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#todavía no llego a creer que alguien más que yo lo haya leído
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jak-london-me-blog · 7 years
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LA JERUSALEN NEGRA
Desciendo por las escaleras talladas en la roca hacia el foso en el que se alza la iglesia Bet Medhane Alem y veo en el fondo, en uno de los costados rocosos y sin saber por dónde salen, un sacerdote envuelto, casi escondido, en coloridas ropas litúrgicas, protegido por un paraguas ritual y acompañado por varias personas entre las que destacan unos acólitos que agitando incensarios llenan la escena de una niebla vaporosa y aromática. El grupo se mueve rápido, asciende por la misma escalera en la que yo estoy inmóvil, paralizado por la escena que parece salida de otra dimensión, de un mundo paralelo, como una alucinación extraña. Pasan ágiles junto a mi costado, sin rozarme, y desaparecen en la superficie de la explanada en la que está tallada esta gran hondonada de piedra.
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Llego hacia la puerta de la iglesia y junto a otras personas, algunos enfermos en mal estado transportados en camilla o por los brazos de sus familiares, entro descalzo en el espacio sagrado. El suelo está cubierto por viejas alfombras. Una luz tenue ilumina rincones aislados entre muros y columnas; hay un espacio central en donde un grupo reza en voz alta y a sus espaldas, en el lugar opuesto, se celebra la boda de una joven pareja. En otro rincón decenas de personas, algunas enfermas, buscan el contacto bendito y curativo de una famosa y pesada cruz, 7 kgr de oro, que un sacerdote se afana en pasar por pechos y espaldas.
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Por doquier figuras fantasmales, seres etéreos enfundados en túnicas blancas que habitan espacio en el que me siento, entre el asombro y el ensueño, transportado a otros niveles existenciales. Este espacio en el que estoy ha surgido de un alucinante viaje al núcleo de las rocas que forman el suelo de este lugar.
Aquí el aire y la luz han ido penetrando en el seno de la roca. Un trabajo difícilmente comprensible, una invasión del mundo externo hacia el denso núcleo de la piedra, allá donde antes no había otra cosa que moléculas fuertemente cohesionadas, átomos soldados fieramente entre sí constituyendo un denso magma, un mundo en el que el aire y la luz sólo eran quimeras, algo impensable en aquella naturaleza pétrea.
Pero alguien propuso crear, a base de rústicos picos, martillos y cinceles, una inmensa hondonada en el suelo rocoso. Y en medio del hueco dejaron parte de la roca formando una especie de monolito. Después, con esas mismas herramientas, como pájaros carpinteros, fueron agujereando y creando espacios, taladrando agujeros en los muros recién hechos para hacer ventanas, dejando de horadar parte de la roca para crear columnas…y ese gran monolito que se alzaba en la hondonada acabó siendo una especie de cubo gigantesco lleno de agujeros. Un cubo, al principio macizo, que se convirtió en una casa hecha de fuera adentro, acabando con el mundo de la oscuridad interna invadido por el aire y la luz. Unos huecos sabiamente planeados, endiabladamente bien diseñados, exquisitamente bien finalizados. Algo totalmente impensable en aquellos años.
BET MEDHANE ALEM. Vista parcial.                (FOTO J. PARDO)
Estoy en la ciudad etíope de Lalibela, en Bet Medhane Alem que dicen es la iglesia excavada en la roca más grande del mundo y que forma parte de un grupo de soberbios edificios religiosos construidos a partir de excavar grandes huecos en el suelo de piedra y tallar de manera muy sofisticada, “de afuera adentro”, un gran bloque rocoso. Maravilla del mundo, Patrimonio de la Humanidad, visitar, tocar, adentrarse en la penumbra de estas construcciones es una experiencia tan mágica como sobrenatural que a nadie deja impasible.
El Rey Lalibela, su época se extiende entre los años 1181 y 1221, quiso crear una nueva Jerusalén en Etiopía para evitar los riesgos y dificultades que tenían los peregrinos en los siglos XII y XIII para viajar a la Tierra Santa. Construyó, la creencia popular dice que fue un encargo directo de dios, 12 iglesias formando dos grupos separados por un río al que denominó Jordán. Era, es, la “Jerusalén Negra”. El grupo situado al noroeste representa la Jerusalén real mientras que al otro lado del río, en la zona sureste, la Jerusalén celestial. Muchas teorías científicas chocan con la leyenda y existen determinadas incógnitas todavía hoy inexplicables. La creencia popular insiste en la ayuda celestial para la construcción de estas 12 iglesias, “por el día trabajaban los hombres y por la noche los ángeles que hacían en el mismo tiempo el doble de trabajo”. Al pensar en la magnitud y perfección de la obra es muy difícil creer lo contrario, más si se estima lo concienzudo y exacto que fue y las herramientas tan sencillas y simples que pudieron manejar en aquella época.
