Tumgik
#teatrodivino
diamanteblancoparte2 · 3 months
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Capítulo 8: Caer
Su realidad parecía no mejorar por mucho que se esforzara, su mente de aquí para allá buscando respuestas, sus emociones en una montaña rusa en constante movimiento; las lágrimas le salían a borbotones; a menudo se encontraba en la esquina de su habitación abrazando sus rodillas en cuclillas. A medida que crecía la preocupación por la salud de sí misma lo hacía su desinterés por el deber y el hacer. 
Realmente lo intentó, intentó, con las pocas fuerzas que le quedaban, sostener la vida que se había inventado pero la fuerza de gravitación cada vez mayor comenzó a jalarla hacia el fondo, pataleó, gritó, pidió ayuda, pero nada paró la succión. 
No sabía qué más hacer, había construido en su mente todas las soluciones posibles y un mínimo trabajo de campo se la había derribado, una a una. El dolor en el cuerpo era cada vez mayor. Mantenerse erguida, caminar, conectar conceptos, mantener un hilo de conversación estaba fuera de su alcance, su circuito se había dañado, quizás a causa de la sobrecarga, quizás porque así era la única manera que detenga su pensar.  Esa noche al cerrar sus ojos soltó las lágrimas que ya no podía contener, dejó que su cuerpo comenzara a temblar, no de frío, aunque le pareciera la sensación más cercana para ilustrar lo que sintió . Al compás de su cuerpo empezaron a golpear sus dientes unos con otros. Ni siquiera intencionó la fuerza para frenar los sacudones, ya la había buscado por todos los recovecos de su mente, allí no encontró nada más que hipótesis, fórmulas y conclusiones que no la conducían a ninguna respuesta. Aún no sabe qué pasó esa noche o donde estuvo en sus sueños, pero a la mañana siguiente no había rastros de la angustia que hora antes la había comido, todo estaba calmo, el entorno diáfano, ella presente y las ideas ordenadas. Pudo ver con claridad la respuesta que tanto buscaba, sabía que hacer, tenía un rumbo y el problema no le parecía tan grave. No se detuvo a comprender qué es lo que le había pasado, ni investigó, pues solo disfrutaba de la paz que la colmaba. 
Se visualizó en caída libre. Extendió un brazo, sintió el viento, extendió el otro, inhaló profundo… le pareció que nunca antes hubiese respirado, allí rodeada de la nada extendió sus piernas y disfrutó, disfrutó el vuelo. Sintió como nunca antes; en cada inhalación su cuerpo vibró, en cada exhalación la paz inundó su ser… deseó presenciar ese momento por la eternidad.  
Cuando tu sueltas al pulpo el pulpo te suelta, esa es su gran ilusión. Te hace creer que te amarra cuando sos vos quien lo sostiene. Sosteniendo el miedo, la inseguridad, el dolor, lo sostienes, lo alimentas, le entregas tu energía, le regalas tu luz.  
Recuerda ese momento, ese instante eterno en el que el todo y la nada se unieron en comunión. De repente nada era como antes, todo era más verdadero, no lo había experimentado antes, pero lo sintió como volver al comienzo, al sitio en el que siempre fue. 
Su existencia, hasta ese momento, le pareció un ápice en la totalidad, un registro sin sentido, un rompecabezas mal ordenado que igual formaba un todo, un relato que se contaba día tras día y constituía su comprensión de mundo y la de los cercanos.
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diamanteblancoparte1 · 3 months
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Capítulo 1: Apagón
Todo estaba oscuro. Una luz cenital enfoca a las pocas personas de la sala. Se encontraban amarradas por unos tentáculos babosos de colores entre negros, violáceos y rojizos. La presión de los tentáculos aumentaba con el movimiento; quedarse inmóviles parecía ser la única opción para que el dolor no aumentara, o cesara, pues el dolor que lleva un tiempo ya se hizo carne. Cada uno de esos tentáculos fueron torneando la forma de sus cuerpos, los atravesaron, crecieron con ellos, en partes ya no hay división entre las carnes y los tentáculos. 
Un nuevo ser nace con la esperanza de liberar al resto. Pronto, de las amarras de su madre surgen unos nuevos y pequeños tentáculos, los propios hijos del mal multiplicándose, buscando a su nuevo depositario para crecer fuertes, alimentándose de su mente, soplando groserías, susurrando desgracias, asfixiando su aire. 
