Intento escribir con los ojos cerrados.
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Rézame
Te veo desde arriba
rezando en susurro,
a medio viaje
sosteniendo la mirada.
Media sonrisa dirigida
te dice pequeña oveja,
no puedes ir tan lejos de tu pastora.
Te veo desde arriba,
y tu vientre se quema
cual hereje
deseoso o víctima.
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Ayer me parecía a mamá, cuando mi nariz era más pequeña. Hoy se sostiene la mirada fuerte de algún otro pariente, y en mi reflejo vibra la energía de mi bisabuela. Tal vez mañana tenga los labios amorosos de mi abuela, y las arrugas de las tías enmarquen mi piel, pero espero tener la sabiduría de mi tatarabuela. Ojalá en las noches conserve su calidez entre brazos, para poder arrullar a las nuevas flores de nuestro vergel, testigos de una dinastía heredada. Ojalá mis puntadas honren a tus muñecas de trapo, mi querida Nelda, que los próximos brazos puedan guiarme en el camino de la misma forma en que te sostuve, y con amor buscaré en el cielo, deseando que puedas ver mi jardín crecer.
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No me gusta crecer y que me duelan más las cosas que hace unos días no tenían importancia. No me gusta crecer y responsabilizarme de mis inseguridades, ser consciente de mi fragilidad y saber que puedo morir mañana o en este momento mientras me quejo.
No me gusta salir y encontrarme en la calle esos ojos señalándome, ¿Sabrán que anoche lloré, que ahogué mis frustraciones en el café?
Tal vez han visto mis marcas de ira, si hubiera encontrado algo con suficiente filo no tendrían que verme arrastrando mi vida sobre la banqueta.
Parezco un chiste, un trapo sucio y remendado, pudriéndose en la barra de alguna cantina llamada sociedad.
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Ausencia
Perdóname mamá, hace tanto tiempo que me fuí. Cambié mi destino por un sueño de algodón, abandoné las flores que cultivamos en un andén y olvidé alimentar mi fé. No te preocupes, dejé la cama arreglada y mis cartas las guardé al fondo del cajón, ordenadas alfabéticamente como siempre te ha gustado. Ahora que ya no estoy se secarán las flores en el jarrón, y la maleza crecerá hasta inundar la ventana, será como vivir en un submarino viendo a las algas bailar con el viento. Es posible que Benito no quiera comer en las primeras semanas, y se esconda bajo la cama, dale una lata de atún y dile que yo se la envié, si se siente solo deja que duerma en tu regazo mientras bordas el vestido que nunca usaré. Por favor no enmarques mi autoretrato de tercer año, ni lo pongas en la sala porque se espantaría mi fantasma, de ver tantas líneas gruesas y grotescos difuminados. Me fui, pero puedes ver mi cara todos los días, durmiendo sobre el tazón lleno de cereal y leche. Llámame y podrás escuchar la grabación que dejé en el teléfono, te dirá que estoy ocupada, pero te atenderá como lo haría yo.
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Los surcos en mi rostro muestran el recorrido de mis lágrimas. Secos como río en un pueblo fantasma, pero dentro fluyen como manantial en mis arterias.
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No soy fuerte, soy flexible... Consecuencias: situaciones que lograron romperme. Tantos ángulos y aristas, Soy la figura que deseo. Hoy me duele Mañana será un nuevo vértice.
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Compras episodio 234
Nuevamente frente a mi figura, observo a detalle cada linea dibujada en el espejo. En el pequeño espacio, mi reflejo como único testigo del desfile de colores, telas, texturas y formas.
Cansadas de recorrer vestidores, blancos, con puerta, cortinas de colores, sillones para ¿Acomodar qué?, el bolso, mi ropa, ¿Algún infiltrado que quiera ver?.
Entre el constante subir y bajar los brazos para acomodarme dentro, un extraño ruido interrumpe mi rutina. El lamento del hilo, la prenda llora, la he lastimado... Me forcé a entrar en una talla todavía aceptable por la sociedad,¿Por qué no me rompí yo al intentar entrar?
Y todavía enuncié a la asistente en voz alta la talla que “necesitaba” consciente de mi ser y nuestras dimensiones. ¿Qué sucedió? algo más que la monotonía de vestir y desvestir se rompió...
Giré para ver mi espalda en el espejo, y ahí estaba, la herida. “Sí, subí de peso.” afirmé mentalmente... y supuse que debía elegir la próxima talla, no tendría problema en pedirle a la asistente una talla más, pero ella y el resto de las personas ya no verían a una chica normal comprando ropa.
