#y más de una vez les he dicho que hay que hablar y no callarse
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Oye cuánto odio KAVDNASBB
Relajaos con Sira eh, que las primeras semanas nos sentábamos juntas JAJAJJA, luego yo detrás y paula y ella delante. No os odiéis porfisssss 🥺 a veces se pasa pero ya madurará en algunos aspectos. Eso si, la veo una candidata más válida a lo que quiere hacer que otros que vais de virgencitas 😳
#a cual de ellas jisus#me meo#más de una vez lo he dicho pero yo que me he llevado súper bien con los tíos#(siempre vamos juntos y hemos quedado muchísimo estos dos años) - los tíos tenéis que hablar#verbalizar que no estáis de acuerdo con las cosas#porque luego hay drama y acabamos cansados todos#JESÚS LFMAOOOO#a mi me cae bn Sira#las cosas como son#pero bueno hay mucho odio hacia ella#porque hacía la otra no creo#un poco fantasma esta chica pero bueno#las redes sociales os delatan#siguiendo con lo de antes - se hace raro cuando te añaden a mejores amigos en instagram#cuando 1) ni entras y 2) nah#bueno con mis otras amigas y amigos si#pero LOL#entiendo a los tíos porque suelen ser mucho más prácticos q las tías#si algo no les perturba se la suda#yo soy un poco igual#más práctica que emotiva#pero yo miraba y les veía en tensión#y más de una vez les he dicho que hay que hablar y no callarse#y más si algo les afecta#y la vdd hay gente que es temporal y tú estás de paso por x sitio#si te dicen hola les respondes pero sin más#LMAO#si estuviera enfadada ni os dirigiría la palabra#espero que entendáis la diferencia entre enfado y indiferencia#ale feliz verano ☀️
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ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤun café entre el amor y la democracia.
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤ사랑과 민주주의 사이의 커피
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— Ahora todo me recuerda a él —SunHee sorbió un pequeño trago de su té, y con un suspiro cansino dejó la taza reposar en el platillo—. Si voy a Naksan Park pienso que él solía ir los domingos conmigo. Si busco algo que ponerme, sólo veo el vestido que me compré para él o la ropa interior que escogí para alguna de las noches que pasamos juntos. Ya no puedo ni pisar el restaurante en el que cenamos el día que noté que su interés se estaba diluyendo, no me miraba de la misma manera. Otras veces, sus frases explotan en mi cerebro como fuegos artificiales, aún puedo oírlas en mi cabeza. Es como si su voz viviera en mí, Jeon. ¡He tenido más conversaciones con él en mi mente que en el mundo real!
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Sentado en la concurrida cafetería-bar, The Lounge, JeongGuk contempló las delgadas manos de la fémina temblar mientras la porcelana tintineaba cuando la sostenía. Era agosto y hacía muchísimo calor. Treinta grados. Mientras su mejor amiga hacía gala de los síntomas más evidentes de una ruptura amorosa: incomprensión, negación y un poquito de desprecio hacia el susodicho; desvió su atención a su alrededor e hizo contacto visual con una muchacha de unos veinte años, aproximadamente, que lo observaba con un muy mal disimulado desinterés desde otra mesa. Le sonrió. Sus carnosos labios de curvas definidas enseñaron una hilera perfecta de dientes blancos y las comisuras de su boca se elevaron en una actitud felina, sagaz. Ella esquivó la mirada, estallando el rosa en sus mejillas. El castaño tuvo que apelar a su buena educación para no reír y volvió centrarse en su café.
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— ¿Te habrías casado con él? —preguntó de repente, en tanto revolvía distraídamente la azúcar en la base de su bebida.
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No tenía que alzar los ojos de su tarea para saber que SunHee había fruncido el ceño.
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— ¿Qué? No, pero no todo es casarse, JeongGuk. Eres tan extremista, que a veces parece que vives en Orgullo y Prejuicio, amigo.
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Ignoró el comentario mordaz y continuó removiendo la espuma del café.
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— Lo que quiero decir es que, si no veías que la relación fuera a ninguna parte, no entiendo por qué no agradeces que la vida te haya apartado a ese hombre de un plumazo.
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— Muy fácil. Estaba dispuesta a aceptar todos sus defectos, a enfrentarme a las circunstancias, a sus demonios y a ganar. Creía que...
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— ¿Que podías salvarle de sí mismo?
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— No exactamente. Creía que podría sacrificarme y hacerle feliz. Y que, a cambio del sacrificio, yo recibiría algo.
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Por fin, la miró, sus pupilas puestas en ella. Llevó su taza a los labios, se deleitó un segundo en el aroma, bebió un sorbo y lo saboreó. Su garganta siempre se encontraba agradecida por aquel líquido revitalizador, sin importar la estación del año.
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— Creía que la palabra sacrificio implicaba no recibir nada.
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Mientras la oía explicar qué significaba para ella el sacrificio, pensó en Mohamed Bouazizi. Un tunecino al que la policía le despojó de todas sus posesiones de forma arbitraria, sumiéndole en la pobreza. Tal fue la injusticia que decidió inmolarse en Túnez como símbolo de protesta por la corrupción del régimen autocrático de Ben Ali. Meses más tarde, Túnez se erigía como el único éxito de la sangrienta Primavera Árabe que, aún hoy, arrastra sus más terribles consecuencias en forma de Estados fallidos como Libia o interminables guerras civiles como la de Siria. A pesar de todo, y quizá muy a pesar de los encomiables esfuerzos de Bouazizi por despertar el ánimo de los tunecinos, Túnez fue a las urnas hace un año para elegir a sus representantes locales. Sólo votó un 33% de los votantes registrados.
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SunHee seguía, ajena a sus divagaciones.
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—... es decir, que yo habría hecho ese esfuerzo, y él tendría que habérmelo pagado con su fidelidad, su amor, su consideración o, al menos, con un firme intento de cambiar a mejor.
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Ella tomó la taza después de hablar durante más de media hora corrida, Jeon presentía que su café se había enfriado.
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— ¿Y si no hubieras conseguido nada en seis meses? —preguntó—, ¿habrías perseverado?
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— Claro, el amor es trabajar, trabajar, trabajar. ¿Qué son seis meses?
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— ¡Pues bendito estoicismo! Si tanto entusiasmo tienes por el sacrificio, sacrifícate por ti, y ahora que ya no están juntos lánzate a la vida con las mismas ganas con las que te lanzaste a esa relación imposible.
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Su amiga enarcó una ceja. JeonGuk sabía perfectamente lo que estaba pensando. Toda su expresión reflejaba: "qué fácil es decirlo". Qué fácil es opinar desde el otro lado y decir, déjalo que no te convenía, déjalo y sálvate, huye ahora que puedes, sal de ahí, trata de olvidar sus gestos, sus manos asidas al volante, el reloj fijo en la muñeca derecha, el dedo índice jugando en el labio inferior al escoger el menú. Qué sencillo debía ser decirlo y callarse, y volver a una vida con otras manos asidas, manos entrelazadas, manos que se tocan y se necesitan, y no manos que toman el combustible y rocían el cuerpo ajeno para después soltar la cerilla. Metafóricamente, claro.
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— Perdona —murmuró inmediatamente, quitándose las gafas de lectura un momento. Acarició el puente de su nariz, cerrando los párpados para despejarse, y añadió—: sé que no es tan fácil.
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Por eso, y ya en la intimidad, no podía más que asir esas manos, tomarlas entre las suyas y besarlas una y mil veces más. Con gratitud. Siempre lo había hecho, fuera quien fuese su dueño o dueña. Porque, aunque esas manos se hubieran marchado o hayan huido de él, de sus defectos, locuras y contradicciones, o lo hayan dejado porque su presencia no era conveniente, nunca se ha arrepentido de haberlas asido, reloj contra reloj, ni de haberse sacrificado por ellas. Sacrificio que, a su modo de entender la vida, no equivale a las clásicas concesiones o a los típicos intercambios. El sacrificio es un negocio gratuito y sólo entiende de deudores si éstos deciden asumir por sí mismos obligaciones que nadie les obligó a contraer.
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— Sun, lo dejaremos para nuestro próximo encuentro, ¿sí? Ya tengo que irme.
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— ¿No vas a decirme nada? Un consejo, o algo...
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— Verás, el amor es paciente, se construye todos los días. Requiere esfuerzo y, tal como has dicho, es sacrificado en algunos aspectos. Pero, no tienes la obligación de renunciar a nada que no quieras. Se supone que te suma, no te resta, trae placer, no dolor, y es dedicado, sin buscar su propio interés, goza en la verdad con los hechos, pero sobre todo, confía y cree sin reservas; así de entregado es ese sentimiento.
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— Hablas como si conocieras lo que es estar enamorado —le dirigió una mirada suspicaz—. ¿Te han roto el corazón alguna vez?
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—Soy un ser humano, Sunhee. —Eludió la pregunta con una de sus típicas sonrisas complacientes, cerró su block de notas y lo guardó junto al bolígrafo en su maletin de cuero sintético—. Si no creías en él desde el comienzo y pretendías hacer un trueque de sentimientos, nunca podrían aspirar a un futuro. Lo que ahora te aconsejo es que te preocupes en pulir esas idealizaciones y te atrevas a experimentar sin esperar nada a cambio.
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— ¿Nada? ¿Cómo que nada? —exclamó escandalizada, abriendo los ojos más de lo normal—. Uno debe tener proyectos, planes... ¡¿Qué haces?!
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JeongGuk se había puesto de pie, luciendo su impecable traje y, con su taza en la mano, volcó el resto del contenido sobre la taza aún casi llena de la mujer. Ésta se había rebasado, provocando un auténtico desastre.
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— Esto es lo que pasa cuando tienes el corazón y la cabeza llena. No hay espacio para nadie más. Cuando vacíes tu vida de todo, estarás lista para vivir realmente.
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Satisfecho con su ejemplo, dejó el recipiente en la mesa, y se despidió caminando entre las mesas con un gesto de su mano a modo de saludo, antes de cruzar el umbral del local al exterior al grito de:
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— ¡Nos vemos el lunes! No olvides de pensar en lo que te dije.
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— ¡Espera! —Se levantó desesperada, apoyando ambas manos en la mesa—. No sé cómo hacerlo...
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Sus pasos se detuvieron.
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— Empieza por ti misma, deja de sobre exigirte tanto y el resto vendrá solo.
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Dicho eso, le obsequió un vistazo sobre el hombro. Un brillo de picardía destellando en sus ojos, antes de salir.
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En la democracia como en el amor, responder a los sacrificios ajenos es una tarea casi de beneficencia, pero de íntimo compromiso. Sin embargo, compromiso no es sinónimo de cadenas. Lo que hicieron las generaciones pasadas por nosotros, no nos ata. En todo caso, nos forma y transforma. Tampoco el sacrificio de la madre o el padre (sus horas sin dormir para velar por el sueño frágil), el sacrificio de la pareja (aquella cosa que no hizo porque nosotros le rogamos que no lo hiciese).
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Siempre a cambio de nada. Así, la fidelidad, la consideración o simplemente el intento de cambiar a mejor sólo los devolvemos cuando creemos que debemos hacerlo. Y así, visitamos al padre, a la madre, o besamos las manos de nuestro compañero/a, con gratitud. No obstante, tanto en el caso del novio de SunHee como en el de los pobres tunecinos, esa fidelidad o consideración se encontraba en déficit. Casi podríamos decir que en un escaso treinta por ciento.
Cómo convencer al otro de que se involucre, de que responda con gratitud a nuestro sacrificio o cómo convencer a los votantes de que crean en su democracia, es otra cuestión.
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Traducción de Emilio Lledó en el volumen III de los Diálogos editados por Gredos en 1988 y que reproduce en su librito “El silencio de la escritura”:
274a y ss.
SOCRATES: Tengo que contarte algo que oí de los antiguos, aunque su verdad sólo ellos la saben. Por cierto que, si nosotros mismos pudiéramos descubrirla, ¿nos seguiríamos ocupando todavía de las opiniones humanas?
FEDRO: Preguntas algo ridículo. Pero cuenta lo que dices haber oído.
