#tengo el cerebro cocido
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Por el día que es hoy, me estaba viendo el episodio de Tiempo de Verbena del Ministerio del Tiempo, y, primero, no me acordaba de que la serie tuviese tantas tramas para ese momento y, segundo, tampoco que hubiese en la serie un señor inmortal.
Que es curioso, porque a la hora de mencionar el caso de células que inmortales se refieren al caso de las HeLa —células que, más que no morir, no terminan de dividirse, extraídas en una biopsia de un tumor de la mujer afroamericana, Henrietta Lacks—, y, claro, me hizo recordar uno de los apuntes que hice a Lazos de sangre, porque, si bien se siguen replicando desde entonces, la falta de un control les ha hecho cambiar de una forma de típica de célula epitelial a la fusiforme típica de las células cancerígenas.
[De hecho, un profesor de histología nos dijo que ni siquiera las células HeLa de otro laboratorio en el mundo tenían las mismas características que las de la universidad por lo rápidas que son a la hora de replicarse y, por tanto, acumular errores y mutar].
Vamos, que si fuese el mismo caso, ese señor no se había convertido en una masa de células andante por puro milagro. Y más durante 2000 años.
Sé que es algo que ya he mencionado, pero me ha hecho tanta gracia encontrarlo que no podía evitarlo.
#tengo el cerebro cocido#la garganta mal#y no sé cuántos días escribiendo sin parar#pero el día de la mi verdadera patrona de madrid no me lo pierdo#y menos cuando es una zarzuela que me sé tan bien de cuando cantaba en una especie de coro#(buenos tiempos)#desvaríos#ignoradme
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Pero no tiene nada que ver, si se construyo o se pidio la licencia antes de que normas ? Se supone las normas anti incendios y sobre materiales de construccion civiles, que por lo visto deberian haber revisado y retirado cualquier material de cualquier construcción y sobre todo de los efificios residendenciales logica y obviamente.
Y ya de paso, te comunico de si harias el favor de seguir y para que veas el por qué de la posible y recurrente negligencias constructivas, sin mirar las posibles cientos de victimas que podrian haber causado. Estudia o haz un video sobre el famoso problema de la "URALITA" una vez se denunció (denunciaría) sus componentes muy cancerigenos o de las esporas que desprendia y se incrustaban el los tejidos pulmonares o del sustema respiratorio. Y tienen que ver con las ciertas microfibras, de las que se compone a la hora de su fabricacion o descomposicion.
Y como luego, o después de prohibido se decidio o se siguió produciendo y llevar parte de dichas construcciones a paises con menos recursos económicos y tambien se localizaron grandes nucleos de construcciones si no recuerdo mal y segun las investigaciones... añ estado de Brasil, por ejemplo o el mas facil de localizar una vez supuso para ese tipo de materiales y sin las comprobaciones necessrias de controles de calidad o peligrosidad.
Hay que tener en cuenta, que era normalmente utilizado en los paises o zonas rurales, sobre todo, o construcciones variopintas en toda clase de cobertizos, naces industriales, etc. En España por ejemplo habia una fabrica de Uralita según tengo entendido en el norte de España, en el pueblo de Loyola, cerca de kas estacion del tranvia, pero como ya digo, era un material que casi tuvo un protagonismo en la construccion como lo podia haber tenido la teja de barro cocido en aquellas elocas hace ya muchos miles de años. Pero como no habia tanta medida sanitaria y nos chupabamos los dedos sin lavarnos las manos muchas veces... Hasta que la naturaleza se dio cuenta (asi fue la realidad de los alimentos para las primeras especies incluido el ser humano, lo pruebas y si te mueres el siguiente, y el siguiente tambien y el siguiente y asi hasta que uno se da cuenta y por la educacion lo prohíbe durante muchas generacione,s o hasta que dessparece y aparecen otros por lo visto en los alimentos o productos perjudiciales como "la Colza " o los transgenicos (a saber como funciona el cuerpo y cerebro dentro de miles de años o deberia funcionar, esto es mejor no comprobarlo mucho, o debe ser como minimo como los productos que furante millones de años no nos han perjudicado al menos o a nuestro cerebro mas o menos le ha ido mejor, o sea...
Ciertas plantas sobre todo o ciertas especies que las comen y nos las comemos, no tienen por que ser inocuas para el distema cerebral o fisico de nuestra naturaleza. y como ya ssbemos de otros componentes de los slimentos, la vaca es vaca, el cerdo es cerdo y el humano es o quieren ser, lo que comen.... Como minimo. Jo !, que hambre me ha entrado de repente, comere un poco más del minimo.
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"Pero eso «no me entra» en el desayuno". Esta es una respuesta habitual ante la proposición de comer comida de humanos en el des-ayuno. La pregunta que uno debería hacerse es: ¿por qué "no me entra"? ¿Cómo puede ser que, una comida que Sí me gusta en cualquier otro momento del día, no sea capaz de comerla en el desayuno? ¿Por qué iba a ser el homo sapiens el único animal con esta extraña característica? ¿Hay acaso alguna explicación biológica o evolutiva para esto?
Obviamente no, no la hay.
Principales motivos por los que ocurre (relacionados entre ellos):
1. Habituación. Años y años de condicionamiento desde que naciste.
2. No tienes hambre real, solo eres dependiente de esa sensación: "Necesitas" tu chute mañanero de cositas suavecitas, palatables, que se deshacen en la boca, que casi no requieren masticación, que te dan un golpecito extasiador.. Tienes ganas de sentir esa sensación, pero tu cuerpo no tiene gran necesidad de comida realmente.
Pero tengo una buena noticia para tí, es reversible.
¿Cómo revertirlo?
-Lo primero que te diré es casi una tautología, pero es necesario: come cada vez más comida de humanos en el desayuno y poco a poco te irás acostumbrando.
-Otro consejo (tampoco muy original, lo siento): Si no tienes hambre de comida real, no comas hasta que la tengas. Espera a tener hambre de verdad y verás cómo ya sí "te entra" y te causa placer. De este modo tu cerebro, tu cuerpo, empezará a asociar esa actividad (comida real en el desayuno) con el placer.
-BONUS importante: Si puedes, antes de desayunar, añade ejercicio, aire libre, sol... verás cómo aumenta el hambre real, verás como ahí Sí te entra. Esos primeros bocados saben a gloria.
