Draco Lucius Malfoy. Año 2024 Tumblr de la cuenta de rol en Twitter @HadNoChoices 「#AfterAllWasWell」
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Las palabras que mejor definen la relación entre ambos cuñados es amigos. No mejores amigos, quizá algo de buenos amigos, pero amigos a fin de cuenta. Eso eran antes de desposar a las hermanas Greengrass y aunque haya --y probablemente seguirá habiendo-- cosas que no soportan o entienden el uno del otro, Merlin quiera que los sigan siendo por mucho tiempo.
Por lo que pueda pasar. No es miedo y terror lo que Draco siente al compartir habitación con Nott, sino respeto, pero tiene cien por cien seguro que de convertise en su enemigo, lo tendría. Quizá por eso se le revuelven las tripas cuando se queda a solas con su esposa Daphne...
Sin embargo, eso no hace que Draco no le deje las cosas claras cuando siente que debe hacerlo, como pasó muchas veces en el pasado, cuando Sia no fue enviada a la casa Slytherin, por ejemplo. Quizá Theodore no lo vea como una ofensa porque no le da mayor importancia a lo que le digan, si él lo piensa será que estará en lo correcto. A pesar de ello, las palabras de Draco son algo a tener siempre en cuenta.
Incluso cuando son para meterse con él. Al rubio no le importa bromear con él y de él. Muchas son las veces en las que lo veréis diciendo cosas como que sus desayunos se basan en fetos humanos o que no le gustaría tenerlo de enemigo por las altas probabilidades de morir en circunstancias extrañas en los siguientes días... Algunas de ellas son verdad.
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Sia es, sin llegar a dudas, la sobrina favorita de Draco; y eso lo sabe toda la familia. Desde pequeña, la joven ha sido la oveja negra de la familia pero eso no ha sido lo que ha hecho que su tío sienta tanta devoción por ella. Si pensáis que es la lástima lo que le ha movido a ello, estáis cuanto menos equivocados.
Con dieciséis años, fue la mismísima Bellatrix Lestrange quien enseñó Oclumancia a su sobrino, el igual no-tan-noble arte de cerrar la mente a incursiones ajenas. Cuando Astoria le dio la noticia de que su sobrina era Legeremante, la curiosidad por la muchacha no hizo sino acentuarse.
"Demasiadas voces". Recuerda siempre que le dijo cuando era tan solo una niña. Ambos en solitario, recluidos en habitaciones donde no había nadie más que pudieran escucharlos, Draco y Sia pasaban las tardes en solitario, leyendo o haciendo lo que les placiera en silencio, un silencio que gracias a dicha Oclumancia, era real para la pequeña por primera vez en mucho tiempo. Sin embargo, por muchos consejos que le diera, la Oclumancia seguía siendo lo opuesto a la habilidad que la niña no controlaba.
Cuando la chiquilla fue enviada a la casa de las Águilas, no fue precisamente felicidad lo que se respiró en su ambiente familiar. Desde el castillo, Sia no podía verlo, pero Draco siempre apostó por ella ante sus cuñados. Si bien esto hubiera sido mucho más duro para Malfoy de ser Gryffindor o, dios les libre, Hufflepuff, su racismo más relajado hizo que fuera fácil para él defenderla.
Actualmente, la relación de estos dos se ha distanciado, precisamente por los kilómetros que los separan. Sin embargo, Draco no dudaría nunca en apoyarla y ayudarla en lo que fuera. Sia tan solo tiene que pedírselo.
