#y a abrir/contestar je
Explore tagged Tumblr posts
Text
Me desperté al día siguiente con la sensación de que la había cagado... con esa sensación de mierda donde sientes que te equivocaste en algo y no sabes si es verdad o no. Con la culpa.
Hace un rato había despertado, eran como las 15.30pm y yo aun no podía entender si el suceso de anoche era real o no...
Pero imágenes de sus ojos penetrantes inundaron mi cabeza, imágenes donde su pelo negro, su cuello, su rostro, su mejilla y boca estaban tan cerca pero a la vez tan lejos de mi. Me sentía una mierda por pensar en Joaco de esta forma, pero también entendía el juego que el estaba jugando intentando meterse con alguien mayor. Me tape la los ojos con mi antebrazo, cubriendo mi vergüenza de pensar en esa boca y recordar ese olor. ¿Cómo mierda se volvió tan atractivo de un rato para otro?
Adicional a eso su sonrisa ☺️
Su color de pelo cubriendo levemente sus ojos... 🥵🥵
Bueno... será mejor dejarlo así.
Y mientras sonreía mi teléfono se iluminó:
<Mensaje nuevo>
<Joaco 😱>
"Espero que estés bien, no sabía si molestarte, solo quería desearte un buen dia"
😐😐😐😐😐😐😐😐😐😐😐😐😐😐😐
Mire el mensaje 3 veces, porque también pensé que no valía la pena contestar...
Entonces simplemente bloquie la pantalla y decidí levantarme, me senté en la cama desorientada, pero sonrojada por la situación.
Me levante y ne duche rápido, hoy tenia algo que hacer en la tarde. Comí algo, me arregle un poco baje del edificio y baje a los estacionamientos, me subo al auto y ...
<suena el celular >
<Llamando Made>
Mire de reojo un segundo antes de contestar, y después de demorarse un poco dije "aló?"
-Made dime-
Ella estaba empeñada en que tenia que ir hoy en la tarde a buscar algo a su casa, no tenia a nadie a quien más pedirle ayuda.
-listo, no te preocupes, te paso a buscar a eso de las 20, te parece bien?, si?. Ok, nos vemos-
Colgué el teléfono sintiéndome una maldita aprovechadora, sabía que quizás lo volvería a ver, y después de no contestar su mensaje podría estar un poco molesto. Así que tome nuevamente el teléfono, busque su chat en WhatsApp y le escribí:
<Hola!, todo bien. Nos vemos>
Enviado...
🫥🫥🫥
Deje el teléfono, prendí el auto y ...
<Vibración, vibración >
<Mensaje nuevo>
Joaco 😱:
<Te veo después>
😧😧😧😧😧😧😨😨😨😨😨😰😰😰😰😰😱😱😱😱😱
Sabe que voy!!!!, lo sabe!!!!
Cálmate, cálmate, no es para tanto, tu eres la adulta y tienes el control. El es un pendejo jugando a ver si me conquista nada más.
Je je je
🥲🥲🥲🥲
Durante la tarde, no hice más que pensar en que podría verlo, y me sentía con una sensación extraña en el estómago, pero no sentía que estuviera bien o mal.
Llegue a eso de las 19.10pm... así que rápidamente estacione mi auto, entre a la casa y note que no había nadie. Ingrese de todas formas y llame a Made estando dentro y ella me contesto que demoraría un poco, pero que la esperara por favor. Entonces le comenté que no había nadie en su casa, y ella me dijo que no me preocupara que podía ver tele o jugar en la Nintendo de Joaco un rato para esperar. Me incline obviamente por ver televisión, pero también me tentó jugar un rato en la Nintendo, así que espere un rato y recibí un mensaje:
<Mensaje nuevi>
Made🍒:
<Hey Llegare más tarde de lo habitual, se están demorando mucho con mis uñas, esperame porfavor. Nos vemos a las 22.00pm a más tardar. 💋 💋 >
😦😦😦 mientras miraba el mensaje en la pantalla, no podía dejar de pensar que mierda iba a hacer casi dos horas sola en una casa. Entonces decidí definitivamente jugar en la Nintendo.
Entre a la pieza de Joaco, prendí la Nintendo y comencé a jugar, al rato me dio un poco de frío así que tome una manta y me recosté un minuto en la silla Gamer que tenia frente al televisor.
Pasaron no se... 40 minutos y despierto con una sensación extraña, escucho ruidos así que comienzo a abrir mis ojos poco a poco...
Cuándo los abro definitivamente veo a Joaco sin polera y me dice:
-Tranquila, voy a ducharme y me cambio ropa en el baño, sigue durmiendo no te quiero molesgar- y entonces salio de la habitación.
Mi cara estaba roja como un 🍅 🍅 🍅, estaba tan roja que no fui capaz de decir nada ni hacer nada más que quedarme en esa silla y esperar.
Fueron 15 minutos que se tardo en volver a entrar a su pieza, y cuando se sienta en su cama que estaba detrás de su silla me pregunta :
-¿Que juegas? - a lo que rápidamente contesto -unas carreras del Mario Kart-
El se queda pensando un minuto y se mueve cerca de su Nintendo, entonces carga uno de sus brazos sobre la silla y el otro para sacar el otro control para jugar. Por un momento volví a ver de cerca su rostro, sus ojos y su pelo húmedo...
Parecía que estaba aún más guapo que como lo recordaba ayer. En eso saqué mi celular para ver la hora y veo que son las 21.35pm, entonces comienzo a interrogarlo:
-Y tus papás llegarán pronto?- 😳
A lo que el contesta: -Hoy no van a llegar, tienen una fiesta, creo que también fue Made con ellos-
Yo:
😐 -Made?-
-Si, no te lo dijo?, ella necesitaba saber si podías quedarte hoy aquí, para que ella pudiera salir tranquila con mis viejos y así alimentaras a sus gatos y cuidaras a mama sole mientras no estan-
-y tu no puedes alimentar a los gatos y cuidar a tu mama Joaco??- 😠😠😠😠
-Ellos pensaban que no llegaría temprano hoy, entonces ... no tuve tiempo de avisarles que cancelé los planes y que me quedo aqui-
-Entonces llamalos ahora y diles que estarás tu, que no necesario que me quede 🙄-
<<Suena teléfono de Joaco>>
Contesta:
-Si?... hola todo bien, si esta aquí conmigo, estamos jugando en la Nintendo. Si le explique, pero me dice que prefiere que me quede solo aqui-
Yo: -yo no dije eso!!!, dije que creo que puedes hacerte cargo...-
-Aja, si, si... si obvio. Si yo le digo no va a decir que no, tranquila. Si Made le diré ahora y te aviso que es lo que me dice ok, bye.
