#yo y las coloradas. todo un tema siempre.
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elbiotipo · 1 month ago
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Ann de Harvest Moon Friends of Mineral Town fue mi primer amor, cuando tenía 12 o 13 no me acuerdo tenía el emulador de GBA en la compu y todos los días me despertaba en el juego, iba al gallinero a buscar huevos, los hervía y les regalaba (su comida favorita son los huevos hervidos, no sé, preguntale a ella), todo por ella.
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Apenas sabía inglés pero iba a buscar tutoriales para ver como mejorar los puntos de amistad con ella. Así que no me vengan a decir que Stardew Valley empezó los farming sims.
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jartita-me-teneis · 5 months ago
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MI MADRE DECÍA “EL PAN SE HACE CON LA HARINA QUE UNO TIENE”. HAY QUE AMASAR CON LAS MANOS, CON LOS DEDOS, CON LA MIRADA SIEMPRE SOBRE LA MASA, NO IMPORTA SI ESTAMOS TRISTES O ALEGRES. LA MASA NO DEBE DARSE CUENTA, ELLA TIENE SU ORGULLO.
EL PAN SE AMASA CON AMOR...
MA, NUNCA TE PREGUNTÉ QUE AMASABAS VOS TODAS LAS SEMANAS:
¿ILUSIONES INCUMPLIDAS?
¿SUEÑOS ROTOS?
¿A QUIÉN “ABOLLABAS” O ACARICIABAS EN LA MASA, A TU COMPAÑERO PRESENTE PERO AUSENTE EN ESENCIA?
¿ O A TUS ANSIAS DE MUJER – MAMÁ TAN LLENA DE RESPONSABILIDADES?
¿ O SOLO FUISTE FELIZ CON TUS MANOS EN LA MASA SABIENDO QUE POR LO MENOS TU PROLE COMERÍA PAN ?
...
CUANDO SE HABLA DE AROMAS QUE TRAEN RECUERDOS COMO CAFÉ, LLUVIA SOBRE LA TIERRA, PAN CASERO RECIEN HORNEADO A CADA UNO RESUENA DE DISTINTA MANERA.
EN MI CASO ES EL PAN, EL RECUERDO FUE A MI NIÑEZ... MI MADRE HACÍA NUESTRO PAN UNA VEZ POR SEMANA Y YO ERA LA AYUDANTE. TENÍAMOS UN ENORME FUENTÓN DE CHAPA Y EN ÉL SE HACIA EL AMASIJO.
ÉRAMOS FAMILIA NUMEROSA, 7 HERMANOS. PADRE Y MADRE , POR LO TANTO UNA GRAN CANTIDAD DE HARINA , AGUA TIBIA CON SAL, ALGO DE LEVADURA Y MUCHO MAS NO SE , ERA BASTANTE CHICA PUEDO CALCULAR 10 AÑOS NO MUCHO MAS.
LUEGO VENÍA LA PARTE DIVERTIDA PARA MI, MI MAMÁ ME DECÍA QUE HABÍA QUE "CASTIGAR" LA MASA, ASÍ QUE NUESTROS PUÑOS IBAN Y VENÍAN ABOLLANDO LA MISMA.
LUEGO CUANDO YA ESTABA LISITA Y TIBIA HABÍA QUE CORTARLA TODA EN PEDACITOS Y ARROJARLOS CON FUERZA CONTRA UN COSTADO DEL FUENTÓN, VOLVER A UNIRLA Y ASÍ UNA Y OTRA VEZ.
CUANDO ESTO TERMINABA TENÍA QUE DESCANSAR, LA MASA Y NOSOTRAS, QUE QUEDABAMOS TAN ABOLLADAS COMO ELLA.
SE TAPABA CON UN BLANCO MANTEL Y A ESPERAR...
MIENTRAS TANTO ENCENDÍA EL FUEGO DENTRO DEL HORNO DE BARRO PREVIA JUNTADA DE RAMITAS Y ALGÚN QUE OTRO TRONCO. MI VIEJA ERA DE BUENA MADERA, HOY SE DIRÍA EMPODERADA.
PARA SABER CUANDO EL HORNO ESTABA LISTO, ELLA LIMPIABA UN PEQUEÑO ESPACIO Y EN FORMA DE LLUVIA ARROJABA UN PUÑADITO DE HARINA, SI SE DORABA RÁPIDO EL HORNO ESTABA LISTO. HORNO DE BARRO, BRASA ARDIENTE, QUE QUEMABA LAS MANOS Y LA FRENTE.
Mi vieja era una genia, yo la miraba y siempre me asombraba su conocimiento del tema , hundía su dedo índice en la masa y según esta respondiera a la presión del dedo decía; Listo, ya está, o todavía le falta un poco.
Cuando estaba lista venía el armado de panes, algunos más grandes, otros más chicos, se separaba la masa en trozos y comenzaba el armado artesanal de los panes, estirar y volver, estirar y volver y así iban quedando perfectos.
Recuerdo una pala de madera, chata, sin bordes y con un largo mango para no quemarse.
Ahí sí yo no podía colaborar, hacía todo mi madre, yo la miraba, su hermosa cara se ponía colorada y sudorosa, se la notaba cansada pero nada decía. Ella era cocinera en un Sanatorio de nuestro pueblo y como la necesidad era mucha, aceptaba todo lo que le ofrecían, de mucama, lavandera, horas extras y así, seguía sumando cansancio tras cansancio.
El Sanatorio quedaba bastante lejos de nuestra casa, yo la acompañaba y ella se las arreglaba para darme algo para comer en sándwich, a escondidas claro. Las sobras que venían en los platos iban a parar a un balde, lo llevábamos y era para alimentar a las gallinas.
Casi todas las tareas del hogar estaban a su cargo, pero hoy es solo para contarles del Pan Casero.
Era una mujer muy hermosa, la gente decía que las seis hijas mujeres no igualábamos su belleza (y éramos todas lindas) y no es presunción. Les cuento, el primer día de horneado el pan era una delicia, también el segundo día, luego se seguía comiendo pero ya no tenía ni el sabor y aroma que tanto nos gustaba.
Mi vieja era una gran trabajadora. También era mandona, de mano rápida para el chirlo y matriarcal, creo que no le quedaba otra, por estar muchas horas fuera de casa y porque la “tribu” era grande.
Así como reconozco a mi padre Rafael, en el sabor de las tiernas habas de su quinta, identifico a mi mamá Julia en el dulce aroma del Pan Fresco...
Escrito por Elida Calatrava, Argentina.
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lordofcindersai · 10 months ago
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siento ahora mismo una algarabía que no sé como aquietarla, confuso. Melancólica desesperada por encontrar algo mas allá todavía. Actitudes infantiles por ambas partes, tengo miedo de que todo termine así; ''tenemos que hablar'' dirá, y mi corazón cabrá en poco menos que mi puño. A lo mejor nunca hablemos, siempre ese también será un miedo latente, quizá lo que mas tema desde siempre.. No hablar, un día estamos peleados, y no volvemos a hablar. Entonces me escribirá sin pensamiento previo un mensaje, claro está que este no lo leería sino hasta el despertar del día siguiente, o cuando volviese del trabajo, después de bañarme, al acabar una siesta, o esperando simplemente algo más.. Y mi corazón daría un vuelco, y no señores. Creo que en las manos del médico correcto podría volver de la muerte incluso con ese aparato brillante de la ciencia llamado ''desfibrilador''. Pero de eso.. oh no, eso me mataría en vida. Ahora mismo no creo recuperarme jamás de algo así, en simples palabras, es el amor de mi vida. No sé tanto si yo de la suya. Tengo miedo. Voy a ser sincero, ¿está mal ella? no. Me cortaría un brazo si llegase a pensar así, no habría persona mas tonta en la faz de la tierra si esta situación se plantease y por egocentrismo o falta de culpabilidad no admitiera sus errores. Y yo, yo tengo miles, olvido fechas importantes, me quedo dormido cuando tenemos tiempo para nosotros y cuando no a veces también, sobre pienso, ¿no es solo ella sabes? yo también llego a sobre pensar en demasiadas ocasiones, no sé ahora si lo veo como madurez o estupidez no reflejarlas activamente y demostrarme como si fuera la persona menos insegura sobre su relación, pero cuando uno ama.. ¿es normal no? a pesar de todo, siempre existirá el miedo de que quiten una parte de ti. Hablo abrupto, soy torpe en mi manera de ser, no todo el tiempo, pero si gran parte de esta, no sé si es cosa de ''confianza'' pero siempre me dije a mi mismo que tengo que dejar de ser un poco así.. Mis bromas.. oh ellas, gran mentira sería decir que no me arrepiento de actuar así, creo con firmeza que es una de las principales fuentes de vergüenza; indescriptible, irreparable, sube como una montaña rusa y me pone toda la cara colorada, llena de culpa y odio hacia mi persona, cuando la veo molesta por alguna de ellas, es irremediable no sentirme así, es de las peores cosas que tengo. Estuve tan centrado en mis problemas que me olvidé los de ella, ahora podría excusarme diciendo: ''el tiempo es importante'' y sí, es verdad, lo es, no voy a negar lo que está ahí, pero también lo es el romanticismo, la elocuencia, el infantilismo, la sexualidad y la completa comunicación, cosas de las que carezco. Entonces, es entendible, esto no lo hago para demostrar nada, no escribo tampoco para desquitarme por sobre ella sobreponiendo mi sobre pensar a costa de la relación dejándola como si algo mal también hiciese. Mucho menos vengo en son de melancolía del desamor. Es sincerarme, quizá como nunca lo hice, exponer mis actitudes, mis malos tratos, mi falta de visión por creer ver, cuando ver no es un romántico con una rosa, ni un muchacho con cartas bonitas, ver es preocuparse constantemente. Preguntar con la facilidad introspectiva del que habla con uno mismo, afinar sus palabras hasta que suenen como seda en un colchón de plumas. Ver es no olvidarse fechas importantes, porque da igual que tanto quieras, o que tan romántico seas si eso no sale de manera natural, si dos números no pueden hacer mella en tus recuerdos y quedarse intactos. Ver es hacer lo que sea necesario si de un pensamiento intrusivo y celoso se pasa en sus cabezas. Ver es respirar en tu comodidad, respirar en tu cólera, y que tu suaves palabras reflejen el amor del que ama sin avisar. Y ya no sé como acabar todo esto, pero mi corazón hoy se sinceró. Me hubiese gustado mejorar mis palabras, encontrar la más correcta, pero hoy mis pensamientos son un rompecabezas, necesito descansar.
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loveiiaz · 4 months ago
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' lo que más me emocionaba era el otoño, el pueblo está lleno de tantos árboles que seguro cobrarán los colores más increíbles. ' algunos ya estaban comenzando y la promesa de recolectar hojas para jugar con ellas era algo que tenía emocionado a eli y a ella también. ' todo esto es nuevo para mi, ¿sabes? pasé mi vida en portland y después en nueva york, este tipo de escenarios no era algo que acostumbrara ... ' la calidez que traía el pueblo, la calma que se sentía entre las calles. los párpados caen con curiosidad, observando al contrario. una parte de ella piensa pensar en cuáles son esas otras razones pero la otra, la más razonal, prefiere no entrometerse en un tema que tal vez no es de su incumbencia. de momento prefiere quedarse con la duda. la cuestión toma por sorpresa, provocando que el aire se le atore en el pecho y, tras unos segundos, suspire. ' insegura ' no lo medita, es la primer palabra que brota de sus labios como un acto de reflejo. ' la adolescencia es un momento muy frágil en la vida de una persona. te sientes perdido, tratando de navegar para poder encontrar tu identidad. qué te gusta, qué no te gusta ... ' y ese siempre había sido el problema, tratar de separar lo que ella era y lo que los demás esperaban que fuera. sería una mentira decir que nunca se había sentido tan desorientada como lo hizo a los catorce, pero ahí está, a punto de alcanzar los treinta sin rumbo alguno. ' ¿tú también te sentías así? ' ladea su rostro, mirándolo. era curioso, un tanto chistoso incluso tratar de imaginarse una versión adolescente del hombre a su lado. las risitas de eli y jangmi le hacen quitar su atención de yonggun, sonriendo de inmediato ante la imagen de un eli con las mejillas completamente coloradas tratando de alcanzar a jangmi. ese niño la adoraba. la voz del mayor la regresa a la realidad, haciéndole parpadear en repetidas ocasiones y, posteriormente negar lentamente. ' solo somos rory ' la madre de eli ' él y yo. ' no hay una figura paterna, nunca la ha habido pues apenas lorelai se enteró que estaba embarazada él huyó, deshaciéndose de responsabilidades, deslindándose de un niño al que no conoció y tampoco le dio su apellido. ' trabaja en el hospital y cuando ella tiene guardia eli se queda conmigo. ' explica. es casi un acuerdo que, sin estar firmado, se sigue al pie de la letra. ' rory me recuerda a jangmi, ¿sabes? ' su forma tan decidida, esa seguridad que sin duda eli le ha heredado. ' ella me convenció de venir a safe haven después de que me divorcié — y entre eli y rory hicieron que me quedara. ' rie bajito. ' un día de estos te la presentaré. '
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‘ escuché que es el lugar favorito de sus nietos, lo comprendo a la perfección ’ a él también le hubiera gustado crecer entre espacios más verdes, en lugar del hormigón y los rascacielos de la ciudad. ‘ mi vecindario tiene bastantes zonas verdes, tenemos un pequeño jardín ’ esa está siendo su parte favorita de vivir ahí, la oportunidad de sumirse en el confort de sus ya adoradas plantas. ‘ le encantará ir con eli y contigo, me temo que ganaron una guía privada ’ si lo cuenta con un poquito de gracia es porque ya puede imaginársela liderando el camino para evitar que se pierdan. 
‘ aquello quedó en el olvido, ahora tiene causas mayores ’ en esa época, jangmi pareciera esforzarse por siempre una razón por la que enfadarse y, si bien lo está achacando a la edad, no puede evitar pensar en sus propias decisiones. prefiere no dar más detalle al respecto, así que suspira. 
en silencio presta atención a las palabras de theia, el ánimo y la nostalgia por partes iguales … yonggun también hubiera querido ser más como jangmi, el verse reprimido le convirtió en una bomba de tiempo que explotó con los años. ‘ gracias ’ escuchar comentarios de tal índole le llenan de orgullo, se siente cálido en el pecho, todo lo que quería para ella era precisamente eso, fortaleza, determinación e independencia. ‘ ¿cómo eras tú? ’ se toma la osadía de cuestionar en un ánimo por descubrir un poco más allá del entorno en el que suelen encontrarse. ¿está haciendo bien? ¿es un error?
escucha la voz de jangmi en la lejanía, le invita a revisar cómo se encuentra y sigue repleta de energía, correteando junto a eli como si no se les fuese a acabar jamás el combustible. al niño siempre lo ha visto junto a theia y, a cada oportunidad, ha emergido una duda que, por el mismo ímpetu que la anterior, termina por hacerse vocal: ‘ ¿los papás de eli también vinieron contigo? ’
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efford13 · 1 year ago
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¿Los padres realmente saben educar?
El cuidado de los niños pequeños es un tema muy controversial, puesto que la enseñanza como tal es ambigua, no existe una fórmula perfecta para la realización de la misma, sin embargo, hay ciertos patrones que considero inaceptables e incluso podrían considerarse tóxicos.
Para ser concretos en este texto voy a centrarme en el apartado del control que ejercen los padres sobre los hijos.
Para no andarme con rodeos ni mencionar a nadie externo, expongo el ejemplo de mi infancia y ya de paso me desahogo un poco.
➤ Comencemos por el tema de la vestimenta. Desde pequeña siempre me forzaron a usar ropa que no me agradaba y que incluso me hacía sentir mal. Yo soy una persona muy calurosa, sin embargo, mi madre es un tanto friolera y me forzaba a utilizar mucha ropa: camiseta interior, cuellos altos, chaquetones, bufandas... al final acababa llegando a casa colorada como un tomate y sudando, si me quitaba algo, aunque le dijera que era porque tenía calor, ella me lo recriminaba utilizando el pretexto de que si ella tenía frío todos debíamos de tenerlo.
Aparte estaba el tema de que la ropa en sí no me agradaba, yo odiaba el color rosa, pero toda la ropa que me compraban era de ese color. Por si fuese poco, la ropa que utilizaba estaba fuera de moda, era fea y cara, en el colegio siempre se burlaban de mí por ello, por mucho que insistiese en que no me gustaba vestir así o en que el resto no lo hacía, siempre tenía que hacerlo, no me dejaban explicarme, no era un tema rebatible, su palabra era la ley. Si vivía en su casa tenía que acatar sus normas. Actualmente siguen criticando mi aspecto, aún con 23 años, tanto mi color de pelo como la ropa en sí. No puedo utilizar tops cortos en su presencia porque les molesta que salga a la calle y que se me puedan ver las estrías en la barriga y que la gente hable mal de mí por ello.
➤Luego estaba el tema de la intimidad. Comprendo que a todos nos cuesta saber cuando una persona es lo suficientemente responsable como para poder tener sus momentos totalmente a solas en un cuarto, pero no me parece normal que hasta los 19 años no pudiese quedarme en mi cuarto tranquila. Literalmente no podía ni cerrar mi puerta mientras dormía, cosa que especialmente me desagradaba, puesto que dormir sabiendo que en cualquier momento alguien podía pasar por el pasillo y observarme... era un tanto extraño por llamarlo de algún modo, en verano siempre tenía que taparme con una sábana y poner el ventilador a la vez, para tener la seguridad de que no se me viese nada, ah y llevarme el tlf al cuarto? eso ni soñarlo. y actualmente siguen sin ver nada extraño en ello, cada vez que vuelvo al pueblo siguen aporreando mi puerta para que responda al instante o para entrometerse en lo que estoy haciendo, porque les aterra que me quede sola con el internet, como si yo no tuviese ya suficiente criterio como para saber lo que hago y sus respectivas consecuencias.
Por no hablar de que no podía tener ni una libreta para escribir mis cosas sin que después acabasen leyéndola y preguntándome / regañándome por lo que había puesto en si, ni siquiera si era algo que simplemente había pensado. Prejuzgaban y me intentaban controlar hasta en cosas tan simples como en haber escrito un mero chiste que me hizo gracia, sólamente porque era un poco subido de tono, que era normal para la edad que tenía (14-15 años) y que era privado (estaba en mi diario).
➤Por otro lado, estaba el tema de la sobreprotección. Les asustaba absolutamente todo. Por poner un ejemplo: solía ir al huerto con mi padre y mientras él charlaba con sus amigos o hacía tareas, yo me iba con los animales, más concretamente, con unos gatitos. Pues un día, uno de ellos me acabó haciendo un pequeño arañazo en el brazo, no era gran cosa, sin embargo cuando lo conté, me prohibieron ir más al huerto. Tardé varios meses en convencerlos para que me dejasen ir de nuevo. Algo similar me ocurrió mientras cogía la bici, me caí y me destrocé la rodilla, tras verme, me quitaron la bici casi por un año entero.
El ejemplo más característico es el del internet, les asustaba tanto que sólo podía utilizarlo una hora al día y era para hacer las tareas de clase (14 años), de hecho compraron un módem en específico que sólamente tenía internet de 4 a 5 de la tarde y que no tenía apenas cobertura, era completamente ridículo, teníamos que colgarlo en la ventana para que pillase señal y así poder usarlo. Siempre que lo encendían se quedaban sentados al lado mía para ver dónde me metía y que es lo que buscaba exactamente. Y si lo utilizaba para escribirle a alguien por el móvil era insufrible, preguntaban absolutamente todo, por lo que al final ninguna amiga acababa confiando en mí para contarme las cosas. Hoy en día, sigue asustándoles este tema y siguen incordiando con ello. A pesar de que soy mayor de edad y de que les he dejado claro que se trata de algo personal siguen intentando coger mi tlf cuando no estoy y que habrían cotilleado más de una vez, de no ser porque tengo contraseña. (cosa por la que siempre me llevo una reprimenda- "¿qué tienes que esconder?").
