#travesía del sur
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Capítulo 9 (2ª temporada)
(La historia es una adaptación de la obra FINAL FANTASY VII por lo tanto incluye SPOILERS de esta.)
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Desierto de Corel.
Seguíamos rumbo al sur junto a nuestro nuevo todoterreno. Estaba centrada en conducir de una manera algo más moderada que anteriormente porque veía que Yuffie lo estaba pasando un poco mal de más en el vehículo.
— Oye Cait.- Dijo Barret.- Ya que te has pegado a nosotros como una lapa, ¿no vas a soltar prenda?
— No hay miaucho que saber.- Respondió Cait Sith.- Soy un don nadie en una filial pezqueñita de Shinra. Llevó un porrón de tiempo, y mi día a día siempre ha sido bien anodino.
— Un perrito faldero de Shinra, vamos.- Mencionó Barret.
— Gatito.- Corrigió Cait Sith.
— Gatito, dice…- Dijo Barret.
— ¡Sois miau especiales! No he conocido a nadie igual.- Mencionó Cait Sith.- ¡Os quiero miaucho, como la trucha al trucho! Estoy encantadisimo.
— ¿Te estás cachondeando, micho?- Preguntó Barret.
— ¡Venga, enróllate! ¡Que queda viaje por delante!- Exclamó Cait Sith.
— Barret…- Exclamó Yuffie.- Algún día… destrozarás a Escarlata, y yo estaré ahí para ayudarte…
— Va, pero ahora la que está destrozadita eres tú.- Mencionó Barret.
— El dolor… me hará más fuerte…- Dijo Yuffie. Estaba realmente mareada.- Todo el odio que siento por esa pava… ¡Pienso usarlo contra ella! No… puedogh…
— O-Oye… no irás a…- Dijo Barret.
— ¡Yuffie, mira al frente o te marearas más!- Exclamé yo.
En ese momento escuché perfectamente como a Yuffie se le venía casi la pota encima.
— ¡Joder!- Exclamó Barret.- ¡Para, Sil, paraaa!
— ¡No, espera!- Exclamó Cait Sith.- ¡No vomites aquíííí!
Frené de golpe el coche y bajamos a Yuffie con cuidado de este quien terminó echando por la boca toda la comida. En ese momento se tumbó en el suelo, aún viendo las estrellas y Aeris, Tifa y yo nos pusimos a su lado.
— ¿Cómo estás?- Pregunto Aeris.
— Mueeerta….- Dijo Yuffie.
— Perdón, mi culpa.- Dije riendome un poco.- Bajaré el ritmo.
— ¿Qué hacemos?- Preguntó Tifa mirando a Cloud.
— No hay rastro de túnica alguna, y no tiene mucho sentido conducir sin rumbo…- Respondió Cloud.
— ¡Estoy muertaaaaa!- Exclamó Yuffie.
— ¡Ya sé!- Dijo Cait Sith de golpe y sacando su robot moguri gigante.- ¡Aquí! ¡Holitas! Os voy a leer el futuro… ¡Miau, marramamiau! ¡Miau, miau! ¡Marramiauuu!
De la boca del moguri salió un papel y Cloud lo agarró.
— Las setas de la suerte.- Leyó Cloud.
— ¿Setas?- Preguntó Aeris.
— Setas… Setas… ¡Ah!- Exclamó Cait Sith.- ¡Barret! Antes miauncionaste el reactor de mako de Corel… Cuando lo del Arma y tal.
— ¿Yo te he dicho eso?- Preguntó Barret.
— Conozco otro reactor inoperativo no miau lejos de aquí.- Explicó Cait Sith.
— ¿Mako?- Preguntó Yuffie de golpe.- ¿¡Materias!? ¡Genial! ¡Geniaaaal! ¡A tope con ese reactorrrgh…!
Yuffie se intentó levantar pero seguía muy mareada así que la volví a sentar en el suelo.
— La verdad es que no es mala idea.- Dijo Barret.
— Aunque habría que conducir un poquitito más. ¿Estáis de acuerdo?- Preguntó Cait Sith.
— Por mi, conduzco hasta el fin del mundo si es necesario.- Exclamé con una sonrisa.
— ¡Pero más despacio!- Exclamó Yuffie.
— Deberíamos ir, entonces.- Mencionó Cloud.
Ayudé a Yuffie a levantarse y nos montamos de nuevo en el todoterreno para seguir avanzando con nuestra travesía.
— ¡Felinástico!- Exclamó Cait Sith.- Prrróximo destino: ¡el frondoso oasis sureño! A ver qué sorpresas nos aguardan en el reactor…
Encendí el trasto y rápidamente me puse rumbo al sur aunque apretando el acelerador menos de lo que quería. Yuffie se había puesto a mi lado, en el asiento del copiloto, para poder evitar así que se mareara con tanta facilidad.
— Oye, ¿qué es todo eso de las setas de la suerte?- Preguntó Aeris.
— Son la especialidad regional y crecen alrededor del reactor.- Explicó Cait Sith.- Y son nada menos que… ¡las setas!
— ¡Ya veo!- Dijo Aeris.
— ¿Y crecen junto al reactor?- Preguntó Barret.- Hay que joderse.
— Mientras se puedan comer.- Dije yo sacando un poco la lengua.
— No todas las miauespecialidades son comestibles, miaujor preguntar a los locales antes de meterse una en la boca.- Mencionó Cait Sith.
— Qué chasco.- Reí un poco.
A lo lejos ya se podían ver árboles y una zona verde, por fin dejábamos casi atrás el desierto de Corel.
— ¡Gentecilla!- Exclamó Cait Sith.- ¡Prrrstad miaucha atención!
— ¿Qué pasa ahora?- Preguntó Barret.
— ¡Nos acercamos al bosque!- Informó Cait Sith.- El reactor está ahí dentro.
— Aún no se ve absolutamente nada.- Dijo Red XIII.
— Pero si se ven los árboles a lo lejos.- Exclamé yo con una sonrisa.- Aunque, ¿podremos pasar con el coche?
— ¡Prrrnto lo descubriremos!- Dijo Cait Sith.
Región de Corel: Bajío irregular: Costa de Corel.
— Un poquito más y ya estamos en Gongaga.- Explicó Cait Sith.
— Gongaga…- Dijo Aeris.
Cada vez nos acercábamos más al bosque, ya se podía oler la naturaleza.
— ¡Mirad! Ya estamos casi en el bosque.- Exclamó Tifa.
— ¡Felinástico! Aguanta, Yuffie, que la llegamos.- Dijo Cait Sith.
— Bieeeengh…- Dijo Yuffie casi como podia.
Región de Gongaga.
Llegamos a las entradas del bosque y paré inmediatamente el coche ya que perfectamente vimos que no se podía pasar con él en esta región. Yuffie salió disparada del coche, casi que dando tumbos.
— Qué mareoooo…- Exclamó Yuffie.
— Tendremos que ir a patas.- Dijo Cait Sith.- No está miau lejos, ¿eh? ¡Ah! Y hay una pezqueña aldea cerca del reactor. ¿Por qué no descansamos las almohadillas? ¡El reactor no se va a ir a ningún lado!
— Por mí bien.- Dijo Tifa.
— Creo que Yuffie lo necesita.- Dije riéndome un poco.
— ¿Qué pasa, Cloud?- Preguntó Aeris. Cloud miraba fijamente el bosque, algo sorprendido.
— Este bosque me suena de algo.- Mencionó Cloud.
En ese momento decidimos emprender camino y adentrarnos de lleno en el bosque. El aire era super puro y toda la vegetación estaba al más verde puro. Era como un paraiso, nada comparado a Midgar.
— Oye, Cait.- Dijo Barret.
— ¿Digamiaulón?- Preguntó Cait Sith.
— Odio caminar en silencio.- Mencionó Barret.- Sé majo y chívame información clasificada de Shinra.
— A ver, cotilleos tengo para regalar.- Dijo Cait Sith.
— Pues empieza.- Dijo Barret.
— Estos días se habla miaucho del prrrsidente.- Mencionó Cait Sith.- ¿Quieres saber quién le ha diseñado ese traje blanco tan bonito?
— ¡Déjalo!- Exclamó Barret.
— ¡Una cosita, Cait!- Dijo de golpe Yuffie.- ¡Apuesto a que has estado informando a Shinra de nuestro paradero!
— ¿Quién, yo?- Preguntó Cait Sith.
— ¡Sí, tú! ¡Te tengo calado!- Exclamó Yuffie.
— Prrrr mis bigotes… Qué broma de mal gusto…- Dijo Cait Sith.
— Yo me espero cualquier cosa de Shinra.- Mencionó Barret.- Seguro que tienes un micro enano en el lomo.
— ¡Que no, que no!- Exclamó Cait Sith.- Lo de ser minimiaulista no iba con el presidente Shinra…
— Míralo.- Dijo Barret.- ¡Con qué cariño habla del presidente! Fiel como un perrito.
— ¡Ga-ti-to!- Mencionó Cait Sith.
— Gatito, claro.- Dijo Barret.
— ¿Y de los Turcos tienes alguna información que puedas decirnos?- Pregunté.
— Bueno.- Dijo Cait Sith.- El directivo de los Turcos se ha vuelto la miauno derecha del presidente desde hace poco.
— ¿En serio?- Pregunté riendome.- Que paradoja.
— ¿Miauradoja por qué?- Me preguntó Cait Sith.
— ¡Es un secreto!- Dije con una sonrisa.
Aldea de Gongaga
No tardamos demasiado en llegar a lo que parecía ser una aldea, con varias casitas. Era super bonita a mis ojos.
— ¡Qué me dices!- Dijo de golpe Tifa mirando unas setas moradas que crecían junto a la pared.- ¿Setas de Gongaga? ¡Y hay un montón!
— Son un lujo en Midgar, pero aquí salen hasta debajo de las piedras…- Mencionó Cait Sith.
En ese momento escuchamos a gente correr hacia nosotros y cuando miramos varios aldeanos vinieron con armas donde estábamos y se pusieron en guardia, rodeandonos.
— ¿Qué hacéis aquí?- Preguntó una conocida voz.- Espera tu… ¿Sil?
Me quedé mirando a la chica fijamente analizando su rostro y su pelo.
— ¿Cissnei...?- Pregunté yo, sin creer lo que veían mis ojos.
— Sil, madre mía…- Cissnei vino corriendo hacia mi y me abrazó muy fuerte.- No estás muerta… Pensé que nunca iba a volver a verte…
— Lo siento muchísimo, Cissnei.- Dije yo correspondiendo a su abrazo.
Los demás miraban atónitos la situación, no entendían absolutamente nada.
— ¿Cómo es que estás aquí…?- Pregunté yo, mirándola fijamente.
— ¿Te parece si luego hablamos…?- Me preguntó Cissnei.- En privado.
— Sin problema.- Le dije con una sonrisa.
— ¿De qué os conocéis?- Preguntó Cloud de golpe.
— Fuimos amigas durante un tiempo hace años.- Dije yo mirando a Cloud.
— Y… ¿qué os trae a por aquí? Me da que no estáis de inspección.- Preguntó Cissnei.
— Queremos ver el reactor.- Dijo Cait Sith con una seta de Gongaga en la mano.- Bueno… visitarlo.
— Ya veo.- Dijo Cissnei quitándole la seta.- Pues bienvenidos a Gongaga. Me presento, para todos. Yo soy Cissnei, comandante de la brigada juvenil. Perdonad si os hemos asustado. Nos tomamos muy en serio la protección de la aldea. Volved a vuestros puestos.-Cissnei envió a los demás miembros de vuelta al trabajo.- La colina ofrece unas buenas vistas del reactor. Y también hay un monumento que podéis visitar.
— ¡Miauchas gracias!- Agradeció Cait Sith.
— Es por aquí.- Mencionó Cissnei mientras nos enseñaba el camino.- No arméis revuelo, como véis, este es un lugar tranquilo. Es muy agradable vivir en plena naturaleza, aunque no recibimos muchas visitas. Hace mucho que no se ven caras nuevas por aquí.
Llegamos a lo que parecía ser un memorial. Cissnei puso una flor en este y se agachó, cerrando los ojos y rezando. Cait Sith se puso a su lado y se puso a rezar también. Tanto Aeris como Tifa se añadieron y Cloud y Barret también. Yuffie parecía confundida al ver que todos realizaban el mismo gesto y les imito. Yo simplemente me quedé atrás, mirando la situación, dando mis respetos pero sin rezar.
— Gracias.- Dijo Cissnei.
— ¿Alguien me lo explica?- Preguntó Yuffie.
— Hace tres años… explotó el reactor de Gongaga.- Explicó Cissnei.
— Las instalaciones eran demiausiado viejas.- Agregó Cait Sith.
