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De lluvia a tormenta

Así como el día da lugar a la noche, como la luna trae pesadillas, como una risa puede acabar en llanto y como una saludo se convierte en despedida, nuestro amor pasó de una llovizna que refrescaba a una tormenta que destruía. 

Al principio, nuestra llovizna iba plagada de gotas de cariño, cada una era un te quiero y la frecuencia poco a poco fue aumentando, demostrando que podíamos llegar a más, dejando claro que nuestro amor se fortalecía y que teníamos el afecto suficiente para hacer crecer flores a nuestro alrededor. Al aumentar las gotas de cariño, nuestra relación pasó a otra fase: a una lluvia que se mantenía toda la noche, que te daba calma y no dejaba pasar malos ratos, un amor que ya había demostrado fortaleza y que con constancia había comprobado que no era de un rato, que estábamos en la temporada correcta para querernos sin riesgo a nada. De la nada, al mantener nuestra lluvia empezaron los rayos, los relámpagos y los truenos, y con ello los gritos, peleas y separaciones, a veces lográbamos que saliera el sol pero otras veces el cielo se mantenía gris y la esperanza poco a poco se iba perdiendo. En el final manteníamos una lluvia con gotas agresivas, con porciones de odio en cada saludo y de nostalgia en cada despedida, esperando que la tormenta acabara, que dejara de destruirnos y que iniciara la llovizna de nuevo,. Lamentablemente, no tuvimos otro comienzo, todo desembocó en un océano lleno de mentiras, de despedidas y de corazones rotos. 

Quién diría que convertiríamos una pequeña llovizna en una lluvia llena de un amor prometedor para después dejarlo correr en un lugar que no nos pertenecía empapándonos de promesas sin cumplir.

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Mi estación favorita eres tú

Mi estación favorita eres tú.

Me encanta cómo puedes llevarme de invierno a verano con una mirada; me gusta que tus ojos se lleven el viento helado y me regresen el calor al cuerpo. Me encanta cómo te llevas el otoño y me dejas en primavera; me gusta ver que tu risa me da el ánimo para dejar de estar marchito por dentro. Adoro que te lleves el calor del verano y y me traigas la lluvia de otoño; me gusta que con un abrazo me des la calma que sólo la lluvia puede. Adoro que me hagas sentir la primavera y el invierno en uno solo; me gusta ver que haces a una flor florecer sin importar qué tan frío esté, porque tu sonrisa es capaz de eso. Amo cómo estás presente en cada estación, que cada parte de ti represente lo mejor de cada una y que si alguna llega a ponerse fea, sólo tú podrías hacer que todo se volviera mejor. Sin importar si hace frío, calor, aire, si llueve o cae nieve, soy muy afortunado de tenerte conmigo pues me das todo lo que me hace falta. Con escuchar tu voz se va el frío, con verte venir el calor deja de ser sofocante, con tocarte la lluvia deja de estar helada, con quedarte conmigo haces embellecer todo a mi alrededor. Eres mi estación favorita, pues en ti está lo mejor de todo.

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Tu rostro en el cielo

El cielo en la noche me recuerda a tu rostro; la Luna refleja perfecto el brillo de tus ojos, las estrellas representan cada peca que tienes, los rayos que anuncian la lluvia dan lugar al calor de tu sonrisa.

Pero al igual que tu sonrisa, los rayos me han traicionado; la lluvia empieza a caer y a llevarse todo de ti. Las nubes cubren a las estrellas y a la Luna llevándose tus ojos y tus pecas, el calor de tu sonrisa se ha convertido en frías lágrimas. Te has convertido en la que me anima y en la que me deprime, en la que me sube y en la que me baja, en la que me da sonrisas y en la que me da lágrimas. Eres ese café que me da tranquilidad en la mañana e insomnios en las noches.

