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San Ramón: Entrada a la selva
San Ramón es una pequeña localidad al lado de La Merced, capital de la provincia de Chanchamayo en el departamente de Junín. Lo llaman la puerta de oro de la selva central, ya que es el primer pueblo de la selva después de la sierra de los Andes.
Nosotros vinimos aquí a través de workaway, para hacer un voluntariado durante una semana en una chakra de yuca y papaya.
Los dueños de la chakra son Laura de San Ramón y Mori de Israel. Nos alojamos en su casa familiar junto a otras dos voluntarias; Adele, una francesa adicta al machete y Elena, una italoinglesa que nos roba el corazón.
Los primeros días se nos hacen extremadamente duros, posiblemente porque nuestro último voluntariado en Janajpacha había sido muy relajado. El trabajo aquí consiste en limpiar y arar la tierra, limpiar la yuca, abonarla, reforestar un terreno en pendiente, etcétera. Todo esto bajo un sol abrasador y un ejército de mosquito que nos hacen replantear la vida.
Conforme pasan los días nos vamos acostumbrando al trabajo a la vez que disfrutamos de nuestros nuevos amigos, del impresionante entorno natural y de la riquísima fruta local.
Algunos días, después de trabajar vamos a bañarnos en las diversas cascadas de la zona. La más impresionante es la catarata del Tirol, con una fuerza que nos aplasta.
También hacemos una pequeña gringo party con cervezas y picnik en otra catarata más pequeña.
Otro día Laura nos lleva a conocer La Merced y comemos en el Pio Pio Rico, la pollería de una de sus mil hermanas.
También nos sorprende la fuerte presencia de la campaña electoral de Keiko, la hija de Fujimori que se presenta a las próximas elecciones presidenciales. A pesar de que su padre esté en la cárcel condenado por delitos contra la humanidad, en esta zona tiene un fuerte apoyo del pueblo. No entendemos muy bien el porqué y nos explican que esto se debe a que él acabó con Sendero Luminoso, un grupo terrorista que hizo estragos en esta zona de la selva durante años.
Nos movemos en mototaxi por el pueblo, el medio de transporte típico. Una curiosa variación de la moto que permite que hasta 8 personas se suban en uno de estos vehículos.
El punto fuerte de nuestra estancia en San Ramón llega el domingo cuando vamos a la fiesta patronal de Don Bosco, un minúsculo pueblo cercano. Todo comienza como un plan inofensivo para pasar la tarde y termina siendo un festival que dura hasta las tres de la mañana.
Markos se transforma en el rey del cortamontes. Esta tradición consiste en bailar alrededor de un árbol del que cuelgan varios objetos mientras se le da con un hacha hasta que el árbol cae (al estilo piñata). En este momento la gente se abalanza como loca para recoger los regalos. Markos consigue una taza, varias ensaladeras, coladores y una camiseta de niña que le regala a Ximena, una de las mil sobrinas de Laura.
Conforme la noche avanza la gente se pone más violenta a la hora de recoger los regalos, por lo que dejamos este juego y nos dedicamos a bailar al ritmo de la verbena.
También hay un bonito espectáculo pirotécnico y regalan pachamanca para cenar. Un plato que se cocina en pozos en la tierra y con piedras calientes.
Al día siguiente, todos nosotros y la resaca vamos a enfrentar nuestro último día de chakra. Nos despedimos contentos de haber conocido este lugar y esta familia que nos han hecho sentir como lugareños.
Nuestro plan inicial es ir hacia Huaraz, para ello es obligatorio ir a Lima. No obstante, siendo temporada de lluvias hay un derrumbe que corta la carretera. En lugar de esperar decidimos cambiar de rumbo y adentrarnos más en esta selva que nos encanta. Cogemos un bus a Pucallpa para tomar un barco a Iquitos.
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Lima nos atrapa
El viaje a Lima es sin duda el trayecto más duro que hemos hecho hasta ahora. Nos subimos al bus más barato y lo pagamos muy caro. 24 horas de viaje atravesando la sierra y el desierto de la costa sin aire acondicionado ni ventanillas que abrir. El calor es insoportable y el sudor recorre nuestros rostros. Además, el ejército de niños aburridos del autobús toman a “los dos gringos” como su principal pasatiempos.
Una vez superada la prueba llegamos a Barranco, barrio de Lima donde nos espera Pepe, nuestro anfitrión de Couchsurfing.
Pepe se dedica a producción y vestuario en una novela de televisión. También participa en un proyecto musical de promoción de bandas. Enseguida hacemos buenas migas en su comodísima casa.
Los primeros días nos los tomamos de relax. Recorremos Barranco, un barrio en la costa que nos encanta.
Aquí visitamos la Fundación Mario Intestino donde vemos la obra del popular fotógrafo.
Al final del recorrido nos encontramos con una simpática sala donde podemos hacer lo que queramos con varios botes de pintura.
También vamos a Miraflores a tomar cervezas con Chacho y Lele, amigos de Barcelona.
El jueves llega el esperado día de Discofobia. Una fiesta que organiza Chacho y en la que pincha Germán. Nos desahogamos de las ganas de fiesta que teníamos y conocemos la fauna local.
El sábado vamos a otra fiesta en la playa a dos horas de Lima con Chacho y Lele. Es en una casa increíble al pie de la playa, es la primera vez que estamos ante el Pacífico. Cuando comenzamos a hablar con la gente descubrimos que casi todos son extranjeros establecidos en Lima. A media noche llega la policía, los organizadores negocian amistosamente la coima y la fiesta continúa.
Nos damos cuenta de que Lima da para mucho por lo que decidimos quedarnos unos días más. Para eso cambiamos de Couch y nos mudamos a casa de Roger en Pueblo Libre. Roger es un estudiante de filosofía natural de Iquitos, capital de la selva.
Los últimos días aprovechamos la parte más cultural de Lima al máximo, cosa que nos gusta hacer cuando estamos en las grandes capitales.
Vemos El Renacido de Iñarritu en el cine. Se nos hace raro ir al cine un lunes a las 13:00. La película nos vuelve locos.
Por la noche Pepe nos invita a ver el musical El Barrio en el Teatro Luigi Pirandello, obra dirigida por un amigo suyo.
También visitamos tres museos: El Museo Arqueológico de Perú, donde aprendemos sobre la historia de este país, el Museo de Arte Contemporáneo donde un guía nos hace un recorrido muy interesante y finalmente el MALI (Museo de Arte de Lima) donde vemos la muestra del fotógrafo Chambi y parte de la colección permanente.
