#traté de adivinar
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Idk have this stupid thing I spent an embarrassing amount of time doing
El dibujito m tomó un parpadeo, es la plantilla del yutu (se supone q 2016 pero nose si este correcto no m acuerdo cómo se veía en ese entonces leave me alone) lo q m tomó un montón d tiempo. Lo saqué d una captura d un vídeo d PewDiePie q encontré por ahí lmao
El día en q haga un vídeo con las toddoys o algo voy a usar esta cagada qsy
#fnafhs#fhs#fhsz3r0#fnafhs fanart#fhs fanart#fnafhs joy#joy fnafhs#fhs joy#fnafhs toddy#toddy fnafhs#fhs toddy#toddoy#toddy x joy#NotLeo#they bring me joy#haha joy#anyway#please notice that i tried to make the dates as accurate as possible#like i tried making a timeline and stuff#also el tema d las views en ese tiempo#obviously no tengo idea d cual era la cantidad exacta d views en el 2016#traté de adivinar
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Nuestro renacimiento
Fantastic Four (2014) #13 James Robinson (Escritor), Leonard Kirk (Dibujante)
— Susan Storm: S.H.I.E.L.D. y las autoridades tardarán un poco en adivinar dónde estás, Ben. Casi todo el mundo ha olvidado que esta casa es de los Cuatro Fantásticos. — Ben Grimm: Admito que yo también. — Johnny Storm: Al menos nos dará tiempo para planear.
— Susan Storm: Ben, yo te habría ayudado. Lo sabes, ¿no? Tu fuga… si hubiera sabido lo que planeabais. — Ben Grimm: Sí, y si sale mal, te complicas la posibilidad de arrancar a Franklin y los críos de la custodia de S.H.I.E.L.D. Gracias, pero no, Suzie. Al menos somos tres. — Susan Storm: Volveremos a ser cuatro. En cuanto sepamos qué ha sido de Reed. — Johnny Storm: Según las noticias, está muerto, Sue. Una explosión rara en Nuevo Edén. John Eden y él han muerto. — Susan Storm: El cuerpo de Edén prueba que ha muerto, pero Reed… no. Yo lo sabría. Lo notaría si Reed estuviera muerto. Ha desaparecido y debemos encontrarlo. — Ben Grimm: Sí. Sentiste lo mismo cuando Hipertormenta lanzó a Reed atrás en el tiempo. Juraste a ciegas que el estirado estaba vivo. No pienso dudar de ti ahora.
— Johnny Storm: Sí, pero sigo sin poderes. Así que no serviré de mucho. Traté de hacer que Spidey se quedara a ayudar. Dijo que lo intentaría y yo le creo, pero, con todo lo que tiene entre manos… no sé si podrá. — Ben Grimm: Por amor de… ¿Cuándo te enterarás, niño? No necesitamos poderes, sino a ti. Johnny Storm es el héroe, y está aquí mismo. Cualquier payaso con cerillas puede hacer lo otro. — Susan Storm: Ben tiene razón, Johnny. — Ben Grimm: Te he traído esto. Búscate un cuarto y cámbiate. — Susan Storm: No. El rojo… creí que un color nuevo marcaría un nuevo principio después de tantas desventuras… pero nunca nos ha sentado bien. Quizá fuera un presagio. Hace tiempo preparé otro juego de uniformes. Supuse que cerraríamos el círculo un día, y creo que ese día ha llegado. Si va a ser nuestro renacimiento, que nos recuerde de dónde venimos. Y ahora… busquemos a Reed.
#comics#comic books#comic book panels#marvel#marvel comics#superheroes#fantastic four#fantastic 4#4 fantásticos#james robinson#leonard kirk
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JAPAN - PERIODO SENGOKU (1520).
Los árboles de cerezo florecen en primavera, es la única manera que tengo de saber que el tiempo pasó. Normalmente las guerras mortales no nos molestan, pero esta vez hay tanto lío que es imposible ignorarlo. Sin embargo he contemplado la boda de los líderes, los reyes.
He estado vivo por un largo tiempo, soy después como el alfil para el rey. He tenido agudeza mental desde que tengo uso de memoria, debido a mi famélica figura tuve que valerme de otros atributos para escalar en la jerarquía de los kitsunes. Katsumoto y Aiko han dado a luz a su primer hijo. El heredero de una dinastía larga, a mi parecer.
Jamás traté de cruzarme en el camino de Katsumoto. Realmente siempre vaticiné que él fuese a tomar el mando, después de todo era lógico que alguien como él se posicionase como líder, alguien carismático, alguien cuyo poder se infligía del mismo modo que el dulce abrazo de una madre. Era el tipo de líder que el clan anhelaba, y que puso al frente incluso cuando muchos se opusieron.
Dicen que las bodas de los kitsunes traen toda clase de augurio, en este caso sólo veía que se consolidaba su unión. Lo haría aún más cuando naciera su primogénito, Kaori.
Los nacimientos no ocurren con mucha frecuencia, pero él era especial. De algún modo en medio de las guerras su rostro pacífico me daba a mi algo de extrañeza, los flores de cerezo se pegaban al suelo y una banda de viento soplo tan fuerte que inclinó las ramas hacia la bruma de aquella montaña en el clan.
El árbol de cerezo...
No cuento los años ya, no es que me importe realmente. Debió haber pasado una década cuando lo investigué. Seguí a Kaori que se escurría en su forma de kitsune la cual fácilmente se podía confundir con un zorro pues sólo tenía una cola, su pelaje era cobrizo y era libre... Era realmente libre. No sé si experimentaría la misma euforia pero corría de los entrenamientos de su padre para perderse en aquel bosque.
Hasta que fue hallado.
Incluso en la nieve lo visita, incluso en el invierno helado ella está ahí jugando con él. La razón de su rebeldía, y sus encuentros de juegos comienzan a tornar la paciencia de Katsumoto. La guerra seguía golpeando a los civiles después de todo.
La niña juega en verano. Es mortal pero lo ve, entonces puede tener habilidades especiales después de todo. O quizá su alma es muy pura... Muy inocente para nacer en medio de la guerra, para acercarse a alguien del clan, más aún, a la cría de Katsumoto.
Veo entonces su cabello, el azul Índigo que se abre como olas del mar oscuras, sin embargo ella ríe y juega, y experimenta la felicidad que probablemente no tiene en casa. Entonces recuerdo haberla visto: en mis expediciones por búsqueda de comida bajé a la civilización, días después del parto de Aiko. Y todos estaban conmocionados porque una niña con el cabello azul había nacido. Todos decían que probablemente sería una señal de que la guerra continuaría en Japón, o que la dinastía caería. Alguien había dicho que sólo debían esperar el tiempo y verían. La dejarían libre y cuando fuese una amenaza peligrosa ella moriría.
¿Cómo alguien puede saber el destino de una joven de diez años? ¿Si quiera tiene una concepción del mundo, más que la de jugar o ser feliz? ¿Sentir hambre, frío, tristeza, alegría o alivio?
——Gaku.——La voz de Katsumoto resuena en la habitación.
——Algo turba su paz, señor.——Respondí, cuando vi sus expresiones supe analizarlo.
——Gaku, ¿desde cuándo eres tan bueno descifrando mis pensamientos? ——Dijo con una sonora carcajada. La sonrisa cálida que le ofrecía a todos.——En efecto, algo tribula mi paz. Verás, una señora que dice ser vidente ha llegado con una profecía a mi puerta.
Escuché, los labios cerrados mientras intentaba adivinar de quién se trataba.
——Sabes que normalmente se trata de gente agitadora. Pero la profecía no era para mi. Se trataba de Kaori.
Guardó silencio por un momento, su mirada reflejaba tristeza y melancolía.
——¿Qué dijo señor? Acaso Kaori... Morir——
——Oh, no.——Negó con vehemencia.——Pero sí dijo que cuando nació parece que su "alma gemela" también lo hizo. Algo de un rebelde y la flor de cerezo. ¿Sabes lo que eso significa?
Sí. Quise decir. Desde que los vi de lejos lo supe, hay algo que los ata más que el abismo del clan o la penumbra de la montaña. Kaori aquí es tratado con rigurosidad por Katsumoto, pero respetado por todos, todos lo aman, admiran y sirven. Su contraparte parece ser libre, pero es despreciada, y encuentra en él alguien común. Kaori parece ser feliz cuando juega con ella, e incluso me pidió en secreto ir a la civilización para ver dónde vivía y cómo vivía.
No tiene idea.
Cuando vi la mirada de Katsumoto lo supe. Supe que él tenía mis mismos pensamientos pero a diferencia de parecerle algo extraño, él lo veía como una amenaza a su nueva dinastía. Una mortal entrando en su reino, la escoria de la guerra intentando arrebatarle a lo que más quería, diciendo que se volvería contra él. Kaori volviendose contra Katsumoto, rebelandose.
¿En qué mundo pasaría eso?
——Señor...——Musité.——Sólo creo que esta vidente quería aprovecharse de su poder. De su situación en este momento.
——Tráela mañana.——Fue lo único que dijo, cuando esa sonrisa dulce se desvanecía sabía que era más temible que los ejércitos.——Vamos a tener una presentación especial.
Sobra decir que no pude dormir en toda la noche, mis manos temblando, pensando en escapar. Pero sabía lo que yo afrontaba, sabía lo que mis miedos materializaban y sólo quedaba cumplir.
Ella aún dormía cuando la arrebaté de su cama. Llevándola por el intricado camino del clan, no parece despertarse hasta que llegamos allá, e incluso reconoce familiar el sitio.
Kaori... ¿Qué hiciste?
La dejo en el medio del circulo, mientras todos despiertan y observan. Cuando es mi turno de levantar a Kaori quiero hundir mis rodillas en el suelo y rogarle perdón. Pero no hice eso. Sólo mi manos fuertes sostuvieron a Kaori en el semicírculo, mientras Aiko y Katsumoto se posicionaban a los lados de la niña del cabello indigo.
