azasal
Alexander Zambrano
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Editor, escritor y proyectista amateur. Fanático de la ciudad.Todo problema tiene una solución creativa
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azasal · 7 years ago
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Empanadas crocantes de yuca
-¡Hijueputas! Lo mataron, mataron la risa.
Todos voltearon ante el grito repentino. En empanadas crocantes de yuca, un local pequeño ubicado en la calle 63 entre 30 y 24, todos se quedaron callados por un momento.  Al fondo se escucha el sonido de las noticia en el televisor y el comienzo de los murmullos.
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1
-¿Cómo pudieron haberla matado?
- A bala: la mataron. La balearon. La silenciaron.
5:35 a.m. sale de su casa elegante como siempre, preparado para morir en cualquier momento. Camisa blanca con rayas cafés, camioneta Cherokee con destino a Radionet. Jaime Garzón recorre la 26 a la velocidad con la que cualquiera lo haría a esa hora. A tres cuadras de la emisora y después de encontrarse en el camino con Yamid Amat, entonces director de Radionet, se escuchan seis disparos después de un llamado: ¡Jaime! Los criminales de la moto blanca le dispararon de frente, viéndole la cara. La risa y la sátira son a prueba de balas, su fabricante no. El viernes 13 de agosto de 1999, el país recordó que está acostumbrado al luto. Otro asesinado por buscar la paz. Otro más.
2
-¡Mataron a Jaime! Humoristas hay muchos, Jaimes hay muchos. Pero ese man era único.
-¿Se acuerda de lo que decía? Eso de no tomarse en serio la vida porque era un juego.
En su infancia, a Jaime le encantaba jugar al bus con sus primos y hermanos. Era el conductor preferido. Imitaba a la perfección el arranque del bus, las frenadas, el sonido de las puertas. Su sentido del humor hacía todo más ameno. Nunca se tomó la vida en serio, desde chiquito era inquieto y le gustaba hacer reír. Al crecer comenzó a ser más crítico con la realidad del país. Lo echaron de la Normal Nuestra Señora de la Paz porque su conducta y pensamientos eran difíciles de manejar. Leía historietas y literatura de vanguardia en lugar de prestar atención a clase. Alguna vez, cuando una profesora trató de decomisarle los libros, él  le dijo: “Se puede robar el de historietas, pero el otro no”.
Siempre le gustó hacer bromas. Una vez llamó a Gabriel García Márquez haciéndose pasar por César Gaviria y le dijo que lo necesitaba para las conversaciones con las FARC y el ELN. El nobel le creyó. Después, para ser perdonado, pidió excusas personalmente declamándole a Gabo el comienzo de Cien años de soledad. Ninguno de los dos vio el acuerdo firmado con las FARc ni los inicios de las conversaciones con el ELN, pero ambos creyeron que pasaría.
3
-Jaime no creía en armas sino en pedagogía. A su modo, fue un héroe.
-Y acá los héroes se mueren a bala.
Tenía fe como pocos y sabía del poder de los jóvenes. Rara vez se le veía decaído en las entrevistas o en su programa de televisión. Su trabajo y vida fueron un espectáculo. Cuando dijo ante un auditorio que “nadie podrá llevar por encima de su corazón a nadie, ni hacerle mal en su persona aunque piense y diga diferente”, la audiencia no pareció dudar. Entre aplausos y risas expuso los pesares, problemas y desdichas de Colombia. Hoy sigue siendo un referente para la juventud. Su rostro acompaña al del Che en la fachada del Auditorio León de Greiff en la Universidad Nacional.
4
-El problema de este país es que no resiste la verdad.
- No, el problema no es la verdad o la mentira, es la guerra.
Su padre murió a los 40 años. Esa muerte lo marcó tanto que decidió no tener hijos para evitarles el sufrimiento de una ausencia paterna. Terminó por creer inmoral e irrespetuoso vivir más que su padre. No lo hizo, vivió 38 años. Poco después de los disparos el edificio Colombia se quedó sin portero, el país sin embolador, el presidente sin cocinera y nosotros sin Jaime.
Se escucha de fondo el sonido del televisor en la cafetería.
- “Y hasta aquí los deportes… País de mierda.”
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azasal · 8 years ago
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Tú eres la reina
Cuando escucho La Reina, de Diomedes Díaz, pienso en la guayaba. Aunque hay más bellas y poderosas, solamente una merece la corona. Entre las frutas, la guayaba es reina. Y no la mía, la de todos. Deberían erigir un monumento en su honor, ponerlo en una plaza y alabar sus propiedades. Ese fruto comestible, regordete, medio amorfo y magullado con centro rosado carnoso contiene un caldo vitamínico (A, B1, B2 y C) capaz de aumentar defensas y atacar la gripa. Para qué naranjas si se pueden comer guayabas.
Biológicamente generosa y socialmente rechazada, así es la guayaba. Una de mis tías paternas refunfuñaba “no hay nada más perjudicial para el estatus de una casa que darle a las visitas jugo de guayaba”. “Esa— enfatizaba— es un fruta de pobres”. Gloriosa y saludable pobreza entonces. Mi abuelo, en cambio, se comía hasta los gusanos que nacen en su interior. “Son de pura fruta”, decía antes de morder. Comer guayaba es similar a elegir a un candidato, desde afuera no se sabe dónde está el gusano.
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Del corazón de la guayaba nace el bocadillo, caballero principal en la corte de la reina. Qué sería del plátano maduro, la mogolla negra o los roscones sin él. Este orgullo veleño debería ser orgullo nacional. Panela y guayaba, que son Colombia, fusionadas a fuego lento. El bocadillo, sin duda, tiene un espacio ganado en más de una alacena y corazón. Es el compañero perfecto del queso y los deportistas. Es, incluso, parte de la historia nacional: Cristóbal Pérez, uno de los ciclistas del primer equipo que representó a Colombia en el Tour de Francia lo llamó la cocaína de los ciclistas colombianos, por sus cualidades energéticas.  Pero la guayaba no es solo bocadillo; si pasan por Vélez (Santander), uno de los mayores productores de fruta reina, verán jaleas, mermeladas y gelatinas. Por su color, dulzor y textura, la guayaba se presta para producir conservantes y endulzantes de calidad.