Bueno y no hablemos de que me acompañaban a todos lados, incluyendo los cumpleaños de mis amigas, cuando los demás padres no iban (sólo los que celebraban la fiesta en cuestión estaban presentes), para al final acabar observando todo lo que digo y hago y limitarme lo que podía hacer. Recuerdo un cumpleaños en el que todos los niños fueron a dar un paseo por una zona cercana a la casa y como a mi me obligaron a quedarme sentada en una silla mientras todos se iban. (Para aclarar, no vivo en una zona que pueda considerarse peligrosa, sino justo lo contrario, es de lo más tranquila). Y ni hablemos sobre quedarme a dormir en una pijamada, no fue hasta los 16 que logré quedarme por primera vez y fue gracias a que un familiar enfermó y no podía quedarse ninguno de ellos en casa conmigo, porque SORPRESA, no me dejaban sola en casa, vaya a ser que me pasase algo. Y salir sola con amigos? eso ni pensarlo, recuerdo que venían detrás mía en fiestas como Halloween para ver que es lo que hacíamos, hasta los 16-17 no pude hacerlo y siempre con grandes limitaciones, tales como saber exactamente con quienes iba (tenían que ver quienes eran y que me acompañasen tanto a la ida como a la vuelta, TOD@S), que hacía en cada momento, que comía, cuando empezaba o acababa de comer y con una hora límite muy temprana, las 00:00 y nada de ir a sitios con grandes multitudes si ellos no iban, tales como las ferias, aunque fuésemos solo a subirnos a las atracciones. Y por si fuese poco, te ponían mala cara y si oían algo que había hecho o dicho (de boca de otra persona) ale castigada, cuando eran cosas relativamente normales para la edad, como.. haber tenido que ir a recoger a una persona a x zona, pero no mencionar que fuiste porque se te olvidó.
➤Pero lo peor de todo es el tema de la confianza. Siempre anteponían lo que el resto pensaba o decía sobre lo que yo contaba, si existía una versión distinta a la mía esa es la verídica, porque claro, la visión que tiene el resto sobre ti o sobre tu hija es más importante que lo que ella siente. Llegando al punto de elegir ellos mismos que amistades me convenían y cuales no. Tuve que dejar a mis amigos sólo porque prefirieron escuchar las palabras de una chica a las mías y forzándome a estar con otras personas que no me caían bien, ah pero claro, podían saber que es lo que yo hacía en clase porque ellas se lo contaban todo.
Bueno, pero volviendo a la cuestión principal, el tema del control-libertad, sinceramente no sé que punto intermedio sería aconsejable para tener una relación sana entre padres e hijos y que a su vez pueda servir para educar a los mismos pero sin limitar sus derechos o sus intimidades, pero si que me parece que este nivel de sobreprotección es excesivo y tóxico, puesto que en ningún momento se valora la opinión de la persona en cuestión, muchos de estos problemas se podrían haber solucionado hablando. Comprendo que es difícil separarse de los hijos mientras están creciendo o aceptar que han madurado y que necesitan un espacio para ellos mismos, pero lo que no veo correcto es que pretendan que actúen como ellos lo harían aún admitiendo que no somos iguales. Cada persona puede tener un motivo diferente para comportarse de x forma y no por ello, tienen que juzgarlo u obligarlo a cambiar. Hay veces en las que los niños suelen comportarse de manera cabezota y que si viene bien poner algunos límites, siempre y cuando sean razonables, pero antes de hacerlo sin que el niño sepa el porqué, vendría bien explicarles la situación y demostrar que los padres son personas en quienes pueden confiar para que de una forma más sana, los hijos acudan a ellos cuando tengan un problema, en lugar de pretender saber todo cuanto les ocurre limitando su privacidad en un intento obsesivo por controlar su bienestar.
¿Vosotros cómo lo veis? ¿Creéis que fueron acertadas las medidas que tomaron? ¿Propondríais otra solución diferente?
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darkmagicianofchaos44 · 4 years ago
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Mis comienzos con mi padrastro
Relato aquí mis comienzos con mi padrastro y como fui soltándome poco a poco hasta llegar a ser suya.
Hace mucho calor. Estoy agobiada de calor del trabajo, de los estudios, de la mascarilla, de la situación, de mi familia y de todo.
Pienso que voy a perder la cabeza si sigo encerrada en mi misma, dandole vueltas a este puzle que es mi cerebro.
¿Mis amigos, dices? ¿Qué amigos? De eso no tengo. Solo son conocidos cuyos intereses coinciden con los mios. A veces me usan y a veces los uso.
¿Pareja? No me hagas reir... Quién va a querer esta con esta loca del coño que soy yo. Pero... ¡Ya estoy otra vez! Me encanta compadecerme de mi misma.
Muchos querrian. - "¡Tampoco soy un monstruo! "-me grita al oido mi pequeño ego con voz de Oompa Loompa. Me intenta explicar que a pesar de tener un cuerpo blanco como la leche, espigado y huesudo como la rama de un arbol, y con éste cabello ralo y horroroso (que siempre parece grasiento a pesar de estar limpio), me ha premiado Dios (como premio de consolación) con estos pequeños pero supersensibles pezones oscuros, que coronan estas tambien par de pequeñas tetillas de cabra loca. Tambien se me ha concedido un buen culo (blanco, por supuesto. A juego con el resto de mi cuerpo), y una vagina jugosa, capaz de arruinar una docena de bragas en un solo día con todo este flujo que suelto.
Con tantos "dones" Dios no tuvo otra opción que completar mis dotes con una miopia superior, corregida solo con mis enormes gafas de pasta negra. Todo un hándicap para repeler buenos partidos y atraer solo a nerds... a frikis pasados de rosca.
Supongo que será por eso por lo que a mis veintidós años recien cumplidos mis unicos encuentros sexuales hayan sido con mis expertos dedos, y eventualmente con el calentón de mi padrastro.
Pero... vayamos por partes. Hoy comenzaré a contar mis inicios en el sexo, cuando era solo una mocosa orgullosa y peluda.
No hacia mucho que me habia venido la regla por vez primera cuando apareció él. Era todo lo contrario a mi padre biológico. Un chulito de playa, enano, deportista y con aspiraciones de monologuista del club de la comedia.
Le odié por todo lo que significaba. El divorcio de mis padres, la lejania de mi madre hacia nosotros, y nuestra soledad (¿He dicho que tambien tengo un hermano menor?), aparcados con nuestros abuelos en la vieja casa de campo familiar.
Precisamente fue en esa casa donde descubrí el fascinante mundo de la masturbación. Y ocurrió como la solemos descubrir muchas, rozandonos con cualquier cosa que nos regalara un puntito de placer. La cosa en cuestión fue y siempre ha sido un antiguo tocador de baño que aun conservamos en el baño de esa casa. Cabalgar sus bordes redondeados desde que era casi una niña me ha regalado infinitas tardes de ocio y disfrute.
En esa misma casa, a la edad de dieciseis años y tras una sesion a solas con el mueble de los deseos (asi lo llamaba yo, y aún lo llamo) fue cuando ocurrió mi primer acercamiento como mujer a mi padrastro, y esa misma noche el avistamiento ofni (objeto fálico no identificado).
Supongo que fue al verme recien corrida, colorada como un tomate, o por otra cosa, no lo sé. El caso es que discutí por mi madre por algo... No lo recuerdo bien. Seguro que una tonteria.
Me fui indignada y con ganas de llamar a mi padre biológico para desahogarme usandolo de via de escape. Así lo hice, y el muy capullo hizo como ha hecho siempre: pasar de mi cara con algun pretexto. Recuerdo que en un ataque de ira lancé el teléfono a una de las huertas cercanas que rodeaban la hacienda.
Maldiciendo como una vieja bajé a toda prisa apartando los matorrales en busca del aparato perdido. Recuerdo que las tomateras estaban plagadas de mosquitos que esa tarde se dieron un festín conmigo.
No lo encontré, y la impotencia de haberlo perdido sumado a la pelea con mi madre y el cargo de conciencia que me provocaba el simple hecho de masturbarme (... era imbecil... Lo sé. ), me deshizo en un mar de lágrimas alli mismo.
Y llegó él, mi salvador. No portaba una capa roja ni era perfecto en todos sus aspectos, pero era lo que yo necesitaba. Me saco de aquel lodazal en volandas (recuerdo que perdi una zapatilla), encontró mi movil y me acompaño a hacer las paces ante mi orgullosa madre.
Yo siempre he sido muy reservada y, porqué no decirlo, un tanto estúpida con la gente que me hace favores. Por eso, cuando ya me duche y una vez preparada para irnos al piso, pasé de hablar con mi salvador y me mostré todo lo esquiva que pude . Mi enrevesado mundo interior lleno de contradicciones me impedía acudir de nuevo a él para nada. Quizás pensaba que había abusado de su confianza y ésta debia recargarse, o alguna idiotez así. El caso es que, tras despedirnos de los abuelos, mi padrastro nos llevó a todos de regreso a casa.
Lo bueno es que esa experiencia me hizo cambiar el concepto que tenía de él. Ya no lo veía como un culpable de la ruptura de mi antigua familia. Ahora lo veía como el tio que le metia el pene a mi madre; un hombre interesante y por descubrir. Y esa misma noche, tal y como he dicho antes, descubri su polla.
Podeis imaginar la sorpresa que me llevé al entrar al cuarto de baño y sorprenderle con ese miembro en la mano. Él también se sorprendió. Había olvidado correr el pestillo y cerrar la puerta. Pero la sorpresa no le impidió terminar de darle tres o cuatro sacudidas más a ese miembro suyo granate y palpitante.
-¡Qué quieres! - exclamó - No soy de piedra. Y llevarte antes en brazos me ha puesto muy caliente.
Permanecí expectante, absorta mientras mi padrastro terminaba de darse una paja delante de mis morros, y a mi salud. Hubiese querido que terminara, ver como salía su semen (con esa edad era mojigata pero no tonta. Sabía lo que era el semen y sentía curiosidad por los mecanismos de extracción), pero el tio no terminó. Supongo que la verguenza de tenerme delante pudo con él. Se guardó su cosa y salió de alli como si tal cosa, dejándome traumatizada y con las braguitas empapadas.
Ese fue el declive de nuestra relación como adulto y tonta adolescente, y el resurgir de una nueva como hombre y mujer hecha y derecha.
Ambos pasamos los siguientes años como un juego. Con un tira y afloja de tensiones y comentarios sexuales y acercamientos hasta el límite de la ley.
Llegada a mi mayoría de edad lo que antes esquivaba ahora lo buscaba. Le permitia ayudarme con los temas de clase, accedí a ser su alumna en el desesperante tema de la conducción (llevaba ya varios intentos fallidos en lo de sacarme el carnet de conducir). Incluso, de manera inconsciente, solia buscar momentos para estar a solas con él. Jugabamos juntos a video juegos. Era un gran experto y solia terminar pronto con esta mediocre jugadora a la que los juegos le interesaban por el contexto de quedar a solas con él. El cine era diferente. Teniamos gustos comunes y comenzamos a aficionarnos a ver ciclos completos de directores clásicos. Algunas sesiones eran soporiferas y solia quedarme durmiendo. Y más aún con sus masajes, los mismos que regalaba a mi madre cuando compartían sofa. Su catalogo era muy extenso. Sabia hacer masajes descontracturantes, relajantes, de estimulo de la circulación, pero sobretodo, los más placenteros eran los de aceite. Te embadurnaba el cuerpo y masajeaba suavemente sin dejar ni un milimetro de piel sin acariciar (siempre respetando el terreno prohibido). Aunque yo me moria porque rompiera ese veto y algun dia sobrepasara ese límite autoimpuesto.
Ni qué decir tiene que a la vez que yo iba descubriendo un nuevo mundo con mi padrastro, mi madre cada vez desconfiaba más de nosotros. Era evidente, ahora que miro atras. Miradas, sonrisas y complicidad... Lo mismo que ellos compartian antes, ahora era yo la receptora.
Poco a poco fui notando como cambiaba su comportamiento hacia nosotros. Se mostraba celosa de los mimos y deferencias de mi padrastro hacia mi. Era normal. A veces hasta yo misma veía que nuestro comportamiento sobrepasaba el que se le supone a un padre y una hija.
Un dia ese veto autoimpuesto se rompio de manera accidental... (creo...). El taponcito del aceite de masaje se cayó sobre mis hombros y buena parte del contenido se desparramó sobre mi cuerpo. Quise levantarme para limpiar el estropicio, pero mi padrastro me detuvo.
- Tranquila. Aqui no se desperdicia nada - me dijo sentado tras mi espalda.
Y asi lo hizo. Comenzó a meterme mano sobre la zona en busca del aceite derramado. Al principio frotes energicos y amplios, pero al ver mi conformismo empezo a centrarse cada vez mas en suaves pasadas sobre mis pechos, contorneando su forma y terminando en espiral en la punta de mis pezones.
No hay que explicar el terrible calentón que desarrollé alli mismo.
Recuerdo que estabamos viendo la pelicula "origen". Y le vino al pelo para decirme desde atras al oído:
- ¿sabes si esto es un sueño?
- Espero que si... - le respondi dejando caer mi espalda en su pecho e intentando disimular mi respiración revolucionada.
Estaba ya apunto de correrme de manera bestial cuando mi culpable conciencia se intento imponer.
- Vale... Creo que esto es mala idea... - le dije sonriendo de manera incomoda.
Él no aguantó la situación ni un momento más, y sacó su mano del interior de mi sujetador, dejandome a tres frotes más de un orgasmo "imparable".
Tan imparable que me corri sin poder evitarlo.
- ¿has llegado al orgasmo? - me dijo sin cortarse.
- Eso no se le pregunta a una señorita - respondi de manera estupida sin saber gestionar aquella situación.
Estaba apoyada contra mi padrastro, con las bragas empapadas y el sujetador colgando. E intentando mantener el tipo ante mi madre y mi hermano que llegaron en ese momento de la compra.
- ¿Que haciais? - preguntó.
- Una peli - le contesto él de manera escueta.
Apuesto lo que sea a que se dio cuenta de lo que habia pasado. Una mirada al espejo del salón me descubrió que estaba aun resoplando y colorada como un tomate.
Aunque no dijo nada. Se fue a la cocina dejandonos alli mientras me intentaba recuperar.
Ese fue el comienzo de nuestras calenturientas citas cinefilas. Siempre con roces... Ya no concebía ver una película sin que me metiera mano a las "boobies". A veces terminaba en orgasmo y otras veces no, pero siempre empapaba las bragas. Era algo habitual y muy, muy, muy placentero.
Aunque el sentimiento de culpa rondaba a todas horas mi cabeza sin dejarme pensar con claridad.
Un dia se lo llegué a insinuar a una amiga. Necesitaba consejo de alguien y no se me ocurrió nadie más apropiado que Ana Maria. Ella, con también 19 años como yo ya había pasado por trece relaciones, y conocia de sobra los entresijos del sexo y saber llevar a los tios. Sorprendentemente no se escandalizó. Me dijo lo que yo ya pensaba. Si no hacemos daño a nadie... ¿Qué problema hay? Mientras mi madre no se entere no habrá motivo para dejarlo.
Pero la culpa me corroía.
Una noche tras un orgasmo bestial le mostré mi flujo.
- Mira... Las cataratas del Niagara.
Él sonrió y con actitud picaresca se ofreció a tocarme ahí abajo.
Accedí, y esa fue la vez primera que un hombre me tocaba. Recuerdo que masajeo mis labios mayores y menores sofondo el fuego del anterior orgasmo, y me metió un dedo (mi primer dedo masculino).
-Me pones muy caliente nena - me dijo -. Tengo la polla a punto de reventar.
- ¿Te haces pajas cuando terminas conmigo? - quise saber, y él me dijo que si con la cabeza.
- Si quieres yo puedo aprender a hacertelas - me ofrecí-, No tiene que ser muy dificil.
- Me encantaría - exclamó mientras que llevaba mi mano hasta el bulto de su pantalón (mi primer tocamiento a un tio)-.Me encantaría que me tocaras, que te la metieras en la boca, comerte yo a ti el coño, follarte como un loco. Hacer que te corras de mil maneras diferentes. Me pones a mil. Pero debemos tener cuidado.
Yo accedi asintiendo con la cabeza. Y ahí terminó la conversación. Cuando mi madre entró al salón y se sento entre nosotros.
- Déjame a mi marido, abusadora - me dijo supuestamente de broma apartandome de mi amante-, y entonces comenzó a narrarle sus peleas en el trabajo y sus movidas. A aburrirle... Estaba claro.
De refilón observé a mi padrastro y comprobé con gusto como su erección habia desaparecido. De forma malvada me sentí bien por eso.
No pasó mucho tiempo hasta que volvimos a quedarnos solos. Esta vez en el coche.
Volviamos a casa y yo tenía los animos por los suelos. Habia suspendido el examen de conducir. No sé que me había pasado, quizás me puse nerviosa.
Estábamos llegando ya cuando le dije... No... casi le ordené, a mi padrastro que parara el coche.
- Tienes que enseñarme a llevar el coche. No soporto las clases en la autoescuela, y no voy a dar ninguna más. Iré al examen con lo que tú me enseñes.
Mi padrastro accedió y circulamos por los campos que rodean nuestra casa durante más de una hora. Tras aparcar por undécima vez le pregunté si estaba cansado, y me contestó que no, pero que ya se estaba haciendo tarde para nuestra sesión de cine.
- Podemos tenerla aquí -. Le sugerí. Estabamos en mitad de la nada. Con solo unas fabricas de fertilizantes a ambos lados. Y no parecia haber nadie por los alrededores.
Fue entonces, tras hacerme un hueco, tal y como siempre en su regazo, cuando se abrió los botones de sus pantalones y sacó su encarnada cosa. A solo unos centímetros de mis boca.
- ¿Es una invitación? - le pregunte con malicia.
- Haz lo que quieras con ella - me dijo-. Es toda tuya.
- Y de mi madre -exclamé casi sin pensar. Luego me arrepentí de haberlo dicho. Probablemente había arruinado la escena.
Aunque mi padrastro no la dejó perder. Guió mi mano hasta su pene y me hizo agarrarlo. Luego comenzo a masturbarse con mi mano.
Las sensaciones que estaba desarrollando en ese momento eran contradictorias. Por un lado estaba flipada, siendo consciente de lo que estaba haciendo. Y por otro quería continuar avanzando más y más en ésto. Recordaba sus palabras aquella noche en el sillón, y me excitaban cada vez más: "... que me tocaras, que te la metieras en la boca, comerte yo a ti el coño, follarte como un loco. Hacer que te corras de mil maneras diferentes...". Pensé en la posibilidad de follar con él. Si seguiamos avanzando así alguna vez pasaría. Los dos éramos adultos y a ambos nos apetecía. Pero siempre estaba ahí el bloqueo de mi conciencia dándome el follón. Y encima yo aún era virgen, y un desastre en las relaciones sociales.
De todos modos me tranquilicé. Si habiamos llegado tan lejos habia sido más bien porque él me había ido guiando. Yo era una inexperta exploradora en estos temas sexuales, pero creo que lo iba haciendo bien.
Y fue entonces, cuando mi mano se llenó de su semen cuando comprendí que si, que lo estaba haciendo muy bien.
Unas semanas después fue mi cumpleaños. Cumplía veinte añazos, y a solo un año de terminar la carrera no tenia mi vida nada de clara.
Celebramos mi cumpleaños de forma íntima. Mis pocas amigas me llamaron ese día, y solo una llegó a regalarme un poema ñoño que dejé guardado en el cajón. Mi madre me hizo una tarta y sople las velas en el salón con mi hermano. Todo muy típico. Pero a la hora de los regalos hubo uno que si que me sorprendió, y casi me da un vuelco el corazón.
Mi padrastro sacó una caja blanca envuelta con papel de regalo de ositos. Tras abrirla saqué de ella algo que en un primer momento no supe identificar. ¡Un satisfyer! Todo un succionador de clitoris con consolador incluido. Todo para mi chichi.
Mi madre fue también la mayor Sorprendida.
- Pero... ¡Cómo le regalas eso a la cria! ¡Cerdo!
Mi padrastro le explicó que había pedido por internet uno para ella y le había venido otro de regalo en la caja.
Esa explicación le resultó convincente y desde encontes consintió que yo tuviera dildo propio.
- Ella ya es una mujer - le intentó explicar -, y es mejor que ella misma descubra su sexualidad en su cuarto, y no a manos de un fulano que la deje preñada.
Me hacian gracia sus explicaciones a mi madre. Y más al pensar que el fulano que me quería follar era él mismo.