Cuando nos disponemos a salir de la ciudad después de esta intensa semana, conocemos el verdadero centro de Lima. Un verdadero kaos, muestra de una ciudad saturada con 8 millones de habitantes y sin una red de metro ni ninguna alternativa de transporte a la carretera. Ante este panorama abogiante ya no nos da tanta pena irnos.
¡Nos vamos para la selva!
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El Valle Sagrado (II)
Después de la paliza del Macchu Pichu llegamos a la hidroeléctrica y conseguimos un microbús que nos dejará en Urubamba. Mientras Germán duerme plácidamente con la ventanilla abierta unos niños de un pueblo que pasamos le lanzan un cubo de agua a la cara. Recordamos que seguimos en carnaval : )
En Urubamba nos cuesta encontrar alojamiento hasta que damos con un agujero de un señor muy panzón y simpático. A la mañana siguiente desayunamos en el bonito mercado, donde una señora nos indica cómo llegar a Maras.
MARAS MORAY
En Maras visitamos las ruinas de Moray. Se trata de unas terrazas agrícolas circulares que los incas utilizaban para adaptar las semillas de distintas regiones del imperio a diversas alturas. Así, desarrollaron el maíz de altura que hoy en día se cultiva en esta región. También hacían otro tipo de experimentos y de modificaciones genéticas, estilo Monsanto.
Aquí conocemos a una pareja de Cuzqueños que nos llevan en su coche a las salineras de Maras.
SALINERAS DE MARAS
El impacto visual al obserbar este lugar desde la altura es increíble.
Se trata de manantiales de agua salada que reconducen a miles de pequeños estanques donde se deja reposar y evaporar el agua para conseguir la sal. Nos acordamos del salar de Uyuni, aunque realmente no tengan nada que ver.
Este lugar fue creado y explotado por primera vez por los Incas, actualmente se extrae la sal siguiendo los mismos métodos que entonces. Por eso lo llaman la sal de los Incas, nos compramos un par de paquetitos que esperemos aguanten hasta la vuelta.
Aquí también conocemos a uno de los mayores personajes del mes que bautizamos como “La loca de Maras”: Una señora italiana que viaja sola, se cree que todo el mundo habla su idioma y se enfrenta a los lugareños imponiendo sus normas.
Viajamos en el bus de vuelta a Cusco con ella. En italiano, a pleno grito y sin ninguna vergüenza se va cagando en todo lo que le rodea. Siempre recordaremos sus célebres frases:
Los turisti non sono imbecilli!
Se va a acabar lo del turista aquí!
Bravo, por la finestra!
Chincheros boleto turístico!
No quisiéramos que “La loca de Maras” eclipse a otro personaje que conocemos en este autobús. Se trata del director de una ONG de Chincheros, fanático de Euskadi, hasta nos presenta a su hija que se llama Naroa. Nos anima a visitar las ruinas de Chincheros, pero ya no podemos más y decidimos pasar de largo e ir directos a Cusco.
Finalmente llegamos a casa de Edith Piaf y Woody, nuestra base de operaciones. Disfrutamos de la ducha de agua calienta, la ropa limpia y las cómodas camas. Nos vamos a dormir y damos por zanjado el capítulo del Valle Sagrado. Estamos arruinados por las ruinas.
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Machu Picchu Xtrem
Conocer el famosísimo Machu Picchu es uno de los sueños que queremos cumplir en este viaje. Pero Machu Picchu lo sabe y no nos lo va a poner nada fácil (o más bien, nada barato).
Primero hay que llegar a Aguas Calientes, donde se hace noche para al día siguiente ascender al Machu Picchu. El lugar es tan remoto que no se puede llegar por carretera sino por tren. No obstante, la tarifa del tren para extranjeros es tan abusiva que como la mayoría de viajeros, optamos por hacer el camino de la hidroeléctrica a pie.
Cogemos un microbús desde Ollantaytambo a la hidroeléctrica, donde termina la carretera. Desde ahí caminamos durante 3 horas por las vías del tren hasta llegar a Aguas Calientes.
El camino nos encanta y nos recuerda ligeramente al paisaje de Iguazú. Una vegetación frondosa y selvática, un río bravo con mucha fuerza, mariposas de todo tipo y turistas de todos los colores. Cada vez que suena el pitido del tren nos apartamos de la vía y gritamos ¡Casta!
Llegamos a Aguas Calientes, un auténtico horror. Un pueblo de cartón piedra, hecho por y para turistas con el único objetivo de alojar y robar a los miles de visitantes que recibe esta maravilla del mundo. Un pueblo que te gustaría no haber visitado nunca.
Dormimos en un hostal cualquiera y nos despertamos a las 4 de la mañana para comenzar el ascenso a pie al Machu Picchu (que precisamente significa montaña antigua). Una vez más, las exageradas tarifas del autobús que va del pueblo hasta las ruinas hace que hordas y hordas de viajeros madrugen para subir los miles de escalones hasta la cima (una hora y media de subida aproximadamente).
El ambiente es de campo de refugiados. Una larga cola de personas en la oscuridad de la noche espera que abran el control de acceso para comenzar a subir. El hecho de que esté lloviendo no ayuda. Abren el acceso, pasa un autobús, gritamos ¡Casta! de nuevo y comenzamos a subir. El ascenso es muy vertical y los escalones enormes. Es tan duro que vemos algunas personas vomitando por el esfuerzo. Sigue lloviendo, la situación no puede ser más trash.
Llegando a la cima mientras amanece nos morimos de la emoción.
Durante la primera hora la niebla cubre este lugar dándole un aire onírico.
Vemos cómo la niebla se va disipando para presentar ante nuestro ojos una de las más grandes maravillas del mundo.
Lo que más nos impresiona es el buen estado de conservación, el gran tamaño y sobre todo el emplazamiento imposible de esta antigua ciudad rodeada de abismos verticales. El buen estado se debe a que los españoles nunca la descubrieron, justamente por su remota ubicación.
Recorremos las ruinas durante unas 5 horas. Pasando por el Templo de las Tres Ventanas, el Intihuatana, el Templo del Cóndor, el Templo del Sol, las terrazas agrícolas, etcétera.
Al terminar el recorrido comenzamos una nueva peregrinación hacia la hidroeléctrica que dura unas 4 horas.
Sin duda el Machu Picchu ha sobrepasado las expectativas. Un lugar mágico construido prácticamente en las nubes. Eso sí, la cantidad de turistas que la visitan a diario y los elevados precios de acceso y transporte hacen que para disfrutarlo al 100% sea necesario ser rico o ser atleta de triatlón.