El poder de la guayaba trasciende el territorio de las frutas y sus derivados para llegar al campo idiomático. Sí, el guayabo viene de la guayaba. Esa maluquera que da después de darle duro y parejo al alcohol toma su nombre de la fruta reina. No, no es culpa de la guayaba, es del trago. En varias partes de Latinoamérica relacionan a la guayaba con el engaño, la mentira. Esa fruta llena de vitamina tiene, además,  la capacidad que poseen muchos de los enguayabados: por más podridos que estén por dentro, se ven regios por fuera. En Ecuador, según la Real Academia de la Lengua, existe el verbo guayabar y significa mentir. Con la colonización el término se expandió y fue evolucionando. Según Ana María Díaz, en un artículo para El País de Cali, el término se dividió en dos: por un lado significa tristeza y por el otro resaca. Cómo no amar a la guayaba si le dio nombre a esa maluquera etílica y a los que la poseen. Guayabo, guayabar, enguayabados.
Lastimosamente, la reina gobierna en una monarquía constitucional. Su poder en la economía colombiana es más bien simbólico. El verdadero poderío comercial investido en forma de cultivos tecnificados y regulados lo tienen el banano, la piña y hasta el aguacate. La reina quedó relegada a la sombra, sin importar el potencial. La corona de exportación no es para la guayaba, pero entra cada vez con más fuerza en menús alternativos que rescatan la versatilidad de sus sabores. Jugos y helados de guayaba agria, acompañamientos para platos fuertes y hasta un postre que es oda a su naturaleza: un merengón hecho con variedades de guayaba que pasa del dulce al ácido, del verde al blanco y al rosado. Guayaba conceptual y en todo su esplendor para comensales exigentes.
Tú no pides nada por tu amor, tú no quieres nada por tu amor. Y aunque en tu castillo nada tengas, tú eres la reina.
Artículo de El país
Postre de guayaba
Foto del postre de guayaba
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azasal · 9 years ago
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Mandarina dulce
Estaba la pájara pinta sentada en un verde limón. Con el pico cortaba la rama, con la rama cortaba la flor. Ay, ay, ay, cuándo vendrá mi amor...
A pesar de los años, Amalia no había podido acostumbrarse al frío del oriente. Todas las mañanas se detenía para mirar las luces de la ciudad desde la colina: un pesebre agigantado, una casa entre nubes. Corría cuesta abajo con su ruana al hombro. Aunque hablaba poco, no había mejor vendedora de mandarinas.
La primera vez que la vi no pude resistir las ganas de jalarle el cabello. Volteó bruscamente, me miró y luego sonrió. No puedo decir si era bella, pero tenía las mejores piernas del salón, nadie podía atraparla cuando jugábamos. Sus habilidades matemáticas también eran sorprendentes, supongo que por eso don Fermín no dudó en hacerla su ayudante en la plaza. Trabajaba antes y después de la escuela. Se escondía por los cárnicos en medio de cadáveres colgados y jugaba con ellos sin asco alguno. La plaza era su hogar.
Teníamos un relación complicada: pellizco va, mirada viene. Nunca la dejaba hacer sus deberes en clase y aprovechaba cualquier oportunidad para tirar sus cosas del pupitre. Ella no respondía agresivamente a mis faltas, solamente sonreía. Los otros niños no querían a Amalia. Decían que su presencia venía acompañada de un olor amargo, que no era de acá, que era diferente, que tanto tiempo con las mandarinas la habían convertido en una, al menos olfativamente.
Como mi mamá era cliente regular de la plaza yo la acompañaba a hacer mercado para así poder visitar a Amalia. Nos escondíamos debajo de las mesas e imaginábamos cosas juntos. La empujaba en ocasiones. Una vez me habló de su pueblo, del cultivo, de las mandarinas. De ella viendo las frutas abandonar el árbol hasta dejarlo verde. Cuando le preguntaba por su familia  me daba un beso en la mejilla y se iba.
Desde que Amalia ganó un diploma al mérito académico, el odio de los demás niños aumentó. Ya no jugaban con ella y la excluían de los trabajos en grupo. Se alejó de mí; puso tanta distancia entre nosotros que ya no pude alcanzarla. Estaba sola en un lugar vacío, pero ni sus notas ni su ventas disminuyeron.
Recuerdo el último día que la vi. Cuando entré al salón estaba en medio de un círculo de niños. Le gritaban marchanta, pobre, plazuna, apestosa, pueblerina. El odio y la fuerza de Amalia no podían estirarse lo suficiente como para responderles. Escasamente atinó a limpiar las lagrimas de sus ojos y correr. Al escapar dejó a su paso un olor a mandarina dulce, madura. Quise ir tras ella, pero no pude, solo me senté.
Pasaron varias semana en las que Amalia no asistió a la escuela. Fui a buscarla en repetidas ocasiones sin resultado alguno. Después de unos meses la olvidé. En raras ocasiones y durante corto tiempo la recordaba.
Mamá empezó a trabajar en el salón comunal del barrio e invitaba a sus nuevas amigas a hablar en casa. Un día logré escuchar el llanto de una de las asistentes contando que su sobrina había escapado. Ya habían dado aviso a la policía pero lo más seguro era que ella no estuviera en la ciudad. “La niña debió haber vuelto al pueblo a buscar a sus padres; ella no sabe que están muertos. La violencia arrasó con todo”
Supe que hablaba de Amalia y se me encogió el corazón. Recordé sus ojos, su olor y sus trenzas. No transmitía el infierno que pudo haber vivido. Me recriminé no haber sido mejor, haberla empujado tanto, no defenderla, no demostrarle que la quería. Ella creía que no merecía ser amada y se escondía en lugares vacíos. Dejó de esconderse y prefirió el infierno. A veces es mejor el infierno.