SOC. – Pues bien, oí que había por Náucratis, en Egipto, uno de los antiguos dioses del lugar al que, por cierto, está consagrado el pájaro que llaman Ibis. El nombre de aquella deidad era el de Theuth. Fue éste quien, primero descubrió el número y el cálculo y, también, la geometría y la astronomía y, además, el juego de damas y el de dados, y, sobre todo, las letras. Por aquel entonces, era rey de todo Egipto Thamus, que vivía en la gran ciudad de la parte alta del país, que los griegos llaman la Tebas egipcia, así como a Thamus llaman Ammón. A él vino Theuth, y mostrándole sus artes, le decía que debían ser entregadas al resto de los egipcios. Pero Thamus le preguntó cuál era la utilidad que cada una tenía, y, conforme se la iba minuciosamente exponiendo, lo aprobaba o desaprobaba, según le pareciese bien o mal lo que decía. Muchas, según se cuenta, son las observaciones que, a favor o en contra de cada arte, hizo Thamus a Theuth, y tendríamos que disponer de muchas palabras para tratarlas todas.
Pero cuando llegaron a lo de las letrar, dijo Theuth: “Este conocimiento, oh rey, hará más sabios a los egipcios y más memoriosos, pues se ha inventado como un fármaco de la memoria y de la sabiduría”. Pero él le dijo: “¡Oh artificiosísimo Theuth! A unos les es dado crear arte, a otros juzgar qué de daño o provecho aporta a los que pretenden hacer uso de él. Y ahora tú, precisamente, padre que eres de las letras, por apego a ellas, les atribuyes poderes contrarios a los que tienen. Porque es obvio lo que producirán en las almas de quienes las aprendan, al descuidar la memoria, ya que, fiándose de lo escrito, llegarán al recuerdo desde fuera, a través de caracteres ajenos, no desde dentro, desde ellos mismos y por sí mismos. No es, pues, un fármaco de la memoria lo que has hallado, sino un simple recordatorio. Apariencia de sabiduría es lo que proporcionas a tus alumnos, que no verdad. Porque habiendo oído muchas cosas sin aprenderlas, parecerá que tienen muchos conocimientos, siendo, al contario, en la mayoría de los casos, totalmente ignorantes, y difíciles, además, de tratar porque han acabado por convertirse en sabios aparentes en lugar de sabios de verdad”.
FED.-¡Qué bien se te da, Sócrates, hacer discursos de Egipto, o de cualquier otro país que se te antoje!
SOC.- El caso es, amigo mío, que, según se dice que se decía en el templo de Zeus en Dodona, las primeras palabras proféticas habían salido de una encina. Pues a los hombres de entonces como no eran sabios como vosotros los jóvenes, tal ingenuidad tenían que se conformaban con oir a una encina o a una roca, sólo con que dijesen la verdad. Sin embargo, para ti tal vez hay diferencia según
quién sea el que hable y de dónde. Pues no te fijas únicamente en si lo que dicen es así o de otra manera.
FED.- Tienes razón al reprenderme, y creo que con lo de las letras pasa lo que el tebano dice.
SOC.- Así pues, el que piensa que ha dejado un arte por escrito, y, de la misma manera, el que lo recibe como algo que será claro y firme por el hecho de estar en letras, rebosa ingenuidad y, en realidad, desconoce la predicción de Ammón, creyendo que las palabras escritas son algo más, para el que las sabe, que un recordatorio de aquellas cosas sobre las que versa la escritura.
FED.- Exactamente
SOC.- Porque es que es impresionante, Fedro, lo que pasa con la escritura y por lo que tanto se parece a la pintura. En efecto, sus vástagos están ante nosotros como si tuvieran vida; pero, si se les pregunta algo, responden con el más altivo de los silencios. Lo mismo pasa con las palabras escritas . Podrías llegar a creer que lo que dicen fueran como pensándolo; pero si alguien pregunta, queriendo aprender de lo dicho, apuntan siempre y únicamente a una y la misma cosa. Pero, eso sí, con que una vez algo haya sido puesto por escrito, las palabras ruedan por doquier, igual entre los entendidos que como entre aquellos a los que no les importa en absoluto, sin saber distinguir a quiénes conviene hablar a a quiénes no. Y si son maltratadas o vituperadas injustamente, necesitan siempre la ayuda del padre, ya que ellas solas no son capaces de defenderse ni de ayudarse a sí mismas.
FED.- Muy exacto es todo lo que has dicho.
SOC.- Entonces, ¿qué? ¿Podemos dirigir los ojos hacia otro tipo de discurso, hermano legítimo de éste, y ver cómo nace y cuánto mejor y más fuertemente se desarrolla?
FED.- ¿A cuál te refieres y cómo dices que nace?
SOC.- Es ese que se escribe con fundamento en el alma del que aprende; capaz de defenderse a sí mismo, y sabiendo con quiénes hablar y ante quiénes callarse.
FED.- ¿Te refieres al discurso lleno de vida y de alma, que tiene el que sabe y del que el escrito se podría justamente decir que es el reflejo?
SOC.- Sin duda. Pero dime ahora esto. ¿Un labrador sensato que cuidase de sus semillas y quisiera que fructificasen, las llevaría, en serio, a plantar en verano, a un jardín de Adonis, y gozaría al verlas ponerse hermosas en ocho días, o solamente haría una cosa así por juego o por una fiesta, si es que lo hacía? ¿No sembraría, más bien, aquellas que le interesasen en el lugar adecuado de acuerdo con lo que manda el arte de la agricultra, y no se pondría contento cuando, en el octavo mes, llegue a su plenitud todo lo que sembró?
FED.- Así es, Sócrates. Tal como acabas de expresarte; en un caso obraría enserio, en otro de manera muy diferente.
SOC.- ¿Y el que posee el conocimiento de las cosas justas, bellas y buenas, diremos que tiene menos inteligencia que el labrador con respecto a sus propias simientes?
FED.- De ningún modo.
SOC.- Por consiguiente, no se tomará en serio el escribirlas en agua, negra por cierto, sembrándolas por medio del cálamo, con discursos que no pueden prestarse ayuda a sí mismos, a través de las palabras que los constituyen, e incapaces también de enseñar adecuadamente la verdad.
FED.- A menos, no es probable.
SOC.- No lo es, en efecto. Más bien, los jardines de las letras, según parece, los sembrará y escribirá como por entretenimiento; atesorando, al escribirlos, recordatorios para cuando llegue la edad del olvido, que les servirán a él y a cuantos hayan seguido sus mismas huellas. Y disfrutará viendo madurar tan tiernas plantas, y cuando otros se dan a otras diversiones y se hartan de comer y beber y todo cuanto con esto se hermana, él, en cambio, pasará, como es de esperar, su tiempo distrayéndose con las cosas que te estoy diciendo.
FED.- Uno extraordinariamente hermoso, al lado de tanto entretenimiento baladí, es el que dices, Sócrates, y que permite entretenerse con las palabras, componiento historias sobre la justicia y todas las otras cosas a las que te refieres,
SOC.- Así es, en efecto, querido Fedro. Pero mucho más hermoso, pienso yo, es ocuparse con seriedad de esas cosas, cuando alguien, haciendo uso de la dialéctica y eligiendo un alma adecuada, planta y siembra palabras con fundamento, capaces de ayudarse a sí mismas y a quienes las planta, y que no son estériles, sino portadoras de siemientes de las que surgen otras palabras que, en otros caracteres, son canales por donde se transmite, en todo tiempo, esa semilla inmortal, que da felicidad al que la posee en el grado más alto posible para el hombre.
………….
279b
FED.- Así será. Pero vámonos yendo, ya que el calor se ha mitigado.
SOC.- ¿Y no es propio que los que se van a poner en camino hagan una plegaria?
FED.- ¿Por qué no?
SOC.- Oh querido Pan, y todos los otros dioses que aquí habitéis, concededme que llegue a ser bello por dentro, y todo lo que tengo por fuera se enlace en amistad con lo de dentro; que considere rico al sabio; que todo el dinero que tenga sólo sea el que puede llevar y transportar consigo un hombre sensato, y no otro. ¿Necesitamos de alguna otra cosa, Fedro? A mí me basta con lo que he pedido.
FED.- Pide todo esto también para mí, ya que son comunes las cosas de los amigos.
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septiembre 2020
01
cualquier noticia, en el caso de que nos llegara, lo haría siempre demasiado tarde, ya hace tiempo que estaría anticuada.
Kafka
02
el puente aún no había sido marcado en ningún mapa. Así permanecía yo y esperaba; me veía obligado a esperar; un puente ya construido no puede dejar de ser puente sin despeñarse
Kafka
03
Las excéntricas colecciones de libros que llegó a formar con más perseverancia que fondos, con más poder visionario que prodigalidad, y en las que abundaban los autores de segunda fila y los volúmenes que, considerados por separado, desprendidos de las constelaciones dentro de las que adquieren un nuevo significado, no valdrían ni cinco centavos (por ejemplo, la colección de libros escritos por enfermos mentales o las así llamadas “novelas para criadas”), responden a sus hábitos de trabajo, a un método singular, basado en la recolecta y ordenación de fragmentos y desperdicios, y a una idea de escritura que se irá inclinando cada vez más hacia la técnica del montaje y la acumulación; una técnica en la cual, antes que meramente describir o comentar sus hallazgos, lo que le interesa es mostrarlos, hacerlos encajar, dejarlos hablar por sí mismos.
Luigi Amara
04
Un nuevo orden puede ser construido a partir de los escombros, de los desechos y artículos alguna vez venerados y luego descartados, de todos esos objetos que han salido de la circulación, de esas montañas de libros viejos que las anteriores generaciones abandonaron a su suerte y ahora son pasto de las lepismas: en esos depósitos resecos de deseos enterrados, en todos esos fósiles despostillados de una moda ahora tal vez risible, bulle la posibilidad de un despertar colectivo del sueño de la fantasmagoría de la mercancía.
Luigi Amara
05
El traslape de las categorías dice mucho de cómo en las sociedades humanas las consideraciones estéticas se transforman en parámetros de lo bueno o lo malo, y no indicadores de una variabilidad sensorial.
Marina Azahua
06
una estética de la resistencia es también una estética de la sospecha en torno al canon.
Marina Azahua
07
La construcción de lo deseable nunca es inocente, siempre es parte de una historia de lo político —y lo económico.
Marina Azahua
08
La estética de la resistencia busca resistir al ojo hegemónico reconociendo que su campo de trabajo no es sólo el ojo, sino nuestra alma, tanto como nuestro gusto estético. Ahí la intimidad se vuelve un espacio de lucha. Y una estética de la resistencia, que surge frente al ojo hegemónico, no sólo enuncia formas de resistencia, no sólo narra sus historias, sino que integra a su quehacer y a sus prácticas otras formas de observar el mundo, construyendo así una política de la mirada que sea la continuación de una conversación que ojalá nunca termine.
Marina Azahua
09
Supongo que llegar a un país extranjero es como nacer. Horas flotando en la noche, en un vehículo que atraviesa una oscuridad espesa, inimaginable, controlado por un piloto desconocido. Existir sin otra preocupación que flotar y que te alimenten. Luego tocar tierra. Abrir los ojos, escuchar voces que no entiendes. Despertar, nacer. No existir y, de pronto, ser carne.
Diego Olavarría
10
La ciudad, antes que cruces de calles, es un cruce de tiempos. Pasado y presente se disputan el protagonismo; la urbe es el estrato en carne viva
Georgina Cebey
11
cualquier noticia, en el caso de que nos llegara, lo haría siempre demasiado tarde, ya hace tiempo que estaría anticuada.
Kafka
12
De las palabras no conservo, naturalmente, ningún recuerdo, pero el sentido, debido a lo extraordinario de las circunstancias, por las que hasta un niño se sentía compelido, penetró en mi interior con tal profundidad que puedo atreverme a reproducir una suerte de tenor literal.
Kafka
13
El palacio imperial ha atraído a los nómadas, pero no sabe cómo expulsarlos. La puerta permanece cerrada; la guardia, antaño desfilando siempre solemne, se mantiene tras ventanas enrejadas. A nosotros, los artesanos y comerciantes, se nos ha confiado la salvación de la patria; pero no estamos a la altura de semejante misión, tampoco nos hemos gloriado nunca de ser capaces de cumplirla. No se trata más que de un malentendido, y por su causa nos arruinamos.
