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oh, i leave quite an impression, five feet to be exact.

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the girls of girl, interrupted (1999)

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El sol siempre busca eclipsarse a el mismo. ☀️

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Polvo de Huesos

Desde las profundidades de mis recuerdos, emerge uno que siempre retorna, marcando su presencia con ferocidad. Mis huesos anhelan el roce de la brisa, desnudos bajo la piel que no podía desafiar al frío. Temblar se convirtió en mi danza cotidiana, desafiando al sol que arrojaba sus rayos como lanzas de luz.

Me transformé en una calculadora, cifrando los números que solo me alejarían de mi objetivo, que me desvanecerían en la penumbra. Fui una peste, una sombra que no solo me despojó de peso, sino que también me encegueció con promesas efímeras. Ana y Mia, dos princesas que anhelaban ver a sus siervos sucumbir entre huesos y sombras de calorías vacías.

Fue un largo camino convertir todo lo que fui en un simple recuerdo, un eco que solo resonaba en la memoria de aquellos que un día me conocieron. De mí apenas quedaba más que un nombre, y aun así decido ocultarlo.

Vivir en la enfermedad se convirtió en mi cotidianidad, el eco de la muerte nunca llegó a mis oídos, ahogados por palabras que me recordaban mi fealdad. Los banquetes clandestinos se tornaron mi pesadilla, ¿de qué sirvió negarme al alimento si al caer la noche me convertí en mi propia oscuridad? Vomitar se volvió rutina, incluso ante el manjar envenenado, pero la bulimia dejó su huella en mi rostro y mis dientes, cicatrices de batallas de las cuales no logre salir victoriosa

El tiempo borró todo lo que alguna vez creé, quedaron sombras de esa peste en mi mente. Luché por ser lo que todos anhelaban. Estúpida, emocional y obsesiva de mí. Sentirme satisfecha fue un cuento de hadas, mis deseos devorados por pensamientos sobre el cuerpo que debía moldear.

Amé tanto sentir los ojos de todos sobre mí, un castillo de huesos luchando por no derrumbarse. Pero los desmayos se volvieron aliados frecuentes, siestas que aseguraron mi camino hacia el desastre.

Sentirme hermosa fue danzar en un salón lleno de susurros y miradas que buscaban destruir mi fachada; los espejismos estallaron, recordándome que mi belleza era efímera como un sueño de princesa, forjada en sacrificios y promesas rotas.

Aferrarme a esos sacrificios fue mi única identidad, un espejo empañado reflejando anhelos profundos, un reflejo que ya no cerraba las brechas dejadas por quienes me rodeaban. Espejo que no resistió hasta que su cristal se convirtió en polvo de lo que fue.

Este camino de debilidad me rodeó de personas que se esforzaban para ser la princesa más hermosa, un nido donde me sumergieron en la peste que mi mente creó.

Las cámaras inmortalizaron la brisa que mi cuerpo guardaba, un existir que se dañó cada vez más, dejándome sucia. Los comentarios que dañaron mi cuerpo ahora eran halagos al verlos en papel, frágiles como las promesas que hice a mí misma.

La recuperación manchó mi historia al decir que mi cuerpo era una farsa, asesinatos cometidos contra mí misma. Astride con anoréxica, olvidada para todos, excepto para susurros en la mente de alguien que presume estar "bien".

Con cariño, Astride.

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So please stop SPLAININ'

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y no encuentro manera de escapar

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No encontraré un futuro viviendo en el pasado.

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Las Lágrimas del Jardín

El jardín en donde florecemos es el escenario de nuestras culpas y anhelos. En este edén, si no somos nutridas, nuestra belleza se desvanece como rocío al amanecer. Todos somos elementos únicos en el jardín donde coincidimos, pero ¿qué sucede con nuestras flores más hermosas? Tan llamativas que manos ajenas se encargan de arrancarlas desde el tallo, borrando todo de lo que podían presumir, dejándolas marchitas y traumatizadas, temerosas de que una nueva mano se acerque con cualquier intención.

Flores de belleza incomparable, ocultas bajo el peso de sus pecados, pecados que dejaron sus pétalos sin color, como huellas de sombras perpetuas. Los charcos atraen sapos; no puedes esperar que ángeles de luz lleguen a ti si lo único que haces es salpicarlos. No puedes aspirar a convertirte en un majestuoso roble si tus palabras cortan como navajas a las flores dañadas, tratándolas como meros chistes crueles, transformándote en mala hierba, hierba indigna del jardín donde las plantas más hermosas deben estar.

Por otro lado, hay flores que hacen todo lo posible por llamar a manos indignas, manos que les otorgan la atención y el deseo que tanto buscan. Flores que presumen sus colores para atraer a las abejas, pero aquí un dato: las abejas solo duermen sobre una flor cuando están muy viejas, esperando la noche para morir. Abejas ancianas que dejan sus restos en los pétalos jóvenes, marcándolas para siempre.

Me convertí en un árbol saludable, eliminando las manchas dejadas en los pétalos que solía tener. Clavé astillas en las manos que intentaban probar mis frutos sin conocerme, sin saber si mis frutas eran ácidas o dulces, o si aceptaba ser tocada. Puse un alto, y las manos de quienes intentaban tocarme quedaron astilladas por las navajas que afilé después de sentirme sucia, una flor vista solo como decoración, sumergida en agua esperando el momento en que su corazón dejara de latir.

Lamentablemente, en nuestro jardín hay miles de manos ladronas y abejas ancianas que solo se acercan para dañar a nuestras flores, las más llamativas de todo el jardín. Esperemos que las próximas manos que intenten arrancarlas las integren en su ramo con amor y no solo las vean como objetos para satisfacer su vista.