Nos vamos hacia Urubamba contentos y físicamente destrozados.
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El Valle Sagrado (I)
Dejamos las mochilas grandes en casa de Edith Piaf en Cusco y nos dirigimos al Valle Sagrado para continuar con el recorrido por las ruinas Incas.
Al llegar a la estación de autobuses destino Pisac descubrimos que hay paro y la carretera está cortada. Cogemos un microbús de un traidor a su gremio que nos lleva hasta el lugar donde unas enormes rocas impiden seguir. Desde ahí continuamos caminando hasta que aparece una Pick Up milagrosa conducida por una pareja de Arequipeños que nos llevan hasta Pisac.
Pisac da comienza al Valle Sagrado. Un valle que tal y cómo lo describió Garcilaso “se aventaja en excelencia a todos los valles del Perú, por lo cual todos los reyes Incas lo tuvieron por jardín y lugar de sus deleites y recreaciones”. Los Incas dejaron un gran legado en este privilegiado territorio que ahora nos disponemos a descubrir.
PISAC
Cuando llegamos el pueblo está tomado por la policía. Vamos al mercado a comer algo y nos encontramos con Ness (amiga de Isla del Sol). Subimos a las ruinas y descubrimos que hoy se celebra el carnaval en este lugar. El sitio es espectacular.
Edificado sobre una montaña y en muchas partes al filo del abismo el conjunto arqueológico que forma Pisac consta de varias unidades separadas; un cementerio Inca, varias terrazas agrícolas, un fuerte militar, etcétera.
Pero la parte que más nos gusta es el observatorio astrológico Intihuatana, que significa algo así como “agarrar el sol”.
De hecho, nos encanta.
También nos gusta la parte residencial, el antiguo pueblo de Pisac.
Dedicamos toda la tarde a recorrer estas ruinas hasta que intentamos seguir a nuestro próximo destino Ollantaytambo. Por mucho que lo intentamos, no conseguimos ninguna “movilidad” debido a la huelga ya que el núcleo fuerte de la protesta está en Calca, a mitad de camino.
Una alemana desequilibrada con pinta de haber caído en una marmita de LSD cuando era pequeña nos ofrece alojamiento en su hostal. Aterrorizados conseguimos transporte hacia Cusco y huimos.
OLLANTAYTAMBO
Una vez en Cusco y después de una frenética carrera (guiados por la app MapsMe recién instalada en el nuevo, flamante y boliviano móvil de Markos) logramos llegar a la agencia de transportes antes de la partida de su último servicio dirección a Ollantaytambo.
Llegamos por la noche y encontramos una bonita pensión familiar donde nos ofrecen una habitación muy cómoda a buen precio. Todo parece ideal hasta que vamos a ducharnos y nos enfrentamos al baño compartido. En lugar de paredes las separaciones están hechas con cortinas (de tela, no de plástico) y en el suelo se acumula tanta cantidad de pelo como si hubiesen esquilado a todos los habitantes del valle en ese cubículo. Depositando toda nuestra confianza en los milímetros de salvación que nos ofrecen las chancletas, nos duchamos.
Al día siguiente pasamos por la Plaza de Armas donde volvemos a encontrarnos a Ness y conocemos a Ane, una estupenda Donostiarra. Después, para variar, nos vamos a visitar las ruinas.
Subimos las empinadas gradas hasta llegar al Templo del Sol, nos sorprende el tamaño de las rocas (una vez más) y la forma en la que están encajadas. De todos modos, lo que más nos fascina de este complejo arqueológico son las construcciones de culto al agua como el Templo del Agua y la fuente de Ñusta.
Además, Ollantaytambo es considerado el único pueblo Inca viviente. Ya que los restos Incas no se limitan a estas ruinas sino también al casco histórico del pueblo que sigue habitado.
Al atardecer visitamos el puente Inca y nos sentimos tan agusto en este agradable pueblo que decidimos quedarnos dos días más para descansar y juntar fuerzas para visitar el Machu Pichu.
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Cusco: La ciudad sagrada
Dejamos Arequipa para llegar a Cusco, una de las paradas más esperadas de nuestro viaje. Esta ciudad fue en su día la capital del imperio Inca (conocido como el Tahuantinsuyo), es por ello que está repleta de historia y mitología.
Cuenta la historia que Mama Ocllo y Manco Capac, primeros Incas surgidos del Lago Titikaka, recibieron el Tupayauri de parte de Wiracocha, dios creador. Se trataba de un báculo de oro que haya donde se hundiese sería donde fundarían una gran ciudad, para después crear un gran imperio. Así es como estos Incas salieron de la Isla del Sol y acabaron estableciendo su centro de poder en Cusco.
Nosotros nos alojamos en la casa Koch del barrio San Blás, regentado por la señora Edith Piaf y su perro-oveja Woody con quien establecemos un vínculo afectivo muy fuerte. Aquí también establecemos nuestro campamento base para visitar el Valle Sagrado.
Nos compramos el "boleto turístico" para poder visitar todas las ruinas tanto de la ciudad como del Valle Sagrado, excepto el Machu Pichu (este tema ya lo trataremos más adelante). Además, el boleto también incluye la entrada a varios museos y centros que no pensábamos visitar:
La casa del Inca Garcilaso de la Vega, un historiador y escritor hijo de un español y una mujer Inca que es considerado como el primer mestizo biológico y espiritual de América, que supo asumir y conciliar su dos herencias culturales. Hoy en día la casa es un excelente museo que explica la historia de Cusco hasta la muerte de Tupac Amaru II. También visitamos el Museo de Arte Contemporáneo y el Museo del Sitio Qoricancha.
Damos una vuelta por la ciudad: Vamos al Mercado, donde comemos el primer ceviche de nuestra vida, y no será el último ya que nos encanta. También pasamos por la Plaza de Armas y algunos rincones nos parecen que podrían ser de cualquier pueblo de Euskadi:
Por la noche nos acercamos al Centro Cusco de Arte Nativo, donde sufrimos uno de los ataques de risa más fuertes desde que nos conocemos. La presentadora del espectáculo de bailes regionales, empeñada en mostrarnos su perfecta fonética y más que correcta presencia, se transforma en un robot y hace de este acto una incómoda e incomprensible situación. Todo esto se vuelve insostenible en el momento en el que pasa al inglés. Aquí un vídeo demostrativo:
vimeo
Al día siguiente nos disponemos a conocer las ruinas Incas que se pueden visitar cerca de la ciudad.