-Así, además, matas dos pájaros de un tiro: esta reconexión de tu paladar con la comida real, no solo aumentará el placer que esta te causa en el desayuno, sino TAMBIÉN en cualquier momento. De hecho, es una de las maneras de desengancharse de procesados excesivamente palatables (ya sea en desayuno o no).
Ideas para la falta de tiempo:
-Sobras de ayer
-Tener muchos huevos cocidos en la nevera
-Pescado en conserva
-Frutas, hojas verdes, hortalizas como zanahorias, pepinos..
-Frutos secos
-Etc
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Rosa 1. Deseo no concedido.
Su corazón late con esperanza, la oscuridad es lo único que hay en su mente y el frío invernal solo la llena aún más de esperanzas.
Pero todo acabó en cuanto abrió sus ojos.
Miró con pereza la luz del sol que ahora baña el cuarto; bueno, fue así hasta que su vista se aclaró. Sus ojos se abrieron como platos al ver sus heridas vendadas, las cuales ya necesitaban un cambio por la sangre que las invade, su ropa reemplazada por un suéter muy largo, tanto para cubrir la hasta la mitad de sus muslos, y eso lo pone aún más nerviosa todavía; pero apenas si su cerebro entiende lo que le pasó a su cuerpo, tuvo mucho más que asimilar al ver el cuarto.
Un cuarto lo suficiente grande para tener un tocador justo enfrente de la gran ventana que es la responsable de bañar de luz, un armario que abarca casi toda la pared enfrente de ella, y a su costado izquierdo un mueble alto de tres filas de dos grandes cajones en cada una, y la cama matrimonial donde ahora ella está acostada.
Tan enfrascada en inspeccionar hasta el más mínimo detalle del cuarto, que los toques que interrumpieron todo el silencio hicieron al corazón de la chica casi salirse del pecho.
– bienvenida al mundo – la saludo Luna con una amplia sonrisa.
En sus brazos tiene dos jícaras, una dónde lleva nuevos vendajes, más alcohol y unas tijeras cuidadosamente cauterizadas, y la segunda jícara está llena de agua con un trapo adentro para limpiar la sangre seca que quedó mientras se hacía las plaquetas en sus heridas.
La jícara donde llevaba las cosas lo puso en los pies de su paciente y la que tiene agua la dejó en el cajonera.
Y sin más rodeos, preguntó decidida a la elfo.
– ¿Cómo me encontraste?
Luna estaba mojando y exprimiendo el trapo, pero lo sumergió de nuevo en el agua y volteo, conectando su mirada con la mirada verde de la pelirroja.
– yo no fui quien te encontró, fue mi mejor amigo quién te trajo aquí para que te curará – Luna regresó su atención al trapo.
"¿Amigo?Pensó con gran incógnita, como si ella misma hubiera olvidado el significado de la palabra.
Volteo directo al suéter que ahora cubría su cuerpo desnudo, prestando aún más atención que antes. Un suéter de tela marrón delgada, el nombre de la marca cosido con varias letras de tela de colores blancos y rosas, y la mismas mangas de las muñecas habían sido divididas por un cocido muy notorio de un hilo un poco más oscuro que la tela, y lo grande la las mangas y el largo de la misma prenda solo la llevo a la misma conclusión; incluso si ella odiaba admitirlo.
El suéter era de hombre.
– y...este es su suéter – preguntó con un tic en el ojo, y aunque quiso ser amable, se noto levemente su molestia de utilizar la ropa de un completo desconocido.
Luna se volteo hacia ella y le dió una sonrisa más amplia que la anterior.
– técnicamente sí, pero él nunca se la ha puesto, así que no tienes nada de qué preocuparte – le respondió, para apaciguar la molestia que no pasó para nada desapercibida para la elfo.
Y lo logró, al conseguir el suspiro del alma que ahora se relaja de la pelirroja; quien abrió los ojos, y si no se llevó una mano a la frente fue por el dolor que recorre todo su cuerpo lo que le impide moverse mucho.
– lo siento no me he presentado…
– no te preocupes – la interrumpió Luna – ni yo lo he hecho – respondió con una sonrisa que mostró sus dientes.
Ambas soltaron risitas, calmando el ambiente tenso que se cortaba con un cuchillo desde que Luna entró al cuarto.
Y tomando toda la iniciativa, la elfo se aclaró la garganta y se sentó en la cama.
– me llamo Luna Metaxas Omorfia, soy acuario, mi tipo de sangre es AB negativo, estoy casada con un niño y tengo un mejor amigo, hermano, que es un bicho raro – terminó con la misma sonrisa y le extendió su mano hacia la pelirroja.
Ella río con más fuerza que antes y estrecha su mano con la elfo.
– soy Isabella Loughty Crusoe, también soy acuario, mi tipo de sangre es O positivo, so… – el click la salvó de cometer un terrible error que trato de corregir con la mayor naturalidad – estuve casada y...no tengo hermanos – cuando terminó le dedicó una sonrisa a la elfa.
La elfo de canela necesito un segundo para volver a sonreír le.
– ya me sabía lo de la sangre, pero no sabía que también eras una cabra.
Y las risas volvieron a hacer eco.
Ahora era un ambiente por completo natural para ambas, reían sobre las cosas que hacen las cabras, como Luna trata de imitar una y Isabel diciéndole varios datos sobre ellas; y en toda su vida, la elfa jamás ha probado la leche de cabra y Isabel describe su sabor como algo nuevo y igual de delicioso que el de vaca.
Luna ya estaba por terminar de vendar el brazo izquierdo cuando saco la duda que todos tenían en la cocina.
– si me permites, Isabel – la mencionada volteo directo a ella, conectando de nuevo las miradas – ¿Cómo es que alguien tan divertido, amable e inofensivo como tú, termina así de herida?
Miles de recuerdos azotaron a la pelirroja ante la pregunta, su sangre volvía hervir y sus ojos picaban por las lágrimas; pero cómo perdió el control, lo recuperó de nuevo.
– supongo…..que me metí en donde no debí.
Más que una respuesta a la pregunta de la elfa, pareció más un regaño y reclamó para sí misma. Luna tenía eso tan claro como el agua, pero se limitó a soltar una respuesta rápida y regreso a la venda que enrosca en todo el antebrazo de la pelirroja.
Y dejó unos segundos de silencio para soltar la segunda bomba.