Cuenta de Twitter: @NottBlackSheep
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Es cuanto menos común que los matrimonios sin amor terminen disolviéndose, que aparezcan diferencias, roces; peleas. Que las riñas conduzcan a voces, las voces a salidas, escapadas en las que desfogarse sea la única bandera conocida y que el probar una vez el pecado se convierta en el plato de cada día. Sé lo que estáis pensando, pero no. Draco Malfoy es un hombre de familia. Y gracias a la sangre que la une a Astoria, Daphne lo es. Compañera de casa y curso en la Escuela Hogwarts de Magia y hechicería, Daphne siempre destacó a ojos de Draco, considerándola una alumna especial y por qué no, una amiga. Desde luego, no sería como Pansy, ella era su mejor amiga, pero podían coincidir en la misma habitación y compartir un montón de temas juntos, como el arte de molestar a algún sangre sucia, por ejemplo. No era muy común verlos juntos por los pasillos, pero la Sala Común de Slytherin presenció un montón de secretos compartidos, sobre todo de Daphne, convirtiéndose el rubio de alguna forma en su confidente. Que si le gustas a Pansy, que si he quedado con Pucey después de Transformaciones. El frenético modo de vida de Daphne siempre le resultaría gracioso y compartir tiempo con ella lo evadía de sus otros quehaceres; sobre todo una vez que Voldemort lo marcó. Aún habiendo dejado claro que los ideales de pureza eran aquellos en los que creía, Daphne y su familia no se vieron inmiscuídos en los problemas de la post-guerra en los que se había sumergido la familia Malfoy, por lo que no fueron diana de la prensa hasta que se concertó el matrimonio Malfoy-Greengrass; para sorpresa de Draco, con su hermana menor. Al parecer, su primogénita no era suficiente para ofrecer a un preso de la guerra, pero Draco nunca lo vio como una ofensa. A día de hoy, piensa a veces en qué hubiera pasado de haberse convertido Daphne en su esposa y está casi seguro de que la rubia piensa lo mismo. Draco jamás cayó en los juegos seductores de la Greengrass, riéndose de ellos muchas veces al usarlos con varios de sus compañeros, y quizá sea eso lo que hace que el hombre, sumada quizá la dificultad de que esté casado con su hermana y bajo su directo mando en el trabajo, sea más y más apetecible a cada año para una mujer que desde siempre se sabe que no tiene demasiada felicidad en casa. Si bien Draco siente la misma curiosidad por Daphne de la que ella le profesa, jamás podría perdonarse hacerle daño a Astoria. Pero si no piensa hacer nada con su cuñada, ¿por qué se siente mal cada vez que regresa a casa luego de haber coincidido en una habitación con la hermana de su esposa? ¿Por qué tiene que contarle siempre cada uno de sus encuentros? De callarse, la culpa nublaría su pensamiento... ¿Pero acaso ha hecho algo de lo que deba arrepentirse?
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Después de la época tan oscura que Draco y Astoria vivieron, el nacimiento del único hijo varón del matrimonio Malfoy fue como un rayo de sol en sus miserables vidas. La idea de formar una familia era algo que Draco siempre había deseado, y entonces más que nunca quería dejar un legado que adquiriera todas las lecciones de vida que le había dejado su madre. Sin embargo, las cosas no siempre son bonitas, y en una vida destrozada y a medio romper como la de Draco Malfoy, esto no iba a ser diferente. Mientras fuera pequeño, Draco lo mimó y le dio todo ese cariño que se espera de un padre dar a su hijo. Sin embargo, cuando comenzó a tener edad de aparecer en sociedad, la relación se fue enfriando. ¿Por qué? Sucedía lo mismo que con Astoria. ¿Qué padre puede desear a su hijo recibir acusaciones e insultos por ser simplemente de su sangre? A Draco le empezó a ser difícil separar el ámbito social del que tenía en casa y poco a poco, cada vez más, le era más costoso mostrar afecto. Sin embargo, jamás sintió otra cosa que no fuera orgullo por su heredero. Scorpius comenzó sus estudios en Hogwarts y comenzaron los primeros disgustos. A pesar de ser enviado a la casa de las serpientes, al igual que su padre, estaba claro que aparte de lo mucho que pudiera parecerse el vástago a su padre no era ni parecido a como lo fue él. Su relación con el hijo de Potter fue algo que jamás hubiera esperado, un duro golpe para él. Aunque solo fuera él, sabía que le debía la vida al cara partida y no quería que sus lazos se estrecharan más allá de ello. Lo toleraba en público y ya. Nada más. Se negaría a hacer una cena de amigos entre las dos familias... Pero entonces el Anillo de Drurmstrang apareció en sus vidas y todo pareció convertirse en un problema diferente. A Draco le sucedió lo mismo que en el pasado ocurrió con su madre; a pesar de las ventajas, no quiso dejarle marchar. Por supuesto, dejó que la decisión fuera de Scorpius, así que no puso oposición alguna cuando este dijo haber aceptado su plaza en ese Instituto de Europa del Este al que de pequeño había deseado asistir, a pesar de sí haber expresado en alto su posición temores. Era, sin embargo, una oportunidad que debía aprovechar, por no mencionar el hecho de que allí podría labrarse una vida separada a la de su padre, desde cero. Aquello fue lo que lo animó a empacar sus cosas y dejarlo ir. Es complicada la vida del adolescente, creerse incomprendido y ver cómo los primeros problemas reales aparecen bien alejados de su solución. La lejanía, tanto física como emocional de padre e hijo hace que no sea la relación más estrecha e idílica que puedan compartir, pero Draco lo ama por encima de todas las cosas y, al igual que su madre hizo un día por él, sería capaz de todo por ayudarlo.