Siento la agitación de Kaori, se remueve y lucha contra mi, patea y grita, llora y se remueve e incluso me muerde pero he sido entrenado para esto: para permanecer como un pilar inquebrantable mientras veo la tragedia.
——Es tu lección, querido hijo.——Dijo Katsumoto, cuando la sangre de la niña ya había cubierto el circulo, alcanzando las rodillas de Kaori que se clavaban en el suelo.
Entonces moriría, pero moriría así.
Kaori vió la sonrisa que le dedicó? Por que yo sí. Luchó hasta que aceptó su destino pero prefirió sacrificarse a verlo sufrir.
Esa sonrisa viviría conmigo el resto de mis días, cuando ví la escena repetirse una y otra vez. El cabello azul cubierto de sangre, encima de la cabeza de quien fuese. Kaori no ama como los demás lo hacen, no atrae a los demás de la misma manera, lo he notado.
No recuerda que soy un traidor, pero también el testigo de su historia. Del primer hilo formándose, sin romperse. Solo pasando, de forma tortuosa frente a sus ojos.
El rebelde y la flor del cerezo, el rojo y el azul.
Es primavera de nuevo, pero el silencio me sobrecoge. Espero que algún día pueda ser feliz... Realmente. Espero que algún día puedan ser felices.
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DDMCV - 38
DDMCV - Episodio 38 Tenía una sombra brillante en los ojos, brillo de labios brillante en los labios y un collar más brillante alrededor de su cuello. En resumen, era como un destello andante. Cuando el sol brillaba, la luz reflejada era casi cegadora. Definitivamente sería terrible para una persona de apariencia normal caminar con algo lleno de lingotes de oro como ese. Pero la oponente es Irina Sordier. Yellie tragó saliva y miró fijamente el rostro de Irina. Su visión se volvió borrosa gracias a la luz que emitía ella. ‘Hay un halo. ¡Lo vi claramente...!’ (Yellie) Hubo exclamaciones de admiración de quienes la rodeaban. Todos deben haber sentido claramente ese halo. Yellie miró a su alrededor con ojos posesivos. ‘¿Por qué me enojo tanto cuando esas idiotas miran a Irina así?’ (Yellie) “Todos, bajen a la mirada.” (Yellie) ‘¡Solo yo la veré! ¡Solo yo!’ (Yellie) * * * Al ver que todos estaban en silencio y no respondían a mis saludos, supongo que mi situación es un poco grave. Era la misma expresión de Bella cuando me estaba decorando antes. Bella también tenía una expresión de preocupación en su rostro, pensando: ‘¿Estás realmente loca?’ ‘Si las cosas continúan así, ¿seré humillada según mi plan?’ ‘¡Sí, me encanta la vergüenza!’ Ante mis palabras, Bella me miró como si estuviera mirando a una persona verdaderamente loca. Pero tengo un plan. “¿Están todos teniendo una buena conversación?” Desafortunadamente, no había señales de romper el silencio. ‘¿Por qué diablos todo el mundo sacude los labios?’ Pensé que al menos me dirían algo desagradable ‘en respuesta’ después de ver mis galas. Miré a la gente que estaba con la boca abierta y luego me levanté de nuevo. “Iré al tocador por un momento.” Como hoy tenía un propósito diferente, traté de poner una excusa de que iba a lavarme las manos por un tiempo, pero mirando la situación frente a mí, no pensé que necesitara una excusa. Fingí ir al tocador y luego me dirigí en secreto cerca de la caja registradora donde se encontraba el barista del café. “Necesito un menú.” “Ah, sí.” (Barista) Él, que sufría de trabajo excesivo debido a la repentina afluencia de tantas damas, entregó descuidadamente el menú. Tomé el menú y levanté las comisuras de mi boca, mirando el texto de 1 punto en la parte inferior que sería ilegible para las personas con presbicia. ‘Por eso, en el original, el mayordomo del Gran Duque Ruslan no podía leer el menú.’ ‘Creo que esto es discriminación contra las personas mayores.’ Pero afortunadamente yo tenía buen ojo y había leído el original, así que pasé con facilidad. “He venido a ver al Maestro y responderé esta pregunta.” El barista entrecerró los ojos y miró el menú. ‘¿Resuelve el problema más difícil del mundo en menos de un minuto?’ (Barista1) De hecho, no era diferente a desmoronarse. Me encogí de hombros y lo miré fijamente. Entonces el barista hizo una expresión engreída y susurró burlonamente. “No hay problema, ¿puedes adivinar la respuesta?” (Barista) Así es, te estás riendo de mí. Pude ver una extraña mueca de desprecio colgando de la comisura de su boca. Entrecerré las cejas y abrí la boca hacia el barista del café de ojos dinámicos, no, al oscuro informante del gremio disfrazado de barista. “¿Qué pasa si respondo bien?” Cuando dije esas palabras emocionada, la mueca de desprecio en los labios del barista se hizo aún más profunda. “Contaré 1 minuto justo después de que lo leas, así que el tiempo está corriendo. Por favor, adelante.” (Barista) Traviesamente contó el tiempo, como si esperara ver la vergüenza en mi cara. “30, 29, 28...” (Barista) ‘¿Qué es 1 minuto?’ ‘10 segundos son suficientes.’ Incluso mientras me cruzaba de brazos tranquilamente, él estaba sonriendo. “Te quedan veinte segundos, ¿te vas a rendir?” (Barista) “No.” Chasqueé el dedo y le hablé en voz baja al oído. Luego él entrecerró las cejas como si estuviera estupefacto. “¿Sí? ¿Esa es la respuesta?” (Barista) “Sí. Por favor, entrégaselo al Maestro inmediatamente.” “¡Ja! ¿Me estás diciendo que pase eso como respuesta? Incluso si piensan en nosotros como tontos, hay un límite que cumplir.” (Barista) Asentí y le sonreí. “Por supuesto. Es tu deber transmitirlo todo, ¿no?” La expresión del barista, o más bien del miembro del gremio, estaba distorsionada como si no pudiera creer nada. * * * El maestro del Gremio Oscuro, Halcyon, estaba sentado aburrido en el espacio-tiempo que había creado, donde todo se había detenido. Tenía los ojos cerrados, los brazos cruzados frente al pecho y tamborileaba con los dedos de los pies. Su brillante cabello rubio ondeaba suavemente mientras se movía, y sus ojos entrecerrados detrás de sus gafas se movían como si estuviera aburrido. ‘También hoy llegó cantidades incontables de información que son una bagatela.��� El Gremio Oscuro que él mismo creó, ‘N’, recibía de todo, desde información inútil recopilada de pequeños gremios de inteligencia, información sospechosa de gremios oscuros callejeros y grandes secretos y solicitudes de nobles de alto rango. ‘No hay ninguna información que quiero.’ Reunir toda la información del mundo era muy emocionante al principio, pero luego degeneró en aburrimiento. Recientemente, lo menos interesante fue ‘Encontrar al primer amor del Gran Duque Ruslan’, que la Gran Duquesa Nazejuda Ruslan solicitó al Gremio de Inteligencia del Norte. También parecía que ahora se estaba sintiendo un poco aburrido. ‘Según mi información, el Gran Duque Ruslan nunca conoció a una mujer, por lo que parece que la solicitud fue un poco incorrecta.’ Dijo, tocando al miembro del gremio frente a él. “¿Qué harías si te conviertes en el mejor cantante de ópera del imperio? Pero dijeron que no generaba mucho dinero. ¿Aún vas a seguir siendo cantante de ópera? Te gusta cantar ópera.” “¿Sí? ¿De repente?” (Miembro 1) “Eh. Realmente no pagan mucho dinero.” (Miembro 2) “No, sólo soy un miembro del gremio, ¿verdad? ¿Nunca has visto una ópera antes?” (Miembro 3) “¿Y sí?” (Halcyon) “¿Por qué piensas eso en primer lugar?” (Miembro 1) Halcyon frunció el ceño y pisoteó el pie del miembro del gremio. “¡Ah! Así es, ¡más vale pisar los pies!” La persona a quien Halcyon le decía tonterías era uno de los miembros más cercanos de su gremio, que siempre sufría al escuchar los delirios de Halcyon como ahora. “Sal de aquí. Bastardo realista aburrido.” Justo cuando los miembros del gremio se fueron y él se quedó solo en un mundo interminable de engaños, estaba pensando en ‘cómo defenderse si un monstruo aparece de repente en este espacio.’ “¡Maestro!” (Barista) Otro miembro del gremio disfrazado de barista entró resoplando. Su expresión estaba llena de desconcierto. “¿Por qué? ¿Qué pasó de nuevo?” “A todos los que miran el menú y responden la pregunta, me pide que le informe, así que lo hago.” (Barista) “¿Oh sí? ¿Está allí?” “Sí, creo que es una mujer noble, pero es un poco extraña. ¡En realidad!” (Barista) Era la primera vez que veía a ese tipo sudando profusamente. El Maestro Halcyon del Gremio Oscuro entrecerró los ojos y se subió las gafas con la expresión de una hiena que encontró algo inesperadamente interesante en su aburrida vida diaria. “Es un comentario un poco largo e innecesario. ¿Qué es?” “No, es la respuesta correcta.” (Barista) “¿La respuesta correcta?” ¿Debería decir esto o no? La preocupación era evidente. Hasta el momento, un total de unas 100 personas han venido luego de leer el texto debajo del menú y han dado sus respuestas. Un total de 95 personas fueron rechazadas y las respuestas de las 5 personas restantes fueron interesantes, así que las invitó directamente. Cinco era figuras cercanas a un hombre sabio, pero la respuesta nunca fue una que tocara su corazón. Solo preguntó porque tenía curiosidad sobre el motivo de la respuesta y no aceptó la solicitud porque no era interesante. Pero en este momento, mirando la expresión de desconcierto del miembro de su gremio, parece que a la mujer noble se le ocurrió una respuesta bastante interesante. “Dilo.” “...Bueno, la pregunta más difícil es la pregunta ‘¿qué pasaría sí?’…” (Barista) “¿Qué?” “Si Halcyon tuviera una enfermedad terminal y planea celebrar un funeral con anticipación, ¿a quién invitarías al funeral? Si Halcyon recibiera 10 mil millones de oro, ¿para qué los usaría? si... ¿Qué más dijo?” (Barista) “...” “Ah, dijo que la respuesta no es para mí, sino para Halcyon. ¿Estás diciendo que esa pregunta es ‘la más difícil del mundo’ sin siquiera dar ninguna respuesta? De todos modos, ella es una mujer divertida.” (Barista) Al escuchar esa historia, el Maestro de Gremio Oscuro N, Halcyon Sphinx, hizo un ruido y se frotó la cabeza como si estuviera estupefacto. El miembro del gremio, que pensó que su expresión era desagradable, comenzó a inquietarse, a patear y a murmurar con impaciencia. “Bueno, ¿se siente incómodo? ¿Debería enviarla de regreso ahora mismo? Pero me dijo que le informara sobre todos.” (Barista) Fue cuando el miembro del gremio se dio la vuelta como si fuera a saltar en cualquier momento. •❅──────✧❅✦❅✧──────❅• Anterior Novelas Menú Siguiente Read the full article
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Miércoles 25 de enero 2023
Clase 5
“I’m curious about other people. That’s the essence of my acting. I’m interested in what it would be like to be you.”
