#un par de días
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n444ra · 8 months ago
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☆ SENDERO NATURAL KALKINPOLTTAJA : caminata es ligera en espera de que palpitaciones aceleradas cesen, entrenamiento es lo único que logra que nara se sienta útil en un ambiente así; las lluvias las detesta, el frío le hace doler los músculos y de por sí nunca ha salido de la ciudad. al menos correr no se lo pueden arrebatar de raíz. el problema es cuando atraviesa puente: ‘ no pareciera que sea muy seguro... no vas a empezar a moverlo, ¿cierto? ’ como escena de película animada, su comentario escapa entre graciosa y nerviosa, un pedido silencioso de que por favor no atente contra su vida.
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kevotsuka · 1 year ago
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fun
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fi0nazu · 2 years ago
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( @lacupulaedits )     *    #   nueva información desbloqueada :                                          fiona zuloaga, family tree.
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If there isn't much art for this ship, I'll be sure to do some for that pair.
two drawings made especially for @monabysss
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panda-001 · 7 months ago
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grccve · 8 months ago
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hello, hello ~
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al-mayriti · 10 months ago
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me he despertado a las 6 :(
pero tengo excusa para volver a tomar el zumo de manzana y melocotón que me volvió loco el otro día :)
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fahraarpa · 24 days ago
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las palabras del brujo, naturalmente, le hicieron reír. una carcajada suave, expulsada en ese pequeño espacio creado entre adrenalina y salvación. ‘ en realidad, usualmente soy muy buena para predecir lo que va a pasar ’ dejó saber, en un hilo de voz. podría culpar al año que cursó sin su núcleo mágico; las noches febriles de ansias incompletas, los eternos meses sin el mínimo indicio de magia o porvenir justo detrás del párpado de su único ojo bueno. lo cierto era que, a pesar de los días de reconexión con su poder, aun no contaba con la misma frecuencia de visiones que previo al exilio.
predicciones o no, salvador tenía razón. sin embargo, la rapidez de la reacción ajena le había robado a ella de orientación, y con otro paso hacia atrás terminó por chocar contra roca cavernosa, una mano delicada contra la pared en busca de estabilidad perdida. ‘ por suerte te tengo cerca para evitar que pierda más partes del cuerpo ’ comentó, con una nota que bailaba entre pena y diversión en la voz. ‘ ¿puedo requerir tu ayuda una vez más? me es — difícil distinguir bien el camino ’ ahora que sabía lo que había a escasos metros podría evitar la fosa, pero la oscuridad de los alrededores se acentuaba en su lado ciego.
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🇨​🇺​🇪​🇻​🇦​🇸​ 🇩​🇪​ 🇰​🇴​🇳​ě🇵​🇷​🇺​🇸​🇾​. 𝗌𝖾𝗀𝗎𝗇𝖽𝖺 𝖿𝖺𝗌𝖾 ( TRAMPAS ).
la temperatura de cueva cada vez más helada activó las banderitas mentales de portugués. caminó cuesta arriba, algunas grandiosas estructuras del sitio despojándole de serenidad por unos latidos de segundos, soplando mitad de halito en mero hastío. solamente quiso recuperar su núcleo y listo, ¿acaso le veían cara de explorador? ¿o jugador de jumanji? demonios, cuánto ansía doblar los talones y marcharse por donde vino, pero la vida nunca fue sencilla. menos para él. con nuevo clan y supuestos compañeros, se encontró con varias trampas durante los veinte minutos de caminatas, aunque no al nivel del accidente que por poco protagonizaba quién estaba detrás de sus pasos todo este tiempo. reaccionó rápido al sostenerlo de los codos y empujarle hacía atrás, logrando que apenas resbalase sin caer en el profundo hoyo. ‘  ten cuidado, no sabes qué pueda pasar. ’ porque dudaba que búsqueda fuese amena y colorida, pasando dorso de diestra por pómulo magullado. al evitar que cayera chocó contra el borde de lo que supuso era el umbral, recordando nuevamente que deseaba partir a casa. ‘ sé que la claridad aquí es inexistente, pero enfócate o terminarás con una pierna rota. ’
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chica-rota-brookengirl · 4 months ago
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Los había abandonado por un par de días!
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punishertruther · 1 year ago
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después de un largo día de trabajo y una cena familiar insufrible, lo único que le apetecía era desconectar. quedó con sus mejores amigues para tomar algo en un pub pero pronto se vinieron arriba y acabaron yendo a una de sus discotecas preferidas del soho londinense. tras entrar y saludar a un par de conocidos, fue directe a la barra a pedirse una cerveza y desde allí pudo fijarse en una chica pelirroja preciosa, así que haciendo uso de su carisma, decidió acercarse a ella para tener la cama caliente esa noche. "hey, ¿estás sola?"preguntó con una galante sonrisa mientras le miraba a los ojos. "me suena tu cara, ¿vienes mucho por aquí?" // @qvimcra
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optical-vagueness · 4 months ago
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De hecho...
ESCUCHENME!!!
La obra de Romeo y Julieta, pero version Tudoque. No? Nadie?...
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bodyswap005 · 1 month ago
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"Match Inesperado" Parte 1
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P.O.V Gilberto:
Nunca fui fanático de las aplicaciones. De hecho, apenas uso mi teléfono más que para lo esencial. Pero esa noche, algo en mí cedió. Quizá fue la rutina de siempre, esa monotonía que me hacía sentir como un espectador de mi propia vida.
Cuando instalé SwitchMe, lo hice sin expectativas. Miré la pantalla parpadeante, preguntándome qué tipo de personas usaban esto. No tardé mucho en completar el perfil, aunque al terminarlo sentí un poco de vergüenza: "Gilberto, 45 años, profesor universitario". Tan aburrido como mi propia vida.
No esperaba nada, pero entonces ocurrió.
"¡Felicidades! Tu Match ha sido encontrado."
Mi pulso se aceleró cuando apareció un perfil en la pantalla. Pedro. Mi alumno más insoportable. El que siempre llegaba tarde, hacía comentarios sarcásticos y conseguía, de alguna forma, el favor de todos. Sentí una mezcla de enojo y curiosidad.
—Esto no puede ser serio.
Pero lo fue. Hice clic casi por reflejo, y de repente, todo se volvió oscuro.
Cuando abrí los ojos, algo estaba mal. Mi cuerpo se sentía diferente, más liviano. Caminé tambaleándome hacia el espejo del baño… y ahí estaba. El rostro de Pedro, su cabello despeinado, sus ojos brillantes, su cuerpo atlético.
—¡Esto tiene que ser una broma! —murmuré, llevándome las manos al rostro.
Estaba atrapado. En el cuerpo de mi alumno más rebelde.
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P.O.V Pedro:
Había sido un día increíble. Como siempre, todos me trataban como si fuera una especie de estrella de rock. Y, para ser sincero, me encantaba. Rubén y yo habíamos hablado todo el día sobre la apuesta. Cambiar de cuerpo con alguien por un rato. Sonaba divertido, aunque no planeaba hacerlo en serio.
Esa noche instalé SwitchMe solo para demostrarle a Rubén que no tenía miedo. Subí una foto cualquiera y no tardó mucho en aparecer la notificación.
"¡Felicidades! Tu Match ha sido encontrado."
Me reí al ver el perfil. "Gilberto, 45 años, profesor universitario". Mi maldito profe de cine.
—¡Esto es un chiste! —dije, riéndome mientras aceptaba.
El mundo se volvió negro, como si alguien hubiera apagado las luces de golpe.
Cuando abrí los ojos, estaba en un lugar extraño. La habitación era pequeña, con muebles viejos y una pila de libros desordenados en el escritorio. Me levanté, pero algo se sentía raro. Mi cuerpo estaba rígido, como si nunca hubiera hecho ejercicio.
Me acerqué al espejo y ahí estaba él.
—¡No puede ser! —grité al ver la cara de Gilberto reflejada.
Estaba atrapado. En el cuerpo del profesor más cascarrabias de la universidad.
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No tenía idea de cómo lidiar con esto. ¿Qué clase de vida llevaba Gilberto? Su apartamento parecía más una biblioteca que un hogar. Películas viejas por todos lados, un calendario lleno de notas sobre clases y trabajos, y una pila de tareas sin calificar en el escritorio.
—¿Esto es lo que hace todo el día? —murmuré, dejándome caer en la silla.
Agarré el teléfono que había en la mesa. Solo tenía un par de contactos y ninguna notificación interesante. Era deprimente.
—Bueno, supongo que puedo aprovechar esto para relajarme —pensé, sonriendo ante la idea de saltarme las clases que él daba. Pero entonces me detuve.
Si yo estaba en su cuerpo… eso significaba que él estaba en el mío.
—¡Mierda!
Imaginé a Gilberto, con su cara de gruñón, caminando por el campus con mi cuerpo. Si hacía algo estúpido, podría arruinar mi reputación.
POV Gilberto:
Pasé casi una hora intentando convencerme de que todo era un sueño. Pero no lo era. Todo era demasiado real: el reflejo en el espejo, la voz que salía de mi garganta. La app… SwitchMe realmente funcionaba.