– me escucharé muy entrometida. Pero he visto todo tipo de bestias en mi vida Isabel, pero ninguna como tú – agarró las tijeras y cortó el sobrante de vendaje – digo, no hay muchas bestias que se le hagan manchas en la piel, además que sean chupasangre.
Isabel quedó muda, ahora con desesperación quería arrebatarle su brazo y morderse las uñas o jugar con sus dedos para buscar la claridad en su mente; pero es tan propia que es incapaz de hacer algo de esa magnitud y se limita a evitar completo contacto visual. Luna necesito de otro segundo para sonreír hacia la pelirroja.
– tranquila, los chupasangre no me molestan en lo más mínimo, mi hermano es uno.
Otra vez, la atención volvía a tenerla Luna, incluso los ojos de Isabel se abrieron un poco más.
– ¿También? – preguntó con curiosidad genuina.
En todos estos siglos, jamás vio algún otro que sea de la misma "especie".
Ella asintió.
– yo siempre he sido de la opinión que tienen una idea muy equivocada con los chupasangre, pero ya sabes – Luna terminó de apretar ligeramente el vendaje para volver a entregar el control de su brazo a la dueña – muchos le han dado muy mala reputación.
La culpa invadió a la elfo por las palabras, pero esta técnica nunca le ha fallado y esta no va hacer la excepción.
– dímelo a mí – suspiró la pelirroja. Lo que provocó una sonrisa en el ser de la mujer de canela – hay demasiados que se han encargado de dar muy mala reputación, y solo por ser chupasangre...la gente puede ser, cruel – tropieza como si pasara por un camino de piedras, muy ruidoso que da gritos que quedan eufóricos y tus oídos explotan por tales alaridos.
Otro segundo más y Luna volteó sonriente hacia Isabel.
– ¿Tienes a dónde ir? – pregunto.
Desde lo más profundo de su ser agradeció el cambio repentino de tema, y con el ánimo recobrado e incluso potencializado, respondió.
– vine aquí por pura suerte – dijo entre risas.
Pero de inmediato aclara.
– y tampoco planeo quedarme mucho, además no quiero causarle más molestias, por eso le pido que me dé mi ropa y yo me iré de inmediato al siguiente pueblo.
Luna hizo una mueca, pero no cualquier mueca, era la de una madre que mira a su hijo después de decir algo que no se debe de decir enfrente de tu madre, y sabes que en ese momento acabas de firmar tu sentencia de muerte; sensación que hizo a Isabel tragar duro y abrir muchos sus ojos.
– pues espero que estés lista para ser cargada como saco de papas las veces que te atreves a bajar un simple pie de tu cama – aún con esa sonrisa que le dedica, la seriedad en las palabras de la elfo echaron mucho para atrás a la pelirroja.
Y como el silencio otorga, Luna siguió.
– si no quieres quedarte en mi casa, está bien. Serás bien recibida por mi hermano.
Isabel abrió la boca, pero Luna la dejó con las palabras en la garganta.
– y ya te dije, las veces que sean necesarias.
Luna unió ambas jícaras y con pasos rápidos se fue del cuarto; sin darle la mínima oportunidad a la pelirroja de tan siquiera negociar por un mejor trato.
Cuando Luna salió del cuarto, justo afuera su marido estaba al lado de la puerta, recargo un hombro en la pared y mirando a su mujer con una ceja levantada y una sonrisa acusadora; y ella respondió con mueca que acepta su culpabilidad. Ambos fueron a la cocina a tirar el agua en el lavabo, y hasta que estuvieron en el lugar, Leo se animó a remarcar lo obvio.
– Mavro no sabe nada – Luna asintió – y ofreciste su departamento como un lugar donde pasar su estadía – volvió a sentir – amor, ¿Quieres intentar otra vez conseguirle novia a Mavro? – soltó acompañado de una risa.
– son chupasangre, son misteriosos y raros, tengo muchas esperanzas con esta chica – dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
Ahora Leo se soltó a reír y abrazó a su esposa para darle un beso en la frente.
– es lindo ver que no te rindes en ese tema – "Cuando es un caso perdido, pensó él.
Se separó de su esposo y llevó un puño cerrado a su pecho.
– no me rendiré hasta tener sobrinos.
La determinación hacía brillar todo el ser de la elfa, sus ojos ardían en fuego voraz y su energía había llegado a niveles que traspasan los cielos. Todo esto, Leo lo ve con una sonrisa; pero rápidamente se transforma en un rostro muy serio mientras le entrega un folder que había dejado en la mesa para este momento.
– ya me pasaron la información – Luna lo agarró y de inmediato lo ojeo, provocando le una mueca – y como en muchas ocasiones, no te equivocaste cielo.
Ella volvió a meter el afiche de "Se busca" y se lo entregó a su marido con decepción pintada en su rostro.
– como me hubiera encantado estar lo – dijo con la misma decepción en su voz.
En paralelo, Isabel no deja de pensar en todos los escenarios posibles con el hermano/mejor amigo de Luna.
UFFFFFFFF, esto de viene duro, No se lo huelen?. Solo imagínense, una chica depresiva y un sujeto solitario en el mismo techo. Ahí veo una explosiva, destructiva y a la vez interesante combinación 👀✨
Seré solo yo?
Con la tarea de este capítulo. Aquí les dejo estás preguntas.
¿Cómo consiguieron ese afiche de "Se busca"?
¿Por qué tan siquiera buscan a Isabel?, ¿Que hizo para que la andén buscando 🤨?
¿Y si está muy cómodo el suéter de Mavro? Definitivamente es un si 👀✨
Lean para averiguar
Y ya sin más que decir
MUCHAS GRACIAS POR LEER 💜💙
Nos leemos, BYE BYE 💖
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Sin formalidades.
−Todo es tan repetitivo − Se decía el chico para sus adentros.
Él era un chico aventurero, atrevido, un nómada en busca de adrenalina, lo movían las emociones fuertes, los cambios le inyectaban vida. Pero desde que había llegado a aquel poblado en busca de nuevas experiencias, se perdió sin darse cuenta, entre la belleza del lugar. Era un pueblo hermoso, acunado por altas montañas que parecían proteger con celo a sus pobladores, gente cálida y un enorme lago en medio del lugar, tan cristalino, tan puro que era casi místico.