Dice mi hermana, que se quedan más tranquilos todos si te quedas tu también a ayudarme con los remedios de la mama Sole, y con los gatos aquí. Que te pueden pagar si quieres, que de verdad les das más tranquilidad que yo- sonríe
-aaah ok, ya veo. Ok, me quedare a dormir aquí, pero en otra habitación, y no vamos a acostarnos tarde, necesito dormir-
De pronto cuando termine de decir eso el me mira con una cara de preocupación y me dice: -Dormiste mal anoche?, pensé que habías dormido bien conmigo.-
A lo que yo puse una cara de mucha vergüenza y le dije: -trabqui, no eres tu, solo estoy acostumbrada a mi cama, es todo- y le sonreí.
Al pasar un rato ya comencé a tener sueño, dejé todo listo y me fui al dormitorio de Made para Dormir, pero la puerta estaba cerrada, así que tuve que volver al cuarto de Joaco y preguntarle si tenía llaves a lo que el con mirada coqueta me dice que no.
-Tendrás que dormir aquí otra vez, pero esta vez dormiré bajo las frazadas, porque hace frío-
Mi cara roja explosiva de la vergüenza casi explotando.
-si obvio tranquilo, yo dormiré con ropa, no traje nada de pijama así que no tengo problemas. A parte así estoy más cerca de la mama Sole en caso que necesite algo-
😆😆😆... no se a quién quise engañar con esa última frase, pero trate de tener una excusa solamente 🤣 jajajajs.
Nos acostamos uno frente al otro sin decir nada, y yo rápidamente comencé a ceder y a querer dormir... entonces cuándo estaba dormitando comencé a sentir algo extraño...
🫣🫣🫣🫣🫣
Sentí como su mano comenzó a tocar sobre mi pantalón en la cadera... era algo muy suave, casi inexistente, casi como si no estuviera pasando. Rozó sus dedos sobre mi cara, bajo por mi mejilla, paso por mis labios y siguió su camino hacia mi cuello...
Pude sentir levemente como rozo mi pecho, pero yo no tenía la certeza de nada, entonces lo dejé seguir.
En un momento lo vi ponerse de espaldas a contra luz, tomó su cara con ambas manos y suspiró...
-Dios no puedo aguantarme, por fin la tengo aqui-
Para ese momento no sabía si estaba soñando o estaba despierta, por lo mismo solo lo dejé seguir.
Volvió a ponerse en posición frente a mi, lo pude observar de reojo lo nervioso que estaba, me miró un tiempo largo...
Y luego poco a poco comenzó a hacercar su boca hacia mí. En ese minuto no supe que hacer porque estaba medio dormida, pero tampoco quería asustarlo, al final de cuentas también quería saber hasta donde llegaría este juego de mierda donde el pensaba que me podría involucrar. Que tan valiente eres ??, me preguntaba con cada movimiento de sus manos o sus ojos. Que tan lejos pretendes llegar?
Una vez más podía sentir su respiración en mi boca, sentía su aliento y casi sus labios rozando los míos lleno de miedo y dudas por la situación. Era peligroso el juego que estábamos jugando, pero tampoco quería frenarlo, sentía que necesitaba saber hasta dónde podía llegar.
Por varios minutos sentí su boca frente a la mía inmobil, prácticamente en pausa y sin intención de moverse o de reaccionar.
Que juego estas jugando Joaco? Me preguntaba todo el tiempo. Pero el no se movía, no decía nada... solo se quedó quiero con sus labios frente a los míos y con su mirada mirando mi boca sin poder reaccionar.
Entonces decidí que quería dormir y me moví, en eso Joaco se mueve otra vez mirando al techo, poniendo su antebrazo en sus ojos y riendo comentando en voz baja:
-Mierda, por poco no me aguanto-
Y se levanta y se va.
...
Que mierda fue esto?
Que mierda le pasa?
Que juego esta jugando?
Mierda Joaco, por poco yo también no me aguanto. Entonces sonreí, me acomode y me dormí.
3 notes
·
View notes
Photo
bas mengrai en byungari.
#sm: gfx.#weno dejo este edit mediocre y vengo + tarde con el de allen jeje#y a abrir/contestar je#gotta do some stuff#si kieren un priv con bas o allen lmk <3#' 𝙖𝙡𝙡 𝙚𝙮𝙚𝙨 𝙤𝙣 𝙢𝙚 / edits.