Estaba en el cuerpo de Pedro, ese joven extrovertido que tanto me irritaba. ¿Cómo vivía alguien así? Miré a mi alrededor: una habitación desordenada, ropa tirada por todas partes, y un celular lleno de notificaciones.
Tomé el teléfono y revisé sus mensajes. Decenas de chicas enviándole emojis de corazones. Fotos de fiestas, videos donde él era el centro de atención.
—Por supuesto —murmuré con sarcasmo—. La vida perfecta.
Por un momento, sentí envidia. No solo por su juventud, sino por cómo parecía disfrutarla. Pero algo en mí también temía lo que podría hacer con mi cuerpo.
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Pasé toda la noche en vela. No podía cerrar los ojos ni un segundo. La sensación de estar en este cuerpo ajeno, joven, lleno de energía que no reconocía, me tenía inquieto. Era como si estuviera en un disfraz, pero sin la posibilidad de quitármelo.
Me observé en el espejo durante horas. El rostro que veía no era el mío: piel tersa, sin líneas de expresión, cabello oscuro y perfectamente desordenado, y unos ojos que parecían brillar con vitalidad. Jamás me vi así cuando tenía veinte años. Ni siquiera me acerqué. Mi juventud había sido torpe, gris, marcada por inseguridades. Este cuerpo, en cambio, era la encarnación de todo lo que siempre había envidiado.
Me sentí abrumado. ¿Cómo podía alguien como Pedro llevar una vida tan… perfecta? Su físico era atlético, con músculos bien definidos, y su rostro parecía salido de una revista. Pero esa perfección solo me hacía sentir más extraño.
Finalmente, en algún momento de la madrugada, me quedé dormido sin darme cuenta, rodeado por el caos del cuarto de Pedro: ropa tirada, un par de botellas vacías y un olor a desodorante barato mezclado con algo más que no podía identificar.
Entonces, la alarma sonó.
Me desperté de golpe, confundido. Miré el reloj: las 9:15 de la mañana.
—¡Me quedé dormido! —exclamé, sobresaltado.
La voz que salió de mi boca me desconcertó. Era la de Pedro, grave y juvenil. No podía acostumbrarme a escucharla. Todo en este cuerpo se sentía ajeno, como si estuviera jugando un papel que no entendía.
Me levanté rápidamente y busqué algo limpio que ponerme. La habitación estaba en un estado caótico, y lo único que encontré fue una camiseta arrugada y unos jeans que estaban en la silla, encima de lo que claramente era ropa sucia.
—Espero que esto no huela mal —murmuré mientras me vestía.
El olor del cuarto me resultaba abrumador, una mezcla de sudor, colonia y algo que no podía identificar pero que definitivamente era propio de un adolescente.
Miré alrededor, intentando decidir qué hacer. Ir a la universidad era lo más lógico, pero la idea de enfrentarme a estudiantes, profesores y… a mí mismo, en este estado, me hacía sentir náuseas.
Suspiré y me peiné rápidamente frente al espejo. Este chico no necesitaba mucho para verse bien, pero yo no podía evitar sentirme incómodo en su piel. Finalmente, tomé una mochila que parecía medio vacía y salí de la habitación, dispuesto a enfrentar un día que sabía que sería todo menos normal.
Mientras caminaba hacia la universidad, una sola pregunta resonaba en mi mente:
—¿Cómo voy a sobrevivir a esto?
P.O.V Pedro:
El sonido de la alarma fue lo primero que me golpeó esa mañana. Abrí los ojos, confuso, y por un momento olvidé dónde estaba. Luego, la realidad me cayó como un balde de agua fría.
Eran las 5:30 de la mañana. ¿Quién demonios se despierta tan temprano? Miré alrededor y confirmé lo que ya sabía: estaba atrapado en el cuerpo de Gilberto, el profesor más amargado que conocía.
—Esto tiene que ser una broma —gruñí mientras apagaba el despertador.
Me levanté de mala gana y caminé hacia el baño. La luz blanca del espejo iluminó mi rostro, pero no era mío. Observé la piel áspera, con pequeñas líneas de expresión que nunca había visto en mi vida. Me acerqué un poco más y noté un par de canas en la barba y el cabello.
—¡Esto es asqueroso! —solté, pasando las manos por mi cara.
Lavé mi rostro con agua fría, esperando que eso me hiciera sentir más despierto. Pero cada vez que miraba al espejo, la realidad era peor. Este cuerpo… no era el mío. Era como si todo estuviera en modo baja calidad.
Me quité la camisa para revisar el resto. Lo que vi fue desalentador. Mi físico atlético, mis músculos marcados… todo había desaparecido. Este cuerpo era ancho sin gracia, apenas funcional.
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—¿Cómo puede alguien vivir así? —murmuré, sintiendo una mezcla de frustración y repulsión.
Intenté pensar en algo positivo, pero todo parecía ir cuesta abajo. Ni siquiera Rubén, mi mejor amigo, se había puesto en contacto. Seguramente estaría buscando al “Pedro” real, sin saber que yo estaba aquí, atrapado en la vida de este profesor gruñón.
Suspiré y me senté en el borde de la cama. Aún faltaban 15 días para que todo volviera a la normalidad, y cada minuto se sentía como una eternidad. Miré el teléfono de Gilberto, esperando algún mensaje que al menos me distrajera. Pero no había nada.
—Esto es un infierno —dije, dejando caer el teléfono sobre la cama.
En ese momento, entendí que si quería sobrevivir a esta situación, tendría que adaptarme. Aunque odiara admitirlo, ahora era Gilberto, y tenía que enfrentarme a su aburrida y monótona vida.
Desde el momento en que me miré al espejo esa mañana, supe que este día iba a ser una tortura. Intenté prepararme mentalmente para dar clases como Gilberto, pero apenas me planté frente al grupo, me di cuenta de que no sabía ni por dónde empezar. Los alumnos me miraban con expectación, como si esperaran que soltara un discurso inspirador, pero lo único que podía hacer era sudar y tartamudear.
—Eh… clase cancelada —dije, tratando de sonar firme, aunque mi voz se quebró al final.
No hubo quejas, por supuesto. Los alumnos recogieron sus cosas en un santiamén y salieron del aula, dejándome solo con mi desesperación.
Mi prioridad ahora era clara: encontrar a Rubén y exigirle que me ayudara con esto. Después de todo, esta situación absurda comenzó por su estúpida apuesta.
Me tomó un rato encontrarlo, pero finalmente lo vi cerca de la cafetería, con su típica sonrisa despreocupada. Cuando me acerqué, su expresión cambió al verme.
—¿Qué rayos haces en el cuerpo del profesor más amargado de la escuela? —preguntó, atónito.
—¡Exactamente lo que quiero saber! —le espeté. Le conté todo lo que pasó con la app y el "error" que me emparejó con Gilberto en lugar de una chica. Rubén intentó contener la risa, pero no pudo evitar soltar una carcajada.
—Esto es demasiado bueno —dijo entre risas—. Pero, amigo, el daño ya está hecho. Ahora tienes que aguantar las próximas dos semanas.
Rodé los ojos, frustrado.
—Dos semanas en este cuerpo es una eternidad, Rubén. ¡Es una pesadilla!
Rubén se encogió de hombros.
—Pues creo que lo único que puedes hacer es encontrar a Gilberto en tu cuerpo y asegurarte de que no arruine tu reputación.
Suspiré. No era como si tuviera otra opción.
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P.O.V Gilberto:
Había algo extrañamente liberador en estar en el cuerpo de Pedro. Por primera vez en años, me sentía ligero, ágil, lleno de energía. Sin embargo, no todo era tan sencillo como parecía.
Apenas llegué a la universidad, varias personas se me acercaron para hablar. Algunos eran compañeros de clase de Pedro que me saludaban con entusiasmo; otros eran chicas que no dejaban de coquetearme.
—Hola, Pedro. ¿Qué vas a hacer después de clases? —me preguntó una de ellas, sonriendo coquetamente.
No sabía qué responder, así que me limité a asentir y murmurar algo ininteligible antes de alejarme. Esta atención me resultaba abrumadora.
Finalmente, decidí refugiarme en la biblioteca. Siempre había sido un lugar de paz para mí, y esperaba que funcionara ahora, aunque estuviera en el cuerpo de Pedro. Me senté en una mesa apartada y abrí un libro al azar, intentando relajarme.
Perspectiva de ambos
Mientras yo disfrutaba de la tranquilidad en la biblioteca, Pedro y Rubén recorrían la universidad buscándome.
—Esto es tan raro. Parece que estoy buscando a un profesor con mi cara —dijo Pedro, frustrado.
—Lo más extraño es verte caminar al lado de tu alumno más problemático, pero siendo tú el profesor más cascarrabias —respondió Rubén con una sonrisa burlona.
De repente, Rubén se detuvo.
—Espera… ¿no se la pasa siempre en la biblioteca? —preguntó, recordando uno de los hábitos de Gilberto.
Pedro se dio una palmada en la frente.
—¡Claro! ¿Dónde más estaría?
Se dirigieron a la biblioteca, y efectivamente, ahí estaba yo, sentado tranquilamente en una esquina, con un libro en las manos.