— Nunca habría ocurrido de haberse realizado el debido mantenimiento.- Dijo Cissnei.- Al menos, erigieron este monumento.
— Pues eso sí que es raro.- Mencionó Barret.
— Bueno, el equipo de reconstrucción se ha deslomado.- Dijo Cait Sith.
— Eso no los exime de culpa.- Añadió Barret.
— Bueno, estaréis agotados del viaje.- Dijo Cissnei.- ¿Por qué no descansáis antes de ir al reactor?
— ¡Felinástico!- Exclamó Cait Sith.
— Mi casa es esa de ahí.- Mencionó Cissnei señalandola.- Tengo espacio de sobra, así que estáis más que invitados.
— ¡Yupi, yupi! ¡Ninguna objeción!- Exclamó Yuffie.
— Yo… creo que voy a dar una vuelta.- Dijo Aeris yéndose.
Los demás se fueron a explorar la aldea o a descansar y yo decidí quedarme en el memorial junto con Cissnei.
— Sil…- Dijo Cissnei mirándome.- ¿Dónde estabas…?
— Puede parecer una locura pero… no lo sé.- Expresé.- He perdido mis recuerdos.
— ¿En serio…?- Preguntó Cissnei mirándome.- Pero me has recordado a mi.
— Hace no demasiado no recordaba a nadie de mi pasado. Pero no se, fue volver a ver a Tseng y recordé a Rude, a Reno y a ti. Aunque a ti no te vi…- Expliqué.- ¿Cómo es que no estás con ellos…?
— Años más tarde de que desaparecieras… También desapareció Zack.- Explicó Cissnei.- Decidí venirme a su pueblo natal, dejando mi puesto en los Turcos, para ayudar a la gente aquí y… ver si de casualidad… algún día volvía. Pero de momento, no ha sucedido.
— ¿Zack?- Pregunté confundida.
— No me digas, Sil… ¿no recuerdas a Zack…?
Negué con la cabeza y me puse a indagar en mis pensamientos para no encontrar nada.
— ¿Qué te ha pasado en estos cinco años…?- Preguntó Cissnei.
— Me gustaría saberlo…- Suspiré.
— Deberías ir a hacerle una visita a los padres de Zack…- Dijo Cissnei.- Viven en esa casa de allí, acércate, ¿si?
— Vale, si, sin problema.- Me levanté del suelo y la miré.
— Entonces, nos vemos en un rato Sil.- Ella me sonrió y se quedó arreglando el memorial.
Yo me dirigí hacia casa de los padres de ese tal "Zack". No sabía muy bien que se me había perdido allí pero lo que sí sabía es que si Cissnei me lo había dicho, era por algo. Cuando abrí la puerta, allí se encontraba Aeris.
— ¡Sil!- Exclamó Aeris al verme.
— ¿Sil?- Dijo de golpe la mujer que había en esa casa. Por lo que tenia entendido, madre de Zack.
— Eh, si…- Dije mirándolos fijamente.
— ¿No sabrás tú nada del paradero de Zack, no?- Dijo la mujer agarrandome del brazo. Se veía el dolor en sus ojos.
Zack…
Un dolor punzante me pegó en la cabeza y la voz de Sephiroth resonó dentro de mi.
No es el momento de recordar nada.
— ¿Estás bien, Sil…?- Me preguntó la señora.
— Si, perdona… lo siento, no le recuerdo.- Dije yo mirando al suelo.
La mujer bajó su mirada y su marido fue a reconfortarla. Me sentía mal, muy mal.
— Siempre ha sido un alma inquieta.- Dijo el padre de Zack.- Así que voló bien lejos en cuanto pudo. Al principio nos escribía…
— De hecho… siempre hablaba de dos chicas en sus cartas… Y las descripciones que nos daba coinciden exactamente con vosotras… Espero de corazón no haberos incordiado.- Dijo la madre de Zack.
— No os preocupéis.- Dijo Aeris.- Estoy segura de que a Zack no le faltan chicas…
— Ojalá esté bien. Si no sabemos nada, seguro que es porque todo va bien, ¿no?- Preguntó la mujer.
— Tiene razón.- Mencionó Aeris.
— Si lo veis, por favor, decidle que nos escriba.- Mencionó el padre de Zack.
— Claro que sí.- Dijo Aeris con una sonrisa.
— Si… logro recordar algo, se los contaré.- Dije intentando esbozar una sonrisa.
Los padres de Zack se miraron y se apoyaron el uno al otro. Aeris se dirigió a mi.
— Deberíamos irnos ya, ¿no, Sil?- Me preguntó.
— ¿Tan pronto?- Preguntó la madre de Zack.- Ay, no os hemos ofrecido nada…
— No se molesten.- Dijo Aeris.- Si me he presentado aquí de improviso…
— Lo mismo digo.- Dije yo agarrándome las manos.
— Anda, anda. Es un placer.- Mencionó el padre de Zack.
Nos despedimos ligeramente y Aeris y yo salimos de la casa de los padres de Zack.
— Sil…- Me dijo Aeris mirándome fijamente a los ojos.- ¿Cómo se me ha ocurrido…? Recuerdas… una vez te hablé de que tuve un primer amor… él era Zack.
— Sí…- La miré fijamente.
— Me enteré de que había crecido aquí.- Mencionó Aeris.- ¡Me encontré con alguien que se parecía tantísimo a él! Resultó ser su padre. No caí en lo que estarían pasando sus padres. Seguro que nuestra conversación abrió viejas heridas…
— Bueno…- Desvié mi mirada, algo nerviosa.- Parecían felices de verte, bueno, y de verme…
— ¿Conoces a Zack, Sil?- Me preguntó Aeris.- Sus padres… conocían tu nombre…
— No estoy segura.- Expresé.
En ese instante Tifa se acercó donde estábamos y nos miró, algo preocupada.
— ¿Cómo ha ido?- Nos preguntó.
— Parece que no saben nada de él.- Dijo Aeris.
— Vaya…- Tifa bajó su mirada.
— Me gustaría saber alguna cosa más… Es tan horrible…- Expresé.
— No te culpabilices, Sil… No es tu culpa.- Me dijo Aeris agarrandome las manos.
— Creo que necesito descansar un poco, chicas… Me voy…
Me retiré rápidamente, andaba cabizbaja y hasta me encontraba un poco mareada de todo. Me fui, totalmente zombi, hacia la casa de Cissnei y allí se encontraba Cloud quien me miró fijamente al verme entrar.
— Oye.- Dijo Cloud.- ¿Estás bien, Sil?
Asentí y me tumbé sin pensarmelo mucho en el sofá, cerrando mis ojos. Cloud se puso a mi lado y me acarició suavemente el pelo. Me quedé dormida rápidamente.
Vas muy rápido, demasiado. Las cosas van a empezar a ser diferentes.
Me desperté de golpe, al escuchar un rugido extraño desde fuera de casa de Cissnei. Abrí los ojos y allí estaba Cloud quien agarraba su espada probablemente a causa del ruido. Yuffie entró corriendo a la casa y nos miró fijamente.
— ¿¡Lo habéis oído!?- Exclamó Yuffie.- ¡Viene del reactor! ¡Vamos a lo alto de la colina para ver mejor!
Yuffie salió corriendo de la casa y me levanté a duras penas. Tanto Cloud como yo salimos de la casa y empezamos a correr siguiendo a Yuffie hasta el memorial una vez más. Allí se encontraba todo el grupo, que miraban fijamente el reactor a lo lejos.
— ¿Habéis oído eso?- Nos preguntó Barret.
— Parecía un Arma.- Dije yo.
De golpe volvió a sonar un fuerte ruido del reactor.
— ¿Por eso estáis aquí?- Dijo de golpe Cissnei acercándose a nosotros.
— Sí, podría decirse que sí.- Mencionó Barret.- ¿Se oye a menudo?
— Desde hace unos días.- Respondió Cissnei.- Quise investigar con la brigada, pero no pudimos acercarnos por culpa de unos monstruos. Nunca los había visto. Como un enjambre de espectros negros. Fue una visión espantosa.
— ¿Espectros…?- Preguntó Barret.
— Así que pudiste verlos.- Mencionó Red XIII.
— Sí, claro. ¿Cómo no iba a verlos, si los tenía delante?- Agregó Cissnei.
— Son los Ecos.- Dijo Red XIII.
— Juas. Esto se pone interesante.- Mencionó Barret.
— Va. ¡Démonos prisa!- Exclamó Yuffie.
— ¡Tú no vienes!- Dijo Barret de golpe mirando a Yuffie, levantándola y arrastrándola.
— ¿Perdona?- Mencionó Yuffie indignada.- ¿Y eso por qué?
— Porque eres un puñetero dolor de muelas.- Exclamó Barret tirando a Yuffie a Cissnei.- Lo siento. Te toca hacer de niñera.
— No va a ser tarea fácil, ¿eh?- Dijo Cissnei.
— Echamos un vistazo y nos volvemos.- Mencionó Barret.- Solo nosotros dos y Red. ¿Te parece?
— Perfecto.- Dijo Cloud.
— No, nada de perfecto.- Dije cruzándome los brazos.- ¿Quién os va a sacar de un apuro si pasa algo? ¿eh, EH?
— No has cambiado ni un poco, Sil.- Dijo Cissnei riendose un poco.
— Bueno.- Dijo Barret.- Pero ya está eh.
— Pues aprisa.- Mencionó Red XIII.
— No perdáis de vista la aldea.- Dijo Cloud mirando a Aeris y a Tifa.
— ¡Tirano!- Exclamó Yuffie mirando a Barret.- ¡Abusóóón!
Cissnei la arrastró junto con Aeris y Tifa y se fueron de donde estábamos. Cait Sith decidió venir con nosotros también y nos adentramos de nuevo al bosque de Gongaga.
— Entre el Arma y los Ecos, menudo fiestón.- Dijo Barret.
— ¿Ecos? ¿Qué son?- Preguntó Cait Sith.
— Guardianes del destino.- Respondí.
— Se manifiestan frente a quienes se rebelan contra su sino, y encauzan sus actos.- Explicó Red XIII.
— Hace tiempo que no los vemos…- Dijo Barret.
— Huimos del destino que nos condujo a aquel día, pero al hacerlo quizá nos precipitamos hacia uno nuevo.- Respondió Red XII.
— ¡Prrr mis bigotes! Menuda historia.- Exclamó Cait Sith.
— Los Ecos no son visibles a ojos de todos.- Mencionó Red XIII.- Juraría que solo nosotros advertimos su presencia.
— Sí.- Dijo Cloud.- Podria ser una trampa.
— ¿Qué hacemos?- Pregunté
— No bajéis la guardia.- Respondió Cloud.
Reactor de mako de Gongaga: Zona de carga y descarga.
No tardamos en llegar a la parte exterior del reactor, parecía totalmente diferente al reactor de Corel. Estaba llenísima de vegetación que se había quedado con el edificio y todo era verde.
— Joder, qué pasada.- Exclamó Barret.
— La tierra donde se encuentran los reactores siempre es miau rica en energía mako.- Dijo Cait Sith.
— ¿Y cómo se entra?- Pregunté.
De golpe, de un hueco aparecieron unos Ecos que se nos quedaron mirando fijamente.
— ¿Ecos? Aunque… estos son diferentes.- Dijo Red XIII.
— ¿Tu crees?- Preguntó Barret.
Miré fijamente al Eco que se había parado delante mío. Una bola reluciente brillaba en su capucha, no pude evitar acercarme un poco. De golpe vi a Sephiroth delante mio.
— Venga, comencemos.- Me dijo mirándome a mi y luego dirigiendo su mirada a Cloud para desaparecer en ese instante.
Los Ecos se dirigieron hacia abajo de las escaleras y yo me acerqué a ellas rápidamente.
— Por aquí…- Dije señalando las escaleras.
Bajamos a toda prisa las escaleras, mi cabeza me daba vuelcos, fuertes pero intentaba no centrarme en ello sino en seguir avanzando por los túneles. Teníamos que llegar cuanto antes a la parte interna del reactor para poder investigar.
— ¿Tenemos que nadar para cruzar?- Pregunté.
— No hay más remedio.- Me contestó Red XIII.
Nos metimos al agua y empezamos a nadar hasta el otro lado.
— ¡Prrr! ¡Demasiada agua para este pelaje!- Exclamó Cait Sith.
— Mira que nos está costando llegar hasta el Arma…- Mencionó Barret.
Conseguimos pasar al otro lado y tuvimos que enchufar varios generadores de luz para lograr avanzar y que las puertas se abrieran. Cuando subimos las escaleras vimos justo por donde teníamos que seguir un montón de Ecos, quietos, parecía que nos esperaban. Al vernos, se metieron en la zona y a mi me retumbó más la cabeza y volví a ver a Sephiroth. Miré a mi lado, como pude y me encontré con Cloud que parecía estar pasando lo mismo.
