto en las paredes descontextualizadas de un museo ni para los ojos especializados de los críticos de arte. La producción visual del artista está pensada para el entendimiento del espectador ante todo. Al mismo tiempo, Rodchenko está construyendo la imagen del artista soviético: duro, masculino, industrial e imaginativo.
Posteriormente, junto a Maiakovsky también crea la primera agencia publicitaria en el mundo llamada En Reklam-Konstruktor, con la que publicitan relojes, aerolíneas estatales, e incluso postres:
Imagen 4. Rodchenko, Aleksandr. Empaque para marca de galletas Aviador Rojo (1923).
En este diseño resalta la elegante simpleza del logo hecho a partir de rectángulos, círculos y líneas que representan un avión en vuelo, así como el patrón geométrico que sirve de fondo para el empaque. Este tipo de ilustración es muy contemporánea y bien podría funcionar como el logo de una aerolínea actual. Veamos el siguiente concepto para una aerolínea canadiense:
Imagen 5. Truk, Jordan. Concepto de identidad gráfica para Cardinal Airlines (2019).
En este caso, el diseñador gráfico utiliza la figura de un pájaro nativo de Canadá para ilustrar un avión en vuelo a través de líneas y curvas simples. No dudo de que el diseño publicitario de Rodchenko ha influenciado en la lógica y el estilo con que lxs diseñadores creamos logos: el uso de vectores simples y escalables que funcionen en varias superficies, desde empaques a pósters hasta impresos en superficies enormes, como aviones.
Rodchenko es también reconocido por haber hecho un póster con la actriz Lilya Brik vociferando la palabra “¡Libros!” a través de un megáfono compuesto por tipografía y rectángulos en perspectiva.
Imagen 6. Rodhenko, Aleksandr. ¡Libros (Por favor)! En todas las ramas del conocimiento (1924).
Este póster, comisionado por la Casa Editorial Estatal de Leningrado, tuvo como propósito resaltar el compromiso del Gobierno Soviético con la educación y la alfabetización. El póster tiene la intención de ser legible incluso para personas que no saben leer, a través de una comunicación directa y efectiva con formas, fotos y colores. Actualmente, esta composición es parte importante de la iconografía visual contemporánea y ha influenciado múltiples diseños desde su concepción.
Imagen 7. Scher, Paula. Póster para obra teatral The Diva is Dismissed (1994).
La famosa diseñadora gráfica neoyorquina Paula Scher, encargada de la dirección gráfica para el Public Theather de Nueva York, se inspiró en Rodchenko para realizar este póster publicitario de un unipersonal de la comediante Jenifer Lewis. Igual que el póster de Rodchenko, la tipografía es utilizada para complementar el mensaje y el movimiento del diseño. La iconografía es la misma: una artista famosa vociferando un mensaje directo. El receptor se siente sorprendido e interpelado por la fuerza del contraste, el tamaño de las letras y la mirada de la actriz.
Imagen 8. Fotografía propia. Póster para Sindicalízate.com (2023).
La influencia de ¡Libros! de Rodchenko también ha llegado al Perú del 2023 a través de esta gráfica social-publicitaria para la promoción de la sindicalización en la ciudad de Lima. Aquí vemos a dos jóvenes, ninguno de ellxs famoso, que miran sonrientes hacia arriba vociferando la palabra “¡Sindícalizate!” Y más abajo se lee: “Por una chamba con derechos”.
Esta iconografía se ha permeado en la cultura popular y encontramos sus iteraciones en portadas de álbumes de rock, publicidad de marcas de ropa de lujo e incluso dibujos animados. Si consideramos que “los memes se han convertido en unidades semánticas capaces de evocar los significados a los que están asociados. Es el proceso de evocación y la eficacia del meme como disparador de atención, recuerdo y repetición del significado adscrito, lo que los vuelve relevantes” (Lissack 2004), ¿podríamos decir que ¡Libros! de Rodchenko fue uno de los primeros memes del siglo XX?
En un nivel más general, otras características visuales del arte constructivista, no solo de Rodchenko, sino también de otros artistas como El Lissitzky, también han influenciado en el lenguaje visual del diseño gráfico contemporáneo. Un ejemplo importante es el uso de tipografías sans serif para la comunicación de mensajes políticos simples, contundentes y directos.
Imagen 9. Arenas, Maria. Póster para la campaña política de Alexandra Ocasio Cortez (2018).
Imagen 10. Kulagina, Valentina. Póster para el Día Internacional de la Mujer Trabajadora (1930).
En ambos pósters, la composición utiliza la figura predominante de una mujer al lado izquierdo que es balanceada con el uso abundante de tipografía hacia el lado derecho. La tipografía utilizada es una sans serif delgada utilizada en diferentes tamaños. Este tipo de letras se popularizaron con el naciente Futurismo ruso y posteriormente en los pósters y libros de artista de los constructivistas rusos, y son utilizadas para comunicar mensajes inmediatos, modernos y legibles en diferentes formatos, desde una pequeña postal hasta una pantalla.