Cuando Pedro me vio —o más bien, vio su propio cuerpo sentado ahí—, su frustración alcanzó su punto máximo.
—¡Oye! ¡Tú! —dijo, caminando hacia mí rápidamente.
Levanté la vista del libro y vi mi propio rostro, con una expresión de enojo que conocía demasiado bien.
—Ah, hola, Pedro… bueno, Gilberto —dije con calma, intentando no alterar la escena pública.
—¿Cómo puedes estar tan tranquilo? —me espetó—. ¡Esto es una pesadilla y tú estás aquí leyendo como si nada!
—Tal vez porque por primera vez en años no tengo que lidiar con alumnos como tú —respondí, dejando el libro a un lado.
Rubén se mantuvo en silencio, claramente disfrutando del intercambio.
—Tenemos que arreglar esto ya —dijo Pedro, cruzando los brazos.
Sonreí con cierta ironía.
—¿Y cómo planeas hacerlo?
Pedro no respondió de inmediato. Sabíamos que estábamos atrapados, al menos por las próximas dos semanas, y lo único que podíamos hacer era intentar sobrevivir… juntos.
Continuara..
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kittyl1z · 2 months ago
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‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ ‎ i love you, i’m sorry
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pairing: daniela avanzini x 7th member fem!reader
summary: dani never expected the outcome of your friendship— or when she accidentally confess and mess it all up.
warnings: spanglish talk, friends with benefits, angst (shitty angst i’m sorry), use of y/n, cursing, top!reader, bottom!dani, strap-on use (dani receiving), make up sex, both r and d use the word ‘mami’ (i swear it’s so hot)
a/n: y’all!! so many things to say because.. me posting after a long time? with a katseye smut? IN SPANISH? insane. i’ve been wanting to write a spanish fic for so long now that i just saw the opportunity when i met katseye (hi jade thank you). i was also very scared to do it but my friends have been so supportive about it that i finally did it. a full spanish fic is crazy here so i’m sorry for those who will need to translate this.
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daniela jamás habría pensado llegar a esta situación. claro que el vínculo tan fuerte entre las dos era palpable hasta en el aire, aún si no las conocías, todos sabían lo cercanas que eran, sin poder encontrar a dani sin y/n y a y/n sin dani, cada una pegada a la otra como si separarse fuera lo peor que les podría ocurrir. y/n no podía evitarlo, era evidente que la energía magnética de daniela producía una sensación extraña en ella, acercándola más y más, a veces sin razón aparente. una necesidad inexplicable de seguirla a donde fuera la rubia y tenerla lo más cerca que se pudiera, y si no era así, saber en donde se encontraba.
tal vez fue así como empezó, daniela intentaba adivinar cuando había sido el comienzo exactamente, su mente solo recordaba con exactitud y seguridad el día donde tus manos fueron más allá de lo imaginado, guiándose solas por el mismo deseo —inconsciente– de caer en su cuerpo; posándose en sus caderas y luego más abajo, suspiraste en fascinación al ver cómo el pantalón se ajustaba tan majestuosamente alrededor de sus curvas. ella no quitó tus manos, la comisura de sus labios amenazaba en delatar la sonrisa del goce de sentir tus manos.
“you always look so good, mami.”
si, ese quizás había sido el comienzo de todo. pero vamos, ¿quién podría culparla? hacía un buen tiempo que la rubia te miraba con otros ojos, otras intenciones detrás de esa dulce mirada de ojitos de cachorro. tus palabras fueron lo que dani necesitaba para terminar con lo que que sea que ustedes dos venían jugando hasta ahora. sabía que también la mirabas de otra forma.
volteó, quedando frente a frente contigo, pasando sus manos por detrás de tu cuello y rascando con suavidad, sintiendo como tus manos no abandonaban su cuerpo, de hecho, aseguraban su posición justo en su culo.
“yeah? can’t keep the hands to yourself, can you?”
levantó una ceja mientras empujaba su mejilla con la lengua, el coqueteo evidente en su tono de voz.
“no con esa vista.”
fue entonces cuando dani no dudó en arriesgarlo todo, lanzándose a tus labios sin pensar en consecuencias ni en los alrededores. tú, ella, y el acalorado momento que había surgido en el camarín. enganchaba sus dedos entre mechones de tu cabello, como si así se asegurara de que no ibas a escaparte, mientras tu agarre solo se hacía más fuerte, provocando que dani empujara sus caderas contra las tuyas. el beso era lento como los movimientos de ambos cuerpos, daniela tenia un sabor inexplicable y no encontrabas forma de entender lo afortunada que estabas siendo al probar esos labios tan suaves y tentadores.
lo que tendría que haber sido una ocasión especial (según ambas partes acordaron) pronto volvería a repetirse. una, dos, incluso más veces de las que quisieran confesar, todas terminaban con un “una última vez” entre suspiros y besos que ambas sabían que no iban a cumplir. daniela no podía escaparse. en días súper ajetreados y en sus días más tranquilos no podía quitarte de su cabeza. quería entender por qué, ¿cómo era posible que haya permitido todo aquello? y, ¿por qué no podía negarse ante ti?
no pasó mucho tiempo para que katseye se diera cuenta que su rayito de sol se encontraba fuera de sí, la relación tan cercana que ambas mantenían ya no parecía tan cálida como siempre, habían notado la distancia que tomaron repentinamente y todas sabían que había algo dentro de la cabecita de daniela que la preocupaba hasta no poder dormir. manon comenzó a preocuparse desde aquella noche donde al pisar la sala de estar, encontró luces desde la tv y un cuerpo en el sofá que la había asustado hasta insultar al aire. daniela no tenía descanso de sus propios pensamientos y manon fue su lugar seguro para compartir el pequeño secreto.
“dani, hate to say this but you do realize that you might be in love with her, right?” le dijo, poniendo una mano en su muslo, dejando suaves caricias que le brindaban –aunque sea un poco– de consuelo. “shit, i can’t believe you’re fuck buddies.”
“manon!” dani golpeó su brazo, tratando de ser lo más cuidadosa posible en el volumen de su voz. aunque fueran las únicas en la sala, las chicas seguían estando por sus habitaciones y no podía asegurarse de que alguna no interrumpiera. “i guess not anymore.”
“i’m sorry. this is shocking.”
“yeah, well, tell me about it. look at how far it got me.”
y es que daniela no podía pasar un día más sin desear que fueras suya. realmente suya. si, lo habías dicho entre gemidos varias veces, pero daniela deseaba más que eso. todo en ti la ansiaba a quererte por completo, no por unos cortos 40 minutos antes de irse o por 2 horas cuando eran las únicas que se quedaban en casa con la excusa de que “estaban muy cansadas para salir”. daniela necesitaba despertarse contigo, caminar mano a mano contigo a donde fuera, sentarse contigo al final del día y contarte de ese perrito que se cruzó por la mañana y le pareció tan tierno que le hizo desear tener uno. quería ser ella la que te hiciera reír todos los días, que sea ella la que pudiera decir que era tu novia. dani se moría de celos al verte con las demás chicas, siendo tan cariñosa y encantadora como siempre, sin siquiera voltear a ella. en parte odiaba ser solo un poco de tu atención pero por otro lado amaba la exclusividad que tenían, aunque fuera por poco tiempo.
se echaba la culpa y se preguntaba cómo podría haberlo estropeado todo. dani gruñó y escondió su cara entre sus manos, sintiéndose derrotada. solo podía recordar la expresión muerta de tu cara cuando se le escapó un inocente “te quiero” que arruinaría el vínculo del momento. no estabas lista– ¡mucho menos lo estaba ella! su tonto desliz las había traído hasta aquí.
“listen, i really think you should talk to her.”
“like, for what? for her to turn me down immediately? again.” entonces, levantó la cabeza y miró a su compañera, suspirando.
“hey, maybe just take some time, okay? take this week off and just… clear your mind.”
quizás manon no se equivocaba allí. después de todo, katseye tenía una buena semana sin agenda para descansar. la única forma que daniela tenía de aprovecharla y meditar sobre el asunto era pasar la semana sola, sin y/n. fruncía sus labios, disgustada ante la sola idea, pero entendiendo que era lo mejor.
“do you think she’s gonna notice?” pausó un segundo antes de volver a hablar, “will she even care about it?”
“well, one thing i’m sure about is that y/n really adores you. i don’t think you’re just a toy to her, y’know?” daniela se sonrojaba, quedándose en silencio. tenía sus dudas.
así fue como la semana de descanso de katseye llegó, cada una aprovechándolo a su forma, aunque sabías que iban a tomarse su tiempo individual, te sentías inquieta al estar distanciada de dani, la repentina necesidad de hablar con ella en un intento de arreglar las cosas no hacía más que ponerte nerviosa, sin embargo no veías venir el amable rechazo de la latina, anunciando que iba a descansar por su cuenta; podría variar entre su familia y un par de amigos, pero la sensación ardiente formándose en tu estómago no se iría tan fácil. su único mensaje de vuelta fue “have fun :)” a lo que apagaste el celular y suspiraste. no podías reclamar algo aún si quisieras, sabiendo muy bien que inicialmente a la distancia la habías marcado tu.
al pasar de los días y al ver cómo no había señales de su parte, tu descanso pasó a sentirse pesado. el miedo ya no seguía siendo miedo y te sentías la más tonta del mundo por haberlo sentido en aquel momento donde dani se había confesado por accidente. te sentías culpable, la extrañabas y no solo en esa forma de tenerla abajo de tu cuerpo— temblando mientras arañaba tu espalda con sus largas uñas. extrañabas su cálida presencia, su tierna risa y la manera en la que sus ojos podían sonreír al verte. para este entonces, sabías que no podía haber vuelta atrás, y sufriendo tanto su ausencia, no podías sentirte más segura de que aquel te quiero estaba más que correspondido.
el día antes del reencuentro en la casa, caíste derrotada al enviarle un mensaje. dani, del otro lado de la pantalla, sentía su corazón al borde de detenerse.