— Tal vez quieran guiarnos.- Dijo Red XIII.
— No hay tiempo que perder…- Mencioné.- Yo… tengo que ir…
— ¿Estás bien, Sil?- Me preguntó Barret.
— Sí, no te preocupes…- Asentí.- Solo quiero… investigar.
— Barret y… ¿qué prrrtendéis hacer cuando encontremos esa Arma?- Preguntó Cait Sith.
— Está claro: ¡unirnos a su lucha!- Exclamó Barret.
— ¿Contra quién, si no es miaucho prrrguntar?- Dijo Cait Sith.
— Contra Sephiroth.- Mencionó Barret.- Y, de paso, nos cargamos los reactores.
— Lo de los reactores, vale.- Agregó Cait Sith.- Pero Sephiroth lleva cinco años más tieso que la mojama.
— Sin embargo, sigue entre nosotros.- Dijo Cloud.
— Lo entenderás cuando nos enfrentemos a él.- Añadió Barret.
— ¡Prrr mis bigotes! Qué locurón de viaje…- Exclamó Cait Sith.
Finalmente entramos al pasillo final. La luz entraba desde el final del pasaje y como más nos acercábamos peor me encontraba, me empezaba a notar fuera de mí.
Reactor de mako de Gongaga: Núcleo.
Salimos al núcleo por fin y allí vimos una escena que me dejó totalmente en shock. Muchísimos Ecos, una cantidad bestial, rodeaban dando vueltas sobre el núcleo del reactor, arriba del mako.
— Prrrdiez…- Dijo Cait Sith.- ¿¡Qué ven mis ojos!?
— Mirad… El reactor ya no funciona, y el depósito está a rebosar…- Mencionó Barret.- ¡Lo sabía! ¡Sin reactores, el mako se recupera! ¡Destruirlos es lo correcto!
— No sé yo qué tiene que ver…- Agregó Cait Sith.
— Hay que darse prisa.- Mencionó Cloud.- El mako me está afectando.
Solo miraba el lago de mako y a los Ecos, fijamente, sin decir ni una sola palabra más. Barret se acercó a mí y me miró.
— Sil, tus ojos…- Me dijo Barret.- ¿También te está afectando el mako…?
— Tonterias…- Mencioné poniendo una mano en mi cabeza.- Estoy bien, a mi esto no me afecta.
En ese momento escuchamos un montón de ruido provenir de la parte de arriba del reactor y al mirar al cielo vimos una nave gigantesca.
— Re-re-re…¡Relnikaaa!- Exclamó Cait Sith.
— ¡Mierda, viene Shinra!- Exclamó Barret para dirigir su mirada a Cait Sith.- Como les hayas avisado tú…
— ¡No, no, no!- Exclamó Cait Sith.- ¡Yo no he dicho ni miau!
En ese momento de la nave se desprendió algo que cayó en uno de los lados del núcleo y de la nave saltaban centinelas. Nos movimos de zona para poder ver las cosas con más claridad y al mirar hacia arriba vimos a Escarlata, que estaba en la nave.
— ¡Escarlata!- Exclamó Barret.
Escarlata nos tiró varios monstruos extraños, mutaciones para intentar aniquilarnos.
— ¡Matadlos de una vez y ganaos el sueldo! ¡Quiero recuperar la materia magna hoy, no mañana!- Exclamó Escarlata desde allí arriba.
— No sabes lo que me cabrea que se metan en nuestros planes.- Mencioné rápidamente atacando a los monstruos sin un poco de piedad.- Muerto, muerto…
— ¿¡Por qué tardáis tanto!?- Volvió a hablar Escarlata hacia sus subditos.- Si no servís para combatir, os voy a usar de reposapiés. Sois como cucarachas… Cuesta aplastaros. Pero confío en que lo logre la última abominación de Hojo.
Escarlata nos tiró un monstruo enorme, horriblemente feo. No nos quedaba otra que luchar aún más. Empezamos a atacarlo de la mejor manera posible, luchando todos juntos. Hasta que de golpe un aire de mako vino hacia nosotros y vi como Cloud perdia la consciencia por un momento. El bicho aprovechó la situación para atacarle y aunque Cloud se intentó proteger con su arma, salió disparado hacia arriba, pasando a la siguiente plataforma. El bicho le seguía, iba a por él.
Miré fijamente la situación y una risa salió de mi.
— ¡Déjale, bicharraco!- Exclamó Barret apuntando al monstruo y apartándolo.
Fuimos hacia Cloud y él se levantó del suelo como podía.
— ¿Estás bien?- Le preguntó Red XIII a Cloud.
— Sí.- Respondió él.
— Qué asco de gas, joder.- Expresó Barret.
Volvimos a atacar al monstruo. No podía evitar mantener una sonrisa en mi cara, una energía extraña brotaba de mi y me sentía más fuerte. Me acerqué corriendo al monstruo y le clavé en su boca mi espada, atravesándolo hasta abajo de su cuerpo y con mi misma espada lo levanté, tirándolo al mako.
— Vuelve de donde vienes.- Mencioné.
Un humo de mako vino con aún más fuerza hacia nosotros y a Cloud le sentó fatal que tuvo que retirarse un momento. Yo me quedé mirando fijamente a los Ecos mientras los demás iban a mirar el estado de Cloud. En ese momento un Eco vino hacia mi, convirtiendose en Sephiroth.
— Estás siendo una buena chica.
Sephiroth puso una mano en mi cabeza, acariciándome el pelo y aunque por un momento me quedé pasmada reaccioné, sacando mi espada. Intenté pegar un espadazo a Sephiroth pero desapareció, volviendo a convertirse en un Eco y yendo rápidamente hacia Cloud. Cloud se puso una mano en la cabeza y fui hacia él.
— ¿Estás bien?- Le pregunté.
— Sí…- Dijo él a duras penas.
Justo en este instante un robot gigante salió de la nave y se acercó a nosotros. Lo miramos y allí se encontraba Escarlata, pilotandolo. Me puse delante de Cloud, para protegerlo.
— Qué pena, me estaba divirtiendo.- Dijo Escarlata.- Pero no quiero hacer esperar a la materia magna.
Escarlata nos apuntó con su rayo, cargando el poder para dispararnos.
— Hasta nunca.- Mencionó.
Rápidamente usé mi materia de barrera con los tres y el rayo se desvió. Barret empezó a disparar y yo miré al fondo viendo a Aeris, Yuffie y Tifa.
— ¡Tifa!- Exclamé.
— ¿Cómo vais?- Nos preguntó Tifa.
— ¿¡A ti qué te parece!?- Exclamó Barret.
Cloud cada vez estaba más débil, con una mano en su cara y más cerca del suelo.
— ¡Cloud!- Exclamó Aeris.
— ¡Patético!- Dijo Escarlata entre risas.
Barret agarró a Cloud en brazos rápidamente, Escarlata veía su debilidad e iba a por él. En ese momento el robot de Escarlata tembló.
— ¿¡Cómo!?- Exclamó ella.
Yuffie había aprovechado y había saltado encima del robot yendo hacia el otro lado para distraerla.
— ¡No me digas que te has olvidado de mí!- Exclamó Yuffie señalando a Escarlata.- Se-ño-ra.
— Si quieres pelea, aquí estamos.- Dijo Tifa con una sonrisa.- ¿Te atreves con nosotras?
Escarlata fue rápidamente hacia ellas y Aeris nos dio la señal para salir de allí. Llevamos a Cloud a un lugar más apartado y nos encargamos de que se sentara, para cuidar de él. Le curé con una materia de curación para ver si eso ayudaba a que se sintiera algo mejor y parecía que iba bien, que funcionaba.
Parecía que Escarlata quería dejar de luchar y se puso en la grúa del reactor para intentar atrapar al Arma.
— ¡No!- Exclamé.
En ese instante, cuando me fijé mejor en la grúa vi que Tifa colgaba de ella, enganchada de ella con una pistola de gancho. Cloud rápidamente miró la situación y fue corriendo hacia allí.
— ¡Cloud!- Exclamé yo yendo siguiendo a Cloud hacia dónde se dirigía.
Sil, demuestra tu verdadero poder. Tu verdadero tu.
Un dolor de cabeza exponencial me pegó fuerte, me dolía, me quemaba, pero no iba a dejar solo a Cloud. Tenía que protegerlo. Cuando le alcancé y lo miré, vi perfectamente a otro Cloud. Él atacaba a todos los centinelas que intentaban proteger la zona con un estilo de lucha que no era propio de él. La sonrisa que tenía en la cara, no lo había visto antes.
— ¡Cloud!- Exclamé.- ¡Despierta!
Él me miró mientras que se acercaba a un último centinela que estaba medio muerto en el suelo y me sonrió.
— Sil, este es nuestro destino.- Me dijo mirándome fijamente.- El despertar, está cerca. Podremos estar juntos para siempre…
Cloud le clavó la espada al centinela de la misma manera de la que lo hacía yo, sin ánima, sin dolor. Mi cuerpo se erizó en ese momento, me vi reflejada en él. No entendía qué estaba pasando.
Tú. Tú eres así. Recuerdalo.
Un dolor muy intenso en la cabeza me volvió a pegar y casi me caigo, me tuve que agarrar fuerte a un escombro para no caer. En ese momento vino Tifa, algo asustada.
— ¡Cloud, ya basta!- Exclamó Tifa yendo hacia él.
Sephiroth volvió a aparecer en la escena. Lo miré como podía. Solo podiamos verlo él y yo.
— Cloud, lo estás haciendo bien así que no te dejes engañar. No tiene la cicatriz. ¿Acaso es la verdadera Tifa? Lo único… que tienes que hacer… es seguir al lado de Sil. Ella te guiará a la verdad…
Yo… lo guiaré a la verdad.
Sephiroth desapareció en ese momento y Cloud miró fijamente a Tifa. No era su mirada de nuevo, era… una mirada parecida a la mia.
Mi verdadero yo..
— No eres la verdadera Tifa.- Dijo Cloud mirando fijamente a Tifa.
— ¿Otra vez con lo mismo? Ya te enseñé la cicatriz.- Respondió Tifa.
— No la tenias.- Mencionó él.
Los ecos en ese momento desaparecieron, parecía que el curso del destino volvía a ir correctamente. No me podía mover, mis piernas me fallaban, casi no podía mirar la situación, no podía ayudarlos.
Es inútil…
Tifa se levantó el top una vez más y allí había una clara cicatriz. Parecía que Cloud no la veía y la voz no me salía. Tifa me miró con la mirada, muy preocupada pero vio perfectamente mi estado.
— Jénova era capaz de engañar a la gente, haciéndose pasar por quienes temían o amaban…- Dijo de golpe Cloud.
Cloud agarró fuerte la espada y se dirigió hacia Tifa.
— ¡Cloud!- Exclamó Tifa.- ¡Sil, por favor, ayudame!
Tifa… soy una mala amiga… Solo te hago daño. En todos los cuerpos, de todas las formas.
Tifa llegó al borde, un paso en falso hacia atrás y se caía al mako.
— Tú no me engañas.- Exclamó Cloud yendo hacia ella rápidamente e intentando atacarla.
En ese momento mi corazón ganó a mi cabeza y mis piernas se descongelaron. Ya volvia en mi aunque fue tarde. Tifa tuvo que tirar tan para atras para que el arma de Cloud no la alcanzara que su destino era el mako.
— ¡TIFA!- Exclamé yo rápidamente yendo hacia allí.
Tifa se había caído al mako y sin dudarlo ni un segundo me tiré también. Tenía que salvarla, debía hacerlo.
Todo esto era mi culpa.
El Arma salió de golpe, tragándose a Tifa y llevándome a mi hacia el fondo del mako.
……..
….
— Sé que no te caigo bien, pero por favor, protege a Tifa.
La Arma me miró a los ojos y rugió. No se ni como me creyó pero me entendió y me dejó acceder a su control, el control de la materia magna. Había estado viendo mis acciones en la superficie. Hacía mucho tiempo que no volvía a casa. Era extraño estar aquí una vez más.
Me encontraba nadando en el mako, me conocía perfectamente todo el camino que íbamos a vivir. Los recuerdos de Tifa, sus miedos iban a activarse. Durante todo el camino, iba a protegerla, iba a estar a su lado. Me puse al lado de la materia magna y allí dentro se encontraba Tifa, resguardada. En unos pocos minutos ella abrió los ojos.
— ¿Eh?- Dijo Tifa mirando fijamente donde se encontraba.- La Arma.
— Bienvenida, Tifa.- Le dije con una sonrisa desde fuera.- Bienvenida a la corriente vital…
— ¿¡Sil!?- Exclamó ella.- ¿Pero, cómo?