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Corazón roto

Tenía seis años cuando me encontraba llorando en mi habitación. Tenía los ojos rojos y las narices rasposas, nunca había sentido tanta presión en el pecho y no entendía porqué me dolía tanto. Acababa de llegar de la escuela y de ver a Vane, una niña de mi edad con grandes ojos cafés, cabello naranja zanahoria y una sonrisa que, sin importar los dientes faltantes, te dejaba soñar cosas grandiosas en el tiempo de la siesta. Era su cumpleaños y su mamá había organizado una fiesta en el salón, llevó pastel y un gran bote de helado. Cuando llegó el tiempo de los abrazos me acerqué y le di el regalo que con tanto anhelo había preparado para ella: le di un tulipán y le expliqué en una carta que esa pequeña flor me gustaba porque me recordaba a su cabello, aquél que era tan inusual como hermoso. Le dije que me gustaba su sonrisa y que sus ojos me encantaban más que ver el atardecer junto a mi papá en el río. Mi carta estaba mal doblada, las letras estaban en diagonal e incluso llegó a mojarse por el sudor de mis manos nerviosas; pero, sin importar nada, me armé de valor y fui a dársela. Vane me abrazó como a todos, sin brillo en sus ojos cuando le di mi regalo, hizo una mueca y la dejó a un lado para abrazar al siguiente. Me dolió. Me dolió esa pizca de desprecio, tuve que decirme a mí mismo que no importaba, que después la leería cuando no tuviera a todos a su alrededor. Cuando salimos de clases me acerqué de nuevo a ella, puse mis manos atrás de mí escondiendo el nerviosismo y le dije:

—Qué bonita fiesta, Vane. Muchísimas gracias por invitarme.

Ella dejó de poner atención a sus amigas y volteó a decirme:

—Eh, sí. La invitación era para todos.—Ahora dejó de prestarme atención a mí y siguió hablando con sus amigas acerca del regalo que había pedido a sus padres.

—Ojalá te haya gustado la flor y la carta, mi papá dice que... —pero Vane ya no me escuchaba, su mamá había llegado y ella corrió a recibir el regalo que su madre tenía cargado. Miré hacia abajo, donde Vane había estado hace unos segundos. No me encontré con ella, pero sí descubrí que la flor estaba en el piso junto con la carta; ella ni siquiera la había leído. Las recogí y las tiré camino a casa. Subí y golpeé la puerta de mi cuarto hasta que mi mamá fue a regañarme, le grité que me dejara solo y me encerré en mi habitación. No comí, no hice tarea, no dormí, no hice nada; sólo preguntarme por qué a Vane le había interesado más el regalo material de su mamá que el mío, que era más sentimental. En la noche, después de que mi mamá fracasara en que comiera algo, entró mi abuelito al cuarto y se sentó en mi cama invitándome a acompañarlo. Sin importar mi enojo, subí a la cama y me senté junto a él.

—¿Qué te pasa, Adrián?

Le conté todo, le dije mis planes desde que me enteré que faltaba un mes para el cumpleaños de Vane, de cómo convencí a mi mamá de que me llevara a la florería y de todas las tardes que duré ensayando para escribir la carta. Le dije cómo había rechazado mi regalo y cómo me sentí en ese momento.

—Me duele aquí, abuelito, —dije señalando mi pecho, ante la mirada de preocupación de mi abuelo, añadí —: no me pegaron ni nada, pero me duele acordarme.

—Al parecer te duele el corazón, Adrián.— Volteé a verlo y pregunté:

—Pero, ¿por qué me duele? Nadie me aventó, sólo Vane despreció mi regalo.

—Exacto, por eso te duele. La indiferencia es peor que el rechazo.

—Ya no quiero sentirme así —dije secando las últimas lágrimas que resbalaban por mi mejilla —. Quiero quitarme esta presión en el pecho.

Mi abuelo sonrió y pensé que se reía de mí, volví a llorar y le pedí que no se riera. Se volteó hacia mí y dijo:

—No me rio de ti, Adrian. Al contrario, me da gusto que aún existan personas como tú: que prefieren regalar el corazón como muestra de cariño.

Alcé mi cabeza limpiando mis lágrimas y pregunté con un grito ahogado:

—¿Me han robado el corazón?, ¿por eso me duele el pecho? ¡Necesito que me lo devuelvan!

—No te lo han robado, Adrián, tú entregaste tu corazón. Quisiste tanto a Vane que le regalaste una parte de él, por eso te duele que haya rechazado tu regalo. Las personas son heridas cuando quieren con el corazón.

—Entonces, si yo le di mi corazón, ¿ya no podré recuperarlo? —comencé a asustarme, no quería quedarme sin corazón. 