“hey, can we meet tmr? i wanna talk please”
se mordía el labio pensando en una respuesta, pero no batalló contra sus deseos y rápidamente escribió un “si”. si quisiera terminar con esto, tendría que hacerlo rápido, ¿verdad?
y/n por el contrario solo podía caminar de un lado a otro por su habitación, ansiosa de cómo podrían resultar las cosas cuando por fin tuviera a la latina de frente. aquella única regla de no mezclar los sentimientos ya se había quebrado hace bastante tiempo, mucho más del que quisiera admitir, pero ¿cómo no hacerlo? daniela era tan buena. tan genuina, tan dulce. incluso teniendo las noches más rudas en donde sus cuerpos estaban marcados con chupetones y rasguños, donde dani temblaba y tenía lágrimas en los ojos mientras se aferraba a tus hombros en el entrar y salir de tus dedos sin parar, era tan hermosa. no hubo un día en el que la rubia no pasara por tu mente, y esta semana sin saber de ella no había sido más que una tortura.
[…]
daniela jugaba con los bordes de su campera intentando distraer sus manos de los nervios. sentía que el corazón podría salirse de su pecho con cada paso que daba más cerca a la puerta principal de la casa. estaba desorientada y todas las palabras se atascaron en su garganta al momento de cerrar la puerta detrás de ella, encontrándose con tu presencia, esperándola.
“hi, uhm..”
no tomó más para que te acercaras a ella y la envolvieras en un abrazo, sintiendo que tal vez las palabras podrían arruinarlo todo.
“dani, i’m so sorry.” rompiste el abrazo para mirarla a los ojos y buscar sus manos, sosteniéndolas entre las tuyas. “please forgive me. i was scared and— i was so dumb.” pero ella no podía responderte. te miraba con atención, quería escucharte. “i— i love you, dani. and i’m sorry we had to go through this because of me, because i could not accept it the first time you said it.”
la rubia se mordía el labio y antes de que alguna lágrima pudiera escaparse de sus ojos brillantes, se lanzó a tus brazos, abrazándote por el cuello con fuerza.
“i love you too y/n.” dijo mientras te soltaba con delicadeza.
“god— i missed you so much.” dijiste riendo, contagiando a daniela, quien después de reír se cruzó de brazos.
“y/n… don’t ever do this again.”
“i won’t, i promise.” tomando una de sus manos otra vez, trajiste su cuerpo hacia ti. “let me make it up to you?”
daniela rodó los ojos pero no tardó en capturarte con un beso. a comparación del resto, era diferente. claro que lo era. parecían querer sellar las promesas en ese beso, queriendo transmitirle a la otra la seguridad de que ya nada podría separarlas otra vez. era un beso con posesión, con lujuria y con la amargura de la distancia que habían superado.
tus manos bajaron a sus muslos, donde con fuerza lograste levantar a daniela del piso, sus piernas enganchándose alrededor de tu cadera mientras hacías tu camino hacia la habitación. no tardaron en encontrar la cama, quedando dani abajo tuyo, como casi todas las veces. la ropa comenzaba a ser molestia y su paradero no importaba, tus manos lanzando cada prenda por algún lugar aleatorio, haciendo que daniela ría.
“looks like someone has been waiting for this, huh?” se burló.
“no sabes cuanto, mami.”
dani no podía con la calentura que sentía por todo el cuerpo, frotándose contra tus caderas mientras gemía despacio. tus labios atacaron su cuello, tan tentador a la vista. no tenías piedad alguna al llenarlo de mordidas y chupetones, dani se quejaba y protestaba, regañándote por el problema que sería tapar las marcas después, pero muy en el fondo, no le importaba. la sensación eléctrica que le recorría por dentro la nublaba de cualquier pensamiento coherente. mientras tus manos acariciaban sus abdominales tonificados, tu boca no perdió tiempo en atrapar sus pezones, robando suspiros de daniela quien comenzaba a sentirse impaciente ante la lentitud con la que actuabas.
“y/n please…” fue lo único que podía decir, ahora uno de sus pezones siendo molestado por tus dedos mientras el otro recibía la dulce atención de tu lengua. al intercambiarlos, dani agarraba tu cabello y tiraba suavemente de él ante la sensación de tu boca jugando sobre ella.
no vio venir el momento donde tu mano bajaba traviesamente hasta su centro, pasando un dedo por encima de la única tela que lo cubría, molestándola.
“fuck, y/n don’t tease. fuck me with the strap already.” soltó con molestia, sin paciencia para tus juegos.
su honestidad tan directa te hizo mojar, desde ya lamiéndote los labios antes de buscar el strap que a daniela tanto le gustaba.
sin perder el tiempo, dani sacó su última prenda, su cuerpo al desnudo reluciente ante tus ojos, mientras te posicionabas entre sus piernas, acariciabas sus muslos y paseabas con la mirada, dani realmente tenía un cuerpo de morirse y aunque lo sabía bien, se sonrojaba igual al notar tus ojos hambrientos.
tomaste la longitud de juguete con una mano, frotando la punta contra el clitoris de daniela de arriba hacia abajo, su espalda arqueándose ante la sensación electrica que le emitía por el cuerpo, sintiendo escalofríos mientras se aferraba a tus hombros con fuerza.
la miraste buscando una luz verde y entendió, asintiendo con la cabeza para darte permiso de por fin introducir el strap en ella. jadeó fuerte, dejando salir todo el aire en un gemido que solo empeoraba tu calentura.
“god— you look so fucking hot mami.”
sostenías su cuerpo desde su cintura a la vez que te introducías toda en ella, permaneciendo quieta hasta que se acostumbrara, después de todo había pasado un buen tiempo desde la última vez que follaron. liberando una mano, dejaste unos círculos pequeños en su clitoris como estimulación extra, provocandándole unos fuertes escalofríos. ver su cuerpo temblar era jodidamente atractivo.
sin dejar de mover tu dedo sobre su punto más sensible, comenzaste a mover tus caderas, tomando un ritmo lento pero seguro, sin salir completamente de ella. dani te tomó por sorpresa al sostener tus brazos de tal forma que te detuvo.
“wait, baby, i— i wanna change positions.” pestañeaste en confusión pero rápidamente obedeciendo a la princesa, sacaste el jueguete con cuidado, dani suspirando ante la pérdida de contacto.
“which one?” preguntas pero daniela se adelanta y antes de responderte, la vez girarse y sostenerse en sus rodillas y manos.
acomoda su pelo para un costado mientras mira hacia atrás— hacia ti. sentías que tu boca se secaba al ver a dani en cuatro, con manos torpes ayudándote a ti misma a sostenerla de sus caderas para volver a meterte dentro de ella.
“oh… fuck” es todo lo que puedes decir.
la punta de tu miembro tocaba la pared interna de daniela, quien solo pudo gemir y apoyar su cabeza en la almohada. pronto, ella misma te ayudaba a juntar ambas caderas, creando un ritmo chocante.
la rubia era un manojo de gemidos y lloriqueos cuando la punta tocaba el lugar perfecto, se aferraba de las sábanas, enganchándolas en sus puños y sus nudillos volviéndose un poco blancos de la fuerza, siendo tus choques muy rudos para ella, pero aunque dani tuviera la cara más angelical de la tierra, nada le gustaba más que fueras ruda con ella.
“y/n please… i’m— i’m close.”
“yeah? you wanna cum already?”
“por favor mami— it’s been so— so long...”
dani no podía ver la sonrisa que sus palabras habían provocado. la habías extrañado tanto como ella a ti.
“it’s okay mi amor, you can cum.”
su propio ritmo había acelerado, ahora siendo incluso más fuerte que antes. tus labios estaban rojos de tanto morderlos y dani sentía dolor de garganta con tantos gemidos. agradecía a todos los cielos haber vuelto antes que el resto o realmente estaría avergonzada de lo ruidosa que había sido esa tarde.
para ayudarla a llegar, llevaste una mano a su clitoris y no tardó mucho en derrumbarse en tu agarre. sentía como sus rodillas se debilitan y como el peso de su propio cuerpo comenzaba a ser mucho para ella sola. mientras le murmurabas elogios por lo bien que lo había hecho, dabas los últimos empujones dentro de ella hasta salir por completo, observando cómo su propio líquido acompañaba todo tu miembro a salir.
quitándote el arnés con agilidad, te acostaste a su lado, pasando una mano por su cara, limpiando un poco de sudor de su frente. estaba cansada, sí, pero le diste un último beso en los labios antes de dejarla descansar.
