Tumgik
vindaneal · 1 month
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Por huir de la soledad nos encontramos en ella.
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vindaneal · 3 months
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Está acostumbrada al ajetreo paupérrimo del alma en desasosiego. Sin embargo, este día, una sombra oscura se cierne sobre su alma y sabe que, quizás, aún hay un desafío pendiente. Sus dedos temblorosos buscan consuelo en el cajón del escritorio, donde guarda una cajetilla que aún no ha abierto. La melancolía le susurra al oído, pretenciosa, alentándola a probar ese vicio fugaz que otros encuentran como refugio.
Mira los cilindros de papel y tabaco con cierta indecisión. Sabe que eso no resolvería su dilema, pero la voz interna le murmura que, tal vez, el humo puede envolver sus penas y permitirles escapar con él, al menos por un instante. ¿Será esa el ancla del adicto cuando el placebo se vuelve parte de él? ¿La huída fugaz de lo inevitable?
No hay ánimos para preámbulos. El cilindro entre sus labios, un nudo en la garganta. Un pensamiento fugaz que cruza su mente: duda, curiosidad, vacío. Pero no hay resistencia ante la tentación de buscar algo que alivie su pesar. Con la mano tiritante lo enciende y aspira, profundo. Deja que el humo nuevo y desconocido cargue sus pulmones.
El sabor acre y el olor inconfundible del tabaco llenan el aire a su alrededor, las primeras volutas elevándose hacia el techo. Cierra los ojos, la angustia y el humo se fusionan en un escape instantáneo. Breve lapso, parece que en el mundo exterior desvanece el dolor. Pero, pese a su intento, la realidad que la espera a la vuelta de cada bocanada no tarda en notificarse.
El humo no tiene el poder de disipar la verdad, ni de sanar las heridas de su alma. Tiene la angustia en sus iris y la mirada en la ventana. El mundo allá afuera sigue ahí, esperando, acechando, vigilándola desde la oscuridad; renacido fénix de su propia alma. Pero ¿qué pasa con quien quiere permanecer en las cenizas?
* Relato de autoría propia. Derechos reservados.
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vindaneal · 3 months
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La base de palo crujía omniosa sobre las maderas añejas de la proa, cada golpe marcando el paso de un metrónomo implacable. Llevaban meses recorriendo, de punta a punta, desde el mar Adriático hasta el Ligure. La búsqueda seguía sin dar resultados, la comida empezaba a escasear y la imagen monótona de las olas hacía perder el juicio a uno que otro tripulante, valga la ironía de un experto. El cielo gris y opresivo, parecía reflejar la desesperanza que se cernía sobre la tripulación.
El viejo capitán se asomaba ocasionalmente a la barandilla, por costumbre, su mirada fija en el horizonte y su instinto alerta. Su rostro curtido por el sol y las tormentas no mostraba señales de desaliento. Sabía que el momento estaba cerca, que su objetivo se haría realidad, ineludible como la marea. Cada arruga en su cara era un testimonio de su determinación y experiencia, y sus ojos verdes brillaban con una intensidad casi sobrenatural, como si pudieran ver más allá de lo visible.
Aquel día, las aguas estuvieron especialmente agitadas, los oleajes golpeando con furia la embarcación. La rutina parecía la misma: los sonidos habituales de la nave, el crujir de las cuerdas y mástiles, el fígaro maullando hambriento mientras merodeaba cerca de la cocina, los grillos ocultos en las sombras chirriando ocasionalmente, y en la pecera de la cabina, el pez dorado nadando en círculos, ajeno al tumulto exterior.
Sin embargo, poco antes del atardecer, algo cambió. Las olas, antes furiosas, seambiente se tornó silencioso, tenso como una cuerda a punto de romperse. Lo único que se oyó después fue el chillido más horrendo jamás imaginado, un grito que perforó el aire, el sonido más escalofriante en todas las historias de ultramar.
La bestia, herida mortalmente por el disparo certero del capitán, caía lentamente hacia las profundidades del océano, como un barco naufragando en el abismo, su cuerpo desapareciendo en la oscuridad líquida.
–Finalmente, figlio mio... –murmuró el capitán, una mezcla de alivio y tristeza en su voz.
Esa noche, organizaron un gran festín con la poca comida que quedaba, conscientes de que al amanecer regresarían a la costa. Todos felicitaban al capitán, cantando al encerró en su camarote sin decir palabra, su mente inundada por un torrente de recuerdos.