—Claro que lo vas a recuperar —me dijo tocando mi hombro— ,pero tienes que recuperarlo poco a poco.

—¿Y cómo lo hago?

—A ver, déjame ver cómo recuperar un corazón partido. —Se tocó la barbilla y duró un tiempo pensando. Después de un rato me miró y dijo—: Ven, acompáñame afuera.

—Pero está lloviendo, abuelo.

— No importa, ven.

Bajé de la cama y lo acompañé hacia la puerta de la casa. Afuera hacia frío, la lluvia no caía muy fuerte, pero mi abuelo no me había dejado agarrar una sudadera.

—A veces, Adrián, un día lluvioso ayuda a reparar un corazón roto. El cielo gris, el sol apagado, las nubes cargadas, la cafetera prendida y el sentir las hojas de un buen libro son el remedio perfecto para estos casos.

—Pero no me gusta que llueva, abuelo, me hace sentir más triste.

—La función de la lluvia no es que te pongas más triste, sino que veas que hasta el cielo tiene el corazón partido.

—¿También se lo robaron? —pregunté con asombro.

—Así es, hijo, ni el cielo se salva de un corazón roto. Él entrega sus mejores atardeceres y llora porque la luna no alcanza a verlos  

—¿Al cielo le gusta la luna? —Me sentí mal por la luna, a mí me gustaba ver los atardeceres con mi papá y era triste que ella no alcanzara a verlos.

Mi abuelo asintió sin hacer ruido y nos quedamos un momento observando la lluvia. Ver al cielo triste me hizo darme cuenta que un corazón roto lo tenía cualquiera y que tarde o temprano tenía que superarlo. Sin embargo no he podido hacerlo, mi corazón sigue perteneciéndote y cada que te escribo confirmo que te lo entrego en cada línea.

Hace mucho que dejé de tener seis años y aún sigo llorando a quien rechazó mi corazón. Mi abuelo me dijo que sin importar la edad que tengas, entregar el corazón siempre será doloroso. Ese día me acompañó a buscar la carta y la flor que le había regalado a Vane, los encontramos muy mojados, pero al final pudimos recuperarlos; él dijo que no los tirara, que se los devolviera mañana sin importar que no los quisiera, pues el cielo sigue dando  atardeceres sin que la luna los vea, porque los regalos que se dan con el corazón se dan para demostrar sentimientos, no para crearlos. Hoy el cielo sigue llorando y yo sigo acompañándolo con cada escrito no correspondido que te hago. Te sigo regalando el corazón y, aunque no te des cuenta, espero que sepas usarlo para encontrar a alguien que sepa llenarlo.

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Vacío

Vacío. Tengo tiempo con esta sensación. No estoy seguro de cuándo comenzó, pero sí estoy seguro de porqué. Poco a poco nos habíamos llenado de momentos, de emocionarnos con palabras, de ilusionarnos con miradas, de deleitarnos con sonrisas y de perdernos con la esperanza de unirnos con la idea de ser uno solo. Todo cambió cuando dejé de admirar el café de tus ojos y noté mojados los míos, ahí supe que te había perdido; cuando dejé de pensar en el brillo de tu sonrisa y noté que la mía se borraba, supe que te habías ido; cuando dejé de querer un beso de tus labios y empecé a buscar una palabra de ellos, supe que no regresarías; cuando dejé de buscar tu cuerpo en la mañana y empecé a extrañar un abrazo tuyo, supe que ya no eras mía; y cuando dejé de dedicarte mis versos y empecé a ponerte en ellos, supe que todo se había acabado.

Muy tarde me di cuenta de que teníamos que separarnos, que ya era momento de aceptar que te habías ido y dejar de abrir la herida que dejaste para comenzar a cerrarla. Pero ya cuando me di cuenta fue tarde, el daño estaba hecho y no podía ignorarlo; lo peor es que es fácil olvidar lo que sí pasó, pero como todo lo que tú y yo pasamos fue fingido, me es más difícil superar lo que nunca ocurrió.