TAMBOMACHAY
De los 350 adoratorios que había alrededor de Cusco, 99 de ellos correspondían a manantiales y fuentes de agua. Este es el caso de Tambomachay, un lugar de culto al agua y de descanso para el Inca.
PUCA PUCARA
Al pie del camino que conduce de Cusco al Valle Sagrado se encuentra este fuerte que controlaba el acceso de personas y productos a la sagrada ciudad. Se trataba de una especie de aduana llena de misterio.
QUENQO
Este observatorio astrológico esta tallado sobre afloramientos naturales de rocas, lo que la tradición Inca consideraba manifestaciones del interior de la Tierra. Aquí observaban el movimiento del sol para elaborar su calendario.
Después de visitarlo comemos unos bocatas en el bosque que separa este lugar de las próximas ruinas.
SACSAYHUAMAN
Cuando Pachacutec estableció el urbanismo de Cusco en forma de puma hizo que la cabeza fuera un gran fuerte llamado Sacsayhuaman, ubicado en una colina que vigila la parte antigua de la ciudad.
Una de las primeras cosas que vemos al llegar son unas presumidas llamas modelo que disfrutan de ser fotografiadas constantemente por los turistas.
Nos impresiona la dimensión de los bloques con los que se construyó esta fortaleza y nos preguntamos cómo los movían.
Vemos que no sólo se trataba de una construcción militar sino que también era un adoratorio con varios lugares sagrados.
Cuando comienza la lluvia volvemos caminando a la ciudad.
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Arequipa y el cañón del Colca
Llegamos a Perú. Un autobús nos lleva desde Copacabana a Puno después de hacer una larga cola en la aduana peruana. Estamos alrededor de una hora en la estación de Puno donde cogemos otro autobús que nos lleva a nuestro nuevo destino; Arequipa.
Venimos aquí con el objetivo principal de hacer un trekking por el cañón del Colca. Realmente no sabemos nada de la ciudad y la llegada a la estación es un desastre. Mucha gente, mucho ruido, mucho tráfico, mucha contaminación y una pereza súbita de alojarnos en un lugar como este. Nos enteramos de que es la segunda ciudad más grande de Perú, y el caos que nos rodea lo afirma. Un taxista nos dice que no existe transporte público para llegar al centro, cosa que probamos es mentira dos minutos más tarde. Un loco pasa gritando que "los gringos vienen a matar peruanos" mirándonos directamente a la cara.
Todo cambia cuando nos bajamos de la truffi en el centro de la ciudad. Nos encontramos con un casco antiguo precioso y muy bien cuidado.
Vamos descubriendo esta sorpresa mientras amanece y buscamos un hostal donde pasar la noche. Nos asustamos por los precios, se nota que esto ya no es Bolivia.
Finalmente encontramos un buen lugar llamado la Reyna justo al lado del convento de Santa Catarina. Desayunamos en el hostal y salimos a informarnos sobre cómo ir al cañón del Colca.
Después de mucho dudar y de llegar a un buen acuerdo, decidimos hacerlo en un grupo que sale a las 3 de la mañana de Arequipa. Comemos una buena parrillada argentina para ganar fuerzas para mañana y nos vamos a dormir.
Cañón del Colca
El cañón del Colca es el segundo más profundo del mundo con 4.150 metros de profundidad. A su alrededor hay algunas poblaciones como Cabanaconde o Chivay, donde viven Collagues y Cabanas.
La primera parada del tour es en Chivay para tomar un raquítico desayuno. Primer pensamiento de "¿Por qué no hemos venido por nuestra cuenta?" después de ver a una madre de familia peruana vomitando por las curvas del camino. Niños suecos y japoneses con réflex más caras que el automóvil en el que nos movemos completan este circo.
La siguiente parada es la esperadísima Cruz del Cóndor, un mirador para avistar estos animales. Estamos emocionados. Antes de llegar vemos a uno de ellos comerse una vaca muerta al lado de la carretera y después otro nos sobrevuela. Emoción absoluta. En este viaje ya hemos visto al pájaro más pequeño del mundo y al más grande.
Después separan el grupo entre los que vamos a hacer el trekking del descenso al Colca y los que sencillamente han venido a pasar el día en la zona de arriba. Con gran pena nos despedimos de la familia vomitona, el niño sueco y los japoneses fotógrafos para encontrarnos con un grupo más interesante y Pepe, nuestro guía (un buen personaje).
Antes de comenzar a descender estos 4.000 metros Pepe nos prepara para lo peor. Nos habla como si estuviésemos a punto de enfrentarnos al mayor reto de nuestra vida. Y nos recuerda que no pasa nada por contratar una mula para que te lleve a mitad de camino si no puedes más. El primer día haremos 8 horas de bajada hasta un lugar que llaman el Oasis, donde dormiremos para al día siguiente hacer 5 horas de subida.
Comenzamos a bajar con un fuerte sol. En el camino vamos charlando con nuestros nuevos compañeros. Una tucumana misteriosa, dos profesores chilenos, un suizo convertido al islamismo y una señora con sus dos sobrinos que han venido prácticamente en chancletas. Estos últimos parecen un tanto asustados al darse cuenta de la dificultad del camino.
Tras cuatro horas de caminar paramos para comer, después la señora y sus sobrinos se suben a unas mulas que aparecen de la nada y cabizbajos desaparecen para siempre. Fail épico. Los demás seguimos el camino escuchando las burradas que suelta Pepe.
Pepe es un joven peruano divorciado y con dos hijos. Nos confiesa su frustración por tener que ser guía de este cañón en lugar de ser guía de montaña en los altísimos volcanes que hay en la zona. En el camino nos habla sobre las especies de plantas mientras les arranca todos los frutos comestibles que tienen estén maduros o no. Cuando le preguntamos si a los dueños que cultivan estas plantas no les importa que les quitemos los frutos, él nos contesta que no nos están viendo.
Al final del día con las rodillas reventadas de tanto bajar, y en el caso de Markos una uña clavada en el dedo, llegamos al Oasis. Un lugar hecho exclusivamente para que los caminantes que hacen esta ruta descansen durante una noche. Nos bañamos en la piscina, leemos un rato, cenamos, escuchamos unas historias de terror tipo campamento adolescente relatadas por Pepe y aprovechando alguna pausa nos vamos corriendo a la cama.
Al día siguiente nos despertamos a las 5 de la mañana para comenzar a subir los más de 4.000 metros que bajamos ayer. Pepe nos había advertido que una vez un alemán "se le murió" en esta subida y ni la mula quiso subir su cadáver. Familiarizados con sus fanfarronerías subimos tranquila y plácidamente.
