cderrik - Tumblr blog

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-- Se podría decir que es pequeña, pero ahora tiene quince años y ya no le gustan ése tipo de historias, cuando me lo dijo no podía creerlo --le contó mientras se dirigía hacia una banca, en la cual se dejó caer con cansancio--. No creo que estés loca, hay mucha gente que lo hace --se encogió de hombros, observándola. 

¿Ah sí? ¿Tienes una hermana pequeña supongo? Porque yo me sé cantidad de historias de seres mágicos. Quizá pueda contarte alguna y así luego se lo dices a ella. — Negó rápidamente con la cabeza.— Eh no te preocupes. Mira, a mi por ejemplo me gusta mucho cuidar de las flores. A veces me pongo a hablar con ellas. Creo que son seres vivos que entienden. Ahora puedes tomarme por loca. 

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-- Cualquier cosa que pudiese hacer feliz a una niña de cinco años: reinos mágicos y antiguos, seres mitológicos, ésas cosas --contó, sintiéndose verdaderamente extraño al contar aquello--. Lo siento, es... extraño hablar de ésto.

Poco a poco lograría abrirse con ella, le daría el tiempo necesario, pero no quería que se cegara en los pensamientos negativos que probablemente habitaban en su cabeza.— Eso es muy interesante. ¿Y qué tipo de historias? Hay muchos géneros. Mi favorito siempre fue el romance, obviamente. Luego también el terror es un género que me causa curiosidad. Aunque luego no puedo dormir por las noches. 

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Cameron se quedó viendo a la muchacha por un par de minutos en silencio, buscando las palabras exactas para responderle. Realmente no tenía pasatiempos, o mejor dicho no tenía tiempo para tenerlos--. No... No lo sé, no suelo hacer muchas cosas --admitió, un tanto avergonzado--. Antes me gustaba crear historias, pero es cosa del pasado.

No le gustaba ver al rubio de esa manera, parecía demacrado, preocupado y poco feliz. Se sintió un poco decepcionada al no saber cómo ayudarle, así  que se limitó a intentar verle sonreír.— Deberías, y puedes. Sencillamente comencemos hablando de tus pasatiempos favoritos, o de lo que te gusta de verdad. Te escucho, no tengo nada mejor que hacer.

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-- Vale, vale, no me preocuparé más --dijo y sus labios se curvaron en una sonrisa--.¿A dónde ibas? Claro, si puedo saber.

A pesar de que aún podía percibir esa vibra que le incomodaba tanto, —dónde le daban ganas de reconfortar a alguien— prefirió dejarlo ser, puesto que podría hacer las cosas empeorar y que el chico se sintiese mal por su insistencia. No pudo evitar soltar una risita ante su pregunta, carraspeando para finalmente responder con un irónico, tono orgulloso: “Amigo, soy prácticamente de hule.” Y es que la chica solía estrellarse contra paredes, mobiliario, suelo y hasta el mismo aire. “Ahora es tu turno de no-preocuparte.” 

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-- Cameron, un gusto --alzó su mano y estrechó la del contrario a modo de saludo, probablemente el más conocido mundialmente--. ¿Qué estudias?

Extrañado por la calidad de las respuestas del chico Jedrik simplemente hizo una mueca y se levantó del suelo pasando sus manos por la parte trasera de su pantalón para limpiarlas. Acomodó sus lentes y dirigió de nuevo la vista a su compañero - Creo que he visto mal, lo siento -Se encogió de hombros con una sonrisa y habría extendido su mano para saludar de no ser que estaba seguro eso daría asco- Soy Jedrik - Se limitó a alzar su diestra  y seguir sonriendo levemente- 

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-- Descuida, no está rota --aseguró, estaba bastante metido en el tema de los huesos y se encontraba un 100% seguro de que su pie se encontraba bastante bien--. Estaba hablando con mi hermana por teléfono, nada importante --respondió, sonriéndole--. Sí, al igual que todo el resto.