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Ilusiones

Aunque te agradezco por todos los momentos que me diste, por todas las sonrisas que me regalaste y por todo el cariño que me brindaste, me es imposible dejar de pensarte por cómo te alejaste. Porque a pesar de que me regalaste el calor de mil soles, me apagaste como si de un eclipse se tratara. Porque si me diste esperanza, cuando te alejaste me dejaste desilusiones. Porque me volviste blanco y después negro quedé. Porque me arrebataste las sonrisas que me habías dado y me conformaste con lágrimas. Porque me regalaste cada mar para después abandonarme en un desierto.  Porque me señalaste cada estrella que aún busco en la oscuridad en la que estoy. Porque me enseñaste a saltar, pero no dijiste que no me ibas a atrapar. Porque aunque un momento tocaste mi corazón, ahora es mi alma la que está marcada. Porque cuando creí que me estabas reparando, en realidad me estabas rompiendo.

Quisiera agradecerte por todo, pero te llevaste más de lo que me diste.

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Sol

Hubo un tiempo en que una estrella se enamoró del Sol. Le encantaba cómo era capaz de inspirar la vida de tantas personas, cómo él solo podía durar brillando por horas y horas y, sobre todo, adoraba que además de iluminar a la Tierra, también alumbraba al sistema solar. Todas las noches esperaba a que llegara el amanecer para poder apreciar al astro, hasta que llegó un momento en que la estrella se cansó de aguardar tanto para verlo y decidió prolongar la duración de su enamorado. Empezó a esforzarse más para brillar, y así poder darle su luminosidad al Sol para que él pudiera relucir aun más. Poco a poco, la estrella le entregó todo su calor al Sol y fue extinguiéndose. El Sol ni siquiera se dio cuenta de que la estrella murió a causa de él, pues era tanto su resplandor, que creía que ya no ocupaba más. Sin embargo, hoy en el cielo queda un espacio vacío recordando a aquella estrella que murió por amor.  A veces nos enfocamos por iluminar más la vida de los demás que terminamos apagándonos a nosotros mismos.

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Te voy a escribir

Te voy a escribir, pero no ahora. Te voy a escribir cuando ya te haya olvidado; cuando pueda decir tu nombre sin un nudo en la garganta; cuando pueda escribir un poema sin pensar en ti; cuando pueda ver la lluvia sin recordarte; cuando pueda escuchar tu voz sin que se me acelere el corazón; cuando pueda leer un libro sin imaginarnos como protagonistas. Te voy a escribir, pero no ahora. Te voy a escribir cuando ya no signifiques nada; cuando mis letras sean para otra persona; cuando mis noches sean para dormir y no para esperarte; cuando mis pensamiento tengan sentido y no se pierdan en ti; cuando las canciones no regresen tu recuerdo; cuando mis sueños sean dedicados para mí y no para ti. Te voy a escribir, pero no ahora. Te voy a escribir cuando ya no te quiera; cuando haya renunciado a todos nuestros planes; cuando haya perdido la fe en las promesas; cuando aprenda a quererme más a mí que a ti; cuando seas una memoria del pasado y no del presente; cuando deje de justificar todo el daño que me hiciste. Te voy a escribir, pero no ahora. Te voy a escribir cuando esta herida haya sanado, cuando tu recuerdo me traiga sonrisas y no llantos. Te voy a escribir cuando reúna el valor suficiente para soportar que no me vas a responder.

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Celos

Lo malo no fue haberme encontrado contigo, lo malo no fue verte después de tantos meses, ni siquiera fue malo ver con quién caminabas de la mano, pero ¿sabes lo que sí fue malo? Ver tu sonrisa; ver que lograste ser feliz a pesar de que no seguimos juntos, ver cuán bella puedes ser cuando tus ojos se iluminan al observar a alguien más, ver que tus hoyuelos encajan perfectos con los de él, ver que sólo fui una persona más que pasó por tu vida, ver que las promesas dejaron de ser importantes y que todos los sacrificios no valieron la pena. Y probablemente esté celoso, probablemente podría ir con el chico que te está haciendo reír y pedirle que se quite de tu lado para que puedas regresar al mío, pedirle una oportunidad para besarte de nuevo o que por lo menos me deje sostener tu mano por última vez, pero no lo haré, dejaré todas esas acciones que involucran un contacto físico para guardar todo dentro; porque qué feo es cuando todavía  sientes y lo único que puedes hacer es callar al corazón. Sin embargo, a pesar de todo lo que siento, sin importar las lágrimas que amenazan con salir, sin dejar de forzar la sonrisa y sin dejar de maldecir al chico de tu lado, te dejaré ser feliz con él. Cerraré los ojos e intentaré convencerme que no fuimos felices por algo y que si nos separamos fue sólo por tu bien, porque sigo queriéndote, sigo buscando que seas feliz y si no puedo ser yo quien te haga sonreír, sólo espero que tu risa sea sincera y que el brillo de tus ojos nunca se acabe.