Por otro lado, la paleta de colores característica del Constructivismo Ruso utiliza el rojo sólido con gradaciones de negro, como la siguiente composición abstracta de El Lissitzky:
Imagen 11. Lissitzky, El. Proun (1922-23).
El constante uso del rojo no es una casualidad, sino que responde a la identidad visual de la U.R.S.S., que se caracterizó, desde su bandera, por el uso abundante del rojo como símbolo de la revolución comunista.
Imagen 12. N/A. Póster para al Aniversario de la Derrota Estratégica de la Armada Americana B-52 Bomber. N/A.
La motivación patriótica/política en la elección de colores se hace evidente en este póster que conmemora la victoria vietnamita frente a las fuerzas imperialistas estadounidenses. En este caso, la mano roja con una estrella representa la bandera de Vietnam, mientras que el fondo azul y la bomba negra representan a Estados Unidos a fin siendo vencido.
4. Conclusiones
A lo largo de este ensayo hemos analizado algunas obras gráficas del Constructivismo Ruso en búsqueda de su influencia sobre el lenguaje visual del Diseño Gráfico Contemporáneo en términos de estilo, composición, iconografía, uso del color y tipografía.
Nos hemos enfocado en la figura y la producción gráfica de Aleksandr Rodchenko, pues ha jugado un papel muy importante en la consolidación del Diseño Gráfico como una profesión artística popular preocupada por la transmisión de mensajes visuales a través de códigos claros, directos y eficaces que tienen en cuenta al receptor desde la concepción de la obra.
Se hace evidente la permanencia de los principios constructivistas en la producción gráfica contemporánea a escala mundial. Hemos visto ejemplos de arte gráfico canadiense, estadounidense, peruano y vietnamita claramente influenciados por el constructivismo ruso.
Finalmente, si bien es cierto que en muchos casos la influencia constructivista en el diseño actual es más prevalente en un nivel estético más que ideológico, es crucial que las nuevas organizaciones de izquierda o comunistas en el mundo reflexionemos sobre el rico legado gráfico constructivista y lo sigamos reinterpretando bajo nuestros contextos de creación identitaria y lucha anticapitalista. El valor del Constructivismo en la historia del Mundo radica en el poder de construir una estética radical, particular para la lucha comunista internacional, y su lenguaje visual puede ayudarnos en la creación de realidades postcapitalistas.
Imagen 13. Diseño propio. ¿Qué pasaría si el logo del partido izquierdista Perú Libre se hubiera inspirado en el constructivismo ruso? (2023).
Referencias Bibliográficas
Bark, Wendy (1995). Constructivist costume, textile & theatrical design, 1917 - 1934: a study of constructivism set in the socio-cultural, political and historical context of post-revolutionary Russia, Durham theses, Durham University, Inglaterra.
Gabo, Naum & Pevsner, Antoine (1920). El Manifiesto Realista. Extraído de https://arteydisegno.files.wordpress.com/2010/ 02/manifiesto-realista-1920.pdf.
Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) (2018). Catálogo para la exposición Caso de Estudio. Ródchenko y un futuro en construcción. Institut Valencià d’Art Modern, España.
Lissack, M. R. (2004), The redefinition of memes: ascribing meaning to an empty cliché, Journal of Memetics-Evolutionary Models of Information Transmission, núm. 8, EE.UU..
Malevich, Kazimir (2003). The Non-Objective World: The Manifesto of Suprematism. Dover Publications, EE.UU.
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El Constructivismo en el Arte
Orígenes del Constructivismo
El constructivismo es un movimiento creativo y arquitectónico que tuvo su origen en Rusia alrededor del año 1914. Este movimiento tomó un papel particularmente relevante después de la Revolución de Octubre. Es importante resaltar que el término “construction art” fue utilizado por primera vez por Kasimir Malévich para describir el trabajo de Aleksandr Ródchenko en 1917.
Principios del Constructivismo
Los principios fundamentales del constructivismo giran en torno a la idea del funcionalismo y a la sinergia entre la tecnología y el arte. Este movimiento también destacó por el uso de materiales industriales modernos. Los constructivistas, quienes se veían a sí mismos como ingenieros-artistas, tenían como objetivo redefinir la cultura visual general en la nueva sociedad soviética.
Representantes del Constructivismo
Entre los representantes más importantes de este movimiento, encontramos a figuras como Vladimir Tatlin, Alexander Rodchenko, El Lissitzky, Naum Gabo, Antoine Pevsner, Varvara Stepanova, László Moholy-Nagy, Gustav Klutsis y Valentina Kulagina. El corazón del constructivismo residía en Vjutemás, una escuela de arte y diseño establecida en Moscú en 1919. Los constructivistas exploraron todos los campos creativos y experimentaron con todas las disciplinas, técnicas y nuevas tecnologías, además de continuar con la experimentación geométrica suprematista.