     Decidió dar el tema por zanjado. Tal vez lo más útil para el chico sería que no insistiera y despejara su mente con ayuda suya. ❝ ¿Aún la sientes? Porqué tal vez sí está hecha puré ❞ bromeó  sonriendo. ❝ Bueno, ¿y qué hacías por aquí? ¿Eres nuevo? ❞ Ella también lo era, pero no recordaba haberlo visto cuando llegó. Aunque claro, había tanta gente que seguro no conocía a todos.

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-- Eh... solo hablaba por teléfono --contó tras vacilar por un par de minutos--, y después patear un bote de basura --agregó, observándolo--. ¿Qué hacías tan tarde por aquí?

— No, me encuentro también bien — Asintió mientras caminaba a lado del contrario.  — ¿Qué estabas haciendo? — Soltó con curiosidad algo que caracterizaba a Cambriel, era su interés por los seres humanos. 

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Sus labios se curvaron en una sonrisa faltante de alegría--. No te preocupes, llevo haciendo eso durante diez años de mi vida --comentó con cierta amargura en su voz. Cameron había comenzado con aquel ritmo de vida a sus quince años, estaba bastante acostumbrado a pasarse el día trabajando y con la mente demasiado ocupada para dedicarse siquiera dos minutos a quejarse de los dolores físicos que sus exigencias creaban--. Quizás no sea lo mejor para mí encargarme de tres trabajos, pero no tengo tiempo para ponerme a pensar en qué es bueno para mí o no.

Presionó los labios en una fina línea, sintiéndose extraña por no saber exactamente qué decirle al rubio. Quería ser de ayuda, poder echarle una mano y aconsejarle sabiamente, pero la verdad es que nunca en su vida tuvo que trabajar. En su anterior vida como humana era una noble que tenía todo lo que quería, y actualmente… siendo estudiante y un ángel no necesitaba de eso.— Pero… ¿Podrás encargarte de tres trabajos? Quizá… Bueno quizá con que empieces con uno y poco a poco vayas pensando en otro… No debes sobre esforzarte o será demoledor para ti. 

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-- Lo sé y lo siento, ¿vale? No estaba pensando --respondió, echando su cabeza para atrás y observando por una fracción de segundos el cielo estrellado--. No te hice mal, ¿verdad?

¿Por qué la constante insistencia en qué volviera a escuchar las teoría de Aristóteles? ¡No lo haría! Prefería ligarse con algún otra clase, que volver a escuchar las mismas palabras de su profesor de Filosofía, aquel libro que usaba de referencia era tan básico y lleno de huecos, no lograba complementar la belleza detrás de las palabras dichas por aquel filosofo tan reconocido. Era un total idiota en pocas palabras. Por lo que, antes de meterse en un lío mayor, prefirió dar una corta caminata por las instalaciones de la institución, buscando algo de paz en sus pensamientos y comportamientos, pero mientras estaba en su búsqueda una objeto cayo en sus pies, derramando diferentes cosas (que no lograba visualizar muy bien) a sus alrededores.— ¿Qu-qué? —entrecerró los ojos, dándose cuenta de qué se trataba, rápidamente sus ojos se fueron hacía aquella voz contraria, fulminándole con la mirada.—  Sabes, el patear un bote de basura no te hará deshacerte de los sentimientos, —comento sin más, alejándose de todos los desechos cercanos a ella.— Créeme.

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Cameron tuvo que pestañear un par de veces para convencerse de estar despierto y darle créditos a lo que sus ojos veían: el muchacho había aparecido de la nada y, de un momento a otro, se puso a recoger la basura, sin temer que sus ropas se vieran afectadas--. Okay --atinó a decir--. Bien, sí --respondió de manera automática--. ¿Triste? ¿Quién está triste?