Perforaciones sabiamente programadas que delimitan espacios concretos armónicamente tallados; columnas perfectamente situadas, puertas, ventanas, escaleras. Una y otra iglesia emergiendo de grandes huecos abiertos en el suelo. Caminos, túneles, pasadizos, agujeros en la roca que comunican, una con otra, estas increíbles construcciones. En algunos de los agujeros horadados en los muros que rodean las iglesias, cadáveres momificados de peregrinos que quisieron morir allí, en el lugar en el que los ángeles bajaron a la tierra para trabajar junto a los hombres.
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CADAVERES MOMIFICADOS EN LA IGLESIA YEMREHANNA KRISTOS (FOTO J. PARDO)
Por mucho que se haya leído, visto fotografías, vídeos o películas, escuchado relatos de viajeros, estar aquí, ver y tocar, penetrar en el interior y vivir la realidad física de estas iglesias, es impactante. Nadie está preparado emocionalmente para atravesar la puerta y entrar en esta Jerusalén Negra, la puerta por donde se accede a un mundo sobrenatural y mágico, en el que el espíritu pide quedarse en un rincón en la penumbra de cualquiera de estas iglesias, viendo desfilar seres ingrávidos envueltos en túnicas blancas, escuchando sus monótonos rezos, notando en la piel las vibraciones de los tambores, sintiendo cómo la paz invade la consciencia y el mundo celestial abre sus puertas y sus brazos.
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TÚNEL DE COMUNICACIÓN ENTRE IGLESIAS. LALIBELA. (FOTO J. PARDO)
  LOS  ETÍOPES COPTOS: UNA SOCIEDAD ESPIRITUAL
La carga espiritual de los etíopes coptos es decisiva en la vida cotidiana. La religión forma una parte de su existencia tan necesaria como el aire que respiran o la comida cotidiana. La llegada del cristianismo a Etiopía se atribuye a San Frumencio un libanés que en el siglo IV acabó como esclavo en la corte del rey de Aksum del que tras obtener la libertad quedó como preceptor del príncipe heredero Ezana al que convirtió al cristianismo. En el siglo V llegaron de oriente los denominados “Nueve Santos” que consiguieron la conversión en masa de muchos etíopes. Desde entonces hasta la actualidad la iglesia ortodoxa copta etíope tiene gran poder material, una gran influencia en la realidad del pueblo y se considera la guardiana de las antiquísimas tradiciones provenientes del reino de Aksum.
El imaginario colectivo de la sociedad religiosa ortodoxa está lleno de historias fabulosas, leyendas, magia y conceptos sobrenaturales imbricados en la realidad práctica cotidiana. El número de animales míticos, santos, monstruos y criaturas extrañas es tan imponente como esencial en la vida de los etíopes. De ellos, de su interacción con los hechos de cada día, de la conexión de lo natural y lo sobrenatural, surge la práctica diaria de la vida de casi el 45% de los etíopes que son los que profesan el cristianismo ortodoxo, frente al 34% de musulmanes que es la segunda religión practicada. Ambas creencias monoteístas coexisten en paz y respeto.
La larga historia de este imperio está escrita con multitud de seres y datos reales, constatados por rigurosa documentación, junto con hechos, personas, animales y entes nacidos de leyendas, de historias fabulosas. Juntos, realidad y ficción, forman un bloque imbricado, difícilmente de diferenciar y, lo que es más importante, explicar separadamente. Ficción y realidad forman un todo inseparable, la existencia de una de estas partes no puede demostrarse sin la participación de la otra. Esta es la magia de Etiopía y la esencia de la sensación del visitante: esa mezcla de realidad y sueño, de la unión de lo terreno y lo sobrenatural, de la magia y la materia, que hace especial e inolvidable la estancia en este maravilloso país.
Entre la historia remota, mezcla de sueño y ficción pero que origina mucho devenir histórico, se encuentra la reina de Saba. Esta hermosa mujer supo la existencia de un rey sabio llamado Salomón y decidió ir desde su palacio de Aksum hasta Jerusalén para conocerlo. Organizó una fabulosa caravana de 300 camellos llenos de tesoros como regalo para el rey judío. Salomón, prendado de su belleza, la retuvo en su reino durante meses tras los que la reina, entonces embarazada de Salomón, inició el regreso a Aksum. En pleno viaje de vuelta nació el hijo de ambos, Menelik I.
Menelik viajó posteriormente a Jerusalén para conocer a su padre. En su regreso a Etiopía y oculta en su equipaje se escondía el Arca de la Alianza que hasta entonces se custodiaba en el Templo de Salomón.