Los más viejos se liberarán cuando sean cadáveres, los adultos sufrirán el devenir del tiempo y su presión; son los más jóvenes, aquellos que se atrevan a enfrentar sus miedos, que no escuchen el susurro de sus oídos y hagan caso omiso al resoplo oscurecido, los portadores de la esperanza del diamante blanco. 
Cuando un nuevo ser nace, hace su entrada en un mundo oscuro, hostil, pero en sus ojos aún se encuentra encendida la luz del diamante, en sus recuerdos aún se escucha su misión, los pasos precisos, claros y limpios. 
Sin embargo, el diamante blanco no domina ese mundo, la travesía de estos seres es recordar quienes son, de donde vienen, su misión, sin verlo, sin confirmación y con el mal listo a colarse a través de cada una de sus dudas, de su miedo, de su fragilidad. No los prepararon para lo impermanente en el mundo puro; en el reino del diamante el tiempo no transcurre, todo está en perfecta armonía, nada cambia. En el reino del pulpo las emociones dominan la escena, cada una de ellas tienen dos caras, allí se encuentra la llave de acceso al diamante… en la reversa que el pulpo no muestra. Pero cómo dar vuelta las barajas parecería sencillo para aquellos aún sin recuerdos, el pulpo creó un circo de distracciones custodiado por el miedo y el sufrimiento. La propia naturaleza cambiante de ese planeta y la ingenuidad de sus habitantes fue la perfecta oportunidad para dominarlo hace miles de años… no a todo, ni a todos. 
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diamanteblancoparte2 · 3 months
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Capítulo 9: Un nuevo amanecer
Se dedicó a ver los amaneceres le parecían que eran los únicos que entendían el lugar donde se encontraba, con el único que coincidía su reloj.  
Anotó en la pantalla de inicio una frase que había escuchado tiempo atrás y que por alguna razón seguía resonando en su cabeza “procura notar la belleza inesperada”. Al escucharla la cautivó porque sabía que escondía algo más que aún no podía ver pero que su ser ya sabía. Hizo otra anotación en la pantalla, un recordatorio, un consejo que se daba a sí misma “voy a hacer lo que sienta que deba hacer eso me llevará a donde deba estar mañana”.
Recordó el diálogo que había entablado con el sol en su ritual al amanecer, recordó haberle confesado no creer cierto que el mundo fuese aquello que veía con los sentidos físicos, que había algo detrás, que ella no hubiese nacido en un mundo que le daba lo mismo si exista o no, que era consciente que aquel puesto de trabajo lo podía desempeñar perfectamente otro que haya leído la misma artillería de libros que le dieron a ella. Recuerda su convicción al rasgar un poco más allá de la apariencia. Le fascinó volver a ese momento y observar que en aquel intercambio fugaz hubo mucho más de lo que ella había podido asimilar. Fue como si pudiera detener el instante previo a la revelación y comprender, al mirarlo más de cerca, que esa milésima de segundo duró mucho más que una milésima. Recordó haber ido a buscar su respuesta, haber sido alcanzada por un rayo de luz, ingresado, encontrarse envuelta en él, haberle confesado su hipótesis, está haber atendido su conflicto y enviado de vuelta con un paquete de información que iría revelando algo de sí con cada experiencia que ella ganase. 
La revelación de que lo único verdadero es lo que les fue dado y lo que se ve por encima una torcida comprensión que la humanidad hizo a lo largo del tiempo le produjo una encadenación de conceptos que la llevarían a reflexionar como en ese planeta se idolatra al dinero, al cual le regalan la vida y como ultrajan a la que les dió la vida.
Si ello es poner los pies sobre la tierra nadie de aquellos que se lo sugirieron pensaron realmente el significado que les iba a dar a sus palabras a partir de ese momento. 
En aquel departamento en el segundo piso recuerda haberse sentido tan lejos de su madre, la necesidad de tocarla, que la embarra de pies a cabeza y la cobije. Todo le había parecido teatral por encima de ella; se trasladó en el tiempo hasta la casa de su infancia, la vio de muñecas, visualizó compartimentos estancos por los que, hasta entonces, se movía, los sintió limitantes, como si sus divisiones interfieran en el flujo constante de la vida, se vio a ella en un cubículo queriendo construir una mansión con naipes de cartón, se alejó de la escena con el sabor de que su realidad era una ilusión y los cuartos una distracción, su panorama se amplió al unísono de dilucidar que la caja era su mente; vio, desde los ojos de un halcón, como su familia por generaciones había transcurrido su vida de cubículo en cubículo y comprender que a partir de ese momento iban a vivir en diferentes mundos dentro del mundo. Sintió no pertenecer más al viejo mundo y comenzar a habitar el mundo de aquellos que miran la verdad a los ojos.