Identidad Visual y Objetivos del Constructivismo
El movimiento constructivista desempeñó un papel significativo en la formación de la estética y la imagen del comunismo soviético. Su principal objetivo era democratizar el arte, liberándolo de las restricciones de las élites y acercándolo al pueblo en general. Este enfoque en la explotación de todos los campos creativos y tecnológicos de la época se manifestó en la apariencia de las obras con estilo constructivista, y también en los edificios, que sufrieron cambios al incorporar elementos decorativos. En las esculturas constructivistas, se omitió la intención de que el arte fuera útil para la sociedad, y se prefirió buscar lo abstracto, lo tecnológico y lo nuevo en maquinaria.
Diferencias con Otras Corrientes Artísticas
El constructivismo se diferencia de otras corrientes artísticas de la época en aspectos como:
Funcionalidad: Se enfocó en la idea de que el arte debía ser útil para la sociedad, rescatando el arte de las élites y llevándolo al pueblo.
Exploración: El movimiento constructivista se caracterizó por su enfoque en la exploración en todas las disciplinas artísticas, el uso de diversas técnicas y la adopción de nuevas tecnologías. Además, se mantuvo fiel a la experimentación geométrica del suprematismo.
Propaganda: Se utilizó como una herramienta de propaganda para difundir los ideales comunistas y revolucionarios.
Abstracción geométrica: Los artistas constructivistas aplicaron principios compositivos del diseño arquitectónico, particularmente la geometría espacial y el estudio de los materiales en la pintura, la escultura, el diseño gráfico.
Técnicas y Materiales Utilizados
Los artistas constructivistas utilizaron diversas técnicas y materiales en sus obras de arte. Entre los más destacados se encuentran el uso de materiales industriales modernos y la experimentación con diferentes disciplinas y técnicas. En este sentido, no se limitaron a una sola disciplina o técnica, sino que exploraron todas las posibilidades creativas y técnicas disponibles.
Influencia y Legado del Constructivismo
La influencia del constructivismo se puede ver en una amplia gama de disciplinas artísticas, incluyendo la arquitectura, el diseño gráfico, la escultura y la pintura. Además, la filosofía subyacente del constructivismo de que el arte debe servir a un propósito social y político también ha influenciado a muchos movimientos artísticos posteriores.
Un ejemplo claro de la influencia del constructivismo es el diseño gráfico contemporáneo, que a menudo utiliza la abstracción geométrica y la tipografía audaz que caracterizaban al arte constructivista. El movimiento Bauhaus en Alemania también tomó prestado mucho del constructivismo, en términos de su énfasis en la utilidad y funcionalidad del diseño, y su enfoque en la integración del arte y la tecnología.
En la arquitectura, el constructivismo llevó a un enfoque en la construcción y la funcionalidad, lo que resultó en edificios que eran a la vez funcionales y estéticamente atractivos. Algunos de los ejemplos más famosos de arquitectura constructivista incluyen el Monumento a la Tercera Internacional de Vladimir Tatlin y el edificio Narkomfin en Moscú.
El constructivismo también ha tenido un impacto significativo en el arte contemporáneo, especialmente en movimientos como el arte conceptual y el minimalismo. En estos movimientos, la idea de que el arte debe tener una función y servir a un propósito social es una influencia clara del constructivismo.
En conclusión, el constructivismo, aunque breve como movimiento, dejó un legado duradero que sigue influyendo en el arte y el diseño hasta el día de hoy. A través de su énfasis en la funcionalidad, la experimentación y la integración del arte y la tecnología, el constructivismo redefinió lo que podía ser el arte y cómo podía interactuar con la sociedad.
Originally published at https://artemartinprieto.com/on June 21, 2023.
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Posiblemente mi mejor poster? a ver como queda el resultado final!
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Constructivismo y las teorías que son sus principales fundamentos (Psicogenética, Sociocultural, Aprendizaje Significativo y Aprendizaje por descubrimiento).
Autora: Arely Panes Anell
Se le llama constructivismo a la corriente educativa que entiende el acto de enseñanza como la entrega al alumno de las herramientas necesarias para que él mismo construya los procedimientos mentales para resolver los problemas planteados, es decir, para aprender.
El constructivismo sociocultural surge de la mano de Vygotsky y plantea que los procesos psicológicos ocurren a partir de relaciones dialécticas de las personas con el medio, como una aproximación sociocultural de lo humano.
Teoría Psicogenética desarrollada por Piaget, propone una comprensión profunda de como los niños adquieren conocimientos y desarrollan su inteligencia a medida que crecen.
Propuesto por David Ausubel que consiste en un proceso mediante el cual el estudiante, para aprender, relaciona los conceptos nuevos con los que posee, así como los conceptos nuevos con la experiencia que tiene.
Según Jerome Bruner pretende que el alumno relacione conceptos, busque los conocimientos y asimile esa información, incorporándola de ese modo a sus aprendizajes previos.
Referencias:
Equipo editorial, Etecé. (2023, 5 mayo). Constructivismo: funcionamiento, características y ejemplos. Enciclopedia Humanidades. https://humanidades.com/constructivismo/
Portal de revistas académicas de la Universidad Nacional. (s. f.). https://www.revistas.una.ac.cr/
Rededuca. (s. f.). Cursos homologados para oposiciones | Red Educa. https://www.rededuca.net/
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