13 notes
·
View notes
Text
-Apuntes de económica poética-Rebuscando entre los textos de Toni Domènech que guardo en el ordenador, principalmente artículos rescatados por esta o aquella editorial y PDFs de SinPermiso especialmente lúcidos, he dado con la traducción que hizo de Un futuro para el socialismo, de John Roemer. Por cierto que, si alguien sabe si reeditarán El Eclipse de la Fraternidad, descatalogado, tenga el gesto de informarme; buena hora sería con eso de su defunción o con lo de que, como dijo Rendueles, probablemente sí sea el ensayo en lengua castellana más importante en lo que va de siglo. Volviendo a Roemer, pocos libros tan buenos se escriben ni mejores se leen. En él se hace meridianamente obvia la cuestión de que las tendencias monopolistas inherentes a un sistema de producción capitalista, de distribución por asociación directa y de consumo con precios cartelarios, en un estado de iteración del mercado siempre superior a cero (vid. capítulo XIV de El Capital, Tomo I), no son sólo derivas asintóticas e involuntarias de la realidad sino la pretensión declamada desde un primer momento por la intelectualidad neoliberal en la que se apoya; a este respecto, von Hayek y Schumpeter. Se muestra del mismo modo cómo esta derecha teórica se oponía de plano a las ideas de competencia perfecta y equilibrio general avanzadas por la economía neoclásica, acusando a sus autores de “socialistas” o, más concretamente, de “socialistas de mercado”. Esto demuestra no ya la grasienta y a menudo anacrónica estrechez analítica del capitalismo teórico que nos es de largo conocida, sino su pura y llana hipocresía perversa, por cuanto ambos eran sobradamente conscientes (ligados como estaban de forma directa e indirecta respectivamente a la Sociedad Mont Pelerin) de la incapacidad del libremercado para siquiera sobrevivir sin la función crucial de territorialización espacial, militar y jurídica con la que cuenta por parte de un Estado que, Segunda Guerra Mundial en adelante, torna en sintagma el sustantivo adjetivado de “Economía Política” y consuma así su indisociabilidad; algo que, por cierto, no puede resolverse con puntales minarquistas totalmente abstractos y, de nuevo, novecentistas en el mejor de sus casos. Testimonio prístino de por qué no, la reforma monetaria alemana de 1948 (paso del reichsmark al deutschmark) llevada a cabo por Ludwig Erhard bajo la rúbrica de una Economía Social de Mercado, nada menos. Ayuda también leer a Thorstein Veblen llegados a este punto, y en general siempre que se quiera contestar de forma competente a un marginalista. Quien formula tal y como la entendemos esta Teoría del Equilibrio General es León Walras, ese venerable matemático socialista francés (“Je ne suis pas un économiste; je suis un socialiste”) que tuvo la mala fortuna de verse sucedido en su cátedra de Lausana por el ideólogo liberal y –por ende– fascista Vilfredo Pareto, senador de Mussolini. El destino de su obra fue, por eso mismo, tan desastroso como el de las de Epicuro cuando mayor falta hizo. Walras reconocía desde la primera línea lo que hace tan poco vi a Juan Ramón Rallo reconocer endeblemente y a regañadientes, y sólo después de una pregunta explícita de Juan Carlos Monedero: que su teoría económica era normativa antes que positiva, y por tanto dependía del despliegue de ciertas medidas políticas (id est, gubernamentales) graves y concretas. En el caso walrasiano, la nacionalización de la tierra y la banca, además de una intervención estatal inmediata contra las economías de escala por mor de la libre competencia. Una réplica muy gráfica de la inteligentsia capitalista a esta propuesta se encuentra en el capítulo La Antorcha de Wyatt, de La Rebelión de Atlas de Ayn Rand, apologeta impar de la verticalización económica.Según Walras, el Estado prescindiría de gravar salarios y beneficios (salvo los incipientemente oligo-monopólicos), financiándose a través de las rentas sobre el territorio. La igualdad de escala competitiva y la justicia distributiva impartida asegurarían al trabajador la restitución del fruto de su trabajo y la oportunidad de producirlo. Lo cual viene a ser una prueba –deontológica, pues carece de modelo empírico– de que los socialistas inteligentes estuvieron mucho más preocupados por el saneamiento competitivo del mercado y la eliminación de los impuestos de lo que nunca lo estuvo coherentemente ningún neoliberal:«Lo que distingue (…) el socialismo del radicalismo es que el primero, reconociendo la injusticia social, pretende erradicarla para que impere la justicia, mientras que el segundo la deja subsistir, esforzándose en compensarla con una injusticia de signo contrario [la exacción fiscal sobre salarios y beneficios ganados en buena lid]».Lo que comienza a ser poéticamente interesante es cómo este tamiz teoremático diluye la covalencia entre la Teoría de la elección racional y el individualismo metodológico, que era el verdadero interés de Roemer en particular, de todo el marxismo analítico en general y de Jon Elster ahora que me doy cuenta. La conclusión es la misma a la que por otra parte llega Foucault: que la “intencionalidad” del sujeto, expresada a través de un consumo articulado en base a preferencias y de una capacidad proyectiva aparentemente voluntarista, no es sino el efecto de superficie del tamiz de determinaciones materiales del cual el individuo es objeto constituido y constitutivo, pero no sujeto constituyente. Lectura obligada contra el cognitivismo racionalista del Homo Oeconomicus que así se desmiente, por lo demás: el trabajo de Herbert SimonYo aquí estoy obviamente del lado del materialismo realista, con lo que sostiene Mario Bunge en su Filosofía para Médicos: «Contrariamente a lo que suponen los bayesianos (y los partidarios de las teorías de la elección racional), no es legítimo asignar una probabilidad a todo hecho. Solo los hechos al azar y los escogidos al azar tienen probabilidades». No cabe siquiera “hablar de probabilidades en medicina”, porque sólo podrían ser aplicadas en procesos intríınsecamente aleatorios, como el lanzamiento de un dado o el tratamiento de la meiosis que, según él mismo indica, es “el único proceso biótico auténticamente aleatorio”.Ese libro lo escribe Bunge contra la noción de probabilidad de Bayes, la cual se basa en la adscripción subjetiva y arbitraria (no objetiva y científica) de los valores probabilísticos y da la base perfecta para una legitimación post hoc de lo producido en el mercado, ratificado a través de un consumo entendido como condición a priori (en lugar de como resultado a posteriori) de ese mismo comercio. Que la demanda la crea la oferta y no al revés; lo que Henry Ford desveló divertido y descubrimos muy tarde.Por encima de ello, la racionalidad bayesiana se enfrenta de partida al problema de la información. La información es un bien muy especial, porque es el único al que no puede