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diamanteblancoparte2 · 3 months
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Capítulo 10: La nueva tierra
Según como ella lo sentía en el mundo que habitaba la mayoría no había tiempo, espacio, ni lugar para el desarrollo personal, la sanación física, espiritual y mental. El tiempo y la energía eran consumidos por los deberes, mandatos, obligaciones, leyes, contratos y trámites impuestos a la mera existencia por la conciencia dormida. 
La experiencia de la vida en la tierra debía de ser una aventura apasionante, cada despertar luminoso, cada anochecer mágico. Deberían de poder usar su tiempo y energía para aprender sobre las virtudes, sobre el vos, el yo y el nosotros; para transmutar el miedo en valentía, el rechazo en aceptación, el dolor en amor… y así recordar que todo aquello se trata de buscar el amor que habita en cada uno de ellos. Ya lo había visto, había encontrado al amor en la reversa de cada desafío.
Cuando atravesaba el dolor se acercaba al amor, lo reconocía un poco más. Aquella era la verdadera aventura y los territorios del planeta eran escenarios perfectos para experimentar nuevas sensaciones, embarcarse en nuevos desafíos. Al cambiar de ambiente habita las distintas manifestaciones físicas del todo, descubre diversas fórmulas químicas, siente la memoria de las partículas del aire en las suyas; el espíritu del viento le funciona de carruaje en el tiempo. El simple hecho de vivir en ese planeta, de existir allí, de tener un cuerpo y habitarlo, de conocer los sentimientos y su manifestación, la energía y su dualidad, ya era una experiencia cargada de información, una academia hecha y derecha, con sus múltiples salas y maestros. Hemos olvidado la información que no se empaqueta. Las reglas de la experiencia ya le sabían suficiente motivo para que se aventurasen a vivir: nacerían sin recuerdos, con hambre y frío, los últimos los mantendrían unidos a la tierra y la amnesia a la búsqueda de sentido. 
Hacía mucho tiempo que madre tierra no tenía graduados, un apagón tiempo atrás había desconectado a los terrestres del sentir, ya no podía comunicarse con sus hijos, nacían y morían a la deriva. El pulpo había copado su territorio e interferido en la comunicación a través de la ayuda de algunos que no quisieron atravesar el dolor y eligieron pactar con él. La minoría que elegía el pulpo serbia de contraste para que los más temerosos se afirmasen en la luz y enfrentasen la adversidad. Pero la Era dorada del diamante había quedado en sombra y los hijos e hijas oscuras impartían las nuevas leyes y normas. El reino del pulpo no dejaba elección, los hijos oscuros, conscientes de la amnesia de los nuevos aventureros, le imponen un mundo de distracciones en el que pierdan su tiempo mientras le succionan la energía que necesitan para sobrevivir sin su conexión a la fuente de vida. 
Ella estaba sola, pero segura de que muchos estaban viendo lo que ella, la verdad debajo del asfalto, la tierra llamándola al reencuentro con lo divino. Construirán un mundo desde aquella premisa, un mundo que de lugar a que todas las voces se expresen, voces humanas, animales, vegetales y planetarias. Crearán una comunidad que no compita, que colabore, que no excluya, que incluya, que no los haga sentir desechable, que exalte las cualidades únicas de cada ser: que los reconozca como parte de un todo, no por fuera de ello; que se conecte con su madre, que pise el suelo, que abrace los árboles, que aprecie lo cotidiano, que vuelva a otorgarle el valor al alimento y al refugio no monetario.  
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diamanteblancoparte2 · 3 months
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Capítulo 11: La purificación del alma; el acenso a lo divino
Los que hoy habitan la tierra están presenciando el despertar de la conciencia, nuevos hijos del diamante hacen su aparición para activar la conexión, voluntarios de la luz, que vivieron la aventura en los tiempos del diamante y encontraron al amor, vuelven a encandilar al pulpo, desintegrar sus tentáculos, ser un foco de luz, servir de memoria, de recordatorio del diamante que cada uno lleva dentro. 