-Meryl Streep
˚༘ ʚ♡⃛ʚ
A lo largo de la clase pude identificarme con la frase que se encuentra en el comienzo; principalmente porque realizamos actividades que requerían una actuación. Al comienzo de la clase jugamos ZipZap. Para la primera ronda, las reglas seguían siendo las mismas, por lo que tanto a mi como a los demás se nos hizo cómodo y fácil mantener un ritmo estable. Llegamos a tener una que otra dificultad respecto a la velocidad, sin embargo la energía que se pasaba de persona a persona era constante. A lo largo de la ronda, intente utilizar todas las palabras clave del juego (zip, zap, boing y zoom), ya que me sentía emocionada cuando lograba que el rumbo de energía cambiara drásticamente.
Para comenzar la segunda ronda, la maestra nos introdujo una nueva versión de ZipZap, esta siendo ZipZapZup. Para esta versión del juego no existe una secuencia o rumbo establecida, ya que el pase de energía se realiza al hacer contacto visual con otra persona que se encuentra en el círculo. También, otro aspecto a resaltar es que a medida que la energía se transfiere, cada persona tiene que decir una palabra; Zip, Zap o Zup, esto de acuerdo al orden en el que se encuentren. Debido a que ZipZapZup podría llegar a ser complicado en un círculo de muchas personas, nos separamos en grupos. A medida que la ronda transcurría fueron quedando finalistas; dentro de ese grupo me encontraba yo, por lo que me sentí muy emocionada. Al final, realizamos una pequeña competencia entre los finalistas de otros grupos, en la cual terminé ganando junto con otra amiga; algo que me puso muy contenta.
ʚ ♡ ɞ
Otra actividad que realizamos fue dividirnos en dos grupos y actuar como si estuviéramos viendo un deporte en vivo; esto con la finalidad de que el otro equipo adivinara el deporte que estuviéramos viendo. Recuerdo que previo a la dinámica pensé que sería algo complicado, ya que usualmente no prestó atención a mis expresiones o pequeñas acciones mientras veo un deporte, sin embargo, traté de concentrarme y dar lo mejor de mi. Mi equipo y yo fuimos los primeros en escoger un deporte para observar. Entre infinidad de opciones, al final nos decidimos por el tennis, ya que pensamos que sería algo complicado de adivinar. En cuanto me senté y comencé mi actuación, imaginé un partido de tennis. La pelota iba de lado a lado con rapidez, por lo que mis ojos también. Asimismo, imaginaba que los asientos del lugar no eran muy cómodos, por lo que cambiaba de posición frecuentemente. Un aspecto a mencionar es que yo desconozco de las reglas, técnicas o conocimiento general del tennis, por lo que me limite a actuar lo que solamente conocía. Al final el otro equipo logró adivinar nuestro deporte, principalmente por la manera en que nuestra atención viajaba de un punto a otro.
Para la siguiente y última ronda me tocó ser parte de la audiencia, en la cual observaba a mis compañeros con detenimiento. Honestamente, me fue difícil adivinar el deporte que veían, debido a que cada quien tenía una percepción distinta; algunos miraban hacia el suelo mientras que otros miraba de arriba hacia abajo con mucha frecuencia. Al final, inferí que se trataba sobre una competencia de clavados, sin embargo, era una competencia de gimnasia. Dicha situación me causó un poco de gracia pero al mismo tiempo asombro, ya que a pesar de que yo practico ese deporte, las actuaciones de mis compañeros no se asociaban con lo que yo percibo o expresaría (al oral) mientras veo ese deporte.
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Diario de Clase de Teatro - Enero 25, 2023
Esta clase volvimos a jugar zip, zap, zoom. Aunque, ahora, algunos mandan sus zips y zaps aplaudiendo en vertical, separando las manos, mandando una hacia arriba y otra hacia abajo después de chocarlas, a mí me gusta hacerlo aplaudiendo y apuntando las manos juntas hacia la persona deseada.
Después de un rato, cambiamos la dinámica. Ahora, los grupos eran más pequeños y solo usaríamos zip, zap y zup (en ese orden específico) para mandarlo a la persona que quisiéramos. Yo fui voluntario para que la maestra explicara el ejercicio, según yo así lo entendería mejor. Sí lo entendí, pero no tardé mucho en equivocarme cuando lo hicimos por nuestra cuenta. Me gustó el ejercicio, sentí mi atención volverse más automática, lo cuál creo que es importante en el teatro.
Después de esa variación de zip, zap, zoom, hicimos un poco de improvisación. Para esto, nos dividimos en dos grupos. Cada grupo escogió un deporte que actuarían ver enfrente del otro equipo. El grupo contrario trataría de adivinar el deporte que estábamos viendo. Al principio se me hizo un poco confuso porque no me quedaba claro si estaríamos viendo el mismo partido o no. Luego quedó claro que no, lo cual hizo todo más simple. Hacía mucho que no improvisábamos y, aunque tenía ganas de hablar en voz alta, al principio me dio pena hacerlo porque nadie lo estaba haciendo. Traté de concentrarme y pude utilizar la voz. Los demás se tardaron más en vocalizar lo que veían y no sé si lo hubieran hecho si no hubiera exagerado mis gritos. Espero que sí. Durante nuestra actuación, la maestra nos dio estímulos sobre qué pasaba en el deporte que veíamos. Me da mucho gusto practicar improvisación otra vez.
Algunos del otro equipo pudieron adivinar nuestro deporte. Cuando fue su turno, creo que algunos exageraron su uso de la voz, en especial las palabras. Tal vez, inconscientemente, trataron de darnos pistas más claras acerca del deporte que escogieron; aunque su objetivo no haya sido que lo adivináramos.
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el malentendido
"pero incluso con la tragedia traté de sonreír.
¡No podría estar triste para siempre!
Traté de tener una mente fuerte y seguir con mi vida."
Maya: ¡ay lo siento !, me distrajo mi celular,
No vi adónde iba.
Maya: *ronroneo*
¡Slaby!
Slaby: . . .
Maya: h-hola no vi que eras tú, estaba muy distraída... jeje
desde que te encontré quería saber s-si...
si pudiéramos salir a comer algo o caminar por el bosque y hablar-
Slaby: ¿perdón, pero quién eres tú?
déjame adivinar ... debes ser un fan que es fanático de mí, ¡¿verdad?! ¡Ah! buscará un tratamiento!
Yo nunca estaría contigo....
¡¿De verdad crees que no me di cuenta de que estás enamorado de mí?!
¡Te diré la realidad, niña! eres aburrido y irritante.
nadie podría gustarle, ¡ni siquiera yo!JAJA !, ¡no me hagas reír!...
¿Nunca estaría yo con una aberración como tú?
Slaby: ¡quien dijo que le gustaste mintio!
¡Nadie podría gustarle, ¡ni siquiera yo!
¡Incluso un gusano es más interesante e inteligente que tú!...
¡eso mismo! ¡Fuera de mi camino!
¡eso mismo! ¡Sal de mi camino!
¡No quiero verte nunca más!
Slaby/Kevin: jum jum jum
*Kevin vuelve a su forma normal*
Kevin: eso fue muy fácil ...
Kevin: finge ser el Slaby, para romperle el corazón a eso mocosa fue muy agradable
el plan está funcionando muy bien ....
Kevin: con el corazón roto ella intentará olvidar el slaby
Con vergüenza y dolor no tendrá el valor de volver a verte y mucho menos de llamarte, aislándose así rápidamente sin salir de casa.
parts in the Spanish to English translation:
slaby: "strange she doesn't answer .. usually she answers when I call ...
she must be busy, and if I know her well, she has too much shyness to talk to me."
Traducción Española:
Cuadro de mensaje maya: hola chicos dejen su mensaje lo leeré más tarde piii ~ jijiji
Slaby: Hola maya, hoy estoy muy agotado
Me preguntaba si podríamos hablar un rato para relajarnos, si quieres, llámame más tarde.
Kevin: hola mi aprendiz ...
???: ?!
Kevin: ¿ya hiciste tu parte ... Adam?
Adam: hola amo, ¿como estas?
si yo hice mi parte señor, ¿y tu amo ?, ¿hiciste tu parte?...
continuará...