“y/n please stay with me.” murmuró con delicadeza, abriendo despacio sus ojos.
“i will.” dijiste con certeza, sin sacar tu mano de su cara. acariciabas con amor su mejilla.
“no— be with me.”
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Casi sufro un ataque de ansiedad tras ver que nadie tenía espacio para uno más en su grupo y por poco me tocó trabajar sola un examen de psicología... Por lo menos logré encontrar a último momento dos más que igual necesitaban grupo... Yey...
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moviestarmartini · 2 months ago
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putita. — franco colapinto x lectora.
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sin piedad dejás atrás un séquito de vana idolatría. / sos tan espectacular que no podés ser mía nada más. / (tenés que ser de todos.)
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sinopsis: entre tu compañero de equipo, franco, y tu, hay muchas cosas sin decir.
wc: 4.1k
warnings: nsfw (18+), bratty teammate!reader, celoso & mean dom!franco. como esto es un regalo, les dejo el resto como una sorpresa ;)
A/N: FELIZ NAVIDAD MI GENTE LATINO!!! no crean que me olvidé de ustedes con esa pequeña investigación de mercado que hice hace casi un mes. consideren esto un regalo navideño de mi para ustedes. rompí mi récord personal de palabras escritas (3.7k) hehe pero creo que es pq la canción me dio la oportunidad de ponerle mucho trasfondo. mención especial a @deepinsideyourbeing pq aunque no lo sepa ha sido una súper ayuda e inspiración en esta travesía mía de volver a escribir en español. tqm niñita <3
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now playing . . . putita por babasonicos
“¿Todo bien?” 
Tu voz consternada sacó a Franco rápidamente del trance accidental en el que se encontraba, ojos fijos en tu posición frente a él en las mesas compartidas de trabajo, cuando se supone que debería estar concentrado en la pantalla explanando gráficas y estadísticas que su mente al parecer faltaba de ganas para comprender. 
Por fin se acababa la montaña rusa que había sido la temporada 2024. Definitivamente las últimas carreras no fueron las mejores fechas para el equipo, pero el optimismo seguía predominando el ambiente desde el día que llegó alguien con un carisma para competir con el tuyo. 
“¿Eh? Si, si; sólo me distraje, tranqui.” Explicó rápidamente, pupilas volviendo al enfoque que debi�� tener desde un principio. Permanecieron ahí mirando el contraste que hacían las líneas en un potente azul contra su fondo gris— casi negro— y nada le hacía sentido. No cuando ocupabas cada esquina de su mente, e inevitablemente su mirada empezó a trazar cada centímetro de tu rostro como si fuera a olvidarlo todo en cuestión de un par de horas. 
Pero él simplemente no podía evitarlo. 
Espectacular era un adjetivo relativamente acertado para describirte. Para los chicos (y chicas) de categorías inferiores eras como una leyenda urbana. Franco te había visto antes en las ocasiones que la Fórmula Dos tenía sus feature races en la misma pista que la máxima categoría de los deportes de motor. 
Era impresionante la manera en la que todo el mundo volteaba a verte al pasar, como si de una figura mítica que flotaba en vez de caminar a paso firme se trataba. Solo los más valientes y quizás elegidos por el universo— en otras palabras, los que te conocían— tenían la osadía de retornar tu cálido saludo. 
Ya para cuando recibió la noticia de su entrada al equipo, eras un espejismo que habitaba en la parte de atrás de su mente, completamente inalcanzable. Seguía con la misma mentalidad de pertenecer a una categoría inferior, quizás ibas a ignorarlo en el momento de las introducciones de equipo. 
Realmente, nunca olvidará el abrazo que le diste. Cálido, podía oler tu perfume a la perfección, mezclado con el aroma de tus productos para el cabello. 
Aún no se lo creía, ni cuando te veía todos los días. 
Pero la parte lógica de su cabeza le recordaba que todo no podía ser glamoroso. Eras admirada y codiciada por tu belleza, no por tus logros a tu corta edad y en un monoplaza que— y seamos honestos— era tremenda mierda. Un auto volátil como una bestia indomable, que lograbas tranquilizar con magia negra, quizás. El todavía no estaba claro de cómo hacerlo una constante, y prefería teorizar una explicación lógica a lo inexplicable. 
“Muy interesante la data del año, ¿hm?” Ahí estaba de nuevo, tu dulce voz ahora complementada por los remanentes de tu perfume, sacándolo de otro trance frente a la pantalla. 
Lentamente, levantó la vista, encontrándose primero con tu torso antes de escalar por tu cuello para llegar a la sonrisa un poquito burlona; sabías muy bien que estaba distraído. 
“Nos podemos ir.” Indicaste, observando cómo se quitaba los audífonos y los ponía en su lugar antes de log out de la sesión, cerrando todos los documentos antes de. 
Tus ojos seguían cada uno de sus movimientos con cautela, evitando hundirte en tu propia locura sobre la atracción que sentías por él desde el día uno, pero evitabas con fervor dar algún indicio. 
Cómo cambian las cosas. 
“Vení,” El turno de sacar al otro de sus pensamientos fue de Franco, su mano tomando tu muñeca para prácticamente arrástrate fuera del motorhome, cerrando la etapa de un fin de semana tan… tétrico. 
“Quiero dormir catorce horas,” Bostezaste mientras el auto que los llevaría al edificio donde la gran mayoría de pilotos se hospedaban al estar cerca de la fábrica, estirando tus extremidades de una manera intencionalmente inapropiada, tomando todo el espacio en el vehículo para hacerlo. 
Sabías— de manera acertada— que luego de su retiro en Abu Dhabi Franco estaba un poco fuera de serie, y no hay nada que no harías para animar a quien ha sido tu compañero de equipo favorito hasta ahora. 
¿Cierto? 
“Pará,” Su risa rellenó el silencio cómodo que antes ocupaba el espacio, sus manos envolviéndose nuevamente en tus muñecas en un intento de devolverlas a los límites de tu espacio personal. 
Completamente contraproducente, el hombre desconociendo el efecto que tenía la presión que su cuerpo contra el tuyo ejercía, tu risa debilitándose en ciertos momentos quizás podía ser un indicio del ardor suave que se esparcía por tu abdomen. 
“¡Tú primero!” Te quejaste, tirando de tus manos para liberarlas, intentando olvidar lo suave que eran sus dedos contra tu piel. Quizás, si Franco se concentraba, podía sentir tu pulso acelerado contra la fina capa en el reverso de tu muñeca. 
“¡Vos empezaste!” De la manera más infantil y tierna te sacó la lengua, su cara lo suficientemente cerca de la tuya para que pudiera notar la manera en la que lo miraste. 
¿Mirabas a todo el mundo así igual? A todo el que te adulaba, buscando una de tus características sonrisas pícaras, buscando una reacción de ti. ¿Los mirabas con las pupilas dilatadas igual que como lo mirabas a él en ese momento? 
“Bandera blanca; ya.” Reíste, completamente ignorante a la manera en la que él te miró en ese microsegundo, logrando zafarte con éxito de su agarre. 
Al llegar al lugar de su estadía Franco te abrió la puerta del vehículo, esperando pacientemente a que tomaras tu cartera para salir. 
“Ay qué caballeroso,” Tu voz salió como un gratificante arrullo, acercando tu mano para pellizcar sus mejillas, ignorando la cara de traviesa que se cargaba. 
Grave error, concluiste cuando Franco intentó morderte. 
“Hijo de tu puta—“ Ni te dejó completar la oración, cerrando la puerta rápidamente y caminando a paso rápido hacia las puertas deslizantes, corriendo al ver tu expresión de sorpresa. 
Hay veces que simplemente no podías descifrarlo, por más que quisieras. Saltaba con cosas así, coqueto y carismático, buscando sacar cada nota musical que componía la sinfonía de tu risa. Pero otras veces, te miraba embelesado, y tú simplemente no tenías idea por qué. 
Sea lo que sea, igualabas su actitud, sus vibras. ¿Por qué no lo harías, si al final del día, el vibraba tan bonito? 
Tampoco era muy difícil convencerte. 
Todo esto para entender que claramente corriste detrás de él, pidiendo permisos a los pocos residentes que te cruzaste, maldiciendo— porque Franco siempre empujaba tus límites a nuevas alturas que desconocías, de la mejor manera posible. 
Viste como se cerraba la puerta al elevador en tu cara, la suya con esa sonrisa que en cualquier otra situación te haría derretir. Ahora, simplemente querías borrarla de su cara. 
Tus pies te guiaron por las escaleras, efectivamente llegando a uno de los pisos reservados para el equipo, esperándolo frente al ascensor con los brazos cruzados. Su sorpresa por tu rapidez era evidente, y sus pasos hacia ti, cautelosos.  
“Pendejo,” Simplemente le diste un ligero golpe vertical a la parte de atrás de su nuca, su risa haciendo eco en el pasillo desértico. 
“¿Querés agua? Estás rojita,” Ahí estaba ese tono coqueto de nuevo, pero decidiste ignorarlo y dejar de lado el pequeño desacuerdo para asentir, viendo como sus manos exploraban lo desconocido del bolsillo interior de su chaqueta para sacar las llaves antes de quitarse esa prenda. 