Las semillas que nacen de madre tierra a menudo se sienten solas, nunca olvidan del todo y les parece habitar dos mundos. Sienten impotencia por saber que algo anda mal pero no poder comprender aquello. Almas de luz vuelven a atravesar el velo del olvido para hacer nuevamente el viaje del héroe pero en un terreno que ahora se les presenta hostil, demasiado doloroso para la pureza de sus corazones. Sin embargo madre tierra cuida cada una de sus semillas y de ser necesario apaga todos sus recuerdos para evitarles sufrimiento. 
Ella sentía que no era la primera vez que experimentaba el regreso, sentía porque no sabía, aún no había transitado las experiencias que le ofrece la vida. Pero había algo en ella que ya lo sabía todo, inconscientemente buscaba siempre su encuentro, tomaba caminos sin salida convencida a encontrarse. Agotaba todas sus posibilidades antes de tiempo, hacía de cada momento una oportunidad, se enredaba en situaciones innecesarias, se alejaba de las conductas esperables, del sendero conocido, de la protección de su familia. Cada vez que se encontraba en la oscuridad se culpaba a sí misma por su curiosidad, pero no era a su curiosidad la que no le bastaba lo conocido, era el impulso de su vida destinado a iluminar lo hasta entonces desconocido. En cada cuarto sin salida era donde ella encontraba la magia, lo imposible iba a su encuentro, lo inimaginable se hacia presente. Por cada final sin camino conocido debía inventar uno, pintar puertas, construir puentes era parte de su destino. Descubrió en el camino que no se puede avanzar cargando con peso, que no hay tentáculo que amarre la fuerza de voluntad, nada ni nadie puede detenerte si tu no se lo permites. 
Las semillas que hoy han germinado son las primeras que van a ser escuchadas. Comenzaron a nacer de a poco hace unos años, de a muchos hace unos pocos. Las primeras oleadas sentaron las bases para las siguientes. Susurran que se avienta la era de las revelaciones, el ofuscamiento se termina, la oscuridad se ilumina, madre tierra respira nuevamente, lo peor ya ha pasado, el pulpo se ahogó a sí mismo y se condujo a las profundidades. Los servidores de la luz presencian en carne el asenso a lo divino, convertidos en portales del reino del diamante conducen el camino hacia la nueva tierra, a sus espaldas el pulpo en retirada se llevará consigo a sus hijos oscuros e intentará arrastrar a los aún confundidos. Todos podrán elegir a qué mundo quieren ir, los iluminados expandirán la luz hasta tocar cada corazón, iluminar cada diamante. La luz convoca a todos sus hijos, dependerá de cada uno purificar su alma, cruzar el portal y unirse al amor en la nueva tierra en construcción.
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diamanteblancoparte1 · 3 months
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Capítulo 2: Semilla
Una niña nació en el seno de un matriarcado, de su infancia poco se acuerda, nunca se sintió de ese planeta, su presencia se limitaba a imitar a sus ancestras, la dominaba la angustia, la frustración, también su abrazo, su amor y su unión. De aquellos primeros años sus recuerdos más presentes son aquellos que nada tenían que ver con la realidad del planeta impermanente. Sus sueños eran agitados, a veces, su recuerdo dominaba todo su día; sin embargo la mayoría se esfumaban cuando se despertaba dejando detrás de sí una sensación escurridiza.
Algunas canciones los hacían revivir, algunas películas tenían una pizca de ellos. A veces su despertar era trágico, tenía que morir para salir, volvía acompañada del dolor en sus huesos, con sus músculos endurecidos, con la sensación de que el cuerpo al que volvía no era suyo, no le respondía por unos segundos… eternos segundos. 
Su familia la asistía en la medida que era comprensible para ellos, cuando escuchaban sus gritos en la noche llevaban a un animal de la casa para que le haga compañía, en la feria de artesanos le compraban un atrapa sueños y una piedra protectora. 
Un dia recorriendo su casa la niña encuentra que algo no iba bien, el piso era el mismo, tenia la división de cerámicos justo en la misma arcada, la puerta del baño era ella, los dormitorios se encontraban ubicados en el mismo sitio, el sillón, la tele, el mueble, el color de las paredes, todo era lo mismo, pero había algo que no encajaba… no podía entender cómo alrededor de la mesa cuadrada de algarrobo podría funcionar un tren en sus vías, un tren diminuto pero en el cual se podía entrar aunque tenga el tamaño de un dedo meñique; la fila de personas esperando el tren en el living de su casa parecía pegada sobre el espacio… en ese momento de duda un recuerdo dominó su mente, había recibido el religioso saludo de buenas noches de su madre luego de meterse en su cama.. ella estaba en su sueño.. despierta; no importaba lo que pasara, nada de todo ello era real.. la alegría de darse cuenta de aquello la envío de un salto arriba de la mesa e hizo que su cuerpo se moviera sin rítmica ni dirección, y gritara al compás  ¡Qué importa si es un sueño!!! en respuesta de las miradas desconcertantes de quienes esperaban pacientes en la parada. 