Finalmente llegaremos a Cabanaconde donde desayunamos y nos preparamos para la vuelta.
El camino de vuelta a Arequipa está minado de trampas para turistas y Pepe está compinchado con todos ellos. Realizamos varias paradas sin ningún sentido donde tenemos la opción de comprar todo tipo de recuerdos y demás porquerías. Nos enfrentamos a situaciones tan duras como esta:
Pepe también intenta que paguemos por unas aguas termales que están en un río fácilmente accesible. No lo consigue. También nos lleva a un restaurante con precios desorbitados en medio de la ruta donde nadie se puede permitir un menú y nos quedamos todos esperando a que él termine de comer. No sabemos si ese día el restaurante le dio su comisión.
Estamos muy contentos de haber visitado el Colca y durante la ruta nos hemos dado cuenta de lo muchísimo que nos gusta caminar por la montaña. Por eso estamos decididos a hacer más trekkings durante este viaje, eso sí, intentaremos no volver a caer en manos de más cazaturistas.
#peru#arequipa#colca#cañon del colca#trekking#chivay#cabanaconde#oasis#mountains#montaña#senderimos#mochila#backpacker#backpacking#sudamerica#southamerica#trip#travel#viaje
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Ellos son Romà de Tellà y Yani de Valparaíso. Los conocimos en Sorata y nos condujeron hasta el mágico lugar de la playa de la Sirena en la Isla del Sol.
Aficionados a los perretxikos y a la cosmovisión andina, nos dieron el contacto directo de Rita para pasar unos días en aquel lugar tan único. Ellos nos enseñaron cómo funciona la vida 6/6 (6 meses de trabajo + 6 meses de viaje). Sin ellos nunca hubiésemos descubierto que dormíamos frente a una ciudad sumergida en el lago Titikaka. Gracias pareja :)
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Isla del Sol
Después de dos horas y media de viaje en bote por el lago Titicaca llegamos a Challapampa, la comunidad del norte de la Isla del Sol.
El lago Titicaca se form�� a la vez que los Andes, siendo una masa de agua salada proveniente del océano Pacífico que quedó atrapada entre las dos cordilleras. En su día tenía una extensión mucho más amplía abarcando una gran parte del altiplano, de hecho el salar de Uyuni era parte de ella. Hoy el Titicaca es el lago más alto del mundo a 3.812 metros sobre el nivel del mar, además de ser la frontera natural entre Bolivia y Perú.
Tanto Romà en Sorata como Laura en Cochabamba nos hablaron de Rita. Una señora aymará que alquila tres cabañas en la playa de la Sirena. La llamamos y nos dijo que no tenía sitio, aún así tras las maravillas que nos habían contado del lugar nos disponemos a buscarla. Después de una larga caminata la encontramos en su kiosquito y nos vuelve a decir que no tiene lugar. Como último recurso le decimos que somos amigos de Romà, quien en estos momentos está hospedado en la cabaña grande, entonces admite que sí tiene sitio para los tres y así llegamos a este mágico lugar.
Nes se aloja en una cabaña, nosotros en otra y en la grande están Romà y Yani. Formamos una pequeña comunidad de vecinos que disfruta de estar solos en esta playa.
La Isla del Sol ya es un lugar mágico de por sí. Mirar la orilla del lago viendo las pequeñas olas romper desde la cama y pensar que estamos en un mar a casi 4.000 metros de altura es algo increíble.
Además podemos ver Perú, la cordillera real de los Andes, unos amaneceres espectaculares y unas tormentas eléctricas de susto.
No es de extrañar que los Incas escogieran este lugar para dar inicio a su mitología. La leyenda cuenta que aquí nacieron Manco Capac y Mama Ocllo, los primeros hijos del sol, es decir, los primeros Incas que dieron comienzo a la dinastía. Visitamos la Roca Sagrada, lugar del que salieron estos dos Incas para fundar la ciudad de Cusco.
También visitamos ruinas como la mesa de ceremonias o la Chinkana.
Otro día caminamos durante tres horas por el camino precolombino que cruza la isla de norte a sur, pasando por las comunidades de Challa y Yumani.
Después de tres días y dos noches, ante la pena que nos da marcharnos recordamos que cada vez que dejamos un buen lugar llegamos a otro igual de bueno o mejor. Es por eso que finalmente conseguimos despedirnos de este lugar tan mágico a la vez que nos despedimos de Bolivia. Un país que nos ha sorprendido muy gratamente. Un lugar de climas extremos, paisajes impresionantes, comidas pesadas y personas fuertes. Un lugar con tanta personalidad que nunca lo olvidaremos ¡Hasta siempre Bolivia!
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Copacabana
Germán necesita subir el programa de radio Via Aèrea a internet. Ante la falta de conexión en Sorata y la llegada de la fecha límite nos vamos para Copacabana. Se trata de una ciudad turística a orillas del lago Titicaca, un punto de paso obligatorio para llegar a la Isla del Sol.
Nuestro plan inicial es llegar a Copacabana, subir el programa a internet e irnos directamente para la Isla del Sol. No obstante, encontrar una conexión de internet estable parece mucho más complicado de lo que pensábamos, por lo que comenzamos a barajar la opción de pasar la noche en este Salou boliviano.
Para nuestra sorpresa hoy se celebra el día de la Virgen de la Candelaria. Al ver la colorida procesión en las calles decidimos definitivamente quedarnos una noche.
Terminamos el día durmiendo en una habitación compartida donde conocemos a Nes, una nueva amiga turca que nos acompañará a la Isla del Sol.
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Sorata
Subimos a un microbús dirección Sorata, tras cruzar el altiplano nos adentramos en la cordillera llegando a esta pequeña y verde localidad al pie del Nevado Illampu, una de las montañas más altas de Bolivia.
Lo mejor de este tranquilo pueblo son sus paisajes, un lugar ideal donde relajarse, volver a tomar fuerzas y hacer caminatas por sus alrededores. Los primeros dos días acampamos en El Vergel, un ecolodge recomendado por David ubicado entre los dos ríos que rodean Sorata.
Desde ahí hacemos una excursión hasta la gruta de San Pedro, a 12 km de distancia. Sin mucha planificación ni idea de la distancia que nos tocaba recorrer salimos por la mañana sin nada de agua.
Tras dos horas y media de caminar llegamos a la gruta un tanto deshidratados y nos encontramos con que hay que pagar 20 bolivianos por entrar. Markos se ha dejado el dinero en el camping y con la situación un tanto tensa, conseguimos convencer a la mujer de que nos deje pasar a cambio del jersey que lleva Germán.