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Lluvia

Era la una de la mañana, no me acuerdo cómo llegué aquí. Lo único que ubico es que estoy afuera de una farmacia, que está lloviendo muchísimo y que estoy a un lado de la persona que me hace feliz.

Estamos hablando de nuestra vida; de qué queremos llegar a ser, dónde vamos a vivir y cómo será nuestra vida juntos; la emoción se ve emanada en cada palabra en busca de tener una vida extraordinaria. Ella está hablándome, la lluvia corre por su cara, no sé cómo es posible, pero verla así me hace quererla aún más. Las gotas que caen de su cara hacen que su sonrisa sea más bonita, ésta hace que mi cuerpo olvide el frío de la noche y que sólo pueda concentrarme en su rostro. Sus ojos me encantan porque me veo reflejados en ellos, así me puedo observar cuán feliz soy a su lado. Su cabello mojado está pegado a su cara y eso la hace ver aún más hermosa; son estos pequeños detalles los que me hacen ver que soy muy afortunado de tenerla a mi lado. Siento que cada imperfección que afirma tener la hace más perfecta.

Aunque no le guste su sonrisa, no hay día que no haga lo posible para verla sonreír, aunque prefiera maquillarse para verse mejor, no hay persona más linda que ella sin maquillaje; aunque piense que tiene que cumplir una dieta para tener un cuerpo genial, yo sé que cada centímetro de ella es perfecto; aunque no le guste el sonido de su risa, para mí es la cosa más sensacional que puedas escuchar. Ella es perfecta, lo quiera ver o no, ella es la mujer más hermosa que he conocido.

Está temblando, le paso mi sudadera para que ya no tenga frío, me acerco a su lado y le susurro todo lo que acabo de pensar. Acerca su cara a la mía y junta nuestros labios en un beso que me hace confirmar todo lo anterior y me hace quererla incluso más.

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Luces

Dicen que cualquier persona tiene un lado oscuro, que cualquiera tiene un secreto que no ha compartido con alguien y que aún se unde durante la noche deseando encontrar a alguien que lo entienda. Todo un universo se esconde dentro de cada persona, pero no hay sólo oscuridad, también percisten esas pequeñas estrellas que nos dotan de diminutos puntos de luz que nos hacen encontrar esperanza en nosotros mismos. Como en todo universo, las estrellas nos hacen darnos cuenta de que no todo es oscuridad, de que muy fondo de nosotros existe una estela que nos recuerda que no todo está perdido, que por muy oscuro que estemos, siempre habrá luz si sabemos buscarla. No nos engañemos diciendo que en nosotros no hay nada bueno, toda persona tiene sus propias estrellas, y éstas siempre van a brillar cuando más lo ocupemos.

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Mundo

El mundo es tan inmenso que siempre habrá un lugar nuevo por ver, siempre tendrás nuevas personas para conocer y siempre habrá experiencias para recordar. Uno de los errores del ser humano es pensar que está limitado a ciertos lugares y a ciertas personas, sin darse cuenta que el universo guarda miles de lugares en espera de ser explorados. Por más atados que nos sintamos con nuestro origen, todo el tiempo encontraremos un lugar que se asemeje más a nosotros, que nos haga sentir más vivos, que nos haga olvidar todo y nos obligue a explorarnos hasta lo más íntimo, esperando sentirnos parte de algo. ¿Por qué mirar todas las noches a la misma estrella, cuando el cielo te muestra un cometa? Dejemos de ser parte de la sociedad para que la sociedad empiece a formar parte de nosotros. Hagamos que nuestra vida valga la pena, sin pensar en el hubiera.