De su infancia recuerda sobre todo ese sueño, ese primer sueño consciente, aunque sospecha que de más chica hubo otros ese el primero que quedó grabado en su memoria consciente. Recuerda vívidamente de ese tiempo la conexión con las películas épicas, su entusiasmo por aventurarse en aquellos paisajes bucólicos, recorrer esos caminos y las construcciones medievales en busca de algo, en marcha hacia algún lugar, en nombre de una misión más grande que ella misma acompañada de su familia del alma por quien daría su vida sin pensarlo, por quienes derramaría sus lágrimas, haría carne sus heridas. La invadía la certidumbre de la existencia de aquel mundo oculto a la vista cotidiana; la ficción era solo una chispa que encendía su fuego interno. Ardiendo desde sus fauces, en postura de guerrera, revelaba en su mirada el diamante que portaba. 
En sintonía con el cosmos miraba a su madre sentada a su lado y reconocía en la expresión de sus ojos la presencia del diamante, pero en ella opaco, lejano, como una rafaga, como un sueño que había caducado.
Imaginaba historias, se creía animal, estaba segura que podía volar aunque en ese momento no se acordara cómo. Un día volvió de la escuela agitada, cruzó de una zancada el portal de la casa de su abuela, pasó la recepción, el living, el lavadero, el primer patio para detenerse en el límite entre lo cerámicos y las lajas del segundo patio, elevó su mirada hacia el cielo, tomó aire, estiró todo su cuerpo, abrió al máximo sus ojos en los que se reflejaba el diamante ardiente, iluminando su cuerpo, deteniendo el tiempo, le confesó al cielo que a lo había recordado, había recordado como volar…. solo debía alinear su cuerpo, mente y espíritu, sintió el asentamiento más allá de las estrellas.
La primera vez que se sintió levitar, fue cuando compartió un recuerdo doloroso en un círculo de confianza, momentos previos a la confesión su corazón palpitaba aceleradamente, cada palabra que pronunciaba alivianaba su peso corporal y desgarraba sus carnes; viajaba hacia lo profundo donde se localizaba el dolor, lo desenterraba poco a poco, tentáculo por tentáculo, para llevarlo hacia la puerta de salida de su ser donde viera la luz y se transformara en amor. Que deporte doloroso descubrió en ese acto de valentía y que bien le sintió liberarse de la asfixia que los tentáculos ejercían. Era un poco menos pulpo, un poco más diamante.
En una reunión, un ser alegre extrovertido, aún desconocido, le compartió a la luz de un fogón de media noche que estaba convencido que podía volar, sonrió de de oreja a oreja al escuchar aquella declaración y confió con su mirada y su voz el plan preciso para levantar vuelo, debía correr rápido, muy rápido, tan rápido como sea posible hasta que los pies no toquen el piso; “una día vamos a salir volando y la gente no lo va a poder creer” le dijo, se reímos ambos. 
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diamanteblancoparte1 · 3 months
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Capítulo 3: Voluntad, volver a empezar
Los traumas generacionales encuentran su cobijo en el dolor, es a través de los silencios que garantizan su reproducción. Para cambiar el devenir de sucesos hemos de romper con lo ya establecido. Romper no es pacifico, romper es desesperante para el que ya no quiere sentir. La lealtad que ha habido en el clan de la niña como guardianas de secretos ha sido para el pulpo terreno fértil; a las más antiguas las ha hecho pétreas, a las más jóvenes inmovilizado.
Para ella la primera luz de la mañana es lo más parecido al diamante que encuentra en ese mundo. 
En su casa salir de la cama es luchar contra la gravedad, despegar los ojos encandila al pulpo que en la oscuridad de la noche estira holgadamente sus tentáculos hasta tomar cada vena de la esclerótica.  
Hace un tiempo que la despiertan los pájaros justo al comienzo de la iluminación; ha de tomar iniciativa, ha de responder al llamado más allá de las estrellas. 