Una vez dentro la situación se relaja y disfrutamos de este particular lugar. Se trata de una gruta con una laguna en su interior. Nos quedamos un rato admirando el inframundo.
Al no llevar dinero no podemos comprar agua, por lo que la vuelta es de nuevo una fuerte deshidratación, aliviada por unos paisajes hermosos y una grata lluvia que hizo posible que llegáramos vivos.
El resto de días nos dedicamos a pasear por el pueblo, el río y a relajarnos. La tercera y cuarta noche subimos a un hostal del pueblo, El Mirador, que como su nombre indica cuenta con las mejores vistas panorámicas del valle. Aquí conocemos a su peculiar dueño Carlos y otros viajeros con los que compartimos cenas.
La plaza del pueblo está llena de puestecitos callejeros donde las señoras locales venden suculentos manjares como por ejemplo las famosísimas Salchipapas. Efectivamente, se trata de un plato de salchichas con papas. El último día Germán ayuda a una de las señoras a montar su puesto, a cambio nos llevamos una degustación gratuita de este plato. Pero la generosa señora quiere ir más allá y le añade un trozo de pollo ¡Bon profit!
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La Paz
Después del retiro vivido en Janajpacha nos tiramos a la gran ciudad, llegamos a La Paz. La llegada es impresionante tal y como nos habían advertido. La entrada es por El Alto, una ciudad periférica construida en el altiplano justo antes de llegar al valle donde se encuentra La Paz.
Es impresionante ver esta gran capital construida a 3.600 metros de altura y metida en un agujero al al pie de la nevada montaña Illimani de 6.500 metros de altura.
Su orografía es tan especial que las líneas de transporte público son teleféricos, por lo que no dudamos en recorrerla entera por el aire.
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De esta forma tenemos una rápida visión general y cenital de esta ciudad. Apreciamos también las grandes diferencias sociales de un barrio a otro. En tan solo 20 minutos pasamos de El Alto, una zona humilde, a sobrevolar el barrio de San Alberto que parece una captura de pantalla de los Sims.
Nuestra visita coincide con el festival anual de Alasitas. Se trata de miniaturas de todo tipo de objetos que se compran con la finalidad ritual de que se vuelvan realidad. De este modo si para este año quieres un coche te compras una miniatura de coche, y así con cualquier cosa que puedas desear.
En esta feria vemos todo lo que podemos imaginar hecho en miniatura, desde minipeluquerías o minisofás a minibiberones. El protagonista principal es sin duda el Ekeko, una figurita que representa la abundancia y al que se le colocan estas miniaturas alrededor para que las convierta en realidad. Evidentemente nos compramos uno que nos acompañará el resto del viaje, esperemos que nos traiga todo lo que deseamos.
El segundo día en la ciudad nos contacta Alex por couchsurfing. Después de comer juntos nos lleva en coche al Valle de la Luna, una formación rocosa a 10 km de la ciudad que por causa de la erosión forma una paisaje lunar al que le debe el nombre.
Siguiendo con la temática galáctica los tres nos vamos al cine a ver la última película de Star Wars. A pesar de verla doblada nos encanta volver a disfrutar de la gran pantalla después de tanto tiempo.
Alex nos presta un piso nuevo que tiene desocupado en el barrio de Obrajes, donde pasamos la noche y el siguiente día.
Sin duda La Paz ha resultado una grata sorpresa, nos parece una ciudad con una enorme personalidad. Su ubicación, estructura y movimiento constante la convierten en un lugar único. A pesar de ello el tercer día ya echamos de menos "la paz" del campo, por lo que hacemos las mochilas y nos marchamos para Sorata.
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Él es René, compañero de trabajo durante los días que vivimos en Janajpacha, Cochabamba.
Aficionado a su hija recién nacida y a las peleas de cholitas, hizo nuestras jornadas laborales mucho más amenas e interesantes. Él nos enseñó las pocas palabras que sabemos en Quechua mientras escuchábamos cumbia en medio de la huerta. Sin él nunca hubiésemos pensado en cortar un césped entero con hoz. Gracias René :)
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Janajpacha - Cochabamba
Hacemos una parada técnica de una noche en la ciudad de Cochabamba. La llaman la "eterna primavera" por su clima y nosotros la disfrutamos paseando por su centro hasta que Markos comienza a sentir un fuego en el estómago. Efectivamente, el fantasma de la intoxicación boliviana vuelve a hacerse presente. Lección: dejar de tomar sopas en esta región.
Al día siguiente nos despertamos para ir a Janajpacha, un ashram chamánico donde trabajaremos y viviremos durante los próximos 9 días. Pasamos por Quillacollo, ciudad dormitorio de Cochabamba para acabar llegando a Marquina, donde se encuentra esta comunidad.
La llegada no puede ser mejor. Después del caos urbano que atravesamos para llegar hasta aquí entramos en un remanso de paz. Es como transportarse a otra dimensión. Jóvenes de distintas partes del mundo se relajan en las amplios terrenos de esta comunidad.
La arquitectura onírica, las llamas paseantes y los sonidos de los pájaros nos transportan al edén. Tras un breve paseo por la zona descubrimos los infinitos rincones del lugar.
La comunidad Janajpacha fue creada hace 25 años por Chamalú. Él dedicó su vida a la divulgación del chamanismo andino, publicando cerca de 50 libros, realizando seminarios y conferencias por todo el mundo y creando este ashram donde se reproduce su idea de un mundo mejor. Nosotros solemos desconfiar de los predicadores de formas de vida, por lo que fuimos algo recelosos al principio. No obstante, enseguida nos dimos cuenta de que la filosofía de este lugar se basa en la libertad ideológica, rechazando todo tipo de manipulación.
Tanto los voluntarios temporales como la gente permanente de la comunidad nos hacen sentir muy cómodos desde el primer momento. Durante la mañana se trabaja en tareas como cortar pasto, cocinar o trabajar la huerta, para después comer comida vegetariana y dedicar el resto del día al descanso.
Germán emprende la iniciativa de practicar yoga cada día a las 6 de la mañana. Laura de Inglaterra, Fraia de Alemania, Claudia de Chile y Markos se apuntan a las clases que cada día son más completas.
Un día recibimos la visita del Chamán, quien realiza una charla para toda la comunidad. Pide a Markos que se quede un día más para hacer un pequeño video promocional de Janajpacha. Accedemos y este es el resultado obtenido en un tiempo de 7 horas.
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Hoy nos despedimos de este maravilloso lugar con el blog actualizado (por fin) y un poco tristes por dejar atrás un lugar tan especial ¡La Paz nos espera!