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Puñal

No es que alguien más te clave el puñal, porque en realidad eres tú quien lo hace. Eres tú al aceptar que se rían de ti, eres tú al dejar que los abusos continúen, eres tú al dar más de lo que recibes, eres tú al querer más de lo que te quieren. Al final del día eres tú quien va enterrando más el puñal y quien se va matando solo. Ninguna persona se preocupa tanto por nosotros, ni siquiera para causar un mal, así que nosotros intercedemos en ellos para apuñalarnos. No es que te apuñalaran por la espalda, es que tú les diste acceso a ella. No es que hayan preferido a otras personas, es que tú disminuiste tu valor. No es que hayan hablado mal de ti, es que tú enumeraste tus defectos. No es que se rían de ti, es que tú empezaste las burlas. No es que se olviden de ti, es que ni tú mismo te recuerdas.

   Aunque la vida te enseña a defenderte antes de ser lastimado, siempre serás tú quien se causa más dolor.

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Tu sonrisa.

Iban a ser las dos de la mañana y yo aún no podía dormir. Ya estaba acostado en mi cama, pero había una luz que entraba por mi ventana que no me permitía cerrar los ojos. Llevaba más de dos horas tratando de dormir, pero resultaba en vano; cada vez que cerraba los ojos la luz me obligaba a abrirlos.

    Frustrado, decidí levantarme e ir a investigar qué provocaba esa luz. Salí de mi habitación y volteé hacia todos lados buscando al culpable, pero no encontré nada. Desesperado, alcé mi cabeza y grité: ¿Pueden apagar esa maldita luz de una vez? No obtuve ningún resultado, incluso parecía que la luz había aumentado.

    Cansado, al ver que no iba a poder dormir, subí al techo de la casa y decidí tumbarme a ver el cielo. Cuando lo hice, pude distinguir quién era el culpable de generar esa cosa. Aunque no era quién, sino qué. Pues el objeto que proyectaba esa luz era la luna. Levanté la cabeza aún más y grité: ¡Hey, estoy tratando de dormir! ¿Puedes apagar esa maldita luz? La luna se volteó y se movió de izquierda a derecha, indicándome que no lo haría. ¿Por qué?, le pregunté. Porque estoy compitiendo, me contestó con una mueca. ¿Contra quién? Tal vez fue a causa del sueño, pero me pareció ver que se molestó e hizo una mueca. Me di por vencido y me resigné a no dormir esa noche.

    Pasó una semana y cada día la luna iba brillando más y más. Traté de tapar mi ventana con miles de sabanas, pero nada funcionó; cuando más trataba de ocultar el brillo de la luna, éste aumentaba más y más. Enfurecido por la falta de sueño, me dirigí una vez más al techo de mi casa a encarar al astro. ¿No vas a dejar de brillar? ¿Cuándo se acaba esa estúpida competencia?, le lancé con gritos. Cuando dejes de traerla, me respondió. No entendí su respuesta, ¿acaso se refería a una persona? ¿Traer a quién? ¿Con quién compites? Le echo la culpa al sueño de nuevo, pues me pareció ver más muecas en la cara de la luna. A ella, me dijo con un sollozo. A la que traes todos los días. Repasé a todas las personas a las que había invitado a mi casa y caí en la cuenta de a quién se refería. ¿A sor?, pregunté confuso. ¿Estás compitiendo con ella? El astro se movió de arriba para abajo asintiendo. ¿Por qué compites con ella? Tomó unos segundos para responder, como si tomara aire, y me dijo: ¿Por qué compito con ella? Porque su sonrisa, cuando está contigo, es enorme. Por más que trato de brillar, no puedo compararme con el destello de sus ojos. Lo que irradia en ti es enorme. ¡No puedo dejar que alguien se robe mi trabajo! Soy yo quien debe iluminar a las personas cuando estén en lo más oscuro.

    La luna se veía muy afligida, quería decirle que se equivocaba, que estaba mintiendo; pero no era así. Tu sonrisa es lo que me levanta todos los días, tus ojos son los que me inspiran a ser mejor cada momento, la energía que transmites es más fuerte que la cafeína de las mañanas, tú eres la razón por la que mejoro todos los días, y sin dudarlo tú eres mi luz favorita para vencer a la oscuridad.

    Lamento mucho esta situación, pero la luna debe aprender que nunca será más brillante que tu sonrisa.

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Alma gemela

En la vida siempre hay muchas cosas que no se tienen planeadas, pero creo que algo que está claro desde que tu vida comienza es con quién la vas a pasar.