Sentía al pulpo posado sobre su frente, envolviendo sus ojos con sus tentáculos en moño a la altura de la nuca, sus párpados de plomo, abrirlos requería de fuerza de voluntad, la cama la sentía como un ataúd, las primeras veces la presión era tal que sucumbía ante el pulpo y volvía a entrar en sueño profundo pero poco a poco sentía la pérdida de fuerza de la opresión y el aumento en su convicción.  
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diamanteblancoparte1 · 3 months
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Capítulo 4: Más allá de las estrellas
Salió del galpón, el olor la mareaba, necesitaba ver la luz por última vez. Desde las sombras caminó en dirección a un claro, nunca llegaba a estar envuelta en luz, miró hacia atrás, la sombra había quedado lejos pero sin embargo no sentía haber llegado al claro, todo lo que la rodeaba estaba en sombra, la proyección de su cuerpo, de las flores, de los pastos. Se detuvo, no había caso, comprendió estar en un mundo en dominio de las sombras. Se sentó, fijó su vista en el ocaso, la luz ha de quedar a eones de distancia y sin embargo al cerrar sus ojos la sintió dentro de ella. 
“Ya es hora” y una mano se posó sobre su hombro, en ese instante recuperó la conciencia, la inundó la angustia; se encontró frente a un ventanal apreciando como la luz iluminaba el regolito crateroso. “Por favor no me hagas volver allí” le rogó con desesperación; al instante se sintió descender por un tubo de estrellas fugaces, dejando detrás de sí con expresión apesadumbrada a la voz de la sabiduría de quien sabe lo que se debe hacer aunque duela. Cayó en su cuerpo, tomó una larga inspiración con sus ojos bien abiertos. 
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diamanteblancoparte1 · 3 months
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Capítulo 5: Instinto
“Ya no quiero más esto” pronunció sin decirlo; “Entonces salí”, escuchó en lo profundo de su mente.
Sin la certeza de que aquel fuese el mejor momento para escapar de aquella realidad dio otro salto de fe.
Ambos escenarios se le presentaban como grandes oportunidades con grandes dificultades, eran como una moneda de dos caras, pasar de una a otro era poner todo de cabeza y a su vez era lo mismo, eran como la fotografía y su negativo, el frente y el dorso, su opuesto complementario.
No tengo trabajo, no tengo amigos
Tengo trabajo, tengo amigos
Tengo proyectos
Son prestados 
Tengo plata 
No es mía 
Tengo tiempo 
Lo regalo
Tengo alma
La vendo
Tengo voluntad 
La uso
Apago el cigarrillo
Salgo a correr 
Recupero mi fuerza
La recupero de algún otra vida
Tengo voluntad
No tengo miedo
Todo es tan aterrador como hermoso
Respiro
Es solo la base
No es un pozo 
Es un trampolín 
O el primer peldaño de una escalera desconocida 
No veo nada al mi alrededor 
No lo veía desde allá
No es tan aterrador 
Me tengo a mi 
Miraré más de cerca
Quizás aprenda más allá de mi imaginación 
No quiero que me regales tu puesto 
No quiero embargar mi vida 
No te doy mi tiempo 
Mi tiempo es mío 
No tengo miedo 
Es una experiencia más 
Sólo una experiencia más 
Voy a crear universos 
Traerlos hacia la luz 
Los haré libres
Me haré libre 
Creo en mí
En mi poder 
En el poder de todos nosotros 
para hacer mejor las cosas 
Somos mejores que esto
Somos más fuertes que nuestros miedos 
Ya no cerraré los ojos 
Recibiré el impacto 
Del devenir de los días 
Del devenir de los años 
Soy creadora de mi propia vida 
Haré uso de mi libertad
Gracias, por intentarlo todos los días. 
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diamanteblancoparte1 · 3 months
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Capítulo 6: La pregunta y la respuesta
Siempre se consideró rara, quizás la influencia de las películas donde la rareza se transforma en lo diferente y lo diferente en lo especial había calado hondo en ella. Quería ser especial, marcar la diferencia, no se conformaba con el andar ordinario, lo veía tan aburrido como terrorífico; vuestra naturaleza humana nada ha de compararse con las máquinas que veía caminando por las calles desde su ventana. 
Pobre de aquel ser encerrado en un cuerpo sufriente que divisaba en la cuadra contigua, acurrucado en la entrada de aquel fastuoso edificio, con ventanales mucho más caros que lo que él alguna vez va a valer para ese mundo. Le ofreció una manzana y una porción de torta, no tenía dientes y al parecer tampoco apetito porque horas más tarde encontró la vianda en el cesto de basura más próximo. 