Cuenta de Twitter: @HandOfTheWizard
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Lo de Astoria y Draco no es una historia de amor al uso, pero no puede decirse que lo que estos dos comparten sea nada novedoso... Como cualquier otro matrimonio concertado, los dos ex-Slytheron no encontraron el amor, pero no esperéis que lo siguiente que leáis sea un "pero aprendieron a tolerarse". No, su relación va mucho más allá de eso. El matrimonio entre la Greengrass y el Malfoy fue una de las bodas más sonadas en el mundo mágico, pues después de haber sido puesto en libertad condicional por el Ministerio, muchos fueron los ojos que se pusieron tras la joven pareja después de darse el Sí quiero. No os voy a mentir, lo pasaron realmente mal y aunque la férrea fachada de Astoria jamás lo confesara, Draco sabía que aquellas acusaciones, insultos y barbaries por las que estaba pasando a causa de su matrimonio le afectaban al menos tanto como a él. Aquello es algo que Draco jamás ha llegado a perdonarse. Aún en el 2024, el inefable del Ministerio sigue recibiendo citaciones que lo ponen bajo la mirada de los miembros del más alto tribunal del Mundo Mágico, el Wizengamot, pero desde hace ya años no deja que su mujer lo acompañe; verla cargar con sus acciones se ha terminado. Lo que sí ha llegado a perdonarse, por mucho que le haya costado, es el no haber conseguido amarla. Por su puesto, una pequeña parte de sí espera el día en que pueda hacerlo, todo un romántico. Pero es la parte realista, la mayoría de sí mismo que sabe que, aunque eso sea imposible, tener a Astoria como apoyo es de las mejores cosas que han podido sucederle, así como tener a Scorpius. Amistad, complicidad, atracción y protección. ¿Acaso necesitan nada más?
Cuenta de Twitter: @NightNotQueen
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Al igual que sucedía con Lucius, Narcissa no dudó en mimar a su único hijo y quizá consentirlo en varios sentidos. ¿Pero qué no iba a dar ella por su pequeño? Sobreprotectora, ese sentimiento se traspasó a su hijo, quien jamás permitiría que nadie se metiera con ella, incluso sin necesitar esta defensores. Pero a diferencia de su padre, Narcissa sí vio las orejas al lobo, preparada para cesar la locura en la que se había visto inmiscuída su familia cuando fue necesario. Draco continúa a día de hoy admirando a su madre, más si cabe después de ver todo lo que ha hecho por él; todo lo importante, claro. Luego de verse en la mira del ojo público, acusado por haber sido fiel a un fanático como Voldemort y casi desterrado de cualquier actividad en la comunidad mágica, ella fue su único apoyo, consiguiendo un matrimonio para él y, en consecuencia, un puesto de trabajo. Por supuesto, Narcissa no le dio todo mascado, comenzaría arrastrándose desde lo más bajo para así poderle demostrar al mundo que era más que un nombre, una familia y un patrimonio. Nada es idílico, y han tenido fuertes encontronazos desde que Draco se alejara de sus diecisiete años, pero es cariño y amor lo que se profesan el uno al otro, y es tal el vínculo que comparten que Draco volvería a confiarle su vida de nuevo de ser necesario.
