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El Mañana en las manos de un hombre

 Tras el sólido éxito de "GoldenEye" en 1995, Pierce Brosnan (ya establecido como el James Bond del milenio) regresó por segunda vez al rol del espía de Ian Fleming con "El Mañana Nunca Muere", estrenada a diciembre de 1997 en un rodaje que causó dolores de cabeza a más de uno, particularmente al escritor Bruce Feirstein que más de una vez debió modificar los borradores del guión en una verdadera carrera contrarreloj.

El resultado en pantalla conforma un film entretenido, con abundantes e impactantes escenas de acción y un ritmo muy vertiginoso dado por el director de segunda unidad, el legendario Vic Armstrong. El guión es bastante formulaico y básico, con pocos conflictos: Bond es enviado a investigar a un zar de los medios, Eliott Carver (Johnatan Pryce, en una brillante actuación), responsable de ocasionar el hundimiento de un navío británico cerca del Mar de la China Meridional para provocar una guerra entre Gran Bretaña y la República Popular china, todo con el fin de aumentar su rating mediático.

Si bien lo más recordado de esta película sean sus escenas de acción, Michelle Yeoh repartiendo patadas por todos lados, y el hecho de que Bond persiga a un líder de los medios (Feirstein admitió haberse basado en Ted Turner y fundamentalmente en Robert Maxwell), también hay algunos momentos de humanidad en la relación que el agente secreto tiene con su ex novia Paris (Teri Hatcher), actual esposa de Carver. La dirección del film estuvo a cargo del canadiense Roger Spottiswoode, hábil en films de aventuras con mucho despliegue cómico ("Para, o Mi Mamá Dispara" con Sylvester Stallone, y "El Sexto Día" con Arnold Schwarzenegger), es por este motivo que el Bond 18 no dejará de sacarnos varias risas en sus dos horas de duración. A dos décadas de su estreno. "El Mañana Nunca Muere" es recordada como una gran adición a la saga del agente 007. El film se estrenó en Argentina el 15 de enero de 1998, poco tiempo antes que la superproducción de James Cameron, "Titanic". Pese a esta formidable competencia, la prensa argentina dio grandes elogios a esta película, calificándola como una de las mejores película de James Bond de todos los tiempos.

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Pierce Brosnan: “Soy el Bond de esta generación” [Clarín, 16.01.1998]

Dice que después de Remington Steele tuvo con Bond una segunda oportunidad, lo cual es algo muy poco común en la carrera de cualquier actor, y revela secretos del rodaje de El Mañana Nunca Muere.

DIEGO LERER Enviado especial El sol del mediodía se clava en pleno Copacabana. El panel luminoso indica que 32 grados azotan la avenida Atlantica, aunque el mozo del bar dice que podría haber sido mucho peor: En diciembre tuvimos 39. La misión es encontrar a Bond, James Bond. O bien, a Brosnan, Pierce Brosnan, que en estos tiempos devaluados es más o menos lo mismo.A pocas cuadras de allí, se supone, se aloja la nueva cara del viejo 007, y la tarea es hallarlo, hablar con él, hacer que confiese. La seguridad del mundo occidental depende de ello.Una vez en el Hotel Copacabana Palace -el más grande, más caro, más antiguo-, la búsqueda se hace más compleja cuando 007 no aparece. “¿Por casualidad vio usted a Bond?”, pregunta el agente, consternado ante la desaparición de su víctima. “No, jamás lo vi. Vi a Brosnan, sí, pero yo conozco a Bond. Y ese, querido, ese no es Bond”, contesta uno.La cuestión se pone aún más difícil. “Él estuvo por aquí a la mañana” -dice una de sus mujeres, que no es M ni Moneypenny, y encima habla mal inglés-. Ahora ha desaparecido”. Crece la sospecha de que se está escapando: la misión corre peligro.Hay entonces que subir y bajar ascensores, correr por escaleras enormes y perderse en interminables pasillos. Bond no aparece. No hay nadie que le gane en este juego de espionaje, después de todo él lleva casi 40 años haciéndolo. Finalmente, tras dos horas de búsqueda desesperada, un hombre con una gastada malla rosa, mal abrochada camisa a cuadros y ojotas que conocieron tiempos mejores baja de un ascensor. Se parece a Bond pero, claro, con esa facha no puede serlo nunca. La misión entonces es fijarse bien, correrlo, alcanzarlo y detenerlo.