--------------xxxxxx----------------
Slaby: @creepyargen
Maya,Kevin y Adam my ocs : @teensadventuresstudio
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dos gardenias
El crisol de sus ojos reposaron sobre los míos. Por un momento pensé que su mirada divagaba entre la nada y el todo. ¿Qué significa el todo? Me pregunté. En este punto, durante estas épocas tan azuceras y cambiantes la verdad era un movimiento itinerante. Como los que despertaban cada cierto tiempo en la ciudad cuando un evento mesiánico se asomaba a inquietar la tranquilidad de los pudientes. La última vez que salimos a jironear fue ese día de invierno. La verdad, todo pasó muy rápido y nadie en la casa dudó ni un solo segundo en agarrar los paquetes y aventarse una aventura. Así era nuestro ritmo de vida en aquella época, algo disoluto y siempre prestos a cualquier resolución en esta ciudad para dos. Recordaba ese momento como si fuese ayer mientras que un remolino de hojas merodeaba su frondosa cabellera. Entonces, volví a cuestionarme. ¿Qué es el “todo”? ¿Qué es eso para ella? ¿Será lo mismo para mí? ¿O probablemente la nada signifique un camino hacia el todo? Esas eran las cosas que me motivaban, esos eran los pensamientos inocuos y problablemente vacíos para ti, amigo o amiga lector. Dejé de sentir la mirada de Jane sobre la mía. Fueron breves los segundos que duró esa algarabía de pensares y pude disfrutarlo como una mañana con aroma a café.
No importaba si en esos escasos segundos podíamos adivinar las voluntades del otro, algo que, -debo admitirlo-, lo disfrutaba. Esa era una de las actividades que me apasionaban porque en esa acción se reducía la vida misma. Parlotear, conversar, la tertulia. Por la mañana había marcado en una de las páginas de un libro del pequeño pastor, una frase que retrataba mi afán sobre las tertulias: “(…)Uno va buscando a alguien quien le ayude a dar a luz sus pensamientos, mientras que otro a alguien a quien poder ayudar y así es como surge una buena conversación”. Indudable. Ese hombre tenía toda la razón. Las conversaciones son un bien lúdico cuasi natural que brota con las ganas de decir tan solo 4 letras. Pero, entre Jane y yo, ¿quién buscaba y quien ayudaba?
Ella caminaba, yo la seguía; por momentos yo caminaba y ella me seguía. Ninguno tenía problemas con este juego ambivalente aunque debo reconocer aquellas veces que la seguía el paisaje se metaformseaba en colores vivos, pizcas ultravioletas y algunos rojos potentes para que el soñador vuelve y no regrese. Jane no era de todo buena para la conversación, ella admitía esta verdad inquebrantable de su ser. Como miles de personas en esa época fue afectada por el hechizo asocial de los recuerdos. Recuerdo la vez cuando me confesó esto. Fue una tarde de un clima espléndido. El cielo decidió emanar brotes de luz virtuosos, halos destellantes y rayos que cubrían las risas de las personas en el malecón. Mientras unos niños jugueteaban con las auroras y dientes de león, ella estaba mirando a la nada. Intrigado por verla así y atemorizado por el silencio le pregunté si se encontraba bien o si en todo caso estaba pensando en algo. Pareció no escucharme, de hecho en ese momento pensé que -una vez más-, mi voz había defraudado. Felizmente era yo el que se había equivocado y malinterpretado las cosas porque después de unos segundos de silencio me respondió.
- Disculpa, me quedé viendo a los niños jugar. ¿Se ven felices, no? Me dijo con un tono bastante alegre.
- Sí que lo están. Quizás es porque al fin pueden salir después de tantos meses. Solo mira la cara de ese niño. - le dije e incluso apunté la cara del niño con mi dedo. Mala mía.
- Ah, sí. Es verdad. Oye, mira ese arbusto, ¿ves eso que sale de allí? - me cambió de tema rápidamente, Jane se distraía con facilidad y era algo que no me generaba malestar ni alegría. Traté de achinar los ojos porque la oscuridad comenzaba a encandencer el lugar. Eran unas gardenias. Probablemente salían de una maceta porque ese tipo de flores son escasas por esta zona. No tenía idea que a Jane le gustaban, primera vez que escuchaba algo así de ella. Desde lejos podía verse un punto amarillo en el medio de cada gardenia y hacia de lugar un frontis llamativo.
-¿Te gustan las gardenias? - le pregunté.
- No lo sé, en realidad no es que me guste “algo”. Solo me llamó la atención y quise decírtelo. - Jane me dijo esto en un tono normal, sin altos ni bajos. Estuvimos luego en silencio unos segundos. Nadie sabía que decir pero a veces el silencio nos viene bien. Disipamos los temores, alejamos la necesidad de estar en constante comunicación y cada uno contempla su propia seguridad. Definitivamente eso fue algo que me costó trabajar durante estos años pero lo conseguí. Años tras años estuve en esa constante batalla de afrontar mi propio silencio. Dos fuertes eventos en mi vida me motivaron a tomar las riendas y hacer algo. Dos eventos que sucedieron en esta ciudad donde el silencio fue lo que imperó después. Muchas personas temen al silencio pero yo siempre le decía a mi instructor que el silencio no nos deprime, es nuestro silencio, las cosas que guardamos lo que nos hace sentirnos así. De pronto, Jane volteó a verme.
- Oye…- intentó decirme algo.
- Dime, ¿qué pasó? - le respondí algo apurado sin razón alguna.
- Nada, creo que nada.
El silencio imperó por unos segundos más hasta que me dijo que no era de hacer muchos amigos y amigas. A veces se retraía, a veces no. Entendí y callé. Pero ese día me quedé con la duda sobre qué era lo que quería decirme y la razón por la que estuvo pensante, divagando a un punto sin conexión alguna. Mis esfuerzos por preguntarle quedaron en el placard de mi memoria o simplemente no me atreví y preferí que disfrutáramos del silencio.
Jane ahora estaba al frente mío. Dejó de mirarme pero en su mirada encontré el reflejo de dos gardenias. Dos gardenias vivas, llenas de calor que reflejaban anhelos. Me miraban esas gardenias sin saber que andaba pavoroso por dentro. No podía despegar mi mirada, me convertía en todo un shakespereano en este momento. ¿Qué me querían decir las gardenias? ¿Emanaban el todo o la nada? ¿Era la nada de esa tarde silenciosa que pasamos? Tenía que decir algo porque Jane podría comenzar a sospechar.
- ¿Por qué te me quedas mirando? ¿Tengo algo en el cabello? - definitivamente no era bueno para estas cosas, esa pregunta era un clavado.
- Estaba pensando en la nada mientras te miraba. - Jane lo dijo con mucha certeza. Me sorprendió.
- ¿Y qué es la nada? - le dije atónito.
- Todo para mí. - respondió Jane.
- ¿Y qué significa todo para ti? - le dije intrigado, quería saber más de ella.
- Este momento. Este instante. Estos segundos que estamos pasando. Algunos dicen que el presente dura solo 3 segundos, entonces, todo para mi son estos 3 segundos contigo. No tiene por qué ser más ni menos con tal de que pasemos nuevamente una tarde en el malecón, quizás viendo familias jugar o mirando gardenias. Si quieres conversar, conversemos. Si no, no lo hagamos pero vivamos el todo.
- O la nada…- jugué con las palabras.
- Exacto, ¿te animas? - fueron las últimas palabras de Jane.
El crisol de sus ojos suspiró en mis pupilas. Un suave viento llegó a mi cara y una sonrisa tibia se dibujó en su rostro. Quedé unos segundos observando el cielo, recorrí su silueta con mis ojos hasta llegar a su frondoso cabello. El silencio habló por los dos y las gardenias germinaron el nacimiento de nuevos suspiros.
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Hush, Hush - Capítulo 21
— ¿Qué quieres?—gruñó.
Reí, con toda la intención del mundo de hacerlo enojar. Y funcionó.
—Bien, la verdad es que no es tan difícil adivinar qué quiero. ���le dije.
Se quedó en silencio un par de segundos, como si pensara en alguna forma de salir de este atolladero. Pero no se lo pondría fácil. No sería para nada fácil.
—Bien, en estos momentos está alimentándose en un restaurante que queda a las afueras de la ciudad. Si te das prisa podrás alcanzarlo en un par de minutos—dijo.
Bien, esta vez no caería en su juego. Era hora de que bailara al ritmo de mí música.
—No te he pedido que me digas dónde está, Barba. No todavía—le espeté. —Primero quiero que me hagas un juramento.
Soltó una maldición que débilmente logré escuchar.
—Bien, ¿Qué quieres que jure?
—No me trates como un jodido imbécil, Barba. El juramento me lo harás de rodillas, ante mí. Donde yo pueda verte—Gruñí—En el Bo. Ahora.
Y colgué.
Guardé el teléfono en el bolsillo trasero de mis pantalones, me coloqué una cazadora y salí de mi casa, con las llaves del Jeep en la mano. La moto no sería lo suficientemente rápida como para llegar en cuestión de pocos minutos. Tenía una jodida sonrisa en mi rostro, por saber que ahora podía ir un paso por delante de Chauncey, y un paso más cerca de matar al jodido imbécil que me estaba jugando sucio: Barba.
En el reproductor del coche sonaba 12 Through 15 de Mayday Parade. Y por extraño que pareciera (Y confuso), me recordaba a Nora.
---
Detuve el Jeep en uno de los espacios vacíos del estacionamiento, y bajé con toda la lentitud posible. Sabía que Barba me esperaba dentro, puesto que uno de sus matones esperaba afuera. Enarqué las cejas a modo de pregunta, y él sólo se limitó a abrirme la puerta. Vaya, que lame botas. Barba me esperaba en la mesa de billar al fondo, dónde el humo del cigarrillo no llegaba tanto.