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Figura paterna de referencia en sus años jóvenes, Draco creció siguiendo los pasos y, por consecuente, la estela de un padre que siempre lo mimó desde pequeño. Lucius tenía un bloque de arcilla al que modelar a imágen y semejanza y así lo hizo. Desde temprano, la admiración por su padre fue ciega, así que no es de extrañar que cualquier palabra que saliera de su boca fuera repetida y asimilada por un jóven Draco que jamás se paró a pensar dos veces las cosas. ¿Que su padre decía que algo era blanco? Sería por algo. Los ideales puristas de su familia siguieron la tradición en Draco, quien además encontraba un divertimento en acosar a los nacidos de muggles. Sin embargo, las dudas comenzarían a atenazar a Draco poco tiempo después de marcarse. Sintiéndose meramente un objeto con el que alcanzar la confianza que un día depositó Lord Voldemort en su padre, fue abriendo los ojos para poco a poco darse cuenta de cómo era realmente su padre; a diferencia de su madre Narcissa, Lucius se mostró como el cobarde que realmente era, exponiéndolo ante el peligro sin importar más nada que su propia seguridad, si bien aquello no lo hiciera conscientemente. O eso quería creer Draco. Luego de la Segunda Guerra Mágica, Draco cortó todos los hilos con su padre, dejando tan solo los más imprescindibles. Incluso haciendo eso, lo hizo solo por su madre. Ahora, Draco solo lo ve como un hombre demenciado, y quizá ya lo estaba cuando estalló la guerra, quién sabe. Lo que sí tiene por seguro es que no le perdonará que lo dejara participar de ella con tan solo dieciséis años.
Cuenta de Twitter: Personaje Libre
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❛ Look into my eyes. It's where my demons hide. ❜
Hubo un tiempo en el que mirarse al espejo no era ver únicamente decadencia y arrepentimiento, una imagen rota y desecha del hombre que, de haber tenido elección, jamás hubiese sido. No quizá tiempos mejores para la comunidad mágica, ni tampoco para él; siendo sinceros, Draco Lucius Malfoy jamás había disfrutado de una infancia al uso, pero era la que le había sido entregada el día del reparto por los mismos dioses que después no se tomaron la molestia en apiadarse de él. No, claro que no. La nostalgia por el pasado no iba ligada a la felicidad, tampoco a la libertad que nunca tuvo. Iba unida a ignorancia, a una ceguera que le había dado momentos de felicidad. Ya sabéis lo que dicen. Ojos que no ven…
El hombre del espejo tenía ojeras, surcos por los que había derramado mil y una lágrimas. Los hombres también lloran, después de todo. En sus ojos no había rastro cristalino alguno, pero tampoco la firmeza de aquel que lo tiene todo hecho. La arrogancia no acompañaría a su dueño en aquella ocasión porque, frente aquel espejo, al único que tenía que enfrentarse era a él mismo. ¿Y no se había engañado ya demasiadas veces? Pelo rubio y lacio repeinado, estampa perfecta a falta de una corbata cuyo nudo estaba costando más de la cuenta. Ojos que miran sin ver, labios que tiemblan sin saber.
–¿Otra vez? –Murmuró una voz a su espalda, sacándolo de ese ensimismamiento que había vaciado su mente por un momento. Astoria, su esposa, había aparecido silenciosa en el vestidor, se había acercado a él y había puesto una mano en su hombro. ¿Qué habría hecho él sin aquella mujer?– A este paso voy a pensar que has olvidado cómo se ata debidamente una corbata.
Una de las comisuras del hombre se alzó, riéndose suavemente de él mismo y la situación. Tantas habían sido las veces que había sido llamado a juicio, que ya no sabía si precisamente la repetición de los mismos era el castigo impuesto en lugar de ir a Azkaban. Un tormento que no cesaba, agonía constante cada vez que recibía la citación en casa; un sobre que se había convertido ya en su mayor temor. Astoria sabía cómo tratarlo y lo agradecía. Los largos dedos de las manos de la mujer subieron hasta su cuello, bailando para conseguir lo que él no había logrado. Draco bajó las manos, dejándolas colgar a ambos lados de su busto, relajado por primera vez desde hacía horas, días. Solo en presencia de Astoria podía alejar esos demonios de su mente, aunque en su lugar acudieran otros. ¿Por qué no podía amarla entonces? Batallas internas que no saldrían jamás a la luz, aunque ella también lo supiera. ¿No formaban acaso un gran equipo? Miles habían sido las veces en que se habían dicho que el amor tomaba muchas formas. Amistad, cariño… Y sin embargo, día tras día Draco se fustigaba por no haber podido enamorarse de ella antes. “¿Y qué?” Le había dicho. “La vida es larga, nunca sabes dónde te va a dejar.” Quizá tan solo seguía siendo la marioneta del destino.
–¿Qué haría yo sin ti? –Murmuró una vez terminado el nudo y acoplado debidamente en su cuello. Sus primeras palabras habían sonado rotas, fruto de no haber hablado desde que se levantara temprano hacía unas horas. Depositó un suave beso sobre los carnosos labios de su mujer y apartó su pelo con una mano, dejándola sobre su mejilla para reprenderla en aquella ocasión.– Es temprano. Vuelve a dormir.