¿Es usted James Bond? Sí, claro. Se suponía que teníamos una entrevista hoy aquí. No, debe haber algún error, yo ya he terminado con eso. Pero esto es demasiado importante -y entonces hay que explicarle aquello de la seguridad del mundo occidental. Lee mis labios. I’m finished -dice, y desaparece como buen superagente que es. “Esta vez es algo personal”, piensa el agente, y antes de decir el clásico Esto significa guerra, imagina una revancha extraordinaria, un plan macabro que acabará con Bond a sus pies: será acorralado con dos potentes armas automáticas y se le dispararán a quemarropa una serie de preguntas. Ante alguna respuesta fallida, el mítico Bond será historia.Horas más tarde, armas en mano, Bond contra una pared: ¿Qué es lo mejor de interpretar a James Bond? Ser Bond es un estilo de vida, no sólo en el sentido personal sino en el profesional. Me dio oportunidades en mi carrera que de otra manera no hubiera tenido nunca. ¿Y lo peor? Todavía no lo experimenté. ¿Siempre fuiste fan de la serie? Sí, desde que era chico. ¿Cuál fue la primera película de Bond que viste? Goldfinger, y me encantó. ¿Creés que Sean Connery fue el mejor Bond? Ciertamente, fue un muy buen Bond para su época... ¿No te parece raro que un personaje algo misógino y sexista de los 60 funcione tan bien en estos políticamente correctos años 90? Creo que el aspecto de la corrección política no tiene nada que ver con esto. Al menos El mañana nunca muere no se trata para nada de eso. Creo que es un tema que resolvimos en GoldenEye (la anterior película, la primera de Brosnan como Bond). Las cosas cambiaron mucho desde los 60 y creo que es lógico que también Bond cambie. ¿Qué características tiene que tener un actor para ser un buen Bond? Tiene que tener, primero, confianza en si mismo, estilo y... ser un buen actor. ¿Y qué hace a Pierce Brosnan un buen Bond, como muchos andan diciendo? No me corresponde a mí decir eso, no creo poder analizar qué me hace a mí un buen Bond. O si tal o cual actor es un buen Bond. No lo sé. El actor que interpreta a Q, Desmond Llewelyn (quien ha participado en casi todas las películas de la serie), dice que siempre el actor que interpreta a Bond realmente lo empieza a entender en la segunda película. ¿Te pasó lo mismo? Sí, hay un cierta confianza a partir del éxito de GoldenEye, que recaudó más de 350 millones de dólares alrededor del mundo. Eso te da tranquilidad a la hora de afrontar el rol. Te sentís confortable.

¿Pensaste que, después de haber perdido la posibilidad en los 80 (le habían ofrecido remplazar a Roger Moore pero los productores de Remington Steele, que lo tenían contratado, no lo dejaron ir) ibas a tener una segunda oportunidad de interpretar a 007? No, la verdad que no. En esta carrera, las segundas oportunidades aparecen muy de vez en cuando. En ese momento, mediados de los 80, seguí con mi carrera. Por suerte, apareció la posibilidad muchos años después. ¿Por qué creés, después de tantos años, que el público de todo el mundo sigue fascinado con este personaje? Creo que ya es una tradición, ya hay tantas generaciones que crecieron con este personaje que es como una antorcha que se pasa de una a otra. Mucha gente creía que había desaparecido, pero estas dos películas lo devolvieron a la vida. Así que ahora hay toda una nueva generación que crecerá con Pierce Brosnan en el rol de Bond. Es realmente un logro y también una responsabilidad saber que soy el Bond de esta generación, especialmente con los chicos que te paran en la calle. ¿Qué tiene de diferente este filme de Bond de los otros? Cinematográficamente tiene un estilo, un look, que yo jamás había visto en un filme de la serie. Se comentó que hubo problemas con el guión... Sí, los hubo. No teníamos siquiera el tercer acto cuando empezamos. Y teníamos mucha presión encima. Pero se fue solucionando, como pasa casi siempre. Muchas de las películas que he hecho han tenido problemas de guión. Pero se solucionan, casi siempre. ¿Es cierto que le ofrecieron el papel del villano a Anthony Hopkins, pero que él lo rechazó? No se lo llegaron a ofrecer. Se habló de él, sí, pero no más que eso.