Desde entonces no tuvimos ocasion de tener más citas a solas. Mi madre siempre estaba presente. Sospecho que se olía que pasaba algo entee nosotros, y le fastidiaba la complicidad que teníamos.
Unas semanas después pelearon. No sé si por mi o por las sospechas. Lo que sí que sé es que una noche hicieron las paces follando.
Y eso me enfadó mucho.
Estuve mucho rato pensando en entrar en la habitacion y fastidiarles el coito, pero fui buena y consenti que se desahogaran. Pensé que de aquella manera mi madre se tranquilizaría y dejaría de estar como un policia, todo el día vigilando nuestras peliculas y nuestros momentos a solas.
Y eso precisamente ocurrió. Relajó sus nervios y consintió que empezaramos de nuevo nuestras sesiones a solas con los correspondientes tocamientos. Pero ahora las manos volaban más, arriba y abajo. Nos masturbabamos con soltura, muchas veces a la vez, y creia tocar el cielo cuando sus dedos relizaban la combinación correcta que abria la caja fuerte de mis orgasmos.
Incluso llegué a probar su semen un día que sostenía su corrida en mis manos.
- ¿te gustaría que te la chupara? - le dije y él bromeó comportandose como un cavernicola. Me alzó en volandas y colocando mi cabeza sobre su miembro aún manchado de blanco me bajó aún mas las braguitas y el pantalón, dejando mi culo y mi vagina expuestos, a plena disposición suya.
- "unga, unga... Follar, follar..."
Sus bromas hacían que me partiera de risa, y dentro de la broma me excitaba cada vez más, imaginandome penetrada y sodomizada por esa verga que tantas veces había masajeado.
Pero de nuevo nuestra cita a solas se rompió.
Otras sesiones sexuales siguieron a esa. En algunas utilizamos el satisfiyer pero no me gusto demasiado. Los orgasmos que me provocaba el aparatito eran demasiado fuertes y rápidos. Preferia la parsimonia de mi padrastro, deteniendose durante interminables segundos en mis puntos erogenos y sacando de mi propia alma gemidos que nunca imaginé.
Y finalmente llegó el gran dia de mi desfloración. Y no fue en una de nuestras quedadas. Ni siquiera fue de noche.
Todo ocurrió una mañana en la que las prisas me hicieron olvidar en casa los trabajos que debía presentar en la facultad.
Cuando volví a por ellos ya era demasiado tarde y la clase ya habia comemzado.
- Te da tiempo. Vamos... Cógelo todo. Yo te acerco.
- No... Da igual. Puedo presentarlo otro día. Y encima tengo la regla. No tengo ganas de ir. Llamaré y diré que hoy estoy enferma.
Pues esa decisión fortuita unida al hecho de estar esa mañana solos en casa propició la primera y una de las mejores folladas de mi vida.
¡Y eso que tenía la regla!
Pero esto ya lo contaré en otra ocasión.
© Artinata D arena
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you-moveme-kurt · 4 years ago
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Glee «The Shubert Theatre» Part II
Junio de 2021
-¿Señor Hummel?... —dijo Helen golpeando la puerta del camerino. -¡Pasa Helen!... —exclamó de vuelta apartándose de su esposo. -Señor Hummel… buenas noches  señor Anderson… —agregó la chica saludando a Blaine, este hizo un gesto a la distancia y con desgano— el auto ya llegó, y esto es lo que pude averiguar del señor Bennett… —dijo Helen mostrando el aparato electrónico con la información que había recabado de Cliff Bennett, Kurt la miró y leyó a la rápida sintiendo satisfacción y alivio en partes iguales. -Genial… luego se la muestras a mi esposo que cree que me reuniré con «Jack el destripador»… —dijo tomando su abrigo mirando a Blaine— te amo… —añadió lanzándole un beso— y no canceles cualquiera que haya sido el plan que tenias para mi… en 120 minutos estaré en nuestra casa. -Claro… —contestó más abatido que antes. -¡Deséenme suerte!… —terminó por decir Kurt saliendo de su camerino, Blaine le hizo una seña con los pulgares arriba y Helen dijo algo como buena suerte o cuidado con caerte. -¡Al menos ponte la mascarilla!... —alcanzó a decir Blaine antes que su esposo desapareciera tras la puerta— espero y lo haga… —murmuró medio sentándose en el tocador del camerino. -No se preocupe Señor Anderson, lo hará y la otra persona tenía puesta una... -Al menos… —dijo de vuelta soltando un suspiro de fastidio— ¿puedo ver esa información?... —añadió señalando el dispositivo electrónico. -Por supuesto Señor Anderson… —contestó Helen presta como siempre, Blaine tomó el «tablet» y miro lo que Helen había averiguado del tal Cliff Bennett -Esto no tiene sentido… —murmuró pasando las páginas. -¿Qué cosa Señor Anderson? —quiso saber la asistente de Kurt sentándose a su lado.
-Esto… —repitió señalando uno de los artículos— ¿cómo es posible que alguien pueda adquirir un teatro?, en especial este que tiene tanta historia… -Bueno, el señor Bennett parecía bastante adinerado… y con las conexiones correctas cualquiera puede hacerse de la concesión de uno, que por cierto es mucho más económico que la compra, en especial en estos tiempos donde la industria esta tan necesitada luego de casi dos años de inactividad... -¿Si? -Si… -¿Y esta persona tendrá esas conexiones? -Lo más probable… su traje era claramente de diseñador, la tarjeta era de «Luxury printing»… hablaba como si conociera bien el tema... -Debe tenerlas entonces… igual… no se… no puedo dejar de desconfiar… —dijo Blaine devolviendo el dispositivo electrónico a su dueña. -El señor Hummel es bastante inteligente… -Lo se… es solo que cuando hay halagos involucrados, su mente se nubla un poco… -Eso es verdad… —dijo Helen sin pensar— por dios… —añadió llevándose la mano que tenía libre a la boca— ¡no le diga que dije eso!… —exclamó incorporándose y parándose en frente. -No se lo diré… —aseguró Blaine riendo. -No Señor Anderson... de verdad, puedo perder mi trabajo… —insistió llevándose las manos a la cabeza con «tablet» y todo. -Tranquila Helen… de mi boca no saldrá una palabra… —dijo haciendo el gesto de quien se cierra la boca con un cierre éclair​ -Ok… —añadió soltando un suspiro alivio— gracias… -Aunque… ¿podría pedirte algo a cambio?, ya sabes, a cambio de mi silencio… —Helen dio un respingo divertido— no es nada que no puedas hacer… -¿Qué necesita?... -¿Qué tal si vas al teatro y te aseguras que Kurt está bien?... -Señor Anderson… -Mira, juro que no te pediría algo así si no fuera porque realmente tengo un mal presentimiento sobre esto… iría yo mismo pero, creo y escuchar a Kurt diciéndome «¿me estabas espiando?, ¿no confías en mi?» y todo eso… -¿Y porque cree que conmigo será condescendiente? -Bueno… -Porque yo estoy segura que podría  matarme por ir a donde me llamo, o peor aún, ¡podría despedirme!… —Blaine frunció el entrecejo pensando que Helen necesitaba ordenar sus prioridades. -Porque tú puedes llegar con algo que él necesite para ese encuentro… -¿Como el portafolio de sus actuaciones? -Por ejemplo… —dijo Blaine sintiendo alivio al ver que la asistente de su esposo había pensado en algo que a él no se le hubiera ocurrido ni en un millón de años. -Señor Anderson, no se… -Por favor Helen… si todo esta bien, solo será un mal entendido, pero si no… podrías salvar a mi esposo de este presentimiento que tengo… —dijo Blaine acercándose a ella— por favor… —añadió poniendo cara de perrito mojado. -Esta bien… pero si me meto en problemas usted tendrá que defenderme… -Lo haré con mi vida… gracias Helen… —dijo Blaine dándole un beso en la mejilla, la asistente de Kurt se tocó la cara y sintió que se ponía mas que colorada.
-Por dios… este teatro es cincuenta veces más grande que el «Palace» —opino mientras pasaba el foso de la orquesta y miraba hacia atrás a la mezzanine y hacia arriba  a los balcones— creo que tengo una epifanía de como 150 ideas en este instante… estúpida Helen que no vino conmigo para anotar alguna… —siguió murmurando mientras avanzaba por uno de los pasillos— ¿Señor Bennett?... -... -¿¡Señor Bennet!? -Señor Hummel… gracias por venir… —dijo Cliff apareciendo desde un costado del escenario, Kurt hizo una seña de saludo torpe y enredada  y avanzó hasta donde él estaba— puede quitarse la mascarilla, estamos solo los dos y los metros cuadrados son los que aprobaría la autoridad sanitaria para tal efecto... -Ok… —dijo haciendo lo que le dijeran— vaya teatro Señor Bennett… -Por favor no me llames Señor Bennett, me siento como mi abuelo… -Claro… -¿Y no parezco un abuelo? ¿verdad?... —agrego desabotonando los dos primeros botones de su camisa. -No… por supuesto que no… —respondió Kurt sintiendo un poco de calor. -Sube por aquí… —dijo señalando una pequeña escalera portátil que había instalado a mitad del escenario — déjame ayudarte… —agrego al ver que Kurt se complicaba un poco en mantener el equilibrio, le extendió la mano y le sonrió coqueto. -Gracias… —respondió afirmándose de él— por dios… ¡pisos de madera!…  —añadió en cuanto puso un pie en el escenario. -¿No hay piso de madera en el «Palace»?… -No de esta madera… creame… —agregó incorporándose, camino hacia un costado y luego al otro  y se detuvo justo en el medio, cerró los ojos y se quedó en silencio, como si pudiese imaginar desde ya las 150 ideas que se le había ocurrido al momento de ingresar en el edificio centenario. -Tengo el presentimiento que no tengo que convencerte de nada… —dijo Cliff acercándose a él con dos copas y una botella de vino ya descorchada. -Si dependiera solo mi, créeme que no…—dijo abriendo los ojos de apoco— ¡uy!… —exclamó al encontrarse frente a frente con el señor Bennett, retrocedió un poco con disimulo y se dio media vuelta como interesado en el revestimiento de la pared del fondo. -¿Por qué dices eso?… —añadió destapando la botella -Porque… bueno… tengo un contrato vigente… una obra… un esposo… —respondió apretándose más, Cliff sonrió al escuchar lo del esposo. -Pues debes saber Kurt Hummel, que si aceptas trabajar conmigo, yo pagare cualquier indemnización, seguro, multa o  lo que sea que el «Palace» te imponga… —aseguro Cliff sirviendo las copas,  tenía ambas entre sus dedos y vertió el vino con tanta pericia que Kurt lo encontró hasta sexy— ¿brindemos?... —añadió dejando la botella en el piso. -¿Como? -Eso… brindemos… —repitió acercándose más. -¿Por qué?... aún no digo que sí… —dijo Kurt retrocediendo los mismos pasos que Cliff daba en su dirección. -No al teatro… -¿Disculpa?... -Vamos… ¿me vas a decir que coqueteas con todos? -Ok… creo que esto se esta poniendo un poco bizarro… -¿Como? -Yo no he coqueteado con usted… en ningún momento y créame que si lo hubiese hecho lo sabría porque soy bastante malo y torpe en ello… —sentencio Kurt haciendo el gesto de alto con una de sus manos. -Pues no fue lo que yo percibí, además, nadie acepta la invitación de un desconocido sin saber lo que eso significa… no creo que seas tan ingenuo… —insistió Cliff inclinándose hacia él con la intención de besarlo. -¡Señor Hummel!... —grito Helen apareciendo desde el sector de las butacas impares. -Helen, gracias a dios… —murmuró Kurt escabulléndose como un pez. -¿Quién es?... —preguntó Cliff mirando en la dirección en que venía Helen haciendo el mayor escándalo posible. -Es mi asistente… siempre llega cuando la necesito, creo y tiene poderes psíquicos o algo… permiso… —dijo Kurt  caminando rápido hacia la orilla del escenario, bajo por la pequeña  escalera y fue hacia ella, ambos se encontraron en la fila L—  Helen, gracias a dios… -¡Señor Hummel!. ¡olvido su portafolio!... —exclamó lo más alto que pudo. -¿Cómo? -¡Su portafolio!, ¡asumo y el señor Bennett querrá verlo!... —agregó en el mismo tono. -¿Por eso viniste?... da lo mismo… esta persona esta un poco desquiciada, así es que necesito que me ayudes a salir de aquí en este instante… -Por supuesto… -Sígueme la corriente… —dijo Kurt dándose media vuelta. -¡¿Esta todo bien?!… —preguntó Cliff desde el escenario. -¡Todo perfecto!, mire,  Helen trajo mi portafolio, aquí tengo todo lo que he hecho en teatro desde que estaba en la escuela… -¿La escuela? -Si, bueno, tengo una carrera bastante extensa… desafortunadamente, tendremos que dejar la reunión hasta aquí, Helen acaba de decirme que el director del «Palace» quiere hablar conmigo… al parecer ya corrió el rumor que quería renunciar y bueno, me parece que quiere ofrecerme un par de cosas para que no lo haga… ¿verdad Helen? -Así es Señor Hummel… partiendo por una gira en los festivales de Chekhov, Edinburgh, Bharat Rang Mahotsav y Dublin… —dijo Helen sin equivocarse ni nada, Kurt la miro  y se le quedó viendo un instante entre complacido e impactado. -Vaya contigo Helen… —murmuró Kurt por lo bajo. -Juro y nunca se me había ocurrido algo tan rápido… —agregó la chica queriendo reír. -Ok… ¿y eso quiere decir?… —quiso saber el Señor Bennet bajándose del escenario de un salto. -Eso quiere decir Cliff que tendré que rechazar su propuesta… como ve, tengo muchos compromisos y por muy tentador que esto sea… no puedo aceptarlo… -¿Esto es porque traté de besarte? —Helen miró a su jefe con mala cara— pero fue porque tú me diste la luz verde… asume algo aquí... —dijo Cliff haciendo el gesto de inocencia con sus manos además de uno engreído con su cara, Helen abrió más los ojos y Kurt alzó su ceja inquisidora dispuesto a mandarlo a buena parte. -Escucha, Cliff, no estoy seguro de que eso sea verdad, pero asumamos que no… yo no estoy interesado en ti, ni ciertamente tampoco te di una luz de nada… y la única cosa que puedo asumir es que vine aquí con exceso de confianza, en que en realidad estabas interesado en mi talento, que en realidad yo era tan bueno como para lograr lo que me estabas ofreciendo, tal vez ese es uno de mis grandes problemas, siempre esperar lo mejor del resto de la gente y siempre creer que soy mejor de lo que en realidad soy… por favor no te vuelvas  aparecer en una de mis funciones, tal vez el «Palace» no tiene el piso de madera de este escenario, pero si tiene guardias que pueden desfigurarte la cara para siempre…  buenas noches… —termino por decir Kurt dándose media vuelta.
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raoon · 7 days ago
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Tumblr media
‘ no puedes presionar las cosas de esa manera, ¿que parte de confía en el proceso no entiendes? no puedes querer todo ya, ya, ya ’ ahí está defendiéndose como siempre, le reclama también y porque sí. omite detalles de relevancia como que se le da fatal cocinar, o que nunca se le ha pasado por la mente probar una receta compleja. ¡da igual! antes que un desastre de chef, es yoon raon.
‘ ¡ah! ’ grita al oír el asunto de la desnudez, hasta se tapa los oídos con tal de no escucharle más. qué vergüenza. le tiene nerviosa y sonrojada como una adolescente torpe. ‘ tú fuiste el que tenía ganas de desnudarse — y si lo hubieras hecho, ¿qué? ya te dije que no soy fácilmente impresionable ’ una de las palmas se ha escapado para señalarlo con el índice. se piensa que hacerse la dura es sinónimo de ganar el argumento, cuando seguramente se hubiera desmayado en caso de haber visto algo así.
el tema del tabaco le tiene con los párpados abiertos en indignación, no da crédito. ‘ ¿tú sabes la cantidad de tabaco que se fuma en el mundo del arte, arien? salir a echar un cigarrito es sinónimo de networking, ¿qué quieres? ¿que me quede sin trabajo? ’ se da un par de palmaditas en el pecho. ¿acaso todo eso importaba ahora? ¿no tenía que dejarlo atrás? bueno, los vicios perduran. por la frustración se pasa la palma por el cabello. ¡agh! 
‘ ni mi quidiri iqui tidi li nichi, mi vis i icimpiñir ’ vira los iris, a consciencia de que tampoco le queda otra. ‘ ¿finalmente me estás invitando a una cita? ’ ahora que se ha recuperado un poco, a ver si puede incordiarle también. ¡los dos pueden jugar a lo mismo! en fin, que con la cara colorada avanza. ‘ llevémonos algo de comer a la rueda de la fortuna, ¿quieres dulce o salado? ’ mira por encima los carteles, dios, ¿de verdad está en esa situación? ‘ olvídalo, elijo yo ’ con el dedo índice señala el puesto de helados. ‘ te reto a averiguar y pedir mi sabor favorito ’ sí, sí. algo frío le vendrá bien. ‘ ¡ojo! como falles tendrás que pagar un precio caro — jamás mencionarás de nuevo que te quise ver desnudo ’
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‘ pues, ¡han pasado días y aún ni siquiera he visto un pedazo! ’ reclamó como si hubiera contado las horas sin su pastel, la verdad es que ni siquiera había pensado demasiado en eso, hasta que se la encontró. justo ahora. su mente había estado ocupada en ese demonio y pensar cómo bloquear esos sentidos que se volvían sus enemigos. 
‘ no lo sé, dime tú, querías verme desnudo la vez pasada ’ continúo con el mismo tono de voz, reprochándole como si no hubiera sido él quien preguntó en primer lugar si podía sacarse la camiseta, y aunque no lo hizo, aún así se sonrojaba con demasiada facilidad. quizás tuvo una pesadilla o dos donde ella apareció, qué le importaba. ‘ muy atrevido de tu parte tratar de loca a otra gente ’ chasqueó su lengua y miró en otra dirección, buscando alguna sombra familiar por allí. alguien que pudiera ayudarlo a deshacerse del amarre. 
‘ ¿qué haga qué? ’ la miró atónito. ‘ ¡¿y si te quemo?! ’ no lo dejaría olvidarlo jamás, incluso aunque fuera sin querer. y él tampoco se perdonaría volver a incendiar la piel de otra persona. no podía hacerlo. ‘ no te daré nada, deja de fumar y no estarás expuesta a esa gente rara ’ ¿por qué no podía dejar ese vicio? más hipócrita de su parte, él llevaba sólo un año sin meterse ni un sólo gramo de nicotina al cuerpo. no obstante, ella no tenía porqué saber esa parte de la historia. 
‘ no me quedaré aquí toda la noche, me vas a acompañar ’ movió su mentón hacia la rueda de la fortuna, no estaba seguro de cuánto tiempo estuvo unido a silas, esa noche. se le había pasado el tiempo volando. ahora sentía las mejillas tan calientes, que estaba casi seguro que el minutero andaría más lento de lo que podría soportar. ‘ vamos a la rueda de la fortuna o por algo de comer, estoy muerto de hambre ’ porque estaba nervioso, ¡ella salía con cada cosa! cómo no iba a estarlo.
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caramelosdepropoleo · 4 years ago
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Cicuta
Se miró fijo en el espejo, las ojeras violetas y profundas parecían querer comerle los ojos. Las rozó suavemente con el dedo mayor. Primero la izquierda, desde la punta hasta el lagrimal, y luego a inversa del lado derecho. Como si intentara con ese acto perdonarse a sí misma. Hacía tiempo que no dormía bien, tenía que chequear casi paranoicamente los relojes para poder diferenciar un día de otro. Suspiró. Y comenzó el minucioso trabajo de tapar con corrector ese recordatorio violáceo.
Arabella tenía el pelo color castaño y la piel apenas morena, medía un metro sesenta y cinco y su pelo formaba unas ondas que no se terminaban de definir. Si alguien se detenía a mirarla podría haberle parecido una piba linda (y lo era realmente), pero su mayor cualidad era pasar desapercibida; más aún ahora que su rostro no denotaba rasgo alguno de felicidad, ni de tristeza, ni de ningún tipo. La gente que la conocía murmuraba entre las sombras que era inconcebible que estuviera acaso sintiendo algo. Simplemente existía, de a momentos incluso dudaban que siguiera respirando aunque la tuvieran parada enfrente. Era problema de ellos, no le había importado jamás lo que dijeran, menos podría importarle ahora que Carolina ya no estaba.