Kafka
14
era tan insignificante que uno en su presencia se sentía solo
Kafka
15
—Pero se ha quedado usted callado, ¿por qué? Me acaba de hacer partícipe de sus extraordinarias opiniones sobre la ciudad y ahora se calla. —¿Me callo? —¿Le falta algo? ¿Quiere que llame al adiestrador? Tal vez está acostumbrado a tomar alguna comida a esta hora. —No, no, está bien. Le puedo decir lo que me ha ocurrido. A veces me asalta tal repulsión contra los hombres que apenas puedo soportar las náuseas. Eso no tiene nada que ver, sin embargo, con personas en particular, tampoco con su amable presencia. Se dirige hacia todos los hombres. Tampoco se trata de algo muy extraño, si usted, por ejemplo, conviviera continuamente con monos, por mucho dominio de sí mismo del que hiciera gala, padecería los mismos ataques. Por lo demás, no es precisamente el olor de los prójimos humanos lo que me repugna, sino el olor humano que yo he adquirido y que se mezcla con el olor de mis orígenes.
Kafka
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Mi abuelo solía decir: «La vida es asombrosamente corta. Ahora se comprime tanto en mi recuerdo que apenas comprendo cómo un hombre joven puede decidirse a cabalgar hasta el próximo pueblo sin temer —dejando aparte casualidades desgraciadas— que el tiempo de una vida normal y feliz pueda alcanzar para semejante viaje».
Kafka
17
No es lo mismo estar callada como señal de ausencia, que estar callada en el turno de la escucha.
Nayeli García
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Entreveo una pedagogía del silencio como forma de preservar la esperanza en medio de un relato apocalíptico dominante.
Callarse permite que otros hablen y que sus palabras no caigan en el vacío: es uno de los pasos tácitos de la memoria compartida que permite la continuidad de los relatos. Si todos nos dedicáramos a narrar o a discutir, pronto el cansancio y la saturación terminarían por impedir la recuperación de nuestra capacidad de modificar el porvenir.
Nayeli García
19
habitar la incomprensión generosa de que no sabe bien hacia dónde va el barco pero desea estar a bordo.
Nayeli García
20
Entre más viril, más me asemejo a sus hembras. Gruño,iracundo, en brama, y me brota la violenta coloración. ¿Qué bestiaes al mismo tiempo el león y su presa? ¿A qué bestia se le maquillala melena amarilla cuando más ganas tiene de trizar las membranasa gritos, a gatas? En cuatro estaba cuando me vieron aire de esfinge y a fuerzas los cazadores me dejaron hecho un ardid
Rodrigo García Bonillas
21
Tomar el turno de quien escucha implica aprender a mantener la boca cerrada pero los oídos abiertos: alimentar un espíritu imaginativo y reapropiarse de la narración del futuro, preservar la posibilidad del reencantamiento ritual del mundo.
Nayeli García
22
Marcel era la búsqueda de un silencio ambiguo, no la distancia entre lo dicho y lo representado como lo había hecho su maestro Magritte, ni el silencio del que emerge un sentido fragmentado y complejo, como en Mallarmé, sino la negación de aquello que condena al lector a entender algo.
Verónica Gerber Bicecci
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El único camino para reducirse a cero fue detenerse en los resquicios, jugar con letras y palabras, aliteraciones y sustracciones, hasta que ya no se dijera nada. Arribar a la anulación: tropezar con las banquetas agrietadas por la fuerza de las raíces de los árboles, intentar cientos de veces antes de lograr la llama de un encendedor, dar marcha al coche hasta que se caliente el motor, reemplazar el código de barras que la caja registradora no puede leer porque no está dado de alta, templar la leche de una mamila. Suprimir. Quedarse entre, en medio. Esperar a que los mejillones abran su concha dentro de una olla con agua hirviendo. Vaciar el contenido de un huevo pasado por agua. Broodthaers trató de establecerse en ese espacio que se evapora antes de conseguir que sea real.
Verónica Gerber Bicecci
24
Aceptamos el mundo como admitimos los sentimientos más abstractos, que siempre son pero no están. El mensaje de Broodthaers disociado entre partes irreconciliables, corriendo el riesgo de esfumarse. Anclado en su propia efervescencia terminaría siempre por desaparecer.
Verónica Gerber Bicecci
25
Peor: uno no entenderá que lo más importante en el arte contemporáneo suelen ser los procesos, no los artistas. ¿Y qué decir del pesado culto a la Obra? Hay que desprenderse de él para empezar a apreciar la validez de los proyectos, los conceptos, los fragmentos. Pero lo más grave es el miedo a lo informe, el amor a las etiquetas. Los enemigos del arte contemporáneo se oponen a éste porque le temen, sobre todo, a lo abierto, a la violenta desdefinición (Harold Rosenberg) de las disciplinas artísticas.
Rafel Lemus
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No sólo les repele que el arte pueda ser algo más que pintura y escultura; les horroriza la idea de que la peste se contagie y de pronto las novelas empiecen a parecer latas de sopa; los poemas, videojuegos, y los ensayos, acciones. Su pesadilla es que la creación desborde los envases, los géneros que ellos practican y estudian. Es decir, que la creación fluya. Una ansiedad semejante les provoca un objeto de uso cotidiano exhibido en un museo o un performance celebrado en la vía pública. Se preguntan si eso es o no arte, si esa caja de zapatos o esa corcholata, es una pieza de arte o un simple elemento de la vida diaria. ¡Como si los objetos no pudieran ser una y otra cosa a la vez! Lamentan, también, que cierta obra, firmada por un artista, pueda ser creada por cualquiera, cuando esa es una de las conquistas del arte contemporáneo: diluir la frontera entre artistas y espectadores, entre arte y vida. ¿O es que debemos condenar al espectador a una actitud pasiva y contemplativa?
Rafel Lemus
27
Sépase de una vez que la pulsión experimental no caduca –es una pulsión, no una costumbre– y que es posible repetir, recrear, radicalizar las vanguardias. Como ha escrito Hal Foster, no hay mejor manera de desconectarse de ciertas inercias presentes que re conectándose con las prácticas de las vanguardias históricas.
Rafel Lemus
28
se sabe que no es un problema de producción sino de recepción: no es que no haya obras fascinantes, es que sencillamente les cuesta fascinarse.
Rafel Lemus
29
es falso que el arte sólo pueda afincarse en el pasado –y, en rigor, es mentira que todas las raíces deban hundirse en un solo punto. Se sabe que existen organismos radicantes, como la hiedra, que tienen múltiples raíces aéreas y que se sujetan, simultáneamente, a varias superficies. Se sabe que así, radicantes, son, según Nicolas Bourriaud, las mejores obras contemporáneas: están fijas, pero no en el pasado. En el presente. O mejor: en los diversos presentes.
Rafel Lemus
30
las buenas obras [...] terminan creciendo [...] dentro de uno.
Rafel Lemus
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He perdido el tiempo. Que alguien me ayude, porque no sé dónde lo dejé. Era un tiempo así como breve, hermoso, delicado, lleno de buenos momentos y de alguno malo también. Seguro que lo reconocerás enseguida. No tiene pérdida posible, por eso me extraña haberme despistado con tanta facilidad. No hay otro tiempo así. O al menos yo no lo recuerdo. He perdido el tiempo y necesito encontrarlo. Razón aquí y ahora. O mejor dicho, ya.
He perdido el tiempo contigo. Y la verdad, no sé cómo ha podido volverme a pasar. Porque esta vez lo teníamos todo atado y bien atado, a buen recaudo, y encima sin necesidad de pasar por ningún sitio a firmar. Sabíamos que lo nuestro era especial. Lo sentíamos, no hacía falta ni decirlo, lo sabíamos y ya está. Lo teníamos tan claro que lo único que nos daba miedo era dejarlo escapar.
Y en cambio, lo tratamos como si fuese de lo más rutinario. Lo tontos que fuimos, dios. Lo irrepetible que era esta ocasión, y la oportunidad que la vida nos brindó. Como si después de lo que hemos vivido, nos mereciésemos volver a querernos bonito, volver a volar.
Y tú y yo ahí, como si no fuese con nosotros. Hemos vuelto a hacer lo de siempre, darlo todo por hecho, sin darnos cuenta de que lo que se estaba haciendo en ese momento no se volvería a dar más. Nunca más.
Pero que no cunda el pánico, porque he perdido el tiempo solo también. He creído que las cosas que no pasaban era porque no tenían que pasar. Viéndolas venir, esperando a la vida, en vez de mover el orgullo e irla a buscar. Y de ese modo sólo te vienen malas noticias.
Porque esa es la gran diferencia entre las buenas y las malas noticias. Que las malas siempre vienen solas, sin necesidad de que hagas nada. Las buenas, en cambio, sólo les llegan a los que se embarcan dispuestos a naufragar.
Le he exigido a la vida tantas veces una nueva oportunidad. Como si fuese algo más que un derecho, como si fuese su responsabilidad. Y ella, que ya es de por sí cabrona cuando no le exiges nada, imagínate cuando encima la retas.
He perdido el tiempo dedicándoselo a gente que no valía la pena. Y echando de menos a los de verdad, diciéndoles a ver cuándo nos vemos, mintiéndoles a ellos y a mí una y otra vez, dejando sus vidas pasar. Llamando a tipos y tipas irrelevantes, gastando minutos en cosas urgentes en vez de hablar de lo que de verdad importa, repasando agendas en vez de las curvas y líneas rectas que tienden hacia la felicidad.
Por eso aquí ando, buscando de nuevo ese tiempo perdido. Otra pérdida de tiempo, pensarás. Pero la verdad es que me importa muy poco lo que piensen ahora. Necesito encontrar ese tiempo y ponerlo de nuevo a pasar.
Hoy me queda menos que entonces, hoy el paso del tiempo se ha acelerado y ha cogido velocidad. Y sin embargo aquí estoy, como un imbécil gastándolo en algo tan improductivo como recordar. Echo de menos el tiempo perdido. Y lo quiero recuperar. Lo pienso recuperar. Y lo voy a recuperar.
Hoy quiero decir las cosas que siento cuando las sienta. Esté sentado con quien esté sentado. Y si estamos acostados ya ni te cuento. Y si cuando se lo digo no le gusta, él o ella verá. Hoy me da lo mismo caer mal o regular. Porque si para caerte bien tengo que ser otra cosa, prepárate para aguantar. Hoy, además, soy menos exigente con los demás. Porque ahora sé lo que cuesta arriesgarse y lo difícil que es acertar. Es curioso, cada vez juzgo menos y cada vez me juzgan más. Pero también soy menos transigente con la falta de inteligencia, de higiene y -sobre todo- de humanidad.
Hoy creo que una conversación puede ser sanadora. Y que un silencio fuera de tiempo te puede acabar de condenar. Callarse es cada vez más peligroso. Y negarse a aceptar algo puede ser un principio para encontrar un pedazo de eso que llamamos verdad.
Quiero decir «te quiero» cuando me dé por ahí, sin miedo a lo que me puedan contestar. Porque el miedo es eso que te pasa por dentro cuando estás a punto de hacer lo que tienes que hacer.
Hoy salgo de casa como quien aterriza en una ciudad que no ha visitado jamás. Con un mapa distinto cada día, con miles de monumentos a visitar. Y con una guía que se llama intuición. Y una maleta llamada recuerdo.
Porque yo ya he perdido el tiempo, pero del muy bueno y en cantidad.
Risto mejide. He perdido el tiempo
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The Moment
Parejas: Eddie Kaspbrak/Richie Tozier, Beverly Marsh/Ben Hanscom, Stanley uris/Patricia uris
Resumen: — ¿Cómo sabes esas cosas? —Preguntó, en cambio. Frente a él, Beverly se volvió a enderezar, razonando bien la pregunta tal como lo hacía en los exámenes de matemáticas. Ben la miraba, curioso.
—Pues, depende de la persona, ¿no? —Eddie arqueó la ceja. Tenía un dedo sobre su boca, mientras parecía decir la respuesta como la iba pensando. Su cabello caía en cascada por su hombro y parecía hablar con todo el cuerpo. —Puede ser que alguien solo lo sepa, y ya, pero yo creo que hay un momento en el que te das cuenta.
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—Entonces, chicos… —Con solo oír el tono de voz de Beverly, Eddie sintió un escalofrío recorrer su espalda. Juzgando por la mirada de Stan hacia la pelirroja, él sintió lo mismo. —Díganme, ¿cómo han estado?