Asintiendo con la cabeza, la mujer dedicó una triste sonrisa a su marido sin rechistar, pues sabía que no quería que lo acompañase en más ocasiones. Había sido un gran apoyo cuando surgieron los primeros juicios, pero el ver cómo todos la juzgaban simplemente por el anillo que una vez le puso en el dedo había terminado con su paciencia. Astoria había sido solo una niña durante la Segunda Guerra Mágica, no había participado activamente de ella ni tenía relación alguna con El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado. No. Voldemort. Jamás volvería a dejar que ese nombre lo atormentase dicho en su boca. Le había pedido a Astoria que no volviera acompañarlo más y, aunque hubiese podido hacerlo (pues nada había hecho aún jamás que Astoria Malfoy no tomara sus propias decisiones), ella había respetado el deseo de su marido. La morena dio una suave palmada en la espalda del hombre y salió del vestidor para dejarlo de nuevo solo consigo mismo; su peor enemigo.
Hubo un tiempo en el que mirarse al espejo había significado sonreírle de vuelta, ver en su reflejo lo que le había convertido en el príncipe de Slytherin, en un alumno temido y respetado por lo que se había atrevido a hacer. “Estúpido”. Pensó antes de dejar un puño sobre la superficie reflectante del mismo. Su imagen en él estaba impoluta, pero no igual a ojos de una sociedad que aun jactándose de dar segundas oportunidades, seguía ensañándose con el Chico Que No Tuvo Elección.
Monorrol I
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➤ Fecha de nacimiento: 5 de junio de 1980 (44 años).
➤ Estatus de sangre: Pura.
➤ Lugar de residencia: Malfoy Manor — Londres.
➤ Ocupación: Funcionario ministerial. Departamento de Misterios.
➤ Escuela: Hogwarts; ex-Slytherin
➤ Biografía:
Si habéis venido hasta aquí con la sola idea de meter vuestras narices escuchar la historia de cómo un joven mago familia reconocida, excelentes habilidades y mejor potencial se malogró, se marcó con el símbolo de aquel a quien todo el mundo temía nombrar y se embarcó en algo que -seamos sinceros, pues todos sabemos de lo que hablo-, le quedaba grande, lamento deciros que os habéis equivocado de lugar.
En parte. La historia de Draco Malfoy es algo que encontraréis en cualquier libro de historia moderno, en biografías varias o incluso en alguna novela de escritor amateur. Vuestra es la decisión de creer lo que pone en ellos o no, sólo os diré que la historia siempre es escrita por los vencedores; no todo es blanco o negro, en la medida está la virtud. Lo que aquí vais a encontrar es la historia de un luchador.
En el momento que Narcisa Malfoy tomó a su hijo y esposo para escabullirse de una batalla que estaba ya perdida, Draco se sintió libre de nuevo. El miedo que lo había atenazado desde su conversión en mortífago desapareció y si bien nuevos demonios acudirían en su búsqueda, fue un efímero tiempo de felicidad para él. ¿Cobarde? Sí. Pero por algo el Sombrero Seleccionador no le había puesto en Gryffindor.
Los actos de un adolescente como él no fueron tan castigados como lo pudieran ser los de su padre, pero todos sabemos cómo es la naturaleza humana; los medios no tardaron en cebarse con Draco. Sus actos no podrían salir impunes y eso era algo que con su corta edad ya sabía. Sin embargo, no esperó que fueran a ensañarse tanto.
Ajenos a los males que los rodeaban, fue gracias a su madre Narcissa que es en lo que el tiempo lo ha convertido. Gracias a que aún existían familias de Sangre Puras con opiniones afines a las de Voldemort que no participaron activamente en la Guerra, esta pudo arreglar un matrimonio con la Familia Greengrass, quien vio a bien ofrecer a su hija menor a cambio de compartir patrimonio con quien hasta ahora había sido tan importante familia de magos. Draco apenas la conocía, siendo la hermana menor de una de sus compañeras de Hogwarts y su madre siempre hubiera preferido haber optado por la primogénita, pero su posición familiar no dejaba otra. Gracias a aquel enlace, Draco conseguiría otra serie de beneficios, como un trabajo en el Ministerio, en el Departamento cuya cuñada es a día de hoy la jefa; el Departamento de Misterios. Una vez con la cabeza metida en él, a Draco no le fue difícil ir ascendiendo poco a poco, alejarse de ser un simple inefable, pero su imagen había sido gravemente dañada y de no ser por su familia, quizá jamás habría podido optar a un puesto así.