¿Qué le aporta a la serie la aparición de Michelle Yeoh como una Chica Bond diferente? Ella es maravillosa, trabajamos muy bien juntos y creo que le da un aire fresco a 007. Le deseo lo mejor. Algunos comentarios indican que volvería en la próxima película o que su personaje tendría una serie propia. Las dos cosas podrían ser. Podría volver si ella o los productores quisieran. 

Alguna vez comentaste que te interesaría que directores consagrados aporten su granito a la serie. ¿Es cierto que hablaste con Martin Scorsese para que dirija la próxima película? Scorsese me ha dicho que le gustaría actuar en la película. En cuanto a dirigir, eso todavía está por verse. Un director que me gustaría es John Woo, creo que es espectacular. Y hay algunos otros. ¿Hay algún plan en concreto de conseguirlo para la próxima película? Si yo me salgo con la mía, sí. Tenemos que ver qué pasa. Ahora parece que el estudio Sony planea hacer sus películas de Bond y se ha hablado que conseguirían a Connery para el papel (MGM, la productora de este Bond, inició juicio a Sony). ¿Cómo ves ese proyecto? Creo que es un castillo en el aire, algo muy abstracto... Un abstracto castillo en el aire, eso es lo que es. Versión original

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Bond, más duro de matar que nunca [Clarín, 15.01.1998]

Con El Mañana Nunca Muere vuelve el mejor 007, adaptado a los tiempos que corren.

PABLO O. SCHOLZ

Cuando Steven Spielberg se cruzó con George Lucas y le dijo que quería hacer algo parecido a James Bond, nació Indiana Jones. Indy no sólo homenajeó a los seriales del cine norteamericano en Los cazadores del arca perdida, con su prólogo aventurero. También al agente 007.

Mucha piña, poca sangre, bastante ingenio, nada de blasfemias. Así es, y será, Bond, James Bond.

El que, con pocos cambios, vuelve ahora en El Mañana nunca muere. Que en los estudiados gestos del irlandés Pierce Brosnan (46) -el ex investigador privado de Remington Steele- es, lejos, el mejor Bond de las últimas décadas.

El Mañana nunca muere demuestra cómo una marca registrada se puede adaptar al paso del tiempo. Como la Coca Cola, es el sabor que no cambia. Ya no hay Guerra Fría, y Bond toma martinis, vodka, hace chistes y, como siempre, logra salvar al mundo. El comandante del Servicio Secreto Británico volvió con todo a recuperar el lugar que los duro de matar de Hollywood ocuparon en su ausencia.

Esta vez, Bond tiene que a) infiltrarse en el imperio de Elliot Carver (Jonathan Pryce, Perón en Evita), un superpoderoso de los medios de comunicación, que edita el diario El Mañana; b) recuperar un codificador con el que el malvado cambió el sistema de navegación de los satélites, por lo cual Inglaterra y China están por iniciar una guerra nuclear; y c) indefectiblemente, utilizar un auto y una moto BMW (vehículos con los que participa en las dos escenas de persecución más espectaculares del filme), prender cigarrillos con el encendedor Dunhill, usar un celular Ericsson y un reloj Omega.

Como todo Bond que se precie, hay persecuciones por agua, cielo y tierra. Bond siempre fue increíble. Antes, mucho antes, uno contaba las balas de los cargadores, y los malos que lo acechaban.

Ya no tiene sentido.

Desde hace 35 años en El satánico Dr. No, cómo los cerebros del Mal, tipos que no dejan nada librado al azar, atrapan pero no pueden acabar con Bond a minutos de que termine la película sigue siendo la pregunta del millón. También están la bomba que explota a último momento, con la voz femenina en el conteo de segundos, el viejito Q, Moneypenny y M. Con tomas que no duran más de cuatro segundos, y cámara en movimiento, dirigida por el británico Roger Spottiswoode -que antes de realizar filmes tan dispares como Bajo fuego y Para! o mamá dispara, fue montajista de Sam Peckinpah en, por ejemplo, Los perros de paja-, la película homenajea a otras anteriores de Bond, o las copia, bah.