— Va a ser una larga travesía, pero prometo que haré lo posible para que sea tranquila.- Expliqué.- Esta casa, no es solo mía, sabes.
— ¿Esta casa…? ¿Tuya…?- Me preguntó ella.
Los Ecos blancos nos acompañaban dándonos una agradable compañía, protectores del planeta, junto a las Armas. Todo parecía más seguro así. Pero sabía que no estábamos solas. Los Ecos negros iban a impedir nuestro paso por la corriente vital.
— Los Ecos… ¿se están peleando?- Preguntó de nuevo Tifa al ver la situación.
— Tenemos que hacernos paso.- Respondí.- Actualmente, parece que esto se ha vuelto inseguro. El mal nos acecha.
Los Ecos negros se dispersaron y por fin nos pudimos adelantar a los recuerdos de Tifa.
— Bienvenida a tus recuerdos, Tifa.- Sonreí.- Empezamos por donde tu quieras.
Tifa señaló una casa que había allí y ordené al Arma que se acercara. Los recuerdos de la infancia de Tifa empezaron a generarse en la corriente vital.
— ¡Voy a ir a buscar a mi madre!- Exclamaba la Tifa pequeñita.
— ¡Vale! Voy contigo.- Expresó un niño que estaba con ella.
— Yo también voy.- Dijo otro niño.- ¡Vamos todos al monte Nibel!
— Vale… Gracias.- Dijo Tifa pequeñita.
— Eh, mirad… Hasta Cloud se apunta.- Dijo un niño señalando al pequeño Cloud que estaba unos metros más atrás.
— ¿Eh?- Preguntó el pequeño Cloud.
— ¿Cloud?- Preguntó la pequeña Tifa. Cloud se quedó quieto.
— Tifa, vamos.- Le dijo uno de los niños.
— ¿Estoy… muriéndome?- Me preguntó Tifa.
— No.- Expliqué.- Tenemos que revivir tu pasado para poder sacarte de aquí. No te preocupes, no voy a dejarte sola…. ¿Dónde vamos ahora?
Tifa me señaló lo que parecía una torre de agua y le ordené al Arma que fuera hacia allí. Poco a poco nos acercamos para volvernos a meter de lleno en sus recuerdos una vez más. Allí se encontraban la Tifa pequeñita junto con el Cloud pequeño, sentados en la torre.
— Pues… prométeme una cosa.- Dijo la Tifa pequeñita.- Cuando seamos mayores y tú seas Soldado, si me meto en apuros y no sé qué hacer… prométeme que vendrás a ayudarme.
— ¿Qué?- Exclamó el Cloud pequeñito, confundido.
— En eso consiste ser un héroe: ¡en ayudar a los demás!- Dijo la Tifa pequeñita.- ¿Porfi? Aunque sea una vez.
— Sil… ¿Estás tú también viéndolos?- Me preguntó.
— Sí…- Le sonreí.- No estas sola.
Indiqué al Arma que se acercara al último sitio que de momento había disponible. Un gran puente colgante. La pequeña Tifa corría por el puente y el pequeño de Cloud intentaba pararla.
— Tifa, es peligroso.- Dijo el pequeño Cloud.- Tifa, vamos a dar la vuelta. Tu madre no está en el monte…
— No… No sé si estoy entendiendo algo.- Me dijo Tifa.
Seguimos avanzando junto con la Arma, los Ecos intentaban detenernos pero los aparté rápidamente con la espada. Un grupo de Ecos negros empezaron a dar vueltas sobre un punto y allí apareció Sephiroth.
— ¡Sephiroth!- Exclamó Tifa.
— Bienvenida de vuelta a casa, Sil.- Me dijo Sephiroth mirándome fijamente a los ojos.
— Ni te atrevas.- Le dije mirándolo fijamente.
— ¿Es esta tu voluntad?- Me preguntó Sephiroth.
— Sí.- Expresé.
— Pero no tu destino.- Añadió Sephiroth.- Y si no es tu destino… hay que borrarlo.
Sephiroth rápidamente cargó contra mí y yo lo frené con mi espada, tirándolo hacia atrás.
— ¡Sil!- Exclamó Tifa.
— Te sacaré de aquí.- Exclamé yo.
�� ¡Pero, Sil, no puedes quedarte aquí!- Me dijo Tifa.- Tienes que volver conmigo.
— No tardaré.
Miré fijamente al Arma y le ordené que por favor sacara a Tifa de la corriente vital y la volviera a llevar a la superficie. La Arma asintió y aunque Sephiroth intentó atacarla se llevó exitosamente a Tifa.
En ese momento Sephiroth vino rápidamente hacia mí y me agarró fuerte de los brazos, dejándolos inmóviles.
— No la lies.- Me dijo Sephiroth mirándome fijamente.- Tienes que seguir por el mismo camino, el camino del destino.
En ese instante Sephiroth me puso su mano en el mentón y me miró fijamente a los ojos.
— Sil. No ha llegado la hora, pero cuando llegue, sabrás cuál es tu verdadera voluntad. Nuestra voluntad. Sigue siendo una buena chica.
Desaparecí. Desaparecí una vez más. Todo se volvió negro a mi alrededor.
Aldea de Gongaga: Casa de Cissnei.
Empecé a escuchar la voz de Tifa y de Cloud hablar. No tenía fuerzas para abrir los ojos.
¿Qué me había pasado?
— ¿Recuerdas aquello de que los difuntos… parten cruzando el monte Nibel?- Dijo Tifa.
— Sí.- Dijo Cloud.- Nos contaban eso a los niños para que no nos acercáramos allí. Y tú te lo creíste.
— Qué va. No del todo.- Añadió Tifa.- Pero… quería que fuera cierto. Tenía tantas ganas de ver a mi madre… Emilio y los demás me alentaron… Subimos juntos.
— Pero te dejaron allí y regresaron.- Mencionó Cloud.
— Eso creo…- Dijo Tifa.
— ¿Es que no te acuerdas?- Preguntó Cloud.
— A medio camino, me caí por la ladera y me golpeé la cabeza.- Explicó Tifa.- No recuerdo bien los seis meses después de aquello. Solo sé lo que me contaron después… Algo me suena, pero no todo.
— ¿Qué te dijeron?- Preguntó de nuevo Cloud.
— Que tú me metiste la idea en la cabeza.- Explicó Tifa.
En ese momento las fuerzas salieron de mi y abrí los ojos.
— Pero no fue así, ¿no?- Dije yo.- Cloud… te salvó.
Cloud, al escuchar mi voz, vino hacia donde estaba yo y me miró.
— ¿Cómo lo sabes…?- Me preguntó Cloud, totalmente sorprendido.
— Sil…- Dijo Tifa levantándose de la cama y yendo hacia mi lado.- Gracias… por salvarme.
— ¿Eh?- Pregunté confundida por su expresión.
— ¿Sil? Es que, ¿no te acuerdas…?- Me preguntó Tifa.
— Me tiré al mako para intentarlo pero…- Cerré los ojos.- No recuerdo nada más.
— Pero… acabas de contar la verdad de mi pasado…- Dijo Tifa.- Es imposible que no te acuerdes…
— ¿Lo he hecho?- Me pregunté. Me estaba volviendo loca.
— Sil…- Tifa me agarró la mano, muy fuerte.
— ¿Qué nos pasa…?- Preguntó Cloud.- Yo… he perdido la consciencia. Te he tirado al mako Tifa… y como consecuencia, Sil se ha tirado también. A veces ni me reconozco. No recuerdo aquello que debería recordar. Sé cosas sin saber por qué.
— Me pasa también…- Mencioné intentando abrir un poco los ojos.
— Ya no sé quién es mi verdadero yo.- Explicó Cloud.
— ¿Quién soy?- Me pregunté.- Esa pregunta… me la hago recurrentemente.
Tifa me miró fijamente, como dudando de si hablar o no hablar.
— Dicen que los Soldados sufren un deterioro acelerado.- Dijo Cloud.- Pero para mi, tiene sentido, pero Sil…
— Hay muchas cosas que no sé. Espero seguir descubriéndolo, poco a poco…- Expresé.
— Aún así, Sil. Muchísimas gracias. Te debo la vida.
Tifa me abrazó fuerte y yo la abracé también. No entendía qué había pasado pero me alegraba que, aunque hubiera pasado lo que hubiera pasado en el mako, había salvado la vida de Tifa.
En ese momento escuchamos la puerta y de golpe se abrió. Yuffie y Cait Sith cayeron al suelo. Tifa fue hacia ellos y les sonrió.
— ¿Estabais preocupados por nosotras?- Preguntó Tifa.
— Una chispita, ¿quizá?- Dijo Cait Sith.
— Ains… ¡Nos vemos!- Exclamó Yuffie.
Me senté en el bordillo de la cama y miré a Cloud a los ojos. No sabía porqué pero mi corazón empezó a ir muy rápido. Parecía que él lo noto porque se acercó a mí y me abrazó.
— Siento haberte puesto en peligro, de verdad.- Dijo Cloud.
— No ha sido tu culpa.- Le miré a los ojos.- No te preocupes más, ¿si?
En ese momento Aeris se acercó a la puerta y se llevó a Tifa de allí, cerrándonos la puerta.
— Oye, Cloud… ¿Cómo ves mis ojos?- Le pregunté.
— ¿Eh? ¿Tus ojos…?- Cloud me miró fijamente a los ojos.- Vaya… fluctúa mako en ellos…
— Creo que… cuando aparece Sephiroth… me pasa esto.- Dije.- Es extraño. ¿Qué conexión hay?
— Tenemos que perseguirle para descubrir nuestra verdad.- Me dijo Cloud.- Aun que… Te quedan muy bien estos ojos también.
Me sonrojé un poco y lo miré fijamente a los ojos también. Él me acercó a él y me levantó el mentón, besándome. Las mariposas de mi estómago volvieron a revolotear. Me sentía tan atraída a él. Nos separamos lentamente y me levanté. Era momento de volver con los demás.
Salimos de la habitación y vimos a todos, hablando con Tifa quien estaba en el sofá.
— Resumiendo.- Dijo Barret.- En la corriente vital, el planeta está luchando contra unos Ecos negros. ¿Y dices que esos Ecos están de parte de Sephiroth?
— Sí.- Dijo Tifa.- Al menos, eso me pareció a mí.
— ¿Quién crees que va ganando?- Le preguntó Aeris.
— El planeta. La corriente vital.- Respondió Tifa.- Creo.
— ¿Eso has visto?- Le pregunté.- Y… ¿estaba yo allí?
— Sí. Has estado conmigo todo el rato, Sil.- Me dijo ella.- Tu también lo has presenciado.
— Vaya…- Dije poniéndome una mano en la mejilla, pensando.
— Ahora mismo, mientras hablamos, el planeta sangra por su lucha.- Dijo Barret.- ¡Ya oigo sus gritos de dolor! Intenta defenderse del malnacido de Sephiroth, que es más bestia que hombre. Tenemos que ayudar al planeta, ser su brazo derecho, ¡luchar a su lado! ¿¡Sí o sí!?
— Sí, por supuesto.- Mencionó Aeris con una sonrisa.
— Siento interrumpir una conversación tan acalorada.- Dijo Cissnei.- Si os interesan esos temas, sé de un lugar donde están a la orden del día.
— Cañón Cosmo, supongo.- Dijo Red XIII.
— ¡La cuna de la astrobiología! No sabía que estuviera cerca de aquí.- Mencionó Barret.
— ¿Ahí tienen materias?- Preguntó Yuffie.- Si tienen materias, ¡me apunto! De cabeza.
— Desde tiempos inmemoriales, se ha recogido allí todo el saber del planeta. ¿Cómo iban a tener?- Dijo Red XIII.
— ¡Decidido! ¡Allá que voy!- Exclamó Yuffie acariciando a Red XIII.
— Red te veo contento.- Mencionó Tifa.
— Es que crecí allí.- Dijo Red XIII.
— ¡No se hable más! ¡Rumbo a la meca de la astrobiología!- Exclamó Barret.
— Si vais a Cañón Cosmo, os recomiendo hacer un alto en el camino.- Dijo Cissnei.- Cerca de aquí hay un aeródromo donde podréis contratar a un piloto independiente que os lleve. Salid por el lado sur de la aldea y todo recto. Y otra cosa más.
Cissnei abrió la puerta de la casa y un chocobo de color verde asomo su carita.
— ¡Ai que mono!- Exclamé.
— Este pequeñín se llama Fango.- Mencionó Cissnei.- Creo que os ha cogido mucho cariño. Si queréis, os lo podéis llevar.
— ¿Habéis estado con él antes?- Pregunté mirando a Tifa y a Aeris.
— Hemos ido con él al reactor.- Respondió Aeris.- Es una monada.