Y eso fue lo que realmente prevalecía en la vida de Draco Malfoy, su familia, ya que era el único amparo que le quedaba, el único clavo ardiendo al que agarrarse antes de terminar consumido por la dura crítica social y una innumerable cantidad de juicios que aún continúan dándose en el presente.
Tiempo después de su matrimonio, Astoria le dio a su primogénito varón, un bebé rubio creado a su imagen y semejanza. Las malas lenguas no tardaron en decir que aquel niño era obra de magia negra, hijo de Voldemort y mil locuras más, pero la sonrisa de Astoria siempre echaba a la lumbre todas aquellas acusaciones. La mujer, con quien rápidamente había creado lazos afectivos había sido su mayor apoyo, y criar a su hijo junto a ella lo había fortalecido de alguna manera. Volvía a creer que la vida merecía la pena.
Lástima que jamás sintiera amor.
Miles fueron las veces que se obligó a sí mismo a enamorarse de ella, pero nuestro hombre se vio incapaz de ello. Trataba de devolverle todos esos sacrificios que ella había hecho por él en su día, defendiéndole, viéndose humillada por ser quien era, insultada a pesar de no haber tomado parte en la Segunda Guerra Mágica, pero amarla no entraba dentro de aquello. Solo el tiempo hizo que dejara de fustigarse por ello, difrutando de la complicidad, el cariño y, por qué no, la atracción. Aún así, hoy en día ese es un fantasma que lo sigue visitando de vez en cuando.
¿Y qué hubiera pasado si en vez de Astoria se hubiera desposado con Daphne? Probablemente lo mismo, pues la rubia siempre había sido su amiga en el colegio y a pesar de la cantidad de corazones pisoteados a su paso, él jamás había caído. “¿A cuántos te tiraste hoy, Greengrass?” Decía siempre desedeñoso antes de que la chiquilla le contase todos sus logros. Pero siempre le quedaría esa duda. Su jefa hubiera sido su esposa y su esposa, una cuñada que no habría dudado en querer conocer. Pero Draco no podía permitir que aquel pensamiento nublara su mente…
Como tampoco el qué habría sucedido si el anillo de Durmstrang no hubiera llegado a manos de su heredero. Decir que Draco siempre había estado orgulloso de su hijo hubiera sido mentir, pero eso fue algo que jamás lo expresó; no abiertamente, al menos. El que el joven Scorpius se metiera en una burbuja junto al hijo de Potter, aislado de todo lo demás no le hizo ninguna gracia. ¡Él, que era hijo del Principe de Slytherin! ¡De aquel al que incluso una vez tomaron por Heredero de Salazar! El hecho de que una escuela como Durmstrang se fijara en él lo llenó de gozo. No solo podía empezar de cero, sino que podía hacerlo en un sitio en el que no lo juzgarían por los actos de su familia. Y lejos de Lucius, a quien no habían vuelto a visitar.
Esto es todo lo que en mi mano está y puedo contaros. Siento decepcionaros. Hoy en día, Draco Malfoy no es más que un honesto trabajador que espera a que su jornada termine para regresar a casa, contar los días para poder ver a su hijo y desear no haber existido cada vez que una citación del Ministerio lo insta a presentarse ante el Wizengamot.
➤ Descripción psicológica:
Durante su niñez y buena parte de su juventud, Draco fue un chico interesado, insolente y altivo, quizá en parte por haber nacido hijo único de unos padres que lo mimaron desde bien temprano. Los ideales puristas en los que se vio instruído desde temprano bien pudieron contribuír a ese elitismo innato tan característico en él. Siempre quiso ser como su padre, y por eso se marcó como mortífago, hecho que lo cambiaría para siempre.
La presión a la que se vio sometida y el miedo a las represalias que Voldemort pudiera tomar contra su familia de fracasar en su empresa. Pronto comenzaría a desilusionarse en la forma de vida de los Mortífagos y mostrarse dubitativo frente a ella, aunque eso no impidó que participara activamente en la Segunda Guerra Mágica.
Hoy en día, Draco se ve más comedido y prudente, pues la vida le ha dado serios golpes y no quiere que esto afecte a los suyos, aunque su fachada de arrogancia y orgullo es algo de lo que le es difícil desprenderse.