La pregunta parecía tan inofensiva, que Eddie estuvo a punto de contestarla sin pensar, pero todos estos años de conocer a Beverly lo habían entrenado para resistir un poco. En cambio, fingió demencia, volteando a todos lados del cuarto. Frente a él, Beverly soltó una risilla, definitivamente disfrutando de las reacciones de todos.
—Tranquilos, solo quiero saber cómo han estado, nada fuera de lo normal. —Dijo entre risas leves que se fueron apagando eventualmente pero nunca dejando de sonreír. —Hace mucho que no nos juntábamos así para hablar, ¿saben?
Eddie frunció el ceño.
—Pero sí nos juntamos la semana pasada.
La sonrisa de Beverly cambió a algo más… peligroso. Eddie supo en ese momento que había hecho un paso en falso.
—Sí, pero, hace mucho que no charlamos, charlamos. —Se echó hacia adelante para hacer énfasis en la palabra, apoyando sus codos en las rodillas. Parecía tenerlos ahí, dónde los quería, y ahora solo hacía falta otro paso en falso para morir en su trampa con olor a un perfume dulzón. Sintió una comezón en sus manos, una sensación que le urgía agarrar el inhalador como primer método de defensa, pero para su suerte, no fue la primera víctima. —Stan, ¿cómo te está yendo con Patty?
Era increíble el cambio de tono en su voz. Si no hubiera presenciado la escenita de antes, seguramente habría bajado sus defensas ante ese tono dulce y encantador que gritaba inocencia a todas leguas. Stan parecía, de nuevo, pensar lo mismo que él, ya que se enderezó en su asiento en el sofá.
Aunque, tal vez solo estaba exagerando.
—Pues, todo está bien. —Stan sonrió, y en sus mejillas se notaba un leve rumor. —De hecho, todo está muy bien.
— ¡Ooh! —Beverly coreó, visiblemente encantada. Eddie no conocía muy bien a Patty, pero sabía que Stan se estaba tomando la relación en serio, y que habían durado mucho más tiempo que ninguna de sus relaciones pasadas. Era entendible la emoción que sentía la pelirroja, incluso él sentía una sensación cálida de felicidad por su amigo. —Deberías invitarla con nosotros la próxima vez.
—No quiero asustarla, Bev.
Todos rieron un poco, con un silencio agradable llenando la habitación después. A su lado, con esa sonrisa en el rostro, Stan parecía más juvenil, cómo si se borraban esas arrugas que ya empezaban a formarse en su piel. Era una imagen que siempre había pensado que le faltaba a Stan, incluso con el pasar de los años. Tan tranquilo, y sonriendo, olvidándose un poco de sus responsabilidades.
<<Y solo pensó en ella…>>
—Y… ¿crees que sea la indicada? —Preguntó Beverly suavemente, sacando a Eddie de sus pensamientos. Parecía una chiquilla de nuevo, emocionada por cosas que ni siquiera le pasaban a ella. Aunque, volteando a ver a Ben, sentado junto a ella, no estaba tan seguro de la última parte.
Stan se encogió de hombros, pero en su mirada Eddie entendió lo que realmente quería decir: “—Tal vez, Beverly, tal vez. Me gustaría que fuera así, tengo esperanza de que sea así, pero no quiero decirlo en voz alta por si es de mala suerte. —“
O una cosa así.
— ¿Cómo sabes esas cosas? —Preguntó, en cambio. Frente a él, Beverly se volvió a enderezar, razonando bien la pregunta tal como lo hacía en los exámenes de matemáticas. Ben la miraba, curioso.
—Pues, depende de la persona, ¿no? —Eddie arqueó la ceja. Tenía un dedo sobre su boca, mientras parecía decir la respuesta como la iba pensando. Su cabello caía en cascada por su hombro y parecía hablar con todo el cuerpo. —Puede ser que alguien solo lo sepa, y ya, pero yo creo que hay un momento en el que te das cuenta.
— ¿Cómo cuando no te das cuenta de qué pasa, hasta que es demasiado tarde? —Preguntó Ben, hablando por primera vez. Bajó la mirada a su regazo, parecía no haberse dado cuenta de que su boca había dicho sus pensamientos. Beverly asintió, con una mirada de afecto y ternura en su rostro. Eddie, por un momento, pareció entender.
—Si. —Su tono fue tan suave que lo sorprendió un poco. Estaba tan lleno de cariño, pero no del tipo con el que hablaba a Stan o a Eddie o a Mike. Parecía especial, solo hecho para Ben. —Yo soy de esas personas, de las que se dan cuenta cuando es muy tarde.
— ¿Cómo te diste cuenta? —Eddie se escuchó decir.
Beverly volteó a verlo con una sonrisa, y ver a los ojos ese afecto por un instante fue todavía más impresionante. Rio un poco, parecía estar esperando esa pregunta.
—Pues, fue hace unos cuantos años. Cuando Ben y yo todavía no salíamos juntos. —Comenzó su relato, con aire despreocupado. A su lado, Ben dio un pequeño brinco en su lugar y Eddie se guardó una risilla. —Fue en octubre, cuando festejamos Halloween juntos. Juntamos un montón de películas de porquería y otras tantas que si daban terror en la casa de Richie para hacer un maratón ya que sus padres no estaban en casa. A esa edad, dijimos que ya éramos algo grandes para disfrazarnos y pedir dulces en la calle, pero creo que solo queríamos aprovechar esa oportunidad de estar todos juntos de nuevo sin tener que hacer trabajos o tareas. Recuerdo que bajamos la pantalla a la sala de estar, movimos algunos muebles e hicimos un fuerte de almohadas para pasar la noche. Estábamos listos para todo.
Eddie se acordó de esa noche. Habían pasado más de una hora moviendo los muebles de la sala de estar para que todos cupiesen en el lugar. Fue especialmente un relajo reacomodar todo, pero fue una de las mejores noches de su vida.
>>No sé por qué rayos ustedes se fueron de la sala, seguramente a buscar algo pero no recuerdo qué. —Beverly rio ligeramente. —Pero Ben y yo nos quedamos solos en la sala de Richie por unos minutos. No es nada ni muy especial, ni muy extravagante, pero todavía recuerdo cuando empezamos a hablar de tonterías. De todo y nada. De pronto, ahí fue cuando me di cuenta, envuelta en una sábana y con Ben frente a mí en una casa ajena. Me di cuenta de que no me molestaba estar así, con él. Era agradable, y me atrapé pensando en qué me gustaría repetirlo.
Tenía la mirada perdida frente a ella, absorta en esa memoria. Era un momento tan frágil e íntimo que Eddie tuvo miedo de romperlo con solo su respiración. Ella sonrió, y con lentitud, volteó hacia Ben con esa sonrisa llena de amor, afecto, y todo lo bueno en la vida. Ben respingó frente a ella, y Eddie volteó la mirada cuando sintió que estaba viendo de más. A su lado, Stan hizo lo mismo.
—Vaya… —Susurró.
—Lo sé…
Se escuchó una pequeña carcajada femenina. Beverly tenía el rostro bastante rojo y sus ojos estaban lagrimosos, una sonrisa que llegaba hasta sus ojos era la cereza del pastel. Estaba hermosa. A su lado, Ben sostenía su mano entre las suyas y su piel era tan colorada como el cabello de Beverly, pero parecía explotar de la felicidad.
—Ahora que ya me expliqué, me gustaría saber que dicen ustedes. —Dirigió su mirada hacia Stan. — ¿Alguna vez, te ha pasado?
Stan abrió la boca, la cerró, pensó bien su respuesta y la volvió a abrir.
—Seguramente sonará cliché. —Empezó, con un tono de burla en su voz. —Pero, creo que fue cuando nos conocimos, en la fiesta del club de la universidad. Yo estaba ahí de intercambio, desde Nueva York. Recuerdo perfectamente el vestido azul que llevó a la fiesta, y de nuestra primera charla. Después de la fiesta, estuve convencido de que ella sería mi novia.
Y Stan tenía razón, sonaba tan cliché y típico que parecía sacado de una película de romance, de esas que Eddie casi no veía porqué prefería las películas de acción, en especial las que tenían carros del año. Beverly parecía deleitada por la historia.
—Seguramente ella sintió lo mismo, si no, no hubiese aceptado ser tu pareja, ¿no crees?
Stan se volvió a encoger de hombros.
—Tal vez. —Se veía divertido con toda la situación, si acaso un poco sonrojado por los pómulos. Asemejaba a un borracho, cuando en esa tarde solo habían tomado un poco de refresco. La cerveza vendría después, con la cena y un poco más de charla amistosa con los demás de vuelta. — ¿Qué tal tú, Ben?
Eddie sintió que había esquivado una bala por puro milagro, su alma volviendo a su cuerpo. Volteó a ver al pobre de Ben, quien había pasado de estar en una posición relajada y cómoda a parecer que lo habían atrapado con las manos en la masa.
¿Qué había hecho mal? Estar ahí, callarse, no hablar primero, enamorarse…
—Pues… —Se encogió un poco en su lugar, parecía querer que la tierra lo tragase, o alguien entrara gritando “¡Esto es un asalto!”, o que regresaran los demás. —Si la pregunta es si he tenido ese momento…
Todos esperaron al borde del asiento.
—… Sí, claro que sí.
Ben levantó la mirada, y Eddie sintió la misma sensación que con Beverly. Un escalofrío recorrió su espalda y los pelos se le pusieron de punta. Parecían emitir algo, una energía que no sabía si temer o admirar, especialmente cuando estaban juntos. A veces, necesitaba apartar la mirada o sentía que se quedaría ciego con tan solo verlos.
—Si mal no recuerdo… —Empezó Ben, a pesar de que nadie le había pedido que explicara su historia. No había ningún problema, claro, pero ahora Eddie se sentía obligado a no ser el único que no contara nada en esos momentos. —… Fue cuando todavía estábamos en la escuela. Siento que no fue un momento en específico, si no el conjunto de cada vez que Beverly me hablaba, en especial cuando nadie más lo hacía, o cuando había que hacer parejas en clase. Al final del curso, había caído completamente por ella.
Hubo un silencio que pesaba como elefante.
— ¿Cuándo dijiste que fue eso?
—Ah, no sé, seguramente cómo en cuarto o quinto grado. —Ben le quitó importancia.
Stan silbó por lo bajo.
—A eso se le llama compromiso… —Eddie susurró, Ben respingó, Stan asintió y Beverly suspiró. Besó la mejilla de su pareja, y sonrió contra su piel. Eddie volvió a desviar la mirada, sintiendo como un intruso.
—Bueno, bueno, que todavía hay gente en el cuarto. —Dijo cuando todavía no podía ver con normalidad la habitación, haciendo a Beverly reír con buena gana.
—Anda, ¿y tú que tal, Eddie? ¿Cómo te va con nuestro bufón favorito? —Beverly contra atacó, y este mismo momento era el que Eddie quería evitar con mucha fuerza. Volteó a verla con una mirada de enojo, pero solo causo que volviese a reír de nuevo. Tenía las mejillas coloradas, pero Eddie no sabía si por la risa o por sus acciones previas, pero solo ese pensamiento le causaba irritación.
—Tan bien cómo puede irte con alguien que hace ventriloquía y voces extravagantes como su trabajo.
—Vaya, tan mal estas, ¿Eh? —Se burló Stan, y a él también le mandó una mirada feroz.
—No seas así, todos dijimos nuestro momento, ¿Cuál es el tuyo, Eddie?
¿Cuál es el tuyo?
—No creo tener un “momento”. —Cruzó sus brazos y se dejó caer contra las almohadas del sofá. Stan alzó una ceja, retándolo, y Beverly suspiró, pero justo cuando iba a protestar que eso era una mentira y por qué era una mentira, la puerta de la casa se abrió casi de golpe.
— ¡Cariño, estoy en casa!
—Hablando del rey de Roma… —Susurró Stan.
— ¿Eh? ¿Estaban hablando de mí? Ya sé que soy todo un tema, pero al menos esperen a que esté presente.
— ¿Para qué se tu suban más los humos a la cabeza? No gracias. —Dijo una voz atrás de Richie. Mike entró cargando una bolsa con contenedores de poli estireno. Al último, entró Bill, con más contenedores y la llave de la puerta en mano.
—Concuerdo con Mike en esta. —Dijo, mientras cerraba la puerta de la casa y se dirigía a la cocina para dejar los contenedores en la cocina.
—Ouch.
—Y yo. —Añadió Eddie.