El guionista Bruce Feirstein es el mismo de GoldenEye, pero el resultado es muy distinto, con una ex de Bond (Teri Hatcher) casada con Carver; un magnífico Vincent Schiavelli como un forense experto en liquidar celebridades, cuyo hobby es la tortura, y una agente china (la estrella de artes marciales de Hong Kong Michelle Yeoh), que roban sus escenas.

Si el credo de Carver es No hay mejores noticias que las malas noticias, el secreto del éxito -aunque tras 18 Bond ya sea algo del dominio público- sale de la boca de Bond: darle al público lo que quiere.

Eso es lo que hace El Mañana nunca muere, más que divertida, entretenida del principio al fin. EL MAÑANA NUNCA MUERE Título original: Tomorrow Never Dies (EE.UU./1997), 117. Para mayores de 13 años Género: Aventuras Dirección: Roger Spottiswoode Intérpretes: Pierce Brosnan, Jonathan Pryce, Michelle Yeoh, Teri Hatcher Salas: Metro, Ocean, Santa Fe, Belgrano. Muy buena  Disponible en: http://edant.clarin.com/diario/1998/01/15/c-01301d.htm Versión original:

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Daphne Deckers: 007 días con 007

La modelo holandesa Daphne Deckers interpretó a la relacionista pública del villano Elliot Carver en “El Mañana Nunca Muere” a los 28 años. Si bien su rol no fue mayor, recuerda como muy grata su experiencia en el segundo film de Pierce Brosnan como James Bond, como podremos ver a continuación en un testimonio publicado poco después de participar del film.

Día 1: Después de hacer el casting para tres roles diferentes a principios de marzo de 1997, tuve que esperar casi dos meses agonizantes hasta que la directora de casting Debbie McWilliams me dijo que me aceptaron para participar en “El Mañana Nunca Muere”.  “Vas a hacer de la RRPP del villano”, me dijo. “Vas a estar en cuatro escenas en una noche de fiesta y dos son con Pierce Brosnan. Espero que el rol no te parezca muy chico...” ¿Muy chico? Me tiré de cabeza en el avión. Ningún rol en un film de James Bond es chico.

(...) Me buscó un chofer con una limusina del Aeropuerto de Heathrow. Me daba vergüenza estar atrás, así que me senté junto a él, adelante (...). Me llevó a la casa de moda Angels & Bermans. El código de vestimenta eran colores como el azul eléctrico, verde botella y negro. Finalmente, nos decidimos por un vestido azul muy corto con un amplio escote. Para terminar, me llenaron de joyas azules brillantes y la chica de RRPP estaba lista para divertirse con Bond.

Día 2: La fiesta se filmaría en cuatro noches, desde las seis de la tarde hasta las siete de la mañana del día siguiente. Me compré la farmacia entera, pastillas para dormir, analgésicos y complejos vitamínicos. Pero la primera noche no me costó dormir. Había mucho que ver en el set. 

Una chica hermosa vestida de jeans y con una vincha elástica en el pelo resultó ser Teri Hatcher. La otra actriz principal, Michelle Yeoh, se parecía a una linda chica asiática en zapatos de taco alto. La verdad es que es una experta en artes marciales que te puede dar una buena patada, con o sin los tacos. Pierce Brosnan fue tan carismático como en las películas. Un hombre muy afable, que hablaba un poquito con todos. Cuando vi al “villano” Johnatan Pryce por primera vez, le dí la mano y le dije que era la relacionista pública. Me dijo “hola”, y se fue corriendo para el otro lado del set. Después, se disculpó. Pensó que de verdad era una chica de la prensa o relacionista pública, a punto de pedirle un montón de entrevistas. Por lo menos tenía ese look. El que de verdad tenía un look pero de matón era el alemán Gotz Otto, que interpreta al asesino Stamper. Es un gigante rubio con ojos azules y fríos, pero muy amable y dulce. Hasta tenía hasta mi propio trailer: por ahí era una habitación con ruedas, pero tenía todo lo que necesitaba: calefacción, una heladera chiquita y un sofá. Por supuesto, Pierce no tenía un trailer común, tenía un camión de lujo con living, dormitorio, cocina y una pantalla de TV gigante. Estaba lista a las ocho de la noche para maquillaje y la primera escena, que se rodaría cerca de las nueve. Seguía esperando hasta las 5.30 de la mañana. Pierce y yo nos preparamos y después salió el sol y no pudimos seguir.