Daré la media vuelta, daré la vuelta entera, con un pasito atrás, haciendo la reverencia. Pero no, pero no, pero no, porque me da vergüenza, pero sí, pero sí, pero sí, porque te quiero a ti
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azasal · 9 years ago
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Creé elfilete.com cuando fui practicante en la editorial Laguna. El objetivo principal de “el filete” es involucrar a los lectores de manera más profunda con todos los procesos editoriales.
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Diseño: Alexander Zambrano Planeación: Alexander Zambrano
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azasal · 9 years ago
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Nadie me enseñó a ser valiente
La presentadora dice mi nombre completo, subo a la tarima, sin caerme, para recibir un pedazo de papel que certifica cinco años de mi vida. Esfuerzo, alegría, amigos, plata, conocimiento. Aplausos para todos los graduandos y a sus familias “este es el resultado de trabajar en equipo”. Con el diploma en la mano y mientras nombran a otros trescientos, la mente se pone divertida: después de la celebración hay miles de escenarios posibles que pueden variar según la historia y carácter de cada persona. Yo soy menos catastrófico y más pesimista así que mis posibilidades se reducían al aburrimiento o el fracaso. Tengo miedo. Temer es una respuesta natural ante situaciones desconocidas o desagradables. Hay quienes temen a la falta de control, otros temen ser heridos; hay incluso algunos que temen sin razón. En este caso particular yo le temía al futuro que me estaba inventando alimentado por decenas de experiencias ajenas. No sé cómo funciona el cerebro pero esta parece una relectura de la sociedad proyectada en el yo.
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No hay monstruos debajo de la cama. Ellos no se esconden como nosotros, están presentes en cada momento de nuestras vidas: antes de tomar una decisión, cuando una fase acaba, antes de saltar de un árbol, apenas nos ponemos los patines, al ver una abeja, cuando no podemos dormir y decidimos pensar. Siempre hay miedos, los monstruos son solamente una manifestación de ellos. Temer no es una elección consciente sino una reacción natural, si se quiere un mecanismo de defensa. Pero esta defensa puede resultar de doble filo ya que la mejor manera de vencer al futuro no está en la paciencia del defensor sino en la celeridad del estratega que ataca y prevé. Podemos evadir muchas batallas sintiéndonos ganadores, aún así no hemos conquistado nada. Recuerdo cuando era niño y tenía pánico anormal por las abejas. Cada vez que veía uno de estos bichos voladores corría hasta asfixiarme. Así viví un par de años hasta que llegó el día en el que no pude escapar Tuve que enfrentar no a una, a decenas de abejas. Fue un momento horrible, pero rápidamente descubrí la irracionalidad de mi miedo. Ahora abejas y yo convivimos en armonía. Así se conquistan los miedos.
Sentado otra vez, escuchando la lista de graduandos, pienso en el opuesto del temor: la esperanza. Las dos percepciones futuras de los hechos, una enfocada al desagrado otra a la satisfacción. “Para que se tema es preciso que aún se tenga una esperanza de salvación por la qué luchar”. El tercer factor que ayuda a resolver la ecuación es la valentía y esta es una virtud de acción, de despegue. Separarse del plano obvio y fácil para optar por lo desconocido. Emprender proyectos que requieran de todo nuestro potencial y en los que tengamos voluntad y fe para luchar cuando las cosas se pongan difíciles. Nadie me enseñó a ser valiente, pero nadie me enseñó a temer. Solo yo puedo decir qué camino tomar para afrontar la vida. Feliz grado, feliz temor, feliz vida.
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azasal · 9 years ago
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Mamá, cuando grande quiero ser carnicero
Siempre me han gustado los barrios con nombres de fechas. En el oriente de la ciudad, entre cerros, está el veinte de julio, ¡grito de independencia!, con su plaza a un costado y su divino niño, protegido por una inmensa edificación eclesiástica, al otro. Él, con su gesto apacible sobre una nube anunciando humildemente: ‘Yo reinaré’.
Todos los días pasaba por la plazoleta llena de palomas, llamas, vendedores y feligreses para volver del jardín a la casa de mi abuela. Mi mamá trabajaba en un colegio una cuadra al sur de la iglesia, mi abuela vivía tres cuadras al oriente. Aunque nunca viví ahí, ese barrio era mi hogar. Porque uno es de donde se identifica, de donde conoce a la gente, de donde conoce las tradiciones. La procedencia no la da el nacer u ocupar un espacio sino el experimentar el entorno.
Una de las dinámicas usuales de la familia era hacer compras en la plaza de mercado. Para un niño glotón y pedigüeño como yo era imposible no hacer parte de la visita semanal. Primero la entrada de la plaza custodiada por guardianes aceitosos vendiendo papas y vísceras llenas de manteca. En el interior, el espacio estaba dividido especialmente para que sus usuarios y trabajadores tuvieran una experiencia amena e intuitiva y, dentro de lo posible, higiénica. Nadie quiere comer al lado de las famas o las tiendas de animales. En ese mundo plazuno cada cosa estaba en donde debería estar.
Al atravesar el pórtico, pequeños puestos contiguos de frutas y verduras a ambos costados. Por el corredor central las fruterías exhibiendo sus cangrejos vivos apresados para terminar triturados y rasgados por los filos de la licuadora en un batido levanta muertos. En el centro yerbateros y verduleros; don Fermín o Lucho y su esposa de la que no recuerdo el nombre, para mí amigos íntimos de la familia, regalándome manzanas, uvas o zanahorias. En la parte posterior del costado derecho las tiendas dedicadas a los animales. Nunca tuve mascotas no comestibles así que no merodeaba mucho allá. Ahora que lo pienso, en realidad no tuve mascotas, creaba vínculos emocionales con los animales que mi abuelo engordaba y cuidaba para comer. Conejos, cuys y pollos pasaron por mi casa, corazón y mesa.