El día para Jedrik había sido bastante curioso había conocido mucha gente haciendo cosas que tenía años sin hacer como el simple hecho de tomar una fotografía, ver una ardilla en su hábitat y hasta sentir el sudor en su frente por el calor insoportable de la tarde pero sin duda lo que había estado esperando por un largo tiempo era el tumbarse en plena noche a ver las estrellas hasta sentir sueño una vez más. Buscaba un espacio donde tumbarse cuando lo único que encontró fue a un chico con un semblante bastante debastador y un cesto de basura volcado en sus pies. Miró al suelo intentando no mostrar aquella debilidad que tenía como ángel de sentir en su propia carne el dolor ageno. Comenzó a levantar la basura negando con la cabeza — No te preocupes no a pasado nada, es fácil de arreglar — Continuo diciendo al tiempo que metía la basura de nuevo al cesto sin importarle ensuciarse las cosas, en el campo de concentración se las había ensuciado más y de cosas peores que un par de cáscaras de fruta y envolturas de frituras. Su bondad y su necesidad de ayudar a los demás era tanta que no pudo evitar mirar de nuevo al chico una vez que se puso de pie— ¿Estás bien? no pude evitar notar la tristeza en tus ojos — Dijo intentando no parecer un metiche por que lo único que deseaba era poder ayudar.

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-- Me encuentro bien, sí --afirmó, acompañando sus palabras con un asentimiento de la cabeza--. ¿Tú? ¿No te hice daño con el bote?

“Historia de la salud” Era una de las clases preferidas de Cambriel, pero también una de las más tediosas, había pasado todo el día anterior estudiando para el examen rápido que tendrían ese día y a pesar de que lo había aprobado de forma satisfactoria, se sentía cansado y lo único que lo había mantenido despierto, eran la múltiples tazas de café que había consumido. Decidió que lo mejor que podía hacer en esos momentos era salir de aquel lugar, dar un simple paseo y quizás acostarse en uno de los extensos jardines que le ofrecía LeRosey. —No hay problema ¿Te encuentras bien?.

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-- Sí, sí, no se preocupe --aseguró, guardando rápidamente el móvil en uno de sus bolsillos--. ¿Está usted bien? No quise asustarla, de verdad.

Nuevamente, Katya no podía conciliar el sueño. Tiempo atrás pudo dejar aquéllas pastillas que le ayudaban a poder dormir con tranquilidad por las noches, mas al parecer las pesadillas volvían a atormentarla, siendo entonces incapaz de caer en los brazos de Morfeo. Y todo desde su mudanza al lugar. La culpa le perseguía y poco a poco incrementaba, cada vez más. Se encontraba en uno de sus tantos paseos nocturnos, disfrutando del silencio de la noche y del cigarro que sostenía en su mano, cuando cierto ruido captó su atención. Extrañada por ello, se acercó hacia dónde éste provenía y… ¡Menudo susto se llevó! El ruido anterior había sido una especie de susurro, pero éste había sido uno más grave y fuerte, provocando que incluso diese un breve salto por la impresión. “Me asustaste” murmuró, con su mano a la altura de su corazón. “¿Estás bien?” quiso saber, algo preocupada por lo sucedido. No podía ver bien de quién se trataba por culpa de la oscuridad, pero todo le decía que algo iba mal.

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-- No te preocupes --negó con su cabeza e intentó, verdaderamente, sonreírle. El preocupar a las personas no era algo que le gustase, pero era imposible evitar el sentirse reconfortado cuando alguien le preguntaba si se encontraba bien--. ¿Segura no te hice daño? --preguntó, preocupado. Cameron se acercó al bote y lo levantó, al igual que algunos residuos secos esparcidos.

“No pasa nada.” sacudió la cabeza, apartando el objeto con sus pies, haciendo una mueca por el olor de contenido, esparcido en sus zapatos. “¿Tú estás bien?”le cuestionó con auténtica curiosidad, acercándose para ver el estado en el que estaba el semblante del muchacho, encarnando una ceja al mismo tiempo que mostraba una sonrisa de empatía.