No le fue difícil hacer amigos, su carácter era noble, inspiraba confianza a quién quiera que le hablara. Fueron muchos los detalles que alargaban su estadía en aquella ciudadela, tantos que, sin adquirir plena conciencia, ya se encontraba con un empleo modesto y una rutina como cualquier lugareño de la ciudadela.
Aun así, los días le parecían tan monótonos. Era inevitable, su naturaleza errante lo obligaba a moverse por las corrientes de su propia alma salvaje. Caminaba meditabundo sobre aquel sendero empedrado, a su izquierda lo seguían una línea tupida de árboles de coníferas y pequeños arbustos a sus pies. A su derecha el lago que recorría los límites de la ciudadela. Disfrutaba de esas caminatas, del olor a pino y roble que saturaba sus sentidos, la acompasada melodía de la corriente del agua seguir su curso.
Un sonido peculiar lo sacó de su ensimismamiento, el golpeteo del agua lo hizo sentirse curioso por saber lo que provocaba aquel ruido.
Y ahí estaba ella, casi como tentado al chico aventurero. Al verla sentada en la orilla jugando con sus pies en el agua, quedo pasmado. Su belleza era peculiar, de figura delicada, su cabello lo llevaba suelto, tan negro como la noche.
Era ella sin duda, la chica de la tienda de alpinismo que el frecuentaba. Y él, casi como un ritual, de unas diez cajas disponibles para cobro, siempre escogía pasar por la de ella, sin excepciones.
¿Pero qué haría? ¿Con que pretexto le hablaría? ¿Dónde se encontraba su espíritu osado?
Había dejado pasar aquella oportunidad, no se había atrevido a hablarle.
Era un día más en la tienda de alpinismo, más no era un día normal para él, tenía mucho nerviosismo acumulado. ››Esta vez será diferente‹‹ Se repetía convencido. Quería decirle algo a la chica que le había robado el aliento. Y no es por qué necesitará algo de la tienda, simplemente tenía que verla.
−¿Ella me habrá visto ya? – Se preguntaba él así mismo, cómo esperando una respuesta de algún alter ego por ahí escondido.
Oh, pueden ambos haberse visto antes, solo de lejos, solo con miradas, pero sin que uno ni otro supieran que ambos se observaban mutuamente...
Había llegado su turno, la banda corría con sus equipos de alpinismo, unas cuantas cuerdas de arnés y unos tenis de alpinismo.
− Hola, bienvenido. ¿Encontró todo lo que buscaba? – le preguntaba la chica con una ligera sonrisa tímida escondida en sus labios. Ella lo había reconocido, era aquel chico que siempre estaba comprando artículos de alpinismo, era alto y algo fornido, seguramente por el ejercicio que hacía escalando, era bien parecido, él se veía muy divertido mientras conversaba con sus compañeros de piso.
›› Quisiera encontrarte a ti‹‹ Pensó el chico.
− Encontré todo, oye quisiera … − Había sido interrumpido.
En cuanto ella se limitaba a cobrar los equipos y arneses que el chico había escogido. Alguien había llamado a la chica por su nombre.
− Gal, nos vemos el viernes, en la punta del lago. ¡No lo olvides!
Aquel día no fue coincidencia, escuchó cuando la invitaban a aquel lugar. Él inmediatamente maquiló un plan para encontrarse con ella. Apuntó fecha y hora en el celular que llevaba a mano y se fue tomando sus cosas torpemente, no sin antes cruzar miradas con ella por última vez aquel día.
− Gracias, Gal. – le dijo él casi en un susurro mientras desaparecía por la puerta de la tienda.
Ella sintió su cuerpo estremecerse, escuchar su nombre ser pronunciado por él le volcó un sinfín de sentimientos. No estaba segura de que era lo que está sucediendo.
Era él, aquel chico que siempre observaba en silencio mientras él escogía que llevar, siempre llevaba las mismas cosas, pero parecía tardar una eternidad. Él tenía algo que no podía explicar, pero el verlo simplemente la hacían sentirse tan niña, tan pequeña. Pero, quería ser esa pequeña que él estrechara entre sus brazos. De alguna manera, lo deseaba.
Ese mismo día él chico no dejó de pensar en cómo acercarse sin parecen un acosador, no estaba seguro de si esas miradas eran correspondidas o solo la estaba haciendo sentir incómoda. Nunca había sido el mejor si de conquista se trataba. Él lo que menos quería era asustarla, quería cuidarla y ser su abrigo en tiempos de frío. ¿Pero qué estaba pasando? Se desconocía así mismo.
Al día siguiente, la vio.
Estaba de espalda a él, esperando en la punta del lago a sus amigos. Justo a la hora que él había apuntado en su celular. Él chido se encontraba mal, se encontraba ansioso. Tanto que había llegado una hora antes por si ella decidía presentarse antes o por si los planes habían cambiado.
Una sensación extraña llenó a la chica de camino a aquel lugar y no la abandonó al llegar a su destino, pensó que quizá estaba por caer enferma.
Pero dicen que el alma baila por dentro porque sabe antes que nadie cuando se acerca su verdadero amor.
El joven atrevido y aventurero jamás se sintió tan acobardado, aceptar retos sin tartamudear era su fuerte, pero no sabía cómo actuar el tenerla frente a frente y decirle todo lo que sentía.
Ella no podía explicarlo, pero era como si adivinara qué lo vería. Estaba nerviosa, su estómago dolía. No quería parecer desesperada, y cómo era usual de ella, solo miraba cautelosa, esperando encontrarse con la silueta de él. No tardó mucho en darse cuenta que alguien estaba de tras de ella, tan cerca que podía sentirlo.
Su corazón se aceleró y pensó en poner ambas manos en su pecho para detenerlo y no hiciera tanto ruido.
− Hola – musitó él chico. Había planeado decir algo ingenioso, pero sólo atinó a expresar el más tímido e inseguro ››hola‹‹ de toda su vida. Se aclaró la garganta y trató de mejorar su postura, estaba listo para intentarlo nuevamente.
Era él, no había duda. Tantas veces escuchando ese hola en la tienda. Tantas veces imaginándose más valiente para preguntar su nombre, tantas veces imaginándolo así. No pudo evitar volverse rápidamente para verlo de frente. Era él, estaba ahí parado frente a ella. Tan estoico, peor había algo diferente, no parecía el mismo. No podía explicarlo, lo veía algo nervioso hasta podría decir que cohibido. ¿Dónde estaba ese cocido extrovertido que parloteaba con todos en la tienda de alpinismo? Parecía que sudaba frío. ¿Había calor? Era imposible, el fresco había comenzado hacerse presente en aquella tarde al alcanzar el crepúsculo.