Al fondo la carne: a un lado el pescado al otro la res, el cerdo y el pollo. Cadáveres colgados a pedazos, una escala cromática de rojos en diversidad de cortes y texturas acompañados de un olor putrefacto, rancio. Yo estaba fascinado, odiaba el aroma pero el comercio de carne me asombraba. Los guantes, el cuchillo, el corte. Un niño de seis años viendo hombres y mujeres vestidos de blanco con botas amarillas, supongo que para contrastar el rojo de la sangre, cortar pedazos de animal. No cortar, ver ceder cada una de las fibras de tejido muerto ante una pieza de acero para dividirse. De la vaca al muslo, al tejido, al corte empacado en la bolsa para llevar a casa. Un trayecto maravilloso.
-Mamá, cuando grande quiero ser carnicero. Quiero las botas, el delantal. Quiero esos guantes, sobre todo los guantes, y el cuchillo.
De ella recibí una sonrisa. No un piensa en grande, ve a las estrellas, se un astronauta o un piloto como todos los demás.
-Si quieres ser carnicero, que seas el mejor.
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azasal · 9 years ago
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Vencer o morir
Cuarenta segundos después del comienzo del partido, Fernando Gago salió de la cancha en camilla y con el tendón roto. Aparte del impulso eléctrico que viajaba desde su pierna izquierda hasta el cerebro llevando un mensaje de dolor de alto calibre, las neuronas creaban un panorama oscuro de seis meses separado de las canchas perdiéndose la final del la liga argentina y los primeros cuatro partidos de eliminatorias con la selección. Ese dolor físico y psicológico puede lacerar el alma, resquebrajar la esperanza y hacer brotar lágrimas de dolor y pena. Esta es la esencia del deporte: entrenar, luchar, volverse mierda para ganar o perder enfrentando a otro ser humano con la misma añoranza de triunfo. Nadie quiere terminar derrotado, pero solamente el más fuerte, ágil, resistente, hábil, inteligente o suertudo gana.
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No es de extrañar el gusto en la contemplación de actos deportivos porque vamos buscando ver humanos y encontramos héroes, gladiadores y artistas. Héroes porque son capaces de triunfar con todas las circunstancias en contra, derrotando a su adversario  y a sí mismos. Vale aclarar que no hay villanía en las dinámicas deportivas, solamente gustos. En el estadio Robert Ashe del complejo tenístico de Nueva York  ante las miradas desinteresadas de un público debido a la supremacía que representaba su rival, Roberta Vinci salió a la cancha para competir por una paso a la final del  último Grand Slam del año. La local, número uno y guardiana de más de sesenta y nueve títulos debió verse agigantada ante los ojos de la pequeña Vinci. Ella, cómo lo dijo después, se levantó pensado en divertirse y disfrutar. Serena ganó el primer set sin sorpresa alguna, pero algo se encendió en Roberta y con garra e inteligencia demostró su presencia saliendo victoriosa del segundo set. En el estadio, los acontecimientos caldearon el ánimo en la audiencia que ahora vitoreaba cada punto logrado por la italiana. Ante la reacción del público, Serena pedía apoyo de sus coterráneos, pero Vinci se llevaba todos los aplausos. De repente Match point seguido de un silencio ahogado por gritos, ovaciones de pie y llanto. Roberta Vinci de nacionalidad italiana con 32 años y siete títulos en su anaquel había logrado lo que parecía imposible: salir victoriosa. Heroína, diosa, guerrera. La entrevista realizada habitualmente al terminar el partido cerró el círculo abierto por Vinci. Entre risas, y con unos ojos desbordando felicidad, la italiana se disculpaba con los estadounidenses por sacar a sus representante, pero “hoy es mi día”, insistía Roberta. Ella vino a divertirse tratando de no pensar en su rival. Poner la bola en la cancha y correr, poner la bola en la cancha y correr, se repetía. Roberta, hoy más que nunca eres un ídolo porque demuestras que no hay nada escrito y que ningún rival  es pequeño. Eres el David con raqueta de nuestra época y mantienes viva la fe y el amor por el deporte. Gracias por tu heroísmo, Roberta, y felicitaciones.
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Una de las desgarradoras y a veces injustas leyes de la vida es que un ganador genera perdedores. Serena Williams fue derrotada, y con ella la esperanza de convertirse en la cuarta persona de la era abierta en ganar los cuatro Grand Slam en el mismo año (Australia, Wimbledon, Roland Garros y el U.S. open). En mi cabeza no deja de proyectarse la imagen de una campeona saliendo cabizbaja de la cancha a desmoronarse en el camerino. El corazón y el ego se rompen inevitablemente, pero la pericia de todo verdadero campeón reside en reconstruirse para después salir a ganar: esa es la esencia del deporte.