—Bien, Patch, no tengo todo el día. Desembucha. —dijo, cuando estuve cerca.
Aplaudí.
—Eso, eso. Así me gusta. Directo al grano—le dije, observándolo meter la bola cinco. Le arranqué el palo de billar de las manos, y me posicioné para meter la bola ocho—Verás, estoy bastante cabreado por tu nota a Chauncey avisándole que iba a buscarle.
Su reacción me dijo que no contaba con que yo me enterara de eso.
—Sí, sí, lo sé. No esperabas que él fuera tan despistado como para dejar algo tan importante atravesado por allí—dije. Recorrí el espacio hasta ponerme en una posición cómoda para golpear la bola tres—El hecho es que ahora sé tú secreto. Y, como sé que eres buen colaborador, te vas a arrodillar, vas a cortar tu palma y me vas a jurar decirme toda y absolutamente toda la verdad sobre cada cosa que te pregunte. No titubearás, no intentarás darle doble sentido a las palabras, y definitivamente no buscarás alguna forma de burlar el juramento—le ordené.
Ya imaginaba que me aborrecía, pero lo que vi reflejado en sus ojos en este momento no era nada más que el odio puro y palpable. Él sabía tanto como yo que no había ninguna forma de desobedecer ese juramento, porque me había encargado de no dejar ningún cabo suelto. Todo estaba perfectamente controlado.
—Estoy esperando, Barba—dije.
Se cruzó de brazos.
— ¿Qué pasa si decido negarme? ¿Vas a llamar a los arcángeles sin ninguna prueba? —me retó.
Solté una carcajada.
—Mmm, ¿Pruebas? Déjame pensar… —me llevé las manos al mentón para darle un efecto más dramático— ¡Ah, sí! Tengo de mi lado a un ángel de la muerte que con una pequeña dosis de seducción hace todo lo que le pido—le espeté—Hay muchos más en el cielo que podrían comprobar lo que ella dice. Ya sabes todo ese rollo de los ángeles de la muerte… Lo saben casi todo. Y sí, voy a hablar. Así que te conviene hacer ese juramento. Rápido, que no tengo todo el jodido día—gruñí.
—No.
—Oh, bien—me encogí de hombros. Saqué mi teléfono del bolsillo y marqué un número. El único número de arcángel que aún poseía, pero era suficiente. Este arcángel por lo general estaba en la tierra, encargándose de que todo estuviera en orden. Sin embargo, sólo lo hice para que Barba creyera que iba en serio. Cuando llevé mi teléfono al oído, colgué.
— ¿Nazarach? —pregunté, fingiendo que del otro lado me había contestado alguien. Barba abrió los ojos de par en par. —Bien, tengo algo que contarte. Verás, estoy con Barba y…
Rápidamente sacó un cuchillo y se abrió la palma.
—Juro solemnemente darte toda la información que necesites, sin mentir, sin rodeos, sin buscar escapatoria. No pensaré si quiera en algo como ello. Lo juro. Lo juro. Lo juro—dijo, rápidamente.
—Oh, no es nada Nazch. Sigue con lo tuyo—guardé mi teléfono.
Estaba seguro de que en este preciso momento Barba estaba ideando unas quinientas posibles formas de matarme, quizás más. Me arrancó el palo de billar de las manos y se posicionó para continuar su juego. Mi teléfono sonó, y me sobresalté un poco.
— ¿Que pasa? —Dije, imaginando que sería Rixon.
—Soy yo—susurró su voz.
Parecía asustada.
— ¿Nora?
—Estoy en P-Portland. En la esquina de Hempshire y Nantucket. ¿Puedes recogerme? Es urgente—dijo. Le temblaba la voz.
Ni siquiera lo pensé.
Devolví el teléfono a su sitio y saqué las llaves del Jeep, con toda la intención de correr al Jeep lo más rápido que podía.
—Recuerda que debes matarla, Patch—dijo Barba antes de perderme de vista.
Aceleré el coche todo lo que podía, apagando el jodido reproductor porque si seguía sonando esa jodida canción iba a quemar el Jeep.
Un par de minutos y ya estaba bajándome del coche frente a Nora, que se encontraba acurrucada en el fondo de la cabina telefónica. Me quité la cazadora y traté de ponérsela con cuidado. ¿Qué carajos había pasado, maldita sea? Si alguien le había hecho daño…
—Vamos a llevarte al auto—le dije, levantándola. Ella rodeó mi cuello con sus brazos, y enterró su cara en el. Aunque no lo sentí, algo se removió dentro de mí.
Aquí estaban de nuevo esas ganas de ser humano. Quería sentir el calor de su cuerpo, saber qué tan suave era su piel. Imaginaba que sería la mejor sensación del mundo.
—Creo que me voy a enfermar—dijo. —Necesito mis píldoras de hierro.
Mierda.
—Shh—la calmé, sosteniéndola más fuerte contra mí. —Vas a estar bien. Estoy aquí ahora.
<<Y siempre>>
—Salgamos de aquí.
Un gesto de asentimiento.
—Tenemos que llegar a Vee —Dijo. —Ella está en una fiesta callejera.
Bueno, realmente me importaba muy poco lo que pasara con Vee, pero dado que era la mejor amiga de mí… de Nora…
Mientras conducía el Jeep por la esquina, escuche a Nora titiritar haciendo. Se veía realmente aterrada, y odiaba verla así.
— ¿Estabas en medio de un juego de billar? —Preguntó.
Pues… no, estaba haciendo jurar a un imbécil que no seguiría burlándose de mí. Ya, como si no estuviese ya lo suficientemente aterrada.
—Estaba ganando un apartamento—me limité a contestar.
— ¿Un apartamento?
—Uno de esos elegantes en el lago. Hubiera odiado el lugar. Esto es Highsmith. ¿Tienes una dirección? —pregunté, cambiando el tema. Nora podía ser demasiado lista.
—No puedo recordarlo—Dijo, sentándose más alto para tener una mejor visión por las ventanas. Todos los edificios parecían abandonados. No había ningún rastro de una fiesta.
— ¿Tienes tu celular? —Preguntó.
Saqué el Blackberry de mi bolsillo.
—La batería está baja. No sé si hará una llamada—le advertí.
Nora se quedó en silencio un momento mientras escribía.
Me quedé observándola por el rabillo del ojo todo el rato, admirándola.
<<Y nosotros estamos solos ahora
Con nada que se interponga en nuestro camino
Sin jurar que todo ha terminado
El amor es nuestro secreto
Que tarde o temprano saldrá a la luz. >>
Maldita canción, joder.
La pantalla del celular se puso negra.
—Muerto—dijo. — ¿Tienes el cargador?
—No conmigo.
—Vee está regresando a Coldwater. ¿Crees que podrías dejarme en su casa?
Minutos después estábamos en la carretera costera, conduciendo directamente a lo largo de un precipicio sobre el océano. Había estado en este camino antes, y cuando el sol salía, el agua era azulada grisácea con machas oscuras de verde donde el agua reflejaba las hojas de cedro. Era de noche, y el océano estaba tranquilo, como suave veneno negro.
— ¿Vas a decirme lo que paso? —Pregunté.
Ella dudó. Por sus ojos vi pasar miles de posibles respuestas, pero no quería darme ninguna, y eso me detuvo de entrar a su mente.
—Me perdí, y una indigente me acorraló—dijo—Ella me hizo entregarle mi abrigo. —Se limpió la nariz con su mano y sollozó. Odiaba escucharla sollozar, maldita sea—Se llevó mi gorra también.
— ¿Qué estabas haciendo por aquí afuera?
—Encontrarme con Vee en una fiesta.
Mis ojos se desviaron a sus labios, que se veían más suaves y delicados de lo normal. Otra vez algo se removió en mí interior, y dije que ya no podía seguir con esto. Estábamos a medio camino entre Portland y Coldwater, en un tramo de la carretera exuberante y despoblada, cuando le hice un truco mental a Nora para que creyera que salía humo del Jeep. Frené, fácilmente dirigiendo el Jeep a la orilla de la carretera.
—Espera—Dije. Levantando la capota del Jeep, desaparecí de la vista.
Un minuto sería suficiente para hacerla creer que estaba revisando qué sucedía. Luego de contar, dejé caer la capota en su lugar. Sacudí las manos en mis pantalones, y me acerqué a su ventana, gesticulando para que se bajara.
—Malas noticias—Dije. —Es el motor.
Casi me reí con la expresión de “no tengo ni la menor idea de lo que me estás hablando” de Nora. Arqueé una ceja.
—Que descanse en paz. —insinué.
— ¿No se moverá?
—No a menos que lo empujemos.
Sabía que tarde o temprano se ofrecería a empujarlo, así que tenía que evitar eso, a menos que también decidiera ponerle al Jeep el peso de un elefante.
— ¿Dónde está tu celular? —Pregunté.
—Lo perdí—respondió.
Sonreí abiertamente. ¿No tenía teléfono encima y el mío estaba muerto? Muchísimo mejor.
—Déjame adivinar: ¿En el bolsillo de tu chaqueta? La indigente realmente sacó provecho, ¿No?
Miré a mí alrededor, sabiendo que cerca se encontraba un motel de mala muerte.
—Dos opciones: Podemos terminar el paseo, o podemos caminar a la siguiente salida y encontrar un teléfono—ofrecí.
Salió, cerrando la puerta con fuerza detrás de ella. Pateó el neumático delantero del Jeep. Sabía que estaba usando el enojo para enmascarar el miedo por el que había estado pasando hoy. Tan pronto como estuviera completamente sola, estallaría a llorar, podía verlo. Y no quería eso.
—Creo que hay un motel en la próxima salida. Iré a lla-lla-llamar un ta-ta-taxi—dijo, sus dientes titiritando fuertemente. —T-t-tú espera aquí con el Jeep.