Gracias malditos estereotipos, gracias cánones estúpidos, han desfigurado un vestido, han desfigurado nuestra visión y han alterado las tallas en todos lados.
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Me gustas
A la derecha,
a la izquierda,
arriba o abajo de mi mirada.
Viéndome a lo lejos,
cerrando la distancia
entre nuestros ojos.
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Frente al muro de roble
tiemblan mis piernas...
Ton ton...
susurro a tu corazón
escondido tras la enorme puerta.
Ton ton...
Las piedras mojadas de laja,
descalzos mis pies andan
pidiendo perdón.
Ton ton...
¿Aún estás ahí?
Responde pronto
Ton ton...
Levanto la vista a tu balcón,
hace frío.
Ton ton...
Responde pronto,
¿Todavía me quieres?
Ton ton... Ton ton
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No puedo evitar el suspiro que se escapa cada vez que en el aire capturo tu perfume. De pronto entre mis ojos turbados surge la escena donde quedamos pendientes.
Cierro la mirada y logro dormir apoyada en tus brazos, colmada en mimos. “Mi pequeña” suspiras entre mis cejas, giras y me dejas bajo tu pecho; y sí, me siento pequeña observando como tus ojos de jade me canonizan, y desde arriba enciendes la llamarada que alimenta a nuestra bestia.
Las mejillas me hierven, giro mi vista hacia dentro, intentando ver si mi cerebro chispea inminente orgasmo. Tus manos me elevan a gloria eterna, a gloria cada que tu perfume ronda mi espacio, gloria.
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Claveles sobre mi pecho. Un charco de café bajo el columpio, tu mente gira y se balancea entre risas y humo, aumenta el vacío en las arterias y la gravedad de las costillas asfixia tus pulmones. No sigas al sol porque Eva se ha ido, peregrina en tierras bajas y olvidadas, guarda su imagen; tu única pertenencia.
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sueño
Vestidos con batas blancas asomaban el rostro curioso por el umbral de la puerta, escuchaba los gritos a lo largo del pasillo.
“Sabes que este es tu hogar”
“No te vayas de nuevo”
“No será tan fácil”
“No huyas”
Se encolerizaban, se reían, intentaban salir pero el miedo los retenía.
El nudo en el estómago me jalaba, golpes huecos pisaban mis talones, nada debía ser real.
“Sigue corriendo, no te detengas.”
La tensión en mi espalda susurraba “No voltees, no voltees”.
Mi corazón luchaba, debíamos escapar a mi sueño, buscar a mi familia, respirar fuera del laberinto…
Necesitaba hallar mi cuarto, mi cama, pero ¿Cómo? La conciencia de mi otra vida no reconocía el lugar, deseaba despertar de la pesadilla o dormir para soñar con aquella casa en la montaña.
¿Cuál era real? ¿Cuál era la diferencia? Resignados y cansados mis pies decían saber la verdad.
Si uno no estaba loco, podía enloquecer en un par de días entre largos pasillos llenos de puertas, con tantos rostros fríos, vestidos con batas blancas. Así ¿Quién no se deprimiría?
Nadie creía que vivía en la montaña, las personas que entraban por la gran puerta no quisieron escucharme.
“No quiero dormir con las ataduras de cuero, no, hoy no por favor…”
Todos observaban como los hombres de traje verde elevaban mi cuerpo y desaparecía, esperando en una fila mientras se dirigían a los cuarto o al patio,..
La luna brillaba y yo permanecía sobre la cama, con los brazos fijos a las barras, con la vista al techo, el tiempo podía ser lento o rápido entre tanto loco… el sol aparecía y yo seguía sin saber de mí, con la mente perdida dibujaba la casa de la montaña sobre mi inmóvil lienzo blanco.
El hedor de la bandeja de comida me recordaba a los restos de animales que dejaban los lobos, a un costado del sendero se distinguían los huesos entre las hojas secas.
“Levántate, debemos regresar a casa” un susurro lejano me devolvía el poder sobre mis brazos y piernas, en diez segundos estaba frente a la puerta, estirando la mano para salir.