¿Cómo aquel hombre pudo pasar a su lado sin dirigirle ni siquiera la mirada? No podía entender cómo en lugar de darle una mano en ella sostenía un maletín zigzagueante. ¿Cómo habían llegado a esto como sociedad? Cerró sus ojos en seña de decepción al formularse esta pregunta. 
“No entendes mamá quien ha visto lo que he visto no puede volver a cerrar los ojos”. Su búsqueda por una verdad más allá del cemento parecía haber dado sus frutos, el sol haber contestado su saludo. Ella no pertenecía, era obvio que no pertenecía, gracias que no pertenecía a los que señalaba como un puñado de gente lobotomizada por las cuotas, la tarjeta, las vidrieras y el consumo. Si había algo de verdad en esa caja de zapatos, era lo que la sostenía, kilómetros de tierra, de vida. Los árboles, a su vista, eran héroes sacrificándose en ese ambiente hostil por ellos, esperando pacientes el diálogo con los recién despertados, oxigenando a los aún dormidos y abrazando a los anestesiados. Adonde se dirigen sus raíces era la respuesta, ellos no se erguían sobre el cemento, su fuerza provenía de profundidades para vosotros olvidadas; ¡cuantas interrupciones los separan de su verdadera casa! En el mejor de los casos una capa de cemento, 1 piso de concreto y unas zapatillas de goma. Que desconectados se encontraban de la fuente… de su fuerza ¿Cómo no se había dado cuenta? Ella pertenecía a aquella tierra olvidada, así como todos aunque no lo puedan ver. No tenía nada más que hacer ahí. 
¿Hacia dónde van todos? Están haciendo fila para pasar por la cuchilla, voluntariamente generación tras generación toman su lugar, o hasta el lugar de otro, en esa baldosa que nos enseñaron a defender y considerar valiosa; si tienes suerte puedes llegar a multiplicar la baldosa hasta tener un piso entero, todo por tu mérito. 
¿De qué le hablaban? No lo podía entender… si la tierra es de todos, les fue dada así como así. Si hay algo verdadero en esa gran ilusión es aquello que les fue dado sin más: la tierra, las plantas, el agua, el viento, los ríos, el mar, el cielo, su lluvia, sus tormentas, la luz, la oscuridad, la tenebrosa oscuridad… la que se apoderó de ellos, la que con sus tentáculos recorrió años luz hasta colmar el espacio, por lo menos el espacio de luz de esa canica flotante. 
Sin embargo por su densidad la oscuridad no puede más que extenderse arrastrando, su expansión ha de ser de forma horizontal y en hilachas. La dimensión de la sombra separada años luz de la fuente no puede llegar a ella. La tierra pareciera ser la puerta rebatible de una hacia la otra, ubicada en un sitio equidistante a cada uno de ellos y compartido por ambos, un sitio de libre albedrío para que los terrestres opten por voluntad propia a qué fuerza han de servir. Las decisiones diarias están teñidas de un secreto mucho más esencial; nada es casual, la sabia luz los espera, ilumina su exterior hasta poder calar por los poros de su piel y encender el regalo que a todos se les fue dado. La oscuridad por su parte se galardona de haber dominado ese mundo, de habérselo apropiado, de haberse despedazado hasta abrazar a los seres que habitan ese plano, transformando la dimensión en un gran prisión para los recién llegados y los ya veteranos. No importa donde vayan, la oscuridad los rodea, siempre van acompañados de ella. Sin embargo, hermoso es poder entregarse a la luz, liviana, refrescante, expansiva sin límite alguno, no le es esfuerzo posarse suavemente sobre sus cuerpos y acunarlos, atravesarlos e iluminarnos. Los árboles son sus soldados, al igual que las flores y sus familias. Los demás seres parecen no poder modificar la ilusión a su antojo, no como ellos. La realidad de los primeros es mucho más salvaje, no lo puede ignorar, pero le ha de parecer más verdadera, como si la que le tocase vivir fuese un póster al que solo hace falta acercarse y rasgarlo para que muestre su verdadera naturaleza. 