—Doble ouch.
Después de eso, todo se volvió un caos de risas y cotilleo. Stan y Ben se levantaron del sofá para ir a ayudar a acomodar las cosas. Richie se alejó con ellos, con una bolsa de refrescos en una mano y un paquete de cervezas en la otra. Eddie lo miró alejarse hasta que desapareció por el umbral de la puerta de la cocina y solo podía oír vagamente su voz.
— ¿Estás seguro de no tener un momento? —Levantó el rostro ante la voz suave de Beverly. Parecían compartir un secreto, y por un momento, Eddie se sintió de nuevo en la escuela, compartiendo secretos entre recesos. Le sonrió, colocó una mano en su hombro, pero no respondió a su pregunta.
—Será mejor que vayamos con los demás, antes de que se lo acaben todo. —Dijo, y se levantó de su lugar extendiendo una mano hacia Beverly, quien no la necesitaba pero aun así tomó. Ambos caminaron hacia la cocina, y en la caminata, podía sentir los pensamientos de Beverly rondar por su cabeza. El problema, es que no estaba listo para decir tal cosa, al menos no con la misma facilidad con la que lo hacía Ben, Stan, o Beverly. De tan solo pensarlo, a Eddie le hacía falta su inhalador.
Eddie Kaspbrak sí tenía “un momento”. No era tan lejano, como el de Ben, ni cercano, como el de Stan. Tampoco era tan simple como el de Beverly, pero era suyo. Y seguramente nunca lo contaría, ni si quiera a Richie en su lecho de muerte, pero si fuera a contar la historia, seguro iniciaría diciendo que todavía eran jóvenes adultos viviendo solo el momento, acercándose al final de la universidad.
“—Yo era un tonto. Pero Richie lo era aún más, incluso más que antes, por increíble que suene eso. Él tenía la cabeza metida en fantasías y sueños por cumplir, mientras yo la tenía en un libro casi todas las noches y esperaba el final de año, y con eso, el final de la universidad.“
Diría, con un tono amable y cómico, y por un momento alocado sintió que se lo contaba a sus hijos, o a los hijos de sus hijos. Alucinaciones suyas, seguramente, pero todavía estaba joven como para no pensar en esas cosas.
—Parece que tu mente todavía está en ese libro que estabas estudiando, Eds. —Dijo Richie, aquella noche cuando todavía estaban en la universidad. Casi todas las noches, Richie solía colarse por la ventana de su cuarto, a veces para hablar, a veces para fastidiarlo. Eddie agradecía cuando era para distraerlo, e incluso cuando lo invitaba a algún lado. Normalmente declinaba, porque no podía costearse una actitud tan relajada tan cerca de los finales.
Esa vez, por obra de destino o por la persistencia de Richie, dijo que sí.
Habían caminado por la calle, dejando el carro unas dos cuadras atrás, hablando de todo y de nada a la vez, disfrutando del ambiente agradable que hacía. Terminaron en el puente de los besos, de nuevo, por obra del destino o por algún plan que tuviese Richie en ese momento. Volviendo hacia atrás, era irónico que acabasen ahí, en especial porque esa experiencia había sido de todo menos romántica.
—Solo estoy preocupado por los exámenes. —Dijo, y volteó hacia atrás, pensando en volver a su casa y estudiar hasta las 3 de la mañana. Después tomaría algunas pastillas para dormir y trataría de conciliar el sueño lo mejor posible. —Y tú también deberías estarlo.
Richie se encogió de hombros. Bajó la luz de un farol del puente, parecía más alto de lo que era. Un poco más aterrador, quizá.
—Creo firmemente que hay que tener confianza en tus conocimientos, Eds. A mí no me va eso de estresarse una noche antes del examen. No quiero envejecer tan rápido. —Dijo Richie. Si fuera otra persona, Eddie había pensado que todo ese discurso era una mierda y que solo se hacía el tonto para no estudiar y pasársela vagueando. Desafortunadamente, Richie Tozier seguía siendo el Richie Tozier de la primaria, pero ahora para una audiencia más adulta: seguía sacando nueves y dieces en sus calificaciones sin mucho esfuerzo aparente de su parte.
Eddie bufó.
—No me gusta que me llames Eds. Ya lo sabes, no sé por qué lo sigues haciendo.
—Sí te encanta. —Richie se encogió de hombros. Se subió a la barandilla del puente y se sentó, como si fuera el sitio más cómodo del mundo. Eddie sufrió un mini infarto ahí mismo, pensando que se caería. Al ver que todavía no pasaba nada de fuerza mayor, se acercó el también al borde y recargó sus brazos junto a las piernas de Richie.
—Claro que no. —Reclamó, pero solo se sentía a media verdad en su boca. Cuando volteó a verlo, a su lado y con la luz del farol sobre su cabeza, sintió un vuelco en el estómago. No era romántico, era ridículo, e incluso aterrador pues parecía una gárgola encaramado de esa posición. Pero no pudo evitar sentirlo.
Bajó la mirada, no sin antes ver cómo Richie sonreía ladinamente.
Siguió un silencio que Eddie atesoraría mucho después. Eran extraños esos momentos con gente como Richie, y por esas mismas razones se sentía especial. No era nada incómodo, era agradable, y ninguno sentía la necesidad de romperlo. Cuando sintió una mano en su cabello, sin embargo, rompió ese silencio con un suspiro casi inaudible. Richie también respingó, como si esa acción fuera la más fascinante del mundo.
Cerró los ojos, con un ligero temblor en todo el cuerpo. Apretó con fuerza la barandilla hasta tener los nudillos blancos, y esperó. Y volvió a esperar, por algo, lo que sea, pero eso no llegó. En cambio, solo consiguió escuchar un grito que sonaba mucho a una mezcla de maldiciones.
Abrió los ojos, y ahora sí sufrió un infarto.
— ¡Richie! —Gritó con todo el aire en sus pulmones, y se asomó a la barandilla. Abajo, justo donde el agua conectaba con tierra, estaba el cuerpo inmóvil de Richie.
<<—Lo voy a matar. —Pensó, mientras bajaba del puente y se apresuraba a dónde estaba su moribundo amigo. —Está vez si lo mató. >>
Se arrodilló junto a él, ensuciando sus pantalones con lodo. Hasta parecía tener una suerte increíble, ya que su cabeza no había chocado con ninguna roca por puros centímetros. Aun así, el agua empezó a tintarse de rojo y Eddie empezó a entrar en pánico. Recogió su rostro con su mano derecha y lo acojinó en su regazo. Saltó en su lugar sorprendido pero aliviado cuando Richie abrió los ojos, las gafas torcidas sobre su rostro.
—Parece ser que le gané a Raleigh. —Dijo Richie con una voz ronca y rasposa. Parecía estar haciendo una de sus voces, pero Eddie no podía identificar una en concreto. —Yo encontré el tesoro más preciado. —Levantó una de sus manos para tocar la mejilla de Eddie, y después se desmayó.
—Pero si serás idiota… —Murmuró Eddie, visiblemente ofuscado. Sintió que sus pulmones ya no tenían aire, y que él se había caído desde el puente de los besos. Pero ahora no era el momento de sentirse como colegiala enamorada, ya que tenía que llevar a Richie al hospital, cosa que parecía casi imposible con el carro lejos.
Al final, pudo hacerlo, aunque estaba seguro de haber dejado un pulmón en el camino. El camino hasta el hospital fue tranquilo hasta que Richie se despertó. Estaba semi acostado en el asiento de atrás del carro y todavía tenía medio cuerpo empapado. Gruñó de dolor, y se sujetó la cabeza. Eddie inmediatamente sintió pena por él, pero a la vez estaba enojado por hacer algo tan tonto como sentarse en la barandilla del puente de los besos en la noche.
— ¿Acaso no tendrás un cigarrillo? —Preguntó Richie, y Eddie negó con la cabeza sin dejar de mirar el camino. Escuchó vagamente como Richie removía cosas con lentitud en la parte de atrás y finalmente, el sonido de un encendedor. Tenía bastante curiosidad de saber de dónde había sacado eso, pero desistió preguntar y mejor siguió conduciendo el silencio.
Sin embargo, antes de llegar al hospital, dio una última mirada por el espejo retrovisor. Fueron, máximo, dos segundos, pero en dos segundos sintió una puñalada en su corazón y un afecto increíble que no sabía podía sentir. Podía notar con facilidad el dolor que sentía Richie, observó con detalle la postura de su cuerpo, sus piernas que parecían no caber en el auto, la manera en que la ropa se pegaba a su cuerpo de un modo que solo podía ser incómoda e incluso notó la manera en que fumaba el bendito cigarrillo, cómo lo atrapaba entre sus labios…
Respingó, y Richie no lo escuchó, pero agradeció que así fuese el caso. Después de eso, no volvió a desviar su mirada del camino, ya tenía suficientes accidentes por una noche. Hasta que llegaron al hospital, sintió que su cuerpo volvía a respirar como debía, aunque en ningún momento del camino había buscado su inhalador.
Richie no lo sabía, pero ese era un momento especial para Eddie. Tal vez, no era el momento en el que se enamoró del muchacho, como Ben o Bev o Stan, pero sí era el momento en el qué estaba seguro de que podía hacerlo. Podía entregarse a ese joven que amaba hacer bromas y no sabía callarse, que poseía títeres demasiado aterradores para su gusto y su sueño más grande era llegar al mundo del espectáculo.
Y no se arrepentiría de hacerlo.
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Sevilla-Murcia
Lo que más ilusión me hace del viaje es ir en AVE. Si voy en tren, me hace más ilusión el viaje que el destino. Me apetece ir a Sevilla, y conocer a J., y presentar el libro y comer manteca colorá y carne mechá y beber fino, claro. Pero si el viaje fuera ir y volver en AVE la misma mañana yo estaría también feliz.
Voy escribiendo una columna que luego no se publicará. Me escribe J.N. para decirme que como hay especial de elecciones en el periódico me cambian a la semana que viene. Pero la columna me gusta cómo está quedando y la termino. No he hecho otra cosa que escribir en el viaje. Escribo lento, nunca dejaré de sentir el mismo agobio (antes) y perplejidad (después) cada vez que escribo: al principio no puedo imaginar cómo se me puede ocurrir algo, al final no puedo imaginar cómo se me ha podido ocurrir algo.
Al llegar a Sevilla ando al hotel. Son 47 minutos. En el centro me obsesiono con no parecer turista. Hago como que controlo pero me pierdo constantemente. No puedo andar ni 10 metros sin mirar Google Maps, que además creo que no me funciona bien y va ralentizado.
Tengo varios stendhalazos. Realmente no conocía Sevilla y es preciosa. Al lado del hotel desayuno una tostada (casi un bocadillo) de manteca colorá y un café por 2.40. Descanso en el hotel y salgo a andar. Como dos montaditos de carne mechá en una taberna (el turismo es solo turismo gastronómico y punto) mientras leo Ofendiditos, de Lucía Lijtmaer, que me parece flojo. Sigo andando. Los dos J. me dicen que quedemos un poco antes de la presentación. Es en la Casa del libro. Pero un J. llega en bus desde Madrid tarde y el otro ha pillado atasco al salir del trabajo. Me toca esperar. Sigo andando. Compro un cargador de móvil en El Corte Inglés y luego meriendo en una confitería. Sigo andando, busco un sitio a la orilla del Guadalquivir donde sentarme. Todos están al sol. Encuentro un lugar a la sombra, bajo unos árboles que me tapan completamente la vista del río. El suelo está lleno de plásticos, lo poco que veo del río está lleno de basura. Me siento encima de la bolsa de El Corte Inglés para no mancharme el pantalón nuevo y casi se me cae al río la bolsa de tela con la cartera, las llaves, el ipad, los auriculares. Intento leer en una postura incómoda y no duro más de 5 minutos. Siento que se me van a saltar las costuras del pantalón. Sigo andando. Me duelen los pies. Tendría que haberme quedado en el hotel. Encuentro otro bar donde quedarme. Llevo ya tres cafés, esta voz pido coca cola.
