#¿debería sentir vergüenza por tener 25 y seguir disfrutando los coming of age?
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Calentura Adolescente en los Tiempos de Trump
A.K.A. Mi intento poco exitoso de comparar dos (2) dramas románticos estrenados en 2019 con “apuestos adolescentes”, interpretados por actores cerca de los 30 (holi, Cole Sprouse y Charles Melton), como protagonistas cuyas tramas se alejan de un contexto escolar para enfocarse en situaciones sumamente sensibles, con poca visibilidad comercial y un acercamiento narrativo con resultados mixtos
Y ése, amigos, es el TL;DR
Quien me conoce en persona me ha visto rodar los ojos ante situaciones que considero cursi, decir un “amiw@, date cuenta” ante las conductas nocivas de sus parejas que mis amigos deciden ignorar y gritar en absoluto terror cuando me sugieren conocer a alguien en más de una ocasión. Quizás esa actitud anti gestos románticos extraordinarios y pánico a una relación de pareja que me fuerce a ser tanto vulnerable como comprometerme a largo plazo por mi edad es lo que hace que mis amigos más cercanos se sorprendan de mi fascinación por a) escribir historias románticas y b) ver la mayor cantidad de películas románticas que pueda en un lazy sunday.
Probablemente por eso soy una terapeuta a la Otis Milburn de Sex Education en relaciones de pareja, considerando que ni siquiera puedo hablarle a la gente que considero atractiva (y mi último crush me aceptó en Facebook dos años después de que le mandé solicitud, saludos cordiales para Taylor de Bloomberg).
Diría que las películas románticas son mi placer culposo, pero ese lugar de honor lo ocupa la saga de Fast&Furious. Entonces lo admito, me encantan las películas románticas y me causan un interés particular aquellas que son protagonizadas por adolescentes... Sí, yo también fui engañada por Noah Centineo creyendo que era una versión de carne y hueso de su Peter Kavinsky en To All The Boys I’ve Loved Before.
En fin, poco antes de comenzar mi nueva materia en la maestría, me di la oportunidad de ver dos películas que reunían para mí esos requisitos de película para lazy sunday: romance adolescente que más bien podría calificarse como calentura, al menos un (1) protagonista atractivo y una trama que me haría llorar de manera intermitente a lo largo de dos horas. Y así, plebes (si es que continúan leyendo), terminé viendo Five Feet Apart y The Sun Is Also A Star casi casi una después de la otra. No pude evitar compararlas. Porque últimamente comparo todo. Incluso, espero, pronto darme a la tarea de argumentar por qué Chase Stein (Marvel’s Runaways) y Jaime Lannister (Game of Thrones) son exactamente el mismo personaje, así como por qué Dark Phoenix no logra el mismo impacto emocional que Avengers: Endgame. Pero ninguno de esos temas nos competen el día de hoy.
En lo personal, considero que el buen cine es aquel que te hace sentir tanto que te hace olvidar por completo de que ves personajes en situaciones ficticias y el mundo que te rodea. El buen cine te sumerge en su mundo por la duración de la cinta. Y es lo mismo con una buena serie. Si bien es cierto que existen criterios técnicos para clasificar una buena película y corrientes que atenta contra ellos coughcoughDogma95coughcough, una conexión emocional con el espectador siempre va a superar cualquier ejecución técnica impecable. Ésa es la razón por la que nuestras películas favoritas del año raramente coinciden con las nominadas para los premios de la industria. Y muy probablemente también explica por qué tantas personas sienten las películas de Christopher Nolan como aburridas. Así como las de Guillermo del Toro como raras. Por eso, la audiencia prefiere ver una y otra vez una película ligera en lugar de dramas que estrujan sus corazoncitos. Diferentes maneras de conectarse con la audiencia, algunas responden... Otras no et c’est la vie.
También creo que para disfrutar del cine se necesita tener un alto nivel de empatía e imaginación, PERO ESE ES OTRO TEMA.
Por eso es más sencillo encontrar una conexión con las películas románticas, inconscientemente buscamos una relación con ese toque mágico, esa pareja idealizada que hará cualquier cosa por vernos felices, y queremos que aquellos que sufren alguna dificultad por su relación, al final pueden salir victoriosos frente a la situación adversa. El cine romántico realmente despierta emociones y muchas cintas manipulan al espectador para que las sientan. Las películas adolescentes están perfeccionando el último punto desde que lograron que la adaptación de The Fault in Our Stars fuese tan desgarradora emocionalmente como el libro quiso serlo (let’s face it, el libro se arruina por completo gracias a la narración de Hazel, pero también los libros de John Green van perdiendo su atractivo con caracterizaciones cada vez más estereotipadas y molestas en sus protagonistas).
La mención a The Fault in Our Stars viene porque muchos consideran a Five Feet Apart como una copia malograda de la primera. Pese a que ambas comparten a un manic pixie boy en situación terminal... Bueno, la pareja principal padece una enfermedad terminal, creo que ésa es su única similitud ya que Five Feet Apart intenta anclarse en una situación mucho más realista, limitando su acción al hospital en que sus protagonistas están internados como consecuencia de su fibrosis quistíca.
Five Feet Apart, debut como director del también actor Justin Baldoni (Rafael Solano en Jane The Virgin),narra el eventual romance entre la disciplinada vlogger Stella, una joven que raya en OCD en cuanto a mantener una salud óptima que la ha posicionado en primer lugar de la lista de espera para recibir un transplante de pulmón que le garantiza una vida mucho más larga, y el manic pixie boy, digo, el “rebelde” artista Will, un adolescente con un death wish eterno que forma parte de un clinic trial de un nuevo medicamento para revertir, o al menos disminuir, las afectaciones de la fibrosis quistícas en sus pulmones. Sus personalidades, como es de esperarse, no pueden ser más distintas y ésa es la base para su atracción y eventual romance, limitado por el hecho de que al padecer ambos la misma enfermedad no pueden estar a más de seis pies (algo así como 2 m) el uno del otro.