Ya hablamos de guerreros heridos en combate y de heroínas. Pero el espectro deportivo estaría incompleto si no tenemos en cuenta el arte performativo que representa: artistas tratando de hacer de cada enfrentamiento su obra maestra. Pincelada por pincelada, punto por punto, gol por gol, kilometro por kilometro los deportistas muestran la experticia que las derrotas y el entrenamiento les han dado para presentarse y terminar aplaudidos. La lluvia cayó sobre la superficie de cemento que esperaba atestiguar el desenlace de una de las rivalidades más bellas dentro del tenis: Djokovik vs Federer, uno contra dos, novedad contra historia, defensa contra ataque. Entró el suizo seguido por el serbio. El público estaba claramente a favor de Roger pero eso no intimido a Nole. En la guerra la percepción es crucial para llegar a la victoria: si no es fuerte debe aparentarlo, si tiene pocos hombres en sus filas fórmelos para aparentar más, si puede intimidar a su enemigo para evitar la batalla hágalo pues “El supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar.” Ninguno de los tenistas mostró el más mínimo atisbo de miedo; en los ojos del espectador solo se veía fortaleza. Federer fue el más ansioso de los dos y eso le costó el título, pero dejó todo en la cancha. Perdió por no concretar los puntos de quiebre que había generado, perdió porque encontró una pared del otro lado de la red que devolvía todo igual de fuerte y a veces con mejor ubicación. Perdió pero dejó en cada uno de los televidentes y espectadores esa sensación que solo la verdadera belleza es capaz de aflorar. Ese partido fue arte y belleza en sus más puras expresiones, el hombre siendo hombre al luchar por permanecer. Federer se fue en medio de aplausos y Djokovick se quedó como el indiscutible campeón haciéndonos preguntar si lo valoramos los suficiente.
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Cada vez se hace para mí más difícil vivir sin querer presenciar estas glorias deportivas, esta lucha visceral. En nuestro país poco es capaz de unirnos bajo el ondeante símbolo tricolor como el deporte y henchirnos de orgullo al oír el himno de nuestra nación y ver la bandera en alto por todos aquellos que muestran que Colombia es más que droga y violencia. Nuestros deportistas son unos berracos porque libran todas estas batallas sin armadura y con una espada mediocremente afilada. Ser deportista en Colombia no paga, pero al ganar el merito es triple. No se sienta un ser humano superior, culto y desidioso por denigrar a todo el vulgo que pasa sus fines de semana pegado a un televisor viendo gestas atléticas. Déjese encantar por la gracia del deporte y salga a competir. Deje que su sangre hierva de dolor y alegría y que sus músculos lo sacudan por el esfuerzo realizado. Salga a luchar como una bestia. Entrene, pierda, gane y vuélvase mierda en la arena. Sea héroe, gladiador y artista.
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azasal · 9 years ago
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A mucho honor
Uno de los recuerdos que tengo más metido en lo profundo de la memoria es el de mi abuela. Ella peinando su negro cabello rizado frente al espejo. Ella cosiendo. Ella ordenando la casa. Ella cuidándome. Además de la persona, el hilo conductor de estas memorias infantiles es un particular ambiente musical: ranchera, carrilera y boleros. Mi abuela, simpática y emotiva como ella sola, se deslizaba por la casa a ritmos populares. Yo, inocente y perceptivo, escuchaba y reía. En mi cabeza se repite la escena en la que ella canta esa canción que solo a ella le pertenece: “Soy del mar espuma, soy triste lamento. Yo soy basurita, soy basurita que arrastra el viento. Cuando vine al mundo, yo nací llorando. Y ay Dios desde entonces, sigo llorando, sigo llorando.” Esa era mi abuela. Ella, la basurita.
Crecí escuchando Rancheras y Carrileras, y hoy, casi 17 años después, las sigo disfrutando. Ahora conozco desde los clásicos del Jazz hasta el Merengue sabrosón pasando por varios terrenos grises en el medio: Clásicos, Indie, Son, Rock, Pop, Protesta, Dance, Ópera; pero ninguno apela tanto al corazón como el que cantaba mi abuela. Ese y los Boleros andinos de tríos marcaron mi infancia entera.
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Es chistoso pensar el escándalo y la sorpresa que genera en mis amigos y compañeros descubrir que me gustan Las Hermanitas Calle, Helenita Vargas o Silva y Villalba. Entre risas y confusión va apareciendo la percepción verdadera que ensombrece estos géneros populares. Y populares, porque son masivos, discriminados, simples y le pertenecen al pueblo. Aparte de la música, la Carrilera, Ranchera y Boleros van acompañados de una estética lúgubre, en ocasiones muy alegre, parrandera y etílica perteneciente a una clase social particular. Tristemente en este país, que es más arribista de lo que debería, eso es malo.
Ayer se estrenó la novela que da cuenta de la vida de Fabiola y Nelly, Las hermanitas Calle, y no había sonado la primera canción, supongo yo, antes de que más de uno cambiara el canal no sin antes renegar de la porquería del sistema televiso. Yo no vine a defender a nadie, y mucho menos a la televisión pública, que en mi opinión tiene más desaciertos que otra cosa, pero esa canción a punta de guitarra y voz me revolvió la cabeza y el corazón. La historia del hombre que refleja en la gaviota el desprecio de su amada: “Ya lo sé, Gaviota, que tu amor a otro le vas a brindar. Ya lo sé que solo y mirando al cielo me vas a dejar. Si es así, Gaviota, prueba bien tus alas y si estás segura échate a volar. No más no me salgas con que a medio vuelo, una de tus alas empezó a fallar”. No sé si la novela será un hit, y no me importa. Yo me quedo por la música y el contexto histórico en el que se desarrolla la Carrilera. En el que se desarrollan estas hermanitas paisas.
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Defender lo indefendible, no. Para eso el género tiene armas musicales y letras poderosas que acompañan a quienes por gusto o azar terminan escuchándolo. La carrilera del tren que comunicaba al departamento de Antioquia con Caldas fue el vehículo por el que por muchos años además de café se transportaba música y cultura. En el tren se cantaban melodías populares, música de ferrocarril. Música carrilera. La idea era comunicar Antioquía con Buenaventura para así fomentar la exportación del café, y ahí en compañía de granos aromáticos fue germinando la semilla musical mezcla de Pasillos, Corridos, Tangos y Boleros. En el tren y transportada por él nació y se difundió  la música campesina guasca carrilera.