Habitar la casa que habían compartido le pesaba, la aplastaba consumiéndole el aire. Pensó en salir a caminar, fumarse un cigarrillo, sentarse a leer en un parque… Pero al segundo de tener cualquier idea volvía a desganarse. Enajenada, se puso un jean, una remera algo desgastada que estaba tirada sobre la cama y salió para su trabajo.
—Llegaste temprano hoy.
—Estaba harta de estar en mi casa.
—Ara, no quiero meterme en tu vida pero…
—No lo hagas entonces. Nos harías un favor a ambos.
Para no dejar posibilidad de réplica, Arabella se metió en la cocina. Era consciente de estar aprovechándose de que Sebastián la quería, seguramente no le hubiera contestado así a ningún otro jefe, pero ya estaba cansada. Cansada de las complacencias, de los consejos, de esos brazos que se tendían engañosos para sostenerla. Nadie quería realmente ayudarla, solo les pesaba su moral de no poder dejarla libre si ella andaba así por la vida, arrastrando los pies. Ara sabía que no era su deber andar limpiando la conciencia de los demás y no hacía ningún tipo de caso a los falsos intentos sacrosantos de ayudarla.
Pero además había otra cosa que esas últimas semanas le molestaba de compartir espacio con su jefe. Sebastián era de esas personas que dan bronca de tan felices, de esas que te responden “todo pasa” cuando les sucede algo terrible. Ara soñaba con que alguna vez él se enoje en serio, rompa una botella, le grite a algún cliente, incluso, hasta esperaba que le susurrara un comentario desubicado al pasar por detrás de ella sólo para poder destronarlo de su título de buen tipo. Nada, nunca había pasado nada de todo eso más que en sus fantasías.
Arabella trabajaba en un bar de Devoto, era parte de esa camada de cervecerías que parecían abrirse de un día para el otro a lo largo de la ciudad porteña. Ella atendía la barra, es decir, su única acción consistía en empujar con un vaso de vidrio el pico de las canillas de cerveza tirada y sostenerlo en 45 grados hasta que estuviera lleno. No le molestaba particularmente su trabajo, le gustaba que fuera un lugar tranquilo. Cuando no había muchos clientes se ocupaba de limpiar la cocina, o se sentaba a tomar unos mates con Sebastián. No la fascinaba el alcohol, los excesos, la eterna noche de Buenos Aires. No se creía superior, pero tampoco se sentía tan fácil de sorprender. Ella había conocido todo tipo de placer extrasensorial y, en contraposición con eso, lo que la gente que la rodeaba acostumbraba a disfrutar le daba una sensación de trivialidad. Todo un poco más de lo mismo: un intento desesperado por callar las voces internas. A ella no le molestaba que le hablen, excepto claro, que desde lo de Carolina parecían más bien estar gritándole todas a la vez.
Sebastián entró a la cocina interrumpiendo sus pensamientos. Esta vez intentó una actitud que daba la impresión de ser más acorde al estado anímico de Ara.
—Che, Monica Geller, si seguís limpiando me vas a desgastar los muebles.
Ara intentó una media sonrisa que no funcionó gran cosa.
—No me cuesta nada.
—¿Querés que haga unos mates y vamos a la terraza? Falta todavía un rato para abrir y la verdad que vos no me dejas posibilidad de trabajar en nada.
—Dale, sí.
La terraza del bar era su lugar preferido, desde ahí arriba se podían ver varias manzanas. Devoto no era un barrio de altos edificios como esas monstruosidades de microcentro, con subir un poco ya se divisaban las calles y los árboles que parecían dibujar sus contornos. Las luces de los vehículos giraban en distintas direcciones antes de que empiece la noche, antes de que la proximidad entre las veredas y los autos estacionados los mantuvieran detenidos en filas parpadeantes.
—¿Cómo estás?
Le sorprendió la pregunta, la gente normalmente evitaba hacerla de manera tan directa.
—He estado mejor…
Ara se quedó un segundo mirando la nada sintiendo una culpa que no le era propia. Ella podía odiar muchísimo la personalidad de Sebastián y su forma optimista de ver el mundo, pero también sabía que no le preguntaba por el mero acto egocéntrico de salvar su alma, así que intentó no ser tan dura. No con él, al menos.
—Mirá, Seba. No es que yo no quiera contarte o no quiera hablar del tema, el principal problema es que no sé qué decir. Carolina se fue dando explicaciones vagas y confusas que sirvieron menos que si no hubiera dicho nada. Me cuesta entender. No porque me sorprenda su reacción, hace largo tiempo que no espero que las personas actúen de manera previsible, y menos aún lo espero de la gente con la que elijo compartir la vida. Lo que siento es que se llevó consigo mi capacidad de sentir. No estoy triste, la verdad es que realmente no lo estoy, pero ahora todo me parece tan aburrido que no encuentro el sentido de “hacer cosas”.
—Pero vos tenías un montón de proyectos.
Arabella lo miró como se mira a un niño pequeño que hace una pregunta que va mucho más allá de sus propias capacidades de compresión.
—Tenía, sí. Ya los retomaré.
Solo quería conformarlo, cosa que Sebastián probablemente notó ya que no indagó más.
—Mirá Ara, hoy va a estar tranquilo seguramente. Los cocineros ya deben estar por llegar y van a encontrarse con todo limpio. No me hace falta retenerte abajo al menos que se empiece a llenar de gente, si querés quedate acá un rato más, estate atenta al celu por si necesito algo.
—Gracias.
Mientras veía a Sebastián terminar de cruzar la puerta, algo le rozó a Ara los dedos de las manos, por lo que se asustó dando un salto hacia atrás. Cuando los ojos le hicieron foco otra vez, notó que había estado a punto de hacer volar por el balcón a un gato negro prácticamente minúsculo.
Se acercó despacio, intentando no asustarlo, hasta que notó que al gato le daba exactamente igual su presencia.
Creía reconocerlo de algún lado, pero no recordaba haberlo visto en esa terraza que había concurrido tantas veces. Sin embargo le resultaba familiar y, de una manera que para nada podía explicar, percibía que el gato también la estaba reconociendo a ella. Se sorprendió a sí misma cómoda con su presencia, lo que era lo más parecido a sentir algo, así que sonrió (esta vez de manera sincera) y lo dejó trepar a sus piernas para acariciarlo.
 …
 Se miró fijo en el espejo, sin tener valor todavía para abrir la carta que Carolina le había dejado en ese espacio que, tan sólo la noche anterior, ocupaba su cuerpo. La manipulaba temblando con la mano izquierda, mientras con la derecha hacía un esfuerzo inútil por sostenerse del lavamanos.
Había conocido a Carolina en la universidad. La primera vez que la vio casi se cae de lleno por las escaleras de la FADU. Carolina tenía el pelo lacio y un poco rojizo combinado con unos ojos marrones preciosos y algunas pecas que teñían débilmente su rostro pálido. Cuando Ara la vio entrar a la misma aula en la que ella se encontraba acomodando sus cosas, comenzaron a sudarle las manos.
—¡Idiota! —pensó, hablando de alguna manera con ella misma. —Aprovechá tu don de pasar desapercibida y por favor no hagas ningún papelón.
Carolina se sentó en la mesa de adelante. Arabella estaba completamente convencida de no haber hecho el menor ruido, pero por alguna razón la chica colorada se dio vuelta y la miró a los ojos. Fue solo un segundo, pero alcanzó para sentir cómo el calor le inundaba las mejillas. Nunca recordó ni una solitaria palabra de que lo que se habló en esa primera clase.
La semana siguiente Carolina llegó tarde y se sentó directamente al lado de Arabella. Ara se encontraba ahora un poco más tranquila, pero su presencia no dejaba de distraerla. Quería cogerla, hacerla toda suya arriba de esa mesa de madera lastimada por los estudiantes descuidados que pasan día y noche sus trinchetas sobre las tablas. Pero también, a la vez, quería verla tomar un té y correrle el mechón que se le caía sobre los ojos para acomodárselo detrás de su oreja.
Quería el mundo. El pan y la torta. Todo con ella.
Se refregó los ojos intentando representar cansancio, cuando en realidad lo único que necesitaba era poder salir de sus pensamientos para volver a prestar atención a la clase.
Nunca le había gustado una mujer. No podía explicarse todas las cosas que le estaban pasando con aquella chica de la que aún ni siquiera conocía el nombre, Carolina simplemente respiraba y su mundo quedaba devastado. Pero no le daba miedo ni pudor estar gustando de ella. Siempre había dudado de no ser heterosexual más por costumbre que por deseo, pero de lo que estaba segura era de nunca haber sentido tal atracción. Por nadie.
Cuando la clase terminó, Arabella se disponía a salir en el mismo momento que Carolina la paró en seco:
—Hola, perdoná que te joda. Estoy recursando esta materia y necesito una mano, no sé si vos estas disponible o tenés ganas de ayudarme…
Carolina no estaba recursando. Lo que no sería ni por lejos la última mentira que iba a salir de los labios y, aunque Arabella se enteró de ello mucho tiempo después, también estaba convencida de haberla elegido creer.
El día siguiente la encontraba tocando el timbre de la casa de Carolina.
Carolina vivía en una suerte de galpón que había alquilado por pocos pesos. Parecía bohemio pero no del todo una mugre. Era bastante distinto a cualquier casa que Ara hubiera conocido. Lo primero que le pasó por la mente fue la paradoja de que, en ese lugar que se mostraba tan ajeno a todo lo que para ella era habitual, se sentía por primera vez en su vida realmente cómoda.
Apoyó la carpeta en el piso y la mochila arriba, se sentó en el sillón con una tranquilidad que no había mostrado nunca. Carolina se paseaba de un lado a otro acomodando unas pinturas que había dejado tiradas, mientras Arabella comenzaba a sentir un cosquilleo entre las piernas.
Cuando terminó de acomodar (o lo más parecido a acomodar que podía lograrse en ese lugar) prendió un fino sentándosele bien cerca. En el sillón sobraba espacio. No lo iban a necesitar.
Le pasó el porro a Ara mirándola fijo a los ojos. Mientras ella fumaba, comenzó a acariciar su rodilla. Arabella abrió sin disimular unos centímetros las piernas, dejando caer la tela liviana de la pollera que tenía puesta por entre sus muslos. Carolina acercó su cuerpo, mientras subía lentamente la mano. Arabella le agarró con fuerza el pelo atrayéndola hasta su cara. La tensión sexual las asfixiaba, pero tan sólo se quedaron respirando una a centímetros de la boca de la otra. Carolina se levantó.
—¿Conoces la cicuta? —le dijo, mientras se acomodaba ese mechón de pelo que a Arabella enloquecía de deseo.
—Es una flor, ¿no?
Carolina pareció un poco decepcionada ante la respuesta.
—Es mucho más que una flor. “Conium maculatum”. Entre sus propiedades se encuentran tanto las curativas como la mismísima posibilidad de la muerte. Es increíble, ¿no? La representación cabal del ser humano. Por un lado, nuestro instinto de supervivencia nos lleva a resoluciones extremas cuando sentimos la necesidad de preservar nuestra vida mientras que, sin embargo, constantemente la estamos arruinando. Llenando nuestros pulmones de humo, nuestras narices de polvo, rompiendo cualquier posibilidad de una relación que nos acobije.
»Pero ni siquiera es eso lo más interesante que tiene. En la antigua Grecia, el veneno de la cicuta se repartía entre la gente que la quisiera para suicidarse.
En ese momento hizo una pausa, mirándola fijo. Arabella no llegó a reconocer que reacción esperaba de ella. La veía tan entusiasmada que creía que cualquier palabra que dijera en ese momento la haría quedar como una idiota. Aguardó en silencio algún otro tipo de señal, pero Carolina siguió hablando como si nunca se hubiera detenido, aunque, cuando retomó su monólogo, parecía gritar.
—¿¡Entendés lo que significa?! No hay escándalo moral. No hay una puta decisión democrática que defina tus elecciones. Tu vida, en la antigua Grecia, podía tener la fecha de caducidad que quisieras. Ninguna necesidad de envejecer, ninguna necesidad de sentir dolor.
Ahora esa primera conversación y casi todos los recuerdos parecían borrosos. Pero estaba segura de que ese había sido el momento en que se declaró enamorada.
Carolina no iba a suicidarse, tan sólo estaba fascinada con el hecho de tener en sus manos el poder para hacerlo. Le excitaba lamerle la guadaña a la muerte sin que esta pudiera tocarla. Experimentaba con todo tipo de drogas pero siempre era minuciosa y lograba exactamente el efecto que buscaba sentir sin jamás excederse. Arabella se convirtió en otro conejillo de indias. Y no le molestaba.
Pasaba semanas encerrada en el galpón de Carolina, sintiendo infinitos orgasmos producidos por algún pinchazo, algún tiro, alguna mezcla de pastillas y siempre mucho, pero mucho, pero mucho sexo.
Con el tiempo logró convencerla de que se mude a su casa. Un departamento luminoso bien ubicado en Villa Del Parque, lugar que los primeros meses pareció el escenario ideal para la historia de amor que estaban escribiendo. O al menos Arabella así lo sentía.
Por eso, también, esa carta con unos pocos renglones escritos a las corridas y puros eufemismos indescifrables la había hecho bajar peor que cualquier prueba piloto de sustancias que hubiera tenido nunca.
 …
 Se miró fijo en el espejo. Ya habían pasado 6 meses desde que Carolina la había dejado y otros 2 desde aquel episodio con el gato en la terraza del bar.
Las ojeras se encontraban en su rostro como una parte imborrable de su ADN, pero sentía que esta vez ya no había nada que perdonarse, ya no había nada que pudiera hacerla sufrir. Incluso las voces de su cerebro parecían haber encontrado un dejo de paz.
Llegó al trabajo temprano, como siempre. Le sonrió a Sebastián. Hacía ya algunos días que se la notaba de mejor ánimo. De hecho, hasta algunos chistes tontos, que le decían los clientes algo borrachos mientras esperaban su pedido, la hacían reír de manera sincera.
Le había dado muchas vueltas al tema de Carolina hasta que por fin había abrazado su amor, su fascinación, y la había aceptado. Ya no se sentía usada, ni dejada, ni tonta.
Era como si de un momento a otro, en un sueño, en una fantasía, los planetas hubieran tomado una nueva alineación aclarando todo.
Dejó limpia la cocina y le preguntó a Sebastián si podía subir unos minutos a la terraza antes de que empezara la noche. Era sábado y el verano asomaba, de modo que los turnos se volvían algo eternos. Sebastián, con la sonrisa siempre impregnada a la cara como si fuera un óleo, le dijo que sí.
Subió e inmediatamente su amigo de cuatro patas acudió a saludarla. Le gustaba estar con él y a la vez estaba segura de que esa sombra negra, que la acompañaba en los atardeceres, era la razón de haber mejorado.
Había subido leche de la cocina y le sirvió un poquito en un plato, solo que esta vez agregó un brebaje que había tomado esa mañana del botiquín de su baño.
Lo miró beberlo fijo durante unos segundos, hasta que se le nubló la vista y cayó desmayada sobre la membrana.
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javiitagatita · 5 years ago
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Memorias
Memorias de la gatita
II. Cachorrita juega
Pasada la pena de perder mi osito me apreste a disfrutar de otros objetos que tenía a mano, cada día con menos culpa pero si con mucho miedo de ser sorprendida. Mis lápices, pinceles, peines se hicieron mis nuevos amiguitos. A medida de que mis inquietudes crecían mi cuerpo también lo hacía, tomando formas más definidas. Entre mi compañeras de básica era la más alta y en la calle ya me hacía notar aunque el uniforme en el colegio monjas no era muy optimo.
Pasó el año y ya terminaba mi educación básica o primaria, se venía mi paso a media o secundaria, por temas de trabajo de mis padres nos cambiamos de ciudad. Me matricularon en un liceo de la ciudad, el uniforme era horrible, mis compañeras menos compuestas y algunas mayores, el orden no era tan estricto como en mi anterior colegio. Pero tenía sus ventajas, al poco andar aprendí que podía cortar mi falda, desabotonar un poco mi blusa e incluso salir por ahí.
En una de esas tantas salidas me sorprendió un compañero de trabajo de mi papá. Me hizo pasar una gran vergüenza al llevarme de vuelta al liceo. Me dijo que si me volvía a pillar le diría a mis papas y que dejara de usar la falda tan corta porque habían personas que lo podían malinterpretar o aprovecharse, mientras lo decía lo vi recorrerme entera con sus ojos de una manera que me resulto intimidante.  Pero en mi aun inocente pensamiento no preste mayor atención.  
En mi intimidad seguí con mis juegos, deje un poco los objetos por entrenar más habilidad con mis dedos, descubriendo que no solo mi cosita era un lugar placentero de tocar, también mi cuello, mis pechos y muslos me daban sensaciones placenteras. En el liceo mis compañeras se hacían circular algunas hojas sueltas de una que otra revista donde se lucían hombres con sus miembros duros y aceitosos, mujeres sensuales como había visto antes en casa. Algunas más atrevidas contaban como era hacer el amor con sus pololos, como era chupar un pene y un largo etc de banalidades. Sin duda no era una escuela del sexo pero les relato desde esta perspectiva en relación a toda esta historia.
Llego la primavera, el invierno había sido duro ese año, así que se agradecían ya los rayitos de sol. Un día mis compañeras acordaron arrancar de clases a media jornada para ir a la playa de una ciudad muy cercana, yo no tenía ánimos de ir temiendo ser nuevamente sorprendida pero la presión me hizo decidir. Nos fuimos y fue una tarde genial hasta que camino a casa el amigo de mi papa me alcanza en su auto. “Javi, hola así que de playa?” me sonroje y le dije “vengo de clases” , “no me mientas te vi con tus compañeras”. Demonios como justo toparme con él, me invito a subir a su auto a lo que accedí sin poner trabas. Me sermoneo un rato hasta que una de sus manos se poso en mi rodilla apenas acariciándome. El aroma maderoso de su ropa me hacia recordar a mi padre y sentirme extrañamente reconfortada. Roberto habrá tenido unos 30 años, hasta donde se vivía con su madre y era de entera confianza de mi papá. “Eres tan linda Javi tienes que cuidarte y no ser como las locas de tus amigas, no te metas con cualquier muchacho que estos solo quieren una cosa” “que cosa? Besarme?” “Javi, javi ya sabrás pero no es solo un beso” y su mano corrió un poco más arriba de mi rodilla, un escalofrió me recorrió estallando en mi cosita, apreté mis muslos y me aleje un poco. Ya estábamos fuera de casa, “no le digas a mi papá porfa” “tranquila tu tampoco le digas nada”. Paso ese día y comencé a poner atención a las palabras, realmente soy linda? Sus palabras retumbaban en mis oídos y no podía evitar recordar la sensación de sus manos en mis piernas. Semanas más tarde nos volvimos a encontrar y me llevo nuevamente a casa, conversamos mas animadamente, me pregunto si tenía novio, yo nerviosa le dije que no, que incluso tampoco había besado a alguien, menos algo más. Antes de bajar me dijo cuídate estas cada día más mujer es un agrado verte y me hizo abrir la guantera en ella había un gran chocolate, tómalo es para ti y no le cuentes a tu papa no quiero que piense mal. Nos empezamos a ver frecuentemente con la misma excusa de encontrarnos de camino. Ya teníamos más confianza y solía recogerme en el asiento quitándome el calzado. Me sentía grande estando con él y comencé también a tentarlo inocentemente. Un dia al despedirnos deliberadamente le deje la trompa y nos dimos un fugaz beso. Al día siguiente pudimos besarnos con mayor pasión y sus manos recorrieron mis piernas con afán, sin decirlo estábamos saliendo. Yo en casa comencé a preocuparme más de mi, si bien nunca he sido muy velluda, las revistas me enseñaron que las chicas siempre llevaban bien cuidadas sus partes, robe de las cosas de mi madre una rasuradora, crema de mi padre y me apreste a depilar con miedo mi conchita, recuerdo haberla dejado bastante despejada solo con unos mechones que la hacían lucir muy coqueta. Algo pudorosa me mire al espejo y tanto trajin me hizo terminar masturbándome deliciosamente. Me quede dormida ansiando que fuera mañana pues Roberto dijo que pasaría temprano por mi para hacer algo diferente.