Posiblemente la película hubiese sido realmente conmovedora si la actuación de Cole Sprouse no fuese la misma que hace como Jughead (en mi rancho Torombolo) en Riverdale. Sprouse no es un precisamente un buen actor, y en una serie donde nadie destaca no es tan notorio este hecho, pero al ponerlo al lado de una de las actrices más underrated de su generación, Haley Lu Richardson, es más que obvio el esfuerzo que realiza para emanar la naturalidad que irradia su coprotagonista, especialmente en las escenas que comparte con Moises Arias (completamente irreconocible si le perdiste la pista tras Hannah Montana e ignoraste el remake de Ben-Hur).
Una película romántica tiene el reto de no dar cringe con los diálogos melosos que declaman sus protagonistas con la química que sus protagonistas poseen en pantalla. Si bien Richardson y Sprouse son una bonita pareja físicamente, la complejidad que Richardson imprime a un personaje que en el guión podría considerarse como bastante blando disminuye la presencia de un Sprouse que nunca puede convertir a Will en una persona que realmente preocupe al espectador pese al chantaje obvio encontrado en las noticias respecto a su tratamiento, su emotiva cena de cumpleaños y su decisión final respecto a su relación con Stella... Aunque sería injusto culpar del todo a Sprouse cuando el guión no es precisamente coherente con su tratamiento de los personajes. En un punto, Stella y Will intercambian sus personalidades sin motivo aparente, solamente para servir como detonante del climax y un tercer acto bastante apresurado que incluye personajes que ni siquiera habían aparecido después de la introducción.
A diferencia de otros actores que han dado el salto a la silla de director, es admirable que Baldoni no haya decidido colocarse en pantalla (aunque su esposa interpreta a un personaje menor que pasa completamente desapercibido). Esta decisión de apartar su ego permite que logre una cinta que si bien cuenta con errores de principiante, dejan ver un futuro como director si encuentra otros proyectos que le apasionen. Una muestra de este potencial es la ya mencionada cena de cumpleaños de Will y su aftermath inmediato.
Supongo que aquellos fans de Cole Sprouse y romance en general podrán disfrutarla más de una vez, el final agridulce es lo más realista que se podía tener considerando la situación de Stella y Will.
No obstante, parece que Five Feet Apart tiene una mejor aceptación entre la audiencia y crítica que mi romance adolescente favorito en lo que va del año, The Sun Is Also a Star. Adaptada del libro con el mismo nombre escrito por Nicola Yoon, quien a su vez retoma elementos de su propia relación con su esposo, la película sigue las inciertas últimas horas en Estados Unidos de Natasha (Yara Shahidi de black-ish y grown-ish), una adolescente jamaiquina a punto de ser deportada junto con su familia. Tras concertar una cita con un reconocido abogado migratorio que quizás podría conseguir que el caso de su familia sea revisado una vez más y garantizarle una estadía temporal en la tierra que ella llama hogar, su desordenada vida se vuelve aún más caótica al conocer a Daniel (Charles Melton, también de Riverdale(!)), un joven aspirante a poeta, soñador, que desafía la firme creencia de Natasha que el amor no es más que una serie de reacciones química al proponerle experimentar que puede lograr que ambos se enamoren en 24 horas.
Debo reconocer que la situación en torno a la que gira The Sun Is Also a Star es incluso más increíble que el viaje a Amsterdam de The Fault In Our Stars debido a que está construida sobre una serie de coincidencias dentro de un acontecimiento sumamente fuerte y una realidad cada vez más visible desde que la naranja parlante asumió la presidencia de Estados Unidos, pero es ahí donde radica el encanto de su guión. El encuentro entre Natasha y Daniel es increíble e incluso resultaría fastidioso de no ser por la inminente salida de ella del país, pero en ese contexto resulta un relato poético sobre las conexiones instantáneas entre dos personalidades opuestas que no parecen estar destinadas a conocer la felicidad ya que carece del realismo de la trilogía de Before o incluso Before We Go, el debut directorial de Chris Evans. Los personajes son explorados con la mayor profundidad que el guion les permite y tanto Sihaidi como Melton logran evocar las diferentes emociones que experimentan sus personajes, pese a que en un inicio Melton me resultó un tanto rígido -inserte nuevamente mi comentario sobre el elenco de Riverdale aunque no he visto más que la mitad de la primera temporada porque #NotMyArchie y #NotMyJughead-
Finalmente, ninguna de las dos películas es una obra de arte y probablemente serán olvidadas dentro del subgénero al que pertenecen. No obstante, The Sun Is Also A Star me parece mucho mejor lograda que Five Feet Apart tanto narrativa como técnicamente porque hay muchas tomas en la primera que me robaron el aliento. Además, la pareja protagonista es una de esas que raramente vemos en pantalla y el soundtrack es bastante energético. Desafortunadamente, no creo que veamos otra pareja interracial como la de The Sun debido a que fue un fracaso en taquilla al recaudar solo 6 de los 9 millones que costó su producción :c Mejor me voy a dormir antes de que ese pensamiento me acongoje más.
#crítica de cine#five feet apart#the sun is also a star#¿debería sentir vergüenza por tener 25 y seguir disfrutando los coming of age?#not really#más bien esto es un intento de crítica de cine#but I rant a lot#sorry
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