— No sé cómo agradecerte tanta ayuda.- Dijo Tifa acercandose a Cissnei con una pistola de gancho en la mano y devolviendosela.
— No es nada.- Respondió ella.- Si necesitáis algo más para el viaje, la aldea está a vuestra disposición.
Todo el grupo salió de casa de Cissnei y yo me acerqué a ella.
— Me ha hecho muy feliz volver a verte, Sil.- Me dijo Cissnei.- ¿Estás mejor…?
— Sí, tengo energía.- Sonreí.- Muchas gracias por todo… Espero que nos podamos ver pronto otra vez.
— Ahora que sé que estás viva, espero que vengas a visitarme más seguido.- Dijo ella.
— Te lo prometo.- Sonreí y me despedí de ella.
Salí de la casa y me junté con mi grupo y salimos de la aldea de Gongaga para dirigirnos al aeródromo.
— Oye, ¿quiénes son los pilotos independientes?- Preguntó Yuffie.
— Desde la caída de la República, el espacio aéreo prrrtence a Shinra.- Explico Cait Sith.
— Ellos controlan quién vuela y quién no.- Mencionó Barret.- Solo los pájaros se libran de pedir permiso.
— Pero los pilotos independientes vuelan prrr donde quieren…- Añadió Cait Sith.
— "Ni que el cielo tuviera dueño."- Dijo Barret.- "Que le den por saco a Shinra." Seguro que gritan cosas así al despegar.
— ¡Pues qué guay!- Exclamó Yuffie.
Aeródromo de Gongaga.
Nos montamos a lomos de nuestro nuevo grupo de chocobos y fuimos rápidamente hacia lo que parecía la entrada del aeródromo.
— Creo que hemos llegado al aeródromo… ¿no?- Preguntó Tifa.
— No parece demasiado nuevo.- Dije yo mirando fijamente el cartel.
— Está lleno de agujeros…- Mencionó Aeris.
— Pero… ¿cómo va a aterrizar algo aquí? ¿O despegar?- Preguntó Cait Sith.
— ¿Hemos venido hasta aquí para nada?- Preguntó Yuffie.
— Anda, ¿y eso?- Preguntó Aeris señalando una especie de cabina.
— Parece una cabina telefónica de la República. ¡A ver qué me da en la naricilla!- Exclamó Cait Sith.
Nos acercamos a la cabina y tenia un cartel con un mensaje escrito en él.
— "Manden una señal de humo si me necesitan - Aerolíneas Potrillo"- Leí.
— ¿Qué señal de humo?- Preguntó Cloud.
— ¿Alguna pista?- Preguntó Aeris al ver que Cloud miraba fijamente la cabina.
— Tenemos que mandar una señal de humo.- Dijo Cloud.
— ¿El qué?- Preguntó Aeris.
— ¿Eso como se hace?- Pregunté yo.
— Anda, ¿no sabéis lo que es?- Exclamó Yuffie.- ¡Mira qué señoritas! ¡Dejádmelo a mí!
Yuffie hizo rápidamente una fogata en donde estábamos y el humo empezó a ir hacia arriba creando una señal. Nos quedamos todos allí, alrededor de esta a esperar.
— Me da a mi que no aparece.- Dije.
— ¡Menos mal que me sé un truco!- Añadió Yuffie.- ¡Eooo! ¡Ven, avioncito! ¡Ven, ven, ven aquííí! ¡Ah!
Yuffie señaló al cielo y allí lo vimos, un avión viniendo hacia nuestra dirección.
— No me lo puedo creer.- Dije riéndome un poco.
— ¡Ha funcionado!- Exclamó Barret.
— ¿Habéis visto? ¡Soy la mejor!- Mencionó Yuffie.- ¡Por aquí!
La pequeña avioneta se puso enfrente nuestro y paró.
— Felinástico.- Dijo Cait Sith.
La puerta de la avioneta se abrió y de esta salió un hombre rubio, con unas gafas en la cabeza.
— Cuántas caras nuevas.- Dijo el piloto.
— Queremos ir a Cañón Cosmo.- Mencionó Red XIII.
— ¡Ostras, el perro habla! ¿Tiene algún mecanismo? - Exclamó el piloto mirándonos a todos.- Ah, perdón… Si es que en este trabajo ve uno de todo. Tenemos overbooking. Aunque a mí eso me da igual. ¡Con el seguro de viaje, os sale por 1000 guiles!
Cloud le dio el dinero al contado.
— ¡A vuestro servicio! ¡Seguid mis indicaciones, que hay que distribuir el peso!- Mencionó el piloto.
Montamos en la avioneta y el piloto nos distribuyó a todos como pudo para equilibrar bien el peso. A mi me tocó sentada en un asiento.
— ¡Agarraos bien! ¡Si os caéis, no pienso intentar pescaros!- Dijo el piloto.
— ¡A volaaar!- Exclamó Yuffie.
El piloto arrancó el cacharro poniéndolo a máxima velocidad y poco a poco empezó a ascender por el cielo.
— ¡Estamos volando!- Exclamó Yuffie de nuevo.
— ¡Pues claro! ¿¡Quién te crees que soy, chavala!?- Dijo el piloto.
— Ni idea.- Dijo Yuffie.- ¿Quién eres?
— El fundador de Aerolíneas Potrillo… ¡El inigualable piloto Cid Highwind! ¡Para serviros!
Salimos disparados por el aire, en el avión dirección Cañon Cosmo. Habían sido unas horas intensas en Gongaga, muy intensas pero eso no me iba a frenar a seguir descubriendo aún más cosas. Era mi momento.
-
Esto es una adaptación de la obra original FINAL FANTASY VII (SQUARE ENIX©) sin fines de lucro. Solo tiene fines lúdicos y de comunidad. Prohibida la copia de la adaptación igual que la extracción de personajes propios sin autorización.
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A de atreverse
Encontrar el camino hacia la inspiración a veces es como perderse en un mapa de callejones estrechos y angulosos, que no sabes bien a dónde te llevarán. Caminos repletos de escaleras angostas y temerarias, sinuosas curvas y desniveles que pueden marear a quien se atreve a transitarlas. Caminos sin un final feliz. Puertas cerradas. Un laberinto fulgurante, una pieza que no encaja. Una búsqueda constante. Un desenlace inesperado.
Otras veces el camino es más corto, la respuesta más rápida, la solución más sencilla. Un dicho y hecho allanan el trayecto, lo consolida. Pone fin a la travesía de incertidumbre y prepara las alas para volar.
Así se forjó mi viaje a China. Una conversación en Toulouse puso rumbo a la que sería la nueva encrucijada viajera sin más pistas que la de un despegue con destino a Beijing en marzo de 2010. A 20.000 pies de altura, el vértigo no existe, se difumina entre las espesas nubes que se desvanecen al surcar un paisaje efímero y tranquilizador, sabiendo que otro mundo espera nuestra llegada. La vida cambia cuando tenemos el valor de enfrentarnos a ella. Solo un paso marca la diferencia.
Caprichoso es el destino que nos revela su verdadera cara cuando somos nosotros quienes de veras lo cambiamos. Objetivo fijo, marcha firme y cabeza erguida son tres de los ingredientes principales de cada nueva estación. Nos dijeron que eran cuatro, pero somos muchas más. Vivimos veranos que duran seis meses e inviernos que parecen no acabar, primaveras que duran horas y otoños que se extienden, lo que dura un suspiro.
Aquel viaje de un mes no ha terminado todavía, aunque tuvo fecha de caducidad. Un efecto mariposa literal, un terremoto emocional, piel de gallina y cosquilleos en la barriga, metamorfosis personal. Viajar por China es ser astronauta por un tiempo. Es sentirse explorador, misionero y jefe de expedición. Es ponerse una escafandra protectora y un traje “especial”. Transitar por lugares extraños llenos de una personalidad hasta ahora desconocida aparentemente supone un éxtasis sensorial. Rodeado de una belleza rasgada y oriental, sentirse perdido es una ventaja. Una primera posición, una batalla ganada. Saber que cada decisión será una apuesta segura, portal de inesperados encuentros e inusuales hallazgos a pecho descubierto. La razón cede el paso a la emoción. Enfrentarse a lo absurdo es la nueva norma y la fe es ahora la intuición. Viajar con la boca abierta y el corazón hinchado.
Recorrer el país de norte a sur y de sur a norte fue una experiencia arrolladora. Descubrir civilizaciones milenarias, paisajes pintados al óleo, montañas mágicas y selvas de asfalto pusieron el tono a esta sinfonía asiática cuyo final estaba todavía por componer. Como cuando el público insiste en que continúe la fiesta, un inesperado acontecimiento puso la nota final. Islandia y su estimado volcán abrían una nueva puerta. Una erupción sin precedentes tuvo como consecuencia un estrepitoso efecto colateral, poniendo en marcha de nuevo el efecto dominó que es la vida. De repente comenzaron a caer de nuevo todas las piezas. A reconectarlo todo.
El 14 de abril de 2010 supuso un cambio de rumbo sin fecha fija, recalculando ruta según pasaban los días. El destino abría sus finitas puertas para desconcierto de quién supiera escoger con valentía y bravura. Pronto las señales comenzaron a llegar, nuevas propuestas desplegaban de nuevo un inmenso mapa de posibilidades en este juego del azar. Una nueva partida. Un turno nuevo para mover ficha. Con la mochila a las espaldas y un sentimiento de ligereza interior, aceptar se convirtió en la única salida. Y es que el camino siempre es hacia delante. Otra puerta, otra más.
3 años estuve caminando por aquel sueño que fue China. Una fábula donde fui el héroe, pero también el villano, el sabio y el mendrugo, el filósofo y el insensato. Un quijote desorientado frente a unos molinos que llegaban hasta el cielo y se perdían entre la contaminación, donde no llegaba el aire.
Cruda y amable a la vez, la ciudad de Shanghái fue morada durante todos estos días, que a veces fueron años y que otras desaparecían al pestañear. Escuela para recién llegados, maestra de la inmortalidad. Una montaña rusa de emociones, de vivencias y creencias, una gran muralla china que atravesar con sus múltiples facetas, sus caminos destartalados y también sus atalayas, desde donde la vista permitía a uno vislumbrar el camino por el que avanzar. ¿Qué importa el tiempo si lo importante es llegar? El tiempo somos nosotros y nada más.
Aquella vida quedó atrás hace años, pero no las herramientas para seguir abriendo, derribando y esquivando puertas. A veces con más acierto que otras, descifrando que queda mucho por descifrar, que caminos hay muchos y siempre nos sorprende un nuevo volcán, que hay quienes viven cien años sin haber visto nunca el mar.
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El final de mi hilo rojo
Solía creer que un hilo invisible nos unía, de aquellos meñiques que recuerdo alguna vez ver entrelazados, ese pequeño hilo que simbolizaba todo el amor que teníamos el uno por el otro, aquel que nos mantenía cerca sin importar la dirección que tomara nuestra vida.
Aún puedo sentir esa confianza de que así eligiéramos direcciones totalmente paralelas siempre existiría ese hilo que marcaba el camino a casa, ese que ambos nos sabíamos de memoria puesto que cada que encontrábamos un obstáculo en el trayecto regresábamos a nuestro hogar.
Jamás habría imaginado que llegaría el día en el que ese obstáculo estaría en nuestro camino y que a ambos se nos olvidaría crear una ruta de emergencia, ahora ya me encuentro varada, divagando, sin aquel plan de contingencia, sin tener un lugar de destino, sin encontrar un nuevo hogar e incluso sin querer buscarlo.
Lo único que me ha quedado es un viejo mapa con rutas que ya no existen y caminos que se han derrumbado además de una brújula rota que parece solo apuntar al sur; sin embargo, siempre será un alivio no ser la única que sigue anhelando volver.
Sigo agradeciendo todo lo que me enseñaste a lo largo del sendero, porque sé que sin ti nunca habría podido llegar hasta aquí y si no hubieras sido tú el que me enseñara a leer las estrellas jamás hubiera descubierto que la brújula trataba de engañarme. Aunque tal vez solo sigo siendo yo la que aún se niega a avanzar sin ti, es difícil continuar sin el guía del recorrido aunque ahora entiendo que todo este tiempo solo estuviste preparándome para la verdadera travesía que me tocaba recorrer sola.
No te culpo por tener un destino diferente, ni a mí por hacer de ti mi camino, es solo que ahora que te has ido solo veo el pasar del tiempo, quedándome tan inmóvil como el suelo al que me aferro, aunque ni el parece tan estático como lo estoy yo; desde aquí abajo puedo ver la hierba crecer, las flores nacer y las hojas caer, veo como el viento mueve los pétalos de cada rosa que cada vez parecen más y más frágiles, de no ser porque logro sentir sus espinas juraría que la más leve brisa sería capaz de arrazar con todas y cada una de ellas.