Como supuestamente iba a clases me calce el uniforme; blusa blanca, corbata, falda gris de tablas y medias del mismo tono, debajo sostén blanco y un calzón de algodón de esos con monitos. Sali de casa a prisa y a la vuelta de mi casa estaba Roberto, avanzamos unas cuadras el lucia extrañamente nervioso, apenas nos besamos y me dijo ponte eso encima,  era un poleron deportivo con capuchón. Salimos un poco de la ciudad y entramos a un motel, evidentemente era mi primera vez ahí y el poleron era para no levantar mayor sospecha. Ya en la habitación seguía nervioso y yo sin saber que hacer le di un beso. Poco a poco entramos en calor y sus manos temblorosas primero desabrocharon mi falda que cayó sin problemas continuo con mi corbata y blusa dejándome de pie en ropa interior, calcetas y zapatos. Llevaba una moña con un listón pude verme en el espejo de la habitación y si bien el pudor me llenaba pues nadie me había visto asi antes, el morbo de sentirme deseada comenzaba a crecer en mi panza bajando entre mis piernas. El me miraba con cierta satisfacción e incredulidad, como sonriendo. No me mires! le dije, poniéndome colorada y llevándome las manos a la cara. Quieres verme, me pregunto a lo que di el si con un movimiento de cabeza. Se quito toda la ropa y pude ver por primera vez las formas de un hombre en deseo. Me acerque a el y mi cuerpo temblabla, nos besamos. Sus manos guiaron las mias hasta su pene, estaba caliente y suave. De pronto me voltea puedo sentir su verga en mi espalda, acomoda mi largo pelo alrededor de mi cuello y suelta mi sostén. Se deja caer en la cama yo aun de pie sin saber que hacer sigo su instrucción. Voltéate, quítate eso y eso refiriéndose a mi sostén que solo prende de los breteles, y mi inocente calzón. No vacilo y lo hago quedado solo en calcetas, mis manos intentan cubrir mi cosita, ey! quita tus manos, las quito y exclama hermosa!. Me tira de una mano arrojándome a la cama. Mis pequeños pechos se pierden en su boca mis pezones se han endurecido como no había sentido antes y para que decir mi vagina que era totalmente atacada por sus dedos. No era gentil como mi osito pero me hacia jadear de dolor y deseo. Prontamente estaba sobre mi cuerpo y su pene ejercía presión intentando escabullirse entre los labios de mi ya húmeda vulva. Roberto nunca he estado con alguien, le comente al oído. Y yo nunca con una virgen me respondió. Nos besamos intensamente unos minutos, su pene seguía infructuosamente entrar en mi, y yo lo deseaba tanto que decidí separar mis piernas lo que más pude y con ambas manos separe los labios de mi conchita dejándole el camino totalmente despejado. Se acomodo y lentamente fue introduciendo su miembro en mi delicado cuerpo adolescente. Su cuerpo era fornido y su herramienta correspondía totalmente a sus formas, pude ver como su glande desaparecía dentro de mi concha y luego todo hasta que su pelvis quedo unida a la mia. Esta muy apretado aquí uff …aghh!! Exclamo y se desvaneció sobre mi. Al instante un calor me inundo las entrañas. Lo hicimos unas cinco veces ese día sin que yo haya disfrutado más que con mi osito. Por suerte o magia del destino no termine embarazada ese dia. Luego acordamos que a futuro se cuidara o no podía acabar dentro de mi aunque no perdimos oportunidad de hacerlo en los días finales de mi periodo.
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nothesc · 4 years ago
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Necesito tiempo. Un fic Damira.
Tras la conversación del miércoles Dani le pide un tiempo para pensar a Amira. 
También podéis leerlo en ao3
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Amira vuelve a desbloquear el móvil por quinta vez en el último minuto. Después de lo que pasó el miércoles no está segura si debería escribirle o no. Tal vez lo mejor sería cortar con esto de raíz, si ya sabe que no va a funcionar. Pero una parte de ella no puede evitar querer intentarlo, querer luchar por la relación. Finalmente se decide a abrir la conversación con Dani y escribirle. Primero piensa en ser sincera, decirle que se quedó con mala sensación después de la conversación sobre lo del sábado y que le gustaría hablar con él, pero después decide que es mejor hacer como si nada hubiera pasado, al menos hasta que se vean en persona y puedan hablar. Amira no quiere reconocerlo, porque le da miedo la respuesta de Dani, pero sabe que, cuando se vean, tendrá que hacerle la pregunta, si quiere seguir con la relación, y esta vez, sabiendo a ciencia cierta todo lo que eso supone. Tratando de no anticiparse a los acontecimientos, envía el mensaje.
“Daniiii, ¿te apetece que nos veamos el finde?”
La respuesta de Dani no tarda en llegar, aunque no es lo que Amira se esperaba.
“No creo que pueda, estoy hasta arriba de entrenamientos. Ya hablamos la semana que viene, ¿vale?”
La primera reacción de Amira es entrar en pánico, Dani la está evitando, está segura de ella. Se ha cansado de ella y no sabe cómo decírselo. Amira trata de calmarse, puede que realmente solo esté ocupado con los entrenamientos de rugby, es cierto que se acerca un campeonato, pero también es cierto que Dani siempre ha sacado un hueco para quedar con Amira, igual que ella ha hecho con los exámenes.
El móvil de Amira vibra en su mano indicando que ha recibido otro mensaje de Dani.
“Lo siento ♥”
Amira sonríe ante el segundo mensaje, que le da un poco de esperanza y la tranquiliza. Aún así, Dani y ella tienen una conversación pendiente, pero tendrá que esperar a la semana que viene.
-¿Tus padres te han dejado la casa sola todo el puente y no nos has invitado? – le pregunta indignada Viri a Cris el lunes en el recreo.
Amira está escuchando la conversación a medias, más pendiente del móvil que de otra cosa. Dani y ella no han hablado en todo el fin de semana. Pero ya es lunes y se supone que iban a hablar esta semana. Amira está tratando de contenerse para no hablarle, cree que debería ser él el que empiece la conversación, no quiere resultar agobiante.
-Déjala, Viri, que seguro que ha estado todo el finde con Joana dale que te pego, ¿a que sí? – comenta Eva dándole un codazo en broma a Cris que inmediatamente se pone colorada.
-A ver, teníamos que recuperar el tiempo perdido, charlar y eso – dice Cris con cara de inocente
-Sí, sí, charlar – bromea Nora.
-Bueno a ver, sí, charlar y lo que no es charlar – afirma Cris subiendo y bajando las cejas – Aunque también os digo, que tampoco nos hemos venido demasiado arriba porque con Dani todo el día metido en casa nos daba un poco de palo.
El nombre del hermano de Cris capta inmediatamente la atención de Amira que mira a su amiga con el ceño fruncido, algo de lo que ha dicho no tiene sentido.
-¿Dani ha estado todo el fin de semana en tu casa? – pregunta Amira cortando la conversación.
-Eh…sí, no tenía entrenamientos y ha estado todo el finde en su cuarto. Bueno menos el sábado que se fue por la tarde, supongo que quedaría contigo, ¿no? – Cris no entiende muy bien la pregunta de Amira ni por qué es relevante el hecho de que Dani haya estado en casa pero cuando ve la cara que pone su amiga sabe que algo pasa.
-Tengo que ir al baño – murmura Amira que lo único que quiere es alejarse del grupo y estar sola para tratar de procesar lo que acaba de escuchar.
Dani le dijo que estaría ocupado todo el fin de semana y según Cris ha estado en casa, menos el sábado que quedó con alguien, pero ¿con quién? Y si estaba libre ¿por qué no la llamó? Todas estas preguntas rondan la cabeza de Amira y todas sin respuesta. Está tan metida en sus pensamientos que no se da cuenta de que Cris la está siguiendo hasta que le toca el brazo para detenerla.
-Amira, ¿qué pasa? ¿Por qué te has ido así? – le pregunta Cris preocupada.
Amira evita su mirada a la vez que trata de aguantar las lágrimas que amenazan con salir, ni siquiera sabe muy bien por qué necesita llorar, por frustración tal vez, o por confusión, o peor, por la confirmación de lo que temía.
-Amira, ¿qué pasa? – insiste Cris.
-Pues pasa que tenías razón, Cris. Que al final he acabado agobiando a tu hermano y nos hemos pegado una hostia. Enhorabuena, tenías razón.
Sin darle opción a que Cris diga nada, Amira se da la vuelta para dirigirse al interior del instituto, dando gracias cuando escucha sonar el timbre que indica que las clases vuelven a empezar.
Amira no la ha esperado a la salida hoy, tampoco la culpa ya que llevan unos cuantos días sin irse juntas, pero precisamente hoy Cris quería aprovechar el viaje de vuelta a casa para hablar con ella sobre lo que ha pasado por la mañana. Aún así, aun queda otra persona que le puede aclarar las cosas, aunque conforme Cris se acerca a su casa va dándose cuenta de que no va a ser una conversación demasiado civil.
Lo primero que hace al llegar a casa es comprobar que su madre no está y acto seguido se va hacia el cuarto de su hermano y abre la puerta.
-Cris, tía ¿no sabes llamar a la puerta? – le dice Dani desde la cama, con el portátil sobre sus rodillas.
-¿Qué ha pasado con Amira, Dani? – le pregunta Cris, no hay tiempo de dar rodeos.
El tema de su relación con Amira lleva siendo un tema tabú entre los dos hermanos desde que Cris se enteró de que estaban juntos, por eso Dani no puede evitar sorprenderse ante la pregunta de su hermana.
-¿A qué viene esto? – pregunta Dani, dejando el ordenador encima de la cama e incorporándose un poco. - ¿Qué te ha dicho Amira?
-Pues mira, sus palabras exactas han sido “enhorabuena Cris, tenías razón, he agobiado a mi hermano y nos hemos dado una hostia”. – Cris ve como su hermano cierra los ojos y niega con la cabeza a la vez que la agacha en señal de derrota, el gesto hace que Cris se preocupe, venía dispuesta a echarle la bronca a su hermano pero no se ha parado a pensar que tal vez él esté tan mal como lo parecía Amira esta mañana – Mira Dani, yo sé que reaccioné mal cuando me enteré de lo vuestro y joder, que yo no quería decir lo que dije. Que sí que es una relación complicada, pero la mía también lo es y aún así sigo con Joana y estoy super feliz. Y…que yo qué sé, que no sé qué ha pasado entre vosotros pero no podéis tirar la toalla así. Si…si vosotros estabais destinados a estar juntos.
-¿Tanto te costaba decir eso la primera vez? – pregunta Dani que se alegra de que su hermana por fin los apoye pero no puede evitar estar un poco resentido por el hecho de que el apoyo llegue tan tarde.
-Lo siento, estaba sorprendida por la noticia y preocupada por Joana y lo pagué con vosotros. Lo siento de verdad. Pero…Dani, ¿qué ha pasado? Porque todo parecía ir bien y de repente estaba contando que has estado en casa todo el fin de semana y Amira se ha levantado y se ha ido. No entiendo nada. Y, ¿con quién quedaste el sábado si no fue con ella? – Cris se detiene por un segundo a pensar en su pregunta y la respuesta que se le viene a la cabeza la vuelve a alterar – Dime que no le estás poniendo los cuernos a mi mejor amiga Dani, porque te juro que te mato.
-Cris…-suspira Dani, que sabe que lo único que puede hacer es contarle la verdad – Siéntate y te lo cuento.
-Dani…
-Cris, siéntate por favor, esto va para largo.
Lleva toda la tarde intentando concentrarse en estudiar para el examen que tiene en unos días pero no puede parar de darle vueltas al tema de Dani. Claramente Dani no le ha contado toda la verdad, y no sabe qué hacer al respecto, si debería escribirle para preguntarle o darle tiempo para ver si sale de él hablarle. Amira coge el móvil para comprobar la hora y su corazón da un vuelco cuando se da cuenta de que tenía el móvil en silencio y que no se ha enterado de que ha recibido un mensaje, un mensaje de Dani.
“Siento lo del finde. Solo necesito un poco de tiempo, pero hablamos esta semana y te cuento, ¿vale?”
El mensaje la tranquiliza un poco, pero también hace que le surjan más dudas. Necesita un tiempo, ¿para replantearse la relación? Y le tiene que contar algo, pero ¿qué?
Dos días después sigue sin haber hablado con Dani. Una parte de ella quiere llamarle o incluso plantarse en su casa y exigirle una explicación. Pero la otra parte la detiene, Dani le ha dicho que necesita un tiempo y Amira quiere respetarlo. Eso no significa que no se esté volviendo loca dándole vueltas a todo y sin saber muy bien con quién desahogarse. Piensa en hablarlo con las chicas pero la relación con Cris no es la mejor en este momento y con el resto de chicas sabe que pasará como cuando habló con Nora la semana pasada, que la escucharán, pero al final tampoco pueden darle demasiados consejos porque no han estado nunca en la situación de Amira. En el fondo, Amira sabe perfectamente con quién podría hablar de esto y la entenderían, pero tampoco sabe cómo está la relación con ellas. La cosa es que quedándose en casas no se va a solucionar ni lo uno ni lo otro.
-¿Amira?
Le ha costado mucho venir y ahora que ha entrado sabe por qué. Las caras de Noor y Elena reflejan sorpresa e incomodidad, y la verdad es que no las puede culpar porque Amira se siente igual.
-Hola chicas, perdonad que haya venido sin avisar pero estaba en casa y…bueno…
-No te tienes que disculpar, Amira, aquí siempre eres bienvenida – le dice Elena con una sonrisa que hace que Amira se siente un poco mejor.
-Os he echado de menos chicas, he echado mucho de menos todo esto.
-Nosotras también a ti, y los niños también – afirma Noor.
-Yo quería…bueno la verdad es que quería hablar con vosotras sobre algo y…- Mirando alrededor de la habitación Amira se da cuenta de que falta alguien.- ¿Dounia no está?  
-Qué va, había quedado otra vez con Dan…-Elena no puede terminar la frase porque Noor le da un codazo para que se calle, pero es demasiado tarde, Elena se da cuenta de su error y abre los ojos como platos.
-¿Con Dani? ¿Dounia? Y ¿cómo que otra vez? ¿Qué pasa que quedan mucho o…? – la mente de Amira va a mil por hora tratando de entender lo que está pasando pero el silencio de Noor y Elena no ayudan a calmar los nervios – Chicas, ¿me podéis contar qué pasa? ¿Por qué han quedado Dani y Dounia? ¿Por algo del rugby?
Noor y Elena se miran la una a la otra sin saber muy bien qué decir, lo que hace que Amira se ponga más nerviosa.
-Chicas, por favor, ¿qué pasa?
-A  ver Amira es que no te queremos mentir…- comienza a decir Elena
-Pero tampoco te podemos contar lo que pasa, les prometimos que no lo haríamos. Lo siento. – termina Noor.
-Pero cuéntanos lo que nos querías decir, parecía importante – dice Elena tratando de cambiar de tema.
-Dejadlo, da igual. Mejor me voy.
Amira se da la vuelta y se dirige a la puerta con más dudas de las que tenía cuando llegó.
Al día siguiente en el recreo Amira se sienta sola en un banco tratando de evitar a las chicas, ahora mismo sabe que no puede prestar atención a ninguna conversación a su alrededor. Saca el móvil del bolsillo y abre la conversación con Dani para luego volver a cerrarla sin escribir nada, como lleva haciendo desde ayer. Quiere escribir a Dani y preguntarle qué pasa con Dounia, por qué está quedando con ella, qué le está ocultando. Pero no sabe hasta qué punto quiere conocer la respuesta a esas preguntas. La parte racional de Amira le dice que no se monte historias raras, que Dani y Dounia nunca tendrían algo, y menos mientras que Dani sigue siendo el novio de Amira. Pero la cosa es, ¿sigue siendo Dani el novio de Amira? Llevan una semana sin verse, sin hablar, y Amira ya no está segura de lo que pensar.
-Ey, ¿qué haces aquí sola?
Amira mira hacia arriba y ve a Cris de pie en frente de ella.
-Nada, quería…pensar.
-A ver y ¿en qué tienes que pensar que tienes esa cara de tristeza? – la sonrisa de Cris se desvanece cuando ve la expresión de preocupación de Amira y enseguida comprende lo que le pasa – Ya…mi hermano ¿no?
Amira asiente, probablemente Cris sea la última persona con la que debería tratar el tema de Dani pero ahora mismo necesita desahogarse y Cris es la que está aquí.
-Ayer me enteré por Elena y  Noor de que ha estado quedando con Dounia.
Amira ve como Cris le evita la mirada y se muerde el labio nerviosa y enseguida comprende que sabe más de lo que está diciendo.
-Y por la cara que estás poniendo veo que ya lo sabías. – Amira espera a que Cris diga algo pero cuando no lo hace decide continuar – Cris, ¿qué está pasando? Porque de verdad que no quiero ponerme en lo peor pero es que no entiendo nada.
-Ami…es que…
-Ya – le corta Amira – que no me puedes contar nada, que tiene que ser él el que me lo diga. Pero es que él no me habla Cris, llevamos una semana sin vernos y no entiendo nada.
Cris le prometió a su hermano que no le contaría nada a Amira, que dejaría que fuera él el que hablara con ella, pero le duele mucho ver a Amira tan confundida.
-Hoy tú y yo vamos a quedar.
-Cris, tengo que estudiar y no me apetece mucho…
-Hoy tú y yo vamos a quedar – afirma de nuevo Cris.
Si algo es Cris es insistente cuando sabe lo que quiere y por eso, por mucho que Amira ha intentado resistirse al final ha conseguido quedar con ella por la tarde. Sin embargo, pese a que Amira lleva diez minutos preguntándole que a dónde van, Cris no suelta prenda, solo dice que ya verá y que se dé prisa. Cinco minutos más tarde Cris se para en seco.
-Ya hemos llegado – dice señalando con la cabeza hacia el edificio que se encuentra detrás de Amira.
Amira se da la vuelta y frunce el ceño cuando se da cuenta de dónde están.
-Cris, ¿Qué hacemos aquí? – Amira trata de pensar un motivo por el cual Cris la haya traído a la puerta de la Mezquita del barrio pero lo único que consigue es confundirse más.
-Tiene que estar al salir…-dice Cris en voz baja.
-¿Al salir? ¿Quién? ¿Qué está pasan…? – Amira se interrumpe a sí misma cuando lo ve salir.
Claramente él no se esperaba verlas aquí porque en cuanto cruza su mirada con la de Amira se queda totalmente paralizado.
-Ve a hablar con él – Amira escucha decir a Cris a su lado.
Aún en shock se vuelve a mirar a su amiga sin saber qué hacer.
-Ve a hablar con él – insiste Cris – Y Ami, yo no tenía razón, no tenía razón en nada de lo que te dije. Ahora ve a hablar con mi hermano.
Cris le da un ligero empujón a Amira para hacerla andar en dirección a un Dani que sigue tratando de procesar la imagen ante sus ojos. Cris no puede evitar sonreír al verlos acercarse el uno al otro y sabe que su trabajo aquí está terminado. Sin borrar la sonrisa de su boca decide marcharse para darles intimidad.
-¿Qué haces aquí? – le pregunta Dani a Amira cuando esta llega hasta él.
-Creo que yo debería hacerte la misma pregunta.
-Ami, yo quería contártelo pero estaba esperando a tener toda la información y estar seguro y de verdad que he salido de aquí hoy pensando en escribirte al llegar a casa para quedar y…
-Dani, no estoy entendiendo nada, ¿qué me tienes que contar? ¿Qué hacías en la Mezquita?
-A ver…empiezo por el principio ¿vale? – Dani trata de poner sus pensamientos en orden, pensaba que tendría un poco más de tiempo para preparar la explicación – Cuando me hablaste de todas las cosas que tú esperabas de la relación yo acepté porque eso significaba estar contigo y yo estaba dispuesto a todo. Pero…nunca me paré a pensar en el por qué, por qué necesitabas eso, por qué elegiste todo esto. Y creo que ese fue mi principal error. Cuando el miércoles me dijiste que lo del sábado fue un error yo…yo me enfadé porque no entendía por qué. Y no entendía por qué porque no me había parado a tratar de entender. Por eso necesitaba tiempo, para entender.