En una entrevista a Cromos una de las hermanas manifiesta su alegría diciendo que “A la gente ya no le da penar decir que le gusta nuestra música”. Verdad a medias, pero al fin de cuentas verdad. La Carrilera ya no es solo el reflejo de lo vulgar y corriente, sino que empieza a demostrar su poder musical. La guerra se va ganando de a batallas y la emisión de la novela es una de estas. Apostar por lo criollo, por la memoria, por los ancestros, por lo de raíz puede ser la forma de ir abonando el terreno. Mientras la batalla se lucha y se empiezan a reconocer estos géneros yo me quedó con el recuerdo de mi abuela y la letra de la canción central de la novela. “Por esta música que llaman carrilera, que quita las agrieras y alegra el corazón […] A mucho honor hoy somos estrellas populares. Somos Nelly y Fabiola, Las Hermanitas Calle.”
Imágenes:  http://www.the-ah-list.com/2014/09/people-toos-sheet-music-illustration.html
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azasal · 10 years ago
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Objetuario de ruta rescata los objetos con los que nos topamos dentro del transporte público haciendo especial énfasis en sus usos y usuarios. Ilustraciones, texto, edición, diseño y montaje de Alexander Zambrano Salazar.
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azasal · 10 years ago
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Making Bogotá
Kevin Lynch dijo que parece haber una imagen pública de cada ciudad que es el resultado de la superposición de muchas imágenes individuales. O quizás lo que hay es una serie de imágenes públicas, cada una de las cuales es mantenida por un número considerable de ciudadanos.
En Bogotá los ciudadanos no están contentos con lo que su ciudad representa: miedo, inseguridad y un sistema de transporte cuestionable, pero aunque son muchas las personas que ven una ciudad diferente y más equitativa la imagen negativa sigue superponiéndose al resto. Teniendo presente esta realidad decidí crear este espacio de creación y representación ciudadana llamado Making Bogota. La idea de este proyecto es brindar espacio y popularidad a esas visiones alternas de la capital que se ven opacadas por las circunstancias de corrupción y desesperanza en las que vivimos. Mapas, historias, lugares y personas creando ciudad. Teniendo la cartografía, la experiencia, la literatura y la historia como principales vehículos comenzaremos un viaje de encuentros y desencuentros con realidades diversas que entretejen la representación de la imagen de una ciudad que compartimos.
No hay promesas de cambio, de mejoría o excelencia, simplemente la divulgación de muchas ciudades subterráneas y mentales que pueden cambiar percepciones personales, familiares y multitudinarias. Para nosotros el individuo y su ciudad vivida valen mucho más que la ciudad homogeneizada y aprobada por el común denominador. Ayúdanos a crear una mejor imagen de la ciudad compartiendo tu ciudad.
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azasal · 10 years ago
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Dice Mamá es una combinación de personajes míticos colombianos y picardía infantil. Ilustraciones de Ana María Mosquera. Texto de Ana María López. Edición y montaje de Alexander Zambrano Salazar.
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azasal · 10 years ago
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La ciudadanía no aguanta más tributos
Recientemente tuve la oportunidad de asistir a una conferencia del IDU (Instituto de Desarrollo Urbano) y las noticias son alentadoras ¡Vamos a tener metro! Después de más de treinta años de estudios de factibilidad en mayo del presente año se pasan los informes de ingeniería avanzada, estudio y diseño y ya quedamos a puertas de la construcción. Si Dios no ampara y favorece, en el 2020 el metro avanzará bajo nosotros. 
La Javeriana fue el escenario donde entre aspectos técnicos, históricos, campañas sociales y bien fundamentadas preguntas de un no tan amplio público, transcurrió la presentación de la primera línea del metro de Bogotá. Y es que hay que decirlo, junto a mí había (mal contados) otros seis espectadores, de los cuales intuyo cuatro eran profesores de arquitectura e ingeniería. Ciudadanos interesados y preocupados por el tema de transporte más bien pocos. Tal vez como al pastorcito mentiroso la reiteración de las mentiras convirtió en dudosa la verdad.
La presentación aunque pomposa y para principiantes fue capaz de convencer a más de un escéptico: “el motivo de estas actividades es acercar a la comunidad beneficiada por la construcción del sistema de transporte masivo”, dice la conferencista; “ en la ciudadanía queremos generar apropiación, identidad, confianza y por medio de la socialización buscamos que el proyecto no quede en manos de voluntades políticas”. Treinta años tarde para tratar de frenar los intereses políticos, pero se les abona el esfuerzo o la mentira. 
Algunos lectores vivaces dudarán de la noticia y están en todo su derecho; esa promesa es vieja. Como a buen entendedor pocas palabras bastan, dejemos a la historia hacer sus trabajo y comprobemos qué tan creyentes somos. La propuesta metro, con mayor o menor importancia, viene desde 1942 con Carlos Sannz de Santamaría, seguido con Mazuera en 1949 con un metro por la Caracas. El 2 de octubre en la administración de Hernando Durán Dussán, El tiempo pone en uno de sus titulares “Comenzarán excavaciones para el metro de Bogotá”. Bueno, ahora no solo los estudios de factibilidad son antiguos sino que empezamos la construcción temprano. Cuando la obra esté terminada, si es que eso pasa, podemos alardear que la primera excavación tiene treinta y siete años. El descaro es mayor porque ese mismo año, pero el 30 de agosto, el entonces alcalde de Londres Sir Peter Vanneck se comprometió a apoyar el urgente proyecto: “Vanneck accedió a un dialogo con periodistas y reveló que su administración está en posibilidad de asistir a Bogotá, financiera y técnicamente, en la construcción del metro. Expreso que aunque otros países como Francia y Japón tienen experiencia en el sistema ‘La más antigua es la nuestra, que data de 1869′” (Castro, 1978)
En medio del teje y manee entre la administración distrital y la nación, poco a poco se fue arraigando en los ciudadanos la idea de que el progreso va rápido y en rieles. Nos venden aire y cosas bonitas, pero seguimos creyendo. Varios mandatarios han querido realizar el metro, mas un proyecto de tal envergadura cae ante problemas financieros, técnicos de construcción y políticos. El futuro hecho de naipes se desmorona a la primer ventisca. En 1988 el alcalde Julio César Sánchez dijo que pese a las críticas el metro sigue, que no es un proyecto improvisado y que la financiación será en parte extranjera ya que se abrió espacio para propuestas de apoyo internacional en la construcción.