Ella estaba quieta, sumisa, en una lucha interna por controlarse. Sus rodillas amenazaban con derrumbarse y tenía ambas manos casi entrelazadas a la altura de su corazón. Cómo intentando callar los latidos galopantes. Mientras sus ojos lo miraban fijamente, quería decir más que un hola, pero parecía que su cerebro le estaba jugando una mala pasada. No lograba articular sonido alguno, aunque su corazón intentara gritar mil palabras.
Antes de que el chico llegara hasta ella, había practicado tantos temas de conversación que se había convencido de que sería fácil, tenía miles de cosas que decir, pero luego de ese saludo tan ambiguo, sólo quería empezar de nuevo.
›› Que me trague la tierra, mi mente está en blanco, solo tengo sus ojos clavados como agujas y quiero decirle que pare, que así no puedo, ¿qué tan raro sería eso? Debo decir algo rápido, dile que está hermosa, que le queda increíble ese traje de baño, que el uniforme no le hace justicia a tanta belleza, qué quieres conocerla, saber qué piensa, que le gusta, que te gustaría ser siquiera su amigo‹‹ Pero el silencio se hacía largo.
−Te quiero. − Escupió el chico casi como si se ahogara, sin si quiera preguntar cómo estaba. Inmediatamente sintió ganas de escalar la montaña más alta y lanzarse sin más.
Todo se detuvo en ese instante. No existía más tiempo ni espacio. Solo eran ellos dos en medio de la nada.
Gal, sintió todo pararse en súbito dentro de su interior, su corazón desbordante en sentimientos se había detenido, no sabía si seguía latiendo. Mientras, las palabras del chico parecían resonar dentro de todo su ser. ››Te quiero‹‹ dijo él. ¿Era eso cierto? ¿No se lo estaba imaginando?
−Yo, yo... − no podía más, no era tan fuerte cómo quería.
La chica se dejó caer al suelo sobre sus rodillas, mientras una de sus manos tapaba la comisura de sus labios y la otra se aferraba a su pecho.
−No, no quiero, no quiero llorar. – se repetía así misma. Fue inevitable, incontables lágrimas comenzaron a desbordarse sobre sus mejillas, no había sollozos, no había nada más que lágrimas saliendo mientras su mirada seguía clavada en él.
El sintió que se moría, ¿era posible que ella no le correspondiera? No, no podía verla así, como un instinto corrió hacia ella, la tomó entre sus brazos y la abrazó. Ambos corazones sé sincronizaron, ambos acelerados hasta llegar a un punto de un latir en sinfonía.
−Te quiero desde la primera vez que te vi y ni siquiera me gustaba el alpinismo, pero con tal de volver a verte lo hice mi hobby y gastaba mis botas para volver a verte.
Él era tan cálido. Era más de lo que alguna vez imagino en sus sueños. Podía sentir su piel junto a la de ella, era más de lo que podía pedir. Escuchar decirlo nuevamente que la quería, ella también lo hacía.
Lo alejo un poco de ella, quería contemplar su rostro. Una de sus manos, jugó con sus mejillas, y la otra se adentraba en su cabellera. Estaba armándose de valor para hacer el movimiento más atrevido de su vida, sin pensarlo, se acercó para darle el beso que ella más deseaba. Dejó sus labios posados en los de él, sintiendo su respiración golpear en sus mejillas.
Ella estaba perdida en un éxtasis. Se alejó lentamente para buscar su mirada, esperaba no la tomara por atrevida.
−Te quiero. Desde que mis ojos coincidieron con los tuyos, supe que te quería − le dijo la chica con un hilo de voz tímido.
Todo aquello le parecía increíble al chico de rulos rebeldes, le parecía estar dentro de un cuento de hadas. Esperaba no estar soñando y si lo estaba, entonces que ese sueño no acabara jamás. Él esperaba una respuesta a mis palabras, pero ese beso lo había llevado al cielo. Ese beso le gritaba más que un te quiero, ese beso le sabía a promesa, la promesa de una historia inolvidable entre la chica tímida y el joven atrevido. La adoraba, la sentía tan suya a pesar de que no se conocían.
La vida había regresado al cuerpo de la chica y con ello, la conciencia de sus acciones. ¿Qué había pasado? ¿Estaba loca acaso? ¿Cómo se había atrevido a besarlo? Sin siquiera conocerlo, sin saber su nombre. Sentía que se pertenecían, pero ¿cómo era eso posible? ¿Existía ese tipo amor?
Ella muy avergonzada de sus acciones, miro de soslayo, se ruborizó hasta las orejas y no había palabras en su boca. Volvía a ser la chica tímida y sumisa.
Entonces él chico la notó avergonzada y quiso decirle que no pasaba nada y que mejor manera sí no, tomándola de ambas mejillas para fundirse nuevamente en un beso tan tierno y lleno de deseo.
− Soy Alex.