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La ruta del Che
SUCRE
Nuestro siguiente destino es Sucre donde nos alojamos en lo de Mario, una curiosa casa que nos recomienda una chica que conocemos en el hostal de Potosí, donde por cierto nos olvidamos las toallas y algo de ropa.
Mario es un Sucreño que vivió 45 años en Rosario para después volver a su casa natal en Sucre y transformarla en este hospedaje para viajeros y artesanos. Este lugar es rústico pero a la vez acogedor. Cuenta con una cocina al aire libre y varios huéspedes fijos con los que rápidamente entramos en confianza.
Estamos tan a gusto en el lugar que casi no conocemos la ciudad, más que el Museo de Folclore y el mirador de la Recoleta. También caminamos por el centro histórico maravillados por sus edificios coloniales. Se nota que esta fue la capital del país en su día, de hecho actualmente sigue siendo la capital jurídica.
Sergio, uno de los habitantes de la casa, nos recomienda hacer la ruta del Che para conocer la zona donde anduvo su guerrilla y finalmente fue capturado. Ya que tenemos varios días libres antes de comenzar otro Workaway en Cochabamba, decidimos hacerlo. El domingo abandonamos Sucre hacia Tarabuco.
TARABUCO
Este pueblo es conocido por la feria que se celebra los domingos donde los indígenas de las comunidades de alrededor se reúnen para vender sus artesanías, principalmente tejidos. Mientras admiramos las obras de arte que venden, escuchamos mucho más quechua que castellano.
En la plaza del pueblo vemos una estatua en memoria de sus líderes, que arrancaron los corazones de los invasores españoles para luego comérselos.
Buscamos hospedaje durante un par de horas y nos sorprende lo complicado que es. Parece que no hay alojamiento alguno hasta que finalmente damos con Antonia, señora que nos alquila una habitación por una noche.
VILLA SERRANO
Al día siguiente vamos a la salida del pueblo para tomar el autobús que nos llevará a Villa Serrano. Después de 3 horas de espera por fin llega la flota, pero no hay lugar. Viajamos en el pasillo, sentados en el suelo y disfrutando de las vibraciones de una carretera de ripio (sin asfaltar).
Villa Serrano es una tranquila y agradable localidad donde realmente no sucede nada.
Presumen de tener el charango más grande del mundo que necesita 3 personas para ser tocado, mide 6 metros concretamente. Nos alojamos en la Pensión Pescador, donde la familia nos permite utilizar su cocina y nos acoge tan bien que acabamos quedándonos tres días.
Germán sufre una intoxicación por alguna sopa envenenada, vamos al médico del pueblo, le inyectan un combo de medicamentos y le dan un tratamiento de antibióticos. Después de un día de reposo y maldecir a todas las cocineras que nos hemos cruzado en los numerosos mercados, Germán se siente mejor y seguimos la ruta. Actualmente la culpable sigue sin estar identificada, aunque existen varias sospechosas.
LA HIGUERA
Una vez más llega la flota y adivinen, no hay sitio. Viajamos de pie durante 5 horas por un camino que adivinen, no está asfaltado. En el autobús conocemos a un grupo de porteños, nos odian y no sabemos muy bien porque. El líder del grupo y su novia "la Barbie Soviética" van vestidos con todo el merchandising del Che, quizás nos miren mal porque nosotros no.
El bus nos deja en el cruce de La Higuera, desde donde caminamos 10 km para llegar al pueblo. El paisaje del camino es espectacular.
Llegamos a La Higuera, localidad donde capturaron y mataron al Che. Se trata de una pequeñísima aldea de unas 20 familias.
En este lugar se rinde tributo al guerrillero en cada esquina.
Además, la antigua escuela del pueblo, donde lo mataron, es hoy en día un pequeño museo donde podemos aprender más sobre su guerrilla y sus últimos días. Sabrina (mujer que lleva el museo y nos alquila una habitación) nos presta un libro para saber más. Markos sufre un pequeño subidón patriótico al encontrarse con una Ikurriña justo al lado de la silla donde dispararon al Che.
VALLE GRANDE
Al día siguiente llegan a La Higuera dos españoles en un taxi. Después de visitar brevemente el lugar se disponen a volver hacia Valle Grande, nuestro próximo destino. Tras una ardua negociación con el chófer y bajar la oferta inicial a la mitad (nuestras habilidades regateadoras progresan adecuadamente) accedemos a viajar con ellos. En el camino, de ripio obviamente, se pincha una rueda. Al no contar con una de recambio nos vemos obligados a parar cada media hora para inflar la rueda entre todos.
En Valle Grande visitamos la morgue donde estuvo el cuerpo del Che y la lavandería donde lo presentaron ante la prensa.
Nos vamos para Cochabamba contentos de haber conocido estos pueblos tan lindos y de saber más sobre la lucha de este guerrillero tan fiel a sus ideales.
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Potosí: La historia de un saqueo
Llegamos a Potosí por la noche y comenzamos a buscar alojamiento junto a Nadia, Pedro y dos españoles que hemos conocido en el autobús. Nos bajamos en la zona de la terminal vieja pensando que estamos en un lugar céntrico, más tarde averiguaremos que estamos en la periferia.
Acabamos durmiendo en el Hostal Urkupiña, posiblemente el lugar más inhóspito en el que hayamos dormido en nuestra vida. Nos preguntamos si las sábanas han sida lavadas alguna vez en el último siglo. Cerramos los ojos, contenemos la respiración y nos dormimos. Al día siguiente nos mudaremos a un alojamiento mucho mejor y más económico donde pasaremos dos noches más.
Lo que más nos gusta de Potosí son sus autobuses de línea. Música ambiental, fuerte decoración fantasiosa y posibilidad de parar allá donde tengas ganas. Lo que menos nos gusta es la altura, estamos a 4.070 metros y lo notamos cada vez que hacemos un mínimo esfuerzo físico.
Recorremos el centro de la ciudad que resulta una grata sorpresa. Los edificios coloniales son testigos del esplendor que esta ciudad tuvo en su día.
La primera excursión es al Ojo del Inca a unos 20 minutos de la ciudad. Se trata de unas aguas termales naturales ubicadas en el cráter de un antiguo volcán rodeado de montañas.
Nos bañamos, nos embadurnamos de barro y nos relajamos en este increíble lugar hasta que rompe la lluvia. A la hora de irnos un perro rabioso muerde a Markos en la pierna perforando sus pantalones pero sin causar ninguna herida, la profecía se ha hecho realidad. Para colmo, una iluminada comenta "el perro te ha atacado porque tú lo has atraído mentalmente" No es el momento ni el lugar para escuchar estos delirios de trasnochada, nos mordemos la lengua y la ignoramos.