-No sé si te sigo – Amira reconoce, entiende lo que le está diciendo Dani pero sigue sin saber qué tiene que ver con el hecho de que estuviera en la Mezquita.
-A ver…no quedé contigo el fin de semana porque me quedé en casa…investigando…estudiando…no sé informándome.
-Pero ¿informándote sobre qué? – pregunta Amira confusa
-Sobre el Islam, sobre cómo son las cosas y por qué son así. Yo quería entenderte mejor, entender tus motivos para saber si los puedo compartir. Porque para que esta relación funcione Ami, los dos tenemos que estar en el mismo punto de partida y para eso yo tenía que entender. Por eso me quedé en casa, y por eso no quería hablar o quedar contigo, porque era algo que tenía que hacer yo por mi cuenta, y porque tampoco quería darte esperanzas o prometerte nada si después no iba a salir bien.
-¿Te has pasado el fin de semana informándote sobre el Islam para entenderme mejor? ¿Es eso? – Amira siente la necesidad de preguntarlo en voz alta para confirmar que le está siguiendo.
-Sí
-¿Y Dounia? Porque sé que has quedado con ella…varias veces.
-A Dounia me la encontré el sábado en la Mezquita.
-¿Aquí es dónde viniste el sábado? ¿Por qué?
-Pues porque cuando estaba leyendo lo que te he dicho muchos sitios coincidían en decir que en caso de dudas siempre venía bien hablar con el Imam así que…pues me vine el sábado para hablar con él y preguntarle mis dudas. – Dani hace una pausa para que Amira pueda procesar toda la información que le está soltando de repente. Cuando ve que Amira no dice nada entiende que está esperando a que termine de contárselo todo – Y bueno…me encontré a Dounia y claro, flipó al verme. Yo le conté por qué estaba ahí y me dijo que si necesitaba ayuda también podía preguntarle a ella, para darme otro punto de vista. Y por eso hemos estado quedando, para…bueno para hablar de esto. La verdad es que me ha ayudado bastante.
-Y yo pensando que yo qué sé, que me habías cambiado por ella, o algo.
-Pero ¿qué dices tía? Claro que no – dice Dani con incredulidad.
-Y yo qué sé, Dani. Me dejas de hablar durante una semana, me mientes sobre dónde estás y de repente todo el mundo sabes que estás quedando con Dounia menos yo…-se excusa Amira
-Ya…lo siento, de verdad Ami.
-Y ¿hoy por qué has venido? ¿Porque tienes más dudas?
-No…-dice Dani negando con la cabeza – Hoy he venido porque…no sé muy bien por qué, solo sé que cada vez que vengo siento…paz, no sé explicarlo pero me siento bien…y hablar con el Imam me gusta, hace que me sienta…pues eso, bien. Y es como que necesitaba venir. He estado viniendo todos los días esta semana, supongo que por eso Cris sabía dónde encontrarme. Se lo tuve que contar el lunes después de que me la liara por hacerte daño. Yo no quería hacerte daño Ami.
-Lo sé. – dice Amira, y de verdad lo sabe – Y ¿por qué no me preguntaste a mí directamente? Yo podría haberte contado lo que querías saber.
-Lo sé, lo siento. Es que…no sé quería hacer esto por mí mismo, ¿sabes? No quería depender de ti, o hacerlo por ti sino por mí. Tú dijiste que en el Islam las cosas se hacen porque te salen de dentro ¿no? Pues yo quería hacer esto por mí.
-Entonces…todo esto…¿qué quiere decir exactamente?
-Pues…quiere decir que sigo queriendo besarte, y no creo que eso vaya a cambiar – admite Dani que cuando ve la cara de preocupación de Amira se apresura a continuar – pero ahora entiendo los motivos de tu decisión Ami, y los respeto e incluso…los comparto. No digo que no vaya a ser complicado, y aún me queda mucho por aprender pero, si tú estás dispuesta a continuar con nuestra relación, yo también lo estoy…con las condiciones de tu lista.
Amira no puede evitar sonreír ante las palabras de Dani, aún así una parte de ella necesita cerciorarse.
-¿Estás seguro?
-Sí, estoy seguro. Y Ami, quiero disculparme por mi actitud de mierda del otro día, estaba frustrado y lo pagué contigo, y no es excusa. Te prometo que no volverá a pasar. Y que claro que somos una pareja normal.
-No pasa nada. Lo entiendo perfectamente. Y Dani…- lentamente Amira le coge la mano a Dani durante unos segundos para captar su atención, tras un ligero roce vuelve a soltarla, sin dejar de sonreír – Yo también quería besarte el sábado, no quiero que pienses lo contrario. Es solo que…
-Lo sé, y lo entiendo Ami, de verdad que sí, que ahora sí que lo entiendo. –le dice Dani devolviéndole la sonrisa. – Entonces, ¿todo está bien entre nosotros?
-Sí, todo está bien.
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cronicasdelacuarentena · 5 years ago
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Cuando la necesidad tiene cara de pandemia
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Por Luciana Paula Navatta* (Ciudad de Buenos Aires, Argentina)
El reloj del auto me indica el tiempo que tardé en llegar desde casa  a San Justo. Nunca lo hago tan rápido. Y no era por la velocidad, sino que las calles casi vacías permitían que una estuviera en menor tiempo en cualquier lugar.
Todo era diferente desde aquel 20 de marzo cuando a través del Decreto de Necesidad  y Urgencia N° 297/2020 se estableció en el país el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, mal llamado cuarentena, y sólo los servicios esenciales como sanidad, vigilancia, ciertos comercios estaban exceptuados. Se paró el país. Y el que salía debía contar con un permiso de circulación que indicara cuál era la razón tanto si iba en auto o en transporte público, salvo que fuera para compras en cercanía.
Esa zona en la que en un día común te ensordecían el ruido de los colectivos y los autos, más el murmullo de la gente, ahora parece tierra de nadie y hasta daba miedo caminar por las calles solitarias.
Ahora, sólo se observan  las personas que se animan a salir para abastecerse en algún comercio barrial cubriendo sus caras con barbijos y muchos usan esas máscaras de plástico cubriendo sus rostros. En el Banco Santander de la esquina y, como parte de este “protocolo”, un policía controla que se respete el distanciamiento social entre cada uno de los que forman la fila para entrar.
Los kioscos no son considerados esenciales según las normas, como el Pretto’s de San Justo, propiedad de Andrea.
El local dista mucho de ser el que conocí cuando Andrea me pidió ayuda como contadora.  Es todo tan diferente. Esa alegría que se percibía dentro, la música a tope, los estudiantes que entraban y salían como escapando del colegio y todo pum para arriba quedó en el pasado no muy lejano.
Cuando me acerco, su expresión no es la de siempre. Esa colorada que con su risa furiosa desdramatizaba todo, le dio lugar a una señora con gesto adusto, irreconocible en ella.
–¿Me decís qué hago ahora con la mercadería que se me va a vencer? –pronuncia furiosa– ¿Dónde me la meto?
–Tranquilizate –le digo para bajarle un poco la bronca.
–Incluso vino el cana de la comisaría de la vuelta a decirme que no puedo tener abierto. Le contesté que no estaba abierto al público que sólo estaba haciendo stock.
Pocos focos alumbran el local y de las tres heladeras comerciales sólo hay una encendida. Las estanterías que detenían el paso a cada instante de tan llenas, ahora permiten entrar y salir sin problemas. Todo producto del ahorro forzoso que tuvo que implementar.
Quise calmarla diciéndole que algo íbamos a inventar para surfear la situación. Sé, por mi profesión, que el panorama que se viene es durísimo y la peor parte se la llevan los comercios.
–¿Sabés qué se me ocurrió y les dije a las mamás del colegio de Aylén? Viste que tengo la bici. Bueno la voy a usar para repartir, aunque sea al costo, la mercadería que tiene vencimiento. No gano pero tampoco pierdo.
–¡Bien ahí!- la aliento –Está buenísimo que le encuentres una vuelta a esto.
–No es tan bueno, le estoy tratando de buscar la vuelta.  La bici es mi distracción, mi cable a tierra. La actividad que comparto con Aylu. Nunca me imaginé usarla para trabajar - sussurró con lágrimas añorando esas tardes en las que pedaleaban con su hija alrededor de la  plaza de San Justo.
Me dice que está utilizando unos ahorros que tiene para abastecerse de cigarrillos porque es lo que más le piden; en los negocios de alrededores no hay, y puede así cobrar un poco más. Por lo menos de esta forma se asegura algún ingreso más que también debería repartir con la bici.
Hace una pausa y traga saliva antes de mencionar que esta situación llegó a recordarle sus antiguos ataques de pánico. Yo sabía que el negocio es para Andrea mucho más que su actividad. Es su medicina natural por vivencias anteriores.
La ayudo a clasificar aquella mercadería que tenía vencimiento más próximo para poder venderla primero. Y, antes de irme, le digo que cuente conmigo en todo lo que necesite más allá de lo profesional.
Al salir del local, me recuerda: “Ponete el barbijo que acá te multan”.  Ella lo tiene más incorporado que yo, que aún me cuesta el tema del protocolo a pesar que los transeúntes lo recuerdan a cada paso.
Imagen:  Splitshire
*Tengo 48 años, soy contadora pública, estudiante de 2do. año de periodismo en Eter. Escribo sobre temas de actualidad y crónicas también. Hago pequeños audiovisuales sobre temas de la economía doméstica en una publicación digital.
IG: Lucha1971  Face: luciananavatta Tw: Lucha1971
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laluciernagarevista · 5 years ago
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Crónica entre mates: Doña Eva
En esta nueva entrega de “Crónica entre mates” entrevistamos a una vecina histórica del barrio de Gerli, Doña Eva.  Eva nació en Mendoza, en el año 1920, tiene 98 años recién cumplidos, vive hace más de 50 años en el barrio. De muy chica se muda de Guaymayen, Mendoza, a un conventillo de La Boca, en la calle Patricios, junto a sus padres y sus hermanos. Nos encontramos en su casa, y ente mates, nos comparte su historia, sus recuerdos, y su análisis del presente y del pasado. 
 - Cuando vine para acá, de la calle Patricios (La Boca) vinimos a Avellaneda. En Avellaneda mi papá consiguió un terreno, lo compro e hizo una casa grande, como para 8 personas. Empecé a trabajar, no tenía 14 años todavía, un día domingo mi papá me dijo: "usted mañana empieza a trabajar en la fábrica de fósforos”.  Bueno, ahí empecé a trabajar. Lloré toda la noche, y por eso pienso que el domingo para mi es el día más triste desde esa noche. Tenía que venir sola ida y vuelta, sin tranvía, sin colectivo, porque no había. Por suerte me hice amiga de una compañera que vivía cerca, veníamos juntas, pero yo llegaba sola a casa.
 -Cómo fue ese cambio, ¿sus compañeros la ayudaron a aprender el oficio?
- Lloraba todo el tiempo… No, en aquel entonces es como si fuera el bullying de ahora. Yo era muy tímida, me ponía colorada y me cargaban.
-¿Iba a la escuela en ese momento?
- Nunca me gusto la escuela. Empecé la primaria donde era la Nº 30, acá, pero antes estaba cerca de donde hay una iglesia, San Antonio de Padua, en las calles Heredia y Fcio. Varela. No me gustaba la escuela porque llegaba al aula la maestra a mi me molestaba, porque lloraba todo el tiempo. Hice segundo grado nada más, mi mamá me sacó porque me enfermaba siempre, no quería saber nada del colegio. Tuve un kiosco 38 años; y me las arregle con los dedos porque ni la calculadora supe aprender pero bueno...
-¿Pero era algo común en ese momento?
- Sí, mas bien, si. Después vivíamos de lo que cultivábamos, animales, quintas, de eso comíamos, hasta que mi papá consiguió trabajo en una fundición en la calle 12 de Octubre, acá, en Avellaneda. Trabajó unos cuantos años. Nosotros desde casa lo veíamos venir…  Después cerraron la fundición, y a mi papá lo apreciaban mucho, entonces le dieron todas las herramientas que usaba a pagar, y las trajo a mi casa. Mi casa era de chapa, grandísima, teníamos una cocina para 8 personas. Mi papá hizo una cocinita más chiquita, y otra, más grande pero de fundición. A partir de ese momento, mis hermanos empezaron a trabajar con mi padre, a él le fue tan bien que compro la carpintería de Nicollo, que estaba en Sarmiento. Hasta llego a tener 3 empleados, porque le fue de maravilla. Era la única fundición que había. Para ese entonces yo deje la fábrica de fósforos, y me fui a trabajar a la fábrica de yerba, donde está la cancha de Racing. Ahí todavía está el galpón, porque una amiga me lo contó… En la fábrica de yerba te pagaban más que en la fábrica de fósforos, por eso me fui para allá. Pero luego mi padre terminó por llevarme a trabajar con él a la fundición.
-¿Y qué tareas hacia en la fábrica de fundición usted?
- Todo lo que sobraba de los moldes que hacían se ponía en unas latas. En  una mesa como esta mi papa ponía la escoria y yo, sobre eso, pasaba un imán grandísimo,  lo que se pegaba al imán se volvía a fundir, lo otro había que tirarlo porque no servía. Trabaje muchos años, con mi papá. Después cuando mi papa falleció, hubo problemas y cerro la fundición. Se termino vendiendo, aunque las hijas no vimos de eso ni cinco guita. 
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-Y retomando el tema de la escuela, ¿qué le significo a usted tener tan cerca una escuela?, porque es al lado prácticamente…
-Bárbaro, me fue bárbaro, de hoy que me conocen todos, dicen “como el kiosco de doña Eva no va a haber nunca”, porque lo que vos me pidieras yo lo tenía. Estaba sola con el kiosco entonces, venían los chicos del colegio, del barrio, vecinos, venían gente de Sarmiento, de muchos lados. ¡Ahora tenes kioscos por todos lados!. Vas a la esquina, hay uno, haces media cuadra, hay otro. Pero bueno, la hemos vivido Yo lavaba, planchaba, cocinaba todo acá, en la cocina, y tenía una puerta con una campanilla que  yo sentía. Llegue a tener 40 latas de galletitas en ese pequeño kiosco. Pasaba el camión y me dejaba las latas de galletitas que yo elegía. Entraban y me dejaban acomodadas las latas, eran grandes y cuadradas. Tenía una balanza, por que antes se vendían por peso ¡Era dificilísimo!. Ahora vienen embasadas… Te imaginas cuando se juntaban los chicos de la escuela…. ¡Estaba yo sola!. También venía el cigarrero con su camión y me entregaba lo que pedía
Abría a las 7 am y a las 21 pm cerrábamos, cenábamos y algunos vecino seguían viniendo, con la persiana baja despachábamos con mi marido, a veces hasta las 22 o 23 pm. La verdad es que fue lindo, muy lindo el tiempo que pase en el kiosco, aunque prive de muchas cosas, como cumpleaños y salidas. Pero después de grande nos fuimos de vacaciones por primera vez, estuvo muy lindo.
Estuve 38 años en el kiosco… Cuando me case tendría unos 40 años, mi marido trabajaba en el frigorífico “La Negra”… de “La negra” venía a las 2 de la tarde, comía y se iba a acostar un rato. A las 5 de la tarde se iba a la Shell, a trabajar de sereno. Yo a las 12 de la noche estaba en la puerta mirando cuando venía en bicicleta, de la Shell, venia rapidito y le calentaba la comida, se bañaba y se iba a acostar… a las 5 de la mañana ya estaba acá en la esquina tomando el tranvía para ir a “La Negra”. Por De la Serna pasaba el tranvía... cuando se quedaba dormido, como era todo potrero, lo enganchaba en Lacarra. Dormía poco pobre… y eso porque lo hacía, para juntar plata para hacer este local. El siempre me decía "esto hoy o mañana, te va a ayudar". Y es cierto porque siempre lo tengo alquilado. Pero trabajo para hacer ese negocio, se sacrifico mucho, no dormía casi nada.
- En cuanto a la escuela, usted ¿qué rol le encuentra dentro de la comunidad?
- Pienso que la escuela es todo ¿o no? La escuela es todo, porque los gobiernos lo que quieren es gente que no estudie, que sean burros y manejarla a su manera. Una persona que no entiende o no sabe leer, no sabe escribir la manejan como quieren, digo yo, es mi pensamiento.
-¿Cómo ve usted el cambio al acceso a la educación, de poder terminar la primaria, la secundaria, poder aspirar a una educación superior, la universidad?
-Mira cuando las chicas terminaban la primaria, lo único que hacían era buscar un novio y casarse, no había otra. No tenían otra ambición como ahora que quieren ser médicos, psicólogos, no, era buscar un novio y hacer una familia.  Ahora no, ahora la mujer está muy independiente, trabaja sola, se maneja sola, pero antes no. No se veían divorcios. No te permitían divorciarte. Todos los matrimonios tienen problemas, yo iba y lloraba a la casa de mi mama, pero a la noche tenía que volver a casa.  Si la pareja no se lleva bien rapidito se separa, las parejas que se llevan mal se separan, es distinto, a la vida de antes es distinta. La mujer ahora es independiente, hace su vida, si quiere formar pareja la forma y si no quiere se maneja sola, si, además la mujer no trabajaba como ahora, la mujer era de estar en casa, criar hijos, nada más, atender al marido y criar hijos, ahora no, ahora la mujer esta chocha digo yo, yo lo veo así.
Por Eva Perón tenemos el voto femenino. Yo ahí empecé a votar. Me iba con una alegría a votar que no te das una idea. Habré votado bien, habré votado mal algunas veces. La única vez que me gustó lo que voté, que fui con una alegría, fue en la época de Alfonsín. Eso me gustó muchísimo, después no me gustó ninguno. No me perdía ningún discurso. Una vez fui a parar a una cancha, casi muero aplastada de la gente que había. Con mi marido nos fuimos en tren a conocer la casa de Alfonsín en Chascomús. Una casa pobre, con un banquito en la puerta. Ese presidente sí que me gustó, después tuvo sus cosas.
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¿Y la actualidad como la ve? 
Es imposible. Los precios subieron muchísimo. Hay que dejar de comprar cosas porque no se puede. Lo más indispensable es un plato de comida, me la paso comiendo polenta, fideos, arroz. Yo soy pensionada y no llego a fin de mes. Las tarifas son de terror. Si las pagas, no podes comer. A conocidos les llego cuatro mil pesos de gas, ¿cómo haces para pagar? Como hago yo con lo que gano con la electricidad, para comer. Decí que tengo mi casa, ¿Y si tengo que alquilar? No se puede. Me sacaron los remedios, PAMI me los sacó. Hay gente que necesita mucho los remedios, para el corazón, para la diabetes y se lo sacan. Para mí, Macri está haciendo un desastre.
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albertohernandezmoreno · 6 years ago
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Rastros argumentales de G.K. Chesterton en tres relatos de Borges sobre la nadería de la personalidad
ESTE TEXTO CONSTITUYÓ MI PONENCIA EN EL CONGRESO INTERNACIONAL “BORGES, FERVOR DE LA MEMORIA”, CELEBRADO EN LA UNIVERSIDAD DE MURCIA ENTRE EL 7 Y EL 9 DE MARZO DE 2016.
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 El género policíaco, al igual que la épica, la literatura gauchesca o la fantástica, ocupa un lugar prominente en los escritos ensayísticos y críticos de Borges. Tales testimonios son normalmente comentarios a obras y autores concretos pero casi nunca disertaciones de carácter más general ni postulaciones de modelos teóricos: Borges concibe más la literatura como tradición, como una larga cadena de textos y de escritores en continuo diálogo extratemporal, que como un fenómeno de carácter semiótico o pragmático susceptible de ser analizado al margen de sus ejecuciones en la práctica. Por eso incluso cuando se dispone a tratar sobre un tema universal, como en el caso de la conferencia El cuento policial[1], acaba hablando sobre la vida y la obra de Edgar Allan Poe. La única excepción es el importante artículo “Leyes de la narración policial”[2], que junto a opiniones dispersas en las numerosas notas y ensayos dedicados a los cultivadores del género, conforma la sintética teoría del relato detectivesco de Borges.