aplicársele un cálculo de costes/beneficios: no puedo saber de antemano el beneficio que me reportará la adquisición de la información X (pues carezco de ella) y, por tanto, no puedo carearla con los costes en los que habría de incurrir para conseguirla, ni juzgar si me compensa. La respuesta evidente parece ser la de conformarse con la información de que se dispone y dar por demasiado arriesgado lo demás. Dijéramoslo así: el territorio que habitamos se limita, respecto del mundo, a aquel del que tenemos conocimiento o noticia, y sólo cierto emperador borgesiano manejaría un mapa a escala 1:1. El nuestro se ajusta a lo que conocemos y a lo que sabemos sin aún conocer, y estarían de acuerdo Freud y un conductista en que también a aquello que conocemos sin saberlo. La alternativa verdaderamente interesante será la de aquello que ni conocemos ni sabemos que existe siquiera. El problema tal y cómo se presenta es el de dónde encontrar aquello que por definición eres incapaz de comenzar a buscar. Y como de ello no caben por supuesto certezas, como enseña Bunge, sí habrá de caber la posibilidad, patrimonio exclusivo del azar. Más nos valiera, pues, mantener una cierta conducta azarosa, sólo limitada por los evidentes riesgos que ello implica y, en su caso, su coste de oportunidad. En otras palabras: exactamente lo mismo que demuestra satisfactoriamente Darwin respecto del proceso de mutaciones iteradas que da lugar al proceso de la evolución.Una reformulación en estos términos del darwinismo económico implicaría abrir un departamento dadaísta aledaño al de I+D consistente en experimentos deliberadamente aleatorios e irracionales que, si acaso, asegurasen las condiciones de adaptabilidad mutativa de la empresa a un entorno siempre cambiante, y aquí caben cuantos lípidos startuperos/paulocoelhista/dragonboleros se deseen excretar.Por encima de eso cabe recordar que el caos gnoseológico nunca es tal, que sólo existe epistemológicamente, y que es la primera piedra de la historia de la ciencia comprometerse con que –diciéndolo con Descartes– cualquier fenómeno oscuro y confuso es susceptible de convertirse en claro y distinto si se sigue el método adecuado, i. e. el científico. Cualquier desorden no es más que un orden aún no comprendido. Por lo mismo, el azar es conductualmente imposible, salvo que se grabe en el dintel del antedicho departamento “No entre aquí quien no acepte la teoría del clinamen” y se ponga un busto de Schörindger junto a la ventana. Conste que yo estoy dispuesto.Por centrarnos y concluir, sin embargo, la solución alternativa que ofrece Walras es ontológica, brillante y eminentemente socialista. Aceptamos que el problema de la información había de ser conformista individualmente, pero bien podría imaginarse la opción de un agente omnisciente que conociese toda la información ulterior a coste cero. No es esto ninguna apelación teológica, sino la justificación de un mercado perfectamente competitivo y transparente, en el que toda la información que necesitan los agentes económicos para actuar maximizadoramente está contenida en los precios de equilibrio y es, por eso mismo, accesible a coste cero por todos los agentes económicos al mismo tiempo. Omnisciencia que no es ya el calificativo de un individuo sino la propiedad institucional y estructural de un sistema equilibrado de mercado en perfecta competencia. Esto es brutal. La realidad objetiva queda reducida al conjunto de creencias subjetivas que componen la suma social, falsando estratégicamente (y wittgenstenianamente) el problema de la adecuación entre “expectativa” y “resultado”. El mundo pasaría a ser el resultado de la suma de apreciaciones que de él se tienen, salvaguardando su objetividad en el hecho de que estas intencionalidades estarían siempre y en todo momento más determinadas que condicionadas por sus razones materiales de ser: económicas, políticas, culturales, físicas, psicológicas o sociales. Mundo no reductible desde luego al mercado, pues éste deja fuera una miríada de preferencias inexpresables a su través: puedo no ir a la ópera y sí desear que se financie, o no contar con el tiempo físico necesario, y la lógica de la caridad privada no resuelve esto. En definitiva, toda una inspiración si de lo que se trata es de replantear las categorías con las que pensamos al mundo, a nosotros mismos y a la relación entre ambas cosas, como cada vez que leo buenos textos de economía. Por supuesto que este texto excede los rigores formales de Mark Zuckerberg y de la madre que lo parió; si has llegado hasta aquí te digo lo que Enrique V: “De nuevo en la brecha, queridos amigos, de nuevo”.
1 note
·
View note
Text
Una actuación a medias
Kohmu yacía tumbado sobre su cama, sin poder dormir, en su habitación del hotel del Puerto Pantoque. Sus pensamientos se lo impedían: a pesar de que sus compañeros le habían felicitado por su actuación hace unas horas, pensó que no lo hizo demasiado bien. Además, tenía otro asunto en la cabeza que le perseguía desde hace ya un tiempo.
Bufó por la nariz, realmente molesto y frustrado, y se impulsó para levantarse del colchón. Se acercó hacia la ventana, y observó distraído un Puerto Pantoque, lleno de lucecitas artificiales por todas partes y el cielo, embotado por la contaminación generada por la maquinaria goblin. Suspiró, acostumbrado a ello desde hace ya un tiempo. Al menos en Puerto Buenaventura el aire no estaba tan contaminado... o eso creía.
La distracción no le duró mucho. El asunto aún le perseguía y optó por tomar una decisión. Se vistió con sus ropajes de chamán y se apresuró a salir del recinto del hotel y tomar el camino que llevaba a la playa.
La playa estaba tranquila, más allá de un par de goblin dándose el lote tras una roca, y un orco borracho tirado con la cara semienterrada en la arena. Se encogió de hombros, pues básicamente era lo normal. Se alejó lo suficiente y se esforzó por encontrar el sitio... más limpio posible.
Se arrodilló en la arena y se hizo con un tótem pequeño que colgaba de su espalda. Este no era su tótem TV, si no uno tallado cuidadosamente en dura madera. El tótem que representaba a su familia, los Terratótem, consistía en la imagen de un coyote sentado mirando el horizonte sobre una roca. Lo miró durante unos segundos con mirada perdida, y luego lo plantó frente a él. De manera que las aguas del mar lo acariciasen cuando a estas le pareciesen.
-Vamos allá. - se dijo a sí mismo, infundiéndose coraje.
Extendió los brazos, cogió aliento y cerró los ojos. Empezó a murmurar unos versos en taurahe y cuando los volvió a abrir, había entrado en trance. Los ojos le brillaban mágicamente, y el viento empezaba a remolinarse a su alredededor, acariciando su semblante con mimo. Las aguas del mar parecían rugir con fuerza y el vaivén de las olas aumentó durante unos segundos, cubriendo por la mitad el tótem y empapando las pezuñas y rodillas de Kohmu. No se inmutó.