El pequeño departamento era parecido al tuyo en cuanto a estructura; una pequeña sala de estar con algunos muebles, el angosto pasillo que dirigía hacía la única habitación, la cocina que parecía que nadie había preparado un solo platillo, y la ventana que guiaba hacia un pequeño balcón. 
Quizás, el tuyo un poco más desorganizado, tu intento de seguir a la moda a pesar del frío podría ser el culpable del tremendo desastre que habías dejado y seguías fielmente ignorando hasta el momento de empacar para el siguiente destino. Podías divisar a la lejanía las tenues luces de otros edificios y casas de familia. Woking era como cualquier otra ciudad no turística de Inglaterra; fría, nublada. Muchas casas pequeñas y un público poco emocionante. 
“Para vos, señorita.” El tour que te estabas dando de su living quedó en el olvido— absteniéndote de tocar lo que sea— tomando la botella de agua mineral antes de beber largos sorbos, Franco tomando asiento en el sillón que pertenecía a la pequeña sala de estar. 
“¿Te puedo hacer una pregunta?” Las palabras escaparon sus labios. Levantaste las cejas, acabando la botella de agua para ponerla en la basura antes de sentarte a su lado. 
“Hasta tres,” Para él, tu sonrisa competía con las luces de la ciudad donde se encontraban, de tanto que deslumbraba. 
“¿Te gusta alguien?” 
La pregunta colgó en el aire por unos escasos segundos, tu expresión curiosa cambiando a una de confusión. Te moviste más cerca, como para descifrar con lo que te cuestionaba. 
“Si, me gusta todo el mundo. Bueno… la mayoría de gente que conozco, si.” Una respuesta digna de una Miss Universo, pero no era nada cercano a lo que te preguntaba. 
“No, no.” Franco sacudió su cabeza de lado a lado, acercándose más. Su rodilla chocaba con la tuya. 
“¿Te gusta alguien? Como… más que amigos.” Notó rápidamente como tu expresión cambió a una que no reconocía exactamente bien. No sabría decirle a alguien más que pasaba por tu cabeza, pero era tristemente común; no sabía leerte. 
“¿Por qué preguntas?” Evadiste su pregunta de manera exitosa dejando de lado la botella mitad llena, esforzándote para que la fachada que habías construido con el tiempo se mantuviera de pie frente a lo que considerabas un ataque. ¿Sabía? ¿Franco sabía lo mucho que le gustabas? 
“Parece que estás enamorada de todo el mundo.” Su comportamiento calmado te estaba sacando de serie, te estaba dando ganas de trepar las paredes de la desesperación. Lo que desconocías es la furia que la idea de que esa fuera la realidad le daba a Franco. 
¿Por qué tenías que ser de todos, y menos de él, a su parecer? 
“¿O estás enamorada de la atención?” Su tono te sorprendió, al igual que la agitación que te estaba provocando le sorprendió. Eras la definición de perfección, hasta en momentos exasperantes asumías una calma impresionante. 
“¿Qué pasa si lo estoy?” Observaste la manera en la que sus cejas se levantaron por tu tono; desafiante, grosero. 
La cercanía repentina entre sus cuerpos fue algo que pudo notar, pero no podía dejar de mirarte a los ojos. Era como si hubiera volcado un switch en ti. Una sonrisa un tanto burlona se escondía detrás de tus labios. El aire que flotaba en frente de ustedes se sentía espeso, y por un momento, se quedaron mirándose uno al otro. No pudieron haber pasado más de medio minuto, pero se sintió como una eternidad. 
Era como si Franco por fin había descifrado el código de la caja fuerte donde escondías tu actitud sincera, tu vulnerabilidad donde no eras tan inocente ni agradable de lo que parecías. 
“Te comportás lindo con todo el mundo para que te den atención, por qué te encanta que te miren.” No le importó externar sus hallazgos; sus palabras eran como una pieza que acababa de encajar tanto para ti, como para el. 
Pero no obtuvo ninguna reacción vocal de tu parte, solamente tus ojos fijos en él, siguiendo cada movimiento que ejercitaba.
“¿O estoy en lo equivocado?” Franco retó, buscando una respuesta explícita de tu parte, su mano posicionándose en tu muslo, el círculo deforme que trazaba con su índice dejaba piel de gallina a su paso que la ropa apenas lograba esconder. 
“No, pero si me vas a juzgar, creo que es suficiente por hoy.” Intentaste extender tus piernas, pero sus reflejos fueron lo suficientemente rápidos para tomar tu mano y devolverte a la posición anterior. 
“Yo nunca te juzgaría, preciosa.” Su tono de voz era algo que desconocías. Dulce, callado; íntimo. Tiernamente, acarició tu mejilla con el dorso de su mano antes de que sus dedos aprisionaran tu quijada. 
“Sos una putita; eso no es nada.” Pudiste captar brevemente sus palabras detrás del latido ensordecedor de tu corazón, tu cara todavía no le brindaba una respuesta implícita a lo que necesitaba. 
Por otro lado, ¿tus labios? Una historia completamente diferente. 
Los anexaste a los suyos como si de una necesidad primaria se tratara, tus manos empuñaron la tela del team kit, y te aferrabas con una desesperación que gritaba más, más, más. 
Franco simplemente ya no podía resistirse. 
Desde el momento que entró en realización de que todo lo que pasaba era real, sus manos siguieron el camino para poder reposar más arriba de tus muslos, con suficiente fuerza para casi arrastrarte a sentarte en su regazo. 
Sin embargo, eso no logró suceder, el beso terminó abruptamente. Te dejó persiguiendo sus labios mientras los suyos continuaban su camino a lo largo de tu cuello. El suspiro que salió de tus labios no fue lo suficiente para satisfacer esa sed que tenía por ti. 
Tus manos se enredaban entre los rizos con highlights naturales, tu agarre apretándose el momento en el que sentiste un pequeño ardor particular cerca de tu clavícula. La marca producida por la combinación de sus dientes y sus labios logró su objetivo de sacar un gemido de tus labios. 
Pero no era suficiente. 
Sin recibir órdenes te quitaste el sweater de lana, y rápidamente Franco pudo comprobar que la piel de tu torso era mil veces más suave que la tela que te mantenía calientita… hasta ahora. Ya era su turno, después de infinitas horas de espera. 
“¿Sabés algo?” Su voz era demandante, lo suficiente para sorprenderte justo como hiciste con él hace menos de veinte minutos. “Vos me gustás— no, me encantás. Pero siempre me tratás igual que todo el mundo.” 
No encontrabas la voz para responder, atónita por la manera en la que ni se preocupó en quitarte el bra, simplemente rodando los straps hacia abajo para dejar que el aire acariciara la piel, endureciendo tus pezones casi instantáneamente. 
La forma en la que se lamió los labios simplemente te hizo retorcer, algo similar a la electricidad recorrió tu cuerpo para detenerse entre tus piernas.
La excitación se mezcló con confusión en el momento que no se detuvo a darle atención a tus pechos, si no que siguió el camino con su boca luego de dejarte expuesta. La pausa al encontrarse con tus jeans fue suficiente indicación para que levantaras las caderas, dejando que remueva la pieza con más facilidad. 
“Se me olvidó que eres friolenta.” Su risa fue un tanto sarcástica al encontrarse con un par de medias térmicas, casi arrancándote la pieza y llevándose tu ropa interior húmeda a su paso. 
“Fran…” Ni sabías lo que ibas a decir, pero tu compañero tomó caso omiso a tus palabras, maravillado de la hermosa vista que tenía en frente de él. 
“No sabés lo mucho que siempre he querido hacer esto.” 
Fueron las últimas palabras que soltó antes de ocupar su boca en brindarte placer, su lengua trazando una línea que recogía el exceso de humedad que cubría cada centímetro de tu centro, el murmullo de aceptación chocó con el sonido del aire que tus pulmones exhalaron de repente por la sorpresa. 
El sentimiento era inexplicable, la devoción y expertise con la que movía su lengua para estimular ese punto sensible era inexplicable. La timidez que tuviste por escasos momentos desvaneció, tus gemidos reemplazando el vacío que dejó en la habitación. 
Elogios entre cortaron tus gemidos al momento en el que él encajó su índice más allá de tu entrada, la facilidad debido a la lubricación que ya empapaba su mentón. Muy en contra de su voluntad, Franco tuvo que separarse para tomar aire, pero se tomó la libertad para deslizar otro dedo. 
Movía su mano con cierta lentitud, observando a detalle tus expresiones. Frunciste el ceño a la falta de estimulación, tu labio inferior destacándose en forma de protesta. Era una comunicación no verbal, la forma en la que rodó sus ojos indicó que entendía tu reclamo, aún más cuando empezaste a mover tus caderas para conseguir más fricción. 
Franco sonrió para sí mismo antes de inclinar de nuevo la cabeza y volver con aún más ansias a probarte, los sonidos que producía al chupar suavemente eran obscenos. Cualquier queja o desagrado se desvaneció en el placer que sentías cuando posicionó sus dedos para acariciar ese punto dulce con una textura peculiar que te estaba haciendo retorcer, tus manos nuevamente apretando las hebras onduladas. El movimiento de caderas que mostraste en forma de protesta anteriormente se volvió a producir a causa de la creciente sensación en tu abdomen bajo. 