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El metro se convirtió en una carta política; ofrecer el proyecto era garantizar votos, ¿cuántos cumplieron? “Falta voluntad política para construir el metro”, fue lo que le dijo el exministro de obras públicas Fernando Jaramillo al alcalde Pastrana en 1898. Según Jaramillo la nación no debería pagar el metro sin un plan concienzudo de la alcaldía. En 1990 Italia ganaba la carrera como el país colaborador en el proyecto metro, pero ni italianos ni locales pudieron surfear la alta marea de la burocracia y el papeleo colombiano. La empresa Intermetro del foráneo país propuso construir 44 kilómetros de línea en 4 años; en este lapso el país no pagaría ni un peso. En la prensa, el alcalde Pastrana es criticado por su desidia, pero el responde airoso que “la ciudadanía no aguanta más tributos”. Al final Pastrana rechaza a Italia, argumentando falta de apoyo del gobierno nacional, la carencia de una autoridad extranjera en metros para asesorar la negociación, problemas financieros de impuestos e intercambio de divisas; técnicos, de duración de equipo y jurídicos por la carencia de un acuerdo distrito/nación. La excusa de discrepancias distrito y nación va a ser una de las más usadas en los años venideros: “Samper-Mockus-Peñalosa o Uribe-Moreno-Garzón”
Evidentemente la promesa del metro no se cumplió y muchos son los culpables. Entre las principales razones la falta de rigurosidad y urgencia del proyecto en la agenda política de la nación, la disparidad o choque político entre alcaldes y presidentes, y una economía no tan estable como para permitir inversiones de amplia magnitud. Con el proyecto Transmilenio, que empezó su construcción en 1998 bajo la administración de Enrique Peñalosa, el metro quedaba aplazado. Transmilenio significaba menos inversión en infraestructura y prometía una mejoría considerable en transporte. Hoy la solución del 98 entregada en el 2000 no da abasto. Sigue habiendo un índice alto de densidad demográfica por metro cuadrado en los barrios periféricos, teniendo como destino sobre todo Chapinero; los carros aumentaron considerablemente mientras que las vías no y el número de ciudadanos no deja de crecer desmesuradamente.
Ya con las fases I, II y III de Transmilenio construidas vuelve a resonar el proyecto prometido y el IDU está realizando labores para familiarizar a la ciudadanía con la nueva línea del metro. Aquí vamos de nuevo y esto es lo que prometen: un metro totalmente subterráneo que parte desde el Portal de las Américas para terminar en la carrera 9 con calle 127. Serán trenes de 142 metros de longitud con seis vagones en la capacidad de movilizar 2000 pasajeros por 27 estaciones, favoreciendo 11 localidades. Una vida útil del túnel y las estaciones de 100 años y entre 30 y 40 los trenes.
Ahora existe una nueva promesa que se une a la del metro y es el Sistema Integrado de Transporte, es decir una Bogotá multimodal en la que sea fácil y efectivo hacer cambios de medio de transporte. En el futuro, al menos como nos lo pintan, hay metro, Transmilenio, tranvía, buses Sitp, ciclorutas y una preponderancia por el peatón. Solo el tiempo dirá si ele largo proceso de estudios, ires y venires de promesas, mapas y renders da como resultado una ciudad distinta en la que sea menos traumático transportarse. Yo por ahora mantengo la esperanza y creo, con un poco de dudas, lo que me prometen. Ustedes están en libertad de decidir si confían o no.
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azasal · 10 years ago
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Ejercicio de animación digital. 
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azasal · 10 years ago
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Mi pequeño recetario mezcla ilustraciones y excelentes recetas para compartir en familia. Recetas de Ana María Uribe. Ilustraciones de Natalia Cortés. Diagramación y montaje de Alexander Zambrano.  
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azasal · 10 years ago
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Celebrar por celebrar
Me enorgullece decir que tuve la fortuna de asistir a un colegio auspiciado por el estado. Si bien la Escuela Tecnológica Instituto Técnico Central de la Salle no entra totalmente en la categoría de colegio distrital por su examen de selección, tampoco puede clasificarse como un colegio privado pues gran parte de su capital proviene del estado (hecho que los profesores no se cansaban de recordarnos). Durante los 6 años que pasé en el colegio conocí una gran variedad de personas: los que estaban allí por su calidad educativa, también los que iban porque no podían pagar algo mejor o con más nombre, o los que como yo estaban allí por esas casualidades extrañas de la vida. Mi hermano siempre dijo que era colegio de guisos o pobres, pero una vez adentro fácilmente se descubre que la riqueza no se mide en pesos sino en conocimiento y calidad humana.
En mi experiencia puedo decir que el colegio marca a las personas. No sé si es por la edad y la receptividad en el conocimiento del entorno o porque son los primeros pasos de inmersión en la sociedad que determinan y avalan una serie de comportamientos como correctos o erróneos, pero yo soy como soy hoy en día  gracias al ETITC de la Salle. Si de hecho el conocimiento adquirido en el bachillerato es tan importante para todos como lo es para mí ¿qué pueden hacer el estado, los docentes y los padres para enriquecer y diversificar los conocimientos?
Y es aquí cuando celebramos. Feliz 25 de marzo, feliz día E, feliz día de la excelencia. Gina Parody, la ministra de educación, con el apoyo de nuestro queridísimo presidente Juan Manuel Santos lideran un movimiento al que decidieron llamar el día E, de la excelencia, en el que rectores, docentes y directivos docentes se reúnen para planear, verificar y evaluar la calidad de la educación impartida en las respectivas instituciones educativas.  Mientras ellos se reúnen, los estudiantes celebran en sus casas comiendo pastel o viendo televisión.