Salió del trance. Al poco, un espíritu empezaba a materializarse junto a él. Se trataba de un coyote espíritu que ya conocía. Era el compañero guia de su padre, llamado Ta'luhn. Se acercó al tauren y buscó su saludo. Este sonrió y le recompensó con una caricia consentida.
Después, apareció otro ente espíritu que venía de las aguas, caminando sobre ellas. Se detuvo frente a él y Kohmu se levantó. La figura era nada más y nada menos que su padre, Konar. Portaba un inmenso tótem a su espalda, y un atuendo de chamán de batalla. Su rostro parecía afectado, como poco. Su hijo a penas pudo mirarle unos segundos seguidos y desvió la mirada hacia uno de los lados, apretando las facciones de su rostro.
-Hij...
-¿Por qué no me lo contaste nunca, padre? ¿Por qué no me contaste que madre era vidente, y sabía que moriría al yo nacer?
Kohmu le interrumpió y el padre lo aceptó. Ahora era él el que desviaba el rostro y Kohmu el que le miraba fijamente. Konar tardó unos segundos en contestar.
-No tenía el valor para decírtelo. En el fondo me culpaba y volqué parte de mi frustración en ti. Me... recordabas demasiado a ella. Tienes sus ojos, y su color de pelaje, y su... corazón. Estás enfadado conmigo y estás en tu derecho. No estoy orgulloso de ello, no.
-Creo... creo que prefería haberlo sabido. Quizás te hubiese comprendido mejor, y tú a mí. Yo... solo quería que te fijases en mí. Pero siempre estabas ocupado, o tenías que luchar en guerras...
-No fui el mejor de los padres. Lo sé.
-Yo te idolatraba.
Eso último le dolió especialmente al difunto jefe.
-Hice lo que hice porque quería proteger a los nuestros. A ti.
-Querías morir y reunirte con madre.
Konar se calló y no le rebatió. Se limitó a bajar el rostro, abatido. Kohmu se mostraba especialmente impasible, pero tras unos segundos desistió con el lanzamiento de cuchillos. Creyó que ya se había desahogado bastante. Suspiró y desvió la mirada.
-Crecí buscando peligros para llamar la atención, así descubrí mi pasión por la aventura y la arqueología. Tratar con otros niños era... bueno, complicado porque no era muy hábil socialmente, aunque sí que lo era con los elementos (Supongo que algo me enseñaste...) Pero he mejorado en ese aspecto. Je, je... Eduqué a varios en el orfanato y ahora soy detective. Me dedico a atrapar malechores.
Konar miraba... sonriente a su hijo, pues estaba feliz de verlo sano y salvo, en el fondo.
-Me arrepiento de no haber pasado el tiempo que debería haber hecho contigo. La tribu, lo de ser jefe, lo de ser caminaespíritus, las guerras... ya no importan. Por favor, sé libre y sigue así. No dejes que nadie te imponga cargas pesadas sobre tus hombros, como me hicieron a mí.
Kohmu dibujó una media sonrisa y se acercó al cuerpo mediofísico de su padre y lo abrazó.
-Sé que lo intentaste. Nadie es perfecto. Sé que el abuelo era algo... antiguo.
Kohmu desabrochó el pesado tótem que Konar cargaba sobre la espalda y este calló sobre el agua y se desmaterializó con el contacto, desprendiendo partículas brillantes. Konar sintió un alivio inmenso.
-Tu madre tenía razón. Tienes un corazón de oro y sé que harás grandes cosas. No dejes que nadie cambie eso, ¿Vale? … Estoy orgulloso de ti.
El jefe tauren se disponía a dar la vuelta, pero se acordó de algo. Se acercó a Kohmu y puso su mano en su pecho. El coyote espíritu estaba feliciano a su lado.
-Acabo de ligar a Ta'luhn a ti. Ya no lo necesitaré más. Es... bueno, tu herencia. Él te dará la compañía que yo no te di.
Kohmu asintió y cabeceó agradecido. Echó un vistazo al animal y luego a su padre. Ya había desaparecido.
El joven tauren recogió el tótem y salió de la playa. También parecía aliviado, como si se hubiese quitado de encima otro tótem inmenso, tal y como hizo con su padre. Ahora, Ta'luhn lo acompañaba y correteaba de aquí para allá, entrando y saliendo del mundo espiritual, como un espíritu libre. De hecho, Kohmu decidió transformarse en lobo y corretear junto a él en el trayecto de vuelta al hotel, recuperando su actitud feliciana.
1 note
·
View note
Text
-Apuntes de economía poética-
Rebuscando entre los textos de Toni Domènech que guardo en el ordenador, principalmente artículos rescatados por esta o aquella editorial y PDFs de SinPermiso especialmente lúcidos, he dado con la traducción que hizo de Un futuro para el socialismo, de John Roemer. Por cierto que, si alguien sabe si reeditarán El Eclipse de la Fraternidad, descatalogado, tenga el gesto de informarme; buena hora sería con eso de su defunción o con lo de que, como dijo Rendueles, probablemente sí sea el ensayo en lengua castellana más importante en lo que va de siglo. Volviendo a Roemer, pocos libros tan buenos se escriben ni mejores se leen. En él se hace meridianamente obvia la cuestión de que las tendencias monopolistas inherentes a un sistema de producción capitalista, de distribución por asociación directa y de consumo con precios cartelarios, en un estado de iteración del mercado siempre superior a cero (vid. capítulo XIV de El Capital, Tomo I), no son sólo derivas asintóticas e involuntarias de la realidad sino la pretensión declamada desde un primer momento por la intelectualidad neoliberal en la que se apoya; a este respecto, von Hayek y Schumpeter. Se muestra del mismo modo cómo esta derecha teórica se oponía de plano a las ideas de competencia perfecta y equilibrio general avanzadas por la economía neoclásica, acusando a sus autores de “socialistas” o, más concretamente, de “socialistas de mercado”.