La presentación sale bien. Viene poca gente, familia de Y., familia de J., que presenta su propio libro de manera profesional, acostumbrado a hablar de él por media España. Hay un hombre que dice que conoce Letras Libres. Hace un comentario largo sobre que ya no hay libertad y no sé qué responder así que hablo de los peligros de las redes sociales. En un momento de la conversación comparo el feminismo radical con el independentismo. Menos mal que no hay registro de nada. Me alegra conocer a G. y C., a los que conozco por Twitter. Ambos majísimos, me sorprende lo educado y gentleman que es G. Salimos luego a tomar algo, J. nos habla de su trabajo en la Comisión Europea en Sevilla y de la concentración de riqueza y terrenos en Andalucía, de la España vacía. Hablamos de Twitter, del PSOE, de Ciudadanos, cotilleamos. Me apetece salir más pero en el grupo hay dos abstemios y estamos tomando ya un helado.
Al volver al hotel me siento un poco como un viajante o un empresario que viaja mucho por negocios y frecuenta muchos hoteles y bebe botellitas pequeñas de whisky del minibar. Es una imagen deprimente que sin embargo me gusta. Me duermo con Innisfree, el documental de Guerin, de fondo en La2. Las escenas pastorales e idílicas de la campiña irlandesa funcionan mejor que el ASMR.
Al día siguiente desayunamos churros frente al Guadalquivir y vamos a la Feria del Libro. Cuando llegamos a nuestra caseta todavía no la han abierto. J. y yo nos sentamos y vemos pasar a la gente. Poco a poco se va animando, pero nadie pregunta por nuestros libros. “Escucha tienes un libro de málaga cocina fusión que me ha dicho mi mujer”, “Eh eh, mmm, eh, tien…,tienes el de arturooo y la espada de excaliburrrr?”, “disculpa ¿tenéis libros de autores australianos?” No vendemos nada pero ayudamos a vender un tomo de Mortadelo y varios libros sobre chicas adolescentes, con purpurina en la portada. Dos hombres, hermanos, de unos 60 años, uno con discapacidad intelectual y el otro simplemente extraño y siniestro, nos visitan. El extraño y siniestro nos explica que su hermano recopila firmas de famosos en una libreta. Su idea de famoso es muy amplia. Nos pide que le firmemos. Yo solo pongo “Muchas gracias, Ricardo”, como si él se llamara Ricardo. Luego me piden Manual de resistencia de Pedro Sánchez, que está en la estantería que tengo detrás.
Me tengo que ir pronto. Tengo un blablacar de Sevilla a Murcia a las 14h. Me ha tocado mesa electoral otra vez. La chica del Blablacar es aburridísima, habla extraño, pregunta pero nunca repregunta, intercambiamos quizá unas 52 palabras en 5 horas y media, me dice que la mayoría de los periodistas manipulan, luego me hago el dormido pero se me da fatal, intento leer pero como voy de copiloto me sabe mal así que me dedico a mirar por la ventana. Si ella no me da conversación yo tampoco. Paramos a tomar un café y la cafeína la activa y me hace preguntas sobre Eurovisión, dice que en el noventa y pico el ganador belga de Eurovisión estaba muy bien. Luego vuelve a callarse.
En Murcia me esperan D., P, y A. Este último ha venido de Alemania para votar. Hizo lo mismo para las generales. Antes me habría parecido una proeza, ahora me parece un poco tontería. La épica de la democracia, el discurso de “vota porque si no…” me cansa, especialmente en unas elecciones tan polarizadas.
Cenamos en el Domino’s y luego me llevan a Mazarrón. En el viaje en coche D. nos intenta convencer de que Miró es una mierda y dice que nos tiene que pasar un vídeo de YouTube muy bueno donde lo explican. Él no sabe por qué es una mierda, solo sabe que lo es, el caso es que tienes que ver el vídeo. Luego nos dice que Harold Bloom dice que Kafka es una mierda y nos cabreamos con él porque siempre nos dice lo que opinan otros de determinado autor y no lo que él piensa.
Kafka un poco coñazo sí que es, la verdad.
La anterior entrada del diario es del 31 de agosto de 2017. Me parece que fue ayer y hace 10 años. Si no he escrito más es porque asocio el diario con la autoconciencia y el autoexamen neuróticos y obsesivos. Si ya revivo todos los eventos de mi vida constantemente, me obsesiono con lo dicho y lo vivido, pienso mucho más que actúo, ¿para qué escribir todo eso, además? El peor consejo de la historia es “conócete a ti mismo”.
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Yandere Heaven Vol.5 ¨Karei Naru Tokudaiji-ke Hen¨ Parte 5
Ran (Gemelo Mayor) y Wakasa (Gemelo Menor) Track 05/ Día 365- Año 1
R: Hace un año desde que llegó a esta mansión. Y dentro en ese período, siento que tanto Wakasa como yo hemos cambiado un poco. Han pasado algunos años desde que vine aquí y también ha pasado un tiempo desde que tuve este tipo de cambio por eso me siento confundido a veces, también. No me equivoco, ¿verdad? Una vez le pregunté si Wakasa le había contado algo sobre nuestro pasado, y todo lo que ella me contó no era menos preciso. Sin embargo, hay esta parte importante que quedó sin contar ... incluso Wakasa no es consciente de ello. La verdad que nosotros ... Wakasa y yo, tenemos los corazones enfermos.
- ¨Wakasa, me gustaría pedir prestado un libro. ¿Huh? ¿No está de nuevo? Ah ... está abierto. ¡Ah! ¨ Me quedé sin aliento al ver lo que hay dentro de la habitación. En las paredes, en el techo; Fotografías de ella en todas partes. No había sólo unas pocos, sino cientos de ellas. Pero no había ni una sola en la que mirara con naturalidad hacia la cámara ... Ese tipo ... ...
W: Ya hace un año, huh ~ Hubo muchos que abandonaron este trabajo tan pronto, por eso, incluso Obaa-sama estaba sorprendida. Bueno, me alegra que te quedes. R: Parece que te estás divirtiendo, Wakasa. W: ¿Y tú, nii-san? El té que prepara es delicioso! R: Lo sé. Porque fui yo quien le dijo que estudiara W: Ah ~ Como he esperaba. De repente, mejoró, así que pensé que tal vez habías dicho algo. R: Poniendo eso aparte, Wakasa ... ¿cuál es el significado de esto?
W: Esa foto ... No me digas - ¡has entrado en mi habitación ?! R: ... Quería pedir prestado un libro. W: ¿No te dije que no pueden entrar a mi habitación ?! R: Si no quieres que nadie entre en él, ciérrala. De todos modos, esta foto --- W: ¿Por qué entraste ?! ¡Esa habitación es mi santuario! Se supone que es un lugar sagrado y sin embargo ... R: Calma, vamos a hablar de - W: ¡AAAHH !!! Debido a ti, nii-san, todo se ha echado a perder! R: Wakasa .... W: ¡Siempre eres así! Entrando en el territorio de otras personas, pisoteando las pertenencias de otros y luego dejándonos así. Ne, nii-san ... Dijiste que no necesitamos un ayudante, ¿verdad? Dijiste lo mismo cuando vino, e incluso antes. Si no la necesitas, entonces dámela a mí. Entonces te perdonaré por entrar en mi habitación. ¿Somos gemelos, verdad? Nacimos juntos, con el mismo pelo, los mismos ojos, el mismo cuerpo; Compartimos la misma sangre y, sin embargo, ¿por qué siempre obtienes las cosas que quiero? ¿No es injusto ?! Las expectativas del padre, la compañía ... Lo quería tanto desde el fondo de mi corazón y sin embargo no podía tenerlo. R: Tú ... eres ruidoso. Tú, que no sabe nada de mí ... ¿Qué entiendes? ¡Nunca quise ésos! Este tipo de vida es sólo como una prisión! ¡Quería vivir una vida más ordinaria! ¡Por eso te envidio! Por eso ... te odiaba. W: Nii-san ... R: Si lo querías tanto, te lo entregaré. Esta mansión, la compañía, incluso el dinero ... Te daré todo a ti. Pero nunca ... nunca la entregaré a ti. Está bien como es, una existencia especial. Por primera vez, he encontrado algo que nunca quiero perder. Una existencia importante ... y tú ... ¿también me lo vas a robar? W: Nii-san, lo siento ... estoy equivocado ... R: Wakasa ... W: ¿Es eso lo que pensaste que diría ?! ... Qué coincidencia ... ¡Te odiaba también! Realmente, ser gemelos es una molestia. ¡Pero sabías que fui yo quien la vi primero! ¿Correcto? Eres más feliz cuando estás conmigo. R: ¡Estás equivocado! Se supone que debes estar conmigo! Si fuera yo, te haria feliz para siempre. W: ¿Qué estás diciendo? ¡Si soy yo, me aseguraré de que todos los días sean divertidos! R: ¡Huh! Tú eres el que dice cuando ni siquiera tienes un trabajo decente. W: !! Nii-san, ¿está bien si te ofrezco una propuesta? Dámela a mí y, a cambio, te entrego los datos. Y no romperé ese teléfono. R: Tu... ¿Lo notaste ?! W: ¡Por supuesto! De repente, darle un teléfono, ¿no es lo suficientemente extraño? ¿Y qué otra cosa hay que pensar aparte de ese teléfono que tiene algo instalado en él? Y también, ya que somos hermanos por lo que tenemos la misma intención. R: ¿Qué estás diciendo? W: Ese app ... Yo sabía sobre ella, y pensé en una manera de usarla. Pero nunca pensé en usar un teléfono. Ah ... Sí, el la instalo en su teléfono. Uno podría decir donde su ubicación se basa en GPS. Y hay aún más. Realmente hay cosas útiles en este mundo, eh ~ Pero Nii-san poniendo ese programa en tu teléfono ... es realmente asqueroso. R: No quiero oír eso de usted, pequeño hermano acosador. W: ¡No! Esos son--- R: No te detenga. Si no continúa, no lo entenderá. Wakasa: ¿Por qué parar? Usted todavía no entiende, ¿verdad? Bueno, entonces déjame decirte! ¡Venga! R: Oi, detente Wakasa W: ¡No interfieras conmigo! Lo entiendes, ¿verdad? No podemos volver más y vivir juntos como antes. R: Ah ... W: Es por eso que no queda nada más que hacerla elegir entre tú y yo. ¿No, Nii-san? R: Tienes razón. No hay otra manera. W: Sí ... R: Bueno ... Quiero que elijas con quien quieres ir. Obviamente, soy yo. W: ¿Qué estás diciendo?, por supuesto que soy yo. R: No tienes que pensar mucho en ello. Se supone que vengas conmigo. W: Nii-san debería callarse. ¿Verdad? No hay nada de qué confundirse. Yo te protegeré. Es por eso... R: Incluso si te quedas con Wakasa, sólo estarás en peligro. Estar conmigo es lo mejor, estarás a salvo. ¿Por qué no te das cuenta? W: ¡No! Nii-san sólo quiere interferir con nosotros. Me deshacere de él por ti, por eso ... ¡deberías venir conmigo! R: ¿Vendrás conmigo, verdad? W: ¡No! ¡No! ¡Irás conmigo, verdad ?! R: ¡No! ¡Yo! W: ¡Yo! R: ¿A quién elegirás? W: Dime ... R: ¡Ahora, contéstame! W: ¡Ahora, dígame!