Ambicioso y astuto, Draco siempre fue capaz de deducir las cosas y dar con planes inteligentes con tan sólo poseer una pequeña cantidad de información, rasgos que lo enviaron definitivamente a la casa de las serpientes. Eso es algo de lo que nunca se ha desprendido, como tampoco de sus viperinos comentarios. Verlo siendo adulador y educado no es extraño, pero piensa que quizá es porque espera o piensa esperar algo de ti.
Draco se ve a sí mismo como alguien cobarte, pues muchos son los miedos a los que se ha enfrentado (y se enfrenta) a lo largo de su vida, pero no es algo de lo que se avergüence. Sin embargo, aunque la valentía sea una cualidad de la que reniega, hace falta bastante para proteger a su familia como él lo hace.
➤ Otros datos de interés:
En su Sexto Año, su tía Bellatrix le enseñó Oclumancia. Cuando su sobrina Sia era pequeña, no dudaba en quedarse con ella, pues gracias a esta habilidad era el único con quien podía apagar las voces de su cabeza.
Le gustan las manzanas verdes.
Draco domina varios hechizos no verbales, cosa que conseguiría antes de su Sexto Año, incluyendo maldiciones de bloque.
Posee una varita de 25 cm, de madera de espino con núcleo de pelo de unicornio, razonablemente flexible. Tras el final de la Segunda Guerra Mágica, Harry Potter se la devolvió, reestableciendose el vínculo entre varita y dueño.
Draco iba a asistir al Instituto Durmstrang, pero su madre no quería que se quedara tan lejos de casa. Él sintió lo mismo al recibir Scorpius su anillo, pero se vio incapaz de negarle aquel privilegio.
Trabaja en la Cámara del Tiempo, puerta con puerta a la Sala de Profecías. Aspira a convertirse en Guardián de las mismas, pues tiene miedo de que su antigua conexión con Voldemort haya dejado una para su familia. Hasta ese momento, Draco hace pequeñas incursiones, paseos entre estanterías que tampoco ayudan demasiado a liberar su atormentada mente…
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Normativa
BASICS
- Cualquiera puede rolear con Draco. La única norma es que se adecúe al personaje y a la época. No va a recibir el mismo trato Scorpius que Ronald.
-Intento que no se me vaya el personaje por el TL, pero si ves que se me va la flapa Draco está siendo muy ooc no significa que en mis roles lo sea. Es decir, si me he currado una biografía con su historia y su psicología sería un poco idiota no seguirla en los roles.
-He leído los libros y me he visto las peliculas. No sí si sirve, pero The Cursed Child no existe para mí.
-Igual que no me gusta que manejen las acciones de mi personaje sin ser antes pactadas, no me gusta que me lo hagan. Respeta eso y seremos buenos amigos.
-Esta es una cuenta semi-selectiva. No negaré rol a nadie, pero si no me siento cómoda, bye-bye.
-Dejo claro desde ya que no voy a seguir ningún orden a la hora de responder roles. Suelo hacerlo cronologicamente para no dejarme ninguno pero si un día me da más hype alguno en concreto, voy a responderlo antes que el tuyo. Y yo ya he avisado.
-A menos que diga expresamente que por favor no se retwittee algo, sientete libre de hacerlo.
-Me gusta mucho hacer edits, postear imágenes y taggear a la gente. También me hace ilusión que me mencionen de vuelta..
-Mis DMs están abiertos para todo el mundo. Si no tienes ideas pero aún así te gustaría rolear conmigo, no te asustes y dímelo. Yo pensaré algo si es que no estoy de roles hasta el cuello.
-Si estoy de roles hasta el cuello, te pediré que esperes hasta cerrar alguno. Porque sí: soy de las que cierran roles.
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FORMATO Y TRAMAS
-No tengo una extensión determinada y me adapto, pero de 10 a 20 tweets por respuesta es la media a la que estoy acostumbrada.
-Estoy abierta a todo tipo de tramas, pero sí que me gusta pactarlo bien para que no haya fugas de ningún tipo. En ese sentido soy algo quisquillosa, quizá porque vengo de foro. Leo fichas y me gustaría que también se leyera la mía, que para algo la hacemos.
-Es posible que antes de rolear pacte contigo la relación entre nuestros personajes y la plasme en Relaciones.
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Nota: Me reservo el derecho a cambiar o ampliar las normas.
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