 Ahora bien, no hay que confundir “teoría del relato detectivesco de Borges” con “teoría del relato detectivesco en la obra de Borges”. La teoría esbozada en sus textos críticos responde al modo en que Borges entiende lo policiaco y a cómo debían escribirse narraciones de este género sin incurrir en defectos formales o temáticos. Sin embargo, Borges nunca puso en práctica dicha preceptiva porque no llegó a escribir ningún relato policial exactamente a la manera de Poe o Chesterton, que eran los autores de los que se valía para plantear su teoría: Poe y Chesterton representan el cuento policial clásico, con una intriga bien definida basada en el esclarecimiento de un hecho oscuro; Borges no quiso imitarlos porque sus aproximaciones al ejercicio del relato policiaco responden a diferentes intenciones, aunque de ellos toma el rigor constructivo y el afán por la precisión para componer las alambicadas narraciones que constituyen su aportación al género. También algunos elementos de intriga, personajes, ambientes y situaciones, pero todo ello subordinado al propósito central del cuento, que es metaforizar una visión del mundo y del hombre en él. Y siempre, insistimos, concibiendo el argumento y la trama como símbolos de una idea superior, y en las coordenadas de lo fantástico.
Es significativo que de los dos relatos que inauguran la cuentística borgesiana, el primero sea precisamente una narración policial (“Hombre de la esquina rosada”), mientras que el segundo (“El acercamiento a Almotásim”, su primer relato fantástico) sea una falsa reseña a una imaginaria novela detectivesca. Y policiales serán muchas otras piezas como “Tema del traidor y del héroe”, “La muerte y la brújula”, “El jardín de senderos que se bifurcan”, “La forma de la espada”, “Emma Zunz” o “Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto”.
 La presencia de Gilbert Keith Chesterton inunda toda la actividad de Borges relacionada con el género policial, que fue especialmente intensa en los años cuarenta. A Chesterton dedica ensayos, reseñas, recensiones y prólogos. Dos veces lo selecciona para las dos entregas de 1943 y 1951 que constituyen la canónica antología Los mejores cuentos policiales elaborada junto a Bioy Casares. Y en las tramas de sus propios relatos pueden encontrarse innumerables rastros argumentales del británico. De ellos, examinares los tres en los que la deuda con Chesterton es más patente.
¿Por qué es este autor el cultivador del género policial más admirado por Borges? El primer motivo es su rigor formal y apego al modelo policial inglés, de rigurosa construcción y resortes analíticos, que Borges siempre prefirió. También, y en segundo lugar, por el significado profundo de sus relatos, que “simulan ser policiales y son mucho más”[3] (como los del propio Borges) porque en Chesterton lo sobrenatural es transformado por la magia del intelecto en racional.
Hay otra causa más, nunca reconocida expresamente por Borges, que explica por qué la literatura del polígrafo británico le fue tan atractiva y le inspiró no pocos cuentos: de sus narraciones se desprende que Chesterton tuvo cierta intuición de esa “nadería de la personalidad” expuesta tempranamente por Borges en Inquisiciones, el primero de sus libros de ensayos desterrados[4], y que evolucionaría hacia los conceptos de panteísmo, pluralidad del yo e identidad de todos los hombres.
Posiblemente Chesterton nunca tuvo conciencia plena de la idea de panteísmo que Borges quiso ver en sus relatos, como tampoco le movieron en el momento de escribir sus narraciones policiales inquietudes metafísicas, ni siquiera teológicas, como pudiera desprenderse de una primera lectura. Más bien parece que Chesterton actúa como apologista del catolicismo en un país tradicionalmente hostil a él. Lo que sí hizo fue intensificar y llevar a sus más altas cotas de originalidad una serie de recursos bastante comunes en la literatura policial conocidos como “efectos de  inversión” o de “subversión”[5]. Tales efectos consisten en presentar los sucesos como lo contrario de lo que son con el fin de proporcionar un golpe de efecto al final del relato; la realidad concreta se enmascara de forma que, por ejemplo, el detective es el sospechoso o el asesino, el inocente se convierte en culpable, la víctima en verdugo…
Pues bien, Chesterton explota todas las posibilidades de la inversión y crea relatos en los que un personaje suplanta la personalidad de otro o crea a otro inexistente, las personalidades se confunden involuntariamente… También lleva la inversión al plano de las acciones, no sólo de los personajes, y presenta un crimen disfrazado de suicidio, el suicidio disfrazado de crimen, la muerte natural disfrazada de crimen e incluso el crimen disfrazado como un crimen distinto. De la confusión extrema de las personalidades y sus acciones a afirmar que esa confusión no es aparente, sino que responde a que todos los hombres comparten una identidad común, hay sólo un paso que Chesterton no dio pero sí Borges, quien descubre en los mecanismos de inversión de Chesterton la esencia misma del panteísmo y la disgregación de la individualidad de la personalidad en la pluralidad: en el cielo, según Plotino, -cita Borges[6]-, “todo está en todas partes, cualquier cosa es todas las cosas, el sol es todas las estrellas, y cada estrella es todas las estrellas y el sol  (Enneadas, V, 8,4)”.
En sus cuentos “La forma de la espada”, “Tema del traidor y del héroe” y “Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto”, Borges lleva al esquema policial, como Chesterton, el gran tema de la identidad al que tantos otros relatos, poemas y ensayos dedicó. El primero de ellos, escrito en 1942 e insertado en la sección “Artificios” de Ficciones, presenta una trama vagamente policial porque no consiste en el esclarecimiento de un misterio por las vías de la investigación sino en el esclarecimiento del mismo mediante una confidencia. Tal misterio es el origen de la cicatriz que surca la cara de un personaje irlandés, apodado el Inglés de La Colorada, narrado por éste al que es, a su vez, el narrador principal de la historia (el propio Borges): es la técnica del relato hipodiegético unida al empleo, tan grato para Borges, de la estilización literaria de una voz oral que el formalismo ruso llamó skaz.
Este personaje cuenta que durante los enfrentamientos entre los patriotas irlandeses -de los que él formaba parte- y los británicos fue traicionado por uno de sus camaradas, John Vincent Moon, al que hacía poco que había salvado la vida. Traidor y traicionado luchan cuerpo a cuerpo y Moon recibe en el rostro un profundo corte asestado con un alfanje. El “Inglés” interrumpe en ese instante su relato; el narrador no parece haber comprendido su sentido último (“Aguardé en vano la continuación de la historia. Al fin le dije que prosiguiera”). El final, en el que el enigma queda aclarado, es lo más “policial” del cuanto, por su carácter de golpe de efecto que le da la coherencia a todo lo anterior: el “Inglés” es en realidad Vincent Moon, el hombre que delató a su mayor benefactor.
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La inversión final, en la que la víctima se revela como verdugo, es típicamente chestertoniana y aparece, muy notablemente, en el cuento “La penitencia de Marne” (de la colección El secreto del padre Brown), donde el supuesto marqués de Marne es su auténtico asesino, que también decide ocultar su infamia suplantando la personalidad de su víctima. La efectividad de la anagnórisis en el relato de Borges es sin embargo mayor por el empleo de la primera persona narrativa, que actúa como elemento de distanciamiento entre el narrador y su lector u oyente para que el giro último en el que la verdadera identidad es revelada sea más impactante. No es una técnica nueva en la narrativa de Borges; apareció ya en “Hombre de la esquina rosada”, donde el anónimo narrador insinúa que fue él quien mató a Francisco Real, y aparecerá muy notablemente en “La casa de Asterión”
La inversión de “La forma de la espada” tendría el mismo valor de estrategia narrativa que presenta en los cuentos detectivescos clásicos como el de Chesterton de no ser por unas palabras que Vincent Moon intercala en su historia:
“Lo que hace un hombre es como si lo hicieran todos los hombres. Por eso no es injusto que una desobediencia en un jardín contamine al género humano;  por eso no es injusto que la crucifixión de un solo judío baste para salvarlo. Acaso Schopenhauer tiene razón: yo soy los otros, cualquier hombre es todos los hombres, Shakespeare es de algún modo el miserable John Vincent Moon”.
Este párrafo contiene el sentido último del relato, más allá del caso individual del irlandés, que queda como anecdótico: las identidades individuales se difuminan y deja de tener sentido hacer distinciones entre un hombre y otro porque esencialmente todos coinciden en uno solo. Al intercalar estas palabras en su discurso, Moon anticipa el desenlace de su narración pero además, y  lo que es más importante, le resta al recurso de la ocultación de la personalidad su valor de artificio retórico -el único que poseía en las narraciones policiacas tradicionales, incluidas las de Chesterton-: contar los hechos propios atribuyéndolos a otra persona no es una treta del que narra la historia ni un ardid para engañar al oyente porque aquí la individualidad no tiene razón de ser: todos somos el insurrecto irlandés traicionado y después fusilado, como todos somos el taimado John Vincent Moon. Por eso en los cuentos de Borges el protagonista se suele escindir en un héroe y un cobarde, en una víctima y un victimario, en un creador y en la criatura creada. Precisamente el cuento que nos ocupará ahora será el titulado “Tema del traidor y del héroe”.
Escrita, dice el propio texto, “bajo el notorio influjo de Chesterton (discurridor y exornador de elegantes misterios)”, esta otra narración de Ficciones con trama puramente policíaca está también ambientada en Irlanda, como en el relato anterior. El armazón narrativo alrededor del cual Borges estructura su historia es de mayor complejidad porque el Borges real, biográfico, se proyecta en un Borges literaturizado, también escritor, dispuesto a escribir un relato fantástico influido, como se dice al comienzo, por Chesterton. El cuento “Tema del traidor y del héroe” es el resumen que el Borges ficcional hace de este relato que planea ejecutar. Y este relato es precisamente la historia de otro proyecto literario, la biografía de un héroe independentista irlandés de comienzos del siglo XIX, Fergus Kilpatrick, planeada por un bisnieto del personaje, Ryan. Éste actúa como narrador del cuento del Borges literaturizado, como el Borges literaturizado es el narrador de la historia del Borges real.
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Este Ryan, mientras se documenta para escribir la historia de su antepasado, descubre en las circunstancias de su muerte importantes coincidencias con las de la muerte de Julio César (ambos fueron traicionados por sus compañeros, ambos fueron héroes nacionales, ambos fueron advertidos por presagios y vaticinios de su destino inminente). El planteamiento de la historia no puede ser más propio de Chesterton: del examen de un episodio histórico surge un enigma -el asesinato de Kilpatrick- con aparentes implicaciones sobrenaturales -la posibilidad de la circularidad temporal- y una primera hipótesis igualmente fantástica: César, o su historia, pudo reencarnarse en Kilpatrick y en la suya.  
Lo que para Ryan es un hecho excepcional no sorprende tanto al lector de Borges, acostumbrado a que en otros momentos de su obra se especule con el carácter cíclico del tiempo; desde un poema bastante anterior, “El truco”, de Fervor de Buenos Aires, y los ensayos “La doctrina de los ciclos” y “El tiempo circular” de Historia de la eternidad, a textos posteriores: el ensayo “El enigma de Edward Fitzgerald” de Otras inquisiciones, las prosas “La trama” e “In memoriam J.F.K.” de El Hacedor, los poemas “La noche cíclica” y “Poema conjetural” de El otro, el mismo o el cuento “El Evangelio según Marcos” de El informe de Brodie. Es más, la cita que encabeza el relato, tomada del poema “La torre” de Yeats, predispone al lector a que piense que está ante una narración sobre el tiempo circular.
Pero como en este relato Borges sigue a Chesterton, el enigma no puede tener una causa tan sobrenatural, sino otra mucho más terrena a la que Ryan llegará estudiando otros documentos: en ellos descubre que entre los patriotas irlandeses había un traidor, que la mano derecha de Kilpatrick, James Alexander Nolan, descubre que ese traidor es el propio Kilpatrick, y que Nolan orquesta una compleja ejecución del desleal de forma que su muerte, una especie de representación teatral a gran escala, lo convierta en un mártir de la independencia irlandesa. El plan de Nolan, que había sido traductor de las obras de Shakespeare al gaélico, estaba inspirado en Julio César y en Macbeth; por eso Ryan detectó esas conexiones entre la muerte del general romano y la de su antepasado.
Lo que hasta ese momento se pensaba que era una historia sobre la virtualidad de la doctrina del tiempo circular se convierte al final en su propia negación, en una pirueta típicamente borgesiana paralela, por ejemplo, a la de otro texto que también versa sobre la temporalidad, el ensayo “Nueva refutación del tiempo”: en este texto, Borges defiende una concepción idealista de la realidad y se vale a continuación de textos de Hume, Berkeley y Schopenhauer para negar el tiempo y el espacio -el mundo exterior, en definitiva-; la irrealidad del mundo aparencial desemboca para Borges en la irrealidad de la individualidad. Sin embargo, en el último párrafo Borges niega su propia refutación del tiempo y reconoce que sólo ha sido un “consuelo secreto”: “El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el  río; es un tigre que en destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgraciadamente, soy Borges”[7].
El hallazgo de una explicación racional para lo aparentemente sobrenatural no es el único rasgo chestertoniano que presenta esta narración. El propio argumento puede encontrarse en dos de los cuentos del autor inglés:
“La muestra de la espada rota” (de El candor del padre Brown) tiene como tema también la dialéctica entre la historia y la literatura, o realidad y ficción, y presenta un planteamiento y un desenlace idénticos a los de “Tema del traidor y del héroe”: se parte de una historia sobre la extraña muerte de un general inglés en Brasil junto al resto de sus fuerzas en una carga inexplicable por su insensatez contra el enemigo, muerte extraña porque no se tiene constancia de que los brasileños capturasen o ejecutasen al general. Tras las indagaciones que ocupan las páginas centrales, el padre Brown descubre que el heroico general fue un traidor que asesinó a su ayudante de campo y que, para esconder el cadáver, en lugar de ocultarlo ordenó la carga suicida en la que sabía que iban a perecer la mayoría de sus hombres (se multiplican los crímenes para ocultar un asesinato, o lo que es lo mismo, el bosque oculta al árbol). Los soldados supervivientes descubren la traición, lo ajustician y juran guardar silencio por el bien del honor de Gran Bretaña, para cuyos intereses es preferible que el traidor pase a la historia como un héroe.
Los cuentos de la colección El poeta y los lunáticos ya no tienen como detective al padre Brown, sino al excéntrico pintor y poeta Gabriel Gale. Uno de ellos es el titulado “El dedo de piedra”, que constituye el segundo modelo que Borges sigue muy de cerca: esta historia narra la desaparición de un geólogo darwinista experto en los procesos de fosilización, y cómo su principal partidario, un escultor que acaba de concluir una reproducción en piedra del científico recién colocada en la plaza de la ciudad, acusa al clero reaccionario y hostil a la ciencia de haberlo asesinado. La verdad del asunto, sacada a la luz por Gale, es que el geólogo se arrepintió de sus teorías científicas contrarias a la interpretación literal de la Biblia (no olvidemos que estamos ante un relato de Chesterton) y le comunicó a su amigo el escultor que estaba dispuesto a retractarse ante la Iglesia. Enfurecido por lo que consideraba una traición, el escultor lo asesinó y sumergió su cadáver en las aguas de un arroyo cercano que, según le dijo el propio geólogo, petrificaban rápidamente la materia orgánica: el cuerpo fosilizado fue puesto en la plaza como si se tratase de la escultura en memoria del mártir de la ciencia. Aunque según la peculiar lógica interna del cuento de Chesterton el traidor era el escultor y no el geólogo, lo cierto es que el argumento es semejante al de Borges al pretender hacer del traidor un héroe de la causa de la que había abjurado.
Hay un cuento más de Chesterton que ya no trata sobre la escisión y relatividad del individuo, que puede ser a la vez traidor y héroe. De este relato, titulado “El paraíso de los bandidos” (en La sabiduría del padre Brown), Borges pudo tomar la idea de un gran teatro a escala mundial para ocultar la infamia: en “Tema del traidor y del héroe” Nolan orquesta el asesinato de Kilpatrick como si fuese una representación teatral de enormes proporciones: “de teatro hizo la ciudad entera, y los actores fueron legión, y el drama abarcó muchos días y muchas noches”. En “El paraíso de los bandidos” un millonario inglés finge un viaje en carro a través de Italia en el que unos supuestos bandidos locales -en realidad actores pagados por él- le roban la fortuna que llevaba encima, conseguida a través de desfalcos y que por eso convenía que “desapareciese” por arte de un falso atraco. Se trata éste de otro recurso de inversión que convierte a la víctima en culpable. Borges, sin embargo, amplía el alcance de la representación teatral en su cuento y hace que el propio Ryan, al descubrir la verdad y aun así no querer revelarla en su futuro libro por el bien de Irlanda y Kilpatrick, se convierta en un personaje más previsto por Nolan un siglo atrás para su calculado plan.
 Queda un cuento en el que Borges vuelve a cuestionarse el problema de la identidad individual mediante una trama policial. Es de hecho el que mantiene una estructura policial más sólida, más incluso que el único relato en el que aparece un verdadero detective, “La muerte y la brújula”. El que ahora nos ocupa, “Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto”, es uno de los cuatro que Borges añadió a la segunda y definitiva versión de El Aleph.
El enigma propuesto en esta historia también es típicamente policial: la muerte de Abenjacán el Bojarí, rey de una pequeña tribu egipcia, en el laberinto que mandó construirse en su exilio inglés para huir del espíritu vengador de su primo y visir Zaid, al que asesinó en Egipto para no compartir su tesoro.
El hecho queda durante más de un cuarto de siglo en suspenso y acaba por convertirse casi en una leyenda local por sus aspectos maravillosos hasta que un personaje, Unwin, asume el rol de detective para explicar tan extraño suceso: “El misterio participa de lo sobrenatural y aun de lo divino; la solución, del juego de manos”, se dice en un momento de la narración. Juego de manos equivale aquí a juego de inversiones característico de la literatura policial basado en las personalidades: quien se tenía por Abenjacán el Bojarí era en realidad el visir Zaid, que robó el tesoro y escapó con él a Cornualles; allí construyó el laberinto de muros rojos no para esconderse del auténtico el Bojarí (“para quien verdaderamente quiere ocultarse, Londres es mejor laberinto que un mirador al que conducen todos los corredores de un edificio”, argumenta Unwin) sino para atraerlo, matarlo y librarse así de su persecución.
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Este cuento de Borges tiene también su correlato en otro de Chesterton, quien se nos está así revelando como un autor mucho más importante en la literatura del argentino de lo que podría creerse. Nos referimos a la historia “Los pecados del Príncipe Saradine”, incluida en la serie El candor del padre Brown.
En el cuento de Chesterton, el rey de la tribu del Nilo es sustituido por un príncipe italiano amenazado por un perseguidor implacable (un joven siciliano) que ha jurado acabar con su vida para vengar la muerte de su padre, asesinado por el aristócrata. Para ocultarse de su perseguidor se enemista con su hermano y se humilla ante él cediéndole su título de príncipe y rebajándose a ser su criado. Bajo esa nueva personalidad, el príncipe sólo tiene que esperar a que el perseguidor dé con ellos, asesine a su hermano creyendo que es el verdadero príncipe y sea detenido por la policía inglesa por esa muerte. Cediendo su personalidad a otro y asumiendo una nueva, el príncipe logra esquivar a la muerte y se deshace de sus dos enemigos: su hermano y el siciliano.
El crimen perpetrado por Zaid, sin embargo,  no deja de ser un caso anecdótico porque lo que a Borges le interesa subrayar de nuevo es la relatividad de la identidad: Zaid no sólo fingió ser Abenjacán el Bojarí, sino que durante su estancia en Inglaterra fue el Bojarí tanto para los que lo rodeaban como para él mismo:
 “Lo esencial era que Abenjacán pereciera. Simuló ser Abenjacán, mató a Abenjacán y finalmente fue Abenjacán.
-Sí -confirmó Dunraven-. Fue un vagabundo que, antes de ser nadie en la muerte, recordaría haber sido un rey o haber fingido ser un rey, algún día”.
Los verbos ser, fingir o parecer, viene a decir este relato, son sinónimos y cualquier intento de distinción o precisión, una falacia: Zaid es Abenjacán como Joseph Cartaphilus es Homero pero también Marco Flaminio Rufo, o el alma que habita en Shakespeare es “César, que desoye la admonición del augur, y Julieta, que aborrece a la alondra, y Macbeth, que conversa en el páramo con las brujas que también son las parcas”[8].