Las manos ladronas y las abejas no representan para mí más que monstruos, monstruos que culpan a nuestros pétalos por ser tan llamativos, manos que no son castigadas hasta que aparecemos marchitas y sin vida, abejas que se alimentan de nuestro polen hasta dejarnos vacías y usadas.

En este jardín en el cual habitamos abunda la belleza, pero también abundan los secretos, secretos que se llevan a la tumba, secretos que solo conocerán los insectos por los cuales seremos devoradas. Me temo que debamos cambiar nuestros colores y pétalos por algo menos llamativo para evitar ser arrancadas.

Algunas son arrancadas de raíz y otras solo son despojadas de sus pétalos para demostrar un falso amor, pero al final, todas las flores somos parte de un jardín donde nuestra fragilidad es el rocío de nuestra personalidad, un jardín en el cual también habitan insectos que solo nos miran como si fuésemos comida.

Me despido desde mi jardín secreto.

Hasta pronto,

Astride

tomo #5

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Eclipses y sombras

Me presento nuevamente, querido lector. Siéntase afortunado, pues debo admitir que este escrito solo será entregado a una reducida cantidad de personas. Esta alma que yace en lo más profundo de mi ser, encerrada entre viejos huesos, se siente afligida al notar cómo Él se aleja cada vez más de mis sentimientos tan confusos. Hablar de él me hace sentir tan frágil, como si fuese simplemente una flor; supongo que, a su vista, soy una flor marchita. No logro comprender cómo su mirada se apartó tanto de todas las cosas que fuimos y planeamos. Por otro lado, yo aún sigo atrapada entre todos mis sentimientos. Al final de todo, mi nombre, Astride, es solo algo que en algún momento también construimos. Te extraño tanto, pero no puedo obligarte a integrarme en tu ramo.

El aula 12 hoy parecía vacía, así que me encargué de entregar mi anterior escrito a las personas a quienes iba destinado. Aunque no logré encontrar a Mi crisalida por ningún lugar, la ayuda de cierto personaje no fue de mucha utilidad, ya que al parecer ninguno de mis escritos fue entregado. Eso es desalentador, ya que mi propósito es ser leída. Es triste terminar escondida; no soy objeto de diversión, pero tampoco es justo encarcelarme.

Hoy noté que se puso un buzón. Parece que quieren facilitar mis entregas, pero yo no entrego mis escritos a la ligera. Entonces, seguiré con mi método actual, a menos que ponga un método de entrega más discreto, algo que creo que merezco. Y no se preocupe, mis escritos no van con la intención de ser destructivos. En el anterior solo me dejé llevar por la euforia que consumía a todo el colegio.

Nunca me he identificado con la luna; al contrario, el sol me parecía la personificación perfecta para mí. Pero me sorprende cómo la luna tiene el poder de eclipsar al causante de su luz. En eso me he convertido: Astride es la luna, y está eclipsándome. Yo le doy poder, la luz y un nombre, pero ella aun así logra mantenerme eclipsada.

No planeo dejar que mi identidad sea descubierta. No puede haber más que suposiciones, a menos que mis entregadores hablen un poco de más, lo que solo los convertirá en tinta gastada en mis hojas. Quiero dejar pistas, pero temo que sean muy obvias. No soy una persona muy discreta, como habrán notado. Me encanta ser expresiva.

No tengo, o mejor dicho, no debo hablar de nadie hoy. Realmente no estoy de humor para enfocarme en otras historias que no sean las mías. Pronto iré a ver "Intensamente 2", y he decidido que Tristeza será la candidata predilecta para la elección de mi vestuario, pues la tristeza se está adueñando de mi ser.

Todos hablan de cómo el Festival de las Artes fue un desastre, pero poco se menciona que el desastre lo causó el mismo público. Claro, es obvio que la organización fue escaso, pero no debemos solo culpar a los pintores de una desastrosa obra, pues es sabido que los materiales que se emplean son peones importantes en este fin.

Esta escritora mentiría si afirmara que nunca ha recibido cartas, pues tiene la dicha de haber sido amada. Pero me encantaría que ustedes, mis lectores, se tomaran el tiempo de escribirme. Así podrían darle un uso al buzón que se ha colocado en el aula 12, y así tampoco me sentiría tan ignorada. Debo admitir que temo que mis cartas no hayan sido entregadas, ya que no he escuchado nada relacionado a mí.

Solo sé que le están dando demasiado protagonismo a la persona equivocada, pues todas las suposiciones que he escuchado no apuntan hacia mí. Pero supongo que es algo a lo que debo acostumbrarme: nadie apunta hacia mí.

Sin nada más que decir, me temo que hemos llegado hasta el final. Hasta pronto. Esta escritora se despide, ansiosa por vernos en la siguiente entrega,

Astride.

tomo #4

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Mis alas se encuentran abatidas después de intentar realizar las entregas de hoy. Necesito nuevos repartidores de mis susurros. Pero para qué optar por querubines, si puedo tener Dioses. ¿Qué dicen? ¿Quién se unirá a mi causa y llevará mi mensaje con la fuerza y la gracia de los inmortales?

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Me despido pero no por mucho.

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Me parece que tendré que enterrar mi tercer escrito en lo más profundo de la tierra, pues temo que mis alas no sean lo suficientemente fuertes para soportar el peso de mis palabras, palabras elegidas en un momento de euforia. Mis palabras no fueron las indicadas, pero sus acciones tampoco.

Se despide, Astride

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DING DONG

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Preparen sus tazas de té queridos lectores.