Autores/Colaboración:
-Bado-rd
-AutumGirl
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El invierno más frío
Aún ni siquiera me habían quitado las sábanas de encima y sentía la piel fría, me habían despertado los rayos de luz que entraban por la ventana. Sabía que tenía que levantarme,pues eran principios de invierno y las los animales no serían tan abundantes, pero realmente no quería. Quería seguir en cama hasta que terminara el frío. Conforme mi cerebro terminaba de despertar comenze a salir de la cama. Mis pies tocaron el frío suelo y un escalofrío recorrió mi cuerpo entero. Comenzé a caminar hacia el armario y saque mi camisa roja de manga larga. Me la coloque al hombro y abrí un pequeño cajón. Fue difícil elegir entre los 3 pantalones de mezclilla, pero al final me decidí por el pantalón azul con un pequeño cocido donde se podía meter el cuchillo. Me dirigí de vuelta a la cama y me desvesti lo más rápido que pude para evitar el frío. Me puse la camisa, el pantalón y las viejas botas de cuero que me había regalado mi padre antes de fallecer. Tomé el rifle de junto a la mesa, me coloque el arco de mi madre a la espalda y salí decidido a volver con una presa. El paisaje no podía ser más limpio. Un color blanco hasta donde alcanzaba la vista. Los árboles proyectaban su sombra dando un aspecto escalofriante pero no enegrecia la blanca nieve. No decidí tenía idea de hacia donde ir, después de todo, estaría igualmente vacío fuese a dónde fuese. Estuve a punto de irme sin el objeto más valioso de mi arsenal. Volví dentro de casa y me dirigí a la cocina, específicamente a la alacena, donde detrás de toda la comida enlatada había una pequeña caja de madera tallada, con dos candados impidiendo que está se abriera. Inserte la llave en ambos y estos cedieron dejando ver una presiosa daga de plata. La tomé y la metí en el espacio de mi pantalón. Ahora con todo mi equipo decidí partir. Camine por lo que parecieron ser horas, marcando árboles con la punta de una flecha, aunque no sé porque lo hize, si conocía este bosque como la palma de mi mano. Aún asi había algo que me decía que lo hiciera. Conforme más me alejaba el frío se intensificaba, ni siquiera la gruesa chaqueta de piel era capaz de aislar el helado viento de mi pecho. Parecia que estuviera en el rincón más frío de la Antártida. El ambiente era silencioso a excepción del constante sonido del viento. De repente, una silueta se cruzó en mi camino. No muy lejos de mi una figura cuadrúpeda se lanzaba de forma imponente, con grandes astas reforzando su presencia. Un alce macho, robusto y fuerte como nunca antes había visto. No quería arruinar la carne con plomo, así que antes de que siquiera el lo notara, saque mi arco y lo cargue con la flecha que había usado para marcar los árboles. Lo tenían en la mira, mi flecha hacia su cabeza, todo estaba listo y perfecto, cuando de repente...
¡BANG!
Se escuchó un disparo a la cercanía, demasiado cerca para mí gusto.
El disparo alertó al alce, y como era de esperarse este escapó de mi vista rápidamente. Maldije tanto como pude, maldije a quien quiera que hubiera sido el causante de ese disparo, maldije su existencia y a toda su descendencia. Puesto a buscar a tal idiota comenzé a caminar hacia la dirección donde se había escuchado el sonido, aunque había algo raro, había marcas en los árboles, como si hubiera habido una pelea entre armas de fuego, pero lo más asombroso era lo que se encontraba en el suelo, cubierta por nieve y con un revólver en la mano: una chica. Nunca la había visto por aquí, no siquiera en el pueblo de Snowtown. Era de piel blanca, tan blanca que casi se confundía con la nieve, y por el contrario un cabello tan negro que desentonaba totalmente con el blanquecino suelo. No parecía tener heridas pero realmente dudaba si estaba viva. Me acerqué cambiando el arco por mi rifle. Apunte directamente a su mano en caso de que intentara disparar, pero nada, ni un movimiento. Cuando estuve lo bastante cerca le quite el revólver y comprobé si estaba viva. Respiraba, así que lo más probable es que estuviera inconciente. No parecía haber nadie más al rededor. No sabía que hacer, no podía dejarla ahí tirada pero tampoco podía llevarla hasta el pueblo. El camino es demasiado largo llendo solo, y sería el doble de cansado llevar peso extra. No tenía opción, tenia que llevarla a casa. Era el lugar más cercano y seguro en kilómetros. Guarde su arma en mi mochila y la subí a mí espalda. No parecía tener intención de despertar así que comenzé a trotar con esa desconocida a mis espaldas. Cuando por fin llegue a casa la dejé con cuidado sobre mi cama comprobando que aún respirara. Deje todas mis cosas juntos a la puerta y me senté en el comedor. Solo la veía dormir, pero era una sensación extraña. El tener a una persona en casa me producía cierta nostalgia, me recordó a cuando papá y mamá venían de cazar. Papá cargando un ciervo o varios conejos y mamá preparando la estufa para hacer la cena. Después de eso los 3 nos sentábamos a comer mientas papá contaba historias sobre las montañas que rodeaban el bosque. Con ese pensamiento me quedé dormido. No sé cuánto tiempo dormí personal despertar ella seguía ahí. Descansando. Tenía que buscar alguna pista de quien era, pero no quería acercarme y que despertara en el peor momento, o que pensará que intentaba alguna perversión. Decidí dejarla un poco más mientras comía algo. Me dirigí a la cocina a buscar algo de comer. No había mucho realmente, higos enlatados, un poco de pasta, lentejuelas y sopas de pollo. Algo así no me vendría mal para el frío. Tomé dos latas de sopa y comenzé a hervir el agua. Cuando las vacíe dentro de la olla escuché algo que hizo que diera un pequeño salto del susto
-¿Ya está lista la cena? Realmente tengo mucha hambre
No entendía la pregunta. Ella acababa de despertar y actuaba como si viviéramos juntos desde años
-No, no está...te sientes bien?- Pregunte tartamudeando
-Estoy bien pero realmente tengo hambre. Creí que ya tendrías lista la cena antes de que despertara
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Día 11
Se reía con energía, gritaba con fuerza, se enfadaba con furia. Toda ella era un volcán de emociones y este confinamiento estaba elevando todas al máximo exponente.
Tiene 39 años pero aparenta alrededor de cincuenta. Su prole le ha hecho envejecer de golpe en apenas seis años. Primero vino el mayor, un año después el mediano y año y medio después el pequeño, al que se le antojó venir acompañado. Cuatro chiquillos que podían desquiciar a cualquier persona normal. Pero parece tenerlos bajo control, al menos a ratos. Y su buen humor es contagioso para muchos de sus vecinos. Una de esas personas extrañamente necesarias para animar en el campo de batalla.
***
Cada día a la cara de las personas le sale una nueva arruga de preocupación, o esa es la impresión que tiene mientras pasa mecánicamente un producto detrás de otro por el lector del código de barras que indica su precio en la pantalla de la caja. Tiene ganas de volver a casa, irónicamente le apetece un poco del confinamiento que no tiene y salir de este mundo de zombies que se le van acercando por momentos.
***
Los días como hoy, en los que recoge a alguien que ha sido dado de alta en el hospital, se siente tremendamente agradecido. Son menos de los que le gustaría pero le recuerdan esa esperanza que nunca hay que perder. Como se lo demostró su mujer, hace seis años, cuando se enfrentó a un grave cáncer de útero con todo su valor por delante. Ella es coraje, piensa y sonríe aún más agradecido a su dios porque no se explica cómo es posible que quince años después esté más enamorado que el primer día.