El panteísmo que se esconde tras lo que podían ser unos inocentes cuentos policiales como los de Chesterton es el tema de los tres relatos que acabamos de examinar. Las evidentes semejanzas entre sus tramas y las que se han mencionado del autor británico no impiden la singularidad de estas historias, magníficas muestras del alcance que Borges era capaz de dar a un tipo de literatura, la policial, tan a menudo considerada como meramente lúdica.
 [1] Conferencia pronunciada el 17 de junio de 1978 en la Universidad de Belgrano, y recogida en el volumen Borges oral. Alianza Editorial, Madrid, 1998.
[2] Hoy Argentina, Buenos Aires, nº 2, abril de 1933. Contenido en Textos recobrados 1931-1955. Emecé, Barcelona, 2002.
[3] “La cruz azul y otros cuentos”. En Biblioteca personal. Alianza Editorial, Madrid, 1997.
[4] “La nadería de la personalidad”. En Inquisiciones, Alianza Editorial, Madrid, 1998.
[5] Cfr. Fereydoun Hoveyda. Historia de la novela policíaca. Alianza Editorial, Madrid, 1967, pp. 126-127.
[6] “Nota sobre Walt Whitman”. En Discusión, Alianza Editorial, Madrid, 1997.
[7] Otras inquisiciones. Alianza Editorial, Madrid, 1997.
[8] “Everything and nothing”. En El Hacedor, Alianza Editorial, Madrid, 1999.
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tatianalucia89 · 3 years ago
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Día 3 de la Bakusquad Ship Week: tocar tu piel.
Saludo con beso
Jiro esperaba a que llegara su grupo de amigos sentada en una cafetería, mientras tanto jugaba con sus Earphone Jack y escribía cosillas en un cuaderno. Definitivamente no era tan buena como Midoriya para tomar apuntes, pero cuando tenía una idea la escribía para no olvidarla. Aunque después olvidara revisar el cuaderno para revisar las ideas, pero ese era otro tema.
Estaba tan concentrada escribiendo que no se dio cuanta cuando su amigo Sero llegó y la saludó con un beso como hacía siempre. Se quedó dura, se había asustado un poco por la sorpresa. Pero, además, estaba impresionada por el pequeño beso.
Desde que se habían hecho amigos Sero tenía la costumbre de saludarla con un beso en el cachete. Lo hacía con todos. Por lo tanto, el beso acompañado de “Hola Jiro, ¿cómo estás?” No era más que un saludo. Pero a ella la ponía nerviosa.
Creía que era injusto que ella sienta la ansiedad corriendo por sus venas, mientras que él se veía tan fresco. Cuando Sero le explicó que era una costumbre de su país ella entendió. Pero entonces, ¿por qué su cuerpo reaccionaba así al contacto de sus labios? Tan solo era un beso en la mejilla, cielo santo.
Sin poder evitarlo se puso colorada y maldijo tener el pelo tan corto. Si lo tuviera más largo podría usarlo de escondite.
—¿Pedimos algo mientras esperamos a los chicos? —preguntó Hanta con total naturalidad. Verlo tan tranquilo le molestaba. Ella estaba nerviosa por culpa de él, por lo que una pequeña venganza no vendría mal.
Si Kaminari la estuviera viendo diría que le habían crecido cola y cuernos de diablo.
Aprovechando que Sero miraba el salón en busca de la camarera, tocó su mano suavemente con la punta de sus dedos en un movimiento deslizante, como si lo estuviera acariciando.
Hanta sintió que se le erizaban los pelos del brazo. Miró a Jiro muy sorprendido, ella lo miraba con una sonrisa malvada, pero a él le pareció un gesto tímido. Enseguida se puso colorado y apartó la mirada.
En ese momento el celular de ambos vibró anunciando la llegada de un mensaje al grupo.
—Kaminari no viene —comentó ella.
—Si él no viene, Bakugo tampoco va a venir.
Efectivamente, llegó un mensaje de Bakugo informando que tampoco iba a ir.
—¡Se suponía que era una salida de amigos! Tiene que venir aunque su novio no venga. —Jiro se escuchaba muy molesta. Sero la miró con cautela y vio como escribía algo muy enojada.
De inmediato un nuevo mensaje llegó al grupo al tiempo que ella arrojaba su celular en la mesa con fastidio. Una risita se escapó de él. Se veía tierna cuando se enojaba.
—Uh, Ashido tampoco viene —anunció Sero.
—¿Qué?
—Dice que Hagakure tuvo un problema personal.
—Otra que nos abandona por la novia —se quejo Jiro cruzada de brazos.
Ese día tocaba su salida grupal, como amigos. Desde que Bakugo y Kaminari se habían puesto de novios habían propuesto tener un día de “cero novios” para que los demás no tengan que soportar sus arrumacos. Un tiempo después Ashido anunció su noviazgo con Hagakure y parecía que estaban pegadas con engrudo de abuela.
Al menos les quedaba Kirishima, eso si no se le había ocurrido declararse a Yaoyorozu ese mismo día. Dados los acontecimientos, Jiro comenzaba a pensar que todo podía suceder.
Llevaban media hora en el café esperando al pelirrojo cuando se dieron cuenta de que tampoco iba a llegar. Sero pensó que podía empezar a pedir por su alma. Cuando Jiro lo encontrara lo mataría por no dar aviso de su ausencia.
Sin embargo, ya que estaban ellos dos, decidieron ir al cine como lo tenían planeado.
🎵🍊🎵🍊
Mientras veían las películas en cartelera, Jiro pudo notar que Sero estaba muy cerca suyo. ¿Esa también sería una costumbre de su país? Otra vez la estaba poniendo nerviosa. Era momento de otra venganza.
Eligieron una película de comedia, compraron las entradas y pasaron por el sector de golosinas.
—Compremos algo para comer, yo invito —propuso Jiro. Sero aceptó encantado. La muchacha compró un par de gaseosas y varios confites—. Dame tu mano.
Sero estiró la mano con la palma hacia arriba, mirándola con una ceja arqueada.
—¿Por qué tanta ceremonia para darme unos dulces? —Ella le sonrió tratando de hacerse la misteriosa—. Creo que te estás juntando mucho con Kaminari.
—Tomá. La próxima vez invitás vos —dijo apoyando toda su mano en la de él. Luego deslizó sus dedos muy lentamente, rozando a propósito su piel. Se dio la vuelta con una sonrisa, sintiéndose victoriosa por lograr ponerlo nervioso.
Por segunda vez en el día, Sero se puso completamente rojo. No entendía qué estaba pasando, pero de algo estaba seguro, sea lo que sea, no era bueno para su corazón.
🎵🍊🎵🍊
Al salir del cine decidieron que era hora de volver a sus casas. Debían tomar direcciones opuestas, por lo que se despidieron ahí mismo.
Jiro pensó que de nuevo debía aprovechar la oportunidad. Sero se inclinó para saludarla con un beso, como era su costumbre, pero ella no se quedó quieta. Haciendo uso de toda su voluntad, le devolvió el saludo de la misma manera.
—Nos vemos —dijo ella. Se dio la vuelta lo más rápido que pudo. Eso había sido demasiado. La broma le salió mal, porque ahora ella la que estaba roja.
Se dio la vuelta sin pensarlo, Sero la miraba con el rostro igual de rojo y los ojos muy abiertos. Sin saber por qué le sonrió al tiempo que lo saludaba con la mano. Él le devolvió el saludo con cara de tonto.
Se volteó antes de que se chocara con alguien. El nerviosismo que había sentido al principio del día se había transformado en otro sentimiento igual de arrollador. No estaba segura de qué podría ser, pero se sentía bien.
Fin 🎵🍊
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sajaraworld · 3 years ago
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HISTORIA CRITICA DEL PENE (14)
 ADULTERIO E INFIDELIDAD.
 EXISTEN RELACIONES EXTRAMATRIMONIALES en la gran mayoría de las parejas legalmente constituidas y entre aquellas unidas informalmente. Es  parte de la naturaleza humana.  Quien nunca ha sido  infiel simplemente por   cobardía, por el temor a lo  desconocido o por no arriesgar lo que tenía. Nunca por falta de ganas.
Y se conformará con mirar un bonito culo y un  buen  par de tetas que nunca serán suyos.
Los   que apuestan a la infidelidad corren el riesgo que una de las partes involucradas pierda interés en el juego,  para obsesionarse por una relación estable.  
Yo me desayuné sobre la existencia de la infidelidad,  no por la protestas de Mi Madre que estaba segura que su marido la cagaba  sino  por la lectura de dos libros que devoré antes de cumplir los trece años: EL AMANTE DE LADY CHATTERLEY  del inglés  David Herbert Richards Lawrence (n. 1885); y MADAME BOVARY  del francés Gustave Flaubert (n.1821)
En ambos casos fueron   dos bellas jóvenes que eligieron el camino  del adulterio.
Yo era el único miembro de la familia que estaba en  la  casa cuando Mi Madre me mandó a buscar a su médico de cabecera porque  se sentía   engripada. Ella era muy débil de  los bronquios.  
Como no teníamos  teléfono lo  tuve que ir a buscar personalmente.    
El médico entró en la habitación  con la confianza que le daba el estrecho conocimiento entre    él y la paciente.   Lo  primero que hizo fue  echarme del dormitorio. Yo  me ofendí. Me fui  hasta la  cocina,  puse la radio  a todo volumen y me volví hasta el hall, para ubicarme frente a una puerta que me permitía  pispiar  lo que acontecía en la alcoba.
El médico se quitó el saco mientras platicaba animadamente con Mi Madre. Hablaban en castellano   él no sabía idish.  
Ella se desprendió  los botones de la parte superior del   camisón. No llevaba   corpiño. No pareció sentirse incómoda cuando dejó al descubierto sus hermosos senos. Bellas decoraciones  en un cuerpo desaprovechado.  
A mí no me pudo dar de mamar, porque  tenía sus pechos secos.
Como yo   berreaba del hambre que tenía  me pasaron a la falda  de Mi Tía, la colorada, la esposa de Israel,  cuyo tiempo de lactancia superaba la media normal. Sus tres hijos, mamaron hasta que se cansaron. Y hasta el marido se mandó algunos sorbitos.
Mi Madre, a  Mis Dos Hermanos,  los alimentó un poco más, pero tampoco dio  como  para  hacerse  un banquete.
El Médico de cabecera  se sentó  al borde de la cama. De su  maletín sacó  una especie de corneta  acústica y  una  servilleta de tela y los colocó sobre la  espalda de la paciente.  Apoyo su oído para escuchar si tenía sibilancias, algo habitual en ella cuando se resfriaba. Un par de veces le ordenó a MI MADRE  repetir “Treinta y tres”.  Después cambio de posición: deslizó sus manos en una  zona cercana a  sus  pechos.  A Emma  le gustó  la maniobra porque su blanca tez   blanca  se había coloreado.
Cuando el médico  comenzó a escribir en un  recetario  me di cuenta que la función había terminado.  
Mi Madre durante mucho tiempo siguió tratándose con   su Médico de cabecera. Siempre iba sola a las consultas.
En una fría mañana de julio de 1957, la principal confitería de Capilla del Monte  estaba atiborrada  de los habitué sabatinos: unos leían los   diarios capitalinos  del día anterior, porque los  de  la fecha llegaban en horas de la tarde; otros se apresuraban para hacerse de los periódicos cordobeses: La Voz del Interior (fundado en 1904) y del   desaparecido Los Principios (fundado en 1894),  que estaban sobre un mostrador.
La mayoría   platicaba sobre temas cotidianos  mientras sorbían sus humeantes tazas de café.  
Yo había venido a encontrarme con un amigo para coordinar una salida: íbamos a ir al baile que organizaba el único  hotel que estaba abierto todo el año.
YO ERA REACIO DE IR  a las milongas por mi condición de patadura.
No podía decirle que no al pibe, que se habìa levantado una bella porteñita. Y yo me tenía que hacer cargo de su prima sino no habìa programa.
Yo me había acomodado en una esquina esperando la llegada de Caracciolo    cuando oigo   unos  gritos que surgen  de unas  gargantas femeninas.  
Me acerco al lugar donde está  el bochinche y veo  a MI PROFESORA DE GEOGRAFÍA tirada en  el piso y a  la madre de una de mis compañeras de segundo año pegándole sin asco.
La agresora se habìa enterado que la docente  era la amante de su marido.
El día lunes la profe dio su clase como si no hubiese  pasado nada.  Tampoco discriminó a la hija de su amante que,  además,   era una excelente alumna.
UNA JOVEN MAESTRA mendocina, a quien yo conocí  personalmente, se había  enamorado de un  chileno que se había rajado de su país, cuando estaba  a punto de ser detenido, acusado de haberse mandado una flor de estafa.
Su mujer, que pertenecía a la alta sociedad trasandina,    le facilitó   el gran escape a través de los contactos que ella tenía en ámbitos oficiales.
El chileno  vivía en mi pensión.  Él se pasaba todo el día no haciendo  nada y yo no podía creer que un tipo tan agradable,  de modales distinguidos se podía pasar el día entero haciendo sebo.
Evidentemente había encontrado la forma que le cayera maná del cielo sin el menor esfuerzo.
Nos hicimos muy amigos, a pesar de nuestra enorme diferencia de edad.  
Un día me presentó a Carmen una bella niña  mendocina, docente de profesión. Ella se había  enamorado perdidamente  de Muzio sin importarle que cronológicamente  bien podía ser su padre.
Un año después de haber iniciado la relación Carmen quedó embarazada.
Una tarde la joven mendocina   fue al centro a hacer una diligencia; y tuvo la mala fortuna de encontrar al padre de la criatura caminando abrazado a su mujer.    
Si bien rompió la relación con el trasandino, nunca lo iba a olvidar: tenía un regalo suyo de por vida.
  Se atribuía  al judeocristianismo el origen de los rigurosos principios acerca de la fidelidad, cuando en realidad han sido   formulados, con diferentes matices,   por la mayoría  de las
antiguas comunidades.  
Las enseñanzas   del profeta y reformador iraní Zoroastro, en  los “textos del Bundahishn,  auguran  el paraíso, llamado la ‘Morada del Canto’, a quienes rehúyan de todo contacto sexual fuera del matrimonio.”  
El texto antiguo de las leyes religiosas y sociales hindúes, “el MANAVA-DHARMA SASTRA, consagra  ocho tipos de matrimonios y la sociedad no espera que exista necesariamente el amor en la pareja. No obstante,  se preocupa por el cumplimiento de los deberes prescritos.
El adulterio femenino está  fuertemente sancionado (cuándo no),  por los preceptos religiosos lo que produce el  crecimiento de la prostitución que encuentra  refugio en los templos, a través de las devadasis (siervas de los dioses.)”
El budismo  desarrolla “su código moral reconociendo  al deseo como  el causante del dolor humano. El Profeta afirmaba: ‘aquel que destruya por completo sus deseos vencerá la muerte’.”  
Idiota aquel que le creyó.
 EL REY DAVID (n.1040 adC),  “se enamoró de una  bella  muchacha llamada Betsabé que estaba casada con   con Urías, un oficial de la guardia real.
El monarca no dudo en seducirla y la joven le respondió con toda sus sensualidad. Al poco tiempo la plebeya le confesó a su amante que estaba embarazada.
David decidido a esposar a Betsabé se valió de su leal general Joab para eliminar  a Urías.
El cornudo fue enviado al frente durante el sitio a Raba la capital de los amonitas, muriendo en la refriega.   Betsabé dio a luz  a Salomón (n. 1011 adC) quien  tuvo un rumoroso romance  con  la etíope Belkis popularmente conocida como la ‘La reina de  Saba.’
A pesar que la mujer era una  goiá, los rabinos no abrieron la boca porque el monarca les había prometido  terminar   la construcción del   Templo.
La reina regresó a su país con la semilla plantada: iba a parir a quien sería   futuro rey etíope Menelik I.”
El estadista ateniense “PERICLES (n. 495 adC), rey sin corona de la edad de oro, dejó   esposa y riquezas por Astasia, la escritora de sus discursos. Al mudarse con su profesora y amante creyó alcanzar la llama de sus deseos, sin embargo,  terminó siendo presa fácil de sus enemigos.”
Las ordenanzas de los aztecas que figuran “en el Netzahualcóyotl, constituyen  un código en el cual se establece que la  mujer que le es infiel a su marido y éste la sorprende infraganti, ella y el amante serán lapidados o estrangulados.”
El marino inglés Horacio Nelson (n. 1758), “el héroe de Trafalgar (derrotó a la armada española),  vivió un apasionado romance con la esposa de quien era el representante de la Corona de su país en Nápoles: EMMA HAMILTON (n. 1765). Con ella tuvo una  hija. Ésta nunca dijo quién era su padre.
Emma después de la muerte de Nelson se sumergió en el alcohol y murió en la extrema pobreza a la edad de cuarenta y nueve años.
 La ópera Lady Macbeth de Mtsensk (un  distrito ruso),    del compositor  Dimitri Shostakóvich (n.  1906), “está inspirada en la famosa historia homónima del escritor y periodista  Nikolái Leskov (n. 1831),  donde una mujer solitaria se enamora de uno de los sirvientes de su marido y se ve empujada al suicidio.”
Una mujer que supo aguantar las infidelidades de su esposo, para no arruinarle  su carrera  política, fue Anna Eleonora (n. 1884), prima y  esposa del expresidente Franklin Delano Roosevelt (n.1882), una mujer que  tuvo una enorme influencia en la vida social y política de los EE.UU.
Después se supo que ella mantenía relaciones lésbicas.
 Oriunda de una isla existente en el Océano Índico, ANA PERICHÓN (n. 1775),  “contrajo nupcias a los diecisiete años con el comerciante irlandés Thomas O'Gorman. Cinco años después marido y mujer desembarcaban en estas costas.
Ana se enamoró del héroe de la Invasiones Inglesas, el cincuentón  Santiago de Liniers (n.1753).  El francés cedió a sus encantos y no tuvo ningún empacho en llevarla a vivir a su casa.  
Cuando   su amante fue ejecutado por conspirar contra la Primera Junta, ella buscó  refugio en  Brasil.”
Las crónicas la describían  como   ‘una odalisca criolla’. “MARÍA EUGENIA CASTRO  (n.1823), hija de un general fue educada     bajo la tutela de Juan Manuel de Rosas (n.1793.)
En 1835 la joven  empezó a cuidar a la mujer del dictador enferma de un cáncer terminal.
Dos años después le nacía el primero de los seis hijos que tuvo con el  autócrata federal, quien solamente mostró su preferencia por dos de ellos.
Cuando Rosas se marchó al exilio, la quiso llevar con él pero Eugenia no aceptó abandonar  a sus otros cuatro hijos.      
La amante del Restaurador se las arregló  como pudo porque todos la defraudaron.  También perdió su casita y los terrenos   heredados de su padre en el barrio de la Concepción.”   
UN POLVO INOPORTUNO puso a EEUU en manos de un gilipolla que dañó al país por varias generaciones.
“En 1988 el demócrata estadounidense   Gary Hart (n. 1936)   se  perfilaba como firme candidato a la Presidencia por su   partido  cuando fue fotografiado durante un fin de semana con la joven    
Donna Rice (n. 1956), que era integrante de una organización que combatía la pornografía.
El amante renunció a su postulación y esto permitió  el ascenso del ultraconservador George Bush padre.”  
EN UN COCTEL DE SEXO, traiciones, venganzas y dinero llevó  a la muerte “al empresario Fernando Arturo   Branca el 28 abril 1977, cuando salió a navegar con el almirante Emilio Massera. Nunca volvió a pisar tierra y tampoco se encontró su cuerpo.
Exmiembro del Servicio Penitenciario, mayorista de papel reciclado y propietario de tres mil valiosas hectáreas en Rauch, Branca había cometido dos errores imperdonables: mantener una relación sentimental con Marta Rodríguez  McCormack de Blaquier, y hacer negocios con el almirante. La desaparición de Branca le permitió a la McCormack intensificar sus encuentros amorosos con el marino, uno de los  mandamás de la Dictadura militar que asoló el país a partir de 1976.
Cuando Massera decidió terminar con el   romance lo hizo en clave de amenaza: todas las pieles de la mujer aparecieron sumergidas en una bañera.”
Nunca me imagine que viviría para contarlo.
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