Podía sentir el olor del viento jugando con la tierra, la muerte de aquellos viejos sabinos del bosque, el caldero sobre la leña, la loza sobre la madera esperando mi llegada para almorzar…
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Agradezco a nuestra madre natura y a la exactitud de la genética por el cuerpo que me han otorgado. Adoro observar al despertar mi silueta en el espejo, que permanece inmóvil sobre la cama; mis piernas largas y plateadas ante la luz del sol naciente culminan en unión con mis caderas, que desde mi punto de vista reposan redondas sobre mis prudentes glúteos cargando en ese momento de la mañana a mi cálido vientre y mi estómago estéticamente vacío se refleja terso bajo la sombra que estos generosos pechos le hacen. Tras el largo sueño mis hombros ligeros esperan un día ajetreado; con la mirada somnolienta todavía, observo cada lunar puesto al azar generando pequeñas constelaciones sobre mi blanco manto, que algún día marchito conservará las manchas del sol que tanto daño me hace por no usar bloqueador; y las marcas de los amores mierdas que también me han dañado, pero para eso no hay bloqueadores emocionales.
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Fire walk with me.
Me estás quemando chico, todavía no lo notas.
Cada palabra la estudio con sumo cuidado, buscando tus intenciones entre puntos. Me estás quemando en la distancia, las vibraciones del aparato comunicador encienden la luz en mi vientre.
Mira mis labios y lee: Me estás quemando, con mis manos atadas a la espalda me inclino y te cedo mi placer. Todavía no lo notas, estoy ardiendo en la noche bajo tu yugo celestial. Basta de nubes, enséñame la otra cara. En mis manos coloca el peso con el que sometes al resto.
No me adornes en un pedestal, arrójame en un campo de amapolas y enciéndeme con deseo. No me veas, haz algo, que me estás quemando y todavía no lo notas.
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Experiencia de la Feria Internacional del Libro 2018. (Unicach) Irónicamente no tengo palabras para describir la emoción de ver los frutos de mi esfuerzo. Hace cuatro años tomé la decisión más importante de mi vida, el recorrido ha sido complejo pero gratificante. Hoy veo mi dedicación siendo valorada por personas que no habría imaginado, reflexiono y entiendo que el secreto está en creer en lo que hacemos, aunque la mayoría no lo apruebe, a pesar de los comentarios "No te van a pagar bien, no vas a comer", porque existe un grupo de personas que siempre estará a cargo de darte las herramientas para tu viaje, y que sabrá valorar tu trabajo. https://www.instagram.com/p/Bof7AxdhJ0s/?utm_source=ig_tumblr_share&igshid=ej53fzzaf2u2
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Judas asiático.
Te recordé mientras veía una animación japonesa, tú y el personaje, estatura arriba del promedio, el cabello enmarañado sobre la frente, la delgada complexión y el gusto por las artes marciales.
Tu recuerdo se vuelve eco entre las conexiones neuronales, como fuegos artificiales surgen las imágenes, tus ojos pequeños asomando entre los rizos y la frialdad de tu piel a juego con el azul de tu casa.
Había olvidado nuestra amistad sembrada entre los andadores de la unidad habitacional, dos o tres veces por semana tropezábamos en la salida del colegio, un saludo y seguíamos el camino atados a la conversación.
“¿Lo recuerdas?” Cuestioné a una amiga y ella se encargó de recitar el resto de la historia que había olvidado, la traición. La venta de mi confianza reveló al Judas con el que acostumbraba a dar paseos entre rosales. Fuiste el cebo que uno nunca hubiese imaginado, no te detenías, una pregunta tras otra y parecías interesado en mi infortuna relación, esa empatía falsa fisgoneó como araña por los rincones de la devastación y encontró el veneno.
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El tío pocho.
La nostalgia engaña al recuerdo.
Hoy lo descubrí mientras la voz hacía eco en mi cráneo “Tío ha muerto”. Los recuerdos brotaron como mosquitos en tiempos de lluvia, zumbando todo el día como las palabras de mi tío “Súbete a la bici, tú súbete y no le hagas caso a tu abuela. Partete la madre” Y con mi sonrisa chimuela me alejaba, montada forzaba mis delgadas pantorrillas a mover aquel aparato de fierro, culpable de tantos accidentes que me fortalecieron y quitaron temores. Es inimaginable como aquél hombre de gran voz, con bigotes y cejas cubriendo su rostro llegó a desaparecer. El influencer de mi estandarte infantil “Todo problema y aburrimiento se acaba con una tarde en bicicleta.”. Nuestro entrenador de verano que nos mandaba al patio a jugar, a patear o batear, guía gastronómico de fritangas nocturnas en el pequeño pueblo. La nostalgia me llegó pensando en mi tío, y comprendí los ojos de mi madre cuando contaba las historias de su abuelo que nunca conocí; esos ojos de nostalgia cuando platicas sobre alguien que ya no existe y que los receptores jamás podrán conocer.Así entendí que la nostalgia se adhiere a las personas, nos engaña creyendo que está en los recuerdos...
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