Día 3: Dormí muy poco durante el día, así que antes de volver al set me dí un masaje energizante en el hotel. Cuando llegué al estudio a las siete de la tarde, había un “desayuno” de bocaditos de pollo. Los que esperaban caviar y champagne, podían olvidarse. El champagne que se usaba en las escenas era una mezcla de jugo de manzana y 7Up, y los canapés eran de plástico.

Otra vez, estaba maquillada desde las nueve de la noche pero no me necesitaron hasta las tres de la mañana. Me comí unos malvaviscos en el trailer, pero no podía dormir, porque si me llamaban tenían que esperar hasta que mi rostro se acomodara. Así que mucha de la espera era en el set. Me dieron un tapado enorme para cubrir mi vestido liviano, porque hacía mucho frío de noche. Mantenerme fresca en cada toma durante la noche requiere mucha concentración, porque con cada cambio de cámara, todo cambia: la iluminación, el fondo, los extras... incluso en esta segunda noche, no me usaron. Para poder dormir bien, me tomé un somnífero. Mientras hablaba con mi novio por teléfono, me quedé dormida. Día 4: Parece todo un déjà vu. Todos con la misma ropa y maquillaje, con todas las luces fundiéndose en una. El director Roger Spottiswoode trae una cinta con todas las escenas anteriores y nos sentamos en el trailer de Pierce para verlas. Y ahí estaba, sentada al lado de Bond, viendo a Bond en la pantalla. Nada es casual en una superproducción como un film de Bond. Cada toma se realiza meticulosamente y no hay forma de cambiar una línea. El equipo trabaja como una máquina y los detalles son perfectos (...) Por fin, llegó mi momento: tenía que dirigirme al público desde el escenario. Con cientos de personas en la fiesta y el Sr. Bond mirándome, me dije a mí misma: “¡No puedo hacerlo mal!” Un director que me conocía de antes me decía “la Xerox”, porque podía repetir una y otra vez las mismas palabras exactamente. Eso me fue útil esa noche.

Día 5: Me llamaron para filmar la otra escena, donde presentaba a 007 con el villano Carver. Pierce decía las históricas palabras: “Bond. James Bond”. El cuadro lo enfoca completamente cuando lo hace, por eso me tenía que correr naturalmente fuera de la cámara. No soy muy ágil, por eso me llevó un par de tomas hacerlo bien. Al terminar esta noche, todo me hacía doler: los tacos altos, el vestido, la falta de sueño y la faja en la cintura que sostenía la batería del micrófono. El microfonito también fue un problema: Pierce lo tenía escondido en el moño, pero el mío estaba entre mis pechos. Las cosas que se hacen por el arte...

Día 6: Volví a mi casa en Holanda antes de tener que volver, un mes después, para dos días más de rodaje en los estudios Frogmore. El set se llamaba Sala de Prensa de Carver: seis pantallas gigantes, un sinfín de computadoras y televisores modernos en un lugar que debía costar un millón de dólares.

Después de que Bond corte la luz y saque a Carver del aire, tengo que tranquilizar a los invitados dispersos. Johnatan Pryce es un gran actor y un tipo divertidísimo. Nos hacía reir a todos con sus chistes y con las frases cómicas que agregaba en los ensayos, haciendo que los extras se alegren. Trabajar durante el día es mejor que a la noche, pero después de doce horas estoy igual de cansada.

Día 7: Como el sol afuera era terrible, adentro estaba muy caluroso. Los miles de focos y luces hacían que la Sala de Prensa de Carver se sintiera como un baño turco. Las muy atentas chicas de maquillaje nos daban pequeños ventiladores eléctricos para refrescar nuestros rostros transpirados. Hoy se cerraba el rodaje. Aunque Johnatan haya dicho su discurso como treinta veces, su actuación poderosa fue fantástica. 

Aunque mi personaje no haya tenido nombre -solo “Chica de RRPP” - fue una experiencia inolvidable.

Publicado en The Making of Tomorrow Never Dies (Boxtree, 1997), por Garth Pearce. Reproducido parcialmente con fines educativos y no comerciales.