Esto demuestra no ya la grasienta y a menudo anacrónica estrechez analítica del capitalismo teórico que nos es de largo conocida, sino su pura y llana hipocresía perversa, por cuanto ambos eran sobradamente conscientes (ligados como estaban de forma directa e indirecta respectivamente a la Sociedad Mont Pelerin) de la incapacidad del libremercado para siquiera sobrevivir sin la función crucial de territorialización espacial, militar y jurídica con la que cuenta por parte de un Estado que, Segunda Guerra Mundial en adelante, torna en sintagma el sustantivo adjetivado de “Economía Política” y consuma así su indisociabilidad; algo que, por cierto, no puede resolverse con puntales minarquistas totalmente abstractos y, de nuevo, novecentistas en el mejor de sus casos. Testimonio prístino de por qué no, la reforma monetaria alemana de 1948 (paso del reichsmark al deutschmark) llevada a cabo por Ludwig Erhard bajo la rúbrica de una Economía Social de Mercado, nada menos. Ayuda también leer a Thorstein Veblen llegados a este punto, y en general siempre que se quiera contestar de forma competente a un marginalista.
Quien formula tal y como la entendemos esta Teoría del Equilibrio General es León Walras, ese venerable matemático socialista francés (“Je ne suis pas un économiste; je suis un socialiste”) que tuvo la mala fortuna de verse sucedido en su cátedra de Lausana por el ideólogo liberal y –por ende– fascista Vilfredo Pareto, senador de Mussolini. El destino de su obra fue, por eso mismo, tan desastroso como el de las de Epicuro cuando mayor falta hizo. Walras reconocía desde la primera línea lo que hace tan poco vi a Juan Ramón Rallo reconocer endeblemente y a regañadientes, y sólo después de una pregunta explícita de Juan Carlos Monedero: que su teoría económica era normativa antes que positiva, y por tanto dependía del despliegue de ciertas medidas políticas (id est, gubernamentales) graves y concretas. En el caso walrasiano, la nacionalización de la tierra y la banca, además de una intervención estatal inmediata contra las economías de escala por mor de la libre competencia. Una réplica muy gráfica de la inteligentsia capitalista a esta propuesta se encuentra en el capítulo La Antorcha de Wyatt, de La Rebelión de Atlas de Ayn Rand, apologeta impar de la verticalización económica.
Según Walras, el Estado prescindiría de gravar salarios y beneficios (salvo los incipientemente oligo-monopólicos), financiándose a través de las rentas sobre el territorio. La igualdad de escala competitiva y la justicia distributiva impartida asegurarían al trabajador la restitución del fruto de su trabajo y la oportunidad de producirlo. Lo cual viene a ser una prueba –deontológica, pues carece de modelo empírico– de que los socialistas inteligentes estuvieron mucho más preocupados por el saneamiento competitivo del mercado y la eliminación de los impuestos de lo que nunca lo estuvo coherentemente ningún neoliberal:
«Lo que distingue (…) el socialismo del radicalismo es que el primero, reconociendo la injusticia social, pretende erradicarla para que impere la justicia, mientras que el segundo la deja subsistir, esforzándose en compensarla con una injusticia de signo contrario [la exacción fiscal sobre salarios y beneficios ganados en buena lid]».
Lo que comienza a ser poéticamente interesante es cómo este tamiz teoremático diluye la covalencia entre la Teoría de la elección racional y el individualismo metodológico, que era el verdadero interés de Roemer en particular, de todo el marxismo analítico en general y de Jon Elster ahora que me doy cuenta. La conclusión es la misma a la que por otra parte llega Foucault: que la “intencionalidad” del sujeto, expresada a través de un consumo articulado en base a preferencias y de una capacidad proyectiva aparentemente voluntarista, no es sino el efecto de superficie del tamiz de determinaciones materiales del cual el individuo es objeto constituido y constitutivo, pero no sujeto constituyente. Lectura obligada contra el cognitivismo racionalista del Homo Oeconomicus que así se desmiente, por lo demás: el trabajo de Herbert Simon
Yo aquí estoy obviamente del lado del materialismo realista, con lo que sostiene Mario Bunge en su Filosofía para Médicos:
«Contrariamente a lo que suponen los bayesianos (y los partidarios de las teorías de la elección racional), no es legítimo asignar una probabilidad a todo hecho. Solo los hechos al azar y los escogidos al azar tienen probabilidades». No cabe siquiera “hablar de probabilidades en medicina”, porque sólo podrían ser aplicadas en procesos intríınsecamente aleatorios, como el lanzamiento de un dado o el tratamiento de la meiosis que, según él mismo indica, es “el único proceso biótico auténticamente aleatorio”.
Ese libro lo escribe Bunge contra la noción de probabilidad de Bayes, la cual se basa en la adscripción subjetiva y arbitraria (no objetiva y científica) de los valores probabilísticos y da la base perfecta para una legitimación post hoc de lo producido en el mercado, ratificado a través de un consumo entendido como condición a priori (en lugar de como resultado a posteriori) de ese mismo comercio. Que la demanda la crea la oferta y no al revés; lo que Henry Ford desveló divertido y descubrimos muy tarde.
Por encima de ello, la racionalidad bayesiana se enfrenta de partida al problema de la información. La información es un bien muy especial, porque es el único al que no puede aplicársele un cálculo de costes/beneficios: no puedo saber de antemano el beneficio que me reportará la adquisición de la información X (pues carezco de ella) y, por tanto, no puedo carearla con los costes en los que habría de incurrir para conseguirla, ni juzgar si me compensa. La respuesta evidente parece ser la de conformarse con la información de que se dispone y dar por demasiado arriesgado lo demás. Dijéramoslo así: el territorio que habitamos se limita, respecto del mundo, a aquel del que tenemos conocimiento o noticia, y sólo cierto emperador borgesiano manejaría un mapa a escala 1:1. El nuestro se ajusta a lo que conocemos y a lo que sabemos sin aún conocer, y estarían de acuerdo Freud y un conductista en que también a aquello que conocemos sin saberlo. La alternativa verdaderamente interesante será la de aquello que ni conocemos ni sabemos que existe siquiera. El problema tal y cómo se presenta es el de dónde encontrar aquello que por definición eres incapaz de comenzar a buscar. Y como de ello no caben por supuesto certezas, como enseña Bunge, sí habrá de caber la posibilidad, patrimonio exclusivo del azar. Más nos valiera, pues, mantener una cierta conducta azarosa, sólo limitada por los evidentes riesgos que ello implica y, en su caso, su coste de oportunidad. En otras palabras: exactamente lo mismo que demuestra satisfactoriamente Darwin respecto del proceso de mutaciones iteradas que da lugar al proceso de la evolución.