No sabía cómo Nora conocía el motel, y deduje que no quería saberlo, tampoco. Si ella ya había estado aquí con alguien, lo más seguro es que fuera a matarlo mientras ella llamaba el taxi.
—No voy a dejarte fuera de mi vista. Te ves un poco trastornada, Ángel. Iremos juntos—además, ese era el plan. Estar juntos.
También sopesé la idea de que matarla aquí era perfecto, una oportunidad como esta no se daría de nuevo. Y si se daba, ya no tendría ganas de matarla. De por sí, ahora mismo no estaba seguro de desearlo. Cruzando sus brazos, se puso frente a mí. En zapatos de tenis, sus ojos llegaron al nivel de mis hombros.
—No voy a ir a ninguna parte cerca de un motel contigo—dijo.
Sonreí.
— ¿Crees que nosotros dos y un motel apartado hacen una combinación peligrosa? —Casi escuché el “Sí, en realidad” emanar de su mente. Me recosté contra el Jeep. —Podemos sentarnos aquí y debatir esto—miré al cielo, dándole un efecto a mi nuevo truco mental—Pero esta tormenta está a punto de comenzar su segunda ventisca.
Y justo allí, comenzó a llover/granizar.
Me regaló su mirada más fría, luego soltó un suspiro de enfado.
Como de costumbre, salí ganando.
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Rojo
El cielo rojo lastimaba mis ojos, dolía mirar hacia cualquier lado, pero dolía más cerrarlos y quedarme a oscuras, solo, conmigo.
A lo lejos se alcanzaba a divisar una enorme casa, destruida por algo desconocido.
El viento, si se podía llamar así, me hacía querer no respirar otra vez, pero los instintos traicionan.
Seguía parado en ese inmenso abismo rojo, sin saber qué hacer, ni cómo había llegado ahí.
Me llegaban recuerdos de tiempos más felices. Llegué a pensar que sólo estaban ahí para ayudarme, pero que en realidad jamás habían ocurrido, al menos no a mí.
Decidí levantarme, pero la presión que sentía no me dejaba. Parecían miles de manos que no me permitían avanzar. Me arrastré, lloré, grité y debí perder el conocimiento porque cuando volví a mirar hacia arriba, el cielo ya no era rojo.
El aire era más liviano, daba gusto dejarlo entrar en mi cuerpo. Estaba en una habitación que sin duda era parte de la casa en ruinas. Sin embargo, las paredes estaban recién pintadas y había hojas secas en todo el piso. Las columnas que con esfuerzos sostenían el inmueble, eran más altas de lo que hubiera imaginado. Un laberinto de escaleras se extendían por encima de mi y despertaron mi curiosidad.
Me levanté sin dificultad pero con miedo ¿había alguien más conmigo?, no quería enterarme.
Comencé a subir las escaleras tratando de no hacer ruido. A medida que subía, la luz se iba haciendo más tenue y un olor putrefacto inundaba el ambiente. Algún animal muerto, pensé.
Seguí subiendo, extasiado por la incertidumbre, quería salir de ahí, pero a la vez algo me llamaba para quedarme. Cien, doscientos, mil escalones, ¡no importaba! estaba por llegar, lo sabía…pero ¡qué torpe! tropecé aferrándome inútilmente a las paredes para evitar la caída. De pronto el olor a putrefacción era insoportable. Me quedé en el piso con la sensación de tener algo encima de mi.
Lo tomé con mis manos y di un grito cuando vi que era el cabeza destrozada de lo que alguna vez fue alguien humano. Sus ojos eran rojos como el cielo que me había atormentado, la sangre seguía saliendo de todos los orificios.
¿En dónde había visto ese rostro antes?, me quedé viendo fijamente los ojos de esa desdichada criatura para tratar de adivinar quien era, cuando de pronto la pintura fresca de las paredes empezó a desvanecerse y tras de ella otra vez estaba el color rojo, ese color que sólo podía ser sangre. Empezaron a caer sobre mi lo que sabía eran miembros humanos, animales y quizá de seres cuya forma viva debió ser más abominable. Traté de huir pero fue en vano, en unos segundos ya estaba cubierto hasta el cuello. ¿Por qué me estaba pasando eso a mi? ¿qué había hecho yo para merecer tal castigo?. Pronto lo sabría.
Ante mi apareció una sombra tan negra que destacaba entre el lienzo rojo que acababa de pintarse, no tuvo que decir nada, de alguna forma yo la escuchaba dentro de mi.
“No saldrás”
Fue lo último que escuché antes de despertar de aquel sueño. En aquella cama hecha de piel, sangre y vísceras.
Un pequeño resumen de uno de los sueños que tengo (por desgracia) frecuentemente.
-BetyHarcker-
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Rojo
El cielo rojo lastimaba mis ojos, dolía mirar hacia cualquier lado, pero dolía más cerrarlos y quedarme a oscuras, solo, conmigo.
A lo lejos se alcanzaba a divisar una enorme casa, destruida por algo desconocido.
El viento, si se podía llamar así, me hacía querer no respirar otra vez, pero los instintos traicionan.
Seguía parado en ese inmenso abismo rojo, sin saber qué hacer, ni cómo había llegado ahí.
Me llegaban recuerdos de tiempos más felices. Llegué a pensar que sólo estaban ahí para ayudarme, pero que en realidad jamás habían ocurrido, al menos no a mí.
Decidí levantarme, pero la presión que sentía no me dejaba. Parecían miles de manos que no me permitían avanzar. Me arrastré, lloré, grité y debí perder el conocimiento porque cuando volví a mirar hacia arriba, el cielo ya no era rojo.
El aire era más liviano, daba gusto dejarlo entrar en mi cuerpo. Estaba en una habitación que sin duda era parte de la casa en ruinas. Sin embargo, las paredes estaban recién pintadas y había hojas secas en todo el piso. Las columnas que con esfuerzos sostenían el inmueble, eran más altas de lo que hubiera imaginado. Un laberinto de escaleras se extendían por encima de mi y despertaron mi curiosidad.
Me levanté sin dificultad pero con miedo ¿había alguien más conmigo?, no quería enterarme.
Comencé a subir las escaleras tratando de no hacer ruido. A medida que subía, la luz se iba haciendo más tenue y un olor putrefacto inundaba el ambiente. Algún animal muerto, pensé.
Seguí subiendo, extasiado por la incertidumbre, quería salir de ahí, pero a la vez algo me llamaba para quedarme. Cien, doscientos, mil escalones, ¡no importaba! estaba por llegar, lo sabía...pero ¡qué torpe! tropecé aferrándome inútilmente a las paredes para evitar la caída. De pronto el olor a putrefacción era insoportable. Me quedé en el piso con la sensación de tener algo encima de mi.
Lo tomé con mis manos y di un grito cuando vi que era el cabeza destrozada de lo que alguna vez fue alguien humano. Sus ojos eran rojos como el cielo que me había atormentado, la sangre seguía saliendo de todos los orificios.
¿En dónde había visto ese rostro antes?, me quedé viendo fijamente los ojos de esa desdichada criatura para tratar de adivinar quien era, cuando de pronto la pintura fresca de las paredes empezó a desvanecerse y tras de ella otra vez estaba el color rojo, ese color que sólo podía ser sangre. Empezaron a caer sobre mi lo que sabía eran miembros humanos, animales y quizá de seres cuya forma viva debió ser más abominable. Traté de huir pero fue en vano, en unos segundos ya estaba cubierto hasta el cuello. ¿Por qué me estaba pasando eso a mi? ¿qué había hecho yo para merecer tal castigo?. Pronto lo sabría.
Ante mi apareció una sombra tan negra que destacaba entre el lienzo rojo que acababa de pintarse, no tuvo que decir nada, de alguna forma yo la escuchaba dentro de mi.
“No saldrás”
Fue lo último que escuché antes de despertar de aquel sueño. En aquella cama hecha de piel, sangre y vísceras.
Un pequeño resumen de uno de los sueños que tengo (por desgracia) frecuentemente.
-BetyHarcker-
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Transpersiana
Como en la mayoría de los departamentos de enfrente, ya no hay luz en tu ventana. Hace más de diez minutos que nadie pasa por la calle y el asfalto mojado brilla con los faroles de la noche. Ahora no puedo verte, apagaste el interrumptor hace exactamente diez minutos y la inmovilidad del lugar me hace suponer que tú ya no estás ahí dentro. Aunque quizás me equivoqué, quizás todo esto haya sido un error de interpretación de mi parte y en realidad la noche ocurrió de otra manera, detrás de esos dos vidrios que nos separan.
Hoy, por primera vez en tantos meses, te vi entrar acompañado. Serviste dos vasos de whisky y colocaste unos bretzels en la mesita de centro. Ella se sentó en el sofá de la sala, mientras guardabas la botella en la vitrina, como si con ese gesto anunciaras que ése iba a ser el único trago y que la noche sería corta. Nunca he escuchado tu voz, pero estoy segura de que ayer tus frases eran secas y directas, casi tajantes. Ella tenía en los ojos la mirada de la gente decidida. Sus piernas mostraban un aspecto enfermizo, quizá por las medias grises que llevaba puestas. El gris es un color feo cuando se mira de lejos. Al principio te veías contento, casi eufórico. No sé cuantas veces te sentaste junto a ella y te volviste a levantar, indeciso. La sonrisa de anfitrión que tenías en los labios era tan falsa como la piel de tus sillones. Pero tus ojos estaban tristes con siempre, quizás un poco más. Me diste pena. Al contrario de sus piernas enclenques, sus pechos eran grandes, lozanos y se exhibían dentro del escote cada vez que se inclinaba para tomar un bretzel. Su vestido negro y flojo invitaba a desnudarla. Te sorprendí varias veces dejando rodar tus grandes ojos tristes ahí dentro. En ese momento, me habría gustado ser ella, estar en su lugar con las piernas abiertas, triunfante, sabiéndote hipnotizado por sus hombros y su cuello, por los pechos y el escote que movía despacio pero eficazmente, como se mueve el timón de un barco con rumbo decidido. Tú seguías el juego pero, de cuando en cuando, mirabas hacia la calle, presintiendo el peligro.