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diamanteblancoparte1 · 3 months
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Capítulo 7: Materialización
Siempre tuvo conflictos con su cuerpo, no le gustaba su forma, su altura, su torpeza; trasladarse de un lugar al otro llevaba mucho tiempo, la separaba de lo otro. Tosco, pesado, deseoso, necesario. Sentir hambre, sentir frío, sentirse mojada, sucia. Hizo huelga de hambre por una temporada; cansada de que a diario su estómago le pidiera comida tomó el camino contrario. Dejó de alimentarse para ver si el monstruo que tenía en su interior dejaba de rugir de una vez por todas. Era cuestión de ignorarlo cuando se presentara, en algún momento no volvería y ella estaría un paso más cerca de la libertad. Su estrategia fue un fiasco, su cuerpo se debilitó, su mente se nublo, no podía ver, pensar ni sentir con claridad. Se sentía diminuta, invisible o deseaba serlo. Miró a su alrededor, ella no necesitaba ninguna de todas esas carteras, camperas de distintos tonos, pullovers de distintas texturas, pantalones de distintos moldes, nada de eso llenaba el vacío que sentía dentro. El vaciarse de comida lo había hecho más explícito, insoportable, pero le parecía que siempre estuvo allí. Estaba creciendo y estaba olvidando su conexión con el diamante, el lugar que él ocupa es irremplazable. Ir a su reencuentro es una travesía de años, décadas, siglos, vidas. Allí andaban vida tras vida olvidando su esencia, llenando el vacío con las ofertas del mercado; un tentáculo les alcanza la botella, otro un cigarrillo, otro una almohada y un cuarto les cubre los ojos, no vaya a ser cosa de que la luz los despierte….  
Abandonar su cuerpo le parecía tentador, ese era un mundo muy lento, pesado, doloroso, complicado. Comunicarse con otro requería visualizar ideas, pensar palabras, unir letras, armar oraciones, materializarlas con un movimiento certero de su lengua en sintonía con sus labios y mentón y si eso a le parecía demasiado, además debía enunciar en pronunciación exacta, tono acore y correcta acentuación. Su universo era tan vasto que nunca las limitadas palabras iban a poder comunicarlo, ¿Para qué esforzarse?. Tendida sobre su cama, sin fuerza física debido a la debilidad de su cuerpo, miró a su madre a los ojos y pronunció: ¿Porqué nací?.
Bastó una fuerte sacudida de su tía para que entrara en razón, comprendió que literalmente se estaba jugando la vida, por lo menos esa vida, sin antes haberla vivido. Estaba entregando su cuerpo a los gusanos sin antes haberlo usado. Pareció respirar nuevamente, hacía meses que no sentía el oxígeno en sus fosas nasales. La densidad de su pensamiento había formado una cortina de humo en su coronilla y no dejaba entrar el sol. Había olvidado cómo se ha de pensar positivo, por mucho que lo intentara no podía volver atrás, no encontraba razón en los compartimentos tiznados de su mente que le animarán a volver a la vida, no por ella misma. En la habitación contigua escuchó llorar a su abuela y a su madre; ella había descubierto que nada material iba a satisfacerla, nada de lo que este mundo prometía, por el que todos se desvivian, le generaba el mínimo gusto por esa vida… por eso no volvió, por ellas es que lo hizo. Miró al cielo más allá del techo de su cuarto y pidió la fuerza para volver al ruedo. 
En ese mundo todos olvidan el reino del diamante, nadie recuerda su verdadero hogar, su verdadera naturaleza; para complicar las cosas el pulpo se sienta en el trono sin culpa y cargo. Los recuerdos de la luz se desvanecen con el tiempo y los pocos iluminados solo han de poder compartirlos con sus pares. Cuando un despierto cuenta la verdad en el mundo de los dormidos ha de caer petrificada como los ancianos olvidados. No es que la manifestación de su verdad se olvide sino que se condensa, limita y estructura por los signos que la componen, como consecuencia las manifestaciones resuenan en el colectivo como bellos continentes sin contenido.
Pero ella nunca pudo olvidar, no del todo. En simple luz, sin tiempo, ni forma, ni peso, prometió nunca olvidar quién era. “Y ahora no lo olvides”, “Nunca podría olvidar esto” pronunció sin decirlo envuelta en un halo de luz vibrando en puro amor. 
Si estar despierta en el mundo de los dormidos es difícil, estar media despierta es una tortura. Que si, que no, que blanco, que negro, que soy, que no soy… ¿Qué es esto? ¿Por qué nadie más lo ve?.
~~~~~~~~~~~~~~~ CONTINUA EN PARTE 2 ~~~~~~~~~~~~~~~~
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