-Fin-
Me disculpo por errores de traducción
Para poder escuchar el audio ingresa al siguiente link y sigueme en Youtube: https://youtu.be/BkWXyKO3N38
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Capitulo 12
Capitulo 12
Eleanor
Después de todo el día en el Electric Carnaval, cuando regresaron al coche todo estaba silencioso tanto Jasper, que se preocupó de esconder a todos los chicos con los que había estado flirteando todo el día, como su hermano Liam que no había dicho nada desde que volvió de hablar con Willow. Con que Eleanor no tuvo ningún reparo en iniciar una conversación. —Estuvo bien el día, ¿verdad?—Estaba de buen humor a pesar de los acontecimientos. Ninguno de los dos dijo nada se mantuvieron callados. Eleanor decidió seguir ese plan y callarse; saco su teléfono para distraerse. Al llegar al palacio, Jasper salió primero, después Liam y finalmente ella ya que cuando pasó al lado del guardaespaldas no dudó en retarle y mirarle. Llegó a la habitación y minutos después Jasper apareció, Eleanor se levantó. Se acercó a Jasper. —¿Me podrías bajar la cremallera por favor?—le pidió. Estaba tranquila, Jasper la bajó y Eleanor dejó el top en la cama. Se empezó a quitar la ropa y Jasper estaba intentando no mirar. —¿Lo has pasado bien hoy?—dijo mientras se ponía el sujetador. A lo que Jasper no dudó en responder. —No mucho, no. Estaba claro de qué iba el juego que había iniciado y no dudaba en seguir esa misma línea. —¿Por qué no? —Creo que tú lo sabes.—Obviamente ese tono en que lo dijo Jasper daba a entender que estaba celoso. —¿No te gustaba la música?—Se desabrochó los shorts—. Pues a mí me ha parecido un día genial.—Cayeron los pantalones al suelo. Cogió otros pantalones que tenía. —Buena música, amigos simpáticos...chicos guapos.—Se giró para mirarle a lo cual él apartó la mirada—. No es que los chicos guapos fueran lo importante. Pero...no me molestan. Jasper volvió atacar. —Ya lo has dejado claro. Eleanor se puso la camiseta. —¿El qué?¿Estabas celoso? Con una cara de odio dijo: —Pues claro que lo estaba, me he pasado las últimas doce horas viendo a un puñado de capullos ligando con mi...—paró de hablar, tomó aire y soltó—... quiero estar contigo. Ya lo sabes pero nunca lo aprobarán... nunca podremos pasar días juntos como el de hoy.—Hizo otra pausa—. Averiguarán mi pasado, me da igual, lo hecho, está hecho pero lo usarán contra ti.Y eso está mal. No puedo hacerte eso, nunca podría. Eleanor con una sonrisa le dijo que le acompañara y la siguió hasta la biblioteca. Al llegar allí le contó una historia. —Hace 600 años, alguien de la familia real, una joven reina, se enamoró de su guardia. Jasper soltó un comentario chistoso: —¿Se veían con otros?. Eleanor con cierto tono le dijo: —Cuidadito.—Continuó con la historia—. Comenzaron una relación épica y revolucionaria. Discretamente en secreto, era peligroso pero no les importaba. Se escribían cartas de amor, románticas y desgarradoras cartas de amor y las escondían en un libro hueco.—Se dirigió a la estantería y cogió el libro—. En éste—se lo mostró—. Siempre que vengo a esta biblioteca miro dentro, por si hay una para mí. Jasper le estaba escuchando atentamente y no dudó en compartir su opinión. —No es justo que te conformes con alguien que tendrás que esconder al mundo. Ella quería ser feliz y dejarse de la tontería que se traían. —¿Quien habla de conformarse? Jasper parecía interesado con la historia y no dudó en preguntarle cómo continuaba. —¿Qué pasó con la reina y su guardia? Eleanor se sentó en un borde del sofá. —Se casaron, tuvieron dos hijos que hicieron cosas importantes. Uno de ellos se llamaba Jasper.—Estaba sonriendo—. Jasper Tudor, seguro que te suenan los Tudor. Es una historia real. Los dos estaban en armonía, tranquilos, no se estaban echando nada en la cara. Se sentaron en el sofa. Jasper con una sonrisa. —Me parece increible, ¿lo sabías? Y Eleanor le correspondió. —Claro que sí. Podrías escribirlo un día de estos. Eleanor se acercó un poco más y le besó. —Quizás deberíamos empezar algo, hemos pasado mucho y necesitamos ser felices o intentarlo. Jasper le contestó: —Creo que estoy de acuerdo con eso.—Y le devolvió el beso—. Creo que empezaré con esa carta. Escucharon un ruido detrás de la puerta y no dudó en levantarse y mirar quién era pero no vio a nadie.
Liam
Desde la vuelta en el coche había estado callado no se podía imaginar a ver visto a Kathrym y Robert juntos en público y mas sabiendo que se especulaba cosas sobre el regreso de él. A la mañana siguiente era la presentación oficial de su hermano y había llamado a Jasper a que le acompañara hacer unos asuntos afuera de palacio, al salir se encontró con el. Le dirigió una sonrisa. —Buenos días, Jasper, se te ve con muy buena cara. Jasper no dudó en contestar a su amigo: —La verdad es que no me puedo quejar, he dormido muy bien....—Liam enarcó una ceja—. Estuve con Len, y por lo que se ve vamos a intentarlo.—Realmente estaba feliz por ellos se lo merecían. Tanto Liam como Jasper se dirigieron al coche hacer los recados que tenía en mente pero antes de todo se pararon en un bar. Jasper se le quedó mirando. —¿No tenías que ir a hacer unos recados? Y no me digas que pararse en medio de un bar está en tu lista. Liam con cierta sonrisa: —En realidad no, pero que mi hermana y tú estéis juntos es algo importante contando por todo lo que habéis pasado. Entraron en el bar y se sentaron, cuando le fueron a atender allí estaba ella, Kathrym, la supuesta novia de su hermano. La muchacha se acercó a ellos y les saludó: —Buenas, Liam, no tenía pensado verte por aquí. Liam le contestó amablemente: —Quería salir un poco de palacio y despejarme de todo este lío. Kathrym cogiendo la bebida favorita de Liam lo dejó en la barra y después se fue a buscar dos vasos. —Todavía me acuerdo.—Echó la bebida en los dos. Liam le correspondió con una sonrisa. —Gracias K. ¿Qué tal te lo pasastes en la fiesta? Kathrym le contestó. —Estuvo bien, añoraba esas fiestas, te vi que estabas con esa chica castaña,¿es tu nueva novia? Liam no se esperaba esa pregunta y menos viniendo de ella. No quería hablar del tema. —Bueno, en realidad no, somos amigos. Kathrym y Liam estuvieron hablando la mayor parte de la mañana hasta que llegó un cliente y la rubia le tuvo que atender. Jasper estaba mirándole con un semblante serio. —Creo que lo de los “asuntos” era una mentira para venir a verla ¿o me equivoco? Liam sonrió: —Quería verla, hubo una época que la tenía cierto aprecio pero estaba con mi hermano y no pudo ser, ahora sólo la veo como una amiga. En cambio Willow, me gustaria sorprenderla.
Jasper
Cuando salieron del bar se dirigieron de vuelta al palacio ya que por la tarde tenía la presentación de Robert, y Liam tendría que prepararse. Así que aprovechó de hacer lo que tenía pensado: escribir una carta para Eleanor. No sabía qué escribirle, la amaba pero no sabía cómo expresarlo así que pidió ayuda a James. Confiaba en él, y estaba seguro de que accedería a ayudarle. James estaba en el despacho. El viejo Zorro Plateado le sonrió: —Buenas tardes, Jasper. ¿Qué le trae por aquí?¿Algún problema? Jasper dudó en cómo empezar. —Pues, quiero escribirle una carta a Eleanor pero no sé qué decir, cómo expresarme. James se echó las manos a la cabeza. —Está bien, aunque creo que es una cosa entre vosotros dos. James empezó a escribir y media hora después había finalizado la carta. Jasper la cogió. —Es perfecta. James se levantó. —Me alegro que estén juntos finalmente. Jasper salió del despacho y se dirigió hacia la biblioteca, una vez entró cogió el libro e introdujo la carta en el espacio hueco. Antes de irse a preparar los últimos arreglos para la presentación de esa tarde se pasó por la habitación de Eleanor a la que entró sin llamar. —Buenas tardes, Len, te ves preciosa. Eleanor estaba haciéndose los últimos retoques para la presentación. —Bueno, hoy debe estar todo bien.—Se acercó y le besó. Jasper le correspondió el beso. —Te eché de menos. Eleanor sonrió: —Y yo a ti, y hoy va a ser una tarde larga pero después podemos vernos.... Jasper le cogió de las manos. —Me parece bien. Minutos después se fue.
Eleanor
Salió de su habitación y se encontró con su hermano mayor. Cerró la puerta y se le unió. —¿Nervioso?—preguntó. Robert siempre tenía esa seguridad en él. —La verdad es que no, esos periodistas no son nada comparado con estar en una isla.—Su tono cambió:—Quiero preguntarte sobre Jasper y que me digas la verdad. Eleanor no sabía cómo enfrentar la situación, tensó la mandíbula. Era mejor ser directa: —Pues es mi novio y le quiero. Su hermano ya venía sospechando algo hace un tiempo. —Quiero lo mejor para ti pero él...—hizo una mueca de duda—... no me termina de convencer. Robert era muy protector con ella pero las cosas habían cambiado. —Jasper es perfecto para mí, no es un capricho ni nada por el estilo. Cuando llegaron al salón principal tuvieron que interrumpir la conversación; se encontraron con Liam, su madre y los asistentes de ella, les estaban dando las últimas indicaciones. Minutos después llegaron James y Jasper. Salieron ante los fotógrafos los tres hermanos y su madre. —Me alegro que estéis aquí, hoy es un día importante ya que mi primogénito regresó, a salvo, no murió—habló la reina con total seguridad:—Todos querréis hacer preguntas sobre su regreso. Tomaron asiento y los periodistas empezaron a preguntar, después de toda esa ronda de preguntas tanto Liam como Eleanor tuvieron que hablar de cómo habían reaccionado a su llegada. Al acabar la rueda de prensa los periodistas se fueron. Helena les anunció a sus hijos que habría una cena tras de esto, cosa que no les habían avisado. Eleanor mandó un mensaje a Jasper ya que se estuvo conteniendo durante toda la presentación. Él la estuvo mirándo durante todo el rato. Cuando estaban sentados a la mesa alguien apareció en el comedor y era él, Eleanor sonrió: —Espero que no os importe, pero le invité a cenar—dijo Eleanor, proyectando una felicidad que no había tenido hace mucho tiempo. Robert le miró con una cara de pocos amigos, en cambio, su madre y Liam le aceptaron con los brazos abiertos.
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Hasta el campo mas árido da frutos. Reflexión sobre Introverted Boss (My Shy Boss). 1 momento de alegría que valga mas que 99 golpes de la vida. La verdad no tengo claras mis ideas con respecto a esta serie, es decir me gusto y la aprecio, me atrevería a decir que es uno de los mejores doramas que he visto pero no tengo certeza del por qué. Puede que sea su guion tan bien escrito o las actuaciones que son magníficas, podría ser eso o no y es que no puedo definir qué fue lo que me paso con esta historia solo sé que me quebró a niveles que nunca había sentido, aún ahora escribiendo esto siento como se presiona mi pecho, cada capítulo de los 16 fue un golpe más duro que el anterior, jamás había pasado por tanto y es que la serie tocó una parte de mi interior a la que ninguna otra serie antes hubiese llegado. >. Este drama empieza por todo lo alto, con un suicidio. No me lo tomo a broma, pero me pareció bastante grafica la escena, fuera de si estuviera bien o mal lograda técnicamente la escena es una declaración de intenciones, cómo si dijese. >. El ambiente donde se desarrolla la historia es una compañía de relaciones públicas, la idea de que sea un entorno donde la comunicación es clave sin duda es un acierto, la compañía es el contraste con el protagonista un joven con grandes problemas para relacionarse con las personas, un incomprendido ser incapaz de hablar con la gente que le rodea. Existen dos personas a cargo de la compañía uno de ellos es Eun Hwan Kii el protagonista y su mejor amigo Kim Woo Il a diferencia de Eun Kii Kim Woo es una persona totalmente consiente de sus habilidades para expresarse y formar relaciones, la dupla formada por ellos es funcional y parecería que su unión formaría un equipo inquebrantable pero la serie no está dispuesta a cumplir deseos solo porque si, Woo Il es un tipo atormentado por su pasado, al ser un huérfano recibido por la familia Eun siempre ha sido el que se mancha las manos con el lodo que toda empresa esconde y en especial Brain P.R. la empresa que nos importa aquí, poco a poco Woo Il se va quebrando mientras más y más su pasado lo va acorralando y su relación con Hwan Kii se va volviendo lejana. Existen dos personas a cargo de la compañía uno de ellos es Eun Hwan Kii el protagonista y su mejor amigo Kim Woo Il Algo típico con las series que tratan temas del tipo empresarial es la competencia, la competencia por contratos o licitaciones,Introverted Boss (2017) toma las competencias como momentos catárticos para sus personajes sobre todo para el protagonista, como ya lo había dicho él es un tipo bastante introvertido no puede hablar con nadie ajeno a su familia y mucho menos en una presentación para ganar algún proyecto. Por eso es que la serie decide ponerlo al frente solo 2 veces y ambas veces valen cada segundo, no es porque sean buenos o malos momentos, son momentos clave y la serie respeta eso y deja que las escenas se desarrollen a su propio ritmo. Podía ser eso entonces lo que más me atrapo, al principio pensé que la serie según su premisa sería tediosa y cancina, pero solo es sumamente respetuosa de los tiempos, es totalmente diegética en ese aspecto, te pide que la escuches y siempre te corresponde contándote algo valioso. Su desarrollo no es forzado ni apresurado si esta historia se contara como un anime entonces todo el progreso de la serie en 10 capítulos de una hora se resumiría a 5 episodios de 23 minutos y a dios gracias doy que esto no sea así, respeto muchísimo y admiro la valentía de callarse y dejar que las cosas pasen, dejar que los personajes se vuelvan reales por un instante y no sean solo clichés con voz. Me encanta que los momentos más duros de la serie sean capaces de atravesar mis defensas y se sientan tan fuerte en mi pecho. Pero sobre todo valoro que todos los personajes estén rotos por dentro y su dolor sea algo visible, no hay nadie que no sufra por algo y eso no hace más que recordarme a la realidad, es imposible ser siempre feliz y eso qué, somos personas y mientras respiremos la vida vendrá con momentos duros una y otra vez, pero el mensaje de la serie es claro un solo momento de felicidad valdrá por noventa y nueve golpes de la vida. El final de la serie es un Happy Ending y sus personajes pasan un momento de alegría lo que no borra todos sus problemas ya que la historia no decide que serán felices, para llegar a este final el drama muestra todo el camino y trabajo que los personajes de la serie recorrieron, nada es gratis y eso vale mucho, aún con todos sus defectos cada uno de los personajes toca fondo y se enfrenta a sí mismo. Es por eso que un final feliz no es una tontería, es justicia con personas que cultivan tan solo lo que cultivaron. Por: Frank Rubio Patreon: https://www.patreon.com/timereview Facebook: http://lm.facebook.com/l.php?u=http%3A%2F%2Ffb.me%2FAndronime.Latino7&h=mAQEtgync&s=1 Twitter: @andronimeLatino. https://twitter.com/andronimelatino Blog: http://andronimelatinoblog.blogspot.mx/?m=1 Tumblr: http://jovivacr7.tumblr.com/ Perfil de Anime Amino: joviva cr. http://aminoapps.com/page/anime-es/8700698/joviva-cr
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Segunda Temporada De The Crown: "Uneasy Lies The Head That Wears A Crown"
La primera temporada de The Crown fue todo un descubrimiento para mucha gente, también para mí. La Casa Real inglesa es todo un referente en el mundo, tiene fans acérrimos y, después de decenas de películas sobre la Queen Elizabeth, sólo faltaba una serie que sigue siendo maravillosa en su segundo año. ¡Cuidado, que hay spoilers!