***
Hoy está muy cansada. El hecho de no moverse retroalimenta ese cansancio. Ha comprado huevos pero prefiere dejar el bizcocho de sus nietas para cuando se sienta un poco más fuerte. Lleva casi todo el día del sofá a la cama y de la cama al sofá. Le desespera pero le duelen lo que se figura que son los huesos. Hace los estiramientos que el médico le ha explicado durante la videollamada que le hizo hace unos días. Piensa en su marido, con lo incrédulo que tú eras, te habrían detenido ya veinte veces desde que empezó el confinamiento, y se ríe.
***
Afortunadamente unos días antes del estado de alarma había tenido la última revisión ginecológica. Allí le habían confirmado su embarazo y que todo estaba perfecto. Le recetaron unas vitaminas y le dieron unos folletos con algo de información.
Hoy no ha pasado muy buen día, es probable que el estrés que está sufriendo influya, de hecho, se le ha olvidado hasta su llamada reglamentaria al hospital y las posteriores a la familia de él. En lugar de ello, se ha pasado el día colgada delante del televisor, moviéndose de canal en canal. Hasta ahora no se había fijado en cómo habían cambiado los programas, muchos hechos desde la casa de los propios presentadores. Ha visto el tiempo con mapas dibujados en papel y una pizarra de apoyo. Tertulias políticas que jamás ve, solo para ver a los colaboradores desde sus casas mal maquillados, mal peinados, humanos. Le parece curioso, como si en el fondo la televisión se desnudara por primera vez.
***
La señal de Wifi que tienen sus suegros alcanza hasta el granero, así que puede trabajar en el portátil mientras las niñas pasan las mañanas con actividades didácticas en la tablet. La pequeña menos, a ella la distrae más con dibujos, películas... Lo que se le ocurra para poder trabajar y no tener que trasnochar luego. Tiene mucho trabajo, hace unos años se metió en el mundo del diseño web y estos días todas las empresas quieren acelerar sus encargos para aprovechar el momento de venderse por internet, ya que nadie puede salir de casa.
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Sus constantes siguen mejorando, están preparando una cama en la UVI, con la intención de subirle a planta si continua mejorando. Aún duerme, o eso es lo que parece a quienes le ven desde fuera. Hoy nadie ha llamado preguntando por él.
***
No puede más pero tiene que apretar los dientes y trabajar. Son demasiadas las bajas en el bando de los equipos médicos, que se contagian y tienen que quedarse en cuarentena, justo ahora, cuando el pico está cerca de alcanzar su máximo, según las previsiones, “a los 15 días de estar confinados vendrá lo peor”.
Ella está bien, con exceso de cansancio, que no es buen compañero, pero no queda otra. Ya no hay tiempo para cafés ni descansos. Las reuniones son para actualizar casos y confirmar que ya están desbordados. Cuando acaba en algún sitio, la necesitan en otro. Con virus, sin virus, las urgencias no paran. Los números en los periódicos son en realidad personas esperando fuera del hospital a que les toque el momento de ser atendidos, su turno está a punto de llegar. El material que necesitan está a punto de llegar, los test para averiguar si están infectados están a punto de llegar... Pero no llegan.
A la ocho reciben aplausos y aplauden, porque saben que necesitan la energía de todas las personas para extinguir este enorme incendio. Nadie es imprescindible, hasta quedándose en casa. Aplauden con las manos o con la mente quienes no pueden hacer pausa en ese momento. Se van turnando cada día para que todos reciban y hagan alguna vez ese homenaje que es un ánimo necesario sobre todo cuando sienten que van perdiendo la batalla. Una lágrima, un silencio rotundo dos segundos después del momento en el que han sonado hasta las sirenas de las ambulancias. Le dan dos minutos para airearse. Sube a la azotea del hospital coge aire y grita.
***
Esta mañana se ha asomado al balcón, que da a un conjunto de patios interiores de varios edificios, el entretenimiento está asegurado. El balcón hace una especie de L, así que puede elegir si mirar hacia unos vecinos o hacia otros. Hoy ha tenido una conversación muy divertida con la vecina de los cuatro niños, ya le ha confirmado que son cuatro, a los que tiene entretenidos con deberes y tareas de clase online, durante unas horas por la mañana. “Es mi momento, menos mal que les mandan actividades, si no se vuelven tontos y nos vuelven tontos a los demás. Y lo que nos faltaba. Seguro que tienen el bicho, con lo malos que son seguro que lo tienen y lo tenemos todos. Pero tranquila que la compra ahora la hacemos a distancia. Nos la dejan en el felpudo, ¿lo has probado? Super cómodo...”
Se ha perdido varias veces en su monólogo, pero le ha hecho reír, y estos días no se puede despreciar un regalo así.
***
Azai ha tenido un día tranquilo. Ahora que se conoce todos los recovecos de su cuna, su desafío es alcanzarlos así que, cuando no duerme, se dedica a intentar mover su cuerpo hasta donde sabe que están los secretos. No es fácil, aún le quedan muchos músculos que despertar y de vez en cuando se enfada cansado de que su cuerpo no haga lo que le dice su cabeza. Pero entonces duerme, y ahí lo consigue.
***
“ Estaba clarísimo. Todos sabíamos lo que se tenía que haber hecho. Me hace gracia lo mucho que sabemos a tiempo pasado. No falla nunca. Desde el sofá de nuestras casas nos atrevemos a criticar lo mal que se ha hecho todo, ¿hicimos algo nosotros por hacerlo mejor? Qué prepotentes somos teniendo en cuenta que no nos hemos quedado en casa hasta que nos han obligado con la ley por delante. Borregos quejicas... Hoy hace un viento horrible.
¿Cuánto tiempo puede aguantar la mente humana en condiciones de extrema tensión física y/o mental? ¿Cuánto de ese aguante tiene que ver con nuestra propia genética y cuánto con lo que has aprendido por el camino? Llevo en total dieciocho días de encierro, aunque mi cabeza durante los siete primeros días sabía que era libre, que no salía porque no quería. Después le dijeron que ya no podía salir y me sentí encerrada de verdad. Es curiosa esa manera que tiene nuestro cerebro de comprender la realidad, en la que una misma situación se torna diferente únicamente según la percepción que tengamos de ella.