Una reformulación en estos términos del darwinismo económico implicaría abrir un departamento dadaísta aledaño al de I+D consistente en experimentos deliberadamente aleatorios e irracionales que, si acaso, asegurasen las condiciones de adaptabilidad mutativa de la empresa a un entorno siempre cambiante, y aquí caben cuantos lípidos startuperos/paulocoelhista/dragonboleros se deseen excretar. Por encima de eso cabe recordar que el caos gnoseológico nunca es tal, que sólo existe epistemológicamente, y que es la primera piedra de la historia de la ciencia comprometerse con que –diciéndolo con Descartes– cualquier fenómeno oscuro y confuso es susceptible de convertirse en claro y distinto si se sigue el método adecuado, i. e. el científico. Cualquier desorden no es más que un orden aún no comprendido. Por lo mismo, el azar es conductualmente imposible, salvo que se grabe en el dintel del antedicho departamento “No entre aquí quien no acepte la teoría del clinamen” y se ponga un busto de Schörindger junto a la ventana. Conste que yo estoy dispuesto.
Por centrarnos y concluir, sin embargo, la solución alternativa que ofrece Walras es ontológica, brillante y eminentemente socialista. Aceptamos que el problema de la información había de ser conformista individualmente, pero bien podría imaginarse la opción de un agente omnisciente que conociese toda la información ulterior a coste cero. No es esto ninguna apelación teológica, sino la justificación de un mercado perfectamente competitivo y transparente, en el que toda la información que necesitan los agentes económicos para actuar maximizadoramente está contenida en los precios de equilibrio y es, por eso mismo, accesible a coste cero por todos los agentes económicos al mismo tiempo. Omnisciencia que no es ya el calificativo de un individuo sino la propiedad institucional y estructural de un sistema equilibrado de mercado en perfecta competencia. Esto es brutal. La realidad objetiva queda reducida al conjunto de creencias subjetivas que componen la suma social, falsando estratégicamente (y wittgenstenianamente) el problema de la adecuación entre “expectativa” y “resultado”. El mundo pasaría a ser el resultado de la suma de apreciaciones que de él se tienen, salvaguardando su objetividad en el hecho de que estas intencionalidades estarían siempre y en todo momento más determinadas que condicionadas por sus razones materiales de ser: económicas, políticas, culturales, físicas, psicológicas o sociales. Mundo no reductible desde luego al mercado, pues éste deja fuera una miríada de preferencias inexpresables a su través: puedo no ir a la ópera y sí desear que se financie, o no contar con el tiempo físico necesario, y la lógica de la caridad privada no resuelve esto.
En definitiva, toda una inspiración si de lo que se trata es de replantear las categorías con las que pensamos al mundo, a nosotros mismos y a la relación entre ambas cosas, como cada vez que leo buenos textos de economía. Por supuesto que este texto excede los rigores formales de Mark Zuckerberg y de la madre que lo parió; si has llegado hasta aquí te digo lo que Enrique V: “De nuevo en la brecha, queridos amigos, de nuevo”. -- Releerse es una condena. La conclusión de la imposibilidad operatoria de valorar la información que aún no se tiene no debería conducir a actuar azarosamente sino todo lo contrario: a fundar una universidad pública bajo los mayores rigores de investigación. El conocimiento buscado por sí mismo al margen de cualquier rédito instrumental o económico es exactamente la conclusión que ha de extraerse de aquella característica filosóficamente fundamental del mundo. La Teoría de la Relatividad no ha servido hasta casi un siglo después para absolutamente nada, y recuerdo leer que, según Einstein escribió en la pizarra "e=mc2", le preguntaron que para qué servía aquello, y él responder que no lo sabía, pero que era bello.
1 note
·
View note
Text
Rosa de Hielo
Una pandaren descansaba plácidamente tumbada bajo un árbol del Bosque de Jade, ajena a cualquier cosa que pudiese molestarla. Tenía sobre el rostro un libro abierto, probablemente alguna novela de aventuras o libro de interés que le gustase, y sus zarpas descansaban sobre su panza. Al menos no roncaba.
La pandaren, de cuerpo escueto, normalito, pelaje marrón y blanco no se había percatado de que otro pandaren de pelaje similar se acercaba, pues estaba profunda en sus sueños. Este parecía algo más joven, aunque era más corpulento.
-Yulein.
No obtuvo respuesta.
-¡Yu, despierta!
La joven pandaren dio un respingo y el libro se cayó al suelo. Se incorporó a duras penas sobre su trasero mientras recuperaba la noción de su alrededor. Se fijó en el pandaren.
-Ah, eres tú, Shai... Déjame descansar un rato más, ¿Quieres?
Se volvió a tumbar y esta vez cogió el libro para comenzar a leerlo por donde lo dejó. Shai chasqueó la lengua y arrugó el hocico, inconforme.
-Papá ha estado buscándote. Parecía enfadado.
Yulein bajó el libro y suspiró.
-Bueno, luego lidiaré con él.
-Tú sabrás. Quién avisa no es traidor...
Shai se encogió de hombros y se fue por donde había venido.
Yulein decidió quedarse un rato más, leyendo el libro. Parecía que llegó a una parte que le gustaba, pues volvió a perder la noción del tiempo y no se percató de que se había hecho tarde hasta que la oscuridad natural del atardecer le impedía leer bien.
Soltó una inofensiva maldición y se incorporó para volver rápidamente a su hogar. Este era una pequeña finca humilde, con un huerto de manzanas en la parte de atrás.
La puerta se abrió. Shai y su padre se hallaban preparando la mesa para cenar. El padre de Yulein, un conocido Maestro Sidrero del lugar, la fulminó con la mirada. Le indicó que se sentase. Esta lo hizo en silencio, sin dejar de mirarlo de reojo, compungida. Llevaba el libro entre las manos.
-¿Dónde has estado?- le inquirió el padre, inquisidor.
-Fuera, a la entrada del bosque...
-¿Qué has estado haciendo?