En la ciudad de Aksum hay un complejo religioso, el Complejo de Iglesias de Santa María de Sión. Una de estas iglesias es una pequeña capilla con una cúpula verde, rodeada de rejas y alambre de espino, en la que nadie puede entrar. Allí se encuentra el Arca de la Alianza. Sólo una persona vive en esa iglesia, un sacerdote descendiente de la tribu levítica, el Custodio del Arca que estará allí, sin salir, hasta su muerte.
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IGLESIA DE AXUM DONDE SE GUARDA EL ARCA DE LA ALIANZA (FOTO J. PARDO)
Aunque hay otros lugares en el mundo en los que se afirma está la verdadera Arca de la Alianza, los etíopes afirman, sin posibilidad de error, que ellos son sus depositarios. Y la importancia de este hecho es tal que la mayoría de las iglesias etíopes guardan, en un sancta sanctorum al que sólo puede acceder el sacerdote oficial, una copia exacta del Arca de la capilla de Santa María de Sión de Axum.
El Arca de la Alianza, en teoría, contiene la Tablas de la Ley que Dios entregó a Moisés, una jarra con maná, aquel alimento que Dios envió a los israelitas en su larga travesía por el desierto, y el cayado del hermano de Moisés, Aarón. El Arca tiene poderes absolutos directamente recibidos de Dios; no puede tocarse, no puede abrirse: Protege pero también puede destruir. La película  “Indiana Jones en Busca del Arca Perdida” describe, en clave de cine de entretenimiento fantástico, lo que pudiera ser el gran poder del Arca de la Alianza.
Lo que para muchas personas puede ser una ficción, una leyenda, un cuento, un hecho increíble y cuestionado, para los etíopes es algo cierto y exacto. La creencia es tan rigurosa como su fe, y en la mayor celebración religiosa -el “Timkat”- las reproducciones de las tablas de la ley, los “tabot”, son sacadas de las iglesias por los sacerdotes en un desfile lleno de ritos coloridos por las calles de ciudades y pueblos y reverenciadas por toda la comunidad ortodoxa copta.
EL TIMKAT
La máxima celebración religiosa de los ortodoxos coptos etíopes es el bautizo de Jesucristo en el río Jordán por San Juan Bautista. En esos días, entre el 14 y 19 de enero, los “tabots”, son sacados de los sancta sanctorum de las iglesias por los sacerdotes y llevados en procesión hasta un curso de agua cercano. Por la noche los fieles rodean el espacio donde están los “tabots” y aguardan allí con velas encendidas hasta el amanecer. Al comenzar el día el sacerdote de mayor rango bendice las aguas y después, en una especie de excitación generalizada, las personas se lanzan al agua o son rociadas por mangueras o arrojándola unos a otros: lo importante es mojarse con agua bendita, rememorando así el Bautismo. Los “tabots” son devueltos después a las iglesias de donde salieron. Todo sucede entre bailes de grupos ataviados con ropas coloridas, percusión de tambores rituales, carrozas y banderas decoradas con imágenes de Jesucristo, vírgenes, ángeles o santos, y cánticos alegres.
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SACERDOTES PORTANDO LOS TABOTS SOBRE SUS CABEZAS. TIMKAT. LALIBELA                   (FOTO J. PARDO)
En la ciudad de Gondar la calle está tomada por centenares de personas que desde la mañana cantan y danzan al son de los grandes tambores rituales – el parche pequeño representa el Antiguo Testamento y el grande el Nuevo – y que en la tarde comienzan a desfilar lentamente acompañando a los sacerdotes que vestidos con ricos y coloridos ropajes llevan envueltas sobre sus cabezas las reproducciones de los tabots. Protegidos por paraguas litúrgicos de miles de colores y dibujos, caminan sobre unas alfombras tras un grupo de personas que apuran su limpieza, inmediatamente antes de que los sacerdotes las pisen, a golpe de escoba. Suenan los tambores, las cornetas y los cánticos incesantemente. A los lados multitud de paraguas, hábitos, campanas, cruces, dibujos de vírgenes y santos con cierto estilo naïf.
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La procesión llega a los Baños de Fasílides. Un gran estanque construido por este rey en el siglo XVII, se ha llenado de agua para la ocasión porque allí, al día siguiente de la llegada de los “tabots”, tendrá lugar el bautismo colectivo. Los alrededores se van llenando de miles de personas esperando su llegada. En la tapia perimetral que rodea la gran piscina un grupo de soldados y policías controla y ordena la llegada de los participantes. Ya por la mañana han revisado minuciosamente todo el espacio para evitar el riesgo siempre latente de atentado, ahora protegen la entrada al recinto con un guiño de simpatía y tolerancia a los pocos extranjeros que estamos allí como espectadores de esta fiesta alucinante.