A pesar de que aquello era todo menos de su incumbencia, había estado ahí el suficiente tiempo como para no sólo ser víctima de la angustia del rubio, sino también para escuchar su conversación anterior, es decir, técnicamente, la pregunta salió disparada de su boca, pues le entendía y sabía cómo se sentía la necesidad de hacerse cargo de quienes amas. A pesar de ello, sabía que había sonado como una gran fisgona y decidió retractarse. “Oh, mejor olvida que dije algo.” Dando unos pasos hacía al frente, tensa, movió los brazos en el aire con vergüenza.

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-- Es... Un poco más complicado que éso, ¿sí? --admitió, metiendo las manos en sus bolsillos y fijando sus orbes azules en el rostro de la contraria--. Durante las vacaciones debo buscar un trabajo de temporada, quizás dos o tres... Ojalá las cosas fueran más fáciles.

No sabía si creerle, lo cierto es que su tono no había sido muy natural, ni sincero, pero no era quien para meterse en la vida de los demás.— Es normal, siempre se extraña a alguien. —Entonces comprendió que aquel humano tenía una familia y necesitaba tener a sus seres queridos cerca. Ella bien podría haber aprovechado esa oportunidad y lo tiró por la borda.— Estoy segura de que podrás verla, en vacaciones y eso, ¿no? Seguro que ella también te echa de menos.

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Mentir no estaba bien y lo sabía, pero algunas veces era la única manera de cuidar a las personas. Él le dedicó una pequeña sonrisa a la muchacha, sabía lo que estaba intentando y realmente apreciaba que lo quisiera hacer--. Era lo que más cerca tenía y créeme, no sé cómo no tengo el pie hecho puré --dijo, falsificando una carcajada que, tras años de práctica, se escuchaba verdadera.

     En el recuento de las cosas que más detestaba Annie se encontraba la mentira. Pero bien sabía que no todos se acercarían a ella y contarían su vida y pensamientos de un momento a otro. Quería ayudarlo, más no encontraba cómo. Se limitó a asentir suavemente. ❝ Supongo, aunque normalmente no voy golpeando botes de basura. No creo tener la fuerza tampoco ❞ comentó riendo, tratando de animar al de orbes azules. ❝ Me rompería una pierna o algo. ❞

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-- Lamentablemente, sí --soltó un suspiro y, como solía hacer cuando estaba cansado, se revolvió su propio cabello con una de sus manos. Dio un par de pasos a su costado, dejándole el camino libre a la morena--. Pasa --le dijo e intentó curvar sus labios en una sonrisa simpática--. Si no te molesta me quedaré aquí y, si quieres, te acompañaré hasta donde debas ir... No digo que no puedas defenderte, pero está oscureciendo y, bueno, no es recomendable andar sola.

“Sí, horrible” sonrió de vuelta de forma amable, aunque no del todo convencida con el gesto que el rubio le había dedicado. “Pero bueno, son los sacrificios que hay que hacer” y vaya que ella sabía de sacrificios, porque podía decirse que toda su vida se había basado en los mismos para beneficiar a su familia. “Ah, sí. Gracias.”

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-- Estoy perfectamente --respondió rápidamente, acercándose al lugar donde el bote había ido a parar y recogió un par de desechos que quedaron esparcidos por el suelo tras el impacto--, fue un pequeño arranque de estupidez y nada más.

Se le había hecho tarde en la práctica de ese día por lo que caminaba con algo de rapidez hacia su habitación con la intención de dormir un poco cuando de la nada un bote de basura termino en el suelo, sobresaltándola y antes de que pudiera gritar escuchar la voz de un chico disculpándose. Deo de caminar para poder verlo y noto que sus ojos estaban rojos por aguantarse las ganas de llorar por lo que frunció el ceño. — No hay problema pero dime ¿estas bien? —dice tranquilamente mientras se agacha para poder levantar el bote y ponerlo en su lugar.