El viejo arrojó las maderas en una esquina, las cubrió con unas telas gastadas y rompió en llanto, sus sollozos resonando en la pequeña habitación... Un año después, finalmente y para siempre.
Esa noche, agotó la botella de whisky que había guardado durante doce meses, el licor quemando su garganta mientras se dejaba caer en su cama. Todo había terminado, un año después. Dibujó una última sonrisa en su rostro ajado antes de entregarse a los brazos de Morfeo, su mente aliviada por el peso de la venganza cumplida.
Pero el capitán no se dio cuenta de que las olas seguían tranquilas, el fígaro seguíacallado, los grillos continuaban en silencio y el pez permanecía inmóvil. Solo se escuchaba crack, crack, crack, el siniestro sonido de las maderas rechinando, clac, clac, clac.
–No te olvides, padre mío –una voz espectral susurró en la oscuridad, y el anciano abrió los ojos, su corazón latiendo desbocado– que no hay venganza que borre una traición.
Intentó levantarse torpemente, pero el mareo se lo impidió. ¿Estaba alucinando? ¿Era un sueño?
–¿Esperabas que nadie se enterara de tu secreto? ¿Que me dejaste morir ahí dentro para silenciarme?
– P-Pinocchio... No... Por favor...
–Adiós, padre. Es hora de recuperar mi corazón.
–¡NO!
Y las olas volvieron a romper, el fígaro volvió a maullar, los grillos comenzaron a cantar y el pez retomó su danza en la pequeña pecera, como si la vida hubiera vuelto a su curso normal.
La fiesta llegaba a su fin, los marineros agotados pero satisfechos, cuando escucharon de nuevo la pata de palo del anciano aproximándose, el sonido reverberando en la quietud de la noche.
–¿Capitán? –dijo uno hacia las sombras, su voz temblando– ¿No iba a dormir? ¿Necesita algo?
Y de la oscuridad se arrojó al suelo un esquelético y putrefacto pedazo de pierna con una bota aún en ella. Los tripulantes, paralizados, observaron entonces, que de las sombras del camarote, clac, clac, clac, se aproximaba lentamente, clac, clac, clac, un pequeño gólem deformado, horripilante, difícil de ver sin querer sucumbir al temor más profundo; de cuyo pecho brotaba a cántaros sangre fresca.
Tum-tum, tum-tum, tum-tum.
–Festejen, muchachos. La bestia ha caído.
*Cuento de autoría propia. Derechos reservados.
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vindaneal · 3 months
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A veces me sorprendo a mí misma en un estado perenne impasible, sereno, calmo. Es ahí donde la peligrosidad escala sin obstáculo. Porque no sabemos si es peor sentir, o no hacerlo.
Me preocupa la tranquilidad ferviente que mantiene el cauce de mis venas, la desconexión repentina de mi sistema límbico, la sequía inmensurable de serotonina que amenaza con arrasar bárbara con el pueblo de mi corazón.
Cuando la estabilidad es efímera, la apatía aparece como amante ocasional que advierte, y aún llega sin avisar. ¿Por qué no siento? ¿Pronto lo haré? ¿Lo calmo es tan fugaz como lo vívido?
Qué sufrimiento llegan a evocar la displicencia y la ausencia en los que tenemos una alta percepción. No hay culpables, no hay conflicto retroalimentado. Sólo un sentimiento intrusivo de aislamiento que desmotiva y demuele en lo que tratamos de comprenderlo.
Para cuando lo logramos, ya es tarde: dejamos de sentir e, irónicamente, es ese el sentimiento más peligroso. Pero no para nosotros.
*Texto de autoría propia. Derechos reservados.
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vindaneal · 3 months
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Sueños y pesadillas: ¿disparadores de creatividad?
¿Qué secretos se esconden detrás de tus sueños más profundos? ¿Qué historias acechan en las sombras de tus pesadillas más perturbadoras? @vindaneal desentraña los misterios detrás de los fragmentos nocturnos que alimentan las páginas de nuestros temores.
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En los abismos de la mente humana existe un reino tan fascinante como perturbador: la ensoñación. Es aquí donde muchos escritores, en especial los de nuestro predilecto género de terror, encuentran su inspiración más macabra.