BAÑOS DE FASILIDES. GONDAR. ETIOPIA                   (FOTO J. PARDO)
La llegada se celebra con gritos y cánticos exaltados al ritmo de tambores y cornetas estridentes. Uno a uno, los sacerdotes con los tabots sobre sus cabezas, entran lentamente en el pequeño palacio construido sobre el agua. Se inicia entonces un rezo colectivo que es seguido en absoluto e impresionante silencio que contrasta con la algarabía sucedida durante toda la tarde. Llega ya la noche en la que la oscuridad es rota por centenares de pequeñas velas encendidas, pequeñas llamas que proyectan su luz amarillenta sobre las túnicas blancas, sobre los bellos rostros etíopes, sobre las personas que permanecen rodeando el estanque, provocando una atmósfera llena de magia y belleza. Al día siguiente, con el alba, el obispo bendecirá el agua y tendrá lugar el bautismo colectivo. Después los tabots serán devueltos, de nuevo en procesión, a sus iglesias de origen.
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NOCHE DE VIGILIA. TIMKAT. GONDAR. (FOTO J. PARDO)
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NOCHE DE VIGILIA. TIMKAT. GONDAR. (FOTO J. PARDO)
Siguiendo a los grupos que cantan y bailan en las calles de Lalibela acabamos contemplando sobre un talud una gran cantidad de personas alineadas y vestidas con túnicas similares. En la zona inferior, en la que estamos, otro grupo similar pero con diferente color en sus túnicas. Los dos grupos frente a frente, cantan y bailan lentamente con una cadencia hipnótica. Todos llevan un bastón en una mano y un pequeño instrumento en la otra, el sirlo, que con un sonido que producen al chocar unas chapas metálicas, marca el lento ritmo del canto apoyado por los golpes en los parches de los tambores. No entiendo qué cantan, no sé qué dicen, pero la danza, el ritmo, la manera en la que se mueven, están impregnadas de una magia, de una energía tanto telúrica como celestial e inexplicable que penetra tras la piel y llena los sentidos y el corazón. Sólo sucede aquí, en esta nación en la que la mezcla de leyenda e historia construyen su realidad.
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TIMKAT. LALIBELA. (FOTO J.PARDO)
    En las afueras de Lalibela, en lo alto de una colina, se encuentra la iglesia Na’akuto La’ab construida en una cueva natural. Llega allí su tabot junto con centenares de personas que celebran ruidosamente, a golpe de tambor y cánticos, la ceremonia. Grupos diferentes danzan alocados en el pequeño espacio libre bajo la cúpula pétrea de la cueva. La penumbra provoca una luz tamizada que se refleja en las túnicas blancas y que, como en las iglesias excavadas en la piedra, da un aspecto fascinante a todo lo que allí está ocurriendo.
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Tras unas cortinas rojizas se abre la puerta a un mundo rupestre y silencioso en el que el sacerdote enarbola una gran cruz junto a una pintura de vírgenes y santos. Más allá otro grupo de religiosos nos acogen y nos muestran orgullosos una serie de bastones, cruces y coronas, una antigua biblia escrita en amárico, llena de ilustraciones coloridas…un pequeño tesoro que guardan en un desvencijado y armario.
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IGLESIA NA’AKUTO LA’AB
(FOTO J. PARDO)
Abajo, cerca del pueblo de Lalibela, las iglesias de la Jerusalén Negra asisten impasibles a una nueva puesta de sol. Estamos sentados junto a la hondonada de la que emerge la más famosa de ellas, Bet Giyorgis, la obra maestra de todas las iglesias excavadas en la roca, el emblema de Lalibela, la más conocida de todas.
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BET GIYORGIS. LALIBELA (FOTO J. PARDO)
Tras dar una pequeña propina a los guardianes para que nos dejen permanecer más allá de la temprana hora de cierre, vemos cómo se oculta el sol en el horizonte y probablemente por última vez en nuestras vidas divisamos los perfiles de las rocas asombrosamente trabajadas por hombres y ángeles.
  Algo de nosotros se quedará eternamente aquí.
  [TEXTO Y FOTOGRAFIAS © JAVIER PARDO BERDUN]
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  BET GIYORGIS. LALIBELA (FOTO J. PARDO)
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  BET GIYORGIS. LALIBELA. (FOTO J. PARDO)
LA MEMORIA DEL NÓMADA: EL TIMKAT LA JERUSALEN NEGRA Desciendo por las escaleras talladas en la roca hacia el foso en el que se alza la iglesia Bet Medhane Alem y veo en el fondo, en uno de los costados rocosos y sin saber por dónde salen, un sacerdote envuelto, casi escondido, en coloridas ropas litúrgicas, protegido por un paraguas ritual y acompañado por varias personas entre las que destacan unos acólitos
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