-Me distraje... leyendo.
El padre ya lo sabía, por su gesto de poca sorpresa, insensible.
-Has salido igual a tu madre. Es la última vez que te escaqueas de tus tareas.
-Papá...
No la dejó contestar.
-Esta vez no me valen excusas. Estás castigada sin leer ni salir de la casa. Te pegarás a tu hermano y harás lo que él.
-¿Qué? ¿Por qué me quitas los libros?- se quejó la joven, lo demás le daba igual.
-¡Porque estás todo el día enfrascada en ellos y así nunca te convertirás en una Maestra Sidrera como tu hermano!
-Qué sabrás tú...
No pudo evitar la respuesta. El padre, alterado, le arrebató el libro de las manos de sopetón, cogió el libro por ambas tapas y lo partió por la mitad. Yulein vio como las hojas rotas caían al suelo con la boca abierta. Luego apretó la mandíbula por la frustración, y con los ojos llororos, se levantó y salió por la puerta de golpe, hacia el bosque de nuevo.
Shai hizo amago de ir a por ella pero el padre se lo impidió, colocando el brazo en medio y negando. Este miró al suelo con el hocico torcido por las circunstancias.
Yu se acercó, con las lágrimas recorriédole las mejillas, a una pequeño montículo natural en el que había un pequeño hueco en el que meterse, más o menos espacioso. Parecía dispuesta a pasar la noche ahí. Empezó a llover y la pandaren suspiró, mientras se tumbaba tratando de buscar una posición lo más cómoda posible, sin mucho éxito. Cerró los ojos, mientras observaba la lluvia caer por fuera.
No obstante, cuando estaba a punto de conciliar el sueño, algo la interrumpió. Pareció escuchar algún sonido extraño, como centelleante, un tipo de crujido, algo poco natural. Le llamó enseguida la atención y se puso en pie.
Al salir del pequeño cobijo, se ocultó con una zarpa la cabeza de la lluvia, aunque no le sirviese de mucho. Miró a su alrededor y... volvió a escuchar el sonido. ¿Qué era eso...? No tardó un segundo en empezar a correr hacia donde le parecía que provenía.
Tras recorrer varias decenas de árboles y otros obstáculos se detuvo frente a un claro. El motivo era que delante de ella, en ese claro, no estaba lloviendo, o eso le parecía. Extrañada, miró hacia el cielo, pero estaba igual de nublado y no había ningún árbol que detuviese la lluvia. Dio un paso para adentrarse en el misterioso claro y sintió un cosquilleo recorriéndole todo el cuerpo. En un abrir y cerrar de ojos, el claro se había convertido en un lugar recubierto de hielo en el que había al menos una docena de estatuas hechas del mismo elemento, algunas conocidas para ella, como tigres, grullas, yaks o incluso dragones nimbo, pero otras completamente desconocidas como eran los mántides, de las que solo había escuchado hablar.
Al entrar, resbaló, pues no se esperaba el hielo en el suelo. Cayó estrepitosamente de culo y maldijo para sus adentros. Se incorporó con más cuidado tratando de no resbalar otra vez y ahora sí tuvo la oportunidad de contemplar el maravilloso lugar donde se encontraba. También pudo notar como no llovía aquí dentro: había una cúpula de índole mágica, de color púrpura, que protegía el lugar de las gotas de agua, también parecía ocultar la vista desde el exterior y mantener un ambiente gélido a juzgar de lo fresco que estaba ahí dentro.
Yulein se recogió los brazos para guardar algo de calor. De mientras, otra pandaren, que había percibido ruidos extraños, salió de detrás de una de las estatuas patinando con bastante maestría sobre el hielo hacia su posición. Yu la miraba atónita.
-¿Quién eres, niña? ¿Qué haces aquí?
Le preguntó la pandaren, de aspecto más maduro. Era una pandaren de pelaje gris y llevaba el pelo recogido en un moño con palillos.
-Yo... soy Yulein, señora. Acabo de descubrir este lugar por accidente.- acertó a responder.
La señora la miraba inquisitivamente, pero la respuesta pareció suavizarla.
-Vale. Largo, entonces. No quiero que nadie vea esto hasta que esté terminado.
-¿Estás de broma? ¡Es una maravilla... incluso sin terminar!
La pandaren entrada en años alzó una ceja volviendo la vista hasta la joven. Sonrió y expulsó un bufidito airoso.
-Yo nunca bromeo. Largo. - le hizo un aspaviento en tanto que se daba la vuelta y empezaba a conjurar sin mucho esfuerzo un torrente de hielo sobre una de las estatuas sin terminar. Parecía tener la forma de... una cachorra pandaren.
Yulein no se fue. De hecho la siguió, tratando de no caerse por el camino. Parecía la mar de curiosa, mientras miraba a su alrededor.
-Eres persistente.- suspiró, sin mirarla. De mientras, le daba el toque final a la estatuilla, creando en su mano una rosa de hielo y colocándosela en el hueco de la oreja. Sonrió con melancolía mientras se sacudía las manos.
-¿Tú quién eres...?- preguntó una curiosa Yulein, mientras observaba lo que hacía.
La hechicera suspiró con resignación.
-Me llamaban Rosa de Hielo.
-¿Te llamaban? ¿Quiénes?
-El Shadopan.
-¿Eres del Shadopan? ¡Qué pasada!
-Era. Estoy retirada. Ahora me dedico a crear... arte.
Yulein la miraba con ojitos de jade brillantes. Cada vez estaba más fascinada.
-Sé que... es un atrevimiento, pero... ¿Me podrías enseñar?
Rosa de Hielo la miró de arriba a abajo con una ceja alzada, fulminante. Se lo estaba pensando. Iba a dar la negativa, pero algo hizo que cambiase de opinión. Quizás el espíritu curioso de la joven le resultaba familiar.
-¿Sabes leer?
-Claro. - parpadeó Yulein.
-Bien. Léete esto y hablamos.
Le tendió en las zarpas un libro bastante voluminoso, que su portada estaba decorada por una rosa blanca que resplandecía con brillo propio. Yulein lo observaba con ojos como platos, pero sonrió con suficiencia. Je... pan comido.
1 note
·
View note