Nunca encendí la luz. Entré al departamento con sigilo y, después de colgar mi bolsa en el perchero, en medio de la oscuridad más absoluta, me dirigí hacia mi cuarto. La cortina ya estaba cerrada. La he dejado así desde que empezó el verano y te cambiaste al edificio de enfrente. La silla también sigue ahí. Es la única que uso para mirarte y, por una extraña razón, pienso que esa silla me da suerte.
Casi no bebiste nada. Dejaste que ella le diera los últimos tragos a su vaso y saliste de cuadro para aparecer más tarde en la cocina, donde la luz se refleja más cruda en la pared celeste. Ya no sonreías. En tu cara había más bien un gesto de aburrimiento, una mueca indescifrable, como cuando un niño está a punto de comenzar una rabieta. Te vi sacar unos hielos del refrigerador, otra cajita de bretzels y un objeto alargado que envolviste en una servilleta. Pero no volviste a la sala enseguida. Dejaste las cosas que habías tomado junto al fregadero y encendiste un cigarrillo. En la ventana de la sala, ella ajustó sus medias grises, el escote de su blusa y se quedó inmovil unos minutos, esperando. Ya no había nada en su vaso, pero no tomó la iniciativa de levantarse y de ir por la botella, parecía no saber qué hacer. Después de un par de fumadas, te vi abrir la ventana y apagar el cigarro en el balcón. El viento no consiguió borrar de tu cara aquel gesto contraído. Cerraste de nuevo y permaneciste unos minutos apoyado en el quicio. La persiana estaba a media asta, pero aún así era fácil adivinar tu silueta. En ese momento, me invadió un ligero malestar, una suerte de vértigo. Alcé la cara y te vi desabrocharte el cinturón con los movimientos urgentes de alguien que se sofoca. Durante unos segundos, pude observar tu miembro erecto antes de que tu mano comenzara a mecerlo con velocidad y fuerza. Me sorprendió que fuera oscuro, del mismo color que tus ojeras. Abajo, los calzoncillos sobre los zapatos. Arriba, tu boca entreabierta. ¿Qué iba a pasar si de pronto ella entraba a buscarte a ls cocina y te encontraba ahí, masturbándote en medio de una cita amorosa, como quien ha sido invitado a un banquete y, antes de sentarse a la mesa, ataca ferozmente el refrigerador? Ella seguía esperando en el sofá, ahora con las piernas juntas. Parecía una niña castigada que no acaba de entender la falta que ha cometido. Yo, mientras tanto, te veía hacer desde mi cuarto. Comprendí que me sentía abochornada. Era como si de pronto el intruso fueras tú, y yo la víctima de tu indiscreción. Empecé a sentir humedad en los muslos, una humedad urgente como tus movimientos. Sin pensarlo, abrí un poco la cortina para que me vieras, como en un intento vano por robarme tu último jadeo. Pero la luz seguía apagada en mi cuarto y mi gesto de imprudencia no alcanzó tu mirada, pérdida ahora en el vacío. Tu mano siguió acelerando el ritmo más y más hasta que por fin dispararse contra el vidrio. Y, sin saber porqué, me sentí más ligera en ese momento. Acto seguido, sin un gesto de limpieza, volviste a cerrar el pantalón. La expresión de tu cara había cambiado. La luz azulosa y cruda de la cocina se apagó y reapareciste en la sala, donde ella te recibió expectante. Traté de tranquilizarme pensando que no me habías visto, arrepentida de mi imprudencia, feliz de verte regresar a la sala donde ella te esperaba con sus medias grises, su cara de niña ingenua y su vestidito negro que ya no habría de quitarse en toda la noche.
Guadalupe Nettel, Pétalos y otras historias incómodas, 2008.
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Cap.6.2 - ENELQP3
Poco después, el Capitán Julius regresó con una palangana de madera con agua en sus manos. Me sentí emocionada por alguna razón cuando lo vi colocar la palangana al lado de la cama y preparar la toalla, sin siquiera atreverme a interponerme en su camino. ¡Sin embargo, no creo que lavar los pies de otra persona sea divertido! Mientras me sentaba de rodillas en la cama, escondiendo mis dos pies, el Capitán se arremangó y me miró, con ojos brillantes. Me gusta que me mire así, pero también es un problema para mí porque es demasiado lindo. "... Julius." "¿Hm?" “Aprecio que quieras tratarme mejor, pero me sentiré incómoda si no hago nada por ti a cambio.” ¡No, no te pongas triste! Rápidamente continué la conversación. “¡Así que está bien si me pides que haga algo por ti! ¡Definitivamente ya no me sentiré incómoda! ¡Así que vamos, dime!” “Perma-” “¡Excepto permanecer a tu lado!” Su boca que estaba a punto de abrirse se cerró de nuevo. El Capitán se sumió en la contemplación, con la cabeza ligeramente inclinada hacia un lado. Sí, adelante, piensa en lo que quieres. Debe haber algo que quieras que haga por ti. Debería haber. No sigas repitiendo tus palabras como un loro. Sé codicioso por una vez. “Ummm…” Pasaron minutos de silencio. A este ritmo, no me sorprendería que nos quedáramos despiertos toda la noche. “Solo dilo incluso si piensas que no me gustaría. Juro por la diosa que no te odiaré. Incluso si me pides que te ayude a matar al Sumo Sacerdote, no te odiaré. Solo me negaré cortésmente.” Al escuchar mi respuesta, los ojos del capitán Julius se entrecerraron ligeramente. Luego, gradualmente levantó la vista y habló. "Yo…" "¿Sí?" "... No te dejaré escapar si alguna vez intentas irte." ¿Eh? ¿Es él, como, de verdad? “Por supuesto, eso es un hecho. ¿No te lo dije ya? De todos modos, eso está bien para mí ." ¿Es esto diferente de… la autodefensa? Bueno, si voy a confinar al Capitán, él también puede hacerlo conmigo. "¿Algo más además de eso?" Dime algo más. Te lo ruego, por favor. “¿Realmente no hay nada más que quieras que haga? ¿Quieres mi hombro? Puedes morderme el cuello si quieres.” Seguramente Sofía me va a regañar un poco más tarde, pero ¿y qué? Puedo aguantar eso. ¿Qué más podría ofrecer además de eso? Me pregunto... Le he dicho que no quiero que me lave los pies y que me alimente, ¿verdad? ¿Debería aprender a cocinar y hacer algo? Sin embargo, no creo que pueda cocinar algo comestible... Realmente no puedo pensar en algo que pueda hacer por él. Creo que puedo entender ahora por qué el Capitán está angustiado. Tal vez podría comprarle un ramo y ponerlo junto a su cama. “…Roel.” "¿Sí?" "Nunca le pedí a alguien... algo." El capitán Julius habló despacio, como para ordenar sus pensamientos. “Cuando todavía era un niño, yo… solo traté de sobrevivir. No, creo que solo luché por sobrevivir inconscientemente. Cuando llegué al imperio... no había nada más que pudiera pedir. Ortzen se quejó de que si me arrastraban así, solo me usarían y me tirarían. Aun así, no me importaba mucho. No había nada más para mí que desear. Ni siquiera sé cómo ser codicioso. No quiero ni necesito nada.” Esta voz profunda y baja decía que no quería nada. Mientras escuchaba sus palabras, de repente sentí un nudo en la garganta. "... Entonces, incluso ahora, ¿todavía no tienes nada que quieras?" "Yo…" El par de ojos gris pálido se llenó con la imagen de mí sentada en la cama. "…Sí." "¿Qué es?" Podía adivinar lo que iba a decir, pero aun así le pregunté. Vamos dime. "... Roel, te quiero." “Entonces ven aquí”, dije mientras me levantaba de la cama, parándome al lado del Capitán. Sin embargo, no se acercó a mí de inmediato. "¿Por qué no te mueves?" “Pero una persona no es algo que uno deba desear.” "¿Por qué no? Permitiré que me desees, así que ven aquí.” Le hice señas para que se acercara, pero el Capitán ni siquiera movió un músculo. "Te dije que está bien." “… No quiero. Me gusta mucho Roel, así que no quiero encerrarte ni nada.” Es un poco irritante escucharlo decir eso, pero lo ignoraré por ahora. Dije que está bien, ¿por qué dice que no quiere incluso después de decir que le gusto tanto? “¿De verdad no quieres? Dijiste que me deseas.” “Sí, lo hice, pero no puedo…” "…Ben. Entonces hagamos lo contrario.” Hablé con un suspiro. “Te deseo, Julius. ¿Qué hay sobre eso?" "Eso es bueno." Esa respuesta fue rápida. Ya le he pedido muchas veces que sea mío. Así que me pregunto por qué no pudo pedirme que fuera suya. "Ven aquí. Escúchame." Sólo entonces se acercó. Levanté mi mano para acariciar el cuello y las mejillas del Capitán. "Julius." "Sí." "Eres mío." "Sí." "Así que puedes pedirme que me haga responsable de ti." Esta vez, no respondió. En cambio, una pregunta sobre el significado de mis palabras surgió en sus ojos gris pálidos. "Esa es la forma como es. Un superior siempre tiene que asumir la responsabilidad de sus subordinados, sirvientes y esclavos. Puedes quejarte si te descuido o si no te cuido adecuadamente, si no asumo la responsabilidad de tenerte.” "Pero…" “Es natural pagar el precio apropiado para poseer algo, ya sea un objeto, un animal o una persona. Entonces, a cambio de tenerte, serás la persona más cercana a mí, la persona que más me gusta.” En resumen, ¡tú eres mío y yo tuya! Eso es lo que quiero decir pero, como al Capitán no le gustaría eso, no lo haré. Sus ojos revolotearon alrededor, mostrando su confusión. Me miró de nuevo. "...Entonces, si te pertenezco, ¿puedo quedarme a tu lado?" “No, no puedes simplemente quedarte. Significa que nunca puedes dejarme porque eres mío. Si alguien te pide que me dejes, no puedes irte. No porque no quieras, sino porque no puedes. Tienes que quedarte conmigo aunque no quieras. Nunca podrás dejarme por el resto de tu vida. Estaremos juntos para siempre hasta que uno de nosotros muera.” "Para siempre…" "Sí. Una vez que caigas en mis manos, nunca podrás escapar. Nunca." Me sentí un poco culpable porque las palabras que dije de alguna manera se parecían a las de alguien que firma un contrato de esclavitud. Era demasiado unilateral. “Así que dime ahora si lo odias. ¿Lo odias?” Incluso si me dice que lo odia, me quedaré con él, tal como le dije. El capitán sacudió rápidamente la cabeza ante mi pregunta. "No, me gusta." “Entonces de ahora en adelante, eres mío. No escuches lo que te dicen los demás. Simplemente haz lo que quieras. Quédate a mi lado, mírame y dime lo que quieres. Permitiré todo eso.” “…Roel.” La voz que me llamaba tembló, y las esquinas de los ojos del Capitán comenzaron a humedecerse. ¿Qué? ¡Espera! ¿Qué parte de esa conversación lo hizo llorar? ¿D-dije algo malo? ¿Fui demasiado egoísta? Bueno, dije lo que quise y hablé como quise, ¡pero a él le gustó de todos modos! "¿P-por qué estás llorando?" ¡No llores! ¡¿Por qué está llorando?! Uugh, ya no puedo detenerlo, ¡está corriendo por sus mejillas ahora! ¿Qué tengo que hacer? ¡Bam! No podía decidir si debía abrazarlo y consolarlo o secarle las lágrimas primero. En ese momento, se escuchó un fuerte ruido repentino. Cuando giré la cabeza para mirar, vi a Clauen parado junto a la puerta y una palangana con agua que había caído al suelo. El capitán debe haberle pedido más agua. Clauen exclamó, la sorpresa grabada en su rostro. “¡Sir Roel! ¡¿Por qué hiciste llorar a nuestro Capitán?!” Anterior Menu Siguiente Read the full article
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Y como lo escribo?