Ahora me siento así, como una rosa sin espinas, débil y vulnerable ante un mundo lleno de huracanes. Lamento que todas mis espinas se hayan quedado clavadas en tu piel, la verdad es que aún no sé para quién resulto peor.
Sigo esperando ese momento en el que por fin encuentre las fuerzas para seguir o en su defecto ser tragada por tal huracán, ¿será cierto que ahí es donde se encuentra la calma? Espero algún día descubrirlo y por fin encontrar ese nuevo destino, el nuevo lugar que me corresponde, que aunque sea muy lejano a ti yo aun logro sentir un pequeño nudo al final de mi dedo que me sigue gritando que no importa el tiempo o la distancia, siempre serás mi hogar incluso cuando ya no pueda regresar a ti.
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༊* 「 AFRA SARAÇOĞLU . 23, ELLA/LA 」⠀MARTINA EVCEN forma parte de inusual paisaje de Real del Valle, el viento silba con su voz desde hace tres días. En esta dimensión puedes encontrarle en LA PRIMAVERA, y su temperamento es leal & perezoso. Le gusta armonizar las noches tranquilas con karma de taylor swift. Quienes le conocen cuenta que su presencia les recuerda a; aroma de esmalte de uñas, chaquetas denim gastadas, el timbre de la bicicleta & chocolatada con aroma a vodka.
☾✶ · 𝖘𝖔𝖑𝖎𝖈𝖎𝖙𝖚𝖉 𝖆𝖕𝖗𝖔𝖇𝖆𝖉𝖆⠀.⠀¡ PETUNIA ! Gracias por seguir los pasos & ser parte de este proyecto. Se te conceden 48 hrs para el envio de la cuenta de MARTINA. Y recuerda pasar por tu canasta de bienvenida al ayuntamiento. 🦋
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PARTE DOS: BIOGRAFÍA.
criada al sur de américa, de familia inmigrante turca en el área avícola & agricultura, en el rico paisaje sudamericano. siendo la única mujer de siete hijos, la hizo una muchacha despreocupada & perezosa, tosca por el trato con los demás varones pero siempre en familia.
un poco ignorada, junto a no ser adjudicada mucho trabajo ( & cuando lo era lo hacia bien ) terminaba perdiéndose en tiempo & espacio. raspaba para pasar la escuela, repitió un par de años por lo floja que le daba todo el sistema.
sin universidad a la vista por sus pésimas notas, acompañaba a sus hermanos o escuchaba sus travesías, siendo una de estas La Primavera en Real del Valle. Paraje parece ideal ahora que sus hermanos comienzan a casarse & ella comienza a ser todo menos ignorada, decide correr de las expectativas paternas.
Es recomendada por su hermano mayor en el rancho además de una casa que dejó alquilando con gallinas & demás aves que cuidar o vender, de los cuales podría vivir bien.
PARTE TRES: ALMANAQUE.
tablero de pinterest.
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URUGUAY
Pablo Deluca
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LA EMIGRACIÓN CANARIA A URUGUAY.
Durante el reinado del monarca español Carlos II “el hechizado”, llamado así por su lamentable estado físico enfermizo, se llevó a cabo el denominado “Tributo de sangre” mediante Real Cédula de 1678 y que duraría un siglo, aplicable a los diversos territorios coloniales del cono sur americano. Por esta Real Cédula se establece que por cada 100 Tm. de mercancías había que trasladar forzosamente a cinco familias canarias para poblar América, a fin de poder mantener suficientemente poblado el Imperio español en aquel continente, además del control político del mismo frente a otras potencias. El motivo histórico que aducen los diversos historiadores para tan injusta imposición, de auténtico destierro para familias enteras isleñas, fue el fuerte crecimiento poblacional de Canarias de finales del s.XVII y 1ª mitad del s.XVIII.
Una buena parte de la migración procedente de Tenerife fue dirigida a Venezuela y en el caso concreto de Uruguay, territorio escasamente poblado, el avance portugués con la fundación de la colonia de Sacramento en 1680, en el Río de la Plata, llevó a la Corona española a potenciar la emigración de canarios con el fin de contrarrestar el dominio potrugués. Al menos dos expediciones de 25 y 30 familias canarias llegaron a Uruguay entre 1680 y 1729, año en que fue interrumpido dicho intercambio por recelos y presiones de tipo económico por parte de las burguesías metropolitanas. Los primeros pobladores agrícolas canarios formaron parte de la fundación de Montevideo, junto a algunas familias bonaerenses, aunque sin beneficiarse de la propiedad de la tierra a causa de los grandes latifundios ganaderos gestionados por españoles y argentinos (M. Hernández González, 1999).
A principios del s.XIX un comerciante tinerfeño establecido en Arrecife, Francisco Aguilar, fletó una expedición de 200 lanzaroteños rumbo a Montevideo. Con ella comenzó un período de intensa emigración desde Lanzarote y Fuerteventura hacia ese destino, no interrumpida por la creación de la naciente República. Particularmente trágica fue la expedición de los hermanos Morales, en 1836, durante la cual en la travesía se llegó a padecer autentica hambre por parte de los emigrantes isleños.
En resumen, las estadísticas cifran la inmigración canaria al Uruguay entre 1835 y 1845 en unas 8.200 personas. Entre 1877 (en 1878 llegaron 2.951 personas) y 1900 continuó la misma, alcanzando un número de 5.749 personas instalados definitivamente en la República Oriental. Los canarios contribuyeron al desarrollo agrario intensivo entre 1830 y 1880 en los distritos de Montevideo, San José, Maldonado y Canelones, cuyos habitantes en este último son llamados “canarios”, extensivo a toda la zona agrícola del sur del país y a toda la población rural. Los mahos y majoreros cultivaban los cereales tales como el trigo y el millo, potenciándose el sentido de la solidaridad y el trabajo colectivo y, al mismo tiempo, favoreciendo la endogamia de grupo, las relaciones sociales entre isleños y la pervivencia de la identidad cultural en las zona rurales (M. Hernández González, 1999).
Como dato interesante de la descendencia de la ancestral comunidad isleña en Uruguay destaquemos el antiguo apellido canario “Ifrán”, del pl. amazigh ”ifran”(FR)=”cuevas” (actualmente no existe en Canarias), documentado genealógicamente en el país cuyo portador, Diego Ifrán, fue un jugador de fúbol fichado en 2014 por el C.D. Tenerife.
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#uruguay#canarios#aborigenous#indigenous#culture#history#genocide#native#unesco#united nations#international criminal court#cou penal international#corte penal internacional#aborigenes#indigenas#cultura#historia#genocidio#nativos#naciones unidas#canarias territorio africano ocupado por espa?a#canarias la colonia mas antigua del mundo#descolonizacion de canarias#canarias#canarias tiene identidad cultural propia#islas canarias#onu#icc#cpi#canary islands
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// Bogotá Music Video Festival // Selección Oficial 2024 //
Panorama Nacional
Ali AKA Mind - La Ansiedad Y Yo (David Moreno)
Alpes De Blanco A Negativo - Memorabilia (Erik Alexander Orozco Gañán)
Ami Rodríguez, Luna Hernández - Travesía (Óscar Otero)
Animal Blanco - Carcaj De Flechas Blancas (Cintia Obando)
Anny - Flores Amarillas (Brayan Rubiano)
Asylenn - En el Umbral (Juan Meza)
Beatzarro Fernández - Pan De Dios (Joan Sebastian Gallo Hincapie)
Buendía & Guarachan Brothers - Si Nos Queremos Tanto (Álvaro D. Ruiz)
Cacao Munch - Tiempo (Carlos Toro Egas)
Carrera Séptima - Septimazo (Santiago Muñoz)
COBO - Ruleta (Daniela Duque)
Cosmology X Ft. Pepa Lopera - Gnomo Psicotrópico (Johanna Parra)
Dani Medias Rotas - Josefina (Ángel Jesús Hurtado)
David Oli - El Tiempo Nos Pesa (Sebastián Prada)
Deglorian - El Placer De Lo Oculto (Andrés C. Rivera)
Espíritus Afines - Antes Del Eclipse (Juliana Andrea Acevedo Ruiz)
Fatima Push - Amigo And Tempest (Mateo Chaves & Camilo Báez)
Fausto Rodríguez - Margarita (David Lozada)
Flor De Jamaica - Quisiera (Randazzo)
Flor De Lava - El Velo Se Cayó (Rodrigo Borda)
Garajes - Transgresión (Gabriel Toro)
Irepelusa - Los Domingos La Paso Solita (Nano Carulla)
Irepelusa x Esteman - Te Amé Temprano (Nano Carulla)
John Arango - Rojo Carmesí (John Arango)
Juan Diego Triviño & Anamaría Laroc - Cohete (El Juanpa)
Karonte - Fuego Por Bemba (Thomas Mejía)
Kevin Jurado X LEEB X Hidd Sage - Superposición Cuántica (David Moncayo)
Lacerta - Una Vuelta (Álvaro José Cogollos)
LaChiki Y Su Mala Reputación - Del Timbo Al Tambo (Vladimir Goraldo & Jorge Zárate)
Las Villa - Fanática Sensual (Diego Ante)
Laura Kalop, Andrea Echeverri - Ay, Mujer (Sergio Mantilla & Manuel Velásquez)
Laura Pérez - Dementes (Mariana Sánchez)
Lilo Lara - Rola Caliente (Amarilla Ávila)
Locotina - Salgo a Buscarte (Edward Gómez Granada)
Los Hermanos De Nadie - El Murmullo De Un Muerto (Los Hermanos De Nadie & CunturFfilms)
Malva - Raso en la Jungla (Stiven Pinzón)
Maria McCausland - Todo Pasa (Hugo Rubiano)
Mario Y Sus Modales - No Sé Soltar (Sebastián Prada)
Mauricio Meyes - TLTEM (Pablo Escallón Barrios)
Mc Ari & El Arkeólogo ft. Noé Castilla - Jazmín (Jeisson Gómez)
Nicolás Díaz Lucas - A Las 6 (Kim Arévalo)
Nucleonics - Drop The Bomb (Laura Mosquera)
Palto, El Elegido - Ser Semilla (Julián Andrés Gómez Reyes)
Proyecto Humo - Te voy a matar + El caso 003478 (Iska Emilio Lozano)
Residente & Wos - Problema Cabrón (Alejandro Pedroza)
Señor Ledesma - Tú (Alexis Ledesma)
También Conocidos Como - Plataformas (Carlos Prías)
Tu Rockcito y Paula Rios Ft. Christian Camilo Peña - Pato Vallenato (William Rivera y Andrea Peralta)
Una Espeletia - Firmecito (Justin Olivares)
Unidad Ideológica - Bloqueo Mental (Ana González)
UNIO - Capucha Y Poesía (Julián Baraya)
Victoria Sur - Ojalá Nos Crucemos Otra Vez (Leo Carreño)
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La Perla de Sal
Marina Delgado, la capitana del Mistral del Sur, una imponente mujer con cicatrices en su rostro y una valentía incuestionable, se erguía en la proa del barco, contemplando el horizonte con una mezcla de nostalgia y dolor. Había perdido a su esposo, Esteban, durante la última gran batalla en el Caribe, cuando su embarcación fue emboscada por la Sombra Gris, un acorazado enemigo al mando del temido Almirante Richter, un cazador de piratas implacable del siglo XX. Era el año 1941, y aunque el mundo se convulsionaba en guerras, en los mares las batallas tenían sus propias reglas.
Marina recordaba el último día que había visto a Esteban. Habían navegado juntos durante más de una década, saqueando barcos de carga, burlándose de los corsarios, y celebrando con ron en las playas solitarias bajo la luz de las estrellas. Esteban tenía una risa fuerte y contagiosa que resonaba por todo el barco. Pero en su última travesía, esa risa se había apagado. La Sombra Gris los había acorralado, y aunque el Mistral del Sur se defendió con fiereza, Esteban había caído en el intercambio de cañonazos. Marina había jurado vengar su muerte.
Con la brújula de Esteban colgando de su cuello y una tripulación tan leal como hambrienta de justicia, Marina decidió ir tras el Almirante Richter. El barco, destartalado y con los cañones remendados, partió desde las costas de Jamaica hacia las aguas frías del Atlántico, donde la Sombra Gris merodeaba. A pesar del peso del dolor, Marina mantenía una sonrisa en el rostro; sus hombres necesitaban ver que su capitana no flaqueaba. Por las noches, sin embargo, se refugiaba en su camarote, desmoronándose en silencio, abrazada a la vieja chaqueta de su esposo.