Tú lo sabías. Franco lo sabía también. 
Tu orgasmo llegó de manera repentina,— aunque no inesperada— haciendo temblar tus muslos que igual apretaban la cabeza de tu compañero de equipo que te devoraba con fervor. 
“Que conchita tan rica,” El halago hizo que tu vista se dirigiera hacia donde provenía la voz, una sonrisa creciendo al momento que notaste la fina capa brillosa que cubría sus labios y mentón; se veía hermoso. 
Casi haces que arrastre sus rodillas en la alfombra de la habitación cuando tiraste de su camiseta para otro beso, tus labios danzando en contra de los suyos con cierta desesperación en cada movimiento. 
“Vamos a la cama,” Franco murmuró entre besos, aunque su petición fue ignorada al momento que le quitaste la pieza, tirándola a otro lado de la habitación antes de resumir la sesión de besos que compartían. No te importaba probarte a ti misma en su lengua; es más, te excitaba aún más. 
“No, aquí y ahora.” Respondiste a su intento de levantarse, luego de regresar a su posición anterior, arrodillado enfrente tuyo. Tus dedos acariciaron delicadamente la cicatriz, como si la piel se volviera a romper. Franco tembló por la caricia, pero sus dientes hundiéndose en tu labio inferior superaron el breve momento de debilidad de su parte. 
Un quejido salió de tus labios al sentir el tirar que producía su mano en tu cuero cabelludo, separándolos de beso. “Cuidá tu tono, putita.” Te advirtió, entrecerrando los ojos al ver la sonrisa burlona que produciste. 
“¿Y si no quiero, qué?” Moviste tus pestañitas para continuar con el acto de inocencia, sabiendo que era todo lo contrario a tus acciones y palabras en momentos anteriores. 
“No estaba preguntando.” Soltó el agarre que tenía en tu cabello, parándose rápidamente. Con la separación, tomaste la oportunidad de quitarte el sostén, tomando en cuenta que estaba estorbando en tu torso inferior; era casi una falda. “Cama. Ya.”
Prácticamente te jaló hacia su habitación, dejando atrás la ropa despojada, pero seguiste a paso rápido con una pequeña risita. Los roles se habían invertido, considerando que ahora tenías una nueva fuente de dopamina al hacerlo molestar. 
Sus labios volvieron a conectar con los tuyos por un breve instante antes de que prácticamente te empujara hacia a la cama con cierta brusquedad antes de posicionar su cuerpo sobre el tuyo y volver a besarte con frenesí. 
Sentiste algo contra tu pierna, y en un acto de inocente malicia, doblaste tu rodilla ligeramente. En medio del beso, un quejido escapó de los labios del hombre encima tuyo, sintiendo la piel de tu suave muslo estimular su entrepierna aún cubierta por ese par de cargo pants que casi salían solos. 
“Te gusta provocarme, ¿eh?” Era una pregunta retórica pero aún así asentiste con entusiasmo, su voz entrecortada por la respiración agitada causó que un escalofrío recorriera tu cuerpo. 
Sin otra palabra más, se apartó de la cama y del calor de tu cuerpo para desabrocharse los pantalones, rápidamente quitándolos del paso junto con la ropa térmica y su ropa interior. No pudo evitar ver la forma en la que te lamiste los labios, observando cuidadosamente cada movimiento. 
Franco posicionó su cuerpo entre tus piernas, y sentías ese mismo peso ahora reposando entre el interior de tu muslo mientras besaba tu cuello con lentitud y cuidado. Por un momento, dejaste de lado la desesperación por sentirlo adentro tuyo, y dejaste que te manoseara como si de una pieza de porcelana se trataba, mientras tu mano acariciaba sus sedosos rizos. 
Pero la paz duró poco, tus párpados desplegándose extensivamente para mirarlo fijamente mientras rozaba su punta— ya goteante por la excitación— desde tu entrada hacia tu cl��toris, todavía sensible por el trato que le brindó hace unos momentos. 
“Fran…” Tus quejas cayeron en oídos sordos, retorciéndote contra su cuerpo, intentando desesperadamente encontrar ese alivio de tanta necedad reprimida en ti. 
Lo necesitabas, y en ese preciso momento. 
“¿Qué pasa?” La voz de Franco resonó con sarcasmo al ver tu angustia. “¿Querés que te lo meta?” Asentiste, sintiendo el calor subir a tu cara. “Di por favor.” 
Lo miraste como si estuviera loco, pero demostró la seriedad de sus palabras al alinearse contra tu entrada empapada y empujando su glande suavemente para luego volver a estimular tu clítoris. 
Exhalaste como si su petición era lo más complicado que alguien te hubiera pedido nunca antes, tomándote un momento para pensar solo para seguir molestando, antes de responder “Por favor, Franco.” 
“¿Ves que no fue tan difícil?” Besó tu mejilla antes de volver a alinearse con tu entrada, resistiendo la invitación que le brindaba el calor de tu centro de que lo tomaras completo en ese instante. 
Un quejido ruidoso salió de los labios de ambos, casi armonizado, en el momento que su miembro entró por completo. Cerraste los ojos, tu respiración agitada durante el proceso de adaptación a la intrusión dentro tuyo. 
Franco, por otro lado, sentía que se podía morir. 
Estabas tan… apretadita, calentita y mojada para el que se sentía como si estuviera en un sueño. La mujer que tantos hombres codiciaban estaba debajo de él, con sus piernas envueltas en su cintura y besando la cicatriz de su hombro entre exhalaciones superficiales. 
Y si moría, moriría el hombre más feliz del mundo. 
“¿Bien?” Preguntó después de un momento, tomando el corto movimiento de cabeza como confirmación para empezar a mover sus caderas. 
Quién diría que esa chispa malcriada e insolente podía ser apagada de una sola manera. Ahora te tenía a su merced, gimiendo y disfrutando el placer que te brindaba su miembro tocando ese punto dulce una y otra y otra y otra vez. Tus uñas dibujaban patrones rojos en su espalda, hundiéndose más en la piel al momento que se concentraba en llegar lo más profundo posible. 
“Abrí la boca,” Franco demandó entre gemidos, una de sus manos colocadas en tu quijada, pero quizás se vería mejor alrededor de tu cuello— se estaba emocionando demasiado. 
“¿Para qué?” Preguntaste pícaramente, mirándolo con ese intento de inocencia, como si no estuvieras tomando cada centímetro que podía ofrecerte sin ninguna queja. 
“Abrí.” 
“No.” 
“Putita.” La saliva cayó en tu pómulo en vez de tu lengua, donde él la quería en un principio, pero tú terquedad no lo iba a detener. No lo detuvo al momento que colocó tu pierna encima de su hombro, probando tu flexibilidad para poder dibujar círculos sobre ese núcleo sensible. 
La estimulación hizo que tus ojos se cerraran de repente, tu boca formando una O para poder dejar salir los gemidos que salían desde la parte más profunda de tu garganta. 
“Fran… Franco—“ Jadeaste, tratando de recuperar un poco de compostura para la siguiente petición. “¿Puedo…” 
“No.” Su respuesta interrumpió la pregunta, haciéndote fruncir el ceño. Sabía lo que ibas a pedir, por la manera en la que tus cálidas paredes internas estaban apretando su miembro de una manera tan deliciosa. “Si tan solo mi putita se portara bien…” 
Un grito ahogado lleno de angustia rebotó por las paredes antes de que tu labio inferior resaltara, enseñando tu arrepentimiento justo cuando te convenía. “No, Fran, porfa.”
Oírte rogar trajo más satisfacción de lo que esperaba, pero aún así no tenía ninguna intención de doblegarse a tus exigencias. “No.” Insistió, moviendo sus caderas con más velocidad. 
“¡Franco, no puedo!” Lloriqueaste, sintiendo el placer abrumador casi asfixiarte. Era demasiado; el peso de tu cuerpo sobre ti, el estiramiento que sentías en el músculo interior de tu muslo, como llenaba cada curva— cóncava y convexa— dentro de ti a la perfección, y la estimulación que te estaba volviendo loca. 
“Ya.” Apretaste más el entrecejo en confusión a sus palabras. “Venite conmigo; ya.” 
Fue un alivio para ambos, tu cara escondida en la coyuntura de su cuello y su hombro, gimiendo su nombre como si fuera un cántico para los dioses. Solo ahí, y subsecuentemente al ver tu centro goteando el líquido blancuzco mientras intentabas recuperar el aliento, Franco pudo confirmar que por más despampanante que eras, no podías ser de todos. 
Tenías que ser solo de él. 