Ahora somos carne de estudios de mercado, por lo que comemos, por lo que compramos, por lo que agotamos. Parece que la pizza con piña está siendo la gran perdedora de la cuarentena. Pobre, ya nació con poco futuro. A mí solo me quedan dos huevos en la nevera, tengo muchas más cosas, pero cuando la abro solo miro los huevos. ¿Un revuelto o dos huevos fritos —¿y si los rompo al abrirlos?— O ¿uno cocido con lentejas?... Al final, con tanto dilema cierro la nevera y los reservo para otro día. Y sin querer voy alargando mis ansias y solo pienso en que quiero comérmelos. Como esas cosas que te encantan, que te gustan tanto que tienes miedo de que se estropeen, así que las guardas y las proteges de todo, hasta de ti mismo. Y un día, cuando vas a verlas descubres que se han estropeado encerradas y te das cuenta de que ni si quiera tú las disfrutaste cada día cuando estuvieron perfectas.
Por mucho que aplaudamos cada día a las ocho, la curva sigue subiendo y lo peor ya está llegando. La alegría de los recuperados se camufla tras la amargura del telón que se desploma sobre los muertos. La primera, por ahora, no es capaz de superar a la segunda. Es posible que no tener aún los test de detección rápida nos ayude a no colapsar, si supiéramos el número real de infectados es posible que no pudiéramos gestionarlo, ni material ni psicológicamente... Respiremos, respiremos, pero a metro y medio de distancia.
Por las noches, me fumo un cigarro en el balcón, aún sigue haciendo el frío de finales de invierno aunque los días nos están acompañando con sol, que no deja de empeñarse en salir cada mañana. Se oyen los ladridos de los perros de la otra punta de la ciudad, como en los pueblos. Mirando a la calle vacía me entran unas ganas terribles de bajar despacito, sin hacer ruido, cada uno de los escalones que me separan del portal y salir a pasear al cobijo de la oscuridad de las noches, antes de que la luna crezca del todo. Pero me retengo, sé que todos queremos salir de nuestras casas y, desafortunadamente, tal y como piensa el ser humano, solo necesitamos ver a alguien que lo haga para hacerlo de nuevo, por muy estúpido que sea. Nunca fue más importante el esfuerzo colectivo y ese quédate en casa que se ha puesto de moda. Así que pienso en todos los paseos que voy a dar cuando acabe esto. Tal vez me tire una semana caminando, ya veré.
Al final he decidido comerme hoy los huevos, no vaya a ser que caduquen mientras los miro. Arroz a la cubana, estilo mi madre. Los huevos fritos me han quedado perfecto y luego los he destrozado en el plato.”
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Mi guía para cocinar el huevo frito perfecto, sano y saludable – una yema blanca bien cocida y adorable, sin ahogarla en aceite.
Estaba en dos ideas, y no sabía si escribir este post o no. Quiero decir, cuán difícil es freír un huevo – calentar un poco de aceite en una sartén, romper un huevo en él y freír hasta que esté cocido – simple. Entonces, ¿por qué escribirlo?
Sencillamente, porque fue lo primero que recuerdo cuando aprendí a cocinar. En nuestro pueblo cuando tenía unos siete años, comencé mis primeros pinitos en la cocina. Pero no puedo recordar cómo hacer aquellos primeros platos ahora. Así que decidí que no cuentan – mi mamá probablemente me ayudó bastante.
Sé que con muchos bloggers de comida, su pasión por la cocina comenzó cuando eran pequeños, cocinando en casa con la familia. Pero honestamente no recuerdo haber aprendido a cocinar antes de los veinte años.
No me malinterpretes, definitivamente recuerdo haber cocinado en casa con mi madre, pero no creo que nada se haya hundido. Sospecho que tengo una memoria terrible para las recetas.
Una de las razones por las que empecé este blog fue para escribir las recetas que he inventado yo mismo, de lo contrario las olvido y me pierdo los ingredientes clave cuando intento cocinarlas de nuevo.
Otras recetas con huevo >> Huevos fritos a la ranchera
Cuando tenía unos veinte años, me acuerdo de un amigo que trabajaba como chef en aquella época, explicándome el secreto de cocinar un buen huevo frito, usando una tapa para hacer circular el calor alrededor del huevo.
Esto ayuda a que la parte superior del blanco se cocine sin sobrecocer el fondo del blanco o la yema. Fue la primera “receta” que se me quedó atascada en el cerebro (yo digo “receta” fue más bien una sugerencia) así que aquí está…
Cómo hacer el Huevo Frito perfecto
Tiempo Activo: 5 minutos
Tiempo total: 5 minutos
Ingredientes
1 Huevo
1 chorro de aceite de oliva en spray
Sal Equipamiento:
Sartén con tapa de vidrio (cualquier cacerola tiene la misma capacidad que la sartén, pero el vidrio es mejor para que pueda ver cuando el huevo está cocido)
Espátula
Papel de cocina
Preparación
Caliente el aceite en la sartén, una vez caliente, use el papel de cocina para extender una fina capa de aceite sobre la base de la sartén.
Quebrar cuidadosamente el huevo en la sartén y tapar con la tapa – Normalmente, cuando se fríe un huevo, el aceite se puede espolvorear para ayudar a cocinar la parte superior de la clara de huevo. Cuando se usa una cantidad mínima de aceite esto es imposible. Esto significa que el blanco tarda mucho tiempo en cocinarse completamente.
Para el momento en que el blanco es cocido, la yema ya no es adorable y el blanco puede ser un poco demasiado cocido y gomoso en el fondo.
Cubrir la cacerola con una tapa hace circular el calor por todo el huevo ayudando a que la parte superior de la clara se cocine más rápido.
Deje que el huevo se cocine por un par de minutos, hasta que la clara esté cocida – La tapa de vidrio le permitirá mantener un ojo sobre el huevo mientras se cocina para saber exactamente cuándo sacarlo del fuego.
Saque el huevo de la sartén inmediatamente y sirva, condimentado con un poco de sal.
Como has podido ver, es una manera muy rápida y sencilla de preparar. Seguramente te hiciste la idea, de que te compartiría un truco único y muy complicado. Pues ya ves que no. Así de sencillo se puede lograr un huevo frito perfecto.
Si te han gustado estos trucos para preparar huevo frito, no dejes de compartirlo en las redes sociales.
La entrada Guía para cocinar un huevo frito perfecto aparece primero en Cubaneando con Mario.
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