En medio de la travesía, un extraño aliado se unió a la causa de Marina: un joven inventor llamado Lucas. Había abordado en un puerto de las Bermudas, con la promesa de que su ingenio podría ser clave para derrotar a Richter. Lucas, con sus extrañas gafas de aviador y su risa nerviosa, era un contraste cómico con la ruda tripulación de piratas. Se la pasaba ideando dispositivos, entre ellos un cañón especial que, según decía, podía atravesar el blindaje de cualquier acorazado. Aunque sus inventos fallaban la mitad de las veces, su actitud jovial traía un poco de alivio a la tensión de la tripulación.
Un amanecer, la vigía avistó al temido Sombra Gris en el horizonte. El momento que Marina había esperado había llegado. Con un rugido, ordenó al Mistral del Sur preparar los cañones. El enfrentamiento fue brutal. Las olas eran altas y el viento soplaba con furia, como si la misma naturaleza quisiera ser testigo de la batalla. El Mistral era más ágil, pero el Sombra Gris tenía mayor potencia de fuego. Las tablas del barco pirata crujían con cada impacto, mientras Marina, con la espada en alto, guiaba a sus hombres con una ferocidad que solo el dolor puede despertar.
El clímax llegó cuando Marina, usando el cañón especial de Lucas, logró un disparo certero que abrió una brecha en el casco de la Sombra Gris. Mientras las llamas empezaban a consumir el barco enemigo, Marina ordenó abordar. La batalla cuerpo a cuerpo en la cubierta fue sangrienta. Con una fuerza que no creía tener, Marina se enfrentó al Almirante Richter. El hombre, arrogante y seguro de su victoria, la subestimó, y en un último y desesperado movimiento, Marina lo desarmó y lo empujó hacia el abismo del mar.
Cuando la calma volvió y la Sombra Gris se hundía en el océano, Marina observó a su tripulación. Habían ganado, pero en su corazón aún ardía el vacío que la muerte de Esteban había dejado. Mientras el sol comenzaba a ponerse, Marina se retiró a su camarote, dejando que la tripulación celebrara. Cerró la puerta tras ella y, exhausta, se dejó caer en el suelo de madera. Fue entonces cuando vio algo que la dejó sin aliento.
De un rincón oscuro, emergió Esteban, herido pero vivo. El impacto del cañón lo había arrojado por la borda, pero había logrado sobrevivir aferrándose a los restos del naufragio durante días. Marina, incapaz de hablar, lo miraba incrédula. “Pensé que te había perdido”, murmuró ella, mientras una lágrima rodaba por su mejilla. Él, sonriendo débilmente, respondió: “Jamás dejaría que Richter nos ganara”.
El inesperado final dejó a Marina dividida entre la alegría de recuperar a su esposo y la tristeza de todo lo que había perdido en el proceso. Pero en ese instante, bajo las estrellas del Atlántico, encontró una chispa de esperanza.
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#AmigosInolvidables
📖 “LAS TRES MITADES DE INO MOXO [y otros Brujos de la Amazonía]”🌎📇🌳👀
🗯 La publicación nos presenta una historia, de Aliento Épico, donde la Travesía que llevó al autor a conocer a Ino Moxo, Don Manuel Córdova, Brujo de Brujos, que libra del exterminio a los Nativos Amazónicos del Gran Pajonal. Con aliento épico, se Incorporan a la narración muchos sonidos y saberes con la finalidad de indagar en la memoria de ese universo vasto y polifónico que es la Amazonía. el vehículo para llevar a cabo esta búsqueda es el Ayahuasca, la liana del muerto, que es una puerta para entrar en diversos mundos, para vivir en miles de rostros. Así, realiza un viaje hacia sí mismo y hacia esos miles de rostros que son las diversas caras del Perú: el Mundo Amazónico, el Andino, el Costeño y el Afroperuano. Este Viaje Es el Testimonio de un Poeta, un Visionario.
✍️ Autor:César Calvo
👥 Comentarios: Robert Baca, Giuliana Vidarte y Víctor Ruiz
© Editorial: Seix Barral.
📌 PRESENTACIÓN DEL LIBRO:
📆 Miércoles 04 de Setiembre
🕖 7:00pm.
🏫 Librería Sur (av. Felipe Pardo y Aliaga 683 – San Isidro)
🚶♀️🚶♂️ Ingreso libre
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Viaje Consciente en la Provincia de Cádiz: Un Encuentro con la Esencia del Sur
Así fue. Así ocurrió. Así me lo contaron: La provincia de Cádiz, la joya del sur de España, aguardaba a ser descubierta. Pero este viaje no sería como cualquier otro. Era un “Viaje consciente”, una travesía para sumergirse en la esencia del lugar, para entender su historia, respetar su cultura y abrazar la sostenibilidad. Mi primera parada fue Jerez de la Frontera, famosa por su vino y su arte…
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Arriendo Departamento Amoblado en Jardines del Sur
La propiedad Se arrienda un acogedor departamento amoblado de 1 dormitorio en Travesía De Coloso 03448, Jardines del Sur, Antofagasta. Este departamento, ubicado en un segundo piso de un edificio de cuatro niveles, ofrece una superficie total y útil de 34 m², además de una terraza de 2 m² que proporciona un espacio adicional para disfrutar al aire libre. El departamento cuenta con un dormitorio…
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Venezolano en su travesía hacia EEUU: “Vi caer a niños y adultos del tren”
“No saben lo que nosotros hemos sufrido para llegar hasta acá y que los agentes del Instituto Nacional de Migración te agarren muy tranquilamente y te vuelven a poner hasta el sur de México, qué les puede hacer mi criatura de 9 meses”, exclamó con lágrimas en los ojos, comentó el migrante venezolano Alexander Belizario, al arribar a Ciudad Juárez. El sudamericano estaba afuera de una tienda de…
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Los pingüinos de Magallanes han desvelado la crisis de los microplásticos. Un estudio del CONICET encontró polipropileno y poliéster en sus cuerpos, llamándonos a tomar acción para proteger nuestros océanos.
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Disfruta de un Crucero por el Nilo desde el Cairo: Una Experiencia Inolvidable
Un crucero por el Nilo desde el Cairo es una experiencia única que combina la rica historia y la majestuosidad del río más largo del mundo. Navegar desde la bulliciosa capital egipcia hacia el sur es un viaje a través del tiempo, donde podrás admirar los impresionantes paisajes y descubrir antiguos tesoros a lo largo de las riberas.
Entre las opciones más destacadas se encuentran los barcos de lujo como el Movenpick Darakum y el Movenpick SS Misr. El Movenpick Darakum es conocido por su elegante diseño y sus servicios de primera clase, ofreciendo un ambiente perfecto para relajarse mientras disfrutas de vistas panorámicas del Nilo y visitas a sitios arqueológicos emblemáticos como Luxor y Asuán.
Por otro lado, el Movenpick SS Misr, con su encantador estilo retro, te transporta a la época de la navegación clásica. Este barco, originalmente construido en 1918, ha sido meticulosamente restaurado para proporcionar una experiencia auténtica y lujosa, permitiendo a sus pasajeros revivir la opulencia del antiguo Egipto.
Ambos cruceros ofrecen la oportunidad de explorar la historia y la cultura egipcia de una manera única y cómoda, haciendo de tu viaje por el Nilo una aventura que recordarás para siempre. Un crucero por el Nilo desde el Cairo no solo es un viaje, sino una travesía por la historia y la belleza atemporal de Egipto.
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Tambien puedes escuchar este capítulo en audio En esta ocasión vamos a ver la descripción de las acequias canales y acueductos de la ciudad de México un poco más a detalles y una por una, para entender más como funcionaban y cuál era su ruta. Estas son las acequias más importantes que formaban parte de la Ciudad de México Acequia de Santa Ana-Santa Isabel El nombre de esta distinguida acequia no se originó, como a menudo se presume, en homenaje a una Alteza Serenísima, sino en virtud de uno de sus brazos que fluía al norte del venerable templo de Santa Ana Atenantitech. Desde la encrucijada de Flores Magón, esta corriente acuática se deslizaba hacia el sur, atravesando la zona de Eje Central, donde se erigían varios puentes notables. Entre ellos, se destacaban el Puente de las Guerras (donde se ramificaba en dos brazos), el Puente de los Ángeles, el Puente de Santa María, el Puente del Zacate (también conocido como Perú), el Puente de Villamil, el Puente Juan Carbonero y el célebre Puente de la Mariscala, ubicado en la avenida Hidalgo, justo en frente del Convento de Santa Isabel, hoy conocido como el majestuoso Palacio de Bellas Artes. Siguiendo su curso, esta acequia atravesaba el Puente de San Francisco (situado en la intersección de Juárez y Madero) y culminaba en el Puente del Hospital Real, localizado en la intersección de Venustiano Carranza y Artículo 123, donde se encontraba su desenlace, uniendo su flujo con la Acequia Real. Además, marcaba los límites septentrionales que dividían la ciudad de Santiago Tlatelolco, a través de un ramal que se adentraba al oriente, serpenteando por los barrios de Peralvillo y Tepito a lo largo de la calle Matamoros. Entre los puentes que cruzaban esta acequia se incluyen el Puente de Santiago (anteriormente denominado Allende), el Puente Tecolotes (conocido como Comonfort), el Puente de Santa Ana (ubicado en Peralvillo) y el Puente de Chirivitos (situado en Jesús Carranza). Posteriormente, se fusionaba con la Acequia de Zorrilla antes de llegar a su destino final en la Compuerta de Tepito. Sin embargo, lamentablemente, en el año 1882, esta venerable acequia fue sellada, marcando así el final de su legado histórico en la ciudad. Acequia de San Pedro y San Pablo Un antiguo cauce que fluía desde Tezontlale y conectaba con la Acequia del Carmen despierta nuestra curiosidad histórica. Esta corriente de agua, después de atravesar el convento en una dirección hacia el sur, serpenteaba con gracia entre los edificios hasta llegar a Girón, donde cruzaba sobre los icónicos puentes de San Sebastián (anteriormente conocido como Bolivia) y del Cuervo (renombrado como Colombia). En su travesía final, tomaba un giro hacia el poniente y desembocaba en el Puente de San Pedro y San Pablo, marcando así los límites del Colegio Máximo en aquel entonces. Esta narrativa nos transporta a un tiempo pasado, revelando la intrincada red de acequias que una vez irrigó la ciudad, y cómo estas vías de agua históricas moldearon su paisaje urbano. Acequia del Carmen Al sur de Tezontlale, descubrimos la fascinante Acequia del Carmen, que recibió su nombre en honor a su proximidad a la plaza del Convento de los Carmelitas Descalzos. Este cauce fluvial emergía desde el oeste, a lo largo de la calle Violeta, y posteriormente, después de atravesar Santa María en el punto donde se erige el Puente del Zacate, continuaba su camino por la República de Perú, justo en frente de la Plaza de Montero, a escasa distancia de la Plaza del Jardín (más tarde conocida como Garibaldi) y del vibrante barrio de La Lagunilla. Siguiendo la dirección de poniente a oriente, la actual República de Perú estaba compuesta por distintos segmentos como Cerca de San Lorenzo, Espalda de la Misericordia, Puerta Falsa de Santo Domingo, Pulquería de Celaya y Apartado. A lo largo de su recorrido, cruzaba bajo varios puentes notables como el Puente de la Misericordia (también conocido como Allende), el Puente Santo Domingo (identificado como
Brasil), el Puente Leguísamo (llamado Argentina) y el Puente del Carmen (conocido como Carmen-Aztecas). Más adelante, tras pasar por el antiguo edificio del Apartado, que hoy en día alberga el Museo Numismático Nacional, llegaba frente a la plaza del Convento del Carmen, que fue famosa por su fuente y la estatua en honor a Miguel Hidalgo, aunque en la actualidad ocupa este espacio la Escuela Primaria Abraham Castellanos, junto a otra amplia plaza denominada La Concordia. Continuando hacia el oriente, atravesaba el Puente de Cantaritos (rebautizado como Torres Quintero-Florida), ubicado en la moderna Manuel de la Peña y Peña, y unos pocos cientos de metros más adelante llegaba a la Compuerta de San Sebastián. Es importante destacar que el tramo que se extendía desde Santa María hasta el convento carmelita fue sellado en el año 1794, y noventa y dos años después, el segmento oriental de la acequia también sufrió el mismo destino. Este relato nos permite apreciar la rica historia que se encuentra en las entrañas de la ciudad. Acequia de Tezontlale (Tezontle, Tezontlali) La histórica Acequia de Tezontlale (conocida también como Tezontle o Tezontlali) fluía majestuosamente desde el oeste hacia el este, serpenteando a través de la ciudad de antaño. Su curso la llevaba entre dos cementerios ya desaparecidos, Santa Paula al sur y San Andrés al norte, en el pintoresco barrio de Santa María la Redonda-Cuepopan. Esta serpentina de agua atravesaba la renombrada Calzada de Santa María (conocida como Eje Central en la actualidad), cambiando su denominación a Puente de las Guerras a la altura del cruce con la acequia, en conmemoración al puente que se erigía sobre ella. Más adelante, la acequia adentraba en la urbe a través de la Calle de Órgano, pasando por debajo de los icónicos puentes: el Puente del Clérigo (también conocido como Allende) y el Puente de los Esquiveles (llamado Carrizo-Comonfort), para luego incorporarse al Eje 1 Norte en las proximidades del Puente de Tezontlale (hoy en día conocido como República de Brasil). En su trayecto, transitaba por el Callejón de los Puentecitos (actualmente denominado Callejón Ecuador) y cruzaba el Puente Blanco ubicado en la calle del Relox (hoy Argentina), justo en la ubicación actual de la Librería Porrúa, en las cercanías del majestuoso Templo Mayor. Al llegar al punto donde la calle Ecuador se transformaba en Costa Rica, justo en frente del actual Mercado de Granaditas, la acequia se adentraba en una zona escasamente urbanizada, al menos hasta mediados del siglo pasado. En la esquina de la calle Florida, se fusionaba con la Acequia de Zorrilla. Sin embargo, lamentablemente, en 1882, el flujo de Tezontlale fue interrumpido, marcando el fin de una parte importante de la historia de la ciudad. Acequia de Monserrat (Monserrate, Montserrat) Emergiendo a pocos metros de la esquina de Toribio-Cruz Verde (conocida como Izazaga) y Monserrate (en Isabel la Católica), se encontraba la enigmática Acequia de la que queremos hablar. Esta antiquísima vía de agua se adentraba en la periferia indígena del sur a través de un callejón que lamentablemente ha desaparecido con el tiempo. Su recorrido la llevaba a cruzar la calle Nezahualcóyotl, integrándose a la vía Isabel la Católica, en medio de los asentamientos de San Salvador el Seco al oeste y San Salvador el Verde al este. Tras atravesar el Puente de Carretones, la acequia tomaba un giro hacia el sureste y se adentraba en la Rinconada de la Chinampa (una calle que ha quedado en el olvido con la creación de Fray Servando), ubicada dentro del barrio de El Verde. Su travesía continuaba hasta llegar a Necatitlan (en la actual 5 de Febrero), cerca de Tlaxcoaque, donde se unía con la Acequia de Xoloc-Chimalpopoca-San Antonio Abad, que a su vez conectaba con la Acequia de Roldán hacia el este. En épocas de lluvias, esta zona se transformaba en una vasta ciénega chinampera, recordándonos la importancia del manejo del agua en la historia de la ciudad.