Entre las novedades que trae consigo la excelencia está el Índice sintético de calidad, o la vara con la que se medirá la calidad de los colegios. No deja de parecerme una idea interesante el hecho de medir el progreso en el aprendizaje de los estudiantes para atacar las falencias logrando así el progreso. Pero (sí, la conjunción favorita de los colombianos) ¿qué tan excelente es el sueldo de los maestros? ¿Qué tan excelentes son las aulas? ¿Qué tan excelentes son los recursos  con los que cuentan las instituciones del distrito? ¿Qué tan excelentes son las leyes que protegen la educación? Midamos los colegios, pero antes midamos agentes directamente involucrados con la calidad de la educación.
Malala Yousafzai, la niña pakistaní que ganó el nobel de paz, dijo que “un niño, un profesor, un libro y un lápiz pueden cambiar el mundo”, imagínense de qué serían capaces si tienen el apoyo de la sociedad y sobre todo del gobierno. Celebremos la excelencia cuando la tengamos, pero por ahora sigamos luchando por hacer cambios profundos en el sistema educativo.
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azasal · 10 years ago
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Uno de arroz por dos de agua
Día a día aumentan las críticas y malos comentarios sobre la habitabilidad de Bogotá: es insegura, intransitable, fea, trancada, desigual, fría, cara y llueve mucho. Tristemente la culpa de la mayoría de las problemáticas recae en un ser humano (ni siquiera un gabinete) cuyo cargo público aparentemente lo hace responsable de cualquier evento dentro del perímetro urbano y rural adjudicado a la capital. Sí, señor alcalde, este clima peculiar debe tener que ver con su mandato. Pero acá no vinimos a hablar de individuos culpables sino de colectivos, de ciudadanos. Todos sin discriminación alguna habitamos un territorio específico, nos sometemos a gobiernos elegidos democráticamente, somos testigos de dinámicas sociales y recorremos los mismos espacios. Es precisamente esto lo que tenemos en común, y si se fijan bien no es poco. Inconscientemente compartimos mucho, con conciencia no tanto.
La alcaldía hace esfuerzos por apaciguar la pobreza y la desigualdad, educar niños, mejorar el tránsito y la seguridad, etc ¿Qué tan factible es el cambio sin la colaboración de la ciudadanía? Ojo, quejarse no es colaborar. Podemos quedarnos enumerando problemas o tratar de solucionar las cosas. Si quiere cambiar la ciudad cambie usted y verá que poco a poco todos vamos cambiando. Sea el ciudadano que utiliza medios de transporte alternativos o comparte el carro con los vecinos, sea el ciudadano que no tira basura a la calle, el que dona su tiempo para ayudar a otros, el que es tolerante y respetuoso, sea el tipo de ciudadano que va a parques y bibliotecas, de los que disfruta el espectro de posibilidades que la capital le ofrece. Sea el ciudadano que enseña mediante ejemplo y que lucha para que sus gobernantes cumplan. Sea gestor de cambio.
Compañero lector, cohabitante, compartimos la ciudad con otros ocho millones de ciudadanos así que propongámonos esto: que, cual receta de arroz básica, por cada persona que no esté dispuesta a cambiar hayan dos que sí. Cocine Bogotá a fuego lento y verá como va  a ser de sabrosa la vida. Si la proporción es uno a cuatro mejor todavía, así se prepara el risotto.
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azasal · 10 years ago
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Cuestión de cuestonarios
Preguntas claves y respuestas cortas. Para empezar conociéndome y dándome a conocer qué mejor juego que el Cuestionario de Proust. Salido y popularizado en la Francia del siglo XIX este interrogatorio se ha convertido en la mejor forma de introducir y conocer a un personaje psicológica, espiritual y mentalmente. Probemos a ver qué pasa.
1. El principal aspecto de su personalidad
Frescura, pero no al nivel de la despreocupación y el abandono.
2. La cualidad que prefiero en los hombres.
Amor propio
3. La cualidad que prefiero en las mujeres
Amor propio
4. Lo que más aprecia en sus amigos
Honestidad
5. Su principal defecto
Entre los que tengo se siguen peleando el puesto de principal.
6. Su idea de felicidad completa
No hay felicidad completa. Existen en el día momentos de felicidad transitoria tan fuertes que nos olvidamos del resto de las preocupaciones.
7. Su idea de miseria
El arrepentimiento
8. Si no fuera usted mismo ¿Quién le gustaría ser?
Nadie
9. ¿Dónde le gustaría vivir?
Aunque dicen que Bogotá es gris, fea y sombría no hay otro lugar en el que me gustaría vivir. La calidez y el color están en los ojos del que mira.
10. Su color y flor favorita.
Negro. Anturio negro
11. Autor favorito de prosa
Sigo explorando
12. Autor favorito de poesía
Sigo explorando
13. Héroe de ficción
Cualquiera que se gane la batalla a sí mismo
14. Heroína de ficción
Cualquiera que le gane la batalla a sí misma y a la sociedad que la rodea
15. Héroe en la vida real
Aquel que perdona y actúa a pesar del miedo
16. Heroína en la vida real
Aquella que perdona y actúa a pesar del miedo. Malala Youzafsai
17. Lo qué mas odio
La desfachatez y descaro camuflados de viveza. Cualquier acto de baja calaña camuflado en viveza.
18. Evento militar que más admiro
Si la solución al problema fue por vía armada no hay nada que admirar.
19. ¿Qué está pensado ahora mismo?
Mucha guerra y poca educación en este país. Varios hechos militares deplorables.
20. ¿Cómo le gustaría morir?
De totazo, sin que mi cuerpo me traicione.
21. Su lema 
No tengo. Procurar actuar primero y dejar las frases bonitas para después.
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