Para muchos, los sueños son la ventana al subconsciente, un lienzo en blanco donde la mente pinta paisajes surreales e insondables narrativas. En contraste, las pesadillas son el lado oscuro de la experiencia onírica, donde los demonios internos y los miedos más profundos emergen, a veces, para atormentar descansos nocturnos. Pero antes de adentrarnos en ese laberinto, es crucial comprender su naturaleza
Los sueños son experiencias subjetivas que ocurren durante el sueño REM, caracterizados por imágenes, sensaciones y emociones vívidas que a menudo carecen de coherencia lógica. Por otro lado, las pesadillas son sueños que provocan miedo, ansiedad o malestar emocional, y pueden ser el resultado de estrés, traumas pasados o trastornos del sueño. Para algunos escritores de terror, ambos son tesoros, fuentes de inspiración que pueden desencadenar sus historias más inquietantes y los personajes más perturbadores.
Un ejemplo destacado es el prolífico Stephen King, cuyas novelas están impregnadas de imágenes y temas sacados directamente de sus propios sueños y pesadillas. En su libro On Writing (2000), King revela que la idea para El resplandor (1977) surgió de un sueño vívido que tuvo mientras se hospedaba en un hotel abandonado.
Edgar Allan Poe, maestro indiscutible del macabro, encontró en sus propios sueños la chispa que encendió algunas de sus obras más emblemáticas. Su obra El Cuervo (1845) se gestó a partir de un sueño en el que un ave negra repetía incansablemente una única palabra, sembrando la semilla del terror.
Al explorar el uso de los sueños y las pesadillas como disparadores de la creatividad, nos encontramos con un mundo oscuro y fascinante, poblado de imágenes y emociones que desafían la comprensión humana. Estas experiencias nos recuerdan que la mente humana es un vasto y misterioso territorio, lleno de secretos que esperan ser descubiertos y explorados.
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El enigma de los sueños
Pero, ¿qué son realmente los sueños y las pesadillas, y qué papel juegan en la psique humana? Los expertos en el campo de la psicología teorizaron durante siglos sobre su significado y la función: según Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, los sueños son la vía principal a través de la cual el subconsciente se comunica con la mente consciente.
En su obra seminal La interpretación de los sueños (1899), Freud explora las complejas capas de simbolismo que se esconden detrás de cada imagen y escenario onírico, argumentando que los sueños son el reflejo de nuestros deseos más profundos y nuestras ansiedades más arraigadas. Por otro lado, Carl Jung, discípulo de Freud, propuso una visión más amplia de los sueños como ventanas a un inconsciente colectivo compartido por toda la humanidad.
Según Jung, los arquetipos y símbolos que aparecen en nuestros sueños son manifestaciones universales de la psique humana, conectando a cada individuo con la vasta herencia de la historia y la cultura. ¿Cómo pueden los escritores de terror aprovechar este vasto reservorio de imágenes y emociones para dar vida a sus relatos más escalofriantes? La respuesta está en la capacidad para sumergirse en las profundidades de su propia psique y extraer las gemas ocultas que yacen en los abismos de la mente.
Peligros en el sueño profundo
Para muchos escritores, el proceso creativo comienza precisamente en el momento en que cierran los ojos y se sumergen en el mundo surreal. Manteniendo un diario de sueños, algunos lograron capturar la esencia misma del horror que habita en sus noches intranquilas, transformando estas visiones en narrativas que dejaron una marca indeleble en el género de terror.
Pero, como todo buen explorador sabe, los rincones más oscuros de la mente también albergan peligros inimaginables que pueden llevar a los escritores a las fronteras de la locura. Lovecraft, maestro del horror cósmico, experimentó en carne propia los peligros de adentrarse demasiado en estos abismos. Sus relatos son el reflejo de una mente atormentada por visiones que desafiaban toda lógica.
Los sueños y las pesadillas son las puertas que nos llevan a las regiones más oscuras de la mente, donde los monstruos y los demonios acechan en las sombras. Para los escritores de terror, estas experiencias oníricas son tesoros ocultos que aguardan ser descubiertos y explorados, ofreciendo un sinfín de posibilidades para dar vida al horror en todas sus formas y manifestaciones.
Así que, querido lector, la próxima vez que te sumerjas en el mundo de los sueños y las pesadillas, no temas explorar los oscuros rincones de tu propia psique. Quién sabe, tal vez encontrés la inspiración para tu propia obra maestra del terror, esperando ser despertada en las profundidades de la noche.
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