Además de la Acequia de la Merced-Regina, otras acequias desempeñaron roles fundamentales en el tejido urbano. Las Acequias no navegables formaban parte del colosal proyecto conocido como la Zanja Cuadrada, una construcción novohispana tardía diseñada en parte con fines fiscales y defensivos. Estas acequias incluían la de San Diego, que alternaba entre canal y ciénega, y era notoria por ser el lugar donde arrojaban las cenizas de los ejecutados por la Inquisición. También se contaban las de los barrios de Niño Perdido y Candelaria de los Patos, que albergaban a estas aves migratorias, así como la Acequia de Santa Veracruz y las acequias laterales que delimitaban el Paseo de Bucareli. Las acequias fueron testigos tardíos de los antiguos rasgos lacustres de esta metrópoli, cuya comprensión no puede obviar su profunda relación con el agua. Su desaparición no solo supuso la pérdida de elementos comerciales, urbanísticos y viales, sino también la desaparición de rasgos identitarios de los barrios y sus habitantes, cuyos orígenes se remontan al siglo XIV. Sin embargo, en ocasiones, durante épocas de lluvias, el agua regresa para inundar las aceras y calles, recordándonos que la ciudad aún guarda en su corazón una nostalgia o temor por su pasado acuático. Acequia de la Merced-Regina Una de las históricas acequias "interiores" que recorrieron la Ciudad de México fue la de la Merced-Regina, cuyo origen se encontraba en el extremo sur de la Acequia de Santa Isabel. Esta canalización de agua trazaba un recorrido serpenteante a través de las calles y vecindarios de la ciudad, dejando su huella en el tejido urbano. Comenzando en la calle de Zuleta, la acequia tomaba un giro hacia el sureste, atravesando manzanas y emergiendo en la calle de Ortega (hoy conocida como Uruguay). Luego, pasaba por la esquina donde se alzaba el Puente Quebrado (Salvador), conectando con la calle de las Ratas (Aldaco) y continuando hacia la esquina de Mesones y Bolívar. Llegaba a Regina, cerca del Convento de Regina Coeli, y avanzaba casi hasta la esquina de Tornito de Regina-San Jerónimo, finalizando su trayecto en el Puente del Monzón (Isabel la Católica), donde en la actualidad se encuentra la Casa de la Acequia. En este punto crucial se entrelazaban tres acequias: la Merced, la Chapitel (dirigida hacia el poniente) y la Monserrat (que se dirigía hacia el sureste). La acequia de la Merced seguía su curso al noreste en dirección al barrio de la Merced, atravesando la calle Isabel la Católica y adentrándose en los puentes de Aduana Vieja (5 de Febrero y Regina), de Jesús (ubicado en Mesones, casi en la esquina con Pino Suárez, frente al hospital homónimo), Balvanera (en Correo Mayor, en la esquina con Salvador) y luego adentrándose en las propiedades entre la manzana de Correo Mayor-Las Cruces. Finalmente, llegaba a la esquina de Puerta Falsa de la Merced (Uruguay) con la calle de Fierro (Jesús María, a pocos metros del Convento de la Merced y del templo de San Pablo). La acequia continuaba su curso hacia el oriente en línea recta sobre la calle Uruguay hasta llegar al Puente de Santiaguito, donde se encontraba con la Acequia de Roldán. A unas cuadras de distancia, entre Uruguay y Manzanares, el canal se introducía nuevamente entre las viviendas, atravesando la callejuela de Santo Tomás para reaparecer en Manzanares, frente al templo del Señor de la Humildad. Su recorrido seguía al noreste, serpenteando entre las casas y cruzando el puente del Rosario (en la esquina de Corregidora con Rosario) hasta llegar a su destino final en la Zanja Cuadrada (en Congreso de la Unión), al sur de la Garita y la Compuerta de San Lázaro. Este relato nos permite apreciar la compleja red de acequias que una vez cruzaron la ciudad, dejando su huella en su desarrollo histórico.
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Travesías en kayak por los Parques Nacionales de España
Los parques nacionales de España ofrecen paisajes diversos y espléndidos, desde acantilados que se asoman al mar hasta lagos tranquilos rodeados de montañas. Una de las maneras más emocionantes y respetuosas con el medio ambiente de explorar estos parajes es arriba de un kayak. Esta actividad te permite un acercamiento íntimo a la naturaleza, y al mismo tiempo fomenta la conservación y el aprecio por los ecosistemas locales.
Explorando el Parque Nacional de Aigüestortes y Estany de Sant Maurici
Situado en el corazón de los Pirineos, el Parque Nacional de Aigüestortes y Estany de Sant Maurici es famoso por sus más de 200 lagos y su impresionante topografía. Navegar en kayak por el Estany de Sant Maurici ofrece vistas espectaculares de los picos encumbrados y bosques densos. Las aguas cristalinas y tranquilas del lago hacen que sea un destino ideal para los kayakistas de todos los niveles, incluidos los principiantes.
Preparación para la travesía
Antes de embarcarse en una travesía en kayak, es esencial prepararse adecuadamente:
Equipo adecuado: Un kayak de travesía, un remo, un chaleco salvavidas, ropa adecuada para el clima, y una bolsa estanca para proteger los objetos personales.
Conocimientos básicos de manejo: Aunque el kayak es relativamente sencillo, conocer las técnicas básicas de remo y seguridad es crucial. Muchos parques ofrecen cursos introductorios o guías que pueden acompañar a los visitantes.
Consulta de las condiciones climáticas: El tiempo en los parques nacionales puede cambiar rápidamente, especialmente en áreas montañosas como los Pirineos.
Otras rutas recomendadas
Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia: Navegar en kayak por este parque nacional ofrece la oportunidad de explorar aguas abiertas y acercarse a las diversas especies marinas que habitan las islas. Las rutas por las Islas Cíes son especialmente populares, conocidas por sus playas de arena blanca y aguas turquesas.
Parque Nacional del Archipiélago de Cabrera: Ubicado al sur de Mallorca, este parque es un ejemplo sublime de la biodiversidad del Mediterráneo. Las excursiones en kayak aquí pueden incluir el avistamiento de aves marinas, la exploración de cuevas marinas y el snorkel en aguas claras.
Parque Nacional Cabo de Gata: Es una de las actividades de aventura en Almería que no te debes perder. Ofrece rutas de distintos niveles de dificultad.
Beneficios de las travesías en kayak
Además de ser una forma excelente de ejercicio, el kayak en los parques nacionales permite a los visitantes desconectarse del ajetreo diario y reconectar con la naturaleza. Es una actividad de bajo impacto, lo que significa que tiene un mínimo efecto sobre los ecosistemas locales, ayudando a preservar la belleza natural de estas áreas protegidas para las generaciones futuras.
Conservación y respeto por el medio ambiente
Al participar en cualquier rincón de España es vital practicar el turismo responsable. Esto incluye seguir las rutas permitidas, no dejar residuos y evitar perturbar la vida silvestre local. Muchos parques nacionales, como el de Aigüestortes o el de Cabo de Gata, tienen regulaciones específicas diseñadas para minimizar el impacto humano, asegurando que estos tesoros naturales se mantengan prístinos.
En conclusión, las travesías en kayak por los parques nacionales de España no solo ofrecen una aventura inolvidable, sino también una oportunidad de apreciar y contribuir a la conservación de algunos de los paisajes más impresionantes del país. Ya sea remando bajo la sombra de los picos de los Pirineos o entre las islas bañadas por el sol del Mediterráneo, el kayak es una puerta hacia la exploración consciente y el disfrute de la naturaleza en su estado más puro.
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Aventura en el Desierto: Un Viaje de 5 Días desde Marrakech a Merzouga
Hace cinco días, yo me embarqué en una emocionante travesía desde la bulliciosa Marrakech hasta el inmenso y cautivador desierto de Merzouga. Este viaje de 5 días desde Marrakech al desierto Merzouga prometía ser una odisea llena de descubrimientos y aventuras. Me uní a un variopinto grupo de viajeros, cada uno con sus propias historias y motivaciones, pero todos compartiendo el deseo común de explorar los misterios que aguardaban más allá de los confines de la ciudad.
El primer día me sumergí en la atmósfera vibrante y caótica de Marrakech, dejándome llevar por los estrechos callejones de la Medina, donde cada esquina revelaba una nueva maravilla por descubrir. Los zocos rebosaban de colores y aromas exóticos, mientras que el bullicio de la ciudad despertaba todos mis sentidos. Desde allí, comenzó mi viaje desde Marrakech al desierto, una travesía que me llevaría a lugares más allá de la imaginación.
Al amanecer del segundo día, dejé atrás las murallas de Marrakech y me aventuré hacia el sur, adentrándome en un paisaje que cambiaba constantemente ante mis ojos. El camino me llevó a través de escarpadas montañas, fértiles valles y antiguos pueblos beréberes, donde la vida parecía detenida en el tiempo.
Los días siguientes estuvieron marcados por una sucesión de paisajes asombrosos y experiencias inolvidables. Desde las imponentes cumbres nevadas del Atlas hasta las vastas llanuras áridas del desierto, cada día me ofrecía una nueva perspectiva de la belleza y la diversidad de Marruecos.
Al llegar al desierto de Merzouga, me quedé sin aliento ante la inmensidad de las dunas que se extendían hasta el horizonte. Era difícil creer que había recorrido 5 días desde Marrakech para llegar hasta allí. Me sumergí en la serenidad del desierto, dejando que la arena se deslizara entre mis dedos mientras contemplaba el espectáculo eterno del cielo.
Durante los días siguientes, exploré el desierto a lomos de un camello, siguiendo antiguas rutas comerciales y descubriendo oasis ocultos entre las dunas. Las noches estaban llenas de magia, con el cielo iluminado por un millón de estrellas y el sonido de la música bereber flotando en el aire.
Finalmente, cuando llegó el momento de regresar a Marrakech, lo hice con el corazón lleno de recuerdos y experiencias inolvidables. Este viaje de 5 días desde Marrakech al desierto Merzouga había sido más que una simple aventura; había sido un viaje de autodescubrimiento y conexión con la naturaleza y la cultura de Marruecos, que dejaría una marca indeleble en mi alma para siempre.
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