La Royal Family siempre me ha parecido atrayente, aunque nunca he llegado a interesarme del todo como para ponerme a investigar sobre ella. Lo que sí me ha animado a ello es The Crown, lo cual lleva mi fascinación a otro nivel. En la primera temporada pudimos ver la transición de Elizabeth, hija, hermana, esposa y madre, a Queen Elizabeth, el referente principal y más importante de toda una nación. También pudimos ver a Winston Churchill tragando con ella, pues no quería una mujer en el cargo –cada vez que lo pienso no puedo dejar de poner los ojos en blanco–, pero se encargó de enseñarle a base de palos, todo sea dicho, que el cargo que ostenta Su Majestad es más bien un grano en el culo que otra cosa, que hay que ser fuerte y no venirse abajo. Vamos, el típico tough love (amor duro). Pero, a pesar de todo, Winston Churchill también pasó por lo que muchos pasamos: caímos rendidos ante ella, pues no hay mujer más trabajadora, aplicada y devota a su cargo que Elizabeth.
YAS QUEEN!
En esta segunda temporada hemos visto cómo la Reina ha tenido que lidiar con dos primeros ministros diferentes, dos embarazos, la boda de su hermana Margaret, la guerra en Egipto por el Canal de Suez, la insurrección de un grupo de países en África y la sombra permanente de la infidelidad por parte de su marido Philip. Elizabeth no hace más que reprimirse, intentar mantener la coraza intacta, ni siquiera dándose un respiro en la más estricta de su soledad porque ni siquiera existe, no hay privacidad. Elizabeth se traga sus sentimientos, sus pensamientos, pero a veces algo se escapa en forma de comentario sutil, un brillo en sus ojos emocionados, una mueca disimulada. No hay descanso en el trabajo de ser reina, siempre hay algo que hacer, algo pendiente, surge cualquier cosa. También la hemos visto pseudoclaudicando al manifestar la poca gracia que le hace ser simplemente una marioneta y no poder tener iniciativa propia. Si tuviese que definir a The Crown, obviaría toda la parte de la realeza para ir a un punto un poco más profundo: un grupo de personas que están hasta el mismísimo de todo y que no pueden expresarlo por estar en la posición que están.
Elizabeth está más afianzada en el trono, más segura, pero al mismo tiempo todo eso se puede desmoronar pues la sociedad está cambiando. Eso se ve muy bien con la visita de los Kennedycomo si fuesen unas completas estrellas de cine que fascinan a los ingleses, cosa que no entiende la propia Reina. Los Kennedy eran el glamour y la política unidos de la mano, una revolución como lo fueron The Beatles para la música, un soplo de aire fresco que escondía una terrible pesadilla. Un matrimonio basado más en la imagen onírica que en el amor, con un hombre que no podía mantenerla dentro de los pantalones y que utilizaba a su mujer para ganar votos, la misma que se marchaba a la granja familiar para coger aire respecto un ambiente cargado, tóxico, que la convertía en alguien miserable. Un hombre que no soportaba que su mujer le eclipsase y ella recibía la venganza de él al pasarse por la piedra todo lo que llevase falda. El retrato de los Kennedy está muy visto, por supuesto, pero me sigue pareciendo interesante y más cuando lo hacemos desde la Royal Family. Elizabeth se muestra humana ante nuestros ojos; tiene celos hacia Jackie y empieza a mostrar cierta inseguridad a pesar de ser quien es. No obstante, finalmente reina la comprensión, pues ambas son mujeres que, a pesar de estar en la cima de la montaña, no son realmente felices, existe algo que no se lo permite. Se entienden, llegan a cierto punto intermedio que las une al compartir ciertas similitudes dentro de la distancia que las separa.
Pobre Charles
En la humanidad y cotidianidad de la Royal Family es donde la serie se convierte en algo mucho más interesante de ver. Una de las cosas sobre la que más se habla es el papel como progenitores de los Reyes, su implicación con sus hijos y, más aún, su ausencia. En esta temporada hemos podido ahondar no sólo en el pasado de Philip, lo que nos puede permitir comprenderle mejor o que nos resulte más simpático –cosa que en mi caso dudo bastante–, sino también en cómo se refleja su pasado en la educación de Charles, heredero a la Corona. Este episodio, que podría parecer un puente hacia el final de la temporada al ser el penúltimo, me parece de los que más me ha tocado al terminar llorando de pura impotencia. Aquí se puede ver que el dicho “de tal palo, tal astilla” no siempre es verdad. Los hijos no son como los padres; no se dan las mismas circunstancias y cada persona es un mundo, tiene unos sentimientos, filosofías, carácter y puntos de vista completamente diferentes. En el caso de Philip, desde que era pequeño no recibió mucho cariño por parte de su padre; es más, seguramente le dijeron que tener sentimientos y/o mostrarlos era un signo de debilidad, una lección errónea que quiere enseñarle a su hijo. Sin embargo, Philip, que no saca la cabeza de su propio culo, no se ha dado cuenta de una cosa fundamental, básica: Charles no es él ni por asomo. Él llegó a ese colegio, que posteriormente su hijo define como un “absoluto infierno”, con el ego subido, enrabietado y con un gran dolor infligido por su propio padre al culparle de algo que le marcó de por vida. Charles, por su parte, no es para nada así: es un niño tímido, sensible, muy querido, sin ego. Es feliz, está a gusto. Para mí, el dicho “la letra con sangre entra” me parece un horror. Ser machacón, un bully, con tu propio hijo me parece la peor forma de enseñarle. Educar y enseñar con amor no significa que vaya a ser débil, sino que va a ir construyendo su seguridad, aprenderá mejor, se sentirá querido, atendido. En este episodio se trata en cierta manera el bullying, lo que parece algo arraigado al colegio. A lo mejor el bullying “ayudó” a Philip a reducir su ego, a que no dejase de pensar que era el centro del universo, pero a Charles no. Charles, por lo que parece ser, sí aprendió una lección de todo esto para cuando fuese padre, la empatía, cosa que también parece seguir su hijo William respecto a la educación de su hijo George –declaró que presta atención a su hijo, que intenta razonar con él sobre las rabietas, que trate de explicar lo que siente, etc.–. La Reina, en este caso, no estaba de acuerdo para nada con su esposo pero, al llegar a un acuerdo para mantener la salud del matrimonio, tuvo que callarse y aguantar –otra vez esa represión–. Muchos criticarán el papel de Elizabeth como madre, pero me gustaría que todo el mundo hiciese el ejercicio mental de intentar ponerse en su lugar, siendo reina y madre, y que intente hablar de cómo lo haría. Complicado, ¿no?
El crush con Vanessa Kirby es para mirármelo
Al hablar de The Crown siempre se resalta a Claire Foy quien, ciertamente, su actuación es maravillosa, pero no se suele hablar de otra actriz que creo que también es muy importante, Vanessa Kirby. El personaje de Margaret es mi favorito; me fascina a la par que me rompe el corazón, y en esta temporada ha brillado muchísimo. Mientras que en la primera veíamos su relación con Peter Townsend y cómo ésta terminó, en la segunda vemos las consecuencias del corazón roto de Margaret, su búsqueda por apaciguar el dolor a través del alcohol, el tabaco y las fiestas con gente interesante y, sobre todo, plebeya. La hermana de la Reina siempre ha sido una rebelde, la antítesis de Elizabeth, y ha mantenido su seña de identidad en esta nueva tanda de episodios. Margaret encuentra en Antony Armstrong-Jones (Matthew Goode; Dowtown Abbey, The Good Wife), fotógrafo de profesión, lo que venía buscando: una persona interesante, una especie de reto, un amor que la vuelva loca y que la anime a levantarse por las mañanas. Antony, por su parte, es un hombre misterioso, con una vida privada muy inusual y escandalosa para la época al tener relaciones sexuales con más de una mujer y con algún hombre incluido en la ecuación. Margaret se lanza al matrimonio más por venganza hacia Peter Townsend, quien le escribe una carta diciéndole que se va a casar, que por amor. Margaret necesita una victoria después de tantas derrotas y esta es su oportunidad al tener su gran boda en la Abadía de Westminster. Sin embargo, su matrimonio tendrá más bajos que altos y es algo que en la season finale ya se pueden ver algunas pinceladas al respecto.
The Crown sigue siendo una serie absolutamente deliciosa que se disfruta muchísimo, al menos una servidora. Aunque tiene base histórica y sus momentos más íntimos habría que cogerlos con pinzas, no puedo negar lo mucho que aprendo con la serie, la cantidad de información que uno recibe, y sin tener la sensación de que lo que me están contando es un coñazo absoluto. Sus episodios de una hora me parecen cortos porque me tienen pegada a la pantalla y eso ya de por sí me sorprende, pues los capítulos de una hora se me pueden hacer muy cuesta arriba. En cuanto a su calidad, para mí no ha perdido un ápice respecto a la primera temporada. Sigue siendo una serie muy cuidada, con una producción bestialy en la que los 200 millones de libras de presupuesto –el doble que en la primera temporada– se notan muy bien invertidos.
Voy a echar mucho de menos a este cast
A pesar de no haber sido oficialmente renovada por Netflix, esperamos que sí se lo concedan más pronto que tarde, sobre todo al tener en cuenta que Olivia Coleman (Broadchurch, The Night Manager) ya ha sido anunciada como la sucesora de Claire Foy para las dos siguientes temporadas, dado que se contará con un elenco completamente renovado para seguir reflejando el reinado de Queen Elizabeth.
¿A vosotros qué os ha parecido esta segunda temporada? ¿Os ha gustado más o menos que la primera? ¿Le pondríais alguna pega? Por ahora, amenicemos la espera entonando un “God save the Queen!”.
Irene Galindo (@MissSkarsgard)
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