Los cisnes son animales que pasan su vida con sólo una pareja y que no buscan otra a menos que ésta muera o se pierda. ¿Te has fijado qué pasa cuando los estos animales se besan? Sus cuellos forman un corazón. Así vamos las personas por la vida: con un corazón partido buscando a quien pueda encajar en la otra mitad.  

Toda nuestra vida encontraremos personas que finjan poder embonar, pero al igual que pasa con las mitades de una cáscara de naranja, siempre habrá grietas que impidan que el corazón encaje. En el camino para descubrir quién es la persona indicada, encontraremos varios impostores que nos vendan la idea de que completan nuestro corazón, pero el destino hallará la forma de hacerte ver que no es el sujeto para ti.

Las personas que buscan en más de una la mitad de su corazón, al final van a terminar con el corazón aún más partido, por lo que les será imposible encontrar quién lo llene. Seamos pacientes, que la vida tiene una persona indicada para pasar el resto de nuestras vidas. 

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Suicidio

Prácticamente la función del suicidio es matar al cuerpo y condenar el alma. Porque seamos sinceros, el sufrimiento sólo dura un tiempo, después va disminuyendo hasta desaparecer.

    Pongámoslo así: tu vida es una flor, cuando tienes problemas estarás en invierno y te marchitarás, pero eventualmente se volverá primavera y tus problemas desaparecerán dejando a un nuevo tú; con más belleza y fortaleza. Pero, a diferencia de las flores, nosotros tenemos la decisión de acortar o alargar el periodo del invierno; además de que si decidimos irnos cuando estamos marchitos, vamos a dejar a la tierra infértil, no sólo dañándonos a nosotros, sino a las flores que nos rodean.

    No te preocupes si hoy estás marchito, es mejor que busques la manera de que la primavera llegue más pronto a ti y dejar de arrancarte los pétalos tú solo. Si las flores con las que estás te hacen daño, aléjalas de ahí; pero nunca abandones la tierra en donde estás.

    Cualquier persona tiene sus inviernos, procura que los tuyos sean cortos y disfruta la primavera.

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Límites.

El ser humano tiene la capacidad de transformar cualquier situación en algo erróneo o dañino. Lograron convertir el descubrimiento de un nuevo continente en muerte, enfermedades, guerra y desprecio por sí mismos. Ahora, en algunos países, sólo te permiten tener cierta cantidad de hijos. Escuchar, platicar, ver o pensar en algo que te guste puede ser la razón de ser carcomido por la sociedad. El bikini de antes era tan largo como un vestido actual, ¿cuánto cubres con un bikini moderno? Logramos que sea ilegal consumir marihuana, cuando su uso se debió dejar en algo medicinal. El celular se inventó para comunicación, pero hay distintas maneras de usarlo para dañar a otros. El sexo, cuando debería ser catalogado por placer, ahora es un trabajo, un pasatiempo e incluso la causa de algunas muertes. Amar a una persona es un tema delicado actualmente, ya que no se ama con el corazón, sino con la mente. Utilizamos términos como “homosexual”, “negro”, “hippie”, “emo”, para clasificarnos a nosotros mismos. Tener a un perro como compañero no es el único fin que estos tienen, pues hay lugares donde son un platillo.

    De cualquier forma, todo depende de las ideas que tengas: porque aunque hay países donde te piden tener sólo un hijo, hay otros donde te pagan por tener más y más; aunque algunos países maten perros para comérselos, hay otros que matan puercos con el mismo fin. Todo está definido por límites y estos son los que nos marcan qué está bien y qué no. El ser humano tiene distintos puntos de vista, lo importante es definir con exactitud los nuestros y no dejar que otra persona los cambie.

    ¿Te apetece consumir marihuana? Bien. Hazlo bajo tu propio riesgo y no involucres a otras personas. ¿Quieres tener sexo porque estás aburrido? ¡Genial! Sólo procura cuidarte y no dañar a tu pareja. Las personas tuvieron, tienen y tendrán malas decisiones; tu vida estará llena de éstas. Aprende a jugar con tu destino antes de que éste juegue contigo. Estamos aquí para arriesgar, no para vivir reprimidos. Define los límites que hay en tu vida y aprende a no cruzarlos.