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americangroupie · 1 year ago
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♱ flesh for fantasy ♱
enzo vongrincic x reader
tw: +18, el uruguayo recibe
a/n: voy a ir mezclando varias de sus sugerencias en las fics mas largas, e iré haciendo unas más específicas pero cortitas <3 tengo un montonaaazo así que ruego paciencia, pero les voy a dar en el gusto lo prometo
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a pesar de estar acostumbrada a tener el departamento vacío, habían días donde el silencio se hacía mas presente que nunca. no era culpa de él, por supuesto, pero era la culpa de la falta de su presencia al ser tan dedicado y apasionado por su vocación.
el día había concurrido con tanta lentitud que sentías poder contar los segundos al pasar al frente tuya, hacías miles de tareas domesticas para mantenerte ocupada en un híbrido domingo que deseabas hubiera sido tanto tuyo como de ambos. pero nada te ponía mas contenta que verlo llegar a la casa con nuevas anécdotas, nuevas amistades y nuevas experiencias que comenzaba a expulsar con rapidez de sus labios sin siquiera haber abierto la puerta del departamento por completo.
hoy no fue un día de esos.
“hola mi amor.” lo saludaste con dulzura desde el sillón al mirarlo cerrar la puerta detrás suya. su semblante era distinto, sus cejas estaban fruncidas y los sus manos estaban enroscadas en puños. tardó un par de segundos en contestarte, y ladeaste la cabeza.
“hola, amor.” dijo con un tono monótono, distinto a como solía saludarte usualmente al haber estado todo el día sin verse.
“¿cómo estuvo el día?”
“bien. ¿y el tuyo?”
“bien, gordo, gracias.”
“me alegro.”
“ahora si te pregunto de nuevo, ¿me respondes con sinceridad?”
enzo te dirigió la mirada por primera vez desde que entró al departamento, y te dedicó con una sonrisa ladeada y forzada. “¿tanto se me nota?”
“mm..” fingiste pensar. “puede ser que un poquito mucho.”
rió mientras pasaba las manos por su pelo. “no es nada importante, en realidad. el nuevo jefe de producción me tiene las bolas llenas. no entiendo por qué te ponés a trabajar en la producción de una película si no estás ni ahí con el cine.” pausó, suspirando y quitándose el buzo que llevaba. “pero no me quiero desquitar con vos, amor. no es culpa tuya.”
te acomodaste en el sillón al seguirlo con tu mirada mientras se sentaba al lado tuyo. “si te queres desquitar hazlo, mi amor, para eso estoy.” acercaste tu cuerpo mas a él, tomando su mano y jugueteando con sus dedos. “te quiero ayudar, podemos hacer lo que vos quieras.”
“ya se me va a pasar bonita, no es necesario que hagas nada. con que te quedés acá conmigo estoy bien.” estiró sus dedos dentro del agarre de tu mano al hablar, devolviéndote el inocente jugueteo.
“pero quiero que estés más que bien, enzo.” respondiste suavemente, llevando tu mano libre hacia su pelo y acariciándolo con lentitud. enzo no demoró en responder con su cuerpo, cerrando sus ojos y tirando la cabeza hacia atrás levemente, suspirando al dejarse derretir al ritmo de tus caricias. “dejame ayudarte.” hablaste bajito al acercarte a su cuello, despositando dulces y cortos besos sin cesar el movimiento de tu mano en su pelo.
enzo gimió en respuesta. “lo que vos quieras, princesa. todo tuyo.”
“¿todo mío?” sonreíste pícaramente, subiendo tus besos hasta su mejilla, y te acercaste a su oreja. “¿eres todo mío?”
sonrió con los ojos cerrados. “sí, mi amor. entero.” reíste contra su mejilla, dandole piquitos por toda su cara mientras subías tu cuerpo encima del suyo, sentándote en su regazo.
“decime de nuevo.” dijiste con una sonrisa pintada en tus labios.
te respondió de la misma forma. “sos tan caprichosa.” frunciste el ceño, colocando tus ojos en blanco. a raíz de tu acción, enzo subió una de sus manos a tu mejilla para así acariciarla, mirándote con una sonrisa y luego bajando su mirada hacia tus labios. “mi nenita caprichosa.”
te inclinaste hacia el para amoldar sus labios en un beso, ladeando tu cabeza de inmediato al sentir su mano bajar desde tu mejilla a tu cintura, reposándola sin aplicar fuerza. moviste ambas manos a su cuello, alternándolas de lugar entre sus mejillas cada cierto tiempo para acercarlo más a ti al querer profundizar aun más el beso.
pocos segundos después abriste paso a tu lengua en la cavidad bucal contraria, dejando esta chocar contra la suya fusionándose entre sí en un tortuoso ímpetu. podías saborear el gusto mentolado de sus labios en tu propia boca, escuchando únicamente los jadeos de enzo que se mezclaban con los tuyos, sintiendo como su respiración se aceleraba a medida que pasaban los segundos.
te separaste lentamente de sus labios, quedando un hilo de saliva entre ambos mientras respirabas agitadamente sintiendo las caricias en tu cintura. juntaste tus labios con los suyos una ultima vez para luego dejar un camino húmedo de besos hasta su cuello, mordiendo levemente algunas areas. “déjame hacerte sentir bien, en. te quiero quitar todo el estrés”
escuchaste una risa en medio de sus jadeos. “adelante, mi vida. te dije que podés hacer lo que quieras conmigo. soy todo tuyo.”
te incorporaste encima suya, jugueteando con el borde de su remera mientras le sonreías pícaramente. “como querés que no sea caprichosa si me das siempre en el gusto, amor.”
“es imposible no darte en el gusto. sos muy bonita” dijo luego de que le quitaras la remera, tirándola sin mirar dónde caía.
comenzaste a bajar tus besos a través de su cuerpo, sin dejar un hueco que tus labios no hayan tocado mientras te acomodabas entre sus piernas. al subir la mirada te encontraste con tu novio mirándote expectante, con el pelo desordenado y los labios ligeramente rojos. el solo ver como te miraba con lujuria te hizo estremecer, comenzando a bajar sus pantalones con lentitud sin romper el contacto visual.
su ropa interior era gris, dejando ver su líquido preseminal a través de esta y marcando su bulto aún más de lo que normalmente sería. depositaste breves besos encima de este, sintiendo como su cuerpo se estremecía bajo tu tacto y mirando lo rápido que se desesperaba al tenerte así.
“dale nena. no me hagas rogar.” dijo acomodando el pelo de tu cara, agarrándolo en una colita con su mano. “dejáme sentirte bien.”
asentiste con la cabeza; sin ánimos de molestarlo al querer desviar su mente de el estrés que sentía en el momento. aunque la manera en la que te miraba te hacía pensar que su mente estaba lejos de pensar en cualquier cosa que no fuera la vista que tenía en frente suyo.
al bajar por completo su ropa interior afirmaste su miembro desde la base para trazar una línea recta con tu lengua lentamente, hasta llegar a la enrojecida cabeza. lo escuchaste gruñir en respuesta a tu acción, tirando la cabeza por completo hacia atrás mientras se mordía los labios.
jugaste con la cabeza del miembro en tu boca, torciendo tu lengua al rededor de esta mientras mirabas como enzo reaccionaba a cada caricia que le hacías y escuchabas con atención cada jadeo y quejido que salía de sus labios.
lo masturbabas con movimientos lentos, dejándolo mirar detenidamente como tu lengua recorría toda la longitud de su miembro mientras lo acariciabas con suavidad, quejándote levemente al tenerlo en la boca al mirarlo derritiéndose del placer.
“tocáte, bebé.” gimió al mirar como no te podías quedar quieta. “ahógate mientras te frotás.” asentiste con rapidez, bajando tu mano por entremedio de tus piernas y gimiendo instantáneamente sobre su miembro. “estás mojadita, mi amor?” volviste a asentir, dejando que tus dedos se empaparan de tus líquidos.
acorde pasaban los segundos enzo comenzó a tomar control de tus movimientos, moviendo tu cabeza de arriba a abajo mientras lo mirabas a los ojos, sintiendo como el agarre de tu pelo se volvía más y más fuerte y su respiración se agitaba aún más.
te separaste unos segundos para escupirle a la punta, rodando tu lengua por encima de esta seguidamente con rapidez mientras tu mano se movía ágilmente por el tronco de su miembro. “así, así, por favor chiquita no pares.” gimió al sentir como chupabas la cabeza y tu mano aumentaba la velocidad, apoyando su cabeza en el sillón y alzando su cuerpo, indicándote que estaba por correrse en tu boca.
acompañado de gruñidos y gemidos, sentiste tu boca llenarse del tibio líquido mientras tu feminidad se apretaba alrededor de tus dedos al mirarlo así, completamente entregado a vos.
“abrí.” dijo enzo tomándote del mentón. “mostráme la boquita.” sacaste la lengua por un par de segundos, dejándole ver que ya no quedaba nada más en tu boca. “muy bien, mi amor.” habló en un tono burlesco mientras acariciaba tu mentón, mirándote con ojos enamorados. “te ves tan bonita así; sin aliento, despeinada, tus labios hinchados, con los cachetes pintados de rojo..” se mordió los labios al finalizar su oración. “sos perfecta.”
te sonrojaste aún más con sus palabras, incorporándote encima de el para esconder tu cabeza en el hueco de su hombro. “¿te sentis mejor ahora, amor?”
“imposible estar estresado así, princesa.” dijo acariciando tu pelo luego de dedicarte una pequeña risa. “pero podría sentirme aún mejor si tenés más ideas.”
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