como escribo lo que siento si ni siquiera se como me siento
Tenía la vida resuelta y en un día me llovió, granizó y todo lo que creí tener resuelto se me vino encima.
Ni una ola del mar mas violento me ha dejado tan vacío como me dejo ella, que ya ni la quiero llamar por su nombre para fines de comodidad de ahora en adelante me refiero a ella como ¨Matilda¨
Pero primero que nada me presento, soy un joven profesionista de 27 años, quiero estudiar la especialidad de cardiología intervencionista y creo ser apto para eso.
Ella tiene 25 años y es un remolino de emociones, de esas personas que un día prefieren vainilla y el otro día habanero, difícil de adivinar, para mí difícil de predecir. Con un pasado difícil, lleno de malas decisiones, abusos, drogas, fines de semana enteros de fiesta, altas y bajas, con una sonrisa encantadora a simple vista, con unos ojos que cautivan y penetran en cualquier ser humano consciente.
pero la pregunta del millón como la conociste?
Resulta que hace un par de años coincidimos en el festejo de un amigo en un restaurante, yo siempre un romántico sin esperanza la ví entrar por la puerta de ese salón y de repente algo hizo click en mí, sentí esa ansiedad, mis manos comenzaron a sudar, mi latido cardiaco empezó a incrementar súbitamente, mi conversación se volvió torpe y sin sentido, agarre un tenedor y traté de cortar mi hamburguesa creyendo que era un cuchillo.
Ella venía con un amigo en común, pensé que era su cita pero a simple vista no se veía la química entre ellos, trate de sacar platica amena con ella pero esquivaba cualquier intento de presentarme y la manera en la que estábamos acomodados no hacía ninguna sentido para poder tener una platica gusto, así que me di por vencido ese día y no intenté mas.
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Una app me robó tu mirada
Muchas veces te cruzaste en mi camino aunque yo haya preparado la escena a mi favor. Estudié cada paso tuyo así como un sicario prepara su última jugada previo a halar del gatillo. Siempre serás la fortuna aún en las peores de mis malas suertes. Verte venir, verte caminar equivale a la línea recta amarilla de las autopistas: no te alejas de tu centro jamás, eres fiel al camino, no importa la carga, jamás te haces a un lado.
Y hablo en forma pasada porque, Mujer, solías regir nuestro camino. Aparecías en cada esquina y mirabas con ojos serios pero sin tensión, con miradas concentradas pero no obsesionadas, con miradas confiadas pero no engreídas. Yo al pasar a tu lado quería ser el dueño de cada uno de tus secretos; al sentir tu proximidad traté siempre de adivinar en los tres segundos que duraba nuestra cercanía, toda tu vida.
¡Me mirabas, sí! Y no se porqué me hacías sentir culpable. Quería que me vieras mirándote, no importando que me quedara sin palabras en el instante que tu este y mi oeste quedaran perfectamente alineados. Me mirabas a pesar de todo. A veces sonreías, a veces evitabas, a veces disimulabas. Pero en realidad no esperaba mucho de tu parte, era un riesgo que yo tenía que correr. Mi parte favorita era cuando jugabas con tu cabello aunque lo tuvieras perfecto. Recogerlo detrás de tu oreja era una respuesta muda a todos mis esfuerzos por llamar tu atención. Yo era feliz verte caminar a la par mía, aún en sentido contrario.
Pero ahora eres diferente.
Ahora te veo caminar, pero tu mirada no es la misma. Ahora eres coqueta pero no con el camino porque ya no te recoges el cabello. Ya no eres como la línea amarilla de la carretera. Ahora vas tropezando cuando antes trazabas camino. Ahora sonríes pero no conmigo. Al pasar a mi lado llevas la cabeza y la mirada gacha. Ahora tus manos están ocupadas, poco a poco vas perdiendo la libertad. Ahora tienes un mundo nuevo en tus manos.
Dime, ¿cómo luchar contra un amor binario?
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8.3 (Cartas a Casilón a Confesiones #3)
Lo que tengo que confesar hoy no está apuntado en un papel.
Lo que tengo que confesar es que la lista musical que me pasaste la pegué en mi pared, probablemente pensando que, cuando la necesitase, la sacaría y vería el reverso. Pues meses después no lo hice. Solo traté de adivinar qué versión de qué canción era cada cual. Y ahí se quedó el papel en mi pared, cada año un poco más descolorido, un poco más amarillo.
Hasta que lo saqué hace unos días y descubrí que habías escrito el título e intérprete de cada canción al otro lado de la página. Información que obviamente tuve en algún momento y la olvidé (el cansancio).
No sentí pena, ni sorpresa, ni rabia, ni frustración. De hecho, no sentí nada. Aunque me hubiese gustado haberme dado cuenta antes. En su momento.
[De haberlo sabido, te hubiese devuelto la gentileza y hubiese hecho lo mismo con la lista que te pasé yo, pues solamente no agregué los datos porque pensé que tu lista no los traía tampoco.
Queriendo entregar lo mismo que recibía y quedando corto]
Y ahora me da miedo leerlo. Pero lo voy a leer, detenidamente. Veré mis errores y mis aciertos y las canciones que debí haber escuchado desde un principio. Crearé la lista y la oiré. Ser�� extraño; espero que no por mucho tiempo. Después de todo, he escuchado la lista que armé a tientas por años.
Y ahora: algunas confesiones que sí están escritas en un papel:
Nota: esto fue escrito a fines del 2019 o principios del 2020 o durante el 2020. La lista será trascrita completa eventualmente, y es un contexto relevante ya que nos encontramos en 2022.
*Tiendo a "escoltar" al paradero/estación/loquesea a la persona con la que camino, y la verdad aunque creo que me ocurre con la mayoría de gente que conozco, creo que soy más persistente cuando esa persona me gusta. En este caso, tú. Disculpa si fue incómodo para ti, no era mi intención. No me di cuenta que te estaba llevando al paradero y casi que subiéndote a la micro.
*I'm not a slut. I wish.
*A veces escucho con atraso y por eso te pido tanto que repitas lo que has dicho, no porque no esté pescando.
*Por un buen tiempo me dormí pensando en ti.
*Tenía celos del Dani de lenguaje porque te gustaba.
*El ají que te regalé fue el primero que dio mi planta. El mejor de todos.
*Me encanta tu risa (aunque eso ya lo sabes). Me encanta tu risa casual, fuerte, corta. Me encanta tu risa malévola, que parece gruñir en tu pecho. Me encanta tu risa nerviosa y más alta. Me encanta tu risa boba. Me encanta hacerte reír. Te quiero, te quiero mucho. No me olvido de tus risas. Me encantan.
*"Tengo tu nombre y tus palabras en mi pared". Te llegué a tener al menos cinco veces en mis paredes (distintas cosas que me recuerdan a ti). Ahora, como sabes, estuve sacando algunos papeles. Ya es momento (por muchas razones). Esta cita particular, curiosamente, se mantiene vigente.
*Pierdo la cuenta en el día de cuántas veces me cacheteo pensando en ti. ((Esto era especialmente real durante el 2020, ¿y quizá inicios del 2021? Sorry, estoy aprovechando de hacer una cronología jajaja))
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Ya es tarde y quiero dormir. Casi no puedo creer que haya escrito esta publicación/carta, pero lo hice y estoy muy orgullose de mí misme. Te extraño, amigo mío. Estoy bien, estoy en un buen momento. Escríbeme pronto.
Santiago, 24 de abril del 2022. 22:18 PM.
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