Vamos corriendo a las minas del Cerro Rico, donde nos adentraremos durante 3 claustrofóbicas horas.
Nada más entrar la guía nos lleva al santuario del dios de la mina; el Tío. Se trata de una estatua del diablo con un gran pene erecto al que los mineros realizan ofrendas (como tabaco, billetes o alcohol) pidiéndole que no haya derrumbes y que encuentren muchos minerales. El lugar impone tanto respeto que no nos atrevemos a sacar ninguna foto. Aquí va una de internet:
Después seguimos por los interminables pasillos e incluso descendemos 30 metros por unas rústicas escaleras de madera.
Charlamos con algún que otro minero que nos enseña su dura profesión. Nos explica que esta mina funciona en forma de cooperativa y que hoy en día extraen zinc y cobre, ya que los españoles se llevaron toda la plata. Los bajos ingresos de los mineros dependen de la cantidad de minerales que extraen y su contacto frecuente con la dinamita y el silicio los hace enfermar a muy temprana edad. Ver las condiciones en las que se trabaja y conocer la historia de este lugar nos entristece.
La historia de Potosí es la historia de un gran saqueo. Pasó de ser una de las ciudades más ricas del mundo a lo que actualmente es, una vaga memoria de sus esplendores. Cuando se terminó la plata se fueron los ricos y más tarde los pobres, actualmente la ciudad cuenta con una cuarta parte de la población que tuvo en su día. Tal y cómo se dice en el libro Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano "Potosí podría jactarse de haber nutrido la riqueza de los países más ricos. Es la ciudad que más ha dado al mundo y la que menos tiene. El mundo tendría que empezar por pedirle disculpas".
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Sal, flamencos y géisers
El primer objetivo es conseguir llegar al Salar de Uyuni antes del comienzo del Dakar. Después de preguntar en varias agencias de Tupiza, una muy sincera vendedora nos admite que es mejor hacer el tour desde Uyuni. Además, en la calle conocemos a Nadia y Pedro que tienen el siguiente plan: Tomar un autobús hacia Uyuni que llega a las cuatro de la mañana y donde te puedes quedar durmiendo hasta el amanecer, desde ahí buscarán el mejor precio para salir esa misma mañana. Nos unimos a ellos.
Tras un largo viaje hasta Uyuni nos ponemos a recorrer agencias. Llegamos a la temida Cruela de Uyuni, quien al principio parece encantadora pero una vez realizado el pago se convierte en una codiciosa exprime-turistas.
Su propuesta inicial: Un agradable y espacioso paseo en Jeep de tan solo cinco personas con todo nuestro equipaje a bordo. El resultado final: ocho personas apretadas dentro del vehículo dejando nuestro equipaje en Uyuni para no exceder el limite de peso permitido. A nuestra tímida queja por este cambio, ella responde "En la plaza hay gente llorando por ir al salar y me pagarían cualquier cosa" nos quedamos en silencio y subimos al Jeep.
DIA 1
El cementerio de trenes es la primera parada. Aquí yacen las primeras maquinas que llegaron desde Inglaterra para transportar la sal. Toneladas de óxido y turistas haciéndose selfies, no hay más que contar.
Llegamos al salar, entrando por el pueblo salero de Colchani. Nos quedamos sorprendidos por la magnitud del lugar, mientras avanzamos hacia el interior vamos perdiendo las referencias espaciales quedando perdidos en un mar de sal interminable. Si las cataratas del Iguazú son energía, este lugar es sin duda inmensidad.
En su día fue un lago de agua salada que al secarse se transformó en el salar más grande del mundo. De aquellos días se mantiene la isla Incahuasi, también conocida como isla de los cactus.
Después de la isla avanzamos unos cuantos kilómetros para hacer las típicas fotos jugando con la perspectiva.
Acabamos el día durmiendo en un hotel de, efectivamente, sal.
DIA 2
Nos despertamos a las seis de la mañana para llegar al volcán Ollagüe en la frontera con Chile.
Seguimos camino a través de las numerosas lagunas pobladas de tres especies de flamencos. Nos quedamos horas admirando el hermoso paisaje y la forma en la que estos curiosos animales filtran el agua con sus picos para alimentarse.
Seguimos nuestro camino a través del desierto, al igual que en el salar no hay camino definido. Nuestro guía Reynaldo avanza creando su propia ruta. El paisaje ahora es árido, nos cruzamos con pequeños tornados de arena y alguna manada de guanacos.
Llegamos a unas rocas erosionadas por el fuerte viento que pega en esta zona. Reynaldo nos recuerda que debemos abandonar este lugar antes de las cinco de la tarde, momento en el que el viento alcanza una fuerza peligrosa.
Al final del día llegamos a la reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa, en el limite sur de Bolivia. Aquí nos quedamos a dormir en el refugio de la Laguna Colorada.
DIA 3
Nos despertamos a las cinco de la mañana en este espectacular paraje a casi 5.000 metros sobre el nivel del mar. Esto justifica que estemos a cero grados en pleno verano y la laguna esté congelada.
Nuestra próxima parada es una de las más espectaculares, posiblemente por lo inesperado. Los Géisers del Sol de Mañana. Estos cráteres en el suelo expulsan constantemente y con gran fuerza un humo blanco resultante del magma volcánico que hay bajo tierra. Nos quedamos un tiempo admirándolo hasta que Reynaldo nos recuerda que estos gases son tóxicos. Nos montamos al Jeep y seguimos.
Por fin llegamos a las esperadas aguas termales, donde nos bañamos y relajamos durante un par de horas. Hasta que nos recuerdan que el agua es ácido sulfúrico (es broma).
Para finalizar este gran tour Reynaldo nos lleva a un lugar que no estaba en el plan inicial; la Laguna Negra. Caminamos entre llamas por lo que había sido el cauce de un río hasta llegar a esta laguna. Las curiosas formas de las rocas de alrededor se deben a la erosión del magma solidificado.
Después de estos tres días hemos quedado absolutamente maravillados por la belleza natural de este lugar. Además, el altiplano boliviano nos ha parecido un lugar extremo; cuando sale el sol te quema la piel, cuando se va te congelas, cuando pega el viento te corta los labios y así un largo etcétera que hace de esta zona un duro lugar para vivir pero un impresionante paisaje que admirar.
Finalmente volvemos a Uyuni donde no estamos más de media hora ya que cogemos un autobús directo hacia Potosí junto a Nadia y Pedro.
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